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Mensaje  Anastasia Boisson Vie 15 Abr - 14:02

Aquella soleada mañana nos encontrábamos los ocho maestros tensái del viento reunidos en la sala capitular del consejo de la academia. Hacía mucho tiempo que no pisaba aquella ornamentada sala circular, adornada con todo tipo de objetos dorados cargantes y ofensivos para una academia que presumía de “humildad”. No me gustaba la ostentosidad.

Pero no todo iba a ser cazar vampiros. Sin duda, el trabajo de cazadora de criaturas nocturnas me resultaba mucho más atractivo que el de maestro tensái. Justo al revés que todos los que había en aquella sala, por mucho que dijeran lo contrario. Tal vez por eso, los cazadores habían permanecido en el ostracismo 30 largos años, hasta hace un par de noches.

Mi madre, sentada delante de mí, se encontraba en su salsa. Charlando entre risas con la maestra Pantine, una de las veteranas. Era la primera vez en mucho tiempo que estábamos los ocho maestros tensái presentes. Los que formábamos parte del gremio de cazadores pocas veces nos encontrábamos allí. Yo, como de costumbre no tenía feeling con ninguno de los presentes, y mi rostro serio y aburrido apoyando mi cabeza sobre los nudillos en señal de aburrimiento era ya una escena típica.

El único con el que casaba sería el catedrático, Dorian, último en entrar tal y como marca la tradición. Lo haría en silla de ruedas tras los acontecimientos sucedidos en el bosque noches atrás. No sería una sorpresa pues todos sabían lo ocurrido. Se colocó en el centro de la sala e hizo un breve discurso de presentación, asuntos políticos a los que no prestaría demasiada atención.

-Maestros tensái. – comenzó diciendo. – Me alegra comunicar la aprobación por parte de la junta los presupuestos generales para el presente curso. – continuaba diciendo. Había dormido mal aquella noche. Eran ya varias noches pensando en la marca de mi brazo y en mi abuela. Me estaba costando mantenerme despierta. Aquel soporífero discurso político era un buen somnífero. Mi sueño habría agradecido que aquella reunión hubiese sido a las 3 de la mañana, cuando estaba dando vueltas por mi habitación.

Tras los asuntos económicos, llegaron los sociales. Las responsabilidades que cada uno debíamos cubrir. Entrenar a los jóvenes. A los mayores. La renovación de los equipos y la compra de material. “Asuntos interiores” con el resto de brujos tensái de otros elementos o bien “asuntos exteriores” con la academia bielemental. Entre otros. Tareas que yo no tenía ninguna gana de llevar a cabo. Mientras me mantenía callada parecía que todo iba bien y esquivaba las aburridas responsabilidades. Todo cambió cuando el maestro William hablaría sobre determinada chica.

-Esta mañana ha llegado una joven bruja a la academia. – dijo – Tendrá poco más de 20 años. Pelirroja. Asegura problemas para controlar sus poderes. También tiene dificultades de visión. - “Una historia conmovedora”, pensé con sátira. Mostrando mi misma cara de aborrecimiento - ¿Algún voluntario? – No hubo respuesta alguna. No quería mirar para que, con un poco de suerte, no advirtieran mi presencia.

Pero alguien sí que había advertido mi presencia. Ella. Quién si no iba a ser.

-Propongo que la maestra Huracán se encargue de ello. – respondió Isabella, ¡quién si no! Esa sonrisa pícara de mi madre era una clara revelación de que lo había hecho a propósito.
-¿Por qué yo, maestra Isabella? – Pregunté con educación. Entre maestros había un estricto código de conducta. No podía dirigirme a ella como “madre”.
-Porque sois la más joven. – tomó un vaso de agua, bebió un trago y continuó. – Y seguro que podéis aprender también algo de ella. – Esto causó la gracia general en el consejo.

Ya había soltado la perla. No desaprovechaba cada ocasión que se le presentaba para dejarme en ridículo. Le lancé una mirada sentenciante ante las risas del consejo y me mojé los labios. No le contesté por respeto. El catedrático y mi mentor, que habían visto esto como un claro ataque hacia mi persona, no tardaría en detener de mediador ante mi madre y los bufones que le reían las gracias.

-Maestra Isabella, por favor. No se toleran faltas de respeto en la sala. – le reprendió Dorian como mediador, con gesto de enfado. Él era el único que no se había reído. Siempre me protegía y seguramente fuera la persona a la que más estima tenía de aquella sala.

No tardaría demasiado en cerrarse la sesión. Sin decir nada a nadie me dispuse a salir. Maldiciendo hacia mis adentros fui en dirección al patio, lugar donde se supone que mandarían esperar a la joven, que estaría esperando la llegada de un maestro.

Accedí al bello jardín primaveral lleno de figuras podadas. Allí había una única chica, alta y con una larga melena color rojo fuego. Recordaba su rostro. Sí. Ella había sido la joven con la que había derrotado una guarida de vampiros bastantes meses atrás.

-¡Keira! – exclamé cuando llegué a su posición. No esperaba que la chica con problemas de visión fuera ella. Me fijé en sus ojos. Blancos. Sus pupilas parecían haberse derretido como el fuego que manejaba como elemento al acercarlo al hielo. ¿Ceguera? Era probable. - ¿Qué te ha pasado? ¿Qué haces aquí? – Le pregunté sorprendida. Fue entonces cuando agradecí que mi madre me hubiese enviado allí. De todos los maestros, sin duda quien mejor conocía la bravura de la temperamental Keira era yo.
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Mensaje  Keira Brabery Sáb 16 Abr - 3:49

El barco avanzaba a buen ritmo por el mar manso, el cielo despejado de la primavera parecía calmo, y la brisa lograba que el velero se moviera con velocidad. Eran sobre las ocho de la mañana cuando a lo lejos, empezó a vislumbrar se la isla, aun debía quedar cerca de una hora de viaje. La mayoría de tripulantes se dedicaban a juegos de mesa, bebidas y apuestas. Los marineros, preparaban las cosas para el desembarque, Beltreux estaba cerca.

Apoyada en la balaustrada del barco, cogiéndose con fuerza, con la esperanza de no caer, nerviosa por la gran cantidad de agua que la rodeaba, una joven de cabello de cobre miraba en favor del viento notando como la brisa le revolvía el pelo. Sus ojos, aun grises pero sin ese brillo que antaño había logrado remover el más fuerte de los estómagos y acelerado el más calmado de los corazones, miraban sin ver hacia esa isla que tanto ansiaba pisar.  Jamás había estado en Beltreux, más que una vez, cuando conoció a ese chiquillo noble con el que acabó jugando embarrada, y de eso hacían ya más de catorce años. A su lado, un halcón de color rojizo, miraba junto a la mujer la isla.

Keira suspiró recogiendo todo el aire que fue capaz, olía a mar, sal, sol, viento y agua. El suelo encharcado del barco había secado por fin, las risas de los presentes se escuchaban lejanas para ella, que se concentraba en su objetivo. Cuando había subido al barco había notado las miradas hacia ella, las mujeres nunca eran un buen presagio en los barcos, pero una mujer ciega, eso debía ser el súmmum de la mala suerte. Si hubiera podido, habría puesto los ojos en blanco, pero sabía que el cambio sería imperceptible en sus ojos, y que, por lo tanto, sería un esfuerzo inútil, y una total frustración.

Por suerte el viaje había sucedido sin inconvenientes y se acercaban ya a la isla. Jamás pensó que volvería allí, y menos que lo que la llevaría a volver sería la academia tensai. La chica era ya adulta, difícilmente podría adaptarse a una clase de niños que aprendían a manejar sus poderes, ella ya había aprendido algunos trucos. Se tocó el hombro de modo inconsciente. Pero temía tanto su poder desde esa herida, que ella misma era consciente de que necesitaba ayuda.

El miedo nunca era un buen consejero, lo sabía, pero es un sentimiento difícil de aceptar, primero quemó, descontrolada, lo que era su hogar, y después, a si misma. Odiaba su poder, odiaba temerlo, pero ya que lo tenía, lo mejor sería aprender a usarlo para que no resultase un peligro, sobretodo cuando, al no ver, su puntería era cosa del pasado. Incluso incendió un cuarto de la posada de Jenn, no podía permitir que eso volviera a pasar. Aunque le costase, aunque usualmente no aceptase ordenes de nadie, debería hacerlo cuando llegase, no tenía más remedio, era eso o incendiar todo aerandir a su paso, sin querer hacerlo siquiera.

Notó el choque del barco contra el muelle, habían llegado. Cogió su bastó y su bolsa del suelo, a sus pies y esperó a que los sonidos de los marineros amarrando cuerdas paró. Fire elevó entonces el vuelo y avanzó despacio frente a Keira que, con el bastón, iba tanteando y esquivando lo que pudiera ponerse en medio. Al llegar a la rampa, un marinero le tendió la mano, notó que tenía algo frente a ella, pero lo rechazó, era ciega, no invalida, no podía ver, pero era totalmente capaz de hacer cosas por su cuenta.

Usó el bastón de apoyo para no resvalar y descendió por la rampa con una gracilidad impropia para una persona sin visión y, con un gesto de la mano, se dirigió hacia el centro de la ciudad, esperando encontrar a alguien de la academia. El centro del pueblo rebosaba vida, de una forma muy diferente a la que lo hacían las demás ciudades que había visitado. Podía oler el azufre en el aire, el sonido del papel y el aroma de la tinta, escuchaba pequeñas explosiones de fuego y juegos de agua. Sin duda, Beltreux era otro mundo.

- Fire, busca a quien no esté usando magia.- pidió a su ave, que alzó rápidamente el vuelo.

Si lo que quería era encontrar a un maestro de la escuela, probablemente sería la única persona que no estuviera usando sus poderes, pues ya los controlaba, los demás debían ser aprendices. Su lógica surtió efecto, escuchó el piido de Fire no muy lejos y avanzó hacia él con cuidado, sus oídos no la traicionaban cuando notaban que a su alrededor había personas practicando. Cuando notó una presencia a su frente se detuvo, y Fire se acomodó en su hombro. Le dio dos tirones flojos en un mechón de pelo, el que estaba delante era hombre.

- Discúlpeme, ¿es usted maestro de la escuela?-
el tipo debía estar totalmente extrañado, lógico, las personas ciegas no solían tener el aspecto que tenía Keira, eran usualmente desgarbadas y sucias y sus ojos no conservaban el color, como lo hacían los de la chica, sin luz, si, pero de ese color gris que la caracterizaba, se las veía pidiendo dinero en las calles bajas de lunargenta, no en medio de Beltreux.- Soy usuaria de fuego, y quiero que me enseñen a controlarlo.- dijo sin dar más explicaciones.
- Discúlpeme, señorita, pero no puedo perder el tiempo.- oír eso molestó a la joven, se había tomado la molestia de recorrer todo Aerandir para poder llegar allí y el muy idiota le decía que no tenía tiempo que perder.- no tengo pruebas de que sea usted tensai de fuego y...- no acabó la frase, Keira había encendido una llama en su dedo y la había dirigido hacia el frente, quemando el trasero del tipo, que se había dado la vuelta para alejarse.
- ¿Ahora me cree?- preguntó con aspecto serio tras escuchar el quejido del hombre.

La guió hasta un prado y la dejó allí, esperando, Fire, sobre el bastón, miraba hacia un edificio, donde se debía estar llevando a cabo la reunión. Kiera, por el contrario, miraba hacia el océano que, si hubiera podido ver, estaría contemplando desde una llanura alta. Esperó unos minutos hasta que, a sus espaldas, escuchó unos pasos y se giró hacia ellos. Un tirón de pelo, mujer, dos más, conocida. En seguida supo quien era cuando la voz la llamo con la sorpresa incrustada en el tono, suspiró.

- ¿Huracán?- Preguntó, poco importaban entre ellas los modales, era algo que, ciertamente, a ninguna le importaba demasiado.- Una larga historia. Dejémoslo en que a partir de ahora, odio el color blanco.- comentó pensando en el pelo del color de la nieve de quien le había provocado la ceguera.- ¿Eres maestra aquí? ¿eres tu quien va a ayudarme?- preguntó, como la otra chica, yendo al grano, con algo de alegría, a penas notable, en la voz, al menos ya conocía a la persona y no tendría porque ser formal.- supongo que no fue buena idea quemarle el trasero al tipo ese para que creyera que puedo manejar el fuego, creó que se enfadó conmigo- dijo con una ligera sonrisa de satisfacción y diversión, no era una completa inútil, al fin y al cabo.
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Mensaje  Anastasia Boisson Sáb 16 Abr - 11:00

Estaba claro que algo había cambiado en nuestras vidas. No pude evitar fruncir ligeramente el ceño con cierto aire de añoranza. Cuando nos encontramos por primera vez, hace ya varios meses, éramos más desenfrenadas y echadas para adelante. Aún no nos habíamos golpeado de bruces contra la crueldad de la vida.

Desde la última vez que encontré a Keira había recorrido medio mundo buscando a Malcolm y su dichoso libro, que jamás encontraría, fui hasta Dundarak, en busca de la dragona Igraine, me había encontrado con Mortagglia y habíamos sufrido un gran ataque durante la fundación del gremio hacía poco más de una semana. Ahora llevaba una marca en el brazo que me conectaba con la peligrosa vampiresa, aunque aún no había tenido el gusto de verla por este método. Keira parecía haber sufrido calamidades parecidas, o incluso peores.

La tensái de fuego no pareció muy interesada en contarme lo que le había pasado. Entendía su postura, yo tampoco lo haría. Me crucé de brazos y observé el mar desde el jardín.

-Así es, además de cazar vampiros, cuando estoy aquí enseño a la gente a controlar sus habilidades. – le dije, sin dejar de mirar al mar. – No domino las artes del fuego, pero trataré de ayudarte. Toda magia tiene la misma base. – también aseguró haberle quemado el trasero al maestro William. No pude evitar mostrar una mueca que ella no vería. Nunca me había caído excesivamente bien aquel hombre, especialmente por la prepotencia que gastaba. – No te preocupes. – respondí con seriedad. – Si vamos a usar el fuego, será mejor que nos alejemos de aquí. Estamos demasiado rodeadas de “verde”. – aclaré mirando a mi alrededor. Era un hermoso jardín y no quería que Keira lo incendiase todo. Invidente y sin controlar sus poderes, ya me imaginaba la masacre que podía armar. Ya había tenido bastante con el fuego del Centinela y sus amigos hace una semana. – Keira, necesito que me cuentes por qué crees que no puedes controlar tus poderes. – le pedí mientras caminábamos – Sé sincera. Si me ocultas cosas me será más difícil ayudarte. – Sabía que Keira era poco propensa a contar su vida

Lo mejor sería dirigirnos a una playa. Allí estaría rodeada de materiales ignífugos: La sílice que constituía la arena y el agua. Las playas eran los sitios donde los tensáis de fuego solían practicar sus habilidades. Conocía una pequeña, cercana y bastante poco frecuentada. Había que acceder por un pasaje que sólo era accesible en bajamar. Manteniéndose cubierto de agua el resto del tiempo. A aquellas horas de la mañana era accesible.

-Quítate los zapatos. – le dije quitándome los míos, pues aún no le había dicho que nos dirigíamos a una playa. – Quiero que utilices el resto de tus sentidos, ¿vale? ¿Sabes a dónde nos dirigimos? – le pregunté cerca, observando sus pupilas borrosas y esperando una respuesta. Aquella era una pregunta sencilla, el olor a salitre, el ruido de las gaviotas y el cercano sonido del mar, lo hacía bastante sencillo. – Las personas normales tienen cinco sentidos. Los brujos tenemos uno más, el maná. – le expliqué. – En tu caso, como has perdido la vista, tienes los mismos que cualquier persona. Así que jamás te sientas inferior a nadie, ¿entendido? – la llevé hasta el centro de la playa. En cierto modo, la joven me daba bastante pena, pero tenía que animarla de algún modo. – Lo primero que tienes que hacer para controlar tu elemento es sentir la llamada del maná. Sé que puede parecer abstracto, pero es lo primero que un brujo debe hacer. – le dije, tal vez fuera algo que no entendiera de primera mano.

Estábamos en el centro de la playa, que estaba desierta. Quería expresarle bien qué era lo que tenía que buscar, pero primero necesitaba encontrarlo yo. No tardé en hacerlo. Cerré los ojos y estiré los brazos.

-En mi caso puedo controlar el viento. Cuando cierro los ojos, siento el aire recorrer cada parte de mi cuerpo. – Respiré hondo y exhalé en una sensación muy relajante y placentera. – Entra en mis poros. Se introduce en mí. Me llena de energía y vitalidad. Es mi fuente de maná. – Me expresaba más desde el interior. Verdaderamente sentía lo que decía. A fin de cuentas, me arropaba en el viento cuando necesitaba ayuda o me sentía sola y desamparada, algo que ocurría habitualmente. Volví a abrir los ojos, y me acerqué a Keira.– El fuego tiene que ser tu amigo, tienes que buscar su expresión en la naturaleza y dejar que entre dentro de ti. Sentirlo parte de ti, y tú de él. – Estábamos en una playa, en un lugar cálido, sin duda se me ocurría una buena fuente de maná para Keira, y era el sol, pero quería que lo descubriera por ella misma. – Se me ocurre al menos una fuente de calor. – me acerqué a ella y le estiré los brazos. - Relájate. Libera tus músculos. Tienes que controlar tus impulsos para que el maná entre en ti. – Le dije con una sonrisa, esperaba que lo entendiera y me indicara si conseguía avanzar o no.
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Mensaje  Keira Brabery Sáb 16 Abr - 11:41

Al parecer, no se había equivocado, Huracán sería quien la ayudase a controlar el fuego. Por un segundo se preguntó si le habría quemado los cuartos traseros a alguien importante, pero sintió que, al menos para Huracán, ese no era el caso, y sus palabras confirmaron que no debía preocuparse acerca de lo hecho al llegar. Tal vez pensaron que mandando a Huracán sería un castigo, por lo semejante de los caracteres, lo que no sabían era que la bailarina confiaba más en la gente arisca, que no en los que sonrien y ponen buena cara.

Notó que su "Maestra" comenzaba a avanzar, y la siguió. Fire alzó el vuelo adelantandolas a ambas, más libre y tranquila de lo que había estado el ave en el último mes. Mientras avanzaban, no paro de prestar atención al sonido de los pasos de Huracán, para saber donde dirigirse exactamente. Su voz, sonó nuevamente. Debía saber porque no podía controlar la magia.

Keira aguantó un suspiro, lo sabía bien, ciertamente nunca nadie le había enseñado ese tipo de cosas, pero también era verdad que al principio su control había sido bueno, excepto en los momentos de enfado, el problema había empezado con ese dragón, casi un año atrás. tocó su hombro mientras seguía avanzando en silencio, aun sin estar preparada para responder. Para alguien como ella no era fácil aceptar que tenía miedo, miedo de herirse a si misma, miedo de herir a los demás, de estallar, nuevamente, de perder el control y provocar una nueva explosión.

Suspiró con ojos cerrados, comenzando a notar como la hierba que había sentido hasta pocos momentos atrás rozando sus pies, el aroma a tierra húmeda dio paso a un olor a salitre, hizo caso a las palabras de Huracán y se quitó los zapatos, arena. El sonido de las gaviotas explotó en sus oídos y la fresca brisa llevó hasta ella el olor a agua. Fue entonces cuando escuchó la pregunta de la joven.

- Una playa.- respondió mientras la arena se colaba entre sus dedos, fría, fresca y limpia.

Llegaron finalmente a la playa, el sonido de las olas chocando con la costa se lo confirmó, y la arena, cálida, por estar bañada por el sol en ese lugar, cambió la temperatura de sus pies. Soltó el bastón que dio un golpe seco en la arena, Fire, lanzó un grito, no muy lejos, como los que lanzaba cuando encontraba un lugar donde descansar. Para avisarla de su localización. Notó el sol cálido en la piel, y alzó la cara con ojos cerrados, respirando hondo, cuando la voz de Huracán volvió a sonar en sus oídos, junto a ella.

Que se relajase... no podía hacerlo, cada vez que quedaba inconsciente, cada vez que su cuerpo decidía relajarse, algo malo pasaba a su alrededor, el fuego se extendía y todo acababa destruido. Lo que le pedía era imposible para ella, y sabía que, si no se lo explicaba, seguramente la chica, con un carácter tan similar al suyo propio, se enfadaría, ya que, lo que le pedía, era algo tan sencillo para cualquiera, pero, para su mala suerte, ella no era cualquiera.

- Me da miedo.- dijo mirando hacia el frente, notando la brisa remover su pelo, apartandolo de su cara.- La primera vez que descubrí que tenía magia, quemé la caravana donde vivía con toda mi familia, no murió nadie de milagro. Otra vez, quemé el cuarto de una taberna.- rememoró lo sucedido con Jenn y su posada.- y lo peor fue...- se tocó el hombro.- esto- suspiró apartando la cara y quitándose la camisa, quedándose en una sencilla camiseta con tirantes finos, y dejando a la vista la horrible marca, rojiza, rosada, y marcas de haber tenido burbujas.-La única vez que hubo heridos, por suerte, solo fui yo.- explicó- Horrible, ¿verdad? Me lo hizo mi propio fuego.- murmuró.- nunca te enfrentes a un dragón negro con una viuda negra como maestra.- comentó.- Cada vez que he intentado controlar mi poder, o he intentado relajar mi mente, han sucedido desgracias.- advirtió, tensa, confesando por primera vez todo lo que tenía en la cabeza, confesando, por primera vez, a que se debía esa tensión, tan palpable, en su personalidad.

Esperó la reacción mientras el viento seguía soplando de forma suave, y Fire contemplaba la escena desde una roca, observando a Keira con ojos fijos, esperando que la decisión que su ama había tomado fuera realmente la correcta, y no terminase de quebrar su frágil estado, el animal era de los pocos que sabían que, en realidad, la apariencia seca y cruda de la bailarina no era más que una cubierta, y temía que, el que la joven tuviera que mostrar la verdad, fuera demasiado difícil para ella.
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Mensaje  Anastasia Boisson Mar 19 Abr - 16:52

A Keira le costaba calmarse, y así no iba a conseguir que el maná fluyera en su interior. La bruja tenía un potencial enorme. Lo había demostrado en aquella cueva llena de vampiros en los bosques de Wulwufar. Pero por alguna razón la notaba tensa. Como si se sintiera insegura consigo misma. Era algo muy típico de los brujos.

Cuando me contó su historia ya pude entender mejor el por qué de su tensión. Keira temía hacerse daño, o peor aún, hacérselo a los demás. De hecho, la tensái ya había tenido experiencias desagradables de este tipo. Me mostró la herida de su hombro, era bastante grande y se extendía casi hasta su espalda. Llena de agujeros de lo que probablemente fueran quemaduras severas. Viendo el panorama, era de recibo que temiera a usar su elemento.

-No puedes renunciar a tus poderes por acontecimientos del pasado. – le dije. – Con un entrenamiento óptimo podrás utilizar tus habilidades. Recuerdo como te desenvolvías en la cueva. Tienes mucho potencial. Tan solo necesitas confianza.– la trataba de animar. Confiaba en ella, aunque sin la vista, seguro que le resultaría bastante más difícil.

El error de Keira seguramente fuera no haber recibido un entrenamiento desde pequeña, que es cuando una persona cuenta con mayor margen de mejora y con mejor capacidad de aprendizaje. Su carácter agrio y ligeramente soberbio no la ayudaría a mejorar. En parte parecido al mío, aunque yo más controlada por una disciplina estricta.

Cuando estaba en las islas, no llevaba mis ballestas ni mi armamento. En aquella ocasión llevaba una mochila a mi espalda con utensilios para mejorar el aprendizaje, me di la vuelta y la posé sobre el suelo. Me arrodillé y comencé a revolver en la misma en busca de una idea para ayudarla, fue entonces cuando di con las pociones mágicas. No sabía demasiado, pues no era alquimista, justo lo básico que fabricaba la maestra Pantine, y me entregaba para potenciar las habilidades de mis alumnos por breves instantes de tiempo.

Observé el recetario de pequeños viales tratando de buscar algo que la ayudara. No vi nada especialmente interesante, estimulantes de magia, potenciadotes de maná, y poco más. Nada que Keira necesitase.

-Caldrum… - susurré en voz baja, manteniendo el pequeño vial con mi pulgar y mi índice. Esa poción era capaz de disminuir el daño de los poderes del brujo de manera temporal. La intensidad de los hechizos, pero no así la vistosidad, fogosidad y tamaño físico de los mismos. Si Keira tomase esa poción, podría lanzar hechizos de fuego, pero serían totalmente estériles y no le causarían daño alguno. Esa poción servía, justamente, para ayudar a gente como Keira. Ahora bien, ¿tenía Keira un problema? No. Por lo que ella me decía, su problema residía en una falta de confianza total sobre sus habilidades. Pánico cada vez que veía brotar una llama de su mano.

Yo jamás fui una férrea defensora de la alquimia. En mi opinión, consideraba que era crear una dependencia innecesaria. Sabía de brujos que no eran nadie sin sus potingues extraños. ¿Qué haría Keira cuando abandonara mi clase y no tuviese la poción a mano? Este pensamiento ayudó a que yo, totalmente contraria a las pociones, decidiera cambiar a última hora y tomar la única poción que verdaderamente me gustaba dar a mis alumnos, y la única que generaba yo manualmente: un inerte extracto con sabor frutas del bosque, compuesto por moras, cola y plátanos. Un líquido estéril al que le daba los atributos que yo quería, en este caso, los del Caldrum: Un simple y llano efecto placebo.

Keira. – le dije con determinación, levantándome y dándome la vuelta, con el placebo en la mano. – Te voy a un vial de Caldrum. Esta poción te servirá para evitar que tu magia haga daño, que tus hechizos sean estériles. Tienes que tomarla. Te vendrá bien. – y se la dispuse en la mano. Era la única manera que veía de poder ayudarla, pero si no la quería tomar, tendría que decidir otra cosa. – No temas, no tiene ningún efecto secundario.

Estaba francamente nerviosa, aunque la bruja no lo notaría, pues yo era bastante impasible. Tenía miedo que se lastimara pues sus hechizos no se verían reprimidos, pero mediante corrientes de aire podría mantener el fuego alejado de ella en el caso de que se dirigieran a ella. Aún así, esperaba que la poción le diese la confianza suficiente como para atreverse a manejar sus hechizos sin temor a quemarse y, una vez los dominase y viera que no pasaba nada, le diría que lo que había tomado era un simple placebo.
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Mensaje  Keira Brabery Miér 20 Abr - 9:44

Keira suspiró cuando Huracán le dijo que no podía renunciar a sus poderes, lo sabía, lo había intentado, pero era imposible, los poderes formaban parte de ella, tanto como lo eran sus manos, o su voz. Y necesitaba usarla, tanto como necesitaba respirar. El poder no era algo que pudiera retenerse, mucho menos a la fuerza. Cuando había estado atrapada y le habían puesto esos brazaletes, que le impedían usar su fuego había sentido tal malestar, tal mareo, dolor de cabeza, fiebre, habría querido morir en ese momento, y lo peor había sido cuando se los logró retirar. Había habido tal explosión que había ardido media taberna.

Asintió a la mujer, si, definitivamente, no podía renunciar a su poder, por mucho miedo que le diera, no podía renunciar a él, no como lo había hecho a su vista, no como lo había hecho a la pie de su brazo, sencillamente, no podía renunciar a más cosas. No iba a renunciar a nada más, y si podía recuperar lo perdido, lo haría. Suspió y alzó la cabeza, siguiendo con ella la dirección de la que provenía a voz de la mujer, "Caldrum" había murmurado.

La bailarina frunció el ceño, ¿qué era eso? No le importaba, necesitaba relajarse para sentir el maná. Si no recordaba mal lo que era eso, según lo que había logrado entender por los libros que había conseguido de su caravana, era el nombre que se le daba a la energía que tenían las cosas. Cada tipo de magia necesitaba tomar el maná de un lugar diferente, el agua, tomaba energía de agua, el aire del viento, la tierra, de la tierra y el fuego, del calor.

Intentó sentir el calor de la arena a sus pies, y el mismo del sol, que bañaba el lugar donde se encontraban. Era la mayor fuente de calor que tenía en ese momento. Se giró, interrumpiendo su intento de concentración para escuchar a Huracán. Una poción que delimitara sus poderes. Tragó saliva, ciertamente, le vendría bien, se sentiría más tranquila, pero... pero no era lo que buscaba. Quería aprender a controlarse, quería superar su miedo, y para ello, no podía utilizar trucos, no era legal. Tragó saliva y sonrió de medio lado.

- Gracias Huracán, aprecio eso, pero... sería hacer trampas, si quiero mejorar, debo hacerlo sin trucos, no puedo dejar de tener miedo si uso trampas, he de fiarme más de mi autocontrol.-
Agradeció antes de girarse y respirar hondo.- Bien, voy a probar lo que me has dicho de sentir el maná.- anunció.

Cerró los ojos de nuevo, y respiró hondo inflando el pecho, sintiendo el aire que entraba en sus pulmones y empezaba a calentarse al pasar por su garganta, casi como si sus pulmones estuvieran inundados de fuego. Notó el sol en la piel, que comenzó a desprender calor con suavidad, iluminándose de un tenue color rojizo, y sus pies, enterrados en la arena cálida, hacían subir calor por sus piernas.

Tragó saliva, y dejó que la sensación se expandiese por todos lados hasta que sintió que se le iba a salir de control. Notaba que el calor comenzaba a concentrarse en las puntas de sus dedos, demasiado calientes como para coger nada,y abrió los ojos intentando abandonar esa oscuridad en la que se había sumergido para concentrarse, sin lograrlo, había olvidado su ceguera. Respiró hondo nuevamente, y apretó los dientes, no podía, cada vez el calor de sus dedos y de su cuerpo era más y más grande.

Debía hacer algo, sabía que tenía a Fire y a Huracán junto a ella, y temía hacerles daño. El miedo volvió un instante, haciendo que el poco control que creía tener empezara a desaparecer, y la calma diera paso a los nervios. Keira escuchó el sonido de las olas a su frente, y mientras los primeros chisporrotazos de llamas salían de sus dedos, Keira salió corriendo hacia el agua y se lanzó de cabeza, logrando enfriar así su cabeza y su cuerpo.

Salió a flote y apartó el pelo de su cara con un suspiro, quitándose el agua de la cara con las manos, respirando hondo. Era la primera vez desde que descubrió su magia que lograba controlarse tanto tiempo y sentirse relajada. Llevaba años en tensión, y ese único instante de tranquilidad había hecho que la chica sintiera un poco de alivio en el pecho, como si hubiera caído a primera piedra. Sonrió alzando la cabeza, tal vez, solo tal vez, con la ayuda de Huracán, pudiera aprender a mantener su fuego bajo control, sin necesidad de estar en constante tensión.
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Mensaje  Anastasia Boisson Sáb 23 Abr - 7:57

Me gustó que Keira rechazara mi poción. Aunque no iba ni a beneficiarla ni a perjudicarla, prefería que tuviese la suficiente fuerza de voluntad como para intentar controlar sus temores por ella misma.

-Adelante. – le indiqué con mi voz seca, haciéndole un gesto con la mano, aunque no lo vería.

La bruja comenzó a concentrarse, sentí como su cuerpo aumentaba de temperatura fruto de la energía que tomaba de sol y arena. Se encontraba calmada y relajada. Permitiendo al maná entrar en ella. Esto la ayudaría a controlar su fuerza y su espíritu. Vi como de sus dedos comenzaban a brotar pequeñas llamas de fuego. Se escuchaba el sonido del elemento. Parecía que comenzaba a controlarlo.

Sin embargo, fruto del miedo, sentí como comenzaba a ponerse más nerviosa. Tal vez por miedo a herir a alguien. No lo sabía. La cuestión es que en un momento determinado comenzó a correr hacia el agua con la intención de enfriarse. Salió completamente empapada mientras yo hacía gestos de negación con la cabeza. Pero tenía que tener paciencia con ella.

-No tengas miedo, Keira. Es cuestión de ir poco a poco. – le dije cordialmente cuando llegó a mí. –Conjurando pequeños hechizos. Unas llamitas no van a matar a nadie. – hice una breve pausa para plantear una solución para ayudarla. Hasta que pensé que tal vez mis poderes pudieran ayudarnos. – Mira, voy a crear una corriente de viento que mantendrá alejadas las llamas de ti y de mí. Fíjate como me relajo. Como dejo que el maná penetre en mí.

Y comencé a respirar tranquilamente, no tardaría mucho tiempo en sentir el viento surcar el interior de mis ropas, a fluir dentro de mí. Era una sensación relajante y placentera. – Ash fur na’hir – susurré en voz baja y comencé a sentir como éste se intensificaba, llegando incluso a escucharse un fuerte soplido. La arena de la playa era arrastrada y ésta se comenzaría a meter en todas las partes de mi cuerpo. - ¿Ves? Yo tampoco puedo ver mi elemento, sino que tengo que sentirlo por otros medios. – Le dije. Esperaba que no se tomara esto como una ofensa, sabía que el símil no era igual. Pero lo que quería que entendiera era que no es necesario ver algo para manejarlo. Que el temor de la ceguera no le impida usar sus habilidades. – Si entras en armonía con tu elemento, éste no te hará daño. – le indiqué. Y eso era algo cierto. Del mismo modo que un brujo de fuego no se quemaba las manos cuando lanzaba un hechizo, tampoco quemaría otra parte del cuerpo. Pero para esto necesitaba encontrarse relajada y tranquila.

Había pequeños árboles en la parte más alejada del mar de la apartada playa. Cerca de los acantilados. El viento soplaba fuerte dentro de mis capacidades, que tampoco eran demasiadas, aunque en una playa debido al ruido del mar y el arrastre de la arena podían parecer mayores.

Mi intención era que Keira incendiase un pequeño árbol para que pudiera practicar a dirigir su elemento. No esperaba que hiciera nada especialmente prodigioso. Solamente que lo incendiara para luego tratar de demostrarle lo que le había explicado, que si muestra armonía y confianza en su elemento sería inmune a este.

-Vale, quiero que busques un árbol, recojas maná y crees una pequeña llama en tu mano. – le dije. – Luego lánzala con tranquilidad hacia éste. No nos va a pasar nada. Yo manejaré el viento para que no nos hiera a ninguna. Tienes mi palabra. – aseguré y me coloqué detrás de ella, de hecho, ya había lanzado la corriente de aire a favor del árbol y en contra nuestra para que se sintiera mayor seguridad.
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Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán] Empty Re: Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán]

Mensaje  Keira Brabery Mar 26 Abr - 9:51

Salió empapada del mar, notando la sal en la boca, y suspiró. Caminó despacio escuchando la voz tranquila de Huracán, la chica tenía razón, el miedo solo le había servido para herirse a si misma, a los demás y, al final, acabar empapada. Escurrió sus mechones castaños y anudó sus bucles mojados con una cinta, apartándose el pelo, esperando que no se le pegase a la espalda, realmente odiaba la sensación de el pelo pegado a la piel, era realmente molesta, como si tuviera un bicho que no podía quitarse.

Asintió con tranquilidad, se tenía que fiar más, si había decidido no tomar la poción que Huracán le había ofrecido era para superarse a si misma, no podía dejarse llevar por el pánico, era necesario dejar de temer, al fin y al cabo, como Huracán decía, ella tampoco podía ver su elemento. La diferencia era que ella, no necesitaba verlo, el viendo no hacía arder aldeas, ni mataba a gente de modo tan doloroso como lo hacía el fuego. Aunque, estaba claro que el viento podía cortar como el filo de una navaja.

Armonía, ella únicamente estaba en armonía cuando bailaba. Tal vez, controlar el fuego no era tan diferente a bailar, al fin y al cabo, era un elemento ligero, visual, moldeable, podía moverlo a su gusto y forma, igual que ella cuando bailaba, podía manejar el fuego como si de su cuerpo se tratara, elevarlo, hacerlo girar, darle forma, hacer que ardiera. Tomó aire nuevamente, más tranquila sabiendo que el viento de huracán dirigiría su fuego al lugar adecuado. Sin embargo, no iba a dejarlo todo en manos de la chica, debía aprender a hacerlo sola, también.

- Fire.- murmuró. Pronto escuchó el ruido de un aleteo acercarse y llegar a su hombro.- árbol.- pidió.

La halcón alzó el vuelo y comenzó a alejarse para, tras un par de metros recorridos, soltar un piido fuerte para que Keira lo escuchase. La chica giró hacia la dirección que le marcaba el sonido de su ave, y volvió a empezar lo que había dejado antes a medias. Notó el sol en la cara, calentándole la piel, secándola, el agua comenzó a dejar de gotear, sentía que el calor iba subiendo poco a poco.

Los brazos se le secaron, el vestido dejó de pesar, su pelo empezó a sentirse liviano nuevamente. Notó la sensación de calor recorrer su cuerpo, sentía el calor correrle por las venas, los pulmones llenarse de aire cálido, el pecho inflarse como un globo, ardiendo, intentó evitar el miedo, no podía permitirse sentirlo, el calor, al fin y al cabo, no era algo malo, era agradable, incluso, pequeñas chispas comenzaron a salir le de los dedos. Se notaba más viva que nunca, como si la energía le recorriera cada nervio y le inundara la sangre.

Con un suspiro, alzó las manos con delicadeza manteniendo la sensación cálida tanto como fuera posible, Fire dio un nuevo grito. Keira, entonces, abrió las manos y dos pequeñas bolas de fuego se formaron en sus manos, "vamos allá" pensó la chica, y lanzó las bolas en llamas directas al sonido de su ave, que, rápidamente se apartó del objetivo. El árbol estalló en llamas, con un sonido seco.

Se sintió vacía por un instante, relajada, calmada, el calor volvió a ella, sin agresividad, como si por un rato, se hubieran aceptado y unido su movimiento como una pareja bailando. Se sonrió a si misma, había controlado el fuego, Fire restregó su cabecita por el cuello de la chica, que acercó la cabeza al ave, como única muestra de euforia, parecía que empezaba a lograrlo.

- ¿Le he dado?-
Preguntó, algo dudosa, a pesar de haber escuchado el sonido del estallido, con una ligera sonrisa en los labios. No solía sonreír, pero si, aun ciega, había conseguido darle al objetivo y controlar su magia, era algo que bien se merecía un gesto.
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Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán] Empty Re: Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán]

Mensaje  Anastasia Boisson Sáb 30 Abr - 12:48

Keira parecía decidida a intentarlo. No veía por qué no podía hacerlo. La sentía capaz de lograrlo. Tan sólo tenía que calmarse. Como así hizo. Generé una corriente de aire que la ayudara a mantener su fuego alejadas de ambas y mientras se concentraba, gracias a la ayuda de su ave pudo saber el lugar en el que se encontraba el árbol y dirigir sus llamas hacia él. Sonreí cuando vi que lo había logrado. El pequeño árbol ardía fruto del fuego de la tensái, que me preguntaba si su disparo había sido acertado.

-Sí. Lo has logrado. – le dije con voz tranquila desde detrás suya. - ¿Ves como no era tan difícil?. Bien hecho. – fue mi particular manera de felicitarla. Era difícil que a mí me salieran palabras lo suficientemente tiernas como para conmover a nadie. Pero al menos, eran sinceras.

El día fue pasando y continué enseñándole otros trucos diversos y parecía que cada vez se animaba más. Le reñía y gritaba cuando creía que podía mostrar más intensidad. La obligaba a desarrollar habilidades cada vez más fuertes y, si el fuego se le escapaba, lo dirigía con mis corrientes de aires. Mi intención era que fuese cogiendo suficiente confianza y soltura y perdiera el miedo. También tenía que reforzar la parte física. La obligué a disparar a objetivos móviles desde una posición fija, a objetivos fijos en movimiento y, lo más difícil, tanto foco como receptor móviles.  Yo desplazaba con telequinesis, habilidad que iba desarrollando cada vez más, y viento los objetos, como pequeños palos y ramas, para que les disparara.

No era tan ágil como yo, pues para mí la agilidad y las volteretas eran indispensables en mi forma de combatir. Pero se desenvolvía bien. – Venga, una voltereta en el suelo, te levantas y disparas. – le decía, a gritos y dando una palmada fuerte para que lo hiciera. – Mano arriba, coge energía del sol, impulsa el brazo atrás y ¡destrúyelo! – le gritaba en alusión a un palo que estaba moviendo y que hizo sin mayor problema. – ¡Rápido! ¡Más rápido! ¡Mucho más! ¡Con las dos manos! – volvía a desgañitarme la voz para que moviera sus brazos cada vez con mayor velocidad y conjurara un hechizo en cada brazo que fuera capaz de lanzar en distintas ocasiones, cada vez más y más rápido.

El día transcurrió, estaba oscureciendo ya. Paramos lo justo para comer y por la tarde proseguimos. Yo era una entrenadora muy exigente. Pero la bruja de fuego debería comprender que era lo mejor para ella, cuanto mejor se preparara, mejor podría superar los retos a los que se tuviera que enfrentar en el futuro. Esperaba que Keira fuese lo bastante fuerte para resistir. Cuando las dos, o al menos yo, estaba agotada, era ya el final del día, y decidí sentarme en la arena de la playa a reposar. Oscurecía y ya comenzaba a refrescar. Sentándome en la arena me dirigí hacia mi alumna.

-Lo has hecho bien, Keira. – dije con cordialidad. Algo exhausta. – Mereces un descanso. Será mejor que continuemos mañana. – le dije, y le di un amistoso toque en la espalda.

Procedimos a salir de la playa. Tuvimos que mojarnos los pies pues la marea comenzaba a subir a aquellas horas de la tarde. Pero algo me sorprendió a medida que cruzaba el pequeño arco rocoso que nos sacaría de la playa. Escuché unos ruidos al fondo de este, mientras pasaba el agua. Le hice un gesto a Keira dentro del propio arco para que se detuviera. Aunque estábamos mojándonos los pies y parte de la pernera, me extrañaba que alguien anduviese allí.

-Esas dos furcias no han parado de chillar como gatos en celo toda la tarde. ¡No me han dejado dormir! Partámosles las piernas y así la ciega será completamente inútil.**. – miré a Keira con cara de circunstancias, esperando que ella también lo hubiese oído. Conociendo lo precipitada que era la bruja, tenía mucho miedo a su reacción.

**Subrayado el inicio de complicación.
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Mensaje  Keira Brabery Dom 1 Mayo - 5:32

Le había dado, empezaba a mejorar, pero eso era solo el inicio, y, si había logrado eso, sospechaba que Huracán iba a ponerse exigente, había sido bastante tolerante hasta ese momento, pero Keira, tras conseguir ese ligero avance, ya esperaba que la dureza de la que era, en ese momento, su maestra, aumentase. No le preocupaba, ella misma se presionaba hasta extremos que no eran razonables para la mayoría de la gente y ni siquiera ella sabía por qué lo hacía, no de modo consciente, al menos.

Una parte de ella pensaba que, si lograba controlar todo lo que la rodeaba, si lograba controlarse ella, y hacer lo que se propusiera, alguien acabaría aceptándose, necesitaba control, necesitaba mejorar, ser perfecta, si lo era, tal vez, al final se aceptaría a si misma, dejaría de temerse, por que, al final, todo residía en eso, su falta de control sobre si misma, su carácter, demasiado pasional como para poder controlarse con facilidad, habían hecho que la joven, poco a poco, se fuera tensando, creando una coraza que la envolvía y que no dejaba penetrar a nadie. Si lograba control, lograría relajarse, y si lograba relajarse, tal vez, solo tal vez, podría dejar que alguien la conociera de verdad.

No se había equivocado al pensar que la dureza de Huracan iría en aumento, no solo el tono de voz, si no los ejercicios así como los hechizos se volvieron más y más complicados a medida que avanzaba el día. Objetos pequeños, móviles, ella en movimiento. La chica jamás pensó que tendría la resistencia suficiente como para soportar todo un día así, usando magia, corriendo de un lugar a otro, concentrándose en los sonidos y en el maná. Y todo sin dar un solo bocado.

Definitivamente había sido una prueba para ella, aunque no hubiera sido la intención de Huracán el forzarla, lo cierto era que lo había hecho, y, aun así, la bailarina había estado tan concentrada en mejorar, tan entusiasmada en aprender, que había olvidado que debería enfadarse con alguien, su exigencia propia, unida a la de Huracán, que parecía confiar en ella y en sus capacidades, habían dado como resultado un entrenamiento agotador, polvo, heridas pequeñas que no tardarían en sanar y un avance inmenso en muy poco tiempo. Al menos en cuanto al temor que le provocaba a la bruja su propio elemento, empezaba a superarlo. Eso era un hecho.

Llevaba demasiado tiempo sin bailar, eso la había vuelto algo lenta, debía volver a hacerlo, aun así, no le había resultado difícil seguir las ordenes de la bruja de aire, al menos, por separado, lo que le había resultado complicado era hacerlo todo a la vez, tanto alcohol como solía beber, aun sin que le subiera a la cabeza, le debía haber afectado. Soltó un bufido, cansada, riéndose de su propia broma interna y sus piró aliviada cuando Huracán le dijo que habían terminado por ese momento.

Dejó que la chica avanzara unos pasos y, de forma silenciosa y respetuosa, hizo una ligera reverencia a modo de agradecimiento, que solo Fire y ella sabrían que había hecho, Keira era orgullosa, nunca admitiría que le debía tanto a una persona, pero eso no significaba que no fuera una persona agradecida. Fire la guió hasta su bastón, la chica lo cogió y siguió los pasos de Huracán para salir de la playa.

A penas habían comenzado la marcha cuando el sonido de una voces burlonas llegó a los oídos de la bruja. Dos tipos, resentidos, parecían querer tomar venganza de algo que poco sentido tenía a parte de la idiotez propia de quien no comprende lo que tiene enfrente. La bailarina aguantó un resoplido. ¿Qué la iban a dejar coja? Como se atrevieran a acercarse a más de un metro les pensaba quemar lo que no suena. Primero Fire les picotearía, y luego ella se lo haría arder, y no de un modo agradable.

La furia le empezaba a subir por la garganta. Notaba, una vez más, su poder queriendo salir, aun con el cansancio de haberlo usado durante todo el día, al parecer la ira lo alimentaba, y no de un buen modo. Respiró hondo cerrando los ojos, con una mano en el pecho, e intentó calmarse, no, había estado entrenando el control todo el día, no podía estropearlo al último momento, no cuando se había esforzado tanto, no cuando había hecho que otra persona se esforzase con ella.

- ¿Qué propones?-
preguntó con tono tranquilo, y un brillo acerado en sus ojos ciegos, el primer rastro de vida en ellos desde que quedase sin visión.
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Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán] Empty Re: Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán]

Mensaje  Anastasia Boisson Jue 5 Mayo - 16:43

Notaba a la bruja de fuego tensa. Bastante enfadada consigo misma por los comentarios despreciativos que nos habían dedicado aquellos tres sujetos. Podría decirse que osados, pues sin duda no sabían con quién se estaban metiendo. No llevaba mi ballesta de caza cuando rondaba por las islas, ni tampoco las pequeñas, pero eso no quería decir que fuera inofensiva.

Precisamente yo llevaba tiempo enfocándome en los poderes de la telequinesis. Si bien mi madre había evolucionado sus poderes del viento y ahora podía generar poderosos hechizos eléctricos, de una manera similar a los que realizaba mi amiga Elen, sabía que mi abuela había sido una poderosa bruja telequinética y yo prefería inspirarme en ella. Combinar la telequinesis y mis cada vez más desarrolladas habilidades del viento para generar corrientes de aires, contaría con dos fuerzas para ser capaz de mover objetos sin tocarlos. Y aquello era precisamente lo que más había desarrollado desde mi enfrentamiento contra el centinela, hacía apenas quince días de ello. Así, ante la propuesta de Keira, mi mente discurrió una idea brillante con la que humillar a aquellos tipos.

-Veamos qué has aprendido... – le dije con un tono de voz que mostraba desafío, a la vez que seriedad. Sin más, salí del lugar y me planté delante de los hombres. Calmada. Puse los brazos en jarra y me dirigí a ellos. – Caballeros, ¿tenían ustedes algún problema con nosotras? – pregunté levantando la cabeza y cerrando los ojos con desidia.
-Pues mira, sí que tenemos un problema. – dijo el que parecía el más atrevido de ellos. Un señor con barba pero calvo por encima. Probablemente fueran brujos, como casi todos los de la ciudad. Pero de ahí a que dominaran sus artes había un trecho. – No habéis parado de dar grititos durante todo el santo día y me habéis molestado.
-Sí… os proponemos otro sitio mejor en el que gemir. – decía otro de los tipos con una mirada lasciva que resultaba asquerosa. En aquella ocasión preferiría ser ciega como Keira para no ver el jeto de aquel indecente.

Las risas que se estaban echando los tres pronto se empezarían a calmar conforme mi ira iba subiendo. De primeras, ya iban a escuchar el viento soplando fuertemente a sus costados. Ni mucho menos era capaz de generar fuertes vientos capaz de arrasar con todo. Pero sí era capaz de generar una atmósfera que impusiese miedo y respeto.

-Muéstrales tu fuego... – le dije a Keira, desafiándola a usar sus habilidades contra aquellos deslenguados.

El primero de los tres, el más bizarro de todos ellos, vino directo a nosotras. Concentré la energía del viento en mi mano, el aire se detuvo en los alrededores pues estaba siendo absorbido por mí, y con un estrambótico gesto conjuré mi clásica habilidad de fuertes corrientes de aire enviándolo hacia delante. - ¡Ash balla ná! – grité. Y la fuerte corriente concentrada se llevó por delante al primero de los hombres. Desplazándolo varios metros hasta dar contra un árbol, quedando inconsciente y dolorido.

Ahora quedaban dos de ellos. Tampoco serían demasiado problema. Le dejaría a Keira uno de ellos para que se sintiese capaz de derrotarlos. Iban armados con estacas de madera, tampoco parecían demasiado peligrosos.

Era el momento de probar mis nuevas habilidades telequinéticas. Ayudándome del viento volví a concentrar el aire alrededor sobre mis manos. Impulsé ambos hacia atrás y, cuando el hombre se estaba acercando a mí. – Ashá furá – los moví hacia delante justo cuando el hombre se encontraba a pocos pasos de mí.

El resultado fue que el tipo quedó quieto. Inmóvil. Todo había salido como tenía planeado. Pero no podría controlarlo demasiado tiempo así. De manera que me fui acercando poco a poco, manteniendo mis dos brazos adelantados, y acercándome a él. Noté como el nuevo hechizo que había aprendido, combinación de viento y telequinesis, era lo que impedía moverse al tipo.

Nada más acercarme, coloqué mi rodilla en su entrepierna y solté los brazos, anulando así el hechizo. Por la inercia que llevaba se desplazó hacia delante y dio con sus partes nobles contra ésta. Cayendo al suelo derribado y llevándose la mano a su dolorida zona. Me quedaba aún bastante para poder aprender a dominar la técnica, pero iba consiguiéndolo bastante bien.

Esperé a que Keira terminase sus quehaceres con el otro tipo para dirigirme a ella. Observaría cómo aplicaba lo que le había enseñado.

-Aprendes rápido. Me sorprendes. – le dije seria. Lo cierto es que al principio del día no confiaba en que lo hiciera. A continuación observé el cielo. Estaba anocheciendo. – Volvamos a la academia. A cenar algo y descansar. Mañana deberíamos continuar. – le dije, animándola a que me siguiera.
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Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán] Empty Re: Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán]

Mensaje  Keira Brabery Vie 6 Mayo - 18:11

Eso sonaba a reto, y si algo tenía Keira desde pequeña, y ni siquiera la ceguera había podido cambiar, era ese amor a los desafíos, no querer detenerse ante nada ni nadie ni bajar la cabeza, si alguien la retaba a algo, a no ser que le pareciese la mayor idiotez del mundo, ella aceptaba el reto.

Salió junto a Huracán de entre los arbustos, con la calma y la seguridad de quien, aun sin ser una experta, había aprendido unos cuantos trucos, nada le aseguraba que fuera más poderosa que los... tres sujetos, que había contado por las voces oidas, tal vez había más, pero dudaba que pudieran con ellas, al fin y al cabo, Huracán era una respetada miembro de los maestros de la escuela de Beltreux.

Escucho, con impasividad, el intercambio de pullas ere Huracán y los tipos, confirmando que, como había supuesto, no eran más que tres, tres mequetrefes quejicas y llorones que, como niños de teta, lloriqueaban por no haber podido hacer siesta. Si las pupilas se le hubieran permitido, habría rodado los ojos.

Fire alzó el vuelo con velocidad, Keira, con calma, notó el movimiento de Huracán a su lado, y, siguiendo el piido de Fire, se acercó corriendo con el bastón en alto. Sintió los pasos de alguien acercarse, mientras Fire sobrevolaba a baja altura la cabeza de su rival. Cuando quedaban unos cuantos pasos para la colisión, la bailarina apoyó el bastón en el suelo y, lo usó como barra, para, al igual que hacía cuando bailaba, dar un giró en ella, y, con una pierna estirada, golpear la cara del que había intentado herirla.

Bajó hasta el suelo aun dando vueltas, y sonrió de medio lado. aun podía defenderse aun sin sus ojos, además, Huracán tenía razón, aun tenía cinco sentidos, si podía sentir el maná, y los tipos eran brujos, quería decir que podía sentirlos a ellos. Se levantó con rapidez notando el calor en sus manos y cerró los ojos, más para concentrarse que por necesidad real, al fin y al cabo, la oscuridad siempre la acompañaba desde hacía tiempo.

Notó, entonces, un latido, un ligero latido azulado que se volvía más y más grande, acercándose a ella con velocidad. El calor en sus manos comenzó a tomar forma, una serie de burbujas de fuego, pequeñas, brillantes, doradas, comenzaron a llenar el lugar, rodeándola de forma aleatoria, parecían cristal de colores flotando en el aire. Keira sonrió al notar el calor de las burbujas en su rostro y comenzó a danzar, las burbujas, movidas por el movimiento del viento al rededor de la chica, empezaron a moverse.

La luz azulada permanecía, en ese momento, quieta, titilando con aire extrañado. Las burbujas de rubí se le comenzaron a pegar a la piel, y el grito de dolor que lanzó al verse quemado en diferentes partes fue como agua de mayo para una Keira que, pensaba, no podría llegar a atacar con su poder. Cuando los gritos cesaron, la sonrisa apareció en su rostro, había controlado su poder sin problemas, había logrado atacar y vencer, y a penas había necesitado la ayuda de Fire.

El ave bajó hasta ella, que había dejado de moverse hacía unos segundos, y le hizo un ligero arrumaco en la mejilla. Keira se giró entonces, al oír la voz de Huracán, agradecía que pensase así, aunque sabía que le quedaba mucho por aprender y perfeccionar, no había hecho el mejor avance del mundo, pero era mucho mejor que antes. Ciertamente, Huracán era una buena maestra.

Hizo una ligera reverencia a modo de fin de la actuación y, con Fire de guía, siguió a Huracán. Unos metros más tarde, cuando el olor de la comida le llegaba a la nariz notó como el fresco de la noche daba paso a un ambiente cálido y ruidoso y el aroma a comida se volvía más fuerte, habían entrado a algún sitio, pues el sonido resonaba, rebotando en las paredes. Probablemente, por lo primero con lo que chocó su bastón al empezar a moverse por allí dentro, era un comedor.

Fue hasta una especie de barra con una bandeja sujeta en una sola mano, y una mujer de voz gruesa y maternal, le sirvió lo que, por el olor, era potaje, junto a un pequeño bol de carne cruda para Fire, cuando lo tuvo, hizo un gesto de agradecimiento con la cabeza y, tanteando con el bastón y su oído, buscó un lugar donde no hubiera demasiados sonidos, tantas voces la mareaban, debía aprender a aislar los sonidos que le interesaban, y con tantas voces a su alrededor, le resultaba más sencillo buscar aquello de lo que había carencia.

Encontró un hueco, aparentemente apartado, donde poder sentarse, los largos bancos de madera no eran lo más cómodo del mundo, pero para comer, no necesitaban más, dejó el bastón en el suelo y el tazón a su lado, para, después, acariciar la bandeja en busca de la cuchara, un modo disimulado y elegante de encontrar lo que se necesitaba y hundió la cuchara en el caldo. Con el mismo gesto, busco, a su frente, un vaso y una jarra, y, con el cuidado de quien aprende aun a hacer cosas, se sirvió lo que, esperaba, fuera algo de alcohol, después de tanta práctica y estrés, necesitaba beber algo.
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Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán] Empty Re: Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán]

Mensaje  Anastasia Boisson Lun 9 Mayo - 16:04

Llegamos al comedor más grande de la academia, ya anochecía. En aquella ocasión, dado que iba acompañada de Keira, no me permitirían acceder al de los maestros, así que nos dirigiríamos al de los alumnos. Ninguno de los dos comedores me gustaba, prefería comer sola en mi habitación, pero tenía interés en saber qué había ocurrido.

La guié hasta la mesa del comedor, donde la amable camarera, nos sirvió su exquisito cocido de judías. Sin duda mi favorito. Esta era uno de los placeres de no estar en temporada de caza, ya que ir por el continente y tener que conformarme con frutas del bosque o con algún conejo al que diera caza no era una de mis experiencias vitales favoritas.

Nos sentamos en la mesa, larga y de madera, junto al resto de alumnos. Yo iba con mi túnica larga de maestro tensái, sería de las pocas ocasiones que se me podía ver un atuendo de color blanco, pero prefería que Keira conservara mi imagen de cazadora. Sin duda, vestir de negro me parecía mucho más atractivo, pero no me lo permitían, ¿acaso tenían miedo que asustara a los chavales? En realidad, ya los asustaba bastantes con mis calificaciones. Tras varias cucharadas, me atrevería por fin a preguntarle a la bruja qué era lo que le había ocurrido.

-Tal vez sea algo personal… no tienes necesidad de responderme si lo consideras privado. – comencé diciendo con tranquilidad. – Pero, ¿quién te ha hecho “eso”? – dije en alusión a su ceguera. Tenía que haber sido mediante un hechizo, y probablemente luminoso, pues no tenía heridas cerca de los ojos que pudiera haberle hecho perder la vista por un corte, y tampoco quemaduras ocasionadas por el fuego.

La cena prosiguió hasta llegar al postre. No tardaría alguien en venir a chafar nuestra entretenida conversación. Y no un cualquiera precisamente, sino el bigotudo maestro Owen Harrowmont, un hombre de aproximadamente la edad de mi madre y, cuya familia siempre había sido la gran rival de la nuestra. Los Harrowmont, tensáis de fuego, siempre trataron de hacernos la vida imposible, desde su posición de “alta” sociedad de Beltrexus, suplían su falta de talento como cazadores mediante el dinero. Eran la clara definición de rimbombancia y pijerío en su máximo esplendor, aunque mi madre y, más anteriormente, Mortagglia, no se quedaban atrás en el juego de aparentar.

-Maestro Huracán. - dijo - Y compañía. – bajó el tono de voz al decir esto último en referencia a Keira y haciéndole una disimulada reverencia con la cabeza. El ¿caballero? mantenía una sonrisa muy falsa, situándose al lado nuestro, con una mano sobre la mesa – He oído el terrible ataque que sufrió su familia hace dos semanas, y no he tenido ocasión de encontrarla y transmitirle mis más sinceras condolencias. –"Sinceridad" y "Harrowmond" eran dos palabras que no podían ir en una misma frase. La presencia de aquel hombre me había hecho atragantarme el postre. Incluso solo escuchando su tono de voz, hasta Keira se percataría de la falsedad que había en las palabras de aquel hombre. – En cualquier caso, me dijeron que combatisteis de manera excepcional, y que derrotasteis al Centinela. – se refería a mí, claramente.
-Estimado maestro Harrowmont – le dije mirando al cielo y con un tono de voz claramente irónico, yo no era tan falsa como ellos. – Supongo que debo decir que agradezco sus… loables palabras. – me digné a mirarlo. – Mas debo decir que su ayuda, o la de su familia, hubiese venido bien en aquel momento. Una auténtica lástima que no hayan podido acudir. – y seguí comiendo la manzana.
-Créame que intentamos acudir lo más rápido que pudimos, maestro. – se disculpó bastante nervioso. – Pero nos llegó la noticia del ataque demasiado tarde.
-Ya… - fue todo lo que dije antes de quitarle la mirada y seguir con mi manzana. – En fin, gracias, maestro. – concluí ya sin mirarle. Lo que hizo que el hombre sonriera y se fuera.

Una vez el señor se fue, pude continuar mi conversación con Keira. Había algo, un pequeño presentimiento, que me hacía no fiarme un pelo de aquel hombre ni de cualquier otro miembro de su familia. Es cierto que nosotros no estábamos en buenas condiciones para hablar de traidores gracias a mi abuela, pero mi madre y yo, así como el catedrático Dorian y nuestros compañeros, habíamos demostrado durante los últimos años bastante más que aquellos nobles de alta alcurnia.

-A veces soy más feliz cazando vampiros en el continente. – reflexioné en voz alta a mi compañera de mesa mirando hacia abajo, con un poco de tristeza en mi rostro.
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Mensaje  Keira Brabery Miér 11 Mayo - 13:56

Sentadas en a mesa, comiendo, con una conversación relativamente distendida para lo silenciosas que solían ser ambas jóvenes, unos pasos se acercaron por su diestra, Keira, ignorando el sonido de pasos, siguió comiendo, lo cierto es que tenía un buen sabor, a pesar del olor que tenía en un principio y que de poco no la echa hacia atrás. Ciertamente, desde que perdió la vista los aromas se habían vuelto más fuertes y los sonidos más cláros y nítidos aun a cierta distancia, Keira se sentía casi un perro, y ese pensamiento siempre la hacía resoplar, a pesar de ser una idea propia, ni que fuera a ir corriendo a olerle el culo a nadie.

Mientras los pensamientos se le desbordaban, el tipo llegó a su frente, detuvo su paso y comenzó a hablar con Huracán, levantó una ceja al escuchar ese, y compañía, no entendía porque tenían que aguantar, ni Huracán ni ella a un tipo tan pomposo e idiota, ese tono de voz altanero, déspota y prepotente, la bailarina no sabía que la familia de Huracán había sufrido un ataque, pero si notaba que la sinceridad en las palabras de de ese tipo eran más falsas que los unguentos mágicos que vendían los miembros de su vieja troupe como remedios a todo.

La joven tuvo que reprimir un gesto de disgusto, no quería dejar en mal lugar a Huracán, no después de que la hubiera estado ayudando, aunque nunca le había gustado la gente falsa como el tipejo que tenía frente a ella, y solía soltar alguna frase cortante que le permitía salir sin que el otro lograse dejarla en mal lugar, esa no era su batalla y por mucho que le gustase poder soltarle alguna fresca al maleducado que tenía frente a ella, debía morderse la lengua.

Una cosa era ser borde, ella lo era, lo sabía y sabía que más de una vez la gente tenía ganas de darle una torta, pero al menos iba de frente, usar palabras bonitas para quedar bien mientras por dentro se es una rata, no es más que falta de cordura. Cuando escuchó alejarse los pasos del tipo, alzó la cabeza en dirección a él.

- Que tipo más idiota-
dijo sin molestarse en disimular.- la pompa no es más que una señal clara de idiotez e inutilidad, las personas capaces, sencillamente lo son, no necesitan hacerse ver ni que los demás les digan lo poderosos que son.- comentó esperando que el tipo la escuchase, no lo conocía y ya le caía mal.

Unas risillas se escucharon a su lado, y los pasos del tipo se volvieron a alejar, furiosos, parecía que no acostumbraba a salir escaldado. Keira resopló y cruo sus piernas, por los dioses, que gente más estúpida estaba encontrando por esas tierras, todos idiotas, creidos, egocentricos o maleducados, todos pensandose superiores e intentando intimidar, la unica allí que parecía valer la pena era la cazadora sentada a su lado.

Tal vez era porque la bailarina había crecido lejos de las Islas, pero no entendía esa necesidad de hacer sentir inferior a otros para sentirse superior, si alguien valía valía, ella tenía mucho amor propio, era realmente orgullosa y, ciertamente, sabía que era alguien a tener en cuenta, tal vez no en cuestion de magia, pero era dificil vencerla en un duelo de palabras, aun así, no necesitaba que nadie se sintiera peor que ella para sentirse bien, a quien le fuera necesario algo semejante realmente había que tenerle lástima, era algo penoso.

- No me extraña, ese hombre es un idiota.- murmuró la chica antes de tomar un sorbo de agua.
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Mensaje  Anastasia Boisson Miér 22 Jun - 14:47

A Keira no pareció gustarle nada el maestro Harrowmont. Y no me extrañaba nada a ninguno nos gustaba. La familia Harrowmont y la Boisson siempre estuvimos enfrentada en ciertos modos. Ligadas al nombre de los cazadores de vampiros. Mientras ellos eran más adinerados, nosotros ejercíamos la profesión. Era mi familia la que históricamente contaba con los mejores cazadores. Únicamente la traición de Mortagglia había ensuciado un apellido, pero la otrora cazadora pagaría por ello a su debido tiempo.

-Lord Harrowmont es un hombre codicioso. – le expliqué a la bruja. – Lo único que desea es ascender dentro de su esfera social, y a ser posible hacer que mi familia termine hundida.

Estaba segura de que, más tarde que temprano, aquel “gentleman” terminaría apuñalándonos por la espalda tarde o temprano, al igual que toda su ascendencia lo hizo, poniendo piedras en el camino constantemente. Pero mi madre no era ciega y sabía perfectamente lo que aquel caballero se traía entre manos.

Continuamos la cena charlando sobre temas más tranquilos. Pero el entrenamiento debiá de seguir. Me despedí de ella tras el convite y le ordené ir a descansar. Advirtiéndole de que el segundo día sería mucho más duro que el anterior.

…………..

Esperé su llegada al amanecer en uno de los altos de la isla. En una pequeña arbolada cerca de Beltrexus. En su primer día, Keira había aprendido a controlar su magia en un ambiente sin obstáculos como era una playa, pero ahora era el momento de que aprendiese a utilizarla en territorios de mayor hostilidad.

Llegué veinte minutos antes de lo estipulado y me mantuve en silencio, sentada de rodillas, relajándome. Disfrutando el ambiente de la isla. La bruja no podría verme. ¿Sabría sentirme? Yo no necesité de la vista para sentirla caminar. Cerré los ojos y me incorporé en cuanto estaba cerca.

La observé caminar, esquivaba bien los obstáculos, ayudándose también de su ave. Aprovechando mis habilidades telequinéticas elevé una rama más de la cuenta y la puse a la altura de su pie para tratar de hacerla caer de bruces contra el suelo.

-Es muy fácil ir dando un paseo por el bosque. ¿No contabas con eso, verdad? – le dije, de brazos cruzados. En tono serio. El mismo que había mantenido el día anterior. – No siempre tendrás las condiciones a tu favor. No todo son pastos y llanuras. – me postré ante ella. - ¿Y si alguien te ataca ahora? Podrías acabar muy mal. – le dije en tono amenazante. Pero no era una amenaza, sólo trataba de ponerla en tensión. Miré hacia el cielo y, de nuevo con la telequinesis, sin tocarla, dejé que una manzana cayera sobre su cabeza. – Oh… ¿te has hecho daño? – sonreí, caminando en círculos alrededor de ella. Me fijé en su bastón, y con un rápido movimiento se lo quité. – Bonito bastón, creo que me lo quedaré. – le dije en tono chulesco, despojándola de su arma.

Ya le había advertido que hoy sería más duro. Sabía que Keira era una mujer temperamental. Y hacerla enfadar podía hacer que el bosque terminara ardiendo. Confiaba en que comprendiera que aquello era un entrenamiento. Mi intención no era más que simular un posible ataque en un bosque por parte de bandidos, que perfectamente podrían despojarla de su arma. Estaba claro que no le haría daño a la bruja, pero quería ver cómo se desenvolvía y trataba de alcanzarme. Si había aprendido a controlar sus habilidades el día anterior, aplicando lo aprendido ahora podría darme caza. Comencé a correr por el bosque y debía de tratar de pillarme.

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Mensaje  Keira Brabery Lun 4 Jul - 6:37

Al final la noche resultó interesante para la joven, resultaba que el idiota que había ido a molestar era alguien importante en el lugar, alguien importante que iba contra la familia de Huracán y contra la misma maga de viento.

La verdad es que el tipo era pomposo y remilgado, además de maleducado, ¿pensaba, a caso, que no se notaban sus intenciones tras sus palabras dichas con falsa calma? Era más idiota de lo que Keira había pensado al principio.

Por suerte el resto de la noche pasó con calma, a pesar de que ni ella ni quien la acompañaba eran personas habladoras, llegaron a entablar alguna que otra conversación tranquila y amigable y los silencios no se hicieron incómodos, eso era algo que raramente sucedía cuando uno se encontraba con gente a la que le gusta comunicarse, los silencios con algunas personas son, como poco, molestos. No era el caso de Keira, le gustaba la calma, la ausencia de sonido, que, muchas veces, comunicaba más que las propias palabras.

La mañana, por desgracia, no fue tan pacífica como la noche. Se despertó con los primeros rayos del alba y acudió a donde Huracán la había citado, en medio del bosque, era su último día de entrenamiento, el segundo solamente, ella no se creía aun preparada para poder manejarse sola, pero suponía que no era ella quien lo decidía, si no su maestra.

Podía ser que tuviesen una edad similar, o incluso que la joven con poderes de viento fuera más joven que ella, sin embargo, debía admitir que sabía lo que hacía, y que en un solo día había conseguido que su miedo remitiera y fuera capaz de manejarse con cierta soltura. aun temía herir a alguien sin querer, pero, al menos, ya podía herir a alguien queriendo.

Mientras avanzaba por la hierba, se preguntaba cómo era posible que la hubieran citado en un lugar semejante, demasiada hierba, sentía las hojas, las ramas y el césped, cada cosa a su alrededor era como una antorcha esperando a prenderse, si pretendía entrenarla ahí, estaba claro que Huracán quería ver arder el mundo.

Sin embargo, se sentía bastante cómoda moviéndose por allí, Fire la guiaba con su sonido y el viento la ayudaba a distinguir los obstáculos más cercanos, el bastón, a su vez, la ayudaba con aquello que podía encontrarse por el suelo, desde raíces a troncos caídos.

No notó, sin embargo, una rama que se interpuso entre ella y el bastón cuando estaba por dar un paso más hacia delante, extraño, estaba siendo precavida, iba atenta. Se levantó con calma como si no hubiera sucedido nada, sin embargo, mientras se levantaba, notó algo diferente en el aleteo de Fire, había alguien. Y la voz de Huracán se interpuso dándole a entender que, efectivamente, esa era su última prueba. Luchar contra ella, ¿estaba loca?

SI se decidían a juntar los poderes de ambas, acabarían mal, el viento no hace más que potenciar el fuego, podrían acabar quemando toda la aldea, todo el bosque, incluso toda la isla si no iban con cuidado.

Sintió algo moverse desde arriba, algo le caía, esperó con calma, hasta el último momento, esperando la señal de Fire, y, entonces, alzó la mano y cogió lo que caía, una manzana, por el olor y el tacto de la piel, miró a Huracán, si eso era la ultima prueba, muy bien, ahí estaba lo que no esperó es que la fuera a dejar sin su bastón.

Molesta por desarmarla, alzó una ceja, si quería tomarlo en serio, lo haría, sabía que no iba a vencer a Huracán, ella a penas había comenzado a entrenar y a controlarse mientras que la otra joven tenía años de experiencia a sus espaldas, era la diferencia entre nacer en una familia adinerada y una que, siendo pobre, incluso te repudia.

- Muy bien.-
comentó con voz suave centrándose, como le había enseñado la chica el día anterior, en sentir el maná.

Empezó a sentir la energía de todo lo que la rodeaba, se logró hacer una imagen mental del lugar en a penas unos instantes, árboles, rocas, su bastón impregnado con su propia energía que reconocía como un punto rojo brillante, Fire, del color de la plata en su mente, y, finalmente, Huracán, de un potente naranja llameaba en su cabeza.

La chica estaba a su izquierda, algo alejada, sin hacer apenas movimiento alguno lanzó lo que parecía un boomerang llameante, de un fuego azul y frío, que tomó el bastón sin quemar lo y lo devolvió a su mano. El fuego desapareció y la chica dejó su arma a un lado, no la usaría, debían estar en igualdad de condiciones, pero eso no significara que le gustase que se lo tocasen.

- Luchemos si quieres, pero ni ahora ni nunca estaré de humor para los jueguecitos.- respondió mientras notaba que sus manos comenzaban a lanzar ligeras llamas desde sus finos dedos, estando ella, mucho más tranquila que en cualquier otro momento tras las horas de agotador entrenamiento del día anterior.
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Mensaje  Anastasia Boisson Lun 4 Jul - 13:11

Corrí algo por el bosque, comenzaba a plantearme si había sido buena idea el llevar a Keira hasta aquel lugar, conociendo el temperamento de la joven podría no tardar en hacerlo arder todo. Pero el autocontrol era también algo necesario en el aprendizaje. Durante el primer día, había aprendido a controlar sus poderes, ahora debía utilizarlos con cabeza. Le iría dando consejos para evitar que el bosque se transformara en un manto de fuego y me devoraran en la academia por ello.

Su primer movimiento fue recuperar el bastón, el cual despojó de mi mano. Lo hizo con soltura empleando un elegante hechizo de fuego. La bruja no tenía poderes de telequinesis, pero me había demostrado que era capaz de recuperar su arma si era desposeída de ella.

-Excelente, Keira. – la felicité, desde detrás de una arboleda. – Como te enseñé ayer, los brujos podemos sentir el maná, reflejado en la energía vital de cada individuo, e identificar así formas de vida, por ello se puede decir que no somos tan dependientes del resto de sentidos como las demás razas. – No paraba de moverme, sino que caminaba a través de las ramas, en círculos alrededor de ella, aunque a cierta distancia. En un momento determinado, tomé una de mis ballestas pequeñas. – Pero los objetos físicos, como una espada, o una flecha, pueden ser muy difíciles de detectar. – y justo en ese momento, en movimiento, apunté a su cabeza…

… Y disparé. El virote, silencioso, avanzaba impasible hacia la cabeza de la bruja de fuego. Con mi alta precisión y sin vacilar, sería una muerte rápida para cualquier humano. Pero justo antes de que éste fuera a impactar contra ella, estiré el brazo contrario al completo, agarroté mi mano y concentré toda mi energía en él, parándolo por completo en seco en el mismo aire. El virote quedó a un par de metros de la bruja, suspendido en el aire.* Podría haber forzado a que estuviera más cerca, pero todavía no confiaba demasiado en mis habilidades para ir tan sobrada.

-¿Has podido sentirlo? ¿Sabes dónde está? – le pregunté mientras continuaba dando vueltas alrededor de ella en la arboleda, para que no supiera desde dónde había disparado. Con el brazo estirado y la mano agarrotada, para que el virote, que giraba sobre sí mismo, no continuara con la velocidad que llevaba. – Tiene la inercia cogida, en cuanto lo suelte, irá hacia ti. Si no lo haces arder o lo esquivas, tendrás un problema. – Con aquello pretendía simular el posible ataque de un ballestero. – Veo el fuego brotar en tus manos. Trata de hacerlo arder. ¿Estás preparada? - y, en cuanto creyó estar lista, dejé de aplicar tensión a mi mano haciendo que el virote saliera disparado con la misma inercia con la que tenía en el momento en que lo detuve.

Durante la mañana, continuamos realizando ejercicios de simulación de posibles situaciones de ataque en terreno hostil. Probando varios ataques con virotes y de viento, combinados con obstáculos, para que aprendiera a moverse sin los ojos, y ejercicios físicos como los del primer día. Para cuando Keira me abandonara, quería que supiera defenderse en combate y moverse por el mundo con soltura. El primer día había enseñado a la bruja a controlar sus poderes de manera ágil y controlada, y ahora esperaba que pudiera ponerlos en práctica. Keira no parecía darse cuenta de que precisamente estaba evitando hacer aquello que tanto la aterraba: Herir a los demás.

-Te preguntarás por qué te he traído a un bosque. He corrido un riesgo grande haciéndolo. – respondí sonriente, acercándome a ella. – No creo que sea tu intención herir a los pajaritos y árboles, ¿verdad? – le volví a preguntar. – No quería decírtelo, pero date cuenta de que has utilizado tus poderes de fuego con solvencia y no te has quemado, ni a ti ni a nadie. – le aclaré con una sonrisa. – Te has defendido de mis ataques y has superado las pruebas sin dañar absolutamente nada. ¿Y sabes por qué? Porque eres capaz de sentir la energía o el maná no solo dentro de ti, sino en los demás, y enviar tu magia exactamente hacia donde deseas. ¡Y lo has hecho invidente! – exclamé con efusividad. – Si sabes dónde está siempre tu objetivo o tu aliado, no deberías tener miedo a herir a nadie. Tan sólo adapta tus hechizos a las circunstancias, no es necesario que mates moscas a cañonazos. Mantén siempre la energía de tus hechizos cerca de ti y no permitas que se descontrole. Será entonces cuando puedes herir a la gente. Para evitar la entropía simplemente concéntrate y siente el maná. Confío en ti y hoy me has demostrado que puedes hacerlo. Sólo necesitas creer en tus posibilidades.

Esperaba que comprendiera mi mensaje, la había observado durante aquella mañana y el día anterior y, tal y como yo pensaba, su problema era psicológico, en ningún caso falta de habilidad o poder, sino un exceso de confianza en sí misma, que esperaba haber remitido haciéndola ver que puede salir airosa de situaciones peligrosas sin herirse a ella ni a nadie. Solamente mediante la calma y el control.

Habría que ver cómo era capaz de aplicar lo aprendido en una situación verdadera, pues allí sabía que no le haría nada y estaba relajada, en los entrenamientos era muy difícil simular unas condiciones de combate reales. Lamentablemente, aquello sólo podría solventarlo de una manera, y era acompañándome a mí en las peligrosas cacerías, pero antes de ofrecerle aquella posibilidad tenía que ver hasta dónde era capaz de llegar su potencial, algo que sólo era posible en una difícil prueba de fuego, que haríamos al finalizar la comida.
*Habilidad de nivel 2: El poder de la mente.
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Mensaje  Keira Brabery Sáb 30 Jul - 3:45

La bruja de viento contra la que combatía parecía bastante orgullosa del movimiento que Keira había hecho, o eso pensó notar la bailarina por el tono de voz de la otra joven. La voz de Huracán cambiaba de lugar cada poco tiempo, la chica era rápida, no había duda alguna, pero su llama seguía clara en la mente de la bruja ciega.

El viento que comenzaba a soplar parecía querer confundirla, arrastrando el sonido haciendo que, en sus sensibles oídos, parecieran ecos. Sin embargo pudo sentir el gatillo, un ligerísimo click, Huracán había disparado. Intentando darse prisa, quiso ver el maná de la flecha, pero el virote era demasiado rápido, no sabía de donde provenía, aunque el sonido le ayudaba, no podía usarlo como base a causa del molesto viento que le azotaba los cabellos.

Afortunadamente, Huracán tuvo la decencia de detener la saeta, y explicarle el juego, mientras ella, sin escuchar a penas, lograba notar ese fuerte naranja en forma de flecha a escasos metros de su cabeza, la pregunta de Huracán no le llegó por sorpresa, ¿dónde estaba el virote? Dos metros a su izquierda, a la altura de sien.

Las llamas ardían en su dedos de forma suave, aumentadas por ese molesto aire, que potenciaba su poder. ¿Estaba lista? Si, lo estaba. Sin mediar palabra, asintió y cuando el virote volvió a girar, Keira dio una ligera y elegante media vuelta estirando la mano y lanzando gotas de fuego, como si de lluvia se tratara, cubrió la flecha que ardió sin perder su forma hasta llegar frente a ella, que no se había movido, y calló convertida en polvo justo frente a sus pies.

El entrenamiento continuó, volviendose más y más peligroso según avanzaba la mañana hasta que, por fin, Huracán pareció cansarse, tanto como Keira lo estaba, al menos, y detener ese extrño y peligroso juego que podía terminar haciendo arder la isla. Finalmente, al caer la tarde, Keira se pudo dejar caer en el suelo, acompañada de Fire, que se posó cómodamente en su hombro logrando que la bruja esbozase una ligera sonrisa a pesar del cansancio.

Aun sin ver a Huracán, alzó la cabeza al escuchar su voz, en su cabeza seguían apareciendo las llamas sin que la joven lo intentase siquiera, debía haber activado algún mecanismo raro de los brujos, porque, aunque lo intentase, no lograba extinguir lo que se dibujaba en su mente, no podría ver las formas, pero al menos ahora sabría siempre donde estaban las personas y podría esquivarlas sin tener que llegar a su lado.

Ante su pregunta, Keira solo pudo sonreír un poco y acariciar a Fire, no, a los pajarillos precisamente, no quería herirlos, aunque llamar pajarillo a Fire era ser muy blando, la halcón podía arrancar la cabeza a animales más grandes que ella con la calma de cualquier depredador.

Lo cierto es que sentía un poco de orgullo por sus logros, no el orgullo usual que solía llevarla a alzar la cabeza ante cualquiera, no, un orgullo real, y la efusividad que mostraba la que desde ese momento consideraba su maestra no hacía más que avergonzarla, logrando incluso, hacer subir un ligero rubor a sus claras mejillas. Nunca, ni siquiera cuando había sido niña, había habido nadie que se sintiera orgulloso de ella, más que ella misma, el ver que alguien lo hacía era un cambio realmente agradable.

Asintió a las palabras de la chica ocultando su sonrojo pero sonriendo, y le tendió la mano, había sido de gran ayuda, y la decisión de acudir a las islas había sido la mejor que la joven había tomado nunca en su vida. Como decía Huracán, solo debía confiar en si misma, confiar de verdad, no esa confianza fingida que usaba como máscara, al final, la maga de viento tenía razón, herida, ciega, y cansada, aun así, había logrado controlar su poder y no matar ni morir en el proceso.

Si no se sentía orgullosa de ello,de que debería sentirse orgullosa.

- Gracias, seguiré tu consejo.- dijo con sinceridad, más de la que había sido capaz de usar jamás.
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Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán] Empty Re: Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán]

Mensaje  Anastasia Boisson Mar 23 Ago - 10:44

La hechicera de fuego comprendió a la perfección la situación. Nuestro entrenamiento había sido breve, de apenas dos días, pero había servido para que la joven cogiera confianza en combate y aprendiera a dominar con soltura parte de sus hechizos, o al menos así lo notaba en sus palabras.

Me sentí satisfecha por lo que había aprendido Keira. Me gustaría gozar de más tiempo, pero mis obligaciones y, probablemente las suyas, no me permitirían hacer mucho más. Antes de dejarla ir, tenía una propuesta que ofrecerle.

-No tienes nada que agradecerme. Es mi deber como maestra tensái. – le dije, en agradecimiento a sus breves palabras. Y le devolví el estrechamiento de manos que me había hecho. Me tomé una pausa. - No sé que tienes pensado hacer ahora, Keira, pero te voy a ofrecer una cosa. – le dije a la joven – ¿Recuerdas el día que nos conocimos? – fue el mismo día que, precisamente, conocí a Vincent y a Níniel. La joven ya había mostrado su carácter impulsivo abandonando el grupo y yendo de por libre, y todo por haber herido a su pájaro. Quizás esa falta de disciplina y ese aspecto rebelde. Entre los cuatro habíamos resctado a la hija del senescal de Wulwulfar, aunque un guardia elfo había perdido la vida en el intento. – Demostraste habilidad a la hora de luchar contra vampiros. Si no tienes donde ir, me gustaría contar contigo en el gremio. No olvido tu ayuda. Aquí tendrás siempre un hueco.

Le había ofrecido que se uniese al gremio de cazadores de vampiros, pero entendía que la joven no quisiera saber nada de nosotros y que rechazara mi oferta. Ella parecía ser un alma libre, a fin de cuentas.

Volvimos a las puertas de la academia. Me había demostrado que sabía manejarse bien gracias la ayuda de su bastón y de Fire. La bruja ya tenía un amplio repertorio de hechizos y más que de profesora enseñándole a hacer nuevos trucos y habilidades, había hecho de psicóloga para que aprendiera a controlar sus impulsos y a no autolesionarse. Fuera como fuera, Keira salía de allí apta para enfrentarse a cualquier rival, dentro de sus limitaciones, claro. Al menos cualquiera que tuviese un nivel de poder parecido a ella.

-Que tengas mucha suerte. – le dije seria, algo distante, pero de manera sincera. – Recuerda que las únicas limitaciones que tenemos los humanos, son las que nuestra propia mente nos impone. Tus habilidades son buenas, pero aún así, procura vivir en un sitio tranquilo. Las islas pueden ser un buen lugar para ello. Aquí hay muy pocos bandidos y se respira tranquilidad y vida. – dije ensanchando mis pulmones y respirando el aire puro de aquel lugar tan idílico. Mi hogar. Que tan poco frecuentaba durante mis cruzadas contra Mortagglia.

Definitivamente, Keira no estaba para ayudarnos en nuestra cruzada, pero tal vez podría realizar otro tipo de actividades más sencillas y ganarse la vida a costa de ello. A fin de cuentas, mi madre podía tener sus fallos, pero era generosa a la hora de pagar, al igual que el maestro Dorian.

Aquellas fueron mis últimas palabras, esperé a su decisión sobre unirse o no al gremio y partí, de nuevo, hacia el interior del palacete. Me marchaba contenta y satisfecha por la tarea cumplida. Cazar vampiros me parecía más emocionante y divertido, pero debo reconocer que no hay nada como enseñar a alguien a valerse mejor por sí mismo. Sí. Definitivamente, me gustaba mi trabajo.
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Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán] Empty Re: Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán]

Mensaje  Keira Brabery Dom 28 Ago - 5:47

La despedida no había acabado, a pesar de que a Keira, esas cosas le gustaban más bien poco, y deseaba irse siempre en silencio, sin casar mayor alboroto, no era desagradable ver que alguien le había tomado cierto cariño a pesar de sus humos y su personalidad más bien arisca. La gente usualmente deseaba que se largase cuanto antes, y ella también ansiaba desaparecer, aunque, en ese lugar, con el viento a favor y el olor de los árboles y la tierra aun húmeda, sentía que había encontrado su sitio, al fin y al cabo, allí había mucha más gente como ella, gente que quería mejorar, aprender, y avanzar, tal vez aceptase la oferta que, en ese momento, le estaba dando Huracán.

- Yo... No suelo quedarme mucho tiempo en un mismo lugar.- -dijo como única respuesta.

Era cierto, incluso de pequeña, su troupe la había enseñado a viajar, a sobrevivir en los caminos, y a no tomar cariño por lugar alguno pues, posiblemente, nunca volvería a ese sitio. Y, a pesar de haber querido desvincularse por completo de esa familia que la había abandonado a su muerte, había seguido, sin querer, el estilo aprendido por ellos, al fin y al cabo, que más podría haber hecho, tampoco habría tenido lugar alguno al que ir.

Caminaron de vuelta a las puertas de la academia con una Keira pensativa que apenas hacía caso a las indicaciones de Fire, siguiendo, sin querer prácticamente, las llamas que iban entrando en su campo a medida que caminaba. Fue allí cuando Huracán volvió a hablar, esa si era la despedida. Dudosa, pero con ganas de explorar las islas y saber si realmente tenía un lugar donde poder quedarse sin ser juzgada, alzó la cabeza y sonrió un poco.

- Sabes, creo que me quedaré por aquí. Tienes razón, este es un sitio pacifico, y me he cansado de dar tumbos por el mundo, quiero ver si de verdad puedo estar en un sitio fijo, creo que me sentará bien ayudar a la escuela, no como maestra, pero puede que me den algún trabajo pequeño.-

Y tras esa pequeña conversación salió hacia la cala en la que habían estado el día anterior, con Fire en su hombro, para poder oler el mar, no volvería a subir al barco en un tiempo, no iba a volver al continente, no por el momento, se sentía cómoda rodeada de gente igual a ella, cómoda de verdad, por primera vez en mucho tiempo, allí, tal vez, pudiera relajarse.

- ¿Qué me dices Fire?- el ave le devolvió un pequeño chillido descendiendo a su brazo.- ¿Crees que merezco un descanso?- el ave dio un saltito llegándole al hombro.- No se si me lo merezco, pero quiero intentarlo, quiero probar algo nuevo, y creo que este es un buen sitio por el que empezar.
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Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán] Empty Re: Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán]

Mensaje  Ger Dom 4 Sep - 8:33

El trabajo está bien, un entrenamiento entretenido, aunque tenéis alguna falta de ortografía menor.

Ambas obtenéis:

-19 ptos de experiencia
-450 aeros.

No se os suman puntos de profesión pues no habéis hecho uso de ellas.

Ya se os han añadido al perfil.
Ger
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Ger
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Nivel de PJ : : 0

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