¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
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¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
Las compras en Lunargenta no habían salido nada mal, había gastado menos aeros de los que me habían dado los Collingwood, eso era bueno, tendrían más ahorros para cuando tuviesen que regresar a la ciudad la próxima semana. Tenía pensado hacer el camino típico de regreso hasta la granja, a fin de cuentas resultaba lo menos peligroso, aunque dudaba que algunos bandidos pudiesen hacer mucho para quitarme las compras que llevaba a mi “hogar” o mis preciadas botellas de vino.
Me detuve un momento mirando el camino y di un largo trago a mi cantimplora, esta vez no lo hacía por placer, mis sistemas me informaban que necesitaba combustible y era peligroso ignorarlos. Sentí como el vino comenzaba a caer por el ducto abierto que llevaba hasta mi motor, tardó un par de segundos en volver a cerrarse para que la bebida cayera por mi garganta, di un suspiro de alivio y limpié mi boca con el dorso de la mano.
Aquella pausa me dio un momento para pensar, ya había sucedido algo raro cuando estaba de camino a Lunargenta, lo mejor era no pasar por un asunto similar de regreso. Salí del camino volviendo a colgar la cantimplora a mi costado y caminé lentamente mirando a mis alrededores, esperaba no desubicarme tanto tomando aquella desviación, aunque a fin de cuentas tarde o temprano conseguiría otro camino de guía o a alguien para pedirle direcciones.
Nunca antes había tomado aquella desviación, bueno, realmente nunca había tomado alguna desviación cuando hacía mis recados, solo me limitaba a seguir el camino como de costumbre. Miré con atención las plantas y las aves que pasaban volando, observando todo aquello parecía imposible que realmente aquel bosque fuese peligroso ¿Cómo podía gente con malas intenciones pasearse por aquel sitio? Parecía muy puro para ser verdad, quizá era el simple hecho de que no pudiese asociarlo a la realidad, aun debía aprender muchas cosas que en la base no lograron enseñarme, quizá asociar era una de esas cosas.
Seguí mi recorrido por el bosque tomando cada pequeña planta diferente que veía, me servirían para expandir mi conocimiento de la fauna, aunque no sabía si en la granja de los Collingwood hubiesen libros acerca del tema, todo lo que había aprendido acerca de la recolecta de vegetales había sido gracias a lo que me había dicho Emilia. Realmente si lo pensaba bien solo conocía lo básico del mundo, aquello no estaba muy bien, debía tener un conocimiento más avanzado al ser un Bio… si, aquello definitivamente estaba mal, necesitaba comenzar a leer mucho más.
Regresé mi concentración al bosque y pude notar otra cosa, no había tantos animales rondando como esperaba, si podían verse insectos en los árboles y los pájaros asentarse en diferentes ramas. Posiblemente por esta zona no rondaran tanto las “bestias” por así decirlo o los depredadores naturales, también existía la posibilidad de que estuviesen acechando desde la maleza, la verdad es que me sentía perdido referente a aquel tema.
- Al menos es un sitio calmado.- Dije tratando de escuchar mi voz en medio de la nada, sonaba más tranquila y suave a diferencia de la ciudad, allí los gritos resultaban algo tediosos, en cambio el bosque tenía mucha similitud a la granja de los Collingwood.
Me detuve un momento mirando el camino y di un largo trago a mi cantimplora, esta vez no lo hacía por placer, mis sistemas me informaban que necesitaba combustible y era peligroso ignorarlos. Sentí como el vino comenzaba a caer por el ducto abierto que llevaba hasta mi motor, tardó un par de segundos en volver a cerrarse para que la bebida cayera por mi garganta, di un suspiro de alivio y limpié mi boca con el dorso de la mano.
Aquella pausa me dio un momento para pensar, ya había sucedido algo raro cuando estaba de camino a Lunargenta, lo mejor era no pasar por un asunto similar de regreso. Salí del camino volviendo a colgar la cantimplora a mi costado y caminé lentamente mirando a mis alrededores, esperaba no desubicarme tanto tomando aquella desviación, aunque a fin de cuentas tarde o temprano conseguiría otro camino de guía o a alguien para pedirle direcciones.
Nunca antes había tomado aquella desviación, bueno, realmente nunca había tomado alguna desviación cuando hacía mis recados, solo me limitaba a seguir el camino como de costumbre. Miré con atención las plantas y las aves que pasaban volando, observando todo aquello parecía imposible que realmente aquel bosque fuese peligroso ¿Cómo podía gente con malas intenciones pasearse por aquel sitio? Parecía muy puro para ser verdad, quizá era el simple hecho de que no pudiese asociarlo a la realidad, aun debía aprender muchas cosas que en la base no lograron enseñarme, quizá asociar era una de esas cosas.
Seguí mi recorrido por el bosque tomando cada pequeña planta diferente que veía, me servirían para expandir mi conocimiento de la fauna, aunque no sabía si en la granja de los Collingwood hubiesen libros acerca del tema, todo lo que había aprendido acerca de la recolecta de vegetales había sido gracias a lo que me había dicho Emilia. Realmente si lo pensaba bien solo conocía lo básico del mundo, aquello no estaba muy bien, debía tener un conocimiento más avanzado al ser un Bio… si, aquello definitivamente estaba mal, necesitaba comenzar a leer mucho más.
Regresé mi concentración al bosque y pude notar otra cosa, no había tantos animales rondando como esperaba, si podían verse insectos en los árboles y los pájaros asentarse en diferentes ramas. Posiblemente por esta zona no rondaran tanto las “bestias” por así decirlo o los depredadores naturales, también existía la posibilidad de que estuviesen acechando desde la maleza, la verdad es que me sentía perdido referente a aquel tema.
- Al menos es un sitio calmado.- Dije tratando de escuchar mi voz en medio de la nada, sonaba más tranquila y suave a diferencia de la ciudad, allí los gritos resultaban algo tediosos, en cambio el bosque tenía mucha similitud a la granja de los Collingwood.
Última edición por Alois el Miér Abr 19 2017, 22:10, editado 1 vez
Alois
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
La vida del criminal es, posiblemente, la más entretenida de todas. Uno consigue escapar de la rutina y ninguna misión es igual a las anteriores, encontrándose siempre en situaciones que ponen a prueba la creatividad y las habilidades del trabajador. No hay que pagar impuestos y se disfruta enteramente del botín, y casi siempre se puede delinquir en soledad, sin tener que aguantar tediosos compañeros. Zatch amaba su trabajo ¡claro que sí! pero, lamentablemente, todo oficio tiene sus contras. En este caso: las palizas que uno de vez en cuando debe soportar.
Aunque solía zafarse de las tundas, su última misión había terminado bastante mal para él. A pesar de haber realizado exitosamente el trabajo, tuvo que hacer grandes sacrificios por el camino. Básicamente le habían destrozado ambas manos a martillazos en un interrogatorio al que al final tuvo que sucumbir, bajo la amenaza de que su cabeza sería el próximo blanco. La zurda era ya completamente inútil, un amasijo púrpura e hinchado de huesos rotos; la diestra, “por suerte”, sólo tenía fragmentados el dedo anular y meñique. Sus conocimientos de medicina eran demasiado básicos como para ocuparse del problema y no conocía un médico que accediese a curarle sin indagar peligrosamente en los detalles; la única solución que había encontrado por el momento era recluirse, alejarse de los problemas por un tiempo hasta que sus huesos se soldasen solos, ayudados, con suerte, por las varillas que torpemente se había atado en los dedos para que no se le atrofiasen.
Yacía en el bosque lindante a Lunargenta, metido en un profundo recoveco bajo el tronco hueco de un enorme árbol. Había echado sobre la tierra su capa verde para tirarse encima, siendo tragado por la penumbra, la humedad y el polvo. Su pelaje estaba hecho un asco, desalineado y sucio, y sus ojos eran surcados por profundas ojeras. Lo único que le servía de consuelo eran las numerosas botellas de licor que lo rodeaban, la mitad ya vacías, como único sustento en su reclusión. El estado continuo de embriaguez era la clave para soportar el dolor y el hambre que lo estaban volviendo loco.
Fue mientras se llevaba el pico de una botella a la boca, sosteniéndola con sus temblorosos dedos índice y pulgar de la mano derecha, que escuchó los pasos de alguien que andaba peligrosamente cerca de su escondrijo. El Zatch sobrio hubiese hecho silencio y esperado a que pasase el peligro. El ebrio, por supuesto, estaba ya tan resignado a las desgracias que poco le importaba tener compañía.
–¡Eh, tú! –Gritó sin molestarse en asomar su cabeza para ver a quién le hablaba; bien podría estar dirigiéndose a un animal que simplemente pasaba por ahí– Comida… ¿tienesh comida? –Al mover la mano, el pegajoso licor se derramó sobre su pecho y gruñó, indignado consigo mismo. Entonces decidió añadir, arrastrando las palabras entre risas que no venían a cuento:
–Ugh… o más alcohol… ¡jaja! Eso… eso estaría bien.
Aunque tuviese al menos una docena de botellas cerradas a su alrededor, siempre venía bien un poco más de alcohol.
Aunque solía zafarse de las tundas, su última misión había terminado bastante mal para él. A pesar de haber realizado exitosamente el trabajo, tuvo que hacer grandes sacrificios por el camino. Básicamente le habían destrozado ambas manos a martillazos en un interrogatorio al que al final tuvo que sucumbir, bajo la amenaza de que su cabeza sería el próximo blanco. La zurda era ya completamente inútil, un amasijo púrpura e hinchado de huesos rotos; la diestra, “por suerte”, sólo tenía fragmentados el dedo anular y meñique. Sus conocimientos de medicina eran demasiado básicos como para ocuparse del problema y no conocía un médico que accediese a curarle sin indagar peligrosamente en los detalles; la única solución que había encontrado por el momento era recluirse, alejarse de los problemas por un tiempo hasta que sus huesos se soldasen solos, ayudados, con suerte, por las varillas que torpemente se había atado en los dedos para que no se le atrofiasen.
Yacía en el bosque lindante a Lunargenta, metido en un profundo recoveco bajo el tronco hueco de un enorme árbol. Había echado sobre la tierra su capa verde para tirarse encima, siendo tragado por la penumbra, la humedad y el polvo. Su pelaje estaba hecho un asco, desalineado y sucio, y sus ojos eran surcados por profundas ojeras. Lo único que le servía de consuelo eran las numerosas botellas de licor que lo rodeaban, la mitad ya vacías, como único sustento en su reclusión. El estado continuo de embriaguez era la clave para soportar el dolor y el hambre que lo estaban volviendo loco.
Fue mientras se llevaba el pico de una botella a la boca, sosteniéndola con sus temblorosos dedos índice y pulgar de la mano derecha, que escuchó los pasos de alguien que andaba peligrosamente cerca de su escondrijo. El Zatch sobrio hubiese hecho silencio y esperado a que pasase el peligro. El ebrio, por supuesto, estaba ya tan resignado a las desgracias que poco le importaba tener compañía.
–¡Eh, tú! –Gritó sin molestarse en asomar su cabeza para ver a quién le hablaba; bien podría estar dirigiéndose a un animal que simplemente pasaba por ahí– Comida… ¿tienesh comida? –Al mover la mano, el pegajoso licor se derramó sobre su pecho y gruñó, indignado consigo mismo. Entonces decidió añadir, arrastrando las palabras entre risas que no venían a cuento:
–Ugh… o más alcohol… ¡jaja! Eso… eso estaría bien.
Aunque tuviese al menos una docena de botellas cerradas a su alrededor, siempre venía bien un poco más de alcohol.
Zatch
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
Seguía distraído con la fauna del bosque, aquello no es que resultase totalmente nuevo para mí pero si era impresionante de cierto modo, había muchas que cosas que no se veían en la granja ni junto al camino, supuse que era debido a que algunas plantas solo crecían en el interior de aquel sitio, no veía otra explicación lógica.
En medio de mi ensimismamiento una voz me llamó la atención, gire la mirada pero no detecté nada a simple vista, había escuchado que los humanos decían algo como “seguro fueron ideas mías” cuando algo así sucedía ¿Debía aplicar esa frase en este mismo caso? Aunque no era posible que fueran “ideas mías” tenía todo controlad en mi sistema, no había alguna anomalía o algo por el estilo. Iba a continuar con mi camino cuando nuevamente la voz se hizo presente, había alguien en aquel bosque y no tenía idea de donde podría ubicarse, en aquellos momentos era en los que deseaba tener un radar o algo por el estilo en mi ojo, no me quejaba de ver números y alertas pero algo para detectar personas no estaría nada mal.
El ser que hablaba por lo visto necesitaba comida, su tono de voz resultaba extraño, sonaba como un ebrio de taberna, seguramente era de unas personas peligrosas que tanto advertía la gente en Lunargenta. Mis sospechas acerca de un posible alcohólico no demoraron en confirmarse, la voz también pedía licor, había algo extraño y desagradable en la manera en la que pronunciaba aquellas cosas que me hizo fruncir el señor por acto reflejo, esperaba no tener problemas en una zona tan pacifica como lo parecía ser el bosque.
- No puedo compartir la comida que tengo, pero poseo alcohol. – Observé cuidadosamente los arbustos esperando ver si la voz se manifestaba.
Bajé mi mochila al suelo y saqué con cuidado dos botellas de vino que estaban llenas, aun tenía una de reserva en el bolso pero no planeaba sacarla. Para dar a notar el licor di leves choques de botella contra botella, en tintineo del vidrio debía ser suficiente para que el sujeto se diese cuenta de que estaba diciendo la verdad. Caminé lentamente por la zona sin alejarme mucho de la mochila y revisando de donde pudiese proceder la voz, aquello podía resultar peligroso, si trataban de hurtar mi mochila con las compras no dudaría en salir corriendo tras ellas, no podía llegar con las manos vacías y decirle a los Collingwood que me había asaltado por mi descuido.
La situación ya comenzaba a inquietarme, no sabía que sucedía exactamente en el aquel momento y tampoco sabía si me iban a atacar. Rodeé ambas botellas de vino con mi brazo dando un descanso al tintineo y tomé mi cantimplora, un trago para analizar mejor siempre funcionaba, no estaba en mi forma de actuar pero ya lo había tomado de hábito. Sorbí un poco de licor y me concentré todo lo que pude mientras el líquido bajaba por mi garganta, ¿Por qué simplemente no preguntaba? Aquella opción era la más sencilla y civilizada, no todo en el mundo era malo, seguro me había topado con una pobre alma y ya.
- ¿Planeas salir a buscar el alcohol?.. Hasta podría hacerte compañía, claro, si no intentas apuñalarme. – Otra leve parada no complicaría las cosas, además sería para disfrutar uno de los pocos placeres que tenía, simplemente me quedaba esperar al acto de presencia del sujeto.
En medio de mi ensimismamiento una voz me llamó la atención, gire la mirada pero no detecté nada a simple vista, había escuchado que los humanos decían algo como “seguro fueron ideas mías” cuando algo así sucedía ¿Debía aplicar esa frase en este mismo caso? Aunque no era posible que fueran “ideas mías” tenía todo controlad en mi sistema, no había alguna anomalía o algo por el estilo. Iba a continuar con mi camino cuando nuevamente la voz se hizo presente, había alguien en aquel bosque y no tenía idea de donde podría ubicarse, en aquellos momentos era en los que deseaba tener un radar o algo por el estilo en mi ojo, no me quejaba de ver números y alertas pero algo para detectar personas no estaría nada mal.
El ser que hablaba por lo visto necesitaba comida, su tono de voz resultaba extraño, sonaba como un ebrio de taberna, seguramente era de unas personas peligrosas que tanto advertía la gente en Lunargenta. Mis sospechas acerca de un posible alcohólico no demoraron en confirmarse, la voz también pedía licor, había algo extraño y desagradable en la manera en la que pronunciaba aquellas cosas que me hizo fruncir el señor por acto reflejo, esperaba no tener problemas en una zona tan pacifica como lo parecía ser el bosque.
- No puedo compartir la comida que tengo, pero poseo alcohol. – Observé cuidadosamente los arbustos esperando ver si la voz se manifestaba.
Bajé mi mochila al suelo y saqué con cuidado dos botellas de vino que estaban llenas, aun tenía una de reserva en el bolso pero no planeaba sacarla. Para dar a notar el licor di leves choques de botella contra botella, en tintineo del vidrio debía ser suficiente para que el sujeto se diese cuenta de que estaba diciendo la verdad. Caminé lentamente por la zona sin alejarme mucho de la mochila y revisando de donde pudiese proceder la voz, aquello podía resultar peligroso, si trataban de hurtar mi mochila con las compras no dudaría en salir corriendo tras ellas, no podía llegar con las manos vacías y decirle a los Collingwood que me había asaltado por mi descuido.
La situación ya comenzaba a inquietarme, no sabía que sucedía exactamente en el aquel momento y tampoco sabía si me iban a atacar. Rodeé ambas botellas de vino con mi brazo dando un descanso al tintineo y tomé mi cantimplora, un trago para analizar mejor siempre funcionaba, no estaba en mi forma de actuar pero ya lo había tomado de hábito. Sorbí un poco de licor y me concentré todo lo que pude mientras el líquido bajaba por mi garganta, ¿Por qué simplemente no preguntaba? Aquella opción era la más sencilla y civilizada, no todo en el mundo era malo, seguro me había topado con una pobre alma y ya.
- ¿Planeas salir a buscar el alcohol?.. Hasta podría hacerte compañía, claro, si no intentas apuñalarme. – Otra leve parada no complicaría las cosas, además sería para disfrutar uno de los pocos placeres que tenía, simplemente me quedaba esperar al acto de presencia del sujeto.
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
El dueño de las pisadas habló desde un punto cercano a su madriguera y las orejas del zorro se irguieron. Oír la voz masculina le hizo fruncir el entrecejo, ¿por qué no podía ser una bonita doncella la que se aventuraba a salir al bosque cargada con un buen abastecimiento de alcohol? ¡En sus fantasías de borracho eso tenía mucho sentido! Gruñó y se relamió los labios, tan secos y partidos como su nariz a causa de la deshidratación producida por haber suplantado el agua por licor y cerveza. ¡Una buena decisión si el plan era deshacerse de su consciencia de una maldita vez!
Tan pronto como el tintineo del chocar de las botellas llegó a sus oídos, el zorro se vio envuelto en un dilema. Debía levantarse y acudir al llamado, pues ese torpe muchacho no parecía ser capaz de encontrarle por su cuenta, o resignarse a quedarse allí tirado y perder la oportunidad de obtener… lo que sea que el chico pudiera ofrecerle (o él pudiera quitarle). Al final decidió que un término medio sería suficiente, y se limitó a arrastrarse hasta la salida de la covacha, ayudándose con sus antebrazos hasta alcanzar a asomar la cabeza. Cuando el sol le pegó en el rostro sintió que el cerebro se le partía en mil pedazos y tuvo que cerrar con fuerza los ojos, gruñendo por la migraña. Le tomó un momento habituarse a la luminosidad y buscar en rededor la presencia del joven a quien, cuando al fin pudo luchar con el mareo y el dolor de cabeza, logró ver parado pocos metros más adelante, dándole la espalda.
–¿Cómo es eso… ¡hip!... de que no vas a compartir? –Apoyó el mentón en la tierra, con todo el resto de su enorme cuerpo siendo tragado por la oscuridad del hueco– El que come y no convida… ¡ja! tiene un sapo en la barriga. –rompió en carcajadas por su ocurrencia, pero de un momento a otro su gesto volvió a ponerse serio. Sacó entonces los brazos de la oscuridad y los estiró hacia afuera para exhibir los miembros violáceos, hinchados e inútiles que tenía por manos– Si pudiera apuñalarte, chico… no eshtaría hablándote tan amablemente. ¡Ahora shé bueno y acércate un poco más, maldición!
Luego de dar su guarida a conocer decidió que ya no había razón para esforzarse en mantenerse erguido. Lánguidamente se dejó caer hacia atrás retomando la posición inicial, sentado al fondo con la espalda apoyada en la húmeda pared, la cola asomándosele entre las patas que estando estiradas ocupaban casi todo el espacio, y los brazos cayendo flojos a sus costados. Respiró profundamente y disfrutó, por un momento, el cobijo cálido y penumbroso que lo aislaba del mundo exterior. Eso sí, cualquier invitado que se metiese en ese recoveco con peste a zorro sucio y mojado desearía tener el olfato atrofiado.
Tan pronto como el tintineo del chocar de las botellas llegó a sus oídos, el zorro se vio envuelto en un dilema. Debía levantarse y acudir al llamado, pues ese torpe muchacho no parecía ser capaz de encontrarle por su cuenta, o resignarse a quedarse allí tirado y perder la oportunidad de obtener… lo que sea que el chico pudiera ofrecerle (o él pudiera quitarle). Al final decidió que un término medio sería suficiente, y se limitó a arrastrarse hasta la salida de la covacha, ayudándose con sus antebrazos hasta alcanzar a asomar la cabeza. Cuando el sol le pegó en el rostro sintió que el cerebro se le partía en mil pedazos y tuvo que cerrar con fuerza los ojos, gruñendo por la migraña. Le tomó un momento habituarse a la luminosidad y buscar en rededor la presencia del joven a quien, cuando al fin pudo luchar con el mareo y el dolor de cabeza, logró ver parado pocos metros más adelante, dándole la espalda.
–¿Cómo es eso… ¡hip!... de que no vas a compartir? –Apoyó el mentón en la tierra, con todo el resto de su enorme cuerpo siendo tragado por la oscuridad del hueco– El que come y no convida… ¡ja! tiene un sapo en la barriga. –rompió en carcajadas por su ocurrencia, pero de un momento a otro su gesto volvió a ponerse serio. Sacó entonces los brazos de la oscuridad y los estiró hacia afuera para exhibir los miembros violáceos, hinchados e inútiles que tenía por manos– Si pudiera apuñalarte, chico… no eshtaría hablándote tan amablemente. ¡Ahora shé bueno y acércate un poco más, maldición!
Luego de dar su guarida a conocer decidió que ya no había razón para esforzarse en mantenerse erguido. Lánguidamente se dejó caer hacia atrás retomando la posición inicial, sentado al fondo con la espalda apoyada en la húmeda pared, la cola asomándosele entre las patas que estando estiradas ocupaban casi todo el espacio, y los brazos cayendo flojos a sus costados. Respiró profundamente y disfrutó, por un momento, el cobijo cálido y penumbroso que lo aislaba del mundo exterior. Eso sí, cualquier invitado que se metiese en ese recoveco con peste a zorro sucio y mojado desearía tener el olfato atrofiado.
Zatch
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
Por lo visto el sonido de las botellas chocar estaba dando resultado, logré escuchar como algo se arrastraba y seguidamente la voz que había estado hablando, me giré tratando de ubicar el causante del sonido y no fue tan difícil, era un zorro tirado en el suelo a medio salir de un árbol… un momento, los zorros no hablan ¿O sí? No, era básico que los animales no hablaban, o quizá lo hacían de un método que solo ellos entendían, pero no se comunicaban con humanos. Seguí observando al zorro con curiosidad, seguro era una de aquellas criaturas que llamaban hombres-bestia, nunca antes me había topado con alguna y era interesante.
- No puedo compartirla porque no es mía. –Dije observando al animal mientras fruncía el ceño, parecía que aquel ser estaba muy ebrio, llegaba a rozar los límites de lo asqueroso. – Y no tengo ningún sapo en la barriga, nunca los he probado. – No veía que era divertido en la frase que había soltado el zorro, seguro eran cosas de gente ebria.
El zorro también mostró sus dañadas extremidades, resultaba raro, pero me preguntaba como se había hecho eso, no era posible que un arbusto o una simple caída hubiesen hecho tanto daño. El animal explicaba que si hubiese podido apuñalarme no me estaría hablando ¿Eso significaba que era una amenaza? No lo sabía exactamente pero era una posibilidad, también podía ser una broma de borrachos que nadie entendía.
Una petición del abrió animal era acercarme seguido de una maldición, una manera algo dura de pedir las cosas, más que nada por el tono en lo que decía, parecía ser alguien muy poco sociable. Por lo visto sin ganas de seguir mucho tiempo fuera de su escondite el zorro regresó a la guarida, supuse que mi única opción era acercarme hasta allí. Caminé hasta el tronco sujetando bien las botellas y observando que mi mochila siguiese donde la había alejado, aun estaba allí y eso era bueno.
Me incliné junto a la guarida donde estaba el zorro descansando, parecía estar en una pose cómoda pero el sitio tenía un olor desagradable y no parecía muy apto para invitados. Arrugué la Nariz alejándome del sitio y sentándome un par de pasos lejos del tronco, no podía dejar a aquella criatura ahogándose entre su propia peste, quien sabe cuánto estaría sufriendo el animal y el alcohol no lo liberaría de su miseria… o al menos no de toda.
- Si realmente quieres beber, sal de ese sitio y toma aire fresco. – Podía ser una buena iniciativa, un ebrio hacía de todo por su trago y quizá el hecho de que fuese un zorro gigante no cambiaría mucho los hechos. – Pareces más muerto que vivo… y no creo que tus patas agradezcan eso. – Di un leve trago a la cantimplora y sacudí una de las botellas esperando que el zorro las notase. - ¿Qué dices? ¿Pretendes perderte de este néctar? Sería una lástima que me lo tenga que acabar todo yo solo. – Esa era otra estrategia muy usada, la tentación, usada casi para todo para el mismo propósito “Convencer a alguien”
- No puedo compartirla porque no es mía. –Dije observando al animal mientras fruncía el ceño, parecía que aquel ser estaba muy ebrio, llegaba a rozar los límites de lo asqueroso. – Y no tengo ningún sapo en la barriga, nunca los he probado. – No veía que era divertido en la frase que había soltado el zorro, seguro eran cosas de gente ebria.
El zorro también mostró sus dañadas extremidades, resultaba raro, pero me preguntaba como se había hecho eso, no era posible que un arbusto o una simple caída hubiesen hecho tanto daño. El animal explicaba que si hubiese podido apuñalarme no me estaría hablando ¿Eso significaba que era una amenaza? No lo sabía exactamente pero era una posibilidad, también podía ser una broma de borrachos que nadie entendía.
Una petición del abrió animal era acercarme seguido de una maldición, una manera algo dura de pedir las cosas, más que nada por el tono en lo que decía, parecía ser alguien muy poco sociable. Por lo visto sin ganas de seguir mucho tiempo fuera de su escondite el zorro regresó a la guarida, supuse que mi única opción era acercarme hasta allí. Caminé hasta el tronco sujetando bien las botellas y observando que mi mochila siguiese donde la había alejado, aun estaba allí y eso era bueno.
Me incliné junto a la guarida donde estaba el zorro descansando, parecía estar en una pose cómoda pero el sitio tenía un olor desagradable y no parecía muy apto para invitados. Arrugué la Nariz alejándome del sitio y sentándome un par de pasos lejos del tronco, no podía dejar a aquella criatura ahogándose entre su propia peste, quien sabe cuánto estaría sufriendo el animal y el alcohol no lo liberaría de su miseria… o al menos no de toda.
- Si realmente quieres beber, sal de ese sitio y toma aire fresco. – Podía ser una buena iniciativa, un ebrio hacía de todo por su trago y quizá el hecho de que fuese un zorro gigante no cambiaría mucho los hechos. – Pareces más muerto que vivo… y no creo que tus patas agradezcan eso. – Di un leve trago a la cantimplora y sacudí una de las botellas esperando que el zorro las notase. - ¿Qué dices? ¿Pretendes perderte de este néctar? Sería una lástima que me lo tenga que acabar todo yo solo. – Esa era otra estrategia muy usada, la tentación, usada casi para todo para el mismo propósito “Convencer a alguien”
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
El zorro sonrió con sorna al escuchar las palabras iniciales del muchacho. No le cupo duda de que se había topado con una buena persona, una de esas que hacen lo que sea para sentirse buenos samaritanos e hincharse el ego a base de acciones altruistas. Amaba y detestaba a esas personalidades; la buena voluntad le daba asco, pero eran las presas más fáciles, manipulables y jugosas. Cuando vio el rostro que curiosamente se inmiscuía en su cueva, lo recibió con una sonrisa sardónica que no se correspondía con sus ojos cansados; la mueca desapareció apenas el joven se echó hacia atrás tras ser repelido por una peste de la cual Zatch no era consciente. ¿Acaso había cambiado de opinión? ¡Se iba sin dejarle las malditas botellas!
Exhalando un suspiro cargado de tedio se vio obligado a volver a incorporarse para averiguar a dónde había huido su acompañante. Apenas se dignó a asomarse lo suficiente para verle allí sentado, y achaparró las orejas cuando escuchó ese vil intento de sacarlo de su escondite.
–¿Aire fresco? –Murmuró ceñudo para seguidamente bajar la mirada con el fin de observarse las manos. Una mueca de dolor le surcó el rostro. Zatch se creía el mejor de los manipuladores, pero no se daba cuenta que en ese preciso instante estaba siendo manipulado por el bienintencionado pelirrojo. Su propuesta no parecía tan mala idea y el hecho de que dos botellas de dulce vino estuviesen esperándolo a medio metro de allí era un gran motivo para salir. Al final, a regañadientes, se arrastró fuera de su escondrijo; un escalofrío lo sacudió al encontrarse con el frío del exterior. Entre gruñidos y maldiciones se incorporó con esfuerzo escuchando crujir varias de sus vértebras tras tantas horas encorvado, y finalmente exhaló un aparatoso bostezo. Tuvo que apoyarse en el tronco del árbol intentando no perder el equilibrio y, atontado, bajó la aletargada mirada encontrándose con su… “repartidor de alcohol”. Tomándose todo el tiempo del mundo lo estudió de arriba abajo, olfateó el ambiente y luego miró varios metros más allá. Sus ojos se abrieron un tanto más, y entonces se separó del árbol.
Comenzó a caminar hacia el muchacho, pero contra todo pronóstico no se detuvo al llegar a su lado. Sus pasos tambaleantes lo llevaron en un cómico zigzag hasta la mochila, y junto a ésta se dejó caer sentado para poder acercarle el hocico e investigar su contenido con profundas y ruidosas inhalaciones. ¡Pan, verduras, carne! Sus papilas gustativas comenzaron a salivar y se apresuró a llevar la mano menos dañada al pequeño cinturón que cerraba la bolsa con claras intenciones de intentar desengancharlo, pero con sólo tres dedos magullados no tenía suficiente agarre. Las manos le temblaban, lo cual era lógico tomando en cuenta que cada mínimo uso de esos músculos era un intenso suplicio. Entrando en la desesperación, abrió sus fauces y comenzó a masticar el precinto a la vez que lo zarandeaba de un lado a otro, decidido a abrir esa maldita mochila.
Zatch de por sí era una criatura despreciable, pero normalmente sabía maquillar su mal genio con sus zorrunas habilidades de actuación. Estando fuera de sí, sin embargo, se convertía en posiblemente el ser más irritante e indecente de todo Aerandir.
Zatch
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
El animal primero mostró su cabeza, quizá inspeccionando el ambiente, estaba claro que eso era una costumbre que tenían todos los animales, quizá hasta esos tales hombres bestias debían observar el terreno en busca de algún depredador, dudaba que existiese un animal más grande que aquel zorro que pudiese usarlo como cena pero jamás se sabía. El animal parecía considerar la opción de recibir aire, no sabía porque, se supone que todos deben recibir aire tarde o temprano para vivir.
Cuando el animal finalmente salió de su escondrijo parecía exhausto, ni idea del porque, al parecer estar tanto tiempo tirado sin hacer nada también cansaba a esos seres, era muy confuso. El pobre ser parecía tan ido que necesito ayuda de un árbol para mantenerse, en aquel momento me preguntaba cómo había llegado hasta su condición actual ¿Apuestas y mala decisiones? Aquellas eran las opciones más viables para ese asunto.
- ¿Acaso necesitas algo de ayuda? – Dije sin quitarle el ojo de encima al animal humanoide.
El animal parecía examinarme también, hasta logré notar como usaba el olfato ¿Mi olor le diría algo? Aunque lo más posible es que tuviese un olor a vino y quizá a alcohol quemándose, no sabía si el bronce de mi brazo tuviese un olor especial, al menos yo no lo sentía… o quizás el látex que simulaba a la piel, habían tantas posibilidades que no sabía qué era lo que podía notar la nariz del zorro. También había realizado un cambio en su mirada ¿Había notado algo fuera de lo normal? ¿Una especie de presa que pudiese masticar?
Finalmente el animal comenzaba a acercarse, no sería tan malo después de todo compartir un par de tragos con una plática, claro, mientras que la plática no terminara en problema. Me extraño ver que aquel ser siguió su camino y no tomo asiento junto a las botellas, me giré para ver como se acercaba a mi mochila con la misma facilidad que lo haría un ebrio… o sea, ninguna, no veía cómodo eso de caminar en zigzag, quizá debía aprender ese gesto para cuando tuviese que mezclarme mejor entre las personas. El ser tomó asiento junto a la mochila, dejaba claro que la estaba oliendo pero no sabía por qué ¿Había raro en ella? No había comprado nada fuera de lo común, también había tenido cuidado con el licor para que no se esparciese dentro de esta.
La cosa había tomado un rumbo inesperado, el animal con sus extremidades deterioradas estaba tratando de abrir mi mochila, me levanté de mi asiento mientras caminaba lentamente hasta él, no quería recurrir aun a la violencia, no lo veía necesario.
- Será mejor que dejes eso quieto, las cosas allí dentro no te pertenecen y no debes meter un hocico en pertenencias ajenas. – Advertí esperando que me hiciese caso, desgraciadamente el animal parecía cegado por su instinto primitivo y ahora mordía mi mochila tratando de abrirla ¿Cómo se atrevía?
Sin pensármelo dos veces tomé impulso y corrí hacia al animal tecleándolo, aquello era una violación de mi espacio privado que no podía permitir. Me posicione sobre el zorro mientras tomaba mi mochila y la apartaba de su hocico baboso, aquello significaba que también debería de lavar la mochila después, pero eso era tema aparte, quizá si le daba una explicación a Emilia ella lo haría con mucho gusto por mí.
Llevé mi brazo metálico hasta el hocico del animal y lo cerré ejerciendo la suficiente fuerza para que supiese que no era un juego, aunque tampoco estaba haciendo presión para lastimarlo, esta vez había medido bien mis capacidades y no veía alguna razón para excederme con el zorro desdichado de las … ¿Manos magulladas? No, entraba en la clasificación de animales, seguramente eran patas, genial, otra duda que tenía ahora de los hombres bestia.
- Ya te dije que no puedo compartir la comida que hay en la mochila, no es mía, así que está claro que tampoco es tuya ¿Cierto? – El tono que usaba era el mismo que usaba la señora Collingwood para explicarle a los niños porque no debían tomarse las cosas sin permiso, era algo como de reproche pero a su vez de entendimiento. – Así que espero no tener que repetirlo más, voy a soltarte y si haces un movimiento arriesgado te daré en la nariz con la mano. – Solté un poco el hocico del animal, lo suficiente para que pudiese dar una respuesta. - ¿Entendiste?
Cuando el animal finalmente salió de su escondrijo parecía exhausto, ni idea del porque, al parecer estar tanto tiempo tirado sin hacer nada también cansaba a esos seres, era muy confuso. El pobre ser parecía tan ido que necesito ayuda de un árbol para mantenerse, en aquel momento me preguntaba cómo había llegado hasta su condición actual ¿Apuestas y mala decisiones? Aquellas eran las opciones más viables para ese asunto.
- ¿Acaso necesitas algo de ayuda? – Dije sin quitarle el ojo de encima al animal humanoide.
El animal parecía examinarme también, hasta logré notar como usaba el olfato ¿Mi olor le diría algo? Aunque lo más posible es que tuviese un olor a vino y quizá a alcohol quemándose, no sabía si el bronce de mi brazo tuviese un olor especial, al menos yo no lo sentía… o quizás el látex que simulaba a la piel, habían tantas posibilidades que no sabía qué era lo que podía notar la nariz del zorro. También había realizado un cambio en su mirada ¿Había notado algo fuera de lo normal? ¿Una especie de presa que pudiese masticar?
Finalmente el animal comenzaba a acercarse, no sería tan malo después de todo compartir un par de tragos con una plática, claro, mientras que la plática no terminara en problema. Me extraño ver que aquel ser siguió su camino y no tomo asiento junto a las botellas, me giré para ver como se acercaba a mi mochila con la misma facilidad que lo haría un ebrio… o sea, ninguna, no veía cómodo eso de caminar en zigzag, quizá debía aprender ese gesto para cuando tuviese que mezclarme mejor entre las personas. El ser tomó asiento junto a la mochila, dejaba claro que la estaba oliendo pero no sabía por qué ¿Había raro en ella? No había comprado nada fuera de lo común, también había tenido cuidado con el licor para que no se esparciese dentro de esta.
La cosa había tomado un rumbo inesperado, el animal con sus extremidades deterioradas estaba tratando de abrir mi mochila, me levanté de mi asiento mientras caminaba lentamente hasta él, no quería recurrir aun a la violencia, no lo veía necesario.
- Será mejor que dejes eso quieto, las cosas allí dentro no te pertenecen y no debes meter un hocico en pertenencias ajenas. – Advertí esperando que me hiciese caso, desgraciadamente el animal parecía cegado por su instinto primitivo y ahora mordía mi mochila tratando de abrirla ¿Cómo se atrevía?
Sin pensármelo dos veces tomé impulso y corrí hacia al animal tecleándolo, aquello era una violación de mi espacio privado que no podía permitir. Me posicione sobre el zorro mientras tomaba mi mochila y la apartaba de su hocico baboso, aquello significaba que también debería de lavar la mochila después, pero eso era tema aparte, quizá si le daba una explicación a Emilia ella lo haría con mucho gusto por mí.
Llevé mi brazo metálico hasta el hocico del animal y lo cerré ejerciendo la suficiente fuerza para que supiese que no era un juego, aunque tampoco estaba haciendo presión para lastimarlo, esta vez había medido bien mis capacidades y no veía alguna razón para excederme con el zorro desdichado de las … ¿Manos magulladas? No, entraba en la clasificación de animales, seguramente eran patas, genial, otra duda que tenía ahora de los hombres bestia.
- Ya te dije que no puedo compartir la comida que hay en la mochila, no es mía, así que está claro que tampoco es tuya ¿Cierto? – El tono que usaba era el mismo que usaba la señora Collingwood para explicarle a los niños porque no debían tomarse las cosas sin permiso, era algo como de reproche pero a su vez de entendimiento. – Así que espero no tener que repetirlo más, voy a soltarte y si haces un movimiento arriesgado te daré en la nariz con la mano. – Solté un poco el hocico del animal, lo suficiente para que pudiese dar una respuesta. - ¿Entendiste?
Alois
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
El precinto de la mochila estaba a punto de ceder bajo la fuerza de sus fauces cuando el impulso del cuerpo ajeno impactando contra el suyo lo obligó a cesar su labor. Cayó estrepitosamente de espaldas al suelo levantando una nube de polvo que, por un momento, los engulló a ambos. ¡Maldito condenado hijo de…! Bajo el efecto de su potente resaca sentía como si el cerebro se le partiese en dos, no solo por el golpazo contra el piso, sino también por el potente tono de voz del muchacho que le percutía en la cabeza como un taladro y la violencia (para nada merecida, según él) con la que le cerraba el hocico. Para colmo su lengua había quedado atrapada entre los dientes siendo dolorosamente apretada por éstos, ante lo cual sólo podía gruñir y patalear.
El muchacho lo estaba regañando como si fuese un miserable crío, y ante esto Zatch no podía hacer más que observarlo con los ojos brillando de frustración. Aunque en pleno uso de su consciencia tal falta de respeto hubiese conllevado un cuchillazo en el esternón del joven pelirrojo, en este estado el zorro no sólo tenía ira en su ser, también angustia, cobardía y hastío, que se arremolinaban en su pecho haciéndole sentir indefenso. Ya que se sabía en situación de inferioridad y era consciente de que en su estado no podía dar lucha a ese chico, siendo que su mano apretaba con una fuerza inaudita y se dio cuenta que lo había subestimado, decidió recurrir a su táctica más rastrera y efectiva, esa que usaba cuando era niño y no podía defenderse: …dar lástima.
–Entiendo. –Murmuró apenas sintió disminuir la presión sobre su hocico. Cuando por fin fue liberado se echó hacia atrás y se sentó, llevándose las manos a la boca para masajearla torpemente al tiempo en que se relamía una y otra vez. Luego, aún aturdido, se refregó la cabeza con los antebrazos en pos de aliviar la migraña. El revolcón y el regaño contribuyeron a despejarle un poco la mente, llevándolo más cerca del estado resacoso que al de completa ebriedad. Por esto, tras meditar durante un momento sus palabras, ésta vez le fue más fácil articularlas, aunque la voz le salía quebrada y áspera y, por supuesto, era acompañada por ese desagradable aliento tan propio de un alcohólico.
–Lo lamento… no es usual en mí hacer ese tipo de cosas. –Mintió con descaro, pero nada en su expresión delataba su desvergüenza; todo lo contrario. Miró directamente a los ojos ajenos y alzó las manos para volver a mostrárselas. Aprovechó, además, el dolor de sus heridas y de la migraña para que sus ojos se empañasen en lágrimas– Verás –continuó, pronunciando cuidadosamente las sílabas– hace unos días estaba trabajando… transportando una mercadería muy valiosa, cuando aparecieron unos ladrones, ¡malditos rateros! para llevársela. Yo me opuse y esto fue lo que me hicieron. ¡Uno de los desgraciados me destrozó las manos a martillazos! –sorbió por la nariz como quien está a punto de llorar y volvió a apoyar los antebrazos en su regazo. Miró entonces hacia la maltrecha mochila y luego regresó su cristalina mirada al interlocutor– Desde entonces no puedo cazar ni trabajar… sniff… hace días que no como… ni… ni bebo agua. Es por eso que perdí la compostura. Lo siento mucho, no lo volveré a hacer.
Y agachó la cabeza, abatido. Sin duda era mucho más fácil dar pena siendo un cachorro con ojos grandes y pinta de abandonado, pero Zatch sentía que todavía tenía “el toque”, y ahora era el momento de ponerlo a prueba. Además, a grandes rasgos, lo que había dicho era verdad. Levemente modificada a su favor, pero verdad, al fin y al cabo.
Zatch
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
En los ojos del zorro se reflejaba el arrepentimiento, o lo que esperaba que fuese arrepentimiento… por lo visto tampoco sabía entender a la perfección lo que reflejaban las miradas, necesitaba una manera de estudiar eso, un buen gesto siempre te podrá mantener al margen de cualquier asunto.
Según palabras del mismo ser ya había entendido lo que le había dicho, el tono de voz para regañar parecía ser más efectivo de lo que esperaba, quizá aquel podría ser el mejor recurso para calmar a los vándalos o apaciguar problemas. El animal se frotaba el hocico por lo visto aliviándolo ¿Había ejercido mucha fuerza sobre aquel ser? No, esta vez me había controlado, como mucho solo le quedaría una sensación algo molesta pero no le había hecho daño.
El… ¿Sujeto? Finalmente parecía querer hablar, quizá una explicación de lo que estaba haciendo allí no caería mal, supuse que conseguir a un zorro humanoide con notable ebriedad en la mitad del bosque no era algo típico. El animal levantó sus manos heridas y sus ojos comenzaban a mancharse de lagrimas ¿Lloraba pro dolor físico o emocional? Aunque existía la posibilidad de que fuese por ambas, al sentirse inútil sin sus manos empezaba su dolor emocional y el dolor físico estaba claro.
- Así que tu desgracia es a causa de unos bandidos. – Observé cuidadosamente las manos del zorro, pobre ser, le habían desgraciado su único mecanismo de defensa solo para robarle. – No llores amigo, calma. – Le di una pequeñas palmadas en el hombro al zorro, si regañarlo como niño ya había funcionado quizá también podía calmarlo como se calmaban a los niños. – Todo estará mejor, fue un pequeño rasponsito y ya.
Tomé con curiosidad el brazo del zorro y lo levanté para observarle la mano, realmente parecía algo grave, lo más recomendable en aquellas situaciones era buscar ayuda médica para tratar la herida. Pensé si lo mejor era llevar al animal con algún médico… un momento ¿Lo debía llevar a un médico o a un veterinario? Mejor descartaba esas opciones por el momento, lo cual me dejaba inclinarme por la “medicina casera” y el hecho de tratar de acomodar las cosas.
- ¿Esto te duele? – Comencé a estirar los dedos del animal con algo de fuerza, en el peor de los casos se los terminaría partiendo, esperaba que el animal gritase como advertencia si la cosa llegaba hasta aquel extremo. - ¿Y qué era esa mercancía tan valiosa como para que sacrificaras tus extremidades por ello? – Dejé de estirar los dedos del zorro y sin pensarlo los apreté con fuerza, “Si duele es porque aun hay esperanzas” esa era otra frase que había escuchado en uno de mis idas a Lunargenta y no lograba sacarme de la cabeza. – Espera ¿Bebes licor y no agua? ¿Es alguna clase de ritual o algo qué tienen los de tu especie? – Aquel animal cada vez me daba más curiosidad, agradecía poder haberme topado con un ser de aquella raza para hacerle preguntas aunque lo más probable es que también tuviese que investigar en el futuro.
Según palabras del mismo ser ya había entendido lo que le había dicho, el tono de voz para regañar parecía ser más efectivo de lo que esperaba, quizá aquel podría ser el mejor recurso para calmar a los vándalos o apaciguar problemas. El animal se frotaba el hocico por lo visto aliviándolo ¿Había ejercido mucha fuerza sobre aquel ser? No, esta vez me había controlado, como mucho solo le quedaría una sensación algo molesta pero no le había hecho daño.
El… ¿Sujeto? Finalmente parecía querer hablar, quizá una explicación de lo que estaba haciendo allí no caería mal, supuse que conseguir a un zorro humanoide con notable ebriedad en la mitad del bosque no era algo típico. El animal levantó sus manos heridas y sus ojos comenzaban a mancharse de lagrimas ¿Lloraba pro dolor físico o emocional? Aunque existía la posibilidad de que fuese por ambas, al sentirse inútil sin sus manos empezaba su dolor emocional y el dolor físico estaba claro.
- Así que tu desgracia es a causa de unos bandidos. – Observé cuidadosamente las manos del zorro, pobre ser, le habían desgraciado su único mecanismo de defensa solo para robarle. – No llores amigo, calma. – Le di una pequeñas palmadas en el hombro al zorro, si regañarlo como niño ya había funcionado quizá también podía calmarlo como se calmaban a los niños. – Todo estará mejor, fue un pequeño rasponsito y ya.
Tomé con curiosidad el brazo del zorro y lo levanté para observarle la mano, realmente parecía algo grave, lo más recomendable en aquellas situaciones era buscar ayuda médica para tratar la herida. Pensé si lo mejor era llevar al animal con algún médico… un momento ¿Lo debía llevar a un médico o a un veterinario? Mejor descartaba esas opciones por el momento, lo cual me dejaba inclinarme por la “medicina casera” y el hecho de tratar de acomodar las cosas.
- ¿Esto te duele? – Comencé a estirar los dedos del animal con algo de fuerza, en el peor de los casos se los terminaría partiendo, esperaba que el animal gritase como advertencia si la cosa llegaba hasta aquel extremo. - ¿Y qué era esa mercancía tan valiosa como para que sacrificaras tus extremidades por ello? – Dejé de estirar los dedos del zorro y sin pensarlo los apreté con fuerza, “Si duele es porque aun hay esperanzas” esa era otra frase que había escuchado en uno de mis idas a Lunargenta y no lograba sacarme de la cabeza. – Espera ¿Bebes licor y no agua? ¿Es alguna clase de ritual o algo qué tienen los de tu especie? – Aquel animal cada vez me daba más curiosidad, agradecía poder haberme topado con un ser de aquella raza para hacerle preguntas aunque lo más probable es que también tuviese que investigar en el futuro.
Alois
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
Se mantuvo atento para percibir la reacción del pelirrojo, quien pronto satisfizo sus espectativas cayendo en su actuación. ¡Vaya iluso! Tuvo que hacer un esfuerzo por no sonreír y mantener, estoico, la mueca de tristeza en su rostro; y sí que fue difícil cuando el joven decidió consolarlo con una frase piadosa y suaves palmadas en su espalda. Pobre chico, realmente era una buena persona, pero también se le antojaba ligeramente ingenuo. ¿Acababa de diagnosticar que sus huesos metacarpianos no estaban quebrados en decenas de pedazos como Zatch creía, si no que más bien tenían un... “rasponsito”?
A juzgar por su frase el muchacho no era un curandero, pero claramente sentía curiosidad por examinar sus heridas. El zorro permitió con cierta reticencia que le tomase el brazo; quizás no era doctor pero cabía la posibilidad de que tuviese una leve noción de medicina.
-¡AARGH! -No, evidentemente ese psicópata no sabía lo que estaba haciendo. Todos sus músculos se tenzaron e intentó sin éxito apartar la mano, mas el chico continuaba moviéndole los dedos de tal manera que sentía como si se los estuviese por arrancar. Gruñó, se retorció y sintió cómo comenzaba a sudar. ¡Y el muy bastardo seguía dándole charla como si nada! Finalmente, tras un último grito mezcla de ira y dolor, se echó con fuerza hacia atrás y resguardó ambas manos heridas en su pecho, protegiéndolas con recelo. -¡Claro que me duele, idiota! -Esta vez sí que las lagrimillas humedeciéndole el pelaje eran verdaderas.
Tuvo que inhalar profundamente unas cuantas veces para conseguir recobrar la compostura. Volvía a mostrarse huraño; ni la compañía ni el licor gratis mejorarían ese humor agriado por un profundo dolor. Miró fijamente a su acompañante con ojos que le instaban a marcharse, y sintiéndose aún resentido por el disgusto ocasionado, apenas se dignó a responderle con un amargo y ronco tono de voz.
-Era mercancía muy importante. -Concluyó, arisco- Y no es ningún ritual, chico. El agua no me ayuda a olvidar el dolor. El licor sí.
Bajó la mirada hacia sus manos temblorosas, aún más amoratadas que antes, y frunció el ceño. Debido a tantos estímulos y zamarreo el efecto del alcohol empezaba a disiparse, dando lugar a una sensación de molestia acompañada por crecientes ganas de volver a sumirse en esa soledad donde nadie podía presenciar su miseria. Levantó los ojos, los clavó en la mirada de su acompañante y masculló sin consideración alguna:
-Ahora, chico, si piensas quedarte ahí mirando al estúpido borracho inválido, mejor lárgate de una vez. No soy una maldita atracción de circo.
A juzgar por su frase el muchacho no era un curandero, pero claramente sentía curiosidad por examinar sus heridas. El zorro permitió con cierta reticencia que le tomase el brazo; quizás no era doctor pero cabía la posibilidad de que tuviese una leve noción de medicina.
-¡AARGH! -No, evidentemente ese psicópata no sabía lo que estaba haciendo. Todos sus músculos se tenzaron e intentó sin éxito apartar la mano, mas el chico continuaba moviéndole los dedos de tal manera que sentía como si se los estuviese por arrancar. Gruñó, se retorció y sintió cómo comenzaba a sudar. ¡Y el muy bastardo seguía dándole charla como si nada! Finalmente, tras un último grito mezcla de ira y dolor, se echó con fuerza hacia atrás y resguardó ambas manos heridas en su pecho, protegiéndolas con recelo. -¡Claro que me duele, idiota! -Esta vez sí que las lagrimillas humedeciéndole el pelaje eran verdaderas.
Tuvo que inhalar profundamente unas cuantas veces para conseguir recobrar la compostura. Volvía a mostrarse huraño; ni la compañía ni el licor gratis mejorarían ese humor agriado por un profundo dolor. Miró fijamente a su acompañante con ojos que le instaban a marcharse, y sintiéndose aún resentido por el disgusto ocasionado, apenas se dignó a responderle con un amargo y ronco tono de voz.
-Era mercancía muy importante. -Concluyó, arisco- Y no es ningún ritual, chico. El agua no me ayuda a olvidar el dolor. El licor sí.
Bajó la mirada hacia sus manos temblorosas, aún más amoratadas que antes, y frunció el ceño. Debido a tantos estímulos y zamarreo el efecto del alcohol empezaba a disiparse, dando lugar a una sensación de molestia acompañada por crecientes ganas de volver a sumirse en esa soledad donde nadie podía presenciar su miseria. Levantó los ojos, los clavó en la mirada de su acompañante y masculló sin consideración alguna:
-Ahora, chico, si piensas quedarte ahí mirando al estúpido borracho inválido, mejor lárgate de una vez. No soy una maldita atracción de circo.
Zatch
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
El zorro se había dejado tratar la mano, eso era una buena señal, tenía entendido que cuando un animal permite el contacto físico de aquella manera es porque ya tenía confianza en la persona, el problema es que no sabía si aquel dato también se cumpliese en los hombres-bestia, quizá sí, eran animales después de todo ¿No?
Mi medicina cacera quizá estaba dando resultado, el zorro soltó un grito mientras examinaba sus dedos y noté como sus músculos se iban tensando “Si, debe estar funcionando.” Sus ligamentos posiblemente estaban reaccionando de forma positiva y se presentaba exteriormente con espasmos, eso era más que bueno ya que los movimientos significaban saludos, un claro ejemplo eran las personas muertas, ellas no se movían y eso dejaba claro su falta de saludos, Emilia me había dado aquel ingenioso ejemplo.
Otro grito del animal se hizo presente y supuse que aquel si era de dolor, levanté la mirada y observé como el animal estaba sudando, era raro ya que no estaba haciendo mucho calor, la temperatura era fresca. Solté las manos del ser mientras se retiraba a resguardar sus patas, sus ojos comenzaron a soltar lagrimas nuevamente, quizá a cuestión de los traumas que había sufrido ¿El dolor era también mental? Porque para ello dudaba tener alguna solución.
- Idiota es una palabra algo fuerte, yo solo ayudaba. – Comenté ante la exclamación del zorro, parecía alterado por mi fallo en medicina.
El animal respiraba profundamente tratando de relajar su dolor aunque no veía lógico aquel gesto, si el problema era en las manos de nada le servía respirar para aliviarse, era lo más lógico. La mirada del zorro era un poco agresiva, parecía molesto por los sucesos, que ser tan desagradecido, solo había tratado de ayudarlo y ahora se ponía con estas, seguro era lo que llamaban “instinto animal.”
La respuesta acerca de la mercancía no fue muy detallada, técnicamente fue inútil algo “muy importante” tenía muchas formas, quizá era importante de manera sentimental o importante a nivel material, quizá cajas llenas de veneno, mucho veneno era algo importante y peligroso… también podía ser algo importante como lo era el dinero o minerales preciosos.
- El alcohol tampoco ayuda a olvidar, solo te “relaja” por así decirlo y si llegas a olvidar algo será lo que hagas o suceda mientras estás en el efecto de ebriedad, dudo que olvides lo que suceda antes de este. - Que gente tan rara había en el mundo, al menos me había asegurado de que aquello de beber licor no era por ritual pero resultaba confuso el hecho de que el animal prefiriese embriagarse en vez de buscar agua para mejorar su estado.
Según el zorro estaba claro que no quería que me quedase quieto observando cómo sufría, nunca lo había tomado como una atracción de circo, todo lo contrario, hasta me había preocupado por su bienestar. Tome mi mochila y caminé hasta la botella de vino que había dejado atrás antes de alejar al animal de mis pertenencias.
- ¿Tienes un sitio en el cual depositar el Vino o piensas compartir la botella? – Me senté con cuidado y abrí la botella para darle un largo trago a esta. - ¿Planeas seguir amargado y arisco o quieres dar un buen trago? - Acerqué la botella un poco en el aire y la sacudí tratando de llamarle la atención, por experiencia sabía que las personas en un mal momento necesitaban ayuda y no era amable dejar a aquel zorro tirado mientras agonizaba, lo mejor que podía hacer era darle algo de apoyo moral antes de continuar con mi camino.
Mi medicina cacera quizá estaba dando resultado, el zorro soltó un grito mientras examinaba sus dedos y noté como sus músculos se iban tensando “Si, debe estar funcionando.” Sus ligamentos posiblemente estaban reaccionando de forma positiva y se presentaba exteriormente con espasmos, eso era más que bueno ya que los movimientos significaban saludos, un claro ejemplo eran las personas muertas, ellas no se movían y eso dejaba claro su falta de saludos, Emilia me había dado aquel ingenioso ejemplo.
Otro grito del animal se hizo presente y supuse que aquel si era de dolor, levanté la mirada y observé como el animal estaba sudando, era raro ya que no estaba haciendo mucho calor, la temperatura era fresca. Solté las manos del ser mientras se retiraba a resguardar sus patas, sus ojos comenzaron a soltar lagrimas nuevamente, quizá a cuestión de los traumas que había sufrido ¿El dolor era también mental? Porque para ello dudaba tener alguna solución.
- Idiota es una palabra algo fuerte, yo solo ayudaba. – Comenté ante la exclamación del zorro, parecía alterado por mi fallo en medicina.
El animal respiraba profundamente tratando de relajar su dolor aunque no veía lógico aquel gesto, si el problema era en las manos de nada le servía respirar para aliviarse, era lo más lógico. La mirada del zorro era un poco agresiva, parecía molesto por los sucesos, que ser tan desagradecido, solo había tratado de ayudarlo y ahora se ponía con estas, seguro era lo que llamaban “instinto animal.”
La respuesta acerca de la mercancía no fue muy detallada, técnicamente fue inútil algo “muy importante” tenía muchas formas, quizá era importante de manera sentimental o importante a nivel material, quizá cajas llenas de veneno, mucho veneno era algo importante y peligroso… también podía ser algo importante como lo era el dinero o minerales preciosos.
- El alcohol tampoco ayuda a olvidar, solo te “relaja” por así decirlo y si llegas a olvidar algo será lo que hagas o suceda mientras estás en el efecto de ebriedad, dudo que olvides lo que suceda antes de este. - Que gente tan rara había en el mundo, al menos me había asegurado de que aquello de beber licor no era por ritual pero resultaba confuso el hecho de que el animal prefiriese embriagarse en vez de buscar agua para mejorar su estado.
Según el zorro estaba claro que no quería que me quedase quieto observando cómo sufría, nunca lo había tomado como una atracción de circo, todo lo contrario, hasta me había preocupado por su bienestar. Tome mi mochila y caminé hasta la botella de vino que había dejado atrás antes de alejar al animal de mis pertenencias.
- ¿Tienes un sitio en el cual depositar el Vino o piensas compartir la botella? – Me senté con cuidado y abrí la botella para darle un largo trago a esta. - ¿Planeas seguir amargado y arisco o quieres dar un buen trago? - Acerqué la botella un poco en el aire y la sacudí tratando de llamarle la atención, por experiencia sabía que las personas en un mal momento necesitaban ayuda y no era amable dejar a aquel zorro tirado mientras agonizaba, lo mejor que podía hacer era darle algo de apoyo moral antes de continuar con mi camino.
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
Definitivamente aquel chico no se había visto envuelto jamás en un problema tan grande como para terminar rindiéndose ante los encantos y atajos proporcionados por el alcohol. El zorro escuchó, ceñudo e irritado, las demasiado lógicas palabras del muchacho. Se limitó a responder con un gruñido y mirar hacia un costado, tragándose la perorata que podría haber soltado en defensa del anestésico elixir. Tanto hablar de alcohol comenzaba a hacerle consciente de la resequedad en su garganta, y dudaba que algo de lo que pudiera decir cambiase la opinión de quien comenzaba a mostrar una actitud sospechosamente metódica y socialmente inepta. Alois le recordaba a cierto niño que había conocido una vez, cuyo extraño comportamiento compartía similitudes, y el niño había resultado estar muy lejos de ser un humano común y corriente. Ambos se desenvolvían con facilidad en el entorno, pero tenían un aura, un aroma, una forma de ser extraña, inadaptada. Ahora que el efecto del alcohol comenzaba a disiparse era más consciente de ello.
Cuando su acompañante tomó sus cosas y se puso de pie, Zatch exhaló un teatral suspiro tras asumir que éste había tomado la decisión de marcharse. Era lógico, ¿quién querría permanecer más de cinco minutos al lado de un zorro ebrio, truhán y maleducado? La soledad era su habitual, amarga y autoimpuesta compañía. Estaba a punto de incorporarse para regresar a su escondrijo bajo el tronco cuando, para su enorme sorpresa, el chico volvió a sentarse junto a él esta vez con la botella de vino en la mano.
-Tsk... dámela. -Gruñó mientras tomaba el recipiente con dificultad, apretándolo entre sus muñecas de manera que no tuviese que usar los dedos. Tras llevársela a los labios la empinó y dejó que el líquido le pasase por la garganta sin apenas saborearlo, para luego devolvérsela a su dueño mucho más liviana que antes. El zorro viró los ojos hacia un costado y fingió hastío, como si el milagroso hecho de que una persona decidiese seguir aguantándolo un rato más por voluntad propia no le resultase sobrecogedor. No obstante, pronto volvió a clavar su analítica mirada en el muchacho.
“Si no puedes con tu enemigo, únetele” dicen por ahí. Ya que no parecía dispuesto a marcharse, decidió que la mejor opción era simplemente resignarse a su compañía y sacar algún tema de conversación. No podía evitar que el chico le recordase a su familia, probablemente por el color de su cabello. La madre de Zatch era poseedora de unas bellísimas hebras pelirrojas, al igual que su abuelo, y el zorro recordaba haber visto, desde la ventana de su reclusorio y durante una inusual visita, que sus primos también poseían ese rasgo particular. Estaba en los genes de la familia Mikaelson. Carraspeó, se inclinó hacia adelante y reposó los antebrazos en las rodillas, moviendo tras de sí suavemente la cola en un gesto inofensivo que no hacía más que levantar un poco de polvo a sus espaldas.
-¿De dónde eres, ah? -Arrastraba las palabras y apenas articulaba con claridad las sílabas, pero al menos ya no se le trababa la lengua- ¿Y qué haces por aquí? ¿Esa comida que traes es para tu familia? ¿Has estado en Roilkat?
Su nariz se movió en un cómico gesto mientras olfateaba sin disimulo al muchacho. Lo que era una compañía ingrata ahora se convertía en el generador de los múltiples pensamientos paranoicos del zorro. ¿Era la llegada de aquel muchacho una mera casualidad... o tenía que ver con alguien de su familia, a quienes Zatch evitaba con tanto esmero? Frunció el ceño y se reclinó ligeramente más hacia adelante, esperando la respuesta con impaciencia.
Cuando su acompañante tomó sus cosas y se puso de pie, Zatch exhaló un teatral suspiro tras asumir que éste había tomado la decisión de marcharse. Era lógico, ¿quién querría permanecer más de cinco minutos al lado de un zorro ebrio, truhán y maleducado? La soledad era su habitual, amarga y autoimpuesta compañía. Estaba a punto de incorporarse para regresar a su escondrijo bajo el tronco cuando, para su enorme sorpresa, el chico volvió a sentarse junto a él esta vez con la botella de vino en la mano.
-Tsk... dámela. -Gruñó mientras tomaba el recipiente con dificultad, apretándolo entre sus muñecas de manera que no tuviese que usar los dedos. Tras llevársela a los labios la empinó y dejó que el líquido le pasase por la garganta sin apenas saborearlo, para luego devolvérsela a su dueño mucho más liviana que antes. El zorro viró los ojos hacia un costado y fingió hastío, como si el milagroso hecho de que una persona decidiese seguir aguantándolo un rato más por voluntad propia no le resultase sobrecogedor. No obstante, pronto volvió a clavar su analítica mirada en el muchacho.
“Si no puedes con tu enemigo, únetele” dicen por ahí. Ya que no parecía dispuesto a marcharse, decidió que la mejor opción era simplemente resignarse a su compañía y sacar algún tema de conversación. No podía evitar que el chico le recordase a su familia, probablemente por el color de su cabello. La madre de Zatch era poseedora de unas bellísimas hebras pelirrojas, al igual que su abuelo, y el zorro recordaba haber visto, desde la ventana de su reclusorio y durante una inusual visita, que sus primos también poseían ese rasgo particular. Estaba en los genes de la familia Mikaelson. Carraspeó, se inclinó hacia adelante y reposó los antebrazos en las rodillas, moviendo tras de sí suavemente la cola en un gesto inofensivo que no hacía más que levantar un poco de polvo a sus espaldas.
-¿De dónde eres, ah? -Arrastraba las palabras y apenas articulaba con claridad las sílabas, pero al menos ya no se le trababa la lengua- ¿Y qué haces por aquí? ¿Esa comida que traes es para tu familia? ¿Has estado en Roilkat?
Su nariz se movió en un cómico gesto mientras olfateaba sin disimulo al muchacho. Lo que era una compañía ingrata ahora se convertía en el generador de los múltiples pensamientos paranoicos del zorro. ¿Era la llegada de aquel muchacho una mera casualidad... o tenía que ver con alguien de su familia, a quienes Zatch evitaba con tanto esmero? Frunció el ceño y se reclinó ligeramente más hacia adelante, esperando la respuesta con impaciencia.
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
No había conocido a mucha gente en lo poco que había estado por el mundo, realmente conocía casi nada y era un milagro poder interactuar socialmente con las personas o seres en este caso. Por fortuna ya había visto a personas reacias y amargas, aquellos que se hacían los duros pero en el fondo escondían una historia o simplemente se odiaba, y también sucedía como en este caso, eran sujetos heridos y se encerraban en su amargura creyendo que eso sanaría las heridas.
El animal aun molesto tomó la botella de vino torpemente, parecía que sus patas iban a estar mal por un buen rato, quizá si intentaba mi medicina casera nuevamente le ayudaría pero sería algo que le propondría después, lo mejor ahora era que el animal volviese a parecer un ser estable y que generara confianza.
- Supongo que era de tu agrado. – Comenté mientras sopesaba la botella de vino que volvía a estar en mis manos, era clara la diferencia que había ahora pero al menos había quedado líquido en esta.
Limpié el pico de la botella con la manga de mi chaqueta, no era por menospreciar a la saliva del animal pero había leído que alguna baba de la fauna podía resultar peligrosa, lo mejor era prevenir, aunque realmente no sabía si eso también me afectase a mí. Si iba a tomar riesgo en aquel asunto sería en otro momento, por el momento solo debería dar un trago sin preocupación y hacerle compañía al desafortunado animal.
Le di un corto trago a la botella saboreando el vino y escuchando al zorro que por fin parecía querer hablar, eso era un gran progreso para un ser que estaba ebrio. La primera pregunta fue algo normal, las siguientes cada vez fueron escalando hasta que terminó preguntando por Roilkat ¿Qué tenía que ver Roilkat con todo el resto? - Yo soy de aquí cerca, bueno, no sé qué tan cerca, unas cuantas horas caminando. – No sabía si la pregunta era sobre mi sitio de “nacimiento” o de donde habitaba pero no estaba entre mis planes revelar que venía de la base de los Bios, en aquel sitio solo una persona sabía de mi libertad. – Yo estaba buscando provisiones y decidí salir de la ruta para observar el paisaje, creo que eso responde que hago aquí… aunque para ser más exactos lo que hago por aquí en este momento es hablarte. – Nuevamente no sabía cuál era la respuesta adecuada. – Si, es para mi familia, tenemos alimento básico como unas frutas o verduras pero siempre hacen falta unas cosas. – Le di una palmada a la mochila que tenía los alimentos para los Collingwood.– Les he sugerido comprar un animal para no tener problemas con las cosas lácteas pero aun lo están considerando.- Di otro sorbo a la botella de vino sin vaciar su liquido, ya se podría decir que lo mio con la bebida podía ser una adicción, al menos era una no letal. – Y no, no he ido a Roilkat, creo que en el futuro iré pero por el momento no está entre mis planes.
Acerqué la botella de vino nuevamente hacia el zorro por si tenía ganas de seguir bebiendo, ya no se notaba tan ebrio como antes y eso era buena señal, quizá el hecho de tener una charla le había regresado cierta cordura o posiblemente yo aun no supiese diferenciar entre alguien totalmente sobrio.
- Ya que tú me hiciste un par de preguntas lo más adecuado es que yo también te haga algunas a ti. – acaricié mi barbilla pensando que podía preguntar, podía ser cualquier cosa o también algo similar a las preguntas del zorro. - ¿De dónde eres? ¿Qué planeas hacer? Y si no te molesta ¿Puedes decir tu nombre? Creo que no haberlo escuchado aun. El mío es Alois, Alois Felce. – Si iba a pedir un nombre lo más adecuado sería decir el mío también, levanté un poco la gorra a señal de saludo para luego volver a acomodarla, no sabía exactamente qué significaba aquel gesto pero había visto a gente hacerlo al momento de encontrarse con alguien más.
El animal aun molesto tomó la botella de vino torpemente, parecía que sus patas iban a estar mal por un buen rato, quizá si intentaba mi medicina casera nuevamente le ayudaría pero sería algo que le propondría después, lo mejor ahora era que el animal volviese a parecer un ser estable y que generara confianza.
- Supongo que era de tu agrado. – Comenté mientras sopesaba la botella de vino que volvía a estar en mis manos, era clara la diferencia que había ahora pero al menos había quedado líquido en esta.
Limpié el pico de la botella con la manga de mi chaqueta, no era por menospreciar a la saliva del animal pero había leído que alguna baba de la fauna podía resultar peligrosa, lo mejor era prevenir, aunque realmente no sabía si eso también me afectase a mí. Si iba a tomar riesgo en aquel asunto sería en otro momento, por el momento solo debería dar un trago sin preocupación y hacerle compañía al desafortunado animal.
Le di un corto trago a la botella saboreando el vino y escuchando al zorro que por fin parecía querer hablar, eso era un gran progreso para un ser que estaba ebrio. La primera pregunta fue algo normal, las siguientes cada vez fueron escalando hasta que terminó preguntando por Roilkat ¿Qué tenía que ver Roilkat con todo el resto? - Yo soy de aquí cerca, bueno, no sé qué tan cerca, unas cuantas horas caminando. – No sabía si la pregunta era sobre mi sitio de “nacimiento” o de donde habitaba pero no estaba entre mis planes revelar que venía de la base de los Bios, en aquel sitio solo una persona sabía de mi libertad. – Yo estaba buscando provisiones y decidí salir de la ruta para observar el paisaje, creo que eso responde que hago aquí… aunque para ser más exactos lo que hago por aquí en este momento es hablarte. – Nuevamente no sabía cuál era la respuesta adecuada. – Si, es para mi familia, tenemos alimento básico como unas frutas o verduras pero siempre hacen falta unas cosas. – Le di una palmada a la mochila que tenía los alimentos para los Collingwood.– Les he sugerido comprar un animal para no tener problemas con las cosas lácteas pero aun lo están considerando.- Di otro sorbo a la botella de vino sin vaciar su liquido, ya se podría decir que lo mio con la bebida podía ser una adicción, al menos era una no letal. – Y no, no he ido a Roilkat, creo que en el futuro iré pero por el momento no está entre mis planes.
Acerqué la botella de vino nuevamente hacia el zorro por si tenía ganas de seguir bebiendo, ya no se notaba tan ebrio como antes y eso era buena señal, quizá el hecho de tener una charla le había regresado cierta cordura o posiblemente yo aun no supiese diferenciar entre alguien totalmente sobrio.
- Ya que tú me hiciste un par de preguntas lo más adecuado es que yo también te haga algunas a ti. – acaricié mi barbilla pensando que podía preguntar, podía ser cualquier cosa o también algo similar a las preguntas del zorro. - ¿De dónde eres? ¿Qué planeas hacer? Y si no te molesta ¿Puedes decir tu nombre? Creo que no haberlo escuchado aun. El mío es Alois, Alois Felce. – Si iba a pedir un nombre lo más adecuado sería decir el mío también, levanté un poco la gorra a señal de saludo para luego volver a acomodarla, no sabía exactamente qué significaba aquel gesto pero había visto a gente hacerlo al momento de encontrarse con alguien más.
Alois
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
El muchacho respondía a sus preguntas con coherencia y rectitud, ofreciéndole la información justa, sin entrar demasiado en detalles. Zatch vio eso como un punto a favor para su acompañante; al final no parecía ser tan ingenuo como había pensado en un principio. Suspiró y relajó los hombros al oír que no conocía la detestable Roilkat. ¿Le estaría diciendo la verdad? De ser así, no tenía por qué preocuparse porque fuese un familiar suyo, dado que se suponía que la familia Mikaelson, tradicionalistas como eran, pertenecía a aquella ciudad desde hacía generaciones. Sin embargo nunca podía estar completamente sesguro. Una nueva duda, no obstante, se le ocurrió. ¿Qué era aquel chico? Si descubría que no era un humano, entonces toda posibilidad de que tuviese algo que ver con su pelirroja estirpe se reduciría a cero.
Estuvo a punto de formular una nueva retahíla de preguntas cuando la botella le fue ofrecida junto a indagaciones respecto a su vida. A Zatch le encantaba entrometerse en los asuntos ajenos, pero cuando la situación sucedía a la inversa no disfrutaba en lo más mínimo. Rechazó la bebida con un suave gesto negativo de la cabeza y respiró profundamente, haciendo acopio de la poca consciencia que le quedaba para no meter la pata soltando más información de la necesaria, o siendo más sincero de lo prudente.
-Yo sí soy de Roilkat. -Comenzó. No le importaba que aquello se supiese, dado que de todas maneras nadie sabía que tenía familia allí. Las pocas personas que creían saber su procedencia habían caído en la mentira de que era huérfano. Bueno, media mentira, pues en realidad él sí que se consideraba uno, dado que su madre había muerto para él aquel día de su octavo cumpleaños y su padre bien podía haber desaparecido de la faz de la tierra antes de su nacimiento. ¿Por qué habría de mencionarlos?- Y me llamo Zatch. -Respondió, dejando la pregunta del medio para el final, dado que tuvo que tomarse un momento para pensar la respuesta, perdiendo la mirada en algún punto a la izquierda antes de regresarla hacia su compañía- No sé qué haré. Volver a trabajar está fuera de mis planes por el momento. -Se encogió de hombros, alzando por un instante las temblorosas manos- Quizás vaya donde los elfos, dicen que son excelentes curanderos. Tú, por casualidad, no serás un elfo ¿verdad? -Entonces, inclinándose más al frente, volvió a olfatearle con descaro. Su gesto se tornó pensativo y, sin ningún remparo en la intimidad del muchacho, inquirió:
-No, no hueles a elfo. Tampoco a humano, y ciertamente menos aún a esos hombres lobo. No hueles a absolutamente nada, chico, sólo a alcohol... Y no pareces estar borracho. -Entrecerró los ojos; la cola tras de sí comenzó a zarandearse con mayor intensidad- ...¿Qué demonios eres?
Estuvo a punto de formular una nueva retahíla de preguntas cuando la botella le fue ofrecida junto a indagaciones respecto a su vida. A Zatch le encantaba entrometerse en los asuntos ajenos, pero cuando la situación sucedía a la inversa no disfrutaba en lo más mínimo. Rechazó la bebida con un suave gesto negativo de la cabeza y respiró profundamente, haciendo acopio de la poca consciencia que le quedaba para no meter la pata soltando más información de la necesaria, o siendo más sincero de lo prudente.
-Yo sí soy de Roilkat. -Comenzó. No le importaba que aquello se supiese, dado que de todas maneras nadie sabía que tenía familia allí. Las pocas personas que creían saber su procedencia habían caído en la mentira de que era huérfano. Bueno, media mentira, pues en realidad él sí que se consideraba uno, dado que su madre había muerto para él aquel día de su octavo cumpleaños y su padre bien podía haber desaparecido de la faz de la tierra antes de su nacimiento. ¿Por qué habría de mencionarlos?- Y me llamo Zatch. -Respondió, dejando la pregunta del medio para el final, dado que tuvo que tomarse un momento para pensar la respuesta, perdiendo la mirada en algún punto a la izquierda antes de regresarla hacia su compañía- No sé qué haré. Volver a trabajar está fuera de mis planes por el momento. -Se encogió de hombros, alzando por un instante las temblorosas manos- Quizás vaya donde los elfos, dicen que son excelentes curanderos. Tú, por casualidad, no serás un elfo ¿verdad? -Entonces, inclinándose más al frente, volvió a olfatearle con descaro. Su gesto se tornó pensativo y, sin ningún remparo en la intimidad del muchacho, inquirió:
-No, no hueles a elfo. Tampoco a humano, y ciertamente menos aún a esos hombres lobo. No hueles a absolutamente nada, chico, sólo a alcohol... Y no pareces estar borracho. -Entrecerró los ojos; la cola tras de sí comenzó a zarandearse con mayor intensidad- ...¿Qué demonios eres?
Zatch
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
Por primera vez había visto al zorro ser reacio al vino, lo más posible es que ya había considerado mejor el hecho de permanecer en estado de sobriedad, aquello era bueno porque no debería tratar con alguien que posiblemente fuese a tener memoria a corto plazo o desvariase al momento de hablar. Ya que el animal no planeaba beber no veía problema con que yo siguiese haciéndolo, regresé la botella y la empiné dando un dulce y largo trago, agradecía que mi mecanismo fuese a base de licor y no de carbón, el carbón debía de saber raro.
No entendía realmente porque el zorro había tenido curiosidad con Roilkat, el mismo había admitido ser de allí ¿Entonces por qué había preguntado si conocía la zona? No veía mucho sentido, quizá buscaba a alguien conocido del lugar y quería saber si podía ayudarle en aquello, eso era lo más lógico… o quizá sufría de amnesia y no recordaba exactamente como era su hogar.
Era grato por fin tener un nombre para al animal, Zatch hasta sonaba bien… aunque el zorro no tenía cara de Zatch, bueno, no había algún nombre por el cual asociar el rostro de algún zorro, quizá “Señor Zorro” pero dudaba que alguien pudiese llamarse así. Después de responder aquello el animal se quedó mirando al infinito, dirigí la mirada al mismo sitio donde este observaba ¿Acaso había notado la presencia de algo o alguien cerca? Posiblemente sus sentidos agudos de bestia le ayudaran para aquello.
La sorpresa fue cuando el animal respondió una de las preguntas que había dejado en el aire “Oh, así que estaba pensando.” Qué forma más curiosa de analizar, de la nada se quedaba observando al infinito para acomodar sus ideas, no veía razón alguna para que tuviese que pasar por todo ese proceso para pensar en algo, no es como si ver fijamente a la nada pudiese traer las respuestas que uno necesitaba.
- No creo ser un elfo. – Respondí mientras jalaba suavemente una de mis orejas, los elfos se caracterizaban por tener aquel factor peculiar de “orejas puntiagudas” un factor el cual yo no poseía.
El animal ahora usaba sus dones naturaleza para olfatearme, un momento ¿Olfatear era un don natural? Posiblemente lo fuese, había gente que nacía sin olfato… otra duda más añadida a la lista. En aquel momento pude entender lo que llamaban “violación del espacio personal”, por lo visto lo que estaba haciendo era tratar de oler que era y ya estaba claro que no era un elfo. Zatch siguió olfateando y acotó de igual manera de que yo no era humano o licántropo, era impresionante lo que podía saber con tan solo olerme, impresionante y peligroso.
- Mi cuerpo se adapta perfectamente al licor, tal como algunas personas lo hacen con los venenos. Digamos que tengo ya cierta inmunidad a éste, algo útil para los duelos de bebidas. – Mentí esperando que aquello sirviese. – Yo solo soy alguien más, ciertamente no veo que tenga mucha importancia… quizá mi olor se quedó en casa. – Bromeé tratando imitar el tono burlón que había escuchado ya en el pasado, aquel tono debía de ser la clave para que un comentario con humor fuese aceptado y debía perfeccionarlo.
Aun no sabía que tan seguro era que alguien más supiese de mi verdadero origen, no es como si me estuviesen buscando o algo por el estilo, lo más probable es que ni sabían que había un biocibernético haciendo falta pero prefería no jugar con lo que llaman suerte. Pocas personas conocían lo que en verdad era y prefería que así se mantuviese la cosa, al menos por un poco más de tiempo, mientras aprendía a desenvolverme mejor entre la sociedad.
- Ahora que lo pienso ¿Cómo planeas ir con los elfos? Tengo entendido que son algo territoriales… aunque la verdad es que cuidan a los seres del bosque. – Observé a Zatch por un momento pensando si mi siguiente pregunta era la más adecuada. – ¿Se te puede considerar un ser del bosque? Digo… técnicamente eres un zorro pero a la vez hablas y tienes el tamaño de una persona.
No entendía realmente porque el zorro había tenido curiosidad con Roilkat, el mismo había admitido ser de allí ¿Entonces por qué había preguntado si conocía la zona? No veía mucho sentido, quizá buscaba a alguien conocido del lugar y quería saber si podía ayudarle en aquello, eso era lo más lógico… o quizá sufría de amnesia y no recordaba exactamente como era su hogar.
Era grato por fin tener un nombre para al animal, Zatch hasta sonaba bien… aunque el zorro no tenía cara de Zatch, bueno, no había algún nombre por el cual asociar el rostro de algún zorro, quizá “Señor Zorro” pero dudaba que alguien pudiese llamarse así. Después de responder aquello el animal se quedó mirando al infinito, dirigí la mirada al mismo sitio donde este observaba ¿Acaso había notado la presencia de algo o alguien cerca? Posiblemente sus sentidos agudos de bestia le ayudaran para aquello.
La sorpresa fue cuando el animal respondió una de las preguntas que había dejado en el aire “Oh, así que estaba pensando.” Qué forma más curiosa de analizar, de la nada se quedaba observando al infinito para acomodar sus ideas, no veía razón alguna para que tuviese que pasar por todo ese proceso para pensar en algo, no es como si ver fijamente a la nada pudiese traer las respuestas que uno necesitaba.
- No creo ser un elfo. – Respondí mientras jalaba suavemente una de mis orejas, los elfos se caracterizaban por tener aquel factor peculiar de “orejas puntiagudas” un factor el cual yo no poseía.
El animal ahora usaba sus dones naturaleza para olfatearme, un momento ¿Olfatear era un don natural? Posiblemente lo fuese, había gente que nacía sin olfato… otra duda más añadida a la lista. En aquel momento pude entender lo que llamaban “violación del espacio personal”, por lo visto lo que estaba haciendo era tratar de oler que era y ya estaba claro que no era un elfo. Zatch siguió olfateando y acotó de igual manera de que yo no era humano o licántropo, era impresionante lo que podía saber con tan solo olerme, impresionante y peligroso.
- Mi cuerpo se adapta perfectamente al licor, tal como algunas personas lo hacen con los venenos. Digamos que tengo ya cierta inmunidad a éste, algo útil para los duelos de bebidas. – Mentí esperando que aquello sirviese. – Yo solo soy alguien más, ciertamente no veo que tenga mucha importancia… quizá mi olor se quedó en casa. – Bromeé tratando imitar el tono burlón que había escuchado ya en el pasado, aquel tono debía de ser la clave para que un comentario con humor fuese aceptado y debía perfeccionarlo.
Aun no sabía que tan seguro era que alguien más supiese de mi verdadero origen, no es como si me estuviesen buscando o algo por el estilo, lo más probable es que ni sabían que había un biocibernético haciendo falta pero prefería no jugar con lo que llaman suerte. Pocas personas conocían lo que en verdad era y prefería que así se mantuviese la cosa, al menos por un poco más de tiempo, mientras aprendía a desenvolverme mejor entre la sociedad.
- Ahora que lo pienso ¿Cómo planeas ir con los elfos? Tengo entendido que son algo territoriales… aunque la verdad es que cuidan a los seres del bosque. – Observé a Zatch por un momento pensando si mi siguiente pregunta era la más adecuada. – ¿Se te puede considerar un ser del bosque? Digo… técnicamente eres un zorro pero a la vez hablas y tienes el tamaño de una persona.
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
El zorruno muchacho mantuvo la mirada sobre su compañía, con los párpados pesándole tanto que le tapaban hasta la mitad de los ojos. Aunque se encontraba mucho más consciente que en un principio, aún tenía los sentidos embotados y un fuerte dolor de cabeza comenzaba a hacer mella en su, ya de por sí, susceptible estado de ánimo. Así pues escuchó con creciente desconfianza e insatisfacción al otro, quien decía no ser un elfo y según su aroma era veraz, pero aún así sus palabras le sonaron a burdas mentiras. No podía ser un humano, ¡los hombres apestaban a sudor y mugre, no como éste! Respiró profundo y apretó los dientes con gesto hastiado. En otra situación hubiese indagado más pero esta vez, cansado como estaba, decidió que la cuestión no le interesaba tanto como para que valiese el esfuerzo. Fuese lo que fuese, el chico no parecía hostil.
Nuevas preguntas llegaron a él, apartándolo de su deplorable estado... al menos por un instante. Sus perezosos ojos se fijaron en el contrario y volvió a transcurrir un momento de reflexión antes de que, ya con un tono irritado, le respondiese:
-Territoriales o no, hasta el más receloso elfo sucumbirá ante una buena suma de aeros. Curar es su maldito trabajo, ¿no? -La siguiente acotación del muchacho le arrancó una fugaz sonrisa, más bien de aires burlones que simpáticos. Le hacía gracia la ingenuidad con la que interactuaba aquel extraño joven. ¿Que si era un ser del bosque? Se miró los peludos brazos y piernas y, mientras sacudía con levedad la cola, se le ocurrió que ni él mismo sabía definirse. Se pasaba más tiempo en las ciudades y había sido criado a la manera humana, con lo cual tenía aquel lado muy desarrollado. Pero, a decir verdad, cuando estaba en el bosque se sentía más tranquilo, más protegido... y más cómodo. Al fin y al cabo por eso había decidido refugiarse allí y no en alguna alcantarilla de Lunargenta. -Sí, supongo que lo soy. -Admitió- ...Pero no creo que los elfos me vean como uno de sus dóciles animalillos. Más les vale que no.
Su atención volvió a reposar sobre el licor y tuvo el reflejo de tragar saliva. Su garganta estaba áspera, seca y dolorida, y con el pequeño rayo de lucidez que comenzaba a despejarle la mente, se daba cuenta que ni él mismo podía soportar su propio estado, su dolor, su fuerte aroma. Arrugó la nariz al imaginar la peste a la que aquel chico estaba exponiéndose al compartir espacio con él. Además, su pelaje estaba hecho un asco y las manos, cuya piel podía apreciarse cada vez más negruzca bajo el pelaje, demostraban ir de mal en peor. Una idea obvia para quien lo viese, pero difícil de admitir para sí mismo, le alertó: si seguía allí, tercamente recluido durante mucho más tiempo, se debilitaría hasta morir de inanición o infección, o hasta estar tan débil que no podría defenderse ante cualquier ataque. Su instinto, reavivado gracias a la aparición del pelirrojo y la lucidez proporcionada por la conversación, comenzó a pugnar dentro suyo como la más primitiva e infalible de las alarmas.
-¿Sabes qué? -Habló de pronto, esta vez en voz más alta y con mayor resolución- Quizás debería ir hacia el territorio de esos orejones ya mismo. Hablar contigo me ha iluminado, chico. Oh, tampoco te sientas muy orgulloso, así como has venido tú podría haber sido cualquiera. -Zatch jamás podía permitirse ser tan amable con los demás, claro está. Se puso de pie a duras penas e, ignorando repentinamente al otro, tambaleó hasta meterse a su madriguera. Desde fuera pudo escucharse el barullo de las botellas chocando entre sí, y minutos después emergió con la capa mal puesta, su morral y algunas otras pertenencias colgándole del cinturón, también torcido. Se frotó el antebrazo sobre los ojos, miró al horizonte y, tras dar un paso, se volvió hacia Alois con gesto confundido- No es que no lo sepa, claro que lo sé, pero... ¿hacia dónde dices tú que está el noroeste?
Nuevas preguntas llegaron a él, apartándolo de su deplorable estado... al menos por un instante. Sus perezosos ojos se fijaron en el contrario y volvió a transcurrir un momento de reflexión antes de que, ya con un tono irritado, le respondiese:
-Territoriales o no, hasta el más receloso elfo sucumbirá ante una buena suma de aeros. Curar es su maldito trabajo, ¿no? -La siguiente acotación del muchacho le arrancó una fugaz sonrisa, más bien de aires burlones que simpáticos. Le hacía gracia la ingenuidad con la que interactuaba aquel extraño joven. ¿Que si era un ser del bosque? Se miró los peludos brazos y piernas y, mientras sacudía con levedad la cola, se le ocurrió que ni él mismo sabía definirse. Se pasaba más tiempo en las ciudades y había sido criado a la manera humana, con lo cual tenía aquel lado muy desarrollado. Pero, a decir verdad, cuando estaba en el bosque se sentía más tranquilo, más protegido... y más cómodo. Al fin y al cabo por eso había decidido refugiarse allí y no en alguna alcantarilla de Lunargenta. -Sí, supongo que lo soy. -Admitió- ...Pero no creo que los elfos me vean como uno de sus dóciles animalillos. Más les vale que no.
Su atención volvió a reposar sobre el licor y tuvo el reflejo de tragar saliva. Su garganta estaba áspera, seca y dolorida, y con el pequeño rayo de lucidez que comenzaba a despejarle la mente, se daba cuenta que ni él mismo podía soportar su propio estado, su dolor, su fuerte aroma. Arrugó la nariz al imaginar la peste a la que aquel chico estaba exponiéndose al compartir espacio con él. Además, su pelaje estaba hecho un asco y las manos, cuya piel podía apreciarse cada vez más negruzca bajo el pelaje, demostraban ir de mal en peor. Una idea obvia para quien lo viese, pero difícil de admitir para sí mismo, le alertó: si seguía allí, tercamente recluido durante mucho más tiempo, se debilitaría hasta morir de inanición o infección, o hasta estar tan débil que no podría defenderse ante cualquier ataque. Su instinto, reavivado gracias a la aparición del pelirrojo y la lucidez proporcionada por la conversación, comenzó a pugnar dentro suyo como la más primitiva e infalible de las alarmas.
-¿Sabes qué? -Habló de pronto, esta vez en voz más alta y con mayor resolución- Quizás debería ir hacia el territorio de esos orejones ya mismo. Hablar contigo me ha iluminado, chico. Oh, tampoco te sientas muy orgulloso, así como has venido tú podría haber sido cualquiera. -Zatch jamás podía permitirse ser tan amable con los demás, claro está. Se puso de pie a duras penas e, ignorando repentinamente al otro, tambaleó hasta meterse a su madriguera. Desde fuera pudo escucharse el barullo de las botellas chocando entre sí, y minutos después emergió con la capa mal puesta, su morral y algunas otras pertenencias colgándole del cinturón, también torcido. Se frotó el antebrazo sobre los ojos, miró al horizonte y, tras dar un paso, se volvió hacia Alois con gesto confundido- No es que no lo sepa, claro que lo sé, pero... ¿hacia dónde dices tú que está el noroeste?
Zatch
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
- Realmente solo es trabajo de ellos si trabajan como doctores o algo por el estilo. – Comenté ante la acotación del zorro, si, los elfos por naturaleza podían curar pero no era una obligación estar sanando todo lo que se lastimara.
Los elfos eran otra raza curiosa con la cual no me había podido topar aun, tenía entendido que uno de sus rasgos más resaltantes eran las orejas afiladas que poseían. Por lo que tenía entendido habían sido bendecidos con el poder de tratar heridas, también había leído algo acerca de que podían mejorar su rendimiento físico de la misma manera pero de eso ultimo no estaba seguro, eran adoradores de la fauna y no permitían que la dañaran. Todo eso era lo que podía recordar, si había algo más de aquello guardado en mi memoría no sabía exactamente donde estaría.
No había entendido la sonrisa del zorro ante mi duda, por lo visto le daba gracia y a la vez era un dato que el mismo desconocía, se observaba como si aquello le fuese a dar la respuesta ¿Es que él nunca había pensado en ello?
- ¿Supones? – Aquello afirmaba mi teoría acerca de que ni el propio ser sabía que era. – Y si los llegas a morder o a insultar dudo que lleguen a tratarte como un “dócil animalito”. – Aquello también le podía servir de consejo si Zatch no quería tener aquella apariencia de animal frágil, aunque sus manos no colaborarían.
No sabía el porqué pero el zorro parecía cada vez espabilarse más y animarse, quizá solo le había faltado compañía, la depresión por sus heridas lo había dejado en mal estado y no tener a alguien cerca no le ayudaba para nada.
- No creo que alguien más hubiese pasado por aquí, al menos no pronto, parece ser un camino poco frecuentado y tampoco es que muchas personas quisieran recorrer la fauna porque si. – Eso era muy cierto, realmente yo había llegado allí por simple coincidencia, había decidido salir un poco de la rutina y me había llevado la sorpresa de conseguir un ser agonizante.
Zatch se levantó del suelo y caminando con paso torpe regresó a su escondrijo, por lo visto no estaba tan determinado como parecía… posiblemente solo siguiese ebrio. Mientras escuchaba el ruido de las botellas procedentes de la madriguera decidí yo de igual manera ponerme de pie, ya no había motivo para estar sentado sin hacer nada.
Guardé la botella vacía de Vino y saqué una hogaza de pan, quien sabía si el zorro fuese a salir nuevamente de su escondrijo. Zatch había salido preparado para el viaje por lo visto, iba en serio con lo de buscar elfos para sanar sus maltratadas manos, mientras no volviera a resignarse y a caer en la bebida estaría bien.
- ¿El noroeste? – Me pase la mano por la barbilla y observé el alrededor mientras me ubicaba. – Yo vengo del sur, caminé al este y luego mi camino de regreso fue en suroeste tomando mi breve desvío. – Señalé el horizonte en la dirección de la que debía estar el noroeste, no podía fallar, estaba un 99% seguro de mi decisión. – Así que el noroeste queda definitivamente por allá. – Me acerqué unos pasos hasta el zorro y le acerqué la hogaza de pan, si iba a viajar si necesitaría algo de comida, dudaba que los Collingwood se molestasen al explicarles el porqué de mi acción. – Esto es todo lo que te puedo ofrecer para que comas en tu recorrido, y además recuerda evitar futuros problemas.
Los elfos eran otra raza curiosa con la cual no me había podido topar aun, tenía entendido que uno de sus rasgos más resaltantes eran las orejas afiladas que poseían. Por lo que tenía entendido habían sido bendecidos con el poder de tratar heridas, también había leído algo acerca de que podían mejorar su rendimiento físico de la misma manera pero de eso ultimo no estaba seguro, eran adoradores de la fauna y no permitían que la dañaran. Todo eso era lo que podía recordar, si había algo más de aquello guardado en mi memoría no sabía exactamente donde estaría.
No había entendido la sonrisa del zorro ante mi duda, por lo visto le daba gracia y a la vez era un dato que el mismo desconocía, se observaba como si aquello le fuese a dar la respuesta ¿Es que él nunca había pensado en ello?
- ¿Supones? – Aquello afirmaba mi teoría acerca de que ni el propio ser sabía que era. – Y si los llegas a morder o a insultar dudo que lleguen a tratarte como un “dócil animalito”. – Aquello también le podía servir de consejo si Zatch no quería tener aquella apariencia de animal frágil, aunque sus manos no colaborarían.
No sabía el porqué pero el zorro parecía cada vez espabilarse más y animarse, quizá solo le había faltado compañía, la depresión por sus heridas lo había dejado en mal estado y no tener a alguien cerca no le ayudaba para nada.
- No creo que alguien más hubiese pasado por aquí, al menos no pronto, parece ser un camino poco frecuentado y tampoco es que muchas personas quisieran recorrer la fauna porque si. – Eso era muy cierto, realmente yo había llegado allí por simple coincidencia, había decidido salir un poco de la rutina y me había llevado la sorpresa de conseguir un ser agonizante.
Zatch se levantó del suelo y caminando con paso torpe regresó a su escondrijo, por lo visto no estaba tan determinado como parecía… posiblemente solo siguiese ebrio. Mientras escuchaba el ruido de las botellas procedentes de la madriguera decidí yo de igual manera ponerme de pie, ya no había motivo para estar sentado sin hacer nada.
Guardé la botella vacía de Vino y saqué una hogaza de pan, quien sabía si el zorro fuese a salir nuevamente de su escondrijo. Zatch había salido preparado para el viaje por lo visto, iba en serio con lo de buscar elfos para sanar sus maltratadas manos, mientras no volviera a resignarse y a caer en la bebida estaría bien.
- ¿El noroeste? – Me pase la mano por la barbilla y observé el alrededor mientras me ubicaba. – Yo vengo del sur, caminé al este y luego mi camino de regreso fue en suroeste tomando mi breve desvío. – Señalé el horizonte en la dirección de la que debía estar el noroeste, no podía fallar, estaba un 99% seguro de mi decisión. – Así que el noroeste queda definitivamente por allá. – Me acerqué unos pasos hasta el zorro y le acerqué la hogaza de pan, si iba a viajar si necesitaría algo de comida, dudaba que los Collingwood se molestasen al explicarles el porqué de mi acción. – Esto es todo lo que te puedo ofrecer para que comas en tu recorrido, y además recuerda evitar futuros problemas.
Alois
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
Zatch esperó con impaciencia la indicación del rumbo dada por aquel muchacho que no dejaba de sorprenderle por su desinteresada amabilidad. Aunque jamás admitiría que la presencia del pelirrojo había sido un gran estímulo para su mejoría, la realidad era que su compañía tras tantos días de aislamiento había contribuido a darle el impulso necesario para juntar del piso la poca dignidad que le quedaba y ponerse en marcha con intenciones de volver a las andanzas cuanto antes. Aquel joven no sabía que la sociedad estaba mucho mejor con ese zorro malhechor agonizando en una madriguera en vez de realizando sus fechorías en la ciudad. No obstante, pese a no ser precisamente un buen samaritano, Zatch sabía sentir agradecimiento y memorizaría el rostro de ese muchacho para, si se lo volvía a encontrar alguna vez, devolverle el favor... o, por lo menos, no hacerle daño ni intentar robarle como en un principio.
Observó hacia donde le era señalado el noroeste y asintió con la cabeza, presto a emprender la marcha. Sin embargo, un último y bondadoso gesto le llamó la atención. Los ojos color ámbar brillaron de sorpresa durante un instante. ¿Cómo pudo haber entablado una conversación amena con alguien que era completamente opuesto a él? Uno le había ofrecido charla, consuelo y comida al otro, que egoístamente siempre buscaba acaparar todo para sí, aún a costa de vidas ajenas. Algo dentro del zorro vibró; era un grito proveniente de lo más profundo de su consciencia. El mal, ante las demostraciones del bien, siempre se sentía humillado y celoso. Observó con gesto pensativo la hogaza de pan durante un largo momento y, antes de aceptarla, murmuró sin establecer contacto visual:
-Gracias, chico, recordaré esto. -A decir verdad, si la resaca le permitiría guardar aquello en su memoria, era algo que luego comprobaría- Tú ten cuidado: Eres demasiado bueno, se aprovecharán de ti si sigues confiando en todo el mundo. -Y tras el seco y sincero consejo tomó el alimento entre sus fauces, incapaz de agarrarlo con las manos.
Así, mordisqueando lo primero que le llenaría el estómago luego de varios días de hambruna, se dio la media vuelta para emprender el tambaleante camino hacia la tierra de los elfos. Un sabor agridulce le colmaba la boca, y no se debía al pan; las muestras de bondad siempre le dejaban una sensación sumamente extraña durante algún tiempo.
Observó hacia donde le era señalado el noroeste y asintió con la cabeza, presto a emprender la marcha. Sin embargo, un último y bondadoso gesto le llamó la atención. Los ojos color ámbar brillaron de sorpresa durante un instante. ¿Cómo pudo haber entablado una conversación amena con alguien que era completamente opuesto a él? Uno le había ofrecido charla, consuelo y comida al otro, que egoístamente siempre buscaba acaparar todo para sí, aún a costa de vidas ajenas. Algo dentro del zorro vibró; era un grito proveniente de lo más profundo de su consciencia. El mal, ante las demostraciones del bien, siempre se sentía humillado y celoso. Observó con gesto pensativo la hogaza de pan durante un largo momento y, antes de aceptarla, murmuró sin establecer contacto visual:
-Gracias, chico, recordaré esto. -A decir verdad, si la resaca le permitiría guardar aquello en su memoria, era algo que luego comprobaría- Tú ten cuidado: Eres demasiado bueno, se aprovecharán de ti si sigues confiando en todo el mundo. -Y tras el seco y sincero consejo tomó el alimento entre sus fauces, incapaz de agarrarlo con las manos.
Así, mordisqueando lo primero que le llenaría el estómago luego de varios días de hambruna, se dio la media vuelta para emprender el tambaleante camino hacia la tierra de los elfos. Un sabor agridulce le colmaba la boca, y no se debía al pan; las muestras de bondad siempre le dejaban una sensación sumamente extraña durante algún tiempo.
Zatch
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Re: ¿Como se cuida a un zorro? [Zatch] (Interpretativo-Libre)[Cerrado]
Era grato ser de ayuda a aquel animal herido, cualquier otro lo pudo haber engañado o dejado allí tirado “Los problemas del resto no son los mío” un modo de pensar que la mayoría de la sociedad tenía, al menos de aquello me había dado cuenta. Resultó extraña la manera en la que el zorro tomó la hogaza de pan, antes había tratado de devorar toda mi mochila solo por un bocado de lo que fuese, ahora parecía apenado de la pequeña porción de pan.
- Quizá lo recuerdes, quizá no… existe posibilidad de que pierdas la memoria por factores externos o que en el futuro tengas recuerdos nublados, todo depende. –No es que pusiera en duda las palabras de Zatch, simplemente quería expresar que no podría recordarlo ‘siempre’ ya que no se sabía que podría acontecer en el futuro. – Y no confió en todo el mundo, solo en la gente que parece merecerlo… o en este caso el animal que parece merecerlo. – Le di una leve palmada en el hombro al zorro mientras sostenía el pan con sus fauces, sabía bien a lo que se refería, la humanidad siempre buscaba aprovecharse del que parecía más generoso, torpe o idiota… a veces las tres juntas, pero aun así siempre se debía dar una oportunidad.
Observé un momento como el zorro se alejaba, aquel había sido un encuentro raro pero agradable, había aprendido algo y había ayudado a que Zatch no muriera escondido en un árbol… o eso pensaba, posiblemente no se hubiese muerto pero la vida siempre es confusa. Estirándome un momento y bebiendo un largo trago de mi cantimplora recorrí con la vista aquel lugar otra vez, ya mi descanso había acabado y había admirado la fauna todo lo posible, los Collingwood se estarían preguntando dónde me había metido a estas alturas.
Caminé a paso lento ajustando la mochila en mi espalda y cerrando la cantimplora de vino, debía tratar de recordar cada detalle de los sucesos recientes, lo cual no sería un gran problema a decir verdad, tener memoria casi perfecta era uno de mis dones. Emilia seguro disfrutaría de la historia de mi encuentro con Zatch, y para que mentir, yo también la pasaría bien recordando al zorro resacoso que casi rompe mi bolso en mitad de la nada.
- Quizá lo recuerdes, quizá no… existe posibilidad de que pierdas la memoria por factores externos o que en el futuro tengas recuerdos nublados, todo depende. –No es que pusiera en duda las palabras de Zatch, simplemente quería expresar que no podría recordarlo ‘siempre’ ya que no se sabía que podría acontecer en el futuro. – Y no confió en todo el mundo, solo en la gente que parece merecerlo… o en este caso el animal que parece merecerlo. – Le di una leve palmada en el hombro al zorro mientras sostenía el pan con sus fauces, sabía bien a lo que se refería, la humanidad siempre buscaba aprovecharse del que parecía más generoso, torpe o idiota… a veces las tres juntas, pero aun así siempre se debía dar una oportunidad.
Observé un momento como el zorro se alejaba, aquel había sido un encuentro raro pero agradable, había aprendido algo y había ayudado a que Zatch no muriera escondido en un árbol… o eso pensaba, posiblemente no se hubiese muerto pero la vida siempre es confusa. Estirándome un momento y bebiendo un largo trago de mi cantimplora recorrí con la vista aquel lugar otra vez, ya mi descanso había acabado y había admirado la fauna todo lo posible, los Collingwood se estarían preguntando dónde me había metido a estas alturas.
Caminé a paso lento ajustando la mochila en mi espalda y cerrando la cantimplora de vino, debía tratar de recordar cada detalle de los sucesos recientes, lo cual no sería un gran problema a decir verdad, tener memoria casi perfecta era uno de mis dones. Emilia seguro disfrutaría de la historia de mi encuentro con Zatch, y para que mentir, yo también la pasaría bien recordando al zorro resacoso que casi rompe mi bolso en mitad de la nada.
Alois
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