[TRABAJO] Ayudante de pruebas [Klinge/Chimar]

Esa era una mañana soleada aunque fresca en el poblado, una mañana como tantas en esa posada, solo había una cosa que no era muy usual en ese lugar, un hombre de alrededor de unos 20 años de considerable estatura y vistiendo una armadura de cuero sin casco que iba fuertemente armado estaba tomando su trago con toda la calma del mundo mientras charlaba con la posadera.

Por mucho que se especulaba los brujos y humanos normales no tenían formas muy distintas de hacer las cosas, ambos les daba por asentarse en lugares fijos, edificaban con los mismos materiales, tal vez la ropa y sus costumbres del día a día fueran un poco distintas, pero lo cierto, a parte de la magia no existía nada de suma importancia que hiciera que ambas “razas” fueran tan distintas, o al menos eso era desde el punto de vista de un mercenario que acababa de llegar al pueblo y que apenas sabía nada de las costumbres de los locales.

Los demás clientes del lugar y algunos empleados se veían intrigados por el visitante, no recibían gente de ese tipo muy seguido, aunque, por más curiosos que fueran evitaban acercarse demasiado al espadachín, pues, por más calmado que actuaba mientras hablaba con la dueña del local, tenía un aura de peligro que lo rodeaba, tal vez las espadas, o quizá las marcas de su armadura pero ese hombre no tenía pinta de ser un muchacho alegre que se consiguió algo de equipo viejo y salió por una aventura.

A pesar de la desconfianza de parte del resto de los presentes la posadera y el mercenario hablaban de lo más abiertamente como si ya fueran viejos amigos, se notaba que se llevaban bien, la mujer que atendía la baranda ya estaba por sus 48 años, aun que se conservaba de lo mas bien, una bella señora con unos dos hijos de cabello castaño que tenia recogido en una cola de caballo que colgaba sobre su hombro izquierdo.

Los dos continuaban hablando con total confianza, contándose anécdotas interesantes y algunos chismes, incluso lanzándose bromas y algún piropo disimulado cuando la mujer decide finalmente preguntarle al joven –y… que hace un espadachín de tus habilidades en estos lares?- pregunto finalmente, ambos habían entrado en total confianza hace ya rato, se habían presentado y todo, el mercenario respondía por el nombre de Klinge mientras que la mujer se llamaba Hulda.

Dudo que consigas trabajo en esta ciudad, espero que no vengas a causar problemas- agrego la mujer con un tono pícaro en su vos insinuando que al joven espadachín le había dado por probar su acero contra manipuladores de la magia –nah… solo vine de visita- dijo luego de un rato –va mucho tiempo que viajo constantemente por cuestiones del oficio- suspiro un poco cansado, para luego agregar de forma más relajada –ya sentía que venía siendo tiempo de viajar más por ocio que otra cosa.

Oh baya!- exclamo sorprendida la mujer al cabo de un rato –bueno si tienes ganas de entretenerte y ganar unas monedas escuche que una alquimista llamada Ingun busca contratar un nuevo par de asistentes temporales mientras que los que solía tener se recuperan de un pequeño… “accidente” con elementos volátiles… claro si no te importa correr algunos riesgos para ganarte la paga- dijo antes de regalarle otra sonrisa picara al mercenario.

El espadachín no le prestó mucha atención al niño que vino a meterse en la conversación, a otra persona posiblemente le resultaría molesto, pero para el mercenario, la curiosidad y las ganas de conseguir algo de dinero sin miedo de ensuciarse un poco no resultaba una mala cosa –supongo que eran dos vacantes, entonces no existe la necesidad de competir- dijo el joven de forma calmada antes de terminar su trago de un solo sorbo y pago la cuenta para luego preguntar dónde podría encontrar esta alquimista.

Hulda les había indicado que Ingun solía practicar sus experimentos en una colina alejada de la ciudad, debido a lo frecuente de los accidentes cuando se trabajaba con magias experimentales, muchas veces las investigaciones se daban en lugares apartados para no poner en riesgo a terceros de forma innecesaria.

Llegar hasta el taller de Ingun les tomaría una media hora a pie, entonces el guerrero no perdió el tiempo y se levanto para encaminarse fuera de la taberna después de soltarle una palmada en el hombro al niño que se mostraba tan interesado en el trabajo –venga renacuajo, no que se nos hace tarde- dijo con tono brusco.

Ya fuera de la taberna, el espadachín seguía su camino por las calles del pueblo, no había mucho que ver realmente, gente caminando de aquí para allá encargándose de sus asuntos, muchos vestían de la misma forma en la que vestía un humano normal y las personas de ese pueblo no se la pasaban soltando magia a diestra y siniestra como se escucha en los rumores contados por borrachos en las tabernas de lunargenta.

Le hecho una mirada al niño que lo seguía, normalmente no solía querer tratar con niños, eran pequeños escandalosos y siempre necesitaban ser cuidados, este por el contrario tenía pinta de ser alguien que se podía cuidar solo, aparte de ser inusualmente callado –cómo te llamas chaparro?- finalmente le pregunto el mercenario –así no tendré que insultarte o burlarme de ti cada vez que tenga que llamar tu atención.

El espadachín se limito a sonreír ante el comentario del chico y se dispuso a dar su nombre a cambio –ya que tienes orejas largas as de conocerlo, pero es de mala educación pedir tu nombre sin darte el mío a cambio- el mercenario destacaba por ser alguien observador, no le resultaba muy difícil notar a un niño solo y callado en una taberna –mi nombre es Klinge- decía mientras seguía riendo entre dientes, de algún modo la tosca respuesta del niño le recordó a como era el a su edad –no te sientas menos preciado tan fácilmente, la gente no te tomara en cuenta hasta que demuestres de lo que vales incluso si eres tan alto como yo- decidió regalarle un pequeño consejo de vida, aunque dudaba que realmente le sirva de algo.

No notar la explosión era imposible, había que estar ciego o sordo, o ambos, Klinge se rasco la cabeza y suspiro –espero que sean recuerdos alegres chaparro- en seguida apuro el paso para llegar más aprisa a lo que sería al taller de la alquimista, que resultaría ser también su casa, la puerta estaba tumbada desde el interior y todo olía a hierbas quemadas.

Dentro de la casa todo estaba como uno esperaría encontrarlo, desordenado, chamuscado y sacudido en el centro de la sala se encontraba la figura de una persona con la cara tapada por una máscara y el resto del cuerpo por un grueso abrigo negro.

El espadachín se acerco con cuidado a la figura mientras observaba el desastre que era todo el lugar con la intención de revisar los signos vitales de aquella persona –dime por favor, que nuestra empleadora no yace muerta en el piso justo el día en el que le vamos a pedir trabajo- exclamo con una nota de humor negro en su voz, de cierto modo la situación resultaba particularmente absurda para no sacar una broma de algún lugar.

La mujer empezó a toser con cada vez más fuerza, mientras intentaba levantarse aparatosamente, ya de pie paro de toser tan insistentemente luego de sacarse la máscara para recuperar el aliento, revelando a alguien bastante más joven de lo que sospechaban.

Era una muchacha de ojos claros y cara pecosa, aunque esto último no se podía notar muy bien ya que tenía la cara ennegrecida por el hollín, su cabello seguía cubierto por la capucha negra de su atuendo cuando se puso a observar a los dos visitantes que vinieron a su casa.

Lamento el desorden- dijo la alquimista con toda sinceridad mientras se quitaba la capucha revelando una cabeza rapada con vestigios de cabello rojizo, posiblemente resultado de otro accidente de laboratorio –estaba trabajando en un encargo para un cliente, que me pidió algún detonante de luz y ruido que funcionara de elemento de distracción, aparentemente exagere en las dosis y… ya ven!- suspiro mientras señalaba al interior de la casa con sus brazos extendidos.

La chica le hecho una mejor mirada a sus dos visitantes y luego de limpiarse un poco la cara con el dorso de su mano les pregunto –que se les ofrece?- a lo que el mercenario respondió luego de dudar un rato –escuchamos que buscabas unos asistentes temporales, digamos que estábamos cerca cuando nos encontrábamos necesitados de dinero- dijo con tono calmado –el chiquillo se llama Chimar, yo respondo por el nombre Klinge- dijo unos instantes antes de que la muchacha se fuera a buscar unos baldes y estropajos mientras volvía a toser un poco –bueno si van a trabajar para mi es mejor empezar rápido, vayan a buscar un poco de agua al pozo para ayudarme a ordenar este lugar antes de volver a realizar otro experimento, yo estaré aquí dentro a ver si se salvo algo.

El espadachín agarro el balde y trapo sin objetar, le hecho una mirada a su compañero y se encogió de hombros, antes de quitarse sus armas de encima para que no lo estorbaran, para luego ponerlas en una esquina y salir de la casa a buscar agua, Ignul por su parte se puso a recoger sus apuntes y herramientas desparramados por todo el lugar mientras trataba de recordar donde dejo la escoba.

A cualquier otro mercenario le molestaría que lo pusieran a hacer queseares domésticos como limpiar para ganarse el pan, pero la mentalidad practica de Klinge hace que no le importe en lo más mínimo, de no ser por su insistente búsqueda de sangre y gloria, al joven le esperaría una larga y prospera vida ejerciendo cualquier otra profesión menos arriesgada y más honorable como servir en la guardia si es que no quería abandonar la espada.

Pero el espadachín era un hombre tosco atormentado por la visión de una gloriosa muerte en batalla cada noche, para el eran los dioses plantándole un desafío, y no podría hacer justicia a su nombre y titulo si no respondiera como es debido.

Aun estando absorto en sus pensamientos no dejaba de trabajar, no le tomo tanto esfuerzo ni tiempo como a su compañero recoger el agua del pozo, aun así dejo que este fuera primero y entraría de vuelta a la casa justo para escuchar la sugerencia de Chimar a lo que la alquimista responde con un tono alegre –si es que este experimento ya llego a su final- dijo con una sonrisa en el rostro –esta fue mi quinta prueba, ya conseguí resultados óptimos en la cuarta, pero me pudo la curiosidad de ver qué pasaba si aumentaba la dosis- a pesar de todo el desastre se notaba muy alegre por haber podido sacar resultados óptimos.

Mientras ella seguía recogiendo lo que quedaba de sus notas y herramientas, Klinge agarro una escoba y comenzó a barrer el piso antes de pasar el trapo humano y le izo una seña a Chimar –yo me puedo encargar de limpiar el piso por mientras, tu ve a ayudarla- a pesar de su aspecto lúgubre el tono con el que le hablaba al niño era más amable ahora que tenía las manos ocupadas, siguió barriendo el piso diligentemente mientras recogía todos los cachivaches extraños que encontraba regados y los colocaba sobre una mesa al lado del ingreso, el no sabía decir si estaban rotos o todavía servían, así que decidió juntarlos en un solo lugar para que Ignul los pudiese revisar después, a lo que esta reacciono rápidamente y se puso a revisarlos inmediatamente colocando los que todavía servían donde solía tenerlos ella y los que no pues, como casi todos eran de madera, lanzaba a la chimenea los que según su juicio no tenia arreglo un poco desconsolada.

Klinge era de los que disfrutaba de su profesión, no porque fuera un sádico sediento de sangre, sino que la adrenalina que sentía cuando se encontraba al borde de la muerte lo hacía sentir realmente vivo, aun así, incluso el podía disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, en especial el quizás, y podía encontrar cierto placer en la tranquilidad de tareas mundanas como limpiar una casa.

De pronto el mercenario se quejo de un fuerte y azucarado olor que no lo dejaba en paz que parecía venir de una pequeña puerta al costado del laboratorio, Ignul se apresuro a investigar en seguida y lo que los dos nuevos ayudantes pudieron ver fue una pequeña alacena llena de pociones en botellas de vidrio y cerámica, una de las botellas de vidrio era particularmente grande y su contenido era de un color rosa oscuro, sus restos yacían desparramados por el piso y el olor empezaba a inundar toda la casa.

Ignul se apuro en tomar un frasco que tenía cerca en la alacena del cual vertió el contenido de color verde sobre el líquido rosa, el cual se evaporo en seguida formando lo que pareció una gran nube de gas que forzó a los tres a salir de la casa lo más rápido que pudieron, ya fuera de la casa el espadachín tosió un poco y exclamo –que en el nombre de Thor era esa cosa?- a lo que la bruja no pudo responder en seguida debido a que, siendo la que recibió de lleno el gas, seguía tosiendo con fuerza, el espadachín se acerco a ella y puso su mano sobre el hombro de la joven para preguntarle si estaba bien, esta dejo de toser y se quedo pasmada por uno segundos observando el rostro de Klinge para luego salir de su trance de golpe –era una poción experimental que, se suponía servía para calma estrés y relajar los músculos del cuerpo en caso de tención, pero resulto tener efectos secundarios muy problemáticos así que la deje guardada en mi alacena, no quise arriesgarme a tirarla a un rio.

La pócima parecía ser peligrosa de alguna manera, pero ni Chimar ni Klinge sospechaban lo problemática que podía ser esa cosa, luego de que se disipara el humo, todos volvieron a entrar dentro de la casa para continuar con los trabajos de limpieza, una vez terminado el asunto, la alquimista les dio tareas muy especificas a ambos, debido que Chimar mostraba cierta familiaridad con el negocio de la invención lo mando a buscar unas cuantas hierbas al bosque, no sin antes decirle los ingredientes exactos, la hora del almuerzo estaría cerca para cuando el chico volviera entonces Ignul decidió encargarle el asunto de la comida a Klinge, cosa que sorprendentemente el acepto de buena gana, mientras que ella se iría un rato a la ciudad para entregarle la bomba que había completado poco antes de que los dos llegaran a su casa a su cliente.                  

Al mercenario se le había encargado el almuerzo, pero cuando busco ingredientes dentro de la casa solo encontró unos escasos vegetales y tubérculos, decidió salir a cazar algo al bosque para complementar.

De camino se encontró con Chimar, pero antes de que ninguno pudiese decir nada el espadachín escucha un sonido saliendo de un arbusto, al acercarse lentamente una liebre de gran tamaño salió corriendo del follaje tratando de escapar, pero Klinge la derribo con un rápido lanzamiento de su daga al atravesarle el costado y matándola instantáneamente.

El mercenario se apresto en tomar a la liebre por las orejas y marcharse de vuelta a la casa no sin antes saludar a Chimar como es debido –esto fue bastante rápido, ni siquiera tuve que improvisar una trampa- dijo alegremente mientras volvía a casa para cocinar al animal.

A Ignul le tomaría un par de horas regresar a casa cuando salió a completar su negocio con el cliente que tenia, al volver con algo de pan que compro de regreso, se encontraría con que Klinge ya estaba terminando de preparar el estofado de liebre y verduras que cocinaba en una gran olla de metal sobre la estufa de la casa mientras que la piel de la pobre liebre yacía colgando de la ventana, todavía quedaban algunos rastros de sangre en las manos de Klinge producto de desollar y cortar en rodajas al animal quien se despojo de su armadura de cuero ya que no la necesitaría y así podría estar mas cómodo, solo llevando sus botas tachonadas encima.

La alquimista se quedaría pasmada viéndolo trabajar un rato hasta que al fin el sonido de la voz del espadachín preguntándole donde estaban los platos la saco de su trance, esta fue inmediatamente a buscar unos cuantos cuencos de madera que coloco junto al pan sobre una mesita redonda cerca de una de las ventanas de la sala.

Klinge rápidamente, se puso a servir el estofado equitativamente en cada plato valiéndose de una cuchara grande, esperando que los demás se sentaran a comer.

Podía aparentar lo más tranquilo y eficiente que quisiera, pero a la hora de la comida, todos los niños son niños al final; el hecho de que sus cuerpos se desarrollen y crezcan a ritmos tan acelerados provoca que sus apetitos sean de proporciones bestiales, mirando la cara de entusiasmo de Chimar, Klinge no pudo sino servirle el primer plato a él.

El estofado no era una receta muy glamorosa pero tenía un buen sabor y llenaba el estomago como es debido, no importaba nada mas, luego de terminar la comida Ignul decidió encerrarse en un pequeño cuarto apartado de la casa para trabajar sola con los ingredientes que trajo Chimar por pedido suyo.

De pronto Klinge se acerco al niño –hay algo que no me sienta bien en toda esta situación- le comento a su compañero de menor estatura –nuestra jefa parece estar un poco indispuesta cerca de mi desde que ocurrió el accidente de la poción, parece que la pongo incomoda- aunque Klinge no se había relacionado desde hace mucho tiempo con la bruja se podía dar cuenta de un repentino cambio en su actitud hacia él, la cual en un principio era muy informal y relajada, pero ahora Ignul intentaba evitar estar cerca del mercenario mucho tiempo y cuando se veía forzada en compartir el mismo espacio con el intentaba evitar hablarle o mantener contacto visual lo más posible.

El espadachín pone una mano en el hombro del chico –podrías intentar averiguar algo? Me preocupa que se trate de algún efecto secundario que ella menciono sobre la poción fallida de antes- lo empujo delicadamente asía la puerta del cuarto en el que se encontraba Ingul con una leve palmada en la espalda –pero no le menciones que te envié yo, deacuerdo?.

La alquimista parecía estar totalmente fuera de sí, hablando y actuando como una loca, cuando se acerco al espadachín con intenciones afectivas este le respondió dándole una fuerte cachetada con su derecha para que espabilara –baya poción del demonio- vocifero el guerrero, estaba demostrado que no era muy delicado con las mujeres, pero su brusco trato pareció surtir efecto cuando Ingul recupera el sentido común a través del dolor y regresa al cuarto totalmente avergonzada para cambiarse y volver a salir con su atuendo habitual.

Debí ser mas específica cuando hablaba de los efectos secundarios- dijo con su rostro ruborizado –la posición provoca un efecto parecido a un enamoramiento dirigido a la primera persona con la cual se mantiene contacto visual después de consumir el brebaje- dicho esto la alquimista se volvió a encerrar en el cuarto no sin antes dar una última sentencia –me quedare aquí trabajando en un antídoto, el haber ingerido la posición en estado gaseosos en ves que en estado liquido me permite tener momentos de lucidez, aun así pueda que pierda al razón de nuevo, y no estoy tan segura que sacudir mi cerebro me saque del trance la próxima vez- dicho esto cerró la puerta con llave y la paso del otro lado de la puerta para que no pudiera salir de ese lugar por su cuenta y solo Chimar y Klinge fueran capaces de dejarla salir, Klinge ataría sus espadas a las fundas de forma que no fuera posible desenfundarlas como medida de seguridad y le pasa una a Chimar, junto a la llave, mientras él se quedo con la otra –te dejo a ti la llave para cuando necesite que abras la puerta seas tú la primera persona que vea, si fuera yo no sé que podría ocurrir, si vuelve a actuar extraño golpéala en la cabeza con la funda, o en alguna parte del cuerpo donde le duela bastante- dicho esto Klinge se ocupo en recoger y limpiar la mesa mientras dejaba a Ingul a cuidado del niño.

Parecía que la maga había recuperado la cordura, a buena hora decide salir de su cuarto oscuro cargando consigo dos viales de un extraño brebaje verde que ofreció al mercenario y al niño –es una medida de seguridad, aunque fue en una escala mucho menor, ustedes también fueron expuestos a ese gas, prefiero evitar futuras complicaciones- explico, lo que les estaba dando era el antídoto a la poción de antes.

Klinge no estuvo muy convencido sobre el antídoto en un principio debido al olor y sabor del brebaje, pero consiguió tragarse la dosis entera de una sola vez, al ver eso Ingul sonrió alegremente y animo a Chimar a que se esforzara para tomar el antídoto, aunque fuera un sorbo a la vez.

Después de toda la tensión por la que tuvieron que pasar debido a su poco cuidado en lo que respecta la seguridad, Ingul decidió darles a sus asistentes temporales su paga dándole una bolsista de monedas a cada uno mientras se disculpaba de nuevo por los problemas por los que tuvieron que pasar, Klinge acepto su pago sin quejarse, para sus estándares este fue un día bastante tranquilo para el, y venia bien ganarse algo de monedas sin tener que derramar sangre de ves en cuando.

El espadachín se marcharía luego de recibir su pago, al final los mercenarios siempre desaparecen luego de recibir su pago, eso era lo mejor de ellos según la mayoría de los que trataban con ellos ya que preferían tenerlos cerca solo el tiempo necesario.