Ladies Night [Trabajo](Alanna)
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Ladies Night [Trabajo](Alanna)
Anochecía, y dama Jesicca, una joven humana de dieciocho años, con largos cabellos negros ondulados y de una gran belleza paseaba de un lado a otro del gran salón principal de la mansión Spencer ataviada con un bonito vestido de tonos azules mientras su padre la miraba sentado en un cómodo y treméndamente caro sillón negro, tratando de aparentar normalidad y calma a pesar de que las idas y venidas de su hija empezaban a resultar molestas. Era evidente que su niñita, pues así la seguía considerando a pesar de que su hija era ya toda una mujer, estaba nerviosa por lo que estaba por acontecer aquella noche y más aún por lo que ocurriría al día siguiente, pero a pesar de semejantes justificaciones, su aptitud no estaba siendo la de una dama noble, al menos no la de una hija suya.
-Vamos vamos mi pequeña, no hay porque alterarse, estarán a punto de llegar. Te aseguro que son jóvenes de confianza y llegar hasta esta casa no tiene pérdida.- Dijo con tono de modestia, algo que en realidad no sentía.
Los Spencer eran una de las familias mas ricas e influyentes de Lunargenta y el cabeza de familia disfrutaba en grado sumo de lo que aquello significaba. Una mansión con todo tipo de lujos, todos los caprichos que él o su hija pudieran desear fuesen de la índole que fuesen, montones de sirvientes que no podían ni mirarles a los ojos...Y la posibilidad de mirar por encima del hombro a casi cualquier otra persona del reino. Lord Biron Spencer disfrutaba de estar en la cima de la sociedad y eso lo sabía toda Lunargenta.
-Lo sé padre, sé que te encargaste de ello personalmente y por lo tanto nada puede salir mal, pero aún así no puedo contener mis nervios. Nunca había conocido a una elfa en persona y también podré hablar con "la gata".-
Lord Biron no pudo evitar fruncir los labios ante la mención de esas palabras. Seguía sin comprender el por qué de la impropia fascinación de su hija por los elfos y aún menos por una simple guardia de la ciudad con un sobrenombre mas propio de ladrones que de gente de bien, pero era la última noche de su hija antes de casarse y no había podido negarle nada. Si le hubiese pedido a una pareja de vampiros bailarines, se los hubiese llevado a cualquier coste, incluso aunque hubiera tenido que atraparlos y enseñarles a bailar él mismo.
-Los dioses desean que sonrías casi tanto como yo.-
En aquel momento las puertas de madera noble y paños dorados que comunicaban el salón con el hall de entrada se abrieron causando que ambos nobles miraran en aquella dirección y vieran como uno de los mayordomos, vestido de negro, entraba y se acercaba hasta ellos con paso rápido. Les dedicó una reverencia e iba a comenzar a hablar pero Lady Jessica le interrumpió.
-¿Ya están aquí? Vamos diles que pasen, que pasen- Dijo la joven recibiendo una mirada reprobatoria de su padre que hizo que la chica no dijera nada más aunque sus ojos azules brillaban de emoción.
-Asi es señorita, al menos en parte, la elfa ha llegado ¿La hago pasar, mi señor?-
-Si, hazla pasar. Quizá así mi querida hija calme un poco sus nervios. Y no la llamemos elfa, esta noche acompañará a mi hija, por lo tanto nadie debe referirse a ninguna de sus acompañantes de ningún modo que pueda parecer irrespetuoso-
-Por supuesto mi Lord-
Níniel se encontraba en el hall esperando a que aquel humano del servicio de la casa avisara a los dueños de la misma de su llegada. Era consciente de que quizá le tocara esperar, sabía que aquella noche habría una segunda dama de compañía y el mayordomo había dicho que aún no había llegado pero tampoco le importaba.
La peliblanca llevaba puesto un elegante vestido blanco y negro a la moda humana del momento y una capa larga a juego. Aquella ropa había llegado aquella misma mañana a la posada donde se alojaba por cortesía de su empleador. Cómo habían conseguido que el vestido pareciese hecho a su medida exacta era un misterio pero así era, le quedaba perfecto. En la nota que acompañaba a las prendas se aclaraba que debía ponérselo aquella noche pues las acompañantes de Lady Spencer debían aparentar un mínimo de estatus. La elfa vio en las palabras de la nota un insulto velado pero la verdad es que el vestido era precioso.
La elfa miró con curiosidad la decoración del hall llegando a la conclusión de que aquel lord Spencer, no solo era noble, si no que debía de ser enormemente rico. Los suelos y las columnas eran de mármol, los muebles parecían obra de maestros de su oficio y por doquier había oro y plata adornándolo todo. Resultaba muy artificial y en cierto modo frío, pero aún así hermoso. A ambos lados del hall había dos sirvientas humanas vestidas igual que permanecían quietas como estatuas y con la mirada fija en el suelo, se comportaban como si la elfa no estuviera allí.
Mientras seguía observando cuanto la rodeaba, el cuadro de un extraño hombre con unos graciosos bigotes y otro de una mujer de porte orgulloso en esos momentos, a la elfa se le ocurrió una idea sobre la que no había pensado antes. ¿Qué aspecto tendría la joven a la que debía acompañar? Y de paso ¿Cómo sería la otra dama de compañía a la que habían llamado con el sobrenombre de "La gata"?.
-Vamos vamos mi pequeña, no hay porque alterarse, estarán a punto de llegar. Te aseguro que son jóvenes de confianza y llegar hasta esta casa no tiene pérdida.- Dijo con tono de modestia, algo que en realidad no sentía.
Los Spencer eran una de las familias mas ricas e influyentes de Lunargenta y el cabeza de familia disfrutaba en grado sumo de lo que aquello significaba. Una mansión con todo tipo de lujos, todos los caprichos que él o su hija pudieran desear fuesen de la índole que fuesen, montones de sirvientes que no podían ni mirarles a los ojos...Y la posibilidad de mirar por encima del hombro a casi cualquier otra persona del reino. Lord Biron Spencer disfrutaba de estar en la cima de la sociedad y eso lo sabía toda Lunargenta.
-Lo sé padre, sé que te encargaste de ello personalmente y por lo tanto nada puede salir mal, pero aún así no puedo contener mis nervios. Nunca había conocido a una elfa en persona y también podré hablar con "la gata".-
Lord Biron no pudo evitar fruncir los labios ante la mención de esas palabras. Seguía sin comprender el por qué de la impropia fascinación de su hija por los elfos y aún menos por una simple guardia de la ciudad con un sobrenombre mas propio de ladrones que de gente de bien, pero era la última noche de su hija antes de casarse y no había podido negarle nada. Si le hubiese pedido a una pareja de vampiros bailarines, se los hubiese llevado a cualquier coste, incluso aunque hubiera tenido que atraparlos y enseñarles a bailar él mismo.
-Los dioses desean que sonrías casi tanto como yo.-
En aquel momento las puertas de madera noble y paños dorados que comunicaban el salón con el hall de entrada se abrieron causando que ambos nobles miraran en aquella dirección y vieran como uno de los mayordomos, vestido de negro, entraba y se acercaba hasta ellos con paso rápido. Les dedicó una reverencia e iba a comenzar a hablar pero Lady Jessica le interrumpió.
-¿Ya están aquí? Vamos diles que pasen, que pasen- Dijo la joven recibiendo una mirada reprobatoria de su padre que hizo que la chica no dijera nada más aunque sus ojos azules brillaban de emoción.
-Asi es señorita, al menos en parte, la elfa ha llegado ¿La hago pasar, mi señor?-
-Si, hazla pasar. Quizá así mi querida hija calme un poco sus nervios. Y no la llamemos elfa, esta noche acompañará a mi hija, por lo tanto nadie debe referirse a ninguna de sus acompañantes de ningún modo que pueda parecer irrespetuoso-
-Por supuesto mi Lord-
Níniel se encontraba en el hall esperando a que aquel humano del servicio de la casa avisara a los dueños de la misma de su llegada. Era consciente de que quizá le tocara esperar, sabía que aquella noche habría una segunda dama de compañía y el mayordomo había dicho que aún no había llegado pero tampoco le importaba.
La peliblanca llevaba puesto un elegante vestido blanco y negro a la moda humana del momento y una capa larga a juego. Aquella ropa había llegado aquella misma mañana a la posada donde se alojaba por cortesía de su empleador. Cómo habían conseguido que el vestido pareciese hecho a su medida exacta era un misterio pero así era, le quedaba perfecto. En la nota que acompañaba a las prendas se aclaraba que debía ponérselo aquella noche pues las acompañantes de Lady Spencer debían aparentar un mínimo de estatus. La elfa vio en las palabras de la nota un insulto velado pero la verdad es que el vestido era precioso.
La elfa miró con curiosidad la decoración del hall llegando a la conclusión de que aquel lord Spencer, no solo era noble, si no que debía de ser enormemente rico. Los suelos y las columnas eran de mármol, los muebles parecían obra de maestros de su oficio y por doquier había oro y plata adornándolo todo. Resultaba muy artificial y en cierto modo frío, pero aún así hermoso. A ambos lados del hall había dos sirvientas humanas vestidas igual que permanecían quietas como estatuas y con la mirada fija en el suelo, se comportaban como si la elfa no estuviera allí.
Mientras seguía observando cuanto la rodeaba, el cuadro de un extraño hombre con unos graciosos bigotes y otro de una mujer de porte orgulloso en esos momentos, a la elfa se le ocurrió una idea sobre la que no había pensado antes. ¿Qué aspecto tendría la joven a la que debía acompañar? Y de paso ¿Cómo sería la otra dama de compañía a la que habían llamado con el sobrenombre de "La gata"?.
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Níniel Thenidiel
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Re: Ladies Night [Trabajo](Alanna)
Alanna había llegado a Lunargenta hacía un par de días, y había aprovechado para recuperarse de lo vivido en la tierra élfica, los sucesos, la posibilidad de algo más grande le seguía rondado la cabeza. Había estado tan ocupada que ni siquiera había pasado a saludar a su capitán, pero él ya se había encargado de avisarla en cuanto supo de su regreso.
Con paso firme, una joven vestida de guardia, con una espada en la cintura, avanzaba por el centro del campo de entrenamiento observando a los nuevos reclutas, la visión le sacó una sonrisa, aunque seguían habiendo muy pocas mujeres entre las filas. Siguió andando hasta llegar, como tantas otras veces había hecho, al despacho del capitán:
- Jefe- lo llamó ella como solía hacer en forma de respeto y cariño- he recibido su llamada, ¿pasa algo?
- Si, te han pedido para una misión. A ti, especificamente.
- Pero, ¿les dijo que, si no es urgente, no estoy de...?
- Si,- cortó el masajeándose las sienes- si lo dije, pero insistió mucho, dijo que solo podía ser "La Gata" y mandó unas cuantas cosas.- Rebuscó bajo su mesa y le dió a la chica una caja con una carta.- supongo que ahí estarán las instrucciones. Cuando termines la misión escucharé con paciencia lo que querías contarme sobre lo sucedido en el reino de los elfos.
- Gracias señor, salgo ya en misión, a cumplir ordenes.
Con una sonrisa de su capitán se retiró, extrañada. De camino a su casa leyó la carta. Debía acompañar a una joven dama que estaba por casarse y, para ello, debía vestir de forma "adecuada" y tener cierta apariencia. Pero, ¿qué quería decir eso? Vaya, bonito insulto, y debía acudir esa misma noche.
Al llegar a su casa abrió la caja y de ella sacó un largo y bonito vestido azul rey. Precioso sin duda, pero no tenía nada de cómodo a la hora de pelear, y, con eso, no podía llevar espada, bueno, usaría sus dagas. No tendría problema con ello.
A la hora indicada, la chica llamó a la puerta, ataviada con el vestido azul y una capa que le cubriera los hombros, "iría más cómoda con mis pantalones" pensó la chica llamando a la puerta. Llevaba sus dagas enganchadas a ambos muslos, por suerte el vestido tenía bastante vuelo y una tela ligera, así no le constaría tanto moverse y, también, afortunadamente, se había acostumbrado a tratar con los nobles que iban y venían del palacio, así que no le costaría demasiado morderse la lengua y adoptar la actitud y postura necesarias para presentarse ante una familia tan importante.
La puerta se abrió y un mayordomo vestido de blanco y negro la hizo pasar a la entrada mientras avisaba a la familia de que "La Gata" había llegado. Miró a su alrededor por la extraordinariamente rica casa y vio delante de ella a una elfa, no, no era una simple elfa, era...
- ¿Niniel?- preguntó acercándose lentamente, tomado con suavidad el vestido, para no pisárselo- ¿Qué haces aquí?- curioseó en voz baja, sonriendo por encontrarse tan pronto con una antigua compañera.
Con paso firme, una joven vestida de guardia, con una espada en la cintura, avanzaba por el centro del campo de entrenamiento observando a los nuevos reclutas, la visión le sacó una sonrisa, aunque seguían habiendo muy pocas mujeres entre las filas. Siguió andando hasta llegar, como tantas otras veces había hecho, al despacho del capitán:
- Jefe- lo llamó ella como solía hacer en forma de respeto y cariño- he recibido su llamada, ¿pasa algo?
- Si, te han pedido para una misión. A ti, especificamente.
- Pero, ¿les dijo que, si no es urgente, no estoy de...?
- Si,- cortó el masajeándose las sienes- si lo dije, pero insistió mucho, dijo que solo podía ser "La Gata" y mandó unas cuantas cosas.- Rebuscó bajo su mesa y le dió a la chica una caja con una carta.- supongo que ahí estarán las instrucciones. Cuando termines la misión escucharé con paciencia lo que querías contarme sobre lo sucedido en el reino de los elfos.
- Gracias señor, salgo ya en misión, a cumplir ordenes.
Con una sonrisa de su capitán se retiró, extrañada. De camino a su casa leyó la carta. Debía acompañar a una joven dama que estaba por casarse y, para ello, debía vestir de forma "adecuada" y tener cierta apariencia. Pero, ¿qué quería decir eso? Vaya, bonito insulto, y debía acudir esa misma noche.
Al llegar a su casa abrió la caja y de ella sacó un largo y bonito vestido azul rey. Precioso sin duda, pero no tenía nada de cómodo a la hora de pelear, y, con eso, no podía llevar espada, bueno, usaría sus dagas. No tendría problema con ello.
A la hora indicada, la chica llamó a la puerta, ataviada con el vestido azul y una capa que le cubriera los hombros, "iría más cómoda con mis pantalones" pensó la chica llamando a la puerta. Llevaba sus dagas enganchadas a ambos muslos, por suerte el vestido tenía bastante vuelo y una tela ligera, así no le constaría tanto moverse y, también, afortunadamente, se había acostumbrado a tratar con los nobles que iban y venían del palacio, así que no le costaría demasiado morderse la lengua y adoptar la actitud y postura necesarias para presentarse ante una familia tan importante.
La puerta se abrió y un mayordomo vestido de blanco y negro la hizo pasar a la entrada mientras avisaba a la familia de que "La Gata" había llegado. Miró a su alrededor por la extraordinariamente rica casa y vio delante de ella a una elfa, no, no era una simple elfa, era...
- ¿Niniel?- preguntó acercándose lentamente, tomado con suavidad el vestido, para no pisárselo- ¿Qué haces aquí?- curioseó en voz baja, sonriendo por encontrarse tan pronto con una antigua compañera.
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Última edición por Alanna Delteria el Vie Mayo 22 2015, 16:29, editado 1 vez
Alanna Delteria
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Re: Ladies Night [Trabajo](Alanna)
Níniel se giró al escuchar su nombre y no es que se sorprendiera de ver a Alanna allí con un bonito vestido azul, es que la coincidencia la dejó unos segundos en shock por lo irreal que aquello parecía, como si se tratara de un sueño o de algún hechizo jugando con sus sentidos o con su mente. Parpadeó perpleja y finalmente, con un tono en su voz de total y absoluta incredulidad pudo comenzar a hablar.
-¿Alanna?... Los ojos me juegan una mala pasada. ¿Eres tú?- Claro que era ella, aunque no lo pareciese vestida de una manera tan diferente a cómo la había conocido no mucho tiempo atrás, en Sindorai. En el bosque parecía una aventurera, valiente y audaz, incluso temeraria, y en aquel momento parecía, toda una dama, hermosa y refinada. Nadie diría que bajo aquel vestido se escondía una guerrera consumada.
Ambos mayordomos se cruzaron ante las puertas del gran salón. El que salía lo hacía con instrucciones de hacer pasar a la elfa y el que entraba lo hacía con la intención de avisar de que la segunda dama de compañía también había llegado ya. Ambos intercambiaron unas palabras entre si y debieron ponerse de acuerdo pues uno volvió a entrar al salón y el otro se quedó allí en el hall, interrumpió un instante la conversación para rogarles que esperaran.
-Si son tan amables de aguardar un momento, se anunciará a mis señores que ambas han llegado. Dama Jessica arde en deseos de conoceros al fin.- Dijo con una media reverencia y después apartándose hacia una de las paredes. Níniel respondió con una leve y cortés inclinación de cabeza pero lo cierto es que en aquel momento estaba mas pendiente de Alanna que del mayordomo, en cuanto se alejó prosiguió con la conversación.
-Pues lo mismo que tú, parece ser. Lord Spencer, a través de uno de sus empleados, insistió en que aceptara ser la acompañante de su hija en la noche de hoy. Por lo visto la chica siempre ha querido conocer a alguien de mi raza. Me negué las cien primeras veces que conste.- Hizo una pausa y se permitió sonreír por aquello último. -Cuando me dijeron que la otra chica era "La gata" jamás se me hubiese ocurrido que pudieras ser tú. Ni en un millar de años.-
La verdad es la situación era de las mas raras con lo que Níniel había tratado en su vida. ¿Cómo habían acabado ellas dos allí y vestidas de aquella forma? Si cuando se conocieron acabaron persiguiendo a unos bandidos y a su líder, un peligroso brujo, por el bosque. Ambas habían acabado heridas y con la ropa estropeada y empapada por la lluvia y al final de todo, tras vencer, habían visto como su compañero de aventura se alejaba volando convertido en un enorme dragón. Casi parecía una extraña broma del destino.
Las puertas del salón volvieron a abrirse y el segundo mayordomo les indicó que podían pasar, que los señores las recibirían. Níniel aún quería seguir hablando un poco más con Alanna, contarle la de cosas que le habían pasado en tan poco tiempo y también saber cómo le había ido a ella y de dónde salía eso de "La Gata", pero harían bien en no hacer esperar a tan distinguido anfitrión.
Níniel comenzó a andar de manera elegante, lo hacía de una forma que hacía parecer que se deslizaba en vez de caminar con sus manos entrelazadas sobre su vientre, su largo vestido ayudaba a dar aquella sensación. Tenía práctica en aquello pues era la hija de un pj importante entre los suyos y en sus setenta y dos años de edad había asistido a suficientes festivales, galas y demás reuniones con gente importante, claro que nunca con humanos. Esperaba que la etiqueta y los modos elegantes de su pueblo, junto con lo que había leído en libros sobre tales asuntos, le permitieran hacer un buen papel.
Ya ante Lord Biron, que las recibía en mitad del salón junto a su hija. Tan pronto como llegaron a su altura y mientras uno de los mayordomos las presentaba, la elfa realizó una leve reverencia ante el hombre primero y luego otra hacia la joven. El humano pareció sorprenderse por ver a la elfa hacer gala de aquellas formas pero cuando respondió parecía encontrar grato eso de que incluso miembros de otras razas y pueblos le mostraran respeto. Seguro que era de los que pensaban que los elfos eran salvajes que iban medio desnudos corriendo entre los árboles. No era así, salvo alguna vez que otra.
Tras los saludos, según la elfa tenía entendido, el humano dirigiría la conversación, al menos eso ocurría en los libros. Sin embargo la joven se adelantó a cualquier palabra de su padre e inició una lluvia de preguntas destinadas hacia las que serían sus damas. Desde costumbres élficas y sobre la veracidad de algunas de las cosas que solían decirse sobre ellos hasta sobre cuántos criminales había encerrado "La gata" en prisión y si era verdad que había atrapado a un depravado ofreciéndose como cebo. Su curiosidad era tan grande que ni siquiera permitía a Níniel y Alanna responder, parecía que tenía infinitas preguntas y posiblemente las hubieran escuchado todas seguidas si Lord Biron no la hubiese cortado.
-Tranquila hija mía, la noche es joven, habrá tiempo para preguntas y respuestas. ¿No deberías antes hacerlas partícipes de tus planes?-
La joven se ruborizo por su comportamiento y por haber sido reprendida por su padre.
-Si claro, disculpad. Iremos a ver una representación de una de las compañías de actores mas famosa de la ciudad. Han preparado un gran escenario para ello, quizá hayáis visto los preparativos en la ciudad. Va a acudir lo mas distinguido de la ciudad. Pero por el camino seguro que podremos hablar de muchas cosas. ¿Verdad?-
Níniel solo tenía una ligera idea de a qué se refería la humana con representación. Sabía que algunos humanos se dedicaban a "actuar" y revivían gestas de antaño e historias escritas como si estás estuvieran pasando de verdad, pero nunca había visto ninguna. La verdad es que sonaba interesante.
-Parece un plan maravilloso, será una gran velada Lady Jessica-
La joven sonrió complacida.
-Deberíais marchar ya, llegar ligeramente tarde es símbolo de elegancia, pero en exceso es todo lo contrario-Dijo el Lord y parecía que lo decía muy en serio no como frase hecha.
Sin perder mas tiempo el grupo de chicas salió de la mansión. Hacia una noche fresca aunque no fría. El cielo estaba despejado y la luna, casi llena, emitía su tenue luz sin obstáculos. Por supuesto una noble de la posición de Dama Jessica no iba andando a ninguna parte, a la entrada de la mansión esperaba un carruaje suntuoso tirado por cuatro caballos de pura raza y que parecía necesitar hasta tres personas para portarlo. Un hombre llevaba las riendas, otro iba sentado a su lado y un tercero parecía ser el encargado de abrir la puerta y realizar las reverencias oportunas, tanto a Jessica como a sus acompañantes.
El interior estaba cómodamente acolchado y forrado de terciopelo, hasta las cortinas eran de costosas telas. Níniel no pudo dejar de pensar que aquel carruaje se debía dormir mejor que en su habitación de la posada y que incluso era probable que fuera mas grande que su habitación.
Tan pronto como el carruaje se puso en marcha de forma lenta por los jardines de la mansión, y luego por las empedradas calles de Lunargenta, las preguntas se reanudaron.
-¿Alanna?... Los ojos me juegan una mala pasada. ¿Eres tú?- Claro que era ella, aunque no lo pareciese vestida de una manera tan diferente a cómo la había conocido no mucho tiempo atrás, en Sindorai. En el bosque parecía una aventurera, valiente y audaz, incluso temeraria, y en aquel momento parecía, toda una dama, hermosa y refinada. Nadie diría que bajo aquel vestido se escondía una guerrera consumada.
Ambos mayordomos se cruzaron ante las puertas del gran salón. El que salía lo hacía con instrucciones de hacer pasar a la elfa y el que entraba lo hacía con la intención de avisar de que la segunda dama de compañía también había llegado ya. Ambos intercambiaron unas palabras entre si y debieron ponerse de acuerdo pues uno volvió a entrar al salón y el otro se quedó allí en el hall, interrumpió un instante la conversación para rogarles que esperaran.
-Si son tan amables de aguardar un momento, se anunciará a mis señores que ambas han llegado. Dama Jessica arde en deseos de conoceros al fin.- Dijo con una media reverencia y después apartándose hacia una de las paredes. Níniel respondió con una leve y cortés inclinación de cabeza pero lo cierto es que en aquel momento estaba mas pendiente de Alanna que del mayordomo, en cuanto se alejó prosiguió con la conversación.
-Pues lo mismo que tú, parece ser. Lord Spencer, a través de uno de sus empleados, insistió en que aceptara ser la acompañante de su hija en la noche de hoy. Por lo visto la chica siempre ha querido conocer a alguien de mi raza. Me negué las cien primeras veces que conste.- Hizo una pausa y se permitió sonreír por aquello último. -Cuando me dijeron que la otra chica era "La gata" jamás se me hubiese ocurrido que pudieras ser tú. Ni en un millar de años.-
La verdad es la situación era de las mas raras con lo que Níniel había tratado en su vida. ¿Cómo habían acabado ellas dos allí y vestidas de aquella forma? Si cuando se conocieron acabaron persiguiendo a unos bandidos y a su líder, un peligroso brujo, por el bosque. Ambas habían acabado heridas y con la ropa estropeada y empapada por la lluvia y al final de todo, tras vencer, habían visto como su compañero de aventura se alejaba volando convertido en un enorme dragón. Casi parecía una extraña broma del destino.
Las puertas del salón volvieron a abrirse y el segundo mayordomo les indicó que podían pasar, que los señores las recibirían. Níniel aún quería seguir hablando un poco más con Alanna, contarle la de cosas que le habían pasado en tan poco tiempo y también saber cómo le había ido a ella y de dónde salía eso de "La Gata", pero harían bien en no hacer esperar a tan distinguido anfitrión.
Níniel comenzó a andar de manera elegante, lo hacía de una forma que hacía parecer que se deslizaba en vez de caminar con sus manos entrelazadas sobre su vientre, su largo vestido ayudaba a dar aquella sensación. Tenía práctica en aquello pues era la hija de un pj importante entre los suyos y en sus setenta y dos años de edad había asistido a suficientes festivales, galas y demás reuniones con gente importante, claro que nunca con humanos. Esperaba que la etiqueta y los modos elegantes de su pueblo, junto con lo que había leído en libros sobre tales asuntos, le permitieran hacer un buen papel.
Ya ante Lord Biron, que las recibía en mitad del salón junto a su hija. Tan pronto como llegaron a su altura y mientras uno de los mayordomos las presentaba, la elfa realizó una leve reverencia ante el hombre primero y luego otra hacia la joven. El humano pareció sorprenderse por ver a la elfa hacer gala de aquellas formas pero cuando respondió parecía encontrar grato eso de que incluso miembros de otras razas y pueblos le mostraran respeto. Seguro que era de los que pensaban que los elfos eran salvajes que iban medio desnudos corriendo entre los árboles. No era así, salvo alguna vez que otra.
Tras los saludos, según la elfa tenía entendido, el humano dirigiría la conversación, al menos eso ocurría en los libros. Sin embargo la joven se adelantó a cualquier palabra de su padre e inició una lluvia de preguntas destinadas hacia las que serían sus damas. Desde costumbres élficas y sobre la veracidad de algunas de las cosas que solían decirse sobre ellos hasta sobre cuántos criminales había encerrado "La gata" en prisión y si era verdad que había atrapado a un depravado ofreciéndose como cebo. Su curiosidad era tan grande que ni siquiera permitía a Níniel y Alanna responder, parecía que tenía infinitas preguntas y posiblemente las hubieran escuchado todas seguidas si Lord Biron no la hubiese cortado.
-Tranquila hija mía, la noche es joven, habrá tiempo para preguntas y respuestas. ¿No deberías antes hacerlas partícipes de tus planes?-
La joven se ruborizo por su comportamiento y por haber sido reprendida por su padre.
-Si claro, disculpad. Iremos a ver una representación de una de las compañías de actores mas famosa de la ciudad. Han preparado un gran escenario para ello, quizá hayáis visto los preparativos en la ciudad. Va a acudir lo mas distinguido de la ciudad. Pero por el camino seguro que podremos hablar de muchas cosas. ¿Verdad?-
Níniel solo tenía una ligera idea de a qué se refería la humana con representación. Sabía que algunos humanos se dedicaban a "actuar" y revivían gestas de antaño e historias escritas como si estás estuvieran pasando de verdad, pero nunca había visto ninguna. La verdad es que sonaba interesante.
-Parece un plan maravilloso, será una gran velada Lady Jessica-
La joven sonrió complacida.
-Deberíais marchar ya, llegar ligeramente tarde es símbolo de elegancia, pero en exceso es todo lo contrario-Dijo el Lord y parecía que lo decía muy en serio no como frase hecha.
Sin perder mas tiempo el grupo de chicas salió de la mansión. Hacia una noche fresca aunque no fría. El cielo estaba despejado y la luna, casi llena, emitía su tenue luz sin obstáculos. Por supuesto una noble de la posición de Dama Jessica no iba andando a ninguna parte, a la entrada de la mansión esperaba un carruaje suntuoso tirado por cuatro caballos de pura raza y que parecía necesitar hasta tres personas para portarlo. Un hombre llevaba las riendas, otro iba sentado a su lado y un tercero parecía ser el encargado de abrir la puerta y realizar las reverencias oportunas, tanto a Jessica como a sus acompañantes.
El interior estaba cómodamente acolchado y forrado de terciopelo, hasta las cortinas eran de costosas telas. Níniel no pudo dejar de pensar que aquel carruaje se debía dormir mejor que en su habitación de la posada y que incluso era probable que fuera mas grande que su habitación.
Tan pronto como el carruaje se puso en marcha de forma lenta por los jardines de la mansión, y luego por las empedradas calles de Lunargenta, las preguntas se reanudaron.
Níniel Thenidiel
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Re: Ladies Night [Trabajo](Alanna)
Al parecer la elfa se sentía tan sorprendida como la propia Alanna de encontrarse de nuevo, pero por lo que veía, la sorpresa era grata para ambas, al menos, sabían que si sucedía cualquier cosa, podían confiar la una en la otra. Mientras los mayordomos se cruzaban para informar de la nueva legada, la sacerdotisa respondió a su pregunta.
También la habían mandado llamar, ella había podido rechazar la oferta varias veces, hasta que, finalmente, había accedido. Al menos ella había podido negarse un par de veces, a la guardia le había resultado imposible. Compromisos sociales, le llamaban. No se sorprendió cuando la chica confesó que jamás habría imaginado que ella era la afamada "Gata" nadie se lo imaginaba nunca. Su aspecto no era el de alguien silencioso y elegante, no daba la imagen de ser un gato, mas bien parecía un perro, un perro fiel y servil. Pero no se había ganado el apodo por su aspecto superficial. Se lo había ganado por su maestría al infiltrarse y salir de los sitios con sigilo. Por no hablar de más, por saber guardar secretos. Por que, a pesar de parecer un perro que seguía ordenes, las seguía a su propio modo. En el fondo nunca hacía caso a nadie, solo escuchaba su propio dictamen.
Envuelta en sus pensamientos, procurando no dejar salir los modales que había adquirido durante su viaje, uno de los mayordomos las hizo pasar a una enorme sala, ricamente decorada e iluminada donde una joven algo más pequeña que las recién llegadas y un hombre elegante con aires de superioridad las esperaban.
Al encontrarse ante el hombre, la joven hizo una ligera reverencia, como era costumbre cuando se encontraban con gente de mayor rango y se dispuso a esperar instrucciones, pero en lugar del señor, la que comenzó a hablar fue la chica, que les lanzó un chaparrón de preguntas incesantes, que, ni aunque lo intentaran les daría tiempo a responder. Con cara de sorpresa, Alanna observó a la dama dar saltos emocionados y una ligera sonrisa se asomó a sus labios. Era un alivio, al parecer no tendrían que escoltar a una persona estirada que se creía superior solo por haber tenido la fortuna de nacer en una familia adinerada.
Entonces el hombre la hizo parar, dando paso a la charla de rigor que había en estos casos antes de iniciar una misión. Era lo que menos le gustaba a la chica de este tipo de cosas. No se gustaba cuando debía fingir respetar a alguien que no la respetaba a ella. pero tampoco quería provocar que la expulsaran de la guardia o que hubiera un conflicto entre esta y los ciudadanos, así que debía soportarlo con una sonrisa.
Afortunadamente, fue la chica quien les habló de lo que harían. Una obra de teatro, Alanna asintió con alegría, hacía tiempo que no acudía a ninguna representación y era algo que añoraba de la vida en lunargenta, posiblemente una de las pocas cosas que echaba en falta.
No tardaron en salir a la calle, donde un lustroso carromato los esperaba para llevarlas al lugar. Bueno, todo esto sería sencillo, y, con suerte, entretenido, ya ni siquiera le importaba tener que llevar vestido. Alanna dejó que la dama y Niniel subieran primero al coche antes de acceder ella y una vez dentro, con las comisuras elevadas, se dispuso a responder las anteriores preguntas de la parte contratante.
- Me alegra que tenga tanta curiosidad Miss- sonrió con amabilidad- ahora que hay más calma, estoy dispuesta a responder a todas sus preguntas, por lo que he visto, tenéis bastantes.
- Así es- respondió la joven emocionada- jamás pensé que me sentaría en el mismo carruaje que una elfa y "La Gata" tengo tanto que quiero saber, ya que os habeis ofrecido empezaré con vos- expresó con amabilidad aun con ansias, parecía que, de un salto, la chica fuera a romper el techo del carruaje y salir disparada hacia el cielo.- ¿Por qué te llaman Gata? es decir se de algunas de tus misiones, pero de donde viene el apodo exactamente?- ya estaba, los nervios habían conseguido que incluso olvidara sus modales y eso alegró a la guardia, no le gustaba que la trataran con tantos cuidados y rodeos.
- Bueno, lo cierto es que fue en mi primer año de guardia. Nos dieron una misión de espionaje, debíamos sacar unos documentos de cierta taberna- comenzó con aire de misterio.rei- No teníamos mucho tiempo, estaban a punto de llevar a cabo una transacción poco común.- miró a ambos lados como si fuera un gran secreto, aunque lo cierto es que ya todo el reino conocía de esa misión, pero la chica parecía tan emocionada que quería jugar un poco con ella- Sangre de vampiro.- susurró como si acabara de confesar algo increíble.- Decían que alargaba la vida y traían a vampiros desde Sacrestic Ville para acabar con ellos y extraerles lo que hacían llamar "el jugo de la vida", yo y otros dos compañeros debíamos detenerlos. - prosiguió con la historia- Ellos intentaron entrar por el sotano, yo, decidí usar el tejado. A ellos los descubrieron, y mantuvieron distraídos a los culpables mientras yo entraba por una ventana y, rápidamente, salía del lugar con los documentos que probaban sus fechorías bajo el brazo.- contó despacio- La misión no era así exactamente, pero todo salió bien, mis compañeros regresaron sanos y salvos, y el ser tan rápida y sigilosa, junto a la carrera por los tejados como un gato callejero hizo que me ganase el sobrenombre.
La chica terminó de contar su historia con una sonrisa por la cara emocionada de la joven, le hacía gracia, era tan inocente y curiosa. seguro que tenía más preguntas, pero parecía que, de momento, había tenido bastante con escuchar ese pequeño resumen, posiblemente ahora fuese el turno de Niniel de responder preguntas.
También la habían mandado llamar, ella había podido rechazar la oferta varias veces, hasta que, finalmente, había accedido. Al menos ella había podido negarse un par de veces, a la guardia le había resultado imposible. Compromisos sociales, le llamaban. No se sorprendió cuando la chica confesó que jamás habría imaginado que ella era la afamada "Gata" nadie se lo imaginaba nunca. Su aspecto no era el de alguien silencioso y elegante, no daba la imagen de ser un gato, mas bien parecía un perro, un perro fiel y servil. Pero no se había ganado el apodo por su aspecto superficial. Se lo había ganado por su maestría al infiltrarse y salir de los sitios con sigilo. Por no hablar de más, por saber guardar secretos. Por que, a pesar de parecer un perro que seguía ordenes, las seguía a su propio modo. En el fondo nunca hacía caso a nadie, solo escuchaba su propio dictamen.
Envuelta en sus pensamientos, procurando no dejar salir los modales que había adquirido durante su viaje, uno de los mayordomos las hizo pasar a una enorme sala, ricamente decorada e iluminada donde una joven algo más pequeña que las recién llegadas y un hombre elegante con aires de superioridad las esperaban.
Al encontrarse ante el hombre, la joven hizo una ligera reverencia, como era costumbre cuando se encontraban con gente de mayor rango y se dispuso a esperar instrucciones, pero en lugar del señor, la que comenzó a hablar fue la chica, que les lanzó un chaparrón de preguntas incesantes, que, ni aunque lo intentaran les daría tiempo a responder. Con cara de sorpresa, Alanna observó a la dama dar saltos emocionados y una ligera sonrisa se asomó a sus labios. Era un alivio, al parecer no tendrían que escoltar a una persona estirada que se creía superior solo por haber tenido la fortuna de nacer en una familia adinerada.
Entonces el hombre la hizo parar, dando paso a la charla de rigor que había en estos casos antes de iniciar una misión. Era lo que menos le gustaba a la chica de este tipo de cosas. No se gustaba cuando debía fingir respetar a alguien que no la respetaba a ella. pero tampoco quería provocar que la expulsaran de la guardia o que hubiera un conflicto entre esta y los ciudadanos, así que debía soportarlo con una sonrisa.
Afortunadamente, fue la chica quien les habló de lo que harían. Una obra de teatro, Alanna asintió con alegría, hacía tiempo que no acudía a ninguna representación y era algo que añoraba de la vida en lunargenta, posiblemente una de las pocas cosas que echaba en falta.
No tardaron en salir a la calle, donde un lustroso carromato los esperaba para llevarlas al lugar. Bueno, todo esto sería sencillo, y, con suerte, entretenido, ya ni siquiera le importaba tener que llevar vestido. Alanna dejó que la dama y Niniel subieran primero al coche antes de acceder ella y una vez dentro, con las comisuras elevadas, se dispuso a responder las anteriores preguntas de la parte contratante.
- Me alegra que tenga tanta curiosidad Miss- sonrió con amabilidad- ahora que hay más calma, estoy dispuesta a responder a todas sus preguntas, por lo que he visto, tenéis bastantes.
- Así es- respondió la joven emocionada- jamás pensé que me sentaría en el mismo carruaje que una elfa y "La Gata" tengo tanto que quiero saber, ya que os habeis ofrecido empezaré con vos- expresó con amabilidad aun con ansias, parecía que, de un salto, la chica fuera a romper el techo del carruaje y salir disparada hacia el cielo.- ¿Por qué te llaman Gata? es decir se de algunas de tus misiones, pero de donde viene el apodo exactamente?- ya estaba, los nervios habían conseguido que incluso olvidara sus modales y eso alegró a la guardia, no le gustaba que la trataran con tantos cuidados y rodeos.
- Bueno, lo cierto es que fue en mi primer año de guardia. Nos dieron una misión de espionaje, debíamos sacar unos documentos de cierta taberna- comenzó con aire de misterio.rei- No teníamos mucho tiempo, estaban a punto de llevar a cabo una transacción poco común.- miró a ambos lados como si fuera un gran secreto, aunque lo cierto es que ya todo el reino conocía de esa misión, pero la chica parecía tan emocionada que quería jugar un poco con ella- Sangre de vampiro.- susurró como si acabara de confesar algo increíble.- Decían que alargaba la vida y traían a vampiros desde Sacrestic Ville para acabar con ellos y extraerles lo que hacían llamar "el jugo de la vida", yo y otros dos compañeros debíamos detenerlos. - prosiguió con la historia- Ellos intentaron entrar por el sotano, yo, decidí usar el tejado. A ellos los descubrieron, y mantuvieron distraídos a los culpables mientras yo entraba por una ventana y, rápidamente, salía del lugar con los documentos que probaban sus fechorías bajo el brazo.- contó despacio- La misión no era así exactamente, pero todo salió bien, mis compañeros regresaron sanos y salvos, y el ser tan rápida y sigilosa, junto a la carrera por los tejados como un gato callejero hizo que me ganase el sobrenombre.
La chica terminó de contar su historia con una sonrisa por la cara emocionada de la joven, le hacía gracia, era tan inocente y curiosa. seguro que tenía más preguntas, pero parecía que, de momento, había tenido bastante con escuchar ese pequeño resumen, posiblemente ahora fuese el turno de Niniel de responder preguntas.
Última edición por Alanna Delteria el Vie Mayo 22 2015, 16:30, editado 1 vez
Alanna Delteria
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Re: Ladies Night [Trabajo](Alanna)
Durante todo el relato la joven dama se había mantenido atenta a las palabras de Alanna como si de una niña escuchando un cuento se tratara. De hecho Níniel pensaba que la joven se lo estaba tomando así, como si de una simple historia se tratara sin tener en cuenta que durante aquella misión podría haber resultado herida o muerta mucha gente, incluida la propia Alanna. Esperaba que si alguna vez la noble se viera en una situación así no se la tomara tan a la ligera, esa era una lección que la elfa había aprendido ya. En cierto modo aquella humana era como había sido ella misma mientras había permanecido bajo la protección de su madre y de su clan, leyendo y escuchando historias a las que empiezas a verles otro sentido cuando esas cosas empiezan a pasarte a ti.
A pesar de todo, y viéndola a través de un cristal diferente, la historia era de lo mas interesante y explicaba algo que la propia peliblanca desconocía de su amiga, también la hizo pensar sobre si alguna vez ella se ganaría un apodo como el suyo. La verdad es que era harto improbable, ella no contaba con ninguna de las cualidades de "La Gata".
-Desconocía por completo esa faceta tuya Alanna, en Sindorai hiciste gala de otras cualidades diferentes, no puedo si no dar gracias a los dioses por que me ayudarás aquella vez-
Por el contenido de las palabras de la elfa y el modo amistoso y cercano con el que se dirigía hacia ella era evidente para cualquiera que la hubiese oído el hecho de que ambas mujeres se conocían de antes. Dama Jessica no fue ninguna excepción y miró a ambas como si de repente hubiese pasado algo que las hiciera aún mas interesantes de lo que ya parecía considerarlas.
-¿Ya os conocíais? .Y parece que hay toda una historia detrás. ¿Acaso sois la compañera de hazañas de La Gata?-
Níniel sonrió, no se había considerado nunca como la compañera de hazañas de nadie, simplemente como alguien con un don para meterse en líos.
-Bueno, no diría tanto Dama Jessica. Pero es cierto que nos conocemos y que lo hicimos en unas circunstancias un tanto...Atípicas, al menos para mí.-
La joven dama la miraba con los ojos llenos de brillo, inclinada hacia delante como si no quisiera correr el riesgo de que ninguna de las partes del relato que iba a escuchar a continuación se le escapara. Ante aquello Níniel no pudo si no comenzar a contar lo ocurrido no hacía mucho tiempo en el bosque.
-Todo comenzó en lo que parecía un día tranquilo en el claro. Estaba allí para realizar unas negociaciones cuando de repente una caravana...-
Durante los siguientes minutos continuó contándole cómo se habían conocido y cómo las cosas habían terminado en un enfrentamiento con un peligroso enemigo. La verdad es que tras haber escuchado y leído tantas historias, Níniel era una excelente narradora y sabía imprimirle a su melodiosa voz los tonos adecuados para crear tensión u otras sensaciones cuando era necesario, llegando a arrancarle un gritito a Jessica durante los momentos mas peliagudos del combate final. Cuando acabó la historia parecía que se habían ganado una admiradora.
-Increible...Y ese tal Ronald...¿Era guapo?-Níniel no supo que decir, durante todo el tiempo había pensado que era un humano y no lo había mirado con esos ojos. -Supongo que no estaba mal, aunque mintió todo el rato y estaba bastante sucio-
La dama rió ante la crítica al chico de la historia. -Yo me pregunto cómo será el hombre con el que me casaré mañana-
Una revelación extraña aquella ¿Cómo no iba a conocer al que sería su esposo en tan solo unas horas? La joven pareció captar la sorpresa en la elfa pues lo explicó. Lo hizo como si aquello no fuera algo malo ni extraño.
-Es un matrimonio concertado con el hijo de otro noble, con nuestra unión se unirán también dos de los apellidos mas poderosos de la ciudad y dos de las mayores fortunas. Pero lo cierto es que solo sé su nombre y lo poco que me han contado de él. Es mi obligación como Spencer. No me siento mal por ello. Todos tenemos obligaciones, solo que distintas.-
Aquello parecía un discurso memorizado mas que algo que le saliera del corazón. Los humanos tenían costumbres muy extrañas y parecía que muchas iban destinadas a saciar una inconmensurable sed de poder o de riquezas, o del poder que traía consigo la riqueza. Níniel no pudo evitar fruncir los labios.
En aquel momento el carromato se detuvo y el cochero llamó a la puerta del carruaje avisando de que habían llegado a su destino y preguntando si las señoritas deseaban bajar. Tras recibir la respuesta afirmativa la puerta se abrió y el sirviente les ofreció ayuda para bajar a cada una de las mujeres. Cuando fue el turno de Alanna, el hombre se sonrojó al tomar su mano.
Estaban a la entrada de una amplia plaza de la zona alta de la ciudad. El lugar estaba bien iluminado a pesar de ser de noche por centenares de antorchas, braseros y faroles. Sin parar llegaban toda clase de carruajes de los que salían nobles vestidos con elegantes galas y por todas partes por donde no se estorbaba la ida y venidas de mas carros se formaban corros de mayor o menor tamaño que hablaban entre si de manera despreocupada y animada. No era ninguna mentira que la flor y nata de la alta sociedad iba a reunirse allí esa noche y la guardia de la ciudad, con sus mejores uniformes vigilaba el lugar para que nadie les estropeara la velada.
A partir de ese punto las tres jóvenes continuaron solas. Níniel se sentía incómoda cuando muchas de las miradas se centraron en ella y sin duda en sus largas orejas pero trató de disimularlo lo mejor que pudo.Era evidente que aquellos nobles no veían a muchos de su especie en eventos como aquel. Lady Jessica por el contrario parecía disfrutar enormemente de ser el centro de atención y sonreía y saludaba con educación a cuantos se cruzaban en el camino aunque no se detuvo a entablar una conversación con nadie.
-Muchas de estas personas están invitadas a la boda mañana, no soporto a la mayoría de ellas- Confesó a sus damas en voz baja y riéndose. -Busquemos nuestros asientos, allí podremos seguir hablando-
Dentro de la plaza habían montado un gran escenario completo, con su propio telón y todo. A sus pies había largas filas de gradas también montadas para la ocasión y su factura y calidad hacían difícil de creer que fueran algo que habían construido solo para la ocasión y que después sería retirado para que la plaza volviera a su actividad normal, parecía que no se había reparado en gastos. Tras las gradas, en las balconadas de los edificios de piedra que rodeaban la plaza, se encontraban las localidades para lo mas alto de la sociedad de Lunargenta. Cuando Lady Jessica entregó unas invitaciones a uno de los acomodadores, este las guió por entre los pasillos hasta el portal de uno de los edificios y desde allí hasta una de esas elitistas y exclusivas balconadas y a la lujosa sala que había antes de ellas, con comida y bebida en abundancia preparadas. Allí había sitio para una docena de personas, e incluso más, pero aquel amplio lugar con tan buenas vistas del escenario y con semejante festín era solo para ellas tres. No solo eso, por lo visto tenían incluso su propio camarero para atender sus necesidades durante el espectáculo.
-Esto es...- La verdad es que no sabía cómo definirlo. Sentía lo mismo que sintió en la mansión Spencer. Todo era tan maravillosamente lujoso que resultaba impresionante y no se podía negar lo magnífico, pero por otra parte resultaba tan excesivo...
-Maravilloso lo sé, espero de corazón que disfrutéis tanto como yo. Pedid lo que queráis-
Bajo ellas y a ambos lados de su balconada poco a poco los lugares se fueron ocupando. Pronto comenzaría la función.
A pesar de todo, y viéndola a través de un cristal diferente, la historia era de lo mas interesante y explicaba algo que la propia peliblanca desconocía de su amiga, también la hizo pensar sobre si alguna vez ella se ganaría un apodo como el suyo. La verdad es que era harto improbable, ella no contaba con ninguna de las cualidades de "La Gata".
-Desconocía por completo esa faceta tuya Alanna, en Sindorai hiciste gala de otras cualidades diferentes, no puedo si no dar gracias a los dioses por que me ayudarás aquella vez-
Por el contenido de las palabras de la elfa y el modo amistoso y cercano con el que se dirigía hacia ella era evidente para cualquiera que la hubiese oído el hecho de que ambas mujeres se conocían de antes. Dama Jessica no fue ninguna excepción y miró a ambas como si de repente hubiese pasado algo que las hiciera aún mas interesantes de lo que ya parecía considerarlas.
-¿Ya os conocíais? .Y parece que hay toda una historia detrás. ¿Acaso sois la compañera de hazañas de La Gata?-
Níniel sonrió, no se había considerado nunca como la compañera de hazañas de nadie, simplemente como alguien con un don para meterse en líos.
-Bueno, no diría tanto Dama Jessica. Pero es cierto que nos conocemos y que lo hicimos en unas circunstancias un tanto...Atípicas, al menos para mí.-
La joven dama la miraba con los ojos llenos de brillo, inclinada hacia delante como si no quisiera correr el riesgo de que ninguna de las partes del relato que iba a escuchar a continuación se le escapara. Ante aquello Níniel no pudo si no comenzar a contar lo ocurrido no hacía mucho tiempo en el bosque.
-Todo comenzó en lo que parecía un día tranquilo en el claro. Estaba allí para realizar unas negociaciones cuando de repente una caravana...-
Durante los siguientes minutos continuó contándole cómo se habían conocido y cómo las cosas habían terminado en un enfrentamiento con un peligroso enemigo. La verdad es que tras haber escuchado y leído tantas historias, Níniel era una excelente narradora y sabía imprimirle a su melodiosa voz los tonos adecuados para crear tensión u otras sensaciones cuando era necesario, llegando a arrancarle un gritito a Jessica durante los momentos mas peliagudos del combate final. Cuando acabó la historia parecía que se habían ganado una admiradora.
-Increible...Y ese tal Ronald...¿Era guapo?-Níniel no supo que decir, durante todo el tiempo había pensado que era un humano y no lo había mirado con esos ojos. -Supongo que no estaba mal, aunque mintió todo el rato y estaba bastante sucio-
La dama rió ante la crítica al chico de la historia. -Yo me pregunto cómo será el hombre con el que me casaré mañana-
Una revelación extraña aquella ¿Cómo no iba a conocer al que sería su esposo en tan solo unas horas? La joven pareció captar la sorpresa en la elfa pues lo explicó. Lo hizo como si aquello no fuera algo malo ni extraño.
-Es un matrimonio concertado con el hijo de otro noble, con nuestra unión se unirán también dos de los apellidos mas poderosos de la ciudad y dos de las mayores fortunas. Pero lo cierto es que solo sé su nombre y lo poco que me han contado de él. Es mi obligación como Spencer. No me siento mal por ello. Todos tenemos obligaciones, solo que distintas.-
Aquello parecía un discurso memorizado mas que algo que le saliera del corazón. Los humanos tenían costumbres muy extrañas y parecía que muchas iban destinadas a saciar una inconmensurable sed de poder o de riquezas, o del poder que traía consigo la riqueza. Níniel no pudo evitar fruncir los labios.
En aquel momento el carromato se detuvo y el cochero llamó a la puerta del carruaje avisando de que habían llegado a su destino y preguntando si las señoritas deseaban bajar. Tras recibir la respuesta afirmativa la puerta se abrió y el sirviente les ofreció ayuda para bajar a cada una de las mujeres. Cuando fue el turno de Alanna, el hombre se sonrojó al tomar su mano.
Estaban a la entrada de una amplia plaza de la zona alta de la ciudad. El lugar estaba bien iluminado a pesar de ser de noche por centenares de antorchas, braseros y faroles. Sin parar llegaban toda clase de carruajes de los que salían nobles vestidos con elegantes galas y por todas partes por donde no se estorbaba la ida y venidas de mas carros se formaban corros de mayor o menor tamaño que hablaban entre si de manera despreocupada y animada. No era ninguna mentira que la flor y nata de la alta sociedad iba a reunirse allí esa noche y la guardia de la ciudad, con sus mejores uniformes vigilaba el lugar para que nadie les estropeara la velada.
A partir de ese punto las tres jóvenes continuaron solas. Níniel se sentía incómoda cuando muchas de las miradas se centraron en ella y sin duda en sus largas orejas pero trató de disimularlo lo mejor que pudo.Era evidente que aquellos nobles no veían a muchos de su especie en eventos como aquel. Lady Jessica por el contrario parecía disfrutar enormemente de ser el centro de atención y sonreía y saludaba con educación a cuantos se cruzaban en el camino aunque no se detuvo a entablar una conversación con nadie.
-Muchas de estas personas están invitadas a la boda mañana, no soporto a la mayoría de ellas- Confesó a sus damas en voz baja y riéndose. -Busquemos nuestros asientos, allí podremos seguir hablando-
Dentro de la plaza habían montado un gran escenario completo, con su propio telón y todo. A sus pies había largas filas de gradas también montadas para la ocasión y su factura y calidad hacían difícil de creer que fueran algo que habían construido solo para la ocasión y que después sería retirado para que la plaza volviera a su actividad normal, parecía que no se había reparado en gastos. Tras las gradas, en las balconadas de los edificios de piedra que rodeaban la plaza, se encontraban las localidades para lo mas alto de la sociedad de Lunargenta. Cuando Lady Jessica entregó unas invitaciones a uno de los acomodadores, este las guió por entre los pasillos hasta el portal de uno de los edificios y desde allí hasta una de esas elitistas y exclusivas balconadas y a la lujosa sala que había antes de ellas, con comida y bebida en abundancia preparadas. Allí había sitio para una docena de personas, e incluso más, pero aquel amplio lugar con tan buenas vistas del escenario y con semejante festín era solo para ellas tres. No solo eso, por lo visto tenían incluso su propio camarero para atender sus necesidades durante el espectáculo.
-Esto es...- La verdad es que no sabía cómo definirlo. Sentía lo mismo que sintió en la mansión Spencer. Todo era tan maravillosamente lujoso que resultaba impresionante y no se podía negar lo magnífico, pero por otra parte resultaba tan excesivo...
-Maravilloso lo sé, espero de corazón que disfrutéis tanto como yo. Pedid lo que queráis-
Bajo ellas y a ambos lados de su balconada poco a poco los lugares se fueron ocupando. Pronto comenzaría la función.
Níniel Thenidiel
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Re: Ladies Night [Trabajo](Alanna)
La chica de ojos marrones sonrió como simple respuesta al comentario de la elfa, que se vio interrumpida por la Dama, que, con curiosidad, quería saber si eran compañeras de hazañas. Una mirada cómplice con Niniel fue bastante como para que esta comenzase a hablar. La joven Jessica escuchó con atención como la chica de vestido blanco, narrando de forma esplendida, contaba sus hazañas en el bosque de los elfos contra el brujo de hielo. y después solo preguntaba por el dragón que las había ayudado, sin embargo, el siguiente comentario de la dama entristeció a la guardia.
Sabía de las costumbres nobles, no podían escoger marido, las jóvenes adineradas solo tenían un deber desde su nacimiento, ser bellas y educadas. Ellas nunca gozarían de la libertad que tenía cualquier otra persona, no podían viajar, no podían tener su propia vida, ni siquiera podían enamorarse. Un suspiro imperceptible salió de labios de Alanna, que miraba con tristeza a la joven que tenía delante, que citaba, resuelta y sabiendo que poco podía hacer para cambiar su situación, las palabras que debía haber escuchado ya cientos de veces "es mi obligación". Ella también se había repetido esa misma frase cientos de veces, miles, en todas y cada una de las misiones, pero reconocía que tenía suerte, ella siempre había encontrado la forma de cumplir las ordenes sin faltar a su propio código moral y ético. Había encontrado la forma de no traicionarse a si misma.
Sin decir nada más llegaron al teatro. El cochero abrió la puerta con amabilidad y las ayudó a bajar una por una. Cuando fue su turno La Gata susurró un gracias mientras contemplaba lo que las rodeaba. Sabía que solo estaba allí por la curiosidad de la joven casadera, pero no por eso era un trabajo de menos importancia, debía vigilar.
Entraron a un gran hall, atrayendo las miradas, no era de extrañar, una elfa llamaba bastante la atención, y parecía que la joven que las había contratado estaba más que encantada de ser el centro. Mientras se encaminaban a los palcos la dama recibió unos saludos que todas respondieron con amabilidad y, por lo que dijo Jessica, Alanna no era la única que odiaba la situación.
No le costaba comportarse de forma educada, le habían enseñado a ser una dama si era necesario. podía llegar a ser camaleónica si lo requería, pero no se sentía bien con las sonrisas fingidas, las miradas de odio de soslayo, las risas falsas, los comentarios por la espalda, la rabia y los celos retenidos que salían en forma de puyas, como si de niños malcriados se tratara y terminaran siendo los auténticos críos los más maduros. Como si no hubiera bastante cultura como para terminar con la guerra fría. Era todo tan frívolo, infantil y estúpido. Los conflictos no se resolvían de ese modo, más valdría que se dieran de bofetadas hasta cansarse, que soltasen toda la basura que tenían que decir a la cara y que luego se arreglasen. La sinceridad, a pesar de doler en un primer momento, solía ser la mejor solución, ella misma se había metido en peleas de ese estilo donde, finalmente, había logrado amistarse con el "contrincante" La mentira solo crea problemas, se acumula y cuando explota, no queda un alma en pie.
Mientras rumiaba en sus pensamientos seguía mirando a su alrededor con disimulo, avanzando por el lugar como si flotara, con una pequeña sonrisa en la cara que nada tenía que ver con lo que ocupaba su mente. Fijó su mirada en un joven que llamó su atención. Los demás, habían dejado sus armas en el ropero, espadas y bastones se encontraban lejos del alcance de la gente, bueno, era cierto que ella no lo había hecho, pero no pensaba dejar sus queridas dagas al alcance de cualquiera. El chico andaba raro, como cuando alguien lleva un arma atada al tobillo, eso le daba mala espina, debería estar atenta.
Al llegar a la balconada la voz de Niniel la distrajo de su vigilancia. Cierto, el lugar era increíble, engalanado y maravilloso, el escenario era el centro de todo, incluso desde el gallinero podrían verse y escucharse las pericias actorales. Tomaron asiento y no tardó en empezar la obra, aunque la guarda poco observaba o escuchaba los guiones, estaba más preocupada por encontrar la razón de su rara sensación, que le llevaba a pensar que algo raro podría ocurrir esa noche.
Sabía de las costumbres nobles, no podían escoger marido, las jóvenes adineradas solo tenían un deber desde su nacimiento, ser bellas y educadas. Ellas nunca gozarían de la libertad que tenía cualquier otra persona, no podían viajar, no podían tener su propia vida, ni siquiera podían enamorarse. Un suspiro imperceptible salió de labios de Alanna, que miraba con tristeza a la joven que tenía delante, que citaba, resuelta y sabiendo que poco podía hacer para cambiar su situación, las palabras que debía haber escuchado ya cientos de veces "es mi obligación". Ella también se había repetido esa misma frase cientos de veces, miles, en todas y cada una de las misiones, pero reconocía que tenía suerte, ella siempre había encontrado la forma de cumplir las ordenes sin faltar a su propio código moral y ético. Había encontrado la forma de no traicionarse a si misma.
Sin decir nada más llegaron al teatro. El cochero abrió la puerta con amabilidad y las ayudó a bajar una por una. Cuando fue su turno La Gata susurró un gracias mientras contemplaba lo que las rodeaba. Sabía que solo estaba allí por la curiosidad de la joven casadera, pero no por eso era un trabajo de menos importancia, debía vigilar.
Entraron a un gran hall, atrayendo las miradas, no era de extrañar, una elfa llamaba bastante la atención, y parecía que la joven que las había contratado estaba más que encantada de ser el centro. Mientras se encaminaban a los palcos la dama recibió unos saludos que todas respondieron con amabilidad y, por lo que dijo Jessica, Alanna no era la única que odiaba la situación.
No le costaba comportarse de forma educada, le habían enseñado a ser una dama si era necesario. podía llegar a ser camaleónica si lo requería, pero no se sentía bien con las sonrisas fingidas, las miradas de odio de soslayo, las risas falsas, los comentarios por la espalda, la rabia y los celos retenidos que salían en forma de puyas, como si de niños malcriados se tratara y terminaran siendo los auténticos críos los más maduros. Como si no hubiera bastante cultura como para terminar con la guerra fría. Era todo tan frívolo, infantil y estúpido. Los conflictos no se resolvían de ese modo, más valdría que se dieran de bofetadas hasta cansarse, que soltasen toda la basura que tenían que decir a la cara y que luego se arreglasen. La sinceridad, a pesar de doler en un primer momento, solía ser la mejor solución, ella misma se había metido en peleas de ese estilo donde, finalmente, había logrado amistarse con el "contrincante" La mentira solo crea problemas, se acumula y cuando explota, no queda un alma en pie.
Mientras rumiaba en sus pensamientos seguía mirando a su alrededor con disimulo, avanzando por el lugar como si flotara, con una pequeña sonrisa en la cara que nada tenía que ver con lo que ocupaba su mente. Fijó su mirada en un joven que llamó su atención. Los demás, habían dejado sus armas en el ropero, espadas y bastones se encontraban lejos del alcance de la gente, bueno, era cierto que ella no lo había hecho, pero no pensaba dejar sus queridas dagas al alcance de cualquiera. El chico andaba raro, como cuando alguien lleva un arma atada al tobillo, eso le daba mala espina, debería estar atenta.
Al llegar a la balconada la voz de Niniel la distrajo de su vigilancia. Cierto, el lugar era increíble, engalanado y maravilloso, el escenario era el centro de todo, incluso desde el gallinero podrían verse y escucharse las pericias actorales. Tomaron asiento y no tardó en empezar la obra, aunque la guarda poco observaba o escuchaba los guiones, estaba más preocupada por encontrar la razón de su rara sensación, que le llevaba a pensar que algo raro podría ocurrir esa noche.
Última edición por Alanna Delteria el Vie Mayo 22 2015, 16:32, editado 1 vez
Alanna Delteria
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Re: Ladies Night [Trabajo](Alanna)
Alanna llevaba un tiempo callada sin decir nada, Níniel se había percatado de que miraba de un lado a otro pero sin alegría en los ojos ni curiosidad, como si aquella velada fuese para ella mucho mas que solo ver un espectáculo y ser agradable con Dama Jessica y los demás nobles. Quizá no le gustase el teatro o su vida en la ciudad la hubiese llevado a cierta animadversión por aquel ambiente tan diferente que tantos recursos parecía despilfarrar mientras otras partes de la ciudad sentían cada día lo que significaba la lucha por sobrevivir con lo justo o incluso menos. Fuese lo que fuese, si no había dicho nada era por que no quería decirlo y sacar el tema solo serviría para enrarecer el ambiente que por lo demás era perfecto. Dama Jessica se mostraba encantada y recomendaba a Níniel que probara cierta fruta de la sala o aquellos pastelitos que consideraba sus favoritos, entre risas cuando la elfa terminó con la punta de la nariz manchada de crema.
Pronto salió un hombre al escenario por delante del telón aún cerrado. Iba vestido de forma extraña, como si llevara una especie de túnica que dejaba uno de sus hombros al descubierto y su cara iba tapada por una máscara que representaba un rostro sonriente algo siniestro en opinión de Níniel. Solo con verlo la plaza fue quedando poco a poco en silencio aunque el tipo del escenario comenzó a recitar unos versos ingeniosos para terminar de atraer la atención del público hasta que el silencio fue total.
En ese momento el hombre comenzó a recitar con un potente chorro de voz lo que debía de ser la introducción a la obra.
-Eran tiempos de guerra y los campos de batalla hacían en aquel entonces extraños compañeros de armas...- Hizo una pausa calculada. -...Y de cama. -Se escucharon risitas entre el público ya que entre la alta sociedad decir esa clase de cosas en publico era casi impúdico. -Mientras el rojo de la sangre teñía los campos de nuestra amada Aerandir, otro tipo de rojo, el de la pasión, teñía los corazones de nuestros jóvenes protagonistas. Ella, un noble de belleza sin par... -De nuevo hizo una pausa y paseó su enmascarada mirada por entre el público y después por las balconadas, parecía detenerla un instante en muchas de las damas asistentes- ...Eso dice la historia, pero viendo tanta hermosura entre el público temo estar mintiendo con mis palabras- De nuevo risas. -Él, un caballero de gran valor, afamado por sus gestas en decenas de batallas. Su amor, imposible, pues sus familias cargaban con una enemistad centenaria...Veamos, lo que el destino tiene preparado para ellos-
Tras la introducción el telón se abrió mostrando un decorado que parecía representar un pequeño rincón de la propia Lunargenta. y varios actores hacían de transeuntes, vendedores y demás. Níniel, que nunca había visto teatro observaba aquella pequeña representación de la vida de la ciudad totalmente encantada. Entonces aparecieron un par de actrices y comenzaron un diálogo. Níniel estaba segura de que a pesar del maquillaje y el vestido al menos una de aquellas supuestas mujeres era un hombre disfrazado. Ambas actrices, o actores, hablaban sobre tramar un plan para poder ver al amor de una de ellas a pesar de la prohibición de los padres de la misma. El plan resultaba tan complicado que difícilmente podría salir bien pero ver a aquel par planeándolo resultaba realmente entretenido y absorbente.
Mientras la obra avanzaba, los acomodadores habían comenzado a moverse de forma casi imperceptible para un público atento al escenario. Al principio se habían colocado a intervalos regulares por entre las gradas sin que nadie lo encontrara extraño o les prestara atención siquiera, intercambiando pequeñas conversaciones entre ellos. Después algunos de ellos comenzaron a colocarse cerca de las antorchas y braseros que iluminaban y caldeaban la noche y comenzaron a colocarse máscaras de teatro, como aquella que había lucido el narrador, sobre los rostros. De nuevo nadie pareció percatarse de ello, o de hacerlo lo consideró algo normal o parte de su función y trabajo pues la obra continuó.
En aquellos momentos sobre el escenario el protagonista masculino pedía a un brujo que le vendiera polvos para dormir pues al día siguiente debía batallar y los pensamientos sobre su amada y su imposible relación no le dejaban descansar. El brujo pidió un alto precio por los mismos pero accedió a vendérselos. Con ellos en la mano el actor hizo como si soplara parte de esos polvos al público para su disfrute...Y entonces de debajo del escenario comenzó a salir una enorme cantidad de ese supuesto polvo somnífero, como si fuese esparcido por alguna clase de mecanismo.
En un primer momento el público se mostró encantado con el espectáculo...Hasta que comenzaron a caer dormidos realmente fila por fila.
Las últimas filas mostraron al principio asombro, este fue dando paso a la sorpresa y esta al miedo, pero para cuando comenzaron los primeros gritos ya era tarde y el polvo había cubierto toda la plaza. Los pocos espectadores que tuvieron el tiempo o la rapidez mental de actuar vieron su salida impedida por los acomodadores que parecían inmunes a los polvos gracias a sus máscaras y empuñaban dagas con las que amenazaban agresivamente a cualquiera que intentase escapar.
Tras las jóvenes, en la sala privada, aquel camarero que hasta el momento tan servicial se había mostrado con ellas, también se había puesto en algún momento una de esas máscaras. Se acercó hasta las puertas del balcón y comenzó a cerrarlas con la intención de dejar a las tres jóvenes fuera, expuestas al polvo.
-La función ha terminado señoritas, qué pasen una buena noche y tengan dulces sueños- Dijo mientras lo hacía, con un tono cargado de malicia.
Pronto salió un hombre al escenario por delante del telón aún cerrado. Iba vestido de forma extraña, como si llevara una especie de túnica que dejaba uno de sus hombros al descubierto y su cara iba tapada por una máscara que representaba un rostro sonriente algo siniestro en opinión de Níniel. Solo con verlo la plaza fue quedando poco a poco en silencio aunque el tipo del escenario comenzó a recitar unos versos ingeniosos para terminar de atraer la atención del público hasta que el silencio fue total.
En ese momento el hombre comenzó a recitar con un potente chorro de voz lo que debía de ser la introducción a la obra.
-Eran tiempos de guerra y los campos de batalla hacían en aquel entonces extraños compañeros de armas...- Hizo una pausa calculada. -...Y de cama. -Se escucharon risitas entre el público ya que entre la alta sociedad decir esa clase de cosas en publico era casi impúdico. -Mientras el rojo de la sangre teñía los campos de nuestra amada Aerandir, otro tipo de rojo, el de la pasión, teñía los corazones de nuestros jóvenes protagonistas. Ella, un noble de belleza sin par... -De nuevo hizo una pausa y paseó su enmascarada mirada por entre el público y después por las balconadas, parecía detenerla un instante en muchas de las damas asistentes- ...Eso dice la historia, pero viendo tanta hermosura entre el público temo estar mintiendo con mis palabras- De nuevo risas. -Él, un caballero de gran valor, afamado por sus gestas en decenas de batallas. Su amor, imposible, pues sus familias cargaban con una enemistad centenaria...Veamos, lo que el destino tiene preparado para ellos-
Tras la introducción el telón se abrió mostrando un decorado que parecía representar un pequeño rincón de la propia Lunargenta. y varios actores hacían de transeuntes, vendedores y demás. Níniel, que nunca había visto teatro observaba aquella pequeña representación de la vida de la ciudad totalmente encantada. Entonces aparecieron un par de actrices y comenzaron un diálogo. Níniel estaba segura de que a pesar del maquillaje y el vestido al menos una de aquellas supuestas mujeres era un hombre disfrazado. Ambas actrices, o actores, hablaban sobre tramar un plan para poder ver al amor de una de ellas a pesar de la prohibición de los padres de la misma. El plan resultaba tan complicado que difícilmente podría salir bien pero ver a aquel par planeándolo resultaba realmente entretenido y absorbente.
Mientras la obra avanzaba, los acomodadores habían comenzado a moverse de forma casi imperceptible para un público atento al escenario. Al principio se habían colocado a intervalos regulares por entre las gradas sin que nadie lo encontrara extraño o les prestara atención siquiera, intercambiando pequeñas conversaciones entre ellos. Después algunos de ellos comenzaron a colocarse cerca de las antorchas y braseros que iluminaban y caldeaban la noche y comenzaron a colocarse máscaras de teatro, como aquella que había lucido el narrador, sobre los rostros. De nuevo nadie pareció percatarse de ello, o de hacerlo lo consideró algo normal o parte de su función y trabajo pues la obra continuó.
En aquellos momentos sobre el escenario el protagonista masculino pedía a un brujo que le vendiera polvos para dormir pues al día siguiente debía batallar y los pensamientos sobre su amada y su imposible relación no le dejaban descansar. El brujo pidió un alto precio por los mismos pero accedió a vendérselos. Con ellos en la mano el actor hizo como si soplara parte de esos polvos al público para su disfrute...Y entonces de debajo del escenario comenzó a salir una enorme cantidad de ese supuesto polvo somnífero, como si fuese esparcido por alguna clase de mecanismo.
En un primer momento el público se mostró encantado con el espectáculo...Hasta que comenzaron a caer dormidos realmente fila por fila.
Las últimas filas mostraron al principio asombro, este fue dando paso a la sorpresa y esta al miedo, pero para cuando comenzaron los primeros gritos ya era tarde y el polvo había cubierto toda la plaza. Los pocos espectadores que tuvieron el tiempo o la rapidez mental de actuar vieron su salida impedida por los acomodadores que parecían inmunes a los polvos gracias a sus máscaras y empuñaban dagas con las que amenazaban agresivamente a cualquiera que intentase escapar.
Tras las jóvenes, en la sala privada, aquel camarero que hasta el momento tan servicial se había mostrado con ellas, también se había puesto en algún momento una de esas máscaras. Se acercó hasta las puertas del balcón y comenzó a cerrarlas con la intención de dejar a las tres jóvenes fuera, expuestas al polvo.
-La función ha terminado señoritas, qué pasen una buena noche y tengan dulces sueños- Dijo mientras lo hacía, con un tono cargado de malicia.
Níniel Thenidiel
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Re: Ladies Night [Trabajo](Alanna)
Mientras la chica seguía contemplando el lugar, la obra dio inicio, La Gata había sido precavida, no había tomado bocado, y seguía vigilando el lugar, algo no le daba buena espina. Cuando la obra dio inicio y la luz cegó a los espectadores de forma momentánea intentó centrarse aun más en lo que las rodeaba.
La perorata del actor, que presentaba la trama, distraía sus sentidos, le gustaba demasiado el teatro para ignorarlo del todo, y eso hacía que la atención que prestaba a su presentimiento disminuyese, logró fijarse en que algunos de los acomodadores cambiaban posiciones y se colocaban unas máscaras.
Pasada la primera escena una enorme nube de polvo comenzó a cubrir el lugar. Eso no se lo esperaba, mientras la nube de polvo subía hacia los palcos tomó su capa, que no había dejado en el guardaropas y la usó para cubrir las cabezas de Niniel, Dama Jessica y la suya propia al tiempo que, mirando por debajo, observaba como su anteriormente servicial camarero, se había colocado una mascara y las encerraba en el palco.
- ¿Estais bien?- preguntó bajo la capa- no salgáis de aquí ¿de acuerdo? Yo he de mirar un par de cosas.
Saliendo de debajo de las mantas, a sabiendas que tras las puertas del palco un hombre enmascarado vigilaba el balcón cerrado se asomó tapándose la boca y la nariz con un pañuelo. Los camareros se habían agrupado, si pudiera salir de allí a investigar... Solo con poder subir al gallinero, donde el polvo a penas había llegado debido a la altura podría hacer algo. Volvió bajo la tela para comprobar que las otras estaban lo bastante tranquilas como para que ella pudiera ir a investigar. No tardaría demasiado, y el polvo encubriría su escalada.
- Estáis bien? Necesito que mantengáis a calma ¿de acuerdo? Si os ponéis a gritar no podremos salir de aquí sanas y salvas. hay bastantes guardias, si nos mantenemos tranquilas todo acabará pronto, pero necesito tener una perspectiva mejor de la que hay desde aqui, debo subir, y no pueden fijarse en este palco.- le explicó más a Niniel que la la dama, que parecía en estado de shok- Niniel, cuida de ella, intentaré conseguir un bastón de algún lado, vi como lo usabas la última vez y puede serte útil a una mala. Ahora vengo, intentad no sacar la cabeza de aquí, el polvo no parece normal.
La chica se ató el pañuelo en la cara para poder respirar de forma más segura y rasgó el hermoso vestido por un lado hasta el muslo, haciendo saltar las costuras para poder moverse con mayor soltura. El rasguño dejó ver una de las dagas que se ataban las piernas de la chica que, tras el pañuelo, sonrió para subirse a la balaustrada segura por el polvo y cogiéndose del palco superior hacer fuerza para entrar en él.
- Shhhh, calmensé, no soy peligrosa, no para ustedes, pero necesito observar un par de cosas desde aquí.
Primero se dirigió a la puerta, también estaba cerrada, debía haber algún modo de salir de allí, tal vez si creaba suficiente confusión... Se asomó para mirar hacia abajo había menos gente enmascarada que antes, debían haberse ido a buscar algo, pero si se lanzaba a hacer algo pondría en peligro a todos los que la rodeaban, a Lady Jessica y Niniel incluidas. Se fijó en la enorme lámpara que había en el centro del cuarto. Si lograba que cállese crearía un buen lío y la gente podría aprovechar para salir por patas, pero debía lograr, primero apartar a los que había debajo.
- Muchas gracias por permitirme observar desde aquí, no le digan a nadie que me han visto y tápense las cabezas para no respirar el polvo.- comentó antes de volver a su propio asiento.
- ¿Esa era La Gata?- preguntaban en susurros desde el palco que la joven acababa de abandonar mientras se asomaban a ver donde se había metido la ágil chica.
Se volvió a colocar bajo la capa, se le había ocurrido algo. Pero necesitaba ayuda.
- Tengo un plan, debemos hacer que el que nos vigila caiga en una pequeña trampa. Me situaré tras la puerta, luego necesitaré que finjáis estar en serios apuros para que el entre a ver que os sucede. Cuando abra habrá picado el anzuelo, y y me encararé de él. Al menos he de conseguir sacaros de aquí a vosotras.
Cuando terminó de comentar el plan, con seriedad, espero la respuesta de ambas jóvenes. Ahora necesitaba que ambas mantuvieran la calma, no dudaba de Niniel, pero la dama Jessica era otro cantar. Al menos debía sacarlas de allí a ellas.
La perorata del actor, que presentaba la trama, distraía sus sentidos, le gustaba demasiado el teatro para ignorarlo del todo, y eso hacía que la atención que prestaba a su presentimiento disminuyese, logró fijarse en que algunos de los acomodadores cambiaban posiciones y se colocaban unas máscaras.
Pasada la primera escena una enorme nube de polvo comenzó a cubrir el lugar. Eso no se lo esperaba, mientras la nube de polvo subía hacia los palcos tomó su capa, que no había dejado en el guardaropas y la usó para cubrir las cabezas de Niniel, Dama Jessica y la suya propia al tiempo que, mirando por debajo, observaba como su anteriormente servicial camarero, se había colocado una mascara y las encerraba en el palco.
- ¿Estais bien?- preguntó bajo la capa- no salgáis de aquí ¿de acuerdo? Yo he de mirar un par de cosas.
Saliendo de debajo de las mantas, a sabiendas que tras las puertas del palco un hombre enmascarado vigilaba el balcón cerrado se asomó tapándose la boca y la nariz con un pañuelo. Los camareros se habían agrupado, si pudiera salir de allí a investigar... Solo con poder subir al gallinero, donde el polvo a penas había llegado debido a la altura podría hacer algo. Volvió bajo la tela para comprobar que las otras estaban lo bastante tranquilas como para que ella pudiera ir a investigar. No tardaría demasiado, y el polvo encubriría su escalada.
- Estáis bien? Necesito que mantengáis a calma ¿de acuerdo? Si os ponéis a gritar no podremos salir de aquí sanas y salvas. hay bastantes guardias, si nos mantenemos tranquilas todo acabará pronto, pero necesito tener una perspectiva mejor de la que hay desde aqui, debo subir, y no pueden fijarse en este palco.- le explicó más a Niniel que la la dama, que parecía en estado de shok- Niniel, cuida de ella, intentaré conseguir un bastón de algún lado, vi como lo usabas la última vez y puede serte útil a una mala. Ahora vengo, intentad no sacar la cabeza de aquí, el polvo no parece normal.
La chica se ató el pañuelo en la cara para poder respirar de forma más segura y rasgó el hermoso vestido por un lado hasta el muslo, haciendo saltar las costuras para poder moverse con mayor soltura. El rasguño dejó ver una de las dagas que se ataban las piernas de la chica que, tras el pañuelo, sonrió para subirse a la balaustrada segura por el polvo y cogiéndose del palco superior hacer fuerza para entrar en él.
- Shhhh, calmensé, no soy peligrosa, no para ustedes, pero necesito observar un par de cosas desde aquí.
Primero se dirigió a la puerta, también estaba cerrada, debía haber algún modo de salir de allí, tal vez si creaba suficiente confusión... Se asomó para mirar hacia abajo había menos gente enmascarada que antes, debían haberse ido a buscar algo, pero si se lanzaba a hacer algo pondría en peligro a todos los que la rodeaban, a Lady Jessica y Niniel incluidas. Se fijó en la enorme lámpara que había en el centro del cuarto. Si lograba que cállese crearía un buen lío y la gente podría aprovechar para salir por patas, pero debía lograr, primero apartar a los que había debajo.
- Muchas gracias por permitirme observar desde aquí, no le digan a nadie que me han visto y tápense las cabezas para no respirar el polvo.- comentó antes de volver a su propio asiento.
- ¿Esa era La Gata?- preguntaban en susurros desde el palco que la joven acababa de abandonar mientras se asomaban a ver donde se había metido la ágil chica.
Se volvió a colocar bajo la capa, se le había ocurrido algo. Pero necesitaba ayuda.
- Tengo un plan, debemos hacer que el que nos vigila caiga en una pequeña trampa. Me situaré tras la puerta, luego necesitaré que finjáis estar en serios apuros para que el entre a ver que os sucede. Cuando abra habrá picado el anzuelo, y y me encararé de él. Al menos he de conseguir sacaros de aquí a vosotras.
Cuando terminó de comentar el plan, con seriedad, espero la respuesta de ambas jóvenes. Ahora necesitaba que ambas mantuvieran la calma, no dudaba de Niniel, pero la dama Jessica era otro cantar. Al menos debía sacarlas de allí a ellas.
Última edición por Alanna Delteria el Vie Mayo 22 2015, 16:38, editado 2 veces
Alanna Delteria
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Re: Ladies Night [Trabajo](Alanna)
Para cuando Níniel se dio cuenta de que lo que pasaba no formaba parte de la obra si no de algo calculado que no prometía nada bueno ya era demasiado tarde. El extraño polvo ya estaba casi encima del palco y al girarse para buscar refugió del mismo dentro de la salita privada solo pudo ver como aquel camarero con una mascara siniestra las encerraba fuera. El tono en su voz mientras les deseaba buenas noches causó que un escalofrío recorriera la espalda de la peliblanca.
Aquel polvo las dormiría ¿Y después qué?. ¿Quienes eran esos enmascarados y qué pretendían hacer?. Estaban en plena zona alta de la ciudad de Lunargenta y fuera de la plaza había decenas de guardias que no tardarían mucho tiempo en percatarse de algo no era normal en la plaza eso si no se habían dado cuenta ya.
Por suerte Alanna reaccionó rápido y tapó al pequeño grupo con su capa. Justo a tiempo para evitar que ninguna de ellas respirara el somnífero, al menos por el momento. Níniel asintió con la cabeza a su pregunta aunque no le gustó como sonó aquello de esperar allí mientras la humana salía a mirar un par de cosas sola. Aquel camarero no parecía de los que se fuesen a tomar bien que nadie intentara curiosear.
A los pocos segundos Alanna volvió y les comentó a grandes rasgos lo que había visto. La situación no pintaba nada bien. Muchos enemigos, y parecían tener todo muy bien planeado como demostraba el uso masivo de aquel polvo.
-Está bien, me quedaré con ella. Ten cuidado. No te preocupes por el bastón, tengo una daga...-
Quedándose solas, quietas y bajo aquella capa, se hizo evidente para la elfa que Dama Jessica no estaba llevando muy bien el asunto. Estaba nerviosa y no reaccionaba con normalidad a los intentos de tranquilizarla. Por mucho que la peliblanca tratara de calmarla y de hablar no lo conseguía.
-Tenemos que salir de aquí, tenemos que salir de aquí- Repetía.
-Si dejas de cubrirte con la capa quedaremos a merced de esta gente. Esperaremos aquí a que vuelva La Gata, ¿recuerdas?. Tenemos a la Gata de nuestra parte, todo va a salir bien.-
Parecía que con aquello la joven elfa había dado con la tecla perfecta para conseguir que la humana se calmara un poco y dejara de intentar con sus nervios de retirar lo único que las mantenía despiertas, pero aún así la chica seguía al borde de la histeria. Níniel recordó lo qué había pensado sobre Jessica durante el trayecto en carro, mientras contaban historias. Como la joven noble había sonreído y encontrado entretenidas historias que en su momento habían puesto en peligro las vidas de sus protagonistas. Ya no sonreía, que diferente era leer sobre aquellas cosas o que te las cuenten a vivirlas. Níniel la abrazó con fuerza, pegándola a ella para reconfortarla. Aún era una niña, puede que su cuerpo fuera el de una adulta pero su mente no había madurado al mismo ritmo, seguramente buena parte de la culpa la tendría vivir rodeada de lujos y caprichos. Níniel la entendía perfectamente, no eran tan distintas, salvo en que la elfa había tenido setenta años para madurar. En su hombro, Jessica comenzó a sollozar.
Entonces Alanna regresó, con mas información y un plan en mente. Como si llorar enfrente de su heroína fuese una vergüenza Jessica se limpió las lágrimas con la manga del vestido y pareció serenarse un poco.
-Aunque pueda parecer que no, debajo de la falda no llevo mi equipo de aventurera...- Comentó Níniel con sarcasmo sobre el amplio vuelo de su vestido. Entonces dejó escapar el aire en un largo suspiro como si se hubiera dado cuenta de algo. -Es un vestido muy bonito.- Dijo con lástima, recogiéndose la falda y sacando la daga de la vaina que llevaba en su muslo, con cuidado de que sus movimientos no las hicieran respirar el polvo. A continuación comenzó a cortar la tela de la falda, convirtiendo el vestido largo hasta el suelo en uno con minifalda por encima de las rodillas. -Espero que ese plan funcione...Si no me deberás un vestido-
A continuación esperaron hasta que Alanna tuviera preparada esa trampa de la que hablaba y cuando todo estuvo listo comenzó junto con Jessica a tratar de llamar la atención del camarero que estaba dentro de la sala privada disfrutando de la comida que antes servia.
En cuanto el hombre escuchó unos ruidos en la balconada y vio como lo que parecían varias personas debajo de una capa aún se movían, cogió su daga, se colocó la máscara y abrió las puertas para solucionar aquel problema con aquellas damas nobles que deberían estar dormidas y no lo estaban. Aquel sujeto pensaba que en la balconada solo había tres jóvenes nobles, ni por un momento pensó que necesitaría refuerzos o ayuda para ocuparse de tres niñitas de papa acostumbradas a que todo se lo dieran en bandeja.
Aquel polvo las dormiría ¿Y después qué?. ¿Quienes eran esos enmascarados y qué pretendían hacer?. Estaban en plena zona alta de la ciudad de Lunargenta y fuera de la plaza había decenas de guardias que no tardarían mucho tiempo en percatarse de algo no era normal en la plaza eso si no se habían dado cuenta ya.
Por suerte Alanna reaccionó rápido y tapó al pequeño grupo con su capa. Justo a tiempo para evitar que ninguna de ellas respirara el somnífero, al menos por el momento. Níniel asintió con la cabeza a su pregunta aunque no le gustó como sonó aquello de esperar allí mientras la humana salía a mirar un par de cosas sola. Aquel camarero no parecía de los que se fuesen a tomar bien que nadie intentara curiosear.
A los pocos segundos Alanna volvió y les comentó a grandes rasgos lo que había visto. La situación no pintaba nada bien. Muchos enemigos, y parecían tener todo muy bien planeado como demostraba el uso masivo de aquel polvo.
-Está bien, me quedaré con ella. Ten cuidado. No te preocupes por el bastón, tengo una daga...-
Quedándose solas, quietas y bajo aquella capa, se hizo evidente para la elfa que Dama Jessica no estaba llevando muy bien el asunto. Estaba nerviosa y no reaccionaba con normalidad a los intentos de tranquilizarla. Por mucho que la peliblanca tratara de calmarla y de hablar no lo conseguía.
-Tenemos que salir de aquí, tenemos que salir de aquí- Repetía.
-Si dejas de cubrirte con la capa quedaremos a merced de esta gente. Esperaremos aquí a que vuelva La Gata, ¿recuerdas?. Tenemos a la Gata de nuestra parte, todo va a salir bien.-
Parecía que con aquello la joven elfa había dado con la tecla perfecta para conseguir que la humana se calmara un poco y dejara de intentar con sus nervios de retirar lo único que las mantenía despiertas, pero aún así la chica seguía al borde de la histeria. Níniel recordó lo qué había pensado sobre Jessica durante el trayecto en carro, mientras contaban historias. Como la joven noble había sonreído y encontrado entretenidas historias que en su momento habían puesto en peligro las vidas de sus protagonistas. Ya no sonreía, que diferente era leer sobre aquellas cosas o que te las cuenten a vivirlas. Níniel la abrazó con fuerza, pegándola a ella para reconfortarla. Aún era una niña, puede que su cuerpo fuera el de una adulta pero su mente no había madurado al mismo ritmo, seguramente buena parte de la culpa la tendría vivir rodeada de lujos y caprichos. Níniel la entendía perfectamente, no eran tan distintas, salvo en que la elfa había tenido setenta años para madurar. En su hombro, Jessica comenzó a sollozar.
Entonces Alanna regresó, con mas información y un plan en mente. Como si llorar enfrente de su heroína fuese una vergüenza Jessica se limpió las lágrimas con la manga del vestido y pareció serenarse un poco.
-Aunque pueda parecer que no, debajo de la falda no llevo mi equipo de aventurera...- Comentó Níniel con sarcasmo sobre el amplio vuelo de su vestido. Entonces dejó escapar el aire en un largo suspiro como si se hubiera dado cuenta de algo. -Es un vestido muy bonito.- Dijo con lástima, recogiéndose la falda y sacando la daga de la vaina que llevaba en su muslo, con cuidado de que sus movimientos no las hicieran respirar el polvo. A continuación comenzó a cortar la tela de la falda, convirtiendo el vestido largo hasta el suelo en uno con minifalda por encima de las rodillas. -Espero que ese plan funcione...Si no me deberás un vestido-
A continuación esperaron hasta que Alanna tuviera preparada esa trampa de la que hablaba y cuando todo estuvo listo comenzó junto con Jessica a tratar de llamar la atención del camarero que estaba dentro de la sala privada disfrutando de la comida que antes servia.
En cuanto el hombre escuchó unos ruidos en la balconada y vio como lo que parecían varias personas debajo de una capa aún se movían, cogió su daga, se colocó la máscara y abrió las puertas para solucionar aquel problema con aquellas damas nobles que deberían estar dormidas y no lo estaban. Aquel sujeto pensaba que en la balconada solo había tres jóvenes nobles, ni por un momento pensó que necesitaría refuerzos o ayuda para ocuparse de tres niñitas de papa acostumbradas a que todo se lo dieran en bandeja.
Níniel Thenidiel
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Re: Ladies Night [Trabajo](Alanna)
Tanto Niniel como la dama accedieron a su plan, no era gran cosa, pero les permitiría salir de allí, tendrían que ser sigilosas y rápidas, los vestidos serían un incordio, pero no tenían nada más. Mientras se situaba con la daga en alto tras la puerta pensó en lo mucho que le gustaría, en ese momento, tener su mono negro, era mucho más fácil moverse sin tanta parafernalia.
Las chicas, cuando la vieron preparada, con el pañuelo ya atado a la cara comenzaron a crear jaleo. La guarda se rió por lo bajo, al parecer eso se les daba bien. A los pocos segundos, el mismo tipo con máscara que las había encerrado abrió las puertas, preguntándose que era lo que sucedía. Esas estiradas deberían estar ya en el reino de los sueños, pero, en cambio, no solo estaban despiertas, si no que, para colmo, parecían tener energía de sobra. En cuanto el tipo hubo dado un par de pasos dentro de la estancia, Alanna cerró una de las puertas, empujándola con una sola mano y saliendo de atrás.
El ruido advirtió al chico, que se giró sorprendido y la joven, sonriendo tras la tela habló con calma, repitiendo, burlona, las palabras que él había dicho con anterioridad:
- La función ha terminado, señor, que pase buena noche y tenga dulces sueños.
Se movió con rapidez, alzó la pierna para darle una patada en la cabeza al sorprendido muchacho que fue a parar al suelo. La Gata pisó la manos del tipo, para que no pudiera sacar sus dagas y, se agachó rauda para cortar las cuerdas que sostenían la mascara. En cuanto esta resbaló de la cara del joven y el polvo le rozó la cara, el camarero cayó dormido. Tomó la mascara y se la pasó a las otras dos mujeres.
- Niniel, Miss, ahora vosotras decidís, si queréis quedaros aquí, escondidas, a salvo, con la puerta atrancada, o venir conmigo.- Preguntó mirandolas con seriedad- No puedo prometer que os mantendré cien por cien a salvo, podéis salir heridas, pero si decidís venir conmigo arriesgaré mi vida para que no os pase nada.- prometió con total sinceridad.- Hagáis lo que hagáis, no olvidéis cerrar la puerta, si ven una puerta abierta saltaría la alarma.
Unos pasos se escucharon por el pasillo, parecía haber movimiento, si querían salir, ese era el momento. Observó ambos lados del pasillo y salió del palco. Había menos gente de la que pensaba, en esa zona solo dos guardias se encontraban vigilando. Bueno, en un principio, tres, pero las jóvenes ya se habían encargado de dejar KO a uno de ellos. La joven miró hacia arriba, la estructura era perfecta para ella, parecía que solo querían hacerle las cosas más fáciles.
Tomando impulso subió a la madera y gateó por las vigas cuidadosamente para, al llegar sobre los dos hombres que charlaban entre ellos, tomar ambas dagas y caer desde arriba. Lo único que verían los hombres sería una figura esbelta, delgada y curvilínea, unas piernas envueltas en tela azul que caían de la nada y que, al llegar a estar en medio de ambos, daría un giro cortandoles el cuello, quedando envuelta en sangre. Como si fuera un tornado que manchaba la pureza del azul con un rojo carmesí. Un ángel que se convertía en demonio.
El suelo quedó empapado de rojo, las dagas y la mujer, manchadas de borgoña, y los ojos de la guardia, nublados por la culpa. No le gustaba matar, lo odiaba, pero lo primero, en ese momento, no era su conciencia, era la gente que estaba atrapada en ese lugar. Algunos odiosos, algunos egoístas, pero, al fin y al cabo, inocentes.
Las chicas, cuando la vieron preparada, con el pañuelo ya atado a la cara comenzaron a crear jaleo. La guarda se rió por lo bajo, al parecer eso se les daba bien. A los pocos segundos, el mismo tipo con máscara que las había encerrado abrió las puertas, preguntándose que era lo que sucedía. Esas estiradas deberían estar ya en el reino de los sueños, pero, en cambio, no solo estaban despiertas, si no que, para colmo, parecían tener energía de sobra. En cuanto el tipo hubo dado un par de pasos dentro de la estancia, Alanna cerró una de las puertas, empujándola con una sola mano y saliendo de atrás.
El ruido advirtió al chico, que se giró sorprendido y la joven, sonriendo tras la tela habló con calma, repitiendo, burlona, las palabras que él había dicho con anterioridad:
- La función ha terminado, señor, que pase buena noche y tenga dulces sueños.
Se movió con rapidez, alzó la pierna para darle una patada en la cabeza al sorprendido muchacho que fue a parar al suelo. La Gata pisó la manos del tipo, para que no pudiera sacar sus dagas y, se agachó rauda para cortar las cuerdas que sostenían la mascara. En cuanto esta resbaló de la cara del joven y el polvo le rozó la cara, el camarero cayó dormido. Tomó la mascara y se la pasó a las otras dos mujeres.
- Niniel, Miss, ahora vosotras decidís, si queréis quedaros aquí, escondidas, a salvo, con la puerta atrancada, o venir conmigo.- Preguntó mirandolas con seriedad- No puedo prometer que os mantendré cien por cien a salvo, podéis salir heridas, pero si decidís venir conmigo arriesgaré mi vida para que no os pase nada.- prometió con total sinceridad.- Hagáis lo que hagáis, no olvidéis cerrar la puerta, si ven una puerta abierta saltaría la alarma.
Unos pasos se escucharon por el pasillo, parecía haber movimiento, si querían salir, ese era el momento. Observó ambos lados del pasillo y salió del palco. Había menos gente de la que pensaba, en esa zona solo dos guardias se encontraban vigilando. Bueno, en un principio, tres, pero las jóvenes ya se habían encargado de dejar KO a uno de ellos. La joven miró hacia arriba, la estructura era perfecta para ella, parecía que solo querían hacerle las cosas más fáciles.
Tomando impulso subió a la madera y gateó por las vigas cuidadosamente para, al llegar sobre los dos hombres que charlaban entre ellos, tomar ambas dagas y caer desde arriba. Lo único que verían los hombres sería una figura esbelta, delgada y curvilínea, unas piernas envueltas en tela azul que caían de la nada y que, al llegar a estar en medio de ambos, daría un giro cortandoles el cuello, quedando envuelta en sangre. Como si fuera un tornado que manchaba la pureza del azul con un rojo carmesí. Un ángel que se convertía en demonio.
El suelo quedó empapado de rojo, las dagas y la mujer, manchadas de borgoña, y los ojos de la guardia, nublados por la culpa. No le gustaba matar, lo odiaba, pero lo primero, en ese momento, no era su conciencia, era la gente que estaba atrapada en ese lugar. Algunos odiosos, algunos egoístas, pero, al fin y al cabo, inocentes.
Alanna Delteria
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Re: Ladies Night [Trabajo](Alanna)
Debajo de la capa no se veía gran cosa por lo que las dos jóvenes bajo ella dependían de las instrucciones de Alanna para saber si lo estaban haciendo como ella quería, si todo iba bien o si por el contrario estaban en peligro y no lo sabían. Lo único que se escuchó por su parte fue una leve risita que seguramente de poder verse a ellas mismas compartirían pues parecían mas bien niñas pequeñas jugando que unas jóvenes tratando de escapar de un incierto destino.
La elfa pudo escuchar como la puerta del balcón se abría y por debajo de la capa los pies y poco mas del camarero convertido en esos momentos en villano. El hombre masculló algo que sonó como a "ponerlas a dormir el mismo". Entonces las jóvenes retrocedieron tanto como el balcón les permitía y a continuación escucharon unos golpes, a Alanna, y de nuevo otro golpe. No saber qué pasaba exactamente causaba ganas de mirar incluso a pesar del peligroso polvo somnífero.
Enseguida la humana las hizo pasar y ya con el balcón cerrado pudieron salir de debajo de su tela salvadora, con cuidado de que al desprenderse de ella no respiraran nada del polvo que debía tener por encima. Allí dentro por fin pudieron respirar tranquilamente lo cual era de agradecer.
-Bien hecho, seguro que no se esperaba que una señorita pudiera sacudirle-
La verdad es que a pesar del éxito de aquel pequeño plan, todavía no podían celebrar nada. Seguían atrapadas en cierto modo aunque hubiesen cambiado la balconada por un lugar mucho mas cómodo, también por uno donde resultaban mas fáciles de ver y dónde era más difícil esconderse.
Níniel tomó la máscara que le ofrecía y la examinó con atención, aparte de su dudoso gusto, enseguida quedó claro por qué aquella gente las llevaba puestas. No es que fueran mágicas ni nada de eso, la respuesta era mucho más simple. En los orificios para la boca y la nariz había tela negra que servía de filtro. No eran mas útiles que la tela que llevaba Alanna en la cara, lo cual demostraba una gran planificación por parte de aquellos individuos ya que se habían tomado la molestia de preparar hasta algo tan trivial como aquello...Máscaras teatrales para todos. La peliblanca arregló la cuerda que Alanna había cortado para volver a hacer de aquella cosa algo funcional y se la cedió a Dama Jessica, que estaba tan absorta mirando a "La Gata" que no la tomó hasta que la elfa le dio con ella en un costado para que dejara de estar en las nubes. Ella se apañaría algo como Alanna, al fin y al cabo había que aprovechar la tela del precioso vestido roto.
La decisión sobre si quedarse allí o seguir estaba claro para Níniel, allí serían blanco fácil si alguno de aquellos tipos se decidía a ir a ver cómo le iba a su compañero o si este tenía que informar a alguien cada cierto tiempo. Tenían que intentar salir de allí a la vez que intentaban llamar la atención lo menos posible. Deberían intentar ser sigilosas o se les echarían encima un montón de ...No sabía si eran ladrones o algo peor.
En cuanto a Dama Jessica, parecía no querer separarse de lo que consideraba el único lugar seguro del mundo en aquellos momentos, al lado de Alanna, por lo que ambas jóvenes salieron de la habitación tras la humana y tal como ella pidió cerraron la puerta tras ellas. Níniel llevaba la daga en la mano aunque la verdad es que en caso de tener que usarla solo sabría hacerlo del modo común, sin ninguna técnica ni nada de eso, lo bueno es que el modo común podía resultar bastante letal por si solo, una puñalada era una puñalada con o sin entrenamiento si las circunstancias eran favorables. La peliblanca trataba de ser lo más sigilosa que podía manteniéndose detrás de Alanna.
Níniel solo pudo permanecer en silencio y tratando de mantenerse escondida mientras Alanna se ocupaba de un par de enmascarados de una forma tan silenciosa como espectacular. La elfa anotó mentalmente en aquel momento que no debía hacer enfadar a aquella mujer y también se permitió algo de esperanza y pensamientos positivos a pesar de las muertes que había contemplado. Al volver a llegar hasta una Alanna teñida de carmesí y ver el pesar en su rostro sintió que debía decir algo para reconfortar a su amiga aunque lo que le diría sin duda ya lo habría oído mil veces siendo guardia y aventurera.
-Están...-Jessica se acercó temerosa y trató de no mirar la escena ni de pisar el charco de sangre.
-Quitar una vida no es ni debe ser nunca sencillo, pero cuando no hay mas remedio, ni la voluntad ni el pulso deben titubear- Era algo que los elfos habían aprendido por las malas en el pasado y que ahora aplicaban. Hay veces en las que la única opción es luchar.
Con tacto ayudó a la noble a dejar aquella escena atrás, tratando de evitar que mirase los cuerpos, la joven no se resistió. De nuevo Níniel no pudo si no pensar en cuan diferente era la realidad de las historias y los libros. Jessica lo estaba aprendiendo tan a las malas como ella misma.
-Quizá nos vengan bien las...Ya sabes- Le dijo a Alanna señalándose la cara sin detenerse para que la Dama no se girase.
Siguieron avanzando hasta llegar a las escaleras descendentes que llevaban al portal que a su vez conducía a la plaza. Un lugar sin duda lleno de enemigos y por donde sería complicado moverse sin ser vistos debido al carácter abierto de la propia plaza. A su favor tendrían las gradas montadas para la obra de teatro y que ocupaban buena parte del lugar, quizá bajo ellas pudieran moverse sin ser vistas aunque tendrían que salir al descubierto para pasar bajo los arcos que llevaban a las tres calles que confluían allí. Sin duda dichas salidas estarían vigiladas. También podrían quizá permanecer escondidas, tal vez en alguna de las tiendas que había alrededor de la plaza, si es que conseguían entrar en alguna. La verdad es que ambos planes tenían muchos problemas y riesgos. Ojalá conociera mejor la ciudad, quizás a Alanna se le ocurriera otra idea mejor, esperaba que si.
-Salir a la plaza va a ser muy arriesgado, ¿Alguna idea?-
No obstante antes tenían que superar otro obstáculo, en la entrada del portal dos tipos con máscara vigilaban a ambos lados de las puertas. No estaban alerta pero su posición resultaba un problema si iban a salir por allí. Al igual que los camareros iban armados con dagas.
Mas allá, fuera de la vista del grupo de chicas en esos momentos, los acomodadores no habían estado perdiendo el tiempo. De una manera muy organizada habían comenzado a robar y almacenar todos los objetos de valor de sus indefensas víctimas con una gran eficacia. En unos minutos ya se habían hecho con el dinero y las joyas de la mitad del público. Los guardaban en pequeños sacos que apilaban en unos puntos muy concretos de la plaza por lo que debía de ser parte del plan. desde el escenario, un grupo de enmascarados que portaba unas máscaras mas ostentosas, pues eran doradas, impartían órdenes. No solo las máscaras eran diferentes, llevaban armaduras de cuero negras y llevaban espadas largas.
Uno de ellos todavía recitaba como si la obra continuase, con una potente voz de tenor que arrancaba incluso aplausos de sus compañeros, confiados en su gran planificación. Para un entendido en teatro aquelló no formaba parte de la obra representada.
Parece ser que cierto grupo muy listo ha colado mas que dagas entre el atrezzo de la obra.
La elfa pudo escuchar como la puerta del balcón se abría y por debajo de la capa los pies y poco mas del camarero convertido en esos momentos en villano. El hombre masculló algo que sonó como a "ponerlas a dormir el mismo". Entonces las jóvenes retrocedieron tanto como el balcón les permitía y a continuación escucharon unos golpes, a Alanna, y de nuevo otro golpe. No saber qué pasaba exactamente causaba ganas de mirar incluso a pesar del peligroso polvo somnífero.
Enseguida la humana las hizo pasar y ya con el balcón cerrado pudieron salir de debajo de su tela salvadora, con cuidado de que al desprenderse de ella no respiraran nada del polvo que debía tener por encima. Allí dentro por fin pudieron respirar tranquilamente lo cual era de agradecer.
-Bien hecho, seguro que no se esperaba que una señorita pudiera sacudirle-
La verdad es que a pesar del éxito de aquel pequeño plan, todavía no podían celebrar nada. Seguían atrapadas en cierto modo aunque hubiesen cambiado la balconada por un lugar mucho mas cómodo, también por uno donde resultaban mas fáciles de ver y dónde era más difícil esconderse.
Níniel tomó la máscara que le ofrecía y la examinó con atención, aparte de su dudoso gusto, enseguida quedó claro por qué aquella gente las llevaba puestas. No es que fueran mágicas ni nada de eso, la respuesta era mucho más simple. En los orificios para la boca y la nariz había tela negra que servía de filtro. No eran mas útiles que la tela que llevaba Alanna en la cara, lo cual demostraba una gran planificación por parte de aquellos individuos ya que se habían tomado la molestia de preparar hasta algo tan trivial como aquello...Máscaras teatrales para todos. La peliblanca arregló la cuerda que Alanna había cortado para volver a hacer de aquella cosa algo funcional y se la cedió a Dama Jessica, que estaba tan absorta mirando a "La Gata" que no la tomó hasta que la elfa le dio con ella en un costado para que dejara de estar en las nubes. Ella se apañaría algo como Alanna, al fin y al cabo había que aprovechar la tela del precioso vestido roto.
La decisión sobre si quedarse allí o seguir estaba claro para Níniel, allí serían blanco fácil si alguno de aquellos tipos se decidía a ir a ver cómo le iba a su compañero o si este tenía que informar a alguien cada cierto tiempo. Tenían que intentar salir de allí a la vez que intentaban llamar la atención lo menos posible. Deberían intentar ser sigilosas o se les echarían encima un montón de ...No sabía si eran ladrones o algo peor.
En cuanto a Dama Jessica, parecía no querer separarse de lo que consideraba el único lugar seguro del mundo en aquellos momentos, al lado de Alanna, por lo que ambas jóvenes salieron de la habitación tras la humana y tal como ella pidió cerraron la puerta tras ellas. Níniel llevaba la daga en la mano aunque la verdad es que en caso de tener que usarla solo sabría hacerlo del modo común, sin ninguna técnica ni nada de eso, lo bueno es que el modo común podía resultar bastante letal por si solo, una puñalada era una puñalada con o sin entrenamiento si las circunstancias eran favorables. La peliblanca trataba de ser lo más sigilosa que podía manteniéndose detrás de Alanna.
Níniel solo pudo permanecer en silencio y tratando de mantenerse escondida mientras Alanna se ocupaba de un par de enmascarados de una forma tan silenciosa como espectacular. La elfa anotó mentalmente en aquel momento que no debía hacer enfadar a aquella mujer y también se permitió algo de esperanza y pensamientos positivos a pesar de las muertes que había contemplado. Al volver a llegar hasta una Alanna teñida de carmesí y ver el pesar en su rostro sintió que debía decir algo para reconfortar a su amiga aunque lo que le diría sin duda ya lo habría oído mil veces siendo guardia y aventurera.
-Están...-Jessica se acercó temerosa y trató de no mirar la escena ni de pisar el charco de sangre.
-Quitar una vida no es ni debe ser nunca sencillo, pero cuando no hay mas remedio, ni la voluntad ni el pulso deben titubear- Era algo que los elfos habían aprendido por las malas en el pasado y que ahora aplicaban. Hay veces en las que la única opción es luchar.
Con tacto ayudó a la noble a dejar aquella escena atrás, tratando de evitar que mirase los cuerpos, la joven no se resistió. De nuevo Níniel no pudo si no pensar en cuan diferente era la realidad de las historias y los libros. Jessica lo estaba aprendiendo tan a las malas como ella misma.
-Quizá nos vengan bien las...Ya sabes- Le dijo a Alanna señalándose la cara sin detenerse para que la Dama no se girase.
Siguieron avanzando hasta llegar a las escaleras descendentes que llevaban al portal que a su vez conducía a la plaza. Un lugar sin duda lleno de enemigos y por donde sería complicado moverse sin ser vistos debido al carácter abierto de la propia plaza. A su favor tendrían las gradas montadas para la obra de teatro y que ocupaban buena parte del lugar, quizá bajo ellas pudieran moverse sin ser vistas aunque tendrían que salir al descubierto para pasar bajo los arcos que llevaban a las tres calles que confluían allí. Sin duda dichas salidas estarían vigiladas. También podrían quizá permanecer escondidas, tal vez en alguna de las tiendas que había alrededor de la plaza, si es que conseguían entrar en alguna. La verdad es que ambos planes tenían muchos problemas y riesgos. Ojalá conociera mejor la ciudad, quizás a Alanna se le ocurriera otra idea mejor, esperaba que si.
-Salir a la plaza va a ser muy arriesgado, ¿Alguna idea?-
No obstante antes tenían que superar otro obstáculo, en la entrada del portal dos tipos con máscara vigilaban a ambos lados de las puertas. No estaban alerta pero su posición resultaba un problema si iban a salir por allí. Al igual que los camareros iban armados con dagas.
Mas allá, fuera de la vista del grupo de chicas en esos momentos, los acomodadores no habían estado perdiendo el tiempo. De una manera muy organizada habían comenzado a robar y almacenar todos los objetos de valor de sus indefensas víctimas con una gran eficacia. En unos minutos ya se habían hecho con el dinero y las joyas de la mitad del público. Los guardaban en pequeños sacos que apilaban en unos puntos muy concretos de la plaza por lo que debía de ser parte del plan. desde el escenario, un grupo de enmascarados que portaba unas máscaras mas ostentosas, pues eran doradas, impartían órdenes. No solo las máscaras eran diferentes, llevaban armaduras de cuero negras y llevaban espadas largas.
Uno de ellos todavía recitaba como si la obra continuase, con una potente voz de tenor que arrancaba incluso aplausos de sus compañeros, confiados en su gran planificación. Para un entendido en teatro aquelló no formaba parte de la obra representada.
Parece ser que cierto grupo muy listo ha colado mas que dagas entre el atrezzo de la obra.
Níniel Thenidiel
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Re: Ladies Night [Trabajo](Alanna)
Con la sangre aun manchando sus manos, giró en redondo cuando la elfa habló, lo sabía, sabía que tenía razón, no había matado por nada, pero eso no quitaba su culpa. Respiró hondo, cerrando los ojos y endureciendo su mirada, no era momento de dudar. Cuando los volvió a abrir, el marrón chocolate que endulzaba su mirada había pasado a un color muy similar al negro. Tenían que salir de allí.
Mientras Niniel calmaba a Lady Jessica ella tomó las mascaras y cerró los ojos de los difuntos orando en silencio por sus almas, y por la suya propia. Le tendió una a la mujer de piel de seda blanca y ella se quitó el trozo de tela que llevaba en la boca y se puso la otra. Esta práctica, no podía negarlo, pero le limitaba la visión, y era algo que no podía permitirse, necesitaba tener todos los sentidos alerta, así que se la quitó y volvió a ponerse su mascarilla improvisada antes de empezar a avanzar con paso firme y rápido pero silencioso.
Vigilando la salido, otros dos guardias, se escondió sin llegar a girar para poder pensar en algo cuando Niniel, con la misma intención que ella, le pregunto si tenía algún plan que no fuera salir a la plaza. Respirando hondo, mirando hacia el suelo recordó una ocasión, una única vez en la que había entrado en ese lugar. Por supuesto, era allí. Los ojos de la joven morena se agrandaron al tiempo que alzaba la cabeza para mirar a sus compañeras.
- Es aquí- susurró- esto antes era la taberna de la que os hablé, aquí fue donde hice la misión en la que me gané el apodo. Años más tarde se convirtió en este enorme edificio, pero estoy segura de que no han tocado el sótano, estaba demasiado repleto de cosas. Podemos salir por allí, hay una trampilla en el suelo que nos llevaría a las catacumbas.
Las esperanzas volvían a las jóvenes, solo debían bajar dos tramos de escaleras, únicamente dos tramos, y podrían salir de ese sitio para advertir a la guardia. Haciendo un gesto para que esperaran tomó la tela que la elfa había cortado de su vestido y subió al techo una vez más. acercándose por las vigas, hizo un nudo en uno de los lados y se situó sobre los nuevos enemigos. Era momento de jugar a la pesca del malo.
Bajó en silencio, tras atarse la tela a una de sus muñecas, dejando los zapatos en la viga y enganchó a uno de los dos vigilantes y tiró de él haciéndolo caer al suelo mientras se asfixiaba al tiempo que, clavaba en la espalda del otro una de sus dagas. La sangre mojó la mano de la chica, le había acertado en un pulmón, y de forma profunda, la luz no tardó en desaparecer de sus ojos. El otro, sin poder hablar, aun peleaba contra los tirones. con un salto, la chica se colgó del techo y volvió a subir a por sus zapatos y, sin pensarlo dos veces, saltó hacia el otro lado. con su peso y le gravedad, el ladrón no tardó en quedar ahorcado.
"Dos menos", pensó la muchacha con pena, dio un suspiro y desató la tela y la dejó ir despacio para que el cuerpo sin vida no hiciera ruido al caer. Ya tenían vía libre. Hizo una señal para que las chicas la siguieran y se asomó por la barandilla, no había ni un alma. Saltó hacia abajo con los zapatos en la mano y cayó al suelo con suavidad.
Era una suerte que fueran unas escaleras cerradas que no comunicaban de forma abierta con los pasillos. Los portones de madera maciza se encontraban cerrados, el peligro se había quedado arriba y tras esas enormes puertas, esperó a que Miss y Niniel bajaran para investigar el último tramo y, tras comprobar que no había nadie, se delizó por la barandilla. Se colocó los zapatos y se acercó a la única y roñosa puerta que había en ese lugar que se abrió con un ligero chirrido. Alanna cerró los ojos intentando que la puerta no sonase más. Cuando hubo bastante sitio como para que entrasen dejó de mover la puerta e hizo pasar a las dos mujeres que la acompañaban para entrar tras ellas y cerrar la puerta con cuidado sumo.
El lugar era tan oscuro que era imposible ver nada, y, por lo que se sentía, el lugar estaba repleto de cosas. La muchacha tanteó la pared empolvándose las manos, no le gustaba la oscuridad, a pesar de moverse por ella. La garganta se le cerraba y no se sentía tranquila hasta tener algo de luz. Su mano tocó lo que parecía una antorcha apagada, bueno, tenían una parte, les faltaba el fuego. Tenían suerte parecía que había tela en el enorme fósforo.
No había forma. Se agachó y empezó a gatear por el suelo hasta encontrar un metal helado, tocandolo lo supo, eso era la entrada. Usando todas sus fuerzas abrió la trampilla y se sentó con los pies colgando. No había escalera. Se dejó caer con el corazón en un puño y vio que allí había mas luminosidad, que se colaba por las rejillas del alcantarillado que daban paso a la luz de la luna.
- No hay escalera, os tendré que coger yo, la última que cierre la puerta.- Susurró poniéndose bajo la trampilla, guardando las dagas en sus muslos y preparándose para atrapar a las chicas cuando bajaran.
Mientras Niniel calmaba a Lady Jessica ella tomó las mascaras y cerró los ojos de los difuntos orando en silencio por sus almas, y por la suya propia. Le tendió una a la mujer de piel de seda blanca y ella se quitó el trozo de tela que llevaba en la boca y se puso la otra. Esta práctica, no podía negarlo, pero le limitaba la visión, y era algo que no podía permitirse, necesitaba tener todos los sentidos alerta, así que se la quitó y volvió a ponerse su mascarilla improvisada antes de empezar a avanzar con paso firme y rápido pero silencioso.
Vigilando la salido, otros dos guardias, se escondió sin llegar a girar para poder pensar en algo cuando Niniel, con la misma intención que ella, le pregunto si tenía algún plan que no fuera salir a la plaza. Respirando hondo, mirando hacia el suelo recordó una ocasión, una única vez en la que había entrado en ese lugar. Por supuesto, era allí. Los ojos de la joven morena se agrandaron al tiempo que alzaba la cabeza para mirar a sus compañeras.
- Es aquí- susurró- esto antes era la taberna de la que os hablé, aquí fue donde hice la misión en la que me gané el apodo. Años más tarde se convirtió en este enorme edificio, pero estoy segura de que no han tocado el sótano, estaba demasiado repleto de cosas. Podemos salir por allí, hay una trampilla en el suelo que nos llevaría a las catacumbas.
Las esperanzas volvían a las jóvenes, solo debían bajar dos tramos de escaleras, únicamente dos tramos, y podrían salir de ese sitio para advertir a la guardia. Haciendo un gesto para que esperaran tomó la tela que la elfa había cortado de su vestido y subió al techo una vez más. acercándose por las vigas, hizo un nudo en uno de los lados y se situó sobre los nuevos enemigos. Era momento de jugar a la pesca del malo.
Bajó en silencio, tras atarse la tela a una de sus muñecas, dejando los zapatos en la viga y enganchó a uno de los dos vigilantes y tiró de él haciéndolo caer al suelo mientras se asfixiaba al tiempo que, clavaba en la espalda del otro una de sus dagas. La sangre mojó la mano de la chica, le había acertado en un pulmón, y de forma profunda, la luz no tardó en desaparecer de sus ojos. El otro, sin poder hablar, aun peleaba contra los tirones. con un salto, la chica se colgó del techo y volvió a subir a por sus zapatos y, sin pensarlo dos veces, saltó hacia el otro lado. con su peso y le gravedad, el ladrón no tardó en quedar ahorcado.
"Dos menos", pensó la muchacha con pena, dio un suspiro y desató la tela y la dejó ir despacio para que el cuerpo sin vida no hiciera ruido al caer. Ya tenían vía libre. Hizo una señal para que las chicas la siguieran y se asomó por la barandilla, no había ni un alma. Saltó hacia abajo con los zapatos en la mano y cayó al suelo con suavidad.
Era una suerte que fueran unas escaleras cerradas que no comunicaban de forma abierta con los pasillos. Los portones de madera maciza se encontraban cerrados, el peligro se había quedado arriba y tras esas enormes puertas, esperó a que Miss y Niniel bajaran para investigar el último tramo y, tras comprobar que no había nadie, se delizó por la barandilla. Se colocó los zapatos y se acercó a la única y roñosa puerta que había en ese lugar que se abrió con un ligero chirrido. Alanna cerró los ojos intentando que la puerta no sonase más. Cuando hubo bastante sitio como para que entrasen dejó de mover la puerta e hizo pasar a las dos mujeres que la acompañaban para entrar tras ellas y cerrar la puerta con cuidado sumo.
El lugar era tan oscuro que era imposible ver nada, y, por lo que se sentía, el lugar estaba repleto de cosas. La muchacha tanteó la pared empolvándose las manos, no le gustaba la oscuridad, a pesar de moverse por ella. La garganta se le cerraba y no se sentía tranquila hasta tener algo de luz. Su mano tocó lo que parecía una antorcha apagada, bueno, tenían una parte, les faltaba el fuego. Tenían suerte parecía que había tela en el enorme fósforo.
No había forma. Se agachó y empezó a gatear por el suelo hasta encontrar un metal helado, tocandolo lo supo, eso era la entrada. Usando todas sus fuerzas abrió la trampilla y se sentó con los pies colgando. No había escalera. Se dejó caer con el corazón en un puño y vio que allí había mas luminosidad, que se colaba por las rejillas del alcantarillado que daban paso a la luz de la luna.
- No hay escalera, os tendré que coger yo, la última que cierre la puerta.- Susurró poniéndose bajo la trampilla, guardando las dagas en sus muslos y preparándose para atrapar a las chicas cuando bajaran.
- Off-rol:
- El trabajo sigue en lass catacumbas [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
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