Liberación [Libre][3/3]
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Llevaban andando cerca de media hora, tras ellos, había desaparecido ya la luz de la hoguera del lagarto y el bardo, los árboles se habían vuelto más espesos, más altos, y el frío acuciaba más. Lycon parecía ir cubríendole del viento que comenzaba a soplar, anunciando nevada, esa noche nevaría, nevaría con fuerza. Tembló un instante antes de escuchar la respuesta de Ly a su tímido y temeroso agradecimiento, y ella alzó la cabeza para mirarle, mientras se abrazaba a si misma. ¿Qué no era nada, había dicho? En realidad, lo era todo. Si no hubiera aparecido, probablemente Freya estaría ahora muerta, tumbada en el prado de flores blancas, que habrían pasado a ser de un profundo rojo, el rojo de la sangre que se habría derramado de su fino cuello.
La joven se tocó la garganta, más consciente que nunca de lo que habría sucedido si su plan hubiera fracasado, y tomó aire frío, temblando de miedo. Se había arriesgado tanto, había estado tan desesperada, que no le había importado nada la posibilidad de morir, al menos, habría dejado de sufrir, pero, al final, había sobrevivido, y ahora se abrían ante ella tantas posibilidades que no era capaz de visualizar su siguiente paso.
Despistada como iba, chocó contra la espalda de su salvador y dio dos pasos hacia atrás, alzando, por fin, la cabeza. Le devolvió una mirada aterrada cuando este se giró. ¿Habría sido todo un engaño para, ahora, lejos de todo, hacerle daño? No, quería ayudarla, cargar con ella, o eso decía. Pasaron varios segundos en los que ella no apartó la vista del joven, mirándolo de hito en hito, intentando que su mente concretase una idea que no tuviera que ver con sus experiencias pasadas, pero no hubo modo, la única opción era intentar confiar de forma ciega. Tragó saliva y, finalmente, dio unos pasos tambaleantes hacia el joven de barba espesa, y se quedó paralizada, haciendo que fuera el quien se viera obligado a recorrer el resto de distancia.
Cerró los ojos temerosa, y notó una piel suave cubrirle los brazos justo antes de notar como la levantaban por los aires. Soltó un ligero gritillo cubriéndose la cara con las manos. Notó que dejaba de temblar de frío y alzó una mirada asustada hacia arriba. Lycon la había cogido en volandas y cubierto con su capa de piel para cubrirla totalmente del frío. Aun algo asustada, bajo la mirada hacia sus manos, cubiertas por la piel de animal, e intentó mantenerse alejada del cuerpo del chico todo lo que era posible. Hasta que, poco a poco, como si estuviera en una cuna, el ligero movimiento de los pasos del joven la meció junto al silencio de la noche, logrando calmarla, destensandose y acercándose al torso del lobo, haciendo que le fuera más sencillo caminar.
Así el camino se redujo considerablemente, lo que, con su paso debilitado habría costado cerca de dos horas, se convirtio en una sola. El frío la abandonó por completo y un murmuro a penas audible salió nuevamente de sus labios, dandola las gracias, aunque dudaba que él la hubiera oído. Alzó la vista al oirle decir que habían llegado, y miró hacia su izquierda para ver una aldea de aspecto próspero, con algunas antorchas iluminando las calles y silencio en, prácticamente, casi todo el lugar. Cuando se encontró en el suelo, miró un momento a Lycon, parecía cansado, debía haber sido duro llevarla todo ese camino. Cambió su mirada hacia la aldea, en busca de un modo para disculparse, y le volvió a mirar, casi pidiéndole permiso para adentrarse, como había aprendido que debía hacer en su anterior hogar.
Cuando no pareció inmutarse, dio un paso dudoso hacia delante y se adentró en la aldea mirando a su alrededor como una niña que acaba de salir a pasear por primera vez. No sabía donde ir, pero siguió al chico intentando no perderse ni alejarse demasiado, hasta que se adentraron, finalmente, en el cálido interior de una taberna, el único local que seguía abierto a esas horas. Una joven con un niño en brazos saludó desde la barra mientras llenaba una jarra de cerveza de un barril, solo un anciano bebía en una mesa, rodeado de jóvenes que bebían a su salud, probablemente, interesados en escuchar alguna de sus batallas.
Volvió a mirar a Ly curiosa, y volvió a mirar a la tabernera casi escondida tras él. La mujer se acercó con una sonrisa, como si fuera a tratar con una niña, agachandose un poco hasta su altura, y cambió su mirada a Lycon, como quien habla con un amigo de toda la vida, al igual que trataba a sus comensales, tras haberles servido una nueva ronda de cervezas, antes de acercarse a los recién llegados. Sacudió un poco a su bebé, que empezaba a lloriquear, y les miró.
- ¿De dónde la has sacado? no es de aquí, y parece que no haya comido bien en meses.- comentó mientras el bebé seguía con sus intentos de lloriqueo. Freya, sin mediar palabra, miró al pequeño y se agachó un poco, de dónde la habían sacado era una buena pregunta, hacía tiempo que no sabía exactamente quien era ni porque había tenido que llegar a esa aldea horripilante. El niño le tomó un mechón de pelo que comenzó a agitar y sonrió mientras la loba lograba que soltase su melena.- Vaya vaya, ¿así que una desconocida te calma y yo no?- le preguntó la mujer a su hijo.- vale vale, lo tendré en cuenta.- bromeó con el bebé, que soltó una risa, debía haberse despertado a media noche.- Tomad asiento, cuando esto se despeje, podemos hablar.- la mió la mujer, como si hubiera entendido que necesitaría algún sitio donde quedarse.- acercaos a la chimenea, si queréis, esta noche es fría.
La joven se tocó la garganta, más consciente que nunca de lo que habría sucedido si su plan hubiera fracasado, y tomó aire frío, temblando de miedo. Se había arriesgado tanto, había estado tan desesperada, que no le había importado nada la posibilidad de morir, al menos, habría dejado de sufrir, pero, al final, había sobrevivido, y ahora se abrían ante ella tantas posibilidades que no era capaz de visualizar su siguiente paso.
Despistada como iba, chocó contra la espalda de su salvador y dio dos pasos hacia atrás, alzando, por fin, la cabeza. Le devolvió una mirada aterrada cuando este se giró. ¿Habría sido todo un engaño para, ahora, lejos de todo, hacerle daño? No, quería ayudarla, cargar con ella, o eso decía. Pasaron varios segundos en los que ella no apartó la vista del joven, mirándolo de hito en hito, intentando que su mente concretase una idea que no tuviera que ver con sus experiencias pasadas, pero no hubo modo, la única opción era intentar confiar de forma ciega. Tragó saliva y, finalmente, dio unos pasos tambaleantes hacia el joven de barba espesa, y se quedó paralizada, haciendo que fuera el quien se viera obligado a recorrer el resto de distancia.
Cerró los ojos temerosa, y notó una piel suave cubrirle los brazos justo antes de notar como la levantaban por los aires. Soltó un ligero gritillo cubriéndose la cara con las manos. Notó que dejaba de temblar de frío y alzó una mirada asustada hacia arriba. Lycon la había cogido en volandas y cubierto con su capa de piel para cubrirla totalmente del frío. Aun algo asustada, bajo la mirada hacia sus manos, cubiertas por la piel de animal, e intentó mantenerse alejada del cuerpo del chico todo lo que era posible. Hasta que, poco a poco, como si estuviera en una cuna, el ligero movimiento de los pasos del joven la meció junto al silencio de la noche, logrando calmarla, destensandose y acercándose al torso del lobo, haciendo que le fuera más sencillo caminar.
Así el camino se redujo considerablemente, lo que, con su paso debilitado habría costado cerca de dos horas, se convirtio en una sola. El frío la abandonó por completo y un murmuro a penas audible salió nuevamente de sus labios, dandola las gracias, aunque dudaba que él la hubiera oído. Alzó la vista al oirle decir que habían llegado, y miró hacia su izquierda para ver una aldea de aspecto próspero, con algunas antorchas iluminando las calles y silencio en, prácticamente, casi todo el lugar. Cuando se encontró en el suelo, miró un momento a Lycon, parecía cansado, debía haber sido duro llevarla todo ese camino. Cambió su mirada hacia la aldea, en busca de un modo para disculparse, y le volvió a mirar, casi pidiéndole permiso para adentrarse, como había aprendido que debía hacer en su anterior hogar.
Cuando no pareció inmutarse, dio un paso dudoso hacia delante y se adentró en la aldea mirando a su alrededor como una niña que acaba de salir a pasear por primera vez. No sabía donde ir, pero siguió al chico intentando no perderse ni alejarse demasiado, hasta que se adentraron, finalmente, en el cálido interior de una taberna, el único local que seguía abierto a esas horas. Una joven con un niño en brazos saludó desde la barra mientras llenaba una jarra de cerveza de un barril, solo un anciano bebía en una mesa, rodeado de jóvenes que bebían a su salud, probablemente, interesados en escuchar alguna de sus batallas.
Volvió a mirar a Ly curiosa, y volvió a mirar a la tabernera casi escondida tras él. La mujer se acercó con una sonrisa, como si fuera a tratar con una niña, agachandose un poco hasta su altura, y cambió su mirada a Lycon, como quien habla con un amigo de toda la vida, al igual que trataba a sus comensales, tras haberles servido una nueva ronda de cervezas, antes de acercarse a los recién llegados. Sacudió un poco a su bebé, que empezaba a lloriquear, y les miró.
- ¿De dónde la has sacado? no es de aquí, y parece que no haya comido bien en meses.- comentó mientras el bebé seguía con sus intentos de lloriqueo. Freya, sin mediar palabra, miró al pequeño y se agachó un poco, de dónde la habían sacado era una buena pregunta, hacía tiempo que no sabía exactamente quien era ni porque había tenido que llegar a esa aldea horripilante. El niño le tomó un mechón de pelo que comenzó a agitar y sonrió mientras la loba lograba que soltase su melena.- Vaya vaya, ¿así que una desconocida te calma y yo no?- le preguntó la mujer a su hijo.- vale vale, lo tendré en cuenta.- bromeó con el bebé, que soltó una risa, debía haberse despertado a media noche.- Tomad asiento, cuando esto se despeje, podemos hablar.- la mió la mujer, como si hubiera entendido que necesitaría algún sitio donde quedarse.- acercaos a la chimenea, si queréis, esta noche es fría.
Freya Lathman
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Dentro de la taberna se estaba bien, no tenia nada que ver con el frío del exterior y eso a la recién llegada le vendría perfecto para recuperarse. Atendiendo a Petra, la hija de la mesonera que sostenía a su hijo en brazos contesto.-Viene conmigo, estaba en el bosque, estaba un poco perdida y me pidió ayuda.- Prefiero evitar por el momento sacar la verdadera razón de nuestro encuentro así que invento esa excusa. Mientras me acercaba a la barra cansado, giro la vista a los demás y me apoyo con los codos mientras pido una cerveza. Una vez la tengo, la dejo sobre la mesa en la que estaba Freya y me inclino, susurrando a su oído a la vez que ella se apartaba levemente.-Ya estás segura.-Y en un tono más alto.-¿Quieres beber algo, Freya?-Tras unos segundos contesta agua por lo que miro a la tabernera que a la traía.
El tiempo que tardaron en salir los jóvenes y el anciano fue breve ya que con la excusa de que iban a cerrar, Petra los echó prácticamente. Esta, mirándome, me da al niño con el que juego un poco mientras habla con Freya.-Bueno, ¿Freya? Sí, Freya. Más tarde hablaré con el hombre aquí pero por lo que me has contado te puedes quedar aquí si quieres, yo te ofrezco comida y un lugar donde dormir pero tendrás que trabajar aquí. Aunque luego tengo que discutirlo con mi madre, pero siempre busca chicas nuevas para que sirvan y seguro que te podrás quedar.-Dice estas últimas palabras emocionada mientras calentaba las manos de la joven loba asustadiza.
Ya había pasado un rato en el que solo habíamos hablado tranquilamente y me levanto dispuesto a irme pero Freya me detiene un momento.-No estaré lejos de aquí ¿vale? -Me acerco a Freya a paso lento y la abrazo suavemente para que no se asuste.-Mañana por la mañana, cuando hayas descansado me pasaré por aquí y hablaremos mejor.- Tras despedirnos, salgo por la puerta y me dirijo al taller donde me tumbo en la cama y duermo hasta la mañana siguiente.
Ya es por la mañana por lo que me aseo un poco y ahora, más descansado, me despido un momento antes de ayudar a acabar unos pedidos y voy a la taberna. Supongo que Freya ya está levantada. Por lo que veo al salir del taller, son cerca de las nueve de la mañana. Aunque hace horas que ha salido el sol sigue haciendo frío y lo siento subiendo por mis piernas rápidamente. Sin más dilación, entro en el mesón y en la puerta me sacudo las botas. Me dirijo directamente a la barra y pregunto: -Petra, ¿ya se ha levantado Freya?- Mientras me siento en el taburete.-Ahora que lo dices no. Iré a despertarla si tienes que irte ahora.- En un acto rápido detengo su movimiento.-No no, ni mucho menos dejala descansar. Te debo una por esto, gracias. Todo lo que necesite, dimelo a mi y podré conseguirlo.- Como debía entrar pronto a trabajar, me despido y vuelvo al taller.
El tiempo que tardaron en salir los jóvenes y el anciano fue breve ya que con la excusa de que iban a cerrar, Petra los echó prácticamente. Esta, mirándome, me da al niño con el que juego un poco mientras habla con Freya.-Bueno, ¿Freya? Sí, Freya. Más tarde hablaré con el hombre aquí pero por lo que me has contado te puedes quedar aquí si quieres, yo te ofrezco comida y un lugar donde dormir pero tendrás que trabajar aquí. Aunque luego tengo que discutirlo con mi madre, pero siempre busca chicas nuevas para que sirvan y seguro que te podrás quedar.-Dice estas últimas palabras emocionada mientras calentaba las manos de la joven loba asustadiza.
Ya había pasado un rato en el que solo habíamos hablado tranquilamente y me levanto dispuesto a irme pero Freya me detiene un momento.-No estaré lejos de aquí ¿vale? -Me acerco a Freya a paso lento y la abrazo suavemente para que no se asuste.-Mañana por la mañana, cuando hayas descansado me pasaré por aquí y hablaremos mejor.- Tras despedirnos, salgo por la puerta y me dirijo al taller donde me tumbo en la cama y duermo hasta la mañana siguiente.
Ya es por la mañana por lo que me aseo un poco y ahora, más descansado, me despido un momento antes de ayudar a acabar unos pedidos y voy a la taberna. Supongo que Freya ya está levantada. Por lo que veo al salir del taller, son cerca de las nueve de la mañana. Aunque hace horas que ha salido el sol sigue haciendo frío y lo siento subiendo por mis piernas rápidamente. Sin más dilación, entro en el mesón y en la puerta me sacudo las botas. Me dirijo directamente a la barra y pregunto: -Petra, ¿ya se ha levantado Freya?- Mientras me siento en el taburete.-Ahora que lo dices no. Iré a despertarla si tienes que irte ahora.- En un acto rápido detengo su movimiento.-No no, ni mucho menos dejala descansar. Te debo una por esto, gracias. Todo lo que necesite, dimelo a mi y podré conseguirlo.- Como debía entrar pronto a trabajar, me despido y vuelvo al taller.
Lycon
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Sentada en la mesa del local, encogida, intentando volverse más pequeña y menuda, ser más invisible y silenciosa, esperando que nadie se percatase de su presencia, deseando fundirse con la silla, miró al lobo que la había acompañado y en a penas un susurro respondió que quería agua. Tenía la boca seca, la garganta le picaba y dolía, tal vez hubiera cogido algo de frío. Normalmente los lobos no enfermaban, su temperatura era tan elevada que las bacterias no tenían oportunidad alguna de sobrevivir, o eso le habían explicado en su manda, no sabía hasta que punto era cierto lo que sabía y que no lo era. Esperaba no haber cogido frío, aunque lo cierto era que temblaba, lo asumía como algo que le provocaba el miedo, más que al frío.
Cuando los demás presentes se alejaron, Freya pudo respirar algo más tranquila y soltar el aire que había estado reteniendo de forma inconsciente. Tomó un trago del vaso de agua que le habían puesto delante y miró tras este a la camarera, que le ofreció quedarse allí a cambio de ayudar en la taberna. Asintió, agradecida, sin ser capaz de demostrar cuanto lo estaba. Era más de lo que podía esperar, más de lo que habría pensado nunca que conseguiría al intentar escapar de su manada. Habría esperado estar muerta a esas alturas, no en una taberna, consiguiendo al tiempo trabajo y hogar.
Lycon desapareció pronto, y quedó a merced de la mujer que, con una sonrisa amable, la guió hasta un pequeño cuarto con armario, baño y un camastro, no había más, pero tenía pestillo y era para ella, bastante más de lo que había tenido en su anterior manada, con el cerrojo podría, al menos, sentirse segura en algún lugar. Era consciente de que un simple cerrojo no detendría a un hombre lobo que quisiera atacar, pero le daba esa sensación de que tenía un refugio, un lugar seguro al que acudir cuando estuviera asustada o tuviera miedo, era mucho, mucho para lo que ella había tenido hasta el momento.
- Puedes coger la ropa del armario, estás muy delgada, así que puede que ten venga grande, pero mejor que ir con lo que llevas ahora. También tienes mantas.- comentó la mujer sacando de unos cajones un buen grueso de cubiertas para la cama.- No te preocupes, poco a poco irás recuperando peso y acostumbrandote.- le sonrió a una Freya muda que lo observaba todo con la curiosidad y la timidez de un niño, sin moverse un ápice del centro del dormitorio.- Pequeña.- la llamó acercándose a ella, intentando ponerle una mano en el hombro.
De modo inconsciente, Freya se alejó temblando, pegándose a la pared con ojos extremadamente abiertos. Petra la miró sorprendida intentando dar un paso hacia ella, pero al notar que la chica se encogía sobre si misma, como si esperase algún golpe, la mujer alzó los brazos en señal de paz, y le lanzó una mirada preocupada dando unos pasos hacia atrás, dejándole espacio, espacio que Freya, viendo esa posición de calma que le decía que no le haría daño, que estaba segura, se comenzó a levantar, recuperando parte de la compostura, aun temblorosa, abrazándose a si misma, para observar los movimientos de la mujer.
- Querida, no se que te habrá pasado.- le dijo con aires de ira.- pero te aseguro que mientras estés en Ulmer, nadie permitirá que vuelvan a tocarte un solo pelo de la cabeza.- la promesa resonó en las paredes de la estancia como si las hubieran pronunciado los mismos dioses, y Freya tragó saliva, insegura, sintiendo la ira erizarle la piel, sabía que no se dirigía a ella, pero no por ello se sentía más tranquila.- Descansa, debes estar agotada, mañana cuando despiertes visita la aldea, come, tomate unos días, y luego nos ayudarás, pero primero acostúmbrate, te prometo que nada volverá a ser como antes, ahora estás segura.- Con una sonrisa cerró la puerta, dejando a Freya sola en la estancia, cerrando el pestillo.
Miró a su alrededor e hizo la cama como un autómata, antes de abrir el armario y coger la primera camisola que vio para tumbare a dormir, seguía insegura, pero tan agotada, que dudaba de poder soportar la noche despierta, y, efectivamente, cayó redonda, durmiendo toda la noche entre pesadillas que no lograron despertarla hasta que el sol le dio en los ojos entrando por la ventana, al final, amanecía, había sobrevivido un día más, y no solo eso, si no que era la primera noche, en años, que no recibía un solo golpe.
Se metió en el baño, mirando de un lado a otro en silencio, y girándose a ver el dormitorio, no había nadie, relamente no iban a intentar hacerle daño, no mientras estuviera allí dentro, cerró, por seguridad y costumbre, la puerta del baño y se molestó en asearse, deseando que el agua le quitase las manchas de los años pasados, y se llevase con ella las heridas y las marcas, no hubo resultado, pero, al menos, dejó de tener polvo, y pudo vestirse con la ropa que, efectivamente, le venía ancha, antes de atarla con fuerza con un cinturón para que ni falda ni camisa le bailasen de más, y bajar a ver como era esa nueva manada que, tal vez, aunque lo dudaba, pudiera llegar a llamar hogar.
Al bajar, notó la mirada de Petra sobre ella, que le sonrió y señaló a la barra con la cabeza, Freya cambió su mirada para reconocer al chico que la había ayudado la noche pasada. Le temblaron las manos, el lugar estaba demasiado lleno, había demasiada gente desconocida, demasiados lobos que, además, al oler su miedo comenzaron a ponerse tensos. Freya tomó aire e infló el pecho, dejándolo salir poco a poco. Bajó las escaleras por fin, cogiéndose una mano con la otra e intentando esconderse entre su maraña de pelo húmedo se acercó a la barra.
- Bueno días.- dijo en una voz a penas audible.
- Buenos días, mira, han venido a buscarte.- sonrió la tabernera, recibiendo un sencillo y tímido asentimiento por parte de la loba.- No te preocupes, ya recuperarás la fuerza de tu voz.- aseguró la mujer.- ¡Lycon! ¡Aquí la dama!- informó dejando frente a ella un plato repleto de comida y girándose para adentrarse en la cocina.- si véis que alguien pide algo, me llamáis y saldré.- pidió desapareciendo tras una puerta.
- Gracias por lo de anoche...- consiguió murmurar, sin apartar la vista, asustada, del plato de comida que no parecía tener intención de tocar.
Cuando los demás presentes se alejaron, Freya pudo respirar algo más tranquila y soltar el aire que había estado reteniendo de forma inconsciente. Tomó un trago del vaso de agua que le habían puesto delante y miró tras este a la camarera, que le ofreció quedarse allí a cambio de ayudar en la taberna. Asintió, agradecida, sin ser capaz de demostrar cuanto lo estaba. Era más de lo que podía esperar, más de lo que habría pensado nunca que conseguiría al intentar escapar de su manada. Habría esperado estar muerta a esas alturas, no en una taberna, consiguiendo al tiempo trabajo y hogar.
Lycon desapareció pronto, y quedó a merced de la mujer que, con una sonrisa amable, la guió hasta un pequeño cuarto con armario, baño y un camastro, no había más, pero tenía pestillo y era para ella, bastante más de lo que había tenido en su anterior manada, con el cerrojo podría, al menos, sentirse segura en algún lugar. Era consciente de que un simple cerrojo no detendría a un hombre lobo que quisiera atacar, pero le daba esa sensación de que tenía un refugio, un lugar seguro al que acudir cuando estuviera asustada o tuviera miedo, era mucho, mucho para lo que ella había tenido hasta el momento.
- Puedes coger la ropa del armario, estás muy delgada, así que puede que ten venga grande, pero mejor que ir con lo que llevas ahora. También tienes mantas.- comentó la mujer sacando de unos cajones un buen grueso de cubiertas para la cama.- No te preocupes, poco a poco irás recuperando peso y acostumbrandote.- le sonrió a una Freya muda que lo observaba todo con la curiosidad y la timidez de un niño, sin moverse un ápice del centro del dormitorio.- Pequeña.- la llamó acercándose a ella, intentando ponerle una mano en el hombro.
De modo inconsciente, Freya se alejó temblando, pegándose a la pared con ojos extremadamente abiertos. Petra la miró sorprendida intentando dar un paso hacia ella, pero al notar que la chica se encogía sobre si misma, como si esperase algún golpe, la mujer alzó los brazos en señal de paz, y le lanzó una mirada preocupada dando unos pasos hacia atrás, dejándole espacio, espacio que Freya, viendo esa posición de calma que le decía que no le haría daño, que estaba segura, se comenzó a levantar, recuperando parte de la compostura, aun temblorosa, abrazándose a si misma, para observar los movimientos de la mujer.
- Querida, no se que te habrá pasado.- le dijo con aires de ira.- pero te aseguro que mientras estés en Ulmer, nadie permitirá que vuelvan a tocarte un solo pelo de la cabeza.- la promesa resonó en las paredes de la estancia como si las hubieran pronunciado los mismos dioses, y Freya tragó saliva, insegura, sintiendo la ira erizarle la piel, sabía que no se dirigía a ella, pero no por ello se sentía más tranquila.- Descansa, debes estar agotada, mañana cuando despiertes visita la aldea, come, tomate unos días, y luego nos ayudarás, pero primero acostúmbrate, te prometo que nada volverá a ser como antes, ahora estás segura.- Con una sonrisa cerró la puerta, dejando a Freya sola en la estancia, cerrando el pestillo.
Miró a su alrededor e hizo la cama como un autómata, antes de abrir el armario y coger la primera camisola que vio para tumbare a dormir, seguía insegura, pero tan agotada, que dudaba de poder soportar la noche despierta, y, efectivamente, cayó redonda, durmiendo toda la noche entre pesadillas que no lograron despertarla hasta que el sol le dio en los ojos entrando por la ventana, al final, amanecía, había sobrevivido un día más, y no solo eso, si no que era la primera noche, en años, que no recibía un solo golpe.
Se metió en el baño, mirando de un lado a otro en silencio, y girándose a ver el dormitorio, no había nadie, relamente no iban a intentar hacerle daño, no mientras estuviera allí dentro, cerró, por seguridad y costumbre, la puerta del baño y se molestó en asearse, deseando que el agua le quitase las manchas de los años pasados, y se llevase con ella las heridas y las marcas, no hubo resultado, pero, al menos, dejó de tener polvo, y pudo vestirse con la ropa que, efectivamente, le venía ancha, antes de atarla con fuerza con un cinturón para que ni falda ni camisa le bailasen de más, y bajar a ver como era esa nueva manada que, tal vez, aunque lo dudaba, pudiera llegar a llamar hogar.
Al bajar, notó la mirada de Petra sobre ella, que le sonrió y señaló a la barra con la cabeza, Freya cambió su mirada para reconocer al chico que la había ayudado la noche pasada. Le temblaron las manos, el lugar estaba demasiado lleno, había demasiada gente desconocida, demasiados lobos que, además, al oler su miedo comenzaron a ponerse tensos. Freya tomó aire e infló el pecho, dejándolo salir poco a poco. Bajó las escaleras por fin, cogiéndose una mano con la otra e intentando esconderse entre su maraña de pelo húmedo se acercó a la barra.
- Bueno días.- dijo en una voz a penas audible.
- Buenos días, mira, han venido a buscarte.- sonrió la tabernera, recibiendo un sencillo y tímido asentimiento por parte de la loba.- No te preocupes, ya recuperarás la fuerza de tu voz.- aseguró la mujer.- ¡Lycon! ¡Aquí la dama!- informó dejando frente a ella un plato repleto de comida y girándose para adentrarse en la cocina.- si véis que alguien pide algo, me llamáis y saldré.- pidió desapareciendo tras una puerta.
- Gracias por lo de anoche...- consiguió murmurar, sin apartar la vista, asustada, del plato de comida que no parecía tener intención de tocar.
Freya Lathman
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Una vez había terminado de hacer los encargos pendientes y hambriento, agarro una bolsa con unos aeros y me voy directo a la taberna. Freya ya debía haber despertado ya que pasaba del mediodía y espero verla. Antes de salir me aseo un poco y tras adecentarme un poco inicio mi marcha rápida a la posada. Esquivando a unos niños entro por la puerta y me siento en una mesa libre, cercana a una de las ventanas. Es mi lugar preferido ya que siempre habían unas vistas preciosas de las montañas siempre con la cumbre blanquecina.
Espero cerca de media hora mientras como algo cuando algo me llama la atención. Más que algo, alguien. Petra , la tabernera me llama. Al ver a Freya sonrío y me acerco, no intento darle un abrazo ya que aún así notaba que no estaba cómoda pero me siento junto a ella y al observar como la tabernera dejaba el plato de comida sonrío aún más.-¿Cómo te encuentras? Es diferente Ulmer que aquel lugar ¿eh?-Al ver que la muchacha de mi edad no comía no me corto ni un pelo y voy agarrando cosas sueltas para que no se notase que cada vez había menos alimento en el plato variado.-Ven, podemos hablar allí-Señalo a la mesa en la que estaba antes y junto a ella, caminamos hasta sentarnos. Mas o menos era una zona relativamente privada, las demás mesas estaban un poco más alejadas y aunque a estas horas hay mucha gente, se puede hablar.-Sabes..cuando te vi, tras salvarte me pareciste muy bella.. -Paro unos segundos mientras juego con mis dedos.
Miro a Freya un instante -Quería decirte que si necesitas algo, Petra me conoce desde siempre y puedes preguntarle lo que sea. Aquí eres libre de hacer lo que quieras, pero si te mantienes a mi lado estarás mas segura pero que sepas que nadie puede detenerte-Digo firmemente. Mi concepto de la vida es muy distinto al de otras personas, lo importante es llegar a ser feliz y desarrollarte como persona, sin presiones, sin ataduras, hacer lo que de verdad quieres bajo un mando que lo permitiese y ese sería el mio si fuese conocido, no como hace el monarca, nunca me ha gustado lo que se de él.
Miro alrededor y me levanto.-En breve debo volver a trabajar y tu debes descansar. Nos podemos ver más tarde incluso cenar juntos..¿Qué te parece?- Al permitirmelo me acerco a ella y le doy un abrazo no muy fuerte pero si muy cálido. Sin duda esta no será la última vez que nos viesemos..
Espero cerca de media hora mientras como algo cuando algo me llama la atención. Más que algo, alguien. Petra , la tabernera me llama. Al ver a Freya sonrío y me acerco, no intento darle un abrazo ya que aún así notaba que no estaba cómoda pero me siento junto a ella y al observar como la tabernera dejaba el plato de comida sonrío aún más.-¿Cómo te encuentras? Es diferente Ulmer que aquel lugar ¿eh?-Al ver que la muchacha de mi edad no comía no me corto ni un pelo y voy agarrando cosas sueltas para que no se notase que cada vez había menos alimento en el plato variado.-Ven, podemos hablar allí-Señalo a la mesa en la que estaba antes y junto a ella, caminamos hasta sentarnos. Mas o menos era una zona relativamente privada, las demás mesas estaban un poco más alejadas y aunque a estas horas hay mucha gente, se puede hablar.-Sabes..cuando te vi, tras salvarte me pareciste muy bella.. -Paro unos segundos mientras juego con mis dedos.
Miro a Freya un instante -Quería decirte que si necesitas algo, Petra me conoce desde siempre y puedes preguntarle lo que sea. Aquí eres libre de hacer lo que quieras, pero si te mantienes a mi lado estarás mas segura pero que sepas que nadie puede detenerte-Digo firmemente. Mi concepto de la vida es muy distinto al de otras personas, lo importante es llegar a ser feliz y desarrollarte como persona, sin presiones, sin ataduras, hacer lo que de verdad quieres bajo un mando que lo permitiese y ese sería el mio si fuese conocido, no como hace el monarca, nunca me ha gustado lo que se de él.
Miro alrededor y me levanto.-En breve debo volver a trabajar y tu debes descansar. Nos podemos ver más tarde incluso cenar juntos..¿Qué te parece?- Al permitirmelo me acerco a ella y le doy un abrazo no muy fuerte pero si muy cálido. Sin duda esta no será la última vez que nos viesemos..
Lycon
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