Un rescate con el corazón [Trabajo][Fredericksen - Sakun]
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Un rescate con el corazón [Trabajo][Fredericksen - Sakun]
Ya me encontraba nuevamente en Lunargenta, últimamente estaba viniendo de acá para allá en la ciudades y como Lunargenta era la ciudad más cercana a mi “hogar” debía aprovechar eso. Me encontraba en otro de mis intentos fallidos de negociación, la gente últimamente se volvía muy tiquismiquis cuando les ofrecía mis ardillas muertas, así que esta vez había optado por llevar hierbas y fruta fresca para negociar.
Como siempre empecé ofreciendo mi mercancía a los vendedores ambulantes, aquella gente generalmente podía aceptar algún trato. Por mi desgracia lo único que había logrado conseguir en todo el día fueron un par de sílex a cambio de mentha, bueno, algo era mejor que nada.
Resignado preferí buscar un sitio donde comer algo… quizá a la taberna de madam pelos logrará hacer un trato como de costumbre, mercancía fresca a cambio de una comida aceptable, quizá si le añadía las piedras sílex en la negociación mi comida estuviese caliente esta vez, si, aquella idea era perfecta.
Fuera de la taberna había un hombre tratando de negociar con gente que tenía cara de pocos amigos, sonaba desesperado y asustado. Antes de acercarme más a la puerta de la taberna me incliné un poco para escuchar la conversación, de aquellos momentos es donde puede tomarse buena información.
- Les daré todo lo que tengo, pero por favor ayúdenme.
- Ya te dijimos que no nos interesa, pagan mejor por otros trabajos. - Aquel parecía estar al mando de los que tenían cara de pocos amigos. Por como sonaba todo quizá fuese un grupo de mercenarios.
- Puedo pagarles más, juro que cuando regresen tendré más para darles. – La voz del sujeto cada vez tenía un mayor tono de suplica.
- Deja de molestarnos de una vez. – El “líder” del grupo de gente no amistosa apartó al hombre que suplicaba de un empujón. – Y si vuelves a dirigirnos la palabra yo mismo tomaré medidas. – Luego de todo aquello el grupo de mercenarios entró a la taberna.
Aquella situación podía ser beneficiosa, solamente debía averiguar con exactitud qué es lo que estaba sucediendo, si había dinero de por medio tampoco me caería tan mal. Olvidé mis planes de comer y me escondí detrás de unas cajas, por el momento solo seguiría al sujeto a ver si revelaba algo más de información y luego me haría presente, así de sencillo. Levanté la mirada para ver como el hombre comenzaba a alejarse mientras empujaba una carretilla llena de tapices, “Así que es un mercader.” Los mercaderes siempre estaban en problemas, así que ya no me era raro que necesitara ayuda.
El mercader de vez en cuando se iba acercando a gente que parecía apta para trabajos pesados, aquello significaba que el problema que tenía debía ser algo grave… mejor esperaría a ver quién podía encargarse de todo aquello y luego ofrecer unirme, aunque podía buscar a alguien que me ayudara en aquel asunto y necesitara dinero, sí, eso también podía ser factible.
Como siempre empecé ofreciendo mi mercancía a los vendedores ambulantes, aquella gente generalmente podía aceptar algún trato. Por mi desgracia lo único que había logrado conseguir en todo el día fueron un par de sílex a cambio de mentha, bueno, algo era mejor que nada.
Resignado preferí buscar un sitio donde comer algo… quizá a la taberna de madam pelos logrará hacer un trato como de costumbre, mercancía fresca a cambio de una comida aceptable, quizá si le añadía las piedras sílex en la negociación mi comida estuviese caliente esta vez, si, aquella idea era perfecta.
Fuera de la taberna había un hombre tratando de negociar con gente que tenía cara de pocos amigos, sonaba desesperado y asustado. Antes de acercarme más a la puerta de la taberna me incliné un poco para escuchar la conversación, de aquellos momentos es donde puede tomarse buena información.
- Les daré todo lo que tengo, pero por favor ayúdenme.
- Ya te dijimos que no nos interesa, pagan mejor por otros trabajos. - Aquel parecía estar al mando de los que tenían cara de pocos amigos. Por como sonaba todo quizá fuese un grupo de mercenarios.
- Puedo pagarles más, juro que cuando regresen tendré más para darles. – La voz del sujeto cada vez tenía un mayor tono de suplica.
- Deja de molestarnos de una vez. – El “líder” del grupo de gente no amistosa apartó al hombre que suplicaba de un empujón. – Y si vuelves a dirigirnos la palabra yo mismo tomaré medidas. – Luego de todo aquello el grupo de mercenarios entró a la taberna.
Aquella situación podía ser beneficiosa, solamente debía averiguar con exactitud qué es lo que estaba sucediendo, si había dinero de por medio tampoco me caería tan mal. Olvidé mis planes de comer y me escondí detrás de unas cajas, por el momento solo seguiría al sujeto a ver si revelaba algo más de información y luego me haría presente, así de sencillo. Levanté la mirada para ver como el hombre comenzaba a alejarse mientras empujaba una carretilla llena de tapices, “Así que es un mercader.” Los mercaderes siempre estaban en problemas, así que ya no me era raro que necesitara ayuda.
El mercader de vez en cuando se iba acercando a gente que parecía apta para trabajos pesados, aquello significaba que el problema que tenía debía ser algo grave… mejor esperaría a ver quién podía encargarse de todo aquello y luego ofrecer unirme, aunque podía buscar a alguien que me ayudara en aquel asunto y necesitara dinero, sí, eso también podía ser factible.
- Mercader:
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Fredericksen
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Re: Un rescate con el corazón [Trabajo][Fredericksen - Sakun]
Lunargenta era el lugar por excelencia del mercado. Siempre se veía gente con sus canastas, vendiendo frutas a tempranas horas de la mañana. Como de costumbre, madrugaban para lograr aumentar en ventas en aquella tierra tan ambiciosa del dinero. Las monedas rebotaban por el pavimento, y los sujetos estaban satisfechos por sus productos. También, gracias a la creciente taza de aventureros saliendo de otros reinos, ellos solían encontrarse en un lugar donde al final todos llegarían. No había ningún turista que no terminara en la Ciudad de Lunargenta, porque allí podrían comprar los mejores productos para combatir, para comer, y para curarse. Las personas optaban por viajar allí primero, y luego por trasladarse a las otras villas. En resumen, la ciudad nunca dejaba de trabajar, era como una zona donde siempre estaba alguien afuera, así sea comercializando o buscando objetos para intercambiar. Todo bajo la ley de los guardias.
De repente, uno de los hombres más emblemáticos había vuelto de su larga ausencia en las tierras. No era ningún payaso, ni un bufón; era el dragón que no conocía socializar. Era un tipo que sólo entraba por motivos de dinero, o por necesidades de refrescar su garganta. Todos podrían observarlo, dada a su complexión inmensa. No hablaba con nadie, pero aún así, la multitud que lo conocía no rechistaba; ellos sabían que a pesar de ser tan tenebroso, su espíritu noble lo involucraba en muchos problemas. Era de los pocos lagartos que aún creían en el honor, y con influencias de su madre, pelearía por la justicia. Bajo su cuerpo, también caminaba un corpulento tigre blanco. -Zarpitas, espero que no me vuelvas a meter en problemas.-Dijo el gran hombre, con pasos pesados. El suelo temblaba por su plantilla chocando contra este.
El ser anteriormente descubierto se trataba de Sakun, quien había vuelto a la tierra de los humanos. Él, así como varias personas, tenían en cuenta su regreso. Él volvía por unos cuántos aeros, y haría lo que fuese por conseguirlos. Varios describían al muchacho como un dragón de negocios. Zarpitas, por otro lado, era su mascota felina. Al igual que él, los dos sólo se metían en conflictos necesarios. A veces los llevaban a cabo para salvar a alguien, o simplemente para ganarse el respeto que ya tienen.
El morocho se percató que no había nada de qué preocuparse. Las cosas seguían bien, no habían problemas alrededor de la ciudad. No se molestó en seguir desplazándose. -Parece que n...-Se detuvo por un momento. El animal había detectado algo, por eso fue que gruñó agresivamente. Al girar la cabeza, vio a alguien cubriéndose en unas cajas. Al parecer, y según lo que el dragón creía, estaba a punto de cometer un asesinato. -El tipo de la capa.-Pronunció el joven.
Con rapidez, corrió hacia el misterioso sujeto . Vio que llevaba un arco, y corrientemente tapaba su rostro para mantener su figura cubierta. Al estar justamente detrás de él, desenvainó su espada y la puso en el cuello de el de túnica verde. -Piensa antes de cometer una estupidez. Dime cómo te llamas.-Murmuró el joven en voz baja. Zarpitas por otro lado, se encontraba arrancándole hilos de la vestimenta.
-Responde, villano.-
De repente, uno de los hombres más emblemáticos había vuelto de su larga ausencia en las tierras. No era ningún payaso, ni un bufón; era el dragón que no conocía socializar. Era un tipo que sólo entraba por motivos de dinero, o por necesidades de refrescar su garganta. Todos podrían observarlo, dada a su complexión inmensa. No hablaba con nadie, pero aún así, la multitud que lo conocía no rechistaba; ellos sabían que a pesar de ser tan tenebroso, su espíritu noble lo involucraba en muchos problemas. Era de los pocos lagartos que aún creían en el honor, y con influencias de su madre, pelearía por la justicia. Bajo su cuerpo, también caminaba un corpulento tigre blanco. -Zarpitas, espero que no me vuelvas a meter en problemas.-Dijo el gran hombre, con pasos pesados. El suelo temblaba por su plantilla chocando contra este.
El ser anteriormente descubierto se trataba de Sakun, quien había vuelto a la tierra de los humanos. Él, así como varias personas, tenían en cuenta su regreso. Él volvía por unos cuántos aeros, y haría lo que fuese por conseguirlos. Varios describían al muchacho como un dragón de negocios. Zarpitas, por otro lado, era su mascota felina. Al igual que él, los dos sólo se metían en conflictos necesarios. A veces los llevaban a cabo para salvar a alguien, o simplemente para ganarse el respeto que ya tienen.
El morocho se percató que no había nada de qué preocuparse. Las cosas seguían bien, no habían problemas alrededor de la ciudad. No se molestó en seguir desplazándose. -Parece que n...-Se detuvo por un momento. El animal había detectado algo, por eso fue que gruñó agresivamente. Al girar la cabeza, vio a alguien cubriéndose en unas cajas. Al parecer, y según lo que el dragón creía, estaba a punto de cometer un asesinato. -El tipo de la capa.-Pronunció el joven.
Con rapidez, corrió hacia el misterioso sujeto . Vio que llevaba un arco, y corrientemente tapaba su rostro para mantener su figura cubierta. Al estar justamente detrás de él, desenvainó su espada y la puso en el cuello de el de túnica verde. -Piensa antes de cometer una estupidez. Dime cómo te llamas.-Murmuró el joven en voz baja. Zarpitas por otro lado, se encontraba arrancándole hilos de la vestimenta.
-Responde, villano.-
Sakun
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Re: Un rescate con el corazón [Trabajo][Fredericksen - Sakun]
Mi búsqueda de información no estaba tan mal, pero el mercader nunca llegaba a decir más de lo que siempre hacía, la gente lo ignoraba o le decía que no lo molestara. Debía pensar en una forma en conseguir más información donde yo no tuviese que preguntar… mandar a un niño quizá, los enanos siempre colaboraban si les daban algo a cambio, yo le daría las gracias.
Estaba por buscar a algún enano que me ayudase cuando algo me tomó por sorpresa, se habían acercado por mis espaldas, lo noté cuando escuché el sonido de una espada desenvainarse ¿Acaso era uno de los mercenarios que había visto antes? Quise girar para comprobarlo pero el filo del arma ya estaba peligrosamente cerca, mejor me quedaba quieto a esperar mi triste final, era de esperarse, la mayoría de gente acababa muerta como vagabundos en algún callejón… además nadie me conocía en Lunargenta, seguro me lanzarían a una fosa común.
Por la voz pude notar que mi atacante no era alguien que hubiese escuchado antes, seguro era uno de esos asesinos que matan por simple y puro placer. Al menos el sujeto parecía tener empatía, hablaba de algo de pensar mis estupideces y que le dijera mi nombre, al menos alguien sabría el nombre del futuro cuerpo muerto.
- No es mi culpa, primero cometo la idiotez y luego la pienso… aunque me impresiona ciertamente ¿Puedes leer mi mente o algo por el estilo? – Aquella información la necesitaba antes de morir, además de que me ofendía que pensara que pedirle ayuda a un niño fuese una estupidez. – Me llamo… Fredericksen, Fredericksen Candau. – Normalmente solo daba mi apellido, pero si iba a morir al menos que conocieran mi verdadero nombre.
Aparte de la espada había algo molesto rasgando mi ropa, posiblemente fuese mi imaginación, el miedo a morir hacía estragos con la percepción de la realidad y cosas así acababan sucediendo. Otra cosa que había dicho el sujeto me hizo dudar ¿Por qué me dijo villano? Yo no era un villano, parecía un acosador, eso no lo niego… pero no un villano, lo cual me trajo otra duda a la mente.
- ¿Acaso eres un asesino? – Quizá todo fuese un malentendido. – Porque, creo que te equivocas de persona, si buscas gente mala creo que debería ser en la otra calle… Yo solo trataba de conseguir información. – Levanté con cuidado mi mano temblorosa y apunté al mercader que seguía mendigando ayuda. – Aquel sujeto parece tener problemas, lleva un rato buscando ayuda, solo quería saber para qué. También se que está pagando, ni idea de cuánto, pero quizá sea una buena cifra. – Respire calmadamente esperando que aquella información me dejase vivir. – Otra cosa… si me vas a matar, que sea rápido por favor, no creo que eso de sentir el frío hierro hurgando mi garganta.
Estaba por buscar a algún enano que me ayudase cuando algo me tomó por sorpresa, se habían acercado por mis espaldas, lo noté cuando escuché el sonido de una espada desenvainarse ¿Acaso era uno de los mercenarios que había visto antes? Quise girar para comprobarlo pero el filo del arma ya estaba peligrosamente cerca, mejor me quedaba quieto a esperar mi triste final, era de esperarse, la mayoría de gente acababa muerta como vagabundos en algún callejón… además nadie me conocía en Lunargenta, seguro me lanzarían a una fosa común.
Por la voz pude notar que mi atacante no era alguien que hubiese escuchado antes, seguro era uno de esos asesinos que matan por simple y puro placer. Al menos el sujeto parecía tener empatía, hablaba de algo de pensar mis estupideces y que le dijera mi nombre, al menos alguien sabría el nombre del futuro cuerpo muerto.
- No es mi culpa, primero cometo la idiotez y luego la pienso… aunque me impresiona ciertamente ¿Puedes leer mi mente o algo por el estilo? – Aquella información la necesitaba antes de morir, además de que me ofendía que pensara que pedirle ayuda a un niño fuese una estupidez. – Me llamo… Fredericksen, Fredericksen Candau. – Normalmente solo daba mi apellido, pero si iba a morir al menos que conocieran mi verdadero nombre.
Aparte de la espada había algo molesto rasgando mi ropa, posiblemente fuese mi imaginación, el miedo a morir hacía estragos con la percepción de la realidad y cosas así acababan sucediendo. Otra cosa que había dicho el sujeto me hizo dudar ¿Por qué me dijo villano? Yo no era un villano, parecía un acosador, eso no lo niego… pero no un villano, lo cual me trajo otra duda a la mente.
- ¿Acaso eres un asesino? – Quizá todo fuese un malentendido. – Porque, creo que te equivocas de persona, si buscas gente mala creo que debería ser en la otra calle… Yo solo trataba de conseguir información. – Levanté con cuidado mi mano temblorosa y apunté al mercader que seguía mendigando ayuda. – Aquel sujeto parece tener problemas, lleva un rato buscando ayuda, solo quería saber para qué. También se que está pagando, ni idea de cuánto, pero quizá sea una buena cifra. – Respire calmadamente esperando que aquella información me dejase vivir. – Otra cosa… si me vas a matar, que sea rápido por favor, no creo que eso de sentir el frío hierro hurgando mi garganta.
Fredericksen
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Re: Un rescate con el corazón [Trabajo][Fredericksen - Sakun]
La situación se había vuelto tensa, ahora que una vida probablemente sería arrebatada. La espada reflejaba el mentón del chico, aunque enseñando solamente la curva de la quijada. A pesar de que el filo se acercaba más y más a la piel, el dragón no estaba decidido en asesinarlo aún. Esperó lo suficiente para que respondiera, para que buscara la manera de salvar su vida. Se hallaba atento de cualquier movimiento o intento de agresión. Era imposible atacar al musculoso de esa manera, y menos gracias a su posición. Si se desplazaba, su garganta sería cercenada. La respuesta correcta lograría que el arma no decapitara al pobre muchacho. Las respiraciones agitadas lo dijeron todo, y fueron suficientes para que se descubriera algo; la verdad de las intenciones. Él no era un villano, ni mucho menos un asesino. Él estaba a punto de atragantarse con sus inhalaciones, haciéndolo aún más inocente que nunca. Si fuese un psicópata, no estaría actuando de esa manera. O tal ves sabía aparentar su culpa, y probablemente se dedicaba a la actuación. ¿Cuántas casualidades podrían ser consideras, desde cuándo la verosimilitud del asunto era delicado? La muerte quizá resolvería cualquier conflicto.
Empezó a hablar. Se atrevía a ser cómico, y eso era una mala señal. Parecía que lo estaba tomando del pelo, aún cuando una katana blandeaba de arriba a abajo, prácticamente rasurándole la barbilla. Era Fredericksen, un nombre bastante peculiar para la era de los vikingos. ¿Acaso era familiar de un robot, o algo? Fredericksen sonaba a una especie de monstruo maligno, el cual solamente despertaría por un trueno. Sakun no tuvo reparo, y simplemente fue bajando la espada, justo al escucharlo suplicar por la vida. No era un villano definitivamente. No soy ningún asesino.-Enfundó su objeto afilado y se cruzó de brazos, ahora alejándose lo suficiente para darle espacio. Zarpitas, el tigre blanco, aún seguía comiéndose la prenda del hombre.
-Detente, Zarpitas. ¿Quién es el sujeto?-Levantó su mentón, y vio un mercader con su mirada perdida en el suelo. Sin más preámbulo, caminó hacia nuestra dirección, ni siquiera nos había visto. -Ah, creo saber quién es.-Al acercarse, chocó contra los pectorales del grandullón, quien inconscientemente lo hizo caer al suelo.
¡Oh!, ¡Lo siento!-Vociferó, al ver semejante figura delante de él. -Por favor, le pagaré si usted salva a mi hija...-Pronunció el tipo, pero lamentablemente no pudo terminar la frase. Volvió a bajar su cabeza, con su mirada perdida en la basura que había en el suelo. -Olvídalo... Sé que no lo harán...-Sus lágrimas empezaron a caer en el suelo. La esperanza terminó, dejando una gran herida en su corazón. Ahora aceptaba la realidad, esa cruda verdad donde su hija perdería la vida. No era capaz de decir nada, ni siquiera tenía el valor para seguir insistiendo. Era un anciano débil, muy enclenque como para luchar por la vida de ella. -¿Por qué soy tan cobarde?...-Susurró en voz baja, recostándose en el pavimento.
Sakun dio un paso adelante, e ignoró al hombre. No le dirigió ninguna palabra, sólo siguió su camino mientras que Zarpitas iba con él. -Fredericksen, ven conmigo.-Gritó con su voz escandalosa.
-Vamos a salvar esa niña.-Frunció completamente el ceño. Lo que más odiaba en el mundo era la injusticia.
Empezó a hablar. Se atrevía a ser cómico, y eso era una mala señal. Parecía que lo estaba tomando del pelo, aún cuando una katana blandeaba de arriba a abajo, prácticamente rasurándole la barbilla. Era Fredericksen, un nombre bastante peculiar para la era de los vikingos. ¿Acaso era familiar de un robot, o algo? Fredericksen sonaba a una especie de monstruo maligno, el cual solamente despertaría por un trueno. Sakun no tuvo reparo, y simplemente fue bajando la espada, justo al escucharlo suplicar por la vida. No era un villano definitivamente. No soy ningún asesino.-Enfundó su objeto afilado y se cruzó de brazos, ahora alejándose lo suficiente para darle espacio. Zarpitas, el tigre blanco, aún seguía comiéndose la prenda del hombre.
-Detente, Zarpitas. ¿Quién es el sujeto?-Levantó su mentón, y vio un mercader con su mirada perdida en el suelo. Sin más preámbulo, caminó hacia nuestra dirección, ni siquiera nos había visto. -Ah, creo saber quién es.-Al acercarse, chocó contra los pectorales del grandullón, quien inconscientemente lo hizo caer al suelo.
¡Oh!, ¡Lo siento!-Vociferó, al ver semejante figura delante de él. -Por favor, le pagaré si usted salva a mi hija...-Pronunció el tipo, pero lamentablemente no pudo terminar la frase. Volvió a bajar su cabeza, con su mirada perdida en la basura que había en el suelo. -Olvídalo... Sé que no lo harán...-Sus lágrimas empezaron a caer en el suelo. La esperanza terminó, dejando una gran herida en su corazón. Ahora aceptaba la realidad, esa cruda verdad donde su hija perdería la vida. No era capaz de decir nada, ni siquiera tenía el valor para seguir insistiendo. Era un anciano débil, muy enclenque como para luchar por la vida de ella. -¿Por qué soy tan cobarde?...-Susurró en voz baja, recostándose en el pavimento.
Sakun dio un paso adelante, e ignoró al hombre. No le dirigió ninguna palabra, sólo siguió su camino mientras que Zarpitas iba con él. -Fredericksen, ven conmigo.-Gritó con su voz escandalosa.
-Vamos a salvar esa niña.-Frunció completamente el ceño. Lo que más odiaba en el mundo era la injusticia.
Sakun
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Re: Un rescate con el corazón [Trabajo][Fredericksen - Sakun]
Aun esperaba el corte que pusiese fin a mi vida y a mis paranoias, aunque era triste que mi cuerpo acabará con la garganta chorreando sangre en medio de una calle y no en el bosque, lo más digno hubiese sido morir en el bosque en tal caso, era mi hogar y técnicamente toda la gente que en algún momento conocí murieron bajo los árboles.
Mi trágico final afortunadamente nunca llegó, por palabras del mismo atacante reveló que no era ningún asesino, supuse que nuevamente la suerte estaba de mi lado. Cuando me aseguré que ya no había arma alguna a la cual temer me giré con cuidado, el sujeto que me había amenazado era una maza de músculos con patas, aquello estaba mal… bueno, dependía del punto de vista, estaba mal como enemigo pero supuse que estaba bien como aliado. Además el sujeto estaba acompañado por un tigre con complejo de gato, seguro aquel animal era la molestia que sentía rasgando mi ropa.
- Supongo que podría retirarme. – Dije mientras daba uno que otro paso alejándome del peligro, tener una espada tan cerca ya me había quitado las ganas de todo.
Por la aclaración de la maza de músculos andante supuestamente sabía quién era el mercader, aquello podía ser bueno, podía asegurar el trabajo y quizá tener a Mr. Esteroides de aliado no era mala idea. El pobre mercader terminó estampándose contra el sujeto y cayendo al suelo, el pobre hombre ya me daba lástima, nadie le hacía caso y ahora le pasaba eso, tenía peor suerte que yo.
Aun en el suelo trató de negociar, esta vez pude escuchar algo que antes seguro había pasado por alto, necesitaba salvar a su hija, con razón tanto afán en conseguir ayuda. Por lo visto la determinación del mercader finalmente había llegado a su fin, era de esperarse, después de tantos rechazos cualquier moral se perdía por muy fuerte que fuese. Seguido de la resignación llegó el dolor, con las lágrimas resbalando por las mejillas del mercader hasta el suelo la cosa quedaba muy clara.
No sabía específicamente que hacer en ese momento, cuando alguien lloraba mis ideas para animarlo nunca daba resultado, bueno, si lo daban pero nunca era el deseado. Mr Esteroides dio un paso al frente ignorando la escena, su tigre con complejo de gato no dudo en seguirlo, lo que más me extrañó fue el hecho de que me llamara… y tampoco me agradó mucho que fuese por mi nombre, aun estaba acostumbrado a “Candau” o “ El que anda vestido como lechuga”, quizá me había también acostumbrado a “Chucho” pero ni loco pensaba admitir aquello o aun peor, dar a conocer aquel apodo.
Por lo visto el plan que había ideado era salvar a la niña, muy bien, pero el problema es que no tenía nada de información, mejor aún, ya me había metido de cabeza en aquello y yo no había dicho nada… aunque la idea original si había sido buscar alguien con quien trabajar en aquello. Aclaré mi garganta aun sin moverme esperando dar a entender que aun sucedía algo, esperaba que musculitos entendiera la señal.
- Que bien que quieras ayudar y eso… pero creo que se te olvidan un par de cosas. – Dije mientras apuntaba al mercader que miraba sorprendido al sujeto del tigre.
- ¿E…en serio me ayudarán?. – Las lagrimas seguían brotando por las mejillas del mercader mientras una sonrisa se formaba en su boca, se limpió rápidamente las lagrimas con la manga de su atuendo mientras se ponía de pie.– Por favor… díganme que no es una broma, ¿Van a salvar a mi pequeña?
En aquel momento supuse que ya no había vuelta atrás, musculitos ya me había metido en el asunto y salir no era una opción, bueno, al menos habría alguna ganancia por hacer aquel trabajo y era lo que más necesitaba en aquel momento… quizá debía agradecer poder trabajar con alguien que ya me había perdonado la vida, eso me pondría en menos riesgos en caso de una traición o al menos así lo esperaba.
- Claro que la salvaremos, mi amigo y yo nos podemos hacer cargo. – Realmente dudaba de mis propias palabras. – Pero antes de que… él y yo empecemos creo que necesitamos algo de información. – Miré al sujeto del tigre preguntándome cual sería su nombre, ponerle un apodo parecía mala idea, temía acabar con la nariz rota por culpa de no pensar lo que decía.
- La verdad es que no se mucho, simplemente se la llevaron y me dijeron que debía si no salía del negocio no la volvería a ver. – El mercader bajó la voz mientras se acercaba a Mr. Esteroides. – Pero aquí entre nosotros… creo que fue Sandro, el mercader del otro barrio, desde que comencé a vender mis tapices sus ventas han caído y creo que esta es su venganza, pero no digan nada de esto. – El hombre volvió a elevar un poco el tono mientras sus ojos denotaban agradecimiento. – Realmente se los doy las gracias por su ayuda.
Mi trágico final afortunadamente nunca llegó, por palabras del mismo atacante reveló que no era ningún asesino, supuse que nuevamente la suerte estaba de mi lado. Cuando me aseguré que ya no había arma alguna a la cual temer me giré con cuidado, el sujeto que me había amenazado era una maza de músculos con patas, aquello estaba mal… bueno, dependía del punto de vista, estaba mal como enemigo pero supuse que estaba bien como aliado. Además el sujeto estaba acompañado por un tigre con complejo de gato, seguro aquel animal era la molestia que sentía rasgando mi ropa.
- Supongo que podría retirarme. – Dije mientras daba uno que otro paso alejándome del peligro, tener una espada tan cerca ya me había quitado las ganas de todo.
Por la aclaración de la maza de músculos andante supuestamente sabía quién era el mercader, aquello podía ser bueno, podía asegurar el trabajo y quizá tener a Mr. Esteroides de aliado no era mala idea. El pobre mercader terminó estampándose contra el sujeto y cayendo al suelo, el pobre hombre ya me daba lástima, nadie le hacía caso y ahora le pasaba eso, tenía peor suerte que yo.
Aun en el suelo trató de negociar, esta vez pude escuchar algo que antes seguro había pasado por alto, necesitaba salvar a su hija, con razón tanto afán en conseguir ayuda. Por lo visto la determinación del mercader finalmente había llegado a su fin, era de esperarse, después de tantos rechazos cualquier moral se perdía por muy fuerte que fuese. Seguido de la resignación llegó el dolor, con las lágrimas resbalando por las mejillas del mercader hasta el suelo la cosa quedaba muy clara.
No sabía específicamente que hacer en ese momento, cuando alguien lloraba mis ideas para animarlo nunca daba resultado, bueno, si lo daban pero nunca era el deseado. Mr Esteroides dio un paso al frente ignorando la escena, su tigre con complejo de gato no dudo en seguirlo, lo que más me extrañó fue el hecho de que me llamara… y tampoco me agradó mucho que fuese por mi nombre, aun estaba acostumbrado a “Candau” o “ El que anda vestido como lechuga”, quizá me había también acostumbrado a “Chucho” pero ni loco pensaba admitir aquello o aun peor, dar a conocer aquel apodo.
Por lo visto el plan que había ideado era salvar a la niña, muy bien, pero el problema es que no tenía nada de información, mejor aún, ya me había metido de cabeza en aquello y yo no había dicho nada… aunque la idea original si había sido buscar alguien con quien trabajar en aquello. Aclaré mi garganta aun sin moverme esperando dar a entender que aun sucedía algo, esperaba que musculitos entendiera la señal.
- Que bien que quieras ayudar y eso… pero creo que se te olvidan un par de cosas. – Dije mientras apuntaba al mercader que miraba sorprendido al sujeto del tigre.
- ¿E…en serio me ayudarán?. – Las lagrimas seguían brotando por las mejillas del mercader mientras una sonrisa se formaba en su boca, se limpió rápidamente las lagrimas con la manga de su atuendo mientras se ponía de pie.– Por favor… díganme que no es una broma, ¿Van a salvar a mi pequeña?
En aquel momento supuse que ya no había vuelta atrás, musculitos ya me había metido en el asunto y salir no era una opción, bueno, al menos habría alguna ganancia por hacer aquel trabajo y era lo que más necesitaba en aquel momento… quizá debía agradecer poder trabajar con alguien que ya me había perdonado la vida, eso me pondría en menos riesgos en caso de una traición o al menos así lo esperaba.
- Claro que la salvaremos, mi amigo y yo nos podemos hacer cargo. – Realmente dudaba de mis propias palabras. – Pero antes de que… él y yo empecemos creo que necesitamos algo de información. – Miré al sujeto del tigre preguntándome cual sería su nombre, ponerle un apodo parecía mala idea, temía acabar con la nariz rota por culpa de no pensar lo que decía.
- La verdad es que no se mucho, simplemente se la llevaron y me dijeron que debía si no salía del negocio no la volvería a ver. – El mercader bajó la voz mientras se acercaba a Mr. Esteroides. – Pero aquí entre nosotros… creo que fue Sandro, el mercader del otro barrio, desde que comencé a vender mis tapices sus ventas han caído y creo que esta es su venganza, pero no digan nada de esto. – El hombre volvió a elevar un poco el tono mientras sus ojos denotaban agradecimiento. – Realmente se los doy las gracias por su ayuda.
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Re: Un rescate con el corazón [Trabajo][Fredericksen - Sakun]
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