Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Una vez cerca del muelle nos escondimos detrás de unas pequeñas cajas. Miré de costado a nuestros enemigos sin, que hablaban una lengua incomprensible y vestían con turbante.
Luego miré a mis compañeros. Formábamos un grupo demasiado variopinto para el combate, con muy poca “química”. Yo, quizás fuera la mejor combatiente del grupo. Especialmente en larga distancia, pero acostumbraba a pelear sola. Jamás tendía a compenetrarme con nadie para hacer un ataque combinado. Y tenía la sangre fría y tenacidad de un asesino. Pero me faltaba ese toque de compenetración y compañerismo con el resto de mis aliados.
Runa luchaba bien cuerpo a cuerpo, pero era demasiado temperamental y abusaba de corazón. Muy alocada. Lo que la llevaba a meterse en problemas y sentirse superada. Quizás fuera la que más espíritu tenía de todo el grupo.
Schott parecía el más inexperto en combate, pero eso no quiere decir que su labor fuera inútil. En un grupo como el nuestro su labor podría ser si cabe la más importante. Pues sus constantes bromas, su positivismo y su inocencia siempre tendían a sacar una sonrisa a alguno. Además, era el más humilde de los cuatro con diferencia. Y actuar como “pacificador” y como fuente de buen rollo a veces era más importante que saber blandir una espada.
En general, podíamos decir que el grupo tenía buen nivel de combate, pero carecía de la pieza más importante en un “ejército”: La figura del liderazgo y el carisma. Faltaba claramente un general. Alguien que pusiera orden. Que dijera “tú ve allí”, “yo haré esto” o “tranquilízate” en el momento adecuado. Nuestro “general”, o más bien nuestra general, era al que había que rescatar.
Quizás nos faltase la pieza más importante del grupo, pero había que hacer algo para rescatarla. Runa pensaba que podrían tenerlos en alguna de las grandes naves que funcionaban como almacén del puerto. Asentí con la cabeza. Sería el lugar más lógico para esconderlos. Y esperó a mi señal para comenzar el ataque. Eran tres hombres. La opción de ser pacífica la había descartado, iba a mostrar el mismo pacifismo que el tipo de la espada había mostrado con nosotros, o con el que habían secuestrado a los integrantes de la última prueba de la justa.
Recargué mi ballesta pesada con velocidad. Los virotes de 30 cm eran muy largos. El único inconveniente era que únicamente tenía un tiro. Pero podían estar seguros de que el primero al que disparase caería. También tenía mis dos ballestas pequeñas
-Voy a encargarme de los tres. Probablemente vengan más. – les dije a ambos en voz baja. – Runa, luchas bien. Tendrás que ayudarme. – A continuación miré al chico del grupo. – Schott, intenta infiltrarte en los almacenes y liberar a Alanna y los demás.
Dicho esto, salí tras mi escondite con todas las ballestas cargadas. Tenía un tiro en la pesada y tres en cada pequeña. Lo cual totalizaban siete tiros. Salí con rapidez y disparé al primer tipo con toda la tensión. Lo que hizo que se desplazara varios metros según impactaba el virote. Luego enfundé esta ballesta y desenfundé las otras dos para disparar a sus compinches.
Comenzaron a venir más. Demasiados. Y en combate sólo participaríamos Runa y yo. No veía muy bien cómo lo llevaba ella. Aún así intentaba esquivar como buenamente podía los ataques. Dando volteretas e impactando con golpes de viento tratando de alejarlos.
Todo cambió cuando apareció Wayne en escena repentinamente. Provocando una fuerte corriente de aire sobre mí que me hizo salir por los aires. Estampándome contra unas cajas de madera, que partí en dos.
-Ajá. A ti te tenía yo ganas, bruja. – declaró Wayne dirigiéndose hacia mí, mientras trataba de recomponerme del golpe. El brujo parecía ser también un tensái de aire con poderes telequinéticos. En cierto modo muy parecido a mí, y estaba si cabía más resentido por haberle privado de su imbatibilidad en el tiro con arco. Me levanté como pude.
Elevó con la mente una caja que parecía ser bastante pesada y la lanzó contra mí. Yo también sabía algo de telequinesis. Estiré mis dos brazos con fuerza y ayudada por una corriente de aire, conseguí que quedara quieta, suspendida en el aire y que chocara contra mí.
-¡Distráele, Runa! – le grité a mi compañera para que me ayudara. El tipo estaba tan concentrado como yo por tratar de lanzarme la caja. El que primero perdiese la concentración por un ataque repentino, seguramente terminaría aplastado por el objeto.
Luego miré a mis compañeros. Formábamos un grupo demasiado variopinto para el combate, con muy poca “química”. Yo, quizás fuera la mejor combatiente del grupo. Especialmente en larga distancia, pero acostumbraba a pelear sola. Jamás tendía a compenetrarme con nadie para hacer un ataque combinado. Y tenía la sangre fría y tenacidad de un asesino. Pero me faltaba ese toque de compenetración y compañerismo con el resto de mis aliados.
Runa luchaba bien cuerpo a cuerpo, pero era demasiado temperamental y abusaba de corazón. Muy alocada. Lo que la llevaba a meterse en problemas y sentirse superada. Quizás fuera la que más espíritu tenía de todo el grupo.
Schott parecía el más inexperto en combate, pero eso no quiere decir que su labor fuera inútil. En un grupo como el nuestro su labor podría ser si cabe la más importante. Pues sus constantes bromas, su positivismo y su inocencia siempre tendían a sacar una sonrisa a alguno. Además, era el más humilde de los cuatro con diferencia. Y actuar como “pacificador” y como fuente de buen rollo a veces era más importante que saber blandir una espada.
En general, podíamos decir que el grupo tenía buen nivel de combate, pero carecía de la pieza más importante en un “ejército”: La figura del liderazgo y el carisma. Faltaba claramente un general. Alguien que pusiera orden. Que dijera “tú ve allí”, “yo haré esto” o “tranquilízate” en el momento adecuado. Nuestro “general”, o más bien nuestra general, era al que había que rescatar.
Quizás nos faltase la pieza más importante del grupo, pero había que hacer algo para rescatarla. Runa pensaba que podrían tenerlos en alguna de las grandes naves que funcionaban como almacén del puerto. Asentí con la cabeza. Sería el lugar más lógico para esconderlos. Y esperó a mi señal para comenzar el ataque. Eran tres hombres. La opción de ser pacífica la había descartado, iba a mostrar el mismo pacifismo que el tipo de la espada había mostrado con nosotros, o con el que habían secuestrado a los integrantes de la última prueba de la justa.
Recargué mi ballesta pesada con velocidad. Los virotes de 30 cm eran muy largos. El único inconveniente era que únicamente tenía un tiro. Pero podían estar seguros de que el primero al que disparase caería. También tenía mis dos ballestas pequeñas
-Voy a encargarme de los tres. Probablemente vengan más. – les dije a ambos en voz baja. – Runa, luchas bien. Tendrás que ayudarme. – A continuación miré al chico del grupo. – Schott, intenta infiltrarte en los almacenes y liberar a Alanna y los demás.
Dicho esto, salí tras mi escondite con todas las ballestas cargadas. Tenía un tiro en la pesada y tres en cada pequeña. Lo cual totalizaban siete tiros. Salí con rapidez y disparé al primer tipo con toda la tensión. Lo que hizo que se desplazara varios metros según impactaba el virote. Luego enfundé esta ballesta y desenfundé las otras dos para disparar a sus compinches.
Comenzaron a venir más. Demasiados. Y en combate sólo participaríamos Runa y yo. No veía muy bien cómo lo llevaba ella. Aún así intentaba esquivar como buenamente podía los ataques. Dando volteretas e impactando con golpes de viento tratando de alejarlos.
Todo cambió cuando apareció Wayne en escena repentinamente. Provocando una fuerte corriente de aire sobre mí que me hizo salir por los aires. Estampándome contra unas cajas de madera, que partí en dos.
-Ajá. A ti te tenía yo ganas, bruja. – declaró Wayne dirigiéndose hacia mí, mientras trataba de recomponerme del golpe. El brujo parecía ser también un tensái de aire con poderes telequinéticos. En cierto modo muy parecido a mí, y estaba si cabía más resentido por haberle privado de su imbatibilidad en el tiro con arco. Me levanté como pude.
Elevó con la mente una caja que parecía ser bastante pesada y la lanzó contra mí. Yo también sabía algo de telequinesis. Estiré mis dos brazos con fuerza y ayudada por una corriente de aire, conseguí que quedara quieta, suspendida en el aire y que chocara contra mí.
-¡Distráele, Runa! – le grité a mi compañera para que me ayudara. El tipo estaba tan concentrado como yo por tratar de lanzarme la caja. El que primero perdiese la concentración por un ataque repentino, seguramente terminaría aplastado por el objeto.
Anastasia Boisson
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El mar, mientras recorría junto al hombre lobo los tejados de Baslodia podía oír la cercanía del puerto, notaba la brisa remover su pelo y el salitre en la piel, sintiéndola pegajosa, molesta, incomoda, más pesada de lo usual, no le gustaba, estaba claro que lo suyo no era el mar, prefería, de lejos, las montañas, al fin y al cabo, eran su lugar de origen, donde nació y creció, campos, flores y brisas frescas, que no trasportaban arena ni sal.
Siguió avanzando por los tejados de la zona portuaria, estaba claro que, en un lugar que manejaba el hierro y el cristal, industrias tan importantes y poderosas, necesitaban del mar, la sal y la posibilidad de expansión que permitía el transporte marítimo. El sonido de una carrera a sus pies le llamó la atención, despertando su curiosidad, había logrado llegar a los muelles, perdiéndose, como solía suceder le, por su pésimo sentido de la orientación.
A su lado, Charles se movía tenso y nervioso. Parecía estar a punto de dar un salto y atacar a alguien. Debía estar notando la tensión de la chica, que había usado demasiada fuerza para una carrera infructuosa, culpa de su mala orientación, y el sentimiento de muchos hombres lobo de proteger a quienes les caen bien o ven débiles hacía que se mantuviera a la espera, agresivo, dispuesto a romper cuellos con los dientes.
- Sh...- intentó calmarlo Alanna, agachándose sobre la cornisa de un tejado, hundiendo la mano en el grueso pelaje del lobo pardo, más grande que la media, y con unos profundos ojos amarillos que, cuando el humano tomaba consciencia, se volvían verdes.
Se levantó intentando mantener la respiración tranquila y un perfil bajo, las piernas le temblaban un poco. Odiaba usar todo su potencial de golpe, la retrasaba mucho cuando más lo necesitaba pero también hacía que su velocidad aumentase de modo casi mágico, las carreras eran lo más parecido a volar que Alanna había podido experimentar nunca y, lo cierto era que, le encantaba.
Se levantó algo tambaleante, notando enrarecerse el aire del puerto, miró hacia todos lados desde las alturas, esperando encontrar algo que le diera alguna pista de lo que estaba sucediendo. Vio, no muy lejos, la figura de Huracán, frente a frente del tipo al que se había enfrentado en el concurso de arco. Esa batalla era de la chica, de momento, no intervendría, solo lo haría si veía que necesitaba ayuda, pero Runa estaba con ella, confiaba en las posibilidades de ambas, y en sus capacidades, estaba segura de que lo conseguirían sin demasiados problemas.
Schott, debía localizar al chico, si estaba allí, podría ser su mano ganadora para sacar a los demás secuestrados. Bajó descolgándose con presteza al suelo del muelle, intentando no resbalar con los restos de pescado o el agua que cubría el terreno, El lobo, molesto por el fuerte olor, se tapó la nariz con una pata, en un gesto más humano que animal, que, a pesar del tamaño del animal, lo hizo verse, por un instante, adorable.
Alanna sonrió y siguió su camino, de vuelta a la casa franca donde se encontraba el sótano inundado de rehenes. No es que tuviera ganas de volver, pero había dado su palabra de que, si conseguía refuerzos, volvería para sacarlos de allí, y sus refuerzos habían llegado por su propio pie, cuenta, y riesgo. Sonrió mientras seguía corriendo.
Era agradable saber que importaba tanto a alguien como para que se arriesgasen por ella, hacía tiempo que pensaba que no volvería a encontrar a nadie que se preocupase de tal modo, era, sin duda, lo que menos esperaba y más feliz podría haberla hecho, saber que podía contar con alguien tanto como se podía contar con ella. Levantó la vista, con nuevas fuerzas, y siguió su camino esperando poder encontrar por allí a Schott, realmente necesitaba su ayuda para abrir la puerta del sótano donde los habían encerrado.
Siguió avanzando por los tejados de la zona portuaria, estaba claro que, en un lugar que manejaba el hierro y el cristal, industrias tan importantes y poderosas, necesitaban del mar, la sal y la posibilidad de expansión que permitía el transporte marítimo. El sonido de una carrera a sus pies le llamó la atención, despertando su curiosidad, había logrado llegar a los muelles, perdiéndose, como solía suceder le, por su pésimo sentido de la orientación.
A su lado, Charles se movía tenso y nervioso. Parecía estar a punto de dar un salto y atacar a alguien. Debía estar notando la tensión de la chica, que había usado demasiada fuerza para una carrera infructuosa, culpa de su mala orientación, y el sentimiento de muchos hombres lobo de proteger a quienes les caen bien o ven débiles hacía que se mantuviera a la espera, agresivo, dispuesto a romper cuellos con los dientes.
- Sh...- intentó calmarlo Alanna, agachándose sobre la cornisa de un tejado, hundiendo la mano en el grueso pelaje del lobo pardo, más grande que la media, y con unos profundos ojos amarillos que, cuando el humano tomaba consciencia, se volvían verdes.
Se levantó intentando mantener la respiración tranquila y un perfil bajo, las piernas le temblaban un poco. Odiaba usar todo su potencial de golpe, la retrasaba mucho cuando más lo necesitaba pero también hacía que su velocidad aumentase de modo casi mágico, las carreras eran lo más parecido a volar que Alanna había podido experimentar nunca y, lo cierto era que, le encantaba.
Se levantó algo tambaleante, notando enrarecerse el aire del puerto, miró hacia todos lados desde las alturas, esperando encontrar algo que le diera alguna pista de lo que estaba sucediendo. Vio, no muy lejos, la figura de Huracán, frente a frente del tipo al que se había enfrentado en el concurso de arco. Esa batalla era de la chica, de momento, no intervendría, solo lo haría si veía que necesitaba ayuda, pero Runa estaba con ella, confiaba en las posibilidades de ambas, y en sus capacidades, estaba segura de que lo conseguirían sin demasiados problemas.
Schott, debía localizar al chico, si estaba allí, podría ser su mano ganadora para sacar a los demás secuestrados. Bajó descolgándose con presteza al suelo del muelle, intentando no resbalar con los restos de pescado o el agua que cubría el terreno, El lobo, molesto por el fuerte olor, se tapó la nariz con una pata, en un gesto más humano que animal, que, a pesar del tamaño del animal, lo hizo verse, por un instante, adorable.
Alanna sonrió y siguió su camino, de vuelta a la casa franca donde se encontraba el sótano inundado de rehenes. No es que tuviera ganas de volver, pero había dado su palabra de que, si conseguía refuerzos, volvería para sacarlos de allí, y sus refuerzos habían llegado por su propio pie, cuenta, y riesgo. Sonrió mientras seguía corriendo.
Era agradable saber que importaba tanto a alguien como para que se arriesgasen por ella, hacía tiempo que pensaba que no volvería a encontrar a nadie que se preocupase de tal modo, era, sin duda, lo que menos esperaba y más feliz podría haberla hecho, saber que podía contar con alguien tanto como se podía contar con ella. Levantó la vista, con nuevas fuerzas, y siguió su camino esperando poder encontrar por allí a Schott, realmente necesitaba su ayuda para abrir la puerta del sótano donde los habían encerrado.
Alanna Delteria
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Observaba desde aquellas cajas al trío de sujetos que iban a asaltar, cuando Huracán comentó que ella se encargaría, dejando claro que por ahora no necesitaría ayuda, pero si alguien que le guardase las espaldas. Lógicamente, esa petición se la hizo a Runa, no porque Schot fuese mal guerrero, pero era una persona más blanda a la hora de la verdad. Posiblemente el pelirrojo era en el fondo, el más inteligente de los tres.
Mientras Schot se ponía en marcha al rescate de su compañera, Huracán asaltó como un gato con hambre en la caza de un pájaro pequeño, solo que esta ocasión eran tres, desenfundó sus ballestas y al momento estaban en el suelo muertos, lo cual provocó un revuelo en el muelle dando lugar a una pequeña batalla.
No podía llegar a contar la cantidad de hombres que eran, pero todos estaban armados con espadas largas y muy afiladas como para dejarse rozar por ellas, y como era prometido, ella resguardaría las espaldas de la bruja hasta lograr su objetivo. Soltó su bastón y se acomodó para otro combate mientras observaba los rostros de furia de sus contrincantes.
Mientras los atacantes venían, y casi rozaban el cuerpo de la delgaducha, ella se las apañaba para esquivar todos los golpes que le llegaban, como si flotara con el viento, y para ella cuando más lento estuvieran, más ventajas le daban para acometer con todas sus fuerzas. Muy vivara ella, conociendo bien el cuerpo humano, aprovechaba a golpear más sensibles y nobles del hombre, Huracán comenzó una lucha contra Wayne, quien se atrevió a aparecer en el revuelo que montaron, dando el espectáculo de dos brujos enfurecidos chocando como la antigua leyenda de las estrellas.
-¡Jodido porcino! ¡Cómo te coja!. Amenazaba desde lejos al sujeto mientras peleaba con su compañera.
Su batalla pasó a ser a una lucha de vida o muerte a través de la telequinesis, una caja andaba volando de un lado para otro mientras cada sujeto podía avanzar a base de fuerza.
Huracán no era estúpida, y sabía que cualquier cosa como compañera, la ladrona lo haría, así que a gritos le rogó que distrajera a Wayne para que fuera aplastado como un cruel y débil gusano, al menos, hasta los gusanos debían de tener más valor que aquel hombre.
Runa, al escuchar, se desenlió de los pocos que le quedaban golpeando sus caras fuerte en la zona de la nariz y saltó por las cajas ágilmente hasta acercarse al hombre unos metros.
A lo lejos observó un martillo viejo de madera apoyado en el sucio suelo del mueble, y rápidamente lo cogió y se dispuso a lanzárselo a Wayne en la cabeza.
-Vamos a jugar a ser Huracán. Susurró.
Lo lanzó con bastante fuerza como para llegar, y con la exacta precisión para que acertara, el martillo de madera giraba sobre sí mismo en el ágil recorrido hasta el cráneo del enemigo dando finalmente un fuerte golpe que le des encasillo de la mentalización.
-Serás Puta
- Adiós Rata. Dijo ella mientras la caja cayó al perder la concentración sobre él cuerpo del brujo.
-Si queda vivo, mátalo. Añadió Runa mientras daba pasos hacia atrás con la esperanza del que sujeto no se levantará de nuevo.
Se tocó el hombro en señal de estar adolorida, aunque no quería mostrarse tan mal como estaba, su cuerpo se encontraba mal y debía seguir los consejos del médico.
Mientras Schot se ponía en marcha al rescate de su compañera, Huracán asaltó como un gato con hambre en la caza de un pájaro pequeño, solo que esta ocasión eran tres, desenfundó sus ballestas y al momento estaban en el suelo muertos, lo cual provocó un revuelo en el muelle dando lugar a una pequeña batalla.
No podía llegar a contar la cantidad de hombres que eran, pero todos estaban armados con espadas largas y muy afiladas como para dejarse rozar por ellas, y como era prometido, ella resguardaría las espaldas de la bruja hasta lograr su objetivo. Soltó su bastón y se acomodó para otro combate mientras observaba los rostros de furia de sus contrincantes.
Mientras los atacantes venían, y casi rozaban el cuerpo de la delgaducha, ella se las apañaba para esquivar todos los golpes que le llegaban, como si flotara con el viento, y para ella cuando más lento estuvieran, más ventajas le daban para acometer con todas sus fuerzas. Muy vivara ella, conociendo bien el cuerpo humano, aprovechaba a golpear más sensibles y nobles del hombre, Huracán comenzó una lucha contra Wayne, quien se atrevió a aparecer en el revuelo que montaron, dando el espectáculo de dos brujos enfurecidos chocando como la antigua leyenda de las estrellas.
-¡Jodido porcino! ¡Cómo te coja!. Amenazaba desde lejos al sujeto mientras peleaba con su compañera.
Su batalla pasó a ser a una lucha de vida o muerte a través de la telequinesis, una caja andaba volando de un lado para otro mientras cada sujeto podía avanzar a base de fuerza.
Huracán no era estúpida, y sabía que cualquier cosa como compañera, la ladrona lo haría, así que a gritos le rogó que distrajera a Wayne para que fuera aplastado como un cruel y débil gusano, al menos, hasta los gusanos debían de tener más valor que aquel hombre.
Runa, al escuchar, se desenlió de los pocos que le quedaban golpeando sus caras fuerte en la zona de la nariz y saltó por las cajas ágilmente hasta acercarse al hombre unos metros.
A lo lejos observó un martillo viejo de madera apoyado en el sucio suelo del mueble, y rápidamente lo cogió y se dispuso a lanzárselo a Wayne en la cabeza.
-Vamos a jugar a ser Huracán. Susurró.
Lo lanzó con bastante fuerza como para llegar, y con la exacta precisión para que acertara, el martillo de madera giraba sobre sí mismo en el ágil recorrido hasta el cráneo del enemigo dando finalmente un fuerte golpe que le des encasillo de la mentalización.
-Serás Puta
- Adiós Rata. Dijo ella mientras la caja cayó al perder la concentración sobre él cuerpo del brujo.
-Si queda vivo, mátalo. Añadió Runa mientras daba pasos hacia atrás con la esperanza del que sujeto no se levantará de nuevo.
Se tocó el hombro en señal de estar adolorida, aunque no quería mostrarse tan mal como estaba, su cuerpo se encontraba mal y debía seguir los consejos del médico.
Runa Thorgil
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Seguí rápido a Runa y Huaracan hasta los muelles de la ciudad, pese a que el puerto era más bien comercial, el fuerte olor a pescado al sol era evidente, por suerte estaba casi desierto, todos debían de estar en el torneo.
Nos cubrimos tras unas cajas, se veían varias personas al fondo, pero desde esta distancia y con los ojos aun embarrados no pude discernir si eran sospechosos.
Mientras analizábamos la situación pensé que tenía suerte de estar con Runa y Huracán, que habían mostrado su valía y habilidades en incontables ocasiones, la última en el propio torneo, sentía como si fuéramos invencibles, aunque tal vez se tratase del golpe en la cabeza.
Huracán rápida trazó un plan, mi parte, infiltrarme secretamente en los almacenes en busca de Alanna, uf, que suerte, sonaba mucho mejor que lo que me destripase la banda del turbante.
La señal fue que Huaracan saliera sin temor de la cobertura y empezase el combate, vi que Runa la seguía, yo me escurrí por un lado malamente agachado para tratar de no ser visto hasta un lateral del almacén, lo último que oí antes de girar la esquina fueron insultos y rudo de lucha, buena señal.
Avancé con cautela por detrás de los almacenes, en una zona de carga llena de redes vacias, y pescado pocho, nada que denotase un secuestro, a no ser que fuese de pescado pocho claro.
Avancé con cuidado hasta el almacén en el que estaban los tipos, podía oír algún insulto suelto y demás palabras malsonantes desde aquí, luego iba a tener que dar una reprimenda a estas dos, al menos los almacenes estaban lo bastante apartados como para que la guardia no se metiese, lo cual no sé hasta qué punto sería bueno, pero no había tiempo para pensar, tenía que rescatar a Alanna.
...y a los demás participantes claro, que casi se me olvidaba.
La nave tenía altas y estrechas ventanas, sería imposible que nadie cupiese por ahí, ni en broma, tendría que entrar por la puerta de atrás, sonreí al ver que no estaba vigilada, esto era muy fácil, sin duda era un maestro del sigilo.
Entre por la puerta sin problemas, no estaba cerrada, dentro había una gran sala oscura llena de cajas, salvo por alguna tenue luz de las ventanas, supongo que sería un almacén o algo.
Avancé silbando relamiendo ya mi éxito cuando dos tipos se levantaron de una mesa, mierda, entre las túnicas y los turbantes negros y la maldita oscuridad no les había visto, me frote los ojos para adecuarme a la luz.
-¡Salamahala!- gritó uno desenfundando.
-¡Shahalama malaja hu!- gritó el otro, y corrieron hasta mi apuntándome con unas enormes cimitarras.
-Eh..oo…lo siento..eee…venía a…venía a entregar un paquete si- respondí nervioso alzando las manos.
Los tipos se acercaron hasta que sus cimitarras alzadas estaban a un escaso palmo de mi cuello.
-¿Pero tú crees que nosotros ser tontos?-
-Además, ¿dónde estar paquete?- dijo el otro.
-Eh…ehh.oh…si….¡aquí!- dije cogiendo una pesada caja del suelo.
-Eres imbécil, esa caja ya estaba aquí antes-
-Sí, pero te la estoy entregando ¿ves?- sonreí tendiéndole la caja.
-Eres necio y vas a morir- dijo preparado para cortarme en dos con su espada.
-Nono, espera, tienes que firmar, tengo que entregar esto a Carapala-
-¿Carah Pala?- pregunto uno.
-Nono, Carapala, todo junto- respondí.
-¿Y quién es Carahpala?- me preguntó rojo de furia.
-¡Tu!- grité lanzándole la caja a la cara, el tipo rápido la partió en dos con la espada, pero resultó que la caja estaba llena de harina de pescado, que formo una densa nube que nos cegó momentáneamente a los tres.
-¡Alahalama!, ¡malahaba, halama!- gritaban, deduzco que no era nada bueno sobre mi madre.
Aprovechando la confusión desenfundé mi pala y lancé un golpe a donde debería estar la cara del tipo, suerte, un sonoro “plonk” indicó que Carapala ya había recibido el paquete.
Con una mano frotándome los ojos ciego, y la otra lanzando estocadas al aire con la pala tratando de dar al otro, que no hacía más que soltar improperios y tratar de alcanzarme con su espada de igual manera.
Seguimos unos segundos así tratando de darnos ciegos el uno al otro, algún observador externo pensará que somos borrachos poseídos o algo así, noté un par de veces su cimitarra rozarme la cara, incluso creo que me arrancó un par de mechones, pero entonces, en uno de mis mandobles debí de golpear alguna caja maestra que se partió, originando que una gran pila de cajas se nos viniera encima.
-¡Sahalamana bataha!- —Uaaaaaaa- gritamos los dos cuando la pila de cajas nos sepultó.
No recuerdo cuanto tiempo estuve inconsciente, debieron de ser unos segundos, porque cuando abrí los ojos el pro del estropicio aún no se había disipado.
-Ag..aggg…ahhhh- masculle arrastrándome por el suelo para salir de la pila, estaba vivo, y parecía entero.
Con mucha dificultad me puse de pie apoyándome en una caja, estaba hecho polvo, pero supongo que mejor que el otro tipo, cuyas babuchas sobresalían por debajo de una caja, prefería no comprobar su estado, me sacudí el polvo y me dirigí a la mesa de donde habían salido, estaban jugando a un juego de mesa raro y presumiblemente guardando la grande y pesada puerta que tenían tras de sí, cuyas cadenas y candados indicaban que algo poco licito se cocía detrás, espero que un secuestro.
-Hola, ¿hay alguien ahí?- grité a través de la puerta, pude oír sonidos y llamadas detrás.
-Sisi, sácanos de aquí, socorro- gritaron.
-¿Esta Alanna por ahí?-
-No, no está ahora-
-Oh vaya, pues…-
-¡Nono pero no te vayas imbécil sácanos!-
-Bueno bueno, ¿a ver esa boca eh? a que me largo-
-Nonono, sácanos por favor-
-Venga va- sonreí poniéndome con los candados de la puerta.
-¡Los guardias tienen las llaves!- gritó alguien.
-Ehhh…ya….pero…es que ahora no están disponibles- dije mirando la enorme pila de cajas bajo la cual estaban los dos desgraciados.
Saque mis herramientas y me puse a trabajar, uf, eran gordos y caros, no iba a ser fácil yo solo.
-Ey, ¿a qué esperas?¡sácanos!-
-¡Si, vendrán más guardias en cualquier momento! ¿Qué haces?-
-Puedo sacaros deprisa o puedo sacaros bien- les contesté sujetando una lima con los dientes, lo peor es que esos tipos tenían razón, tenía que darme prisa.
****
Off::Disculpadme nuevamente por la tardanza, no tengo excusa mas que que soy tonto, no había visto hasta hace un breve rato que ya había otra pagina nueva en el post y creí que aun no me tocaba, lo siento (cara rosita avergonzada)
Nos cubrimos tras unas cajas, se veían varias personas al fondo, pero desde esta distancia y con los ojos aun embarrados no pude discernir si eran sospechosos.
Mientras analizábamos la situación pensé que tenía suerte de estar con Runa y Huracán, que habían mostrado su valía y habilidades en incontables ocasiones, la última en el propio torneo, sentía como si fuéramos invencibles, aunque tal vez se tratase del golpe en la cabeza.
Huracán rápida trazó un plan, mi parte, infiltrarme secretamente en los almacenes en busca de Alanna, uf, que suerte, sonaba mucho mejor que lo que me destripase la banda del turbante.
La señal fue que Huaracan saliera sin temor de la cobertura y empezase el combate, vi que Runa la seguía, yo me escurrí por un lado malamente agachado para tratar de no ser visto hasta un lateral del almacén, lo último que oí antes de girar la esquina fueron insultos y rudo de lucha, buena señal.
Avancé con cautela por detrás de los almacenes, en una zona de carga llena de redes vacias, y pescado pocho, nada que denotase un secuestro, a no ser que fuese de pescado pocho claro.
Avancé con cuidado hasta el almacén en el que estaban los tipos, podía oír algún insulto suelto y demás palabras malsonantes desde aquí, luego iba a tener que dar una reprimenda a estas dos, al menos los almacenes estaban lo bastante apartados como para que la guardia no se metiese, lo cual no sé hasta qué punto sería bueno, pero no había tiempo para pensar, tenía que rescatar a Alanna.
...y a los demás participantes claro, que casi se me olvidaba.
La nave tenía altas y estrechas ventanas, sería imposible que nadie cupiese por ahí, ni en broma, tendría que entrar por la puerta de atrás, sonreí al ver que no estaba vigilada, esto era muy fácil, sin duda era un maestro del sigilo.
Entre por la puerta sin problemas, no estaba cerrada, dentro había una gran sala oscura llena de cajas, salvo por alguna tenue luz de las ventanas, supongo que sería un almacén o algo.
Avancé silbando relamiendo ya mi éxito cuando dos tipos se levantaron de una mesa, mierda, entre las túnicas y los turbantes negros y la maldita oscuridad no les había visto, me frote los ojos para adecuarme a la luz.
-¡Salamahala!- gritó uno desenfundando.
-¡Shahalama malaja hu!- gritó el otro, y corrieron hasta mi apuntándome con unas enormes cimitarras.
-Eh..oo…lo siento..eee…venía a…venía a entregar un paquete si- respondí nervioso alzando las manos.
Los tipos se acercaron hasta que sus cimitarras alzadas estaban a un escaso palmo de mi cuello.
-¿Pero tú crees que nosotros ser tontos?-
-Además, ¿dónde estar paquete?- dijo el otro.
-Eh…ehh.oh…si….¡aquí!- dije cogiendo una pesada caja del suelo.
-Eres imbécil, esa caja ya estaba aquí antes-
-Sí, pero te la estoy entregando ¿ves?- sonreí tendiéndole la caja.
-Eres necio y vas a morir- dijo preparado para cortarme en dos con su espada.
-Nono, espera, tienes que firmar, tengo que entregar esto a Carapala-
-¿Carah Pala?- pregunto uno.
-Nono, Carapala, todo junto- respondí.
-¿Y quién es Carahpala?- me preguntó rojo de furia.
-¡Tu!- grité lanzándole la caja a la cara, el tipo rápido la partió en dos con la espada, pero resultó que la caja estaba llena de harina de pescado, que formo una densa nube que nos cegó momentáneamente a los tres.
-¡Alahalama!, ¡malahaba, halama!- gritaban, deduzco que no era nada bueno sobre mi madre.
Aprovechando la confusión desenfundé mi pala y lancé un golpe a donde debería estar la cara del tipo, suerte, un sonoro “plonk” indicó que Carapala ya había recibido el paquete.
Con una mano frotándome los ojos ciego, y la otra lanzando estocadas al aire con la pala tratando de dar al otro, que no hacía más que soltar improperios y tratar de alcanzarme con su espada de igual manera.
Seguimos unos segundos así tratando de darnos ciegos el uno al otro, algún observador externo pensará que somos borrachos poseídos o algo así, noté un par de veces su cimitarra rozarme la cara, incluso creo que me arrancó un par de mechones, pero entonces, en uno de mis mandobles debí de golpear alguna caja maestra que se partió, originando que una gran pila de cajas se nos viniera encima.
-¡Sahalamana bataha!- —Uaaaaaaa- gritamos los dos cuando la pila de cajas nos sepultó.
No recuerdo cuanto tiempo estuve inconsciente, debieron de ser unos segundos, porque cuando abrí los ojos el pro del estropicio aún no se había disipado.
-Ag..aggg…ahhhh- masculle arrastrándome por el suelo para salir de la pila, estaba vivo, y parecía entero.
Con mucha dificultad me puse de pie apoyándome en una caja, estaba hecho polvo, pero supongo que mejor que el otro tipo, cuyas babuchas sobresalían por debajo de una caja, prefería no comprobar su estado, me sacudí el polvo y me dirigí a la mesa de donde habían salido, estaban jugando a un juego de mesa raro y presumiblemente guardando la grande y pesada puerta que tenían tras de sí, cuyas cadenas y candados indicaban que algo poco licito se cocía detrás, espero que un secuestro.
-Hola, ¿hay alguien ahí?- grité a través de la puerta, pude oír sonidos y llamadas detrás.
-Sisi, sácanos de aquí, socorro- gritaron.
-¿Esta Alanna por ahí?-
-No, no está ahora-
-Oh vaya, pues…-
-¡Nono pero no te vayas imbécil sácanos!-
-Bueno bueno, ¿a ver esa boca eh? a que me largo-
-Nonono, sácanos por favor-
-Venga va- sonreí poniéndome con los candados de la puerta.
-¡Los guardias tienen las llaves!- gritó alguien.
-Ehhh…ya….pero…es que ahora no están disponibles- dije mirando la enorme pila de cajas bajo la cual estaban los dos desgraciados.
Saque mis herramientas y me puse a trabajar, uf, eran gordos y caros, no iba a ser fácil yo solo.
-Ey, ¿a qué esperas?¡sácanos!-
-¡Si, vendrán más guardias en cualquier momento! ¿Qué haces?-
-Puedo sacaros deprisa o puedo sacaros bien- les contesté sujetando una lima con los dientes, lo peor es que esos tipos tenían razón, tenía que darme prisa.
****
Off::Disculpadme nuevamente por la tardanza, no tengo excusa mas que que soy tonto, no había visto hasta hace un breve rato que ya había otra pagina nueva en el post y creí que aun no me tocaba, lo siento (cara rosita avergonzada)
Schott
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Entre el viento y la telequinesis, conseguía mantener las cajas que me había enviado Wayne alzadas en el aire. Manteníamos un pulso mágico. Aunque hubiese preferido utilizar la ballesta, era bastante más efectiva que el viento.
Afortunadamente, no tardaría en aparecer Runa para lanzarle un martillo directo a la cabeza del brujo, si bien no lo dejó inconsciente, le hizo perder la concentración, y noté como en el aire, comenzaba a poder a hacer avanzar la pesada caja. Sonreí maliciosamente. El tipo, llevándose la mano al lugar en el que la ladrona le había hecho un chichón, le “dedicó” un poco bello adjetivo a ésta. Pero no tuvo tiempo a mucho más, pues rápidamente la caja de pescado cayó sobre éste aplastándolo y dejándola bajo ésta.
Con la mirada perdida, sin sonreír, dando un aspecto un tanto psicópata, miré a Runa y elevé el pulgar en señal de buen trabajo. Pero la joven parecía dolorida, a tenor de cómo se llevaba la mano al hombro, espero que aquello no la afectara, pues aún quedaban demasiados, y éramos solo dos.
Más tipos armados con turbante comenzaron a salir hasta de debajo de las piedras. Estaban furiosos tras ver cómo habiá acabado su jefe. Y a gritos de “Jamalají, jamalajá” comenzaron a venir a por nosotras. Cargué mis ballestas rápidamente y me puse espalda con espalda con Runa. Comencé a pegar tan rápido como podía, pero no paraban de venir. Eran tantos que todo parecía indicar que nos iban a dar una buena tunda. Aunque había derribado a unos cuantos, ya me había llevado dos puñetazos y sangraba por la nariz.
-¡Hay que largarse de aquí! – grité a Runa cuando empecé a ver que nos veíamos superadas. Yo era luchadora a distancia, y el combate a cuerpo a cuerpo no me beneficiaba en nada. Y menos contra hombres armados con espadas. Fue entonces cuando vi un bote en medio del mar, el único problema que venían también enemigos en esa dirección. - ¡Ash balla ná! – conjuré mi ataque estrella para generar una corriente de aire que despejara el camino hasta éste, haciendo salir a los tipos por los aires. - ¡Vamos!
El bote estaba bastante lejos en el mar, unos seis o siete metros alejados del muelle. – Espero que sepas nadar. – le dije a Runa, y comencé a correr hacia el mar. Por supuesto, yo era una chica demasiado pija como para mojarme. Gracias a mis habilidades del viento podría llegar sin tocar el agua. - Ash fal’ar – Grité cuando me encontraba justo al borde de la plataforma, conjurando una fuerte corriente de aire sobre mis pies y me impulsé en un salto considerablemente alto en dirección al bote, que era llevado por un pescador. Cuando aterricé, el tipo se llevó un buen susto. Era un tipo bastante mayor, y entrañable, ataviado con una gorra y peinado barba de color blanco.
-¿Quién eres tú? ¿Cómo has llegado hasta aquí? – preguntó el hombre asustado, que no me había visto llegar pues estaba de espaldas a mí.
-Rema. – fue lo único que le dije con cara de pocos amigos. Esperando que por su propio bien no volviera a preguntármelo una segunda vez y comenzase a remar mar adentro para alejarnos del muelle. No quería hacer daño al marinero, tan sólo quería escapar de ahí. Cuando vio mis ropajes y mi armamento, fue cuando se dio cuenta que llevarme la contraria no era buena idea.
Mientras tanto cargaba mi ballesta pesada, para cubrir a Runa la huida de los tipos, si es que había optado finalmente por venir conmigo. Aquel era el sitio perfecto para defenderme, pues la banda del turbante no parecía tener arcos y sólo usaban cimitarras. Desde allí podría dispararles a placer y, si alguno intentaba de ir por nosotras a nado, también recibiría un flechazo cortesía de mi ballesta antes de que pudiera acercarse siquiera al bote.
Esperaba que Schott hubiese liberado a Alanna y no se les ocurriera salir por la puerta de entrada, o se encontrarían con una oleada de enemigos que sería difícil que pudiesen derrotar. Y definitivamente, no tenía ganas de volver a entrar ahí para volver a rescatarlos. Era demasiado peligroso.
Afortunadamente, no tardaría en aparecer Runa para lanzarle un martillo directo a la cabeza del brujo, si bien no lo dejó inconsciente, le hizo perder la concentración, y noté como en el aire, comenzaba a poder a hacer avanzar la pesada caja. Sonreí maliciosamente. El tipo, llevándose la mano al lugar en el que la ladrona le había hecho un chichón, le “dedicó” un poco bello adjetivo a ésta. Pero no tuvo tiempo a mucho más, pues rápidamente la caja de pescado cayó sobre éste aplastándolo y dejándola bajo ésta.
Con la mirada perdida, sin sonreír, dando un aspecto un tanto psicópata, miré a Runa y elevé el pulgar en señal de buen trabajo. Pero la joven parecía dolorida, a tenor de cómo se llevaba la mano al hombro, espero que aquello no la afectara, pues aún quedaban demasiados, y éramos solo dos.
Más tipos armados con turbante comenzaron a salir hasta de debajo de las piedras. Estaban furiosos tras ver cómo habiá acabado su jefe. Y a gritos de “Jamalají, jamalajá” comenzaron a venir a por nosotras. Cargué mis ballestas rápidamente y me puse espalda con espalda con Runa. Comencé a pegar tan rápido como podía, pero no paraban de venir. Eran tantos que todo parecía indicar que nos iban a dar una buena tunda. Aunque había derribado a unos cuantos, ya me había llevado dos puñetazos y sangraba por la nariz.
-¡Hay que largarse de aquí! – grité a Runa cuando empecé a ver que nos veíamos superadas. Yo era luchadora a distancia, y el combate a cuerpo a cuerpo no me beneficiaba en nada. Y menos contra hombres armados con espadas. Fue entonces cuando vi un bote en medio del mar, el único problema que venían también enemigos en esa dirección. - ¡Ash balla ná! – conjuré mi ataque estrella para generar una corriente de aire que despejara el camino hasta éste, haciendo salir a los tipos por los aires. - ¡Vamos!
El bote estaba bastante lejos en el mar, unos seis o siete metros alejados del muelle. – Espero que sepas nadar. – le dije a Runa, y comencé a correr hacia el mar. Por supuesto, yo era una chica demasiado pija como para mojarme. Gracias a mis habilidades del viento podría llegar sin tocar el agua. - Ash fal’ar – Grité cuando me encontraba justo al borde de la plataforma, conjurando una fuerte corriente de aire sobre mis pies y me impulsé en un salto considerablemente alto en dirección al bote, que era llevado por un pescador. Cuando aterricé, el tipo se llevó un buen susto. Era un tipo bastante mayor, y entrañable, ataviado con una gorra y peinado barba de color blanco.
-¿Quién eres tú? ¿Cómo has llegado hasta aquí? – preguntó el hombre asustado, que no me había visto llegar pues estaba de espaldas a mí.
-Rema. – fue lo único que le dije con cara de pocos amigos. Esperando que por su propio bien no volviera a preguntármelo una segunda vez y comenzase a remar mar adentro para alejarnos del muelle. No quería hacer daño al marinero, tan sólo quería escapar de ahí. Cuando vio mis ropajes y mi armamento, fue cuando se dio cuenta que llevarme la contraria no era buena idea.
Mientras tanto cargaba mi ballesta pesada, para cubrir a Runa la huida de los tipos, si es que había optado finalmente por venir conmigo. Aquel era el sitio perfecto para defenderme, pues la banda del turbante no parecía tener arcos y sólo usaban cimitarras. Desde allí podría dispararles a placer y, si alguno intentaba de ir por nosotras a nado, también recibiría un flechazo cortesía de mi ballesta antes de que pudiera acercarse siquiera al bote.
Esperaba que Schott hubiese liberado a Alanna y no se les ocurriera salir por la puerta de entrada, o se encontrarían con una oleada de enemigos que sería difícil que pudiesen derrotar. Y definitivamente, no tenía ganas de volver a entrar ahí para volver a rescatarlos. Era demasiado peligroso.
Anastasia Boisson
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Nada, ni un solo rastro de Schott por todo el muelle que había recorrido, no lo encontraba, y estaba demasiado lejos de Huracán y Runa para llegar a ayudarlas y rescatar a los presos antes de que es sucediera cualquier atrocidad, tenía que tomar una decisión, y tenía que hacerlo rápido. Estaba más cerca del lugar del que había escapado que de las chicas, al menos, eso sospechaba por la reacción sobreprotectora que el enorme lobo tenía a su lado mientras detenían su paso para recuperar el aliento.
Se alzó y, decidida a hacer algo, comenzó a correr en dirección a lo que había sido su prisión, al menos tenía que sacar a los que se habían quedado encerrados antes de que les sucediera nada grave, no quería llevar sobre sus hombros la muerte de tantos inocentes, menos aun cuando había dedicado casi la mitad de su vida a cuidar de ellos. Ya le había sucedido dos veces, el destino su hermana y Eltrant habían sido resultado de su incompetencia, no podía dejar que se repitiera.
Se detuvo un instante, nuevamente, y paró al lobo, que se giró a mirarla, tensó, con los colmillos descubiertos, ansioso por una batalla. Alanna tragó saliva y se acercó con cuidado, le tocó el pelo del cuello y lo cogió cerrando los puños con suavidad, respiró hondo y, sintiéndose algo extraña, le habló:
- Charles, por favor, busca a las chicas de antes, ¿las recuerdas? las que estaban animandome en la plaza.- El lobo, con sus ojos amarillos, pareció asentir.- Buscalas y ayudalas, son unas buenas amigas, y no quiero que les pase nada, estoy segura de que les vendrá bien tu ayuda.- pidió antes de levantarse.
Lobo y humana se miraron una vez más antes de, con prisa, salir corriendo. Alanna aceleró el ritmo esperando encontrar algo reconocible que la hiciera percatarse de dónde se encontraban los demás rehenes. Corrió por callejones hasta escuchar ruido de lucha en uno de ellos. Con gesto curioso, precavido y extraño, se acercó con cuidado, desenvainando las dagas y salió al paso. La calle estaba desierta, un montón de cajas cubrían a varios hombres inconscientes cuyas extremidades sobresalían por uno y otro lado, como si intentansen salir a flote.
Con ceño fruncido, miró a su alrededor, esa calle... ese olor, le sonaba, azufre, pescado y telas, había pasado por allí antes de acabar en el sótano. entró, precavida, por la puerta entre abierta y miró si había alguien más en el interior, extrañada por lo que había visto fuera y que podía seguir viendo, claramente, por las ventanas. Respiró hondo y entró, se adentró un par de pasos y se dispuso a luchar al escuchar sonidos de forcejeos.
Pero tuvo que bajar rápidamente las armas cuando vio que, quien forcejeaba, era Schott, y lo hacía con la puerta del sótano desde la cual, unas voces nerviosas, pedían que se diera prisa. Guardó las dagas y se acercó en silencio hasta agacharse a su lado, para observar como intentaba forzar la cerradura. Si su experiencia colándose en sitios le servía de algo, podía asegurar que la cerradura no era fácil, acabarían antes rompiendo la puerta a hachazos. Pero el chico parecía saber lo que se hacía, su intuición a la hora de querer ir a buscarlo, no había sido errónea, lo que no esperaba era que el chico hubiera sido el primero en ir a encontrarla a ella.
- Ey, si ya casi lo tienes.- sonrió al escuchar un ligero click en la cerradura, hablando por primera vez.- Hola Schott.- le saludó esperando que no se desconcentrase, sentándose junto a la pared, a esperar, debía haber sido él quien lanzó todas las cajas sobre esos tipos. Estaba claro que el chico sería adorablemente torpe, pero que, sin duda, sabía defenderse a la perfección.
Se alzó y, decidida a hacer algo, comenzó a correr en dirección a lo que había sido su prisión, al menos tenía que sacar a los que se habían quedado encerrados antes de que les sucediera nada grave, no quería llevar sobre sus hombros la muerte de tantos inocentes, menos aun cuando había dedicado casi la mitad de su vida a cuidar de ellos. Ya le había sucedido dos veces, el destino su hermana y Eltrant habían sido resultado de su incompetencia, no podía dejar que se repitiera.
Se detuvo un instante, nuevamente, y paró al lobo, que se giró a mirarla, tensó, con los colmillos descubiertos, ansioso por una batalla. Alanna tragó saliva y se acercó con cuidado, le tocó el pelo del cuello y lo cogió cerrando los puños con suavidad, respiró hondo y, sintiéndose algo extraña, le habló:
- Charles, por favor, busca a las chicas de antes, ¿las recuerdas? las que estaban animandome en la plaza.- El lobo, con sus ojos amarillos, pareció asentir.- Buscalas y ayudalas, son unas buenas amigas, y no quiero que les pase nada, estoy segura de que les vendrá bien tu ayuda.- pidió antes de levantarse.
Lobo y humana se miraron una vez más antes de, con prisa, salir corriendo. Alanna aceleró el ritmo esperando encontrar algo reconocible que la hiciera percatarse de dónde se encontraban los demás rehenes. Corrió por callejones hasta escuchar ruido de lucha en uno de ellos. Con gesto curioso, precavido y extraño, se acercó con cuidado, desenvainando las dagas y salió al paso. La calle estaba desierta, un montón de cajas cubrían a varios hombres inconscientes cuyas extremidades sobresalían por uno y otro lado, como si intentansen salir a flote.
Con ceño fruncido, miró a su alrededor, esa calle... ese olor, le sonaba, azufre, pescado y telas, había pasado por allí antes de acabar en el sótano. entró, precavida, por la puerta entre abierta y miró si había alguien más en el interior, extrañada por lo que había visto fuera y que podía seguir viendo, claramente, por las ventanas. Respiró hondo y entró, se adentró un par de pasos y se dispuso a luchar al escuchar sonidos de forcejeos.
Pero tuvo que bajar rápidamente las armas cuando vio que, quien forcejeaba, era Schott, y lo hacía con la puerta del sótano desde la cual, unas voces nerviosas, pedían que se diera prisa. Guardó las dagas y se acercó en silencio hasta agacharse a su lado, para observar como intentaba forzar la cerradura. Si su experiencia colándose en sitios le servía de algo, podía asegurar que la cerradura no era fácil, acabarían antes rompiendo la puerta a hachazos. Pero el chico parecía saber lo que se hacía, su intuición a la hora de querer ir a buscarlo, no había sido errónea, lo que no esperaba era que el chico hubiera sido el primero en ir a encontrarla a ella.
- Ey, si ya casi lo tienes.- sonrió al escuchar un ligero click en la cerradura, hablando por primera vez.- Hola Schott.- le saludó esperando que no se desconcentrase, sentándose junto a la pared, a esperar, debía haber sido él quien lanzó todas las cajas sobre esos tipos. Estaba claro que el chico sería adorablemente torpe, pero que, sin duda, sabía defenderse a la perfección.
Alanna Delteria
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
La mirada de psicópata que portaba huracán en ese instante, se clavó tan fuerte en los ojos marrones de la impulsiva, que se quedó por un momento anonadada sin saber que hacer. Subió su pulgar, como cuando los gladiadores buscan la gloria, habían triunfado y derribado al causante del problema , otra vez con trabajo en equipo.
Runa se encontraba cansada, al forzar tanto su propio cuerpo, no se encontraba con la habilidad y fortaleza que la definía, tampoco iba a consentir que pudieran con ellas.La rendición, nunca era una opción, no había soportado durante años las grandes heladas sin apenas abrigo o las peleas callejeras cuando robaba algún rico para acabar muriendo por una banda de "personajes" , que tan solo abusaban para beneficio propio.
Huracán apoyo su espalda junta la de Runa, ahora no les quedaba más remedio que ser los ojos de una a de la otra, volvían a estar a estar rodeadas y algún que otro golpe, se estaban llevando sin poder evitarlo. Algún que otro ataque con el bastón lograba acertar, alguno que otro se retorcía en el suelo por los fuertes golpes, de lo único que se arrepentía la ladrona,era de no poder estar del todo eficaz.
La situación cambió cuando la cara cuervo anunció la retirada y se dirigió por el aire hacia una balsa a unos 7 metros del lugar, para poder escapar Runa, tendría que tirarse al mar hasta llegar a la dicha balsa que parecía ocupada por un viejo hombre.Decidida echó a correr a la orilla cuando le asaltó uno de los hombres, la había golpeado en el rostro y ella logró levantarse, comenzó a disparar ataques rápidamente mientras su adversario esquivaba y no lograba atinar golpe alguno.La suerte la sonrió cuando un lobo con un pelaje pardo, asaltó al hombre que el golpe empujo a Runa hacia el mar, con un pie enredado en un ancla, la morena se estaba hundiendo y comenzaba a agitarse por momentos, no quería que acabara su vida en ese lugar, hoy no era el día .
El lobo descuartizó al hombre del turbante y se lanzó a por Runa, dejando de ver su forma humana al descubierto, se trataba de un hombre loco, un hombre lobo que soltó su pie y la ayudó a ir a la superficie.
-Gracias. le dijo Runa recuperando el aire.
-Vengo por Alanna, me pidió que os protegiera,os está esperando.
-¿Quien eres?
-Charles, apóyate en mi , pareces malherida, te llevaré hasta donde ella.
Runa hizó caso al aquel tal Charles, que le había salvado y apoyo sus brazos rodeando su cuello y empezaron a nadar hacia la dirección de la balsa.
-¡HURI, NO LE DISPARES, ES UN ALIADO DE ALANNA! Gritaba al ver a Huracán armada.
Pero como era normal, todos los demás miembros de la banda , también se lanzaron al mar, intentando alcanzarle los talones.
-Huele a perro mojado...
Debían darse prisa, antes de formar parte de otra batalla.
Runa se encontraba cansada, al forzar tanto su propio cuerpo, no se encontraba con la habilidad y fortaleza que la definía, tampoco iba a consentir que pudieran con ellas.La rendición, nunca era una opción, no había soportado durante años las grandes heladas sin apenas abrigo o las peleas callejeras cuando robaba algún rico para acabar muriendo por una banda de "personajes" , que tan solo abusaban para beneficio propio.
Huracán apoyo su espalda junta la de Runa, ahora no les quedaba más remedio que ser los ojos de una a de la otra, volvían a estar a estar rodeadas y algún que otro golpe, se estaban llevando sin poder evitarlo. Algún que otro ataque con el bastón lograba acertar, alguno que otro se retorcía en el suelo por los fuertes golpes, de lo único que se arrepentía la ladrona,era de no poder estar del todo eficaz.
La situación cambió cuando la cara cuervo anunció la retirada y se dirigió por el aire hacia una balsa a unos 7 metros del lugar, para poder escapar Runa, tendría que tirarse al mar hasta llegar a la dicha balsa que parecía ocupada por un viejo hombre.Decidida echó a correr a la orilla cuando le asaltó uno de los hombres, la había golpeado en el rostro y ella logró levantarse, comenzó a disparar ataques rápidamente mientras su adversario esquivaba y no lograba atinar golpe alguno.La suerte la sonrió cuando un lobo con un pelaje pardo, asaltó al hombre que el golpe empujo a Runa hacia el mar, con un pie enredado en un ancla, la morena se estaba hundiendo y comenzaba a agitarse por momentos, no quería que acabara su vida en ese lugar, hoy no era el día .
El lobo descuartizó al hombre del turbante y se lanzó a por Runa, dejando de ver su forma humana al descubierto, se trataba de un hombre loco, un hombre lobo que soltó su pie y la ayudó a ir a la superficie.
-Gracias. le dijo Runa recuperando el aire.
-Vengo por Alanna, me pidió que os protegiera,os está esperando.
-¿Quien eres?
-Charles, apóyate en mi , pareces malherida, te llevaré hasta donde ella.
Runa hizó caso al aquel tal Charles, que le había salvado y apoyo sus brazos rodeando su cuello y empezaron a nadar hacia la dirección de la balsa.
-¡HURI, NO LE DISPARES, ES UN ALIADO DE ALANNA! Gritaba al ver a Huracán armada.
Pero como era normal, todos los demás miembros de la banda , también se lanzaron al mar, intentando alcanzarle los talones.
-Huele a perro mojado...
Debían darse prisa, antes de formar parte de otra batalla.
Runa Thorgil
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
-¿Pero quieres darte prisa?- mascullaban los presos al otro lado de la puerta.
-Oye por favor, que así no hay quien se concentre- les reprendí.
Ya casi lo tenía, la puerta estaba asegurada por gruesas cadenas y pesados candados, seguro que hasta tenía algún conjuro contra magia, pero eso no supondría ningún problema para mí.
Estaba a punto de terminar con el actual candado cunado una voz me hizo pegar un brinco y caer al suelo.
-Uaaa, aaaah- grité –Joe, que susto, ay que susto por los cielos- masculle en el suelo agarrándome el agitado corazón.
-¡Inútil!, ¿te han descubierto?-
-Si, digo no, ¡Alanna!- exclamé de sorpresa –Q..que feliz de verte de nuevo- dije propinándola un efusivo abrazo.
-Uff, no te he oído llegar, ¿Cuánto llevas ahí?, ay por mi madre que susto que me has dado- Reí esta vez rojo de la vergüenza.
-¿E..estas bien? Huracán y Runa están por ahí luchando contra esos tipos, son cosa mala, yo..yo estaba rescatándote, bueno ya no, pero era mi intención, o sea que yo no sabía que tú, es decir, habías salido yo…- traté de expresarme sin mucho éxito.
Volví a ponerme con el candado -Bueno, pues esto ya casi lo tengo, candado fuera y…- sonreí dejando caer el pesado candado al suelo, las cadenas se desprendieron y dejaron ver otros dos candados similares detrás.
-Oh, venga ya ¿pero qué es esto?, ¿la cárcel de los Bio?- maldije golpeando los candados, unas voces en ese idioma extraño venían del exterior.
-Nooo, jamás saldremos de aquí-
-Es un candado mágico, estamos perdidos-
-Bah, no hay tiempo para esto- dije guardándome las herramientas.
-Alanna échame una mano- dije agarrando una banqueta –Esta puerta tiene bisagras de tonel de media clavija, con la palanca apropiada y la fuerza adecuada…-dije volteando la banqueta y enganchándola debajo de la puerta.
-Hacemos así y….- dije haciendo palanca con Alanna, con un fuerte golpe la puerta se salió de sus goznes y cayó pesadamente al suelo.
-Jaja, listo- sonreí, clamores y gritos de celebración salían del sótano a medida que la gente secuestrada iba saliendo.
-Creo que en alguna de esas cajas hay armas- les dije señalando la pila derrumbada.
-Bien Alanna, ¿cuál es el plan?- sonreí contento de haberla encontrado sana y salva, espero que Huracán y Runa estuviesen de manera similar.
-Oye por favor, que así no hay quien se concentre- les reprendí.
Ya casi lo tenía, la puerta estaba asegurada por gruesas cadenas y pesados candados, seguro que hasta tenía algún conjuro contra magia, pero eso no supondría ningún problema para mí.
Estaba a punto de terminar con el actual candado cunado una voz me hizo pegar un brinco y caer al suelo.
-Uaaa, aaaah- grité –Joe, que susto, ay que susto por los cielos- masculle en el suelo agarrándome el agitado corazón.
-¡Inútil!, ¿te han descubierto?-
-Si, digo no, ¡Alanna!- exclamé de sorpresa –Q..que feliz de verte de nuevo- dije propinándola un efusivo abrazo.
-Uff, no te he oído llegar, ¿Cuánto llevas ahí?, ay por mi madre que susto que me has dado- Reí esta vez rojo de la vergüenza.
-¿E..estas bien? Huracán y Runa están por ahí luchando contra esos tipos, son cosa mala, yo..yo estaba rescatándote, bueno ya no, pero era mi intención, o sea que yo no sabía que tú, es decir, habías salido yo…- traté de expresarme sin mucho éxito.
Volví a ponerme con el candado -Bueno, pues esto ya casi lo tengo, candado fuera y…- sonreí dejando caer el pesado candado al suelo, las cadenas se desprendieron y dejaron ver otros dos candados similares detrás.
-Oh, venga ya ¿pero qué es esto?, ¿la cárcel de los Bio?- maldije golpeando los candados, unas voces en ese idioma extraño venían del exterior.
-Nooo, jamás saldremos de aquí-
-Es un candado mágico, estamos perdidos-
-Bah, no hay tiempo para esto- dije guardándome las herramientas.
-Alanna échame una mano- dije agarrando una banqueta –Esta puerta tiene bisagras de tonel de media clavija, con la palanca apropiada y la fuerza adecuada…-dije volteando la banqueta y enganchándola debajo de la puerta.
-Hacemos así y….- dije haciendo palanca con Alanna, con un fuerte golpe la puerta se salió de sus goznes y cayó pesadamente al suelo.
-Jaja, listo- sonreí, clamores y gritos de celebración salían del sótano a medida que la gente secuestrada iba saliendo.
-Creo que en alguna de esas cajas hay armas- les dije señalando la pila derrumbada.
-Bien Alanna, ¿cuál es el plan?- sonreí contento de haberla encontrado sana y salva, espero que Huracán y Runa estuviesen de manera similar.
Schott
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Uno de los enemigos se abalanzó sobre Runa cuando se disponía a saltar hacia el mar. Abalanzándose sobre ella. Maldecía para mis adentros mientras apuntaba con la ballesta, pero no podía apretar el gatillo pues de disparar podría acabar dándole a mi compañera. Tuvieron un intenso forcejeo que acabó con Runa en el agua. Afortunadamente, un licántropo apareció raudo como una bala para descuartizar al tipo del turbante que la había atacado y se lanzó a por ella, podría haber terminado ahogada.
Runa me gritó que no disparara al licántropo, que ahora era un humano y nadaba hasta la balsa. Poco o nada me gustaban los hombres lobo, les tenía casi el mismo aprecio que a los vampiros, pero había ayudado a Runa así que muy a mi pesar, terminaría aceptando no sin recelo su ayuda.
Lo sorprendente fue que media banda del turbante comenzó a tirarse al agua a nadar tras ellos. En dirección a nuestra pequeña balsa. -¿Pero qué coño…? - dije con los ojos como platos. Viendo como lo menos diez hombres se tiraban al agua..
Comencé a tomar flechas de mi carcaj y a apuntar y disparar a aquellos tipos que venían nadando como suicidas contra Runa. Estaba claro que mi prioridad era salvar a la joven y, si había dos enemigos atacando respectivamente a los dos nadadores, sería el que atacara a Runa aquel que se llevaría la flecha. Menos mal que el hombre remaba, Runa y su amigo el hombre lobo tardarían más en alcanzarnos, pero al menos así ganaríamos algo de espacio. A aquellos tipos no parecía importarles morir acribillados. Otros fueron más inteligentes y se quedaron en tierra.
Cuando Runa llegó, la ayudé a subir a la pequeña balsa, también hice lo propio con el hombre lobo en forma humana que llegó hasta allí. Aunque no sin cierto recelo y enviándole una mirada un tanto de desconfianza, que él me devolvió.
-Deja remar al hombre lobo. – Ordené al anciano que se hiciera a un lado. El licántropo, aún en forma humana, tendría que ser mucho más fuerte. Éste rápidamente se puso a manos de los remos y se notaba la diferencia. Avanzábamos el triple de rápido gracias a los fornidos brazos de aquel ser, que decía llamarse Charles.
Parte de la banda del turbante trató de seguirnos. Tres lanchas repletas de hombres salieron tras nosotros, mientras otros tantos se quedaban en el muelle. Yo era la única tiradora a distancia del grupo. Avanzaban a un ritmo mucho más rápido que el nuestro y no tardarían en darnos caza y, una vez hecho esto, poco podríamos hacer contra sus espadas. Afortunadamente también contaba con mis hechizos de aire para sacarlos volando por los aires, pero entonces no podría disparar.
Yo sola a disparar no daba abasto para derribar a la gente. Por una vez, y sin que sirviera de precedente, tendría que confiar en alguien, miré a Runa con cara un poco malhumorada, esperaba hacer una cosa. Y desenfundé una de mis dos ballestas pequeñas y me desabroché la pequeña faltriquera negra a modo de bolso transversal que siempre llevaba.
-Toma, te voy a dejar esta ballesta. – le dije, entregándosela. – Es la primera vez que una mano distinta a la mía toca este arma. – comenté para dejarle claro lo muy importante que significaba mi armamento para mí. – Así que puedes prepararte como me la estropees. – le advertí algo tensa. – Tiene tres disparos. Quitas el seguro y aprietas el gatillo para disparar. Cuando tengas que recargar, abre la recámara antes de introducir nuevos virotes. Hay más en mi faltriquera. – le indiqué. Fue una explicación rápida. Tampoco iba a ponerme a explicarle los distintos parámetros que se utilizaban para calibrarla. - Y sujétala fuerte, que tiene un fuerte retroceso. – Si bien era cierto que no tenía tanto cariño a mis ballestas de mano como a la pesada, las guardaba en bastante buena estima. Ahora veríamos la puntería de Runa.
Si Runa se decidía a aceptarla, seríamos dos disparando. El licántropo se alejaba de la costa y del muelle, y varios transeúntes, desde la orilla, observaban expectantes la persecución. Estábamos dando un nuevo espectáculo.
Runa me gritó que no disparara al licántropo, que ahora era un humano y nadaba hasta la balsa. Poco o nada me gustaban los hombres lobo, les tenía casi el mismo aprecio que a los vampiros, pero había ayudado a Runa así que muy a mi pesar, terminaría aceptando no sin recelo su ayuda.
Lo sorprendente fue que media banda del turbante comenzó a tirarse al agua a nadar tras ellos. En dirección a nuestra pequeña balsa. -¿Pero qué coño…? - dije con los ojos como platos. Viendo como lo menos diez hombres se tiraban al agua..
Comencé a tomar flechas de mi carcaj y a apuntar y disparar a aquellos tipos que venían nadando como suicidas contra Runa. Estaba claro que mi prioridad era salvar a la joven y, si había dos enemigos atacando respectivamente a los dos nadadores, sería el que atacara a Runa aquel que se llevaría la flecha. Menos mal que el hombre remaba, Runa y su amigo el hombre lobo tardarían más en alcanzarnos, pero al menos así ganaríamos algo de espacio. A aquellos tipos no parecía importarles morir acribillados. Otros fueron más inteligentes y se quedaron en tierra.
Cuando Runa llegó, la ayudé a subir a la pequeña balsa, también hice lo propio con el hombre lobo en forma humana que llegó hasta allí. Aunque no sin cierto recelo y enviándole una mirada un tanto de desconfianza, que él me devolvió.
-Deja remar al hombre lobo. – Ordené al anciano que se hiciera a un lado. El licántropo, aún en forma humana, tendría que ser mucho más fuerte. Éste rápidamente se puso a manos de los remos y se notaba la diferencia. Avanzábamos el triple de rápido gracias a los fornidos brazos de aquel ser, que decía llamarse Charles.
Parte de la banda del turbante trató de seguirnos. Tres lanchas repletas de hombres salieron tras nosotros, mientras otros tantos se quedaban en el muelle. Yo era la única tiradora a distancia del grupo. Avanzaban a un ritmo mucho más rápido que el nuestro y no tardarían en darnos caza y, una vez hecho esto, poco podríamos hacer contra sus espadas. Afortunadamente también contaba con mis hechizos de aire para sacarlos volando por los aires, pero entonces no podría disparar.
Yo sola a disparar no daba abasto para derribar a la gente. Por una vez, y sin que sirviera de precedente, tendría que confiar en alguien, miré a Runa con cara un poco malhumorada, esperaba hacer una cosa. Y desenfundé una de mis dos ballestas pequeñas y me desabroché la pequeña faltriquera negra a modo de bolso transversal que siempre llevaba.
-Toma, te voy a dejar esta ballesta. – le dije, entregándosela. – Es la primera vez que una mano distinta a la mía toca este arma. – comenté para dejarle claro lo muy importante que significaba mi armamento para mí. – Así que puedes prepararte como me la estropees. – le advertí algo tensa. – Tiene tres disparos. Quitas el seguro y aprietas el gatillo para disparar. Cuando tengas que recargar, abre la recámara antes de introducir nuevos virotes. Hay más en mi faltriquera. – le indiqué. Fue una explicación rápida. Tampoco iba a ponerme a explicarle los distintos parámetros que se utilizaban para calibrarla. - Y sujétala fuerte, que tiene un fuerte retroceso. – Si bien era cierto que no tenía tanto cariño a mis ballestas de mano como a la pesada, las guardaba en bastante buena estima. Ahora veríamos la puntería de Runa.
Si Runa se decidía a aceptarla, seríamos dos disparando. El licántropo se alejaba de la costa y del muelle, y varios transeúntes, desde la orilla, observaban expectantes la persecución. Estábamos dando un nuevo espectáculo.
Anastasia Boisson
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Le devolvió el abrazo al chico, entusiasta, y sonrió mientras él intentaba explicarle que había ido a salvarla. No había pensado que el chico se hubiera adelantado a ella, definitivamente, ese aire torpe y adorable que solía perseguir al chico allá por donde pisaba no era más que una pequeña faceta de todas las escondidas entre las capas de la personalidad de Schott, que a cada paso que daban juntos no dejaba de sorprenderla.
- Yo también me alegro de verte Schott.- respondió con una sonrisa.- He llegado hace poco, te veía concentrado y no quería molestar, siento lo del susto.- se disculpó. Concentrada observó la labor del chico al tiempo que escuchaba la nueva pregunta. Se miró a si misma, intentando comprobar su estado, no tenía heridas graves, solo un par de rozaduras en la cintura de haber tenido que salir por la estrecha ventana, era delgada, por eso había pasado, pero seguía siendo mujer y tenía figura de tal.- Si, un par de heridillas sin importancia.- contestó.- ¿tu estas bien? He visto la que has armado ahí detrás.- señaló con un dedo a su espalda, donde las cajas seguían esparcidas.
Ver los nervios en Schott a conmovió, el pobre podría haberse quedado ayudando a Runa y Huracán, pero los tres habían estado preocupados por ella y habían decidido dividirse para poder sacarla del embrollo en el que se había metido. Apoyó una mano en el hombro del chico y le dio un beso en la mejilla, agradecida.
- Gracias por venir a salvarme.- le sonrió.- Ahora, dime que hago para sacar a estos e ir a ayudar a Runa y Huracán.- Dijo dispuesta a ponerse manos a la obra para salir de allí cuanto antes y poder acabar la competición, ahora tenía más hambre que antes, y no quería perder la oportunidad de ganar esa comilona.
Cuando el chico pareció estresarse por el sinfin de cerraduras que parecía haber, tomó una decisión, guardo las herramientas y tomó una palanca, en cuanto Alanna escuchó que necesitaba ayuda, tomó el mango y comenzó a empujar con fuerza, poniendo sus pies sobre la pared, para aumentar el efecto palanca. Hasta que la puerta cedió.
La chica salió disparada a la pared contraria y se levantó rápidamente notando un nuevo moreton comenzando a salir en su hombro. Se quitó el polvo de los pantalones y observó al equipo ya armado que se encontraba frente a ella, estaba claro que ir todos en tropel a socorrer a Runa, Huracán y Charles no sería una de las mejores opciones, lo mejor sería que un pequeño grupo se dirigiera con ellos a ayudar a las chicas y los otros acudieran a llamar a la guardia de la ciudad para que detuvieran a los culpables, era probable que ya los estuvieran buscando al rededor de las murallas.
- Bien, de aquí, a aquí.- dijo señalando de un punto a otro en el que se encontraban algunos hombres.- Venís con nosotros a patear culos, el resto avisad a la guardia y guiadlos al puerto. En marcha.- exclamó recibiendo un fuerte "¡Si Señor!" como respuesta.
Comenzó a correr por las calles portuarias en dirección a donde, según recordaba, había podido ver la pelea cuando estaba sobre el tejado, necesitaba volver a una altura más elevada. Usando un montón de cajas llegó arriba. La Gata sobre el tejado, pudo ver que poco les faltaba para llegar. Hizo un gesto con la mano y siguió corriendo por encima de los techos hasta llegar a donde un grupo de gente armada observaba el mar lanzando flechas. Pudo ver una pequeña balsa alejándose, sin duda disparaban a las chicas. Bajó de su posición elevada, y, cogiendo un palo de hierro ligero y largo que había por allí. Inició la lucha.
- A por ellos.- Dijo con fuerza, lanzándose contra el primero, atizándole un golpe en el cogote, haciéndolo perder el conocimiento, y siguiendo hacia delante.
- Yo también me alegro de verte Schott.- respondió con una sonrisa.- He llegado hace poco, te veía concentrado y no quería molestar, siento lo del susto.- se disculpó. Concentrada observó la labor del chico al tiempo que escuchaba la nueva pregunta. Se miró a si misma, intentando comprobar su estado, no tenía heridas graves, solo un par de rozaduras en la cintura de haber tenido que salir por la estrecha ventana, era delgada, por eso había pasado, pero seguía siendo mujer y tenía figura de tal.- Si, un par de heridillas sin importancia.- contestó.- ¿tu estas bien? He visto la que has armado ahí detrás.- señaló con un dedo a su espalda, donde las cajas seguían esparcidas.
Ver los nervios en Schott a conmovió, el pobre podría haberse quedado ayudando a Runa y Huracán, pero los tres habían estado preocupados por ella y habían decidido dividirse para poder sacarla del embrollo en el que se había metido. Apoyó una mano en el hombro del chico y le dio un beso en la mejilla, agradecida.
- Gracias por venir a salvarme.- le sonrió.- Ahora, dime que hago para sacar a estos e ir a ayudar a Runa y Huracán.- Dijo dispuesta a ponerse manos a la obra para salir de allí cuanto antes y poder acabar la competición, ahora tenía más hambre que antes, y no quería perder la oportunidad de ganar esa comilona.
Cuando el chico pareció estresarse por el sinfin de cerraduras que parecía haber, tomó una decisión, guardo las herramientas y tomó una palanca, en cuanto Alanna escuchó que necesitaba ayuda, tomó el mango y comenzó a empujar con fuerza, poniendo sus pies sobre la pared, para aumentar el efecto palanca. Hasta que la puerta cedió.
La chica salió disparada a la pared contraria y se levantó rápidamente notando un nuevo moreton comenzando a salir en su hombro. Se quitó el polvo de los pantalones y observó al equipo ya armado que se encontraba frente a ella, estaba claro que ir todos en tropel a socorrer a Runa, Huracán y Charles no sería una de las mejores opciones, lo mejor sería que un pequeño grupo se dirigiera con ellos a ayudar a las chicas y los otros acudieran a llamar a la guardia de la ciudad para que detuvieran a los culpables, era probable que ya los estuvieran buscando al rededor de las murallas.
- Bien, de aquí, a aquí.- dijo señalando de un punto a otro en el que se encontraban algunos hombres.- Venís con nosotros a patear culos, el resto avisad a la guardia y guiadlos al puerto. En marcha.- exclamó recibiendo un fuerte "¡Si Señor!" como respuesta.
Comenzó a correr por las calles portuarias en dirección a donde, según recordaba, había podido ver la pelea cuando estaba sobre el tejado, necesitaba volver a una altura más elevada. Usando un montón de cajas llegó arriba. La Gata sobre el tejado, pudo ver que poco les faltaba para llegar. Hizo un gesto con la mano y siguió corriendo por encima de los techos hasta llegar a donde un grupo de gente armada observaba el mar lanzando flechas. Pudo ver una pequeña balsa alejándose, sin duda disparaban a las chicas. Bajó de su posición elevada, y, cogiendo un palo de hierro ligero y largo que había por allí. Inició la lucha.
- A por ellos.- Dijo con fuerza, lanzándose contra el primero, atizándole un golpe en el cogote, haciéndolo perder el conocimiento, y siguiendo hacia delante.
Alanna Delteria
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
El agua estaba helada para ambos cuerpos que nadaban hacia la balsa, aquel hombro lobo temblaba debido a que su temperatura térmica había descendido y eso había provocado que Runa también tuviera un mal momento.Pero por fortuna, Charles era rápido y alcanzaron rápido la balsa.
Primero Huracán agarro las manos de la joven y de un empujón la subió sin tratar de hacerla ningún daño, Charles sin embargo no corría la misma suerte, hubo un momento de tensión entre ellos dos, se notaba que a su compañera le hacia poca gracia que un hombre lobo estuviera en la balsa, como la naturaleza lo creo en su forma humana.
Con el hombre lobo remando, el viejo observando sin musitar palabras y huracán disparando.La situación pasó a a ser vergonzosa a la vez de cómica, tanto que ocurrió algo que nunca la ladrona había imaginado, Huracán ,la mujer más siniestra y fría del mundo,le dejaba a cargo una de sus pequeñas ballestas. Tenía tres disparos, y las instrucciones sencillas se había molestado en indicarle para ponerse manos a la obra.
Con cierto respeto agarró la ballesta, y en un silencio asertivo de la situación , apuntó entrecerrando su ojo izquierdo a uno de los que perseguían todavía. El primer disparó , se aseguró de quitar el seguro y disparó, pero con la poca suerte, que el impacto del disparo la desconcentro y falló. Los dos siguientes, cogiendo un poco de aire y un poco de calma, los acertó de lleno.
Estaba claro que Runa, no tenía la habilidad que la bruja, ni nunca la tendría, pero era suficiente para ir eliminando enemigos y apoyar a la mujer seria , que parecía apuntó de estallar . Mientras abría la recámara y recargaba con virotes, continuaba disparando, y más enemigos perecían, Runa a lo lejos le pareció ver algo.
-Huracán, mira. ¿Esos no serán?
Le preguntaba mientras continuaba matando mientras avanzaban, Charles el hombre lobo, parecía haber olido algo y paro de seco de remar, algo le había llamado la atención. No sabían que se aproximaba.
Primero Huracán agarro las manos de la joven y de un empujón la subió sin tratar de hacerla ningún daño, Charles sin embargo no corría la misma suerte, hubo un momento de tensión entre ellos dos, se notaba que a su compañera le hacia poca gracia que un hombre lobo estuviera en la balsa, como la naturaleza lo creo en su forma humana.
Con el hombre lobo remando, el viejo observando sin musitar palabras y huracán disparando.La situación pasó a a ser vergonzosa a la vez de cómica, tanto que ocurrió algo que nunca la ladrona había imaginado, Huracán ,la mujer más siniestra y fría del mundo,le dejaba a cargo una de sus pequeñas ballestas. Tenía tres disparos, y las instrucciones sencillas se había molestado en indicarle para ponerse manos a la obra.
Con cierto respeto agarró la ballesta, y en un silencio asertivo de la situación , apuntó entrecerrando su ojo izquierdo a uno de los que perseguían todavía. El primer disparó , se aseguró de quitar el seguro y disparó, pero con la poca suerte, que el impacto del disparo la desconcentro y falló. Los dos siguientes, cogiendo un poco de aire y un poco de calma, los acertó de lleno.
Estaba claro que Runa, no tenía la habilidad que la bruja, ni nunca la tendría, pero era suficiente para ir eliminando enemigos y apoyar a la mujer seria , que parecía apuntó de estallar . Mientras abría la recámara y recargaba con virotes, continuaba disparando, y más enemigos perecían, Runa a lo lejos le pareció ver algo.
-Huracán, mira. ¿Esos no serán?
Le preguntaba mientras continuaba matando mientras avanzaban, Charles el hombre lobo, parecía haber olido algo y paro de seco de remar, algo le había llamado la atención. No sabían que se aproximaba.
Runa Thorgil
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Estaba muy contento de ver de nuevo a Alanna sana y salva –Nada nada, ha sido un placer- sonreí, aunque aun me quedaba la duda de como demonios habria salido Alanna de aquel sótano tal y como era la puerta.
Seguí a Alanna y a nuestro nuevo “ejercito” rumbo al puerto donde deberían estar Runa y Huracán, iba a decir algo a Alanna cuando vi que trepaba ágil por unas cajas para subir al tejado, fui a seguirla pero cuando estuve frente a las cajas me lo pensé mejor.
-Jajaja, nah- reí recordando mi propio nivel de agilidad y volviendo con el grupo.
Corrí junto a los rescatados mientras Alanna por los tejados nos guiaba, menos mal, esto era un laberinto de cajas y almacenes.
Llegamos a la orilla donde un gran número de enemigos de la banda esta del turbante estaban disparando a una barca alejándose, y otros muchos nadaban tras ella.
-¿Pero qué narices?- me pregunte, ¿Cómo diantres se había torcido la cosa para que tuviesen que huir en barca?, no pasaba nada, hoy estaba en racha de rescates.
Alanna se lanzó de repente contra ellos en cabeza, los demás fuimos detrás.
-¡A la carga!- grité corriendo cubriéndome con el escudo, los tipos de la orilla no se esperaban para nada nuestra aparición y apenas pudieron darse la vuelta antes de chocar con nosotros, se entabló un fuerte combate, yo por mi parte acababa de empujar con el escudo a dos pobres diablos al agua en la primera embestida.
Me volví rápido para parar una estocada enemiga con el escudo y le respondí con una patada en el pecho que lo lanzó tambien al agua.
-¡Schott al rescate!- grité a la barca para que supiesen que aquí estaban los refuerzos.
Seguí a Alanna y a nuestro nuevo “ejercito” rumbo al puerto donde deberían estar Runa y Huracán, iba a decir algo a Alanna cuando vi que trepaba ágil por unas cajas para subir al tejado, fui a seguirla pero cuando estuve frente a las cajas me lo pensé mejor.
-Jajaja, nah- reí recordando mi propio nivel de agilidad y volviendo con el grupo.
Corrí junto a los rescatados mientras Alanna por los tejados nos guiaba, menos mal, esto era un laberinto de cajas y almacenes.
Llegamos a la orilla donde un gran número de enemigos de la banda esta del turbante estaban disparando a una barca alejándose, y otros muchos nadaban tras ella.
-¿Pero qué narices?- me pregunte, ¿Cómo diantres se había torcido la cosa para que tuviesen que huir en barca?, no pasaba nada, hoy estaba en racha de rescates.
Alanna se lanzó de repente contra ellos en cabeza, los demás fuimos detrás.
-¡A la carga!- grité corriendo cubriéndome con el escudo, los tipos de la orilla no se esperaban para nada nuestra aparición y apenas pudieron darse la vuelta antes de chocar con nosotros, se entabló un fuerte combate, yo por mi parte acababa de empujar con el escudo a dos pobres diablos al agua en la primera embestida.
Me volví rápido para parar una estocada enemiga con el escudo y le respondí con una patada en el pecho que lo lanzó tambien al agua.
-¡Schott al rescate!- grité a la barca para que supiesen que aquí estaban los refuerzos.
Schott
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Runa aceptó mi arma y comenzó a disparar. Al principio sin demasiada precisión, lo cual me hizo mirarla de reojo con cierta seriedad por su falta de puntería y por su desperdicio de virotes. De mis virotes, concretamente. Hasta el punto de llegar a plantearme si había hecho bien en dejarle mi arma. Finamente comenzó a acertar y a derribar a varios, por lo que había terminado sirviendo de ayuda. Yo no daba a basto a disparar a tanta gente.
Comencé a notar a lo lejos cierto revuelo en el muelle. Parecía que había pelea. Y miré a lo alto sobre un tejado una figura. Entrecerré los ojos para distinguir a Alanna como guía de esta muchedumbre. Por el suelo también había un joven que imaginaba sería Schott. Así como varios de los que probablemente fueran los prisioneros, que se encontraban luchando.
Al poco, los hombres dejarían de perseguirnos en sus barcas para comenzar a volver hacia el muelle. Donde se encontraban Schott y Alanna. Espero que la guardia llegara pronto al muelle o tendrían problemas. Por nuestra parte, estábamos demasiado alejados como para volver. Estábamos más cerca ya del otro lado de la pequeña bahía que constituía el puerto. Allí había mucha gente junto a los edificios. Observando la exhibición. La banda del turbante no nos atacaría ya.
De repente, y mientras yo aún pensaba como saldrían Schott y Alanna de aquella, noté como Charles dejaba de remar y Runa llamaba mi atención para que mirara al frente, me giré para ver qué era lo que nos aguardaba en la costa. Mi sorpresa no pudo ser mayor, la guardia nos estaba esperando a nosotros, para detenernos. Junto con un corrillo de ciudadanos que observaban expectantes nuestra llegada al muelle. Nos esperaban con armas.
-¡Quedan ustedes detenidas por alterar el orden público, secuestro de un ciudadano, robo y asesinato!– nos dijo uno de los guardias, el que parecía el más fuerte y bruto. Nos había encasquetado una serie de delitos que eran una consecución uno del otro, y siempre en defensa propia.
-Jamás disparamos a matar sin que fuera en defensa propia – remarcó Charles. - Y el “robo” del barco y el “secuestro” fue más bien una ayuda para escapar. Jamás hicimos nada al barquero – continuó diciendo para tratar de exculparnos. Tenía razón en todo lo que decía. Hasta el barquero afirmó con la cabeza. No éramos delincuentes.
-Me importa una mierda. Lo único que sé es que habéis dado un espectáculo violento y lamentable. - El guardia miró hacia mí. – Señorita, tire el arma inmediatamente y levante las manos.
-Tiene que ser una broma. – musité en voz baja, incrédula. Sin soltar mi ballesta pesada. – Esa banda ha secuestrado a un montón de gente. Sólo nos defendíamos y tratábamos de huir. ¿Qué pretendía que hiciera? ¿Que me quedara quieta recibiendo golpes y esperando a que aparecieran ustedes con su gran eficiencia? – le pregunté en tono también bastante claro. Pese a estar hablando con alguien de mayor autoridad que yo, jamás me callaba ante nada ni nadie. Y menos ante injusticias. El tipo bufó ante mi expresión. Sabía que tenía razón, pero por alguna razón quería colgarnos a nosotros el muerto. ¿Corrupción tal vez? ¿Algún trato con la banda del turbante? No era descartable. Con una mirada de odio.
-Tira el arma o mando que te acribillen, zorra. – gritó con odio aquel hombre sin contestar a mis preguntas. Lo cual no hacía sino darme la razón.
Normalmente no permitía que nadie me hablara en esos tenores, pero a continuación noté como se tensaban varios arcos en dirección a nosotros tres. Había muchos guardias. Estaba claro que no era yo quien controlaba la situación en aquel momento, por primera vez desde que salimos de Lunargenta estábamos en un aprieto serio. Y lo peor es que Alanna, que era guardia y podría explicar el malentendido, estaba demasiado lejos. No me quedaba mucha más alternativa. Tendría que morderme la lengua para no poner en riesgo mi vida o la de Runa y Charles.
-Está bien. – Dije con resignación. Y tiré mi ballesta al suelo, dejando que me esposaran sin oposición. Algo que hicieron de manera bastante agresiva con los tres. Parecía que le habíamos desmontado el chiringuito de corrupción a aquel “gracioso” capitán de la guardia.
Comencé a notar a lo lejos cierto revuelo en el muelle. Parecía que había pelea. Y miré a lo alto sobre un tejado una figura. Entrecerré los ojos para distinguir a Alanna como guía de esta muchedumbre. Por el suelo también había un joven que imaginaba sería Schott. Así como varios de los que probablemente fueran los prisioneros, que se encontraban luchando.
Al poco, los hombres dejarían de perseguirnos en sus barcas para comenzar a volver hacia el muelle. Donde se encontraban Schott y Alanna. Espero que la guardia llegara pronto al muelle o tendrían problemas. Por nuestra parte, estábamos demasiado alejados como para volver. Estábamos más cerca ya del otro lado de la pequeña bahía que constituía el puerto. Allí había mucha gente junto a los edificios. Observando la exhibición. La banda del turbante no nos atacaría ya.
De repente, y mientras yo aún pensaba como saldrían Schott y Alanna de aquella, noté como Charles dejaba de remar y Runa llamaba mi atención para que mirara al frente, me giré para ver qué era lo que nos aguardaba en la costa. Mi sorpresa no pudo ser mayor, la guardia nos estaba esperando a nosotros, para detenernos. Junto con un corrillo de ciudadanos que observaban expectantes nuestra llegada al muelle. Nos esperaban con armas.
-¡Quedan ustedes detenidas por alterar el orden público, secuestro de un ciudadano, robo y asesinato!– nos dijo uno de los guardias, el que parecía el más fuerte y bruto. Nos había encasquetado una serie de delitos que eran una consecución uno del otro, y siempre en defensa propia.
-Jamás disparamos a matar sin que fuera en defensa propia – remarcó Charles. - Y el “robo” del barco y el “secuestro” fue más bien una ayuda para escapar. Jamás hicimos nada al barquero – continuó diciendo para tratar de exculparnos. Tenía razón en todo lo que decía. Hasta el barquero afirmó con la cabeza. No éramos delincuentes.
-Me importa una mierda. Lo único que sé es que habéis dado un espectáculo violento y lamentable. - El guardia miró hacia mí. – Señorita, tire el arma inmediatamente y levante las manos.
-Tiene que ser una broma. – musité en voz baja, incrédula. Sin soltar mi ballesta pesada. – Esa banda ha secuestrado a un montón de gente. Sólo nos defendíamos y tratábamos de huir. ¿Qué pretendía que hiciera? ¿Que me quedara quieta recibiendo golpes y esperando a que aparecieran ustedes con su gran eficiencia? – le pregunté en tono también bastante claro. Pese a estar hablando con alguien de mayor autoridad que yo, jamás me callaba ante nada ni nadie. Y menos ante injusticias. El tipo bufó ante mi expresión. Sabía que tenía razón, pero por alguna razón quería colgarnos a nosotros el muerto. ¿Corrupción tal vez? ¿Algún trato con la banda del turbante? No era descartable. Con una mirada de odio.
-Tira el arma o mando que te acribillen, zorra. – gritó con odio aquel hombre sin contestar a mis preguntas. Lo cual no hacía sino darme la razón.
Normalmente no permitía que nadie me hablara en esos tenores, pero a continuación noté como se tensaban varios arcos en dirección a nosotros tres. Había muchos guardias. Estaba claro que no era yo quien controlaba la situación en aquel momento, por primera vez desde que salimos de Lunargenta estábamos en un aprieto serio. Y lo peor es que Alanna, que era guardia y podría explicar el malentendido, estaba demasiado lejos. No me quedaba mucha más alternativa. Tendría que morderme la lengua para no poner en riesgo mi vida o la de Runa y Charles.
-Está bien. – Dije con resignación. Y tiré mi ballesta al suelo, dejando que me esposaran sin oposición. Algo que hicieron de manera bastante agresiva con los tres. Parecía que le habíamos desmontado el chiringuito de corrupción a aquel “gracioso” capitán de la guardia.
Anastasia Boisson
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
La pelea avanzaba con presteza, los pocos luchadores que habían acudido junto a ella y Schott, a pesar de ser menores en número, peleaban con uñas y dientes, usaban cualquier cosa con tal de asestar un golpe. Alanna, adelantada en la batalla, había llegado a aquellos que se encontraban más cerca de los barcos.
No iba a salir ni uno indemne, las justas eran, como su nombre indicaba, combates justos. Uno contra uno, defendiendo su posición, su nombre y su honor, eran cosas que Alanna tenía muy metidas dentro, honor, justicia, lealtad, valor, toda su vida se guiaba por esas creencias, creencias que se veían reflejadas en ese tipo de eventos y que, ese día, habían sido empañadas dos veces por la misma persona. No podía permitir, ni por los que habían sido secuestrados, ni ella misma, que los alborotadores saliesen indemnes.
Tomó saliva y lanzó una patada sosteniendose en el bastón improvisado que había tomado poco antes, y lanzó a tres tipos al mar como si fueran fichas de dominó. Apartó de un soplido un mechón de pelo revelde que luchaba por cubrirle la cara y, agachandose, giró sobre una pierna para acompañar el bastón con un giro y lograr tirar al suelo a dos tipos más. Los enemigos los superarían en número, pero sus guerreros luchaban con a ira de cien hombres cada uno.
Cuando se levantó, a su alrededor a penas había dos enemigos más que la miraban con rabia. Sin embargo, y aunque con el bastón no podía matar, no le preocupaba, más valía dejarlos inconscientes y vivos para que la justicia decidiera. Hizo girar el bastón y lo lanzó como si de un boomerang se tratase, logrando alzanzar las cabezas de ambos tipos que calleron al agua. Alanna tomó nuevamente su arma y se metió en mitad de la batalla, golpeando a un enturbantado que se disponía a atacar a uno de los luchadores que peleaba contra otros dos.
- No hay honor en atacar por la espalda.- murmuró mientras el tipo caía.
Sonrió al hombre que, con seriedad, dio un ligero asentimiento a modo de reconocimiento. Alanna sintió que, como solía pasar en toda batalla, se unían relaciones, se creaban alianzas y que, por fin, a pesar del sentimiento que había notado al estar rodeada de tantos hombres que la menos preciaban, había logrado que la reconocieran como una igual, no por su sexo, sino por sus convicciones.
La batalla parecía, por fin, llegar a su limite, los pocos saracenos que quedaban se habían visto recluidos a un diminuto círculo. Alanna tomó la delantera antes de que los hombres se los comieran y puso orden pidiendoles a quienes combatían junto a ella que los atasen. Suspiró aliviada y buscó a Schott entre la pequeña multitud para, al distraerse, recibir una herida en el costado por parte de uno de los aturbantados, que, sin esperar un solo instante, fue reducido con violencia.
Alanna se agachó cogiendose el costado, dolorida y ensangrentada. Escucho unos pasos acelerados y a Charles, el hombre lobo, acercarse corriendo, ¿habrían salido por fin Runa y Huracán del lío? Esperaba que si. Apretó la herida, los demás le dejaban sitio y retiraban a los tipos de turbante para que no volvieran a acercarse a ella, mientras se levantaba con gesto de dolor mal disimulado.
- Dejame ver.- Pidió Charles al llegar junto a ella, con cara de preocupación, apartando las manos de Alanna con cuidado y levantandole la camisa para observar la herida cercana a su vientre plano.- No es grave, pero mejor será vendarla. No sea que se infecte.- Comentó el chico mientras cortaba un trozo de una camisa que llevaba puesta y sabrían los dioses de dónde habría sacado para enredarla en la cintura de la chica.
- Gracias.- Respondió Alanna con una sonrisa mientras dejaba que el chico tratase su herida y volvía a cubrirse el estómago.
Con una sencilla y abrierta sonrisa que llego hasta los ojos verdes del joven, llegó la guardia que comenzó a tomar a los ya capturados y los envio a terminar con la justa, ya solo quedaba un combate, no pensaba dejar de pelear por una herida, tendría que luchar con el corte abierto, pero su orgullo no le permitía retirarse. Salieron de nuevo hacia la plaza donde, felices por el regreso de la paz a la ciudad, dieron nuevo inicio a los combates, la cerveza volvió a correr, Alanna recuperó su bastón y las luchas comenzaron a sucederse. Pronto sería su turno. Respitó hondo, sostuvo el bastón con más fuerza entre sus manos y miró a Charlotte, no iba a decepcionarla aunque eso significase que se le volviera a abrir la herida.
***********************************************
Off: Chicos, vamos a seguir hasta que acabe la justa y cerramos bien el tema, supongo que en unos dos posts más cada uno, acabamos, ánimo a todos >-<
No iba a salir ni uno indemne, las justas eran, como su nombre indicaba, combates justos. Uno contra uno, defendiendo su posición, su nombre y su honor, eran cosas que Alanna tenía muy metidas dentro, honor, justicia, lealtad, valor, toda su vida se guiaba por esas creencias, creencias que se veían reflejadas en ese tipo de eventos y que, ese día, habían sido empañadas dos veces por la misma persona. No podía permitir, ni por los que habían sido secuestrados, ni ella misma, que los alborotadores saliesen indemnes.
Tomó saliva y lanzó una patada sosteniendose en el bastón improvisado que había tomado poco antes, y lanzó a tres tipos al mar como si fueran fichas de dominó. Apartó de un soplido un mechón de pelo revelde que luchaba por cubrirle la cara y, agachandose, giró sobre una pierna para acompañar el bastón con un giro y lograr tirar al suelo a dos tipos más. Los enemigos los superarían en número, pero sus guerreros luchaban con a ira de cien hombres cada uno.
Cuando se levantó, a su alrededor a penas había dos enemigos más que la miraban con rabia. Sin embargo, y aunque con el bastón no podía matar, no le preocupaba, más valía dejarlos inconscientes y vivos para que la justicia decidiera. Hizo girar el bastón y lo lanzó como si de un boomerang se tratase, logrando alzanzar las cabezas de ambos tipos que calleron al agua. Alanna tomó nuevamente su arma y se metió en mitad de la batalla, golpeando a un enturbantado que se disponía a atacar a uno de los luchadores que peleaba contra otros dos.
- No hay honor en atacar por la espalda.- murmuró mientras el tipo caía.
Sonrió al hombre que, con seriedad, dio un ligero asentimiento a modo de reconocimiento. Alanna sintió que, como solía pasar en toda batalla, se unían relaciones, se creaban alianzas y que, por fin, a pesar del sentimiento que había notado al estar rodeada de tantos hombres que la menos preciaban, había logrado que la reconocieran como una igual, no por su sexo, sino por sus convicciones.
La batalla parecía, por fin, llegar a su limite, los pocos saracenos que quedaban se habían visto recluidos a un diminuto círculo. Alanna tomó la delantera antes de que los hombres se los comieran y puso orden pidiendoles a quienes combatían junto a ella que los atasen. Suspiró aliviada y buscó a Schott entre la pequeña multitud para, al distraerse, recibir una herida en el costado por parte de uno de los aturbantados, que, sin esperar un solo instante, fue reducido con violencia.
Alanna se agachó cogiendose el costado, dolorida y ensangrentada. Escucho unos pasos acelerados y a Charles, el hombre lobo, acercarse corriendo, ¿habrían salido por fin Runa y Huracán del lío? Esperaba que si. Apretó la herida, los demás le dejaban sitio y retiraban a los tipos de turbante para que no volvieran a acercarse a ella, mientras se levantaba con gesto de dolor mal disimulado.
- Dejame ver.- Pidió Charles al llegar junto a ella, con cara de preocupación, apartando las manos de Alanna con cuidado y levantandole la camisa para observar la herida cercana a su vientre plano.- No es grave, pero mejor será vendarla. No sea que se infecte.- Comentó el chico mientras cortaba un trozo de una camisa que llevaba puesta y sabrían los dioses de dónde habría sacado para enredarla en la cintura de la chica.
- Gracias.- Respondió Alanna con una sonrisa mientras dejaba que el chico tratase su herida y volvía a cubrirse el estómago.
Con una sencilla y abrierta sonrisa que llego hasta los ojos verdes del joven, llegó la guardia que comenzó a tomar a los ya capturados y los envio a terminar con la justa, ya solo quedaba un combate, no pensaba dejar de pelear por una herida, tendría que luchar con el corte abierto, pero su orgullo no le permitía retirarse. Salieron de nuevo hacia la plaza donde, felices por el regreso de la paz a la ciudad, dieron nuevo inicio a los combates, la cerveza volvió a correr, Alanna recuperó su bastón y las luchas comenzaron a sucederse. Pronto sería su turno. Respitó hondo, sostuvo el bastón con más fuerza entre sus manos y miró a Charlotte, no iba a decepcionarla aunque eso significase que se le volviera a abrir la herida.
***********************************************
Off: Chicos, vamos a seguir hasta que acabe la justa y cerramos bien el tema, supongo que en unos dos posts más cada uno, acabamos, ánimo a todos >-<
Alanna Delteria
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Todo se había desmadrado de mala manera, en un lado se ocupaban Schot y Alanna a luchar con uñas y dientes, para evitar la muerte de sus compañeras. En el otro, estaban los dos huesos duros de roer aguantando, como la situación permitía.
Sin vacilación dieron la vuelta con la mala pata que las estaban esperando, el viejo saldría inmune, Charles sin embargo ya había saltado de la balsa para ayudar a la gata.De nuevo, la mala suerte las apresaba, acusadas de escándalo , robo, secuestro y asesinato. Con un arma apuntando a Huracán esta cedió a bajar el arma, parecía que estaban rodeadas de guardias, y para el colmo de la gracia, el capitán parecía poco razonable.
En silencio, Runa levanto los brazos en símbolo de rendición, sabia que si tenia la mínima posibilidad de robarle las llaves, no dudaría ni un momento en ponerse en manos a la obra, pero como debía ser, no tendría levantar sospechas.
-Me temo que no pude ayudarte esta vez, Huracán
-¡NI UNA PALABRA!. Golpeó el capitán en el cogote de la ladrona fuertemente para inculcar respeto.
Desde el suelo, disimulaba debilidad mientras por el rabillo del ojo observó que tenia la llave de un calabozo escondida en sus calzas un poco descuidadas.
Se levantó como si de una resaca se tratara, mientras los ojos de aquel tipo no paraban de observarla.
-Llevas unas calzas un tanto lujosas para ser un simple capitán ,¿no?
La corrupción se olía a kilometros,si habia algo que no le costaba, era diferenciar a la gente con poder.
-Eres demasiado tonta
Fueron las ultimas palabras que logró escuchar, antes de que su vista se nublara y sintiera un golpe fuerte que la dejara en el suelo inconsciente.Logró ver las botas de Huracán y su voz, algo alterada. Si todo iba bien, Runa con sus métodos, las sacaría de esta sin que nadie sospechara.
Sin vacilación dieron la vuelta con la mala pata que las estaban esperando, el viejo saldría inmune, Charles sin embargo ya había saltado de la balsa para ayudar a la gata.De nuevo, la mala suerte las apresaba, acusadas de escándalo , robo, secuestro y asesinato. Con un arma apuntando a Huracán esta cedió a bajar el arma, parecía que estaban rodeadas de guardias, y para el colmo de la gracia, el capitán parecía poco razonable.
En silencio, Runa levanto los brazos en símbolo de rendición, sabia que si tenia la mínima posibilidad de robarle las llaves, no dudaría ni un momento en ponerse en manos a la obra, pero como debía ser, no tendría levantar sospechas.
-Me temo que no pude ayudarte esta vez, Huracán
-¡NI UNA PALABRA!. Golpeó el capitán en el cogote de la ladrona fuertemente para inculcar respeto.
Desde el suelo, disimulaba debilidad mientras por el rabillo del ojo observó que tenia la llave de un calabozo escondida en sus calzas un poco descuidadas.
Se levantó como si de una resaca se tratara, mientras los ojos de aquel tipo no paraban de observarla.
-Llevas unas calzas un tanto lujosas para ser un simple capitán ,¿no?
La corrupción se olía a kilometros,si habia algo que no le costaba, era diferenciar a la gente con poder.
-Eres demasiado tonta
Fueron las ultimas palabras que logró escuchar, antes de que su vista se nublara y sintiera un golpe fuerte que la dejara en el suelo inconsciente.Logró ver las botas de Huracán y su voz, algo alterada. Si todo iba bien, Runa con sus métodos, las sacaría de esta sin que nadie sospechara.
Runa Thorgil
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Proseguimos luchando codo con codo con los rehenes libreados contra los hombres turbante estos, detuve un par de golpes muy rápidos de cimitarra con el escudo que hicieron maldecir en el idioma raro ese al enemigo, solo para encontrarse con que otro rehén saltaba sobre el haciéndole una llave bastante impresionante y derribándole.
-Uuu, esto tiene que doler- sonreí, para luego volverme, parar otro par de golpes y partirle a un tipo el tabique de un golpe de escudo en la cara.
Tras algunas refriegas más ya casi habíamos acabado, apenas quedaba combativo un puñado de secuestradores y por las voces que se oían parecía que la guardia estaba de camino, finalmente lo habíamos logrado.
-Habría sido mejor que secuestrasen a los del campeonato de punto y bordada- sonreí.
Busqué a Alanna con la mirada, y me pareció ver con horror como estaba herida, traté de acercarme a ella pero uno de esos matones aturbantado me detuvo, por suerte parecía que ya había otro tipo tratándola.
Tras un par combates mas al poco nos vimos envueltos por la guardia.
-Llegan siempre justo a tiempo eh- susurre a un rehén a mi lado que soltó una risilla por lo bajo.
Fui a acercarme al borde para ayudar a Huracán y Runa a subir, pero la guardia me lo impidió y formo un corro a nuestro alrededor.
-Eh..Eh..eh- esto es un terrible malentendido.
-Tu calla chaval- me reprendió un guardia dándome con la alabarda en la rodilla que casi me tira al suelo.
La situación se puso tensa, varios guardias sacaron sus arcos y apuntaron a Runa y Huracán, esto se nos podía ir de las manos.
-Ehh..espera espera e..esto es un error yo…-
-¡Calla la boca!- me repitió el mismo guardia golpeándome la otra rodilla.
-Ahh, ahh, mierda, mi punto debil, el cuerpo- maldije.
La pobre Runa estaba en una situación parecida, pude ver con horror como era golpeada.
-¡Ehhh, ehhh madlito bribón, bellaco! ¿es que ahora regalan el título de guardia al comprar 6 pintas de vino?-
-¡Te voy a…!- gritó el guardia volviendo a apuntar a la rodilla.
-Ey espera… tu encajas con la descripción que nos han dado del tipo que se colaba en los almacenes- Dijo el capitán mirándome fijamente –Joven pelirrojo con pinta de truhan-
Me quedé unos instantes en blanco -¿Quién yo? No, que va, será otro pelirrojo, ni siquiera sé lo que es truhan, yo…-
-Allanamiento de propiedad privada y destrucción de bienes- sentenció mientras dos guardias me rodeaban.
-Bueno, a ver, si nos ponemos tecnicos puede que sea cierto lo del allanamiento, y no te voy a negar lo de la destrucción pero resulta…-
-¡Que te calles!- Fue lo último que escuche antes de que el guardia me diera con la empuñadura en la cabeza y cayese al suelo inconsciente, como de costumbre.
......
-Ey, ¿estás bien?, deja de dormir, hay trabajo-
-Mmmmm…cinco minutos más- masculle aun delirando.
-¡Arriba!- me gritó Charlotte tirándome un cubo de agua fría.
-Auauauuua- maldije retorciéndome, estábamos de vuelta en la tienda del torneo que parecía haberse reanudado.
-Venga vago, la forja te espera, ¿es que quieres otro cubo?-
-Nonono, ya voy ya…- masculle poniéndome de pie.
-¿Qu...que ha pasado?- masculle rascándome la cabeza.
-Pues que las chicas una vez mas han salvado la situación mientras tu dormías la mona- sonrió ufana Charlotte.
-Ehhh, pero que me dieron en la cabeza- me defendí cutremente.
-Pues cómprate un casco- sentenció Charlotte riendo lanzándome unas tenazas de forja mientras volvía a su trabajo, yo es que no se como lo hacía pero siempre me llevaba algún palo.
-Uuu, esto tiene que doler- sonreí, para luego volverme, parar otro par de golpes y partirle a un tipo el tabique de un golpe de escudo en la cara.
Tras algunas refriegas más ya casi habíamos acabado, apenas quedaba combativo un puñado de secuestradores y por las voces que se oían parecía que la guardia estaba de camino, finalmente lo habíamos logrado.
-Habría sido mejor que secuestrasen a los del campeonato de punto y bordada- sonreí.
Busqué a Alanna con la mirada, y me pareció ver con horror como estaba herida, traté de acercarme a ella pero uno de esos matones aturbantado me detuvo, por suerte parecía que ya había otro tipo tratándola.
Tras un par combates mas al poco nos vimos envueltos por la guardia.
-Llegan siempre justo a tiempo eh- susurre a un rehén a mi lado que soltó una risilla por lo bajo.
Fui a acercarme al borde para ayudar a Huracán y Runa a subir, pero la guardia me lo impidió y formo un corro a nuestro alrededor.
-Eh..Eh..eh- esto es un terrible malentendido.
-Tu calla chaval- me reprendió un guardia dándome con la alabarda en la rodilla que casi me tira al suelo.
La situación se puso tensa, varios guardias sacaron sus arcos y apuntaron a Runa y Huracán, esto se nos podía ir de las manos.
-Ehh..espera espera e..esto es un error yo…-
-¡Calla la boca!- me repitió el mismo guardia golpeándome la otra rodilla.
-Ahh, ahh, mierda, mi punto debil, el cuerpo- maldije.
La pobre Runa estaba en una situación parecida, pude ver con horror como era golpeada.
-¡Ehhh, ehhh madlito bribón, bellaco! ¿es que ahora regalan el título de guardia al comprar 6 pintas de vino?-
-¡Te voy a…!- gritó el guardia volviendo a apuntar a la rodilla.
-Ey espera… tu encajas con la descripción que nos han dado del tipo que se colaba en los almacenes- Dijo el capitán mirándome fijamente –Joven pelirrojo con pinta de truhan-
Me quedé unos instantes en blanco -¿Quién yo? No, que va, será otro pelirrojo, ni siquiera sé lo que es truhan, yo…-
-Allanamiento de propiedad privada y destrucción de bienes- sentenció mientras dos guardias me rodeaban.
-Bueno, a ver, si nos ponemos tecnicos puede que sea cierto lo del allanamiento, y no te voy a negar lo de la destrucción pero resulta…-
-¡Que te calles!- Fue lo último que escuche antes de que el guardia me diera con la empuñadura en la cabeza y cayese al suelo inconsciente, como de costumbre.
......
-Ey, ¿estás bien?, deja de dormir, hay trabajo-
-Mmmmm…cinco minutos más- masculle aun delirando.
-¡Arriba!- me gritó Charlotte tirándome un cubo de agua fría.
-Auauauuua- maldije retorciéndome, estábamos de vuelta en la tienda del torneo que parecía haberse reanudado.
-Venga vago, la forja te espera, ¿es que quieres otro cubo?-
-Nonono, ya voy ya…- masculle poniéndome de pie.
-¿Qu...que ha pasado?- masculle rascándome la cabeza.
-Pues que las chicas una vez mas han salvado la situación mientras tu dormías la mona- sonrió ufana Charlotte.
-Ehhh, pero que me dieron en la cabeza- me defendí cutremente.
-Pues cómprate un casco- sentenció Charlotte riendo lanzándome unas tenazas de forja mientras volvía a su trabajo, yo es que no se como lo hacía pero siempre me llevaba algún palo.
Schott
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Los dichosos guardias me habían despojado de mi arma y se disponían a golpear a Runa, que también estaba indefensa. Malditos malnacidos. Abusaban de su autoridad. Estaba claro que habíamos cerrado el chiringuito de algún policía corrupto. pensé para mis adentros. Un golpe seco dejó a Runa inconsciente.
-Pero seréis cabrones... – maljuré hacia los tipos con odio. ¿Qué motivos tenían para golpear a una joven despojada de su armamento?
También se dejó ver por allí Schott. Quien tras una acalorada conversación con otro de los guardias que nos custodiaba también terminaría inconsciente en el suelo. Ante tal panorama, ya me imaginaba qué era lo que me esperaba a mí también y no tardaría en perder la consciencia, fruto de un fuerte golpe con un palo sobre mi cabeza. Haciéndome caer contra el suelo repentinamente.
. . . . . . .
Cuando volví en mí habían pasado unas horas, tal vez cuatro, cinco, no lo sabía. Pero no había despertado en la cárcel, sino en una casa, y bastante conocida. Debido a los golpes que recibí me costó un poco imaginar qué era lo que había ocurrido. Pero no. Allí tenía todo mi preciado armamento y mis cosas perfectamente colocadas.
Salí a la habitación contigua que era ya la herrería, y allí se encontraba Schott. Charlando con Charlotte, la niña que soñaba con ser herrera. El joven hacía de las suyas con su habitual torpeza, lo cual me hizo suspirar. Con mi habitual seriedad y terminando de colocarme mis ballestas de mano sobre el cinturón y la pesada a mi espalda junto al carcaj, le pregunté a Charlotte.
-¿Qué ha pasado? – le pregunté, seria. Sin reflejar una sonrisa en mi cara.
-Oh, Alanna intercedió por vosotros poco después de que quedarais inconscientes y os salvó de terminar en la cárcel. – me respondió la joven, que se encontraba terminando de preparar el arma que utilizaría la guardia, un bello bastón con un acabado blanco como la nieve. – Está en la plaza. Va a empezar la justa. ¿Puedes llevarle el arma?
Sin decirle nada salí hacia la puerta. Esperé a ver si Runa o Schott venían conmigo. Tenía ya ganas de que terminara aquella dichosa Justa. Estaba atardeciendo ya, pero las cosas parecían haber vuelto a la normalidad. Habíamos detenido al brujo Wayne y a su banda y rescatado a Alanna. Pero ella, por lo visto, también nos había rescatado a nosotros.
Había si cabía aún más multitud que antes, y el ambiente era mucho más festivo y menos tenso. Runa y yo habíamos ganado nuestras pruebas, y ahora faltaba que Alanna hiciera lo propio. Algo que no dudaba ni un segundo. Era una guerrera experta y muy capaz.
La contemplé entre el público, instantes antes de que empezara la prueba definitiva. Esta vez me encargaría de que nadie la volviese a interrumpir y sacaría mi ballesta a la mínima de cambio si algo así volvía a ocurrir. También reflexionaba sobre la primera interrupción. Estaba intrigada por saber cómo nos había sacado de aquel embrollo, pero no quería que aquello la desconcentrara, probablemente me fuera de allí sin saberlo. No esperaba quedarme a la cena. Piqué en su hombro desde atrás, y la miré fijamente a los ojos.
-Gracias por lo del muelle. – le respondí agradecida, con seriedad y sin gesticular demasiado, pero con sinceridad. Era mi forma de ser, y espero que aquello no le incomodara. A continuación, le cedí el bastón que me había entregado Charlotte. – Ten. Buena suerte. – le dije entregándole el arma de color blanco.
No había sido una prodigiosa hablando, pero lo normal para lo que viene siendo habitual en mí. Sin decir más. Me coloqué al final del público, en una posición bastante atrasada pero desde donde podía ver bien el combate.
-Pero seréis cabrones... – maljuré hacia los tipos con odio. ¿Qué motivos tenían para golpear a una joven despojada de su armamento?
También se dejó ver por allí Schott. Quien tras una acalorada conversación con otro de los guardias que nos custodiaba también terminaría inconsciente en el suelo. Ante tal panorama, ya me imaginaba qué era lo que me esperaba a mí también y no tardaría en perder la consciencia, fruto de un fuerte golpe con un palo sobre mi cabeza. Haciéndome caer contra el suelo repentinamente.
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Cuando volví en mí habían pasado unas horas, tal vez cuatro, cinco, no lo sabía. Pero no había despertado en la cárcel, sino en una casa, y bastante conocida. Debido a los golpes que recibí me costó un poco imaginar qué era lo que había ocurrido. Pero no. Allí tenía todo mi preciado armamento y mis cosas perfectamente colocadas.
Salí a la habitación contigua que era ya la herrería, y allí se encontraba Schott. Charlando con Charlotte, la niña que soñaba con ser herrera. El joven hacía de las suyas con su habitual torpeza, lo cual me hizo suspirar. Con mi habitual seriedad y terminando de colocarme mis ballestas de mano sobre el cinturón y la pesada a mi espalda junto al carcaj, le pregunté a Charlotte.
-¿Qué ha pasado? – le pregunté, seria. Sin reflejar una sonrisa en mi cara.
-Oh, Alanna intercedió por vosotros poco después de que quedarais inconscientes y os salvó de terminar en la cárcel. – me respondió la joven, que se encontraba terminando de preparar el arma que utilizaría la guardia, un bello bastón con un acabado blanco como la nieve. – Está en la plaza. Va a empezar la justa. ¿Puedes llevarle el arma?
Sin decirle nada salí hacia la puerta. Esperé a ver si Runa o Schott venían conmigo. Tenía ya ganas de que terminara aquella dichosa Justa. Estaba atardeciendo ya, pero las cosas parecían haber vuelto a la normalidad. Habíamos detenido al brujo Wayne y a su banda y rescatado a Alanna. Pero ella, por lo visto, también nos había rescatado a nosotros.
Había si cabía aún más multitud que antes, y el ambiente era mucho más festivo y menos tenso. Runa y yo habíamos ganado nuestras pruebas, y ahora faltaba que Alanna hiciera lo propio. Algo que no dudaba ni un segundo. Era una guerrera experta y muy capaz.
La contemplé entre el público, instantes antes de que empezara la prueba definitiva. Esta vez me encargaría de que nadie la volviese a interrumpir y sacaría mi ballesta a la mínima de cambio si algo así volvía a ocurrir. También reflexionaba sobre la primera interrupción. Estaba intrigada por saber cómo nos había sacado de aquel embrollo, pero no quería que aquello la desconcentrara, probablemente me fuera de allí sin saberlo. No esperaba quedarme a la cena. Piqué en su hombro desde atrás, y la miré fijamente a los ojos.
-Gracias por lo del muelle. – le respondí agradecida, con seriedad y sin gesticular demasiado, pero con sinceridad. Era mi forma de ser, y espero que aquello no le incomodara. A continuación, le cedí el bastón que me había entregado Charlotte. – Ten. Buena suerte. – le dije entregándole el arma de color blanco.
No había sido una prodigiosa hablando, pero lo normal para lo que viene siendo habitual en mí. Sin decir más. Me coloqué al final del público, en una posición bastante atrasada pero desde donde podía ver bien el combate.
Anastasia Boisson
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Al final había podido arreglarlo, había mostrado su placa, con las manos ensangrentadas, y, mientras se cogía el costado, había notado como los presentes que habían luchado junto a ella se situaban a su espalda respaldando su testimonio y sus palabras, al final, no habían tenido más remedio que ceder, y les habían, casi, obligado a volver a la fiesta.
Alanna suspiró cerrando los ojos, faltaba un solo combate, y el bastón que tenía entre sus manos era a penas chatarra. Abrió los ojos fijando la mirada en el que sería su siguiente adversario y tragó saliva, nerviosa, cuando notó un golpecito en el hombro. Se giró, algo nerviosa, para encontrarse la cara seria de Huracán que le agradecía su intervención y le deseaba suerte.
- Gracias por venir a por mi.- le respondió con una ligera sonrisa, sincera, antes de ver desaparecer a la joven y apretar el bastón entre las manos.
A penas unos minutos después, sonó la alarma, era hora de empezar. Acudió al centro de la arena, hizo una reverencia tranquila,y, tras apretar el ligero y cómodo bastón, se situó en posición. Notando un tirón de la herida vendada y aun algo sangrante. No le importó, aguantó el gesto de dolor y esperó el ataque de su contrincante, Charles, que, con elegancia, comenzó la contienda.
La chica detuvo el golpe cruzando el bastón por arriba notando como le resonaban los huesos y se resentía su costado. Se intentó recuperar en unos instantes y, girando el bastón, golpeó las piernas del hombre haciéndolo caer, ganando, así, tiempo para retrasar sus pasos y recuperarse un poco. Respiró hondo y se sopesó el bastón mientras el tipo se levantaba, era blanco y brillante, el sol comenzaba a ocultarse, pero si encontraba el momento preciso, podría ganar de una sola. Solo debía mantener el juego durante un par de minutos.
Se lanzó hacia él fingiendo ir a golpear con el bastón, sin embargo, cuando estaba por llegar, lo clavó en el suelo y saltó para girar y golpear con su pierna el arma del hombre, que retrocedió unos pasos. Nuevamente, su costado retumbó dolorido, y ella notó un liquido cálido resbalando por su cintura, su camisa pronto estaría manchada de rojo.
Sin detenerse a pensar, o a reaccionar a las protestas sordas de su cuerpo continuó con movimientos rápidos dirigidos a situar al hombre en la posición que le interesaba. Giró el bastón en el aire y comenzó a golpear. Los choques soltaban sonidos metálicos, el viento soplaba cálido, el barullo se había detenido durante la pelea. Un cruce, otro, la Gata esquivó un golpe con un ligero giro y golpeó desde su espalda tomando el bastón del hombre con su mano libre mientras él hacía otro tanto.
Parecía que, en lugar de luchar, estuvieran manteniendo una conversación, o, tal vez, bailaran un tango del modo más peligroso que habían encontrado. Si él daba un paso, ella lo daba a su vez, aun sin soltar los bastones, si era ella quien hacía un movimiento, él lo detenía. La chica sonrió tragando saliva, sin duda era un rival digno.
Sintió resvalar la sangre y notó como caía a la arena parte del líquido rojo, había acabado por abrirse. Le dolía, debía acabar pronto. Forzándose dio un salto, ejecutando una elegante voltereta usando como punto de apoyo el bastó del joven, que era el que se encontraba tras su cadera, y recuperó, así su propia arma, quedándose en el aire justo en el punto en el que el sol cegaba, logrando ocultar el brillo blanco de su bastón que giró en sus manos mientras aterrizaba en el suelo tras su pirueta y dejaba a Charles tumbado, con el bastón en la cara, sin arma y a su merced.
Alanna respiraba con dificultad, se mantuvo de pie durante unos instantes y, de pronto, sonaron los gritos, había vencido, el combate se había acabado, la justa había finalizado, la trompeta que marcaba el final resonó mientras la chica se dejaba caer al suelo, soltando el bastón y tomándose la cintura herida entre las manos.
- Si me vences así de herida, no se como habría quedado la cosa si hubieras estado totalmente bien.- Musitó quien había sido su contrincante tendiéndole una mano.- Vamos vencedora, a que te traten y te den el premio.
La chica, con una sonrisa, aceptó la mano y se levantó notando el dolor del costado. Un juglar se acercó a ella y le colocó una medalla en el cuello proclamándola ganadora, y la chica, soportando como podía, alzó el premió hacia donde había visto a Huracán en la multitud, suponiendo que estarían allí todos, para, en cuanto pudo, salir corriendo a la enfermería del torneo.
****************
-Vale, esto ya está, nos has dejado en buen lugar chica, tu y tu equipo sois impresionantes.- le felicitó la enfermera dejandola sola, vendada, sentada en un camastro, poniendose la camisa con un suspiro.
Alanna sonrió a la mujer, al parecer, había servido de algo, y, de paso, había ganado, si, estaba herida, pero había ganado, al fin y al cabo, ¿no? Escuchó su nombre en un grito que se acercaba corriendo y una Charlotte emocionada se lanzó a darle un abrazo inmenso. La guardia se lo devolvió, algo dolorida, si ella estaba ahí, ¿los demás también lo estarían?
*******************************
Off: Ultima ronda, animo chicos *^*
Alanna suspiró cerrando los ojos, faltaba un solo combate, y el bastón que tenía entre sus manos era a penas chatarra. Abrió los ojos fijando la mirada en el que sería su siguiente adversario y tragó saliva, nerviosa, cuando notó un golpecito en el hombro. Se giró, algo nerviosa, para encontrarse la cara seria de Huracán que le agradecía su intervención y le deseaba suerte.
- Gracias por venir a por mi.- le respondió con una ligera sonrisa, sincera, antes de ver desaparecer a la joven y apretar el bastón entre las manos.
A penas unos minutos después, sonó la alarma, era hora de empezar. Acudió al centro de la arena, hizo una reverencia tranquila,y, tras apretar el ligero y cómodo bastón, se situó en posición. Notando un tirón de la herida vendada y aun algo sangrante. No le importó, aguantó el gesto de dolor y esperó el ataque de su contrincante, Charles, que, con elegancia, comenzó la contienda.
La chica detuvo el golpe cruzando el bastón por arriba notando como le resonaban los huesos y se resentía su costado. Se intentó recuperar en unos instantes y, girando el bastón, golpeó las piernas del hombre haciéndolo caer, ganando, así, tiempo para retrasar sus pasos y recuperarse un poco. Respiró hondo y se sopesó el bastón mientras el tipo se levantaba, era blanco y brillante, el sol comenzaba a ocultarse, pero si encontraba el momento preciso, podría ganar de una sola. Solo debía mantener el juego durante un par de minutos.
Se lanzó hacia él fingiendo ir a golpear con el bastón, sin embargo, cuando estaba por llegar, lo clavó en el suelo y saltó para girar y golpear con su pierna el arma del hombre, que retrocedió unos pasos. Nuevamente, su costado retumbó dolorido, y ella notó un liquido cálido resbalando por su cintura, su camisa pronto estaría manchada de rojo.
Sin detenerse a pensar, o a reaccionar a las protestas sordas de su cuerpo continuó con movimientos rápidos dirigidos a situar al hombre en la posición que le interesaba. Giró el bastón en el aire y comenzó a golpear. Los choques soltaban sonidos metálicos, el viento soplaba cálido, el barullo se había detenido durante la pelea. Un cruce, otro, la Gata esquivó un golpe con un ligero giro y golpeó desde su espalda tomando el bastón del hombre con su mano libre mientras él hacía otro tanto.
Parecía que, en lugar de luchar, estuvieran manteniendo una conversación, o, tal vez, bailaran un tango del modo más peligroso que habían encontrado. Si él daba un paso, ella lo daba a su vez, aun sin soltar los bastones, si era ella quien hacía un movimiento, él lo detenía. La chica sonrió tragando saliva, sin duda era un rival digno.
Sintió resvalar la sangre y notó como caía a la arena parte del líquido rojo, había acabado por abrirse. Le dolía, debía acabar pronto. Forzándose dio un salto, ejecutando una elegante voltereta usando como punto de apoyo el bastó del joven, que era el que se encontraba tras su cadera, y recuperó, así su propia arma, quedándose en el aire justo en el punto en el que el sol cegaba, logrando ocultar el brillo blanco de su bastón que giró en sus manos mientras aterrizaba en el suelo tras su pirueta y dejaba a Charles tumbado, con el bastón en la cara, sin arma y a su merced.
Alanna respiraba con dificultad, se mantuvo de pie durante unos instantes y, de pronto, sonaron los gritos, había vencido, el combate se había acabado, la justa había finalizado, la trompeta que marcaba el final resonó mientras la chica se dejaba caer al suelo, soltando el bastón y tomándose la cintura herida entre las manos.
- Si me vences así de herida, no se como habría quedado la cosa si hubieras estado totalmente bien.- Musitó quien había sido su contrincante tendiéndole una mano.- Vamos vencedora, a que te traten y te den el premio.
La chica, con una sonrisa, aceptó la mano y se levantó notando el dolor del costado. Un juglar se acercó a ella y le colocó una medalla en el cuello proclamándola ganadora, y la chica, soportando como podía, alzó el premió hacia donde había visto a Huracán en la multitud, suponiendo que estarían allí todos, para, en cuanto pudo, salir corriendo a la enfermería del torneo.
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-Vale, esto ya está, nos has dejado en buen lugar chica, tu y tu equipo sois impresionantes.- le felicitó la enfermera dejandola sola, vendada, sentada en un camastro, poniendose la camisa con un suspiro.
Alanna sonrió a la mujer, al parecer, había servido de algo, y, de paso, había ganado, si, estaba herida, pero había ganado, al fin y al cabo, ¿no? Escuchó su nombre en un grito que se acercaba corriendo y una Charlotte emocionada se lanzó a darle un abrazo inmenso. La guardia se lo devolvió, algo dolorida, si ella estaba ahí, ¿los demás también lo estarían?
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Off: Ultima ronda, animo chicos *^*
Alanna Delteria
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
En un estado de medio consciencia, medio subconsciencia, notaba como algo la molestaba en la cara.Parecía las típicas sucias patas de mosca cojonera, que no tenia a quien molestar. Sacudiendo con las manos y renegando de lado a lado, así hasta llegar al borde del camastro donde descansaba y caer de frente contra el suelo.
-¡AUCH!
Despertó junto a la realidad de un suelo frío con la risa de una niña picara al fondo. Hizó fuerzas para levantarse y quedarse de rodillas en aquel lugar, todavía en encontraba somnolienta y aunque se giró y miro determinadamente a Maria, no comprendía como había llegado otra vez allí.Mientras la niña se mostraba risueña por hacerle la jugarreta con un simple hilo y de verla máso menos o menos bien, Runa solo llegaba a acordarse de los guardias y las voces de Schot y Huracán gritando en el fondo. ¿Estarían todos bien?.
-Te han metido una buena. Vaya cara de sueño traes todavía, mira que pelos llevas.
La inquieta joven notó que su pelo estaba enmarañado y suelto, trato de sonreír de forma amable a la pequeña y se dispuso a ponerse el calzado sentada en ese colchón de paja. Se levantó hacia la forja cuando escuchó a la hermana revoloteando por allí con los útiles, el sonido del metal retumbaba en los oídos de la joven. Charlotte parece que había finalizado una elaboración y se giró al ver a Runa de pie frente la puerta.
-Ya era hora dormilona. Todos se acaban de ir sin ti, me disponía a ir al combate de Alanna junto Schot
-¿Qué?... ¿Están bien?. ¿Alanna?
Un poco confusa todavía para asimilar todo.
-Es para ti. Escuché a Alanna decir que realmente combatías con bastón también. Tómalo como muestra de gratitud
La pequeña herrera le dio en sus manos un bastón metálico, que a pesar de no estar adornado, estaba muy bien forjado y parecía bastante ágil y potente. Runa sin musitar palabra, se agachó a la altura de las dos, y las abarcó juntas en fuerte abrazo para agradecérselo.
-Vais a ser las mejores. No tengo ninguna duda
Al ver la cara de emoción de las pequeñas, las acarició el pelo y comenzó a equiparse, para ir de nuevo a la justa.Saliendo por la puerta de la tienda, de nuevo se encontraban aquellos tres apestosos hombres, que no habían hecho más que burlarse de ellas.Uno de ellos se entretenía en morder una manzana, mientras los otros dos restantes se quitaban la ponzoña que les había quedado entre las uñas.Se quedaron mirando cuando notaron que salia despeinada junto la compañía de ambas niñas sin poder evitar hacer comentarios al respecto.
-Mira, una de las ratitas, sale del nido. Normal que le hayan dado una paliza siendo mujer.
Charlotte reaccionó impulsivamente queriendo golpearlos por momentos. Pero la ladrona la detuvo y con sus manos en los hombros de la pequeña quería que comprendiera una lección.
-Yo me encargo. No te preocupes.
La despeinada llena de marcas y heridas, emprendió unos pasos hacia los sujetos en silencio , mientras continuaban con una risa parecida a los puercos. Se poso frente a los tres sujetos y agarró con egoísmo la manzana del primero.
Escupió en ella y la tiró en el suelo destrozándola,mientras los observaba fríamente.
-Lo siguiente. Serán vuestros genitales si no dejáis de buscarme
Echando una sonrisa fría , se giró de nuevo y llevó mientras los tipos se quedaban en silencio a las niñas, donde Alanna se encontraba.
Había un montón de gente, más que la ultima vez, ayudó a subir a un muro a las dos y se asomó sin problemas, viendo como Alanna combatía con valentía contra Charles.Parecía herida, pero no se iba a rendir, eso a Runa le hizo sentir orgullosa.Las pequeñas señalaron entre el publico a los lejos a Huracán y Schot juntos.Runa pudo ver como ambos parecían concentrados en el combate, luego se pasaría a saludar.
Alanna finalmente ganó, dejó a Charles en el suelo, y el publico comenzó a aplaudir, todo se paró cuando ella se cayó y el hombre lobo le ayudo a levantarse hasta la enfermería . Las niñas se agitaron preocupadas por ella, el equipo medico se la llevaron para tratar. Runa las prometió que las llevaría con ella, así que fue haciendo paso entre la multitud hasta llegar a la zona de enfermería donde se encontraba Charles afuera esperando. Pasaron unos minutos, y mientras estaban sentadas frente la tienda donde la trataban escucharon a una enfermera decir que se encontraba estable por el momento. Charlotte de la emoción, no pudo evitar entrar a abrazarla.
- -¿Y los demás?
-Ahora llegaran Maria. Entra adentro a cuidarla junto tu hermana
La pequeña corrió dentro de la tienda también, alegre de la situación. Charles se encontraba de pie observandola en silencio como si de una desconocida se tratase.
-¿Qué? preguntó mientras le venia a la imagen de la criatura desnudo cuando la rescató. Prefirió evitar contacto, al fondo las pequeñas montaban alboroto. Mientras tanto Runa, allí sentada, por ahora prefería no decir nada, ya tendría tiempo para ello. Cerro los ojos y trató de estar en un relax total.
-¡AUCH!
Despertó junto a la realidad de un suelo frío con la risa de una niña picara al fondo. Hizó fuerzas para levantarse y quedarse de rodillas en aquel lugar, todavía en encontraba somnolienta y aunque se giró y miro determinadamente a Maria, no comprendía como había llegado otra vez allí.Mientras la niña se mostraba risueña por hacerle la jugarreta con un simple hilo y de verla máso menos o menos bien, Runa solo llegaba a acordarse de los guardias y las voces de Schot y Huracán gritando en el fondo. ¿Estarían todos bien?.
-Te han metido una buena. Vaya cara de sueño traes todavía, mira que pelos llevas.
La inquieta joven notó que su pelo estaba enmarañado y suelto, trato de sonreír de forma amable a la pequeña y se dispuso a ponerse el calzado sentada en ese colchón de paja. Se levantó hacia la forja cuando escuchó a la hermana revoloteando por allí con los útiles, el sonido del metal retumbaba en los oídos de la joven. Charlotte parece que había finalizado una elaboración y se giró al ver a Runa de pie frente la puerta.
-Ya era hora dormilona. Todos se acaban de ir sin ti, me disponía a ir al combate de Alanna junto Schot
-¿Qué?... ¿Están bien?. ¿Alanna?
Un poco confusa todavía para asimilar todo.
-Es para ti. Escuché a Alanna decir que realmente combatías con bastón también. Tómalo como muestra de gratitud
La pequeña herrera le dio en sus manos un bastón metálico, que a pesar de no estar adornado, estaba muy bien forjado y parecía bastante ágil y potente. Runa sin musitar palabra, se agachó a la altura de las dos, y las abarcó juntas en fuerte abrazo para agradecérselo.
-Vais a ser las mejores. No tengo ninguna duda
Al ver la cara de emoción de las pequeñas, las acarició el pelo y comenzó a equiparse, para ir de nuevo a la justa.Saliendo por la puerta de la tienda, de nuevo se encontraban aquellos tres apestosos hombres, que no habían hecho más que burlarse de ellas.Uno de ellos se entretenía en morder una manzana, mientras los otros dos restantes se quitaban la ponzoña que les había quedado entre las uñas.Se quedaron mirando cuando notaron que salia despeinada junto la compañía de ambas niñas sin poder evitar hacer comentarios al respecto.
-Mira, una de las ratitas, sale del nido. Normal que le hayan dado una paliza siendo mujer.
Charlotte reaccionó impulsivamente queriendo golpearlos por momentos. Pero la ladrona la detuvo y con sus manos en los hombros de la pequeña quería que comprendiera una lección.
-Yo me encargo. No te preocupes.
La despeinada llena de marcas y heridas, emprendió unos pasos hacia los sujetos en silencio , mientras continuaban con una risa parecida a los puercos. Se poso frente a los tres sujetos y agarró con egoísmo la manzana del primero.
Escupió en ella y la tiró en el suelo destrozándola,mientras los observaba fríamente.
-Lo siguiente. Serán vuestros genitales si no dejáis de buscarme
Echando una sonrisa fría , se giró de nuevo y llevó mientras los tipos se quedaban en silencio a las niñas, donde Alanna se encontraba.
Había un montón de gente, más que la ultima vez, ayudó a subir a un muro a las dos y se asomó sin problemas, viendo como Alanna combatía con valentía contra Charles.Parecía herida, pero no se iba a rendir, eso a Runa le hizo sentir orgullosa.Las pequeñas señalaron entre el publico a los lejos a Huracán y Schot juntos.Runa pudo ver como ambos parecían concentrados en el combate, luego se pasaría a saludar.
Alanna finalmente ganó, dejó a Charles en el suelo, y el publico comenzó a aplaudir, todo se paró cuando ella se cayó y el hombre lobo le ayudo a levantarse hasta la enfermería . Las niñas se agitaron preocupadas por ella, el equipo medico se la llevaron para tratar. Runa las prometió que las llevaría con ella, así que fue haciendo paso entre la multitud hasta llegar a la zona de enfermería donde se encontraba Charles afuera esperando. Pasaron unos minutos, y mientras estaban sentadas frente la tienda donde la trataban escucharon a una enfermera decir que se encontraba estable por el momento. Charlotte de la emoción, no pudo evitar entrar a abrazarla.
- -¿Y los demás?
-Ahora llegaran Maria. Entra adentro a cuidarla junto tu hermana
La pequeña corrió dentro de la tienda también, alegre de la situación. Charles se encontraba de pie observandola en silencio como si de una desconocida se tratase.
-¿Qué? preguntó mientras le venia a la imagen de la criatura desnudo cuando la rescató. Prefirió evitar contacto, al fondo las pequeñas montaban alboroto. Mientras tanto Runa, allí sentada, por ahora prefería no decir nada, ya tendría tiempo para ello. Cerro los ojos y trató de estar en un relax total.
Runa Thorgil
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
-Ey María, ¿queda cerveza?- pregunté, necesitaba algo para calmar mis doloridos huesos, y si además estaba fresquito mejor.
-Mmmm sí, hay ahí- dijo señalándome la mesa.
-Uy que bien- tome un vaso –Voy a llevarle otro a tu padre, a ver qué tal le va- sonreí.
Fuera de la tienda el torneo parecía haberse retomado y todo bullía normal de multitud.
-Ey, ¿un trago?- sonreí al herrero tendiéndole su vaso.
-Oh, gracias Schott, siento no haberos buscado, en el jaleo, yo no podía perder de visa la tienda, y mis hijas….-
-Nanana, no pasa nada, nos las apañamos bien, al final fue un heroico rescate, creo- sonreí.
-Ah bien me alegro mucho- sonrió el herrero disculpándose.
-¿Por cierto que tal va la tienda?-
-Viento en popa jeje, ya he firmado un par de contratos con nobles de la zona, quedaron muy impresionados con tus amigas y vinieron a preguntar quién las suministraba material-
-Jajaja, eso está muy bien, me alegro, vuelvo dentro, si me necesitas dame una voz- sonreí dejándole libre viendo que dos curiosos esperaban a preguntar algo sobre lo expuesto.
-Bien si gracias, gracias…. ¿dígame que desea?- sonrió el herrero volviendo al negocio.
Volví dentro a aviar las ascuas de la fragua cuando Huracán apareció en escena, parecía que también había salido de un sueño poco reparador.
-Buenos días huracán, he hecho el desayuno, ¿quieres un rico guiso de latón?- sonreí tendiéndole un cazo con latón fundiéndose –Yo es que estoy ya lleno jajaja- dije volviendo a colocarlo en el fuego.
Al poco apareció también Runa, con pintas similares sino peores.
-Jajaja, ¿oye pero que pasa, nos han traído a todos en carreta?- reí.
-No, a ti creo que a rastras- comento Charlotte
-Hmmm, eso explicaría por qué me duele tanto la espalda- comente frotándome mi dolorida carne.
Huracán salió rauda a ver el combate de Alanna –Eh sisis, ahora voy, ve pillando sitio, que tengo que acabar esto o se quedara como una piedra– Dije vertiendo el cazo de latón fundido en un molde de lingote, listo.
Cogí unas de manzanas de la tienda y salí hacia la zona de justas para ver a Alanna, pero al doblar la esquina alguien me golpeó por detrás y me robó una de mis ricas manzanas.
-Ehhhh- exclamé enfadado dándome la vuelta, cinco tipos con pinta de pueblerinos se reían pasándose la manzana.
-Vaya, vaya, si es la mujercita más fea, ¿Qué pasa has tenido mala noche?- sonrió mostrando que le faltaban varios dientes, los otros se rieron.
-Que va, tu madre es toda una profesional- sonreí.
-EEEEEE, ven aquí bastardo- gritó el tipo, salí corriendo mientras dos de ellos me perseguían, por suerte logre esquivarlos entre el gentío, jejeje, sonreí, por los pelos.
Por fin llegue al coliseo de justas, busque con la mirada a Huracán sin resultado hasta que la vi sentada bastante al fondo en una posición elevada.
-Uf, uf- repuse el aliento -¿Qué huracán, no te gustan las aglomeraciones eh?- sonreí tomando asiento –Uuuu, llego justo a tiempo- sonreí viendo que Alanna comenzaba la lucha –Ey ¿Quieres una manzana?- dije tendiendo una a Huracán y comiéndome otra, esa carrera ten tonta me había dejado deshecho.
Miramos expectantes el combate de Alanna, era increíble lo rápida y precisa que era, era como si bailase, pero raro, y dando golpes.
-Uuuug, esta igualado eh- comenté tenso dando otro bocado a la manzana.
El ágil combate proseguí y me pareció ver algún brillo carmesí en la arena.
-¿Ey eso es sangre?, oh mierda es verdad si Alanna estaba herida- comente alarmado.
Sin embargo y pese a eso Alanna realizó un increíble movimiento y venció limpiamente a su rival.
-Uuuuu, siiiiiii, hurra- me puse de pie a aplaudir con los demás –Hurra jajaja,siiiiii- clamé.
El combate había acabado y la gente ya se estaba disolviendo. –Ey Huracán, ¿vamos a ver a Alanna?, me parece haber visto que se la llevaban a la enfermería vamos- sonreí apremiándola.
Allí en la enfermería estaban todos, Runa, las niñas y hasta el rival, pero a quien yo quería felicitar era a Alanna.
-Alanna, felicidades jajaja, enhorabuena- dije apretándola efusivamente la mano -No dudamos de ti ni por un instante- sonreí.
-Ah oh oh, lo siento, lo siento- dije apartándome, seguramente la hubiese hecho daño con el zarandeo, había vuelto a olvidar que estaba herida.
-Jajaja, maldita sea, llegué tarde y las apuestas estaban cerradas, pero podría haber sacado muchos aeros jejeje, pero nada, lo importante es que todos estemos bien ¿no?- bromeé para luego caer en la cuenta del mal aspecto mío de Runa, de Huracán y de las vendas ensangrentadas de Alanna –Bueno, bien, relativamente claro jeje- sonreí
-Mmmm sí, hay ahí- dijo señalándome la mesa.
-Uy que bien- tome un vaso –Voy a llevarle otro a tu padre, a ver qué tal le va- sonreí.
Fuera de la tienda el torneo parecía haberse retomado y todo bullía normal de multitud.
-Ey, ¿un trago?- sonreí al herrero tendiéndole su vaso.
-Oh, gracias Schott, siento no haberos buscado, en el jaleo, yo no podía perder de visa la tienda, y mis hijas….-
-Nanana, no pasa nada, nos las apañamos bien, al final fue un heroico rescate, creo- sonreí.
-Ah bien me alegro mucho- sonrió el herrero disculpándose.
-¿Por cierto que tal va la tienda?-
-Viento en popa jeje, ya he firmado un par de contratos con nobles de la zona, quedaron muy impresionados con tus amigas y vinieron a preguntar quién las suministraba material-
-Jajaja, eso está muy bien, me alegro, vuelvo dentro, si me necesitas dame una voz- sonreí dejándole libre viendo que dos curiosos esperaban a preguntar algo sobre lo expuesto.
-Bien si gracias, gracias…. ¿dígame que desea?- sonrió el herrero volviendo al negocio.
Volví dentro a aviar las ascuas de la fragua cuando Huracán apareció en escena, parecía que también había salido de un sueño poco reparador.
-Buenos días huracán, he hecho el desayuno, ¿quieres un rico guiso de latón?- sonreí tendiéndole un cazo con latón fundiéndose –Yo es que estoy ya lleno jajaja- dije volviendo a colocarlo en el fuego.
Al poco apareció también Runa, con pintas similares sino peores.
-Jajaja, ¿oye pero que pasa, nos han traído a todos en carreta?- reí.
-No, a ti creo que a rastras- comento Charlotte
-Hmmm, eso explicaría por qué me duele tanto la espalda- comente frotándome mi dolorida carne.
Huracán salió rauda a ver el combate de Alanna –Eh sisis, ahora voy, ve pillando sitio, que tengo que acabar esto o se quedara como una piedra– Dije vertiendo el cazo de latón fundido en un molde de lingote, listo.
Cogí unas de manzanas de la tienda y salí hacia la zona de justas para ver a Alanna, pero al doblar la esquina alguien me golpeó por detrás y me robó una de mis ricas manzanas.
-Ehhhh- exclamé enfadado dándome la vuelta, cinco tipos con pinta de pueblerinos se reían pasándose la manzana.
-Vaya, vaya, si es la mujercita más fea, ¿Qué pasa has tenido mala noche?- sonrió mostrando que le faltaban varios dientes, los otros se rieron.
-Que va, tu madre es toda una profesional- sonreí.
-EEEEEE, ven aquí bastardo- gritó el tipo, salí corriendo mientras dos de ellos me perseguían, por suerte logre esquivarlos entre el gentío, jejeje, sonreí, por los pelos.
Por fin llegue al coliseo de justas, busque con la mirada a Huracán sin resultado hasta que la vi sentada bastante al fondo en una posición elevada.
-Uf, uf- repuse el aliento -¿Qué huracán, no te gustan las aglomeraciones eh?- sonreí tomando asiento –Uuuu, llego justo a tiempo- sonreí viendo que Alanna comenzaba la lucha –Ey ¿Quieres una manzana?- dije tendiendo una a Huracán y comiéndome otra, esa carrera ten tonta me había dejado deshecho.
Miramos expectantes el combate de Alanna, era increíble lo rápida y precisa que era, era como si bailase, pero raro, y dando golpes.
-Uuuug, esta igualado eh- comenté tenso dando otro bocado a la manzana.
El ágil combate proseguí y me pareció ver algún brillo carmesí en la arena.
-¿Ey eso es sangre?, oh mierda es verdad si Alanna estaba herida- comente alarmado.
Sin embargo y pese a eso Alanna realizó un increíble movimiento y venció limpiamente a su rival.
-Uuuuu, siiiiiii, hurra- me puse de pie a aplaudir con los demás –Hurra jajaja,siiiiii- clamé.
El combate había acabado y la gente ya se estaba disolviendo. –Ey Huracán, ¿vamos a ver a Alanna?, me parece haber visto que se la llevaban a la enfermería vamos- sonreí apremiándola.
Allí en la enfermería estaban todos, Runa, las niñas y hasta el rival, pero a quien yo quería felicitar era a Alanna.
-Alanna, felicidades jajaja, enhorabuena- dije apretándola efusivamente la mano -No dudamos de ti ni por un instante- sonreí.
-Ah oh oh, lo siento, lo siento- dije apartándome, seguramente la hubiese hecho daño con el zarandeo, había vuelto a olvidar que estaba herida.
-Jajaja, maldita sea, llegué tarde y las apuestas estaban cerradas, pero podría haber sacado muchos aeros jejeje, pero nada, lo importante es que todos estemos bien ¿no?- bromeé para luego caer en la cuenta del mal aspecto mío de Runa, de Huracán y de las vendas ensangrentadas de Alanna –Bueno, bien, relativamente claro jeje- sonreí
Schott
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Re: Forjada en cobre [Libre][3/4][Cerrado]
Me mantuve en la distancia, observando el combate. Alanna contra Charles, el vampiro que nos había ayudado. Pintaba interesante la cosa. Aquel tipo parecía alguien fuerte, y Alanna no era manca precisamente. El combate fue, probablemente, lo más limpio y honrado de todos aquella noche. Entre dos aspirantes que se respetaban mutuamente. Ya iba siendo hora de poder disfrutar de una rivalidad sana.
Al poco rato apareció Schott, para fastidiar mis momentos de soledad. De brazos cruzados mantuve impasible mi rostro. No respondí a su primera pregunta sobre las aglomeraciones. Le miré de reojo. No. No me gustaban. Mi gesto hablaba por mí. Después me preguntó si quería una manzana.
-No. – le contesté, sin alejar la vista del combate.
El herrero narraba el combate hasta un punto que me resultaba molesto, pero no sé por qué, en el fondo guardaba cierto aprecio por el chico y me caía simpático, por mucho que intentara expresar lo contrario.
Cuando Alanna venció se puso a saltar y a celebrarlo como un loco. Yo, continué sin decir nada. Por fin todo había terminado. Aquel largo viaje acababa de una forma feliz. Al final no había conseguido el libro pero, al menos, había ayudado a una familia, la de Charlotte, a ser feliz. Y, de paso, a tratar de hacer ciertas amistades que quién sabe si podrían venir bien en el futuro. Nunca estaba de más hacer buenas acciones, aunque en ocasiones a uno no le beneficiaran en nada.
Ahora tocaba una fiesta, pero yo no era una mujer para ese tipo de eventos, así que cuando Schott me propuso volver a la enfermería no me lo pensé dos veces para rechazar su propuesta.
-Ve tú. Mi sitio no está aquí. – le dije al herrero, volviéndome calmadamente hacia él e incorporándome del árbol sobre el que me encontraba apoyada. Mostré cortesía, aunque me mantuve seca. – Felicítalos a todos de mi parte. Y disfruta de la fiesta. – y le di una palmada amistosa en el hombro y me dispuse a caminar.
Nunca tuve afán de protagonismo y prefería desaparecer como por arte de magia antes que quitar los galones a nadie. Mi trabajo no estaba hecho para recibir halagos, sino para trabajar en la sombra y hacer que la gente crea que los problemas, aunque sólo fuera en ocasiones, se resolvían por arte de magia. Alanna tenía claramente un trabajo más visible, Runa parecía ser una chica con dificultades pasadas y Schott… Schott simplemente era un inocentón. Los tres tenían que disfrutar por lo que habíamos logrado.
¿Pero yo? Por mi parte había cumplido. Gané mi justa y todo el mundo estaba a salvo. Era el momento idóneo para partir. Había perdido mucho tiempo aquel día. Probablemente cualquier otro se habría quedado a disfrutar la festividad, pero yo no.
Comencé mi gran andadura de Baslodia rumbo al Norte. Dundarak sería mi próximo objetivo. Allí esperaba encontrar a la dragona Igraine. Normalmente mantendría un rostro serio, pero en aquel atardecer arranqué el camino con una ligera sonrisa en mi rostro. Satisfecha porque sabía que había ayudado a una familia a ser más feliz, pero también rememorando todas las divertidísimas desventuras que habíamos vivido aquel tan entrañable grupo en aquel magnífico viaje.
Al poco rato apareció Schott, para fastidiar mis momentos de soledad. De brazos cruzados mantuve impasible mi rostro. No respondí a su primera pregunta sobre las aglomeraciones. Le miré de reojo. No. No me gustaban. Mi gesto hablaba por mí. Después me preguntó si quería una manzana.
-No. – le contesté, sin alejar la vista del combate.
El herrero narraba el combate hasta un punto que me resultaba molesto, pero no sé por qué, en el fondo guardaba cierto aprecio por el chico y me caía simpático, por mucho que intentara expresar lo contrario.
Cuando Alanna venció se puso a saltar y a celebrarlo como un loco. Yo, continué sin decir nada. Por fin todo había terminado. Aquel largo viaje acababa de una forma feliz. Al final no había conseguido el libro pero, al menos, había ayudado a una familia, la de Charlotte, a ser feliz. Y, de paso, a tratar de hacer ciertas amistades que quién sabe si podrían venir bien en el futuro. Nunca estaba de más hacer buenas acciones, aunque en ocasiones a uno no le beneficiaran en nada.
Ahora tocaba una fiesta, pero yo no era una mujer para ese tipo de eventos, así que cuando Schott me propuso volver a la enfermería no me lo pensé dos veces para rechazar su propuesta.
-Ve tú. Mi sitio no está aquí. – le dije al herrero, volviéndome calmadamente hacia él e incorporándome del árbol sobre el que me encontraba apoyada. Mostré cortesía, aunque me mantuve seca. – Felicítalos a todos de mi parte. Y disfruta de la fiesta. – y le di una palmada amistosa en el hombro y me dispuse a caminar.
Nunca tuve afán de protagonismo y prefería desaparecer como por arte de magia antes que quitar los galones a nadie. Mi trabajo no estaba hecho para recibir halagos, sino para trabajar en la sombra y hacer que la gente crea que los problemas, aunque sólo fuera en ocasiones, se resolvían por arte de magia. Alanna tenía claramente un trabajo más visible, Runa parecía ser una chica con dificultades pasadas y Schott… Schott simplemente era un inocentón. Los tres tenían que disfrutar por lo que habíamos logrado.
¿Pero yo? Por mi parte había cumplido. Gané mi justa y todo el mundo estaba a salvo. Era el momento idóneo para partir. Había perdido mucho tiempo aquel día. Probablemente cualquier otro se habría quedado a disfrutar la festividad, pero yo no.
Comencé mi gran andadura de Baslodia rumbo al Norte. Dundarak sería mi próximo objetivo. Allí esperaba encontrar a la dragona Igraine. Normalmente mantendría un rostro serio, pero en aquel atardecer arranqué el camino con una ligera sonrisa en mi rostro. Satisfecha porque sabía que había ayudado a una familia a ser más feliz, pero también rememorando todas las divertidísimas desventuras que habíamos vivido aquel tan entrañable grupo en aquel magnífico viaje.
Anastasia Boisson
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