Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Cuando todos los encuestados depositaron sus lápices sobre la mesa, llegó la hora de recoger los cuestionarios. La profesora biocibernética se dirigió a su mesa y tomó un bote con galletas, y en cada mesa de la que recogía un examen, dejaba una galleta a modo de recompensa por haber hecho lo que les pedía. – Buen trabajo, chicos. Los corregiré y ahora mismo os diré qué lugar ocuparíais en la sociedad. – Repetía de una manera muy robótica. Un comportamiento extraño, pero programado. Se sentó en su escritorio de nuevo para proceder a “corregir” los exámenes.
-Lucy Fireheart. – comenzó diciendo. - Habéis respondido que chillaríais en el caso que tuvieseis que socorrer a alguien, le tiraríais el te a vuestra madre a la cara y le robaríais su anillo de boda con tal de obtener eso que ansiáis. – quedó pensativa unos instantes. – Esto me demuestra que os tratáis de una mujer cursi, niña de papá y caprichosa. Además de una fresca y promiscua a tenor de vuestras intenciones de acostaros con el supervisor. – No se lo pensó demasiado, pronto emitió su veredicto. – Vuestro perfil psicológico sumado a vuestro físico os haría perfecta para ser dama de compañía para el lupanar. - Y apuntó la profesión en la ficha. Pipa miró para ella y no pudo evitar enviar una carcajada”. La encantadora se sonrojó, pero no quiso decir nada. Había contestado la opción menos violenta. Poco le importaba lo que pensasen los biocibernéticos.
-Níniel Thenidiel. – La elfa había contestado las opciones “d”, “a, “a” y “d” respectivamente. – También sois promiscua, algo indignante en una elfa. Pero al menos sabéis medicina. Efectivamente, niños, si alguien llega con una infección, la amputación es la mejor solución. Obedecéis siempre a los mayores y optaríais por la opción silenciosa y menos dolorosa para conseguir vuestros objetivos. – quedó pensativa, durante unos instantes. - Un perfil variado, pero creo que encajaríais como enfermera en el asilo, siempre y cuando no os aprovechéis de los ancianos. - y apuntó la profesión.
-Pipa Wright. – continuó, poniendo una cara de alegría. La más feliz. - Os suicidaríais con tal de no limpiar los aseos, haríais plegarias a nuestro dios, le tiraríais el te a vuestra madre y, de nuevo, tomaríais el anillo de boda. – indicó. La joven se rió. Pero a la maestra no parecía hacerle nada de gracia. – No me cabe duda de que sois una devota. Mas ¿sabéis que el suicidio y la fe son creencias contradictorias, milady? Rehusáis de la violencia. La iglesia sería vuestro destino. - anotando esto en el test entregado.
-Vincent Calhoun. – el brujo había contestado "b", "a", "a", "c" – Mostráis valentía como hombre que sois. Optáis por el sigilo pero no os tiembla el pulso a la hora de sacar el arma si fuese necesario, seríais un perfecto espía para la ciudad. - y concluyó adaptando el perfil de Vincent.
De repente, la metalizada puerta de la escuela se abrió y un hombre entró a la estancia. Sus ojos brillaban y se apreciaba el material metálico del que estaba construido, dando, esta vez sí, un aspecto de biocibernético. Portaba un sombrero de ala ancha y una especie de gabardina metálica dio lugar en escena.
-¡Buenas noches, supervisor! – clamaron todos los niños de la clase al unísono.
-Buenas noches, niños. – sonrió acariciando cariñosamente la cabeza de los dos pequeños más cercanos a la puerta. – El cazador número dos ha venido a informarme de la llegada de nuevos habitantes del exterior. Sois la tercera partida que llega este año. ¿Quién de vosotros es el responsable? – preguntó.
Se hizo un silencio. Pero estaba claro que la responsabilidad recaía sobre Lucy. La gran encantadora era sin discusión la líder del grupo, por lo que levantó su alargada figura de aquella baja e incómoda silla para tender su mano al supervisor.
-Yo lo soy. – comentó ella. – Lady Lucy Fireheart, gran encantadora de la Logia de hechicería. Y ellos son mis ayudantes, Níniel Thenidiel y Vincent Calhoun, y la reportera de Ocurrencias Públicas, Pipa Wright. – comentó presentándolos uno a uno.
El supervisor los miró extrañados dio unas palmadas e indicó a los jóvenes el final de la clase. Abandonando estos muy contentos la prematura finalización de la asignatura, e indicando a la maestra número 5 que abandonase también el local con una mirada seria. La puerta de la escuela se cerró, quedando únicamente ellos y tres de los guardias del supervisor.
-¿Qué queréis exactamente? – preguntó el hombre, acercándose a los tests de personalidad que acaban de completar, viendo las anotaciones acerca de la profesión que la profesora había establecido. – No parecéis peligrosos.
-En absoluto lo somos. – confirmó Lucy. – Tan sólo queremos un par de vermis para poder fabricar una poción que necesitamos para salvar la vida a un compañero.
El supervisor asintió con la cabeza y se mostró pensativo. Su rostro no transmitía demasiada confianza en ningún momento. Mirando siempre a sus nuevos invitados con una mirada altiva y de poca confianza, enarcando sus cejas metálicas. Aquellos ojos metálicos brillantes y esa actitud eran más propias de un villano. Sin embargo, su mensaje, que no su tono, era más conciliador.
-Lo cierto es que ahora mismo necesitamos todas las vermis del valle para poder dar vida a las nuevas creaciones. – comentó tras un tiempo. – Pero me gusta tratar bien a nuestros invitados. Podréis llevaros todas cuantas necesitéis. Acompañadme a la fábrica y os las entregaré – comentó con una sonrisa muy agradable, pero muy falsa, que a Lucy le hizo poner una mueca de disgusto.
Fue entonces cuando Pipa, probablemente la más pespicaz y avispada del grupo, levantó su pluma para realizar una pregunta.
-Supervisor, disculpe, tengo una pregunta. – solicitó Pipa, escribiendo la pregunta que iba a realizar en un papel para poder responder cuanto antes, como buena periodista. La joven no paraba de hacer anotaciones en cuanto podía. – Ha dicho que somos la tercera partida que llega al refugio 109 este año, sin embargo, no hay escrituras ni habladurías de éste lugar, ni siquiera para resaltar la demostrada buena hospitalidad que usted, supervisor, y su gente, muestran con los extranjeros. – la periodista le había soltado, totalmente a propósito, una puya con indirectas. Que iba más bien dirigidas a sus compañeros, tal vez ellos sí entendieran “el mensaje” que la reportera les estaba enviando acerca de lo que opinaba del supervisor. – Por otra parte, su cazador número 2 nos ha preguntado si éramos sus nuevas creaciones. Permítame saber que me intriga saber con qué realiza usted los modelos de sus nuevas creaciones para… - la investigadora sacó uno de sus bocetos de su mochila, hecho con grafito por ella misma, en el que mostraba el rostro de… ¡la maestra número 5! – … que parezcan copias casi exactas de los habitantes del pueblo de Clargorn. Concretamente de la señorita Teresa Price, maestra de escuela en el pueblo, quien casualmente desapareció junto a su marido hace ocho meses tras perseguir las criaturas que atacaron a su ganado.
La pregunta descolocó por completo al biocibernético. Que quedó pensativo mostrando una mirada inexpresiva. Se acercó a la mesa y tomó los papeles con los tests y las profesiones que la maestra número 5 había dejado en la mesa.
-Son sólo modelos para los bocetos que capturamos con los sensores de los luberus. La desaparición es una curiosa coincidencia. – contestó en su defensa éste, de nuevo, tras una larga pausa de espera y con una sonrisa. De una manera muy robotizada y poco creíble. – Si me acompañáis hasta "la factoría", os explicaré como se crean y os entregaré las vermis. – sonrió. - ¿Alguna pregunta antes de partir?
-Lucy Fireheart. – comenzó diciendo. - Habéis respondido que chillaríais en el caso que tuvieseis que socorrer a alguien, le tiraríais el te a vuestra madre a la cara y le robaríais su anillo de boda con tal de obtener eso que ansiáis. – quedó pensativa unos instantes. – Esto me demuestra que os tratáis de una mujer cursi, niña de papá y caprichosa. Además de una fresca y promiscua a tenor de vuestras intenciones de acostaros con el supervisor. – No se lo pensó demasiado, pronto emitió su veredicto. – Vuestro perfil psicológico sumado a vuestro físico os haría perfecta para ser dama de compañía para el lupanar. - Y apuntó la profesión en la ficha. Pipa miró para ella y no pudo evitar enviar una carcajada”. La encantadora se sonrojó, pero no quiso decir nada. Había contestado la opción menos violenta. Poco le importaba lo que pensasen los biocibernéticos.
-Níniel Thenidiel. – La elfa había contestado las opciones “d”, “a, “a” y “d” respectivamente. – También sois promiscua, algo indignante en una elfa. Pero al menos sabéis medicina. Efectivamente, niños, si alguien llega con una infección, la amputación es la mejor solución. Obedecéis siempre a los mayores y optaríais por la opción silenciosa y menos dolorosa para conseguir vuestros objetivos. – quedó pensativa, durante unos instantes. - Un perfil variado, pero creo que encajaríais como enfermera en el asilo, siempre y cuando no os aprovechéis de los ancianos. - y apuntó la profesión.
-Pipa Wright. – continuó, poniendo una cara de alegría. La más feliz. - Os suicidaríais con tal de no limpiar los aseos, haríais plegarias a nuestro dios, le tiraríais el te a vuestra madre y, de nuevo, tomaríais el anillo de boda. – indicó. La joven se rió. Pero a la maestra no parecía hacerle nada de gracia. – No me cabe duda de que sois una devota. Mas ¿sabéis que el suicidio y la fe son creencias contradictorias, milady? Rehusáis de la violencia. La iglesia sería vuestro destino. - anotando esto en el test entregado.
-Vincent Calhoun. – el brujo había contestado "b", "a", "a", "c" – Mostráis valentía como hombre que sois. Optáis por el sigilo pero no os tiembla el pulso a la hora de sacar el arma si fuese necesario, seríais un perfecto espía para la ciudad. - y concluyó adaptando el perfil de Vincent.
De repente, la metalizada puerta de la escuela se abrió y un hombre entró a la estancia. Sus ojos brillaban y se apreciaba el material metálico del que estaba construido, dando, esta vez sí, un aspecto de biocibernético. Portaba un sombrero de ala ancha y una especie de gabardina metálica dio lugar en escena.
- Supervisor:
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-¡Buenas noches, supervisor! – clamaron todos los niños de la clase al unísono.
-Buenas noches, niños. – sonrió acariciando cariñosamente la cabeza de los dos pequeños más cercanos a la puerta. – El cazador número dos ha venido a informarme de la llegada de nuevos habitantes del exterior. Sois la tercera partida que llega este año. ¿Quién de vosotros es el responsable? – preguntó.
Se hizo un silencio. Pero estaba claro que la responsabilidad recaía sobre Lucy. La gran encantadora era sin discusión la líder del grupo, por lo que levantó su alargada figura de aquella baja e incómoda silla para tender su mano al supervisor.
-Yo lo soy. – comentó ella. – Lady Lucy Fireheart, gran encantadora de la Logia de hechicería. Y ellos son mis ayudantes, Níniel Thenidiel y Vincent Calhoun, y la reportera de Ocurrencias Públicas, Pipa Wright. – comentó presentándolos uno a uno.
El supervisor los miró extrañados dio unas palmadas e indicó a los jóvenes el final de la clase. Abandonando estos muy contentos la prematura finalización de la asignatura, e indicando a la maestra número 5 que abandonase también el local con una mirada seria. La puerta de la escuela se cerró, quedando únicamente ellos y tres de los guardias del supervisor.
-¿Qué queréis exactamente? – preguntó el hombre, acercándose a los tests de personalidad que acaban de completar, viendo las anotaciones acerca de la profesión que la profesora había establecido. – No parecéis peligrosos.
-En absoluto lo somos. – confirmó Lucy. – Tan sólo queremos un par de vermis para poder fabricar una poción que necesitamos para salvar la vida a un compañero.
El supervisor asintió con la cabeza y se mostró pensativo. Su rostro no transmitía demasiada confianza en ningún momento. Mirando siempre a sus nuevos invitados con una mirada altiva y de poca confianza, enarcando sus cejas metálicas. Aquellos ojos metálicos brillantes y esa actitud eran más propias de un villano. Sin embargo, su mensaje, que no su tono, era más conciliador.
-Lo cierto es que ahora mismo necesitamos todas las vermis del valle para poder dar vida a las nuevas creaciones. – comentó tras un tiempo. – Pero me gusta tratar bien a nuestros invitados. Podréis llevaros todas cuantas necesitéis. Acompañadme a la fábrica y os las entregaré – comentó con una sonrisa muy agradable, pero muy falsa, que a Lucy le hizo poner una mueca de disgusto.
Fue entonces cuando Pipa, probablemente la más pespicaz y avispada del grupo, levantó su pluma para realizar una pregunta.
-Supervisor, disculpe, tengo una pregunta. – solicitó Pipa, escribiendo la pregunta que iba a realizar en un papel para poder responder cuanto antes, como buena periodista. La joven no paraba de hacer anotaciones en cuanto podía. – Ha dicho que somos la tercera partida que llega al refugio 109 este año, sin embargo, no hay escrituras ni habladurías de éste lugar, ni siquiera para resaltar la demostrada buena hospitalidad que usted, supervisor, y su gente, muestran con los extranjeros. – la periodista le había soltado, totalmente a propósito, una puya con indirectas. Que iba más bien dirigidas a sus compañeros, tal vez ellos sí entendieran “el mensaje” que la reportera les estaba enviando acerca de lo que opinaba del supervisor. – Por otra parte, su cazador número 2 nos ha preguntado si éramos sus nuevas creaciones. Permítame saber que me intriga saber con qué realiza usted los modelos de sus nuevas creaciones para… - la investigadora sacó uno de sus bocetos de su mochila, hecho con grafito por ella misma, en el que mostraba el rostro de… ¡la maestra número 5! – … que parezcan copias casi exactas de los habitantes del pueblo de Clargorn. Concretamente de la señorita Teresa Price, maestra de escuela en el pueblo, quien casualmente desapareció junto a su marido hace ocho meses tras perseguir las criaturas que atacaron a su ganado.
La pregunta descolocó por completo al biocibernético. Que quedó pensativo mostrando una mirada inexpresiva. Se acercó a la mesa y tomó los papeles con los tests y las profesiones que la maestra número 5 había dejado en la mesa.
-Son sólo modelos para los bocetos que capturamos con los sensores de los luberus. La desaparición es una curiosa coincidencia. – contestó en su defensa éste, de nuevo, tras una larga pausa de espera y con una sonrisa. De una manera muy robotizada y poco creíble. – Si me acompañáis hasta "la factoría", os explicaré como se crean y os entregaré las vermis. – sonrió. - ¿Alguna pregunta antes de partir?
* * * * * * * * * *
Níniel y Vincent: Los tests que habéis hecho no son irrelevantes, junto con la intervención de Pipa, que como veis no es tan inútil como parece, podría bastaros para deducir cómo funciona el refugio, el por qué de los ataques al pueblo y las verdaderas intenciones del supervisor, o al menos la manera de entenderlas de Pipa, que puede que esté equivocada. No os lo ha dicho directamente, pero lo ha dejado bastante claro. De todos modos, las vermis se encuentran en la factoría, por lo que no podréis hacer mucho por cambiar vuestro destino.
Los dos podréis preguntarle lo que deseéis al supervisor. Puede ser vuestra última oportunidad para obtener información antes de la "traca" final, así que preguntad lo que consideréis a cualquier personaje o intercambiar puntos de vista (dirigíos a Lucy o Pipa con disimulo, el supervisor no os detectará) La última parte de la misión se desarrollará en la factoría.
Ger
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Pronto todos terminaron de responder las preguntas de sus respectivos test y la maestra número 5 recogió los trozos de papel personalmente pasando mesa por mesa y dejando una "galleta" en cada pupitre felicitándoles por su labor. Se trataba de un gesto tranquilizador, un comportamiento para nada sincero destinado a preparar el terreno para lo que fuera que llegase después, algo que Níniel conocía de sobra debido a su preparación como sanadora. ¿Cuántas veces había sonreído y dejado una caricia sobre la frente de un paciente incluso antes de saber si quiera la gravedad de su estado? ¿Cuántas veces había dicho que todo iba a salir bien incluso a sabiendas de que lo único que podía hacer era evitar que un moribundo dejara al menos de sufrir? No, aquella felicitación y esa extraña galleta metalizada como las piezas de fruta que vendían en el mercado cercano a la entrada no iban a hacer que Níniel bajara la guardia, al contrario, estaba más alta que nunca.
La maestra se sentó sobre su mesa y uno tras otro, de manera rápida y aparentemente eficiente comenzó a comunicarles los resultados de sus pruebas en orden. Bueno, más bien lo que hizo fue traducir ese conjunto de comportamientos psicóticos en lo que parecían conllevar dentro de aquel refugio para así indicarles la función que tendrían en el mismo de ser parte de su comunidad. Una función que cada vez estaba más claro era la piedra angular de aquel sitio, el punto sobre el giraba y se articulaba todo lo demás. De hecho los razonamientos de la maestra sobre cada uno de ellos decían mucho del tipo de sociedad que tenían por allí, claro que evitar soltarle un tortazo a la profesora por su desfachatez o guardarse los comentarios cínicos fue toda una prueba de autocontrol.
Lucy fue la primera y quizá la peor parada del grupo. La pusieron de puta caprichosa para arriba y de hecho su función en aquel refugio sería la de meretriz en un lupanar. A Pipa le hizo gracia pero a Níniel no por mucho que quizá pudiera parecer que se acercaba a la realidad. Lucy era altiva, orgullosa, a veces difícil de tratar...Y sí, se aprovechaba de ser toda una tentación, pero hay una gran diferencia entre mostrar y usar la belleza de una como arma a ser una prostituta. Cualquiera que tocara la piel de la alta encantadora sin su permiso o tratando de escapar de su juego por la tangente podía darse por muerto. Era el máximo exponente del "se mira pero no se toca", como el propio fuego. En cuanto a la información útil sobre el lugar estaba el hecho de que necesitaran un lupanar y por ende sintieran necesidades biológicas asociadas, líbido, atracción sexual...
Para Níniel las cosas no fueron mucho mejor. Había respondido lo mismo que Lucy a la primera pregunta y por ello la maestra la tachó de promiscua...Claro que mejor eso que asesina o suicida. Sobre el resto pareció mucho más satisfecha indicando que encajaría como enfermera en el asilo siempre que no se aprovechara de los ancianos...Denigrantes palabras, aunque lo que a la peliblanca más le molestó fue que lo considerara especialmente indignante tratándose de una elfa. ¿Acaso sabía algo de su pueblo? Quizá pensara que los niños elfos crecían de los árboles o algo así y que no sentían pasión o deseo...Craso error.
De todos modos la joven no replicó y se mantuvo estoica, decidida a pensar mejor en la información que podía extraer de aquellas palabras y no en las faltas de respeto. La maestra había dado a entender que tenían cierta población anciana y que se preocupaban por sus cuidados, algo realmente curioso. Nunca había visto un bio anciano. ¿Envejecían o el supervisor los creaba ancianos directamente? Y en caso de ser esto último ¿Por qué?
El siguiente turno fue para Pipa, y por la cara de la maestra la humana parecía haber dado en el clavo. Se libró de las acusación de promiscuidad, y a pesar de responder opciones de suicidio, robo de reliquias y falta de respeto hacia sus progenitores terminó siendo asignada a un puesto en la fé de aquella gente. Curioso que el test dijera eso de alguien así y no de una verdadera sacerdotisa como la que tenían delante. Al menos parecía que aquella religión suya rechazaba totalmente la violencia y el autosacrificio...Claro que era extraño escucharlo de boca de quien unos minutos antes les había amenazado con sacrificarlos a su dios si no respondían bien a cuatro absurdas preguntas y que sonreía ante la mención de niños sacrificados...A saber cómo definían aquellos locos la violencia.
Por último fue el momento de saber qué posición ocuparía Vincent en el organigrama del 109, y el test absurdo dijo que sería un espía. Bastante acertado en aquel caso había que admitir, aunque de lejos la más problemática de todas las profesiones listadas hasta el momento. Esa gente tenía espías y Níniel dudaba que se dedicaran a espiarse a sí mismos. ¿A quién espiaban y con qué propósito?
Apenas había terminado de decirles los resultados cuando la puerta al aula se abrió y por ella entró un biocibernético al que todo el aula saludó como el supervisor y al que sin duda le hubiera sentado bien haber pasado por el lugar donde creaba a los demás bios para una buena reparación. El resto de los habitantes de aquel lugar tenían expresiones frías y miradas muertas que delataban su verdadera naturaleza, aún así todos podrían pasar por un humano sin demasiados problemas en la superficie...Pero no aquel.
Su cara tenía mal color y estaba destrozada, llegando incluso a mostrar parte del metal que tenía por debajo y por donde podía verse a sus componentes mecánicos moviéndose cuando gesticulaba o cuando hablaba. Un espectáculo de lo más desagradable. Pero aquello no era lo peor. Lo peor eran esos ojos artificiales negros, iluminados por luces amarillentas espeluznantes que no paraban de girar constantemente y que delataban cuando fijaba su mirada y cuando no. Todo en él era de lo más inquietante, incluso su extraña ropa, por mucho que hablara de manera cortés y que incluso pareciera estar dispuesto a ayudarles de madera amable. Quizá si dejara de mover las cejas de aquella manera tan...Bueno no, ni así.
-Con una par de muestras será suficiente, conozco una técnica de destilado que asegurará que dispongamos de toda la esencia que necesitamos.- Fueron las palabras de Níniel, dichas con doble intención. La primera la de asegurar que el impacto sobre sus reservas sería mínimo, y la segunda la dejar entrever que aquella "enfermera de asilo pervertida" era además una alquimista capaz de ayudarle. Mucho más de lo que ese absurdo test podía revelar.
Y es que había algo que no parecía ir bien, si es que alguna vez lo había ido, lo cual Níniel dudaba. Primero había dicho que las necesitaba todas para luego cederlas sin más sonriendo y sin pedir nada a cambio...muy raro. Por no mencionar que había dicho que eran el tercer grupo de visitantes que había llegado ese año y sin embargo aquel lugar era un secreto para todo el mundo, ni siquiera las gentes del pueblo cercano hablaban de algo así, pero sí de lo extraño de las criaturas que acechaban sus granjas y de origen desconocido. Aquello olía a chamusquina, lo había hecho desde el principio, y la última revelación de Pipa fue la confirmación de que seguramente los dos grupos anteriores a ellos también recibieron una amable visita guiada por "la factoría" de donde seguramente no salieron. Por desgracia la humana aún tenía que aprender cuando abrir la boca y cuando quedarse callada.
Que estaban en peligro era algo obvio desde que llegaron, desde que el cazador número 2 dio con ellos. Níniel no había bajado la guardia en ningún momento y estaba bastante segura de que sus compañeros tampoco lo habían hecho y se habían mantenido siempre a la que salta, a la espera del menor indicio de un ataque para defenderse de forma contundente, sabiendo que casi seguro tendrían que luchar. Sencillamente Pipa era incapaz de mantener la boca cerrada y no entendía la urgencia con la que la logia necesitaba esas vermis y por ello entrar allí a pesar de la falta de información y el riesgo.
-Por supuesto, la naturaleza siempre es una fuente de inspiración para todos.- Dijo en tono conciliador aceptando la respuesta del supervisor. -Al fin y al cabo lleva mucho tiempo perfeccionándose, es una gran maestra. Le seguimos con gusto.- Añadió con una sonrisa mucho más convincente que la de él. Aunque en cuanto tuvo la ocasión de girarse y dirigirse a los demás les hizo un gesto de asentimiento y otro con el puño cerrado que ellos sin duda sabrían interpretar. Luego se dirigió a Pipa y con la mirada seria la instó a guardar silencio y a quedarse cerca de ellos. Por último miró a Lucy y le guiñó un ojo con fingida picardía -Permítame elogiarle por lo que ha logrado aquí, supervisor. Este lugar es magnífico. Parece tan seguro que yo diría que nadie podría entrar o salir sin su consentimiento.- Elogió a continuación con toda la intención de sonsacarle información sobre qué sería necesario para salir de allí. Quizá como en el test el supervisor estuviera dispuesto a soltar su lengua ante unas jóvenes de buen ver, una que casi acaba en el lupanar y otra que de hecho fue asignada a el.
La maestra se sentó sobre su mesa y uno tras otro, de manera rápida y aparentemente eficiente comenzó a comunicarles los resultados de sus pruebas en orden. Bueno, más bien lo que hizo fue traducir ese conjunto de comportamientos psicóticos en lo que parecían conllevar dentro de aquel refugio para así indicarles la función que tendrían en el mismo de ser parte de su comunidad. Una función que cada vez estaba más claro era la piedra angular de aquel sitio, el punto sobre el giraba y se articulaba todo lo demás. De hecho los razonamientos de la maestra sobre cada uno de ellos decían mucho del tipo de sociedad que tenían por allí, claro que evitar soltarle un tortazo a la profesora por su desfachatez o guardarse los comentarios cínicos fue toda una prueba de autocontrol.
Lucy fue la primera y quizá la peor parada del grupo. La pusieron de puta caprichosa para arriba y de hecho su función en aquel refugio sería la de meretriz en un lupanar. A Pipa le hizo gracia pero a Níniel no por mucho que quizá pudiera parecer que se acercaba a la realidad. Lucy era altiva, orgullosa, a veces difícil de tratar...Y sí, se aprovechaba de ser toda una tentación, pero hay una gran diferencia entre mostrar y usar la belleza de una como arma a ser una prostituta. Cualquiera que tocara la piel de la alta encantadora sin su permiso o tratando de escapar de su juego por la tangente podía darse por muerto. Era el máximo exponente del "se mira pero no se toca", como el propio fuego. En cuanto a la información útil sobre el lugar estaba el hecho de que necesitaran un lupanar y por ende sintieran necesidades biológicas asociadas, líbido, atracción sexual...
Para Níniel las cosas no fueron mucho mejor. Había respondido lo mismo que Lucy a la primera pregunta y por ello la maestra la tachó de promiscua...Claro que mejor eso que asesina o suicida. Sobre el resto pareció mucho más satisfecha indicando que encajaría como enfermera en el asilo siempre que no se aprovechara de los ancianos...Denigrantes palabras, aunque lo que a la peliblanca más le molestó fue que lo considerara especialmente indignante tratándose de una elfa. ¿Acaso sabía algo de su pueblo? Quizá pensara que los niños elfos crecían de los árboles o algo así y que no sentían pasión o deseo...Craso error.
De todos modos la joven no replicó y se mantuvo estoica, decidida a pensar mejor en la información que podía extraer de aquellas palabras y no en las faltas de respeto. La maestra había dado a entender que tenían cierta población anciana y que se preocupaban por sus cuidados, algo realmente curioso. Nunca había visto un bio anciano. ¿Envejecían o el supervisor los creaba ancianos directamente? Y en caso de ser esto último ¿Por qué?
El siguiente turno fue para Pipa, y por la cara de la maestra la humana parecía haber dado en el clavo. Se libró de las acusación de promiscuidad, y a pesar de responder opciones de suicidio, robo de reliquias y falta de respeto hacia sus progenitores terminó siendo asignada a un puesto en la fé de aquella gente. Curioso que el test dijera eso de alguien así y no de una verdadera sacerdotisa como la que tenían delante. Al menos parecía que aquella religión suya rechazaba totalmente la violencia y el autosacrificio...Claro que era extraño escucharlo de boca de quien unos minutos antes les había amenazado con sacrificarlos a su dios si no respondían bien a cuatro absurdas preguntas y que sonreía ante la mención de niños sacrificados...A saber cómo definían aquellos locos la violencia.
Por último fue el momento de saber qué posición ocuparía Vincent en el organigrama del 109, y el test absurdo dijo que sería un espía. Bastante acertado en aquel caso había que admitir, aunque de lejos la más problemática de todas las profesiones listadas hasta el momento. Esa gente tenía espías y Níniel dudaba que se dedicaran a espiarse a sí mismos. ¿A quién espiaban y con qué propósito?
Apenas había terminado de decirles los resultados cuando la puerta al aula se abrió y por ella entró un biocibernético al que todo el aula saludó como el supervisor y al que sin duda le hubiera sentado bien haber pasado por el lugar donde creaba a los demás bios para una buena reparación. El resto de los habitantes de aquel lugar tenían expresiones frías y miradas muertas que delataban su verdadera naturaleza, aún así todos podrían pasar por un humano sin demasiados problemas en la superficie...Pero no aquel.
Su cara tenía mal color y estaba destrozada, llegando incluso a mostrar parte del metal que tenía por debajo y por donde podía verse a sus componentes mecánicos moviéndose cuando gesticulaba o cuando hablaba. Un espectáculo de lo más desagradable. Pero aquello no era lo peor. Lo peor eran esos ojos artificiales negros, iluminados por luces amarillentas espeluznantes que no paraban de girar constantemente y que delataban cuando fijaba su mirada y cuando no. Todo en él era de lo más inquietante, incluso su extraña ropa, por mucho que hablara de manera cortés y que incluso pareciera estar dispuesto a ayudarles de madera amable. Quizá si dejara de mover las cejas de aquella manera tan...Bueno no, ni así.
-Con una par de muestras será suficiente, conozco una técnica de destilado que asegurará que dispongamos de toda la esencia que necesitamos.- Fueron las palabras de Níniel, dichas con doble intención. La primera la de asegurar que el impacto sobre sus reservas sería mínimo, y la segunda la dejar entrever que aquella "enfermera de asilo pervertida" era además una alquimista capaz de ayudarle. Mucho más de lo que ese absurdo test podía revelar.
Y es que había algo que no parecía ir bien, si es que alguna vez lo había ido, lo cual Níniel dudaba. Primero había dicho que las necesitaba todas para luego cederlas sin más sonriendo y sin pedir nada a cambio...muy raro. Por no mencionar que había dicho que eran el tercer grupo de visitantes que había llegado ese año y sin embargo aquel lugar era un secreto para todo el mundo, ni siquiera las gentes del pueblo cercano hablaban de algo así, pero sí de lo extraño de las criaturas que acechaban sus granjas y de origen desconocido. Aquello olía a chamusquina, lo había hecho desde el principio, y la última revelación de Pipa fue la confirmación de que seguramente los dos grupos anteriores a ellos también recibieron una amable visita guiada por "la factoría" de donde seguramente no salieron. Por desgracia la humana aún tenía que aprender cuando abrir la boca y cuando quedarse callada.
Que estaban en peligro era algo obvio desde que llegaron, desde que el cazador número 2 dio con ellos. Níniel no había bajado la guardia en ningún momento y estaba bastante segura de que sus compañeros tampoco lo habían hecho y se habían mantenido siempre a la que salta, a la espera del menor indicio de un ataque para defenderse de forma contundente, sabiendo que casi seguro tendrían que luchar. Sencillamente Pipa era incapaz de mantener la boca cerrada y no entendía la urgencia con la que la logia necesitaba esas vermis y por ello entrar allí a pesar de la falta de información y el riesgo.
-Por supuesto, la naturaleza siempre es una fuente de inspiración para todos.- Dijo en tono conciliador aceptando la respuesta del supervisor. -Al fin y al cabo lleva mucho tiempo perfeccionándose, es una gran maestra. Le seguimos con gusto.- Añadió con una sonrisa mucho más convincente que la de él. Aunque en cuanto tuvo la ocasión de girarse y dirigirse a los demás les hizo un gesto de asentimiento y otro con el puño cerrado que ellos sin duda sabrían interpretar. Luego se dirigió a Pipa y con la mirada seria la instó a guardar silencio y a quedarse cerca de ellos. Por último miró a Lucy y le guiñó un ojo con fingida picardía -Permítame elogiarle por lo que ha logrado aquí, supervisor. Este lugar es magnífico. Parece tan seguro que yo diría que nadie podría entrar o salir sin su consentimiento.- Elogió a continuación con toda la intención de sonsacarle información sobre qué sería necesario para salir de allí. Quizá como en el test el supervisor estuviera dispuesto a soltar su lengua ante unas jóvenes de buen ver, una que casi acaba en el lupanar y otra que de hecho fue asignada a el.
Níniel Thenidiel
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
El brujo se quitó uno de sus guantes, y tomó la galleta con ella. La colocó delante su vista, sostenida sobre su palma, mirando fijamente hacia ella. Nada más tocarla pudo notar el verdadero material con la que había sido creada. ¿Era mucho pedir que estuviera hecha con masa y no con metal? No pensaba comerse nada que le dieran esa gente de ahí abajo, pues sus ganas por morir envenenado estaban igual de intactas que antes de entrar al refugio de los Bio. Pero una galleta de metal, ¿en serio?
Vinc intentó no mostrar mala cara, y sonrió a la profesora mientras corregía los cuestionarios. Luego se guardó la “galleta”, para parecer agradecido, y se volvió a colocar el guante que se había quitado.
La profesora no tardó en comenzar a recitar el veredicto de la prueba, para infortunio de todos. Sí, porque aunque él parecía salir mejor parado de los comentarios de la cibernética, estaba al lado de Lucy y Níniel. Y sus ganas de morir, seguían igual de intactas que sus ganas por ser envenenando. En realidad, iban de la mano, por decirlo de algún modo.
En cualquier caso, esa estúpida e insensible cibernética, no había tenido consideración alguna hacia su persona. Al llamar putas y promiscuas, a las dos señoritas que estaban a su lado. Maldita sea, que se pensaba que estaba haciendo. Cabrear a dos mujeres tan poderosa con él en medio, no era una buena idea. Nunca lo era. Aumentaba las posibilidades de estropear su gran ideal de seguir vivo.
En fin. Bromas aparte. No le había gustado que definiera a sus compañeras de ese modo. Sobre todo a Níniel, a la que amaba tanto. Y no solo porque fuera despectivo, sino porque no se asemejaba a la realidad de ningún modo. Lucy era coqueta, simplemente. Níniel no era promiscua, aunque era normal que le pareciera eso, cuando comparaba a los elfos con palos de madera. Casi parecía que no concibiera la sexualidad para la raza élfica. Y Pipa, aunque se había librado de tan malos comentarios… no creía que fuera para nada, una devota. Para colmo, una devota de una religión que ninguno de ellos conocía, para más inri.
De todos modos no se mostró enfadado. En realidad, ni siquiera le llegó a enfadar, y se lo había tomado con humor. Pues, ¿cómo podía hacerlo? ¿Cómo podía enfadarse con esa profesora? No había que ser muy listo, para darse cuenta de que se comportaba de una forma extraña. Y por extraña no se refería la gente en general, sino a los propios biocibernéticos.
Esa profesora bio era muy rara. Como el cazador que los había guiado, ni más ni menos. No eran como los cibernéticos que había conocido en el pasado. Que no eran como el resto de la gente, pero eran…. ¿más vivos? No sabía si ese era el adjetivo correcto, si valía para definirlo exactamente, pero era algo así. Los bio corrientes, no actuaban como el resto de las personas, pero no estaban tan limitados como la gente de ese refugio. Los exteriores no hacían las cosas de esa manera tan estricta y escueta. Tenían su margen de maniobra para realizar las órdenes que tenían.
Y esa galleta de metal… ¿Para qué demonios hacían comida de metal? Para él estaba claro, que la gente de allí dentro solo era una imitación de los bios de verdad. No solo ellos, sino que todo ese maldito lugar era una farsa. Una obra de teatro que intentaba imitar la realidad.
El problema, es que no podía decirlo de forma abierta, con la presencia de la profesora y los niños. Y menos aún cuando apareció el famoso supervisor. Tendría que esperar para poder compartir sus impresiones con el resto de sus compañeros.
Y del recién llegado, que podía decir. Seguramente, que por lo menos seguía vivo, pues su aspecto daba mucho que desear. Estaba demacrado y le faltaba piel en distintas partes de su rostro, e imaginaba que pasaba lo mismo con el resto de su cuerpo.
Pero solo era su físico lo que daba mala pinta. De mente parecía lúcido, y lo más importante, con carácter. Parecía que tenía una verdadera personalidad, y no era como el resto de cibernéticos de imitación que poblaba el refugio.
No le cabían dudas, de que era un bio más normal que los otros, al escucharlo conversar con Lucy. O al menos, esa sensación tenía. Quizás tuviera la orden de mandar sobre el resto, y no fuera más que un peón más de aquel juego. Sin embargo, de momento, por su forma de hablar y razonas lo tomaría como el artífice de todo aquello.
Imaginaba que se trataba de un biocibernético auténtico, que había perdido la cabeza. Bueno, y dada su apariencia, probablemente la había perdido de manera literal. Partes de ella al menos, eso seguro.
Vinc se levantó del incómodo asiento, y se puso al lado de Pipa. Justo a tiempo para darle un leve codazo a la periodista, cuando terminó de hablar. E inmediatamente después de llamar su atención, le hizo una señal abriendo los ojos como platos, para que tuviera cuidado con lo que decía. Luego volvió a poner su cara habitual cuando el supervisor levantó el rostro de la mesa, después de revisar los cuestionarios que habían realizado instantes antes.
- ¿Usan luberus para crear bocetos de la gente del exterior? Qué curioso, ¿qué sentido tiene hacerlos? - preguntó, aparentando la mayor inocencia posible. - ¿Qué utilidad tiene crear unos planos de personas reales?
Así que el lobo era una trampa para atraerlo, y crear a partir de él, uno de esos cibernéticos de imitación. No sin olvidarse de matarlo en el proceso, o de encerrarlo en una celda para siempre.
Menudo genio estaba hecho. Si las chicas no hubieran llegado por aquel agujero, ahora estaría solo en esa factoría que había mencionado. Sin ninguna posibilidad de salir airoso de algo así.
De todos modos, la situación no era mucho mejor. Pues sabía que sería complicado salir de ese refugio. La enorme puerta que había a la entrada era suficiente prueba de ello. Pero al menos, juntos tenían una posibilidad. Y si aún seguían vivos los habitantes del exterior secuestrados… las vermis tendrían que esperar. Ahora era prioritario salvarlos.
Si es que tenía razón, claro. Y su idea de que todo el refugio era una ciudad inventada por el supervisor era cierta. O por alguien superior a él que no conocían aún. Bien podía estar equivocado, y la razón para todo ese refugio era otra distinta a la que había pensado. Después de todo, no conocía tan bien a los biocibernéticos del exterior.
En cualquier caso, poco podía hacer ahora. Debían seguir aparentando normalidad, y hacer caso al supervisor. Seguirlo hasta la factoría era la única opción, y hallar la clave de todo ese enigma allí. Fuera el que fuera.
- Pues vayamos a esa factoría-, contestó al bio con naturalidad,
Luego, con disimulo se pegó a la elfa para pasarle brazo por encima, como si fuera su pareja. Bueno, lo era, pero en este caso tenía un motivo diferente para hacer ese movimiento.
- Nin-, susurró. - Creo que estamos en peligro, pero no te alarmes. Mantén la compostura para que no sospechen-, dijo en el mismo tono, avanzando hacia la salida tras el supervisor, y manteniendo la misma tranquilidad que le pedía. - Me parece que este refugio es toda una farsa. Creada por unos motivos que desconozco para imitar la realidad del exterior-. Acercó sus labios a su mejilla y la besó, y se quedó pegado a ella. - Eso que ha dicho Pipa…-, se calló unos instantes. - Creo que copian a las gentes del exterior. Para luego construirlas aquí como bios del refugio-, terminó de susurrar con disimulo.
Vinc intentó no mostrar mala cara, y sonrió a la profesora mientras corregía los cuestionarios. Luego se guardó la “galleta”, para parecer agradecido, y se volvió a colocar el guante que se había quitado.
La profesora no tardó en comenzar a recitar el veredicto de la prueba, para infortunio de todos. Sí, porque aunque él parecía salir mejor parado de los comentarios de la cibernética, estaba al lado de Lucy y Níniel. Y sus ganas de morir, seguían igual de intactas que sus ganas por ser envenenando. En realidad, iban de la mano, por decirlo de algún modo.
En cualquier caso, esa estúpida e insensible cibernética, no había tenido consideración alguna hacia su persona. Al llamar putas y promiscuas, a las dos señoritas que estaban a su lado. Maldita sea, que se pensaba que estaba haciendo. Cabrear a dos mujeres tan poderosa con él en medio, no era una buena idea. Nunca lo era. Aumentaba las posibilidades de estropear su gran ideal de seguir vivo.
En fin. Bromas aparte. No le había gustado que definiera a sus compañeras de ese modo. Sobre todo a Níniel, a la que amaba tanto. Y no solo porque fuera despectivo, sino porque no se asemejaba a la realidad de ningún modo. Lucy era coqueta, simplemente. Níniel no era promiscua, aunque era normal que le pareciera eso, cuando comparaba a los elfos con palos de madera. Casi parecía que no concibiera la sexualidad para la raza élfica. Y Pipa, aunque se había librado de tan malos comentarios… no creía que fuera para nada, una devota. Para colmo, una devota de una religión que ninguno de ellos conocía, para más inri.
De todos modos no se mostró enfadado. En realidad, ni siquiera le llegó a enfadar, y se lo había tomado con humor. Pues, ¿cómo podía hacerlo? ¿Cómo podía enfadarse con esa profesora? No había que ser muy listo, para darse cuenta de que se comportaba de una forma extraña. Y por extraña no se refería la gente en general, sino a los propios biocibernéticos.
Esa profesora bio era muy rara. Como el cazador que los había guiado, ni más ni menos. No eran como los cibernéticos que había conocido en el pasado. Que no eran como el resto de la gente, pero eran…. ¿más vivos? No sabía si ese era el adjetivo correcto, si valía para definirlo exactamente, pero era algo así. Los bio corrientes, no actuaban como el resto de las personas, pero no estaban tan limitados como la gente de ese refugio. Los exteriores no hacían las cosas de esa manera tan estricta y escueta. Tenían su margen de maniobra para realizar las órdenes que tenían.
Y esa galleta de metal… ¿Para qué demonios hacían comida de metal? Para él estaba claro, que la gente de allí dentro solo era una imitación de los bios de verdad. No solo ellos, sino que todo ese maldito lugar era una farsa. Una obra de teatro que intentaba imitar la realidad.
El problema, es que no podía decirlo de forma abierta, con la presencia de la profesora y los niños. Y menos aún cuando apareció el famoso supervisor. Tendría que esperar para poder compartir sus impresiones con el resto de sus compañeros.
Y del recién llegado, que podía decir. Seguramente, que por lo menos seguía vivo, pues su aspecto daba mucho que desear. Estaba demacrado y le faltaba piel en distintas partes de su rostro, e imaginaba que pasaba lo mismo con el resto de su cuerpo.
Pero solo era su físico lo que daba mala pinta. De mente parecía lúcido, y lo más importante, con carácter. Parecía que tenía una verdadera personalidad, y no era como el resto de cibernéticos de imitación que poblaba el refugio.
No le cabían dudas, de que era un bio más normal que los otros, al escucharlo conversar con Lucy. O al menos, esa sensación tenía. Quizás tuviera la orden de mandar sobre el resto, y no fuera más que un peón más de aquel juego. Sin embargo, de momento, por su forma de hablar y razonas lo tomaría como el artífice de todo aquello.
Imaginaba que se trataba de un biocibernético auténtico, que había perdido la cabeza. Bueno, y dada su apariencia, probablemente la había perdido de manera literal. Partes de ella al menos, eso seguro.
Vinc se levantó del incómodo asiento, y se puso al lado de Pipa. Justo a tiempo para darle un leve codazo a la periodista, cuando terminó de hablar. E inmediatamente después de llamar su atención, le hizo una señal abriendo los ojos como platos, para que tuviera cuidado con lo que decía. Luego volvió a poner su cara habitual cuando el supervisor levantó el rostro de la mesa, después de revisar los cuestionarios que habían realizado instantes antes.
- ¿Usan luberus para crear bocetos de la gente del exterior? Qué curioso, ¿qué sentido tiene hacerlos? - preguntó, aparentando la mayor inocencia posible. - ¿Qué utilidad tiene crear unos planos de personas reales?
Así que el lobo era una trampa para atraerlo, y crear a partir de él, uno de esos cibernéticos de imitación. No sin olvidarse de matarlo en el proceso, o de encerrarlo en una celda para siempre.
Menudo genio estaba hecho. Si las chicas no hubieran llegado por aquel agujero, ahora estaría solo en esa factoría que había mencionado. Sin ninguna posibilidad de salir airoso de algo así.
De todos modos, la situación no era mucho mejor. Pues sabía que sería complicado salir de ese refugio. La enorme puerta que había a la entrada era suficiente prueba de ello. Pero al menos, juntos tenían una posibilidad. Y si aún seguían vivos los habitantes del exterior secuestrados… las vermis tendrían que esperar. Ahora era prioritario salvarlos.
Si es que tenía razón, claro. Y su idea de que todo el refugio era una ciudad inventada por el supervisor era cierta. O por alguien superior a él que no conocían aún. Bien podía estar equivocado, y la razón para todo ese refugio era otra distinta a la que había pensado. Después de todo, no conocía tan bien a los biocibernéticos del exterior.
En cualquier caso, poco podía hacer ahora. Debían seguir aparentando normalidad, y hacer caso al supervisor. Seguirlo hasta la factoría era la única opción, y hallar la clave de todo ese enigma allí. Fuera el que fuera.
- Pues vayamos a esa factoría-, contestó al bio con naturalidad,
Luego, con disimulo se pegó a la elfa para pasarle brazo por encima, como si fuera su pareja. Bueno, lo era, pero en este caso tenía un motivo diferente para hacer ese movimiento.
- Nin-, susurró. - Creo que estamos en peligro, pero no te alarmes. Mantén la compostura para que no sospechen-, dijo en el mismo tono, avanzando hacia la salida tras el supervisor, y manteniendo la misma tranquilidad que le pedía. - Me parece que este refugio es toda una farsa. Creada por unos motivos que desconozco para imitar la realidad del exterior-. Acercó sus labios a su mejilla y la besó, y se quedó pegado a ella. - Eso que ha dicho Pipa…-, se calló unos instantes. - Creo que copian a las gentes del exterior. Para luego construirlas aquí como bios del refugio-, terminó de susurrar con disimulo.
Vincent Calhoun
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Los cuatro invitados sospechaban que las verdaderas intenciones del supervisor no eran buenas. Aquel sentimiento de falsa hospitalidad parecía ser compartido por el grupo en su totalidad, hecho que les haría permanecer alerta.
El caudillo del refugio colocó los brazos a su espalda y escuchó atentamente las palabras que Níniel le dijo. Una serie de halagos que hicieron que éste sonriera con un gesto educado. Su tono cordial tampoco cambió cuando la elfa le preguntó indirectamente acerca de cómo se salía del refugio.
-Efectivamente, señorita Thenidiel. El refugio es inexpugnable. Y no hay necesidad de que ninguno lo evacue ya que aquí tienen todo lo que necesitan. Trabajo, vivienda, familia… ¿Dónde iban a estar mejor que aquí? – Preguntó él, apretando un interruptor que abría la puerta de entrada al aula. Se podía ver la gente hablando y sonriendo. Feliz, en cierto modo. Y aquello era lo que quería mostrar a los visitantes, quizás para transmitirles dudas o deseo. –Evidentemente, si alguno me pidiera marchar se lo permitiría. Pero os sorprendería saber que jamás ninguno lo ha hecho. Son felices aquí. – palabras que, en su sentido literal y estricto, eran ciertas, ya que a través de la puerta se podía ver la alegría la falsa felicidad de “sus creaciones”. Aunque aquella respuesta no terminó de convencer ni a Pipa ni a Lucy, que optaron por permanecer en silencio como Níniel les había indicado.
Una vez el cuarteto de protagonistas aceptó ser guiado hacia la factoría, el supervisor y cuatro guardias los condujeron hasta allí. Durante el trayecto, podrían comprobar que todo esto que había dicho el supervisor era cierto. El mercado, la barbería, el servicio de limpieza de los pasillos, los limpiabotas, las conversaciones de la gente. Todo transcurría con normalidad. Era una sociedad feliz en la que cada uno tenía su papel, incluso se escuchaba a gente ser llamada como “Ciudadano número 12”, cuya función era simplemente la de ser meros transeúntes y ofrecer conversación y dar ambiente al lugar. Toda aquella laberíntica estructura metálica excavada en roca formaba una sociedad idílica: Sin crimen, sin violencia, sin corrupción. Todo lo que la gente “del exterior” ha querido siempre tenía su representación allí. El refugio era un lugar donde reinaba la paz, la igualdad y la felicidad, Donde todo el mundo tenía trabajo, donde no existían las clases sociales ni la discriminación. Justamente lo que muchos teólogos describirían como "el mundo ideal". ¿Pero a costa de qué? No tardarían en averiguarlo.
Después de varios minutos de camino y giros verticales y bruscos, el supervisor terminó abriendo una nueva puerta de la que llegó una corriente de aire fría. Se detuvo y aguardó con una sonrisa a que los invitados accedieran en primer lugar y, una vez estuvieron todos dentro, guardias incluidos, cerró la puerta y la bloqueó.
-Bienvenidos a la factoría. – dijo el supervisor. La temperatura allí, sin llegar a ser congelante, era mucho menor que en el resto del refugio. Y ello se debía al mayor tamaño de la estancia, con forma de anillo, de la que únicamente era posible andar por el perímetro del mismo, pues en el centro había un enorme agujero o sumidero del que provenían los gritos metálicos que habían escuchado antes. Ahora mucho más estruendosos por la proximidad. – El famoso argentavis tiene que estar ahí abajo. – susurró Pipa con una cara de circunstancias. No parecía algo “pequeño” a decir por los ruidos que emitía.
El anillo perimetral, que era la zona recorrible, estaba compuesto por sillas biocibernéticas de múltiples brazos. Lo que probablemente fueran las “máquinas que construían las creaciones del supervisor”. Y las paredes del anillo eran en sí cámaras de vidrio translúcidas, repletas de agua en su interior, a modo de acuario, donde se encontraban nadando cientos de vermis. El “ingrediente” que faltaba al grupo para completar la poción con la que esperaban revitalizar al inquisidor. Mas no eran las propiedades alquímicas la que aprovechaba el supervisor, sino otra, y es que de aquella especie de piscina improvisada se podían ver chispas salir de estas criaturas, generando “rayos” que suministraban energía de algún modo al ser que había abajo, y probablemente también a las sillas o, en general, al refugio. Aquello era algo que aún no se había inventado pero que, muchísimos años después, se llamaría “electricidad”, en aquel caso producida de manera natural por las vermis. El funcionamiento escapaba al conocimiento de los visitantes e incluso del propio supervisor, probablemente porque el refugio fuese construido incluso antes de la llegada de éste, por los primeros biocibernéticos. ¿Cuántos lugares así habría en Aerandir?
-Como ven, tenemos un buen surtido de vermis. – comentó, acercándose a una de las múltiples sillas que rodeaban el agujero central y conectaban a la piscina de las vermis, cada una contaba con una especie de palancas con las que el supervisor ajustaba números y escribía letras. El grupo, o al menos Pipa, se acercó a ver qué era lo que hacía. – No tenemos ningún inconveniente en obsequiarles con algunas de ellas. ¿Cuántas necesitan? – preguntó con educación, sin mirar, al ritmo que escribía sobre una silla la palabra “Meretriz número 1”, y cambiaba de asiento. Algo que mosqueó a Pipa.
-Como dijo Níniel, con dos o tres bastarán. Veo que cuentan ustedes con una buena colección. – contestó Lucy, seria y cada vez más nerviosa. Había visto lo que había puesto ahí. El supervisor, en una segunda silla igual que la primera, volvió a escribir, pero esta vez puso: “empleada del asilo número 6”. – Por supuesto, milady. Mis guardias las traerán ahora mismo. Pero me gustaría que vieran una cosa antes. Señoritas Thenidiel y Fireheart, ¿por qué no se relajan y van tomando asiento? – preguntó a Níniel y Lucy. Pipa, que no sabía si la elfa había visto lo que puso en el cartel, les hizo un gesto de negación con la cabeza, disimulando, sin ser vista.
Lucy permaneció en silencio, dejando que Níniel fuese la que contestara al supervisor, que ya estaba en la cuarta silla escribiendo “espía número 3” y se acercó a Vincent al que golpeó en el brazo con compenetración, los dos constituían el potencial ofensivo del grupo. Los nervios estaban cada vez más palpables y los cuatro integrantes se intercambiaban miradas y gestos nerviosos como diciendo “¿qué hacemos?”. Ninguno se había pronunciado respecto a lo que estaba haciendo el supervisor aunque sus planes parecían bastante claros, pero, ¿serían los invitados quienes tirasen la primera piedra?
-¿Y bien, señores, van a tomar asiento? Les traeremos algo para picar. Habrán tenido un día muy duro. - preguntó, de nuevo, con una muy poco creíble sonrisa.
* * * * * * * *
Ahora conocéis cómo se producen los biocibernéticos, que en su origen, fueron humanos. Los inofensivos luberus atraen curiosos al refugio, donde son sometidos al test de personalidad y llevados a la factoría. Los asientos, conectados al sistema de energía de las vermis, se encargan de lavar el cerebro de los que se sientan en ellos utilizando una descarga eléctrica, reprogramando los cerebros para hacerles ocupar una función dentro del refugio para la eternidad.
Después de una misión más o menos tranquila, llega el combate final. Imagino que no querréis quedaros a vivir allí, así que tendréis que combatir contra el supervisor y los cuatro guardias. Ellos usarán ataques cuerpo a cuerpo. Ambos tendréis que lanzar una runa.
Podéis manejar a Lucy y a Pipa. Debéis defender a esta última. La runa de Níniel irá vinculada a ella misma y a Pipa, mientras que la de Vincent, a Lucy.
Adicionalmente, hay unos cables que conectan el sistema de vermis con un panel central en el que se puede leer la palabra “Devorahombres” y que luego descienden por el enorme hueco central hasta donde se escuchan los gritos guturales. Tendréis que elegir si:
El caudillo del refugio colocó los brazos a su espalda y escuchó atentamente las palabras que Níniel le dijo. Una serie de halagos que hicieron que éste sonriera con un gesto educado. Su tono cordial tampoco cambió cuando la elfa le preguntó indirectamente acerca de cómo se salía del refugio.
-Efectivamente, señorita Thenidiel. El refugio es inexpugnable. Y no hay necesidad de que ninguno lo evacue ya que aquí tienen todo lo que necesitan. Trabajo, vivienda, familia… ¿Dónde iban a estar mejor que aquí? – Preguntó él, apretando un interruptor que abría la puerta de entrada al aula. Se podía ver la gente hablando y sonriendo. Feliz, en cierto modo. Y aquello era lo que quería mostrar a los visitantes, quizás para transmitirles dudas o deseo. –Evidentemente, si alguno me pidiera marchar se lo permitiría. Pero os sorprendería saber que jamás ninguno lo ha hecho. Son felices aquí. – palabras que, en su sentido literal y estricto, eran ciertas, ya que a través de la puerta se podía ver la alegría la falsa felicidad de “sus creaciones”. Aunque aquella respuesta no terminó de convencer ni a Pipa ni a Lucy, que optaron por permanecer en silencio como Níniel les había indicado.
Una vez el cuarteto de protagonistas aceptó ser guiado hacia la factoría, el supervisor y cuatro guardias los condujeron hasta allí. Durante el trayecto, podrían comprobar que todo esto que había dicho el supervisor era cierto. El mercado, la barbería, el servicio de limpieza de los pasillos, los limpiabotas, las conversaciones de la gente. Todo transcurría con normalidad. Era una sociedad feliz en la que cada uno tenía su papel, incluso se escuchaba a gente ser llamada como “Ciudadano número 12”, cuya función era simplemente la de ser meros transeúntes y ofrecer conversación y dar ambiente al lugar. Toda aquella laberíntica estructura metálica excavada en roca formaba una sociedad idílica: Sin crimen, sin violencia, sin corrupción. Todo lo que la gente “del exterior” ha querido siempre tenía su representación allí. El refugio era un lugar donde reinaba la paz, la igualdad y la felicidad, Donde todo el mundo tenía trabajo, donde no existían las clases sociales ni la discriminación. Justamente lo que muchos teólogos describirían como "el mundo ideal". ¿Pero a costa de qué? No tardarían en averiguarlo.
Después de varios minutos de camino y giros verticales y bruscos, el supervisor terminó abriendo una nueva puerta de la que llegó una corriente de aire fría. Se detuvo y aguardó con una sonrisa a que los invitados accedieran en primer lugar y, una vez estuvieron todos dentro, guardias incluidos, cerró la puerta y la bloqueó.
-Bienvenidos a la factoría. – dijo el supervisor. La temperatura allí, sin llegar a ser congelante, era mucho menor que en el resto del refugio. Y ello se debía al mayor tamaño de la estancia, con forma de anillo, de la que únicamente era posible andar por el perímetro del mismo, pues en el centro había un enorme agujero o sumidero del que provenían los gritos metálicos que habían escuchado antes. Ahora mucho más estruendosos por la proximidad. – El famoso argentavis tiene que estar ahí abajo. – susurró Pipa con una cara de circunstancias. No parecía algo “pequeño” a decir por los ruidos que emitía.
El anillo perimetral, que era la zona recorrible, estaba compuesto por sillas biocibernéticas de múltiples brazos. Lo que probablemente fueran las “máquinas que construían las creaciones del supervisor”. Y las paredes del anillo eran en sí cámaras de vidrio translúcidas, repletas de agua en su interior, a modo de acuario, donde se encontraban nadando cientos de vermis. El “ingrediente” que faltaba al grupo para completar la poción con la que esperaban revitalizar al inquisidor. Mas no eran las propiedades alquímicas la que aprovechaba el supervisor, sino otra, y es que de aquella especie de piscina improvisada se podían ver chispas salir de estas criaturas, generando “rayos” que suministraban energía de algún modo al ser que había abajo, y probablemente también a las sillas o, en general, al refugio. Aquello era algo que aún no se había inventado pero que, muchísimos años después, se llamaría “electricidad”, en aquel caso producida de manera natural por las vermis. El funcionamiento escapaba al conocimiento de los visitantes e incluso del propio supervisor, probablemente porque el refugio fuese construido incluso antes de la llegada de éste, por los primeros biocibernéticos. ¿Cuántos lugares así habría en Aerandir?
- La factoría:
No he encontrado imágenes que se parezcan, pero el escenario que imagino sería más o menos así. Evidentemente no tan "futurista". Excavado en roca, con vermis nadando en una especie de acuario en las paredes laterales y varios cables conectados a unas sillas que estarían dispuestas alrededor del anillo
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-Como ven, tenemos un buen surtido de vermis. – comentó, acercándose a una de las múltiples sillas que rodeaban el agujero central y conectaban a la piscina de las vermis, cada una contaba con una especie de palancas con las que el supervisor ajustaba números y escribía letras. El grupo, o al menos Pipa, se acercó a ver qué era lo que hacía. – No tenemos ningún inconveniente en obsequiarles con algunas de ellas. ¿Cuántas necesitan? – preguntó con educación, sin mirar, al ritmo que escribía sobre una silla la palabra “Meretriz número 1”, y cambiaba de asiento. Algo que mosqueó a Pipa.
-Como dijo Níniel, con dos o tres bastarán. Veo que cuentan ustedes con una buena colección. – contestó Lucy, seria y cada vez más nerviosa. Había visto lo que había puesto ahí. El supervisor, en una segunda silla igual que la primera, volvió a escribir, pero esta vez puso: “empleada del asilo número 6”. – Por supuesto, milady. Mis guardias las traerán ahora mismo. Pero me gustaría que vieran una cosa antes. Señoritas Thenidiel y Fireheart, ¿por qué no se relajan y van tomando asiento? – preguntó a Níniel y Lucy. Pipa, que no sabía si la elfa había visto lo que puso en el cartel, les hizo un gesto de negación con la cabeza, disimulando, sin ser vista.
Lucy permaneció en silencio, dejando que Níniel fuese la que contestara al supervisor, que ya estaba en la cuarta silla escribiendo “espía número 3” y se acercó a Vincent al que golpeó en el brazo con compenetración, los dos constituían el potencial ofensivo del grupo. Los nervios estaban cada vez más palpables y los cuatro integrantes se intercambiaban miradas y gestos nerviosos como diciendo “¿qué hacemos?”. Ninguno se había pronunciado respecto a lo que estaba haciendo el supervisor aunque sus planes parecían bastante claros, pero, ¿serían los invitados quienes tirasen la primera piedra?
-¿Y bien, señores, van a tomar asiento? Les traeremos algo para picar. Habrán tenido un día muy duro. - preguntó, de nuevo, con una muy poco creíble sonrisa.
* * * * * * * *
Ahora conocéis cómo se producen los biocibernéticos, que en su origen, fueron humanos. Los inofensivos luberus atraen curiosos al refugio, donde son sometidos al test de personalidad y llevados a la factoría. Los asientos, conectados al sistema de energía de las vermis, se encargan de lavar el cerebro de los que se sientan en ellos utilizando una descarga eléctrica, reprogramando los cerebros para hacerles ocupar una función dentro del refugio para la eternidad.
Después de una misión más o menos tranquila, llega el combate final. Imagino que no querréis quedaros a vivir allí, así que tendréis que combatir contra el supervisor y los cuatro guardias. Ellos usarán ataques cuerpo a cuerpo. Ambos tendréis que lanzar una runa.
Podéis manejar a Lucy y a Pipa. Debéis defender a esta última. La runa de Níniel irá vinculada a ella misma y a Pipa, mientras que la de Vincent, a Lucy.
Adicionalmente, hay unos cables que conectan el sistema de vermis con un panel central en el que se puede leer la palabra “Devorahombres” y que luego descienden por el enorme hueco central hasta donde se escuchan los gritos guturales. Tendréis que elegir si:
- Utilizáis a Lucy para destruir el acuario de vermis. Lo que os permitirá tomar algunas en el próximo turno.
- Utilizáis antes a Pipa para cambiar la palabra “devorahombres” por otra que consideréis (la suerte influirá en esta acción) y luego destruis el acuario de vermis.
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
-Eso parece, pero necesitamos esas vermis. Creo que no solo la copian si no que nuestros predecesores no salieron de su visita a esa factoría, al menos no como entraron.- Respondió la joven peliblanca a los íntimos susurros que Vincent compartía con su boca casi rozando sus sensibles orejas y recordando las palabras de Pipa del parecido de la maestra 5 con la maestra desaparecida del pueblo. -Llevo concentrando éter desde que entramos, preparada para apoyaros ante cualquier eventualidad. Pensaba que eran Bios como los de Verisar pero...- Dejó el resto de la frase en el aire pues a buen entendedor pocas palabras bastan, y el brujo por las suyas parecía no pensar de manera muy diferente a ella en esos momentos.
Galletas y productos diversos de metal que los bios en buena parte humanos no podrían consumir y que sin embargo se vendían en múltiples puestos e incluso se usaban socialmente a pesar de ello; asilos de ancianos, espías, lupanares, una religión diferente con un dios en proceso de fabricación; funciones meramente estéticas como la de noble que viendo el funcionamiento de aquel lugar implicaba la existencia de posiciones superfluas y que nada aportaban al conjunto, extremas y disfuncionales limitaciones en el resto...Vincent tenía razón, parecía una sociedad como la del exterior pero artificial, con funciones que en aquel refugio resultaban del todo innecesarias y que en un pueblo normal serían suprimidas al no ser útiles. El tipo de sociedad que generaba unas vacantes que necesitaban cubrir de manera desesperada...
-Ya veo, efectivamente están mejor aquí abajo. Parecen felices, cada uno con su lugar en la vida, lo que todos buscan con tanto ahínco y pocos logran. Incluso a mi me gustaría quedarme aquí...No me desagrada la función que el test indicó adecuada para mi.- Fue lo siguiente que la peliblanca dijo en respuesta a las palabras del supervisor, siguiéndole la corriente mientras avanzaban por el refugio, tratando de ese modo de aumentar sus opciones si la situación finalmente acababa como su intuición señalaba.
Aquel hojalata, como ya hiciera el cazador 2 en las cercanías del refugio, no había respondido a la pregunta concreta que Níniel había formulado. Ella quería saber el modo de salir, no si alguién tendría motivos para hacerlo, ya sabía la respuesta a eso...Aunque quizá a pesar de sus palabras evasivas sí que hubiese respondido a pesar de todo, involuntariamente.
El bio tenía razón al señalar que nadie de allí parecía albergar resentimiento o dudas, y aunque la palabras "feliz" no parecía encajar demasiado con aquellos gestos huecos y sus miradas vacías, no se podía decir que aquellos extraños bios estuvieran descontentos, aunque nadie se atrevería a juzgar una sociedad tras solo unos minutos de haberla conocido, claro. No obstante, si nadie había "querido" nunca salir de allí, nadie había tenido nunca la necesidad de implementar medidas de seguridad para evitar dicha salida. En otras palabras, si el cazador 2 había abierto la puerta para entrar sin dificultad...la salida debía de ser igual de sencilla salvo por la seguridad...¿Intentarían todos los habitantes de aquel refugio detenerlos si huían o solo aquellos de nombre "guardia"?
En cualquier caso, y a pesar de que el refugio era más grande de lo que Níniel había imaginado y les llevó algunos minutos llegar hasta su destino, terminaron llegando hasta la ya famosa "factoría". Entraron todos a ella y el supervisor cerró la puerta tras ellos de un modo que a la peliblanca le llamó la atención. Habían cruzado muchas puertas en su camino y todas tenían una lucecita verde al lado del botón que las abría o cerraba, sin embargo aquella lucecita cambio del color verde al rojo cuando se cerró en aquella ocasión, un contraste que la sacerdotisa interpretó como que, a diferencia de con la luz verde, ya no se abriría. No sin una llave o...Lo que fuera que usaban allí para abrir una puerta con el cerrojo echado. Parecía que el supervisor ya había puesto en marcha su plan fuera el que fuese...
Aquel lugar le pondría los pelos de punta a cualquiera. Era frío y estéril. Un gran foso circular ocupaba su centro y parecía ser el lugar donde reposaba, o mejor dicho se agitaba aquel argentavis, instando a todos a no acercarse al borde por precaución. Alrededor había una serie de extraños asientos de metal llenos de cables, de colores algunos, metálicos otros. Los de color conectaban diferentes partes de los propios asientos como si de tendones se tratara, mientras que los metálicos salían de ellos y llegaban hasta las grandes paredes de cristal que rodeaban todo el lugar y tras las cuales había una enorme cantidad de vermis, iguales a las de su libro, nadando en una ingente cantidad de agua u otro líquido similar. Era como si de algún modo estuvieran bajo el mar, protegidos y separados de morir ahogados únicamente por un gran ventanal. Hermoso y aterrador al mismo tiempo.
-Oh, vaya...- Exclamó la peliblanca tocando aquel cristal con la palma de su mano sin saber muy bien qué decir exactamente. ¿Cómo podía un simple cristal soportar tanta presión? ¿Era magia? ¿Runas quizá? No percibía nada de eso. ¿Por qué tenían a las vermis allí? Todos los cables metálicos, los de las sillas y otros más gruesos que se perdían en el foso salían de allí. Habían dicho que las necesitaban para sus creaciones...¿Acaso usaban la energía natural que emanaban en forma de rayos? ¿Cómo? Níniel podía hacerlo, podía reunir el éter, la esencia de los dioses, en torno a ella y aprovecharlo como cualquier elfo o brujo, pero ¿cómo lo hacían los bios? ¿Qué eran todas esas pantallas luminosas que había por todas partes y donde parecía que se podía escribir mediante una serie de botones con letras grabadas? ¿Qué indicaban todas esas luces parpadeantes? ¿Qué pasaría si pulsaba alguno de aquellos botones? Uno de aquel panel aparentemente especial por su tamaño y posición privilegiada en cuya pantalla podía leerse "comehombres" quizá.
Por desgracia la situación no era la adecuada para saciar su curiosidad. El supervisor, que seguía tratándoles como si fueran estúpidos y no se hubieran percatado de sus intenciones, seguía a lo suyo, haciendo sus preparativos sin tapujos y sin tratar de ocultarse o disimular en lo más mínimo. ¿Pensaba que no sabían leer quizá? Pues sabían. ¿Pensaba que no se había dado cuenta de que había bloqueado la puerta con ellos dentro o que no sospechaba nada? Craso error y con ello les había revelado todo su plan.
Debía de ser así cómo creaba a sus "bios". Los forasteros se sentaban en esas extrañas sillas, él escribía la función que querían que realizaran y, de algún modo, la tecnología de los humanos de la tierra los dejaba como al cazador 2, a la maestra 5 y al ciudadano 12...Debía de funcionar de algún modo parecido a la voz de algunos de los más poderosos vampiros, capaces de hacer que otros pierdan incluso su propia voluntad y obedezcan sus órdenes, algo realmente repugnante. ¿Seguían siendo humanos pero manipulados mentalmente sus víctimas? No lo sabía. ¿Luego les hacían algo más? Averiguar eso último era algo para lo que Níniel no pensaba ofrecerse como cobaya. Ya sabían dónde estaban las vermis, había llegado el momento de hacer algo con aquel supervisor y con todo lo que estaba ocurriendo en aquel refugio.
-¿Asiento?. Sí claro...En este supongo...Aquí pone "Empleada del asilo 6", debo ser yo ya que Lucy es la meretriz 1...Lo cierto es que en el exterior soy sacerdotisa. Creo que cumpliría mejor ese cometido que Pipa.- Dijo acercándose a la humana de manera casual para no alertar al supervisor de que estaba tramando algo. -No hace falta que me sirva nada, gracias, tengo mi propia bebida.- Añadió a continuación sacando de su bolsa una poción de intelecto superior y bebiéndola de un trago antes de bendecir a Pipa y a sí misma con una mayor destreza y a Vincent y a Lucy con un más que notable incremento de sus capacidades mágicas para finalmente aplicar con la gracia del dios solar a todos ellos. Entonces comenzó a retroceder con Pipa tras ella hasta aquel panel importante que no estaba conectado a las sillas si no al gran foso.
-Ya sabes como funcionan esos paneles...Ese está conectado a lo que sea que hay allí abajo...¿Qué tal si en vez de eso escribes..Esclavo de Níniel?.- Propuso mientras que los guardias del supervisor se lanzaban a por ellas dispuestos a hacerlas pedazos antes que a permitir que manipularan a su deidad o que desobedecieran a su supervisor. Pero en ese momento Níniel las envolvió a ambas con su barrera protectora de luz pura.
-Espero que no os desagrade el calor...Porque aquí se va a desatar el infierno.- Les dijo mientras veía como aporreaban la barrera en vano y percibía como sus compañeros brujos se preparaban para algo grande.
Níniel toma su poción de intelecto superior. Pipa y Níniel reciben Estrella fugaz y quedan protegidas por Santuario. Vincent y Lucy se benefician de intelecto arcano. Los 4 reciben Furia de Anar y Níniel usa sus dos cargas para reiniciar el cd de Intelecto arcano y Santuario.Galletas y productos diversos de metal que los bios en buena parte humanos no podrían consumir y que sin embargo se vendían en múltiples puestos e incluso se usaban socialmente a pesar de ello; asilos de ancianos, espías, lupanares, una religión diferente con un dios en proceso de fabricación; funciones meramente estéticas como la de noble que viendo el funcionamiento de aquel lugar implicaba la existencia de posiciones superfluas y que nada aportaban al conjunto, extremas y disfuncionales limitaciones en el resto...Vincent tenía razón, parecía una sociedad como la del exterior pero artificial, con funciones que en aquel refugio resultaban del todo innecesarias y que en un pueblo normal serían suprimidas al no ser útiles. El tipo de sociedad que generaba unas vacantes que necesitaban cubrir de manera desesperada...
-Ya veo, efectivamente están mejor aquí abajo. Parecen felices, cada uno con su lugar en la vida, lo que todos buscan con tanto ahínco y pocos logran. Incluso a mi me gustaría quedarme aquí...No me desagrada la función que el test indicó adecuada para mi.- Fue lo siguiente que la peliblanca dijo en respuesta a las palabras del supervisor, siguiéndole la corriente mientras avanzaban por el refugio, tratando de ese modo de aumentar sus opciones si la situación finalmente acababa como su intuición señalaba.
Aquel hojalata, como ya hiciera el cazador 2 en las cercanías del refugio, no había respondido a la pregunta concreta que Níniel había formulado. Ella quería saber el modo de salir, no si alguién tendría motivos para hacerlo, ya sabía la respuesta a eso...Aunque quizá a pesar de sus palabras evasivas sí que hubiese respondido a pesar de todo, involuntariamente.
El bio tenía razón al señalar que nadie de allí parecía albergar resentimiento o dudas, y aunque la palabras "feliz" no parecía encajar demasiado con aquellos gestos huecos y sus miradas vacías, no se podía decir que aquellos extraños bios estuvieran descontentos, aunque nadie se atrevería a juzgar una sociedad tras solo unos minutos de haberla conocido, claro. No obstante, si nadie había "querido" nunca salir de allí, nadie había tenido nunca la necesidad de implementar medidas de seguridad para evitar dicha salida. En otras palabras, si el cazador 2 había abierto la puerta para entrar sin dificultad...la salida debía de ser igual de sencilla salvo por la seguridad...¿Intentarían todos los habitantes de aquel refugio detenerlos si huían o solo aquellos de nombre "guardia"?
En cualquier caso, y a pesar de que el refugio era más grande de lo que Níniel había imaginado y les llevó algunos minutos llegar hasta su destino, terminaron llegando hasta la ya famosa "factoría". Entraron todos a ella y el supervisor cerró la puerta tras ellos de un modo que a la peliblanca le llamó la atención. Habían cruzado muchas puertas en su camino y todas tenían una lucecita verde al lado del botón que las abría o cerraba, sin embargo aquella lucecita cambio del color verde al rojo cuando se cerró en aquella ocasión, un contraste que la sacerdotisa interpretó como que, a diferencia de con la luz verde, ya no se abriría. No sin una llave o...Lo que fuera que usaban allí para abrir una puerta con el cerrojo echado. Parecía que el supervisor ya había puesto en marcha su plan fuera el que fuese...
Aquel lugar le pondría los pelos de punta a cualquiera. Era frío y estéril. Un gran foso circular ocupaba su centro y parecía ser el lugar donde reposaba, o mejor dicho se agitaba aquel argentavis, instando a todos a no acercarse al borde por precaución. Alrededor había una serie de extraños asientos de metal llenos de cables, de colores algunos, metálicos otros. Los de color conectaban diferentes partes de los propios asientos como si de tendones se tratara, mientras que los metálicos salían de ellos y llegaban hasta las grandes paredes de cristal que rodeaban todo el lugar y tras las cuales había una enorme cantidad de vermis, iguales a las de su libro, nadando en una ingente cantidad de agua u otro líquido similar. Era como si de algún modo estuvieran bajo el mar, protegidos y separados de morir ahogados únicamente por un gran ventanal. Hermoso y aterrador al mismo tiempo.
-Oh, vaya...- Exclamó la peliblanca tocando aquel cristal con la palma de su mano sin saber muy bien qué decir exactamente. ¿Cómo podía un simple cristal soportar tanta presión? ¿Era magia? ¿Runas quizá? No percibía nada de eso. ¿Por qué tenían a las vermis allí? Todos los cables metálicos, los de las sillas y otros más gruesos que se perdían en el foso salían de allí. Habían dicho que las necesitaban para sus creaciones...¿Acaso usaban la energía natural que emanaban en forma de rayos? ¿Cómo? Níniel podía hacerlo, podía reunir el éter, la esencia de los dioses, en torno a ella y aprovecharlo como cualquier elfo o brujo, pero ¿cómo lo hacían los bios? ¿Qué eran todas esas pantallas luminosas que había por todas partes y donde parecía que se podía escribir mediante una serie de botones con letras grabadas? ¿Qué indicaban todas esas luces parpadeantes? ¿Qué pasaría si pulsaba alguno de aquellos botones? Uno de aquel panel aparentemente especial por su tamaño y posición privilegiada en cuya pantalla podía leerse "comehombres" quizá.
Por desgracia la situación no era la adecuada para saciar su curiosidad. El supervisor, que seguía tratándoles como si fueran estúpidos y no se hubieran percatado de sus intenciones, seguía a lo suyo, haciendo sus preparativos sin tapujos y sin tratar de ocultarse o disimular en lo más mínimo. ¿Pensaba que no sabían leer quizá? Pues sabían. ¿Pensaba que no se había dado cuenta de que había bloqueado la puerta con ellos dentro o que no sospechaba nada? Craso error y con ello les había revelado todo su plan.
Debía de ser así cómo creaba a sus "bios". Los forasteros se sentaban en esas extrañas sillas, él escribía la función que querían que realizaran y, de algún modo, la tecnología de los humanos de la tierra los dejaba como al cazador 2, a la maestra 5 y al ciudadano 12...Debía de funcionar de algún modo parecido a la voz de algunos de los más poderosos vampiros, capaces de hacer que otros pierdan incluso su propia voluntad y obedezcan sus órdenes, algo realmente repugnante. ¿Seguían siendo humanos pero manipulados mentalmente sus víctimas? No lo sabía. ¿Luego les hacían algo más? Averiguar eso último era algo para lo que Níniel no pensaba ofrecerse como cobaya. Ya sabían dónde estaban las vermis, había llegado el momento de hacer algo con aquel supervisor y con todo lo que estaba ocurriendo en aquel refugio.
-¿Asiento?. Sí claro...En este supongo...Aquí pone "Empleada del asilo 6", debo ser yo ya que Lucy es la meretriz 1...Lo cierto es que en el exterior soy sacerdotisa. Creo que cumpliría mejor ese cometido que Pipa.- Dijo acercándose a la humana de manera casual para no alertar al supervisor de que estaba tramando algo. -No hace falta que me sirva nada, gracias, tengo mi propia bebida.- Añadió a continuación sacando de su bolsa una poción de intelecto superior y bebiéndola de un trago antes de bendecir a Pipa y a sí misma con una mayor destreza y a Vincent y a Lucy con un más que notable incremento de sus capacidades mágicas para finalmente aplicar con la gracia del dios solar a todos ellos. Entonces comenzó a retroceder con Pipa tras ella hasta aquel panel importante que no estaba conectado a las sillas si no al gran foso.
-Ya sabes como funcionan esos paneles...Ese está conectado a lo que sea que hay allí abajo...¿Qué tal si en vez de eso escribes..Esclavo de Níniel?.- Propuso mientras que los guardias del supervisor se lanzaban a por ellas dispuestos a hacerlas pedazos antes que a permitir que manipularan a su deidad o que desobedecieran a su supervisor. Pero en ese momento Níniel las envolvió a ambas con su barrera protectora de luz pura.
-Espero que no os desagrade el calor...Porque aquí se va a desatar el infierno.- Les dijo mientras veía como aporreaban la barrera en vano y percibía como sus compañeros brujos se preparaban para algo grande.
Última edición por Níniel Thenidiel el Miér Ene 04 2017, 20:21, editado 2 veces (Razón : La habilidad de furia de Anar no estaba bien usada.)
Níniel Thenidiel
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
El miembro 'Níniel Thenidiel' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
El tipo destartalado, había contestado a Níniel sobre la seguridad del lugar, y se había enorgullecido de vivir en un refugio con una alta seguridad. Donde además, todos sus habitantes eran felices de vivir allí. Y al rubio no le cabía duda que decía la verdad en ambas afirmaciones.
Ese sitio estaba construido bajo tierra, y como no tuviera otra salida alternativa a la que habían usado para entrar, estaba claro que era tan inexpugnable como se había jactado el supervisor de decir. Aunque, quizás, ese exceso de confianza por la seguridad, haría que no fuera tan difícil como parecía salir del refugio.
Allí dentro, todos los habitantes tenían una función. Cazador, profesora, espía, y seguramente un largo etcétera de oficios. Pero imaginaba que todos serían como los biocibernéticos que habían conocido. Es decir, que no se saldrían un milímetro de aquello para lo que habían sido diseñados.
Los niños solo tenían que ir a la escuela y hacer como que estudiaban, para luego tener la vida que se suponía en un niño. La profesora enseñarles. El cazador ir a cazar. Así que suponía que habría soldados cuya función era defender el lugar. Sin embargo, esta tarea sería algo exclusivo de ellos, como ocurría con el resto de profesiones. Así que para salir de allí, solo tendrían que enfrentarse a la guardia del refugio. Solamente a ellos, porque los demás seguirían con sus vidas “felices”, como si nada a su alrededor estuviera pasando.
Al menos, esa era la teoría que había creado en su mente. Y después de haber intuido que los cibernéticos de ese refugio eran falsas imitaciones de bios, solo podía concentrarse en esa idea sin divagar más. Si la poca autonomía que tenían los sujetos de ese sitio, lo había hecho reflexionar de ese modo, el siguiente paso en su cabeza había sido sencillo por ello mismo. No le había costado imaginar que solamente tendrían que luchar contra los soldados del refugio. Simplemente esperaba que no fueran un número demasiado elevado.
Y de la segunda respuesta del supervisor, que podía decir, salvo que también era cierta. De un modo tenebroso, y que distaba mucho de tranquilizar a cualquier persona que caminara, como él hacía, hacia esa dichosa factoría. A fin y al cabo, ¿cómo no iban a ser felices, unas personas creadas exclusivamente para serlo? Unos cibernéticos que no albergaban crítica alguna en su mente, y que estaban totalmente entregados a su dios creador. El supervisor. Sometidos por este, que los trataba con la condescendencia propia con la que un padre hablaba a un hijo, y todo mezclado con una naturalidad que rayaba lo mezquino. Como si fuera lo más normal del mundo que todo fuera así. Que todo funcionara así.
Había visto cosas malas a lo largo de su vida. Pero algo como aquello…. Nunca había contemplado tal maldad.
Tantas cosas bonitas destruidas. La libertad de expresión, el honor, el amor. Todo derribado en alas de una falsa felicidad, envuelta en un muro metálico de seguridad. De que valía vivir seguro, repitiendo día a día unas acciones escritas a fuego dentro de la cabeza, cuando todo lo demás se perdía. Cuando esas acciones no se hacían por elección, sino por imposición.
Allí no había ladrones ni asesinos. Estafadores y toda la calaña que vivían en el exterior, y que inevitablemente siempre existirían en un mundo libre. Pero destruir tantas cosas buenas por seguridad y falsa felicidad era aún peor. En ese refugio podían hacer muchas cosas distintas, pero la más importante de todas no la hacían. En el refugio ciento nueve nadie vivía, solo existían.
Y respecto al supervisor. No sabía que pensar de él, y por qué había hecho todo esto. Si por un ansia megalómana de controlarlo todo y a todos. O por un ferviente deseo de crear un lugar perfecto en aquel mundo tan imperfecto. Puede que simplemente tuviera la aspiración de crear un mundo mejor, de acercar esa utopía de impecable felicidad y seguridad a todas las personas.
Era imposible saberlo. Pero de lo que si podía estar seguro, era que el supervisor había errado por completo, si buscaba construir una utopía en el mundo terrenal. Ese no era el camino a un mundo mejor.
Al menos esos pensamientos, le hicieron más corto y llevadero el camino hasta la factoría. Mucho mejor que pensar en todas las horribles cosas que le tendría preparado el supervisor en ese sitio cuando llegaran.
- Sí, he llegado a la misma conclusión-, contestó en tono bajo a Níniel, pues no había olvidado contestarle durante todo el camino. Simplemente esperaba el momento oportuno para hacerlo.
Algo que no podía decir igualmente del hacedor de aquel lugar, ya que se había olvidado por completo de contestarte a su pregunta por el luberus. Bueno, más que olvidarse, había pasado de su culo como el comer. ¿Es que acaso necesitaba tetas como sus compañeras para que le respondiera? No, no era eso. Suponía, que no le había contestado porque la respuesta a su pregunta era comprometedora. Que otro motivo podía tener hacer planos de la gente, salvo para hacer copias de estas personas con ellos. Pero por esa misma razón se la había hecho. El supervisor tendría que haber hilado una mentira apropiada rápidamente… o no hacerle caso, como había optado. No haberle respondido, era una contestación en sí misma. Y que no debía alejarse demasiado de lo que ya pensaba que hacía el supervisor ahí abajo.
- Has hecho bien en prepararte. La cosa va a ponerse fea-, terminó de decirle a su querida elfa, antes de pasar al interior
Sus peores presentimientos no tardaron en hacerse realidad, cuando el creador del refugio cerró la puerta al entrar. Algo que no había hecho con anterioridad, pero que no perdió el tiempo en hacer nada más llegar al sitio clave. Y había dicho que podían irse cuando quisieran. Que mentirosillo era este supervisor, se permitió bromear mentalmente, pues no era algo que no supiera de antes de entrar en la factoría. Si algo sobraba en el refugio, era mentira.
El brujo se mantuvo impasible. Manteniendo la calma y una fingida naturalidad como había hecho desde que sospechara de las intenciones de los habitantes del refugio. O ahora, que ya estaba bastante claro, debería decir de las intenciones del supervisor, que era quien llevaba la voz cantante en todo aquello.
Incluso con lo extraño que era la factoría, siguió manteniendo su carácter tranquilo y sereno. Los ruidos del argentavis eran espeluznantes. Y era muy curioso, la especie de estanque de cristal, que contenían las vermis mientras estas chisporroteaban. Fue inevitable, recordar en ese momento a su madre y a su hermana, cuando creaban sus descargas mágicas. Aunque evidentemente, el uso que le daban allí, era algo totalmente distinto al que haría un tensai de aire con el éter. ¿Para qué demonios servirían esas vermis en ese estado?
Era una pregunta que deseaba poder responder. Un enigma que le encantaría indagar. Pues su carácter curioso, le instaba siempre a leer, descubrir o investigar, cualquier cosa referente al éter, a los arcanos, o incluso a culturas extranjeras y la historia que tanto le apasionaba.
Pero desgraciadamente, no era el momento para ello. No con ese supervisor chiflado rondando por allí. Y menos aún cuando Níniel había hecho su primer movimiento, al tomarse una poción, y comenzar a repartir bendiciones a sus aliados.
No era para menos. Hasta allí podían haber llegado con sutileza. Pues en el momento que el supervisor les había pedido que se sentaran en aquellas extrañas sillas, se había terminado toda posibilidad de diálogo.
- Lo siento, supervisor. Pero soy demasiado bueno para ser el espía numero tres. Si me dejara al menos ser el número uno…-, bromeó, antes de chasquear sus dedos para crear sus proyectiles de fuego.
Esta vez, no solo creo las bolas entre los dedos de su mano zurda, sino que aprovechó la chispa para crear los ojos de lobo entre todos los dedos de sus manos. Y una vez que tuvo los ocho proyectiles preparados, lanzó tres de su mano diestra hacia donde se encontraban Níniel y Pipa. Esto provocó un infierno de fuego explosivo allí donde impactaron.
Y podría parecer una locura hacer algo así, estando tan cerca sus compañeras. Pero lo cierto era, que conocía perfectamente la protección que había creado la elfa. Y podía asegurar que era impresionante e impenetrable. Tanto que la salvaría de todo ataque, incluido el suyo. Así que podía abrasar todo a su alrededor, sabiendo que no dañaría ni a la sacerdotisa ni a la periodista, consiguiendo que solo sufrieran los efectos de su ataque, los guardias que las atacaban.
Una vez hecho esto, el brujo miró a su alrededor, buscando nuevos objetivos. Y su mirada se posó en el cristal, cerca del lugar por donde venían otros de los guardias. Un poco por delante de la zona por donde avanzaban.
- Lucy, seguro que puedes hacer algo con ese cristal-, hizo un movimiento con la cabeza, señalando el sitio.
La pelirroja pareció comprender lo que le decía, y sonrió justo antes de crear un gran número de proyectiles de fuego que fueron chocando contra el cristal en repetida sucesión. La encantadora no podía crear explosiones como él, al ser tensai, pero a cambio, su fuego era increíblemente poderoso y de gran poder calorífico.
Pronto se pudo escuchar un chirrido in crescendo en la sala, a la vez que un humo se formaba en la sitio donde la mujer insistía con sus poderes de fuego. Ese vidrio no tardaría en romperse, y con suerte, puede que el agua que saliera con fuerza de allí, se llevara con ella a los guardias que se acercaban.
Si no, ya tendrían que encargarse de ellos a la antigua.
Ese sitio estaba construido bajo tierra, y como no tuviera otra salida alternativa a la que habían usado para entrar, estaba claro que era tan inexpugnable como se había jactado el supervisor de decir. Aunque, quizás, ese exceso de confianza por la seguridad, haría que no fuera tan difícil como parecía salir del refugio.
Allí dentro, todos los habitantes tenían una función. Cazador, profesora, espía, y seguramente un largo etcétera de oficios. Pero imaginaba que todos serían como los biocibernéticos que habían conocido. Es decir, que no se saldrían un milímetro de aquello para lo que habían sido diseñados.
Los niños solo tenían que ir a la escuela y hacer como que estudiaban, para luego tener la vida que se suponía en un niño. La profesora enseñarles. El cazador ir a cazar. Así que suponía que habría soldados cuya función era defender el lugar. Sin embargo, esta tarea sería algo exclusivo de ellos, como ocurría con el resto de profesiones. Así que para salir de allí, solo tendrían que enfrentarse a la guardia del refugio. Solamente a ellos, porque los demás seguirían con sus vidas “felices”, como si nada a su alrededor estuviera pasando.
Al menos, esa era la teoría que había creado en su mente. Y después de haber intuido que los cibernéticos de ese refugio eran falsas imitaciones de bios, solo podía concentrarse en esa idea sin divagar más. Si la poca autonomía que tenían los sujetos de ese sitio, lo había hecho reflexionar de ese modo, el siguiente paso en su cabeza había sido sencillo por ello mismo. No le había costado imaginar que solamente tendrían que luchar contra los soldados del refugio. Simplemente esperaba que no fueran un número demasiado elevado.
Y de la segunda respuesta del supervisor, que podía decir, salvo que también era cierta. De un modo tenebroso, y que distaba mucho de tranquilizar a cualquier persona que caminara, como él hacía, hacia esa dichosa factoría. A fin y al cabo, ¿cómo no iban a ser felices, unas personas creadas exclusivamente para serlo? Unos cibernéticos que no albergaban crítica alguna en su mente, y que estaban totalmente entregados a su dios creador. El supervisor. Sometidos por este, que los trataba con la condescendencia propia con la que un padre hablaba a un hijo, y todo mezclado con una naturalidad que rayaba lo mezquino. Como si fuera lo más normal del mundo que todo fuera así. Que todo funcionara así.
Había visto cosas malas a lo largo de su vida. Pero algo como aquello…. Nunca había contemplado tal maldad.
Tantas cosas bonitas destruidas. La libertad de expresión, el honor, el amor. Todo derribado en alas de una falsa felicidad, envuelta en un muro metálico de seguridad. De que valía vivir seguro, repitiendo día a día unas acciones escritas a fuego dentro de la cabeza, cuando todo lo demás se perdía. Cuando esas acciones no se hacían por elección, sino por imposición.
Allí no había ladrones ni asesinos. Estafadores y toda la calaña que vivían en el exterior, y que inevitablemente siempre existirían en un mundo libre. Pero destruir tantas cosas buenas por seguridad y falsa felicidad era aún peor. En ese refugio podían hacer muchas cosas distintas, pero la más importante de todas no la hacían. En el refugio ciento nueve nadie vivía, solo existían.
Y respecto al supervisor. No sabía que pensar de él, y por qué había hecho todo esto. Si por un ansia megalómana de controlarlo todo y a todos. O por un ferviente deseo de crear un lugar perfecto en aquel mundo tan imperfecto. Puede que simplemente tuviera la aspiración de crear un mundo mejor, de acercar esa utopía de impecable felicidad y seguridad a todas las personas.
Era imposible saberlo. Pero de lo que si podía estar seguro, era que el supervisor había errado por completo, si buscaba construir una utopía en el mundo terrenal. Ese no era el camino a un mundo mejor.
Al menos esos pensamientos, le hicieron más corto y llevadero el camino hasta la factoría. Mucho mejor que pensar en todas las horribles cosas que le tendría preparado el supervisor en ese sitio cuando llegaran.
- Sí, he llegado a la misma conclusión-, contestó en tono bajo a Níniel, pues no había olvidado contestarle durante todo el camino. Simplemente esperaba el momento oportuno para hacerlo.
Algo que no podía decir igualmente del hacedor de aquel lugar, ya que se había olvidado por completo de contestarte a su pregunta por el luberus. Bueno, más que olvidarse, había pasado de su culo como el comer. ¿Es que acaso necesitaba tetas como sus compañeras para que le respondiera? No, no era eso. Suponía, que no le había contestado porque la respuesta a su pregunta era comprometedora. Que otro motivo podía tener hacer planos de la gente, salvo para hacer copias de estas personas con ellos. Pero por esa misma razón se la había hecho. El supervisor tendría que haber hilado una mentira apropiada rápidamente… o no hacerle caso, como había optado. No haberle respondido, era una contestación en sí misma. Y que no debía alejarse demasiado de lo que ya pensaba que hacía el supervisor ahí abajo.
- Has hecho bien en prepararte. La cosa va a ponerse fea-, terminó de decirle a su querida elfa, antes de pasar al interior
Sus peores presentimientos no tardaron en hacerse realidad, cuando el creador del refugio cerró la puerta al entrar. Algo que no había hecho con anterioridad, pero que no perdió el tiempo en hacer nada más llegar al sitio clave. Y había dicho que podían irse cuando quisieran. Que mentirosillo era este supervisor, se permitió bromear mentalmente, pues no era algo que no supiera de antes de entrar en la factoría. Si algo sobraba en el refugio, era mentira.
El brujo se mantuvo impasible. Manteniendo la calma y una fingida naturalidad como había hecho desde que sospechara de las intenciones de los habitantes del refugio. O ahora, que ya estaba bastante claro, debería decir de las intenciones del supervisor, que era quien llevaba la voz cantante en todo aquello.
Incluso con lo extraño que era la factoría, siguió manteniendo su carácter tranquilo y sereno. Los ruidos del argentavis eran espeluznantes. Y era muy curioso, la especie de estanque de cristal, que contenían las vermis mientras estas chisporroteaban. Fue inevitable, recordar en ese momento a su madre y a su hermana, cuando creaban sus descargas mágicas. Aunque evidentemente, el uso que le daban allí, era algo totalmente distinto al que haría un tensai de aire con el éter. ¿Para qué demonios servirían esas vermis en ese estado?
Era una pregunta que deseaba poder responder. Un enigma que le encantaría indagar. Pues su carácter curioso, le instaba siempre a leer, descubrir o investigar, cualquier cosa referente al éter, a los arcanos, o incluso a culturas extranjeras y la historia que tanto le apasionaba.
Pero desgraciadamente, no era el momento para ello. No con ese supervisor chiflado rondando por allí. Y menos aún cuando Níniel había hecho su primer movimiento, al tomarse una poción, y comenzar a repartir bendiciones a sus aliados.
No era para menos. Hasta allí podían haber llegado con sutileza. Pues en el momento que el supervisor les había pedido que se sentaran en aquellas extrañas sillas, se había terminado toda posibilidad de diálogo.
- Lo siento, supervisor. Pero soy demasiado bueno para ser el espía numero tres. Si me dejara al menos ser el número uno…-, bromeó, antes de chasquear sus dedos para crear sus proyectiles de fuego.
Esta vez, no solo creo las bolas entre los dedos de su mano zurda, sino que aprovechó la chispa para crear los ojos de lobo entre todos los dedos de sus manos. Y una vez que tuvo los ocho proyectiles preparados, lanzó tres de su mano diestra hacia donde se encontraban Níniel y Pipa. Esto provocó un infierno de fuego explosivo allí donde impactaron.
Y podría parecer una locura hacer algo así, estando tan cerca sus compañeras. Pero lo cierto era, que conocía perfectamente la protección que había creado la elfa. Y podía asegurar que era impresionante e impenetrable. Tanto que la salvaría de todo ataque, incluido el suyo. Así que podía abrasar todo a su alrededor, sabiendo que no dañaría ni a la sacerdotisa ni a la periodista, consiguiendo que solo sufrieran los efectos de su ataque, los guardias que las atacaban.
Una vez hecho esto, el brujo miró a su alrededor, buscando nuevos objetivos. Y su mirada se posó en el cristal, cerca del lugar por donde venían otros de los guardias. Un poco por delante de la zona por donde avanzaban.
- Lucy, seguro que puedes hacer algo con ese cristal-, hizo un movimiento con la cabeza, señalando el sitio.
La pelirroja pareció comprender lo que le decía, y sonrió justo antes de crear un gran número de proyectiles de fuego que fueron chocando contra el cristal en repetida sucesión. La encantadora no podía crear explosiones como él, al ser tensai, pero a cambio, su fuego era increíblemente poderoso y de gran poder calorífico.
Pronto se pudo escuchar un chirrido in crescendo en la sala, a la vez que un humo se formaba en la sitio donde la mujer insistía con sus poderes de fuego. Ese vidrio no tardaría en romperse, y con suerte, puede que el agua que saliera con fuerza de allí, se llevara con ella a los guardias que se acercaban.
Si no, ya tendrían que encargarse de ellos a la antigua.
Vincent Calhoun
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El miembro 'Vincent Calhoun' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Los ávidos visitantes del refugio rápidamente se dieron cuenta de los planes que el supervisor tenía para ellos. Habitualmente, los luberus venían atrayendo a la inocente gente de la villa de Clargorn para nutrirse, pero en esta ocasión sus “presas” eran nada más y nada menos que dos poderosos brujos y una sacerdotisa. Aquel fue, quizás, su error, pues el diseño de tu “test de personalidad” no era lo bastante preciso, tal y como Níniel se había encargado de recordar al supervisor nuevamente. Y aquello sería lo que le costaría la pérdida del refugio.
-¡Guardias! – Reaccionó el supervisor, tratando de retroceder. No hizo falta que diera la orden, los guardias rápidamente se comenzaron a movilizar contra los cuatro, los dos brujos de la logia ya preparaban sus hechizos de fuego, y sobre ellos brillaba a su alrededor las bendiciones de apoyo que Níniel ya había invocado. Aquella serie de hechizos impresionó a Pipa, especialmente la figura del ángel de luz femenino que había aparecido para protegerles. La reportera se quedó siempre detrás de la sacerdotisa, pegada al panel de mando del argentavis, observando el espectáculo. Aunque el nuevo reclamo de la elfa la trajo de nuevo a la realidad.
-Vale. Probaré a trastear, a ver qué consigo. – contestó a la elfa girándose hacia el panel con prisas en respuesta a lo que la elfa le había pedido, que cambiase la actitud “devorahombres” por una en la que fuese “esclavo de Níniel”.
Vincent fue el primero en defender a las chicas con uno de sus proyectiles explosivos. Impactó contra los guardias del supervisor que iban a atacarles. El golpe fue tan efectivo que por la explosión terminaron saliendo disparados y cayendo al profundo foso donde se encontraba el argentavis. Reportera y sacerdotisa se libraron de correr el mismo destino gracias a aquel ángel protector que había desplegado la elfa y que cumplió bien su función.
-Señor supervisor, empiezo a tener mucho calor. ¿Alguno de sus hombres quiere venir y desfogarse conmigo? Soy una promiscua, a fin de cuentas, ¿no? – preguntó la gran encantadora a sus atacantes con voz seductora y una mirada de femme fatale. Cuando se sentía con confianza, a la encantadora le encantaba hacer analogías de sus habilidades caloríficas y el sexo. Así, su larga melena roja se erizó y se convirtió literalmente en fuego, tiñéndose sus pupilas de un fuerte e intenso color ígneo. Se preparaba para realizar uno de sus ataques más potentes, que además estaba potenciado por los beneficios mágicos de la sacerdotisa. Danzó con sus manos generando el fuego en ellas y estiró sus brazos para enviar un hechizo de llamarada, aumentado en tamaño y en intensidad, contra el supervisor y los guardias que quedaban. Calcinándolos instantáneamente entre gritos de sufrimiento, tan sólo el metal del que estaba compuesto el supervisor, con un punto de fusión más elevado, habían resistido, pero quedando el resto de componentes humanos convertidos en ceniza.
La llamarada aumentó tanto en tamaño que alcanzó los cristales, haciendo que éstos terminasen por reventar por el aumento de temperatura. Los vermis comenzaron a salir por el agujero, aunque los primeros, debido al aumento de temperatura, terminaron evaporados junto con el agua que se convertía en vapor. Cuando Lucy disminuyó el hechizo el resto del agua continuó evacuando el cristal y arrastró lo que quedaba del supervisor al foso del argentavis. Algunos vermis quedaron dentro de su recipiente sin agua, coleteando de un lado a otro como si fuesen peces sin poder moverse.
Pero nada más romperse ésta piscina, todo el lucernario del refugio se apagó por completo. Dejándolos sumidos en la más profunda penumbra. Algo que Lucy no tardaría en solucionar nuevamente por medio de su magia de fuego, distribuyendo por toda la estancia llamas de iluminación que se mantenían activas durante un tiempo, iluminando tenuemente la enorme factoría como si de antorchas se tratara.
-Toma los vermis que necesites. – ordenó Lucy, tratando de buscar una manera de huir. - Parece que al acabar con ellos hemos terminado de alguna manera con lo que daba vida a este refugio. – comentó la encantadora. Que se acercó a la puerta por la que habían accedido para tratar de abrirla, pero ni siquiera la luz verde que se había tornado a roja estaba iluminada ahora. Ni apretando en el lugar en que lo había hecho el supervisor volvió a abrirse. Estaba cerrada, desactivada, y era demasiado gruesa como para derribarla o fundirla. – No podremos abrirla. Estamos encerrados. – maljuró ella con cierto tono de desesperación.
Mientras tanto, Pipa informaba a Níniel sobre sus avances con el panel del control del argentavis.
-No he conseguido cambiarle la función por completo. Se encendía una luz roja cuando escribía la palabra “Níniel”. – se disculpó, pero es que dicha palabra no estaba recogida dentro de lo que fuese que fuera aquel lenguaje. Por lo que la máquina no podía entender la orden “esclavo de Níniel” y transmitírsela entonces al argentavis – Lo he tenido que dejar sólo en “esclavo”. Creo que puedo controlarlo. – explicó. - ¿Qué pasa si digo... "Vuela, argentavis"?
Un graznido retumbó del fondo del foso por el que habían caído el supervisor y algunos de sus hombres. De lo más profundo de éste y a toda velocidad salió un ave descomunal de aspecto biocibernético y de tamaño similar al de un dragón de tamaño mediano. Apenas entraba en el orificio en el que había sido creado. Se impulsó con tanta fuerza para salir de aquel estrecho lugar que tropezó contra el techo de la cavidad, abriendo un enorme agujero en lo más alto de la factoría, lejos del alcance de los héroes, pero provocando un desprendimiento a su vez. - Ostras, ¿os imagináis lo que se podría hacer con esto? - comentó la joven ilusionada al ver que el animal cibernético le había hecho caso.
-Sí, y no quiero ni imaginar en qué pensaba el supervisor habiéndole dado la instrucción de "devorahombres". Por fortuna, el destino ha querido que apareciésemos justo a tiempo. - afirmó Lucy, acercándose al grupo nuevamente. - Venga, vamos. Dile que nos saque de aquí. - instó la alta encantadora, contemplando como parte del techo se derrumbaba.
A ambos os han sonreído los dioses, por lo que todo el grupo de enemigos cae sin apenas darle tiempo a defenderse. El refugio se ha quedado sin “energía” y las puertas están bloqueadas. Poco podréis hacer por liberar a los habitantes del refugio, cuyas almas están perdidas. Al menos al eliminar al supervisor y destruyendo la factoría os aseguráis de que nadie más será lobotomizado.
La factoría se cae a pedazos por el impacto del ave biocibernética. Tenéis al argentavis en modo esclavo, por lo que Pipa, que ha sido la que lo ha activado, puede darle instrucciones para tomaros y evacuar el lugar rumbo a Clargorn en medio de una heladora ventisca nocturna. En el próximo turno llegaréis al pueblo. No es necesario que tiréis runa. ¡No olvidéis tomar las vermis!
-¡Guardias! – Reaccionó el supervisor, tratando de retroceder. No hizo falta que diera la orden, los guardias rápidamente se comenzaron a movilizar contra los cuatro, los dos brujos de la logia ya preparaban sus hechizos de fuego, y sobre ellos brillaba a su alrededor las bendiciones de apoyo que Níniel ya había invocado. Aquella serie de hechizos impresionó a Pipa, especialmente la figura del ángel de luz femenino que había aparecido para protegerles. La reportera se quedó siempre detrás de la sacerdotisa, pegada al panel de mando del argentavis, observando el espectáculo. Aunque el nuevo reclamo de la elfa la trajo de nuevo a la realidad.
-Vale. Probaré a trastear, a ver qué consigo. – contestó a la elfa girándose hacia el panel con prisas en respuesta a lo que la elfa le había pedido, que cambiase la actitud “devorahombres” por una en la que fuese “esclavo de Níniel”.
Vincent fue el primero en defender a las chicas con uno de sus proyectiles explosivos. Impactó contra los guardias del supervisor que iban a atacarles. El golpe fue tan efectivo que por la explosión terminaron saliendo disparados y cayendo al profundo foso donde se encontraba el argentavis. Reportera y sacerdotisa se libraron de correr el mismo destino gracias a aquel ángel protector que había desplegado la elfa y que cumplió bien su función.
-Señor supervisor, empiezo a tener mucho calor. ¿Alguno de sus hombres quiere venir y desfogarse conmigo? Soy una promiscua, a fin de cuentas, ¿no? – preguntó la gran encantadora a sus atacantes con voz seductora y una mirada de femme fatale. Cuando se sentía con confianza, a la encantadora le encantaba hacer analogías de sus habilidades caloríficas y el sexo. Así, su larga melena roja se erizó y se convirtió literalmente en fuego, tiñéndose sus pupilas de un fuerte e intenso color ígneo. Se preparaba para realizar uno de sus ataques más potentes, que además estaba potenciado por los beneficios mágicos de la sacerdotisa. Danzó con sus manos generando el fuego en ellas y estiró sus brazos para enviar un hechizo de llamarada, aumentado en tamaño y en intensidad, contra el supervisor y los guardias que quedaban. Calcinándolos instantáneamente entre gritos de sufrimiento, tan sólo el metal del que estaba compuesto el supervisor, con un punto de fusión más elevado, habían resistido, pero quedando el resto de componentes humanos convertidos en ceniza.
La llamarada aumentó tanto en tamaño que alcanzó los cristales, haciendo que éstos terminasen por reventar por el aumento de temperatura. Los vermis comenzaron a salir por el agujero, aunque los primeros, debido al aumento de temperatura, terminaron evaporados junto con el agua que se convertía en vapor. Cuando Lucy disminuyó el hechizo el resto del agua continuó evacuando el cristal y arrastró lo que quedaba del supervisor al foso del argentavis. Algunos vermis quedaron dentro de su recipiente sin agua, coleteando de un lado a otro como si fuesen peces sin poder moverse.
Pero nada más romperse ésta piscina, todo el lucernario del refugio se apagó por completo. Dejándolos sumidos en la más profunda penumbra. Algo que Lucy no tardaría en solucionar nuevamente por medio de su magia de fuego, distribuyendo por toda la estancia llamas de iluminación que se mantenían activas durante un tiempo, iluminando tenuemente la enorme factoría como si de antorchas se tratara.
-Toma los vermis que necesites. – ordenó Lucy, tratando de buscar una manera de huir. - Parece que al acabar con ellos hemos terminado de alguna manera con lo que daba vida a este refugio. – comentó la encantadora. Que se acercó a la puerta por la que habían accedido para tratar de abrirla, pero ni siquiera la luz verde que se había tornado a roja estaba iluminada ahora. Ni apretando en el lugar en que lo había hecho el supervisor volvió a abrirse. Estaba cerrada, desactivada, y era demasiado gruesa como para derribarla o fundirla. – No podremos abrirla. Estamos encerrados. – maljuró ella con cierto tono de desesperación.
Mientras tanto, Pipa informaba a Níniel sobre sus avances con el panel del control del argentavis.
-No he conseguido cambiarle la función por completo. Se encendía una luz roja cuando escribía la palabra “Níniel”. – se disculpó, pero es que dicha palabra no estaba recogida dentro de lo que fuese que fuera aquel lenguaje. Por lo que la máquina no podía entender la orden “esclavo de Níniel” y transmitírsela entonces al argentavis – Lo he tenido que dejar sólo en “esclavo”. Creo que puedo controlarlo. – explicó. - ¿Qué pasa si digo... "Vuela, argentavis"?
Un graznido retumbó del fondo del foso por el que habían caído el supervisor y algunos de sus hombres. De lo más profundo de éste y a toda velocidad salió un ave descomunal de aspecto biocibernético y de tamaño similar al de un dragón de tamaño mediano. Apenas entraba en el orificio en el que había sido creado. Se impulsó con tanta fuerza para salir de aquel estrecho lugar que tropezó contra el techo de la cavidad, abriendo un enorme agujero en lo más alto de la factoría, lejos del alcance de los héroes, pero provocando un desprendimiento a su vez. - Ostras, ¿os imagináis lo que se podría hacer con esto? - comentó la joven ilusionada al ver que el animal cibernético le había hecho caso.
-Sí, y no quiero ni imaginar en qué pensaba el supervisor habiéndole dado la instrucción de "devorahombres". Por fortuna, el destino ha querido que apareciésemos justo a tiempo. - afirmó Lucy, acercándose al grupo nuevamente. - Venga, vamos. Dile que nos saque de aquí. - instó la alta encantadora, contemplando como parte del techo se derrumbaba.
- Argentavis:
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A ambos os han sonreído los dioses, por lo que todo el grupo de enemigos cae sin apenas darle tiempo a defenderse. El refugio se ha quedado sin “energía” y las puertas están bloqueadas. Poco podréis hacer por liberar a los habitantes del refugio, cuyas almas están perdidas. Al menos al eliminar al supervisor y destruyendo la factoría os aseguráis de que nadie más será lobotomizado.
La factoría se cae a pedazos por el impacto del ave biocibernética. Tenéis al argentavis en modo esclavo, por lo que Pipa, que ha sido la que lo ha activado, puede darle instrucciones para tomaros y evacuar el lugar rumbo a Clargorn en medio de una heladora ventisca nocturna. En el próximo turno llegaréis al pueblo. No es necesario que tiréis runa. ¡No olvidéis tomar las vermis!
Ger
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Luz, fuego y destrucción, en eso se convirtió aquella "factoría" de los horrores de la que tan orgulloso parecía haberse sentido el supervisor y que a todas luces había sido la piedra angular de su extraña y disfuncional sociedad subterránea en la seguridad del refugio 109. Qué mejor lugar que aquel para se convirtiera en su último lugar de descanso, ¿no? Incluso podría decirse que su final,siendo arrastrado por el agua del hábitat de las vermis al foso de la que se suponía su misteriosa obra magna, podría considerarse como justicia poética.
¿Qué había llevado a aquel extraño sujeto a hacer todo aquello en aquel lugar? ¿Por qué había guiado a los viajeros de la llanura hasta el refugio 109 para convertirlos en marionetas de una supuesta sociedad perfecta de miradas y corazones vacíos? Níniel tenía entendido que los biocibernéticos ayudaban a los humanos, que eran sus más leales aliados e incluso servidores. ¿Quizá de alguna manera macabra había llegado a la conclusión de que de ese modo les ayudaban, que era por su bien? En ese caso por desgracia poco había llegado a entender de los humanos, mucho menos de la vida misma.
En ese momento las luces de todo el lugar se apagaron dejando la zona solo iluminada por la barrera mágica de Níniel y acto seguido también por el crepitante fuego de la pelirroja. Las vermis habían sido liberadas de su prisión y con ello, demostrando que la teoría de la peliblanca sobre el uso de su energía natural era correcta, habían privado a aquel lugar de su funcionalidad, como si hubieran privado a un ser vivo de su alimento. Por desgracia algunas no pudieron sobrevivir al intenso fuego y murieron a pesar de encontrarse en el agua, el resto no tardarían en seguirlas en la muerte al haber recibido graves quemaduras por el agua hirviendo o por la falta de agua en la que respirar. Algo realmente triste para una elfa como ella, aunque sabía que Lucy no lo había hecho a propósito.
-Es una lástima, ojalá hubiésemos podido encontrar otro modo de conseguirlas.- Se lamentó la joven peliblanca deshaciendo por fin su barrera y agachándose para observar a una de las moribundas vermis agitándose sobre el suelo de la factoría, emitiendo los que a todas luces serían sus últimos y tenues destellos de bioluminiscencia.
Era un espectáculo hermoso y a la vez descorazonador. Quizá por eso la joven sacerdotisa acercó su mano derecha hasta la cabeza de la criatura y le insufló un poco de su magia curativa. Si fue en un vano intento de alargar su vida o esperaba que aquello calmara su desazón ni ella podría haberlo podido explicar...Pero lo que ocurrió a continuación fue algo que bien podría ser definido como un milagro...fruto del desconocimiento casi total que la joven tenía sobre aquellos extraños seres.
Ante su sorprendida salvadora, la vermis comenzó a emitir un renovado brillo y comenzó a flotar ante los maravillados ojos aguamarina de la elfa como si nadara en el propio aire, con una gracia realmente cautivadora. Comenzando entonces a hacerlo trazando círculos a diferentes alturas en torno al cuerpo de la elfa antes de comenzar a moverse entre el resto de sus compañeras de especie, compartiendo aquella renovada luz con ellas de algún modo y haciendo que aquellas que aún seguían vivas comenzaran también a emitirlo y a flotar por el aire, sincronizándose las unas con las otras en un agradable espectáculo de luz y movimiento.
-O vaya...-Expresó maravillada la peliblanca justo cuando una de ellas se separó de las demás y comenzó a girar de nuevo en torno a la sacerdotisa. -Parece que te he caído bien amiguita. Bien, tú te vendrás conmigo a la torre de la logia. No te preocupes, solo necesitaré unas poco de tu esencia de vez en cuando, te prometo que apenas lo notarás.- Le dijo a su nueva amiga. Y es que teniendo a una vermis viva no solo conseguiría suficientes ingredientes para una o dos dosis de aquella potente poción restablecedora, podría incluso realizar investigaciones que la llevaran a crear sus propias fórmulas y de ese modo seguir donde el autor de su libro lo dejó. Además parecía que al final iban a poder salvarse algunas de aquellas vermis lo que animó mucho a la joven mientras extraía la esencia de algunos de los animales ya sin vida y la guardaba cuidadosamente en su bolsa de viales.
-¿Eh?. Oh ya veo. Bueno ya lo suponía. Si no saben quién soy es lógico. Solo dije lo primero que se me ocurrió para que nos obedeciera a nosotros y no al supervisor, supuse que se te ocurría algo de ese estilo, al fin y al cabo escribir es lo tuyo. No quería a un dios artificial como enemigo...Ni siquiera a la sombra de uno.- Respondió la elfa a la humana que parecía que sinceramente lamentaba no haber cumplido las instrucciones de Níniel al pié de la letra. Al final todo apuntaba a que a pesar de haber empezado con mal pie en la posada del pueblo la periodista había llegado a valorar a sus extraños compañeros de aventura, e incluso a pesar de su carácter a tener en alta estima sus peticiones y opiniones.
-Igualmente debemos tener cuidado con qué le decimos, no sabemos si...- Continuó diciendo la peliblanca para pedirle a Pipa moderación con sus instrucciones, no siendo que aquel argentavis hiciera algo que les pusiera en peligro a ellos o a otros, algo bastante probable debido a que básicamente ni siquiera sabían qué era, o qué podía hacer o que no una criatura o cosa con la función anterior de "comehombres" y con el título de dios. Por desgracia el momento de Pipa de mantenerse obediente y con la boca cerrada resultó ser increíblemente efímero. Antes de poder terminar la frase ya le había dado una instrucción a aquella cosa y, como no, una que bien podría haberles matado.
-Por eso dije lo de esclavo de Níniel y no de Pipa...No estoy muy segura de que sea mucho mejor ahora que en manos del supervisor.- Fue lo que dijo la joven medio en broma medio en serio mientras veía como sobre sus cabezas parte del techo de aquel lugar aún se precipitaba hasta el foso.
El impacto había sido tan brutal que sin duda todo el refugio habría temblado tras el, y allí en la "factoría" había enviado al suelo varias de las extrañas pantallas y máquinas de funciones desconocidas. Hasta Níniel hubiese acabado cayéndose de no haberse podido sujetar a una de las sillas firmemente clavadas al suelo. El hueco que había abierto en el techo era tan grande y profundo que todas las vermis luminosas que quedaban vivas, menos aquella que seguía pegada a la elfa, comenzaron a volar hacia allí, denotando que debía de haber llegado incluso a la superficie, abriendoles un posible camino hasta la libertad, uno que no necesitaría de unas puertas de metal que sin las vermis quizá nunca pudieran volver a abrir.
-Vale, escojamos nuestras palabras con sumo cuidado a partir de ahora. Veamos...Argentavis, llévanos sanos y salvos hasta Clargorn.- Le dijo la joven elfa a Pipa para que transmitiera esas palabras exactas a aquella cosa y no algo ambiguo o confuso. Era seguro que el argentavis reconocería Clargorn igual que lo hacían los luberus, y también estaba bastante segura de que sabría lo que implicaba sanos y salvos para los humanos.
Pipa repitió sus palabras, seguramente avergonzada por haberse precipitado tanto en la anterior, y aquel enorme ave mecánica descendió, ofreciéndose obedientemente para llevarlos en su espalda, donde había sitio más que de sobra para ellos. Aunque si el frío y la ventisca con la que llegaron seguían igual, iba a ser un viaje de lo más movidito y desagradable. Ah no ser...
-Ma Seshield.- Pronunció la joven envolviendolos a todos con su barrera mágica. Con ella estarían a salvo de las inclemencias del tiempo durante el vuelo que no debía ser demasiado largo.
-¿Qué vamos a hacer con el refugio y la gente que siga en el? ¿Qué diremos a la gente del pueblo de sus seres queridos o a las autoridades del norte sobre todo esto?- Inquirió Níniel entonces. Se trataba de una pregunta dirigida principalmente a su superior, ya que era quien decidía en nombre de la logia. No obstante era también una pregunta dirigida a todos, incluida a sí misma, y que deberían responder en conciencia. ¿Seguían siendo humanos? ¿Había un modo de poder salvarlos si volvían? ¿Informarían de sus muertes o que durante todo ese tiempo habían estado allí sin ser ellos exactamente? ¿Una verdad dolorosa o una mentira piadosa?
¿Qué había llevado a aquel extraño sujeto a hacer todo aquello en aquel lugar? ¿Por qué había guiado a los viajeros de la llanura hasta el refugio 109 para convertirlos en marionetas de una supuesta sociedad perfecta de miradas y corazones vacíos? Níniel tenía entendido que los biocibernéticos ayudaban a los humanos, que eran sus más leales aliados e incluso servidores. ¿Quizá de alguna manera macabra había llegado a la conclusión de que de ese modo les ayudaban, que era por su bien? En ese caso por desgracia poco había llegado a entender de los humanos, mucho menos de la vida misma.
En ese momento las luces de todo el lugar se apagaron dejando la zona solo iluminada por la barrera mágica de Níniel y acto seguido también por el crepitante fuego de la pelirroja. Las vermis habían sido liberadas de su prisión y con ello, demostrando que la teoría de la peliblanca sobre el uso de su energía natural era correcta, habían privado a aquel lugar de su funcionalidad, como si hubieran privado a un ser vivo de su alimento. Por desgracia algunas no pudieron sobrevivir al intenso fuego y murieron a pesar de encontrarse en el agua, el resto no tardarían en seguirlas en la muerte al haber recibido graves quemaduras por el agua hirviendo o por la falta de agua en la que respirar. Algo realmente triste para una elfa como ella, aunque sabía que Lucy no lo había hecho a propósito.
-Es una lástima, ojalá hubiésemos podido encontrar otro modo de conseguirlas.- Se lamentó la joven peliblanca deshaciendo por fin su barrera y agachándose para observar a una de las moribundas vermis agitándose sobre el suelo de la factoría, emitiendo los que a todas luces serían sus últimos y tenues destellos de bioluminiscencia.
Era un espectáculo hermoso y a la vez descorazonador. Quizá por eso la joven sacerdotisa acercó su mano derecha hasta la cabeza de la criatura y le insufló un poco de su magia curativa. Si fue en un vano intento de alargar su vida o esperaba que aquello calmara su desazón ni ella podría haberlo podido explicar...Pero lo que ocurrió a continuación fue algo que bien podría ser definido como un milagro...fruto del desconocimiento casi total que la joven tenía sobre aquellos extraños seres.
Ante su sorprendida salvadora, la vermis comenzó a emitir un renovado brillo y comenzó a flotar ante los maravillados ojos aguamarina de la elfa como si nadara en el propio aire, con una gracia realmente cautivadora. Comenzando entonces a hacerlo trazando círculos a diferentes alturas en torno al cuerpo de la elfa antes de comenzar a moverse entre el resto de sus compañeras de especie, compartiendo aquella renovada luz con ellas de algún modo y haciendo que aquellas que aún seguían vivas comenzaran también a emitirlo y a flotar por el aire, sincronizándose las unas con las otras en un agradable espectáculo de luz y movimiento.
-O vaya...-Expresó maravillada la peliblanca justo cuando una de ellas se separó de las demás y comenzó a girar de nuevo en torno a la sacerdotisa. -Parece que te he caído bien amiguita. Bien, tú te vendrás conmigo a la torre de la logia. No te preocupes, solo necesitaré unas poco de tu esencia de vez en cuando, te prometo que apenas lo notarás.- Le dijo a su nueva amiga. Y es que teniendo a una vermis viva no solo conseguiría suficientes ingredientes para una o dos dosis de aquella potente poción restablecedora, podría incluso realizar investigaciones que la llevaran a crear sus propias fórmulas y de ese modo seguir donde el autor de su libro lo dejó. Además parecía que al final iban a poder salvarse algunas de aquellas vermis lo que animó mucho a la joven mientras extraía la esencia de algunos de los animales ya sin vida y la guardaba cuidadosamente en su bolsa de viales.
-¿Eh?. Oh ya veo. Bueno ya lo suponía. Si no saben quién soy es lógico. Solo dije lo primero que se me ocurrió para que nos obedeciera a nosotros y no al supervisor, supuse que se te ocurría algo de ese estilo, al fin y al cabo escribir es lo tuyo. No quería a un dios artificial como enemigo...Ni siquiera a la sombra de uno.- Respondió la elfa a la humana que parecía que sinceramente lamentaba no haber cumplido las instrucciones de Níniel al pié de la letra. Al final todo apuntaba a que a pesar de haber empezado con mal pie en la posada del pueblo la periodista había llegado a valorar a sus extraños compañeros de aventura, e incluso a pesar de su carácter a tener en alta estima sus peticiones y opiniones.
-Igualmente debemos tener cuidado con qué le decimos, no sabemos si...- Continuó diciendo la peliblanca para pedirle a Pipa moderación con sus instrucciones, no siendo que aquel argentavis hiciera algo que les pusiera en peligro a ellos o a otros, algo bastante probable debido a que básicamente ni siquiera sabían qué era, o qué podía hacer o que no una criatura o cosa con la función anterior de "comehombres" y con el título de dios. Por desgracia el momento de Pipa de mantenerse obediente y con la boca cerrada resultó ser increíblemente efímero. Antes de poder terminar la frase ya le había dado una instrucción a aquella cosa y, como no, una que bien podría haberles matado.
-Por eso dije lo de esclavo de Níniel y no de Pipa...No estoy muy segura de que sea mucho mejor ahora que en manos del supervisor.- Fue lo que dijo la joven medio en broma medio en serio mientras veía como sobre sus cabezas parte del techo de aquel lugar aún se precipitaba hasta el foso.
El impacto había sido tan brutal que sin duda todo el refugio habría temblado tras el, y allí en la "factoría" había enviado al suelo varias de las extrañas pantallas y máquinas de funciones desconocidas. Hasta Níniel hubiese acabado cayéndose de no haberse podido sujetar a una de las sillas firmemente clavadas al suelo. El hueco que había abierto en el techo era tan grande y profundo que todas las vermis luminosas que quedaban vivas, menos aquella que seguía pegada a la elfa, comenzaron a volar hacia allí, denotando que debía de haber llegado incluso a la superficie, abriendoles un posible camino hasta la libertad, uno que no necesitaría de unas puertas de metal que sin las vermis quizá nunca pudieran volver a abrir.
-Vale, escojamos nuestras palabras con sumo cuidado a partir de ahora. Veamos...Argentavis, llévanos sanos y salvos hasta Clargorn.- Le dijo la joven elfa a Pipa para que transmitiera esas palabras exactas a aquella cosa y no algo ambiguo o confuso. Era seguro que el argentavis reconocería Clargorn igual que lo hacían los luberus, y también estaba bastante segura de que sabría lo que implicaba sanos y salvos para los humanos.
Pipa repitió sus palabras, seguramente avergonzada por haberse precipitado tanto en la anterior, y aquel enorme ave mecánica descendió, ofreciéndose obedientemente para llevarlos en su espalda, donde había sitio más que de sobra para ellos. Aunque si el frío y la ventisca con la que llegaron seguían igual, iba a ser un viaje de lo más movidito y desagradable. Ah no ser...
-Ma Seshield.- Pronunció la joven envolviendolos a todos con su barrera mágica. Con ella estarían a salvo de las inclemencias del tiempo durante el vuelo que no debía ser demasiado largo.
-¿Qué vamos a hacer con el refugio y la gente que siga en el? ¿Qué diremos a la gente del pueblo de sus seres queridos o a las autoridades del norte sobre todo esto?- Inquirió Níniel entonces. Se trataba de una pregunta dirigida principalmente a su superior, ya que era quien decidía en nombre de la logia. No obstante era también una pregunta dirigida a todos, incluida a sí misma, y que deberían responder en conciencia. ¿Seguían siendo humanos? ¿Había un modo de poder salvarlos si volvían? ¿Informarían de sus muertes o que durante todo ese tiempo habían estado allí sin ser ellos exactamente? ¿Una verdad dolorosa o una mentira piadosa?
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Níniel Thenidiel
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
El brujo se mantuvo a la expectativa, concentrado en el combate, y preparado para apoyar a la encantadora con los proyectiles que le quedaban. Pero la realidad es que no hizo falta.
Lucy demostró el potencial que tenía, y con ello, por qué había conseguido una posición tan importante dentro de la Logia. La pelirroja era francamente poderosa, que sumado a la bendición que Níniel les había otorgado, se convirtió en el final del supervisor y sus matones. Ese cibernético ya no volvería a copiar a nadie, y a convertirlos en esos extraños bios que habitaban el refugio. Nunca volvería a hacer daño a nadie, sin importar cuales hubieran sido las motivaciones, que le habían llevado a crear ese falso mundo subterráneo.
- Vaya. Supongo que esos hombres no deseaban ese tipo de calor-, bromeó a la pelirroja, siguiendo el juego de palabras que había iniciado la mujer antes de atacar. - Aunque lo cierto, es que estoy rodeado de mujeres que debo evitar cabrear-, siguió diciendo en el mismo tono de humor.
De todos modos, pese al tono divertido de su comentario, no era ninguna mentira lo que había dicho. Lucy había despachado a sus enemigos con una facilidad que era envidiable. De Níniel poco nuevo podía decir. Conocía perfectamente lo potentes que podían ser sus poderes. Sus bendiciones y magia curativa podían inclinar la balanza en una batalla, y hacer que misiones, en apariencia imposibles, se realizaran con mucha mayor sencillez. Y de Pipa podía decir… que era Pipa.
La acababa de conocer hacía poco, pero lo suficiente para saber que no tenía ninguna virtud para el combate. Aunque no por ello había que desmerecerla, pues era inteligente y perspicaz. Ella se había dado cuenta, como los demás, de la farsa que era ese sitio. Sin embargo, sin sus comentarios nunca podría haber estado seguro de que pensar de ese lugar. Al comentar el parecido de la profesora con una habitante de Clargorn, le había dado la clave de que pasaba en el refugio.
Igualmente, tampoco había que tomarse su broma al pie de la letra. Dos de las tres mujeres que estaban con él, podían mandarlo al fondo del foso con los restos del supervisor con facilidad, así que ya era suficiente probabilidad para tener en cuenta que era mejor no cabrear a las chicas.
- Genial. Este sitio se ha ido al carajo-, comentó al ver como se apagaba la extraña iluminación que tenía ese refugio por todas partes, incluida la factoría.
No obstante, no hizo nada para remediar la oscuridad que los rodeaba, pues Lucy ya se encargó de ello. Por ello se limitó a apagar los proyectiles ígneos que no necesitaría por ahora, pero al escuchar a la encantadora, se replanteó si había sido una buena idea.
- Quizás podamos destrozar su cerradura con nuestros poderes-, planteó, pese a que no estaba seguro de poder hacerse.
Pues, para empezar, ¿Dónde estaba la cerradura de esa puerta? Imposible de saber, aunque estaba seguro de que debía tener un cerrojo interno que anclaba la puerta con la pared. Toda puerta funcionaba de ese modo, sin importar si se cerraba el cerrojo al pasar una llave por una cerradura, con un pasador manual, o lo que demonios hiciera esa puerta cuando alguien le daba al panel que había usado el supervisor al entrar.
Aunque el rubio no se centró en la posible salida durante mucho tiempo, pues no tardó en atraer su atención las vermis luminosas que ahora iluminaban la factoría.
- ¿Qué bonito? ¿Lo has hecho tú, o simplemente hacen eso al no estar dentro del agua? - preguntó a la sacerdotisa, observando como una en particular rondaba a la elfa. - Es sumamente interesante este lugar. Ojalá lo hubiera hallado antes que ese loco supervisor. Podría haberlo investigado a fondo-, comentó con un deje de pena, por no haber podido aprender más de ese refugio.
Sin embargo, no tardó en pensar en algo mucho más importante ahora mismo, cuando escuchó a Pipa hablar.
- No creo que sea buena idea mandarlo a volar en un lugar subterráneo como este-, le dijo, ya demasiado tarde.
En su fuero interno, esperó que la criatura no tuviera alas para que no pudiera hacer caso a la orden de la reportera. Pero fue un deseo en vano. Pronto emergió un enorme ave del agujero, creando un caos a su paso al chocar con el techo de la factoría.
- Sí. Lo imagino. Matarnos a todos-, bromeó y luego rió levemente. Después, al escuchar a Lucy, no pudo evitar pensar, en el mismo tono bromista con el que había hablado, que no habría mucha diferencia en "devorahombres" y que Pipa lo controlase. - Lo bueno, es que se ve el cielo por ese orificio. Ya encontramos una salida de este maldito sitio. Solo tenemos que conseguir… llegar hasta allí.
Algo que, a priori, parecía sumamente complicado para cualquiera. Salvo para ellos, que causalmente tenían una pajarraco enorme delante con el que poder salir. Y la criatura no tardó en ofrecer su espalda como lugar donde llevarles, después de la orden que la reportera había dicho haciendo caso a Níniel.
- Me pido delante. Seguro que tiene mejores vistas estando justo detrás de la cabeza-, comentó con el buen humor que tenía desde que salieran victoriosos ante el supervisor.
La verdad, desde que entrara en el refugio, tenía una mala sensación. Una mala impresión que no iba sino en aumento según iba conociendo más detalles del sitio, y que finalmente desembocó en un viaje a una factoría que tenía muy mala pinta.
Ver que todo no había acabado tan mal como parecía que ocurriría, lo había animado bastante.
Aunque lo cierto, es que no las tenía todas consigo al subir al ave, pese a su broma. Pues no parecía muy seguro ir sobre algo que antes tenía órdenes de devorar hombres. No obstante, no tenía más opciones para salir de allí, y después del choque del animal contra el techo la factoría había comenzado a derrumbarse y quedarse allí no era seguro. Debían partir cuanto antes.
- Gracias por el escudo mágico-, se dirigió a la elfa. - Desgraciadamente, no podemos hacer nada por la gente de este refugio, me temo. O eso creo. Han sido corrompidos por ese supervisor, de un modo que dudo que sea reversible. No sé si les quedará algo de humano, como a los biocibernéticos corrientes. Solo se movían bajo unas órdenes sencillas, como el pájaro en el que viajamos-. Fue lo primero que le llamó la atención, al conocer al cazador, la profesora. Y ver ciertas cosas dentro del refugio, como la compra de una comida metálica innecesaria para cualquiera, incluido los Bios. - Ni siquiera estoy seguro de que sean ellos, pueden ser hasta copias, y que las personas con las que se hicieron estas imitaciones, desgraciadamente ya no estén entre nosotros-, comentó, pues no podía estar seguro de si esas personas habían sido modificadas, o directamente copias.
Eso era algo que solamente sabrían los dioses y el supervisor. Y este último estaba demasiado calcinado para decir nada al respecto.
- En cualquier caso, creo que debemos volver al refugio en cuanto podamos. Para ver si realmente podemos hacer algo por ellos o no. E imagino que será mejor decirles la verdad a los habitantes de Clargorn, por dolorosa que sea. Creo que es más duro que vivan sin saber qué pasó con sus seres queridos, que saber que murieron. Por lo menos decirles que murieron, sin tener que contarles los detalles más escabrosos.
Solía pasar con los desaparecidos. Cuando pasaban muchos años, lo normal era pensar que habían muerto. Era lógico pensar así. Sin embargo, era duro no saber donde había acabado ese ser querido. Ya conocía casos de personas que ya no esperaban encontrar vivos a sus familiares o amigos, solo querían saber que había pasado con ellos.
Sin ir más lejos, él había hecho un viaje con su hermana para hallar alguna pista de sus padres desaparecidos. Y aunque, milagrosamente, habían encontrado viva a su madre. La realidad es que habían hecho el viaje solamente para saber que había ocurrido con sus padres, ni siquiera pensaban que estuvieran vivos. Simplemente lo habían hecho para seguir adelante con sus vidas, sin esa sombra siempre sobre sus cabezas. Con esa duda eternamente dentro de sus corazones por el resto de sus días.
- Sí. Lo sé. El problema es que no han muerto, en el sentido literal de la palabra. Pero no creo que sea muy distinto la muerte a como están-, razonó. - Quizás lo más sensato sea volver en cuanto podamos, como dije antes. Y si no podemos hacer nada por ellos, decir que han muerto. Pues para mí no hay diferencias entre la muerte y sus estados actuales. ¿Qué opinan? - comentó al resto, esperando sus conclusiones.
Lucy demostró el potencial que tenía, y con ello, por qué había conseguido una posición tan importante dentro de la Logia. La pelirroja era francamente poderosa, que sumado a la bendición que Níniel les había otorgado, se convirtió en el final del supervisor y sus matones. Ese cibernético ya no volvería a copiar a nadie, y a convertirlos en esos extraños bios que habitaban el refugio. Nunca volvería a hacer daño a nadie, sin importar cuales hubieran sido las motivaciones, que le habían llevado a crear ese falso mundo subterráneo.
- Vaya. Supongo que esos hombres no deseaban ese tipo de calor-, bromeó a la pelirroja, siguiendo el juego de palabras que había iniciado la mujer antes de atacar. - Aunque lo cierto, es que estoy rodeado de mujeres que debo evitar cabrear-, siguió diciendo en el mismo tono de humor.
De todos modos, pese al tono divertido de su comentario, no era ninguna mentira lo que había dicho. Lucy había despachado a sus enemigos con una facilidad que era envidiable. De Níniel poco nuevo podía decir. Conocía perfectamente lo potentes que podían ser sus poderes. Sus bendiciones y magia curativa podían inclinar la balanza en una batalla, y hacer que misiones, en apariencia imposibles, se realizaran con mucha mayor sencillez. Y de Pipa podía decir… que era Pipa.
La acababa de conocer hacía poco, pero lo suficiente para saber que no tenía ninguna virtud para el combate. Aunque no por ello había que desmerecerla, pues era inteligente y perspicaz. Ella se había dado cuenta, como los demás, de la farsa que era ese sitio. Sin embargo, sin sus comentarios nunca podría haber estado seguro de que pensar de ese lugar. Al comentar el parecido de la profesora con una habitante de Clargorn, le había dado la clave de que pasaba en el refugio.
Igualmente, tampoco había que tomarse su broma al pie de la letra. Dos de las tres mujeres que estaban con él, podían mandarlo al fondo del foso con los restos del supervisor con facilidad, así que ya era suficiente probabilidad para tener en cuenta que era mejor no cabrear a las chicas.
- Genial. Este sitio se ha ido al carajo-, comentó al ver como se apagaba la extraña iluminación que tenía ese refugio por todas partes, incluida la factoría.
No obstante, no hizo nada para remediar la oscuridad que los rodeaba, pues Lucy ya se encargó de ello. Por ello se limitó a apagar los proyectiles ígneos que no necesitaría por ahora, pero al escuchar a la encantadora, se replanteó si había sido una buena idea.
- Quizás podamos destrozar su cerradura con nuestros poderes-, planteó, pese a que no estaba seguro de poder hacerse.
Pues, para empezar, ¿Dónde estaba la cerradura de esa puerta? Imposible de saber, aunque estaba seguro de que debía tener un cerrojo interno que anclaba la puerta con la pared. Toda puerta funcionaba de ese modo, sin importar si se cerraba el cerrojo al pasar una llave por una cerradura, con un pasador manual, o lo que demonios hiciera esa puerta cuando alguien le daba al panel que había usado el supervisor al entrar.
Aunque el rubio no se centró en la posible salida durante mucho tiempo, pues no tardó en atraer su atención las vermis luminosas que ahora iluminaban la factoría.
- ¿Qué bonito? ¿Lo has hecho tú, o simplemente hacen eso al no estar dentro del agua? - preguntó a la sacerdotisa, observando como una en particular rondaba a la elfa. - Es sumamente interesante este lugar. Ojalá lo hubiera hallado antes que ese loco supervisor. Podría haberlo investigado a fondo-, comentó con un deje de pena, por no haber podido aprender más de ese refugio.
Sin embargo, no tardó en pensar en algo mucho más importante ahora mismo, cuando escuchó a Pipa hablar.
- No creo que sea buena idea mandarlo a volar en un lugar subterráneo como este-, le dijo, ya demasiado tarde.
En su fuero interno, esperó que la criatura no tuviera alas para que no pudiera hacer caso a la orden de la reportera. Pero fue un deseo en vano. Pronto emergió un enorme ave del agujero, creando un caos a su paso al chocar con el techo de la factoría.
- Sí. Lo imagino. Matarnos a todos-, bromeó y luego rió levemente. Después, al escuchar a Lucy, no pudo evitar pensar, en el mismo tono bromista con el que había hablado, que no habría mucha diferencia en "devorahombres" y que Pipa lo controlase. - Lo bueno, es que se ve el cielo por ese orificio. Ya encontramos una salida de este maldito sitio. Solo tenemos que conseguir… llegar hasta allí.
Algo que, a priori, parecía sumamente complicado para cualquiera. Salvo para ellos, que causalmente tenían una pajarraco enorme delante con el que poder salir. Y la criatura no tardó en ofrecer su espalda como lugar donde llevarles, después de la orden que la reportera había dicho haciendo caso a Níniel.
- Me pido delante. Seguro que tiene mejores vistas estando justo detrás de la cabeza-, comentó con el buen humor que tenía desde que salieran victoriosos ante el supervisor.
La verdad, desde que entrara en el refugio, tenía una mala sensación. Una mala impresión que no iba sino en aumento según iba conociendo más detalles del sitio, y que finalmente desembocó en un viaje a una factoría que tenía muy mala pinta.
Ver que todo no había acabado tan mal como parecía que ocurriría, lo había animado bastante.
Aunque lo cierto, es que no las tenía todas consigo al subir al ave, pese a su broma. Pues no parecía muy seguro ir sobre algo que antes tenía órdenes de devorar hombres. No obstante, no tenía más opciones para salir de allí, y después del choque del animal contra el techo la factoría había comenzado a derrumbarse y quedarse allí no era seguro. Debían partir cuanto antes.
- Gracias por el escudo mágico-, se dirigió a la elfa. - Desgraciadamente, no podemos hacer nada por la gente de este refugio, me temo. O eso creo. Han sido corrompidos por ese supervisor, de un modo que dudo que sea reversible. No sé si les quedará algo de humano, como a los biocibernéticos corrientes. Solo se movían bajo unas órdenes sencillas, como el pájaro en el que viajamos-. Fue lo primero que le llamó la atención, al conocer al cazador, la profesora. Y ver ciertas cosas dentro del refugio, como la compra de una comida metálica innecesaria para cualquiera, incluido los Bios. - Ni siquiera estoy seguro de que sean ellos, pueden ser hasta copias, y que las personas con las que se hicieron estas imitaciones, desgraciadamente ya no estén entre nosotros-, comentó, pues no podía estar seguro de si esas personas habían sido modificadas, o directamente copias.
Eso era algo que solamente sabrían los dioses y el supervisor. Y este último estaba demasiado calcinado para decir nada al respecto.
- En cualquier caso, creo que debemos volver al refugio en cuanto podamos. Para ver si realmente podemos hacer algo por ellos o no. E imagino que será mejor decirles la verdad a los habitantes de Clargorn, por dolorosa que sea. Creo que es más duro que vivan sin saber qué pasó con sus seres queridos, que saber que murieron. Por lo menos decirles que murieron, sin tener que contarles los detalles más escabrosos.
Solía pasar con los desaparecidos. Cuando pasaban muchos años, lo normal era pensar que habían muerto. Era lógico pensar así. Sin embargo, era duro no saber donde había acabado ese ser querido. Ya conocía casos de personas que ya no esperaban encontrar vivos a sus familiares o amigos, solo querían saber que había pasado con ellos.
Sin ir más lejos, él había hecho un viaje con su hermana para hallar alguna pista de sus padres desaparecidos. Y aunque, milagrosamente, habían encontrado viva a su madre. La realidad es que habían hecho el viaje solamente para saber que había ocurrido con sus padres, ni siquiera pensaban que estuvieran vivos. Simplemente lo habían hecho para seguir adelante con sus vidas, sin esa sombra siempre sobre sus cabezas. Con esa duda eternamente dentro de sus corazones por el resto de sus días.
- Sí. Lo sé. El problema es que no han muerto, en el sentido literal de la palabra. Pero no creo que sea muy distinto la muerte a como están-, razonó. - Quizás lo más sensato sea volver en cuanto podamos, como dije antes. Y si no podemos hacer nada por ellos, decir que han muerto. Pues para mí no hay diferencias entre la muerte y sus estados actuales. ¿Qué opinan? - comentó al resto, esperando sus conclusiones.
Vincent Calhoun
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Gracias a las instrucciones que Níniel dio a Pipa, y que la reportera repitió al pie de la letra, pronto se encontraron en disposición salir del refugio por medio del boquete en la caverna que había abierto el argentavis. La elfa dispuso un escudo alrededor de éstos para evitar que las inclemencias del tiempo les pasasen factura a los aventureros que, con Vincent a la cabeza de la majestuosa ave, pusieron rumbo al pueblo de Clargorn.
Níniel inquirió en qué pasaría una vez llegasen al pueblo. Los biocibernéticos aún seguían en el interior de un oscuro refugio. ¿Cómo continuarían sus vidas? ¿Habría algún modo de recuperarlos? El debate comenzó y Vincent fue el primero en opinar que lo mejor sería decir la verdad, planteándose incluso la posibilidad de volver más adelante para ver el estado de esta gente.
-Lo que dice Vincent tiene su sentido. No podemos llegar con… - aportó Pipa, que miró hacia el ave de metal sobre la que iba volando. - … esta cosa. Y decir que no ha pasado nada. – dio sus razones, un poco obvias quizás, pero razones a fin de cuentas. – En cualquier caso, esto me dará para mucho más que una simple noticia. – celebró.
La alta encantadora, era quien al final llevaba la voz cantante en el grupo. Ya que en cierto modo era la líder y la total responsable, y no dudaría en secundar a sus acompañantes.
-Creo que debemos decir la verdad. ¿Quiénes somos nosotros para ocultar a unas familias el destino de sus seres queridos? Tampoco sabemos si los luberus seguirán viniendo. Y además, saber la causa de las desapariciones hará al pueblo vivir con menos miedo una vez tengan controlada la situación. – comentó, mirando a Vincent sobre su comentario de volver al refugio. – Por otro lado, considero que no es competencia nuestra lo que pase después tanto en el pueblo como a sus habitantes. Si les advertimos del estado de sus familiares y del peligro que supone ir al refugio 109, el asumir riesgos dependerá de ellos. – se tomó una breve pausa, para dar su reflexión final. – Creo que simplemente deberíamos decirles lo que ocurrió e irnos. – opinó.
Poco después ya se alcanzaba a ver las luces de las antorchas que iluminaban el interior de algunas de las viviendas de Clargorn. Gran parte del pueblo estaría durmiendo en una noche que estaría ya más cerca del amanecer que del crepúsculo, en la que caía una copiosa tormenta de nieve.
-Pipa, no dudo de que has hecho hoy muchísimo por nosotros. ¿Pero me permitirás pedirte un último favor? – preguntó la encantadora, justo antes de aterrizar. – Con los ingredientes que cogimos, Níniel fabricará una poción que revitalizará a un dragón que se encuentra dormido en el Pico Más Alto. – hizo una pausa. - ¿Podrías ordenar al argentavis que nos lleve mañana hasta allí? – la reportera rió. Y es que se ahorraban una buena caminata a pie por las intempestivas.
-Cuenta con ello, pelirroja. – comentó la humana, ajustándose el sombrero con ambas manos. – Pero no creas que quedarás de rositas. Espero exclusivas de la Logia por nuestra “amistad”. – bromeó riéndose.
-Alguna tendrás. – respondió la gran encantadora devolviéndole el trato cordial.
No había nadie en la calle, por lo que disimuladamente, Pipa pudo ordenar al argentavis que se colocase en la parte trasera de la taberna. La reportera ordenó a la criatura robótica que permaneciese oculta bajo la nieve hasta nuevas órdenes, con ello pretendía no asustar a los habitantes del pueblo más madrugadores. Por las horas intempestivas y el estrés todo parecía indicar que la mañana iba a consistir en dormir.
Lucy bostezó y los cuatro se apresuraron a correr hacia el interior de la taberna en la que comenzó su aventura en el pueblo. Por increíble que pareciera, dentro aún había jolgorio, aunque mucho menos que antes, al menos ya no había niños. En el frío invierno, ni siquiera se podrían realizar labores agrícolas por las heladas. La taberna era el único sitio en el que entretenerse.
-¡He ganado! ¡He ganado! – celebró un hombre con una cerveza en cada mano en cuanto vio a los cuatro entrar. - ¡Os dije que sobrevivirían! Todo el bar me debe una birra ahora mismo. – comentó.
Lucy sonrió. No le parecía importar que nadie hubiese apostado un aero a su supervivencia. Era un logro haber pasado una noche fuera con el frío y haber conseguido salir de un refugio. Rápidamente el camarero y varias personas más comenzaron a abordar a los recién llegados preguntándoles qué había ocurrido. Sorprendidos porque hubiesen sobrevivido tanto tiempo a la intemperie.
-¡Eh! ¡Que la periodista soy yo! – protestó Pipa tratando de alejarse del corrillo que se había formado a su alrededor.
-Estamos cansadas. Necesitamos dormir. – miró hacia Vincent y le guiñó un ojo. – Él sabe más que nosotras. – dijo señalando al rubio y se dispuso a subir por las escaleras, que estaba siendo menos "reclamado" que ellas, estaba claro que a gran parte del gentío, con alguna cerveza de más, lo que menos les importaba era lo que les había sucedido fuera. - Que paséis buena noche. – concluyó, despidiéndose así de sus compañeros.
* * * * * * * * * *
Habéis llegado al pueblo de Clargorn. Vuestras aventuras están cerca de llegar a vuestro fin. Pero aún tendremos un breve tema a modo epílogo en el Pico Más Alto al día siguiente. De momento nos quedan un par de turnos aquí.
Níniel: Aunque se te cierren los ojos, aún tienes trabajo por hacer. Tienes las flores de arraken, las vermis y el libro. Con ello podrás fabricar la poción revitalizadora para el Inquisidor en la tranquilidad de tu habitación.
Vincent: La gente os abordará con preguntas. Deja que las chicas se relajen, a fin de cuentas eres “el macho del equipo”. A ti te corresponderá el quedarte con los borrachos y el tabernero y decidir qué deben saber y qué no los habitantes de Clargorn. Luego, podrás irte a dormir.
Níniel inquirió en qué pasaría una vez llegasen al pueblo. Los biocibernéticos aún seguían en el interior de un oscuro refugio. ¿Cómo continuarían sus vidas? ¿Habría algún modo de recuperarlos? El debate comenzó y Vincent fue el primero en opinar que lo mejor sería decir la verdad, planteándose incluso la posibilidad de volver más adelante para ver el estado de esta gente.
-Lo que dice Vincent tiene su sentido. No podemos llegar con… - aportó Pipa, que miró hacia el ave de metal sobre la que iba volando. - … esta cosa. Y decir que no ha pasado nada. – dio sus razones, un poco obvias quizás, pero razones a fin de cuentas. – En cualquier caso, esto me dará para mucho más que una simple noticia. – celebró.
La alta encantadora, era quien al final llevaba la voz cantante en el grupo. Ya que en cierto modo era la líder y la total responsable, y no dudaría en secundar a sus acompañantes.
-Creo que debemos decir la verdad. ¿Quiénes somos nosotros para ocultar a unas familias el destino de sus seres queridos? Tampoco sabemos si los luberus seguirán viniendo. Y además, saber la causa de las desapariciones hará al pueblo vivir con menos miedo una vez tengan controlada la situación. – comentó, mirando a Vincent sobre su comentario de volver al refugio. – Por otro lado, considero que no es competencia nuestra lo que pase después tanto en el pueblo como a sus habitantes. Si les advertimos del estado de sus familiares y del peligro que supone ir al refugio 109, el asumir riesgos dependerá de ellos. – se tomó una breve pausa, para dar su reflexión final. – Creo que simplemente deberíamos decirles lo que ocurrió e irnos. – opinó.
Poco después ya se alcanzaba a ver las luces de las antorchas que iluminaban el interior de algunas de las viviendas de Clargorn. Gran parte del pueblo estaría durmiendo en una noche que estaría ya más cerca del amanecer que del crepúsculo, en la que caía una copiosa tormenta de nieve.
-Pipa, no dudo de que has hecho hoy muchísimo por nosotros. ¿Pero me permitirás pedirte un último favor? – preguntó la encantadora, justo antes de aterrizar. – Con los ingredientes que cogimos, Níniel fabricará una poción que revitalizará a un dragón que se encuentra dormido en el Pico Más Alto. – hizo una pausa. - ¿Podrías ordenar al argentavis que nos lleve mañana hasta allí? – la reportera rió. Y es que se ahorraban una buena caminata a pie por las intempestivas.
-Cuenta con ello, pelirroja. – comentó la humana, ajustándose el sombrero con ambas manos. – Pero no creas que quedarás de rositas. Espero exclusivas de la Logia por nuestra “amistad”. – bromeó riéndose.
-Alguna tendrás. – respondió la gran encantadora devolviéndole el trato cordial.
No había nadie en la calle, por lo que disimuladamente, Pipa pudo ordenar al argentavis que se colocase en la parte trasera de la taberna. La reportera ordenó a la criatura robótica que permaneciese oculta bajo la nieve hasta nuevas órdenes, con ello pretendía no asustar a los habitantes del pueblo más madrugadores. Por las horas intempestivas y el estrés todo parecía indicar que la mañana iba a consistir en dormir.
Lucy bostezó y los cuatro se apresuraron a correr hacia el interior de la taberna en la que comenzó su aventura en el pueblo. Por increíble que pareciera, dentro aún había jolgorio, aunque mucho menos que antes, al menos ya no había niños. En el frío invierno, ni siquiera se podrían realizar labores agrícolas por las heladas. La taberna era el único sitio en el que entretenerse.
-¡He ganado! ¡He ganado! – celebró un hombre con una cerveza en cada mano en cuanto vio a los cuatro entrar. - ¡Os dije que sobrevivirían! Todo el bar me debe una birra ahora mismo. – comentó.
Lucy sonrió. No le parecía importar que nadie hubiese apostado un aero a su supervivencia. Era un logro haber pasado una noche fuera con el frío y haber conseguido salir de un refugio. Rápidamente el camarero y varias personas más comenzaron a abordar a los recién llegados preguntándoles qué había ocurrido. Sorprendidos porque hubiesen sobrevivido tanto tiempo a la intemperie.
-¡Eh! ¡Que la periodista soy yo! – protestó Pipa tratando de alejarse del corrillo que se había formado a su alrededor.
-Estamos cansadas. Necesitamos dormir. – miró hacia Vincent y le guiñó un ojo. – Él sabe más que nosotras. – dijo señalando al rubio y se dispuso a subir por las escaleras, que estaba siendo menos "reclamado" que ellas, estaba claro que a gran parte del gentío, con alguna cerveza de más, lo que menos les importaba era lo que les había sucedido fuera. - Que paséis buena noche. – concluyó, despidiéndose así de sus compañeros.
* * * * * * * * * *
Habéis llegado al pueblo de Clargorn. Vuestras aventuras están cerca de llegar a vuestro fin. Pero aún tendremos un breve tema a modo epílogo en el Pico Más Alto al día siguiente. De momento nos quedan un par de turnos aquí.
Níniel: Aunque se te cierren los ojos, aún tienes trabajo por hacer. Tienes las flores de arraken, las vermis y el libro. Con ello podrás fabricar la poción revitalizadora para el Inquisidor en la tranquilidad de tu habitación.
Vincent: La gente os abordará con preguntas. Deja que las chicas se relajen, a fin de cuentas eres “el macho del equipo”. A ti te corresponderá el quedarte con los borrachos y el tabernero y decidir qué deben saber y qué no los habitantes de Clargorn. Luego, podrás irte a dormir.
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
Níniel subió trás Vincent a lomos de aquella criatura mecánica y se abrazó a él desde su espalda, permitiéndose unos instantes de reconfortante descanso con la cabeza apoyada y los ojos cerrados, sintiendo su calor y el de Lucy tras ella mientras se centraba únicamente en mantener la barrera mientras descansaba sus ojos y cuerpo, el cual en ese momento, ya a salvo, comenzaba a notar pesado fruto del cansancio acumulado. Y no era para menos, el viaje a través de la tormenta y todo lo ocurrido en aquel refugio habían requerido una nada despreciable cantidad de energía, por no mencionar que llevaban desde la mañana de viaje descansando solo breves lapsos de tiempo en condiciones nada cómodas.
-Espero que decidan lo que decidan hacer con esa información al menos tanto ellos como sus familiares puedan finalmente descansar. Dejar que esa herida que debe llevar años desangrando a los pueblos de la zona pueda por fin cerrarse. A parte de eso, si no es asunto de la logia, creo que sí debemos dar parte a las autoridades pertinentes. Algo así no puede repetirse, ni esa tecnología maligna correr el riesgo de caer en malas manos de nuevo.- Por no mencionar que habría que hacer algo con ese enorme pajarraco que montaban en esos momentos. Más tarde o más temprano tendrían que ordenarle que se apagara para siempre o algo así, no era algo que podía quedar en manos de una humana, y si esa humana era Pipa mucho menos. Era el tipo de persona que podría causar mucho daño incluso teniendo la mejor de las intenciones. Demasiado impulsiva e irreflexiva.
El resto del trayecto Níniel guardó silencio y volvió a cerrar los ojos. Puede que la experiencia de volar fuera algo que habría tenido que causarle una impresión mayor y haberla mantenido en vilo y emocionada, pero dentro de aquella burbuja no podía ver nada más que oscuridad y nieve golpeando la barrera, lo que unido a su cansancio la llevaron a descansar allí acomodada aunque despierta la mayor parte del tiempo, volviendo a abrir los ojos solo al notar los bruscos movimientos del argentavis al llegar a su destino y comenzar su descenso y posterior aterrizaje. Uno bastante suave teniendo en cuenta el tamaño de aquella cosa, que no tardó en colocar una de sus alas a modo de rampa para permitirles bajar fácilmente y luego fue a ocultarse en la nieve tal y como le fue ordenado.
-Desde luego no se puede negar su utilidad. Ha sido un viaje muy corto.- Admitió la peliblanca que rápidamente se contagió del bostezo de la alta encantadora el cual acompañó con un felino estiramiento para deshacerse de la pereza que se estaba apoderando de ella. Lo cual terminó de lograr gracias a una racha de aire helado que de nuevo golpeó su rostro ya desprotegido. -Brr, que frío, entremos rápido.- Instó dirigiéndose a paso ligero a la entrada de la posada, a través de cuyas ventanas, cerradas a cal y canto para mantener el frío a raya, podía verse la acogedora luz de lámparas y chimeneas prometiendo una cálida recepción que los cuatro aventureros no tardaron en aceptar y disfrutar, demasiado de hecho.
-Vaya, cualquiera diría que nos estaban esperando despiertos.- Medio protestó la joven, mucho menos acostumbrada a la efusividad de los humanos, la cual muchas veces, como era el caso, sobrepasaba por mucho el límite que los suyos consideraban...educado. Obligándola a esbozar una sonrisa de circunstancias y a tratar de zafarse de aquello sin perder la compostura.
Al menos parecían considerarlos una especie de "valientes" por desafiar a los elementos, ir tras un luberus y regresar de una pieza para contarlo, por lo que no tuvo que preocuparse de que ninguno tratara de aprovecharse de las circunstancias para pegarse más de la cuenta o tratar de tocar a la vermis que en esos momentos se había pegado a su espalda y como ella parecía tratar de escurrir el bulto, emitiendo un brillo mucho más tenue del mostrado hasta ese momento, chica lista. Enseguida Lucy se ocupó del resto centrando la atención de aquella gente en Pipa y Vincent.
-¿Entonces puedes ocuparte Vincent?.- Preguntó solo para confirmar que realmente estaba bien dejarle a cargo de transmitirles todo lo que habían visto a aquellas personas. Un trago cuanto menos difícil el de contarles lo que había ocurrido con sus seres queridos desaparecidos y el origen de los ataques a sus granjas. Lucy por muy cansada que estuviera no tendría que haberse desligado unilateralmente de aquello. -Entonces voy con ella abajo.- Añadió después, dejándole una cariñosa caricia en el rostro antes de alejarse y bajar las escaleras que conducían hasta las habitaciones, las cuales descendió tras cruzar una mirada con aquel posadero que tan amable había sido con ellos.
-Níniel, antes de nada, sé que estás cansada.- Le dijo la alta encantadora tan pronto como llegó abajo. - Casi sentí la tentación de usar mis manos sobre tu... cuerpo mientras volábamos, para asegurarme de que no te quedabas dormida y nos quedábamos sin barrera, claro. -Continuó con cierta picardía, aunque ahí terminó su tono jocoso y pasó a otro mucho más serio. -Lamentablemente el tiempo no corre en nuestro favor. ¿Creés posible tener la poción lista para mañana? Si fuera posible, cuanto mayor sufrimiento le ahorremos al gran inquisidor y menos energías acaben en manos del culpable de esto...- Pidió la pelirroja mirándola a los ojos y colocando una de sus manos sobre el hombro derecho de la elfa. Era una petición que le hacía como superior, pero también como compañera de gremio y de aventuras. Un honor inusual pues solía pedir lo que quería que la gente hiciera y ya, y más te valía obedecer.
-Es una fórmula compleja, pero si tuviera el equipo y materiales de la torre aquí...Sí, podría tenerla lista en un par de horas. Lamentablemente con lo que dispongo aquí solo conseguiría echar a perder los ingredientes. Podría usar al argentavis para llegar a la torre y luego...- Respondió la peliblanca que entendía que si bien podría no ser una urgencia y aún debían de tener tiempo para salvar al gran dragón, era un tiempo en el que su líder sufría y su enemigo ganaba fuerzas.
-Ya vine preparada para eso, sabía que quizá tuviéramos que viajar bastante lejos y todo el tiempo que pudiésemos ahorrarnos sería vital. Ten esto. Son polvos flu. En cuanto los uses te enviaran de vuelta a la torre. Solo conseguí los justos para una persona y un solo viaje así que los demás iremos con el argentavis en cuanto hayamos acabado aquí y hayamos descansadoo un poco para soportar el viaje. Tienes que arrojar los polvos debajo tuya y nada más. Es totalmente seguro para ti y esa cosa que te ha seguido hasta aquí si la llevas pegada a ti.- Fueron las palabras de la pelirroja que parecía haber planeado desde un principio enviar de vuelta mediante esos polvos a su mejor alquimista una vez reunieran los ingredientes.
-Bien. Nos veremos allí entonces. Ya la tendré lista para cuando lleguéis.- Dijo la joven sacerdotisa con seguridad, tomando la bolsita de cuero que la tensai le ofrecía y las flores que había recogido. Entonces metió la vermis bajo su ropa, tomó los polvos que esta contenía y, no sin cierto nerviosismo, arrojó aquella arenilla contra el suelo cerrando los ojos con fuerza.
Lo que sintió en ese momento fue como si una mano la agarrara con fuerza por el hombro y tirara de ella hacia atrás como si tuviera la intención de tirarla al suelo. Níniel soltó todo el aire de sus pulmones por la impresión y, al abrir los ojos, se encontró de vuelta en la primera planta de la torre, justo sobre la gran zona diáfana que había tras el portón de entrada y que tenía el emblema de la logia grabado en el suelo.
-¿Níniel? Vaya casi me matas del susto. Habría que hacer que cuando alguien use esos polvos flu se active algún tipo de señal aquí o un día de estos me va a dar algo.- Fueron las palabras de bienvenida que Reginald, uno de los miembros de la logia y encargado normalmente de la entrada, tanto de vigilar la misma como de anunciar las visitas que llegaban hasta allí. -Por tu cara diría que ha sido tu primera vez...Eres más dura de lo que aparentas jovencita, muchos acaban en el suelo e incluso vomitan.- Continuó diciendo el hombre, un humano de algo más de treinta años y pelo lacio y rubio hasta los hombros, normalmente formando una coleta corta.
-Ha sido...Interesante...- Respondió una aún sorprendida Níniel mientras dejaba salir a su nueva amiguita de entre sus ropas de abrigo para acto seguido comprobar que todo seguía en su sitio, lo cual gracias a los dioses fue así. -Gracias madre Isil por cuidar de mi una vez más.- Agradeció entre susurros comenzando a correr hacia las escaleras ascendentes con la vermis siguiéndola de cerca. - Lo siento Reginald, tengo mucha prisa. Si alguien pregunta por mi estaré en la botica.- Fue cuanto añadió. Dejando al humano allí encogiéndose de hombros.
-Osea donde siempre, menuda novedad...Mira que son raros los elfos.-
Níniel se apresuró a llegar a la botica y enseguida se quitó la ropa de abrigo y se puso a trabajar con diligencia. Lo primero de todo fue encender la retortas y calcinadores y poner agua destilada en los alambiques para que todo estuviera listo para ser usado cuanto antes. Aunque antes de entrar en materia abrió el armario de las pociones ya preparadas y dió buena cuenta de un pequeño vial con poción restablecedora para recuperar energías. Necesitaba estar bien despierta y centrada para aquel trabajo.
-Lo siento amiguita, pero tú no puedes beber de esto, creo. ¿Te alimentas de éter no, por eso te recuperaste y recuperaste a las demás con mi magia?- Preguntó a la vermis de manera retórica mientras colocaba el libro de referencia en un lugar de fácil consulta, obteniendo solo un giro completo en el aire de la extraña criatura como respuesta.
En cuanto se sintió de nuevo como si acabara de dormir diez horas tomó toda la flor de la felicidad de la que disponían y, cortando con tremendo cuidado y habilidad sus corazones los colocó en un par de alambiques para extraer su potente esencia concentrada, aprovechando las partes sobrantes para mezclarlas con agua de lirio y machacarlas junto con algo de sprora como espesante hasta tener una uniforme masa blanquecina ligeramente anaranjada. A continuación tomó la esencia de vermis recogida en el refugio y, la añadió a la mezcla mediante un dosificador maestro, el cual controlaba tanto la cantidad exacta que se iba mezclando como el tiempo entre mezclas. Un proceso delicado que debía ser exacto si quería obtener la máxima magnitud en los efectos de la pócima resultante.
El siguiente paso era la flor de arraken; que solo podía ser trabajada en frío por lo que para enfriarla la joven usó sales de escarcha refinadas durante el proceso. Entonces la joven tomó sus extrañas flores de forma esférica, como si de frutos se tratara, y con cuidado realizó una leve incisión en ellos tal y como señalaba el libro, obteniendo un jugo de color azulado como el hielo. Cada fruto daba solo una pequeña cantidad por lo que necesito casi una docena de los mismos para obtener la cantidad necesaria del frío líquido, sobre el cual vertió la esencia concentrada de corazón de flor de la felicidad obteniendo de manera controlado un extraño vapor que mediante condensación terminó dando un líquido azulado que en el libro era llamado, esencia glaciar pura.
Para finalizar la elfa mezcló en dosis y tiempos perfectamente medidos la esencia glaciar pura con la pasta de pétalos de flor de la felicidad, agua de lirio y sprora y permaneció atenta al lento proceso para asegurarse de que obtenía el resultado adecuado y que absolutamente nada salía mal en aquel delicado último proceso, que dió como resultado una pequeña cantidad de un líquido de textura ligeramente aceitosa de un color azul hielo con fulgurantes partículas anaranjadas en suspensión permanente, incluso aunque se dejara en reposo. Suficiente para llenar dos pequeños viales especialmente elaborados que la joven escogió para que aquellas pócimas fueran fácilmente distinguibles del resto por su magnitud y valor.
-Renascor sum.- Musito orgullosa de su trabajo. La pócima de restablecimiento más potente que Níniel había visto nunca. Cada una de ellas valía una fortuna en sí misma. Seguramente y dada la rareza de sus ingredientes, aquellas dos eran las únicas de su clase en todo el mundo...Esperanza líquida para la logia y su líder.
Proceso de fabricación de pócima subrayado.
-Espero que decidan lo que decidan hacer con esa información al menos tanto ellos como sus familiares puedan finalmente descansar. Dejar que esa herida que debe llevar años desangrando a los pueblos de la zona pueda por fin cerrarse. A parte de eso, si no es asunto de la logia, creo que sí debemos dar parte a las autoridades pertinentes. Algo así no puede repetirse, ni esa tecnología maligna correr el riesgo de caer en malas manos de nuevo.- Por no mencionar que habría que hacer algo con ese enorme pajarraco que montaban en esos momentos. Más tarde o más temprano tendrían que ordenarle que se apagara para siempre o algo así, no era algo que podía quedar en manos de una humana, y si esa humana era Pipa mucho menos. Era el tipo de persona que podría causar mucho daño incluso teniendo la mejor de las intenciones. Demasiado impulsiva e irreflexiva.
El resto del trayecto Níniel guardó silencio y volvió a cerrar los ojos. Puede que la experiencia de volar fuera algo que habría tenido que causarle una impresión mayor y haberla mantenido en vilo y emocionada, pero dentro de aquella burbuja no podía ver nada más que oscuridad y nieve golpeando la barrera, lo que unido a su cansancio la llevaron a descansar allí acomodada aunque despierta la mayor parte del tiempo, volviendo a abrir los ojos solo al notar los bruscos movimientos del argentavis al llegar a su destino y comenzar su descenso y posterior aterrizaje. Uno bastante suave teniendo en cuenta el tamaño de aquella cosa, que no tardó en colocar una de sus alas a modo de rampa para permitirles bajar fácilmente y luego fue a ocultarse en la nieve tal y como le fue ordenado.
-Desde luego no se puede negar su utilidad. Ha sido un viaje muy corto.- Admitió la peliblanca que rápidamente se contagió del bostezo de la alta encantadora el cual acompañó con un felino estiramiento para deshacerse de la pereza que se estaba apoderando de ella. Lo cual terminó de lograr gracias a una racha de aire helado que de nuevo golpeó su rostro ya desprotegido. -Brr, que frío, entremos rápido.- Instó dirigiéndose a paso ligero a la entrada de la posada, a través de cuyas ventanas, cerradas a cal y canto para mantener el frío a raya, podía verse la acogedora luz de lámparas y chimeneas prometiendo una cálida recepción que los cuatro aventureros no tardaron en aceptar y disfrutar, demasiado de hecho.
-Vaya, cualquiera diría que nos estaban esperando despiertos.- Medio protestó la joven, mucho menos acostumbrada a la efusividad de los humanos, la cual muchas veces, como era el caso, sobrepasaba por mucho el límite que los suyos consideraban...educado. Obligándola a esbozar una sonrisa de circunstancias y a tratar de zafarse de aquello sin perder la compostura.
Al menos parecían considerarlos una especie de "valientes" por desafiar a los elementos, ir tras un luberus y regresar de una pieza para contarlo, por lo que no tuvo que preocuparse de que ninguno tratara de aprovecharse de las circunstancias para pegarse más de la cuenta o tratar de tocar a la vermis que en esos momentos se había pegado a su espalda y como ella parecía tratar de escurrir el bulto, emitiendo un brillo mucho más tenue del mostrado hasta ese momento, chica lista. Enseguida Lucy se ocupó del resto centrando la atención de aquella gente en Pipa y Vincent.
-¿Entonces puedes ocuparte Vincent?.- Preguntó solo para confirmar que realmente estaba bien dejarle a cargo de transmitirles todo lo que habían visto a aquellas personas. Un trago cuanto menos difícil el de contarles lo que había ocurrido con sus seres queridos desaparecidos y el origen de los ataques a sus granjas. Lucy por muy cansada que estuviera no tendría que haberse desligado unilateralmente de aquello. -Entonces voy con ella abajo.- Añadió después, dejándole una cariñosa caricia en el rostro antes de alejarse y bajar las escaleras que conducían hasta las habitaciones, las cuales descendió tras cruzar una mirada con aquel posadero que tan amable había sido con ellos.
-Níniel, antes de nada, sé que estás cansada.- Le dijo la alta encantadora tan pronto como llegó abajo. - Casi sentí la tentación de usar mis manos sobre tu... cuerpo mientras volábamos, para asegurarme de que no te quedabas dormida y nos quedábamos sin barrera, claro. -Continuó con cierta picardía, aunque ahí terminó su tono jocoso y pasó a otro mucho más serio. -Lamentablemente el tiempo no corre en nuestro favor. ¿Creés posible tener la poción lista para mañana? Si fuera posible, cuanto mayor sufrimiento le ahorremos al gran inquisidor y menos energías acaben en manos del culpable de esto...- Pidió la pelirroja mirándola a los ojos y colocando una de sus manos sobre el hombro derecho de la elfa. Era una petición que le hacía como superior, pero también como compañera de gremio y de aventuras. Un honor inusual pues solía pedir lo que quería que la gente hiciera y ya, y más te valía obedecer.
-Es una fórmula compleja, pero si tuviera el equipo y materiales de la torre aquí...Sí, podría tenerla lista en un par de horas. Lamentablemente con lo que dispongo aquí solo conseguiría echar a perder los ingredientes. Podría usar al argentavis para llegar a la torre y luego...- Respondió la peliblanca que entendía que si bien podría no ser una urgencia y aún debían de tener tiempo para salvar al gran dragón, era un tiempo en el que su líder sufría y su enemigo ganaba fuerzas.
-Ya vine preparada para eso, sabía que quizá tuviéramos que viajar bastante lejos y todo el tiempo que pudiésemos ahorrarnos sería vital. Ten esto. Son polvos flu. En cuanto los uses te enviaran de vuelta a la torre. Solo conseguí los justos para una persona y un solo viaje así que los demás iremos con el argentavis en cuanto hayamos acabado aquí y hayamos descansadoo un poco para soportar el viaje. Tienes que arrojar los polvos debajo tuya y nada más. Es totalmente seguro para ti y esa cosa que te ha seguido hasta aquí si la llevas pegada a ti.- Fueron las palabras de la pelirroja que parecía haber planeado desde un principio enviar de vuelta mediante esos polvos a su mejor alquimista una vez reunieran los ingredientes.
-Bien. Nos veremos allí entonces. Ya la tendré lista para cuando lleguéis.- Dijo la joven sacerdotisa con seguridad, tomando la bolsita de cuero que la tensai le ofrecía y las flores que había recogido. Entonces metió la vermis bajo su ropa, tomó los polvos que esta contenía y, no sin cierto nerviosismo, arrojó aquella arenilla contra el suelo cerrando los ojos con fuerza.
Lo que sintió en ese momento fue como si una mano la agarrara con fuerza por el hombro y tirara de ella hacia atrás como si tuviera la intención de tirarla al suelo. Níniel soltó todo el aire de sus pulmones por la impresión y, al abrir los ojos, se encontró de vuelta en la primera planta de la torre, justo sobre la gran zona diáfana que había tras el portón de entrada y que tenía el emblema de la logia grabado en el suelo.
-¿Níniel? Vaya casi me matas del susto. Habría que hacer que cuando alguien use esos polvos flu se active algún tipo de señal aquí o un día de estos me va a dar algo.- Fueron las palabras de bienvenida que Reginald, uno de los miembros de la logia y encargado normalmente de la entrada, tanto de vigilar la misma como de anunciar las visitas que llegaban hasta allí. -Por tu cara diría que ha sido tu primera vez...Eres más dura de lo que aparentas jovencita, muchos acaban en el suelo e incluso vomitan.- Continuó diciendo el hombre, un humano de algo más de treinta años y pelo lacio y rubio hasta los hombros, normalmente formando una coleta corta.
-Ha sido...Interesante...- Respondió una aún sorprendida Níniel mientras dejaba salir a su nueva amiguita de entre sus ropas de abrigo para acto seguido comprobar que todo seguía en su sitio, lo cual gracias a los dioses fue así. -Gracias madre Isil por cuidar de mi una vez más.- Agradeció entre susurros comenzando a correr hacia las escaleras ascendentes con la vermis siguiéndola de cerca. - Lo siento Reginald, tengo mucha prisa. Si alguien pregunta por mi estaré en la botica.- Fue cuanto añadió. Dejando al humano allí encogiéndose de hombros.
-Osea donde siempre, menuda novedad...Mira que son raros los elfos.-
Níniel se apresuró a llegar a la botica y enseguida se quitó la ropa de abrigo y se puso a trabajar con diligencia. Lo primero de todo fue encender la retortas y calcinadores y poner agua destilada en los alambiques para que todo estuviera listo para ser usado cuanto antes. Aunque antes de entrar en materia abrió el armario de las pociones ya preparadas y dió buena cuenta de un pequeño vial con poción restablecedora para recuperar energías. Necesitaba estar bien despierta y centrada para aquel trabajo.
-Lo siento amiguita, pero tú no puedes beber de esto, creo. ¿Te alimentas de éter no, por eso te recuperaste y recuperaste a las demás con mi magia?- Preguntó a la vermis de manera retórica mientras colocaba el libro de referencia en un lugar de fácil consulta, obteniendo solo un giro completo en el aire de la extraña criatura como respuesta.
En cuanto se sintió de nuevo como si acabara de dormir diez horas tomó toda la flor de la felicidad de la que disponían y, cortando con tremendo cuidado y habilidad sus corazones los colocó en un par de alambiques para extraer su potente esencia concentrada, aprovechando las partes sobrantes para mezclarlas con agua de lirio y machacarlas junto con algo de sprora como espesante hasta tener una uniforme masa blanquecina ligeramente anaranjada. A continuación tomó la esencia de vermis recogida en el refugio y, la añadió a la mezcla mediante un dosificador maestro, el cual controlaba tanto la cantidad exacta que se iba mezclando como el tiempo entre mezclas. Un proceso delicado que debía ser exacto si quería obtener la máxima magnitud en los efectos de la pócima resultante.
El siguiente paso era la flor de arraken; que solo podía ser trabajada en frío por lo que para enfriarla la joven usó sales de escarcha refinadas durante el proceso. Entonces la joven tomó sus extrañas flores de forma esférica, como si de frutos se tratara, y con cuidado realizó una leve incisión en ellos tal y como señalaba el libro, obteniendo un jugo de color azulado como el hielo. Cada fruto daba solo una pequeña cantidad por lo que necesito casi una docena de los mismos para obtener la cantidad necesaria del frío líquido, sobre el cual vertió la esencia concentrada de corazón de flor de la felicidad obteniendo de manera controlado un extraño vapor que mediante condensación terminó dando un líquido azulado que en el libro era llamado, esencia glaciar pura.
Para finalizar la elfa mezcló en dosis y tiempos perfectamente medidos la esencia glaciar pura con la pasta de pétalos de flor de la felicidad, agua de lirio y sprora y permaneció atenta al lento proceso para asegurarse de que obtenía el resultado adecuado y que absolutamente nada salía mal en aquel delicado último proceso, que dió como resultado una pequeña cantidad de un líquido de textura ligeramente aceitosa de un color azul hielo con fulgurantes partículas anaranjadas en suspensión permanente, incluso aunque se dejara en reposo. Suficiente para llenar dos pequeños viales especialmente elaborados que la joven escogió para que aquellas pócimas fueran fácilmente distinguibles del resto por su magnitud y valor.
-Renascor sum.- Musito orgullosa de su trabajo. La pócima de restablecimiento más potente que Níniel había visto nunca. Cada una de ellas valía una fortuna en sí misma. Seguramente y dada la rareza de sus ingredientes, aquellas dos eran las únicas de su clase en todo el mundo...Esperanza líquida para la logia y su líder.
Proceso de fabricación de pócima subrayado.
Última edición por Níniel Thenidiel el Miér Ene 18 2017, 02:53, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
La situación era más compleja de lo que parecía, pues no parecía que hubiera una forma correcta de actuar. Sino que cualquier cosa que hicieran estaba bien y mal al mismo tiempo, pues cada una de las posibles elecciones tenía ventajas e inconvenientes.
De todos modos, como había dicho anteriormente, creía que moralmente lo mejor era decir la verdad. Para que al menos los habitantes de Clargorn pudieran seguir con sus vidas sin la incertidumbre de lo sucedido a sus seres querido.
Además, como bien había apuntado Pipa, no podían bajarse de ese pájaro metálico en mitad del pueblo, sin que ello levantara sospechas. Tendrían que decir la verdad, o soltar una mentira que no les ayudaría en nada, y que a los lugareños tampoco les valía de mucho.
Lucy y Níniel también estaban de acuerdo en lo que había dicho. En especial sobre lo que sería mejor para las personas de Clargorn. Aunque la pelirroja no consideraba que fuera competencia de ellos, volver al refugio para buscar una posible solución. Y la entendía perfectamente. La Logia era una organización centrada en evitar que objetos mágicos cayeran en malas manos, y no podía arreglar los problemas de todo el mundo en todas partes. Eso era algo imposible para cualquier organización, por grande y poderosa que fuera. Y si habían llegado a ese pueblo, y más tarde a aquel refugio, no era por otra razón que hallar los productos que necesitaría Nín, para crear la fórmula que debía ayudar al Inquisidor a mejorarse.
Evidentemente, eso era prioritario, y debía terminar con ese trabajo antes de ponerse manos a la obra con otra cosa. Esperaría que la sacerdotisa creara la poción para el Inquisidor, con su excepcional destreza en alquimia, y la ayuda del libro que le había entregado Lucy. Debía esperar, pues tenía que estar preparado para otro posible encargo de la Logia. Si la pócima no funcionaba, seguramente le encargarían otra donde conseguir otros elementos que pudieran ayudar al líder. Pero si ocurría lo contrario, su misión habría terminado.
Y ahí es donde la pelirroja había confundido sus palabras, ya que no había comentado lo de volver como miembro de la Logia. Sino a título personal. Culpa suya, por usar los términos en plural, ya que de ese modo parecía que debían virar con el pajarraco metálico inmediatamente. Cuando en realidad tenía otro pensamiento en mente. Debían terminar la misión que estaban realizando primero, eso no le cabía duda. Pero creía que no sería una mala idea ayudar a las autoridades locales con el asunto, y ver con sus propios ojos como acababa todo.
En cualquier caso, no dijo nada al respecto, pues poco importaba si volvía más adelante al pueblo a ayudar. Eso era una idea personal con vistas a futuro, y por ahora seguiría junto a las chicas hasta ver terminado su trabajo actual. Aunque después de escuchar las palabras de Lucy cuando se acercaban a Clargorn, esa misión podría ser mucho más corta de lo que había pensado en principio. Con ese pájaro llegarían mucho más rápido hasta el Inquisidor. Y no solo más pronto, sino también más descansados y seguros, pues el camino hasta el Pico más Alto era de todo menos sencillo.
Nada más llegar hasta el suelo, Pipa se encargó de esconder el argentavis, y los demás se dirigieron al interior de la taberna. Y posiblemente pocas cosas en la vida podrían hacerle más feliz ahora mismo. Un lugar acogedor y un merecido descanso, eran el bálsamo que necesitaba ahora mismo. Nada más. Se conformaba con una ligera cena caliente junto al fuego del salón, y una cama blandita, en la que poder reposar su cuerpo cansado y frío por la ventisca que había atravesado siguiendo al lobo.
Pero los dioses no parecían que esto fuera tan sencillo, como pudo apreciar al entrar en la concurrida posada. En pueblos así era normal que la gente pasara el tiempo y se entretuviera contando historias. Pero era muy tarde, y ver a tanta gente a esas horas, le hacía sospechar que el rumor de unos extraños que estaban preguntando por los animales metálicos, había corrido como el viento.
Los sucesivos comentarios de los parroquianos, así como la efusividad con que los recibieron, no tardaron en aclararle que de ello se trataba.
- Sí, hemos sobrevivido…. No, no eran monstruos, más bien eran..-, intentó explicar, mientras era zarandeado y llevado hacia el interior, así como siendo acosado con miles de preguntas de las que muchas parecían de lo más inverosímiles.
Esos habitantes tenían mucha imaginación. Aunque teniendo en cuenta lo que acababa de vivir en el refugio ciento nueve, puede que no tuvieran la suficiente. A veces la realidad podía superar a la ficción, y sin duda, esa era una de ellas.
- Eh, espera, todos sabemos lo mismo…-, comenzó a decir, al ver como Lucy le cargaba todo el muerto. Pero cuando Níniel le preguntó si se podía ocupar, no se pudo negar. - Sí, no te preocupes. Yo me encargo-, contestó, pese a que en su interior una voz gritaba socorro con toda su alma.
No podía hacer otra cosa. Sabía que la peliblanca tendría mucho trabajo por delante preparándo la fórmula, así que a él le había tocado al de distraer a los clientes de la posada.
- De uno en uno, de uno en uno-, comenzó a hablar a las personas que lo acosaban con preguntas a su alrededor. - Por favor, necesito una mesa libre junto al fuego, así como una cena, a poder ser calentita. Que esta ventisca será muchas cosas, pero caliente les puedo asegurar que no-, bromeó con algo que ellos sabían perfectamente, sacando alguna risa entre las personas del salón. - Y como no. No se olviden de traer ese rico hidromiel. No queremos que este recién llegado se atragante y muera. No al menos sin terminar su historia antes-, volvió a bromear.
Intentó mejorar el ambiente, siendo alegre y amable al principio de su historia. Como fue a buscar al cuentacuentos, el camino detrás del lobo metálico y las explicaciones de qué era un luberus. Su perfecta entrada a la caverna, pues tampoco hacía falta ser muy preciso con todos los detalles, o eso creía. El recuentro con sus amigas y como apareció el cazador cibernético. A partir de ahí les contó el resto sin demasiadas florituras y bromas, e intentando que encajaran el golpe de las personas desaparecidas de la mejor manera.
No se dejó ni una coma atrás en toda la historia, pues esas gentes no merecían menos. E intentó explicarles lo poco que sabía de lo que estaba pasando en el refugio, sus conjeturas. Y mentiría si dijera que todo el mundo le creyó a las primeras de cambio, o si no había roto las ilusiones de muchos de los que allí le escuchaban. Pero en general, la gran mayoría aceptó lo que dijo, y poco a poco, lo más escépticos entendieron que él no sacaba nada con mentirles.
La velada siguió un rato más, pues los parroquianos se negaban a dejar que uno de sus “héroes” se fuera a la cama sin más. Y él por su parte, no podía negarse ante sus invitaciones. No con todo lo que había pasado. Así que Vinc siguió un rato más junto a ellos, escuchando comentarios de los futuros preparativos para una expedición en busca de esa caverna de las que les había hablado, de que debían avisar a las autoridades del pueblo, etcétera.
Esas gentes habían perdido a muchos seres queridos, pero al menos ahora tenían una respuesta. Una que no gustaba a nadie, pero que cerraba la incertidumbre que abrazaba a los habitantes de Clargorn.
Una hora más tarde. Después de varios intercambios de palabras con los clientes de la posada, y por qué no decirlo, varias tazas de hidromiel más tarde, el brujo se permitió buscar una excusa a marchar a su cuarto. Esto, sumado al mesero del local, que le echó una cuerda, diciendo que era tarde para seguir acosando a su invitado, hizo que por fin fuera libre de irse a dormir.
El rubio caminó escaleras abajo, y avanzó hasta su cuarto. Donde no perdió un segundo en quitarse las armas del cinto, y dejarlas caer al lado de su cama. Estaba demasiado cansado para hacer cualquier otra cosa, por lo que se limitó a caer de bruces sobre el colchón, una vez se hubiera desembarazado de sus armas.
Vinc suspiró feliz, al encontrar paz después de tanto tiempo, y sentir la comodidad del jergón bajo su cuerpo. Mañana sería otro día.
De todos modos, como había dicho anteriormente, creía que moralmente lo mejor era decir la verdad. Para que al menos los habitantes de Clargorn pudieran seguir con sus vidas sin la incertidumbre de lo sucedido a sus seres querido.
Además, como bien había apuntado Pipa, no podían bajarse de ese pájaro metálico en mitad del pueblo, sin que ello levantara sospechas. Tendrían que decir la verdad, o soltar una mentira que no les ayudaría en nada, y que a los lugareños tampoco les valía de mucho.
Lucy y Níniel también estaban de acuerdo en lo que había dicho. En especial sobre lo que sería mejor para las personas de Clargorn. Aunque la pelirroja no consideraba que fuera competencia de ellos, volver al refugio para buscar una posible solución. Y la entendía perfectamente. La Logia era una organización centrada en evitar que objetos mágicos cayeran en malas manos, y no podía arreglar los problemas de todo el mundo en todas partes. Eso era algo imposible para cualquier organización, por grande y poderosa que fuera. Y si habían llegado a ese pueblo, y más tarde a aquel refugio, no era por otra razón que hallar los productos que necesitaría Nín, para crear la fórmula que debía ayudar al Inquisidor a mejorarse.
Evidentemente, eso era prioritario, y debía terminar con ese trabajo antes de ponerse manos a la obra con otra cosa. Esperaría que la sacerdotisa creara la poción para el Inquisidor, con su excepcional destreza en alquimia, y la ayuda del libro que le había entregado Lucy. Debía esperar, pues tenía que estar preparado para otro posible encargo de la Logia. Si la pócima no funcionaba, seguramente le encargarían otra donde conseguir otros elementos que pudieran ayudar al líder. Pero si ocurría lo contrario, su misión habría terminado.
Y ahí es donde la pelirroja había confundido sus palabras, ya que no había comentado lo de volver como miembro de la Logia. Sino a título personal. Culpa suya, por usar los términos en plural, ya que de ese modo parecía que debían virar con el pajarraco metálico inmediatamente. Cuando en realidad tenía otro pensamiento en mente. Debían terminar la misión que estaban realizando primero, eso no le cabía duda. Pero creía que no sería una mala idea ayudar a las autoridades locales con el asunto, y ver con sus propios ojos como acababa todo.
En cualquier caso, no dijo nada al respecto, pues poco importaba si volvía más adelante al pueblo a ayudar. Eso era una idea personal con vistas a futuro, y por ahora seguiría junto a las chicas hasta ver terminado su trabajo actual. Aunque después de escuchar las palabras de Lucy cuando se acercaban a Clargorn, esa misión podría ser mucho más corta de lo que había pensado en principio. Con ese pájaro llegarían mucho más rápido hasta el Inquisidor. Y no solo más pronto, sino también más descansados y seguros, pues el camino hasta el Pico más Alto era de todo menos sencillo.
Nada más llegar hasta el suelo, Pipa se encargó de esconder el argentavis, y los demás se dirigieron al interior de la taberna. Y posiblemente pocas cosas en la vida podrían hacerle más feliz ahora mismo. Un lugar acogedor y un merecido descanso, eran el bálsamo que necesitaba ahora mismo. Nada más. Se conformaba con una ligera cena caliente junto al fuego del salón, y una cama blandita, en la que poder reposar su cuerpo cansado y frío por la ventisca que había atravesado siguiendo al lobo.
Pero los dioses no parecían que esto fuera tan sencillo, como pudo apreciar al entrar en la concurrida posada. En pueblos así era normal que la gente pasara el tiempo y se entretuviera contando historias. Pero era muy tarde, y ver a tanta gente a esas horas, le hacía sospechar que el rumor de unos extraños que estaban preguntando por los animales metálicos, había corrido como el viento.
Los sucesivos comentarios de los parroquianos, así como la efusividad con que los recibieron, no tardaron en aclararle que de ello se trataba.
- Sí, hemos sobrevivido…. No, no eran monstruos, más bien eran..-, intentó explicar, mientras era zarandeado y llevado hacia el interior, así como siendo acosado con miles de preguntas de las que muchas parecían de lo más inverosímiles.
Esos habitantes tenían mucha imaginación. Aunque teniendo en cuenta lo que acababa de vivir en el refugio ciento nueve, puede que no tuvieran la suficiente. A veces la realidad podía superar a la ficción, y sin duda, esa era una de ellas.
- Eh, espera, todos sabemos lo mismo…-, comenzó a decir, al ver como Lucy le cargaba todo el muerto. Pero cuando Níniel le preguntó si se podía ocupar, no se pudo negar. - Sí, no te preocupes. Yo me encargo-, contestó, pese a que en su interior una voz gritaba socorro con toda su alma.
No podía hacer otra cosa. Sabía que la peliblanca tendría mucho trabajo por delante preparándo la fórmula, así que a él le había tocado al de distraer a los clientes de la posada.
- De uno en uno, de uno en uno-, comenzó a hablar a las personas que lo acosaban con preguntas a su alrededor. - Por favor, necesito una mesa libre junto al fuego, así como una cena, a poder ser calentita. Que esta ventisca será muchas cosas, pero caliente les puedo asegurar que no-, bromeó con algo que ellos sabían perfectamente, sacando alguna risa entre las personas del salón. - Y como no. No se olviden de traer ese rico hidromiel. No queremos que este recién llegado se atragante y muera. No al menos sin terminar su historia antes-, volvió a bromear.
Intentó mejorar el ambiente, siendo alegre y amable al principio de su historia. Como fue a buscar al cuentacuentos, el camino detrás del lobo metálico y las explicaciones de qué era un luberus. Su perfecta entrada a la caverna, pues tampoco hacía falta ser muy preciso con todos los detalles, o eso creía. El recuentro con sus amigas y como apareció el cazador cibernético. A partir de ahí les contó el resto sin demasiadas florituras y bromas, e intentando que encajaran el golpe de las personas desaparecidas de la mejor manera.
No se dejó ni una coma atrás en toda la historia, pues esas gentes no merecían menos. E intentó explicarles lo poco que sabía de lo que estaba pasando en el refugio, sus conjeturas. Y mentiría si dijera que todo el mundo le creyó a las primeras de cambio, o si no había roto las ilusiones de muchos de los que allí le escuchaban. Pero en general, la gran mayoría aceptó lo que dijo, y poco a poco, lo más escépticos entendieron que él no sacaba nada con mentirles.
La velada siguió un rato más, pues los parroquianos se negaban a dejar que uno de sus “héroes” se fuera a la cama sin más. Y él por su parte, no podía negarse ante sus invitaciones. No con todo lo que había pasado. Así que Vinc siguió un rato más junto a ellos, escuchando comentarios de los futuros preparativos para una expedición en busca de esa caverna de las que les había hablado, de que debían avisar a las autoridades del pueblo, etcétera.
Esas gentes habían perdido a muchos seres queridos, pero al menos ahora tenían una respuesta. Una que no gustaba a nadie, pero que cerraba la incertidumbre que abrazaba a los habitantes de Clargorn.
Una hora más tarde. Después de varios intercambios de palabras con los clientes de la posada, y por qué no decirlo, varias tazas de hidromiel más tarde, el brujo se permitió buscar una excusa a marchar a su cuarto. Esto, sumado al mesero del local, que le echó una cuerda, diciendo que era tarde para seguir acosando a su invitado, hizo que por fin fuera libre de irse a dormir.
El rubio caminó escaleras abajo, y avanzó hasta su cuarto. Donde no perdió un segundo en quitarse las armas del cinto, y dejarlas caer al lado de su cama. Estaba demasiado cansado para hacer cualquier otra cosa, por lo que se limitó a caer de bruces sobre el colchón, una vez se hubiera desembarazado de sus armas.
Vinc suspiró feliz, al encontrar paz después de tanto tiempo, y sentir la comodidad del jergón bajo su cuerpo. Mañana sería otro día.
Vincent Calhoun
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Re: Un refugio en la nieve [Misión Logia] [Níniel-Vincent]
¡Enhorabuena! Habéis completado la misión principal. En los próximos días abriré el epílogo en el que entregaréis la poción al Inquisidor.
Consecuencias del hilo:
Las recompensas os las daré tras el epílogo. Pues aún habrá alguna escena un tanto peligrosa.
Consecuencias del hilo:
- Al decidir salir a la ventisca (y contar con suerte), caísteis a la cueva y os topasteis con el cazador. Si no, habríais llegado por otra entrada y os hubieseis encontrado con el reparador (era vuestra opción para salvar el refugio).
- En cualquier caso, terminaríais con la maestra. Las respuestas del test eran irrelevantes para el final. Terminaríais en la factoría.
- El supervisor ha muerto por vuestros efectivos ataques. Si no habría escapado. Y los ciudadanos del refugio quedan sumidos en la oscuridad absoluta sin poder evacuar el mismo. Aún así, no habríais podido recuperar su mente.
- Conseguisteis pacificar al argentavis. Os librasteis de un duro combate o de que éste atacara el pueblo de Clargorn con los riesgos que conlleva.
- Los habitantes de Clargorn saben la verdad. Es duro, pero lo asumen. Algunos necios morirán buscando cómo se entra al refugio, pero jamás podrán pasar de la férrea puerta de metal, apagada por la falta de electricidad.
- Conseguisteis fabricar la poción revitalizadora.
- Pipa Wright y Lucy Fireheart sobreviven.
Las recompensas os las daré tras el epílogo. Pues aún habrá alguna escena un tanto peligrosa.
Ger
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