Herencia [QUEST]
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Herencia [QUEST]
A las afueras de la cuidad de Vulwulfar, prácticamente tocando los primeros arboles que enmarcan el bosque de los elfos, se encuentra una casa en ruinas, cuyos dueños hace ya tiempo que comparten tierra con las plantas.
Lejos de la zona de cultivo y de pesca, casi una hora de las casas más próximas, se alza el caserón de la familia Ilwën. La casa tiene un ligero tono rojizo en sus paredes, a pesar del paso del tiempo y del abandono. Unos grandes ventanales dejan entrar luz del sol a todas horas del día, no hay cortinas ni muebles que obstaculicen la visión desde fuera. Se accede a esta por unas agostas escaleras repletas de maleza, que dan directamente a una puerta. No hay manera humana de entrar a la casa de otro modo que no fueran esas escaleras de piedra. La casa esta rodeada de cierta niebla a altas horas de la tarde noche, haciendo más difícil su localización.
Hace ya años que la casa esta´abandonada, ni siquiera el heredero del señor Ilwën, el joven Algot. Algot se encuentra en la ciudad de Vulwulfar, lejos. Tan lejos como sus esperanzas de recuperar lo que es suyo.
El joven heredero de la familia Ilwën se encontraba en una de las posadas de la ciudad. Cada día pasaba allí un par de horas, desde la puerta del sol hasta media noche. Cenaba lo que la mujer de la posaba buenamente le ofrecía, tomaba un par de tragos y cuando la luna estaba en su punto más álgido, el joven se dirigía a la habitación en la que se hospedaba. Cada tarde lo mismo, día tras día.
Hacía unos meses, Algot había pedido que se colgasen unos carteles por la zona, en la que se pedía ayuda de un cazador, un asesino o bien de un aventurero experimentado. En dichos carteles, se especificaba estar en aquella taberna al anochecer, y el señorito Ilwën no había faltado ni un solo día.
Ha iba por su segunda copa, y la luna avanzaba rápidamente, parecía que aquella noche tampoco iba a ser su noche...
Un fuerte aire se colaba por una de las ventanas abiertas de la gran casa. se movía tranquilo y seguro, nada le molestaba ni le impacientaba. Hacía ya mucho tiempo de su soledad. Se tumbó cerca de la puerta de la terraza por la que se colaba el agradable viento.
Lejos de la zona de cultivo y de pesca, casi una hora de las casas más próximas, se alza el caserón de la familia Ilwën. La casa tiene un ligero tono rojizo en sus paredes, a pesar del paso del tiempo y del abandono. Unos grandes ventanales dejan entrar luz del sol a todas horas del día, no hay cortinas ni muebles que obstaculicen la visión desde fuera. Se accede a esta por unas agostas escaleras repletas de maleza, que dan directamente a una puerta. No hay manera humana de entrar a la casa de otro modo que no fueran esas escaleras de piedra. La casa esta rodeada de cierta niebla a altas horas de la tarde noche, haciendo más difícil su localización.
Hace ya años que la casa esta´abandonada, ni siquiera el heredero del señor Ilwën, el joven Algot. Algot se encuentra en la ciudad de Vulwulfar, lejos. Tan lejos como sus esperanzas de recuperar lo que es suyo.
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El joven heredero de la familia Ilwën se encontraba en una de las posadas de la ciudad. Cada día pasaba allí un par de horas, desde la puerta del sol hasta media noche. Cenaba lo que la mujer de la posaba buenamente le ofrecía, tomaba un par de tragos y cuando la luna estaba en su punto más álgido, el joven se dirigía a la habitación en la que se hospedaba. Cada tarde lo mismo, día tras día.
Hacía unos meses, Algot había pedido que se colgasen unos carteles por la zona, en la que se pedía ayuda de un cazador, un asesino o bien de un aventurero experimentado. En dichos carteles, se especificaba estar en aquella taberna al anochecer, y el señorito Ilwën no había faltado ni un solo día.
Ha iba por su segunda copa, y la luna avanzaba rápidamente, parecía que aquella noche tampoco iba a ser su noche...
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Un fuerte aire se colaba por una de las ventanas abiertas de la gran casa. se movía tranquilo y seguro, nada le molestaba ni le impacientaba. Hacía ya mucho tiempo de su soledad. Se tumbó cerca de la puerta de la terraza por la que se colaba el agradable viento.
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Este tema, por el momento, es para una sola persona.
· Acudes a la cita que te manda a la ciudad de Vulwulfar, a una de las tabernas. Explica que te hace ir a la cita, y de estar en otro territorio, una leve descripción del viaje.
*No se puede estar participando en una quest o rol mastereado para poder entrar en este tema.
*Este rol puede causar riesgos graves para los pjs.
*El rol debe ser fluido, se deben avisar las ausencias pasadas las 48h, de lo contrario el pj será previamente avisado de su falta, y si aun se siguen saltando las normas el pj será sancionado, expulsado y castigo, con mayor o menos nivel según situación.
Wyn
Master
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Re: Herencia [QUEST]
Mis pasos retumbaban en mi propia cabeza conforme los daba, y amortiguaba el sonido de cristales y voces de toda taberna, eran pasos graves, sonando a botas de cuero recio. Cuero que cubría mis piernas y apretaba mi torso en un corpiño algo tosco, propio para aquel nuevo capítulo entre las hojas que me formaban.
Mientras estaba en Lunargenta, después de volver de aquel asunto de los bandoleros con Vincent, había encontrado la nota clavada cerca de dónde había dejado al tabernero guardando mi capa. El viaje no había sido gran cosa, noches pernoctando por ahí, lagos en silencio, baños a la luz de la luna... Algún que otro encontronazo y un par de jergones hechos con cáscara de guisante.
Y allí estaba. Trabajo era lo que buscaba aquellos días, trabajo me ofrecía esa nota, intriga, y además una nueva ciudad que visitar... Con pescado, mucho pescado, calles húmedas y amaneceres cargados del griterío en los puertos, eso era lo que había podido notar la noche anterior que pasé en otra taberna. Después de haber descansado salí a dar un paseo nocturno y terminé en la taberna de la que últimamente hablaba bastante gente en el pueblo. Me acerqué a la barra con una moneda y media sonrisa.
– Hidromiel, no escatimes. ¿Tú sabes dónde puedo encontrar a... Algot?
El tabernero con un gesto hosco miró más allá de mi, encima de mi hombro izquierdo, ladeé el rostro ofendida cuando me examinó de arriba a abajo y esbozó una mueca obscena antes de perderse hacia el interior. – Le vendrá bien animarse... ¡Eh Rosinda! El señorito no querrá que le molesten hoy...
Resoplando cogí la cerveza que me tendía y me fui en dirección a la mesa que me había señalado con la cabeza. – Cerdo engreído.... – Suspiré y me senté en la mesa del chaval.
– He leído por ahí que buscas a un hombre, encanto. – di un sorbo a mi jarra y apoyé el rostro en mi mano con el codo levantado sobre la mesa. Después esbocé una sonrisa, enseñando los dientes– ¿Nunca te han dicho que no envíes a un hombre a hacer el trabajo de una mujer?
Mientras estaba en Lunargenta, después de volver de aquel asunto de los bandoleros con Vincent, había encontrado la nota clavada cerca de dónde había dejado al tabernero guardando mi capa. El viaje no había sido gran cosa, noches pernoctando por ahí, lagos en silencio, baños a la luz de la luna... Algún que otro encontronazo y un par de jergones hechos con cáscara de guisante.
Y allí estaba. Trabajo era lo que buscaba aquellos días, trabajo me ofrecía esa nota, intriga, y además una nueva ciudad que visitar... Con pescado, mucho pescado, calles húmedas y amaneceres cargados del griterío en los puertos, eso era lo que había podido notar la noche anterior que pasé en otra taberna. Después de haber descansado salí a dar un paseo nocturno y terminé en la taberna de la que últimamente hablaba bastante gente en el pueblo. Me acerqué a la barra con una moneda y media sonrisa.
– Hidromiel, no escatimes. ¿Tú sabes dónde puedo encontrar a... Algot?
El tabernero con un gesto hosco miró más allá de mi, encima de mi hombro izquierdo, ladeé el rostro ofendida cuando me examinó de arriba a abajo y esbozó una mueca obscena antes de perderse hacia el interior. – Le vendrá bien animarse... ¡Eh Rosinda! El señorito no querrá que le molesten hoy...
Resoplando cogí la cerveza que me tendía y me fui en dirección a la mesa que me había señalado con la cabeza. – Cerdo engreído.... – Suspiré y me senté en la mesa del chaval.
– He leído por ahí que buscas a un hombre, encanto. – di un sorbo a mi jarra y apoyé el rostro en mi mano con el codo levantado sobre la mesa. Después esbocé una sonrisa, enseñando los dientes– ¿Nunca te han dicho que no envíes a un hombre a hacer el trabajo de una mujer?
Ébano
Aerandiano de honor
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Re: Herencia [QUEST]
Algot sintió un gran abanico de sentimientos al ver a la mujer:
Rabia. Una mujer estaba molestándole sin motivos aparentes. Con un corpiño con apretaba tanto sus preciosos pechos que parecía que los estaba mostrando para encontrar un buen postor.
Desconcierto. Esos pechos claramente llamaban la atención de muchos de los hombres de la taberna, pero también llamaba su propia atención. No pudo evitar mirarlos unos segundos.
Vergüenza. ¿Por qué la mitad de sus pensamientos rondaban en torno a lo mismo? Quizás era una fulana, y solo quería unos aeros.
Ira. ¿Aquella mujer realmente pensaba que podía presentarse ahí con su citación?
Y algunos más, que aquello con sus siguientes palabras.
-No sé que se ha pensado, señorita, pero en el papel pone explícitamente que necesito un hombre. Es un trabajo difícil, y me temo que una señorita…como usted no puede desempeñar esa tarea. Ya no por el hecho de ser una mujer, que también, sino porque es algo realmente complicado, usted moriría en el primer soplido del aire. –su segunda copa se había acabado, ya se veía el culo de la copa, parecía que aquella noche no iba a poder ser. –Si lo que necesita son aeros, quizás pueda solicitar cualquier otro tipo de trabajo más apropiado a sus… circunstancias. – de nuevo miró sus pechos, y no pudo evitar pensar que tipo de trabajo remunerado le daría a la mujer de tan piel blanquecina.
El joven heredero se levantó, sus pasos lo conducían a su habitación, la que tenía reservada solo para él, no le gustaba compartir habitación con sucios borrachos.
-Rosinda, quiero que mañana al despertarme tengas listo un baño para mi, a parte del desayuno. Buenas noches tenga.
La habitación de la posada no era gran cosa: una cama de matrimonio en el centro, un par de mesitas de madera oscura a cada lado de la cama. Un armario doble al lado de la puerta de entrada, una mesita redonda, no apta para más de dos personas al otro lado y una sola silla. Una madera que hacía de cabecera de la cama daba algo de color a la estancia, ya que estaba tejida a mano con piel de animales, de diferentes colores, aunque no muy diversos. Sobre la cama había una manta bastante gruesa y una muda de ropa limpia.
Algot entró y se despojó de sus ropas, dejándolas sobre la silla, la mujer de la posada pararía a buscarlas a la mañana siguiente, para poder limpiarlas. Y tan solo con los calzones, el moreno se metió en la cama. Se pasó las manos por la cara, apretando sus mejillas, eran días duros, pero con la salida del sol un día nuevo se alzaría.
Aunque aún quedaba media noche…
Rabia. Una mujer estaba molestándole sin motivos aparentes. Con un corpiño con apretaba tanto sus preciosos pechos que parecía que los estaba mostrando para encontrar un buen postor.
Desconcierto. Esos pechos claramente llamaban la atención de muchos de los hombres de la taberna, pero también llamaba su propia atención. No pudo evitar mirarlos unos segundos.
Vergüenza. ¿Por qué la mitad de sus pensamientos rondaban en torno a lo mismo? Quizás era una fulana, y solo quería unos aeros.
Ira. ¿Aquella mujer realmente pensaba que podía presentarse ahí con su citación?
Y algunos más, que aquello con sus siguientes palabras.
-No sé que se ha pensado, señorita, pero en el papel pone explícitamente que necesito un hombre. Es un trabajo difícil, y me temo que una señorita…como usted no puede desempeñar esa tarea. Ya no por el hecho de ser una mujer, que también, sino porque es algo realmente complicado, usted moriría en el primer soplido del aire. –su segunda copa se había acabado, ya se veía el culo de la copa, parecía que aquella noche no iba a poder ser. –Si lo que necesita son aeros, quizás pueda solicitar cualquier otro tipo de trabajo más apropiado a sus… circunstancias. – de nuevo miró sus pechos, y no pudo evitar pensar que tipo de trabajo remunerado le daría a la mujer de tan piel blanquecina.
El joven heredero se levantó, sus pasos lo conducían a su habitación, la que tenía reservada solo para él, no le gustaba compartir habitación con sucios borrachos.
-Rosinda, quiero que mañana al despertarme tengas listo un baño para mi, a parte del desayuno. Buenas noches tenga.
La habitación de la posada no era gran cosa: una cama de matrimonio en el centro, un par de mesitas de madera oscura a cada lado de la cama. Un armario doble al lado de la puerta de entrada, una mesita redonda, no apta para más de dos personas al otro lado y una sola silla. Una madera que hacía de cabecera de la cama daba algo de color a la estancia, ya que estaba tejida a mano con piel de animales, de diferentes colores, aunque no muy diversos. Sobre la cama había una manta bastante gruesa y una muda de ropa limpia.
Algot entró y se despojó de sus ropas, dejándolas sobre la silla, la mujer de la posada pararía a buscarlas a la mañana siguiente, para poder limpiarlas. Y tan solo con los calzones, el moreno se metió en la cama. Se pasó las manos por la cara, apretando sus mejillas, eran días duros, pero con la salida del sol un día nuevo se alzaría.
Aunque aún quedaba media noche…
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- algot:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
·Bienvenida, vampira. ¿acaso me añorabas?
· Puedes intentar convencer al pobre heredero de que eres apta para el trabajo, o puedes esperar al día siguiente.
·Tienes carta blanca, como si quieres hincarle el diente a algo, pero no a Algot.
·No seas muy dura con él, te lo pido de master a mod, sino deberás ser castigada
Wyn
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Re: Herencia [QUEST]
– No sé qué se ha pensado, señorita, pero en el papel pone explícitamente que necesito un hombre. Es un trabajo difícil, y me temo que una señorita…como usted no puede desempeñar esa tarea. Ya no por el hecho de ser una mujer, que también, sino porque es algo realmente complicado, usted moriría en el primer soplido del aire. – alcé una ceja, sin creerme lo que estaba viviendo.
Suspiré tranquila y sonoramente, me eché hacia atrás en la mesa y crucé las piernas de manera sugerente. Si pensaba que yo era una cortesana, pues bien, adelante, me encargaría personalmente de que lo pasase realmente mal en cuanto a ese asunto. No hay nada como querer algo que no puedes tener, y encima, tenerlo delante de tus narices. – Si lo que necesita son aeros, quizás pueda solicitar cualquier otro tipo de trabajo más apropiado a sus… circunstancias.
Me miraba, otra vez. Dejé escapar una risa grave y bebí largamente de mi jarra. Notaba sus ojos azules en mi piel blanca, en mis pechos apretados en el corpiño de escasa medida y corte burdo. Me mordí el labio, sin poder evitar reparar en la melena rubia que cubría la cabeza del joven. El lado más promiscuo de mi ser me instaba a beber, a meterme en su cama y a hacerle tragar sus palabras al tiempo que yo tamb… Bueno, pero no hablamos de mi lado promiscuo,mentira, siempre es así sino de la impresión que bajo todo aquel aire de superioridad se respiraba alrededor de Algot. Inseguridad, miedo tal vez… Necesidad de alguien pronto. Pasividad, ante lo que pudiese pasar… Y una vaga preocupación latente, dormida en su cabeza, preocupación sobre el asunto que probablemente lo tenía afincado allí, en aquella taberna.
Mientras pensaba en todo aquello se levantó y se fue. No dije ni una palabra, no merecía la pena malgastarlas si estaba de ese talante, pero tampoco pensaba irme por las buenas. Yo tenía mi precio, tenía mi –esperaba– creciente reputación y sobre todo, tenía experiencia. Y sabía cuándo alguien necesitaba algo, y por encima de aquello, yo sabía trabajar.
– Rosinda, quiero que mañana al despertarme tengas listo un baño para mi, a parte del desayuno. Buenas noches tenga. – “Sí, buenas noches para ella, porque no van a ser para ti, niño de las narices…” – pensé. Bebí largamente un par de veces mientras me decidía entre subir a su habitación o esperar y seguirle en la noche siguiente. Abordarle en las escaleras estaba descartado, no quería ahora que había encontrado un trabajo –aunque él aún no lo supiese, ese trabajo era mío, lo había decidido– despertar revuelo ni dejar demasiada huella entre aldeanos, aquello no me convenía. Apuré la copa, dejé pasar una media hora y subí tras él por las escaleras; no fue difícil encontrar su cuarto por su olor a alcohol, a sangre de humano y a campo.
Nada se escuchaba tras la puerta. Aquello era buena señal, pues si había pedido un baño la única actividad silenciosa y nocturna que restaba después de beber… Era dormir. Sonreí de lado y entré, tan sigilosa como merecía la ocasión, cerré la puerta detrás de mí y me adentré en lo que era una habitación escueta pero limpia, pulcra y sencilla. Me dirigí despojándome de mis ropas por el camino hasta donde se adivinaba el bulto de la muda de Algot. La sopesé, cogí su camisa, la extendí… Sí, sería un buen atuendo para atraer su atención si fuese necesario. Me la puse, abierta, y nada más.
Era el momento de verle despierto de nuevo, me fui hasta la ventana, abrí un resquicio para que entrase el frío y clavé sonoramente uno de mis puñales justo allí donde terminaba su nariz, en la almohada, apaciblemente dormido de lado.
Destapé sonoramente la botella que había subido de abajo y vertí también, sonoramente, su contenido en dos copas.
– Ya está bien de jugar, ¿no te parece…? – lo miré, esperando que despertase. – Bueno, no seré yo quien se niegue a.. ciertas… actividades ociosas pero, no he venido aquí por eso, ¿sabes? No soporto que me menosprecien. Y no tengo por costumbre… cómo diría… Soportar, a personas como tú. Pero me necesitas, sabes que me necesitas.
Suspiré tranquila y sonoramente, me eché hacia atrás en la mesa y crucé las piernas de manera sugerente. Si pensaba que yo era una cortesana, pues bien, adelante, me encargaría personalmente de que lo pasase realmente mal en cuanto a ese asunto. No hay nada como querer algo que no puedes tener, y encima, tenerlo delante de tus narices. – Si lo que necesita son aeros, quizás pueda solicitar cualquier otro tipo de trabajo más apropiado a sus… circunstancias.
Me miraba, otra vez. Dejé escapar una risa grave y bebí largamente de mi jarra. Notaba sus ojos azules en mi piel blanca, en mis pechos apretados en el corpiño de escasa medida y corte burdo. Me mordí el labio, sin poder evitar reparar en la melena rubia que cubría la cabeza del joven. El lado más promiscuo de mi ser me instaba a beber, a meterme en su cama y a hacerle tragar sus palabras al tiempo que yo tamb… Bueno, pero no hablamos de mi lado promiscuo,
Mientras pensaba en todo aquello se levantó y se fue. No dije ni una palabra, no merecía la pena malgastarlas si estaba de ese talante, pero tampoco pensaba irme por las buenas. Yo tenía mi precio, tenía mi –esperaba– creciente reputación y sobre todo, tenía experiencia. Y sabía cuándo alguien necesitaba algo, y por encima de aquello, yo sabía trabajar.
– Rosinda, quiero que mañana al despertarme tengas listo un baño para mi, a parte del desayuno. Buenas noches tenga. – “Sí, buenas noches para ella, porque no van a ser para ti, niño de las narices…” – pensé. Bebí largamente un par de veces mientras me decidía entre subir a su habitación o esperar y seguirle en la noche siguiente. Abordarle en las escaleras estaba descartado, no quería ahora que había encontrado un trabajo –aunque él aún no lo supiese, ese trabajo era mío, lo había decidido– despertar revuelo ni dejar demasiada huella entre aldeanos, aquello no me convenía. Apuré la copa, dejé pasar una media hora y subí tras él por las escaleras; no fue difícil encontrar su cuarto por su olor a alcohol, a sangre de humano y a campo.
Nada se escuchaba tras la puerta. Aquello era buena señal, pues si había pedido un baño la única actividad silenciosa y nocturna que restaba después de beber… Era dormir. Sonreí de lado y entré, tan sigilosa como merecía la ocasión, cerré la puerta detrás de mí y me adentré en lo que era una habitación escueta pero limpia, pulcra y sencilla. Me dirigí despojándome de mis ropas por el camino hasta donde se adivinaba el bulto de la muda de Algot. La sopesé, cogí su camisa, la extendí… Sí, sería un buen atuendo para atraer su atención si fuese necesario. Me la puse, abierta, y nada más.
Era el momento de verle despierto de nuevo, me fui hasta la ventana, abrí un resquicio para que entrase el frío y clavé sonoramente uno de mis puñales justo allí donde terminaba su nariz, en la almohada, apaciblemente dormido de lado.
Destapé sonoramente la botella que había subido de abajo y vertí también, sonoramente, su contenido en dos copas.
– Ya está bien de jugar, ¿no te parece…? – lo miré, esperando que despertase. – Bueno, no seré yo quien se niegue a.. ciertas… actividades ociosas pero, no he venido aquí por eso, ¿sabes? No soporto que me menosprecien. Y no tengo por costumbre… cómo diría… Soportar, a personas como tú. Pero me necesitas, sabes que me necesitas.
Ébano
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Re: Herencia [QUEST]
-¡Estás loca!- dijo el joven intentando no moverse. Su primer impulso habría sido saltar hacia ella para defenderse, pero fue rápido al ver entre sus narices el cuchillo que ahora podría estar clavado en su cara. –Mira, señorita, ahora mismo no quiero…baje eso por Odín. Es… una vampira, vale. Los vampiros estáis acostumbrados a matar… y veo que usted es…peligrosa.- se escurrió por la cama hacia atrás, para escapar del arma y quedar sentado en la cama para poder hablar mejor. –Pero no consien… ¿es esa mi camisa?- preguntó con cara de tonto. Realmente no había escuchado nada, y a esa loca le había dado tiempo incluso de desnudarse…y ponerse su…camisa…
El hombre se había quedado prendado mirando aquel cuerpo, esculpido con la luz de la luna que se colaba por la ventana. El aire frio movía su cabello, haciendo aquella escena, si se podía, aun más sensual. A decir verdad, aquella mujer era más bella que todas las meretrices con las que había estado, y podría decir que incluso entre las mejores con las que había estado sin pagos de por medio. Era hermosa y peligrosa, una buena combinación.
Pero el era un hombre, su categoría y su estatuas estaba por encima de todo aquello. Los modales de la mujer estaban fuera de lugar.
Ahora su cuerpo y su cabeza querían cosas distintas, y su cuerpo se había adelantado notoriamente a su cabeza, y ahora era físicamente visible la atracción del humano.
Lo intentaba disimularlo con las ropas de cama, aunque era difícil.
-¿Quieres el trabajo? Pues es tuyo, pero ya estas advertida que no es un trabajo para mujeres…-
El hombre se había quedado prendado mirando aquel cuerpo, esculpido con la luz de la luna que se colaba por la ventana. El aire frio movía su cabello, haciendo aquella escena, si se podía, aun más sensual. A decir verdad, aquella mujer era más bella que todas las meretrices con las que había estado, y podría decir que incluso entre las mejores con las que había estado sin pagos de por medio. Era hermosa y peligrosa, una buena combinación.
Pero el era un hombre, su categoría y su estatuas estaba por encima de todo aquello. Los modales de la mujer estaban fuera de lugar.
Ahora su cuerpo y su cabeza querían cosas distintas, y su cuerpo se había adelantado notoriamente a su cabeza, y ahora era físicamente visible la atracción del humano.
Lo intentaba disimularlo con las ropas de cama, aunque era difícil.
-¿Quieres el trabajo? Pues es tuyo, pero ya estas advertida que no es un trabajo para mujeres…-
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· Pequeña intervención para que puedas seguir deleitándome con tus sutiles y efectivas maneras.
Wyn
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Re: Herencia [QUEST]
– ¡Estás loca! – no pude evitar reírme, la situación no era para menos. Me quedé quieta, dejé que se deleitase en el susto que tenía, en el desconcierto y más tarde en mi cuerpo. – Mira, señorita, ahora mismo no quiero…baje eso por Odín. Es… una vampira, vale. Los vampiros estáis acostumbrados a matar… y veo que usted es…peligrosa.
Ya estábamos otra vez, con el cuento de nunca acabar. – Sí, cuidado, cuando te descuides, me acercaré a tu brazo y comenzaré a devorarlo sin piedad, así hasta que no quede nada de ti. Y después iré a buscar niños para la merienda. – Puse los ojos en blanco y apuré mi copa de un golpe, sirviéndome más.
Que si los vampiros esto, que si ahora chupan sangre, que si son malos… Estúpidos humanos. Caminé despacio por la estancia, rodeando la cama donde se encontraba Algot y examinando los rincones distraídamente, los objetos, los olores… mientras él se incorporaba y parecía serenarse un poco. Parecía. No pensaba bajar la presión, ni tampoco creía que él fuese a bajar la guardia, menos si tenía aquel concepto de mi… Aunque lo de que era peligrosa… me había gustado.
Nada como una buena reputación.
– Pero no consien… ¿es esa mi camisa? –seguía parloteando. Su expresión de absorto en pensamientos seguramente no aptos para todo el mundo me satisfacía, sonreí de lado mordiéndome el labio y asentí lentamente, tratando de encontrar sus ojos con los míos, en un intento de atraer su atención.
– Muy agudo. Has tardado demasiado en darte cuenta. ¿No te parece que siendo un hombre, cosa que parece valoras mucho, te faltan… cómo diría… ciertas capacidades…? – me refería claro está a sus reflejos, tendría que haberse dado cuenta antes, haberse puesto en guardia pero por lo que parecía no era solamente el deseo y mi provocación lo que nublaba su pensamiento. Cada vez estaba segura de que era algo más, de lo contrario no habría tratado de echarme abajo, a la primera.
Parecía nervioso sin duda. Y además, ahora no dejaba de mirarme. A lo mejor me había pasado.. Ohh, pero me divertía tanto. Sonreí enseñándole los dientes y dejé mi vaso vacío.
– ¿Quieres el trabajo? Pues es tuyo, pero ya estas advertida que no es un trabajo para mujeres…
Cogí el vaso que había llenado para él y se lo acerqué, callada. Me incliné sobre él, deliberadamente y extraje el puñal clavado en el colchón, aprovechando para olerle, para capturar otro dato más de él y dejando que mi piel rozase su brazo aún sentado en la cama. Suspiré y me volví a incorporar, para coger esta vez la botella y alzarla en dirección a él. – Brindemos entonces… Por un nuevo negocio. – Bebí tras chocar la botella en su vaso y la dejé junto al anterior vaso vacío. Después sonreí con picardía. – Bueno, tu trabajo… me parece muy adecuado para una mujer… Aunque si prefieres que traiga a un hombre más… – dije, alzando la ceja y mirando al creciente bulto bajo las sábanas que intentaba disimular sin éxito. Sonreí abiertamente, normalmente estas cosas nunca me daban pudor... Y no era distinto esta vez. – ¿Quieres explicarme cómo quieres que lo haga..? El trabajo, por supuesto.
Ya estábamos otra vez, con el cuento de nunca acabar. – Sí, cuidado, cuando te descuides, me acercaré a tu brazo y comenzaré a devorarlo sin piedad, así hasta que no quede nada de ti. Y después iré a buscar niños para la merienda. – Puse los ojos en blanco y apuré mi copa de un golpe, sirviéndome más.
Que si los vampiros esto, que si ahora chupan sangre, que si son malos… Estúpidos humanos. Caminé despacio por la estancia, rodeando la cama donde se encontraba Algot y examinando los rincones distraídamente, los objetos, los olores… mientras él se incorporaba y parecía serenarse un poco. Parecía. No pensaba bajar la presión, ni tampoco creía que él fuese a bajar la guardia, menos si tenía aquel concepto de mi… Aunque lo de que era peligrosa… me había gustado.
Nada como una buena reputación.
– Pero no consien… ¿es esa mi camisa? –seguía parloteando. Su expresión de absorto en pensamientos seguramente no aptos para todo el mundo me satisfacía, sonreí de lado mordiéndome el labio y asentí lentamente, tratando de encontrar sus ojos con los míos, en un intento de atraer su atención.
– Muy agudo. Has tardado demasiado en darte cuenta. ¿No te parece que siendo un hombre, cosa que parece valoras mucho, te faltan… cómo diría… ciertas capacidades…? – me refería claro está a sus reflejos, tendría que haberse dado cuenta antes, haberse puesto en guardia pero por lo que parecía no era solamente el deseo y mi provocación lo que nublaba su pensamiento. Cada vez estaba segura de que era algo más, de lo contrario no habría tratado de echarme abajo, a la primera.
Parecía nervioso sin duda. Y además, ahora no dejaba de mirarme. A lo mejor me había pasado.. Ohh, pero me divertía tanto. Sonreí enseñándole los dientes y dejé mi vaso vacío.
– ¿Quieres el trabajo? Pues es tuyo, pero ya estas advertida que no es un trabajo para mujeres…
Cogí el vaso que había llenado para él y se lo acerqué, callada. Me incliné sobre él, deliberadamente y extraje el puñal clavado en el colchón, aprovechando para olerle, para capturar otro dato más de él y dejando que mi piel rozase su brazo aún sentado en la cama. Suspiré y me volví a incorporar, para coger esta vez la botella y alzarla en dirección a él. – Brindemos entonces… Por un nuevo negocio. – Bebí tras chocar la botella en su vaso y la dejé junto al anterior vaso vacío. Después sonreí con picardía. – Bueno, tu trabajo… me parece muy adecuado para una mujer… Aunque si prefieres que traiga a un hombre más… – dije, alzando la ceja y mirando al creciente bulto bajo las sábanas que intentaba disimular sin éxito. Sonreí abiertamente, normalmente estas cosas nunca me daban pudor... Y no era distinto esta vez. – ¿Quieres explicarme cómo quieres que lo haga..? El trabajo, por supuesto.
Ébano
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Re: Herencia [QUEST]
El joven acepto el vaso. Al principio se encontraba reacio a beber de aquella copa, ya que podía estar envenenada, pero ella misma estaba bebiendo de la misma botella, así que para no hacerle un feo Algot le dio un pequeño sorbo, su cuerpo ya no aceptaba mucho más alcohol. Dejó la copa junto a la vacía de la mujer y la botella, intentando moverse lo menos posible para que su atracción no fuera visible.
La mujer sonrió, dejando ver sus afinados dientes. El bajó un poco la cabeza, al parecer se había sado cuenta.
-¿O-otro hombre, dices? Si crees que eso… será lo mejor porque tú no puedes…- no podía evitar que su mente imaginase como seria deslizar la tela de la camisa hasta que la mujer quedase totalmente desnuda. Y tenerla en su cama para poder hacerle lo que el qui… no te engañes Algot, ella haría lo que quisiera contigo… pensó el frunciendo los morros ante su autocorrección. Aquel tipo de mujer no parecía que se dejase dominar por cualquiera. Y en la cama tampoco.
Su última pregunta hizo que el cuerpo del joven se estremeciese, él ya sabía como quería que se hicieran las cosas.
-El trabajo, sí, claro. – carraspeó intentando serenarse, aunque sin resultados aparentes. –Si no le importa, señorita, hablaremos de esta mañana por la mañana. Oh claro...el sol… os quemáis como un cochinillo en las brasas, ¿verdad? Si gustas podemos quedar en la misma taberna, pediré que echen las cortinas…- se atrevió a mirarla a los ojos. Aquellos ojos parecían irradiar peligro y sensualidad. Era una mezcla muy extraña.
-¿Nos vemos mañana, pues?- continuó intentando escurrir el bulto, nunca mejor dicho.
La mujer sonrió, dejando ver sus afinados dientes. El bajó un poco la cabeza, al parecer se había sado cuenta.
-¿O-otro hombre, dices? Si crees que eso… será lo mejor porque tú no puedes…- no podía evitar que su mente imaginase como seria deslizar la tela de la camisa hasta que la mujer quedase totalmente desnuda. Y tenerla en su cama para poder hacerle lo que el qui… no te engañes Algot, ella haría lo que quisiera contigo… pensó el frunciendo los morros ante su autocorrección. Aquel tipo de mujer no parecía que se dejase dominar por cualquiera. Y en la cama tampoco.
Su última pregunta hizo que el cuerpo del joven se estremeciese, él ya sabía como quería que se hicieran las cosas.
-El trabajo, sí, claro. – carraspeó intentando serenarse, aunque sin resultados aparentes. –Si no le importa, señorita, hablaremos de esta mañana por la mañana. Oh claro...el sol… os quemáis como un cochinillo en las brasas, ¿verdad? Si gustas podemos quedar en la misma taberna, pediré que echen las cortinas…- se atrevió a mirarla a los ojos. Aquellos ojos parecían irradiar peligro y sensualidad. Era una mezcla muy extraña.
-¿Nos vemos mañana, pues?- continuó intentando escurrir el bulto, nunca mejor dicho.
________________________________________
· Debes explicar como termina la noche y como comienza la mañana. El te dará las indicaciones en la taberna, como ya te ha dicho.
· Si quieres seguir hablando en la habitación puedes hacerlo, pero el no te contará nada del trabajo.
Wyn
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Re: Herencia [QUEST]
Oh, por todos los dioses... ¡Estaba nervioso! Y aquello me encantaba. Me aportaba cierta sensación de satisfacción personal... Me hacía sentir que no había perdido el lustre y que aún estaba entrenada para jugar...
Juegos de palabra, por supuesto.
– El trabajo, sí, claro. –dijo, mientras me sentaba al borde de la cama junto a él, y ponía la mano estratégicamente cerca de su miembro tapado por las sábanas, en la piel de su muslo que podía verse; no desvié la mirada de sus ojos, ni tampoco dejé que se desvaneciese la sonrisa pequeña, taimada. Asentí lentamente con sus siguientes palabras y me acaricié el cuello con fingido desinterés, luego el torso y finalmente crucé las piernas.
– Si no le importa, señorita, hablaremos de esta mañana por la mañana. – hice un mohín con la boca, siendo plenamente consciente de la luz, del juego de sombras y piel, de mi pecho... – Oh claro...el sol… os quemáis como un cochinillo en las brasas, ¿verdad? Si gustas podemos quedar en la misma taberna, pediré que echen las cortinas…
– Una comparación curiosa, Algot. ¿Te importa que te tutee? –me incliné sobre él y besé con suavidad su mejilla, sujetando su brazo– Puedes llamarme Ébano. No voy a dormir, he descansado suficiente... Si no os importa me quedaré aquí. –me levanté, terminando con aquel pequeño juego sintiendo que no estaba mal volver a las andadas pero la crueldad también tenía cierto límite. Y no quería un "jefe" medio cachondo que no acertase a darme instrucciones. Cogí un libro de mi bolsa, junto a mi ropa desperdigada y la puse en orden, antes de atrancar as ventanas, sentarme en la silla y apoyar los pies en la mesa, continuando la lectura que llevaba aquellos días. Sobre las ciudades pequeñas de los humanos, nunca estaba de más conocerlas a fondo y como me encontraba por aquellos lares...– No te preocupes, solo voy a leer. Puedes echarme si quieres, no obstante quedan unas cuatro horas para la primera luz del día, hemos perdido un tiempo precioso charlando –miré significativamente su entrepierna– animadamente....
– ¿Nos vemos mañana, pues? – le guiñé un ojo y asentí, dedicándome a mis páginas.– Mañana, a primera hora abajo, emprenderé el trabajo cuando gustes, siempre y cuando no requiera condiciones especiales que deba valorar. Buenas noches, Algot.
Desvié la mirada de él por el resto de la noche. Valoré mi situación. ¿Habría pensado que realmente me interesaba...? Esperaba que así fuese. El trato con el brujo me había hecho perder las capacidades de interpretación... Y en aquel mundo en el que primaba la sangre y el dinero era muy necesario... Debía trabajar aquello también, y el tema de los sentimientos, los había descontrolado... Me daba un poco de pena jugar con aquel humano de esa manera, por insignificante que fuese el tema físico. ¿Y desde cuando había sido eso así? Me iba a ir muy mal por ese camino, camino en el que ahora estaba sola. Iba a haber sido distinto pero.... Era así y ya está, no tenía que darle más vueltas, y más después de aquel encuentro con la dragona.
Necesitaba recuperar mis formas, el entrenamiento que se me dió desde bien joven. No me gustaba, eso ya lo sabía, pero no estaba de más recuperar la técnica, y adaptarla a una forma de ser más... Normal; no quería volver a ser una autómata, estaba muy bien así. Sin duda, quería volver a estar en forma, era el mejor modo de expresarlo: trabajar, hacer contactos, hacerme un nombre de nuevo.... Construir a Ébano desde cero, hacerme un lugar, un imperio de secretos, porque, ¿cual es la mejor moneda de cambio...? Los secretos, la información... ¿Y donde se mueven? En los rumores, en los pueblos, en la masa descontenta. En los burdeles... Sí, esto estaba bien: volver a trabajar. Si hacía memoria, llegaba a la conclusión de que casi siempre había rondado los lugares humanos, el mundo vampírico a la usanza de las grandes familias no era lo mío, lo había visto de cerca y prefería otro tipo de trabajos.
Como aquel. Miré por la ventana y volví al libro de historia de aquella ciudad. Iba a estar bien...
Juegos de palabra, por supuesto.
– El trabajo, sí, claro. –dijo, mientras me sentaba al borde de la cama junto a él, y ponía la mano estratégicamente cerca de su miembro tapado por las sábanas, en la piel de su muslo que podía verse; no desvié la mirada de sus ojos, ni tampoco dejé que se desvaneciese la sonrisa pequeña, taimada. Asentí lentamente con sus siguientes palabras y me acaricié el cuello con fingido desinterés, luego el torso y finalmente crucé las piernas.
– Si no le importa, señorita, hablaremos de esta mañana por la mañana. – hice un mohín con la boca, siendo plenamente consciente de la luz, del juego de sombras y piel, de mi pecho... – Oh claro...el sol… os quemáis como un cochinillo en las brasas, ¿verdad? Si gustas podemos quedar en la misma taberna, pediré que echen las cortinas…
– Una comparación curiosa, Algot. ¿Te importa que te tutee? –me incliné sobre él y besé con suavidad su mejilla, sujetando su brazo– Puedes llamarme Ébano. No voy a dormir, he descansado suficiente... Si no os importa me quedaré aquí. –me levanté, terminando con aquel pequeño juego sintiendo que no estaba mal volver a las andadas pero la crueldad también tenía cierto límite. Y no quería un "jefe" medio cachondo que no acertase a darme instrucciones. Cogí un libro de mi bolsa, junto a mi ropa desperdigada y la puse en orden, antes de atrancar as ventanas, sentarme en la silla y apoyar los pies en la mesa, continuando la lectura que llevaba aquellos días. Sobre las ciudades pequeñas de los humanos, nunca estaba de más conocerlas a fondo y como me encontraba por aquellos lares...– No te preocupes, solo voy a leer. Puedes echarme si quieres, no obstante quedan unas cuatro horas para la primera luz del día, hemos perdido un tiempo precioso charlando –miré significativamente su entrepierna– animadamente....
– ¿Nos vemos mañana, pues? – le guiñé un ojo y asentí, dedicándome a mis páginas.– Mañana, a primera hora abajo, emprenderé el trabajo cuando gustes, siempre y cuando no requiera condiciones especiales que deba valorar. Buenas noches, Algot.
Desvié la mirada de él por el resto de la noche. Valoré mi situación. ¿Habría pensado que realmente me interesaba...? Esperaba que así fuese. El trato con el brujo me había hecho perder las capacidades de interpretación... Y en aquel mundo en el que primaba la sangre y el dinero era muy necesario... Debía trabajar aquello también, y el tema de los sentimientos, los había descontrolado... Me daba un poco de pena jugar con aquel humano de esa manera, por insignificante que fuese el tema físico. ¿Y desde cuando había sido eso así? Me iba a ir muy mal por ese camino, camino en el que ahora estaba sola. Iba a haber sido distinto pero.... Era así y ya está, no tenía que darle más vueltas, y más después de aquel encuentro con la dragona.
Necesitaba recuperar mis formas, el entrenamiento que se me dió desde bien joven. No me gustaba, eso ya lo sabía, pero no estaba de más recuperar la técnica, y adaptarla a una forma de ser más... Normal; no quería volver a ser una autómata, estaba muy bien así. Sin duda, quería volver a estar en forma, era el mejor modo de expresarlo: trabajar, hacer contactos, hacerme un nombre de nuevo.... Construir a Ébano desde cero, hacerme un lugar, un imperio de secretos, porque, ¿cual es la mejor moneda de cambio...? Los secretos, la información... ¿Y donde se mueven? En los rumores, en los pueblos, en la masa descontenta. En los burdeles... Sí, esto estaba bien: volver a trabajar. Si hacía memoria, llegaba a la conclusión de que casi siempre había rondado los lugares humanos, el mundo vampírico a la usanza de las grandes familias no era lo mío, lo había visto de cerca y prefería otro tipo de trabajos.
Como aquel. Miré por la ventana y volví al libro de historia de aquella ciudad. Iba a estar bien...
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Re: Herencia [QUEST]
Algot bajó las escaleras y se dirigió al tabernero, que estaba secando unos vasos y platos que había quedado de la noche anterior. Poco tardarían en llegar los primeros clientes del día, aquellos que tenían tan poco tiempo para charlar y montar escándalos, gente que debía comer algo antes de comenzar su largo jornal.
El joven se coloco en la última de las mesas, había corrido todas las cortinas y le había indicado al tabernero que no quería que entrase rayo de sol alguno.
Habían pasado exactamente tres horas y media, no había dormido mucho, pero le gustaba ser estrictamente puntual, y esperaba que la vampira descarada también lo fuese.
Se sentó contra la pared, así podía ver todo aquel que entrase en el local. Tenía el cabello mojado, se lo había peinado con las manos húmedas, ya que no le había dado tiempo de tomar un baño. Posiblemente lo dejase para después de la charla con la vampira… Esperó a la mujer en silencio, mientras repasaba unos papeles que había traído de su habitación.
Las instrucciones de trabajo eran sencillas y claras: Algot Ilwën había heredado una gran casa de su familia, de la cual solo quedaba él, al menos reconocidamente y que se tuviese constancia. “Una casa grande en la que poder realizar tus mayores sueños” repetía muchas veces su abuelo. Su padre, el verdadero heredero tanto de la mansión como de la fortuna de los Ilwën, Fiur Ilwën, desapareció hacia ya algunos años. Algot no había sabia nunca nada en torno a la desaparición, él era aun muy pequeño. Su abuelo, el señor Roger Ilwën, era un fanático de la gran innovación de los bio-cibernéticos. Roger aseguraba que en sus años de juventud había estado en la base de los bio, y que había aprendido mucho sobre aquel mundo. Su abuelo aseguraba que algún día todo Aerandir giraría en torno a los bio-cibernéticos: trabajos, construcción, comodidades… era un hombre con una visión diferente a los hombres de su época, por así decirlo. Cuando mandó construir aquella maravillosa casa, solo pensaba en tener un lugar donde, generación tras generación, las personas de su familia tuviesen un lugar para ellos, en el cual pudiesen ser quien quisiera, sin presiones sociales.
Al morir el señor Roger dejó a su primer y único hijo todos sus bienes, haciendo a Fiur poseedor de la gran casa y las riquezas familiares. En ausencia de Fiur, también como único heredero, Algot pasaba a ser el mayor y único beneficiario de toda la herencia.
La casa llevaba deshabitada desde que Fiur desapareció. Algot había intentado en algunas ocasiones volver a la casa y hacerla habitable de nuevo, pero al parecer había algo en la casa. Muchos hombre habían intentado ir a averiguar que había, al principió se pensó que eran simples vándalos, pero la gente comenzaba a desaparecer, sin dejar pista ni huella alguna. El rumor comenzó a crecer, y la maldición de aquella casa “encantada”. Todo el que pisaba aquel terreno de la familia Ilwën, moría en extrañas circunstancias.
-Después de saber todo esto… ¿continuas queriendo el trabajo, Ébanos?- si, se había equivocado un poco con su nombre, tan solo una letra, pero como no hacerlo, había sido una noche muy larga, y con lo que menos se quedó de la mujer fue con el nombre.
Le había tendido una hoja, en la que exponía la cantidad de aeros que le daría en compensación si hacía bien el trabajo. A decir verdad era una buena suma. También ponía que si la mujer quedaba malherida o mutilada Algot no se haría cargo de ellos, si salía viva, claro.
El joven se coloco en la última de las mesas, había corrido todas las cortinas y le había indicado al tabernero que no quería que entrase rayo de sol alguno.
Habían pasado exactamente tres horas y media, no había dormido mucho, pero le gustaba ser estrictamente puntual, y esperaba que la vampira descarada también lo fuese.
Se sentó contra la pared, así podía ver todo aquel que entrase en el local. Tenía el cabello mojado, se lo había peinado con las manos húmedas, ya que no le había dado tiempo de tomar un baño. Posiblemente lo dejase para después de la charla con la vampira… Esperó a la mujer en silencio, mientras repasaba unos papeles que había traído de su habitación.
Las instrucciones de trabajo eran sencillas y claras: Algot Ilwën había heredado una gran casa de su familia, de la cual solo quedaba él, al menos reconocidamente y que se tuviese constancia. “Una casa grande en la que poder realizar tus mayores sueños” repetía muchas veces su abuelo. Su padre, el verdadero heredero tanto de la mansión como de la fortuna de los Ilwën, Fiur Ilwën, desapareció hacia ya algunos años. Algot no había sabia nunca nada en torno a la desaparición, él era aun muy pequeño. Su abuelo, el señor Roger Ilwën, era un fanático de la gran innovación de los bio-cibernéticos. Roger aseguraba que en sus años de juventud había estado en la base de los bio, y que había aprendido mucho sobre aquel mundo. Su abuelo aseguraba que algún día todo Aerandir giraría en torno a los bio-cibernéticos: trabajos, construcción, comodidades… era un hombre con una visión diferente a los hombres de su época, por así decirlo. Cuando mandó construir aquella maravillosa casa, solo pensaba en tener un lugar donde, generación tras generación, las personas de su familia tuviesen un lugar para ellos, en el cual pudiesen ser quien quisiera, sin presiones sociales.
Al morir el señor Roger dejó a su primer y único hijo todos sus bienes, haciendo a Fiur poseedor de la gran casa y las riquezas familiares. En ausencia de Fiur, también como único heredero, Algot pasaba a ser el mayor y único beneficiario de toda la herencia.
La casa llevaba deshabitada desde que Fiur desapareció. Algot había intentado en algunas ocasiones volver a la casa y hacerla habitable de nuevo, pero al parecer había algo en la casa. Muchos hombre habían intentado ir a averiguar que había, al principió se pensó que eran simples vándalos, pero la gente comenzaba a desaparecer, sin dejar pista ni huella alguna. El rumor comenzó a crecer, y la maldición de aquella casa “encantada”. Todo el que pisaba aquel terreno de la familia Ilwën, moría en extrañas circunstancias.
-Después de saber todo esto… ¿continuas queriendo el trabajo, Ébanos?- si, se había equivocado un poco con su nombre, tan solo una letra, pero como no hacerlo, había sido una noche muy larga, y con lo que menos se quedó de la mujer fue con el nombre.
Le había tendido una hoja, en la que exponía la cantidad de aeros que le daría en compensación si hacía bien el trabajo. A decir verdad era una buena suma. También ponía que si la mujer quedaba malherida o mutilada Algot no se haría cargo de ellos, si salía viva, claro.
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Re: Herencia [QUEST]
La noche transcurrió sin mayores sobresaltos. Algún que otro ronquido me hizo desviar la vista de la lectura y chasquear la lengua con fastidio, pero nada más. No era ningún mal del otro mudo.
Los pensamientos no dejaban de rondar mi mente por otra parte, así que las horas pasaron rápidas al principio. Dos horas antes del amanecer cerré el libro, resoplando. El humano dormía plácidamente, yo había leído mucho pero apenas había asimilado nada, necesitaba movimiento, y pronto amanecería... Sali de la habitación sin hacer ruido recogiendo mis cosas y llevándome la botella para terminármela en mi habitación dos pisos por encima.
Aproveché para darme un baño y tratar de relajarme, pero no hubo manera. Cuando terminé, me vestí, cogí la botella y me subí a los tejados de la posada por las escaleras que había en el último piso. El aire frío me hizo bien, no quería empezar el asunto con la cabeza en otras cosas, así que traté de respirar hondo y desprenderme de todos aquellos pensamientos. Yo tenía muy claro lo que quería. O al menos quería pensar que tenía claro todo aquello pero.. Sacudí la cabeza.
Fin. Se acabó.
Un gallo cantó en alguna terraza lejana; se acercaba el día, así que bajé de allí con ánimos renovados y curiosidad, muchísima curiosidad por conocer los detalles del trabajo que me aguardaba de manos de Algot.
– Después de saber todo esto… ¿continuas queriendo el trabajo, Ébanos? – tamborileé en la mesa con los dedos, dilucidando sobre lo escuchado. Estaba sentada en la silla con la espalda pegada al respaldo, las piernas cruzadas y la mirada algo sombría, tratando de imaginar qué graciosillo estaría llevando a cabo aquello, si los que lo habían intentado eran incompetentes o si por el contrario y como me temía, estaba ante una situación más que delicada. Con razón el joven parecía notoriamente nervioso todo el rato, desde el momento en que le ví en la taberna.
"Ébanos", volví a reparar en ello. Me reí, sonriendo de lado para quitar peso al asunto y lo miré a los ojos. – Ébano, cielo, es Ébano. Sé que puede resultar difícil, pero solo es un nombre... Por muy inquieto que estés. El asunto que me cuentas no es para menos. Sí, acepto, te ayudaré en todo lo que pueda y trataré de deshacer el entuerto que parece se teje en la casa de tu familia. – A lo mejor me estaba precipitando pero a fin de cuentas, era un trabajo algo complicado parecía, y yo quería movimiento, quería pensar y volver a sentirme viva. Y él necesitaba ayuda... Entonces de nada servía alargar la agonía.
Atraje hacia mi la hoja que me tendía, leyendola con detenimiento y pensando distraídamente en todos los datos que me había dado... El riesgo era alto por lo que ponía en el papel, pero estaba dispuesta a ello; y cuanto antes empezásemos... Mejor. – Bien, está bien. Ya veo que no te haces cargo de algunos... detalles. –Levanté la vista sonriendo con ironía y le alargué la hoja, tendiendo un poco el torso sobre la mesa inclinándome sobre ella levemente– Si nos damos prisa podemos comenzar ya, aún no termina de salir el Sol, o por el contrario podemos esperar a mañana por la noche. ¿Firmamos con sangre...? –bromeé.
Los pensamientos no dejaban de rondar mi mente por otra parte, así que las horas pasaron rápidas al principio. Dos horas antes del amanecer cerré el libro, resoplando. El humano dormía plácidamente, yo había leído mucho pero apenas había asimilado nada, necesitaba movimiento, y pronto amanecería... Sali de la habitación sin hacer ruido recogiendo mis cosas y llevándome la botella para terminármela en mi habitación dos pisos por encima.
Aproveché para darme un baño y tratar de relajarme, pero no hubo manera. Cuando terminé, me vestí, cogí la botella y me subí a los tejados de la posada por las escaleras que había en el último piso. El aire frío me hizo bien, no quería empezar el asunto con la cabeza en otras cosas, así que traté de respirar hondo y desprenderme de todos aquellos pensamientos. Yo tenía muy claro lo que quería. O al menos quería pensar que tenía claro todo aquello pero.. Sacudí la cabeza.
Fin. Se acabó.
Un gallo cantó en alguna terraza lejana; se acercaba el día, así que bajé de allí con ánimos renovados y curiosidad, muchísima curiosidad por conocer los detalles del trabajo que me aguardaba de manos de Algot.
* * *
– Después de saber todo esto… ¿continuas queriendo el trabajo, Ébanos? – tamborileé en la mesa con los dedos, dilucidando sobre lo escuchado. Estaba sentada en la silla con la espalda pegada al respaldo, las piernas cruzadas y la mirada algo sombría, tratando de imaginar qué graciosillo estaría llevando a cabo aquello, si los que lo habían intentado eran incompetentes o si por el contrario y como me temía, estaba ante una situación más que delicada. Con razón el joven parecía notoriamente nervioso todo el rato, desde el momento en que le ví en la taberna.
"Ébanos", volví a reparar en ello. Me reí, sonriendo de lado para quitar peso al asunto y lo miré a los ojos. – Ébano, cielo, es Ébano. Sé que puede resultar difícil, pero solo es un nombre... Por muy inquieto que estés. El asunto que me cuentas no es para menos. Sí, acepto, te ayudaré en todo lo que pueda y trataré de deshacer el entuerto que parece se teje en la casa de tu familia. – A lo mejor me estaba precipitando pero a fin de cuentas, era un trabajo algo complicado parecía, y yo quería movimiento, quería pensar y volver a sentirme viva. Y él necesitaba ayuda... Entonces de nada servía alargar la agonía.
Atraje hacia mi la hoja que me tendía, leyendola con detenimiento y pensando distraídamente en todos los datos que me había dado... El riesgo era alto por lo que ponía en el papel, pero estaba dispuesta a ello; y cuanto antes empezásemos... Mejor. – Bien, está bien. Ya veo que no te haces cargo de algunos... detalles. –Levanté la vista sonriendo con ironía y le alargué la hoja, tendiendo un poco el torso sobre la mesa inclinándome sobre ella levemente– Si nos damos prisa podemos comenzar ya, aún no termina de salir el Sol, o por el contrario podemos esperar a mañana por la noche. ¿Firmamos con sangre...? –bromeé.
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Re: Herencia [QUEST]
-Co-con que pongas tu nombre me sale, incluso si no sabes escribirlo con una simple marca me sirve…- dijo un poco nervioso, ya se estaba viendo a la mujer sobre él, mordiéndole el cuello, bebiéndose toda su sangre ¿Por qué eso hacían los vampiro, no?
-Podemos salir ahora si quieres, lo único que te tengo que preguntar es si quieres ir tu sola a hacer el trabajo, o prefieres que te acompañe alguien. De ser así deberías esperar a mañana…
-Podemos salir ahora si quieres, lo único que te tengo que preguntar es si quieres ir tu sola a hacer el trabajo, o prefieres que te acompañe alguien. De ser así deberías esperar a mañana…
_________________________________
· Debes escoger si hacer este trabajo sola o en un pequeño grupo de... digamos como máximo cuatro personas.
· Si decides ir sola ya puedes postear tu llegada a la casa, y el viaje hasta ella. Si prefieres ir acompañada explica como trascurre tu día hasta la noche siguiente que te encentras con Algot en la taberna como la noche anterior.
· Algot te acompañará a la casa en las dos situaciones, pero por el momento te esperará fuera.
Wyn
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Re: Herencia [QUEST]
– Co-con que pongas tu nombre me vale, incluso si no sabes escribirlo con una simple marca me sirve… – dijo, nervioso. Mi rostro compuso una mueca de desconcierto. ¿Realmente aparentaba no saber escribir? Tal vez debería plantearme ciertos asuntos... Sus miradas fugaces a mi escote me daban una pista. Pero lo que más me llamaba la atención eran precisamente esos nervios que acuciaban al pobre hombre. Sabía que estaba inquieto por el problema que tenía con aquella casa tan extraña, pero por todos los dioses, había visto a demasiados incautos, atrevidos o simples transeuntes atemorizarse ante un posible vampiro.
– Podemos salir ahora si quieres, lo único que te tengo que preguntar es si quieres ir tu sola a hacer el trabajo, o prefieres que te acompañe alguien. De ser así deberías esperar a mañana…
Sonreí, cambiando de pronto el gesto y cogí la pluma, firmando como "Ébano" con una caligrafía esbelta, después clavé con cierta expresión placentera ante el dolor mis dientes en mi antebrazo sin dejar de mirarle a los ojos, dejando salir un hilo de sangre con el que mojé mis labios antes de besar el papel con alevosía. Disfrutaba haciendo aquello, para qué iba a negarme; después de tanto tiempo era inevitable coger "cariño" a los rasgos vampíricos, lo sea por propia voluntad o no.
Su expresión no tenía desperdicio. – No es para tanto. Si quisiese algo físico... –lo miré, examinándolo otra vez, lamiendome los labios porque a fin de cuentas no era para nada un adefesio, al contrario. Me hice exageradamente la confundida en lo siguiente– quiero decir, fisiológico, ya habría tomado lo que es mío. No hace falta que te asustes a cada rato si vamos a tener trato de aquí en adelante con el trabajo, al menos por ese tiempo. No te diré que todos somos unos santos, ¿existe alguien así a fin de cuentas? Nah, yo creo que no; hay algunos de mi raza verdaderamente salvajes. Pero no voy a morderte, ni voy a atacarte por la espalda, ni a comer niños a media noche en medio de un baño de sangre; soy una persona, descuida. –Sonreí con sinceridad y le tendí la mano limpia, lamiendo los restos de sangre de mi boca.– Me gusta jugar a veces con las personas, no puedo evitar eso. No hay problema en que me acompañe alguien, pero no esperes que me deshaga en halagos ni en... deseos de contentar a otros, yo sé cómo debo trabajar.
Transcurrida la firma de aquel contrato me quedé unas horas más en la taberna, dejar pasar alcohol y charlas interesantes no era lo mío, no obstante subí a mi habitación cuando faltaban dos horas para el amanecer, me di un baño y me tendí, dispuesta a dormir.
De nuevo los pensamientos me acechaban, pensamientos que no quería tener, preocupaciones, preguntas absurdas sobre qué hubiera pasado si las cosas no hubiesen salido así o... Qué estaría haciendo si estuviese aún con él... Cada poco rato lograba disiparlos, y a los pocos minutos de silencio, otra vez. Finalmente por suerte me quedé dormida, entre ruidos de la calle, del medio día, que me distraían de mi mente; necesitaba estar más que descansada.
Al caer el sol de aquel día estaba lista, abajo en la taberna. Había pagado al posadero por la habitación durante siete días y dejé la promesa de pagar el resto a mi vuelta; no hizo preguntas, cogió el dinero y yo me apoyé en la barra esperando a Algot. Había cogido mis dos dagas, una extra, escondidas entre la ropa y me había llenado una bolsa con algunas frutas y una botella de alcohol, algunas vendas, hilo, aguja... No sabía qué diantres podría pasarme en aquel lugar.
– Podemos salir ahora si quieres, lo único que te tengo que preguntar es si quieres ir tu sola a hacer el trabajo, o prefieres que te acompañe alguien. De ser así deberías esperar a mañana…
Sonreí, cambiando de pronto el gesto y cogí la pluma, firmando como "Ébano" con una caligrafía esbelta, después clavé con cierta expresión placentera ante el dolor mis dientes en mi antebrazo sin dejar de mirarle a los ojos, dejando salir un hilo de sangre con el que mojé mis labios antes de besar el papel con alevosía. Disfrutaba haciendo aquello, para qué iba a negarme; después de tanto tiempo era inevitable coger "cariño" a los rasgos vampíricos, lo sea por propia voluntad o no.
Su expresión no tenía desperdicio. – No es para tanto. Si quisiese algo físico... –lo miré, examinándolo otra vez, lamiendome los labios porque a fin de cuentas no era para nada un adefesio, al contrario. Me hice exageradamente la confundida en lo siguiente– quiero decir, fisiológico, ya habría tomado lo que es mío. No hace falta que te asustes a cada rato si vamos a tener trato de aquí en adelante con el trabajo, al menos por ese tiempo. No te diré que todos somos unos santos, ¿existe alguien así a fin de cuentas? Nah, yo creo que no; hay algunos de mi raza verdaderamente salvajes. Pero no voy a morderte, ni voy a atacarte por la espalda, ni a comer niños a media noche en medio de un baño de sangre; soy una persona, descuida. –Sonreí con sinceridad y le tendí la mano limpia, lamiendo los restos de sangre de mi boca.– Me gusta jugar a veces con las personas, no puedo evitar eso. No hay problema en que me acompañe alguien, pero no esperes que me deshaga en halagos ni en... deseos de contentar a otros, yo sé cómo debo trabajar.
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Transcurrida la firma de aquel contrato me quedé unas horas más en la taberna, dejar pasar alcohol y charlas interesantes no era lo mío, no obstante subí a mi habitación cuando faltaban dos horas para el amanecer, me di un baño y me tendí, dispuesta a dormir.
De nuevo los pensamientos me acechaban, pensamientos que no quería tener, preocupaciones, preguntas absurdas sobre qué hubiera pasado si las cosas no hubiesen salido así o... Qué estaría haciendo si estuviese aún con él... Cada poco rato lograba disiparlos, y a los pocos minutos de silencio, otra vez. Finalmente por suerte me quedé dormida, entre ruidos de la calle, del medio día, que me distraían de mi mente; necesitaba estar más que descansada.
Al caer el sol de aquel día estaba lista, abajo en la taberna. Había pagado al posadero por la habitación durante siete días y dejé la promesa de pagar el resto a mi vuelta; no hizo preguntas, cogió el dinero y yo me apoyé en la barra esperando a Algot. Había cogido mis dos dagas, una extra, escondidas entre la ropa y me había llenado una bolsa con algunas frutas y una botella de alcohol, algunas vendas, hilo, aguja... No sabía qué diantres podría pasarme en aquel lugar.
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Re: Herencia [QUEST]
Abajo, en la puerta de la taberna, Algot esperaba a la mujer junto a tres hombre más. El primero era un humano, de cabellos rubios hasta los hombros. Tu piel era morena por el trabajo al sol, y sus ojos azul muy claros destacaban en su rostro. Estaba considerablemente fuerte y alto. El segundo era un hombre bestia, mitad humano mitad leopardo. Su piel era como la d los humanos, pero con pelo negro por toda la espalda, brazos y cara. Su cabeza era como la del animal, con morro no muy largo y ojos grises como el hierro. Su cuerpo era más estilizado, y vestía de manera más cómoda y ágil. Tenía una cola larga que se movía inquieta hacia los lados. Y el tercero, el más joven de los tres, era un muchacho pelirrojo de ojos verde oscuro, tan oscuros que a veces parecían marrones. Tenía una cicatriz justo bajo el ojo, que le marcaba toda la mejilla. Parecía ser un humano, aunque su olor a ”de todo un poco” no ayudaba a determinar su raza. Tenía las manos vendadas a partes, algunos dedos y la palma, incluso algunas vendas llegaban hasta la mitad del brazo.
Los tres hombres, más Algot, esperaban pacientemente a la mujer, callados. Los tres contratados sabían a lo que iban, y el heredero de los Ilwën sabía lo que quería.
Los cuatro miraron a la vampira cuando esta se acercaba con sus contoneos. El hombre bestia parecía ser el menos interesado. El rubio le hizo un largo repaso sin importarle que se notase. Y el joven pelirrojo la miró intentando disimular, aunque no lo lograba del todo.
-Bueno, parece que ya estamos todos- dijo Algot poniéndose en el centro de una redonda que se había formado entre todos. –Por ciertos motivos, debemos partir ahora, con la noche, la luna y las estrellas. Quizás eso haga que el viaje sea un poco más duro, pero no hay otra opción.
No tardaron mucho en comenzar a caminar. La casa quedaba un poco lejos, pero si se apuraban podrían llegar con solo tener que dormir un día al raso.
Algot comandaba la cola, ya que era el único que sabía el camino de destino. Después, detrás de este, iba el rubio, con un hacha en la mano, que reposaba en su hombro. Sin esfuerzo y gracias a sus largas y fuertes piernas, el rubio iba más adelantado sin problemas, y casi sin darse cuenta. Después el pelirrojo, prácticamente al lado de Ébano, el muchacho portaba un caco a la espalda. Parecía que pesaba mucho, y con el paso del tiempo parecía estar cansado, pero no disminuía la marcha ni quería quedarse atrás. Ébano iba después, y tras ella, el hombre bestia, tranquilo y calmado. Caminaba lento pero sin distanciarse del grupo.
Los tres hombres, más Algot, esperaban pacientemente a la mujer, callados. Los tres contratados sabían a lo que iban, y el heredero de los Ilwën sabía lo que quería.
Los cuatro miraron a la vampira cuando esta se acercaba con sus contoneos. El hombre bestia parecía ser el menos interesado. El rubio le hizo un largo repaso sin importarle que se notase. Y el joven pelirrojo la miró intentando disimular, aunque no lo lograba del todo.
-Bueno, parece que ya estamos todos- dijo Algot poniéndose en el centro de una redonda que se había formado entre todos. –Por ciertos motivos, debemos partir ahora, con la noche, la luna y las estrellas. Quizás eso haga que el viaje sea un poco más duro, pero no hay otra opción.
No tardaron mucho en comenzar a caminar. La casa quedaba un poco lejos, pero si se apuraban podrían llegar con solo tener que dormir un día al raso.
Algot comandaba la cola, ya que era el único que sabía el camino de destino. Después, detrás de este, iba el rubio, con un hacha en la mano, que reposaba en su hombro. Sin esfuerzo y gracias a sus largas y fuertes piernas, el rubio iba más adelantado sin problemas, y casi sin darse cuenta. Después el pelirrojo, prácticamente al lado de Ébano, el muchacho portaba un caco a la espalda. Parecía que pesaba mucho, y con el paso del tiempo parecía estar cansado, pero no disminuía la marcha ni quería quedarse atrás. Ébano iba después, y tras ella, el hombre bestia, tranquilo y calmado. Caminaba lento pero sin distanciarse del grupo.
__________________________________
• Debes narrar todo el viaje, hasta llegar a la casa.
• Debes interactuar con los personajes, intentando seguir el pequeño patrón de comportamiento que te he dejado. En un principio te lo he dejado como neutrales, así que tú decides si hacen buenas o malas migas con tu vampira.
Wyn
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Re: Herencia [QUEST]
Cuando sentí el olor de Algot me di la vuelta lentamente y avancé hasta el rincón donde me esperaba tanto él, como los hombres a los que había llamado para aquel trabajo.
Era extraño, sin duda. Así que lo normal había sido buscar hombres extraños... No es que me sorprendiese, solo no me esperaba lo variopinto del grupo. El rubio alto y fuerte me repasó sin reparos, pero yo estaba tan habituada a aquello que... en fin, no me produjo las sensaciones que necesitaba. El muchacho de las manos vendadas olía extraño, y miraba a los lados con nerviosismo, y en cambio el último... El hombre bestia; me fascinaba, aún más su indiferencia que no pude evitar relacionar con seriedad en el trabajo. No en vano era el más distinto de todos. Algot estaba en el centro, hablándonos.
No muté el rostro, no quería dar impresiones equivocadas, ni errar en el reconocimiento del terreno o de aquellos hombres.
– Bueno, parece que ya estamos todos. Por ciertos motivos, debemos partir ahora, con la noche, la luna y las estrellas. Quizás eso haga que el viaje sea un poco más duro, pero no hay otra opción. –sonreí, enseñando los dientes y me cercioré de que todo estaba dispuesto en mi bolsa.
Salimos en comitiva al exterior, parecía que nos quedaban algunas jornadas de viaje y por mi causa o culpa, podríamos avanzar únicamente de noche.
– Soy Ébano. ¿Con quien debo el placer de compartir camino...? – miraba al hombre bestia, que avanzaba detrás de mi, casi pegado. No me miraba, mantenía su vista en la foresta, en derredor nuestro, atento supuse a cualquier detalle. Algo en él me atraía irremediablemente, tal vez su raza, o su aspecto.. O lo intenso y apático de su mirada. Estaba demasiado acostumbrada a las atenciones de la gente, ya fuese por desprecio o por deseo. Nunca por nada.. propio... Suspiré, sin darme cuenta, pero el hormigueo de la emoción por aquella situación me sacó de lo que podría ser otro día lleno de pensamientos demasiado serios.
Me gustaba aquello, el hombre rubio no cesaba de mirarme a cada rato, volviendo el rostro con una sonrisa de lado, mientras que el muchacho pelirrojo miraba de reojo.
– Jerion es un humano, mercenario curtido y amigo por largo tiempo. – el hombre rubio se acercó rompiendo la fila sonriendo con fanfarronería. Lo examiné, del mismo modo que él lo hacía, verdaderamente estaba de muy buen ver... El cuerpo curtido, moreno y alto, me imaginaba demasiado menuda entre sus brazos y su... Bueno, además, en cierto modo me recordaba a él. Aquello me daba pie a jugar, junto al muchacho joven... – El chico se llama Josh, Joshy, es especial, lo verás dentro de poco, espero.
– No me cabe duda de que sus atributos son especiales.... – lo miré con picardía, el muchacho enrojeció y espetó a Algot.– ¡No me llames Joshy! Hace dos años que trabajo así, ¡soy el mejor! Jerion me reclutó por eso, lo sabes, pero no me gustan las bromas... No me gusta que jueguen conmigo... – de pronto se detuvo, con el cabello extrañamente algo más brillante y reparó en mi otra vez, enrojeció más aún y escondió sus manos entre sus ropas.– Bueno, sí... Josh, señora.
– Señora... Vaya, una pena, con lo que a mi me gusta jugar, sin embargo hay uno entre nosotros que me llama enormemente la atención... – me reí algo bajito, era un muchacho peculiar. No miré a Jerion, que parecía inquieto, que parecía henchirse tratando de acercarse más. Conocía aquella sensación, yo también había sido joven y había reclamado la atención de algún hombre que no había reparado en mi, por despecho. – ¿No vais a decirme el nombre de nuestro último acompañante...? – dije, acercándome, oliendo muy cerca de su hombro y cuello: bosque, tierra, sudor. Me recorrió un escalofrío y me relamí los labios. Me miró inescrutable.
– Dhargus, señorita. Señora la pone en un compromiso de matrimonio, o matrimonio consumado y su actitud parece ir por otros derroteros. – dijo, con voz grave y profunda, suave; me reí suavemente y besé su hombro con alevosía. Me sentía extrañamente demasiado atraída por él; estar rodeada de una extensión de bosque sin nadie más que cuatro varones.. No ayudaba. – Lo cierto es que no, hace.... hace tiempo que desistí en mi idea de sentar la cabeza, no va conmigo... Me gusta la noche, no me queda otro remedio; así que la utilizo... Para mis propios fines y... satisfacción.
Guiñé un ojo a Jerion, que parecía iracundo y que tornó en gesto en uno más relajado, abrió la boca para hablar, pero Josh murmuró pegado a Jerion. – Estúpida fulana...
– Uy... ¿He oído bien, cariño?
– ¡Cállate! Eres un zoquete, bocazas...
– ¡No me digas lo que tengo que hacer! Te dije que me gustaba, Jerion, siempre vas pisando lo que...
– ¡Ella no se fijaría en ti ni en tus mejores sueños chaval! Ni siquiera durarías ni cinco minutos en manos de...
– ...hago cuando lo digo, ni siquiera te habías fijado... ¡Cállate! No me enfades, sabes que cuando me altero no puedo controlarme y ... – empujó a Jerion.
– ¿Y qué, me vas a lanzar una de tus bolas? – se rió, apretando los puños con sonrisa de fanfarrón
El olor del felino se superpuso al resto. Se movilizó, interponiéndose entre mi y los demás, supuse que me olió a mí misma, alterada. ¡Me había llamado fulana! Sin razones, maldito crío insolente, estúpido arrogante pelo... zanahoria...
¡Joder! Apreté los dientes y siseé, lanzándome hacia ellos.
– ¡¡Basta!! ¡Calmaos! No os pagaré nada porque estaréis muertos si seguís con esto, ¡basta! – Algot estaba alterado, enrojecido y gesticulando, un par de aves salieron espantadas con el grito.
– El humano tiene razón. Hemos venido a trabajar, no a pelear por una mujer. Compórtense, señores... Somos dos humano, un hombre bestia, un brujo y un vampiro, ¿de verdad vamos a dar crédito a las habladurías de rivalidad entre razas?
Enarqué una ceja, sorprendida por su diplomacia; estaba claro que me atraía por lo exótico de su forma y raza, pero más aún ahora que demostraba razón…
– ¿V-vampiro…? ¿Qué dices, gato? Somos cuatro hombres, y eso que se supone que ves mejor que…
– No me corresponde a mi aclarar tu duda, Josh. –el felino lo miró con molestia, pero indiferencia, y reanudó la marcha situándose al frente, seguido de Algot.
– Hablas mucho, chico. No dudo de tu fuerte, tus manos vendadas… Supongo que eres un brujo, aunque no me gusta hacer juicios precipitados. Yo soy vampiro. –sonreí otra vez, con algo de pesar e ironía, enseñando los dientes. – O vampiresa, como más te guste, si es que te gusto... –le guiñé un ojo.
El chico se quedó mirándome extrañado, enrojeció y maldijo para sí algo que no entendí, y quedó cerrando la marcha, con Jerion tras mis talones, ejerciendo presión con su presencia, su respiración fuerte y cada cierto tiempo un gruñido. Y aquello me estaba…. Desestabilizando, me traía muchos recuerdos y mi cuerpo, alterado ya por el felino, reproducía esas sensaciones.
– Cuéntanos, Algot, ¿has diseñado algún plan de acción para el momento en que lleguemos a la casa? ¿O tal vez quieras contarnos algo más que no sepamos...? ¿Algo que debamos tomar en cuenta? – comenté cuando finalizaba la noche que había sido silenciosa y tensa físicamente, y con multitud de pensamientos rodeándonos a todos. Nos internamos en una cueva amplia que encontramos, a la falda de un acantilado que tendríamos que bordear para continuar en nuestro camino. El día se cerniría pronto, y debido a la maldición que yo acarreaba pasaríamos allí las horas, descansaríamos y avanzaríamos por la noche; llevábamos buen ritmo, de modo que nos dijo Algot que probablemente pudiéramos llegar justo un día después, antes del amanecer siguiente.
Distribuímos nuestras pertenencias en zonas diferenciadas y encendimos un fuego. Me acerqué un rato para calentarme, hacía frío y saqué la botella, distraída y por costumbre con ganas de abstraerme, había sido un día cansado, extraño sobre todo.
Más tarde me retiraría, necesitaba descansar, de modo que pondría la capa por el suelo y la bolsa bajo la cabeza, tendida de espaldas a los demás, pero atenta a todo, sujetando mi arma. Eran mis compañeros de viaje, sí, pero sería una necia si me desarmase y bajase la guardia.
Era extraño, sin duda. Así que lo normal había sido buscar hombres extraños... No es que me sorprendiese, solo no me esperaba lo variopinto del grupo. El rubio alto y fuerte me repasó sin reparos, pero yo estaba tan habituada a aquello que... en fin, no me produjo las sensaciones que necesitaba. El muchacho de las manos vendadas olía extraño, y miraba a los lados con nerviosismo, y en cambio el último... El hombre bestia; me fascinaba, aún más su indiferencia que no pude evitar relacionar con seriedad en el trabajo. No en vano era el más distinto de todos. Algot estaba en el centro, hablándonos.
No muté el rostro, no quería dar impresiones equivocadas, ni errar en el reconocimiento del terreno o de aquellos hombres.
– Bueno, parece que ya estamos todos. Por ciertos motivos, debemos partir ahora, con la noche, la luna y las estrellas. Quizás eso haga que el viaje sea un poco más duro, pero no hay otra opción. –sonreí, enseñando los dientes y me cercioré de que todo estaba dispuesto en mi bolsa.
Salimos en comitiva al exterior, parecía que nos quedaban algunas jornadas de viaje y por mi causa o culpa, podríamos avanzar únicamente de noche.
– Soy Ébano. ¿Con quien debo el placer de compartir camino...? – miraba al hombre bestia, que avanzaba detrás de mi, casi pegado. No me miraba, mantenía su vista en la foresta, en derredor nuestro, atento supuse a cualquier detalle. Algo en él me atraía irremediablemente, tal vez su raza, o su aspecto.. O lo intenso y apático de su mirada. Estaba demasiado acostumbrada a las atenciones de la gente, ya fuese por desprecio o por deseo. Nunca por nada.. propio... Suspiré, sin darme cuenta, pero el hormigueo de la emoción por aquella situación me sacó de lo que podría ser otro día lleno de pensamientos demasiado serios.
Me gustaba aquello, el hombre rubio no cesaba de mirarme a cada rato, volviendo el rostro con una sonrisa de lado, mientras que el muchacho pelirrojo miraba de reojo.
– Jerion es un humano, mercenario curtido y amigo por largo tiempo. – el hombre rubio se acercó rompiendo la fila sonriendo con fanfarronería. Lo examiné, del mismo modo que él lo hacía, verdaderamente estaba de muy buen ver... El cuerpo curtido, moreno y alto, me imaginaba demasiado menuda entre sus brazos y su... Bueno, además, en cierto modo me recordaba a él. Aquello me daba pie a jugar, junto al muchacho joven... – El chico se llama Josh, Joshy, es especial, lo verás dentro de poco, espero.
– No me cabe duda de que sus atributos son especiales.... – lo miré con picardía, el muchacho enrojeció y espetó a Algot.– ¡No me llames Joshy! Hace dos años que trabajo así, ¡soy el mejor! Jerion me reclutó por eso, lo sabes, pero no me gustan las bromas... No me gusta que jueguen conmigo... – de pronto se detuvo, con el cabello extrañamente algo más brillante y reparó en mi otra vez, enrojeció más aún y escondió sus manos entre sus ropas.– Bueno, sí... Josh, señora.
– Señora... Vaya, una pena, con lo que a mi me gusta jugar, sin embargo hay uno entre nosotros que me llama enormemente la atención... – me reí algo bajito, era un muchacho peculiar. No miré a Jerion, que parecía inquieto, que parecía henchirse tratando de acercarse más. Conocía aquella sensación, yo también había sido joven y había reclamado la atención de algún hombre que no había reparado en mi, por despecho. – ¿No vais a decirme el nombre de nuestro último acompañante...? – dije, acercándome, oliendo muy cerca de su hombro y cuello: bosque, tierra, sudor. Me recorrió un escalofrío y me relamí los labios. Me miró inescrutable.
– Dhargus, señorita. Señora la pone en un compromiso de matrimonio, o matrimonio consumado y su actitud parece ir por otros derroteros. – dijo, con voz grave y profunda, suave; me reí suavemente y besé su hombro con alevosía. Me sentía extrañamente demasiado atraída por él; estar rodeada de una extensión de bosque sin nadie más que cuatro varones.. No ayudaba. – Lo cierto es que no, hace.... hace tiempo que desistí en mi idea de sentar la cabeza, no va conmigo... Me gusta la noche, no me queda otro remedio; así que la utilizo... Para mis propios fines y... satisfacción.
Guiñé un ojo a Jerion, que parecía iracundo y que tornó en gesto en uno más relajado, abrió la boca para hablar, pero Josh murmuró pegado a Jerion. – Estúpida fulana...
– Uy... ¿He oído bien, cariño?
– ¡Cállate! Eres un zoquete, bocazas...
– ¡No me digas lo que tengo que hacer! Te dije que me gustaba, Jerion, siempre vas pisando lo que...
– ¡Ella no se fijaría en ti ni en tus mejores sueños chaval! Ni siquiera durarías ni cinco minutos en manos de...
– ...hago cuando lo digo, ni siquiera te habías fijado... ¡Cállate! No me enfades, sabes que cuando me altero no puedo controlarme y ... – empujó a Jerion.
– ¿Y qué, me vas a lanzar una de tus bolas? – se rió, apretando los puños con sonrisa de fanfarrón
El olor del felino se superpuso al resto. Se movilizó, interponiéndose entre mi y los demás, supuse que me olió a mí misma, alterada. ¡Me había llamado fulana! Sin razones, maldito crío insolente, estúpido arrogante pelo... zanahoria...
¡Joder! Apreté los dientes y siseé, lanzándome hacia ellos.
– ¡¡Basta!! ¡Calmaos! No os pagaré nada porque estaréis muertos si seguís con esto, ¡basta! – Algot estaba alterado, enrojecido y gesticulando, un par de aves salieron espantadas con el grito.
– El humano tiene razón. Hemos venido a trabajar, no a pelear por una mujer. Compórtense, señores... Somos dos humano, un hombre bestia, un brujo y un vampiro, ¿de verdad vamos a dar crédito a las habladurías de rivalidad entre razas?
Enarqué una ceja, sorprendida por su diplomacia; estaba claro que me atraía por lo exótico de su forma y raza, pero más aún ahora que demostraba razón…
– ¿V-vampiro…? ¿Qué dices, gato? Somos cuatro hombres, y eso que se supone que ves mejor que…
– No me corresponde a mi aclarar tu duda, Josh. –el felino lo miró con molestia, pero indiferencia, y reanudó la marcha situándose al frente, seguido de Algot.
– Hablas mucho, chico. No dudo de tu fuerte, tus manos vendadas… Supongo que eres un brujo, aunque no me gusta hacer juicios precipitados. Yo soy vampiro. –sonreí otra vez, con algo de pesar e ironía, enseñando los dientes. – O vampiresa, como más te guste, si es que te gusto... –le guiñé un ojo.
El chico se quedó mirándome extrañado, enrojeció y maldijo para sí algo que no entendí, y quedó cerrando la marcha, con Jerion tras mis talones, ejerciendo presión con su presencia, su respiración fuerte y cada cierto tiempo un gruñido. Y aquello me estaba…. Desestabilizando, me traía muchos recuerdos y mi cuerpo, alterado ya por el felino, reproducía esas sensaciones.
– Cuéntanos, Algot, ¿has diseñado algún plan de acción para el momento en que lleguemos a la casa? ¿O tal vez quieras contarnos algo más que no sepamos...? ¿Algo que debamos tomar en cuenta? – comenté cuando finalizaba la noche que había sido silenciosa y tensa físicamente, y con multitud de pensamientos rodeándonos a todos. Nos internamos en una cueva amplia que encontramos, a la falda de un acantilado que tendríamos que bordear para continuar en nuestro camino. El día se cerniría pronto, y debido a la maldición que yo acarreaba pasaríamos allí las horas, descansaríamos y avanzaríamos por la noche; llevábamos buen ritmo, de modo que nos dijo Algot que probablemente pudiéramos llegar justo un día después, antes del amanecer siguiente.
Distribuímos nuestras pertenencias en zonas diferenciadas y encendimos un fuego. Me acerqué un rato para calentarme, hacía frío y saqué la botella, distraída y por costumbre con ganas de abstraerme, había sido un día cansado, extraño sobre todo.
Más tarde me retiraría, necesitaba descansar, de modo que pondría la capa por el suelo y la bolsa bajo la cabeza, tendida de espaldas a los demás, pero atenta a todo, sujetando mi arma. Eran mis compañeros de viaje, sí, pero sería una necia si me desarmase y bajase la guardia.
Ébano
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Re: Herencia [QUEST]
-Yo…- carraspeó el humano-…digamos que nunca he entrado en la casa con los trabajadores. Como ya sabéis, este es un trabajo en el que algunas personas han perdido la vida. Y…
-Cinco, para ser más concretos.
-Cállate Josh, no interrumpas cuando ros están hablando- dijo el humano antes de que el joven brujo murmurara algo entre dientes como reproche.
-Yo jamás he entrado en la casa con dichos trabajadores.- continuó el heredero Ilwën- Siempre he esperado fuera, quizás he sido el único en dos ocasiones en salir vivo de ahí…- el día se ponía interesante cuando entraban en la cueva, aunque el humano dejó de hablar.
-¿Y cómo murieron los otros?- preguntó el brujo acercándose a la hoguera, donde estaban todos calentándose un poco antes de irse a descansar.
-Esas cosas no se preguntan, merluzo.
-En realidad podría ser una información de gran importancia y magnitud para nuestro trabajo, ¿no crees, Ébano?- preguntó el hombre bestia mirando a la vampira a los ojos, incluyéndola en la conversación.
Tras unos instantes, Algot continuó halando tras su largo silencio. –La verdad es que no lo sé del todo. La mayoría de los cuerpos desaparecieron, tan solo alcancé a ver uno, que estaba cubierto de sangre. Después pude ver algo… como una sombra que lo cubría. Y después nada. No quedaba nada de él.
No tardaron mucho en irse todos a descansar. Dhargus fue el único que salió de la cueva, tumbándose en una roca en la que daba el sol plenamente. Su pelaje de tonos amarillos y anaranjados brillaba con los rayos de luz. Jerion estaba limpiando sus armas en silencio, y no muy lejos de él, Josh dormía acurrucado como un cachorrillo. Los vendajes de las manos estaban algo sucios, parecía que no se los había cambiado en días. Algot estaba algo más cerca de la mujer, tumbado sobre unas telas, leyendo unas escrituras antes de caer rendidos entre los brazos de Morfeo.
Dhargus fue el primero en despertarse, quedaba poco para que cayese la noche, era hora de coger energías y continuar con el viaje.
-Cinco, para ser más concretos.
-Cállate Josh, no interrumpas cuando ros están hablando- dijo el humano antes de que el joven brujo murmurara algo entre dientes como reproche.
-Yo jamás he entrado en la casa con dichos trabajadores.- continuó el heredero Ilwën- Siempre he esperado fuera, quizás he sido el único en dos ocasiones en salir vivo de ahí…- el día se ponía interesante cuando entraban en la cueva, aunque el humano dejó de hablar.
-¿Y cómo murieron los otros?- preguntó el brujo acercándose a la hoguera, donde estaban todos calentándose un poco antes de irse a descansar.
-Esas cosas no se preguntan, merluzo.
-En realidad podría ser una información de gran importancia y magnitud para nuestro trabajo, ¿no crees, Ébano?- preguntó el hombre bestia mirando a la vampira a los ojos, incluyéndola en la conversación.
Tras unos instantes, Algot continuó halando tras su largo silencio. –La verdad es que no lo sé del todo. La mayoría de los cuerpos desaparecieron, tan solo alcancé a ver uno, que estaba cubierto de sangre. Después pude ver algo… como una sombra que lo cubría. Y después nada. No quedaba nada de él.
No tardaron mucho en irse todos a descansar. Dhargus fue el único que salió de la cueva, tumbándose en una roca en la que daba el sol plenamente. Su pelaje de tonos amarillos y anaranjados brillaba con los rayos de luz. Jerion estaba limpiando sus armas en silencio, y no muy lejos de él, Josh dormía acurrucado como un cachorrillo. Los vendajes de las manos estaban algo sucios, parecía que no se los había cambiado en días. Algot estaba algo más cerca de la mujer, tumbado sobre unas telas, leyendo unas escrituras antes de caer rendidos entre los brazos de Morfeo.
Dhargus fue el primero en despertarse, quedaba poco para que cayese la noche, era hora de coger energías y continuar con el viaje.
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· Vampira, toca narrar el final de vuestro viaje.
· Al final de tu siguiente post, debéis estar frente la casa.
Wyn
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Re: Herencia [QUEST]
Aquel día soñé con figuras extrañas, con sombras, colores oscuros y un suelo de cuadros marmóleo, negro y blanco. Con mi vestido rojo... Aquel que guardé años atrás en un baúl en una vieja cabaña, en medio de los bosques de Sacrestic.
El suelo tenía un charco; sangre.... Veía ojos oscuros, manos oscuras y puñales. Veía al príncipe, me veía a mi, y veía el reguero de muerte que había dejado.
Cuando me desperté, tenía los colmillos fuera, el corazón latiendome más fuerte de lo normal, encajado en el pecho, y un molesto zumbido en los oídos que fue diluyéndose conforme abría los ojos y recordaba dónde estaba, qué hacía. Las palabras que Algot había proferido antes de dormir volvieron a rondarme la cabeza:
"La verdad es que no lo sé del todo. La mayoría de los cuerpos desaparecieron, tan solo alcancé a ver uno, que estaba cubierto de sangre. Después pude ver algo… como una sombra que lo cubría. Y después nada. No quedaba nada de él. "
Aquello no me daba buena espina. Ni su frase, ni el hecho de haber tenido aquel sueño después de años sin contacto alguno con aquella hermandad del demonio. Me enfadaba. Apreté los dientes y me levanté con sigilo, preparando mi bolsa y acicalándome un poco frente a la entrada a la cueva. Podía verse el atardecer desde allí. Tan hermoso, teñido y decadente... Quería ver un amanecer... Hacía tanto tiempo ya.
Algot estaba fuera, esperando. Dhargus parecía haberse levantado antes, pues estaba listo y dispuesto, mientras que en el rostro de Algot se adivinaba el cansancio de no haber descansado demasiado.
– Buenas noches. Lamento realmente que tengáis que alterar el ritmo de marcha por mi. Si por mi fuese... – miré de nuevo al ocaso, con el sol ya completamente escondido y una humedad creciente en el aire, frío.– ..en fin. A veces no pedimos lo que nos toca, supongo que lo sabes tan bien como yo y como muchos otros.
Le sonreí, refiriéndome a la casa, al problema que tenía.
Reanudamos la marcha sin problema otra vez, con Jerion y Algot al frente comentando con las cabezas juntas en voz baja lo que parecía un plan de acción. De vez en cuando volvían el rostro y hacían comentarios. Josh trataba de acercarse e insertarse en aquel debate, participaba, pero a cada rato se detenía, se frotaba las manos y se quedaba pensativo mirando puntos lejanos.
Lo cierto era que me daba muchísimo respeto aquel trabajo... Tanta muerte, tanto asunto turbio. Tantos intentos y ningún éxito. Tragué; algo tenía que estar detrás de todo aquello, era demasiado extraño, y si se había intentado todo por la fuerza, debería intentarse por otro medio, debía de haber algún modo de solución. Parecía más un enredo que un problema. Pero no dejaba de acordarme de mi sueño, y de las palabras de Algot...
Darghus caminaba detrás de mi, no podía evitar mirarlo de cuando en cuando. Me fascinaba cómo se conjugaba en su cuerpo la forma humana y la forma animal, tan grácil, tan atractiva y tan... Tragué, sentí un escalofrío y su mirada fija en mi nuca.
– ¿Habéis descansado?
– Hacía bastante frío. Salí a reconocer las tierras próximas a la cueva, no nos habría venido bien ninguna visita inesperada.
– Eso es cierto. –lo miré, tratando de escrutar sus ojos.– Parece que tienes una gran experiencia en reconocimiento físico... –sonreí.– No me malinterpretes, en cuanto al terreno. Jerion es fuerte, muy fuerte por lo que es obvio que su entrenamiento se basa en las armas, los puños. El chico parece brujo, sus vendas... Su olor especiado, a cosas extrañas y artificiales. Pero tu hueles a muchas cosas, hueles distinto a cualquier otro por supuesto... –ladeé el rostro, con una sonrisa pícara.– Puede que me equivoque, pero me atrevo a suponer que tu entrenamiento ha sido más educación que otra cosa. Disciplina, ¿ah? El entorno es importante, saber moverse. El sigilo, está muy valorado hoy en día, yo lo sé muy bien... Se me da muy bien. Pero no siempre se ve conjugado con los puños, con el arco. –acaricié su brazo despacio, observando el arco a su espalda.– Tu pelea parece limpia, fina, sagaz y potente. Por mi parte soy algo más escandalosa, no puedo decir lo mismo... ¿Me equivoco?
Esperé su respuesta, sus ojos me habían calibrado durante todo el trayecto restante. Hasta el momento en que la voz de Algot nos sacó de cualquier otro pensamiento o conversación.
– Hemos llegado señores. Mi... Bueno, mi hogar...
El suelo tenía un charco; sangre.... Veía ojos oscuros, manos oscuras y puñales. Veía al príncipe, me veía a mi, y veía el reguero de muerte que había dejado.
Cuando me desperté, tenía los colmillos fuera, el corazón latiendome más fuerte de lo normal, encajado en el pecho, y un molesto zumbido en los oídos que fue diluyéndose conforme abría los ojos y recordaba dónde estaba, qué hacía. Las palabras que Algot había proferido antes de dormir volvieron a rondarme la cabeza:
"La verdad es que no lo sé del todo. La mayoría de los cuerpos desaparecieron, tan solo alcancé a ver uno, que estaba cubierto de sangre. Después pude ver algo… como una sombra que lo cubría. Y después nada. No quedaba nada de él. "
Aquello no me daba buena espina. Ni su frase, ni el hecho de haber tenido aquel sueño después de años sin contacto alguno con aquella hermandad del demonio. Me enfadaba. Apreté los dientes y me levanté con sigilo, preparando mi bolsa y acicalándome un poco frente a la entrada a la cueva. Podía verse el atardecer desde allí. Tan hermoso, teñido y decadente... Quería ver un amanecer... Hacía tanto tiempo ya.
Algot estaba fuera, esperando. Dhargus parecía haberse levantado antes, pues estaba listo y dispuesto, mientras que en el rostro de Algot se adivinaba el cansancio de no haber descansado demasiado.
– Buenas noches. Lamento realmente que tengáis que alterar el ritmo de marcha por mi. Si por mi fuese... – miré de nuevo al ocaso, con el sol ya completamente escondido y una humedad creciente en el aire, frío.– ..en fin. A veces no pedimos lo que nos toca, supongo que lo sabes tan bien como yo y como muchos otros.
Le sonreí, refiriéndome a la casa, al problema que tenía.
Reanudamos la marcha sin problema otra vez, con Jerion y Algot al frente comentando con las cabezas juntas en voz baja lo que parecía un plan de acción. De vez en cuando volvían el rostro y hacían comentarios. Josh trataba de acercarse e insertarse en aquel debate, participaba, pero a cada rato se detenía, se frotaba las manos y se quedaba pensativo mirando puntos lejanos.
Lo cierto era que me daba muchísimo respeto aquel trabajo... Tanta muerte, tanto asunto turbio. Tantos intentos y ningún éxito. Tragué; algo tenía que estar detrás de todo aquello, era demasiado extraño, y si se había intentado todo por la fuerza, debería intentarse por otro medio, debía de haber algún modo de solución. Parecía más un enredo que un problema. Pero no dejaba de acordarme de mi sueño, y de las palabras de Algot...
Darghus caminaba detrás de mi, no podía evitar mirarlo de cuando en cuando. Me fascinaba cómo se conjugaba en su cuerpo la forma humana y la forma animal, tan grácil, tan atractiva y tan... Tragué, sentí un escalofrío y su mirada fija en mi nuca.
– ¿Habéis descansado?
– Hacía bastante frío. Salí a reconocer las tierras próximas a la cueva, no nos habría venido bien ninguna visita inesperada.
– Eso es cierto. –lo miré, tratando de escrutar sus ojos.– Parece que tienes una gran experiencia en reconocimiento físico... –sonreí.– No me malinterpretes, en cuanto al terreno. Jerion es fuerte, muy fuerte por lo que es obvio que su entrenamiento se basa en las armas, los puños. El chico parece brujo, sus vendas... Su olor especiado, a cosas extrañas y artificiales. Pero tu hueles a muchas cosas, hueles distinto a cualquier otro por supuesto... –ladeé el rostro, con una sonrisa pícara.– Puede que me equivoque, pero me atrevo a suponer que tu entrenamiento ha sido más educación que otra cosa. Disciplina, ¿ah? El entorno es importante, saber moverse. El sigilo, está muy valorado hoy en día, yo lo sé muy bien... Se me da muy bien. Pero no siempre se ve conjugado con los puños, con el arco. –acaricié su brazo despacio, observando el arco a su espalda.– Tu pelea parece limpia, fina, sagaz y potente. Por mi parte soy algo más escandalosa, no puedo decir lo mismo... ¿Me equivoco?
Esperé su respuesta, sus ojos me habían calibrado durante todo el trayecto restante. Hasta el momento en que la voz de Algot nos sacó de cualquier otro pensamiento o conversación.
– Hemos llegado señores. Mi... Bueno, mi hogar...
Ébano
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Re: Herencia [QUEST]
La casa se veía algo descuidada, grande y oscura. Algot se detuvo, haciendo que el rubio y el pelirrojo quedasen por delante.
-Tened cuidado, no quiero volver solo de nuevo a la ciudad. Yo esperaré aquí- dijo acercándose a las escaleras que daban a una puerta pequeña. Tras la puerta de servicio estaba la cocina, desde donde se podía acceder a todo el resto de la gran vivienda. – Buena suerte…- susurró haciéndose a un lado para que todos tuviesen fácil acceso a la puerta.
Josh, como un muelle, dio un respingo para ser el primero en entrar en la casa, pero Jerion lo paró con el brazo.
-Déjame a mi primero, Josh…- el joven puso cara de desaprobación, pero el humano no lo hacía más que por mera seguridad del pequeño.
La casa estaba silenciosa y fría. Los pasos de los cuatro resonaban con eco.
-Tened cuidado, no quiero volver solo de nuevo a la ciudad. Yo esperaré aquí- dijo acercándose a las escaleras que daban a una puerta pequeña. Tras la puerta de servicio estaba la cocina, desde donde se podía acceder a todo el resto de la gran vivienda. – Buena suerte…- susurró haciéndose a un lado para que todos tuviesen fácil acceso a la puerta.
Josh, como un muelle, dio un respingo para ser el primero en entrar en la casa, pero Jerion lo paró con el brazo.
-Déjame a mi primero, Josh…- el joven puso cara de desaprobación, pero el humano no lo hacía más que por mera seguridad del pequeño.
La casa estaba silenciosa y fría. Los pasos de los cuatro resonaban con eco.
_______________________________
· Todo esta desierto, aunque podéis notar una presencia, una sombra. Algo parece que acecha en la oscuridad.
Wyn
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Re: Herencia [QUEST]
Era imponente. Una mole oscura de factura rica pero antigua, notablemente descuidada y rodeada de un aura que se veía inevitablemente influída por lo que Algot nos había contado acerca del trabajo, lo siniestro del cometido y de los repetidos fracasos y sobre todo el caracter de los mismos: truculento.
El resultado era una tétrica casa a la luz de la luna, enorme, y con una inquietante sensación de malestar primero entre los allí presentes y segundo desde la casa, que parecía despedir malas vibraciones.
– Tened cuidado, no quiero volver solo de nuevo a la ciudad. Yo esperaré aquí. –Nos miramos mutuamente todos, consciente del denso silencio que acababa de hacerse. Dhargus mantenía su expresión profunda y serena, pero sus ojos no cesaban en su examen de la casa que teníamos delante. Josh se retorcía las manos y Jerion gruñía por lo bajo. Sin embargo, todos teníamos la extraña sensación de respeto en el cuerpo; el miedo era absurdo, pues aquello debía tener una solución, pero no era motivo para subestimar el problema que teníamos delante, que no era para nada algo fácil de arreglar según nos había contado Algot. Nos habíamos parado frente a la puerta de servicio, rodeando el jardín delantero, puerta que daba con la cocina. – Buena suerte…
Lo miré, titubeante y traté de serenar cualquier atisbo de nervios para cambiarlo por los sentidos agudizados en la noche, estaba segura de que los iba a necesitar. Asentí antes de que Josh se adelantara y Jerion le cortara el paso.
– Déjame a mi primero, Josh…
Tras ello avanzó el chico, yo, y Dhargus, en ese orden, internándonos en la humedad y el silencio expectante de la casa que parecía en sí misma observarnos, siendo los primeros en mucho tiempo e internarnos entre sus paredes.
– Por los dioses... Esto está realmente sucio. –No había podido evitarlo.
– ¿Qué esperabas, Ébano? ¿Un palacio?
Evité mirarle mal. Avanzábamos entre varios dedos de polvo, y montones de objetos acumulados en la cocina. Ignoraba si los demás podían, pero para mi era más fácil ver entre aquella oscuriodad. – No me refería solo a eso. No os acerquéis a las paredes. Si camináis recto... Llegamos a una especie de pasillo con un arco al final y una puerta lateral, justo al salir de la cocina. No sé hasta qué punto podéis ver pero.. Me parece que esto está lleno de otras personas.
– ¿O-Otras personas?
– Se refiere a que otros han muerto aquí, muchacho. –Dhargus, tan pragmático como siempre. El castañeo de los dientes de Josh se hizo patente y poco después, otra vez, silencio.
– Deberíamos establecer un plan. A lo mejor dividirnos y reconocer la casa. Lo mejor es llegar primero al salón, Algot me dijo que está después del pasillo, y que desde la cocina y el salón se puede acceder al resto de dependencias.
– Bien. Será mejor que no armemos jaleo, tened cuidado con lo que tocáis. Recordad que algo ocurre en esta casa, y es imposible que sea la casa misma, alguien tiene que estar detrás de esto, alguien bastante cruel y sádico como para llevarse tantas vidas por delante por una casa.
A los lados había unos sacos repletos de grano, completamente manchados con sangre y con extraños bultos en su interior. Había tablones de madera y muebles apilados tratando de bloquear una puerta completamente astillada y rota por la que accedimos al pasillo con moqueta bajo los dedos de polvo.
Los relojes, parados. Ni un sonido de ratón, aleteos. Y ni una lámpara, ni una sola. Aquello era extraño, me hizo fruncir el ceño pues podía ver las marcas de color desvanecido en las paredes donde antaño habría habido lámparas de aceite o antorchas.
– Alguien ha quitado las luces. –dije, entre susurros, mirando a los demás, de los cuales Dhargus parecía ver algo más que el resto. Jerion y Josh permanecían callados, alerta, cuiadosos. No tratamos de entrar en la puerta contigua a la cocina, probablemente llevase a un sótano o lavandería. Y así lo manifesté.– Esta puerta.. Supongo que llevará a dependencias de trabajo, o a un sótano. En el salón deberíamos encontrar algo, sea lo que sea lo que avanzó tan violentamente hasta la cocina.
Los pasos, pesados, de todos nosotros recorrían el pasillo con el polvo amortiguando el sonido. Todo parecía gris allí dentro; al fondo, las ventanas tapadas con tablones del salón se agrandaban conforme nos acercábamos, y de pronto una sombra la cruzó. Fuese una luz, una persona, una sensación, había algo allí que conocía nuestra presencia y que comenzaba a mobilizarse. No obstante, decidí no decir nada aún... Estaba segura de que todos éramos conscientes de la constante sensación de vigilancia que acechaba nuestra nuca.
– Tened los ojos bien abiertos... –susurré, justo antes de entrar al salón.
El resultado era una tétrica casa a la luz de la luna, enorme, y con una inquietante sensación de malestar primero entre los allí presentes y segundo desde la casa, que parecía despedir malas vibraciones.
– Tened cuidado, no quiero volver solo de nuevo a la ciudad. Yo esperaré aquí. –Nos miramos mutuamente todos, consciente del denso silencio que acababa de hacerse. Dhargus mantenía su expresión profunda y serena, pero sus ojos no cesaban en su examen de la casa que teníamos delante. Josh se retorcía las manos y Jerion gruñía por lo bajo. Sin embargo, todos teníamos la extraña sensación de respeto en el cuerpo; el miedo era absurdo, pues aquello debía tener una solución, pero no era motivo para subestimar el problema que teníamos delante, que no era para nada algo fácil de arreglar según nos había contado Algot. Nos habíamos parado frente a la puerta de servicio, rodeando el jardín delantero, puerta que daba con la cocina. – Buena suerte…
Lo miré, titubeante y traté de serenar cualquier atisbo de nervios para cambiarlo por los sentidos agudizados en la noche, estaba segura de que los iba a necesitar. Asentí antes de que Josh se adelantara y Jerion le cortara el paso.
– Déjame a mi primero, Josh…
Tras ello avanzó el chico, yo, y Dhargus, en ese orden, internándonos en la humedad y el silencio expectante de la casa que parecía en sí misma observarnos, siendo los primeros en mucho tiempo e internarnos entre sus paredes.
– Por los dioses... Esto está realmente sucio. –No había podido evitarlo.
– ¿Qué esperabas, Ébano? ¿Un palacio?
Evité mirarle mal. Avanzábamos entre varios dedos de polvo, y montones de objetos acumulados en la cocina. Ignoraba si los demás podían, pero para mi era más fácil ver entre aquella oscuriodad. – No me refería solo a eso. No os acerquéis a las paredes. Si camináis recto... Llegamos a una especie de pasillo con un arco al final y una puerta lateral, justo al salir de la cocina. No sé hasta qué punto podéis ver pero.. Me parece que esto está lleno de otras personas.
– ¿O-Otras personas?
– Se refiere a que otros han muerto aquí, muchacho. –Dhargus, tan pragmático como siempre. El castañeo de los dientes de Josh se hizo patente y poco después, otra vez, silencio.
– Deberíamos establecer un plan. A lo mejor dividirnos y reconocer la casa. Lo mejor es llegar primero al salón, Algot me dijo que está después del pasillo, y que desde la cocina y el salón se puede acceder al resto de dependencias.
– Bien. Será mejor que no armemos jaleo, tened cuidado con lo que tocáis. Recordad que algo ocurre en esta casa, y es imposible que sea la casa misma, alguien tiene que estar detrás de esto, alguien bastante cruel y sádico como para llevarse tantas vidas por delante por una casa.
A los lados había unos sacos repletos de grano, completamente manchados con sangre y con extraños bultos en su interior. Había tablones de madera y muebles apilados tratando de bloquear una puerta completamente astillada y rota por la que accedimos al pasillo con moqueta bajo los dedos de polvo.
Los relojes, parados. Ni un sonido de ratón, aleteos. Y ni una lámpara, ni una sola. Aquello era extraño, me hizo fruncir el ceño pues podía ver las marcas de color desvanecido en las paredes donde antaño habría habido lámparas de aceite o antorchas.
– Alguien ha quitado las luces. –dije, entre susurros, mirando a los demás, de los cuales Dhargus parecía ver algo más que el resto. Jerion y Josh permanecían callados, alerta, cuiadosos. No tratamos de entrar en la puerta contigua a la cocina, probablemente llevase a un sótano o lavandería. Y así lo manifesté.– Esta puerta.. Supongo que llevará a dependencias de trabajo, o a un sótano. En el salón deberíamos encontrar algo, sea lo que sea lo que avanzó tan violentamente hasta la cocina.
Los pasos, pesados, de todos nosotros recorrían el pasillo con el polvo amortiguando el sonido. Todo parecía gris allí dentro; al fondo, las ventanas tapadas con tablones del salón se agrandaban conforme nos acercábamos, y de pronto una sombra la cruzó. Fuese una luz, una persona, una sensación, había algo allí que conocía nuestra presencia y que comenzaba a mobilizarse. No obstante, decidí no decir nada aún... Estaba segura de que todos éramos conscientes de la constante sensación de vigilancia que acechaba nuestra nuca.
– Tened los ojos bien abiertos... –susurré, justo antes de entrar al salón.
Ébano
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Re: Herencia [QUEST]
Ébano, tienes carta blanca para continuar con tu investigación en la casa, aunque tenemos que aclarar algunos asuntillos antes…
•Sois cuatro personas dentro de la casa, y dos de ellas van a morir. Quiero que en tu siguiente post muera uno de ellos. La persona que hayas escogido debe desaparecer, sin dejar rastro, cuando al encontréis estará muerta, con el vientre rasgado con tres arañazos muy grandes.
Al final de tu post, la última palabra de todas, quiero que sea el nombre de la persona que quieres que viva, la persona que se salve de la muerte.
•Puedes bajar al sótano o al comedor. Si decides bajar al sotano encontraras una habitación bastante grande y una puerta, que da a una especie de bodega. Si escoges el comedor, puedes acceder a la terraza y al pasillo de las habitaciones.
•Sois cuatro personas dentro de la casa, y dos de ellas van a morir. Quiero que en tu siguiente post muera uno de ellos. La persona que hayas escogido debe desaparecer, sin dejar rastro, cuando al encontréis estará muerta, con el vientre rasgado con tres arañazos muy grandes.
Al final de tu post, la última palabra de todas, quiero que sea el nombre de la persona que quieres que viva, la persona que se salve de la muerte.
•Puedes bajar al sótano o al comedor. Si decides bajar al sotano encontraras una habitación bastante grande y una puerta, que da a una especie de bodega. Si escoges el comedor, puedes acceder a la terraza y al pasillo de las habitaciones.
Wyn
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Re: Herencia [QUEST]
– ¿Q-qué ha sido eso?
– Veo que os habéis dado cuenta... – el silencio se cernió otra vez sobre nosotros, esta vez más incómodo y denso que antes.
– Hay algo que está rondando nuestros pasos. Y no sabemos de qué naturaleza es, lo que está claro es que es inteligente.
– Maldito bicho, juro que lo aplastaré en cuanto lo...
– Por favor, Jerion.
– Eso, cállate, estás armando jaleo.
– Nnngg. Como lo...
– Por todo el ron de..
– ¡Shhhh..! He oído algo. Silencio todos. Jerion, llevabas una antorcha.
Silencio. – Ébano, dile a Jerion que saque la antorcha... vosotros veis, pero nosotros no.
– Creí que estaba delante...
No estaba. Dimos vueltas entre nosotros, palpándonos y dándonos cuenta de que nos faltaba el más alto y fuerte de los cuatro. Tragué. Aquello no era buena señal, como había remarcado Dhargus y como sabíamos todos, con nuestras voces únicamente habíamos alertado a lo que fuese que rondaba por la casa. Y ahora había actuado, porque no podía desaparecer un hombre tan grande así como así.
– Esa puerta. Ha debido entrar o... – "ha debido llevárselo por ahí", era lo que todos pensábamos. Dhargus asintió. Josh tomó el frente y la abrió, revelando una leve corriente de aire frío que venía de lo que parecía un sótano. – Vamos.
Miré otra vez al salón, donde habíamos visto aquella sombra y reparé en lo extraño de la situación. La presencia estaba allí, pero Jerion había desaparecido en el pasillo. Las escaleras eran de madera, con una sola barandilla. Pisé algo al bajar dos escalones y lo cogí.– Es un yesquero. Jerion llevaba uno. Es el suyo...
Al bajar encendimos una antorcha y vimos un interior austero, con algunos muebles viejos allí almacenados, cajas y restos de una chimenea. Una alfombra enrrollada y un baúl, al fondo en la puerta, estaba Jerion. Sentado toscamente, con la tez pálida y los cabellos alborotados, y tres grandes arañazos profundos en su vientre, con lo que parecían sus tripas a medio derramar, y un charco tremendamente grande de sangre.
Sangre.
Suspiré, tragué. Debía controlarme, me crecieron los colmillos y acto seguido, Josh vomitó a un lado.
– No... No puede ser. Joder, joder vamos a morir todos. Por todos los dioses. Soy jóven y...
Dhargus puso una mano en su hombro.– Chico, tranquilízate. Hay que solucionar el dilema, no podemos entrar en pánico. Jerion no se merece esta muerte, debemos vengarla.
– No parece haber mucho en esta sala. Hay muebles, cosas apiladas...
– Ohg... – me acerqué a las cajas y escarbé. Si íbamos a explorarlo todo y sin saber necesitábamos coger todo lo que hubiese.– Coged todo lo que creáis que vayáis a necesitar.
Saqué un fajo de cuerda de entre unas cajas. Una vela a medio consumir de una estantería y también un montón de pequeñas puntas de flecha. Yo llevaba puñales, uñas, dientes y bueno, algunos compañeros... Menos daba una piedra.
– Tal vez deberíamos abrir aquella puerta. – asentí, y Dhargus se dirigió a ella. La abrió y reveló el sueño de muchos, varios metros de estanterías llenas de barriles y botellas: una bodega. – Genial... Vamos, tenemos que mirar también por aquí, si encontráis algo extraño o que os llame la atención decidlo, algo tiene que haber en algún lugar. ¿Me estás oyendo, Josh?
– Veo que os habéis dado cuenta... – el silencio se cernió otra vez sobre nosotros, esta vez más incómodo y denso que antes.
– Hay algo que está rondando nuestros pasos. Y no sabemos de qué naturaleza es, lo que está claro es que es inteligente.
– Maldito bicho, juro que lo aplastaré en cuanto lo...
– Por favor, Jerion.
– Eso, cállate, estás armando jaleo.
– Nnngg. Como lo...
– Por todo el ron de..
– ¡Shhhh..! He oído algo. Silencio todos. Jerion, llevabas una antorcha.
Silencio. – Ébano, dile a Jerion que saque la antorcha... vosotros veis, pero nosotros no.
– Creí que estaba delante...
No estaba. Dimos vueltas entre nosotros, palpándonos y dándonos cuenta de que nos faltaba el más alto y fuerte de los cuatro. Tragué. Aquello no era buena señal, como había remarcado Dhargus y como sabíamos todos, con nuestras voces únicamente habíamos alertado a lo que fuese que rondaba por la casa. Y ahora había actuado, porque no podía desaparecer un hombre tan grande así como así.
– Esa puerta. Ha debido entrar o... – "ha debido llevárselo por ahí", era lo que todos pensábamos. Dhargus asintió. Josh tomó el frente y la abrió, revelando una leve corriente de aire frío que venía de lo que parecía un sótano. – Vamos.
Miré otra vez al salón, donde habíamos visto aquella sombra y reparé en lo extraño de la situación. La presencia estaba allí, pero Jerion había desaparecido en el pasillo. Las escaleras eran de madera, con una sola barandilla. Pisé algo al bajar dos escalones y lo cogí.– Es un yesquero. Jerion llevaba uno. Es el suyo...
Al bajar encendimos una antorcha y vimos un interior austero, con algunos muebles viejos allí almacenados, cajas y restos de una chimenea. Una alfombra enrrollada y un baúl, al fondo en la puerta, estaba Jerion. Sentado toscamente, con la tez pálida y los cabellos alborotados, y tres grandes arañazos profundos en su vientre, con lo que parecían sus tripas a medio derramar, y un charco tremendamente grande de sangre.
Sangre.
Suspiré, tragué. Debía controlarme, me crecieron los colmillos y acto seguido, Josh vomitó a un lado.
– No... No puede ser. Joder, joder vamos a morir todos. Por todos los dioses. Soy jóven y...
Dhargus puso una mano en su hombro.– Chico, tranquilízate. Hay que solucionar el dilema, no podemos entrar en pánico. Jerion no se merece esta muerte, debemos vengarla.
– No parece haber mucho en esta sala. Hay muebles, cosas apiladas...
– Ohg... – me acerqué a las cajas y escarbé. Si íbamos a explorarlo todo y sin saber necesitábamos coger todo lo que hubiese.– Coged todo lo que creáis que vayáis a necesitar.
Saqué un fajo de cuerda de entre unas cajas. Una vela a medio consumir de una estantería y también un montón de pequeñas puntas de flecha. Yo llevaba puñales, uñas, dientes y bueno, algunos compañeros... Menos daba una piedra.
– Tal vez deberíamos abrir aquella puerta. – asentí, y Dhargus se dirigió a ella. La abrió y reveló el sueño de muchos, varios metros de estanterías llenas de barriles y botellas: una bodega. – Genial... Vamos, tenemos que mirar también por aquí, si encontráis algo extraño o que os llame la atención decidlo, algo tiene que haber en algún lugar. ¿Me estás oyendo, Josh?
Ébano
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Re: Herencia [QUEST]
Jerion descansaba sin vida en el suelo, aun encharcando el suelo de sangre, un charco que parecía no dejar de crecer. Sangre fresca y aun caliente.
¿Puedes olerla, vampira?
Ese olor se ha metido en tus fosas nasales. El olor de la sangre de un humano joven y sano. Aunque ahora muerto.
La bodega estaba algo mejor iluminada, por lo que Dhargus pudo encontrar una sabana, una espada de madera y una un liguero. Josh, con un poco más de dificultad, encontró tan solo papeles antiguos sobre la familia y un par de tornillos del tamaño de un puño.
Si revisas algunos de los papeles puedes advertir entre ellos algunas ilustraciones de animales con pequeñas modificaciones mecánicas. Todos, sin excepción, estaban rayados con color rojo repetidas veces.
Asomando de entre las solapas de una caja que se había caído al suelo, Ébano puede ver y distinguir abrecartas y una poción de aumento de magia. Pero la vampira tan solo podía coger una de las cosas.
A vuestras cabezas, en el piso superior, escucháis un ruido, como si alguien hubiese atravesado la sala corriendo.
¿Os acordasteis de cerrar la puerta?
Una fuerte corriente os apaga toda existencia de luz, quedándoos a oscuras y obligándoos a dirigiros al comedor, donde el resplandor de la luna se cuela por los granees ventanales, haciendo brillar la sangre como si fuese un charco de plata.
¿Puedes olerla, vampira?
Ese olor se ha metido en tus fosas nasales. El olor de la sangre de un humano joven y sano. Aunque ahora muerto.
La bodega estaba algo mejor iluminada, por lo que Dhargus pudo encontrar una sabana, una espada de madera y una un liguero. Josh, con un poco más de dificultad, encontró tan solo papeles antiguos sobre la familia y un par de tornillos del tamaño de un puño.
Si revisas algunos de los papeles puedes advertir entre ellos algunas ilustraciones de animales con pequeñas modificaciones mecánicas. Todos, sin excepción, estaban rayados con color rojo repetidas veces.
Asomando de entre las solapas de una caja que se había caído al suelo, Ébano puede ver y distinguir abrecartas y una poción de aumento de magia. Pero la vampira tan solo podía coger una de las cosas.
A vuestras cabezas, en el piso superior, escucháis un ruido, como si alguien hubiese atravesado la sala corriendo.
¿Os acordasteis de cerrar la puerta?
Una fuerte corriente os apaga toda existencia de luz, quedándoos a oscuras y obligándoos a dirigiros al comedor, donde el resplandor de la luna se cuela por los granees ventanales, haciendo brillar la sangre como si fuese un charco de plata.
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· querida Ébano, tan solo puedes escoger uno de los objetos.
Wyn
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Re: Herencia [QUEST]
Mis ojos se centraban sin poder evitarlo en la sangre fresca de Jerion. Tenía exceso de hierro, olía fuerte y yo tenía hambre.... La vista se me nubló brevemente fruto del forcejeo interior entre hambre y sentido común; por fortunra, vencía la necesidad de resolver aquello, dar con la verdad, cobrar el pago y volver al castillo. Aunque no estaba muy segura de que aquello fuese el sentido común...
Pisé algo roto que se deshizo aún más sobre mis botas. ¿Cristal? Había avanzado un par de metros hacia el cuerpo de Jerion destrozado. ¿Desde cuando me estaba moviendo? Los colmillos incidían en mis labios mientras podía escuchar el movimiento de las manos de Dhargus, buscando entre los objetos allí acumulados. Cerré fuertemente los ojos y los abrí de nuevo dando de lado el charco de sangre y mirando distraídamente los objetos que iban sacando y los que dejaban a su paso. Tenía que salir de allí, el olor a sangre no me dejaba en paz... Y tenía que comer, pero no allí.
– Tenemos que salir de aquí... No tengo ni idea de cómo ha muerto, porque aquí no ha entrado nadie. Lo cual significa que hay alguien inteligente haciéndonos creer que algo fuera de lo común se mueve por las.. ¿paredes? Y lo que ocurre probablemente es que conoce algún tipo de entrada y salida de cada habitación, como algún túnel que lo conecte todo.
El hombre bestia llevaba una sábana, un liguero y una espada de madera. Me volví hacia Josh que miraba nerviosamente de vez en cuando a Jerion, asustado, pálido y revolviendo los papeles que llevaba en la mano. – ¿Qué es eso? –dije, acercándome. Dhargus se me adelantó y puso los papeles a la luz.
–- Parecen... Esquemas... Bocetos. Es similar a aquellos conocidos como biocibernéticos que abundan en una ciudad donde estuve antaño; son seres semi-artificiales...
– Sí, una vez conocí a uno. ¿Esto es demasiado extraño, no...? Todo esto aquí amontonado junto a documentos familiares, y junto a lo que parecen... objetos personales. –señalé con la cabeza el liguero y me agaché para coger lo que parecía un tarro con un líquido azul brillante, en el cristal manchado por el tiempo; estaba junto a un abrecartas que ignoré, ya llevaba dos cuchillos de modo que no quería ocupar un espacio útil.
– Me parece que no deberíamos hablar tanto, quien quiera que esté detrás de esto ya habrá detectado nuestra presencia, de hecho puede que nos esté observando.
– ¿T-t-t-tú crees..? –Joh tragó y miró de nuevo a Jerion. Sabíamos a lo que veníamos, no entendía el por qué de su reacción... O más bien, no entendía cómo le había sorprendido tanto. Pareció que el chico leyese mi mente pues se serenó, apretó los dientes y se plantó en medio de la sala con disposición.
– Vayamos arriba, sea o no como dice Dhargus, si no se ha dejado mostrar ya, no va a....
Pasos. Arriba. Callé de golpe y todos nos quedamos mirando el techo, inmóviles. Una ráfaga de luz entró de pronto y apagó todas las luces. Dhargus pasó por entre nosotros e insté a Josh a seguirle hasta el pasillo de nuevo, al final del cual podíamos ver el resplandor de luz de la luna por los resquicios de las ventanas, tapiadas con madera en su mayoría.
Miraba todo lo que podía forzando mis ojos al máximo y Dhargus hacía lo propio, supuse. Josh estaba inmóvil cuando llegamos a la boca del pasillo, junto al salón, con algunos muebles apartados y envueltos en sábanas, marcas en las paredes de adornos que ya no estaban, y marcas en el suelo y paredes de haber movido el mobiliario o de... Bueno, uñas.
El rasgo más distintivo era la sangre brillando con la luz de la noche bañanado paredes parte de la escalera y múltiples zonas del suelo. Alcé la cara mirando a Dhargus; nada tenía buena pinta en aquella casa.
Pisé algo roto que se deshizo aún más sobre mis botas. ¿Cristal? Había avanzado un par de metros hacia el cuerpo de Jerion destrozado. ¿Desde cuando me estaba moviendo? Los colmillos incidían en mis labios mientras podía escuchar el movimiento de las manos de Dhargus, buscando entre los objetos allí acumulados. Cerré fuertemente los ojos y los abrí de nuevo dando de lado el charco de sangre y mirando distraídamente los objetos que iban sacando y los que dejaban a su paso. Tenía que salir de allí, el olor a sangre no me dejaba en paz... Y tenía que comer, pero no allí.
– Tenemos que salir de aquí... No tengo ni idea de cómo ha muerto, porque aquí no ha entrado nadie. Lo cual significa que hay alguien inteligente haciéndonos creer que algo fuera de lo común se mueve por las.. ¿paredes? Y lo que ocurre probablemente es que conoce algún tipo de entrada y salida de cada habitación, como algún túnel que lo conecte todo.
El hombre bestia llevaba una sábana, un liguero y una espada de madera. Me volví hacia Josh que miraba nerviosamente de vez en cuando a Jerion, asustado, pálido y revolviendo los papeles que llevaba en la mano. – ¿Qué es eso? –dije, acercándome. Dhargus se me adelantó y puso los papeles a la luz.
–- Parecen... Esquemas... Bocetos. Es similar a aquellos conocidos como biocibernéticos que abundan en una ciudad donde estuve antaño; son seres semi-artificiales...
– Sí, una vez conocí a uno. ¿Esto es demasiado extraño, no...? Todo esto aquí amontonado junto a documentos familiares, y junto a lo que parecen... objetos personales. –señalé con la cabeza el liguero y me agaché para coger lo que parecía un tarro con un líquido azul brillante, en el cristal manchado por el tiempo; estaba junto a un abrecartas que ignoré, ya llevaba dos cuchillos de modo que no quería ocupar un espacio útil.
– Me parece que no deberíamos hablar tanto, quien quiera que esté detrás de esto ya habrá detectado nuestra presencia, de hecho puede que nos esté observando.
– ¿T-t-t-tú crees..? –Joh tragó y miró de nuevo a Jerion. Sabíamos a lo que veníamos, no entendía el por qué de su reacción... O más bien, no entendía cómo le había sorprendido tanto. Pareció que el chico leyese mi mente pues se serenó, apretó los dientes y se plantó en medio de la sala con disposición.
– Vayamos arriba, sea o no como dice Dhargus, si no se ha dejado mostrar ya, no va a....
Pasos. Arriba. Callé de golpe y todos nos quedamos mirando el techo, inmóviles. Una ráfaga de luz entró de pronto y apagó todas las luces. Dhargus pasó por entre nosotros e insté a Josh a seguirle hasta el pasillo de nuevo, al final del cual podíamos ver el resplandor de luz de la luna por los resquicios de las ventanas, tapiadas con madera en su mayoría.
Miraba todo lo que podía forzando mis ojos al máximo y Dhargus hacía lo propio, supuse. Josh estaba inmóvil cuando llegamos a la boca del pasillo, junto al salón, con algunos muebles apartados y envueltos en sábanas, marcas en las paredes de adornos que ya no estaban, y marcas en el suelo y paredes de haber movido el mobiliario o de... Bueno, uñas.
El rasgo más distintivo era la sangre brillando con la luz de la noche bañanado paredes parte de la escalera y múltiples zonas del suelo. Alcé la cara mirando a Dhargus; nada tenía buena pinta en aquella casa.
Última edición por Ébano el Miér Feb 10 2016, 16:03, editado 1 vez
Ébano
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Re: Herencia [QUEST]
En una esquina del comedor, en la más oscura, había algo grande, de al menos un metro de bulto. El hombre bestia fue el primero en darse cuenta, aproximándose un par de pasos a la pila de huesos. Limpios y arrinconados, se camuflaban bajo el fuerte olor a sangre fresca.
Josh caminó hacia el centro del gran comedor, quedando frente a una chimenea.
-¿Sería mejor esperar aquí para atacar?- preguntó dudoso, mirando sus propias manos. Tan solo con quitarse los vendajes, tan solo con un movimiento de manos, la estancia brillaría bajo la luz del fuego. Aunque debía tener cuidado de no prenderlo todo. Jerion era que le estaba enseñando a usar su poder, él era quien le tranquilizaba…bajó la cabeza, intentando olvidar la imagen del humano destrozado.
El hombre bestia inspeccionó la habitación.
-La corriente entra por aquel ventanal roto, el del extremo. Por lo que se puede ver, estas ventanas y la puerta tapiada dan a un balcón o terraza, hay unas escaleras al este y un pasillo al oeste. Puedo ver muchos muebles y objetos…-hizo una pequeña pausa-…pero no huelo a nadie más.
Un golpe en la terraza, después unos pasos en los pisos superiores, aunque más bien parecía que alguien estaba corriendo. El ruido se aproximaba a las escaleras, al parecer el misterio estaba a punto de resolverse…espero que tu suerte sea mejor que la del humano.
________________________________________Josh caminó hacia el centro del gran comedor, quedando frente a una chimenea.
-¿Sería mejor esperar aquí para atacar?- preguntó dudoso, mirando sus propias manos. Tan solo con quitarse los vendajes, tan solo con un movimiento de manos, la estancia brillaría bajo la luz del fuego. Aunque debía tener cuidado de no prenderlo todo. Jerion era que le estaba enseñando a usar su poder, él era quien le tranquilizaba…bajó la cabeza, intentando olvidar la imagen del humano destrozado.
El hombre bestia inspeccionó la habitación.
-La corriente entra por aquel ventanal roto, el del extremo. Por lo que se puede ver, estas ventanas y la puerta tapiada dan a un balcón o terraza, hay unas escaleras al este y un pasillo al oeste. Puedo ver muchos muebles y objetos…-hizo una pequeña pausa-…pero no huelo a nadie más.
Un golpe en la terraza, después unos pasos en los pisos superiores, aunque más bien parecía que alguien estaba corriendo. El ruido se aproximaba a las escaleras, al parecer el misterio estaba a punto de resolverse…espero que tu suerte sea mejor que la del humano.
•Tienes un turno para prepararte para lo que se avecina.
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Re: Herencia [QUEST]
Aquello no me estaba gustando un pelo. Estaba callada, los datos y la información que habíamos ido recavando se arremolinaba en mi cabeza ahora, tratando de encontrar el sentido al que miraban todos los hechos, pero no conseguía encontrarlo.
Un hombre nos había contratado a todos para solucionar un problema en la casa de su familia, que según los lugareños y él mismo, estaba encantada. Eso eran bobadas, bien lo sabía yo que había dedicado tiempo al estudio y la lectura de tradiciones y como siempre, todas tenían detrás una parte más o menos grande de cruda realidad. El resto de los casos tenía un vampiro detrás como causante, así que no me tragaba el cuento de la casa encantada.
Pero el grupo que había reunido era demasiado pintoresco. ¿En serio? Una vampiresa, un hombre bestia ágil y diestro, un hombre fortachón y rudo, y un muchacho con poder al parecer pasmoso pero incapaz de controlar sus impulsos... Además del dueño de la casa, claro está.
Aunque a esas alturas me estaba preguntando más bien si el dueño de la casa era el chaval que nos había contratado o aquello que daba golpes y se estaba moviendo. Porque al parecer, tenía acojonada a toda la comunidad de los alrededores. La cuestión es que como había podido controlar, no era para menos, y no me sorprendía teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de aterrorizados eran ciudadados y aldeanos de bien, con sus vacas, sus tomateras y sus vidas en busca de grano.
Oh, por todos los dioses, teníamos que terminar con aquello. Ya no solo por la sustancial cantidad de dinero que nos había prometido nuestro "jefe", sino porque aquello ya empezaba a escamarme, quería saber qué estaba pasando y en ese momento había unas pocas opciones válidas, ateniendome a los hechos:
1. Casa "deshabitada" supuestamente, alejada. Con ruidos, golpes y la desaparición y/o muerte de aquellos que intentaron entrar.
2. La muerte atroz de Jerion -suspiré para mi. No era justo. No le conocía pero quien merece un castigo y muere no lo obtiene; así que nadie merece morir, de esa forma-. Destrozado, literalmente, en un visto y no visto.
3. El montón de huesos cubiertos por el ferroso y pesado olor a sangre que tanto me pone.
Efectivamente, los hechos dejan lugar a varias opciones: hay un loco gastando una broma demasiado pesada. Hay alguien buscando venganza. Hay algún enfermo demasiado enfermo como para vivir solo. Hay alguien implicado en el pasado de esta familia. Hay... ¿Algo? Porque esa forma de entrar y salir sin ser visto, ni apenas oído, de apagar luces y cerrar puertas sin que ni el leopardo ni yo pudiesemos verlo en la oscuridad, no era propio de un alguien, sino de un algo.
Dioses, y todas las opciones me parecían posibles y a la vez... Absurdas. No tenía idea de cuál podía ser, solo sabía que deseaba que no fuese un vampiro demasiado fuerte porque algo me decía que ninguno de los allí reunidos podríamos con él. Y sí, señores, todo esto pasó en unos 3 segundos por toda mi cabeza; por supuesto, pasó en forma de pánico, luego pánico controlado y después se transformó en la sensación de liberación que tanto me gusta. Esa que me recorre y me embriaga y hace que el animal que soy se despierte como una flor abriendo sus pétalos.
Abrí los ojos todo lo que pude. Los tenía rojos, lo sé, podía sentirlo. Saqué las uñas, los colmillos estaban fuera y desenfundé mi cuchillo con la garra en el dedo de la otra mano. Ahora ya no estaba dispuesta a pelear por nada, solo a sobrevivir. Me arrinconé contra la puerta que habíamos cruzado, consciente de que lo que fuese que oíamos bajaría por la escalera o por la terraza.
– Tú. No te interpongas. –dije al chico que miraba a todas partes nervioso, con un susurro más ronco de lo que recordaba, con una mueca y los dientes fuera. Me crují el cuello y esperé. El hombre bestia trataba de tranquilizarse mientras daba vueltas sigiloso, acechante.
¿Sería aquella la última noche de mis días?
Ébano
Aerandiano de honor
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