Tras la lucha [1/1][Libre]
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Tras la lucha [1/1][Libre]
Amanecía en la taberna, el cuarto donde se había alojado estaba ahora más ocupado que antes, los guardias habían llevado allí al joven herido por petición suya y lo habían dejado tumbado en la cama para, sin prisas a pesar de sus palabras, ir a buscar un doctor, ciertamente, lo atendería ella, si tuviera alguna idea de medicina, pero no era el caso.
Al llegar, en cuanto se habían marchado los hombres, la guardia se había ido al baño anexo al cuarto para poder tomar una ducha y quitarse de encima el polvo que llevaba a causa de la pelea, en su cabeza seguía rondando varias preguntas que no podía dejar de lado, ¿quiénes sería esas bandas que tanto problema habían causado? ¿Llevarían mucho tiempo en activo? ¿Se dedicarían únicamente al tráfico de estupefacientes? Eran preguntas sin respuesta, pero no podía dejar de pensar que, ese simple intercambio de cristal era una pequeña parte de todo lo que había en esas bandas.
Se metió en el agua caliente y notó el escozor de las heridas de los brazos, eso dejaría marcas, seguro, debería ir a ver a Niniel, en ocasiones como esa la echaba de menos, su amiga elfa era una gran sanadora, y una mejor amiga, confiaba en ella como lo hacia con pocas personas, al igual que, durante la lucha, le habría encantado contar con el apoyo de Elt, ese chico, por muy torpe que fuera, no se rendía ante nada, se habían despedido de niños, pero desde su reencuentro, no habían vuelto a separarse por más de un par de meses, la amistad que habían perdido había sido recuperada y fortalecida, podía decir sin temor a equivocarse un ápice que ellos eran los mejores amigos que podía haber encontrado y que confiaba en ellos de forma ciega.
Con un suspiro se sumergió en el agua y aguantó el dolor de los brazos, no le gustaba ese sentimiento, demasiado similar al que sintió tras salir del tanque que casi le cuesta la vida. Suspiró y, tras acabar de lavarse, salió del agua. No tardó demasiado en secarse y cambiarse, para salir con el pelo húmedo al cuarto que, gracias a un fuego que ardía en la chimenea de la esquina, estaba cálido.
Mientras miraba el bailar del fuego, llamaron a la puerta, la joven se acercó a abrir aun secando su pelo con una toalla, y aceptó con una sonrisa la manta que le tendía el posadero para que pudiera descansar. Le habían propuesto dormir en otro cuarto, pero se había negado, sospechaba que, si Schott se despertaba en un lugar extraño después de todo lo sucedido, se llevaría un buen susto, ella lo había vivido en sus carnes y tener una persona, aunque sea un desconocido al lado, suele dar cierta calma, por ello, cerró la puerta y, tras acercarse a mirar al joven pelirrojo, se acomodó en el sillón que había no muy lejos de la cama y se tapó con la manta para descansar las pocas horas de oscuridad que quedaban.
Sabía que posiblemente no fuera capaz, la noche seguía asustándola, y solo era capaz de dormir cuando estaba realmente agotada o cuando alguno de sus amigos se encontraba a su lado, pero pensó que entre el cansancio y lo mucho que el herrero le recordaba a su amigo el mercenario, se sentiría lo bastante segura como para poder dormir, ni que fuera un par de horas.
Al llegar, en cuanto se habían marchado los hombres, la guardia se había ido al baño anexo al cuarto para poder tomar una ducha y quitarse de encima el polvo que llevaba a causa de la pelea, en su cabeza seguía rondando varias preguntas que no podía dejar de lado, ¿quiénes sería esas bandas que tanto problema habían causado? ¿Llevarían mucho tiempo en activo? ¿Se dedicarían únicamente al tráfico de estupefacientes? Eran preguntas sin respuesta, pero no podía dejar de pensar que, ese simple intercambio de cristal era una pequeña parte de todo lo que había en esas bandas.
Se metió en el agua caliente y notó el escozor de las heridas de los brazos, eso dejaría marcas, seguro, debería ir a ver a Niniel, en ocasiones como esa la echaba de menos, su amiga elfa era una gran sanadora, y una mejor amiga, confiaba en ella como lo hacia con pocas personas, al igual que, durante la lucha, le habría encantado contar con el apoyo de Elt, ese chico, por muy torpe que fuera, no se rendía ante nada, se habían despedido de niños, pero desde su reencuentro, no habían vuelto a separarse por más de un par de meses, la amistad que habían perdido había sido recuperada y fortalecida, podía decir sin temor a equivocarse un ápice que ellos eran los mejores amigos que podía haber encontrado y que confiaba en ellos de forma ciega.
Con un suspiro se sumergió en el agua y aguantó el dolor de los brazos, no le gustaba ese sentimiento, demasiado similar al que sintió tras salir del tanque que casi le cuesta la vida. Suspiró y, tras acabar de lavarse, salió del agua. No tardó demasiado en secarse y cambiarse, para salir con el pelo húmedo al cuarto que, gracias a un fuego que ardía en la chimenea de la esquina, estaba cálido.
Mientras miraba el bailar del fuego, llamaron a la puerta, la joven se acercó a abrir aun secando su pelo con una toalla, y aceptó con una sonrisa la manta que le tendía el posadero para que pudiera descansar. Le habían propuesto dormir en otro cuarto, pero se había negado, sospechaba que, si Schott se despertaba en un lugar extraño después de todo lo sucedido, se llevaría un buen susto, ella lo había vivido en sus carnes y tener una persona, aunque sea un desconocido al lado, suele dar cierta calma, por ello, cerró la puerta y, tras acercarse a mirar al joven pelirrojo, se acomodó en el sillón que había no muy lejos de la cama y se tapó con la manta para descansar las pocas horas de oscuridad que quedaban.
Sabía que posiblemente no fuera capaz, la noche seguía asustándola, y solo era capaz de dormir cuando estaba realmente agotada o cuando alguno de sus amigos se encontraba a su lado, pero pensó que entre el cansancio y lo mucho que el herrero le recordaba a su amigo el mercenario, se sentiría lo bastante segura como para poder dormir, ni que fuera un par de horas.
Alanna Delteria
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
Me desperté sobresaltado y envuelto en sudor, una pesadilla, mierda, respiré entrecortadamente y volví a dejar caer la cabeza en la almohada, había sido un sueño terrible, había cientos de enemigos, luchábamos en alguna clase de fortaleza de enormes muros, era de noche, no sé, recuerdo combatir junto con un gigante de metal, de lanza y escudo, de 40 pies o más, de una fuerza increíble, también había...si, un mago, con sombrero enorme que lanzaba polvos mágicos y hechizos a los enemigos, si, era un asedio o algo así, y había un brujo además, creo, oscuro, muy raro, que hablaba en lengua extraña, si también vi dragones en el cielo creo, y una elfa, si muy grácil, que daba vueltas, y una canción, tocada por una orquesta, si, la elfa, era muy bella, yo…saltaba, creo que me decía algo..pero…aggg mi cabeza.
Me lleve las manos a mi dolorida cabeza, sentía como si un gigante me la hubiese aporreado, no recordaba que había hecho antes, además vi con horror que estaba herido, múltiples golpes y heridas, y hasta una herida de flecha, ¿Había bebido? ¿Qué narices había pasado? ¿El sueño fue real?, traté le levantarme pero el dolor me lo impidió, apenas sentía el cuerpo, mejor, porque lo poco que sentía era doloroso.
Miré asustado a mi alrededor ¿Dónde demonios estaba? Era una habitación, de noche, un fuego crepitaba en un rincón, mierda, ¿Qué había pasado?
Traté de incorporarme otra vez sin éxito, apenas podía ni articular palabra, entonces me fijé que había alguien más conmigo en la habitación, una sombra oscura oculta con una manta estaba en un sillón junto a mí, no lo veía bien, tenía la visión aun borrosa y el fuego daba a contraluz, dibujando sombrías siluetas en la pared, era mi captor, seguro, estaba ahí para rematarme en cuanto despertase.
Mire a los lados buscando algún arma, no había nada, agarré una vela apagada que había en la mesilla y traté de atacar al monstruo del sillón, levanté el cuerpo, me apoyé con una mano en el borde de la cama y con la otra traté de alcanzarle con la vela, pero algo falló, mis brazos no me respondieron y me resbalé rodando y cayendo al suelo pesadamente junto a la cama.
-Aaaaggggg- Masculle con una exhalación, estaba hecho polvo y no podía moverme, si el monstruo quería acabar conmigo era mi fin.
Me lleve las manos a mi dolorida cabeza, sentía como si un gigante me la hubiese aporreado, no recordaba que había hecho antes, además vi con horror que estaba herido, múltiples golpes y heridas, y hasta una herida de flecha, ¿Había bebido? ¿Qué narices había pasado? ¿El sueño fue real?, traté le levantarme pero el dolor me lo impidió, apenas sentía el cuerpo, mejor, porque lo poco que sentía era doloroso.
Miré asustado a mi alrededor ¿Dónde demonios estaba? Era una habitación, de noche, un fuego crepitaba en un rincón, mierda, ¿Qué había pasado?
Traté de incorporarme otra vez sin éxito, apenas podía ni articular palabra, entonces me fijé que había alguien más conmigo en la habitación, una sombra oscura oculta con una manta estaba en un sillón junto a mí, no lo veía bien, tenía la visión aun borrosa y el fuego daba a contraluz, dibujando sombrías siluetas en la pared, era mi captor, seguro, estaba ahí para rematarme en cuanto despertase.
Mire a los lados buscando algún arma, no había nada, agarré una vela apagada que había en la mesilla y traté de atacar al monstruo del sillón, levanté el cuerpo, me apoyé con una mano en el borde de la cama y con la otra traté de alcanzarle con la vela, pero algo falló, mis brazos no me respondieron y me resbalé rodando y cayendo al suelo pesadamente junto a la cama.
-Aaaaggggg- Masculle con una exhalación, estaba hecho polvo y no podía moverme, si el monstruo quería acabar conmigo era mi fin.
Schott
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
Dormitaba, notaba el peso en los párpados, el crepitar del fuego comenzaba a ser un simple arrullo lejano, el viento que soplaba en el exterior y movía las persianas se asemejaba a un arrullo, y las luces que titilaban en por el hogar encendido parecían ser su propio movil de cuna, moviendose despacio, distrayendola de sus pesadillas, hasta que, por fin, aun con el pelo algo húmedo, logró conciliar el sueño sin darse siquiera cuenta.
No supo cuento tiempo durmió, pero, al abrir los ojos, seguía siendo de noche, la fogata seguía encendida y sonaba con fuerza y agotada, sentía que no había descansado más que un par de minutos, a pesar de que habría dormido cerca de dos horas. No había abierto los ojos por gusto, lo cierto es que, por fin, estaba durmiendo bien, posiblemente por todo el cansancio acumulado, pero un golpe en el suelo y un grito habían hecho que, finalmente, despertase de su descanso.
Cuando abrió los ojos, recorrió el cuarto con la mirada para, finalmente, fijarla en un cuerpo en el suelo, junto a la cama, que estaba vacía, Schott se había despertado y, al parecer, había intentado levantarse acabando en el suelo. Se destapó y, levantandose del sillón, se acercó al chico del suelo, notando el frío recorrerle la espalda y los brazos, la madrugada enfriaba el ambiente, aunque la chimenea estuviera encendida.
- Buenos días- murmuró al chico en el suelo con una ligera sonrisa.- tranquilo, va todo bien, en un par de horas llegará el médico para curarte, de momento, descansa, te lo has ganado de sobras.- comentó agachandose junto al chico- te ayudo a tumbarte de nuevo, ¿vale? y luego puedes preguntarme lo que quieras, además, yo también tengo preguntas que hacerte.- comentó acercandose despacio, como avisando de sus acciones.
Entendía el miedo, los nervios y las ganas de salir corriendo, por ello todo lo que hacía, cada uno de sus movimientos, eran totalmente calculados, como quien trata con un perro que ha sufrido maltratos o con un niño pequeño que llora porque se ha perdido, debía ir con cuidado, no asustarlo y dejar que primero se hiciera a su presencia, por ello aun no lo había tocado, y, también por ello, informaba de todos sus movimientos, debía ser paciente, el pobre ya tenía bastante con despertar en un lugar desconocido tras una pelea de la que había salido apaleado, como para, encima, tener que soportar que alguien le fuera con prisas.
No supo cuento tiempo durmió, pero, al abrir los ojos, seguía siendo de noche, la fogata seguía encendida y sonaba con fuerza y agotada, sentía que no había descansado más que un par de minutos, a pesar de que habría dormido cerca de dos horas. No había abierto los ojos por gusto, lo cierto es que, por fin, estaba durmiendo bien, posiblemente por todo el cansancio acumulado, pero un golpe en el suelo y un grito habían hecho que, finalmente, despertase de su descanso.
Cuando abrió los ojos, recorrió el cuarto con la mirada para, finalmente, fijarla en un cuerpo en el suelo, junto a la cama, que estaba vacía, Schott se había despertado y, al parecer, había intentado levantarse acabando en el suelo. Se destapó y, levantandose del sillón, se acercó al chico del suelo, notando el frío recorrerle la espalda y los brazos, la madrugada enfriaba el ambiente, aunque la chimenea estuviera encendida.
- Buenos días- murmuró al chico en el suelo con una ligera sonrisa.- tranquilo, va todo bien, en un par de horas llegará el médico para curarte, de momento, descansa, te lo has ganado de sobras.- comentó agachandose junto al chico- te ayudo a tumbarte de nuevo, ¿vale? y luego puedes preguntarme lo que quieras, además, yo también tengo preguntas que hacerte.- comentó acercandose despacio, como avisando de sus acciones.
Entendía el miedo, los nervios y las ganas de salir corriendo, por ello todo lo que hacía, cada uno de sus movimientos, eran totalmente calculados, como quien trata con un perro que ha sufrido maltratos o con un niño pequeño que llora porque se ha perdido, debía ir con cuidado, no asustarlo y dejar que primero se hiciera a su presencia, por ello aun no lo había tocado, y, también por ello, informaba de todos sus movimientos, debía ser paciente, el pobre ya tenía bastante con despertar en un lugar desconocido tras una pelea de la que había salido apaleado, como para, encima, tener que soportar que alguien le fuera con prisas.
Alanna Delteria
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
No recuerdo si me volví a quedar dormido o no, el caso es que cuando abrí los ojos de nuevo la silueta del sillón se estaba levantando, traté de buscar la vela con una mano sin éxito, aunque tampoco me hubiera servido de mucho.
Sin embargo, esbocé una mueca de sorpresa cuando vi que mi captor era Melanie, creo, me sonaba ¿hija del posadero?, cuando se acercó más y la luz iluminó su rostro vi que era la elfa guerrera de mi sueño ¿Por qué había sido un sueño no?
-Bbb…buenos…di..días- logre articular respondiendo a su sonrisa –Gr..gracias-
Con su ayuda y un increíble esfuerzo logré recostarme de nuevo en la cama, de donde estaba claro que no debería haber salido.
Por alguna razón su presencia me resultaba de lo más tranquilizadora, no creo que pudiese haber deseado a nadie mejor con quien despertar en una habitación misteriosa.
-¿Dónde…dónde estoy?....Yo…me…¿me has traído?…muchas…muchas gracias- sonreí, me costaba mucho hablar, y no solo por el dolor físico, tenía la cabeza fatal, tal vez me hubiesen envenenado, si seguro, el mago ese de mi sueño.
-Yo…muchas gracias…siento…- traté de incorporarme pero tuve que parar, me estaba sabiendo mal estar malgastando el tiempo de esta buena chica que a buen seguro tenía muchas cosas que hacer que cuidar a un pringado herido.
-Que…..¿que ha pasado?, recuerdo lucha un…agggg….mi cabeza….un asedio o algo así ¿sí?- pregunté, había dicho algo de que iba a venir un médico y que me había ganado el reposo. ¿Había hecho yo algo? no recordaba haber luchado, aunque por lo visto al menos si recibido.
Una vez más contemplé su agradable rostro a la luz del fuego, sonreí nervioso, me estaba mirando directamente, a mí, tenía unos expresivos ojos castaños, y la cara realmente fina y suave, tal vez siguiese soñando, no sería la primera vez, como decía el bueno de Klaus, demasiado bueno para ser cierto.
Sin embargo, esbocé una mueca de sorpresa cuando vi que mi captor era Melanie, creo, me sonaba ¿hija del posadero?, cuando se acercó más y la luz iluminó su rostro vi que era la elfa guerrera de mi sueño ¿Por qué había sido un sueño no?
-Bbb…buenos…di..días- logre articular respondiendo a su sonrisa –Gr..gracias-
Con su ayuda y un increíble esfuerzo logré recostarme de nuevo en la cama, de donde estaba claro que no debería haber salido.
Por alguna razón su presencia me resultaba de lo más tranquilizadora, no creo que pudiese haber deseado a nadie mejor con quien despertar en una habitación misteriosa.
-¿Dónde…dónde estoy?....Yo…me…¿me has traído?…muchas…muchas gracias- sonreí, me costaba mucho hablar, y no solo por el dolor físico, tenía la cabeza fatal, tal vez me hubiesen envenenado, si seguro, el mago ese de mi sueño.
-Yo…muchas gracias…siento…- traté de incorporarme pero tuve que parar, me estaba sabiendo mal estar malgastando el tiempo de esta buena chica que a buen seguro tenía muchas cosas que hacer que cuidar a un pringado herido.
-Que…..¿que ha pasado?, recuerdo lucha un…agggg….mi cabeza….un asedio o algo así ¿sí?- pregunté, había dicho algo de que iba a venir un médico y que me había ganado el reposo. ¿Había hecho yo algo? no recordaba haber luchado, aunque por lo visto al menos si recibido.
Una vez más contemplé su agradable rostro a la luz del fuego, sonreí nervioso, me estaba mirando directamente, a mí, tenía unos expresivos ojos castaños, y la cara realmente fina y suave, tal vez siguiese soñando, no sería la primera vez, como decía el bueno de Klaus, demasiado bueno para ser cierto.
Schott
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
Finalmente el chico pareció situarse, y Alanna le respondió con una sonrisa tranquilizadora, se notaba confuso, y sus frases no dejaban más que dejar en claro que, efectivamente, no se encontraba bien, esperó a que el chico hablara y preguntase lo que él creía necesario, cuando el cesara sus preguntas ella respondería. Le prestó su ayuda para volver a tumbarse, y le tapó con las sábanas, estaba claro que el chico estaba casi tan agotado como ella, y mucho más malherido.
- Deja de disculparte y darme las gracias, soy yo quien tendría que hacerlo.- comentó con calma sentandose junto al chico, y apartandose el flequillo del rostro con un suspiro.- ¿Te acuerdas de lo sucedido? Soy Alanna, guardia de lunargenta- volvió a presentarse.- me ayudaste a detener un contrabando, no fue exactamente un asedio, pero... se acercó bastante, al parecer tomaste algo que te trastornó, y comenzaste a gritar algo de Sir no se que, y a dar palazos a diestro y siniestro- explicó- al final, caiste agotado y pedí a unos guardias fronterizos que me ayudasen a traerte.- notó, mientras hablaba, que el joven parecía dolorido y cansado. Así que, comprensiva, sonrió nuevamente con calma- tranquilo, son muchas cosas de golpe, descansa y cuando venga el médico y te encuentres mejor, hablaremos.- concedió- y no te preocupes, no tengo nada que hacer ahora que he terminado esta misión, así que, ya que lo que te ha sucedido es culpa mía, al menos te ayudaré hasta que estés mejor.- prometió antes de regresar al sillón.
Acurrucada de nuevo, abrazandose las piernas, y tapandose una vez más con la manta, contempló el exterior por los pequeños recobecos que dejaba visible la ventana más cercana. Empezaba a clarear, y, como mucho, debían quedar un par de horas más de descanso hasta que el doctor abriera los ojos y llegara a ver al herido.
Sus propias heridas ya estaban cerradas, aunque aun las teñia un rojo sanguina que a la mínima podría volverse liquido escarlata que recorriera sus brazos, suspiró intentando despertarse. A pesar del susto seguía medio adormilada, debía llevar unas 36 horas sin dormir, por no hablar de las semanas que llevaba sin descansar más de dos horas seguidas.
El cansancio la perseguía igual que los recuerdos, haciendo que, uniendo todo con los últimos sucesos, no tuviera a penas fuerzas para nada, y sus sentimientos se revolucionaran como quien siente llegar la primavera, salvo que, para ella, el invierno y la nieve eran lo que más la definía por dentro. Era como si la nieve se hubiera enganchado a su pecho y se negase a soltarse. Era una suerte tener control sobre sus emociones, de lo contrario se pasaría el día llorando por los rincones.
Volvió a girarse a mirar al chico, tenía la esperanza de que este volviera a dormirse, puesto que sabía que el joven necesitaría dormir, pero nunca se sabía, estaba claro que al pobre le asaltaban mil y una dudas, y ella se había quedado allí justo para poder contestarlas. Así que debía estar atenta por si el herrero decidía seguir preguntando en lugar de descansar.
- Deja de disculparte y darme las gracias, soy yo quien tendría que hacerlo.- comentó con calma sentandose junto al chico, y apartandose el flequillo del rostro con un suspiro.- ¿Te acuerdas de lo sucedido? Soy Alanna, guardia de lunargenta- volvió a presentarse.- me ayudaste a detener un contrabando, no fue exactamente un asedio, pero... se acercó bastante, al parecer tomaste algo que te trastornó, y comenzaste a gritar algo de Sir no se que, y a dar palazos a diestro y siniestro- explicó- al final, caiste agotado y pedí a unos guardias fronterizos que me ayudasen a traerte.- notó, mientras hablaba, que el joven parecía dolorido y cansado. Así que, comprensiva, sonrió nuevamente con calma- tranquilo, son muchas cosas de golpe, descansa y cuando venga el médico y te encuentres mejor, hablaremos.- concedió- y no te preocupes, no tengo nada que hacer ahora que he terminado esta misión, así que, ya que lo que te ha sucedido es culpa mía, al menos te ayudaré hasta que estés mejor.- prometió antes de regresar al sillón.
Acurrucada de nuevo, abrazandose las piernas, y tapandose una vez más con la manta, contempló el exterior por los pequeños recobecos que dejaba visible la ventana más cercana. Empezaba a clarear, y, como mucho, debían quedar un par de horas más de descanso hasta que el doctor abriera los ojos y llegara a ver al herido.
Sus propias heridas ya estaban cerradas, aunque aun las teñia un rojo sanguina que a la mínima podría volverse liquido escarlata que recorriera sus brazos, suspiró intentando despertarse. A pesar del susto seguía medio adormilada, debía llevar unas 36 horas sin dormir, por no hablar de las semanas que llevaba sin descansar más de dos horas seguidas.
El cansancio la perseguía igual que los recuerdos, haciendo que, uniendo todo con los últimos sucesos, no tuviera a penas fuerzas para nada, y sus sentimientos se revolucionaran como quien siente llegar la primavera, salvo que, para ella, el invierno y la nieve eran lo que más la definía por dentro. Era como si la nieve se hubiera enganchado a su pecho y se negase a soltarse. Era una suerte tener control sobre sus emociones, de lo contrario se pasaría el día llorando por los rincones.
Volvió a girarse a mirar al chico, tenía la esperanza de que este volviera a dormirse, puesto que sabía que el joven necesitaría dormir, pero nunca se sabía, estaba claro que al pobre le asaltaban mil y una dudas, y ella se había quedado allí justo para poder contestarlas. Así que debía estar atenta por si el herrero decidía seguir preguntando en lugar de descansar.
Alanna Delteria
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
Me recosté cómodamente en la cama, la verdad es que estaba bastante molido, ya comenzaba a recordar algo.
-Si…Alanna, si me suena si, si claro..como no he caído jajaja- reí frotándome la cabeza recordando lo de la falsa hija del posadero y todo eso.
-Sí, recuerdo que me lanzaron alguna clase de polvo mágico a la cara, lo cierto es que me sentía muy bien, ningún dolor, no como ahora jajaja..auch..jaja..auch auch- reí con dificultad llevándome la mano al hombro herido.
Por lo visto la buena mujer me había traído a la habitación a esperar al médico, desde luego habia sido muy considerada.
-Pues muchas gracias, jaja, de verdad, no recuerdo haber hecho muchas peripecias, pero si te sirvieron de ayuda me alegro entonces- sonreí.
Me sentía extrañamente sereno ahora, ¿sería debido a los efectos secundarios de todo lo que me tome anoche?, en cualquier caso me alegraba, estaba logrando controlar mi maldita lengua, que se ponía a tartamudear en las ocasiones más inoportunas.
-Y tu…tu estas bien ¿seguro? ¿te han hecho daño?- pregunté atento, se la veía bien, aunque no estaba yo para tener un buen ojo en estos momentos.
Me fije en la cálida chimenea, y el fuego dando brincos en ella, por lo visto yo había estado bastante cerca de la muerte anoche, Aerandir se había convertido en un lugar muy peligroso, pronto no quedaría sitio para gente como yo o seguramente Alanna, las historias que cuentan…no son demasiado halagüeñas, al final tendríamos que limitarnos a hacer lo que el bueno de Sebas nos decía en la granja, “A ver chiquillos, vivid vuestra vida lo mejor que podáis, no hagáis mal a nadie y no os metáis en líos, lo demás llegara solo para bien o para mal” No sé si era un buen consejo, parecía que de alguna manera atraía los líos como la miel a las moscas, y sin embargo lo que más me preocupaba era que esa misma dicha causase daños a los demás, como otras veces pasó.
Alanna volvió a su sillón, no estaba seguro de si la buena chica necesitaba descansar, ¿Qué hora sería? ¿Cuánto llevaba dormido?, no estaba seguro de si quería que me volviese a dormir, cosa que deseaba de sobremanera, o si hablar lago más para hacer tiempo, muchas dudas me asaltaban sobre esa chica, pero no quería ser descortés preguntando de mas, cualquier tonto sabia esto, así que me limité a la primera que se me ocurrió
-Oye…. y una pregunta, si no es indiscreción claro, ¿Cómo ha acabado una chica como tú siendo guardia de Lunargenta?-rápidamente me di cuenta de la torpeza de mis palabras.
-Nono..es decir..me refiero..no por que seas chica no..está bien si…solo que eres joven y….nonono…es decir…no es que no seas fuerte, que lo eres…p..pero pero que también…. eres muy guapa..si..claro una cosa no quita la otra si…pero…esto..no es peligroso..es decir yo….- mi cerebro ya bastante aturullado no daba mucho mas de sí, espero que lo achacase a las heridas y golpes y no a que en el fondo era un idiota.
-Si…Alanna, si me suena si, si claro..como no he caído jajaja- reí frotándome la cabeza recordando lo de la falsa hija del posadero y todo eso.
-Sí, recuerdo que me lanzaron alguna clase de polvo mágico a la cara, lo cierto es que me sentía muy bien, ningún dolor, no como ahora jajaja..auch..jaja..auch auch- reí con dificultad llevándome la mano al hombro herido.
Por lo visto la buena mujer me había traído a la habitación a esperar al médico, desde luego habia sido muy considerada.
-Pues muchas gracias, jaja, de verdad, no recuerdo haber hecho muchas peripecias, pero si te sirvieron de ayuda me alegro entonces- sonreí.
Me sentía extrañamente sereno ahora, ¿sería debido a los efectos secundarios de todo lo que me tome anoche?, en cualquier caso me alegraba, estaba logrando controlar mi maldita lengua, que se ponía a tartamudear en las ocasiones más inoportunas.
-Y tu…tu estas bien ¿seguro? ¿te han hecho daño?- pregunté atento, se la veía bien, aunque no estaba yo para tener un buen ojo en estos momentos.
Me fije en la cálida chimenea, y el fuego dando brincos en ella, por lo visto yo había estado bastante cerca de la muerte anoche, Aerandir se había convertido en un lugar muy peligroso, pronto no quedaría sitio para gente como yo o seguramente Alanna, las historias que cuentan…no son demasiado halagüeñas, al final tendríamos que limitarnos a hacer lo que el bueno de Sebas nos decía en la granja, “A ver chiquillos, vivid vuestra vida lo mejor que podáis, no hagáis mal a nadie y no os metáis en líos, lo demás llegara solo para bien o para mal” No sé si era un buen consejo, parecía que de alguna manera atraía los líos como la miel a las moscas, y sin embargo lo que más me preocupaba era que esa misma dicha causase daños a los demás, como otras veces pasó.
Alanna volvió a su sillón, no estaba seguro de si la buena chica necesitaba descansar, ¿Qué hora sería? ¿Cuánto llevaba dormido?, no estaba seguro de si quería que me volviese a dormir, cosa que deseaba de sobremanera, o si hablar lago más para hacer tiempo, muchas dudas me asaltaban sobre esa chica, pero no quería ser descortés preguntando de mas, cualquier tonto sabia esto, así que me limité a la primera que se me ocurrió
-Oye…. y una pregunta, si no es indiscreción claro, ¿Cómo ha acabado una chica como tú siendo guardia de Lunargenta?-rápidamente me di cuenta de la torpeza de mis palabras.
-Nono..es decir..me refiero..no por que seas chica no..está bien si…solo que eres joven y….nonono…es decir…no es que no seas fuerte, que lo eres…p..pero pero que también…. eres muy guapa..si..claro una cosa no quita la otra si…pero…esto..no es peligroso..es decir yo….- mi cerebro ya bastante aturullado no daba mucho mas de sí, espero que lo achacase a las heridas y golpes y no a que en el fondo era un idiota.
Schott
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
El chico parecía estar nervioso, y, sobretodo, muy dolorido, no podía siquiera reírse, lógico, después de la paliza que le habían dado, raro era que fuese capaz de haberse levantado, al menos, tenía fuerzas para hablar. Daba la impresión de estar agotado, tan frágil que, si hubiera habido más confianza, probablemente hubiera hecho como si estuviera junto a un niño pequeño y le hubiera acariciado la cabeza o apartado el pelo de la frente, pero, en cambio, únicamente sonrió con amabilidad y escuchó con calma las cavilaciones del muchacho.
Fijando la mirada en el chico, le llamó la atención la referencia al polvo blanco, por los efectos que enumeraba, no cabía duda, había respirado cristal, y, para la reacción que había tenido en el campo de batalla, estaba claro que en grandes cantidades, normal que le doliera la cabeza, lo raro es que fuera capaz de hablar, debía tener la boca completamente seca. Se alzó del sillón volviendo a destaparse y, mientras el joven le preguntaba por su bienestar, le sirvió un vaso de agua de una jarra situada sobre la mesa que había junto al sillón.
Se acercó con calma, sosteniendo el vaso, y se sentó junto al chico asintiendo sonriente, para que no se preocupara, estaba bien, al menos, en comparación con él estaba bien, agotada, totalmente agotada, pero eso era culpa suya por no ser capaz de dormir y por temer a algo tan sencillo y natural como la noche. El pobre chico no tenía que sentirse culpable por no haber podido evitar las heridas de sus brazos, al fin y al cabo, él ni siquiera habría estado en ese lugar de no ser por ella. Era un buen chico, ser merecía lo mejor, y realmente esperaba que la vida le deparase sorpresas agradables.
La siguiente pregunta la pilló por sorpresa, no solían preguntarle como había llegado a la guardia, y ella era consciente de que su historia no era precisamente un cuento de hadas que poder narrar de modo abierto, así que fue a responder cuando lo escuchó tartamudear intentando explicar su pregunta.
Al principio el tartamudeo y nerviosismo la pilló por sorpresa, no solía poner nerviosa a la gente, su aspecto pequeño y delicado, por contra, solía provocar confianza, sin embargo era gracioso, a pesar de no entender la razón. Iba a reír un poco cuando escuchó; "eres muy guapa..."; y se sonrojó. No acostumbraba a recibir elogios, al menos, no sinceros, y ese claramente lo era. Al final, no pudo evitar soltar una pequeña risilla. Si, definitivamente, era un buen chico. Y, al contrario de lo que pensaba, no se parecían tanto a Eltrant, el espadachín jamás le soltaría un piropo, y este chico, lo hacía sin siquiera querer.
- Gracias.- dijo aun algo roja haciendo referencia al cumplido- Mi llegada a la guardia es... difícil de explicar.- comentó pasándole el vaso de agua, tal vez con eso refrescase su garganta y, de paso, se calmaba, no tenía que estar nervioso con ella, mientras fuera una persona legal, nunca habría problemas, al menos, no por su parte.- mi padrastro es un teniente, no tiene un rango muy alto, pero su fama está afianzada entre los altos cargos, y mi madrastra, antes de abandonar su trabajo, también era una famosa guardia, supongo que entré para seguir la tradición familiar.- dijo sin mentir, pero sin aclarar los puntos clave- quería que estuvieran orgullosos, y, de paso, evitar que la gente sufriera.- explicó siendo totalmente fiel a la verdad.
El día comenzaba a clarear, debía haber calculado mal la hora, el médico debería tardar menos de una hora en presentarse allí. así que, para lo que quedaba, mejor sería mantener al chico despierto hasta que el doctor llegase, así podría ver mejor las reacciones del chico a la droga y a las heridas.
- ¿Y tu? ¿Cómo acabaste siendo herrero?- preguntó acomodándose a los pies de la cama, sentándose para poder ver al chico por completo, era momento de distraerlo, aunque, tal vez, sería mejor si le subiera algo de comer, debía tener hambre después de toda la energía gastada en la pelea, ¿no?
Fijando la mirada en el chico, le llamó la atención la referencia al polvo blanco, por los efectos que enumeraba, no cabía duda, había respirado cristal, y, para la reacción que había tenido en el campo de batalla, estaba claro que en grandes cantidades, normal que le doliera la cabeza, lo raro es que fuera capaz de hablar, debía tener la boca completamente seca. Se alzó del sillón volviendo a destaparse y, mientras el joven le preguntaba por su bienestar, le sirvió un vaso de agua de una jarra situada sobre la mesa que había junto al sillón.
Se acercó con calma, sosteniendo el vaso, y se sentó junto al chico asintiendo sonriente, para que no se preocupara, estaba bien, al menos, en comparación con él estaba bien, agotada, totalmente agotada, pero eso era culpa suya por no ser capaz de dormir y por temer a algo tan sencillo y natural como la noche. El pobre chico no tenía que sentirse culpable por no haber podido evitar las heridas de sus brazos, al fin y al cabo, él ni siquiera habría estado en ese lugar de no ser por ella. Era un buen chico, ser merecía lo mejor, y realmente esperaba que la vida le deparase sorpresas agradables.
La siguiente pregunta la pilló por sorpresa, no solían preguntarle como había llegado a la guardia, y ella era consciente de que su historia no era precisamente un cuento de hadas que poder narrar de modo abierto, así que fue a responder cuando lo escuchó tartamudear intentando explicar su pregunta.
Al principio el tartamudeo y nerviosismo la pilló por sorpresa, no solía poner nerviosa a la gente, su aspecto pequeño y delicado, por contra, solía provocar confianza, sin embargo era gracioso, a pesar de no entender la razón. Iba a reír un poco cuando escuchó; "eres muy guapa..."; y se sonrojó. No acostumbraba a recibir elogios, al menos, no sinceros, y ese claramente lo era. Al final, no pudo evitar soltar una pequeña risilla. Si, definitivamente, era un buen chico. Y, al contrario de lo que pensaba, no se parecían tanto a Eltrant, el espadachín jamás le soltaría un piropo, y este chico, lo hacía sin siquiera querer.
- Gracias.- dijo aun algo roja haciendo referencia al cumplido- Mi llegada a la guardia es... difícil de explicar.- comentó pasándole el vaso de agua, tal vez con eso refrescase su garganta y, de paso, se calmaba, no tenía que estar nervioso con ella, mientras fuera una persona legal, nunca habría problemas, al menos, no por su parte.- mi padrastro es un teniente, no tiene un rango muy alto, pero su fama está afianzada entre los altos cargos, y mi madrastra, antes de abandonar su trabajo, también era una famosa guardia, supongo que entré para seguir la tradición familiar.- dijo sin mentir, pero sin aclarar los puntos clave- quería que estuvieran orgullosos, y, de paso, evitar que la gente sufriera.- explicó siendo totalmente fiel a la verdad.
El día comenzaba a clarear, debía haber calculado mal la hora, el médico debería tardar menos de una hora en presentarse allí. así que, para lo que quedaba, mejor sería mantener al chico despierto hasta que el doctor llegase, así podría ver mejor las reacciones del chico a la droga y a las heridas.
- ¿Y tu? ¿Cómo acabaste siendo herrero?- preguntó acomodándose a los pies de la cama, sentándose para poder ver al chico por completo, era momento de distraerlo, aunque, tal vez, sería mejor si le subiera algo de comer, debía tener hambre después de toda la energía gastada en la pelea, ¿no?
Alanna Delteria
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
Veía a Alanna muy tranquila y segura, no sé si tendría experiencia como enfermera o algo así, pero lo cierto es que no se le daba nada mal, su presencia era muy reconfortante, lejos quedaban ya las solitarias esperas en la sala de pacientes del hospicio de Lunargenta, donde nunca estabas “Lo bastante herido” como para entrar, sonreí.
Alanna pareció sonrojarse con mi comentario, no estoy seguro, sus mejillas ya eran preciosamente sonrosadas, pero sin embrago yo también me puse rojo como un tomate.
Con alegría vi que me estaba sirviendo un vaso de agua, era como si me leyese el pensamiento, pocas cosas en todo Aerandir me habrían hecho más feliz, lo cogí con cuidado y me lo bebí de un trago, estaba riquísima, justo lo que necesitaba.
-Muchas gracias, de verdad me hacía falta jaja- sonreí agradecido.
A continuación me conto como había entrado en la guardia, tradición familiar dijo.
-Ahh que bien- sonreí dando otro trago de agua –Entonces seguro que tus padres están muy orgullosos- sonreí, aunque solo un instante, mierda, Schott, eres idiota, ¿ha dicho padrastro?, si y madrastra, ¿y si sus padres están muertos? ¿Los otros?, Mierda, me estaba haciendo un lio, siempre me pasaban estas cosas a mí.
-Qu..quiero decir es una causa muy noble sí..de..debe ser muy reconfortante ayudar a la gente y todo eso- sonreí tratando de desviar su atención sobre el tema de sus padres.
Que fuera de la guardia bastante sorprendente dada su apariencia, eso significaba que verdaderamente era una mujer fuerte, las pruebas para la guaria no eran nada fáciles, yo lo sabía, una vez intenté entrar y lo mejor que tuve fue un “¿Estas de coña?”
Me preguntó además como había acabado yo siendo herrero, la respondí abiertamente.
-Pues lo cierto es que nunca había preguntado jajaja- sonreí -Verás desde niño siempre se me dieron bien los trabajos manuales ¿sabes? montar y desmontar cosas y todo eso, y mis padres eran mineros, les ayudaba, así que siempre tenía algo que hacer, alguna herramienta que arreglar o algo así- bebí otro trago de agua –Y después de…unos sucesos..me comencé a interesar por los biocibernéticos ¿sí?, son fascinantes, aunque no dan demasiadas pistas jeje, así que la herrería era lo más cerca que tenía de estudiarlos, y como me gustaba viajar me dedico a patear caminos buscando algo de trabajo para dormir a cubierto ese día, no es mala vida supongo jaja - sonreí.
Ahora que me paraba a pensar, poca gente me había preguntado nunca como me había hecho herrero, supongo que no da pie a una historia demasiado glamurosa, la suya seguro que daba para muchas más historias y aventuras.
-Y…nose…debes haber visto cosas muy chulas en la guardia ¿no? Misiones secretas y todo eso- sonreí, Alanna no tenía pinta de ser de esas que patrullan el mercado o guardan una celda, por lo poco que había visto valía para mucho más.
Alanna pareció sonrojarse con mi comentario, no estoy seguro, sus mejillas ya eran preciosamente sonrosadas, pero sin embrago yo también me puse rojo como un tomate.
Con alegría vi que me estaba sirviendo un vaso de agua, era como si me leyese el pensamiento, pocas cosas en todo Aerandir me habrían hecho más feliz, lo cogí con cuidado y me lo bebí de un trago, estaba riquísima, justo lo que necesitaba.
-Muchas gracias, de verdad me hacía falta jaja- sonreí agradecido.
A continuación me conto como había entrado en la guardia, tradición familiar dijo.
-Ahh que bien- sonreí dando otro trago de agua –Entonces seguro que tus padres están muy orgullosos- sonreí, aunque solo un instante, mierda, Schott, eres idiota, ¿ha dicho padrastro?, si y madrastra, ¿y si sus padres están muertos? ¿Los otros?, Mierda, me estaba haciendo un lio, siempre me pasaban estas cosas a mí.
-Qu..quiero decir es una causa muy noble sí..de..debe ser muy reconfortante ayudar a la gente y todo eso- sonreí tratando de desviar su atención sobre el tema de sus padres.
Que fuera de la guardia bastante sorprendente dada su apariencia, eso significaba que verdaderamente era una mujer fuerte, las pruebas para la guaria no eran nada fáciles, yo lo sabía, una vez intenté entrar y lo mejor que tuve fue un “¿Estas de coña?”
Me preguntó además como había acabado yo siendo herrero, la respondí abiertamente.
-Pues lo cierto es que nunca había preguntado jajaja- sonreí -Verás desde niño siempre se me dieron bien los trabajos manuales ¿sabes? montar y desmontar cosas y todo eso, y mis padres eran mineros, les ayudaba, así que siempre tenía algo que hacer, alguna herramienta que arreglar o algo así- bebí otro trago de agua –Y después de…unos sucesos..me comencé a interesar por los biocibernéticos ¿sí?, son fascinantes, aunque no dan demasiadas pistas jeje, así que la herrería era lo más cerca que tenía de estudiarlos, y como me gustaba viajar me dedico a patear caminos buscando algo de trabajo para dormir a cubierto ese día, no es mala vida supongo jaja - sonreí.
Ahora que me paraba a pensar, poca gente me había preguntado nunca como me había hecho herrero, supongo que no da pie a una historia demasiado glamurosa, la suya seguro que daba para muchas más historias y aventuras.
-Y…nose…debes haber visto cosas muy chulas en la guardia ¿no? Misiones secretas y todo eso- sonreí, Alanna no tenía pinta de ser de esas que patrullan el mercado o guardan una celda, por lo poco que había visto valía para mucho más.
Schott
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
Vio al joven beber el agua con brío, había supuesto bien, el cristal debía haberle secado la garganta, no le extrañaba, ella misma había provado en su carne esa y otras drogas durante sus entrenamientos, así como venenos, intentando, mediante la ingestion de estos en pequeñas cantidades, volverse más resistente a sus afecciones.
Cansada como estaba, su actitud parlanchina usual había sido sustituida por sonrisas amables y gestos delicados que intentaban mantener sereno al chico, sin embargo daba la impresión de que el joven pelirrojo ya estaba tranquilo, las charlas distendidas solían tener ese efecto relajante, era mejor mantener a alguien distraido que darle medicinas para combatir los dolores, ella sabía como nadie que incluso la mejor medicina puede ser un veneno en las cantidades adecuadas.
Sin embargo, últimamente era Níniel quien la trataba, se había malacostumbrado a esas sanaciones sin a penas dolor, notando la calidez de la magia de la elfa que provocaba un cosquilleo agradable en la piel que, para la guardia, se asemejaba a las caricias de su madre, que tantos años hacía ya que había perdido y el sentimiento de familiaridad se acrecentaba con los pequeños regaños de la sanadora, que con el carió propio de una amiga, protestaba por su poco cuidado.
Escuchó soltando una risilla ante el comentario del chico, orgullosos, pudiera ser, pero no era algo que ella supiera, aun le costaba sentirse parte de la familia del teniente, había llegado siendo ya bastante mayor, la gente solía adoptar bebes, que la hubieran aocgido a ella... le asemejaba más una muestra de caridad que de amor real, no negaba que, tal vez con el tiempo, la hubieran acabado queriendo, ni que para ella, el teniente era más padre que su padre real, pero la situación era complicada, y no podía negar que no tenía prisa con entendera, a ella le bastaba escuchar, de vez en cuando, al teniente hablar de ella como su hija, y un abrazo de meredith al volver de una misión peligrosa, se conformaba con poco, pero tampoco tenía derecho a pedir más.
Escuchó atenta la historia de cómo el chico se había convertido en herrero y deseó, por un momentom, disponer de la libertad de la que personas como él disponían, pudiendo forjar, y nunca mejor dicho, teniendo en cuenta la profesión del muchacho, su propio destino mediente sus propias normas. Entendía su pasión por los biocibernéticos, había tenido la oportunidad de tratar con varios en su trabajo y muchos, a pesar de lo que dijera la gente, le parecían más humanos de muchas de las personas a las que atrapaba.
- ¿Misiones secretas?- preguntó con una risilla- eso son solo rumores.- comentó ocultando una verdad que pocas personas tenían derecho a saber.- es genial ayudar a la gente- afirmó- pero también te manchas mucho las manos, aunque intento que sea lo menos posible, soy de las que prefiere hablar a dar un golpe.- explicó antes de que un golpe sonase en la puerta.- adelante- dijo girandose a mirar la entrada.
Un hombre aun adormilado, con un maletín de color negro, entró al dormitorio, el sol ya empezaba a entrar por las ventanas y la chica se apresuró a levantarse para dejar entrar la clara luz del día en el cuarto, el doctor había llegado antes de lo que ella había sospechado.
- Buenos días- saludó con amabilidad al recién llegado, de pelo escaso y moreno, enjuto y de aspecto nervioso y torpe.
- Bue.... buenos... días, soy el Doctor Line, ¿el... el paciente?- preguntó mientras luchaba por mantener agarrados unos anteojos. "Vaya, otro nervioso" sonrió divertida por la situación, aunque estaba claro que el hombre no se ponía nervioso por su presencia, como parecía sucederle a Schott, si no que parecía ser así de serie.
Cansada como estaba, su actitud parlanchina usual había sido sustituida por sonrisas amables y gestos delicados que intentaban mantener sereno al chico, sin embargo daba la impresión de que el joven pelirrojo ya estaba tranquilo, las charlas distendidas solían tener ese efecto relajante, era mejor mantener a alguien distraido que darle medicinas para combatir los dolores, ella sabía como nadie que incluso la mejor medicina puede ser un veneno en las cantidades adecuadas.
Sin embargo, últimamente era Níniel quien la trataba, se había malacostumbrado a esas sanaciones sin a penas dolor, notando la calidez de la magia de la elfa que provocaba un cosquilleo agradable en la piel que, para la guardia, se asemejaba a las caricias de su madre, que tantos años hacía ya que había perdido y el sentimiento de familiaridad se acrecentaba con los pequeños regaños de la sanadora, que con el carió propio de una amiga, protestaba por su poco cuidado.
Escuchó soltando una risilla ante el comentario del chico, orgullosos, pudiera ser, pero no era algo que ella supiera, aun le costaba sentirse parte de la familia del teniente, había llegado siendo ya bastante mayor, la gente solía adoptar bebes, que la hubieran aocgido a ella... le asemejaba más una muestra de caridad que de amor real, no negaba que, tal vez con el tiempo, la hubieran acabado queriendo, ni que para ella, el teniente era más padre que su padre real, pero la situación era complicada, y no podía negar que no tenía prisa con entendera, a ella le bastaba escuchar, de vez en cuando, al teniente hablar de ella como su hija, y un abrazo de meredith al volver de una misión peligrosa, se conformaba con poco, pero tampoco tenía derecho a pedir más.
Escuchó atenta la historia de cómo el chico se había convertido en herrero y deseó, por un momentom, disponer de la libertad de la que personas como él disponían, pudiendo forjar, y nunca mejor dicho, teniendo en cuenta la profesión del muchacho, su propio destino mediente sus propias normas. Entendía su pasión por los biocibernéticos, había tenido la oportunidad de tratar con varios en su trabajo y muchos, a pesar de lo que dijera la gente, le parecían más humanos de muchas de las personas a las que atrapaba.
- ¿Misiones secretas?- preguntó con una risilla- eso son solo rumores.- comentó ocultando una verdad que pocas personas tenían derecho a saber.- es genial ayudar a la gente- afirmó- pero también te manchas mucho las manos, aunque intento que sea lo menos posible, soy de las que prefiere hablar a dar un golpe.- explicó antes de que un golpe sonase en la puerta.- adelante- dijo girandose a mirar la entrada.
Un hombre aun adormilado, con un maletín de color negro, entró al dormitorio, el sol ya empezaba a entrar por las ventanas y la chica se apresuró a levantarse para dejar entrar la clara luz del día en el cuarto, el doctor había llegado antes de lo que ella había sospechado.
- Buenos días- saludó con amabilidad al recién llegado, de pelo escaso y moreno, enjuto y de aspecto nervioso y torpe.
- Bue.... buenos... días, soy el Doctor Line, ¿el... el paciente?- preguntó mientras luchaba por mantener agarrados unos anteojos. "Vaya, otro nervioso" sonrió divertida por la situación, aunque estaba claro que el hombre no se ponía nervioso por su presencia, como parecía sucederle a Schott, si no que parecía ser así de serie.
Alanna Delteria
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
Me encontraba bastante mejor, bueno, en términos relativos, en verdad seguía hecho unos zorros, me seguía doliendo todo, más aun si me reía o me ponía tenso, cosa que irónicamente me estaba pasando mucho.
Alanna me confesó que lo de las misiones secretas eran solo rumores, lo cierto es que me decepcioné un poco, sonaban muy muy bien, aunque supongo que eso era solo de las historias y las leyendas.
También afirmó que a veces tocaba mancharse –Si, lo cierto es que hoy en día es casi imposible, los caminos no son tan seguros como antes y toca andarse con mil ojos-
Aunque no creo que una chica con las cualidades de Alanna se viera en demasiados aprietos, yo aún recuerdo como hace algún tiempo tuve que huir de un pescadero que me perseguía azotándome con una lubina, pero esa era otra historia.
-Si yo también soy más de dialogar- sonreí –Supongo que es más fuerte la pluma que la espada ¿no? o eso dicen jeje- yo esperaba que fuese cierto, la pluma pesaba mucho menos y se me daba mejor.
Estaba ciertamente agusto, pero antes siquiera de que me pudiera dar cuenta llamaron a la puerta, era el médico, con aspecto cansado que parecía sorprendido de vernos así.
-E…e…o..o..sí..si…soy yo…yo…nada nada..ella…estaba solo…dándome agua…si…jajaja- reí nervioso tapándome bien e innecesariamente con las sabanas. –Sisi..estoy bien..estamos bien sí..bueno no..no estoy bien no…en verdad..estoy herido si- dije con dificultad.
-P..pero gracias por venir doctor, yo creo..que he sufrido un accidente…tras otro- sonreí mostrándole las heridas que sufría en los brazos, solo un anticipo de la tunda que me habían dado, ojala aun conservase aquella poción sanadora de Niniel aunque nunca estaba de más un poco de medicina tradicional, siempre era mejor que echarse ron en la herida y esperar, aunque sin duda no había punto de comparación con la medicina elfica, eso sí que era alucinante.
-¿E..es grave doctor?-
Alanna me confesó que lo de las misiones secretas eran solo rumores, lo cierto es que me decepcioné un poco, sonaban muy muy bien, aunque supongo que eso era solo de las historias y las leyendas.
También afirmó que a veces tocaba mancharse –Si, lo cierto es que hoy en día es casi imposible, los caminos no son tan seguros como antes y toca andarse con mil ojos-
Aunque no creo que una chica con las cualidades de Alanna se viera en demasiados aprietos, yo aún recuerdo como hace algún tiempo tuve que huir de un pescadero que me perseguía azotándome con una lubina, pero esa era otra historia.
-Si yo también soy más de dialogar- sonreí –Supongo que es más fuerte la pluma que la espada ¿no? o eso dicen jeje- yo esperaba que fuese cierto, la pluma pesaba mucho menos y se me daba mejor.
Estaba ciertamente agusto, pero antes siquiera de que me pudiera dar cuenta llamaron a la puerta, era el médico, con aspecto cansado que parecía sorprendido de vernos así.
-E…e…o..o..sí..si…soy yo…yo…nada nada..ella…estaba solo…dándome agua…si…jajaja- reí nervioso tapándome bien e innecesariamente con las sabanas. –Sisi..estoy bien..estamos bien sí..bueno no..no estoy bien no…en verdad..estoy herido si- dije con dificultad.
-P..pero gracias por venir doctor, yo creo..que he sufrido un accidente…tras otro- sonreí mostrándole las heridas que sufría en los brazos, solo un anticipo de la tunda que me habían dado, ojala aun conservase aquella poción sanadora de Niniel aunque nunca estaba de más un poco de medicina tradicional, siempre era mejor que echarse ron en la herida y esperar, aunque sin duda no había punto de comparación con la medicina elfica, eso sí que era alucinante.
-¿E..es grave doctor?-
Schott
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
La chica sonrió satisfecha mientras dejaba que la luz de la mañana penetrase en el cálido cuarto que comenzaba a abarrotarse de gente, no era una estancia especialmente grande y si dos ya ocupaban bastante sitio, tres eran multitud, sin embargo, no quería marcharse, si el doctor le preguntaba algo al chico, y él no lo recordaba bien, podrían aplicarle una cura equivocada.
Sonriendo ante los nervios del chico, suponía, por si el doctor había malinterpretado la situación, se sentó en el sillón que le había valido de cama abrazándose las rodillas mientras el hombre se acercaba a su nervioso paciente. El doctor, con aspecto más calmado, dejó el maletín en el suelo y lo abrió, sacando un aparato extraño, la chica lo había visto usar en el hospital, si no se equivocaba, lo utilizaban para escuchar el latir y la respiración, pero no estaba segura, nunca había tenido uno en las manos.
Pensó, mientras observaba los movimientos del doctor, que, con todo lo que se hería, debería aprender a tratar sus propias heridas, eso de usar alcohol, o fuego, de vendar una pierna de papeles, hojas y palos... era demasiado rudimentario para lo que ella necesitaba, si, sabía hacer antídotos y venenos, pero no era capaz de curar heridas con pociones, ojala pudiera, así sus brazos ya estarían sanados y Schott no habría necesitado esperar al doctor.
- No es grave.- murmuró con voz grave, como de madera vieja, el hombre mientras guardaba el aparatejo.- un par de fisuras, hematomas, y cortes, pero nada que no se solucione con descanso y un poco de cariño.- bromeó el hombre sacando vendas con una risilla. "Creo que se ha pensado lo que no es" pensó Alanna, divertida, intentando no ponerse roja, al menos era educado y no soltaba burrada alguna de lo que había pensado.- ahora te vendaré, te daré un reconstituyente elfico, y para mañana estarás como nuevo- comentó dejando las vendas, y varios potingues sobre la mesa, al tiempo que se giraba a mirar a la guarda.- niña, si no quieres que sepan que estás herida, ponte vendas, aun te sangran los brazos, tienes la camiseta ensangrentada.- regañó a Alanna.
La chica se miró sus brazos, en la oscuridad no era visible, pero con la luz, no era únicamente el dolor lo que sentía, también podía ver la sangre que había humedecido las mangas largas de su ropa blanca. Suspiró y sonrió medio disculpándose, para ir al baño a limpiarse, una vez más, las heridas, en parte para adelantar, en parte para dejar intimidad para que el doctor curase al herrero.
En el servició, alzó las mangas y limpió la sangre seca que le mojaba los brazos y la camiseta, al despegar la tela, el dolor se extendió por el brazo, escocía, apretó los dientes y cerró los ojos, tirando poco a poco, deseando arráncalo de cuajo, pero, sabiendo que sería peor, siguió despacio, suspiró aliviada cuando terminó, aunque aun le escocía. Echó agua sobre el rojo sangre que resbalaba, y se miró en el espejo, las ojeras hacían que sus grandes ojos parecieran aun mayores, el marrón claro, era oscuro a causa del cansancio, definitivamente, necesitaba un descanso, pero ya lo haría cuando volviera a Lunargenta, Vería a Eltrant, a Niniel, a Elwen, inclusó a Jericó, les contaría sus aventuras,y ellos compartirían las propias, se reñirían unos a otros por el poco cuidado, probablemente, los que más rechistes recibirían serían Eltrant y ella, sonrió al imaginarlo y miró al techointentando olvidar el escozor de sus brazos, cuando volviera a casa....
Sonriendo ante los nervios del chico, suponía, por si el doctor había malinterpretado la situación, se sentó en el sillón que le había valido de cama abrazándose las rodillas mientras el hombre se acercaba a su nervioso paciente. El doctor, con aspecto más calmado, dejó el maletín en el suelo y lo abrió, sacando un aparato extraño, la chica lo había visto usar en el hospital, si no se equivocaba, lo utilizaban para escuchar el latir y la respiración, pero no estaba segura, nunca había tenido uno en las manos.
Pensó, mientras observaba los movimientos del doctor, que, con todo lo que se hería, debería aprender a tratar sus propias heridas, eso de usar alcohol, o fuego, de vendar una pierna de papeles, hojas y palos... era demasiado rudimentario para lo que ella necesitaba, si, sabía hacer antídotos y venenos, pero no era capaz de curar heridas con pociones, ojala pudiera, así sus brazos ya estarían sanados y Schott no habría necesitado esperar al doctor.
- No es grave.- murmuró con voz grave, como de madera vieja, el hombre mientras guardaba el aparatejo.- un par de fisuras, hematomas, y cortes, pero nada que no se solucione con descanso y un poco de cariño.- bromeó el hombre sacando vendas con una risilla. "Creo que se ha pensado lo que no es" pensó Alanna, divertida, intentando no ponerse roja, al menos era educado y no soltaba burrada alguna de lo que había pensado.- ahora te vendaré, te daré un reconstituyente elfico, y para mañana estarás como nuevo- comentó dejando las vendas, y varios potingues sobre la mesa, al tiempo que se giraba a mirar a la guarda.- niña, si no quieres que sepan que estás herida, ponte vendas, aun te sangran los brazos, tienes la camiseta ensangrentada.- regañó a Alanna.
La chica se miró sus brazos, en la oscuridad no era visible, pero con la luz, no era únicamente el dolor lo que sentía, también podía ver la sangre que había humedecido las mangas largas de su ropa blanca. Suspiró y sonrió medio disculpándose, para ir al baño a limpiarse, una vez más, las heridas, en parte para adelantar, en parte para dejar intimidad para que el doctor curase al herrero.
En el servició, alzó las mangas y limpió la sangre seca que le mojaba los brazos y la camiseta, al despegar la tela, el dolor se extendió por el brazo, escocía, apretó los dientes y cerró los ojos, tirando poco a poco, deseando arráncalo de cuajo, pero, sabiendo que sería peor, siguió despacio, suspiró aliviada cuando terminó, aunque aun le escocía. Echó agua sobre el rojo sangre que resbalaba, y se miró en el espejo, las ojeras hacían que sus grandes ojos parecieran aun mayores, el marrón claro, era oscuro a causa del cansancio, definitivamente, necesitaba un descanso, pero ya lo haría cuando volviera a Lunargenta, Vería a Eltrant, a Niniel, a Elwen, inclusó a Jericó, les contaría sus aventuras,y ellos compartirían las propias, se reñirían unos a otros por el poco cuidado, probablemente, los que más rechistes recibirían serían Eltrant y ella, sonrió al imaginarlo y miró al techointentando olvidar el escozor de sus brazos, cuando volviera a casa....
Última edición por Alanna Delteria el Miér Nov 11 2015, 16:18, editado 1 vez
Alanna Delteria
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
Alanna se retiró al sofá y el doctor se aproximó para oscultarme, no me gustaban demasiado los médicos, no por nada personal, simplemente porque me traían recuerdos de todo lo que me dolía cuando iba a verlos, y por desgracia solía tener que ir bastante.
Me descubrí mi torso no sin cierto pudor, traté de que el cuerpo del doctor estuviese entre Alanna y yo, podía sonar infantil, pero no quería que viese mi malherido torso, que lejos de haber sido cincelado por querubines y mostrar una musculatura apolínea, estaba plagado de eventuales quemaduras de la fragua y cicatrices de heridas pasadas.
Sacó uno de esos estetopticones o como se llamase, esos aparatos de médico, una vez hice en fundición un par de piezas para uno, lo que sí que recuerdo es que daban frío, y así fue cuando me lo colocó, involuntariamente un escalofrío recorrió mi cuerpo. –Uff- sonreí.
El médico me revisó con buen ojo pese a la temprana hora que debería ser a juzgar por la luz que entraba por la ventana.
Suspiré aliviado cuando confirmo la escasa gravedad de mis dolencias.
-E…e…o..si….descando..descanso..si..solo descanso..siempre..si si- contesté nervioso a su sagaz comentario rojo como un tomate, seguro que el maldito habia pensado mal, mierda, y seguro que Alanna pensaba que yo era un tonto.
El doctor afirmó tener vendas y reconstituyente elfico, wow, eso iba a ser fantástico, me iba a librar me muchos días y dolor de convalecencia, estaba acostumbrado a largas temporadas en cama, no siempre puedes disponer de un buen medico a mano, a veces incluso recaía sobre el herrero la labor de dentista si no habia nadie mas capacitado en los alrededores, me ponía malismo tener que quitar una muela picada a alguun pobre desgraciado con unas toscas pinzas y fuerte ron como unica anestesia
-Gra.gracias doctor, muy amable- sonreí, Alanna debía de tener influencias o mucha suerte para conseguir un buen doctor tan rapido, pero rápidamente cambié el rostro cuando mencionó que Alanna estaba herida.
-¿Qu…que..como…yo…estas herida?….yo..no sabía…yo..creí que…- mascullé disculpandome, mierda, ni me había dado cuenta si estaba herida, y la pobre ahí, cuidando de mí, mierda, debí haberlo visto.
Alanna se fue a otra habitación antes de que pudiera decir nada.
-Ehh yo…mire a ver si está bien..creo..creo que luchamos ambos en la batalla si y puede estar herida…- dije al médico. Pero nuevamente maldije mi estupidez, tal vez nos estuviesen buscando por aquello o algo así, creo que la cascó bastante gente, y yo se lo había largado al doctor en el minuto uno.
-Q..quiero decir que..que también se calló…sí..por las escaleras ¿sabe?..nos…nos caímos los dos…sobre…unas… espadas… si…en el suelo..había muchas espadas puntiagudas..si…uf..no sabe usted que daño- sonreí nervioso contando al buen doctor una pésima escusa.
El doctor procedió con mis curas, me había costado muchísimo no moverme ni quejarme mientras limpiaba mis heridas y aplicaba sus ungüentos que escocían como el fuego de dragón, pero me alegré enormemente que Alanna no estuviese presente para ver las muecas que debía estar poniendo.
Me descubrí mi torso no sin cierto pudor, traté de que el cuerpo del doctor estuviese entre Alanna y yo, podía sonar infantil, pero no quería que viese mi malherido torso, que lejos de haber sido cincelado por querubines y mostrar una musculatura apolínea, estaba plagado de eventuales quemaduras de la fragua y cicatrices de heridas pasadas.
Sacó uno de esos estetopticones o como se llamase, esos aparatos de médico, una vez hice en fundición un par de piezas para uno, lo que sí que recuerdo es que daban frío, y así fue cuando me lo colocó, involuntariamente un escalofrío recorrió mi cuerpo. –Uff- sonreí.
El médico me revisó con buen ojo pese a la temprana hora que debería ser a juzgar por la luz que entraba por la ventana.
Suspiré aliviado cuando confirmo la escasa gravedad de mis dolencias.
-E…e…o..si….descando..descanso..si..solo descanso..siempre..si si- contesté nervioso a su sagaz comentario rojo como un tomate, seguro que el maldito habia pensado mal, mierda, y seguro que Alanna pensaba que yo era un tonto.
El doctor afirmó tener vendas y reconstituyente elfico, wow, eso iba a ser fantástico, me iba a librar me muchos días y dolor de convalecencia, estaba acostumbrado a largas temporadas en cama, no siempre puedes disponer de un buen medico a mano, a veces incluso recaía sobre el herrero la labor de dentista si no habia nadie mas capacitado en los alrededores, me ponía malismo tener que quitar una muela picada a alguun pobre desgraciado con unas toscas pinzas y fuerte ron como unica anestesia
-Gra.gracias doctor, muy amable- sonreí, Alanna debía de tener influencias o mucha suerte para conseguir un buen doctor tan rapido, pero rápidamente cambié el rostro cuando mencionó que Alanna estaba herida.
-¿Qu…que..como…yo…estas herida?….yo..no sabía…yo..creí que…- mascullé disculpandome, mierda, ni me había dado cuenta si estaba herida, y la pobre ahí, cuidando de mí, mierda, debí haberlo visto.
Alanna se fue a otra habitación antes de que pudiera decir nada.
-Ehh yo…mire a ver si está bien..creo..creo que luchamos ambos en la batalla si y puede estar herida…- dije al médico. Pero nuevamente maldije mi estupidez, tal vez nos estuviesen buscando por aquello o algo así, creo que la cascó bastante gente, y yo se lo había largado al doctor en el minuto uno.
-Q..quiero decir que..que también se calló…sí..por las escaleras ¿sabe?..nos…nos caímos los dos…sobre…unas… espadas… si…en el suelo..había muchas espadas puntiagudas..si…uf..no sabe usted que daño- sonreí nervioso contando al buen doctor una pésima escusa.
El doctor procedió con mis curas, me había costado muchísimo no moverme ni quejarme mientras limpiaba mis heridas y aplicaba sus ungüentos que escocían como el fuego de dragón, pero me alegré enormemente que Alanna no estuviese presente para ver las muecas que debía estar poniendo.
Schott
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
Con los brazos húmedos, y algo rojos, salió del cuarto, las mangas remangadas, rojas y mojadas, luchaban por caerse y tapar las heridas, mala idea, si quería que le vendasen, al fin y al cabo, y la habían regañado, y no era la primera vez que notaba el tremendo dolor de despegar una tela de una herida que está cicatrizando sobre ella. Muchos la tomarían por tonta, y, efectivamente, la razón por la que lo hacía era una estupidez, su orgullo.
Era demasiado orgullosa como para permitirse tener marcas en su cuerpo, como para que los demás viesen sus heridas, pero no era así por gusto, de pequeña había aprendido que, cuando no queda nada, cuando el hambre acecha y el frío corroe las venas, solo puedes aferrarte a tu orgullo, y solo este te hace mantenerte en pie, por ello, era algo que no podía obviar, era orgullosa, lo sabía, podía ser uno de sus mayores defectos y la mayor estupidez de todas, pero había aprendido que el orgullo, puede ser también una inmensa virtud, porque, gracias a ello, jamás apartaba la mirada de una dificultad, jamás, daba la espalda a quien lo necesitara y jamás se rendía, aunque la muerte la mirase a los ojos.
El doctor parecía haber acabado con las vendas del joven cuando ella salió moviendose casi como un bio, soplando a su brazo derecho, con la esperanza vana de que eso disminuyera el escozor, Schott, en ese instane, inventaba una excusa absurda sobre las heridas de ambos, haciendo que ella, desde la puerta del baño, soltase un bufido de risa. Su inocencia era adorable, al parecer no había notado, siquiera, que el médico era parte de la guardia, bueno, claro, ella no se lo había dicho tampoco.
- Schott- sonrió desde la puerta- el doctor sabe toda la historia, es parte de la guardia, tranquilo, no has de preocuparte, sabe que hicimos lo correcto.- intentó calmar al joven, mientras el doctor sonreía con amabilidad.
- Vamos, te toca, intentaremos que no queden marcas, ¿te parece?- Le preguntó el médico a la chica mientras la hacía sentarse en el lugar que había ocupado él, y el hombre acercaba un taburete para, al instante, emepzar a observar.- m... necesitarás puntos- relfexionó- pero puedo aplicarte una crema para que la herida cierre bien y no quedé rastro, tienes que quitarte los puntos en unos.... tres días- supuso- No pongas esa cara, parece que no, pero son profundas.- comentó al ver la cara de la chica, que debía ser un cuadro.
El hombre desinfecto las heridas, primero una y después la otra, y, finalmente, empezó a coser, Alanna se mordió el labio inferior evitando gritar, dolía mucho, muchisimo, y ni siquiera la había sedado, ¿es que estaba loco? El hombre pareció darse cuenta y soltó la aguja logrando que la chica suspirase de alivio. Se apresuró a untar un hungüento que le adormeció los brazos y la labor de cerrar las heridas se volvió más rápida y muchisimo menos dolorosa.
Al terminar de coserla, puso otra crema sobre las heridas, esa aceleraría el cicatrizado, y, de paso no dejaría marca, la chica suspiró aliviada, las vendas de sus brazos apretaban, pero, al menos, pronto estaría bien, jamás pensó que las heridas serían tan graves, pero eso explicaba porque habían seguido sangrando.
- Gracias por todo doctor, seguiremos sus consejos.- sonrió cuando el hombre salía ya por la puerta y el posadero entraba para dejar una bandeja de comida y salir en silencio, al parecer había entendido que necesitaban descansar.- ¿qué te ha dicho?- Se giró a preguntar al chico, curiosa por si le había dado alguna indicación en su ausencia.
Era demasiado orgullosa como para permitirse tener marcas en su cuerpo, como para que los demás viesen sus heridas, pero no era así por gusto, de pequeña había aprendido que, cuando no queda nada, cuando el hambre acecha y el frío corroe las venas, solo puedes aferrarte a tu orgullo, y solo este te hace mantenerte en pie, por ello, era algo que no podía obviar, era orgullosa, lo sabía, podía ser uno de sus mayores defectos y la mayor estupidez de todas, pero había aprendido que el orgullo, puede ser también una inmensa virtud, porque, gracias a ello, jamás apartaba la mirada de una dificultad, jamás, daba la espalda a quien lo necesitara y jamás se rendía, aunque la muerte la mirase a los ojos.
El doctor parecía haber acabado con las vendas del joven cuando ella salió moviendose casi como un bio, soplando a su brazo derecho, con la esperanza vana de que eso disminuyera el escozor, Schott, en ese instane, inventaba una excusa absurda sobre las heridas de ambos, haciendo que ella, desde la puerta del baño, soltase un bufido de risa. Su inocencia era adorable, al parecer no había notado, siquiera, que el médico era parte de la guardia, bueno, claro, ella no se lo había dicho tampoco.
- Schott- sonrió desde la puerta- el doctor sabe toda la historia, es parte de la guardia, tranquilo, no has de preocuparte, sabe que hicimos lo correcto.- intentó calmar al joven, mientras el doctor sonreía con amabilidad.
- Vamos, te toca, intentaremos que no queden marcas, ¿te parece?- Le preguntó el médico a la chica mientras la hacía sentarse en el lugar que había ocupado él, y el hombre acercaba un taburete para, al instante, emepzar a observar.- m... necesitarás puntos- relfexionó- pero puedo aplicarte una crema para que la herida cierre bien y no quedé rastro, tienes que quitarte los puntos en unos.... tres días- supuso- No pongas esa cara, parece que no, pero son profundas.- comentó al ver la cara de la chica, que debía ser un cuadro.
El hombre desinfecto las heridas, primero una y después la otra, y, finalmente, empezó a coser, Alanna se mordió el labio inferior evitando gritar, dolía mucho, muchisimo, y ni siquiera la había sedado, ¿es que estaba loco? El hombre pareció darse cuenta y soltó la aguja logrando que la chica suspirase de alivio. Se apresuró a untar un hungüento que le adormeció los brazos y la labor de cerrar las heridas se volvió más rápida y muchisimo menos dolorosa.
Al terminar de coserla, puso otra crema sobre las heridas, esa aceleraría el cicatrizado, y, de paso no dejaría marca, la chica suspiró aliviada, las vendas de sus brazos apretaban, pero, al menos, pronto estaría bien, jamás pensó que las heridas serían tan graves, pero eso explicaba porque habían seguido sangrando.
- Gracias por todo doctor, seguiremos sus consejos.- sonrió cuando el hombre salía ya por la puerta y el posadero entraba para dejar una bandeja de comida y salir en silencio, al parecer había entendido que necesitaban descansar.- ¿qué te ha dicho?- Se giró a preguntar al chico, curiosa por si le había dado alguna indicación en su ausencia.
Alanna Delteria
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
Me mordía el labio mientras el doctor me aplicaba sus curas y ungüentos, no iba a ponerme a maldecir, y mira que el cuerpo me lo pedía, y menos con Alanna en la habitación de al lado, además, si escuece una herida es que esta curando ¿no?, aunque también escuece cuando te la haces, así que no me acaba de convencer ese refrán.
El doctor me vendó bien las heridas, las magulladuras y moratones se curarían con descanso, aunque afirmó que ya estaría bien para mañana, esa era una estupenda noticia, permanecer en cama por bastante tiempo suponía menos trabajo, menos sueldo y menos comida algo que no podía permitirme, el mundo era así de duro.
Ya estaba casi acabando conmigo cuando Alanna salió del baño diciendo que el doctor era de la guardia.
-Ahhh..sí..oh claro..vale..vale…sí..si ya lo sabía yo..yo..a eso me refería, caímos por las escaleras en la batalla si, de la la muralla, y había muchos enemigos, terribles si- sonreí fruto de la vergüenza.
El medico pasó entonces a atender a Alanna, y no parecía ser leve lo que tenía precisamente.
-Oh…oh…¿pero está bien no?¿o sea no es grave? ¿Se curará si?- pregunté inquieto, presentaba cortes en los brazos, que a mis ignorantes ojos parecían muy chungos.
Ante mi horror el doctor comenzó a coserlos, puse los ojos como platos y un sudor frío recorrió mi espalda, estaba en un terrible dilema, mirar la operación en un intento de transmitir seguridad a Alanna y quedar como un tipo duro o mirar para otro lado para no echar toda la comida de anoche.
Traté de continuar mirando poniendo buena cara, yo era un chico que me mareaba con la sangre, no me gustaban las agujas ni todo eso, así que ese truculento espectáculo me estaba doliendo tanto a mi como a ella, bueno, tal vez por la cara de Alanna yo estaba exagerando un poco, pero solo un poquito.
-Mmmm…que..que…b..bien…ya ..qu..queda poco- dije apretando los puños y conteniendo el vómito, me estaba faltando el aire, al llegar al segundo brazo ya no pude más y caí sobre la almohada blanco como un fantasma, al menos así rebajaría el tono rojo vergüenza con el que llevaba desde que me desperté.
-Uff…si…yo….me he movido un poco..y mis heridas..ya sabes..mejor no me muevo si- dije torpemente mirando al techo.
Antes de que me pudiese dar cuenta el buen doctor ya había acabado con Alanna, así que me incorporé con el estómago aun del revés.
-S..si muchas gracias doctor, muy amable, ya estamos fuertes como robles- sonreí despidiéndole.
Nada más salir el medico entró el posadero y portaba una bandeja con lo que creo que era comida, había obrado un milagro, ya había recuperado completamente el apetito.
Alanna se acercó y me preguntó si el médico me había dado alguna indicación.
-Ah..no no, estoy bien, me ha dado un potingue elfico y dice que mañana estaré como nuevo jajaja cof..coff- reí entre toses, espero que no estuviese exagerando.
-Así que estupendo, tú también te vas a poner bien ¿no?, solo tienes que procurar no salvar la ciudad por un tiempo jaja- reí, desde luego la chica era enormemente considerada y atenta, ojala hubiese más personas así en Aerandir.
El doctor me vendó bien las heridas, las magulladuras y moratones se curarían con descanso, aunque afirmó que ya estaría bien para mañana, esa era una estupenda noticia, permanecer en cama por bastante tiempo suponía menos trabajo, menos sueldo y menos comida algo que no podía permitirme, el mundo era así de duro.
Ya estaba casi acabando conmigo cuando Alanna salió del baño diciendo que el doctor era de la guardia.
-Ahhh..sí..oh claro..vale..vale…sí..si ya lo sabía yo..yo..a eso me refería, caímos por las escaleras en la batalla si, de la la muralla, y había muchos enemigos, terribles si- sonreí fruto de la vergüenza.
El medico pasó entonces a atender a Alanna, y no parecía ser leve lo que tenía precisamente.
-Oh…oh…¿pero está bien no?¿o sea no es grave? ¿Se curará si?- pregunté inquieto, presentaba cortes en los brazos, que a mis ignorantes ojos parecían muy chungos.
Ante mi horror el doctor comenzó a coserlos, puse los ojos como platos y un sudor frío recorrió mi espalda, estaba en un terrible dilema, mirar la operación en un intento de transmitir seguridad a Alanna y quedar como un tipo duro o mirar para otro lado para no echar toda la comida de anoche.
Traté de continuar mirando poniendo buena cara, yo era un chico que me mareaba con la sangre, no me gustaban las agujas ni todo eso, así que ese truculento espectáculo me estaba doliendo tanto a mi como a ella, bueno, tal vez por la cara de Alanna yo estaba exagerando un poco, pero solo un poquito.
-Mmmm…que..que…b..bien…ya ..qu..queda poco- dije apretando los puños y conteniendo el vómito, me estaba faltando el aire, al llegar al segundo brazo ya no pude más y caí sobre la almohada blanco como un fantasma, al menos así rebajaría el tono rojo vergüenza con el que llevaba desde que me desperté.
-Uff…si…yo….me he movido un poco..y mis heridas..ya sabes..mejor no me muevo si- dije torpemente mirando al techo.
Antes de que me pudiese dar cuenta el buen doctor ya había acabado con Alanna, así que me incorporé con el estómago aun del revés.
-S..si muchas gracias doctor, muy amable, ya estamos fuertes como robles- sonreí despidiéndole.
Nada más salir el medico entró el posadero y portaba una bandeja con lo que creo que era comida, había obrado un milagro, ya había recuperado completamente el apetito.
Alanna se acercó y me preguntó si el médico me había dado alguna indicación.
-Ah..no no, estoy bien, me ha dado un potingue elfico y dice que mañana estaré como nuevo jajaja cof..coff- reí entre toses, espero que no estuviese exagerando.
-Así que estupendo, tú también te vas a poner bien ¿no?, solo tienes que procurar no salvar la ciudad por un tiempo jaja- reí, desde luego la chica era enormemente considerada y atenta, ojala hubiese más personas así en Aerandir.
Schott
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
Se fijo mejor en el aspecto del chico, si ella se había quedado pálida con el dolor de la costura, el joven no parecía mucho mejor que ella, el desayno reposaba en la mesa, y, al parecer, ninguno de los dos tenía fuerzas como para comer nada, lo cierto es que la chica se sentía algo mareada, pero, estaba claro que no podía permitirse el lujo de dejarse caer, el chico estaba más malherido que ella, y aguantaba, así que ella haría igual.
Miró por la ventana, tal vez, abriendola, dejando entrar el aire, se sintiera mejor, pero recordó la enorme cantidad de polvo que había en esa endemoniada ciudad y lo descartó al instante, si estuviera en Lunargenta, o incluso en algún camino, podría disfrutar del aire puro, no de ese ambiente gris y marrón que cubría la ciudad de suciedad y hacía que le costase respirar, suerte había tenido de luchar frente a la muralla, de lo contrario habría acabado ahogada en mitad de la batalla.
- Me alegro- sonrió al chico, realmente se alegraba de que no hubiera sido nada grave, no se habría perdonado que un inocente saliese malherido por ayudarla.- Yo en nada estaré bien de nuevo.- prometió intentando que el chico no se pusiera nervioso.- pero no puedo decir que vaya a quedarme quieta, soy, como decía mi madre, un culo de mal asiento- rió un poco antes de levantarse para volver a llenar el vaso del chico de agua.
Lo dejó sobre la mesilla, junto a la cabeza de la cama y se asomó por la ventana, ahora que el chico estaba bien, pronto debería irse, y, aunque estuviera herida, sabía que la madarían a alguna misión si era necesaria, aunque se lo había negado al chico, ella misma era de esas personas que no se dedicaban exclusivamente a patrullar, si no que, a escondidas de los ciudadanos inocentes, para que estos mantuvieran esa sensación de seguridad, trabajaba en las sombras arriesgandose todo lo que fuera necesario por atrapar a los más peligrosos miembros del sector delictivo.
Una vez más llamaron a la puerta, y el posadero entró con prisas, acalorado, portando una carta en sus manos, una carta con el sello de la guardia real. La chica se acercó con ceño fruncido mientras el hombre explicaba que había llegado un emisario, la reclamaban de modo urgente en el cuartel. A la Gata se le había acabado la paz. Asintió y se apresuró a tomar sus cosas, no se cambió siquiera, se puso la casaca sobre lo que ya llevaba, metió los pies en las botas y tomó su fardo y sus armas antes de girarse.
- Ha sido todo un placer Schott, eres un gran chico, y estoy en deuda contigo, la posada está pagada, así que descansa, espero que nuestros caminos vuelvan a cruzarse pronto, y pueda devolverte la ayuda prestada.- se acercó y a modo de despedida, besó la frene del chico antes de salir por la puerta guiñandole un ojo- Mucha suerte, heroe.- se depidió cerrando la puerta con una sonrisa, al fin y al cabo, la había ayudado mucho, en cierto modo, había sido un pequeño heroe.
Bajó con calma, y tomó el caballo de los establos, era hora de volver a Lunargenta, estaba claro que algo grave pasaba si la reclamaban con tantas prisas, debía apresurarse, al menos, en esa aventura, había conocido dos aguerridos luchadores, uno de ellos un guerrero entrenado, el otro, un herrero encantador, a pesar de las heridas, podría haber sido mucho peor de como había resultado. Sonrió al iniciar el camino, atravesando las murallas de la ciudad, realmente esperaba que su camino y el del herrero volvieran a cruzarse.
Miró por la ventana, tal vez, abriendola, dejando entrar el aire, se sintiera mejor, pero recordó la enorme cantidad de polvo que había en esa endemoniada ciudad y lo descartó al instante, si estuviera en Lunargenta, o incluso en algún camino, podría disfrutar del aire puro, no de ese ambiente gris y marrón que cubría la ciudad de suciedad y hacía que le costase respirar, suerte había tenido de luchar frente a la muralla, de lo contrario habría acabado ahogada en mitad de la batalla.
- Me alegro- sonrió al chico, realmente se alegraba de que no hubiera sido nada grave, no se habría perdonado que un inocente saliese malherido por ayudarla.- Yo en nada estaré bien de nuevo.- prometió intentando que el chico no se pusiera nervioso.- pero no puedo decir que vaya a quedarme quieta, soy, como decía mi madre, un culo de mal asiento- rió un poco antes de levantarse para volver a llenar el vaso del chico de agua.
Lo dejó sobre la mesilla, junto a la cabeza de la cama y se asomó por la ventana, ahora que el chico estaba bien, pronto debería irse, y, aunque estuviera herida, sabía que la madarían a alguna misión si era necesaria, aunque se lo había negado al chico, ella misma era de esas personas que no se dedicaban exclusivamente a patrullar, si no que, a escondidas de los ciudadanos inocentes, para que estos mantuvieran esa sensación de seguridad, trabajaba en las sombras arriesgandose todo lo que fuera necesario por atrapar a los más peligrosos miembros del sector delictivo.
Una vez más llamaron a la puerta, y el posadero entró con prisas, acalorado, portando una carta en sus manos, una carta con el sello de la guardia real. La chica se acercó con ceño fruncido mientras el hombre explicaba que había llegado un emisario, la reclamaban de modo urgente en el cuartel. A la Gata se le había acabado la paz. Asintió y se apresuró a tomar sus cosas, no se cambió siquiera, se puso la casaca sobre lo que ya llevaba, metió los pies en las botas y tomó su fardo y sus armas antes de girarse.
- Ha sido todo un placer Schott, eres un gran chico, y estoy en deuda contigo, la posada está pagada, así que descansa, espero que nuestros caminos vuelvan a cruzarse pronto, y pueda devolverte la ayuda prestada.- se acercó y a modo de despedida, besó la frene del chico antes de salir por la puerta guiñandole un ojo- Mucha suerte, heroe.- se depidió cerrando la puerta con una sonrisa, al fin y al cabo, la había ayudado mucho, en cierto modo, había sido un pequeño heroe.
Bajó con calma, y tomó el caballo de los establos, era hora de volver a Lunargenta, estaba claro que algo grave pasaba si la reclamaban con tantas prisas, debía apresurarse, al menos, en esa aventura, había conocido dos aguerridos luchadores, uno de ellos un guerrero entrenado, el otro, un herrero encantador, a pesar de las heridas, podría haber sido mucho peor de como había resultado. Sonrió al iniciar el camino, atravesando las murallas de la ciudad, realmente esperaba que su camino y el del herrero volvieran a cruzarse.
- Off:
- Muchas gracias por el tema, me lo he pasado genial escribiendo contigo, como ha dicho Alanna, espero que nuestros caminos vuelvan a cruzarse pronto n.n
Alanna Delteria
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Re: Tras la lucha [1/1][Libre]
El olor de la rica comida recién hecha que el posadero habia traído llegaba desde la mesa, de momento no tenía apetito debido a la reciente operación quirúrgica que acababa de contemplar, pero seguro que en breve se me pasaba y volvía a tener ganas de devorar un buey entero.
Sonreí ante las atentas y sinceras palabras de Alanna, se iba a poner bien pronto e iba a seguir luchando por la justicia, reí con ella. –Perfecto pues jaja-
Bebí del vaso de agua que me acababa de rellenar, Alanna se dirigió a la ventana, el brillo de su pelo a contraluz era precioso, tal vez fueran los unguentos que me habia dado el doctor, pero me sentía extrañamente en paz, iba a decirle algo cuando llamaron a la puerta, era el posadero con una carta, por lo visto la guardia la necesitaba.
-Uff, tan rápido, sí que debes ser buena jaja- reí para evitar pensar que se tendía que marchar, no se si logré disimular el gesto de tristeza, de verdad me dolía que se tuviese que ir tan pronto.
Rápidamente y con bastante buen hacer dadas sus heridas recogió sus bártulos y se vistió, tras esto se dirigió a mí para despedirse.
-Oh no por favor Alanna, el placer ha sido todo mío, soy yo el que debería estar enormemente agradecido- sonreí sincero –Has sido muy buena conmigo y te lo agradeceré siempre, estaré encantado y deseoso de volver a verte-
Y finalmente, ante mi sorpresa, Alanna se inclinó y me dió un beso en la frente a modo de despedida
-E..o..o..gra..gra..gracias- creo que fue lo único que pude articular mientras Alanna se iba cerrando delicadamente la puerta guiñándome un ojo.
Caí entonces resoplando sobre la almohada, me di cuenta de que estaba otra vez como un tomate, ay madre mía que habrá pensado Alanna de mí.
Traté de alargar la mano hacia la mesa con la comida para tratar de alcanzarla sin éxito y me volví a recostar, demasiadas emociones y sentimientos y sensaciones juntas, toda una suerte que ya estuviera en la cama.
Me quedé un rato mas así, mirando el techo de la habitación, reflexionando sobre lo que había pasado en las anteriores horas, desde luego tenía mucho que agradecerle a Alanna, había sido muy atenta y buena conmigo, aun no recuerdo si mi papel en la lucha fue tan heroico, supongo que no, pero mientras hubiese hecho algo bien estaría contento, mierda, ademas Alanna había dicho que estaba todo pagado, de ninguna manera, mierda, no iba a consentir que pagase nada de esto de su propio bolsillo, pero ya era tarde para decirla nada, miré entonces con melancolía a la ventana, donde instantes antes había estado.
Y así me quedé un tiempo más, a la espera de tener fuerzas para alcanzar la comida y rememorando los buenos momentos que había pasado, mañana sería otro día y hoy tocaba descansar, pero en el fondo lo que más deseaba era volver a ver a Alanna una vez más, supongo que así sería, Aerandir era un pañuelo ¿no?, al meno eso decían y si ella iba donde estaban los líos, yo solía meterme mucho en ellos, al menos eso iba a tener un lado bueno, sonreí.
Sonreí ante las atentas y sinceras palabras de Alanna, se iba a poner bien pronto e iba a seguir luchando por la justicia, reí con ella. –Perfecto pues jaja-
Bebí del vaso de agua que me acababa de rellenar, Alanna se dirigió a la ventana, el brillo de su pelo a contraluz era precioso, tal vez fueran los unguentos que me habia dado el doctor, pero me sentía extrañamente en paz, iba a decirle algo cuando llamaron a la puerta, era el posadero con una carta, por lo visto la guardia la necesitaba.
-Uff, tan rápido, sí que debes ser buena jaja- reí para evitar pensar que se tendía que marchar, no se si logré disimular el gesto de tristeza, de verdad me dolía que se tuviese que ir tan pronto.
Rápidamente y con bastante buen hacer dadas sus heridas recogió sus bártulos y se vistió, tras esto se dirigió a mí para despedirse.
-Oh no por favor Alanna, el placer ha sido todo mío, soy yo el que debería estar enormemente agradecido- sonreí sincero –Has sido muy buena conmigo y te lo agradeceré siempre, estaré encantado y deseoso de volver a verte-
Y finalmente, ante mi sorpresa, Alanna se inclinó y me dió un beso en la frente a modo de despedida
-E..o..o..gra..gra..gracias- creo que fue lo único que pude articular mientras Alanna se iba cerrando delicadamente la puerta guiñándome un ojo.
Caí entonces resoplando sobre la almohada, me di cuenta de que estaba otra vez como un tomate, ay madre mía que habrá pensado Alanna de mí.
Traté de alargar la mano hacia la mesa con la comida para tratar de alcanzarla sin éxito y me volví a recostar, demasiadas emociones y sentimientos y sensaciones juntas, toda una suerte que ya estuviera en la cama.
Me quedé un rato mas así, mirando el techo de la habitación, reflexionando sobre lo que había pasado en las anteriores horas, desde luego tenía mucho que agradecerle a Alanna, había sido muy atenta y buena conmigo, aun no recuerdo si mi papel en la lucha fue tan heroico, supongo que no, pero mientras hubiese hecho algo bien estaría contento, mierda, ademas Alanna había dicho que estaba todo pagado, de ninguna manera, mierda, no iba a consentir que pagase nada de esto de su propio bolsillo, pero ya era tarde para decirla nada, miré entonces con melancolía a la ventana, donde instantes antes había estado.
Y así me quedé un tiempo más, a la espera de tener fuerzas para alcanzar la comida y rememorando los buenos momentos que había pasado, mañana sería otro día y hoy tocaba descansar, pero en el fondo lo que más deseaba era volver a ver a Alanna una vez más, supongo que así sería, Aerandir era un pañuelo ¿no?, al meno eso decían y si ella iba donde estaban los líos, yo solía meterme mucho en ellos, al menos eso iba a tener un lado bueno, sonreí.
- off:
- El placer ha sido todo mio, me lo he pasado estupendamente, ha sido todo un honor escribir con alguien con tanta experiencia y calidad, yo tambien espero volver a leerte pronto.
Ah y siento no haber podido escribir ayer, me fue imposible no pisé por casa.
Mucha suerte y ya nos veremos =)
Schott
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