Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
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Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Freysblót, Samhain Humano
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Yneff puso una perfecta cara de repugnancia al ver el enorme saco de coliflores que su padre había recogido del huerto. La había estado entrenando frente al espejo durante semanas. ¡Nada de coliflores! No, no, no. Infló las mejillas y negó con la cabeza antes de que papá le pidiera ayuda.
—He cumplido siete años. No tengo miedo a los vampiros ni a los licántropos. Por mí, pueden entrar todos juntos por la puerta. ¡No pienso recoger ni una sola coliflor!
Años atrás, papá consiguió convencerle bajo las amenazas que le solían decir a los niños. Si no comes verduras no crecerás. Hay que comer de todo para hacerte grande y fuerte como papá. Las verduras te protegerán contra los vampiros malos y los licántropos hambrientos. Esos trucos ya no servían. Yneff era un niño mayor de siete añitos.
Al comprobar la poca efectividad de las amenazas, papá utilizó el chantaje:
—¿No ayudarme con la cosecha de este año? — Yneff negó con la cabeza — ¿Quieres quedarte en casa jugando con tus muñecos de trapo? — Yneff afirmó — Está bien, pues quedarte en casa y perderte los juegos reales.
—¿Juegos?
El camino de la ciudad a las granjas estaba repleto de carros tirados por mulos y guerreros viajando a caballo. Yneff y su padre, Greff, formaban parte del primer grupo. Greff tiraba de las riendas de La Tía de Lunargenta, así se llamaba la vieja burra de la familia. Eran las diez de la mañana. El primer viaja a la granja lo hizo a las cinco de la madrugada, cuando todavía era de día. Entonces, los caminos estaban desiertos, a excepción de un par de fieles trabajadores. Yneff, a su derecha, miraba con fascinación a los caballeros. Tiraba de la camisa de Greff para que él también los viera y los apuntaba con su espada de madera.
El día de la cosecha era el día en el que más trabajo, con diferencia, había. Greff tuvo que contratar a tres personas más para que la ayudasen con el huerto. Merf, su hijo mayor, y él no podían con todo el trabajo. Ni siquiera los cinco pudieron. A estas horas del día, no quedaban trabajadores de confianza para contratar. Su último recurso fue volver a casa y convencer a Yneff para que le ayudase. Estaba bien que el chico empezase a madurar. Ya no era un niño. Debía comprender que a él no le gustasen las verduras no significaban que a otra gente tampoco le gustasen. De todos sacos y cajas y que hoy conseguirían llenar, al menos cuatro quintas parte serían para vender en el mercado; era posible incluso más. Si los Dioses estaban de buen agrado, y Greff sabía que sí pues su suerte fue propicia, la familia Greff podría ganar tantos aeros que podrían vivir sin trabajar hasta verano.
A lo largo de la mañana, padre hizo tres viajes cargados de cajas y sacos de vuelta a Lunargenta. Con el primero aprovechó para recoger a Yneff. Había que reconocerlo y no sentirse mal por enorgullecerse de ello: estaba siendo un buen día de cosecha. No hubo ningún contratamiento. Merf miró al cielo y sonrió para sus adentros. ¿Y por qué tendría que salir algo mal? Los Dioses no obedecen a los caprichos de los niños. Merf conocía el secreto de su hermano pequeño y qué había hecho en el templo cuando padre no lo veía. Odín, padre de todos, es un ser racional y sabio. Habría observado lo que hizo el niño y sonreiría con su grave voz de guerrero. ¡Qué niño más adorable! Y ahí se quedaría. No cumpliría su oración.
Eran la cuarta vez que cargaban el carro de sacos. Los trabajadores que padre había contratado se fueron a sus casas. El trabajo duro ya había finalizado. Yneff daba una col a La Tía mientras que Greff y Merf terminaban de cagar el carro.
—¿Os aparece si vamos a ver los juegos reales? — preguntó padre mirando hacia Yneff
—¡Sí! — gritó Yneff inmediatamente.
No era unos juegos hechos especialmente para celebrar esta victoria que Lunargenta tuvo contra sus enemigos, sino todas en general. Gentes de todos los lugares acudieron para batirse en los juegos de tiro con arco, lanzamiento de roca, doma de caballos…. Yneff hacía batir su espada de madera contra enemigos invisibles cada vez que veía a un caballero de La Guardia de Lunargenta condecorado por los méritos de las guerras más recientes.
Merf llevaba su arco colgado en la espalda. Se unió a una competición de tiro con arco. Pensó que sería divertido. De todas formas, ¿qué podía salir mal?
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Nada podía salir mal. Greff conocía el resultado de las oraciones de Merf. Le dijo, en riguroso secreto, que los Dioses le escucharon. La buena cosecha de este año era gracias a estas oraciones. Si no fuera por él, no sabría qué habría pasado. Los Dioses habían dejado de escuchar a Greff, era viejo para que le prestaran interés. Su suerte no era mejor ni peor que años pasados, sino que indiferente.
Coles. Todo el carro estaba lleno de coles. Papá estaba preparando a Merf para su turno. Tenía un brazo encima de su hombro y le susurraba consejos para que hiciese su mejor disparo. Yneff, a escondidas, daba una tercera col a La Tía. Pieza a pieza, se las acabaría todas y vaciaría el carro. La Tía de Lunargenta no tenía fondo.
La cuarta coliflor tenía un regalo en su interior. Había una araña negra con motas rojas en su abdomen. Yneff tuvo suerte, la que Merf le concedió en sus oraciones. Soltó la col antes de que llegase a picarle. Yneff se asomó para ver las otras coles del carro. Deseaba que todas las demás coles también estuvieran infectadas de arañas, gusanos, hormigas y otros pequeños seres que las harían incomibles. ¡Así era! Odín le escuchó. Yneff rezó por no comer coliflor nunca más y los Dioses se lo ofrecieron. ¡Mala suerte para papá y sus coliflores!
Y mala suerte a Merf por ayudar a papá.
La cuerda del arco se desató de su encaje en el momento en el que Merf la estaba tensando para disparar. La cuerda salió impulsada por el retroceso como un látigo salvaje hacia el ojo derecho de Merf.
Buena suerte para padre y Yneff; que no pasen hambre el día de mañana. Fue el deseó que Merf pidió a los Dioses en su oración.
_____________________
Información:
* Libre partición. Todos los usuarios con la ficha de personaje aprobada pueden participar.
* El Høstblót finalizará el 14 de noviembre de 2018. Puedo dejar una prologa de 3 días si alguno desea participar y no le va a dar tiempo.
* Como objetivo principal deberéis disfrutar de la temática del Samhain, Día de Cosecha. En primer lugar, deberéis participar en una “Zona de Culto” para pedir suerte en forma de un hechizo (conjuro), sacrificio u oración con temática horror. Esta suerte no solo os afectará a vosotros, sino también a vuestros más allegados (npcs y acompañantes). Una vez participéis en el tema, deberéis disfrutar de su temática y participar en un juego vikingo (aconsejo ver la peli Brave).
* Aquellos que participen sin haber lanzado la voluntad de los Dioses en una zona de culto o no obedezcan a la suerte estipulada, es decir que si le sale mala suerte les pasa algo bueno, serán penalizados con la pérdida de 5ptos y una maldición. Además que, obviamente, no recibirán ninguna recompensa por parte de este evento.
* Tenéis total libertad de turnos. No tendréis que esperar a otro usuario para postear. Aun así, os pido, que postéis con lógica.
* Si has conocido a cualquiera de mis personajes y crees que puede resultar divertido interactuar con ellos, puedes hacerlo. Lo único que te pido es que lo hagas con lógica. Es decir, si ves que un usuario se ha adelantado y ha cogido a Hont (por ejemplo) y se lo ha llevado a bailar, no se lo arrebates y digas que Hont está haciendo otra cosa totalmente diferente. De hacerlo, lo consideraré metarol y será penalizado.
Recompensas:
* +5 ptos de experiencia
* 50 aeros
* Objeto recordatorio del evento.
* Aquellos que creen una pequeña trama dentro del tema serán recompensados con un obsequio adicional.
* Dependiendo de vuestras acciones, también podréis sufrir una maldición. Hay usuarios que toman las maldiciones como recompensas.
Sigel
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
La gente caminaba alegre y decidida por toda la explanada donde los múltiples juegos tenían lugar. La zona mas amplia era sin duda la de lanzamiento de troncos, que ocupaba mas de la mitad del recinto, mientras los árbitros contaban los pies de distancia del tronco del ultimo contrincante, un gigantesco hombre-bestia con forma de elefante se afanaba en mostrar sus músculos a la multitud mientras esperaba el turno.
En otro lado el publico vitoreaba a una elfa que acaba de batir el récord del anterior jugador en el lanzamiento de martillo, y es que muchas veces no se necesita musculo sino una buena cabeza para calcular la trayectoria mas larga de un objeto.
Era impresionante como las razas se mezclaban en la festividad de la cosecha, una bruja alzaba la voz ayudada por la magia y animaba al gentío a unirse al próximo partido de kerētízein[1]. Por otro lado los mas jóvenes se peleaban por ver quien seria el próximo para participar junto a sus amigos en el juego de la cuerda.
-¿No te apetece unirte a ellos Vey? -La joven dragoncita me miro como si fuera idiota. -¿Hola? ya estoy grande para eso.
Me encogí de hombros sin mayor importancia y seguí caminando a su lado. Lavey estaba buscando algún juego que de verdad le resultara un desafió, pero ninguno parecía satisfacerla.
-Mira que lo sabia, no tendríamos que haber molestado a los dioses. Ahora seguro que me aburro mas que las ostras.
El sonido de caballos relinchando y cuerpos cayendo llegaban a nosotras, estábamos cerca de la doma de caballos y aquello llamo poderosamente mi atención.
-Tu dirás lo que quieras, pero yo pienso divertirme hoy. -La niña que no era tonta enseguida se dio cuenta de lo que quería hacer. -Te vas a romper la cabeza, esos rocines los traen enrabietados no duraras ni un segundo. Y menos después de lo que paso el otro día.
-No seas pájaro de mal agüero y anima a tu madre. -Le decía a Lavey con una sonrisa de oreja a oreja y despeinandola. -Quédate cerca de la vaya, voy a ir a por uno.
Salí corriendo del lado de la niña mientra oía como gritaba "Que noooo. Estas loca." Yo solo le respondí con una risotada.
Los participantes se agrupaban en un extremo del ruedo esperando su turno o esperando un caballo mas manso, cuando llegue junto al resto de concursantes el maestro del recinto llamo al siguiente y todos se apartaron de la entrada. -¿Que pasa aquí? -Al contrario que el resto de cuerdos a mi alrededor, yo di un paso al frente para asomarme a ver y una mano me agarro del brazo y me metió dentro del recinto tirando de mi, hacia el caballo que esperaba a su siguiente victima. -¿Como te llamas moza? -Me pregunto el enjuto hombre. -Reivy.
-Bien, bien. El es Muerte. -Dijo el hombre señalando al caballo. -La regla es muy simple, tienes que aguantar encima del caballo hasta que oigas el cuerno. -Y sin mas se fue y me dejo plantada delante de las escaleras que subían al andamio que tenían preparado para dejar caer a los jinetes sobre el lomo del animal.
Muerte era un caballo joven de patas negras y cuerpo gris que no dejaba de resoplar. Igual tiene razón y los dioses no están hoy de mi parte. Pensaba mientras me montaba encima del animal, aun estando dentro de la barrera de contención el equino no hacia mas que moverse.
Estaba apunto de decir algo cuando el maestro de ceremonias dijo mi nombre y acto seguido se abrió el pórtico que daba paso al ruedo, tuve la suerte y los reflejos de apretar los dientes justo a tiempo para mantener mi lengua a salvo de una mordida muy dolorosa, pues el caballo ya estaba dando saltos y cabriolas para sacarme de encima.
Levantaba patas traseras y delanteras, de forma despareja y desesperada, el caballo estaba mas tiempo sobre el aire que sobre la tierra del ruedo. Los segundos pasaban y mi cuerpo se movía como un trapo al viento, me sujetaba con las piernas, con las manos... con todo lo que tenia mi cuerpo para evitar la caída.
Muerte, en un intento por librarse de la molesta carga salto hacia tras de tal forma que los dos acabamos en el suelo, por suerte la caída fue tan rápida y movida que el animal no me chafo ninguna parte vital contra la tierra, mi cuerpo y el del caballo se revolcaban por el suelo, él quería tirarme y yo mantenerme encima suyo, hubiera sido fácil soltarme de él al llegar los dos al suelo, pero ese no era mi estilo, lucharía hasta el final. -¡Tu puedes centella! -Podía distinguir la voz de Lavey entre el publico. -Animo Reivy. -¿Y esa voz? ¿Quien era? Seria solo el publico gritando mi nombre, que ahora estaba en boca de todos gracias al maestro del rodeo o acaso... algo en mi memoria me decía que conocía ese tono, pero no sabia de que.
El cuerno sonó y yo todavía seguía encima del caballo, dos jinetes corrieron con sus monturas flanqueando a Muerte y uno de los hombres me paso un brazo por encima y me subió a su yegua. Los aplausos y vítores no se hicieron esperar, levantaba un brazo en señal de victoria y mientras salia del ruedo la cabeza me daba vueltas.
-Hola hijita. -Le dije medio ida a una Lavey que acudía a recogerme. -Te lo dije, tu mami puede con todo. -Le pase un brazo por la cintura queriendo salir del mareo, pero solo conseguía que las dos nos moviéramos dando tumbos. -Si, tenias razón. Puedes con todo lo que te tiren encima, ahora quédate quieta y sentada. -Me decía la rubia entre risas, pero con un tono de leve preocupación. Lo mas cerca que teníamos era la misma vaya del rodeo, así que fui a por lo rápido y me apoye sobre ella. -Creo que estere mejor de pie, me duele el culo.
_______
Off: Me reservo la buena suerte de Lavey para el siguiente post^^
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[1]Es el nombre grio que se le daba antiguamente al Hockey sobre hierva (o algo muy similar a ese deporte)
En otro lado el publico vitoreaba a una elfa que acaba de batir el récord del anterior jugador en el lanzamiento de martillo, y es que muchas veces no se necesita musculo sino una buena cabeza para calcular la trayectoria mas larga de un objeto.
Era impresionante como las razas se mezclaban en la festividad de la cosecha, una bruja alzaba la voz ayudada por la magia y animaba al gentío a unirse al próximo partido de kerētízein[1]. Por otro lado los mas jóvenes se peleaban por ver quien seria el próximo para participar junto a sus amigos en el juego de la cuerda.
-¿No te apetece unirte a ellos Vey? -La joven dragoncita me miro como si fuera idiota. -¿Hola? ya estoy grande para eso.
Me encogí de hombros sin mayor importancia y seguí caminando a su lado. Lavey estaba buscando algún juego que de verdad le resultara un desafió, pero ninguno parecía satisfacerla.
-Mira que lo sabia, no tendríamos que haber molestado a los dioses. Ahora seguro que me aburro mas que las ostras.
El sonido de caballos relinchando y cuerpos cayendo llegaban a nosotras, estábamos cerca de la doma de caballos y aquello llamo poderosamente mi atención.
-Tu dirás lo que quieras, pero yo pienso divertirme hoy. -La niña que no era tonta enseguida se dio cuenta de lo que quería hacer. -Te vas a romper la cabeza, esos rocines los traen enrabietados no duraras ni un segundo. Y menos después de lo que paso el otro día.
-No seas pájaro de mal agüero y anima a tu madre. -Le decía a Lavey con una sonrisa de oreja a oreja y despeinandola. -Quédate cerca de la vaya, voy a ir a por uno.
Salí corriendo del lado de la niña mientra oía como gritaba "Que noooo. Estas loca." Yo solo le respondí con una risotada.
Los participantes se agrupaban en un extremo del ruedo esperando su turno o esperando un caballo mas manso, cuando llegue junto al resto de concursantes el maestro del recinto llamo al siguiente y todos se apartaron de la entrada. -¿Que pasa aquí? -Al contrario que el resto de cuerdos a mi alrededor, yo di un paso al frente para asomarme a ver y una mano me agarro del brazo y me metió dentro del recinto tirando de mi, hacia el caballo que esperaba a su siguiente victima. -¿Como te llamas moza? -Me pregunto el enjuto hombre. -Reivy.
-Bien, bien. El es Muerte. -Dijo el hombre señalando al caballo. -La regla es muy simple, tienes que aguantar encima del caballo hasta que oigas el cuerno. -Y sin mas se fue y me dejo plantada delante de las escaleras que subían al andamio que tenían preparado para dejar caer a los jinetes sobre el lomo del animal.
Muerte era un caballo joven de patas negras y cuerpo gris que no dejaba de resoplar. Igual tiene razón y los dioses no están hoy de mi parte. Pensaba mientras me montaba encima del animal, aun estando dentro de la barrera de contención el equino no hacia mas que moverse.
Estaba apunto de decir algo cuando el maestro de ceremonias dijo mi nombre y acto seguido se abrió el pórtico que daba paso al ruedo, tuve la suerte y los reflejos de apretar los dientes justo a tiempo para mantener mi lengua a salvo de una mordida muy dolorosa, pues el caballo ya estaba dando saltos y cabriolas para sacarme de encima.
Levantaba patas traseras y delanteras, de forma despareja y desesperada, el caballo estaba mas tiempo sobre el aire que sobre la tierra del ruedo. Los segundos pasaban y mi cuerpo se movía como un trapo al viento, me sujetaba con las piernas, con las manos... con todo lo que tenia mi cuerpo para evitar la caída.
Muerte, en un intento por librarse de la molesta carga salto hacia tras de tal forma que los dos acabamos en el suelo, por suerte la caída fue tan rápida y movida que el animal no me chafo ninguna parte vital contra la tierra, mi cuerpo y el del caballo se revolcaban por el suelo, él quería tirarme y yo mantenerme encima suyo, hubiera sido fácil soltarme de él al llegar los dos al suelo, pero ese no era mi estilo, lucharía hasta el final. -¡Tu puedes centella! -Podía distinguir la voz de Lavey entre el publico. -Animo Reivy. -¿Y esa voz? ¿Quien era? Seria solo el publico gritando mi nombre, que ahora estaba en boca de todos gracias al maestro del rodeo o acaso... algo en mi memoria me decía que conocía ese tono, pero no sabia de que.
- Muerte:
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El cuerno sonó y yo todavía seguía encima del caballo, dos jinetes corrieron con sus monturas flanqueando a Muerte y uno de los hombres me paso un brazo por encima y me subió a su yegua. Los aplausos y vítores no se hicieron esperar, levantaba un brazo en señal de victoria y mientras salia del ruedo la cabeza me daba vueltas.
-Hola hijita. -Le dije medio ida a una Lavey que acudía a recogerme. -Te lo dije, tu mami puede con todo. -Le pase un brazo por la cintura queriendo salir del mareo, pero solo conseguía que las dos nos moviéramos dando tumbos. -Si, tenias razón. Puedes con todo lo que te tiren encima, ahora quédate quieta y sentada. -Me decía la rubia entre risas, pero con un tono de leve preocupación. Lo mas cerca que teníamos era la misma vaya del rodeo, así que fui a por lo rápido y me apoye sobre ella. -Creo que estere mejor de pie, me duele el culo.
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Off: Me reservo la buena suerte de Lavey para el siguiente post^^
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[1]Es el nombre grio que se le daba antiguamente al Hockey sobre hierva (o algo muy similar a ese deporte)
Reivy Abadder
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
- Si yo fuera una ardillita haría chop, si yo fuera una ardillita haría chop, chop, chop...
"Cállate de una vez, compartimos alma, puedo escuchar lo que dices y llevas ya cuatro horas cantando esa estupidez."
- Claro que llevo cuatro horas así, de lo contrario tu negatividad acabaría con mi buen humor en menos de tres pasos... Oh, ¿qué es eso?
En el camino que lleva a la ciudad hay una carabana de carros tirados por mulas, burros y caballos. Todos cargados con verduras y cosechas varias. Oh, parece que hay una feria o algo así, o es día de mercado en los alrededores... Me doy toquecitos con el dedo en el labio inferior. Tal vez debería acercarme a preguntar qué ocurre por aquí.
Me acerco al carromato más cercano. No parece tener suerte con su cosecha, puesto que parece estar totalmnente llena de bichos y arañas. Vaya, una verdadera lástima, tenían buena pinta. Había oído hablar de que muchas más veces de las que les gustaría las plagas atacan las cosechas de los humanos, por eso van tantas veces a rezar antes de cada una de ellas. Aunque es raro que en esta ocasión parece que la afectada ha sido una sola de las cosechas. Mi mente no para de imaginarse un montón de escenarios distintos, desde brujería hasta sabotaje de algún vecino celoso.
Respiro profundamente, sea lo que sea lo que les ha ocurrido no es mi problema. Además tampoco tengo dinero para ser realmente de ayuda en un caso como este. Decido que lo mejor será seguir la hilera de carromatos hacia la ciudad. Con un poco de suerte habrá algún baile y degustación de galletas.
"Parece mentira que hayas pasado de largo tras ver las desgracias de esas personas sin siquiera pararte un segundo."
- ¿Y qué querías que hiciera? No tengo nada que ofrecerles, la cosecha ha terminado y no tengo tanto dinero como para ser de ayuda.
Los que me rodean se giran al escucharme y me miran de una forma extraña. Oh, ya, para ellos estaré hablando sola. Normalmente eso es sinónimo de locura. Si quiero mantenerme en una sola pieza debería intentar parecer normal entre estas gentes. Miro a los lados y me pongo a correr un poco para dejarlos atrás cuanto antes.
Una vez dentro de la ciudad todo parece mucho más alegre y divertido. Parece que están jugando, bebiendo y en general pasándoselo bien. Celebrando que han terminado la cosecha. Sonrío un poco y me acerco a un grupo de hombretones. Parecen estar haciendo una competición de a ver quien corta más rápido un enorme tronco de árbol. Suspiro. Matar árboles solo para esto me parece una aberración. Pongo cara de asco y me giro para buscar un juego menos violento cuando choco con uno de los jugadores.
- ¿Qué pasa pequeña? A qué viene esa cara de asco... Ah, ya, una elfa. Los tuyos vienen por aquí de vez en cuando a darnos lecciones sobre cómo no deberíamos emplear la naturaleza para nuestra propia diversión. -Me da un empujón.- Pues te diré una cosa. Entre todos los que estamos aquí podríamos talar medio Sandorai en un solo día. ¿Qué vas a hacer al respecto?
Los hombres cercanos que estaban observando la competición se giran al escuchar sus palabras. Agarran sus hachas y me miran con cara de pocos amigos.
- Disculpe pero... Yo no le he dicho nada... ¿Le importaría dejarme pasar?
- Ja, viene a darnos una lección, como los suyos todos los años y en cuanto ve algo de oposición se quiere ir con el rabo entre las piernas.
- No tengo rabo, y quiero irme porque no me gusta su juego estúpido de destrozar cosas. Además creo haber visto un puesto de galletas por allí... Pienso dejarme todo mi dinero en galletas de la zona. - Le sonrío al hombretón.
- Has dicho... ¿Galletas? ... Mi mujer y mi hija son las que llevan el puesto más cercano... Te prometo que son las mejores galletas que probarás jamás.
Enarco una ceja al ver el cambio de humor del leñador. Me encojo de hombros. ¿A quien le importa? Hemos venido a disfrutar. El humano le da su hacha a uno de sus compañeros, que se giran para continuar con el espectáculo. Me pasa un brazo por los hombros y suelta una risotada enorme.
- Mi nombre es Sergei, por cierto. Disculpa mi anterior rudeza, te juzgué mal. Ya sabes, a uno le pasan cosas parecidas muchos años seguidos y salta a la mínima. - Otra risotada.
- Me llamo Jeannie Fawkes señor, y aunque no me gustan los juegos que están llevando a cabo, sí me gustan las galletas, así que con mucho gusto le acompañaré. Pero si no me gustan, prepárese a sufrir mi ira, Sergei. -Le sonrío y me río estridentemente imitándolo.
- Me parece justo, pequeña, me parece justo.
----------"Cállate de una vez, compartimos alma, puedo escuchar lo que dices y llevas ya cuatro horas cantando esa estupidez."
- Claro que llevo cuatro horas así, de lo contrario tu negatividad acabaría con mi buen humor en menos de tres pasos... Oh, ¿qué es eso?
En el camino que lleva a la ciudad hay una carabana de carros tirados por mulas, burros y caballos. Todos cargados con verduras y cosechas varias. Oh, parece que hay una feria o algo así, o es día de mercado en los alrededores... Me doy toquecitos con el dedo en el labio inferior. Tal vez debería acercarme a preguntar qué ocurre por aquí.
Me acerco al carromato más cercano. No parece tener suerte con su cosecha, puesto que parece estar totalmnente llena de bichos y arañas. Vaya, una verdadera lástima, tenían buena pinta. Había oído hablar de que muchas más veces de las que les gustaría las plagas atacan las cosechas de los humanos, por eso van tantas veces a rezar antes de cada una de ellas. Aunque es raro que en esta ocasión parece que la afectada ha sido una sola de las cosechas. Mi mente no para de imaginarse un montón de escenarios distintos, desde brujería hasta sabotaje de algún vecino celoso.
Respiro profundamente, sea lo que sea lo que les ha ocurrido no es mi problema. Además tampoco tengo dinero para ser realmente de ayuda en un caso como este. Decido que lo mejor será seguir la hilera de carromatos hacia la ciudad. Con un poco de suerte habrá algún baile y degustación de galletas.
"Parece mentira que hayas pasado de largo tras ver las desgracias de esas personas sin siquiera pararte un segundo."
- ¿Y qué querías que hiciera? No tengo nada que ofrecerles, la cosecha ha terminado y no tengo tanto dinero como para ser de ayuda.
Los que me rodean se giran al escucharme y me miran de una forma extraña. Oh, ya, para ellos estaré hablando sola. Normalmente eso es sinónimo de locura. Si quiero mantenerme en una sola pieza debería intentar parecer normal entre estas gentes. Miro a los lados y me pongo a correr un poco para dejarlos atrás cuanto antes.
Una vez dentro de la ciudad todo parece mucho más alegre y divertido. Parece que están jugando, bebiendo y en general pasándoselo bien. Celebrando que han terminado la cosecha. Sonrío un poco y me acerco a un grupo de hombretones. Parecen estar haciendo una competición de a ver quien corta más rápido un enorme tronco de árbol. Suspiro. Matar árboles solo para esto me parece una aberración. Pongo cara de asco y me giro para buscar un juego menos violento cuando choco con uno de los jugadores.
- ¿Qué pasa pequeña? A qué viene esa cara de asco... Ah, ya, una elfa. Los tuyos vienen por aquí de vez en cuando a darnos lecciones sobre cómo no deberíamos emplear la naturaleza para nuestra propia diversión. -Me da un empujón.- Pues te diré una cosa. Entre todos los que estamos aquí podríamos talar medio Sandorai en un solo día. ¿Qué vas a hacer al respecto?
Los hombres cercanos que estaban observando la competición se giran al escuchar sus palabras. Agarran sus hachas y me miran con cara de pocos amigos.
- Disculpe pero... Yo no le he dicho nada... ¿Le importaría dejarme pasar?
- Ja, viene a darnos una lección, como los suyos todos los años y en cuanto ve algo de oposición se quiere ir con el rabo entre las piernas.
- No tengo rabo, y quiero irme porque no me gusta su juego estúpido de destrozar cosas. Además creo haber visto un puesto de galletas por allí... Pienso dejarme todo mi dinero en galletas de la zona. - Le sonrío al hombretón.
- Has dicho... ¿Galletas? ... Mi mujer y mi hija son las que llevan el puesto más cercano... Te prometo que son las mejores galletas que probarás jamás.
Enarco una ceja al ver el cambio de humor del leñador. Me encojo de hombros. ¿A quien le importa? Hemos venido a disfrutar. El humano le da su hacha a uno de sus compañeros, que se giran para continuar con el espectáculo. Me pasa un brazo por los hombros y suelta una risotada enorme.
- Mi nombre es Sergei, por cierto. Disculpa mi anterior rudeza, te juzgué mal. Ya sabes, a uno le pasan cosas parecidas muchos años seguidos y salta a la mínima. - Otra risotada.
- Me llamo Jeannie Fawkes señor, y aunque no me gustan los juegos que están llevando a cabo, sí me gustan las galletas, así que con mucho gusto le acompañaré. Pero si no me gustan, prepárese a sufrir mi ira, Sergei. -Le sonrío y me río estridentemente imitándolo.
- Me parece justo, pequeña, me parece justo.
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Irinnil Fawkes
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
No podía evitarlo.
A pesar de todo lo que llevaba en Lunargenta, de las veces que había ido a robar al mercado, de las veces que se había infiltrado en la multitud y de haber estado hasta en campos de batalla, nada de eso importaba, seguía odiando el ruido de mucha gente junta.
Era como si estuvieran constantemente taladrándole los oídos con su cháchara interminable que se convertía en un zumbido ininteligible. Con gusto se hubiera tapado las orejas y salido de ese lugar. Lo habría hecho, si no fuera porque estaba allí para que Rena y otras personas de Ámbar que habían decidido acompañarles conocieran las festividades.
Ya la mayoría se había dispersado, buscando lugares en que jugar, que observar, que comer o que beber. Sólo Rena y un par de niños más pequeños seguían junto a Demian.
–Aún me parece raro eso de las cosechas –comentó Rena–. Raro, pero impresionante. Tener comida que sale de la tierra en tantas cantidades, tan diversas, de tantos colores. En Ámbar sólo teníamos hongos, hongos de distintos tamaños y ligeramente distintos sabores, pero sólo hongos.
Demian asintió. Le costaba imaginar un mundo en que el almuerzo de todos los días fuera igual al anterior, de un sólo ingrediente. Si existía un infierno en el otro mundo, debía ser así.
Fue entonces que finalmente les vio. Se había puesto de acuerdo con Ratita y Motas antes, para juntarse allí y los dos chicos se les unieron con entusiasmo. El primero llevaba en sus manos una bolsa de monedas que claramente no había pertenecido a él, pero qué más daba, Demian también robaba cuando tenía la oportunidad y ciertamente un festival era una buena oportunidad. Era el camino de los Gorriones.
El saludo fue afectuoso y Demian introdujo a sus amigos con Rena y los otros pequeños de Ámbar. Uno era Louis, de ocho años, un chico de cabello rubio alborotado, ropas desordenadas, cara sucia y un diente que se negaba en aparecer. A su lado estaba Mary, de nueve años, una chica de cabello rizado castaño que le llegaba casi hasta las rodillas, ropas bien cuidadas y mirada serena.
–¿Jugamos a algo? –preguntó el activo pequeño de dorada cabellera.
–Sí, claro, podemos... uhmmm...
–Ya sé, podemos jugar a la Gallinita Ciega –ofreció el también Jovial, si bien a veces tímido, Ratita.
Los chicos de Ámbar no habían oído de tal juego, no al menos con ese nombre, pero Ratita no tuvo problemas en explicarles las reglas. No eran muy complejas, sólo se debían turnar en vendarse los ojos e intentar atrapar a los otros.
–Pero sin magia, eh, Dem –aclaró.
Demian asintió. La verdad es que ya estaba preparando un hechizo para aparentar cubrir sus ojos y en verdad dejarlos libres, pero decidió finalmente hacer caso. Al final divertirse de trataba de eso, de dejarse llevar.
La primera, tras un sorteo sospechosamente supervisado por Motas, fue Rena. La chica era sorprendentemente buena en el juego, guiándose con facilidad con su oído para alcanzar a un sorprendido Ratita.
–Vamos, crecí bajo tierra –explicó ella cuando Motas insinuó que podía haber visto bajo la venda. El resto tuvo que aceptar eso como una explicación válida.
Antes de darse siquiera cuenta, Demian corría como todos los otros jugando a escapar de un atacante ciego. Hasta le tocó a él mismo estar vendado en más de una ocasión, y es destacable mencionar que no hizo trampas.
No vamos a entrar en detalles sobre el asunto, pero a la primera que atrapó fue a una Rena que no hizo mucho por evitarlo.
La siguiente vez que Demian miró alrededor, se habían sumado al menos cuatro niños desconocidos, chicos que venían a las festividades. Fue un momento divertido.
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Demian
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Aerandiano de honor
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Uno de los motivos por los que compré una casa semisubterránea en el centro de Verisar, alejado de todas las grandes ciudades, era porque quería estar en un lugar tranquilo. Pero ahora resultaba que había una especie de fiesta cerca. Bueno, no tan cerca como para que el alboroto que hicieran fuera lo suficientemente molesto y me impidiera dormir. De hecho, cualquiera podría descansar sin problemas en mi situación. Sin embargo, por algún motivo, me sentía incómodo.
–Parece que me estoy volviendo un ermitaño sin remedio, ¿eh?
Me levanté de la cama y me dirigí al sótano; si había un lugar donde el ruido del exterior no llegaría, sería ese.
Cuando estaba a punto de bajar, alguien entró en la casa y dijo mi nombre.
–Rauko, hay una fiesta cerca. –Era Hyro, afirmando lo obvio–. Deberías venir a divertirte –sugirió una estupidez–. Están vendiendo biusas.
–Parece que me estoy volviendo un ermitaño sin remedio, ¿eh?
Me levanté de la cama y me dirigí al sótano; si había un lugar donde el ruido del exterior no llegaría, sería ese.
Cuando estaba a punto de bajar, alguien entró en la casa y dijo mi nombre.
–Rauko, hay una fiesta cerca. –Era Hyro, afirmando lo obvio–. Deberías venir a divertirte –sugirió una estupidez–. Están vendiendo biusas.
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–¡Quiero biusas! –le dije con entusiasmo al gordinflón que atendía el puesto de comida. Mis ojos brillaban recorriendo rápidamente todas las biusas frente a mí.
–¿Cuántas… quieres? –me preguntó, un poco nervioso y cuidando mantener distancia entre nosotros.
–¡Todas las que tengas! –Le entregué una bolsa con suficientes aeros como para comprar más biusas de las que vendía.
Su actitud cambió por completo.
–¡Oh! entonce…
–¡Solo quítate! –le interrumpí y comencé a comer como si no hubiera un mañana, hasta que Hyro me agarró por la camisa y me apartó.
–Maldito infeliz, esos eran mis aeros –me increpó, pero, tal como si se le hubiera ocurrido un plan maléfico, luego me miró con una siniestra sonrisa–. Ahora deberás pagarme. Pero no te preocupes, hagamos esto: si me vences en un juego, pagaré todo lo que compres hoy. En cambio, si yo gano, deberás hacer lo que sea que te ordene por 24 horas.
–Y si yo les gano –intervino Xana, que no sé de dónde salió–, cada uno obedecerá una orden mía. –Sonrió caprichosamente y ladeó la cabeza, juntando sus manos tras su espalda–. Y, para que sea un verdadero desafío, el juego será el lanzamiento de troncos.
Hyro y yo intercambiamos miradas. Ninguno tenía la fuerza suficiente para lanzar un tronco más allá de un par de metros, suponiendo que pudiéramos moverlo siquiera… al menos que usáramos magia.
–¿Cuántas… quieres? –me preguntó, un poco nervioso y cuidando mantener distancia entre nosotros.
–¡Todas las que tengas! –Le entregué una bolsa con suficientes aeros como para comprar más biusas de las que vendía.
Su actitud cambió por completo.
–¡Oh! entonce…
–¡Solo quítate! –le interrumpí y comencé a comer como si no hubiera un mañana, hasta que Hyro me agarró por la camisa y me apartó.
–Maldito infeliz, esos eran mis aeros –me increpó, pero, tal como si se le hubiera ocurrido un plan maléfico, luego me miró con una siniestra sonrisa–. Ahora deberás pagarme. Pero no te preocupes, hagamos esto: si me vences en un juego, pagaré todo lo que compres hoy. En cambio, si yo gano, deberás hacer lo que sea que te ordene por 24 horas.
–Y si yo les gano –intervino Xana, que no sé de dónde salió–, cada uno obedecerá una orden mía. –Sonrió caprichosamente y ladeó la cabeza, juntando sus manos tras su espalda–. Y, para que sea un verdadero desafío, el juego será el lanzamiento de troncos.
Hyro y yo intercambiamos miradas. Ninguno tenía la fuerza suficiente para lanzar un tronco más allá de un par de metros, suponiendo que pudiéramos moverlo siquiera… al menos que usáramos magia.
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Estábamos los tres en fila. Cada uno tenía un tronco (más grueso que el del resto de jugadores) al frente. Y yo sería el primero en atreverse a lanzar.
–Bien, chicos –hablé con un tono prepotente y teatral–, intenten superar este sublime lanzamiento.
Extendí un brazo hacia el tronco, apuntando al centro de este. Canalicé energía de mi cuerpo hacia mi mano, logrando crear un halo de luz en la palma. Entonces, teniendo cuidado de no excederme con la potencia, disparé el rayo que debía empujar al objetivo.
Como esperaba, el rayo dio en el blanco, pero… solo le hizo un pequeño agujero. El tronco no se movió ni un poco.
–¡Ja! Rauko, te enseñaré cómo se hace –dijo Hyro, intentando no echarse a reír–. Prepárate para ser mi esclavo.
Entrecerró los ojos y fijó su mirada en su tronco. Sus músculos se tensaron, su rostro se enrojeció y sus venas se ensancharon. Así estuvo por unos cuantos segundos, esperando que su telequinesis le ayudara. Por desgracia para él, al final tuvo el mismo progreso que yo.
–¿Qué decías, Hyro? –se burló Xana. Luego dio un pequeño empujón a su tronco, el cual se cayó hacia adelante. Entonces nos sonrió, orgullosa de su triunfo, a pesar de que lo que hizo daba vergüenza si tomábamos en cuenta que todos, excepto nosotros, habían lanzado sus respectivos troncos más allá de tres metros como mínimo.
–Y… –empecé, temiendo preguntar– ¿qué clase de orden nos darás?
Al instante los labios de Xana se transformaron en una sonrisa fina y genuina.
Tuve un mal presentimiento.
–Lo sabrán… más adelante…, así que, por ahora, ¡sigamos divirtiéndonos!
–Bien, chicos –hablé con un tono prepotente y teatral–, intenten superar este sublime lanzamiento.
Extendí un brazo hacia el tronco, apuntando al centro de este. Canalicé energía de mi cuerpo hacia mi mano, logrando crear un halo de luz en la palma. Entonces, teniendo cuidado de no excederme con la potencia, disparé el rayo que debía empujar al objetivo.
Como esperaba, el rayo dio en el blanco, pero… solo le hizo un pequeño agujero. El tronco no se movió ni un poco.
–¡Ja! Rauko, te enseñaré cómo se hace –dijo Hyro, intentando no echarse a reír–. Prepárate para ser mi esclavo.
Entrecerró los ojos y fijó su mirada en su tronco. Sus músculos se tensaron, su rostro se enrojeció y sus venas se ensancharon. Así estuvo por unos cuantos segundos, esperando que su telequinesis le ayudara. Por desgracia para él, al final tuvo el mismo progreso que yo.
–¿Qué decías, Hyro? –se burló Xana. Luego dio un pequeño empujón a su tronco, el cual se cayó hacia adelante. Entonces nos sonrió, orgullosa de su triunfo, a pesar de que lo que hizo daba vergüenza si tomábamos en cuenta que todos, excepto nosotros, habían lanzado sus respectivos troncos más allá de tres metros como mínimo.
–Y… –empecé, temiendo preguntar– ¿qué clase de orden nos darás?
Al instante los labios de Xana se transformaron en una sonrisa fina y genuina.
Tuve un mal presentimiento.
–Lo sabrán… más adelante…, así que, por ahora, ¡sigamos divirtiéndonos!
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Runa media: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Rauko
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Pronto llega a los oídos de Chimar que la festividad del Samhain se llevara a cabo este año… el pequeño lo dudaba con todo el ambiente conflictivo de la guerra en curso pero no puede sentirse más feliz por equivocarse esta vez.
Lo bueno de vivir con un grupito de mocosos pilluelos es que se enteran de todas las fiestas, es un buen lugar para vaciar carteras “aunque ya no necesiten hacerlo” y para conseguir mucha comida gratis frente a variados espectáculos.
Por esta razón cuando Maquiavelo se despierta y no ve a nadie sabe bien a donde fueron todos, con el bloqueo de seguridad levantado luego de la exitosa toma de Lunargenta sus hermanos tienen permitido salir.
No le toma mucho llegar al punto colorido del mapa, se nota que la gente le puso empeño. Una buena forma de despejar la mente frente a tantas situaciones mortales es gastar energías en cualquier festividad.
Sabes las reglas Canel, nada de asustar a la gente.
Vale “asiente animado”.
Lo cierto es que la mente del genio esta en otra parte, cuando despertó esta mañana rompió accidentalmente un artículo frágil… no suele ser tan tonto pero incluso Maquiavelo se levanta con el pie equivocado a veces.
Pilla un bollo dulce con cierta destreza pero la acción es un desperdicio de habilidades pues al lado dice “dulces gratis”, Canel en esta oportunidad es más despabilado y se lleva dos sin siquiera moverse mucho.
¿De verdad te gustan esas cosas no?
“El mocoso hechicero asiente”.
Cuando se trata de ese alimento particular el brujito no tiene fondo, come y come hasta que cualquier curioso termina por buscar algo más que observar. Se nota que es un gorrión con membresía plena.
Justo allí, por mera casualidad, encuentra a Dem con todo un batallón de infantes. Es bueno ver que sus habilidades sociales siguen creciendo, hoy es la viva imagen de que no se puede poner a varios mocosos en un sitio sin que interactúen entre ellos.
Veo que disfrutan los nuevos regímenes de entrada y salida chicos jeje.
Menciona a los habitantes permanentes de la esfera, sin Lunargenta como frente gozan de plena libertad en cuando a desplazamiento se refiere. Dicho esto el inventor pasa a dirigirse a su buen amigo y segundo líder gorrión quien curiosamente sigue llevando a su novia consigo.
Nada de ciudades perdidas en el centro del mundo esta vez Dem…
Lo bueno de vivir con un grupito de mocosos pilluelos es que se enteran de todas las fiestas, es un buen lugar para vaciar carteras “aunque ya no necesiten hacerlo” y para conseguir mucha comida gratis frente a variados espectáculos.
Por esta razón cuando Maquiavelo se despierta y no ve a nadie sabe bien a donde fueron todos, con el bloqueo de seguridad levantado luego de la exitosa toma de Lunargenta sus hermanos tienen permitido salir.
No le toma mucho llegar al punto colorido del mapa, se nota que la gente le puso empeño. Una buena forma de despejar la mente frente a tantas situaciones mortales es gastar energías en cualquier festividad.
Sabes las reglas Canel, nada de asustar a la gente.
Vale “asiente animado”.
Lo cierto es que la mente del genio esta en otra parte, cuando despertó esta mañana rompió accidentalmente un artículo frágil… no suele ser tan tonto pero incluso Maquiavelo se levanta con el pie equivocado a veces.
Pilla un bollo dulce con cierta destreza pero la acción es un desperdicio de habilidades pues al lado dice “dulces gratis”, Canel en esta oportunidad es más despabilado y se lleva dos sin siquiera moverse mucho.
¿De verdad te gustan esas cosas no?
“El mocoso hechicero asiente”.
Cuando se trata de ese alimento particular el brujito no tiene fondo, come y come hasta que cualquier curioso termina por buscar algo más que observar. Se nota que es un gorrión con membresía plena.
Justo allí, por mera casualidad, encuentra a Dem con todo un batallón de infantes. Es bueno ver que sus habilidades sociales siguen creciendo, hoy es la viva imagen de que no se puede poner a varios mocosos en un sitio sin que interactúen entre ellos.
Veo que disfrutan los nuevos regímenes de entrada y salida chicos jeje.
Menciona a los habitantes permanentes de la esfera, sin Lunargenta como frente gozan de plena libertad en cuando a desplazamiento se refiere. Dicho esto el inventor pasa a dirigirse a su buen amigo y segundo líder gorrión quien curiosamente sigue llevando a su novia consigo.
Nada de ciudades perdidas en el centro del mundo esta vez Dem…
- Off:
- Chimar interactúa con Demian.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] horrenda versión titanic…
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Ava caminaba por entre la gente con cara de asombro, aunque nadie vería su expresión ya que había decidido no quitarse el yelmo. Su padre ya la había advertido de que Verisar era muy diferente a su aldea y de que allí se congregaba más población de la que pudiese imaginar pero no esperaba encontrar tal multitud a su llegada. Lentamente, y con las alas bien pegadas al cuerpo para no chocar con las personas que iban y venían de un lado a otro, la muchacha se perdió entre el gentío, dándose cuenta de que los lugareños estaban de celebración por el final de la época de cosechas, o más conocido como Samhain.
La festividad no le resultaba desconocida, en Midgar también se hacían algunas ofrendas para dar gracias por lo que la tierra les brindaba, ya fuera en forma de cultivos o presas de caza, pero en las afueras de Lunargenta aquello estaba a otro nivel. Los ciudadanos no se limitaban a presentar sus respetos en un lugar sagrado como el tótem original ni a rezar para que los dioses siguiesen ayudándolos, no, en la península el día de la cosecha era sinónimo de fiesta y diversión, al menos por lo que podía ver.
Muchos comían y bebían copiosamente hasta que ya no podían ni levantarse de las sillas, mientras otros participaban en las diferentes actividades que se habían organizado para la ocasión, tiro con arco, lanzamiento de troncos, doma de caballos…
Un grupo de niños correteaba por la zona con uno de ellos persiguiendo al resto, imagen que hizo sonreír a la mujer bestia y apartarse para no estorbar a los pequeños. - Qué tiempos aquellos. - musitó, recordando su propia infancia y lo agradable que había sido hasta que su madre lo echó todo a perder. - No Ava, no pienses en ella. - se dijo, sacudiendo la cabeza hacia los lados.
La razón que la había llevado a abandonar su hogar era dejar atrás todo lo relacionado con Celene, así que debía encontrar algo con lo que distraerse e integrarse en la multitud. - Los caballos… no, definitivamente no… - dijo con un hilo de voz, mientras observaba a una de las participantes en acción. Las monturas que se utilizaban eran demasiado briosas para su gusto, terminaría cayéndose o terriblemente mareada y ninguna de las dos opciones le gustaba.
El lanzamiento de troncos y rocas parecía más adecuado para ella, sobre todo tras ver como tres individuos, dos hombres y una mujer, apenas conseguían hacer avanzar sus respectivos leños, pero fue el tiro con arco lo que terminó captando su atención.
- Dis…disculpe, ¿puedo probar? - balbuceó, señalando con un dedo las dianas y tratando de no ponerse demasiado nerviosa a pesar de que el organizador fuese un hombre, más o menos de su edad. - ¡Por supuesto! Tienes tres lanzamientos, adelante. - respondió él, entregándole un arco y las flechas justas para que llevase a cabo los tiros. Bullier la había instruido en el manejo de varias armas pero aquella no era de las que mejor se le daban, normalmente tenía buena puntería pero no terminaba de sentirse cómoda, la sensación que le daba su hacha era mucho mejor.
Sin embargo, la morena se colocó en el punto indicado y se preparó para disparar, pero pronto se dio cuenta de que las manos le temblaban, la presión de las miradas que tenía sobre ella era abrumadora, tanto que la primera saeta ni siquiera rozó el blanco. - No te preocupes, la siguiente irá mejor. - trató de animarla el lugareño, dándole una palmadita en el hombro de la armadura, gesto al cual Ava reaccionó de una forma que muchos considerarían exagerada, saltando como un resorte para poner algo de distancia. - Perdona. - dijo el tipo al ver su evasivo movimiento, alzando las manos y dando un par de pasos atrás.
- Cálmate, no ha sido nada, concéntrate en la diana. - susurró para sí misma, volviendo a apuntar a su objetivo, pero una vez más los nervios pudieron con ella, enviando la flecha directamente a los pies del mozo que se encargaba de recogerlas. Frustrada por su falta de habilidad, la muchacha sintió el impulso de romper el arco y largarse de allí, pero viendo que podía ser un peligro para los demás fue el organizador quien intervino para arrebatarle el arma y el proyectil que le quedaba. - Si sigues así le harás daño a alguien. - espetó, arrancándole el trozo de madera de las manos. - No, por favor, deme otra oportunidad. - pidió, pero no logró nada.
Huyendo de las acusadoras miradas de los espectadores, la cuerva se alejó de la zona y buscó un lugar más apartado en que sentarse y quitarse el yelmo. - Esto no tenía que ser así. - dijo en voz baja. Se suponía que Verisar iba a ser un lugar mejor pero había empezado con mal pie, quizá los dioses le estaban dando una señal para que regresase a Midgar.
Los siguientes minutos los pasó en silencio, observando con sus brillantes ojos del color del ámbar a la gente que se divertía, ¿por qué no podía ser como los demás? Conocía la razón, su carácter era complicado… pero no le quedaba más remedio que lidiar con ello e intentar sacar el lado positivo de la situación. - Puede que los juegos no estén hechos para alguien como yo, buscaré algo de comida. - pensó, volviendo a ponerse en pie y utilizando su desarrollado sentido del olfato para guiarse hasta los puestos que le interesaban.
Avanzar a través de la concurrida zona era complicado, más para ella con las enormes alas, pero poco a poco se fue abriendo paso hasta su destino, el lugar del que emanaban los suculentos aromas de la carne, varios guisos e incluso algunos dulces recién horneados.
Reflejada la mala suerte obtenida en el totem original: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Siéntanse libres de interactuar con Ava si quieren, ella es demasiado tímida para ir a por los demás.
La festividad no le resultaba desconocida, en Midgar también se hacían algunas ofrendas para dar gracias por lo que la tierra les brindaba, ya fuera en forma de cultivos o presas de caza, pero en las afueras de Lunargenta aquello estaba a otro nivel. Los ciudadanos no se limitaban a presentar sus respetos en un lugar sagrado como el tótem original ni a rezar para que los dioses siguiesen ayudándolos, no, en la península el día de la cosecha era sinónimo de fiesta y diversión, al menos por lo que podía ver.
Muchos comían y bebían copiosamente hasta que ya no podían ni levantarse de las sillas, mientras otros participaban en las diferentes actividades que se habían organizado para la ocasión, tiro con arco, lanzamiento de troncos, doma de caballos…
Un grupo de niños correteaba por la zona con uno de ellos persiguiendo al resto, imagen que hizo sonreír a la mujer bestia y apartarse para no estorbar a los pequeños. - Qué tiempos aquellos. - musitó, recordando su propia infancia y lo agradable que había sido hasta que su madre lo echó todo a perder. - No Ava, no pienses en ella. - se dijo, sacudiendo la cabeza hacia los lados.
La razón que la había llevado a abandonar su hogar era dejar atrás todo lo relacionado con Celene, así que debía encontrar algo con lo que distraerse e integrarse en la multitud. - Los caballos… no, definitivamente no… - dijo con un hilo de voz, mientras observaba a una de las participantes en acción. Las monturas que se utilizaban eran demasiado briosas para su gusto, terminaría cayéndose o terriblemente mareada y ninguna de las dos opciones le gustaba.
El lanzamiento de troncos y rocas parecía más adecuado para ella, sobre todo tras ver como tres individuos, dos hombres y una mujer, apenas conseguían hacer avanzar sus respectivos leños, pero fue el tiro con arco lo que terminó captando su atención.
- Dis…disculpe, ¿puedo probar? - balbuceó, señalando con un dedo las dianas y tratando de no ponerse demasiado nerviosa a pesar de que el organizador fuese un hombre, más o menos de su edad. - ¡Por supuesto! Tienes tres lanzamientos, adelante. - respondió él, entregándole un arco y las flechas justas para que llevase a cabo los tiros. Bullier la había instruido en el manejo de varias armas pero aquella no era de las que mejor se le daban, normalmente tenía buena puntería pero no terminaba de sentirse cómoda, la sensación que le daba su hacha era mucho mejor.
Sin embargo, la morena se colocó en el punto indicado y se preparó para disparar, pero pronto se dio cuenta de que las manos le temblaban, la presión de las miradas que tenía sobre ella era abrumadora, tanto que la primera saeta ni siquiera rozó el blanco. - No te preocupes, la siguiente irá mejor. - trató de animarla el lugareño, dándole una palmadita en el hombro de la armadura, gesto al cual Ava reaccionó de una forma que muchos considerarían exagerada, saltando como un resorte para poner algo de distancia. - Perdona. - dijo el tipo al ver su evasivo movimiento, alzando las manos y dando un par de pasos atrás.
- Cálmate, no ha sido nada, concéntrate en la diana. - susurró para sí misma, volviendo a apuntar a su objetivo, pero una vez más los nervios pudieron con ella, enviando la flecha directamente a los pies del mozo que se encargaba de recogerlas. Frustrada por su falta de habilidad, la muchacha sintió el impulso de romper el arco y largarse de allí, pero viendo que podía ser un peligro para los demás fue el organizador quien intervino para arrebatarle el arma y el proyectil que le quedaba. - Si sigues así le harás daño a alguien. - espetó, arrancándole el trozo de madera de las manos. - No, por favor, deme otra oportunidad. - pidió, pero no logró nada.
Huyendo de las acusadoras miradas de los espectadores, la cuerva se alejó de la zona y buscó un lugar más apartado en que sentarse y quitarse el yelmo. - Esto no tenía que ser así. - dijo en voz baja. Se suponía que Verisar iba a ser un lugar mejor pero había empezado con mal pie, quizá los dioses le estaban dando una señal para que regresase a Midgar.
Los siguientes minutos los pasó en silencio, observando con sus brillantes ojos del color del ámbar a la gente que se divertía, ¿por qué no podía ser como los demás? Conocía la razón, su carácter era complicado… pero no le quedaba más remedio que lidiar con ello e intentar sacar el lado positivo de la situación. - Puede que los juegos no estén hechos para alguien como yo, buscaré algo de comida. - pensó, volviendo a ponerse en pie y utilizando su desarrollado sentido del olfato para guiarse hasta los puestos que le interesaban.
Avanzar a través de la concurrida zona era complicado, más para ella con las enormes alas, pero poco a poco se fue abriendo paso hasta su destino, el lugar del que emanaban los suculentos aromas de la carne, varios guisos e incluso algunos dulces recién horneados.
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Ava Kenrith
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Hasta el propio Chimar con su pareja de viajes se unieron al grupo y comenzaron a disfrutar de un buen momento. Los niños son niños, como se dice, y saben encontrar ocasión y justificación para jugar en cualquier momento.
–Aún tengo una multitud de esa gente que ll-ll-llevar al Hekshold –informó Demian a su amigo.
La tarea sonaba enorme y de mucha responsabilidad y sólo pensar en ello hacía que el chico sintiera que algo se le revolvía en el estómago. Pero hoy era el día de la diversión y el relajo, así que no debía pensar en ello. Por ahora lo que tenía entre manos era un juego al que cada vez se sumaban más niños.
De pronto apareció un chico, más o menos de la edad de Demian, de aspecto fuerte, cara manchada de polvo y ropas que no veían un lavado en un tiempo prudente. El chico tenía una cara de quijada gruesa, cabello corto y grueso que tendía a levantarse como un campo de agujas y algunas pecas en el rostro.
–¡Hey!, ¿juegan? –dijo mostrando un balón de trapo con orgullo.
A esas alturas ya llevaban varias rondas de la Gallinita Ciega y comenzaban a aburrirse. Los chicos tienden a necesitar de ir rotando en su repertorio de juegos, razón por la que la propuesta del recién llegado tuvo una saludable recepción.
–Vale, vale –asintió Demian.
–Pero la pelota no es juego de chicas –continuó el chico, dando una mirada fugaz a Rena y la otra niña presente.
Demian le miró fijamente. El Éter a su alrededor se arremolinó, imperceptible para el resto, pero una sensación familiar para el chico. Sus ojos adquirieron un ligero, muy sutil brillo propio, mientras la magia tomaba su forma.
Para el resto no hubo ilusión, sólo ambos chicos mirándose mutuamente por un segundo, luego unas palabras.
–Jugaremos todos –dijo Demian(1).
En la mente del recién llegado la cosa era distinta. La frase resonó en su cabeza como algo no sólo excelente, sino imperioso. De pronto estaba completamente convencido de que eso era lo mejor. El muchacho se acercó a las niñas y les hizo una chistosa venia.
–No se preocupen, chicas, sólo bromeaba, vamos, todos podemos jugar.
Demian hizo un gesto también a Chimar y Canel para que se unieran.
Las reglas del juego eran sencillas. Había que llevar el balón de un lado a otro, sin tomarlo con las manos, para hacerlo cruzar por una zonas demarcada como meta. Esta zona era simplemente las patas de una torre del lugar, una torre de madera que almacenaba algún líquido, probablemente agua.
No había equipo, simplemente el que anotara un gol pasaría a ser el siguiente portero hasta que alguien más anotara. No se llevaba un marcador, pero cada uno entendía tácitamente que mientras más pasara al arco, significaba que le estaba yendo mejor.
Las habilidades eran bien variadas, dadas las distintas edades, pero de alguna manera eso no fue impedimento para que, al menos al comienzo, todo se convirtiera en un grato juego, con todos dispuestos a pasar un buen momento y disfrutar.
El día seguía teniendo un sabor dulce.
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(1) Demian ha usado su habilidad de nivel 7: Posesión Fantasmal, la que permite implantar un pensamiento en otra persona.
Demian
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Pasaban los minutos y mi cabeza ya se encontraba lo suficiente despejada como para comenzar a caminar sin sujetarme de Lavey.
-Bueno lagartija. -Le decía a la joven con cariño. -¿Ya encontraste algo que te guste?
Lavey miraba de reojo de un lado a otro, si que había encontrado algo, pero no quería decirlo.
-Que mas da si encontré o no algo, molestamos a los dioses. Si lo intento solo haré el ridículo.
-¿De verdad te crees eso que dices? -Tenia que sacarle aquel pensamiento de la cabeza o estaría toda la noche con mala cara. -¿Tenias los ojos cerrados en el ruedo? Aguante todo el asalto con aquella bestia. Si los celestiales nos hubieran meado encima no hubiera durado ni un segundo.
La cría de dragón se quedo observando el firmamento con la mano en el mentón, pasaron unos largos segundos hasta que se convenció con los argumentos y señalo sonriente uno de los puestos.
-Esta bien, quiero ese. Pero si pierdo sera tu culpa y tendrás que hacerme un arco nuevo.
El dedo apuntaba hacia el juego de tiro con arco, y es que no podía ser de otro modo, la cabra tira al monte y las cazadoras tiran flechas. Reí con fuerza dándole una palmada en la espalda a mi hija y nos acercamos a una de las casetas que habían libres.
-Las normas son fáciles. -Aquella frase ya me sonaba. ¿Acaso todas las reglas de esta feria son fáciles? Pensaba mientras despedía a Lavey y me colocaba entre el publico. -Tienes un arco y tres flechas, apunta a la diana y trata de acertar en el centro.
Lavey cogió el arco por el centro y lo sopeso con la palma de la mano abierta. A su lado había una mujer-bestia con la cara cubierta por un yelmo y unas alas negras como el carbón plegadas a la espalda. La niña se había dado cuenta del temblor de la mujer y como conocía aquella sensación decidió mirar a su diana, Lavey esperaba que así la desconocida sintiera menos presión.
Miro las flechas, levanto una y colocandola sobre su dedo la engancho en el arco, la rubia se coloco de lado mirando al centro de la diana y antes de soltar la cuerda expulso todo el aire de sus pulmones.
La saeta voló rauda a por la diana y los aplausos estallaron cuando impacto en el centro de la paja, de entre los aplausos se podían escuchar los silbidos de una madre orgullosa.
Mientras la joven preparaba su siguiente flecha vio como la mujer a su lado lanzaba su segunda oportunidad, por desgracia el proyectil casi le saca un dedo al asistente. Lavey sin pensarlo dos veces disparo con rapidez a la diana de la desconocida impactando en el centro. La estratagema de la pequeña pretendía conseguir que su segunda flecha se hiciera pasar por la tercera de mujer alada, de este modo los abucheos menguarían, pero la jugada no le salio bien, cuando la niña se giro para sonreír a la mujer esta ya no estaba. La pequeña lanzo su ultimo disparo y para su sorpresa volvió a dar en el centro de la diana, a lo mejor su madre tenia razón y los celestiales no las habían maldecido.
-Has estado genial hija. -Le decía orgullosa a Lavey sin darme cuenta de que la pequeña estaba buscando a la desconocida. -Si mañana lo haces igual comeremos y cenaremos ciervo por una semana.
-¿Porque dices eso? -Lavey me hablaba molesta, no solo por no encontrar a la mujer sino porque ahora tenia hambre. -Ahora me dieron ganas de comer.
-Pues busquemos un puesto de comida, nos lo hemos ganado lagartija.
Las dos caminamos por el mar de gente, yo buscando comida y Lavey buscando a la mujer de alas negras. Al llegar a los puestos de comida le di un par de monedas a Lavey para que se encargara de la bebida y yo mientras fui a por algo de carne.
En lo que yo tarde en elegir unos trozos de cerdo y unas galletas Lavey había desaparecido de mi radio de acción. -¿Donde te metiste ahora Vey?
Y es que la joven cazadora seguía preocupada por la mujer-bestia, no la conocía de nada pero la manera en la que se fue la dejo con mal sabor de boca.
-Hola. -Lavey sonreía por barios motivos. El primero por cortesía y amabilidad, el segundo porque acababa de encontrar al intento de arquera. -¿Tienes sed?
Preguntaba ofreciendo la bebida que iba a ser para su madre. La pequeña estaba sorprendida de ver que la mujer de oscuros cabellos compartía varios rasgos con ella, (Aunque en estos momentos esos rasgos no eran visibles.) Sin darse cuenta la rubia se quedo mirando mas de lo normal a los cuernos de la mujer, ella no lo diría, pero le parecían muy lindos.
-He visto lo que paso en la competición de tiro con arco. Lo que hicieron estuvo mal.
Mientras que la niña hablaba yo había conseguido localizarla y me acercaba a su espalda.
-Oh. ¿Con quien hablas Vey? -Preguntaba sorprendida a la pequeña mientras sonreía a la desconocida. -¿Es una vieja amiga?
La figura de la mujer saltaba a simple vista, en otras circunstancias ya le habría echado algún piropo o le hubiera lanzado una sonrisa picara. Pero pensando que la mujer era alguna conocida de joven dragona guarde la compostura y me comporte de manera decente.
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Off: Interaccion con Ava Kenrith.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Y con el resultado del tiro con arco doy por concluida la suerte de las runas :3
-Bueno lagartija. -Le decía a la joven con cariño. -¿Ya encontraste algo que te guste?
Lavey miraba de reojo de un lado a otro, si que había encontrado algo, pero no quería decirlo.
-Que mas da si encontré o no algo, molestamos a los dioses. Si lo intento solo haré el ridículo.
-¿De verdad te crees eso que dices? -Tenia que sacarle aquel pensamiento de la cabeza o estaría toda la noche con mala cara. -¿Tenias los ojos cerrados en el ruedo? Aguante todo el asalto con aquella bestia. Si los celestiales nos hubieran meado encima no hubiera durado ni un segundo.
La cría de dragón se quedo observando el firmamento con la mano en el mentón, pasaron unos largos segundos hasta que se convenció con los argumentos y señalo sonriente uno de los puestos.
-Esta bien, quiero ese. Pero si pierdo sera tu culpa y tendrás que hacerme un arco nuevo.
El dedo apuntaba hacia el juego de tiro con arco, y es que no podía ser de otro modo, la cabra tira al monte y las cazadoras tiran flechas. Reí con fuerza dándole una palmada en la espalda a mi hija y nos acercamos a una de las casetas que habían libres.
-Las normas son fáciles. -Aquella frase ya me sonaba. ¿Acaso todas las reglas de esta feria son fáciles? Pensaba mientras despedía a Lavey y me colocaba entre el publico. -Tienes un arco y tres flechas, apunta a la diana y trata de acertar en el centro.
Lavey cogió el arco por el centro y lo sopeso con la palma de la mano abierta. A su lado había una mujer-bestia con la cara cubierta por un yelmo y unas alas negras como el carbón plegadas a la espalda. La niña se había dado cuenta del temblor de la mujer y como conocía aquella sensación decidió mirar a su diana, Lavey esperaba que así la desconocida sintiera menos presión.
Miro las flechas, levanto una y colocandola sobre su dedo la engancho en el arco, la rubia se coloco de lado mirando al centro de la diana y antes de soltar la cuerda expulso todo el aire de sus pulmones.
La saeta voló rauda a por la diana y los aplausos estallaron cuando impacto en el centro de la paja, de entre los aplausos se podían escuchar los silbidos de una madre orgullosa.
Mientras la joven preparaba su siguiente flecha vio como la mujer a su lado lanzaba su segunda oportunidad, por desgracia el proyectil casi le saca un dedo al asistente. Lavey sin pensarlo dos veces disparo con rapidez a la diana de la desconocida impactando en el centro. La estratagema de la pequeña pretendía conseguir que su segunda flecha se hiciera pasar por la tercera de mujer alada, de este modo los abucheos menguarían, pero la jugada no le salio bien, cuando la niña se giro para sonreír a la mujer esta ya no estaba. La pequeña lanzo su ultimo disparo y para su sorpresa volvió a dar en el centro de la diana, a lo mejor su madre tenia razón y los celestiales no las habían maldecido.
-Has estado genial hija. -Le decía orgullosa a Lavey sin darme cuenta de que la pequeña estaba buscando a la desconocida. -Si mañana lo haces igual comeremos y cenaremos ciervo por una semana.
-¿Porque dices eso? -Lavey me hablaba molesta, no solo por no encontrar a la mujer sino porque ahora tenia hambre. -Ahora me dieron ganas de comer.
-Pues busquemos un puesto de comida, nos lo hemos ganado lagartija.
Las dos caminamos por el mar de gente, yo buscando comida y Lavey buscando a la mujer de alas negras. Al llegar a los puestos de comida le di un par de monedas a Lavey para que se encargara de la bebida y yo mientras fui a por algo de carne.
En lo que yo tarde en elegir unos trozos de cerdo y unas galletas Lavey había desaparecido de mi radio de acción. -¿Donde te metiste ahora Vey?
Y es que la joven cazadora seguía preocupada por la mujer-bestia, no la conocía de nada pero la manera en la que se fue la dejo con mal sabor de boca.
-Hola. -Lavey sonreía por barios motivos. El primero por cortesía y amabilidad, el segundo porque acababa de encontrar al intento de arquera. -¿Tienes sed?
Preguntaba ofreciendo la bebida que iba a ser para su madre. La pequeña estaba sorprendida de ver que la mujer de oscuros cabellos compartía varios rasgos con ella, (Aunque en estos momentos esos rasgos no eran visibles.) Sin darse cuenta la rubia se quedo mirando mas de lo normal a los cuernos de la mujer, ella no lo diría, pero le parecían muy lindos.
-He visto lo que paso en la competición de tiro con arco. Lo que hicieron estuvo mal.
Mientras que la niña hablaba yo había conseguido localizarla y me acercaba a su espalda.
-Oh. ¿Con quien hablas Vey? -Preguntaba sorprendida a la pequeña mientras sonreía a la desconocida. -¿Es una vieja amiga?
La figura de la mujer saltaba a simple vista, en otras circunstancias ya le habría echado algún piropo o le hubiera lanzado una sonrisa picara. Pero pensando que la mujer era alguna conocida de joven dragona guarde la compostura y me comporte de manera decente.
__________
Off: Interaccion con Ava Kenrith.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Y con el resultado del tiro con arco doy por concluida la suerte de las runas :3
Reivy Abadder
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
¿Qué hacía ella aquí? Cierto, tenía planeado invitar a Asterin si las cosas hubieran salido bien. Habrían participado en todos los juegos varoniles y se habrían reído hasta escupir el estomago al ver los rostros de los demás al creer que eran pequeñas mujeres delicadas. "No, Asterin es la delicada ahora" Oromë por otra parte no se sentía de esa manera, si tuviera que describir la sensación que la embargaba sería como un montón de rocas en sus bolsillos, sus pies hundiéndose lentamente en el barro.
Oromë no estaba enojada con ella, lo entendía, podía ver en sus enormes ojos negros y en cada mota dorada dentro de esa mirada tan mística que tenía miedo pero no de ella, nunca de ella sino de lo que podría suceder. Y ojala tuviera algo que decirle, alguna palabra mágica que arreglara la situación en la que estaba pero no la había y jamas la encontraría.
Si solo hubiera sido un poco más honesta y quedado seguramente estallaría en su cara las palabras que tanto deseaba decir. "¿Creerías si te dijera, hermana mía, que no es la vida que soñé tener? " Nadie crecía esperando ser una asesina, una ladrona. Pero tampoco negaría que que le gustaba lo que hacía. ¿Vaya sorpresa no? Lo adoraba, con cada parte de su ser salvo por ese pequeño espacio en su cabeza que le recordaba constantemente el daño que causaba y no solo a los cadáveres que dejaba a su paso, ni siquiera a ella misma.
Cada paso que daba se sentía peor, sus botas estaban sucias hasta los tobillos y su mirada vagaba sin sentido, observando y a la vez no, a las personas que iban y venían, sus risas y gritos de placer. Era insoportable y sin embargo. ¿Por qué no se iba?. Estúpida, era una gran estúpida.
No estaba prestando atención mientras se fundía con la multitud, hasta que se detuvo en una zona donde una cantidad de hombres del tamaño de un árbol sujetaban grandes troncos y caminaban con ellos un corto tramo y luego los arrojaban.
Ni siquiera preguntó soló se coló en la fila y luego hasta una de esas bestialidades. Los hombres a su alrededor se la quedaron viendo, algunos confundidos y otros sonreían con autosuficiencia mientras ella cambiaba sus brazos y agarraba el tronco.
No era fácil, su figura humana no era tan resistente como la otra y todo su cuerpo le dolía del simple esfuerzo pero aún así lo hizo. Primo un paso, luego dos y a mitad del tercero sus uñas rasgaron la corteza y el tronco cayó a sus pies sin aplastarlos de milagro.
Las risas resonaban a su alrededor, unos pocos tenían una extraña mueca de dolor y lastima en sus bocas y los odió más a esos que los que se burlaban.
-Es una lastima jovencita pero no ganaras nada al no haberlo arrojado- El que hablaba colocó su enorme y velluda mano en su hombro, con fuerza y mientras ella levantaba su mirada a la de él notó que tenía también esa mirada penosa. "¿Por qué vine?" Un segundo y seguían en esa misma postura, todos expectantes a lo que fuera que Oromë dijera y al siguiente su puño de bestia conectó con la nariz de él con tanta fuerza que pudo sentir en sus propios huesos como se rompía la nariz del grandullón. -No me toques, no me mires así- Un pequeño gruñido y los demás la miraban como si fueran a destriparla y luego usarla en alguno de los juegos... Tal vez ella los dejaría hacerlo, cualquier cosa que le arrebatara ese molesto sentimiento.
Off: Si alguien quiere puede venir a alivianar la situación(? XD
Me reservó la runa para más adelante. :3
Oromë no estaba enojada con ella, lo entendía, podía ver en sus enormes ojos negros y en cada mota dorada dentro de esa mirada tan mística que tenía miedo pero no de ella, nunca de ella sino de lo que podría suceder. Y ojala tuviera algo que decirle, alguna palabra mágica que arreglara la situación en la que estaba pero no la había y jamas la encontraría.
Si solo hubiera sido un poco más honesta y quedado seguramente estallaría en su cara las palabras que tanto deseaba decir. "¿Creerías si te dijera, hermana mía, que no es la vida que soñé tener? " Nadie crecía esperando ser una asesina, una ladrona. Pero tampoco negaría que que le gustaba lo que hacía. ¿Vaya sorpresa no? Lo adoraba, con cada parte de su ser salvo por ese pequeño espacio en su cabeza que le recordaba constantemente el daño que causaba y no solo a los cadáveres que dejaba a su paso, ni siquiera a ella misma.
Cada paso que daba se sentía peor, sus botas estaban sucias hasta los tobillos y su mirada vagaba sin sentido, observando y a la vez no, a las personas que iban y venían, sus risas y gritos de placer. Era insoportable y sin embargo. ¿Por qué no se iba?. Estúpida, era una gran estúpida.
No estaba prestando atención mientras se fundía con la multitud, hasta que se detuvo en una zona donde una cantidad de hombres del tamaño de un árbol sujetaban grandes troncos y caminaban con ellos un corto tramo y luego los arrojaban.
Ni siquiera preguntó soló se coló en la fila y luego hasta una de esas bestialidades. Los hombres a su alrededor se la quedaron viendo, algunos confundidos y otros sonreían con autosuficiencia mientras ella cambiaba sus brazos y agarraba el tronco.
No era fácil, su figura humana no era tan resistente como la otra y todo su cuerpo le dolía del simple esfuerzo pero aún así lo hizo. Primo un paso, luego dos y a mitad del tercero sus uñas rasgaron la corteza y el tronco cayó a sus pies sin aplastarlos de milagro.
Las risas resonaban a su alrededor, unos pocos tenían una extraña mueca de dolor y lastima en sus bocas y los odió más a esos que los que se burlaban.
-Es una lastima jovencita pero no ganaras nada al no haberlo arrojado- El que hablaba colocó su enorme y velluda mano en su hombro, con fuerza y mientras ella levantaba su mirada a la de él notó que tenía también esa mirada penosa. "¿Por qué vine?" Un segundo y seguían en esa misma postura, todos expectantes a lo que fuera que Oromë dijera y al siguiente su puño de bestia conectó con la nariz de él con tanta fuerza que pudo sentir en sus propios huesos como se rompía la nariz del grandullón. -No me toques, no me mires así- Un pequeño gruñido y los demás la miraban como si fueran a destriparla y luego usarla en alguno de los juegos... Tal vez ella los dejaría hacerlo, cualquier cosa que le arrebatara ese molesto sentimiento.
Off: Si alguien quiere puede venir a alivianar la situación(? XD
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Oromë Vánadóttir
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Por suerte para la morena, la zona en que se concentraban los puestos de comida y bebida estaba menos atestada que el resto del lugar, lo que le dio algo de espacio, el suficiente como para que pudiese relajarse después del ridículo que acababa de hacer en el campo de tiro. - ¿Qué podría comprar? - se preguntó en voz baja, mientras de forma inconsciente comenzaba a juguetear con un mechón de su larga cabellera entre los dedos. Todo tenía una pinta deliciosa pero no tardó en descartar algunos de los establecimientos, unos por quienes los llevaban y otros por el precio de sus productos.
No le sobraba el dinero, y además debía tener presente que buscar un alojamiento decente en la ciudad podría llevarse buena parte de los ahorros que traía consigo, motivo por el que indecisa, siguió recorriendo la enorme cantidad de opciones que tenía delante en busca de algo medianamente barato pero sabroso. Los dulces parecían la opción más económica pero eso no iba a saciar su hambre, estaban pensados para que los niños pudiesen adquirirlos por unas pocas monedas y engañar a sus estómagos durante un rato, ella necesitaría más que eso.
La carne por el contrario era una de las cosas de mayor valor, no podría comerla todos los días como hacía en la aldea, no a menos que utilizase sus habilidades para cazar en los bosques cercanos. - Podría sacar unos aeros vendiendo la piel y parte de la captura. - susurró, convencida de que con esa idea sería capaz de minimizar sus gastos e incluso, conseguir algo de beneficio.
Tras pensarlo durante unos instantes, la mujer bestia optó por dirigirse hacia la parte de la que emanaba el tentador aroma de un guiso hecho a base de verduras y algo de ternera, eso podía permitírselo. Buscó dentro de su bolsa hasta dar con el pequeño saquito de tela en que guardaba su dinero, pero antes de que pudiese sacarlo una voz captó su atención. Al girarse hacia el origen descubrió que quien se había acercado a saludarla era una niña, a la cual con un simple vistazo reconoció de inmediato… había participado en el campo de tiro a la misma vez que ella, aunque con mejor resultado que el suyo.
Sorprendida por la amabilidad de la rubia, Ava bajó la vista hacia la bebida que le estaba ofreciendo, preguntándose si no se había dejado llevar demasiado rápido por la negatividad. - Sí, gracias. - alcanzó a responder, alargando una mano para aceptar el gesto de la chica y dar un sorbo, sin preocuparse por la forma en que ésta observaba su coronilla, quizá no estuviese acostumbrada a ver gente con cuernos.
Cuando la recién llegada sacó el tema de la competición, la cuerva no pudo hacer otra cosa que mirar al suelo con vergüenza, no tendría que haberlo intentado siquiera, ¿por qué no se había decantado por el lanzamiento de troncos? Con la costumbre que tenía de blandir a Segadora, su hacha a dos manos, estaba segura de tener la fuerza necesaria en los brazos como para no quedar peor que los participantes que había visto, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse.
- Los nervios me jugaron una mala pasada. - comentó con un hilo de voz, aunque no pretendía excusarse con ello. - Vi tu primer disparo, se te da muy bien. - añadió, elogiando la puntería de la niña y volviendo a posar sus ambarinos ojos sobre su rostro.
Fue entonces cuando otra mujer entró en escena, dejando claro que conocía a la pequeña y ofreciendo una sonrisa a la morena. - Su cara me suena… pero ¿de dónde? - pensó, hasta que cayó en la cuenta, aquella era la valiente a la que había visto en la zona de doma. - No nos conocemos, pero le agradezco que se haya acercado a mí con tanta amabilidad después de… mi fracaso en el campo de tiro. - aclaró, dejando caer ligeramente las negras alas mientras desviaba la vista de una a otra para terminar centrándose en Vey.
- Me llamo Ava. - dijo a continuación, presentándose formalmente a ambas. - Gran actuación sobre el caballo. - se atrevió a agregar, ésta vez con los ojos clavados sobre los de la otra joven e intentando devolverle la sonrisa, aunque de forma tímida. Sin contar con el organizador de las actividades ellas eran las primeras personas con las que trataba en Verisar, debía causar una buena impresión y con suerte, su paso por los juegos quedaría como un mal recuerdo que pronto olvidaría.
Aún con la bebida que la rubia le había entregado en la mano, Ava guardó silencio esperando la posible respuesta de cualquiera de las dos, mientras sus pensamientos iban de un lado a otro. Vey se había mostrado muy agradable con ella sin conocerla de nada, lo justo era que le devolviese el gesto y teniendo en cuenta que se trataba de una niña, cabía la posibilidad de que le gustasen los dulces que ella había descartado como aperitivo minutos antes.
- Hay un puesto de pastas y galletas aquí cerca, ¿os apetecería probarlas? - preguntó, añadiendo a la jinete a la invitación por cortesía.
Interactúo con Lavey y Reivy ^^
No le sobraba el dinero, y además debía tener presente que buscar un alojamiento decente en la ciudad podría llevarse buena parte de los ahorros que traía consigo, motivo por el que indecisa, siguió recorriendo la enorme cantidad de opciones que tenía delante en busca de algo medianamente barato pero sabroso. Los dulces parecían la opción más económica pero eso no iba a saciar su hambre, estaban pensados para que los niños pudiesen adquirirlos por unas pocas monedas y engañar a sus estómagos durante un rato, ella necesitaría más que eso.
La carne por el contrario era una de las cosas de mayor valor, no podría comerla todos los días como hacía en la aldea, no a menos que utilizase sus habilidades para cazar en los bosques cercanos. - Podría sacar unos aeros vendiendo la piel y parte de la captura. - susurró, convencida de que con esa idea sería capaz de minimizar sus gastos e incluso, conseguir algo de beneficio.
Tras pensarlo durante unos instantes, la mujer bestia optó por dirigirse hacia la parte de la que emanaba el tentador aroma de un guiso hecho a base de verduras y algo de ternera, eso podía permitírselo. Buscó dentro de su bolsa hasta dar con el pequeño saquito de tela en que guardaba su dinero, pero antes de que pudiese sacarlo una voz captó su atención. Al girarse hacia el origen descubrió que quien se había acercado a saludarla era una niña, a la cual con un simple vistazo reconoció de inmediato… había participado en el campo de tiro a la misma vez que ella, aunque con mejor resultado que el suyo.
Sorprendida por la amabilidad de la rubia, Ava bajó la vista hacia la bebida que le estaba ofreciendo, preguntándose si no se había dejado llevar demasiado rápido por la negatividad. - Sí, gracias. - alcanzó a responder, alargando una mano para aceptar el gesto de la chica y dar un sorbo, sin preocuparse por la forma en que ésta observaba su coronilla, quizá no estuviese acostumbrada a ver gente con cuernos.
Cuando la recién llegada sacó el tema de la competición, la cuerva no pudo hacer otra cosa que mirar al suelo con vergüenza, no tendría que haberlo intentado siquiera, ¿por qué no se había decantado por el lanzamiento de troncos? Con la costumbre que tenía de blandir a Segadora, su hacha a dos manos, estaba segura de tener la fuerza necesaria en los brazos como para no quedar peor que los participantes que había visto, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse.
- Los nervios me jugaron una mala pasada. - comentó con un hilo de voz, aunque no pretendía excusarse con ello. - Vi tu primer disparo, se te da muy bien. - añadió, elogiando la puntería de la niña y volviendo a posar sus ambarinos ojos sobre su rostro.
Fue entonces cuando otra mujer entró en escena, dejando claro que conocía a la pequeña y ofreciendo una sonrisa a la morena. - Su cara me suena… pero ¿de dónde? - pensó, hasta que cayó en la cuenta, aquella era la valiente a la que había visto en la zona de doma. - No nos conocemos, pero le agradezco que se haya acercado a mí con tanta amabilidad después de… mi fracaso en el campo de tiro. - aclaró, dejando caer ligeramente las negras alas mientras desviaba la vista de una a otra para terminar centrándose en Vey.
- Me llamo Ava. - dijo a continuación, presentándose formalmente a ambas. - Gran actuación sobre el caballo. - se atrevió a agregar, ésta vez con los ojos clavados sobre los de la otra joven e intentando devolverle la sonrisa, aunque de forma tímida. Sin contar con el organizador de las actividades ellas eran las primeras personas con las que trataba en Verisar, debía causar una buena impresión y con suerte, su paso por los juegos quedaría como un mal recuerdo que pronto olvidaría.
Aún con la bebida que la rubia le había entregado en la mano, Ava guardó silencio esperando la posible respuesta de cualquiera de las dos, mientras sus pensamientos iban de un lado a otro. Vey se había mostrado muy agradable con ella sin conocerla de nada, lo justo era que le devolviese el gesto y teniendo en cuenta que se trataba de una niña, cabía la posibilidad de que le gustasen los dulces que ella había descartado como aperitivo minutos antes.
- Hay un puesto de pastas y galletas aquí cerca, ¿os apetecería probarlas? - preguntó, añadiendo a la jinete a la invitación por cortesía.
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Ava Kenrith
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Termino con un saco lleno de galletas, ricas y variadas galletas. La mujer del señor Sergei había sido muy amable. Incluso le había dado una buena colleja a Sergei en cuanto se enteró del pequeño altercado que había organizado. "¿Cómo se te ocurre decirle algo así a una jovencita, estás tonto o qué?" le había dicho. Casi me atraganto con una galleta viendo la escena. Su intención era regalarme las galletas, pero no podía aceptar algo así y aprovecharme de la culpabilidad de Sergei, sobretodo después de que hubiera sido tan amable conmigo al final. Les di los pocos aeros que me quedaban. También saqué mi montón de papeles y se los enseñé a Sergei.
- ¿De verdad no sabes leer, pequeña? Pensé que todos los elfos recibíais una educación exquisita.
Suspiro profundamente y debo de poner una cara muy triste, porque Sergei carraspea y vuelve su vista a los papeles.
- Efectivamente Jeannie, aquí tenemos un para de recetas de galletas que nunca había visto antes. ¿Estás segura de que quieres deshacerte de ellas?
- Bueno, a mi no me sirven de nada... - Sonrío un poquito y Sergei desvía un poco la mirada, avergonzado. - Además, así el año que viene podré volver y probarlas.
- Trato hecho señorita, será un verdadero placer. Todos los años nos establecemos más o menos en el mismo lugar, así que será fácil encontrarnos.
- Oh, Sergei, me gustaría pedirte algo que me hace muchisima ilusión. Así podremos saldar el altercado de antes, ¿qué te parece? -Le sonrío y doy varios saltitos.
- Claro, pequeña, lo que quieras.
Pasados unos minutos nos encontramos en el campo donde la gente está jugando a lanzar troncos, solo que en el lado contrario de los lanzadores.
- ¿Estás segura de que eso es buena idea?
- Totalmente. Sí.
Me subo a una de las manazas de Sergei. La magia comienza a envolverme.
- Sergei... Ha sido un placer conocerte, de verdad, volveremos a vernos. - Sonrío y le doy un besito en la mejilla.
- Lo mismo digo pequeña elfina, lo mismo digo. ¿Lista?
- Siempre.
Sergei, ex-campeón de lanzamiento de troncos, Jeannie, aspirante a tronco. El hombretón toma impulso, yo me encojo esperando el momento adecuado. En cuanto su brazo llega al final del movimiento, salto yo también, volando por el aire como... Bueno, como un pájaro loco, para qué negarlo.
- ¡Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay!
"¿Cómo demonios tienes planeado parar?"
- Oh.
Voy llegando a donde se amontonan los jugadores de lanzamientos de tronco. Pongo una mano delante de los ojos para taparme del sol y veo cómo una chica golpea a un hombre en la nariz. Viendo los modales a primera vista de Sergei, no me sorprende que alguien terminara enzarzándose en una pelea con alguno de esos lugareños fornidos. Aunque poco a poco, bueno, mucho a mucho voy teniendo la oportunidad de ver la escena más de cerca. Me doy la vuelta para poner los pies por delante e impacto directamente en la cara de uno de los hombres que estaba a punto de agarrar a la desconocida. Caigo al suelo, doy una voltereta hacia atrás y termino al lado de la muchacha. Uno de los jugadores se acerca.
- ¿De dónde demonios has salido tú? - Se pone delante de mi amenazadoramente.
- Oh, pues me ha enviado Sergei, está allí al fondo. -Saludo a Sergei con la mano. Me devuelve el saludo desde la distancia.
- ¿Se-se-Sergei? Oh... Esto... Disculpen señoritas. No queríamos molestarlas. ¿Verdad que no?
Los demás jugadores niegan con la cabeza y se apartan un poco. Agarran a los heridos y se los llevan para limpiarles la sangre. Me giro hacia la chica violenta.
- ¡Hola! Mi nombre es Jeannie Fawkes, encantada. - Le sonrío y le tiendo la mano y una galleta.
--------------------------------------------------
Off: Interactúo con Oromë :3 <3
- ¿De verdad no sabes leer, pequeña? Pensé que todos los elfos recibíais una educación exquisita.
Suspiro profundamente y debo de poner una cara muy triste, porque Sergei carraspea y vuelve su vista a los papeles.
- Efectivamente Jeannie, aquí tenemos un para de recetas de galletas que nunca había visto antes. ¿Estás segura de que quieres deshacerte de ellas?
- Bueno, a mi no me sirven de nada... - Sonrío un poquito y Sergei desvía un poco la mirada, avergonzado. - Además, así el año que viene podré volver y probarlas.
- Trato hecho señorita, será un verdadero placer. Todos los años nos establecemos más o menos en el mismo lugar, así que será fácil encontrarnos.
- Oh, Sergei, me gustaría pedirte algo que me hace muchisima ilusión. Así podremos saldar el altercado de antes, ¿qué te parece? -Le sonrío y doy varios saltitos.
- Claro, pequeña, lo que quieras.
Pasados unos minutos nos encontramos en el campo donde la gente está jugando a lanzar troncos, solo que en el lado contrario de los lanzadores.
- ¿Estás segura de que eso es buena idea?
- Totalmente. Sí.
Me subo a una de las manazas de Sergei. La magia comienza a envolverme.
- Sergei... Ha sido un placer conocerte, de verdad, volveremos a vernos. - Sonrío y le doy un besito en la mejilla.
- Lo mismo digo pequeña elfina, lo mismo digo. ¿Lista?
- Siempre.
Sergei, ex-campeón de lanzamiento de troncos, Jeannie, aspirante a tronco. El hombretón toma impulso, yo me encojo esperando el momento adecuado. En cuanto su brazo llega al final del movimiento, salto yo también, volando por el aire como... Bueno, como un pájaro loco, para qué negarlo.
- ¡Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay!
"¿Cómo demonios tienes planeado parar?"
- Oh.
Voy llegando a donde se amontonan los jugadores de lanzamientos de tronco. Pongo una mano delante de los ojos para taparme del sol y veo cómo una chica golpea a un hombre en la nariz. Viendo los modales a primera vista de Sergei, no me sorprende que alguien terminara enzarzándose en una pelea con alguno de esos lugareños fornidos. Aunque poco a poco, bueno, mucho a mucho voy teniendo la oportunidad de ver la escena más de cerca. Me doy la vuelta para poner los pies por delante e impacto directamente en la cara de uno de los hombres que estaba a punto de agarrar a la desconocida. Caigo al suelo, doy una voltereta hacia atrás y termino al lado de la muchacha. Uno de los jugadores se acerca.
- ¿De dónde demonios has salido tú? - Se pone delante de mi amenazadoramente.
- Oh, pues me ha enviado Sergei, está allí al fondo. -Saludo a Sergei con la mano. Me devuelve el saludo desde la distancia.
- ¿Se-se-Sergei? Oh... Esto... Disculpen señoritas. No queríamos molestarlas. ¿Verdad que no?
Los demás jugadores niegan con la cabeza y se apartan un poco. Agarran a los heridos y se los llevan para limpiarles la sangre. Me giro hacia la chica violenta.
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Irinnil Fawkes
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Un joven ratón observaba todos los acontecimientos sentado sobre el tronco de un árbol caído, si bien Amit había asistido a algunas celebraciones de las otras razas, era la primera vez que asistía a una tan concurrida. Su pequeño trozo de carbonilla se movía a toda velocidad por las páginas de su cuaderno mientras anotaba todo lo que veía: Las pruebas de arquería, los lanzamientos de troncos ¿O eran lanzamientos de elfos?, tirar de una cuerda o golpear pelotas con palos.
Todo era muy interesante, el Mausu no sabía a dónde mirar primero, por lo que su atención giraba de una competencia a otra, tomaba nota de algo que le parecía relevante y luego pasaba a otra. Amit se sentía emocionado, el entusiasmo del público era contagioso, al igual que la alegría general, el ratón comenzó a evaluar la posibilidad de participar en algunos de los concursos.
Solo tenía un problema: La mayoría de los eventos estaban relacionados a Fuerza o Precisión.
El ratón se tenía mucha confianza en cualquier tipo de prueba, pero no era tan obtuso como para no darse cuenta que no podía competir en ese tipo de cosas con una elfa o con un humano que lo doblaba en tamaño. Pero así y todo no perdió las esperanzas de encontrar algo que fuera más adecuado a sus características.
En un rincón del enorme descampado vio a un grupo de gente reunida, se abrió paso como mejor pudo hasta ver porqué era todo ese alboroto y encontró lo que podría llamarse un terreno de juego que tenía una línea en el centro y dos líneas en ambos extremos.
-Vamos a dejarlo claro, las reglas son siempre las mismas, Gerd. Agarras el balón y llegas como puedas a la línea contraría. Me importa una mierda si en tu pueblucho de pobres diablos lo juegan de otra manera ¿Entendido? – Las palabras venían de un hombre alto, con una espalda ancha y una barba prominente que ya mostraba algunas canas – Así se hizo siempre y así se hará hoy –
La perspectiva de un juego de pelota resultaba mucho más tentadora para el Mausu, así que no dudo un solo segundo en dar un paso adelante.
-Deseo participar ¡Tchik! – Los humanos se lo quedaron mirando, estaban acostumbrados a ver seres de otras razas pero esto resultaba más que llamativo - ¡¡Puedo correr muy rápido!! – Dijo el ratón para que aceptaran integrarlo a alguno de los grupos.
-Bien… Supongo que mientras pueda sostener la pelota y correr, no debería ser un problema – Algunos no parecían tan convencidos, pero finalmente le dieron el visto bueno y le hicieron una señal para que se acercara.
___________________________________________________
Dejo hasta aquí el Post por si alguien se quiere sumar al juego (Ya sea en el mismo equipo que Amit o en el contrario) Usare la Runa que me salió en el Templo cuando empecemos el juego n_n
Todo era muy interesante, el Mausu no sabía a dónde mirar primero, por lo que su atención giraba de una competencia a otra, tomaba nota de algo que le parecía relevante y luego pasaba a otra. Amit se sentía emocionado, el entusiasmo del público era contagioso, al igual que la alegría general, el ratón comenzó a evaluar la posibilidad de participar en algunos de los concursos.
Solo tenía un problema: La mayoría de los eventos estaban relacionados a Fuerza o Precisión.
El ratón se tenía mucha confianza en cualquier tipo de prueba, pero no era tan obtuso como para no darse cuenta que no podía competir en ese tipo de cosas con una elfa o con un humano que lo doblaba en tamaño. Pero así y todo no perdió las esperanzas de encontrar algo que fuera más adecuado a sus características.
En un rincón del enorme descampado vio a un grupo de gente reunida, se abrió paso como mejor pudo hasta ver porqué era todo ese alboroto y encontró lo que podría llamarse un terreno de juego que tenía una línea en el centro y dos líneas en ambos extremos.
-Vamos a dejarlo claro, las reglas son siempre las mismas, Gerd. Agarras el balón y llegas como puedas a la línea contraría. Me importa una mierda si en tu pueblucho de pobres diablos lo juegan de otra manera ¿Entendido? – Las palabras venían de un hombre alto, con una espalda ancha y una barba prominente que ya mostraba algunas canas – Así se hizo siempre y así se hará hoy –
La perspectiva de un juego de pelota resultaba mucho más tentadora para el Mausu, así que no dudo un solo segundo en dar un paso adelante.
-Deseo participar ¡Tchik! – Los humanos se lo quedaron mirando, estaban acostumbrados a ver seres de otras razas pero esto resultaba más que llamativo - ¡¡Puedo correr muy rápido!! – Dijo el ratón para que aceptaran integrarlo a alguno de los grupos.
-Bien… Supongo que mientras pueda sostener la pelota y correr, no debería ser un problema – Algunos no parecían tan convencidos, pero finalmente le dieron el visto bueno y le hicieron una señal para que se acercara.
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Dejo hasta aquí el Post por si alguien se quiere sumar al juego (Ya sea en el mismo equipo que Amit o en el contrario) Usare la Runa que me salió en el Templo cuando empecemos el juego n_n
Amit'tek
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Lo cierto es que el juego que Canel y Chimar terminan jugando por iniciativa del segundo líder gorrión es tan tonto… que resulta divertido a la larga, incluso el pequeño inventor se toma de buena manera el hecho de que es terrible para dicha actividad.
Canel… deja de hacer trampa.
Su acompañante literalmente es el que mejor puntaje saca, localiza a todos los participantes en un abrir y cerrar de ojos. Difícil saber si se debe a un sexto sentido muy desarrollado o que de verdad está haciendo trampa.
En un pequeño descanso el genio le da una palmada de ánimo a su amigo Dem, parece que sigue teniendo problemas agregados por proteger la población de aquella ciudad subterránea. Salvar personas suele tener ese efecto.
Un nuevo niño aparece trayendo consigo su propia fuente de juegos, cierta pelota de trapo. Maquiavelo mira dicho artículo con extrañeza y es que… bueno, no era el chico más popular de la cuadra cuando tenía una vida normal.
Aunque al principio su nuevo participante parece no querer aceptar chicas en el juego cambia de opinión bastante rápido sorprendiendo a todos, un ligero tirón de Canel y sus expresivos ojos confirman al intelectual que su hermano más contemporáneo anda haciendo trucos raros.
Mismo Dem, mismas cosas “suspira”.
Dice en tono bajo para luego animarse bastante por el juego que tiene lugar, la agilidad personal que ostenta le cae como anillo al juego para burlar otros participantes y conseguir puntos a montón.
Canel termina en el equipo contrario esta vez cubriendo la meta de un sonriente Maquiavelo quien prepara su mejor patada, planea burlarle de tal manera que se invente un deporte oficial en todo el territorio humano por lo genial de la acción.
¡Esta va para la casa! “patea fuerte” que sea record… “se pone pálido al ver como la pelota golpea el tambor de agua y su integridad sede”.
Literalmente la enorme pero mal diseñada estructura se desploma justo atrás del brujito más pequeño liberando su contenido por toda la improvisada cancha, los jugadores terminan repartidos en lugares extraños luego del acontecimiento.
Rayos “escupe agua mientras se levanta” ¿¡Alguien está herido!?
No…
Tengo un calambre en el trasero pero comenzó mucho antes.
¡¡Hagámoslo otra vez!!
Con cierta preocupación el inventor comienza a buscar su más reciente responsabilidad por todo el sitio, no escucha su voz entre los demás… estaba muy cerca del tanque cuando colapso por el gol más inédito de la historia.
¡¡Canel!!
Lo encuentra boca arriba en unos matorrales y aunque su expresión se mantiene relajada es fácil adivinar que algo no va bien, su brazo izquierdo está en una posición imposible revelando fractura limpia del hueso.
¡¡¡Mil rayos!!! “lo levanta asustado” ¿¡Te duele!?, ¿¿¡¡Porque no gritaste!!??, ¡¡Háblame rayos!! “pasa a zarandearle unos segundos”.
Estoy bien hermano “pone una mueca de dolor controlado” solo duele un poco pero se curara.
Extraño momento para hacerse el valiente, sin duda sabe controlar sus emociones bastante bien cuando se lo propone. En este punto cualquiera diría que es Chimar el herido por la expresión que lleva en su rostro.
Voy… voy a tener que encajarlo, ponerlo en una posición cómoda para hacer el cabestrillo.
“Canel asiente sin perder su tranquilidad”.
Puedes llorar si quieres… será rápido, lo prometo.
Luego de un ligero conteo el inventor coloca el hueso en su lugar, lo único que su paciente manifiesta es un leve quejido. Eventualmente saca algunos materiales del bolso utilitario y antes de darse cuenta su amiguito ya tiene el brazo herido inmovilizado en una buena posición.
Vale, ya quedo “le sujeta los hombros un par de segundos” sanara rápido colega, en eso los mocosos somos especialistas… tenía entendido que era difícil lastimarte.
Solo las personas en las que tengo confianza pueden hacerme daño con facilidad “baja la mirada” tú eres el único de momento.
Ese es un mal trato de aquí a Dundarak “se lleva la mano derecha hasta su frente” ya hablaremos de esto en otro lugar “amaga un par de acercamientos y al final termina dándole un abrazo” vamos, te quedas en la banca… por al menos dos semanas.
Aun me sirve el otro brazo.
No tentemos a la suerte...
Canel… deja de hacer trampa.
Su acompañante literalmente es el que mejor puntaje saca, localiza a todos los participantes en un abrir y cerrar de ojos. Difícil saber si se debe a un sexto sentido muy desarrollado o que de verdad está haciendo trampa.
En un pequeño descanso el genio le da una palmada de ánimo a su amigo Dem, parece que sigue teniendo problemas agregados por proteger la población de aquella ciudad subterránea. Salvar personas suele tener ese efecto.
Un nuevo niño aparece trayendo consigo su propia fuente de juegos, cierta pelota de trapo. Maquiavelo mira dicho artículo con extrañeza y es que… bueno, no era el chico más popular de la cuadra cuando tenía una vida normal.
Aunque al principio su nuevo participante parece no querer aceptar chicas en el juego cambia de opinión bastante rápido sorprendiendo a todos, un ligero tirón de Canel y sus expresivos ojos confirman al intelectual que su hermano más contemporáneo anda haciendo trucos raros.
Mismo Dem, mismas cosas “suspira”.
Dice en tono bajo para luego animarse bastante por el juego que tiene lugar, la agilidad personal que ostenta le cae como anillo al juego para burlar otros participantes y conseguir puntos a montón.
Canel termina en el equipo contrario esta vez cubriendo la meta de un sonriente Maquiavelo quien prepara su mejor patada, planea burlarle de tal manera que se invente un deporte oficial en todo el territorio humano por lo genial de la acción.
¡Esta va para la casa! “patea fuerte” que sea record… “se pone pálido al ver como la pelota golpea el tambor de agua y su integridad sede”.
Literalmente la enorme pero mal diseñada estructura se desploma justo atrás del brujito más pequeño liberando su contenido por toda la improvisada cancha, los jugadores terminan repartidos en lugares extraños luego del acontecimiento.
Rayos “escupe agua mientras se levanta” ¿¡Alguien está herido!?
No…
Tengo un calambre en el trasero pero comenzó mucho antes.
¡¡Hagámoslo otra vez!!
Con cierta preocupación el inventor comienza a buscar su más reciente responsabilidad por todo el sitio, no escucha su voz entre los demás… estaba muy cerca del tanque cuando colapso por el gol más inédito de la historia.
¡¡Canel!!
Lo encuentra boca arriba en unos matorrales y aunque su expresión se mantiene relajada es fácil adivinar que algo no va bien, su brazo izquierdo está en una posición imposible revelando fractura limpia del hueso.
¡¡¡Mil rayos!!! “lo levanta asustado” ¿¡Te duele!?, ¿¿¡¡Porque no gritaste!!??, ¡¡Háblame rayos!! “pasa a zarandearle unos segundos”.
Estoy bien hermano “pone una mueca de dolor controlado” solo duele un poco pero se curara.
Extraño momento para hacerse el valiente, sin duda sabe controlar sus emociones bastante bien cuando se lo propone. En este punto cualquiera diría que es Chimar el herido por la expresión que lleva en su rostro.
Voy… voy a tener que encajarlo, ponerlo en una posición cómoda para hacer el cabestrillo.
“Canel asiente sin perder su tranquilidad”.
Puedes llorar si quieres… será rápido, lo prometo.
Luego de un ligero conteo el inventor coloca el hueso en su lugar, lo único que su paciente manifiesta es un leve quejido. Eventualmente saca algunos materiales del bolso utilitario y antes de darse cuenta su amiguito ya tiene el brazo herido inmovilizado en una buena posición.
Vale, ya quedo “le sujeta los hombros un par de segundos” sanara rápido colega, en eso los mocosos somos especialistas… tenía entendido que era difícil lastimarte.
Solo las personas en las que tengo confianza pueden hacerme daño con facilidad “baja la mirada” tú eres el único de momento.
Ese es un mal trato de aquí a Dundarak “se lleva la mano derecha hasta su frente” ya hablaremos de esto en otro lugar “amaga un par de acercamientos y al final termina dándole un abrazo” vamos, te quedas en la banca… por al menos dos semanas.
Aun me sirve el otro brazo.
No tentemos a la suerte...
- Off:
- Chimar interactúa con Demian.
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Off: Este post es parte del pasado de Asher (hace unos doce años), por lo que no puedo interactuar con nadie. Y suerte neutral: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
-Mira bien, cachorro. Tal vez aprendas algo y no la pifies la próxima.- dijo el mercenario. Dejé escapar un gruñido quedo y desvié la mirada, aguantando una queja. Aún notaba el dolor de las heridas que el propio Caín me había causado. "Lecciones", lo había llamado. Replicar en ese momento no llevaría a algo mejor.
Por lo que me mantuve callado. Tenía que ser paciente. Fingir que estaba bien. Que no pretendía hundir una daga en su cuello en cuanto se durmiese. Me había pillado demasiadas veces. No era idiota, después de todo. Sabía tomar precauciones y ponérmelo difícil. Parecía casi una especie de juego. Hacer algo que me hiciese querer matarlo solo para frustrar mi siguiente intento.
Nunca me había planteado huir. No sin acabar con él primero.
Incluso con todo el odio que sentía hacia él, sabía que necesitaba aprender. Y aquella era una buena manera de conseguirlo. Caín se adentró en la tienda del alquimista. No tardó en tomar su "postura agresiva." Empezar fuerte y no dejar espacio a que repliquen. Se basaba en asustar tanto como fuese posible, dejando espacio para cosas mayores si era necesario. Primero a golpes, y luego sacaba el cuchillo. Aquello solía ser suficiente para bajarles los humos. Podían tolerar unos pocos moratones, pero nadie se atrevía a perder un dedo.
Esa vez, el propietario estaba esquivo. Decía ya haber pagado. Se alejó del mostrador para no verse atrapado, incluso moviéndose hacia la trastienda para buscar algún recibo. Me mantuve al margen. No quería interrumpir, después de todo.
El mercenario le agarró de un hombro, deteniéndole. Casi podía leerle la mente. No podía dejarle ganar terreno. Golpearía primero, probablemente al pecho o al estómago. "Mejor pasarse de fuerza y tener aeros que ser una nenaza pobre." Pero aquella vez, fue distinto. En cuanto el hombre retrocedió por el impacto del puñetazo, se sacó algo de la manga. Derramó un líquido sobre Caín.
El criminal retrocedió, vociferando una maldición. El siseo del ácido sobre el suelo y su armadura fue difícil de olvidar, igual que el olor. Me centré de lleno en la pelea, mucho más interesado que antes. Sentía cierto grado de satisfacción por ver la sorpresa y el dolor en la cara de mi "mentor."
Desenfundó su daga, pero el tipo al que extorsionaba ya se estaba alejando. Gritó un nombre. Un tipo de aspecto peligroso salió de la trastienda. Llevaba un garrote en la mano, y un hacha más pequeña en el cinturón. ¿Otro mercenario? Estaba preparado para que viniese. Quizás prefería endeudarse con otra persona antes de seguir pagándole a Caín. No le culpaba.
El tipo era más grande y burdo que el criminal, pero no tenía intención de matar. Era malo para los negocios el dejar cadáveres en tu tienda. Probablemente estaba para intimidar, romper un par de huesos al que viniese a causar problemas, y echarlos. Eso le daba cierta ventaja a su oponente.
Algo hizo que desviase mi atención del combate. El alquimista estaba huyendo. Se acercó a la salida, pasando relativamente desapercibido. Y entonces, me miró. Sorpresa. Se le había olvidado que había entrado con Caín.
-¿Estás... estás con él?- susurró, tensandose. Me encogí de hombros. ¿Técnicamente? Me había dicho que no interviniese, pero probablemente no había pensado que acabaría así. Sin saber muy bien como tomarse la respuesta, el tipo se apresuró hacia la salida.
No llegó a abrirla. Salté hacia él y clavé mi puñal en su muslo, aprovechando para tirarle al suelo. El grito que soltó distrajo a su mercenario durante el tiempo suficiente para que Caín acabase con su vida.
El criminal limpió su espada de sangre y se acercó, sonriendo.
-Mira tú, el cachorro está siendo útil... ¿Que has aprendido?- preguntó.
-A no confiar en que otros puedan hacer su trabajo.- dije, esbozando una sonrisa arrogante.
-Pequeño bastardo...- musitó, cogiendo al alquimista de la pierna herida y arrastrándolo al interior. El hombre respondió con un alarido de dolor. -Déjate de gritos. Guardatelos para lo que viene...-
-Muy bien, perro. Ya que has servido para algo... ¿Por qué no vas y disfrutas del Samhain? Te veré mañana en tu "guarida."- sugirió más adelante. Resoplé. Solo era una excusa para emborracharse con el dinero que acababa de conseguir. Sin embargo, no iba a desaprovechar la oportunidad. Quizás hubiese algo medianamente interesante en el festival.
Pero no parecía nada especial. Juegos. En otras ocasiones, los humanos solían quemar algo, sacrificar animales, o disfrazarse. En este... solo juegos. También había más comida de lo habitual, pero casi todo eran vegetales. Verduras y más verduras. Esbocé una mueca. No valía la pena ni robarlas.
¿Participar en alguna competición? Quizás. Pero no iba a conseguir nada con un arco. En algunas partes, como las catacumbas, solían apostar en lanzamiento de cuchillos. Aunque fuese algo más sencillo ganar (debido a que la mayoría de participantes estaba ebria) era también más peligroso. No. Ya tenía suficientes heridas de las que preocuparme.
Aburrido de aquellas cosas, me decidí por ganar dinero de la forma más simple posible. La gente estaba distraída en momentos como ese. Era buen momento para hurgar en bolsillos ajenos.
Me acerqué tan disimuladamente como pude a uno de los puestos donde vendían producto. Vigilé atentamente a todos los que compraban. Especificamente, donde se guardaban la bolsa después de pagar. Ninguno de los clientes parecía noble, lamentablemente. No habría mucho que ganar. Sin embargo, eso no iba a detenerme. Después de todo, algunos seguían yendo mejor vestidos que otros.
Un hombre de mediana edad se detuvo a ver la competición de tiro con arco. Llevaba un bonito cinturón. Y, colgando de este, un monedero bien atado en la parte trasera. Era la mejor oportunidad que iba a tener. Me acerqué lentamente, mirando distraidamente al suelo y sosteniendo mi puñal dentro de mi bolsillo. Siempre tenía la sensación de que me estaban observando.
Me agaché, haciendo como si hubiese encontrado algo en el suelo. Y entonces, en un rápido movimiento, deslicé el cuchillo a través de la cuerda del monedero. Un corte limpio. La bolsa cayó sobre mi mano y me levanté, guardando tanto el arma como la nueva bolsa que acababa de ganar.
Mi mirada se cruzó con la de uno de los comerciantes. Sus ojos estaban clavados en mí. No tenía ninguna duda de que me había visto. Salí corriendo mientras escuchaba sus gritos de alerta.
No iba a poder acercarme a ese sitio durante lo que quedaba de día. Pero me había ganado un puñado de aeros que podía esconder de Caín. Una de cal, una de arena.
-Mira bien, cachorro. Tal vez aprendas algo y no la pifies la próxima.- dijo el mercenario. Dejé escapar un gruñido quedo y desvié la mirada, aguantando una queja. Aún notaba el dolor de las heridas que el propio Caín me había causado. "Lecciones", lo había llamado. Replicar en ese momento no llevaría a algo mejor.
Por lo que me mantuve callado. Tenía que ser paciente. Fingir que estaba bien. Que no pretendía hundir una daga en su cuello en cuanto se durmiese. Me había pillado demasiadas veces. No era idiota, después de todo. Sabía tomar precauciones y ponérmelo difícil. Parecía casi una especie de juego. Hacer algo que me hiciese querer matarlo solo para frustrar mi siguiente intento.
Nunca me había planteado huir. No sin acabar con él primero.
Incluso con todo el odio que sentía hacia él, sabía que necesitaba aprender. Y aquella era una buena manera de conseguirlo. Caín se adentró en la tienda del alquimista. No tardó en tomar su "postura agresiva." Empezar fuerte y no dejar espacio a que repliquen. Se basaba en asustar tanto como fuese posible, dejando espacio para cosas mayores si era necesario. Primero a golpes, y luego sacaba el cuchillo. Aquello solía ser suficiente para bajarles los humos. Podían tolerar unos pocos moratones, pero nadie se atrevía a perder un dedo.
Esa vez, el propietario estaba esquivo. Decía ya haber pagado. Se alejó del mostrador para no verse atrapado, incluso moviéndose hacia la trastienda para buscar algún recibo. Me mantuve al margen. No quería interrumpir, después de todo.
El mercenario le agarró de un hombro, deteniéndole. Casi podía leerle la mente. No podía dejarle ganar terreno. Golpearía primero, probablemente al pecho o al estómago. "Mejor pasarse de fuerza y tener aeros que ser una nenaza pobre." Pero aquella vez, fue distinto. En cuanto el hombre retrocedió por el impacto del puñetazo, se sacó algo de la manga. Derramó un líquido sobre Caín.
El criminal retrocedió, vociferando una maldición. El siseo del ácido sobre el suelo y su armadura fue difícil de olvidar, igual que el olor. Me centré de lleno en la pelea, mucho más interesado que antes. Sentía cierto grado de satisfacción por ver la sorpresa y el dolor en la cara de mi "mentor."
Desenfundó su daga, pero el tipo al que extorsionaba ya se estaba alejando. Gritó un nombre. Un tipo de aspecto peligroso salió de la trastienda. Llevaba un garrote en la mano, y un hacha más pequeña en el cinturón. ¿Otro mercenario? Estaba preparado para que viniese. Quizás prefería endeudarse con otra persona antes de seguir pagándole a Caín. No le culpaba.
El tipo era más grande y burdo que el criminal, pero no tenía intención de matar. Era malo para los negocios el dejar cadáveres en tu tienda. Probablemente estaba para intimidar, romper un par de huesos al que viniese a causar problemas, y echarlos. Eso le daba cierta ventaja a su oponente.
Algo hizo que desviase mi atención del combate. El alquimista estaba huyendo. Se acercó a la salida, pasando relativamente desapercibido. Y entonces, me miró. Sorpresa. Se le había olvidado que había entrado con Caín.
-¿Estás... estás con él?- susurró, tensandose. Me encogí de hombros. ¿Técnicamente? Me había dicho que no interviniese, pero probablemente no había pensado que acabaría así. Sin saber muy bien como tomarse la respuesta, el tipo se apresuró hacia la salida.
No llegó a abrirla. Salté hacia él y clavé mi puñal en su muslo, aprovechando para tirarle al suelo. El grito que soltó distrajo a su mercenario durante el tiempo suficiente para que Caín acabase con su vida.
El criminal limpió su espada de sangre y se acercó, sonriendo.
-Mira tú, el cachorro está siendo útil... ¿Que has aprendido?- preguntó.
-A no confiar en que otros puedan hacer su trabajo.- dije, esbozando una sonrisa arrogante.
-Pequeño bastardo...- musitó, cogiendo al alquimista de la pierna herida y arrastrándolo al interior. El hombre respondió con un alarido de dolor. -Déjate de gritos. Guardatelos para lo que viene...-
[. . .]
-Muy bien, perro. Ya que has servido para algo... ¿Por qué no vas y disfrutas del Samhain? Te veré mañana en tu "guarida."- sugirió más adelante. Resoplé. Solo era una excusa para emborracharse con el dinero que acababa de conseguir. Sin embargo, no iba a desaprovechar la oportunidad. Quizás hubiese algo medianamente interesante en el festival.
Pero no parecía nada especial. Juegos. En otras ocasiones, los humanos solían quemar algo, sacrificar animales, o disfrazarse. En este... solo juegos. También había más comida de lo habitual, pero casi todo eran vegetales. Verduras y más verduras. Esbocé una mueca. No valía la pena ni robarlas.
¿Participar en alguna competición? Quizás. Pero no iba a conseguir nada con un arco. En algunas partes, como las catacumbas, solían apostar en lanzamiento de cuchillos. Aunque fuese algo más sencillo ganar (debido a que la mayoría de participantes estaba ebria) era también más peligroso. No. Ya tenía suficientes heridas de las que preocuparme.
Aburrido de aquellas cosas, me decidí por ganar dinero de la forma más simple posible. La gente estaba distraída en momentos como ese. Era buen momento para hurgar en bolsillos ajenos.
Me acerqué tan disimuladamente como pude a uno de los puestos donde vendían producto. Vigilé atentamente a todos los que compraban. Especificamente, donde se guardaban la bolsa después de pagar. Ninguno de los clientes parecía noble, lamentablemente. No habría mucho que ganar. Sin embargo, eso no iba a detenerme. Después de todo, algunos seguían yendo mejor vestidos que otros.
Un hombre de mediana edad se detuvo a ver la competición de tiro con arco. Llevaba un bonito cinturón. Y, colgando de este, un monedero bien atado en la parte trasera. Era la mejor oportunidad que iba a tener. Me acerqué lentamente, mirando distraidamente al suelo y sosteniendo mi puñal dentro de mi bolsillo. Siempre tenía la sensación de que me estaban observando.
Me agaché, haciendo como si hubiese encontrado algo en el suelo. Y entonces, en un rápido movimiento, deslicé el cuchillo a través de la cuerda del monedero. Un corte limpio. La bolsa cayó sobre mi mano y me levanté, guardando tanto el arma como la nueva bolsa que acababa de ganar.
Mi mirada se cruzó con la de uno de los comerciantes. Sus ojos estaban clavados en mí. No tenía ninguna duda de que me había visto. Salí corriendo mientras escuchaba sus gritos de alerta.
No iba a poder acercarme a ese sitio durante lo que quedaba de día. Pero me había ganado un puñado de aeros que podía esconder de Caín. Una de cal, una de arena.
Asher Daregan
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
-No, Cath. Sé cuando los dioses no están contentos y...No sé que debo de haber hecho para enfadarlos pero, está claro que lo están. Y mucho.- Alegó Níniel mientras se aferraba al mostrador de la clínica en un intento por evitar que su hermana la sacara de allí a rastras. Lo cual teniendo en cuenta la fuerza que tenía la felina a pesar de su tamaño resultaba realmente difícil.
-Lo único que se me ocurre que hayas hecho para molestarles es restregarme el tamaño de tus pechos cada noche a la hora del baño...- Fue la respuesta de la felina pelirroja, casi pecando de hereje al decir que los dioses podrían molestarse por lo mismo que ella...Y además por algo que la elfa no había hecho. Salvo que pretendiera que se bañara vestida para no importunarla.
-Yo no he hecho tal cosa... Y suéltame. Puedes ir sola. Así tendrás más comida para ti.- Argumentó la peliblanca con la precisión de quien conocía a su hermana de sobra. Aquello la haría ceder, o como poco pensárselo. Momento que la joven aprovecharía para encerrarse en alguna de las habitaciones.
-Ummm, buen punto...Pero la cosa es que...- En ese momento la bota por la que la gata tiraba de ella se soltó de su pié de manera sorpresiva, haciendo que la felina saliera disparara hacia atrás, cayendo con fuerza y quedando dolorida en el suelo, quejándose por el impacto y frotándose el culo con esmero.
-Auch...me he hecho astillas el culo...-Pronunció entre toda una hilera de maldiciones sin dejar de tratar de aliviar el dolor de la zona adolorida.
-Ya te dije que hoy es mejor quedarse en casa...Aquí el único peligro eres tú. Y deja de decir palabrotas.- Le recordó la peliblanca, pensando que tras aquella demostración quedaría claro su punto, además de reprenderla por su boca sucia.
-De eso nada. La comida gratis es una bendición superior a cualquier vela negra que nadie te haya puesto...Con o sin bota, vamos a ir...-Sentenció tendiéndole la bota arrebatada. Gesto que a la elfa le pareció casi una sentencia de muerte. Seguir resistiéndose era inútil. No podría seguir aferrada a aquel mostrador mucho más.
-Está bien. Pero solo un rato y volvemos...-No tuvo más remedió que ceder, aunque no dudó en prepararse para ir a la celebración del mismo modo que lo haría a una peligrosa aventura, con su armadura e incluso su kit de primeros auxilios. Si no podía evitar el desastre, al menos iría bien preparada para soportarlo. ¿Podría pedirle alguna armadura pesada a alguien que conociera?
-¿Ves? Ni una desgracia desde que salimos de casa...Los dioses querían que vinieras a divertirte un rato...Y comer.- Le dio un gran bocado a la brocheta de carne que sostenía en sus manos. -Y jugar...Mira, concursos de tiro con arco, demostraciones de fuerza...¡Mira! Es Beor.- Anunció saludando con la mano al dueño de la posada anexa al taller de alquimia de la elfa. Un auténtico hombre-oso, tanto por la fuerza como por lo peludo, a excepción de su cabeza, tan suave como el culito de un bebé. El coloso parecía dispuesto a superar su record en lanzamiento de troncos, y media ciudad lo animaba a ello coreando su nombre.
-Me contó en su día que antes era leñador, por eso es tan bueno lanzando troncos...Pero creo que será mejor que nos alejemos...De hecho preferiría no estar cerca de ninguna demostración de fuerza...Ni del lanzamiento de nada...- Pidió esbozando un intento de sonrisa que no logró enmascarar su miedo a que algo fuera a golpearla.
-En serio, eres una exagerada. Vale que hoy casi vuelas media casa con uno de tus experimentos peligrosos. Y que necesitamos viales nuevos porque rompiste el armario donde los guardábamos pero...- Catherine seguía emperrada en no creer a su hermana y en quitarle hierro al asunto. Ella no era mucho de creer en los dioses, ni en su benevolencia ni en su malevolencia.
-No era un experimento peligroso...Solo estaba haciendo una mascarilla para el pelo...- Se lamentó Níniel, optando por tomar asiento lejos de todo lo que consideraba peligroso y ordenando un par de bebidas en el puesto cercano a los asientos. No había nada peligroso en ordenar un zumo de frutas de temporada, ni en el vaso con el que se la servirían, ni en la camarera de aspecto amable que atendía diligentemente las necesidades de los parroquianos. ¿Qué era lo peor que podía pasar allí? ¿Qué alguien le derramara la bebida encima?
-¡Cuidado!- Advirtió una voz con tono alarmado, causando que muchos de los allí congregados se giraran para ver a qué venía semejante aviso.
Y bien que hicieron, pues pronto tuvieron que comenzar a correr y a apartarse ante un peligro que Níniel no había sabido prever. Algunos de los barriles de cerveza que un comerciante transportaba hasta los puestos de bebidas se habían soltado de la parte trasera de su carro, y ahora descendían pendiente abajo, directamente hacia los clientes de aquel puesto. Algunos estaban aún desprevenidos o serían incapaces de esquivarlos a tiempo. Entre ellos la propia Níniel.
-Empiezo a creer que a los dioses no les gustan las ofrendas de fruta...-
-Lo único que se me ocurre que hayas hecho para molestarles es restregarme el tamaño de tus pechos cada noche a la hora del baño...- Fue la respuesta de la felina pelirroja, casi pecando de hereje al decir que los dioses podrían molestarse por lo mismo que ella...Y además por algo que la elfa no había hecho. Salvo que pretendiera que se bañara vestida para no importunarla.
-Yo no he hecho tal cosa... Y suéltame. Puedes ir sola. Así tendrás más comida para ti.- Argumentó la peliblanca con la precisión de quien conocía a su hermana de sobra. Aquello la haría ceder, o como poco pensárselo. Momento que la joven aprovecharía para encerrarse en alguna de las habitaciones.
-Ummm, buen punto...Pero la cosa es que...- En ese momento la bota por la que la gata tiraba de ella se soltó de su pié de manera sorpresiva, haciendo que la felina saliera disparara hacia atrás, cayendo con fuerza y quedando dolorida en el suelo, quejándose por el impacto y frotándose el culo con esmero.
-Auch...me he hecho astillas el culo...-Pronunció entre toda una hilera de maldiciones sin dejar de tratar de aliviar el dolor de la zona adolorida.
-Ya te dije que hoy es mejor quedarse en casa...Aquí el único peligro eres tú. Y deja de decir palabrotas.- Le recordó la peliblanca, pensando que tras aquella demostración quedaría claro su punto, además de reprenderla por su boca sucia.
-De eso nada. La comida gratis es una bendición superior a cualquier vela negra que nadie te haya puesto...Con o sin bota, vamos a ir...-Sentenció tendiéndole la bota arrebatada. Gesto que a la elfa le pareció casi una sentencia de muerte. Seguir resistiéndose era inútil. No podría seguir aferrada a aquel mostrador mucho más.
-Está bien. Pero solo un rato y volvemos...-No tuvo más remedió que ceder, aunque no dudó en prepararse para ir a la celebración del mismo modo que lo haría a una peligrosa aventura, con su armadura e incluso su kit de primeros auxilios. Si no podía evitar el desastre, al menos iría bien preparada para soportarlo. ¿Podría pedirle alguna armadura pesada a alguien que conociera?
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-¿Ves? Ni una desgracia desde que salimos de casa...Los dioses querían que vinieras a divertirte un rato...Y comer.- Le dio un gran bocado a la brocheta de carne que sostenía en sus manos. -Y jugar...Mira, concursos de tiro con arco, demostraciones de fuerza...¡Mira! Es Beor.- Anunció saludando con la mano al dueño de la posada anexa al taller de alquimia de la elfa. Un auténtico hombre-oso, tanto por la fuerza como por lo peludo, a excepción de su cabeza, tan suave como el culito de un bebé. El coloso parecía dispuesto a superar su record en lanzamiento de troncos, y media ciudad lo animaba a ello coreando su nombre.
-Me contó en su día que antes era leñador, por eso es tan bueno lanzando troncos...Pero creo que será mejor que nos alejemos...De hecho preferiría no estar cerca de ninguna demostración de fuerza...Ni del lanzamiento de nada...- Pidió esbozando un intento de sonrisa que no logró enmascarar su miedo a que algo fuera a golpearla.
-En serio, eres una exagerada. Vale que hoy casi vuelas media casa con uno de tus experimentos peligrosos. Y que necesitamos viales nuevos porque rompiste el armario donde los guardábamos pero...- Catherine seguía emperrada en no creer a su hermana y en quitarle hierro al asunto. Ella no era mucho de creer en los dioses, ni en su benevolencia ni en su malevolencia.
-No era un experimento peligroso...Solo estaba haciendo una mascarilla para el pelo...- Se lamentó Níniel, optando por tomar asiento lejos de todo lo que consideraba peligroso y ordenando un par de bebidas en el puesto cercano a los asientos. No había nada peligroso en ordenar un zumo de frutas de temporada, ni en el vaso con el que se la servirían, ni en la camarera de aspecto amable que atendía diligentemente las necesidades de los parroquianos. ¿Qué era lo peor que podía pasar allí? ¿Qué alguien le derramara la bebida encima?
-¡Cuidado!- Advirtió una voz con tono alarmado, causando que muchos de los allí congregados se giraran para ver a qué venía semejante aviso.
Y bien que hicieron, pues pronto tuvieron que comenzar a correr y a apartarse ante un peligro que Níniel no había sabido prever. Algunos de los barriles de cerveza que un comerciante transportaba hasta los puestos de bebidas se habían soltado de la parte trasera de su carro, y ahora descendían pendiente abajo, directamente hacia los clientes de aquel puesto. Algunos estaban aún desprevenidos o serían incapaces de esquivarlos a tiempo. Entre ellos la propia Níniel.
-Empiezo a creer que a los dioses no les gustan las ofrendas de fruta...-
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Si alguien quiere salvar el día, adelante. Espero que tenga más suerte que yo.
Níniel Thenidiel
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Lavey sacudió la cabeza de arriba a bajo de forma compresiva, en efecto, los nervios nunca eran buenos consejeros y la joven cazadora entendía el problema. -A mi lo que mas me sirve es pensar solo en la flecha y su dirección. -Aconsejaba la rubia para después girarse y mirarme de frente. -No, no es vieja. Es de ahora, estaba a mi lado en el tiro con arco. -Ahora la pequeña volvía a girar buscando colocarse al lado de Ava para tener a las dos mujeres de frente. -Gracias, practico todos los días. Pero a sido una suerte acertar en el centro de la diana en los tres tiros. -En lo que yo tarde en darme cuenta de la falta de bebida Lavey nos presento a la mujer-bestia. -Ella es Reivy y yo Lavey. -Las dos sonreímos a la vez, casi parecía que estuviera ensayado. -Muchas gracias, solo pensaba en no romperme la cabeza mientras estuve encima del caballo. -Reí con simpatía por mis propias palabras. -Los dioses esta noche me sonrieron.
Cuando Ava propuso su idea de las galletas sonreí de medio lado cohibida, levantando una pequeña bandeja atada con un cordel. -Acabo de comprar unas cuantas. -Las cuentas no salían, eramos tres personas y solo habían dos platos. -Pero si quieres podemos buscar una mesa y comprar una ración mas de comida.
-¡Yo!.. -Salto alegre Lavey levantando un brazo al aire, o mejor dicho, medio levantándolo. El ímpetu inicial de la niña quedo refrenado, el brazo paró a medio camino y rápidamente la pequeña recoloco la mano sobre su propio hombro tratando de ocultar la explosión emocional. -Yo voy. -Dijo mas calmada tratando de serenarse y recordando la enseñanzas de los licantropos. -Puedo hacerlo.
Al ver el cambio de actitud el orgullo comenzó a brillar en mis ojos, metí la mano en el zurrón y saque unas monedas. -Claro que puedes. Ve y no tardes. -Lavey intercambio su vaso por la monedas y salio corriendo entre la multitud. -Bueno... Parece que nos toca a nosotras buscar un lugar donde sentarnos.
A cada día que pasaba la dragona demostraba mas signos de maduración. Ya no tenia aquel ímpetu arrollador, aquella necesidad primaria por encontrar respuestas a sus preguntas, pero tiene la mirada de alquilen que descubre lo que busca. Ya no preguntaba ni exigía que la elogiaran por sus acciones, pero sonríe satisfecha cuando alcanza su meta.
-¿Has venido sola? -Le preguntaba en tono afable a la mujer procurando entablar conversacional. -Nosotras es la primera vez que venimos al Samhain. -Por la cabeza me pasaban infinidad de preguntas, pero todas eran tan típicas que las deje guardadas. Buscar información sobre un desconocido, podía ser muy invasivo si hacia de forma precipitada.
Cuando Ava propuso su idea de las galletas sonreí de medio lado cohibida, levantando una pequeña bandeja atada con un cordel. -Acabo de comprar unas cuantas. -Las cuentas no salían, eramos tres personas y solo habían dos platos. -Pero si quieres podemos buscar una mesa y comprar una ración mas de comida.
-¡Yo!.. -Salto alegre Lavey levantando un brazo al aire, o mejor dicho, medio levantándolo. El ímpetu inicial de la niña quedo refrenado, el brazo paró a medio camino y rápidamente la pequeña recoloco la mano sobre su propio hombro tratando de ocultar la explosión emocional. -Yo voy. -Dijo mas calmada tratando de serenarse y recordando la enseñanzas de los licantropos. -Puedo hacerlo.
Al ver el cambio de actitud el orgullo comenzó a brillar en mis ojos, metí la mano en el zurrón y saque unas monedas. -Claro que puedes. Ve y no tardes. -Lavey intercambio su vaso por la monedas y salio corriendo entre la multitud. -Bueno... Parece que nos toca a nosotras buscar un lugar donde sentarnos.
A cada día que pasaba la dragona demostraba mas signos de maduración. Ya no tenia aquel ímpetu arrollador, aquella necesidad primaria por encontrar respuestas a sus preguntas, pero tiene la mirada de alquilen que descubre lo que busca. Ya no preguntaba ni exigía que la elogiaran por sus acciones, pero sonríe satisfecha cuando alcanza su meta.
-¿Has venido sola? -Le preguntaba en tono afable a la mujer procurando entablar conversacional. -Nosotras es la primera vez que venimos al Samhain. -Por la cabeza me pasaban infinidad de preguntas, pero todas eran tan típicas que las deje guardadas. Buscar información sobre un desconocido, podía ser muy invasivo si hacia de forma precipitada.
Reivy Abadder
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
El viaje desde Ulmer hasta la península fue... bastante accidentado por decirlo de una forma suave. Si no llega a ser por Toro me hubiese despeñado por un terraplén, casi se me cogen unas sanguijuelas al cuello cuando fuí a beber de un rio si no llega a ser por el aviso de Nuria y un leñador casi me tira un árbol encima porque por suerte, para mi, esté impacto en Toro que quedo algo noqueado unos minutos, el tiempo suficiente como para que el leñador saliera corriendo. Al parecer las palabras de aquel anciano del santuario se estaban cumpliendo y empezaba a dudar de mi supervivencia si aquello continuaba ese ritmo.
Pero al fin habiamos llegado, eso era bueno ¿no? Podía significar un cambio en todo aquello. Bueno, era una vana esperanza que ningún mal tenía mantenerla.
En contra de lo que se podría esperar, por los últimos acontecimientos, el ambiente era bastante festivo en aquella aldea cercana a la Ciudad de Lunargenta. La vida seguía, pese a que los ecos de la guerra aún no se habían apagado, y la gente necesitaba divertirse, sonreír, creer que siempre habría una esperanza, no hacerlo los volvería loco, como a cualquier persona normal.
- Parece divertido, ¿no? - me giré y sonreí a Nuria.
Toro había preferido quedarse en la posada, despues del árbol que le cayó encima estaba algo indispuesto; normal. Aunque a lo mejor debería haber hecho como él, normalmente Nuria era la que se tropezaba, pero en aquel momento era el báculo de mi vejez; por así llamarlo. De no ser por ella ya habría acabado rodando por todo el lugar como una pelota.
- Venga, vayamos a jugar a algo.
El numero de actividades era enorme, y no sabía muy bien por dónde empezar.
- Oye, ¡mira eso! -
Señalé hacia un grupo de gente que observaba como cuatro hacían una especie de disputa. Uno de los hombres estaba a cuatro patas en el suelo, y tenía tumbado boca arriba encima a otro que se sujetaba a él colocando las piernas en sus hombros, mientras se cogía a otro hombre en el lado contrario que estaba en la misma postura. Los dos hombres a cuatro patas intentaban avanzar mientras los que estaban encima intentaba aguantar y llevarse al otro, al parecer era el objetivo para ganar.
- ¿Vamos? - tiro de ella, pero se me resbala su mano y tropiezo con algo que me hace caer de bruces al suelo. - ¡Au! - intento levantarme. - Estoy bien, estoy bien. Vamos.
Pero al fin habiamos llegado, eso era bueno ¿no? Podía significar un cambio en todo aquello. Bueno, era una vana esperanza que ningún mal tenía mantenerla.
En contra de lo que se podría esperar, por los últimos acontecimientos, el ambiente era bastante festivo en aquella aldea cercana a la Ciudad de Lunargenta. La vida seguía, pese a que los ecos de la guerra aún no se habían apagado, y la gente necesitaba divertirse, sonreír, creer que siempre habría una esperanza, no hacerlo los volvería loco, como a cualquier persona normal.
- Parece divertido, ¿no? - me giré y sonreí a Nuria.
Toro había preferido quedarse en la posada, despues del árbol que le cayó encima estaba algo indispuesto; normal. Aunque a lo mejor debería haber hecho como él, normalmente Nuria era la que se tropezaba, pero en aquel momento era el báculo de mi vejez; por así llamarlo. De no ser por ella ya habría acabado rodando por todo el lugar como una pelota.
- Venga, vayamos a jugar a algo.
El numero de actividades era enorme, y no sabía muy bien por dónde empezar.
- Oye, ¡mira eso! -
Señalé hacia un grupo de gente que observaba como cuatro hacían una especie de disputa. Uno de los hombres estaba a cuatro patas en el suelo, y tenía tumbado boca arriba encima a otro que se sujetaba a él colocando las piernas en sus hombros, mientras se cogía a otro hombre en el lado contrario que estaba en la misma postura. Los dos hombres a cuatro patas intentaban avanzar mientras los que estaban encima intentaba aguantar y llevarse al otro, al parecer era el objetivo para ganar.
- ¿Vamos? - tiro de ella, pero se me resbala su mano y tropiezo con algo que me hace caer de bruces al suelo. - ¡Au! - intento levantarme. - Estoy bien, estoy bien. Vamos.
Ircan
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
La vuelta de las islas había sido rápida. Nada me ataba al lugar de mi nacimiento como para quedarme más tiempo. Por ello nos marchamos prácticamente al día siguiente de llegar. Alana y o decidimos desembarcar en Lunargenta, quería ver con mis propios ojos como se estaba reconstruyendo a la ciudad, y saber si era seguro ya la vuelta de Neil a ese lugar. La verdad es que estaba mejor de lo esperado, casi parecía que no había habido una guerra, casi... Aún quedaban cicatrices por cerrar, siempre las habría, aunque eso me diera igual. Pronto volvería a ser un sitio lleno de oportunidades.
Nos habiamos quedado en una posada en las afuerzas antes de proseguir nuestro viaje hacía el norte, las noches comenzaban a ser más largas, siendo el momento en el que podiamos viajar por la condición de mi acompañante. Puede que tuviera suerte y pudiera contratar algún buen carromato con buenas cortinas para subsanar ese problema, pero aún no se había dado eso.
- Al parecer hay una fiesta pueblerina... - le comento cuando llega el sonido del holgorio a través de la ventana. - El sol casi se ha puesto, si gustaís podriamos ir a observar a la plebe ignorante. Me resultan... divertidos. - esbozo una media sonrisa algo siniestra pero puede que hasta seductora. - Vulgares actividades que buscan llenar en vano un vacio en sus vidas sin sentido. A veces suelen ofrecerlo alguna de las divinidades que se han inventado para poder escurrir la culpa de sus tristes vidas. Sin lugar a dudas es algo muy divertido de ver.
Cuando la noche cubre por completoel mundo con su manto, es cuando ambos salimos. La llevo por aquellos embarrados caminos sujeta a mi brazo, sintiendo el calor y tacto de su cuerpo joven y femenino contra el mio, siendo a envidia de muchos de esos musculosos y grandotes plebeyos. Algo que me provoca una sonrisa de superioridad, las leyes de su mundo parecen dictar que los carentes de un fisico abultado como nos no pueden andar con bellezones agarrados del brazo. No hay mayor satisfacción para mi que ir en contra de las reglas de su mundo, ya que no es el mio.
- Mmmm... ¿Por dónde deberiamos empezar? - le doy nos toques en el mentón mirando a mi alrededor. - Mmmm.... no, definitivamente no me apetece levantar troncos y piedras... Es... demasiado cavernicola... ¿Qué tal si empezamos por beber algo? Para ponernos a tono...
La llevo a uno de los puestos cercanos en los que servían algo llamado hidromiel, no lo había provado aún, sería interesante.
- Mmm... nos no ha tomado ese nectar aún... - dije mientras nos sentabamos. - Creo que es algo por dónde empezar...
- ¡He tú! ¡Mierdecilla! - un hombre robusto y con una barba que le llegaba hasta la pechera nos increpa y se sienta junto a nosotros. - ¿¡Qué hace un cacho mierda como tu con un bellezon como este!? ¿¡Cuanto le has pagado!? - grita para que todos le oigan, está haciendo su numerito de hombre machote. - ¡Seguro que no tienes ni polla para metersela a una mujer como esta!
- ¿Disculpe? - el fuego comienza a arden en mi, ese hombre quiere morir, lo sé. Lo está gritando en mi oido.
Se ríe a carcajadas.
- ¡Será mejor que me lleve a esta mujer para que este con un hombre con cojones! - se gira a Alana y yo comienzo a sentir que me sale humo, literalmente.
- Tiene suerte que nos no guste de los hombres... Porque de ser así ya lo habría hecho mujer. - tenía una moneda en mi mano ya al rojo vivo, sólo un instante y...
- ¡Ja! ¡Si el mierdecilla tiene boca! - el hombre ríe y me mira con desprecio. - Demuestra tus palabras mierda. Soy el mejor bebedor de esta taberna. Estas en mi territorio escoria.
- ¡Ah! ¿Que esto es una disputa territorial? Bien, ponga sus condiciones. - me relajo un poco y me tomo esto como un juego, pero no pienso olvidar ninguna ofensa. - Demostraré a todos mis palabras, señorita.
Se escuchan murmullos de fondo, estoy hiriendo de un hombre intocable al parecer. Este da un fuerte golpe en la mesa y me mira con odio.
- Bebamos, el primero en caer pierde. Me quedaré con la chica y tu bolsa, mierdecilla.
Sonrío.
- Mi acompañante no gusta de mujeres tan feas como vos. - mi sonrisa se amplia. Eso provoca más murmullos y que el rostro del hombre se ponga más rojo. - Nos a lo mucho os puede dar el beneficio de intentarlo, si ganais, sólo para divertirme cuando os meta la cabeza por el culo.
- ¡Basta! ¡Bebamos!!
- Un momento, ¿y si gana nos?
- ¡Eso es imposible! - se jacta.
- Sólo los más cobardes no están dispuestos arriesgarse en una apuesta.
- Maldito... Pues otendréis mi bolsa. - deja una pesada bolsa con un sonido metalico en la mesa. - ¡Y mi ropa!
- Nos no quiere su ropa para nada, pero gusta de la humillación que sufrirá.
- ¡Hidromiel aquí por ordalia!
A su grito se suman los de otros que rapidamente nos rodean, al parecer aquello se había convertido en una absurda competición. Las costumbres de estos imbeciles nunca dejan de sorprenderme.
Nos habiamos quedado en una posada en las afuerzas antes de proseguir nuestro viaje hacía el norte, las noches comenzaban a ser más largas, siendo el momento en el que podiamos viajar por la condición de mi acompañante. Puede que tuviera suerte y pudiera contratar algún buen carromato con buenas cortinas para subsanar ese problema, pero aún no se había dado eso.
- Al parecer hay una fiesta pueblerina... - le comento cuando llega el sonido del holgorio a través de la ventana. - El sol casi se ha puesto, si gustaís podriamos ir a observar a la plebe ignorante. Me resultan... divertidos. - esbozo una media sonrisa algo siniestra pero puede que hasta seductora. - Vulgares actividades que buscan llenar en vano un vacio en sus vidas sin sentido. A veces suelen ofrecerlo alguna de las divinidades que se han inventado para poder escurrir la culpa de sus tristes vidas. Sin lugar a dudas es algo muy divertido de ver.
Cuando la noche cubre por completoel mundo con su manto, es cuando ambos salimos. La llevo por aquellos embarrados caminos sujeta a mi brazo, sintiendo el calor y tacto de su cuerpo joven y femenino contra el mio, siendo a envidia de muchos de esos musculosos y grandotes plebeyos. Algo que me provoca una sonrisa de superioridad, las leyes de su mundo parecen dictar que los carentes de un fisico abultado como nos no pueden andar con bellezones agarrados del brazo. No hay mayor satisfacción para mi que ir en contra de las reglas de su mundo, ya que no es el mio.
- Mmmm... ¿Por dónde deberiamos empezar? - le doy nos toques en el mentón mirando a mi alrededor. - Mmmm.... no, definitivamente no me apetece levantar troncos y piedras... Es... demasiado cavernicola... ¿Qué tal si empezamos por beber algo? Para ponernos a tono...
La llevo a uno de los puestos cercanos en los que servían algo llamado hidromiel, no lo había provado aún, sería interesante.
- Mmm... nos no ha tomado ese nectar aún... - dije mientras nos sentabamos. - Creo que es algo por dónde empezar...
- ¡He tú! ¡Mierdecilla! - un hombre robusto y con una barba que le llegaba hasta la pechera nos increpa y se sienta junto a nosotros. - ¿¡Qué hace un cacho mierda como tu con un bellezon como este!? ¿¡Cuanto le has pagado!? - grita para que todos le oigan, está haciendo su numerito de hombre machote. - ¡Seguro que no tienes ni polla para metersela a una mujer como esta!
- ¿Disculpe? - el fuego comienza a arden en mi, ese hombre quiere morir, lo sé. Lo está gritando en mi oido.
Se ríe a carcajadas.
- ¡Será mejor que me lleve a esta mujer para que este con un hombre con cojones! - se gira a Alana y yo comienzo a sentir que me sale humo, literalmente.
- Tiene suerte que nos no guste de los hombres... Porque de ser así ya lo habría hecho mujer. - tenía una moneda en mi mano ya al rojo vivo, sólo un instante y...
- ¡Ja! ¡Si el mierdecilla tiene boca! - el hombre ríe y me mira con desprecio. - Demuestra tus palabras mierda. Soy el mejor bebedor de esta taberna. Estas en mi territorio escoria.
- ¡Ah! ¿Que esto es una disputa territorial? Bien, ponga sus condiciones. - me relajo un poco y me tomo esto como un juego, pero no pienso olvidar ninguna ofensa. - Demostraré a todos mis palabras, señorita.
Se escuchan murmullos de fondo, estoy hiriendo de un hombre intocable al parecer. Este da un fuerte golpe en la mesa y me mira con odio.
- Bebamos, el primero en caer pierde. Me quedaré con la chica y tu bolsa, mierdecilla.
Sonrío.
- Mi acompañante no gusta de mujeres tan feas como vos. - mi sonrisa se amplia. Eso provoca más murmullos y que el rostro del hombre se ponga más rojo. - Nos a lo mucho os puede dar el beneficio de intentarlo, si ganais, sólo para divertirme cuando os meta la cabeza por el culo.
- ¡Basta! ¡Bebamos!!
- Un momento, ¿y si gana nos?
- ¡Eso es imposible! - se jacta.
- Sólo los más cobardes no están dispuestos arriesgarse en una apuesta.
- Maldito... Pues otendréis mi bolsa. - deja una pesada bolsa con un sonido metalico en la mesa. - ¡Y mi ropa!
- Nos no quiere su ropa para nada, pero gusta de la humillación que sufrirá.
- ¡Hidromiel aquí por ordalia!
A su grito se suman los de otros que rapidamente nos rodean, al parecer aquello se había convertido en una absurda competición. Las costumbres de estos imbeciles nunca dejan de sorprenderme.
- Off:
- Suerte de runa normal
Rumpel
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
La voz de Rumpel volvió a Alana desde su pensamiento al mundo real. Su viaje estaba siendo muy tranquilo y rápido., Aunque lo que ha pasado en el bosque no ha sido nada tranquilo, pero aun así lo consideraba bueno, tan sólo estaba quemada de forma superficial y algo magullada. Su Maestro al ver el hecho tan solo la examino sin decir mucho más y se comportaba algo más protector desde ese momento. La resultaba curioso que lo hiciera, como si él fuera el culpable de esas quemaduras. De todas formas, daba igual, su piel ya tenía el aspecto perfecto, cómo siempre. Pero el tormento de las imágenes y lo que sucedió ahí aun la tenía inquieta.
“Deja de analizarlo todo y tan sólo diviértete. Me aburre estar aquí comiendo el coco.”
La vampiresa ignoro la voz en su mente.
Retiro su capucha tupida para hablar, viendo los ojos vivos y animados de su mentor. Sólo para posar sus ojos en la boca de este, para ver la sonrisa retorcida, que la encantaba era una señal de que algo divertido sucedería. Rumpel resultaba tan atractivo como un tsunami que prometía arrasarlo todo con este fuego que poseía, tan retorcido y manipulador, que ella se sentía “presa” de la visión y deseaba más. Una atracción fatal sin duda para una relación tan extraña basada en todo menos afecto amoroso, pero el amor estaba sobrevalorado y ella ni si quiera se acordaba de haberlo sentido alguna vez.
“Patético sentimiento de los débiles…”
-No le veo mucho sentido a estas festividades, solo son útiles para fines de conseguir información o matar sin que nadie te vea….-recordó la última festividad en la que mató a su supuesto hermano y sus lacayos….aun no lo había compartido con nadie aquello, por lo que el recuerdo envió un escalofrió por su cuerpo…-no veo mucha diversión en ver como miden su orgullo y sueltan feromonas por ahí…Además no me gustan mucho las multitudes que me observen de cerca o me tomen como si estaría interesada en alguna de las presencias…-Alana miro a los ojos al hombre y pudo leer sus ganas de ser parte de aquello, así que tan solo suspiro resignada...- bueno…..vale, acepto la invitación, Maestro….siempre y cuando pueda matar a alguien para la “cena” y puede que verle participando en alguno de estos juegos estúpido que suelen tener lugar en sitios como ese, sin que me meta en ello…
Lo dijo casi divertida, imaginándose a Rumpel midiendo su fuerza con los pueblerinos y quemándolos después.
La vampiresa dejo su cabello plata suelto ya no lo tenía tan largo como antes, gracias a una de sus aventuras, pero la ventaja de ser un vampiro era que todo sana y crece muy rápido, recogiendo tan solo unos mechones tras su oreja. No uso la capucha, era la primera vez en mucho tiempo que no se escondería entre la multitud. Esta noche no tenía misiones que cumplir o cosas que averiguar, asique tan solo disfruto del tacto masculino en su brazo y camino tranquilamente, dejando que él la guie por el sitio. Ignoro por completo las miradas de los demás, aunque no descuidó en ningún momento la seguridad de ambos.
-Pues yo diría que levantar troncos sería una actividad vulgar que me haría gracias ver como vos la llevarías a cabo, Maestro...
Alana pico un poco el orgullo del hombre, pero por lo visto no lo suficiente…
-El alcohol, siempre es una buena idea, aunque he de advertirle que el hidromiel es bastante fuerte si se bebe mucho de golpe….
La fémina se sentó al lado del mago y acepto su jarra de hidromiel. Pero sus sentidos fueron alterados por una mirada algo febril que tenía sobre ella y la voz absurda sonando en dirección a Rumpel. Casi saca su daga y le arranca el corazón ahí mismo.
“¿Pagarme? En serio, me ha tomado por una mujer fácil….Creo que este imbécil necesita una clase particular de modales…Aunque…alguien me prometió diversión!”
Unas carcajadas que deseaba acallar de un golpe, pero se aguantó, viendo como el humo salía de su maestro de forma literal, lo que la hizo ver si quemaría a alguien por ella…
“Hasta donde aguantaría él una provocación?”
Miro al hombre desconocido a los ojos, valorándolo, tan sólo un bravucón pueblerino que no tenía ni idea con quien estaba hablando. Y escucho casi tranquila la conversación, mirando de hito en hito a su Maestro que parecía muy seguro de sí mismo y sobre ella.
“Te está usando como premio!....Shhhh! cállate, no lo hace. Deja de provocarme!...Eres tan ingenua, a veces desearía que las tornas cambien y sea yo quien nos lleve a algo de una diversión real….Te dije que te calles!”
Alana mira la bolsa con dinero, y a la multitud alrededor, era exactamente esto lo que no la gustaba de estas fiestas. Tener a toda esta gente tan cerca de ella, sus instintos la decía que degollé y arranque la garganta a cada uno de ellos. Pero esto era tan solo un juego más y el “culpable” era su Maestro….haría que sufra, como lo está haciendo ella….
-Pero que fuerte y grande te ves, encanto. Sin duda puedes tomar toda la hidromiel que te pongan por delante y claro está, tener a cualquier mujer….
Con la última parte miro a Rumpel, le provocaba y le haría sufrir por meterla justo en una situación que ella no deseaba tener.
La fémina paso la mano por el brazo del humo, con coquetería, halagando aquel orgullo sin que en realidad la importe un bledo, ni siquiera su sangre era de su agrado, pero esto era un espectáculo para otro jugador.
Con suavidad y coqueteo retiro el cabello de su cara y miro al hombre con una sonrisa misteriosa, sin revelar sus dientes. Cuando hidromiel llego….
-Pasaré la noche con el que gané esta competición!
Declaró, sin duda era una mentira, tenía claro con quien pasaría su noche en cualquier caso, pero era hora de jugar y no estaba dispuesta a quedarse fuera de este juego que la ha tomado en sus reglas sin que ella se lo pida.
“Deja de analizarlo todo y tan sólo diviértete. Me aburre estar aquí comiendo el coco.”
La vampiresa ignoro la voz en su mente.
Retiro su capucha tupida para hablar, viendo los ojos vivos y animados de su mentor. Sólo para posar sus ojos en la boca de este, para ver la sonrisa retorcida, que la encantaba era una señal de que algo divertido sucedería. Rumpel resultaba tan atractivo como un tsunami que prometía arrasarlo todo con este fuego que poseía, tan retorcido y manipulador, que ella se sentía “presa” de la visión y deseaba más. Una atracción fatal sin duda para una relación tan extraña basada en todo menos afecto amoroso, pero el amor estaba sobrevalorado y ella ni si quiera se acordaba de haberlo sentido alguna vez.
“Patético sentimiento de los débiles…”
-No le veo mucho sentido a estas festividades, solo son útiles para fines de conseguir información o matar sin que nadie te vea….-recordó la última festividad en la que mató a su supuesto hermano y sus lacayos….aun no lo había compartido con nadie aquello, por lo que el recuerdo envió un escalofrió por su cuerpo…-no veo mucha diversión en ver como miden su orgullo y sueltan feromonas por ahí…Además no me gustan mucho las multitudes que me observen de cerca o me tomen como si estaría interesada en alguna de las presencias…-Alana miro a los ojos al hombre y pudo leer sus ganas de ser parte de aquello, así que tan solo suspiro resignada...- bueno…..vale, acepto la invitación, Maestro….siempre y cuando pueda matar a alguien para la “cena” y puede que verle participando en alguno de estos juegos estúpido que suelen tener lugar en sitios como ese, sin que me meta en ello…
Lo dijo casi divertida, imaginándose a Rumpel midiendo su fuerza con los pueblerinos y quemándolos después.
La vampiresa dejo su cabello plata suelto ya no lo tenía tan largo como antes, gracias a una de sus aventuras, pero la ventaja de ser un vampiro era que todo sana y crece muy rápido, recogiendo tan solo unos mechones tras su oreja. No uso la capucha, era la primera vez en mucho tiempo que no se escondería entre la multitud. Esta noche no tenía misiones que cumplir o cosas que averiguar, asique tan solo disfruto del tacto masculino en su brazo y camino tranquilamente, dejando que él la guie por el sitio. Ignoro por completo las miradas de los demás, aunque no descuidó en ningún momento la seguridad de ambos.
-Pues yo diría que levantar troncos sería una actividad vulgar que me haría gracias ver como vos la llevarías a cabo, Maestro...
Alana pico un poco el orgullo del hombre, pero por lo visto no lo suficiente…
-El alcohol, siempre es una buena idea, aunque he de advertirle que el hidromiel es bastante fuerte si se bebe mucho de golpe….
La fémina se sentó al lado del mago y acepto su jarra de hidromiel. Pero sus sentidos fueron alterados por una mirada algo febril que tenía sobre ella y la voz absurda sonando en dirección a Rumpel. Casi saca su daga y le arranca el corazón ahí mismo.
“¿Pagarme? En serio, me ha tomado por una mujer fácil….Creo que este imbécil necesita una clase particular de modales…Aunque…alguien me prometió diversión!”
Unas carcajadas que deseaba acallar de un golpe, pero se aguantó, viendo como el humo salía de su maestro de forma literal, lo que la hizo ver si quemaría a alguien por ella…
“Hasta donde aguantaría él una provocación?”
Miro al hombre desconocido a los ojos, valorándolo, tan sólo un bravucón pueblerino que no tenía ni idea con quien estaba hablando. Y escucho casi tranquila la conversación, mirando de hito en hito a su Maestro que parecía muy seguro de sí mismo y sobre ella.
“Te está usando como premio!....Shhhh! cállate, no lo hace. Deja de provocarme!...Eres tan ingenua, a veces desearía que las tornas cambien y sea yo quien nos lleve a algo de una diversión real….Te dije que te calles!”
Alana mira la bolsa con dinero, y a la multitud alrededor, era exactamente esto lo que no la gustaba de estas fiestas. Tener a toda esta gente tan cerca de ella, sus instintos la decía que degollé y arranque la garganta a cada uno de ellos. Pero esto era tan solo un juego más y el “culpable” era su Maestro….haría que sufra, como lo está haciendo ella….
-Pero que fuerte y grande te ves, encanto. Sin duda puedes tomar toda la hidromiel que te pongan por delante y claro está, tener a cualquier mujer….
Con la última parte miro a Rumpel, le provocaba y le haría sufrir por meterla justo en una situación que ella no deseaba tener.
La fémina paso la mano por el brazo del humo, con coquetería, halagando aquel orgullo sin que en realidad la importe un bledo, ni siquiera su sangre era de su agrado, pero esto era un espectáculo para otro jugador.
Con suavidad y coqueteo retiro el cabello de su cara y miro al hombre con una sonrisa misteriosa, sin revelar sus dientes. Cuando hidromiel llego….
-Pasaré la noche con el que gané esta competición!
Declaró, sin duda era una mentira, tenía claro con quien pasaría su noche en cualquier caso, pero era hora de jugar y no estaba dispuesta a quedarse fuera de este juego que la ha tomado en sus reglas sin que ella se lo pida.
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Alana
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Puede que ya llevara bastante tiempo conviviendo con Xana, pero aun así me era difícil imaginar qué orden podría darme. Posiblemente no sería nada que resultase arriesgado o vergonzoso para mí. Podía estar casi seguro de eso. No obstante, me sentía intranquilo de todas formas.
–Bueno –habló Hyro, despreocupado, colocando sus manos en la nuca–, si tu orden es que te dé hijos, entonces… obedeceré. –Sonrió enseñando todos los dientes.
–¿Qué tal la doma de caballos? ¡Quiero intentarlo! –anunció Xana justo antes de correr.
–¡Hey! No me ignores. –Hyro bajó los hombros y se encorvó–. ¿Por qué las mujeres no pueden ver lo hermoso que soy? –Volteó hacia mí, intentando buscar consuelo–. ¿Acaso hay algo que deba mejorar en mí?
–Olvídate de esas estupideces –respondí para luego acercarme a Hyro y, sin apartar la mirada de Xana, le susurré–: Este es un buen momento para escapar. Debemos buscar la manera de que Xana pierda sus recuerdos del día de hoy, así jamás nos veremos obligados a seguir ninguna orden.
–No seas imbécil. Si no quieres obedecerla, simplemente no lo hagas.
Me alejé de Hyro y mostré una sobreactuada expresión de indignación.
–¿Cómo puedes decir eso? ¿Acaso no eres un hombre de palabra? –Negué con la cabeza, fingiendo estar decepcionado–. Por eso sigues soltero.
Hyro se quedó mirándome por unos segundos, luego soltó un suspiro largo y murmuró:
–¿Para qué demonios le pido opinión a un virgen?
–Bueno –habló Hyro, despreocupado, colocando sus manos en la nuca–, si tu orden es que te dé hijos, entonces… obedeceré. –Sonrió enseñando todos los dientes.
–¿Qué tal la doma de caballos? ¡Quiero intentarlo! –anunció Xana justo antes de correr.
–¡Hey! No me ignores. –Hyro bajó los hombros y se encorvó–. ¿Por qué las mujeres no pueden ver lo hermoso que soy? –Volteó hacia mí, intentando buscar consuelo–. ¿Acaso hay algo que deba mejorar en mí?
–Olvídate de esas estupideces –respondí para luego acercarme a Hyro y, sin apartar la mirada de Xana, le susurré–: Este es un buen momento para escapar. Debemos buscar la manera de que Xana pierda sus recuerdos del día de hoy, así jamás nos veremos obligados a seguir ninguna orden.
–No seas imbécil. Si no quieres obedecerla, simplemente no lo hagas.
Me alejé de Hyro y mostré una sobreactuada expresión de indignación.
–¿Cómo puedes decir eso? ¿Acaso no eres un hombre de palabra? –Negué con la cabeza, fingiendo estar decepcionado–. Por eso sigues soltero.
Hyro se quedó mirándome por unos segundos, luego soltó un suspiro largo y murmuró:
–¿Para qué demonios le pido opinión a un virgen?
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–¿Y esta vez a qué saben esas biusas? –preguntó Hyro. Los tres habíamos regresado a los puestos de comida y nos sentamos en una mesa para comer las biusas que compré anteriormente. Bueno, éramos Xana y yo los que comíamos. Hyro solo estaba acompañándonos con los brazos cruzados, examinando los alrededores con la mirada en busca de una linda chica con la cual ligar.
–Tienen sabor a bollo dulce –le respondí justo antes de llevarme una biusa a la boca. Hyro me miró con una ceja arqueada.
–Rauko… –empezó–, ¿estás diciéndome que gastaste mis aeros para comprar frutas que saben igual a los bollos dulces que están regalando? –Me encogí de hombros. Él resopló y continuó–. Recuerda que tú no me venciste en el juego, así que aún exijo que me pagues por…
–Nope –interrumpió Xana. Luego levantó el dedo índice al cielo y llenó sus pulmones con aire–, Hyro, te ordeno que te olvides de…
Pero antes de que pudiera dar su orden, alguien gritó “cuidado”. Unos cuantos barriles venían hacia nosotros con una clara intención de apachurrar a todos los que estuvieran en su camino. Y, por desgracia, nosotros estábamos de primero en ese camino.
Xana no tuvo que pensarlo. Al instante un aura de luz rodeó todo su cuerpo y, luego de eso, la energía dentro de ella escapó hacia todas direcciones como una onda expansiva.[1]
Los barriles se destruyeron, bañando los alrededores con el líquido en su interior, o fueron desviados hacia los lados, hacia donde no encontrarían víctimas. Pero tanto Hyro, como nuestra mesa y yo, también salimos dolorosamente impelidos por la explosión y quedamos estampados contra el suelo, mientras que nuestras biusas salieron volando hacia distintas direcciones.
Todo mi hermoso cuerpo dolía, así que fue difícil levantarme, pero nada dolía más que saber que había perdido mis biusas.
–Rauko, ¿estás bien? –preguntó Xana, claramente preocupada.
–¡Yo estoy bien! –exclamó Hyro, aún en el suelo–. Gracias por preguntar.
Pero los ignoré a ambos. Acababa de descubrir la presencia de una mujer conocida y toda mi atención se puso sobre ella.
–H-hola…, Níniel –saludé un poco nervioso… un poco bastante. La última vez que nos vimos fue cuando invadí la torre de su gremio para robarle un objeto valioso… y eso no fue algo muy bueno a pesar de que mis verdaderas intenciones no eran malvadas–. Oye… sobre lo que pasó aquella vez… –Simplemente no sabía cómo disculparme.
–¿Por qué Rauko está tan nervioso con ella? –se preguntó Xana a sí misma, en voz baja para que nadie la escuchara. Pero Hyro la escuchó de alguna manera, y se levantó y se colocó detrás de Xana a una velocidad increíble, solo para decir una mentira y deleitarse con la reacción que vería en la pobre elfa.
–Es una exnovia de él –le susurró al oído a Xana, quien de inmediato experimentó una extraña sensación de inferioridad al comparar ciertos atributos suyos con los de Níniel.
–Tienen sabor a bollo dulce –le respondí justo antes de llevarme una biusa a la boca. Hyro me miró con una ceja arqueada.
–Rauko… –empezó–, ¿estás diciéndome que gastaste mis aeros para comprar frutas que saben igual a los bollos dulces que están regalando? –Me encogí de hombros. Él resopló y continuó–. Recuerda que tú no me venciste en el juego, así que aún exijo que me pagues por…
–Nope –interrumpió Xana. Luego levantó el dedo índice al cielo y llenó sus pulmones con aire–, Hyro, te ordeno que te olvides de…
Pero antes de que pudiera dar su orden, alguien gritó “cuidado”. Unos cuantos barriles venían hacia nosotros con una clara intención de apachurrar a todos los que estuvieran en su camino. Y, por desgracia, nosotros estábamos de primero en ese camino.
Xana no tuvo que pensarlo. Al instante un aura de luz rodeó todo su cuerpo y, luego de eso, la energía dentro de ella escapó hacia todas direcciones como una onda expansiva.[1]
Los barriles se destruyeron, bañando los alrededores con el líquido en su interior, o fueron desviados hacia los lados, hacia donde no encontrarían víctimas. Pero tanto Hyro, como nuestra mesa y yo, también salimos dolorosamente impelidos por la explosión y quedamos estampados contra el suelo, mientras que nuestras biusas salieron volando hacia distintas direcciones.
Todo mi hermoso cuerpo dolía, así que fue difícil levantarme, pero nada dolía más que saber que había perdido mis biusas.
–Rauko, ¿estás bien? –preguntó Xana, claramente preocupada.
–¡Yo estoy bien! –exclamó Hyro, aún en el suelo–. Gracias por preguntar.
Pero los ignoré a ambos. Acababa de descubrir la presencia de una mujer conocida y toda mi atención se puso sobre ella.
–H-hola…, Níniel –saludé un poco nervioso… un poco bastante. La última vez que nos vimos fue cuando invadí la torre de su gremio para robarle un objeto valioso… y eso no fue algo muy bueno a pesar de que mis verdaderas intenciones no eran malvadas–. Oye… sobre lo que pasó aquella vez… –Simplemente no sabía cómo disculparme.
–¿Por qué Rauko está tan nervioso con ella? –se preguntó Xana a sí misma, en voz baja para que nadie la escuchara. Pero Hyro la escuchó de alguna manera, y se levantó y se colocó detrás de Xana a una velocidad increíble, solo para decir una mentira y deleitarse con la reacción que vería en la pobre elfa.
–Es una exnovia de él –le susurró al oído a Xana, quien de inmediato experimentó una extraña sensación de inferioridad al comparar ciertos atributos suyos con los de Níniel.
(☞゚∀゚)☞ OFFROL ☜(゚∀゚☜)
[1] Xana utiliza su habilidad nivel 1: Nova de Luz.Interactúo con Níniel Thenidiel para salvar su día =D
Rauko
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Lunargenta era un mercado mucho más grande y ambicioso para Uther y sus pieles. Traía muchas expectativas, la más grande de todas, más que vender todas las pieles, era probar la mayor cantidad de cervezas locales. Él era un experto en la materia y conocía los buenos sabores de su zona, pero nunca antes había estado en la capital humana. Al ser la capital, seguro había una variedad casi infinita de cervezas. Ya se veía rodando entre jarras y barriles. ¡Qué felicidad! Aún no llegaba a las murallas, solo se veían a lo lejos, pero ya podía saborear la cebada fermentada. Se relamía de solo imaginarla.
Pronto se vio en la cola de una caravana, al parecer todos iban a Lunargenta -¿Vas a la capital?- preguntó a una chica bonita que llevaba una oveja amarrada con un cordel -Casi, voy al templo- respondió ella, sonriendo con un leve dejo de coquetería. -Oh vaya.. ¿eres muy devota?- preguntó, entablando conversación con la chica. Hablando con ella, supo que aquella caravana iba en procesión al templo de los dioses que estaba un par de kilómetros más adelante y que llevaban ofrendas para que Odin y el resto del panteón los bendijera en Samhain.
Uther no era muy religioso, aunque creía en los dioses, olvidaba a menudo rezarles o encomendarse. Hacer sacrificios y todo esa parafernalia quedaba para los ancianos de su clan. Pero bueno, con tal de ganar los buenos ojos de aquella preciosura... bien valía la pena entrar a orar al templo e hincar rodilla frente a la figura de Freyja -Por favor, gran señora, que esta chica me conceda sus amores...- pidió descarado.
Llegando la noche, la caravana de peregrinos a la que el lupino se había unido en su camino hacia Lunargenta, arribó a una feria. Los ojos de Uther brillaron al ver el lugar, bullente y vibrante. La guapa muchacha, la razón por la cual él se había desviado de su camino y unido a esa caravana, quedó en el olvido pues él, deslumbrado, se perdió entre todas las tiendas, buscando los juegos que eran comunes en aquellos festejos. Tenía un concurso en mente, que seguramente estaba por allí, tenía que estar: el lanzamiento de hachas. Pasó por varios, lanzamiento de troncos, de discos, tiro al blanco, el del que más coma, hasta uno de el que más vino beba. Pero a pesar de sentirse tentado a beber hasta que el líquido le saliera por las orejas, su favorito era el del lanzamiento de hachas.
Cuando finalmente lo encontró, apostó un par de pieles de venado. Habían cinco tipos más inscritos, todos unos recios hombres peludos, a quienes se les notaba más el animal que el hombre. Uther se veía diminuto al lado de ellos, pero no por eso se amedrentó, al contrario, estaba seguro que ganaría.
Pronto se vio en la cola de una caravana, al parecer todos iban a Lunargenta -¿Vas a la capital?- preguntó a una chica bonita que llevaba una oveja amarrada con un cordel -Casi, voy al templo- respondió ella, sonriendo con un leve dejo de coquetería. -Oh vaya.. ¿eres muy devota?- preguntó, entablando conversación con la chica. Hablando con ella, supo que aquella caravana iba en procesión al templo de los dioses que estaba un par de kilómetros más adelante y que llevaban ofrendas para que Odin y el resto del panteón los bendijera en Samhain.
Uther no era muy religioso, aunque creía en los dioses, olvidaba a menudo rezarles o encomendarse. Hacer sacrificios y todo esa parafernalia quedaba para los ancianos de su clan. Pero bueno, con tal de ganar los buenos ojos de aquella preciosura... bien valía la pena entrar a orar al templo e hincar rodilla frente a la figura de Freyja -Por favor, gran señora, que esta chica me conceda sus amores...- pidió descarado.
Llegando la noche, la caravana de peregrinos a la que el lupino se había unido en su camino hacia Lunargenta, arribó a una feria. Los ojos de Uther brillaron al ver el lugar, bullente y vibrante. La guapa muchacha, la razón por la cual él se había desviado de su camino y unido a esa caravana, quedó en el olvido pues él, deslumbrado, se perdió entre todas las tiendas, buscando los juegos que eran comunes en aquellos festejos. Tenía un concurso en mente, que seguramente estaba por allí, tenía que estar: el lanzamiento de hachas. Pasó por varios, lanzamiento de troncos, de discos, tiro al blanco, el del que más coma, hasta uno de el que más vino beba. Pero a pesar de sentirse tentado a beber hasta que el líquido le saliera por las orejas, su favorito era el del lanzamiento de hachas.
Cuando finalmente lo encontró, apostó un par de pieles de venado. Habían cinco tipos más inscritos, todos unos recios hombres peludos, a quienes se les notaba más el animal que el hombre. Uther se veía diminuto al lado de ellos, pero no por eso se amedrentó, al contrario, estaba seguro que ganaría.
Uther
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Sonrío ante las provacaciones de mi pupila. Bueno, es una fiesta, ¿no? Hay que divertirse.
- Ha tenido suerte, señor. La dama a aceptado, a lo mejor hasta me planteo perder a propósito. - dirijo una mirada divertida a Alana. - Pero a nos le apetece beber, veamos quién tiene más sed.
Se escuchan vitores y comienzan a juntarse más hombres. Las apuestas comienzan a escucharse a voces, y el dinero corre como el agua. Al parecer pocos apuestan por mi, lo que me gusta, eso siempre es bueno. Incluso entro en la apuesta integrando unos cuantos aeros por mi persona.
Una mujer trae dos grandes jarras y luego nos coloca los vasos. Ambos comenzamos a llenar nuestros respectivos recipientes, él con más efusividad que yo. Para mi todo esto es un juego. Él es quién empieza bebiendo de golpe el hidromiel con un fuerte grito al final que levanta los vitores de los espectadores. Está repleto de confianza, lo que me da toda la ventaja en un juego de bebida. Yo por mi parte bebo despacio pero sin pausa, acabandome también el vaso pero tomandome mi tiempo para saborear el néctar.
- Vaya... ¿De verdad que no es agua? - miro con una sonrisa a mi contrincante, desafiándolo a que siga siendo imprudente.
- ¡Te vas a cagar mierdecilla! - vuelve a llenar su baso con ahínco y lo vuelve a beber prácticamente de un trago. - ¡Vamos! - se levanta y anima al publico para que le vitoreen.
Sonrío y lleno mi jarra lentamente, el tiempo es fundamental en ese tipo de juegos. Una vez lleno lo bebo de nuevo sin prisa pero sin pausa.
- ¿Y bien? ¿Dónde está el reto de esto?
Vuelve a gruñir furioso y cada vez bebe más de prisa, pero sus piques no me afectan, se bien que quiero.
Las jarras se suceden hasta llegar a la cuarta. La gente ya mira con expectación, las apuestas han cambiado, incluso comienzan a igualarse. Mi enemigo me mira furioso pero con un ojo ligeramente caído ya, ha bebido muy deprisa. Pero yo tampoco estoy mejor, comienzo a notar el mareo del alcohol apoderándose de mi cabeza, pero mi sonrisa sigue indemne.
Mi contrincante vuelve a pegar otro trago de golpe y deja caer la jarra con fuerza contra la mesa, mirándome con una sonrisa. Ya no puede vitorear por si mismo, aunque de eso ahora se encarga plenamente el público. Yo acerco el vaso lentamente a mis labios, soy consciente de que también estoy al limite, aquello ha sido más difícil de lo esperado. Bebo lentamente recibiendo el escaso apoyo de los que han apostado por mi, pero termino y dejo delicadamente el vaso en la mesa. Le llenan el vaso a mi enemigo, que lo mira con pesadez, lo toma y comienza a beber, ya no con velocidad y mucho hidromiel cae por la comisura de sus labios, hasta que el que cae hacía atrás es él.
Todo el mundo me mira a mi. Me llenan la jarra y la miro con una sonrisa. La tomo y la levanto dedicándosela a ellos y comienzo a beber lentamente. Siento los ojos pesados y la sensación de querer dormir, pero mi mente es más poderosa que el alcohol. Yo soy el único amo de mi cuerpo, vacio el vaso y lo dejo caer boca abajo en la mesa, para constatar que no me he dejado nada.
Hay aplausos y abucheos, y cojo la bolsa del dinero del contrincante con una sonrisa. Me cuesta levantarme y dirigirme al corredor de la apuesta exigiéndole mi dinero. Este me lo entrega con cierto temor y rabia, lo siento, es lo que hay. Aún sonriente me dirijo a mi pupila y le entrego la bolsa de aeros.
- Paga ti... pog lhas... molesquias... - me relamo los labios y paladeo. - Nos... siente... que no puegas pajar la noche con el... - miro al borracho en el suelo. - hombrecon... - me encojo de hombros. - ¿Continuamos...?
Me zarandeo un poco sin poder quedarme quieto ofreciéndole mi brazo intentando aparentar la mayor normalidad posible, algo bastante complicado.
- Ha tenido suerte, señor. La dama a aceptado, a lo mejor hasta me planteo perder a propósito. - dirijo una mirada divertida a Alana. - Pero a nos le apetece beber, veamos quién tiene más sed.
Se escuchan vitores y comienzan a juntarse más hombres. Las apuestas comienzan a escucharse a voces, y el dinero corre como el agua. Al parecer pocos apuestan por mi, lo que me gusta, eso siempre es bueno. Incluso entro en la apuesta integrando unos cuantos aeros por mi persona.
Una mujer trae dos grandes jarras y luego nos coloca los vasos. Ambos comenzamos a llenar nuestros respectivos recipientes, él con más efusividad que yo. Para mi todo esto es un juego. Él es quién empieza bebiendo de golpe el hidromiel con un fuerte grito al final que levanta los vitores de los espectadores. Está repleto de confianza, lo que me da toda la ventaja en un juego de bebida. Yo por mi parte bebo despacio pero sin pausa, acabandome también el vaso pero tomandome mi tiempo para saborear el néctar.
- Vaya... ¿De verdad que no es agua? - miro con una sonrisa a mi contrincante, desafiándolo a que siga siendo imprudente.
- ¡Te vas a cagar mierdecilla! - vuelve a llenar su baso con ahínco y lo vuelve a beber prácticamente de un trago. - ¡Vamos! - se levanta y anima al publico para que le vitoreen.
Sonrío y lleno mi jarra lentamente, el tiempo es fundamental en ese tipo de juegos. Una vez lleno lo bebo de nuevo sin prisa pero sin pausa.
- ¿Y bien? ¿Dónde está el reto de esto?
Vuelve a gruñir furioso y cada vez bebe más de prisa, pero sus piques no me afectan, se bien que quiero.
Las jarras se suceden hasta llegar a la cuarta. La gente ya mira con expectación, las apuestas han cambiado, incluso comienzan a igualarse. Mi enemigo me mira furioso pero con un ojo ligeramente caído ya, ha bebido muy deprisa. Pero yo tampoco estoy mejor, comienzo a notar el mareo del alcohol apoderándose de mi cabeza, pero mi sonrisa sigue indemne.
Mi contrincante vuelve a pegar otro trago de golpe y deja caer la jarra con fuerza contra la mesa, mirándome con una sonrisa. Ya no puede vitorear por si mismo, aunque de eso ahora se encarga plenamente el público. Yo acerco el vaso lentamente a mis labios, soy consciente de que también estoy al limite, aquello ha sido más difícil de lo esperado. Bebo lentamente recibiendo el escaso apoyo de los que han apostado por mi, pero termino y dejo delicadamente el vaso en la mesa. Le llenan el vaso a mi enemigo, que lo mira con pesadez, lo toma y comienza a beber, ya no con velocidad y mucho hidromiel cae por la comisura de sus labios, hasta que el que cae hacía atrás es él.
Todo el mundo me mira a mi. Me llenan la jarra y la miro con una sonrisa. La tomo y la levanto dedicándosela a ellos y comienzo a beber lentamente. Siento los ojos pesados y la sensación de querer dormir, pero mi mente es más poderosa que el alcohol. Yo soy el único amo de mi cuerpo, vacio el vaso y lo dejo caer boca abajo en la mesa, para constatar que no me he dejado nada.
Hay aplausos y abucheos, y cojo la bolsa del dinero del contrincante con una sonrisa. Me cuesta levantarme y dirigirme al corredor de la apuesta exigiéndole mi dinero. Este me lo entrega con cierto temor y rabia, lo siento, es lo que hay. Aún sonriente me dirijo a mi pupila y le entrego la bolsa de aeros.
- Paga ti... pog lhas... molesquias... - me relamo los labios y paladeo. - Nos... siente... que no puegas pajar la noche con el... - miro al borracho en el suelo. - hombrecon... - me encojo de hombros. - ¿Continuamos...?
Me zarandeo un poco sin poder quedarme quieto ofreciéndole mi brazo intentando aparentar la mayor normalidad posible, algo bastante complicado.
- Off:
- Efectos de la runa normal. Gano el juego, pero quedo más borracho que una cuba, una de cal y una de arena jejeje
Rumpel
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
Lavey no tardó en imitar su gesto presentando a su acompañante y a sí misma, a lo que la mujer bestia respondió con una sincera sonrisa e inclinando levemente la cabeza, tal como su padre le había enseñado. - Estoy segura de que los dioses apreciarán las habilidades que habéis demostrado en los juegos. - comentó, sin pararse a pensar demasiado en su mala suerte, quizá pudiese ganarse el favor de los ases más adelante… o incluso en otra actividad si llegaba a probar suerte de nuevo.
Pronto Ava descubrió que Reivy se le había adelantado, llevaba consigo dos raciones de comida y eso la hizo pensar en la bebida que sostenía, ¿era para ella? ¿se la habría dado la pequeña por pena al ver su terrible actuación con el arco? Esas ideas hicieron que clavase la mirada en el suelo, avergonzada. - Padre no se sentiría orgulloso de mí. - pensó, pero Bullier a pesar de lo estricto que podía llegar a parecer, solo quería lo mejor para su hija y que fuese capaz de cuidarse por sí sola.
El repentino salto de la rubia la hizo alzar la vista, pero antes de que pudiese decir nada, Lavey se perdió entre el gentío con una velocidad asombrosa. - No, espera. - alcanzó a pronunciar, pero ya solo veía la dorada cabellera de la niña alejándose de ellas a toda prisa. - Se suponía que debía ser yo quien os invitase, ahora estaré en deuda con las dos. - comentó en voz baja, buscando el rostro de la mujer. Desde pequeña el hombre toro la había enseñado a ser amable y agradecida con quienes la tratasen del mismo modo, no podía olvidar los principios con que se había criado.
- Creo que aún quedan algunas mesas libres no muy lejos de aquí. - dijo a continuación, señalando en dirección a una zona algo menos atestada. Algo de tranquilidad le vendría bien, sobre todo para apartarse de las miradas ajenas y no tener que preocuparse de golpear a nadie con sus aparatosas alas, esas que en Midgar solía llevar casi desplegadas la mayor parte del tiempo y que ahora estaban totalmente pegadas a su cuerpo. - ¿Lavey nos encontrará no? - preguntó, aunque de ser necesario podía hacerse notar por encima de la multitud gracias a sus rasgos de bestia.
Dando por hecho que la pequeña no tendría problemas para dar con ellas, Ava comenzó a caminar hacia el lugar por el que había pasado minutos antes, un improvisado puesto que al parecer no estaba teniendo tanto éxito como el resto, razón por la cual había sitio de sobra para sentarse en los alrededores. - Sí, he venido sola. - respondió a Reivy, escuchando con atención lo siguiente que la morena tenía que decir, al parecer no era la única que acudía por primera vez a los festejos del día de la cosecha en las afueras de la capital.
- Mi pueblo celebra el Samhain en Midgar todos los años, pero es muy diferente a esto… más tradicional por decirlo de algún modo. Nos reunimos en torno al tótem original y depositamos ofrendas a los dioses para que velen por nosotros y nuestras familias. - explicó, apartándose hacia la izquierda para esquivar a una pareja que caminaba visiblemente afectada por el alcohol. - En vez de organizar juegos se reza y se preparan sacrificios para que el invierno pase y llegue de nuevo la primavera, con el resurgir de la vida. - añadió segundos después, quedando algo cabizbaja al pensar en cómo estaría pasando aquel día su padre en solitario.
- ¿Y vosotras? ¿sois de aquí? - preguntó, con la esperanza de que pudiese darle algo de información acerca de la bulliciosa Lunargenta, a fin de cuentas la ciudad había pasado por una terrible guerra y podían venirle bien un par de consejos acerca de qué sitios y compañías evitar.
A lo lejos pudo ver una competición que se le habría dado de maravilla, el lanzamiento de hachas, aunque ciertamente en comparación con su arma aquellas parecían prácticamente juguetes, tan ligeros que apenas tendría que hacer esfuerzo para tirarlas a la diana. Sin embargo, en aquel momento le interesaba más hablar con las dos jóvenes y aprovechar para tranquilizarse tras su paso por los juegos, tomándose su tiempo para acostumbrarse a la cantidad de gente que se congregaba en los alrededores. - Yo… acabo de llegar a la península y no sé bien cuál es la situación que se vive aquí después del conflicto. - susurró, guardando silencio para escuchar la posible respuesta de la mujer.
Ya podía ver las mesas libres a escasos metros de distancia, ¿las encontraría Lavey a ellas? Por si acaso, la cuerva desplegó sus negras alas en cuanto tuvo espacio suficiente para ello, confiando en que fuese suficiente para guiar a la rubia hasta donde la esperaban.
Interacción con Reivy y Lavey
Pronto Ava descubrió que Reivy se le había adelantado, llevaba consigo dos raciones de comida y eso la hizo pensar en la bebida que sostenía, ¿era para ella? ¿se la habría dado la pequeña por pena al ver su terrible actuación con el arco? Esas ideas hicieron que clavase la mirada en el suelo, avergonzada. - Padre no se sentiría orgulloso de mí. - pensó, pero Bullier a pesar de lo estricto que podía llegar a parecer, solo quería lo mejor para su hija y que fuese capaz de cuidarse por sí sola.
El repentino salto de la rubia la hizo alzar la vista, pero antes de que pudiese decir nada, Lavey se perdió entre el gentío con una velocidad asombrosa. - No, espera. - alcanzó a pronunciar, pero ya solo veía la dorada cabellera de la niña alejándose de ellas a toda prisa. - Se suponía que debía ser yo quien os invitase, ahora estaré en deuda con las dos. - comentó en voz baja, buscando el rostro de la mujer. Desde pequeña el hombre toro la había enseñado a ser amable y agradecida con quienes la tratasen del mismo modo, no podía olvidar los principios con que se había criado.
- Creo que aún quedan algunas mesas libres no muy lejos de aquí. - dijo a continuación, señalando en dirección a una zona algo menos atestada. Algo de tranquilidad le vendría bien, sobre todo para apartarse de las miradas ajenas y no tener que preocuparse de golpear a nadie con sus aparatosas alas, esas que en Midgar solía llevar casi desplegadas la mayor parte del tiempo y que ahora estaban totalmente pegadas a su cuerpo. - ¿Lavey nos encontrará no? - preguntó, aunque de ser necesario podía hacerse notar por encima de la multitud gracias a sus rasgos de bestia.
Dando por hecho que la pequeña no tendría problemas para dar con ellas, Ava comenzó a caminar hacia el lugar por el que había pasado minutos antes, un improvisado puesto que al parecer no estaba teniendo tanto éxito como el resto, razón por la cual había sitio de sobra para sentarse en los alrededores. - Sí, he venido sola. - respondió a Reivy, escuchando con atención lo siguiente que la morena tenía que decir, al parecer no era la única que acudía por primera vez a los festejos del día de la cosecha en las afueras de la capital.
- Mi pueblo celebra el Samhain en Midgar todos los años, pero es muy diferente a esto… más tradicional por decirlo de algún modo. Nos reunimos en torno al tótem original y depositamos ofrendas a los dioses para que velen por nosotros y nuestras familias. - explicó, apartándose hacia la izquierda para esquivar a una pareja que caminaba visiblemente afectada por el alcohol. - En vez de organizar juegos se reza y se preparan sacrificios para que el invierno pase y llegue de nuevo la primavera, con el resurgir de la vida. - añadió segundos después, quedando algo cabizbaja al pensar en cómo estaría pasando aquel día su padre en solitario.
- ¿Y vosotras? ¿sois de aquí? - preguntó, con la esperanza de que pudiese darle algo de información acerca de la bulliciosa Lunargenta, a fin de cuentas la ciudad había pasado por una terrible guerra y podían venirle bien un par de consejos acerca de qué sitios y compañías evitar.
A lo lejos pudo ver una competición que se le habría dado de maravilla, el lanzamiento de hachas, aunque ciertamente en comparación con su arma aquellas parecían prácticamente juguetes, tan ligeros que apenas tendría que hacer esfuerzo para tirarlas a la diana. Sin embargo, en aquel momento le interesaba más hablar con las dos jóvenes y aprovechar para tranquilizarse tras su paso por los juegos, tomándose su tiempo para acostumbrarse a la cantidad de gente que se congregaba en los alrededores. - Yo… acabo de llegar a la península y no sé bien cuál es la situación que se vive aquí después del conflicto. - susurró, guardando silencio para escuchar la posible respuesta de la mujer.
Ya podía ver las mesas libres a escasos metros de distancia, ¿las encontraría Lavey a ellas? Por si acaso, la cuerva desplegó sus negras alas en cuanto tuvo espacio suficiente para ello, confiando en que fuese suficiente para guiar a la rubia hasta donde la esperaban.
Interacción con Reivy y Lavey
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Re: Día de la Cosecha, Samhain [Evento Global]
El espectáculo de aquella competición era lo más patético del mundo y toda esta escoria tras Alana era como una prueba de su autocontrol constante, estaba a punto de levantarse y machacarlos a todos incluido su maestro, por meterla en semejante situación. Además, no era un vampiro el alcohol le afectaba y se notaba cada vez más que perdía facultades.
La chica tan solo se cruzó de brazos y controlo su disgusto, junto con un asco creciente. No toco su vaso con hidromiel, pero concentró su mirada en él.
“Esto está siendo un fracaso! Tan sólo márchate y deja que disfrute de su parte humana o lo que sea que está haciendo..”
Alana miro a su alrededor y comprendió que no conseguiría salir de ahí hasta que esto termine, ni con las sombras. Asique tan solo espero hasta que el hombre a su lado cayó como un tronco apestoso y borracho a no poder más. La multitud empezó a disiparse tras cobrar sus apuestas y Alana observo a su Maestro, no esperaba algo semejante de él. El dinero sonó y fue a parar a sus manos, ella lo ha guardado sin decir palabra. Se levantó para caminar, pero al ver que el hombre a su lado no estaba en condiciones…
-No puede pagarme las molestias con unas monedas, Maestro. Y de hecho, ha sido algo muy imprudente por su parte. Pero creo que hablarle ahora no tiene sentido.
Suspiro y lo apoyo en la pared de uno de los edificios.
-Este paseo se ha vuelto desagradable y creo que necesita descansar. Yo voy a ver si venden algo por los puestos que os ayude a volver a la normalidad. Asique tan solo espéreme aquí….
Estaba cabreada, pero no se lo mostraría. Al fin, y al cabo tampoco era tan importante el estar a gusto con la persona de la que pretendes obtener un beneficio. Miro a Rumpel, sabía que si pasaba algo hasta en este estado podía defenderse, asique se alejó sin más.
Alana colocó su capucha sobre la cabeza, escondiéndose como siempre entre la multitud y avanzó buscando algo que pueda ayudar a Rumpel….
“Compra comida, siempre ayuda a los humanos! Creo que estará mejor si mi por un tiempo, ya que ha considerado que puede ignorar mi poco amor a la multitud y más aún, bromear sobre el asunto de perder….”
Con un paso tranquilo decidió explorar, ya que estaba ahí….Y se acercó a la zona de los juegos. Había mucha gente y todos participando en algo.
La vampiresa apartó un poco su capucha para ver mejor lo que sucedía…
Observo a una elfa siendo “tronco”, lo que la pareció un poco insólito y hasta grotesco, no entendía la gracia de aquel juego y los actos en sí. Pero los juegos de fuerza o destreza, eran algo más interesante. Vio a 6 hombres que se preparaban para tirar el hacha. Se detuvo por un momento, estudiándolos, no podría elegir a un “ganador” ahí. Todos a excepción de uno eran enormes y malolientes.
Observo por un instante más al hombre más “pequeño” de entre todos ellos y se dio de espaldas con algo pequeño….
Alana se dio la vuelta y vio a un hombre ratón ante ella y un grupo de personas que la miraban como si la estaban esperándola exactamente a ella.
-Bueno, al fin has llegado, necesitamos a uno más para equilibrar el equipo.
Las cejas de la vampiresa se han subido de la sorpresa, no esperaba participar en nadie y menos aún interactuar con nadie que no fuera Rumpel.
“Olvídalo, un poco de ejercicio te va a venir muy bien! Además tienes demasiada rabia, sólo aparenta ser humana”
-Buenas lunas a todos! Y donde me pongo? Pero he de advertir que no puedo estar mucho tiempo aquí jugando, pero aun así un par de carreras son vuestras.
Aclaró la mujer mientras estudiaba a todos los presentes, centrándose más en el hombre ratón que era algo muy poco habitual ver a un hombre bestia de sus cualidades.
-No pasa nada veremos cómo sustituirte después. Ahí, en el centro…Dos filas unos contra otros, yo tiraré la pelota y quien la agarra que corra! Empezamos!
La chica se situó en frente a uno de los hombres más grandes y musculosos, se sentía muy pequeña a su lado, pero no le tenía miedo. Miro al ratón que parecía estar en su equipo y le guiño un ojo. Se sorprendió a su misma por aquel gesto. Pero sentía que gracias a él ganaría aquella carrera.
Se preparó para correr.
La chica tan solo se cruzó de brazos y controlo su disgusto, junto con un asco creciente. No toco su vaso con hidromiel, pero concentró su mirada en él.
“Esto está siendo un fracaso! Tan sólo márchate y deja que disfrute de su parte humana o lo que sea que está haciendo..”
Alana miro a su alrededor y comprendió que no conseguiría salir de ahí hasta que esto termine, ni con las sombras. Asique tan solo espero hasta que el hombre a su lado cayó como un tronco apestoso y borracho a no poder más. La multitud empezó a disiparse tras cobrar sus apuestas y Alana observo a su Maestro, no esperaba algo semejante de él. El dinero sonó y fue a parar a sus manos, ella lo ha guardado sin decir palabra. Se levantó para caminar, pero al ver que el hombre a su lado no estaba en condiciones…
-No puede pagarme las molestias con unas monedas, Maestro. Y de hecho, ha sido algo muy imprudente por su parte. Pero creo que hablarle ahora no tiene sentido.
Suspiro y lo apoyo en la pared de uno de los edificios.
-Este paseo se ha vuelto desagradable y creo que necesita descansar. Yo voy a ver si venden algo por los puestos que os ayude a volver a la normalidad. Asique tan solo espéreme aquí….
Estaba cabreada, pero no se lo mostraría. Al fin, y al cabo tampoco era tan importante el estar a gusto con la persona de la que pretendes obtener un beneficio. Miro a Rumpel, sabía que si pasaba algo hasta en este estado podía defenderse, asique se alejó sin más.
Alana colocó su capucha sobre la cabeza, escondiéndose como siempre entre la multitud y avanzó buscando algo que pueda ayudar a Rumpel….
“Compra comida, siempre ayuda a los humanos! Creo que estará mejor si mi por un tiempo, ya que ha considerado que puede ignorar mi poco amor a la multitud y más aún, bromear sobre el asunto de perder….”
Con un paso tranquilo decidió explorar, ya que estaba ahí….Y se acercó a la zona de los juegos. Había mucha gente y todos participando en algo.
La vampiresa apartó un poco su capucha para ver mejor lo que sucedía…
Observo a una elfa siendo “tronco”, lo que la pareció un poco insólito y hasta grotesco, no entendía la gracia de aquel juego y los actos en sí. Pero los juegos de fuerza o destreza, eran algo más interesante. Vio a 6 hombres que se preparaban para tirar el hacha. Se detuvo por un momento, estudiándolos, no podría elegir a un “ganador” ahí. Todos a excepción de uno eran enormes y malolientes.
Observo por un instante más al hombre más “pequeño” de entre todos ellos y se dio de espaldas con algo pequeño….
Alana se dio la vuelta y vio a un hombre ratón ante ella y un grupo de personas que la miraban como si la estaban esperándola exactamente a ella.
-Bueno, al fin has llegado, necesitamos a uno más para equilibrar el equipo.
Las cejas de la vampiresa se han subido de la sorpresa, no esperaba participar en nadie y menos aún interactuar con nadie que no fuera Rumpel.
“Olvídalo, un poco de ejercicio te va a venir muy bien! Además tienes demasiada rabia, sólo aparenta ser humana”
-Buenas lunas a todos! Y donde me pongo? Pero he de advertir que no puedo estar mucho tiempo aquí jugando, pero aun así un par de carreras son vuestras.
Aclaró la mujer mientras estudiaba a todos los presentes, centrándose más en el hombre ratón que era algo muy poco habitual ver a un hombre bestia de sus cualidades.
-No pasa nada veremos cómo sustituirte después. Ahí, en el centro…Dos filas unos contra otros, yo tiraré la pelota y quien la agarra que corra! Empezamos!
La chica se situó en frente a uno de los hombres más grandes y musculosos, se sentía muy pequeña a su lado, pero no le tenía miedo. Miro al ratón que parecía estar en su equipo y le guiño un ojo. Se sorprendió a su misma por aquel gesto. Pero sentía que gracias a él ganaría aquella carrera.
Se preparó para correr.
- Off:
- Suerte en el evento neutral, la dejo reservada para el resulado de la carrera.
Interactuó con Amit y pasé observando a Jeannie y Uther.
Alana
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