Regresando a las memorias [Alanna] (Libre)
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Regresando a las memorias [Alanna] (Libre)
Respire hondo. Llevaba un buen rato descansando en aquella taberna. Había alquilado una habitación durante un par de días para poder tener algo de tiempo hasta encontrar a Vestan y hablar con el. Aquel día marcharía hacia el lugar que un día fue mi casa, el edificio que llevaba mas de un lustro abandonado. Si las cosas después de todo no habían cambiado tanto, Vestan seguiría viviendo en aquel edificio. Tenia muchas ganas de reunirme nuevamente con el; era como un elemento del pasado que todavía guardaba los agradables recuerdos de una vida en la que todavía era un niño feliz dentro de una familia todavía sin disolverse. Vestan nos había conocido cuando todavía vivía mi madre junto a nosotros, y cuando mi padre todavía seguía con vida.
No me había encontrado todavía con otros licántropos, y aunque en cierto modo me sentía receloso hacia ellos, tenia cierta curiosidad por la posibilidad de encontrarme con uno de ellos. Como seria? No tenia buenas referencias de ellos ya que siempre que se había cruzado por nuestro camino un licántropo desconocido, había traído consigo problemas. Aun así, yo era uno de ellos, y ya había pasado bastante tiempo desde todos aquellos acontecimientos. El tiempo suficiente como para ser consciente de que probablemente no todos los licántropos serian como aquellos que había conocido por el camino de mi vida. Me puse en pie, todavía seguía en la cama mientras pensaba. La estancia estaba algo oscura debido a que se habían cernido algunas nubes tormentosas sobre la ciudad; además, la menudez de las ventanas en cada una de las habitaciones de aquella taberna no ayudaba a que la iluminación fuera mayor. La vela que había descansado sobre la pequeña mesa que había junto con la cama, se había apagado varias horas atrás. Había también un pequeño hierro en el lado interno de la puerta de la habitación, sobre el cual reposaba una antorcha que en ningún momento había sido encendida. Podría haberlo hecho, pero no había sido necesario. Tampoco lo haría en aquel momento, al fin y al cabo era el ultimo día que permanecería en esa taberna. Después marcharía hacia el norte, en dirección a Ulmer, sin olvidar pasar por alguna que otra aldea en busca de trabajo; ya me había dado cuenta de que para los forasteros resultaba un poco mas complicado encontrar un trabajo temporal. Aun habiendo comprado mas de tres veces en el mismo local, continuaba siendo «aquel muchacho desconocido», para la gente que frecuentaba las mismas tiendas.
— Ten cuidado —dijo una voz grave.
Justo al salir de la habitación después de haberme colocado mi atuendo, todavía sucio, me había cruzado con uno de los que seguramente habrían pasado la noche en la taberna, al igual que yo. Estuve a punto de chocar me cara a cara contra un rudo hombre que era una cabeza mas alto que yo. Abrí un poco los ojos por la sorpresa, pero continué mi camino en cuanto el se fue, siguiendo el pasillo hasta las escaleras que llevaban a la planta baja de la taberna. La madera del suelo sonaba muy fuerte con cada paso que daba; un sonido hueco y chillón al mismo tiempo, sentí que en cualquier momento una de las barras de madera se desprendería, ahorrándome bajar las escaleras. Baje rápidamente y busque con la mirada el tabernero, para pedirle alguna cosa de comer. Me acerque a la barra, no había nadie, salvo un muchacho, unos cuantos años menor que yo.
— Y el tabernero? —Pregunte.
— Ha salido un momento —me respondió, encogiéndose de hombros—. Tenia que comprar algunas cosas.
Suspire e hice un gesto con la mano dando a entender que agradecía su respuesta. Salí de la taberna, habría dado cualquier cosa por dar un buen bocado a algo delicioso de buena mañana; pero tendría que esperar. Camine por las amplias calles de Lunargenta. Ese tipo de calles era mas propia de los suburbios, la zona mas nueva de la ciudad; la taberna allí era mucho mas barata que en las zonas céntricas de la ciudad, por lo cual había preferido mantenerme allí. Camine por las calles, tratando de recordarme a mi mismo recorriéndolas siendo un infante. Todo había cambiado bastante. La ciudad había crecido, había muchos mas edificios… y gente. Además había llegado en una buena época para los comerciantes; antes de que llegara el invierno, todos los comerciantes que todavía no habían pasado por la ciudad humana, marchaban hacia allí para zanjar sus últimos acuerdos comerciales. El tiempo paso bastante rápido hasta encontrar aquel lugar que un día fue mi hogar. El edificio estaba relativamente intacto. Un poco mas… hecho polvo. Parecía haberse descuidado mucho desde nuestra marcha. Aun así pude fijarme al mismo tiempo, que varios de los pisos de aquel edificio habían sido abandonados. Me percate debido a que la mayoría de las ventanas del edifico estaban tapiadas con tablones de madera. Suspire largamente; el piso de Vestan también tenia las ventanas tapiadas, seguramente también se habría marchado de aquel lugar. Aun así quise ver la casa, mi casa.
Subí por las escaleras que había a un lado del edificio. Estas conducían a cada uno de los pisos. El cuarto era el nuestro. Subí y pare durante unos segundos frente a la puerta del piso de Vestan. Me acerque levemente y pose mi oreja sobre la puerta, esperando escuchar alguna cosa. Pero no oí nada en absoluto; mis estúpidas esperanzas. Aun así no esperaba que se hubiera marchado de Lunargenta, por lo que antes de marcharme continuaría buscándolo. Seguí subiendo las escaleras hasta llegar al cuarto piso, y vi la puerta de mi viejo hogar. Esboce una media sonrisa; tantos recuerdos afloraron en mi de repente. Buenos y malos recuerdos. Quería entrar, pero la puerta estaba completamente tapiada con tablones de madera. Arranque algunos, causando un gran espectáculo sonoro. Pero no fue nada en comparación a las patadas que propine contra la puerta; una, y otra vez, hasta que la puerta cedió, cayendo al suelo. Esperaba no despertar la atención de algún guardia, en cualquier caso podría decirle que aquella era mi casa… creía.
No me había encontrado todavía con otros licántropos, y aunque en cierto modo me sentía receloso hacia ellos, tenia cierta curiosidad por la posibilidad de encontrarme con uno de ellos. Como seria? No tenia buenas referencias de ellos ya que siempre que se había cruzado por nuestro camino un licántropo desconocido, había traído consigo problemas. Aun así, yo era uno de ellos, y ya había pasado bastante tiempo desde todos aquellos acontecimientos. El tiempo suficiente como para ser consciente de que probablemente no todos los licántropos serian como aquellos que había conocido por el camino de mi vida. Me puse en pie, todavía seguía en la cama mientras pensaba. La estancia estaba algo oscura debido a que se habían cernido algunas nubes tormentosas sobre la ciudad; además, la menudez de las ventanas en cada una de las habitaciones de aquella taberna no ayudaba a que la iluminación fuera mayor. La vela que había descansado sobre la pequeña mesa que había junto con la cama, se había apagado varias horas atrás. Había también un pequeño hierro en el lado interno de la puerta de la habitación, sobre el cual reposaba una antorcha que en ningún momento había sido encendida. Podría haberlo hecho, pero no había sido necesario. Tampoco lo haría en aquel momento, al fin y al cabo era el ultimo día que permanecería en esa taberna. Después marcharía hacia el norte, en dirección a Ulmer, sin olvidar pasar por alguna que otra aldea en busca de trabajo; ya me había dado cuenta de que para los forasteros resultaba un poco mas complicado encontrar un trabajo temporal. Aun habiendo comprado mas de tres veces en el mismo local, continuaba siendo «aquel muchacho desconocido», para la gente que frecuentaba las mismas tiendas.
— Ten cuidado —dijo una voz grave.
Justo al salir de la habitación después de haberme colocado mi atuendo, todavía sucio, me había cruzado con uno de los que seguramente habrían pasado la noche en la taberna, al igual que yo. Estuve a punto de chocar me cara a cara contra un rudo hombre que era una cabeza mas alto que yo. Abrí un poco los ojos por la sorpresa, pero continué mi camino en cuanto el se fue, siguiendo el pasillo hasta las escaleras que llevaban a la planta baja de la taberna. La madera del suelo sonaba muy fuerte con cada paso que daba; un sonido hueco y chillón al mismo tiempo, sentí que en cualquier momento una de las barras de madera se desprendería, ahorrándome bajar las escaleras. Baje rápidamente y busque con la mirada el tabernero, para pedirle alguna cosa de comer. Me acerque a la barra, no había nadie, salvo un muchacho, unos cuantos años menor que yo.
— Y el tabernero? —Pregunte.
— Ha salido un momento —me respondió, encogiéndose de hombros—. Tenia que comprar algunas cosas.
Suspire e hice un gesto con la mano dando a entender que agradecía su respuesta. Salí de la taberna, habría dado cualquier cosa por dar un buen bocado a algo delicioso de buena mañana; pero tendría que esperar. Camine por las amplias calles de Lunargenta. Ese tipo de calles era mas propia de los suburbios, la zona mas nueva de la ciudad; la taberna allí era mucho mas barata que en las zonas céntricas de la ciudad, por lo cual había preferido mantenerme allí. Camine por las calles, tratando de recordarme a mi mismo recorriéndolas siendo un infante. Todo había cambiado bastante. La ciudad había crecido, había muchos mas edificios… y gente. Además había llegado en una buena época para los comerciantes; antes de que llegara el invierno, todos los comerciantes que todavía no habían pasado por la ciudad humana, marchaban hacia allí para zanjar sus últimos acuerdos comerciales. El tiempo paso bastante rápido hasta encontrar aquel lugar que un día fue mi hogar. El edificio estaba relativamente intacto. Un poco mas… hecho polvo. Parecía haberse descuidado mucho desde nuestra marcha. Aun así pude fijarme al mismo tiempo, que varios de los pisos de aquel edificio habían sido abandonados. Me percate debido a que la mayoría de las ventanas del edifico estaban tapiadas con tablones de madera. Suspire largamente; el piso de Vestan también tenia las ventanas tapiadas, seguramente también se habría marchado de aquel lugar. Aun así quise ver la casa, mi casa.
Subí por las escaleras que había a un lado del edificio. Estas conducían a cada uno de los pisos. El cuarto era el nuestro. Subí y pare durante unos segundos frente a la puerta del piso de Vestan. Me acerque levemente y pose mi oreja sobre la puerta, esperando escuchar alguna cosa. Pero no oí nada en absoluto; mis estúpidas esperanzas. Aun así no esperaba que se hubiera marchado de Lunargenta, por lo que antes de marcharme continuaría buscándolo. Seguí subiendo las escaleras hasta llegar al cuarto piso, y vi la puerta de mi viejo hogar. Esboce una media sonrisa; tantos recuerdos afloraron en mi de repente. Buenos y malos recuerdos. Quería entrar, pero la puerta estaba completamente tapiada con tablones de madera. Arranque algunos, causando un gran espectáculo sonoro. Pero no fue nada en comparación a las patadas que propine contra la puerta; una, y otra vez, hasta que la puerta cedió, cayendo al suelo. Esperaba no despertar la atención de algún guardia, en cualquier caso podría decirle que aquella era mi casa… creía.
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OffRol: me tendrás que disculpar las faltas… uso un teclado islandés xD así que no puedo ser tan preciso como me gustaría.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Regresando a las memorias [Alanna] (Libre)
Amanecía en Lunargenta cuando el primer sonido se escuchó en la puerta, el lechero había pasado por fin. Alanna, adormilada, se desperezó con calma entre las sábanas blancas que cubrían su cama de lana, no había podido descansar a gusto, el colchón estaba ya para atizar, pero el atizador no pasaría hasta el próximo martes, debía esperar una semana más.
Se levantó de un salto, y estiró todos sus músculos, hoy le tocaba patrullar de día, era un cambio agradable después de haber pasado meses hundida entre las sombras de la noche, y por fin, tras tanto tiempo, lograba dormir bien, solo le faltaba que el colchón estuviera arreglado para lograr levantarse sin dolores. Se desperezó nuevamente estirando todos sus músculos, pareciendo un gato recién levantado más que una persona, y notó crujir cada uno de sus huesos.
Las lesiones que llevaba a cuestas le pasaban factura, como a todos, su hombro derecho, más maltrecho de lo que le gustaría, crujía a cualquier movimiento ínfimo, pero tenía la suerte de que no le dolía, estaba bien curado, y poco hacía que había recibido el tratamiento de los elfos logrando que quedase como nuevo, lástima que pareciera llevar en él una diana y una señal luminosa que dijese, dispárame. Porque todas las flechas y, en general, los golpes, se dirigían al mismo sitio. De todos modos, se sentía bastante despierta y relajada, no iban a lograr amargar le el primer día de patrulla matutina.
Al acabar de estirarse, se dirigió a la ducha desnudándose por el camino, a sabiendas que la casa estaba bien cerrada y que el baño estaba justo junto a su dormitorio. Se dio un buen baño de agua fría para acabar de despertar de su amodorramiento y se vistió corriendo con el uniforme de la guardia y su coraza de cuero y salió cerrando la puerta con un trozo de pan con aceite en la boca, algo tenía que comer al fin y al cabo, ya haría la cama cuando volviera, no quería llegar tarde ese día, por fin volvían a darle buenos turnos, los tranquilos, por fin.
Sus ordenes eran claras y sencillas, controlar la zona baja de la ciudad. Lo cierto es que era un lugar bastante tranquilo, al menos, ese día estaba tranquilo. No parecía que nadie quisiera problemas, llegó algo más entrada la mañana a una zona con un par de edificios tapiados, parecían abandonados hacía ya tiempo atrás, ya no debía quedar nada que robar ni de interés para rateros ni prestamistas, fue por eso mismo que le llamó la atención el estruendo que escuchó venir desde uno de ellos.
Frunció el ceño extrañada y terminó con su segunda rebanada de pan de la mañana antes de, limpiándose las manos para deshacerse de las migas, subir por la puerta ya abierta. Los primeros pisos, desiertos y aun cerrados a cal y canto, no llamaron su atención, mientras, silenciosa como un gato, haciendo honor a su apodo, seguía subiendo hasta la fuente del ruido.
Llegó a la cuarta planta, donde una luz polvorienta salía desde un piso abierto, con la puerta echada a bajo. Se acercó intentando que la madera, algo podrida ya por el tiempo y la humedad, no crujiera bajo sus pies, asomó la cabeza con una mano en el cinto, dispuesta a sacar una de sus dagas cuando vio a un joven que miraba a su alrededor con añoranza. No tenía pinta de ladrón, un ladrón no observaba de ese modo, los asaltantes tenían en su mirada el brillo del oro pulido, este joven, sin embargo, parecía nostálgico.
Alanna apoyó su hombro en la pared y espero un momento en silencio, ella sabía lo que era volver a un hogar solitario, abandonado y ruinoso y que los recuerdos asaltasen, no quería interrumpir a nadie que estuviera viviendo lo que ella vivió en su momento, sin embargo, no podía permitirle estar ahí tampoco, por eso, en cuanto vio que había dejado suficiente tiempo, a penas un par de minutos, por desgracia, exclamó con calma y una ligera sonrisa tranquila.
- Disculpe, pero no puede entrar aquí.- Informó despacio esperando no sonar brusca.
Se levantó de un salto, y estiró todos sus músculos, hoy le tocaba patrullar de día, era un cambio agradable después de haber pasado meses hundida entre las sombras de la noche, y por fin, tras tanto tiempo, lograba dormir bien, solo le faltaba que el colchón estuviera arreglado para lograr levantarse sin dolores. Se desperezó nuevamente estirando todos sus músculos, pareciendo un gato recién levantado más que una persona, y notó crujir cada uno de sus huesos.
Las lesiones que llevaba a cuestas le pasaban factura, como a todos, su hombro derecho, más maltrecho de lo que le gustaría, crujía a cualquier movimiento ínfimo, pero tenía la suerte de que no le dolía, estaba bien curado, y poco hacía que había recibido el tratamiento de los elfos logrando que quedase como nuevo, lástima que pareciera llevar en él una diana y una señal luminosa que dijese, dispárame. Porque todas las flechas y, en general, los golpes, se dirigían al mismo sitio. De todos modos, se sentía bastante despierta y relajada, no iban a lograr amargar le el primer día de patrulla matutina.
Al acabar de estirarse, se dirigió a la ducha desnudándose por el camino, a sabiendas que la casa estaba bien cerrada y que el baño estaba justo junto a su dormitorio. Se dio un buen baño de agua fría para acabar de despertar de su amodorramiento y se vistió corriendo con el uniforme de la guardia y su coraza de cuero y salió cerrando la puerta con un trozo de pan con aceite en la boca, algo tenía que comer al fin y al cabo, ya haría la cama cuando volviera, no quería llegar tarde ese día, por fin volvían a darle buenos turnos, los tranquilos, por fin.
Sus ordenes eran claras y sencillas, controlar la zona baja de la ciudad. Lo cierto es que era un lugar bastante tranquilo, al menos, ese día estaba tranquilo. No parecía que nadie quisiera problemas, llegó algo más entrada la mañana a una zona con un par de edificios tapiados, parecían abandonados hacía ya tiempo atrás, ya no debía quedar nada que robar ni de interés para rateros ni prestamistas, fue por eso mismo que le llamó la atención el estruendo que escuchó venir desde uno de ellos.
Frunció el ceño extrañada y terminó con su segunda rebanada de pan de la mañana antes de, limpiándose las manos para deshacerse de las migas, subir por la puerta ya abierta. Los primeros pisos, desiertos y aun cerrados a cal y canto, no llamaron su atención, mientras, silenciosa como un gato, haciendo honor a su apodo, seguía subiendo hasta la fuente del ruido.
Llegó a la cuarta planta, donde una luz polvorienta salía desde un piso abierto, con la puerta echada a bajo. Se acercó intentando que la madera, algo podrida ya por el tiempo y la humedad, no crujiera bajo sus pies, asomó la cabeza con una mano en el cinto, dispuesta a sacar una de sus dagas cuando vio a un joven que miraba a su alrededor con añoranza. No tenía pinta de ladrón, un ladrón no observaba de ese modo, los asaltantes tenían en su mirada el brillo del oro pulido, este joven, sin embargo, parecía nostálgico.
Alanna apoyó su hombro en la pared y espero un momento en silencio, ella sabía lo que era volver a un hogar solitario, abandonado y ruinoso y que los recuerdos asaltasen, no quería interrumpir a nadie que estuviera viviendo lo que ella vivió en su momento, sin embargo, no podía permitirle estar ahí tampoco, por eso, en cuanto vio que había dejado suficiente tiempo, a penas un par de minutos, por desgracia, exclamó con calma y una ligera sonrisa tranquila.
- Disculpe, pero no puede entrar aquí.- Informó despacio esperando no sonar brusca.
Alanna Delteria
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Re: Regresando a las memorias [Alanna] (Libre)
Alguien llamo mi atención. Como había supuesto, tal vez alguien podría advertir que estaba en un lugar que llevaba bastante tiempo abandonado, zonas a las que no estaba permitido acceder.
—Agradezco que hagáis eso —dije únicamente, aunque todavía no me aparte de la puerta. De hecho esperaba poder entrar un poco para echar un vistazo, recordar…—. En las casas abandonadas no es raro que entre algún que otro saqueador pensando que puede llevarse un premio por desgracias ajenas, no es así?
No había mirado todavía a la persona que había hecho un toque de atención. Había hablado de forma dura, y era una voz femenina, pero no me gire todavía. Pensé que si me giraba, me sentiría inconscientemente obligado a hacerle caso de forma inmediata. Y todavía quería entrar, quería ver un poco mas. Di un par de pasos hacia adelante, despacio, lo suficiente como para que la guardia no se viera alertada. No quería mostrarme hostil ni mucho menos; lo que ella podía ver, era únicamente un hombre tratando de recuperar parte de su pasado. Reuniéndose con sus memorias físicas grabadas para siempre en un rincón inhabitado. Dirigí mi mirada hacia el centro de la estancia; había una marca negruzca en el suelo, en el mismo lugar donde la madera se había estropeado un poco mas.
—Todavía siguen las marcas de sangre de mi padre —dije con la voz mucho mas baja. Sentí una punzada en el corazón—. No se ve bien… salvo si te fijas. Fue ahí, justo ahí donde lo mataron.
Di un par de pasos mas. No quería arriesgarme a alterar a la guardia, de todos modos, así que no me movería mucho mas. Observe nuevamente la estancia. Los muebles cubiertos de polvo, telarañas y suciedad. Pero todo seguía intacto, como el ultimo día que habíamos pasado allí. Nadie había entrado a saquear, nadie había tenido interés en eso. Suspire largamente y me gire, y vi por primera vez a la persona que me había llamado la atención antes. Era una mujer. Iba bien armada, se notaba que formaba parte de la guardia. Su semblante era serio, aquello me intimido un poco; en especial porque no llevaba tanto tiempo en Lunargenta y cualquier rostro impasible me causaba cierta inseguridad. Esboce una leve sonrisa, tratando de calmar el ambiente, aunque ni siquiera sabia si estaría molesta con que yo hubiera entrado allí. Supuse que no estaría haciendo mas que su trabajo.
—Si, perdón —me disculpe—. Viví aquí hace mucho tiempo pero… hace demasiado, supongo que forma parte de Lunargenta ahora.
—Agradezco que hagáis eso —dije únicamente, aunque todavía no me aparte de la puerta. De hecho esperaba poder entrar un poco para echar un vistazo, recordar…—. En las casas abandonadas no es raro que entre algún que otro saqueador pensando que puede llevarse un premio por desgracias ajenas, no es así?
No había mirado todavía a la persona que había hecho un toque de atención. Había hablado de forma dura, y era una voz femenina, pero no me gire todavía. Pensé que si me giraba, me sentiría inconscientemente obligado a hacerle caso de forma inmediata. Y todavía quería entrar, quería ver un poco mas. Di un par de pasos hacia adelante, despacio, lo suficiente como para que la guardia no se viera alertada. No quería mostrarme hostil ni mucho menos; lo que ella podía ver, era únicamente un hombre tratando de recuperar parte de su pasado. Reuniéndose con sus memorias físicas grabadas para siempre en un rincón inhabitado. Dirigí mi mirada hacia el centro de la estancia; había una marca negruzca en el suelo, en el mismo lugar donde la madera se había estropeado un poco mas.
—Todavía siguen las marcas de sangre de mi padre —dije con la voz mucho mas baja. Sentí una punzada en el corazón—. No se ve bien… salvo si te fijas. Fue ahí, justo ahí donde lo mataron.
Di un par de pasos mas. No quería arriesgarme a alterar a la guardia, de todos modos, así que no me movería mucho mas. Observe nuevamente la estancia. Los muebles cubiertos de polvo, telarañas y suciedad. Pero todo seguía intacto, como el ultimo día que habíamos pasado allí. Nadie había entrado a saquear, nadie había tenido interés en eso. Suspire largamente y me gire, y vi por primera vez a la persona que me había llamado la atención antes. Era una mujer. Iba bien armada, se notaba que formaba parte de la guardia. Su semblante era serio, aquello me intimido un poco; en especial porque no llevaba tanto tiempo en Lunargenta y cualquier rostro impasible me causaba cierta inseguridad. Esboce una leve sonrisa, tratando de calmar el ambiente, aunque ni siquiera sabia si estaría molesta con que yo hubiera entrado allí. Supuse que no estaría haciendo mas que su trabajo.
—Si, perdón —me disculpe—. Viví aquí hace mucho tiempo pero… hace demasiado, supongo que forma parte de Lunargenta ahora.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Regresando a las memorias [Alanna] (Libre)
Los recuerdos, quien no se veía asaltado por ellos de vez en cuando. Alanna suspiró y espero paciente, a que el joven estuviera dispuesto a marcharse, no podía salir de allí sin comprobar que el chico estaba bien, no parecía tener intenciones de robar, ni de hacer destrozo alguno, al menos, no más de los que ya había hecho, pero no iba a recriminarse lo, su aspecto algo cabizbajo le decía que el joven necesitaba eso.
Se mantuvo de pie, en la pared, con postura relajada y su propia mente voló a otro momento, otra casa mucho más destrozada por el tiempo que esa, a unas cuatro jornadas de allí. Ella, una chica con ojos esperanzados, se adentraba en el hogar de la familia Delteria, polvoriento, con el tejado roto, los muebles, ya inservibles, y pequeñas marcas que el tiempo no había podido borrar como los marcos de una puerta rallados con marcas que indicaban la altura de las dos chiquillas, una chimenea en la que la madera había quedado cubierta de moho y humedad, la cocina aun tenía pequeñas quemaduras de la primera vez que ella había hecho un guiso, y el fuego se había descontrolado.
Suspiró alzando la vista al techo. No podía dejar que los recuerdos de esos momentos volvieran a asaltarla, porque eso significaría recordar otro momento pocas semanas después, un momento enterrado en nieve, sangre, el frío de una noche de lágrimas abrazada a la espalda un amigo que ya no era amigo, o si lo era pero no recordaba ser lo, y el aroma de lavanda y de un estofado de verduras que no había logrado calentar su corazón escarchado.
Escuchó la voz del chico, que parecía haberse hundido en sus pensamientos tanto como ella, y agradeció en silencio que le diera algún modo de entretenerse, había empezado el día de forma enérgica, no quería perder su buen humor, y, para ellos, necesitaba evitar los pensamientos hacia los que su mente parecía querer dirigirla, los recuerdos no siempre eran buenos, al menos, no en su caso.
- Por desgracia, más de lo que debería.- respondió, algo tarde, en respuesta a las primeras palabras del chico.- Y siento lo de su padre, se que esas cosas no son fáciles de superar.- Y nunca había dicho mayor verdad que esa, al fin y al cabo, ella aun no había superado las perdidas que había tenido desde su infancia, que, aun a esas alturas, eran sombras que la perseguían en sus momentos de duda o debilidad.
Espero algo más hasta que el chico se levantó del suelo y se disculpó. La guarda negó con la cabeza, no había hecho nada malo, solo quería recordar, todo el mundo tiene derecho a recuperar sus recuerdos si es que quiere, hace tiempo, ella habría dicho que preferiría olvidarlos, pero, tras comprobar lo sucedido con Eltrant, prefería mantenerlos, aunque la hundieran en la oscuridad, aunque la convirtieran en alguien algo más cruel, aunque la hicieran diferente, eran suyos, y la hacían ser quien era, y, por mucho que sufriera ya fuera dicho en presente, pasado o futuro, no cambiaría su persona por nada del mundo.
- No se preocupe, no ha hecho nada malo, era su hogar, sus recuerdos, es normal que quiera volver a ver un sitio que significó algo para usted.- dijo entendiendo al chico más de lo que debería para hacer bien su labor. - Si, esto ahora pertenece a los barrios bajos de Lunargenta, aunque... lo cierto es que no se desde hace cuanto, yo llegué tarde a la ciudad.- sonrió un poco acariciando la polvorienta pared.- Puedo dejarle estar aquí un poco más si quiere, pero he de quedarme con usted y acompañarle luego a la salida, además, el edificio está algo desgastado, puede ser peligroso, no puedo dejar a un ciudadano de a pie solo en un lugar que podría venirse a bajo.- explicó con cuidado, sabía que los recuerdos podían ser poderosos, ella misma había sufrido los suyos propios demasiadas veces, y, por ello, debía ir con cuidado al expresarse, no era momento de herir a alguien que intenta curar sus heridas, porque, entonces, ella sabía en carne propia, las heridas costaban más de cicatrizar.
Se mantuvo de pie, en la pared, con postura relajada y su propia mente voló a otro momento, otra casa mucho más destrozada por el tiempo que esa, a unas cuatro jornadas de allí. Ella, una chica con ojos esperanzados, se adentraba en el hogar de la familia Delteria, polvoriento, con el tejado roto, los muebles, ya inservibles, y pequeñas marcas que el tiempo no había podido borrar como los marcos de una puerta rallados con marcas que indicaban la altura de las dos chiquillas, una chimenea en la que la madera había quedado cubierta de moho y humedad, la cocina aun tenía pequeñas quemaduras de la primera vez que ella había hecho un guiso, y el fuego se había descontrolado.
Suspiró alzando la vista al techo. No podía dejar que los recuerdos de esos momentos volvieran a asaltarla, porque eso significaría recordar otro momento pocas semanas después, un momento enterrado en nieve, sangre, el frío de una noche de lágrimas abrazada a la espalda un amigo que ya no era amigo, o si lo era pero no recordaba ser lo, y el aroma de lavanda y de un estofado de verduras que no había logrado calentar su corazón escarchado.
Escuchó la voz del chico, que parecía haberse hundido en sus pensamientos tanto como ella, y agradeció en silencio que le diera algún modo de entretenerse, había empezado el día de forma enérgica, no quería perder su buen humor, y, para ellos, necesitaba evitar los pensamientos hacia los que su mente parecía querer dirigirla, los recuerdos no siempre eran buenos, al menos, no en su caso.
- Por desgracia, más de lo que debería.- respondió, algo tarde, en respuesta a las primeras palabras del chico.- Y siento lo de su padre, se que esas cosas no son fáciles de superar.- Y nunca había dicho mayor verdad que esa, al fin y al cabo, ella aun no había superado las perdidas que había tenido desde su infancia, que, aun a esas alturas, eran sombras que la perseguían en sus momentos de duda o debilidad.
Espero algo más hasta que el chico se levantó del suelo y se disculpó. La guarda negó con la cabeza, no había hecho nada malo, solo quería recordar, todo el mundo tiene derecho a recuperar sus recuerdos si es que quiere, hace tiempo, ella habría dicho que preferiría olvidarlos, pero, tras comprobar lo sucedido con Eltrant, prefería mantenerlos, aunque la hundieran en la oscuridad, aunque la convirtieran en alguien algo más cruel, aunque la hicieran diferente, eran suyos, y la hacían ser quien era, y, por mucho que sufriera ya fuera dicho en presente, pasado o futuro, no cambiaría su persona por nada del mundo.
- No se preocupe, no ha hecho nada malo, era su hogar, sus recuerdos, es normal que quiera volver a ver un sitio que significó algo para usted.- dijo entendiendo al chico más de lo que debería para hacer bien su labor. - Si, esto ahora pertenece a los barrios bajos de Lunargenta, aunque... lo cierto es que no se desde hace cuanto, yo llegué tarde a la ciudad.- sonrió un poco acariciando la polvorienta pared.- Puedo dejarle estar aquí un poco más si quiere, pero he de quedarme con usted y acompañarle luego a la salida, además, el edificio está algo desgastado, puede ser peligroso, no puedo dejar a un ciudadano de a pie solo en un lugar que podría venirse a bajo.- explicó con cuidado, sabía que los recuerdos podían ser poderosos, ella misma había sufrido los suyos propios demasiadas veces, y, por ello, debía ir con cuidado al expresarse, no era momento de herir a alguien que intenta curar sus heridas, porque, entonces, ella sabía en carne propia, las heridas costaban más de cicatrizar.
Alanna Delteria
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Re: Regresando a las memorias [Alanna] (Libre)
—Lo cierto es que lleva sin nadie dentro desde hace mas de un lustro —sonreí—. Si no es molestia, me gustaría buscar algunas cosas. Este lugar de verdad guarda muchos de mis recuerdos. Recuerdos que no he tenido tiempo de recordar durante todos estos años.
Por primera vez tras mucho tiempo, era la primera ocasión que tenia para poder relajarme, recordar cada uno de los acontecimientos de mi pasado. Era la primera vez que podía mirar a mi alrededor y relajar mi mente , sabiendo que no debía cuidar ya de nadie, y tenia la posibilidad de centrarme en el pasado y en el futuro. Podía hacer planes, podía aprender cosas nuevas y al mismo tiempo podía recapitular sobre lo que sucedió tiempo atrás. Me pasee por la estancia tranquilamente, con el semblante repentinamente serio. No todos los recuerdos eran buenos. Guardaba muchos recuerdos de momentos tensos, desagradables, pero también preciosos. No todos tenían la fortuna de tener una familia, y muy pese a todo yo había tenido la mía, una familia extremadamente unida. Luego había sucedido todo aquello.
—Alguien ha entrado aquí en todo este tiempo —dije.
Me mantuve realmente serio. Algo no estaba bien. Tal vez por mi instinto, o por el hecho de que aquel lugar había sido mi hogar, y lo conocía bien para darme cuenta de algunos detalles. Pero pude fijarme en que el suelo estaba diferente. La madera estaba levemente hundida en algunas partes, y se notaban las pisadas sobre el polvo, de unos pasos recurrentes. Algunos estaban mas marcados que otros , como si la estancia hubiera recibido pisadas en distintos momentos, con cierta diferencia temporal. Fruncí el ceño y continué caminando por la estancia. Algunas pisadas sobre el polvo eran tan notables que parecía que hubieran sido de visitas muy recientes, como de días atrás. Me gire hacia la guardia, y camine hacia ella con pasos leves. Me asome brevemente por la puerta, cosa que tal vez pudo extrañarla.
—Como de buena es la vigilancia en esta ciudad? —Pregunte. Aunque de repente me percate de que no era una pregunta muy adecuada para hacer a una guardia—. Quiero decir… estoy un poco preocupado. Tan solo necesito saber que hay bastante seguridad.
No quería decirle que temía por lo que había sucedido en el pasado. No quería decirle que no me sentía del todo seguro en aquella ciudad después de lo que le había sucedido a mi padre. Al fin y al cabo el había sido un hombre grande, fuerte y curtido, y nadie lo había podido socorrer cuando aquellos traidores habían ido hacia el. Temía que pudiera pasarme lo mismo a mi, al fin y al cabo todavía no estaba muy curtido en el arte del combate, y no estaba seguro de si seria distinto enfrentarme a aquellos individuos, respecto a cuando me enfrentaba a un grupo de bandidos. Suspire largamente y mantuve la mirada por las calles que había mas allá, por la ciudad. Había pisadas recientes en el interior de la casa, sin embargo la puerta había sido tapiada con madera que… parecía nueva. Aquella madera había sido colocada también recientemente. Era posible que aquellos individuos hubieran regresado para terminar el trabajo? Para no dejar cabos sueltos.
—Esta este edificio completamente inhabilitado? —Le pregunte a ella de repente, tratando de desviar el tema y calmarme. No quería hacerle saber que había algunos individuos que tal vez pudieran estar persiguiéndome. Al fin y al cabo no era mas que una paranoia, un miedo que no sabia ni siquiera si era cierto; y tampoco quería darle una impresión sospechosa sobre mi mismo, cuando no había hecho absolutamente nada—. Quiero decir… supongo que no hay forma de volver a habitarlo, verdad? A menos que se reformara. —De repente sonó un fuerte ruido procedente de la madera que sostenía el edificio. Parecía que en cualquier momento pudiera desplomarse un techo, o alguna parte de la estructura.
Por primera vez tras mucho tiempo, era la primera ocasión que tenia para poder relajarme, recordar cada uno de los acontecimientos de mi pasado. Era la primera vez que podía mirar a mi alrededor y relajar mi mente , sabiendo que no debía cuidar ya de nadie, y tenia la posibilidad de centrarme en el pasado y en el futuro. Podía hacer planes, podía aprender cosas nuevas y al mismo tiempo podía recapitular sobre lo que sucedió tiempo atrás. Me pasee por la estancia tranquilamente, con el semblante repentinamente serio. No todos los recuerdos eran buenos. Guardaba muchos recuerdos de momentos tensos, desagradables, pero también preciosos. No todos tenían la fortuna de tener una familia, y muy pese a todo yo había tenido la mía, una familia extremadamente unida. Luego había sucedido todo aquello.
—Alguien ha entrado aquí en todo este tiempo —dije.
Me mantuve realmente serio. Algo no estaba bien. Tal vez por mi instinto, o por el hecho de que aquel lugar había sido mi hogar, y lo conocía bien para darme cuenta de algunos detalles. Pero pude fijarme en que el suelo estaba diferente. La madera estaba levemente hundida en algunas partes, y se notaban las pisadas sobre el polvo, de unos pasos recurrentes. Algunos estaban mas marcados que otros , como si la estancia hubiera recibido pisadas en distintos momentos, con cierta diferencia temporal. Fruncí el ceño y continué caminando por la estancia. Algunas pisadas sobre el polvo eran tan notables que parecía que hubieran sido de visitas muy recientes, como de días atrás. Me gire hacia la guardia, y camine hacia ella con pasos leves. Me asome brevemente por la puerta, cosa que tal vez pudo extrañarla.
—Como de buena es la vigilancia en esta ciudad? —Pregunte. Aunque de repente me percate de que no era una pregunta muy adecuada para hacer a una guardia—. Quiero decir… estoy un poco preocupado. Tan solo necesito saber que hay bastante seguridad.
No quería decirle que temía por lo que había sucedido en el pasado. No quería decirle que no me sentía del todo seguro en aquella ciudad después de lo que le había sucedido a mi padre. Al fin y al cabo el había sido un hombre grande, fuerte y curtido, y nadie lo había podido socorrer cuando aquellos traidores habían ido hacia el. Temía que pudiera pasarme lo mismo a mi, al fin y al cabo todavía no estaba muy curtido en el arte del combate, y no estaba seguro de si seria distinto enfrentarme a aquellos individuos, respecto a cuando me enfrentaba a un grupo de bandidos. Suspire largamente y mantuve la mirada por las calles que había mas allá, por la ciudad. Había pisadas recientes en el interior de la casa, sin embargo la puerta había sido tapiada con madera que… parecía nueva. Aquella madera había sido colocada también recientemente. Era posible que aquellos individuos hubieran regresado para terminar el trabajo? Para no dejar cabos sueltos.
—Esta este edificio completamente inhabilitado? —Le pregunte a ella de repente, tratando de desviar el tema y calmarme. No quería hacerle saber que había algunos individuos que tal vez pudieran estar persiguiéndome. Al fin y al cabo no era mas que una paranoia, un miedo que no sabia ni siquiera si era cierto; y tampoco quería darle una impresión sospechosa sobre mi mismo, cuando no había hecho absolutamente nada—. Quiero decir… supongo que no hay forma de volver a habitarlo, verdad? A menos que se reformara. —De repente sonó un fuerte ruido procedente de la madera que sostenía el edificio. Parecía que en cualquier momento pudiera desplomarse un techo, o alguna parte de la estructura.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Regresando a las memorias [Alanna] (Libre)
Alanna torció el gesto, una cosa era entrar a recordar y otra muy diferente llevarse cosas, ahora lo que había allí pertenecía a la ciudad, pero entedía que, si había sido suyo y guardaba recuerdos, el chico quisiera recuperarlos, de todos modos, no podría llevarse más de lo que ya se debían haber llevado los que habían cerrado la casa, por poco que le gustase admitirlo, lo cierto es que gran parte de los cargos bajos de la guardia estaban llenos de barro hasta el cuello, pocos eran los que, como ella, se mantenían fieles al juramento.
Suspiró y asintió con la cabeza, mirando hacia la ventana tapiada. Ojala alguien hubiera cerrado a cal y canto su hogar cuando ella se marchó, ahora, cuando volviera allí, ni que fuera de paso, tendría una casa donde reposar, y no una ruinosa polvareda que se había comenzado a tragar el bosque en la que a duras penas se veía ya la tumba de su difunta madre.
De alguna forma, se alegraba de que la hierva hubiera crecido, si los restos de su madre podían dar vida, quería decir que no había sido ella, por mucha maga de fuego que fuera, quien había provocado la sequía que había llevado a la familia a la ruina, como Alanna había sospechado durante años. Con eso, podía dejar reposar las memorias de su madre y dejar de buscar un culpable para algo que, había aprendido con el tiempo, no podía controlarse.
La naturaleza, al final, es fuerte, más que cualquier magia, persona o dragón, hace su voluntad, y va hacia donde ella quiere ir. Si quiere dejar de crecer, se detiene, si quiere comerse el mundo o provocar una inundación, lo hace también. Suspiró y levantó la cabeza al oír la voz del chico. ¿Habían entrado? ¿Cómo?
Bueno, ciertamente, no le resultaba tan raro, no muchos se tomaban en serio sus patrullas. Suspiró y se adentró en el cuarto agachándose en el suelo, efectivamente, había marcas en el polvo, no demasiado recientes, pero lo bastante como para no estar totalmente cubiertas.
- Pues.... - suspiró- no muy buena, la verdad, pocos nos lo tomamos en serio de verdad.- dijo levantándose para, con calma, empezar a seguir las pisadas, eran extrañas, no como pasos usuales.- Teóricamente, si, esta totalmente inhabilitado, pero como ya te he dicho, pocos nos tomamos la labor de patrullar las calles con seriedad, así que no descarto que pudieran haber ocupado el piso antes de que alguien viniera y volviera a cerrarlo.- comentó mientras seguía dando pasos.- Esto es extraño.- Comentó.
Los pasos no eran usuales, eran como los que se usan cuando se batalla con dagas, ella lo sabía mejor que nadie. Sus dagas reposaban con tranquilidad, sin intención de ser usadas, en las cartucheras que llevaba a la cintura. Sin embargo, quería comprobar su teoría, puso sus pies en posición de defensa, justo en el lugar donde creía que había iniciado la contienda e hizo ademán de sacar las dagas, cuando las tuvo en las manos, comenzó a ejecutar movimientos rápidos, pisando las huellas.
Un paso de ataque, otro de retirada, un amago a la izquierda, quienes hubieran luchado allí, era realmente buenos. Se detuvo cuando las huellas desaparecieron por la puerta nuevamente. Tal vez el ganador hubiera vuelto para bloquear la puerta nuevamente tras su victoria.
- Aquí hubo una lucha, una feroz.- dijo poniendose en pie, mientras la imagen de dos hombre corriendo hacia arriba le venía a la imaginación, ya que, por extraño que sonara, la gente siempre tendía a huir hacia arriba, en lugar de hacia abajo, porque se piensa que, si subes, tardarán más en cogerte.- No se quien se coló aquí, pero... creo que debería investigar, no hay seguridad de que encontremos a los culpables, pero hay que intentarlo.- dijo seria mirando hacia la escalera que seguía subiendo, aunque, posiblemente, no hubiera más que una terraza allí arriba.
Suspiró y asintió con la cabeza, mirando hacia la ventana tapiada. Ojala alguien hubiera cerrado a cal y canto su hogar cuando ella se marchó, ahora, cuando volviera allí, ni que fuera de paso, tendría una casa donde reposar, y no una ruinosa polvareda que se había comenzado a tragar el bosque en la que a duras penas se veía ya la tumba de su difunta madre.
De alguna forma, se alegraba de que la hierva hubiera crecido, si los restos de su madre podían dar vida, quería decir que no había sido ella, por mucha maga de fuego que fuera, quien había provocado la sequía que había llevado a la familia a la ruina, como Alanna había sospechado durante años. Con eso, podía dejar reposar las memorias de su madre y dejar de buscar un culpable para algo que, había aprendido con el tiempo, no podía controlarse.
La naturaleza, al final, es fuerte, más que cualquier magia, persona o dragón, hace su voluntad, y va hacia donde ella quiere ir. Si quiere dejar de crecer, se detiene, si quiere comerse el mundo o provocar una inundación, lo hace también. Suspiró y levantó la cabeza al oír la voz del chico. ¿Habían entrado? ¿Cómo?
Bueno, ciertamente, no le resultaba tan raro, no muchos se tomaban en serio sus patrullas. Suspiró y se adentró en el cuarto agachándose en el suelo, efectivamente, había marcas en el polvo, no demasiado recientes, pero lo bastante como para no estar totalmente cubiertas.
- Pues.... - suspiró- no muy buena, la verdad, pocos nos lo tomamos en serio de verdad.- dijo levantándose para, con calma, empezar a seguir las pisadas, eran extrañas, no como pasos usuales.- Teóricamente, si, esta totalmente inhabilitado, pero como ya te he dicho, pocos nos tomamos la labor de patrullar las calles con seriedad, así que no descarto que pudieran haber ocupado el piso antes de que alguien viniera y volviera a cerrarlo.- comentó mientras seguía dando pasos.- Esto es extraño.- Comentó.
Los pasos no eran usuales, eran como los que se usan cuando se batalla con dagas, ella lo sabía mejor que nadie. Sus dagas reposaban con tranquilidad, sin intención de ser usadas, en las cartucheras que llevaba a la cintura. Sin embargo, quería comprobar su teoría, puso sus pies en posición de defensa, justo en el lugar donde creía que había iniciado la contienda e hizo ademán de sacar las dagas, cuando las tuvo en las manos, comenzó a ejecutar movimientos rápidos, pisando las huellas.
Un paso de ataque, otro de retirada, un amago a la izquierda, quienes hubieran luchado allí, era realmente buenos. Se detuvo cuando las huellas desaparecieron por la puerta nuevamente. Tal vez el ganador hubiera vuelto para bloquear la puerta nuevamente tras su victoria.
- Aquí hubo una lucha, una feroz.- dijo poniendose en pie, mientras la imagen de dos hombre corriendo hacia arriba le venía a la imaginación, ya que, por extraño que sonara, la gente siempre tendía a huir hacia arriba, en lugar de hacia abajo, porque se piensa que, si subes, tardarán más en cogerte.- No se quien se coló aquí, pero... creo que debería investigar, no hay seguridad de que encontremos a los culpables, pero hay que intentarlo.- dijo seria mirando hacia la escalera que seguía subiendo, aunque, posiblemente, no hubiera más que una terraza allí arriba.
Alanna Delteria
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Re: Regresando a las memorias [Alanna] (Libre)
Todavía pienso en aquellos tiempos. Cuando todavía vivíamos todos aquí juntos, estábamos tranquilos y nadie nos molestaba. Únicamente a mi padre, pero claro, yo esas edades no me percataba de lo que estaba sucediendo. Todo esta tan lejos ya; no es mas que un borrón del pasado, donde lo único que puedo ver si pienso un poco en ello, son malos recuerdos. Los últimos momentos felices que recuerdo, están anclados a los mas desdichados. Ahora tengo a mi hermana, que aunque ahora mismo esta lejos, se que esta ahí, y esta a salvo. Pero sigo extrañando a mi padre, y a mis hermanos, y no puedo evitar pensar que tal vez todo lo que paso fue por culpa de nuestra madre.
—Si, si que hubo una pelea —digo únicamente. Me mantengo en silencio y miro durante unos segundos a la mujer.
Ella es algo mas menuda que yo, sin embargo de algún modo parece mas «alta». Si bien no mas alta, se hace ver mas imponente, como una estatua que pasea lentamente por la estancia, con firmeza. Por algún modo pienso que ella puede ser letal, si lo desea. Bueno, forma parte de la guardia, es lo que debería esperarse de ella. Sin embargo es algo distinto, se muestra de un modo muy distinto a la gente que únicamente forma parte de una guardia, o de un ejercito. Parece mas bien la clase de persona que para llegar hasta allá a donde esta, ha pasado duras noches de entrenamiento. Seguramente me equivoco, mis juicios son tan subjetivos que en mas de una ocasión no hago mas que crear en mi cabeza historias ficticias sobre la gente que acabo de conocer.
—Pero hace mucho tiempo. Estas marcas son recientes —le explico—. Parece que alguien ha pensado que era divertido regresar a este lugar, y a alguien no le ha parecido bien… no lo se —me encojo de hombros. Entendería que un indigente hubiera tomado la decisión de entrar en el edificio viejo para convertirlo en su hogar. Pero ahí habían marcas de una pelea, ella lo acababa de confirmar. Quien habría entrado para pelear? No tenia el mas mínimo sentido.
Un ruido mucho mas sonoro se escucha de repente. El edificio no esta soportando nuestros pasos, lo mejor es que nos marchemos de aquí cuanto antes. Se que el edificio es extremadamente viejo, ya lo decía en su día mi padre en mas de una ocasión: «años de trabajo para tener esta chapuza llamada edificio, pero es nuestro hogar». Aun así le tengo un cariño excepcional, e incluso seguiré teniéndolo el día en que se convierta en un montón de escombros.
—Es mejor que salgamos de aquí. Aun así me gustaría que se investigara quienes fueron los que entraron aquí —le dijo a la mujer, todavía preocupado—. Es posible que hayan regresado personas a quien recuerdo con demasiada claridad.
Y de ser así, yo podría estar en peligro. O tal vez mi hermana. No se si todavía nos estarán buscando, después de tanto tiempo, pero lo ultimo que querría es que fueran a por ella.
—Si, si que hubo una pelea —digo únicamente. Me mantengo en silencio y miro durante unos segundos a la mujer.
Ella es algo mas menuda que yo, sin embargo de algún modo parece mas «alta». Si bien no mas alta, se hace ver mas imponente, como una estatua que pasea lentamente por la estancia, con firmeza. Por algún modo pienso que ella puede ser letal, si lo desea. Bueno, forma parte de la guardia, es lo que debería esperarse de ella. Sin embargo es algo distinto, se muestra de un modo muy distinto a la gente que únicamente forma parte de una guardia, o de un ejercito. Parece mas bien la clase de persona que para llegar hasta allá a donde esta, ha pasado duras noches de entrenamiento. Seguramente me equivoco, mis juicios son tan subjetivos que en mas de una ocasión no hago mas que crear en mi cabeza historias ficticias sobre la gente que acabo de conocer.
—Pero hace mucho tiempo. Estas marcas son recientes —le explico—. Parece que alguien ha pensado que era divertido regresar a este lugar, y a alguien no le ha parecido bien… no lo se —me encojo de hombros. Entendería que un indigente hubiera tomado la decisión de entrar en el edificio viejo para convertirlo en su hogar. Pero ahí habían marcas de una pelea, ella lo acababa de confirmar. Quien habría entrado para pelear? No tenia el mas mínimo sentido.
Un ruido mucho mas sonoro se escucha de repente. El edificio no esta soportando nuestros pasos, lo mejor es que nos marchemos de aquí cuanto antes. Se que el edificio es extremadamente viejo, ya lo decía en su día mi padre en mas de una ocasión: «años de trabajo para tener esta chapuza llamada edificio, pero es nuestro hogar». Aun así le tengo un cariño excepcional, e incluso seguiré teniéndolo el día en que se convierta en un montón de escombros.
—Es mejor que salgamos de aquí. Aun así me gustaría que se investigara quienes fueron los que entraron aquí —le dijo a la mujer, todavía preocupado—. Es posible que hayan regresado personas a quien recuerdo con demasiada claridad.
Y de ser así, yo podría estar en peligro. O tal vez mi hermana. No se si todavía nos estarán buscando, después de tanto tiempo, pero lo ultimo que querría es que fueran a por ella.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Regresando a las memorias [Alanna] (Libre)
Si, las marcas, como bien decía el chico, eran recientes, debían haber pasado a penas unos días desde esa batalla, a lo sumo, una semana. Hacía días rondaban varios ladronzuelos por las calles, a primera vista, podrían pensar que era ellos los que habían entrado a rascar las últimas trazas de dignidad de una casa vieja, intentando sacar de provecho hasta la última mota de polvo, pero eso había quedado descartado cuando las marcas de la pelea, de unas personas que habían sido más bailarines que guerreros, se habían quedado marcadas en el suelo.
Miró al hombre tras ella desde la puerta de la estancia, parecía saber más de lo que decía, y, en cierto modo, parecía estar asustado. La chica lanzó un suspiro, no era la primera vez que se encontraba con ciudadanos que preferían ocuparse de sus asuntos por si mismos, no podía insistir si alguien no quería dar detalles, lo entendía, ella misma era el tipo de persona que prefería no meter a nadie más en su fango. Pero su trabajo era ayudar, debía saber algo más si quería tener algo en claro.
Fue a hablar cuando el sonido de bigas viejas, humedad, un crujido y un temblor, resonó en la finca. El lugar, todo de madera,madera vieja, debía, con los años, haberse vuelto más inestable de lo que pensaba, las termitas habían acabado con la base de la casa. La guardia tragó saliva con la garganta seca. Ese lugar no había estado cerrado por nada.
Saliendo de la estancia, mirando, por un instante, hacia arriba, hacia las escaleras, los pisos superiores y las escaleras, necesitaría ver si solo había sido en ese piso o habían habido más hogares abiertos. Porque si solo había sido allí, quería decir que el objetivo era claro, si había marcas en más lugares, quería decir que solo había sido un daño colateral más. Cuando la voz del joven irrumpió en sus pensamientos, seguida de otro temblor, la chica asintió y comenzó a bajar las escaleras para salir a la calle.
Anudándose su largo cabello por el calor de ese día de calina, miró al hombre, que le pedía una investigación, si, lo entendía. Miró, nuevamente, la finca destartalada tomando una tabla de madera del suelo, un clavo y un martillo de quienes, días atrás, habían estado trabajando allí y probablemente volverían pronto a recoger sus herramientas. Con movimientos torpes, clavó las tablas, doblando los clavos al golpearlos, y no dandose en el dedo de puro milagro, eso se le daba mejor a Eltrant, ella era totalmente torpe en lo que a carpintería y herrería se refería.
- Mañana mismo volveré a ver si las otras casas están igual, tal vez sea algo aislado, pero más vale asegurarse, supongo que una persona sola no hará que las bigas se muevan tanto.- prometió dejando las cosas en el suelo mirando su mano, asegurándose de que no se había dado ningún golpe o no tenía ninguna astilla. No había nada. Golpeó sus manos para quitarse el polvo y miró al chico.- Si tiene alguna sospecha me gustaría que la compartiera, facilitaría la investigación.- pidió con una ligera sonrisa.- Entiendo que de miedo que entren en su hogar, si sabe algo que decir para que pueda ayudarle, mañana estaré aquí o en el cuartel. Pregunte por Alanna Delteria si se acerca al cuartel.- le ofreció con una sonrisa tranquilizadora.
Miró al hombre tras ella desde la puerta de la estancia, parecía saber más de lo que decía, y, en cierto modo, parecía estar asustado. La chica lanzó un suspiro, no era la primera vez que se encontraba con ciudadanos que preferían ocuparse de sus asuntos por si mismos, no podía insistir si alguien no quería dar detalles, lo entendía, ella misma era el tipo de persona que prefería no meter a nadie más en su fango. Pero su trabajo era ayudar, debía saber algo más si quería tener algo en claro.
Fue a hablar cuando el sonido de bigas viejas, humedad, un crujido y un temblor, resonó en la finca. El lugar, todo de madera,madera vieja, debía, con los años, haberse vuelto más inestable de lo que pensaba, las termitas habían acabado con la base de la casa. La guardia tragó saliva con la garganta seca. Ese lugar no había estado cerrado por nada.
Saliendo de la estancia, mirando, por un instante, hacia arriba, hacia las escaleras, los pisos superiores y las escaleras, necesitaría ver si solo había sido en ese piso o habían habido más hogares abiertos. Porque si solo había sido allí, quería decir que el objetivo era claro, si había marcas en más lugares, quería decir que solo había sido un daño colateral más. Cuando la voz del joven irrumpió en sus pensamientos, seguida de otro temblor, la chica asintió y comenzó a bajar las escaleras para salir a la calle.
Anudándose su largo cabello por el calor de ese día de calina, miró al hombre, que le pedía una investigación, si, lo entendía. Miró, nuevamente, la finca destartalada tomando una tabla de madera del suelo, un clavo y un martillo de quienes, días atrás, habían estado trabajando allí y probablemente volverían pronto a recoger sus herramientas. Con movimientos torpes, clavó las tablas, doblando los clavos al golpearlos, y no dandose en el dedo de puro milagro, eso se le daba mejor a Eltrant, ella era totalmente torpe en lo que a carpintería y herrería se refería.
- Mañana mismo volveré a ver si las otras casas están igual, tal vez sea algo aislado, pero más vale asegurarse, supongo que una persona sola no hará que las bigas se muevan tanto.- prometió dejando las cosas en el suelo mirando su mano, asegurándose de que no se había dado ningún golpe o no tenía ninguna astilla. No había nada. Golpeó sus manos para quitarse el polvo y miró al chico.- Si tiene alguna sospecha me gustaría que la compartiera, facilitaría la investigación.- pidió con una ligera sonrisa.- Entiendo que de miedo que entren en su hogar, si sabe algo que decir para que pueda ayudarle, mañana estaré aquí o en el cuartel. Pregunte por Alanna Delteria si se acerca al cuartel.- le ofreció con una sonrisa tranquilizadora.
Alanna Delteria
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Re: Regresando a las memorias [Alanna] (Libre)
—Tengo sospechas —menciono de repente, con la vista perdida todavía en la estancia—. El problema es que hace demasiado tiempo desde la ultima vez que los vi.
Suspiro largamente, y me marcho del edificio, trato de bajar, alejándome y mirando de arriba a abajo la edificación. Trato de mantener la conversación, ahora mismo me siento realmente inseguro, especialmente por mi hermana. Si han regresado a por nosotros, significaba que todavía estaban buscándonos. Para poder terminar con los cables sueltos y zanjar una parte del pasado que tal vez podría regresar. Seguramente ellos piensan que yo tarde o temprano acabare buscando venganza, y ciertamente no están demasiado equivocados con ese pensamiento.
—Puedo contarte todos los detalles que sean necesarios —le digo, en cuanto la tengo nuevamente cerca y observo que me presta completa atención—. Todos los que hagan falta con tal de que podáis averiguar quien ha estado aquí. Honestamente, estoy preocupado. Mas por otra persona que por mi, pero no puedo quedarme ahora mismo de brazos cruzados.
Algunos ciudadanos curiosos se acercan y nos observan, seguramente tratando de imaginar que es lo que estamos haciendo en aquella parte de la ciudad, al lado de un edificio tan viejo. Muchos de ellos conocen a personas que están siendo buscadas por la guardia, seguramente temen que los estemos descubriendo, y no nos quitan el ojo de encima, especialmente de la mujer. Miro de tanto en tanto a los curiosos, siento que la paranoia me invade y no soy capaz de mantenerme sereno. Entre la gente que pasa por la ciudad, consigo ver un rostro conocido. La piel morena y la barba desaliñada de un fantasma del pasado. Sus ojos me miran durante un instante fugaz, dorados e intensos, como el destello de los ojos de un felino en la noche. Rápidamente aparta su mirada y continua su camino; ha visto lo suficiente, ha visto lo que quería ver, a quien quería ver. Empiezo a sentirme mas nervioso, y en estos momentos no recuerdo exactamente de quien se trata, pero tengo una ligera idea en la cabeza. Me vuelvo hacia Alanna y espero su respuesta a lo que le mencione anteriormente. Espero que de verdad ella sea capaz de ayudarme con esto; pronto marchare hacia la pequeña casa donde vivía mi hermana, necesito verla cuanto antes y saber que esta bien.
Suspiro largamente, y me marcho del edificio, trato de bajar, alejándome y mirando de arriba a abajo la edificación. Trato de mantener la conversación, ahora mismo me siento realmente inseguro, especialmente por mi hermana. Si han regresado a por nosotros, significaba que todavía estaban buscándonos. Para poder terminar con los cables sueltos y zanjar una parte del pasado que tal vez podría regresar. Seguramente ellos piensan que yo tarde o temprano acabare buscando venganza, y ciertamente no están demasiado equivocados con ese pensamiento.
—Puedo contarte todos los detalles que sean necesarios —le digo, en cuanto la tengo nuevamente cerca y observo que me presta completa atención—. Todos los que hagan falta con tal de que podáis averiguar quien ha estado aquí. Honestamente, estoy preocupado. Mas por otra persona que por mi, pero no puedo quedarme ahora mismo de brazos cruzados.
Algunos ciudadanos curiosos se acercan y nos observan, seguramente tratando de imaginar que es lo que estamos haciendo en aquella parte de la ciudad, al lado de un edificio tan viejo. Muchos de ellos conocen a personas que están siendo buscadas por la guardia, seguramente temen que los estemos descubriendo, y no nos quitan el ojo de encima, especialmente de la mujer. Miro de tanto en tanto a los curiosos, siento que la paranoia me invade y no soy capaz de mantenerme sereno. Entre la gente que pasa por la ciudad, consigo ver un rostro conocido. La piel morena y la barba desaliñada de un fantasma del pasado. Sus ojos me miran durante un instante fugaz, dorados e intensos, como el destello de los ojos de un felino en la noche. Rápidamente aparta su mirada y continua su camino; ha visto lo suficiente, ha visto lo que quería ver, a quien quería ver. Empiezo a sentirme mas nervioso, y en estos momentos no recuerdo exactamente de quien se trata, pero tengo una ligera idea en la cabeza. Me vuelvo hacia Alanna y espero su respuesta a lo que le mencione anteriormente. Espero que de verdad ella sea capaz de ayudarme con esto; pronto marchare hacia la pequeña casa donde vivía mi hermana, necesito verla cuanto antes y saber que esta bien.
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