[cerrado]Ecos en fa menor [libre][interpretativo][2/3]
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Re: [cerrado]Ecos en fa menor [libre][interpretativo][2/3]
Como el bardo había imaginado, la muchacha acercó una escalera a la estantería y se puso a escalar por la misma. Para evitar infortunios, el elfo sostuvo la parte inferior con sus manos para fijarla contra el suelo y el estante, y de paso aprovechar para pispear hacia arriba a ver todo lo que permitiera el vaporoso vestido de la joven.
El elfo esperaba que recordara cual era el libro que tenia que agarrar, solo debía contar en la primera hilera de arriba del todo del estante, donde el polvo se acumulaba soobre casi todos los tomos menos uno en concreto, el único que había sido retirado recientemente.
-Recuerde que es el 3ro de arriba del todo.- Mencionó con un tono moderado, esperando que pudiera oírle.
Pero antes de que la joven tomara nada, las estanterías empezaron a moverse, la escalera, el movimiento desestabilizó la escalera y la muchacha cayó mas allá del recuadro de estantes en el que había quedado encerrado el pelirrojo.
-¿Srta Eléanör?.- Llamó con alarma el bardo, temiendo que se hubiera desnudaco por la caida. Por suerte, la voz de la muchacha se escuchaba débil. Una disculpa. ¿Sería la bibliotecaria a quien le hablaba? podía ser, pero esa mujer no tenía la fuerza suficiente como para mover esos estantes de ese modo, ni probablemente motivos. ¿Quien podría?.. el brujo. El brujo que les había robado el papelito y a quien le había devuelto la broma.
Por suerte la escalera había terminado de su lado del muro, por lo que no quedaría completamente encerrado, la apoyo nuevamente y sosteniéndose también del estante por si esta se desestabilizaba, ascendió hacia lo alto de la misma y asomó la cabeza. Aprovechó también esa subida, para retirar un libro sobre fauna del lugar, solo era contar hasta tres, y pro si no fura de por si lo bastante fácil, tal y como había previsto, era el único libro carente de polvo y con el renglón de estante que asomaba por debajo, limpio de toda mugre. Lo metió en su morral aprovechando que el cuadrado de estantes lo protegía, y siguió observando la escena que se desarrollaba debajo de si, al otro lado del estante.
-¿A caso esta intentando matar a la joven?.-Inquirió al hombre, mientras se sentaba en el borde bien agarrado e intentaba ver como descender sin romperse la crisma en el intento. La muchacha no parecía conocerlo, pero se veía asustada de el como lo había parecido antes, quizás se conocieran, quizás la buscara y por eso los estaba siguiendo. Pero no era momento para pensar en aquello ahora.
Miro fijamente al brujo, era la alternativa mas confortable sobre la que aterrizar, pues al menos era mas blando que el suelo, así que calculó lo mejor que pudo, y se dejo caer sobre el mismo para que amortiguara el golpe, y se hiciera el menor daño posible. También, había que admitir que el bardo se encontraba algo molesto por la jugarreta del taumaturgo, y usarlo de colchón, era una buena compensación por las malas pasadas que les estaba haciendo pasar a el y a la muchacha.
Mientras caía, el único pensamiento que rondaba sobre su mente, era que el hombre no se lo esperara y no fuera lo suficientemente rápido como para apartarse. Se protegió el rostro con los brazos, e intento caer medio en cuclillas hacia adelante para no escacharrar el laúd con el impacto de su propio peso.
El elfo esperaba que recordara cual era el libro que tenia que agarrar, solo debía contar en la primera hilera de arriba del todo del estante, donde el polvo se acumulaba soobre casi todos los tomos menos uno en concreto, el único que había sido retirado recientemente.
-Recuerde que es el 3ro de arriba del todo.- Mencionó con un tono moderado, esperando que pudiera oírle.
Pero antes de que la joven tomara nada, las estanterías empezaron a moverse, la escalera, el movimiento desestabilizó la escalera y la muchacha cayó mas allá del recuadro de estantes en el que había quedado encerrado el pelirrojo.
-¿Srta Eléanör?.- Llamó con alarma el bardo, temiendo que se hubiera desnudaco por la caida. Por suerte, la voz de la muchacha se escuchaba débil. Una disculpa. ¿Sería la bibliotecaria a quien le hablaba? podía ser, pero esa mujer no tenía la fuerza suficiente como para mover esos estantes de ese modo, ni probablemente motivos. ¿Quien podría?.. el brujo. El brujo que les había robado el papelito y a quien le había devuelto la broma.
Por suerte la escalera había terminado de su lado del muro, por lo que no quedaría completamente encerrado, la apoyo nuevamente y sosteniéndose también del estante por si esta se desestabilizaba, ascendió hacia lo alto de la misma y asomó la cabeza. Aprovechó también esa subida, para retirar un libro sobre fauna del lugar, solo era contar hasta tres, y pro si no fura de por si lo bastante fácil, tal y como había previsto, era el único libro carente de polvo y con el renglón de estante que asomaba por debajo, limpio de toda mugre. Lo metió en su morral aprovechando que el cuadrado de estantes lo protegía, y siguió observando la escena que se desarrollaba debajo de si, al otro lado del estante.
-¿A caso esta intentando matar a la joven?.-Inquirió al hombre, mientras se sentaba en el borde bien agarrado e intentaba ver como descender sin romperse la crisma en el intento. La muchacha no parecía conocerlo, pero se veía asustada de el como lo había parecido antes, quizás se conocieran, quizás la buscara y por eso los estaba siguiendo. Pero no era momento para pensar en aquello ahora.
Miro fijamente al brujo, era la alternativa mas confortable sobre la que aterrizar, pues al menos era mas blando que el suelo, así que calculó lo mejor que pudo, y se dejo caer sobre el mismo para que amortiguara el golpe, y se hiciera el menor daño posible. También, había que admitir que el bardo se encontraba algo molesto por la jugarreta del taumaturgo, y usarlo de colchón, era una buena compensación por las malas pasadas que les estaba haciendo pasar a el y a la muchacha.
Mientras caía, el único pensamiento que rondaba sobre su mente, era que el hombre no se lo esperara y no fuera lo suficientemente rápido como para apartarse. Se protegió el rostro con los brazos, e intento caer medio en cuclillas hacia adelante para no escacharrar el laúd con el impacto de su propio peso.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [cerrado]Ecos en fa menor [libre][interpretativo][2/3]
Mover las estanterías me había dejado agotado. Mi especialidad era el viento y el rayo no la levitación. Aunque no fueran muy pesadas las estanterías, eran lo suficientemente grandes para cansarme, más teniendo en cuenta la carrera que tuve que hacer para llegar hasta la biblioteca. Fue demasiado para mi mente, tenía que tomarme unos segundo de descanso; los necesitaba. Así que me quede quieto en frente del cuadrado de estanterías que hacía de jaula para elfos; si con eso no llamaba la atención ya no sabía qué tenía qué hacer.
Un grito agudo de mujer en lo alto de la estantería que tenía enfrente hace que levante la cabeza sorprendido. La vieja bibliotecaria se había ido y los elfos se suponía que habían quedado atrapados en la jaula de estanterías. No debería quedar nadie para gritar de esa manera por encima de mi cabeza. Pero quedaba alguien: la elfa de pelo rojizo y vestido verde cayó desde lo alto de la estantería justo donde yo estaba. Por fortuna, para ella, su agudo grito no fue suficiente para ponerme en alerta. Ya podría haberme alejado un solo paso hacia atrás y ver como la elfa se destrozaba la cabeza, de esta forma me hubiera librado de soportar el golpe de su caída.
La elfa se levantó de encima de mí tan rápido que ni siquiera me había dado cuenta que lo había hecho. Estaba tan asustada como un ratón que se topa de frente con un gato. Incluso se intentó disculpar entre penosas lágrimas y sollozos lastimeros. Tenía miedo, cualquiera en a kilómetros de distancia podría darse cuenta que la elfa me tenía mucho tiempo, hasta en Baslodia se habrían enterado.
-Haces bien en sentirlo.- Dije con una sonrisa malévola. Mentiría si no dijera que disfrutaba haciéndole que me temiera.
Lleve mi mano derecho a la empuñadura de Suuri sin llegar a despasarla del cinturón. Solo puse mi mano encima de su mango. Por un lado no iba a consentir que una lamentable elfa se burlase de mí, pero por otro recordaba la promesa que me había hecho hacía años. No, no podía matar a ningún elfo, siempre y cuando no fuera en defensa propia. Aquellos malos tiempos, junto también con los buenos tiempos, habían pasado y no deseaba que volviesen por nada. No le iba a dar al difunto Sam tal alegría.
Si no eramos poco, parió la abuela. El elfo, desde lo alto de la estantería, en el mismo lugar donde había estado la elfa llorona, alzó su voz para que no le hiciera daño a la chica. No iba a hacerle nada, incluso me estaba resistiendo a no reventarle la cabeza con mi martillo; sin embargo, por culpa del elfo me estaban entrando unas ganas inmensas de demostrar todo mi potencial con el control de la magia.
-Me parece que no he sido yo quién ha caído encima de una inocente persona.- Le contesté con sorna al elfo. –Si alguien ha intentado matar a alguien ha sido ella a mí.-
¿Tenía un imán para atraer orejas picudas o qué? Si no era suficiente con que una elfa cayera encima de mí usándome como colchón; el elfo también había querido usarme con la misma intención. Ya me lo imaginaba, El Salvacaídas, así es como pasaría a llamarme entre todos los orejas picudas.
Estaba furioso. Muy furioso. No es solo por el golpe, era lo bastante fuerte como para resistir sus caídas; mi ira nacía por el mero hecho de que me habían utilizado. No, esto no iba a quedar así. Claro que no.
Me levanté del suelo sin importarme que el elfo todavía estuviera en mi espalda. Entre los dedos de mi mano derecha creé una corriente eléctrica, un rayo en moviendo no más grande que un gusano. Lo hacía serpentear entre los huecos de mis dedos, entre el índice y el corazón pasó a ir entre el anular y el meñique para luego cruzar entre el pulgar y el índice y, para finalizar, el anular y el corazón; después la pequeña serpiente de rayo repetía el recorrido entre cada uno de mis dedos. A paso lento y tranquilo, sin mostrar una pizca de mi ira, me acerque de cara el elfo y puse mi dedo índice de la mano derecha en su frente, la corriente hizo el resto.
No pretendía herirle, solo era una calambre como cuando se te duerme un pie, pero generalizado por todo el cuerpo. Lo de hacer que la corriente serpentease entre mis dedos fue puro espectáculo. –Me parece que está cayendo granizo.- Imité las palabras del elfo y su mismo tono de voz. - Ya estamos en paz.-
Un grito agudo de mujer en lo alto de la estantería que tenía enfrente hace que levante la cabeza sorprendido. La vieja bibliotecaria se había ido y los elfos se suponía que habían quedado atrapados en la jaula de estanterías. No debería quedar nadie para gritar de esa manera por encima de mi cabeza. Pero quedaba alguien: la elfa de pelo rojizo y vestido verde cayó desde lo alto de la estantería justo donde yo estaba. Por fortuna, para ella, su agudo grito no fue suficiente para ponerme en alerta. Ya podría haberme alejado un solo paso hacia atrás y ver como la elfa se destrozaba la cabeza, de esta forma me hubiera librado de soportar el golpe de su caída.
La elfa se levantó de encima de mí tan rápido que ni siquiera me había dado cuenta que lo había hecho. Estaba tan asustada como un ratón que se topa de frente con un gato. Incluso se intentó disculpar entre penosas lágrimas y sollozos lastimeros. Tenía miedo, cualquiera en a kilómetros de distancia podría darse cuenta que la elfa me tenía mucho tiempo, hasta en Baslodia se habrían enterado.
-Haces bien en sentirlo.- Dije con una sonrisa malévola. Mentiría si no dijera que disfrutaba haciéndole que me temiera.
Lleve mi mano derecho a la empuñadura de Suuri sin llegar a despasarla del cinturón. Solo puse mi mano encima de su mango. Por un lado no iba a consentir que una lamentable elfa se burlase de mí, pero por otro recordaba la promesa que me había hecho hacía años. No, no podía matar a ningún elfo, siempre y cuando no fuera en defensa propia. Aquellos malos tiempos, junto también con los buenos tiempos, habían pasado y no deseaba que volviesen por nada. No le iba a dar al difunto Sam tal alegría.
Si no eramos poco, parió la abuela. El elfo, desde lo alto de la estantería, en el mismo lugar donde había estado la elfa llorona, alzó su voz para que no le hiciera daño a la chica. No iba a hacerle nada, incluso me estaba resistiendo a no reventarle la cabeza con mi martillo; sin embargo, por culpa del elfo me estaban entrando unas ganas inmensas de demostrar todo mi potencial con el control de la magia.
-Me parece que no he sido yo quién ha caído encima de una inocente persona.- Le contesté con sorna al elfo. –Si alguien ha intentado matar a alguien ha sido ella a mí.-
¿Tenía un imán para atraer orejas picudas o qué? Si no era suficiente con que una elfa cayera encima de mí usándome como colchón; el elfo también había querido usarme con la misma intención. Ya me lo imaginaba, El Salvacaídas, así es como pasaría a llamarme entre todos los orejas picudas.
Estaba furioso. Muy furioso. No es solo por el golpe, era lo bastante fuerte como para resistir sus caídas; mi ira nacía por el mero hecho de que me habían utilizado. No, esto no iba a quedar así. Claro que no.
Me levanté del suelo sin importarme que el elfo todavía estuviera en mi espalda. Entre los dedos de mi mano derecha creé una corriente eléctrica, un rayo en moviendo no más grande que un gusano. Lo hacía serpentear entre los huecos de mis dedos, entre el índice y el corazón pasó a ir entre el anular y el meñique para luego cruzar entre el pulgar y el índice y, para finalizar, el anular y el corazón; después la pequeña serpiente de rayo repetía el recorrido entre cada uno de mis dedos. A paso lento y tranquilo, sin mostrar una pizca de mi ira, me acerque de cara el elfo y puse mi dedo índice de la mano derecha en su frente, la corriente hizo el resto.
No pretendía herirle, solo era una calambre como cuando se te duerme un pie, pero generalizado por todo el cuerpo. Lo de hacer que la corriente serpentease entre mis dedos fue puro espectáculo. –Me parece que está cayendo granizo.- Imité las palabras del elfo y su mismo tono de voz. - Ya estamos en paz.-
Gerrit Nephgerd
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Re: [cerrado]Ecos en fa menor [libre][interpretativo][2/3]
Cuando se levantó, aun con ganas de llorar, se comenzó a encoger ante la mirada de ira que le mandaba el brujo, se sentía asustada, y molesta, ni que lo hubiera hecho a posta, era el quien había movido las estanterías, no sabía como lo había hecho, pero estaba segura de que había sido él, si no, ¿qué hacía alli? Eléanör era inocente, pero no tonta, y, conociendo a los brujos, más que probablemente había ido a molestar.
Mientras recibía la regañina, con ojos asustados y labios fruncidos en un pequeño gesto de rebelión, escuchó un aviso y vio caer a Iltharion sobre el brujo, soltando un ligero bufido, amago de risa, que escondió con rapidez mordiendose los labios y escondiendo una sonrisilla tras una delicada mano.
Nunca había conocido a un elfo tan descarado, era algo que, cuando iba dirigido a ella, le daba vergüenza, pues no acostumbraba a verlo, pero que, al observarlo sobre otros, sobretodo sobre un tipo que solo quería molestar, era, cuanto menos, divertido. Se giró para que no la vieran reir, y, cuando se hubo relajado un poco, se giró a mirar. El brujo no parecía especialmente alegre.
Tragó saliva, y volvio a ponerse seria, no le gustaba el caliz que estaba tomando esa pequeña diversión curiosa que habían iniciado los dos elfos, solo querían saber que decía una nota, y encotrar un libro, no pelear contra un brujo amargado. Cio al brujo alzarse del suelo y, sin compasión alguna, intentar tirar a Iltharion al suelo. No le gustaba como los estaba tratando, no era justo, que le habían hecho para que los molestase.
Cuando vio una pequeña chispa salir de la mano del brujo, acabó enfadandose, se plant'frente al brujo con su escasa altura, y, sin cortarse, le soltó:
- Es usted un tonto, no sabe que es el respeto y no va lograr que nadie le quiera si sigue así. ¡Abusica!- le soltó sacandole la lengua y, tomando al otro elfo por la mano, salió corriendo a la calle sin mirar atrás, preocupada por el brujo.
Cuando lo perdió, por fin, de vista, escondidos en un callejón, suspiró intentando respirar nuevamente, intentanado que la luz que se encendía en ella cuando se asustaba, comenzara a brillar. De verdad se había enfrentado a un brujo, y le había sacado la lengua, no podía creer que hubiera tenido el valor de hacer eso, pero no iba a dejar que siguiera metiendose con ellos, aunque, al final, solo había huido.
- Lo siento...- se disculpó avergonzada- creo que le he metido en un buen embrollo.- murmuró a Iltharion.
Mientras recibía la regañina, con ojos asustados y labios fruncidos en un pequeño gesto de rebelión, escuchó un aviso y vio caer a Iltharion sobre el brujo, soltando un ligero bufido, amago de risa, que escondió con rapidez mordiendose los labios y escondiendo una sonrisilla tras una delicada mano.
Nunca había conocido a un elfo tan descarado, era algo que, cuando iba dirigido a ella, le daba vergüenza, pues no acostumbraba a verlo, pero que, al observarlo sobre otros, sobretodo sobre un tipo que solo quería molestar, era, cuanto menos, divertido. Se giró para que no la vieran reir, y, cuando se hubo relajado un poco, se giró a mirar. El brujo no parecía especialmente alegre.
Tragó saliva, y volvio a ponerse seria, no le gustaba el caliz que estaba tomando esa pequeña diversión curiosa que habían iniciado los dos elfos, solo querían saber que decía una nota, y encotrar un libro, no pelear contra un brujo amargado. Cio al brujo alzarse del suelo y, sin compasión alguna, intentar tirar a Iltharion al suelo. No le gustaba como los estaba tratando, no era justo, que le habían hecho para que los molestase.
Cuando vio una pequeña chispa salir de la mano del brujo, acabó enfadandose, se plant'frente al brujo con su escasa altura, y, sin cortarse, le soltó:
- Es usted un tonto, no sabe que es el respeto y no va lograr que nadie le quiera si sigue así. ¡Abusica!- le soltó sacandole la lengua y, tomando al otro elfo por la mano, salió corriendo a la calle sin mirar atrás, preocupada por el brujo.
Cuando lo perdió, por fin, de vista, escondidos en un callejón, suspiró intentando respirar nuevamente, intentanado que la luz que se encendía en ella cuando se asustaba, comenzara a brillar. De verdad se había enfrentado a un brujo, y le había sacado la lengua, no podía creer que hubiera tenido el valor de hacer eso, pero no iba a dejar que siguiera metiendose con ellos, aunque, al final, solo había huido.
- Lo siento...- se disculpó avergonzada- creo que le he metido en un buen embrollo.- murmuró a Iltharion.
Eléanör Gàlathiël
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Re: [cerrado]Ecos en fa menor [libre][interpretativo][2/3]
El bardo soltó un suspiro de alivio cuando sintio el balndo cuepro dle brujo bajo si al aterrizar, aunque enseguida empezó a moverse, y tubo que apartarse rápidamente del mismo para no caer, poniéndose también en pié para no quedar con tanta desventaja.
Vio de reojo que la joven estaba bien, de hecho, parecía bastante divertida, y le guiñó un ojo con una sonrisa para que viera que estaba todo bien, y no se asustara tanto como había aparecido hacerlo unos instantes antes.
El brujo por contra, no se había tomado tan bien el hecho de ser usado como colchón por los dos hijos de Sandorai a los cuales había decidido molestar.
El mismo empezó a conjurar electricidad entre sus manos, el elfo se mantuvo en el sitio, para no dejarse amedrentar, no parecía algo muy poderoso, solo un chisporroteo, pero esperaba realmente no tener que probar que podía hacer contra su cuerpo.
La joven se interpuso entre ambos cuando el brujo se le empezó a acercar, pero con su baja estatura, la mano del brujo llego a su frente pegandole una buena patada eléctrica Ilathrion se quedo quieto en el sitio, paralizado un segundo por la corriente, mientras todos sus músculos se trababan un solo instante. Su mirada se afiló y su sonrisa se tornó cualquier cosa menos cortés mientras escuchaba a la muchacha dar lecciones de modales al brujo que los había seguido, y que probablemente haría oídos sordos a lo que fuera que la joven le dijera. Se habría reído de no haber recibido semejante respuesta mágica de su contrincante de pillerías.
Con una mano, golpeó con el puño cerrado la estantería, haciendo llover una buena cantidad de libros sobre el brujo, y se dejó arrastrar por la joven, mientras se giraba hacia el brujo, fijándose que la muchacha no viera su gesto, le sacó la lengua mientras se ponía el indice en el pómulo presionando hacia abajo. Entró a correr hacia afuera de la biblioteca, poniendo un brazo doblado por delante de la joven mientras corrían para evitar que se chocara contra alguien si no podía esquivarlo.
Finalmente la joven se detuvo en un callejón y se disculpó.
-No se preocupe.- Sonrió Iltharion mientras hacia un gesto grácil con la mano restándole importancia al asunto.- Muchos brujos se divierten molestando a los nuestros, no es su culpa.- esbozó una sonrisa, intentando no reírse al recordar como le sacó la elfa como si fuera una niña pequeña, sin duda era una muchacha o muy joven, o muy ingenua.
-Ha sido muy valiente.-La cubrió con parte de su capa ahora que estaban a la intemperie.- Además, hemos conseguido esto.-Sonrió sacando el morral el libro de la biblioteca que habían ido a buscar, y se lo extendió. El punto de tela estaba metido por el medio del libro aproximadamente, marcando unas paginas en concreto, pero le cedió a la joven el honor de abrirlo y buscar el siguiente mensaje.
-Pero mas importante que nuestro acertijo. ¿Se encuentra ud. bien?.- La miró fijamente poniendo su mejor cara de preocupación.-Parece haber pasado un mal rato.- Con na de sus manos le acomodó un mechón de pelo tras la oreja que se le había zafado durante la carrera a la joven, sin apenas rozarlo, de forma delicada y cuidadosa. Con la curiosidad latente de que tanto podía acercarse a la muchacha sin que se pudiera tan roja como un tomate nuevamente, y, sintiéndose seguro, que, como con el gesto del labio, no iba a apartarse bruscamente de sus atenciones.
Vio de reojo que la joven estaba bien, de hecho, parecía bastante divertida, y le guiñó un ojo con una sonrisa para que viera que estaba todo bien, y no se asustara tanto como había aparecido hacerlo unos instantes antes.
El brujo por contra, no se había tomado tan bien el hecho de ser usado como colchón por los dos hijos de Sandorai a los cuales había decidido molestar.
El mismo empezó a conjurar electricidad entre sus manos, el elfo se mantuvo en el sitio, para no dejarse amedrentar, no parecía algo muy poderoso, solo un chisporroteo, pero esperaba realmente no tener que probar que podía hacer contra su cuerpo.
La joven se interpuso entre ambos cuando el brujo se le empezó a acercar, pero con su baja estatura, la mano del brujo llego a su frente pegandole una buena patada eléctrica Ilathrion se quedo quieto en el sitio, paralizado un segundo por la corriente, mientras todos sus músculos se trababan un solo instante. Su mirada se afiló y su sonrisa se tornó cualquier cosa menos cortés mientras escuchaba a la muchacha dar lecciones de modales al brujo que los había seguido, y que probablemente haría oídos sordos a lo que fuera que la joven le dijera. Se habría reído de no haber recibido semejante respuesta mágica de su contrincante de pillerías.
Con una mano, golpeó con el puño cerrado la estantería, haciendo llover una buena cantidad de libros sobre el brujo, y se dejó arrastrar por la joven, mientras se giraba hacia el brujo, fijándose que la muchacha no viera su gesto, le sacó la lengua mientras se ponía el indice en el pómulo presionando hacia abajo. Entró a correr hacia afuera de la biblioteca, poniendo un brazo doblado por delante de la joven mientras corrían para evitar que se chocara contra alguien si no podía esquivarlo.
Finalmente la joven se detuvo en un callejón y se disculpó.
-No se preocupe.- Sonrió Iltharion mientras hacia un gesto grácil con la mano restándole importancia al asunto.- Muchos brujos se divierten molestando a los nuestros, no es su culpa.- esbozó una sonrisa, intentando no reírse al recordar como le sacó la elfa como si fuera una niña pequeña, sin duda era una muchacha o muy joven, o muy ingenua.
-Ha sido muy valiente.-La cubrió con parte de su capa ahora que estaban a la intemperie.- Además, hemos conseguido esto.-Sonrió sacando el morral el libro de la biblioteca que habían ido a buscar, y se lo extendió. El punto de tela estaba metido por el medio del libro aproximadamente, marcando unas paginas en concreto, pero le cedió a la joven el honor de abrirlo y buscar el siguiente mensaje.
-Pero mas importante que nuestro acertijo. ¿Se encuentra ud. bien?.- La miró fijamente poniendo su mejor cara de preocupación.-Parece haber pasado un mal rato.- Con na de sus manos le acomodó un mechón de pelo tras la oreja que se le había zafado durante la carrera a la joven, sin apenas rozarlo, de forma delicada y cuidadosa. Con la curiosidad latente de que tanto podía acercarse a la muchacha sin que se pudiera tan roja como un tomate nuevamente, y, sintiéndose seguro, que, como con el gesto del labio, no iba a apartarse bruscamente de sus atenciones.
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Iltharion Dur'Falas
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Re: [cerrado]Ecos en fa menor [libre][interpretativo][2/3]
Tenía que reconocerlo, la actitud de la elfita me pilló desprevenido. Acababa de dejar paralizado a su amigo y ella, en lugar de escapar, lo que hizo fue dar un paso hacia delante y, con su pequeña altura, me plantó cara. ¡Incluso me llamó “tonto”! Si yo era un tonto ella era una idiota. Sí, eso es lo que era, una niña idiota que creía que podía enfrentarse contra un poderoso brujo solo con enseñándole la lengua. Estaba tan sorprendido por su ingenua valentía que no pude decir ninguna palabra. Casi no se podía distinguir entre quién estaba más paralizado si el electroduende del elfo o yo.
En un escaso segundo, en el cual no era consciente de lo que estaba pasando, la elfita por fin hizo algo lógico a su raza y a su tamaño: Cogió al elfo del brazo y se lo llevó corriendo lejos de mí, no sin antes, claro está, el elfo devolverme la puña dando un puñetazo a la estantería más cercana haciendo que un par de libros cayesen encima de mí. ¿Qué se había pensado? Cómo si unos libros, unos trozos de papel al fin y al cabo, fueran a hacerme daño.
Los elfos se habían ido de la biblioteca huyendo de mí. Por hoy ya había cumplido con mis deberes de acosador de elfos. Echaba de menos los buenos tiempos, esos en los que junto con mis “hermanos” íbamos de bosque en bosque cazando a los elfos que se pusieran en nuestro camino. Los echaba tanto de menos como los odiaba; esos buenos y malos tiempos no me hicieron ningún bien, todo lo contrario. Día tras día tenía que ver como un amigo moría o quedaba tan herido que no podía seguir el paso de los demás. Estos segundos desaparecían al cabo de unos días, Samhain los llamaba “débiles”, y tal vez lo fueran, fueron unos débiles y no merecían viajar con el resto. Pero también eran nuestros hermanos. Todos eramos hermanos los unos de los otros y Sam nos traicionó a todos.
Por puro instinto tras revivir todos estos amargos recuerdos, di un puñetazo al mismo lugar que antes había golpeado el elfo. Más libros cayeron encima de mí, pero no me importó. Estaba demasiado enfadado para que me importase.
-Señor.- Me llamó la vieja bibliotecaria con voz queda. Detrás de ella había tres guardias, dos de ellos hombres y una mujer. -¿Qué ha pasado aquí?- El miedo era lo único que reflejaba su cara. Ese sentimiento que, al verlo, me revivía las fuerzas del pasado.
-Me temo señora que los elfos se han escapado.- La ira que sentía en aquel momento no hizo más que darle un tono de voz tan auténtico y tan creíble que los tres guardias pusieron a la vez la misma cara de temor que tenía la vieja. –No he podido hacer más.-
-Habrá sido usted muy valiente.- La vieja se puso una mano en la boca como si lo que estuviera diciendo fuera un pecado. –Usted solo… Debe de ser muy fuerte.- Lo que me faltaba para contentar el día: que una vieja arrugosa me lanzase fichas. -¿Cómo se lo puedo compensar?- Menos mal que tenía la maldición de la dichosa mariposa en mi entrepierna que sino fuera por eso, con la cara que estaba poniendo esa vieja, capaz era de violarme allí mismo. –Ya lo sé, espérese aquí.- La bibliotecaria se perdió entre el laberinto de estanterías y libros. Si no fuera porque los tres guardias se habían quedado había huido por patas de aquel encuentro. - ¡Lo encontré!- Clamó la vieja. En sus manos llevaba un libro con tanto polvo encima como el que ella me quería echar a mí. – Es un ejemplar rarísimo sobre una extraña flor que solo crece a los pies del Árbol Madre llamada Namarië. Según tengo entendido, un elfo que no ha visto esta planta no es considerado como tal.- Me dio el libro mirando hacia el suelo. - Espero que lo disfrutes.-
-No sé qué decir.- Mentí, sí sabía qué decir: “Como no sea para usar como papel higiénico no se con qué otra cosa me voy a divertir con un libro de florecillas de elfos”. - Gracias.-
-Si no fuera por usted joven guerrero toda la biblioteca hubiera quedado como esas estanterías.- Señaló los muebles que había movido con mi poder. - Las gracias deberías dárselas a usted.-
Nada más salir de la biblioteca miré de lado a lado para buscar una papelera donde tirar el libro que tenía en mis manos. Divisé una, no voy lejos de mi posición, justo en el momento que los tres guardias salían de la biblioteca detrás de mí. No podía deshacerme del libro mientras ellos me estuvieran mirando. Debía hacer algo, irme a esos lugares donde la gente siempre iba para esconder cosas: un callejón. No sé que tenían los callejones que todo el mundo al final acababa allí.
Con paso lento y disimulado entré al primer callejón sucio y oscuro que pude encontrar. Los guardias ni me vieron, cosa que agradecí eternamente. Fui hacia un cubo de basura, abrí la tapa de metal y eché el libro dentro.
–Un problema menos.- Me dije al mí mismo. Bajé la tapa del cupo con fuerza orgulloso de lo que acababa de hacer y, de repente ahí los vi, la parejita de elfos rojizos haciéndose carantoñas y jugando con papeles como de costumbre. -¡¿Queréis dejar de seguirme?!- Grité a los elfos con cierta ira mezclada con la burla.
En un escaso segundo, en el cual no era consciente de lo que estaba pasando, la elfita por fin hizo algo lógico a su raza y a su tamaño: Cogió al elfo del brazo y se lo llevó corriendo lejos de mí, no sin antes, claro está, el elfo devolverme la puña dando un puñetazo a la estantería más cercana haciendo que un par de libros cayesen encima de mí. ¿Qué se había pensado? Cómo si unos libros, unos trozos de papel al fin y al cabo, fueran a hacerme daño.
Los elfos se habían ido de la biblioteca huyendo de mí. Por hoy ya había cumplido con mis deberes de acosador de elfos. Echaba de menos los buenos tiempos, esos en los que junto con mis “hermanos” íbamos de bosque en bosque cazando a los elfos que se pusieran en nuestro camino. Los echaba tanto de menos como los odiaba; esos buenos y malos tiempos no me hicieron ningún bien, todo lo contrario. Día tras día tenía que ver como un amigo moría o quedaba tan herido que no podía seguir el paso de los demás. Estos segundos desaparecían al cabo de unos días, Samhain los llamaba “débiles”, y tal vez lo fueran, fueron unos débiles y no merecían viajar con el resto. Pero también eran nuestros hermanos. Todos eramos hermanos los unos de los otros y Sam nos traicionó a todos.
Por puro instinto tras revivir todos estos amargos recuerdos, di un puñetazo al mismo lugar que antes había golpeado el elfo. Más libros cayeron encima de mí, pero no me importó. Estaba demasiado enfadado para que me importase.
-Señor.- Me llamó la vieja bibliotecaria con voz queda. Detrás de ella había tres guardias, dos de ellos hombres y una mujer. -¿Qué ha pasado aquí?- El miedo era lo único que reflejaba su cara. Ese sentimiento que, al verlo, me revivía las fuerzas del pasado.
-Me temo señora que los elfos se han escapado.- La ira que sentía en aquel momento no hizo más que darle un tono de voz tan auténtico y tan creíble que los tres guardias pusieron a la vez la misma cara de temor que tenía la vieja. –No he podido hacer más.-
-Habrá sido usted muy valiente.- La vieja se puso una mano en la boca como si lo que estuviera diciendo fuera un pecado. –Usted solo… Debe de ser muy fuerte.- Lo que me faltaba para contentar el día: que una vieja arrugosa me lanzase fichas. -¿Cómo se lo puedo compensar?- Menos mal que tenía la maldición de la dichosa mariposa en mi entrepierna que sino fuera por eso, con la cara que estaba poniendo esa vieja, capaz era de violarme allí mismo. –Ya lo sé, espérese aquí.- La bibliotecaria se perdió entre el laberinto de estanterías y libros. Si no fuera porque los tres guardias se habían quedado había huido por patas de aquel encuentro. - ¡Lo encontré!- Clamó la vieja. En sus manos llevaba un libro con tanto polvo encima como el que ella me quería echar a mí. – Es un ejemplar rarísimo sobre una extraña flor que solo crece a los pies del Árbol Madre llamada Namarië. Según tengo entendido, un elfo que no ha visto esta planta no es considerado como tal.- Me dio el libro mirando hacia el suelo. - Espero que lo disfrutes.-
-No sé qué decir.- Mentí, sí sabía qué decir: “Como no sea para usar como papel higiénico no se con qué otra cosa me voy a divertir con un libro de florecillas de elfos”. - Gracias.-
-Si no fuera por usted joven guerrero toda la biblioteca hubiera quedado como esas estanterías.- Señaló los muebles que había movido con mi poder. - Las gracias deberías dárselas a usted.-
Nada más salir de la biblioteca miré de lado a lado para buscar una papelera donde tirar el libro que tenía en mis manos. Divisé una, no voy lejos de mi posición, justo en el momento que los tres guardias salían de la biblioteca detrás de mí. No podía deshacerme del libro mientras ellos me estuvieran mirando. Debía hacer algo, irme a esos lugares donde la gente siempre iba para esconder cosas: un callejón. No sé que tenían los callejones que todo el mundo al final acababa allí.
Con paso lento y disimulado entré al primer callejón sucio y oscuro que pude encontrar. Los guardias ni me vieron, cosa que agradecí eternamente. Fui hacia un cubo de basura, abrí la tapa de metal y eché el libro dentro.
–Un problema menos.- Me dije al mí mismo. Bajé la tapa del cupo con fuerza orgulloso de lo que acababa de hacer y, de repente ahí los vi, la parejita de elfos rojizos haciéndose carantoñas y jugando con papeles como de costumbre. -¡¿Queréis dejar de seguirme?!- Grité a los elfos con cierta ira mezclada con la burla.
Gerrit Nephgerd
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Re: [cerrado]Ecos en fa menor [libre][interpretativo][2/3]
Eléanör se sonrojó al notar que le apartaban un mehcón de pelo de los ojos, y se apartó un poco. No estaba costumbrada a ese tipo de actitudes y la ponían bastante nerviosa, no sabía si le gustaban o no esas atenciones, podría decir que, posiblemente, prefería la distancia. En su clan no era normal el contacto físico, no así, tan casual. Cuando tomas a alguien de la mano, cuando le acaricias el pelo, en su clan es especial, quiere decir que confias en esa persona o que quieres transmitirle seguridad, no es algó que se haga así como así.
Pero entendía que la sociedad humana era diferente, y que, tal vez, ese elfo estuviera más acostumbrado a los usos humanos o que, en su propio clan, las costumbres fueran diferentes, al fin y al cabo, a pesar de que todos los elfos se sienten parte de un todo, y se parecen entre si en ciertas cosas, cada clan es un mundo y una comunidad a parte, no podía esperar tener las mismas costumbres que los demás, solo los ritos ya son diferentes en cada clan, lo demás, ni que decir.
La elfa miró con una sonrisa como el joven extraía el libro de su morral mientras se abrigaba entre la tela de su capa, empezando a recuperar las sensaciones en los brazos. Era increible que, entre todo ese escandalo que había armado ese brujo, hubiera podido recuperar el libro. Lo cierto es que tenía curiosidad por saber que escondía dentro, no había llegado tan lejos como para dejarlo ahí.
El ligero brillo dorado, a penas notable que había adquirido su piel al adentrarse en el callejón comenzó a apagarse y asintió, dandole al elfo la resupesta que esperaba, estaba bien. Solo quería saber qué decía el libro, Pero, nuevamente, se vieron interrumpidos por el brujo. Eléanör puso los ojos en blanco, ¿acaso era una broma? ¿Tantas ganas tenía de molestarlos? ¿Es que no tenía un hobbie o una vida que tenía que interrumpir la de los demás? Pensar eso era realmente triste, tal vez era cierto que ese tipo no tenía ningún amigo ni nadie que quisiera serlo.
- Disculpe, ya nos vamos.- dijo con educación pero cierto tono molesto en la voz.
Quería evitar discusiones, y no pensaba rebajarse a su nivel, no de nuevo, prefería ignorarlo e irse dejándole con un falso sentimiento de victoria que satisfaciera un ego carente de sentido mientras ellos podían estar tranquilos para terminar de resolver el misterio, empezaba a hacer más frío y quería volver a la posada antes de que callese la nevada que, por los colores que comenzaban a teñir el cielo, estaba por llegar.
Pero entendía que la sociedad humana era diferente, y que, tal vez, ese elfo estuviera más acostumbrado a los usos humanos o que, en su propio clan, las costumbres fueran diferentes, al fin y al cabo, a pesar de que todos los elfos se sienten parte de un todo, y se parecen entre si en ciertas cosas, cada clan es un mundo y una comunidad a parte, no podía esperar tener las mismas costumbres que los demás, solo los ritos ya son diferentes en cada clan, lo demás, ni que decir.
La elfa miró con una sonrisa como el joven extraía el libro de su morral mientras se abrigaba entre la tela de su capa, empezando a recuperar las sensaciones en los brazos. Era increible que, entre todo ese escandalo que había armado ese brujo, hubiera podido recuperar el libro. Lo cierto es que tenía curiosidad por saber que escondía dentro, no había llegado tan lejos como para dejarlo ahí.
El ligero brillo dorado, a penas notable que había adquirido su piel al adentrarse en el callejón comenzó a apagarse y asintió, dandole al elfo la resupesta que esperaba, estaba bien. Solo quería saber qué decía el libro, Pero, nuevamente, se vieron interrumpidos por el brujo. Eléanör puso los ojos en blanco, ¿acaso era una broma? ¿Tantas ganas tenía de molestarlos? ¿Es que no tenía un hobbie o una vida que tenía que interrumpir la de los demás? Pensar eso era realmente triste, tal vez era cierto que ese tipo no tenía ningún amigo ni nadie que quisiera serlo.
- Disculpe, ya nos vamos.- dijo con educación pero cierto tono molesto en la voz.
Quería evitar discusiones, y no pensaba rebajarse a su nivel, no de nuevo, prefería ignorarlo e irse dejándole con un falso sentimiento de victoria que satisfaciera un ego carente de sentido mientras ellos podían estar tranquilos para terminar de resolver el misterio, empezaba a hacer más frío y quería volver a la posada antes de que callese la nevada que, por los colores que comenzaban a teñir el cielo, estaba por llegar.
Eléanör Gàlathiël
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Re: [cerrado]Ecos en fa menor [libre][interpretativo][2/3]
El bardo no se sorprendió que la joven se ruborizara, pero al ver como se apartaba de su gesto, apartó la mano se hizo un grácil ademán de disculpa. Cerca pero no tanto. Al menos no se había excedido en demasía al tantear los limites, y le daba una idea mas clara de que tan largo podía llegar a ser cazar a una joven como aquella con mayor exactitud.
Por lo menos, parecía tan ávida e intrigada con sus acertijos como el, lo cual le garantizaba un buen rato en compañía de esa dama, y pese que eso pudiera quedar simplemente en ello, no le molestaba en lo mas mínimo, el compartir su tiempo con una belleza y entretenerse al mismo tiempo. Y había cierta intriga, que iba mas allá de sus primeras intenciones con la muchacha, sobre la misma, aunque esta, respondía también a su cuerpo, y era ese tenue brillo que le había parecido ver emanando de su piel.
Lo que si le molestaba, era ese brujo, que parecía dispuesto a encontrarles allá donde iban, y cuando escuchó su voz en el callejón, no fue una gran sorpresa para si mismo, ver que aquel autóctono de las hijas Ilidienses, seguía dale que dale, con seguirlos y molestarlos.
De haber estado solos, ya se había escabullido en algún cuarto de alguna taberna, y soltado algunos improperios sobre meterle a ese muchacho, un poco del orgullo que se gastaba, por donde no da el sol.
-Sr. Entiendo que nuestra especie resulte atractiva para los humanos, y los que comparten sus formas. Pero el acoso no es una buena forma de llamar la atención en ese sentido, le recomiendo que la próxima vez que sienta la necesidad imperiosa de compartir su tiempo con un elfo, proponga antes compartir una bebida, en vez de perseguirlo y generar pretextos con su magia para conseguir contacto físico, como el numerito de las estanterías.- Le dijo en un tono muy serio, aguantándose las ganas de sonreír con todo su ser, y con cara de circunstancias, como si realmente creyera que el brujo era capaz de hacer eso con afán de cortejo.
Por mucho que la joven fuera neuva en la ciudad, seguo que ya le ahbrían deicado por la calle mas de un piropo que sonaba mas a improperio que a halago, e incluso podía haber sido seguida durante ratos por los miembros mas impulsivos de la fauna de Lunargenta.Si le salía bien, eran dos en uno, dejaba al tipo como un degenerado delante de la muchacha, y le daba una patadita en el ego al brujo pesado bajo el pretexto de intentar ser diplomático.
El cielo sin embargo, amenazaba nevada, así que miró a la joven y en un tono mas bajo, pero que fuera claro y audible para ella, prosiguió con un tema y tono muy distinto, el de genuina preocupación que se le daba tan bien.
-Parece que va a nevar, ¿Prefiere que sigamos en otro momento, o que la acompañe al lugar donde se esté alojando para que el pervertido este no la siga o asalte cuando esté sola?
Por lo menos, parecía tan ávida e intrigada con sus acertijos como el, lo cual le garantizaba un buen rato en compañía de esa dama, y pese que eso pudiera quedar simplemente en ello, no le molestaba en lo mas mínimo, el compartir su tiempo con una belleza y entretenerse al mismo tiempo. Y había cierta intriga, que iba mas allá de sus primeras intenciones con la muchacha, sobre la misma, aunque esta, respondía también a su cuerpo, y era ese tenue brillo que le había parecido ver emanando de su piel.
Lo que si le molestaba, era ese brujo, que parecía dispuesto a encontrarles allá donde iban, y cuando escuchó su voz en el callejón, no fue una gran sorpresa para si mismo, ver que aquel autóctono de las hijas Ilidienses, seguía dale que dale, con seguirlos y molestarlos.
De haber estado solos, ya se había escabullido en algún cuarto de alguna taberna, y soltado algunos improperios sobre meterle a ese muchacho, un poco del orgullo que se gastaba, por donde no da el sol.
-Sr. Entiendo que nuestra especie resulte atractiva para los humanos, y los que comparten sus formas. Pero el acoso no es una buena forma de llamar la atención en ese sentido, le recomiendo que la próxima vez que sienta la necesidad imperiosa de compartir su tiempo con un elfo, proponga antes compartir una bebida, en vez de perseguirlo y generar pretextos con su magia para conseguir contacto físico, como el numerito de las estanterías.- Le dijo en un tono muy serio, aguantándose las ganas de sonreír con todo su ser, y con cara de circunstancias, como si realmente creyera que el brujo era capaz de hacer eso con afán de cortejo.
Por mucho que la joven fuera neuva en la ciudad, seguo que ya le ahbrían deicado por la calle mas de un piropo que sonaba mas a improperio que a halago, e incluso podía haber sido seguida durante ratos por los miembros mas impulsivos de la fauna de Lunargenta.Si le salía bien, eran dos en uno, dejaba al tipo como un degenerado delante de la muchacha, y le daba una patadita en el ego al brujo pesado bajo el pretexto de intentar ser diplomático.
El cielo sin embargo, amenazaba nevada, así que miró a la joven y en un tono mas bajo, pero que fuera claro y audible para ella, prosiguió con un tema y tono muy distinto, el de genuina preocupación que se le daba tan bien.
-Parece que va a nevar, ¿Prefiere que sigamos en otro momento, o que la acompañe al lugar donde se esté alojando para que el pervertido este no la siga o asalte cuando esté sola?
Iltharion Dur'Falas
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Re: [cerrado]Ecos en fa menor [libre][interpretativo][2/3]
En otro lugar y en otro momento quizás hubiera dado una gran lección de humildad al elfo con pretensiones de héroe salvador de damiselas en apuros. Tal vez, si la elfa no estuviera delante, él hubiera hecho lo que todos los hombres de su raza hacían cuando tenían que enfrentarse al peligro: Huir sin mirar atrás. Pero la muchacha estaba ahí, con los ojos en blancos como si hubieran visto un fantasma. Era por eso que el elfo de pelo cobrizo tenía que huir y a la vez mantener su figura de héroe. Me daba asco.
¡Encima eran ellos quienes me estaban siguiendo a mí! Tan solo había al callejón a tirar el libro a la basura sin que me vieran los guardias y, de la nada, aparecieron los orejas picudas. Tal vez les excitaba que abusase de ellos. Fuera como fuere, no tenía ganas ni tiempo como para jugar con ellos. Mover las estanterías de libros había sido más cansado de lo que había imaginado. Tenía ganas de tumbarme en una cama y no moverme de allí por nada, y menos por una parejita de elfos.
-Y yo entiendo que te quieras follar a tu chica.- Le contesté con cierto desdén imitando su tono de voz. - ¿Por eso te muestras tan chulo contra mí, verdad? Debes saber que conozco mejor a las mujeres de lo que puedes conocerlas tú, y tu amiguita tiene cara de estrecha. Dudo que te deje acercarte demasiado a ella.- Me giré dando a la espalda a la parejita, comencé y levante mi mano derecha haciendo un gesto burlón de despedirme de ellos. – Ni se os ocurra seguirme de nuevo.- Levanté el dedo corazón de la mano que tenía alzada, hasta los elfos entendían lo que significaba.
Ya estaba bien, ahora tocaba buscar un lecho donde poder descansar y nada más. Lo difícil venía a la hora de tener que buscar donde dormir. Tal vez podría probar con la vieja bibliotecaria, si se lo pidiera estaba seguro que me dejaría dormir en su casa y sin tener que recurrir al sexo pues, gracias a la maldición, mi pequeño seguía sin vida.
Unas frías gotas de agua cayeron del cielo. Levanté la vista al cielo, estaba repleto de unas nubes grises. Pequeñas bolas blancas caían de ellas con la misma velocidad que caería un pluma. Al final el idiota del elfo tenía razón y estaba empezando a nevar.
Off rol: por mí, si lo deseáis, podemos cerrar ya Ha sido un placer rolear con vosotros, aunque mi Gerrit sea tan brusco con los elfos, lo siento por eso xDDDD
¡Encima eran ellos quienes me estaban siguiendo a mí! Tan solo había al callejón a tirar el libro a la basura sin que me vieran los guardias y, de la nada, aparecieron los orejas picudas. Tal vez les excitaba que abusase de ellos. Fuera como fuere, no tenía ganas ni tiempo como para jugar con ellos. Mover las estanterías de libros había sido más cansado de lo que había imaginado. Tenía ganas de tumbarme en una cama y no moverme de allí por nada, y menos por una parejita de elfos.
-Y yo entiendo que te quieras follar a tu chica.- Le contesté con cierto desdén imitando su tono de voz. - ¿Por eso te muestras tan chulo contra mí, verdad? Debes saber que conozco mejor a las mujeres de lo que puedes conocerlas tú, y tu amiguita tiene cara de estrecha. Dudo que te deje acercarte demasiado a ella.- Me giré dando a la espalda a la parejita, comencé y levante mi mano derecha haciendo un gesto burlón de despedirme de ellos. – Ni se os ocurra seguirme de nuevo.- Levanté el dedo corazón de la mano que tenía alzada, hasta los elfos entendían lo que significaba.
Ya estaba bien, ahora tocaba buscar un lecho donde poder descansar y nada más. Lo difícil venía a la hora de tener que buscar donde dormir. Tal vez podría probar con la vieja bibliotecaria, si se lo pidiera estaba seguro que me dejaría dormir en su casa y sin tener que recurrir al sexo pues, gracias a la maldición, mi pequeño seguía sin vida.
Unas frías gotas de agua cayeron del cielo. Levanté la vista al cielo, estaba repleto de unas nubes grises. Pequeñas bolas blancas caían de ellas con la misma velocidad que caería un pluma. Al final el idiota del elfo tenía razón y estaba empezando a nevar.
Off rol: por mí, si lo deseáis, podemos cerrar ya Ha sido un placer rolear con vosotros, aunque mi Gerrit sea tan brusco con los elfos, lo siento por eso xDDDD
Gerrit Nephgerd
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Re: [cerrado]Ecos en fa menor [libre][interpretativo][2/3]
Notó como el elfo se ponía frente a ella para, una vez más, plantar cara al brujo, Eléanör debia reconocer que, si no fuera porque no tenía idea alguna de pelear, porque el tipo le sacaba más de cinco cabezas, y que había hecho un voto de pacifismo, le habría golpeado, no entendía como alguien tan molesto podía existir en el mundo, y, para colmo, era un brujo, esos que tan mala fama tenían entre los suyos, definitivamente, podía haberse equivocado con los humanos, con algunos al menos, pero los brujos eran todos aterradores, molestos y odiosos.
Con los labios fruncidos y apretados, aun algo temerosa, espero a que acabaran la charla, no le gustaba ese tipo tan alto, era un maleducado, los perseguía y los molestaba, le daba pena, claro, nadie hace esas cosas si no se siente tremendamente inferior o si no tiene problemas graves de personalidad, pero no era excusa para molestar a quienes no habían hecho nada malo, si no fuera tan tímida y asustadiza, llamaría a la guardia, aunque tampoco era algo que viera bien, pues sería como el niño que por una pelea va en busca de su madre.
Lo cierto es que había tenido bastante suerte hasta ese día, Eoghan se había convertido en un gran apollo para ella y la había estado protegiendo de todo y todos durante el tiempo que ella había estado en Lunargenta, no sabía que habría hecho si el hombre humano no hubiera estado a su lado, probablemente habría acabado en alguna calle, perdida y cubierta de barro hasta el cuello, metida en algún lío peligroso, después de todo, su torpeza y timidez no era algo que la ayudase a tratar con la gente.
La respuesta que el trobador le dio al brujo la hizo reir por lo bajo, sin embargo, lo que el brujo le contestó al elfo la hizo sonrojar, ¿cómo se atrevía a decir eso o a hablar así? cada vez le caía peor ese hombre, y esperaba no encontrarse con él nunca más. Afortunadamente, el tipo decidió largarse, e Iltharion se giró a preguntarle a ella si prefería dejar lo del libro para otro momento. pronto empezaría a nevar.
Como si el cielo escuchase las palabras del bardo, empezaron a caer ligeros copos de nieve que se enganchaban en la capa y se deshacían al rozar con su nariz. La chica sonrió asintiendo, si, lo mejor sería volver a la posada, pero prefería dar un paseo sola, e investigar la ciudad blanca como había pensado hacer al iniciar el día.
- Si, sería lo mejor, puedo...- dudó un momento- ¿puedo llevarme el libro? tiene información sobre plantas y... bueno, yo las suelo usar para hacer medicinas...- se avergonzó al pedir y confesar eso.
Finalmente, con todo aclarado, fijó un nuevo momento para encontrarse con el bardo y se dirigió a la posada, despidiendose de él con una ligera sonrisa y una gracil reverencia mientras la nieve fría comenzaba a cubrir las calles. Al final, aun con el brujo pesado, no había sido para nada un mal día, había conocido a uno de los suyos, había visitado la biblioteca y había encontrado un libro sobre plantas que tendría tiempo de memorizar en dos días.
Con los labios fruncidos y apretados, aun algo temerosa, espero a que acabaran la charla, no le gustaba ese tipo tan alto, era un maleducado, los perseguía y los molestaba, le daba pena, claro, nadie hace esas cosas si no se siente tremendamente inferior o si no tiene problemas graves de personalidad, pero no era excusa para molestar a quienes no habían hecho nada malo, si no fuera tan tímida y asustadiza, llamaría a la guardia, aunque tampoco era algo que viera bien, pues sería como el niño que por una pelea va en busca de su madre.
Lo cierto es que había tenido bastante suerte hasta ese día, Eoghan se había convertido en un gran apollo para ella y la había estado protegiendo de todo y todos durante el tiempo que ella había estado en Lunargenta, no sabía que habría hecho si el hombre humano no hubiera estado a su lado, probablemente habría acabado en alguna calle, perdida y cubierta de barro hasta el cuello, metida en algún lío peligroso, después de todo, su torpeza y timidez no era algo que la ayudase a tratar con la gente.
La respuesta que el trobador le dio al brujo la hizo reir por lo bajo, sin embargo, lo que el brujo le contestó al elfo la hizo sonrojar, ¿cómo se atrevía a decir eso o a hablar así? cada vez le caía peor ese hombre, y esperaba no encontrarse con él nunca más. Afortunadamente, el tipo decidió largarse, e Iltharion se giró a preguntarle a ella si prefería dejar lo del libro para otro momento. pronto empezaría a nevar.
Como si el cielo escuchase las palabras del bardo, empezaron a caer ligeros copos de nieve que se enganchaban en la capa y se deshacían al rozar con su nariz. La chica sonrió asintiendo, si, lo mejor sería volver a la posada, pero prefería dar un paseo sola, e investigar la ciudad blanca como había pensado hacer al iniciar el día.
- Si, sería lo mejor, puedo...- dudó un momento- ¿puedo llevarme el libro? tiene información sobre plantas y... bueno, yo las suelo usar para hacer medicinas...- se avergonzó al pedir y confesar eso.
Finalmente, con todo aclarado, fijó un nuevo momento para encontrarse con el bardo y se dirigió a la posada, despidiendose de él con una ligera sonrisa y una gracil reverencia mientras la nieve fría comenzaba a cubrir las calles. Al final, aun con el brujo pesado, no había sido para nada un mal día, había conocido a uno de los suyos, había visitado la biblioteca y había encontrado un libro sobre plantas que tendría tiempo de memorizar en dos días.
Eléanör Gàlathiël
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