Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
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Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
-Correr en zig-zag, no en línea recta. ¡Jamás en línea recta! Movimientos erráticos. ¡Por aquí! ¡Por allá! ¡Acá te amago! ¡Jú! ¡Já! Momento... ¿por qué estoy pensando con la voz de Tina?- Mina estaba concentrada en escapar de ese par de bichos extraños. Bueno, eran acordes a ese espantoso lugar.
Mina volteó para ver cuán cerca tenía a aquellos animales, y cuál sería su sorpresa de verlos frenar en seco y sentarse, mirándola alejarse. Comenzó a ralentizar el paso hasta que se detuvo por completo, giró y se quedó viendo al par de animalitos que parecían observarla y esperar. La bruja quedó demasiado confundida y fue allí cuando sintió que la textura del suelo bajo sus pies era diferente a la que había sentido mientras corría. El suelo no se sentía arenoso sino húmedo y viscoso. Levantó un pie y se dio cuenta que estaba parada sobre una suerte de líquido igual de negro que la arena, era como brea espesa y pegajosa. -Ay mis botas- se lamentó e intentó salir de allí, regresar a lo seco. Si es que lo encontraba porque estaba difícil distinguir donde terminaba la arena y comenzaba el mar
Pero no.
Aquella sustancia, negra como la tinta, se movía extraño. -¡No! ¡No! ¡NO!- gritaba al ver que la brea se le encaramaba por el cuerpo, subiendo por sus piernas, atrapándola y jalándola mar adentro. Ella lucho con todas sus fuerzas por zafarse, pero aquella cosa la cubrió por completo, ahogando su último grito. ¿Cómo era posible morir así? Sin pena ni gloria, perdida en un lugar que no existía, cuando por fin el destino la reencontró con Ben.
Mina gritó un grito que sonó ahogado. Un poderoso grito que hizo remecer todo a su alrededor con tal fuerza, que se sacudió como volantín al viento dentro de ese líquido.
Cuando todo se detuvo, Mina inhaló una gran bocanada de aire, abrió los ojos y ya no estaba sumergida en el mar negro. Se tocó el cuerpo y revisó, ningún líquido la cubría, su cabello estaba seco y sus botas solo tenían manchas de sangre. Miró a su alrededor, el gatote y el perrito habían desaparecido, solo vio a Sango abrazando a la niña. Habían vuelto a la realidad, pero no en la arboleda de antes sino en un descampado. Frente a ella, el campamento de la Guardia se hallaba destruido.
-¡Ben! ¡Beeeen!- llamó ella, levantándose y corriendo hacia él, para abrazarlo al igual que la niña.
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Mina volteó para ver cuán cerca tenía a aquellos animales, y cuál sería su sorpresa de verlos frenar en seco y sentarse, mirándola alejarse. Comenzó a ralentizar el paso hasta que se detuvo por completo, giró y se quedó viendo al par de animalitos que parecían observarla y esperar. La bruja quedó demasiado confundida y fue allí cuando sintió que la textura del suelo bajo sus pies era diferente a la que había sentido mientras corría. El suelo no se sentía arenoso sino húmedo y viscoso. Levantó un pie y se dio cuenta que estaba parada sobre una suerte de líquido igual de negro que la arena, era como brea espesa y pegajosa. -Ay mis botas- se lamentó e intentó salir de allí, regresar a lo seco. Si es que lo encontraba porque estaba difícil distinguir donde terminaba la arena y comenzaba el mar
Pero no.
Aquella sustancia, negra como la tinta, se movía extraño. -¡No! ¡No! ¡NO!- gritaba al ver que la brea se le encaramaba por el cuerpo, subiendo por sus piernas, atrapándola y jalándola mar adentro. Ella lucho con todas sus fuerzas por zafarse, pero aquella cosa la cubrió por completo, ahogando su último grito. ¿Cómo era posible morir así? Sin pena ni gloria, perdida en un lugar que no existía, cuando por fin el destino la reencontró con Ben.
Mina gritó un grito que sonó ahogado. Un poderoso grito que hizo remecer todo a su alrededor con tal fuerza, que se sacudió como volantín al viento dentro de ese líquido.
Cuando todo se detuvo, Mina inhaló una gran bocanada de aire, abrió los ojos y ya no estaba sumergida en el mar negro. Se tocó el cuerpo y revisó, ningún líquido la cubría, su cabello estaba seco y sus botas solo tenían manchas de sangre. Miró a su alrededor, el gatote y el perrito habían desaparecido, solo vio a Sango abrazando a la niña. Habían vuelto a la realidad, pero no en la arboleda de antes sino en un descampado. Frente a ella, el campamento de la Guardia se hallaba destruido.
-¡Ben! ¡Beeeen!- llamó ella, levantándose y corriendo hacia él, para abrazarlo al igual que la niña.
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Última edición por Mina Harker el Sáb Oct 19 2024, 02:11, editado 1 vez
Mina Harker
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
La niña, Jani, seguía abrazado a él mientras el mundo cambiaba, una vez más, abandonando los paisajes grises monocromáticos, para dar paso a la noche que habían dejado atrás. Ben observó que no estaban, exactamente, en el mismo lugar en el que se habían encargado de despachar a la elfa y la biocibernética. No. Estaban en el campamento. Un campamento arrasado.
Se le escapó el aire mientras asimilaba lo que había ocurrido allí. ¿Qué habría pasado si no hubiera desobedecido la orden de permanecer en la tienda-hospital? La respuesta era simple y no se atrevía a pronunciarla en alto. Los Dioses le habían puesto en aquella colina, cruzaron a la niña en su camino y él se salvó. Los hilos del destino se mezclaban de formas tan caprichosas que incluso los Dioses eran capaces de malinterpretar los tapices bordados por las nornas.
Se levantó y Jani, con él. No se le pasó por alto el gran regalo que les hizo Freyja esa misma noche. Le debía grandes honores y prometió que sería lo primero que debía hacer en cuanto su situación se normalizara. La niña se aferró a su cintura. Le posó la mano en la cabeza para tranquilizarla mientras seguía observando el caos en el que se convirtió el campamento mientras una pregunta se le pasó por la cabeza: ¿quién había sido el responsable de toda aquella destrucción?
La voz de Mina sonó a lo lejos y su cabeza giró para verla corriendo hacia él. La recibió con un brazo que se cerró sobre ella con fuerza, reconfortándola. Pero sus ojos no se podían apartar del campamento.
- Encontraremos al responsable. Por los Dioses que le encontraremos y le haré pagar todo el daño y el sufrimiento que ha causado.
Su voz sonaba fría, calmada y cargada de una intención tan real que solo se veía frenada por las dos personas que se aferraban a él. Su voluntad era de la marchar y encontrar al responsable último de todo aquello y sacarle una confesión a golpes. Pero sabía que no sería algo sencillo. Tembló de ira contenida y decidió ocupar su cabeza en otras cosas.
- Deberíamos buscar supervivientes, organizar algo para que recuperen el equipo que puedan y se marchen de este lugar cuanto antes. Este sitio ha quedado "manchado" por algo que no soy capaz a describir.
Era cierto. En el ambiente flotaba una sensación que en ocasiones erizaba el vello, en otras un sabor metálico recorría toda su boca. Eran pequeñas cosas que no molestaban pero que vistas en conjunto daban una idea de que allí había algo más. Apretó con fuerza a Mina. Ella había perdido su poder de interacción con el éter, ¿cómo era posible? ¿No era algo innato en los brujos? ¿Cómo se podía extraer la esencia de una persona por medio de un objeto? Conocía la respuesta: una hechicería tan pervertida y fuera de su esencia que era capaz de corromper el orden natural de las cosas. Jugar a ser un Dios no debía quedar sin castigo.
- Mina, debemos ponernos en marcha.
Jani se alejó de él un par de pasos y señaló en un dirección. Su vista se posó en un fuego que consumía lo que quedaba de un par de tiendas. Después la niña sonrió.
- El fuego lo limpia todo.
Un escalofrío recorrió a Ben. Que observó como la niña caminaba hacia las tiendas ardiendo y se quedaba a una distancia prudencial contemplando el fuego.
Iba a ser una noche larga.
Se le escapó el aire mientras asimilaba lo que había ocurrido allí. ¿Qué habría pasado si no hubiera desobedecido la orden de permanecer en la tienda-hospital? La respuesta era simple y no se atrevía a pronunciarla en alto. Los Dioses le habían puesto en aquella colina, cruzaron a la niña en su camino y él se salvó. Los hilos del destino se mezclaban de formas tan caprichosas que incluso los Dioses eran capaces de malinterpretar los tapices bordados por las nornas.
Se levantó y Jani, con él. No se le pasó por alto el gran regalo que les hizo Freyja esa misma noche. Le debía grandes honores y prometió que sería lo primero que debía hacer en cuanto su situación se normalizara. La niña se aferró a su cintura. Le posó la mano en la cabeza para tranquilizarla mientras seguía observando el caos en el que se convirtió el campamento mientras una pregunta se le pasó por la cabeza: ¿quién había sido el responsable de toda aquella destrucción?
La voz de Mina sonó a lo lejos y su cabeza giró para verla corriendo hacia él. La recibió con un brazo que se cerró sobre ella con fuerza, reconfortándola. Pero sus ojos no se podían apartar del campamento.
- Encontraremos al responsable. Por los Dioses que le encontraremos y le haré pagar todo el daño y el sufrimiento que ha causado.
Su voz sonaba fría, calmada y cargada de una intención tan real que solo se veía frenada por las dos personas que se aferraban a él. Su voluntad era de la marchar y encontrar al responsable último de todo aquello y sacarle una confesión a golpes. Pero sabía que no sería algo sencillo. Tembló de ira contenida y decidió ocupar su cabeza en otras cosas.
- Deberíamos buscar supervivientes, organizar algo para que recuperen el equipo que puedan y se marchen de este lugar cuanto antes. Este sitio ha quedado "manchado" por algo que no soy capaz a describir.
Era cierto. En el ambiente flotaba una sensación que en ocasiones erizaba el vello, en otras un sabor metálico recorría toda su boca. Eran pequeñas cosas que no molestaban pero que vistas en conjunto daban una idea de que allí había algo más. Apretó con fuerza a Mina. Ella había perdido su poder de interacción con el éter, ¿cómo era posible? ¿No era algo innato en los brujos? ¿Cómo se podía extraer la esencia de una persona por medio de un objeto? Conocía la respuesta: una hechicería tan pervertida y fuera de su esencia que era capaz de corromper el orden natural de las cosas. Jugar a ser un Dios no debía quedar sin castigo.
- Mina, debemos ponernos en marcha.
Jani se alejó de él un par de pasos y señaló en un dirección. Su vista se posó en un fuego que consumía lo que quedaba de un par de tiendas. Después la niña sonrió.
- El fuego lo limpia todo.
Un escalofrío recorrió a Ben. Que observó como la niña caminaba hacia las tiendas ardiendo y se quedaba a una distancia prudencial contemplando el fuego.
Iba a ser una noche larga.
- Sobre Jani:
- Color #66cc00
Como se puede ver en la conclusión del tema [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], Jani queda con esquizofrenia. Al no especificarse síntomas he pensado que era bueno acotarlos de cara a tener un marco común. Me baso en lo que pone la página de la [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] para esta enfermedad. Jani, por tanto, tendrá:
- Visiones/Alucinaciones: en determinados momentos verá y oirá cosas que solo están en su cabeza.
- Razonamiento diluido: al intentar hablar con ella, es posible, que en un determinado momento su discurso no tenga nada que ver con el tema principal que se trata.
- Cambios de humor: desde una tranquilidad absoluta hasta rabietas con gritos y uso de violencia.
Por supuesto, tenéis libertad para usarla como creáis conveniente siempre siguiendo estas directrices y añadiendo elementos que creáis que pueden ser consecuentes con el estado actual de la niña.
Sango
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Kyra no lo podía creer. Habían logrado triunfar en aquella batalla que sin duda quedaría grabada en la historia. Hubo muchos sacrificios, como en cada lucha de tal escala, pero al menos consiguieron evitar un destino mucho peor. Pero lo que más sorpresa le causó a la pelirroja fue el reconocimiento recibido. No les importó que ella fuera una vampiresa, le otorgaron el sello de la familia Sondve con su nombre grabado, en señal de amistad.
Kyra no esperaba semejante reacción; estaba convencida de que tardaría años, quizá décadas, en lograr que los elfos la aceptaran en Sandorai(no antes de llegar a nivel 5). Ese pequeño trozo de madera, tan insignificante para otros, era enormemente importante para ella. Era la señal de que tal vez no tardaría tanto en lograr si cometido. Era la primera huella que dejó en su camino de regreso a Sandorai y al Árbol Madre.
Tras recibir semejante gesto, además del permiso para visitar Nytt Hus, la pelirroja decidió quedarse por los alrededores un tiempo más. No sé atrevía todavía a instalarse en Nytt, pero quizá la posibilidad no era tan lejana.
Kyra se encontraba muy feliz, inspeccionando la zona que antaño le resultaba familiar y ahora le era tan extraña. En eso estaba cuando se topó con un escenario que le borraría la sonrisa rápidamente. Un campamento (al parecer médico, a juzgar por los utensilios, camillas improvisadas y demás equipamiento alquímico) completamente en ruinas se encontraba delante suyo. El silencio del lugar, interrumpido sólo por el chisporroteo de las llamas y algo que sonaba a sollozos, ya era indicio más que suficiente de lo que allí encontraría. Los estragos de la batalla no se habían limitado a Nytt, debería haberlo sabido. Aún así, no esperaba semejante crueldad y frialdad por parte del enemigo. Atacar gente indefensa, incapaz de levantar un arma o sin la instrucción necesaria para hacerlo... Eso ya era demasiado.
Siguiendo los sollozos que logró distinguir en la distancia y esquivando los números cadáveres, la pelirroja encontró a tres personas. Un hombre y dos niñas, una de las cuales observaba el fuego con cierta fascinación o curiosidad.
-¿Están bien? ¿Necesitan ayuda, buscan a alguien?- preguntó la vampiresa, dispuesta a darles una mano si era necesario.
Kyra no esperaba semejante reacción; estaba convencida de que tardaría años, quizá décadas, en lograr que los elfos la aceptaran en Sandorai
Tras recibir semejante gesto, además del permiso para visitar Nytt Hus, la pelirroja decidió quedarse por los alrededores un tiempo más. No sé atrevía todavía a instalarse en Nytt, pero quizá la posibilidad no era tan lejana.
Kyra se encontraba muy feliz, inspeccionando la zona que antaño le resultaba familiar y ahora le era tan extraña. En eso estaba cuando se topó con un escenario que le borraría la sonrisa rápidamente. Un campamento (al parecer médico, a juzgar por los utensilios, camillas improvisadas y demás equipamiento alquímico) completamente en ruinas se encontraba delante suyo. El silencio del lugar, interrumpido sólo por el chisporroteo de las llamas y algo que sonaba a sollozos, ya era indicio más que suficiente de lo que allí encontraría. Los estragos de la batalla no se habían limitado a Nytt, debería haberlo sabido. Aún así, no esperaba semejante crueldad y frialdad por parte del enemigo. Atacar gente indefensa, incapaz de levantar un arma o sin la instrucción necesaria para hacerlo... Eso ya era demasiado.
Siguiendo los sollozos que logró distinguir en la distancia y esquivando los números cadáveres, la pelirroja encontró a tres personas. Un hombre y dos niñas, una de las cuales observaba el fuego con cierta fascinación o curiosidad.
-¿Están bien? ¿Necesitan ayuda, buscan a alguien?- preguntó la vampiresa, dispuesta a darles una mano si era necesario.
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Le había parecido buena idea en su momento. Cansada como estaba del hombre que se hacía llamar Gundemaro. Pero mientras corría perseguida por aquel enorme animal, no podía evitar pensar que quizá se había equivocado.
Iori no negaba que gracias a la ayuda de aquel humano que había conocido dentro del Edén, habían podido salir de aquel horrible lugar en medio de la destrucción. Sus manos temblorosas la habían curado, habían extraído el cristal de sus heridas y, habían tocado más piel de la necesaria en cada momento que se le presentaba la oportunidad.
No era necesario interpretar el calor de sus gestos. Iori reconocía bien esas miradas.
En una persona acostumbrada al juego, a la seducción y al dejarse arrastrar con la alegría de un náufrago a los encuentros sexuales ,como quien se aferra a un madero, veía de sobra cuales eran sus intenciones.
Pero ella estaba segura de no haberle abierto esa puerta. Y él resultaba irritantemente insistente. Lo único que le impedía romperle la cara era que, a pesar de todo, los intentos del humano resultaba cómicos, anclados en una actitud caballeresca que nada atraía a Iori. Sucio, rudo y bruto. Eso era lo que a ella le gustaba. Aquel tipo de artificios tan elaborados la cansaban.
Y por descontado, el hecho de que ella se sentía orgullosa de elegir a sus parejas sexuales, y Gundemaro no le entraba precisamente por el ojo. Había pasado una jornada desde que había encaminado sus pies en dirección hacia su aldea. El sur de Verisar la esperaba. Y sin embargo, él la seguía con la fidelidad de un patito perdido en el río que cree reconocer a su madre en cualquier ser vivo cercano.
El cansancio de su persecución en ese segundo día era el motivo de que Iori hubiese precipitado el problema en el que se encontraba. Deliberadamente había asustado a una jabalí con la que se habían encontrado en el camino, en una zona limítrofe con la línea del bosque. En concreto a una que era madre.
Cualquier campesino de Verisar sabía que provocar a una hembra con crías era peor idea que meter la mano en un avispero. Y ella se lanzó con decisión a tal empresa. En su mente, se imaginó que el ataque del animal los separaría, que pondría en huida a Gundemaro o que, quizá, podría golpearlo con sus potentes colmillos. No de forma mortal por supuesto, solo lo suficiente como para dejarlo incapaz de caminar un tiempo.
El plan falló porque, debido a alguna razón, la jabata la reconoció a ella como un peligro mayor que al humano jorobado. Iori tuvo que salir disparada como una flecha, corriendo a lo máximo que daban sus piernas y usando todas sus habilidades
[*]para esquivar y aprovechar la irregularidad del terreno en su favor.
El ardían los pulmones cuando reconoció cerca, los restos de lo que parecía un campamento. En una esquina del mismo, el fuego consumía los restos de unas tiendas y en su mente el plan hizo clic. Los jabalís temían las llamas, y ella pensaba usarlas a su favor. - ¡ Apartaos! - su voz sonó alta a pesar de faltarle el aire por la carrera, dirigiendo su grito hacia las figuras de personas que distinguió al acercarse.
Rodeó el fuego y se detuvo, agarrando con dolor el extremo de un madero que se estaba consumiendo allí. Al alzarlo frente a la hembra furiosa esta frenó en seco su avance, pero comenzó a golpear con las pezuñas el suelo. Estaba muy enfadada, y aquel enfrentamiento no iba a terminar tan fácilmente.
[*]Talento: acrobacias (nivel avanzado)
Maldición: Bestia interna: (Asedio al Edén) Parte del líquido del Frasco del No-Nato penetró en tu torrente sanguíneo a través de los cristales rotos en el momento de su destrucción. No te transformarás en bestia, pero durante los próximos dos temas de rol, te sentirás particularmente irritable allá donde haya gente cerca. Cualquier pequeño obstáculo, frustración, disputa… irá sumando a tu nivel de estrés, hasta hacerte perder la razón. Llegados a este punto (no más tarde de la sexta ronda), entrarás en un frenesí violento en el que no distinguirás amigo de enemigo, atacando por igual a cualquiera que se te acerque. El estado durará dos turnos, o hasta que alguien te noquee, lo que ocurra primero. Pasados dos temas de rol, la maldición se diluirá por sí misma.
Iori no negaba que gracias a la ayuda de aquel humano que había conocido dentro del Edén, habían podido salir de aquel horrible lugar en medio de la destrucción. Sus manos temblorosas la habían curado, habían extraído el cristal de sus heridas y, habían tocado más piel de la necesaria en cada momento que se le presentaba la oportunidad.
No era necesario interpretar el calor de sus gestos. Iori reconocía bien esas miradas.
En una persona acostumbrada al juego, a la seducción y al dejarse arrastrar con la alegría de un náufrago a los encuentros sexuales ,como quien se aferra a un madero, veía de sobra cuales eran sus intenciones.
Pero ella estaba segura de no haberle abierto esa puerta. Y él resultaba irritantemente insistente. Lo único que le impedía romperle la cara era que, a pesar de todo, los intentos del humano resultaba cómicos, anclados en una actitud caballeresca que nada atraía a Iori. Sucio, rudo y bruto. Eso era lo que a ella le gustaba. Aquel tipo de artificios tan elaborados la cansaban.
Y por descontado, el hecho de que ella se sentía orgullosa de elegir a sus parejas sexuales, y Gundemaro no le entraba precisamente por el ojo. Había pasado una jornada desde que había encaminado sus pies en dirección hacia su aldea. El sur de Verisar la esperaba. Y sin embargo, él la seguía con la fidelidad de un patito perdido en el río que cree reconocer a su madre en cualquier ser vivo cercano.
El cansancio de su persecución en ese segundo día era el motivo de que Iori hubiese precipitado el problema en el que se encontraba. Deliberadamente había asustado a una jabalí con la que se habían encontrado en el camino, en una zona limítrofe con la línea del bosque. En concreto a una que era madre.
Cualquier campesino de Verisar sabía que provocar a una hembra con crías era peor idea que meter la mano en un avispero. Y ella se lanzó con decisión a tal empresa. En su mente, se imaginó que el ataque del animal los separaría, que pondría en huida a Gundemaro o que, quizá, podría golpearlo con sus potentes colmillos. No de forma mortal por supuesto, solo lo suficiente como para dejarlo incapaz de caminar un tiempo.
El plan falló porque, debido a alguna razón, la jabata la reconoció a ella como un peligro mayor que al humano jorobado. Iori tuvo que salir disparada como una flecha, corriendo a lo máximo que daban sus piernas y usando todas sus habilidades
[*]para esquivar y aprovechar la irregularidad del terreno en su favor.
El ardían los pulmones cuando reconoció cerca, los restos de lo que parecía un campamento. En una esquina del mismo, el fuego consumía los restos de unas tiendas y en su mente el plan hizo clic. Los jabalís temían las llamas, y ella pensaba usarlas a su favor. - ¡ Apartaos! - su voz sonó alta a pesar de faltarle el aire por la carrera, dirigiendo su grito hacia las figuras de personas que distinguió al acercarse.
Rodeó el fuego y se detuvo, agarrando con dolor el extremo de un madero que se estaba consumiendo allí. Al alzarlo frente a la hembra furiosa esta frenó en seco su avance, pero comenzó a golpear con las pezuñas el suelo. Estaba muy enfadada, y aquel enfrentamiento no iba a terminar tan fácilmente.
[*]Talento: acrobacias (nivel avanzado)
Maldición: Bestia interna: (Asedio al Edén) Parte del líquido del Frasco del No-Nato penetró en tu torrente sanguíneo a través de los cristales rotos en el momento de su destrucción. No te transformarás en bestia, pero durante los próximos dos temas de rol, te sentirás particularmente irritable allá donde haya gente cerca. Cualquier pequeño obstáculo, frustración, disputa… irá sumando a tu nivel de estrés, hasta hacerte perder la razón. Llegados a este punto (no más tarde de la sexta ronda), entrarás en un frenesí violento en el que no distinguirás amigo de enemigo, atacando por igual a cualquiera que se te acerque. El estado durará dos turnos, o hasta que alguien te noquee, lo que ocurra primero. Pasados dos temas de rol, la maldición se diluirá por sí misma.
Última edición por Iori Li el Dom Feb 05 2023, 20:13, editado 1 vez
Iori Li
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Mina se había encaramado en Sango y se aferraba a él como un koala a un eucalipto. Sí, definitivamente ese es un símil apropiado para la forma en que ella se sujetaba del hombre. Respiraba agitada y estaba entrando en pánico pues la percepción que tenía del mundo le era aterradora. No sentía el éter de nada. Había perdido su poder y con ello un sentido que le permitía interactuar con lo que le rodeaba. Imagina quedar ciego o sordo de un momento a otro, el miedo que sentirías; eso le estaba pasando a la ilusionista.
Miraba a su alrededor con miedo de moverse y su bastión era Sango. Él no permitiría que nada le pasara y ella estaba segura de eso. Pero no estaba preparada para la aparición de la muchacha. --¿Están bien? ¿Necesitan ayuda, buscan a alguien?- les preguntó, notablemente preocupada. Mina se sobresaltó y soltó un gritito -¡No puedes aparecer así de la nada!- exclamó. ¿Buscar a alguien? -¡Sí! ¡Sí busco a alguien!- respondió -Al maldito hijo de perra de APP-Bel!- gritó, a punto de romper a llorar.
No había pasado el susto de la llegada de la muchacha, cuando otra apareció, prácticamente saltando sobre ellos, perseguida por un jabalí que bufaba furioso. Mina clavó más sus uñas en la piel de Sango y volvió a gritar de susto. Janí reaccionó y corrió a tirarle piedras al jabalí, ayudando a la preciosa morena a espantarlo.
-¡¿Pero es que acá llueven las mujeres?!- exclamó Mina, temblando ya de los nervios. -Salen por todas partes- dijo en voz baja, escondiendo el rostro en el pecho del hombre. -Mina...- dijo él en voz baja, acariciando su cabello -[color=#009900...debemos ponernos en marcha[/color]- repitió, es que ella no lo escuchó la primera vez. -Aquí es peligroso, tenemos que ayudar a los sobrevivientes, encontrar refugio y solucionar lo de tu magia... además de al responsable de este desastre- añadió, con una voz calma que tranquilizó un poco a la bruja.
Mina se soltó y bajó del cuerpo de Sango -La buena noticia, cariño, es que el responsable de esta destrucción y quien me despojó de mi poder, es el mismo bastardo. Un bio llamado APP-Bel- contó ella, secándose una lágrima que se le alcanzó a escapar. Carraspeó para aclarar su garganta, respiró hondo y buscó recuperar la compostura -El Edén está cerca, al otro lado de este campamento. Aquí quisieron asediarlo, pero al parecer, le salió el tiro por la culata a la Guardia- añadió -Lo sé porque allí me tenía presa- finalizó, bajando la mirada.
Miró a la chica voluntariosa y a la que Jani ayudaba, luego a Sango -Quizás ellas te pueden ayudar, pero mi prioridad ahora es buscar a APP-Bel- reconoció. No le interesaban moribundos ni sepultar cuerpos. Al fin y al cabo, la niña tenía razón, el fuego se encargaría de limpiarlo todo.
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Tirada del 6 de septiembre
Miraba a su alrededor con miedo de moverse y su bastión era Sango. Él no permitiría que nada le pasara y ella estaba segura de eso. Pero no estaba preparada para la aparición de la muchacha. --¿Están bien? ¿Necesitan ayuda, buscan a alguien?- les preguntó, notablemente preocupada. Mina se sobresaltó y soltó un gritito -¡No puedes aparecer así de la nada!- exclamó. ¿Buscar a alguien? -¡Sí! ¡Sí busco a alguien!- respondió -Al maldito hijo de perra de APP-Bel!- gritó, a punto de romper a llorar.
No había pasado el susto de la llegada de la muchacha, cuando otra apareció, prácticamente saltando sobre ellos, perseguida por un jabalí que bufaba furioso. Mina clavó más sus uñas en la piel de Sango y volvió a gritar de susto. Janí reaccionó y corrió a tirarle piedras al jabalí, ayudando a la preciosa morena a espantarlo.
-¡¿Pero es que acá llueven las mujeres?!- exclamó Mina, temblando ya de los nervios. -Salen por todas partes- dijo en voz baja, escondiendo el rostro en el pecho del hombre. -Mina...- dijo él en voz baja, acariciando su cabello -[color=#009900...debemos ponernos en marcha[/color]- repitió, es que ella no lo escuchó la primera vez. -Aquí es peligroso, tenemos que ayudar a los sobrevivientes, encontrar refugio y solucionar lo de tu magia... además de al responsable de este desastre- añadió, con una voz calma que tranquilizó un poco a la bruja.
Mina se soltó y bajó del cuerpo de Sango -La buena noticia, cariño, es que el responsable de esta destrucción y quien me despojó de mi poder, es el mismo bastardo. Un bio llamado APP-Bel- contó ella, secándose una lágrima que se le alcanzó a escapar. Carraspeó para aclarar su garganta, respiró hondo y buscó recuperar la compostura -El Edén está cerca, al otro lado de este campamento. Aquí quisieron asediarlo, pero al parecer, le salió el tiro por la culata a la Guardia- añadió -Lo sé porque allí me tenía presa- finalizó, bajando la mirada.
Miró a la chica voluntariosa y a la que Jani ayudaba, luego a Sango -Quizás ellas te pueden ayudar, pero mi prioridad ahora es buscar a APP-Bel- reconoció. No le interesaban moribundos ni sepultar cuerpos. Al fin y al cabo, la niña tenía razón, el fuego se encargaría de limpiarlo todo.
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Mina Harker
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
El miembro 'Mina Harker' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Que Mina saltara de aquella forma cuando la tercera mujer se hizo notar no le sorprendió en absoluto. De hecho había conseguido esbozar una sonrisa pese a que las desconcertantes palabras de Jani aún resonaban en su cabeza. Apretó a Mina contra sí para reconfortarla cuando una cuarta mujer apareció en escena a una gran velocidad y se colocó al lado de Jani sosteniendo un madero como si quisiera protegerse de algo. En ese instante, Jani comenzó a lanzar piedras al otro lado del fuego. Reía mientras lo hacía.
- Mina,- acarició el cabello de la bruja pero no apartó la mirada de Jani- debemos ponernos en marcha. Aquí es peligroso, tenemos que ayudar a los sobrevivientes, encontrar refugio y solucionar lo de tu magia... además de al responsable de este desastre.
Mina, entonces, se separó de él y contó su cautiverio en el Edén. Una historia que, por supuesto, él desconocía pero que tampoco había tenido tiempo para preguntar. ¿Era aquel un buen momento para indagar sobre aquello? Posiblemente no, se dijo, pero al final acabaría sabiendo cómo ella llegó a Eden y por qué se habían apoderado de su magia.
Le molestó que desdeñara de esa manera a sus compañeros caídos. Ellos, supuso, habían sido, en parte, responsables de la caída de Edén. Que se les negara el reconocimiento y la ayuda era algo que su honor no podía tolerar. Endureció el gesto y se alejó de Mina en dirección a Jani, que se había acercado a la morena.
- ¡Ja, ja, hemos espantado al jabalí! Somos las mejores- dijo la niña dando saltitos alrededor de la mujer.
- No cantes victoria tan pronto, pequeña- dijo Sango a un par de pasos de la mujer y la niña.- Son animales muy testarudos, quizás el fuego los ahuyente, de momento. Ven Jani- le tendió la mano y ella la aceptó de buen grado.
Antes de volver con Mina y la pelirroja, le echó un vistazo a la mujer. Parecía, sin duda, una superviviente de aquel desastre. Y pensar que podía haber sobrevivido a todo aquello y haber muerto por el ataque de un jabalí... Gruñó. Le hizo un gesto para que fuera con ellos.
- En Cedralada, donde nací, echaban pelo de lobo cerca de los cultivos. También se ponían a mear cerca para que los jabalís no se acercaran mucho. Dicen que el olor los espantaba, bueno, al menos los alejaba.
- Puaj, ¡qué asco!
Sango sonrió y llegó nuevamente a la altura de Mina a la que miró y sonrió con confianza. Justo en ese momento Jani se deshizo de su mano y se sentó en el suelo cruzándose de brazos mientras farfullaba algo incomprensible para él. Sorprendido por el repentino cambio de actitud de la joven, decidió dejarla tranquila. Solo los Dioses sabían qué ocurría en su cabeza después de todo lo que había pasado.
Esperó a que las mujeres estuvieran más o menos cerca y decidió tomar la palabra. No podían quedarse allí, a descubierto, de noche, para ser pasto de bestias o carroñeros, personas que se dedicaban a robar en los campos de batalla sin haber participado en la lucha. Seres despreciables sin duda.
- Soy Ben Nelad, podéis llamarme Sango- se presentó y se llevó el puño al pecho acompañado de una leve inclinación de cabeza.- Este no es un buen lugar para discutir largo tiempo, seré breve- hizo una breve pausa para pensar cuál debería ser su siguiente paso.- Edén no será un lugar seguro hasta que encontremos al tipo que te hizo prisionera- dijo mirando a Mina- y esa debería ser nuestra prioridad- admitió.- No obstante, el poner a salvo a los supervivientes que encontremos también debe formar parte de nuestra misión si es que de verdad hay voluntad para ayudar- miró a la pelirroja y luego a la morena.- Y aunque este lugar me da malas sensaciones, debemos buscar en Eden un sitio en el que poder alojar de forma temporal a los que encontremos.
Interrumpió su discurso para centrar su atención en un hombre que llegaba corriendo. Era la tercera persona viva a parte de ellos tres que llegaba al campamento. Era otra prueba de que no podían dejar de lado aquella misión. Entre los jadeos pudo distinguir la palabra jabalí. Sango miró a Jani.
- Te lo dije, pequeña.
Sango desenvainó la espada y caminó tranquilamente al encuentro del hombre que corrigió su rumbo para ir a su encuentro. De manera sorpresiva, Sango clavó una rodilla en el suelo al tiempo que ponía el escudo al frente. El hombre pasó de largo y un jabalí cargó con todas sus fuerzas contra el escudo de Sango.
El impacto tiró hacia atrás a Ben que rodó en dirección contraria en cuanto le fue posible para aumentar su distancia con el animal que parecía confundido y desorientado. Sango se lanzó hacia el animal y le asestó dos espadazos al animal que cayó de costado con chillidos agonizantes hasta que Ben asestó el golpe final y puso fin al sufrimiento del animal.
Observó su espada y vio mellas en el lugar en el que había golpeado al jabalí. Gruñó y envainó la espada. El brazo izquierdo, con el que sujetaba el escudo, estaba adormecido fruto del brutal impacto. Él había esperado que el escudo convirtiera en piedra la cabeza del animal pero el encantamiento del escudo no funcionaba con seres vivos. Se giró para mirar al grupo.
- No deberíamos quedarnos mucho más por aquí.
EDITO: error ortográfico que espero nadie haya visto
- Mina,- acarició el cabello de la bruja pero no apartó la mirada de Jani- debemos ponernos en marcha. Aquí es peligroso, tenemos que ayudar a los sobrevivientes, encontrar refugio y solucionar lo de tu magia... además de al responsable de este desastre.
Mina, entonces, se separó de él y contó su cautiverio en el Edén. Una historia que, por supuesto, él desconocía pero que tampoco había tenido tiempo para preguntar. ¿Era aquel un buen momento para indagar sobre aquello? Posiblemente no, se dijo, pero al final acabaría sabiendo cómo ella llegó a Eden y por qué se habían apoderado de su magia.
Le molestó que desdeñara de esa manera a sus compañeros caídos. Ellos, supuso, habían sido, en parte, responsables de la caída de Edén. Que se les negara el reconocimiento y la ayuda era algo que su honor no podía tolerar. Endureció el gesto y se alejó de Mina en dirección a Jani, que se había acercado a la morena.
- ¡Ja, ja, hemos espantado al jabalí! Somos las mejores- dijo la niña dando saltitos alrededor de la mujer.
- No cantes victoria tan pronto, pequeña- dijo Sango a un par de pasos de la mujer y la niña.- Son animales muy testarudos, quizás el fuego los ahuyente, de momento. Ven Jani- le tendió la mano y ella la aceptó de buen grado.
Antes de volver con Mina y la pelirroja, le echó un vistazo a la mujer. Parecía, sin duda, una superviviente de aquel desastre. Y pensar que podía haber sobrevivido a todo aquello y haber muerto por el ataque de un jabalí... Gruñó. Le hizo un gesto para que fuera con ellos.
- En Cedralada, donde nací, echaban pelo de lobo cerca de los cultivos. También se ponían a mear cerca para que los jabalís no se acercaran mucho. Dicen que el olor los espantaba, bueno, al menos los alejaba.
- Puaj, ¡qué asco!
Sango sonrió y llegó nuevamente a la altura de Mina a la que miró y sonrió con confianza. Justo en ese momento Jani se deshizo de su mano y se sentó en el suelo cruzándose de brazos mientras farfullaba algo incomprensible para él. Sorprendido por el repentino cambio de actitud de la joven, decidió dejarla tranquila. Solo los Dioses sabían qué ocurría en su cabeza después de todo lo que había pasado.
Esperó a que las mujeres estuvieran más o menos cerca y decidió tomar la palabra. No podían quedarse allí, a descubierto, de noche, para ser pasto de bestias o carroñeros, personas que se dedicaban a robar en los campos de batalla sin haber participado en la lucha. Seres despreciables sin duda.
- Soy Ben Nelad, podéis llamarme Sango- se presentó y se llevó el puño al pecho acompañado de una leve inclinación de cabeza.- Este no es un buen lugar para discutir largo tiempo, seré breve- hizo una breve pausa para pensar cuál debería ser su siguiente paso.- Edén no será un lugar seguro hasta que encontremos al tipo que te hizo prisionera- dijo mirando a Mina- y esa debería ser nuestra prioridad- admitió.- No obstante, el poner a salvo a los supervivientes que encontremos también debe formar parte de nuestra misión si es que de verdad hay voluntad para ayudar- miró a la pelirroja y luego a la morena.- Y aunque este lugar me da malas sensaciones, debemos buscar en Eden un sitio en el que poder alojar de forma temporal a los que encontremos.
Interrumpió su discurso para centrar su atención en un hombre que llegaba corriendo. Era la tercera persona viva a parte de ellos tres que llegaba al campamento. Era otra prueba de que no podían dejar de lado aquella misión. Entre los jadeos pudo distinguir la palabra jabalí. Sango miró a Jani.
- Te lo dije, pequeña.
Sango desenvainó la espada y caminó tranquilamente al encuentro del hombre que corrigió su rumbo para ir a su encuentro. De manera sorpresiva, Sango clavó una rodilla en el suelo al tiempo que ponía el escudo al frente. El hombre pasó de largo y un jabalí cargó con todas sus fuerzas contra el escudo de Sango.
El impacto tiró hacia atrás a Ben que rodó en dirección contraria en cuanto le fue posible para aumentar su distancia con el animal que parecía confundido y desorientado. Sango se lanzó hacia el animal y le asestó dos espadazos al animal que cayó de costado con chillidos agonizantes hasta que Ben asestó el golpe final y puso fin al sufrimiento del animal.
Observó su espada y vio mellas en el lugar en el que había golpeado al jabalí. Gruñó y envainó la espada. El brazo izquierdo, con el que sujetaba el escudo, estaba adormecido fruto del brutal impacto. Él había esperado que el escudo convirtiera en piedra la cabeza del animal pero el encantamiento del escudo no funcionaba con seres vivos. Se giró para mirar al grupo.
- No deberíamos quedarnos mucho más por aquí.
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Última edición por Sango el Jue Sep 08 2022, 12:26, editado 1 vez
Sango
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
El miembro 'Sango' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Kyra se asustó al ver cómo la pequeña se asustaba de ella. Sería una escena bastante cómica de no ser por el paisaje que los rodeaba, por la llegada de otra mujer con un jabalí bastante malhumorado detrás, y por las palabras de la chiquilla asustada.
De las palabras intercambiadas a continuación, la pelirroja pudo notar que el hombre y las niñas eran cercanos, quizá familia o algo así. No pasó por alto la mención de la magia de la pequeña y su necesidad de ser... ¿reparada? La ausencia de rasgos élficos en la joven le hizo creer que se trataba de una bruja o vampiresa, pero Kyra no detectaba éter proveniente de su ubicación. Ni siquiera había logrado formular su teoría, cuando ésta ya había sido confirmada por la chica.
-¿Así que no puedes usar tus habilidades mágicas? Creo que puedo entender cómo se siente eso...- comentó la pelirroja, acercándose a ella. -Mina, ¿verdad? Puedo ayudarles, si es que no les molesta. Desconozco lo que sucedió por esta zona, ya que yo me encontraba en la batalla de Nytt Hus, pero puedo decir que es probable que haya algunos licántropos dando vueltas por aquí. Algunos de ellos escaparon en diferentes direcciones, así que no sería descabellado ver uno.-
Mientras la vampiresa hablaba, observó a Sango matando al jabalí. Tras una batalla tan grande como la de Nytt y sin haber descansado y comido tanto como hubiera deseado, el hambre empezaba a asomarse. La aparición del jabalí y su reciente deceso eran realmente oportunas para ella. -Un bocadillo sorpresa siempre es una buena sorpresa-, pensaba la espadachina.
-Ustedes vayan adelantándose si quieren, los alcanzo en cuanto termine de comer algo...- dijo, llevándose al jabalí a un lugar algo apartado, para no incomodar al resto con la no-muy-bonita escena que seguiría a continuación.
Snjor, hasta ahora ignorado por su compañera debido a su alegría inicial y más tarde por el inesperado encuentro con los demás, seguía siendo ignorado (esta vez, gracias al hambre de Kyra). En consecuencia, el animalito se acercó a la acrobática morena primero, y a Mina después. A ésta última la observaba con curiosidad, como si sintiera la rabia y tristeza de la chica. O quizá sólo quería algo del cariño negado por Kyra, quién sabe.
De las palabras intercambiadas a continuación, la pelirroja pudo notar que el hombre y las niñas eran cercanos, quizá familia o algo así. No pasó por alto la mención de la magia de la pequeña y su necesidad de ser... ¿reparada? La ausencia de rasgos élficos en la joven le hizo creer que se trataba de una bruja o vampiresa, pero Kyra no detectaba éter proveniente de su ubicación. Ni siquiera había logrado formular su teoría, cuando ésta ya había sido confirmada por la chica.
-¿Así que no puedes usar tus habilidades mágicas? Creo que puedo entender cómo se siente eso...- comentó la pelirroja, acercándose a ella. -Mina, ¿verdad? Puedo ayudarles, si es que no les molesta. Desconozco lo que sucedió por esta zona, ya que yo me encontraba en la batalla de Nytt Hus, pero puedo decir que es probable que haya algunos licántropos dando vueltas por aquí. Algunos de ellos escaparon en diferentes direcciones, así que no sería descabellado ver uno.-
Mientras la vampiresa hablaba, observó a Sango matando al jabalí. Tras una batalla tan grande como la de Nytt y sin haber descansado y comido tanto como hubiera deseado, el hambre empezaba a asomarse. La aparición del jabalí y su reciente deceso eran realmente oportunas para ella. -Un bocadillo sorpresa siempre es una buena sorpresa-, pensaba la espadachina.
-Ustedes vayan adelantándose si quieren, los alcanzo en cuanto termine de comer algo...- dijo, llevándose al jabalí a un lugar algo apartado, para no incomodar al resto con la no-muy-bonita escena que seguiría a continuación.
Snjor, hasta ahora ignorado por su compañera debido a su alegría inicial y más tarde por el inesperado encuentro con los demás, seguía siendo ignorado (esta vez, gracias al hambre de Kyra). En consecuencia, el animalito se acercó a la acrobática morena primero, y a Mina después. A ésta última la observaba con curiosidad, como si sintiera la rabia y tristeza de la chica. O quizá sólo quería algo del cariño negado por Kyra, quién sabe.
Kyravann Svartlys
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
El animal desapareció, convencido por el fuego y las piedras que una cría le lanzó justo posicionándose a su lado. La humana no bajó la guardia hasta que lo vio alejarse para desaparecer entre las sombras de la noche. Bajó entonces el madero ardiente y observó con suspicacia a la cría.
Se reía de una forma que la hizo cuestionarse sobre su estado mental. Parecía extrañamente ufana en una situación en la que, un niño normal hubiera sentido miedo.
Observó más allá de ella y se encontró con tres figuras más, un hombre y dos mujeres. Estaban mirando hacia ellas y, aunque sabía que la niña estaba relacionada con alguno de ellos, la aparente impasividad ante una situación que era evidentemente peligrosa la hicieron sentir rabia hacia ellos.
No sabía quienes eran, no sabía si alguno de ellos tenía en verdad relación con la pequeña inquietante, pero dejar en un asunto tan peligroso como un jabalí a una chiquilla la hizo reflejar una mueca de disgusto en la cara. Soltó el madero hacia el suelo, con un gesto abiertamente molesto, antes de apartarse hacia las sombras de nuevo.
No quería tener nada que ver con esa gente. Ni con la niña. Ni con el jabalí. Y, por encima de todos ellos, al que menos ganas tenía de volver a ver era a Gundemaro.
Se alejó a paso rápido, bordeando las sombras y las leves luces del campamento destrozado, sin molestarse en girar la cabeza hacia el ruido. Tampoco se interesó por la súbita aproximación de aquel animalito que parecía estar pendiente de la compañía de una de las mujeres que dejaba atrás.
Guio sus pasos hacia una zona en la que pensó percibir el sonido de una corriente de agua, y se alegró al encontrar unos metros más allá un arroyo diminuto. El agua fluía fría y en poca cantidad, pero con suficiente caudal como para meter las manos en el líquido y refrescarse la cara. Debía de buscar un lugar en el que pasar la noche. No estaba tan familiarizada con el terreno como para ser capaz de continuar su marcha a pie para regresar a su hogar.
La brisa de la noche agudizó la sensación de frescor en su cara, cuando hubo frotado profusamente el rostro con el agua que recogió en sus manos. Recordó entonces que apenas le quedaba una pequeña cuña de pan duro y un poco de queso curado en su alforja. Una cena que su estómago pedía a gritos. Pero que prefirió guardar para cuando el ansia fuese atronadora.
No sabía cuándo iba a poder encontrar un lugar en el que restaurar sus escasos víveres. Mejor no desperdiciar todo en aquella noche.
Maldición: Bestia interna: (Asedio al Edén) Parte del líquido del Frasco del No-Nato penetró en tu torrente sanguíneo a través de los cristales rotos en el momento de su destrucción. No te transformarás en bestia, pero durante los próximos dos temas de rol, te sentirás particularmente irritable allá donde haya gente cerca. Cualquier pequeño obstáculo, frustración, disputa… irá sumando a tu nivel de estrés, hasta hacerte perder la razón. Llegados a este punto (no más tarde de la sexta ronda), entrarás en un frenesí violento en el que no distinguirás amigo de enemigo, atacando por igual a cualquiera que se te acerque. El estado durará dos turnos, o hasta que alguien te noquee, lo que ocurra primero. Pasados dos temas de rol, la maldición se diluirá por sí misma.
Se reía de una forma que la hizo cuestionarse sobre su estado mental. Parecía extrañamente ufana en una situación en la que, un niño normal hubiera sentido miedo.
Observó más allá de ella y se encontró con tres figuras más, un hombre y dos mujeres. Estaban mirando hacia ellas y, aunque sabía que la niña estaba relacionada con alguno de ellos, la aparente impasividad ante una situación que era evidentemente peligrosa la hicieron sentir rabia hacia ellos.
No sabía quienes eran, no sabía si alguno de ellos tenía en verdad relación con la pequeña inquietante, pero dejar en un asunto tan peligroso como un jabalí a una chiquilla la hizo reflejar una mueca de disgusto en la cara. Soltó el madero hacia el suelo, con un gesto abiertamente molesto, antes de apartarse hacia las sombras de nuevo.
No quería tener nada que ver con esa gente. Ni con la niña. Ni con el jabalí. Y, por encima de todos ellos, al que menos ganas tenía de volver a ver era a Gundemaro.
Se alejó a paso rápido, bordeando las sombras y las leves luces del campamento destrozado, sin molestarse en girar la cabeza hacia el ruido. Tampoco se interesó por la súbita aproximación de aquel animalito que parecía estar pendiente de la compañía de una de las mujeres que dejaba atrás.
Guio sus pasos hacia una zona en la que pensó percibir el sonido de una corriente de agua, y se alegró al encontrar unos metros más allá un arroyo diminuto. El agua fluía fría y en poca cantidad, pero con suficiente caudal como para meter las manos en el líquido y refrescarse la cara. Debía de buscar un lugar en el que pasar la noche. No estaba tan familiarizada con el terreno como para ser capaz de continuar su marcha a pie para regresar a su hogar.
La brisa de la noche agudizó la sensación de frescor en su cara, cuando hubo frotado profusamente el rostro con el agua que recogió en sus manos. Recordó entonces que apenas le quedaba una pequeña cuña de pan duro y un poco de queso curado en su alforja. Una cena que su estómago pedía a gritos. Pero que prefirió guardar para cuando el ansia fuese atronadora.
No sabía cuándo iba a poder encontrar un lugar en el que restaurar sus escasos víveres. Mejor no desperdiciar todo en aquella noche.
Maldición: Bestia interna: (Asedio al Edén) Parte del líquido del Frasco del No-Nato penetró en tu torrente sanguíneo a través de los cristales rotos en el momento de su destrucción. No te transformarás en bestia, pero durante los próximos dos temas de rol, te sentirás particularmente irritable allá donde haya gente cerca. Cualquier pequeño obstáculo, frustración, disputa… irá sumando a tu nivel de estrés, hasta hacerte perder la razón. Llegados a este punto (no más tarde de la sexta ronda), entrarás en un frenesí violento en el que no distinguirás amigo de enemigo, atacando por igual a cualquiera que se te acerque. El estado durará dos turnos, o hasta que alguien te noquee, lo que ocurra primero. Pasados dos temas de rol, la maldición se diluirá por sí misma.
Iori Li
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
No le extrañó que Sango pusiera como prioridad el rescatar a los heridos y sobrevivientes que pudiera haber en el campamento de la Guardia. Sintió aquello como un golpe en la boca del estómago. ¿Por qué no pensaba en ella ni se daba cuenta que entre más tiempo pasara sin ir al Edén, más espacio tendría APP-Bel para huir y llevarse con él sus poderes?
El campamento estaba prácticamente destruido, encontrar sobrevivientes sería muy difícil y tomaría mucho tiempo, algo que a ella se le acababa -Claro, ayudar al desvalido siempre es tu prioridad... ¿excepto cuando la desvalida soy yo?- le respondió. Inmediatamente se arrepintió de sus palabras, que salieron de su boca con resentimiento y veneno. Poca atención puso en la pelirroja que se había llevado el jabalí para alimentarse o en la morena que se alejó de ellos, farfullando y gruñendo. Resopló -Lo siento, yo... ¿puedes entenderme? No puedo pensar en los sobrevivientes si en mi cabeza solo tengo la urgencia de encontrar el paradero de APP-Bel. Si ayudo aquí, ése malnacido va a desaparecer y con él, todo lo que soy- añadió con angustia en la voz.
Jani, que se había levantado y acercado a ellos, tomó la mano de Sango -¿Y eso sería muy malo?- preguntó -Podrías ser una nueva persona- comentó y sonrió. Mina la miró aterrada -Es que yo no quiero ser otra persona, me gusta la que vengo siendo hasta ahora- le explicó, un poco confundida y asombrada de verse en una situación en la que estaba dándole explicaciones a aquella niñita. -Hablando de las personas que somos, ¿tú quién eres? ¿Cómo te llamas? No creo que tu nombre sea "la niña"- dijo ella sin ocultar su molestia.
-Yo soy Jani- respondió la chiquilla -Siempre he sido Jani pero no siempre fui lo que ahora soy- le contó, dejando a Mina desconcertada.
La bruja se tapó la cara tratando de controlarse y no entrar en desesperación. -Propongo que me dejen ir al Edén a echar un vistazo- dijo. -Solo para asegurarme que APP-Bel se fue o... si se murió... no sé... algún indicio de lo que pudo pasar allí y regresaré a ayudar con la gente. ¿Podemos hacer eso?- dijo, mirando a Sango.
Cuánto daría la bruja por poder estar con él a solas.
El campamento estaba prácticamente destruido, encontrar sobrevivientes sería muy difícil y tomaría mucho tiempo, algo que a ella se le acababa -Claro, ayudar al desvalido siempre es tu prioridad... ¿excepto cuando la desvalida soy yo?- le respondió. Inmediatamente se arrepintió de sus palabras, que salieron de su boca con resentimiento y veneno. Poca atención puso en la pelirroja que se había llevado el jabalí para alimentarse o en la morena que se alejó de ellos, farfullando y gruñendo. Resopló -Lo siento, yo... ¿puedes entenderme? No puedo pensar en los sobrevivientes si en mi cabeza solo tengo la urgencia de encontrar el paradero de APP-Bel. Si ayudo aquí, ése malnacido va a desaparecer y con él, todo lo que soy- añadió con angustia en la voz.
Jani, que se había levantado y acercado a ellos, tomó la mano de Sango -¿Y eso sería muy malo?- preguntó -Podrías ser una nueva persona- comentó y sonrió. Mina la miró aterrada -Es que yo no quiero ser otra persona, me gusta la que vengo siendo hasta ahora- le explicó, un poco confundida y asombrada de verse en una situación en la que estaba dándole explicaciones a aquella niñita. -Hablando de las personas que somos, ¿tú quién eres? ¿Cómo te llamas? No creo que tu nombre sea "la niña"- dijo ella sin ocultar su molestia.
-Yo soy Jani- respondió la chiquilla -Siempre he sido Jani pero no siempre fui lo que ahora soy- le contó, dejando a Mina desconcertada.
La bruja se tapó la cara tratando de controlarse y no entrar en desesperación. -Propongo que me dejen ir al Edén a echar un vistazo- dijo. -Solo para asegurarme que APP-Bel se fue o... si se murió... no sé... algún indicio de lo que pudo pasar allí y regresaré a ayudar con la gente. ¿Podemos hacer eso?- dijo, mirando a Sango.
Cuánto daría la bruja por poder estar con él a solas.
Mina Harker
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Las palabras golpearon más fuerte que cualquier acero. ¿Por qué tomarla con él? Había hecho todo lo posible por ayudarla desde el reencuentro, habían recuperado a la niña, y aniquilado a los sirvientes de Eden que les atacaban, ¿por qué volver su ira contra él? Más aún, ¿por qué no entendía ella su posición? Él había estado en ese campamento, de no haber caminado colina arriba podía estar muerto como sus compañeros. Y aquello era una losa que no podía quitarse de la cabeza: "¿Y si los Dioses no me hubieran puesto a la niña de por medio?" Pero había otra pregunta a la que no quería enfrentarse: "¿Y si me hubiera quedado? ¿Habrían tenido mis compañeros mejor suerte?"
Una sensación de angustia le recorrió todo el cuerpo. Centenares de sus compañeros habían caído. No quería acordarse del Capitán Karst y Asland Lundgren... Si uno se detenía a pensar tan solo unos instantes, la visión era, ciertamente, aterradora. Pero otra parte de su ser, pese a todo lo vivido, pese a querer cargarse de cadenas por escenarios que solo ocurrían en su cabeza, pese a todo lo que estaba por venir, estaba motivado a dar un paso al frente. Era el tiempo de aceptar la responsabilidad, tomar las decisiones que fueran necesarias para que su pueblo y todas aquellas personas que amaba, vivieran en paz.
La respuesta de Jani sonó tan cruel que hasta el propio Sango se removió intranquilo en su sitio y tiró de la niña hacia él. No la reprendió ni tomó acción alguna contra ella al instante. ¿Qué culpa tenía ella de haber quedado en el estado actual? ¿Acaso no era culpa de aquellos que había traficado con ella?
- Tienes razón Jani, lo que una vez fuiste te lo arrebató APP-Bel- respondió con dureza.- Mina, lo siento. Iré contigo, no puedes entrar ahí sola. De hecho, tenemos la ayuda de esta joven sin nombre y...- miró a su alrededor para buscar a la morena pero no encontró a nadie.- Es igual. Entraremos en la ciudad y encontraremos a ese bastardo. Si aún vive, pagará por su miserable existencia.
Sí, se guardaría para sí su dolor y su angustia por sus camaradas caídos. Sí, ignoraría el hecho de que si había supervivientes, aún podían tener una oportunidad. Sí, caminaría hasta el interior del Eden y encontraría al responsable de aquello. Sí, sería él mismo el que llevara la justicia a aquellas tierras y terminara con el causante de tanto sufrimiento. Sí, él mismo, Ben Nelad de Cedralada estaba dispuesto a cargar sobre sí mismo el peso de la responsabilidad.
- ¿Te lo vas a comer crudo? Puaj.
- No te lo comas todo- dijo mirando a la pelirroja, obligándose a sonreír. No comentaría nada de por qué lo iba a comer crudo, en tiempos de guerra, cualquier cosa valía.- Buscaremos algo de luz y nos pondremos en marcha- miró a Mina.- Vamos.
- Ben, Ben, hay fuego aquí, ¿por qué no lo cocina?- gritó Jani, histérica.
- Porque no tenemos tiempo que perder. Cocinar un jabalí nos llevaría demasiado tiempo, además, algunos dicen que comer carne cruda es mejor. ¿Por qué lo dicen? No deben tener sentido del gusto, supongo- se atrevió a bromear pese a que su rostro no mostraba emoción alguna.
La niña, sin embargo, rompió a reír. Era un sonido que contrastaba enormemente con el estado de ánimo de Ben. Fue un sonido tan puro, tan bello, que conmovió a Sango. Miró a la niña que se balanceaba hacia delante y hacia atrás, sujeta a su mano. Ella seguía adelante pese a todo, ¿por qué él no podía hacer lo mismo?
- Mina, vamos, encontremos a ese bastardo- alzó la voz para que la otra mujer, si estaba por allí, le escuchara.- Que los que aún sigan con fuerzas nos sigan y que los Dioses nos den fuerzas para completar la tarea. En marcha.
Una sensación de angustia le recorrió todo el cuerpo. Centenares de sus compañeros habían caído. No quería acordarse del Capitán Karst y Asland Lundgren... Si uno se detenía a pensar tan solo unos instantes, la visión era, ciertamente, aterradora. Pero otra parte de su ser, pese a todo lo vivido, pese a querer cargarse de cadenas por escenarios que solo ocurrían en su cabeza, pese a todo lo que estaba por venir, estaba motivado a dar un paso al frente. Era el tiempo de aceptar la responsabilidad, tomar las decisiones que fueran necesarias para que su pueblo y todas aquellas personas que amaba, vivieran en paz.
La respuesta de Jani sonó tan cruel que hasta el propio Sango se removió intranquilo en su sitio y tiró de la niña hacia él. No la reprendió ni tomó acción alguna contra ella al instante. ¿Qué culpa tenía ella de haber quedado en el estado actual? ¿Acaso no era culpa de aquellos que había traficado con ella?
- Tienes razón Jani, lo que una vez fuiste te lo arrebató APP-Bel- respondió con dureza.- Mina, lo siento. Iré contigo, no puedes entrar ahí sola. De hecho, tenemos la ayuda de esta joven sin nombre y...- miró a su alrededor para buscar a la morena pero no encontró a nadie.- Es igual. Entraremos en la ciudad y encontraremos a ese bastardo. Si aún vive, pagará por su miserable existencia.
Sí, se guardaría para sí su dolor y su angustia por sus camaradas caídos. Sí, ignoraría el hecho de que si había supervivientes, aún podían tener una oportunidad. Sí, caminaría hasta el interior del Eden y encontraría al responsable de aquello. Sí, sería él mismo el que llevara la justicia a aquellas tierras y terminara con el causante de tanto sufrimiento. Sí, él mismo, Ben Nelad de Cedralada estaba dispuesto a cargar sobre sí mismo el peso de la responsabilidad.
- ¿Te lo vas a comer crudo? Puaj.
- No te lo comas todo- dijo mirando a la pelirroja, obligándose a sonreír. No comentaría nada de por qué lo iba a comer crudo, en tiempos de guerra, cualquier cosa valía.- Buscaremos algo de luz y nos pondremos en marcha- miró a Mina.- Vamos.
- Ben, Ben, hay fuego aquí, ¿por qué no lo cocina?- gritó Jani, histérica.
- Porque no tenemos tiempo que perder. Cocinar un jabalí nos llevaría demasiado tiempo, además, algunos dicen que comer carne cruda es mejor. ¿Por qué lo dicen? No deben tener sentido del gusto, supongo- se atrevió a bromear pese a que su rostro no mostraba emoción alguna.
La niña, sin embargo, rompió a reír. Era un sonido que contrastaba enormemente con el estado de ánimo de Ben. Fue un sonido tan puro, tan bello, que conmovió a Sango. Miró a la niña que se balanceaba hacia delante y hacia atrás, sujeta a su mano. Ella seguía adelante pese a todo, ¿por qué él no podía hacer lo mismo?
- Mina, vamos, encontremos a ese bastardo- alzó la voz para que la otra mujer, si estaba por allí, le escuchara.- Que los que aún sigan con fuerzas nos sigan y que los Dioses nos den fuerzas para completar la tarea. En marcha.
Sango
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
La pregunta de la niña provocó que la pelirroja se detuviera un momento a observarla. El rostro genuinamente intrigado de la pequeña le demostró que no se había percatado de su naturaleza.
-Más motivo aún para que no me vean. No quisiera provocarle pesadillas, pobre chica...-
Al oír el comentario del hombre sobre no comerse todo el jabalí, Kyra respondió sonriendo. Aquella sonrisa dejaba ver sus colmillos, pero no era una imagen amenazante, sino una que transmitía simpatía y tranquilidad... O al menos eso esperaba ella.
-Tranquilo, no se trata de una cena sino más bien de algunos tragos. Por eso es que me alejaré un momento. Me da algo de vergüenza que me vean comiendo, ¿sabes?- La última frase la dijo guiñando un ojo a la pequeña, como buscando su complicidad. Quizá de esa forma lograría mantenerla alejada unos momentos.
Tras terminar su comida, regresó con el grupo, que ya se disponía a marchar. Se acercó un poco a Sango, hablándole en un volumen bajo para no asustar a la pequeña Jani con sus hallazgos.
-Mi nombre es Kyravann, por cierto, pero pueden llamarme Kyra. Oye, ¿seguro que no quieren cocinar el jabalí? Es una pena desperdiciarlo, está prácticamente entero. Respecto a los supervivientes... No he encontrado a nadie desde donde vine. Sí encontré algunos indicios de que alguien marchó rumbo a Nytt, pero no sé nada más que eso. Para serte sincera, no deberías hacerte muchas esperanzas. Estuve en Nytt durante la batalla, y no he visto a nadie acercarse allí que no fuera del bando del Hombre Muerto. Lo siento mucho...-
Toda ésa situación le hizo recordar los días previos a su captura, tantas décadas atrás. En su búsqueda por los elfos desaparecidos, Kyra y los demás elfos que participaban en la misión de rescate encontraban campamentos en condiciones similares a éste una y otra vez. Muchas veces veían algo de esperanza, para luego encontrar la dolorosa verdad. Era una sensación que no le deseaba a nadie, por eso decidió contarle todo a Sango sin rodeos.
No tardaron mucho en ver de nuevo a la morena. Snjor se encontraba cerca, tratando de llamar su atención, pero la mujer lo ignoraba.
-Snjor, deja en paz a esa chica, tenemos un bastardo que encontrar.- dijo, en referencia a lo dicho por Sango. Dirigiendo su vista a la humana, Kyra siguió hablando. -Oye, si quieres algo de comer, allí atrás hay un jabalí que puedes preparar...-
-Más motivo aún para que no me vean. No quisiera provocarle pesadillas, pobre chica...-
Al oír el comentario del hombre sobre no comerse todo el jabalí, Kyra respondió sonriendo. Aquella sonrisa dejaba ver sus colmillos, pero no era una imagen amenazante, sino una que transmitía simpatía y tranquilidad... O al menos eso esperaba ella.
-Tranquilo, no se trata de una cena sino más bien de algunos tragos. Por eso es que me alejaré un momento. Me da algo de vergüenza que me vean comiendo, ¿sabes?- La última frase la dijo guiñando un ojo a la pequeña, como buscando su complicidad. Quizá de esa forma lograría mantenerla alejada unos momentos.
Tras terminar su comida, regresó con el grupo, que ya se disponía a marchar. Se acercó un poco a Sango, hablándole en un volumen bajo para no asustar a la pequeña Jani con sus hallazgos.
-Mi nombre es Kyravann, por cierto, pero pueden llamarme Kyra. Oye, ¿seguro que no quieren cocinar el jabalí? Es una pena desperdiciarlo, está prácticamente entero. Respecto a los supervivientes... No he encontrado a nadie desde donde vine. Sí encontré algunos indicios de que alguien marchó rumbo a Nytt, pero no sé nada más que eso. Para serte sincera, no deberías hacerte muchas esperanzas. Estuve en Nytt durante la batalla, y no he visto a nadie acercarse allí que no fuera del bando del Hombre Muerto. Lo siento mucho...-
Toda ésa situación le hizo recordar los días previos a su captura, tantas décadas atrás. En su búsqueda por los elfos desaparecidos, Kyra y los demás elfos que participaban en la misión de rescate encontraban campamentos en condiciones similares a éste una y otra vez. Muchas veces veían algo de esperanza, para luego encontrar la dolorosa verdad. Era una sensación que no le deseaba a nadie, por eso decidió contarle todo a Sango sin rodeos.
No tardaron mucho en ver de nuevo a la morena. Snjor se encontraba cerca, tratando de llamar su atención, pero la mujer lo ignoraba.
-Snjor, deja en paz a esa chica, tenemos un bastardo que encontrar.- dijo, en referencia a lo dicho por Sango. Dirigiendo su vista a la humana, Kyra siguió hablando. -Oye, si quieres algo de comer, allí atrás hay un jabalí que puedes preparar...-
Kyravann Svartlys
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Aún marcando distancia, la cháchara de los adultos cercanos llegó fácilmente a sus oídos. A juzgar por la voz de la muchacha joven hablando con la niña, esta última tenía más cabeza que la primera. Hubo algo en el tono de voz caprichoso que usó para exponer sus intenciones que molestó a Iori.
Frunció el ceño y dejó que, en su silencio, el agua terminase de congelar sus manos con la temperatura hasta que las dejó de sentir. Aquella chica molesta quería volver al Edén. Ellos habían estado implicados en lo que había sucedido allí dentro, pero no los había visto. Le sorprendió escuchar la voz masculina pidiendo disculpas. La humana era consciente de las habilidades que tenían algunas personas para salirse con la suya e influir en otras, pero, aquel hombretón aguerrido desde luego no le daba el pego ante ese perfil que parecía estar mostrando ahora.
Aunque, a su favor, debía de concederle una cosa. La carne cruda de jabalí no resultaba apetitosa. Nada como un buen guiso que demorase horas en terminarse, arrancando los mejores jugos de su carne correctamente aderezada con especias.
La muchacha caprichosa, cuyo nombre asumió que era el de Mina por lo que él decía, se puso en camino junto con él y la cría espabilada. Guarecida por las sombras lejos de los puntos de luz, Iori pudo jurar que no había nada que se le hubiera perdido desandando sus pasos hasta encaminarse de nuevo al Edén.
- Con que aquí estabas - escuchó jadeando tras ella la voz de Gundemaro. La humana no reprimió la mueca de asco. - ¡Te perdí de vista cuando espantaste a esa horrible bestia! - Echó en cara con voz furiosa. Su voz la tensó instantáneamente. Le parecía increíble que hubiera podido seguirla hasta allí. - Pensé comprenderías que era el momento de separarnos - respondió como un látigo mientras se incorporaba como un rayo.
El hombre la miró de forma aviesa, acercándose a ella moviendo de forma característica las piernas. - No es la idea que tengo ahora en mente la verdad - sonrió dedicándole una sonrisa que aclaraba lo que sus palabras dejaban en el aire. Repugnante. - Tengo la manía de escoger por mí misma las personas que me apetece comer, la verdad - zanjó tajante antes de caminar con paso largo, dejando de nuevo a Gundemaro atrás. - ¡Espera! - aulló él, esforzándose por seguirle el ritmo.
Lo ignoró por completo, volviendo a la zona de luz iluminada por los fuegos, mientras el humano se esforzaba por mantenerse cerca de ella apurando el paso.
Las cuatro figuras que estaban juntas hablando aparecieron claras frente a ella a la luz del fuego. Observó a la hermosa mujer que le había dado aquella orden a ¿Snjor? e ignoró su ofrecimiento sobre cocinar la carne de jabalí. No podría dar un solo bocado mientras la insistente presencia de Gundemaro permaneciese cerca de ella agriándolo todo. - Os he escuchado. Pensáis volver hasta el Edén a buscar a alguien. - Se detuvo y cruzó los brazos bajo su pecho, mirándolos con cara de pocos amigos a todos. - Él puede hacer de guía - señaló con su cabeza hacia atrás, en dirección al sonido que producía el hombre jorobado al apurarse por alcanzarla. - ¿Eh? ¿Yo? - inquirió desconcertado, deteniéndose un par de metros detrás de Iori frente al grupo.
- Este hombre trabajaba allí dentro antes de que el caos se desatase. Conoce el lugar y debería de ser capaz de liderar la marcha para que busquéis... lo que sea que queréis buscar allí - Repasó a los tres adultos con los ojos, fijándose en sus expresiones. Lo cierto es que, con el mal humor que llevaba arrastrando en las últimas horas, la cara de Iori, amable en otros momentos estaban resultando ahora excepcionalmente dura y apática.
De encontrarse con alguien con esa actitud ella misma, hubiera decidido evitar la interacción, pero, aunque pudiese ser contraproducente, se veía incapaz de fingir otro estado de ánimo en aquel momento. Cualquiera desconfiaría de ella, y era algo que no podía permitirse en ese momento. - Venga Gundemaro, demuestra de lo que eres capaz - animó al jorobado sin esperar a que ninguno de los tres pudiera darles un no como respuesta.
Había salido del Edén con su indeseable presencia pegada a ella. Estaba convencida de que únicamente regresando allí sería capaz de deshacerse de él. Y eso pensaba hacer.
Frunció el ceño y dejó que, en su silencio, el agua terminase de congelar sus manos con la temperatura hasta que las dejó de sentir. Aquella chica molesta quería volver al Edén. Ellos habían estado implicados en lo que había sucedido allí dentro, pero no los había visto. Le sorprendió escuchar la voz masculina pidiendo disculpas. La humana era consciente de las habilidades que tenían algunas personas para salirse con la suya e influir en otras, pero, aquel hombretón aguerrido desde luego no le daba el pego ante ese perfil que parecía estar mostrando ahora.
Aunque, a su favor, debía de concederle una cosa. La carne cruda de jabalí no resultaba apetitosa. Nada como un buen guiso que demorase horas en terminarse, arrancando los mejores jugos de su carne correctamente aderezada con especias.
La muchacha caprichosa, cuyo nombre asumió que era el de Mina por lo que él decía, se puso en camino junto con él y la cría espabilada. Guarecida por las sombras lejos de los puntos de luz, Iori pudo jurar que no había nada que se le hubiera perdido desandando sus pasos hasta encaminarse de nuevo al Edén.
- Con que aquí estabas - escuchó jadeando tras ella la voz de Gundemaro. La humana no reprimió la mueca de asco. - ¡Te perdí de vista cuando espantaste a esa horrible bestia! - Echó en cara con voz furiosa. Su voz la tensó instantáneamente. Le parecía increíble que hubiera podido seguirla hasta allí. - Pensé comprenderías que era el momento de separarnos - respondió como un látigo mientras se incorporaba como un rayo.
El hombre la miró de forma aviesa, acercándose a ella moviendo de forma característica las piernas. - No es la idea que tengo ahora en mente la verdad - sonrió dedicándole una sonrisa que aclaraba lo que sus palabras dejaban en el aire. Repugnante. - Tengo la manía de escoger por mí misma las personas que me apetece comer, la verdad - zanjó tajante antes de caminar con paso largo, dejando de nuevo a Gundemaro atrás. - ¡Espera! - aulló él, esforzándose por seguirle el ritmo.
Lo ignoró por completo, volviendo a la zona de luz iluminada por los fuegos, mientras el humano se esforzaba por mantenerse cerca de ella apurando el paso.
Las cuatro figuras que estaban juntas hablando aparecieron claras frente a ella a la luz del fuego. Observó a la hermosa mujer que le había dado aquella orden a ¿Snjor? e ignoró su ofrecimiento sobre cocinar la carne de jabalí. No podría dar un solo bocado mientras la insistente presencia de Gundemaro permaneciese cerca de ella agriándolo todo. - Os he escuchado. Pensáis volver hasta el Edén a buscar a alguien. - Se detuvo y cruzó los brazos bajo su pecho, mirándolos con cara de pocos amigos a todos. - Él puede hacer de guía - señaló con su cabeza hacia atrás, en dirección al sonido que producía el hombre jorobado al apurarse por alcanzarla. - ¿Eh? ¿Yo? - inquirió desconcertado, deteniéndose un par de metros detrás de Iori frente al grupo.
- Este hombre trabajaba allí dentro antes de que el caos se desatase. Conoce el lugar y debería de ser capaz de liderar la marcha para que busquéis... lo que sea que queréis buscar allí - Repasó a los tres adultos con los ojos, fijándose en sus expresiones. Lo cierto es que, con el mal humor que llevaba arrastrando en las últimas horas, la cara de Iori, amable en otros momentos estaban resultando ahora excepcionalmente dura y apática.
De encontrarse con alguien con esa actitud ella misma, hubiera decidido evitar la interacción, pero, aunque pudiese ser contraproducente, se veía incapaz de fingir otro estado de ánimo en aquel momento. Cualquiera desconfiaría de ella, y era algo que no podía permitirse en ese momento. - Venga Gundemaro, demuestra de lo que eres capaz - animó al jorobado sin esperar a que ninguno de los tres pudiera darles un no como respuesta.
Había salido del Edén con su indeseable presencia pegada a ella. Estaba convencida de que únicamente regresando allí sería capaz de deshacerse de él. Y eso pensaba hacer.
Iori Li
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
La bruja sintió vergüenza -¡vergüenza!- al escuchar a Sango disculparse. No, él no era merecedor de su rabia, no debía desquitarse con ese hombre que solo había sabido ser bueno con ella. Sus hombros se relajaron y los ojos se le humedecieron.
La bruja avanzó unos pasos hasta él, le tomó el rostro entre sus manos y se empinó hasta alcanzar los labios ajenos con los propios. Posó en ellos un beso suave que duró solo un par de segundos. Al separarse, lo miró a los ojos y sintió un nudo en la garganta que no le dejó decir más que un débil -Gracias- con un hilo de voz.
Lo miró intensamente, ojalá con la mirada él pudiera entender lo importante que era para ella el que él le diera prioridad. Tragó para aclararse y le explicó, más calmada su predicamento. -No me ves sangrando ni moribunda, pero necesito que sepas que me han mutilado y dejado gravemente herida- dijo -Es como si me hubiesen arrancado los ojos y los brazos porque me quitaron la mitad de lo que soy. Al arrebatarme la magia, me robaron uno de mis sentidos porque como bruja, percibo lo que me rodea con el éter, a través de eso siento la magia que me rodea y ahora estoy ciega. Sin mi telequinesis, me han mutilado una extremidad con la que muevo cosas, me defiendo y ataco, piensa que es un brazo extra. Y sin mis ilusiones estoy muda, no puedo comunicarme bien sin ellas- explico. -Es cierto, podría vivir sin todo eso, pero... ¿Quién querría vivir incompleto? Así como el que necesita de un vendaje a tiempo para evitar perder una pierna, yo necesito ir a Edén antes de que el daño sea irreparable- añadió.
Esperaba que Sango la entendiera, pues a diferencia de ella, él sí estaría dispuesto a cortarse un brazo si eso salvaba una vida. Mina no tenía un corazón noble como él o Tina, era una mujer egoísta cuyos intereses personales estaban por encima que cualquier cosa; si en el pasado le habrían sido indiferentes los sobrevivientes, ahora que sentía el apremio de recuperar sus poderes, estos le importaban menos que un rábano; ella no se sacrificaría para ayudar a un desconocido. Solo había 4 personas vivas por las ella que se pondría a si misma en peligro y aceptaría perder algo que le importara. Sango era una de ellas.
En lo que comenzaron a avanzar hacia Edén, Kyra contó que no había visto sobrevivientes en su camino hasta allí. Mina miró a Sango para ver su reacción, ocultando lo mejor que pudo su alivio; si no había a quién salvar, tal vez después él no sentiría culpa por no haberlos buscado. Pero vamos, eso es lo que la mente egoísta de Mina pensaba y ya tenemos muy claro que él no era así. Ella solo tomó la mano libre del hombre y la apretó. -No demoraremos mucho en Edén, presiento que APP-Bel ya no está allí pero seguro quedan pistas de qué me hizo y a dónde se fue- le dijo, tratando de dar un aliciente a Sango.
En el camino, se les unió la morena de hacía un rato ofreciendo de guía a un desagradable jorobado. Mina no había visto jamás en el Edén. Bueno, no es como si pudiera salir a recorrerlo a su antojo. Desconfiada como era, miró de pies a cabeza a la mujer y luego al cuasimodo. ¿Qué intenciones tendrían? ¿Serían lacayos de APP-Bel? Si acaso tramaban algo en su contra, sin duda alguna los mataría. -No tenemos tiempo que perder, más te vale no retrasarnos- respondió ella y retomó la marcha. Aceptó que se les unieran porque serían dos pares de ojos más buscando.
Al trayecto a Edén no le faltaron dificultades por el terreno desnivelado, las grietas que se habían abierto en el suelo eran obstáculos que tuvieron que sortear. Hasta que por fin llegaron a un escenario desolador. Todo Edén estaba destruido. Mina sintió cómo le flaquearon las rodillas y el aire le dejó los pulmones. No podía respirar. Jani se dio cuenta de cómo le tiritaban las manos a la bruja. -¡Tranquila Mina! Mira el lado positivo: si todo se cayó, seguro el que te robó la magia está ahí entremedio de los escombros- exclamó alegremente la niña.
La bruja avanzó unos pasos hasta él, le tomó el rostro entre sus manos y se empinó hasta alcanzar los labios ajenos con los propios. Posó en ellos un beso suave que duró solo un par de segundos. Al separarse, lo miró a los ojos y sintió un nudo en la garganta que no le dejó decir más que un débil -Gracias- con un hilo de voz.
Lo miró intensamente, ojalá con la mirada él pudiera entender lo importante que era para ella el que él le diera prioridad. Tragó para aclararse y le explicó, más calmada su predicamento. -No me ves sangrando ni moribunda, pero necesito que sepas que me han mutilado y dejado gravemente herida- dijo -Es como si me hubiesen arrancado los ojos y los brazos porque me quitaron la mitad de lo que soy. Al arrebatarme la magia, me robaron uno de mis sentidos porque como bruja, percibo lo que me rodea con el éter, a través de eso siento la magia que me rodea y ahora estoy ciega. Sin mi telequinesis, me han mutilado una extremidad con la que muevo cosas, me defiendo y ataco, piensa que es un brazo extra. Y sin mis ilusiones estoy muda, no puedo comunicarme bien sin ellas- explico. -Es cierto, podría vivir sin todo eso, pero... ¿Quién querría vivir incompleto? Así como el que necesita de un vendaje a tiempo para evitar perder una pierna, yo necesito ir a Edén antes de que el daño sea irreparable- añadió.
Esperaba que Sango la entendiera, pues a diferencia de ella, él sí estaría dispuesto a cortarse un brazo si eso salvaba una vida. Mina no tenía un corazón noble como él o Tina, era una mujer egoísta cuyos intereses personales estaban por encima que cualquier cosa; si en el pasado le habrían sido indiferentes los sobrevivientes, ahora que sentía el apremio de recuperar sus poderes, estos le importaban menos que un rábano; ella no se sacrificaría para ayudar a un desconocido. Solo había 4 personas vivas por las ella que se pondría a si misma en peligro y aceptaría perder algo que le importara. Sango era una de ellas.
En lo que comenzaron a avanzar hacia Edén, Kyra contó que no había visto sobrevivientes en su camino hasta allí. Mina miró a Sango para ver su reacción, ocultando lo mejor que pudo su alivio; si no había a quién salvar, tal vez después él no sentiría culpa por no haberlos buscado. Pero vamos, eso es lo que la mente egoísta de Mina pensaba y ya tenemos muy claro que él no era así. Ella solo tomó la mano libre del hombre y la apretó. -No demoraremos mucho en Edén, presiento que APP-Bel ya no está allí pero seguro quedan pistas de qué me hizo y a dónde se fue- le dijo, tratando de dar un aliciente a Sango.
En el camino, se les unió la morena de hacía un rato ofreciendo de guía a un desagradable jorobado. Mina no había visto jamás en el Edén. Bueno, no es como si pudiera salir a recorrerlo a su antojo. Desconfiada como era, miró de pies a cabeza a la mujer y luego al cuasimodo. ¿Qué intenciones tendrían? ¿Serían lacayos de APP-Bel? Si acaso tramaban algo en su contra, sin duda alguna los mataría. -No tenemos tiempo que perder, más te vale no retrasarnos- respondió ella y retomó la marcha. Aceptó que se les unieran porque serían dos pares de ojos más buscando.
Al trayecto a Edén no le faltaron dificultades por el terreno desnivelado, las grietas que se habían abierto en el suelo eran obstáculos que tuvieron que sortear. Hasta que por fin llegaron a un escenario desolador. Todo Edén estaba destruido. Mina sintió cómo le flaquearon las rodillas y el aire le dejó los pulmones. No podía respirar. Jani se dio cuenta de cómo le tiritaban las manos a la bruja. -¡Tranquila Mina! Mira el lado positivo: si todo se cayó, seguro el que te robó la magia está ahí entremedio de los escombros- exclamó alegremente la niña.
Mina Harker
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
No respondió de inmediato a Mina. Comprendía lo que la pérdida de su conexión con la magia, el éter en definitiva, podía suponer para ella. comprendió, hace mucho tiempo, que para los brujos, la magia era como un compañero que los acompañaba desde el principio de sus vidas hasta el final. De hecho, no era así, como le explicaron más tarde. Fue entonces cuando Ben llegó a la conclusión de que la magia era un sentido más, como la vista, el tacto o el olfato. Un sentido tan poderoso que se decía era capaz de desplazar al resto y sustituirlos. ¿No había sido Mina capaz de engañarle con una cerveza falsa en su primer encuentro?
Pero no le había gustado el hecho de que le considerara alguien incompleto. Incluso si no había sido su intención hacerlo, lo sentía como un ataque hacia su propia raza, hacia los humanos, que si bien no destacaban por tener vínculo alguno con el éter, si tenían otras muchas virtudes. Se obligó a asentir y dio un paso al frente.
- Vamos a Edén.
La humana, la que había hecho una espectacular entrada en el escenario en el que se había convertido aquel campamento en ruinas, intervino y habló sobre el otro recién llegado. El tal Gundemaro, por lo visto, había trabajado allí dentro. Había colaborado en la aniquilación de muchos de sus camaradas. Y las palabras de la humana hicieron mella. Calaron hondo. Y encendieron una llama que ardió con virulencia. Sango le observó detenidamente. Los ojos de Gundemaro, no se apartaban de la humana mientras Mina le pedía que avanzara y que nos les hicieran perder el tiempo.
Y en su cabeza, todo explotó. La respiración de Sango se agitó. No podía dejar las cosas así. No habría muchos supervivientes de su bando, pero tampoco los habría del bando enemigo. No.
- ¿Sango?- la voz de Jani llegó lejana-. ¿Sango qué...?
La niña gritó y Ben se lanzó contra Gundemaro. Le agarró de la camisa y girando sobre sí mismo lo lanzó contra el suelo. Voces a su alrededor. Pero él solo tenía una cosa en mente.
- Tú, pedazo de escoria. No mereces vivir- le levantó del suelo agarrándole de la ropa y le golpeó con el antebrazo de la armadura en la cara-. Dime, por qué. ¡Dímelo!
Le golpeó un par de veces más hasta que cayó al suelo. Entonces empuñó el hacha. Gundemaro, que sangraba profusamente, se arrastraba hacia atrás alejándose de él. Sango avanzaba hacia él. Cuando le alcanzó le dio una patada en el costado para que dejara de moverse. Le observó, con los ojos encendidos de rabia. Le incorporó con la mano izquierda, levantándole ligeramente y echó el brazo derecho hacia atrás.
- ¿Sango?
Su brazo derecho, que estaba a punto de caer sobre Gudnemaro se detuvo. Tembló y apartó sus ojos del rostro ensangrentado del hombre. Jani estaba frente a él. Con las manos juntas a la altura del vientre, sin dejar de moverlas. Sus ojos vidriosos se clavaron en él.
- ¿Por qué le haces daño?- dijo en un hilo de voz antes de que un par de lágrimas cayeran por su rostro.
La imagen rompió a Sango que sacudió la cabeza y dejó caer a Gundemaro al suelo, que se encogió sobre sí mismo antes de reconsiderar su situación y alejarse de Ben. El pelirrojo no apartó la mirada del inocente rostro de la niña. Guardó el hacha. Se acercó a Jani y se arrodilló frente a ella para darle un abrazo. La niña pasó sus brazos por su cuello y se aferró a él con fuerza.
Tras unos instantes, Ben, se puso en pie, sujetando a la niña que seguía aferrada a él que seguía derramando lágrimas sobre él. Se giró para localizar a Gundemaro, que se había arrastrado cerca de la desconocida en la que clavó sus ojos. No sabía nada de aquella mujer, ni siquiera su nombre, y solo un par de palabras casi habían conseguido que él acabara con la vida de aquel despojo. Una mujer con poder, sin duda. De hecho, ¿por qué se había lanzado contra Gundemaro y no contra ella? La mujer bien podía ser sirviente de APP-Bel, ¿cómo sabía ella que Gundemaro, entonces, trabajaba allí dentro? Se guardó sus temores.
Sus ojos se posaron en Kyravann. Otra mujer que le infundía cierto respeto. Sí, compartían color de pelo, ambos eran pelirrojos y estaba acompañado de Snjor si no había escuchado mal.
Finalmente, su Mina. Se atrevió a curvar los labios hacia arriba un breve instante antes de indicar con un gesto que debían avanzar. Eden no estaba lejos. No habría problemas en llegar. El problema empezaría una vez dentro. Y si la mujer desconocida tenía razón, entonces debían esperar que Gundemaro les tendiera una trampa. Debía haber acabado con él. La niña se aferró con más fuerza después de aquel pensamiento.
Ben sin mediar palabra, caminó hacia Edén. Y decidió cantar para calmar a la niña que seguía llorando.
- El lobo aulló en el oscuro bosque,
Por más que quisiera, no podía dormir,
El hambre apretó y su estomago rugió.
Lobo negro, lobo negro, no des un paso más,
Porque a mi niña no te llevarás.
El lobo avanzó y hambriento aulló,
Y como a la niña no se pudo llevar,
Una rama de brezo se dispuso a zampar,
Y con el estómago lleno, marchó.
Lobo negro, lobo negro, no des un paso más,
Porque a mi niña no te llevarás.
Jani se separó ligeramente de él para observarle a los ojos. Entre las ruinas y los fuego que todo lo consumían, Ben pudo ver que en sus ojos había otro brillo. Ella, entonces, se acomodó sobre él y Ben tarareó la melodía mientras avanzaba.
Y casi sin darse cuenta, se plantó en Edén.
Pero no le había gustado el hecho de que le considerara alguien incompleto. Incluso si no había sido su intención hacerlo, lo sentía como un ataque hacia su propia raza, hacia los humanos, que si bien no destacaban por tener vínculo alguno con el éter, si tenían otras muchas virtudes. Se obligó a asentir y dio un paso al frente.
- Vamos a Edén.
La humana, la que había hecho una espectacular entrada en el escenario en el que se había convertido aquel campamento en ruinas, intervino y habló sobre el otro recién llegado. El tal Gundemaro, por lo visto, había trabajado allí dentro. Había colaborado en la aniquilación de muchos de sus camaradas. Y las palabras de la humana hicieron mella. Calaron hondo. Y encendieron una llama que ardió con virulencia. Sango le observó detenidamente. Los ojos de Gundemaro, no se apartaban de la humana mientras Mina le pedía que avanzara y que nos les hicieran perder el tiempo.
Y en su cabeza, todo explotó. La respiración de Sango se agitó. No podía dejar las cosas así. No habría muchos supervivientes de su bando, pero tampoco los habría del bando enemigo. No.
- ¿Sango?- la voz de Jani llegó lejana-. ¿Sango qué...?
La niña gritó y Ben se lanzó contra Gundemaro. Le agarró de la camisa y girando sobre sí mismo lo lanzó contra el suelo. Voces a su alrededor. Pero él solo tenía una cosa en mente.
- Tú, pedazo de escoria. No mereces vivir- le levantó del suelo agarrándole de la ropa y le golpeó con el antebrazo de la armadura en la cara-. Dime, por qué. ¡Dímelo!
Le golpeó un par de veces más hasta que cayó al suelo. Entonces empuñó el hacha. Gundemaro, que sangraba profusamente, se arrastraba hacia atrás alejándose de él. Sango avanzaba hacia él. Cuando le alcanzó le dio una patada en el costado para que dejara de moverse. Le observó, con los ojos encendidos de rabia. Le incorporó con la mano izquierda, levantándole ligeramente y echó el brazo derecho hacia atrás.
- ¿Sango?
Su brazo derecho, que estaba a punto de caer sobre Gudnemaro se detuvo. Tembló y apartó sus ojos del rostro ensangrentado del hombre. Jani estaba frente a él. Con las manos juntas a la altura del vientre, sin dejar de moverlas. Sus ojos vidriosos se clavaron en él.
- ¿Por qué le haces daño?- dijo en un hilo de voz antes de que un par de lágrimas cayeran por su rostro.
La imagen rompió a Sango que sacudió la cabeza y dejó caer a Gundemaro al suelo, que se encogió sobre sí mismo antes de reconsiderar su situación y alejarse de Ben. El pelirrojo no apartó la mirada del inocente rostro de la niña. Guardó el hacha. Se acercó a Jani y se arrodilló frente a ella para darle un abrazo. La niña pasó sus brazos por su cuello y se aferró a él con fuerza.
Tras unos instantes, Ben, se puso en pie, sujetando a la niña que seguía aferrada a él que seguía derramando lágrimas sobre él. Se giró para localizar a Gundemaro, que se había arrastrado cerca de la desconocida en la que clavó sus ojos. No sabía nada de aquella mujer, ni siquiera su nombre, y solo un par de palabras casi habían conseguido que él acabara con la vida de aquel despojo. Una mujer con poder, sin duda. De hecho, ¿por qué se había lanzado contra Gundemaro y no contra ella? La mujer bien podía ser sirviente de APP-Bel, ¿cómo sabía ella que Gundemaro, entonces, trabajaba allí dentro? Se guardó sus temores.
Sus ojos se posaron en Kyravann. Otra mujer que le infundía cierto respeto. Sí, compartían color de pelo, ambos eran pelirrojos y estaba acompañado de Snjor si no había escuchado mal.
Finalmente, su Mina. Se atrevió a curvar los labios hacia arriba un breve instante antes de indicar con un gesto que debían avanzar. Eden no estaba lejos. No habría problemas en llegar. El problema empezaría una vez dentro. Y si la mujer desconocida tenía razón, entonces debían esperar que Gundemaro les tendiera una trampa. Debía haber acabado con él. La niña se aferró con más fuerza después de aquel pensamiento.
Ben sin mediar palabra, caminó hacia Edén. Y decidió cantar para calmar a la niña que seguía llorando.
- El lobo aulló en el oscuro bosque,
Por más que quisiera, no podía dormir,
El hambre apretó y su estomago rugió.
Lobo negro, lobo negro, no des un paso más,
Porque a mi niña no te llevarás.
El lobo avanzó y hambriento aulló,
Y como a la niña no se pudo llevar,
Una rama de brezo se dispuso a zampar,
Y con el estómago lleno, marchó.
Lobo negro, lobo negro, no des un paso más,
Porque a mi niña no te llevarás.
Jani se separó ligeramente de él para observarle a los ojos. Entre las ruinas y los fuego que todo lo consumían, Ben pudo ver que en sus ojos había otro brillo. Ella, entonces, se acomodó sobre él y Ben tarareó la melodía mientras avanzaba.
Y casi sin darse cuenta, se plantó en Edén.
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Los dioses responden
Inesperada, sobrenatural pero también sutil, una brisa sin origen danzaría en el lugar, libre y juguetona. Nadie podría notarla, pero Mina sí, así se quería que fuese. La brisa lo envolvería, acariciaría la piel, sintiéndose fría pero sembrando una inusitada serenidad. Y entonces dejaría un beso en el éter, grabado con fuego y magia, antes de desvanecerse sin dejar un adiós. El único vestigio de su existencia fugaz sería una nueva marca en la piel de Mina, un tatuaje mágico que solo la poseedora podría ver, la prueba de que un alma rezó por ella.
Mina, gracias a las plegarias de Sango recibes: Bendición de Fortaleza: Durante uno cualquiera de tus próximos 3 temas (libres o privados), tu piel adquirirá la resistencia de una armadura pesada de calidad superior, sin coste alguno para tu movilidad.
La bendición estará activa durante la totalidad del tema elegido, desde el primer post al último. Elije bien.
Sigel
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
El pequeño Snjor parecía haber simpatizado un poco con la morena, por algún motivo. No se separó de ella cuando se le acercó el jorobado e incluso se interpuso entre ellos, como intentando protegerla a pesar de su pequeño tamaño. El hombre simplemente ignoró al felino mientras intentaba convencer a la muchacha de... acompañarlo.
Mientras tanto, la pelirroja escuchaba algo sorprendida la conversación entre Sango y su compañera. Sorprendida en igual medida por la noticia de la chica perdiendo su magia y de la relación que parecía mantener con Sango. La sensación de pérdida y falta de sentido que describía Mina le recordaba brutalmente los primeros años luego de su propia transformación.
-Quizá me estoy metiendo donde no me llamaron, pero sé perfectamente cómo se siente, Sango. Tardé décadas en aceptar que ya no podría curar a otros, caminar bajo el sol o usar mi vieja magia. Eso ni siquiera era vivir, simplemente era durar. Al menos ella tiene la posibilidad de recuperar lo que perdió, no como yo...- Puede que Kyra ya lo haya aceptado, pero no significa que no daría lo imposible por recuperar su verdadero linaje. No querría ver a alguien más en una situación similar, ni siquiera a un brujo.
-Por muy pequeña que sea esa esperanza, hay que intentarlo hasta agotar todas y cada una de las posibilidades. Si quieres puedo acompañarla yo mientras tú vas a buscar supervivientes, de esa forma cubriríamos ambos objetivos...-
La conversación se vió interrumpida por la morena, acompañada del jorobado y el pequeño leopardo, ubicado nuevamente en medio de ellos. La chica comentó que el hombre trabajaba en aquel lugar llamado Edén y que podría servir como guía. La pelirroja hubiera aceptado, pero Sango no parecía de acuerdo, y no tuvo reparos en demostrarlo inmediatamente. Kyra incluso consideró usar su Voz para detenerlo, pero las palabras de la niña surtieron el mismo efecto. El resto del camino fue bastante incómodo, con un silencio interrumpido sólo por los pasos del grupo y la canción de Sango. El pobre jorobado se mantenía lo más alejado posible de su agresor... y lo más cerca posible de la morena. La pelirroja recordaba que su amiga Shen solía referirse a ese tipo de gente como simps, aunque ella nunca supo qué significaba esa palabra exactamente.
Finalmente, llegaron a Edén. Kyra no conocía el lugar, por lo que se limitaría a esperar instrucciones del guía Gundemaro o de Mina.
-Entonces Mina, ¿tienes alguna idea de cómo recuperar tus habilidades? ¿O dejaremos que nuestro amigo casanova consiga la información con un pequeño interrogatorio?- preguntó la pelirroja, señalando a Sango con un gesto de la cabeza.
Mientras tanto, la pelirroja escuchaba algo sorprendida la conversación entre Sango y su compañera. Sorprendida en igual medida por la noticia de la chica perdiendo su magia y de la relación que parecía mantener con Sango. La sensación de pérdida y falta de sentido que describía Mina le recordaba brutalmente los primeros años luego de su propia transformación.
-Quizá me estoy metiendo donde no me llamaron, pero sé perfectamente cómo se siente, Sango. Tardé décadas en aceptar que ya no podría curar a otros, caminar bajo el sol o usar mi vieja magia. Eso ni siquiera era vivir, simplemente era durar. Al menos ella tiene la posibilidad de recuperar lo que perdió, no como yo...- Puede que Kyra ya lo haya aceptado, pero no significa que no daría lo imposible por recuperar su verdadero linaje. No querría ver a alguien más en una situación similar, ni siquiera a un brujo.
-Por muy pequeña que sea esa esperanza, hay que intentarlo hasta agotar todas y cada una de las posibilidades. Si quieres puedo acompañarla yo mientras tú vas a buscar supervivientes, de esa forma cubriríamos ambos objetivos...-
La conversación se vió interrumpida por la morena, acompañada del jorobado y el pequeño leopardo, ubicado nuevamente en medio de ellos. La chica comentó que el hombre trabajaba en aquel lugar llamado Edén y que podría servir como guía. La pelirroja hubiera aceptado, pero Sango no parecía de acuerdo, y no tuvo reparos en demostrarlo inmediatamente. Kyra incluso consideró usar su Voz para detenerlo, pero las palabras de la niña surtieron el mismo efecto. El resto del camino fue bastante incómodo, con un silencio interrumpido sólo por los pasos del grupo y la canción de Sango. El pobre jorobado se mantenía lo más alejado posible de su agresor... y lo más cerca posible de la morena. La pelirroja recordaba que su amiga Shen solía referirse a ese tipo de gente como simps, aunque ella nunca supo qué significaba esa palabra exactamente.
Finalmente, llegaron a Edén. Kyra no conocía el lugar, por lo que se limitaría a esperar instrucciones del guía Gundemaro o de Mina.
-Entonces Mina, ¿tienes alguna idea de cómo recuperar tus habilidades? ¿O dejaremos que nuestro amigo casanova consiga la información con un pequeño interrogatorio?- preguntó la pelirroja, señalando a Sango con un gesto de la cabeza.
Kyravann Svartlys
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Iori observó con horror la súbita muestra de cariño entre la muchacha joven y el hombretón. No porque mostrase pudor ante aquello. A ella le encantaba el sexo, cuanto más y con cuantos más, mejor. Fue el hecho de que el gesto rebosase de lo que ella identificaba como cariño. Ternura. Sentimientos profundos hacia la otra persona. Y no podía con eso.
Al atragantamiento ante el beso, se le unió la repulsa que sintió cuando Gundemaro clavó en ella los ojos, con una sonrisa esperanzada. Aquello si que no.
Los ojos azules se clavaron en él con la misma virulencia que un temporal golpeando contra la fachada de una casa.
- Ni lo sueñes - siseó mirándolo, con un pequeño brillo salvaje en los ojos.
Apartó la visa, sorprendida, notando que junto al rechazo que sentía por sus intentos de aproximarse, se fundía una espiral de ira que le estaba costando dominar. Se veía capaz de estamparle el puño en la cara para borrar aquella sonrisa para siempre. Y ella no actuaba así. Meneó la cabeza, como si con ello pudiera sacar aquellos pensamientos de allí.
Sin ganas de volver a mirar a los dos caramelitos, para evitar ser testigo de desagradables escenas, la humana escuchó la charla que la bruja le dedicaba al humano. A medida que sus palabras salían de la boca, Iori comenzó a deformar la inicial atracción que sentía por ella a un cansancio supino, que no supo como canalizar. Acalló el mimimimimí que escuchó en su cabeza, ante las quejas sobre lo terrible que era vivir sin magia y se apartó un paso hacia atrás cuando Gundemaro se acercó a ella aprovechando el momento.
Fintó a un lado, advirtiéndole con la mirada. Estaba trastornado, y ella se veía ya capaz de buscar arreglarle la cabeza a base de golpes. Puso los ojos en blanco ante la velada amenaza de la bruja, la cual a aquellas alturas había perdido por completo todo el atractivo inicial. Pensó en Nousis y su odio visceral hacia aquella raza. Si bien ella no sentía lo mismo, comenzaba a comprender de dónde venía la fama de soberbios o altivos que se le atribuía en su tierra.
Pero, para sorpresa de todos, el humano, de nombre Sango, se abalanzó sobre el improvisado guía sin que hubiese mediado ninguna provocación entre ellos. Iori abrió mucho los ojos por la sorpresa ante la brutalidad del ataque, y por un instante se compadeció del jorobado. Al segundo siguiente, recordó sus burdos intentos de forzarla a una relación sexual que ella no deseaba, y el enfado se filtró licuado en su sangre, haciendo que esbozase una expresión de alivio en el rostro.
Sería el hombretón y no ella, quién se lo sacaría de encima.
La sangre oscureció el suelo allí en donde cayó en medio de la noche. Los golpes, junto con las voces de la niña eran los únicos sonidos. La violencia escaló rápido de ritmo, y con la facilidad de quien ha hecho el mismo gesto en múltiples ocasiones, el humano alzó la mano en la que blandía el hacha.
Las lágrimas de la pequeña surtieron el efecto que, en otro momento de su vida, también habría conseguido lo mismo de Iori. El guerrero pareció reaccionar, y detuvo su mano para pasar a abrazarla con un tierno gesto protector. Bufó por lo bajo, apartando la vista otra vez. En lo que llevaba de tiempo con ellos ya tenía el cupo cubierto de todo un mes para las muestras de genuino cariño. Observó como el jorobado se alejaba de él, buscando guarecerse de alguna manera detrás de ella.
- No te equivoques. No eres asunto mío, no pienso intervenir - se vio obligada a aclarar para evitar confusiones. Aunque supo en el mismo instante en el que habló que Gundemaro, como desde el principio, entendía todo lo que le decía de una forma retorcida.
Cuando volvió la vista al frente se encontró con la mirada inquisitiva del que parecía llamarse Sango. Quiso sonarle por algún motivo, pero la forma en la que la observaba desconcentró su atención, y caldeó la beligerancia que sentía desde hacía unas horas creciendo en ella. Se cruzó de brazos, con evidente actitud hostil mientras le devolvía una expresión de reto en los ojos. El hipotético trío que había pasado por su mente de forma fugaz cuando los había visto al principio, hizo aguas en su mente, sepultado debajo de la altanería de la bruja y la ferocidad del humano.
Lo único bueno a fin de cuentas, era Snjor, al cual sentía unas ganas que rivalizaban con su ira de acariciar en aquel precioso pelaje. Sintió que su enfado descendía un poco al centrar la atención en el estilizado animal. Siempre había tenido un don innato para empatizar con esas criaturas, mayor incluso que con la mayoría de las personas. Reprimió las ganas que tuvo de hacerle una carantoña, evitando darle motivos a Gundemaro para pensar que él sería el siguiente al que se lo haría.
Observó con seriedad a la pelirroja, sin poder apartar los ojos de la que había entendido que era la primera vampira que veía. No lucía para nada como reflejaban las historias contadas a la luz de la lumbre en su aldea. Esas que en las noches de invierno, cuando el viento soplaba, hacía que los niños y los no tan niños se arrebujasen debajo de las mantas en la calidez de las casas.
Guardó silencio, sintiendo que formaba parte de aquel grupo de forma perimetral. Solo algo temporal, hasta que tuviese la oportunidad de deshacerse de Gundemaro para siempre.
La canción entonada por Sango mientras avanzaban templó un poco su carácter, sintiendo que regresaba a su añorada aldea. Conocía esa canción desde pequeña, por lo que pensó que en aquel momento, era con él con quién podía tener una conexión más cercana.
Las razas, al fin y al cabo.
El elfo de ojos grises tenía a fin de cuentas razón. Había muros insalvables que nos condicionan y moldean a todos. Alejó el recuerdo de Nousis de su mente cuando llegaron al límite en el que aquella mole de escombros comenzaba. La luz de los fuegos junto con la luna era la única guía que tenían en aquella noche.
- Bien Gundemaro, sé un buen chico y antes de perderte aquí de nuevo, ayuda a esta simpática brujita a encontrar eso que tanto anhela - lo animó como a un niño pequeño, mientras se acercaba a una zona en la que ardían ya de forma lenta restos de la destrucción. Propinó una rápida patada a un lateral y sacó lo que parecía un leño largo. Pisó un extremo y lo cubrió con tierra hasta enfriarlo, y lo alzó manteniendo la llama viva en la otra punta. - Entonces, ¿Por dónde? - sonrió mirándolos a todos, sin alegría en el rostro.
Fue entonces cuando, lo que parecía un rugido asombroso reverberó desde las entrañas del lugar, dejando tras él un silencio que Iori sintió como aterrador. Se giró lentamente hacia Gundemaro y apuntó hacia su pecho con la punta en la que ardía el fuego que iluminaba al grupo.
- ¿Qué demonios ha sido eso? - preguntó en tono de orden, mirándolo con fiereza. Esperaba no haberse equivocado, regresando a aquel lugar para perderlo de vista.
Al atragantamiento ante el beso, se le unió la repulsa que sintió cuando Gundemaro clavó en ella los ojos, con una sonrisa esperanzada. Aquello si que no.
Los ojos azules se clavaron en él con la misma virulencia que un temporal golpeando contra la fachada de una casa.
- Ni lo sueñes - siseó mirándolo, con un pequeño brillo salvaje en los ojos.
Apartó la visa, sorprendida, notando que junto al rechazo que sentía por sus intentos de aproximarse, se fundía una espiral de ira que le estaba costando dominar. Se veía capaz de estamparle el puño en la cara para borrar aquella sonrisa para siempre. Y ella no actuaba así. Meneó la cabeza, como si con ello pudiera sacar aquellos pensamientos de allí.
Sin ganas de volver a mirar a los dos caramelitos, para evitar ser testigo de desagradables escenas, la humana escuchó la charla que la bruja le dedicaba al humano. A medida que sus palabras salían de la boca, Iori comenzó a deformar la inicial atracción que sentía por ella a un cansancio supino, que no supo como canalizar. Acalló el mimimimimí que escuchó en su cabeza, ante las quejas sobre lo terrible que era vivir sin magia y se apartó un paso hacia atrás cuando Gundemaro se acercó a ella aprovechando el momento.
Fintó a un lado, advirtiéndole con la mirada. Estaba trastornado, y ella se veía ya capaz de buscar arreglarle la cabeza a base de golpes. Puso los ojos en blanco ante la velada amenaza de la bruja, la cual a aquellas alturas había perdido por completo todo el atractivo inicial. Pensó en Nousis y su odio visceral hacia aquella raza. Si bien ella no sentía lo mismo, comenzaba a comprender de dónde venía la fama de soberbios o altivos que se le atribuía en su tierra.
Pero, para sorpresa de todos, el humano, de nombre Sango, se abalanzó sobre el improvisado guía sin que hubiese mediado ninguna provocación entre ellos. Iori abrió mucho los ojos por la sorpresa ante la brutalidad del ataque, y por un instante se compadeció del jorobado. Al segundo siguiente, recordó sus burdos intentos de forzarla a una relación sexual que ella no deseaba, y el enfado se filtró licuado en su sangre, haciendo que esbozase una expresión de alivio en el rostro.
Sería el hombretón y no ella, quién se lo sacaría de encima.
La sangre oscureció el suelo allí en donde cayó en medio de la noche. Los golpes, junto con las voces de la niña eran los únicos sonidos. La violencia escaló rápido de ritmo, y con la facilidad de quien ha hecho el mismo gesto en múltiples ocasiones, el humano alzó la mano en la que blandía el hacha.
Las lágrimas de la pequeña surtieron el efecto que, en otro momento de su vida, también habría conseguido lo mismo de Iori. El guerrero pareció reaccionar, y detuvo su mano para pasar a abrazarla con un tierno gesto protector. Bufó por lo bajo, apartando la vista otra vez. En lo que llevaba de tiempo con ellos ya tenía el cupo cubierto de todo un mes para las muestras de genuino cariño. Observó como el jorobado se alejaba de él, buscando guarecerse de alguna manera detrás de ella.
- No te equivoques. No eres asunto mío, no pienso intervenir - se vio obligada a aclarar para evitar confusiones. Aunque supo en el mismo instante en el que habló que Gundemaro, como desde el principio, entendía todo lo que le decía de una forma retorcida.
Cuando volvió la vista al frente se encontró con la mirada inquisitiva del que parecía llamarse Sango. Quiso sonarle por algún motivo, pero la forma en la que la observaba desconcentró su atención, y caldeó la beligerancia que sentía desde hacía unas horas creciendo en ella. Se cruzó de brazos, con evidente actitud hostil mientras le devolvía una expresión de reto en los ojos. El hipotético trío que había pasado por su mente de forma fugaz cuando los había visto al principio, hizo aguas en su mente, sepultado debajo de la altanería de la bruja y la ferocidad del humano.
Lo único bueno a fin de cuentas, era Snjor, al cual sentía unas ganas que rivalizaban con su ira de acariciar en aquel precioso pelaje. Sintió que su enfado descendía un poco al centrar la atención en el estilizado animal. Siempre había tenido un don innato para empatizar con esas criaturas, mayor incluso que con la mayoría de las personas. Reprimió las ganas que tuvo de hacerle una carantoña, evitando darle motivos a Gundemaro para pensar que él sería el siguiente al que se lo haría.
Observó con seriedad a la pelirroja, sin poder apartar los ojos de la que había entendido que era la primera vampira que veía. No lucía para nada como reflejaban las historias contadas a la luz de la lumbre en su aldea. Esas que en las noches de invierno, cuando el viento soplaba, hacía que los niños y los no tan niños se arrebujasen debajo de las mantas en la calidez de las casas.
Guardó silencio, sintiendo que formaba parte de aquel grupo de forma perimetral. Solo algo temporal, hasta que tuviese la oportunidad de deshacerse de Gundemaro para siempre.
La canción entonada por Sango mientras avanzaban templó un poco su carácter, sintiendo que regresaba a su añorada aldea. Conocía esa canción desde pequeña, por lo que pensó que en aquel momento, era con él con quién podía tener una conexión más cercana.
Las razas, al fin y al cabo.
El elfo de ojos grises tenía a fin de cuentas razón. Había muros insalvables que nos condicionan y moldean a todos. Alejó el recuerdo de Nousis de su mente cuando llegaron al límite en el que aquella mole de escombros comenzaba. La luz de los fuegos junto con la luna era la única guía que tenían en aquella noche.
- Bien Gundemaro, sé un buen chico y antes de perderte aquí de nuevo, ayuda a esta simpática brujita a encontrar eso que tanto anhela - lo animó como a un niño pequeño, mientras se acercaba a una zona en la que ardían ya de forma lenta restos de la destrucción. Propinó una rápida patada a un lateral y sacó lo que parecía un leño largo. Pisó un extremo y lo cubrió con tierra hasta enfriarlo, y lo alzó manteniendo la llama viva en la otra punta. - Entonces, ¿Por dónde? - sonrió mirándolos a todos, sin alegría en el rostro.
Fue entonces cuando, lo que parecía un rugido asombroso reverberó desde las entrañas del lugar, dejando tras él un silencio que Iori sintió como aterrador. Se giró lentamente hacia Gundemaro y apuntó hacia su pecho con la punta en la que ardía el fuego que iluminaba al grupo.
- ¿Qué demonios ha sido eso? - preguntó en tono de orden, mirándolo con fiereza. Esperaba no haberse equivocado, regresando a aquel lugar para perderlo de vista.
Iori Li
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Lo que sintió fue como un hueco en la boca del estómago.
También ganas de vomitar.
Aquella rabia que se mezclaba con la tristeza de descubrir lo último que se esperaba, que ya no quedaba ninguna esperanza.
Se tambaleó, mareada de la impresión. Sintió... ¿qué sintió?
Realmente no lo sé, pero del centro mismo del cuerpo de la bruja salió un grito desgarrador y el llanto que siguió era amargo y desconsolado. Lo había perdido todo sin su magia.
-¿Cómo voy a encontrarlo allí?- se preguntaba entre llantos, abrazándose a si misma. Alguien intentó acercarse, pero ella no quería que la tocaran y rechazó el abrazo. No era algo personal, solamente estaba impactada por la inminente pérdida de algo tan importante para ella.
Le habían robado inescrupulosamente. Le mintieron. La ultrajaron.
La bruja cayó de rodillas derrotada, agotada y con ganas de desaparecer. Por un instante se sintió desprotegida, desvalida y rota. Miró al suelo, perdida.
Pero pronto, una llama se prendió en ella y se expandió con fuerza por todo su cuerpo. La ira se apoderó de la bruja que furiosa se levantó y avanzó hacia las ruinas con fuerza en el caminar. -Voy a remover cada piedra hasta encontrar respuestas- respondió a la vampiresa sin voltear a verla.
Rabiosa, secó su rostro y comenzó a remover escombros -Algo tuvo que haber quedado, no puede ser que todo haya quedado destruido- se repetía, dándose ánimos para no perder las pocas esperanzas que aún quedaban en ella.
Mina trabajaba sin prestar atención a sus alrededores; hacía oídos sordos a los quejidos que se escuchaban lejanos e ignoraba las "cosas" que se movían espasmódicas a su alrededor.
______________________
Holi.
Perdón por lo tarde pero mejor eso que nunca (?)
Les propongo 2 complicaciones para poder avanzar y terminar pronto este tema, que vamos a la mitad:
1- Ya no pueden ignorar más los clamores de ayuda de los sobrevivientes.
2- Enfrentarse a las "cosas" que son nada más y nada menos que proxies ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) que han quedado tras la catástrofe.
También ganas de vomitar.
Aquella rabia que se mezclaba con la tristeza de descubrir lo último que se esperaba, que ya no quedaba ninguna esperanza.
Se tambaleó, mareada de la impresión. Sintió... ¿qué sintió?
Realmente no lo sé, pero del centro mismo del cuerpo de la bruja salió un grito desgarrador y el llanto que siguió era amargo y desconsolado. Lo había perdido todo sin su magia.
-¿Cómo voy a encontrarlo allí?- se preguntaba entre llantos, abrazándose a si misma. Alguien intentó acercarse, pero ella no quería que la tocaran y rechazó el abrazo. No era algo personal, solamente estaba impactada por la inminente pérdida de algo tan importante para ella.
Le habían robado inescrupulosamente. Le mintieron. La ultrajaron.
La bruja cayó de rodillas derrotada, agotada y con ganas de desaparecer. Por un instante se sintió desprotegida, desvalida y rota. Miró al suelo, perdida.
Pero pronto, una llama se prendió en ella y se expandió con fuerza por todo su cuerpo. La ira se apoderó de la bruja que furiosa se levantó y avanzó hacia las ruinas con fuerza en el caminar. -Voy a remover cada piedra hasta encontrar respuestas- respondió a la vampiresa sin voltear a verla.
Rabiosa, secó su rostro y comenzó a remover escombros -Algo tuvo que haber quedado, no puede ser que todo haya quedado destruido- se repetía, dándose ánimos para no perder las pocas esperanzas que aún quedaban en ella.
Mina trabajaba sin prestar atención a sus alrededores; hacía oídos sordos a los quejidos que se escuchaban lejanos e ignoraba las "cosas" que se movían espasmódicas a su alrededor.
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Holi.
Perdón por lo tarde pero mejor eso que nunca (?)
Les propongo 2 complicaciones para poder avanzar y terminar pronto este tema, que vamos a la mitad:
1- Ya no pueden ignorar más los clamores de ayuda de los sobrevivientes.
2- Enfrentarse a las "cosas" que son nada más y nada menos que proxies ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) que han quedado tras la catástrofe.
Mina Harker
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
La ciudad muerta los recibió con los brazos mutilados, las piernas dobladas y una sonrisa desdentada iluminada aquí y allá por fuegos que hacían danzar las sombras de la ruinosa ciudad. Un murmullo quedo y una sensación escalofriante era lo único que le transmitían aquellas ruinas, incluso Jani se había quedado en silencio, en sus brazos, contemplando la ruinosa ciudad.
Unos pasos más allá, pasando unos escombros, Sango se detuvo para clavar los ojos en una parte oscura de la ciudad y se centró el cambio que estaba experimentando Jani, removiéndose entre sus brazos mientras señalaba al frente y negaba con la cabeza, primero levemente, luego con más intensidad acompañándolo de una suerte de gemido temeroso. Ben desvió su atención hacia ella y la posó en el suelo. Ella no se despegó de él y Ben la observó con más atención, posando una mano en su espalda mientras con la otra aferraba una de sus manitas.
- ¿Qué pasa, Jani?- preguntó con voz suave.
La respuesta, para Sango, era evidente: aquel lugar no era apto para que una niña estuviera allí, menos de noche, sin apenas visibilidad y expuesta a los peligros y nuevas amenazas que suponían un campo de batalla en una ciudad destruida. ¿Acaso había tenido opción a marcharse de allí? Desde luego que no. No al menos mientras ella siguiera estando huérfana de su poder.
- Hay hombres moviéndose- dijo señalando la oscuridad.
Ben entornó la mirada y trató de ver algo, allí donde la pequeña señalaba. Y fue incapaz, y al regresar los ojos a la pequeña y ver que no apartaba la mirada, volvió a mirar a la oscuridad y parpadeó y se concentró y entonces y solo entonces, creyó captar algo por el rabillo del ojo.
Fue, pensó, un destello, como un brillo surgido más allá del oscuro horizonte, como si alguien hubiera hecho saltar chispas para encender un fuego, solo que había sido frío, y no había escuchado nada que se asemejara a tratar de prender un fuego.
A su espalda resonaron las palabras de Mina y cuando Sango volteó la cabeza, la descubrió entre una pila de escombros, removiéndolos, tratando de encontrar al desgraciado de App-Bel, o al menos una pista de su paradero. Sango, en un principio, había sido reticente, su voluntad estaba en la de tratar de buscar supervivientes, gente que pudiera tener alguna posibilidad de salir de aquel caos de destrucción y muerte en el que se había convertido la ciudad de Eden. Y habría sido una tarea encomiable, digna de grandes personalidades de las antiguas historias, sin embargo, su corazón estaba con ella y removería hasta la última piedra de aquella ciudad maldita si con ello lograban encontrar al menos un indicio de dónde residía el poder perdido de la bruja.
Sí, era una tarea difícil, era casi cuestión de fe, de acertar con el lugar en el que buscar, pero podían conseguirlo, bien lo sabían los Dioses, pero estos, siempre parecían querer divertirse a costa de los mortales.
Jani, tiró de la mano de Sango y y ahogó un grito. Sango giró la cabeza y dos figuras emergieron a gran velocidad hacia él. Sango echó mano al hacha y apartó, bruscamente a Jani hacia atrás para lanzar un golpetazo a una de las dos figuras metálicas que se abalanzaron sobre él. Sango lanzó un golpe horizontal e impactó en el lateral en uno de ellos destrozando una carcasa lateral y perforando uno de sus conductos hidráulicos ya que el aceite salió disparado, impregnándolo todo a su alrededor. La otra criatura impactó contra él golpeándole en el pecho y lanzándole hacia atrás y haciéndole rodar. Sin embargo pudo levantarse a tiempo para ver como las dos criaturas se habían estorbado y le daban el tiempo suficiente para ocuparse de Jani que miraba aterrada la escena.
- ¡Jani, corre y escóndete allí!- señaló con el hacha lejos de la refriega-. ¡Corre, pequeña, corre!
Echó un rápido vistazo a su alrededor y varias de aquellas criaturas asomaban en su campo de visión, esparcidas por la ciudad muerta. Joder. Un rápido vistazo a Mina y seguía entre los escombros. Otro rápido vistazo y vio que Jani seguía junto a él. Bufó.
- ¡Vete con ella, ayúdala, yo estaré aquí!
Descolgó el escudo y se parapetó tras él, observando como la criatura a la que había golpeado caía al suelo y el resto seguían con su avance hacia ellos. Sus carcasas metálicas, sus ojos brillantes, antinaturales, sus fuertes golpes, sus movimientos extrañamente parecidos al de cualquier ser humano, pero a la vez forzados, como si hubiera algo malo en ellos. Aquella ciudad estaba maldita. Y las maldiciones había que combatirlas. Sango adoptó una postura defensiva, cerca de Mina, de Jani. No pasarían. No las tocarían. No les harían daño.
Iba a ser una noche larga.
Unos pasos más allá, pasando unos escombros, Sango se detuvo para clavar los ojos en una parte oscura de la ciudad y se centró el cambio que estaba experimentando Jani, removiéndose entre sus brazos mientras señalaba al frente y negaba con la cabeza, primero levemente, luego con más intensidad acompañándolo de una suerte de gemido temeroso. Ben desvió su atención hacia ella y la posó en el suelo. Ella no se despegó de él y Ben la observó con más atención, posando una mano en su espalda mientras con la otra aferraba una de sus manitas.
- ¿Qué pasa, Jani?- preguntó con voz suave.
La respuesta, para Sango, era evidente: aquel lugar no era apto para que una niña estuviera allí, menos de noche, sin apenas visibilidad y expuesta a los peligros y nuevas amenazas que suponían un campo de batalla en una ciudad destruida. ¿Acaso había tenido opción a marcharse de allí? Desde luego que no. No al menos mientras ella siguiera estando huérfana de su poder.
- Hay hombres moviéndose- dijo señalando la oscuridad.
Ben entornó la mirada y trató de ver algo, allí donde la pequeña señalaba. Y fue incapaz, y al regresar los ojos a la pequeña y ver que no apartaba la mirada, volvió a mirar a la oscuridad y parpadeó y se concentró y entonces y solo entonces, creyó captar algo por el rabillo del ojo.
Fue, pensó, un destello, como un brillo surgido más allá del oscuro horizonte, como si alguien hubiera hecho saltar chispas para encender un fuego, solo que había sido frío, y no había escuchado nada que se asemejara a tratar de prender un fuego.
A su espalda resonaron las palabras de Mina y cuando Sango volteó la cabeza, la descubrió entre una pila de escombros, removiéndolos, tratando de encontrar al desgraciado de App-Bel, o al menos una pista de su paradero. Sango, en un principio, había sido reticente, su voluntad estaba en la de tratar de buscar supervivientes, gente que pudiera tener alguna posibilidad de salir de aquel caos de destrucción y muerte en el que se había convertido la ciudad de Eden. Y habría sido una tarea encomiable, digna de grandes personalidades de las antiguas historias, sin embargo, su corazón estaba con ella y removería hasta la última piedra de aquella ciudad maldita si con ello lograban encontrar al menos un indicio de dónde residía el poder perdido de la bruja.
Sí, era una tarea difícil, era casi cuestión de fe, de acertar con el lugar en el que buscar, pero podían conseguirlo, bien lo sabían los Dioses, pero estos, siempre parecían querer divertirse a costa de los mortales.
Jani, tiró de la mano de Sango y y ahogó un grito. Sango giró la cabeza y dos figuras emergieron a gran velocidad hacia él. Sango echó mano al hacha y apartó, bruscamente a Jani hacia atrás para lanzar un golpetazo a una de las dos figuras metálicas que se abalanzaron sobre él. Sango lanzó un golpe horizontal e impactó en el lateral en uno de ellos destrozando una carcasa lateral y perforando uno de sus conductos hidráulicos ya que el aceite salió disparado, impregnándolo todo a su alrededor. La otra criatura impactó contra él golpeándole en el pecho y lanzándole hacia atrás y haciéndole rodar. Sin embargo pudo levantarse a tiempo para ver como las dos criaturas se habían estorbado y le daban el tiempo suficiente para ocuparse de Jani que miraba aterrada la escena.
- ¡Jani, corre y escóndete allí!- señaló con el hacha lejos de la refriega-. ¡Corre, pequeña, corre!
Echó un rápido vistazo a su alrededor y varias de aquellas criaturas asomaban en su campo de visión, esparcidas por la ciudad muerta. Joder. Un rápido vistazo a Mina y seguía entre los escombros. Otro rápido vistazo y vio que Jani seguía junto a él. Bufó.
- ¡Vete con ella, ayúdala, yo estaré aquí!
Descolgó el escudo y se parapetó tras él, observando como la criatura a la que había golpeado caía al suelo y el resto seguían con su avance hacia ellos. Sus carcasas metálicas, sus ojos brillantes, antinaturales, sus fuertes golpes, sus movimientos extrañamente parecidos al de cualquier ser humano, pero a la vez forzados, como si hubiera algo malo en ellos. Aquella ciudad estaba maldita. Y las maldiciones había que combatirlas. Sango adoptó una postura defensiva, cerca de Mina, de Jani. No pasarían. No las tocarían. No les harían daño.
Iba a ser una noche larga.
Sango
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Acompañarlos de regreso a Edén pensando en dejar a Gundemaro en dónde lo había encontrado comenzaba a ser una tortura. Quería sacarse a aquel hombre de encima. Siempre se había sentido orgullosa de poder elegir con libertad a las personas con las que compartía el nivel de intimidad que él estaba buscando en ella.
Y desde luego, la mestiza no sentía hacia su comportamiento insistente ni una pizca de atracción. Quizá, si hubiese tenido unas buenas curvas en la cadera y un pecho lleno para acariciar con la mano... la cosa hubiera sido diferente.
Pero no era el caso.
Y la morena sentía que la compañía de la familia feliz y de aquella otra mujer de actitud indiferente en lugar de ayudarla en su objetivo la estaban enfadando cada vez más.
Escuchar a la bruja gritar y llorar la tentó a darle una buena colleja para hacer que se callase.
- ¿En dónde crees que estamos? - le preguntó de mala manera, alarmada por la forma sonora que tuvo de llamar la atención sobre ellos. La atención de lo que Iori había vislumbrado durante su breve estancia en Edén que habitaba aquel lugar.
Maldijo por lo bajo, sintiendo que estaba a punto de arder y hacer arder con ella todo lo que la rodeaba. Sentía su mente tensa como la cuerda de un arco, y esperaba que la flecha no saliese disparada, llevándose con ella su juicio. Sacó un pequeño frasco de su alforja y untando con la mitad de su contenido los dedos extendió el líquido sobre el bastón que usaba para luchar (1). El arma de Iori se cubrió de una luz azulada que permitía ver lo suficiente a unos metros a su alrededor. Le llegó para que las figuras que se acercaban fuesen perceptibles con mayor claridad a sus ojos.
Un grito agudo, que sonó a niño se escuchó a su espalda. Hubiera apostado a que era de la cría que viajaba con el Héroe pero sus ojos se abrieron sorprendidos cuando comprendió que se trataba de Gundemaro.
- ¡Son proxies! - volvió a chillar con aquel tono inexplicablemente agudo.
- ¿Y qué son proxies? - preguntó Iori de mal humor, adquirieron una posición defensiva frente a las figuras que se acercaban.
- Son biocibernéticos que volvieron a la vida - respondió el hombre, aprovechando lo que parecía miedo en él para acercarse a la espalda de Iori.
- ¿A la vida? - midió la distancia con uno de esos seres usando el largo de su bastón.
- Sí... murieron, o se apagaron por un tiempo prolongado, y de golpe, regresaron a la vida - explicó antes de ceñir sus manos sobre los hombros de la morena.
Seguramente en ese momento solo quería protección. Seguramente estaba buscando usarla como escudo humano y no como parte del juego en el que había insistido desde que salieron del Edén. Seguramente estaría dispuesto a ponerla a ella delante de él para que atacaran aquellas criaturas.
Pero Iori no pudo soportar más aquella situación.
El contacto físico que él le impuso causó que la flecha que sostenía la cordura en su mente fuese disparada lejos de ella. Y entonces Iori perdió el control (2)
Giró con rapidez usando un movimiento ágil de cintura y estampó los nudiños con toda la inercia que llevaba cargada en la sien de Gundemaro. Los ojos de este se pusieron en blanco antes de caer al suelo con todo su peso.
- ¡YA BASTA! - y gritó. Gritó enfadada. Llena de ira. Cansada hasta el límite de aquel lugar y de aquella compañía. Con el cuerpo rígido por la tensión, se volvió a observar a tras de aquellos seres que se acercaban hacia el lugar en el que ellos estaban.
Fantásticamente ubicados gracias a los lloros de la bruja de los cojones.
Los miró con fuego en los ojos y clavó la punta del bastón en el suelo, extendiéndolo todo lo que podía hacia delante. Con las técnicas aprendidas de Zakath se agazapó para bajar con ella su punto de equilibrio y enraizar fuertes las piernas en el suelo. Giró sobre si misma de forma estable y arrastró con el movimiento los pies de los proxies precipitándolos al suelo (3). No tenía ni idea de cómo continuar atacando aquellas carcasas metálicas, por lo que probó a golpear atravesando la zona ocular del rostro de uno de ellos.
Unas pequeñas chispitas iluminaron la zona del golpe antes de apagarse por completo. Observó a los otros dos, lanzándose hacia delante dispuesta a hacer lo mismo con ellos.
- ¿¡Ese era tu plan?! ¿¿Llorar y gimotear para atraer la atención de todo bicho viviente que esté suelto por aquí?? - rugió mientras atravesaba con la misma puntería la estructura del segundo que todavía permanecía en el suelo. - Imbécil de mierda - siseó refiriéndose a la bruja, a la que consideraba primera culpable de las complicaciones actuales por su estúpida actitud.
El tercero se había podido poner en pie y la mestiza fintó a un lado de un salto, recuperando la posición defensiva, sintiendo el descontrol que la recorría por dentro. Quería romper todo lo que tuviese cerca.
- ¿Y tú eres el famoso Héroe de Aerandir? - alzó de nuevo la voz refiriéndose esta vez a Sango. - Internarse con una niña pequeña en una zona como esta en medio de la noche. Imagino que tus méritos se deben a tus músculos y no a tu cerebro, gilipollas -
Volvió a esquivar a un lado los movimientos de aquella criatura. Sin duda el cuerpo metálico estaba bien como defensa, pero también ralentizaba sus reacciones. Iori en cambio era naturalmente ágil, y la furia del momento la dotaba de un plus de peligrosidad que la incitaba a atacar sin miramientos. Lanzó la punta del bastón hacia las zonas que identificó como débiles, golpeando con precisión hasta conseguir abrirse paso hacia la zona interna de la cabeza (4).
Como en las dos ocasiones anteriores, el chispazo fue la constatación luminosa de que seguramente aquel biocibernético ya no volvería a levantarse nunca más.
Y aquello enfadó todavía más a Iori.
Y gritó. Y sintió que las últimas gotas de razón se habían perdido en alguna parte de su mente, dejando lugar únicamente a la más pura enajenación. Se volvió hacia lo que tenía a sus espaldas, y con la mirada turbia, avanzó con el bastón lanzando un golpe al primer cuerpo que se cruzó en su camino. Uno que estaba parapetando a otras dos figuras más débiles detrás de él.
(1) Gel luminiscente: (Ayuda humanitaria): [Elixir, Limitado, 2 usos] Al extenderlo sobre la superficie de un objeto, este alumbrará sus alrededores como si se tratara de una vela, pero en un tono azulado. El efecto desaparece gradualmente al cabo de una hora.
(2) Maldición: Bestia interna: (Asedio al Edén) Parte del líquido del Frasco del No-Nato penetró en tu torrente sanguíneo a través de los cristales rotos en el momento de su destrucción. No te transformarás en bestia, pero durante los próximos dos temas de rol, te sentirás particularmente irritable allá donde haya gente cerca. Cualquier pequeño obstáculo, frustración, disputa… irá sumando a tu nivel de estrés, hasta hacerte perder la razón. Llegados a este punto (no más tarde de la sexta ronda), entrarás en un frenesí violento en el que no distinguirás amigo de enemigo, atacando por igual a cualquiera que se te acerque. El estado durará dos turnos, o hasta que alguien te noquee, lo que ocurra primero. Pasados dos temas de rol, la maldición se diluirá por sí misma.
(3) Habilidad nivel 3: Barrido de bastón [1 uso] Realiza un rápido giro de 360 grados para golpear con el bastón las piernas de los enemigos a su alrededor y derribarlos.
(4) Habilidad nivel 1: Ráfaga de golpes [1 uso] Usando su agilidad y el combate con bastón, es capaz de golpear con precisión en puntos clave a un enemigo para incapacitarlo durante un turno.
Iori Li
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
¡Sería tan fácil con su telequinesis! Levantar aquellos grandes y pesados trozos de escombros sería tarea fácil si aún tuviera sus poderes. Y eran justamente aquellos restos los que se interponían entre ella y su plenitud. Jamás había valorado tanto su raza y linaje como en ese momento en que el éter la había abandonado.
Mientras empujaba una loza que bien podía ser del doble de su tamaño, pensaba en todas las cosas que le haría a APP-Bel cuando lo encontrara. Si bien no tenía acceso a su magia, ella no carecía de recursos y habilidades a las cuales echar mano para hacerlo pagar caro todo lo que le había hecho sufrir esos largos meses, encerrada en el Edén y obedeciendo la voluntad del psicópata biocibernético.
Pero los restos del Edén no serían el único obstáculo a sortear. Debajo de la loza, una mano salió disparada e intentó agarrarla por la cara. Mina apenas y pudo esquivarla. Pasado el susto, detalló mejor y descubrió que aquél brazo era de uno de los bios de la guardia personal de APP-Bel. Lo había visto tantas veces que lo reconoció de inmediato. La bruja sonrió contenta, si él estaba allí, su amo también lo estaría. -¿Dónde está APP-Bel?- le preguntó -He venido a rescatarlos- mintió. Pero el bio solo se movía buscando agarrarla.
Quiso insistir pero pronto descubrió que solo tenía el rostro y le faltaba toda la parte de atrás de la cabeza. Notó entonces sus ojos inexpresivos y entendió que aquel movimiento era solo un espasmo de su cuerpo mecánico. -Maldito seas- pensó mientras pisaba una y otra vez la cara del bio, hasta destruirla por completo aunque aquello no hizo que dejara de moverse. -¿Pero qué mierda es esta? ¿Por qué no te mueres?- se preguntó ligeramente confundida.
Un grito la sacó de su mente, devolviéndola a la realidad.
La mujer que había llegado con el jorobado comenzó a gritar mientras golpeaba a otro biocibernético. -¿Se estará refiriendo a mí?- se preguntó, sintiéndose levemente atacada con lo que decía. -Ay, sí es conmigo- se dijo una vez entendió que la cosa era con ella
¡Cuánta audacia tenía esa mujer! La bruja se quedó pasmada viendo la pataleta de la chiquilla y cómo desquitaba su frustración con los bios que se le acercaban. -¡Qué caradura eres! Venir a tratarme así y pegarte un show aún más grande. Lo tuyo más bien es que no soportas no ser el centro de atención. Sí, eso es.- dijo, mirando con desprecio a la morena que ahora se ponía a correr, bastón en ristre, hacia un bulto que no identificó desde donde estaba. -Y tú, deja de joder- dijo, dirigiéndose ahora al bio sin cabeza que había agarrado una esquina de su capa y tiraba de ella, mientras le clavaba en el pecho una de sus dagas. Una corriente eléctrica, producida por el arma, recorrió lo que quedaba del cuerpo del bio, achicharrando cualquier circuito que quedara funcionando.
Pero ése sería solo el primero de los bios que tendría que enfrentar aquella noche. Janí corría hacia ella seguida por otro, mientras Sango se las apañaba con dos. Desenfundó su otra daga y se preparó -¡Tras de mi!- le ordenó a la pequeña. Corrió y, usando un escombro que sobresalía para impulsarse, saltó para caer, puñal en mano, sobre el bio. Otra descarga eléctrica acabó con la poca vida que quedaba en ese ser. -¿Estás bien?- le preguntó a Jani. -Sí, el proxie no me alcanzó a tocar- le respondió.
Al escuchar cómo la chica llamaba a los bios, recordó lo que eran. Claro, como si fuera poco y no tuviera suficientes problemas, ahora esas cosas. Pero no podía distraerse, no estando tan cerca. -Jani, necesito que me ayudes- le dijo a la niña, hincándose frente a ella para quedar a su altura. -Estoy buscando a un hombre, muy hermoso, el más hermoso que jamás hayas visto. Él tiene un guante idéntico a este- le dijo, mostrándole el que ella tenía clavado en su mano. -Tengo que encontrarlo porque...- -Porque no quieres ser una vulgar humana- interrumpió Jani. Mina asintió. La niña sonrió y se puso manos a la obra junto a la bruja.
-Por favor Ben, aguanta un poco más- murmuró la bruja, adentrándose más y más en las ruinas del Edén.
Mientras empujaba una loza que bien podía ser del doble de su tamaño, pensaba en todas las cosas que le haría a APP-Bel cuando lo encontrara. Si bien no tenía acceso a su magia, ella no carecía de recursos y habilidades a las cuales echar mano para hacerlo pagar caro todo lo que le había hecho sufrir esos largos meses, encerrada en el Edén y obedeciendo la voluntad del psicópata biocibernético.
Pero los restos del Edén no serían el único obstáculo a sortear. Debajo de la loza, una mano salió disparada e intentó agarrarla por la cara. Mina apenas y pudo esquivarla. Pasado el susto, detalló mejor y descubrió que aquél brazo era de uno de los bios de la guardia personal de APP-Bel. Lo había visto tantas veces que lo reconoció de inmediato. La bruja sonrió contenta, si él estaba allí, su amo también lo estaría. -¿Dónde está APP-Bel?- le preguntó -He venido a rescatarlos- mintió. Pero el bio solo se movía buscando agarrarla.
Quiso insistir pero pronto descubrió que solo tenía el rostro y le faltaba toda la parte de atrás de la cabeza. Notó entonces sus ojos inexpresivos y entendió que aquel movimiento era solo un espasmo de su cuerpo mecánico. -Maldito seas- pensó mientras pisaba una y otra vez la cara del bio, hasta destruirla por completo aunque aquello no hizo que dejara de moverse. -¿Pero qué mierda es esta? ¿Por qué no te mueres?- se preguntó ligeramente confundida.
Un grito la sacó de su mente, devolviéndola a la realidad.
La mujer que había llegado con el jorobado comenzó a gritar mientras golpeaba a otro biocibernético. -¿Se estará refiriendo a mí?- se preguntó, sintiéndose levemente atacada con lo que decía. -Ay, sí es conmigo- se dijo una vez entendió que la cosa era con ella
¡Cuánta audacia tenía esa mujer! La bruja se quedó pasmada viendo la pataleta de la chiquilla y cómo desquitaba su frustración con los bios que se le acercaban. -¡Qué caradura eres! Venir a tratarme así y pegarte un show aún más grande. Lo tuyo más bien es que no soportas no ser el centro de atención. Sí, eso es.- dijo, mirando con desprecio a la morena que ahora se ponía a correr, bastón en ristre, hacia un bulto que no identificó desde donde estaba. -Y tú, deja de joder- dijo, dirigiéndose ahora al bio sin cabeza que había agarrado una esquina de su capa y tiraba de ella, mientras le clavaba en el pecho una de sus dagas. Una corriente eléctrica, producida por el arma, recorrió lo que quedaba del cuerpo del bio, achicharrando cualquier circuito que quedara funcionando.
Pero ése sería solo el primero de los bios que tendría que enfrentar aquella noche. Janí corría hacia ella seguida por otro, mientras Sango se las apañaba con dos. Desenfundó su otra daga y se preparó -¡Tras de mi!- le ordenó a la pequeña. Corrió y, usando un escombro que sobresalía para impulsarse, saltó para caer, puñal en mano, sobre el bio. Otra descarga eléctrica acabó con la poca vida que quedaba en ese ser. -¿Estás bien?- le preguntó a Jani. -Sí, el proxie no me alcanzó a tocar- le respondió.
Al escuchar cómo la chica llamaba a los bios, recordó lo que eran. Claro, como si fuera poco y no tuviera suficientes problemas, ahora esas cosas. Pero no podía distraerse, no estando tan cerca. -Jani, necesito que me ayudes- le dijo a la niña, hincándose frente a ella para quedar a su altura. -Estoy buscando a un hombre, muy hermoso, el más hermoso que jamás hayas visto. Él tiene un guante idéntico a este- le dijo, mostrándole el que ella tenía clavado en su mano. -Tengo que encontrarlo porque...- -Porque no quieres ser una vulgar humana- interrumpió Jani. Mina asintió. La niña sonrió y se puso manos a la obra junto a la bruja.
-Por favor Ben, aguanta un poco más- murmuró la bruja, adentrándose más y más en las ruinas del Edén.
Última edición por Mina Harker el Jue Ago 29 2024, 14:23, editado 2 veces
Mina Harker
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Le fascinaba como su cabeza era capaz de volar a un lugar y un tiempo en el que todo era mucho simple y sencillo. Pensaba que era un mecanismo de defensa, un resorte que se activaba en algún punto de su mente y que le transportaba al momento preciso para que él cogiera lo necesario para salir con vida del siguiente combate. Sí, solía pasarle aquello cuando la batalla era inminente.
En esas ocasiones, se veía a sí mismo con armas en la mano, haciendo cualquier ejercicio que se le ocurriera a su maestro: carrera, salto, golpe en carrera, movimientos de evasión, lo que fuera. Mientras tanto, de fondo, la dura melodía de su voz, cantando valores, principios, consejos, pero también sinsentidos, frases inconexas, acertijos sin solución. Una voz dura, firme, inquebrantable e inflexible ante el fracaso y la falta de disciplina.
Los biocibernéticos, enloquecidos por la locura y el miasma que dejaba el uso de una hechicería oscura y despiadada se lanzaban contra ellos en tropel. No había ningún tipo de organización, sólo buscaban acabar con ellos, destrozarlos, y salir a buscar más almas que destruir.
El estudio del enemigo era uno de los pilares fundamentales de un buen guerrero, tal y como le había enseñado su maestro. Una cabeza joven, con ganas de golpear y hacer valer el vigor de la juventud desdeñaba aquellas enseñanzas, pero, como comprendió Sango a medida que se metía en problemas, unos instantes de observación previos al combate, o tantear al adversario o contar con un testimonio, una idea previa, podían significar una diferencia sustancial en el devenir de un combate.
La joven de pelo negro, había abatido a dos de aquellos seres con movimientos terriblemente rápidos y precisos. No había necesitado de ningún acero, tampoco de una fuerza descomunal, tan solo agilidad y saber dónde golpear. Sus ojos se apartaron de los biocibernéticos.
Su maestro siempre había hecho alarde de una agilidad sin precedente al mismo tiempo que era capaz de dar terribles golpes con las armas de práctica. Insistía en la importancia de utilizar una técnica u otra en función del tipo de enemigo y eso sólo podía saberse con el estudio previo del mismo. Sin embargo, y pese a que se inclinaba por hacerle aprender a combatir de todas las maneras posibles, veía en Sango que era mucho más hábil en el uso de las armas no para atacar sino para defender y contraatacar y gran parte de su entrenamiento se centró en ese aspecto.
No entendía por qué la mujer de ojos azules le gritaba. No le había prestado atención ni a ella ni a sus gritos ni tampoco a la incansable figura que se empeñaba en no perderle el paso. Sus ojos, sin embargo, la habían seguido desde que descabezó a la segunda criatura. La escasa luz del ambiente, el sonido metálico de las criaturas en movimiento, los chirridos de sus articulaciones, si podían llamarse así, las pisadas y el arrastrar de la tierra y los escombros. Todo quedó en segundo plano, al fondo. El escudo y el hacha cayeron levemente, exponiéndose y rompiendo la postura defensiva que había adoptado. No entendía. Ben se distrajo.
La concentración, sin embargo, era el elemento más importante. El aglutinante que conectaba todo aquello. Si un guerrero no estaba concentrado, la probabilidad de fallo aumentaba de manera considerable. Sin embargo, si un guerrero estaba concentrado, era capaz de estudiar a su enemigo, fijarse en el terreno, detectar puntos débiles y plantear una estrategia para afrontar el combate. Todo giraba en torno a la concentración.
Durante los duelos que libraba con su maestro, este sacaba a relucir temas de la vida personal de Sango, mencionaba nombres de amigos y compañeros, les insultaba, inventaba rumores y ponía en su boca palabras que nunca habían salido de ellos. Todo ello provocaba que Sango se enfureciera, perdiera el control y se lanzara a golpearle sin ningún tipo de sentido. Cuando esto ocurría, su maestro solía desarmarle con rápidos y eficaces movimientos y procedía a aplicar un severo castigo en forma de golpe descontrolado seguido de un discurso sobre el autocontrol, la concentración y el aprecio por la vida de uno mismo. Solía decir que nadie más salvo uno mismo servía para defender su propio honor. Palabras que causaron un gran impacto en Sango.
Suspiró.
Apenas lo vio venir. Un movimiento en las sombras, una delgada línea que se zambullía en la oscuridad y reaparecía rápido y contundente en la luz que él veía.
Tiró del hacha hacia arriba al tiempo que se desequilibraba hacia atrás para esquivar el sorpresivo bastón que terminó golpeando en el mango del arma y lanzando su brazo hacia delante y obligándole a girar sobre sí mismo para no caer al suelo. Asentó su posición y empujó a un biocibernético que se había acercado peligrosamente a él. Giró la cabeza. Entre una mezcla de incredulidad, rabia y desconcierto, Sango clavó sus ojos en la mujer del bastón.
Su maestro, en incontables ocasiones, le insistía en que en mitad de un combate, uno debía saber qué rival escoger. No había mucho honor ni gloria en elegir a los que uno le parecieran más débiles, añadía, pero al menos uno sería capaz de sobrevivir. Y es que esa era la diferencia entre el buen y el mal guerrero, o como le gustaba decir, los que viven y los que mueren.
Sango gruñó. Sus palabras encerraban tanta verdad que le parecía ridículo. Esbozó una mueca entre resignación y diversión, como si una risa y un ceño fruncido se encontraran a medio camino. Separó la vista un instante. Volvió a gruñir. Ella no tendría ni una oportunidad. Nada que pudiera hacer si se empeñaba en seguir atacándole. Cogió aire.
- ¡Tyr!- gritó de imprevisto saliendo al ataque.
Pasó corriendo a su lado, sabiendo que no era el momento de que ella se cruzara en su camino, gritando y maldiciendo el nombre de App-Bel una y mil veces antes de embestir con brutalidad a un biocibernético que se encontraba justo a un brazo de distancia a la espalda de la muchacha y de Gundemaro. Trastabilló hacia delante, y golpeó de lado un biocibernético que se había acercado a ellos. Gruñó de rabia y sorpresa al verse superado en dos a uno.
El primer golpe le dobló el brazo derecho. Sango salió despedido hacia un lado e impactó de lado contra el biocibernético que se acercaba por su lado izquierdo. Desde su inestable y precaria postura, alzó el escudo a tiempo de recibir otro impacto que hizo que el broquel girara sobre su brazo. Con una rodilla posada en el suelo, casi cayendo, descargó el hacha con un golpe horizontal que impactó contra una carcasa metálica que barrió a una de las criaturas mecánicas hacia un lado, derribándole y haciendo que braceara en el suelo.
Posó la cabeza del hacha en el interior del escudo y se impulsó con ayuda de la pierna posada para embestir al siguiente biocibernético. El impacto de los metales del constructo y del escudo hizo que saltaran trozos de metal lo suficientemente pequeños y lo suficientemente rápido como para iluminar, con un fugaz destello, la noche sobre Eden.
Gruñó, conocedor de la situación de peligro en la que estaban, no sólo él, sino también Mina y Jani. Miró hacia atrás, a la pila de escombros en la que debían estar, pero no las vio. Supuso que se habrían internado en alguno de los edificios en ruinas, que se habrían puesto a salvo. Que seguirían buscando mientras huían. Apretó los dientes y se maldijo por no estar con ellas y también al ver que varios de ellos ignoraban sus esfuerzos por detenerlos e iban a la zaga de la bruja y de la niña.
Se aferró con fuerza a sus armas y rugió. Se desgarró las cuerda vocales proyectando su voz hacia las bestias mecánicas, desgarrando la noche e invocando al mismísimo Dios de la guerra.(1)
Empujó hacia delante, con ayuda del escudo, a uno de los constructor ganando hueco, para alzar el hacha y golpear con contundencia de arriba a abajo causando un destrozo inmediato en la cabeza metálica que estalló y se quebró al instante. Con ayuda de la planta de la bota extrajo el hacha del amasijo de metal y miró a su alrededor.
- ¡Bien, juguemos!
Sango se alejó de la escombrera, gritando, llamando la atención de los bios, con la esperanza de que todos le siguieran a él y con la convicción de que todos caerían bajo el peso de su hacha.
El ruido del metal rompiéndose y de los gruñidos de esfuerzo quedaron absorbidos por la oscuridad de la noche.
Sango intenta llevarse a todos los proxis que quieren
En esas ocasiones, se veía a sí mismo con armas en la mano, haciendo cualquier ejercicio que se le ocurriera a su maestro: carrera, salto, golpe en carrera, movimientos de evasión, lo que fuera. Mientras tanto, de fondo, la dura melodía de su voz, cantando valores, principios, consejos, pero también sinsentidos, frases inconexas, acertijos sin solución. Una voz dura, firme, inquebrantable e inflexible ante el fracaso y la falta de disciplina.
Los biocibernéticos, enloquecidos por la locura y el miasma que dejaba el uso de una hechicería oscura y despiadada se lanzaban contra ellos en tropel. No había ningún tipo de organización, sólo buscaban acabar con ellos, destrozarlos, y salir a buscar más almas que destruir.
El estudio del enemigo era uno de los pilares fundamentales de un buen guerrero, tal y como le había enseñado su maestro. Una cabeza joven, con ganas de golpear y hacer valer el vigor de la juventud desdeñaba aquellas enseñanzas, pero, como comprendió Sango a medida que se metía en problemas, unos instantes de observación previos al combate, o tantear al adversario o contar con un testimonio, una idea previa, podían significar una diferencia sustancial en el devenir de un combate.
La joven de pelo negro, había abatido a dos de aquellos seres con movimientos terriblemente rápidos y precisos. No había necesitado de ningún acero, tampoco de una fuerza descomunal, tan solo agilidad y saber dónde golpear. Sus ojos se apartaron de los biocibernéticos.
Su maestro siempre había hecho alarde de una agilidad sin precedente al mismo tiempo que era capaz de dar terribles golpes con las armas de práctica. Insistía en la importancia de utilizar una técnica u otra en función del tipo de enemigo y eso sólo podía saberse con el estudio previo del mismo. Sin embargo, y pese a que se inclinaba por hacerle aprender a combatir de todas las maneras posibles, veía en Sango que era mucho más hábil en el uso de las armas no para atacar sino para defender y contraatacar y gran parte de su entrenamiento se centró en ese aspecto.
No entendía por qué la mujer de ojos azules le gritaba. No le había prestado atención ni a ella ni a sus gritos ni tampoco a la incansable figura que se empeñaba en no perderle el paso. Sus ojos, sin embargo, la habían seguido desde que descabezó a la segunda criatura. La escasa luz del ambiente, el sonido metálico de las criaturas en movimiento, los chirridos de sus articulaciones, si podían llamarse así, las pisadas y el arrastrar de la tierra y los escombros. Todo quedó en segundo plano, al fondo. El escudo y el hacha cayeron levemente, exponiéndose y rompiendo la postura defensiva que había adoptado. No entendía. Ben se distrajo.
La concentración, sin embargo, era el elemento más importante. El aglutinante que conectaba todo aquello. Si un guerrero no estaba concentrado, la probabilidad de fallo aumentaba de manera considerable. Sin embargo, si un guerrero estaba concentrado, era capaz de estudiar a su enemigo, fijarse en el terreno, detectar puntos débiles y plantear una estrategia para afrontar el combate. Todo giraba en torno a la concentración.
Durante los duelos que libraba con su maestro, este sacaba a relucir temas de la vida personal de Sango, mencionaba nombres de amigos y compañeros, les insultaba, inventaba rumores y ponía en su boca palabras que nunca habían salido de ellos. Todo ello provocaba que Sango se enfureciera, perdiera el control y se lanzara a golpearle sin ningún tipo de sentido. Cuando esto ocurría, su maestro solía desarmarle con rápidos y eficaces movimientos y procedía a aplicar un severo castigo en forma de golpe descontrolado seguido de un discurso sobre el autocontrol, la concentración y el aprecio por la vida de uno mismo. Solía decir que nadie más salvo uno mismo servía para defender su propio honor. Palabras que causaron un gran impacto en Sango.
Suspiró.
Apenas lo vio venir. Un movimiento en las sombras, una delgada línea que se zambullía en la oscuridad y reaparecía rápido y contundente en la luz que él veía.
Tiró del hacha hacia arriba al tiempo que se desequilibraba hacia atrás para esquivar el sorpresivo bastón que terminó golpeando en el mango del arma y lanzando su brazo hacia delante y obligándole a girar sobre sí mismo para no caer al suelo. Asentó su posición y empujó a un biocibernético que se había acercado peligrosamente a él. Giró la cabeza. Entre una mezcla de incredulidad, rabia y desconcierto, Sango clavó sus ojos en la mujer del bastón.
Su maestro, en incontables ocasiones, le insistía en que en mitad de un combate, uno debía saber qué rival escoger. No había mucho honor ni gloria en elegir a los que uno le parecieran más débiles, añadía, pero al menos uno sería capaz de sobrevivir. Y es que esa era la diferencia entre el buen y el mal guerrero, o como le gustaba decir, los que viven y los que mueren.
Sango gruñó. Sus palabras encerraban tanta verdad que le parecía ridículo. Esbozó una mueca entre resignación y diversión, como si una risa y un ceño fruncido se encontraran a medio camino. Separó la vista un instante. Volvió a gruñir. Ella no tendría ni una oportunidad. Nada que pudiera hacer si se empeñaba en seguir atacándole. Cogió aire.
- ¡Tyr!- gritó de imprevisto saliendo al ataque.
Pasó corriendo a su lado, sabiendo que no era el momento de que ella se cruzara en su camino, gritando y maldiciendo el nombre de App-Bel una y mil veces antes de embestir con brutalidad a un biocibernético que se encontraba justo a un brazo de distancia a la espalda de la muchacha y de Gundemaro. Trastabilló hacia delante, y golpeó de lado un biocibernético que se había acercado a ellos. Gruñó de rabia y sorpresa al verse superado en dos a uno.
El primer golpe le dobló el brazo derecho. Sango salió despedido hacia un lado e impactó de lado contra el biocibernético que se acercaba por su lado izquierdo. Desde su inestable y precaria postura, alzó el escudo a tiempo de recibir otro impacto que hizo que el broquel girara sobre su brazo. Con una rodilla posada en el suelo, casi cayendo, descargó el hacha con un golpe horizontal que impactó contra una carcasa metálica que barrió a una de las criaturas mecánicas hacia un lado, derribándole y haciendo que braceara en el suelo.
Posó la cabeza del hacha en el interior del escudo y se impulsó con ayuda de la pierna posada para embestir al siguiente biocibernético. El impacto de los metales del constructo y del escudo hizo que saltaran trozos de metal lo suficientemente pequeños y lo suficientemente rápido como para iluminar, con un fugaz destello, la noche sobre Eden.
Gruñó, conocedor de la situación de peligro en la que estaban, no sólo él, sino también Mina y Jani. Miró hacia atrás, a la pila de escombros en la que debían estar, pero no las vio. Supuso que se habrían internado en alguno de los edificios en ruinas, que se habrían puesto a salvo. Que seguirían buscando mientras huían. Apretó los dientes y se maldijo por no estar con ellas y también al ver que varios de ellos ignoraban sus esfuerzos por detenerlos e iban a la zaga de la bruja y de la niña.
Se aferró con fuerza a sus armas y rugió. Se desgarró las cuerda vocales proyectando su voz hacia las bestias mecánicas, desgarrando la noche e invocando al mismísimo Dios de la guerra.(1)
Empujó hacia delante, con ayuda del escudo, a uno de los constructor ganando hueco, para alzar el hacha y golpear con contundencia de arriba a abajo causando un destrozo inmediato en la cabeza metálica que estalló y se quebró al instante. Con ayuda de la planta de la bota extrajo el hacha del amasijo de metal y miró a su alrededor.
- ¡Bien, juguemos!
Sango se alejó de la escombrera, gritando, llamando la atención de los bios, con la esperanza de que todos le siguieran a él y con la convicción de que todos caerían bajo el peso de su hacha.
El ruido del metal rompiéndose y de los gruñidos de esfuerzo quedaron absorbidos por la oscuridad de la noche.
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(1) Uso de habilidad -> Aquí os espero [1 uso] Un rugido, como el oleaje rompiendo en un acantilado, sale de las entraña de Sango captando la atención de sus adversarios que se lanzan hacia él. Por su parte Sango obtiene una mejora en el aguante, durante un turno, fruto de la adrenalina liberada en el grito.Sango intenta llevarse a todos los proxis que quieren
Sango
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Re: Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
La luz que irradiaba su bastón gracias al gel luminiscente le permitió ver con más claridad el tono de su cabello. El Héroe era puro fuego. Pero la locura que poseía a la muchacha en aquel momento superaba la gallarda llama que parecía guiar su escudo y su hacha.
La furia la cegaba, haciendo que aquel detalle sobre él disipase de su mente en el mismo instante en el que el combate en la zona se recrudeció.
No distinguía intereses, figuras aliadas o enemigas. La morena danzaba usando el bastón como único compañero fiel. Una extensión de ella que movía rodeándola en movimientos rápidos que la mantenían protegida, al tiempo que propinaba golpes que habían ido perdiendo su precisión.
Porque para ella lo único que contaba era llevar al suelo a todo lo que se moviese en su radio de acción.
Apretó los dientes hasta llegar al sabor de la sangre en sus encías, y tras llevar al suelo a un cuerpo indefinido al que no prestó atención tras el golpe contra la tierra, buscó fijar su vista en el siguiente. Más adelante, a unos cuantos metros.
La morena siguió.
En una mezcla de movimientos rápidos, jadeos y gruñidos de un enfado que la dominaba por completo. Corrió hacia delante, por un sendero que desconocía, y que la conducía lejos de los que hasta hacía unos minutos habían sido sus compañeros, cegada. Brutal. Falta de humanidad debido a la maldición que la recorría por dentro.
Fueron un par de pies, fanáticos, los únicos que corrieron en la dirección hacia la que la humana había avanzado en su locura. Los únicos que serían testigos de lo que sucedería cuando se adentrase más profundamente en las ruinas de Edén.
La furia la cegaba, haciendo que aquel detalle sobre él disipase de su mente en el mismo instante en el que el combate en la zona se recrudeció.
No distinguía intereses, figuras aliadas o enemigas. La morena danzaba usando el bastón como único compañero fiel. Una extensión de ella que movía rodeándola en movimientos rápidos que la mantenían protegida, al tiempo que propinaba golpes que habían ido perdiendo su precisión.
Porque para ella lo único que contaba era llevar al suelo a todo lo que se moviese en su radio de acción.
Apretó los dientes hasta llegar al sabor de la sangre en sus encías, y tras llevar al suelo a un cuerpo indefinido al que no prestó atención tras el golpe contra la tierra, buscó fijar su vista en el siguiente. Más adelante, a unos cuantos metros.
La morena siguió.
En una mezcla de movimientos rápidos, jadeos y gruñidos de un enfado que la dominaba por completo. Corrió hacia delante, por un sendero que desconocía, y que la conducía lejos de los que hasta hacía unos minutos habían sido sus compañeros, cegada. Brutal. Falta de humanidad debido a la maldición que la recorría por dentro.
Fueron un par de pies, fanáticos, los únicos que corrieron en la dirección hacia la que la humana había avanzado en su locura. Los únicos que serían testigos de lo que sucedería cuando se adentrase más profundamente en las ruinas de Edén.
Iori Li
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