[Quest] Hijos del bosque: Manos largas
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[Quest] Hijos del bosque: Manos largas
Era de noche en el barrio de mercaderes de Wulwufar. El pequeño poblado, era el último reducto de la península de Verisar antes de llegar al bosque de Sandorái. Las calles, como era habitual, estaban despejadas y no había ni un alma. Era la hora en la que los malhechores poblaban las desiertas calles de la última ciudad de los humanos en la península.
Te encuentras paseando junto a uno de los calosos muros de un cortijo cerrado. Nada extraño. Probablemente la mansión de algún hombre rico de la ciudad.
Aquella noche no tendría nada en particular, de no ser porque en medio de un silencio absoluto donde sólo se escucha a las cigarras cantar, puedes escuchar el sonido de producido por una horquilla hurgando en una cerradura. Sospechas que alguien está al otro lado de la calle. Tratando de abrir una puerta y te diriges ahí.
Efectivamente, observas una figura delgada y bastante baja, claramente femenina. En cuclillas. Destacan sus puntiagudas orejas sobresaliendo sobre la capucha-capa que lleva portada. La mujer, de cabellos siente tus pasos y se gira. Te observa, instante en el que la elfa consigue que la cerradura ceda y caiga al suelo. Un sonido a metal del candado cediendo lo confirma: La puerta estaba abierta.
La elfa, nerviosa por haber sido descubierta. Comienza a huir por las calles. Es muy rápida y ágil. Te será difícil capturarla pero, aún así, puedes intentarlo. Y debes hacerlo porque sabes que ha obrado mal. Debe ser detenida o, al menos, juzgada por sus actos.
Te encuentras paseando junto a uno de los calosos muros de un cortijo cerrado. Nada extraño. Probablemente la mansión de algún hombre rico de la ciudad.
Aquella noche no tendría nada en particular, de no ser porque en medio de un silencio absoluto donde sólo se escucha a las cigarras cantar, puedes escuchar el sonido de producido por una horquilla hurgando en una cerradura. Sospechas que alguien está al otro lado de la calle. Tratando de abrir una puerta y te diriges ahí.
Efectivamente, observas una figura delgada y bastante baja, claramente femenina. En cuclillas. Destacan sus puntiagudas orejas sobresaliendo sobre la capucha-capa que lleva portada. La mujer, de cabellos siente tus pasos y se gira. Te observa, instante en el que la elfa consigue que la cerradura ceda y caiga al suelo. Un sonido a metal del candado cediendo lo confirma: La puerta estaba abierta.
La elfa, nerviosa por haber sido descubierta. Comienza a huir por las calles. Es muy rápida y ágil. Te será difícil capturarla pero, aún así, puedes intentarlo. Y debes hacerlo porque sabes que ha obrado mal. Debe ser detenida o, al menos, juzgada por sus actos.
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Esta es una quest de trama. Lo que significa que la misión será larga y constará de varias partes, pero la recompensa será excepcionalmente suculenta. En ella conocerás peligrosos y carismáticos personajes que te meterán en más de un aprieto.
- Es una quest para un personaje. Con mínimo de 10 posts on rol y que no se encuentre participando en otra quest, trabajo o mastereado (Los eventos, como el de los Nórgedos, sí son compatibles).
- Disponible para cualquier nivel y cualquier raza, a excepción de vampiros (Escenas de día). Los brujos tendréis un extra de dificultad a la hora de dialogar con los elfos, pero podréis uniros y resolverla satisfactoriamente de igual manera.
- Misión peligrosa. No estáis libres de maldiciones, daños o incluso la cárcel. Serán vuestras decisiones y la suerte que os concedan los dioses las que os salven.
- Ritmo de posteo rápido. Se deben respetar los límites de posteo cada 48 horas.
Si crees cumplir todo lo anterior…
- Comenzarás describiendo por qué estás en Wulwufar. Cómo ves la escena de la ladrona en la entrada del cortijo y tu persecución a la elfa. Deberás lanzar una runa que determinará si la capturas y… la suerte en tu próximo turno para lo que se avecina.
Ger
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Re: [Quest] Hijos del bosque: Manos largas
Vulwulfar, tierra húmeda donde las haya. Aún a millas de distancia se puede adivinar su cercanía al mar, como no puede ser de otra manera. Puerto franco de comercio interespecies, parada recomendada en numerosas rutas y una de las poblaciones más importantes de la península de Verisar.
Pero lo que había llevado a Escamanegra a aquel lugar no era su filantropía, no...
En sus viajes había escuchado de ciertas rivalidades y fricciones de los elfos con respecto a los humanos y brujos, y Vulwulfar se prestaba de manera formidable como punto de encuentro donde conocer a más enemigos de sus enemigos de camino a las tierras del Bosque de Sandorai.
Era ya de noche, y el hombre-lagarto deambulaba por las calles, en busca de gente apropiada para sus intereses, preocupado por poco más que encontrar un lugar donde pasar la noche.
Las haciendas de las familias adineradas parecían un gran objetivo para probar suerte, pero probablemente tendrían vigilantes y perros guardianes a su cargo.
Fennel extendió la lengua para atrapar una luciérnaga desprevenida a modo de tentempié vespertino, cuando percibió algo que captó su atención: un ruidito metálico, como si alguien hiciese estuviese trasteando con una horquilla en un candado.
Esssta puede ssser una buena ocasssión de llenar el buche, pensaba para sí, por lo que decidió acercarse cuidadosamente hacia aquella dirección, hacha en mano, listo para golpear a lo primero que se pasase de la raya.
La figura parecía femenina, no especialmente bajita y, confirmando las sospechas del hombre-lagarto, aparentemente ladrona, pues hurgaba en una cerradura.
Escamanegra se encontraba ya a pocos pies de la delincuente cuando una de las piedrecillas que componía el camino se deslizó levemente, generando un ruido que la alertó.
La mujer, elfa por sus orejas, deja caer al suelo la cerradura, forzada ya, y al percatarse de lo acontecido, echa a correr por las calles de la ciudad como alma que lleva el diablo.
Fennelsix, ni corto ni perezoso, acudió en seguida en su persecución. Debía averiguar qué tramaba aquella bribona y decidir qué hacer con ella, puesto que si escapaba podría intentar acusarle a él de ser el ladrón, y el hombre-lagarto ya había tenido suficientes presuntos casos a su espalda como para añadir uno más a la lista.
Los dos cruzaban las calles de Vulwulfar, frías y solitarias a semejantes horas, y poco a poco la distancia se iba recortando.
Este era un juego entretenido para Escamanegra, ya que le recordaba a las cacerías de su juventud.
Cargado de adrenalina, aceleró el paso un tanto más, sintiendo cada vez más cerca de sí a la elfa.
Nunca había probado la carne de los orejas puntiagudas, pero no pensaba desperdiciar la oportunidad si era tan siquiera la mitad de buena al paladar que en el lecho.
Pero lo que había llevado a Escamanegra a aquel lugar no era su filantropía, no...
En sus viajes había escuchado de ciertas rivalidades y fricciones de los elfos con respecto a los humanos y brujos, y Vulwulfar se prestaba de manera formidable como punto de encuentro donde conocer a más enemigos de sus enemigos de camino a las tierras del Bosque de Sandorai.
Era ya de noche, y el hombre-lagarto deambulaba por las calles, en busca de gente apropiada para sus intereses, preocupado por poco más que encontrar un lugar donde pasar la noche.
Las haciendas de las familias adineradas parecían un gran objetivo para probar suerte, pero probablemente tendrían vigilantes y perros guardianes a su cargo.
Fennel extendió la lengua para atrapar una luciérnaga desprevenida a modo de tentempié vespertino, cuando percibió algo que captó su atención: un ruidito metálico, como si alguien hiciese estuviese trasteando con una horquilla en un candado.
Esssta puede ssser una buena ocasssión de llenar el buche, pensaba para sí, por lo que decidió acercarse cuidadosamente hacia aquella dirección, hacha en mano, listo para golpear a lo primero que se pasase de la raya.
La figura parecía femenina, no especialmente bajita y, confirmando las sospechas del hombre-lagarto, aparentemente ladrona, pues hurgaba en una cerradura.
Escamanegra se encontraba ya a pocos pies de la delincuente cuando una de las piedrecillas que componía el camino se deslizó levemente, generando un ruido que la alertó.
La mujer, elfa por sus orejas, deja caer al suelo la cerradura, forzada ya, y al percatarse de lo acontecido, echa a correr por las calles de la ciudad como alma que lleva el diablo.
Fennelsix, ni corto ni perezoso, acudió en seguida en su persecución. Debía averiguar qué tramaba aquella bribona y decidir qué hacer con ella, puesto que si escapaba podría intentar acusarle a él de ser el ladrón, y el hombre-lagarto ya había tenido suficientes presuntos casos a su espalda como para añadir uno más a la lista.
Los dos cruzaban las calles de Vulwulfar, frías y solitarias a semejantes horas, y poco a poco la distancia se iba recortando.
Este era un juego entretenido para Escamanegra, ya que le recordaba a las cacerías de su juventud.
Cargado de adrenalina, aceleró el paso un tanto más, sintiendo cada vez más cerca de sí a la elfa.
Nunca había probado la carne de los orejas puntiagudas, pero no pensaba desperdiciar la oportunidad si era tan siquiera la mitad de buena al paladar que en el lecho.
Fennel Escamanegra
Experto
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Re: [Quest] Hijos del bosque: Manos largas
El miembro 'Fennel Escamanegra' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Quest] Hijos del bosque: Manos largas
Fennel persiguió a la elfa. Avanzó entre las calles cercanas y se introdujo en un pequeño callejón. En principio, ella era bastante más rápida y ágil que él pero la mala suerte hizo que tropezara con un adoquín levantado en el camino y cayese al suelo. No se hizo daño, sino simplemente se dio la vuelta y trató de caminar de espaldas en el suelo ayudándose de sus manos.
La cara de la mujer, lejos de mostrar pánico frente a la portentosa criatura que tenía delante de sus ojos, reflejaba una bella sonrisa bribona. Había caído, pero parecía contenta y satisfecha de dónde había ido a parar. La mujer miró hacia los tejados, buscando a alguien.
Un hombre, otro elfo, también rubio y con peinado de cresta y rapado a ambos lados. Cayó de los tejados con una elegante voltereta. Portaba pinturas de guerra en los ojos y un arco. Se interpuso entre Fennel y la mujer, todavía en el suelo. Apuntando.
Manteniendo un semblante serio, miró a la criatura. Si ésta se movía, no dudaría en disparar.
-Naa lle hyarya, seler? – dijo el hombre, mirando a Fennel. En un perfecto idioma de los bosques.
-Uma toror, lye caela a'ndengina sina uuvanimo – respondió la mujer desde atrás. Levantándose del suelo.
-Kela sina yamen' onna… – replicó tensando aún más el arco. - sina naa il- lle ohta.
-Feitha, toror! – exclamó la mujer, estirando el brazo. - lye ve' caela Cam'wethrin, nan' lye naa il- Sereg'wethrin.
El hombre tensó todavía más el arco y se maldijo para sus adentros. Se mordió los labios, deseaba disparar a la criatura que tenía ante sí por haber estropeado cualquiera que fuera aquel temeroso plan que tenían. Pero finalmente destensaría el arco.
-Si tú sigues. Yo disparo. – amenazó el hombre a Fennel. Ahora en la lengua común, aunque en un acento élfico muy cerrado y grave y sin saber conjugar demasiado bien la lengua.
Y así, mirándolo por última vez con desprecio, tomó del brazo a su compañera y juntos se perdieron entre las calles.
La cara de la mujer, lejos de mostrar pánico frente a la portentosa criatura que tenía delante de sus ojos, reflejaba una bella sonrisa bribona. Había caído, pero parecía contenta y satisfecha de dónde había ido a parar. La mujer miró hacia los tejados, buscando a alguien.
Un hombre, otro elfo, también rubio y con peinado de cresta y rapado a ambos lados. Cayó de los tejados con una elegante voltereta. Portaba pinturas de guerra en los ojos y un arco. Se interpuso entre Fennel y la mujer, todavía en el suelo. Apuntando.
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Manteniendo un semblante serio, miró a la criatura. Si ésta se movía, no dudaría en disparar.
-Naa lle hyarya, seler? – dijo el hombre, mirando a Fennel. En un perfecto idioma de los bosques.
-Uma toror, lye caela a'ndengina sina uuvanimo – respondió la mujer desde atrás. Levantándose del suelo.
-Kela sina yamen' onna… – replicó tensando aún más el arco. - sina naa il- lle ohta.
-Feitha, toror! – exclamó la mujer, estirando el brazo. - lye ve' caela Cam'wethrin, nan' lye naa il- Sereg'wethrin.
El hombre tensó todavía más el arco y se maldijo para sus adentros. Se mordió los labios, deseaba disparar a la criatura que tenía ante sí por haber estropeado cualquiera que fuera aquel temeroso plan que tenían. Pero finalmente destensaría el arco.
-Si tú sigues. Yo disparo. – amenazó el hombre a Fennel. Ahora en la lengua común, aunque en un acento élfico muy cerrado y grave y sin saber conjugar demasiado bien la lengua.
Y así, mirándolo por última vez con desprecio, tomó del brazo a su compañera y juntos se perdieron entre las calles.
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Traducción de diálogos (que sólo entenderás si tienes la pasiva Conocimiento de lenguas). Tendrás que actuar en consecuencia. Sí que puedes realizar vagas deducciones por las actitudes de ambos.
*-¿Cómo estás, hermana?
-Estoy bien, conseguí abrir la puerta, pero él me ha perseguido.
-Tanto tiempo preparándolo… Debes morir.
-¡Detente, hermano! No somos asesinos. Lo intentaremos otro día.
* * * * * * *
¡Bienvenido Fennel Escamanegra! Has decidido entrar a mi juego, ¡y mi juego es muy peligroso! Tus decisiones, acciones y, por supuesto, tu suerte, serán totalmente necesarias para obtener el final bueno. ¡Buena suerte!
De momento, has tenido suerte y has conseguido detenerla. Aunque parece que de primeras no has caído simpático a la misteriosa pareja de elfos. Ya has visto lo que han dicho que harán si decides seguirlos. No obstante, si te consideras lo bastante atrevido puedes hacerlo. Tu alternativa sería entrar al cortijo para tratar de explicar lo sucedido. No te lo tomes a mal, pero serías un “bicho raro” realizando allanamiento de morada. Así que tampoco esperes una cálida bienvenida de quien quiere que haya ahí dentro.
En este turno no será necesario que tires runas.
- Cortijo (sería de noche):
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Ger
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Re: [Quest] Hijos del bosque: Manos largas
Justo cuando ya la tenía acorralada la muy condenada había conseguido ayuda. Otro maldito orejas puntiagudas, y por su aspecto nada dispuesto a dejar a Fennel pasárselo bien.
Tras su la verborrea en élfico o lo que fuera aquello entre los dos, el hombre se dirigió al lagarto, y chapurreo en un común aún más pobre que el de muchos de su tribu:
Si tú sigues. Yo disparo.
Después de esto ambos se cogieron entre ellos y echaron a correr de nuevo por los callejones para intentar darse a la fuga.
¿Quiénes se creían aquellos estúpidos follaárboles para despreciarle de aquella manera?
No, esto no iba a quedar así, por su honor de cazador que no iba a quedar así.
Es por esto que Escamanegra echó a correr detrás de ellos, si cabe aún más decidido que antes, prestando atención a que no hubiesen más lamecéspedes de aquellos por los tejados escondidos.
¡Alto, maldita sssea! ¡No penssséisss que esssto va a quedar asssí!
En conjunto la imagen resultaba hasta cómica: dos elfos corriendo por las calles con un hombre-lagarto siguiéndolos a relativa corta distancia, hacha en mano como un loco.
¡Pienssso hacerosss cantar hasssta que me declaréisss inocente!, bramaba su perseguidor, arma en alza.
Lo primero sería eliminar al elfo, que irremediablemente se había encasillado él solo: si se giraba a dispararle una flecha tendría que pararse a tensar el arco y apuntar, mientras que intentar apuñalarle a corta distancia no era ni tan siquiera una posibilidad viable.
Después ya quedaría el atrapar a la chica, hacerla escupir sus planes y finalmente pasar un buen rato antes de despacharla.
Desde luego ya no les quedaban muchas más salidas, puesto que las calles se iban cerrando en su recorrido, y era impensable que tuviesen otro nuevo truco bajo la manga para proseguir su huida.
Tras su la verborrea en élfico o lo que fuera aquello entre los dos, el hombre se dirigió al lagarto, y chapurreo en un común aún más pobre que el de muchos de su tribu:
Si tú sigues. Yo disparo.
Después de esto ambos se cogieron entre ellos y echaron a correr de nuevo por los callejones para intentar darse a la fuga.
¿Quiénes se creían aquellos estúpidos follaárboles para despreciarle de aquella manera?
No, esto no iba a quedar así, por su honor de cazador que no iba a quedar así.
Es por esto que Escamanegra echó a correr detrás de ellos, si cabe aún más decidido que antes, prestando atención a que no hubiesen más lamecéspedes de aquellos por los tejados escondidos.
¡Alto, maldita sssea! ¡No penssséisss que esssto va a quedar asssí!
En conjunto la imagen resultaba hasta cómica: dos elfos corriendo por las calles con un hombre-lagarto siguiéndolos a relativa corta distancia, hacha en mano como un loco.
¡Pienssso hacerosss cantar hasssta que me declaréisss inocente!, bramaba su perseguidor, arma en alza.
Lo primero sería eliminar al elfo, que irremediablemente se había encasillado él solo: si se giraba a dispararle una flecha tendría que pararse a tensar el arco y apuntar, mientras que intentar apuñalarle a corta distancia no era ni tan siquiera una posibilidad viable.
Después ya quedaría el atrapar a la chica, hacerla escupir sus planes y finalmente pasar un buen rato antes de despacharla.
Desde luego ya no les quedaban muchas más salidas, puesto que las calles se iban cerrando en su recorrido, y era impensable que tuviesen otro nuevo truco bajo la manga para proseguir su huida.
Fennel Escamanegra
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Re: [Quest] Hijos del bosque: Manos largas
Fennel persiguió hacha en mano a los dos enemigos sin importarle de quién se trataba ni pedirles ningún tipo de explicación. Acostumbrados a correr por los bosques, eran más rápidos que la enorme criatura que los perseguía. Probablemente mucho más fuerte pero más lenta. El elfo corrió por las calles hasta que se cansó de huir.
Hastiado y con claros síntomas de aborrecimiento, ignoró por completo las peticiones de su hermana pidiéndole paz y finalmente en una calle larga se giró y cumplió su amenaza. En cuanto se dio la vuelta tensó rápidamente el arco y disparó una flecha a su perseguidor. Era un tirador experto con muchos años de experiencia y no podía fallar un tiro tan aparentemente sencillo, como así hizo, acertándole de pleno en el hombro.
Si bien no era una herida grave para una criatura formidable como Fennel, sí que podría lastimarle mientras la punta de la flecha permaneciera en su hombro.
-¿Quién eres? ¿Por qué atacas? – preguntó la elfa, chapurreando el idioma común ligeramente mejor que su hermano, e interponiéndose entre él y su arco. – ¡No conoces nuestras razones!
Aguardó unos instantes junto a su hermano, que ya tensaba una nueva flecha con la que apuntaba al hombre bestia. Era muy rápido con el arco y gozaba de una puntería inusual. Por su parte, su hermana llevaba una daga brillante, en un color violeta, que portaba una calavera. La propia arma no invitaba a augurar nada bueno de ella. Se alejó de su hermano para poder combatir en condiciones. Fennel únicamente podría centrarse en uno de los dos.
Hastiado y con claros síntomas de aborrecimiento, ignoró por completo las peticiones de su hermana pidiéndole paz y finalmente en una calle larga se giró y cumplió su amenaza. En cuanto se dio la vuelta tensó rápidamente el arco y disparó una flecha a su perseguidor. Era un tirador experto con muchos años de experiencia y no podía fallar un tiro tan aparentemente sencillo, como así hizo, acertándole de pleno en el hombro.
Si bien no era una herida grave para una criatura formidable como Fennel, sí que podría lastimarle mientras la punta de la flecha permaneciera en su hombro.
-¿Quién eres? ¿Por qué atacas? – preguntó la elfa, chapurreando el idioma común ligeramente mejor que su hermano, e interponiéndose entre él y su arco. – ¡No conoces nuestras razones!
Aguardó unos instantes junto a su hermano, que ya tensaba una nueva flecha con la que apuntaba al hombre bestia. Era muy rápido con el arco y gozaba de una puntería inusual. Por su parte, su hermana llevaba una daga brillante, en un color violeta, que portaba una calavera. La propia arma no invitaba a augurar nada bueno de ella. Se alejó de su hermano para poder combatir en condiciones. Fennel únicamente podría centrarse en uno de los dos.
* * * * * *
Has ido a enfrentarte a dos de los personajes principales de la historia, por lo que ahora mismo no estarás en condiciones buenas para vencerlos. Si te crees capaz y afortunado, deberás lanzar una runa, centrándote en atacar a uno de los dos, que se encuentran separados. Dado tu nivel y el de los enemigos, la runa sólo será efectiva si consigues un valor bueno (alcanzarás a tu enemigo) o muy bueno (lo herirás de gravedad). Cualquier otro resultado conllevará un fallo. A continuación el otro hermano contraatacará y lanzaré una runa que, de salir normal, buena o muy buena. Te dejará consecuencias varias y graves.
Tu alternativa, es dialogar con ellos y pedirles explicaciones. Puedes preguntarles lo que desees. Aunque después de tu comportamiento inicial, serán reacios a contarte nada.
Ger
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Re: [Quest] Hijos del bosque: Manos largas
¡Malditosss orejasss puntiagudasss, sssiempre igual de cobardesss!, pensaba para sí el hombre-lagarto.
Claramente se encontraba en desventaja, pero eso a él, nunca le había resultado demasiado problema. A eso mismo se había hecho durante todos los años en la ciénaga, a combatir contra una decena y ser el último en pie, y dos elfitos arrinconados no iban a ser diferentes ahora.
¿Quién eres? ¿Por qué atacas?, preguntaba la mujer, que aún no había entendido nada de la situación.
¡No conoces nuestras razones!
¡AL DIABLO CON LASSS RAZONESSS!, bramó Escamanegra mientras partía la flecha que aún tenía clavada en el hombro.
¡Osss conozco muy bien a losss de vuessstra calaña! ¡Sssé que planeáisss contarle a losss guardiasss que fui yo el que intentó entrar en esssa casssa ahora que osss he dessscubierto!
¡A la mierda también la discreción!, si querían pelea la iban a tener, y por la cuenta que le traía se iba a enterar media ciudad si hacía falta.
¡GUARDIASSS, AL LADRÓN!, gritó nuevamente a pleno pulmón, tomando cobertura del arco tras un muro.
Con semejante alboroto los guardias acabarían llegando más pronto que tarde, y los elfos se verían arrinconados.
Durante la persecución habían ido recorriendo gran parte del centro de Vulwulfar, así que ya solo les quedaría huir hacia el exterior, y aunque el hombre tuviese la ventaja de la distancia, la elfa poco podría hacer a corto alcance, con o sin daga.
Mientras tanto, a lo lejos se comenzaba a oír un ruido acercándose, placas de metal resonando contra el suelo de la ciudad: debía de ser la guardia, que quizás había acudido a su llamada.
Al mismo tiempo, algunas contraventanas de abrían, dando paso a curiosos alertados por el griterío.
Fennelsix vigilaba a ambos elfos con sumo cuidado, protegiéndose al mismo tiempo con su hacha y con las edificaciones cercanas, pues una cosa es ser valiente, y otra muy distinta ser estúpido.
Claramente se encontraba en desventaja, pero eso a él, nunca le había resultado demasiado problema. A eso mismo se había hecho durante todos los años en la ciénaga, a combatir contra una decena y ser el último en pie, y dos elfitos arrinconados no iban a ser diferentes ahora.
¿Quién eres? ¿Por qué atacas?, preguntaba la mujer, que aún no había entendido nada de la situación.
¡No conoces nuestras razones!
¡AL DIABLO CON LASSS RAZONESSS!, bramó Escamanegra mientras partía la flecha que aún tenía clavada en el hombro.
¡Osss conozco muy bien a losss de vuessstra calaña! ¡Sssé que planeáisss contarle a losss guardiasss que fui yo el que intentó entrar en esssa casssa ahora que osss he dessscubierto!
¡A la mierda también la discreción!, si querían pelea la iban a tener, y por la cuenta que le traía se iba a enterar media ciudad si hacía falta.
¡GUARDIASSS, AL LADRÓN!, gritó nuevamente a pleno pulmón, tomando cobertura del arco tras un muro.
Con semejante alboroto los guardias acabarían llegando más pronto que tarde, y los elfos se verían arrinconados.
Durante la persecución habían ido recorriendo gran parte del centro de Vulwulfar, así que ya solo les quedaría huir hacia el exterior, y aunque el hombre tuviese la ventaja de la distancia, la elfa poco podría hacer a corto alcance, con o sin daga.
Mientras tanto, a lo lejos se comenzaba a oír un ruido acercándose, placas de metal resonando contra el suelo de la ciudad: debía de ser la guardia, que quizás había acudido a su llamada.
Al mismo tiempo, algunas contraventanas de abrían, dando paso a curiosos alertados por el griterío.
Fennelsix vigilaba a ambos elfos con sumo cuidado, protegiéndose al mismo tiempo con su hacha y con las edificaciones cercanas, pues una cosa es ser valiente, y otra muy distinta ser estúpido.
- Off-rol:
- Creo que esto deja claras mis intenciones: no me meto en el combate contra los dos de golpe ni loco, al menos hasta que el elfo suelte el arquito, jeje.
A cambio tomo cobertura a más no poder, asomándome lo justo para no perderlos de vista mientras espero a "la caballería".
Fennel Escamanegra
Experto
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Re: [Quest] Hijos del bosque: Manos largas
Fennel, en una inteligente maniobra, comenzó a armar un alboroto con el que pretendía llamar la atención de la guardia. Su voz se escuchó en toda la ciudad en el solemne silencio de la noche.
-Pero… - replicó la mujer a los gritos, intentando pedir cordura, pero enseguida su brazo fue sujeto por su hermano, haciéndole retroceder.
-Uma ta sii, seler – le dijo el elfo, en tono serio. - ta naa y' onna uuvanimo aviene handasse – y tiró de ella y ambos se perdieron entre los oscuros callejones de Vulwulfar, en dirección contraria a la que venían los guardias.
No tardaría en aparecer por allí la guardia, corriendo a “socorrer” a quien había denunciado un robo. El único que estaba allí era Fennel, pues la pareja de elfos ya había aprovechado las sombras y su agilidad para desaparecer, quién sabe si en los edificios o entre las calles.
Cuatro caballeros, más que guardias, aparecieron en escena. Uno confiado y veterano, que parecía el jefe de ellos, y los otros más jóvenes, cerca de la treintena, pero igual de serenos. Se presentaron ante el hombre bestia. Los cuatro se postraron ante él sin demasiado convencimiento y con cierto respeto, debido al tamaño de la criatura y su aparente fiereza. Imponía respeto.
-Buenas noches, buen ciudadano. – dijo con respeto el veterano hombre, con su voz temblorosa, mirando a Fennel a los ojos. Llevaba una cota de malla, una espada y un escudo que lucía el blasón de la Guardia Real de Lunargenta. – Mi nombre es Artorias, capitán de la Patrulla de Verisar. Nuestro deber es detener los malhechores y rufianes que moran en las cuatro principales ciudades de la península. – se presentó. - ¿Ha sido usted quien ha denunciado el robo? – preguntó el veterano guerrero, el que parecía el más experto de ellos. Mirando a su alrededor. – No veo a nadie aquí, por lo que deduzco que habrá huido. ¿Correcto? – continuó. – ¿Sería su merced tan amable de guiarnos al lugar del robo y proporcionarnos información para que nos hagamos una idea de quién pudo haber sido? Cualquier dato que su gracia nos proporcione será de utilidad para esta buena compañía. – solicitó con educación, haciendo una especie de alabanza con el brazo para presentar a los tres que le acompañaban.
-Pero… - replicó la mujer a los gritos, intentando pedir cordura, pero enseguida su brazo fue sujeto por su hermano, haciéndole retroceder.
-Uma ta sii, seler – le dijo el elfo, en tono serio. - ta naa y' onna uuvanimo aviene handasse – y tiró de ella y ambos se perdieron entre los oscuros callejones de Vulwulfar, en dirección contraria a la que venían los guardias.
No tardaría en aparecer por allí la guardia, corriendo a “socorrer” a quien había denunciado un robo. El único que estaba allí era Fennel, pues la pareja de elfos ya había aprovechado las sombras y su agilidad para desaparecer, quién sabe si en los edificios o entre las calles.
Cuatro caballeros, más que guardias, aparecieron en escena. Uno confiado y veterano, que parecía el jefe de ellos, y los otros más jóvenes, cerca de la treintena, pero igual de serenos. Se presentaron ante el hombre bestia. Los cuatro se postraron ante él sin demasiado convencimiento y con cierto respeto, debido al tamaño de la criatura y su aparente fiereza. Imponía respeto.
- ARTORIAS:
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-Buenas noches, buen ciudadano. – dijo con respeto el veterano hombre, con su voz temblorosa, mirando a Fennel a los ojos. Llevaba una cota de malla, una espada y un escudo que lucía el blasón de la Guardia Real de Lunargenta. – Mi nombre es Artorias, capitán de la Patrulla de Verisar. Nuestro deber es detener los malhechores y rufianes que moran en las cuatro principales ciudades de la península. – se presentó. - ¿Ha sido usted quien ha denunciado el robo? – preguntó el veterano guerrero, el que parecía el más experto de ellos. Mirando a su alrededor. – No veo a nadie aquí, por lo que deduzco que habrá huido. ¿Correcto? – continuó. – ¿Sería su merced tan amable de guiarnos al lugar del robo y proporcionarnos información para que nos hagamos una idea de quién pudo haber sido? Cualquier dato que su gracia nos proporcione será de utilidad para esta buena compañía. – solicitó con educación, haciendo una especie de alabanza con el brazo para presentar a los tres que le acompañaban.
* * * * * * *
Traducción de diálogos:-Déjalo estar, hermana. Es una criatura sin inteligencia.
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Fennel, informo de progreso: Tus acciones agresivas y violentas te han impedido conocer por el momento las motivaciones de una de las dos facciones de la quest. Además, de momento, estarás enemistado con esta facción. Lo que supondrá un aumento de dificultad en el combate. Esto no quiere decir que estés vetado de ayudar a estos cuando los vuelvas a encontrar más adelante, pero te costará más.Por ahora, has conocido a Artorias, capitán de la “Patrulla de Verisar”, alguien para lo que el honor y el deber es lo primero. En este turno deberás explicarle detalladamente lo sucedido y guiarle hasta el lugar del robo. Será allí donde conozcas al cuarto protagonista de la historia.
Ger
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Re: [Quest] Hijos del bosque: Manos largas
Efectivamente su treta había funcionado: la guardia había acudido en su auxilio, aunque por desgracia los elfos habían conseguido escapar antes de su llegada.
Buenas noches, buen ciudadano, se presentó el que parecía su líder.
Mi nombre es Artorias, capitán de la Patrulla de Verisar. Nuestro deber es detener los malhechores y rufianes que moran en las cuatro principales ciudades de la península.
¿Ha sido usted quien ha denunciado el robo?
¡Sssí, argh, he sssido yo!, contestó el hombre-lagarto, quien aún con la flecha en el hombro seguía resultando imponente para el humano medio.
No veo a nadie aquí, por lo que deduzco que habrá huido, ¿correcto?
¡Esssosss malditosss elfosss...! Logré essspantarlosss de la casssa, pero ssse han dado a la fuga.
Fennelsix aún se hallaba visiblemente airado por los acontecimientos, pero al menos podría arreglar gran parte del problema, y quién sabe, quizás hasta cobrarse una venganza por las molestias.
¿Sería su merced tan amable de guiarnos al lugar del robo y proporcionarnos información para que nos hagamos una idea de quién pudo haber sido? Cualquier dato que su gracia nos proporcione será de utilidad para esta buena compañía.
Ssseguidme entoncesss, no tiene pérdida, les indicó, dirigiendo la marcha.
Tras unos cuantos minutos de marcha prolongada por fin regresaron al lugar del intento de robo, la entrada a aquella finca.
Aquí esss donde sssorprendí a esssa maldita elfa hurgando con la cerradura, señaló Escamanegra.
Debía de querer entrar a robar algo, pero en cuanto me vio sssalió corriendo, ssseguramente para echarme la culpa a mí, no esss la primera vez que alguien me hace algo asssí.
Aquella ganzúa seguía tirada en el suelo junto al cierre forzado, tal y como cuando la ladrona se dio a la fuga.
Sssin embargo, ssse puede ver claramente que mis garrasss no podrían manipular algo tan pequeño y delicado, sssin duda alguna.
Los caballeros parecían ocupados examinando la escena bajo la atenta supervisión de su capitán.
La finca parecía bastante lujosa, a mínimo que uno reparase en ella, y seguramente contaría con una buena cantidad de tesoros y posesiones valiosas dignas de ser saqueadas por aquellos robaperas.
Artoriasss, afirmó el hombre-lagarto, la elfa tenía un cómplice, probablemente hermano o conocido sssuyo.
Parecían bassstante molessstosss con mi interrupción, y tenía toda la pinta de ssser un plan que llevaban tiempo intentando llevar a cabo, por la ruta de huida tan libre que tuvieron.
Creo que sssería buena idea hablar con el dueño de essste lugar y preguntarle sssi tiene alguna idea de quiénesss eran losss ladronesss o qué pueden essstar bussscando.
Buenas noches, buen ciudadano, se presentó el que parecía su líder.
Mi nombre es Artorias, capitán de la Patrulla de Verisar. Nuestro deber es detener los malhechores y rufianes que moran en las cuatro principales ciudades de la península.
¿Ha sido usted quien ha denunciado el robo?
¡Sssí, argh, he sssido yo!, contestó el hombre-lagarto, quien aún con la flecha en el hombro seguía resultando imponente para el humano medio.
No veo a nadie aquí, por lo que deduzco que habrá huido, ¿correcto?
¡Esssosss malditosss elfosss...! Logré essspantarlosss de la casssa, pero ssse han dado a la fuga.
Fennelsix aún se hallaba visiblemente airado por los acontecimientos, pero al menos podría arreglar gran parte del problema, y quién sabe, quizás hasta cobrarse una venganza por las molestias.
¿Sería su merced tan amable de guiarnos al lugar del robo y proporcionarnos información para que nos hagamos una idea de quién pudo haber sido? Cualquier dato que su gracia nos proporcione será de utilidad para esta buena compañía.
Ssseguidme entoncesss, no tiene pérdida, les indicó, dirigiendo la marcha.
Tras unos cuantos minutos de marcha prolongada por fin regresaron al lugar del intento de robo, la entrada a aquella finca.
Aquí esss donde sssorprendí a esssa maldita elfa hurgando con la cerradura, señaló Escamanegra.
Debía de querer entrar a robar algo, pero en cuanto me vio sssalió corriendo, ssseguramente para echarme la culpa a mí, no esss la primera vez que alguien me hace algo asssí.
Aquella ganzúa seguía tirada en el suelo junto al cierre forzado, tal y como cuando la ladrona se dio a la fuga.
Sssin embargo, ssse puede ver claramente que mis garrasss no podrían manipular algo tan pequeño y delicado, sssin duda alguna.
Los caballeros parecían ocupados examinando la escena bajo la atenta supervisión de su capitán.
La finca parecía bastante lujosa, a mínimo que uno reparase en ella, y seguramente contaría con una buena cantidad de tesoros y posesiones valiosas dignas de ser saqueadas por aquellos robaperas.
Artoriasss, afirmó el hombre-lagarto, la elfa tenía un cómplice, probablemente hermano o conocido sssuyo.
Parecían bassstante molessstosss con mi interrupción, y tenía toda la pinta de ssser un plan que llevaban tiempo intentando llevar a cabo, por la ruta de huida tan libre que tuvieron.
Creo que sssería buena idea hablar con el dueño de essste lugar y preguntarle sssi tiene alguna idea de quiénesss eran losss ladronesss o qué pueden essstar bussscando.
Fennel Escamanegra
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Re: [Quest] Hijos del bosque: Manos largas
El capitán Artorias tomó nota de todo cuanto Fennel le decía, no quería que ningún detalle se le escapase a la hora de identificar a los ladrones. Se mantuvo pensativo durante todo el tramo en el que llegaron y, una vez allí, como si algo le hubiese iluminado, no lo dudó a la hora de identificar a los culpables:
-Dada la proximidad de la ciudad a los bosques de Sandorái, es frecuente ver elfos por las calles. – indicó el capitán, a la puerta del pequeño cortijo, observando el candado forzado sobre el suelo. – Seguramente sea algún bandido menor, o algún grupo de ladronzuelos. – levantó la vista para ver la casa. - Lo incomprensible de la situación es por qué han venido a este cortijo y no a otro más discreto y próximo al bosque, en el que dispusieran de una huida más sencilla.
Y, repentinamente, alguien abrió la puerta desde el interior de la propiedad. Un hombre que no lucía grandes lujos, sino que vestía con ropas considerablemente baratas. Su sonrisa arrastraba un deje de malicia poco convencedor. Él sí sabía dar respuesta a lo que el capitán no entendía.
-Porque lo que ellos buscan sólo lo encontrarán aquí. – respondió el hombre acto seguido de abrir la puerta, dando respuesta a las dudas del capitán. – Mi nombre es Bólowid Spahim. Terrateniente. Adelante, pasen, caballeros. Les llevaré hasta lo que buscan. – indicó el hombre colocándose detrás de la puerta con sus dos manos sobre el enorme portón de madera y mostrando una perturbadora sonrisa.
Artorias indicó a sus acompañantes siendo él mismo y Fennel los únicos que accederían al lugar. El capitán fue explicándole al propietario lo que Fennel le había contado mientras el hombre misterioso guiaba a criatura y caballero a través de un patio rústico. Repleto de vegetación colgante y un pozo en el centro del mismo. El hombre condujo a los invitados a una pequeña puerta que abrió y daba a una especie de bodega. – Cuidado con las cabezas, señores. – indicó en aquel estrecho pasillo por el que transcurrían unas escaleras.
La bodega tenía objetos de todo tipo. De un claro estilo élfico. Jarrones, mesas, colgantes… ítems de todo tipo. Pero entre todos ellos había un objeto al fondo que llamaba la atención especialmente por la luz púrpura que emanaba, similar a la de la daga con la que la chica elfa pretendía atacar a Fennel si éste se mostraba ofensivo. El objeto tenía una forma de llave.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
-Esto es lo que han venido a buscar. Llevan tiempo intentándolo. Pero nunca lo consiguen. – dijo, mostrándoles la misteriosa llave. – La compré en el mercado hace tiempo. A un confidente que siempre me hace buenos precios por los objetos élficos. – continuó. – Pero esos dos no son más que dos burdos ladrones pertenecientes al clan Hildórien. Son dos hermanos, ella se llama Ondolinde y él, Argalad. – declaró aquel hombre. – Son bandidos. Deténganlos y llévenlos a la cárcel. Es su lugar en el mundo. – indicó.
El veterano caballero no parecía muy convencido de la honestidad de aquel tipo tan tranquilo, que parecía saber y conocer perfectamente al ladrón, algo poco común en los robos, y pensaba la manera de realizar preguntas inteligentes para obtener más información. Carrespeó un par de veces, tras tomar nota de lo que había dicho.
-Ondolinde y Argalad Hildórien… - repitió. – Y dígame, caballero, ¿qué tiene este objeto de especial para que atraiga el interés de los elfos?
-Imagino que esta llave abrirá alguna puerta en su bosque. Sólo los dioses saben lo que hay allí dentro. – insistió, y se acercó a Fennel, al que veía poderoso y robusto. - ¿No sería interesante conocer la cantidad de tesoros que podría haber allí dentro? – le insinuó en un susurro, tratando de ser tentador, mientras el caballero, medio sordo, realizaba un dibujo de la llave.
Cuando el caballero hubo realizado el retrato del objeto, y aún sin demasiado convencimiento, volvió a aproximarse a Fennelsix y a Bólowid para dar su veredicto.
-Iré al bosque e interrogaré a los elfos. Y, si lo considero necesario, los encarcelaré. – indicó el veterano capitán, dispuesto a salir por la puerta.
-Son unos salvajes. Han intentado robarme y deben ser castigados por ello. – declaró Bolowid, algo reacio a que el capitán hablara con ellos.
-No le quepa la menor duda de que recibirán un castigo justo y merecido. – replicó. – Es mi deber proteger a los ciudadanos de Verisar de cualquier amenaza externa. – Indicó, dejando bien claro que, pasara lo que pasara, los Hildórien pagarían por aquello que habían intentado. Miró ahora hacia Fennel - ¿Qué vais a hacer vos? – le preguntó.
-Dada la proximidad de la ciudad a los bosques de Sandorái, es frecuente ver elfos por las calles. – indicó el capitán, a la puerta del pequeño cortijo, observando el candado forzado sobre el suelo. – Seguramente sea algún bandido menor, o algún grupo de ladronzuelos. – levantó la vista para ver la casa. - Lo incomprensible de la situación es por qué han venido a este cortijo y no a otro más discreto y próximo al bosque, en el que dispusieran de una huida más sencilla.
Y, repentinamente, alguien abrió la puerta desde el interior de la propiedad. Un hombre que no lucía grandes lujos, sino que vestía con ropas considerablemente baratas. Su sonrisa arrastraba un deje de malicia poco convencedor. Él sí sabía dar respuesta a lo que el capitán no entendía.
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-Porque lo que ellos buscan sólo lo encontrarán aquí. – respondió el hombre acto seguido de abrir la puerta, dando respuesta a las dudas del capitán. – Mi nombre es Bólowid Spahim. Terrateniente. Adelante, pasen, caballeros. Les llevaré hasta lo que buscan. – indicó el hombre colocándose detrás de la puerta con sus dos manos sobre el enorme portón de madera y mostrando una perturbadora sonrisa.
Artorias indicó a sus acompañantes siendo él mismo y Fennel los únicos que accederían al lugar. El capitán fue explicándole al propietario lo que Fennel le había contado mientras el hombre misterioso guiaba a criatura y caballero a través de un patio rústico. Repleto de vegetación colgante y un pozo en el centro del mismo. El hombre condujo a los invitados a una pequeña puerta que abrió y daba a una especie de bodega. – Cuidado con las cabezas, señores. – indicó en aquel estrecho pasillo por el que transcurrían unas escaleras.
La bodega tenía objetos de todo tipo. De un claro estilo élfico. Jarrones, mesas, colgantes… ítems de todo tipo. Pero entre todos ellos había un objeto al fondo que llamaba la atención especialmente por la luz púrpura que emanaba, similar a la de la daga con la que la chica elfa pretendía atacar a Fennel si éste se mostraba ofensivo. El objeto tenía una forma de llave.
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-Esto es lo que han venido a buscar. Llevan tiempo intentándolo. Pero nunca lo consiguen. – dijo, mostrándoles la misteriosa llave. – La compré en el mercado hace tiempo. A un confidente que siempre me hace buenos precios por los objetos élficos. – continuó. – Pero esos dos no son más que dos burdos ladrones pertenecientes al clan Hildórien. Son dos hermanos, ella se llama Ondolinde y él, Argalad. – declaró aquel hombre. – Son bandidos. Deténganlos y llévenlos a la cárcel. Es su lugar en el mundo. – indicó.
El veterano caballero no parecía muy convencido de la honestidad de aquel tipo tan tranquilo, que parecía saber y conocer perfectamente al ladrón, algo poco común en los robos, y pensaba la manera de realizar preguntas inteligentes para obtener más información. Carrespeó un par de veces, tras tomar nota de lo que había dicho.
-Ondolinde y Argalad Hildórien… - repitió. – Y dígame, caballero, ¿qué tiene este objeto de especial para que atraiga el interés de los elfos?
-Imagino que esta llave abrirá alguna puerta en su bosque. Sólo los dioses saben lo que hay allí dentro. – insistió, y se acercó a Fennel, al que veía poderoso y robusto. - ¿No sería interesante conocer la cantidad de tesoros que podría haber allí dentro? – le insinuó en un susurro, tratando de ser tentador, mientras el caballero, medio sordo, realizaba un dibujo de la llave.
Cuando el caballero hubo realizado el retrato del objeto, y aún sin demasiado convencimiento, volvió a aproximarse a Fennelsix y a Bólowid para dar su veredicto.
-Iré al bosque e interrogaré a los elfos. Y, si lo considero necesario, los encarcelaré. – indicó el veterano capitán, dispuesto a salir por la puerta.
-Son unos salvajes. Han intentado robarme y deben ser castigados por ello. – declaró Bolowid, algo reacio a que el capitán hablara con ellos.
-No le quepa la menor duda de que recibirán un castigo justo y merecido. – replicó. – Es mi deber proteger a los ciudadanos de Verisar de cualquier amenaza externa. – Indicó, dejando bien claro que, pasara lo que pasara, los Hildórien pagarían por aquello que habían intentado. Miró ahora hacia Fennel - ¿Qué vais a hacer vos? – le preguntó.
* * * * * * *
Fennel, llegados a este punto llega uno de los momentos claves de la misión, y la elección que tomes será muy trascendente en la forma en la que sucederán los acontecimientos. Las dos opciones que se te presentan son las siguientes:- Continuar con Artorias. Irás al bosque de Sandorái y buscaréis el poblado de los elfos.
- Continuar con Bolowid. Irás al bosque de Sandorái y buscaréis la cripta.
Ambas opciones tienen sus riesgos, sus ventajas y sus inconvenientes, que deberás valorar y decidir finalmente. Piensa bien qué podría ocurrir de ambas maneras y relátalo a modo pensamiento y, finalmente, deja clara tu elección.
Si decides ir con Artorias, éste te pagará una posada para que descanses y quedaréis en un lugar para poner rumbo al bosque, si quedas con Bolowid, te ofrecerá una habitación para lo mismo. En cualquier caso, el siguiente turno será de día. Puedes manejar a cualquier personaje como consideres, pero procura no dar información relevante que pueda afectar a la trama.
Ger
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Re: [Quest] Hijos del bosque: Manos largas
El capitán se encontraba explicándole las posibilidades al hombre-lagarto, cuando de repente se abrió la puerta de la propiedad, dando paso a un hombre calvo, vestido de manera más práctica que lujosa.
Mi nombre es Bólowid Spahim. Terrateniente. Adelante, pasen, caballeros. Les llevaré hasta lo que buscan, les indicó el tipo.
A estas alturas Fennel se fiaba lo mismo de aquel hombre que de un macaco, pero por precaución decidió seguirle y ver de qué iba todo el asunto.
Avanzaron por un patio con pozo y plantas colgantes que le recordaba ligeramente a la espesura que rodeaba su pantano natal.
Hum, quizás algún día se haría con el poder de esa propiedad...
El calvo los condujo por unas escaleras y, finalmente, llegaron a una bodega repleta de cosas caras de estilo élfico.
Esto es lo que han venido a buscar. Llevan tiempo intentándolo, pero nunca lo consiguen, les explico Spahim indicando una llave.
Se la compré en el mercado hace tiempo a un confidente que siempre me hace buenos precios por los objetos élficos. Pero esos dos no son más que dos burdos ladrones pertenecientes al clan Hildórien. Son dos hermanos, ella se llama Ondolinde y él, Argalad. Son bandidos, deténganlos y llévenlos a la cárcel, ese es su lugar en el mundo.
Artorias no tenía muy claro cómo proceder, llegados a este punto, por la cara dubitativa que tenía.
Ondolinde y Argalad Hildórien… Y dígame, caballero, ¿qué tiene este objeto de especial para que atraiga el interés de los elfos?
Imagino que esta llave abrirá alguna puerta en su bosque. Sólo los dioses saben lo que hay allí dentro, replicó el propietario.
¿No sería interesante conocer la cantidad de tesoros que podría haber allí dentro?, le preguntó a Escamanegra, viendo en él una especie de garantía sanitaria.
El hombre-lagarto se guardó lo que iba a decir, y con cuidado de no escapársele nada le contestó.
Essstaría muy bien sssaber por qué ansssían tanto esssa llave...
Mientras, el caballero pintaba la llave, quizás para tener constancia de su existencia por si desaparecía.
Iré al bosque e interrogaré a los elfos y, si lo considero necesario, los encarcelaré, afirmó Artorias al acabar su tarea.
Son unos salvajes. Han intentado robarme y deben ser castigados por ello.
No le quepa la menor duda de que recibirán un castigo justo y merecido. Es mi deber proteger a los ciudadanos de Verisar de cualquier amenaza externa.
El calvo no parecía muy satisfecho con aquella respuesta, pero tuve que conformarse con ella.
Artorias miraba al hombre-lagarto, esperando a que se posicionase en el conflicto.
¿Qué vais a hacer vos?
Sssi voy con el guardia podría meterme en problemasss gravesss, pensaba para sí Fennelsix.
Creo que vigilar a essste otro humano y sssu llave podría ssser másss provechossso...
Escamanegra dio un paso hacia delante con las zarpas agarrando su enorme hacha y contestó a la pregunta del caballero.
Yo me quedaré con el ssseñor Ssspahim, creo que deberíamosss mantener la vigilancia aquí, por sssi vuelven a intentar robar la llave...
Tras dejar clara su decisión y ver marcharse al guardia, Fennel se acercó al dueño del inmueble para realizarle unas cuantas preguntas más.
Habla, sssé que sssabesss másss. ¿Qué tesssoro esssconde esssa llave?
Esssosss orejasss puntiagudasss no ssse jugarían tanto el pessscuezo por nada, y no parecesss tonto.
Sssi quieresss lo que sssea que abre esssto, apuntó al objeto, vasss a tener que ir a por ello antesss de que dessscubran cómo conssseguirlo ellosss.
No iba a andarse por las ramas, ambos sabían lo que había entre manos, y probablemente ni era legal ni ético, aunque dudaba seriamente que a aquel tal Spahim, tan sospechoso y difícil de confiar, le importase lo más mínimo.
Tenía ese aire que envuelve a los rufianes y gente sin escrúpulos, y por el aspecto que presentaba no parecía haberse hecho con aquella casa mediante el duro trabajo de su familia.
Vayamosss a por essse tesssoro: yo te cubro lasss essspaldasss y tú me dasss la mitad del tesssoro, o un pago jusssto sssi no ssse puede.
Mi nombre es Bólowid Spahim. Terrateniente. Adelante, pasen, caballeros. Les llevaré hasta lo que buscan, les indicó el tipo.
A estas alturas Fennel se fiaba lo mismo de aquel hombre que de un macaco, pero por precaución decidió seguirle y ver de qué iba todo el asunto.
Avanzaron por un patio con pozo y plantas colgantes que le recordaba ligeramente a la espesura que rodeaba su pantano natal.
Hum, quizás algún día se haría con el poder de esa propiedad...
El calvo los condujo por unas escaleras y, finalmente, llegaron a una bodega repleta de cosas caras de estilo élfico.
Esto es lo que han venido a buscar. Llevan tiempo intentándolo, pero nunca lo consiguen, les explico Spahim indicando una llave.
Se la compré en el mercado hace tiempo a un confidente que siempre me hace buenos precios por los objetos élficos. Pero esos dos no son más que dos burdos ladrones pertenecientes al clan Hildórien. Son dos hermanos, ella se llama Ondolinde y él, Argalad. Son bandidos, deténganlos y llévenlos a la cárcel, ese es su lugar en el mundo.
Artorias no tenía muy claro cómo proceder, llegados a este punto, por la cara dubitativa que tenía.
Ondolinde y Argalad Hildórien… Y dígame, caballero, ¿qué tiene este objeto de especial para que atraiga el interés de los elfos?
Imagino que esta llave abrirá alguna puerta en su bosque. Sólo los dioses saben lo que hay allí dentro, replicó el propietario.
¿No sería interesante conocer la cantidad de tesoros que podría haber allí dentro?, le preguntó a Escamanegra, viendo en él una especie de garantía sanitaria.
El hombre-lagarto se guardó lo que iba a decir, y con cuidado de no escapársele nada le contestó.
Essstaría muy bien sssaber por qué ansssían tanto esssa llave...
Mientras, el caballero pintaba la llave, quizás para tener constancia de su existencia por si desaparecía.
Iré al bosque e interrogaré a los elfos y, si lo considero necesario, los encarcelaré, afirmó Artorias al acabar su tarea.
Son unos salvajes. Han intentado robarme y deben ser castigados por ello.
No le quepa la menor duda de que recibirán un castigo justo y merecido. Es mi deber proteger a los ciudadanos de Verisar de cualquier amenaza externa.
El calvo no parecía muy satisfecho con aquella respuesta, pero tuve que conformarse con ella.
Artorias miraba al hombre-lagarto, esperando a que se posicionase en el conflicto.
¿Qué vais a hacer vos?
Sssi voy con el guardia podría meterme en problemasss gravesss, pensaba para sí Fennelsix.
Creo que vigilar a essste otro humano y sssu llave podría ssser másss provechossso...
Escamanegra dio un paso hacia delante con las zarpas agarrando su enorme hacha y contestó a la pregunta del caballero.
Yo me quedaré con el ssseñor Ssspahim, creo que deberíamosss mantener la vigilancia aquí, por sssi vuelven a intentar robar la llave...
Tras dejar clara su decisión y ver marcharse al guardia, Fennel se acercó al dueño del inmueble para realizarle unas cuantas preguntas más.
Habla, sssé que sssabesss másss. ¿Qué tesssoro esssconde esssa llave?
Esssosss orejasss puntiagudasss no ssse jugarían tanto el pessscuezo por nada, y no parecesss tonto.
Sssi quieresss lo que sssea que abre esssto, apuntó al objeto, vasss a tener que ir a por ello antesss de que dessscubran cómo conssseguirlo ellosss.
No iba a andarse por las ramas, ambos sabían lo que había entre manos, y probablemente ni era legal ni ético, aunque dudaba seriamente que a aquel tal Spahim, tan sospechoso y difícil de confiar, le importase lo más mínimo.
Tenía ese aire que envuelve a los rufianes y gente sin escrúpulos, y por el aspecto que presentaba no parecía haberse hecho con aquella casa mediante el duro trabajo de su familia.
Vayamosss a por essse tesssoro: yo te cubro lasss essspaldasss y tú me dasss la mitad del tesssoro, o un pago jusssto sssi no ssse puede.
- Off-rol:
- Prefiero no entrar en detalles de si acepta o no ni a dónde vamos, creo que eso es parte del master y prefiero quedarme corto a pasarme.
Fennel Escamanegra
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Re: [Quest] Hijos del bosque: Manos largas
Fennel pareció preferir los turbios caminos que el señor Spahim parecía ofrecerle. Artorias, sin sospechar lo más mínimo, asintió con la cabeza ante la decisión del hombre lagarto de quedarse con él mientras que el terrateniente sonrió con malicia. Una vez el caballero abandonó el lugar, ambos pudieron charlar largo y tendido sobre la llave que abría la entrada a una cripta en el bosque.
-Mentiría si te dijera que sé exactamente lo que esconde el templo. – indicó, tomando la llave. Parecía que a ciencia cierta no sabía qué era lo que había en el interior del mismo. – Pero sé lo que los elfos buscan.
Y se acercó a una mesa y desenrolló un plano enorme, escrito en élfico, con detalles de la estructura y del lugar que probablemente fuese la cripta. El nivel de complejidad del documento era alta y tenía una muy difícil comprensión. Estaba lleno de pasillos que conectaban con otras partes.
-Ondolinde y Argalad buscan deshacer una terrible maldición que ha caído sobre su pueblo. La maldición ha hecho que todos los niños del pueblo enfermasen gravemente. Que sus cosechas no den frutos. Que sus animales hayan migrado a otras regiones del bosque. – rió – Han tratado de sobornarme para comprarme la llave. Pero es de mi propiedad y estoy en mi derecho de no vendérsela. Ahora, desesperados, intentan utilizar sucias artimañas para robármela. – se acercó a Fennel con una sonrisa enfermiza - ¿sabes qué? Me importan una mierda sus niños. Lo que quiero es el tesoro que se esconde ahí. Pero hay un mal que lo protege. Ellos me lo han dicho. ¡Seremos ricos!
El malvado individuo no cabía dentro de su propio gozo. Estiró los brazos al cielo, imaginándose todo lo que haría con el dinero que, según él, se hallaba en su interior. La codicia de Bolowid Spahim no parecía tener límite.
-Estoy organizando una pequeña compañía para atravesar el bosque y entrar al templo. Repartiremos las ganancias proporcionalmente. – le indicó en su respuesta a la petición de Fennel - ¿Crees que no sé quién eres? Me encantaría contar con el Héroe de Roilkat. Los bardos cantan tus hazañas de cómo conseguiste descuartizar al líder de los Nórgedos estando cojo y cegado. – probablemente, la historia no fuera así y le habrían dado más epicidad de la que en realidad hubo, pero eso poco le importaba a Spahim. – Partiremos al alba. Atravesar el bosque será complicado pues los elfos lo mantienen vigilado de manera permanente. Habrá que tener especialmente cuidado con las armas de los elfos que emitan un destello púrpura – aclaró. Por lo que Fennel podría recordar la daga que portaba Ondolinde, afortunadamente, había sido Argalad y no ella quien le había atacado. La elfa se había mostrado más amistosa con él siempre. – Por lo visto hay un estanque púrpura en el interior del templo que convierte el arma en una portadora de maldiciones. También podremos impregnar nuestras armas ahí si llegamos hasta abajo. – resopló unos instantes y luego se giró - Y bien, ¿qué me dices?
-Mentiría si te dijera que sé exactamente lo que esconde el templo. – indicó, tomando la llave. Parecía que a ciencia cierta no sabía qué era lo que había en el interior del mismo. – Pero sé lo que los elfos buscan.
Y se acercó a una mesa y desenrolló un plano enorme, escrito en élfico, con detalles de la estructura y del lugar que probablemente fuese la cripta. El nivel de complejidad del documento era alta y tenía una muy difícil comprensión. Estaba lleno de pasillos que conectaban con otras partes.
-Ondolinde y Argalad buscan deshacer una terrible maldición que ha caído sobre su pueblo. La maldición ha hecho que todos los niños del pueblo enfermasen gravemente. Que sus cosechas no den frutos. Que sus animales hayan migrado a otras regiones del bosque. – rió – Han tratado de sobornarme para comprarme la llave. Pero es de mi propiedad y estoy en mi derecho de no vendérsela. Ahora, desesperados, intentan utilizar sucias artimañas para robármela. – se acercó a Fennel con una sonrisa enfermiza - ¿sabes qué? Me importan una mierda sus niños. Lo que quiero es el tesoro que se esconde ahí. Pero hay un mal que lo protege. Ellos me lo han dicho. ¡Seremos ricos!
El malvado individuo no cabía dentro de su propio gozo. Estiró los brazos al cielo, imaginándose todo lo que haría con el dinero que, según él, se hallaba en su interior. La codicia de Bolowid Spahim no parecía tener límite.
-Estoy organizando una pequeña compañía para atravesar el bosque y entrar al templo. Repartiremos las ganancias proporcionalmente. – le indicó en su respuesta a la petición de Fennel - ¿Crees que no sé quién eres? Me encantaría contar con el Héroe de Roilkat. Los bardos cantan tus hazañas de cómo conseguiste descuartizar al líder de los Nórgedos estando cojo y cegado. – probablemente, la historia no fuera así y le habrían dado más epicidad de la que en realidad hubo, pero eso poco le importaba a Spahim. – Partiremos al alba. Atravesar el bosque será complicado pues los elfos lo mantienen vigilado de manera permanente. Habrá que tener especialmente cuidado con las armas de los elfos que emitan un destello púrpura – aclaró. Por lo que Fennel podría recordar la daga que portaba Ondolinde, afortunadamente, había sido Argalad y no ella quien le había atacado. La elfa se había mostrado más amistosa con él siempre. – Por lo visto hay un estanque púrpura en el interior del templo que convierte el arma en una portadora de maldiciones. También podremos impregnar nuestras armas ahí si llegamos hasta abajo. – resopló unos instantes y luego se giró - Y bien, ¿qué me dices?
* * * * * *
Fennel, parece que el terrateniente confía plenamente en ti gracias a tus hazañas como Héroe de Roilkat. Como ves, es un tipo cegado por la avaricia pero aún así, es tu única alternativa actual para acceder al templo. Así que tendrás que ir con él. Este es un turno de tránsito en el que no debes tomar decisiones. Explica tus sensaciones sobre lo que ha dicho y dialoga con el mismo. Termina el turno yéndote a una habitación que te habilitará Spahim para pasar la noche.
El siguiente post lo escribiré en un nuevo hilo en el bosque de Sandorái. En la siguiente parte tendréis que atravesar el bosque y adentraros en las misteriosas ruinas.
Ger
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Re: [Quest] Hijos del bosque: Manos largas
Aquel hombrecillo le había explicado la situación, al menos lo suficiente para continuar.
Al parecer los dos orejas puntiagudas querían liberar a su pueblo de algún tipo de maldición, y para ello necesitaban la llave, mientras que a Spahim se la traía floja, él quería las riquezas de la cripta que custodiaba la maldición.
El tipo parecía conocerle de la batalla de Roilkat, aunque no había sido hace tanto tiempo, pero por primera vez aquella medalla le había servido de algo más que de pase gratis para una posada.
Partiremos al alba. Atravesar el bosque será complicado pues los elfos lo mantienen vigilado de manera permanente. Habrá que tener especialmente cuidado con las armas de los elfos que emitan un destello púrpura, le explicó.
Por lo visto hay un estanque púrpura en el interior del templo que convierte el arma en una portadora de maldiciones. También podremos impregnar nuestras armas ahí si llegamos hasta abajo.
Cuidado entoncesss, la mujer tiene una daga que brillaba de esssa manera.
Al parecer no iba a ser tan mosquita muerta como parecía, y aunque el hombre-lagarto no tenía miedo alguno a las heridas, las maldiciones ya eran harina de otro costal. Uno no se cura de un maleficio de la noche a la mañana, y eso lo había aprendido muy bien en base a experiencias ajenas.
Y bien, ¿qué me dices?, preguntó el calvo.
Acepto la propuesssta, partiremosss mañana entoncesss, asssí ssserá másss sssencillo el trayecto.
Perfecto, entonces ven por aquí, la casa es suficientemente grande, quédate a pasar la noche.
Bolowid le condujo por los pasillos de la propiedad y finalmente le mostró una habitación, tampoco demasiado lujosa para lo que probablemente se podría permitir aquel usurero.
Tranquilo, no se me ocurriría hacerle nada a un huésped, y menos si me tiene que ayudar mañana mismo, dijo con una sonrisa marcadamente poco natural. Se notaba a leguas que intentaba caerle en gracia al Héroe de Roilkat.
El habitante del pantano se conformó con aquella alcoba, y atrancando por si acaso la puerta, ya que nunca se sabe, y comprobando que no hubiese ventanas abiertas, se tendió en la cama a descansar.
Al menos era mejor que dormir en el suelo, y si todo salía bien pronto podría pagarse algo mejor que aquel lecho tan duro.
La noche pasó sin mayor contratiempo, y debido a su estilo de vida madrugador, Fennelsix se había levantado un buen rato antes de que Spahim fuese en su busca, así que aprovechó aquel tiempo muerto para desatrancar la puerta, afilar el hacha y comprobar que su mochila permanecía en buen estado, ya que era donde guardaba su poco dinero, así que el pedernal que utilizaba para afilar su arma y el cráneo que se había llevado como recompensa en Roilkat.
¿Estás despierto ya?, fue lo primero que oyó aquel día, seguido de unos cuantos golpes de nudillo en la puerta de madera barnizada.
El hombre-lagarto se levantó de aquel colchón hecho polvo y cedido de sí, y comprobando que cargaba con todo, se encaminó a abrir la puerta.
Essstoy lisssto, le contestó.
Venga, vamos entonces, no perdamos mucho más tiempo. Aprovechemos que aún es temprano para dirigirnos hacia esa cripta, y ojalá tengamos suerte y no nos molesten demasiado esos elfos.
Así pues, el curioso dúo abandonó la casa y se encaminó hacia su destino.
Al parecer los dos orejas puntiagudas querían liberar a su pueblo de algún tipo de maldición, y para ello necesitaban la llave, mientras que a Spahim se la traía floja, él quería las riquezas de la cripta que custodiaba la maldición.
El tipo parecía conocerle de la batalla de Roilkat, aunque no había sido hace tanto tiempo, pero por primera vez aquella medalla le había servido de algo más que de pase gratis para una posada.
Partiremos al alba. Atravesar el bosque será complicado pues los elfos lo mantienen vigilado de manera permanente. Habrá que tener especialmente cuidado con las armas de los elfos que emitan un destello púrpura, le explicó.
Por lo visto hay un estanque púrpura en el interior del templo que convierte el arma en una portadora de maldiciones. También podremos impregnar nuestras armas ahí si llegamos hasta abajo.
Cuidado entoncesss, la mujer tiene una daga que brillaba de esssa manera.
Al parecer no iba a ser tan mosquita muerta como parecía, y aunque el hombre-lagarto no tenía miedo alguno a las heridas, las maldiciones ya eran harina de otro costal. Uno no se cura de un maleficio de la noche a la mañana, y eso lo había aprendido muy bien en base a experiencias ajenas.
Y bien, ¿qué me dices?, preguntó el calvo.
Acepto la propuesssta, partiremosss mañana entoncesss, asssí ssserá másss sssencillo el trayecto.
Perfecto, entonces ven por aquí, la casa es suficientemente grande, quédate a pasar la noche.
Bolowid le condujo por los pasillos de la propiedad y finalmente le mostró una habitación, tampoco demasiado lujosa para lo que probablemente se podría permitir aquel usurero.
Tranquilo, no se me ocurriría hacerle nada a un huésped, y menos si me tiene que ayudar mañana mismo, dijo con una sonrisa marcadamente poco natural. Se notaba a leguas que intentaba caerle en gracia al Héroe de Roilkat.
El habitante del pantano se conformó con aquella alcoba, y atrancando por si acaso la puerta, ya que nunca se sabe, y comprobando que no hubiese ventanas abiertas, se tendió en la cama a descansar.
Al menos era mejor que dormir en el suelo, y si todo salía bien pronto podría pagarse algo mejor que aquel lecho tan duro.
La noche pasó sin mayor contratiempo, y debido a su estilo de vida madrugador, Fennelsix se había levantado un buen rato antes de que Spahim fuese en su busca, así que aprovechó aquel tiempo muerto para desatrancar la puerta, afilar el hacha y comprobar que su mochila permanecía en buen estado, ya que era donde guardaba su poco dinero, así que el pedernal que utilizaba para afilar su arma y el cráneo que se había llevado como recompensa en Roilkat.
¿Estás despierto ya?, fue lo primero que oyó aquel día, seguido de unos cuantos golpes de nudillo en la puerta de madera barnizada.
El hombre-lagarto se levantó de aquel colchón hecho polvo y cedido de sí, y comprobando que cargaba con todo, se encaminó a abrir la puerta.
Essstoy lisssto, le contestó.
Venga, vamos entonces, no perdamos mucho más tiempo. Aprovechemos que aún es temprano para dirigirnos hacia esa cripta, y ojalá tengamos suerte y no nos molesten demasiado esos elfos.
Así pues, el curioso dúo abandonó la casa y se encaminó hacia su destino.
- Off-rol:
- Espero no haberme quedado demasiado escueto, perdón si es así.
Fennel Escamanegra
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