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Mensaje  Níniel Thenidiel Mar Ene 19 2016, 02:26

La posada del Rey y la Reina, situada en uno de los barrios más populosos de Lunargenta, junto al hospital, era una posada con cierto renombre en la ciudad. Con dos plantas de altura, la primera de ellas de sólida piedra y la segunda de gruesa madera era lo bastante grande para que su salón pudiera alojar a medio centenar de clientes y para contar con diez habitaciones individuales con todo lo que cualquiera podría desear incluso durante estancias prolongadas. No era la más lujosa, pero ni mucho menos era la más barata y tenía fama de ofrecer bebidas fuertes, comidas más fuertes aún y habitaciones limpias con camas cuyas sábanas se cambiaban con mucha mayor asiduidad de lo que solía ser costumbre en establecimientos de su nivel. Para muchos era un lugar de categoría y sus chimeneas siempre encendidas bien valían unas monedas extra en los días más duros del invierno en Verisar o en los días en los que llovía a cántaros. Su dueño, un gigantón de dos metros y medio de altura y fuerte como un toro que respondía al nombre de Beor Wood imponía lo suficiente como para que cualquier riña o tumulto acabara incluso antes de empezar por lo que el ambiente solía ser tranquilo y apacible, algo que no pocos apreciaban tras una dura jornada de trabajo o tras un largo viaje.

Era el lugar ideal para Níniel, aunque lo cierto es que desconocía la mayoría de todos aquellos detalles cuando decidió hospedarse en aquel lugar tras llegar por primera vez a la ciudad de los orejas redondas enviada por su madre para estrechar los lazos de colaboración entre el hospital y el clan Thenidiel. Una relación fructífera de la que ambas partes se beneficiaban y que había terminado por obligar a la peliblanca a pasar temporadas cada vez más largas en el laberinto de piedra que los humanos llamaban hogar, lo que de paso había dado pié a que la joven elfa se metiera en todo tipo de líos en apenas unos meses, líos que solo pensaba que podían ocurrir en las páginas de uno de los muchos libros que más que leer devoraba la peliblanca. Ella escogió aquel lugar únicamente por su cercanía al centro hospitalario, cuanto menor fuera la distancia que tenía que recorrer menor sería el riesgo de que los humanos trataran de hacerle algo por ser elfa, eso y que la segunda opción, a pesar de estar aún más cerca del hospital, olía tan mal que la elfa casi cae redonda al suelo al pasar cerca de las letrinas que hacían las veces de baño en aquel tugurio de mala muerte. Difícilmente podía haberse imaginado que acabaría siendo casi una más de la familia de Beor la primera vez que entró por la puerta. Que sería como una hija para él y para su esposa Fiona y una hermana para sus dos hijos y dos hijas, aunque no pasaba desapercibido para la elfa que a veces los miembros varones de aquella "segunda familia" miraban a zonas de su anatomía donde la familia no debería mirar, no de ese modo.

Aquella noche, el salón de la posada estaba bastante tranquilo para lo que solía ser habitual a pesar de que ya había oscurecido y era común que los parroquianos volvieran a sus casas antes de que la noche hubiese avanzado en demasía, especialmente los días tan gélidos como aquel. De hecho llevaba haciendo un frío especialmente intenso toda la semana acompañado además por fortísimas rachas de viento que silbaban como los soplidos de una criatura gigante a su paso por entre las calles de la ciudad, aquel día solo era el culmen de unos días con el peor de los climas posibles, sin contar con el helado norte claro. En días así la gente que podía permitírselo se quedaba en sus casas junto a la chimenea y evitaba salir salvo que fuera necesario, y si no les quedaba más remedio salían cubiertos por las prendas más abrigadas que tuvieran. Níniel pensaba que ya conocía lo que significaba pasar frío en los inviernos en Sandorai cuando de más niña los pasaba recogiendo ingredientes de alquimia bajo la nieve, pero cuando el invierno llegó a Verisar entendió lo equivocada que estaba y lo poco indicado que resultaba la mayoría de su vestuario, demasiado ligero. Por ello agradecía no tener que salir y poder quedarse junto al fuego de las chimeneas, escuchando las historias que los humanos contaban en torno al fuego. Hablaban de las gestas de sus antepasados, de leyendas de su gente y de épocas anteriores en las cuales los inviernos hacían que el clima de aquellos días pareciera primavera por muy difícil que se le hiciera imaginar tal cosa a la joven elfa.

-Mi abuelo sobrevivió al invierno de las noches eternas. La nieve cubría las casas hasta los tejados y las gentes debían mear dentro de las casas pues si salían se les congelaba la polla con solo sacársela de los pantalones. No podemos quejarnos de este frío.- Dijo uno de los asiduos mirando después a Níniel a la que conocía ya del lugar aunque nunca habían mantenido conversaciones demasiado largas. -Mis disculpas elfa, pero la historia es tal cual, un despiste y podías olvidarte de perpetuar el apellido.- La peliblanca asintió mostrándole que no le había importado que usase un lenguaje tan vulgar en su presencia. Si bien era cierto que resultaba muy vulgar usar términos de ese tipo para referirse al miembro viril masculino lo cierto es que tampoco podía exigir a toda la posada que cambiara su forma de expresarse solo por estar ella presente, de hecho era todo un alarde de cortesía el pedir disculpas en presencia de una dama para lo que solía ser el humano medio. Además aguantar esas palabras soeces era un precio aceptable a cambio de las interesantes historias que solían narrar. Dió un ligero sorbo a su jarra de zumo de fruta y se mostró más que interesada en seguir escuchando el relato sobre el invierno de las noches eternas pero la historia no continuó pues las puertas de la posada se abrieron ante la llegada de un nuevo cliente, causando que una ráfaga helada agitara los fuegos e iniciara una cadena de airadas protestas por el repentino frío que recorrió el salón.

-Cierra la puerta antes de que nos congelemos, vamos no te quedes ahí.-

-Sí, muévete antes de que se nos caiga la picha como al abuelo de Yorverr.- Eso último causó una oleada de risas en la mayoría de los allí presentes y airó al propio aludido, aunque una invitación a una nueva copa fue compensación suficiente ante aquella afrenta hacia su antepasado. Níniel miró con curiosidad hacia la puerta arrebujándose en su capa para protegerse del frío. ¿Quién sería a aquellas horas?. Era poco usual que llegaran nuevos clientes tan tarde y más con la helada que estaba cayendo fuera. De hecho las veces que había llegado alguien tan tarde siempre había significado que iba a haber problemas. Normalmente para ella.


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Mensaje  Eléanör Gàlathiël Miér Ene 20 2016, 20:14

La noche helaba, se había separado pocos minutos antes del chico y aun sentía más el frío cubriendole los hombros, la madrugada hacía que una finísima capa de escarcha se retorciera en los cristales de las ventanas creando patrones blanquecinos de flores, las nubes cubrían el cielo tapando la luna blanca y cubriendola de gris, Eléanör podría apostar porque, tarde o temprano, nevaría con fuerza.

Su montura, Álinör, andaba a su lado, acercandose para cubrir del viento a la pequeña y delgada muchacha, que se arreujaba entre la gruesa tela de su capa, deseando volver a su querido bosque, siempre tan cálido a pesar del frío que pudiera hacer, a medida que avanzaba por la calle, pensaba que jamás se acostumbraría a esa maldita ciudad de piedra, y sentía que si se quedaba mucho tiempo entre sus muros, acabaría mueriendo, aunque suponía que era exagerar, no podía evitar querer su naturaleza, sus árboles y sus flores de vuelta.

- Álinör, ¿crees que nos hemos perdido?-
Le preguntó a su caballo, soltando vaho por su boca.

Notaba sus mejillas heladas, al igual que la mano que tomaba la crin de su montura, el caballo le dio un pequeño toque en la mejilla, y lo vivido hacía a penas unas horas no hacía más que acrecentar el pavor que sentía hacia esos muros de piedra, la nariz se le helaba y el cuerpo se le entumecía, pero, por suerte, a penas unos metros más allá, estaba la posada del Rey y la reina, junto al hospital de lunargenta,

Una cálida luz amarillenta salía del exterior por los cristales escarchados, y un hombre encapuchado acababa de entrar heciendo que un humo cálido saliera a la fría calle de piedra, no podía esperar para entrar y tomarse un buen vaso de leche caliente, había oido siempre que el alcohol era mejor, pero no le ustaba ese sabor rancio y agrio que dejaba en el paladar, prefería evitar esas cosas siempre que le fuera capaz.

Se paró frente a la posada, temblando y tiritando de frío, y miró nuevamente a Álinör, que parecía tan helado como ella, y comprobó si había algún establo, localizandolo justo a la izquierda del lugar, se acercó y lo entró, tomando su fardo, sacando una manta para su corcel y dejandole cómida para que pudiera reponerse y salir de allí cerrando la puerta y dejandola tal como se la había encontrado.

Entró con prisa a la posada, abriendo la puerta con un tintineo y se sacó, una vez dentro, la capucha, dejando ver su larga y sedosa cabellera de color rojizo y sus finos rasgos a quienes se dignaron a girar sus cabezas para mirarla. Pronto, un sonrojo llegó a sus mejillas, sintiendo el calor del lugar sobre su piel helada, era tan agradable, había sido una suerte, pues comenzaba a sentirse entumecida, tenía los dedos amoratados y la piel balnquecina, incluso los labios parecían quererse cuartear.

No se sacó la capa, estaba demasiado helada en su fina ropa, típica de los de su aldea, como para sacarsela a pesar de empezar a caldearse. Por dentro seguía notandose helada. Se acercó a la barra y llamó al posadero con voz tímida, había oido que allí había otra elfa, como ella, y esperaba que esta pudiera ayudarla a acostumbrarse a los misterios de esa inmensa celda de piedra. Tenía curiosidad por saber como un elfo podía sobrevivir en un lugar tan... tan frío. Un escalofrío le recorrió la espalda, y, cuando el posader llegó, le habló en voz baja, no quería que nadie se enterase de loque quería, ni que notasen, siquiera, su presencia, no allí, no los humanos, que tan mala fama tenían entre los suyos.

- Disculpe.- mumuró en voz baja y tímida.- Verá, he dejado a mi caballo en el establo, y me gustaría pedir una habitación, si... si es posible....- preguntó dudosa, con aspecto casi atemorizado, y temblando de frío.- y... em... verá... yo... busco a alguien.- dijo entre temblores y vergüenza, abrazandose a si misma, notando como el frío había humedecido la capa y esta empezaba a calarle.- He oido que... que aquí se aloja una chica... una chica... pues... como yo....- dijo avergonzada, apartandose el pelo de una de sus lindas orejitas puntiagudas, para que el hombre entendiera.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Jue Ene 21 2016, 23:41

El hombre encapuchado se apresuró a cerrar la puerta tras de sí antes de que alguno de los clientes se levantara y la cerrara por si mismo, no parecía haber llegado hasta la posada desafiando a las inclemencias del tiempo para buscar molestar a nadie, solo debía buscar refugio en una noche que cada vez se volvía más y más fría a juzgar por lo que se podía ver a través de las ventanas y durante el breve lapso de tiempo que la puerta de entrada permaneció abierta. Sin quitarse la prenda que ocultaba su piel del frío ,y de paso el rostro a los allí presentes, se adentró en el salón directo hasta la barra mientras se frotaba las manos en un intento por calentarlas y devolverles la sensibilidad perdida a causa de las bajas temperaturas del exterior. -Mis disculpas, caballeros, por interrumpir trayendo el frío a mis espaldas.- Se disculpó antes de comenzar a hablar con Beor, el posadero, seguramente haciendo algún pedido de comida o bebida y más que probablemente una habitación. La peliblanca le siguió con la mirada un instante pero en cuanto los demás continuaron contando sus historias dejó de prestarle atención. Tendría suerte si Beor podía ofrecerle algo de pan y queso pues a aquellas horas la cocina ya estaba cerrada.

-Como os decía, la gente pensaba incluso que debía de ser cosa de magia pues incluso el propio sol palidecía ante las bajas temperaturas. Mi abuelo tuvo suerte, se había aprovisionado bien de leña y comida pero cuando era pequeño, a pesar de su edad, aún recordaba el nombre de todos sus vecinos y amigos que no tuvieron tanta suerte.-

Debió de ser un invierno realmente atroz y pensar en todas las vidas que debieron perderse causaba cierta pena a la peliblanca a pesar de que ella aún ni había nacido en aquella época. Por otro lado, aquel relato llenaba de preguntas la cabeza de la elfa. Su madre sí que vivió durante ese invierno, ¿también en Sandorai las cosas fueron tan malas?, Nunca la había escuchado hablar de aquello y hasta donde sabía ningún familiar suyo falleció nunca a causa de un clima adverso. Aún así quizá lo recordasen, puede que alguien de la familia tratase de ayudar a los humanos, o puede que las tiranteces entre ambas razas causaran que nadie moviera un solo dedo, al fin y al cabo tampoco es que las ciudades humanas estuvieran tan cerca.

-Bueno, se acabó hablar de frío, mejor hablemos de algo caliente que para heladas ya tenemos una en la puerta. ¿Habéis visto a la nueva clienta de Beor?. La pelirroja. Con una mujer así en mi cama ya podría helar todo lo que quisiera ya.- Comentó uno de ellos en referencia a la mujer que llevaba un par de días hospedada en la habitación frente a la de la propia elfa. Níniel apenas la había visto un par de veces y si bien era bonita y agraciada no había sido su aspecto lo que había llamado su atención, si no precisamente lo que aquellos humanos parecían querer ignorar, una espada con restos de sangre reseca y una armadura con la que muchos de los allí presentes no podrían ni dar un paso. -Esa es mucha mujer para tí, tendrás que conformarte con tu mujer.- De nuevo risas. -Es que me gustan las pelirrojas.-

En ese momento la puerta de la entrada de la posada volvió a abrirse y las miradas se dirigieron hacia allí casi al unísono. Un cliente a aquellas horas de lo noche no era común pero dos ya era algo raro. Y las rarezas no acabaron allí pues en la propia entrada aquel personaje se retiró la capucha revelando que se trataba de una joven, mujer elfa con el cabello color de fuego. Níniel ya era conocida allí, era una rareza exótica que se llevaba más de una y de dos miradas pero a la que ya estaban acostumbrados y que además contaba con la protección de Beor y su familia por lo que nadie se atrevía a faltarle al respeto o a intentar nada...Pero una elfa pelirroja recién llegada era otra cosa y ninguno de los hombres apartó la mirada de ella mientras caminaba hasta la barra donde aún esperaba el hombre encapuchado. Pareció no ver a la sacerdotisa en su mesa ligeramente apartada de las demás. Beor llegó de inmediato sirviéndole al hombre un plato con algo de pan, queso y un poco de carne sobrante de la cena acompañado con vino y enseguida atendió a la recién llegada.

-Chiquilla, si no alzas la voz no puedo oírte desde aquí arriba.- Bromeó el gigante dueño del lugar haciendo referencia a sus casi dos metros y medio de altura. -Es broma. Lamento tener que decir que no me quedan habitaciones individuales, la última la ha cogido este caballero encapuchado, pero por una moneda puedes acomodarte en el salón. No es tan cómodo pero es mejor que la calle. Mi hijo se ocupará de tu caballo. Si te parece bien ponte al lado del fuego y entra en calor, estás tiritando.- Algo en el tono del hombre hacía parecer que ya había decidido por ella, que daba por sentado que aceptaría. Podría parecer que cometía la arrogancia de pensar que la pelirroja no tenía opción pero lo cierto era que rara vez permitía a alguien quedarse a dormir en el salón, en cierto modo le estaba haciendo un favor para evitar que pasara más frío fuera. -Alguien como tú...Si conociera a alguien así lo recordaría...- Le respondió a eso último haciendo gala de se buen posadero y no señalando a Níniel ante la primera persona que llegara preguntando por ella. Era una persona de fiar y además sabía que Níniel a veces se metía en líos y él era muy protector. Sin embargo sí que hizo un gesto familiar a la peliblanca, una especie de señal que ésta enseguida supo cómo interpretar. La estaban buscando. -¿Buscas a alguna amiga?.- Preguntó Beor a su interlocutora tratando de sonar poco interesado y de hacer parecer que la pregunta era típica y casual. -¿Puedo ofrecerte algo de comer o una bebida?-

Mientras hablaban, la figura encapuchada la miraba fijamente aunque aún sin revelar su rostro y comenzó a tamborilear claramente nervioso sobre la barra sin parecer querer retirarse a una de las mesas a disfrutar de su comida. Pareció estar a punto de dirigirse a la elfa pero uno de los parroquianos, aquel al que le gustaban las pelirrojas, apareció de repente colocándose entre ellos y lanzándole a la pelirroja una sonrisa que por mucho que tratara de parecer encantadora resultaba estúpida. -Me gusta tu pelo. ¿Puedo invitarte a un trago?. Normalmente no confraternizo con elfos pero debo decir que las que vienen a esta posada sois todas preciosas.- Dijo con un tono de voz que denotaba que, si bien no estaba borracho, si que estaba achispado. La intromisión causó que la figura misteriosa que había entrado justo antes de ella se alejara hasta una de las mesas, no sin antes volver a mirar en su dirección.

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Mensaje  Eléanör Gàlathiël Sáb Ene 23 2016, 10:56

La muchacha se encogió, asustada por la broma del tabernero, ¿lo diría en serio? Aun tiritando, se le encharcaron los ojos de lágrimas, no acostumbraba a enfrentar ciertas situaciones, y, mucho menos, sola, era como un polluelo recién salido del cascaron, no sabía cómo tratar con los humanos, todos le parecían tan grandes y rudos que la hacían encogerse, y que hubiera tenido suerte con Eoghan no quería decir que siempre fuera a suceder lo mismo.

Tragó saliva, encogida y temblorosa, dispuesta a intentar algo más alto, cuando el hombre le explicó que bromeaba y pasó a hacer su trabajo más seriamente. Oír que no había habitaciones fue decepcionante, y se mostró con claridad en su cara, sin embargo, no podía volver a salir al frío, asintió apesadumbrada y murmuró un sencillo gracias hacia el hombre en un murmullo. Para, después alzar un poco la cabeza con una sonrisa algo triste.

- No es que sea una amiga, en realidad, no la conozco, pero busco a mi hermano, y escuché hablar de una elfa que se había acostumbrado a vivir en la ciudad, pensé que.... pensé que tal vez podría ayudarme, aunque fuera, a acostumbrarme a esto, no se me dan bien los muros.- comentó con ojos brillantes y forzando una sonrisa, para que no pensasen que era débil.

No solo estaba sola en esa fría cárcel de piedra fría, con una terrible helada tras las puertas de una taberna saturada en la que no tenía cuarto y lo más que podían ofrecerle era un incomodo sofá, si no que, además, no podía contar con encontrar pronto a nadie que, al menos, la aconsejara, lo cual la dejaba más sola, aun si cabía.  Negó con la cabeza, intentando sonreír al hombre ante el ofrecimiento de algo para comer, e hizo ademán de levantarse para acercarse al fuego, sin retirarse la capa.

Ya había comprobado que los humanos vestían con ropajes de algodón, y que su ropa, hecha en su mayor parte de gasa liviana, no sería recibida con buenos ojos ante los presentes, prefería no arriesgarse a miradas de odio, no tan pronto, no cuando ya había comprobado que poca ayuda iba a recibir en ese lugar, al parecer, la mayoría de gente en lunargenta, era tan fría como los muros tras los que vivían.

Cuando intentó alejarse de la barra, un tipo, con mejillas rojizas, y aliento alcoholizado, le cortó el paso, al parecer, le gustaba su pelo, y quería invitarla a tomar algo, sin embargo, en lugar de hacer que la chica aceptara, solo logró asustarla. Eléanör se pegó a la barra, intentando alejarse del tipo, con ojos abiertos y llorosos, sin pararse a pensar, si quiera, en que el hombre había nombrado a otra elfa en el lugar.

- Yo... no.... no, gracias.- dijo con ojos encharcados y voz asustada pero firme.

El tipo, sin embargo, no parecía dispuesto a aceptar una sencilla negativa como respuesta a sus actos, se acercó más, intentando acorralar a la joven en la barra, pero la chica, pequeña como era, pasó por debajo del brazo del tipo, haciendo que este diera un traspié y cayese sobre una pila de vasos. La elfa miró con aspecto asustado al hombre, ¿la había intentado atacar? algunos humanos eran aterradores.

Se retiró despacio, mientras las risas caían sobre el borracho que intentaba levantarse, y se sentó frente a la chimenea, sobre una alfombra en el suelo, abrazándose las piernas, luchando por no llorar mientras se concentraba en el fuego con los ojos cerrados. No le gustaba ese lugar, daba miedo, era frío, no había árboles, estaba helada  y se sentía sola.


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Mensaje  Eoghan Lothannor Sáb Ene 23 2016, 15:17

Durante el alboroto causado por el borrachuzo en la barra, la puerta se volvió a abrir, dejando ver en el umbral de ésta a un hombre frotándose unas manos callosas y endurecidas. Era alto, bastante más alto que la mayoría de humanos y por el porte que llevaba era a todas luces un guerrero. Encapuchado para resguardarse del frío y tapado por un desgastadísimo guardapolvos, el joven que acababa de aparecer cerró la puerta tras de sí y emprendió una marcha no muy brusca, pero tampoco pausada, a base de largos trancos que hacían crujir suavemente la madera del suelo bajo sus pies. Llevaba una pesada espada bastarda de bastante buena calidad, lo bastante buena como para haber sido empuñada por un noble humano, y sin embargo el resto de sus pintas le tildaban más de viajero o vagabundo que de noble, aunque su porte fuera fuerte y orgulloso. A su espalda, una lanza estaba atada junto a un macuto de viaje que colgaban de su hombro derecho.

El joven temblaba suavemente por el frío del exterior y de hecho se pudo ver claramente cómo se echaba el aliento a las palmas de las manos y se las frotaba una y otra vez, ¿desde cuándo hacía semejante frío? Lo prefería al calor asfixiante del verano, claro, pero no tenía unas ropas de abrigo salvo su jubón de cuero desgastado, roto y sin las mangas que ahora estaban raídas y hechas un desastre, los pantalones llenos de polvo del camino y las botas desgastada, llenas de barro y posiblemente con las suelas agujereadas.

Avanzó suavemente hacia la barra. Eoghan se bajó la capucha revelando su rostro a los parroquianos para que viesen que no era amenaza alguna pese a su aspecto. No era un vagabundo, estaba demasiado bien en forma como para ser uno, y bien alimentado. Tampoco era un bandido, o al menos si lo fuera no hubiera aparecido allí abiertamente y sin armar jaleo, era demasiado bien educado como para ello. Y desde luego, no era un noble ni nada que se le asemejase. ¿Quizás un mercenario? ¿O un simple aventurero? Quién sabía.

Aunque hubieron algunos murmullos con la pronta aparición del muchacho, cuando se bajó la capucha, la mayoría de las miradas se dirigieron de nuevo a sus respectivas jarras, salvo la de algún que otro tipo que miraba insistentemente la espada.

-Se ve que hoy algún dios se ha levantado con el pie izquierdo, porque hace un frío como para mear contra el viento... -Murmuró el muchacho mientras se dirigía a la barra. Buscó con la mirada a Eléanör, pero con tal muchedumbre de gente, era casi imposible. Se había retrasado un poco yendo al cuartel de la guardia para que apresasen a los secuestradores de aquella niña, y ahora no era capaz de encontrar a la, posiblemente, única elfa de la ciudad. Y lo más divertido, alguien que llamaba la atención como ella con su pelo rojo y su llamativa belleza natural, no debía de ser difícil de encontrar...

... Pero él estaba medio cegato y no la encontraba entre la gente allí reunida.

Fue a hablar con el posadero.

-Buenas noches. -Dijo, con una suave sonrisa y se apoyó en la barra con el antebrazo. -Si pudiera servirme una jarra de hidromiel y un plato caliente de caldo, sería de agradecer... ¿Tiene habitaciones libres? Aunque si es posible puedo quedarme tranquilamente en el salón, estoy habituado a dormir en este tipo de tesituras, con el frío que hace no creo que le quede ninguna habitación libre.

El joven sonrió. Era amable, pero su voz era decidida, profunda.

-Por otra parte estoy buscando a una muchacha... Jovencita, pelirroja. Debería haber entrado aquí hace un momento. -Añadió con voz comedida ésta vez.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Dom Ene 24 2016, 02:12

Níniel permaneció disimuladamente atenta a lo que ocurría en la barra, no conocía de nada a aquella elfa pelirroja pero parecía estar allí buscándola a ella y no era la primera que acudía hasta "El rey y la reina" con aquel propósito. Desde que curase a la hija pequeña de Beor de unas fiebres, algunos vecinos del lugar que no podían permitirse recurrir a los servicios del hospital ni pagar los honorarios de un médico o comprarle un remedio a un alquimista se habían acercado hasta aquella posada buscando la ayuda de la peliblanca. A Níniel no le importaba, de hecho atender a esa pobre gente era lo más cerca que estaba de su función como sacerdotisa mientras se encontraba en la ciudad. Los problemas comenzaron cuando, debido a ciertos servicios involuntariamente prestados a la guardia, habían comenzado a aparecer soldados e incluso un enterrador para "pedirle" su colaboración. Y a partir de ahí las cosas comenzaron a ponerse aún más raras. El puño carmesí, los escorpiones...La elfa había atraído sobre su persona atenciones de lo más desagradables, y aunque siempre había conseguido imponerse a los peligros y adversidades, no podía negarse que había conseguido hacerse unos cuantos enemigos, algunos de los cuales aún podían estar en posición de intentar causarle algún mal. Por ello no estaba de más ser precavidos aunque a veces el bueno de Beor exageraba, como parecía ser el caso. Aquella chica parecía asustarse con solo escuchar el vozarrón del posadero y desde luego no tenía pinta de ser parte de ninguna peligrosa organización criminal, de hecho incluso parecían faltarle algunas primaveras para poder afrontar el rito de madurez. Por ello una vez que la pelirroja terminó de hablar con el posadero la peliblanca decidió acercarse hasta ella para ver en qué podía ayudarla.

Se había levantado de su asiento mientras el resto de parroquianos continuaban contando sus historias para no dormir cuando al zafarse del exceso de atenciones de uno de los humanos la pelirroja lo esquivó causando que el hombre rompiera varios vasos y quedara en ridículo. Aquello era algo que a los orejas redondas no solía hacerles mucha gracia, y menos aún cuando se encontraban bajo el pernicioso efecto del alcohol. Su compatriota parecía ignorar aquello pues se sentó frente al fuego abrazándose a sí misma como si aquello pudiera apartarla de los problemas...Lamentablemente ignorar los problemas no los resolvía y aquel hombre, humillado, en cuanto pudo recuperar su verticalidad trató de seguir a la pelirroja con intenciones peores que invitarla a una copa y tratar de ganarse sus favores. Por suerte para ella Níniel ya había llegado hasta allí y lanzó una fulminante mirada al borrachuzo que éste entendió de inmediato, la diversión había terminado. -Estas elfas...Beor, ponme otra jarra para sanar mi corazón roto.- La posada volvió a llenarse de carcajadas mientras una vez más, por tercera vez a tan intempestivas horas, las puertas de la posada volvían a abrirse llenando el lugar de una nueva y heladora corriente de aire. -Bien pensado amigo, mejor el corazón que la cabeza.- Respondió el posadero antes de atender al recién llegado, un humano que por su espada parecía un gran guerrero pero por sus ropas parecía que no pasaba por su mejor momento. Níniel se quedó mirándole pues desde luego encajaba mucho más en el perfil de los que podían dar problemas, mucho más que la elfa pelirroja.

-Tienen poco de buenas amigo. Bonita espada, aunque no tanto como mi hacha.- Respondió Beor a su saludo de forma igualmente afable pero dejando muy claro al desconocido que no permitiría ninguna clase de estupidez en su posada. -El suelo de mi salón es cuanto tengo disponible, pero las chimeneas en mi casa no se apagan ni de día de noche, eso te lo aseguro. En cuanto a la comida, la hora de la cena hace tiempo que pasó, pero a un camarada guerrero puedo calentarle un poco de caldo, y echarle algo de carne.- Respondió calando a su nuevo cliente con tan solo mirarlo y sirviéndole la bebida. -¿Una joven pelirroja?. Puede que me suene, pero no parecía estar con nadie ni preguntó por un hombre...- De nuevo como ocurrió con Níniel se mostraba receloso de señalar a sus clientes.

-Preguntaba por mí, y ahora mismo me dirijo a saber por qué. Puede acompañarme señor...-Interrumpió la peliblanca a los dos hombres inclinando levemente la cabeza en señal de saludo. Esperó a saber su nombre y le hizo una señal a Beor para que estuviese atento.-Por aquí. ¿Puedo saber de qué conoce a una de mis hermanas?.- Preguntó sin detenerse, usando el término humano de hermana a pesar de que no conocía a la otra joven. No era un término incorrecto, los elfos solían estar muy unidos y referirse entre ellos como hermanos y hermanas, aunque en élfico las connotaciones de las palabras eran mucho mayores que en la lengua común.

Quería saber qué pasaba. Primero una joven elfa pregunta por ella y luego un humano armado hasta los dientes preguntaba por la pelirroja, no parecía casualidad. Era el momento de resolver aquella pequeña incógnita antes de que comenzara a entrar más gente aún por la puerta, lo cual a juzgar por cómo estaba transcurriendo la noche parecía más que factible. Recorrió la corta distancia hasta el lugar donde se encontraba la pelirroja tratando de adivinar qué clase de hombre la seguía. Parecía amable pero aún así no era normal ver a un humano junto a una elfa, especialmente a una tan joven. Cuando llegó al lado de la chimenea, al ver a su compatriota en aquel estado y para tranquilizarla lo máximo posible, Níniel se dirigió a ella en su idioma natal, haciendo que su voz siempre melodiosa fuera especialmente dulce -Aneth ara, maara tulda Coanyanna. ¿Man nályë?  ¿Quentuvalyë nin esselya? *- No obstante para evitar faltarle al respeto al humano que la acompañaba continuó hablando en común. -Soy Níniel, del clan Thenidiel, creo que me estabas buscando.-

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Mensaje  Eléanör Gàlathiël Dom Ene 24 2016, 13:21

Aun encongida frente a la chimenea, temblando de frío y miendo a cada movimiento brusco que percibía a su alrededor tras lo sucedido con el borracho, se abrazó a si misma esperando que todos se marchasen a dormir pronto y la dejaran descansar, o, al menos, que Eoghan llegase pronto a la taberna. Era el único al que conocía allí, y de momento pensaba que podía confiar en él, era el único que, desde su llegada a esa ciudad de locos, le había demostrado algo de amabilidad y cordura.

El frío entró nuevamente por la puerta, pero la joven elfa no se digno a girarse, esperanzada porque el borracho se hubiera largado de la posada. Se alzó para poder mirar por la ventana junto a la chimenea, pero no vio a nadie alejarse por la calle resbaladiza y grisacea, por lo que volvió a sentarse, adoptando, nuevamente, esa postura encogida en la que se sentía más segura y protegida. El hecho de moverse había vuelto a dejarla helada.

Miró el fuego con calma, sin notar que dos personas se acercaban a ella, hasta que estas estuvieron a su lado, la mujer, una preciosa elfa de pelo blanco, le habló en su idioma natal, el élfico, haciendola sentir, momentanemente, en casa. Una sonrisa iluminó la cara de Eléanör al ver a la otra elfa, y, en el mismo idioma:

- Alassëa lómë theles.
- respondió con una ligera luz de calma en sus ojos.- Soy Eléanör Gálathiël, vengo desde Sandoraï, y oí hablar de una elfa que se había acostumbrado a la ciudad, ¿puede que sea usted?- Preguntó alzandose para mirarla al menos, desde una altura más similar.

Al hacerlo, notó, por fin, al humano que la acompañaba y al verlo distinguió a Eoghan, por fin la suerte volvía a sonreirle, no solo encontraba a quien buscaba, si no que, con ella estaba el unico humano que, de momento, no le daba miedo. Se acercó a él despacio, haciendo notar que se conocian y que la chica, asustadiza como era y, probablemente, ya había demostrado ser, no temía al joven humano que tenía aspecto de guerrero.

Era consciente de que el chico podía dar ago de miedo, sin duda, a ella se lo había dado al principio, pero no podía haber estado más errado su pensamiento, el joven tenía buen corazón y eso era algo que, para ella, ya había quedado patente. Aun helada, se abrazó a si misma algo temblorosa, y sonrió a la sacerdotisa. Mirnadola intentando no ser maleducada.

La joven de pelo blanco era alta, tenía un aspecto altivo, respetable y casi religioso, se sentía como una chiquilla frente a una diosa, no se atrevía a hablar, esa mujer había ganado fama entre los suyos por ser capaz de acostumbrarse a la sociedad humana, siendo aceptada e, incluso, haciendo amigos entre los orejas redondas. Era una notable diferencia la que había entre ambas elfas, puede que ambas fueran hermosas, pero ahí se acababa el parecido.

Níniel era alta, se notaba que sabía de la belleza de su cuerpo y rostro, su caracter maduro y responsable se notaba con solo mirarla unos instantes, en cambio, Eléanör, aun joven, desconocía las virtudes de su propio aspecto, era tímida y aniñada, aunque distinguía bien de mal, aun no sabía como actuar frente a los desconocidos, y su timidez podía llegar a causar serior malentendidos.

- Han mathon adlod kor.-
se disculpó por irrumpir.- Se que no nos conocemos, y que fue muy egoista de mi parte tener la esperanza de recibir tu consejo, pero, lo cierto es que, desde que escuché de ti quise conocerte, y mi misión me dio la excusa perfecta para hacerlo.- explicó en una reverencia ante ella, señal de respeto.

****************************************************
Off: Primero dice "buenas noches, hermana" y después "Disculpa por irrumpir en tu hogar"
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Mensaje  Eoghan Lothannor Dom Ene 24 2016, 20:27

-No te has de preocupar por mi espada ni por mi lanza, amigo. Si tuviese posibilidad de dejarlas a buen recaudo en cualquier otro sitio, creedme, lo haría. -Dijo, dejando caer de buena fe que, si Beorn sentía que el hecho de que llevase sus armas encima podían causar alboroto, de buen grado las pondría a un lado o incluso entregárselas a él si le garantizaba que estarían a buen recaudo. -Agradezco la hospitalidad.

Añadió, con una suave reverencia y una honesta sonrisa al hombre, ya que a esas horas él no había caído que habían cerrado las cocinas... Y eso podía ser un problema. Fue entonces cuando escuchó una voz a su espalda, y vio a Níniel. Por un instante abrió bastante los ojos, impactado por la imagen de la elfa, estando desacostumbrado como estaba a aquellas estampas de belleza niquelada. Apretó ligeramente los labios, recomponiéndose en una primera instancia rápidamente, y acompañó a la elfa.

Cuando le preguntó acerca de cómo era posible que conociera a Eléanör, se preguntó cómo podía explicárselo. Aunque él quería fiarse de ella, teniendo en cuenta que se refirió a Eléanör como a una "hermana", aunque él sabía que se refería más a camarada que al propio parentesco familiar ya solo por el contexto en el que hablaban, no sabía hasta qué punto podían ser recelosos u ofenderse por los motivos que fueran.

-E...Eoghan, pero nada de señor. La conocí hace unas horas. -Comenzó a decir mientras la seguía. Al principio las palabras se le atosigaron en la boca y habló de forma atropellada. Tosió un poco debido al frío del exterior que aun contenía dentro de la garganta, y luego miró de nuevo a Níniel. -Tuvo un mal encontronazo... Dos, mejor dicho, y me decidí a ayudarla dentro de lo que estuviese en mi mano dentro de los muros, o hasta que ella estime que no necesita que le eche más una mano.

Que vale, él ya sabía que seguramente ahora le diría que no pintaba nada allí, o incluso que se fuese con viento fresco porque encontró a otro congénere... Pero en fin, la buena compañía era buena en todo caso. Miró entonces a la elfa sentada enfrente a la chimenea y sonrió cuando se acercó.

-Eh, hola. ¿Todo bien? ¿Llegaste sin percances? -Le preguntó con una suave sonrisa mientras dejaba el macuto suavemente en el suelo para relajar sus hombros. Las miró entonces hablar, y se acercó entonces al hogar, extendiendo las manos frente a éste y dejando que las palmas se calentasen al calor de la lumbre.

Miró suavemente hacia atrás cuando empezaron a hablar en común de nuevo, escuchando atentamente sobre lo que hablaban. ¿Una misión? Eoghan desconocía qué tipo de misión podía tratarse para mandar a alguien tan visiblemente inexperto, pero supuso que la joven necesitaría ayuda, a juzgar por su actitud habitual. Al menos, ayuda durante el camino. Y él necesitaba algo que hacer.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Lun Ene 25 2016, 19:08

La peliblanca escuchó la corta pero clara explicación de aquel hombre sin detenerse mientras se movía con la gracilidad típica entre los de su raza por entre las mesas del salón, esquivando obstáculos y clientes con determinación y soltura aprovechando su esbelta figura. A su paso causaba que muchos rostros se giraran para mirarla pero a diferencia de lo que acababa de pasarle a la pelirroja nadie trataba de impedir su avance o de tocarla, era las ventaja de haberse labrado una reputación allí a pesar de ser una hija del bosque, así funcionaban los humanos, al menos la mayor parte de ellos. -Ya veo.- Fue su respuesta hacia Eoghan, palabras acompañadas por una leve sonrisa mientras daba un giro completo para evitar tropezar con uno de los parroquianos que brindaba de forma excesivamente efusiva y sin prestar atención a quién tenía detrás.

Lo cierto es que no podía saber si las palabras de aquel humano de ropajes maltrechos pero espada de calidad muy bien cuidada eran ciertos o no hasta que su compatriota así lo confirmara. Bien podría ser un esclavista en busca de una presa exótica o cualquier otra amenaza, aunque si pensaba que podría hacerle algo a la joven elfa allí pronto descubriría el tremendo error que había cometido. No obstante su modo de actuar, el modo de dirigirse a Beor y a ella misma hacían que el instinto de la peliblanca le dijese que no mentía y que era una persona de fiar, incluso a pesar de su aspecto intimidante y desaliñado. Había que saber mirar más allá de las apariencias, auqnue a veces resultase difícil, Beor era la mejor prueba de ello. Una mole de puro músculo tan alta como para tener que agacharse para pasar por casi todas las puertas y capaz de manejar un hacha casi tan grande como él mismo con una facilidad pasmosa, con su poblada barba siempre descuidada y oliendo permanentemente a alcohol...A la sacerdotisa casi se le escapó un grito la primera vez que lo vio y resultó ser una de las mejores personas que jamás hubiera conocido, elfos incluidos. Tan pronto como llegaron hasta la pelirroja, y tras las presentaciones de rigor, quedó claro que sus buenas sensaciones hacia el humano fueron acertadas.

-Veo que es cierto que ya os conocéis. Siempre es un placer conocer a gente capaz de tender una mano a los que lo necesitan, incluso aunque sean extraños y de otra raza. Te agradezco que cuidaras de ella.- Le dijo a Eoghan clavando sus ojos aguamarina en los del hombre como prueba de su sinceridad y confianza, con un tono mucho más dulce ahora que todo había quedado aclarado.

-Una de ellas, no soy la primera ni la única que ha logrado hacer de esta ciudad un segundo hogar, aunque no hay día que no añore nuestro bosque y nuestra familia. Trato de volver y pasar tanto tiempo en casa como me es posible, aunque lamentablemente cada vez escasean más las oportunidades.- A continuación respondió a su reverencia con una inclinación de su cabeza y un lento pestañear denotando que aceptaba y agradecía sus respetos. Era el modo de aceptar su posición entre los suyos pero a su vez dejar clara su cercanía y que no consideraba que tuviera que haber entre ellas un exceso de formalidades.-No tienes que disculparte, me honra que busques mi consejo. Estaré encantada de ayudarte en lo que pueda. ¿Cuál es esa misión?. Debe ser algo de suma importancia para haber abandonado la seguridad de nuestro hogar siendo tan joven.-

No obstante no hubo mucho tiempo para alargar aquella conversación. Mientras hablaban, aquel extraño hombre encapuchado que había mirado de forma tan insistente a Eléanör había seguido a la peliblanca y a Eoghan con la mirada y en aquellos momentos se había levantado y comenzó a acercarse hasta ellos en silencio. Caminaba de forma nerviosa y recibió varios insultos cuando causó que alguien derramara un poco de bebida en el suelo, pero aún así continuó acercándose directamente hasta donde se encontraban. Cuando llegó, de repente y sin decir ni una sola palabra agarró a la peliblanca del brazo y se pegó a ella,comenzando a balbucear cosas sin sentido. Antes de poder si quiera tratar de comprender algo de lo que intentaba decir un par de clientes lo agarraron y lo separaron de la sacerdotisa arrojándolo al suelo y preparándose para golpearlo.

-¿Qué crees que haces gusano?. ¿Acaso te ha dado permiso para tocarla?.-

-Esperad.- Les pidió la sacerdotisa antes de que le molieran a golpes. Era cierto que el hecho de que un encapuchado se acercara así a ella la había sobresaltado pero a parte de acercarse y decir cosas sin sentido no había hecho nada que la violentase o le hubiera hecho daño alguno más allá del susto. -¿Quién eres y por qué has hecho eso?.- De nuevo más balbuceos desde el suelo acompañados de movimientos que parecían alguna especie de súplica. -Ne...ito, a..da, mi hermana, mi her...ana.- Seguía sin poder entender más que sílabas sueltas. -Cálmate por favor, ¿qué necesitas?.- El hombre se quitó la capucha revelando ser un humano que apenas llegaría a alcanzar la madurez de edad, parecía incluso más joven que Eléanör, aunque casi tan alto como Níniel. -Mi...Hermana, el frío, está enferma...Por favor, haré lo que sea, seré tu esclavo, lo que sea, ayúdala.-

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Mensaje  Eléanör Gàlathiël Mar Ene 26 2016, 14:51

Parecía que su suerte empezaba a cambiar, bien podría haberse encontrado con una elfa que la mandase a casa alegando su juventud e inexperiencia como excusa, y habría tenido toda la razón del mundo, podría haberse quedado sola tras la separación del chico, que él la hubiera dejado a su suerte, al fin y al cabo, ni siquiera la conocía, habría sido lo normal.

Sin embargo se encontraba con una fortuna propia solo de los que tenían una estrella propia, la sacerdotisa parecía comprensiva, se había acercado con ganas de hablar y escucharla. Junto con ella, Eoghan, que en ese instante se encontraba delante del hogar de la chimenea haciendo como ella escasos segundos antes. Lógico, hacía tal frío esa noche que los músculos se entumecían y se helaba hasta el alma.

Se sentó de espaldas al fuego de la chimenea y apolló su cabecita en el hombro del joven, sonrió un pelín y, haciendose la fuerte, mientiendo un poco, o, en realidad, solo omitiendo ciertos detalles de los sucesos de la noche, afirmó con voz fina:

- Todo bien.- compentó sin mencionar siquiera al borracho.

En esa posición esuchcó atenta, casi ensimismada, a la sacerdotisa, Níniel, había dicho llamarse, si no recordaba mal. Lo cierto es que sentía una gran admiración por ella, y no acababa de creer en la tremenda fortuna que le había sonreido. Su escapada debía haber llegado ya al oido de varias personas. Sería lógico que, con su actuación, hubieran desechado la posibilidad de que ella sucediera a la gran madre, a pesar de su devoción, por ello, que una sacerdotisa, alguién que era lo que ella aspiraba a ser, siguiera hablandole, era, en realidad, una enorme suerte.

La sacerdotisa parecía alguien abierto y responsable, que estaba dispuesta a escucharla, aunque su temor de hablar era mayor del que le había dado el salir al mundo a su corta edad y con su escasa experiencia. Para ella, quien había arriesgado todo lo que tenía y lo que era, su puesto, su familia, y amigos, por salir a ayudar a alguien, por encontrar a su hermano, la condena a la soledad era el más grave de los delitos, nadie merecía estar solo, todos debían tener la oportunidad de remediar sus errores, y no concebía que hubiera castigos tales como el destierro. No era capaz de perdonar a quienes habían alejado a su hermano de su hogar, y había decidido arriesgarlo todo por ayudarlo.

Para ella era lógico, facil de entender y totalmente razonable, sin embargo, sabía que no todos pensaban de ese modo, pues si en su momento se había condenado a un chiquillo por un error, ¿quién le decía que no fueran a repetirlo, o a hacer lo mismo con ella? ¿Quién le decía que, si explicaba que buscaba a su medio hermano, para devolverlo a casa, no la haría regresar diciendole que era una tontería? Sin embargo, no quería, ni sabía mentir.

- Yo...- empezó a decir finalmente, cuando una altísima figura encapuchada se acercó a la sacerdotisa y a ella.

La figura cubierta tomó a la elfa de pelo blanco del brazo, y pronto fue retenido por un par de hombres que se lanzaban a defender a la mujer. Eléanör, sorprendida, había retrocedido con ojos abiertos, algo asustada por la brusquedad de la situación, el encapuchado cayó al suelo, forcejenado, parecía asustado.

Con cierta admiración, vio como Níniel pedía a los que se habían lanzado a defenderla que se detuvieran y se dirigió al tipo del suelo, dispuesta a escucharle. El pobre no parecía ser muy mayor que la misma Eléanör, y lloraba con pena y preocupación. La elfa de cabellos de fuego se acercó con calma y se arrodilló junto a él, mirandole con tristeza. Se sentía mal por haber tenido miedo de él.

Mientras el joven hablaba la comprensión brilló en los ojos de la elfa, quien tomó una de las manos temblorosas del chico que estaba en el suelo, y le sonrió con amabilidad, esperando que se calmase, pasó un par de segundos sonriendole con calma, sin decir palabra alguna, hasta que por fin, el chico pareció relajarse un poco, y ella fue capaz de hablar.

- Yo te ayudaré mientras esté en mi mano, sin necesidad de que me compenses de modo alguno.-
contestó al chico con su voz dulce y clara, calmada y paciente, viendo como la cara del joven cambiaba de expresión, esperanzado haciendo ensanchar la dulce sonrisa de Eléanör.-Venga, ayudemos a tu hermana.- Comentó alzándose y tendiéndole al joven una mano para ayudarlo a levantarse, instandole con dulzura a ponerse en marcha.
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Mensaje  Eoghan Lothannor Miér Ene 27 2016, 15:33

Eoghan escuchó a ambas mientras se frotaba las manos frente a la lumbre y luego notó la cabeza de la pelirroja sobre su hombro. Sonrió y asintió al escuchar que no había tenido mayor percance llegando allí. Se alegraba, en verdad, de que no hubiera tenido más problemas mientras él no estaba.

El joven herrero las dejó hablar durante un momento hasta que se vieron interrumpidas por el encapuchado. Él no se había dado cuenta de ello, pues entre tanta gente era casi imposible darse cuenta de que alguien en concreto los estaba siguiendo. Se levantó atropelladamente al escuchar el estrépito, y cuando el encapuchado se quitó la tela que le cubría la cabeza y vio al muchacho, Eoghan se relajó visiblemente. Apartó a un par de parroquianos que, aunque tenian buenas intenciones al defender a Níniel, estaban claramente haciéndole daño.

-Venga, vamos señores, soltadle. Es solo un muchacho, no se preocupen. -Les dijo mientras se agachaba para ayudar al mozo, que hablaba sobre su hermana y lo mal que ella se encontraba debido al frío. Era más joven que la propia Eléanör, pensó Eoghan. Apenas tendría, quizás, su edad cuando él se marchó de casa. Tomó al muchacho por debajo del hombro con cuidado y lo ayudó a levantarse. -Venga chico, arriba. Respira hondo, cálmate y habla con lentitud, ¿vale? Te ayudarán, son buena gente.

Bueno, no conocía mucho a ninguna de las dos, pero Eoghan sabía que Eléanör era bondadosa por naturaleza pues se lo había demostrado con creces aquel día. Era de ese tipo de personas que podían llegar a perderla su propia buena voluntad, pero que con la gente adecuada no debería sufrir demasiado, o directamente, no sufrir.

Esperó pacientemente a que Níniel se pronunciase respecto al asunto, mientras una mujer le llevaba un cuenco de caldo y una jarra con hidromiel, dejándole a Eoghan su cena en una mesa cercana a donde se había sentado él. El joven sonrió a la camarera con agradecimiento. Se sentía un poco mal por haber pedido comida a aquellas horas, pero con el frío que hacía la escueta ración de viaje que se había tomado justo despues de salir del cuartel de poco le servía para mantener las energías.

El joven dio unas cuantas zancadas largas pero con el mismo sosiego que siempre transmitía con sus pasos, cogiendo alguna que otra silla para las dos sacerdotisas y el otro joven, preparándolas para que pudieran hablar tranquilamente cerca de la lumbre y alrededor de la mesa mientras él comía. De hecho ni siquiera esperó a que se sentasen.

-Perdonad si no espero a que os sentéis, pero con el frío que hace fuera mi estómago está pidiendo a gritos un poco de calor. -Dijo el joven mientras tomaba una cuchara de palo que acompañaba al cuenco y empezaba a comer con ansia, goloso como él solo.

¡Demonios, aquello sabía a gloria! Mientras ellas hablasen, él se limitaría a comer y a beber el caldo silenciosamente, cazando algún que otro trozo de capón que Beorn había echado como cortesía al caldo, trozos que por otra parte, Eoghan agradecía profundamente en su cena.

Echó entonces un trago de la jarra de hidromiel con calma, mirando al muchacho una vez éste se sentase. Había muchas cosas que no le terminaban de cuadrar en todo aquel espectro, sobre todo la repentina helada. No recordaba un tiempo tan crudo en sus veintipocos años de vida, ni siquiera cuando vivía al Norte. De hecho, podría asegurar que incluso cuando tuvo que cruzar algunas montañas el tiempo era frío, pero no tan intempestivo como para dejar a la gente tan vulnerable a las condiciones del clima.

Había algo que estaba cambiando, estaba seguro de ello... Solo faltaba que por encima empezase a nevar y que además llegase una ventisca, porque aquello sería una hecatombe. Desde siempre la Península había sido un lugar cálido, ¿qué debía estar cambiando para ello?, pensó mientras comía ahora de una forma más pausada.

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Mensaje  Níniel Thenidiel Jue Ene 28 2016, 19:51

Pronto quedó claro que aquel joven, a pesar de su extraña manera de acercarse y que bien podría haberle valido una paliza, no tenía ninguna intención de hacerle daño a Níniel, de hecho era todo lo contrario y había llegado hasta allí enfrentándose a una climatología especialmente adversa en busca de la ayuda de una sanadora para su hermana pero los nervios y el miedo le habían hecho actuar de un modo estúpido aunque por fortuna rápidamente aclarado. Era difícil de creer que mentía, su llanto parecía muy real y prácticamente podía verse la sombra que atenazaba su corazón hasta llevarle a la desesperación de ofrecer su vida a cambio de la ayuda para su familiar enfermo. Así eran los humanos, capaces de las peores atrocidades imaginables y de los mayores actos de sacrificio. Desconfiar de ellos era necesario, incluso sensato, pero a veces merecía la pena arriesgarse, como parecía ser también el caso de Eoghan.

El guerrero ayudó a calmar el ambiente consiguiendo que los clientes que se habían abalanzado sobre aquel chico le soltaran, aunque no sin antes preguntar a la peliblanca con la mirada si debían hacerlo o no y liberándolo cuando ésta asintió con la cabeza indicando que no lo consideraba peligroso. Por culpa de aquella situación se habían convertido en el centro de atención de todos los presentes en el gran salón y los relatos e historias se habían interrumpido para prestar atención a lo que acontecía junto al fuego, aunque cuando quedó patente que las cosas no irían a más y no se produciría ninguna pelea pronto cada cual volvió a lo que estaba haciendo antes de la interrupción, recuperando la posada enseguida la normalidad.

Extrañamente y a pesar de haberse mostrado bastante tímida y cohibida hasta el punto de costarle comenzar a explicarse, fue Eléanör y no Níniel la que aceptó ayudar a aquel joven si estaba en su mano, dejando claro que no buscaba recibir nada a cambio de dicha ayuda. Esa predisposición a ayudar y el hecho de buscar el contacto con completos desconocidos en un afán por reforzar con gestos las palabras decían mucho del carácter la elfa pelirroja. Hablaban de una personalidad amable, bondadosa y cariñosa que la hacía abandonar sus reservas en pos de ayudar. Muy posiblemente fuese aprendiz de sacerdotisa y hubiese entrenado sus artes sanadoras ya que se había ofrecido sin dudar a atender a una persona de la que desconocía el mal que la afligía. Pensar aquello hizo que la peliblanca recordara con añoranza sus años de estudio y práctica junto a su madre, las largas horas sin descanso siempre con la cabeza metida en algún libro y aprendiendo a controlar mejor sus aptitudes bajo la atenta y estricta supervisión de la suma sacerdotisa...Sus medias sonrisas de orgullo y aprobación cuando la joven superaba sus pruebas...

-Parece que has logrado la ayuda que necesitas. ¿Dónde se encuentra tu hermana?. ¿Qué puedes decirnos sobre la enfermedad que padece?. Saber cuándo empezó y cualquier cosa que creas relacionada podría servir para ayudarla.- Continuó la peliblanca a las palabras de una Eléanör ya dispuesta a ponerse en marcha mientras que Eoghan parecía considerar que mientras se preparaban tenía tiempo para llenar la barriga, eso o no pensaba acompañar a la pelirroja pues se sentó a comer e incluso preparó otras tres sillas.

-Está en...En casa. A las afueras de la ciudad, junto a los establos. Es solo una niña, yo cuido de ella y de mi madre desde que mi padre...Trabajo ayudando a descargar mercancías de los barcos en el puerto. No...No gano mucho, no puedo permitirme llevarla al hospital.- Les contó el joven con la voz aún temblorosa aunque mucho más controlada que antes gracias a las palabras amables recibidas. -De hecho acabo de gastar mis últimas monedas en la habitación para la noche y un poco de pan duro y queso...Me dijeron que había una elfa aquí...Que ayudaba a la gente, que curaba fiebres y cortes por igual...Pensé que eráis vos.-Dijo dirigiéndose hacia Eléanör aunque sin mirarla a los ojos claramente cohibido. -Qui..Quizá el posadero me devuelva las monedas ya que os he encontrado, os las daré gustoso por la ayuda, no es mucho pero...-

-Hablaré con Beor y te devolverá tus monedas, háblame de la enfermedad. ¿Está tu madre cuidando de tu hermana?- Le interrumpió la peliblanca para guiar la nerviosa conversación del joven hacia lo importante.

-Sí, mi madre está con ella. Cuando comenzó el frío, a la segunda noche, Aisha comenzó a no querer comer, a sudar mucho y su cuerpo ardía. Hasta esa noche estuvo perfectamente, tan alegre como siempre...Es un bicho, siempre corriendo de un lado a otro como si nunca se le acabaran las fuerzas...Yo..- En ese momento su voz volvió a quebrarse y una vez más las lágrimas recorrieron su rostro. Níniel no quiso insistir, además poco más podría decirles al respecto, seguramente ni siquiera habría podido recibir una educación básica. No lo pensaba como un desprecio, si no como un contratiempo, desde luego docto o no aquel joven contaba con toda su simpatía y respeto. Tan joven y ya llevando el peso de la familia sobre sus hombros, e incluso así sintiendo semejante amor por su hermana...Era digno de elogio.

-Iré contigo hermana. Además nos vendría bien alguien fuerte Eoghan, con este tiempo. Aunque lamento interrumpir tu seguro más que merecido descanso. Subiré a mi habitación a por algunas cosas y enseguida bajo. Te traeré una capa más gruesa ya de paso.-Dijo comenzando a alejarse de allí y, tras intercambiar unas palabras con el dueño de la posada, subir las escaleras hasta el primer piso.

En su cuarto, Níniel tenía un pequeño y modesto laboratorio de alquimia que había ido ampliando con el tiempo desde su llegada a la ciudad de los hombres. Allí pasaba días enteros estudiando y experimentando para mejorar sus habilidades y preparar pociones que luego usaba o vendía al hospital o a mercaderes locales para así poder costear nuevos materiales e ingredientes ya que algunos eran bastante caros y difíciles de encontrar por ella misma, como por ejemplo los que crecían en las islas de los brujos. También era el hogar de Geralt, la inteligente y glotona ardilla blanca que en esos momentos dormía plácidamente sobre la cama. La peliblanca recogió unos viales llenos de un líquido azul hielo y algunos frasquitos con medicinas para varias de las posibilidades que manejaba y algunas de curación o genéricas, además de aquella que a las malas podía usar si nada de lo anterior o sus artes mágicas funcionaban. Tomó una de sus capas humanas para Eléanör y tras coger su bastón con forma de dragón se apresuró a bajar de nuevo.

-¿Preparados?. Bien tomaos esto, nos ayudara a combatir este frío. Y ten la capa Eléanör .- Dijo ofreciéndoles a cada uno un frasquito de la sustancia azul hielo y a la pelirroja la prometida capa gruesa. Aquellos frasquitos contenían esencia de Aïnen, cuya conservación lejos del frío norte se tornaba complicada pues el calor la malograba rápidamente. Para mantenerla fría Níniel había usado sales de escarcha capaces de mantener pequeñas cantidades de ingredientes siempre como si estuvieran en el hielo. Además la poción llevaba semillas de fruto de sinforicarpos, una planta que también crece solo en el norte y que no debe confundirse con el parecido "Calor de nieve" pues este segundo resulta venenoso, y tallo aún verde de Mirrian de escarcha, bastante más abundante hacia el sur y cuyo nombre se debe a que es capaz de aguantar las bajas temperaturas sin morir. Incluso una infusión de sus hojas era útil contra el frío.
Subrayado el uso de la pasiva alquimia
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Mensaje  Eléanör Gàlathiël Lun Feb 01 2016, 16:17

Daba la impresión, o eso le parecía a Eléanör, que con la aparición en escena de Eoghan y Níniel, todo se había calmado, la gente que se había arremolinado entorno al chico e a ella misma, se disipaba poco a poco, no por ello quitandoles la vista de encima, pero, al menos, dejandoles espacio para que todo fluyese.

El chico, más joven que la misma elfa, contó, al alzarse, mientras el guerrero tomaba una sopa caliente, una conmovedora y triste historia sobre su situación. Al parecer, su hermana estaba gravemente enferma, con fiebre y otros síntomas, y no disponían de fondos como para llevarla a un hospital.

Al chico se le quebró la voz en más de una ocasión mientras narraba su historia, a lo que Eléanör respondió tomandole la mano con una propia, sonriendole con calma, paciencia y amabilidad, intentando transmitirle que todo saldría bien, que tenía ayuda y que, al menos ella, no iba a dejar que a su hermana le sucediera nada malo.

Aunque era capaz de darle consuelo al chico, no sabía como tratar exactamente la situación, la gente que solía acudir a ella no estaba, ni mucho menos, la mitad de desesperado que ese chico, y pensaba que, lo primero, era conseguir que este se calmase, por ello se sintió sorprendida y agradecida por la intervención de la elfa. Que con una madurez de la que ella carecía, le sacó información importante al que, como ahora sabía, era un trabajador portuario.

La impresión que tenía de la elfa, Níniel si no había oido mal el nombre, no dejaba de incrementar el respeto que ya sentía por ella antes de conocerla, y una admiración que, lejos de ser ciega, se basaba en lo que había oido y, en ese momento, veía. Dispuesta estaba la chica de cabello blanco a pedirle al posadero que le devolviese al chico el dinero por el cuarto, ya que al parecer, no lo usaría esa noche. Y sin perder comba, se dispuso a acompañarla.

Mientras la joven subía a su dormitorio con la promesa de bajarle una capa más abrigada de la que llevaba, Eléanör se giró a Eoghan, lo que había dicho su hermana era cierto, la fuerza de la que el chico disponía venía bien siempre, pero no quería obligarlo a acompañarla con ese temporal, por ello, aunque sabía que sus palabras, a causa de su timidez, eran malinterpretadas muchas veces, desando que en ese momento no sucediera, decidió comunicarselo al chico.

- No has de venir si no quieres, hace frío, y ya me has ayudado mucho. No quiero que te veas arrastrado por obligación alguna para conmigo a venir.-
comentó con cierta timidez y temor a que la malinterpretase.

A penas habían pasado un par de minutos  cuando la elfa bajó, finalmente, con lo prometido, les tendió un pequeño vial lleno de liquido de un color azul hielo profundo, que hizo a la chica tragar con fuerza. ¿Acaso no les helaría eso más de la ayuda que podría prestar? No lo sabía, pero, confiando en su congenere, tomó el botecillo y la capa dandole las gracias y, sin pensarselo más de un segundo, se tomó el liquido del interior del vial y se puso la capa sobre los hombros, cubriendo la propia, ambas cubiertas de pelo por dentro.

Notó, al poco de tomar el brebaje, un poco de calor subiendole por los brazos, y entendió porque la elfa había dicho que esa bebida ayudaría contra el frío, efectivamente, se sentía mucho más cálida. Con calma, y algo de autoconfianza a enfrentarse al frío gracias a la capa y la bebida que le había prestado la elfa, abrió la puerta y se dispuso a vanzar siguiendo a los demás, ya que era bastante lenta y dificilmente podría seguirles el ritmo al resto, además, se negaba a molestar a Álinör a esas horas de la noche, cuando ya debía estar a gusto y cálido.

- ¿Vamos?-
Preguntó desde la puerta esperando a los demás, tan envuelta que a penas se le veían los ojos, pareciendo, con ello, más pequeña de lo que era en realidad, y mucho más blandita.
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Mensaje  Eoghan Lothannor Miér Feb 03 2016, 09:58

Eoghan comía a toda prisa, ávido de llenarse el estómago y huir del frío de fuera. El caldo aquel le estaba sentando como agua de mayo, y nunca mejor dicho: Estaba bien hecho, salado y la verdura bien cocida. Cuando se terminó la sopa de éste dejó el cuenco sobre la mesa y dio un largo trago a la jarra, terminándosela. No comía como un salvaje, pero comía deprisa. Se notaba que el pobre llevaba un tiempecillo ya sin comer algo decente como aquello.

Mientras comía, escuchó al muchacho, que resultó ser un trabajador de puerto. Entendía que su hermana estaba enferma, claro, y con aquel frío la cosa debía de empeorar mucho más de lo que él se podía imaginar. Murmuró algo, pero no fue a consolar al joven: Eléanör era más carismática y empática que él. Sus intenciones podían ser buenas, pero en ocasiones Eoghan reconocía que era un zote rematado y que no siempre decía lo más acertado, especialmente cuando alguien estaba en un aprieto como lo era aquel muchacho.

Además, él no iba a ser uno de los curanderos, pero tenía intención de echarles una mano en todo lo que pudiesen. Era algo casi instintivo en él, no podía dejar a alguien a su suerte fuera quien fuera. Alzó ambas cejas cuando Eléanör y Níniel repusieron que quizás no querría acompañarlas. En un primer instante no dijo nada, pero era apreciable que hizo una mueca de diversión ante esas suposiciones. Cuando terminó de comer la carne, miró a Ely.

-Estarás de broma, espero. -Dijo a Eléanör, con una sonrisa ladeada. Se puso en pie. -No es ninguna obligación si no mi deseo de ayudar. Como solía decir mi padre, no necesito más motivos que mi propia voluntad para luchar por alguien, así que aquí estoy. Contad conmigo para echaros una mano en esto o en lo que sea.

El rostro de Eoghan se mostraba seguro, sin dudar de que deseaba ayudar tanto a aquel chaval como a las dos sacerdotisas elfas. Además, tenían razón, aunque él no fuese el más listo de los allí presentes quizás necesitarían fuerza bruta en el camino, ya fuera por los motivos que fueran.

Apenas había terminado de llevar la jarra y el cuenco de caldo a la barra y pagar su cena, cuando Níniel apareció por las escaleras y le tendió un brebaje de un intenso color azul hielo. Ladeó suavemente la cabeza con cierto escepticismo. No era un idiota rematado ni un desconfiado, pero estaba claro que nunca había visto un trabajo de alquimia, pues su vida se basaba en el camino y el estar de villa en villa, así que el pasar de que la ciencia más compleja que conocía, que era la herrería, a ver un compuesto alquímico, había un paso.

Destapó el frasquito y lo olió con curiosidad, no con desconfianza, y luego tras comprobar su olor, se bebió el contenido del frasco, notando una repentina subida de calor a su cuerpo. Se sacudió suavemente los músculos, como si tuviese las energías renovadas tras aquella cálida sensación que lo escudaría del frío, más la provechosa cena que le había servido el bueno de Beorn.

Se echó la capa por encima de los hombros y tomó su lanza a la entrada y apoyándose en el bastón de ésta, miró a Eléanör con diversión al verla así de arropada. Torció ligeramente el morro mirando hacia fuera, pero el cristal estaba empañado por dentro y por fuera, congelado. Pasó la mano por el cristal para ver el exterior y expresó cierta admiración con un silbido suave.

-Tened cuidado cuando salgáis, da toda la impresión de que la piedra va a estar resbaladiza y no creo que nos convenga que alguien se parta la crisma precisamente ahora. -Advirtió, ya listo para partir en cuanto las chicas quisieran ponerse en marcha.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Miér Feb 03 2016, 21:36

La advertencia de Eoghan sobre el más que posible mal estado de las empedradas calles de aquella zona de la ciudad no cayó en saco roto cuando Níniel siguió a su hermana hasta afuera, bien arropada bajo su capa negra y con la capucha cubriendo su rostro para protegerse del frío. Tal y como el humano había dicho la humedad de la ciudad debido a la cercanía del mar se había combinado con la helada cubriendo buena parte del camino con una fina película de resbaladizo y quebradizo hielo que auguraba un buen dolor de culo para cualquiera que se confiase demasiado. En los bordes de los tejados, largos y afilados carámbanos como colmillos se mantenían en precario equilibrio sobre sus cabezas, agitándose de forma peligrosa con cada fuerte ráfaga de aire que se deslizaba entre ellos. Toda la ciudad estaba recubierta de un tono blanquecino y al menos hasta donde la elfa se atrevió a levantar la vista de suelo para evitar que el frío se colara bajo su abrigo no había ni un alma por la zona. Normal teniendo en cuenta la hora y el hecho de que incluso a pesar de la capa y la poción de resistencia al frío aún podía sentir como su cuerpo se estremecía a modo de queja por el brusco cambio de temperatura con respecto al agradable interior de la posada.

Con cuidado de no pisar mal la peliblanca comenzó a seguir al preocupado hermano, que se había presentado con el nombre de Jasker justo antes de salir afuera. El alto y desgarbado joven avanzaba a grandes zancadas cláramente ansioso por que la ayuda llegara cuanto antes a su casa pero tuvo que disminuir su ritmo cuando una mala elección sobre dónde poner un pie lo llevó al suelo obligándole a abrir las piernas en un ángulo que por su grito de dolor no tenía por costumbre adoptar. Por suerte aunque aparatosa y ciertamente graciosa, la caída no causó ninguna herida ni lesión y pudo continuar casi de inmediato aunque desde ese momento midiendo mucho mejor cada paso. La propia peliblanca, a pesar de toda su atención también estuvo a punto de acabar en el suelo en un par de ocasiones, aunque logró mantenerse derecha recuperando el equilibrio justo a tiempo ambas veces. Lo cierto era que si la situación fuera distinta y no tuvieran tan importante tarea entre manos la sacerdotisa encontraría aquello divertido, al menos mientras durase el efecto de la poción y sabiendo que tras unos minutos podría volver junto a la chimenea a disfrutar de una bebida bien calentita. Eran como los juegos bajo la lluvia en Sandorai, aunque desde luego mucho más locos.

A pesar de la corta distancia hasta las puertas de la ciudad les llevó un rato llegar hasta ellas por su lentitud y por dar cierto rodeo con la intención de evitar aquella calles en las que viento soplaba tan fuerte que amenazaba incluso con impedir avanzar a las jóvenes. Si dentro de la ciudad era así, cómo sería más allá de los altos resguardos de piedra, pensó la elfa sin atreverse a verbalizar aquellas palabras para evitar el esfuerzo. Ante las puertas, un grupo de guardias de la ciudad se reunía y parecían turnarse para golpear la robusta madera de la entrada de la ciudad bajo la atenta mirada de los vigilantes de los muros que con el rostro totalmente cubierto continuaban con su labor de guardianes incluso a pesar de las bajas temperaturas, combatiendo el frío tratando de no alejarse demasiado de lo braseros encendidos que regularmente salpicaban la estructura defensiva. Era una estampa ciertamente extraña ver a la guardia actuando de ese modo aunque sus incesantes golpes a la puerta no impidieron que uno de los soldados hiciera su trabajo y les diera el alto.

-Saludos ciudadanos. Buena noche para dar un paseo ¿Verdad?.- Bromeó el hombre fuertemente abrigado mientras se frotaba sus manos enguantadas y daba unos golpes con los pies en el suelo para ahuyentar el frío. -Lo lamento pero no podrán salir de la ciudad. No, no hay enemigos al otro lado ni nada de eso estén tranquilos. El frío ha congelado el mecanismo de la puerta, estamos tratando de retirar el hielo tan rápido como podemos pero parece un trabajo sin fin, se forma más rápido de lo que lo retiramos. A las malas habrá que abrirla al modo tradicional pero para eso necesitamos más hombres.- Níniel desvió su mirada de aquel soldado hasta las grandes puertas imaginándose cuál era el modo tradicional. Aquel hombre no mentía, haría falta muchos hombres para poder mover aquellas gruesas y altas puertas. Su objetivo de resultar inexpugnables en aquellas circunstancias eran todo un problema.

-Pe, pero...Necesitamos salir. Son sanadoras, mi hermana está muy enferma...¿No pueden abrirse ni un poco?. Somos delgados ¿Ve?. Con un poco bastará.- Dijo señalándose y señalando a Eléanör para después hacer ademán de señalar a Eoghan y cambiar de opinión señalando a Níniel, aunque dudando tras quedarse un par de segundos mirando su pecho  apartando la mirada un segundo antes de que aquello acabara en tortazo.

-Ya lo veo ya...Si por mi fuera te la abriría yo mismo a cabezazos...Pero no es posible, llevamos un rato intentándolo y no la hemos movido ni un centímetro. Ahora la golpeamos para romper el hielo de los mecanismos. Tendrán que esperar a que logremos algo, o a que lleguen más hombres. Serán solo unas horas.-Unas horas podrían ser vitales para la supervivencia de la hermana de Jasker, especialmente en niños cuanto antes comenzara el tratamiento mejor. Esperar allí podría no tener consecuencias...O resultar fatal. Pero ¿qué podían hacer?. No es que pudieran lanzarse desde lo alto de los muros. Sin duda habría otras entradas, todas la smurallas y castillos en los libros tenían entradas ocultas por motivos estratégicos y por otra parte estaba el puerto. Quizá si ayudaban a los guardias podrían retirar el hielo lo bastante rápido o podrían buscar a algún entendido en mecanismos o algo así que les diera alguna idea...
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Mensaje  Eléanör Gàlathiël Jue Feb 04 2016, 21:21

Cuando salió a la calle, tuvo que tener cuidado extremo para no resvalar, como bien había dicho Eoghan, el suelo estaba resvaladizo y mas que andar podría ir patinando, incluso sospechaba que, a pesar de ser totalmente inutil en todo lo que a actividades deportivas se relacionaba, podría caerse menos de ese modo que si caminase.

Pero no iba a intentar algo tan vergonzoso, y mucho menos ante público, y, sobretodo, no cuando tenían tanta prisa por llegar junto a la hermana del muchacho. Siguió a los demas, arrebujada entre las dos capas, aun con bastante frío a pesar de todo, empezó a seguir a los demás. dio varios pasos y empezó a tambalearse con el frío suelo, se tuvo que apoyar en la pared, y se soltó de ella al notar sus manos heladas.

- Aix- protestó tras caerse con un nuevo resvalón.

Con ojos llorosos en protesta por el golpe, se intentó levantar sosteniendose de una pared que tenía al lado, tardó varios minuto en lograr levantarse sin dejar de caer al suelo, sintiendose a cada resvalón más y más torpe e inutil, pensar que ella se había ofrecido a ayudar cuando ella ni siquiera era capaz de alzarse si caía.

Finalmente logró alzarse, y, decidida a no volverse a caer, tomó la capa del guerrero entre dos dedos y lo miró acergonzada, como pidiendo permiso para ello, no quería volver a caer y retrasar más el viaje, la hermana del chico, estaba claro, necesitaba ayuda, y lo último que hacía falta era que ella precisamente retrasara esa partida de socorro.

Mientras caminaban, pudo comprobar que las casas se encontraban cerradas a cal y canto, en algunas ventanas podían verse, incluso, trapos que intentaban bloquear el paso del frío, y, suponía Eléanör, que estarían también puestas en los bajos de las puertas. Sin duda, esa debía ser la noche más fría del año, y precisamente esa noche había decidido ella salir en ayuda de alguien, sin descansar desde hacía dos días y con el cansancio del viaje a sus espaldas.

Tras una caminata considerable, al menos para lo cansada que ella estaba, llegarón a la puerta, donde un guardia los detuvo en su intento de cruzar la puerta, cerrada a cal y canto como estaba. La elfa se extrañó, pensaba que las puertas de Lunargenta siempre estaban abiertas para todos. Fue decepcionante saber que no era de ese modo.

Cuando una nueva voz habló, la joven se asustó y, nuevamente, volvió a caer al suelo, aprovechando el resvalón para esconderse un poco tras quien tenía más cerca, hasta que vio que se trataba de un guardia y se intentó levantar, tres veces falló hasta conseguir alzarse.

Con los labios en un pequeño mohín, escuchó la explicación, no podían salir de allí porque el mecanismo estaba bloqueado, no le gustaba, si hacía falta subir a la muralla y bajar, lo haría, o esa era su convicción hasta ver la altura, que la hizo tragar saliva y retroceder varios pasos. Sin duda, mejor sería que arreglasen lo del mecanismo. si aun tuvieran esa poción que calentaba el cuerpo... Ella no había sentido a penas frío desde que la tomó, a pesar de que debería estar más que helada.

La idea se le vino a la mente, y, tal como vino, la joven decidió comentarselo a la sacerdotisa, con la esperanza de que, si los dioses querían, pudiera usarse el brevaje de ese modo y arreglar el mecanismo de modo rápido y sin esfuerzo fisico alguno, ya que ella, en ese sentido, poco podría ayudar.

- M... esto....- dudó un poco con mejillas rojas por el frío- la poción que nos ha dado....- comenzó.- ¿no valdría para derretir el hielo?- Preguntó sin saber si metía la pata, bajando la cabeza, previniendo una regañina.

Ese movimiento, más rápido de lo que pretendía, la hizo perder el equilibrio y, por tercera vez, fue a parar al suelo, llevandola un par de centimetros lejos de la elfa de piel de porcelana, estaba por no levantarse e ir a culazos, ya iban tres veces, no le gustaba caerse, y menos delante de la gente.

En el suelo, aun pensaba que podían hacer con el hielo, tal vez, la sal, no podrían tirar sal sobre el mecanismo para derretirno, o, tal vez, encender fuego y acercarlo para derretirlo, no lo sabía, pero en cuanto pudiera alzarse, nuevamente, intentaría decirselo a alguien, al fin y al cabo, por totas que fueran sus ideas, en ese momento cualquier cosa debería valer mientras arreglase el lio.
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Mensaje  Eoghan Lothannor Sáb Feb 06 2016, 14:50

Eoghan salió tras las muchahas apoyándose en la lanza. Aunque su tosco calzado servía perfectamente para aferrarse decentemente al empedrado, la escarcha dificultaba un poco la tarea. Afortunadamente para él, ya había caminado sobre superficies frías y escarchadas cuando subíapor los picos nevados, así que más o menos había aprendido a evitar resbalones tontos...

... Huelga decir que la lanza también ayudaba al usarla como bastón. Dio un resbalón, pero con un golpe seco del bastón entre dos piedras mamposteras, detuvo su caída. Suspiró, para luego ver al joven acabar en una posición dolorosamente cómica. Se acercó a ayudar al muchacho agarrándolo del brazo y con un suave tirón, le permitió volver a colocarse en su sitio.

-Es una pena que no hayas traído un bastón, eso ayuda mucho a no caerse. -Dijo al joven mientras lo dejaba a su aire, cuando entonces escuchó la protesta de la joven pelirroja. Se giró sobre sus talones y con un par de largas zancadas apresuradas, la tomó con suavidad del brazo para ayudarla a levantarse. -Cuidado... ¿Estás bien?

Le preguntó, mientras proseguían la marcha hacia las puertas. Cuando volvió a caerse, Eoghan suspiró y la vio agarrarse a su capa. Pobrecita. Con una suave sonrisa, hizo un gesto con el brazo y le rodeó los hombros con su brazo para sujetarla y que no volviera a caerse. No dijo nada, pero su predisposición era claramente la de alguien que no le importaba echarle una mano si lo necesitaba,de aquella guisa. Además a la pobrecilla se notaba que no estaba acostumbrada a terrenos resbaladizos, y por encima Eoghan era consciente de que estaba agotada pues si no le había mentido, llevaba ya mucho tiempo sin dormir y sin descansar propiamente.

Esperaba poder ayudar al muchacho y que Éleanör se pudiera ir a dormir con buen sabor de boca, pero su gozo se vio en un pozo cuando los guardias aseveraron que no podían abrir las puertas por el mecanismo congelado. Eoghan frunció suavemente el ceño y se adelantó, dejando a Ely ahora que no estaban en un terreno tan dificultoso para el avance, además que no tendrían que caminar cuesta abajo mucho más.

-Disculpe, señor, pero yo soy herrero. Bueno, tengo conocimientos de herrería, mejor dicho. Puedo ayudarles si cuentan con un brasero de sobra y algo de metal sin madera que pudiere prender... Es más, casi que prefiero una barra de hierro colado o de acero. El frío es relativamente reciente, así que la escarcha no debería ser particularmente gruesa, y el mecanismo con algo de calor inyectado directamente a la base bloqueada debería... Bueno, debería funcionar correctamente. -Dijo, explicando cuál era exactamente su idea. Pero de ahí a ponerla en práctica y que el guardia le diera su visto bueno, había un trecho, aunque Eoghan estaba seguro de que, si les ayudaba a descongelar el mecanismo de la puerta, les dejarían pasar y el muchacho podría tener a su hermana sana cuanto antes.

Es más, era casi necesario que lo hicieran de aquél modo. No podía dejar a una niña morir por un resfriado o una gripe, y sabía también, dado el carácter de la elfa, que Ely no se perdonaría llegar tarde, si aquello suponía la muerte de la pequeña. Y calentar agua no era una opción en aquel instante: El frío intenso de fuera la derretiría con demasiada rapidez.


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Off: Subrayado el uso de Herrería
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Mensaje  Níniel Thenidiel Dom Feb 07 2016, 20:29

Níniel negó lentamente con la cabeza ante la idea de la pelirroja sobre usar la poción de resistencia al frío con la puerta y sus mecanismos. No estaba del todo desencaminada y demostraba que su compatriota era una joven bastante ingeniosa, pero por desgracia aquel preparado alquímico no estaba creado para eso si no para actuar sobre seres vivos, aumentando su calor corporal, protegiendo del frío mediante una alteración de la piel y como resultado causando una sensación térmica mucho más soportable sin poner en peligro a quien lo ingiriese, como si pasaba por ejemplo en la poción de resistencia a las heridas en la que trabajaba y que por el momento resultaba un arma de doble filo pues solo suprimía el dolor. Incluso aunque pudiera servir con la puerta, lo cual requeriría reformular la receta y cambiar un par de ingredientes y modo de tratarlos, lamentablemente apenas tenía un par de viales más, insuficiente para el tamaño de aquel problema, necesitaría un barril lleno de ingredientes para poder fabricar la cantidad necesaria para tan colosal propósito.

-Habrá que pensar otra forma, no sirve con objetos y no llevo suficiente encima.- Fue la corta explicación que verbalizó la peliblanca, tratando de guardar lo máximo posible sus palabras para evitar el frío y helador viento. Alzando su voz por en encima de los golpes a las puertas y mecanismos y sobre los aullidos del aire contra la piedra de las murallas. Por suerte las ideas no terminaban allí.

-Estoy dispuesto a aceptar esa ayuda que nos ofreces ciudadano. -Respondió el hombre volviendo a frotarse las enguantadas manos para recuperar movilidad en los dedos.- De hecho también hemos hecho llamar al herrero de los cuarteles, pero temo que a estas horas y con este frío tarde en llegar y llevaís prisa. Hay braseros por toda la muralla cada cien pasos, y lo mismo en el suelo. Puede usar el que quiera, si lo necesita le ayudaremos a mover alguno, pesan lo suyo. Conseguir el metal puede ser más complicado...Tenemos espadas, lanzas, alabardas, pero tubos de metal en sí...- El hombre se quedó pensativo un momento haciendo un extraño baile en el que cambiaba su pie de apoyo constantemente para mantenerse en movimiento.-Creo que puedo conseguirle algunos. Me contaron que esta tarde un carro de mercancías para una herrería local acabó fuera del camino por culpa del mal tiempo. Carro y mercancía acabaron por los suelos o eso me contaron, llevaron la mercancía al puesto de guardia hasta que el dueño pudiera volver a recogerla, podemos echar un vistazo y ver si algo sirve.- Se notaba que el hombre no sabía si realmente habría tales barras de metal o si solo había un montón de herramientas, tiras de cuero y piedras de afilar, pero parecía querer ayudar sinceramente como pudiera con aquel asunto de la hermana enferma. Posiblemente tuviera una hermana o una hija y pudiera entender cómo debía de sentirse Jasker, o simplemente fuera de esa parte de la humanidad que demostraba que no se les podía meter a todos en el mismo saco.

Les condujo unos pasos hasta un pequeño barracón de piedra situado al lado de las puertas y les indicó que pasaran tras abrirles la gruesa puerta con el blasón de la ciudad tras tener que cargar contra ella un par de veces con el hombro por culpa del hielo. Dentro de la estructura un par de buenos fuegos caldeaban el lugar y en uno de ellos un gran caldero lleno de lo que parecía sopa de verduras se mantenía caliente y llenaba el lugar de un agradable olor. Había un par de muebles armeros en la pared de la derecha y en la izquierda se apiñaban varios catres de aspecto sencillo pero cómodo que en esos momentos se encontraban todos vacíos. Parecía que con el asunto de la puerta todos los guardias habían salido para tratar de solventar el problema. Fueron conducidos hasta el fondeo de la amplia sala donde una segunda puerta de madera daba paso al almacén de los barracones, un lugar bastante más frío y poco iluminado donde se guardaba algo de equipo, comida, barriles de bebida y algo de mobiliario sobrante. En el centro de dicho almacén una pequeña pila de objetos de herrería descansaba sin demasiado orden, como si simplemente la hubiesen amontonado ahí.

-¿Os sirve algo de esto?- Preguntó el soldado encendiendo una antorcha y acercándose para iluminar mejor el montón de objetos.
Subrayado uso de conocimientos de alquimia.

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Mensaje  Eléanör Gàlathiël Mar Feb 09 2016, 21:32

Se levantó tambaleando y se acercó a la elfa intentando no volvr a resvalar, al menos allí la tierra predominaba por sobre la piedra que solía cubrir las calles de la ciudad, por lo que sería más complicado que callera de modo tan frecuente como lo había sido en el camino. Además, sus pies estaban más acostumbrados a ese terreno, por lo que sería más fácil para ella andar por ahí.

Entendió, porlo que le dijo la elfa, que, a pesar de que su idea no estaba totalmente desencadenada, no servía para este caso. Aunque, tal vez, las otras opciones que había pensado si que le eran más útiles, sin embargo, no es que tuviera mucho tiempo para plantearlas, además, el haberse equivocado de tal modola preocupaba, no quería parecer una idiota ante una hermana, ya se sabía que mejor era guardar silencio y que pensaran que era idiota, a abrir la boca y confirmarlo.

Abrazandose a si misma, con algo de frío aun, a pesar de las dos capas y de la bebida que le había dado Níniel, siguio en silencio a los presentes hasta una sala en la que titilaba una hoguera cálida que iluminaba la estancia, pequeña y algo lúgubre, que, en comparación al exterior, era cálida y agradable.

Se quitó la capucha dejando ver su cabellera rojiza, notando el calor subirle por las mejillas y, siguiendo al guardia, entró al cuarto siguiente del que tenía la chimenea, tanteando donde se encontraba la sal, al encontrarla, pidió un saquito de tela que le fue entregado con rapidez, y lo llenó con la sal hasta poder, a penas, atarlo. Salió de la despensa oscura y se acercó a la chimena, para intentar calentarse nuevamente.

El frío en la otra sala estaba tan densamente condensado que cualquier alimento podría aguantar allí días, o incluso semanas, en perfecto estado. Viendo la lumbre, pensó en tomar algo que, si al menos no deshacía el hielo de la palanca, al menos les iluminase el camino hasta la casa del muchacho, no era buena idea ir a oscuras por el bosque, si ya era mala hacerlo en la ciudad, por sus afueras, aun menos.

Pidió una antorcha y la prendió metiendo la parte con el pañuelo en el hogar encendido, hasta que se encendió, y, tras ponerse las capuchas, volvió a salir fuera, a la espera de que el incidente de la palanca estuviera arreglado, aunque acababa de conocer a Eoghan, confiaba en que podría arreglarlo con seguridad. Sonrió entre las capas de ropa de abrigo que la cubrían y espero al chico con confianza, dentro de nada podrían ayudar a la hermana del otro joven.
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Mensaje  Eoghan Lothannor Vie Feb 12 2016, 10:39

Eoghan siguió al guardia a largas zancadas hasta el lugar donde tenían los artefactos de herrería. Se frotó la barba con suavidad, y luego miró entre el montón de trastos de herrería, empezando a descartar las cosas más obvias como martillos y cintas de cuero, pero dejaba aparte cinceles de metales pesados y que pudiesen calentarse con rapidez.

-Necesito un brasero al lado del mecanismo de apertura. La idea es forzar al mecanismo con sal y un hierro candente a funcionar, una vez se ponga en marcha solo es cuestión de que no se congele otra vez. -Dijo al guardia mientras seguía cogiendo cinceles e incluso tomó prestadas algunas espadas rotas que bien podría servirle para la tarea, desmontando de esa manera su mango y quedándose con la hoja rota de éstas. Por suerte aquellas espadas de hierro eran baratas y salía más a cuento forjar una nueva que repararlas, así que dudaba que la guardia fuese a echarlas de menos.

Una vez hubo recogido suficiente metal, lo guardó todo en una tela del petate y lo cargó a su espalda, no sin antes calentarse las manos para salir hacia afuera, pues al no llevar guantes, sus articulaciones estaban sufriendo aun con la ayuda de Níniel y su brebaje. Se frotó un poco las manos y sobre todo los dedos, y a continuación salió al exterior, dirigiéndose hacia los guardias que transportaban un brasero cercano al mecanismo, y los ayudó a cargar con él hasta ponerlo al lado de los engranajes.

Fue entonces cuando descargó de su hombro los metales, dejándolos en el brasero. Con un atizador fue moviendo las brasas para que éstas no se extinguiesen, de cuando en cuando, mientras estudiaba el mecanismo de los engranajes. Era simple, muy simple. Solo era un engranaje de madera con una rueda metálica para mover las cadenas superiores. No era sofisticado, pero cumplía perfectamente con su utilidad en caso de asedio, y dado que eran tiempos de paz, no era necesaria mucha más dureza que aquella.

Observó que el problema principal eran las cadenas, que se habían quedado enganchadas por la congelación a la rueda dentada.

-Probablemente esto vaya a ser más sencillo de lo que yo creía. -Dijo con seguridad mientras cogía del fuego uno de los cinceles a calentar y estiraba la mano hacia el interior del mecanismo, colocando el cincel contra la rueda dentada. -Vale, voy a intentar cargarme la escarcha de las cadenas con el hierro candente. Una vez lo haga, necesito que echéis sal al mecanismo para derretir la restante, eso ayudará a prevenir que se congele otra vez esta noche.

Dijo, mientras se escurría como podía, pues sus brazos eran fuertes y anchos, y en ocasiones daba la impresión de que su hombro se podía quedar encajado en la apertura del mecanismo. Empezó a golpear las cadenas con el cincel caliente, sin martillo, y se escuchó un suave crujido del engranaje liberarse, pero era insuficiente. Había algo más que estaba atascándolo por detrás, y para eso sí que no le llegaba el brazo.

-Maldita sea. -Gruñó audiblemente mientras miraba al interior tras apartar el brazo y observó que el mecanismo secundario también estaba congelado. Miró hacia las hojas de espada que había dejado calentándose, quizás si alguien sujetase la hoja sobre el mecanismo, él podría golpear con el martillo para liberarlo del todo.

Era un plan carente de lógica, pero era la última opción que tenían.


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Off: Subrayado el uso de herrería.
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Mensaje  Wyn Sáb Feb 13 2016, 12:18

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