Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
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Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Mañana empezará mi viaje hacia el sur, hacia el hogar que se me arrebato hace casi cien años. Deseo que empiece lo antes posible. Estoy nervioso, no puedo dormir. Deseo volver a ver a mi madre igual como deseo enfrentarme a mis problemas. El elfo de pelo cobrizo me enseñó que debo afrontar los problemas y no huir de ellos como lo he estado haciendo desde hace cien años. Me desterraron por una falsa acusación, yo no maté a nadie. Lo expliqué pero aun así me hiceron la marca en el ojo. Desde entonces no he vuelto al bosque de los elfos; no solo porque lo tenga prohibido, sino que además, no me atreví a ir. Pero eso ya ha terminado. Voy a enfrentarme al mayor de mis problemas. Mañana cogeré mis bolsas e iré al hogar de mis sueños.
No puedo dormir por el nerviosismo. Mi único entretenimiento es mirar el techo de la habitación que he alquilado para pasar la noche. –No hay estrellas.- Susurro para mí mismo. Me siento raro sin ver la noche estrellada al irme a dormir. Desde mi destierro he vivido en el bosque alejado de todas las personas por miedo a lo que pudieran hacerme. Era como un animal. –En las ciudades no hay estrellas.- Continúo con mis pensamientos. No me siento incómodo por no ver ni una sola luz en el cielo; lo que siento es confusión y duda. No dejo de preguntarme si hago bien en abandonar mi vida del bosque. Es una vida cómoda, sin problemas que afrontar, sin personas que me hagan daño, sin nadie que me abandone como hizo Idril.
Me levanto de la cama. Hace calor, por lo menos yo tengo calor. En el salón del piso de abajo hay un grupo de personas entorno a una chimenea, las vi cuando entré a la posada. Ellos parecían tener frío. Pero yo, que he vivido siempre en la intemperie, tengo calor al estar dentro de una casa. En un lado de la habitación, cojo las mantas que había apartado. La gente de abajo necesitará las mantas más que yo.
Salgo del cuarto cargado con las mantas y vestido con solo unos pantalones de cuero. Al llegar al gran salón la gente me mira extraño. Sin decir palabra, dejo las mantas al lado de una familia al lado de la chimenea. Los niños se esconden detrás de su madre. Tienen miedo de mí, todos temen mi aspecto. No les culpo por ello. Soy un elfo desterrado con una cicatriz en el ojo y con media oreja arrancada por la magia negra de un brujo. Una vez dejo mis mantas al lado de la familia de humanos, me voy de ellos. No me interesan.
Al salir de la posada, el gran salón vuelve a estar activo. Siento que con mi presencia paralizo a los demás. Molesto, incómodo, doy miedo… Sé de sobra cómo me ven todos, Idril me lo enseñó.
Fuera de la posada noto de nuevo la suave brisa de primera sobre mi piel y el cielo vuelve a estar estrellado. Lo he echado de menos. También hay animales, aunque no son los mismos que puedo ver en el bosque. Veo un durón rebuscando en un cubo de basura, gatos mirando las estrellas desde los tejados, murciélagos volando por los alrededores… Estos serán los animales que acompañen mi nueva vida.
No puedo dormir por el nerviosismo. Mi único entretenimiento es mirar el techo de la habitación que he alquilado para pasar la noche. –No hay estrellas.- Susurro para mí mismo. Me siento raro sin ver la noche estrellada al irme a dormir. Desde mi destierro he vivido en el bosque alejado de todas las personas por miedo a lo que pudieran hacerme. Era como un animal. –En las ciudades no hay estrellas.- Continúo con mis pensamientos. No me siento incómodo por no ver ni una sola luz en el cielo; lo que siento es confusión y duda. No dejo de preguntarme si hago bien en abandonar mi vida del bosque. Es una vida cómoda, sin problemas que afrontar, sin personas que me hagan daño, sin nadie que me abandone como hizo Idril.
Me levanto de la cama. Hace calor, por lo menos yo tengo calor. En el salón del piso de abajo hay un grupo de personas entorno a una chimenea, las vi cuando entré a la posada. Ellos parecían tener frío. Pero yo, que he vivido siempre en la intemperie, tengo calor al estar dentro de una casa. En un lado de la habitación, cojo las mantas que había apartado. La gente de abajo necesitará las mantas más que yo.
Salgo del cuarto cargado con las mantas y vestido con solo unos pantalones de cuero. Al llegar al gran salón la gente me mira extraño. Sin decir palabra, dejo las mantas al lado de una familia al lado de la chimenea. Los niños se esconden detrás de su madre. Tienen miedo de mí, todos temen mi aspecto. No les culpo por ello. Soy un elfo desterrado con una cicatriz en el ojo y con media oreja arrancada por la magia negra de un brujo. Una vez dejo mis mantas al lado de la familia de humanos, me voy de ellos. No me interesan.
Al salir de la posada, el gran salón vuelve a estar activo. Siento que con mi presencia paralizo a los demás. Molesto, incómodo, doy miedo… Sé de sobra cómo me ven todos, Idril me lo enseñó.
Fuera de la posada noto de nuevo la suave brisa de primera sobre mi piel y el cielo vuelve a estar estrellado. Lo he echado de menos. También hay animales, aunque no son los mismos que puedo ver en el bosque. Veo un durón rebuscando en un cubo de basura, gatos mirando las estrellas desde los tejados, murciélagos volando por los alrededores… Estos serán los animales que acompañen mi nueva vida.
Última edición por Sarez el Dom Jul 10 2016, 10:51, editado 1 vez
Sarez
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Por fin había anochecido, el día había sido demasiado largo y cansado, a esas horas Wind ya no tenía ningunas ganas de cocinarse la cena. “Mejor cenaré algo fuera” Pensó la joven, por lo que emprendió un paso ligero entre los callejones hasta una taberna bastante escondida, donde sabía hacían cenas a un buen precio ya que no quería derrochar demasiado dinero, no iba sobrada.
A los pocos minutos de sentarse, se le acercaron un par de borrachos a sentarse en su mesa, con unas intenciones que no parecían demasiado decentes -Hola preciosa, ¿acaso estas sola? ¿No quieres unirte a nosotros?- Preguntó el más alto. La joven asustada ante aquella situación le contestó con seguridad -Si estoy sola y no me interesa acompañarles- Esa afirmación tan rotunda pareció enfurecer a aquellos hombres que buscaban su compañía, así que asustada por lo que podrían hacerle olvidando la falsa seguridad que antes parecía transmitir, salió del local tan rápido como pudo esperando que aquellos borrachos no la persiguieran pero no parecían tener ganas de dejarla ir por lo que echó a correr por las calles para intentar encontrar a la guardia o a algún vecino dispuesto a ayudarla.
Llevaba unos pocos minutos corriendo mientras aquellos brutos no parecían dejarla escapar cuando consiguió despistarles en un callejón, aun así prefirió continuar corriendo hasta que se chocó con alguien que estaba en la calle haciéndola caer. -P-Perdón- Se disculpó inmediatamente sin llegar a ver a la persona con quien había chocado, pero repentinamente volvió a escuchar las voces de los borrachos. -Lo siento, pero ¿Podría esconderme detrás suyo? Me están persiguiendo e igual así ignoran mi presencia...- Explicó la joven rápidamente, pero antes de que aquel hombre le contestara, se escondió detrás suyo intentando evitar ser vista y con un poco de suerte, fuera confundida con una sombra en la noche.
Aquella estrategia parecía efectiva, por lo que continuó escondida tras aquella persona durante unos segundos mas esperando a que las voces se disiparan por completo en la lejanía, dándole así tranquilidad suficiente para mostrarse. Parecía que alguna deidad la había salvado de la situación con aquella estrategia tan simple.
-¡Siento mucho esto! Espero no le haya molestado- Dijo la joven al darse cuenta de lo que acababa de suceder y que aquella persona podía haberse sentido ofendida por sus actos. -Gracias por no haber delatado mi posición de todas maneras- Se apresuró a añadir Wind con una enorme sonrisa mirando por primera vez a aquella persona la cara.
A los pocos minutos de sentarse, se le acercaron un par de borrachos a sentarse en su mesa, con unas intenciones que no parecían demasiado decentes -Hola preciosa, ¿acaso estas sola? ¿No quieres unirte a nosotros?- Preguntó el más alto. La joven asustada ante aquella situación le contestó con seguridad -Si estoy sola y no me interesa acompañarles- Esa afirmación tan rotunda pareció enfurecer a aquellos hombres que buscaban su compañía, así que asustada por lo que podrían hacerle olvidando la falsa seguridad que antes parecía transmitir, salió del local tan rápido como pudo esperando que aquellos borrachos no la persiguieran pero no parecían tener ganas de dejarla ir por lo que echó a correr por las calles para intentar encontrar a la guardia o a algún vecino dispuesto a ayudarla.
Llevaba unos pocos minutos corriendo mientras aquellos brutos no parecían dejarla escapar cuando consiguió despistarles en un callejón, aun así prefirió continuar corriendo hasta que se chocó con alguien que estaba en la calle haciéndola caer. -P-Perdón- Se disculpó inmediatamente sin llegar a ver a la persona con quien había chocado, pero repentinamente volvió a escuchar las voces de los borrachos. -Lo siento, pero ¿Podría esconderme detrás suyo? Me están persiguiendo e igual así ignoran mi presencia...- Explicó la joven rápidamente, pero antes de que aquel hombre le contestara, se escondió detrás suyo intentando evitar ser vista y con un poco de suerte, fuera confundida con una sombra en la noche.
Aquella estrategia parecía efectiva, por lo que continuó escondida tras aquella persona durante unos segundos mas esperando a que las voces se disiparan por completo en la lejanía, dándole así tranquilidad suficiente para mostrarse. Parecía que alguna deidad la había salvado de la situación con aquella estrategia tan simple.
-¡Siento mucho esto! Espero no le haya molestado- Dijo la joven al darse cuenta de lo que acababa de suceder y que aquella persona podía haberse sentido ofendida por sus actos. -Gracias por no haber delatado mi posición de todas maneras- Se apresuró a añadir Wind con una enorme sonrisa mirando por primera vez a aquella persona la cara.
Windorind Crownguard
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
El durón encuentra entre los cubos de basura un hueso pollo. Por alguna razón que no llego a comprender, no puedo dejar de verlo. Tal vez, porqué es el único animal del bosque que también se puede ver en la ciudad, o puede que sienta que él es mi única compañía. Sea como sea, observo como mordisquea el hueso de pollo a la vez que mira con disimulo a los gatos de los tejados colindantes.
Estoy tan entretenido mirando al durón que no me doy cuenta que una chica se acerca hacia mi a gran velocidad. Cuando me fijo en ella ya es tarde y su cabeza ha chocado contra mi torso. Parece asustada, igual que todos los demás. Doy un paso hacia atrás para separarme de ella sin decir nada. Lo último que quiero es tener problemas por culpa de malos entendidos. Pero ella habla, aun sin mirarme a la cara. Antes de que pueda contestarla o pueda irme de allí, ella se esconde detrás de mí. Noto sus manos apoyadas a mi espalda y su cabello danzar con la suave brisa de primavera.
Mi mirada va directa de nuevo hacia el durón. El animal ha escuchado algo que lo hace esconderse detrás del cubo de basura por miedo a que le quiten su hueso de pollo. Yo también lo escucho. Son unas voces masculinas y secas por el alcohol. –Ellos te persiguen.- Susurro tan despacio que dudo que la chica de mi espalda sea capaz de escuchar mis palabras.
Las voces se alejan al mismo tiempo que la chica separa sus manos de mi espalda. Ella vuelve a ponerse delante de mí. Su cara de miedo y preocupación ha cambiado por una sonrisa del mismo tamaño de las que solía hacer a Idril. Hacía mucho tiempo que nadie me sonreía así. Debería contestar con una sonrisa igual a la suya, Idril me enseñó a hacerlo, pero no lo hago. Desde que ella desapareció no he vuelto a sonreír así.
-De nada.- Decido ignorar sus disculpas por haberme molestado y solo contesto a su agradecimiento.
Aparto la vista de la elfa con quien acababa de chocar en busca del durón que había visto antes, pero ya no está. Vuelvo a dirigir mi mirada a la elfa; es pequeña. Siento curiosidad por sus perseguidores y sobre lo que ella había hecho para que unos hombres la persigan. En más de una ocasión comprobé que quién huía era casi siempre el culpable.
-¿Qué has hecho?- Pregunto sin poder contenerme más.
Estoy tan entretenido mirando al durón que no me doy cuenta que una chica se acerca hacia mi a gran velocidad. Cuando me fijo en ella ya es tarde y su cabeza ha chocado contra mi torso. Parece asustada, igual que todos los demás. Doy un paso hacia atrás para separarme de ella sin decir nada. Lo último que quiero es tener problemas por culpa de malos entendidos. Pero ella habla, aun sin mirarme a la cara. Antes de que pueda contestarla o pueda irme de allí, ella se esconde detrás de mí. Noto sus manos apoyadas a mi espalda y su cabello danzar con la suave brisa de primavera.
Mi mirada va directa de nuevo hacia el durón. El animal ha escuchado algo que lo hace esconderse detrás del cubo de basura por miedo a que le quiten su hueso de pollo. Yo también lo escucho. Son unas voces masculinas y secas por el alcohol. –Ellos te persiguen.- Susurro tan despacio que dudo que la chica de mi espalda sea capaz de escuchar mis palabras.
Las voces se alejan al mismo tiempo que la chica separa sus manos de mi espalda. Ella vuelve a ponerse delante de mí. Su cara de miedo y preocupación ha cambiado por una sonrisa del mismo tamaño de las que solía hacer a Idril. Hacía mucho tiempo que nadie me sonreía así. Debería contestar con una sonrisa igual a la suya, Idril me enseñó a hacerlo, pero no lo hago. Desde que ella desapareció no he vuelto a sonreír así.
-De nada.- Decido ignorar sus disculpas por haberme molestado y solo contesto a su agradecimiento.
Aparto la vista de la elfa con quien acababa de chocar en busca del durón que había visto antes, pero ya no está. Vuelvo a dirigir mi mirada a la elfa; es pequeña. Siento curiosidad por sus perseguidores y sobre lo que ella había hecho para que unos hombres la persigan. En más de una ocasión comprobé que quién huía era casi siempre el culpable.
-¿Qué has hecho?- Pregunto sin poder contenerme más.
Sarez
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Ante aquella respuesta tan escueta, esperó no haberle enfadado, no le gustaba enojar a la gente y más si eran desconocidos. Nunca sabes como actuarán. -Espero no haberle enojado, no es que no lo entendiera pero le prometo que no era mi intención- dijo la joven como una sincera disculpa mientras miraba a los ojos al hombre que acababa de salvarla. Se dio cuenta de que aquella persona era un elfo y además tenía una cicatriz en un ojo “¿De qué será?” Pensó con curiosidad mientras le miraba intentando disimular, aunque prefirió no preguntar pues sabía que las heridas no solían tener una historia agradable o que la gente estuviera dispuesta a contar a cualquier persona que acaba de conocer.
-Oh, es cierto, ni siquiera le he explicado lo que ha sucedido- Dijo sorprendida Wind cuando el elfo le preguntó, como si ella misma no se hubiera dado cuenta de aquel detalle. -Pues aquellos brutos querían que les hiciera compañía mientras intentaba cenar y yo no lo deseaba, estaban completamente ebrios y empezaron a perseguirme cuando me negué- Explicó resumidamente al elfo con un deje de asco en la voz mientras recordaba a aquellos hombres.
“Al final no he podido cenar” Pensó con resignación al acordarse que no había podido comer nada con todo ese jaleo, tendría que hacerse algo de cenar finalmente cuando llegara a casa.
-Usted, ¿Qué hace aquí fuera...medio desvestido a estas horas?- Preguntó curiosa la joven mientras se ruborizaba al darse cuenta de que no estaba completamente vestido. -Debería ponerse algo o se resfriará, aun no hace el suficiente calor como para poder ir así- Comentó francamente preocupada por aquel desconocido ya que parecía ligeramente desorientado o al menos despistado, igual se había perdido o algo por el estilo. Intentando evitar que aquel hombre se asustara de su parlotería, se presentó con una sonrisa -Por ciento, me llamo Windorind, aunque puede llamarme Wind-
La calle estaba completamente en silencio y solitaria, sólo se les escuchaba a ellos y no parecía que nadie estuviera por allí cerca. Wind Continuó reflexionando sobre aquel elfo que parecía bastante tenebroso, estaba completamente introducida en sus pensamientos y así permaneció durante unos pocos segundos hasta que sus pensamientos llegaron a la peor conclusión de la que fue capaz.
-¿Está usted bien?- Preguntó con alarma en su mirada cuando pensó que tal vez estaba herido o algo por el estilo.
-Oh, es cierto, ni siquiera le he explicado lo que ha sucedido- Dijo sorprendida Wind cuando el elfo le preguntó, como si ella misma no se hubiera dado cuenta de aquel detalle. -Pues aquellos brutos querían que les hiciera compañía mientras intentaba cenar y yo no lo deseaba, estaban completamente ebrios y empezaron a perseguirme cuando me negué- Explicó resumidamente al elfo con un deje de asco en la voz mientras recordaba a aquellos hombres.
“Al final no he podido cenar” Pensó con resignación al acordarse que no había podido comer nada con todo ese jaleo, tendría que hacerse algo de cenar finalmente cuando llegara a casa.
-Usted, ¿Qué hace aquí fuera...medio desvestido a estas horas?- Preguntó curiosa la joven mientras se ruborizaba al darse cuenta de que no estaba completamente vestido. -Debería ponerse algo o se resfriará, aun no hace el suficiente calor como para poder ir así- Comentó francamente preocupada por aquel desconocido ya que parecía ligeramente desorientado o al menos despistado, igual se había perdido o algo por el estilo. Intentando evitar que aquel hombre se asustara de su parlotería, se presentó con una sonrisa -Por ciento, me llamo Windorind, aunque puede llamarme Wind-
La calle estaba completamente en silencio y solitaria, sólo se les escuchaba a ellos y no parecía que nadie estuviera por allí cerca. Wind Continuó reflexionando sobre aquel elfo que parecía bastante tenebroso, estaba completamente introducida en sus pensamientos y así permaneció durante unos pocos segundos hasta que sus pensamientos llegaron a la peor conclusión de la que fue capaz.
-¿Está usted bien?- Preguntó con alarma en su mirada cuando pensó que tal vez estaba herido o algo por el estilo.
Windorind Crownguard
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Es la típica historia: Unos hombres borrachos que no dejaban de incordiar. Yo también sufrí en otras ocasiones el incordio de estos hombres. Me hablaban como si tuvieran un gato en la boca, creían poder pelearse conmigo, me intentaban roba a Vientoatroz, entre muchas otras cosas que, estando conscientes, no se atreverían a hacer. Si un guardia venía a calmar el alboroto que provocaban los borrachos, ellos siempre se defendían con la misma frase: “Solo le estamos haciendo compañía.” Me llama la atención que la chica usa esa misma palabra: “Compañía.” Lo dice como si la estuvieran obligando a que ella se mantuviera quieta. Ahora entiendo por qué estaba tan nerviosa. Si esos borrachos hubieran intentado hacerme su tipo de compañía habrían acabado con una flecha clavada en la pierna.
Me resulta extraño que la chica me hable de “usted”. No es la primera que lo hace, desde que viajo más a menudo en la ciudad he oído a más personas llamarme con esa palabra de respeto. Aun así, no estoy acostumbrado a que lo hagan. Ni siquiera estoy acostumbrado a que me hablen. La mayoría se comporta como la familia de la chimenea, me miran y se esconden. Es a eso a lo que estoy acostumbrado, no a que se interesen por cómo voy vestido ni en qué estoy haciendo.
-No tengo frío, ni tampoco calor. Estoy bien así.- La ropa, para mí, nunca fue algo importante. Cuando me desterraron a penas llevaba un taparrabos. Viví muchos años solo con esos calzones hasta que estos se me quedaron pequeños. Luego, de joven, robaba la ropa de los viajeros más desprevenidos. No me importaba lo cómoda ni lo vistosas que fueran, solo quería cubrirme del frío. No fue hasta que conocí a Idril, casi cien años de aquellos robos, cuando me compré mi primera prenda de ropa solo para vestir como alguien de ciudad, para que ella mi mirase bello. Pero Idril se fue y ahora no me importa ir vestido para que me vean bello. –No quiero ponerme nada.- Confieso finalmente.
La chica dice llamarse Windorin, Wind para abreviar. Es un bonito nombre élfico. Por un momento dudo si contestarla con mi nombre. No por el miedo que me reconozca por mis falsos delitos, ella es muy joven para acordarse de ello, lo que siento es vergüenza de mi nombre. El mío no es élfico, ni tampoco bonito. Como bastardo no tengo derecho a llevar un nombre élfico. Sarez no es un nombre, es la abreviación de hijo de Sereah, es lo que me define como persona sin derecho a ser elfo. Debo afrontar mis problemas, debo ser fuerte, como me enseñó el elfo de pelo cobrizo, debo ser justo lo contrario a lo que él es.
-Sarez.- Contesto con firmeza. - Me llamo Sarez.-
La chica me vuelve a llamar de usted y vuelve a interesarse por mí. ¿Estoy bien? No lo sé. Mañana empieza mi nueva vida. Estoy nervioso y asustado. Tendré que decir adiós a la vida cómoda que había vivido en el bosque y afrontar a todo aquello que me acusaron de niño. Tendré que luchar para ser un elfo, puede que también para entrar al que fue mi hogar. Tendré que luchar con palabras y no se me da bien hablar. Si pierdo el destierro que sufrí de niño no será nada en comparación a lo que me harán. Si pierdo no volveré a ver las estrellas.
-No. No estoy bien.- Conesto con la misma firmeza con la que dije mi nombre. -Mañana empieza mi viaje y mi lucha de palabras. Mañana diré adiós a las estrellas.- Miro al cielo con cierta nostalgia. –Déjalo, no lo entenderás.- La única que llegó a entenderme fue Idril y ella ya no está.
Me resulta extraño que la chica me hable de “usted”. No es la primera que lo hace, desde que viajo más a menudo en la ciudad he oído a más personas llamarme con esa palabra de respeto. Aun así, no estoy acostumbrado a que lo hagan. Ni siquiera estoy acostumbrado a que me hablen. La mayoría se comporta como la familia de la chimenea, me miran y se esconden. Es a eso a lo que estoy acostumbrado, no a que se interesen por cómo voy vestido ni en qué estoy haciendo.
-No tengo frío, ni tampoco calor. Estoy bien así.- La ropa, para mí, nunca fue algo importante. Cuando me desterraron a penas llevaba un taparrabos. Viví muchos años solo con esos calzones hasta que estos se me quedaron pequeños. Luego, de joven, robaba la ropa de los viajeros más desprevenidos. No me importaba lo cómoda ni lo vistosas que fueran, solo quería cubrirme del frío. No fue hasta que conocí a Idril, casi cien años de aquellos robos, cuando me compré mi primera prenda de ropa solo para vestir como alguien de ciudad, para que ella mi mirase bello. Pero Idril se fue y ahora no me importa ir vestido para que me vean bello. –No quiero ponerme nada.- Confieso finalmente.
La chica dice llamarse Windorin, Wind para abreviar. Es un bonito nombre élfico. Por un momento dudo si contestarla con mi nombre. No por el miedo que me reconozca por mis falsos delitos, ella es muy joven para acordarse de ello, lo que siento es vergüenza de mi nombre. El mío no es élfico, ni tampoco bonito. Como bastardo no tengo derecho a llevar un nombre élfico. Sarez no es un nombre, es la abreviación de hijo de Sereah, es lo que me define como persona sin derecho a ser elfo. Debo afrontar mis problemas, debo ser fuerte, como me enseñó el elfo de pelo cobrizo, debo ser justo lo contrario a lo que él es.
-Sarez.- Contesto con firmeza. - Me llamo Sarez.-
La chica me vuelve a llamar de usted y vuelve a interesarse por mí. ¿Estoy bien? No lo sé. Mañana empieza mi nueva vida. Estoy nervioso y asustado. Tendré que decir adiós a la vida cómoda que había vivido en el bosque y afrontar a todo aquello que me acusaron de niño. Tendré que luchar para ser un elfo, puede que también para entrar al que fue mi hogar. Tendré que luchar con palabras y no se me da bien hablar. Si pierdo el destierro que sufrí de niño no será nada en comparación a lo que me harán. Si pierdo no volveré a ver las estrellas.
-No. No estoy bien.- Conesto con la misma firmeza con la que dije mi nombre. -Mañana empieza mi viaje y mi lucha de palabras. Mañana diré adiós a las estrellas.- Miro al cielo con cierta nostalgia. –Déjalo, no lo entenderás.- La única que llegó a entenderme fue Idril y ella ya no está.
Sarez
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Aquella respuesta no la calmó lo mas mínimo, a veces se preocupaba demasiado por los desconocidos y sabía que en algún momento tendría que dejar de hacer eso pues podría acarrearle problemas, pero no era algo que pudiera evitar. Ante la imagen de aquel elfo tan poco hablador y que parecía ligeramente desorientado no pudo por menos que insistir un poco más. -Pero se resfriará...- Continuó insistiendo la joven como si de una vieja amiga se tratara hasta que, aquella afirmación tan rotunda hizo que se callara completamente. “Será mejor que no continúe insistiendo o acabará enfadado y no tengo ganas de más problemas por esta noche” -Está bien, pero que conste que se lo he advertido- Sentenció la muchacha dando por finalizado el tema.
-Encantada Sarez- Dijo la joven con una cálida sonrisa, francamente contenta por la sinceridad que parecía mostrar al presentarse. “Aunque igual es un nombre falso” reflexionó a continuación aunque desterró casi por completo aquella idea a los pocos momentos pues, sabia que debía desconfiar de los desconocidos pero aquel elfo por muy tenebroso que le pareciera en ese momento, le transmitía una sensación de tristeza, que la hacía querer ayudarle si podía.
Al escuchar aquella afirmación, se preocupó más de lo que estaba y antes de escuchar la explicación, le preguntó rápidamente -¿Donde esta herido? Puedo ayudarle a sanar las heridas-
Cuando escuchó la siguiente frase se ruborizó, “Tenía que haberle escuchado hasta el final” Pensó mientras deseaba que la tragara la tierra, había quedado como una idiota al haber dicho aquello sin darle tiempo a explicarse completamente.
-¿Un viaje?- Repitió la joven en voz baja mientras pensaba en el suyo propio, que no debería tardar en emprender, aunque debería avisar por lo menos a Turion antes de irse para evitar que se preocupara. Continuó inmersa en sus pensamientos durante unos instantes hasta que recordó que estaba acompañada y que debía dar la imagen de una maleducada. -¿Por qué deberías decirle adiós a las estrellas?- Preguntó Wind sorprendida ante aquella afirmación tan rotunda. -Nunca puedes despedirte de ellas, siempre están ahí aunque no seas capaz de verlas.- Explicó la joven con orgullo, esas palabras se las dijeron hace ya mucho tiempo y era algo que siempre la había ayudado en momentos de soledad. -Las estrellas siempre nos miran, como pequeños ojos indiscretos que nos protegen desde las alturas durante toda nuestra vida- Continuó diciendo la muchacha mientras miraba hacia el cielo.
“Hoy no se ven las estrellas” Pensó con resignación, pensando que aquel pequeño discurso perdía mucha fuerza al no verse ese día el cielo estrellado. -Tal vez sea verdad, no entiendo del todo a lo que se refiere, pero aun así, no me importaría ayudarle si lo necesita- Dijo intentando parecer lo más comprensiva que pudo para que no la tomara una entrometida o por una cotilla. -Parece un hombre de pocas palabras, así que me parece será una lucha difícil- Comentó mirándole -Pero con el estomago lleno las batallas se libran mejor ¿Ha cenado algo?- Añadió Wind con una sonrisa, ya que no estaba segura de si aquel elfo tenía dinero si quiera.
-Encantada Sarez- Dijo la joven con una cálida sonrisa, francamente contenta por la sinceridad que parecía mostrar al presentarse. “Aunque igual es un nombre falso” reflexionó a continuación aunque desterró casi por completo aquella idea a los pocos momentos pues, sabia que debía desconfiar de los desconocidos pero aquel elfo por muy tenebroso que le pareciera en ese momento, le transmitía una sensación de tristeza, que la hacía querer ayudarle si podía.
Al escuchar aquella afirmación, se preocupó más de lo que estaba y antes de escuchar la explicación, le preguntó rápidamente -¿Donde esta herido? Puedo ayudarle a sanar las heridas-
Cuando escuchó la siguiente frase se ruborizó, “Tenía que haberle escuchado hasta el final” Pensó mientras deseaba que la tragara la tierra, había quedado como una idiota al haber dicho aquello sin darle tiempo a explicarse completamente.
-¿Un viaje?- Repitió la joven en voz baja mientras pensaba en el suyo propio, que no debería tardar en emprender, aunque debería avisar por lo menos a Turion antes de irse para evitar que se preocupara. Continuó inmersa en sus pensamientos durante unos instantes hasta que recordó que estaba acompañada y que debía dar la imagen de una maleducada. -¿Por qué deberías decirle adiós a las estrellas?- Preguntó Wind sorprendida ante aquella afirmación tan rotunda. -Nunca puedes despedirte de ellas, siempre están ahí aunque no seas capaz de verlas.- Explicó la joven con orgullo, esas palabras se las dijeron hace ya mucho tiempo y era algo que siempre la había ayudado en momentos de soledad. -Las estrellas siempre nos miran, como pequeños ojos indiscretos que nos protegen desde las alturas durante toda nuestra vida- Continuó diciendo la muchacha mientras miraba hacia el cielo.
“Hoy no se ven las estrellas” Pensó con resignación, pensando que aquel pequeño discurso perdía mucha fuerza al no verse ese día el cielo estrellado. -Tal vez sea verdad, no entiendo del todo a lo que se refiere, pero aun así, no me importaría ayudarle si lo necesita- Dijo intentando parecer lo más comprensiva que pudo para que no la tomara una entrometida o por una cotilla. -Parece un hombre de pocas palabras, así que me parece será una lucha difícil- Comentó mirándole -Pero con el estomago lleno las batallas se libran mejor ¿Ha cenado algo?- Añadió Wind con una sonrisa, ya que no estaba segura de si aquel elfo tenía dinero si quiera.
Windorind Crownguard
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Enarco una ceja ante la respuesta de Windorin. ¿Resfriar? Hace mucho que no escucho esa palabra pero la conozco, sé que significa enfermar pero, igualmente, me resulta extraño escucharla en la boca de la chica. La palabra “resfriar” la usan los infantes más pequeños, no los jóvenes. Desconozco cuántos años podía tener la Windorin, aun así, se ve que no es una niña. A simple vista, deduzco que ella estará en el paso de tiempo que conduce a la adultez; tiene un nombre pero no lo recuerdo. Aun así, no debería usar palabras como resfriar, no es propio de su edad.
Windorin, antes de que termine mi frase, me interrumpe ofreciendo su ayuda como sanadora. Le contesto con una mirada tosca renegándola por haberme interrumpido. Si no me deja hablar no entenderá lo que le quiero decir. Ni aun cuando por fin se calla y puedo hablar, ella entiende nada de lo que le digo. Sabía que ella no iba a comprender mis palabras. Es difícil de explicar. Las estrellas no son las mismas en todos los lugares, ni tampoco brillan igual. Depende de la zona de dónde esté. En el bosque del Este, lugar donde me escondí en mi destierro, puedo ver las estrellas brillar con fuerza. En las ciudades de los humanos no.
–Es por las casas.- Señalo hacia los hogares de los humanos. En todos tenían la chimeneas encendidas, se veía el humo salir de ellas. –Ellas ocultan las estrellas.- Intento explicarle a la chica aunque dudo que pueda ser capaz de entender lo que le digo.
Insiste una vez en darme su ayuda. No la necesito. Nadie me puede ayudar. Hay una persona… pero se fue para no volver. Ya nadie más me puede ayudar. Le podría explicar a Windorin que no requiero de sus servicios como sanadora, pero dudo que lo entienda. Esa chica no me entenderá nunca. Por lo menos, ella acepta ser una pésima entendedora. Sonriendo levemente, una cosa menos que tengo que esforzarme en explicar.
Sigue hablando. Ella no calla. No entiende lo que le digo ni tampoco me deja explicar para que lo entienda. Solo habla y continúa hablando. Dice que soy una lucha difícil porque hablo con pocas palabras, o eso me parece entender. Igual que ella conmigo, yo no soy capaz de comprenderla.
–No.- La última pregunta sí la llego a comprender. –La comida se paga. Debo ahorrar para el viaje.- La mujer encargada de la posada me alquilo la habitación por unas pocas monedas y me dijo que si quería la comida incluida debería pagar muchas más monedas. Me negué. No es la primera noche que paso sin cenar ni tal vez tampoco será la última. Miro de hito a hito a la chica. Ella sí parece tener estar hambrienta. Es delgada y pequeña, no habrá comido lo necesario en su juventud para crecer. –¿Quieres comer?- Con la boca llena no podrá estar hablando. –Tengo habitación…- Me paro a pensar el nombre de la posada. No lo recuerdo. –Allí.- Me giro y señalo hacia la posada. – Do-ce Mi-llas.- Leo despacio el nombre del cartel. No se me da bien leer pero puedo hacerlo. -Dan comida, pero no garantizo ni que sea buena ni barata.-
Windorin, antes de que termine mi frase, me interrumpe ofreciendo su ayuda como sanadora. Le contesto con una mirada tosca renegándola por haberme interrumpido. Si no me deja hablar no entenderá lo que le quiero decir. Ni aun cuando por fin se calla y puedo hablar, ella entiende nada de lo que le digo. Sabía que ella no iba a comprender mis palabras. Es difícil de explicar. Las estrellas no son las mismas en todos los lugares, ni tampoco brillan igual. Depende de la zona de dónde esté. En el bosque del Este, lugar donde me escondí en mi destierro, puedo ver las estrellas brillar con fuerza. En las ciudades de los humanos no.
–Es por las casas.- Señalo hacia los hogares de los humanos. En todos tenían la chimeneas encendidas, se veía el humo salir de ellas. –Ellas ocultan las estrellas.- Intento explicarle a la chica aunque dudo que pueda ser capaz de entender lo que le digo.
Insiste una vez en darme su ayuda. No la necesito. Nadie me puede ayudar. Hay una persona… pero se fue para no volver. Ya nadie más me puede ayudar. Le podría explicar a Windorin que no requiero de sus servicios como sanadora, pero dudo que lo entienda. Esa chica no me entenderá nunca. Por lo menos, ella acepta ser una pésima entendedora. Sonriendo levemente, una cosa menos que tengo que esforzarme en explicar.
Sigue hablando. Ella no calla. No entiende lo que le digo ni tampoco me deja explicar para que lo entienda. Solo habla y continúa hablando. Dice que soy una lucha difícil porque hablo con pocas palabras, o eso me parece entender. Igual que ella conmigo, yo no soy capaz de comprenderla.
–No.- La última pregunta sí la llego a comprender. –La comida se paga. Debo ahorrar para el viaje.- La mujer encargada de la posada me alquilo la habitación por unas pocas monedas y me dijo que si quería la comida incluida debería pagar muchas más monedas. Me negué. No es la primera noche que paso sin cenar ni tal vez tampoco será la última. Miro de hito a hito a la chica. Ella sí parece tener estar hambrienta. Es delgada y pequeña, no habrá comido lo necesario en su juventud para crecer. –¿Quieres comer?- Con la boca llena no podrá estar hablando. –Tengo habitación…- Me paro a pensar el nombre de la posada. No lo recuerdo. –Allí.- Me giro y señalo hacia la posada. – Do-ce Mi-llas.- Leo despacio el nombre del cartel. No se me da bien leer pero puedo hacerlo. -Dan comida, pero no garantizo ni que sea buena ni barata.-
Sarez
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Wind empezó a observar al elfo mientras comenzaba a preocuparle estar hablando demasiado ya que Sarez no hablaba casi nada durante la conversacion, haciendo así que más bien pareciera un monologo, aunque al fin y al cabo, tampoco era algo que la joven pudiera controlar, puesto que ya lo había intentado varias veces, y nunca había sido capaz de estar callada más de unos cuantos minutos -¿Las casas?- Repitió reflexionando sobre aquella explicación mientras seguía con la mirada el dedo del elfo hasta los tejados.
La muchacha se quedó pensativa sobre aquello, “¿A que se refiere con las casas?¿Al humo? ¿A los tejados?” No era capaz de comprenderle del todo pero aún así, no iba a darse por vencida con aquello, sentía verdadera curiosidad y quería saciarla a toda costa. Continuó intentando deducir a que se refería exactamente Sarez hasta que decidió, que cenar sería mejor, por lo que le preguntó sobre la comida, con la firme intención de volver a hablar sobre las estrellas más tarde.
Wind no comprendió el significado de aquella sonrisa ¿Acaso se estaba riendo de su ofrecimiento de ayuda? ¿había dicho algo estúpido? ¿Era porque no entendía de lo que hablaba? No lo sabía, pero tampoco le importó ya que le hizo increíblemente feliz que por fin aquel tenebroso elfo, mostrara alguna emoción que no pudiera confundirse con desorientación o aburrimiento. -Me alegra verle sonreír por primera vez- Comentó la joven
-Pues debería comer algo, no es bueno ayunar sin importar el motivo- Regañó la joven mientras pensaba en que así tendría una buena excusa para continuar con aquella charla y para que ella misma pudiera comer algo también. -Si no puede gastar dinero, le invitaré a cenar encantada, yo también estoy hambrienta- Dijo la elfa dando por hecho que, como no había cenado, el elfo también estaría hambriento.
“Menudos ladrones” Pensó la joven con una expresión de enfado cuando Sarez le señaló la posada. Ya que conocía a los dueños un poco pero lo suficiente como para saber que si podían rapiñar algo de dinero a cualquiera que se acercara por allí, lo harían. Siempre cobraban más dinero de lo necesario a los viajeros incautos pero aún así, prefirió no comentarselo al elfo para evitar que se enfadara. Si en algún momento lo consideraba oportuno, ya se lo diría aunque probablemente se diera cuenta en cuanto entraran en la posada y Wind les regateara el precio de la comida. -Vamos para dentro- Dijo Wind sin dar oportunidad al hombre de negarse.
La joven se sorprendió cuando a Sarez le costó leer el nombre de la posada, “¿No sabe leer?” pensó bastante extrañada pues, aunque era bastante habitual en la gente de las ciudades o los pueblos no saber leer, los ancianos le explicaron de pequeña que a los elfos les enseñaban desde pequeños a leer hasta hacerlo con fluidez o al menos, con un nivel bastante alto. Esta era una de esas cosas, que al igual que la cicatriz de su ojo o su oreja, le daban curiosidad pero estaba segura que si preguntaba, no conseguiría que le explicara nada. De hecho, estaba segura que si preguntaba, aquel elfo se acabaría enfadando con ella por chismosa, como ya le había ocurrido en otras muchas ocasiones.
Mientras pensaba en la clase de vida que habría llevado ese hombre, se le ocurrió una idea que tal vez podría parecer una estupidez, ya que estaba claro que no había sido capaz de seguir el hilo de pensamiento del elfo, pero aún así, consideró que era una buena idea, por lo que mientras pasaban al interior de la posada, preguntó con una enorme y cálida sonrisa -¿Quieres ver las estrellas mientras cenamos?-
Esperaba que con esto, se alegrara un poco o al menos, no se ofendiera de ningún modo, pues el simple hecho de no ser capaz de comprende, parecía que le enojaba. -Podemos pedir algo de carne y pan e ir a la zona donde hay menos casas a cenar, igual allí te sientes más cómodo- Explicó Wind sin perder la sonrisa.
La muchacha se quedó pensativa sobre aquello, “¿A que se refiere con las casas?¿Al humo? ¿A los tejados?” No era capaz de comprenderle del todo pero aún así, no iba a darse por vencida con aquello, sentía verdadera curiosidad y quería saciarla a toda costa. Continuó intentando deducir a que se refería exactamente Sarez hasta que decidió, que cenar sería mejor, por lo que le preguntó sobre la comida, con la firme intención de volver a hablar sobre las estrellas más tarde.
Wind no comprendió el significado de aquella sonrisa ¿Acaso se estaba riendo de su ofrecimiento de ayuda? ¿había dicho algo estúpido? ¿Era porque no entendía de lo que hablaba? No lo sabía, pero tampoco le importó ya que le hizo increíblemente feliz que por fin aquel tenebroso elfo, mostrara alguna emoción que no pudiera confundirse con desorientación o aburrimiento. -Me alegra verle sonreír por primera vez- Comentó la joven
-Pues debería comer algo, no es bueno ayunar sin importar el motivo- Regañó la joven mientras pensaba en que así tendría una buena excusa para continuar con aquella charla y para que ella misma pudiera comer algo también. -Si no puede gastar dinero, le invitaré a cenar encantada, yo también estoy hambrienta- Dijo la elfa dando por hecho que, como no había cenado, el elfo también estaría hambriento.
“Menudos ladrones” Pensó la joven con una expresión de enfado cuando Sarez le señaló la posada. Ya que conocía a los dueños un poco pero lo suficiente como para saber que si podían rapiñar algo de dinero a cualquiera que se acercara por allí, lo harían. Siempre cobraban más dinero de lo necesario a los viajeros incautos pero aún así, prefirió no comentarselo al elfo para evitar que se enfadara. Si en algún momento lo consideraba oportuno, ya se lo diría aunque probablemente se diera cuenta en cuanto entraran en la posada y Wind les regateara el precio de la comida. -Vamos para dentro- Dijo Wind sin dar oportunidad al hombre de negarse.
La joven se sorprendió cuando a Sarez le costó leer el nombre de la posada, “¿No sabe leer?” pensó bastante extrañada pues, aunque era bastante habitual en la gente de las ciudades o los pueblos no saber leer, los ancianos le explicaron de pequeña que a los elfos les enseñaban desde pequeños a leer hasta hacerlo con fluidez o al menos, con un nivel bastante alto. Esta era una de esas cosas, que al igual que la cicatriz de su ojo o su oreja, le daban curiosidad pero estaba segura que si preguntaba, no conseguiría que le explicara nada. De hecho, estaba segura que si preguntaba, aquel elfo se acabaría enfadando con ella por chismosa, como ya le había ocurrido en otras muchas ocasiones.
Mientras pensaba en la clase de vida que habría llevado ese hombre, se le ocurrió una idea que tal vez podría parecer una estupidez, ya que estaba claro que no había sido capaz de seguir el hilo de pensamiento del elfo, pero aún así, consideró que era una buena idea, por lo que mientras pasaban al interior de la posada, preguntó con una enorme y cálida sonrisa -¿Quieres ver las estrellas mientras cenamos?-
Esperaba que con esto, se alegrara un poco o al menos, no se ofendiera de ningún modo, pues el simple hecho de no ser capaz de comprende, parecía que le enojaba. -Podemos pedir algo de carne y pan e ir a la zona donde hay menos casas a cenar, igual allí te sientes más cómodo- Explicó Wind sin perder la sonrisa.
Windorind Crownguard
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Recuerdo mis días con Idril; cuando se me escapaba una sonrisa, por ligera que sea, ella me la devolvía con una mucho mayor. La chica, Windorin, hace lo mismo. Me resulta extraño ver a alguien que no sea Idril devolviéndome una sonrisa; mucho más extraño que el simple hecho que ella se hubiera parado a hablar conmigo y no hubiera huido como los demás. ¿Por qué lo hace, por qué se queda? La observo con curiosidad borrando todo ápice de sonrisa; ella no es la chica a quien quiero sonreír. Cómo actúa y cómo habla son misterios que no llego a comprender, tampoco quiero hacerlo, pero siento curiosidad. No es la primera persona que me ofrece su ayuda ni tampoco la primera que se queda hablando conmigo; ella es la segunda persona que me devuelve una sonrisa. Eso es lo que me hace alzar una ceja en un gesto de confusión y curiosidad ante ella.
No es fácil.- Le contesto con voz apagada causada al recordar mis momentos con Idril. - Sonreír resulta difícil. Eres afortunada al poder hacerlo tan seguido.-
Mientras más habla Windorin más me doy cuenta de una cosa. He estado equivocado. Ella no habla como la una niña, habla como la madre que corrige a la niña. Primero señaló que no llevaba camiseta y que podría pasar frío, ahora, me dice que debería haber cenado. Insiste en que puede invitarme. No necesito que invite. Tengo muchas monedas, me las dieron por los trabajos que hice. Aunque no entienda cuánto vale cada una de estas piezas, sé que tengo muchas, más de las que caben en mi pequeño zurrón. Windorin no tendrá tantas monedas, estoy seguro que no las tiene y, aun así, no deja de insistir en invitarme como si, para ella, fuera un privilegio.
-Puedo pagar lo mío. -No estoy dispuesto a que nadie se gaste nada por mí. No lo merezco. - No es necesario que me invites.-
La chica es la primera en dirigirse hacia la posada, yo voy detrás a paso lento. Me mantengo alerta por si vuelven a aparecer las voces de las que Windorin estaba huyendo. Con disimulo, descuerdo una de las cintas que atan a Vientoatroz a mi espalda solo dejando una de ellas atadas. Si alguien se acerca, un simple tirón en el arco y lo arrancaré de la cinta que queda. Al segundo, una de mis flechas ya estará tensada en Vientoatroz preparada para cualquier acción de los borrachos que buscan compañía.
Entramos dentro Doce Millas. De nuevo, todo lo que estaba pasando en su interior se para en el tiempo cuando me ven pasar por la puerta. Tienen miedo. El hombre de la familia de la chimenea me mira fijamente con el mismo gesto de confusión y curiosidad con el que yo miro a Windorin. No me importa como me mire ese hombre, su familia ya está abrigada con buenas mantas, eso era lo que quería no que me mirasen bien.
Antes de llegar a la barra y pedir la comida, Windorin me pregunta si quiero ver las estrellas mientras cenamos. Inmediatamente, por acto reflejo, abro los ojos de asombro. Al principio pensé que era inocente, pero me equivoqué de la misma manera que me equivoqué a llamarla niña. Ella es tonta. En la posada no hay estrellas, hay un techo de madera.
-Aquí no hay.- Le contesto molesto señalando hacia el techo de Doce Millas.
Me siento idiota al pensar que se refería a ver las estrellas aquí, dentro de la posada. La chica corrige y dice que, tras pedir la cena, saldremos en busca de estrellas.
-No me importa dónde ir.- Le contesto con frialdad. Debo acostumbrarme a estar bajo techo. Por muy cómodo que esté lejos de la ciudad, no voy a obligarle a nada. –No te preocupes.-
A medida que pasa el tiempo dentro de la posada, la gente vuelve a hacer sus quehaceres sin prestarme atención. Es por Windorin, cuando iba con Idril era igual. Al verme con una chica que sonríe la gente deja de temerme. Es extraño, pero es así.
El padre de la familia de la chimenea viene hacia mí a paso lento y sin abandonar su cara de confusión y curiosidad. Me fijo en sus manos, están temblando. Para un arquero, que te tiemblen o suden las manos es un signo de debilidad. No se puede tensar una flecha con las manos sudadas ni tampoco puedes apuntar a un objetivo. El hombre no será nunca un buen arquero.
-Solo quería darle las gracias por lo que hizo antes.- Dice juntando sus manos temblorosas en su pecho. – Somos una familia humilde, con ropas pobres y frías. No podemos permitirnos comprar mantas. Lo que usted ha hecho no lo hace cualquiera.- Bajo su pecho guarda algo; lo está sosteniendo bajo la camisa. – Muchas gracias por su ayuda, se lo agradeceré por siempre.-
-Sé lo que sostienes.- Contesto ignorando sus palabras. Me quitó el collar que colgando, aquel que me hizo la mujer pez con sus escamas, y lo sostengo con la mano derecha –Tengo uno igual.-
-Se equivoca señor, aunque se le parece, el mío no es exactamente igual.- Nunca he visto en ninguna otra persona la expresión con la que habla el hombre. Es una sonrisa extraña, de alegría, tristeza y dolor al mismo tiempo. Introduce su mano por dentro del cuello de su abrigo y saca, sin llegar a quitárselo, un collar hecho con multitud de hilos de tela de diversos colores. –Me lo hicieron mis hijos...- Guarda silencio. - Mis tres hijos.- Sentencia con cierto pesar. Miro hacia los niños que hay en la chimenea, pero allí solo hay dos infantes, un niño y una niña.
No me hace falta preguntar. El hombre perdió a uno de sus hijos.
No es fácil.- Le contesto con voz apagada causada al recordar mis momentos con Idril. - Sonreír resulta difícil. Eres afortunada al poder hacerlo tan seguido.-
Mientras más habla Windorin más me doy cuenta de una cosa. He estado equivocado. Ella no habla como la una niña, habla como la madre que corrige a la niña. Primero señaló que no llevaba camiseta y que podría pasar frío, ahora, me dice que debería haber cenado. Insiste en que puede invitarme. No necesito que invite. Tengo muchas monedas, me las dieron por los trabajos que hice. Aunque no entienda cuánto vale cada una de estas piezas, sé que tengo muchas, más de las que caben en mi pequeño zurrón. Windorin no tendrá tantas monedas, estoy seguro que no las tiene y, aun así, no deja de insistir en invitarme como si, para ella, fuera un privilegio.
-Puedo pagar lo mío. -No estoy dispuesto a que nadie se gaste nada por mí. No lo merezco. - No es necesario que me invites.-
La chica es la primera en dirigirse hacia la posada, yo voy detrás a paso lento. Me mantengo alerta por si vuelven a aparecer las voces de las que Windorin estaba huyendo. Con disimulo, descuerdo una de las cintas que atan a Vientoatroz a mi espalda solo dejando una de ellas atadas. Si alguien se acerca, un simple tirón en el arco y lo arrancaré de la cinta que queda. Al segundo, una de mis flechas ya estará tensada en Vientoatroz preparada para cualquier acción de los borrachos que buscan compañía.
Entramos dentro Doce Millas. De nuevo, todo lo que estaba pasando en su interior se para en el tiempo cuando me ven pasar por la puerta. Tienen miedo. El hombre de la familia de la chimenea me mira fijamente con el mismo gesto de confusión y curiosidad con el que yo miro a Windorin. No me importa como me mire ese hombre, su familia ya está abrigada con buenas mantas, eso era lo que quería no que me mirasen bien.
Antes de llegar a la barra y pedir la comida, Windorin me pregunta si quiero ver las estrellas mientras cenamos. Inmediatamente, por acto reflejo, abro los ojos de asombro. Al principio pensé que era inocente, pero me equivoqué de la misma manera que me equivoqué a llamarla niña. Ella es tonta. En la posada no hay estrellas, hay un techo de madera.
-Aquí no hay.- Le contesto molesto señalando hacia el techo de Doce Millas.
Me siento idiota al pensar que se refería a ver las estrellas aquí, dentro de la posada. La chica corrige y dice que, tras pedir la cena, saldremos en busca de estrellas.
-No me importa dónde ir.- Le contesto con frialdad. Debo acostumbrarme a estar bajo techo. Por muy cómodo que esté lejos de la ciudad, no voy a obligarle a nada. –No te preocupes.-
A medida que pasa el tiempo dentro de la posada, la gente vuelve a hacer sus quehaceres sin prestarme atención. Es por Windorin, cuando iba con Idril era igual. Al verme con una chica que sonríe la gente deja de temerme. Es extraño, pero es así.
El padre de la familia de la chimenea viene hacia mí a paso lento y sin abandonar su cara de confusión y curiosidad. Me fijo en sus manos, están temblando. Para un arquero, que te tiemblen o suden las manos es un signo de debilidad. No se puede tensar una flecha con las manos sudadas ni tampoco puedes apuntar a un objetivo. El hombre no será nunca un buen arquero.
-Solo quería darle las gracias por lo que hizo antes.- Dice juntando sus manos temblorosas en su pecho. – Somos una familia humilde, con ropas pobres y frías. No podemos permitirnos comprar mantas. Lo que usted ha hecho no lo hace cualquiera.- Bajo su pecho guarda algo; lo está sosteniendo bajo la camisa. – Muchas gracias por su ayuda, se lo agradeceré por siempre.-
-Sé lo que sostienes.- Contesto ignorando sus palabras. Me quitó el collar que colgando, aquel que me hizo la mujer pez con sus escamas, y lo sostengo con la mano derecha –Tengo uno igual.-
-Se equivoca señor, aunque se le parece, el mío no es exactamente igual.- Nunca he visto en ninguna otra persona la expresión con la que habla el hombre. Es una sonrisa extraña, de alegría, tristeza y dolor al mismo tiempo. Introduce su mano por dentro del cuello de su abrigo y saca, sin llegar a quitárselo, un collar hecho con multitud de hilos de tela de diversos colores. –Me lo hicieron mis hijos...- Guarda silencio. - Mis tres hijos.- Sentencia con cierto pesar. Miro hacia los niños que hay en la chimenea, pero allí solo hay dos infantes, un niño y una niña.
No me hace falta preguntar. El hombre perdió a uno de sus hijos.
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Ver al elfo borrar aquella pequeña sonrisa tan abruptamente le preocupó, tal vez su comentario le hubiera sentado mal o simplemente había perdido las ganas de sonreír pero en cualquiera de los dos casos, Wind se entristeció y borró la sonrisa de su rostro cambiándola por una expresión de preocupación que intentaba disimular vanamente.
Wind se quedó mirando al elfo mientras simplemente decía aquello -No es fácil- Y no pudo evitar pensar que lo que desde luego no era fácil ,era seguir el hilo de pensamientos de Sarez pero al menos, siempre acaba explicándose un poco más después de aquellas escuetas primeras palabras. “Debe de resultarle dificil hablar con otra gente” Pensó son cierta lástima.
-Oh, es más sencillo de lo que parece, simplemente expreso lo que siento. Si estoy contenta o recuerdo cosas alegres, sonrío.- dijo la muchacha encogiendo los hombros mientras miraba hacia el cielo pensando en aquellas palabras. -Aunque sonreír cuando no quieres, es mucho mas complicado- Añadió Wind triste, recordando todas las veces que se había visto obligada a hacer aquello. Desde luego, era algo que odiaba con todo su ser, tenía la sensación de que engañaba a los demás y eso no lo soportaba.
-¿Seguro?- Preguntó con cautela Wind intentando que no sonara condescendiente pero tras su segunda frase, le quedó claro. -Oh, de acuerdo, si está seguro entonces no seré yo la que le ponga pegas- Dijo la muchacha sorprendida por aquella declaración, ella estaba casi segura de que no tendría apenas dinero, pero el elfo en cambio, parecía estar completamente seguro de que podía pagarse la comida.
-Claro que aquí dentro no hay- Contestó burlonamente Wind mientras se reía por lo bajo. -Parece que no soy la única que habla antes de terminar de escuchar- Dijo la joven sonriendo mientras miraba a Sarez, recordando que hacía un rato había hecho lo mismo.
-No seas así, si quieres ver las estrellas simplemente tienes que decirlo- Regañó Wind al elfo mientras continuaban acercándose a la parte donde podía pedir la comida. -Pero si lo que quieres es cenar aquí, que así sea- Sentenció la muchacha sonriente.
De repente, vio a un hombre acercarse a ellos, la joven no sabía quién era, ni que quería pero no parecía tener malas intenciones por lo que simplemente le observó mientras se detenía delante de Sarez. Conocía muchas familias como aquella, con una historia triste a sus espaldas y un futuro que solía parecer mucho menos trágico. La elfa agachó la mirada con lastima, intentando aguantar las ganas de darle unas monedas a aquel padre de familia.
La joven se preguntaba que había hecho Sarez por esa familia, probablemente se lo preguntaría más tarde, pero la curiosidad le carcomía por dentro así que, con un esfuerzo titánico consiguió mantener la boca cerrada. Wind no se había fijado en aquel collar que llevaba el elfo, era bastante bonito y parecía tener su propio significado, pero cuando el señor mostró el suyo y explicó que era, se le cayó el alma a los pies. Aquellas situaciones no las soportaba, se le hacían demasiado duras y no pudo aguantar más tiempo.
La muchacha, sacó unas pocas monedas de la pequeña bolsa que llevaba en la cadera y con un simple -Tome- Se las dio al hombre que parecía necesitarlas mucho más que ella. Se quedó con las monedas necesarias para poder cenar. Después de aquello y sin darle más tiempo a aquel señor para que dijera algo, se dio la vuelta y continuó hacia la barra sin volver a mirarle, pues estaba segura de que acabaría dándole todo lo que tenía si le dedicaba otra mirada.
-Buenas noches- Dijo a la señora que estaba en la barra con una voz mucho más seria de la que había mostrado esa noche.- Y antes de que intente timarnos con la comida, recuerde que nos conocemos lo suficiente como para saber el precio real de los que nos va a servir- Dijo Wind con calma y en voz baja, como si estuviera negociando. -Si no va a cobrarnos el precio real, estoy segura de que cualquiera de las tabernas de por aquí cerca estarán encantadas de hacerlo- Sentenció con una sonrisa en la cara, como si nunca hubiera roto un plato.
Cuando pareció que la señora comprendía la situación hizo un pequeño asentimiento con cara de enfado mientras nosotros nos sentábamos en una mesa.
Wind se quedó mirando al elfo mientras simplemente decía aquello -No es fácil- Y no pudo evitar pensar que lo que desde luego no era fácil ,era seguir el hilo de pensamientos de Sarez pero al menos, siempre acaba explicándose un poco más después de aquellas escuetas primeras palabras. “Debe de resultarle dificil hablar con otra gente” Pensó son cierta lástima.
-Oh, es más sencillo de lo que parece, simplemente expreso lo que siento. Si estoy contenta o recuerdo cosas alegres, sonrío.- dijo la muchacha encogiendo los hombros mientras miraba hacia el cielo pensando en aquellas palabras. -Aunque sonreír cuando no quieres, es mucho mas complicado- Añadió Wind triste, recordando todas las veces que se había visto obligada a hacer aquello. Desde luego, era algo que odiaba con todo su ser, tenía la sensación de que engañaba a los demás y eso no lo soportaba.
-¿Seguro?- Preguntó con cautela Wind intentando que no sonara condescendiente pero tras su segunda frase, le quedó claro. -Oh, de acuerdo, si está seguro entonces no seré yo la que le ponga pegas- Dijo la muchacha sorprendida por aquella declaración, ella estaba casi segura de que no tendría apenas dinero, pero el elfo en cambio, parecía estar completamente seguro de que podía pagarse la comida.
-Claro que aquí dentro no hay- Contestó burlonamente Wind mientras se reía por lo bajo. -Parece que no soy la única que habla antes de terminar de escuchar- Dijo la joven sonriendo mientras miraba a Sarez, recordando que hacía un rato había hecho lo mismo.
-No seas así, si quieres ver las estrellas simplemente tienes que decirlo- Regañó Wind al elfo mientras continuaban acercándose a la parte donde podía pedir la comida. -Pero si lo que quieres es cenar aquí, que así sea- Sentenció la muchacha sonriente.
De repente, vio a un hombre acercarse a ellos, la joven no sabía quién era, ni que quería pero no parecía tener malas intenciones por lo que simplemente le observó mientras se detenía delante de Sarez. Conocía muchas familias como aquella, con una historia triste a sus espaldas y un futuro que solía parecer mucho menos trágico. La elfa agachó la mirada con lastima, intentando aguantar las ganas de darle unas monedas a aquel padre de familia.
La joven se preguntaba que había hecho Sarez por esa familia, probablemente se lo preguntaría más tarde, pero la curiosidad le carcomía por dentro así que, con un esfuerzo titánico consiguió mantener la boca cerrada. Wind no se había fijado en aquel collar que llevaba el elfo, era bastante bonito y parecía tener su propio significado, pero cuando el señor mostró el suyo y explicó que era, se le cayó el alma a los pies. Aquellas situaciones no las soportaba, se le hacían demasiado duras y no pudo aguantar más tiempo.
La muchacha, sacó unas pocas monedas de la pequeña bolsa que llevaba en la cadera y con un simple -Tome- Se las dio al hombre que parecía necesitarlas mucho más que ella. Se quedó con las monedas necesarias para poder cenar. Después de aquello y sin darle más tiempo a aquel señor para que dijera algo, se dio la vuelta y continuó hacia la barra sin volver a mirarle, pues estaba segura de que acabaría dándole todo lo que tenía si le dedicaba otra mirada.
-Buenas noches- Dijo a la señora que estaba en la barra con una voz mucho más seria de la que había mostrado esa noche.- Y antes de que intente timarnos con la comida, recuerde que nos conocemos lo suficiente como para saber el precio real de los que nos va a servir- Dijo Wind con calma y en voz baja, como si estuviera negociando. -Si no va a cobrarnos el precio real, estoy segura de que cualquiera de las tabernas de por aquí cerca estarán encantadas de hacerlo- Sentenció con una sonrisa en la cara, como si nunca hubiera roto un plato.
Cuando pareció que la señora comprendía la situación hizo un pequeño asentimiento con cara de enfado mientras nosotros nos sentábamos en una mesa.
Windorind Crownguard
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Windorin saca unas monedas de su bolsa y se las da al padre de familia. No entiendo por qué lo hace si el no las ha pedido. El hombre cierra el puño y aprieta las monedas atesorándolas sobre su pecho. Está agradecido pero sigo sin comprender la razón. Tal vez él vaya a aprender un viaje como el mío y la chica sabe que lo va a hacer. Es posible, pero no me molesto por preguntar. No me interesan los viajes de esa familia; solo me importa el mío, el que emprenderé mañana. He tenido que sobrepasar muchos peligros en mi vida pero ninguno tan grande como el que me espera en ese viaje. Doy vueltas al collar de escamas, girando pieza por pieza, meditando sobre los acontecimientos que me han sucedido y los que me sucederán.
El padre de familia se retira y me deja sola en la mesa. Windorin también se ha ido a la barra de Doce Millas a preguntar sobre la comida. La observo con curiosidad.
Decenas de ideas se me pasan por la cabeza. Son voces que me gritan en el interior de la cabeza cosas que no son verdad. Una voz aguda de mujer me dice que soy un soldado de la guardia de la ciudad como Alanna, otra voz grave de hombre me dice que soy un maestro del metal y puedo hacer espadas de gran tamaño… Soy un carpintero, soy un pirata, soy un bardo, soy un mercader ambulante… Soy, soy, soy. Las voces de mi cabeza no callan. Siguen gritando cosas que no soy. Me tapo las manos con las orejas pero los sigo oyendo las voces, me doy golpes con la palma de la mano en la frente, pero las voces siguen ahí, no callan, no callarán.
De Windorin también dicen cosas. Dicen que es mejor que Idril, que la amo. Pero no es cierto, yo aun recuerdo a Idril. Otra voz dice que Windorin es una cazadora y viene a cazarme. Y una tercera dice que tanto ella como yo somos atracadores y hemos venido a Doce Millas a llevarnos todas las monedas de oro.
Son mentiras, todo lo que dicen son mentiras. No quiero escuchar más mentiras. No quiero escucharlas. En un arrebato de furia, me doy otro golpe con la palma de la mano a mi frente. Me hago daño, pero ha merecido la pena pues las voces han callado.
Me levanto de la silla y voy a la barra donde está Windorin, no quiero quedarme solo, no quiero que las voces regresen de nuevo y me vuelvan a gritar mentiras. Me coloco justo detrás de la chica dispuesto a susurrarle el problema que he tenido con las voces. Retiro un mechón de su cabello apartándolo de su oreja y le susurro al oído para que nadie más pueda saber nada de las mentiras. – Me han contratado para que te mate.- No es verdad. Eso no es lo que quería decir. Eso es una de las mentiras que decían las voces en mi cabeza. No es cierto. Muevo la cabeza de lado a lado. Estoy nervioso y quiero que las voces desaparezcan de una vez. Vuelvo a abrir el mechón de pelo como si fuera una cortina y me acerco de nuevo a la oreja. –Pero no puedo hacerlo. Me he enamorado de ti.- Otra mentira. –Tú eres mi estrella.-
Me alejo poco a poco del oído de Windorin. Mis ojos están más abiertos que nunca. Estoy sorprendido por lo que he dicho. No lo entiendo. No quiero decir mentiras y aun así no dejo de decirlas. Miro a la chica de hito a hito a la vez que voy dando pasos atrás lentamente. Me dirijo a mi habitación, quiero esconderme, así nadie escuchará mis mentiras. Subo por las escaleras, abro la puerta de mi cuarto. Me tiemblan las manos, no soy capaz de abrir el pomo. Miro las escaleras temeroso que alguien venga. Quiero estar solo. No quiero que nadie escuche mis mentiras.
He sido maldito por el Master Wyn en la CB en ser un mentiroso compulsivo hasta que él diga lo contrario. Lo siento Windorin, te ha tocado
El padre de familia se retira y me deja sola en la mesa. Windorin también se ha ido a la barra de Doce Millas a preguntar sobre la comida. La observo con curiosidad.
Decenas de ideas se me pasan por la cabeza. Son voces que me gritan en el interior de la cabeza cosas que no son verdad. Una voz aguda de mujer me dice que soy un soldado de la guardia de la ciudad como Alanna, otra voz grave de hombre me dice que soy un maestro del metal y puedo hacer espadas de gran tamaño… Soy un carpintero, soy un pirata, soy un bardo, soy un mercader ambulante… Soy, soy, soy. Las voces de mi cabeza no callan. Siguen gritando cosas que no soy. Me tapo las manos con las orejas pero los sigo oyendo las voces, me doy golpes con la palma de la mano en la frente, pero las voces siguen ahí, no callan, no callarán.
De Windorin también dicen cosas. Dicen que es mejor que Idril, que la amo. Pero no es cierto, yo aun recuerdo a Idril. Otra voz dice que Windorin es una cazadora y viene a cazarme. Y una tercera dice que tanto ella como yo somos atracadores y hemos venido a Doce Millas a llevarnos todas las monedas de oro.
Son mentiras, todo lo que dicen son mentiras. No quiero escuchar más mentiras. No quiero escucharlas. En un arrebato de furia, me doy otro golpe con la palma de la mano a mi frente. Me hago daño, pero ha merecido la pena pues las voces han callado.
Me levanto de la silla y voy a la barra donde está Windorin, no quiero quedarme solo, no quiero que las voces regresen de nuevo y me vuelvan a gritar mentiras. Me coloco justo detrás de la chica dispuesto a susurrarle el problema que he tenido con las voces. Retiro un mechón de su cabello apartándolo de su oreja y le susurro al oído para que nadie más pueda saber nada de las mentiras. – Me han contratado para que te mate.- No es verdad. Eso no es lo que quería decir. Eso es una de las mentiras que decían las voces en mi cabeza. No es cierto. Muevo la cabeza de lado a lado. Estoy nervioso y quiero que las voces desaparezcan de una vez. Vuelvo a abrir el mechón de pelo como si fuera una cortina y me acerco de nuevo a la oreja. –Pero no puedo hacerlo. Me he enamorado de ti.- Otra mentira. –Tú eres mi estrella.-
Me alejo poco a poco del oído de Windorin. Mis ojos están más abiertos que nunca. Estoy sorprendido por lo que he dicho. No lo entiendo. No quiero decir mentiras y aun así no dejo de decirlas. Miro a la chica de hito a hito a la vez que voy dando pasos atrás lentamente. Me dirijo a mi habitación, quiero esconderme, así nadie escuchará mis mentiras. Subo por las escaleras, abro la puerta de mi cuarto. Me tiemblan las manos, no soy capaz de abrir el pomo. Miro las escaleras temeroso que alguien venga. Quiero estar solo. No quiero que nadie escuche mis mentiras.
He sido maldito por el Master Wyn en la CB en ser un mentiroso compulsivo hasta que él diga lo contrario. Lo siento Windorin, te ha tocado
Sarez
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La elfa no estaba atenta a lo que ocurría a su alrededor mientras negociaba con la dueña por lo que, cuando Wind notó que le apartaban el pelo, se sobresaltó dando un pequeño salto en el sitio -¿Quién...?- Dijo mientras giraba la cabeza pero aquella voz sabía de quién era. “Sarez” Resonó en su mente como si fuera la campana de una iglesia revotando entre las paredes de una aldea.
Esas palabras la dejaron helada, no pudo hablar, no pudo moverse. Simplemente no pudo reaccionar.
Miraba al elfo con incredulidad, la joven miraba con los ojos como platos a Sarez. No entendía que estaba sucediendo y no sabía como reaccionar ante aquella confesión. Vio como el elfo negaba con la cabeza, no sabía el por qué de ese gesto, pero tampoco pudo hacer un razonamiento en ese momento. Su cerebro no parecía querer hacer las conexiones necesarias para asimilar aquellas palabras.
El elfo salió de su campo de visión ya que no era capaz de mirar a otra parte que no fuera al frente y completamente helada recibió esas palabras como si fueran una arrolladora ola que pretendía matarla. -¿E-Enamorado?-Consiguió tartamudear mientras le empañaban los ojos con lagrimas ante la expectativa de que iba a ser asesinada por aquel elfo, que antes la había ayudado a protegerse de los hombres que la perseguían.
“Estrella” Repitió su mente ante aquella última declaración. Cuando Sarez empieza a alejarse un torbellino de pensamientos cruzan su mente pero sigue sin poder emitir frases que puedan suponer un esfuerzo mental. “¿Venía a matarme? ¿Que me ama? Apenas nos hemos conocido hace un rato, es imposible ¿No? Esto es absurdo, no tiene sentido debe ser una broma” Eran las primeras cosas que se le pasaron por la cabeza pero unos instantes después llegaron otras ideas que le parecieron completamente lógicas “¿Por eso no iba a ver las estrellas? ¿Ésta era la batalla de la que hablaba? ¿Yo soy una estrella? ¿SU estrella?” Y mientras el elfo la observaba con una mirada casi tan atónita como la que tenía Wind llegó a la conclusión que le pareció más factible “No iba a ver las estrellas a partir de mañana porque quiere matarme” Las lagrimas empezaron a rodar lentamente por sus enrojecidas mejillas sin estar muy segura de si era porque igual acabaría muerta o por aquella repentina declaración.
Aún después de todo esto, ver al elfo alejarse con aquella mirada en la cara, hizo que la joven sintiera unas ganas irrefrenables de seguirle para que le explicara todo aquello “¿Quién querría verme muerta? ¿Tendrá algo que ver con mis abuelos?” Esas incógnitas se sumaron a las que ya tenía y no iba a dejar que se quedaran sin contestar.
Las lagrimas dejaron de caer y parecía que su cuerpo volvía a reaccionar una vez hubo perdido de vista a Sarez. La muchacha se giró y con una voz que mezclaba ira y temor junto con la seria expresión que tenía, preguntó a la señora, que probablemente había seguido con curiosidad aquella escena, – La llave de la habitación del elfo. Ahora.-
La mujer no se hizo de rogar y con temblor en las manos le entregó la llave de la habitación. Una vez tuvo la llave en sus manos, siguió los pasos del elfo con rapidez. En la planta de arriba solo había una habitación cerrada por lo que no tuvo de pensar demasiado y antes de que le diera a tiempo a recapacitar sobre lo que estaba haciendo, entró en la habitación mientras gritaba como si estuviera a punto de volverse loca -¡Maldito!- y acto seguido cerró la habitación con un sonoro portazo.
Tenía demasiadas preguntas en la cabeza, pero entre balbuceos consiguió realizar casi todas -¿Quién te envía? ¿Como es posible que me ames? Apenas nos hemos conocido hace un rato ¿Sabes algo de mis abuelos? Cuando dijiste que entrarías en una batalla y que dejarías de ver las estrellas ¿Era porque ibas a matarme?- Después de todas aquellas preguntas, la joven respiró profundamente ya que desde hacía un buen rato, apenas había sido capaz de respirar. Sentía una opresión en el pecho y tenía la sensación de que acabaría desmayada en cualquier momento.
A los pocos segundos se dio cuenta de que no iba armada y estaba en una habitación con un hombre que había dicho que iba a matarla. Al pensar en aquello se dio cuenta de la situación en la que estaba y de repente, sus piernas flaquearon y sintió como caía al suelo, acto seguido todo se volvió negro.
Esas palabras la dejaron helada, no pudo hablar, no pudo moverse. Simplemente no pudo reaccionar.
Miraba al elfo con incredulidad, la joven miraba con los ojos como platos a Sarez. No entendía que estaba sucediendo y no sabía como reaccionar ante aquella confesión. Vio como el elfo negaba con la cabeza, no sabía el por qué de ese gesto, pero tampoco pudo hacer un razonamiento en ese momento. Su cerebro no parecía querer hacer las conexiones necesarias para asimilar aquellas palabras.
El elfo salió de su campo de visión ya que no era capaz de mirar a otra parte que no fuera al frente y completamente helada recibió esas palabras como si fueran una arrolladora ola que pretendía matarla. -¿E-Enamorado?-Consiguió tartamudear mientras le empañaban los ojos con lagrimas ante la expectativa de que iba a ser asesinada por aquel elfo, que antes la había ayudado a protegerse de los hombres que la perseguían.
“Estrella” Repitió su mente ante aquella última declaración. Cuando Sarez empieza a alejarse un torbellino de pensamientos cruzan su mente pero sigue sin poder emitir frases que puedan suponer un esfuerzo mental. “¿Venía a matarme? ¿Que me ama? Apenas nos hemos conocido hace un rato, es imposible ¿No? Esto es absurdo, no tiene sentido debe ser una broma” Eran las primeras cosas que se le pasaron por la cabeza pero unos instantes después llegaron otras ideas que le parecieron completamente lógicas “¿Por eso no iba a ver las estrellas? ¿Ésta era la batalla de la que hablaba? ¿Yo soy una estrella? ¿SU estrella?” Y mientras el elfo la observaba con una mirada casi tan atónita como la que tenía Wind llegó a la conclusión que le pareció más factible “No iba a ver las estrellas a partir de mañana porque quiere matarme” Las lagrimas empezaron a rodar lentamente por sus enrojecidas mejillas sin estar muy segura de si era porque igual acabaría muerta o por aquella repentina declaración.
Aún después de todo esto, ver al elfo alejarse con aquella mirada en la cara, hizo que la joven sintiera unas ganas irrefrenables de seguirle para que le explicara todo aquello “¿Quién querría verme muerta? ¿Tendrá algo que ver con mis abuelos?” Esas incógnitas se sumaron a las que ya tenía y no iba a dejar que se quedaran sin contestar.
Las lagrimas dejaron de caer y parecía que su cuerpo volvía a reaccionar una vez hubo perdido de vista a Sarez. La muchacha se giró y con una voz que mezclaba ira y temor junto con la seria expresión que tenía, preguntó a la señora, que probablemente había seguido con curiosidad aquella escena, – La llave de la habitación del elfo. Ahora.-
La mujer no se hizo de rogar y con temblor en las manos le entregó la llave de la habitación. Una vez tuvo la llave en sus manos, siguió los pasos del elfo con rapidez. En la planta de arriba solo había una habitación cerrada por lo que no tuvo de pensar demasiado y antes de que le diera a tiempo a recapacitar sobre lo que estaba haciendo, entró en la habitación mientras gritaba como si estuviera a punto de volverse loca -¡Maldito!- y acto seguido cerró la habitación con un sonoro portazo.
Tenía demasiadas preguntas en la cabeza, pero entre balbuceos consiguió realizar casi todas -¿Quién te envía? ¿Como es posible que me ames? Apenas nos hemos conocido hace un rato ¿Sabes algo de mis abuelos? Cuando dijiste que entrarías en una batalla y que dejarías de ver las estrellas ¿Era porque ibas a matarme?- Después de todas aquellas preguntas, la joven respiró profundamente ya que desde hacía un buen rato, apenas había sido capaz de respirar. Sentía una opresión en el pecho y tenía la sensación de que acabaría desmayada en cualquier momento.
A los pocos segundos se dio cuenta de que no iba armada y estaba en una habitación con un hombre que había dicho que iba a matarla. Al pensar en aquello se dio cuenta de la situación en la que estaba y de repente, sus piernas flaquearon y sintió como caía al suelo, acto seguido todo se volvió negro.
Windorind Crownguard
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Mis peores temores se hacen realidad: alguien está subiendo por las escaleras; pronto llegará al pasillo donde estoy y cuando lo haga, las mentiras volverán a salir de mi boca. Tengo que abrir la puerta, ¡ya! Pero mis manos me fallan: tiemblan y sudan más de lo que lo hacían las manos del padre de familia. No consigo abrir la puerta de mi habitación por mucho que me esfuerce. El pomo, continuamente, se me resbala de las manos. No consigo girarlo hacia el lado que es debido.
Escalón por escalón, los pasos están más cerca de verme. No lo aguanto más. Doy una patada y la abro al fin de un solo golpe. Quien sea que esté subiendo ya no escuchará las mentiras.
Cierro la puerta con fuerza, ya nadie podrá entrar. Con suerte Windorin, al no verme, se irá y se olvidará de las mentiras. ¿Cómo se lo he podido decir? Yo no la amo, amo a Idril no a ella. Esa chica no es nadie. Quiero que se vaya. No quiero verla. ¡Que se vaya de aquí! Ella es la causante de mis mentiras. Si se va dejaré de decirlas. –¡Vete!- Grito aun sabiendo que nadie me escucha. –Por favor vete.-
La cerradura de la puerta hace un extraño ruido. Alguien la está abriendo desde fuera. Camino de espaldas para alejarme lentamente de la puerta. No puedo saber con seguridad quién está al otro lado, puede ser cualquiera, sé que puede ser cualquiera; entonces, ¿por qué no dejo de pensar que, quien esta fuera, es Windorin? Me la imagino entrando con una espada en la mano dispuesta a matarme por las mentiras que le he dicho y, también, me la imagino entrando con un ramo de flores a punto de besarme. Son las voces que me dicen esto, ellas han vuelto a inundar mi cabeza de imágenes falsas. Dicen que Windorin mató al noble que serví de niño, pero ella es pequeña, casi una niña, no sabrá nada de lo que pasó hace más de cien años; pero no solo eso, también dicen que me ama más de lo que Idril me amó nunca y que ella no me abandonaría. Ambas mentiras me producen el mismo rechazo hacia la elfa.
La puerta se abre y, por desgracia, las voces tenían razón: Es Windorin quien entra en la habitación. Sin embargo, ellas mentían como siempre, la chica no lleva ninguna espada ni tampoco flores. No va a matarme ni a besarme. Estoy seguro. Las voces son unas mentirosas.
La chica grita. Dice cosas que no entiendo. Me habla de sus abuelos, de ella, de batallas y de estrellas. No entiendo por qué lo dice no quiero escucharla. Cierro los ojos con fuerza y me tapo las orejas con ambas manos. Si no la veo y si no la escucho será como si ella no estuviera. Mis piernas tiemblan, siento que no puedo mantenerme en pie. No quiero caerme, unas mentiras no me harán caer. Debo ser fuerte y resistir, ella se irá y si no la veo ni la escucho.
Funciona, si no la veo ni la oigo no le digo mentiras. Puede que, incluso, se haya ido. Abro los ojos muy lentamente para comprobarlo. Mentira. Ella sigue ahí. Pero algo le ha pasado. Ha caído al suelo. Su larga melena negra está escampada por el suelo de la habitación como si fuera una mata de hierba. ¿Está muerta? Le han matado y yo no lo he visto. Las voces me lo están diciendo: todos mueren por mi culpa. Dicen que no soy un elfo, que soy un ser maldito que hace morir a todas las personas a quien habla. Me acerco despacio hacia ella. Tengo miedo de algo que no sé qué es. Me arrodilla al lado de su cuerpo inmóvil. ¡Respira! Está viva.
La cojo con cuidado en brazos y la llevo en la cama. Tal vez solo está descansando. Sí, eso es lo que ha pasado. No ha sido culpa mía, yo no estoy maldito. En una silla está mi chaqueta de cuero viejo, la cojo y la uso como manta para tapar a la elfa. -¿Ves este collar de escamas? Era de tu abuela.- Vuelvo a mentir sin darme cuenta mientras la estoy tapando con mi chaqueta. El collar no era de su abuela. Era de Aliena, la mujer pez me lo regaló por salvarla de los mandriles.
Escalón por escalón, los pasos están más cerca de verme. No lo aguanto más. Doy una patada y la abro al fin de un solo golpe. Quien sea que esté subiendo ya no escuchará las mentiras.
Cierro la puerta con fuerza, ya nadie podrá entrar. Con suerte Windorin, al no verme, se irá y se olvidará de las mentiras. ¿Cómo se lo he podido decir? Yo no la amo, amo a Idril no a ella. Esa chica no es nadie. Quiero que se vaya. No quiero verla. ¡Que se vaya de aquí! Ella es la causante de mis mentiras. Si se va dejaré de decirlas. –¡Vete!- Grito aun sabiendo que nadie me escucha. –Por favor vete.-
La cerradura de la puerta hace un extraño ruido. Alguien la está abriendo desde fuera. Camino de espaldas para alejarme lentamente de la puerta. No puedo saber con seguridad quién está al otro lado, puede ser cualquiera, sé que puede ser cualquiera; entonces, ¿por qué no dejo de pensar que, quien esta fuera, es Windorin? Me la imagino entrando con una espada en la mano dispuesta a matarme por las mentiras que le he dicho y, también, me la imagino entrando con un ramo de flores a punto de besarme. Son las voces que me dicen esto, ellas han vuelto a inundar mi cabeza de imágenes falsas. Dicen que Windorin mató al noble que serví de niño, pero ella es pequeña, casi una niña, no sabrá nada de lo que pasó hace más de cien años; pero no solo eso, también dicen que me ama más de lo que Idril me amó nunca y que ella no me abandonaría. Ambas mentiras me producen el mismo rechazo hacia la elfa.
La puerta se abre y, por desgracia, las voces tenían razón: Es Windorin quien entra en la habitación. Sin embargo, ellas mentían como siempre, la chica no lleva ninguna espada ni tampoco flores. No va a matarme ni a besarme. Estoy seguro. Las voces son unas mentirosas.
La chica grita. Dice cosas que no entiendo. Me habla de sus abuelos, de ella, de batallas y de estrellas. No entiendo por qué lo dice no quiero escucharla. Cierro los ojos con fuerza y me tapo las orejas con ambas manos. Si no la veo y si no la escucho será como si ella no estuviera. Mis piernas tiemblan, siento que no puedo mantenerme en pie. No quiero caerme, unas mentiras no me harán caer. Debo ser fuerte y resistir, ella se irá y si no la veo ni la escucho.
Funciona, si no la veo ni la oigo no le digo mentiras. Puede que, incluso, se haya ido. Abro los ojos muy lentamente para comprobarlo. Mentira. Ella sigue ahí. Pero algo le ha pasado. Ha caído al suelo. Su larga melena negra está escampada por el suelo de la habitación como si fuera una mata de hierba. ¿Está muerta? Le han matado y yo no lo he visto. Las voces me lo están diciendo: todos mueren por mi culpa. Dicen que no soy un elfo, que soy un ser maldito que hace morir a todas las personas a quien habla. Me acerco despacio hacia ella. Tengo miedo de algo que no sé qué es. Me arrodilla al lado de su cuerpo inmóvil. ¡Respira! Está viva.
La cojo con cuidado en brazos y la llevo en la cama. Tal vez solo está descansando. Sí, eso es lo que ha pasado. No ha sido culpa mía, yo no estoy maldito. En una silla está mi chaqueta de cuero viejo, la cojo y la uso como manta para tapar a la elfa. -¿Ves este collar de escamas? Era de tu abuela.- Vuelvo a mentir sin darme cuenta mientras la estoy tapando con mi chaqueta. El collar no era de su abuela. Era de Aliena, la mujer pez me lo regaló por salvarla de los mandriles.
Sarez
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Wind miró al elfo sin estar muy segura de qué estaba haciendo, parecía un niño asustado como si fuera a pegarle o le estuviera amenzanado por una gran trastada que acababa de hacer. No lo comprendía, no comprendía a ese elfo. Wind no pensaba matarle, sólo quería explicaciones pues, al fin y al cabo, el elfo había dicho que no iba a matarla ¿Verdad?.
Wind se despertó justo en el momento en el que el elfo le confesaba que el collar que llevaba era de su abuela. No se lo podía creer y con los ojos aún entre cerrados repitió -¿D-De mi abuela?- Terminó de abrir los ojos y justo en ese momento las lagrimas empezaron a caer de nuevo.
Aunque había escuchado todo aquello, seguía desorientada sin saber muy bien que estaba pasando. No sabía que estaba haciendo allí, no sabía que hora era ni siquiera sabía muy bien donde estaba. Tardó unos segundos en orientarse y en recordar todo lo que había sucedido, se incorporó en la cama y miró al elfo con cuidado, como si estuviera examinándolo deteniéndose en el collar, después miró hacia la ventana y vio que seguía siendo de noche, así que dedujo que no había pasado mucho tiempo desfallecida. Tenía la chaqueta sobre las piernas arrugada pues se había resbalado cuando se incorporó.
Se quedó mirando a Sarez unos segundos, completamente en silencio, evaluando la situación. A la joven lo le dolía nada a parte de la cabeza, probablemente por el golpe que ella misma se había dado contra el suelo, se llevó la mano a la cabeza y notó un pequeño bulto. “Me saldrá un chichón” Pensó con cierta resignación ante la expectativa de tener aquel molesto bulto durante algunos días.
Después de todo aquello, dijo en un tono bajo -Entonces si que estas relacionado con la desaparición de mis abuelos- Y acto seguido, extendió la mano para tocar el collar con delicadeza como si algún movimiento brusco pudiera romperlo y como si las palabras se le escaparan de la boca, preguntó -¿Por qué lo tienes tú?- entre tanto, le miraba con los ojos completamente abiertos, asustada por su respuesta, no quería escuchar que sus abuelos estaban en peligro o peor aún, que habían sido asesinados.
El resto de dudas parecieron dejar de importantes, el enamoramiento, la persona que le hubiera contratado, las estrellas o incluso su propio asesinato, ahora sólo le importaba el collar y cómo había llegado a sus manos. “Necesito saber como ha llegado a él” Pensó la joven con pánico al imaginarse las peores situaciones posibles, pero intentó deshacerse de esas ideas y esperar a que el elfo le diera las explicaciones pertinentes.
-Te advierto, que si me dices algo que no me convence, yo seré la que te mate a ti- Amenazó la joven como si arrastrara las palabras, en voz baja, casi sin estar segura de que pudiera llevar a cabo aquella advertencia, pero no estaba dispuesta a dejar libre a alguien que hubiera dañado minimamente a sus abuelos.
Acto seguido, miró fijamente a los ojos del elfo esperando encontrar alguna respuesta en ellos más fiable que la que pudiera escuchar de sus labios.
Ella seguía con los ojos llorosos y las mejillas rojas, sabiendo que probablemente en cualquier momento se volvería a poner a llorar, pero ese no era no el momento de hacerlo e intentó aparentar sin mucho éxito una fortaleza que en realidad era inexistente, para que Sarez no fuera capaz de ver cuán débil era la muchacha que tenía en frente.
Wind se despertó justo en el momento en el que el elfo le confesaba que el collar que llevaba era de su abuela. No se lo podía creer y con los ojos aún entre cerrados repitió -¿D-De mi abuela?- Terminó de abrir los ojos y justo en ese momento las lagrimas empezaron a caer de nuevo.
Aunque había escuchado todo aquello, seguía desorientada sin saber muy bien que estaba pasando. No sabía que estaba haciendo allí, no sabía que hora era ni siquiera sabía muy bien donde estaba. Tardó unos segundos en orientarse y en recordar todo lo que había sucedido, se incorporó en la cama y miró al elfo con cuidado, como si estuviera examinándolo deteniéndose en el collar, después miró hacia la ventana y vio que seguía siendo de noche, así que dedujo que no había pasado mucho tiempo desfallecida. Tenía la chaqueta sobre las piernas arrugada pues se había resbalado cuando se incorporó.
Se quedó mirando a Sarez unos segundos, completamente en silencio, evaluando la situación. A la joven lo le dolía nada a parte de la cabeza, probablemente por el golpe que ella misma se había dado contra el suelo, se llevó la mano a la cabeza y notó un pequeño bulto. “Me saldrá un chichón” Pensó con cierta resignación ante la expectativa de tener aquel molesto bulto durante algunos días.
Después de todo aquello, dijo en un tono bajo -Entonces si que estas relacionado con la desaparición de mis abuelos- Y acto seguido, extendió la mano para tocar el collar con delicadeza como si algún movimiento brusco pudiera romperlo y como si las palabras se le escaparan de la boca, preguntó -¿Por qué lo tienes tú?- entre tanto, le miraba con los ojos completamente abiertos, asustada por su respuesta, no quería escuchar que sus abuelos estaban en peligro o peor aún, que habían sido asesinados.
El resto de dudas parecieron dejar de importantes, el enamoramiento, la persona que le hubiera contratado, las estrellas o incluso su propio asesinato, ahora sólo le importaba el collar y cómo había llegado a sus manos. “Necesito saber como ha llegado a él” Pensó la joven con pánico al imaginarse las peores situaciones posibles, pero intentó deshacerse de esas ideas y esperar a que el elfo le diera las explicaciones pertinentes.
-Te advierto, que si me dices algo que no me convence, yo seré la que te mate a ti- Amenazó la joven como si arrastrara las palabras, en voz baja, casi sin estar segura de que pudiera llevar a cabo aquella advertencia, pero no estaba dispuesta a dejar libre a alguien que hubiera dañado minimamente a sus abuelos.
Acto seguido, miró fijamente a los ojos del elfo esperando encontrar alguna respuesta en ellos más fiable que la que pudiera escuchar de sus labios.
Ella seguía con los ojos llorosos y las mejillas rojas, sabiendo que probablemente en cualquier momento se volvería a poner a llorar, pero ese no era no el momento de hacerlo e intentó aparentar sin mucho éxito una fortaleza que en realidad era inexistente, para que Sarez no fuera capaz de ver cuán débil era la muchacha que tenía en frente.
Windorind Crownguard
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Dos pasos rápidos de espaldas con tal de huir de la cama sin dejar de mirarla. Windorin se ha despertado en el peor de los momentos, justo cuando he dicho la mentira sobre el collar. Ella la ha escuchado y, con voz temblorosa, me contesta preguntando sobre su abuela. Instantáneamente, me llevo mis ambas manos en la boca con el fin de tapar cualquier mentira antes de que saliera. Afortunadamente lo consigo: “Tu abuela es mi madre, tu abuela es una ardilla, tu abuela es un árbol…” Ninguna mentira puede pasar por la barrera de mis manos. Lo intentan, pero no les dejo que lo hagan. Por mi bien y, sobre todo, por el bien de la chica que no deja de sollozar. Su abuela parece importante para ella, igual como para mí mi madre es importante. No puedo dejar escapar más mentiras sobre su abuela.
Hay un silencio asesino en el ambiente. La chica me observa sin decir nada; me está juzgando. He visto a mucha gente mirándome así, lo hacen antes de pensar si deben o no matarme, si soy o no alguien con quien pueden confiar. De la misma manera me miraba minutos antes el padre de familia cuando me vio dejar las mantas para su familia. Mi cuerpo lleno de cicatrices y mi comportamiento tan extraño para el resto de personas, son los causantes de que me miren de esta forma en un silencio asesino.
Pasan los minutos, me quedo inmóvil sin saber qué hacer. Por un lado la chica está herida y necesita ayuda, por otro las mentiras no dejan de salir de mi boca. Debo quedarme a ayudar a Windorin, pero también debo irme para que no escuche mis mentiras.
Es ella quien rompe el silencio asesino. Su voz suena suave y nerviosa al mismo tiempo, es frágil y delicada, pero también fuerte y severa. Su voz suena igual que la mía cuando recuerdo a Idril. Windorin alarga el brazo y acaricia el collar de escamas como si fuera un tesoro. Me pregunta por qué lo tengo. Siento miedo por las respuestas que las mentiras quieren decir. Pueden decir cualquier cosa, ya dijeron que estoy enamorado de Windorin y que la quiero matar cuando es mentira.
La chica vuelve a insistir para que le de una respuesta. Su voz suena, igual que frágil que antes, suena ahora amenazadora. Si sigo con las manos en la boca sin decir nada puede ser terrible. Me mira directamente a mis ojos, yo hago lo mismo con los de ella. Ella sigue llorando. No me gusta verla llorar. Por primera vez desde que Windorin abrió los ojos, quito las manos de mi boca y me quito el collar del cuello para dejarlo con delicadeza en las manos de la chica. El elfo bardo me enseñó que las mentiras pueden ser poderosas; si la mentira de la falsa sacerdotisa puedo hacer que le siguiera el beso como si fuera Idril yo puedo hacer que Windorin deje de llorar. Solo tengo que esperar a que la mentira que salga de mi boca sea la adecuada.
-Yo le robé el collar a tu abuela- digo con los ojos abiertos sorprendido por la mentira- ella estaba enamorada de mí y yo aproveché la oportunidad para robarle el collar. Vale muchas monedas en el mercado-.
Antes de decir más mentiras me vuelvo a tapar la boca y me alejo de la cama. No me voy de la estancia. Me quedo sentado en el sillón donde estaba mi chaqueta. Si me voy, Windorin me seguirá; no puedo huir. Nervioso, al borde de las lágrimas, busco cualquier cosa nueva con la que poder comunicarme. Miro hacia la derecha, también hacia la izquierda. En una mesita hay unos papeles en blanco, una pluma y tinta; puedo usarlo para escribir, o podría usarlo si supiera escribir. Pero hay otras formas de hablar, no sé escribir pero sé dibujar. Con la mano izquierda tapándome la boca, uso la derecha para dibujar en los papeles.
Me dibujo a dos personas, una soy yo y la otra es Windorin. Ahora debo dibujar de alguna forma algo para que no se crea mis mentiras. Puedo dibujar unas letras saliendo de mi boca y las tacho indicando que son falsas. Ella lo entenderá sí hago eso. Empiezo dibujando una “x” encima de mi boca pero mi mano se mueve sola y transforma la x en un * dándole la forma de una estrella. Me quito la mano izquierda de la boca y la uso para guiar a la mano derecha, para que siga haciendo letras. Pero es un inútil, solo dibujo estrellas.
-La habitación está llena de estrellas. Windorin es una estrella-.
Cojo el dibujo, lo hago una bola y lo tiro por mi espalda sin importarme que allí se encuentra la cama donde descansa Windorin. Furioso, doy un golpe en la mesa con mis dos manos. No puedo con esto. Solo puedo decir mentiras, sean habladas o dibujadas. Siempre mentiras.
Hay un silencio asesino en el ambiente. La chica me observa sin decir nada; me está juzgando. He visto a mucha gente mirándome así, lo hacen antes de pensar si deben o no matarme, si soy o no alguien con quien pueden confiar. De la misma manera me miraba minutos antes el padre de familia cuando me vio dejar las mantas para su familia. Mi cuerpo lleno de cicatrices y mi comportamiento tan extraño para el resto de personas, son los causantes de que me miren de esta forma en un silencio asesino.
Pasan los minutos, me quedo inmóvil sin saber qué hacer. Por un lado la chica está herida y necesita ayuda, por otro las mentiras no dejan de salir de mi boca. Debo quedarme a ayudar a Windorin, pero también debo irme para que no escuche mis mentiras.
Es ella quien rompe el silencio asesino. Su voz suena suave y nerviosa al mismo tiempo, es frágil y delicada, pero también fuerte y severa. Su voz suena igual que la mía cuando recuerdo a Idril. Windorin alarga el brazo y acaricia el collar de escamas como si fuera un tesoro. Me pregunta por qué lo tengo. Siento miedo por las respuestas que las mentiras quieren decir. Pueden decir cualquier cosa, ya dijeron que estoy enamorado de Windorin y que la quiero matar cuando es mentira.
La chica vuelve a insistir para que le de una respuesta. Su voz suena, igual que frágil que antes, suena ahora amenazadora. Si sigo con las manos en la boca sin decir nada puede ser terrible. Me mira directamente a mis ojos, yo hago lo mismo con los de ella. Ella sigue llorando. No me gusta verla llorar. Por primera vez desde que Windorin abrió los ojos, quito las manos de mi boca y me quito el collar del cuello para dejarlo con delicadeza en las manos de la chica. El elfo bardo me enseñó que las mentiras pueden ser poderosas; si la mentira de la falsa sacerdotisa puedo hacer que le siguiera el beso como si fuera Idril yo puedo hacer que Windorin deje de llorar. Solo tengo que esperar a que la mentira que salga de mi boca sea la adecuada.
-Yo le robé el collar a tu abuela- digo con los ojos abiertos sorprendido por la mentira- ella estaba enamorada de mí y yo aproveché la oportunidad para robarle el collar. Vale muchas monedas en el mercado-.
Antes de decir más mentiras me vuelvo a tapar la boca y me alejo de la cama. No me voy de la estancia. Me quedo sentado en el sillón donde estaba mi chaqueta. Si me voy, Windorin me seguirá; no puedo huir. Nervioso, al borde de las lágrimas, busco cualquier cosa nueva con la que poder comunicarme. Miro hacia la derecha, también hacia la izquierda. En una mesita hay unos papeles en blanco, una pluma y tinta; puedo usarlo para escribir, o podría usarlo si supiera escribir. Pero hay otras formas de hablar, no sé escribir pero sé dibujar. Con la mano izquierda tapándome la boca, uso la derecha para dibujar en los papeles.
Me dibujo a dos personas, una soy yo y la otra es Windorin. Ahora debo dibujar de alguna forma algo para que no se crea mis mentiras. Puedo dibujar unas letras saliendo de mi boca y las tacho indicando que son falsas. Ella lo entenderá sí hago eso. Empiezo dibujando una “x” encima de mi boca pero mi mano se mueve sola y transforma la x en un * dándole la forma de una estrella. Me quito la mano izquierda de la boca y la uso para guiar a la mano derecha, para que siga haciendo letras. Pero es un inútil, solo dibujo estrellas.
-La habitación está llena de estrellas. Windorin es una estrella-.
Cojo el dibujo, lo hago una bola y lo tiro por mi espalda sin importarme que allí se encuentra la cama donde descansa Windorin. Furioso, doy un golpe en la mesa con mis dos manos. No puedo con esto. Solo puedo decir mentiras, sean habladas o dibujadas. Siempre mentiras.
Sarez
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Wind observó con cuidado como actuaba el elfo, no tenía la más mínima intención de perderse cualquiera de los movimientos o expresiones que hiciera. “¿Qué hace tapándose la boca?” Pensó la muchacha al ver a Sarez actuar de esa manera, cada vez estaba más convencida de que aquel hombre, más que hombre era un niño pues verle taparse la boca con las dos manos como si de un infante se tratase no era algo que haría una persona adulta.
Como si de una madre enfadada se tratara, volvió a hablar -¿Qué haces con las manos?- Estaba realmente extrañada, empezó a pensar que el elfo se estaba sintiendo interrogado y su intención era no hablar más, de ahí esos extraños movimientos con las mano, como si ya hubiera dicho demasiado y debiera mantenerse en silencio pero su propia mente no quiera permitírselo pero ella no iba a permitir que el silencio reinara por mucho tiempo en la habitación. Tenía demasiadas preguntas que necesitaban respuestas.
Cuando se quitó las manos de la boca y le entregó el collar a Wind dejó de llorar repentinamente, como si sus ojos se hubieran cansado de hacerlo y ahora lo único que querían era ver el collar con la mayor nitidez posible.
Después de unos segundos examinando el colgante, la muchacha se dio cuenta de que no recordaba haberle visto aquel collar a su abuela nunca pero aun así, decidió creer al elfo al menos, de momento. Mientras continuaba contemplándolo pensaba que si el collar de verdad era de su abuela, lo quería por muy egoísta que sonase pero después de reflexionarlo un poco, pensó que tal vez fue un regalo al elfo por algún motivo así que prefirió esperar a que terminara de explicarse.
Al escuchar esa confesión a la elfa le dio un vuelco el corazón. Toda la tranquilidad que creía haber conseguido mantener durante ese rato se esfumó para dar paso a la ira mezclada con asombro. -¡¿Qué tu qué?!- Exclamó la muchacha completamente histérica mientras miraba atónita a Sarez. Las preguntas sin respuesta se volvían a agolpar en su cabeza. “¿Es un ladrón y un asesino? ¿Conocía a mis abuelos tanto? ¿De qué les conocía? Es imposible que la abuela se enamorara de aquel elfo, es absurdo ¿No? Mis abuelos eran felices ¿Verdad?” A esas cuestiones se les sumaban las anteriores haciendo así que la joven estuviera en shock mientras miraba al frente pero con la mirada perdida.
La situación empezaba a superarla, tenía muchas preguntas y pocas respuestas. Creía que iba a volverse a desmayar pero en vez de eso se quedó en esa misma posición durante varios minutos hasta que, sin cambiar la expresión de asombro de su cara y sin que su mirada cambiase lo más mínimo dijo con una voz que parecía de una máquina –Mi abuela no podía estar enamorada de ti, estás mintiéndome- Y mientras decía eso, las lágrimas que querían volver a brotar de sus ojos no parecían querer dejarla tranquila pero sus ojos no parecían estar dispuestos a seguir derramando lágrimas.
“¿Me habré quedado sin lágrimas?” Pensó la joven son indiferencia.
No se dio cuenta de que el elfo se había sentado frente a la mesa hasta que un papel arrugado cayó justo encima de la cama junto con el sonoro ruido de un golpe seco -¿Qué es esto?- Preguntó la joven en voz baja haciendo que la anterior confesión del elfo se quedara en una esquina de su mente junto con el resto de preguntas que tenía para hacerle. La serenidad parecía haber vuelto a ella haciendo así que el nerviosismo anterior se hubiera evaporado en el aire, decidió que intentaría mantener esa compostura todo lo que pudiera, sabía hacerlo y sabía que esa era la mejor manera de obtener lo que uno quería.
La elfa tomó en sus manos el folio y lo estiró con cuidado intentando no romperlo. La joven vio dos personas en el papel dibujadas con tinta negra y unos instantes después se percató de que eran ella y Sarez. “¿Todos los elfos son artistas?” Pensó en tono de broma al recordar al elfo que la había dibujado con anterioridad. Después continuó observando el dibujo e intentó deducir que eran aquellos símbolos desperdigados por todo el papel pero la explicación no se hizo de rogar demasiado.
-¿Estrellas?- Repitió mientras miraba de nuevo el dibujo y recordaba las conversaciones que habían tenido hacía un rato "Desde luego, no soy capaz de comprenderle" Pensó con resignación. La joven, por mucho que no quisiera, se ruborizó ante aquella declaración y aprovechando la situación intentó obtener respuesta de otra de sus dudas -¿Vas a dejar de ver las estrellas porque ibas a… matarme?- Preguntó en voz baja y entrecortada mientras se levantaba de la cama para acercarse a donde estaba el elfo sentado. Se colocó a su lado y se dio cuenta de que Sarez estaba nervioso, “Desde luego a veces me paso de buena persona” Pensó mientras tomaba ambas manos del elfo con cuidado para no sobresaltarle mientras le miraba detenidamente a los ojos. “Parece aterrado” reflexionó sin entender el motivo de aquella mirada.
–Tranquilo, no planeo hacerte daño- Dijo la joven con voz suave intentando que el elfo se relajara un poco sin dejar de sujetarle las manos.
Como si de una madre enfadada se tratara, volvió a hablar -¿Qué haces con las manos?- Estaba realmente extrañada, empezó a pensar que el elfo se estaba sintiendo interrogado y su intención era no hablar más, de ahí esos extraños movimientos con las mano, como si ya hubiera dicho demasiado y debiera mantenerse en silencio pero su propia mente no quiera permitírselo pero ella no iba a permitir que el silencio reinara por mucho tiempo en la habitación. Tenía demasiadas preguntas que necesitaban respuestas.
Cuando se quitó las manos de la boca y le entregó el collar a Wind dejó de llorar repentinamente, como si sus ojos se hubieran cansado de hacerlo y ahora lo único que querían era ver el collar con la mayor nitidez posible.
Después de unos segundos examinando el colgante, la muchacha se dio cuenta de que no recordaba haberle visto aquel collar a su abuela nunca pero aun así, decidió creer al elfo al menos, de momento. Mientras continuaba contemplándolo pensaba que si el collar de verdad era de su abuela, lo quería por muy egoísta que sonase pero después de reflexionarlo un poco, pensó que tal vez fue un regalo al elfo por algún motivo así que prefirió esperar a que terminara de explicarse.
Al escuchar esa confesión a la elfa le dio un vuelco el corazón. Toda la tranquilidad que creía haber conseguido mantener durante ese rato se esfumó para dar paso a la ira mezclada con asombro. -¡¿Qué tu qué?!- Exclamó la muchacha completamente histérica mientras miraba atónita a Sarez. Las preguntas sin respuesta se volvían a agolpar en su cabeza. “¿Es un ladrón y un asesino? ¿Conocía a mis abuelos tanto? ¿De qué les conocía? Es imposible que la abuela se enamorara de aquel elfo, es absurdo ¿No? Mis abuelos eran felices ¿Verdad?” A esas cuestiones se les sumaban las anteriores haciendo así que la joven estuviera en shock mientras miraba al frente pero con la mirada perdida.
La situación empezaba a superarla, tenía muchas preguntas y pocas respuestas. Creía que iba a volverse a desmayar pero en vez de eso se quedó en esa misma posición durante varios minutos hasta que, sin cambiar la expresión de asombro de su cara y sin que su mirada cambiase lo más mínimo dijo con una voz que parecía de una máquina –Mi abuela no podía estar enamorada de ti, estás mintiéndome- Y mientras decía eso, las lágrimas que querían volver a brotar de sus ojos no parecían querer dejarla tranquila pero sus ojos no parecían estar dispuestos a seguir derramando lágrimas.
“¿Me habré quedado sin lágrimas?” Pensó la joven son indiferencia.
No se dio cuenta de que el elfo se había sentado frente a la mesa hasta que un papel arrugado cayó justo encima de la cama junto con el sonoro ruido de un golpe seco -¿Qué es esto?- Preguntó la joven en voz baja haciendo que la anterior confesión del elfo se quedara en una esquina de su mente junto con el resto de preguntas que tenía para hacerle. La serenidad parecía haber vuelto a ella haciendo así que el nerviosismo anterior se hubiera evaporado en el aire, decidió que intentaría mantener esa compostura todo lo que pudiera, sabía hacerlo y sabía que esa era la mejor manera de obtener lo que uno quería.
La elfa tomó en sus manos el folio y lo estiró con cuidado intentando no romperlo. La joven vio dos personas en el papel dibujadas con tinta negra y unos instantes después se percató de que eran ella y Sarez. “¿Todos los elfos son artistas?” Pensó en tono de broma al recordar al elfo que la había dibujado con anterioridad. Después continuó observando el dibujo e intentó deducir que eran aquellos símbolos desperdigados por todo el papel pero la explicación no se hizo de rogar demasiado.
-¿Estrellas?- Repitió mientras miraba de nuevo el dibujo y recordaba las conversaciones que habían tenido hacía un rato "Desde luego, no soy capaz de comprenderle" Pensó con resignación. La joven, por mucho que no quisiera, se ruborizó ante aquella declaración y aprovechando la situación intentó obtener respuesta de otra de sus dudas -¿Vas a dejar de ver las estrellas porque ibas a… matarme?- Preguntó en voz baja y entrecortada mientras se levantaba de la cama para acercarse a donde estaba el elfo sentado. Se colocó a su lado y se dio cuenta de que Sarez estaba nervioso, “Desde luego a veces me paso de buena persona” Pensó mientras tomaba ambas manos del elfo con cuidado para no sobresaltarle mientras le miraba detenidamente a los ojos. “Parece aterrado” reflexionó sin entender el motivo de aquella mirada.
–Tranquilo, no planeo hacerte daño- Dijo la joven con voz suave intentando que el elfo se relajara un poco sin dejar de sujetarle las manos.
Windorind Crownguard
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Mi cabeza me pesa, tengo la sensación de que no puedo mantenerla erguida. Tengo muchas cosas para pensar, muchas cosas que no sé explicar. Las voces son una de ellas, quizás la más importante. Pero, no es en lo único que pienso. En mi cabeza también pesan los pensamientos que van dirigidos hacia Windorin. Intento meditar sobre las mentiras que le había estado contando esa noche y sobre las reacciones que la chica había tenido al escucharme. La vi llorando de la misma forma que yo lloré cuando desapareció Idril. Esa imagen es muy pesada, tal vez la más pesada de todas. No entiendo lo que me está pasando, solo quiero que desaparezca de una vez. Lo que sí sé es que mi cabeza me pesa, tanto que la debo sujetar con mis dos manos y apoyando los codos en la madera del escritorio para que no caiga.
La chica coge el papel que había lanzado hacia mi espalda. Yo no la veo cogerlo, tengo los ojos cerrados pues los parpados también comenzaban a pesarme. Sé que ha cogido el papel por el sonido que hace al estirarlo y por la pregunta de la joven elfa.
Windorin repite la palabra “estrellas”, aquella que más destaca en mi última mentira. Minutos antes, le reñí por haber dicho que podíamos ver las estrellas en la posada y ahora yo le había dicho que mi habitación está llena de estrellas. Mis mentiras no tienen sentido. Cada vez es más difícil marcar un orden sobre lo ellas dicen y mucho más difícil es impedir que salgan de mi boca. Ya no hay una barrera que cubra mi boca, tengo las manos ocupadas sosteniéndome la cabeza. Temo el momento en que Windorin me haga una pregunta y las mentiras tomen el control de mis palabras.
Por mucho que desee que la chica se retrase al hablar, ella no lo hace y, pronto, me pregunta algo que no sé qué significa. Solo quería dar un paseo nocturno y para ver las estrellas. No deseo matar a nadie, el collar me lo dio Aliena no la abuela de Windorin, en la habitación no hay ninguna estrella y nadie más que Idril está enamorada de mí. O al menos, esto último, lo quiero seguir creyendo aunque en mi interior piense que es mentira, tanto como las mentiras que dicen las voces.
Alguien me coge las manos, es Windorin. Se ha levantado de la cama y ha venido donde yo estoy. Mi cabeza, sin el sostén de mis manos cae ligeramente por el peso de mis pensamientos. Mantengo la posición curva en mi cuello unos instantes. No puedo levantar mi cabeza, tampoco soy capaz de abrir los ojos. No importa lo que diga la chica para intentar relajarme al decir que me haga daño; una elfa tan pequeña es incapaz de hacerme ningún mal. Son las mentiras lo que hacen daño, a mí y a ella; las mentiras son las culpables de que Windorin haya llorado y se haya desmayado.
-Yo sí planeo hacerte daño. Me pagaron para que lo hiciera-. Las mentiras salen en el mismo tono de voz que hablaba Windorin.- Soy un asesino de estrellas. He matado a muchas como tú-. No entiendo cómo alguien puede ser una asesino de estrellas, ellas están en el cielo nocturno no en la tierra. Son incapaces de morir y menos ser matadas por nadie. Pero, a estas alturas, sé que no importa qué lo que diga no pueda comprenderlo. -No quiero matar estrellas pero necesito las monedas-.
Rápidamente, se me ocurre una idea para demostrar a la chica que estoy mintiendo. Saco la bolsa de monedas que guardo en el doble fondo de mi carcaj, está llena. He hecho muchos trabajos en las ciudades humanas para ganarme estas monedas. No he matado a nadie por esto. Abro la bolsa y se la enseño a Windorin, puede ver bien claro que no necesito las monedas; hay muchas en mi bolsa. La miro directamente a los ojos. Tengo la seguridad y firmeza que me hacen falta para poder alzar la cabeza y abrir los parpados que tanto me pesaban. La chica puede ver que no soy un asesino de estrellas, tengo monedas, no necesito asesinar nada para conseguir más.
-Estas son las monedas que me pagaron para darte caza-. Dicen las mentiras arruinando mi plan. Hago movimientos rápidos con la cabeza intento negar lo que acabo de decir, pero pronto las mentiras vuelven a tomar el control de mi cuerpo y transforman el “no” de mi cabezá en un “sí”.
La chica coge el papel que había lanzado hacia mi espalda. Yo no la veo cogerlo, tengo los ojos cerrados pues los parpados también comenzaban a pesarme. Sé que ha cogido el papel por el sonido que hace al estirarlo y por la pregunta de la joven elfa.
Windorin repite la palabra “estrellas”, aquella que más destaca en mi última mentira. Minutos antes, le reñí por haber dicho que podíamos ver las estrellas en la posada y ahora yo le había dicho que mi habitación está llena de estrellas. Mis mentiras no tienen sentido. Cada vez es más difícil marcar un orden sobre lo ellas dicen y mucho más difícil es impedir que salgan de mi boca. Ya no hay una barrera que cubra mi boca, tengo las manos ocupadas sosteniéndome la cabeza. Temo el momento en que Windorin me haga una pregunta y las mentiras tomen el control de mis palabras.
Por mucho que desee que la chica se retrase al hablar, ella no lo hace y, pronto, me pregunta algo que no sé qué significa. Solo quería dar un paseo nocturno y para ver las estrellas. No deseo matar a nadie, el collar me lo dio Aliena no la abuela de Windorin, en la habitación no hay ninguna estrella y nadie más que Idril está enamorada de mí. O al menos, esto último, lo quiero seguir creyendo aunque en mi interior piense que es mentira, tanto como las mentiras que dicen las voces.
Alguien me coge las manos, es Windorin. Se ha levantado de la cama y ha venido donde yo estoy. Mi cabeza, sin el sostén de mis manos cae ligeramente por el peso de mis pensamientos. Mantengo la posición curva en mi cuello unos instantes. No puedo levantar mi cabeza, tampoco soy capaz de abrir los ojos. No importa lo que diga la chica para intentar relajarme al decir que me haga daño; una elfa tan pequeña es incapaz de hacerme ningún mal. Son las mentiras lo que hacen daño, a mí y a ella; las mentiras son las culpables de que Windorin haya llorado y se haya desmayado.
-Yo sí planeo hacerte daño. Me pagaron para que lo hiciera-. Las mentiras salen en el mismo tono de voz que hablaba Windorin.- Soy un asesino de estrellas. He matado a muchas como tú-. No entiendo cómo alguien puede ser una asesino de estrellas, ellas están en el cielo nocturno no en la tierra. Son incapaces de morir y menos ser matadas por nadie. Pero, a estas alturas, sé que no importa qué lo que diga no pueda comprenderlo. -No quiero matar estrellas pero necesito las monedas-.
Rápidamente, se me ocurre una idea para demostrar a la chica que estoy mintiendo. Saco la bolsa de monedas que guardo en el doble fondo de mi carcaj, está llena. He hecho muchos trabajos en las ciudades humanas para ganarme estas monedas. No he matado a nadie por esto. Abro la bolsa y se la enseño a Windorin, puede ver bien claro que no necesito las monedas; hay muchas en mi bolsa. La miro directamente a los ojos. Tengo la seguridad y firmeza que me hacen falta para poder alzar la cabeza y abrir los parpados que tanto me pesaban. La chica puede ver que no soy un asesino de estrellas, tengo monedas, no necesito asesinar nada para conseguir más.
-Estas son las monedas que me pagaron para darte caza-. Dicen las mentiras arruinando mi plan. Hago movimientos rápidos con la cabeza intento negar lo que acabo de decir, pero pronto las mentiras vuelven a tomar el control de mi cuerpo y transforman el “no” de mi cabezá en un “sí”.
Sarez
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Wind observó atentamente como el elfo tenía los ojos cerrados y como aun así, seguía teniendo una expresión de terror en el rostro. La joven no sabía que estaba pasando, no comprendía al elfo y este tampoco parecía entenderla, las pregunta que la elfa lanzó se quedó sin respuesta tal y como había pasado ya anteriormente.
La muchacha estaba agotada, no sabía cómo tratar con él ni sabía cómo conseguir las respuestas que tanto anhelaba pero aún con todo, no pensaba quedarse si las explicaciones a todas sus preguntas, por mucho que le costara conseguirlas.
“Está avergonzado?” Se preguntó Wind mientras veía que Sarez no levantaba la cabeza. Nos quedamos unos segundos en silencio, hasta que el elfo terminó con él y empezó a hablar.
En ese momento, Wind deseó que no hubiera hablado, aún con las manos del elfo sujetas escuchó con atención aquella confesión y mientras aún estaba digiriendo la primera, llegó la segunda como una bofetada dejando a Wind sin poder apartar la mirada de Sarez. -¿Dinero? ¿Me estás diciendo, que vas matando a gente sin sentido solo porque te pagan?- Exclamó la joven rabiosa mientras apretaba las manos del elfo con fuerza. Seguía mirándola completamente asombrada, pero ahora en su mirada había rabia, mucha más de la que Wind había experimentado nunca pues, aunque ya hubiera dicho antes que había sido contratado, no había dicho tan abiertamente que todo era una cuestión de dinero.
La joven soltó las manos del elfo repentinamente y con una ira en la voz que enmascaraba en miedo que sentía, se encaró con aquel elfo –Si planeas matarme, no pienso ponértelo fácil-
Las lágrimas que aún no habían abandonado sus ganas de salir, empezaban a resultar completamente irrefrenables. Tenía los ojos llorosos y en cualquier momento empezaría a llorar de nuevo, mientras se alejaba un par de pequeños pasos hacia atrás como si con aquella distancia estuviera segura de aquel hombre.
Wind observa a Sarez levantarse como si estuviera realmente contento, sólo le faltaba una sonrisa para que la joven estuviera segura de aquello pero lo que no se esperaba es que cogiera su carcaj. La joven estaba pálida “¿Voy a ser… asesinada? ¿Sin si quiera conocer el motivo?” Pensó mientras las piernas le temblaban, quería salir de allí y quería hacerlo rápido o tal vez era mejor gritar Wind no estaba segura, pero ninguna de aquellas dos opciones parecía ser factible, pues se encontraba completamente helada, no era capaz de mover ni un músculo ni emitir un solo sonido. Sólo podía observar y esperar.
De nuevo, sin comprender que estaba haciendo, la joven continuó observándolo mientras sacaba una bolsa de oro “¿Pero qué…?” Empezó a pensar justo antes de que llegara la explicación. Desde luego, esa no estaba siendo su noche, hacerse la cena en casa hubiera sido mucho más pacifico.
Hubiera sido mejor que el elfo no le hubiera dado ninguna explicación pero aún así, la joven la primera idea que se pasó por la cabeza fue “¿Quién tiene tanto dinero como para gastárselo en matarme?” Aquellos asentimientos no ayudaban a que la joven pudiera tranquilizarse lo más mínimo pero esa idea se fue tan rápido como vino, para dar paso al terror más absoluto al pensar que en realidad iba a ser asesinada. Seguía sin poder mover sus extremidades, estaba completamente helada, no era capaz de hablar y sus articulaciones no respondían. Había olvidado las declaraciones de amor anteriores, como si jamás hubieran sido dichas y sabía que, a pesar de sus palabras anteriores, si aquel hombre quería asesinarla, podría hacerlo sin dificultad.
La joven temía por su vida. No tenía nada con lo que defenderse y ni siquiera estaba segura de que iba a hacer a continuación, así que simplemente se quedó observando a Sarez esperando algún tipo de reacción mientras que su cerebro parecía por fin reaccionar, al menos a medias y pudo empezar a hablar de nuevo. -¿Por qué haces esto? Yo no te he hecho nada…- Dijo mientras las lágrimas volvían a correr por su rostro.
–No quiero morir- Añadió con un hilo de voz mientras tartamuedaba
La muchacha estaba agotada, no sabía cómo tratar con él ni sabía cómo conseguir las respuestas que tanto anhelaba pero aún con todo, no pensaba quedarse si las explicaciones a todas sus preguntas, por mucho que le costara conseguirlas.
“Está avergonzado?” Se preguntó Wind mientras veía que Sarez no levantaba la cabeza. Nos quedamos unos segundos en silencio, hasta que el elfo terminó con él y empezó a hablar.
En ese momento, Wind deseó que no hubiera hablado, aún con las manos del elfo sujetas escuchó con atención aquella confesión y mientras aún estaba digiriendo la primera, llegó la segunda como una bofetada dejando a Wind sin poder apartar la mirada de Sarez. -¿Dinero? ¿Me estás diciendo, que vas matando a gente sin sentido solo porque te pagan?- Exclamó la joven rabiosa mientras apretaba las manos del elfo con fuerza. Seguía mirándola completamente asombrada, pero ahora en su mirada había rabia, mucha más de la que Wind había experimentado nunca pues, aunque ya hubiera dicho antes que había sido contratado, no había dicho tan abiertamente que todo era una cuestión de dinero.
La joven soltó las manos del elfo repentinamente y con una ira en la voz que enmascaraba en miedo que sentía, se encaró con aquel elfo –Si planeas matarme, no pienso ponértelo fácil-
Las lágrimas que aún no habían abandonado sus ganas de salir, empezaban a resultar completamente irrefrenables. Tenía los ojos llorosos y en cualquier momento empezaría a llorar de nuevo, mientras se alejaba un par de pequeños pasos hacia atrás como si con aquella distancia estuviera segura de aquel hombre.
Wind observa a Sarez levantarse como si estuviera realmente contento, sólo le faltaba una sonrisa para que la joven estuviera segura de aquello pero lo que no se esperaba es que cogiera su carcaj. La joven estaba pálida “¿Voy a ser… asesinada? ¿Sin si quiera conocer el motivo?” Pensó mientras las piernas le temblaban, quería salir de allí y quería hacerlo rápido o tal vez era mejor gritar Wind no estaba segura, pero ninguna de aquellas dos opciones parecía ser factible, pues se encontraba completamente helada, no era capaz de mover ni un músculo ni emitir un solo sonido. Sólo podía observar y esperar.
De nuevo, sin comprender que estaba haciendo, la joven continuó observándolo mientras sacaba una bolsa de oro “¿Pero qué…?” Empezó a pensar justo antes de que llegara la explicación. Desde luego, esa no estaba siendo su noche, hacerse la cena en casa hubiera sido mucho más pacifico.
Hubiera sido mejor que el elfo no le hubiera dado ninguna explicación pero aún así, la joven la primera idea que se pasó por la cabeza fue “¿Quién tiene tanto dinero como para gastárselo en matarme?” Aquellos asentimientos no ayudaban a que la joven pudiera tranquilizarse lo más mínimo pero esa idea se fue tan rápido como vino, para dar paso al terror más absoluto al pensar que en realidad iba a ser asesinada. Seguía sin poder mover sus extremidades, estaba completamente helada, no era capaz de hablar y sus articulaciones no respondían. Había olvidado las declaraciones de amor anteriores, como si jamás hubieran sido dichas y sabía que, a pesar de sus palabras anteriores, si aquel hombre quería asesinarla, podría hacerlo sin dificultad.
La joven temía por su vida. No tenía nada con lo que defenderse y ni siquiera estaba segura de que iba a hacer a continuación, así que simplemente se quedó observando a Sarez esperando algún tipo de reacción mientras que su cerebro parecía por fin reaccionar, al menos a medias y pudo empezar a hablar de nuevo. -¿Por qué haces esto? Yo no te he hecho nada…- Dijo mientras las lágrimas volvían a correr por su rostro.
–No quiero morir- Añadió con un hilo de voz mientras tartamuedaba
Windorind Crownguard
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Mis mentiras la hacen sufrir. Sus lágrimas salen de sus ojos siguiendo el camino que su tez le muestra. Las veo bajando muy lentamente por los surcos de su piel. Está herida por los golpes que no sangran y es por mi culpa. No me atrevo a mirar sus ojos oscuros bañados por el resplandor de las lágrimas. Me odio a mi mismo por haberla herido. Yo no quería, fueron las voces, esas voces mentirosas que no callan ni hacen que yo calle. A ellas también las odio, tanto como me odio a mi mismo. No importa qué haga y no importa con qué forma me comunique con Windorin, las mentiras se apoderarán de mí y le harán llorar.
Aprieto los puños con un gran gesto de ira e impotencia. No quiero que llore, tampoco matarla como dicen las mentiras.
-Ya es demasiado tarde.- Digo sin poder decidir qué decir.-Soy un asesino de estrellas. Debo hacer mi trabajo.-
La puerta dela habitación se abre. Es la mesonera de Doce Millas, en su mano derecha lleva una bandeja con dos platos con comida. Muslos de pollo con patatas. Hacía años que no como con cubiertos, muchos más años que no veo platos tan especialmente repletos. Recuerdo que Windorin amenazó a la mesonera, tal vez ella se preocupó de servirnos como si fuéramos dos altos nobles. Las mentiras de Windorin fueron poderosas para asustar a la mesonera, igual como las mías lo son para asustarla a ella.
-Les traigo la cena.- Dice la mesonera con un hilo de voz al observar la escena que se presencia en la habitación. -Pero creo que he llegado en mal momento.-
-Largo.- Contesto con una voz terriblemente fría. –Largo de aquí.- No alzo la voz. Me mantengo firme y sereno para no dañar todavía más a Windorin.
-Sí, sí, claro señor. Les dejaré tranquilos.- Dice la mesonera asustada dejando la bandeja de comida a un lado de la cama.
-Largo.- Vuelvo a repetir cogiendo un par de monedas de la bolsa que sostengo en las manos y lanzándoselas. La mesonera las coge y cierra la puerta por dónde había entrado con mucho cuidado. –Cena.- Le digo a Windorin. Ella quería cenar, ya tiene la comida que deseaba. Eso le hará sentirse bien y le curará las heridas que le han causado las mentiras.
Cierro la bolsa y la guardo en el carcaj con miedo de dirigir la mirada hacia la chica. No la quiero ver llorar, no sabiendo que es por mi culpa. Las mentiras están a punto de salir de mi boca pero, antes de que digan nada las hago callar mordiéndome la lengua. Me hago daño y sangre en al lengua, pero no me importa mientras la chica deje de llorar.
Aprieto los puños con un gran gesto de ira e impotencia. No quiero que llore, tampoco matarla como dicen las mentiras.
-Ya es demasiado tarde.- Digo sin poder decidir qué decir.-Soy un asesino de estrellas. Debo hacer mi trabajo.-
La puerta dela habitación se abre. Es la mesonera de Doce Millas, en su mano derecha lleva una bandeja con dos platos con comida. Muslos de pollo con patatas. Hacía años que no como con cubiertos, muchos más años que no veo platos tan especialmente repletos. Recuerdo que Windorin amenazó a la mesonera, tal vez ella se preocupó de servirnos como si fuéramos dos altos nobles. Las mentiras de Windorin fueron poderosas para asustar a la mesonera, igual como las mías lo son para asustarla a ella.
-Les traigo la cena.- Dice la mesonera con un hilo de voz al observar la escena que se presencia en la habitación. -Pero creo que he llegado en mal momento.-
-Largo.- Contesto con una voz terriblemente fría. –Largo de aquí.- No alzo la voz. Me mantengo firme y sereno para no dañar todavía más a Windorin.
-Sí, sí, claro señor. Les dejaré tranquilos.- Dice la mesonera asustada dejando la bandeja de comida a un lado de la cama.
-Largo.- Vuelvo a repetir cogiendo un par de monedas de la bolsa que sostengo en las manos y lanzándoselas. La mesonera las coge y cierra la puerta por dónde había entrado con mucho cuidado. –Cena.- Le digo a Windorin. Ella quería cenar, ya tiene la comida que deseaba. Eso le hará sentirse bien y le curará las heridas que le han causado las mentiras.
Cierro la bolsa y la guardo en el carcaj con miedo de dirigir la mirada hacia la chica. No la quiero ver llorar, no sabiendo que es por mi culpa. Las mentiras están a punto de salir de mi boca pero, antes de que digan nada las hago callar mordiéndome la lengua. Me hago daño y sangre en al lengua, pero no me importa mientras la chica deje de llorar.
Sarez
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Re: Otro tipo de estrellas [interpretativo][libre] [Cerrado]
Wind seguía mirando al elfo completamente aterrada y esa última declaración de intenciones desde luego no ayudó a que pudiera volver a moverse de nuevo. Las lágrimas caían como una lluvia torrencial por su rostro mientras un silencio sepulcral las acompañaba.
Necesitaba volver a reaccionar, poder moverse de nuevo y hablar para intentar salir de aquella situación, pero su cerebro no quería colaborar y lo único que hacía era decirle que se estuviera quieta, como un conejo al que deslumbran en mitad de la noche.
La elfa vio a la mesonera, y clavó su mirada en ella como si fuera su único medio de escape. No se fijó en la comida simplemente la miró suplicante intentando que la ayudara, suplicas que por otra parte, sabía no iban a tener una respuesta. Los guardias no se acercaban a las tabernas, sobre todo si eran bien sobornados para no meter las narices en los asuntos de las posadas por lo que Wind sabía que seguía sola intentando salvar su vida.
La tabernera desvió la mirada de la joven con la intención de hacer como si no hubiera visto nada y empezó a ir hacia la puerta cuando el elfo se lo ordenó. La voz seria y fría de Sarez le pareció ridículamente distinta a como había hablado hasta el momento y el contraste de aquellas palabras con las actitudes infantiles que había tenido hasta ese momento la desconcertaron aún más de lo que ya estaba.
Las monedas que el elfo acababa de dar a la señora, Wind las percibió como su propia sentencia pues con aquel pago estaba segura que nadie volvería a entrar en aquella habitación hasta como mínimo, la mañana siguiente.
El llanto seguía sobre su rostro y no parecía tener intención de parar hasta que una escueta orden llegó a los oídos de Wind haciendo que diera un respingo. -¿Cenar?- Dijo confundida la muchacha con un hilo de voz “¿Si va a matarme que le importa que cene o no?” Pero no podía negar que aquello lo vio como una pequeña salvación.
Si bien era cierto que la elfa tenía un nudo en la boca del estómago y tendría suerte si no vomitaba hasta el desayuno, aquello le daría un rato para pensar en que hacer a continuación y a cómo salir ilesa de aquella habitación.
Su cuerpo comenzó a moverse de nuevo aunque con cierta rigidez. Despues de uno segundos, cuando los músculos parecían más desentumecidos echó a andar despacio hasta donde estaba la bandeja con la cena y se sentó en la cama, sin intención alguna de moverse de allí hasta haber terminado con todo lo que había en la bandeja sin pensar si quiera en si Sarez tendría hambre o no.
La elfa comenzó a comer lentamente sin desviar la mirada del pollo mientras intentaba cavilar alguna manera de salir de aquella tensa situación. La joven se esforzó por parecer lo más serena posible, como si aquello no la aterrara aunque probablemente, sin mucho éxito.
A los pocos minutos de estar en silencio, la joven intentó conseguir respuesta a otra de sus preguntas y reuniendo todo el valor del que disponía preguntó - ¿Por qué dijiste que me amas si apenas acabamos de conocernos?- Intentó que sonara desvalido con la esperanza de apelar a la ternura como método para salir viva, pero no veía nada claro que aquello pudiera dar resultado así que por si acaso, continuó pensando maneras de que aquel elfo no la matara.
Necesitaba volver a reaccionar, poder moverse de nuevo y hablar para intentar salir de aquella situación, pero su cerebro no quería colaborar y lo único que hacía era decirle que se estuviera quieta, como un conejo al que deslumbran en mitad de la noche.
La elfa vio a la mesonera, y clavó su mirada en ella como si fuera su único medio de escape. No se fijó en la comida simplemente la miró suplicante intentando que la ayudara, suplicas que por otra parte, sabía no iban a tener una respuesta. Los guardias no se acercaban a las tabernas, sobre todo si eran bien sobornados para no meter las narices en los asuntos de las posadas por lo que Wind sabía que seguía sola intentando salvar su vida.
La tabernera desvió la mirada de la joven con la intención de hacer como si no hubiera visto nada y empezó a ir hacia la puerta cuando el elfo se lo ordenó. La voz seria y fría de Sarez le pareció ridículamente distinta a como había hablado hasta el momento y el contraste de aquellas palabras con las actitudes infantiles que había tenido hasta ese momento la desconcertaron aún más de lo que ya estaba.
Las monedas que el elfo acababa de dar a la señora, Wind las percibió como su propia sentencia pues con aquel pago estaba segura que nadie volvería a entrar en aquella habitación hasta como mínimo, la mañana siguiente.
El llanto seguía sobre su rostro y no parecía tener intención de parar hasta que una escueta orden llegó a los oídos de Wind haciendo que diera un respingo. -¿Cenar?- Dijo confundida la muchacha con un hilo de voz “¿Si va a matarme que le importa que cene o no?” Pero no podía negar que aquello lo vio como una pequeña salvación.
Si bien era cierto que la elfa tenía un nudo en la boca del estómago y tendría suerte si no vomitaba hasta el desayuno, aquello le daría un rato para pensar en que hacer a continuación y a cómo salir ilesa de aquella habitación.
Su cuerpo comenzó a moverse de nuevo aunque con cierta rigidez. Despues de uno segundos, cuando los músculos parecían más desentumecidos echó a andar despacio hasta donde estaba la bandeja con la cena y se sentó en la cama, sin intención alguna de moverse de allí hasta haber terminado con todo lo que había en la bandeja sin pensar si quiera en si Sarez tendría hambre o no.
La elfa comenzó a comer lentamente sin desviar la mirada del pollo mientras intentaba cavilar alguna manera de salir de aquella tensa situación. La joven se esforzó por parecer lo más serena posible, como si aquello no la aterrara aunque probablemente, sin mucho éxito.
A los pocos minutos de estar en silencio, la joven intentó conseguir respuesta a otra de sus preguntas y reuniendo todo el valor del que disponía preguntó - ¿Por qué dijiste que me amas si apenas acabamos de conocernos?- Intentó que sonara desvalido con la esperanza de apelar a la ternura como método para salir viva, pero no veía nada claro que aquello pudiera dar resultado así que por si acaso, continuó pensando maneras de que aquel elfo no la matara.
Windorind Crownguard
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Su nueva pregunta hace que me quede completamente inmóvil presa del pánico. Las mentiras pueden responder cualquier cosa. Observo a Windorin sentada en la cama mientras come lentamente. Ella también parece tener miedo. No la culpo, las mentiras le han dicho que le voy a matar y mi aspecto incita al temor. Siento pena por ella. No quería que nada de esto sucediera. Si me había quedado con ella era para que los borrachos no hiciesen con ella la clase de compañía que tanto odiaba. Pienso en acercarme a Windorin y hacerle una buena compañía. Necesita buenas palabras con las que apoyarse, palabras como las que Idril me decía cuando estaba mal. Debería decirle algo, ella lo necesita, sé que le hará bien. Pero no puedo hacerlo. Sigo en la misma posición, de pie frente a la cama, deseando que las mentiras no vuelvan a apoderarse de mis palabras.
Mi boca se abre poco a poco, las mentiras están a punto de hablar. No les importa el daño que le haya hecho a mi lengua, ellas son más poderosas. Rápidamente me tapo la boca con ambas manos antes de que le dijeran nada. No quiero decir que amo a nadie que no sea Idril, ni siquiera a Idril quiero decir que la amo. Pues, ella desapareció de mi vida hace mucho tiempo. Recordarla no hace que pueda sentirme mejor, solo consigue que olvide las mentiras y me centre en la cara de malestar de la joven Windorin.
Noto mi cuerpo más pesado, vuelve a estar móvil, pero eso no hace que no me note tan rígido como el tronco de un árbol. Lentamente, me acerco a la cama, al lugar donde está sentada Windorin. Me siento a su lado y, sin mediar palabra que las mentiras puedan apoderarse, rodeo a la chica con un caluroso abrazo igual que hacía Idril conmigo cuando era yo quien tenía miedo.
-Sí te conozco.- Dicen las mentiras en un susurro mientras la abrazo. - Tu abuela me habló de ti. Me dijo cosas maravillosas que hicieron que me enamorase.- Suspiro lentamente. Es imposible callar a las mentiras, solo me contento con que la chica deje de llorar. Ojala deje de llorar.
Giro mi vista al otro lado de la cama y veo el collar de escamas de sirena que me regaló Aliena. Cuando Windorin lo vio sonrió, muy poco pero lo hizo. Cojo el collar. Tengo una nueva idea para hacer que la chica deje al fin de llorar. Ato el collar sobre el cuello de Windorin con cuidado de no estirar su larga melena morena. Al tener el pelo largo, sé de buena mano lo molesto que es cuando se me engancha en el collar.
-Quédatelo.- Le digo a Windorin con voz pesada haciendo fuerza para que las mentiras no digan nada indebido. -Ahora es tuyo.-
Mi boca se abre poco a poco, las mentiras están a punto de hablar. No les importa el daño que le haya hecho a mi lengua, ellas son más poderosas. Rápidamente me tapo la boca con ambas manos antes de que le dijeran nada. No quiero decir que amo a nadie que no sea Idril, ni siquiera a Idril quiero decir que la amo. Pues, ella desapareció de mi vida hace mucho tiempo. Recordarla no hace que pueda sentirme mejor, solo consigue que olvide las mentiras y me centre en la cara de malestar de la joven Windorin.
Noto mi cuerpo más pesado, vuelve a estar móvil, pero eso no hace que no me note tan rígido como el tronco de un árbol. Lentamente, me acerco a la cama, al lugar donde está sentada Windorin. Me siento a su lado y, sin mediar palabra que las mentiras puedan apoderarse, rodeo a la chica con un caluroso abrazo igual que hacía Idril conmigo cuando era yo quien tenía miedo.
-Sí te conozco.- Dicen las mentiras en un susurro mientras la abrazo. - Tu abuela me habló de ti. Me dijo cosas maravillosas que hicieron que me enamorase.- Suspiro lentamente. Es imposible callar a las mentiras, solo me contento con que la chica deje de llorar. Ojala deje de llorar.
Giro mi vista al otro lado de la cama y veo el collar de escamas de sirena que me regaló Aliena. Cuando Windorin lo vio sonrió, muy poco pero lo hizo. Cojo el collar. Tengo una nueva idea para hacer que la chica deje al fin de llorar. Ato el collar sobre el cuello de Windorin con cuidado de no estirar su larga melena morena. Al tener el pelo largo, sé de buena mano lo molesto que es cuando se me engancha en el collar.
-Quédatelo.- Le digo a Windorin con voz pesada haciendo fuerza para que las mentiras no digan nada indebido. -Ahora es tuyo.-
Sarez
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Wind levantó la mirada después de realizar la pregunta, sin saber muy bien que se iba a encontrar pero lo que no esperaba ver era miedo. Era extraño, no podía seguirle el ritmo no entendía en que pensaba aquel elfo y eso hacía que la joven estuviera aún más tensa pues, era completamente impredecible y sin poder comprenderle, no podría salir de aquella situación ilesa.
De un momento a otro, la expresión de Sarez cambió… ¿Pena? La joven definitivamente no lo entendía, pero si aquel que decía ser su asesino sentía pena significaba que era menos probable que acabara muerta o al menos, eso esperaba. Después de ver aquello, simplemente volvió a bajar la mirada las lágrimas parecían empezar a calmarse pero a cambio su estómago la incomodaba cada vez más.
El rápido movimiento del elfo hizo que la joven levantara la mirada de nuevo lentamente “¿Otra vez?” Pensó al verle taparse la boca “¿Es que tanto le incomoda responderme cuando ha sido él el que me ha lanzado aquellas extrañas afirmaciones?” volvió a agachar la mirada mientras pensaba en alguna otra cosa que pudiera sacarla que de aquello mientras temor pasaba a convertirse en decisión “No pienso morir” Repitió en su mente tantas veces como pudo, como si de aquella manera realmente pudiera llegar a salvarse.
La joven no se dio cuenta de que el elfo se estaba acercando hasta que notó que éste se sentaba a su lado -¿Pero qué…?- dijo en una voz casi inaudible cuando éste se sentó a su lado. La joven se quedó completamente inmóvil, con todo su cuerpo en tensión como si fuera una animal acorralada dispuesto a saltar en cualquier momento y de repente, ante la sorpresa de Wind el que decía ser su asesino, la abrazó -¿Q-Qué haces?- Preguntó la joven completamente asombrada. Tenía los ojos abiertos como platos sin entender aquella actuación. “¿Intenta consolarme?” Pensó con cierta ironía debido a la situación. “Mi asesino intenta darme consuelo” Desde luego, era raro. Mucho más raro de lo que se habría esperado. No le devolvió el abrazo, no le salió de dentro hacerlo, no iba a abrazar a alguien que tenía la intención de acabar con su vida
De repente las palabras volvieron a brotar de los labios de Sarez, la elfa pensó que tal vez aquellas serían las respuestas que tanto anhelaba y así era, pero desde luego no era lo que esperaba escuchar. Wind sin poder evitarlo hizo un pequeño resumen en su cabeza de la situación –Mi abuela, la cual según tú estaba enamorada de ti ¿Hizo que te enamoraras de mí?- Cuanto más lo pensaba más absurdo le parecía estaba completamente asombrada pues cada vez que el elfo hablaba Wind acababa completamente sorprendida. Aquello acabó con sus lágrimas de un plumazo, probablemente por la sorpresa de la confesión pero el hecho era que por fin había dejado de llorar.
“¿Por qué hace esto? ¿Qué espera conseguir?" La elfa se quedó reflexionando sobre aquello durante un rato hasta que Sarez le colocó el collar y como si de un modo automático se tratara se lo agradeció –Gracias…- “Pero de poco me sirve si me vas a matar” añadió para sí misma, aun así, aquello era un adelanto, cada vez se notaba más a salvo. La tensión anterior se estaba desvaneciendo poco a poco y Wind lo agradecía.
Aprovechando la situación lanzó otra pregunta, tal vez poco a poco consiguiera contestar todas sus dudad de una manera más o menos satisfactoria -¿Por qué conocías a mi abuela? ¿Dónde lo hiciste?- Esperaba una respuesta algo menos rara que la que le había dado antes, pero estaba bastante convencida de que aquello no iba a ocurrir.
Se quedó tocando el collar despacio durante unos segundos como si aquello fuera un enrome tesoro pues le hacía francamente feliz tener algo de su abuela con ella, la echaba de menos. Aquel pensamiento hizo que se envalentonara y soltó otra pregunta mientras miraba al elfo a los ojos – ¿Quién te ha enviado a… matarme?- Esperaba no haberse pasado con aquella pregunta, no quería tensar demasiado su suerte, pero esa pregunta era probablemente la más importantes de las que tenía y quería obtener alguna respuesta.
De un momento a otro, la expresión de Sarez cambió… ¿Pena? La joven definitivamente no lo entendía, pero si aquel que decía ser su asesino sentía pena significaba que era menos probable que acabara muerta o al menos, eso esperaba. Después de ver aquello, simplemente volvió a bajar la mirada las lágrimas parecían empezar a calmarse pero a cambio su estómago la incomodaba cada vez más.
El rápido movimiento del elfo hizo que la joven levantara la mirada de nuevo lentamente “¿Otra vez?” Pensó al verle taparse la boca “¿Es que tanto le incomoda responderme cuando ha sido él el que me ha lanzado aquellas extrañas afirmaciones?” volvió a agachar la mirada mientras pensaba en alguna otra cosa que pudiera sacarla que de aquello mientras temor pasaba a convertirse en decisión “No pienso morir” Repitió en su mente tantas veces como pudo, como si de aquella manera realmente pudiera llegar a salvarse.
La joven no se dio cuenta de que el elfo se estaba acercando hasta que notó que éste se sentaba a su lado -¿Pero qué…?- dijo en una voz casi inaudible cuando éste se sentó a su lado. La joven se quedó completamente inmóvil, con todo su cuerpo en tensión como si fuera una animal acorralada dispuesto a saltar en cualquier momento y de repente, ante la sorpresa de Wind el que decía ser su asesino, la abrazó -¿Q-Qué haces?- Preguntó la joven completamente asombrada. Tenía los ojos abiertos como platos sin entender aquella actuación. “¿Intenta consolarme?” Pensó con cierta ironía debido a la situación. “Mi asesino intenta darme consuelo” Desde luego, era raro. Mucho más raro de lo que se habría esperado. No le devolvió el abrazo, no le salió de dentro hacerlo, no iba a abrazar a alguien que tenía la intención de acabar con su vida
De repente las palabras volvieron a brotar de los labios de Sarez, la elfa pensó que tal vez aquellas serían las respuestas que tanto anhelaba y así era, pero desde luego no era lo que esperaba escuchar. Wind sin poder evitarlo hizo un pequeño resumen en su cabeza de la situación –Mi abuela, la cual según tú estaba enamorada de ti ¿Hizo que te enamoraras de mí?- Cuanto más lo pensaba más absurdo le parecía estaba completamente asombrada pues cada vez que el elfo hablaba Wind acababa completamente sorprendida. Aquello acabó con sus lágrimas de un plumazo, probablemente por la sorpresa de la confesión pero el hecho era que por fin había dejado de llorar.
“¿Por qué hace esto? ¿Qué espera conseguir?" La elfa se quedó reflexionando sobre aquello durante un rato hasta que Sarez le colocó el collar y como si de un modo automático se tratara se lo agradeció –Gracias…- “Pero de poco me sirve si me vas a matar” añadió para sí misma, aun así, aquello era un adelanto, cada vez se notaba más a salvo. La tensión anterior se estaba desvaneciendo poco a poco y Wind lo agradecía.
Aprovechando la situación lanzó otra pregunta, tal vez poco a poco consiguiera contestar todas sus dudad de una manera más o menos satisfactoria -¿Por qué conocías a mi abuela? ¿Dónde lo hiciste?- Esperaba una respuesta algo menos rara que la que le había dado antes, pero estaba bastante convencida de que aquello no iba a ocurrir.
Se quedó tocando el collar despacio durante unos segundos como si aquello fuera un enrome tesoro pues le hacía francamente feliz tener algo de su abuela con ella, la echaba de menos. Aquel pensamiento hizo que se envalentonara y soltó otra pregunta mientras miraba al elfo a los ojos – ¿Quién te ha enviado a… matarme?- Esperaba no haberse pasado con aquella pregunta, no quería tensar demasiado su suerte, pero esa pregunta era probablemente la más importantes de las que tenía y quería obtener alguna respuesta.
Windorind Crownguard
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Funciona, por fin una de idea mía cobra éxito. La chica ha dejado de llorar. Esta vez, las voces no han dicho nada para volver a hacer surgir las lágrimas de sus ojos. Me han dejado que pudiera darle el collar de escamas sin que ninguna otra mentira saliera de mi boca. Suspiro de agotamiento y, a la vez, sonrío levemente. No entiende nada de lo que sucede, es demasiado complicado. Pero, por lo menos, la chica ha dejado de llorar y eso ya es algo que debo agradecer. Es lo único bueno que he hecho esta noche. No me importa no volver a ver el collar de escamas que me regaló Aliena si con eso Windorin no llora de la misma forma que yo lloré cuando me desterraron o cuando se fue Idril.
-De nada.- Mis palabras están acompañadas de una pequeña sonrisa. Solo es un brote, no una sonrisa completa como las que hacía cuando estaba junto a Idril. Esta, en comparación, es solo una leve curva en mis labios.
Ahora, más calmada, Windorin vuelve a preguntar sobre su abuela. Ella no lo entiende. Sigue sin comprender que por cada pregunta suya, las voces contestarán una mentira nueva. Lo peor de todo, es que no se lo puedo decir. Siempre que lo he intentado, las voces han vuelto a mentir. No sé que más puedo hacer para darle a entender que no soy capaz de responder a nada de lo que me dice.
Inmediatamente, cuando me pregunta, giro la cabeza para no encontrarme con sus ojos. Aprieto mis puños con fuerza. Noto mis uñas clavándose en las palmas de mis manos. Creo que, incluso, me he hecho sangre. Supongo que la chica me verá nervioso pero, aun así, no dejará de preguntarme cosas y yo no podré dejar de mentirle con otras cosas.
-Éramos vecinos en la ciudad de los brujos. Ella vivía en la casa roja con tejas marrones, yo en la casa de al lado, marrón con tejas rojas.- Nunca he estado en la ciudad de los brujos. Solo en las afueras y solo para matar a un brujo de oscuridad. Él fue quien me arrancó medio oreja con uno de sus orbes oscuros. Al brujo no le gustaban los elfos y a mí no me gustan los brujos; ellos son unos tramposos y unos malvados que solo les importan sus intereses antes que los demás. Todos ellos son iguales. No quiero vivir en una ciudad de tramposos, no quiero decir que he vivido allí. Aprieto más los puños sobre si mismos, pero no por ellos consigo parar las mentiras. -Tu abuela invitaba a té y pastas a todos sus vecinos, todos brujos menos yo.-
Sigo mirando hacia la pared dando la espalda a la chica cuando ella lanza una nueva pregunta. Otra vez habla sobre que quiero matarla, pero no es cierto, no quiero hacerlo. No ha entendido lo de la bolsa llena de monedas, ni tampoco el gesto de regalarle el collar ni siquiera el abrazo ha sido de utilidad. Ella no ha comprendido nada y sigue empeñada diciendo que la voy a matar cuando no es verdad. Vuelvo a suspirar de puro agotamiento pero, esta vez, no hay ni un ápice de sonrisa en mis labios.
-Tu abuela me contrató para matarte.- Las voces empiezan a mentir de la forma más taimada posible. - Tiene envidia de ti. Tú eres una estrella y ella se ha apagado. Eres joven y bella y tu abuela vieja y fea. No puedo enamorarme de ella, me he enamorado de ti y ahora ella desea que mueras.-
Puedo sentir el dolor de Windorin. Estas mentiras son demasiado fuertes. Le estoy mintiendo sobre su abuela, sobre su familia. No puedo seguir haciendo esto. No puedo seguir mintiéndole diciendo que la voy a matar. Lo mejor será que me vaya y que desaparezca de su vista y, sobre todo, de sus oídos. Pero no puedo dejarla así, volverá a llorar y volver a estar mal por mi culpa. Ya se desmayó una vez, no puedo permitir que se desmaye una segunda.
Antes de que Windorin conteste a mis mentiras, la abrazo con cariño y con dulzura. No quiero matarla, no quiero que piense que la quiero dañar cuando es mentira. Tampoco quiero que piense que estoy enamorado de ella; pero eso no me importa tanto. Se lo puede creer si así consigo que deje de sentirse mal por culpa de mis mentiras.
-De nada.- Mis palabras están acompañadas de una pequeña sonrisa. Solo es un brote, no una sonrisa completa como las que hacía cuando estaba junto a Idril. Esta, en comparación, es solo una leve curva en mis labios.
Ahora, más calmada, Windorin vuelve a preguntar sobre su abuela. Ella no lo entiende. Sigue sin comprender que por cada pregunta suya, las voces contestarán una mentira nueva. Lo peor de todo, es que no se lo puedo decir. Siempre que lo he intentado, las voces han vuelto a mentir. No sé que más puedo hacer para darle a entender que no soy capaz de responder a nada de lo que me dice.
Inmediatamente, cuando me pregunta, giro la cabeza para no encontrarme con sus ojos. Aprieto mis puños con fuerza. Noto mis uñas clavándose en las palmas de mis manos. Creo que, incluso, me he hecho sangre. Supongo que la chica me verá nervioso pero, aun así, no dejará de preguntarme cosas y yo no podré dejar de mentirle con otras cosas.
-Éramos vecinos en la ciudad de los brujos. Ella vivía en la casa roja con tejas marrones, yo en la casa de al lado, marrón con tejas rojas.- Nunca he estado en la ciudad de los brujos. Solo en las afueras y solo para matar a un brujo de oscuridad. Él fue quien me arrancó medio oreja con uno de sus orbes oscuros. Al brujo no le gustaban los elfos y a mí no me gustan los brujos; ellos son unos tramposos y unos malvados que solo les importan sus intereses antes que los demás. Todos ellos son iguales. No quiero vivir en una ciudad de tramposos, no quiero decir que he vivido allí. Aprieto más los puños sobre si mismos, pero no por ellos consigo parar las mentiras. -Tu abuela invitaba a té y pastas a todos sus vecinos, todos brujos menos yo.-
Sigo mirando hacia la pared dando la espalda a la chica cuando ella lanza una nueva pregunta. Otra vez habla sobre que quiero matarla, pero no es cierto, no quiero hacerlo. No ha entendido lo de la bolsa llena de monedas, ni tampoco el gesto de regalarle el collar ni siquiera el abrazo ha sido de utilidad. Ella no ha comprendido nada y sigue empeñada diciendo que la voy a matar cuando no es verdad. Vuelvo a suspirar de puro agotamiento pero, esta vez, no hay ni un ápice de sonrisa en mis labios.
-Tu abuela me contrató para matarte.- Las voces empiezan a mentir de la forma más taimada posible. - Tiene envidia de ti. Tú eres una estrella y ella se ha apagado. Eres joven y bella y tu abuela vieja y fea. No puedo enamorarme de ella, me he enamorado de ti y ahora ella desea que mueras.-
Puedo sentir el dolor de Windorin. Estas mentiras son demasiado fuertes. Le estoy mintiendo sobre su abuela, sobre su familia. No puedo seguir haciendo esto. No puedo seguir mintiéndole diciendo que la voy a matar. Lo mejor será que me vaya y que desaparezca de su vista y, sobre todo, de sus oídos. Pero no puedo dejarla así, volverá a llorar y volver a estar mal por mi culpa. Ya se desmayó una vez, no puedo permitir que se desmaye una segunda.
Antes de que Windorin conteste a mis mentiras, la abrazo con cariño y con dulzura. No quiero matarla, no quiero que piense que la quiero dañar cuando es mentira. Tampoco quiero que piense que estoy enamorado de ella; pero eso no me importa tanto. Se lo puede creer si así consigo que deje de sentirse mal por culpa de mis mentiras.
Sarez
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Wind se quedó perpleja al ver sonreír al elfo de aquella manera tan leve, “¿está haciendo esto para sentirse mejor consigo mismo?” No lo comprendía, pero desde luego si estaba agradecida por aquello pues ahora, tendría un recuerdo tangible al que agarrarse mientras buscaba a los ancianos.
La elfa esperó paciente a las respuestas que aquel elfo le pudiera dar mientras observaba como se le tensaban los músculos del cuerpo, además cuando apartó la mirada la joven decidió que ella no haría lo mismo, pensaba seguir observándole intentando que de aquella manera le contestara con más sinceridad. La tensión volvía a aumentar, los nervios se acrecentaban notablemente en ambos hasta que Sarez empezó a hablar.
-¿En la ciudad de los brujos?- Estaba completamente sorprendida por aquello, era absurdo, la anciana había vivido con los brujos apenas una pequeña temporada cuando era muy joven era imposible que hubieran coincidido, hacía por lo menos 30 años de aquello. –Es imposible, eso fue hace muchísimos años ¿Cuántos años tienes?- Preguntó Wind más curiosa que otra cosa.
Vio al elfo suspirar, no sabía por qué lo estaba haciendo, pero desde luego supuso que la respuesta no le iba a gustar.
La explicación no se hizo de rogar y cuando Sarez empezó a hablar a Wind se le iba cambiando la expresión del rostro, pasó de la sorpresa al odio en cuestión de segundos. Le escuchó quieta, apenas sin respirar intentando captar todo lo que el elfo le estaba diciendo “Imposible” Aquella palabra se repitió en su cabeza durante un buen rato mientras estaba helada hasta que su cerebro de repente, volvió a funcionar haciendo que las ideas se agolparan en su cabeza analizando todo aquello. “No tiene sentido, es absurdo” Fue la conclusión a la que consiguió llegar.
La elfa no pudo reprimir sus pensamientos y salieron de su boca como un torrente de palabras afiladas como cuchillas –Deja de mentirme, eso es completamente absurdo, no pudo hablarte de mí cuando ella vivió en aquella ciudad, eso fue mucho antes de que me adoptaran- Se notaba como su voz se iba haciendo más aguda según hablaba haciendo notable los nervios que sentía –Odio que me mientan y más en cosas tan crueles como esta- La joven miraba al elfo rabiosa y su cuerpo empezaba a temblar por la tensión que estaba acumulando en sus músculos.
La tensión desapareció de repente, cuando el elfo la abrazó dejándola completamente abatida. Estaba agotada de todo aquello, aquello la superaba pero de repente como si llevara un resorte en el culo, saltó de la cama tirando la bandeja al suelo, los músculos volvían a estar tensos y la ira volvió a su mirada “No quiero que me abrace” Miró a Sarez fijamente y como si las palabras lucharan por salir de su boca primero dijo –Tu historia no tiene sentido, es cruel lo que estás haciendo ¿Acaso me has mentido en todo? ¿Estabas intentando burlarte de mí?- Las lágrimas volvieron a salir lentamente, como si estuvieran ralentizadas, pero esta vez de rabia e impotencia ¿Qué podría hacer en aquella situación?
Sin dar tiempo a que el elfo le contestara a aquellas acusaciones, como un reflejo que no pudo reprimir, le dio un tortazo haciendo que la joven llorara con más intensidad que antes y callera completamente abatida al suelo de rodillas mientras se tapaba la cara con las manos. –No lo entiendo, no te entiendo, ¿Qué quieres de mí? ¿Cuántas cosas me has dicho que eran mentira? Cruel, eres muy cruel…- Farfulló entre los sollozos
La elfa esperó paciente a las respuestas que aquel elfo le pudiera dar mientras observaba como se le tensaban los músculos del cuerpo, además cuando apartó la mirada la joven decidió que ella no haría lo mismo, pensaba seguir observándole intentando que de aquella manera le contestara con más sinceridad. La tensión volvía a aumentar, los nervios se acrecentaban notablemente en ambos hasta que Sarez empezó a hablar.
-¿En la ciudad de los brujos?- Estaba completamente sorprendida por aquello, era absurdo, la anciana había vivido con los brujos apenas una pequeña temporada cuando era muy joven era imposible que hubieran coincidido, hacía por lo menos 30 años de aquello. –Es imposible, eso fue hace muchísimos años ¿Cuántos años tienes?- Preguntó Wind más curiosa que otra cosa.
Vio al elfo suspirar, no sabía por qué lo estaba haciendo, pero desde luego supuso que la respuesta no le iba a gustar.
La explicación no se hizo de rogar y cuando Sarez empezó a hablar a Wind se le iba cambiando la expresión del rostro, pasó de la sorpresa al odio en cuestión de segundos. Le escuchó quieta, apenas sin respirar intentando captar todo lo que el elfo le estaba diciendo “Imposible” Aquella palabra se repitió en su cabeza durante un buen rato mientras estaba helada hasta que su cerebro de repente, volvió a funcionar haciendo que las ideas se agolparan en su cabeza analizando todo aquello. “No tiene sentido, es absurdo” Fue la conclusión a la que consiguió llegar.
La elfa no pudo reprimir sus pensamientos y salieron de su boca como un torrente de palabras afiladas como cuchillas –Deja de mentirme, eso es completamente absurdo, no pudo hablarte de mí cuando ella vivió en aquella ciudad, eso fue mucho antes de que me adoptaran- Se notaba como su voz se iba haciendo más aguda según hablaba haciendo notable los nervios que sentía –Odio que me mientan y más en cosas tan crueles como esta- La joven miraba al elfo rabiosa y su cuerpo empezaba a temblar por la tensión que estaba acumulando en sus músculos.
La tensión desapareció de repente, cuando el elfo la abrazó dejándola completamente abatida. Estaba agotada de todo aquello, aquello la superaba pero de repente como si llevara un resorte en el culo, saltó de la cama tirando la bandeja al suelo, los músculos volvían a estar tensos y la ira volvió a su mirada “No quiero que me abrace” Miró a Sarez fijamente y como si las palabras lucharan por salir de su boca primero dijo –Tu historia no tiene sentido, es cruel lo que estás haciendo ¿Acaso me has mentido en todo? ¿Estabas intentando burlarte de mí?- Las lágrimas volvieron a salir lentamente, como si estuvieran ralentizadas, pero esta vez de rabia e impotencia ¿Qué podría hacer en aquella situación?
Sin dar tiempo a que el elfo le contestara a aquellas acusaciones, como un reflejo que no pudo reprimir, le dio un tortazo haciendo que la joven llorara con más intensidad que antes y callera completamente abatida al suelo de rodillas mientras se tapaba la cara con las manos. –No lo entiendo, no te entiendo, ¿Qué quieres de mí? ¿Cuántas cosas me has dicho que eran mentira? Cruel, eres muy cruel…- Farfulló entre los sollozos
Windorind Crownguard
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Lo ha comprendido, ya sabe que estoy mintiendo. Me ha costado hacérselo entender, pocas cosas me han costado tanto trabajo. Matar al brujo oscuro no fue tan difícil como ha sido explicar a Windorin que estoy mintiendo. Las voces no me lo han puesto fácil, nada fácil. Ha cada cosa que intentaba decir, ellas se apoderaban de mis movimientos para decir mentiras. Pero eso ha terminado. Windorin comprende mis mentiras, no tengo que esforzarme en explicar ya nada más.
Sonrío ligeramente satisfecho por haber conseguido que me entendiera y, a la vez, frunzo el ceño preocupado por las duras palabras que ella dice que, junto a su tono agudo de voz y el temblor nervioso de su cuerpo no me gusta nada. Si supiera que no puedo dejar de mentir no se enfadaría conmigo. No es culpa mía, yo no he hecho nada cruel. He intentado hacer todo lo que se me ha ocurrido y, aunque sabe que estoy mintiendo y ha dejado de llorar, sigue estando herida por culpa de las voces. Pero no ha sido suficiente, ahora ella me odia.
Las voces están a punto de decir algo, alguna de sus mentiras tal vez, pero algo les interrumpe. Windorin me da una palmada en la cara y, acto seguido, vuelve a llorar. Eso es lo que yo no quería que sucediera. Ha vuelto a caer al suelo, entre sollozos y palabras agudas, la chica no cesa de llorar.
Es todo por mi culpa, si no me hubiera conocido estaría mejor. Incluso con la compañía de los borrachos estaría mejor. Me cuelgo mi carcaj y me arco a la espalda, en mano llevo una mochila con mi ropa y algunas otras cosas que necesito para el viaje; ya lo tengo todo, ahora solo tengo que irme de la habitación. Con una mano, la que no está ocupada sosteniendo mi bolsa, en mi cara acariciando el lugar donde me golpeó la chica, me pongo en marcha para irme.
Mi despedida es mirarla desde el umbral de la puerta unos segundos. Tiene razón soy muy cruel. La voy a dejar ahí tirada en el suelo llorando. Bajo la cabeza avergonzado y una lágrima cae de mi ojo izquierdo. Siento pena por ella, está herida por culpa de las voces y no he podido salvarla. Llora, llora mucho, igual de lo que yo lloré cuando se fue Idril.
-idril…- Susurro con una voz tan suave que dudo que Windorin me haya podido escuchar.
¿Qué pensaría Idril si me viera huir así? Voy a viajar y a enfrentarme a mi destierro por ella. Irónico, lucharé contra mis problemas y al primer problema nuevo ya estoy dispuesto a huir. Doy un paso dubitativo hacia atrás, donde sigue Windorin llorando. Las mentiras van a decir algo pero, al igual que hizo ella, las callo soltando mi bolsa y dándome un guantazo en la cara. Voy hacia ella, me arrodillo enfrente suya y envuelvo sus manos con las mías en un cálido y dulce puño.
-Nada de lo que te he dicho es mentira.- Dicen las voces, intento negar con la cabeza pero, de repente, el gesto horizontal se transforma en afirmación. Otra lágrima cae de mi cara, esta vez de mi ojo derecho. La miro directamente a los ojos, con mi mirada la intento decir que estoy mintiendo y que me ocurre algo que no soy capaz de contrarlar… Pero dudo que Windorin pueda entenderme, tal vez por mi culpa ahora crea que estoy enamorado de ella, que la quiero matar, que conocí a su abuela y que la habitación está llena de estrellas.
Sonrío ligeramente satisfecho por haber conseguido que me entendiera y, a la vez, frunzo el ceño preocupado por las duras palabras que ella dice que, junto a su tono agudo de voz y el temblor nervioso de su cuerpo no me gusta nada. Si supiera que no puedo dejar de mentir no se enfadaría conmigo. No es culpa mía, yo no he hecho nada cruel. He intentado hacer todo lo que se me ha ocurrido y, aunque sabe que estoy mintiendo y ha dejado de llorar, sigue estando herida por culpa de las voces. Pero no ha sido suficiente, ahora ella me odia.
Las voces están a punto de decir algo, alguna de sus mentiras tal vez, pero algo les interrumpe. Windorin me da una palmada en la cara y, acto seguido, vuelve a llorar. Eso es lo que yo no quería que sucediera. Ha vuelto a caer al suelo, entre sollozos y palabras agudas, la chica no cesa de llorar.
Es todo por mi culpa, si no me hubiera conocido estaría mejor. Incluso con la compañía de los borrachos estaría mejor. Me cuelgo mi carcaj y me arco a la espalda, en mano llevo una mochila con mi ropa y algunas otras cosas que necesito para el viaje; ya lo tengo todo, ahora solo tengo que irme de la habitación. Con una mano, la que no está ocupada sosteniendo mi bolsa, en mi cara acariciando el lugar donde me golpeó la chica, me pongo en marcha para irme.
Mi despedida es mirarla desde el umbral de la puerta unos segundos. Tiene razón soy muy cruel. La voy a dejar ahí tirada en el suelo llorando. Bajo la cabeza avergonzado y una lágrima cae de mi ojo izquierdo. Siento pena por ella, está herida por culpa de las voces y no he podido salvarla. Llora, llora mucho, igual de lo que yo lloré cuando se fue Idril.
-idril…- Susurro con una voz tan suave que dudo que Windorin me haya podido escuchar.
¿Qué pensaría Idril si me viera huir así? Voy a viajar y a enfrentarme a mi destierro por ella. Irónico, lucharé contra mis problemas y al primer problema nuevo ya estoy dispuesto a huir. Doy un paso dubitativo hacia atrás, donde sigue Windorin llorando. Las mentiras van a decir algo pero, al igual que hizo ella, las callo soltando mi bolsa y dándome un guantazo en la cara. Voy hacia ella, me arrodillo enfrente suya y envuelvo sus manos con las mías en un cálido y dulce puño.
-Nada de lo que te he dicho es mentira.- Dicen las voces, intento negar con la cabeza pero, de repente, el gesto horizontal se transforma en afirmación. Otra lágrima cae de mi cara, esta vez de mi ojo derecho. La miro directamente a los ojos, con mi mirada la intento decir que estoy mintiendo y que me ocurre algo que no soy capaz de contrarlar… Pero dudo que Windorin pueda entenderme, tal vez por mi culpa ahora crea que estoy enamorado de ella, que la quiero matar, que conocí a su abuela y que la habitación está llena de estrellas.
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