Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
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Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Todo me daba vueltas, la cabeza me dolía más a cada paso que daba, y la sangre me escurría por la frente, molestándome. La tenue lluvia me producía frío, pero no tenía nada con qué taparme. Volví a alzar la vista, deteniéndome, aturdido, y me costaba abrir bien los ojos para centrarme en algo, y más aún pensar hacia dónde ir. No sé si habían más caminos, pero el primero que vi fue el que seguí, andando tambaleante.
Olía a tierra mojada, la vereda estaba embarrada, y la fina lluvia golpeaba con suavidad el bosque, haciendo su canción al chocar con las hojas de los árboles. Me costaba mucho trabajo andar, y la cabeza me estaba matando, pero no podía dejar de hacerme mil preguntas. -"¿Por qué no recuerdo quién soy? ¿Lo recordaré? ¿Dónde estoy? ¿Hacia dónde estoy yendo? ¿Viviré?"-
Detuve mi marcha para caer sentado en el barro, necesitaba descansar. Volví la vista atrás y aún veía al fondo los escombros humeantes, me pareció avanzar mucho más de lo que en realidad recorrí. Estaba exasperado, me llevé las manos a la cabeza y deseé con todas mis fuerzas que dejase de martillearme la cabeza, pero nada, inútil y estúpido, lo de antes debió ser casualidad, no iba a sanar así como así. Cerré los ojos un instante e intenté relajarme, respirando lentamente. Cuando estuve más calmado, aunque la testa seguía torturándome, me ayudé del bastón para incorporarme y retomé el camino.
Con más calma pensé que esa herida no podía ser obra de un mísero accidente, además, esos escombros, -"¿eran los de mi casa? ¿Por qué estaba yo fuera de ella? ¿Vivía solo? ¿Me atacaron? ¿Quién y con qué propósito?"- Volvía a ponerme nervioso y a dolerme demasiado la cabeza, estaba asustado ahora. -"¿Y si seguían ahí los que me hicieron esto?"- Un crujido me sorprendió, haciendo que me pusiera en guardia, bastón en mano, preparado para el ataque. Aunque lo cierto es que en ese instante podrían haber hecho conmigo lo que quisieran, no me quedaban fuerzas ya. Un conejo fue lo que casi me provoca un ataque al corazón. Suspiré aliviado al ver como se marchaba plácidamente.
Seguí haciendo vía un rato más, pero de nuevo mi herida se encargaba de recordarme que estaba acabado. Saqué fuerzas de flaqueza de donde pude y avancé tambaleante un poco más, hasta que mi vista empezó a nublarse, las rodillas me temblaban, y solo logré dejar escapar un débil: -Ayuda...- Para luego caer rendido al fangoso camino, inconsciente.
Olía a tierra mojada, la vereda estaba embarrada, y la fina lluvia golpeaba con suavidad el bosque, haciendo su canción al chocar con las hojas de los árboles. Me costaba mucho trabajo andar, y la cabeza me estaba matando, pero no podía dejar de hacerme mil preguntas. -"¿Por qué no recuerdo quién soy? ¿Lo recordaré? ¿Dónde estoy? ¿Hacia dónde estoy yendo? ¿Viviré?"-
Detuve mi marcha para caer sentado en el barro, necesitaba descansar. Volví la vista atrás y aún veía al fondo los escombros humeantes, me pareció avanzar mucho más de lo que en realidad recorrí. Estaba exasperado, me llevé las manos a la cabeza y deseé con todas mis fuerzas que dejase de martillearme la cabeza, pero nada, inútil y estúpido, lo de antes debió ser casualidad, no iba a sanar así como así. Cerré los ojos un instante e intenté relajarme, respirando lentamente. Cuando estuve más calmado, aunque la testa seguía torturándome, me ayudé del bastón para incorporarme y retomé el camino.
Con más calma pensé que esa herida no podía ser obra de un mísero accidente, además, esos escombros, -"¿eran los de mi casa? ¿Por qué estaba yo fuera de ella? ¿Vivía solo? ¿Me atacaron? ¿Quién y con qué propósito?"- Volvía a ponerme nervioso y a dolerme demasiado la cabeza, estaba asustado ahora. -"¿Y si seguían ahí los que me hicieron esto?"- Un crujido me sorprendió, haciendo que me pusiera en guardia, bastón en mano, preparado para el ataque. Aunque lo cierto es que en ese instante podrían haber hecho conmigo lo que quisieran, no me quedaban fuerzas ya. Un conejo fue lo que casi me provoca un ataque al corazón. Suspiré aliviado al ver como se marchaba plácidamente.
Seguí haciendo vía un rato más, pero de nuevo mi herida se encargaba de recordarme que estaba acabado. Saqué fuerzas de flaqueza de donde pude y avancé tambaleante un poco más, hasta que mi vista empezó a nublarse, las rodillas me temblaban, y solo logré dejar escapar un débil: -Ayuda...- Para luego caer rendido al fangoso camino, inconsciente.
Última edición por Jericó el Vie 18 Sep - 20:27, editado 3 veces
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Lluvia, no le gustaba la lluvia, y menos cuando no podía encerrarse en un lugar tranquilo y acurrucarse bajo las sábanas para poder esconderse y olvidarse de la tormenta con sus libros. Odiaba las tormentas, una tormenta pocas veces llevaba cosas buenas, inundaciones, bosques destrozados por las fuertes lluvias, truenos y rayos que rompían los árboles y hacían que las personas que tenían la mala suerte de ser alcanzadas por ellos se quedaran más que fritas...
No, definitivamente, odiaba las tormentas, y aun odiaba más que la llamasen para cumplir misiones con ese tiempo tan horrible, pero no quedaba nadie más a quien acudir, un incendio había estallado en medio de un bosque cercano a la ciudad, situado a las afueras, no a más de dos horas de camino.
-"Acude al bosque a ver el incendio"- protestó la chica imitando la voz del sargento- con lo que llueve va a apagarse solo, ¿para que me mandan? De todas formas, me voy a perder y acabaré vagando por el bosque durante días, antes llegarían ellos que yo.- siguió farfullando.
Era cierto, nunca se le había dado bien el bosque, la ciudad, si, los caminos, vale, pero los bosques... en el bosque tenía el mismo sentido de la orientación que una merluza, mientras cabalgaba bajo la lluvia, empapada, y de mal humor, la luz se abrió en su cabeza. "Nin" pensó. Por supuesto, ella era elfa, seguro que podía ayudarla en el bosque, la primera vez que la vio quedó claro que era muy buena moviéndose por el bosque, y, de paso, podría preguntarle que pasó tras el baile y el asalto, no había obtenido demasiadas respuestas, en cuanto volvió a ser ella misma la mandaron llamar al cuartel para dar un informe, pero... poco pudo decir, en realidad, sabían más los que le hicieron las preguntas que ella misma.
Llegó a la puerta de la posada y pidió al posadero que fuera a buscar a la elfa, al final, Niniel la mandaría a hacer puñetas, siempre la avisaba en el último momento, sin embargo, pensó que, tal vez, la elfa agradeciera un paseo por el bosque, de todos modos solo era revisar el lugar del incendio, esta vez no habría peligro, seguramente algún trueno abría estallado contra algún tronco e incendiado el lugar.
Su amiga llegó mientras ella se intentaba secar un poco cerca de un fuego encendido en el salón, el posadero le había llevado una toalla para que pudiera, al menos, secar su cara.
- ¡Nin!- exclamó alzándose y yendo a abrazar a su amiga- vaya, perdón, aun estoy algo mojada. Se que nunca te aviso con tiempo, pero... ¿puedes ayudarme? Esta vez no tiene nada que ver con fiestas, ni habrá vestidos rotos, ni pócimas raras, ni peleas, o eso espero...- murmuró por último- verás, me han mandado ir al bosque, no está lejos, dicen que hay un incendio y quieren que compruebe si ha habido muchos destrozos, pero ya sabes que mi sentido de la orientación es... bueno, decir malo sería un eufemismo.- rió un poco la chica- ¿Qué te parece, me acompañas?
No tardaron en salir de allí, con las capas caladas, y salir camino al bosque subidas en Juvia. La yegua, al contrario que Alanna, parecía disfrutar de la lluvia. El agua comenzó a cesar su caída a medida que se acercaban al bosque, el camino estaba despejado, y solo un hilo de humo parecía indicar que en ese lugar había habido un incendio.
El cielo, dejando por fin algunos rastros de luz grisácea, permitía entrever en el camino cubierto de árboles, hacía ya como una hora que Alanna había soltado las riendas de Juvia para que fuera Niniel quien la guiase por el camino boscoso, ella, mientras se concentraba en los sonidos que envolvían el lugar, pudo distinguir que, desde hacía un par de minutos, había un sonido extraño un poco más hacia delante. Un sonido que, al final, cesó de golpe.
No se escuchó nada similar de ahí en adelante, así que la chica dejó de preocuparse, para, algo más alejado, ver a alguien tumbado en el suelo.
- Nin, espera.- pidió tomando ella las riendas del caballo para frenar su avance mientras la suave llovizna seguía cesando.- será mejor que nos acerquemos a pie, quédate detrás de mi.- pidió mientras bajaba de Juvia para desenvainaba su espada y comenzar a caminar hacia la figura tendida sobre el barro.
Al llegar a el cuerpo, vio que era un joven rubio con orejas puntiagudas, un elfo, estaba helado, lleno de barro y tenía una herida sangrante en la cabeza. Poniendo el filo de la espada frente a la boca y nariz del chico, vio que el metal se empañaba, estaba vivo. La guarda se retiró la capa y se la pudo al chico por encima, iba a necesitar tratamiento, pero no se atrevía a moverlo hasta que Niniel no hiciera una observación de su estado.
- Parece que he hecho bien pidiéndote que vinieras, porque no tengo ni idea de que hacer cuando pasan estas cosas, ya sabes, soy más de hacerme heridas que de curarlas.- bromeó dejando espacio a la chica para que hiciera lo que creyese conveniente.
No, definitivamente, odiaba las tormentas, y aun odiaba más que la llamasen para cumplir misiones con ese tiempo tan horrible, pero no quedaba nadie más a quien acudir, un incendio había estallado en medio de un bosque cercano a la ciudad, situado a las afueras, no a más de dos horas de camino.
-"Acude al bosque a ver el incendio"- protestó la chica imitando la voz del sargento- con lo que llueve va a apagarse solo, ¿para que me mandan? De todas formas, me voy a perder y acabaré vagando por el bosque durante días, antes llegarían ellos que yo.- siguió farfullando.
Era cierto, nunca se le había dado bien el bosque, la ciudad, si, los caminos, vale, pero los bosques... en el bosque tenía el mismo sentido de la orientación que una merluza, mientras cabalgaba bajo la lluvia, empapada, y de mal humor, la luz se abrió en su cabeza. "Nin" pensó. Por supuesto, ella era elfa, seguro que podía ayudarla en el bosque, la primera vez que la vio quedó claro que era muy buena moviéndose por el bosque, y, de paso, podría preguntarle que pasó tras el baile y el asalto, no había obtenido demasiadas respuestas, en cuanto volvió a ser ella misma la mandaron llamar al cuartel para dar un informe, pero... poco pudo decir, en realidad, sabían más los que le hicieron las preguntas que ella misma.
Llegó a la puerta de la posada y pidió al posadero que fuera a buscar a la elfa, al final, Niniel la mandaría a hacer puñetas, siempre la avisaba en el último momento, sin embargo, pensó que, tal vez, la elfa agradeciera un paseo por el bosque, de todos modos solo era revisar el lugar del incendio, esta vez no habría peligro, seguramente algún trueno abría estallado contra algún tronco e incendiado el lugar.
Su amiga llegó mientras ella se intentaba secar un poco cerca de un fuego encendido en el salón, el posadero le había llevado una toalla para que pudiera, al menos, secar su cara.
- ¡Nin!- exclamó alzándose y yendo a abrazar a su amiga- vaya, perdón, aun estoy algo mojada. Se que nunca te aviso con tiempo, pero... ¿puedes ayudarme? Esta vez no tiene nada que ver con fiestas, ni habrá vestidos rotos, ni pócimas raras, ni peleas, o eso espero...- murmuró por último- verás, me han mandado ir al bosque, no está lejos, dicen que hay un incendio y quieren que compruebe si ha habido muchos destrozos, pero ya sabes que mi sentido de la orientación es... bueno, decir malo sería un eufemismo.- rió un poco la chica- ¿Qué te parece, me acompañas?
No tardaron en salir de allí, con las capas caladas, y salir camino al bosque subidas en Juvia. La yegua, al contrario que Alanna, parecía disfrutar de la lluvia. El agua comenzó a cesar su caída a medida que se acercaban al bosque, el camino estaba despejado, y solo un hilo de humo parecía indicar que en ese lugar había habido un incendio.
El cielo, dejando por fin algunos rastros de luz grisácea, permitía entrever en el camino cubierto de árboles, hacía ya como una hora que Alanna había soltado las riendas de Juvia para que fuera Niniel quien la guiase por el camino boscoso, ella, mientras se concentraba en los sonidos que envolvían el lugar, pudo distinguir que, desde hacía un par de minutos, había un sonido extraño un poco más hacia delante. Un sonido que, al final, cesó de golpe.
No se escuchó nada similar de ahí en adelante, así que la chica dejó de preocuparse, para, algo más alejado, ver a alguien tumbado en el suelo.
- Nin, espera.- pidió tomando ella las riendas del caballo para frenar su avance mientras la suave llovizna seguía cesando.- será mejor que nos acerquemos a pie, quédate detrás de mi.- pidió mientras bajaba de Juvia para desenvainaba su espada y comenzar a caminar hacia la figura tendida sobre el barro.
Al llegar a el cuerpo, vio que era un joven rubio con orejas puntiagudas, un elfo, estaba helado, lleno de barro y tenía una herida sangrante en la cabeza. Poniendo el filo de la espada frente a la boca y nariz del chico, vio que el metal se empañaba, estaba vivo. La guarda se retiró la capa y se la pudo al chico por encima, iba a necesitar tratamiento, pero no se atrevía a moverlo hasta que Niniel no hiciera una observación de su estado.
- Parece que he hecho bien pidiéndote que vinieras, porque no tengo ni idea de que hacer cuando pasan estas cosas, ya sabes, soy más de hacerme heridas que de curarlas.- bromeó dejando espacio a la chica para que hiciera lo que creyese conveniente.
Alanna Delteria
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Era uno de esos días en los que la climatología adversa instaba a los habitantes de Lunargenta a permanecer en sus casas y permanecer cerca del fuego si era posible y no había asuntos urgentes que no pudiesen posponerse ni siquiera ante las inclemencias del tiempo. Desde la ventana de su habitación de la primera planta de la posada, su casa durante sus constantes visitas y estancias en la mayor de las ciudades de los humanos, Níniel observaba como el viento agitaba los toldos de los puestos de venta de la calle y amenazaba con llevarse volando los sombreros de los escasos y empapados transeúntes que desafiaban a la tormenta y a los oscuros cielos, seguramente por obligación. Sentía lástima por el frío que debían de estar pasando pero no podía evitar disfrutar de uno de los fenómenos de la naturaleza que más le gustaba y que llevaba a su mente escenas de su infancia. La elfa recordaba las tormentas en Sindorai y como subía hasta lo más alto de su casa para escuchar el sonido de las gotas de agua contra el tejado y el de la agitada corriente del río cercano. Desde su habitación el bosque iluminado por los rayos resultaba hermoso y sobrecogedor y, entre los árboles, a pesar de acabar empapados, no pocos elfos jóvenes se animaban a salir de sus casas para danzar bajo la lluvia, claro que es mucho más agradable mojarse cuando sabes que en cualquier momento podrás entrar a casa para secarte y entrar en calor que si no te queda otra más que soportar el estar empapada hasta los huesos y quedarte helada sin lugar donde cobijarse.
-Supongo que si aquí me diera por ponerme a bailar bajo la lluvia la gente pensaría que he perdido la cabeza y murmurarían cosas feas sobre los elfos...-
Comentó en voz alta y haciendo que Geralt dejase de mordisquear una nuez pelada y la mirase con sus pequeños ojitos negros y la cabeza inclinada hacia la derecha en un gesto de curiosidad. Sin embargo la pequeña ardilla blanca no parecía compartir la fascinación de su dueña por la lluvia pues pronto se aburrió de mirar también por la ventana y se puso a jugar sobre la cama dando vueltas sobre la misma con evidente satisfacción.
-Solo hablaba en voz alta, ya sé que se está muy bien en casa cuando hace mal tiempo, además así tengo tiempo para seguir con la alquimia, no se puede correr aventuras y estar cara a cara frente a la muerte todos los días ¿Verdad?-
La ardilla emitió un sonido que a todas luces era una efusiva muestra de conformidad con las palabras de la peliblanca...Eso o que acababa de darse cuenta de que aún le quedaba la otra mitad de la nuez pelada por comerse, lo cual sin duda era una grata sorpresa para el pequeño terror de los frutos secos. Níniel acarició a su compañero, levantó los brazos para estirarse y se acercó hasta la mesa para comprobar que los procesos alquímicos que había iniciado antes de aquel pequeño descanso para mirar por la ventana iban bien y con nuevas ganas continuó trabajando.
Por un lado experimentaba con algunos ingredientes como la Aleta larga abacea y raíz trepadora, concrétamente con sus efectos beneficiosos si se seleccionaban correctamente las partes adecuadas y su posible uso en pociones vigorizantes junto a otros ingredientes. Por otro lado fabricaba pociones de curación básicas y antídotos para venderlos y así financiar nuevas investigaciones, pues aunque muchos ingredientes eran fáciles de conseguir, adquirir otros podía crear un agujero en la bolsa de monedas de cualquiera, por no hablar del equipo. No obstante no todas las pociones que fabricaba eran para vender, con la cantidad de líos en los que se había metido últimamente cada vez tenía más claro que contar con su propia reserva de pociones era una idea más que buena, nunca se sabía cuando iba a venir una amiga convertida en niña o cierto ladronzuelo de buen corazón con alguna herida, y la magia no era omnipotente. Aquella práctica constante la había hecho mejorar sus aptitudes y saltaba a la vista, era evidente que sus preparados eran cada vez mejores y que cada vez su soltura entre alambiques y calcinadores, entre los que siempre se sintió cómoda, eran mayores.
Retiró una poción ya acabada de una de las retortas y se preparó para repetir el proceso por última vez aquel día. Cogió la última pluma de halcón y tras cortarla con la daga la colocó en una solución de agua destilada con esencia de ajo, removió durante unos minutos y la puso a calentar. Inmediatamente colocó unas semillas de hierba en un mortero y comenzó a machacarlas con cuidado añadiéndole poco a poco agua hasta tener una pasta con la textura que las enseñanzas y su experiencia propia le indicaban que era la perfecta, tras dejarla reposar un poco comenzó a echar dicha pasta en la retorta con el agua destilada, la esencia de ajo y la pluma de halcón que ya estaba a la temperatura ideal. Solo quedaba esperar y tendría otro antídoto preparado.
Níniel se separó de la mesa y comenzaba a comerse una manzana cuando llamaron a su puerta. No esperaba a nadie y menos con aquella intensa lluvia cayendo sin cesar desde hacía un buen rato. Con su siempre melódica voz preguntó quién llamaba a su puerta y que se le ofrecía, resulto ser Beor, el posadero.
-Señorita Níniel, ha venido a verla la señorita Alanna. Diría que debe de ser importante porque ha llegado calada hasta los huesos.-
Níniel no pudo si no pensar en qué lío pensaba meterla ahora "la gata", algo difícil de evitar con el ya largo historial de peligrosas andanzas que acontecían cuando las dos se juntaban. No obstante aquella humana se había ganado la amistad y el aprecio de la elfa por lo que no se negaría a ayudarla fuera lo que fuera que la había llevado a verla aquel lluvioso día, incluso aunque fuera otra fiesta o baile de gala. Sin perder ni un instante abrió la puerta y bajó a la planta del comedor tras el posadero al que agradeció el avisarla.
Beor no exageraba cuando dijo que Alanna estaba empapada, en el tiempo que la elfa había tardado en bajar había formado un pequeño charco de agua cerca del fuego al que se había arrimado en busca de calor. Tan pronto como la vio se acercó a saludarla con evidente cariño y a pesar de estar mojada Níniel respondió al abrazo. Cuan diferente era abrazar a la Alanna adulta con respecto a la Mini-Alanna de unos días atrás, aunque seguían dando ganas de pellizcar sus mofletes.
-No pasa nada, me alegro de verte. Tras lo del otro día y las prisas apenas si pudimos despedirnos. ¿Todo bien? ¿Notas algún efecto secundario?.- Pronto quedó claro que no era el caso y que sus motivos para ir a verla eran otros, lo cual era un alivio. -Ya veo, y tienes razón...Nunca avisas.- La peliblanca río ligéramente demostrando que ni mucho menos guardaba ningún rencor hacia su amiga. -Voy a por mis cosas y vuelvo, no quiero que te pierdas por el bosque.-
Níniel subió y tras retirar del fuego el alambique en el que estaba preparando el antídoto y recoger todo el set de alquimia tomó su bastón, su capa y el resto de sus cosas y volvió a bajar.
-Mi caballo necesitaba herraduras nuevas, espero que a Juvia no le importe llevarnos a las dos.- Mencionó ya abajo ajustándose bien la capa para prepararse al frío de fuera.
El camino fue tranquilo y si no fuese por la lluvia hubiese sido un agradable paseo por las zonas rurales de Lunargenta. A Alanna no parecía hacerle mucha gracia cabalgar bajo la tormenta pero el viaje se hizo más ameno mientras Níniel le contaba los detalles sobre el asunto de los Vivant que la humana no podía recordar. La elfa le recordaría aquella historia toda la vida.
-Eras todo un bicho...Pero tan mona...Hasta a Eltrant se le caía la baba.-
El camino comenzaba a volverse más estrecho y difícil conforme avanzaban en dirección a una pequeña columna de humo que indica el lugar al que debían dirigirse, por la cantidad de humo parecía que la tormenta se había ocupado de que el fuego no se propagase por lo que todo apuntaba a que por una vez una salida con Alanna iba a ser lo que prometía ser desde el principio. Seguramente solo haría falta echar un vistazo y podrían volver a la ciudad sin contratiempos. Justo iba a comentárselo a su amiga cuando esta tomó las riendas de repente e instó a Juvia a detenerse, parecía que había visto algo pero Níniel no veía nada desde detrás de la humana por lo que se inclino hacia un lado para saber qué había causado esa reacción repentina. Había algo en el camino, una persona. Estaba dejando de llover.
-Está bien.- Dijo la peliblanca desmontando pero manteniéndose a unos pasos por detrás de la guardia que debía temer que fuera una trampa o alguien peligroso, de ahí su cautela, sin embargo enseguida quedó demostrado que aquel individuo no podría ser un peligro ni aún queriéndolo. Era un elfo, presentaba una herida sangrante en la cabeza entre otras contusiones y había perdido la consciencia.
-Si, y yo he hecho bien viniendo preparada...No bajes la guardia, no sabemos quién o qué le ha causado estas heridas-
Níniel se acercó al elfo y comenzó a comprobar su herida más visible, sus constanes constantes y si había más lesiones de las que se veían a simple vista. Revisó su pulso, su respiración, sus pupilas y después comenzó a revisar su cuello, torso y extremidades viendo que salvo por algunas magulladuras estaban bien.
-Vale, ayúdame a moverlo, necesita un sitio seco y entrar en calor.- Miró alrededor y ante la ausencia de un lugar totalmente secó señalo un árbol cuyas ramas especialmente frondosas habían mantenido relativamente poco húmeda la tierra junto a su tronco. Una vez allí la peliblanca colocó sus manos sobre la herida del elfo de rubios cabellos y comenzó a sanarla. No le llevaría más que unos pocos minutos a los sumo.
-Habría que ponerle ropa seca, en su estado la ropa mojada es peor que estar desnudo.-Había dicho aquello sin pensar, como un reflejo de sus habilidades y conocimientos de sanadora, pero tan pronto como fue consciente de lo que había dicho se sonrojó nerviosa, no se le daba bien tratar a hombres sin ropa.
Subrayado el uso de la pasiva alquimia.
-Supongo que si aquí me diera por ponerme a bailar bajo la lluvia la gente pensaría que he perdido la cabeza y murmurarían cosas feas sobre los elfos...-
Comentó en voz alta y haciendo que Geralt dejase de mordisquear una nuez pelada y la mirase con sus pequeños ojitos negros y la cabeza inclinada hacia la derecha en un gesto de curiosidad. Sin embargo la pequeña ardilla blanca no parecía compartir la fascinación de su dueña por la lluvia pues pronto se aburrió de mirar también por la ventana y se puso a jugar sobre la cama dando vueltas sobre la misma con evidente satisfacción.
-Solo hablaba en voz alta, ya sé que se está muy bien en casa cuando hace mal tiempo, además así tengo tiempo para seguir con la alquimia, no se puede correr aventuras y estar cara a cara frente a la muerte todos los días ¿Verdad?-
La ardilla emitió un sonido que a todas luces era una efusiva muestra de conformidad con las palabras de la peliblanca...Eso o que acababa de darse cuenta de que aún le quedaba la otra mitad de la nuez pelada por comerse, lo cual sin duda era una grata sorpresa para el pequeño terror de los frutos secos. Níniel acarició a su compañero, levantó los brazos para estirarse y se acercó hasta la mesa para comprobar que los procesos alquímicos que había iniciado antes de aquel pequeño descanso para mirar por la ventana iban bien y con nuevas ganas continuó trabajando.
Por un lado experimentaba con algunos ingredientes como la Aleta larga abacea y raíz trepadora, concrétamente con sus efectos beneficiosos si se seleccionaban correctamente las partes adecuadas y su posible uso en pociones vigorizantes junto a otros ingredientes. Por otro lado fabricaba pociones de curación básicas y antídotos para venderlos y así financiar nuevas investigaciones, pues aunque muchos ingredientes eran fáciles de conseguir, adquirir otros podía crear un agujero en la bolsa de monedas de cualquiera, por no hablar del equipo. No obstante no todas las pociones que fabricaba eran para vender, con la cantidad de líos en los que se había metido últimamente cada vez tenía más claro que contar con su propia reserva de pociones era una idea más que buena, nunca se sabía cuando iba a venir una amiga convertida en niña o cierto ladronzuelo de buen corazón con alguna herida, y la magia no era omnipotente. Aquella práctica constante la había hecho mejorar sus aptitudes y saltaba a la vista, era evidente que sus preparados eran cada vez mejores y que cada vez su soltura entre alambiques y calcinadores, entre los que siempre se sintió cómoda, eran mayores.
Retiró una poción ya acabada de una de las retortas y se preparó para repetir el proceso por última vez aquel día. Cogió la última pluma de halcón y tras cortarla con la daga la colocó en una solución de agua destilada con esencia de ajo, removió durante unos minutos y la puso a calentar. Inmediatamente colocó unas semillas de hierba en un mortero y comenzó a machacarlas con cuidado añadiéndole poco a poco agua hasta tener una pasta con la textura que las enseñanzas y su experiencia propia le indicaban que era la perfecta, tras dejarla reposar un poco comenzó a echar dicha pasta en la retorta con el agua destilada, la esencia de ajo y la pluma de halcón que ya estaba a la temperatura ideal. Solo quedaba esperar y tendría otro antídoto preparado.
Níniel se separó de la mesa y comenzaba a comerse una manzana cuando llamaron a su puerta. No esperaba a nadie y menos con aquella intensa lluvia cayendo sin cesar desde hacía un buen rato. Con su siempre melódica voz preguntó quién llamaba a su puerta y que se le ofrecía, resulto ser Beor, el posadero.
-Señorita Níniel, ha venido a verla la señorita Alanna. Diría que debe de ser importante porque ha llegado calada hasta los huesos.-
Níniel no pudo si no pensar en qué lío pensaba meterla ahora "la gata", algo difícil de evitar con el ya largo historial de peligrosas andanzas que acontecían cuando las dos se juntaban. No obstante aquella humana se había ganado la amistad y el aprecio de la elfa por lo que no se negaría a ayudarla fuera lo que fuera que la había llevado a verla aquel lluvioso día, incluso aunque fuera otra fiesta o baile de gala. Sin perder ni un instante abrió la puerta y bajó a la planta del comedor tras el posadero al que agradeció el avisarla.
Beor no exageraba cuando dijo que Alanna estaba empapada, en el tiempo que la elfa había tardado en bajar había formado un pequeño charco de agua cerca del fuego al que se había arrimado en busca de calor. Tan pronto como la vio se acercó a saludarla con evidente cariño y a pesar de estar mojada Níniel respondió al abrazo. Cuan diferente era abrazar a la Alanna adulta con respecto a la Mini-Alanna de unos días atrás, aunque seguían dando ganas de pellizcar sus mofletes.
-No pasa nada, me alegro de verte. Tras lo del otro día y las prisas apenas si pudimos despedirnos. ¿Todo bien? ¿Notas algún efecto secundario?.- Pronto quedó claro que no era el caso y que sus motivos para ir a verla eran otros, lo cual era un alivio. -Ya veo, y tienes razón...Nunca avisas.- La peliblanca río ligéramente demostrando que ni mucho menos guardaba ningún rencor hacia su amiga. -Voy a por mis cosas y vuelvo, no quiero que te pierdas por el bosque.-
Níniel subió y tras retirar del fuego el alambique en el que estaba preparando el antídoto y recoger todo el set de alquimia tomó su bastón, su capa y el resto de sus cosas y volvió a bajar.
-Mi caballo necesitaba herraduras nuevas, espero que a Juvia no le importe llevarnos a las dos.- Mencionó ya abajo ajustándose bien la capa para prepararse al frío de fuera.
El camino fue tranquilo y si no fuese por la lluvia hubiese sido un agradable paseo por las zonas rurales de Lunargenta. A Alanna no parecía hacerle mucha gracia cabalgar bajo la tormenta pero el viaje se hizo más ameno mientras Níniel le contaba los detalles sobre el asunto de los Vivant que la humana no podía recordar. La elfa le recordaría aquella historia toda la vida.
-Eras todo un bicho...Pero tan mona...Hasta a Eltrant se le caía la baba.-
El camino comenzaba a volverse más estrecho y difícil conforme avanzaban en dirección a una pequeña columna de humo que indica el lugar al que debían dirigirse, por la cantidad de humo parecía que la tormenta se había ocupado de que el fuego no se propagase por lo que todo apuntaba a que por una vez una salida con Alanna iba a ser lo que prometía ser desde el principio. Seguramente solo haría falta echar un vistazo y podrían volver a la ciudad sin contratiempos. Justo iba a comentárselo a su amiga cuando esta tomó las riendas de repente e instó a Juvia a detenerse, parecía que había visto algo pero Níniel no veía nada desde detrás de la humana por lo que se inclino hacia un lado para saber qué había causado esa reacción repentina. Había algo en el camino, una persona. Estaba dejando de llover.
-Está bien.- Dijo la peliblanca desmontando pero manteniéndose a unos pasos por detrás de la guardia que debía temer que fuera una trampa o alguien peligroso, de ahí su cautela, sin embargo enseguida quedó demostrado que aquel individuo no podría ser un peligro ni aún queriéndolo. Era un elfo, presentaba una herida sangrante en la cabeza entre otras contusiones y había perdido la consciencia.
-Si, y yo he hecho bien viniendo preparada...No bajes la guardia, no sabemos quién o qué le ha causado estas heridas-
Níniel se acercó al elfo y comenzó a comprobar su herida más visible, sus constanes constantes y si había más lesiones de las que se veían a simple vista. Revisó su pulso, su respiración, sus pupilas y después comenzó a revisar su cuello, torso y extremidades viendo que salvo por algunas magulladuras estaban bien.
-Vale, ayúdame a moverlo, necesita un sitio seco y entrar en calor.- Miró alrededor y ante la ausencia de un lugar totalmente secó señalo un árbol cuyas ramas especialmente frondosas habían mantenido relativamente poco húmeda la tierra junto a su tronco. Una vez allí la peliblanca colocó sus manos sobre la herida del elfo de rubios cabellos y comenzó a sanarla. No le llevaría más que unos pocos minutos a los sumo.
-Habría que ponerle ropa seca, en su estado la ropa mojada es peor que estar desnudo.-Había dicho aquello sin pensar, como un reflejo de sus habilidades y conocimientos de sanadora, pero tan pronto como fue consciente de lo que había dicho se sonrojó nerviosa, no se le daba bien tratar a hombres sin ropa.
Subrayado el uso de la pasiva alquimia.
Níniel Thenidiel
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Ahí estaba yo, -"¿estoy soñando?"- Si, no podía moverme, pero no estaba atado, estaba... paralizado supongo. Me encontraba en el centro de una sala completamente blanca, infinita, intenté gritar pero mi voz era muda. De pronto una sombra apareció ante mi, el miedo me invadió, ésta me sacudió con algo en la cabeza violentamente, y la habitación se tiñó de rojo mientras caía al suelo.
-"¿Qué demonios...?"- Abrí los ojos, como volviendo a despertar, pero seguía ahí, con la oscura figura frente a mí, estaba diciendo algo, ¡pero no podía oír nada! Era frustrante, quería gritar con todas mis fuerzas pero no podía, quería entender lo que me estaba diciendo. El sonido de algo quemándose me alertó, miré a todas partes pero no provenía de ningún lugar concreto, parecía estar en mi mente, pues no veía fuego ni sentía calor.
La sombra se desvaneció, y la sala empezó a convertirse en un bosque. Un hombre me tendía la mano, que yo agarré con temor, y ayudando a levantarme iba diciendo algo, solo logré deducir un "Todo está bien...", y el mundo se oscureció.
Desperté, esta vez estaba tumbado apoyado en algo, oía voces, estaba mareado y atontado pero la cabeza ya no me dolía como antes, alcé la vista y vi un rostro extraño. Era... era una mujer, pero como yo, tenía las orejas picudas como yo, los ojos también eran como los míos, azules, era tan parecida a mí... Esos ojos, me miraban fijamente, estaba aterrado aunque sentía mucha curiosidad, intenté decir algo, pero me temblaba todo, ya sea por el miedo o el frío o todo a la vez. Miré a mi alrededor y descubrí a otra mujer, ésta no era como yo, sus orejas eran "normales", y además, vi una espada en su cinto.
Me levanté con prisas, quién sabe quienes eran estas extrañas y qué iban a hacerme. Un manto cayó de mi y corrí tratando de huir, pero resbalé con el barro nada más empezar mi carrera. Las miré con temor desde el suelo, busqué mi bastón y lo alcé, listo para defenderme.
-¿¡Qué queréis de mí!? ¿¡Qué me habéis hecho!?- les grité mientras me arrastraba alejándome de ellas. Me puse en pié de nuevo, todavía aturdido, me llevé una mano a la cabeza y aún me dolía, creo que tenía fiebre también, me costaba trabajo seguir de pié.
-"¿Qué demonios...?"- Abrí los ojos, como volviendo a despertar, pero seguía ahí, con la oscura figura frente a mí, estaba diciendo algo, ¡pero no podía oír nada! Era frustrante, quería gritar con todas mis fuerzas pero no podía, quería entender lo que me estaba diciendo. El sonido de algo quemándose me alertó, miré a todas partes pero no provenía de ningún lugar concreto, parecía estar en mi mente, pues no veía fuego ni sentía calor.
La sombra se desvaneció, y la sala empezó a convertirse en un bosque. Un hombre me tendía la mano, que yo agarré con temor, y ayudando a levantarme iba diciendo algo, solo logré deducir un "Todo está bien...", y el mundo se oscureció.
Desperté, esta vez estaba tumbado apoyado en algo, oía voces, estaba mareado y atontado pero la cabeza ya no me dolía como antes, alcé la vista y vi un rostro extraño. Era... era una mujer, pero como yo, tenía las orejas picudas como yo, los ojos también eran como los míos, azules, era tan parecida a mí... Esos ojos, me miraban fijamente, estaba aterrado aunque sentía mucha curiosidad, intenté decir algo, pero me temblaba todo, ya sea por el miedo o el frío o todo a la vez. Miré a mi alrededor y descubrí a otra mujer, ésta no era como yo, sus orejas eran "normales", y además, vi una espada en su cinto.
Me levanté con prisas, quién sabe quienes eran estas extrañas y qué iban a hacerme. Un manto cayó de mi y corrí tratando de huir, pero resbalé con el barro nada más empezar mi carrera. Las miré con temor desde el suelo, busqué mi bastón y lo alcé, listo para defenderme.
-¿¡Qué queréis de mí!? ¿¡Qué me habéis hecho!?- les grité mientras me arrastraba alejándome de ellas. Me puse en pié de nuevo, todavía aturdido, me llevé una mano a la cabeza y aún me dolía, creo que tenía fiebre también, me costaba trabajo seguir de pié.
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Alanna guardó su espada en el cinto mientras la elfa la avisaba de que mantuviera la guardia en alto y comenzaba a a revisar al otro elfo. Ella, mientras tanto, se dedicó a mirar a su alrededor, centrada en los posibles ruidos o movimientos que pudiera observar. El lugar parecía tranquilo y despejado, los únicos sonidos que se escuchaban eran los propios de cualquier bosque, algunos animales, huyendo de los restos del incendio, pájaros que piaban a las lágrimas acuosas que quedaban en los árboles en ese momento, cuando la lluvia, finalmente, había concluido, cigarras que indicaban que lo que seguiría sería un día caluroso y cálido, nada indicaba que pudiera pasar nada malo.
Cuando Niniel la llamó, Alanna acudió a su reclamo. Asintió e intentó cargar con la mayor parte del peso del chico, no era grueso, parecía que tenía unos músculos bien formados, tal vez por eso pesaba más de lo que parecía, el músculo pesa más que la grasa. Llevándolo casi a rastras, mientras la capa resbalaba del joven, consiguieron ponerle bajo las ramas de un árbol frondoso. Mientras Niniel se encargaba de la herida de la cabeza del chico, ella le volvió a poner su capa al joven rubio y luego se alzó para seguir vigilando, cuando una frase de Nin se coló en sus oídos y la hicieron soltar un bufido de risa, que, con el sonrojo de la chica, se convirtió en un sonido suave, algo torpe, pues hacía semanas que no reía, pero, al fin y al cabo, una risa, sin embargo, la guarda entendió que quería decir su amiga, y se dirigió a las alforjas de Juvia. Juraría que allí llevaba mantas, las había cogido por si el incendio había pillado a alguien desprevenido.
Mientras rebuscaba intentando sacar, al menos, una de las mantas, notó ruido y se giró a ver, el chico había despertado y las miraba con aire asustado, había retrocedido por el suelo, embarrando más su ropa, sus ojos parecían afiebrados y el joven temblaba, debía tener frío. La Gata, con calma notando el trastorno que debía suponer despertar rodeada de desconocidos, con la manta en brazos, se acercó con calma, alzando las manos y con paso lento.
- Tranquilo, todo está bien.- comentó en voz suave, dejando la manta en el suelo, para desabrochar el cinto, y posar la espada sobre la hierva- ¿ves? No pasa nada- comentó alzándose despacio, tomando la manta con una sola mano, enganchándola entre únicamente dos dedos, y levantándose con las manos aun alzadas, hablando como si se dirigiera a un animalillo asustado - Me llamo Alanna, y ella es Niniel, te hemos encontrado tirado en el camino, estabas herido y helado.- dijo dando pequeños pasos hacia el chico- sigues temblando- comentó señalando con la cabeza suavemente.- todo está bien, ¿De acuerdo? solo voy a acercarme para darte la manta, ¿vale?- explicó pidiéndole permiso para ir hasta él- Si no quieres que me acerque, da un paso hacia atrás, y no me acercaré.- prometió dando un par de pasos mas.
Cuando llegase junto al chico, le pondría la manta encima, tal vez estuviera más relajado, si no quería, al menos, le pasaría la manta, el chico parecía descolocado, helado y perdido, en ese estado no podían llevarlo a ningún sitio o empeoraría, tendrían que tratarlo ahí, y, después si, llevarlo hasta Lunargenta a que terminasen el tratamiento en el hospital.
Cuando Niniel la llamó, Alanna acudió a su reclamo. Asintió e intentó cargar con la mayor parte del peso del chico, no era grueso, parecía que tenía unos músculos bien formados, tal vez por eso pesaba más de lo que parecía, el músculo pesa más que la grasa. Llevándolo casi a rastras, mientras la capa resbalaba del joven, consiguieron ponerle bajo las ramas de un árbol frondoso. Mientras Niniel se encargaba de la herida de la cabeza del chico, ella le volvió a poner su capa al joven rubio y luego se alzó para seguir vigilando, cuando una frase de Nin se coló en sus oídos y la hicieron soltar un bufido de risa, que, con el sonrojo de la chica, se convirtió en un sonido suave, algo torpe, pues hacía semanas que no reía, pero, al fin y al cabo, una risa, sin embargo, la guarda entendió que quería decir su amiga, y se dirigió a las alforjas de Juvia. Juraría que allí llevaba mantas, las había cogido por si el incendio había pillado a alguien desprevenido.
Mientras rebuscaba intentando sacar, al menos, una de las mantas, notó ruido y se giró a ver, el chico había despertado y las miraba con aire asustado, había retrocedido por el suelo, embarrando más su ropa, sus ojos parecían afiebrados y el joven temblaba, debía tener frío. La Gata, con calma notando el trastorno que debía suponer despertar rodeada de desconocidos, con la manta en brazos, se acercó con calma, alzando las manos y con paso lento.
- Tranquilo, todo está bien.- comentó en voz suave, dejando la manta en el suelo, para desabrochar el cinto, y posar la espada sobre la hierva- ¿ves? No pasa nada- comentó alzándose despacio, tomando la manta con una sola mano, enganchándola entre únicamente dos dedos, y levantándose con las manos aun alzadas, hablando como si se dirigiera a un animalillo asustado - Me llamo Alanna, y ella es Niniel, te hemos encontrado tirado en el camino, estabas herido y helado.- dijo dando pequeños pasos hacia el chico- sigues temblando- comentó señalando con la cabeza suavemente.- todo está bien, ¿De acuerdo? solo voy a acercarme para darte la manta, ¿vale?- explicó pidiéndole permiso para ir hasta él- Si no quieres que me acerque, da un paso hacia atrás, y no me acercaré.- prometió dando un par de pasos mas.
Cuando llegase junto al chico, le pondría la manta encima, tal vez estuviera más relajado, si no quería, al menos, le pasaría la manta, el chico parecía descolocado, helado y perdido, en ese estado no podían llevarlo a ningún sitio o empeoraría, tendrían que tratarlo ahí, y, después si, llevarlo hasta Lunargenta a que terminasen el tratamiento en el hospital.
Alanna Delteria
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
El constante proceso de curación avanzaba a buen ritmo y estaría acabado antes incluso de lo esperado sin dejar si quiera la más mínima señal que atestiguara que en algún momento allí hubiese habido una herida, además Alanna parecía no ver indicios de peligro en los alrededores por lo que podía centrarse en atender a aquel elfo sin miedo ni distracciones lo cual no hacía si no ayudar en el proceso. Unas dudas surgieron en la cabeza de la peliblanca mientras mantenía sus manos de forma firme pero suave sobre la cabeza de aquel hermano de los bosques, ¿cómo había acabado con una herida tan fea en la cabeza?, ¿cómo había llegado hasta allí y por qué estaba solo?, ¿un viajero quizá?. Habría que esperar a que recobrara el conocimiento para responder a aquellas preguntas pues la lluvia habría borrado cualquier rastro que pudiese haber, en cualquier caso había tenido suerte de que Alanna y ella le hubiesen encontrado, no hubiese tardado en morir de hipotermia, desangrado o incluso asfixiado en el barro. Tan pronto como estuviera recuperado debería visitar los templos para agradecerle a los dioses su intervención.
Con unos pequeños gestos de su cuerpo pronto resultó evidente que la consciencia del elfo estaba regresando y luchando contra el dolor y el entumecimiento para despertar. Con cuidado la peliblanca se apartó un poco pues sabía por experiencia propia que podría esperarse una reacción de cualquier tipo cuando abriera los ojos, incluso una violenta. Era algo relativamente normal, incluso cuando el paciente conocía de sobra a la sanadora, era puro instinto. Por ello cuando el joven rubio reaccionó como lo hizo Níniel se limitó a mantener un gesto amable en el rostro y a retroceder un poco más hasta que su compatriota se calmara, preparada para defenderse pero manteniendo en todo momento imagen de calma y de ser inofensiva. Alanna también parecía saber de sobra el modo de actuar en casos así y tomó la iniciativa dejando el arma en el suelo, al menos una de ellas y mostrándose amigable con el elfo, tendiéndole unas mantas. Sin embargo no pasó desapercibido para la elfa que aunque había dejado su espada no había hecho ningún gesto por desprenderse de sus ocultas dagas, las armas con las que más y mejor la había visto luchar, una precaución muy sensata.
La humana hizo las primeras presentaciones y al mencionar su nombre Níniel colocó su propio bastón ante ella para que el elfo viera su forma y supiera de su clan y posición, pues no era solo un arma si no no un símbolo que los elfos sabían entender, además le dedicó su saludo en el idioma del bosque para que se sintiera más entre amigos aún.
-Aneth ara, falom. Garas quenathra?.*- Aunque tras el saludo, por cortesía hacia Alanna volvió a usar el común para que todos pudiesen entenderse. -Deberías aceptar esas mantas antes de que el frió te robe las pocas fuerzas que te quedan y compartir con nosotras qué te ha ocurrido. Estamos aquí para ayudar.-
Dijo aquello siempre mostrándolo como una opción y no como un imperativo que debía cumplir para que poco a poco dejase el miedo y la desconfianza atrás, aunque tampoco es que ellas lo tuvieran mucho más fácil para saber si podían relajarse en su presencia, eso dependería de lo que contara y cómo actuara. Difícilmente podría engañar a Alanna, una humana que sabía moverse entre las mentiras de la raza más mentirosa de Aerandir, y en cuanto a ella misma, los dioses la habían bendecido con una gran inteligencia y durante décadas se había interesado por muchas cosas, tampoco era fácil engañarla. A pesar de ello ser elfo ya le otorgaba cierta buena predisposición por parte de la peliblanca.
Con unos pequeños gestos de su cuerpo pronto resultó evidente que la consciencia del elfo estaba regresando y luchando contra el dolor y el entumecimiento para despertar. Con cuidado la peliblanca se apartó un poco pues sabía por experiencia propia que podría esperarse una reacción de cualquier tipo cuando abriera los ojos, incluso una violenta. Era algo relativamente normal, incluso cuando el paciente conocía de sobra a la sanadora, era puro instinto. Por ello cuando el joven rubio reaccionó como lo hizo Níniel se limitó a mantener un gesto amable en el rostro y a retroceder un poco más hasta que su compatriota se calmara, preparada para defenderse pero manteniendo en todo momento imagen de calma y de ser inofensiva. Alanna también parecía saber de sobra el modo de actuar en casos así y tomó la iniciativa dejando el arma en el suelo, al menos una de ellas y mostrándose amigable con el elfo, tendiéndole unas mantas. Sin embargo no pasó desapercibido para la elfa que aunque había dejado su espada no había hecho ningún gesto por desprenderse de sus ocultas dagas, las armas con las que más y mejor la había visto luchar, una precaución muy sensata.
La humana hizo las primeras presentaciones y al mencionar su nombre Níniel colocó su propio bastón ante ella para que el elfo viera su forma y supiera de su clan y posición, pues no era solo un arma si no no un símbolo que los elfos sabían entender, además le dedicó su saludo en el idioma del bosque para que se sintiera más entre amigos aún.
-Aneth ara, falom. Garas quenathra?.*- Aunque tras el saludo, por cortesía hacia Alanna volvió a usar el común para que todos pudiesen entenderse. -Deberías aceptar esas mantas antes de que el frió te robe las pocas fuerzas que te quedan y compartir con nosotras qué te ha ocurrido. Estamos aquí para ayudar.-
Dijo aquello siempre mostrándolo como una opción y no como un imperativo que debía cumplir para que poco a poco dejase el miedo y la desconfianza atrás, aunque tampoco es que ellas lo tuvieran mucho más fácil para saber si podían relajarse en su presencia, eso dependería de lo que contara y cómo actuara. Difícilmente podría engañar a Alanna, una humana que sabía moverse entre las mentiras de la raza más mentirosa de Aerandir, y en cuanto a ella misma, los dioses la habían bendecido con una gran inteligencia y durante décadas se había interesado por muchas cosas, tampoco era fácil engañarla. A pesar de ello ser elfo ya le otorgaba cierta buena predisposición por parte de la peliblanca.
- Spoiler:
- Aneth ara, falom: Saludo cordial que los elfos suelen usar entre ellos o con una persona de mucha confianza. Literalmente traducido como "Lugar seguro, amigo" Con todo el fondo que los elfos le dan a sus palabras.
Garas quenathra?: porqué/ cómo has llegado hasta aquí?
Níniel Thenidiel
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Me quedé inmóvil mientras una de ellas se acercaba con una manta, dejando su espada en el suelo, luego alzando las manos y hablándome con un tono nada amenazador. Me dijo que si no quería que se acercase que retrocediera un paso, pero me quedé quieto en mi sitio. La otra, la que se parecía a mí, se quedó atrás, y me dijo algo en una lengua que no entendía... me resultaba familiar, pero no lograba comprender nada. Seguidamente me instó a coger las mantas que la primera me ofrecía. Decidí acceder al ver que no parecían ser ninguna amenaza, alargué mi brazo y tomé la manta.
Me la eché por encima pero me costó no perder el equilibrio. Estaba mejor con la manta, sin ninguna duda, aunque seguía entumecido y tembloroso. El suelo era todo barro excepto el lugar donde desperté, bajo un gran árbol, entendí que me encontraron tirado en el camino y me dejaron en un lugar más o menos seco, lo que me costó más trabajo de entender fue lo de mi herida, -"¿cómo me sanaron tan rápido? ¿Serían enfermeras?"- En cualquier caso, me habían ayudado, así que no tenía motivos,ni fuerzas, para desconfiar de ellas.
-No he entendido lo primero que has dicho...- le dije a la que estaba más atrás. Di un paso al frente, tratando de volver bajo el árbol. -Me llamo... Jericó. Y no sé cómo he llegado hasta aquí, ni lo que me ha pasado, ni quién me ha hecho lo de la cabeza, ni a dónde iba, ni nada de los escombros, no se nada, yo... yo no recuerdo nada.- agaché la cabeza entristecido, tenía ganas de llorar y gritar, pero no las fuerzas para ello. No recordaba ni mi propio nombre, no recordaba nada de mi vida, no recordaba a mis seres queridos, vete tú a saber si me estarán buscando, preocupados...
Volví a alzar la vista, miré a la que me entregó la manta y di un paso más. -E-espero que me disculpéis, no estaba escuchando cuando dijisteis vuestros nombres...- dije nervioso, lo cierto es que ahora, más calmado, me intimidaban un poco. -La manta combate algo el frío, pero querría seguir descansando si me dejarais.- comenté mientras seguía andando con dificultad hasta el árbol. Allí me tumbé, bueno, me dejé caer, me tapé con la manta, y suspiré aliviado al no tener que seguir aguantando mi peso de pié. Los ojos se me cerraban solos. -Iros si os tenéis que ir, ya me habéis salvado, estaré bien... gracias...- les agradecí mientras ordenaba a mis ojos que se rindieran al sueño, no quería ser una carga para nadie, ya habían hecho bastante salvándome la vida, no podía pedirles que se quedaran cuidando de mí mientras yo dormía.
La modorra se apoderó de mí, arrastrándome a un plácido sueño reparador, necesitaba descansar, hacía frío, me dolía hasta el alma...
-"Todo está bien..."-, y el mundo se oscureció.
Me la eché por encima pero me costó no perder el equilibrio. Estaba mejor con la manta, sin ninguna duda, aunque seguía entumecido y tembloroso. El suelo era todo barro excepto el lugar donde desperté, bajo un gran árbol, entendí que me encontraron tirado en el camino y me dejaron en un lugar más o menos seco, lo que me costó más trabajo de entender fue lo de mi herida, -"¿cómo me sanaron tan rápido? ¿Serían enfermeras?"- En cualquier caso, me habían ayudado, así que no tenía motivos,ni fuerzas, para desconfiar de ellas.
-No he entendido lo primero que has dicho...- le dije a la que estaba más atrás. Di un paso al frente, tratando de volver bajo el árbol. -Me llamo... Jericó. Y no sé cómo he llegado hasta aquí, ni lo que me ha pasado, ni quién me ha hecho lo de la cabeza, ni a dónde iba, ni nada de los escombros, no se nada, yo... yo no recuerdo nada.- agaché la cabeza entristecido, tenía ganas de llorar y gritar, pero no las fuerzas para ello. No recordaba ni mi propio nombre, no recordaba nada de mi vida, no recordaba a mis seres queridos, vete tú a saber si me estarán buscando, preocupados...
Volví a alzar la vista, miré a la que me entregó la manta y di un paso más. -E-espero que me disculpéis, no estaba escuchando cuando dijisteis vuestros nombres...- dije nervioso, lo cierto es que ahora, más calmado, me intimidaban un poco. -La manta combate algo el frío, pero querría seguir descansando si me dejarais.- comenté mientras seguía andando con dificultad hasta el árbol. Allí me tumbé, bueno, me dejé caer, me tapé con la manta, y suspiré aliviado al no tener que seguir aguantando mi peso de pié. Los ojos se me cerraban solos. -Iros si os tenéis que ir, ya me habéis salvado, estaré bien... gracias...- les agradecí mientras ordenaba a mis ojos que se rindieran al sueño, no quería ser una carga para nadie, ya habían hecho bastante salvándome la vida, no podía pedirles que se quedaran cuidando de mí mientras yo dormía.
La modorra se apoderó de mí, arrastrándome a un plácido sueño reparador, necesitaba descansar, hacía frío, me dolía hasta el alma...
-"Todo está bien..."-, y el mundo se oscureció.
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Tras sus movimientos, fue Níniel la que intentó calmar la situación y, hablando en la lengua propia de los elfos, dejo en claro que no eran peligrosas, todo ese teatro pareció convencer al chico, no retrocedió, así que fue ella la que, despacio, dio un par de pasos al tiempo que los daba el joven y, encontrándose en el centro de ese ring invisible que se había formado, el chico tomó la manta y se la echó por encima.
Alanna fue a reaccionar al ver que el chico perdía el equilibrio, pero por fortuna no fue necesario, él mismo se mantuvo en pie y preguntó que había querido decir Níniel. Alanna, que algo de élfico había estudiado, había podido entender la mayor parte de lo dicho por la chica, y, mientras volvía atrás para tomar su espada y, de paso, dejarle sitio al chico para que se moviera hacia donde había encaminado su paso, explicó:
- Me da la impresión, no se si me equivoco, pues no se demasiado de élfico - comentó dirigiendo se hacia su amiga con esa frase - que ha dicho: "Es un... ¿lugar seguro?- preguntó dudosa - , amigo.- dijo esta vez, con voz más firme, esa palabra si la conocía bien - ¿Cómo has... llegado aquí?"- volvió a dudar - o.. algo así, el élfico no es mi especialidad ¿...me he equivocado?- le preguntó a la elfa.
Vio con calma como el elfo se tambaleaba de camino al árbol y, tras presentarse y dar un par de explicaciones se dejaba caer, exhausto, y les daba permiso para marcharse, mientras se dormía. Alanna pestañeó sorprendida, ¿cómo se dormía tan tranquilo antes dos desconocidas? negó con la cabeza y comenzó a reflexionar sobre las palabras del chico. había hablado de escombros, tal vez él había estado en el lugar del incendio.
Con los brazos cruzados alzo la vista hacia el hilo de humo negro que aun se elevaba no muy lejos de allí, tal vez descubriera algo más del chico si iba a investigar un poco, ahora el elfo dormía como un tronco, y no parecía haber moros en la costa, así que no debía haber problemas si se separaba del grupo unos momentos, lo malo era que no quería dejar a Niniel sola, pero tampoco podía quedarse quieta esperando a que el chico despertara, al fin y al cabo, ella no sabía nada de curar heridas, ahí pintaba poco.
- Nin- la llamó en voz baja para no despertar al chico- creo que debo ir a ver el incendio- dijo pidiendo permiso más que afirmando que se iba.- te dejaré aquí mis dagas, por si pasa algo, en las alforjas de Juvia hay otra manta, cuerdas, algo de comida y agua y algunas cosas más, coge lo que necesites y haz lo que quieras con ello.- explicó mientras se levantaba la camisa para sacar la daga que llevaba escondida en el costado, y, después, se agachaba para sacar la de su bota.- toma, son tuyas hasta que vuelva.- sonrió dejándolas frente a la elfa- prometo no tardar.- dijo antes de despedirse con la mano y partir en dirección al humo.
Nada más poner un pie en el bosque desenfundó su espada y comenzó a marcar los troncos de los árboles para hacer un a guía, si no marcaba el camino era más que probable que no supiera como volver al lado de su amiga y el herido. Jericó, había dicho que se llamaba. La joven, mientras avanzaba en dirección a la humareda, no podía parar de preguntarse como era posible que el chico no recordase nada, ¿Tan fuerte lo habían golpeado, o era algo más? ¿Por qué atacarían a un elfo que, al parecer, no llevaba más armas que un bastón maltrecho? "No" negó con la cabeza, no al parecer, si tuviera alguna otra arma, con lo alterado que estaba, seguro que la habría sacado, pero solo sacó ese bastón, debería revisarlo al volver, tal vez el bastón le dijera algo más, al fin y al cabo, parecía quemado, ¿Lo habría cogido del incendio? por lo que había dicho había estado en las ruinas.
Llegó al lugar desde el que salía el humo y revisó el terreno, no había nadie cerca. eso le daba la oportunidad de mirar el lugar. La casa estaba quemada hasta los cimientos, más de un humor se había derrumbado y l puerta estaba aun ardiendo en el suelo, solo quedaban algunos focos de fuego que comenzaban a extinguirse.
Caminó hacia los escombros y entró por una de las paredes derrumbadas a lo que parecía haber sido un pequeño y cálido hogar. caminó pisando papeles quemados que ya eran imposibles de leer y que, si no se deshacían con sus pisadas, lo harían con el viento, estanterías destrozadas, dos camas, quemadas, una cocina y un pequeño despacho lleno de aparejos. Eso llamó su atención, se acercó a ver y reconoció con facilidad lo que eran útiles de alquimia, ella misma los solía usar para fabricar los venenos y las curas de estos.
Los que allí había, se encontraban vacíos. el sillón tras la mesa, también había ardido y los cajones de esta parecían haberse enganchado. Tiró de ellos y, finalmente, tras forcejear, logró abrirlos, dentro había papeles, los pocos que, posiblemente, habían sobrevivido al incendio. Los leyó por encima y confirmó sus sospechas, en esa casa debían vivir, al menos, dos personas, por lo que había visto en la mesa de la cocina y con las dos camas, y, al menos, una de ellas, sabía de alquimia.
Volvió al salón y se fijó más en lo que había allí, en un rincón, una figura extraña, sentada tenía una espada clavada en el pecho, estaba todo tan calcinado... Se acercó a mirar, y lo que vio la dejó paralizada un instante, era un cuerpo calcinado y sin cabeza... El cuerpo de un hombre con la cabeza cortada. El contemplar esa escena le hizo entrar una arcada, Alanna se tapó la boca y salió de allí corriendo, reteniendo las ganas de vomitar, o soltaría hasta la última papilla. Cayó de rodillas en el suelo, con ojos empapados por retener el vomito, y respiró hondo hasta que se calmó, debía volver para concretar los sucesos.
Tras unos minutos eternos, se levantó con calma y, dudosa, volvió a entrar, en la entrada, esperó a tener fuerza como para volverse a acercar al cuerpo y lo observó, el hombre no se había defendido, no había señales de lucha cerca de él, y, a pesar de que el cuerpo había ardido, no había señales de forcejeo alguno, daba la impresión de que simplemente se había sentado ahí y se había dejado morir... Al menos eso quitaba de en medio la posibilidad de que las heridas de Jericó hubieran sido peleando contra él, había empezado a preocuparse al ver al tipo, se había preguntado si, tal vez, había dejado a Níniel con un peligroso asesino, pero, por fortuna, de momento no parecía el caso.
Con un suspiro, tomó las hojas que todavía podían leerse y las guardó en su bota izquierda para, en seguida, alzarse. Escuchó un ruido entre la maleza y se llevó la mano al cinto, donde había guardado su espada, poniéndose en guardia. Seguirían por allí los que habían hecho eso? Tal vez quienes habían matado a ese hombre tenían algo que ver con las heridas de Jericó, si seguía ese hilo de pensamientos, quería decir que el elfo debía tener algo que ver con ese hombre muerto... De entre los arbustos solo salió un pequeño conejo, que acudió a ella olisqueando. Alanna suspiró aliviada, estaba paranoica, el cadaver quemado la había trastornado un poco. Tomó al conejo blanco en brazos, no podía evitarlo, le resultó adorable, y comenzó a correr, siguiendo las lineas que había dejado con su espada, de nuevo guardada en su cinto, para llegar pronto junto a la elfa y el herido.
No le extrañaba que el elfo hubiera estado tan trastocado, sin embargo, si como él había dicho, no recordaba nada, comom podía ser posible que recordase su nombre, ¿tal vez el olvido era cosa de la confusión? No le extrañaba que si había vivido lo que ella se había podido imaginar, y hubiera recibido un golpe, su cerebro hubiera decidido olvidarse de todo, y, encima, despertar herido y sin saber nada, sin embargo... el nombre, ¿cómo sabía su nombre? Si no recordaba nada, ¿cómo podía saber su nombre...?
Definitivamente debía llevarlo a Lunargenta, al hospital y que le hicieran una revisión, si había habido un asesinato en el territorio, el culpable no podía quedar impune y algo le decía que el chico era la clave para averiguarlo todo.
Al fondo comenzó a ver la luz de el camino, estaba llegando a su amiga y al joven herido.
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Off: Subrayado el uso de habilidad pasiva: Conocimiento Antiguo - Lenguas.
Alanna fue a reaccionar al ver que el chico perdía el equilibrio, pero por fortuna no fue necesario, él mismo se mantuvo en pie y preguntó que había querido decir Níniel. Alanna, que algo de élfico había estudiado, había podido entender la mayor parte de lo dicho por la chica, y, mientras volvía atrás para tomar su espada y, de paso, dejarle sitio al chico para que se moviera hacia donde había encaminado su paso, explicó:
- Me da la impresión, no se si me equivoco, pues no se demasiado de élfico - comentó dirigiendo se hacia su amiga con esa frase - que ha dicho: "Es un... ¿lugar seguro?- preguntó dudosa - , amigo.- dijo esta vez, con voz más firme, esa palabra si la conocía bien - ¿Cómo has... llegado aquí?"- volvió a dudar - o.. algo así, el élfico no es mi especialidad ¿...me he equivocado?- le preguntó a la elfa.
Vio con calma como el elfo se tambaleaba de camino al árbol y, tras presentarse y dar un par de explicaciones se dejaba caer, exhausto, y les daba permiso para marcharse, mientras se dormía. Alanna pestañeó sorprendida, ¿cómo se dormía tan tranquilo antes dos desconocidas? negó con la cabeza y comenzó a reflexionar sobre las palabras del chico. había hablado de escombros, tal vez él había estado en el lugar del incendio.
Con los brazos cruzados alzo la vista hacia el hilo de humo negro que aun se elevaba no muy lejos de allí, tal vez descubriera algo más del chico si iba a investigar un poco, ahora el elfo dormía como un tronco, y no parecía haber moros en la costa, así que no debía haber problemas si se separaba del grupo unos momentos, lo malo era que no quería dejar a Niniel sola, pero tampoco podía quedarse quieta esperando a que el chico despertara, al fin y al cabo, ella no sabía nada de curar heridas, ahí pintaba poco.
- Nin- la llamó en voz baja para no despertar al chico- creo que debo ir a ver el incendio- dijo pidiendo permiso más que afirmando que se iba.- te dejaré aquí mis dagas, por si pasa algo, en las alforjas de Juvia hay otra manta, cuerdas, algo de comida y agua y algunas cosas más, coge lo que necesites y haz lo que quieras con ello.- explicó mientras se levantaba la camisa para sacar la daga que llevaba escondida en el costado, y, después, se agachaba para sacar la de su bota.- toma, son tuyas hasta que vuelva.- sonrió dejándolas frente a la elfa- prometo no tardar.- dijo antes de despedirse con la mano y partir en dirección al humo.
Nada más poner un pie en el bosque desenfundó su espada y comenzó a marcar los troncos de los árboles para hacer un a guía, si no marcaba el camino era más que probable que no supiera como volver al lado de su amiga y el herido. Jericó, había dicho que se llamaba. La joven, mientras avanzaba en dirección a la humareda, no podía parar de preguntarse como era posible que el chico no recordase nada, ¿Tan fuerte lo habían golpeado, o era algo más? ¿Por qué atacarían a un elfo que, al parecer, no llevaba más armas que un bastón maltrecho? "No" negó con la cabeza, no al parecer, si tuviera alguna otra arma, con lo alterado que estaba, seguro que la habría sacado, pero solo sacó ese bastón, debería revisarlo al volver, tal vez el bastón le dijera algo más, al fin y al cabo, parecía quemado, ¿Lo habría cogido del incendio? por lo que había dicho había estado en las ruinas.
Llegó al lugar desde el que salía el humo y revisó el terreno, no había nadie cerca. eso le daba la oportunidad de mirar el lugar. La casa estaba quemada hasta los cimientos, más de un humor se había derrumbado y l puerta estaba aun ardiendo en el suelo, solo quedaban algunos focos de fuego que comenzaban a extinguirse.
Caminó hacia los escombros y entró por una de las paredes derrumbadas a lo que parecía haber sido un pequeño y cálido hogar. caminó pisando papeles quemados que ya eran imposibles de leer y que, si no se deshacían con sus pisadas, lo harían con el viento, estanterías destrozadas, dos camas, quemadas, una cocina y un pequeño despacho lleno de aparejos. Eso llamó su atención, se acercó a ver y reconoció con facilidad lo que eran útiles de alquimia, ella misma los solía usar para fabricar los venenos y las curas de estos.
Los que allí había, se encontraban vacíos. el sillón tras la mesa, también había ardido y los cajones de esta parecían haberse enganchado. Tiró de ellos y, finalmente, tras forcejear, logró abrirlos, dentro había papeles, los pocos que, posiblemente, habían sobrevivido al incendio. Los leyó por encima y confirmó sus sospechas, en esa casa debían vivir, al menos, dos personas, por lo que había visto en la mesa de la cocina y con las dos camas, y, al menos, una de ellas, sabía de alquimia.
Volvió al salón y se fijó más en lo que había allí, en un rincón, una figura extraña, sentada tenía una espada clavada en el pecho, estaba todo tan calcinado... Se acercó a mirar, y lo que vio la dejó paralizada un instante, era un cuerpo calcinado y sin cabeza... El cuerpo de un hombre con la cabeza cortada. El contemplar esa escena le hizo entrar una arcada, Alanna se tapó la boca y salió de allí corriendo, reteniendo las ganas de vomitar, o soltaría hasta la última papilla. Cayó de rodillas en el suelo, con ojos empapados por retener el vomito, y respiró hondo hasta que se calmó, debía volver para concretar los sucesos.
Tras unos minutos eternos, se levantó con calma y, dudosa, volvió a entrar, en la entrada, esperó a tener fuerza como para volverse a acercar al cuerpo y lo observó, el hombre no se había defendido, no había señales de lucha cerca de él, y, a pesar de que el cuerpo había ardido, no había señales de forcejeo alguno, daba la impresión de que simplemente se había sentado ahí y se había dejado morir... Al menos eso quitaba de en medio la posibilidad de que las heridas de Jericó hubieran sido peleando contra él, había empezado a preocuparse al ver al tipo, se había preguntado si, tal vez, había dejado a Níniel con un peligroso asesino, pero, por fortuna, de momento no parecía el caso.
Con un suspiro, tomó las hojas que todavía podían leerse y las guardó en su bota izquierda para, en seguida, alzarse. Escuchó un ruido entre la maleza y se llevó la mano al cinto, donde había guardado su espada, poniéndose en guardia. Seguirían por allí los que habían hecho eso? Tal vez quienes habían matado a ese hombre tenían algo que ver con las heridas de Jericó, si seguía ese hilo de pensamientos, quería decir que el elfo debía tener algo que ver con ese hombre muerto... De entre los arbustos solo salió un pequeño conejo, que acudió a ella olisqueando. Alanna suspiró aliviada, estaba paranoica, el cadaver quemado la había trastornado un poco. Tomó al conejo blanco en brazos, no podía evitarlo, le resultó adorable, y comenzó a correr, siguiendo las lineas que había dejado con su espada, de nuevo guardada en su cinto, para llegar pronto junto a la elfa y el herido.
No le extrañaba que el elfo hubiera estado tan trastocado, sin embargo, si como él había dicho, no recordaba nada, comom podía ser posible que recordase su nombre, ¿tal vez el olvido era cosa de la confusión? No le extrañaba que si había vivido lo que ella se había podido imaginar, y hubiera recibido un golpe, su cerebro hubiera decidido olvidarse de todo, y, encima, despertar herido y sin saber nada, sin embargo... el nombre, ¿cómo sabía su nombre? Si no recordaba nada, ¿cómo podía saber su nombre...?
Definitivamente debía llevarlo a Lunargenta, al hospital y que le hicieran una revisión, si había habido un asesinato en el territorio, el culpable no podía quedar impune y algo le decía que el chico era la clave para averiguarlo todo.
Al fondo comenzó a ver la luz de el camino, estaba llegando a su amiga y al joven herido.
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Off: Subrayado el uso de habilidad pasiva: Conocimiento Antiguo - Lenguas.
Alanna Delteria
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El chico aceptó la manta que Alanna le ofreció dejando claro que se encontraba aún muy débil cuando al colocársela por encima casi acaba en el suelo. Los golpes en la cabeza no eran ninguna broma, era posible que a parte de la pérdida de sangre aún estuviera bajo los efectos de una conmoción. Cuanto antes le convencieran de que eran de fiar antes podría la peliblanca acercarse y seguir atendiéndole. La confirmación de que aún necesitaba cuidados llegó con sus primeras palabras pues parecía sufrir algún tipo de amnesia por traumatismo que le impedía recordar cómo había acabado en aquel estado y en aquel lugar, incluso parecía dudar de su propio nombre. Sin embargo sus palabras albergaban también algo extraño y que Níniel por experiencia no achacaría en principio al golpe ni a la falta de recuerdos, pues el elfo hablaba perfectamente la lengua común...No la había entendido al hablar en elfíco. ¿Sabía hablar y entendía el común y no la lengua materna que todo elfo oye de su madre incluso antes de nacer?, era algo fuera de lo normal.
Para sorpresa de Níniel, quien si que entendió sus palabras en lengua elfa fue Alanna, algo que la peliblanca desconocía a pesar de todo el tiempo que ambas había pasado juntas en los últimos meses y que resultaba todo un descubrimiento. La elfa siempre hablaba en común con ella y con otros humanos y miembros de otras razas por educación, si al menos con la guardia no tenía que hacerlo pues mejor, e incluso podría ayudarla a mejorar si su amiga quería.
-No tenía ni idea de que conocieras mi idioma, podría ayudarte a practicarlo si te interesa. Primera lección, no te quedes nunca en la traducción literal, nuestras palabras salen por nuestras bocas pero nacen de nuestros corazones. "Es un lugar seguro", si pero ¿qué hace de un lugar seguro?.- La peliblanca sonrió a su amiga.
El elfo pareció acabar por confiar en ellas, o quizá pensara que no tenía opción, pues, tras un leve intercambio de palabras en las que les mostró agradecimiento pero las liberaba de cualquier obligación para con él y su precario estado, se dejó caer contra la rugosa superficie del tronco de aquel árbol y se quedó dormido. Níniel hizo una mueca de extrañeza y miró a Alanna que parecía pensar lo mismo que ella.
-Bueno...No podemos dejarlo aquí solo eso está claro, necesita algo más que una manta y el cobijo de un árbol para salir de esta. ¿Crees que dice la verdad?, parece sincero pero se me hace raro que hable común y no élfico, incluso creyendo que realmente no recuerda nada.-
Con cuidado la peliblanca se acercó hasta el herido procurando no despertarlo le echó otro vistazo al lugar donde antes estaba la herida en su cabeza y de pasó revisó el bastón del chico. Aquel trozo de madera había pasado por mejores momentos eso estaba claro pero aún eran visibles unas iniciales "N. F". No era un bastón hecho por elfos eso estaba claro. En ese momento Alanna la llamó en voz baja y Níniel alzó la vista y prestó atención a sus palabras.
-Vale, echaré un ojo a tus cosas y te cuidaré las dagas, pero ten cuidado, el golpe de su cabeza...Bien podría ser de una viga al desplomarse...Como de un arma contundente. Estos bosques pueden ser peligrosos.-
Así la elfa quedó sola, custodiando a un herido dormido al que le gustaría hacer unas cuantas preguntas y terminar de revisar sus heridas, sin poder hacerlo por no despertarlo y por si si se lo tomaba mal o como una amenaza. Dejó salir el aire de sus pulmones con en un suspiro y se acercó hasta la montura de Alanna para revisar lo que había llevado y también para dedicarle unas caricias que el animal agradeció dando a la elfa pequeños empujoncitos con la cabeza ante los que la sacerdotisa sonrió.
-Buena chica, mira Juvia, una manzana ¿La quieres?-
Le dijo al animal tras encontrar la comida que su amiga le había dicho que tenía en las alforjas y ofreciéndosela. Realmente la guardia había ido preparada, nadie echaría de menos una manzana y la yegua también se había ganado un premio. Terminó de dársela de comer y empezaba a revisar el resto de víveres y mantas, pensando en que aquel elfo agradecería algo más de calor, cuando Níniel escuchó unos sonidos cercanos que la pusieron en alerta. Sabía reconocer los ruidos de un animal acostumbrado al bosque de los de uno que no lo estaba y los que oía eran de los segundos. Alanna se había ido en dirección contraria por lo que no podía ser ella así que...¿Qué o quién era?, ¿Algún curioso que como ellas había seguido la columna de humo negro?. Pronto Níniel pudo distinguir unas tenues voces que parecían hablar entre si. Aunque la peliblanca no alcanzaba a entender lo que decían al principio si que pudo distinguir que había al menos dos voces diferentes que parecían conversar. Poco a poco las voces fueron volviéndose más fuertes y claras.
-Eres un maldito inútil Therion, un arma tan grande y ni siquiera eres capaz de matar a un elfo...-
-Lo siento jefe, le di en toda la cabeza, quedó en el suelo sangrando, pensé que estaba muerto.-
-La próxima vez piénsalo otra vez tarugo, nos ha visto la cara, las vuestras son tan feas que que pasáis desapercibidos incluso al lado de un montón de estiércol pero la mía no, si sale de este bosque y se topa con la guardia...Maldito Flamel, incluso muerto es un incordio...¿Dónde está el rastro no me digas que lo has perdido?, parece que estemos dando vueltas.-
-La lluvia...!Ay!- Comenzó a decir una tercera voz cortándose con un pequeño exabrupto de dolor. -Lo encontrarémos maestro, no debe andar lejos, no con esa herida.-
Níniel trató de mantener a Juvia en silencio esperando que aquellas voces no siguieran acercándose. Con aquellas frases que había podido entender tenía más que suficiente para saber que se referían a Jericó y que no le deseaban ningún bien. Debía de haber supuesto que algo así tenía que pasar, las cosas siempre tenían que complicarse. Al menos había que verle el lado bueno, aquella vez no estropearía ningún vestido.
Para sorpresa de Níniel, quien si que entendió sus palabras en lengua elfa fue Alanna, algo que la peliblanca desconocía a pesar de todo el tiempo que ambas había pasado juntas en los últimos meses y que resultaba todo un descubrimiento. La elfa siempre hablaba en común con ella y con otros humanos y miembros de otras razas por educación, si al menos con la guardia no tenía que hacerlo pues mejor, e incluso podría ayudarla a mejorar si su amiga quería.
-No tenía ni idea de que conocieras mi idioma, podría ayudarte a practicarlo si te interesa. Primera lección, no te quedes nunca en la traducción literal, nuestras palabras salen por nuestras bocas pero nacen de nuestros corazones. "Es un lugar seguro", si pero ¿qué hace de un lugar seguro?.- La peliblanca sonrió a su amiga.
El elfo pareció acabar por confiar en ellas, o quizá pensara que no tenía opción, pues, tras un leve intercambio de palabras en las que les mostró agradecimiento pero las liberaba de cualquier obligación para con él y su precario estado, se dejó caer contra la rugosa superficie del tronco de aquel árbol y se quedó dormido. Níniel hizo una mueca de extrañeza y miró a Alanna que parecía pensar lo mismo que ella.
-Bueno...No podemos dejarlo aquí solo eso está claro, necesita algo más que una manta y el cobijo de un árbol para salir de esta. ¿Crees que dice la verdad?, parece sincero pero se me hace raro que hable común y no élfico, incluso creyendo que realmente no recuerda nada.-
Con cuidado la peliblanca se acercó hasta el herido procurando no despertarlo le echó otro vistazo al lugar donde antes estaba la herida en su cabeza y de pasó revisó el bastón del chico. Aquel trozo de madera había pasado por mejores momentos eso estaba claro pero aún eran visibles unas iniciales "N. F". No era un bastón hecho por elfos eso estaba claro. En ese momento Alanna la llamó en voz baja y Níniel alzó la vista y prestó atención a sus palabras.
-Vale, echaré un ojo a tus cosas y te cuidaré las dagas, pero ten cuidado, el golpe de su cabeza...Bien podría ser de una viga al desplomarse...Como de un arma contundente. Estos bosques pueden ser peligrosos.-
Así la elfa quedó sola, custodiando a un herido dormido al que le gustaría hacer unas cuantas preguntas y terminar de revisar sus heridas, sin poder hacerlo por no despertarlo y por si si se lo tomaba mal o como una amenaza. Dejó salir el aire de sus pulmones con en un suspiro y se acercó hasta la montura de Alanna para revisar lo que había llevado y también para dedicarle unas caricias que el animal agradeció dando a la elfa pequeños empujoncitos con la cabeza ante los que la sacerdotisa sonrió.
-Buena chica, mira Juvia, una manzana ¿La quieres?-
Le dijo al animal tras encontrar la comida que su amiga le había dicho que tenía en las alforjas y ofreciéndosela. Realmente la guardia había ido preparada, nadie echaría de menos una manzana y la yegua también se había ganado un premio. Terminó de dársela de comer y empezaba a revisar el resto de víveres y mantas, pensando en que aquel elfo agradecería algo más de calor, cuando Níniel escuchó unos sonidos cercanos que la pusieron en alerta. Sabía reconocer los ruidos de un animal acostumbrado al bosque de los de uno que no lo estaba y los que oía eran de los segundos. Alanna se había ido en dirección contraria por lo que no podía ser ella así que...¿Qué o quién era?, ¿Algún curioso que como ellas había seguido la columna de humo negro?. Pronto Níniel pudo distinguir unas tenues voces que parecían hablar entre si. Aunque la peliblanca no alcanzaba a entender lo que decían al principio si que pudo distinguir que había al menos dos voces diferentes que parecían conversar. Poco a poco las voces fueron volviéndose más fuertes y claras.
-Eres un maldito inútil Therion, un arma tan grande y ni siquiera eres capaz de matar a un elfo...-
-Lo siento jefe, le di en toda la cabeza, quedó en el suelo sangrando, pensé que estaba muerto.-
-La próxima vez piénsalo otra vez tarugo, nos ha visto la cara, las vuestras son tan feas que que pasáis desapercibidos incluso al lado de un montón de estiércol pero la mía no, si sale de este bosque y se topa con la guardia...Maldito Flamel, incluso muerto es un incordio...¿Dónde está el rastro no me digas que lo has perdido?, parece que estemos dando vueltas.-
-La lluvia...!Ay!- Comenzó a decir una tercera voz cortándose con un pequeño exabrupto de dolor. -Lo encontrarémos maestro, no debe andar lejos, no con esa herida.-
Níniel trató de mantener a Juvia en silencio esperando que aquellas voces no siguieran acercándose. Con aquellas frases que había podido entender tenía más que suficiente para saber que se referían a Jericó y que no le deseaban ningún bien. Debía de haber supuesto que algo así tenía que pasar, las cosas siempre tenían que complicarse. Al menos había que verle el lado bueno, aquella vez no estropearía ningún vestido.
Níniel Thenidiel
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
La sala blanca, otra vez, otra vez estaba ahí, en medio de todo o en medio de la nada, no sabría decir. La habitación parecía completamente vacía, pero era infinita, llena de luz, llena de nada. La sombra, de nuevo, sabía lo que iba a ocurrir pero no podía moverme. Sin embargo, esta vez me cogió del cabello y me arrastró, me lanzó con fuerza y aunque no sentía dolor, sabía que dolía. Ahora, algo me golpeó en la cabeza, un pitido empezó a silbar en mi cabeza, y todo empezaba a ser consumido por la oscuridad.
Volví a despertar. Era una habitación distinta, todo se veía algo borroso, pero distinguía varios cacharros extraños, que eran utilizados con pericia por un hombre adulto, no podía verle nítidamente, pero diría que era el mismo del anterior sueño. El hombre se volteó, descubriéndome, sonriendo e invitándome a acercarme. Mi cuerpo se movía solo, no controlaba mis actos, me acercaba con timidez a aquél señor, que me alzaba en brazos para ver mejor lo que había sobre la mesa. Me señalaba varios de sus instrumentos y algunos productos extraños que tenía esparcidos por ahí, parecía que trataba de explicarme algo. Cogía un libro, en la portada decía "Diario del alquimista, por Nicolás Flamel", y tal como lo abrió empezó a arder. Todo empezó a cubrirse de llamas, sentía el fuego devorándome, el calor ahogándome, tenía que despertar.
Abrí los ojos y volvía a estar en el bosque, bajo aquél árbol, con las dos jóvenes que le asistieron. Tras mirar a mi alrededor, me di cuenta de que solo veía a una de las dos, era la que se parecía a mí, estaba dándole de comer al caballo mientras le susurraba algo que no terminaba de oír con claridad.
Volví la vista al suelo un instante, para despejarme de todo lo demás, estaba pensando lo extraño de mi amnesia: recordaba el nombre de los animales, recordaba el nombre de muchas cosas, recordaba mi idioma, pero no entendí el de aquella que era como yo, era todo demasiado... selectivo. -"Tendría que buscar a algún experto."- pensé.
Metí las manos en mis bolsillos porque las notaba frías, y allí encontré el viejo libro que encontré en los escombros. Un rayo cruzó mi mente y lo saqué con ímpetu. Miré la portada y recordé el sueño, las letras encajaban, ¡era el diario de la visión! Lo ojeé con más detenimiento, intentando reconocer alguna página, sin éxito. Sin embargo, ya tenía una pista sobre mi pasado, tal vez mis padres eran alquimistas y me instruyeron en ello, me dieron unas ganas tremendas de ponerme a experimentar para despertar mis recuerdos.
Levanté la cabeza, entusiasmado, con ganas de recordar, pero entonces vi que la chica de antes estaba en un estado extraño, alerta, preocupada tal vez. Después escuché unas voces, no lograba entender del todo lo que decían, pero lo poco que capté me bastó para entender que estaban buscando a alguien. Por un momento pensé que serían familiares míos, pero por el tono en el que hablaban me daban a entender que no era para abrazarme precisamente por lo que me buscaban. Estaba bastante seguro de que eran los que me atacaron y me provocaron esto. Tenía ganas de buscarlos y darles su merecido mientras exigía una explicación, pero no tenía las fuerzas necesarias para ello. Me levanté despacio y a duras penas podía mantenerme en pié, me sentía mareado, el ambiente húmedo había agravado mi dolor de cabeza, pero traté de andar con cuidado hasta la joven.
-¿Qué hacemos? Podemos escondernos, pero el caballo... es demasiado grande.- le susurré mientras me apoyaba en el animal para no perder el equilibrio. Mirando a mi alrededor vi un árbol con el tronco tan ancho o más como el caballo. -Quizás ahí podría esconderse, no se me ocurre nada mejor...- le decía mientras esperaba su reacción. Las voces parecían acercarse, seguían distraídos hablando entre ellos, pero debíamos movernos ya si no queríamos ser vistos. Revisé que no nos dejáramos nada a la vista y empecé a tirar del caballo, una yegua por cierto, intentando no resbalar en el barro.
Volví a despertar. Era una habitación distinta, todo se veía algo borroso, pero distinguía varios cacharros extraños, que eran utilizados con pericia por un hombre adulto, no podía verle nítidamente, pero diría que era el mismo del anterior sueño. El hombre se volteó, descubriéndome, sonriendo e invitándome a acercarme. Mi cuerpo se movía solo, no controlaba mis actos, me acercaba con timidez a aquél señor, que me alzaba en brazos para ver mejor lo que había sobre la mesa. Me señalaba varios de sus instrumentos y algunos productos extraños que tenía esparcidos por ahí, parecía que trataba de explicarme algo. Cogía un libro, en la portada decía "Diario del alquimista, por Nicolás Flamel", y tal como lo abrió empezó a arder. Todo empezó a cubrirse de llamas, sentía el fuego devorándome, el calor ahogándome, tenía que despertar.
Abrí los ojos y volvía a estar en el bosque, bajo aquél árbol, con las dos jóvenes que le asistieron. Tras mirar a mi alrededor, me di cuenta de que solo veía a una de las dos, era la que se parecía a mí, estaba dándole de comer al caballo mientras le susurraba algo que no terminaba de oír con claridad.
Volví la vista al suelo un instante, para despejarme de todo lo demás, estaba pensando lo extraño de mi amnesia: recordaba el nombre de los animales, recordaba el nombre de muchas cosas, recordaba mi idioma, pero no entendí el de aquella que era como yo, era todo demasiado... selectivo. -"Tendría que buscar a algún experto."- pensé.
Metí las manos en mis bolsillos porque las notaba frías, y allí encontré el viejo libro que encontré en los escombros. Un rayo cruzó mi mente y lo saqué con ímpetu. Miré la portada y recordé el sueño, las letras encajaban, ¡era el diario de la visión! Lo ojeé con más detenimiento, intentando reconocer alguna página, sin éxito. Sin embargo, ya tenía una pista sobre mi pasado, tal vez mis padres eran alquimistas y me instruyeron en ello, me dieron unas ganas tremendas de ponerme a experimentar para despertar mis recuerdos.
Levanté la cabeza, entusiasmado, con ganas de recordar, pero entonces vi que la chica de antes estaba en un estado extraño, alerta, preocupada tal vez. Después escuché unas voces, no lograba entender del todo lo que decían, pero lo poco que capté me bastó para entender que estaban buscando a alguien. Por un momento pensé que serían familiares míos, pero por el tono en el que hablaban me daban a entender que no era para abrazarme precisamente por lo que me buscaban. Estaba bastante seguro de que eran los que me atacaron y me provocaron esto. Tenía ganas de buscarlos y darles su merecido mientras exigía una explicación, pero no tenía las fuerzas necesarias para ello. Me levanté despacio y a duras penas podía mantenerme en pié, me sentía mareado, el ambiente húmedo había agravado mi dolor de cabeza, pero traté de andar con cuidado hasta la joven.
-¿Qué hacemos? Podemos escondernos, pero el caballo... es demasiado grande.- le susurré mientras me apoyaba en el animal para no perder el equilibrio. Mirando a mi alrededor vi un árbol con el tronco tan ancho o más como el caballo. -Quizás ahí podría esconderse, no se me ocurre nada mejor...- le decía mientras esperaba su reacción. Las voces parecían acercarse, seguían distraídos hablando entre ellos, pero debíamos movernos ya si no queríamos ser vistos. Revisé que no nos dejáramos nada a la vista y empecé a tirar del caballo, una yegua por cierto, intentando no resbalar en el barro.
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Cuando el camino ya comenzaba a iluminarse, unas voces masculinas comenzaron a escucharse de fondo, pero ninguna se asemejaba a la de joven herido. Alanna frunció el ceño, ¿se habría perdido? Detuvo su carrera un instante y se acercó a un árbol marcado por un corte en la corteza, lo tocó con la mano, era reciente, era el corte que ella había hecho, iba por buen camino, entonces... esas voces... Alzó la cabeza mirando en la dirección de las que provenían, ¿estarían los demás en peligro?
Nerviosa, acelerada por conseguir llegar a ellos, se acercó en silencio, primero, a las voces, si pudiera descubrir algo más, lo que fuera, tal vez sería más útil. Los murmullos, poco a poco, se volvieron palabras. Buscaban a alguien, a un elfo, un elfo con una herida en la cabeza. ¿Flamel? ¿Quien era Flamel? Alanna negó con la cabeza escondida entre los matorrales, si, como ella había llegado a suponer, el elfo tenía algo que ver con la casa incendiada, y esos tipos andaban tras la pista del elfo, tal vez, fueron ellos los que provocaron el incendio, pero... ¿por qué? ¿por que querrían incendiar una casa y perseguir a un joven desmemoriado? ¿Habrían sido ellos los que degollaron al hombre sentado?
Era demasiado complicado, si alguien sabía algo de eso, tenía que ser el elfo, pero si quería preguntarle, antes debía mantenerlo con vida y sacarlo de allí para que alguien del hospital pudiera ayudarlo a recuperar la memoria. Palpó su espalda, en busca del carcaj "Oh, porras, he dejado las flechas y el arco en Juvia" se quejó en su interior, en ese momento le vendría muy bien tener unas cuantas flechas, podría aprovechar su posición y atacar desde lejos.
Los tipos seguían hablando, planeando por que dirección debían ir a buscar, a la Gata se le acababa el tiempo, tenía dos opciones, o los atraía para que la siguieran, o iba en busca de los demás para poder tomar su arco. La segunda no le parecía muy buena idea, tardaría demasiado tiempo... Se mordió el labio mientras pensaba que podía usar. Comenzó a palparse, no tenía las dagas, en su cuello solo tocó el colgante en forma de media luna, en su cinto, la espada, metió la mano en su camisa, en el pecho, escondidas, llevaba dos botellas de veneno, guardadas para situaciones extremas, después de lo de las catacumbas, había aprendido hasta que punto eran útiles ese tipo de cosas. Pero no en ese momento. No tenía oportunidad alguna, así que, al mismo tiempo que los tipos se comenzaban a mover, lo hizo ella.
Vio encaminarse a su amiga y al otro elfo hacia un árbol, moviendo a Juvia con dificultad, la Yegua parecía no querer moverse. Lógico, la estaba esperando a ella, entonces se le ocurrió, un modo perfecto de crear una distracción y lograr que Juvia comenzara a moverse. Se humedeció los labios, puso dos dedos sobre ellos, y lanzó un silbido fuerte, largo, agudo. Durante un instante, se hizo el silencio, ya estaba logrado. Con toda la velocidad de la que era capaz subió por un árbol y se escondió entre sus ramas más frondosas.
Allí, entre las hojas, pudo ver, con la seguridad que le ofrecía ese sitio alejarse un poco a los tres tipos, que pensaban haber encontrado a alguien que les pudiera dar una pista o, puede, que incluso al mismo elfo. Debían considerar tonto al chico, porque nadie herido y aturullado se pone a dar silbidos, aunque, posiblemente, lo hubieran considerado una llamada de auxilio. Cuando pasaron de largo, entre risas maliciosas, la chica bajó del árbol y se dirigió al claro.
-Nin, Jericó, dejad que os ayude.- susurró tirando de Juvia que, por fin, obedecía - Había unos tipos buscándote,- siguió en voz baja - no tardarán en volver.- Dejó de tirar de Juvia y miró a su alrededor, tenía que hacer algo.- Nin, mantenlo a salvo, escondeos, escapad, lo que queráis, yo los entretendré mientras tomáis distancia.
Se acercó a la parte trasera del caballo y desenvolvió una especie de manta que había allí atada, tomó el carcaj lleno de flechas y el arco, se colgó ambas cosas a la espalda y comenzó a mirar el terreno.
- Tened cuidado, os intentaré alcanzar, si en 20 minutos no estoy con vosotros.... es que me he perdido- bromeó sacando la lengua antes de irse tras los tipos, los árboles y la sorpresa serían su mejor baza.
Nerviosa, acelerada por conseguir llegar a ellos, se acercó en silencio, primero, a las voces, si pudiera descubrir algo más, lo que fuera, tal vez sería más útil. Los murmullos, poco a poco, se volvieron palabras. Buscaban a alguien, a un elfo, un elfo con una herida en la cabeza. ¿Flamel? ¿Quien era Flamel? Alanna negó con la cabeza escondida entre los matorrales, si, como ella había llegado a suponer, el elfo tenía algo que ver con la casa incendiada, y esos tipos andaban tras la pista del elfo, tal vez, fueron ellos los que provocaron el incendio, pero... ¿por qué? ¿por que querrían incendiar una casa y perseguir a un joven desmemoriado? ¿Habrían sido ellos los que degollaron al hombre sentado?
Era demasiado complicado, si alguien sabía algo de eso, tenía que ser el elfo, pero si quería preguntarle, antes debía mantenerlo con vida y sacarlo de allí para que alguien del hospital pudiera ayudarlo a recuperar la memoria. Palpó su espalda, en busca del carcaj "Oh, porras, he dejado las flechas y el arco en Juvia" se quejó en su interior, en ese momento le vendría muy bien tener unas cuantas flechas, podría aprovechar su posición y atacar desde lejos.
Los tipos seguían hablando, planeando por que dirección debían ir a buscar, a la Gata se le acababa el tiempo, tenía dos opciones, o los atraía para que la siguieran, o iba en busca de los demás para poder tomar su arco. La segunda no le parecía muy buena idea, tardaría demasiado tiempo... Se mordió el labio mientras pensaba que podía usar. Comenzó a palparse, no tenía las dagas, en su cuello solo tocó el colgante en forma de media luna, en su cinto, la espada, metió la mano en su camisa, en el pecho, escondidas, llevaba dos botellas de veneno, guardadas para situaciones extremas, después de lo de las catacumbas, había aprendido hasta que punto eran útiles ese tipo de cosas. Pero no en ese momento. No tenía oportunidad alguna, así que, al mismo tiempo que los tipos se comenzaban a mover, lo hizo ella.
Vio encaminarse a su amiga y al otro elfo hacia un árbol, moviendo a Juvia con dificultad, la Yegua parecía no querer moverse. Lógico, la estaba esperando a ella, entonces se le ocurrió, un modo perfecto de crear una distracción y lograr que Juvia comenzara a moverse. Se humedeció los labios, puso dos dedos sobre ellos, y lanzó un silbido fuerte, largo, agudo. Durante un instante, se hizo el silencio, ya estaba logrado. Con toda la velocidad de la que era capaz subió por un árbol y se escondió entre sus ramas más frondosas.
Allí, entre las hojas, pudo ver, con la seguridad que le ofrecía ese sitio alejarse un poco a los tres tipos, que pensaban haber encontrado a alguien que les pudiera dar una pista o, puede, que incluso al mismo elfo. Debían considerar tonto al chico, porque nadie herido y aturullado se pone a dar silbidos, aunque, posiblemente, lo hubieran considerado una llamada de auxilio. Cuando pasaron de largo, entre risas maliciosas, la chica bajó del árbol y se dirigió al claro.
-Nin, Jericó, dejad que os ayude.- susurró tirando de Juvia que, por fin, obedecía - Había unos tipos buscándote,- siguió en voz baja - no tardarán en volver.- Dejó de tirar de Juvia y miró a su alrededor, tenía que hacer algo.- Nin, mantenlo a salvo, escondeos, escapad, lo que queráis, yo los entretendré mientras tomáis distancia.
Se acercó a la parte trasera del caballo y desenvolvió una especie de manta que había allí atada, tomó el carcaj lleno de flechas y el arco, se colgó ambas cosas a la espalda y comenzó a mirar el terreno.
- Tened cuidado, os intentaré alcanzar, si en 20 minutos no estoy con vosotros.... es que me he perdido- bromeó sacando la lengua antes de irse tras los tipos, los árboles y la sorpresa serían su mejor baza.
Alanna Delteria
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
El elfo había despertado en el momento justo pero poca diferencia habría en contar con su ayuda en su estado, apenas si podía caminar mucho menos enfrentarse a aquellos hombres o al menos ayudar a tomar la ventaja suficiente como para espantarlos o que mantuvieran las distancias. Era una de esas veces en las que Níniel desearía haber sido forestal y no sacerdotisa, si fuese una de sus hermanas guardianas del bosque podría ocuparse de aquellos tipos con su arco incluso antes de que supieran de dónde llegaba el ataque. Claro que su madre también era sacerdotisa y tampoco le costaría más que unos gestos con la mano someter a cualquier grupo enemigo y preguntarles "amablemente" por todo lo que pudieran saber, por desgracia a la peliblanca le faltaban siglos para alcanzar el nivel de su progenitora.
-Hay rastros de tu sangre por todo el lugar, incluso bajo el árbol, esconderse no servirá de mucho salvo que nos alejemos una buena distancia o sean muy estúpidos.- Respondió la peliblanca en voz baja a la idea de Jericó sin dejar de mirar hacia la espesura, al lugar del que provenían las cada vez más claras voces de aquellos tipos, fueran quienes fueran. Si estuviesen en algún claro Juvia podría alejarles a los dos de allí lo bastante rápido pero en mitad del bosque tratar de ir a algo más que al paso acabaría seguramente con la montura en el suelo y con una pata rota, los caballos de los humanos no estaban acostumbrados a moverse en la espesura, uno de los motivos por los que los humanos no solían molestar a su gente en Sindorai. -Alanna debe de estar al volver, iremos en dirección al humo, ella sabrá qué hacer.-
Níniel comenzó a tirar de las riendas de Juvia pero, aunque había aceptado sus caricias y su manzana no parecía nada dispuesta a moverse de donde estaba. Alanna debía de tenerla entrenada para que solo obedeciera sus órdenes y ni la promesa de un cubo de manzanas ni las palabras amables hicieron que diera un paso, el adiestramiento se volvía en su contra. -Juvia por los dioses, si te ven tendremos problemas...-
En aquel momento por todo lugar se escuchó un fuerte silbido y el corcel levantó la cabeza y las orejas comenzando a moverse aunque no haciéndole caso a la elfa si no dirigiéndose hacia el lugar origen del silbido. Aquellos tres sujetos también debieron de escuchar claramente el sonido pues sus voces se alejaron sin llegar a ver a los elfos. Níniel enseguida supuso que el silbido era cosa de Alanna y que o bien les hacía una señal para que se acercaran o había visto a aquellos tipos y quería alejarlos de los elfos...Entre ambas posibilidades la elfa supuso que sería la segunda, la guardia no cometería la imprudencia de llamar la atención de medio bosque en una situación así, por ello Níniel tiró una última vez de las riendas de Juvia para intentar que la yegua, ya en movimiento, obedeciera. Funcionó y por fin podían poner tierra de por medio. -Sube al caballo Jericó, tenemos que alejarnos.-
Poco después, cuando apenas se habían alejado unos pasos del pequeño claro Alanna les alcanzó y en su rostro triunfante se notaba claramente que fuese lo que fuese qué había hecho había funcionado, aunque pronto quedó claro que solo había logrado burlarles por un momento y ni de lejos se habían librado de aquel oscuro grupo que buscaba al elfo. Para la humana tenían de nuevo las dos mismas opciones de siempre, esconderse o huir y de nuevo Níniel debía negarse a ambas.
-Les he oído hablar, está claro que quieren a Jericó y no para atender sus heridas...Jericó debes esconderte si ,pero esta vez dejarte todo el trabajo sucio a ti, Alanna, no es la mejor opción. Juvia no puede avanzar rápido entre los árboles, la sangre les pondrá tras nuestra pista si nos quedamos por aquí y si te hiriesen estaríamos perdidos. Desde pequeña he jugado al escondite y al pilla pilla entre árboles como estos, este es mi patio de juegos así que esta vez lucharemos juntas. Además hace unos días no te alzabas ni un metro del suelo, no acepto órdenes tuyas jovencita.-
Le devolvió el mostrarle la lengua y tras disculparse con la mirada con Jericó por dejarle solo fue tras la humana con sus dagas sobre la túnica, la propia en su brazo y su bastón en la mano. Dos contra tres sonaba mucho mejor que tres contra una.
-Hay rastros de tu sangre por todo el lugar, incluso bajo el árbol, esconderse no servirá de mucho salvo que nos alejemos una buena distancia o sean muy estúpidos.- Respondió la peliblanca en voz baja a la idea de Jericó sin dejar de mirar hacia la espesura, al lugar del que provenían las cada vez más claras voces de aquellos tipos, fueran quienes fueran. Si estuviesen en algún claro Juvia podría alejarles a los dos de allí lo bastante rápido pero en mitad del bosque tratar de ir a algo más que al paso acabaría seguramente con la montura en el suelo y con una pata rota, los caballos de los humanos no estaban acostumbrados a moverse en la espesura, uno de los motivos por los que los humanos no solían molestar a su gente en Sindorai. -Alanna debe de estar al volver, iremos en dirección al humo, ella sabrá qué hacer.-
Níniel comenzó a tirar de las riendas de Juvia pero, aunque había aceptado sus caricias y su manzana no parecía nada dispuesta a moverse de donde estaba. Alanna debía de tenerla entrenada para que solo obedeciera sus órdenes y ni la promesa de un cubo de manzanas ni las palabras amables hicieron que diera un paso, el adiestramiento se volvía en su contra. -Juvia por los dioses, si te ven tendremos problemas...-
En aquel momento por todo lugar se escuchó un fuerte silbido y el corcel levantó la cabeza y las orejas comenzando a moverse aunque no haciéndole caso a la elfa si no dirigiéndose hacia el lugar origen del silbido. Aquellos tres sujetos también debieron de escuchar claramente el sonido pues sus voces se alejaron sin llegar a ver a los elfos. Níniel enseguida supuso que el silbido era cosa de Alanna y que o bien les hacía una señal para que se acercaran o había visto a aquellos tipos y quería alejarlos de los elfos...Entre ambas posibilidades la elfa supuso que sería la segunda, la guardia no cometería la imprudencia de llamar la atención de medio bosque en una situación así, por ello Níniel tiró una última vez de las riendas de Juvia para intentar que la yegua, ya en movimiento, obedeciera. Funcionó y por fin podían poner tierra de por medio. -Sube al caballo Jericó, tenemos que alejarnos.-
Poco después, cuando apenas se habían alejado unos pasos del pequeño claro Alanna les alcanzó y en su rostro triunfante se notaba claramente que fuese lo que fuese qué había hecho había funcionado, aunque pronto quedó claro que solo había logrado burlarles por un momento y ni de lejos se habían librado de aquel oscuro grupo que buscaba al elfo. Para la humana tenían de nuevo las dos mismas opciones de siempre, esconderse o huir y de nuevo Níniel debía negarse a ambas.
-Les he oído hablar, está claro que quieren a Jericó y no para atender sus heridas...Jericó debes esconderte si ,pero esta vez dejarte todo el trabajo sucio a ti, Alanna, no es la mejor opción. Juvia no puede avanzar rápido entre los árboles, la sangre les pondrá tras nuestra pista si nos quedamos por aquí y si te hiriesen estaríamos perdidos. Desde pequeña he jugado al escondite y al pilla pilla entre árboles como estos, este es mi patio de juegos así que esta vez lucharemos juntas. Además hace unos días no te alzabas ni un metro del suelo, no acepto órdenes tuyas jovencita.-
Le devolvió el mostrarle la lengua y tras disculparse con la mirada con Jericó por dejarle solo fue tras la humana con sus dagas sobre la túnica, la propia en su brazo y su bastón en la mano. Dos contra tres sonaba mucho mejor que tres contra una.
Níniel Thenidiel
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
La yegua no se movía, estaba ahí clavada, encabezonada en esperar a su dueña. Éramos dos tirando del animal pero no podíamos con ella, no nos obedecería porque sí. Un silbido nos alertó a nosotros y al animal, y seguro que a los que me buscaban también, pues sus voces empezaron a perderse. La yegua empezó a querer ir en la dirección de donde provino el silbido, pero la chica que me acompañaba tiró una última vez de las riendas para, esta vez sí, controlarlo. Me dijo que montase, aunque lo cierto era que no sé si sabía montar, pero lo hice. Subí a duras penas y me agarré con fuerza a la montura.
La otra chica nos encontró cuando apenas empezábamos a alejarnos. La yegua la obedecía ahora. Llamó a la otra, a la que se parece a mí, por Nin. Lo cierto era que no recordaba sus nombres, estaba demasiado mareado cuando se presentaron, pero ahora por lo menos sabía el de uno de ellas. -"Menos mal, me daba vergüenza volver a pedir sus nombres"-
La chica nos decía que había unos hombres buscándonos, nada nuevo para entonces que ya los habíamos oído, luego se dirigió a Nin diciéndole que cuidase de mí. Me daba apuro que las dos cuidasen tanto de mí cuando me acababan de conocer, ya les debía mucho. Al final la chica añadió que podíamos huir, escondernos, o lo que quisiéramos, pero para Nin eso no era una opción. Dijo que esta vez lucharían juntas, aunque la verdad era que no tenía aspecto de gran guerrera, pero las apariencias engañan o eso creía recordar que se decía.
Yo no podía quedarme de brazos cruzados, se estaban arriesgando por mí, por mi culpa estaban en peligro. No, definitivamente no iba a quedarme atrás, aunque fuera a rastras, yo iba a ayudar. La cabeza aún me dolía un poco y seguía teniendo frío, pero eso no iba a dejarme fuera de todo esto.
-No voy a ser menos.- dije separándome del caballo. -Sé que no voy a ser de mucha ayuda, pero no os puedo dejar todo el trabajo a vosotras, no me voy a quedar atrás mientras lucháis por mí, eso... eso no va conmigo.- decía mientras sacaba mi bastón, o lo que quedaba de él. -Me quieren a mí, dejad que vaya con vosotras.-
Sabía de sobras que si les plantaba cara a esos hombres tenía todas las de perder, pero no podía permitir que fueran solas. Esperaba no estorbar ni ser una molestia para las chicas, que tan seguras de sí mismas se veían.
Ya les debía la vida, les estaba tremendamente agradecido, aunque no lo hubiera dicho.
Alcé la vista para buscar las voces, me preparé para el ataque, estaba dispuesto a todo, además, seguro que ellos me darían pistas sobre mi pasado, después de todo, ellos fueron los causantes de ésta amnesia. Les arrancaría las palabras como fuera, necesitaba respuestas.
La otra chica nos encontró cuando apenas empezábamos a alejarnos. La yegua la obedecía ahora. Llamó a la otra, a la que se parece a mí, por Nin. Lo cierto era que no recordaba sus nombres, estaba demasiado mareado cuando se presentaron, pero ahora por lo menos sabía el de uno de ellas. -"Menos mal, me daba vergüenza volver a pedir sus nombres"-
La chica nos decía que había unos hombres buscándonos, nada nuevo para entonces que ya los habíamos oído, luego se dirigió a Nin diciéndole que cuidase de mí. Me daba apuro que las dos cuidasen tanto de mí cuando me acababan de conocer, ya les debía mucho. Al final la chica añadió que podíamos huir, escondernos, o lo que quisiéramos, pero para Nin eso no era una opción. Dijo que esta vez lucharían juntas, aunque la verdad era que no tenía aspecto de gran guerrera, pero las apariencias engañan o eso creía recordar que se decía.
Yo no podía quedarme de brazos cruzados, se estaban arriesgando por mí, por mi culpa estaban en peligro. No, definitivamente no iba a quedarme atrás, aunque fuera a rastras, yo iba a ayudar. La cabeza aún me dolía un poco y seguía teniendo frío, pero eso no iba a dejarme fuera de todo esto.
-No voy a ser menos.- dije separándome del caballo. -Sé que no voy a ser de mucha ayuda, pero no os puedo dejar todo el trabajo a vosotras, no me voy a quedar atrás mientras lucháis por mí, eso... eso no va conmigo.- decía mientras sacaba mi bastón, o lo que quedaba de él. -Me quieren a mí, dejad que vaya con vosotras.-
Sabía de sobras que si les plantaba cara a esos hombres tenía todas las de perder, pero no podía permitir que fueran solas. Esperaba no estorbar ni ser una molestia para las chicas, que tan seguras de sí mismas se veían.
Ya les debía la vida, les estaba tremendamente agradecido, aunque no lo hubiera dicho.
Alcé la vista para buscar las voces, me preparé para el ataque, estaba dispuesto a todo, además, seguro que ellos me darían pistas sobre mi pasado, después de todo, ellos fueron los causantes de ésta amnesia. Les arrancaría las palabras como fuera, necesitaba respuestas.
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
La voz de Niniel la retuvo mientras emprendía la marcha al encuentro de los tipos, no pensaba dejarla ir sola, a Alanna le sorprendió la propuesta de la chica, sabía que Niniel no era buena luchando, era una persona decidida, madura, competente como ella sola, y una gran amiga, por no hablar de lo que sabía de medicina, pero luchar no era de sus fuertes, y eso era algo que la guarda tenía claro, sin embargo, era cierto, el bosque era su tablero de ajedrez, igual que la ciudad o las catacumbas eran el propio. La chica sonrió, algo que también sabía era que si ella era cabezota, la elfa no se quedaba atrás, y que nada de lo que dijera la haría cambiar de opinión, soltó un ligero soplido de risa ante el comentario de la chica, y asintió. Volvería a luchar juntas.
Estaba a punto de empezar a moverse cuando el otro elfo siguió el ejemplo de su amiga y se propuso a ayudar bajando de Juvia, la Gata frunció el ceño, si el chico no recordaba nada... ¿se acordaría de luchar? Es más, ¿sabía luchar antes de perder la memoria? No tenía aspecto de espadachín, arquero, ni nada que se le pareciera, más bien daba la impresión de que, sus músculos, al igual que sucedía con los de Eltrant cuando se había reencontrado, estaban forjados por el cargar cajas en su casa. Además, estaban buscándolo, podría ser... "un momento", pensó, "Lo están buscando..."
La chica comenzó a dar vueltas al rededor del chico como un animal que estudia a su presa, con el arco colgado a la espalda, una mano cruzada bajo el pecho y la otra en la barbilla. Tenía aspecto de estar herido, la ropa húmeda, parecía que tenía flojera en las piernas, la cara embarrada... Alanna se mordió el labio y, finamente, sonrió y chasqueó los dedos, tenía una idea.
- Jericó, tu serás nuestra trampa.- comentó acerecándose a Juvia.- toma, come algo, te necesitamos con fuerzas- sacó una hogaza de pan y un trozo de queso y se lo tendió al chico.- ¿Escuchadme bien, de acuerdo? No creo que tarden en llegar, si son un poco listos ya se habrán dado cuenta de que el silbido no era nada útil. Avanzaremos un poco hacia la casa, te tumbarás en el suelo, como si estuvieras herido, y nosotras nos esconderemos entre los árboles, en cuanto se te acerquen, atacaremos.- explicó mientras dibujaba en la tierra húmeda con un dedo.- Tranquilo, estaremos atentas, no pienso dejar que te hagan daño, ¿vale?- Prometió con una sonrisa esperando la aprobación de los elfos.Se levantó y se acercó a Juvia, la tomó por as riendas y le acarició el morro.- Esta pequeña se quedará en el camino por el que hemos venido, si vemos que no podemos vencer, venimos corriendo, vosotros montáis, y yo corro.- dijo girandose y guiando a Juvia hacia el camino, que estaba a penas a dos metros.- Nin, te dejo a ti el guiarnos, tanto por el bosque como por el camino, tu conoces estas cosas mejor que yo.- ató a Juvia y volvió con su amiga y el otro chico.- Cuando estéis, nos vamos, hay que preparar el terreno.
Se colocó bien los guantes de cuero sin dedos y movió las manos, en cuanto encontrase la mejor posición para disparar en el lugar donde montasen la trampa, colgaría la espada y dispararía saetas hasta que, o bien los espantase o bien las flechas se acabasen. lo que sucediera antes. Si era lo segundo, no le quedaría más remedio que tomar la espada y saltar al campo de batalla, y, aun así, seguiría teniendo el apoyo de Nin, que podía disparar las dos dagas que le había dado.
Suspiró y miró al cielo, el sol ya había salido, parecía que incluso los elementos se ponían de su parte, si, además de todo, localizaran un terreno poco embarrado no habría mejor situación para ella. No era fácil localizar algo así tras la lluvia, pero si lo encontraban, tendrían la partida ganada, o, al menos, eso esperaba...
Estaba a punto de empezar a moverse cuando el otro elfo siguió el ejemplo de su amiga y se propuso a ayudar bajando de Juvia, la Gata frunció el ceño, si el chico no recordaba nada... ¿se acordaría de luchar? Es más, ¿sabía luchar antes de perder la memoria? No tenía aspecto de espadachín, arquero, ni nada que se le pareciera, más bien daba la impresión de que, sus músculos, al igual que sucedía con los de Eltrant cuando se había reencontrado, estaban forjados por el cargar cajas en su casa. Además, estaban buscándolo, podría ser... "un momento", pensó, "Lo están buscando..."
La chica comenzó a dar vueltas al rededor del chico como un animal que estudia a su presa, con el arco colgado a la espalda, una mano cruzada bajo el pecho y la otra en la barbilla. Tenía aspecto de estar herido, la ropa húmeda, parecía que tenía flojera en las piernas, la cara embarrada... Alanna se mordió el labio y, finamente, sonrió y chasqueó los dedos, tenía una idea.
- Jericó, tu serás nuestra trampa.- comentó acerecándose a Juvia.- toma, come algo, te necesitamos con fuerzas- sacó una hogaza de pan y un trozo de queso y se lo tendió al chico.- ¿Escuchadme bien, de acuerdo? No creo que tarden en llegar, si son un poco listos ya se habrán dado cuenta de que el silbido no era nada útil. Avanzaremos un poco hacia la casa, te tumbarás en el suelo, como si estuvieras herido, y nosotras nos esconderemos entre los árboles, en cuanto se te acerquen, atacaremos.- explicó mientras dibujaba en la tierra húmeda con un dedo.- Tranquilo, estaremos atentas, no pienso dejar que te hagan daño, ¿vale?- Prometió con una sonrisa esperando la aprobación de los elfos.Se levantó y se acercó a Juvia, la tomó por as riendas y le acarició el morro.- Esta pequeña se quedará en el camino por el que hemos venido, si vemos que no podemos vencer, venimos corriendo, vosotros montáis, y yo corro.- dijo girandose y guiando a Juvia hacia el camino, que estaba a penas a dos metros.- Nin, te dejo a ti el guiarnos, tanto por el bosque como por el camino, tu conoces estas cosas mejor que yo.- ató a Juvia y volvió con su amiga y el otro chico.- Cuando estéis, nos vamos, hay que preparar el terreno.
Se colocó bien los guantes de cuero sin dedos y movió las manos, en cuanto encontrase la mejor posición para disparar en el lugar donde montasen la trampa, colgaría la espada y dispararía saetas hasta que, o bien los espantase o bien las flechas se acabasen. lo que sucediera antes. Si era lo segundo, no le quedaría más remedio que tomar la espada y saltar al campo de batalla, y, aun así, seguiría teniendo el apoyo de Nin, que podía disparar las dos dagas que le había dado.
Suspiró y miró al cielo, el sol ya había salido, parecía que incluso los elementos se ponían de su parte, si, además de todo, localizaran un terreno poco embarrado no habría mejor situación para ella. No era fácil localizar algo así tras la lluvia, pero si lo encontraban, tendrían la partida ganada, o, al menos, eso esperaba...
Alanna Delteria
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Por un momento Níniel temió que su amiga se negara a aceptar su ayuda en aquella situación y la obligara a quedarse atrás mientras ella corría todos los riesgos y no estaría falta de razón. Al fin y al cabo y a pesar de habérselas visto ya con varias situaciones peliagudas juntas, a la hora de luchar siempre se había mantenido en la retaguardia y mas bien poco había hecho la elfa por demostrar que podía ser más que la sanadora que esperaba detrás los guerreros por si alguno recibía una herida. La única vez que había ido al frente fue debido al poder y a los extraños efectos de un poderoso bastón mágico que ya no estaba en su poder y que de todos modos no quería volver a ver pues aquella cosa no entregaba sus energías de forma gratuita. En cualquier caso que Alanna aceptara su ayuda sin dudar fue toda una muestra de confianza que la sacerdotisa agradeció y que reafirmaba su voluntad y seguridad en la victoria.
Tras la petición de la elfa, Jericó no quiso ser el único que se quedará atrás escondido y también se ofreció a colaborar a pesar de su deplorable estado. Puede que no fuese a ser de mucha ayuda pero el mero hecho de estar dispuesto a correr el riesgo cuando nadie le echaría en cara esconderse o salir corriendo hablaba muy bien de él y del tipo de persona que era. Por supuesto el misterio seguía rodeando al elfo y seguía habiendo más preguntas que respuestas pero fuese quien fuese y llegase como llegase al punto y situación en la que le encontraron comenzaba a perfilarse una buena persona entre las sombras. Pronto Alanna tenía un plan en el que contaba con el chico y del que les hizo partícipes a la espera de su aprobación.
-Ciertamente es arriesgado...Pero nos daría una gran ventaja. Si esos sujetos deciden golpear antes que preguntar Jericó podría acabar muy mal pero si no, esos segundos de sorpresa y regodeo, quizá de preguntas y respuestas será más que suficiente para decantar la situación a nuestro favor. No obstante quizá podamos miminizar riesgos, lo sabré por el camino.- Respondió la elfa dando su beneplácito al plan de la humana y manteniendo la intriga sobre qué idea se estaba conformando en su cabeza que dependiese de lo que encontrasen por el camino. Por supuesto el que más tenía que decir sobre aquella idea era el propio Jericó pues era el cebo de aquella trampa y cuya vida estaría en juego.
Tras la decisión se encaminaron de nuevo hacia el lugar de la columna de humo la cual ya era apenas visible. El camino, por llamarlo de alguna manera, estaba embarrado y tan tomado por raíces de árboles y demás plantas que en algunos tramos un despiste podría hacer que un caminante lo perdiera de vista y acabara en el bosque, irremediablemente perdido a falta de conocimientos básicos de orientación o conocimiento de la zona. No había historias de elfos perdidos en el bosque, pero Níniel si que había oído muchas sobre humanos, niños en su mayoría aunque también adultos, que entraron en la espesura para no volver jamás...Aquel camino era la prueba de que, puede que no todas, pero si algunas, debían de ser ciertas y que no todas las desapariciones eran obra de vengativos y malvados elfos.
-No os separéis y cuidado con esas plantas de hojas serradas, son urticantes y duele bastante, además cuanto más se rasque la zona afectada peor.-
Comentó la elfa mientras andaban y miraba por todas partes buscando un buen sitio que les diera las mejores posibilidades y el menor riesgo para Jericó, lo encontró a solo unos pasos de las plantas urticantes. El lugar era un paso estrecho entre la maleza que obligaría a los enemigos a avanzar en fila lo cual les haría más vulnerables. A ambos lados del camino había frondosa vegetación de especies que ni eran venenosas ni peligrosas, ni molestas para las personas lo cuál convertía aquel lugar en buenos escondites para emboscadas. Pero había algo más, el camino hacía una ligera pendiente hacia la derecha y allí se encontraban las grandes raíces de un gran árbol, tan grandes que un hombre no muy grande podría colarse entre ellas.
-Este sitio es ideal, estrecho, con buenos puntos de emboscada y con solo rodar un poco por el suelo Jericó podrá ponerse relativamente a cubierto entre esas raíces...Aunque te vas a poner perdido de barro eso sí, lo bueno es que ahora mismo ya necesitas un baño. No creo que encontremos un sitio mejor antes de que nos encuentren.-
Tras la petición de la elfa, Jericó no quiso ser el único que se quedará atrás escondido y también se ofreció a colaborar a pesar de su deplorable estado. Puede que no fuese a ser de mucha ayuda pero el mero hecho de estar dispuesto a correr el riesgo cuando nadie le echaría en cara esconderse o salir corriendo hablaba muy bien de él y del tipo de persona que era. Por supuesto el misterio seguía rodeando al elfo y seguía habiendo más preguntas que respuestas pero fuese quien fuese y llegase como llegase al punto y situación en la que le encontraron comenzaba a perfilarse una buena persona entre las sombras. Pronto Alanna tenía un plan en el que contaba con el chico y del que les hizo partícipes a la espera de su aprobación.
-Ciertamente es arriesgado...Pero nos daría una gran ventaja. Si esos sujetos deciden golpear antes que preguntar Jericó podría acabar muy mal pero si no, esos segundos de sorpresa y regodeo, quizá de preguntas y respuestas será más que suficiente para decantar la situación a nuestro favor. No obstante quizá podamos miminizar riesgos, lo sabré por el camino.- Respondió la elfa dando su beneplácito al plan de la humana y manteniendo la intriga sobre qué idea se estaba conformando en su cabeza que dependiese de lo que encontrasen por el camino. Por supuesto el que más tenía que decir sobre aquella idea era el propio Jericó pues era el cebo de aquella trampa y cuya vida estaría en juego.
Tras la decisión se encaminaron de nuevo hacia el lugar de la columna de humo la cual ya era apenas visible. El camino, por llamarlo de alguna manera, estaba embarrado y tan tomado por raíces de árboles y demás plantas que en algunos tramos un despiste podría hacer que un caminante lo perdiera de vista y acabara en el bosque, irremediablemente perdido a falta de conocimientos básicos de orientación o conocimiento de la zona. No había historias de elfos perdidos en el bosque, pero Níniel si que había oído muchas sobre humanos, niños en su mayoría aunque también adultos, que entraron en la espesura para no volver jamás...Aquel camino era la prueba de que, puede que no todas, pero si algunas, debían de ser ciertas y que no todas las desapariciones eran obra de vengativos y malvados elfos.
-No os separéis y cuidado con esas plantas de hojas serradas, son urticantes y duele bastante, además cuanto más se rasque la zona afectada peor.-
Comentó la elfa mientras andaban y miraba por todas partes buscando un buen sitio que les diera las mejores posibilidades y el menor riesgo para Jericó, lo encontró a solo unos pasos de las plantas urticantes. El lugar era un paso estrecho entre la maleza que obligaría a los enemigos a avanzar en fila lo cual les haría más vulnerables. A ambos lados del camino había frondosa vegetación de especies que ni eran venenosas ni peligrosas, ni molestas para las personas lo cuál convertía aquel lugar en buenos escondites para emboscadas. Pero había algo más, el camino hacía una ligera pendiente hacia la derecha y allí se encontraban las grandes raíces de un gran árbol, tan grandes que un hombre no muy grande podría colarse entre ellas.
-Este sitio es ideal, estrecho, con buenos puntos de emboscada y con solo rodar un poco por el suelo Jericó podrá ponerse relativamente a cubierto entre esas raíces...Aunque te vas a poner perdido de barro eso sí, lo bueno es que ahora mismo ya necesitas un baño. No creo que encontremos un sitio mejor antes de que nos encuentren.-
Níniel Thenidiel
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
La chica me examinó un instante, empezó a dar vueltas alrededor mío y yo no sabía qué pensar. Parecía que tramaba algo, tenía miedo por lo que planeaba hacerme. Rompió el silencio, que se me hizo eterno, con un "Jericó, tú serás nuestra trampa.", a lo que yo respondí con un gesto de confusión en mi rostro. Siguió con que debía comer algo, sin darme tiempo a responder, a pensar una respuesta más bien, y me sacó un poco de queso y pan, a lo que no tuve más remedio que empezar a comer, pues mi cuerpo me lo pedía. Mientras comía, ella nos contaba su plan:
Yo serviría de cebo, me tumbaría en el camino, fingiendo estar herido (más de lo que ya estaba, claro), y en cuanto se acercasen, atacarían, valiéndose del factor sorpresa. Aunque al principio me estremecí al pensar que tendría que dejar que se acercasen a mí las personas que me hicieron daño, luego pensé que sería una buena forma de sacar alguna respuesta. Quizás me dirían alguna cosa más que me sirviera de ayuda para recuperar mi memoria.
Terminé de comer cuando ella acababa de decir que todo iba a salir bien, que no tenía que preocuparme, a lo que yo asentí mientras me terminaba el último bocado de pan. Lo cierto es que comí a prisas, supongo que por los nervios. También añadió que dejaría a su yegua atrás, por si las moscas, sería nuestro plan de huida, aunque tres personas a caballo y por éste bosque... no terminaba de convencerme. Nin comentó acerca del plan, que le parecía bien siempre y cuando a los salvajes esos no les de por golpear antes de preguntar, ante lo cual volví a asustarme un poco. En cualquier caso, debíamos ponernos ya en marcha, las chicas lideraban el grupo, pero las detuve un instante.
-Aunque las cosas se pongan... feas, no ataquéis demasiado rápido, por favor.- les pedí. -Necesito que me cuenten cosas, si se ven a punto de vencer seguramente me digan lo que necesito saber, si en cambio se les interroga luego, puede que no canten jamás.-
Cuando nos pusimos en marcha, Nin nos señaló una planta de hojas serradas, nos advirtió que eran urticantes. Era extraño, sentí que eso ya lo sabía, de hecho sabía lo que significaba urticante: produce un picor intenso que se agrava a más se rasque, cosa que la misma Nin añadió al final de su frase. Era como si ya conociese esa planta, estoy seguro de que sabía qué planta era esa, no me descubría nada nuevo, ese comentario... despertó un ínfimo recuerdo. Seguro que si le pudiese echar un ojo a aquél libro de alquimia que recuperé, despertarían muchos más recuerdos dormidos.
Pero ahora no podía distraerme, seguía el paso de las chicas cuando Nin nos hizo parar. Indicando un paso estrecho entre multitud de plantas, y bien cerca había un gran árbol. La chica dijo que sería un gran sitio para ejecutar nuestro plan, les obligaría a pasar uno a uno, en fila, y ellas tenían maleza para ocultarse. Además, también señaló al gran árbol, o más bien sus raíces, donde podría ocultarme si la situación se volvía turbia.
-Si, lo cierto es que no me vendría mal un buen baño...- respondí a la pequeña broma que soltó Nin. -Vamos, voy a hacer de señuelo, vosotras a posición. Va a salir bien.- les dije antes de dirigirme al estrecho camino, para tumbarme a esperar a esos enemigos.
Me tendí allí, en mitad del paso, bloqueando el camino. Ahora que estaba ahí, me di cuenta de que no sabía fingir dolor, así que me limité a hacerme el dormido, o el inconsciente, no lo tenía muy claro, -"¿cuál era la diferencia entre dormido e inconsciente? ¿Y como lo iban a diferenciar ellos? ¿Debía despertarme nada más oírlos?"-
Pronto empecé a escuchar unas pisadas que no eran las propias de las chicas, intentaban ser silenciosas pero eran mucho más torpes y brutas, eran ellos sin duda, y yo les estaba esperando.
Yo serviría de cebo, me tumbaría en el camino, fingiendo estar herido (más de lo que ya estaba, claro), y en cuanto se acercasen, atacarían, valiéndose del factor sorpresa. Aunque al principio me estremecí al pensar que tendría que dejar que se acercasen a mí las personas que me hicieron daño, luego pensé que sería una buena forma de sacar alguna respuesta. Quizás me dirían alguna cosa más que me sirviera de ayuda para recuperar mi memoria.
Terminé de comer cuando ella acababa de decir que todo iba a salir bien, que no tenía que preocuparme, a lo que yo asentí mientras me terminaba el último bocado de pan. Lo cierto es que comí a prisas, supongo que por los nervios. También añadió que dejaría a su yegua atrás, por si las moscas, sería nuestro plan de huida, aunque tres personas a caballo y por éste bosque... no terminaba de convencerme. Nin comentó acerca del plan, que le parecía bien siempre y cuando a los salvajes esos no les de por golpear antes de preguntar, ante lo cual volví a asustarme un poco. En cualquier caso, debíamos ponernos ya en marcha, las chicas lideraban el grupo, pero las detuve un instante.
-Aunque las cosas se pongan... feas, no ataquéis demasiado rápido, por favor.- les pedí. -Necesito que me cuenten cosas, si se ven a punto de vencer seguramente me digan lo que necesito saber, si en cambio se les interroga luego, puede que no canten jamás.-
Cuando nos pusimos en marcha, Nin nos señaló una planta de hojas serradas, nos advirtió que eran urticantes. Era extraño, sentí que eso ya lo sabía, de hecho sabía lo que significaba urticante: produce un picor intenso que se agrava a más se rasque, cosa que la misma Nin añadió al final de su frase. Era como si ya conociese esa planta, estoy seguro de que sabía qué planta era esa, no me descubría nada nuevo, ese comentario... despertó un ínfimo recuerdo. Seguro que si le pudiese echar un ojo a aquél libro de alquimia que recuperé, despertarían muchos más recuerdos dormidos.
Pero ahora no podía distraerme, seguía el paso de las chicas cuando Nin nos hizo parar. Indicando un paso estrecho entre multitud de plantas, y bien cerca había un gran árbol. La chica dijo que sería un gran sitio para ejecutar nuestro plan, les obligaría a pasar uno a uno, en fila, y ellas tenían maleza para ocultarse. Además, también señaló al gran árbol, o más bien sus raíces, donde podría ocultarme si la situación se volvía turbia.
-Si, lo cierto es que no me vendría mal un buen baño...- respondí a la pequeña broma que soltó Nin. -Vamos, voy a hacer de señuelo, vosotras a posición. Va a salir bien.- les dije antes de dirigirme al estrecho camino, para tumbarme a esperar a esos enemigos.
Me tendí allí, en mitad del paso, bloqueando el camino. Ahora que estaba ahí, me di cuenta de que no sabía fingir dolor, así que me limité a hacerme el dormido, o el inconsciente, no lo tenía muy claro, -"¿cuál era la diferencia entre dormido e inconsciente? ¿Y como lo iban a diferenciar ellos? ¿Debía despertarme nada más oírlos?"-
Pronto empecé a escuchar unas pisadas que no eran las propias de las chicas, intentaban ser silenciosas pero eran mucho más torpes y brutas, eran ellos sin duda, y yo les estaba esperando.
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Alanna asintió ante las palabras de Niniel, que, como era ya usual, sacaba la parte más racional de la chica y la lograba hacer reflexionar, cierto, era tal vez era demasiado arriesgado, en ese instante, ni la propia Alanna confiaba del todo en su plan, pero daba la impresión de ambos elfos parecían conformes, Niniel era la experta, era ella quien sabía sobre bosques, si alguienera capaz de minimizar los riesgos, esa era, sin duda, Niniel, por ello escondió un ligero suspiro de alivio y sonrió un poco, al final, por mucho que ella fuera la "guerrera" la experiencia era un campo que se le escapaba, al menos en cuanto a terreno boscoso.
Si usualmente se alegraba de estar con Niniel, cuando la invitó a ir con ella jamás pensó hasta que punto iba a ser de ayuda. Jericó también había accedido, con la condición de que ambas chicas fueran pacientes y no atacasen a no ser que fuera totalmente necesario. Alanna suspiró, no podía prometer algo así, no podñia dejar que lo golpeasen, su trabajo era proteger, no dejar que hiriesen a alguien, había propuesto lo que había propuesto porque sabía que era capaz de atacar con velocidad, precisamente por eso, no para que el chico estuviera en peligro de morir apalizado. Sin embargo, por la seguridad que tenía en su cara, decidió acceder con un suspiro, pero en cuanto viese que la cosa se ponía fea.... no dudaría en atravesar a quien hiciera falta con una de sus flechas.
Comenzaron a avanzar por el bosque con ella a la retaguardia. El camino estaba lleno de nudos, raices y plantas, no era facil avanzar, y mucho menos con un arco a la espalda, pero si para ella, que era menuda, delgada y ágil, era complicado, no quería ni imaginarse como les costaría a esos tipos, tenían la ventaja del tiempo. Por el camino, Niniel advirtió de una planta que producía sarpullido, el sonido de la voz de la elfa resonó por esa pequeña zona de bosque, era una suerte que los allí presentes tuvieran la voz suave, si fueran como los tipos que había encontrado antes cualquier palabra resonaría por todo el espesor. La guarda miró la planta sin tocarla, cierto, había visto cultibarla, y ella misma había tratado con ella para hacer venenos más de una vez, pero jamás habría sido capaz de reconocerla a simple vista. Cuando volviera a Lunarenta se tendría que poner a estudiar de lo lindo.
Se detuvieron en seco no mucho después de ver la planta y la elfa comenzó a dar instrucciones, si, definitivamente habían encontrado un buen sitio. las posibilidades de huida eran buenas, no era complicado esconderse y el sitio era bastante amplio si se necesitaba luchar. Asintió conforme y mientras el chico se tiraba en el suelo, y Niniel hacía su parte, ella se encaramaba al árbol buscando un buen sitio desde el que aputar y lanzar sus saetas.
Encontró un sitio accesible, si se era pequeña, al menos, lo era, tenía un hueco de ramas rotas por el que podía ver todo lo que sucedía en la zona, era el sitio de vigía perfecto. Dejó la espada a un lado de la rama, sacó una fecha de su carcaj y esperó. No tardaron en oirse sonidos de pisadas y gruñidos. Ya estaban allí. Su sospecha se confirmó al ver entrar en su campo de visión a los tipos que había visto hablar poco antes, ya habían visto a Jericó.
Alanna frunció el ceño mientras los tipos empezaban a hablar, tomó la flecha del carcaj y tensó el arco dispuesta a disparar en cuando hicieran un movimiento que no le gustase.
Si usualmente se alegraba de estar con Niniel, cuando la invitó a ir con ella jamás pensó hasta que punto iba a ser de ayuda. Jericó también había accedido, con la condición de que ambas chicas fueran pacientes y no atacasen a no ser que fuera totalmente necesario. Alanna suspiró, no podía prometer algo así, no podñia dejar que lo golpeasen, su trabajo era proteger, no dejar que hiriesen a alguien, había propuesto lo que había propuesto porque sabía que era capaz de atacar con velocidad, precisamente por eso, no para que el chico estuviera en peligro de morir apalizado. Sin embargo, por la seguridad que tenía en su cara, decidió acceder con un suspiro, pero en cuanto viese que la cosa se ponía fea.... no dudaría en atravesar a quien hiciera falta con una de sus flechas.
Comenzaron a avanzar por el bosque con ella a la retaguardia. El camino estaba lleno de nudos, raices y plantas, no era facil avanzar, y mucho menos con un arco a la espalda, pero si para ella, que era menuda, delgada y ágil, era complicado, no quería ni imaginarse como les costaría a esos tipos, tenían la ventaja del tiempo. Por el camino, Niniel advirtió de una planta que producía sarpullido, el sonido de la voz de la elfa resonó por esa pequeña zona de bosque, era una suerte que los allí presentes tuvieran la voz suave, si fueran como los tipos que había encontrado antes cualquier palabra resonaría por todo el espesor. La guarda miró la planta sin tocarla, cierto, había visto cultibarla, y ella misma había tratado con ella para hacer venenos más de una vez, pero jamás habría sido capaz de reconocerla a simple vista. Cuando volviera a Lunarenta se tendría que poner a estudiar de lo lindo.
Se detuvieron en seco no mucho después de ver la planta y la elfa comenzó a dar instrucciones, si, definitivamente habían encontrado un buen sitio. las posibilidades de huida eran buenas, no era complicado esconderse y el sitio era bastante amplio si se necesitaba luchar. Asintió conforme y mientras el chico se tiraba en el suelo, y Niniel hacía su parte, ella se encaramaba al árbol buscando un buen sitio desde el que aputar y lanzar sus saetas.
Encontró un sitio accesible, si se era pequeña, al menos, lo era, tenía un hueco de ramas rotas por el que podía ver todo lo que sucedía en la zona, era el sitio de vigía perfecto. Dejó la espada a un lado de la rama, sacó una fecha de su carcaj y esperó. No tardaron en oirse sonidos de pisadas y gruñidos. Ya estaban allí. Su sospecha se confirmó al ver entrar en su campo de visión a los tipos que había visto hablar poco antes, ya habían visto a Jericó.
Alanna frunció el ceño mientras los tipos empezaban a hablar, tomó la flecha del carcaj y tensó el arco dispuesta a disparar en cuando hicieran un movimiento que no le gustase.
Alanna Delteria
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-Mira Therion, allí, tirado en el suelo.-
-Esta vez no me la voy a jugar, voy a rematarlo.-
Las voces estaban cerca, diría que ya estaban en el camino, ya me habían visto, lo que ahora empezaba a dudar de si me dejarían hablar siquiera. Podía sentir sus pasos acercándose a mí, era el momento. Tosí un par de veces y abrí los ojos despacio, como si me costara un gran esfuerzo. Lo de fingir no era lo mío, pero seguro que bastaría. Entonces les vi la cara, eran dos, dos hombres de mediana edad, uno de ellos con armadura y desde el suelo se veía gigante, el otro no tanto pero no tenía ninguna pinta de flojeras.
-Buenos días orejas picudas.- me dijo en tono burlón el más grande. -Espero que hayas dormido bien porque esta vez no te voy a dejar con vida, me aseguraré de aplastarte el cráneo.- añadió el otro con una sonrisa malévola. -"¡Ése es el que me golpeó la cabeza!"- adiviné por sus palabras. Ahora que había llegado el momento no sabía qué decirles, cómo preguntarles lo sucedido, el por qué, no sabía qué decir, el miedo me inundaba, los veía venir hacia mí.
-E-esperad, por favor.- me salió con voz nerviosa. -Necesito saber por qué lo hicisteis, no recuerdo quién soy, ¿había alguien más conmigo?- no esperaba respuesta, pero ambos detuvieron su avance al escucharme y se miraron el uno al otro. Se encogieron de hombros y volvieron a fijarse en mí, con una cara llena de malicia, alzando sus armas. Estaba a punto de empezar a rodar por el fango cuando un tercer hombre apareció.
-Quietos.- dijo, como un amo dando una orden a sus perros. Se acercó no sin esfuerzo hasta mí. -Vaya, ¿así que no recuerdas nada? Pobre, me das lástima, porque yo tampoco se quien eres tú.-
Era un hombre ya mayor, oculto tras una capucha, pero al acercarse y desde mi posición más baja pude ver algo, un rostro casi decrepito, lleno de arrugas.
-No sabía que el gran Flamel tuviera un hijo, ¡encima un hijo de elfa! Qué asco me dan esas orejas, qué asco me daba Flamel, mira que buscarse a una furcia "besa-árboles"...- decía con desprecio. -En fin, el viejo murió, al final gané yo, he vivido más que él, y viviré más que su hijo. Ya he dicho suficiente, es todo vuestro, pero quiero una de sus feas orejas, como recuerdo.- y dejó pasar a sus vasallos mientras reía.
-¡Espera! ¡Merezco respuestas!- grité mientras trataba de alzarme, me daba igual dejar de fingir, esto me superaba, no soportaba que se me escapara. -¿¡Por qué!?- seguía gritando, furioso, ya en pié. Él se volteó un instante más, mientras los otros dos volvían a preparar sus armas.
-Porque ya había esperado demasiado, demasiado tiempo... ahora vuelve a tumbarte y muere sin hacer ruido, como hizo tu padre.- y dicho esto se marchaba, creo que veía un caballo al fondo, no podía permitir que huyera. Miré un instante al suelo, tratando de calmarme, pero simplemente no podía, no podía dejarlo ir, le miré de nuevo y ya estaba subiendo al caballo. Pateé con todas las fuerzas que me quedaban al más menudo de los dos y eché a correr hacia el viejo que se me escapaba, pero el bruto gigante me agarró del pescuezo, sentía mi cuerpo separado del suelo, y tras un breve zarandeo, me tiró al barro.
-Esta vez no me la voy a jugar, voy a rematarlo.-
Las voces estaban cerca, diría que ya estaban en el camino, ya me habían visto, lo que ahora empezaba a dudar de si me dejarían hablar siquiera. Podía sentir sus pasos acercándose a mí, era el momento. Tosí un par de veces y abrí los ojos despacio, como si me costara un gran esfuerzo. Lo de fingir no era lo mío, pero seguro que bastaría. Entonces les vi la cara, eran dos, dos hombres de mediana edad, uno de ellos con armadura y desde el suelo se veía gigante, el otro no tanto pero no tenía ninguna pinta de flojeras.
-Buenos días orejas picudas.- me dijo en tono burlón el más grande. -Espero que hayas dormido bien porque esta vez no te voy a dejar con vida, me aseguraré de aplastarte el cráneo.- añadió el otro con una sonrisa malévola. -"¡Ése es el que me golpeó la cabeza!"- adiviné por sus palabras. Ahora que había llegado el momento no sabía qué decirles, cómo preguntarles lo sucedido, el por qué, no sabía qué decir, el miedo me inundaba, los veía venir hacia mí.
-E-esperad, por favor.- me salió con voz nerviosa. -Necesito saber por qué lo hicisteis, no recuerdo quién soy, ¿había alguien más conmigo?- no esperaba respuesta, pero ambos detuvieron su avance al escucharme y se miraron el uno al otro. Se encogieron de hombros y volvieron a fijarse en mí, con una cara llena de malicia, alzando sus armas. Estaba a punto de empezar a rodar por el fango cuando un tercer hombre apareció.
-Quietos.- dijo, como un amo dando una orden a sus perros. Se acercó no sin esfuerzo hasta mí. -Vaya, ¿así que no recuerdas nada? Pobre, me das lástima, porque yo tampoco se quien eres tú.-
Era un hombre ya mayor, oculto tras una capucha, pero al acercarse y desde mi posición más baja pude ver algo, un rostro casi decrepito, lleno de arrugas.
-No sabía que el gran Flamel tuviera un hijo, ¡encima un hijo de elfa! Qué asco me dan esas orejas, qué asco me daba Flamel, mira que buscarse a una furcia "besa-árboles"...- decía con desprecio. -En fin, el viejo murió, al final gané yo, he vivido más que él, y viviré más que su hijo. Ya he dicho suficiente, es todo vuestro, pero quiero una de sus feas orejas, como recuerdo.- y dejó pasar a sus vasallos mientras reía.
-¡Espera! ¡Merezco respuestas!- grité mientras trataba de alzarme, me daba igual dejar de fingir, esto me superaba, no soportaba que se me escapara. -¿¡Por qué!?- seguía gritando, furioso, ya en pié. Él se volteó un instante más, mientras los otros dos volvían a preparar sus armas.
-Porque ya había esperado demasiado, demasiado tiempo... ahora vuelve a tumbarte y muere sin hacer ruido, como hizo tu padre.- y dicho esto se marchaba, creo que veía un caballo al fondo, no podía permitir que huyera. Miré un instante al suelo, tratando de calmarme, pero simplemente no podía, no podía dejarlo ir, le miré de nuevo y ya estaba subiendo al caballo. Pateé con todas las fuerzas que me quedaban al más menudo de los dos y eché a correr hacia el viejo que se me escapaba, pero el bruto gigante me agarró del pescuezo, sentía mi cuerpo separado del suelo, y tras un breve zarandeo, me tiró al barro.
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
El elfo se tumbó en mitad del estrecho camino y se hizo un silencio solo roto por los sonidos normales de una naturaleza ajena a lo que aquel pequeño grupo se estaba jugando en aquellos momentos. Apostarse la vida de una persona con tan poca información sobre aquellos enemigos hacía que el corazón de la peliblanca latiera desbocado sin poder evitarlo y que se mordiera el labio inferior ligéramente de forma inconsciente. Trataba de mantenerse centrada y pensar en que no estaba sola si no con Alanna, también en que contaban con ventaja y todo debería salir bien pero ni siquiera esos positivos pensamientos lograba sacudirse los nervios de encima mientras esperaba oculta entre árboles y plantas al lado opuesto del camino que la guardia. No era para menos,ya que, por si el riesgo no fuera poco, Jericó había decidido aumentarlo al querer hablar con aquellos tipos antes de hacer saltar la trampa, sacarles algo de información sobre lo ocurrido y sobre sí mismo aprovechándose de la confianza que mostrarían ante un enemigo al que creerían vencido, en teoría. Níniel no se opuso aunque le pareciese tensar demasiado la cuerda, era su decisión, esperaba que supiese lo que hacía y que no acabara pagando con su futuro el intento de recuperar su pasado.
Su amiga tenía un arco, el primer disparo y la señal para actuar lo daría ella, en cuanto a Níniel, tenía la opción de intentar lanzar las dagas a modo de arma arrojadiza pero no tenía la habilidad suficiente como para asegurarse de que su lanzamiento sería certero por lo que confiaba más en su bastón y en su destreza para moverse entre la vegetación sin hacer ruido para lograr un golpe incapacitador. Apretó su báculo entre las manos con fuerza hasta que sus nudillos se pusieron blancos y rogó mentalmente a sus dioses por protección y buena fortuna ante lo que iba a ocurrir. Puede que aquello no fuera Terpoli, pero en cualquier situación la ayuda de los grandes poderes nunca estaba de más. El ruido de un andar pesado, descuidado y ruidoso sobre la alfombra de hojarasca y ramitas del camino la sacó de sus oraciones y la aprestó para la acción.
Por la disposición violenta del más corpulento de aquellos sujetos, un gigantón con armadura y un aspecto y una voz tan amenazantes como la presencia de un oso o casi, Níniel sospechó que poco iba a poder sacarles Jericó antes de que descargara su gran maza contra él y que no debían esperar ni un instante más para actuar o perderían al elfo de una forma horrible. Pero contra todo pronóstico, el hombre que cerraba la marcha de aquellos bribones si que parecía dispuesto a hablar, un poco más al menos. Sus palabras estaban llenas de desprecio hacia un tal Flamel, el padre de Jericó según el anciano, dejando claro también que los elfos no le caían precisamente bien. "¿Un brujo quizá?". Solo los brujos mostraban de manera general un odio tan exacerbado hacia el pueblo de los bosques, pero era pronto para descartar otras opciones, asuntos personales, humano...La conversación no se prolongó mucho más y llegó la hora de ocuparse de los criminales.
Níniel salió de entre los matorrales con el bastón preparado para asestar un golpe y con una extrañas ganas de gritar en el proceso. De los tres objetivos pensó que debía de ocuparse primero del posible brujo, pues de serlo su ancianidad no hacía si no volverlo más peligroso, o del grandullón pues quizá una flecha de Alanna no pudiese atravesar su coraza y además era el más cercano a herir a Jericó. Finalmente se decantó por golpear al enlatado. Descargó su bastonazo directamente sobre su cabeza pero aquel tipo no era un mero grandullón pura apariencia, superó rápidamente la sorpresa de la aparición por el flanco de la peliblanca e interpuso su acorazado brazo para detener el golpe permitiéndose el lujo de emitir un sonido de superioridad, sonido que al instante se convirtió en un alarido de dolor. Y es que Níniel sabía que en cuestión de fuerza no era ninguna autoridad y había bendecido su propia arma con su magia para que el golpe no fuera ninguna nimiedad. Con el brazo roto, dolorido, sorprendido y desprotegido, el siguiente golpe de la elfa tras hacer girar el bastón sobre su cabeza fue un golpe ascendente en su barbilla que sorprendéntemente dada la diferencia de tamaños envió al enlatado al suelo totalmente fuera de combate.
Preparada para asestar otro golpe si fuera necesario Níniel volvió a alzar el bastón y a buscar un nuevo objetivo si es que Alanna no se había ocupado ya del resto, cosa que sin duda era más que capaz de hacer. A ver si después de aquello aquel humano arrugado se atrevía a repetir aquellas venenosas palabras sobre los elfos en presencia de la sacerdotisa.
Su amiga tenía un arco, el primer disparo y la señal para actuar lo daría ella, en cuanto a Níniel, tenía la opción de intentar lanzar las dagas a modo de arma arrojadiza pero no tenía la habilidad suficiente como para asegurarse de que su lanzamiento sería certero por lo que confiaba más en su bastón y en su destreza para moverse entre la vegetación sin hacer ruido para lograr un golpe incapacitador. Apretó su báculo entre las manos con fuerza hasta que sus nudillos se pusieron blancos y rogó mentalmente a sus dioses por protección y buena fortuna ante lo que iba a ocurrir. Puede que aquello no fuera Terpoli, pero en cualquier situación la ayuda de los grandes poderes nunca estaba de más. El ruido de un andar pesado, descuidado y ruidoso sobre la alfombra de hojarasca y ramitas del camino la sacó de sus oraciones y la aprestó para la acción.
Por la disposición violenta del más corpulento de aquellos sujetos, un gigantón con armadura y un aspecto y una voz tan amenazantes como la presencia de un oso o casi, Níniel sospechó que poco iba a poder sacarles Jericó antes de que descargara su gran maza contra él y que no debían esperar ni un instante más para actuar o perderían al elfo de una forma horrible. Pero contra todo pronóstico, el hombre que cerraba la marcha de aquellos bribones si que parecía dispuesto a hablar, un poco más al menos. Sus palabras estaban llenas de desprecio hacia un tal Flamel, el padre de Jericó según el anciano, dejando claro también que los elfos no le caían precisamente bien. "¿Un brujo quizá?". Solo los brujos mostraban de manera general un odio tan exacerbado hacia el pueblo de los bosques, pero era pronto para descartar otras opciones, asuntos personales, humano...La conversación no se prolongó mucho más y llegó la hora de ocuparse de los criminales.
Níniel salió de entre los matorrales con el bastón preparado para asestar un golpe y con una extrañas ganas de gritar en el proceso. De los tres objetivos pensó que debía de ocuparse primero del posible brujo, pues de serlo su ancianidad no hacía si no volverlo más peligroso, o del grandullón pues quizá una flecha de Alanna no pudiese atravesar su coraza y además era el más cercano a herir a Jericó. Finalmente se decantó por golpear al enlatado. Descargó su bastonazo directamente sobre su cabeza pero aquel tipo no era un mero grandullón pura apariencia, superó rápidamente la sorpresa de la aparición por el flanco de la peliblanca e interpuso su acorazado brazo para detener el golpe permitiéndose el lujo de emitir un sonido de superioridad, sonido que al instante se convirtió en un alarido de dolor. Y es que Níniel sabía que en cuestión de fuerza no era ninguna autoridad y había bendecido su propia arma con su magia para que el golpe no fuera ninguna nimiedad. Con el brazo roto, dolorido, sorprendido y desprotegido, el siguiente golpe de la elfa tras hacer girar el bastón sobre su cabeza fue un golpe ascendente en su barbilla que sorprendéntemente dada la diferencia de tamaños envió al enlatado al suelo totalmente fuera de combate.
Preparada para asestar otro golpe si fuera necesario Níniel volvió a alzar el bastón y a buscar un nuevo objetivo si es que Alanna no se había ocupado ya del resto, cosa que sin duda era más que capaz de hacer. A ver si después de aquello aquel humano arrugado se atrevía a repetir aquellas venenosas palabras sobre los elfos en presencia de la sacerdotisa.
Níniel Thenidiel
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
La conversación de bajo inició con una amenaza, el tipo cogió a Jericó del cuello, y mantuvieron una charla de la que la chica o estaba demasiado convencida, quería actuar, pero no podía hasta que no fuera necesario, lo había prometido. Escuchó atenta, mientras apuntaba con el arco. La flecha recta, la cuerda tensa, su respiranción lenta, las manos secas, los músculos tensos, y, al contrario de lo que muchos pensaban, ambos ojos abiertos.
Si se cerraba un ojo se perdia visión, debían estar ambos fijos, debían estar centrados, si era necesario, fijarse primero en la punta de la nariz y apuntar con ella como punto exato. No permitía que siquiera el viento, o los mechones sueltos la molestasen, no se permitía sentir cosquillas, ni picor en la garganta, no se permitía aumentar siquiera la resiración, al contrario, intentaba bajar sus pulsaciones, estar cuanto más tranquilo, mejor.
Al final, no pudo más, debía actuar, por muy tranquila que intentara estar, no podía dejar que le tocaran un solo pelo al chico, por ello, dejó ir la flecha, interponiendola por un hueco que había entre el elfo y la figura enlatada, dio la señal. La confusión fue una buena baza. Cargó de nuevo su arco con presteza y disparó una nueva saeta, esta dirigida al tipo que había algo más alejado.
Era bastante normalucho, no parecía ni demasiado fuerte ni demasiado dévil, aunque estaba claro que iba mal de rapidez, y eso era algo que Alanna sabía aprovechar, no podía combatir cuerpo a cuerpo en terreno embarrado, pero si desde el árbol. La saeta voló y se clavó en el tipo, volvió a cargar, el chico ahora estaba privado de una de sus piernas, más lento, más confuso, no era necesario apuntar demasiado. Otra flecha, un hombro, y, aprovechando la distracción que el dolor le provocaba, una última, que le atravesó el cuello.
Bajó del árbol para hacer frente al tipo enlatado al que Niniel debía distraer, y lo hizo a tiempo de ver como la elfa le daba un tremendo bastonazo al tipo, dejandolo K.O. La guarda se acercó a la elfa con ojos abiertos, sorprendidos, murmurando un "vaya...." sorprendido. ¿Cuando había aprendido a hacer eso? era... increible, ese bastonazo era mucho más fuerte de lo que ella podría haber podido golpear.
- Vaya eso ha sido.... vaya....- murmuró.Sin embargo, cuando el tipo tuvo un pequeño espasmo, Alanna volvió a la realidad, era hora de salir por patas.- vamos vamos, antes de que venga el otro, al caballo.- apremió en murmullos emprendiendo la marcha.
Se adentró por el lado por eñ que habían entrado al claro, pero pronto se detuvo, para dejar pasar antes a los elfos, ese era su terreno, si la seguían a ella, acabarían aun más metidos en la boca del lobo. Dejaría que los elfos subieran a Juvia, ella podía correr bastante como para alejarse de allí sin problemas, pero los otros dos no tenían su velocidad, aunque visto lo visto, de Niniel ya se esperaba cualquier cosa.
Siguió corriendo, observando todo el tiempo a sus espaldas, sin lograr ver a nadie tras ellos, sabía que, al menos uno, sería imposible que los siguiera, ella misma se había ocupado de ello, pero los otros... el viejo, sobretodo, le preocupaba, sería un anciano, pero la experiencia daba poder, y el poder, causaba miedo, tal vez por esa razón esos dos tipos estaban al sevicio del viejo. No lo sabía, pero, de momento, hasta poder recopilar más información, lo mejor era, sin duda, salir de allí por patas.
Si se cerraba un ojo se perdia visión, debían estar ambos fijos, debían estar centrados, si era necesario, fijarse primero en la punta de la nariz y apuntar con ella como punto exato. No permitía que siquiera el viento, o los mechones sueltos la molestasen, no se permitía sentir cosquillas, ni picor en la garganta, no se permitía aumentar siquiera la resiración, al contrario, intentaba bajar sus pulsaciones, estar cuanto más tranquilo, mejor.
Al final, no pudo más, debía actuar, por muy tranquila que intentara estar, no podía dejar que le tocaran un solo pelo al chico, por ello, dejó ir la flecha, interponiendola por un hueco que había entre el elfo y la figura enlatada, dio la señal. La confusión fue una buena baza. Cargó de nuevo su arco con presteza y disparó una nueva saeta, esta dirigida al tipo que había algo más alejado.
Era bastante normalucho, no parecía ni demasiado fuerte ni demasiado dévil, aunque estaba claro que iba mal de rapidez, y eso era algo que Alanna sabía aprovechar, no podía combatir cuerpo a cuerpo en terreno embarrado, pero si desde el árbol. La saeta voló y se clavó en el tipo, volvió a cargar, el chico ahora estaba privado de una de sus piernas, más lento, más confuso, no era necesario apuntar demasiado. Otra flecha, un hombro, y, aprovechando la distracción que el dolor le provocaba, una última, que le atravesó el cuello.
Bajó del árbol para hacer frente al tipo enlatado al que Niniel debía distraer, y lo hizo a tiempo de ver como la elfa le daba un tremendo bastonazo al tipo, dejandolo K.O. La guarda se acercó a la elfa con ojos abiertos, sorprendidos, murmurando un "vaya...." sorprendido. ¿Cuando había aprendido a hacer eso? era... increible, ese bastonazo era mucho más fuerte de lo que ella podría haber podido golpear.
- Vaya eso ha sido.... vaya....- murmuró.Sin embargo, cuando el tipo tuvo un pequeño espasmo, Alanna volvió a la realidad, era hora de salir por patas.- vamos vamos, antes de que venga el otro, al caballo.- apremió en murmullos emprendiendo la marcha.
Se adentró por el lado por eñ que habían entrado al claro, pero pronto se detuvo, para dejar pasar antes a los elfos, ese era su terreno, si la seguían a ella, acabarían aun más metidos en la boca del lobo. Dejaría que los elfos subieran a Juvia, ella podía correr bastante como para alejarse de allí sin problemas, pero los otros dos no tenían su velocidad, aunque visto lo visto, de Niniel ya se esperaba cualquier cosa.
Siguió corriendo, observando todo el tiempo a sus espaldas, sin lograr ver a nadie tras ellos, sabía que, al menos uno, sería imposible que los siguiera, ella misma se había ocupado de ello, pero los otros... el viejo, sobretodo, le preocupaba, sería un anciano, pero la experiencia daba poder, y el poder, causaba miedo, tal vez por esa razón esos dos tipos estaban al sevicio del viejo. No lo sabía, pero, de momento, hasta poder recopilar más información, lo mejor era, sin duda, salir de allí por patas.
Alanna Delteria
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Todo sucedió demasiado rápido, la acción se desarrolló antes de que pudiera alzarme del suelo. Una saeta impactó sobre el más alejado de los dos matones, pero el grandullón estaba delante de mí, justo cuando apareció Nin, descargando un golpe con su bastón. El enlatado lo paró con su brazo, pero pareció dolerle demasiado, -"¿Cómo golpea tan fuerte? No lo aparenta..."- y acto seguido volteó su bastón y atizó de nuevo al grandullón, esta vez en la barbilla, un golpe ascendente que lo dejó en el suelo, para el arrastre. Era impresionante lo grácil que se movió y lo increíblemente fuerte que golpeó.
Cuando el gigantón cayó entonces vi que el de detrás también había caído, tres flechas tenía en su cuerpo, menuda puntería tenía la chica, que ya estaba ahí parada, tan perpleja como yo de lo que acababa de hacer Nin. Pero algo llamó su atención, y es que el tipo grande seguía vivo, nos dio prisas para salir por patas de allí, aunque yo aún seguía algo ido tras el meneo.
Seguía a las chicas, no sin dejar de mirar atrás, no podía creer que se me fuera a escapar aquél tipejo que tantas respuestas me debía, quería volver, pero sabía que no podía, ya había arriesgado demasiado. Nin nos guió hasta el caballo, y subimos los dos, la otra chica iría a pie, ya había visto que era rápida, pero ¿podría seguir el ritmo de un caballo? No era momento para pararse a pensar, así que yo solo me limité a montar, aferrándome a lo que pude para no caer, estaba débil, sentía que la fiebre estaba empeorando, ni siquiera me fijé en que me agarré a Nin.
No se cuanto tiempo estuvimos huyendo, pero cuando volví en mí y miré a mi alrededor ya estábamos en lo que parecía ser un camino embarrado, la yegua ya no corría como antes, más bien iba al trote, y el cielo parecía despejado. Al frente podía verse lo que parecían ser unas murallas, una ciudad, bastante grande además.
Cuando el gigantón cayó entonces vi que el de detrás también había caído, tres flechas tenía en su cuerpo, menuda puntería tenía la chica, que ya estaba ahí parada, tan perpleja como yo de lo que acababa de hacer Nin. Pero algo llamó su atención, y es que el tipo grande seguía vivo, nos dio prisas para salir por patas de allí, aunque yo aún seguía algo ido tras el meneo.
Seguía a las chicas, no sin dejar de mirar atrás, no podía creer que se me fuera a escapar aquél tipejo que tantas respuestas me debía, quería volver, pero sabía que no podía, ya había arriesgado demasiado. Nin nos guió hasta el caballo, y subimos los dos, la otra chica iría a pie, ya había visto que era rápida, pero ¿podría seguir el ritmo de un caballo? No era momento para pararse a pensar, así que yo solo me limité a montar, aferrándome a lo que pude para no caer, estaba débil, sentía que la fiebre estaba empeorando, ni siquiera me fijé en que me agarré a Nin.
No se cuanto tiempo estuvimos huyendo, pero cuando volví en mí y miré a mi alrededor ya estábamos en lo que parecía ser un camino embarrado, la yegua ya no corría como antes, más bien iba al trote, y el cielo parecía despejado. Al frente podía verse lo que parecían ser unas murallas, una ciudad, bastante grande además.
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Aquellos esbirros resultaron no ser tan problemáticos como Níniel se había temido, bastaron un par de golpes y unas flechas bien dirigidas para que dejaran de suponer un problema sin dejarles tiempo ni para reaccionar siquiera. Sin embargo pronto quedó claro que podrían librarse de decenas como aquellos lacayos de poca monta y seguirían en grave peligro, tan pronto como quedó claro que ver caer a aquel par de acompañantes y estar rodeado de enemigos con ventaja en su número y posición no inquietó en lo más mínimo a aquel anciano. La figura encapuchada se limitó a retroceder unos pasos de forma calmada y sin mover un dedo por ninguno de sus compañeros esbozó una mueca de desagrado, como la de un noble que viese desde la balconada dorada de su mansión las idas y venidas de la gente común disfrutando de su privilegiada posición y disgustado por que los comunes no fueran más refinados.Cualquier idea sobre reducirlo él también y quizá obligarlo a confesar hasta la última palabra sobre lo ocurrido en aquel bosque se esfumó con aquella mueca que causó que Níniel sintiera un escalofrió por todo su cuerpo y no dudase ni un instante en hacer caso a Alanna y salir de allí tan rápido como fuera posible, si es que podían.
Corrió y corrió tras Alanna con la opresiva sensación de que en cualquier momento sería víctima de un potente ataque o se encontraría con el motivo de aquella mueca enmarcada de arrugas sin que llegase a pasar nada, lo cual resultaba extrañamente incluso peor, como quien sabe que un golpe llegará tarde o temprano pero aún no llega. La peliblanca había oído como aquel anciano quería matar a Jericó por temor a ser delatado, no dejaría que escaparan de forma sencilla y algo debía de tramar pero aún así la elfa continuó corriendo sin echar la vista atrás, un trecho más tras Alanna y luego delante de los demás para tomar la mejor ruta posible entre los árboles tanto a pié como después sobre Juvia. Un giro inesperado, una raíz no vista a tiempo y ocurriría una desgracia, por suerte con Alanna cerca la yegua se mostraba mucho más obediente siendo más fácil guiarla entre la foresta. Solo cuando salieron de la espesura hasta la planicie Níniel se atrevió a mirar atrás y respiró aliviada al ver que nadie les seguía y que todos estaban bien, o al menos sin ninguna herida más aunque tanto movimiento no le había hecho ningún bien a Jericó que se agarraba febril a la sacerdotisa para no caerse de la silla, podía notar su cuerpo arder allí donde el contacto entre ambos era más estrecho. Lunargenta estaba cerca, tendría que aguantar un poco más y allí le atenderían sin riesgo de que un viejo loco les persiguiera. Poco a poco la elfa fue instando a Juvia a reducir la velocidad.
-Está ardiendo, le ha exigido demasiado a un cuerpo aún muy débil. Debemos llegar tan rápido como podamos a la ciudad. ¿Puedes seguir a pié Alanna?. Podemos cambiar cuando quieras y así descansas-
Le ofreció la elfa a la humana mientras tomaba una de las manos de Jericó entre una de las suyas y comenzaba a sanarlo una vez más para ayudarle a combatir la fiebre y sus causas sin detenerse. Durante todo aquel tiempo Níniel no podía dejar de pensar que escapar del bosque había sido demasiado fácil ni de tener un muy mal presentimiento sobre ello. Muy posiblemente no sería la última vez que supiera sobre aquel anciano, especialmente si permanecía cerca de aquel misterioso elfo de cabello rubio.
Corrió y corrió tras Alanna con la opresiva sensación de que en cualquier momento sería víctima de un potente ataque o se encontraría con el motivo de aquella mueca enmarcada de arrugas sin que llegase a pasar nada, lo cual resultaba extrañamente incluso peor, como quien sabe que un golpe llegará tarde o temprano pero aún no llega. La peliblanca había oído como aquel anciano quería matar a Jericó por temor a ser delatado, no dejaría que escaparan de forma sencilla y algo debía de tramar pero aún así la elfa continuó corriendo sin echar la vista atrás, un trecho más tras Alanna y luego delante de los demás para tomar la mejor ruta posible entre los árboles tanto a pié como después sobre Juvia. Un giro inesperado, una raíz no vista a tiempo y ocurriría una desgracia, por suerte con Alanna cerca la yegua se mostraba mucho más obediente siendo más fácil guiarla entre la foresta. Solo cuando salieron de la espesura hasta la planicie Níniel se atrevió a mirar atrás y respiró aliviada al ver que nadie les seguía y que todos estaban bien, o al menos sin ninguna herida más aunque tanto movimiento no le había hecho ningún bien a Jericó que se agarraba febril a la sacerdotisa para no caerse de la silla, podía notar su cuerpo arder allí donde el contacto entre ambos era más estrecho. Lunargenta estaba cerca, tendría que aguantar un poco más y allí le atenderían sin riesgo de que un viejo loco les persiguiera. Poco a poco la elfa fue instando a Juvia a reducir la velocidad.
-Está ardiendo, le ha exigido demasiado a un cuerpo aún muy débil. Debemos llegar tan rápido como podamos a la ciudad. ¿Puedes seguir a pié Alanna?. Podemos cambiar cuando quieras y así descansas-
Le ofreció la elfa a la humana mientras tomaba una de las manos de Jericó entre una de las suyas y comenzaba a sanarlo una vez más para ayudarle a combatir la fiebre y sus causas sin detenerse. Durante todo aquel tiempo Níniel no podía dejar de pensar que escapar del bosque había sido demasiado fácil ni de tener un muy mal presentimiento sobre ello. Muy posiblemente no sería la última vez que supiera sobre aquel anciano, especialmente si permanecía cerca de aquel misterioso elfo de cabello rubio.
Níniel Thenidiel
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
Dejó que los demás la adelantasen, notaba como Jericó se veía cada vez más y más débil, debían alcanzar Lunargenta cuanto antes. Las ramas les daban en la cara, las raices de los árboles lo hacían saltar, las gotas de la pasada lluvia les mojaban el pelo y la chica había guardado el arco y desenvainado su espada, preparada para un poible ataque.
La carrera la dejaba sin aliento, pero podía aguantar largo rato sin problemas, si no tenían que luchar, podría llegar a Lunargenta siguiendo el ritmo de Juvia relativamente cerca. no creía poder correr tan rápido como un caballo, pero al menos si seguirle el paso algo rezagada. Llegaron a Juvia y ambos elfos tomaron montura.
Alanna aprovechó para tomar aire, sin dejar de observar a sus espaldas, esperaba ver aparecer al anciano en cualquier momento, lo temía más a él que a cualquier mercenario. "Ojala estuvieran aquí Eltrant o Elwen, entre la puntería de una y la resistencia del otro no tendríamos nada que temer" pensó la chica, a la espera de emprender la carrera.
En ese momento escuhcó la voz de Niniel, llamando su atención. Jericó estaba ardiendo, definitivamente, debían darse prisa, toda la que pudieran. No le importaba ir a pie, e, incluso, quedarse sola mientras fueran por camino marcado, lo primordial era llegar pronto al hospital.
- Tranquila, yo puedo, demonos prisa.- comentó dandole una palmada a Juvia en los cuartos traseros, haciendola empezar a correr.
A medida que avanzaban, quedó claro que no les perseguía nadie, no escucaba pasos, hojas, o sonido alguno a parte de su propia respiración pesada, causada por mantener la marcha del animal, y el trote de este por el camino, que, al acercarse a la ciudad, se había vuelto empedrado.
Las murallas se elevaban frente a los viajeros, y las puertas se abrieron a su paso. Hizo detenerse a Juvia, y moverse a paso más lento, tirando de sus riendas, luego la llevaría a que la mirasen, no quería que con esa carrera se hubiera herido las patas de alguna forma, y más teniendo en cuenta que llevaba a dos personas sobre ella, que a pesar de ser elfos, pesaban lo suyo.
Poco a poco, revisando cada poco al elfo, los guió hasta el hospital, donde las enfermeras al ver llegar al elfo, se apresuraron a atenderlo. Habían llegado a tiempo, el chico estaba a buen recaudo, y Juvia parecía bien, cansada, tanto como Alanna, pero bien al fin y al cabo. Sabía que tendría que volver allí, a hacer unas cuantas preguntas, pero no le importaba, mejor era eso que nada, además, ella también necesitaba que la atendieran, le dolía un poco el tobillo tras la carrera, esperaba no haberse hecho un esguince. Además, quería que le revisaran el hombro, se le hacía extraño que hubiera desaparecido su marca, aun habiendo escuchado la explicación de Niniel.
- Gracias por todo Nin, perdona, siempre te meto en lios, pero no se que sería de mi si no me hubieras ayudado siempre. Te debo mucho.- agradeció- voy al herrero a que mire a Juvia, quiero asegurarme de que están bien sus pezuñas, luego volveré a ver al elfo, tu ve a descansar, te lo tienes más que merecido.- comentó antes de marcharse hacia el herrero, estornudando a los pocos pasos.
Vaya, se había constipado.
La carrera la dejaba sin aliento, pero podía aguantar largo rato sin problemas, si no tenían que luchar, podría llegar a Lunargenta siguiendo el ritmo de Juvia relativamente cerca. no creía poder correr tan rápido como un caballo, pero al menos si seguirle el paso algo rezagada. Llegaron a Juvia y ambos elfos tomaron montura.
Alanna aprovechó para tomar aire, sin dejar de observar a sus espaldas, esperaba ver aparecer al anciano en cualquier momento, lo temía más a él que a cualquier mercenario. "Ojala estuvieran aquí Eltrant o Elwen, entre la puntería de una y la resistencia del otro no tendríamos nada que temer" pensó la chica, a la espera de emprender la carrera.
En ese momento escuhcó la voz de Niniel, llamando su atención. Jericó estaba ardiendo, definitivamente, debían darse prisa, toda la que pudieran. No le importaba ir a pie, e, incluso, quedarse sola mientras fueran por camino marcado, lo primordial era llegar pronto al hospital.
- Tranquila, yo puedo, demonos prisa.- comentó dandole una palmada a Juvia en los cuartos traseros, haciendola empezar a correr.
A medida que avanzaban, quedó claro que no les perseguía nadie, no escucaba pasos, hojas, o sonido alguno a parte de su propia respiración pesada, causada por mantener la marcha del animal, y el trote de este por el camino, que, al acercarse a la ciudad, se había vuelto empedrado.
Las murallas se elevaban frente a los viajeros, y las puertas se abrieron a su paso. Hizo detenerse a Juvia, y moverse a paso más lento, tirando de sus riendas, luego la llevaría a que la mirasen, no quería que con esa carrera se hubiera herido las patas de alguna forma, y más teniendo en cuenta que llevaba a dos personas sobre ella, que a pesar de ser elfos, pesaban lo suyo.
Poco a poco, revisando cada poco al elfo, los guió hasta el hospital, donde las enfermeras al ver llegar al elfo, se apresuraron a atenderlo. Habían llegado a tiempo, el chico estaba a buen recaudo, y Juvia parecía bien, cansada, tanto como Alanna, pero bien al fin y al cabo. Sabía que tendría que volver allí, a hacer unas cuantas preguntas, pero no le importaba, mejor era eso que nada, además, ella también necesitaba que la atendieran, le dolía un poco el tobillo tras la carrera, esperaba no haberse hecho un esguince. Además, quería que le revisaran el hombro, se le hacía extraño que hubiera desaparecido su marca, aun habiendo escuchado la explicación de Niniel.
- Gracias por todo Nin, perdona, siempre te meto en lios, pero no se que sería de mi si no me hubieras ayudado siempre. Te debo mucho.- agradeció- voy al herrero a que mire a Juvia, quiero asegurarme de que están bien sus pezuñas, luego volveré a ver al elfo, tu ve a descansar, te lo tienes más que merecido.- comentó antes de marcharse hacia el herrero, estornudando a los pocos pasos.
Vaya, se había constipado.
Alanna Delteria
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Re: Petricor al despertar [Libre - Completo] CERRADO
+1 Punto de habilidad pasiva de Alquimia para Níniel.
+1 Punto de habilidad pasiva Conocimiento Antiguo para Alanna.
Ambas son antiguas en el foro y conocen los procedimientos.
+1 Punto de habilidad pasiva Conocimiento Antiguo para Alanna.
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Rad
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