Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
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Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Practicamente no descansó. No quiso hacerlo. El destino del caballero era llegar a buen puerto costase lo que costase y cuanto antes, y su objetivo era conseguir sus respuestas. Necesitaba respuestas. ¿Por qué lo habían abandonado sus dioses? Había hecho todo cuanto había podido por ellos y lo dejaron solo en el mundo, su espada, la guía nívea, lo tenía más perdido que nunca, y solo pensaba en rendirse. Aquello era su última oportunidad.
Cayó de rodillas en medio del círculo de piedras y dejando su espada a un lado juntó las manos y oró. Rezó a los dragones una vez más para intentar que escuchasen su reclamo.
- Dragón de Tierra, tú eres mi benefactor. Tú me has cubierto cuando los ataques eran poderosos, tú me has otorgado la dureza necesaria para cumplir con mis deberes. Acompáñame de nuevo para poder volver en mí, para tener por fin paz conmigo.
La respuesta del dragón, si es que alguna vez hubo tal, fue el silencio. Ni si quiera cuando él mismo se transformaba conseguía escuchar lo que debía hacer. La desesperación por su futuro era máxima, pues no era que no escuchase al dragón el mayor de sus temores, sino que no sabía qué hacer, su existencia residía en un vacío completo, falto de significado sin todas aquellas personas que había conocido alguna vez.
El dragón maldijo por dentro a todos los alados y renunciando a ellos decidió hablarle, como le habían sugerido las brujas, a la naturaleza.
- ¡Naturaleza! No sé como referirme a ti, sin embargo estás en todos los lugares, nunca abandonas a nadie, ni si quiera en el páramo más remoto donde una flor puede crecer, necesito el consejo de alguien o algo que me indique qué camino debo seguir.
Y escuchó una voz.
Cayó de rodillas en medio del círculo de piedras y dejando su espada a un lado juntó las manos y oró. Rezó a los dragones una vez más para intentar que escuchasen su reclamo.
- Dragón de Tierra, tú eres mi benefactor. Tú me has cubierto cuando los ataques eran poderosos, tú me has otorgado la dureza necesaria para cumplir con mis deberes. Acompáñame de nuevo para poder volver en mí, para tener por fin paz conmigo.
La respuesta del dragón, si es que alguna vez hubo tal, fue el silencio. Ni si quiera cuando él mismo se transformaba conseguía escuchar lo que debía hacer. La desesperación por su futuro era máxima, pues no era que no escuchase al dragón el mayor de sus temores, sino que no sabía qué hacer, su existencia residía en un vacío completo, falto de significado sin todas aquellas personas que había conocido alguna vez.
El dragón maldijo por dentro a todos los alados y renunciando a ellos decidió hablarle, como le habían sugerido las brujas, a la naturaleza.
- ¡Naturaleza! No sé como referirme a ti, sin embargo estás en todos los lugares, nunca abandonas a nadie, ni si quiera en el páramo más remoto donde una flor puede crecer, necesito el consejo de alguien o algo que me indique qué camino debo seguir.
Y escuchó una voz.
Alandor Siland
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
No podía decir cuantas lunas llevaba bajo aquella forma, los primeros días habían sido los mas duros, persiguiendo alimañas sin poder comerlas, pero des de hacia unos pocos habían sido insectos, gusanos y raices. Me había visto obligada a caer de mi pedestal en la escala trófica y emular a los animales a los que solía dar caza con tal de sobrevivir.
No había dejado de caminar, durmiendo poco y de forma entrecortada, evitando los caminos y con ello los bandidos, pero prendiéndome irremediablemente al no poder viajar por los cielos, poco acostumbrada a los recovecos del bosque, y, cuando la ultima hilera de arboles había quedado a mi espalda, en vez de hallarse ante mi la arena y el mar, la solitaria figura de la torre en la que esperaba encontrar ayuda, una pradera con unas estructuras de rocas se dibujaban ante mis ojos, humedecidos por las lagrimas que clamaban por resbalarse por mis mejillas.
Rompí en un llanto silencioso mientras me acercaba a las mismas. las había visto volando algunas veces al viajar al sur, desde abajo resultaban mucho mas imponentes.
Las lagrimas barrieron los restos de tierra que salpicaban mi rostro, mi enmarañado pelo y mi vestimenta que ahora estaba hecha jirones, como si fuera alguna clase de duende del bosque que hubieran atropellado varias veces con una carreta. Lo único que presentaba buen estado era un brazalete en forma de garra reptiloide de metal. Había intentado sacármelo tantas veces que la muñeca y la mano a la que se agarraba estaba herida, arañada y irritada de intentar forzar la salida de la pulsera, pero aquello no había logrado devolverme a mi forma draconiana.
Caminé torpemente, balanceándome al apoyar mi peso en cada pie, zigzagazeando sin darme cuenta al intentar ir recto hacia aquella construcción, tratando de forzar una vez mas aquella dichosa joya fuera de mi muñeca aun si tenía que arañar la carne con las uñas de la otra mano.
Rodeé una de esas magnas piedras, resiguiendo su contorno con un hombro, semi apoyada en su superficie, y contemplé al sujeto que se hallaba entre ellas.
Era la primera persona que veía en varias lunas, y me sentía mas nerviosa que aliviada por su presencia ahora que no poseía medio alguno para defenderme. Fue entonces cuando aquella voz que había llegado al mismo tiempo que mi maldición apareció oportunamente inundando mi mente con un pensamiento que podía reconocer como ageno. "Es un dragón" Y lo sentí tan cierto como lo había sentido las otras veces.
En el fondo me preguntaba, si los seis no habían mandado esa voz cuando había sido privada de mi dón para que no fuera tan vulnerable. ¿Serían los seis que me habían conducido también hacia ese lugar por ese ruego que oportunamente había escuchado? ¿Tenía que ser yo la voz de aquella alma que pedía guía? Vaga la que podía dar en mi estado! Aunque no dejaría de intentarlo.
-Vuelve al note.-Murmuré en un tono lo suficientemente audible antes de pensar siquiera en lo que decía.- El sur es una región ingrata.-Murmuré mas presa de mi rencor por lo padecía y pro las vivencias de los últimos meses que como consecuencia de un analisis objetivo.
No había dejado de caminar, durmiendo poco y de forma entrecortada, evitando los caminos y con ello los bandidos, pero prendiéndome irremediablemente al no poder viajar por los cielos, poco acostumbrada a los recovecos del bosque, y, cuando la ultima hilera de arboles había quedado a mi espalda, en vez de hallarse ante mi la arena y el mar, la solitaria figura de la torre en la que esperaba encontrar ayuda, una pradera con unas estructuras de rocas se dibujaban ante mis ojos, humedecidos por las lagrimas que clamaban por resbalarse por mis mejillas.
Rompí en un llanto silencioso mientras me acercaba a las mismas. las había visto volando algunas veces al viajar al sur, desde abajo resultaban mucho mas imponentes.
Las lagrimas barrieron los restos de tierra que salpicaban mi rostro, mi enmarañado pelo y mi vestimenta que ahora estaba hecha jirones, como si fuera alguna clase de duende del bosque que hubieran atropellado varias veces con una carreta. Lo único que presentaba buen estado era un brazalete en forma de garra reptiloide de metal. Había intentado sacármelo tantas veces que la muñeca y la mano a la que se agarraba estaba herida, arañada y irritada de intentar forzar la salida de la pulsera, pero aquello no había logrado devolverme a mi forma draconiana.
Caminé torpemente, balanceándome al apoyar mi peso en cada pie, zigzagazeando sin darme cuenta al intentar ir recto hacia aquella construcción, tratando de forzar una vez mas aquella dichosa joya fuera de mi muñeca aun si tenía que arañar la carne con las uñas de la otra mano.
Rodeé una de esas magnas piedras, resiguiendo su contorno con un hombro, semi apoyada en su superficie, y contemplé al sujeto que se hallaba entre ellas.
Era la primera persona que veía en varias lunas, y me sentía mas nerviosa que aliviada por su presencia ahora que no poseía medio alguno para defenderme. Fue entonces cuando aquella voz que había llegado al mismo tiempo que mi maldición apareció oportunamente inundando mi mente con un pensamiento que podía reconocer como ageno. "Es un dragón" Y lo sentí tan cierto como lo había sentido las otras veces.
En el fondo me preguntaba, si los seis no habían mandado esa voz cuando había sido privada de mi dón para que no fuera tan vulnerable. ¿Serían los seis que me habían conducido también hacia ese lugar por ese ruego que oportunamente había escuchado? ¿Tenía que ser yo la voz de aquella alma que pedía guía? Vaga la que podía dar en mi estado! Aunque no dejaría de intentarlo.
-Vuelve al note.-Murmuré en un tono lo suficientemente audible antes de pensar siquiera en lo que decía.- El sur es una región ingrata.-Murmuré mas presa de mi rencor por lo padecía y pro las vivencias de los últimos meses que como consecuencia de un analisis objetivo.
Arygos Valnor
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
“Uno nunca podía saber donde lo llevaría el destino encaminando las piernas a direcciones insospechadas”, ese fue el primer pensamiento que paso por la cabeza del joven mercenario al reencontrarse con una vieja amiga, en tan mal estado.
Viajando a las tierras del sur, luego de uno de sus trabajos, decidió explorar los alrededores de unas ruinas para ver si encontraba algo interesante en los lares, una vieja reliquia que, quizás, pudiese valer unas monedas.
Pero el hambre es una necesitad que urgía mas satisfacer que la curiosidad, mientras perseguía una liebre para comerla, se adentro, sin querer, mas aun en el bosque. Cuando por fin, luego de una larga carrera, consiguió atrapar a la liebre, escucho a la lejanía la voz de un hombre que provenía de unas ruinas en un claro del bosque.
Luego de torcerle el cuello a la liebre, se dirigió con calma a las ruinas para investigar, grande fue su sorpresa cuando escucho una segunda voz, una voz familiar, fue entonces cuando apuro el paso para reencontrarse con aquella dragona que había salvado su vida en ese pueblo congelado del norte, solo para encontrarla en ese penoso estado.
Ignoro por completo al hombre que había captado su atención asía las ruinas y fue corriendo junto a Arygos, cuando finalmente estuvo parado frente a ella, puso alrededor de su cuerpo la capa azul oscura, que ella le dio cuando se conocieron y, que conservo desde ese entonces.
El otro dragón, pudo ver que aquel misterioso joven que había aparecido tan de repente como la chica, venia fuertemente armado, y bien pertrechado con una armadura de cuero tachonado, y aun cargaba con la liebre muerta que sostenía en su mano derecha, agarrándola de las orejas.
Klinge: parece que la vida no te trato tan bien recientemente, curiosona, lamento ver eso, por eso esto es lo menos que puedo hacer por ti.
Decía mientras le ofrecía la liebre muerta a la chica, en su primer encuentro entendió que a su amiga no le gustaba la comida cocinada, pero no estaba del todo seguro que le gustaría un animal muerto.
Viajando a las tierras del sur, luego de uno de sus trabajos, decidió explorar los alrededores de unas ruinas para ver si encontraba algo interesante en los lares, una vieja reliquia que, quizás, pudiese valer unas monedas.
Pero el hambre es una necesitad que urgía mas satisfacer que la curiosidad, mientras perseguía una liebre para comerla, se adentro, sin querer, mas aun en el bosque. Cuando por fin, luego de una larga carrera, consiguió atrapar a la liebre, escucho a la lejanía la voz de un hombre que provenía de unas ruinas en un claro del bosque.
Luego de torcerle el cuello a la liebre, se dirigió con calma a las ruinas para investigar, grande fue su sorpresa cuando escucho una segunda voz, una voz familiar, fue entonces cuando apuro el paso para reencontrarse con aquella dragona que había salvado su vida en ese pueblo congelado del norte, solo para encontrarla en ese penoso estado.
Ignoro por completo al hombre que había captado su atención asía las ruinas y fue corriendo junto a Arygos, cuando finalmente estuvo parado frente a ella, puso alrededor de su cuerpo la capa azul oscura, que ella le dio cuando se conocieron y, que conservo desde ese entonces.
El otro dragón, pudo ver que aquel misterioso joven que había aparecido tan de repente como la chica, venia fuertemente armado, y bien pertrechado con una armadura de cuero tachonado, y aun cargaba con la liebre muerta que sostenía en su mano derecha, agarrándola de las orejas.
Klinge: parece que la vida no te trato tan bien recientemente, curiosona, lamento ver eso, por eso esto es lo menos que puedo hacer por ti.
Decía mientras le ofrecía la liebre muerta a la chica, en su primer encuentro entendió que a su amiga no le gustaba la comida cocinada, pero no estaba del todo seguro que le gustaría un animal muerto.
Klinge
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Empezaba a escuchar algo cuando otra voz lo interrumpió. El silencio y el ruido, una combinación que Alandor no creía que pudiese darse pero acababa de pasarle. Pues no escuchaba lo que quería escuchar, pero sentía aquello que no deseaba. Sin embargo quizá era el destino el que le mandaba a alguien que por lo visto, conocía cosas de él, y así lo supo por sus palabras.
La miró de arriba abajo. Si hablaba así del norte, podía ser también una dragona, pero poco le importaba eso ya. Todas las razas son iguales por dentro, ansiosas de poder, de libertad, de dinero.
- Cualquier lugar es un calvario para alguien como yo, mujer. El sur es ingrato pero el norte es triste, así como el este es salvaje y el oeste, oscuro. - Le respondió él sin intentar mostrar un poco de tacto en sus palabras. No pretendía ofenderla, pero tampoco caerle bien. Aunque en lo más remoto de su alma agradecía un poco de contacto humano, cosa que se rompió por completo cuando un hombre apareció de la nada con un conejo y se lo ofreció a la muchacha. Eso había sido demasiado raro.
- Demasiadas interrupciones por hoy, quizá debiera volv... - Estaba a punto de decir cuando volvió a escuchar algo.
*Acércate al bosque, sigue mi voz, libera tu destino encadenado*
Era una voz melodiosa que no podía poseer mal alguno, la naturaleza pues, sin duda alguna, era quien le estaba hablando. Aquello era inaudito para él, no pensaba que jamás pudiese existir un ente distinto a la supremacía de los seis, sin embargo ahí estaba. ¿Quizá era el dragón de tierra? Era poco probable, pues si siempre rezaba y lo ignoraba, por qué iba a ser él ahora. Solo le quedó seguirlo.
*Acércate al bosque, sigue al dragón si quieres un gran destino*
Esas fueron las palabras que Arygos pudo escuchar en su interior, completamente distintas a lo que había sentido el dragón.
Por algún motivo en particular, Klinge no pudo escuchar nada de esto.
Alandor los dejó solos y se internó en el bosque siguiendo la voz, que le iba indicando por donde caminar, saltando unas rocas, evitando unas zarzas, rodeando varios árboles y apartando ramas consiguió llegar a un monolito apartado de piedra cubierto de maleza y lianas que lo envolvían, sin embargo muchas de las runas que tenía grabadas aún eran visibles. Puso la mano sobre él para intentar sentir algo, pero no pasó nada. La voz se había ido, pero había algo ahí que debía hacer para encontrar su destino. De no ser por su situación, lo hubiese ignorado, pero en este momento lo que más necesitaba era la esperanza que una piedra en medio del bosque podía darle, así pues se puso a investigar qué necesitaría para activar lo que fuese eso y que la voz volviese a ayudarlo.
La miró de arriba abajo. Si hablaba así del norte, podía ser también una dragona, pero poco le importaba eso ya. Todas las razas son iguales por dentro, ansiosas de poder, de libertad, de dinero.
- Cualquier lugar es un calvario para alguien como yo, mujer. El sur es ingrato pero el norte es triste, así como el este es salvaje y el oeste, oscuro. - Le respondió él sin intentar mostrar un poco de tacto en sus palabras. No pretendía ofenderla, pero tampoco caerle bien. Aunque en lo más remoto de su alma agradecía un poco de contacto humano, cosa que se rompió por completo cuando un hombre apareció de la nada con un conejo y se lo ofreció a la muchacha. Eso había sido demasiado raro.
- Demasiadas interrupciones por hoy, quizá debiera volv... - Estaba a punto de decir cuando volvió a escuchar algo.
*Acércate al bosque, sigue mi voz, libera tu destino encadenado*
Era una voz melodiosa que no podía poseer mal alguno, la naturaleza pues, sin duda alguna, era quien le estaba hablando. Aquello era inaudito para él, no pensaba que jamás pudiese existir un ente distinto a la supremacía de los seis, sin embargo ahí estaba. ¿Quizá era el dragón de tierra? Era poco probable, pues si siempre rezaba y lo ignoraba, por qué iba a ser él ahora. Solo le quedó seguirlo.
*Acércate al bosque, sigue al dragón si quieres un gran destino*
Esas fueron las palabras que Arygos pudo escuchar en su interior, completamente distintas a lo que había sentido el dragón.
Por algún motivo en particular, Klinge no pudo escuchar nada de esto.
Alandor los dejó solos y se internó en el bosque siguiendo la voz, que le iba indicando por donde caminar, saltando unas rocas, evitando unas zarzas, rodeando varios árboles y apartando ramas consiguió llegar a un monolito apartado de piedra cubierto de maleza y lianas que lo envolvían, sin embargo muchas de las runas que tenía grabadas aún eran visibles. Puso la mano sobre él para intentar sentir algo, pero no pasó nada. La voz se había ido, pero había algo ahí que debía hacer para encontrar su destino. De no ser por su situación, lo hubiese ignorado, pero en este momento lo que más necesitaba era la esperanza que una piedra en medio del bosque podía darle, así pues se puso a investigar qué necesitaría para activar lo que fuese eso y que la voz volviese a ayudarlo.
Alandor Siland
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Si el norte le parecía triste es que claramente no había vivido en el mismo norte que yo, aunque eso no era difícil de ver, simplemente por el hecho de que lo había hallado en su forma humana aun cuando no tenía necesidad alguna de llevarla. Era uno de esos dragones, como la mayoría, que clamaban pro los mismos pero dejaban en segundo plano el reglo que nos habían hecho, aquel por el que ahora mismo penaba, y que me había sido arrebatado, y en cambio había tantos, tantos que no lo usaban.
¡Cuan injusto era el sino!
La voz del mercenario que había hallado en las tierra heladas me hizo girarme.. Tomé la capa que me había colocado por encima y me envolví con la misma lo mejor que pude para que esta no entorpeciera aun mas mi avance, pero para no guardarla en el morral en el que había acumulado algunas raices por si el hambre volvía a hacerse insufrible.
Para mi suerte me ofreció también un roedor, lo tome y esboce una leve sonrisa, fugaz como un parpadeo, la primera en muchas lunas.
-Gracias.-Respondí con una ligera inclinación, y genuina gratitud antes de rebuscar en el morral el cuchillo y empezar a usar este junto con los dientes para despellejar y roer la carne de los delgados y fragiles huesos de la criatura.
"Acércate al bosque, sigue al dragón si quieres un gran destino"
Por un momento dejé de roer y me quedé mirando al dragón y como este avanzaba, pero no tarde demasiado en reaccionar. No me interesaba un gran destino, pero quizás aquello era alguna clave para librarme de mi afección, y no pensaba desaprovecharla.
Sin dejar de tironear de la carne pegada al hueso empece a caminar siguiendo a aquel sujeto extraño que le había estado rezando a la naturaleza en vez de a los seis, en un santuario de rocas y no de nieve.
Tropecé varias veces,y las ramas dejaron nuevos arañazos en mis brazos y mis piernas, y se llevaron nuevos retazos de mis vestiduras cada vez en peor estado, pero logré mantener el ritmo de aquel hombre que se detuvo delante de un monolito.
Imité su gesto y coloque las manos sobre la roca, y me lo quedé mirando, esperando alguna indicación, explicación, otra señal de aquella voz, o que aconteciera alguna cosa, una luz espectral como en los cuentos, o una brisa extraña que trajera consigo alguna magia antigua.
¡Cuan injusto era el sino!
La voz del mercenario que había hallado en las tierra heladas me hizo girarme.. Tomé la capa que me había colocado por encima y me envolví con la misma lo mejor que pude para que esta no entorpeciera aun mas mi avance, pero para no guardarla en el morral en el que había acumulado algunas raices por si el hambre volvía a hacerse insufrible.
Para mi suerte me ofreció también un roedor, lo tome y esboce una leve sonrisa, fugaz como un parpadeo, la primera en muchas lunas.
-Gracias.-Respondí con una ligera inclinación, y genuina gratitud antes de rebuscar en el morral el cuchillo y empezar a usar este junto con los dientes para despellejar y roer la carne de los delgados y fragiles huesos de la criatura.
"Acércate al bosque, sigue al dragón si quieres un gran destino"
Por un momento dejé de roer y me quedé mirando al dragón y como este avanzaba, pero no tarde demasiado en reaccionar. No me interesaba un gran destino, pero quizás aquello era alguna clave para librarme de mi afección, y no pensaba desaprovecharla.
Sin dejar de tironear de la carne pegada al hueso empece a caminar siguiendo a aquel sujeto extraño que le había estado rezando a la naturaleza en vez de a los seis, en un santuario de rocas y no de nieve.
Tropecé varias veces,y las ramas dejaron nuevos arañazos en mis brazos y mis piernas, y se llevaron nuevos retazos de mis vestiduras cada vez en peor estado, pero logré mantener el ritmo de aquel hombre que se detuvo delante de un monolito.
Imité su gesto y coloque las manos sobre la roca, y me lo quedé mirando, esperando alguna indicación, explicación, otra señal de aquella voz, o que aconteciera alguna cosa, una luz espectral como en los cuentos, o una brisa extraña que trajera consigo alguna magia antigua.
Arygos Valnor
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Klinge no había prestado mucha atención al hombre de la cota de malla desde que se dio cuenta de la presencia de Arygos, pero si empezó a llamarle más la atención cuando este se adentro en el bosque, principalmente porque su amiga iba detrás de él.
Sin pensárselo dos veces siguió a los dos dragones al bosque, no hacía falta mucha pericia para darse cuenta que la pequeña dragona no estaba muy acostumbrada a su forma humana, ¿Por qué entonces no asumía su forma de dragón?
Klinge: curiosona, ¿Qué te paso para que estés así?
La preocupación en alguien mas no era algo común en el, pero le debía la vida a esa dragona, y una deuda así no podía ignorarse, finalmente, viendo su condición, se decidió que la seguiría hasta que su deuda con ella este pagada, al menos, la ayudara a regresar a su hogar, si tuviese uno.
Klinge: si necesitas ayuda para caminar, siempre me la puedes pedir.
Tenía entendido que los dragones eran seres orgullosos, no sabía si ofrecerle su asistencia seria, para ella, más un insulto, que algo que la alegre, pero, no perdía nada con hacerle saber que estaría para ella si necesitará de algo.
De pronto llegaron a un monolito que despertó la curiosidad de los tres, el espadachín empezó a examinarlo de cerca mientras removía partes de la maleza y lianas de las runas que estaban cubiertas por el paso del tiempo, una vez termino de limpiar el monolito con sumo cuidado, pues no quería dañar algo que podría ser considerado sagrado por los dragones, mas por miedo a las represalias que por respeto, empezó a observar las runas.
Klinge: ¿Alguien sabe leer esto? Yo apenas puedo leer lengua común bien…
Decía sin un ápice de vergüenza en su voz, para él, ser capaz de, al menos, leer algo le resultaba un logro personal, aunque nunca le faltan ganas de seguir practicando un poco.
Sin pensárselo dos veces siguió a los dos dragones al bosque, no hacía falta mucha pericia para darse cuenta que la pequeña dragona no estaba muy acostumbrada a su forma humana, ¿Por qué entonces no asumía su forma de dragón?
Klinge: curiosona, ¿Qué te paso para que estés así?
La preocupación en alguien mas no era algo común en el, pero le debía la vida a esa dragona, y una deuda así no podía ignorarse, finalmente, viendo su condición, se decidió que la seguiría hasta que su deuda con ella este pagada, al menos, la ayudara a regresar a su hogar, si tuviese uno.
Klinge: si necesitas ayuda para caminar, siempre me la puedes pedir.
Tenía entendido que los dragones eran seres orgullosos, no sabía si ofrecerle su asistencia seria, para ella, más un insulto, que algo que la alegre, pero, no perdía nada con hacerle saber que estaría para ella si necesitará de algo.
De pronto llegaron a un monolito que despertó la curiosidad de los tres, el espadachín empezó a examinarlo de cerca mientras removía partes de la maleza y lianas de las runas que estaban cubiertas por el paso del tiempo, una vez termino de limpiar el monolito con sumo cuidado, pues no quería dañar algo que podría ser considerado sagrado por los dragones, mas por miedo a las represalias que por respeto, empezó a observar las runas.
Klinge: ¿Alguien sabe leer esto? Yo apenas puedo leer lengua común bien…
Decía sin un ápice de vergüenza en su voz, para él, ser capaz de, al menos, leer algo le resultaba un logro personal, aunque nunca le faltan ganas de seguir practicando un poco.
Klinge
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Esperó a que llegasen todos, ya que no pudo evitar oír como se desplazaban torpemente por el bosque. No pudo evitar pensar que en caso de necesitar esconderse de algo o alguien, esos dos no serían más que un estorbo, cosa que lo molestó un poco. Sin embargo no había allí nada que quisiese hacerles daño a primera vista, por lo cual estaba tranquilo.
Quería escuchar qué tenían que decir los demás sobre el hallazgo antes de ponerse a mirar por los alrededores, pues él no tenía ni idea de qué podía pasar o si quiera cómo lo podía activar, si es que era activable.
Los escuchó y ninguno tenía la más remota idea. Resopló.
- No... no tengo ni idea, y es demasiado grande como para llevármelo a Dundarak y que lo examinen en la gran biblioteca. Ellos sabrían la respuesta, pero yo solo soy un tipo que mueve bien la espada.
Al pronunciar su arma recordó algo, y es que la leyenda que había sobre la espada de su familia es que siempre muestra el camino a su portador, incluso cuando está perdido, sin embargo llevaba mucho tiempo sin indicarle por dónde debía ir. Realmente nunca lo había necesitado, y ésta nunca había hablado, pero si existía algún momento, ese era ahora.
- Apartad. - Les ordenó. A lo cual él después desenvainó la espada y con el filo de la misma tocó el monolito, pero no pasó nada. Luego optó por la hoja en sí, pero tampoco, lo único que consiguió fue quitar más lianas que la rodeaban. - Bah. - Se quejó. Solo estaba quedando como un tonto ante dos completos extraños gracias a esos movimientos raros.
- ¡Mierda! - Pateó la piedra, con rabia. - ¡Que algún conocimiento me ayude, qué hay qué hacer! ¡Estoy harto de tanto enigma! ¿Por qué la jodida voz del bosque me trae delante de una piedra si no es más que eso? ¡Una maldita piedra! - Volvió a patearla.
Tras esa segunda patada la piedra colapsó y cayó al suelo, rompiéndose en varios trozos. Todas las runas se resquebrajaron y y el suelo yermo donde antes había estado el monolito comenzó a brillar en un color rojo oscuro.
Alandor estaba demasiado impactado por todos los acontecimientos como para hablar, primeramente porque él no era tan fuerte como para tirar, y mucho menos romper, un gran trozo de piedra como ese, y segundo, la luz roja. Igual lo había fastidiado un poco, otra vez.
Sin embargo antes de que pudiese comenzar a maldecir otra vez la luz roja desapareció, dejando en su sitio un agujero oscuro, en el cuál no se podía ver el fondo.
*Lánzate, cambia tu destino* Escucharon a la vez los dos dragones.
Quería escuchar qué tenían que decir los demás sobre el hallazgo antes de ponerse a mirar por los alrededores, pues él no tenía ni idea de qué podía pasar o si quiera cómo lo podía activar, si es que era activable.
Los escuchó y ninguno tenía la más remota idea. Resopló.
- No... no tengo ni idea, y es demasiado grande como para llevármelo a Dundarak y que lo examinen en la gran biblioteca. Ellos sabrían la respuesta, pero yo solo soy un tipo que mueve bien la espada.
Al pronunciar su arma recordó algo, y es que la leyenda que había sobre la espada de su familia es que siempre muestra el camino a su portador, incluso cuando está perdido, sin embargo llevaba mucho tiempo sin indicarle por dónde debía ir. Realmente nunca lo había necesitado, y ésta nunca había hablado, pero si existía algún momento, ese era ahora.
- Apartad. - Les ordenó. A lo cual él después desenvainó la espada y con el filo de la misma tocó el monolito, pero no pasó nada. Luego optó por la hoja en sí, pero tampoco, lo único que consiguió fue quitar más lianas que la rodeaban. - Bah. - Se quejó. Solo estaba quedando como un tonto ante dos completos extraños gracias a esos movimientos raros.
- ¡Mierda! - Pateó la piedra, con rabia. - ¡Que algún conocimiento me ayude, qué hay qué hacer! ¡Estoy harto de tanto enigma! ¿Por qué la jodida voz del bosque me trae delante de una piedra si no es más que eso? ¡Una maldita piedra! - Volvió a patearla.
Tras esa segunda patada la piedra colapsó y cayó al suelo, rompiéndose en varios trozos. Todas las runas se resquebrajaron y y el suelo yermo donde antes había estado el monolito comenzó a brillar en un color rojo oscuro.
Alandor estaba demasiado impactado por todos los acontecimientos como para hablar, primeramente porque él no era tan fuerte como para tirar, y mucho menos romper, un gran trozo de piedra como ese, y segundo, la luz roja. Igual lo había fastidiado un poco, otra vez.
Sin embargo antes de que pudiese comenzar a maldecir otra vez la luz roja desapareció, dejando en su sitio un agujero oscuro, en el cuál no se podía ver el fondo.
*Lánzate, cambia tu destino* Escucharon a la vez los dos dragones.
Alandor Siland
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Miré al mercenario aun mientras me peleaba con el roedor para despojar su osamenta del escueto alimento del que me habían provisto, que tras los hongos, raices y frutos estaba a la altura de la mas tierna carne de cervatillo que hubiera tenido la dicha de llevarme a las fauces.
-No lo se.-Respondí farfullando con la boca llena, con tanta frustración como verdad en las palabras. Si había sido el alquimista, el tipo que me había toqueteado los hombros, la mujer por no salvarla, o los divinos escapaba a mi conocimiento, pues ninguno de ellos se había pronunciado para atribuirse el mérito.
Seguí avanzando, mirandole de soslayo por su oferta, deliberando mientras perseguía a aquel dragón, pero negué tras un par de pasos mas. Con mis romos dientes necesitaba de tironear del animal para poder despedazar-lo apropiadamente, y ocuparme una mano me dificultaría y entorpecería mas que apoyarme esporadicamente en los troncos que se alzaban a lado y lado, cada vez mas frecuentes, mientras nos adentrábamos en el bosque.
Negué mientras comía, no podía leerlo, aunque las runas me recordaron a Víctor, quizás el podría decirnos apra que servía aquello, si es que lograba llegar a la torre en la que moraba en algún momento.
Examiné las runas, intentando reconocer vanamente alguna de ellas, e incluso rondé la idea de verter en aquel monolito algo de sangre como había visto hacer para activar los sellos o hacerlos brillas, pero la petición del otro dragón, quien parecía fuertemente ligado a la facción de nuestra especie mas humana me hizo recular.
La idea no surtió efecto y se puso a patear al monolito mientras compartía no solo con la roca si no con migo, el mercenario, y cualquier animal de las cercanías su frustración.
Su problema se me antojó insignificante en comparación con el mio, quizás porque no era el mio, aún así, exasperarse por no saber el uso de algo era tan fructífero como arrojar libros por no saber leer.
O eso pensé hasta que rompió la roca y las runas se activaron.
Runas y una luz roja, el mismo tipo de magia rúnica que había usado Víctor, quizás por eso aquella voz no me dio desconfianza, aunque sus ofertas fueran vagas.
No dudé mucho, probablemente por la desesperación que había anidado en mi corazón, el secreto miedo de que mi sino fuera vivir el resto de mis días como uno de esos bípedos a los que en parte despreciaba. La esperanza nació rápidamente y apenas me giré para darle el conejo al mercenario.
-Gracias.-Murmuré de nuevo por la comida, conteniendo la emoción en mi voz, para luego acercarme al agujero, sentarme en el borde y dejarme ir de un pequeño salto hasta que me engullo la negrura de aquel pozo. En otra ocasión no habría hecho aquello, pero cualquier ínfima posibilidad que pudiera devolverme mis alas lo valía todo.
-No lo se.-Respondí farfullando con la boca llena, con tanta frustración como verdad en las palabras. Si había sido el alquimista, el tipo que me había toqueteado los hombros, la mujer por no salvarla, o los divinos escapaba a mi conocimiento, pues ninguno de ellos se había pronunciado para atribuirse el mérito.
Seguí avanzando, mirandole de soslayo por su oferta, deliberando mientras perseguía a aquel dragón, pero negué tras un par de pasos mas. Con mis romos dientes necesitaba de tironear del animal para poder despedazar-lo apropiadamente, y ocuparme una mano me dificultaría y entorpecería mas que apoyarme esporadicamente en los troncos que se alzaban a lado y lado, cada vez mas frecuentes, mientras nos adentrábamos en el bosque.
Negué mientras comía, no podía leerlo, aunque las runas me recordaron a Víctor, quizás el podría decirnos apra que servía aquello, si es que lograba llegar a la torre en la que moraba en algún momento.
Examiné las runas, intentando reconocer vanamente alguna de ellas, e incluso rondé la idea de verter en aquel monolito algo de sangre como había visto hacer para activar los sellos o hacerlos brillas, pero la petición del otro dragón, quien parecía fuertemente ligado a la facción de nuestra especie mas humana me hizo recular.
La idea no surtió efecto y se puso a patear al monolito mientras compartía no solo con la roca si no con migo, el mercenario, y cualquier animal de las cercanías su frustración.
Su problema se me antojó insignificante en comparación con el mio, quizás porque no era el mio, aún así, exasperarse por no saber el uso de algo era tan fructífero como arrojar libros por no saber leer.
O eso pensé hasta que rompió la roca y las runas se activaron.
Runas y una luz roja, el mismo tipo de magia rúnica que había usado Víctor, quizás por eso aquella voz no me dio desconfianza, aunque sus ofertas fueran vagas.
No dudé mucho, probablemente por la desesperación que había anidado en mi corazón, el secreto miedo de que mi sino fuera vivir el resto de mis días como uno de esos bípedos a los que en parte despreciaba. La esperanza nació rápidamente y apenas me giré para darle el conejo al mercenario.
-Gracias.-Murmuré de nuevo por la comida, conteniendo la emoción en mi voz, para luego acercarme al agujero, sentarme en el borde y dejarme ir de un pequeño salto hasta que me engullo la negrura de aquel pozo. En otra ocasión no habría hecho aquello, pero cualquier ínfima posibilidad que pudiera devolverme mis alas lo valía todo.
Arygos Valnor
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
El espadachín frunció el seño al darse cuenta de que el hombre escuchaba una “voz”, hasta donde el sabia, nunca era buen presagio tener una voz dentro de tu cabeza aparte de la propia, se aparto de la piedra cuando este se lo pido y miro de brazos cruzados mientras intentaba hacer… “algo” con su espada, sin mucho éxito.
No pudo contener el sobresalto al ver como aquel sujeto destrozaba semejante pedrusco de dos patadas, Klinge tuvo que saltar asía atrás por la impresión, al ver la expresión de ese hombre, se dio cuenta que ni el sabia que poseía semejante fuerza, o que tal vez ni la tenia, y algo mas fuese la causa de lo que acababa de pasar.
Empezó a observar el agujero que se rebeló cuando se disipo esa tenue luz roja preguntándose que pudiese estar dentro, de pronto Arygos le devuelve la liebre medio comida a Klinge y se lanza por el foso sin dudarlo, eso dejo al espadachín en shock, que inmediatamente dejo caer la liebre al piso, y se agarro de las greñas removiendo el pañuelo que tenía en la cabeza dejando ver su cabello oscuro.
Klinge: POR LOS NUEVE INFIERNOS! ESTA CHICA TIENE LA CABEZA LLENA DE RATAS MUERTAS!
Bramo mientras volvía a atarse el pañuelo en la cabeza como si fuera una banda para la frente, cubriéndole hasta las cejas, y se lazo a la fosa de un salto siguiendo a la dragona.
Klinge: ni creas que te libraras tan fácil de mi, ¿me oíste?
Exclamaba mientras desaparecía dentro del agujero negro, ni que fuera a dejar entrar a su acreedora dentro de una fosa desconocida sola.
No pudo contener el sobresalto al ver como aquel sujeto destrozaba semejante pedrusco de dos patadas, Klinge tuvo que saltar asía atrás por la impresión, al ver la expresión de ese hombre, se dio cuenta que ni el sabia que poseía semejante fuerza, o que tal vez ni la tenia, y algo mas fuese la causa de lo que acababa de pasar.
Empezó a observar el agujero que se rebeló cuando se disipo esa tenue luz roja preguntándose que pudiese estar dentro, de pronto Arygos le devuelve la liebre medio comida a Klinge y se lanza por el foso sin dudarlo, eso dejo al espadachín en shock, que inmediatamente dejo caer la liebre al piso, y se agarro de las greñas removiendo el pañuelo que tenía en la cabeza dejando ver su cabello oscuro.
Klinge: POR LOS NUEVE INFIERNOS! ESTA CHICA TIENE LA CABEZA LLENA DE RATAS MUERTAS!
Bramo mientras volvía a atarse el pañuelo en la cabeza como si fuera una banda para la frente, cubriéndole hasta las cejas, y se lazo a la fosa de un salto siguiendo a la dragona.
Klinge: ni creas que te libraras tan fácil de mi, ¿me oíste?
Exclamaba mientras desaparecía dentro del agujero negro, ni que fuera a dejar entrar a su acreedora dentro de una fosa desconocida sola.
Klinge
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Vio como todos se lanzaban incluso antes que él y eso lo sorprendió enormemente. Era el dragón el que iba en busca de algo más, sin embargo todos se le adelantaban mientras pensaba en qué debía hacer. Esa muchacha realmente también debía padecer algún mal, y el hombre simplemente parecía enamorado, o alguna cosa similar, de la mujer. Realmente no le importaba demasiado así que estos pensamientos pasaron por su mente cual rayo, desvaneciéndose al llegar.
Volvió a enfundar a Vegvísir y decidió lanzarse también al hoyo. Ya no iba a perder nada más, ya había tenido suficiente y era hora de comenzar una nueva historia. Sin embargo algo no acababa de olerle bien, un agujero cuya luz desprendía un rojo oscuro, por mucho que proviniese de una voz cálida y natural no acababa de convencerle. Sin embargo ya nada importaba, solo quería un objetivo. Cerró los ojos y se lanzó.
El agujero, más que eso, no era otra cosa que un oscuro portal, puesto que al atravesarlo cayó suavemente sobre el suelo. No se hizo daño, simplemente se mareó y empezó a dolerle la cabeza un poco debido al viaje por el portal. Se llevó las manos al cabello y cerró los ojos hasta que unos instantes después se le había pasado el mal. Abrió de nuevo los párpados y lo que vio lo dejó sorprendido, estaba junto a sus dos nuevos compañeros, que al parecer tendría durante un rato más. Estaban en una sala oscura iluminada tenuemente por antorchas. Parecía un pasadizo, el de un castillo o una casa noble quizá. A los lados habían estatuas, figuras de guerreros y magos al parecer puesto que todos llevaban armas. ¿Dónde habrían acabado?
- No sé dónde narices estamos... - hizo una pausa para volver a observar su entorno, pero nada cambiaba. Respiró un momento para relajarse. - No se ve el final del pasillo. Estatuas y más estatuas. ¿Alguien reconoce alguna? - Preguntó, esperando una respuesta afirmativa, porque eso los ayudaría a discernir dónde podían estar.
Decidió otear bien las estatuas intentar reconocer una a una alguna de ellas, sin embargo conforme avanzaba en el pasillo no descubría nada nuevo, miraba a los otros por si acaso sí, pero también estaban enfrascados en la tarea. Si descubrían algo lo dirían, así que decidió seguir mirando. Aquello podía parecer una tontería, pero si estaban en terreno enemigo era mejor saberlo cuanto antes, no cuando se fuesen a encontrar un enemigo de frente, es por ello que había que estar preparado. Quizá esas imágenes eran de druidas, sin embargo lo dudaba bastante, porque no había elfos, o al menos no demasiados, lo cual le parecía extraño si había sido la voz del bosque la que los había llevado hasta allí.
El escudriñamiento lo llevó al final a un mago, una persona que era realmente desagradable a la vista, parecía más un brujo oscuro que alguien que se dedica a la adivinación, en Beltrexus. Sin embargo él sabía lo que hacía ese mago, pues al final encontró a alguien que había conocido hacía tantos años, muy por encima, pero lo llegó a ver, pues fue la calamidad de dos compañeros suyos, y casi la muerte. Era Claus. Eso no le gustaba nada, no podían estar en un lugar dócil si una estatua de ese engendro se encontraba allí, y estaba como uno más inter pares, lo cual indicaba que sus compañeros de piedra eran iguales o peores, o habían sido.
- Chicos, esto no me gusta nada. Creo que nos hemos metido en la boca del lobo.
*Avanzad.* Escucharon los dragones como ordenaba la voz del bosque, ya no tan dulce ni tan selvática, sino con un tono más oscuro y descorazonador. Klinge, por algún motivo, seguía sin poder escucharla.
Volvió a enfundar a Vegvísir y decidió lanzarse también al hoyo. Ya no iba a perder nada más, ya había tenido suficiente y era hora de comenzar una nueva historia. Sin embargo algo no acababa de olerle bien, un agujero cuya luz desprendía un rojo oscuro, por mucho que proviniese de una voz cálida y natural no acababa de convencerle. Sin embargo ya nada importaba, solo quería un objetivo. Cerró los ojos y se lanzó.
El agujero, más que eso, no era otra cosa que un oscuro portal, puesto que al atravesarlo cayó suavemente sobre el suelo. No se hizo daño, simplemente se mareó y empezó a dolerle la cabeza un poco debido al viaje por el portal. Se llevó las manos al cabello y cerró los ojos hasta que unos instantes después se le había pasado el mal. Abrió de nuevo los párpados y lo que vio lo dejó sorprendido, estaba junto a sus dos nuevos compañeros, que al parecer tendría durante un rato más. Estaban en una sala oscura iluminada tenuemente por antorchas. Parecía un pasadizo, el de un castillo o una casa noble quizá. A los lados habían estatuas, figuras de guerreros y magos al parecer puesto que todos llevaban armas. ¿Dónde habrían acabado?
- No sé dónde narices estamos... - hizo una pausa para volver a observar su entorno, pero nada cambiaba. Respiró un momento para relajarse. - No se ve el final del pasillo. Estatuas y más estatuas. ¿Alguien reconoce alguna? - Preguntó, esperando una respuesta afirmativa, porque eso los ayudaría a discernir dónde podían estar.
Decidió otear bien las estatuas intentar reconocer una a una alguna de ellas, sin embargo conforme avanzaba en el pasillo no descubría nada nuevo, miraba a los otros por si acaso sí, pero también estaban enfrascados en la tarea. Si descubrían algo lo dirían, así que decidió seguir mirando. Aquello podía parecer una tontería, pero si estaban en terreno enemigo era mejor saberlo cuanto antes, no cuando se fuesen a encontrar un enemigo de frente, es por ello que había que estar preparado. Quizá esas imágenes eran de druidas, sin embargo lo dudaba bastante, porque no había elfos, o al menos no demasiados, lo cual le parecía extraño si había sido la voz del bosque la que los había llevado hasta allí.
El escudriñamiento lo llevó al final a un mago, una persona que era realmente desagradable a la vista, parecía más un brujo oscuro que alguien que se dedica a la adivinación, en Beltrexus. Sin embargo él sabía lo que hacía ese mago, pues al final encontró a alguien que había conocido hacía tantos años, muy por encima, pero lo llegó a ver, pues fue la calamidad de dos compañeros suyos, y casi la muerte. Era Claus. Eso no le gustaba nada, no podían estar en un lugar dócil si una estatua de ese engendro se encontraba allí, y estaba como uno más inter pares, lo cual indicaba que sus compañeros de piedra eran iguales o peores, o habían sido.
- Chicos, esto no me gusta nada. Creo que nos hemos metido en la boca del lobo.
*Avanzad.* Escucharon los dragones como ordenaba la voz del bosque, ya no tan dulce ni tan selvática, sino con un tono más oscuro y descorazonador. Klinge, por algún motivo, seguía sin poder escucharla.
Alandor Siland
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Aquella negrura que formo si me tragara, y en el momento en el que me sumergí por completo en ella desapareció hasta el mas mínimo sonido del bosque. cortando la voz de Klinge, el olor a mis acompañantes, el de la carne cruda o el verdor se desvanecieron con la misma brusquedad que la música de la fauna, la sensación de la brisa, o cualquier atisbo de luz.
Nada. Ni frío, ni calor, ni formas, hubiera podido perjurar que de haber alargado las manos tampoco había hallado cada costado los extremos del agujero. Como si me hubiera metido en otro mundo, uno de vacío al saltar por esa madriguera.
La sensación era desconcertante, ya no sabía si flotaba, caía o me movía de alguna forma, pero un agudo mareo se estaba haciendo presa de mi y me comprimía el estomago haciendo que los pedazos de conejo que había logrado desagarrar intentaran abandonar mi cuerpo.
Aquel momento, que había sido sumamente breve, terminó depositandome sobre un suelo empedrado.
Nada mas sentir apoyarse mi cuerpo sobre las piernas me tambalee y me alejé del lugar sobre el que había caído hasta la primera cosa solida que se alzó des del suelo, una estatua ala que había prestado escasa atención y que la iluminación tenue del fuego de las antorchas no animaba a examinar.
Me encorvé agarrándome a la pernera del mismo, y devolví lo poco que había logrado comer del roedor y algunos bichos y raices que había tenido la desgracia de comer esa mañana.
La voz del otro dragón me hizo dejar el mareo algo atrás, una vez no tuve nada mas que dejar salir, y gire el rostro hacia ellos mientras me limpiaba la boca con el dorso de la mano.
-Yo tampoco.-Le respondí con una ligera disculpa en la voz, temblorosa por haber devuelto. Me acerque al grupo mientras trataba de ignorar el leve malestar que desaparecería paulatinamente, los ojos vidriosos, y el frío en el rostro que se extendía por algunas partes de mi cuerpo.-No aún.-Sin alejarme en demasía empece a pararme delante de aquellos sujetos de piedra, intentando comparar sus formas y facciones con alguna ilustración de libros o algo similar, pues dudaba conocer alguien con tanto portento como para ser exhibido en una galería de estatuas.
Antes de que reconociera alguna personalidad de las que allí se hallaban lo hizo mi homologo, al cual me acerque, deteniéndome a su lado para escudriñar la misma estatua que el. Parecía haberla reconocido.
-¿Quien es?.-Pasee la vista alternativamente entre ambos como si eso pudiera darme alguna clase de respuesta al respecto.
El nuevo tono de la voz no me agradó en lo mas mínimo, menos aun tras la advertencia de uno de mis acompañantes, así que me limité a soltar una mezcla de un bufido y un siseo en dirección al pasillo mientras mostraba mis tristes y romos caninos antes de volver fijarme en las estatuas, dispuesta a dedicarles su debido tiempo si eso arrojaba algo de luz al respecto, y a escuchar cualquier dato que pudiera ofrecer el otro dragón o el mercenario, si es que tenía al dicha de reconocer alguno de esos hombres.
Nada. Ni frío, ni calor, ni formas, hubiera podido perjurar que de haber alargado las manos tampoco había hallado cada costado los extremos del agujero. Como si me hubiera metido en otro mundo, uno de vacío al saltar por esa madriguera.
La sensación era desconcertante, ya no sabía si flotaba, caía o me movía de alguna forma, pero un agudo mareo se estaba haciendo presa de mi y me comprimía el estomago haciendo que los pedazos de conejo que había logrado desagarrar intentaran abandonar mi cuerpo.
Aquel momento, que había sido sumamente breve, terminó depositandome sobre un suelo empedrado.
Nada mas sentir apoyarse mi cuerpo sobre las piernas me tambalee y me alejé del lugar sobre el que había caído hasta la primera cosa solida que se alzó des del suelo, una estatua ala que había prestado escasa atención y que la iluminación tenue del fuego de las antorchas no animaba a examinar.
Me encorvé agarrándome a la pernera del mismo, y devolví lo poco que había logrado comer del roedor y algunos bichos y raices que había tenido la desgracia de comer esa mañana.
La voz del otro dragón me hizo dejar el mareo algo atrás, una vez no tuve nada mas que dejar salir, y gire el rostro hacia ellos mientras me limpiaba la boca con el dorso de la mano.
-Yo tampoco.-Le respondí con una ligera disculpa en la voz, temblorosa por haber devuelto. Me acerque al grupo mientras trataba de ignorar el leve malestar que desaparecería paulatinamente, los ojos vidriosos, y el frío en el rostro que se extendía por algunas partes de mi cuerpo.-No aún.-Sin alejarme en demasía empece a pararme delante de aquellos sujetos de piedra, intentando comparar sus formas y facciones con alguna ilustración de libros o algo similar, pues dudaba conocer alguien con tanto portento como para ser exhibido en una galería de estatuas.
Antes de que reconociera alguna personalidad de las que allí se hallaban lo hizo mi homologo, al cual me acerque, deteniéndome a su lado para escudriñar la misma estatua que el. Parecía haberla reconocido.
-¿Quien es?.-Pasee la vista alternativamente entre ambos como si eso pudiera darme alguna clase de respuesta al respecto.
El nuevo tono de la voz no me agradó en lo mas mínimo, menos aun tras la advertencia de uno de mis acompañantes, así que me limité a soltar una mezcla de un bufido y un siseo en dirección al pasillo mientras mostraba mis tristes y romos caninos antes de volver fijarme en las estatuas, dispuesta a dedicarles su debido tiempo si eso arrojaba algo de luz al respecto, y a escuchar cualquier dato que pudiera ofrecer el otro dragón o el mercenario, si es que tenía al dicha de reconocer alguno de esos hombres.
Arygos Valnor
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Las nauseas por pasar por el portal fueron tan fuertes que dejaron al espadachín sobre sus rodillas momentáneamente, luego de sacudir la cabeza un par de veces, logro levantarse apoyándose en la pared.
El lugar era extraño lleno de estatuas de gente que ninguno de los tres parecía reconocer, excepto por una, la de un mago que solo el hombre de la espada podía reconocer, ni a Klinge ni a Arygos les resultaba conocido.
Cuando escucho el comentario del otro hombre el espadachín tomo una de las antorchas de las paredes y desenfundo la espada que se encontraba colgando de su costado derecho con la mano derecha como si fuera una pistola.
Klinge: un viejo loco me dijo una vez: “cuando estás en la boca del lobo sales asiendo un agujero al rajarle la garganta”, es estúpido, y si, el viejo estaba de verdad loco, pero me han dicho que en la locura siempre existe sabiduría.
Diciendo esto, Klinge avanzo con espada en mano y antorcha al frente para iluminar mejor el camino, no era el tipo de persona que se pensaba demasiado las cosas, y puede que encontrara lo que estuvo buscando durante mucho tiempo en ese castillo misterioso.
El lugar era extraño lleno de estatuas de gente que ninguno de los tres parecía reconocer, excepto por una, la de un mago que solo el hombre de la espada podía reconocer, ni a Klinge ni a Arygos les resultaba conocido.
Cuando escucho el comentario del otro hombre el espadachín tomo una de las antorchas de las paredes y desenfundo la espada que se encontraba colgando de su costado derecho con la mano derecha como si fuera una pistola.
Klinge: un viejo loco me dijo una vez: “cuando estás en la boca del lobo sales asiendo un agujero al rajarle la garganta”, es estúpido, y si, el viejo estaba de verdad loco, pero me han dicho que en la locura siempre existe sabiduría.
Diciendo esto, Klinge avanzo con espada en mano y antorcha al frente para iluminar mejor el camino, no era el tipo de persona que se pensaba demasiado las cosas, y puede que encontrara lo que estuvo buscando durante mucho tiempo en ese castillo misterioso.
Klinge
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
- Este nigromante - comenzó a explicar el dragón - atormentó gravemente a unos amigos en el pasado. Al final conseguimos acabar con él, después de largo y tendido de ir tras él, un secuestro y varias torturas. Pero nos deshicimos de él. Era el amo de un grupo que se ocupaba de asesinatos y rituales oscuros. No era trigo limpio para nada. Pero me gustaría saber en qué lugar estamos y por qué hay una estatua suya. Esto se supone que pertenece al pasado... - se quedó un momento quieto, reflexivo. - Continuemos, no nos queda otra.
Continuaron avanzando e iban escuchando la voz de vez en cuando mientras el pasillo les parecía interminable.
*La luz es incierta, te traiciona y a veces desaparece, pero la oscuridad siempre estará contigo*.
Alandor escuchó esas palabras pero las concebió como vagas y estúpidas. Algo les hablaba, no era bueno, y las brujas de beltraxus lo habían atraído allí. Podía ser perfectamente un nigromante, podrían habérsela jugado.
El pasillo continuaba.
*El mundo es egoista, te traicionarán antes de buscar el bien ajeno. ¿Por qué ayudarles?*
El dragón se mantenía en silencio, pero todas esas frases se mantenían en su cabeza por algún motivo, no podía quitárselas. Y es que en el fondo, su desesperación comprendía que en algunos puntos era cierto. Él se había pasado la vida desviviéndose por los demás, y no había recibido nada a cambio. Pero no debía caer en el influjo de la voz oscura.
Después de un rato caminando llegaron a una puerta de madera normal y corriente, como la de cualquier calabozo. El dragón temía que no se abriese al empujarla pero por suerte sus temores eran infundados, pues cedió facilmente a la fuerza del dracónico y con un sonoro chirrido, como si hiciese mucho que no se la movía, se abrió, y tras ella unas escaleras de caracol ascendentes.
- Habrá que subir. - Indicó acertadamente el hombre, pues no parecía haber ninguna otra salida.
*El rencor te hace más fuerte, te impide olvidar hechos y que no vuelvas a caer en ellos*.
Y seguía inquietándolo y perturbándolo... ¿cuánto más iba a seguir?
Continuaron avanzando e iban escuchando la voz de vez en cuando mientras el pasillo les parecía interminable.
*La luz es incierta, te traiciona y a veces desaparece, pero la oscuridad siempre estará contigo*.
Alandor escuchó esas palabras pero las concebió como vagas y estúpidas. Algo les hablaba, no era bueno, y las brujas de beltraxus lo habían atraído allí. Podía ser perfectamente un nigromante, podrían habérsela jugado.
El pasillo continuaba.
*El mundo es egoista, te traicionarán antes de buscar el bien ajeno. ¿Por qué ayudarles?*
El dragón se mantenía en silencio, pero todas esas frases se mantenían en su cabeza por algún motivo, no podía quitárselas. Y es que en el fondo, su desesperación comprendía que en algunos puntos era cierto. Él se había pasado la vida desviviéndose por los demás, y no había recibido nada a cambio. Pero no debía caer en el influjo de la voz oscura.
Después de un rato caminando llegaron a una puerta de madera normal y corriente, como la de cualquier calabozo. El dragón temía que no se abriese al empujarla pero por suerte sus temores eran infundados, pues cedió facilmente a la fuerza del dracónico y con un sonoro chirrido, como si hiciese mucho que no se la movía, se abrió, y tras ella unas escaleras de caracol ascendentes.
- Habrá que subir. - Indicó acertadamente el hombre, pues no parecía haber ninguna otra salida.
*El rencor te hace más fuerte, te impide olvidar hechos y que no vuelvas a caer en ellos*.
Y seguía inquietándolo y perturbándolo... ¿cuánto más iba a seguir?
Alandor Siland
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Desvié la mirada hacia el mercenario y su extraño dicho, que carecía de toda lógica para mi. Con la garganta seca, y ardiendo por el ácido del estomago todavía le respondí sin dejar de contemplar las estatuas.
-Si tu cuerpo termina dentro de la boca del lobo estaría despiezado y masticado, eres demasiado grande para otra cosa, así que rajar su garganta esta fuera de discusión...-No me extrañaba que la aclaración sobre la salud mental del ideador de dicha frase no hablara en su favor, pero seguía sin entender porque había puesto como ejemplo una situación puramente imaginaria y que no tenía mas sentido que pedirle al humano que reptara por el suelo en busca de alguna grieta por la cual salir.
Mi mirada pasó entonces hacía el otro dragón, quien empezó a explicar sobre aquel sujeto que llevaba contemplando un buen rato a la luz de las antorchas.
Tenía la sensación de que llevaba tanto rato mirándolo que podría reconocer su rostro si me lo encontraba.
-Las estatuas tienden a ser un signo de admiración a alguien quien se considera loable, valeroso, útil o remarcable para la causa, sociedad o grupo que lo yergue, y no esta apilada como si fuera un lugar en el que se quieran desprender de ella...ya que dices que pertenecía a un grupo, es posible que lo haga este corredor también.
Miré hacía atrás y luego hacia el hombre, tenia razón, no había ningún otro lugar al que ir, no por ahora, tendríamos que seguir avanzando si queríamos hallar una salida a aquel lugar.
Seguí a los sujetos, sin dejar de contemplar cada faz de piedra que custodiaba el pasillo, esperando, ya no reconocer alguna de ellas, si no almacenar sus rasgos por si en el futuro me encontraba con dichas personas.
La voz esa ya no me tomó por sorpresa, parecía ser la moradora de aquel lugar, y quien quería atraernos a dicho pasillo.
-No es cierto, la luz es como el agua, la tierra o el viento, como el fuego o la oscuridad, tiene un funcionamiento, un equilibrio y forma parte del todo, negarla es como negar a la vida o a la muerte. No soy tan necia.- Respondí en voz alta como si aquella voz sonara en el aire y no en mi mente, pues si los tres habíamos terminado allí, era posible que también la escucharan, algo había guiado al otro dragón a la piedra, seguir manteniendo los debates en la mente era una necedad cuando eramos tantos.
-La traición es castigada, y aquellos quienes demuestren ser loables cuidarán del mundo para barrer a los indignos.-Respondí con sencillez. Que hubiera gente egoísta solo significaba que había mas gente prescindible, y por ello, cada persona honorable estaba dotada de aun mas valor, y merecía la pena arriesgarse a encontrar a cada una de esas personas.
Cuando el dragón llego a la escalera de caracol me acerque al mercenario humano y me agarré de su brazo para ayudarme a subir, tomando ahora esa ayuda que antes me había ofrecido pero que había considerado innecesaria en aquel momento. Situación que había cambiado al encontrarme con mis archienemigos los escalones.
La voz volvió a sonar, amenizando ligeramente la ascensión.
-En eso tienes razón.-Asentí concediéndole a esa voz que resonaba en mi mente, y presumible mente en las ajenas el merito de haber dicho algo acertado por una vez des de que había empezado su discurso.
-Si tu cuerpo termina dentro de la boca del lobo estaría despiezado y masticado, eres demasiado grande para otra cosa, así que rajar su garganta esta fuera de discusión...-No me extrañaba que la aclaración sobre la salud mental del ideador de dicha frase no hablara en su favor, pero seguía sin entender porque había puesto como ejemplo una situación puramente imaginaria y que no tenía mas sentido que pedirle al humano que reptara por el suelo en busca de alguna grieta por la cual salir.
Mi mirada pasó entonces hacía el otro dragón, quien empezó a explicar sobre aquel sujeto que llevaba contemplando un buen rato a la luz de las antorchas.
Tenía la sensación de que llevaba tanto rato mirándolo que podría reconocer su rostro si me lo encontraba.
-Las estatuas tienden a ser un signo de admiración a alguien quien se considera loable, valeroso, útil o remarcable para la causa, sociedad o grupo que lo yergue, y no esta apilada como si fuera un lugar en el que se quieran desprender de ella...ya que dices que pertenecía a un grupo, es posible que lo haga este corredor también.
Miré hacía atrás y luego hacia el hombre, tenia razón, no había ningún otro lugar al que ir, no por ahora, tendríamos que seguir avanzando si queríamos hallar una salida a aquel lugar.
Seguí a los sujetos, sin dejar de contemplar cada faz de piedra que custodiaba el pasillo, esperando, ya no reconocer alguna de ellas, si no almacenar sus rasgos por si en el futuro me encontraba con dichas personas.
La voz esa ya no me tomó por sorpresa, parecía ser la moradora de aquel lugar, y quien quería atraernos a dicho pasillo.
-No es cierto, la luz es como el agua, la tierra o el viento, como el fuego o la oscuridad, tiene un funcionamiento, un equilibrio y forma parte del todo, negarla es como negar a la vida o a la muerte. No soy tan necia.- Respondí en voz alta como si aquella voz sonara en el aire y no en mi mente, pues si los tres habíamos terminado allí, era posible que también la escucharan, algo había guiado al otro dragón a la piedra, seguir manteniendo los debates en la mente era una necedad cuando eramos tantos.
-La traición es castigada, y aquellos quienes demuestren ser loables cuidarán del mundo para barrer a los indignos.-Respondí con sencillez. Que hubiera gente egoísta solo significaba que había mas gente prescindible, y por ello, cada persona honorable estaba dotada de aun mas valor, y merecía la pena arriesgarse a encontrar a cada una de esas personas.
Cuando el dragón llego a la escalera de caracol me acerque al mercenario humano y me agarré de su brazo para ayudarme a subir, tomando ahora esa ayuda que antes me había ofrecido pero que había considerado innecesaria en aquel momento. Situación que había cambiado al encontrarme con mis archienemigos los escalones.
La voz volvió a sonar, amenizando ligeramente la ascensión.
-En eso tienes razón.-Asentí concediéndole a esa voz que resonaba en mi mente, y presumible mente en las ajenas el merito de haber dicho algo acertado por una vez des de que había empezado su discurso.
Arygos Valnor
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Al mercenario se le fue el humor cuando Arygos cuestiono su dicho de forma tan técnica, eso izo que le frunciera el seño a su amiga.
Klinge: es un decir, una metáfora, no se supone que te lo tomes literal…
Mientras avanzaban escuchaba como Arygos le respondía a esa misteriosa voz que los otros dos parecían escuchar, aparentemente el tono de dicho locutor se asía cada vez menos agradable al oído de sus dos compañeros, debido a que estaban cada vez más inquietos.
Klinge: no soy ningún experto pero escuchar voces en la cabeza nunca es buena señal, y tal parece que esta solo está interesada en ustedes dos, puesto que yo no la escucho para nada…
Cuando llegan a las escaleras, Klinge se da cuenta de cómo la dragona se colgaba de su brazo para ayudarse a subir las escaleras, es en ese entonces cuando le pasa la antorcha al otro sujeto, indicándole que vaya al frente, luego carga a Arygos en brazos, quedando esta con el trasero encima del brazo izquierdo del mercenario mientras se colgaba con los brazos del cuello de este, así por lo menos Klinge tuviese el brazo derecho libre, en el cual llevaba la espada, que luego enfundo, decidido a cargar a la chica con ambos brazos.
Klinge: no estarás en forma de dragón, pero en serio que pesas… por cierto, ¿tu cómo te llamas? Yo me llamo Klinge, y ella es Arygos, un gusto…
Después de preguntarle su nombre, el mercenario lo incito a que avanzara por las escaleras primero, ya que el tenia que cargar con la chica, que no estaba del todo cómoda en su forma humana, al menos así esperaba avanzar más rápido.
Klinge: es un decir, una metáfora, no se supone que te lo tomes literal…
Mientras avanzaban escuchaba como Arygos le respondía a esa misteriosa voz que los otros dos parecían escuchar, aparentemente el tono de dicho locutor se asía cada vez menos agradable al oído de sus dos compañeros, debido a que estaban cada vez más inquietos.
Klinge: no soy ningún experto pero escuchar voces en la cabeza nunca es buena señal, y tal parece que esta solo está interesada en ustedes dos, puesto que yo no la escucho para nada…
Cuando llegan a las escaleras, Klinge se da cuenta de cómo la dragona se colgaba de su brazo para ayudarse a subir las escaleras, es en ese entonces cuando le pasa la antorcha al otro sujeto, indicándole que vaya al frente, luego carga a Arygos en brazos, quedando esta con el trasero encima del brazo izquierdo del mercenario mientras se colgaba con los brazos del cuello de este, así por lo menos Klinge tuviese el brazo derecho libre, en el cual llevaba la espada, que luego enfundo, decidido a cargar a la chica con ambos brazos.
Klinge: no estarás en forma de dragón, pero en serio que pesas… por cierto, ¿tu cómo te llamas? Yo me llamo Klinge, y ella es Arygos, un gusto…
Después de preguntarle su nombre, el mercenario lo incito a que avanzara por las escaleras primero, ya que el tenia que cargar con la chica, que no estaba del todo cómoda en su forma humana, al menos así esperaba avanzar más rápido.
Klinge
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Ignoró por completo su conversación sobre dichos y metáforas porque tenía otras cosas sobre las que pensar, pero sí que asió la antorcha que se le ofrecía y la sostuvo con la diestra, y tras ello le preguntó el nombre, a lo que se dio cuenta de que aún no había dado dicha información, pero sí que le habian dado a él el dato curioso e informativo de que la mujer, ciertamente, era de su misma raza. ¿Tendría algo que ver que pudiese ella escuchar las voces y que pareciese que el otro hombre no? No había que descartar la posibilidad.
- Soy Alandor, de la familia Siland, de Dundarak.Diría que es un placer conoceros, pero eso lo sabré si tenemos que pelear. De momento subamos y vamos a ver qué o a quién nos encontramos. - Estaba un poco borde, pero llevaba ya una temporada así.
*Eso es, sube dragón, adéntrate en la inmensidad de la oscura escalinata*
- Eso mismo voy a hacer. - Respondió. - Y luego veremos si no te doy con la empuñadura en la boca.
Echó a andar escaleras arriba, iluminando con la antorcha el estrcho pasillo de caracol. Lo que más odiaba el dragón de este tipo de ascensos es que no podías ver que deparaba cada esquina, y había demasiadas. Incluso podía haber miles de trampas así que fue con el ojo a vizor intentando detectarlas.
- Cuidado con las trampas, por si las hay.
Los avisó, pero realmente no creía que hubiese, puesto que los invitaba todo el rato a seguir avanzando, no tendría sentido matarlos. Algo quería de ellos. Y efectivamente consiguieron subir hasta el final de la escalera sin contratiempos. Al pasar por la puerta que marcaba el fin de la subida descubrieron ante ellos una gran sala rectangular.
En las paredes se encontraban estandartes en los cuales el blasón era un cuervo y un báculo negro sobre un fondo morado, también había armas y antorchas colgadas. En los laterales se encontraban un par de chimeneas de las cuales solo una estaba encendida, y en el centro de la habitación, llamando claramente más la atención, un banquete, una mesa enorme y rectangular con muchísima comida sobre él, y a su vez muchas sillas vacías también, excepto por una, la presidencial, donde se encontraba un tipo sentado al cual no se le veía el rostro pues lo ocultaba con una capucha negra, al igual que el resto de su túnica. En su hombro había posado un cuervo.
- Adelante, pasad y tomad asiento, mis huéspedes. - Comenzó a reír pero ésta se mezclaba con la tos
.- Soy Alandor, de la familia Siland, de Dundarak.Diría que es un placer conoceros, pero eso lo sabré si tenemos que pelear. De momento subamos y vamos a ver qué o a quién nos encontramos. - Estaba un poco borde, pero llevaba ya una temporada así.
*Eso es, sube dragón, adéntrate en la inmensidad de la oscura escalinata*
- Eso mismo voy a hacer. - Respondió. - Y luego veremos si no te doy con la empuñadura en la boca.
Echó a andar escaleras arriba, iluminando con la antorcha el estrcho pasillo de caracol. Lo que más odiaba el dragón de este tipo de ascensos es que no podías ver que deparaba cada esquina, y había demasiadas. Incluso podía haber miles de trampas así que fue con el ojo a vizor intentando detectarlas.
- Cuidado con las trampas, por si las hay.
Los avisó, pero realmente no creía que hubiese, puesto que los invitaba todo el rato a seguir avanzando, no tendría sentido matarlos. Algo quería de ellos. Y efectivamente consiguieron subir hasta el final de la escalera sin contratiempos. Al pasar por la puerta que marcaba el fin de la subida descubrieron ante ellos una gran sala rectangular.
En las paredes se encontraban estandartes en los cuales el blasón era un cuervo y un báculo negro sobre un fondo morado, también había armas y antorchas colgadas. En los laterales se encontraban un par de chimeneas de las cuales solo una estaba encendida, y en el centro de la habitación, llamando claramente más la atención, un banquete, una mesa enorme y rectangular con muchísima comida sobre él, y a su vez muchas sillas vacías también, excepto por una, la presidencial, donde se encontraba un tipo sentado al cual no se le veía el rostro pues lo ocultaba con una capucha negra, al igual que el resto de su túnica. En su hombro había posado un cuervo.
- Adelante, pasad y tomad asiento, mis huéspedes. - Comenzó a reír pero ésta se mezclaba con la tos
Alandor Siland
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
-Si no te gustan las voces alégrate de que no las escuchas, pero no siempre son nocivas, ni siempre les falta razón.- Mencioné, aclarando de aquel modo que no era la primera voz que resonaba en mi mente, y que aunque no era algo por lo que habría armado un festejo, podía reconocer su utilidad en algunas circunstancias.
Como me alzó repentinamente el mercenario me hizo dar un bote, y agarrarme clavando las uñas en el cuero de su armadura mientras fruncía el ceño por el exabrupto, aunque no tardé en acomodarme, hasta que este se quejó de mi peso, ante lo cual bajé de encima suyo y empecé a caminar por mi cuenta, sosteniéndome con la mano en la pared y evitando usarlo siquiera como bastón.
Yo había requerido un asidero y en vez de eso había querido cargarme como un niño, solo para luego quejarse, prefería en dicho caso no dar motivos para que me tuvieran queja alguna por auxiliarme e ir mas lenta al subir aun a coste de un mayor cansancio de mi parte.
Por otro lado el otro dragón parecía que cedía sus favores a condición de compañeros de armas, ante lo que no pude evitar soltar un resoplido de frustración, no solo por no compartir criterio, si no porque se vería altamente decepcionado.
-En mi caso como no me defienda a mordiscos limpios con estos romos dientes voy a ser de tanta utilidad peleando como una ardilla.-Por lo menos había avisado.
Las trampas no me preocupaban demasiado, habiendo quedado atrás de los dos sujetos cualquiera de ellos sufriría cualquier ingenio advirtiéndome de su presencia, y si ellos, con su gran tamaño y peso, no activaban ninguna trampa, difícilmente lo hiciera yo, mucho mas liviana y pequeña.
Cuando llegamos al final de la escalera mi respiración estaba agitada por el esfuerzo, y mi rostro había recuperado el color que había perdido al pasar el portal, y un poco mas. Me incliné y apoye mis manos sobre las rodillas, separando una de ellas para apartarme el pelo enmarañado del rostro para poder respirar mejor.
El olor llego a mis narinas antes que la propia visión. La cacofonía de aromas mezclados, mas intensos y variados de los que podían encontrarse en las tabernas del sur. Carne, y aquello a lo que llamaban guisos y sopas, especies, jugos extraños y lo peor de todo, carne cocida que revolvía hasta el rincón mas recóndito de mi estomago, haciendo ascender la bilis nuevamente.
Tratando de contener las nauseas apoyé una mano en la pared, y recorrí la misma hasta la esquina mas alejada de la mesa. Apoyé entonces la espalda en el muro de roca, y me deslicé hasta quedar sentada en el suelo, con los ojos entornados y algo llorosos por las nauseas que volvían a adueñarse de mi.
Solo cuando coloqué un retazo de tela que arranqué dela manga alrededor de mi rostro, para filtrar el aire, pude empezar a reponerme.
Como me alzó repentinamente el mercenario me hizo dar un bote, y agarrarme clavando las uñas en el cuero de su armadura mientras fruncía el ceño por el exabrupto, aunque no tardé en acomodarme, hasta que este se quejó de mi peso, ante lo cual bajé de encima suyo y empecé a caminar por mi cuenta, sosteniéndome con la mano en la pared y evitando usarlo siquiera como bastón.
Yo había requerido un asidero y en vez de eso había querido cargarme como un niño, solo para luego quejarse, prefería en dicho caso no dar motivos para que me tuvieran queja alguna por auxiliarme e ir mas lenta al subir aun a coste de un mayor cansancio de mi parte.
Por otro lado el otro dragón parecía que cedía sus favores a condición de compañeros de armas, ante lo que no pude evitar soltar un resoplido de frustración, no solo por no compartir criterio, si no porque se vería altamente decepcionado.
-En mi caso como no me defienda a mordiscos limpios con estos romos dientes voy a ser de tanta utilidad peleando como una ardilla.-Por lo menos había avisado.
Las trampas no me preocupaban demasiado, habiendo quedado atrás de los dos sujetos cualquiera de ellos sufriría cualquier ingenio advirtiéndome de su presencia, y si ellos, con su gran tamaño y peso, no activaban ninguna trampa, difícilmente lo hiciera yo, mucho mas liviana y pequeña.
Cuando llegamos al final de la escalera mi respiración estaba agitada por el esfuerzo, y mi rostro había recuperado el color que había perdido al pasar el portal, y un poco mas. Me incliné y apoye mis manos sobre las rodillas, separando una de ellas para apartarme el pelo enmarañado del rostro para poder respirar mejor.
El olor llego a mis narinas antes que la propia visión. La cacofonía de aromas mezclados, mas intensos y variados de los que podían encontrarse en las tabernas del sur. Carne, y aquello a lo que llamaban guisos y sopas, especies, jugos extraños y lo peor de todo, carne cocida que revolvía hasta el rincón mas recóndito de mi estomago, haciendo ascender la bilis nuevamente.
Tratando de contener las nauseas apoyé una mano en la pared, y recorrí la misma hasta la esquina mas alejada de la mesa. Apoyé entonces la espalda en el muro de roca, y me deslicé hasta quedar sentada en el suelo, con los ojos entornados y algo llorosos por las nauseas que volvían a adueñarse de mi.
Solo cuando coloqué un retazo de tela que arranqué dela manga alrededor de mi rostro, para filtrar el aire, pude empezar a reponerme.
Arygos Valnor
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
El espadachín quedo perplejo al ver como su amiga parecía rechazar su ayuda de forma tan brusca después de su comentario, pensando en que tal vez se vio ofendida de algún, demostrando que también ella era una mujer, decidió ayudarla de todos modos, colocándose frente de ella y tomando la mano izquierda de la muchacha para ayudarla si llegaba a tropezarse, “mejor así” pensó para sí mismo, considerando que de ese modo aprendería a subir escaleras por si sola y ya no tendría que requerir ayuda en el futuro.
Klinge: para evitar futuros mal entendidos, toma en cuenta que la mitad de lo que digo es sarcasmo y metáforas, y no tienes que tomártelo tan literal, sé que es complicado pero te acostumbras después de un rato.
El mercenario parecía interesado en querer dejar en claro eso, ya que noto como la dragona parecía tomarse todo desde un punto de vista técnico y no llegaba a entender modismos o bromas, que en cierto sentido, llegaban a ser innecesarios en la comunicación oral… dejando de lado malos entendidos, la subida resulto más fácil de lo esperado, aunque Alandor aviso de posibles trampas a Klinge se le izo un poco tonto la idea de poner tal cosa en un espacio así, había escuchado de trampas que se colocaban en los castillos para defenderlos y sinceramente, casi ninguna parecía tener eficacia en una escalera de caracol.
Cuando llegaron a la gran sala del banquete, Klinge tuvo una reacción un poco distinta a la de su amiga, el casi no había comido en varios, y ver tanta comida frente a él, provoco que su estomago hiciese ruido, tan fuerte que de hecho resonó por toda la sala, pero contuvo las ganas, pues la vista de aquel desconocido sentado a la mesa le izo sospechar de una trampa aun más insidiosa que cualquiera que pudiesen haber colocado en la escalera, al escuchar a la misteriosa figura, que, dicho sea de paso, no parecía gozar de buena salud el joven exclamo lo primero que le vino a la mente.
Klinge: ¿Y tu quien carajo se supone que eres?
Klinge: para evitar futuros mal entendidos, toma en cuenta que la mitad de lo que digo es sarcasmo y metáforas, y no tienes que tomártelo tan literal, sé que es complicado pero te acostumbras después de un rato.
El mercenario parecía interesado en querer dejar en claro eso, ya que noto como la dragona parecía tomarse todo desde un punto de vista técnico y no llegaba a entender modismos o bromas, que en cierto sentido, llegaban a ser innecesarios en la comunicación oral… dejando de lado malos entendidos, la subida resulto más fácil de lo esperado, aunque Alandor aviso de posibles trampas a Klinge se le izo un poco tonto la idea de poner tal cosa en un espacio así, había escuchado de trampas que se colocaban en los castillos para defenderlos y sinceramente, casi ninguna parecía tener eficacia en una escalera de caracol.
Cuando llegaron a la gran sala del banquete, Klinge tuvo una reacción un poco distinta a la de su amiga, el casi no había comido en varios, y ver tanta comida frente a él, provoco que su estomago hiciese ruido, tan fuerte que de hecho resonó por toda la sala, pero contuvo las ganas, pues la vista de aquel desconocido sentado a la mesa le izo sospechar de una trampa aun más insidiosa que cualquiera que pudiesen haber colocado en la escalera, al escuchar a la misteriosa figura, que, dicho sea de paso, no parecía gozar de buena salud el joven exclamo lo primero que le vino a la mente.
Klinge: ¿Y tu quien carajo se supone que eres?
Klinge
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Efectivamente, ¿quién era esa persona? Ninguno lo sabía aún, pero el dragón hubiese preferido tantear el terreno antes de provocar dicha descortesía, sobretodo sin saber nada de él ni como pensaba reaccionar esa persona.
- Deberías cerrar el pico, hablas demasiado. - Le sugirió el dragón al mercenario.
Sin embargo, tras esto, el que parecía el anfitrión se levantó de la sila y habló.
- No te preocupes, joven dragón, pues aunque le falten modales, a mí me sobra paciencia. Acercáos, sentaos y comed. - Los invitó.
- No avancéis. - Ordenó Alandor. - Primero quiero saber qué es lo que buscas de nosotros, por qué te metes en nuestra cabeza y dónde estamos.
- Muchas preguntas para responder, pero que entrarían más fácilmente y se digerirían mejor con un buen banquete. Sentaos.
Como por arte de magia tres sillas se apartaron de la mesa, incitándolos a lo que el anfitrión demandaba todo el rato.
El dragón se giró y vio sus caras, realmente tenían mucha hambre, y no tenían otra alternativa al parecer, pues aunque matar al hombre parecía una opción posible, podía tener muchos aspectos negativos, e ir con la fuerza bruta por delante pocas veces funcionaba. Necesitaba observar mejor el terreno y ver como reaccionar en base a ello.
- Me quedaré. - Les susurró.
- ¡Estupendo! - Dijo eufórico el hombre, tras lo que no pudo evitar toser. Al parecer tenía mejor oído de lo que pensaba.
Alandor lo miró de nuevo.
- Me quedaré. - Repitió. - Y después de comer me iré.
- Serás libre de hacerlo si así te place.
*Aunque la libertad es un bien relativo, pues hasta el más libre es esclavo de algo o alguien. Incluso de un destino o una maldición.* - Recordó la oscura voz.
- Y el origen de esta voz será lo primero que nos explicarás. - Pidió el huésped.
- No lo creo. - Finalizó el que parecía un brujo.
No podía hacerle nada según creía, y menos con un par de lastres, así que hizo un ademán de acercarse a la mesa a comer, pero luego miró atrás y vio al pequeño humano intentando ayudar a la dragona, que ya se había molestado un poco con él, y con un pequeño arrebato caballeroso, como los que tenía antes, pero bruto, decidió acercarse a ellos, se agachó un poco delante de Arygos, la rodeó con el brazo y haciendo fuerza se levantó, subiéndosela al hombro, con lo cual la llevó a la silla y la dejó caer suavemente, sentada. Se sentó al lado, a la vez que a la diestra del encapuchado.
- ¿Ya podemos comenzar la charla?
- Deberías cerrar el pico, hablas demasiado. - Le sugirió el dragón al mercenario.
Sin embargo, tras esto, el que parecía el anfitrión se levantó de la sila y habló.
- No te preocupes, joven dragón, pues aunque le falten modales, a mí me sobra paciencia. Acercáos, sentaos y comed. - Los invitó.
- No avancéis. - Ordenó Alandor. - Primero quiero saber qué es lo que buscas de nosotros, por qué te metes en nuestra cabeza y dónde estamos.
- Muchas preguntas para responder, pero que entrarían más fácilmente y se digerirían mejor con un buen banquete. Sentaos.
Como por arte de magia tres sillas se apartaron de la mesa, incitándolos a lo que el anfitrión demandaba todo el rato.
El dragón se giró y vio sus caras, realmente tenían mucha hambre, y no tenían otra alternativa al parecer, pues aunque matar al hombre parecía una opción posible, podía tener muchos aspectos negativos, e ir con la fuerza bruta por delante pocas veces funcionaba. Necesitaba observar mejor el terreno y ver como reaccionar en base a ello.
- Me quedaré. - Les susurró.
- ¡Estupendo! - Dijo eufórico el hombre, tras lo que no pudo evitar toser. Al parecer tenía mejor oído de lo que pensaba.
Alandor lo miró de nuevo.
- Me quedaré. - Repitió. - Y después de comer me iré.
- Serás libre de hacerlo si así te place.
*Aunque la libertad es un bien relativo, pues hasta el más libre es esclavo de algo o alguien. Incluso de un destino o una maldición.* - Recordó la oscura voz.
- Y el origen de esta voz será lo primero que nos explicarás. - Pidió el huésped.
- No lo creo. - Finalizó el que parecía un brujo.
No podía hacerle nada según creía, y menos con un par de lastres, así que hizo un ademán de acercarse a la mesa a comer, pero luego miró atrás y vio al pequeño humano intentando ayudar a la dragona, que ya se había molestado un poco con él, y con un pequeño arrebato caballeroso, como los que tenía antes, pero bruto, decidió acercarse a ellos, se agachó un poco delante de Arygos, la rodeó con el brazo y haciendo fuerza se levantó, subiéndosela al hombro, con lo cual la llevó a la silla y la dejó caer suavemente, sentada. Se sentó al lado, a la vez que a la diestra del encapuchado.
- ¿Ya podemos comenzar la charla?
Alandor Siland
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Solté la mano que me tomó el mercenario sin permiso alguno tras que hubiera rechazado su ayuda, sin entender porque intentaba imponerme algo de lo que después se quejaba, y reculé varios escalones, negándome a subir hasta que no le viera hacerlo, y dispuesta a seguir reculando si este se intentaba acercar mas, así hasta que lográsemos subir.
-Para evitar futuros malentendidos no ofrezcas una ayuda de la cual después vas a recriminar algo.-Farfullé. Ya estaba pasando un momento suficientemente malo como para encima dicha trifulca estúpida y mas incomoda que importante con el humano.
Pude ver como el dragón el susurraba algo al mercenario, pero no llegue a oír el que, púes yo seguía en la otra punta de la estancia, bien alejada de la mesa, y conteniendo las nauseas, con una visible mueca de desagrada y un pañuelo alrededor del rostro que lo único que permitía ver de mi faz era la total repulsión que me generaba aquello que para ellos era un "banquete".
En cambio el anfitrión parecía tener un oído mucho mas fino que el mio, pues fue capaz de responder aquellos susurro que yo había visto únicamente.
La voz se hizo presente una vez mas, y en ese momento al ignoré.No tenía el mas mínimo interés en marcar porque aquello era una obiedad, si no eran capaces de entenderlo por si mismos es que no merecían el comprenderlo.
Por otro lado ellos dos habían aceptado mantener una charla y dar cuenta de esos platos que me mantenían tan alejada como si fueran un repelente especialmente pensado para mi, así que me mantendría atenta para captar lo que pudiera de la conversación, pero difícilmente podría participar activamente de la misma.
-Para evitar futuros malentendidos no ofrezcas una ayuda de la cual después vas a recriminar algo.-Farfullé. Ya estaba pasando un momento suficientemente malo como para encima dicha trifulca estúpida y mas incomoda que importante con el humano.
Pude ver como el dragón el susurraba algo al mercenario, pero no llegue a oír el que, púes yo seguía en la otra punta de la estancia, bien alejada de la mesa, y conteniendo las nauseas, con una visible mueca de desagrada y un pañuelo alrededor del rostro que lo único que permitía ver de mi faz era la total repulsión que me generaba aquello que para ellos era un "banquete".
En cambio el anfitrión parecía tener un oído mucho mas fino que el mio, pues fue capaz de responder aquellos susurro que yo había visto únicamente.
La voz se hizo presente una vez mas, y en ese momento al ignoré.No tenía el mas mínimo interés en marcar porque aquello era una obiedad, si no eran capaces de entenderlo por si mismos es que no merecían el comprenderlo.
Por otro lado ellos dos habían aceptado mantener una charla y dar cuenta de esos platos que me mantenían tan alejada como si fueran un repelente especialmente pensado para mi, así que me mantendría atenta para captar lo que pudiera de la conversación, pero difícilmente podría participar activamente de la misma.
Arygos Valnor
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Al ver cómo reaccionaba Arygos y como se portaba con él, el joven mercenario simplemente suspiro y se encogió de hombros para seguir con su camino, tampoco él le veía mucho sentido a continuar con este asunto.
El hecho de que aquel anciano encapuchado tuviese tan buena audición no lo ayudo a calmarse, tampoco que estuviese tan confiado como para poder estar en la meza con un hombre armado y dos dragones, aunque Arygos estuviese incapacitada en este momento, para colmo seguía sin verse muy saludable.
Finalmente decidió poner a un lado sus dudas y simplemente aceptar la invitación de aquella figura misteriosa, pero era imposible no notar como su amiga estaba por vomitar de nuevo, así que, ya sentado en su asiento y sin mucha ceremonia se dirigió al anfitrión mientras señalaba a la chica con su pulgar.
Klinge: ¿Puedes ventilar un poco mas este cuarto y darle algo de carne cruda a la chica? La cocina humana no le cae muy bien.
Como Alandor, el también quería probar el terreno, y una forma era ver que tan dispuesto estaba este anfitrión a complacer las necesidades de sus huéspedes.
El hecho de que aquel anciano encapuchado tuviese tan buena audición no lo ayudo a calmarse, tampoco que estuviese tan confiado como para poder estar en la meza con un hombre armado y dos dragones, aunque Arygos estuviese incapacitada en este momento, para colmo seguía sin verse muy saludable.
Finalmente decidió poner a un lado sus dudas y simplemente aceptar la invitación de aquella figura misteriosa, pero era imposible no notar como su amiga estaba por vomitar de nuevo, así que, ya sentado en su asiento y sin mucha ceremonia se dirigió al anfitrión mientras señalaba a la chica con su pulgar.
Klinge: ¿Puedes ventilar un poco mas este cuarto y darle algo de carne cruda a la chica? La cocina humana no le cae muy bien.
Como Alandor, el también quería probar el terreno, y una forma era ver que tan dispuesto estaba este anfitrión a complacer las necesidades de sus huéspedes.
Klinge
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Alandor empezaba a cabrearse por sus adentros debido al par que le estaba tocando aguantar. En un sitio desconocido y probablemente peligroso, en territorio donde un aparente brujo podía controlar el entorno, y con dos compañeros que más que ayudar eran un lastre puesto que no dejaban de pelearse. Suspiró.
- Esto no es serio. - Comenzó a ignorarlos de nuevo tras un largo suspiro.
Asió con la mano un muslo de pollo asado y comenzó a comérselo, tampoco tenía un hambre voraz como sus entrañables amigos, sin embargo tenía. Y a buena comida su estómago no podía negarse, y es que evidentemente estaba deliciosa. Y entre bocados habló.
- ¿Quién eres, pues? ¿Y por qué nos has traído hasta aquí?
- Yo no os he traído, vosotros habéis venido, bueno, tú, el resto es simplemente un afortunado incidente.
Entonces Klinge habló exigiendo ventilación para la sala, al parecer el hedor de la comida podía molestar a la dragona, a lo que el hombre respondió haciendo que la silla del humano se tirase hacia atrás, provocando que este se cayese al suelo.
- Suerte tienes, hombrecillo, de estar entre dragones y vivir para contarlo. Deberías quedarte, escuchar y callar. - El brujo dio un sorbo a la copa de vino que tenía delante, acabándosela, y al intentar echarse más descubrió que la jarra estaba vacía, a lo cual el cuervo que tenía sobre el hombro, agarrándola con las patas por el asa, se la llevó.
- ¿Y bien? - se impacientaba el dragón.
- Soy Madhar, y soy el señor de esta antigua y escondida torre. Hacía muchos años que no tenía visitas, es por eso que os trato tan bien, me gustaría que os quedáseis unos días y disfrutaseis de los placeres del lugar.
- ¿Y la voz? ¿Y qué es? ¿Y tu objetivo?
- Tiempo al tiempo, joven. Primero que todo, quiero saber cuántos de aquí desean poder a costa de cualquier cosa, cuantos están dispuestos a entregarse a sus ambiciones y deseos para llegar a su destino. Si queréis un futuro y no teneis nada por lo que luchar, dejad que os convenza, venid a mí y a mi maestro último.
- ¿Y qué me vas a enseñar? ¿Quién es tu maestro?
- Mi maestro es aquél que nunca te abandonará, nunca. Siempre estará contigo.
En ese momento no pudo evitar recordar el abandono del dragón de tierra en momentos de necesidad, y la desdicha por la que había sufrido durante tanto tiempo.
- Muy bien, me quedaré. - Asintió él.
El hombre miró al resto, con la mirada aún bajo su oscura capucha.
- El que quiera quedarse es libre de hacerlo. Si no, os marcharéis de aquí más pronto que tarde, y cuando salgáis os prometo que no recordaréis dónde está esta torre ni quién es su guardián.
Las puertas tras de él se abrieron, dejando entrar nieve y aire helado.
OFFROL: Si alguien, en este punto, desea salir, es libre de hacerlo.
- Esto no es serio. - Comenzó a ignorarlos de nuevo tras un largo suspiro.
Asió con la mano un muslo de pollo asado y comenzó a comérselo, tampoco tenía un hambre voraz como sus entrañables amigos, sin embargo tenía. Y a buena comida su estómago no podía negarse, y es que evidentemente estaba deliciosa. Y entre bocados habló.
- ¿Quién eres, pues? ¿Y por qué nos has traído hasta aquí?
- Yo no os he traído, vosotros habéis venido, bueno, tú, el resto es simplemente un afortunado incidente.
Entonces Klinge habló exigiendo ventilación para la sala, al parecer el hedor de la comida podía molestar a la dragona, a lo que el hombre respondió haciendo que la silla del humano se tirase hacia atrás, provocando que este se cayese al suelo.
- Suerte tienes, hombrecillo, de estar entre dragones y vivir para contarlo. Deberías quedarte, escuchar y callar. - El brujo dio un sorbo a la copa de vino que tenía delante, acabándosela, y al intentar echarse más descubrió que la jarra estaba vacía, a lo cual el cuervo que tenía sobre el hombro, agarrándola con las patas por el asa, se la llevó.
- ¿Y bien? - se impacientaba el dragón.
- Soy Madhar, y soy el señor de esta antigua y escondida torre. Hacía muchos años que no tenía visitas, es por eso que os trato tan bien, me gustaría que os quedáseis unos días y disfrutaseis de los placeres del lugar.
- ¿Y la voz? ¿Y qué es? ¿Y tu objetivo?
- Tiempo al tiempo, joven. Primero que todo, quiero saber cuántos de aquí desean poder a costa de cualquier cosa, cuantos están dispuestos a entregarse a sus ambiciones y deseos para llegar a su destino. Si queréis un futuro y no teneis nada por lo que luchar, dejad que os convenza, venid a mí y a mi maestro último.
- ¿Y qué me vas a enseñar? ¿Quién es tu maestro?
- Mi maestro es aquél que nunca te abandonará, nunca. Siempre estará contigo.
En ese momento no pudo evitar recordar el abandono del dragón de tierra en momentos de necesidad, y la desdicha por la que había sufrido durante tanto tiempo.
- Muy bien, me quedaré. - Asintió él.
El hombre miró al resto, con la mirada aún bajo su oscura capucha.
- El que quiera quedarse es libre de hacerlo. Si no, os marcharéis de aquí más pronto que tarde, y cuando salgáis os prometo que no recordaréis dónde está esta torre ni quién es su guardián.
Las puertas tras de él se abrieron, dejando entrar nieve y aire helado.
OFFROL: Si alguien, en este punto, desea salir, es libre de hacerlo.
Alandor Siland
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
El rumor de la mesa empezó a llegar con mas claridad a mis oídos a medida que me acostumbraba a respirar entre las telas llenas de tierra que filtraban el aire los suficientemente bien como para ir asentando mi estomago hasta que mi mente pudo ver mas allá de la bilis que había estado intentando subir por mi garganta una vez mas.
No me hizo falta demasiado para percatarme de cuan injusto era el trato, el poder era algo que todos entendían como algo distinto, para algunos era dinero, para otros información, o fuerza física, prometer poder sin dar mas datos era como vender iluminación sin dar mas dato que el nombre, podía ser el sol, la luna o una misera vela.
Aquel brujo, o lo que fuera el dueño de aquel lugar pedía un precio demasiado elevado, y ponía unas condiciones que no podía cumplir, y por encima de todo, pedía subyugación a una entidad que ni conocíamos, o por lo menos yo no lo hacía, ni pensaba revelar por ahora.
Me levanté y me dirigí pues hacia la puerta, con la misma firmeza y celeridad con la que me había adentrado en aquella aventura, no tenían allí nada para mi, ni para mi problema, ni para ninguna criatura que apreciara minimamente su mente y su libertad, e incluso la neblina de la locura que intentaba dominar mi mente a cada instante había tenido la lucidez de percatarse de cuan mala idea era permanecer en aquel lugar.
Me sumergí en el aire frió que despejó mi cabeza, borrando poco a poco parte de los recuerdos de aquel lugar, y desvaneciendo cualquier rastro de aquel brujo de mi memoria, excepto un nombre que deje de saber a quien pertenecía o que significaba.
"Madhar" murmuré paladeando aquella palabra mientras fruncía el ceño, intentando recordar que era ese nombre mientras mis pies dejaban superficiales huellas sobre la nieve.
No me hizo falta demasiado para percatarme de cuan injusto era el trato, el poder era algo que todos entendían como algo distinto, para algunos era dinero, para otros información, o fuerza física, prometer poder sin dar mas datos era como vender iluminación sin dar mas dato que el nombre, podía ser el sol, la luna o una misera vela.
Aquel brujo, o lo que fuera el dueño de aquel lugar pedía un precio demasiado elevado, y ponía unas condiciones que no podía cumplir, y por encima de todo, pedía subyugación a una entidad que ni conocíamos, o por lo menos yo no lo hacía, ni pensaba revelar por ahora.
Me levanté y me dirigí pues hacia la puerta, con la misma firmeza y celeridad con la que me había adentrado en aquella aventura, no tenían allí nada para mi, ni para mi problema, ni para ninguna criatura que apreciara minimamente su mente y su libertad, e incluso la neblina de la locura que intentaba dominar mi mente a cada instante había tenido la lucidez de percatarse de cuan mala idea era permanecer en aquel lugar.
Me sumergí en el aire frió que despejó mi cabeza, borrando poco a poco parte de los recuerdos de aquel lugar, y desvaneciendo cualquier rastro de aquel brujo de mi memoria, excepto un nombre que deje de saber a quien pertenecía o que significaba.
"Madhar" murmuré paladeando aquella palabra mientras fruncía el ceño, intentando recordar que era ese nombre mientras mis pies dejaban superficiales huellas sobre la nieve.
Arygos Valnor
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Re: Solo los bosques conocen la respuesta. [LIBRE]
Al caer se golpeo con fuerza la cabeza, la cual agarro con las dos manos mientras gruñía de dolor, y agitaba las piernas al aire, no se levanto del piso hasta que escucho la propuesta del brujo.
Fue entonces cando vio el portal que llevaba a un campo nevado, no se lo pensó dos veces y se levanto del piso, se sacudió el polvo, recogió sus cosas, que quedaron desparramadas por el piso al caer y agarro el filete más grande que vio sobre la mesa y empezó a comerlo sacando grandes bocados a mordiscos, mientras se encaminaba al portal justo detrás de su amiga.
Pero, se detuvo un segundo antes de cruzar para echarle otra mirada al brujo de reojo y le dijo con tono burlón y áspero –me marcho por iniciativa propia, ni tú, ni tu amo me ofrecen nada que me importe o me parezca valioso.- luego dio un paso al frente y se esfumo por el portal, olvidando todo sobre la torre, mientras seguía a Arygos, a la vez que se preguntaba de donde saco el filete.
Luego de acabar de masticar la carne, tiro el hueso medio roído a la nieve y apuro el paso para quedar al lado de su amiga a la cual miro con una expresión jovial.
Klinge: si todavía tienes hambre, puedo cazarte otro conejo, aunque… tal vez quieras esperar a que corte en trocitos su carne para que sea más fácil para ti comerlo.
Por suerte, o desgracia de la dragona, era obvio que no se desharía tan fácil del espadachín, que parecía enfrascado en seguirla a donde fuera que vaya.
Fue entonces cando vio el portal que llevaba a un campo nevado, no se lo pensó dos veces y se levanto del piso, se sacudió el polvo, recogió sus cosas, que quedaron desparramadas por el piso al caer y agarro el filete más grande que vio sobre la mesa y empezó a comerlo sacando grandes bocados a mordiscos, mientras se encaminaba al portal justo detrás de su amiga.
Pero, se detuvo un segundo antes de cruzar para echarle otra mirada al brujo de reojo y le dijo con tono burlón y áspero –me marcho por iniciativa propia, ni tú, ni tu amo me ofrecen nada que me importe o me parezca valioso.- luego dio un paso al frente y se esfumo por el portal, olvidando todo sobre la torre, mientras seguía a Arygos, a la vez que se preguntaba de donde saco el filete.
Luego de acabar de masticar la carne, tiro el hueso medio roído a la nieve y apuro el paso para quedar al lado de su amiga a la cual miro con una expresión jovial.
Klinge: si todavía tienes hambre, puedo cazarte otro conejo, aunque… tal vez quieras esperar a que corte en trocitos su carne para que sea más fácil para ti comerlo.
Por suerte, o desgracia de la dragona, era obvio que no se desharía tan fácil del espadachín, que parecía enfrascado en seguirla a donde fuera que vaya.
Klinge
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