[Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]

-Diste en el clavo.-Aseveró el bardo mientras observaba  como la muchacha se terminaba su bebida, y rió copiosamente con ella cuando admitió que había estado a punto de escojer otra.-Habrías tenido razón con tu duda si hubieran sido naranjas, por los dioses, estuve un par de años sin poder comerlas después de aquello.-Comentó de buena gana y con un tono alegre y distendido.
Nada mas ver el escaso equilibrio que exhiba la fémina iltharon se apuró a alargar un brazo manteniendo lo siempre cerca de sus codos o su espalda, para poder enderezarla cuando se balanceaba demasiado hacia cualquier lado, prefería no tener que vendarle ni acabestrillare nada mas por esa noche a la muchacha.

Las escaleras fueron todo un reto, o al menos lo aprecian para la joven que aun así no perdía el buen humor, y entretenía bastante al hijo de los bosques, que contenía la risa a duras penas al verla tan animosa y tan descoordinada.
-No dudo en que por tu belleza podrías haber salido señorita de Dundarak, pero voy a optar por la cacería. Algo me dice que jamás compita en ese rubro contigo.-Ni con ninguno dragón ya que estaba. Por otro lado, lo de mear la cama dudaba mucho que fuera cierto, pues de haber sido así, no creía que ninguna señorita tuviera la desfachatez de jactarse de ello.

Mientras esperaba el veredicto, se dispuso a pronunciar sus tres posibilidades.-Tengo tres hijas,  las tres sacerdotisas de Isil para mas inri.-Empezó, acordándose de las rocas monolíticas que se encontraban en los margenes de las tierras de su especie.- Quedé ciego en tu tierra natal, y fueron sus mismos dones que me quitaron y devolvieron la vista.- Prosiguió, poniendo un tono solemne, como si fuera alguna clase de místico, para finalmente, soltar una breve risa entre los dientes.- La bellota del colgante que llevo es un regalo de la familia, del árbol donde esta su morada, para que siempre lleve conmigo algo de mi hogar, por lejos que me halle.-El trovador se había cuidado bien de especificar de que familia, siempre le había gustado el juego de lo que se asume y no se dice tanto o mas que el de la mentira.

Iltharion se dejó conducir por la muchacha que le tomaba de la mano, sin dejar de estar atento. Resultaba cómico como parecía querer llevar la voz cantante aun teniendo problemas para caminar en linea recta. El hijo de los bosques estaba seguro de que el polvo de corteza de sauce serviría mas para aliviar la resaca que el dolor a la mañana siguiente, aunque ese era un pensamiento que por ahora no pensaba compartir. No quería amargar la fiesta, fuera consciente o no de la mañana siguiente, lo importante es que ahora parecía contenta.

Con el numerito de la llave fue el colmo, iltharion rompió a reír en graves carcajadas sin medirse en lo mas mínimo, sumamente divertido por esa ocurrencia. Tomó a la dragona de la mano.-Oh, pero yo tengo un truco mágico para saber a donde se va a mover. Mira.-Dijo siguiéndole el juego, y haciendo entrar la llave en el cerrojo, que se abrió un segundo después con un sonoro "clack".
Se quedó con la llave dejando a la muchacha entrar, y le dio la espalda una vez dentro, cerrando con la misma, por si alguien, habiéndola visto tan ebria, se le ocurria intentar entrar cuando la creyeran durmiendo la mona con tal de desvalijarla. Dejó, por lo tanto, la llave puesta, para que ni el tabernero pudiera echar un ojo, el bardo no se fiaba mucho de nadie, porque ya se conocía las argucias y tretas de los miserables entre los que se encontraba.

Con la puerta abierta por fin, la chica dio un salto de verdadero asombro -¡Además de guapo, eres un elfo mágico!- exclamó dando saltitos y juntando las manos. Su rostro era una sinfonía, pues ella tomó la llave y comenzó a examinarla. Entró en la habitación y se sentó en la cama para sacarse los zapatos; con una mano sostenía la llave y la otra se encargaba de desanudar las agujetas.

-Pues ganaste, sí fui de cacería. Mi hermana fue ganó un concurso de belleza ese año- lo de mojar la cama no lo aceptaría jamás, pero sí tiene recuerdos de haber tenido algún accidente de esos. -Oye, olvidé qué se gana en el juego... ¿Qué se gana?- decía habiendo olvidado ya la llave sobre el velador -Además hay que volver a prender la chimenea- dijo lamentándose.

Se echó en la cama y mientras enfocaba la vista en el techo, que se bamboleaba de aquí para allá, se desamarraba el pantalón -Creo que la verdad es... que la bellota que llevas al cuello te la dio tu familia, para que no te olvides de tu casa. ¿Cierto? dijo y volteó la cabeza para verlo. Ya no se sentía muy bien, ni tan alegre.

-¿Oye? ¿Por qué tú no estás ebrio como yo?- preguntó al verlo tan bien de la vida.

Iltharion rió entre dientes al verla saltar tan animada, y  encima habiendo caído en su treta, estaba realmente embriagada, y pese a que le resultaba sumamente ameno y curiosa esa regresión infantil que hacía su acompañante, por otro lado se recriminaba un poco el haberle permitido que se excediera tanto.- Lo se, lo tengo todo.-Dijo en broma, haciéndose el pagado de si mismo, que no dejaba de tener su miga, porque fingía no fingir lo que realmente pensaba de si mismo, ya que su ego no se hallaba muy  lejos de dicha proclama, y no se distanciaba hacia la modestia precisamente.

El trovador se paseo tranquilamente por la habitación, tomó la llave y cerro la puerta para asegurarse de que nadie venía a importunarlos, ni a intentar aprovecharse de la embriaguez de Ingela para ver si podía robar algo mientras el todavía estaba en la estancia. La dejó puesta, para evitar que fuera el tabernero quien probara esa treta, desconfiado de todo como realmente era el elfo.

-Al fin consigo otra victoria.-Aunque seguía siendo poco.-¿Que cazaste?.-Preguntó con curiosidad moderada, pero manteniendo en la voz ese tono de interés genuino que tanto gustaba a la gente que le demostraran. Se fue hacia sus cosas, saco el pedernal y se agachó ante la chimenea para encender el fuego antes de que el calor de la misma, que habían encendido antes, terminara de disiparse del todo de la estancia.

-No, la verdad es que no.-Contesto, moviendo la leña para acomodar y hacer bien el fuego, y que este no sacara demasiado humo.-Fue un regalo de una amiga a quien escolte hacia una ciudad y se la mostré por primera vez, quedó realmente deslumbrada con Lunagenta.-Confesó el bardo, anotándose a su vez el visitar de nuevo a esa risueña congénere en edad casadera antes de que otro se llevara el gran premio.

Iltharion finalmente se levantó con el fuego prendido, y encaró una ceja al ver de soslayo a la dragona desabrochando sus ropas. Se hizo el que no se da cuenta, dirigiendo la mirada hacia otro lado  mientras se acerara a la misma para no hablar desde la punta contraria de la habitación.
-He bebido menos, y llevo bebiendo mas tiempo. Cuando tomas un poco de algo todos los días, terminas tolerandolo de otro modo, pasa lo mismo con los venenos y las medicinas.-Le contesto a la muchacha ofreciéndole de esa forma otro granito de esa sabiduría popular, y no tan popular de la que había ido haciendo acopio con los años.

Viéndola algo mareada entendió la mano, fría por la estancia en el salón de la taberna,y se la colocó en la sien para calmar un poco los efectos de los vapores del alcohol. Se sentó en el borde de la cama, y con la otra mano se mesó la barbilla pensativo.
-Ya se que quiero de premio, quiero que me de un beso.-El donde lo dejaba  a su criterio, simplemente pedía aquello por la gracia de hacerlo, y porque sonaba a un premio mas gordo de lo que tendía a ser, ya se veía a la dragona aprovechando que tenía la mano de el cerca, o algo similar a eso.
-Y aun te queda por cobrar un premio.-Le recordó.

La joven dragona miraba embelesada al elfo. En ese momento el podría hacer o decir cualquier cosa y ella lo consideraría una manifestación de los dioses en la tierra. Casi que le veía brillando un halo luminoso al rededor del cuerpo y casi que escuchaba los coros celestiales cantar. -Cacé un venado. Me dio tristeza porque era uno muy lindo. Su cabeza adorna la sala grande de mi casa junto con las cabezas de las primeras cazas de mis padres y hermanos. En el pasillo principal están las cabezas de mis abuelos. No me gustan, pero es la tradición, es lo que se hace.- le contó al elfo con la dificultad que imponía su estado de embriaguez.

Cuando el elfo le informó que no había acertado, la dragona torció la boca y chasqueo la lengua -Vaya, yo había ya pensado en lo que iba a querer, pero bueno, tendré que esperar a volver a ganar... porque volveré a ganar, ¿vale?- le dijo muy seria, apuntándolo con su índice que se movía en círculos. COn eso olvidó que tenía que seguir desvistiéndose -Yo conozco Lunargenta... he de volver para visitar a una amiga que tiene una mascota adorable... y ver si encuentro al gatete..- dijo lentamente, cerrando los ojos.

El peso del elfo en la cama la despertó sobresaltada, dando un respingo cuando él posó su mano en la sien de ella. Lo miró lo más fijamente que podía, tratando de enfocar bien en su rostro -¿Un beso?- dijo mirándolo con asombro. Eso lo entendió clarito. -¿Dónde? ¿O elijo yo dónde?- preguntó un tanto nerviosa.

Iltharion escuchó, como escuchaba siempre, de aquel modo que daba la sensación a su interlocutor de que había captado su atención por completo.
El trovador había observado que para las especies mas...bestiales, si podía llamarse así, la caza era algo intrínseco a su cultura, y normalmente, además de una necesidad, era un juego y un deporte del que estaban orgullosos de un modo mucho mas profundo que los humanos. Resultaba un poco curioso ese rechazó hacia la parte mas social de aquello, la exhibición.

El trovador rió con la seudo amenaza de victoria de la muchacha, que parecía no recordar que aun le quedaba un premio que cobrar si era que gustaba de ello.

Iltharion se quedó quieto, con toda la naturalidad del mundo. Ya que la joven se había sobresaltado tanto, actuaba con ella como si fuera alguna clase de cervatillo, y con tal de no asustarla ni exaltarla de mas, se hacía adalid de esa delicada lentitud que era capaz de performar para tratar con los animales mas huraños y asustadizos, o aquellos seres tímidos, niños y adultos, que requerían de un cuidado especial a la hora de tratarlos.
-Tu elijes donde.-Sonrió levemente con tranquilidad, mientras giraba la mano para apoyar esta ves sobre la frente el dorso, que todavía estaba frío.
-También puedes aprovechar y pedir aquello que ya se te había ocurrido, estabas guardando un premio que cobrarte si la memoria no me falla.-Le recordó con el mismo tono apacible e imperturbable.

La joven dragona mantenía la mirada del elfo, primero había estado sorprendida, ahora lo miraba confundida. ¿Un beso? Ella tenía sueño y el estómago se le revolvía, ella quería dormir pronto. -Vale, te lo daré... y luego dormimos, ¿de acuerdo?- le dijo mientras se incorporaba. Estaba borracha y lo que entendió como beso, no fue uno inocente en la mejilla, o uno decoroso en el dorso se la mano.

Se sentó en la cama y se acercó al elfo. Inhaló y soltó el aire con fuerza, dándose valor. No había dado un beso antes. Se había imaginado un escenario distinto, más romántico, y ciertamente, quien recibiría su primer beso no era un elfo, sino un guapo dragón. Lo único que se cumplía en este caso, era que el varón era guapo.

Sentada, cruzó las piernas y se acomodó el cabello detrás de las orejas. Carraspeó una vez. Estiró la camisa, tomándola por el borde. Limpió las sudorosas palmas de sus manos en el pantalón. Estiró las manos una vez hacia el rostro del elfo... se detuvo y volvió a acomodarse el cabello. Limpió nuevamente las palmas de las manos en su pantalón y se estiró la camisa. Se acomodó en la cama. Estiró las manos de nuevo hacia el rostro del elfo. Carraspeó. Tomó suavecito el rostro del elfo y lo miró. El rostro de la joven dragona estaba ruborizado y se notaba su nerviosismo y timidez. Acercó el rostro propio al del elfo... estaban tan cerca sus labios... ella podía sentir el dulce aroma de la hidromiel en el aliento de él. 

...el ácido aroma a hidromiel...
...el amargo aroma a hidromiel...
¡El asqueroso aroma a hidromiel!

De un empujón, la dragona lanzó al elfo hacia atrás y se lanzó en pos de la cubeta que hacía las veces de orinal para la habitación, la que afortunadamente estaba vacía en ese momento. Pero no por mucho, ya que la chica vertió en ella todo el contenido de su estómago. -Lo siento...- alcanzó a musitar antes de hacerse un ovillo en el suelo y quedarse dormida junto al balde.

Iltharion encaró una ceja cuando observó que la chicha tomaba asiento y empezaba todo su extraño ritual, claramente ella no se sentía muy cómoda con la idea, o por lo menos lo suficientemente nerviosa como para que aquello empezara a resultarle, por lo forzado, desagradable al bardo, que había dejado en claro que con un beso en la mano le habría sido mas que suficiente.
Por otro lado, el estado de suma embriaguez de la joven no ayudaba tampoco en ello, y cuando la muchacha le empujó no se sorprendió en lo mas mínimo que el siguiente sonido en inundar el cuarto fuera el de las arcadas y el vomito impactando contra el orinal.

Iltharion se enderezó negando con lentitud.
-No te preocupes.-Respondió con total y completa parsimonia, y con una seriedad que ahbía dejado de lado la diversión y el jolgorio para tomar  un cáliz mas centrado.
Aprovechó la debilidad posterior a vomitar para hacer que soltara la cubeta y tumbarla en la cama. Al lado del cabezal, pero en el suelo dejó la cubeta, empujando con el pie por una de las patas la mesilla auxiliar lejos de esta al usurpar su sitio.
Se alejó de la cama y rebuscó en el armario hasta sacar una colcha de mas, que no era necesaria por el frío, y empezó a doblarla entre sus manos hasta crear una segunda almohada, que segundos después colocó bajo la cabeza de la dragona para que así aflojaran las nauseas.

-Mañana vas a tener un terrible dolor de cabeza, así que toma el polvo que te dejé con el desayuno.-Comentó, pese a que dormida la dragona no pudiera escucharle.

Iltharion permaneció unos minutos velando, cuidando que ninguna otra nausea repentina enturbiara el sueño de la muchacha, y luego se asomó por la ventana.

La lluvia torrencial seguía cayendo, con menos fuerza pero una notoria profusión. Iltharion estaba seguro de que para esas alturas podía ir a recoger su pedido, y lo cierto era que sentía que su tiempo ai había terminado.
Fue hacia sus cosas y sacó la corteza de sauce una vez mas, rallando una pila del tamaño de una falange. Luego tomó un pedazo de papel y escribió con una pulcra y clara caligrafía "Para el dolor de cabeza". Y, finalmente, usó ese papel para hacer un sobre para el polvo que acomodó encima de la mesa de noche, en donde dejó la llave de la habitación también, una vez la sacó de la cerradura.

Con ese ultimo obsequio y cuidado, se dispuso a partir. Guardó todas sus cosas en el morral, se acomodó el pelo y envolvió su cuerpo en la capa ya seca que, con suerte, le protegería un par de manzanas si lograba caminar a cubierto de los valcones.
El hijo delos bosques desapareció tras la puerta que cerró tras de si, e instantes después, entre las callejuelas empapadas de la ciudad.