Liberación [Libre][3/3]
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Liberación [Libre][3/3]
Corría, corría como si le llevase la vida en ello, y es que, así era. Finalmente se había atrevido a huir, dejar atrás esa vida que no podía llamar vida, dejar atrás los regueros de lágrimas, la soledad y el miedo, porque más valía estar sola, que mal acompañada, y ella llevaba demasiado tiempo entre compañías pésimas. La respiración era pesada, sus cuatro patas atravesaban la hierva como si volase. No podía bajar el ritmo, aun sentía la presencia de la manada a sus espaldas, de algún modo, su decisión de huir había cortado el vínculo, pero la presión tras su cuello era indudable.
La noche, clara como era, con la luna creciente brillando con fuerza, parecía pedirle que escapase, la sentía como un anuncio, era su momento de crecer, de avanzar, de seguir adelante, debía olvidarse del pasado, debía salir de ese lugar agobiante, de esa manda que la asfixiaba. Mientras corría notaba que su cuerpo temblaba, estaba débil, debía haber comido, únicamente, un trozo de carne en dos días. A penas tenía fuerza.
Sabía lo peligroso que era tener a hombres lobo hambrientos cerca, aun no sabía como no se la habían comido a ella, no, en realidad, si lo sabía. No había sido por falta de ganas, había sido porque Emy la había protegido. Había confiado en ella, había creído que la cuidaba porque era su amiga, no porque no la considerase una rival, no porque su presencia no fuera una amenaza. Siempre había sospechado que era un trapo, que era alguien de usar y tirar, pero nunca que la estarían usando hasta tal punto. ¿Quién podía hacerle lo que le habían hecho a ella a nadie? Un psicópata, un loco, un lobo demasiado mayor o demasiado sanguinario como para estar cuerdo.
No entendía por qué Tyron lo había permitido, él era el alfa, debía proteger a todos los que estaban bajo su mando, debía asegurarse de su seguridad, de su bienestar de su salud, en cambio, había preferido ver morir a más miembros del clan de los que podía contar, había permitido que las mujeres acabasen en el cadalso, por alguien que debería estar muerto. Todos lo sabían, en cuanto un lobo enloquecía, debían matarlo, si no se volvía un peligro para su manda y tanto que se había vuelto un peligro.
Una manada sin lobas, es una manada abocada a extinguirse. Y una manada condenada a la extinción era un peligro para cualquiera, sobretodo para sus propios miembros. La violencia que estaba a la orden, del día, el descontrol, las agresiones y el hambre habían sido insoportables, su loba estaba tan herida como ella, lo sentía mientras recorría el bosque sobre sus cuatro patas, la loba quería huir, tanto o más que Freya. No sabía hacia donde ni que haría despues, pero le importaba poco, simplemente, necesitaba huir,
Un aullido sonó, no muy lejos. ¿Serían ellos? Se acercaban con demasiada velocidad, deberían haberse quedado rastreándola por la cueva, no podían haberla alcanzado tan pronto. Siguió acelerando, presa del pánico, quería esconderse, saltar al vacío, morir, lo que fuera con tal de que no volvieran a encontrarla, pero temía que, si hacía eso, su cuerpo no acabaría en mejor estado del que estaba su alma. Llegó a un claro repleto de flores blancas, necesitaba atravesarlo, tal vez si llegase a Ulmer, todo sería diferente, sin embargo, un lobo le cortó el paso a su frente.
Freya se detuvo en medio del claro y comenzó a retroceder, se pegó al tronco de un árbol, en cogida, con la cola entre las piernas e intentando desaparecer, haciéndose más pequeña de lo que en realidad era, mientras lloraba, asustada. Solo era uno, pero sabía lo que podía hacer un único lobo, y no era para nada agradable, ni sencillo. Solo quería que la dejasen marchar, huir lejos, no molestaría, simplemente, quería dejar de sentirse como un saco de basura que usan para patear y descargar la frustración. Incapaz de mirar directamente a los ojos del lobo, continuó en su intento de fundirse con el árbol, concienciadose, le esperaba una nueva paliza, y, probablemente, mucho peor que cualquiera anterior.
La noche, clara como era, con la luna creciente brillando con fuerza, parecía pedirle que escapase, la sentía como un anuncio, era su momento de crecer, de avanzar, de seguir adelante, debía olvidarse del pasado, debía salir de ese lugar agobiante, de esa manda que la asfixiaba. Mientras corría notaba que su cuerpo temblaba, estaba débil, debía haber comido, únicamente, un trozo de carne en dos días. A penas tenía fuerza.
Sabía lo peligroso que era tener a hombres lobo hambrientos cerca, aun no sabía como no se la habían comido a ella, no, en realidad, si lo sabía. No había sido por falta de ganas, había sido porque Emy la había protegido. Había confiado en ella, había creído que la cuidaba porque era su amiga, no porque no la considerase una rival, no porque su presencia no fuera una amenaza. Siempre había sospechado que era un trapo, que era alguien de usar y tirar, pero nunca que la estarían usando hasta tal punto. ¿Quién podía hacerle lo que le habían hecho a ella a nadie? Un psicópata, un loco, un lobo demasiado mayor o demasiado sanguinario como para estar cuerdo.
No entendía por qué Tyron lo había permitido, él era el alfa, debía proteger a todos los que estaban bajo su mando, debía asegurarse de su seguridad, de su bienestar de su salud, en cambio, había preferido ver morir a más miembros del clan de los que podía contar, había permitido que las mujeres acabasen en el cadalso, por alguien que debería estar muerto. Todos lo sabían, en cuanto un lobo enloquecía, debían matarlo, si no se volvía un peligro para su manda y tanto que se había vuelto un peligro.
Una manada sin lobas, es una manada abocada a extinguirse. Y una manada condenada a la extinción era un peligro para cualquiera, sobretodo para sus propios miembros. La violencia que estaba a la orden, del día, el descontrol, las agresiones y el hambre habían sido insoportables, su loba estaba tan herida como ella, lo sentía mientras recorría el bosque sobre sus cuatro patas, la loba quería huir, tanto o más que Freya. No sabía hacia donde ni que haría despues, pero le importaba poco, simplemente, necesitaba huir,
Un aullido sonó, no muy lejos. ¿Serían ellos? Se acercaban con demasiada velocidad, deberían haberse quedado rastreándola por la cueva, no podían haberla alcanzado tan pronto. Siguió acelerando, presa del pánico, quería esconderse, saltar al vacío, morir, lo que fuera con tal de que no volvieran a encontrarla, pero temía que, si hacía eso, su cuerpo no acabaría en mejor estado del que estaba su alma. Llegó a un claro repleto de flores blancas, necesitaba atravesarlo, tal vez si llegase a Ulmer, todo sería diferente, sin embargo, un lobo le cortó el paso a su frente.
Freya se detuvo en medio del claro y comenzó a retroceder, se pegó al tronco de un árbol, en cogida, con la cola entre las piernas e intentando desaparecer, haciéndose más pequeña de lo que en realidad era, mientras lloraba, asustada. Solo era uno, pero sabía lo que podía hacer un único lobo, y no era para nada agradable, ni sencillo. Solo quería que la dejasen marchar, huir lejos, no molestaría, simplemente, quería dejar de sentirse como un saco de basura que usan para patear y descargar la frustración. Incapaz de mirar directamente a los ojos del lobo, continuó en su intento de fundirse con el árbol, concienciadose, le esperaba una nueva paliza, y, probablemente, mucho peor que cualquiera anterior.
Freya Lathman
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Por experiencias anteriores y por precaución, ahora llevaba una bolsa con ropa para cambiarme por si acaso tras la transformación. Solo me transformaba si necesitaba cazar o simplemente correr por el bosque, dejando la bolsa escondida tras una raíz o tapada sobre ramas y hojas secas. No se podía saber si alguien más se encontraba en el lugar y la robaba.
Esta vez era una como cualquiera, caminando por las afueras de Ulmer en dirección al río, suelo hacer esos viajes rápidos para practicar y de paso estar un rato en el agua. No me importaba que alguien me viese desnudo, si no le gusta que no mire, pero yo siempre vigilo.
Ya queda poco para llegar al río, solo tengo que bordear un prado y luego todo recto, pienso. Llegaría muchísimo antes si no bordease todo el prado pero era más seguro. Casi cerca del prado escucho unos fuertes aullidos provenientes del río. No me gustaba luchar con otros lobos, pero no sonaban muy amigables por lo que decido esconder la bolsa como siempre hacía y me transformo tras unos segundos en mi forma lobuna. Para estar seguro de mis capacidades, me tomo unos segundos para tranquilizarme y mentalizar el objetivo.
Ahora, como lobo, lo oía todo mas nítido, pájaros trinando y esos aullidos que asustarían a cualquiera que no los conociese. Con cautela por un borde llego hasta el otro lado del prado decorado con unas cautivadores flores y para mi sorpresa, allí estaba el lobo, mejor dicho, loba. Pero tras examinarla con la vista, deduzco en no podía ser el origen de los aullidos, pero debía estar alerta, no iba a dejarme caer en un trampa tan simple. La loba parecía muy asustada y demacrada, posiblemente habría estado encerrada.
Me daba cierta lastima, parecía haber sufrido mucho así que relajo mis músculos, escondiendo los dientes mientras me acerco lentamente hacia el árbol en el que intentaba camuflarse. Huelo su alrededor y emito un pequeño sonido, indicando que no iba a hacerle daño. Estaba muy desnutrida y era muy pequeña, quien sabe que le habrían estado haciendo.
Seguían escuchándose los aullidos, cada vez más cercanos, venían a por ella sin ninguna duda y ella no podía luchar, no puedo dejar a alguien morir con tanta desventaja por lo que, con el hocico, la insto a que me siga, sin hacer ningún movimiento brusco para que no se asustase más de lo que estaba.
Esta vez era una como cualquiera, caminando por las afueras de Ulmer en dirección al río, suelo hacer esos viajes rápidos para practicar y de paso estar un rato en el agua. No me importaba que alguien me viese desnudo, si no le gusta que no mire, pero yo siempre vigilo.
Ya queda poco para llegar al río, solo tengo que bordear un prado y luego todo recto, pienso. Llegaría muchísimo antes si no bordease todo el prado pero era más seguro. Casi cerca del prado escucho unos fuertes aullidos provenientes del río. No me gustaba luchar con otros lobos, pero no sonaban muy amigables por lo que decido esconder la bolsa como siempre hacía y me transformo tras unos segundos en mi forma lobuna. Para estar seguro de mis capacidades, me tomo unos segundos para tranquilizarme y mentalizar el objetivo.
Ahora, como lobo, lo oía todo mas nítido, pájaros trinando y esos aullidos que asustarían a cualquiera que no los conociese. Con cautela por un borde llego hasta el otro lado del prado decorado con unas cautivadores flores y para mi sorpresa, allí estaba el lobo, mejor dicho, loba. Pero tras examinarla con la vista, deduzco en no podía ser el origen de los aullidos, pero debía estar alerta, no iba a dejarme caer en un trampa tan simple. La loba parecía muy asustada y demacrada, posiblemente habría estado encerrada.
Me daba cierta lastima, parecía haber sufrido mucho así que relajo mis músculos, escondiendo los dientes mientras me acerco lentamente hacia el árbol en el que intentaba camuflarse. Huelo su alrededor y emito un pequeño sonido, indicando que no iba a hacerle daño. Estaba muy desnutrida y era muy pequeña, quien sabe que le habrían estado haciendo.
Seguían escuchándose los aullidos, cada vez más cercanos, venían a por ella sin ninguna duda y ella no podía luchar, no puedo dejar a alguien morir con tanta desventaja por lo que, con el hocico, la insto a que me siga, sin hacer ningún movimiento brusco para que no se asustase más de lo que estaba.
Lycon
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Había acampado con Jarek, alejándonos un poco del camino que cruzaba el bosque. De noche, los caminos solían llenarse de bandidos dispuestos a asaltar a los pobres diablos que se rezagaran en su viaje. Tras hacer una lumbre y extender las pieles y mantas para poder dormir medianamente cómodos, monté un espetón para cocinar un caldo con cebollas, zanahorias y el conejo que me había encargado de cazar. Jarek me miraba con cara de asco mientras lo despellejaba y lo sangraba, así que decidió concentrar su atención afinando su laúd y tocando algunas notas al azar, arrancando breves melodías que, a decir verdad, sonaban bastante bien. Y no dejó de parlotear mientras el caldo hervía y el condumio se cocinaba. La charla de Jarek mayormente era encadenar él solo un tema con otro, mientras yo me limitaba a escuchar, asentir y a responder con frases escuetas. Luego se quejaba, pero al trovador le encantaba escuchar el sonido de su propia voz. A veces hasta me hacía gracia lo feliz que era con tan poco, porque se empecinaba en seguirme a todas partes sin tener la necesidad, realmente. Era un buen amigo, y hacía los viajes más entretenidos, para qué voy a engañarme.
Levanté la cabeza en mitad de la cena al escuchar gruñidos a lo lejos. Hice callar a Jarek, haciendo amago de sacar la espada de su vaina. Entonces comencé a oír aullidos. Lobos, y no estaban demasiado lejos. Me quedé alerta un instante, con una rodilla clavada en el suelo y otra en alto, a medio levantar, inmóvil. Entorné los ojos viendo de refilón una sombra. Conté uno. Los aullidos aún seguían medianamente lejos. Jarek me miraba a mí y al bosque, de hito en hito. Pasaron corriendo otras cuatro sombras más. No se detenían, no se fijaban en el fuego, ni se percataban de que había gente muy cerca a la que podían cazar, o bien no les interesaba. En el comportamiento de los lobos no suele estar el perseguir a uno de los suyos si no es para alimentarse, y por el tamaño del que había pasado primero, no iban a sacar mucha carne. Me levanté, y me deshice de las cinchas, la espada, y la ropa todo lo rápido que pude.
-¿Pero a dónde vas?- preguntó Jarek, atónito.
-Quiero ver mejor- respondí-. Podrían ser licántropos.
-No te mezcles en sus líos, Firnen. No es asunto tuyo. Siempre buscas gresca sin necesitarla.
-Eso cuando no me meto en problemas por ti, ¿verdad?- pregunté echándole una mirada fulminante, con un tono que no admitía réplica.
-Procura que no te maten…
-Descuida- contesté.
Una vez desnudo, sentí la brisa fresca en la piel. Eché a correr, y aproveché el claro entre los árboles para transformarme y alzar el vuelo. Un dragón negro en el cielo nocturno era difícil de distinguir, aunque estuviera despejado y la luna creciente brillara en lo más alto. Seguí los gruñidos y los aullidos. En la forma de dragón tanto el oído como la vista se agudizaban considerablemente, así que no tardé en localizar un claro de flores en el que había dos lobos rodeados por el resto de la manada. Uno de ellos tenía el rabo entre las piernas, y parecía demasiado asustado como para moverse, el otro gruñía con el pelaje erizado, enfrentándose a los demás. Él solo contra cuatro estaba en una clara desventaja. Sobrevolé el claro en círculos, dejándome ver para asustar a los agresores.
Levanté la cabeza en mitad de la cena al escuchar gruñidos a lo lejos. Hice callar a Jarek, haciendo amago de sacar la espada de su vaina. Entonces comencé a oír aullidos. Lobos, y no estaban demasiado lejos. Me quedé alerta un instante, con una rodilla clavada en el suelo y otra en alto, a medio levantar, inmóvil. Entorné los ojos viendo de refilón una sombra. Conté uno. Los aullidos aún seguían medianamente lejos. Jarek me miraba a mí y al bosque, de hito en hito. Pasaron corriendo otras cuatro sombras más. No se detenían, no se fijaban en el fuego, ni se percataban de que había gente muy cerca a la que podían cazar, o bien no les interesaba. En el comportamiento de los lobos no suele estar el perseguir a uno de los suyos si no es para alimentarse, y por el tamaño del que había pasado primero, no iban a sacar mucha carne. Me levanté, y me deshice de las cinchas, la espada, y la ropa todo lo rápido que pude.
-¿Pero a dónde vas?- preguntó Jarek, atónito.
-Quiero ver mejor- respondí-. Podrían ser licántropos.
-No te mezcles en sus líos, Firnen. No es asunto tuyo. Siempre buscas gresca sin necesitarla.
-Eso cuando no me meto en problemas por ti, ¿verdad?- pregunté echándole una mirada fulminante, con un tono que no admitía réplica.
-Procura que no te maten…
-Descuida- contesté.
Una vez desnudo, sentí la brisa fresca en la piel. Eché a correr, y aproveché el claro entre los árboles para transformarme y alzar el vuelo. Un dragón negro en el cielo nocturno era difícil de distinguir, aunque estuviera despejado y la luna creciente brillara en lo más alto. Seguí los gruñidos y los aullidos. En la forma de dragón tanto el oído como la vista se agudizaban considerablemente, así que no tardé en localizar un claro de flores en el que había dos lobos rodeados por el resto de la manada. Uno de ellos tenía el rabo entre las piernas, y parecía demasiado asustado como para moverse, el otro gruñía con el pelaje erizado, enfrentándose a los demás. Él solo contra cuatro estaba en una clara desventaja. Sobrevolé el claro en círculos, dejándome ver para asustar a los agresores.
Firnen Barlan
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Re: Liberación [Libre][3/3]
El lobo la miró con ira, no reconocía su olor, pero era macho, los machos siempre eran agresivos. Lo vio enseñar los dientes, con el pelo erizado. Asustada, Freya siguió intentando retroceder inútilmente, acorralada como estaba. No había huido para morir, ¿sería un lobo de la otra manada? ¿Habría pasado la frontera? Si era así, no debería tener miedo, ¿no? Sin embargo el lobo seguía mostrando los dientes, hasta que dejó de hacerlo.
En cuando lo vio relajar su postura y acercarse a ella, imponente pero sin ese aire agresivo de antes, ella, aun con la cola escondida entre las patas, la cabeza y las orejas gachas, y el cuerpo encogido, se acercó a él, temerosa. Era una estratagema para que se confiara ¿y darle un golpe o morderla? Los de su manada no habían necesitado de esas tretas, simplemente lo hacían, no tenían por qué fingir lo contrario, pero nunca había sabido, con el Monstruo, cuando se avecinaría la tormenta, y tan pronto había estado tranquilo como violento, por lo que no se sentía capaz de relajarse.
Respiró hondo, la posición no era de ataque, ni siquiera olía a enfado, ni a mentira, había aprendido a identificar muy bien ese tipo de aromas. La mentira olía como a moho, ese que salía en las paredes cuando no estaban bien cuidadas, llegando a ser, incluso, venenoso; el enfado, era como una fresa podrida, demasiado dulzón, zalamero, como la basura, asqueroso, empalagaba, y el odio, el odio era el aroma más desagradable de todos, era como estar metido en medio del estiércol, como si un pantano se hubiera metido en sus fosas nasales, pero no, en ese lugar solo se olía su propio miedo, las flores y... ¿un lagarto?
Negó con la cabeza y se dispuso a avanzar cuando escuchó los aullidos más de cerca. Levantó las orejas, un instante, para escuchar, y se encogió llorando, volviendo a retirarse a su "escondite" Comenzaba a olerlos, el estiércol, la fresa, el moho, todo mezclado con almizcle, bosque podrido, polvo y sangre. Eran ellos, cuatro miembros de su manada se acercaban veloces, debían haber captado su rastro.
Miró al lobo, que se había vuelto a tensar y la instaba a seguirlo, prefiriendo arriesgarse a lo desconocido a volver a ese lugar al que la habían intentado obligar a llamar hogar. Usualmente los lobos que pertenecían a una misma manada tenían un aroma común, uno de esos matices que los marcaba como miembros de una familia, pero solo sucedía cuando tanto humano como lobo aceptaba por voluntad propia esa pertenencia y ella, al final, nunca había sido miembro de la manada de Tyron, su olor, por difuminado que estuviera, era fácil de captar para esos que habían intentado marcarla, y no habían podido.
Se dispuso a seguir, cuando los cuatro lobos que había oído saltaron cortándoles el paso. Encogida y asustada, vio a ese lobo frente a ella tomar posición de ataque. Ella, no queriendo que peleasen sus batallas, hizo otro tanto. Pero un simple ladrido con una mirada de odio clara la hizo volver a sollozar y retirarse hacia el árbol. Odiaba ser tan cobarde. Ella no era buena luchando, pero un lobo solo nunca podría contra esos cuatro, si tan solo no tuviera tanto miedo, podría ayudar a plantar cara. Ya veía la sangre de ambos escampada por las flores blancas, goteando sobre los petalos, cuando una figura ensombreció la noche.
Miró al cielo, nunca había visto algo así en su vida, y desvió la mirada al lobo, echando a correr, dudando a penas un instante, mientras los cuatro que la habían cercado miraban impresionados el cielo. Saltó entre dos de ellos y volvió a correr como alma que lleva al diablo dejando atrás el claro, a los lobos y sus recuerdos. El aroma de su manada se fue perdiendo, parecía que ellos habían decidido huir, en dirección contraria, para salvar su trasero.
Se detuvo tras una buena carrera y giró la cara, con las orejas alzadas, intentando escuchar si alguno de esos cuatro la había seguido, pero no sentía su olor, ni tampoco escuchaba sus pasos, si había, en cambio, dos aromas, uno era como el de un árbol con hojas verdes, como si fuera primavera, un roble, tal vez, de savia dulce, el otro, era un olor frío, casi metálico, como una culebra o... un dragón. Miró a su alrededor, y se sentó, cansada, llevaba aun la ballesta a sus espaldas, respiró hondo, ¿prodría volver ya a ser humana?
Estaban lejos y con esa distancia, si se volvía humana tendría cierta distancia, podría escalar los arboles y disparar desde allí su ballesta, por el momento, estaba sola. Se quitó la ballesta del cuello sacudiéndose y comenzó la transformación. Era, como siempre, un espectáculo grotesco la piel y el pelo que se retraían, las extremidades crujiendo, los huesos deformándose y el aullido dolorido que se escapó de sus labios. Respiró hondo dejándose caer sobre la hierva fría con la piel clara demasiado sensible y en posición encogida. Parecía que los filamentos de hierva cortasen, lo notaba en las piernas lisas, en el estómago, algo encogido, y el los brazos, lo sentía incluso en las mejillas, los nervios, siempre demasiado presentes tras la transformación, eran un suplicio.
Miró a su frente con ojos acristalados por el dolor, mientras, intentaba recuperarse. ¿Y su ropa? recordó la bolsa enganchada en el pomo de la puerta y suspiró pesadamente cerrando los ojos, cansada, se abrazó a si misma, tenía frío, al final no había sido tan buena idea transformarse, pero dolorida como estaba, dudaba poder volver a ser lobo en, al menos, varias horas. Desde su posición fetal, con su larga melena castaña como única manta, vio una sombra acercarse, no sabía qué o quien era, pero se sentía tranquila, sabía, al menos, que no eran de su manada, habían estado demasiado lejos como para alcanzarla con tanta facilidad.
En cuando lo vio relajar su postura y acercarse a ella, imponente pero sin ese aire agresivo de antes, ella, aun con la cola escondida entre las patas, la cabeza y las orejas gachas, y el cuerpo encogido, se acercó a él, temerosa. Era una estratagema para que se confiara ¿y darle un golpe o morderla? Los de su manada no habían necesitado de esas tretas, simplemente lo hacían, no tenían por qué fingir lo contrario, pero nunca había sabido, con el Monstruo, cuando se avecinaría la tormenta, y tan pronto había estado tranquilo como violento, por lo que no se sentía capaz de relajarse.
Respiró hondo, la posición no era de ataque, ni siquiera olía a enfado, ni a mentira, había aprendido a identificar muy bien ese tipo de aromas. La mentira olía como a moho, ese que salía en las paredes cuando no estaban bien cuidadas, llegando a ser, incluso, venenoso; el enfado, era como una fresa podrida, demasiado dulzón, zalamero, como la basura, asqueroso, empalagaba, y el odio, el odio era el aroma más desagradable de todos, era como estar metido en medio del estiércol, como si un pantano se hubiera metido en sus fosas nasales, pero no, en ese lugar solo se olía su propio miedo, las flores y... ¿un lagarto?
Negó con la cabeza y se dispuso a avanzar cuando escuchó los aullidos más de cerca. Levantó las orejas, un instante, para escuchar, y se encogió llorando, volviendo a retirarse a su "escondite" Comenzaba a olerlos, el estiércol, la fresa, el moho, todo mezclado con almizcle, bosque podrido, polvo y sangre. Eran ellos, cuatro miembros de su manada se acercaban veloces, debían haber captado su rastro.
Miró al lobo, que se había vuelto a tensar y la instaba a seguirlo, prefiriendo arriesgarse a lo desconocido a volver a ese lugar al que la habían intentado obligar a llamar hogar. Usualmente los lobos que pertenecían a una misma manada tenían un aroma común, uno de esos matices que los marcaba como miembros de una familia, pero solo sucedía cuando tanto humano como lobo aceptaba por voluntad propia esa pertenencia y ella, al final, nunca había sido miembro de la manada de Tyron, su olor, por difuminado que estuviera, era fácil de captar para esos que habían intentado marcarla, y no habían podido.
Se dispuso a seguir, cuando los cuatro lobos que había oído saltaron cortándoles el paso. Encogida y asustada, vio a ese lobo frente a ella tomar posición de ataque. Ella, no queriendo que peleasen sus batallas, hizo otro tanto. Pero un simple ladrido con una mirada de odio clara la hizo volver a sollozar y retirarse hacia el árbol. Odiaba ser tan cobarde. Ella no era buena luchando, pero un lobo solo nunca podría contra esos cuatro, si tan solo no tuviera tanto miedo, podría ayudar a plantar cara. Ya veía la sangre de ambos escampada por las flores blancas, goteando sobre los petalos, cuando una figura ensombreció la noche.
Miró al cielo, nunca había visto algo así en su vida, y desvió la mirada al lobo, echando a correr, dudando a penas un instante, mientras los cuatro que la habían cercado miraban impresionados el cielo. Saltó entre dos de ellos y volvió a correr como alma que lleva al diablo dejando atrás el claro, a los lobos y sus recuerdos. El aroma de su manada se fue perdiendo, parecía que ellos habían decidido huir, en dirección contraria, para salvar su trasero.
Se detuvo tras una buena carrera y giró la cara, con las orejas alzadas, intentando escuchar si alguno de esos cuatro la había seguido, pero no sentía su olor, ni tampoco escuchaba sus pasos, si había, en cambio, dos aromas, uno era como el de un árbol con hojas verdes, como si fuera primavera, un roble, tal vez, de savia dulce, el otro, era un olor frío, casi metálico, como una culebra o... un dragón. Miró a su alrededor, y se sentó, cansada, llevaba aun la ballesta a sus espaldas, respiró hondo, ¿prodría volver ya a ser humana?
Estaban lejos y con esa distancia, si se volvía humana tendría cierta distancia, podría escalar los arboles y disparar desde allí su ballesta, por el momento, estaba sola. Se quitó la ballesta del cuello sacudiéndose y comenzó la transformación. Era, como siempre, un espectáculo grotesco la piel y el pelo que se retraían, las extremidades crujiendo, los huesos deformándose y el aullido dolorido que se escapó de sus labios. Respiró hondo dejándose caer sobre la hierva fría con la piel clara demasiado sensible y en posición encogida. Parecía que los filamentos de hierva cortasen, lo notaba en las piernas lisas, en el estómago, algo encogido, y el los brazos, lo sentía incluso en las mejillas, los nervios, siempre demasiado presentes tras la transformación, eran un suplicio.
Miró a su frente con ojos acristalados por el dolor, mientras, intentaba recuperarse. ¿Y su ropa? recordó la bolsa enganchada en el pomo de la puerta y suspiró pesadamente cerrando los ojos, cansada, se abrazó a si misma, tenía frío, al final no había sido tan buena idea transformarse, pero dolorida como estaba, dudaba poder volver a ser lobo en, al menos, varias horas. Desde su posición fetal, con su larga melena castaña como única manta, vio una sombra acercarse, no sabía qué o quien era, pero se sentía tranquila, sabía, al menos, que no eran de su manada, habían estado demasiado lejos como para alcanzarla con tanta facilidad.
Freya Lathman
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Parecía que la asustada loba, de una forma u otra empezaba a confiar en mi. Cuando estaba apunto de levantarse sus perseguidores nos rodean, debían de ser una manada del interior ya que nunca los había visto ni olido. Los cuatro lobos enemigos, mis enemigos aullaban, voceaban y pegaban mordiscos al aire para tratar de asustarnos, en la joven había surtido efecto puesto que esta peor que antes pero yo me mantengo tranquilo. El peligro es real pienso, pero debo mantenerme, este podría ser nuestro final, pero soy capaz de acabar con dos, toda esa ira empezaba a fortalecer mis patas, cuando, apunto de saltar los cuatro lobos contra mi y se escucha un rugido desde los cielos y una figura, tan oscura como la noche se hace ver.
Era muy difícil seguir su vuelo, pero se veía cuando las estrellas desaparecían. Ahí esta esa sombra. Me giro para, aprovechando que los lobos habían huido con el rabo entre las piernas, comprobar el estado de la loba y ayudarla, pero no estaba. Esa maldita había escapado, pero podía oler su rastro que seguía hacía delante. Ahora sin peligro, me acerco al lugar en donde se encontraba mi bolsa con la ropa y tras saber la posición de la muchacha, me transformo en humano y me visto, dejando en la bolsa una manta.
Acto seguido, cuelgo la bolsa de mi hombro y camino hacia el lugar, sin dejar de mirar atrás por si volvían esos bastardos cobardes y echando vistazos al cielo por si veía la extraña figura, sin éxito, ya debía haberse ido supongo. Cuando llego al lugar, ya desde una media distancia se podía observar a una joven, desnuda, echada en la hierba, no parecía moverse así que sigo andando hacia el lugar, intentando ser lo más sigiloso posible. De todos modos, el suelo estaba húmedo y el viento raso hacía que las hojas y pequeños palos se moviese. Ese Invierno era de los más fríos en los territorios del Este.
Cuando quedan cerca de veinte metros para llegar a la mujer, me encontraba a su espalda, que, desde ese punto y quitando el estado de la mujer, tenía buen cuerpo. Mientras voy sacando la manta para cubrirla me percato de que alguien estaba más cerca que yo, por lo que me cubro cerca de un árbol, esperando a que la criatura se mostrase. En caso de ser agresiva, atacaría sin dudarlo.
Era muy difícil seguir su vuelo, pero se veía cuando las estrellas desaparecían. Ahí esta esa sombra. Me giro para, aprovechando que los lobos habían huido con el rabo entre las piernas, comprobar el estado de la loba y ayudarla, pero no estaba. Esa maldita había escapado, pero podía oler su rastro que seguía hacía delante. Ahora sin peligro, me acerco al lugar en donde se encontraba mi bolsa con la ropa y tras saber la posición de la muchacha, me transformo en humano y me visto, dejando en la bolsa una manta.
Acto seguido, cuelgo la bolsa de mi hombro y camino hacia el lugar, sin dejar de mirar atrás por si volvían esos bastardos cobardes y echando vistazos al cielo por si veía la extraña figura, sin éxito, ya debía haberse ido supongo. Cuando llego al lugar, ya desde una media distancia se podía observar a una joven, desnuda, echada en la hierba, no parecía moverse así que sigo andando hacia el lugar, intentando ser lo más sigiloso posible. De todos modos, el suelo estaba húmedo y el viento raso hacía que las hojas y pequeños palos se moviese. Ese Invierno era de los más fríos en los territorios del Este.
Cuando quedan cerca de veinte metros para llegar a la mujer, me encontraba a su espalda, que, desde ese punto y quitando el estado de la mujer, tenía buen cuerpo. Mientras voy sacando la manta para cubrirla me percato de que alguien estaba más cerca que yo, por lo que me cubro cerca de un árbol, esperando a que la criatura se mostrase. En caso de ser agresiva, atacaría sin dudarlo.
Lycon
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Mi sola presencia en el cielo parecía haber espantado a los lobos agresores directamente. Me resultó extraño, pero era mejor así. Los cobardes van en grupo hasta que se cruzan con algo que les dobla en tamaño. Di un par de vueltas más, observando cómo el lobo enclenque y asustado salía huyendo, y cuando el otro se fue detrás, descendí hasta aterrizar pisando las flores con las patas traseras. Olisqueé el aire, y prácticamente repté por la hierba, deslizándome con más sigilo del que podía acreditarse a una bestia de mi tamaño. La seguí justo a tiempo de ver parte de la transformación. Fruncí el ceño al empatizar con su dolor, al sentir lástima de ella. Tal como esperaba, se trataba de un licántropo perseguido por otros miembros de su especie. Me quedé quieto hasta que la transformación finalizó. Tanto, que cualquiera habría podido confundirme con una gárgola, o simplemente no verme debido a la oscuridad de la noche en medio de la arboleda. La chica se quedó tendida en el suelo, tiritando, erizada de frío, débil e incapaz de moverse. Parecía dolorida, y no poco. La transformación de un hombre-dragón no es dolorosa, pues tiene algo más de mágico que la de un licántropo. Nunca había visto el cambio tan de cerca, y no sentí más que lástima por ella.
Me acerqué a paso tranquilo, caminando a cuatro patas, moviendo la cola y con las alas plegadas. No iba a tocarla. Simplemente quería resguardarla del frío hasta que fuera capaz de levantarse. Hice el ruido suficiente al pisar las hojas secas para que se percatara de mi presencia y no se sobresaltara. Entonces, cuando estuve a su altura, extendí las alas, tumbándome a su lado, para acabar cubriéndola con ellas. La miré un momento. Resoplé, soltando un vaho caliente por las fosas nasales para infundirle un poco de calor. Algunos cabellos sueltos de su melena se agitaron. Y esperé.
Me acerqué a paso tranquilo, caminando a cuatro patas, moviendo la cola y con las alas plegadas. No iba a tocarla. Simplemente quería resguardarla del frío hasta que fuera capaz de levantarse. Hice el ruido suficiente al pisar las hojas secas para que se percatara de mi presencia y no se sobresaltara. Entonces, cuando estuve a su altura, extendí las alas, tumbándome a su lado, para acabar cubriéndola con ellas. La miré un momento. Resoplé, soltando un vaho caliente por las fosas nasales para infundirle un poco de calor. Algunos cabellos sueltos de su melena se agitaron. Y esperé.
Firnen Barlan
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Tembló, necesitaba levantarse. Escuchó unas hojas removerse y vio una sombra grande, bastante más que ella, aunque eso no era difícil, no sabía si en otras manadas las transformaciones serían iguales, o solo era en la suya a causa de la falta de alimento, pero odiaba transformarse en lobo, no solo era el dolor de volverse un animal, si no que lo sufría, también, al volverse humana. No le valía la pena la velocidad y el olfato a cambio de ese dolor, pero sabía que era necesario, y lo aceptaba con resignación.
Intentó moverse a medida que la sombra se acercaba, peor, incapaz, la alcanzó antes de que pudiera alzarse. La nieve comenzaba a cubrir los árboles mientras el enorme cuerpo que se había acercado se sentaba junto a ella cubriendo su cabeza con una larga ala. Freya alzó la mirada, nublada aun por el dolor de su cuerpo, su piel seguía sensible y dolorida, y, aunque no parecía que fuera a atacarla, tenía miedo. No conocía a ningún dragón, no hasta ese momento, pero temía que fueran agresivos, después de lo sucedido esos años, no era capaz de confiar en nadie.
Comenzó a moverse, sintiendo y escuchando el crujir de sus huesos, intentando levantarse, logrando quedar, al menos, sentada, los pinchazos de la hierva sobre sus piernas y palmas eran como cuchillos. Respiró con dificultad, estaba más débil de lo que había pensado, no podría correr, tal vez, ni siquiera levantarse. Se quedó sentada, respirando hondo, y abrió los ojos, mareada, tenía frío, mucho frío, miró hacia arriba, y la cabeza volvió a bajarle, casi por inercia, quería vomitar. El agotamiento y el hambre hacían mella en ella, sumándolo al mal estar propio de la transformación, sentía que iba a echar las tripas con la boca, porque, de todos modos, no podría echar nada más después del tiempo que llevaba sin comer.
Tembló, sentada en el suelo, sin decir nada, dejando que el pelo le cubriera los hombros y la espalda, tapándole, incluso, la cara, roja de la helada, por mucho que ese ser la cubriera, tenía claro que esa noche moriría en el bosque. Al menos, estaría lejos de su odiosa manada.
Intentó moverse a medida que la sombra se acercaba, peor, incapaz, la alcanzó antes de que pudiera alzarse. La nieve comenzaba a cubrir los árboles mientras el enorme cuerpo que se había acercado se sentaba junto a ella cubriendo su cabeza con una larga ala. Freya alzó la mirada, nublada aun por el dolor de su cuerpo, su piel seguía sensible y dolorida, y, aunque no parecía que fuera a atacarla, tenía miedo. No conocía a ningún dragón, no hasta ese momento, pero temía que fueran agresivos, después de lo sucedido esos años, no era capaz de confiar en nadie.
Comenzó a moverse, sintiendo y escuchando el crujir de sus huesos, intentando levantarse, logrando quedar, al menos, sentada, los pinchazos de la hierva sobre sus piernas y palmas eran como cuchillos. Respiró con dificultad, estaba más débil de lo que había pensado, no podría correr, tal vez, ni siquiera levantarse. Se quedó sentada, respirando hondo, y abrió los ojos, mareada, tenía frío, mucho frío, miró hacia arriba, y la cabeza volvió a bajarle, casi por inercia, quería vomitar. El agotamiento y el hambre hacían mella en ella, sumándolo al mal estar propio de la transformación, sentía que iba a echar las tripas con la boca, porque, de todos modos, no podría echar nada más después del tiempo que llevaba sin comer.
Tembló, sentada en el suelo, sin decir nada, dejando que el pelo le cubriera los hombros y la espalda, tapándole, incluso, la cara, roja de la helada, por mucho que ese ser la cubriera, tenía claro que esa noche moriría en el bosque. Al menos, estaría lejos de su odiosa manada.
Freya Lathman
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Re: Liberación [Libre][3/3]
La sombra había vuelto, se había dejado ver, cubriendo con su cuerpo a la joven loba, nos había defendido antes, pero no puedo dejar que un desconocido hiera a uno de los míos, aunque no supiese que estaba haciendo realmente. Si no llego ha estar observando la escena jamás la habría encontrado sin tropezarme con la bestia, era oscura como la misma noche y ahora sin las estrellas que me chivaban donde estaba era muy difícil saber su posición.
Cambio de posición, acercándome por un lateral, ahora podía ver mejor a la sombra, tenía alas y era de gran tamaño, nunca había combatido contra algo tan grande, pero se, que si me enfrento a eso solo pereceré en la batalla. Cuatro lobos sin duda eran más sencillos de matar que un dragón.
A pocos metros de la bestia, con la abultada bolsa en la espalda ya que la manta que iba a usar la había vuelto a meter dentro de malas formas, salgo de mi escondrijo. Si yo podía detectarla ella también podría sin duda alguna. Camino lentamente en guardia por si la bestia era peligrosa, y por un lado abierto de su ala llego a ver una figura blanca, sentada, no la podía distinguir muy bien, pero era la mujer. En su forma humana estaba peor que transformada, tenía heridas y se le marcaban las costillas. Veo la cabeza del dragón, nos ojos que parecían piedras preciosas, parece que me mira.
-¿Pacifico?- No sabía que más decir, si era violento ya me habría matado.-Dejarme ayudarla, yo puedo llevarla. Gracias..por lo de antes..- No estaba muy acostumbrado a dar las gracias a desconocidos, algo me frenaba a hablar con el dragón, pero no podía dejar de lado a una mujer que huía de su propia manada y en su estado no era nada bueno que estuviese en el bosque y desnuda, sin hablar de lo magullada que estaba. Un instinto me llamaba a socorrerla y por lo menos, llevarla a Ulmer para que no estuviese en peligro.-Ulmer no queda lejos de aquí, de verdad- Sin hacer movimientos bruscos dejo mi bolsa en el suelo y saco la manta enseñándosela para, cuando pudiese, ponérsela a la mujer.
Cambio de posición, acercándome por un lateral, ahora podía ver mejor a la sombra, tenía alas y era de gran tamaño, nunca había combatido contra algo tan grande, pero se, que si me enfrento a eso solo pereceré en la batalla. Cuatro lobos sin duda eran más sencillos de matar que un dragón.
A pocos metros de la bestia, con la abultada bolsa en la espalda ya que la manta que iba a usar la había vuelto a meter dentro de malas formas, salgo de mi escondrijo. Si yo podía detectarla ella también podría sin duda alguna. Camino lentamente en guardia por si la bestia era peligrosa, y por un lado abierto de su ala llego a ver una figura blanca, sentada, no la podía distinguir muy bien, pero era la mujer. En su forma humana estaba peor que transformada, tenía heridas y se le marcaban las costillas. Veo la cabeza del dragón, nos ojos que parecían piedras preciosas, parece que me mira.
-¿Pacifico?- No sabía que más decir, si era violento ya me habría matado.-Dejarme ayudarla, yo puedo llevarla. Gracias..por lo de antes..- No estaba muy acostumbrado a dar las gracias a desconocidos, algo me frenaba a hablar con el dragón, pero no podía dejar de lado a una mujer que huía de su propia manada y en su estado no era nada bueno que estuviese en el bosque y desnuda, sin hablar de lo magullada que estaba. Un instinto me llamaba a socorrerla y por lo menos, llevarla a Ulmer para que no estuviese en peligro.-Ulmer no queda lejos de aquí, de verdad- Sin hacer movimientos bruscos dejo mi bolsa en el suelo y saco la manta enseñándosela para, cuando pudiese, ponérsela a la mujer.
Lycon
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Re: Liberación [Libre][3/3]
La chica consiguió erguirse lo suficiente como para sentarse en la hierba. Acababa de comenzar a nevar. Los copos se derretían al entrar en contacto con las escamas. Volví a exhalar un vaho caliente por las fosas nasales para darle calor a la muchacha. Entonces olí al lobo de antes, y saqué la cabeza de debajo de las alas. Miré al hombre que ahora tenía delante, planteándome por un momento sus palabras. Yo no conocía a la chica, ni conocía a los licántropos que la perseguían, y tampoco al que había intentado defenderla. Era uno de los suyos, pero también los suyos habían intentado comérsela, así que el licántropo no las tenía todas consigo.
Observé al hombre mientras trataba de cerciorarse si constituía una amenaza para ellos o no. No me moví, simplemente escuché, y solté un bufido por la nariz cuando quiso llevársela sin más. Agité la cabeza y finalmente retiré las alas, sin dejar de cubrirla por arriba para que la nieve no cayese sobre ella, para que el licántropo la cubriese con su manta. Entonces alcé la cabeza y la giré en dirección a la lumbre donde había dejado a un Jarek malhumorado, indicándole el camino con un cabeceo. No era buena idea hacer un viaje, por corto que fuera, con la chica magullada, y para colmo nevando. Una comida caliente era lo que necesitaba, además de ropa y un hueco junto al fuego para recuperar el calor.
Observé al hombre mientras trataba de cerciorarse si constituía una amenaza para ellos o no. No me moví, simplemente escuché, y solté un bufido por la nariz cuando quiso llevársela sin más. Agité la cabeza y finalmente retiré las alas, sin dejar de cubrirla por arriba para que la nieve no cayese sobre ella, para que el licántropo la cubriese con su manta. Entonces alcé la cabeza y la giré en dirección a la lumbre donde había dejado a un Jarek malhumorado, indicándole el camino con un cabeceo. No era buena idea hacer un viaje, por corto que fuera, con la chica magullada, y para colmo nevando. Una comida caliente era lo que necesitaba, además de ropa y un hueco junto al fuego para recuperar el calor.
Firnen Barlan
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Se abrazó más, intentando cubrirse el cuerpo, magullado, frío y descubierto, estaba desprotegida, y no sabía si confiar en nadie. Miró al dragón, que le resopló lanzando le aliento cálido, que funcionaba durante un instante, aportando un respiro en su cuerpo helado. Aunque pronto volvía a helarse.
¿Había hecho bien escapando? Tal debería haber aguantado, no era tan malo de un tiempo a esa parte, únicamente el Monstruo seguía abusando de ella, los demás habían comenzado a ignorarla. Posiblemente hubiera sido mejor quedarse a morir de frío, aunque, no estaba segura, ¿era mejor una muerte rápida o esperar a un asesinato? De cualquier forma, muerte era muerte, pero ahora que había salido de esa manada, aunque lograse superar la noche, ¿Dónde iría? ¿Qué comería? No sabía cazar, si sobrevivía a esa noche, moriría de hambre, o tal vez algún lobo la encontrase y acabara con ella sin piedad alguna.
Escuchó a alguien acercarse y se retiró, casi saliendo de debajo de la escasa protección que le daba el ala del dragón, asustada. Un hombre con pelo largo y barba la miró con aspecto tranquilo y algo en las manos mientras le preguntaba al dragón si era pacífico. ¿Él lo preguntaba? No sabía si indignarse o salir corriendo mientras los ojos se le encharcaban, asustados, y ella resistía las ganas de dar un grito. Los dragones nunca le habían hecho nada, los hombres eran otro tema.
Lo de antes... él debía ser el lobo que se había plantado frente a ella cuando su manada los había encontrado. Tragó saliva, insegura, e intentó levantarse, quería echar a correr de nuevo, huir, escapar lejos, apartarse de todos y quedarse en una cueva aislada del mundo, del bien y del mal, de cualquiera que pudiera herirla. El dragón dudó un instante, pero luego alzó las alas, permitiendo que el recién llegado se acercara. Asustada, cerró los ojos y se cubrió la cabeza con los brazos, encogiéndose, ¿iban a golpearla? ¿Sería alguien nuevo de su manada? ¿Lo habrían mandado a buscarla?
Sintió, en lugar de un golpe, una manta que le cubría los hombros, y alzó la cabeza lentamente, ¿No había golpes? Miró al joven que le había prestado la manta, hablaba de Ulmer, esa ciudad estaba repleta de lobos, lo sabía, y una dama licántropa controlaba la ciudad. Había oído a Tyron protestar de ella, quejarse de su dureza, de su trato, pero después de lo que había visto, ya dudaba de la palabra de su alfa. Respiró de nuevo, en cierta forma, era un alivio saber que no era de su manada.
Miró hacia donde señaló el dragón con la cabeza, hacia donde estaba su manada, el pánico se reflejó en su cara, y retrocedió saliendo de la protección que le daba el ala del dragón negro alejándose de ambos y, sosteniendo la manta cerrada entorno a sus hombros, se logró levantar alejándose hasta tropezar con un árbol a sus espaldas y, por primera vez en la noche, con la voz temblorosa y desesperada, con las piernas temblando le nuevamente, hablo.
- ¡No!- dijo con fuerza.- No me hagáis volver... no quiero... no... no puedo... no me hagáis volver, por favor...- resbaló hacia el suelo, nuevamente, las piernas no le respondían. Se abrazó de nuevo dejando que sus ondas castañas le cubrieran el gesto, estaba aterrorizada, pero solo pensar en volver a ese sitio, donde solo le esperaba una muerte segura, le daba pavor.
¿Había hecho bien escapando? Tal debería haber aguantado, no era tan malo de un tiempo a esa parte, únicamente el Monstruo seguía abusando de ella, los demás habían comenzado a ignorarla. Posiblemente hubiera sido mejor quedarse a morir de frío, aunque, no estaba segura, ¿era mejor una muerte rápida o esperar a un asesinato? De cualquier forma, muerte era muerte, pero ahora que había salido de esa manada, aunque lograse superar la noche, ¿Dónde iría? ¿Qué comería? No sabía cazar, si sobrevivía a esa noche, moriría de hambre, o tal vez algún lobo la encontrase y acabara con ella sin piedad alguna.
Escuchó a alguien acercarse y se retiró, casi saliendo de debajo de la escasa protección que le daba el ala del dragón, asustada. Un hombre con pelo largo y barba la miró con aspecto tranquilo y algo en las manos mientras le preguntaba al dragón si era pacífico. ¿Él lo preguntaba? No sabía si indignarse o salir corriendo mientras los ojos se le encharcaban, asustados, y ella resistía las ganas de dar un grito. Los dragones nunca le habían hecho nada, los hombres eran otro tema.
Lo de antes... él debía ser el lobo que se había plantado frente a ella cuando su manada los había encontrado. Tragó saliva, insegura, e intentó levantarse, quería echar a correr de nuevo, huir, escapar lejos, apartarse de todos y quedarse en una cueva aislada del mundo, del bien y del mal, de cualquiera que pudiera herirla. El dragón dudó un instante, pero luego alzó las alas, permitiendo que el recién llegado se acercara. Asustada, cerró los ojos y se cubrió la cabeza con los brazos, encogiéndose, ¿iban a golpearla? ¿Sería alguien nuevo de su manada? ¿Lo habrían mandado a buscarla?
Sintió, en lugar de un golpe, una manta que le cubría los hombros, y alzó la cabeza lentamente, ¿No había golpes? Miró al joven que le había prestado la manta, hablaba de Ulmer, esa ciudad estaba repleta de lobos, lo sabía, y una dama licántropa controlaba la ciudad. Había oído a Tyron protestar de ella, quejarse de su dureza, de su trato, pero después de lo que había visto, ya dudaba de la palabra de su alfa. Respiró de nuevo, en cierta forma, era un alivio saber que no era de su manada.
Miró hacia donde señaló el dragón con la cabeza, hacia donde estaba su manada, el pánico se reflejó en su cara, y retrocedió saliendo de la protección que le daba el ala del dragón negro alejándose de ambos y, sosteniendo la manta cerrada entorno a sus hombros, se logró levantar alejándose hasta tropezar con un árbol a sus espaldas y, por primera vez en la noche, con la voz temblorosa y desesperada, con las piernas temblando le nuevamente, hablo.
- ¡No!- dijo con fuerza.- No me hagáis volver... no quiero... no... no puedo... no me hagáis volver, por favor...- resbaló hacia el suelo, nuevamente, las piernas no le respondían. Se abrazó de nuevo dejando que sus ondas castañas le cubrieran el gesto, estaba aterrorizada, pero solo pensar en volver a ese sitio, donde solo le esperaba una muerte segura, le daba pavor.
Freya Lathman
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Incluso desde mi posición previa, podía notar el calor que despedía el dragón muy posiblemente de sus fosas nasales ya que duraba un corto plazo de tiempo. La expresión de la loba no mejoraba, seguía igual de mal, pero confiaba en que fuese fuerte, ya lo había demostrado anteriormente escapando de las garras de su al parecer peligrosa ahora ex-manada.
Intento acercarme hasta ella y tras recibir la aprobación del dragón le echo la manta la cual sostiene sobre sus hombros mientras abre los ojos lentamente.
El cuerpo de la mujer parece que esparaba una paliza o algo similar, se cubría a si misma con sus pequeños y desnutridos brazos, pero mis intenciones no eran más que buenas. Su mirada embelesada por mis acciones se borra rápidamente cuando se aleja. Intento alcanzarla pero no llego a tocarla por si acaso, el dragón se alza mirándola mientras habla con un tono desesperado. -Tranquila- Hago un movimiento leve mostrando que no tenía nada en las manos.-Solo intentamos ayudarte, tus perseguidores han huido, dale las gracias este señor- Señalo al dragón sin saber muy bien como referirme a él o ella-No vas a volver a tu pasado, como bien dice la propia palabra, ya ha pasado y no tiene por que volver a repetirse, llevo diez años en Ulmer, sus gentes son buenas y no hay peligros. Pero no te esfuerzas demasiado, estas debilitada-No sabía muy bien como hacer que confiase en mis palabras. Estás iban acompañadas de su repetida caída y me acercaba a ella lentamente.
Intento acercarme hasta ella y tras recibir la aprobación del dragón le echo la manta la cual sostiene sobre sus hombros mientras abre los ojos lentamente.
El cuerpo de la mujer parece que esparaba una paliza o algo similar, se cubría a si misma con sus pequeños y desnutridos brazos, pero mis intenciones no eran más que buenas. Su mirada embelesada por mis acciones se borra rápidamente cuando se aleja. Intento alcanzarla pero no llego a tocarla por si acaso, el dragón se alza mirándola mientras habla con un tono desesperado. -Tranquila- Hago un movimiento leve mostrando que no tenía nada en las manos.-Solo intentamos ayudarte, tus perseguidores han huido, dale las gracias este señor- Señalo al dragón sin saber muy bien como referirme a él o ella-No vas a volver a tu pasado, como bien dice la propia palabra, ya ha pasado y no tiene por que volver a repetirse, llevo diez años en Ulmer, sus gentes son buenas y no hay peligros. Pero no te esfuerzas demasiado, estas debilitada-No sabía muy bien como hacer que confiase en mis palabras. Estás iban acompañadas de su repetida caída y me acercaba a ella lentamente.
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Me erguí al tiempo que plegaba las alas cuando la chica se puso histérica y retrocedió hasta un árbol, chillando y suplicando. Ladeé la cabeza, observando su reacción desmedida. Algo muy malo tenía que haberle pasado para comportarse con tanto pánico con aquellos que sólo trataban de ayudarla, eso era algo más que evidente. Resoplé otra vez soltando vaho caliente por la nariz, y entonces doblé el cuello, mirando al licántropo para señalar con el hocico mi lomo. Entonces, cuando pareció entenderlo y asintió, me acerqué a paso tranquilo a la chica, pisando los copitos de nieve que se iban arremolinando en la hierba. Le olisqueé la cabeza, le lancé de nuevo calor, y después me incliné frente a ella para que subiera.
El licántropo se acercó también. Le dijo que no se preocupara, que no tuviera miedo, y que era un amigo. Se arrimó lentamente hasta coger una de sus frágiles manos y ayudarla a levantarse. La doncella estaba tensa y agachaba la cabeza. Con cada movimiento daba la sensación de que temía que la golpeara en cualquier momento. Esperé con paciencia mientras pasaba una pierna por encima de mí. El paseo sería corto, de modo que no había riesgo de que se cortara la piel con las escamas al apretar los muslos para no caerse. No pesaba nada, era liviana como una pluma.
Caminé despacio. Notaba el cuerpo de la chica en tensión sobre la dura piel de dragón. La sentía tiritar de frío, así que aceleré un poco el ritmo hasta que dimos con la lumbre, y con Jarek, que afinaba las cuerdas de su laúd cuando llegamos.
-¿Qué… qué cojones?- preguntó, y me miró después de echarle un vistazo al hombre que marchaba detrás de mí, y a la chica que llevaba encima- Maldito sea tu instinto, Firnen. Maldito sea dos veces.
Jarek dejó su laúd y se levantó, pero le solté un bufido para que no se acercara demasiado.
-Vale, vale… Sin tocar…- refunfuñó- ¿Se encuentra bien, señorita?
El licántropo se acercó también. Le dijo que no se preocupara, que no tuviera miedo, y que era un amigo. Se arrimó lentamente hasta coger una de sus frágiles manos y ayudarla a levantarse. La doncella estaba tensa y agachaba la cabeza. Con cada movimiento daba la sensación de que temía que la golpeara en cualquier momento. Esperé con paciencia mientras pasaba una pierna por encima de mí. El paseo sería corto, de modo que no había riesgo de que se cortara la piel con las escamas al apretar los muslos para no caerse. No pesaba nada, era liviana como una pluma.
Caminé despacio. Notaba el cuerpo de la chica en tensión sobre la dura piel de dragón. La sentía tiritar de frío, así que aceleré un poco el ritmo hasta que dimos con la lumbre, y con Jarek, que afinaba las cuerdas de su laúd cuando llegamos.
-¿Qué… qué cojones?- preguntó, y me miró después de echarle un vistazo al hombre que marchaba detrás de mí, y a la chica que llevaba encima- Maldito sea tu instinto, Firnen. Maldito sea dos veces.
Jarek dejó su laúd y se levantó, pero le solté un bufido para que no se acercara demasiado.
-Vale, vale… Sin tocar…- refunfuñó- ¿Se encuentra bien, señorita?
Firnen Barlan
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Ambos se acercaron a ella con lentitud, como si no quisieran espantarla. Sin embargo, Freya seguía intentando huir, fundirse con el árbol, el suelo o lo que fuera, con tal de no verse rodeada de más gente, no quería volver, no quería acercarse a su manada. Desconfiaba de esos desconocidos que, parecía, querían ayudarla, ¿pero querrían hacerlo realmente?
Temblando, dejó que se acercasen, sabía perfectamente lo que veían, era solo un cachorro apaleado que había decidido revelarse sin pensar en las consecuencias. Lo sabía, era totalmente consciente de ello, de que por mucho que quisiera ser fuerte, habían acabado con su moral hasta puntos insospechados, se sentía cansada, no solo físicamente, estaba harta de la gente, de sus malas intenciones, de sus apariencias, de sus mentiras, estaba, sencillamente, cansada. Tanto que no podía no sentir rabia, tanto que solo tenía miedo.
Su familia debía haberla olvidado, o la odiaría, estaba sola, totalmente sola, sin manada, sin conocimientos, sin entender nada de lo que significaba ser lobo. Y estaba tan asustada, se había llevado tantos palos, que temía tender su mano incluso a quien parecía tener buenas intenciones.
Se atrevió a alzar la vista hacia el hombre que le tendía la mano, e intentó comprender sus palabras, no la iban a dañar, quería llevarla a Ulmer, tal vez ese fuer un lugar seguro, tal vez encontrase alguna forma de salir adelante, si no sola, en ese lugar, sin embargo, ¿permitirían a una extraña entrar a formar parte de la manada? Por lo que había visto, había gente a la que no permitían unirse, y los lobos solitarios no tardaban en enloquecer, todo lobo necesitaba de una familia para sobrevivir.
Respirando hondo, temblorosa, le dio la mano intentando levantarse, pero las piernas seguían sin responderle. Fue el quien la ayudo y la subió a lomos del dragón, que no tardó en comenzar a moverse. El viento le molestaba en la piel, y las escamas frías del dragón la hacían temblar, eran como pequeñas cuchillas, molestas, que intentaban sin éxito atravesar su piel.
Llegaron a un claro donde ardía con fuerza una hoguera, estaba tensa, no le agradaba el contacto, le había cogido asco a que la tocasen. Un hombre se fue a acercar intentando bajarla de su extraña montura, pero en cuanto lo vio acercarse, reaccionó como por instinto, y se echó hacia atrás, resbalando de la grupa y cayendo al suelo, ante el rugido del dragón, que regañaba a ese hombre de apariencia humana advirtiéndole que no se acercara.
Se cubrió con la manta desde el suelo y asintió escondiéndose tras las piernas del hombre con barba que se la había prestado, de algún modo, el que la hubiera ayudado hacía que se fiase más de él, al igual que del dragón, que de ese desconocido que le preguntaba por su estado.
Temblando, dejó que se acercasen, sabía perfectamente lo que veían, era solo un cachorro apaleado que había decidido revelarse sin pensar en las consecuencias. Lo sabía, era totalmente consciente de ello, de que por mucho que quisiera ser fuerte, habían acabado con su moral hasta puntos insospechados, se sentía cansada, no solo físicamente, estaba harta de la gente, de sus malas intenciones, de sus apariencias, de sus mentiras, estaba, sencillamente, cansada. Tanto que no podía no sentir rabia, tanto que solo tenía miedo.
Su familia debía haberla olvidado, o la odiaría, estaba sola, totalmente sola, sin manada, sin conocimientos, sin entender nada de lo que significaba ser lobo. Y estaba tan asustada, se había llevado tantos palos, que temía tender su mano incluso a quien parecía tener buenas intenciones.
Se atrevió a alzar la vista hacia el hombre que le tendía la mano, e intentó comprender sus palabras, no la iban a dañar, quería llevarla a Ulmer, tal vez ese fuer un lugar seguro, tal vez encontrase alguna forma de salir adelante, si no sola, en ese lugar, sin embargo, ¿permitirían a una extraña entrar a formar parte de la manada? Por lo que había visto, había gente a la que no permitían unirse, y los lobos solitarios no tardaban en enloquecer, todo lobo necesitaba de una familia para sobrevivir.
Respirando hondo, temblorosa, le dio la mano intentando levantarse, pero las piernas seguían sin responderle. Fue el quien la ayudo y la subió a lomos del dragón, que no tardó en comenzar a moverse. El viento le molestaba en la piel, y las escamas frías del dragón la hacían temblar, eran como pequeñas cuchillas, molestas, que intentaban sin éxito atravesar su piel.
Llegaron a un claro donde ardía con fuerza una hoguera, estaba tensa, no le agradaba el contacto, le había cogido asco a que la tocasen. Un hombre se fue a acercar intentando bajarla de su extraña montura, pero en cuanto lo vio acercarse, reaccionó como por instinto, y se echó hacia atrás, resbalando de la grupa y cayendo al suelo, ante el rugido del dragón, que regañaba a ese hombre de apariencia humana advirtiéndole que no se acercara.
Se cubrió con la manta desde el suelo y asintió escondiéndose tras las piernas del hombre con barba que se la había prestado, de algún modo, el que la hubiera ayudado hacía que se fiase más de él, al igual que del dragón, que de ese desconocido que le preguntaba por su estado.
Freya Lathman
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Las intenciones del dragón eran claras, quería que subiese a la muchacha a su hombro, en su estado no podía caminar ni mucho menos. En el suelo, ella estaba indefensa por lo que con suavidad, la cojo, levantándola del suelo y acompañándola hasta que pudiese subir al dragón, tenía una confianza ciega en él, no sabía sus motivos ni su finalidad pero parecían nobles.
Para subirla a lomos de la bestia alada, gracias a su facilitación al inclinarse la subo de lado como podía. Estaba muy temblorosa y asustada, era normal en su estado. Estar tan cerca de la muerte y por un lado quieres que sea rápida y por otro, quieres sobrevivir.
No se donde la llevaría el dragón, pero si aceleraba más la marcha, la pobre chica, sin fuerza para agarrarse se caería sin dudar, su expresión a lomos, era estremecedora, lo estaba pasando realmente mal. Temía por ella por supuesto, parecía estar en la misma situación en la que me encontré hace una década, solo y sin recursos.
Ahora, el objetivo del dragón estaba claro, una zona con una hoguera, un blanco fácil, pero estaba seguro que nadie se acercaría a la zona. Cuando llegamos al lugar había alguien más, un hombre joven, seguramente de mi edad y rubio. Tenía un instrumento a su lado, por su aspecto era un laúd. No sabía que pensar de él pero si estaba con mi momentáneo aliado no le atacaría a no ser que fuese necesario.
Cuando el rubio se acerca, la loba cae hacia atrás asustada, ya había costado que confiase en nosotros imagine en otra persona más. Al caer, obviando que el dragón se comunicaba con el joven, la chica se acerca a mi, buscando refugio, se agarraba a mi, sin mirarme, solo fijándose en el frente. Sus manos estaban frías y tensas, apretaba con la única fuerza que le quedaba en el cuerpo.-Tranquila..no te va a hacer nada..- Digo cariñosamente mientras acariciaba su cabeza para calmarla.-Eh, rubio.- Miro al hombre desconocido. -Esta señorita necesita asistencia y cuidado hasta estabilizarla y que pueda llevarla a la aldea. Si no os importa...-Miro a la hoguera al acabar la frase.
Para subirla a lomos de la bestia alada, gracias a su facilitación al inclinarse la subo de lado como podía. Estaba muy temblorosa y asustada, era normal en su estado. Estar tan cerca de la muerte y por un lado quieres que sea rápida y por otro, quieres sobrevivir.
No se donde la llevaría el dragón, pero si aceleraba más la marcha, la pobre chica, sin fuerza para agarrarse se caería sin dudar, su expresión a lomos, era estremecedora, lo estaba pasando realmente mal. Temía por ella por supuesto, parecía estar en la misma situación en la que me encontré hace una década, solo y sin recursos.
Ahora, el objetivo del dragón estaba claro, una zona con una hoguera, un blanco fácil, pero estaba seguro que nadie se acercaría a la zona. Cuando llegamos al lugar había alguien más, un hombre joven, seguramente de mi edad y rubio. Tenía un instrumento a su lado, por su aspecto era un laúd. No sabía que pensar de él pero si estaba con mi momentáneo aliado no le atacaría a no ser que fuese necesario.
Cuando el rubio se acerca, la loba cae hacia atrás asustada, ya había costado que confiase en nosotros imagine en otra persona más. Al caer, obviando que el dragón se comunicaba con el joven, la chica se acerca a mi, buscando refugio, se agarraba a mi, sin mirarme, solo fijándose en el frente. Sus manos estaban frías y tensas, apretaba con la única fuerza que le quedaba en el cuerpo.-Tranquila..no te va a hacer nada..- Digo cariñosamente mientras acariciaba su cabeza para calmarla.-Eh, rubio.- Miro al hombre desconocido. -Esta señorita necesita asistencia y cuidado hasta estabilizarla y que pueda llevarla a la aldea. Si no os importa...-Miro a la hoguera al acabar la frase.
Lycon
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Giré la cabeza para mirar a la chica cuando cayó hacia atrás para asegurarme de que seguía de una pieza. De haber estado en mi forma humana, habría rodado los ojos, pero solo pude resoplar mientras volvía a cubrirse con la manta.
-¿Rubio?- exclamó Jarek en tono agudo- Ya, eso ya lo veo- respondió, algo molesto por aquel apelativo inicial-. Encima va enseñando las vergüenzas. Si es que…- refunfuñó el trovador mientras rebuscaba en su fardo- Que se acerque al fuego. En el espetón aún queda comida- les indicó con un cabeceo.
Me alejé un par de metros hasta donde había dejado tirada mi ropa. Solté un último resoplido, mirando a los licántropos de soslayo, y entonces me transformé, irguiéndome hasta ponerme en pie, de espaldas a ellos. Comencé a vestirme a toda prisa. Hacía un frío que pelaba, aunque había dejado de nevar. Tal vez diera tregua esa noche. Ni a Jarek ni a mí nos apetecía dormir al raso y acabar sepultados bajo la nieve. Me puse todas las capas de ropa, las botas, y dejé el peto de cuero a un lado.
-Qué gusto poder comunicarse uno- suspiré, encarándoles, y pasándome una mano por el pelo. Levanté las manos mirando a la chica, abriendo las palmas-. No tengas miedo. Soy el mismo que te acaba de llevar de paseo hasta aquí.
Cogí la ropa que Jarek me tendía y me acerqué con cuidado hasta ponerme de cuclillas. Una camisa y unos calzones para cubrirse y que no pasara frío. Eso era lo principal.
-Ponte esto.
-¿Rubio?- exclamó Jarek en tono agudo- Ya, eso ya lo veo- respondió, algo molesto por aquel apelativo inicial-. Encima va enseñando las vergüenzas. Si es que…- refunfuñó el trovador mientras rebuscaba en su fardo- Que se acerque al fuego. En el espetón aún queda comida- les indicó con un cabeceo.
Me alejé un par de metros hasta donde había dejado tirada mi ropa. Solté un último resoplido, mirando a los licántropos de soslayo, y entonces me transformé, irguiéndome hasta ponerme en pie, de espaldas a ellos. Comencé a vestirme a toda prisa. Hacía un frío que pelaba, aunque había dejado de nevar. Tal vez diera tregua esa noche. Ni a Jarek ni a mí nos apetecía dormir al raso y acabar sepultados bajo la nieve. Me puse todas las capas de ropa, las botas, y dejé el peto de cuero a un lado.
-Qué gusto poder comunicarse uno- suspiré, encarándoles, y pasándome una mano por el pelo. Levanté las manos mirando a la chica, abriendo las palmas-. No tengas miedo. Soy el mismo que te acaba de llevar de paseo hasta aquí.
Cogí la ropa que Jarek me tendía y me acerqué con cuidado hasta ponerme de cuclillas. Una camisa y unos calzones para cubrirse y que no pasara frío. Eso era lo principal.
-Ponte esto.
Firnen Barlan
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Alzó la mirada al oir al lobo y agachó la cabeza, encogiéndose al ver que él acercaba la mano a su cabeza, tensándose. Su cuerpo reaccionaba solo, aunque su cabeza quisiera creer que no iban a hacerle daño, su cuerpo no parecía aceptarlo con tanta facilidad, temblaba, se alejaba, se tensaba y parecía no querer aceptar que pudiera haber alguien que no fuese a golpearla. Tragó saliva, arrepintiéndose de su reacción, y volvió a acercarse un poco viendo alejarse al dragón hasta detrás de unos matorrales.
El juglar se retiró también, buscando en un fardo y sacó algo de tela. Freya lo observaba todo en silencio mientras, sosteniéndose de la camisa del lobo se atrevía a alzarse, sintiendo, por fin, las piernas fuertes tras la transformación. Se acercó al fuego y se sentó abrazándose las rodillas cubriéndose totalmente con la manta. No se sentía cómoda, y el juglar era quien más incómoda la hacía sentir, no parecía ser alguien con capacidades de transformación. Usualmente quienes podían cambiar de forma no se fijaban en la desnudez, pero el juglar, si, había sido uno de sus primeros comentarios.
De entre los arbustos salió un hombre, ya vestido, que afirmaba ser el dragón. Le tendió algo de ropa que ella, aceptó, levantándose envuelta en la manta y se retiró a los arbustos donde había estado el dragón momentos antes. Dejó caer la manta al suelo y se apresuró a ponerse la camisola blanca que le habían prestado, le venía inmensa. Suspiró mirándose y se colocó los calzones que, al igual que la camisa, le venían inmensos. Ató con fuerza el cordón que anudaba el pantalón tras poner la camisa por dentro, y se dió dos vueltas con el a la cintura, asegurándose de que no se caerían, antes de volver a tirarse la manta por encima y salir de vuelta al fuego con un suspiro.
- Gracias.- murmuró sentándose, algo alejada de los tres hombres, encogiéndose y cubriéndose las piernas con la manta abrazándose, nuevamente, las rodillas. Alzó la mirada a los presentes, la habían ayudado, necesitaban, al menos, una explicación.- Me llamo Freya.- se presentó por fin con voz débil.- Siento haberos involucrado en esto.-se disculpó.- pero... muchas gracias por ayudarme.- se escondió hasta la nariz entre la manta y miró bailar las llamas, no creía que esa noche pudiera dormir, aunque, al menos, ya estaba lejos de esas bestias que había tenido por manada.
El juglar se retiró también, buscando en un fardo y sacó algo de tela. Freya lo observaba todo en silencio mientras, sosteniéndose de la camisa del lobo se atrevía a alzarse, sintiendo, por fin, las piernas fuertes tras la transformación. Se acercó al fuego y se sentó abrazándose las rodillas cubriéndose totalmente con la manta. No se sentía cómoda, y el juglar era quien más incómoda la hacía sentir, no parecía ser alguien con capacidades de transformación. Usualmente quienes podían cambiar de forma no se fijaban en la desnudez, pero el juglar, si, había sido uno de sus primeros comentarios.
De entre los arbustos salió un hombre, ya vestido, que afirmaba ser el dragón. Le tendió algo de ropa que ella, aceptó, levantándose envuelta en la manta y se retiró a los arbustos donde había estado el dragón momentos antes. Dejó caer la manta al suelo y se apresuró a ponerse la camisola blanca que le habían prestado, le venía inmensa. Suspiró mirándose y se colocó los calzones que, al igual que la camisa, le venían inmensos. Ató con fuerza el cordón que anudaba el pantalón tras poner la camisa por dentro, y se dió dos vueltas con el a la cintura, asegurándose de que no se caerían, antes de volver a tirarse la manta por encima y salir de vuelta al fuego con un suspiro.
- Gracias.- murmuró sentándose, algo alejada de los tres hombres, encogiéndose y cubriéndose las piernas con la manta abrazándose, nuevamente, las rodillas. Alzó la mirada a los presentes, la habían ayudado, necesitaban, al menos, una explicación.- Me llamo Freya.- se presentó por fin con voz débil.- Siento haberos involucrado en esto.-se disculpó.- pero... muchas gracias por ayudarme.- se escondió hasta la nariz entre la manta y miró bailar las llamas, no creía que esa noche pudiera dormir, aunque, al menos, ya estaba lejos de esas bestias que había tenido por manada.
Freya Lathman
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Re: Liberación [Libre][3/3]
El bardo recriminaba el uso del apelativo con el que me había referido a él, no se como hubiese querido que le llamase, de todos modos no me importaba que dijese. Era bastante borde pero debía ser así siempre ya que hasta el dragón le había llamado la atención al respeto. Asiento ante las indicaciones y miro al frente, donde el ahora hombre se había transformado de nuevo para posteriormente, ofrecerle algo de ropa a la mujer. Cuando termina de hacer eso aprovechando que estaba cerca de nosotros le extiendo la mano.-Me llamo Lycon, gracias por ayudarnos antes, una lucha en desventaja habría sido complicada de librar.- Ciertamente, dudaba si podría haberme hecho con ellos, pero la situación inicial de ella era peor, no podía dejarlo pasar.
Ayudando a la joven desconocida a levantarse, camina hasta el fuego, la idea de que iba a sobrevivir parecía haberla animado, aún así estaba inquieta por lo que me acerco a ella, colocándome a menos de medio metro, de repente, cuando termino de acomodarme habla, su voz era dulce aunque débil. Se llamaba Freya y al pedirnos disculpas por habernos implicado niego con la cabeza.-No tienes por que darlas, cualquiera lo habría hecho. Sobretodo debes darle las gracias a él.- Señalo al hombre fornido, no digo que no hubiese tomado parte, pero fue su tamaño el que nos salvó.
Mientras el hombre habla, en voz baja le pregunto al bardo si tenía un plato por lo que me lo entrega aún resentido por alguna razón. Me acerco a la hoguera y cargo el plato de comida caliente, acto seguido, se la entrego a Freya.-Necesitas recuperar fuerzas, come.-Sonrío para no hacerla sentir mal ni incomoda. Ahora miro al dragón.-Cuando se recupere, Ulmer no queda muy lejos, podríais venir, el bosque en Invierno es una zona peligrosa y muy helada. Si nieva estáis perdidos, no había nevado así en mucho tiempo. Hay una taberna en la que hay habitaciones, no debería ser un problema, el lugar siempre se llena de comerciantes y aventureros aunque con la nevada se ha reducido- Aguardo una respuesta.
Ayudando a la joven desconocida a levantarse, camina hasta el fuego, la idea de que iba a sobrevivir parecía haberla animado, aún así estaba inquieta por lo que me acerco a ella, colocándome a menos de medio metro, de repente, cuando termino de acomodarme habla, su voz era dulce aunque débil. Se llamaba Freya y al pedirnos disculpas por habernos implicado niego con la cabeza.-No tienes por que darlas, cualquiera lo habría hecho. Sobretodo debes darle las gracias a él.- Señalo al hombre fornido, no digo que no hubiese tomado parte, pero fue su tamaño el que nos salvó.
Mientras el hombre habla, en voz baja le pregunto al bardo si tenía un plato por lo que me lo entrega aún resentido por alguna razón. Me acerco a la hoguera y cargo el plato de comida caliente, acto seguido, se la entrego a Freya.-Necesitas recuperar fuerzas, come.-Sonrío para no hacerla sentir mal ni incomoda. Ahora miro al dragón.-Cuando se recupere, Ulmer no queda muy lejos, podríais venir, el bosque en Invierno es una zona peligrosa y muy helada. Si nieva estáis perdidos, no había nevado así en mucho tiempo. Hay una taberna en la que hay habitaciones, no debería ser un problema, el lugar siempre se llena de comerciantes y aventureros aunque con la nevada se ha reducido- Aguardo una respuesta.
Lycon
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Re: Liberación [Libre][3/3]
-Oh, no ha sido nada- respondió Jarek haciendo un ademán con la mano ante los agradecimientos de los dos licántropos, adelantándose a mí como si él hubiera hecho algo por ayudar. Le eché una mirada de advertencia para socavar su dichoso ego, pero en el fondo sabía que el trovador pretendía quitar hierro a la situación-. Freya- repitió en voz alta-. Hermoso nombre. Existía una diosa llamada Freya. Era la deidad de la belleza y el amor. Tiene una historia curiosa. Veréis. Ella y el dios de la guerra se…
-Jarek…- le interrumpí para que se callara, y me senté delante del fuego para volver a entrar en calor.
El trovador suspiró, se encogió de hombros y entonces hizo una floritura con una mano, alargando el otro brazo, retrocediendo un pie para doblar ligeramente las rodillas, e inclinarse en una pomposa reverencia, tan suya. Yo acercaba las manos al fuego y hacía lo posible por ignorarle.
-Me llaman Jarek el Bardo- dijo, se irguió, acercándose, y se sentó junto a su laúd señalándome con un pulgar-. El lagarto es Firnen.
-Muy amable- mascullé.
-Soy un caballero- respondió él, elocuente-. Y a mí me gusta la idea de pasar unos días en una posada calentita- comenzó, frotándose las manos-. No estoy hecho para este frío- dijo, y se acercó las manos a los labios para infundirse calor con su aliento.
-Gracias por la oferta- le dije Lycon, observando a la chica mirar la comida en su bol de madera-. Quizá vayamos, pero vengo del norte. Estoy acostumbrado al frío y la nieve- aclaré.
-Pero yo no- replicó Jarek-. Decidido, iremos a Ulmer.
-Jarek…- le interrumpí para que se callara, y me senté delante del fuego para volver a entrar en calor.
El trovador suspiró, se encogió de hombros y entonces hizo una floritura con una mano, alargando el otro brazo, retrocediendo un pie para doblar ligeramente las rodillas, e inclinarse en una pomposa reverencia, tan suya. Yo acercaba las manos al fuego y hacía lo posible por ignorarle.
-Me llaman Jarek el Bardo- dijo, se irguió, acercándose, y se sentó junto a su laúd señalándome con un pulgar-. El lagarto es Firnen.
-Muy amable- mascullé.
-Soy un caballero- respondió él, elocuente-. Y a mí me gusta la idea de pasar unos días en una posada calentita- comenzó, frotándose las manos-. No estoy hecho para este frío- dijo, y se acercó las manos a los labios para infundirse calor con su aliento.
-Gracias por la oferta- le dije Lycon, observando a la chica mirar la comida en su bol de madera-. Quizá vayamos, pero vengo del norte. Estoy acostumbrado al frío y la nieve- aclaré.
-Pero yo no- replicó Jarek-. Decidido, iremos a Ulmer.
Firnen Barlan
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Alzó la cabeza para mirar al trobador, ¿leyendas? se abrazo más fuerte las piernas. Ella conocía la historia de Freya, su madre le había cantado la ópera como nana en tantas ocasiones, que se la había aprendido de memoria, había intentado cantarla en muchas ocasiones, pero nunca alcanzaba las notas. No tenía entrenada la voz, ni sabía leer partituras complejas, pero podía entonar de oido, lástima que a su madre no le hubiera dado tiempo a enseñarle, sabía que había querido que ella siguiera el camino que la mujer había dejado de lado, pero al final, no había podido ser.
La mujer había muerto demasiado pronto, y ella, había sido arrancada de su familia, así que, aunque hubiera querido, habría sido incapaz de seguir el camino que la mujer había querido para ella. Miró al bardo hace runa floritura presentándose. No le gustaba, las formas exageradas se asemejaban demasiado a lo que había sido el Monstruo al conocerlo, aunque ella no hubiera querido verlo en su momento. Estaba claro que el juglar lo hacía por pofesión, pero no le gustaba.
Giró a mirar a la voz del lobo, que se había acercado a ella y le tendía un cuenco de comida humeante. Extendió la mano, sacándola de la manta y tomo el cuenco despacio, no quería que se le cayese. No podía comer demasiado, estaba hambrienta, sin duda, pero si comía demasiado vomitaría, su estomago se había acostumbrado a comer poco, y, en ocasiones incluso le dolía comer. Suponía que no sería el caso, había podido comer algo los dos días anteriores, pero su manada no había sido dada a la caza, eran bastante torpes, y el invierno anterior a penas había probado bocado, por suerte, no era tan llamtivo el caso de este.
- Gracias.- murmuró.
Dio una cucharada y tragó, le recorrió un escalofrío al notar el calor en el estómago. Ulmer. ¿Sería igual que su anterior manada? No, no podía ser, y por mala que fuera, estaba segura de que no podía ser peor. Tal vez pudiera encontrar, allí algún modo de salir a flote, de contactar con su familia, advertirle para que pudieran irse a algún otro lado, aunque, con algo de suerte, estarían en Lunargenta. Siguió comiendo en silencio hasta que se sintió llena aun con el plato lleno por algo más de la mitad. Suspiró y dejó el tazón a un lado y esperó en silencio a que quisieran partir.
Sentía ser incapaz de comer más, estaba delicioso y era cálido, había comido lentamente, procurando evitar el dolor que, en ocasiones, aparecía junto a comer, pero ya no se sentía capaz de dar un nuevo bocado sin tirar todo lo que llevaba ya dentro. Era consciente de que tardaría en acostumbrarse en volver a comer. Miró a los cocineros, casi disculpándose y miró hacia el camino, no parecía haber nadie más cerca, y era, en cierto modo, un alivio, mientras los presentes no se le acercasen mucho, seguiría tranquila. Al menos, habían pasado los temblores, empezaba a fiarse, un poco, de ellos, pero aun no podía fiarse del todo, no por no querer, si no porque su inconsciente, reaccionaba solo.
Off: Podéis avanzar hasta Ulmer o como querías n.n
La mujer había muerto demasiado pronto, y ella, había sido arrancada de su familia, así que, aunque hubiera querido, habría sido incapaz de seguir el camino que la mujer había querido para ella. Miró al bardo hace runa floritura presentándose. No le gustaba, las formas exageradas se asemejaban demasiado a lo que había sido el Monstruo al conocerlo, aunque ella no hubiera querido verlo en su momento. Estaba claro que el juglar lo hacía por pofesión, pero no le gustaba.
Giró a mirar a la voz del lobo, que se había acercado a ella y le tendía un cuenco de comida humeante. Extendió la mano, sacándola de la manta y tomo el cuenco despacio, no quería que se le cayese. No podía comer demasiado, estaba hambrienta, sin duda, pero si comía demasiado vomitaría, su estomago se había acostumbrado a comer poco, y, en ocasiones incluso le dolía comer. Suponía que no sería el caso, había podido comer algo los dos días anteriores, pero su manada no había sido dada a la caza, eran bastante torpes, y el invierno anterior a penas había probado bocado, por suerte, no era tan llamtivo el caso de este.
- Gracias.- murmuró.
Dio una cucharada y tragó, le recorrió un escalofrío al notar el calor en el estómago. Ulmer. ¿Sería igual que su anterior manada? No, no podía ser, y por mala que fuera, estaba segura de que no podía ser peor. Tal vez pudiera encontrar, allí algún modo de salir a flote, de contactar con su familia, advertirle para que pudieran irse a algún otro lado, aunque, con algo de suerte, estarían en Lunargenta. Siguió comiendo en silencio hasta que se sintió llena aun con el plato lleno por algo más de la mitad. Suspiró y dejó el tazón a un lado y esperó en silencio a que quisieran partir.
Sentía ser incapaz de comer más, estaba delicioso y era cálido, había comido lentamente, procurando evitar el dolor que, en ocasiones, aparecía junto a comer, pero ya no se sentía capaz de dar un nuevo bocado sin tirar todo lo que llevaba ya dentro. Era consciente de que tardaría en acostumbrarse en volver a comer. Miró a los cocineros, casi disculpándose y miró hacia el camino, no parecía haber nadie más cerca, y era, en cierto modo, un alivio, mientras los presentes no se le acercasen mucho, seguiría tranquila. Al menos, habían pasado los temblores, empezaba a fiarse, un poco, de ellos, pero aun no podía fiarse del todo, no por no querer, si no porque su inconsciente, reaccionaba solo.
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Freya Lathman
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Al fin se presentaba el bardo, se llamaba Jarek y parecía haber recorrido largo tiempo con Firnen por como se trataban, echándose piedrecillas uno encima de otro. La muchacha empezaba a comer, muy lentamente pero apreciaba el alimento aun con una expresión de dolor. Mirando como comía desvío la mirada a Jarek que había decidido por el dragón y por el la marcha a Ulmer.
Asintiendo señalo hacia al este, en la dirección en la que estaba Ulmer.-La dirección es esa, no llevará más que un par de horas con Freya. Eso o que la lleve usted, señor Firnen. Aunque creo que ella no esta en condiciones de sobrevolar las alturas, añadiendo que lo croe un método poco fiable. -Dicho esto, mientras ellos hablan me acerco aun más a Freya, colocando la manta que se le caía por el hombros.-Largo camino has recorrido hasta llegar aquí Freya, pero estarás a salvo pronto.- Evito el contacto excesivo ya que seguía temerosa. Cierto era que en la aldea la mayoría eran amigables con todos aunque siempre, como en toda comunidad, había cierto "periodo de prueba".-Pronto todo cambiará, según dicen, la anciana de la taberna suele buscar gente nueva para trabajar, no tendrás problema en conseguir un trabajo pronto. Desde hace años trabajo en la carpintería aunque se me da mejor el curtir pieles, es más, esta ropa la hice yo hace mucho tiempo. Y aun dura- Afirmo estirándola un poco con las yemas de los dedos.
Acto seguido, me levanto y me limpio el trasero de polvo con las manos, ahora, dirigiéndome a los hombres digo -La última cosa que queda es aguardar un rato para que se recupere y podremos marchar, vigilaré los alrededores.- Tras terminar de hablar, me voy moviendo a unos cincuenta metros en círculos reconociendo el lugar.
Asintiendo señalo hacia al este, en la dirección en la que estaba Ulmer.-La dirección es esa, no llevará más que un par de horas con Freya. Eso o que la lleve usted, señor Firnen. Aunque creo que ella no esta en condiciones de sobrevolar las alturas, añadiendo que lo croe un método poco fiable. -Dicho esto, mientras ellos hablan me acerco aun más a Freya, colocando la manta que se le caía por el hombros.-Largo camino has recorrido hasta llegar aquí Freya, pero estarás a salvo pronto.- Evito el contacto excesivo ya que seguía temerosa. Cierto era que en la aldea la mayoría eran amigables con todos aunque siempre, como en toda comunidad, había cierto "periodo de prueba".-Pronto todo cambiará, según dicen, la anciana de la taberna suele buscar gente nueva para trabajar, no tendrás problema en conseguir un trabajo pronto. Desde hace años trabajo en la carpintería aunque se me da mejor el curtir pieles, es más, esta ropa la hice yo hace mucho tiempo. Y aun dura- Afirmo estirándola un poco con las yemas de los dedos.
Acto seguido, me levanto y me limpio el trasero de polvo con las manos, ahora, dirigiéndome a los hombres digo -La última cosa que queda es aguardar un rato para que se recupere y podremos marchar, vigilaré los alrededores.- Tras terminar de hablar, me voy moviendo a unos cincuenta metros en círculos reconociendo el lugar.
Lycon
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Escuché al licántropo mientras hablaba con la chica. Eché un tronquito para avivar el fuego y removí las brasas para que no se apagaran. Jarek volvió a centrarse en su laúd, aunque les echaba miradas a los dos licántropos de vez en cuando, más que probablemente atento a su conversación, o más bien al monólogo de Lycon.
-Mira, hasta te ha salido trabajo- comenté de forma animada mientras Freya comía poco a poco hasta dejar la mitad del cuenco. No la culpaba. La chica tenía aspecto de no haber comido bien en meses y meses. El estómago se cierra y, a poca comida de más que se intente ingerir, uno acaba vomitando. Lo había visto antes, y era triste. Tremendamente triste-. Podemos partir al amanecer. Con este frío los lobos se lo pensarán dos veces antes de salir a buscarte- le dije a la chica.
-Por no hablar de lo acojonados que estarán después de ver a un lagarto gigante- inquirió Jarek con una risotada, por lo que levanté una ceja y le miré de reojo.
-Cállate si no quieres que te haga tragar el laúd- le respondí con calma, y volví a centrar mi atención en la muchacha-. Puedo cargar contigo sin problemas. Puedes viajar montada en este lagarto, no necesariamente volando- le sonreí.
-Mira, hasta te ha salido trabajo- comenté de forma animada mientras Freya comía poco a poco hasta dejar la mitad del cuenco. No la culpaba. La chica tenía aspecto de no haber comido bien en meses y meses. El estómago se cierra y, a poca comida de más que se intente ingerir, uno acaba vomitando. Lo había visto antes, y era triste. Tremendamente triste-. Podemos partir al amanecer. Con este frío los lobos se lo pensarán dos veces antes de salir a buscarte- le dije a la chica.
-Por no hablar de lo acojonados que estarán después de ver a un lagarto gigante- inquirió Jarek con una risotada, por lo que levanté una ceja y le miré de reojo.
-Cállate si no quieres que te haga tragar el laúd- le respondí con calma, y volví a centrar mi atención en la muchacha-. Puedo cargar contigo sin problemas. Puedes viajar montada en este lagarto, no necesariamente volando- le sonreí.
Firnen Barlan
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Se removió en silencio mirando a los presentes, no era tan débil como parecía que la habían tomado. Podía caminar dos horas sin necesidad de que la ayudasen o la llevasen a hombros, simplemente la habían encontrado en un mal momento, acababa de transformarse, era doloroso, muy doloroso, lógicamente iba a ser incapaz de moverse durante un tiempo, pero había pasado ya bastante tiempo desde que volvió a ser humana, y, además, había podido comer, no tenía por qué tener problemas, para llegar a la aldea.
No le gustaba que la tuvieran por alguien débil, sabía que, por el tiempo, se había vuelto bastante cobarde, el peso y la forma que había tenido trabajando en la granja había dado paso a alguien demasiado delgado para su altura, su comportamiento era el de alguien atemorizado por el mundo que la rodeaba, era consciente, totalmente consciente de ello. Pero había logrado salir de ese sitio, en malas condiciones, si, pero lo había conseguido, había sido capaz de golpear a la persona, si es que podía llamarsele así, que más la atemorizaba en el mundo.
- Puedo andar.- murmuró aun encojida. Hacía mucho que había perdido su voz, pero tenía que comenzar a recuperarla, ni que fuera poco a poco. - Quiero decir, que no me importa ir ya hacia allí, lo prefiero a que nos pille una nevada en medio de la noche.- se atrevió a comentar cuando todos parecieron haber guardado silencio. - Estoy bien...- murmuró.
Sin embargo, ahora tenían que esperar a que Lycon regresara. Miró hacia los arbustos por los que el lobo había desaparecido, y se abrazó las rodillas mirándo el fuego, miró un momento el laud, añoraba la música, pero solo de pensar en tocar le temblaban las manos. Se lo habían tenido prohibido tanto tiempo, había vivido tanto sin música, que era como si le faltase algo en el pecho. Miró al bardo, curiosa, mientras este afinaba las cuerdas de su laud, y se atrevió a preguntar.
- ¿Cual es la historia de Freya?- le preguntó, con la esperanza de escuchar algo de música, ni que fuera entre las palabras que narraban la historia de una ópera que sabía al pie de la letra, al menos, sería una forma de pasar el tiempo hasta que regresara el lobo.
En realidad, a pesar del miedo, tenía ganas de ir a Ulmer, saber si sería diferente, esperaba sentirse acogida, o, al menos, segura, Ulmer era una oportunidad, un inicio, la posibilidad de una vida nueva, de cambiar su pasado y volver a ser la de siempre, la que era hacía dos años, la que era antes de ser un lobo. Era una pequeña esperanza, a penas un halo que se colaba entre las sombras, pero algo que comenzaba a llenar el mundo en blanco y negro, de color.
No le gustaba que la tuvieran por alguien débil, sabía que, por el tiempo, se había vuelto bastante cobarde, el peso y la forma que había tenido trabajando en la granja había dado paso a alguien demasiado delgado para su altura, su comportamiento era el de alguien atemorizado por el mundo que la rodeaba, era consciente, totalmente consciente de ello. Pero había logrado salir de ese sitio, en malas condiciones, si, pero lo había conseguido, había sido capaz de golpear a la persona, si es que podía llamarsele así, que más la atemorizaba en el mundo.
- Puedo andar.- murmuró aun encojida. Hacía mucho que había perdido su voz, pero tenía que comenzar a recuperarla, ni que fuera poco a poco. - Quiero decir, que no me importa ir ya hacia allí, lo prefiero a que nos pille una nevada en medio de la noche.- se atrevió a comentar cuando todos parecieron haber guardado silencio. - Estoy bien...- murmuró.
Sin embargo, ahora tenían que esperar a que Lycon regresara. Miró hacia los arbustos por los que el lobo había desaparecido, y se abrazó las rodillas mirándo el fuego, miró un momento el laud, añoraba la música, pero solo de pensar en tocar le temblaban las manos. Se lo habían tenido prohibido tanto tiempo, había vivido tanto sin música, que era como si le faltase algo en el pecho. Miró al bardo, curiosa, mientras este afinaba las cuerdas de su laud, y se atrevió a preguntar.
- ¿Cual es la historia de Freya?- le preguntó, con la esperanza de escuchar algo de música, ni que fuera entre las palabras que narraban la historia de una ópera que sabía al pie de la letra, al menos, sería una forma de pasar el tiempo hasta que regresara el lobo.
En realidad, a pesar del miedo, tenía ganas de ir a Ulmer, saber si sería diferente, esperaba sentirse acogida, o, al menos, segura, Ulmer era una oportunidad, un inicio, la posibilidad de una vida nueva, de cambiar su pasado y volver a ser la de siempre, la que era hacía dos años, la que era antes de ser un lobo. Era una pequeña esperanza, a penas un halo que se colaba entre las sombras, pero algo que comenzaba a llenar el mundo en blanco y negro, de color.
Freya Lathman
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Una vez terminado el reconocimiento había trazado una vía para poder llegar a la aldea sin peligro, no hay nada cerca que pudiese interceptarnos o al menos eso creo, no había tardado mucho, unos treinta minutos así que mire de nuevo al lugar donde estaban y me encamino yendo por la derecha, dejando a un lado a Freya y a Firnen.
Dado que no hacía mucho que me había transformado, no me apetecía volver a ser humano por el momento por lo que me hago una pequeña bola cerca del fuego. Mi pelaje rojizo brillaba con la luz que otorgaban las llamas y su calor me acogía, como una vieja amiga. Cuando ya estaba por cerrar los ojos noto una mano en mi pelaje, cuando muevo el cuerpo ya que no lo esperaba aparta la mano rápidamente y se cae hacia atrás. Era Freya y tras ver su reacción me levanto sereno y me acerco a ella hundiendo mi cabeza en entre su brazo y su barriga, demostrando que no le iba a hacer nada. -N..no- Alcanza a decir ella tras mis actos pero luego comienza a acariciar mi pelaje de forma muy pausada, temiendo que pasase algo.
Una vez se ha tranquilizado me muevo, si íbamos a partir ya debía hacerlo como humano. Camino hasta unos arbustos y me transformo de nuevo. No se exactamente cual de las dos transformaciones dolía más, los huesos de nuevo se rompían y crecían otros, los músculos formarse o deformarse, todo dependía de como estuvieses en ese momento.
Ya que era el mismo lugar en el que me había transformado antes la ropa se hallaba allí así que antes de salir me visto. Una vez listo, me acerco al fuego dispuesto a informar. -Si seguimos hacía allí- Señalo en dirección al camino que había decidido tomar.-Llegaremos en un par de horas, más si vamos a paso lento, no será un problema llegar, sea de la forma que sea.-
Dado que no hacía mucho que me había transformado, no me apetecía volver a ser humano por el momento por lo que me hago una pequeña bola cerca del fuego. Mi pelaje rojizo brillaba con la luz que otorgaban las llamas y su calor me acogía, como una vieja amiga. Cuando ya estaba por cerrar los ojos noto una mano en mi pelaje, cuando muevo el cuerpo ya que no lo esperaba aparta la mano rápidamente y se cae hacia atrás. Era Freya y tras ver su reacción me levanto sereno y me acerco a ella hundiendo mi cabeza en entre su brazo y su barriga, demostrando que no le iba a hacer nada. -N..no- Alcanza a decir ella tras mis actos pero luego comienza a acariciar mi pelaje de forma muy pausada, temiendo que pasase algo.
Una vez se ha tranquilizado me muevo, si íbamos a partir ya debía hacerlo como humano. Camino hasta unos arbustos y me transformo de nuevo. No se exactamente cual de las dos transformaciones dolía más, los huesos de nuevo se rompían y crecían otros, los músculos formarse o deformarse, todo dependía de como estuvieses en ese momento.
Ya que era el mismo lugar en el que me había transformado antes la ropa se hallaba allí así que antes de salir me visto. Una vez listo, me acerco al fuego dispuesto a informar. -Si seguimos hacía allí- Señalo en dirección al camino que había decidido tomar.-Llegaremos en un par de horas, más si vamos a paso lento, no será un problema llegar, sea de la forma que sea.-
Lycon
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Re: Liberación [Libre][3/3]
La historia fue tranquila, narrada con voz suave y dulce y acompañada del sonido de la mandolina, logró calmar los nervios y el temor que había estado y aun estaba, pero en menor medida, inundando el cuerpo de Freya. Las historias eran diferentes dependía de quien las cantase, la tradición oral de aerandir era rica en historias, personajes y detalles, su padre creía que, algun día podría recabarlas todas, pero era algo imposible. Habia quienes habían intentado plasmar en texto todo lo que transmitian juglares, cantantes y cuenta cuentos, pero era imposible, al menos a su modo de ver, transmitir en meras letras todo lo que una música o una voz podía dejar pasar.
A punto estaba de levantarse y estirar la espalda, que aun tenía dolorida por la transformación, cuando escuchó un sonido procedente de la arbolada. Se giró, nerviosa, apartándose temerosa al ver la forma lobuna acercarse, y se quedó paralizada un instante, intentando serenar la respiración y detener sus gestos de miedo. Tensa, lo vio acercarse. No debía temer, no era uno de los lobos de su manada, ese era el mismo lobo que se le había acercado cuando acababa de transformarse, el mismo que la había defendido de su manada.
Le vio acercarse, sintiendose más nerviosa, y un suave "no" escapó de sus labios mientras el hocico del lobo se acercaba a su estómago para apoyar la cabeza suavemente en su regazo. Tragó saliva y lo miró un instante, comenzando a relajarse a medida que veía que no tenía intención de herirla. Suspiró y comenzó a mirar el fuego, intentando que el vaiven de las llamas la relajase. Hasta que la voz del juglar y el baile del fuego la hizo distraerse hasta el punto en el que, el calor del pelaje del lobo y su tacto suave le resulto, en lugar de aterrador, agradable, y hundio sin darse cuenta la mano en el cuello del animal, acariciando el pelo.
Apartó la mano con velocidad al notar el movimiento del lobo, y respiró hondo cuando le vio irse tras los arbustos. Suspiró y se miró la mano que había estado acariciando el pelaje del lobo, le empezaba a temblar, pero mientras había estado en contacto con él, mientras había estado distraida, no había tenido miedo, se había sentido, incluso, segura. Lo vio salir en su forma humana y suspiró, asintiendo y levantándose, algo tambaleante. El dragón y el bardo decidieron quedarse atrás, sin temor a la tormenta de nieve que se avecinaba.
- Yo si que iré.- musitó en voz baja siguiendo a Lycon, dos horas no serían nada en comparación a lo que había pasado. - Gracias.- murmuró cuando ya hubieron avanzado bastante por el bosque.- por salvarme.- le intentó sonreir con mirada gacha.
A punto estaba de levantarse y estirar la espalda, que aun tenía dolorida por la transformación, cuando escuchó un sonido procedente de la arbolada. Se giró, nerviosa, apartándose temerosa al ver la forma lobuna acercarse, y se quedó paralizada un instante, intentando serenar la respiración y detener sus gestos de miedo. Tensa, lo vio acercarse. No debía temer, no era uno de los lobos de su manada, ese era el mismo lobo que se le había acercado cuando acababa de transformarse, el mismo que la había defendido de su manada.
Le vio acercarse, sintiendose más nerviosa, y un suave "no" escapó de sus labios mientras el hocico del lobo se acercaba a su estómago para apoyar la cabeza suavemente en su regazo. Tragó saliva y lo miró un instante, comenzando a relajarse a medida que veía que no tenía intención de herirla. Suspiró y comenzó a mirar el fuego, intentando que el vaiven de las llamas la relajase. Hasta que la voz del juglar y el baile del fuego la hizo distraerse hasta el punto en el que, el calor del pelaje del lobo y su tacto suave le resulto, en lugar de aterrador, agradable, y hundio sin darse cuenta la mano en el cuello del animal, acariciando el pelo.
Apartó la mano con velocidad al notar el movimiento del lobo, y respiró hondo cuando le vio irse tras los arbustos. Suspiró y se miró la mano que había estado acariciando el pelaje del lobo, le empezaba a temblar, pero mientras había estado en contacto con él, mientras había estado distraida, no había tenido miedo, se había sentido, incluso, segura. Lo vio salir en su forma humana y suspiró, asintiendo y levantándose, algo tambaleante. El dragón y el bardo decidieron quedarse atrás, sin temor a la tormenta de nieve que se avecinaba.
- Yo si que iré.- musitó en voz baja siguiendo a Lycon, dos horas no serían nada en comparación a lo que había pasado. - Gracias.- murmuró cuando ya hubieron avanzado bastante por el bosque.- por salvarme.- le intentó sonreir con mirada gacha.
Freya Lathman
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Re: Liberación [Libre][3/3]
Listos para partir, nuestros dos nuevos compañeros, deciden quedarse atrás, parecía que se irían por la noche aunque era una locura. Me despido del hombre con un efusivo apretón de manos, cierto era que me había, rectifico, nos había salvado la vida con su potente transformación. Será un reto, pero haré llegar sana y salva a Freya hasta Ulmer donde podrá vivir sin miedo.Empezamos nuestra marcha estando yo casi cubriendo a Freya con mi cuerpo, ayudándola a caminar y vigilando los alrededores, esperando que mis sentidos no fuesen equivocados esta vez.Le presto atención unos segundos mientras habla, con su dulce y fina voz.-No es nada- Sonrío unos segundos.
El viento cada vez es más gélido, y la pobre chica a cada rama que pisaba da un pequeño salto hacia un lado asustada. Suspiro lentamente. No había pasado ni cerca de media hora de camino y ya noto su pesar al andar, por lo que decido primeramente, levantarla y llevarla en brazos, de forma que, mi calor corporal la mantendría caliente y no tendría que caminar tanto. Asiento y me paro un segundo. - Vamos a hacer una cosa, llegaremos antes si me permites..llevarte en brazos..estarás más segura y no sufrirás...- No sabía muy bien como decirle esto, no estaba acostumbrado a tratar con desconocidos y menos con mujeres. Aclarando que ninguna más de lo debido para pedir algo, todo sea dicho.
Tarda unos largos segundos pero tras mirarse y quizás recapacitar me lo permite. En ese momento llevaba una larga chaqueta de piel y unas capas de ropa bajo. Me quito la chaqueta lentamente y se la coloco al revés de forma que la espalda, la cual va a estar pegada a mi cuerpo quedase libre y no pasase frío por delante. Me agacho un poco y dejo que se acerque a mi, paso lentamente la mano entre sus rodillas y otra por el tronco. Ella coloca una mano tras mi nuca, revolviéndome el pelo. Una vez ya esta preparada, la levanto del suelo y empiezo a caminar. No era dificultoso, Freya pesaba muy poco.
En ese momento era muy útil mi atributo, el casi irradiar calor, mi cuerpo era una constante fuente de calidez y hacía que mi, espero, amiga se abrazase a mi con fuerza. Dudo si por el miedo o por busca de cobijo. Hacía más frío pero ya estábamos cercanos a Ulmer, sus luces anaranjadas centelleantes indicaban esto.-Mira Freya, eso es Ulmer, ya hemos llegado- Era verdad que estuviese cansado, transformados habríamos llegado mucho antes, pero en su estado era imposible que lo hiciese. Poco a poco, entramos en la aldea, por lo que me dirijo a la tienda del viejo.
El viento cada vez es más gélido, y la pobre chica a cada rama que pisaba da un pequeño salto hacia un lado asustada. Suspiro lentamente. No había pasado ni cerca de media hora de camino y ya noto su pesar al andar, por lo que decido primeramente, levantarla y llevarla en brazos, de forma que, mi calor corporal la mantendría caliente y no tendría que caminar tanto. Asiento y me paro un segundo. - Vamos a hacer una cosa, llegaremos antes si me permites..llevarte en brazos..estarás más segura y no sufrirás...- No sabía muy bien como decirle esto, no estaba acostumbrado a tratar con desconocidos y menos con mujeres. Aclarando que ninguna más de lo debido para pedir algo, todo sea dicho.
Tarda unos largos segundos pero tras mirarse y quizás recapacitar me lo permite. En ese momento llevaba una larga chaqueta de piel y unas capas de ropa bajo. Me quito la chaqueta lentamente y se la coloco al revés de forma que la espalda, la cual va a estar pegada a mi cuerpo quedase libre y no pasase frío por delante. Me agacho un poco y dejo que se acerque a mi, paso lentamente la mano entre sus rodillas y otra por el tronco. Ella coloca una mano tras mi nuca, revolviéndome el pelo. Una vez ya esta preparada, la levanto del suelo y empiezo a caminar. No era dificultoso, Freya pesaba muy poco.
En ese momento era muy útil mi atributo, el casi irradiar calor, mi cuerpo era una constante fuente de calidez y hacía que mi, espero, amiga se abrazase a mi con fuerza. Dudo si por el miedo o por busca de cobijo. Hacía más frío pero ya estábamos cercanos a Ulmer, sus luces anaranjadas centelleantes indicaban esto.-Mira Freya, eso es Ulmer, ya hemos llegado- Era verdad que estuviese cansado, transformados habríamos llegado mucho antes, pero en su estado era imposible que lo hiciese. Poco a poco, entramos en la aldea, por lo que me dirijo a la tienda del viejo.
Lycon
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