[Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
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[Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Era una terrible época del año para estar en Baslodia. Las profusas y constantes lluvias y la humedad, acerrimos enemigos de los metales que se trabajaban por doquier y mayoritariamente en la gran urbe obligaban a los mercaderes a extremar la precaución para con su producto, y a prestar especial atención a los toldos que aislaban las paradas exteriores del agua.
Pese a las ajetreadas calles, Baslodia no era nunca un lugar especialmente alegre. El trabajo ingrato en las minas y la miseria siempre habían sido el inseparable e ingrato amigo de las gentes de aquella ciudad desde que el bardo tenía memoria, y probablemente antes.
Aun así, cada cierto tiempo terminaba en aquel lugar, como en cualquier otra latitud del continente, normalmente mas por necesidad que por gusto.
El bardo había esperado a que la lluvia se calmara ante de salir de la posada, y no tardó en dejar su laud a un orfebre local para que cambiara las clavijas de su instrumento por otras nuevas.
El aire olí a lluvia, la humedad hacia que el pelo, pulcramente trenzado que caía sobre el pecho del bardo se encrespara pese a estar tirante, y el cigarrillo hecho de hojas de menta seca enrolladas sobre si mismas parecía a punto de apagarse incluso cuando el bardo inspiraba profundamente de sus brasas.
Primero fue una gota, gruesa y helada que se estrello sobre la frente del bardo. Escaso aviso carente de tiempo de la torrencial lluvia que se avecinaba. Antes de que Iltharion hubiera podido alcanzar una cornisa, llovía con tal fiereza que había quedado parcialmente empapado, y varios transeúntes habían coreado en las diversas lenguas una ristra de insultos digna de un diccionario.
Un tul de infinitas rallitas de agua difuminaba la vista, y volvía borrosas las siluetas del resto de gente buscando refugio en las entradas de los domicilios ajenos, y hallando en los escalones la protección justa para evitar que se les llenaran las botas de agua. La escasez de cloacas, o de mantenimiento de las mismas hacían poco para drenar el empedrado callejón.
Iltharion exhalo con lentitud, soltando una espesa bocanada de humo mentolado, en aquel espacio que había encontrado bajo el saliente del marco de una puerta, mientras observaba divertido como la gente corría torpemente sin percatarse de su amplio refugio.
Pese a las ajetreadas calles, Baslodia no era nunca un lugar especialmente alegre. El trabajo ingrato en las minas y la miseria siempre habían sido el inseparable e ingrato amigo de las gentes de aquella ciudad desde que el bardo tenía memoria, y probablemente antes.
Aun así, cada cierto tiempo terminaba en aquel lugar, como en cualquier otra latitud del continente, normalmente mas por necesidad que por gusto.
El bardo había esperado a que la lluvia se calmara ante de salir de la posada, y no tardó en dejar su laud a un orfebre local para que cambiara las clavijas de su instrumento por otras nuevas.
El aire olí a lluvia, la humedad hacia que el pelo, pulcramente trenzado que caía sobre el pecho del bardo se encrespara pese a estar tirante, y el cigarrillo hecho de hojas de menta seca enrolladas sobre si mismas parecía a punto de apagarse incluso cuando el bardo inspiraba profundamente de sus brasas.
Primero fue una gota, gruesa y helada que se estrello sobre la frente del bardo. Escaso aviso carente de tiempo de la torrencial lluvia que se avecinaba. Antes de que Iltharion hubiera podido alcanzar una cornisa, llovía con tal fiereza que había quedado parcialmente empapado, y varios transeúntes habían coreado en las diversas lenguas una ristra de insultos digna de un diccionario.
Un tul de infinitas rallitas de agua difuminaba la vista, y volvía borrosas las siluetas del resto de gente buscando refugio en las entradas de los domicilios ajenos, y hallando en los escalones la protección justa para evitar que se les llenaran las botas de agua. La escasez de cloacas, o de mantenimiento de las mismas hacían poco para drenar el empedrado callejón.
Iltharion exhalo con lentitud, soltando una espesa bocanada de humo mentolado, en aquel espacio que había encontrado bajo el saliente del marco de una puerta, mientras observaba divertido como la gente corría torpemente sin percatarse de su amplio refugio.
Última edición por Iltharion Dur'Falas el Jue 23 Feb 2017 - 17:00, editado 1 vez
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Ya no le gustaba Baslodia, quería irse pronto de allí. Y ahora llovía. Por lo menos eso le gustaba, le refrescaba la cara y le regalaba un momento para no pensar, solo quedarse allí de pie, con la cara hacia el cielo, dejándose bañar por la lluvia. Poca atención prestó a aquellos que corrían a guarecerse, hasta se compadecía de ellos.
Suspiró con tristeza, echaba de menos a su familia, sobre todo a su Oma. Ese viaje no había sido lo que ella esperaba, todo lo malo que había tenido que vivir y hacer, sus manos se habían manchado de sangre tantas veces... aquello le pesaba. Sentía su raza como una maldición en su vida. Ella que tanto amaba volar y se sentía tan a gusto en su cuerpo de dragón, ahora pensaba que era solo un arma, un instrumento de muerte. Se desconocía por completo.
Apretó los labios en un gesto de descontento y bajó el rostro. Comenzó a caminar hacia su posada lentamente, sin fijarse en lo que ocurría a su al rededor. Por eso no vio al elfo bardo que fumaba un cigarro de hojas de menta.
Suspiró con tristeza, echaba de menos a su familia, sobre todo a su Oma. Ese viaje no había sido lo que ella esperaba, todo lo malo que había tenido que vivir y hacer, sus manos se habían manchado de sangre tantas veces... aquello le pesaba. Sentía su raza como una maldición en su vida. Ella que tanto amaba volar y se sentía tan a gusto en su cuerpo de dragón, ahora pensaba que era solo un arma, un instrumento de muerte. Se desconocía por completo.
Apretó los labios en un gesto de descontento y bajó el rostro. Comenzó a caminar hacia su posada lentamente, sin fijarse en lo que ocurría a su al rededor. Por eso no vio al elfo bardo que fumaba un cigarro de hojas de menta.
Ingela
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
El entretenimiento de ver a la gente huyendo de la lluvia con desesperación pasó a un segundo plano en el momento en el que los ojos del bardo repararon en una figura menuda que permanecía inamovible en medio de la calle, con el rostro enfocando al cielo como si la lluvia fuera alguna clase de bendición.
Teniendo tan poco que hacer mientras reparaban su instrumento, y encontrando en la compañía de una joven lozana una expectativa agradable, tomó de la puerta una de esas placas de madera finas y chapadas que se colocan ante la misma, cuya finalidad es evitar que el agua entre en el domicilio si las calles se inundan en demasía, y la sostuvo con una mano por encima de su cabeza para evitar quedar cual gato sacado del río.
Con unos pocos pasos salvo la distancia que le separaba de esa figura, que ahora se alejaba por una de las calles, y alargó el brazo para que la plancha de madera la cubriese también de ese aguacero torrencial, mientras observaba aquel gesto contrariado.
-No se que la aflige, pero ninguna penuria merece que se enferme.- Comentó el bardo con su voz calma y confiada, instantes antes de dar una profunda calada al canuto que reposaba entre sus labios.- Lamento la intromisión repentina, espero que no le moleste que la guarezca de la lluvia. Parecía estar disfrutando de la misma instantes antes, pero es difícil para un sanador no pensar en las contras.-Prosiguió con el mismo tono amable, y la confianza de que si su desfachatez molestaba a la joven por lo menos se habría entretenido unos minutos, y si por el contrario agradaba a la misma, tendría algo que hacer hasta que debiera volver al local del orfebre.
El bardo aprovechó la escasa distancia a la que se había colocado de la muchacha para examinar con suma discreción a la misma, buscando cualquier rasgo de ella que pudiera darle algún dato sobre quien era, que hacía, de donde venía o que clase de intereses poseía. observó sus manos, en busca de algún callo o corte particular, sus ropas y cantidad de abrigo para saber si era local o de otra latitud, incluso prestó especial atención al aire cuando inspiraba algo que no fuera el humo de su cigarro, por si un deje a plantas, pescado, carne, etc... le ofrecía alguna pista que no obtuviera de otro modo.
Teniendo tan poco que hacer mientras reparaban su instrumento, y encontrando en la compañía de una joven lozana una expectativa agradable, tomó de la puerta una de esas placas de madera finas y chapadas que se colocan ante la misma, cuya finalidad es evitar que el agua entre en el domicilio si las calles se inundan en demasía, y la sostuvo con una mano por encima de su cabeza para evitar quedar cual gato sacado del río.
Con unos pocos pasos salvo la distancia que le separaba de esa figura, que ahora se alejaba por una de las calles, y alargó el brazo para que la plancha de madera la cubriese también de ese aguacero torrencial, mientras observaba aquel gesto contrariado.
-No se que la aflige, pero ninguna penuria merece que se enferme.- Comentó el bardo con su voz calma y confiada, instantes antes de dar una profunda calada al canuto que reposaba entre sus labios.- Lamento la intromisión repentina, espero que no le moleste que la guarezca de la lluvia. Parecía estar disfrutando de la misma instantes antes, pero es difícil para un sanador no pensar en las contras.-Prosiguió con el mismo tono amable, y la confianza de que si su desfachatez molestaba a la joven por lo menos se habría entretenido unos minutos, y si por el contrario agradaba a la misma, tendría algo que hacer hasta que debiera volver al local del orfebre.
El bardo aprovechó la escasa distancia a la que se había colocado de la muchacha para examinar con suma discreción a la misma, buscando cualquier rasgo de ella que pudiera darle algún dato sobre quien era, que hacía, de donde venía o que clase de intereses poseía. observó sus manos, en busca de algún callo o corte particular, sus ropas y cantidad de abrigo para saber si era local o de otra latitud, incluso prestó especial atención al aire cuando inspiraba algo que no fuera el humo de su cigarro, por si un deje a plantas, pescado, carne, etc... le ofrecía alguna pista que no obtuviera de otro modo.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
La aparición de aquel elfo le sorprendió, dio un respingo al notar la sombra y percibir su presencia a su lado. Frenó y se detuvo a mirarlo. Elfos, altos, hermosos... le encantaban los elfos. Este olía a menta y su voz era suave y melodiosa. Ella le dedicó una sonrisa sin mostrar los dientes, no era la típica sonrisa alegre que solía esbozar, esta era apagada, no hacía que su naricilla se arrugara.
Su cabello destilaba agua, al igual que las sencillas ropas que llevaba puestas; no eran más que un pantalón marrón claro sujeto con un cinturón de cuero un poco más oscuro, una blusa blanca holgada de mangas largas que metía dentro del pantalón, sobre esta un chaleco de cuero sin mangas. Llevaba un bolso cruzado sobre el pecho. Qué decir de sus botines, completamente encharcados. Sobre la blanca piel de la joven resaltaban sus mejillas rosadas, rasgo que era muy común en las gentes del norte.
-Soy Ingela- dijo suavemente. Estaba tan cerca que no necesitaba hablar muy fuerte. -Usted no sabe los pesares que cargo en el corazón...- dijo y retomó la marcha lentamente, esperando que el elfo la siguiera. Realmente no le molestaba la compañía del elfo, todo lo contrario. Avanzaba con la vista fija al suelo. -¿Quién eres?- preguntó una vez anduvieron un par de pasos en silencio.
Su cabello destilaba agua, al igual que las sencillas ropas que llevaba puestas; no eran más que un pantalón marrón claro sujeto con un cinturón de cuero un poco más oscuro, una blusa blanca holgada de mangas largas que metía dentro del pantalón, sobre esta un chaleco de cuero sin mangas. Llevaba un bolso cruzado sobre el pecho. Qué decir de sus botines, completamente encharcados. Sobre la blanca piel de la joven resaltaban sus mejillas rosadas, rasgo que era muy común en las gentes del norte.
-Soy Ingela- dijo suavemente. Estaba tan cerca que no necesitaba hablar muy fuerte. -Usted no sabe los pesares que cargo en el corazón...- dijo y retomó la marcha lentamente, esperando que el elfo la siguiera. Realmente no le molestaba la compañía del elfo, todo lo contrario. Avanzaba con la vista fija al suelo. -¿Quién eres?- preguntó una vez anduvieron un par de pasos en silencio.
Ingela
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
La mirada del hijo de Sandorai pasó sobre las sencillas ropas con el desanimo de no encontrar nada significativo en ellas, aunque por lo menos su tez y rasgos apuntaban a latitudes mas frías. Tierras de lycantropos, tal vez dragones. El bardo habría añadido a los vampiros a su lista de no ser porque era de día, algo en la tranquilidad con la que se movía una muchacha tan menuda hacían que la pensara o capaz de defenderse o ingenua a un extremo peligroso para si misma.
-Un placer.-Inclinó con gracia la cabeza sin perder el paso, ni hacer oscilar la tabla de madera que los cobijaba de la torrencial lluvia.- Soy Iltharion, trotamundos, medico y artista según la situación lo requiera, y un poco de las tres todo el tiempo.- Reverenció con sutileza, utilizando únicamente la cabeza por segunda vez, esta vez acompañando su presentación.-Quizás no pueda o no me permita aliviar sus pesares, pero confió en mi lo suficiente como para distraerla de ellos lo justo como para que su corazón tome un respiro.
El hijo de los bosques no le llamó la atención sobre percatarse del camino, por lo menos así no se resbalaría con las losas cubiertas por unos cuantos dedos de agua, aun así, quedó atento a evitar que la muchacha sufriera cualquier percance, dispuesto a sostenerla o desviarla de algún obstáculo con el brazo libre si su contemplación sobre el suelo la distraía de lo que tenía en frente.
-¿Y ud.?¿Quien és?.-Preguntó con velada curiosidad el bardo, y con un poco de juego en ello, atento a las palabras que fuera a escojer la joven para describirse a si misma si es que le propiciaba una respuesta.
-Un placer.-Inclinó con gracia la cabeza sin perder el paso, ni hacer oscilar la tabla de madera que los cobijaba de la torrencial lluvia.- Soy Iltharion, trotamundos, medico y artista según la situación lo requiera, y un poco de las tres todo el tiempo.- Reverenció con sutileza, utilizando únicamente la cabeza por segunda vez, esta vez acompañando su presentación.-Quizás no pueda o no me permita aliviar sus pesares, pero confió en mi lo suficiente como para distraerla de ellos lo justo como para que su corazón tome un respiro.
El hijo de los bosques no le llamó la atención sobre percatarse del camino, por lo menos así no se resbalaría con las losas cubiertas por unos cuantos dedos de agua, aun así, quedó atento a evitar que la muchacha sufriera cualquier percance, dispuesto a sostenerla o desviarla de algún obstáculo con el brazo libre si su contemplación sobre el suelo la distraía de lo que tenía en frente.
-¿Y ud.?¿Quien és?.-Preguntó con velada curiosidad el bardo, y con un poco de juego en ello, atento a las palabras que fuera a escojer la joven para describirse a si misma si es que le propiciaba una respuesta.
Iltharion Dur'Falas
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Ingela levantó la mirada hacia la tabla, aquel paraguas improvisado. Le causó gracia. ¿Por qué se esforzaría en cubrirla si ella ya estaba mojada hasta los calcetines?
Siguió caminando en silencio, realmente no sabía qué responder en ese momento. Ella era Ingela, tenía madre, padre, hermanos, tres gatos y una abuela tierna y amorosa. Tenía treinta años y lucía mucho menor. Era curiosa, amable y torpe. Le gustaba ayudar a quienes lo necesitaran. Era iniciada en medicina y los arcanos. Hablaba el lenguaje de los antiguos dragones. El fuego era su elemento. Peleaba con mandoble. Tenía alas fuertes que la llevaban alto, sobre las nubes. Era una bestia capaz de matar. Pero eso no quería decírselo al elfo de la voz cálida y melodiosa de nombre Iltharion.
A fin de cuentas, ¿quién era él para hacerle tal pregunta? Era un elfo, con todo lo que le gustaban los elfos, aquel era uno que acababa de conocer. Ella debería aprender de todo lo que había vivido y dejar de ser tan confiada. Hizo una media sonrisa y miró de reojo al elfo -Pues ya te dije, soy Ingela. ¿Qué más te gustaría saber?- dijo.
Siguió caminando en silencio, realmente no sabía qué responder en ese momento. Ella era Ingela, tenía madre, padre, hermanos, tres gatos y una abuela tierna y amorosa. Tenía treinta años y lucía mucho menor. Era curiosa, amable y torpe. Le gustaba ayudar a quienes lo necesitaran. Era iniciada en medicina y los arcanos. Hablaba el lenguaje de los antiguos dragones. El fuego era su elemento. Peleaba con mandoble. Tenía alas fuertes que la llevaban alto, sobre las nubes. Era una bestia capaz de matar. Pero eso no quería decírselo al elfo de la voz cálida y melodiosa de nombre Iltharion.
A fin de cuentas, ¿quién era él para hacerle tal pregunta? Era un elfo, con todo lo que le gustaban los elfos, aquel era uno que acababa de conocer. Ella debería aprender de todo lo que había vivido y dejar de ser tan confiada. Hizo una media sonrisa y miró de reojo al elfo -Pues ya te dije, soy Ingela. ¿Qué más te gustaría saber?- dijo.
Ingela
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Iltharion bajo os parpados con lentitud al escuchar la respuesta, y los mantuvo así un segundo, como si meditara aquella respuesta. No podía decir que estuviera mal, era concisa, aunque también reservada. Se preguntó si era un ardid educado para no decir nada mas, o simplemente que el juego tras la pregunta había pasado desapercibido, y así también decidió ignorar sus propias incógnitas que perdieron rápidamente su atención e interés.
Iltharion esbozó una ligera sonrisa.
-Me dijo como se llama.-Acotó.-No quien és.-Corrigió con el mismo tono tranquilo y calmo, y con la ligereza en la palabra propia de aquello que no es realmente importante y que se enumera mas como una curiosidad que otra cosa. Además, no hizo ademán de volver a preguntar lo mismo otra vez, si no que se centró en la oferta que le había dedicado la muchacha.
-¿Que la trae a Baslodia? Si es que se me permite el saberlo.- Iltharion inspiró profundamente de aquel churro con la pinta encendida, que cada vez se hallaba mas cerca de sus dedos, y al soltar el aire, el humo formó pequeños círculos, nítidos y de un blanco espeso, que giraban sobre si mismos hasta estrellarse contra la placa de madera y chapa que los protegía de la lluvia.
Iltharion mostraba un interés cortes, pero no desmedido, y parecía sumamente relajado, como si en vez de hallarse caminando por una calle anegada en agua estuvieran en su alcoba o morada. Si embargo, la realidad no era tan fiel a lo que se mostraba a simple vista. El hijo de Sandorai estaba acostumbrado a poder ver mucho rápidamente sobre los que lo rodeaban, y aquellos individuos que resultaban en un inicio, mas neutros, generaban un margen e error que sobrepasaba mucho aquel con el que el se sentía cómodo.
De hecho, el bardo, seguía analizando con discreción cada pequeño centímetro de la joven que lo acompañaba, y no para intuir que se escondía tras las telas húmedas que se le pegaban, para eso la imaginación le bastaba, si no para poder encontrar esos preciados datos que tenía casi la compulsión de recabar. Le había parecido ver algo en sus manos, pero demasiado fugaz dada la situación.
Fue entonces que el propio entorno le dio la excusa perfecta, y por primera vez el elfo bendijo lo insalubre de las grandes ciudades.
Una rata grande como un gato era arrastrada por la corriente, riera abajo y se acercaba a ellos mientras zarandeaba sus patas en un intento vano por nadar hacia el borde de la calle o algún saliente.
Iltharion tomó entonces a la joven de la mano, con el brazo libre para apartarla de la trayectoria del animal durante unos instantes. Los justos y necesarios como para que notase en la piel la marca de la experiencia marcial.
Una expresión de sorpresa cruzó fugaz el rostro del bardo, y tan rápido como había llegado desapareció mientras se disponía a re emprender la marcha siguiendo a su acompañante.
Iltharion esbozó una ligera sonrisa.
-Me dijo como se llama.-Acotó.-No quien és.-Corrigió con el mismo tono tranquilo y calmo, y con la ligereza en la palabra propia de aquello que no es realmente importante y que se enumera mas como una curiosidad que otra cosa. Además, no hizo ademán de volver a preguntar lo mismo otra vez, si no que se centró en la oferta que le había dedicado la muchacha.
-¿Que la trae a Baslodia? Si es que se me permite el saberlo.- Iltharion inspiró profundamente de aquel churro con la pinta encendida, que cada vez se hallaba mas cerca de sus dedos, y al soltar el aire, el humo formó pequeños círculos, nítidos y de un blanco espeso, que giraban sobre si mismos hasta estrellarse contra la placa de madera y chapa que los protegía de la lluvia.
Iltharion mostraba un interés cortes, pero no desmedido, y parecía sumamente relajado, como si en vez de hallarse caminando por una calle anegada en agua estuvieran en su alcoba o morada. Si embargo, la realidad no era tan fiel a lo que se mostraba a simple vista. El hijo de Sandorai estaba acostumbrado a poder ver mucho rápidamente sobre los que lo rodeaban, y aquellos individuos que resultaban en un inicio, mas neutros, generaban un margen e error que sobrepasaba mucho aquel con el que el se sentía cómodo.
De hecho, el bardo, seguía analizando con discreción cada pequeño centímetro de la joven que lo acompañaba, y no para intuir que se escondía tras las telas húmedas que se le pegaban, para eso la imaginación le bastaba, si no para poder encontrar esos preciados datos que tenía casi la compulsión de recabar. Le había parecido ver algo en sus manos, pero demasiado fugaz dada la situación.
Fue entonces que el propio entorno le dio la excusa perfecta, y por primera vez el elfo bendijo lo insalubre de las grandes ciudades.
Una rata grande como un gato era arrastrada por la corriente, riera abajo y se acercaba a ellos mientras zarandeaba sus patas en un intento vano por nadar hacia el borde de la calle o algún saliente.
Iltharion tomó entonces a la joven de la mano, con el brazo libre para apartarla de la trayectoria del animal durante unos instantes. Los justos y necesarios como para que notase en la piel la marca de la experiencia marcial.
Una expresión de sorpresa cruzó fugaz el rostro del bardo, y tan rápido como había llegado desapareció mientras se disponía a re emprender la marcha siguiendo a su acompañante.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
El respingo que dio la dragona no fue por ver la enorme rata que era arrastrada calle abajo por la corriente de agua que fluía al pie del andén, ninguno de esos animales le espantaban. Fue que le tomara la mano para sentir un impulso eléctrico que le corrió desde la parte baja de la espalda hasta la nuca. A pesar de no mirarlo fijamente, había notado su dulce mirada y lo profundo de sus felinos ojos azules que parecían ver a través de ella. Aquello junto a sus varoniles facciones y su voz profunda y melodiosa hacían que Ingela se sintiera de una forma muy singular, le era muy difícil mirarlo a los ojos y sentía la boca del estómago apretada y aunque en su mente una parte le decía que le pidiera dejara sola, el pensar en hacerlo y privarse de su compañía y el aroma de la menta que fumaba le entristecía aún más.
El que la tocara fue tan aterrador como placentero y desconcertante. Aquel pequeño salto bastó para perder el equilibrio. Trastabilló, se enredaron sus pies, patinó hacia atrás un par de pasos y resbaló con el suelo anegado de la calle; cayó aparatosamente de espaldas sobre la palma de su mano derecha.
Un puntazo de agudo dolor la hizo doblarse en el suelo, apretando su mano contra su pecho. Ahogó el quejido de dolor y sintió una tremenda vergüenza. Cerró los ojos apretando los dientes y respirando con fuerza se empujó con la mano izquierda para quedar sentada y con las piernas cruzadas. ¿Acaso era posible invocar algún arcano para hacerla desaparecer? Porque eso era justamente lo que quería en ese momento.
El que la tocara fue tan aterrador como placentero y desconcertante. Aquel pequeño salto bastó para perder el equilibrio. Trastabilló, se enredaron sus pies, patinó hacia atrás un par de pasos y resbaló con el suelo anegado de la calle; cayó aparatosamente de espaldas sobre la palma de su mano derecha.
Un puntazo de agudo dolor la hizo doblarse en el suelo, apretando su mano contra su pecho. Ahogó el quejido de dolor y sintió una tremenda vergüenza. Cerró los ojos apretando los dientes y respirando con fuerza se empujó con la mano izquierda para quedar sentada y con las piernas cruzadas. ¿Acaso era posible invocar algún arcano para hacerla desaparecer? Porque eso era justamente lo que quería en ese momento.
Ingela
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
El bardo no espero que la rata generara tamaño sobresalto, por ello tardo unos valiosos segundos en reaccionar, y para cuando extendió el brazo intentando alcanzar a la muchacha ya era demasiado tarde y sus dedos solo lograron atrapar el aire.
El bardo dejó caer hacia otro lado la plancha que los cubría, ignorando completamente tanto el chapoteo de la misma al impactar contra el suelo, como el chisporroteo de la lluvia al apagar el cigarrillo medio consumido que sostenía entre los labios.
Iltharion se colocó en cuclillas ignorando el palmo de agua que cubría la calle, y dirigió su mirada hacia la mano que constreñía contra el pecho la muchacha.
Su rostro risueño se había vuelto serio, aun así, tanto este como su voz parecían no haber perdido la calma, y lo único que afectaba su postura era la ligera culpa por el accidente. Iltharion sospechaba que si no hubiera tenido aquel gesto quizás la muchacha no habría advertido la inmensa rata y por consiguiente, no se habría resbalado. Por otro lado al hijo de Sandorai le convenía la situación, realidad que no ignoraba, pero que no iba a permitir que se transluciera en su expresión o su voz.
-¿Me permites?.-Su tono amable tenía un diñe autoritario, y acompañaba a su propia mano que dirigió hacia la extremidad lastimada de ella, pero antes de tomarla, no queriendo ser tan rudo y notando en su gesto esquivo cierto recelo, retrocedió su propia mano y la colocó con la palma hacia arriba esperando que le permitiera examinar su herida.
El bardo alzó la mirada de la mano de la chica hacia su rostro. Ni una pizca de burla por su percance se mostró en su faz.
-Puedo aliviar el dolor ligeramente por ahora, como le dije, soy sanador.- Prosiguió con el mismo tono, intentando calmarla.
El bardo dejó caer hacia otro lado la plancha que los cubría, ignorando completamente tanto el chapoteo de la misma al impactar contra el suelo, como el chisporroteo de la lluvia al apagar el cigarrillo medio consumido que sostenía entre los labios.
Iltharion se colocó en cuclillas ignorando el palmo de agua que cubría la calle, y dirigió su mirada hacia la mano que constreñía contra el pecho la muchacha.
Su rostro risueño se había vuelto serio, aun así, tanto este como su voz parecían no haber perdido la calma, y lo único que afectaba su postura era la ligera culpa por el accidente. Iltharion sospechaba que si no hubiera tenido aquel gesto quizás la muchacha no habría advertido la inmensa rata y por consiguiente, no se habría resbalado. Por otro lado al hijo de Sandorai le convenía la situación, realidad que no ignoraba, pero que no iba a permitir que se transluciera en su expresión o su voz.
-¿Me permites?.-Su tono amable tenía un diñe autoritario, y acompañaba a su propia mano que dirigió hacia la extremidad lastimada de ella, pero antes de tomarla, no queriendo ser tan rudo y notando en su gesto esquivo cierto recelo, retrocedió su propia mano y la colocó con la palma hacia arriba esperando que le permitiera examinar su herida.
El bardo alzó la mirada de la mano de la chica hacia su rostro. Ni una pizca de burla por su percance se mostró en su faz.
-Puedo aliviar el dolor ligeramente por ahora, como le dije, soy sanador.- Prosiguió con el mismo tono, intentando calmarla.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Ingela se negaba a levantar la mirada hacia la del elfo, sinceramente, sentía que rompería a llorar en cualquier momento. ¿Cómo fue a perder el aire de misterio que había mantenido hasta el momento cayéndose? Qué vergonzoso, Ingela, ¡qué vergonzoso!
-Solo hay que vendarla- dijo finalmente tras reunir el poco valor que le quedaba, y con resignación extendió el brazo adolorido para el el elfo lo viera. -Yo también soy curandera- dijo, revelando algo de si. Levantó la mirada hasta el rostro del elfo; no habría forma de que él no viera la vergüenza en la expresión de la joven.
Y allí estaba, con su cigarro apagado y empapado por la lluvia. La tabla que otrora lo resguardaba de la lluvia flotaba calle abajo. Ingela no pudo sostener la mirada, así que miró hacia otro lado, buscando la rata -Parece que se ahogó... o quizás se haya salvado- dijo y volvió a mirar a Iltharion -La rata... quizás se salvó... espero que sí- dijo alegrando un poco la expresión.
Sonrió, había que reconocer que tal desplante de torpeza le había terminado por causar gracia, se imaginaba que el elfo la vería como a una pobre chica patética, triste, con mala suerte y torpe. Quizás le tendría lástima en aquel momento y ella no era así, definitivamente no era triste ni patética. Quizás con mala suerte. Completamente segura que era torpe. Negó con la cabeza e hizo un chastquido con la lengua -En mi habitación tengo vendas y algo de ungüento. La posada no está lejos de aquí- dijo haciendo el ademán de ponerse de pie.
-Solo hay que vendarla- dijo finalmente tras reunir el poco valor que le quedaba, y con resignación extendió el brazo adolorido para el el elfo lo viera. -Yo también soy curandera- dijo, revelando algo de si. Levantó la mirada hasta el rostro del elfo; no habría forma de que él no viera la vergüenza en la expresión de la joven.
Y allí estaba, con su cigarro apagado y empapado por la lluvia. La tabla que otrora lo resguardaba de la lluvia flotaba calle abajo. Ingela no pudo sostener la mirada, así que miró hacia otro lado, buscando la rata -Parece que se ahogó... o quizás se haya salvado- dijo y volvió a mirar a Iltharion -La rata... quizás se salvó... espero que sí- dijo alegrando un poco la expresión.
Sonrió, había que reconocer que tal desplante de torpeza le había terminado por causar gracia, se imaginaba que el elfo la vería como a una pobre chica patética, triste, con mala suerte y torpe. Quizás le tendría lástima en aquel momento y ella no era así, definitivamente no era triste ni patética. Quizás con mala suerte. Completamente segura que era torpe. Negó con la cabeza e hizo un chastquido con la lengua -En mi habitación tengo vendas y algo de ungüento. La posada no está lejos de aquí- dijo haciendo el ademán de ponerse de pie.
Ingela
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Iltharion bajo la mirada hacia el brazo en cuanto noto como apoyaba la extremidad lastimada sobre la palma de su mano, y con sumo cuidado tanteo con las yemas de los dedos la pequeña mano de la muchacha, localizando el hinchazón y la posible lesión, e intentando a su vez que su pequeño examen doliera lo menos posible.
Pispeó de reojo a la joven, que apenas pudo sostener la mirada, y le dedico una fugaz y amable sonrisa intentando calmarla de aquel modo, aunque con lo rápido que ella aparto la vista, Iltharion no fue capaz de dilucidar si había apreciado o no su gesto.
De cualquier modo, el hijo de Sandorai volvió a prestar su atencion a la mano lastimada, la envolvió entre las suyas y se concentró, poco acostumbrado a hacer acopio de aquella anciana magia que poseía casi toda su gente*. Un suave murmullo en su lengua madre salio de entre sus manos, aliviando la hinchazón y el dolor mientras pronunciaba aquel salmo.
Iltharion sabía que su magia no haría mucho mas que paliar el dolor, no era muy poderosa y el jamás la había entrenado, pero se conformaba con el pequeño apoyo que podía darle en momentos como aquel.
El comentario sobre la rata hizo que el elfo riera ligeramente por lo bajo, algo sorprendido.
-Parecía nadar bastante bien. Si sigue lloviendo así quizás hasta tengamos que pedirle ayuda.-Bromeo.-Lo cierto es que pensé que la rata la había sobresaltado.-Admitió como si no tuviera la mas mínima importancia, pese a que percatarse de su error había encendido su curiosidad, y se notó en aquella acotación que era a su vez una pregunta poco velada.
El pelirrojo agarró el cigarrillo mustio y mojado y lo arrojo, dejando que flotara riera abajo, antes de ponerse en pie. Una vez erguido se encorvó, sosteniendo a la muchacha por debajo de los codos para ayudarla a levantarse, y que no se apoyara en su mano lastimada para dicha tarea, tras lo cual la soltó y le ofreció el brazo para que pudiera sostenerse en el mismo y evitar futuros resbalones.
Iltharion se echo los pocos mechones de pelo cobrizo que se habían pegado a su frente, hacía atrás, mas por costumbre que por comodidad, aunque pocos de los mismos se habían zafado de la prieta trenza aun y con la tormenta.
-Tengo una buena cantidad de Barrimorth que conseguí hace poco en el norte.-Ofreció.-Y algo de lastia y corteza de sauce.-Añadió haciendo un repaso de las existencias útiles que podían servir tanto para sanar la lastimadura de la doncella, como para paliar el dolor y el hinchazón.-Aunque siendo curandera, quizás no necesite de mis existencias. De cualquier modo, agradecería si me permita que la siga ayudando en este caso, pese a que sea sanadora, no es fácil tratar con las manos de uno mismo.
*Uso de la racial "Manos sanadoras"
Pispeó de reojo a la joven, que apenas pudo sostener la mirada, y le dedico una fugaz y amable sonrisa intentando calmarla de aquel modo, aunque con lo rápido que ella aparto la vista, Iltharion no fue capaz de dilucidar si había apreciado o no su gesto.
De cualquier modo, el hijo de Sandorai volvió a prestar su atencion a la mano lastimada, la envolvió entre las suyas y se concentró, poco acostumbrado a hacer acopio de aquella anciana magia que poseía casi toda su gente*. Un suave murmullo en su lengua madre salio de entre sus manos, aliviando la hinchazón y el dolor mientras pronunciaba aquel salmo.
Iltharion sabía que su magia no haría mucho mas que paliar el dolor, no era muy poderosa y el jamás la había entrenado, pero se conformaba con el pequeño apoyo que podía darle en momentos como aquel.
El comentario sobre la rata hizo que el elfo riera ligeramente por lo bajo, algo sorprendido.
-Parecía nadar bastante bien. Si sigue lloviendo así quizás hasta tengamos que pedirle ayuda.-Bromeo.-Lo cierto es que pensé que la rata la había sobresaltado.-Admitió como si no tuviera la mas mínima importancia, pese a que percatarse de su error había encendido su curiosidad, y se notó en aquella acotación que era a su vez una pregunta poco velada.
El pelirrojo agarró el cigarrillo mustio y mojado y lo arrojo, dejando que flotara riera abajo, antes de ponerse en pie. Una vez erguido se encorvó, sosteniendo a la muchacha por debajo de los codos para ayudarla a levantarse, y que no se apoyara en su mano lastimada para dicha tarea, tras lo cual la soltó y le ofreció el brazo para que pudiera sostenerse en el mismo y evitar futuros resbalones.
Iltharion se echo los pocos mechones de pelo cobrizo que se habían pegado a su frente, hacía atrás, mas por costumbre que por comodidad, aunque pocos de los mismos se habían zafado de la prieta trenza aun y con la tormenta.
-Tengo una buena cantidad de Barrimorth que conseguí hace poco en el norte.-Ofreció.-Y algo de lastia y corteza de sauce.-Añadió haciendo un repaso de las existencias útiles que podían servir tanto para sanar la lastimadura de la doncella, como para paliar el dolor y el hinchazón.-Aunque siendo curandera, quizás no necesite de mis existencias. De cualquier modo, agradecería si me permita que la siga ayudando en este caso, pese a que sea sanadora, no es fácil tratar con las manos de uno mismo.
*Uso de la racial "Manos sanadoras"
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Ingela suspiró, algo de Berrimorth le vendría bien. Por el momento la magia del elfo hacía efecto y el dolor era mucho más soportable. -Aceptaré tu ayuda- dijo con una media sonrisa -No podría vendar bien mi propia mano- dijo arrugando la nariz. Había escuchado claramente el comentario que hizo acerca de qué fue lo que la hizo sobresaltar si no fue la rata; no le diría que había sido el que él la tocara, sería muy extraño y pensaría que a ella le disgustaba cuando no era así. Muy por el contrario, su cercanía le gustaba.
Con timidez tomó el brazo del elfo y dejó que la llevara con él. -¿Has estado en el norte?- preguntó rompiendo el silencio. -Yo vengo de Dundarak- dijo -...y soy una dragona, si eso es lo que querías saber antes- continuó diciendo.
Ingela aún no se atrevía a mirarlo a la cara, toda la personalidad que la caracterizaba se había ido al traste estando con él. Ella que se caracteriza por ser tan parlanchina no hallaba nada de que hablar en ese momento. Cuando el elfo la afirmó cerca de si, sintió aún más intenso el aroma a menta y la calidez de su cuerpo, tuvo que detener el impulso de arrimarse más a él y se sintió tan, pero tan avergonzada de tan solo pensarlo que su cara se puso roja, lo supo porque sentía que las mejillas le iban a explotar y las orejas le hervían.
Todas esas sensaciones le eran extrañas, ella no se había sentido atraída a un hombre antes, pero antes, en Dundarak, ella era una persona muy diferente que era tratada como a una niña y su comportamiento era tal. Ahora no, no tras haber vivido tantas cosas en lo que llevaba de viaje y sabía que el día que volviera a Dundarak ya no podría permitir que la trataran como antes ni se comportaría de manera infantil.
Con timidez tomó el brazo del elfo y dejó que la llevara con él. -¿Has estado en el norte?- preguntó rompiendo el silencio. -Yo vengo de Dundarak- dijo -...y soy una dragona, si eso es lo que querías saber antes- continuó diciendo.
Ingela aún no se atrevía a mirarlo a la cara, toda la personalidad que la caracterizaba se había ido al traste estando con él. Ella que se caracteriza por ser tan parlanchina no hallaba nada de que hablar en ese momento. Cuando el elfo la afirmó cerca de si, sintió aún más intenso el aroma a menta y la calidez de su cuerpo, tuvo que detener el impulso de arrimarse más a él y se sintió tan, pero tan avergonzada de tan solo pensarlo que su cara se puso roja, lo supo porque sentía que las mejillas le iban a explotar y las orejas le hervían.
Todas esas sensaciones le eran extrañas, ella no se había sentido atraída a un hombre antes, pero antes, en Dundarak, ella era una persona muy diferente que era tratada como a una niña y su comportamiento era tal. Ahora no, no tras haber vivido tantas cosas en lo que llevaba de viaje y sabía que el día que volviera a Dundarak ya no podría permitir que la trataran como antes ni se comportaría de manera infantil.
Ingela
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Una sonrisa satisfecha se pinto e el rostro del bardo cuando escuchó aquello, sin duda una posición ventajosa tanto para el como para sus intereses. Por otro lado, le resultaba interesante el cruzarse con otra curandera, no eran muchos los que ejercían esa peculiar profesión, y siempre se podía aprended algo de un compañero.
-He pasado los últimos meses en Dundarak.-Asintió el bardo.-Aunque no es mi primer viaje allí. Voy unas semanas por lo menos una vez al año.-Y Ya hacía muchos años que recorría el continente, posiblemente mas de los que la joven podía encontrarse cómoda de conocer.-¿Hace mucho que dejó el norte?
-Es un comienzo.-Asintió a la presunción de la muchacha, mientras la perenne y calma sonrisa del bardo se ensanchaba durante unos instantes. una dragona explicaba varias cosas des del punto de vista del bardo, entre ellas la confianza con la que lo había invitado a su habitación en la posada. Probablemente esa joven podía engullirlo de varios bocados si la enfadaba. Aquel riesgo le añadía un poco de picante a su encuentro, ese era uno de los motivos por los que siempre le había agradado esa especie del norte.
Iltharion observó de nuevo a su acompañante, esta vez buscando solucionar una incógnita mas liviana e infantil, intentando ver en sus rasgos algo que le incitara a pensar en algún elemento, en vez de una respuesta, se encontró con un intenso rubor tiñendo los rasgos de la muchacha.
El hijo de Sandorai se mordió la lengua para contener una sonrisa ufana, y mantenerse impasible como si no se hubiera percatado de aquello, o no fuera consciente del todo de lo mismo, ocultando su henchido ego. Por otro lado, zafó con la mano libre uno de los enganches de la capa de viaje para descolgarla y pasara un poco por encima de la joven, como si quisiera cubrirla un poco de la lluvia, o del viento que la acompañaba.
-Parece que ha tomado algo de frío, esperemos que no sea mas que una febricula.-Dijo con un tono que denotaba una sincera preocupación, y la ingenuidad de atribuir a la fiebre el rubor que le había descubierto. Una actuada pantomima que le permitía al bardo hacer esa pequeña jugada sin quedar mal parado.
-¿Es la primera vez que esta tan lejos de su hogar?.- Prosiguió el bardo mientras se dejaba guiar por la muchacha.
Al final de la calle el cartel de la taberna se zarandeaba violentamente sobre los enganches de metal que lo sostenían, o mejor dicho, sobre uno de ellos y torcido, mientras la otra cadena colgaba y chirriaba a cada envite del viento. Las contraventanas del lugar, así como las de las casas cercanas se hallaban cerradas a cal y canto aunque el brillo del fuego y las velas del interior se escolaba por las rendijas de las mismas.
Nadie salia o entraba de la posada, los que habían querido irse, lo habían hecho nada mas empezar a empeorar el clima y el resto estaban usado la lluvia como pretexto para seguir bebiendo y no volver a casa.
-He pasado los últimos meses en Dundarak.-Asintió el bardo.-Aunque no es mi primer viaje allí. Voy unas semanas por lo menos una vez al año.-Y Ya hacía muchos años que recorría el continente, posiblemente mas de los que la joven podía encontrarse cómoda de conocer.-¿Hace mucho que dejó el norte?
-Es un comienzo.-Asintió a la presunción de la muchacha, mientras la perenne y calma sonrisa del bardo se ensanchaba durante unos instantes. una dragona explicaba varias cosas des del punto de vista del bardo, entre ellas la confianza con la que lo había invitado a su habitación en la posada. Probablemente esa joven podía engullirlo de varios bocados si la enfadaba. Aquel riesgo le añadía un poco de picante a su encuentro, ese era uno de los motivos por los que siempre le había agradado esa especie del norte.
Iltharion observó de nuevo a su acompañante, esta vez buscando solucionar una incógnita mas liviana e infantil, intentando ver en sus rasgos algo que le incitara a pensar en algún elemento, en vez de una respuesta, se encontró con un intenso rubor tiñendo los rasgos de la muchacha.
El hijo de Sandorai se mordió la lengua para contener una sonrisa ufana, y mantenerse impasible como si no se hubiera percatado de aquello, o no fuera consciente del todo de lo mismo, ocultando su henchido ego. Por otro lado, zafó con la mano libre uno de los enganches de la capa de viaje para descolgarla y pasara un poco por encima de la joven, como si quisiera cubrirla un poco de la lluvia, o del viento que la acompañaba.
-Parece que ha tomado algo de frío, esperemos que no sea mas que una febricula.-Dijo con un tono que denotaba una sincera preocupación, y la ingenuidad de atribuir a la fiebre el rubor que le había descubierto. Una actuada pantomima que le permitía al bardo hacer esa pequeña jugada sin quedar mal parado.
-¿Es la primera vez que esta tan lejos de su hogar?.- Prosiguió el bardo mientras se dejaba guiar por la muchacha.
Al final de la calle el cartel de la taberna se zarandeaba violentamente sobre los enganches de metal que lo sostenían, o mejor dicho, sobre uno de ellos y torcido, mientras la otra cadena colgaba y chirriaba a cada envite del viento. Las contraventanas del lugar, así como las de las casas cercanas se hallaban cerradas a cal y canto aunque el brillo del fuego y las velas del interior se escolaba por las rendijas de las mismas.
Nadie salia o entraba de la posada, los que habían querido irse, lo habían hecho nada mas empezar a empeorar el clima y el resto estaban usado la lluvia como pretexto para seguir bebiendo y no volver a casa.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Ingela quiso desaparecer en el momento exacto en que el elfo mencionó su rostro colorado. No contento con eso, la cubrió con su capa en un gesto de preocupación que a la chica le pareció sincero. ¿Se puede una poner más roja? Parece que sí, rojo vivo. En ese momento, Ingela comenzó a preguntarse por qué era tan amable el elfo.
-Gracias- dijo rápidamente al acomodárse la capa sobre los hombros -Sí, hace como dos meses que dejé Dundarak- dijo sintiendo que esos dos meses habían sido eternos, toda una vida. Y es que para Ingela, en esos dos meses había ocurrido mucho más que nunca antes, o por lo menos, sustancialmente más memorables. Sin duda, marcados indelebles en su memoria.
La juventud de la dragona le jugaba en contra, a pesar de estar preparada física y mentalmente para cualquier situación, eso era solo la teoría. La práctica había sobrepasado con creces cualquier situación ficticia en la que su padre la hubiese entrenado. Su Oma Elle siempre le contó las maravillas de sus viajes, nunca, jamás, le había mencionado haberse visto en peleas, que su vida hubiese peligrado o haber tenido que matar para salvar su propio pellejo. ¿Habrá tenido que pasar cosas así su oma?
Llegaron por fin a la posada, una dirigida por humanos, se había cerciorado antes de alojarse. Miró a Iltharion -Es aquí donde me hospedo- dijo y empujó la puerta con su mano buena. Entraron a un gran salón iluminado por un gran candelabro lleno de velas que colgaba del techo y algunas antorchas en las paredes. Al fondo estaba la barra con el tabernero dueño de la posada. Había que cruzar un mar de mesas y sillas dispuestas en desorden, sortear a las personas que se guarecían de la lluvia allí y aprovechaban de comer y beber, y esquivar a las camareras y coquetas prostitutas que aprovechaban la aglomeración de gentes para sacar buenas ganancias ese día.
Pasó junto a la barra y saludó con una sonrisa al tabernero quien la miró alegre y luego con suspicacia al notar a su acompañante. Fue por la cara que puso el tabernero, justo allí y no antes, que se dio cuenta de qué era lo que le despertaba el elfo: deseo. Bajó la mirada al piso, con los ojos abiertos de par en par y el corazón palpitando vertiginosamente. Ella quería que él la acompañara a su habitación, quería que la tocara, quería tenerlo cerca. Así que el tabernero tenía razón en poner esa expresión morbosa.
Siguió caminando, pues al fondo estaban las escaleras al segundo piso, donde estaban las habitaciones. Subió las escaleras guiando al elfo hasta llegar frente a la puerta de su alcoba. Sacó una llave de su bolso y abrió, invitando a pasar al elfo. Era una sencilla habitación rústica; cama, chimenea, brasero, mesa de noche, armario y un tocador con vasijas para lavarse. Sin embargo, era todo un lujo teniendo en cuenta que las sábanas estaban limpias y el colchón de lana era nuevo además de tener una chapa y cerradura buena, mientras que las demás habitaciones eran compartidas y las puertas no tenían cerrojo.
Tras cerrar la puerta, señaló su mochila -Si la abres, encontrarás dentro el bolso donde guardo los vendajes y algunas pomadas... tu magia está dejando de hacer efecto- mencionó mientras se sentaba en la silla del tocador para sacarse las mojadas botas.
-Gracias- dijo rápidamente al acomodárse la capa sobre los hombros -Sí, hace como dos meses que dejé Dundarak- dijo sintiendo que esos dos meses habían sido eternos, toda una vida. Y es que para Ingela, en esos dos meses había ocurrido mucho más que nunca antes, o por lo menos, sustancialmente más memorables. Sin duda, marcados indelebles en su memoria.
La juventud de la dragona le jugaba en contra, a pesar de estar preparada física y mentalmente para cualquier situación, eso era solo la teoría. La práctica había sobrepasado con creces cualquier situación ficticia en la que su padre la hubiese entrenado. Su Oma Elle siempre le contó las maravillas de sus viajes, nunca, jamás, le había mencionado haberse visto en peleas, que su vida hubiese peligrado o haber tenido que matar para salvar su propio pellejo. ¿Habrá tenido que pasar cosas así su oma?
Llegaron por fin a la posada, una dirigida por humanos, se había cerciorado antes de alojarse. Miró a Iltharion -Es aquí donde me hospedo- dijo y empujó la puerta con su mano buena. Entraron a un gran salón iluminado por un gran candelabro lleno de velas que colgaba del techo y algunas antorchas en las paredes. Al fondo estaba la barra con el tabernero dueño de la posada. Había que cruzar un mar de mesas y sillas dispuestas en desorden, sortear a las personas que se guarecían de la lluvia allí y aprovechaban de comer y beber, y esquivar a las camareras y coquetas prostitutas que aprovechaban la aglomeración de gentes para sacar buenas ganancias ese día.
Pasó junto a la barra y saludó con una sonrisa al tabernero quien la miró alegre y luego con suspicacia al notar a su acompañante. Fue por la cara que puso el tabernero, justo allí y no antes, que se dio cuenta de qué era lo que le despertaba el elfo: deseo. Bajó la mirada al piso, con los ojos abiertos de par en par y el corazón palpitando vertiginosamente. Ella quería que él la acompañara a su habitación, quería que la tocara, quería tenerlo cerca. Así que el tabernero tenía razón en poner esa expresión morbosa.
Siguió caminando, pues al fondo estaban las escaleras al segundo piso, donde estaban las habitaciones. Subió las escaleras guiando al elfo hasta llegar frente a la puerta de su alcoba. Sacó una llave de su bolso y abrió, invitando a pasar al elfo. Era una sencilla habitación rústica; cama, chimenea, brasero, mesa de noche, armario y un tocador con vasijas para lavarse. Sin embargo, era todo un lujo teniendo en cuenta que las sábanas estaban limpias y el colchón de lana era nuevo además de tener una chapa y cerradura buena, mientras que las demás habitaciones eran compartidas y las puertas no tenían cerrojo.
Tras cerrar la puerta, señaló su mochila -Si la abres, encontrarás dentro el bolso donde guardo los vendajes y algunas pomadas... tu magia está dejando de hacer efecto- mencionó mientras se sentaba en la silla del tocador para sacarse las mojadas botas.
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Ingela
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Iltharion hizo acopio de su talento como artista para contener las ganas de reír genuinamente divertido de que su jugarreta hubiera surtido efecto. Aquel rojo, ahora mas intenso, era como una pequeña victoria para el elfo en un juego que la joven no era consciente que estaba jugando. Sin embargo, el consumado actor mantuvo un rictus perfecto y calculado que llevaba detrás décadas de experiencia..
-No se merecen.-Le restó importancia con un grácil y fugaz gesto con la mano, dejando pasar aquel gesto de ahora en mas y centrándose en la conversación con la joven dragona. Dos meses, suficiente como para desencantarse de las imagenes mas románticas de los caminos, y muy poco como para conocer todos los secretos que deparaba el mundo.-¿Y que le parece el sur hasta el momento?.-Prosiguió el hijo de los bosques con el mismo tono amable e interesado. No preguntaba aquello solo por cortesía, y parecía estar disfrutando y hallarse realmente interesado en la conversación, aunque difícilmente su interlocutora fuera capaz de averiguar que de cada una de sus respuestas, el trovador buscaba extraer hasta el mas ínfimo dato.
Una vez ante la puerta, iltharion dejó que la muchacha le precediera, y se dejó conducir por la taberna. No era la primera vez que pisaba ese antro, aunque tampoco recordaba nada especial del mismo, simplemente era difícil para el bardo encontrar un alojamiento que no hubiera transitado tras tantas décadas en los caminos. El ambiente era animado, mas por el clima que por la hora, un lugar en el que no le habría molestado tirarse en una mesa a jugar con las cartas, o con el resto de entretenimientos que ofrecía el salón.
Sin embargo, prefería por ahora su actual compañía, resultandole esta mucho mas interesante, y casi paladeando la emoción de la caza que hormigueaba en su cuerpo cada vez que sentía que la situación se iba desenvolviendo en pro de sus intereses.
Para el tabernero parecía que las intenciones del elfo eran mucho mas claras, o quizás simplemente había hecho la suma simple de dos personas del genero opuesto subiendo a una habitación, sin molestarse en especular mas de la cuenta.
De cualquier modo, no tardaron en dejar tras de si al ocupado posadero con su clientela, y subir hacia la alcoba de la dragona.
-Con permiso.-Traspasó el umbral el bardo y cerró tras de si, sin revisar con demasiado ahínco la habitación de ella, mas por respeto que otra cosa. Invitados inesperados podía suponer invadir el desorden de otro.
Buscó con la mirada la mochila, y empezó a revisar las pomadas, mientras apartaba aquellas que podían ser útiles a la vez que las vendaba. Con un tarro con una de las pomadas, y un rollo de vendas en la mano se dirigió hacia la chimenea y se sentó ante la misma con las piernas cruzadas. Dejó el morral reposar al lado de uno de los pilares de madera del mismo y sacó de dentro un pedernal con el que encendió el hogar.
El calor de las llamas evitaría que su cuerpos e enfriara, y secaría tarde o temprano las ropas empapadas que se le pegaban con molestia.
-Mi magia no es especialmente poderosa.-Se excusó.- Por suerte mis conocimientos lo compensan un poco.-Sonrio ligeramente mientras le ofrecía con la mano un sitio en el suelo ante la chimenea frente a el.
-No se merecen.-Le restó importancia con un grácil y fugaz gesto con la mano, dejando pasar aquel gesto de ahora en mas y centrándose en la conversación con la joven dragona. Dos meses, suficiente como para desencantarse de las imagenes mas románticas de los caminos, y muy poco como para conocer todos los secretos que deparaba el mundo.-¿Y que le parece el sur hasta el momento?.-Prosiguió el hijo de los bosques con el mismo tono amable e interesado. No preguntaba aquello solo por cortesía, y parecía estar disfrutando y hallarse realmente interesado en la conversación, aunque difícilmente su interlocutora fuera capaz de averiguar que de cada una de sus respuestas, el trovador buscaba extraer hasta el mas ínfimo dato.
Una vez ante la puerta, iltharion dejó que la muchacha le precediera, y se dejó conducir por la taberna. No era la primera vez que pisaba ese antro, aunque tampoco recordaba nada especial del mismo, simplemente era difícil para el bardo encontrar un alojamiento que no hubiera transitado tras tantas décadas en los caminos. El ambiente era animado, mas por el clima que por la hora, un lugar en el que no le habría molestado tirarse en una mesa a jugar con las cartas, o con el resto de entretenimientos que ofrecía el salón.
Sin embargo, prefería por ahora su actual compañía, resultandole esta mucho mas interesante, y casi paladeando la emoción de la caza que hormigueaba en su cuerpo cada vez que sentía que la situación se iba desenvolviendo en pro de sus intereses.
Para el tabernero parecía que las intenciones del elfo eran mucho mas claras, o quizás simplemente había hecho la suma simple de dos personas del genero opuesto subiendo a una habitación, sin molestarse en especular mas de la cuenta.
De cualquier modo, no tardaron en dejar tras de si al ocupado posadero con su clientela, y subir hacia la alcoba de la dragona.
-Con permiso.-Traspasó el umbral el bardo y cerró tras de si, sin revisar con demasiado ahínco la habitación de ella, mas por respeto que otra cosa. Invitados inesperados podía suponer invadir el desorden de otro.
Buscó con la mirada la mochila, y empezó a revisar las pomadas, mientras apartaba aquellas que podían ser útiles a la vez que las vendaba. Con un tarro con una de las pomadas, y un rollo de vendas en la mano se dirigió hacia la chimenea y se sentó ante la misma con las piernas cruzadas. Dejó el morral reposar al lado de uno de los pilares de madera del mismo y sacó de dentro un pedernal con el que encendió el hogar.
El calor de las llamas evitaría que su cuerpos e enfriara, y secaría tarde o temprano las ropas empapadas que se le pegaban con molestia.
-Mi magia no es especialmente poderosa.-Se excusó.- Por suerte mis conocimientos lo compensan un poco.-Sonrio ligeramente mientras le ofrecía con la mano un sitio en el suelo ante la chimenea frente a el.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Parecía que el truco estaba en respirar. Concentrarse en inhalar despacio y exhalar calmadamente, eso daba la sensación de que su corazón palpitaba más despacio y que podía controlarse mucho mejor. Tanto funcionó, que fue capaz de mirarlo y no lucir como una tonta babosa. ¿Esto era lo que le contaba su hermana años atrás?
Hacía como dos años que Christine había conocido a Drago. Era un joven caballero dragón en el regimiento de su padre, con un prometedor futuro. Era recio, alto, fornido, con una tupida barba colorina y el cabello siempre trenzado. Siempre sonriente y optimista. Su elemento era el hielo y le sentaba muy bien la armadura. Christine se agitaba de solo pensar en él y con su cercanía se ponía a hablar en un tono chillón, además perdía toda su inteligencia. Cuando iban a dormir, Christine solo hablaba de él. Cuando se dieron el primer beso, su hermana le contaba de las hormigas. En ese momento no entendió qué eran las benditas hormigas ni como se podían sentir en la entrepierna corriendo, haciéndote cosquillas, calentando zonas de su cuerpo que jamás había sentido palpitar. Todo eso le parecía absurdo a Ingela, mas en ese momento, las hormigas estaban allí, las sentía corriendo desde su ombligo hacia el resto de su cuerpo, nublando su pensar. Sacudió la cabeza, tenía que dejar de pensar en las hormigas o en lo que Christine le contó que hizo con Drago.
Debía enfocarse en sacarse las botas porque imaginaba que tenía los dedos de los pie arrugados como pasas, tenía que secarse el cuerpo, cambiarse esa ropa mojada y ponerse cerca del fuego para calentar el cuerpo y no enfermar. Él debía hacer lo mismo. Se levantó y buscó en el armario un par de paños -Toma- dijo ofreciéndole uno -Deberías secarte el cabello y cambiarte de ropa, pero no tengo nada que te pueda quedar- le dijo buscando en lo profundo de su ser la calma y jovialidad que ella sabía que la caracterizaba. De ninguna manera pondría voz chillona o perdería su inteligencia. Este era un elfo amable que la había encontrado triste bajo la lluvia y que ahora intentaba ayudarla porque se había lastimado. Nada más.
Asumiendo eso, se sentó junto a él -El sur ha sido... inolvidable...- dijo sonriendo. -¿De dónde vienes?- le preguntó con real interés. Ahora que era "un elfo más" e ignoraría lo mejor posible a las hormigas que seguían correteando por sus piernas, quería conocer a su interlocutor mientras este le revisaba el brazo.
Hacía como dos años que Christine había conocido a Drago. Era un joven caballero dragón en el regimiento de su padre, con un prometedor futuro. Era recio, alto, fornido, con una tupida barba colorina y el cabello siempre trenzado. Siempre sonriente y optimista. Su elemento era el hielo y le sentaba muy bien la armadura. Christine se agitaba de solo pensar en él y con su cercanía se ponía a hablar en un tono chillón, además perdía toda su inteligencia. Cuando iban a dormir, Christine solo hablaba de él. Cuando se dieron el primer beso, su hermana le contaba de las hormigas. En ese momento no entendió qué eran las benditas hormigas ni como se podían sentir en la entrepierna corriendo, haciéndote cosquillas, calentando zonas de su cuerpo que jamás había sentido palpitar. Todo eso le parecía absurdo a Ingela, mas en ese momento, las hormigas estaban allí, las sentía corriendo desde su ombligo hacia el resto de su cuerpo, nublando su pensar. Sacudió la cabeza, tenía que dejar de pensar en las hormigas o en lo que Christine le contó que hizo con Drago.
Debía enfocarse en sacarse las botas porque imaginaba que tenía los dedos de los pie arrugados como pasas, tenía que secarse el cuerpo, cambiarse esa ropa mojada y ponerse cerca del fuego para calentar el cuerpo y no enfermar. Él debía hacer lo mismo. Se levantó y buscó en el armario un par de paños -Toma- dijo ofreciéndole uno -Deberías secarte el cabello y cambiarte de ropa, pero no tengo nada que te pueda quedar- le dijo buscando en lo profundo de su ser la calma y jovialidad que ella sabía que la caracterizaba. De ninguna manera pondría voz chillona o perdería su inteligencia. Este era un elfo amable que la había encontrado triste bajo la lluvia y que ahora intentaba ayudarla porque se había lastimado. Nada más.
Asumiendo eso, se sentó junto a él -El sur ha sido... inolvidable...- dijo sonriendo. -¿De dónde vienes?- le preguntó con real interés. Ahora que era "un elfo más" e ignoraría lo mejor posible a las hormigas que seguían correteando por sus piernas, quería conocer a su interlocutor mientras este le revisaba el brazo.
Ingela
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Iltharion tomo el paño que le extendía la joven y lo agradeció con una ligera inclinación de cabeza. Sin mas miramientos, desato la trenza, y la deshizo con los dedos, para luego frotar concienzudamente su melena cobriza para secarla todo lo posible, intentando en el proceso, arrendarla tan poco como fuera capaz. Pese a eso, la perfecta y pulcra trenza termino siendo una melena ondulada y algo desordenada, que por fortuna y por la humedad, caía con gracia hacia el suelo y se arremolinaba en el mismo.
El bardo tubo hasta que hacer una pausa para desenredar un mechón de los anillos de oro que pendían de una de sus orejas, y tintineaban al moverse.
-No llevo nada de recambio en el morral, aunque agradecería poder secar aunque fuera la camisa al fuego.-Sugirió con la misma educación que lo había caracterizado, no osando sacarse las ropas en una alcoba ajena con tanta facilidad a riesgo de salir escaldado y con sus cosas por la cabeza.
Cuando el paño quedó tan húmedo que ya no iba a poder absorber una sola gota mas de agua, lo dejó extendido en frente del fuego, cuyo calor empezaba a emanar de forma decente y agradable, y se giró hacia la muchacha quien se había sentado a su lado.
-Me alegra que esté teniendo un buen viaje entonces.- El hijo de los bosques abrió el morral y empezó a sacar esta vez el parte de sus propios suministros. un par de ramas de Barrimoth, una planta que seguro que la dragona conocía por crecer todo el año en el norte, un cuchillo de filo serrado que desenvainó y dejó sobre la propia vaina, y un pedazo de corteza marrón y rugosa envuelta en un pedazo de lino, todo pulcramente alineado.
Tomó la mano de la muchacha, para examinarla una vez mas, ahora con una buena luz y sin la prisa de la torrencial lluvia.
-Por lo general, la gente o termina curada de querer ver mundo, o enamorada de los caminos.-Sonrió ligeramente. El era del segundo tipo, sin ninguna duda. Iltharion palpo con cuidado el hinchazón, y seguidamente abrió uno de los tarros de pomada, aquella que había visto que adormecería y aliviaría un poco la piel, se unto las puntas de los dedos, y con delicadeza empezó a extender la mezcla, masajeando la zona afectada.
-Nací en los bosques de Sandorai, como la mayoría de mi especie, pero lo cierto es que vivo viajando. Los últimos meses los pase por las estepas cercanas a Dundarak, en las granjas de Askki. Es un lugar tranquilo y pude conseguir muchos materiales para mis tratamientos que no se hallan en el sur.-Explicó, esperando que fuera a eso a lo que se refería con su pregunta. Si le tocaba hablar sobre Sandorai, podía estar bastante equivocado, hacía mas de un siglo que no pisaba la aldea de su clan, quizás ni siquiera se hallaba ya en el mismo sitio.
Iltharion se limpio los restos de pomada en el antebrazo cuando termino de aplicarla, con tal de no humedecer de mas las vendas y poder colocarlas sin problemas.
-Según tengo entendido, los dragones heredáis la magia de aquel que antaño cedió su poder a un antepasado, si no es muy personal, ¿De que dragón provienes?.-Preguntó con curiosidad, afianzando la punta de la venda con el pulgar sobre la mitad del antebrazo de ella antes de empezar a envolverlo, de modo que la venda no se escurriera al ir envolviendo la extremidad.
Iltharion siempre había admirado, temido y ambicionado un poco a los hombres dragón.
El bardo tubo hasta que hacer una pausa para desenredar un mechón de los anillos de oro que pendían de una de sus orejas, y tintineaban al moverse.
-No llevo nada de recambio en el morral, aunque agradecería poder secar aunque fuera la camisa al fuego.-Sugirió con la misma educación que lo había caracterizado, no osando sacarse las ropas en una alcoba ajena con tanta facilidad a riesgo de salir escaldado y con sus cosas por la cabeza.
Cuando el paño quedó tan húmedo que ya no iba a poder absorber una sola gota mas de agua, lo dejó extendido en frente del fuego, cuyo calor empezaba a emanar de forma decente y agradable, y se giró hacia la muchacha quien se había sentado a su lado.
-Me alegra que esté teniendo un buen viaje entonces.- El hijo de los bosques abrió el morral y empezó a sacar esta vez el parte de sus propios suministros. un par de ramas de Barrimoth, una planta que seguro que la dragona conocía por crecer todo el año en el norte, un cuchillo de filo serrado que desenvainó y dejó sobre la propia vaina, y un pedazo de corteza marrón y rugosa envuelta en un pedazo de lino, todo pulcramente alineado.
Tomó la mano de la muchacha, para examinarla una vez mas, ahora con una buena luz y sin la prisa de la torrencial lluvia.
-Por lo general, la gente o termina curada de querer ver mundo, o enamorada de los caminos.-Sonrió ligeramente. El era del segundo tipo, sin ninguna duda. Iltharion palpo con cuidado el hinchazón, y seguidamente abrió uno de los tarros de pomada, aquella que había visto que adormecería y aliviaría un poco la piel, se unto las puntas de los dedos, y con delicadeza empezó a extender la mezcla, masajeando la zona afectada.
-Nací en los bosques de Sandorai, como la mayoría de mi especie, pero lo cierto es que vivo viajando. Los últimos meses los pase por las estepas cercanas a Dundarak, en las granjas de Askki. Es un lugar tranquilo y pude conseguir muchos materiales para mis tratamientos que no se hallan en el sur.-Explicó, esperando que fuera a eso a lo que se refería con su pregunta. Si le tocaba hablar sobre Sandorai, podía estar bastante equivocado, hacía mas de un siglo que no pisaba la aldea de su clan, quizás ni siquiera se hallaba ya en el mismo sitio.
Iltharion se limpio los restos de pomada en el antebrazo cuando termino de aplicarla, con tal de no humedecer de mas las vendas y poder colocarlas sin problemas.
-Según tengo entendido, los dragones heredáis la magia de aquel que antaño cedió su poder a un antepasado, si no es muy personal, ¿De que dragón provienes?.-Preguntó con curiosidad, afianzando la punta de la venda con el pulgar sobre la mitad del antebrazo de ella antes de empezar a envolverlo, de modo que la venda no se escurriera al ir envolviendo la extremidad.
Iltharion siempre había admirado, temido y ambicionado un poco a los hombres dragón.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Lentamente y con mucho esfuerzo y autocontrol, Ingela se relajaba y se permitía una conversación decente con el elfo. Aunque poco ayudaba verlo a la luz del fuego desenredando su melena con tanta gracia. Y es que en general, más que su aspecto, era su actitud seductora y felina, que bien podía ser solamente su amabilidad y la gracia misma de los elfos, pero que a ella le cautivaba. Además era educado y se le notaba la serenidad de aquel que ha visto y vivido tantas experiencias que está curado de espanto.
Se sentía hipnotizada, era un ratón pequeñito que había caído en los ojos hipnóticos de la serpiente que lo envolvía y apretaba en un constrictor y mortal abrazo del que no podía ni quería librarse. ¿Pero qué se puede esperar de una muchacha inexperta y sin experiencia en las lides del amor? Por mucho que supiera porque le habían contado o enseñado o explicado, nunca había sentido atracción física por ningún hombre, por lo menos no de esa manera tan visceral. Ella no sentía en su pecho palpitar algún sentimiento noble, de esos de los que hablaba su madre o su padre, como ganas de protegerlo, cuidarlo, rodearlo con sus brazos y apoyar su cabeza en el pecho. Quería morderlo. Pero eso era ridículo y no entendía por qué quería hacer eso, pero lo cierto era que quería morder sus labios. Por supuesto que no lo haría aunque las ganas la aturdían.
No conocía las sutilezas del juego de la seducción, cómo sus gestos o palabras podrían llevarla a satisfacer sus ansias, ella no sabía ser otra cosa que no fuese el ratón incandilado.
Ingela lo miraba mientras hablaba y asentía. Cuando mencionó lo del "buen viaje" sonrió y negó con la cabeza -Soy un dragón de fuego. El elemento se hereda de la madre, así que por línea materna desciendo de Mungir- le dijo mirando cómo se ocupaba de su brazo adolorido. -Yo nací en una villa a las afueras de Dundarak.- comenzó a relatar -Siglos atrás, la villa no hacía parte de la ciudad, pero como Dundarak ha crecido tanto, parece un barrio más aunque con cierta autonomía. Allí viven dragones de fuego y de tierra mayoritariamente- dijo e hizo una mueca de dolor cuando Iltharion presionó un punto hinchado de su muñeca.
Finalmente, no pudo seguir postergando responder a la petición del elfo -Y sí, no te preocupes, no es problema que seques tu camisa al fuego. Debe haber alguna frazada para que te cubras si te da frío- le respondió. Por mucho que la idea la pusiera nerviosa, ella misma le había dicho que tenía que sacarse la ropa mojada. Así que tendría que ser valiente y actuar lo más natural posible ante la desnudez del elfo. Ella no tenía recuerdo de haber visto ningún hombre desnudo. Cuando eran niños y el clima lo permitía, su hermano solía andar en pantalones solamente, pero una vez pasó el ritual para convertirse en hombre, nunca más lo hizo. Y qué decir de su padre, jamás lo había visto sin ropa.
Se sentía hipnotizada, era un ratón pequeñito que había caído en los ojos hipnóticos de la serpiente que lo envolvía y apretaba en un constrictor y mortal abrazo del que no podía ni quería librarse. ¿Pero qué se puede esperar de una muchacha inexperta y sin experiencia en las lides del amor? Por mucho que supiera porque le habían contado o enseñado o explicado, nunca había sentido atracción física por ningún hombre, por lo menos no de esa manera tan visceral. Ella no sentía en su pecho palpitar algún sentimiento noble, de esos de los que hablaba su madre o su padre, como ganas de protegerlo, cuidarlo, rodearlo con sus brazos y apoyar su cabeza en el pecho. Quería morderlo. Pero eso era ridículo y no entendía por qué quería hacer eso, pero lo cierto era que quería morder sus labios. Por supuesto que no lo haría aunque las ganas la aturdían.
No conocía las sutilezas del juego de la seducción, cómo sus gestos o palabras podrían llevarla a satisfacer sus ansias, ella no sabía ser otra cosa que no fuese el ratón incandilado.
Ingela lo miraba mientras hablaba y asentía. Cuando mencionó lo del "buen viaje" sonrió y negó con la cabeza -Soy un dragón de fuego. El elemento se hereda de la madre, así que por línea materna desciendo de Mungir- le dijo mirando cómo se ocupaba de su brazo adolorido. -Yo nací en una villa a las afueras de Dundarak.- comenzó a relatar -Siglos atrás, la villa no hacía parte de la ciudad, pero como Dundarak ha crecido tanto, parece un barrio más aunque con cierta autonomía. Allí viven dragones de fuego y de tierra mayoritariamente- dijo e hizo una mueca de dolor cuando Iltharion presionó un punto hinchado de su muñeca.
Finalmente, no pudo seguir postergando responder a la petición del elfo -Y sí, no te preocupes, no es problema que seques tu camisa al fuego. Debe haber alguna frazada para que te cubras si te da frío- le respondió. Por mucho que la idea la pusiera nerviosa, ella misma le había dicho que tenía que sacarse la ropa mojada. Así que tendría que ser valiente y actuar lo más natural posible ante la desnudez del elfo. Ella no tenía recuerdo de haber visto ningún hombre desnudo. Cuando eran niños y el clima lo permitía, su hermano solía andar en pantalones solamente, pero una vez pasó el ritual para convertirse en hombre, nunca más lo hizo. Y qué decir de su padre, jamás lo había visto sin ropa.
Ingela
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Iltharion asintió complacido. El elemento de fuego le quedaba como un guante, sobre todo después de ese intenso rubor que había teñido el rostro de la muchacha hasta volverlo casi fluorescente. O quizás el bardo solo lo exageraba en su mente porque le hacía cierta gracia.
Por otro lado, escucho atentamente la definición del hogar de la muchacha, mientras repasaba los lugares que conocía de la capital de los dragones, intentando identificar en el recuerdo de que zona estaba hablando. Unos pocos lugares llegaron a su mente, pero no profundizó mas que eso.
-¿Notas mucho la diferencia de las otras ciudades respecto a tu hogar?.-Iltharion siguió preguntando en parte para distraer un poco a la joven del dolor cuando la venda tenía que pasar por encima de la parte mas lastimada. Tras una primera capa fina de vendaje, rebuscó en su morral hasta sacar otro pedazo grueso de corteza, este mas listo y recto. Lo colocó en paralelo a la mano y siguió vendando, esta vez con el improvisado cabestrillo hasta que dejó la mano firme de forma que no se lastimara sin querer al moverla por reflejo, pues no podría.
El bardo se había percatado de los nervios de la muchacha al sostener su mano, las venas de la muñeca habían empezado a batir su pulso con mas ahínco, y aun así, la joven se habría adivinado mas serena de haberse guiado solo por la vista. El hijo de Sandorai admiraba ese esfuerzo, y justamente por ello tenía menos deseo de retarlo.
Un vez terminó el vendaje se retiró finalmente la camisa. Iltharion claramente no era un soldado, sus músculos no sobresalían con un firme relieve, si no que a penas se intuían sobre su fina y tersa piel. Una anatomía que premiaba mas la flexibilidad y la rapidez que la fuerza. Delgado, como todo elfo, y con la tez del bacán que no posee marcas de trabajo. Lo único que parecía fuera de lugar era una cicatriz inmensa que cruzaba todo su pectoral izquierdo y bajaba por las costillas, como si una garra del tamaño de una mano humana hubiera intentado desgarrarle. Salpicadas aquí y allá algunas otras lineas finas y blancas, cicatrices de puñaladas, la mayoría de ellas viejas y merecidas.
Cubriendo y distrayendo la atención de esas huellas de infortunios, unos colgantes reposaban sobre su torso. Un cordel marrón tenía en su final un dije artesanal con forma de bellota, mientras que una cadena doble sostenía en cada una de sus vueltas un cumulo de anillas doradas y pulidas.
Iltharion dejó la camisa con el paño, al cuidado del crepitante fuego del hogar, y volvió a su interlocutora y las cosas que había dispuesto para ella.
Primero tomó las ramas de barrimorth secas, que seguían desprendiendo algo de olor si uno se las acercaba lo suficiente. Las tomó del tallo y se las cedió a la dragona. El bardo estaba seguro de que la joven había visto esa planta miles de veces tanto creciendo como maleza en la ciudad, como en las grandes extensiones de tundra cercanas.
-Si prefieres que cure rápido en vez de de forma indolora, haz una pasta con eso y colócalo sobre la piel antes de vendarte, si no puedes usar un mortero, masticarlo, servirá.-Le aseguró.-Pero por ahora mejor evitar el dolor y dejar que el cuerpo empiece a sanar solo.-Recomendó, y a la vez explicó porque no había utilizado el barrimorth si no un ungüento.
Tras eso tomó un pedazo de corteza similar al que había utilizado para hacer de cabestrillo.
-Esto es para el dolor y el hinchazón.-La alzo y giró para que pudiera verla bien.-El pedazo que te puse es solo para que mantenga la mano quieta, es del mismo árbol, además, así puedes sacarle un pedazo si lo necesitas.-Le guió el ojo con complicidad.-Hay que rallarla, y tomarse el polvo resultante, un pilón pequeño, del tamaño de una falange bastará.-Le extendió la corteza.- Se apoya el filo serrado y con el pulgar de forma opuesta se hace presión para que quede un polvo bien fino.¿Quieres intentarlo?.-Deslizó con la otra mano el cuchillo serrado que había preparado de antemano, mientras le dedicaba una amable sonrisa.
El bardo estaba seguro de que ella no sería capaz de hacerlo con propiedad con la mano inutilizada como estaba por el cabestrillo que el mismo le había puesto, y buscaba de aquella forma crearse una oportunidad para establecer mayor contacto bajo el pretexto de ayudarla e ilustrarla, cosa que por otro lado, tambien hacía.
Por otro lado, escucho atentamente la definición del hogar de la muchacha, mientras repasaba los lugares que conocía de la capital de los dragones, intentando identificar en el recuerdo de que zona estaba hablando. Unos pocos lugares llegaron a su mente, pero no profundizó mas que eso.
-¿Notas mucho la diferencia de las otras ciudades respecto a tu hogar?.-Iltharion siguió preguntando en parte para distraer un poco a la joven del dolor cuando la venda tenía que pasar por encima de la parte mas lastimada. Tras una primera capa fina de vendaje, rebuscó en su morral hasta sacar otro pedazo grueso de corteza, este mas listo y recto. Lo colocó en paralelo a la mano y siguió vendando, esta vez con el improvisado cabestrillo hasta que dejó la mano firme de forma que no se lastimara sin querer al moverla por reflejo, pues no podría.
El bardo se había percatado de los nervios de la muchacha al sostener su mano, las venas de la muñeca habían empezado a batir su pulso con mas ahínco, y aun así, la joven se habría adivinado mas serena de haberse guiado solo por la vista. El hijo de Sandorai admiraba ese esfuerzo, y justamente por ello tenía menos deseo de retarlo.
Un vez terminó el vendaje se retiró finalmente la camisa. Iltharion claramente no era un soldado, sus músculos no sobresalían con un firme relieve, si no que a penas se intuían sobre su fina y tersa piel. Una anatomía que premiaba mas la flexibilidad y la rapidez que la fuerza. Delgado, como todo elfo, y con la tez del bacán que no posee marcas de trabajo. Lo único que parecía fuera de lugar era una cicatriz inmensa que cruzaba todo su pectoral izquierdo y bajaba por las costillas, como si una garra del tamaño de una mano humana hubiera intentado desgarrarle. Salpicadas aquí y allá algunas otras lineas finas y blancas, cicatrices de puñaladas, la mayoría de ellas viejas y merecidas.
Cubriendo y distrayendo la atención de esas huellas de infortunios, unos colgantes reposaban sobre su torso. Un cordel marrón tenía en su final un dije artesanal con forma de bellota, mientras que una cadena doble sostenía en cada una de sus vueltas un cumulo de anillas doradas y pulidas.
Iltharion dejó la camisa con el paño, al cuidado del crepitante fuego del hogar, y volvió a su interlocutora y las cosas que había dispuesto para ella.
Primero tomó las ramas de barrimorth secas, que seguían desprendiendo algo de olor si uno se las acercaba lo suficiente. Las tomó del tallo y se las cedió a la dragona. El bardo estaba seguro de que la joven había visto esa planta miles de veces tanto creciendo como maleza en la ciudad, como en las grandes extensiones de tundra cercanas.
-Si prefieres que cure rápido en vez de de forma indolora, haz una pasta con eso y colócalo sobre la piel antes de vendarte, si no puedes usar un mortero, masticarlo, servirá.-Le aseguró.-Pero por ahora mejor evitar el dolor y dejar que el cuerpo empiece a sanar solo.-Recomendó, y a la vez explicó porque no había utilizado el barrimorth si no un ungüento.
Tras eso tomó un pedazo de corteza similar al que había utilizado para hacer de cabestrillo.
-Esto es para el dolor y el hinchazón.-La alzo y giró para que pudiera verla bien.-El pedazo que te puse es solo para que mantenga la mano quieta, es del mismo árbol, además, así puedes sacarle un pedazo si lo necesitas.-Le guió el ojo con complicidad.-Hay que rallarla, y tomarse el polvo resultante, un pilón pequeño, del tamaño de una falange bastará.-Le extendió la corteza.- Se apoya el filo serrado y con el pulgar de forma opuesta se hace presión para que quede un polvo bien fino.¿Quieres intentarlo?.-Deslizó con la otra mano el cuchillo serrado que había preparado de antemano, mientras le dedicaba una amable sonrisa.
El bardo estaba seguro de que ella no sería capaz de hacerlo con propiedad con la mano inutilizada como estaba por el cabestrillo que el mismo le había puesto, y buscaba de aquella forma crearse una oportunidad para establecer mayor contacto bajo el pretexto de ayudarla e ilustrarla, cosa que por otro lado, tambien hacía.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Ingela tomó el cuchillo con su mano buena y mientras analizaba cómo podría seguir las indicaciones del elfo arrugaba la frente pensando. Torció la boca y sin dejar de mirar el cuchillo alternadamente con el trozo de madera, comenzó a hablar -Pues en a mi hogar no van muchos viajeros, no hay nada que sea de interés allí. Van humanos y muy pocas veces llegan hombres bestia. No me imagino a un hombre lagarto en el norte- dijo y rió de su mal chiste.
Tras intentar con su mano hacer como le había indicado el elfo y fracasar rotundamente, lo miró ladeando la cabeza y encogiendo los hombros. -Parece que tendrás que seguir ayudándome, Iltharion- dijo pronunciando su nombre por primera vez. Era evidente que no podría hacer lo que le dijo con una sola mano, pero ella igual lo intentaría, era una chica muy independiente y autosuficiente, siempre intentaría hacer las cosas por ella misma antes de pedir ayuda, pero sabía cuándo ella no era capaz y tenía que pedir una mano.
Esta vez no pudo evitar mirarlo, ver su cabello que caía sobre sus hombros y espalda como una tupida cascada cobriza, su torso esbelto que sin ser demasiado musculoso era atractivo y masculino. Reparó en sus collares pero lo que más le llamó la atención fue una larga cicatriz que se notaba nueva ya que mantenía el color rosado de las heridas recién cicatrizadas. Arrugó el entrecejo y lo miró a la cara, no necesitaba hablar para que se viera la pregunta que formularía ya que ella no había disimulado ni un poco respecto a lo que le había llamado la atención. De igual manera, preguntó -¿Qué le pasó? ¿Por qué tiene esa enorme cicatriz en el pecho?- dijo y estiró la mano para intentar tocarla pero a medio camino se detuvo y bajo la mano mirándolo con vergüenza. Si bien ella se sentía más en confianza, eso no significaba que podría ir a manosearlo. Y no era que no quisiera, era que no debía.
-Yo también tengo cicatrices, pero ninguna tan grande. Además, la mayoría de las heridas que me han hecho las he recibido en mi forma de dragón, cuando mi piel está cubierta de gruesas escamas. No es fácil herir a un dragón- dijo orgullosa y se le notaba en su sonrisa.
Tras intentar con su mano hacer como le había indicado el elfo y fracasar rotundamente, lo miró ladeando la cabeza y encogiendo los hombros. -Parece que tendrás que seguir ayudándome, Iltharion- dijo pronunciando su nombre por primera vez. Era evidente que no podría hacer lo que le dijo con una sola mano, pero ella igual lo intentaría, era una chica muy independiente y autosuficiente, siempre intentaría hacer las cosas por ella misma antes de pedir ayuda, pero sabía cuándo ella no era capaz y tenía que pedir una mano.
Esta vez no pudo evitar mirarlo, ver su cabello que caía sobre sus hombros y espalda como una tupida cascada cobriza, su torso esbelto que sin ser demasiado musculoso era atractivo y masculino. Reparó en sus collares pero lo que más le llamó la atención fue una larga cicatriz que se notaba nueva ya que mantenía el color rosado de las heridas recién cicatrizadas. Arrugó el entrecejo y lo miró a la cara, no necesitaba hablar para que se viera la pregunta que formularía ya que ella no había disimulado ni un poco respecto a lo que le había llamado la atención. De igual manera, preguntó -¿Qué le pasó? ¿Por qué tiene esa enorme cicatriz en el pecho?- dijo y estiró la mano para intentar tocarla pero a medio camino se detuvo y bajo la mano mirándolo con vergüenza. Si bien ella se sentía más en confianza, eso no significaba que podría ir a manosearlo. Y no era que no quisiera, era que no debía.
-Yo también tengo cicatrices, pero ninguna tan grande. Además, la mayoría de las heridas que me han hecho las he recibido en mi forma de dragón, cuando mi piel está cubierta de gruesas escamas. No es fácil herir a un dragón- dijo orgullosa y se le notaba en su sonrisa.
Ingela
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Iltharion asintió. El norte no era un destino habitual para los sureños porque requería de cruzar o tierras de vampiros o tierras de lycantropos, aunque algunos comerciantes encontraban en el lucrativo mercado draconiano una motivación suficiente como para sortear los peligros del viaje.
-Mas al sur hay aun mas mezcla por las calles, en algunas de sus zonas, Lunargenta parece mas un punto de reunión cultural que la capital humana.-Explicó, sin saber si la muchacha había llegado a esas latitudes por el momento, o si la había encontrado a medio trayecto.
Iltharion asintió y ladeo levemente el rostro, restandole importancia a tener que ayudarla, era lo que había previsto en un primer momento. Se acerco un poco a la muchacha, y le ayudó a sostener con la mano herida la corteza, haciendo que cerrara los dedos entrono a esa sin cubrir una de sus caras, y tomándola el también para hacer la fuerza que ella, por su herida, no podría.
Luego arrastro el paño de lino sobre el que hasta ese momento había reposado la corteza para que recogiera el polvo de la misma que se disponían a fabricar.
La mano de la muchacha, alzándose y cruzando parte del aire había sorprendido al bardo, y durante un fugaz momento esa expresión genuina y que había eludido su filtro de control se mostró claramente en su rostro. Sorpresa, pura, sin rastro de agrado o rechazo.
-Tiene un poco de relieve, nada mas.-Aclaro con naturalidad, una vez recuperada la compostura, encogiéndose ligeramente de hombros cuando vio a la muchacha bajar el brazo tras su ademan. El elfo no había dicho nada, atento a ver si la joven iba a refrenar o no su impulso antes de hablar.
Luego paso el otro brazo alrededor de ella con naturalidad, para ayudarla a sostener bien el cuchillo, acomodando la mano en el mango y conduciéndola hacia la corteza para que tuviera el anulo correcto. De ese forma saldría un polvo fino y sin tropezones al rallar con el acero sobre la corteza de sauce.
-Hace unos meses en una aldea cercana a Sandorai se vieron atacados por una bestia, de algún modo terminé intentando ayudarles.-Respondió a la pregunta de la muchacha, con un tono mas bajo para que no resultara molesto, mientras se asomaba por encima del hombro de ella para poder guiar bien sus manos y que no se cortara.-No es buena idea para un trovador hacer el trabajo de un soldado, así que terminé colgando cual manzana de un árbol mientras ese monstruo intentaba usarme de piñata.-Se rió suavemente de si mismo.- Por suerte esa bestia terminó enfrentándose con otra, y a mi me pudo atender una sanadora que también había tenido la pésima idea de jugar a los aventureros.- El bardo había decidido ahorrarse todos los detalles escabrosos de la aventura, así como que no había ido a ayudar a los aldeanos por la bondad de su corazón. Nadie necesitaba saber eso.
-Seguro que para un dragón no habría sido mayor complicación lidiar con esa bestia.-Chasqueó la lengua y sonrió, teniendo en mente la expresión ufana de la muchacha cuando había hablado de su capacidad de defenderse.
-Mas al sur hay aun mas mezcla por las calles, en algunas de sus zonas, Lunargenta parece mas un punto de reunión cultural que la capital humana.-Explicó, sin saber si la muchacha había llegado a esas latitudes por el momento, o si la había encontrado a medio trayecto.
Iltharion asintió y ladeo levemente el rostro, restandole importancia a tener que ayudarla, era lo que había previsto en un primer momento. Se acerco un poco a la muchacha, y le ayudó a sostener con la mano herida la corteza, haciendo que cerrara los dedos entrono a esa sin cubrir una de sus caras, y tomándola el también para hacer la fuerza que ella, por su herida, no podría.
Luego arrastro el paño de lino sobre el que hasta ese momento había reposado la corteza para que recogiera el polvo de la misma que se disponían a fabricar.
La mano de la muchacha, alzándose y cruzando parte del aire había sorprendido al bardo, y durante un fugaz momento esa expresión genuina y que había eludido su filtro de control se mostró claramente en su rostro. Sorpresa, pura, sin rastro de agrado o rechazo.
-Tiene un poco de relieve, nada mas.-Aclaro con naturalidad, una vez recuperada la compostura, encogiéndose ligeramente de hombros cuando vio a la muchacha bajar el brazo tras su ademan. El elfo no había dicho nada, atento a ver si la joven iba a refrenar o no su impulso antes de hablar.
Luego paso el otro brazo alrededor de ella con naturalidad, para ayudarla a sostener bien el cuchillo, acomodando la mano en el mango y conduciéndola hacia la corteza para que tuviera el anulo correcto. De ese forma saldría un polvo fino y sin tropezones al rallar con el acero sobre la corteza de sauce.
-Hace unos meses en una aldea cercana a Sandorai se vieron atacados por una bestia, de algún modo terminé intentando ayudarles.-Respondió a la pregunta de la muchacha, con un tono mas bajo para que no resultara molesto, mientras se asomaba por encima del hombro de ella para poder guiar bien sus manos y que no se cortara.-No es buena idea para un trovador hacer el trabajo de un soldado, así que terminé colgando cual manzana de un árbol mientras ese monstruo intentaba usarme de piñata.-Se rió suavemente de si mismo.- Por suerte esa bestia terminó enfrentándose con otra, y a mi me pudo atender una sanadora que también había tenido la pésima idea de jugar a los aventureros.- El bardo había decidido ahorrarse todos los detalles escabrosos de la aventura, así como que no había ido a ayudar a los aldeanos por la bondad de su corazón. Nadie necesitaba saber eso.
-Seguro que para un dragón no habría sido mayor complicación lidiar con esa bestia.-Chasqueó la lengua y sonrió, teniendo en mente la expresión ufana de la muchacha cuando había hablado de su capacidad de defenderse.
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Ingela escuchó atenta su relato al tiempo que miraba cómo él preparaba la corteza usando sus manos. Se sintió tan bien tenerlo tan cerca, tibio, abrazándola. Escuchaba su respiración, sentía el ritmo de su corazón al palpitar y ese delicioso aroma a menta que aún tenía en el aliento. Se corrió el cabello de la cara y lo puso detrás de su oreja despejándola para escucharlo y verlo mejor.
Cuando mencionó una bestia cerca de Sandorai, se tensó por completo. Bruscamente se separó de él y giró su torso para mirarlo de frente de frente. Su rostro estaba serio. -¿Qué bestia enfrentó?- preguntó con dureza. Se alejó un poco, mirándola con recelo. En su cuerpo habían muchas cicatrices, recientes también, de heridas que recibió defendiendo el pueblo de Claro, cerca a Sandorai. No supo qué pensar. -¿Qué bestia enfrentó?- insistió Ingela -¿Tenía una marca? ¿Era un licántropo?- apremió la joven. Aquel enfrentamiento le había dejado muchas más dudas que respuestas. De hecho, lo único que le dejó fue dolorosas heridas y sus cicatrices para recordarlo, además del recuerdo indeleble del aroma al aliento de los lobos.
La joven respiró hondo y exhaló por la boca recuperando la compostura. -Discúlpame...- dijo mirándolo con un dejo de tristeza. -Hace poco estuve cerca de Sandorai, en Claro. Era una fiesta y comí bolitas de colas de lagartija- comenzó a contar pero se detuvo y sacudió la cabeza -Eso no es importante, lo importante es que atacaron unos licántropos. Había aparecido un hombre que lucía muy mal y hablaba de un peligro para Dundarak, pero el hombre... tenía una marca y luego también se transformó en un lobo. Yo luché con ellos...- dijo y se corrió el cuello de la camisa para mostrarle las marcas que habían dejado los colmillos en su hombro derecho, una de las tantas.
Cuando mencionó una bestia cerca de Sandorai, se tensó por completo. Bruscamente se separó de él y giró su torso para mirarlo de frente de frente. Su rostro estaba serio. -¿Qué bestia enfrentó?- preguntó con dureza. Se alejó un poco, mirándola con recelo. En su cuerpo habían muchas cicatrices, recientes también, de heridas que recibió defendiendo el pueblo de Claro, cerca a Sandorai. No supo qué pensar. -¿Qué bestia enfrentó?- insistió Ingela -¿Tenía una marca? ¿Era un licántropo?- apremió la joven. Aquel enfrentamiento le había dejado muchas más dudas que respuestas. De hecho, lo único que le dejó fue dolorosas heridas y sus cicatrices para recordarlo, además del recuerdo indeleble del aroma al aliento de los lobos.
La joven respiró hondo y exhaló por la boca recuperando la compostura. -Discúlpame...- dijo mirándolo con un dejo de tristeza. -Hace poco estuve cerca de Sandorai, en Claro. Era una fiesta y comí bolitas de colas de lagartija- comenzó a contar pero se detuvo y sacudió la cabeza -Eso no es importante, lo importante es que atacaron unos licántropos. Había aparecido un hombre que lucía muy mal y hablaba de un peligro para Dundarak, pero el hombre... tenía una marca y luego también se transformó en un lobo. Yo luché con ellos...- dijo y se corrió el cuello de la camisa para mostrarle las marcas que habían dejado los colmillos en su hombro derecho, una de las tantas.
Ingela
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
El bardo sonrió amplia mente cuando la muchacha aparto su pelo, acomodándose en el lugar, y ya estaba planeando su siguiente movimiento cuando sintió el cuerpo de la joven tensarse entre sus brazos.
Durante el breve lapos entre la reacción y la pregunta de la muchacha, lo embargo el desconcierto. ¿Había metido la pata? Rara vez el daba un traspiés, no podía ser, ¿Que había dicho?¿Se había acercado demasiado rápido?¿Había presionado sin percatarse su mano herida?
La pregunta hosca de la joven despejo todas las dudas del bardo e hizo que repusiera su posado calmo, aunque no pudo evitar soltar un ligero y suave suspiro.
Cerro los parpados con lentitud y los abrió de la misma forma, lamentando la mirada de recelo que le dedicaba ahora la muchacha. Luego se dispuso a responder a sus preguntas.
-Un dríope, son guardianes del bosque, una especie de humanoides hechos de raices que representan la ira de la naturaleza, un brujo lo había despertado. Si hubo licantropos, no supe de ellos ni los vi por ningún lado.- Explicó con un tono sereno, pero serio al mismo tiempo, acorde al ambiente que había generado la joven.
-Paso hace mas de medio año, en la frontera entre las tierras humanas y elficas, dudo seriamente que tenga que ver con el augurio que mencionas.-Iltharion observo entonces las marcas de la herida que le mostraba la joven, y apoyando la palma de una de sus manos ne el hombro recorrió el relieve con el pulgar con aire analítico.
-Quizás si me muestras como era la marca la haya visto en algún otro lado, mas que eso, lo único que puedo ofrecerte es algún medio para que la cicatriz disminuya, aunque un alquimista podría hacer mas.-Paseo la mirada por las heridas y luego volvió a la muchacha.- Hace décadas que no me adentro por Sandorai, pero si hace poco que estube en Dundarak, estaba bien cuando me fui, y una población tan grande de dragones seguro podrá hacer frente a cualquier amenaza, además de que tiene fuerzas militares organizadas, si son licantropos, Dundarak debería aplastar una fuerza invasora como quien aplasta una cucaracha.-Comentó con absoluta convicción, y un tono que buscaba tranquilizar a la dragona.
Durante el breve lapos entre la reacción y la pregunta de la muchacha, lo embargo el desconcierto. ¿Había metido la pata? Rara vez el daba un traspiés, no podía ser, ¿Que había dicho?¿Se había acercado demasiado rápido?¿Había presionado sin percatarse su mano herida?
La pregunta hosca de la joven despejo todas las dudas del bardo e hizo que repusiera su posado calmo, aunque no pudo evitar soltar un ligero y suave suspiro.
Cerro los parpados con lentitud y los abrió de la misma forma, lamentando la mirada de recelo que le dedicaba ahora la muchacha. Luego se dispuso a responder a sus preguntas.
-Un dríope, son guardianes del bosque, una especie de humanoides hechos de raices que representan la ira de la naturaleza, un brujo lo había despertado. Si hubo licantropos, no supe de ellos ni los vi por ningún lado.- Explicó con un tono sereno, pero serio al mismo tiempo, acorde al ambiente que había generado la joven.
-Paso hace mas de medio año, en la frontera entre las tierras humanas y elficas, dudo seriamente que tenga que ver con el augurio que mencionas.-Iltharion observo entonces las marcas de la herida que le mostraba la joven, y apoyando la palma de una de sus manos ne el hombro recorrió el relieve con el pulgar con aire analítico.
-Quizás si me muestras como era la marca la haya visto en algún otro lado, mas que eso, lo único que puedo ofrecerte es algún medio para que la cicatriz disminuya, aunque un alquimista podría hacer mas.-Paseo la mirada por las heridas y luego volvió a la muchacha.- Hace décadas que no me adentro por Sandorai, pero si hace poco que estube en Dundarak, estaba bien cuando me fui, y una población tan grande de dragones seguro podrá hacer frente a cualquier amenaza, además de que tiene fuerzas militares organizadas, si son licantropos, Dundarak debería aplastar una fuerza invasora como quien aplasta una cucaracha.-Comentó con absoluta convicción, y un tono que buscaba tranquilizar a la dragona.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Ingela suspiró y sonrió recordando sus tierras, la añoranza se le vio en la cara. -Gracias por decirme eso. Es difícil estar sin saber del lugar de donde uno proviene- dijo con un dejo de tristeza. Ella tenía fuertes lazos con su familia, eran muy unidos. Ese viaje, además de darle la oportunidad de vivir, era una prueba para aquellos lazos. Solo a su regreso sabría si se fortalecerían o debilitarían.
-Vaya, no creo poder dibujar el símbolo que tenía en su piel el hombre de Claro... como verás, mi mano de dibujar se encuentra en reparaciones- dijo risueña y le mostró su mano vendada y entablillada. -No es algo importante en ese momento, solo me asusté un poco cuando mencionaste bestias cerca de Sandorai y bueno, es una marca impresionante la que te han dejado- dijo buscando bajar el perfil del tema. Más adelante podría volver a tocarlo pero no quería estropear más el momento. Ya había perdido la oportunidad de seguir entre sus brazos.
Se levantó y lo miró apretando y torciendo los labios, resopló y habló -Necesito pedirle un favor- dijo tímidamente -Tengo que sacarme esta ropa mojada... ¿podrías voltearte?- le pidió y esbozó una sonrisa nerviosa. Lo miraba a la cara, esperando su respuesta, tomó su dedo índice derecho con su mano izquierda. No tenía sensación en su mano derecha, el ungüento de amapola blanca le había adormecido toda la zona por lo que clavaba las uñas en las falanges. Le era gracioso no sentir aquello, así que comenzó a hacerlo en todos los dedos, jugando mientras él hacía algún gesto.
-Vaya, no creo poder dibujar el símbolo que tenía en su piel el hombre de Claro... como verás, mi mano de dibujar se encuentra en reparaciones- dijo risueña y le mostró su mano vendada y entablillada. -No es algo importante en ese momento, solo me asusté un poco cuando mencionaste bestias cerca de Sandorai y bueno, es una marca impresionante la que te han dejado- dijo buscando bajar el perfil del tema. Más adelante podría volver a tocarlo pero no quería estropear más el momento. Ya había perdido la oportunidad de seguir entre sus brazos.
Se levantó y lo miró apretando y torciendo los labios, resopló y habló -Necesito pedirle un favor- dijo tímidamente -Tengo que sacarme esta ropa mojada... ¿podrías voltearte?- le pidió y esbozó una sonrisa nerviosa. Lo miraba a la cara, esperando su respuesta, tomó su dedo índice derecho con su mano izquierda. No tenía sensación en su mano derecha, el ungüento de amapola blanca le había adormecido toda la zona por lo que clavaba las uñas en las falanges. Le era gracioso no sentir aquello, así que comenzó a hacerlo en todos los dedos, jugando mientras él hacía algún gesto.
Ingela
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Re: [Cerrado]Tañido de Aguacero [dia][2/3]
Por suerte ese pronto desapareció con la misma rapidez y espontaneidad con la que había aparecido, como esas lluvias que apenas duran un instante pero dejan todo calado hasta los huesos y luego se desvanecen como si nunca hubieran estado allí. Algo que no podía aplicarse a la tormenta que batía contra las paredes de la posada, y que no parecía tener intención de calmarse pronto.
-Descuida, por desgracia hay muchas veces en los bosques, pero mientras no dejes los caminos evitaras muchas de ellas.-Explicó el bardo ante la rápida asociación que había hecho antes la chica, restandole importancia con un grácil gesto de una de sus manos.
El bardo esta vez no pudo evitar soltar una pequeña risa entre dientes, no de burla, si no fruto del cuidado que tenía la joven para con sus modales en aquel momento, incluso estando en su propia alcoba.-Faltaría mas.-Asintió y se dió la vuelta, encarandolas llamas del hogar de frente.
El bardo acercó su morral hacia el y sacó del mismo una pequeña caja de madera, labrada, y una de las pocas cosas que parecían poder poseer algún valor, de entre aquellas que contenía su bolsa. La abrió, descubriendo en su interior un montón de cilindros hechos con menta seca enrollada, y colocó uno de ellos entre sus labios.
Cerró la caja con la misma tranquilidad y la dejó en el mismo lugar del que la había sacado. Iltharion se inclinó hacia las llamas del hogar hasta encender la punta del cigarrillo, y luego volvió a sentarse apropiadamente, siempre de espaldas a la jovencita.
Ahora que esta no podía contemplar su rostro, se permitió el lujo de dejar la mascara un rato, una amplia y picara sonrisa se dibujó en su rostro, mientras exhalaba con satisfacción la primera calada de aquel humo blanco y espeso tan aromático. Su mirada mostraba una calma casi imperturbable, y su sonrisa un hambre casi feroz, sin embargo su cuerpo seguía en un posición relajada, y nada indicaba desde su espalda que el trovador hubiera cambiado un solo ápice.
Lo cierto es que el trovador también había pensado que la muchacha podía hacer aquella petición tarde o temprano, y que el cabestrillo al impedirle parte de los movimientos con la mano herida, y aparentemente por el comentario de la muchacha, su mano principal, podía tener dificultades, imposibilidades o alguna incidencia. Era, claro esta, solo una posibilidad pequeña, pero era otra ruleta que jugaba con la fortuna, y esa pequeña emoción por ver quien ganaba esa vez ya le era de por si emocionante, aunque llegara a perder.
-Oh, por cierto, no deberías lastimar así tu propia mano, cuando se pase el efecto te dolerá de mas si no.-Advirtió el bardo, recordando esos gestos infantiles de jugar con la extremidad dormida que le habían parecido hasta tiernos cuando se los había descubierto, pero que había ignorado al verse distraído por la petición de la joven.
El bardo miró por el rabillo del ojo su camisa que yacía ante el fuego, y agradecido que esta vez fueran los pantalones lo que llevara puesto, no como aquella vez que le habían ofrecido secar la ropa y luego le habían proporcionado solo una camisa. Iltharion confiaba en su aspecto y sabía que por lo general resultaba atractivo, sin embargo estaba seguro que ir solo con una camisa con el badajo asomando por debajo lo hacía quedar mas ridículo que erótico.
-Descuida, por desgracia hay muchas veces en los bosques, pero mientras no dejes los caminos evitaras muchas de ellas.-Explicó el bardo ante la rápida asociación que había hecho antes la chica, restandole importancia con un grácil gesto de una de sus manos.
El bardo esta vez no pudo evitar soltar una pequeña risa entre dientes, no de burla, si no fruto del cuidado que tenía la joven para con sus modales en aquel momento, incluso estando en su propia alcoba.-Faltaría mas.-Asintió y se dió la vuelta, encarandolas llamas del hogar de frente.
El bardo acercó su morral hacia el y sacó del mismo una pequeña caja de madera, labrada, y una de las pocas cosas que parecían poder poseer algún valor, de entre aquellas que contenía su bolsa. La abrió, descubriendo en su interior un montón de cilindros hechos con menta seca enrollada, y colocó uno de ellos entre sus labios.
Cerró la caja con la misma tranquilidad y la dejó en el mismo lugar del que la había sacado. Iltharion se inclinó hacia las llamas del hogar hasta encender la punta del cigarrillo, y luego volvió a sentarse apropiadamente, siempre de espaldas a la jovencita.
Ahora que esta no podía contemplar su rostro, se permitió el lujo de dejar la mascara un rato, una amplia y picara sonrisa se dibujó en su rostro, mientras exhalaba con satisfacción la primera calada de aquel humo blanco y espeso tan aromático. Su mirada mostraba una calma casi imperturbable, y su sonrisa un hambre casi feroz, sin embargo su cuerpo seguía en un posición relajada, y nada indicaba desde su espalda que el trovador hubiera cambiado un solo ápice.
Lo cierto es que el trovador también había pensado que la muchacha podía hacer aquella petición tarde o temprano, y que el cabestrillo al impedirle parte de los movimientos con la mano herida, y aparentemente por el comentario de la muchacha, su mano principal, podía tener dificultades, imposibilidades o alguna incidencia. Era, claro esta, solo una posibilidad pequeña, pero era otra ruleta que jugaba con la fortuna, y esa pequeña emoción por ver quien ganaba esa vez ya le era de por si emocionante, aunque llegara a perder.
-Oh, por cierto, no deberías lastimar así tu propia mano, cuando se pase el efecto te dolerá de mas si no.-Advirtió el bardo, recordando esos gestos infantiles de jugar con la extremidad dormida que le habían parecido hasta tiernos cuando se los había descubierto, pero que había ignorado al verse distraído por la petición de la joven.
El bardo miró por el rabillo del ojo su camisa que yacía ante el fuego, y agradecido que esta vez fueran los pantalones lo que llevara puesto, no como aquella vez que le habían ofrecido secar la ropa y luego le habían proporcionado solo una camisa. Iltharion confiaba en su aspecto y sabía que por lo general resultaba atractivo, sin embargo estaba seguro que ir solo con una camisa con el badajo asomando por debajo lo hacía quedar mas ridículo que erótico.
Iltharion Dur'Falas
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