[Evento de navidad] Tres mujeres

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Llegas al bosque del este, rozando el río, tanto que puedes escuchar el agua chocar contra las rocas.
No sé cuál es tu destino, ni de dónde vienes, tampoco me importa. ¿Acaso tú lo sabes?

Junto al río te encuentras a tres mujeres, una morena, vestida de gris, una pelirroja, vestida de marrón y una rubia de ropas verdes. Las tres están sentadas en el suelo, con las manos sobre sus falsas, aunque cada una con una postura diferente. Las tres llevan como adorno una cinta que les cubre la frente, pero las tres de estilos diferentes. Las tres tienes rasgos similares, aunque son muy distintas entre ellas.
Cada una mira hacía un lado. La pelirroja te mira a los ojos.

-Nosotras somos…

-Tu pasado.

-…tu presente…

-Y tu futuro.

-…enmienda tus pecados del pasado en el presente su quieres tener un futuro. No puedes casar de largo, pues tu destino es cambiar. Quizás no es tu deseo hacerlo, pero sabes que bebes. Quizás pensabas que no era el momento, pero ya estás preparado.





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- el post debe terminar en el mismo sitio donde se empieza.
- se debe reflejar algún mal acto del pj de su pasado o algo que le reconcoma de su pasado.

Mis esperanzas por encontrar a Idril se han desvanecido por completo. Ella no volverá. Sé que no va a volver. Vuelvo a mi bosque con la cabeza baja. ¿Qué había creído? ¿Qué por fin dejaría de estar solo? ¿Qué vería todos los días al despertar la cara de la persona que quiero a mi lado? No, esa vida no es para mí. Mi vida es un castigo, el mayor castigo de todos: La soledad. Idril… Yo la quería, la quiero. La sigo queriendo incluso después de meses desaparecida. Ella me enseñó qué significa el amor y el valor que tiene para las personas; también a amar y la importancia de ser amado. Y yo, ingenuo de mí, me lo creí. Me enamoré de ella aun sabiendo qué soy un vulgar bastardo desterrado, un elfo sin derechos y castigado con la soledad; con la cruel soledad.

Voy a la orilla del río a lavarme la cara. Todavía me siguen cayendo lágrimas fruto del recuerdo de Idril. Me arrodillo junto al borde del río, cojo un montón de agua con las manos y me la restriego por la cara. ¿Por qué no puedo evitar llorar? Me quedo atónito mirando mi propio reflejo en el río. ¿Ese soy yo? Debo serlo, ahí está la marca de mi destierro. Todo es por su culpa. ¡Si no hubiera muerto esto no hubiera pasado! Ahora estaría en la ciudad de los elfos, la misma que mi mente y el pasar de los años ya han olvidado cómo se llama. Sería un elfo más, montaría a caballo por los bosques del sur protegiendo a los árboles de todo aquel hombre que quiera dañarlos. Tendría mi propia casa, una familia… ¡Tendría todo lo que me ha sido arrebatado por culpa de mi marca de desterrado! Doy una fuerte palmada contra el agua borrando mi reflejo. No quiero verme.

Unas voces suenan al otro ladro del río. Tres mujeres, una morena, una pelirroja y una rubia. No sé de dónde han salido ni tampoco me importa. Mi castigo es la soledad, probablemente pronto se irán. Pero no se van, continúan hablándome. Dicen que debo remediar mis actos. Hablan como si se creyeran con derecho a opinar sobre mí y sobre mi pasado, presente y futuro. No lo tienen. Nadie tiene derecho. No saben que es vivir en soledad. No saben lo que es vivir como un desterrado.

Intento levantarme del suelo pero no puedo hacerlo, mi reflejo se ha vuelto a formar en el agua y de alguna manera que desconozco parece que me esté llamando pero no con mi voz, al menos no con mi voz de ahora. La imagen que se ha formado en el agua soy yo con 25 años, parezco un niño para los humanos. Era un niño. Un simple niño. Mi reflejo ha visto algo, algo que no le ha gustado. Arruga la cara y se pone a llorar dando voces. Recuerdo esas expresiones, recuerdo qué era lo que vi. El cadáver del noble a quien servía. Estaba muerto, tirado panza arriba en su cama con una copa de vino sobre su mano. Jamás podré borrarme esa imagen de mi cabeza.

El niño que antes era yo mueve la boca, está contando lo que ha visto en la habitación pero nadie le cree. Unos hombres lo cogen, le dicen que ha sido criado como un esclavo no como un sirviente y que el noble le maltrataba. Todo es mentira. Aquel noble era afable conmigo, en ocasiones me dejaba llevarme la comida que sobraba para que se la diera a mi madre. El niño grita en el agua. No oigo sus palabras pero sé que se niega a mentir, es lo que yo hice. Los hombres de antes se lo dicen a otros hombres. Todos saben algo que yo no sé y vienen a por mí….

Cierro los ojos. No quiero ver lo que está por venir. Recuerdo bien la historia. Me llevaron a la plaza de la ciudad a vista de todos los otros elfos, me ataron a unas tablas y con un hierro ardiente me marcaron la cara.

Ese es mi pasado.

Abro lentamente los ojos deseando que ya haya terminado. La imagen del niño ha desaparecido y el reflejo en el agua vuelvo a ser yo. El yo de ahora. Pero hay algo extraño en él. Está sonriendo. Ahora yo no estoy sonriendo. La cara del reflejo se sonroja, sus ojos brillan con un tono diferente y su boca luce una alegre sonrisa…. Idril…. Sí, ella es la causante de ese reflejo en el agua.

-¿Qué he hecho mal?- Esa es la pregunta que las mujeres quieren que responda. –No puedo avanzar hasta no resolver está parte.- Susurro repitiendo casi las mismas palabras que las mujeres. Acabo de entender lo que me han querido decir pero no sé cómo solucionarlo. Es complico. Demasiado difícil.

Todo está relacionado. Destierro, soledad y abandono. Es la misma historia de siempre, es lo mismo que hacen todos. ¿Cómo evoluciono, cómo puedo salir de ese círculo vicioso? Dar un golpe para borrar el reflejo no sirve, ya lo he probado. La cara que estaba sonriendo en el agua desaparece para dar paso a otra completamente diferente. Es mi yo de ahora. El yo que llora por las noches deseando que al despertar Idril esté con él. Pero no está, no va a volver. Nadie nunca volverá.

Este es mi presente.

Todos los reflejos del agua desaparecen por completo. No hay nada. ¿Ese es mi futuro, nada?

-Nada.-  Pienso en el significado de ese futuro. - Vacío. No hay nada. Nada.- Repito para mi interior.

Sin darme cuenta, he dejado de llorar. Me veo capaz de levantarme. Lo hago muy lentamente repitiendo para mis adentros la última de las visiones: nada. Ni tristeza ni alegría, nada. ¿Es eso lo qué significa? Mi vida no sirve de nada. No, eso no puede ser. Tiene que ser otra cosa. No puedo haber nada.

Un pez pasa por el lugar donde estaban los reflejos. Un pez ha pasado por la nada. ¿Entonces hay algo? He visto un pez, eso es algo. Al no haber nada puede caber cualquier cosa. ¡Eso es! ¡No hay nada y puede haberlo todo al mismo tiempo! Ya lo entiendo. Sí, claro que lo entiendo. Puedo volver a sonreír sin Idril igual que puedo volver a llorar sin ella. En mi futuro no hay nada por eso puede caber cualquier cosa.