Subasta de la muerte [Desafío]
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Subasta de la muerte [Desafío]
Sin duda muchas cosas extrañas se movían en los turbios mercados de las catacumbas, un lugar sin ley en donde se podían conseguir muchas cosas, sobre todo si esas cosas eran peligrosas y prohibidas como bien aprenderían aquellos coleccionistas esa noche; la subasta se llevaba a cabo con la más completa normalidad hasta que los gritos se hicieron presentes en la sala; los posibles compradores comenzaron a correr mientras los mercaderes con sus rostros cubiertos bajo máscaras para no delatar sus identidades, intentaban sin éxito detener a la criatura que habían despertado.
¡Está viva, esa maldita cosa está viva!- Gritaban los primeros que abandonaron a toda prisa en lugar de la subasta; algunos tropezaron y cayeron al piso para ser pisoteados por los que venían tras ellos, vaya susto que les había dado el objeto en venta ¿O no era un objeto?
Aquella noche y solo para los más finos coleccionistas se estaba subastando algo muy especial; un cuerpo no-muerto en buen estado de conservación, lo habían mantenido en secreto tras los eventos de Terpoli y ahora que finalmente todo se había calmado era el momento indicado para hacer negocios con tan preciado bien; pero algo había salido bien, mientras era exhibido el cuerpo de la mujer pareció moverse; para el asombro de los presentes el movimiento de una mano pareció fascinante, pero cuando ésta se pusiera en marcha torciendo el cuello del que consiguió más cerca todo se tornó en caos.
Una débil y tensa paz se ha construido tras los eventos de Terpoli; los Nórgedos hicieron temblar los cimientos de esa paz en Roilkat; si esa no-muerta sale a las calles de Lunargenta la ciudad se llenará de caos y pánico ante la posibilidad de un nuevo ataque, alguien debe detenerla antes que llegue a las calles ¿Se trata de una casualidad o hay algo más detrás del despertar del cadáver?
∞ Para entrar al tema es necesario tener al menos 10 posts onrol
∞ Deberás explicar los motivos de tu llegada y estadía en las catacumbas.
∞ Puede entrar un máximo de dos personajes de cualquier raza que cumpla el punto anterior
∞ Es un desafío que se plantea para ser resuelto en dos o tres turnos con no menos de 20 líneas cada uno.
∞ Dado que es un desafío corto, no importa si se está participando en un trabajo, misión ni tampoco afecta el límite de temas libres por personaje.
∞ El orden de turnos será Pj1-Pj2-Master (Complicación) Pj1-Pj2-Master (Cierre).
¡Está viva, esa maldita cosa está viva!- Gritaban los primeros que abandonaron a toda prisa en lugar de la subasta; algunos tropezaron y cayeron al piso para ser pisoteados por los que venían tras ellos, vaya susto que les había dado el objeto en venta ¿O no era un objeto?
Aquella noche y solo para los más finos coleccionistas se estaba subastando algo muy especial; un cuerpo no-muerto en buen estado de conservación, lo habían mantenido en secreto tras los eventos de Terpoli y ahora que finalmente todo se había calmado era el momento indicado para hacer negocios con tan preciado bien; pero algo había salido bien, mientras era exhibido el cuerpo de la mujer pareció moverse; para el asombro de los presentes el movimiento de una mano pareció fascinante, pero cuando ésta se pusiera en marcha torciendo el cuello del que consiguió más cerca todo se tornó en caos.
Una débil y tensa paz se ha construido tras los eventos de Terpoli; los Nórgedos hicieron temblar los cimientos de esa paz en Roilkat; si esa no-muerta sale a las calles de Lunargenta la ciudad se llenará de caos y pánico ante la posibilidad de un nuevo ataque, alguien debe detenerla antes que llegue a las calles ¿Se trata de una casualidad o hay algo más detrás del despertar del cadáver?
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∞ Puede entrar un máximo de dos personajes de cualquier raza que cumpla el punto anterior
∞ Es un desafío que se plantea para ser resuelto en dos o tres turnos con no menos de 20 líneas cada uno.
∞ Dado que es un desafío corto, no importa si se está participando en un trabajo, misión ni tampoco afecta el límite de temas libres por personaje.
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Ansur
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Re: Subasta de la muerte [Desafío]
-Tranquilízate. Estás temblando como un cachorro.- mascullé. Garrett no replicó, pero se refugió más en su manto. Suspiré. Para haber estado tanto tiempo en la guardia, el brujo se estaba delatando demasiado. Me subí la capucha de la capa y seguimos avanzando, procurando no llamar la atención.
Las catacumbas eran un nido de ratas y serpientes que se apuñalarían por la espalda por unas monedas. Pero las conocía bien, e incluso algún par de "distribuidores" me conocían. O eso creían, de todos modos. Aún nadie ahí abajo sabía que era parte de la guardia, y de eso se trataba: Garrett y yo estábamos buscando un asesino que, tras verse acorralado, desapareció en las catacumbas. Por supuesto, teníamos que trabajar de incognito o no conseguiríamos nada.
-Simplemente déjame hablar a mi.- gruñí. Despreciaba el ambiente de ese sitio, tanto por la gente como por el olor. Pero al menos tenía más experiencia en esa clase de sitios que mi acompañante. Nos dirigimos a una de las tabernas más conocidas, que, casualmente, también se encontraba entre las más peligrosas. Solo dos tipos de personas acudían ahí. Los que bebian sin miedo a morir, y los que buscaban hacer negocios. Nuestro objetivo entraba en ambos grupos, pero probablemente se acercase más al segundo. Sin embargo, no estaba en el salón.
-Préstame cincuenta aeros y quédate aquí.- ordené. -¿Eh? Uh... ¿vale? Me los devolverás, ¿verdad?- preguntó, llevándose la mano al monedero. No respondí, sino que me senté ante la barra, vacía, hasta que el dueño de la taberna se aproximó.
-Caleb, "La Plaga" ¿Lo has visto?- pregunté, haciendo bailar la moneda entre mis dedos. El corpulento hombre extendió la mano, pero cerré el puño. -Tu primero.-
-Ja. Claro que he visto a ese gusano. Fui yo el que le puso ese nombre. Él se empeñaba en llamarse algo como "el carmesí". Está en la subasta.
-¿Qué subasta?
-La misma de todos los meses. Esta vez tienen algo de Térpoli, creo.
Me levanté, dejando atrás la moneda y al barbudo humano, que volvió a sus asuntos. Me acerqué a Garrett, pero no dejé de caminar. Murmuré mis descubrimientos mientras caminabamos a paso rápido entre las catacumbas. Cuanto más nos acercabamos, más podía oir los gritos. Algo iba mal.
Finalmente, llegamos al caótico mercado. La atención se centraba en una sola cosa: el cadaver que, por la razón que fuese, estaba caminando de nuevo. No iba a permitir otro ataque más. Yo mismo me encargué en su momento de que ninguno de los nigromantes escapase, ¿y ahora había más? De ninguna manera. Mi orgullo estaba en juego.
-Yo me encargo del no muerto. Asegurate de que Caleb no escapa..- ordené. Fuese por la situación o por la determinación en mi voz, el brujo no replicó, sino que se dirigió a la salida, acechando a todo el que se acercase.
Una piedra voló hacia la cabeza de la abominación y explotó en una descarga eléctrica, llamando la atención de los presentes y provocando que el no muerto se tambalease con horribles convulsiones. No le detendría por completo, pero ayudaría a entorpecer sus movimientos. Desenfundé mi espada y salí al paso del reanimado, con fuego en la mirada. No iba a dejar que saliese de allí. Bajé mi capucha y le apunté con mi arma.
-¡Ven aquí, monstruo, y encontrarás tu segunda muerte!-
______________
-Uso de mi habilidad de nivel 2: Runa elemental - Descarga
Las catacumbas eran un nido de ratas y serpientes que se apuñalarían por la espalda por unas monedas. Pero las conocía bien, e incluso algún par de "distribuidores" me conocían. O eso creían, de todos modos. Aún nadie ahí abajo sabía que era parte de la guardia, y de eso se trataba: Garrett y yo estábamos buscando un asesino que, tras verse acorralado, desapareció en las catacumbas. Por supuesto, teníamos que trabajar de incognito o no conseguiríamos nada.
-Simplemente déjame hablar a mi.- gruñí. Despreciaba el ambiente de ese sitio, tanto por la gente como por el olor. Pero al menos tenía más experiencia en esa clase de sitios que mi acompañante. Nos dirigimos a una de las tabernas más conocidas, que, casualmente, también se encontraba entre las más peligrosas. Solo dos tipos de personas acudían ahí. Los que bebian sin miedo a morir, y los que buscaban hacer negocios. Nuestro objetivo entraba en ambos grupos, pero probablemente se acercase más al segundo. Sin embargo, no estaba en el salón.
-Préstame cincuenta aeros y quédate aquí.- ordené. -¿Eh? Uh... ¿vale? Me los devolverás, ¿verdad?- preguntó, llevándose la mano al monedero. No respondí, sino que me senté ante la barra, vacía, hasta que el dueño de la taberna se aproximó.
-Caleb, "La Plaga" ¿Lo has visto?- pregunté, haciendo bailar la moneda entre mis dedos. El corpulento hombre extendió la mano, pero cerré el puño. -Tu primero.-
-Ja. Claro que he visto a ese gusano. Fui yo el que le puso ese nombre. Él se empeñaba en llamarse algo como "el carmesí". Está en la subasta.
-¿Qué subasta?
-La misma de todos los meses. Esta vez tienen algo de Térpoli, creo.
Me levanté, dejando atrás la moneda y al barbudo humano, que volvió a sus asuntos. Me acerqué a Garrett, pero no dejé de caminar. Murmuré mis descubrimientos mientras caminabamos a paso rápido entre las catacumbas. Cuanto más nos acercabamos, más podía oir los gritos. Algo iba mal.
Finalmente, llegamos al caótico mercado. La atención se centraba en una sola cosa: el cadaver que, por la razón que fuese, estaba caminando de nuevo. No iba a permitir otro ataque más. Yo mismo me encargué en su momento de que ninguno de los nigromantes escapase, ¿y ahora había más? De ninguna manera. Mi orgullo estaba en juego.
-Yo me encargo del no muerto. Asegurate de que Caleb no escapa..- ordené. Fuese por la situación o por la determinación en mi voz, el brujo no replicó, sino que se dirigió a la salida, acechando a todo el que se acercase.
Una piedra voló hacia la cabeza de la abominación y explotó en una descarga eléctrica, llamando la atención de los presentes y provocando que el no muerto se tambalease con horribles convulsiones. No le detendría por completo, pero ayudaría a entorpecer sus movimientos. Desenfundé mi espada y salí al paso del reanimado, con fuego en la mirada. No iba a dejar que saliese de allí. Bajé mi capucha y le apunté con mi arma.
-¡Ven aquí, monstruo, y encontrarás tu segunda muerte!-
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Asher Daregan
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Re: Subasta de la muerte [Desafío]
-No sé cómo ha podido acostumbrarse al olor de esta sucia ciudad sacerdotisa. Estos humanos no solo viven tratando de mantener a la naturaleza lejos de sus hogares si no que además parecen gustar de vivir rodeados de sus propios desechos. ¿Cómo pueden vivir sabiendo que bajo sus piés fluye un río de inmundicia como este?- Se quejó amargamente Golasgil mientras se afanaba por hacer que la tela que cubría su rostro no se resbalase y de ese modo evitar que aquel fuerte olor llegara directamente a sus fosas nasales.
-Supongo que no conocer otra cosa ayuda a tomárselo con cierta...naturalidad. Además no toda la ciudad es tan horrible. Deberías ver altaciudad, es fría pero hermosa, y los jardines son un lugar agradable a falta de algo mejor.- Respondió la joven peliblanca sin extrañarse por las reacciones de su compañero, pues ella misma había pensado eso mismo de Lunargenta la primera vez que la vio y ciertamente le había llevado tiempo hacerse al lugar. No solo era el olor, era la piedra, las costumbres, sus gentes...No fue sencillo pero allí estaba.
Ciertamente dos elfos vagando por aquel laberinto subterráneo que se extendía bajo la mayor de las ciudades de los hombres debía de ser algo bastante atípico, pero no estaban allí por gusto. Tenían una importante misión y su cumplimiento haría tanto bien que merecía pasar por aquel mal trago, uno que Níniel había esperado no tener que repetir después de sus últimas visitas a aquel sombrío submundo...Los dioses parecían no querer dejar que se relajara demasiado.
-Vale, ya hemos llegado. Será mejor mantener un perfil bajo a partir de ahora hasta que encontremos lo que hemos venido a buscar. No se aleje de mi sacerdotisa, esta gente es sin duda escoria.- Interrumpió sus pensamientos su compañero haciendo que la peliblanca asintiera y se colocara mejor su propia capucha y velo, apretando con fuerza su bastón cubierto por telas que ocultaban su llamativa forma. Sin embargo pronto quedó patente que su cautela era en vano.
El lugar, con una mala fama más que merecida, era un caos absoluto de gente que corría en todas direcciones gritando cosas aparentemente sin sentido. A la mayoría no parecía importarles lo más mínimo si en su desesperada huída empujaban a los que corrían a su lado o delante de ellos, o sí en su afán por salvarse del peligro debían pisotear a algún pobre diablo que había tenido la mala fortuna de acabar en el suelo, y por supuesto tampoco faltaban los que aprovechaban todo aquel desconcierto y pánico para obtener de maneras poco lícitas alguno de los objetos de los puestos de aquel "otro mercado".
Poco a poco el lugar se fue despejando y entonces, ante sus ojos, apareció aquel ser antinatural que habían ido a destruir y que a todas luces había causado todo ese pánico, y con razón, pues estaba algo más animado de lo que su informante les había comunicado.
-Al menos nos ha ahorrado el trabajo de encontrarlo...Acabemos con él.- Dijo el elfo retirando su capa hasta su espalda y desenvainando una espada de clara factura élfica, aprestándose para el combate mientras Níniel se mantenía unos pasos por detrás de él para darle apoyo.
-Estoy justo detrás.- Fue su respuesta colocando su bastón al frente y comenzando a canalizar el éter para usarlo cuando y del modo que fuera necesario...Momento en el que un objeto, una especie de piedra, fue a impactar contra la cabeza de aquella abominación haciendo que tanto ella como su compañero se giraran para ver como otra persona, un hombre-bestia, increpaba a la criatura ferozmente y aprestaba también su arma para el combate.
-!¿Wernack?!- Preguntó la joven sorprendida de verle allí.
-Supongo que no conocer otra cosa ayuda a tomárselo con cierta...naturalidad. Además no toda la ciudad es tan horrible. Deberías ver altaciudad, es fría pero hermosa, y los jardines son un lugar agradable a falta de algo mejor.- Respondió la joven peliblanca sin extrañarse por las reacciones de su compañero, pues ella misma había pensado eso mismo de Lunargenta la primera vez que la vio y ciertamente le había llevado tiempo hacerse al lugar. No solo era el olor, era la piedra, las costumbres, sus gentes...No fue sencillo pero allí estaba.
Ciertamente dos elfos vagando por aquel laberinto subterráneo que se extendía bajo la mayor de las ciudades de los hombres debía de ser algo bastante atípico, pero no estaban allí por gusto. Tenían una importante misión y su cumplimiento haría tanto bien que merecía pasar por aquel mal trago, uno que Níniel había esperado no tener que repetir después de sus últimas visitas a aquel sombrío submundo...Los dioses parecían no querer dejar que se relajara demasiado.
-Vale, ya hemos llegado. Será mejor mantener un perfil bajo a partir de ahora hasta que encontremos lo que hemos venido a buscar. No se aleje de mi sacerdotisa, esta gente es sin duda escoria.- Interrumpió sus pensamientos su compañero haciendo que la peliblanca asintiera y se colocara mejor su propia capucha y velo, apretando con fuerza su bastón cubierto por telas que ocultaban su llamativa forma. Sin embargo pronto quedó patente que su cautela era en vano.
El lugar, con una mala fama más que merecida, era un caos absoluto de gente que corría en todas direcciones gritando cosas aparentemente sin sentido. A la mayoría no parecía importarles lo más mínimo si en su desesperada huída empujaban a los que corrían a su lado o delante de ellos, o sí en su afán por salvarse del peligro debían pisotear a algún pobre diablo que había tenido la mala fortuna de acabar en el suelo, y por supuesto tampoco faltaban los que aprovechaban todo aquel desconcierto y pánico para obtener de maneras poco lícitas alguno de los objetos de los puestos de aquel "otro mercado".
Poco a poco el lugar se fue despejando y entonces, ante sus ojos, apareció aquel ser antinatural que habían ido a destruir y que a todas luces había causado todo ese pánico, y con razón, pues estaba algo más animado de lo que su informante les había comunicado.
-Al menos nos ha ahorrado el trabajo de encontrarlo...Acabemos con él.- Dijo el elfo retirando su capa hasta su espalda y desenvainando una espada de clara factura élfica, aprestándose para el combate mientras Níniel se mantenía unos pasos por detrás de él para darle apoyo.
-Estoy justo detrás.- Fue su respuesta colocando su bastón al frente y comenzando a canalizar el éter para usarlo cuando y del modo que fuera necesario...Momento en el que un objeto, una especie de piedra, fue a impactar contra la cabeza de aquella abominación haciendo que tanto ella como su compañero se giraran para ver como otra persona, un hombre-bestia, increpaba a la criatura ferozmente y aprestaba también su arma para el combate.
-!¿Wernack?!- Preguntó la joven sorprendida de verle allí.
Níniel Thenidiel
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Re: Subasta de la muerte [Desafío]
La feroz criatura avanzaba intentando alcanzar a cualquiera que estuviera cerca, tenía una fuerza descomunal para una de su tipo, lo que le servía para apartar del camino a cuanto incauto se le atravesaba, algunos tendría la suerte de contar esa mala experiencia en el futuro, otros no llegarían a contarla; fuera como fuera la criatura no parecía tener la menor idea de dónde se encontraba y mucho menos qué hacer, sin embargo reaccionaría con violencia ante cualquier acercamiento hacia ella.
Finalmente la no-muerta se detuvo en mitad de la nada totalmente perdida, giró su cabeza como si recibiera una orden y cambió de dirección de inmediato, ahora caminaba en dirección a la primera salida que la llevara a la ciudad pero ¿Cómo? ¿Acaso había alguien que la manipulaba? No, aquello era imposible; afortunadamente su camino fue cortado por una pequeña pero potente piedra que se estrelló contra su cabeza haciéndole una hendidura de la que comenzaron a salir algunos gusanos y pedazos de lo que sea que tuviera dentro; se tambaleó un par de veces antes de girar su cabeza lentamente hacia quien le había atacado y se había convertido en su objetivo, un hombre-perro.
El peludo héroe pronto recibiría ayuda de un par de orejas picudas, un equipo bastante extraño pero que debería bastar para resolver la situación antes que se convirtiera en algo peor. La provocación del hombre bestia funcionó de perlas, aunque le atacaría aún sin tal estrategia; se había ganado la ira de la criatura que avanzaría en su dirección; no llevaba armas, por lo que parecería un objetivo fácil, sin embargo si prestaban atención notarían que de su cuerpo de despedía un extraño vapor violeta.
Algunos incautos quedaron paralizados de miedo en su camino y aunque no llegó a tocarlos, éstos comenzaron a toser al contacto con el vapor cuya área se hacía cada vez más amplia -¡¡Mi mano, mi mano!!- Gritó alarmado uno de los que habían entrado en contacto con el vapor en primer lugar al notar que la piel de su mano comenzaba a deteriorarse rápidamente -Tú- Dijo la criatura con una tétrica voz mientras señalaba al ser que la había herido antes y contra quien arremetería con ferocidad en primer lugar.
∞ La criatura se ha enfocado en Asher y lo atacará sin piedad
∞ Atentos con el vapor violeta, no es recomendable acercarse.
∞ Hay peligro y pánico, mientras combaten a la criatura deberán evitar ser tropezados por las personas que corren aterradas
∞ Los ataques físicos podrían debilitarla, aunque atacar cuerpo a cuerpo será peligroso debido al vapor que emana.
∞ La luz es enemiga de todo lo oscuro; tal vez la sanación tenga un efecto contrario sobre la no-muerta.
∞ Deberán elaborar una ingeniosa estrategia para derrotar a la criatura en este turno; no es necesario lanzar runas.
Finalmente la no-muerta se detuvo en mitad de la nada totalmente perdida, giró su cabeza como si recibiera una orden y cambió de dirección de inmediato, ahora caminaba en dirección a la primera salida que la llevara a la ciudad pero ¿Cómo? ¿Acaso había alguien que la manipulaba? No, aquello era imposible; afortunadamente su camino fue cortado por una pequeña pero potente piedra que se estrelló contra su cabeza haciéndole una hendidura de la que comenzaron a salir algunos gusanos y pedazos de lo que sea que tuviera dentro; se tambaleó un par de veces antes de girar su cabeza lentamente hacia quien le había atacado y se había convertido en su objetivo, un hombre-perro.
El peludo héroe pronto recibiría ayuda de un par de orejas picudas, un equipo bastante extraño pero que debería bastar para resolver la situación antes que se convirtiera en algo peor. La provocación del hombre bestia funcionó de perlas, aunque le atacaría aún sin tal estrategia; se había ganado la ira de la criatura que avanzaría en su dirección; no llevaba armas, por lo que parecería un objetivo fácil, sin embargo si prestaban atención notarían que de su cuerpo de despedía un extraño vapor violeta.
Algunos incautos quedaron paralizados de miedo en su camino y aunque no llegó a tocarlos, éstos comenzaron a toser al contacto con el vapor cuya área se hacía cada vez más amplia -¡¡Mi mano, mi mano!!- Gritó alarmado uno de los que habían entrado en contacto con el vapor en primer lugar al notar que la piel de su mano comenzaba a deteriorarse rápidamente -Tú- Dijo la criatura con una tétrica voz mientras señalaba al ser que la había herido antes y contra quien arremetería con ferocidad en primer lugar.
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∞ La criatura se ha enfocado en Asher y lo atacará sin piedad
∞ Atentos con el vapor violeta, no es recomendable acercarse.
∞ Hay peligro y pánico, mientras combaten a la criatura deberán evitar ser tropezados por las personas que corren aterradas
∞ Los ataques físicos podrían debilitarla, aunque atacar cuerpo a cuerpo será peligroso debido al vapor que emana.
∞ La luz es enemiga de todo lo oscuro; tal vez la sanación tenga un efecto contrario sobre la no-muerta.
∞ Deberán elaborar una ingeniosa estrategia para derrotar a la criatura en este turno; no es necesario lanzar runas.
Ansur
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Re: Subasta de la muerte [Desafío]
Una palabra, una sola palabra bastó para sacarme de mis pensamientos. Estaba dispuesto a acabar con aquel insulto a la naturaleza de un solo ataque, pero al escuchar mi antiguo nombre, busqué la fuente de la voz con la mirada. A pesar de la multitud, no fue demasiado dificil: había una elfa que me miraba, sorprendida. Eso podía ser un problema: no tenía ni la más remota idea de quien era.
¿Que clase de personas conocian ese nombre? En principio, se me ocurrian dos: aquellos que me odiaban (con motivos) y habían jurado no olvidarme, y aquella abrumante minoría de gente a la que había ayudado y estaba agradecida. Pero generalmente solía acordarme de esos últimos. Sin embargo, no era el mejor momento para pensar en ello. La mujer reanimada venia hacia mi, y empezaba a emitir algún tipo de gas. No era muy dificil adivinar que clase de efectos tendría: después de todo, procedía de un no muerto.
-No puedo luchar con tanta gente en mi camino y sin acercarme...- murmuré, descartando opciones. -¡Cambio de planes, Garrett! ¡Ayúdame, miserable!- grité, con la esperanza de que me oyese. La mujer era lenta, pero no tardaría en reducir distancias hasta que el vapor fuese un peligro. Sujeté mi espada con ambas manos y me concentré, cerrando los ojos. "Plata, acero, hierro, unión, mente, movimiento, energía, dolor, corte... y fuerza." Los distintos símbolos arcanos pasaron uno tras otro por mi cabeza. Como respuesta, la hoja de mi espada comenzó a brillar. Abrí los ojos de nuevo: tenía un objetivo.
Mi arma dibujó un semicirculo en el aire de energía arcana que salió disparado hacia la aberración, acabando su trayecto en sus muslos que, débiles y putrefactos, cedieron ante el corte, separándole una de sus piernas y dañando severamente la otra, que apenas quedó sujetada por unos tendones. La criatura cayó al suelo, aturdida por unos valiosos segundos que aproveché para alejarme de la neblina morada.
-¡Brujo! ¡Haz algo con ese humo antes de que nos mate a todos!- exigí. Servicial para variar, mi compañero alzó ambas manos, respiró hondo, y lanzó un pulso de fuerza que tambaleó a todos en su alcance. Sin embargo, el empujón también movió el gas unos cuantos metros hacia atrás, proporcionandonos algunos minutos más para acabar con eso. El monstruo, incapaz de levantarse, no se dio por vencido. Arrastrandose con las manos, empezó a avanzar, poco a poco, hacia mi. -¿Crees que se ha enamorado?- gritó el brujo. Por la forma en la que la reanimada gruñia y siseaba, parecía que si.
Di media vuelta y corrí, buscando algo que pudiese usar, pero la frenética multitud de gente se las había arreglado para bloquear la salida, y ahora corrian en todas direcciones, dificultando la tarea. Un empujón a mi espalda me hizo perder el equilibrio, y caí al suelo, delante de un puesto del mercado negro ya saqueado. Me levanté, gruñendo.
Sin embargo, los dioses parecieron haberme sonreído. Se trataba de un puesto de pociones y venenos. Por supuesto, todo lo valioso había desaparecido, pero aún quedaba una caja de una poción muy especifica: pociones de fuego. Poco sutiles, fáciles de detectar... y perfectas en su trabajo. Cogí las tres que aún quedaban intactas y, tras subirme a un puesto de madera relativamente estable, se las arrojé una tras otra a la aberración. A continuación, como golpe final, tomé el pequeño pergamino que llevaba en mi bolsa de cuero y, tras desplegarlo, lo arrugué en una bola y se lo arrojé a la cabeza.
Y entonces, empezó a arder.
Usada habilidad de nivel 1: Corte de Energía
Usado objeto: pergamino explosivo menor
¿Que clase de personas conocian ese nombre? En principio, se me ocurrian dos: aquellos que me odiaban (con motivos) y habían jurado no olvidarme, y aquella abrumante minoría de gente a la que había ayudado y estaba agradecida. Pero generalmente solía acordarme de esos últimos. Sin embargo, no era el mejor momento para pensar en ello. La mujer reanimada venia hacia mi, y empezaba a emitir algún tipo de gas. No era muy dificil adivinar que clase de efectos tendría: después de todo, procedía de un no muerto.
-No puedo luchar con tanta gente en mi camino y sin acercarme...- murmuré, descartando opciones. -¡Cambio de planes, Garrett! ¡Ayúdame, miserable!- grité, con la esperanza de que me oyese. La mujer era lenta, pero no tardaría en reducir distancias hasta que el vapor fuese un peligro. Sujeté mi espada con ambas manos y me concentré, cerrando los ojos. "Plata, acero, hierro, unión, mente, movimiento, energía, dolor, corte... y fuerza." Los distintos símbolos arcanos pasaron uno tras otro por mi cabeza. Como respuesta, la hoja de mi espada comenzó a brillar. Abrí los ojos de nuevo: tenía un objetivo.
Mi arma dibujó un semicirculo en el aire de energía arcana que salió disparado hacia la aberración, acabando su trayecto en sus muslos que, débiles y putrefactos, cedieron ante el corte, separándole una de sus piernas y dañando severamente la otra, que apenas quedó sujetada por unos tendones. La criatura cayó al suelo, aturdida por unos valiosos segundos que aproveché para alejarme de la neblina morada.
-¡Brujo! ¡Haz algo con ese humo antes de que nos mate a todos!- exigí. Servicial para variar, mi compañero alzó ambas manos, respiró hondo, y lanzó un pulso de fuerza que tambaleó a todos en su alcance. Sin embargo, el empujón también movió el gas unos cuantos metros hacia atrás, proporcionandonos algunos minutos más para acabar con eso. El monstruo, incapaz de levantarse, no se dio por vencido. Arrastrandose con las manos, empezó a avanzar, poco a poco, hacia mi. -¿Crees que se ha enamorado?- gritó el brujo. Por la forma en la que la reanimada gruñia y siseaba, parecía que si.
Di media vuelta y corrí, buscando algo que pudiese usar, pero la frenética multitud de gente se las había arreglado para bloquear la salida, y ahora corrian en todas direcciones, dificultando la tarea. Un empujón a mi espalda me hizo perder el equilibrio, y caí al suelo, delante de un puesto del mercado negro ya saqueado. Me levanté, gruñendo.
Sin embargo, los dioses parecieron haberme sonreído. Se trataba de un puesto de pociones y venenos. Por supuesto, todo lo valioso había desaparecido, pero aún quedaba una caja de una poción muy especifica: pociones de fuego. Poco sutiles, fáciles de detectar... y perfectas en su trabajo. Cogí las tres que aún quedaban intactas y, tras subirme a un puesto de madera relativamente estable, se las arrojé una tras otra a la aberración. A continuación, como golpe final, tomé el pequeño pergamino que llevaba en mi bolsa de cuero y, tras desplegarlo, lo arrugué en una bola y se lo arrojé a la cabeza.
Y entonces, empezó a arder.
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Usado objeto: pergamino explosivo menor
Asher Daregan
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Re: Subasta de la muerte [Desafío]
Había dos cosas extrañas en aquella situación, a parte del cuerpo putrefacto de aquella no muerta que sembraba el caos en aquel lugar animada por oscuras energías claro, energías que una sacerdotisa como ella podía percibir y que causaban desagradables escalofríos a lo largo de su espalda conforme la aberración se aproximaba. Una sensación mucho peor que la de la visión del engendro o su olor.
La primera de esas cosas era el extraño comportamiento de su pútrida enemiga. No su movimiento o sus guturales gruñidos, ni siquiera el vapor claramente nocivo que manaba de su cuerpo pues eso era normal en una criatura así, si no un evidente y súbito cambio en su patrón de movimiento. Aquella cosa pasó de caminar sin rumbo, atacando a cuanto tuviera a su a alcance con una fuerza tremenda, a ignorar a la mayoría de la gente para mantener una dirección fija hacia uno de los túneles de salida de aquel lugar. Al menos hasta que Wernack se las apañó para llamar su atención lo que la hizo volver a cambiar de dirección para lanzarse contra su atacante de manera lenta pero implacable. ¿Desde cuando esas cosas eran capaces de cambiar de opinión?.
La otra fue la reacción del hombre-perro al girarse tras oír su nombre de labios de la peliblanca, pues no pareció reconconecerla ni siquiera cuando ésta echó para atrás su capucha revelando su rostro. De hecho no solo es que no pareciera haberla reconocido, si no que además pareció mirarla como si más que una aliada fuese una molestia a la que finalmente decidió ignorar. Era cierto que había pasado algo de tiempo desde su último encuentro, pero debería acordarse de ella y de cómo colaboraron juntos para librar los caminos de una plaga de maliciosos trasgos, por no hablar de Terpoli. ¿A qué venía eso?.
En cualquier caso aquello debía esperar. La prioridad era enviar a aquella abominación de vuelta a la tumba de la que no debió de haber salido, y gracias a los dioses la joven sacerdotisa disponía del arma adecuada para ello. Una mucho más efectiva que el acero contra una enemiga como aquella, a la que Golasgil rápidamente supo que no podía acercarse sin correr el gran riesgo de acabar como los orejas redondas que habían sufrido el infortunio de entrar en contacto con ella y la nube violácea que la rodeaba.
-Lo lamento sacerdotisa pero me temo que debo dejársela a usted.- Se disculpó su compañero con un tono de voz que denotaba que realmente lamentaba no poder hacer más. Un sentimiento noble a ojos de Níniel que sin embargo no tenía nada que increparle. No lanzándose a una carga alocada ya había hecho algo útil, permitiendo que la peliblanca no tuviera que malgastar su atención y sus energías en sanarlo, además entre todo aquel caos aún podía ayudarla en gran medida.
-No te preocupes, sigue manteniendo a raya a esta gente, yo me ocuparé de ella.- Le pidió al elfo, cuya cercana presencia armada mantenía alejada a la mayoría de la gente que aún no había logrado escapar de allí. Petición que Golasgil se tomó muy en serio ahora que no tenía otra.
-Eso puedo hacerlo, no dejaré que estos shemlen la rocen si quiera- Respondió animado moviendo su arma de forma bastante intimidante cerca de la joven, aunque lo cierto es que ya llegaba tarde para eso pues la peliblanca se había llevado algún que otro leve empujón ya.
Níniel entonces tomó de su bolsa una poción de inteligencia milagrosa y apuró el contenido del pequeño vial de un sorbo a la vez que se concentraba y murmuraba una leve plegaria a sus dioses rogando por su ayuda cerrando los ojos por un instante. Cuando volvió a abrirlos estos fulguraban con su color aguamarina natural denotando un poder mucho mayor del que la elfa usaba normalmente, dándole un aire ciertamente peligroso a la sacerdotisa que acto seguido apoyó con fuerza su bastón contra el suelo liberándose este de las telas que mantenían su verdadera forma oculta. Alzó entonces su mano izquierda hacia su enemiga, que en esos momentos se arrastraba por el suelo privada de una de sus piernas, prácticamente de las dos de hecho, y gritó: -!Ar lasa mala revas!. - Golpeando con su magia de luz contra aquella cosa y haciendo que soltara un terrible alarido del más profundo dolor mientras su cuerpo corrupto se retorcía y desfiguraba de forma grotesca sometida al poder de los dioses de la luz y la vida para poco después recibir una buena dosis de fuego purificador de manos de Wernack, lo que seguramente sellaría su destino.
No obstante en ese momento, con aquella cosa ya aparentemente sometida y en su estado de poder mágico aumentado, Níniel pudo percibir algo que hasta ese momento había permanecido oculto a sus sentidos, distraídos por la enemiga inmediata a la que se habían enfrentado. Algo que ya había intuido antes con el brusco cambio en el comportamiento de aquella no-muerta. Un rastro de energías oscuras que la llevó a girar su cabeza en una dirección concreta hasta que sus ojos de elfa se posaron en una figura de negro y encapuchada, como tantas otras allí...Salvo que aquella no corría presa del pánico.
-Hemos acabado con la marioneta, pero no con el titiritero-Anunció consciente de que en esos mismos momentos estaban totalmente rodeados de nuevas posibles marionetas, y de otros que no tardarían mucho en poder serlo también.
La primera de esas cosas era el extraño comportamiento de su pútrida enemiga. No su movimiento o sus guturales gruñidos, ni siquiera el vapor claramente nocivo que manaba de su cuerpo pues eso era normal en una criatura así, si no un evidente y súbito cambio en su patrón de movimiento. Aquella cosa pasó de caminar sin rumbo, atacando a cuanto tuviera a su a alcance con una fuerza tremenda, a ignorar a la mayoría de la gente para mantener una dirección fija hacia uno de los túneles de salida de aquel lugar. Al menos hasta que Wernack se las apañó para llamar su atención lo que la hizo volver a cambiar de dirección para lanzarse contra su atacante de manera lenta pero implacable. ¿Desde cuando esas cosas eran capaces de cambiar de opinión?.
La otra fue la reacción del hombre-perro al girarse tras oír su nombre de labios de la peliblanca, pues no pareció reconconecerla ni siquiera cuando ésta echó para atrás su capucha revelando su rostro. De hecho no solo es que no pareciera haberla reconocido, si no que además pareció mirarla como si más que una aliada fuese una molestia a la que finalmente decidió ignorar. Era cierto que había pasado algo de tiempo desde su último encuentro, pero debería acordarse de ella y de cómo colaboraron juntos para librar los caminos de una plaga de maliciosos trasgos, por no hablar de Terpoli. ¿A qué venía eso?.
En cualquier caso aquello debía esperar. La prioridad era enviar a aquella abominación de vuelta a la tumba de la que no debió de haber salido, y gracias a los dioses la joven sacerdotisa disponía del arma adecuada para ello. Una mucho más efectiva que el acero contra una enemiga como aquella, a la que Golasgil rápidamente supo que no podía acercarse sin correr el gran riesgo de acabar como los orejas redondas que habían sufrido el infortunio de entrar en contacto con ella y la nube violácea que la rodeaba.
-Lo lamento sacerdotisa pero me temo que debo dejársela a usted.- Se disculpó su compañero con un tono de voz que denotaba que realmente lamentaba no poder hacer más. Un sentimiento noble a ojos de Níniel que sin embargo no tenía nada que increparle. No lanzándose a una carga alocada ya había hecho algo útil, permitiendo que la peliblanca no tuviera que malgastar su atención y sus energías en sanarlo, además entre todo aquel caos aún podía ayudarla en gran medida.
-No te preocupes, sigue manteniendo a raya a esta gente, yo me ocuparé de ella.- Le pidió al elfo, cuya cercana presencia armada mantenía alejada a la mayoría de la gente que aún no había logrado escapar de allí. Petición que Golasgil se tomó muy en serio ahora que no tenía otra.
-Eso puedo hacerlo, no dejaré que estos shemlen la rocen si quiera- Respondió animado moviendo su arma de forma bastante intimidante cerca de la joven, aunque lo cierto es que ya llegaba tarde para eso pues la peliblanca se había llevado algún que otro leve empujón ya.
Níniel entonces tomó de su bolsa una poción de inteligencia milagrosa y apuró el contenido del pequeño vial de un sorbo a la vez que se concentraba y murmuraba una leve plegaria a sus dioses rogando por su ayuda cerrando los ojos por un instante. Cuando volvió a abrirlos estos fulguraban con su color aguamarina natural denotando un poder mucho mayor del que la elfa usaba normalmente, dándole un aire ciertamente peligroso a la sacerdotisa que acto seguido apoyó con fuerza su bastón contra el suelo liberándose este de las telas que mantenían su verdadera forma oculta. Alzó entonces su mano izquierda hacia su enemiga, que en esos momentos se arrastraba por el suelo privada de una de sus piernas, prácticamente de las dos de hecho, y gritó: -!Ar lasa mala revas!. - Golpeando con su magia de luz contra aquella cosa y haciendo que soltara un terrible alarido del más profundo dolor mientras su cuerpo corrupto se retorcía y desfiguraba de forma grotesca sometida al poder de los dioses de la luz y la vida para poco después recibir una buena dosis de fuego purificador de manos de Wernack, lo que seguramente sellaría su destino.
No obstante en ese momento, con aquella cosa ya aparentemente sometida y en su estado de poder mágico aumentado, Níniel pudo percibir algo que hasta ese momento había permanecido oculto a sus sentidos, distraídos por la enemiga inmediata a la que se habían enfrentado. Algo que ya había intuido antes con el brusco cambio en el comportamiento de aquella no-muerta. Un rastro de energías oscuras que la llevó a girar su cabeza en una dirección concreta hasta que sus ojos de elfa se posaron en una figura de negro y encapuchada, como tantas otras allí...Salvo que aquella no corría presa del pánico.
-Hemos acabado con la marioneta, pero no con el titiritero-Anunció consciente de que en esos mismos momentos estaban totalmente rodeados de nuevas posibles marionetas, y de otros que no tardarían mucho en poder serlo también.
*Níniel en este post usa un objeto fabricado. (Poción de Int milagrosa que otorga 60 de int durante un turno). También usa su habilidad intelecto arcano para aumentar su Int aún más.
Shemlen: Termino despectivo que usan los elfos para referirse a otras razas. Concretamente a su corta y penosa vida.
Ar lasa mala revas: "Yo te libero" o "Yo te doy la libertad"
P.D: Asher, ¿Recuerdas cuando te burlabas por que mi pj solo podría matar a curas?. Se ha hecho realidad. xDD.
Níniel Thenidiel
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Re: Subasta de la muerte [Desafío]
Un extraño e impredecible equipo había aparecido para hacer frente a la criatura; dos parejas que no parecían estar relacionadas en absoluto habían conseguido hacer frente a la criatura; el oscuro vapor mágico aunque peligroso no resultó ser un grave problema para los héroes que con gran astucia consiguieron anularla completamente; la no-muerta, o lo que quedaba de ella acabó ardiendo en el piso aunque no sin antes emitir unos gritos de angustia desgarradores al tener contacto con la magia de luz que la haría retorcerse y contorsionarse en el piso hasta el punto que los huesos de sus brazos y piernas parecieron desencajarse.
El trabajo estaba hecho ¿O no? Tal como la elfa sospechaba, no había razón para que semejante creatura se levantara por su cuenta y tomara sus propias decisiones; eso quedaría patente si se acercaban al cadáver calcinado cuya sangre, si es que eso aún podía llamarse sangre, parecía formar en el piso una especie de mensaje para quienes la habían eliminado: “Din'an Ena” se podría leer por unos instantes antes que el cadáver se hiciera polvo putrefacto.
A lo lejos, una figura totalmente cubierta con una capa oscura miraría desafiante al grupo pero antes que pudieran seguirla ya habría desaparecido entre la multitud; tal vez su instrumento había sido destruido; pero había cumplido su misión, recordarle a los mortales que ellos seguían ahí, acechando hasta el momento indicado que no tardaría mucho en llegar.
∞ Se han hecho con un enemigo que les estará acechando, ya recibirán noticias de él
∞ Tal como me han solicitado les dejaré seguir una ronda más antes de cerrar el tema.
∞ Asher, Recibes 4 Puntos de Experiencia, 4 Materiales de profesión (Arcanos) y 100 Aeros.
∞ Niniel, Recibes 5 Puntos de Experiencia, 4 Materiales de profesión (Alquimia) y 100 Aeros.
∞ Los puntos y Aeros han sido sumados a sus perfiles, los materiales deben sumarlos a sus listas de tareas.
El trabajo estaba hecho ¿O no? Tal como la elfa sospechaba, no había razón para que semejante creatura se levantara por su cuenta y tomara sus propias decisiones; eso quedaría patente si se acercaban al cadáver calcinado cuya sangre, si es que eso aún podía llamarse sangre, parecía formar en el piso una especie de mensaje para quienes la habían eliminado: “Din'an Ena” se podría leer por unos instantes antes que el cadáver se hiciera polvo putrefacto.
A lo lejos, una figura totalmente cubierta con una capa oscura miraría desafiante al grupo pero antes que pudieran seguirla ya habría desaparecido entre la multitud; tal vez su instrumento había sido destruido; pero había cumplido su misión, recordarle a los mortales que ellos seguían ahí, acechando hasta el momento indicado que no tardaría mucho en llegar.
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Ansur
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Re: Subasta de la muerte [Desafío]
Finalmente, todo terminó. El putrefacto cadaver se revolvió entre chillidos para, finalmente, encontrar su verdadero fin. Enfundé mi espada y me acerqué a una distancia prudente una vez la niebla se disipó, solo para esbozar una mueca al notar el terrible hedor que emitía su carne quemada. En sus últimos segundos, el monstruo pudo emitir un mensaje con sus rastros de sangre. "Din'an Ena". Un mensaje ininteligible para mi, pero no costaba mucho deducir que se trataba de algún tipo de amenaza.
-Parece que no todos los nigromantes están acabados...- suspiré. -Al menos podemos apreciar la ironía de que la amenaza de los no muertos haya resucitado.- bromeé, poniéndome en cuclillas frente al polvo que dejó el cadaver. ¿Serviría para algún encantamiento? Debía tener cierto rastro de magia, pero... parecía demasiado peligroso y arriesgado. Miré a la elfa, arqueando una ceja. Podía arriesgarme a que fuese un problema, o...
-Mi nombre es Asher. Creo que no nos conocemos. Tal vez me hayas confundido con alguien.- me presenté. -Ha ardido bien, ¿hmm? Debería llevar una de esas pociones de fuego siempre conmigo.- Y si todas las catacumbas ardían, mejor aún. La combinación con el pequeño pergamino explosivo resultaba bastante eficaz. Por el momento, los criminales de aquel sucio lugar habían tenido suerte de que el fuego se hubiese apagado con tanta rapidez. -Bueno... tal vez nos volvamos a ver. Hasta entonces.
Garrett comenzó a examinar las víctimas dejadas por el no muerto. Uno de los hombres tenia la mano podrida y muerta. La exposición prolongada al gas debía haber dañado también sus órganos y su piel, ya que no parecía muy distinto del no muerto anterior. Sin duda, alguien se encargaría de quemar los cadáveres.
-¡Eh, Asher! "La Plaga" está aquí. Parece que fue de los primeros que murieron.- avisó. Al fin un golpe de suerte. Iba a ser duro explicarle a Tyron lo ocurrido, pero ese es un trabajo que le dejaría a mi compañero. -En ese caso, vámonos. Hemos acabado aquí. El hecho de que esto haya pasado... es una advertencia.- observé.
-Tenemos que irnos, pero gracias por tu ayuda. He visto como purificabas al reanimado.- le dijo a la elfa. -...yo también la he visto. Pero no podemos perseguirla ahora. Tened cuidado: es posible que vaya a por vosotros también.- advirtió.
Tras esas palabras, el brujo me siguió hasta la entrada. La "paz" habitual no tardaría en volver a las catacumbas. Pero sería tan solo la calma antes de la tormenta.
-Parece que no todos los nigromantes están acabados...- suspiré. -Al menos podemos apreciar la ironía de que la amenaza de los no muertos haya resucitado.- bromeé, poniéndome en cuclillas frente al polvo que dejó el cadaver. ¿Serviría para algún encantamiento? Debía tener cierto rastro de magia, pero... parecía demasiado peligroso y arriesgado. Miré a la elfa, arqueando una ceja. Podía arriesgarme a que fuese un problema, o...
-Mi nombre es Asher. Creo que no nos conocemos. Tal vez me hayas confundido con alguien.- me presenté. -Ha ardido bien, ¿hmm? Debería llevar una de esas pociones de fuego siempre conmigo.- Y si todas las catacumbas ardían, mejor aún. La combinación con el pequeño pergamino explosivo resultaba bastante eficaz. Por el momento, los criminales de aquel sucio lugar habían tenido suerte de que el fuego se hubiese apagado con tanta rapidez. -Bueno... tal vez nos volvamos a ver. Hasta entonces.
Garrett comenzó a examinar las víctimas dejadas por el no muerto. Uno de los hombres tenia la mano podrida y muerta. La exposición prolongada al gas debía haber dañado también sus órganos y su piel, ya que no parecía muy distinto del no muerto anterior. Sin duda, alguien se encargaría de quemar los cadáveres.
-¡Eh, Asher! "La Plaga" está aquí. Parece que fue de los primeros que murieron.- avisó. Al fin un golpe de suerte. Iba a ser duro explicarle a Tyron lo ocurrido, pero ese es un trabajo que le dejaría a mi compañero. -En ese caso, vámonos. Hemos acabado aquí. El hecho de que esto haya pasado... es una advertencia.- observé.
-Tenemos que irnos, pero gracias por tu ayuda. He visto como purificabas al reanimado.- le dijo a la elfa. -...yo también la he visto. Pero no podemos perseguirla ahora. Tened cuidado: es posible que vaya a por vosotros también.- advirtió.
Tras esas palabras, el brujo me siguió hasta la entrada. La "paz" habitual no tardaría en volver a las catacumbas. Pero sería tan solo la calma antes de la tormenta.
Asher Daregan
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Re: Subasta de la muerte [Desafío]
Aquella tranquila figura encapuchada desapareció de su vista tan rápido como había aparecido usando quizá algún truco para enmascarar su presencia al saberse localizada, dejando tras de sí solo un leve rastro de oscuridad que Níniel sabía que no la conduciría a nada bueno, solo a unos problemas que en esos momentos no estaba preparada para afrontar. La dejaría escapar en aquella ocasión. centraría sus esfuerzos en atender a los heridos que aquella no-muerta había dejado a su paso y daría gracias a los dioses porque a pesar de todo aquel caos y el alto número de víctimas aquello no hubiese sido peor. Había estado en Terpolí, se había enfrentado ya en otra ocasión a los nigromantes...Sabía de lo que eran capaces.
-Nunca estuvo muerta.- Respondió a las palabras de Wernack acercándose hasta él e intercambiando unas miradas de preocupación con su compañero Golasgil al leer aquel mensaje que se había formado entre los restos de aquella abominación. -De vez en cuando aún se escuchan rumores sobre sus actividades, aunque es cierto que tras Terpoli parece que no se atreven a actuar de forma tan abierta.- Puntualizó mirando de nuevo al hombre-bestia cuando contra todo pronóstico se presentó a pesar de que ya se conocían, haciéndolo con un nombre distinto al que había usado durante sus primeros encuentros.
-¿Asher?. Sí que debo de haberme confundido por alguna extraña razón. No hace mucho conocí a otro Hombre-perro igual a tí, incluso se le daban bien las runas. Coincidimos en Terpoli, aunque antes ya habíamos luchado juntos contra unos trasgos a las afueras de la ciudad. Su nombre era Wernack, claro que él no parecía de la clase de gente que ayudara grátis. Aún así me caía bien, tenía buen corazón en el fondo. Quizá lo conozcas, el parecido es asombroso. -Fueron las palabras de la peliblanca que estaba segura de no haberse equivocado pero tampoco quería contradecirle. Quizá ocultara su nombre por algún motivo de peso y delatarlo lo pusiera en problemas, o quizá solo estaba diciéndole de manera sutil que no quería tener nada que ver con ella por la razón que fuera, en cuyo caso no podía hacer más que aceptarlo. -Yo soy Níniel del clan Thenidiel, colaboradora habitual de la guardia y el hospital entre otros quehaceres. Un placer.- Se presentó por muy raro que le resultase.
-Claro, que los dioses os guíen y os guarden.- Se despidió entonces.-Ah, por cierto, tengo un taller de alquimia en el barrio del hospital de la ciudad. Por si queréis algo más de fuego embotellado.- Añadió mientras comenzaba a pensar en la mejor manera de atender a los heridos del lugar escoltada por Golasgil que se despidió de aquellos improvisados aliados con una cortés inclinación. -Siempre es un placer ayudar contra la oscuridad- Se despidió también de aquel brujo cuando éste terminó de examinar algunos cuerpos y se dispuso a seguir a su compañero.
-¿Nos vamos también?. Me muero por un baño perfumado que evite que esta peste cale en mi piel.- Comentó entonces Golasgil con evidente prisa por salir de allí y mostrando una gran despreocupación por los que allí quedaban.
-Antes ayudemos a esta gente. Sí ya sé que si están aquí no son precisamente gente de categoría, pero no puedo dejarlos así. Al fin y al cabo Isil y Anar brillan para todos.- Respondió la peliblanca que no pudo evitar entender el mal gesto de su compañero que no obstante aceptó las palabras de la sacerdotisa como una gran verdad.
-Tenéis razón, me he dejado llevar. Mis disculpas sacerdotisa. Aunque lo cierto es que aquí abajo...Mucha luz de los dioses no llega no.- Dijo medio en broma medio en serio.
-Por eso la traemos con nosotros.- Terminó de decir con una sonrisa antes de ponerse manos a la obra.
-Nunca estuvo muerta.- Respondió a las palabras de Wernack acercándose hasta él e intercambiando unas miradas de preocupación con su compañero Golasgil al leer aquel mensaje que se había formado entre los restos de aquella abominación. -De vez en cuando aún se escuchan rumores sobre sus actividades, aunque es cierto que tras Terpoli parece que no se atreven a actuar de forma tan abierta.- Puntualizó mirando de nuevo al hombre-bestia cuando contra todo pronóstico se presentó a pesar de que ya se conocían, haciéndolo con un nombre distinto al que había usado durante sus primeros encuentros.
-¿Asher?. Sí que debo de haberme confundido por alguna extraña razón. No hace mucho conocí a otro Hombre-perro igual a tí, incluso se le daban bien las runas. Coincidimos en Terpoli, aunque antes ya habíamos luchado juntos contra unos trasgos a las afueras de la ciudad. Su nombre era Wernack, claro que él no parecía de la clase de gente que ayudara grátis. Aún así me caía bien, tenía buen corazón en el fondo. Quizá lo conozcas, el parecido es asombroso. -Fueron las palabras de la peliblanca que estaba segura de no haberse equivocado pero tampoco quería contradecirle. Quizá ocultara su nombre por algún motivo de peso y delatarlo lo pusiera en problemas, o quizá solo estaba diciéndole de manera sutil que no quería tener nada que ver con ella por la razón que fuera, en cuyo caso no podía hacer más que aceptarlo. -Yo soy Níniel del clan Thenidiel, colaboradora habitual de la guardia y el hospital entre otros quehaceres. Un placer.- Se presentó por muy raro que le resultase.
-Claro, que los dioses os guíen y os guarden.- Se despidió entonces.-Ah, por cierto, tengo un taller de alquimia en el barrio del hospital de la ciudad. Por si queréis algo más de fuego embotellado.- Añadió mientras comenzaba a pensar en la mejor manera de atender a los heridos del lugar escoltada por Golasgil que se despidió de aquellos improvisados aliados con una cortés inclinación. -Siempre es un placer ayudar contra la oscuridad- Se despidió también de aquel brujo cuando éste terminó de examinar algunos cuerpos y se dispuso a seguir a su compañero.
-¿Nos vamos también?. Me muero por un baño perfumado que evite que esta peste cale en mi piel.- Comentó entonces Golasgil con evidente prisa por salir de allí y mostrando una gran despreocupación por los que allí quedaban.
-Antes ayudemos a esta gente. Sí ya sé que si están aquí no son precisamente gente de categoría, pero no puedo dejarlos así. Al fin y al cabo Isil y Anar brillan para todos.- Respondió la peliblanca que no pudo evitar entender el mal gesto de su compañero que no obstante aceptó las palabras de la sacerdotisa como una gran verdad.
-Tenéis razón, me he dejado llevar. Mis disculpas sacerdotisa. Aunque lo cierto es que aquí abajo...Mucha luz de los dioses no llega no.- Dijo medio en broma medio en serio.
-Por eso la traemos con nosotros.- Terminó de decir con una sonrisa antes de ponerse manos a la obra.
Níniel Thenidiel
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