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Soñando con Mariposas [Desafío]

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Mensaje  Sigel Sáb Mar 04 2017, 11:07

Era divertido estar en la habitación de Kiny. Se había pasado toda la noche escondida bajo su cama. Entró por la ventana mientras ella dormía, quería darle una sorpresa a su nueva amiga y pasar jugando con ella toda la noche. Sin embargo, cuando estuvo a punto de saltar encima de Kiny y despertarla, Sona se detuvo por completo. Había sido un día muy largo. Estaba realmente agotada. Fuera, hacía un frío que helaba incluso a las personas con más abrigo (Sonagashira iba desnuda) y dentro un calor acogedor fruto de las pocas brasas que quedaban en la chimenea. Sería estúpido por su parte no pararse a disfrutar del cálido ambiente del hogar de su nueva amiga.

Dio un beso en la frente de Kiny, cogió una manta de uno de los armarios y se acostó bajo de la cama. Kiny se llevaría una gran sorpresa a verla. Literalmente. Pues, en realidad, la imagen que Sona tenía de Kiny era falsa. Ella no existía. Sí, era cierto que había una mujer durmiendo en la cama envuelta en un gran edredón de plumas que parecía ser muy cómodo y muy caliente, pero ella no se llamaba Kiny y tampoco era amiga de Sona. ¿Quién era? Simplemente una mujer que había pagado una habitación en un pequeño mesón de Lunargenta. La chica mariposa jamás le había visto antes. Aunque, tampoco importaba pues creía conocerla tan bien que era capaz de inventarse un nombre para la chica (Kiny) y una historia a juego con ese nombre. En su imaginación, las dos eran las dos mejores amigas de toda Aerandir y jugaban en un jardín de amapolas con las mariposas que, también, eran sus amigas.

Kiny despertó antes que Sonagashira. Por fortuna, para ambas quizás, no se dio cuenta que una mujer mariposa dormía bajo de la cama entre las pelusas de la habitación. Simplemente, fue le lavabo, se aseó como cada mañana y fue al gran salón del mesón donde se repartía el desayuno. Sona tuvo mucha suerte, por el momento no se metió en ningún lío.

Por el momento….

Mientras, la mal-llamada Kiny desayunaba en el gran salón, la mujer mariposa despertó de su sueño. Soñó que Kiny era un regalo de los Dioses Freyr y Freya por haber tirado tantas estatuillas en su hoguera y que, a partir de ese día, jugarían de por vida. Fue un buen sueño que hizo que despertase con una oreja de oreja. Estaba tan feliz que no se preocupó de ir a buscar a su nueva mejor amiga sino que se quedó en la habitación jugando con las pelusillas de polvo que habían bajo de la cama esperando a que Kiny regresase.  
_____________________

Bienvenido soñador de mariposas: Permitidme que haga una separación en este tema. Si eres mujer, puedes optar (no es obligado) por ser la chica a la que Sona llama Kiny. Si eres un hombre, simplemente eres un curioso más. En ambos casos, seas curioso o Kiny, llegas a la habitación y ves a Sona jugando como una niña. Tu objetivo será explicarle, de la mejor forma posible, que no puede entrar así a una habitación sin permiso. Tened en cuanta que mi amada Sonagashira es un tanto especial.
Si necesitas información acerca de Sonagashira la obtendrás ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo])
Para más información acerca de los desafíos, pinchar ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]).


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Soñando con Mariposas [Desafío] Empty Re: Soñando con Mariposas [Desafío]

Mensaje  Helyare Sáb Mar 04 2017, 16:22

Las hogueras ya estaban medio apagadas, aunque aún podían verse las ascuas en el suelo y alguna que otra llama bailar a los pies de lo que antes fueron estatuas. Pero a pesar de eso la fiesta no acababa. Los que más habían sucumbido al alcohol todavía tenían ganas de bailotear, correr y gritar por la plaza, aunque ya muchos de ellos estaban tirados en el suelo de piedra muy dormidos, estaban ajenos a todo.

Todavía quedaban unas horas de oscuridad e Ingela había sucumbido al sueño así que había ido a la posada a descansar. Por supuesto, la elfa la había acompañado, ya que sin ella la fiesta de Ohdá no tenía ningún sentido. Helyare no gustaba mucho de ese tipo de celebraciones y mucho menos ahora. Aparte, ¿rodeada de humanos y hombres bestias? Sólo había ido porque le había hecho gracia ver a la dragona con la cara pintada de sangre. Pero poco más. No estaba dispuesta a celebrar una fiesta para pedir a unos dioses que no eran los suyos, que la ayudasen a buscar el amor.

Ella ya no merecía eso.

Para más inri, esos dioses humanos habían mandado un pequeño poema a Helyare que, la verdad, era odioso. ¿Amistad? Eso era tan efímero…
Lejos quedó el tiempo en el que ella creía en la amistad. Ahora era una mera palabra vacía de significado. Ni siquiera en su lengua natal, donde implicaba un mayor sentimiento, tenía sentido. Mientas acompañaba a Ingela a la posaba iba leyendo el poema una y otra vez, distraída.


Tu ofrenda es la amistad.
Esa es otra forma de amar.
Quizás más pura,
quizás más real.


La dragona no paraba de hablar de lo emocionada que estaba, de que había hablado con un zorro y otras muchas cosas que la elfa ignoró. No estaba prestando atención alguna a Inge, pero siempre que la escuchaba hablar no podía evitar pensar lo mismo: ¿Cómo era posible que cupiese tanta emoción en ese cuerpecito? Hasta cuando  vio las olas del mar para ella fue motivo de felicidad.

Volteó los ojos indicando cierto fastidio por la retahíla de acontecimientos que había vivido la chiquilla en poco tiempo y siguió revisando el poema. Ya se lo sabía de memoria. Y seguía sin verle ningún sentido. Lo único que le quedaba por pensar era en lo mediocres que eran esos dioses. Humanos, claro…

¿Y la talla del corazón? ¿Qué sentido tenía para ella? Otra cosa que emocionaba a su compañera pero que para ella era algo sin sentido. ¿Qué iba  hacer con eso? Si no se lo podía comer, como mucho lo usaría para hacer fuego, pero era tan pequeño que tampoco podría hacer una hoguera. Pensó en dárselo a la dragona ya que parecía que tanto le gustaba. Tal vez en otra ocasión hubiese pensado en dárselo a su hermana, le gustaban tanto esas “tonterías” que posiblemente se las apañara para lucirlo de algún modo. ¿Pero ahora? Sabía que la tiara que le había comprado nunca llegó a verla y acabó tirada por ahí. Cuanto menos esta estupidez de objeto. ¿Los humanos creían en estas cosas? Demostraba que eran inferiores.

Ingela no tardó en meterse en la cama y quedarse profundamente dormida. Esa muchacha tenía facilidad para dormir. ¡Qué envidia! Pensó Helyare al ver que ni ella se había quitado la capa y la rubia ya estaba sumida en un profundo sueño. Dejó sus cosas en una mesa que había y también intentó dormir.

Pero eso fue: un intento.

El fuego quemaba las estatuas de Freyr y Freya y ella estaba junto a Ingela, quien se iba alejando poco a poco del lugar.
¿Dónde vas? –Preguntaba Helyare, pero la muchacha no hacía caso. Nadie parecía escucharla. También vio a Aran, pero al igual que Ingela, se alejaba. Desde que se habían encontrado había estado algo distante, ¿pero tanto? Poco a poco la plaza fue volviéndose tan oscura que no podía ver más allá de su propio brazo. Sólo veía el suelo, y el fuego la rodeaba. A sus pies, la tierra se hundía y no conseguía escapar. Y cayó.

De repente estaba de rodillas, en un charco de sangre y sintiendo tanto dolor
que se despertó de golpe.
Estaba en la maldita posada. Apoyó la cabeza contra la almohada con cierta desesperación. Ya hasta le dolía. La noche anterior tampoco había podido conciliar el sueño. De hecho, no recordaba cuándo durmió más de una hora seguida. Enfadada y refunfuñando por lo bajo, cogió su capa y se fue, dejando ahí a la muchacha del norte.

Se envolvió lo mejor que pudo para evitar ser vista, como siempre que salía a algún lado. Y es que en Lunargenta aún había algunos que seguían celebrando Ohdá a su manera. Algunas parejas demostrando su ferviente amor en un callejón, otros tres o cuatro hombres apoyados los unos en los otros mientras dormían y un grupo de jóvenes que bailaban en torno a las cenizas de los dioses. Pero ya iban quedando menos personas en el centro de la ciudad. Posiblemente hubiesen sucumbido al sueño. No estaba ni Adie por allí.

Suspiró apesadumbrada, todavía con el mal cuerpo de su más reciente pesadilla. Podía recordar todas y cada una de las que había tenido desde que salió del bosque. Eran tan vívidas y espeluznantes que, a veces, tenía miedo a quedarse dormida. Pero sabía que lo necesitaba. Por eso trataba de estar siempre con Ingela, necesitaba no encontrarse sola al despertar. Aunque, por suerte, la dragona dormía bastante más que ella y nunca sabía que Helyare despertaba bruscamente cada noche. También, la llegada de Aran, la había reconfortado un poco, pero sabía que no tenían la misma amistad que antes y que una vez acabasen su cometido, o incluso antes, él volvería a Sandorai. Y tarde o temprano, la dragona regresaría a su casa, en el norte del continente. ¿¡Y esos malditos dioses hablaban de ofrecerle la amistad!? Su destino era una soledad longeva y una muerte sin dejar memoria. La habían abandonado sus propios dioses, no iba a creer en lo que dijeran unos tallados en madera.

Y a pesar de todo seguía dándole vueltas a esas palabras. Harta, arrugó el papel de mala gana y siguió paseando por Lunargenta, sin dirigir la vista a nadie hasta que empezó a ver los rayos del sol colarse entre los huecos entre las casas. Era hora de regresar a la posada o la dragona se preocuparía. La noche anterior lo había hecho. ¿Acaso pensaba que no podía cuidarse solita?

Deshizo sus pasos hacia el hostal y al abrir la puerta allí vio a su compañera, ya desayunando. –Buenos días. –Pasó y apoyó una de sus manos sobre el hombro izquierdo de Ingela. –Veo que tienes hambre. –Le dedicó una leve sonrisilla. –Voy a subir para asearme un poco, necesito un baño de agua caliente.

La dragona respondió que ella iría ahora a comprar ciertas cosas al mercado de la ciudad y que allí se encontrarían, aunque a Helyare no le hacía excesiva gracia eso de meterse entre un tumulto de gente para mirar y mirar objetos. Pero aun así asintió levemente. Ya aparecería… En un buen rato.

Subió a su cuarto y comenzó a quitarse las protecciones de cuerpo que cubrían sus antebrazos. Los usaba para evitar dañarse con la cuerda del arco, y también para ocultar ciertas marcas. En ese momento, cuando las dejaba las protecciones sobre la mesa, al lado del arco, escuchó un ruido que venía desde debajo de la cama. Se giró bruscamente y pudo ver cómo salía de ahí un… ¿hada? Estaba completamente desnuda, aunque con algunas pelusas pegadas a su cuerpo y tenía unas alas bastante grandes. Bueno, ella en sí era mucho más grande que un hada.
A la elfa ni siquiera le influyó que estuviera desnuda, sino que estuviera en su cuarto.

¡Hola! ¡Oh! Tú no eres Kiny. –Parecía ligeramente decepcionada e inclinaba la cabeza hacia un lado observando a la elfa. –Aquí duerme mi mejor amiga. –Sonrió feliz, explicándole a esa desconocida que Kiny había pasado la noche en esa cama.

De primeras, Helyare se quedó sorprendida al verla, se la había encontrado la noche anterior pero, ¿qué hacía ahí? Bajo la cama. Un instante duró eso, al segundo siguiente ya tenía una mano puesta sobre su arco, algo que hizo cambiar el semblante del hada, ahora parecía estar indignada. Esa no era su amiga, ¿por qué estaba ahí? Además era demasiado antipática para ser su amiga, Kiny era mucho mejor. ¡Y más hermosa! Con sus cabellos rubios y sus preciosos ojos azules. ¡Por algo era su amiga! Los dioses le habían dado una amiga preciosa.

¿¡Qué haces aquí!? ¡Fuera!

Es la habitación de mi amiga, Kiny. –Se quejó la mariposa cruzando los brazos y haciendo una mueca con la cara, de fastidio.

No sé quién es esa Kiny y me importa poco. ¡No puedes entrar aquí!

¿Por qué? Tú también has entrado. –Replicó. No era justo que solo esa chica pudiese jugar con su amiga. ¡Era suya! Y se la quería quitar.

Helyare enarcó una ceja con cierto fastidio. Aquello parecía un juego y no estaba para jueguecitos tontos con esa hada así que rápidamente avanzó hacia ella y la sujetó de los brazos para echarla.

¡Eh! ¿¡Qué haces!? –Empezó a quejarse pero fue interrumpida por la elfa.

¡Fuera! ¡Este es mi cuarto!

¡Es el de Kiny! ¡Y ella me deja estar aquí! ¡Cuando suba vamos a jugar en los campos de amapolas!

Sin duda, para la elfa, esta muchacha no estaba bien de la cabeza. ¿Amapolas? ¿En este tiempo? No florecerían hasta dentro de unas semanas. ¿Y quién era Kiny? La veía tan perdida que posiblemente se hubiese confundido de habitación, pero tampoco iba a perder el tiempo en ayudarla a encontrar lo que sea, o a quien fuese que buscaba.

Esta no es la habitación de ninguna “Kiny”. Te vas y la buscas. Pero no puedes entrar, sin permiso, en las habitaciones ajenas. –Dijo esto en tono tajante, sin darle la oportunidad a rebatir, a la vez que la empujaba hacia la salida. –Adiós. Y no molestes más. –Cerró la puerta en sus narices y la dejó allí, en el pasillo, sin que la chica mariposa entendiera por qué había sido tan brusca con ella. Además, seguro que Kiny daría su permiso para que estuviera allí, así podrían jugar. ¡No entendía a esa elfa!

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Mensaje  Sigel Mar Mar 07 2017, 15:55

Se quedó sentada, con las piernas cruzadas, enfrente de la habitación de Kiny. Riny no era una buena persona. Era muy mala. Esa no era su habitación y Kiny no era su amiga. No importaba nada de lo que decía, Sonagashira sabía la verdad, al menos, lo que ella creía cómo verdad. En la imaginación de la chica mariposa, Kiny una de sus mejores amigas. Cuando despertase, podrían salir juntas, cogidas de la mano, a correr por los campos de amapolas. Sona le iba a presentar a sus amigas las mariposas. ¡Incluso podría enseñarles a hablar como ellas! Kiny era muy lista, lo aprendería enseguida. Podrían pasar un día maravillosa las dos juntas. Sona podría recordar ese día como uno de los más felices de su vida. Primero, cuando Kiny entrase en la habitación, la abrazaría con mucha fuerza para darle la sorpresa de que había estado toda la noche con ella. Ella, por supuesto, le devolvería el brazo con más fuerza todavía. Desayunarían manzanas bañadas con miel, la comida favorita de Sona (por supuesto, también sería la favorita de Kiny). Y, por último, irían al campo de las amapolas donde las mariposas siempre esperaban a Sonagashira para jugar. Hubiera sido un día estupendo si Riny no hubiera aparecido.  Ella era mala, muy mala.

La espalda de Sona no aguantó el peso de su tristeza y se encorvó de tal manera que la cabeza cayó a sus rodillas. Si Kiny escuchase cómo lloraba seguro que iría a rescatarla. La cogería en brazos, le daría un beso en la frente como el que le había dado Sona durante la noche y la llevaría al campo de amapolas con una sonrisa de oreja a oreja. Pero Riny no haría nada de ello. Riny era una chica muy cruel que disfrutaba mintiendo y escuchando a la chica mariposa llorar.  Se la podía imaginar, con las manos cruzadas y riendo por cada lágrima que Sona echaba. ¡Era mala!

-Eres mala Riny- dio un puñetazo a la puerta- ¡Mentirosa!- otro golpe- Kiny vendrá y te castigará por mala- dio un tercer puñetazo, considerablemente más fuerte que el primero- Voy a buscar a Kiny para que te castigue- se levantó del suelo utilizando la poca fuerza que le quedaba después de llorar- Le diré que estás en su cuarto y te castigará por mala.- El cuarto y último golpe en la puerta de la habitación fue una patada.

Una vez se limpió con sus alas de mariposa las lágrimas de la cara, Sonagashira fue hacia el gran salón del mesón. Allí había mucha gente, debería estar Kiny por ahí. Se puso una mano en la frente, había visto como los hombres que querían ver más lejos se ponían así la mano,  Sona pensaba que sería una clase de hechizo que a ella no le salía nada bien pues, entre toda aquellas personas, no podía ver a Kiny por ningún lado. Solo había gente mala. Tan mala como Riny.

-¡Busco a mi amiga Kiny!- tuvo que hacer un gran esfuerzo para que no se le notase que había estado llorando- Tiene que castigar a Riny por ser mala y, después nos iremos a jugar a un campo de amapolas-.

Unos hombres se rieron a carcajadas dando golpes a las mesas con las jarras de hidromiel que tenían en las manos, un elfo pelirrojo dedicó una sonrisa pícara a los pechos de la chica mariposa, un hombre silbó descaradamente y otros dijeron esas malas palabras que Sona jamás decía por nada del mundo. Querían verla llorar. ¡Igual como Riny! Eran malos y disfrutaban haciendo llorar a las mariposas. ¿Cómo era posible que Kiny viviese en un lugar dónde había tantos malos?

Apretó los puños y repitió lo que había dicho antes con un tono mucho más alto:

-¡Busco a mi amiga Kiny; tiene que castigar a Riny por ser mala y, después nos iremos a jugar a un campo de amapolas!- esta vez, no pudo impedir que las lágrimas saliesen con sus gritos.

-Lugar equivocado en el momento equivocado, chiquilla-

Quien habló fue el elfo pelirrojo. Inmediatamente, los otros hombres se levantaron. Todos sonreían y todos querían hacer daño a Sonagashira. Podía saber que les iba a hacer mucho daño e iban a ser muy crueles porque no era la primera vez que veía a unos hombres sonreír de aquella manera.

_____________________

Helyare: Por un lado, confieso, me he reído mucho con el post y he disfrutado mucho leyéndolo. Por el otro, debo ser justa y decirte que no has cumplido el objetivo. Sona no entiende qué ha sucedido y va a buscar a su amiga “Kiny” al gran salón. Ahí empieza los problemas. Imagina: Una bella y joven chica mariposa, tan hermosa como un hada, en medio de unos ociosos hombres… no hay que ser muy listo para saber qué va a suceder. Desde la habitación oyes los gritos y los golpes. Tu objetivo principal, en este último turno, es claro: Rescatar a Sona. ¿Me pregunto si esta vez cumplirás tu misión? Opcionalmente, puedes tomar como objetivo secundario hacerte amiga de Sonagashira. Inténtalo, ¿qué podría salir mal? No todas las amigas de Sona han acabado malditas.
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Soñando con Mariposas [Desafío] Empty Re: Soñando con Mariposas [Desafío]

Mensaje  Helyare Mar Mar 07 2017, 22:43

Por fin Helyare había echado a la intrusa. ¿¡Cómo se había colado en el cuarto!? Fuera como fuese ya no estaba y podía disfrutar de su ansiado baño caliente. Pese a que a la elfa le encantaba el agua, le hacía sentirse descansada, no gustaba en absoluto de mostrar su cuerpo, ni siquiera a ella misma. Irónico, cuando durante su tiempo en Sandorai, dejaba muchísima piel al descubierto. Ahora todo su cuerpo estaba bañado en cicatrices que destrozaban su antigua belleza. Así que, incluso algo simple como un baño, era un poco estresante y evitaba, por todos los medios, ver todo lo que marcaba su piel.

Pero ni siquiera le dio tiempo a desvestirse entera. Estaba quitándose el chaleco de cuero que llevaba cuando  escuchó golpes en la puerta y gritos. ¡La maldita mariposa estaba aporreándola! Se calzó de mala gana y salió para advertirla que dejase ese jueguecito. –¡Eh! –Bramó viendo cómo la chiquilla se perdía escaleras abajo. –¡Tú! ¡Si vuelves a dar un golpe a la pue…! –Como vio que estaba haciendo caso, cerró la puerta de forma muy brusca y bajó a buscar a la mariposa, presa de la rabia que le daba que la ignorase ahora, después de haber estado molestando y colarse en su habitación. –¡Tú, insecto!

Pero pronto se quedó en silencio, mirando desde el final de la escalera, la taberna. En cuanto bajó, todas las miradas se centraron en la joven y fue como si el tiempo se hubiese detenido. Helyare no entendía qué pasaba, qué había hecho que todo el mundo se girase. Tal vez que la joven era un espécimen extraño de insecto. De hecho, ella nunca había visto una mujer mariposa. Pero no parecía eso.

Varios hombres se levantaron con una extraña mueca en la cara. Obviamente conocía esa expresión, esa mirada pícara que salía en los momentos más candentes. Pero tal y como Helyare lo conocía, siempre era algo mutuo y la mariposa no parecía siquiera estar atenta a ellos. Repitió su frase sobre castigar a “Riny”, haciendo caso omiso a los otros. E incluso parecía retroceder. Ellos se acercaban a la muchacha y no, para nada le pareció a la elfa que esa mirada fuese la misma que había visto en otras ocasiones. Ahí fallaba algo: los juegos entre ambas partes. La muchacha estaba petrificada en medio de la taberna e incluso se retraía y los otros parecían obviar eso.

Una mala sensación recorrió el cuerpo de Helyare, como si fuese ella misma a quien rodeasen. Se sentía molesta porque no entendía realmente qué pasaba. En su vida había visto que alguien pudiese voltear algo tan hermoso como el sexo, en algo dañino. Y no lo entendió hasta que vio a un elfo agarrar por el brazo a la chica mariposa y darle un empujón para conseguir que se pegase a su cuerpo y así recorrerlo con sus manos. La sensación que recorría el cuerpo de Helyare se convirtió en puro asco. Pero hacia ellos. ¿Cómo se les podía pasar por la cabeza hacer algo así? Ella seguía sin comprender.

Jamás, en su vida, había presenciado un acto parecido. Nunca había tenido miedo a que pudieran atacarla y obligarla a ese tipo de actos, precisamente, el sexo era todo lo contrario. ¡Tenía que ser todo lo contrario a lo que estaba viendo en ese momento! Cualquier caricia debía ser consentida. ¿A qué loco se le pasaba por la cabeza recorrer el cuerpo de alguien sin su consentimiento? Era tan surrealista para Helyare, que en un principio no supo reaccionar. Y la chica mariposa tampoco parecía hacerlo, simplemente estaba petrificada mientras el elfo aprovechaba a pasar las manos por su cuerpo, y los otros hombres se acercaban.

En ese momento fue cuando Helyare reaccionó. A pesar de que seguía analizando y tratando de comprender ese acto tan bestial. ¿¡Y ese era un elfo!? ¡Jamás podría creer que alguien como ella pudiese pensar algo así! Y más… ¡Que lo estuviera llevando a cabo! Era una atrocidad. El cuerpo de la mariposa estaba siendo mancillado y no como ella pensaba que únicamente se podía mancillar un cuerpo, que era con cicatrices, no. Estaba apropiándose de un cuerpo que no era el suyo con la única intención de su placer, sin pensar en la chiquilla.

Dos segundos después, la elfa se había plantado al lado de la escena, enrabietada por lo que estaba presenciando. –Dejadla en paz.

Como era de esperar, los tipos la miraron y siguieron a lo suyo. Tan sólo uno dijo que se largara, que no era asunto suyo. Eso fue como echar leña a una hoguera ya prendida. De una patada en el pecho empujó a ese tipo un poco hacia atrás. En esos momentos echaba en falta su arco, pero el golpe sirvió para que ese humano se quedase unos instantes sin respiración. Se encogió, alarmado. Momento que Helyare aprovechó para propinarle un codazo en la nuca. No era muy diestra en el combate cuerpo a cuerpo, prefería mil veces más la distancia y su arco, pero no lo había traído y sabía que si subía a recogerlo, posiblemente harían daño a Sonagashira. Sí que había sido molesta con ella, pero no era motivo para que esos hombres se aprovechasen de ella para un momento de placer. ¡El placer debía ser para todos los que participaran! No sólo para uno. Y si querían jugar sin tener en cuenta al otro… Helyare se encargaría de que así fuese. Ella estaba sintiendo placer sólo de ver que uno de ellos ya no molestaría, pues había caído a plomo al suelo, con un gran estruendo en el suelo de madera.

¡Maldita zorra! –Bramó otro de los que se habían levantado con malas intenciones. Ese tipo lanzó su jarra contra Helyare, aunque por suerte pudo esquivarla y estalló contra el suelo, partiéndose en mil pedazos.

Os he dicho que dejéis a la chica en paz.  

Y nosotros que te largues. ¿Acaso quieres divertirte con nosotros tú también? Aunque vas demasiado tapada para jugar.

La elfa enarcó una ceja mirando a quien había dicho eso, seguido de unas cuantas risotadas jocosas por parte de él y sus compañeros. El autor de esa frase de tan mal gusto había sido, nada más y nada menos, que el elfo. ¡Alguien de su raza! Lo miró de forma incrédula. El hombre soltó a Sonagashira, quien seguía paralizada, y se colocó frente a Helyare.

¿Jugar? ¿Con vosotros? –Todavía no se podía creer que se hubiese dirigido a ella para decir eso. –Primero tendréis que aprender a jugar.

La elfa se acercó a quien había hablado y sin mediar una palabra más, le propinó un golpe en la cara. En esa situación no sabía qué hacer, ya que el combate en la cercanía no lo dominaba del todo, pero la daga que llevaba el hombre colgada en su pernera, le dio la clave.

¡Zorra asquerosa! –El elfo se llevó la mano a la boca, justo donde empezaba a brotar la sangre a causa del puñetazo. Al instante se abalanzó contra la elfa, agarrándola del cuello, pero Helyare tuvo tiempo suficiente para coger la daga del tipo y clavársela en uno de sus costados, a la altura del estómago. Soltando todo el asco que estaba sintiendo en ese momento, torció un poco el arma para que la herida se abriera más, aunque la resistencia que ofrecían sus órganos no dejó que girase entera, sólo un poquito. Lo suficiente para que le doliese

Te advertí que la dejaras.

Helyare ya podía respirar con mayor facilidad, a causa del dolor y la penetrante herida, el elfo había aflojado su agarre. Ella le propinó un rodillazo para alejarlo y dejó que cayera de rodillas, muy asustado y adolorido por la puñalada que había recibido. Antes de dirigirse a los otros, que observaban atónitos lo que había pasado, golpeó el abdomen del pelirrojo. –¿Y tú eres un elfo? Me da asco considerarte un hermano, cuando no sabes lo que es el respeto por una persona a la hora de tener relaciones. Ojalá los dioses hagan que tu cuerpo arda para no volver a la vida, jamás. –Volvió a propinarle una patada. La rabia que había experimentado con ese tipo era un nivel superior, casi el mismo odio que sentía por los brujos.

Era deleznable que alguien de su raza pudiera comportarse así. ¡Impensable!

Miro al frente, atenta a los otros dos tipos que estaban quietos, sin hacer nada. –¡Fuera! ¡Miserables! –Sin pensarlo un minuto más, arrancó la daga de la carne del elfo, haciendo que la sangre empezase a fluir sin contención, y llevándose en la hoja, parte de los tejidos ensangrentados de sus órganos. –¡Os quiero fuera de aquí en menos de 5 segundos!
Justo era lo que podía tardar en llegar a donde estaba la chica mariposa.

¿¡Cómo se te ocurre atacar a mi compañero!? –Bramó uno de los dos que quedaban, mirando al hombre que estaba inconsciente, o muerto, ni se había fijado.

Sin decir nada le hizo un corte en la mejilla. –He dicho: Fuera.

El odio que sentía en esos momentos la elfa posiblemente no lo había sentido nunca. Ni siquiera cuando la echaron de su casa. Ni siquiera a ella misma se odiaba tanto.

El tipo se llevo una mano al pómulo donde había sido cortado y se fue, mascullando por lo bajo y llevándose con él al otro hombre, que estaba aún petrificado observando la escena. El mesonero tampoco se atrevió a decir nada. De hecho, nadie se movió siquiera. Un silencio incómodo pobló el local, que sólo se rompió con la voz de Helyare.

¿Estás bien? –Preguntó acercándose a Sona. De pronto, la chica mariposa rompió a llorar con más ganas, dejándose caer de rodillas y asustada. Había hombres que se habían levantado cuando la habían visto aparecer, pero ahora estaban sentados mirando a sus jarras, sin mover un músculo.  

¡Son malos conmigo! –Sollozó la muchacha, tapándose la cara.

Helyare sabía que había estado llorando antes, pero ahora con más fuerza lo hacía. En ese momento se le partió el alma, era muy triste verla así, siendo atacada sin motivo. –Ven, yo te cuidaré. Ninguno te atacará. –Pasó una furtiva mirada por el resto de personas de la taberna y volvió a inclinarse para sujetar a la mariposa por los brazos, con mucha delicadeza, como si de verdad fuese tan frágil como esos insectos, y con cuidado para no dañarla con la daga. –Quédate conmigo hasta que venga tu amiga. –Concluyó sin saber todavía quién era esa chica de la que tanto hablaba, esa tal “Kiny”.

Dejándose llevar, Sonagashira acabó en la habitación en la que había pasado la noche anterior. Sólo lloraba y repetía lo malos que habían sido con ella y que siempre le pasaba igual, algo que a Helyare acabó por destrozarla. ¿En serio había vivido esa atrocidad en más ocasiones? Le dieron ganas de vomitar al pensarlo.
Tomó a la mariposa y la llevó a la cama, después la cubrió con una manta para que entrase en calor y dejase de temblar. –Tranquila. No voy a dejar que se acerquen.
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Soñando con Mariposas [Desafío] Empty Re: Soñando con Mariposas [Desafío]

Mensaje  Sigel Sáb Mar 11 2017, 21:24

Poco a poco, levantó sus ojos de la almohada para ver si era cierto lo que Riny decía. ¿Lo era, era verdad que no iba a dejar que los malos se le acercasen? Pero, Riny era mala. No podía confiar en los malos porque ellos siempre mentían. Riny mintió al decir que esa habitación era suya cuando Sona sabía muy bien que la habitación era de Kiny. Si mintió antes, también podía hacerlo ahora. ¿Y lo estaba haciendo? Sona clavó sus ojos, húmedos por las lágrimas, en los de la elfa. Deseó que lo, que había dicho, fuera de verdad. Deseo que, después de hacer daño a las personas aún más malas que ella, no dijera no pudiera decir ninguna mentira más. Y, por último, deseo que Riny fuera su amiga. Tal vez lo sea. Tal vez, siempre lo fue.

De un salto, Sonagashira abrazó a Riny con todas sus fuerzas. No quería que se fuera a ninguna parte. Quería estar con Riny lo que quedase de día.  Con Riny y con nadie más. Ni siquiera con Kiny. Ella tendría que esperar. Riny le había salvado de los malos, era más importante. Ahora sería Sona quien le devolviese el favor y la única forma de volver un favor tan grande que conocía era estando con esa persona y jugar con ella. ¿Querría Riny jugar con Sona?  

Hizo un esfuerzo para hablar, fue inútil. Nada más abrir la boca se puso a llorar. Lloró por el miedo que había pasado y por la felicidad al tener una nueva amiga que le iba a proteger para que nadie más le fuera a hacer daño. Llorar era algo bueno si estaba con Riny. Se sentía más segura y con más fuerza cuando la abrazaba.  

-Riny- hizo más fuerza en el abrazo y continuó hablando muy lentamente- gracias Riny- –un poco más fuerte--te quiero Riny.- se frotó los ojos para limpiarse las lágrimas-¿quieres venir a jugar conmigo al campo de amapolas?-

_____________________

* Helyare: Ya no pareces tan nazi, ahora tienes una nueva amiga.

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