Roca y Arena [Mega Evento - Nórgedos]
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Roca y Arena [Mega Evento - Nórgedos]
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Abandonáis Roilkat durante el crepúsculo en dirección oeste, donde los Nórgedos realizan sus ataques. El objetivo que se os ha encomendado en el puesto de guardia es realizar un exhaustivo análisis de las zonas preferenciales de ataque del ejército. Es decir, las zonas que, por su geografía, presentan una mayor susceptibilidad a ser cruzadas por un ejército enemigo rumbo a Roilkat.
Ha pasado un tiempo desde que abandonasteis la ciudad y la falta de puntos de referencia os hace perderos en las inmensas dunas que circundan la zona. No sabéis como volver a la ciudad y el frío nocturno del desierto comienza a calar en vuestros huesos.
La diosa de la fortuna hace aparecer frente a vosotros una cantera. Una enorme explotación a cielo abierto de sílice abandonada.
Ha pasado un tiempo desde que abandonasteis la ciudad y la falta de puntos de referencia os hace perderos en las inmensas dunas que circundan la zona. No sabéis como volver a la ciudad y el frío nocturno del desierto comienza a calar en vuestros huesos.
La diosa de la fortuna hace aparecer frente a vosotros una cantera. Una enorme explotación a cielo abierto de sílice abandonada.
* * * * * * * * * * *
Objetivos:
-Debéis narrar vuestra travesía por el arenal, tratando de buscar posibles evidencias del ataque de los Nórgedos. Es decisión vuestra encontrar algo o no.
-Debéis describir repentinamente cómo llegáis a la enorme cantera. Desalojada por el ataque de los Nórgedos.
-Descubriréis que la cantera no aguarda únicamente roca. Sino que en la parte inferior hay una enorme e inexpugnable puerta de piedra. El lugar podría ser también un centro de investigación.
-Tras la puerta sentiréis el discurrir de agua. Supondréis que se trata de una cavidad con un túnel subterráneo. Escucharéis el eco de una voz severa e ininteligible retumbando a lo lejos en el interior, pero no tenéis medios ni recursos para abrir la puerta… de momento.
No habrá combate en este hilo.
Puntos de pasiva si...
Descifráis los mensajes escritos en la puerta: El texto está escrito en un dialecto humano muy antiguo. Descubriréis que los hombres que habitaban las ruinas adoraban a una especie de dios que vive en las profundidades de aquellas ruinas, al otro lado de la puerta. Tendréis que venir en otra ocasión si queréis descubrir qué o quién se encuentra ahí.
Ger
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Re: Roca y Arena [Mega Evento - Nórgedos]
El trabajo de investigación ciertamente era mi fuerte, además era la especialidad del gremio de informantes, así que era lo mejor con lo que podríamos colaborar aunque fuera de manera extraoficial; la tarea parecía sencilla, infiltración, sigilo, investigación, reconocimiento, eran tan solo gajes del oficio para un vampiro, sin embargo no se me daba bien trabajar con desconocidos; me había resistido duramente a la idea de tener un compañero y más aún cuando no tenía idea de quién era hasta el último momento, así que al primer descuido de las tropas partí en solitario hacia el lugar indicado.
Esperé cuanto pude- Murmuré mientras me alejaba en dirección a aquella desértica zona aunque apenas y había esperado y partí unos minutos antes de la hora pautada. Me habían asignado para mi labor algunos pergaminos que traía enrollados en un morral en mi espalda, un par de plumas para escribir y tintas de colores negro y rojo; con ello debía elaborar una especie de mapa del terreno señalando las mejores rutas de ataque tanto de nuestras tropas como de los enemigos con el fin de frenarlos o emboscarlos de ser posible.
Avancé gran parte del terreno memorizando dunas y planicies y deteniéndome esporádicamente para tomar notas de tiempos, distancias y elaborar pequeñas mapas segmentados que luego podría unir como parte de un mapa más grande; sin embargo la noche tenía otros planes para mí.
Sería difícil que me perdiera mientras elaboraba un mapa del terreno, sin embargo el destino suele ser un amo caprichoso y antes de poder advertirlo me encontré rodeado por un pequeño pero molesto tornado de arena que me hizo salir corriendo en busca del pergamino donde había hecho las anotaciones; corrí desesperado tras el tornado que finalmente y como si se burlara de mí; simplemente se desvaneció dejando caer el pergamino frente a mí -Odio los tornados de arena- Murmuré aunque era la primera vez que enfrentaba uno; nuestra relación había iniciado con mal pie.
Levanté del suelo mis notas pero al levantar la vista noté que me había alejado más de lo debido, a donde quiera que miraba todo se veía igual; el viento comenzaba a soplar con más fuerza y mientras la arena se estrellaba en mi rostro, el frío comenzaba a poner a prueba mi resistencia.
Caminé durante un largo rato, a saber cuánto o hasta dónde; intentaba guiarme por las estrellas siguiendo un rumbo al oeste, aunque era algo que le serviría más a un navegante de los mares que a un vampiro -Naufrago en un mar de arena- Me dije y sonreí ante la ironía; fue entonces cuando apareció frente a mí aquella cantera.
Tras tomar las últimas reservas de agua que había llevado, escurrí en mi boca las últimas gotas en mi boca y guardé la botella en mi morral, con suerte tal vez consiguiera algo para más tarde; avancé hasta la cantera cuya puerta de madera no supuso mayor obstáculo “Sukani ngenkathi ongakwenza” Rezaba un letrero escrito en la entrada, parecía escrito con prisa y aunque de momento no lograba identificarlo, tenía la impresión de haber visto ese lenguaje antes en algún lugar.
Como era de esperarse con una lectura tan apresurada, el portón que guardaba la cantera estaba apenas medio cerrado, por lo que no resultó difícil entrar a la zona; abrí los ojos como platos sorprendido por lo que encontré adentro, además de roca, roca y más roca que era lo que esperaba encontrar, había hasta el fondo una enorme puerta que llamó mi atención, y aunque sí, también era de más roca; me llamaron la atención los grabados que tenía escritos en ese mismo lenguaje extraño que había visto antes, pero ahora más decorado y con mejor caligrafía, unidos a diversos signos y pictogramas que parecían contar una historia o describir cierto ritual.
Moría de ganas de investigar más pero entonces escuché algunos sonidos detrás de mí, alguien estaba llegando al portón y temí que fueran los moradores de aquel lugar; corrí para esconderme detrás de unas columnas de madera que sostenían algunas planchas de roca y observé fijamente hacia la entrada donde una figura empujaba el portón de madera que resguardaba el lugar; llevé las manos a mi espalda en busca de mis dagas hasta que pude reconocer que se trataba nada menos que del viejo calamar, esperé unos instantes hasta asegurarme de que no había nadie más y entonces revelé mi presencia -Capitán... Alfred... Werner...- Dije haciendo pausas entre cada palabra para generar suspenso y me acerqué bastante sorprendido a estrecharle mi mano -¿Qué haces aquí?- Pregunté luego extrañado de que un amante del mar se encontrara ahora en un lugar donde difícilmente podríamos encontrar agua -Yo debía investigar el terreno en busca de rutas de ataque pero temo que me he perdido, aunque esa puerta podría resultar más interesante- Le dije al hombre bestia señalando hacia la puerta de piedra que tan intrigante me resultaba.
Offrol: Pequeña manipulación del capitán bajo autorización de su user =)Esperé cuanto pude- Murmuré mientras me alejaba en dirección a aquella desértica zona aunque apenas y había esperado y partí unos minutos antes de la hora pautada. Me habían asignado para mi labor algunos pergaminos que traía enrollados en un morral en mi espalda, un par de plumas para escribir y tintas de colores negro y rojo; con ello debía elaborar una especie de mapa del terreno señalando las mejores rutas de ataque tanto de nuestras tropas como de los enemigos con el fin de frenarlos o emboscarlos de ser posible.
Avancé gran parte del terreno memorizando dunas y planicies y deteniéndome esporádicamente para tomar notas de tiempos, distancias y elaborar pequeñas mapas segmentados que luego podría unir como parte de un mapa más grande; sin embargo la noche tenía otros planes para mí.
Sería difícil que me perdiera mientras elaboraba un mapa del terreno, sin embargo el destino suele ser un amo caprichoso y antes de poder advertirlo me encontré rodeado por un pequeño pero molesto tornado de arena que me hizo salir corriendo en busca del pergamino donde había hecho las anotaciones; corrí desesperado tras el tornado que finalmente y como si se burlara de mí; simplemente se desvaneció dejando caer el pergamino frente a mí -Odio los tornados de arena- Murmuré aunque era la primera vez que enfrentaba uno; nuestra relación había iniciado con mal pie.
Levanté del suelo mis notas pero al levantar la vista noté que me había alejado más de lo debido, a donde quiera que miraba todo se veía igual; el viento comenzaba a soplar con más fuerza y mientras la arena se estrellaba en mi rostro, el frío comenzaba a poner a prueba mi resistencia.
Caminé durante un largo rato, a saber cuánto o hasta dónde; intentaba guiarme por las estrellas siguiendo un rumbo al oeste, aunque era algo que le serviría más a un navegante de los mares que a un vampiro -Naufrago en un mar de arena- Me dije y sonreí ante la ironía; fue entonces cuando apareció frente a mí aquella cantera.
Tras tomar las últimas reservas de agua que había llevado, escurrí en mi boca las últimas gotas en mi boca y guardé la botella en mi morral, con suerte tal vez consiguiera algo para más tarde; avancé hasta la cantera cuya puerta de madera no supuso mayor obstáculo “Sukani ngenkathi ongakwenza” Rezaba un letrero escrito en la entrada, parecía escrito con prisa y aunque de momento no lograba identificarlo, tenía la impresión de haber visto ese lenguaje antes en algún lugar.
Como era de esperarse con una lectura tan apresurada, el portón que guardaba la cantera estaba apenas medio cerrado, por lo que no resultó difícil entrar a la zona; abrí los ojos como platos sorprendido por lo que encontré adentro, además de roca, roca y más roca que era lo que esperaba encontrar, había hasta el fondo una enorme puerta que llamó mi atención, y aunque sí, también era de más roca; me llamaron la atención los grabados que tenía escritos en ese mismo lenguaje extraño que había visto antes, pero ahora más decorado y con mejor caligrafía, unidos a diversos signos y pictogramas que parecían contar una historia o describir cierto ritual.
Moría de ganas de investigar más pero entonces escuché algunos sonidos detrás de mí, alguien estaba llegando al portón y temí que fueran los moradores de aquel lugar; corrí para esconderme detrás de unas columnas de madera que sostenían algunas planchas de roca y observé fijamente hacia la entrada donde una figura empujaba el portón de madera que resguardaba el lugar; llevé las manos a mi espalda en busca de mis dagas hasta que pude reconocer que se trataba nada menos que del viejo calamar, esperé unos instantes hasta asegurarme de que no había nadie más y entonces revelé mi presencia -Capitán... Alfred... Werner...- Dije haciendo pausas entre cada palabra para generar suspenso y me acerqué bastante sorprendido a estrecharle mi mano -¿Qué haces aquí?- Pregunté luego extrañado de que un amante del mar se encontrara ahora en un lugar donde difícilmente podríamos encontrar agua -Yo debía investigar el terreno en busca de rutas de ataque pero temo que me he perdido, aunque esa puerta podría resultar más interesante- Le dije al hombre bestia señalando hacia la puerta de piedra que tan intrigante me resultaba.
Última edición por Bio el Miér 20 Jul - 18:08, editado 1 vez
Bio
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Re: Roca y Arena [Mega Evento - Nórgedos]
Era la última cantimplora que le quedaba y la estaba malgastando tira echándose toda el agua por encima de su cabeza. Cuando tuviera sed, cosa que con el calor que hacía era algo que más temprano que tarde iba a pasar, tendría que beber de su propia orina para poder saciarse. Según recordaba haber leído en alguno de los muchos libros que devoraba con los ojos, un hombre era capaz de beber de su propia orina hasta tres veces para poder saciar la sed. Cabía remarcar la palabra “hombre”, pues esa misma la que ponía en el libro, hablaba sobre los hombres y, por simplicidad, también de las mujeres humanas; nada acerca de los calamares.
-Sed. Agua. Sed.- Desde el cielo, descendió Edgar para beber las gotas de agua que caían de la cabeza del Capitán. –Agua. Sed.- Graznaba como si le estuviera culpando de desaprovechar la últiama de las cantimploras.
-Era eso o dejar que el calor me matasen.- De normal, procuraba no contestar a las exigencias del espabilado cuervo. Si esta vez hizo una excepción era porque el calor le sentaba tan mal que no sabía si quiera qué estaba haciendo ni haciendo dónde se estaba dirigiendo.
Fue un estúpido el que habló a los guardias, un brujo joven con intereses de héroe pero alma de bribón. Él fue quien dijo que dejasen a los jóvenes combatir mientras los viejos leían mapas. Los guardias se miraron entre ellos y asintieron al unísono. Minutos después dieron un caballo, una armadura y un espada al joven brujo y unos mapas al Capitán Werner.
-Bribón.- Graznó Edgar como si supiera en qué estaba pensando.
El objetivo del Capitán era sencillo, como dijo el brujo, simplemente consistía en leer. Con un mapa en su mano izquierda, tenía que atravesar todo el arenal en busca de los puntos en el mapa por donde los Nórgedos habían pasado. Nada que no hubiera se tuviera que haber enfretado ya sobre el timón de un barco. Leer mapas y usarlos en beneficio propio era una de las muchas faculdades que la edad y las penas no se la había arrebato.
-Calor. Calor.- Se volvió a quejar Edgar a medida que continuaron caminando por el arenal.
El cuervo tenía razón. La complicidad de la misión residía en el calor. El calor era capaz de agrietar y secar la piel de calamar del Capitán hasta el punto de hacerla parecer las escamas de una serpiente. Era por ello que el Capitán se le ocurrió una de sus mejores y más odiosas ideas: No dejar que el calor del arenal entrase por su piel. En lugar de usar la ropa corta de verano vistió su larga gabardina negra, la capa del gremio de ladrones, unos pantalones largos y pesados y su sombrero con el que se reconocía como capitán. Sudar, caminar lento y cansado, tener más calor que en el Infierno de la religión de Abdulah y que le entrase una pájara no era el precio que estaba pagando por no querer que se le secase su piel de calamar.
-Agua. Sed.- Volvió a graznar el cuervo volando más allá de lo que el Capitán podía ver.
Alfred, inmediatamente, fue tras el cuervo todo el deprisa que pudo. Pasó unos montículos de arena y un par de dunas y allí lo vio, estaba seguro que era aquello que se estaba imaginando que era pero de poco le importó en aquel momento. Lo primero y principal era beber agua, el cuervo se las había apañado muy bien, con un par de graznidos había espantado a unos pájaros pequeños y estaba bebiendo de uno de los grandes bebederos para caballos. Agua limpia y fresca, al fin. Bebió, se lavó la cara repetidas veces y llenó las cinco cantimploras que llevaba en la mochila.
-Agua. No sed.- Dijo el cuervo con una rejuvenecerdora felicidad.
-No sed.- Confirmó el Capitán acto seguido.
Dos cosas fueron la que le extrañaron al Capitán. Una que no hubiera ningún caballo en todo el lugar cuando todos los bebedores que veía estaban llenos de agua y la otra que hubiera encontrado tan fácilmente la cantera que se veía dibujada en uno de los laterales del mapa. El primero de los misterios se respondió de manera sencilla cuando vio que en varios bebedores, lo que había no era agua sino sangre.
-Nórgedos. Enemigos.- Colaboró Egdar a los pensamientos del Capitán.
-Están lejos.- Contestó el pirata a la vez que se agachaba a uno de los bebederos y tocaba la sangre con la punta de su pinza. Estaba seca. De ser reciente se hubiera manchado de sangre cosa que no lo hizo. –Eso espero.-
Nada le demostraba que no había ningún enemigo tras el enorme portón. Por lo menos, en la parada para los caballos que servía como zona de descanso antes de entrar en la cantera, no había señal de ningún nórgedo.
Un gran portón construido con maderas y rocas abría el paso a la cantera el cual, estaba abierto. A primera vista, una puerta abierta rompía toda esperanza del Capitán a que ningún nórgedo estuviera en el lugar. Pero, tras la segunda vista, Alfred se dio cuenta que las huellas en la arena que entraban por el portón eran de una única persona. Una persona que, nada más entrar en la cantera, el Capitán supo identificar quién era.
-Señor Bio.- Dijo marcando el suspense en cada sílaba igual que su amigo había hecho al saludarle. - A parte de pasar calor y resistir como puedo a una noche en el infierno, no hago mucho más.- Respondió el Capitán con media sonrisa. Bio era un amigo, uno de los mejores con los que se había cruzado. Tras meses sin verle no tenía ganas de hablar sobre misiones ni enemigos; las conversaciones con los amigos estaban hechas para reír y beber. – No creo que estés perdido, mi buen amigo, estamos justo donde quieres estar.- De uno de los bolsillos de la gabardina sacó el mapa que los guardias le habían dado para guiarse por el arenal. – Estamos en una especie de cantera. Si los Nórgedos son inteligentes, ya han pasado por aquí en busca de materiales y suministros para sus batallas; al menos es lo que yo hubiera hecho.-
-Sed. Agua. Sed.- Desde el cielo, descendió Edgar para beber las gotas de agua que caían de la cabeza del Capitán. –Agua. Sed.- Graznaba como si le estuviera culpando de desaprovechar la últiama de las cantimploras.
-Era eso o dejar que el calor me matasen.- De normal, procuraba no contestar a las exigencias del espabilado cuervo. Si esta vez hizo una excepción era porque el calor le sentaba tan mal que no sabía si quiera qué estaba haciendo ni haciendo dónde se estaba dirigiendo.
Fue un estúpido el que habló a los guardias, un brujo joven con intereses de héroe pero alma de bribón. Él fue quien dijo que dejasen a los jóvenes combatir mientras los viejos leían mapas. Los guardias se miraron entre ellos y asintieron al unísono. Minutos después dieron un caballo, una armadura y un espada al joven brujo y unos mapas al Capitán Werner.
-Bribón.- Graznó Edgar como si supiera en qué estaba pensando.
El objetivo del Capitán era sencillo, como dijo el brujo, simplemente consistía en leer. Con un mapa en su mano izquierda, tenía que atravesar todo el arenal en busca de los puntos en el mapa por donde los Nórgedos habían pasado. Nada que no hubiera se tuviera que haber enfretado ya sobre el timón de un barco. Leer mapas y usarlos en beneficio propio era una de las muchas faculdades que la edad y las penas no se la había arrebato.
-Calor. Calor.- Se volvió a quejar Edgar a medida que continuaron caminando por el arenal.
El cuervo tenía razón. La complicidad de la misión residía en el calor. El calor era capaz de agrietar y secar la piel de calamar del Capitán hasta el punto de hacerla parecer las escamas de una serpiente. Era por ello que el Capitán se le ocurrió una de sus mejores y más odiosas ideas: No dejar que el calor del arenal entrase por su piel. En lugar de usar la ropa corta de verano vistió su larga gabardina negra, la capa del gremio de ladrones, unos pantalones largos y pesados y su sombrero con el que se reconocía como capitán. Sudar, caminar lento y cansado, tener más calor que en el Infierno de la religión de Abdulah y que le entrase una pájara no era el precio que estaba pagando por no querer que se le secase su piel de calamar.
-Agua. Sed.- Volvió a graznar el cuervo volando más allá de lo que el Capitán podía ver.
Alfred, inmediatamente, fue tras el cuervo todo el deprisa que pudo. Pasó unos montículos de arena y un par de dunas y allí lo vio, estaba seguro que era aquello que se estaba imaginando que era pero de poco le importó en aquel momento. Lo primero y principal era beber agua, el cuervo se las había apañado muy bien, con un par de graznidos había espantado a unos pájaros pequeños y estaba bebiendo de uno de los grandes bebederos para caballos. Agua limpia y fresca, al fin. Bebió, se lavó la cara repetidas veces y llenó las cinco cantimploras que llevaba en la mochila.
-Agua. No sed.- Dijo el cuervo con una rejuvenecerdora felicidad.
-No sed.- Confirmó el Capitán acto seguido.
Dos cosas fueron la que le extrañaron al Capitán. Una que no hubiera ningún caballo en todo el lugar cuando todos los bebedores que veía estaban llenos de agua y la otra que hubiera encontrado tan fácilmente la cantera que se veía dibujada en uno de los laterales del mapa. El primero de los misterios se respondió de manera sencilla cuando vio que en varios bebedores, lo que había no era agua sino sangre.
-Nórgedos. Enemigos.- Colaboró Egdar a los pensamientos del Capitán.
-Están lejos.- Contestó el pirata a la vez que se agachaba a uno de los bebederos y tocaba la sangre con la punta de su pinza. Estaba seca. De ser reciente se hubiera manchado de sangre cosa que no lo hizo. –Eso espero.-
Nada le demostraba que no había ningún enemigo tras el enorme portón. Por lo menos, en la parada para los caballos que servía como zona de descanso antes de entrar en la cantera, no había señal de ningún nórgedo.
Un gran portón construido con maderas y rocas abría el paso a la cantera el cual, estaba abierto. A primera vista, una puerta abierta rompía toda esperanza del Capitán a que ningún nórgedo estuviera en el lugar. Pero, tras la segunda vista, Alfred se dio cuenta que las huellas en la arena que entraban por el portón eran de una única persona. Una persona que, nada más entrar en la cantera, el Capitán supo identificar quién era.
-Señor Bio.- Dijo marcando el suspense en cada sílaba igual que su amigo había hecho al saludarle. - A parte de pasar calor y resistir como puedo a una noche en el infierno, no hago mucho más.- Respondió el Capitán con media sonrisa. Bio era un amigo, uno de los mejores con los que se había cruzado. Tras meses sin verle no tenía ganas de hablar sobre misiones ni enemigos; las conversaciones con los amigos estaban hechas para reír y beber. – No creo que estés perdido, mi buen amigo, estamos justo donde quieres estar.- De uno de los bolsillos de la gabardina sacó el mapa que los guardias le habían dado para guiarse por el arenal. – Estamos en una especie de cantera. Si los Nórgedos son inteligentes, ya han pasado por aquí en busca de materiales y suministros para sus batallas; al menos es lo que yo hubiera hecho.-
El Capitán Werner
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Re: Roca y Arena [Mega Evento - Nórgedos]
Ver al capitán en ese lugar me resultaba extraño a la vez que perturbador, sobre todo porque su respuesta no me había respondido sus razones para haber llegado ahí tan lejos de cualquier mar -Ah, claro, no estoy perdido- Respondí aparentando que había llegado ahí por mi propia voluntad y no por causa de ese pequeño tornado de arena -Me enviaron a investigar el terreno y recoger información a favor de la defensa de Roilkat- Expliqué al calamar que tal vez me pudiera dar un poco de ayuda en el asunto o al menos acompañarme en la travesía.
Hay muchas cosas que me gustaría preguntarte, aunque me temo que ahora no es el momento- Mencioné al hombre bestia con la esperanza de encontrarlo luego para conocer su relación con mi pequeña Magazubi, por un lado me parecía agradable que hubieran acabado juntos en algo, pero por otro lado ese algo me parecía muy peligroso para una niña y temía que su curiosidad y deseo de aventuras la metieran en problemas -Procuraré encontrarte luego en el puerto, o si puedes antes te recibiría gustoso en la torre, el Guardián te echa de menos- Le dije con picardía aquella discreta invitación a visitarme, considerando que había una recompensa por mi cabeza, tal vez andar en el puerto no fuera la mejor de las ideas.
Observé el entorno a medida que escuchaba la explicación del capitán, sin embargo había algo que no encajaba dentro del todo el asunto, si el capitán podía guiarse en el agua seguramente este desierto no sería problema, por lo que me sentía un poco más tranquilo sabiendo que él estaba ahí. Ya más confiado me acerqué caminando hasta la misteriosa puerta de piedra observando los grabados en sus bordes -Ukuhlakanipha ivula iminyango namafasitela- Leí en voz alta la sucesión de palabras escritas por todo el borde de la puerta, tal vez el capitán pudiera entenderlo, yo por mi parte me enfocaría en tratar de abrirla.
Me acerqué a la piedra pegando el oído a la misma y pude escuchar un suave discurrir de agua -¿Qué crees que sea este lugar?- Le pregunté al capitán mientras deslizaba la mano por la piedra apartando trozos de arena pegados a la misma y descubriendo una especie de criptogramas grabados sobre la dura roca que formaba aquella puerta; en la parte inferior los criptogramas parecían más figuras representando una escena -Yena usiqaphile- Leí también en voz alta las palabras escritas en la base de la puerta para luego dedicarme a la comprensión de las escenas representadas mediante ideogramas y representaciones gráficas de posibles eventos.
En primer lugar lo que se veía parecía ser parte de una especie de culto a un dios, pero parecía lejos de tratarse de los dragones o las diversas deidades de los elfos y humanos, unas figuras de personas, posiblemente los habitantes de ese lugar parecían estar ofreciendo algo y a cambio recibían ¿Protección? -Parece que los habitantes de este lugar adoraban algo- Dije señalándole a Werner las figuras -Entregan una especie de tributo- Le dije señalando lo que las figuras llevaban en las manos -Tal vez una parte de su trabajo- Acoté tras fijarme que llevaban en las espaldas una especie de canastos, lo que podría representar en total de sus ganancias; fue entonces cuando recordé el sonido que se escuchaba dentro -¡Agua! ¡Eso es!- Dije emocionado por mi conclusión -Daban un tributo a cambio de agua- Dije señalando los rayos azules que salían desde la esfera negra.
No podía estar seguro de que aquello fuera del todo cierto, pero tenía bastante sentido, considerando que era un lugar de trabajo y tal vez inventarse una deidad fuera una manera práctica de mantenerlos motivados, y no habría mejor recompensa para habitantes de un desierto que un poco de agua -Esa esfera negra parece la representación de una deidad pero el sujeto del cetro parece ser quien hace de intermediario- Expliqué a mi compañero -O quien a su conveniencia manipula la creencia para su beneficio- Añadí con malicia.
Aquello parecía ser un gran hallazgo y sin duda sería toda una revelación para los investigadores de Lunargenta, aunque francamente esperaba ser yo quien viniera primero a investigar -Muero por saber qué hay tras esa puerta- Comenté a mi compañero -Pero ya va siendo tiempo de volver y reportar... No es el momento indicado- Dije colocando mi mano sobre la puerta haciéndome la promesa mental de regresar -¿De dónde has sacado ese espantoso pájaro?- Le pregunté al capitán en tono gracioso mientras me preparaba para salir de ese lugar y buscar la manera de regresar a las guarniciones.
Subrayado el uso de la Profesión Hay muchas cosas que me gustaría preguntarte, aunque me temo que ahora no es el momento- Mencioné al hombre bestia con la esperanza de encontrarlo luego para conocer su relación con mi pequeña Magazubi, por un lado me parecía agradable que hubieran acabado juntos en algo, pero por otro lado ese algo me parecía muy peligroso para una niña y temía que su curiosidad y deseo de aventuras la metieran en problemas -Procuraré encontrarte luego en el puerto, o si puedes antes te recibiría gustoso en la torre, el Guardián te echa de menos- Le dije con picardía aquella discreta invitación a visitarme, considerando que había una recompensa por mi cabeza, tal vez andar en el puerto no fuera la mejor de las ideas.
Observé el entorno a medida que escuchaba la explicación del capitán, sin embargo había algo que no encajaba dentro del todo el asunto, si el capitán podía guiarse en el agua seguramente este desierto no sería problema, por lo que me sentía un poco más tranquilo sabiendo que él estaba ahí. Ya más confiado me acerqué caminando hasta la misteriosa puerta de piedra observando los grabados en sus bordes -Ukuhlakanipha ivula iminyango namafasitela- Leí en voz alta la sucesión de palabras escritas por todo el borde de la puerta, tal vez el capitán pudiera entenderlo, yo por mi parte me enfocaría en tratar de abrirla.
Me acerqué a la piedra pegando el oído a la misma y pude escuchar un suave discurrir de agua -¿Qué crees que sea este lugar?- Le pregunté al capitán mientras deslizaba la mano por la piedra apartando trozos de arena pegados a la misma y descubriendo una especie de criptogramas grabados sobre la dura roca que formaba aquella puerta; en la parte inferior los criptogramas parecían más figuras representando una escena -Yena usiqaphile- Leí también en voz alta las palabras escritas en la base de la puerta para luego dedicarme a la comprensión de las escenas representadas mediante ideogramas y representaciones gráficas de posibles eventos.
En primer lugar lo que se veía parecía ser parte de una especie de culto a un dios, pero parecía lejos de tratarse de los dragones o las diversas deidades de los elfos y humanos, unas figuras de personas, posiblemente los habitantes de ese lugar parecían estar ofreciendo algo y a cambio recibían ¿Protección? -Parece que los habitantes de este lugar adoraban algo- Dije señalándole a Werner las figuras -Entregan una especie de tributo- Le dije señalando lo que las figuras llevaban en las manos -Tal vez una parte de su trabajo- Acoté tras fijarme que llevaban en las espaldas una especie de canastos, lo que podría representar en total de sus ganancias; fue entonces cuando recordé el sonido que se escuchaba dentro -¡Agua! ¡Eso es!- Dije emocionado por mi conclusión -Daban un tributo a cambio de agua- Dije señalando los rayos azules que salían desde la esfera negra.
No podía estar seguro de que aquello fuera del todo cierto, pero tenía bastante sentido, considerando que era un lugar de trabajo y tal vez inventarse una deidad fuera una manera práctica de mantenerlos motivados, y no habría mejor recompensa para habitantes de un desierto que un poco de agua -Esa esfera negra parece la representación de una deidad pero el sujeto del cetro parece ser quien hace de intermediario- Expliqué a mi compañero -O quien a su conveniencia manipula la creencia para su beneficio- Añadí con malicia.
Aquello parecía ser un gran hallazgo y sin duda sería toda una revelación para los investigadores de Lunargenta, aunque francamente esperaba ser yo quien viniera primero a investigar -Muero por saber qué hay tras esa puerta- Comenté a mi compañero -Pero ya va siendo tiempo de volver y reportar... No es el momento indicado- Dije colocando mi mano sobre la puerta haciéndome la promesa mental de regresar -¿De dónde has sacado ese espantoso pájaro?- Le pregunté al capitán en tono gracioso mientras me preparaba para salir de ese lugar y buscar la manera de regresar a las guarniciones.
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Bio
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Re: Roca y Arena [Mega Evento - Nórgedos]
-Ya veo: Misión de reconocimiento.- Contestó el Capitán enarcando una ceja. - Al menos eso es lo que me dijeon a mí que era.- Suspiró sonoramente.
Para desgracia del Capitán, quien disfruta más de una buena conversación y una copa de vino especiado con finas hierbas, su interlocutor en aquello noche era Bio; un hombre que parecía no conocer el significado de la frase: “descanso en el trabajo”. Los dos llevaban mucho tiempo sin verse y ambos tenían muchas cosas que contar. El Capitán ardía en deseos de relatar sus aventuras con el Promesa Enardecida, decir los nombres de cada uno de los marineros de su nueva tripulación y, por supuesto, tenía que decirle todo lo que el joven Carl Sagan había aprendido estos últimos meses. Pero fue Bio quien rechazó la oferta deuna conversación antes incluso que el Capitán propusiera nada.
-¿Hablas de ese hombre rinoceronte que por poco acaba con nosotros, ese Guardián? – Preguntó el Capitán en tono jocoso. Estuvo a punto de decir algo más para continuar con la broma que había empezado, pero prefirió callarse por respeto hacía la torre de Bio.
-Guardián.- Repitió el cuervo quien no tenía respeto por nadie.
Mientras caminaban por la cantera, el Capitán pisó un trozo de madera perteneciente a una de las muchas cajas rotas que había por todo el camino. Fijó la vista en el trozo de madera, estaba marcado con una cruz amarilla. Otras deshechos de cajas también estaban marcadas con las mismas cruces pero con diferentes colores. Rojo, verde, amarillo, azul… El Capitán sabía lo que significaba cada color. El rojo del rubí, el verde de la esmeralda, el amarillo para el oro y el azul para el zafiro. Así es cómo lo hacían. Incluso el más inculto analfabeto de los mineros que allí trabajaron sabría dónde poner cada piedra gracias a esos colores. Era un buen método de organización que los piratas imitaron de los canteros.
Entre todos los colores, el que más destacaba era el negro, el del carbón. Quizás, por eso los nórgedos decidieron atacar precisamente ese lugar y no otro. El oro era importante, como buen pirata que era tenía que reconocer el valor de una pieza de oro, pero en la guerra el carbón es quien toma mayor importancia.
Sin que pudiera resistirse, el Capitán se imaginó las enormes murallas de Roilkat destruidas bajo una lluvia de rocas de carbón ardiendo.
-Debimos encontrar este sitio antes.- Susurró el Capitán para sí mismo, sabía que Bio no iba a pararse a mirar las minucias del suelo teniendo una puerta gigante con garabatos delante de él.
Con Bio siempre había que traducir frases de los dialectos muertos para resolver extraños acertijos. Ya en el primer momento que se vieron tuvieron que descifrar un idioma entero con tal de salvar al joven Carl Sagan y, días después, en la torre del Guardián rinoceronte otro idioma más. Éste ya era el tercero y aunque al Capitán se le dieran bien las lenguas muertas, estaba aburrido y de tener que descrifrazar un idioma nuevo cada vez que se encontraba con Bio.
Del bolsillo de su sacó una pluma de Edgar y un trozo de papel. La pluma la reposó unos instantes sobre su lengua para mojarla con su propia tinta y, una vez hecho, transcribió cada palabra del extraño idioma en el papel. Con las letras impresas delante de sus ojos era mucho más fácil descifrar la lengua. Solo tenía que ir a lo que conocía; poco a poco, moviendo las letras y cambiando los significados sabía que llegaría a la resolución adecuada.
“Ukuhlakanipha ivula iminyango namafasitela” era la primera frase. No hizo falta tener que decirla en voz alta con tal de estudiar la fonética de cada palabra, de eso se encargó Bio y lo hizo mejor de lo que el Capitán hubiera podido hacer.
La frase estaba inscrita sobre una puerta, lo más seguro es que fuera un acertijo para abrirla muy similar a “Di amigo y entra”, adivinanza que el Capitán conocía de haberla leído en una de las múltiples historias de su libro. Todos los acertijos de las puertas coincidían repetían las dos mismas palabras, “entra” y/o “abre”; éste no iba a una excepción. “Ukuhlakanipha ivula iminyango namafasitela”. No había ninguna palabra que se pareciera a “entra”, eran demasiado largas y ninguna coincidía fonéticamente. No obstante, si había una que se parecía mucho a “abre”, “ivula”. La b y la v sonaban igual. Ivula tenía que significar abre.
-Ivula es abre- Dijo el Capitán con cierto orgullo pues había descifrado una palabra a raíz de lo que suponía de las viejas historias que había leído.
-Abre.- Reafirmo el pájaro.
Quedaban otras tres palabras y éstas no se parecían en nada a lo que el Capitán conocía de la lengua común. ¿Quizás se podría al élfico? Hizo memoria para recordar las pocas palabras que sabía de la lengua de los elfos pero ninguna de ellas coincidía tampoco con lo que estaba viendo. Por la fonética ya no podía resolver nada más.
Llegó la hora de cambiar de estrategia, ir a lo simple siempre era más fácil y romperse la cabeza imaginando escenarios improbables. Lo más lógico que tenía era que algo que no sabía lo que era abría dos cosas. ¿Qué se puede abrir? Una escotilla, una puerta, un armario, una ventana… Había tantas variables que era casi imposible determinar solo las dos cosas que indicaba el acertijo.
Igual como hizo con para traducir “ivula” a “abre”, el Capitán pensó en las viejas historias. Cuando un pirata narraba un relato usaba las palabras que conocía. Decía estribor en lugar de derecha y babor en lugar de izquierda. Los canteros del lugar, tal vez, podían haber hecho lo mismo. Las cosas que se abrían, esas dos cosas, debían de ser algo que conocían de buena mano y que podía haber en la cantera. De nuevo, fue a lo sencillo: Una puerta y una ventana.
-Ukuhlakanipha abre puertas y ventanas.-
-Puertas. Ventanas-
Quedaba la palabra más complicada. Debía de pensar en algo que podía abrir tanto una ventana como una puerta. ¿Una llave? Muy obvio, además que no había ventana que se cerrase con llave, como mucho con pestillo. ¿Un pestillo abre puertas y ventanas? Tampoco podía ser pues eso significaría que un único pestillo podía ser usado para cualquier puerta y para cualquier ventana. En este punto debía de pensar en algo, esa palabra que le faltaba, que pudiera abrir cualquier puerta y cualquier ventana; quizás cualquier cosa utilizando una visión más general y metafórica del problema. Ese algo debía de abrirlo todo como una llave maestra sin necesidad de ser algo físico; podía ser algo mental.
-El conocimiento abre puertas y ventanas.- Concluyó el Capitán.
-Conocimiento. Puertas. Ventanas- Repitió el pájaro una vez más.
“Yena usiqaphile” fue la segunda frase a traducir. Esta vez no se preocupó por la fonética, ya sabía que sería algo inútil si no tenía algo con qué comparar. A primeras estudió la frase entera. Un nombre propio escrito en mayúscula en la pared seguido de otra palabra escrita en minúscula. Esa segunda palabra en minúscula debía de ser una acción del nombre propio. Yena hacía algo. Comía, cerraba, dormía… podía ser cualquier cosa menos abría, pues abrir se escribía como ivula en aquel extraño idioma.
-Esta frase es más fácil.- Susurró el Capitán. - Él está mirando. Eso es lo que significa.-
-Mirando.-
Llegó a la conclusión a raíz de la pintura. Un enorme ojo negro, una especie de Deidad centrada en un trono y unos hombres ofreciendo tributo a cambio de agua. Un ojo en una pintura donde había una Deidad significaba “ver” o “mirar”. Abdulah rezaba a un Dios que no sabía qué forma tenía, decía que era como un humano pero celestial. Era absurdo pero ese no era el caso. Lo importante era que el piratas representaba a su Dios con un triángulo y en el centro de él un ojo muy similar al que había en el dibujo. “El ojo que todo lo ve” o, en versión arenal, “Él está mirando”.
-Se nota que no tienes sangre pirata viejo amigo; los mios derribarían la puerta a mordisco si fuera necesario para sacar los tesoros de su interior.- Suspiró. - Será que mi sangre ha envejecido muy rápido pues yo también deseo irme de aquí. No me gusta la arena y odio el calor.- Empezó a caminar hacia fuera de la cantera. - Otro día te contaré cómo conseguí a este maldito charlatán. Quizás en tu torre mientras ese mejillón con cuerno que tienes como guardián nos sirve unas tazas de te. Me guardo la promesa de que nos volvamos a encontrar allí.-
Offrol: Señalo el uso de la habilidad de profesión: Erudición (Conocimiento antiguo)
Para desgracia del Capitán, quien disfruta más de una buena conversación y una copa de vino especiado con finas hierbas, su interlocutor en aquello noche era Bio; un hombre que parecía no conocer el significado de la frase: “descanso en el trabajo”. Los dos llevaban mucho tiempo sin verse y ambos tenían muchas cosas que contar. El Capitán ardía en deseos de relatar sus aventuras con el Promesa Enardecida, decir los nombres de cada uno de los marineros de su nueva tripulación y, por supuesto, tenía que decirle todo lo que el joven Carl Sagan había aprendido estos últimos meses. Pero fue Bio quien rechazó la oferta deuna conversación antes incluso que el Capitán propusiera nada.
-¿Hablas de ese hombre rinoceronte que por poco acaba con nosotros, ese Guardián? – Preguntó el Capitán en tono jocoso. Estuvo a punto de decir algo más para continuar con la broma que había empezado, pero prefirió callarse por respeto hacía la torre de Bio.
-Guardián.- Repitió el cuervo quien no tenía respeto por nadie.
Mientras caminaban por la cantera, el Capitán pisó un trozo de madera perteneciente a una de las muchas cajas rotas que había por todo el camino. Fijó la vista en el trozo de madera, estaba marcado con una cruz amarilla. Otras deshechos de cajas también estaban marcadas con las mismas cruces pero con diferentes colores. Rojo, verde, amarillo, azul… El Capitán sabía lo que significaba cada color. El rojo del rubí, el verde de la esmeralda, el amarillo para el oro y el azul para el zafiro. Así es cómo lo hacían. Incluso el más inculto analfabeto de los mineros que allí trabajaron sabría dónde poner cada piedra gracias a esos colores. Era un buen método de organización que los piratas imitaron de los canteros.
Entre todos los colores, el que más destacaba era el negro, el del carbón. Quizás, por eso los nórgedos decidieron atacar precisamente ese lugar y no otro. El oro era importante, como buen pirata que era tenía que reconocer el valor de una pieza de oro, pero en la guerra el carbón es quien toma mayor importancia.
Sin que pudiera resistirse, el Capitán se imaginó las enormes murallas de Roilkat destruidas bajo una lluvia de rocas de carbón ardiendo.
-Debimos encontrar este sitio antes.- Susurró el Capitán para sí mismo, sabía que Bio no iba a pararse a mirar las minucias del suelo teniendo una puerta gigante con garabatos delante de él.
Con Bio siempre había que traducir frases de los dialectos muertos para resolver extraños acertijos. Ya en el primer momento que se vieron tuvieron que descifrar un idioma entero con tal de salvar al joven Carl Sagan y, días después, en la torre del Guardián rinoceronte otro idioma más. Éste ya era el tercero y aunque al Capitán se le dieran bien las lenguas muertas, estaba aburrido y de tener que descrifrazar un idioma nuevo cada vez que se encontraba con Bio.
Del bolsillo de su sacó una pluma de Edgar y un trozo de papel. La pluma la reposó unos instantes sobre su lengua para mojarla con su propia tinta y, una vez hecho, transcribió cada palabra del extraño idioma en el papel. Con las letras impresas delante de sus ojos era mucho más fácil descifrar la lengua. Solo tenía que ir a lo que conocía; poco a poco, moviendo las letras y cambiando los significados sabía que llegaría a la resolución adecuada.
“Ukuhlakanipha ivula iminyango namafasitela” era la primera frase. No hizo falta tener que decirla en voz alta con tal de estudiar la fonética de cada palabra, de eso se encargó Bio y lo hizo mejor de lo que el Capitán hubiera podido hacer.
La frase estaba inscrita sobre una puerta, lo más seguro es que fuera un acertijo para abrirla muy similar a “Di amigo y entra”, adivinanza que el Capitán conocía de haberla leído en una de las múltiples historias de su libro. Todos los acertijos de las puertas coincidían repetían las dos mismas palabras, “entra” y/o “abre”; éste no iba a una excepción. “Ukuhlakanipha ivula iminyango namafasitela”. No había ninguna palabra que se pareciera a “entra”, eran demasiado largas y ninguna coincidía fonéticamente. No obstante, si había una que se parecía mucho a “abre”, “ivula”. La b y la v sonaban igual. Ivula tenía que significar abre.
-Ivula es abre- Dijo el Capitán con cierto orgullo pues había descifrado una palabra a raíz de lo que suponía de las viejas historias que había leído.
-Abre.- Reafirmo el pájaro.
Quedaban otras tres palabras y éstas no se parecían en nada a lo que el Capitán conocía de la lengua común. ¿Quizás se podría al élfico? Hizo memoria para recordar las pocas palabras que sabía de la lengua de los elfos pero ninguna de ellas coincidía tampoco con lo que estaba viendo. Por la fonética ya no podía resolver nada más.
Llegó la hora de cambiar de estrategia, ir a lo simple siempre era más fácil y romperse la cabeza imaginando escenarios improbables. Lo más lógico que tenía era que algo que no sabía lo que era abría dos cosas. ¿Qué se puede abrir? Una escotilla, una puerta, un armario, una ventana… Había tantas variables que era casi imposible determinar solo las dos cosas que indicaba el acertijo.
Igual como hizo con para traducir “ivula” a “abre”, el Capitán pensó en las viejas historias. Cuando un pirata narraba un relato usaba las palabras que conocía. Decía estribor en lugar de derecha y babor en lugar de izquierda. Los canteros del lugar, tal vez, podían haber hecho lo mismo. Las cosas que se abrían, esas dos cosas, debían de ser algo que conocían de buena mano y que podía haber en la cantera. De nuevo, fue a lo sencillo: Una puerta y una ventana.
-Ukuhlakanipha abre puertas y ventanas.-
-Puertas. Ventanas-
Quedaba la palabra más complicada. Debía de pensar en algo que podía abrir tanto una ventana como una puerta. ¿Una llave? Muy obvio, además que no había ventana que se cerrase con llave, como mucho con pestillo. ¿Un pestillo abre puertas y ventanas? Tampoco podía ser pues eso significaría que un único pestillo podía ser usado para cualquier puerta y para cualquier ventana. En este punto debía de pensar en algo, esa palabra que le faltaba, que pudiera abrir cualquier puerta y cualquier ventana; quizás cualquier cosa utilizando una visión más general y metafórica del problema. Ese algo debía de abrirlo todo como una llave maestra sin necesidad de ser algo físico; podía ser algo mental.
-El conocimiento abre puertas y ventanas.- Concluyó el Capitán.
-Conocimiento. Puertas. Ventanas- Repitió el pájaro una vez más.
“Yena usiqaphile” fue la segunda frase a traducir. Esta vez no se preocupó por la fonética, ya sabía que sería algo inútil si no tenía algo con qué comparar. A primeras estudió la frase entera. Un nombre propio escrito en mayúscula en la pared seguido de otra palabra escrita en minúscula. Esa segunda palabra en minúscula debía de ser una acción del nombre propio. Yena hacía algo. Comía, cerraba, dormía… podía ser cualquier cosa menos abría, pues abrir se escribía como ivula en aquel extraño idioma.
-Esta frase es más fácil.- Susurró el Capitán. - Él está mirando. Eso es lo que significa.-
-Mirando.-
Llegó a la conclusión a raíz de la pintura. Un enorme ojo negro, una especie de Deidad centrada en un trono y unos hombres ofreciendo tributo a cambio de agua. Un ojo en una pintura donde había una Deidad significaba “ver” o “mirar”. Abdulah rezaba a un Dios que no sabía qué forma tenía, decía que era como un humano pero celestial. Era absurdo pero ese no era el caso. Lo importante era que el piratas representaba a su Dios con un triángulo y en el centro de él un ojo muy similar al que había en el dibujo. “El ojo que todo lo ve” o, en versión arenal, “Él está mirando”.
-Se nota que no tienes sangre pirata viejo amigo; los mios derribarían la puerta a mordisco si fuera necesario para sacar los tesoros de su interior.- Suspiró. - Será que mi sangre ha envejecido muy rápido pues yo también deseo irme de aquí. No me gusta la arena y odio el calor.- Empezó a caminar hacia fuera de la cantera. - Otro día te contaré cómo conseguí a este maldito charlatán. Quizás en tu torre mientras ese mejillón con cuerno que tienes como guardián nos sirve unas tazas de te. Me guardo la promesa de que nos volvamos a encontrar allí.-
Offrol: Señalo el uso de la habilidad de profesión: Erudición (Conocimiento antiguo)
El Capitán Werner
Honorable
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Nivel de PJ : : 3
Re: Roca y Arena [Mega Evento - Nórgedos]
Veo que morís de ganas por saber que hay tras esa puerta. Algún día podréis descubrirlo, queridos compañeros. Algún día, a no mucho tardar.
- Se os entregan los 5 puntos de experiencia a los dos. Una narrativa excelente, como siempre y habéis cumplido todos los objetivos.
- A Bio se le entregan 2 ptos de su pasiva conocimiento cultural.
- A Capitán Werner se le entregan 3 ptos de pasiva conocimiento cultural.
Ya se os ha sumado a vuestros perfiles.
- Se os entregan los 5 puntos de experiencia a los dos. Una narrativa excelente, como siempre y habéis cumplido todos los objetivos.
- A Bio se le entregan 2 ptos de su pasiva conocimiento cultural.
- A Capitán Werner se le entregan 3 ptos de pasiva conocimiento cultural.
Ya se os ha sumado a vuestros perfiles.
Ger
Master
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Nivel de PJ : : 0
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