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Mensaje  Gerrit Nephgerd Miér Oct 21 2015, 10:35

-Te juro que nunca me ha pasado algo así.- Le dije con un tono de suplica a la chica con la que estaba en la cama. – No entiendo que ha podido pasar.- Estaba tan nervioso que no podía dejar de resoplar por cada palabra que decía.

-Tranquilo.- Dijo me contestó con una voz que pretendía sonar cariñosa pero que en realidad sonaba como si le estuvieran hablando a un perro mal herido. – No pasa nada. Mañana lo podemos volver a intentar.-

-¡No!- Grité elevando mi tono mi tono de voz. Me puse encima de la chica apretando sus pechos contra mi torso y besando su cuello con pasión mezclada con cierto punto de violencia. No podía aceptar que había tenido un gatillazo. No podía aceptarlo. Que no se me levantase era como si un herrero fuera alérgico al hierro; algo totalmente incomprensible.

Tuve que dejarlo. Por mucho que me esforzase mi polla no iba a levantarse. Abandoné la casa de la chica y me fui a dar uno de mis paseos nocturnos para clamar mi ira y mis pensamientos. ¿Qué me podría haber pasado? Dos días atrás me había tirado a la camarera de aquella taberna en Baslodia sin ningún problema; cualquiera menos de unos diez metros a la redonda podría haber escuchado nuestros gritos.

-¿Me habré enamorado de la taberna y ahora mi polla no me permitía acostarme con ninguna otra?- Pensé en voz alta más para no aceptar mi impotencia que por otra cosa. –Imposible, ni siquiera recuerdo su nombre.- Algo había pasado en esos dos días que me había puesto nervioso y por eso no se me podía levantar. ¡Sí, eso era! Tenía que ser eso. ¿Pero el qué? En esos dos días la suerte me había sonreído. Cerveza gratis, unos pocos aeros y una bonita daga, todo por ayudar a un par de hermanos idiotas. Entonces… -¡MALDICIÓN!- Grité en medio de la noche a la vez que daba una patada a una piedra.

-Gerrit, por fin te he encontrado.- Sonó a mi espalda una voz conocida. Era la famosa camarera que me hizo mi última gran noche.

-Ah, eres tú.- Contesté sin ocultar mi malhumor. - ¿Qué quieres?-

-No sé como decírtelo pero… Mi padre….- Parecía hablar más nerviosa que yo cuando me disculpe con la chica de aquella noche. - Contrató a unos brujos para que maldijesen a todo hombre que tuviera sexo en mi cuarto.- La última frase la dijo muy rápido como si quisiera deshacerse rápidamente de esas palabras.

Sin pensarlo, cogí mi nueva daga, la Rompe Corazones (un nombre muy apropiado para aquel momento) y puse su filo sobre el lindo cuello de la camarera. -Más vale que te expliques mejor o lo pagarás.-

-Gerrit…- Se le cayeron unas lágrimas de los ojos mientras suplicaba que no le hiciera daño. Si tenía que elegir entre que se levante mi polla y su vida, ambos sabíamos muy bien qué tenía más probabilidades de ganar. -Por favor… No ha sido culpa mía… Ha sido mi padre… Él pago a los brujos para que hicieran la mariposa…- ¡ESO ERA! La maldita mariposa. La chica dijo que había visto un tatuaje de una mariposa en mi ingle cuando nos estamos desnudando. Por eso no podía empalmarme.

-¡Fuera!- Le di un fuerte empujón a la camarera. – Largo de aquí y dile a tu padre de mi parte que cuide de que lo que beba es cerveza y no otra cosa.-

La camarera, entre lágrimas, se fue de corriendo hacia su hogar en el piso superior de la taberna donde vivía. Ya estaba harto de ella, de la mariposa y de su maldito padre. Apreté los puños con la intención de contener toda la ira que estaba acumulando y no freír de un calambrazo a la camarera mientras seguía corriendo. Ganas no me faltaban de hacerlo. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan enfadado. Podría hacer cualquier cosa sin importarme qué consecuencias podía tener. Si no la hubiera matado en aquel momento era, simplemente, porque la guardia me había encontrado al día siguiente y me habría ejecutado en medio de la plaza mayor.

Salí corriendo. Corrí hacia fuera de la ciudad, hacia el bosque. Corrí y corrí tan rápido como pude. Quería dejar atrás a la camarera, a la mariposa y a mi propia polla. Corrí y seguí corriendo. Era una de esas oscuras noches sin luna, pero eso no me importaba para no seguir corriendo. Para poder ver en la oscuridad, en pequeños lapsus de tiempo, lanzaba relámpagos al aire solo para iluminarme el tiempo suficiente y poder esquivar los árboles del bosque. No iba a dejar de correr hasta que desapareciese para siempre la maldita mariposa.


Offrol: la maldición de la mariposa es cortesía de Fehu por el evento: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


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Mensaje  Erza Miér Oct 21 2015, 12:20

Aquella noche di brincos nerviosos en mi pequeño nido, el bosque me quería decir algo y yo no sabía que podía ser, y me lo transmitía a través de los sueños.
Soñé con mi padre, y hacía años que no lo hacía, estaba ahí, conmigo, en la entrada a nuestra casa del árbol, traía savia de nogal para merendar porque sabía que me encantaba con pan y mermelada de arándanos, era todo tan real, tan…de verdad, que no pude resistirme y abracé a mi padre, con una sonrisa de extrema felicidad en el rostro, invitando a las lágrimas que saliesen de mis ojos y me inundaran los mofletes-Papa yo…tengo tantas cosas que contarte que ahora no me sale nada-le dije así, solo quería abrazarle, las preguntas ya vendrían después-sabía que no estabas muerto, pero nadie me creyó en la aldea-me golpee en el pecho-yo nunca te deje papa-me costaba respirar porque estaba nerviosa, mas que nerviosa, anonadada.
-Erza ten cuidado-fue lo único que me dijo mi padre y desapareció convertido en miles de cuervos negros que emitían un sonido aterrador, graznaban como locos buscando la muerte como unos desesperados.
-PAPA DILES QUE SE VAYAN!!!-me agaché en el suelo, y me tapé la cabeza con las manos, para que aquellas asquerosas aves no llegaran a picarme-papa diles que se vayan…-fue lo último que recuerdo de aquel sueño, acto seguido me levanté.
-AAAAAAH!-me levanté y miré hacia arriba, buscando cuervos en plena oscuridad de la noche, al no ver nada me llevé la manta hacia arriba y me tapé con ella-que cojones ha sido eso…-estaba temblando como una chiquilla y por si fuera poco tenía la piel erizaba por el malestar generado que tenía en el cuerpo, me levanté de la cama y fui a buscar mi bota de agua, echándome agua en la cabeza, mojándome la cabellera negra-papa se fue…se fue hace mucho y no volverá Erza…los brujos lo mataron-intenté llegar a una conclusión de aquel sueño yo sola, pero aun en mi interior seguía pensando que mi padre seguía con vida, porque un sueño tan nítido no podía ser obra de los dioses élficos.
Me quedé de pie un momento y miré mi pequeño campamento, un pequeño saquito de dormir, un neceser con mis cosas, una mochila con una muda de cambio y un fuego humilde que daba calor a todas las criaturas que estuvieran cerca de él.
Metí la mano en la mochila y saqué una pipa de madera, miré los orificios y me aseguré de que estaba limpia, me senté en el saquito y la llené de hierba para fumar-papa no veía con buenos ojos esto…-dije sonriendo, en mi aldea se solía utilizar la hierba para tratamientos médicos, curas y bebedizos milagrosos, pero no para fumar, ya que normalmente la hierba te relajaba hasta un punto cósmico y te dejaba pensar sin que los nervios te atenazaran, y además te dejaba dormir.
-“Oh señor, tráeme un pequeño barco y sácame de las Islas….-dije cantando mientras cargaba la pipa-llévame a conocer princesas y a luchar contra dragones…-tras cantar me llevé la pipa a los labios y con una ramita prendida en fuego la encendí, dado unas profundas caladas, soltando el humo blanco y denso por la nariz y la boca-oh si…-dije con los ojos cerrados, flipando un poco por los cambios que empezaba a hacer la hierba en mi conducta. Fumé una calada más y otra y otra…
-Que cojones…-empecé a escuchar ruidos en el bosque, que se podían interpretar como movimientos de oso, o de cualquier bestia parda con muy mala ostia, me levanté y miré mi campamento, saqué el arco y las flechas y me coloqué la capa para taparme la cabeza y las orejas puntiagudas, porque no sabía lo que me encontraría, me acerqué al primer árbol que tenía cerca y empecé a escalar, escondiéndome en una de las copas de estos árboles, cargando el arco, lista para disparar, o no tan lista.
“Has tenido que venir a joder cuando estaba fumada, llevo 5 horas en plenas facultados físicas y psíquicas y vienes ahora joder?”-me estaba cagando en la madre que parió al oso-“Erza, es un oso, es una criatura del bosque, no quiere hacernos daño, él no sabía que ibas a estar fumada”-al ser una amante de la naturaleza se me hacía imposible cargar las culpas contra cualquier animal-“Si ves que viene déjale que coma algo y le espantas tirando un par de flechas al tronco de un árbol”-me dije a mí misma, dándole al oso una gran oportunidad de llenar su tripa y de escapar con vida."
Pero no dejé que mi amor por los animales se pusiera en mi contra, sabía que los animales eran almas salvajes, y por lo tanto, defenderían su tierra porque era yo la que me estaba aprovechando del cobijo de lo árboles, así que permanecí con el arco cargado, esperando ansiosa lo que se ocultaba por ahí.
-Vamos a ver quien eres…-susurré, llena de nervios.
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Vie Oct 23 2015, 18:04

No podía concentrarme en lanzar los relámpos y en correr al mismo tiempo. A medida que continuaba el camino, el bosque se hacia más frondoso y los peligros que allí podían haber se crecieron exponencialmente. Tuve que parar, apenas un par de minutos, para coger a Suuri y meterle mi magia electrica para iluminar la cabeza. No hacía tanta luz como una antorcha pero para mí, eras más que suficiente, con esa bola de luz naciendo sobre la cabeza de mi martillo evitaría caerme de bocas por culpa de una maldita rama.

Tenía la impresión que por mucho que corriera esta noche no podría llegar a calmarme. Había dejado a una buena chica hermosa y desnuda en la cama sin haber podido hacerle nada por culpa de un idiota que cree estar ejerciendo las labores de padre. Me las iba a pagar... Y tanto que me las pagaría con intereses incluidos. Nadie podía dejarme en ridículo delante de una buena chica y vivirlo para contarlo. De haberlo tenido delante no sabría ni por donde empezar a torturarle. Al decir verdad, cualquier persona que tuviera delante me serviría para saciar mi ira. Solo necesitaba un motivo y lo torturaría hasta la muerte en medio del bosque. En las guerrillas de Samhaim, quien más disfrutaba haciendo la labor de verdugo era yo.

A la memoria se me venía la imagen de una elfa. No recordaba su nombre, tampoco me importaba. Matamos a sus padres y a la joven y preciosa elfa nos la quedamos como animal de compañía. Cada noche, entre los hombres de la rebelión (y también algunas mujeres) hacíamos turnos para que nos calentase la cama. Cuando llego mi turno tampoco se me levantó, la chica, ya demasiado usado para mi gustó, se quedó desnudo tirada en el suelo de la tienda. parecía haber aceptado su función. Por muy atractiva que fuera no podía hacer nada, ni tampoco iba a hacerlo. Era más un animal que una persona, me daba asco. Aquella fue la primera vez que no se me levantó; estar recordándolo no me hacia ningún bien.

Escuché un ruído entre las ramas de los árboles. ¿Un elfo? Tal vez, teniendo en cuenta el rencor que me tiene por mis delitos pasados no dudarían que seguiesen persiguiéndome. Como siempre, me apuntarían con un par de arcos y me pedirían que les acompañara, eran demasiados blandos para matarme.

-¡Seas quien seas baja!- Dije frenando mi carrera. Estaba furioso. Tenía ganas de descargar adrenalina sobre la cabeza de quien sea. - Te advierto que no he tenido un buen día así que, seas quien seas el que me está espiando desde ahí arriba más te vale bajar si no quieres que queme todo el bosque.- Hice una pausa por tal de escuchar cualquier otro nuevo sonido.- Soy uno de los mejores brujos de Aerandir. Si quisiera quemar el bosque, al cabo de dos segundos se convertiría en un montón de cenizas.- No era tan gran brujo como me decía, pero él no lo sabía.
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Mensaje  Erza Sáb Oct 24 2015, 15:53

Le vi aparecer al poco, iba furioso y cargado de ira, arrasaba a todo lo que tenía a su lado como si nada importara, me metí hacia dentro en la copa del árbol y le espié, con la capucha echada, no sin antes desarmarme, yo no tenía la habilidad del arco muy trabajada y si quería hacer algún movimiento tenía que estar desarmándome continuamente, así que subí en silencio hacia las ramas altas de aquel árbol, mirando detenidamente a aquel joven de cabellos dorados, tenía el rostro sereno y cautivaba porque era bello y pacífico, de hecho su rostro no expresaba lo que quería decir su cuerpo, su mirada pretendía ser calmada, pero él no permitía a su cuerpo expresar sensaciones distintas…y ahora estaba furioso, muy furioso, no sabía porque, pero si bajaba, o hacía un movimiento en falso la cosa podía ponerse muy seria.
-¡Joder!-puse mal el pie y noté como una rama seca se resquebrajaba, cayéndose al suelo con un sonoro “crack” que se oyó como mínimo en 50 km a la redonda, maldije mi torpez y me eché la capucha hasta tapar completamente mi rostro, previniéndome de cualquier ataque que pudiera lanzarme.
“Perro ladrador, poco mordedor.”-pensé detenidamente, con una sonrisita en el rostro y vi como su luz podía enfocar al menos lo suficiente para joder mi posición, pero no me amedrenté, mi naturaleza curiosa era mucho mayor que el respeto por mi propia vida y continué ahí, mirando a aquel joven pronunciar palabras obscenas y malsonantes.
- Soy uno de los mejores brujos de Aerandir.
Escuché aquello y me llevé la mano al carcaj y coloqué una flecha en el arco, apuntando más veloz de lo que un gato consigue ser, lo tenía a punto, su cabeza estaba a un solo movimiento de muñeca, lo conseguiría, lo haría, lo mataría y le cortaría la cabeza para llevarla a mi pueblo, no sería los que mataron a mi padre, pero un brujo muerto era mejor que nada, y yo no iba a aprovechar la oportunidad de hacerlo-“Por mi padre, por todos los hombres de la aldea que no regresaron, por todas las viudas y por todos los huérfanos que dejasteis…”-pensé, me temblaba el pulso de la ira y del enfado, pocas veces lograban enfadarme de aquella manera, pero si aquel brujo osaba poner el cuello entre mis manos no lo dudaría y lo apretaría hasta dejarle sin aire.
“En todos los seres humanos hay bondad Erza, el auténtico desafío es encontrarla, pero no es imposible, la luz siempre habita en todos, en mayor o menor medida, mi pequeña”-las palabras de mi madre me martilleaban la cabeza, y me debatía entre disparar o bajar el arma, pero a medida que la ira y el enfado crecía en mí, más difícil me era no dejar de apuntarle, le tenía a tan poca distancia…le tenía tan cerca.
“No eres como ellos Erza, tú no eres ninguna asesina, no se merece una flecha por la espalda, porque no eres ninguna cobarde.”-me dije a mí misma, y me obligué a bajar el arma, ¿quería verme? Lo haría, sin problemas, que me mirara a la cara y que me hiciera frente, tan gallito que era, que fuera un hombre y se atreviera a mirarme a la cara.
Me enfundé la capucha hasta arriba y respiré profundamente, no quería tener miedo, no iba a tener miedo.
Bajé de un salto al suelo y me encontré con él de frente, no iba armada, llevaba las flechas y el arco escondidas, y no iba a usarlas si no era estrictamente necesario, alcé el rostro y fijé mis verdosos ojos en su mirada, sin decir nada con las palabras, dejando que viera en mi mirada toda la rabia y el odio que le profesaba.
-No tocarás el bosque, el bosque no es el culpable de tus problemas, ni el bosque ni nadie…-dije, colocando la mano sobre el tronco del árbol en el que había estado subida-si tú no tienes respeto por el bosque ten la decencia de respetarlo por todas aquellos seres que viven en el bosque, un brujo de alto poder sabría que sin la naturaleza sus poderes no son nada-añadí, sin quitarme la capucha de la capa.
Estaba frente a él, sin mediar más palabra de lo que dije, y ambos nos quedamos en silencio, supongo que él también necesitaba su tiempo para estudiarme y saber como actuar conmigo.
-Samhaim-pronuncié finalmente, mi impulsividad me había llevado a hacerlo, y me arrepentía profundamente de lo que había dicho, pero era tal mis ganas de saber la verdad, que no me importaba nada en ese momento. Y quería con todas mis ganas que me respondiera a aquello.
Así, no me arrepentiría de matarlo.
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Mar Oct 27 2015, 21:01

Justo lo que necesitaba para clamar mi ira, una elfa gritona. Aunque no se quitase la capucha, por la forma en la que protegía “su bosque” estaba claro que era una elfa. ¿Quién sino se preocuparía tanto por unos trozos de madera? Para lo único que servía un bosque era para obtener de él el combustible que alimentaba la chimenea de cada hogar. Para nada más. No podía entender por qué los elfos o los hombres salvajes como Evelyne podían querer los bosques con tanto apego. Tan solo pensar en la inutilidad de los árboles me estaba enfureciendo más de lo que ya estaba. A decir verdad, pensar en cualquier cosa me hacía sentir más furioso y más furioso.

¡Por mí le podían dar por culo a la elfa y a sus queridos árboles! Concentré la rabia acumulada en mis puños. Apreté el mango de Suuri. Lo apreté con todas mis fuerzas para contener la rabia que tenía. “La mariposa… La maldita mariposa… lo que me faltaba era una elfa chillona.” Aunque pareciera mentira, no quería matar. Cuando dejé la rebelión me prometí que no volvería a matar a ningún elfo si no fuera por defensa propia y estaba claro que ella no iba a matarme. Elfo ladrador poco mordedor.

Entonces fue cuando dijo aquel nombre. Samhaim. ¡¿De qué lo conocía?! ¿Cómo era posible que alguien pudiera seguir acordándose de aquel maldito traidor? Oh sí, seguro que los elfos lo veneraban como los creyentes aman a esas estatuas de dioses. Para mí, Samhaim fue un traidor. Toda la revolución se fue a la mierda en el mismo momento que se folló a aquella elfa rubia. ¿Será ella? No podía dejar de pensar en la ínfima posibilidad de que fuera ella. Estaba seguro que era ella. Muy seguro. Apreté tanto el puño sobre el mango del martillo que se me resbaló y cayó al suelo con un sonoro golpe. No podía aguantarme más. El nombre de Samhaim fue la gota de colmó el vaso.

Me abalancé rápidamente hacia la elfa. Era la elfa de Samhaim. Fue por su culpa que la rebelión se fue a la mierda. Si no hubiera existido, mi maestro no se convertido en un asqueroso amantes de elfos. Pero eso tenía fácil solución. Mis manos envolvieron el cuello de la elfa descargando toda la ira que tenía acumulada en mi interior. Todo el mal que no le pude haber hecho al tabernero o a su hija se lo estaba haciendo a ella ahora. Iba a pagar por todo lo que me había pasado hoy y por todo lo malo que me pasó en la vida. De un fuerte empujón apreté su espalda contra el tronco de un árbol más cercano. No iba a usar toda mi fuerza, mi intención era matarla poco a poco, hacerla sufrir como yo he sufrido este último año lejos de mis hermanos.

De repente, al segundo de tenerla acorralada contra el árbol, su capucha cayó dejando al descubierto una larga melena morena. No era la puta de Samhaim, aquella fue rubia me acordaba muy bien de ese detalle. Aflojé su cuello hasta que mis dedos no parecieron más que una caricia en su piel.

Me quedé mirándola pensando en lo que había estado a punto de hacer. No dije ni una sola palabra de disculpa, sin embargo aquello no quería decir que no estaba arrepentido. Ahora que me fijaba, era hermosa. No era como muchas otras elfas remilgadas que visten con sus atuendos de flores y chuminadas. Ella tenía un punto salvaje que le hacía diferenciar del resto. No perdía nada por intentarlo. Lleve mi mano derecha hacia su nuca siguiendo el recorrido como si fuera una caricia y la besé en la boca con la pasión que aquella noche no pude usar. Saboreé cada rincón de sus labios. Busqué su lengua, ese punto en la boca hecho para jugar con él. Hice todo cuanto podía hacer para besar a una bella pero nada. Seguí sin empalmarme.

-No sirves ni para eso.- Susurré soltándola de golpe. - Da gracias que no te he matado.- Recogí a Suuri que se me había caído al suelo y me fui dándola la espalda. Si la miraba o se le decía algo más podía contestar mal, ambos podríamos contestar muy mal.  
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Mensaje  Erza Miér Oct 28 2015, 15:42

Me encuentro con él de frente, y permanecemos en silencio, le miro llevar su mano a la empuñadura de su arma y trago saliva, el corazón en aquellos momentos bombeaba sangre como un loco, parecía incluso que se iba a salir de mi pecho.
Me quedo mirándole fijamente, mis verdes ojos van a parar a la musculatura de sus brazos y le veo tenso, tanto que se le marcan las venas de la fuerza que está empleando, y no puedo sentirme más que indefensa ante su presencia, tanto es así que intento avanzar poco a poco hacia atrás, no quiero que me vea asustadiza, pero tampoco quiero pretender ir de guerrera, porque nunca lo he sido, y nunca lo seré.
Tantos y tantos años de entrenamiento y todavía me tiemblan las piernas como si fuera una niña pequeña.
Pronuncio el nombre de Samhaim y veo como su rostro se perturba, y eso hace que estalle de ira y de enfado, empiezo a respirar muy fuerte, poco acompasada a los latidos de mi corazón, lo hago desenfrenadamente, solo quiero arrancarle el cuello y exigirle respuestas a todas mis preguntas, pero nos invade el silencio y la tensión y es algo que se va haciendo palpable a cada minuto que pasa.
“¿Qué es lo que va a hacer? Está rabioso y furioso, y ni siquiera sé porque, y no tengo armas para enfrentarme a él”-pensé, intentando maquinar un plan en caso de pelea, pero por lo que veo es bastante más rápido que yo y a la que puede me coge del cuello y me tira contra el árbol más cercano que tengo, justamente el árbol en el que estaba subida y siento como la espalda me cruje con el golpe, suelto un gemido seco, propio de aquel golpetazo y caigo al suelo poco a poco, recuperando la respiración “maldito hijo de puta”-me llevo la mano al cuello y le miro fijamente, diciéndole claramente que no tengo miedo alguno, que no temo sus acciones de bruto animal salvaje-eres un salvaje como todos los maldi-y me corta las palabras porque noto como vuelve a ceñir la mano alrededor de mi delgado cuello, subiéndome para ponerme de pie contra el árbol, en ese momento siento como los pulmones me empiezan a arder porque me piden a gritos oxigeno, y tal es mi desesperación en ese momento que coloco mis manos alrededor de sus muñecas e intento hacer fuerza para que rebaje tal tensión en mi cuello.
Finalmente quita las manos de mi cuello y las deja apoyadas ahí, acariciándome la piel, y no puedo más que mostrar una mueca de asco, asco a su tacto y asco a que me toque, no quiero tenerle tan cerca porque su simple presencia me da angustia.
-¿Qué haces? No, suéltame, suéltame-intento apartar la cara pero su fuerza, superior a la mía me consigue poner el cuello recto y cuando menos me lo espero me besa, me besa sin ningún pudor, como un maldito salvaje, como si el tuviera el derecho a hacerme eso, y me siento sucia, y lo único que quiero es irme llorando por donde he venido, aguanto la presión, y le dejo que investigue con su lengua por mi boca “muérdele la lengua Erza, hazle que se ahogue con su propia sangre”-un millar de pensamientos me rondan la cabeza, pensamientos impuros, utópicos a mi forma de pensar, y a mi moral, pero es que el muy prepotente de él no hace más que llamar a mi parte belicosa.
Pero no hago nada, ¿por miedo? Tal vez, y lo que hago es llevar mis manos al tronco del árbol y con las uñas araño la madera, quiero pedirle perdón porque él no se merece mi enfado, pero necesito descargar la ira en algún lado.
Se quita cuando el decide acabar el beso, y encima alega que no sirvo, ¿Qué no sirvo para que? Me había robado mi primer beso, mi maldito primer beso y encima me trata como si fuera una prostituta, y en ese momento estallo, de ira, de enfado, de todos los sinónimos que se te ocurriesen, y al verle marchar para volver a retomar su marcha no me lo pienso dos veces y me tiro encima de él, pasándole el brazo por el cuello intentando ahogarle y tirarle al suelo.
Intento tirar de él, pero no consigo hacerle caer, sino que lo hace una raíz de un árbol por mí, y consigo tirarle al suelo, colocándome encima de él, con las piernas a cada lado de su pecho, saco el arco y le apunto con una flecha, estoy tan enfadada que me tiembla el pulso.
-Maldito hijo de puta-le digo enseñándole mis dientes, parezco una loba que busca pelea y le acerco más el arco a la cara-me esta temblando el brazo pero te aseguro que a esta distancia no fallo maldito cerdo-estoy tan enfadada que parece que voy a acabar escupiendo sangre por la boca-vuélveme a tocar como lo has hecho y te juro por la memoria de mi padre que voy a usar tus huevos para hacerme una bota de vino-le digo totalmente en serio-¿las gracias por no matarme? Deberías haberlo hecho en cuanto tuviste ocasión-suelto el arco y cierro la mano en un puño, y con toda mi fuerza (que admitámoslo no es gran cosa ni mucho menos) le pego un puñetazo en la boca, una pequeña firma para que se acuerde de mi en sus andaduras, le cojo del cuello de la camisa y le acerco a mí, para que me mire-¿que sabes de Samhaim? ¿Qué sabes de los brujos que iban con él? ¿Dónde están cada uno? Te recomiendo que respondas porque ahora la que no es capaz de controlarse soy yo, tengo un límite y te lo has pasado 5 veces-me tiembla el pulso y siento los ojos llorosos, quiero llorar de impotencia, porque este no es mi elemento, yo no funciono con las peleas, con los gritos, yo no creía que los problemas se solucionaran con acero y sangre, pero el brujo me había llevado a mis extremos.
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Dom Nov 01 2015, 12:09

Debía tranquilizarme, respirar hondo y calmar la tormenta que quería salir de mi corazón. Si continuaba pensando en la maldición acabaría peor de lo que ya estaba. ¿Besar a una elfa… cómo se me  ocurrió hacer algo tan asqueroso como eso? No me quitaría su sabor de mi boca en una semana. En según qué chicas, podía ser incluso una bendición poder sentir sus labios incluso días después de haberla besado; una muy buena bendición. Pero, en el caso de la elfa, era una maldición casi peor que la propia maldición de la mariposa que estaba bajo mis pantalones. Realmente, no era porque no me gustase el beso, fue bastante bueno, era por el recuerdo de ver a Samhaim besándose y amando a aquella puta.

Suspiré sonoramente a la vez que me marchaba lentamente del lugar con Suuri ya cargada en mi espalda. Cuando saliera el sol sería otro día, iría a la taberna, amenazaría a aquel tipo para que me dijera cómo curarme de la maldición de la mariposa y cuando lo haga, primero me follaría a su hija delante de sus narices y luego lo mataría con buen gusto.  La elfa chillona ya no me importaba una mierda. O, al menos eso pensaba pues cuando más despistado estaba, ella se abalanzó hacia mí como una loba en celo deseosa de sexo posándose encima de mí. Típico de las mujeres, las besaba y se volvían locas por que les diera algo más. De nuevo me volví a equivocar, la elfa no buscaba mi sexo de mí, buscaba venganza o dejarme tan sordo como una tapia con sus gritos una de esas dos cosas.

Otra vez el nombre de Samhaim… ¿Quién se creía ella para poder hablar así acerca de los hombres y mujeres que un día fueron mis hermanos? Apreté los puños con fuerza. No podía soportar que hablase mal de los brujos, Samhaim me daba igual, se lo merecía; pero no los demás. Encima esa flecha…, estaba tan cerca de mi cabeza que casi  podía rozarme.

-Te contaré un secreto.- Dije con una voz tranquila y severa nacida de mi rabia. - Yo no tengo límite.- Mediante telequinesis controlé la flecha que tenía sujeta al arco haciendo que la soltase y poniéndola encima de la cabeza de la elfa, justo tocando su preciosa melena morena. –A la menor impertinencia por tu parte y morirás. No me da pena matarte.-

Aunque pareciese mentira, estaba mucho más tranquilo que al principio. Eso era lo que necesitaba. Acción. Algo por lo cual descargar toda la adrenalina que tenía reprimida durante todo aquella noche. Miré a la elfa detenidamente sin moverme en lo más mínimo. No sabía quién era, tampoco me importaba en absoluto, pero me dio lástima. Ya que me “había ayudado” a descargar la tormenta de mi interior se merecía saber la verdad que tanto ansiaba.  Si no se lo decía yo capaz sería de matar a cualquier brujo que se encontrase por los bosques.

-¿Quieres saber qué es de Samhaim?- Le dije tras un largo silencio. - La última vez que lo vi, si no recuerdo mal, su cabeza estaba aplastada por mi martillo.- Sonreí recordando aquella escena de mi pasado. - Yo lo maté. ¿Y quieres saber dónde están los demás brujos de aquel grupo? La mayoría muertos, otros tan heridos que apenas pueden moverse y, unos pocos dispersos por los Reinos de Aerandir buscando una nueva oportunidad para recuperar la vida que perdieron.- Hice una pausa para asegurarme de que lo había escuchado todo y seguí hablando. - Ahora te toca a ti responder a mis preguntas. ¿Quién eres? ¿Por qué quieres saber de Samhaim? Y lo más importante, ¿te ha gustado, quieres otro beso?- Lo último lo dije con una sonrisa lasciva, no tenía la más mínima intención de besarla. Únicamente se lo pregunté porque estaba seguro que eso la iba a molestar.
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Mensaje  Erza Lun Nov 02 2015, 13:33

Estaba tirado en el suelo como un perro y yo encima suya, se había hecho el silencio y ahora nos dedicábamos a mirarnos el uno con el otro respectivamente, sin decir nada, porque sabíamos que a la mínima que alguien dijera algo saltaríamos como locos y volveríamos a tirarlos los trastos a la cabeza.
Empezó a hacer chulerías y hacer uso de su poder, y cuando menos me lo espero la flecha cambia de dirección a mi cabeza, le miré y sonreí de lado a la que él intentó pronunciar palabra-eso es genial-dije sonriendo, contestando a que él no tenía límites-así puedo matarte sin sentirme mal-dije, y tiré el arco y las flechas a un lado, quitando mi cabeza como objetivo directo, miré de mala manera al brujo y cerré de nuevo la mano en un puño, amenazándole con volver a arrearle si se pensaba volver a hacer algo.
-No te da… ¿qué?-le pregunté mientras me reía como una tonta al verle hacerse el duro-si tan poco problema tienes no sé que haces tirado en el suelo como un paria social encima de una mujer-dije hiriéndole en su orgullo-aunque claro, viéndote realmente puedo deducir que más de una vez has estado en esta situación, ya sabes, esa en la que tu muerte está más cercana que la vida misma-se le veía un Don Juan de mucho cuidado, viendo como sin pedirme permiso se me había acercado y me había toqueteado así no me parecía extraño que más de una pobre mujer hubiera sido víctima de la prepotencia y la chulería que emanaba por cada uno de sus poros.
Nos quedamos de nuevo callados y yo me dediqué a mirarle, era atractivo, bastante, pero supongo que su conducta de idiota lo echaba todo a perder, o no, las mujeres eran un misterio, les encantaba ser seducidas por hombres que las sometían en una hegemonía sexista, y acababan acudiendo como hipnotizadas hacia los brazos de aquellos que menos se la merecían.
“¿Por qué no para de mirarme como si le debiera dinero?”-pensé, mirándole desde mi posición, haciendo una mueca más que visible con el labio-“¿Es que siempre pone esa sonrisa de que todo le da igual? ¿Así es como funciona?”-me pregunté a mí misma y finalmente acabé rodando los ojos, negando las evidencias-“Idiota”-dije finalmente, mientras mis ojos verdosos avanzaban de un lado a otro mirándole curiosa sus facciones.
Empecé a ver como la tensión se iba disipando, e incluso como él decidió empezar a hablar, giré la vista, tirando toda mi negra melena al lado del hombro, llenándole  él la cara con el pelo y empezó a hablar, de manera pausada y tranquila, pero hablaba, me habló de Samhaim, y endurecí los rasgos de la mandíbula, cada vez que escuchaba ese nombre la rabia y la ira me atenazaban los nervios.
¿Y como no hacerlo? Era un brujo maldita sea, y estaba hablando del asesino de mi padre, de mi pueblo, de todo lo que conocía, y se lo había llevado todo sin darme al menos una explicación, habían arrasado a mi gente y ahora este brujo, no teniendo suficiente con todo lo que llevaba a la espalda, si no que se toma la libertad de romper mi espacio personal y besarme, ¡besarme, a mí! Tal pensamiento solo hizo que se me enrojecieran las mejillas de puro enfado, ¿Quién se creía ese truhán de poca monta que era? Como había osado a…oh dios, el mismo hecho de tener que recordar como había colocado sus labios encima de os míos y sin pedirme permiso había jugueteado con mi lengua era algo que colmaba el vaso, y solo quería pegarle una y otra vez.
“También podrías mandarle una manada de ardillas, las ardillas siempre saben lo que se hacen...”-pensé, haciéndome una maravillosa idea de cómo cientos y cientos de adorables ardillas le mordisqueaban entero desollándole. Me relamí los labios y desperté de mi ensoñación cuando me preguntó por mí.
Estupendo, primero, invado tu espacio personal, violándolo de manera más que impúdica y te como la boca, y ahora te pregunto quien eres, fabuloso saber hacer señor brujo, todavía no entiendo como es que sigue vivo.
Le miro de arriba abajo y me levanto de encima de él, regresando al árbol que suponía mi sitio de confort y me crucé de brazos.
-Me llamo Erza-dije presentándome, mientras intentaba poner una pose adusta y algo inquisitiva, no me gustaba parecer un libro abierto ante desconocidos, desconocidos que quería matar claro…-Vengo buscando a Samhaim y a su grupo porque ellos mataron a mi padre-dije alzando la cabeza, para poder encontrarme con su mirada, recapitulando todo lo que me había dicho, ¿Samhaim estaba muerto? ¿Desde cuando? ¿Y porque? ¿Lo había matado él? Le miré un momento y algo en mi se destensó, tal vez el hecho de haber escuchado de sus labios como él mismo había acabado con Samhaim con su arma, me hicieron tenerle algo de estima o mínimamente, un respeto-lo único que deseo es acabar con todos esos brujos y colgar sus cabezas en picas-dije mirándole fijamente, mientras comenzaba a andar de un lado a otro-y tú, ¿Por qué mataste a uno de los tuyos?-pregunté inquisitivamente, yo también me había presentado, lo menos que quería es que él también hablara de él.
Pero estaba claro que su naturaleza altanera era más fuerte que su educación, y al oírle soltar el comentario de que tal había ido el beso rodé los ojos y me di en la frente con la palma de la mano, mirándole-¿No puedes comportarte como una persona normal y omitir estas chorradas?-me miré las uñas-hubiera preferido que me besara un cocodrilo-dije tajante. La verdad es que bajarle el ego me estaba gustando sobremanera.
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Mar Nov 03 2015, 14:42

Agradecí que la elfa se quitara de encima de mí. No es que me molestase, como ella dijo, ya estaba acostumbrado a ver esas escenas en las que mi muerte estaba más cerca que mi propia vida, además, que una chica estuviese encima mía siempre era buena señal. Si agradecí que se levantase fue, ni más ni menos, porque no quería matarla. Con sus amenazas y sus gritos me estaba obligando a que moviera la flecha que controlaba con mi magia solo un poco más abajo y así atravesase su cabeza sin el menor problema. Si la mataba tendría que volver a empezar de cero otra vez. De nuevo vendrían esos días en los que me escondía debajo de las piedras para que ni mis antiguos hermanos ni los elfos me encontrasen, los orejudos porque me apresarían y mis hermanos porque me matarían por desertor.

¿Erza? ¿Qué clase de nombre era ese para un elfo? No es que supiera mucho acerca de sus nombres pero, la mayoría que había conocido tenían nombres mucho más largos: Thincendil, Guilneldol, Lelelel… Por no tener no tenía ni una sola ele en su nombre. Todo el mundo sabía que un nombre, para ser élfico, tenía que tener por lo menos una ele. Estaba claro que su nombre era falso, dejando aparte el patrón de los nombres élficos, nadie en su sano juicio diría a quien acaba de amenazarle su verdadero nombre.

¿Si ella me dijo un nombre falso, por qué razón le tenía que decir el mío auténtico? Si le dijera mi nombre, fácilmente podría averiguar que fui el segundo líder de la revolución, justo por debajo de Samhaim. Pero, si le dijera solo mi apellido podría relacionarme con mi padre y pensar que solo soy el heredero de una importante red de comercios de telas. – Todas las mujeres que se han subido encima de mí me llaman Neph.- Dije con una falsa sonrisa socarrona para que, junto con mis palabras, no se diera cuenta de mi treta. - Es una abreviación de mi apellido: Nephgerd.-

Lo que dijo a continuación me sorprendió todavía más que su “nombre”. ¡Una elfa vengadora! La primera en su especie que tenía los cojones de ir a buscar a los brujos que mataron a su familia. ¡Ole por ella! Muchos elfos solo me amenazaban o intentaba capturarme para llevarme a prisión. Pocos eran los que dejaban escapar una flecha con la intención de matar, pero quienes lo hacían, disparaban donde más duele. No iban directos hacia mí, como buenos cobardes que son, amenazaban a mis amigos para hacerme salir.

-Buena pregunta.- Dije al mismo tiempo que me levantaba del suelo. - ¿Dime, por qué crees tú que lo maté? Ya has visto lo que soy capaz de hacer por un poco de paz, no te tiene que resultar difícil darte de cuenta de algunas cosas.- Preferí dejar en secreto que maté a Samhaim porque se enamoró de una elfa, o que delaté a esa misma elfa a los sus propios aliados y tampoco dije nada sobre quién fue el brujo que ocupó el puesto de Samhaim tras su muerte. Era mejor que ella sacase sus deducciones, seguro que serían mejores que la realidad.

-Aprende a mentir elfita.- Estaba claro que le había gustado que la besase. No es por darme luces pero si algo sabía era besar a una chica. A parte, después de que se pusiera encima mía me vio con algo más que mera ira, también había algo de diversión en sus ojos. A saber que estaría pensando la joven elfita. – Te ha gustado y seguro que quieres repetir.- De repente se me ocurrió una brillante idea. - ¿Qué te parece si apostamos? Si aciertas la razón por la que maté a Samhaim me sacrificaré y te volveré a besar.- Hice una pequeña pausa para que notase que, en medio de la broma había cierta seriedad. – También puedo ir a buscarte un cocodrilo si lo prefieres.-
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Mensaje  Erza Mar Nov 03 2015, 17:23

Se presentó llamándose Nephgerd, un nombre un tanto extraño, pero no iba a ser yo quien hablara de nombres raros, los brujos tenían costumbres y nombres muy raros, al igual que los elfos, supongo que yo era una excepción a la regla, mi padre amaba los nombres humanos, decía que le sonaba fuerte, que era un nombre que tenía atado un gran destino por delante, por eso me llamó Erza.
Me quedé pensativa un par de minutos cuando me dijo que le llamase por su apodo, sonreí y me eché un mechón de pelo negro hacia atrás, sonriendo, algo burlona-si, tienes pinta de ser el típico tío que se pone apodos guays para llamar la atención de la mujeres-dije mirándome las uñas, haciendo caso omiso de sus comentarios, para que se diera cuenta de que yo no era de esas niñas que sonreían como tontas al ver a un brujo prepotente poner musculitos.

Me dio respuestas salteadas, no contestaba directamente a lo que yo le preguntaba, lo que me dio a entender que había muchas cosas que decidía pasarlas por alto, no se lo recriminé, ni mucho menos, es lo que haría cualquier persona que se encuentra con un completo desconocido en el bosque, y que obviamente tiene algo que ocultar-espera espera… ¿hablas tú de paz?-dije señalándome, aguantándome la risa-¿me has amenazado con quemar el bosque si no bajaba de una rama y te cuelgas la medalla al brujo pacífico del año?-dije apoyando mi peso en el árbol, cruzándome de brazos, adoptando una postura de seriedad absoluta, en comparación con su guasa continua “¿Es que este hombre nunca sabe de poner una cara de seriedad? ¿Siempre tiene esa sonrisa de tonto chulesco que me lleva poniendo desde que he empezado mantener una conversación con él? ¿Por qué me enferma de esa manera su actitud?”-pensé, mientras permanecía en silencio mirándole, me sacaba de quicio, esa máscara de “seguridad en sí mismo” y de truhán cósmico de las mujeres me ponía de los nervios, y encima era un brujo, ¡Era un brujo maldita sea! Los brujos soltaban purpurina por las manos y comían niños, no tonteaban con mujeres.

Alcé la vista y le miré con mis verdosos ojos fijamente cuando me dijo que aprendiera a mentir mejor, no sabía a que se refería con eso, así que me coloqué en actitud desafiante con una ceja alzada y los brazos en jarras, me parecía a mi madre cada vez que me pillaba comiendo savia a escondidas-¿que no se mentir?-me reí-tienes razón, eso solo lo dejo para chulitos mujeriegos como tú, a ti si que te hace mucha falta aprender a mentir, yo no miento ni a mis enemigos-le dije mirándole-así por lo menos te recuerdan…¿verdad, Nerph?-dije, llamándole como él había indicado que le gustaba que le llamasen así.

Pero para mi sorpresa, no se refería a que yo mintiese con algo que había dicho, no me estaba intentando dar una lección sobre como saber llevar a mis enemigos a mi terreno, si no como expresar mis emociones, me sonroje en el mismo instante que me dijo que quería otro beso y di una patada al suelo enfadada-oh dioses, ¿De verdad? ¿De verdad me estas haciendo esta pregunta? Me sacas de quicio de verdad…-dije volviendo a echarme el pelo hacia atrás, un gesto que solía hacerlo muy a menudo cuando me ponían nerviosa “una flecha no sé si tirarte pero una piedra…”-pensé mirándole, mientras le escuchaba hablar y poner esa cara de galán empedernido.
Rodé los ojos y puse la típica cara de: “me lo estás diciendo en coña” pero con el tiempo lo pensé, no era mala idea, quitando la idea de repetir cualquier contacto con él, no era mala idea para saber sobre Samhaim, ya que él no estaba dispuesto a darme respuesta alguna, me puse el dedo en los labios pensativa y le miré con cara de pocos amigos, aunque he de reconocer, que me sacó una sonrisa cuando me dijo que me traería a un cocodrilo, había estado rápido, he de admitirlo.
-De acuerdo…-dije paseándome alrededor suya-preferiría obviar la parte del beso-dije cogiéndome un mechón de pelo rizándomelo en mi dedo índice-pero supongo que no me queda otra alternativa, ya que tú no estas muy dispuesto a hablarme de Samhaim mmmm-dije pensando-veamos, el líder era Samhaim, entonces nadie tenía fuerza para chistarle, simplemente se hacía lo que él decía-dije confabulando, haciéndome una idea de lo que podía haber pasado-y si era líder…es porque la gente le seguía porque Samhaim era el único que tuvo cojones a defender sus ideales y sacarlos adelante, fue el único que pronunció sus ideas, fueran cuales fueran-me quedé mirando un momento al vacío, mordiéndome el labio inferior-y si le mataste…fue porque…porque…porque simplemente hizo algo que descuadró los planes, Samhaim cambió de opinión en algo, y sus allegados no le siguieron en su empeño…-abrí los ojos y le miré, entre una mezcla de sorpresa y de tensión-¿tú pertenecías al escuadrón de Samhaim?
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Sáb Nov 07 2015, 13:28

Arqué una ceja algo confuso por cómo me había llamado. No era por el nombre en sí, Neph era un buen apodo para estos casos y ya estaba acostumbrado que me llamasen por ese nombre, lo que llamó mi atención era la forma en pronunciarlo junto a la afirmación de que ella no mentía ni a sus enemigos. Tal vez estaría pensando que le había dado un nombre falso tal y como pensé que ella me lo había dado a mí. Pobre ignorante, puede que yo tergiversase la verdad para usarla a mi favor, ¿eso no era mentir verdad? Yo tampoco la había mentido en ningún momento, era absurdo que me acusara de algo que no era verdad.

No contesté a su acusación. ¿Para qué? Si lo hubiera hecho se hubiera echado encima de mí como una perra salvaje y no tenía ganas de volver a repetir otra vez esa escena. Ella me amenazaría, después yo la amenazaría a ella y al final los dos quedaríamos vivos. Otra vez la misma historia… Ya estaba bastante más relajado que antes, mientras no recordase la mariposa que yacía en mi ingle podía mantener un estado de sosiego.

¿De verdad, de verdad? Pues claro que era de verdad. ¿Es que la elfita no sabía decir otra cosa que “de verdad”? Ya me lo había preguntado hasta tres veces en lo que va de noche. La había propuesto la apuesta con toda la sinceridad del mundo. No fue mala idea al fin al cabo, si la pudiera besar de nuevo y llegar más a fondo, y nunca mejor dicho, puede que consiguiera poder hacer frente a la maldición de la mariposa. Ella no era una de esas elfas delicadas y sosas que estaba acostumbrado a ver, era más salvaje, una luchadora nata y, ¿para qué engallarnos? era lo suficientemente hermosas como para poder enamorar a cualquier estúpido humano que se le presentara. Si tenía la oportunidad de probar sus labios una vez más no lo iba a dudar, puede que así la mariposa desaparecería para siempre. – ¿Es que a los elfos no os gustan las apuestas? Vamos, no podéis ser tan rectos siempre.- Se me ocurrió continuar con la apuesta, solo que esta vez obvie el premio que ganaría cada uno. La chica estaba nerviosa y algo sonrojada, no le vendría nada mal un pequeño jueguecito para poder relajarse un poco.

Mientras la elfa hablaba acerca de todas sus deducciones, yo me senté en una enorme roca. En aquel momento que había dejado de correr notaba que estaba cansado. Era normal, después de tanto ejercicio para desahogar mi rabia, tenía que estar cansado. Escuché atentamente todo cuanto dijo Erza, parecía que llevaba años investigando acerca de Samhaim. Hablaba con cierta lógica a la vez que ataba todos los cabos sueltos que había dejado. Tenía que reconocerlo, aparte de guapa también era lista. Sin embargo, todo cuanto decía me parecía absurdo. ¿Qué importancia tenía para ella Samhaim? Estaba muerto, ya está. No había más que hablar.

-¡Premio para la elfita de pelo negro y ojos verdes!- Grité lo más alto que pude a la vez que aplaudía sonoramente. - Sí, pertenecí a ese “escuadrón” del que hablas.- Preferí usar la misma palabra que ella usó aunque para mí ellos eran mi familia, cada miembro de la rebelión era como el hermano que nunca tuve. - Pero no fui un miembro más, era el segundo en la escala de liderazgo. Nada mal para un “chulito mujeriego” ¿verdad?- Dije la última frase imitando sus palabras y su tono de hablar. - Samhaim nos traicionó. Nos traicionó a todos y por eso mereció morir. Él y todos cuantos le seguían. Después de haberle matado fui a hablar con los tuyos, sí tus amigos de orejas picudas y les hablé de cada hombre y mujer que continuaban siguiendo a Samhaim. Nombre y apellidos junto con una descripción detallada de cada uno para que pudieran encontrarlos. –Tampoco mentí esta vez; después de que mis hermanos supieran de la traición de Samhaim tan solo una persona le siguió, la misma persona que se acostaba con él. Es otra manera de tergiversar la realidad sin llegar a mentir. -¿A qué no te lo esperabas que hubiera ayudado a los elfos?- Di un golpe con Suuri al suelo que hizo temblar la tierra bajo mis pies. No me gustaba revivir aquellos recuerdos.

-¿Me lo vas a decir de una vez o me vas a hacer que te lo pregunte?- Dije con marcada impaciencia. - Alguien que se ha tomado tantas molestias por saber qué sucedió debe tener un motivo. Ven siéntate y cuéntale a tu amigo Neph qué te pasó.- Di unos golpes a la roca que me servía de asiento para que se sentase a mi lado.  
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Mensaje  Erza Dom Nov 08 2015, 16:12

No me gustaba la manera en la que Neph me hablaba, es que no tenía lo que comúnmente se conocía por “vergüenza”, no tenía pelos en la lengua, decía lo primero que se le pasara por la cabeza, daba igual la semejante tontería que fuera, él lo hacía así y punto, era su forma de trabajar y preceder acorde a su psicología. A mí lo que me extrañaba es que ligara con la facilidad que su comportamiento denotaba.
Vi como se sentaba en la roca de manera calmada y serena, pacífica, su rostro expresaba paz y calma, su entrecejo estaba terso, y sus ojos miraban de vez en cuando al suelo, huidizos, buscando su zona de confort. Era bastante atractivo, sin duda, cuando mirabas a sus ojos te evocaba toda la calma y la paz del mundo, a pesar de que él mismo ya era un ser belicoso, o por lo menos su forma de actuar y la forma en la que se curvaban sus labios en aquella sonrisa ladeada simplemente te hacía volver a preguntarte el motivo de tu existencia, su rostro era paz y armonía, era realmente bello y adulador.

No quise decirlo, en aquel momento ni siquiera tenía ganas de hablar, yo solo le miraba en silencio, actuando como lo solía hacer, era una chica dura, esa clase de comentarios se lo dejaban para las doncellas en apuros y para las elfas de los bosques que andan correteando semidesnudas tapadas por bonitos vestidos de tul encandilando a hombres con su elegancia felina y ornamentada, pero me gustaba verlo sentado en aquella roca, verlo pensativo y sereno, cambiaba mucho su forma de moverse, el como colocaba las manos en estado de reposo sobre las rodillas, la forma en la que agachaba la cabeza y algunos pelos de su coronilla se movían hacia delante y hacia atrás, como si fuera al compás del movimiento de la cabeza.

Para mí era todo nuevo, acababa de salir de mi casa, de mi hogar, olvidando todo lo que recordaba, todo lo que había vivido, y me había encontrado con un brujo, el primer hombre ajeno a mi poblado, y había venido con sus sonrisas ladeadas y sus miradas totalmente inapropiadas, con sus incorrectas formas de comportamiento social y su mala costumbre de robar primeros besos, pero todo en el me provocaba algo, ¿fascinación? ¿Curiosidad? Había tantas cosas que quería decir pero callaba por vergüenza

-No somos unos estrechos-dije entrecerrando los ojos, mirándole desde donde estaba sentado-somos mucho más liberales de lo que vosotros seréis jamás-era muy competitiva, nadie podía estar por encima de mí, y que él simplemente me retara ya me hacía hervir la sangre-soy capaz de superarte en muchas cosas-dije cruzándome de brazos, sentenciando lo que habíamos dicho ambos, buscando ser “la que tuviera siempre la última palabra” otra de mis manías bastante feas.

Procedí a contarle todo lo que había imaginado que había pasado con Samhaim, le conté todo lo que había conseguido ordenar en mi cabeza, gracias a las pocas cosas que me dijo Neph, no era mucha información pero al menos no era nada, había conseguido mínimamente reunir algo más de información. Di un brinco asustada cuando le vi llamarme elfita, felicitándome por lo bien que había emparejado las cosas, le miré de reojo y alcé el labio molesta-no me llames así, tú y yo no tenemos ninguna relación de confianza, eres el tío al que casi le meto una flecha en el cogote-dije seria, pero intenté relajarme, tal vez estaba así de borde porque él me había obligado a llegar hasta tal comportamiento, pero una cosa era verdad y era que aquel joven en ese momento no estaba haciendo nada malo, había alzado la bandera blanca, tal vez algo que debería hacer yo también.

Me habla sobre Samhaim, y me cuenta lo que el vivió, al parecer él era el segundo al mando, me mordí los labios al escucharle y cerré la mano en un puño, mi postura se había tornado tensa, pero tampoco quería demostrarlo demasiado, no quise hacerlo a posta, ni tampoco tenía intención de volver a meterme de lleno en otra pelea con aquel joven de cabellos dorados-o sea que… ¿tú ayudaste a mi gente?-pregunté, mirándole fijamente ahora-¿porqué ayudaste a mi gente?-dije, y en un momento mi gesto se calmó, en su rostro no había mentira, y su mirada estaba clara, y nada enturbiada, accedí a confiar en él, aunque fuera simplemente en esto, si me mostraba indefensa y crédula tal vez me contaría más cosas sobre su vida.

-Mmmm…bueno, sentarme con brujos nunca ha sido mi mayor pretensión si quieres que te sea sincera…-dije acercándome a él con cuidado, apoyando el peso en la roca que estaba a su lado, cruzándome de piernas mientras me echaba el pelo hacia un lado, dejando el hombro derecho desnudo, para poder mirar a Neph mejor-Busco a Samhaim porque tengo una cuenta pendiente con él-dije seria, mirándome las manos-no sé si ya pertenecías a su escuadrón pero hace 16 años…-y me quedé mirando al vacío, sin saber que decir, simplemente dejé que a mi mente llegaran esos recuerdos que había preferido desterrar, y que ahora los estaba sacando a la luz con un brujo-mi padre y unos hombres de mi poblado fueron en busca de justicia y…-me mordí los labios, intentando poner una sonrisa-y no volvieron, Samhaim los mató a todos, excepto a dos, que acabaron suicidándose por la pena que les carcomía-dije rascándome la nuca, algo cansada, recordar esto no hacía más que darme tristeza-ellos no hicieron nunca nada, y los mataron-bajé la cabeza y dejé que el pelo me tapara la cara-desde entonces, mi madre, y el poblado no ha sabido salir adelante, estamos estancados en la tristeza, y no saldremos adelante, por eso me fui-me estaba sincerando con él, ¿Por qué lo estaba haciendo? A él no le interesaba mi vida, y bueno, a mí el no me interesaba en absoluto, solo quería continuar mi viaje para poder seguir buscando respuestas y respuestas, ya que no todo estaba tan claro-No eres mi amigo ¿recuerdas? Has estado a punto de ahogarme y no has tenido ningún miramiento-dije intentando sonar cómica y algo irónica, sonriéndole de lado, mirándole esta vez directamente a la cara, estudiando sus facciones para que nunca se me olvidaran.
-¿Y tú?-le miré-¿Por qué vagas solo? ¿Cuál es tu aliciente? Conocer mujeres a lo largo de la vida para hacer un libro del buen truhán-añadí, tapándome la boca después para que no viera como me reía, Neph era un personaje bastante atípico, nunca en mi vida me había chocado con nadie así, y no era extraño que a al menos una parte de mí le gustara la personalidad de aquel joven.
“Es un brujo, nunca te olvides de eso, los brujos son todos unos traicioneros y unos embaucadores”-las palabras de mi padre volvieron a mi cabeza, pero las alejé, las desterré, olvidándome de ellas, porque en ese momento me estaba hablando él, y era tal mi tranquilidad en aquellos momentos que me estaba dando aquel joven.
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Vie Nov 13 2015, 17:14

Erza se me acercaba como uno de esos perros callejeros que desconfianza de cualquiera que le diera de comer. Poco a poco se iba acercando hacia mí para sentarse a mi lado. Aunque lo negase, ella estaba confiando en mí. Decía que no tenía la suficiente confianza para bromear, pero en cambio, sí la tenía para contarme su vida. Daba la impresión de que repetía una y otra vez que me había amenazado solo para que ella misma se lo creyera. Vamos… ¿A quién quería engañar? A mí estaba claro que no. Estaba seguro que la chica no había contado su vida a nadie más que a mí, se notaba por la forma en que insistía en mantener el contacto visual.

-Menudo poblado de débiles. - Dije sin darme cuenta. Murieron unos pocos hombres y todos se pusieron a llorar. No estaba bien que dijera eso, la elfa estaba casi llorando y yo metiendo baza. - Me cuesta creer que todo un poblado quede sumido en la tristeza por nada. ¿Estás segura que son parientes tuyos? Porque yo no veo tu sangre guerrera por ninguna parte. - Eso era algo que le gustaba bastante a las mujeres que había conocido. Primero humillaba al resto de personas y luego hacía un cumplido a la chica en cuestión. -¿Tanto te molestaría que tus amigos te vieran ser la amiga de un brujo? No te preocupes elfita, yo tampoco quiero que seas mí amiga. ¿Qué diría mi novia si me viera contigo?- ¿Novia, yo? Por supuesto que no. Solo quería sacar de sus casillas a la joven elfa. Otra de mis muchas medias verdades pues de seguro que más de una doncella de Lunargenta sigue pensando que era su novio tras haberme acostado con ella.  

Llegó la hora de mis confesiones. Erza me había contado toda su vida, que menos que contarle la mía. Aunque sea una pequeña parte plagado de medias verdaderas y frases por acabar. Ladeé ligeramente la cabeza y sonreí ante su comentario. “El libro del buen truhán”. Otra cosa no, pero había que reconocer que la chica era muy ingeniosa. – ¿Si fuera así me dejarías añadir tu nombre a la lista de “chicas” que he conocido?- Hice una leve pausa seguida de un suspiro para separar la broma de la seriedad. - En realidad creo que no te vas a creer qué es lo que me ha ocurrido. Por culpa del hechizo de un brujo he sido maldito de una manera tan cruel que hace parecer que esto sea uno de esos cuentos macabros que se cuentan para espantar a los niños.- Me acerqué despacio a la oreja de la elfa y le dije susurrando. - La maldición me dejó impotente por eso te besé para ver si así podía acabar con ella.- No iba a decir a la elfa quién era ni cómo estaba viviendo. Yo no iba contando mi vida a los demás por nada. Sin embargo, a cambio de su historia y de su ingenio, Erza se merecía saber una parte vergonzosa de mí que de seguro que disfrutaría.  
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Calmando la tormenta [Interpretativo] [Libre 1/1] [Completo] [Cerrado] Empty Re: Calmando la tormenta [Interpretativo] [Libre 1/1] [Completo] [Cerrado]

Mensaje  Erza Sáb Nov 14 2015, 17:50

Por alguna extraña razón, Neph se calmó, y empezamos a hablar tranquilamente, como si entre nosotros no hubiera habido ningún incidente, como si fuéramos dos desconocidos que por razones desconocidas para mí, deseaban convertirse en conocidos, aunque solo fuera para recordar nuestro rostro para la próxima vez que no volviéramos a encontrar.
Soltó un comentario que no me gustó demasiado, que mi pueblo era un puñado de débiles, giré la cabeza para poder mirarle, y soplé para quitarme un mechón de pelo que tenía entre los ojos algo que me daba un aspecto de lo más pueril, solía hacerlo cuando me sentía atacada, adoptaba gestos de lo más infantiles en lo momentos en lo que más madura debía ser-mi pueblo no es un pueblo de débiles, mi pueblo simplemente no sabía luchar, siempre hemos sido gente pacífica…-alcé la ceja cuando le ví adularme de esa manera y me puse remolona exhibiendo una sonrisa de lo más coqueta y me acerqué un poco más a él-¿eso es lo que haces con todas las que se acuestan contigo?-le pregunté sin ningún tapujo, dándole un toque gracioso en la punta de la nariz, alejándome después un poco de él-no lo intentes, conmigo no funciona, aunque te daré las gracias porque soy educada-añadí finalmente, me había gustado, pero no se lo diría nunca, eso sería algo que mi orgullo no me lo permitía, y, además, no nos engañemos, tenía en frente al rey de los orgullosos, mostrar un poco de sonroje era lo mínimo que necesitaban para hinchar su pecho como un gallo.
Me terminó diciendo que no quería ser amigo mío, algo que me pareció cuanto menos, mentira, una persona no se serenaba así después de lo que había pasado, puede que no quisiera ser mi mejor amigo, pero si que quería un acercamiento pacífico, y si me había pedido que le contara mi historia es que estaba dispuesto a escucharla, por muy poca gracia que le hiciera, o los múltiples comentarios que había soltado, pero el caso es que seguía ahí hablando conmigo, hasta que la palabra novia cayó entre ambos, y me quedé mirándole, mientras me mordía el labio, algo indignada-pues si tienes novia yo no voy a obligarte a que te quedes aquí conmigo escuchándome-me levanté de la roca y me abracé a mí misma, dando la espalda a Neph, dejando que la melena negra me cayera por la espalda como si fuera una cascada-aunque tengo que darle el pésame a tu novia por tener a alguien a su lado tan engreído y tan chulo y tan prepotente JUM-dije alzando la cabeza muy digna yo, me había picado, de alguna manera, pero lo había hecho, y me había molestado, por eso había vuelto a mi pose de inmadura total-si tu novia dice algo al verte conmigo seguramente la cogería de su estúpida cabeza de bruja y-empecé a dar puñetazos al aire, haciéndome la dura y paré al poco porque me había quedado sin respiración-no tendría piedad con ella, segurísimo-mentira, una mentira como una catedral, yo no era capaz de matar ni a una mosca sin luego darle al menos un entierro digno.
Me volví a sentar a su lado y dejé que se riera sobre mi comentario jocoso, y sonreí yo también de lado al verle reír, tenía una risa bastante contagiosa, y me hacía gracia-no sé, ¿a tú novia le importará mucho que pongas mi nombre?-dije volviendo a sacar el tema de la novia, picándole con su misma medicina.
Le tocó el turno a él, pero no me contó nada de su vida, se le veía reacio a hablar de ella, era bastante comedido en ese aspecto, lo que no era en el resto lo era con esto, y la verdad es que se me hacía bastante entrañable, como la fuerza que demostraba cuando iba de chulo y la que perdía cada vez que evitaba su pasado, pero yo no le dije nada, ni se lo diría nunca, realmente, eso era algo que debía salir de él, y si no quería contármelo, agradecería cualquier otra cosa que me hiciera sentir acompañada después de un viaje andando sola
-Sorpréndeme, he oído tantas cosas ya que no sé si…eh-y me empezó a hablar de una maldición y de un brujo, no lo comprendía, no parecía maldito en sí, tenía una anatomía normal, y en sus ojos no había nada extraño a su naturaleza, era él, parecía él, en todos sus aspectos, se acercó a mí y me susurró al oído aquello, lo que me provocó un sonrojo instantáneo, ningún hombre me había hablado así nunca, y que Neph me contara eso sacaba los colores de mis mejillas como la lluvia saca los colores al arco iris cuando sale el sol.
-¡Y que hubieras hecho si esa maldición si hubiera ido cuando me has besado!-dije algo indignada, aunque intenté no enfadarme demasiado, al fin y al cabo el chico intentaba pedirme perdón por lo que había hecho, me hubiera gustado reírme de su desgracia, si eso me lo hubiera contado antes, probablemente lo hubiera hecho, pero en este caso, simplemente me quedé algo cortada y sonrojada como una estúpida adolescente.
-Y… ¿Qué vas a hacer para…ya sabes…arreglar eso?-le pregunté finalmente, mirándole.
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Miér Nov 18 2015, 10:32

¡Ja! Sabía que se iba a pondría celosa en el primer momento en que escuchase decir que tengo novia. Aunque jamás me lo fuera a confesar, sus movimientos hablaban por sí mismos. Normal, ¿qué mujer en su sano juicio no se pondría celosa? Sus infantiles amenazas no eran más que un velo con el que se cubría su inmadurez y sus celos. Era como ver un mal espectáculo callejero donde los bufones dan puñetazos al aire para recrear una lucha; muy humillante, aunque también gracioso. He de reconocer, no podía dejar de reírme por lo bajo al verla combatir contra mi “novia fantasma”.

De forma muy tranquila, como si todo me diera igual, me levante de la roca y me puse detrás de ella cogiendo con mucha calma y delicadeza sus hombros para que parase su infantil combate. -Calma elfita, calma... Ya pasó.-  Dije con un el tono de una madre al cantar una nana a su hijo. - No tienes porqué matar a nadie. A no ser que seas una de esas enamoradas acosadoras que no dejan que ni si quiera miré a otra mujer.- Ladeé ligeramente la cabeza y sonreí de forma socarrona. - ¿Por qué no lo eres verdad?-

Al estar otra vez pegado junto a Erza volví a notar el mismo aroma extraño que noté cuando la besé. Me sonaba muy familiar y aunque no podía empalmarme el olor me excitaba y me tranquilizaba al mismo tiempo. Estaba seguro de haber olido aquel mismo aroma años atrás, la pregunta era dónde. Me acerqué disimuladamente a su cabello moreno aspirando todo el olor que todavía quedaba en ella. Rápidamente quité de mi lista de posibles perfumes el jabón y las sales que podía gastar la elfita, eso era algo más, como a hierbas. ¡Sí, eso mismo, hierba! Pero no de las que se comían, era de las que se fumaban. Si algo bueno tenían los amantes de las plantas y los árboles era que hacían unas pipas excelentes. Durante mi guerra particular contra los elfos recuerdo haber probado más de una vez sus hierbas, al fumarlas sentía un extraño sosiego mezclada con entusiasmo y pasión. Puede que notar el olor de las hierbas desde el primer momento que me crucé con Erza fuera lo que hubieran calmado la tormenta que ardía en mi interior.

Pobre elfita, parecía tan ingenua y asustada al hablar de sexo que casi me daba hasta lástima. Se había puesto tan roja como una tomate maduro. Para que después digan que los elfos no son unos estrechos; ella era la prueba viviente de que sí lo eran. No le había dicho nada subido de tono. Sí, le recordaba lo del beso una y otra vez, pero sola para picarla no con la intención de ir más allá. Ese mismo, “más allá” que parecía temer de sobremanera.

-Me hubiera ido y te hubiera dejado con las ganas de más.- Aunque no dejé de lucir mi mejor sonrisa, aquello era verdad. ¿Acostarme con una elfa, yo, tal vez uno de los brujos que más odia a los elfos? Vamos, venga. Solo quería deshacer la maldición de la mariposa lo antes posible para poder seguir disfrutando del regalo de la vida. Acostarme con una comeapio no cabía dentro de mis planes.
-No lo sé.- Extrañamente, hablar libremente de la maldición ya no me enfurecía. Tal vez sería por los efectos del olor a hierba o porque la elfa había hecho un embrujo para sosegarme. -Para empezar matar a quien me maldijo no sin antes sacarle algo más de información, puede que exista algún antídoto. Hasta ahí lo tengo claro.- Hice una pausa para pensar en cómo continuar. - Pero, si lo prefieres podemos volvernos a besar a ver qué pasa. Solo, que esta vez procura hacerlo bien y moverte un poco, no quiero hacer todo el trabajo como antes.- Dije con un tono de broma y seriedad al mismo tiempo. Un buen beso no dejaba de ser una posible solución para poder curarme. -Si consigues empalmarme mi novia te lo agradecerá.-
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