Rhea de Cos [MISIÓN: Animales fantásticos y saber dónde encontrarlos]

Wind apenas había llegado a Vulwulfar cuando escuchó algunos extraños rumores sobre un pueblo cercano. Tras escuchar rumores cada vez más extraños e inverosímiles sobre alguien que se hacía llamar “Reina de Cos”. Sin pensarlo mucho más, salió de nuevo de Vulwulfar y se dirigió hasta el pueblo.

No sabía cómo había acabado en aquel sótano con una serpiente albina y un grupo de exaltados, pero desde luego no había sido su intención meterse en tal jardín. El grupo de hombres y mujeres que estaban allí hablaban a gritos diciendo cosas a cada cual más horrible –¡Enviémosle la serpiente a trozos!- Gritaba un hombre con los ojos vacíos–¡Quémemosla y la dejamos en su puerta!- Gritaba otra mujer consumida.

“Cielos…” La elfa sólo podía pensar en el pobre animal que tenían delante completamente enroscado en sí mismo y con la cabeza medio escondida en su propio cuerpo. Parecía bastante asustado, más de lo que debería estarlo una serpiente, todas las que había conocido eran agresivas y desde luego, no eran fáciles de cazar.

La serpiente era muy grande, calculó que debía medir algo menos de un metro y medio. Blanca y parecía lo suficientemente fuerte como para acabar con cualquiera de aquellos hombres, entonces… ¿Por qué estaba encogida? Wind se acercó a aquella jaula y su nariz casi rozó con los barrotes. En la cabeza tenía unos puntos rojos que rodeaban toda la cara del animal. Los ojos eran grises, oscuros, casi lo suficiente para considerarse negros y dependiendo del lugar por donde le diera la luz, la serpiente tenía un matiz rojizo. Era la primera vez que Wind veía a un animal como aquel, había visto serpientes, pero nunca tan blancas o grandes.  

De repente, el animal se desenroscó ligeramente y acercó la cara a la de la elfa. La joven se quedó quieta, completamente pasmada sin saber si alejarse o quedarse ahí. Cuando menos se lo esperó, la serpiente sacó la lengua con el característico sonido de esos animales y Wind vio que era bífida, completamente partida, casi parecía que eran dos lenguas distintas… pero es que eran dos lenguas distintas -Oh… Son 2 lenguas…- Se quedó observando mientras los campesinos empezaban a acercarse para ver que hacía con la serpiente. Justo después, el animal empezó a supurar por los puntos rojos de la cabeza una especie de sustancia rosada, podría confundirse con sangre, pero no lo era. La elfa, dio un salto hacia atrás asustando al grupo entero de pueblerinos -¿Qué haces niña?- Gritó una mujer -¿Acaso quieres matarnos del susto?- Gritó otra con una voz absurdamente aguda.

¿Qué narices era eso que soltaba aquella serpiente? No quería tocarlo, tenía miedo y no tenía intenciones de hacerlo “¿Por qué está tan asustada?” Era lo que más le molestaba, se lo repitió a si misma varias veces, era una serpiente, las serpientes son agresivas y desde luego, no son asustadizas ¿Por qué esa extraña serpiente blanca si? ¿Acaso entendía lo que decían los humanos? Wind se levantó del suelo -¿Rhea no vendrá a recuperar a su amiga?- Señaló la serpiente y los miró con cierto enfado "¿Qué culpa tiene el animal?" -¿Qué vamos a hacer contra una mujer como esa?- Añadió haciendo titubear a los campesinos.

-¿Tú qué sabes de lo que está pasando aquí?- gritó un hombrecillo que estaba en medio de la gente –Sólo eres una forastera- Añadió con el mismo tono de enojo. –Sí, pero puedo ayudaros o al menos defenderos- Respondió la elfa tocando el arco –Pero deberíais pensar algún plan- Concluyó Wind, esperando no haberse pasado de borde o de metomentodo.

Wind aguardó alguna respuesta coherente que probablemente no llegaría. Todos los que allí estaban solo querían venganza y aquella venganza pasaba por torturar y asesinar a aquel pobre animal. “Ni siquiera quieren comérselo ¿Por qué matarlo?” No terminaba de comprender semejante salvajada y eso que ella cazaba animales, pero para comer o vender, no por diversión.  
Efectivamente, no hubo una respuesta lógica, sólo un griterío de los campesinos y un par de insultos. Si siquiera el hombre que había sido capaz de decir dos frases seguidas dijo nada que tuviera sentido para Wind. –Sois unos bárbaros…- Musitó la joven cuando empezaron a ignorarla de nuevo para decidir a gritos que tortura aplicar a la serpiente.

Al final, aquella horda de campesinos habían optado por olvidarse de la recomendación de Wind de trazar un plan por si aparecía Rhea y la elfa, tampoco les iba a insistir más. Se giró y se decidió a seguir observando a la serpiente. El animal seguía enroscado sobre sí mismo, con la cabeza escondida y si no supiera que era imposible, casi le pareció que miraba todo con cierta tristeza. Probablemente fuera el simple reflejo de la mirada de la elfa que por momentos sus ganas de salir de aquel sótano crecían.

Mientras miraba al animal, escuchó que alguien la llamaba o al menos la chistaban -¿Quién...?- Cuando se giró vio a un hombre-bestia. No estaba segura que tipo de bestia era ¿Una marmota? ¿Una ardilla? ¿Una mutación de un ratón? No tenía ni idea pero supuso que sería de mala educación mirar a aquel hombre tanto tiempo sin pestañear siquiera, así que pestañeó varias veces seguidas y prestó atención a aquella persona. -¿S-Si?- Tartamudeó haciéndole ver que escuchaba Mientras hablaba, Wind no podía dejar de fijarse en cómo se movían sus orejas y bigotes al hablar, cielos, como quería tocar a aquel hombre que más que hombre, parecía un peluche. Sonrió al escucharle hablar y llegar a aquella conclusión, era la primera vez que sonreía desde que entró en ese pueblo -¿Una idea eh?- Levantó una ceja aún sonriente y esperó a que continuara con su solución.

La sonrisa se le borró cuando escuchó como hablaba de lo que era estar en una jaula, ¿Acaso aquel hombre había estado en una? Adoptó una expresión algo más seria –Si hay algo que pueda hacer… Tenemos tiempo- Volvió a sonreír y le guiñó un ojo. Así que entre toda aquella gente había alguien con algo de sentido común o al menos, de compasión y Wind lo agradeció, ya no se veía sola en aquella batalla para salvar al animal. Observó al hombre colocar la espada de madera al hombro y tuvo muchas ganas de abrazar a aquel hombre que parecía un soldadito de peluche.

La elfa escuchó por fin el plan y cuando le escuchó hablar de fuerza, se sintió desinflada –Yo no tengo fuerza, no puedo con una jaula como esa…- Miró la jaula de madera y metal con una cerradura bastante básica y suspiró –Igual con la serpiente sola… sí que puedo- Murmuró lo más bajo que pudo –Pero ¿Y si me ataca?- Miró de nuevo a la serpiente y se sintió estúpida “¿Cómo me va a atacar ese animal tan tranquilo…?” Suspiró y miró a los campesinos un momento para ver que seguían enfrascados en sus absurdas peleas de como matar al animal sin prestarles atención a ellos. –Está bien, seguiremos tu idea. Por cierto, llámame Wind- Le sonrió y esperó que aquel hombre-bestia supiera lo que quería hacer.

Wind observó como aquel pequeño hombre se subía a la mesa con un ágil salto, cada vez estaba más confusa sobre con que animal estaba cruzado pero, aunque la curiosidad era grande, no era el momento para saciarla.

Al escuchar aquella pregunta, la elfa supuso que realmente no esperaba una respuesta así que mantuvo silencio hasta que él mismo lo aclaró. Aquel hombrecillo le pareció enternecedor, no sabía cuál sería su edad pero más que un hombre, parecía un niño soñando con grandes héroes así que decidió que probablemente lo mejor sería seguirle la corriente. Se quedó pensativa unos segundos y reaccionó de repente –Oh, claro, ¡Hont! El salvador del pueblo ¿Quién no ha escuchado hablar de ti?- Fingió sorpresa y algo de admiración y volvió a sonreír.
Después, escuchó el resto de las explicaciones de su pequeño compañero y se agachó un poco para quedar cara a cara con el hombrecillo, aguantó la risa cuando habló de una Wind heroína y se esforzó por parecer todo lo sería posible. – Eso sería fantástico, si fuera una heroína como tú, podríamos ir juntos de aventuras alguna vez… A salvar a la gente de los malos.- La última frase la dijo en un susurro, como si fuera el mayor secreto que pudiera confesar y con el dedo índice señaló a la muchedumbre que estaba tras ella discutiendo a gritos. Sacó la lengua con una pequeña sonrisa y esperó a que Hont pusiera en marcha su plan.

Wind observó en silencio a su compañero abrir la jaula mientras echaba rápidos vistazos a la muchedumbre que parecían estar empezando a alcanzar un acuerdo pues los gritos se estaban reduciendo y ya sólo se escuchaban dos opiniones distintas –¡Quemarla y dejarla en la puerta de su casa!- Gritaba una mujer de voz chillona -¡Que no! ¡La cortamos y se la tiramos contra la ventana a trozos!- Gritaba un anciano consumido. Aquello cada vez era peor, las ideas eran como poco, horribles y tan sólo de pensarlo a Wind se le revolvía el estómago.

Cuando terminó de abrir la pequeña jaula, la elfa suspiró y miró a la serpiente que acaba de levantar la cabeza de nuevo al darse cuenta de que estaba libre. Habría jurado que el animal miraba a Wind con duda, pero era un animal, eso era imposible ¿Verdad? El animal se acercó de nuevo a la elfa, sin llegar a abrir la puerta de la jaula que parecía que aún estaba cerrada y volvió a sisearle y a supurar aquella extraña sustancia rosada que resbalaba por la piel de reptil como si su piel fuera impermeable completamente a aquel líquido “¿Qué es eso?” Seguía sin saberlo, pero ahora lo que sentía no era miedo, sino curiosidad. Aún no quería tocarlo, no sabía si le causaría algún tipo de problema pero si la cogía, después acabaría teniendo que tocarlo.

La voz de Hont la sacó de sus pensamientos por completo –Supongo que si podré…Espero que tengas razón Hont- Volvió a suspirar y se percató que de que los aldeanos ya apenas gritaban, tan solo se escuchaban algunas voces sueltas que ataban detalles sobre cómo y quién mataría a la serpiente. Más les valía salvarla deprisa.

Wind susurró su plan al pequeño hombre-bestia que asintió al instante y éste se bajó de la mesa y empezó a correr entre los pies de la gente mientras gritaba otras ideas para hacer daño a la serpiente en distintos tonos de voz –Sigo prefiriendo quemarla. Yo creo que desollarla sigue siendo mejor. Dejarla en su cama muerta. Un té con su sangre…- La gente comenzó de nuevo a hablar entre ellos, discutiendo otra vez sobre cómo matar al animal, parecía que habían caído en la primera parte del plan. Cuando esto dio resultado, Wind abrió la jaula despacio, mirando a la gente y dándole la espalda a la serpiente. Tanteó la mesa con las manos, respiró hondo y tocó al animal que, como si supiera que debía hacer, empezó a escalar por su brazo, despacio enroscándose poco a poco mientras a la elfa se le erizaba la piel por aquella extraña sensación entre lástima, adrenalina y la piel de la serpiente en su brazo desnudo. El animal pesaba, pesaba más que su propio brazo, además era demasiado largo, por lo que continuó enroscándose en su estómago, con la misma lentitud hasta que pareció que había hecho un corsé y una manga a la elfa con su propio cuerpo.

Hont, mientras tanto, subió a un armario de casi dos metros de alto usando como peldaño una silla y empezó a hablar de nuevo, esta vez para hacer más bulto que otra cosa. Wind por su parte, se cerró la capa todo lo que pudo, intentando que aquel animal tan blanco pasara lo más desapercibido posible.
De repente, la voz de los aldeanos se detuvo casi por completo, dejando únicamente la voz de Hont que sobresalía de las demás. Todos los allí reunidos se giraron hacia lo alto del mueble y vieron únicamente la cola de su compañero, mientras Wind suplicaba a todas las deidades conocidas que no le hicieran daño. Miró con pánico al pequeño hombre-bestia que se acaba de dar cuenta de lo sucedido y Wind, se mantuvo quieta, presa del pánico. En menos de un instante, reaccionó y con un ligero movimiento de cabeza, indicó a su amigo que corriera hacia la lámpara. Los aldeanos, empezaron a gritar como si fueran bestias sedientas de sangre y la elfa le indicaba con pequeños movimientos de cabeza que se moviera. Cuando pareció que su pequeño compañero había entendido la idea, ésta empezó a caminar lentamente, por las zonas a las que daba la espalda la muchedumbre hasta alcanzar las escaleras. Una vez en el escalón más bajo con un movimiento de mano indicó a Hont que fuera hasta ella y ésta subió las escaleras tan rápido como pudo.

Una vez arriba, vio como les perseguían los aldeanos, que probablemente ya se habrían dado cuenta de que la serpiente no estaba y en cuanto Hont cruzó el umbral de la puerta, Wind cerró la puerta que daba al sótano y la trancó con una silla, que era lo más cercano que tenía a sus manos –Tenemos que irnos. Rápido.- No le dio a su compañero más opciones, y con la serpiente enredada en su cuerpo y seguida de Hont salió tan deprisa como buenamente pudo de la casa mientras los aldeanos aporreaban la puerta “No tardarán en echarla abajo. Y ahora... ¿Hacia dónde?”

¡Que danzasen las llamas! Ellas eran sus pequeñas, sus hijas. La bruja las había invocado que bailasen para ella. ¡Y que bailaban! Ningún trovador con aires de bailarín podría alcanzar nunca la majestuosidad de un buen fuego.

De su cinturón sacó una bolsa con algunas hojas secas y una calavera de pájaro, ¿cuervo o canario? No importaba; como si quisiera meter el cráneo de un chucho paliducho.  Mientras fuera la cabeza de algo que había estado vivo el hechizo funcionaría. Echó a la chimenea tanto la bolsa como la calavera. Las lenguas del fuego, como si tratasen de un verdadero grupo de bailarinas, rodearon el cráneo. De la bolsa salieron multitud de chispas que dieron la impresión de que estuviera lluviendo en los troncos de la chimenea. Una lluvia de chispas en mitad de un baile de llamas.

-Bailad para mí, mis pequeñas, bailad- inquirió la bruja.

Si observaba detenidamente casi podía ver las piernas y los pechos de las diminutas bailarinas. También podía ser cosa de la edad. La bruja era vieja y sus ojos no quedaron libres de las cataratas. De vez en cuando sufría ceguera momentanea, cosa que odiaba con todo su ser. Incluso había ocasiones que veía como su gato negro se movía con seis patas o que su serpiente binaba tenía tres colas en lugar de una.  Muy pocas veces eran las veces que se podía fiar de su visión, y menos si estuviera haciendo un hechizo tan importante como lo era aquel

Pero eso tenía fácil arreglo, claro que lo tenía. La bruja metió toda su cabeza en el interior de la hoguera. Sus hijas, las llamas, recubrieron su toda su cara sin llegar a quemarla. Le mostraron todo lo que la bruja no podía ver: Dónde estaba su serpiente robada, quienes habían sido los ladrones, un chico zarigüeya y una elfa. Rhea vio todo y fue consciente de todo.

Cuando retiró la cabeza, la piel de anciana  dejó de verse arrugada y vieja y pasó a ser una piel lisa y blanca como la de una hermosa joven, como la de la elfa ladrona.


* Windorin Crownguard: Malas noticias, Rhea de Cos te ha visto con la ayuda de su hechizo. Sabe que tienes a su amiga la serpiente y hará lo que sea para recuperarla, pero cuando sea el momento. En este turno solo deberás huir con la serpiente en los brazos. Sal de la villa, contra más lejos mejor. Hont irá contigo.

Al salir de la casa, Wind miró a su alrededor nerviosa -¿Por dónde Hont?- ella se conocía la zona, pero con los nervios no sabía hacia dónde ir – ¡Lejos! Si no, la gente enfadada nos va a alcanzar pronto- Wind asintió ante aquella idea, no era muy distinto de lo que ella misma pensaba, pero hacia algún sitio tenía que ir –Al sur- Lo dijo como un suspiro pues la fuerza empezaba a fallarle, la serpiente pesaba demasiado si la rodeaba de aquella manera aunque al menos, la elfa había perdido el miedo hacia aquel animal que parecía no tener intención de separarse de ella.

Wind hizo algo que supuso, se vería ridículo, pero era la mejor idea que tenía en aquel momento –Pequeña muévete. Engánchate a alguna zona más alta de mi cuerpo, a los brazos o incluso a los hombros como si fueras una capa- Sonó cómo una súplica y los movimientos exagerados con las manos la hacían parecer idiota pero parecía que la serpiente entendió en concepto y mientras Hont miraba la escena Wind permanecía quieta, para evitar que un mal movimiento incomodara a aquel animal. Al final, la serpiente, acabó rodeándole el cuello y los hombros como si de una bufanda se tratara, lo cierto era que aunque era bastante pesada, parecía que lo era más, como si parte de la serpiente fuera de aire cosa que la elfa agradecía.

Una vez colocado el animal de la manera más cómoda, Wind esbozó una pequeña sonrisa y con la mano derecha acarició la cabeza de la serpiente que estaba apoyada sobre su hombro, como si descansara –Gracias- Mientras tanto, Hont parecía nervioso –No tendremos grandes historias juntos si esa gente nos alcanza- Dijo de repente y Wind cayó de repente de nuevo en su situación –Tienes razón, vamos- Le sonrió, ahora estando más calmada y echaron a correr a través del pueblo hasta alcanzar el bosque lo rodeaba parcialmente.

En el bosque sería más difícil que los alcanzaran, además ellos mismos no querrían alejarse demasiado pues, si los rumores eran ciertos, la adicción a las pociones de Rhea no les dejaría ir demasiado lejos. Corrieron los tres juntos durante un buen rato, pero dejaron de hacerlo en cuanto el cansancio empezó a hacer mella y dejaron de tener la sensación de que les perseguían –Madre mía…- Suspiró y respiró entrecortadamente varias veces, parecía que se habían librado por el momento -¿Estás bien Hont?- Preguntó entre jadeos preocupada –Soy un gran héroe, claro que estoy bien, no me cansaría por algo como esto- Aquello sonó casi inantil, como cuando los niños que están cansados no quieren ir a dormir –Me alegro- Le sonrió y observó a la serpiente de nuevo, que seguía descansando sobre el hombro de la elfa –Veo que tú también vas cómoda- Se rio de su propio comentario y acarició la cabeza al animal, que la levantó y se dejó acariciar.

Wind comenzaba a acostumbrarse al tacto de aquel reptil, sobretodo porque no parecía ser agresivo y aquello, ayudaba a que lo tocara más por no hablar de lo comprensivo que parecía. Desde luego, si no fuera un animal, Wind hubiera jurado que aquella serpiente, comprendía lo que decían o al menos, la situación. Lo que ella no sabía, al menos, por el momento era que sí que lo hacía pues aquella serpiente binaba comprendía las emociones de aquellos que estaban cerca haciendo que entendiera de un modo general las situaciones.

Después de recuperar el aliento, continuaron andando, ahora con más calma -¿Qué haremos con la serpiente?- Preguntó al aire más que al propio Hont que caminaba a su lado –No creo que devolverse a Rhea sea correcto…Pero no es nuestra- Suspiró y miró al animal que parecía algo más despierto –Si pudieras decirnos lo que quieres…- Sonrió y se detuvo en seco cuando la serpiente empezó a desenroscarse para quedar con la cabeza al vuelo, justo delante de la de Wind. -¿Q-Qué pasa?- Apenas pudo conseguir emitir algún sonido cuando la serpiente siseó y volvió a enroscarse, quedando de nuevo con la cabeza en el hombro de la elfa. Acto seguido, Wind notó como algo viscoso le bajaba por el hombro haciendo que ahogara un grito – ¡¿Qué haces?!- El líquido se sentía cálido al principio pero en poco tiempo se quedó frío y cuando fue a tocar la cabeza de la serpiente para moverla, se percató que no se podía despegar -¡Hont! ¡No se quita!- La serpiente siseó de nuevo, con los ojos cerrados como si fuera a dormirse tranquilamente de nuevo. -¿Por qué estás asustada? La serpiente parece buena. Además, los héroes no tienen miedo- Dijo aquello orgulloso, como si fuera lo más normal del mundo tener la cabeza de una serpiente pegada al hombro.

Wind suspiró resignada después de dar un par de tirones no demasiado fuertes a la serpiente para no hacerle daño y que ésta le contestara con un siseo lento y adormilado “¿Qué hago ahora yo con esto?” Tocó la sustancia y se notaba viscosa y densa, incluso algo elástica, además se percató de que tenía un olor dulzón –Espero que estés contenta- Suspiró y resignada, continuaron caminando para alejarse lo máximo posible de aquel pueblo.

Cos era una villa sometida bajo el poder de una bruja que se hacía llamar Reina de Cos. Ella sabía todo de acerca de todos los habitantes de la villa. Cuando cogieron a la serpiente, Rhea ya sabía que la iban a cogerla y cuando lo hicieran todo el grupo de rebeldes estaría en un mismo lugar. Perfecto para poder enseñarles una lección que jamás olvidarían: ¡RHEA ERA LA REINA DE COS! Sí, tenía que sacrificar a su mejor amiga la serpiente binaba pero tenía otros amigos en su casa. No le importaba con tal de poder vengarse de esos malditos malnacidos.

Pero sus hijas, las bailarinas del fuego de la chimenea, le mostraron a una mujer que no conocía. Una elfa que arruinó todos los planes de la bruja. “Windorin Crownguard” susurró el fuego a la anciana bruja que ahora tenía un aspecto muy diferente al que tenían antes de meter su cabeza en el interior de la chimenea. Por culpa de ella, quien había cometido la osadía de sacar a la serpiente de su jaula y llevársela hacia el bosque, Rhea ya no podía cometer su venganza.

-Nos veremos chica- dijo la bruja para sí misma como si estuviera hablando directamente con la elfa que le mostró las llamas- puede que no hoy ni tampoco mañana, pero te juro que nos vamos a ver preciosa. Muy, muy, muy pronto tú estarás arrodillada enfrente de mí suplicando besando mis pies para pedirme perdón-.


* Windorin Crownguard: Rhea te ha jurado venganza pero no será algo que vaya a hacer hoy mismo. Se va a esperar, es muy paciente y quiere pensar bien cuál va a ser tu castigo. No hay que ser un genio para saber que dentro de unos días te llamaré para una quest en la que te enfrentes directamente con Rhea, la Reina de Cos. Por el momento, la misión acaba con el siguiente turno. Libera a la serpiente en el bosque, explica los últimos detalles de la criatura que te queden por describir y dale un beso de despedida en la frente de mi parte, personalmente, voy a echar de menos a ese animal.

Ya llevaban horas caminando, las piernas de la elfa empezaban a tambalearse y probablemente los aldeanos ya no estarían persiguiéndolos. Por otra parte Hont había contado a la elfa todas las aventuras de su vida durante la caminata pues tiempo no le había faltado y la elfa, aunque al principio contestaba enérgicamente, al final acabó respondiendo monosílabos a su pequeño compañero llegando al punto de no ser capaz de mantener una conversación –Lo siento Hont, empiezo a estar cansada- Apenas dijo eso y notó como un escalofrío recorrió su espalda, probablemente debido al temblor de sus piernas juntado con el ambiente extraño que había en el bosque.

Las nubes habían empezado a cubrir el cielo hacía un rato, pero la lluvia no terminaba a decidirse caer, así que el bochorno comenzaba a resultar insoportable. La serpiente, por su parte, continuaba pegada al hombro de la elfa, que ya había desistido por completo de librarse de aquel animal pues al final sólo conseguiría hacerse daño ella y hacer daño a la serpiente, por no hablar del desastre en el que podía convertirse su ropa pues, a parte de llena de la sustancia rosa, podría desgarrarse si tiraba demasiado fuerte. Durante el trayecto, cuando Wind hacía algún comentario sobre la serpiente, el pequeño hombre-bestia se esforzaba en animarla y, aunque funcionaba temporalmente, al final acababa igual de abatida que al principio.

La elfa, decidió que lo mejor sería sentarse un rato para retomar fuerzas, aunque no tenían comida, descansar las piernas podría ser suficiente hasta alcanzar algún lugar más propicio para un descanso más largo. Se sentaron contra el tronco de un árbol bastante grueso y Wind, cerró los ojos un instante, mientras asimilaba todo lo que había sucedido aquel día.

Después de apenas unos minutos sentados en silencio por primera vez desde que habían comenzado el trayecto, empezó a diluviar sin previo aviso. No había rayos, ni truenos, tan solo agua cayendo a borbotones desde el cielo, así que se levantaron del suelo y se quedaron debajo del árbol mientras algunas gotas se colaban entre las ramas, mojándoles los hombros y la cabeza –Dioses…- La serpiente, empezaba a desvelarse y Hont, que estaba más cerca del suelo cada vez estaba más embarrado. Antes de que el pequeño compañero de la elfa se hundiera en el barro por completo Wind lo cogió en brazos, por debajo de los brazos, abrazándole como si se tratara de un peluche, mientras la cola le colgaba hasta el suelo –Lo siento Hont, pero no quiero que te ensucies- Le sonrió y a Wind le pareció que su compañero se había sonrojado -¿Te molesta? ¿Te estoy haciendo daño?- La joven se preocupó por haber hecho aquello de un modo tan brusco, sin preguntar siquiera. -¡Bájame! Yo soy un héroe, no me importa ensuciarme- Se revolvió un par de veces y la elfa no le soltó –Si te sigues moviendo te vas a caer- Hizo caso omiso a los comentarios del hombre-zarigüeya y le sujetó más fuerza hasta que éste pareció rendirse y Wind esbozó una sonrisa de satisfacción –Los héroes de las historias siempre parecen impecables príncipes, no quiero que te ensucies y yo sea la causante de semejante desastre- Se rio por lo bajo y le abrazó un poco más fuerte cuando una ráfaga de viento hizo que se estremeciera.

Allí plantada bajo un árbol, una elfa de poco más de metro y medio con una serpiente albina sobre los hombros y un hombre-zarigüeya entre los brazos, debía resultar realmente cómica pero Wind no pensaba en aquello, sino en cómo solucionar el problema que tenía con aquel animal que se estaba despertando. Tras unos segundos de reflexión, se dio cuenta que la serpiente movía la cabeza sin problemas, llegando a levantarla y a retorcerse aún sobre la joven -¿Cómo te has despegado?- Fue más bien una pregunta retórica pero el agradecimiento de que la serpiente se hubiera despegado de su hombro, era sincero.
Lo que la joven no sabía era que el agua había hecho que aquella sustancia rosada y pegajosa hasta casi el punto de endurecerse, se hubiera disuelto hasta desaparecer prácticamente.

Cuando la tormenta paró al poco rato, Wind volvió a dejar a Hont sobre el suelo a regañadientes ante las insistentes quejas de su compañero y la serpiente parecía completamente despierta. –Ahora sólo nos queda dejarla en algún sitio…- Suspiró y pensó que al bosque ya no le quedaría demasiado pues lo más probable era que, después de tanto tiempo hubiera algún poblado cerca. Tras pensarlo un poco, llegó a la conclusión de que aquel lugar era tan buen sitio como cualquier otro para dejar al animal -¿Qué te parece aquí pequeña?- Sonrió a la serpiente y le acarició la cabeza con una mano. El animal siseó y se alargó haciendo amago de engancharse a una rama, así que Wind la cogió con las dos manos, la quitó de su cuello y la acercó algo más al árbol.
Lo cierto era que le había cogido cariño al animal y quién sabe si aquel sentimiento era recíproco pero antes de desparecer entre las ramas, la serpiente binaba acercó su rosto la de la joven y siseó, como si aquello fuera una despedida. Wind le acarició la cabeza y sonrió contenta de haberla salvado, por fin había acabado todo aquel lío.

-Hont, te recomiendo que sigas este camino hasta el pueblo más cercano- Le dedicó una sonrisa algo triste y añadió –Yo me iré de nuevo hasta Vulwulfar- No tenía ganas de continuar con aquella caminata, estaba cansada y hambrienta, pero quería regresar a su hogar y quería hacerlo lo antes posible –¡Aún tenemos que irnos de aventuras!- Lo dijo feliz, pero como si estuviera enfadado al mismo tiempo por no continuar juntos el camino, aun así aquello sonó como si fuera más un “hasta luego” que un “adiós” y a la joven aquello le hizo muy feliz –Pronto nos veremos de nuevo y salvaremos a gente- Le sonrió ampliamente y le cogió de nuevo. La elfa abrazó al pequeño hombre-bestia y le dejó en el suelo otra vez –Hasta pronto Hont- Volvió a sonreír y se dispuso a volver a su hogar, para descansar en un lugar conocido.