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Día en la playa [desafío]

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Mensaje  Sigel Sáb Mar 25, 2017 5:12 pm

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Esto era una familia normal y, como normal que era, decidieron pasar un buen día de primavera en la playa. La madre, Gissa, se quedó en la arena para desplegar las toallas en la mejor parte había una parte de sombra para no pasar demasiado tiempo bajo el traicionero sol (Gissa, como toda madre, era una buena protectora) y una parte de sol para disfrutar del calor de este buen día que hacía. Torbys, el pequeño de la familia, se quedó junto a su madre. Mientras ella preparaba las toallas y colocaba la sombrilla, el pequeñín buscaba entre las arenas las piedrecitas más brillantes y las caracolas más preciosas. ¡Mirad! Las espirales de esa caracola tenían forma de mariposa. Y el niño, con una oreja de oreja a oreja, le regaló la caracola a su madre, quien la aceptó con un caluroso abrazo, y luego fue en busca de otras muchas más. Estaba decidido a encontrar otra caracola especial para Ingo, su hermano dos cuatro años mayor que él, y para su papaíto Lerhman. Quizás, la forma de las espirales de Ingo tendrían forma de espadas. A él le encantaban las historias de caballeros; no podía salir de casa si no era sin esa pequeña daga que papaíto le había regalado el mes pasado para su cumpleaños. La daga estaba en las toallas, mamá (siempre protectora) la estaba vigilando.

Ingo estaba con papá en la barca de madera. Estaban pescando. Torbys era muy pequeño para ir a pescar con ellos. Lo sabía y lo aceptaba con una sonrisa. Para él era más divertido meter las manos dentro de la arena y buscar los tesoros que allí habían enterrados. Ingo no podía meter las manos en el mar. Se quedaba en el bote, con las manos apoyadas para no caerse, mirando con una plena satisfacción cómo se mecían las olas del mar mientras papaíto seguía remando. Cada vez, iban más y más profundo. A Torbys le costaba seguirles el rastro. Se ponía la mano en la frente para que le sirviera como visera y el sol no le molestase a la hora de ver el horizonte del mar; pero, ni aun así, podía distinguir algo más que una mancha marrón gigante con dos manchas más pequeñas encima.

¿Habrán visto algo interesante? Torbys creyó que no podía haber nada más interesante que una caracola de espirales con forma de mariposa por lo que se deshizo de su pregunta. No, por supuesto que no han visto nada interesante. Los tesoros estaban bajo la arena, no bajo el agua del mar.

Aun así, había cierta belleza en contemplar esa mancha marrón que se alejaba y se alejaba y seguía alejándose. Torbys no podía dejar de verla; Gissa tampoco. Aunque, el motivo por lo que la madre no dejaba de vigilar (pues no admiraba, vigilaba) la barca era por ese insaciable deseo de querer proteger a su familia.

Torbys soltó todas las pequeñas piedras que había encontrado al suelo al mismo tiempo que mamá dio un fuerte grito de espanto.

Otras manchas, tan grandes como la barca, se acercaron a la mancha marrón. Gissa corría hacia la orilla del mar, incluso se llegó a meter en el agua, y eso que no le gustaba nada mojarse. Torbys cogió la daga que había dejado sin vigilar y corrió al mar con la inocente intención de rescatar a su hermano y a su padre de esas manchas extrañas que le rodeaban.

En la barca, Lerhman golpeaba con uno de los remos la cabeza de una enorme langostruisidad. No iba a dejar que ninguno de esos monstruos tocase a su hijo. Por muy grandes y fuertes que sean esas bestias, iba a hacerles frente si con eso conseguía proteger a su familia (el mismo sentimiento lo está teniendo Gissa en la arena). Una pinza le atrapó el pie, una langostruosidad, quizás la dueña de la pinza, le mordió en la pierda inyectándole el veneno que llevaban. Ni con esas consiguió minar las fuerzas del padre. La fiebre le subió rápido y su cuerpo comenzó a empaparse de sudor. Pero no, no iba a dejar que esos monstruos le ganasen. Protegería a Ingo aunque fuera lo última que hiciera en esta vida.

Algunas langostruosidades, las que no se entretenían con el molesto padre de familia, olieron la carne joven y tierna del pequeño Torbys acercase al agua. Si no comían a los hombres en la barca, sería a los que estaban en la playa.

_____________________

Bienvenido, ven a pasar un buen día de playa: Estás en Playa de los Ancestros aunque, debo señalar que no me importa cómo has llegado ahí, por mi parte no seré estricta con tu cronología. Te encuentras con la familia en la apuros y deberás elegir si salvar al pequeño Torbys que está a punto de lanzarse al agua con el infantil deseo de ser héroe o el de meterse dentro del mar y ayudar a Ingo y Lerhman a enfrentarse contra las enormes langostruosidades.

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Mensaje  Eretria Noorgard Mar Mar 28, 2017 2:00 am

Con la infantil, optimista y viejuna por edad Valya los días parecían historietas cómicas, después de haberla encontrado en pleno bosque empapada en una esencia azulea como serían las babas de alguna babosa criatura, no sé como se las arregla para encariñar a todo lo que le canta ni tampoco como es que la persiguen como si fuese un delicioso manjar la hallé sin siquiera entender como los ancestros por fin, habían escuchado mis réplicas. El reencuentro no fue nada especial, más bien corrimos desquiciadas mientras ella lloraba a moco tendido y yo le tendía mi mano para que supiese que era real, salvadas por la campana o mejor dicho, por mi astucia nos pusimos al día, me contó sobre nuestro poblado y me ofreció lo que en su día fue preciado.

Mi arco, uno que le devolví sin estar preparada a afrontar el pasado, si bien es cierto que le insté que volviese allá donde sería protegida mostró la tenacidad de nuestra madre y como mayor que es, me forzó en condicional amor a que no la apartase, ¿será verdad que el afecto vuelve a tocar las puertas de mi ennegrecida alma? El hilo carmesí que nos une como hermanas, sangre de mi sangre jamás se romperá, y así fue como emprendimos un viaje próximo a nuestras raíces sin llegar a incumplir el pacto que por la maldición una noche de sombras y penurias me impusieron. ─ Veo veo~ ─ Arg, ya empezamos con los juegos. Subidas ambas en una roca lancé nuevamente la cuerda con un cebo pobre al océano todo lo lejos que la potencia de mis brazos me permitía.

Las cañas me parecen una gillipollez, no podemos llevarla siempre encima y con una cuerda bastará para pescar al menos dos pescados si son tontos y nosotras veloces. ─ ¿Qué ves? ─ La rubia se yergue a mi lado y sobre el sitio va dando botes, las manos las alza y las mueve de un lado a otro como si todo en este mundo marchito le pareciese gracioso. ─ Una cosita~ ─ Entorno los ojos y con ayuda de la lengua rechisto, uno de los peces ha picado y con una fuerza abismal tiro hacia atrás, Valya grita y se apega a la cuerda para tirar de esta también y que llegue a la costa cuanto antes. Ya tenemos uno, la loca grita victoriosa y yo me pregunto como es que ha sobrevivido todo esto tiempo hasta dar con mi paradero de exiliada.

¿Y qué cosita es? ─ Animada le seguiré el pasatiempo hasta que nos vayamos, sentada a mi lado me besa una de las mejillas y sonríe tierna, adorable. ─ Empieza por la "o" y es taaaaaaan pero taaaaan desmedido que genera un mundo acuático. ─ Esta niña me acaba de dar la respuesta por sí misma. ─ ¿Tu eres tonta o es que has dejado las neuronas en los pergaminos que has ido leyendo? Océano, boba, así no es divertido. ─ Resoplé, revolviéndole el pelo hasta que bellaca la empujo al agua y en la caída la oigo chillar con su vocecita de fábula, ya en el interior de la frialdad procede a insultar por desespero con un dialecto élfico y sus mejillas saturadas en aire resaltan como toque pueril.─ ¡Cuando suba te voy a matar! ─  Reí entre dientes. ─ ¿A besos? ─ Valya me saca la lengua y de pronto un sonoro bramido llama mi atención. En la costa algo malo está sucediendo y sin aguardar a que mi hermana subiese a la roca, recojo su arco tallado y me levanto.

Quédate aquí y más te vale ser obediente o no cenarás en días. ─ Sin aguardar una respuesta corrí tanto con la cuerda, como con el arco e incluso con el cubo colmado de agua salada y el pescado de la cena. ¿Que puñetas son esas cosas? Apresurada llego por los pelos a la mujer que con suma valentía, protegía a su infante. La langosta chunga más próxima la dejo anonadada tras tirarle el cubo en toda la jeta, atrapándola seguidamente de la cola y tirar de esta hacia atrás cuando una de sus compañeras trata de pinzarme la bota. ─ ¡Shus shus! ¡Fuera! ─ Joder, que testarudo, con una patada la dejé boca arriba mientras que la que sigo arrastrando finalizo matándola tras dejarla ciega con una de mis dagas y perforarle el cráneo.

¡Mi marido, por favor, se lo ruego, os lo pido! ─ ¿Su qué? En plena marea se encuentra un bote que está siendo atacado, más trabajo. ─ ¿Cuál será la recompensa? ─ Cruzada de brazos la observo, la criatura marina que seguía boca arriba se voltea y se dirige nuevamente hacia la mujer que desesperada y atónita asiente. ─ ¡Le daré todo lo que tengo, por favor, no podemos esperar, mi marido ha sido herido! ─ Con las cuencas en blanco le señalo a su hijo, ella en completo silencio lo coge y se resguarda detrás mía. La langosta enorme utiliza sus pinzas más no logra darme ya que me mantengo o fuera de su alcance o detrás, muy lentas. Con la segunda dando el coñazo el bote corre peligro. Volví a patear al bicho que se acobardaba y en el momento en el que me acercaba atacaba, menudo pécora.

Harta del tira y afloja puse una de mis botas en su cabeza, enterrándola en la arena tras subirme y saltar en la susodicha con tanta vehemencia que le costaría sacarla un par de minutos si es que no dimitía. Un salto implica que evado un ataque del agresor y una vez fuera de batalla me acerqué a la arena húmeda. Con urgencia amarré la cuerda con la que pescaba a una de las flechas, apunté al bote y con un brío notorio junto a una precisión la saeta recorrió el océano, dando de lleno en la proa de la menuda nave. ─ ¡Crío, detrás tuya! ─ Una de las alimañas se ensarta tras librarse del padre que enfermizo ya no puede proteger a su hijo, con una segunda flecha dañé superficial a la langosta que volvió al mar, no sin darle un susto al pobre niño que corrió a refugiarse a los brazos del padre medio moribundo.

Toma mujer, tira de la cuerda y que tu otro hijo ayude, cuanto antes lo arriméis a la costa, antes podré tratarle. ─ Ella asiente y detrás mía comienza a tirar de la cuerda, el bote va llegando a la costa en los minutos en los que sigo batallando en la orilla de la arena. ─ Malditos insistentes, me haré la cena con vuestras entrañas y las pinzas las venderé a buen precio, cabrones. ─ Dos de ellos emergen del piélago y en un arrastre engañoso van rodeándome, esto parece eterno como si cada vez que cae uno, se duplicasen.

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Mensaje  Sigel Vie Mar 31, 2017 10:23 pm

No tenía mucha fuerza, no tanta como mamá y la chica negra, pero se esforzaba más que nadie. Apretaba sus manitas en la cuerda y estiraba mientras gritaba con un tono muy agudo de voz. “IIIIIIHHHH”. Era lo que sonaba.

Si la chica negra no le hubiera dado la cuerda para que le ayudase a estirar, Torbys se hubiera lanzado al mar, con el cuchillo de Ingo en mano, para pelear contra las malvadas langostruosidades. Seguramente (los Dioses lo habían planeado así), las bestias habrían matado al pequeño y se estarían peleando entre ellas por ver quien conseguía el trozo de carne más grande y jugoso.

Tenía mucho que agradecerle a la chica negra. Aunque, desconociera los designios de los Dioses y no supiera, realmente, el motivo por el cual tenía que dar las gracias miró a la recién llegada con una sonrisa de oreja.

La barca donde estaba Ingo y papá estaba cada vez más cerca. ¡Funcionaba! Vamos, vamos… U  poquito más de fuerza y un poquito más de esfuerzo y la barca ya estaría sobre la arena de la playa. Solo un poco más. Otro esfuerzo acompañado de otro grito y ya lo tenían. Entonces, le daría un fuerte abrazo a la chica de piel negra por haber venido a ayudarles. Se merecería el mayor de los abrazos.

¡Un poco más!

Una langostruosidad intentó cortar la cuerda con la que la chica negra había capturado la barca de donde estaban papá e Ingo; pero Ingo es más rápido y listo. Uso su caña de pescar para pegar a la bestia en el cogote. Sirvió, el animal se retiró e Ingo dio un salto de alegría al ver qu su plan había tenido éxito. Un plan que, por desgracia, no iba a servir para siempre. Las langostruosidades no se iban a rendir e iban a intentar destrozar la cuerda antes de que llegase a la arena.Con más razón todavía, Torbys tenía que hacer un poco más de esfuerzo. ¡Qué no corten la cuerda!

¡Solo un poco más!

_____________________

Eretria Noorgard: Aquí no tienes a tu querido Meyi, experto cazador de Langostruosidades, para que te ayude en este desafío. Espero, que aun así, sepas cumplir el objetivo de este último post. Deberás salvar a la familia de las bestias y cuidar de la herida de Lerhman.
Como extra te diré que, si no hubieras entretenido a Torbys, éste hubiera muerto en el mar a manos de las bestias.
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Mensaje  Eretria Noorgard Dom Abr 02, 2017 1:32 pm

La nueva patrulla de langostas van acercándose y desde mi ubicación cuento tres, dos en frente y una a la izquierda aún enterrada. La madre junto al infante tiran de la cuerda con vehemencia, lo que aguarda en el interior del bote es de suma importancia para ambos y sea cual sea el coste, sudor, lágrimas o sangre seguirán esforzándose. Los tirones no son bruscos y por esa razón la flecha continúa intrínseca en la madera esmeralda del bote. Sin descuidos en la parte delantera y como no, en la trasera donde voy vigilando a la mitad de la familia reflexiono, las criaturas marinas seguirán emergiendo si seguimos en la costa, y por consecuente, ellos deben encaminarse a las afueras donde no los perseguirán, no teniéndome a mi como enemiga.

¡Mujer! ─ La llamé, una de las alimañas repta por la arenisca aglomerada con la misión de cortar la cuerda, su hijo, valiente y con el corazón encogido lo golpeó en la cabeza con su caña, teniendo éxito. Fue en tal momento de angusties y desazón que por primera vez, las langostas intentaron ponerse en contacto conmigo, un dialecto exquisito que no comprendo ni que estudiaré, está claro que andarán diciéndose entre ellos, "esta tipeja es un grano en el trasero, vamos a matarla" Pues no señores, no será tan fácil, nunca lo es con Anfäuglir. El cuarto se unió a los tres que van aproximándose con astucia, uno en cada punto cardinal. ─ Grítame desde que esté la barca en la orilla. ─ Era una orden, una que acatarían por el bien del padre.

Con las dagas en cada puño, asomada al mirador de una puesta de sol donde los rayos anaranjados pintan un océano embaucador, ahí donde me necesitan a pesar de no estar vinculada, la sensación de ayudar cuando yo nunca he sido rescatada me pone los vellos de punta, por no aclarar las malas pulgas que llevo encima. Sin dilación la bestia que acude desde el ala sur fue la primera en caer, sus enormes pinzas me atraparon la capa, tirando de la tela hasta que forzosa, la solté del cuello, usándola como manto sombrío para negarle el sentido de la vista. Comenzó a retorcerse y teniendo aún tres persiguiéndome, le dí una muerte rápida al atravesar el cráneo del ser marino, costó horrores pues parecidos al acero, son rígidos, pero no cedí, no hasta contemplar parte de los sesos embellecer a las hijas de Yelmo Terrible, el creador de mis armas que actúan como blasones a modo de honor.

Los bramidos del crío son bautizados como la señal que he estado esperando, la barca. El hijo que aún seguía resguardado en los brazos de su padre enfermo llama a la madre con una voz afligida, empapado en lágrimas y con una mocosidad obvia salirle de las fosas. Se reúnen al son del peligro y que los ancestros me libren de no ser yo quien los mate al final por imbéciles. ─ Coge a los dos niños y vete. ─ La joven no se lo cree, tiembla y ahora mismo debe decidir entre su marido o sus dos hijos. ─ Coge a los malditos niños y vete, ¡se fuerte, joder! En esta vida no todo es de color rosa, ¿quieres que tus hijos sufran lo mismo que tu marido? ─ Le pregunté a expensas de que una de las pinzas ha ido a por mi pierna izquierda, salvada por la campana Gissa comienza a llorar, y sus retoños sin comprender se preocupan.

Ofuscada por ella, tan sólo ella que prefiere matar a sus hijos en vez de salvarlos y abandonar a su marido corro, corro hacia los cuatro porque si no apresuro el paso me veré yo también víctima de estos bichos. La abofetee para que reaccionase, dándole la mano al niño que seguía aún dentro del bote para que bajase. ─ Llevaos a vuestra madre, ahora os tocará a vosotros protegerla. ─ El más pequeño, resolutivo tiró de Gissa y de su hermano mayor, trotando los tres hacia las afueras de la costa. Dolerá, incluso a mi me está doliendo pues he vivido en carne y hueso la pérdida de mi progenitor, pero a veces hay que hacer sacrificios y no es algo que dependa de mi.

Las tres langostruosidades acechan a las dos presas restantes, una belicosa y otra enferma. Con uno de los remos los voy apartando, apunto a sus pinzas sustanciales y en cuanto la más feroz se me abalanza le incrusto una de las dagas en el bajo de la mandíbula. Acostada en la arena rodé cuando la segunda trató de morderme uno de los hombros, el número de dicha especie va disminuyendo acorde a mis movimientos hasta que las dos restantes se retiran en búsqueda de refuerzos. Chillan y bien sé yo que no tardarán en saturar la playa con sus iguales.

En el interior de la barca examino ágil al marido de Gissa, está débil, el veneno se ha esparcido por su pierna, llegándole las raíces negras casi a la rodilla y ¡joder! Ha dejado de respirar. Tiré de uno de sus zapatos para acostarlo, con ambas manos unidas al son de un corazón detenido inicio una serie de compresiones, dándole aire a cada quince e intentar reanimarlo. Boca a boca, empuje a empuje en su pecho el marido parece ser que ha fallecido, no será en frente mía no. Inhalé gran cantidad de aire y en un puñetazo literal, le devolví el alma al cuerpo, fue tal la presión que el pobre hombre abrió los ojos, escupiendo gran cantidad de sangre. ─ Escúchame atentamente, tienes dos opciones. Que el veneno se esparza y te mate dolorosamente o perder una pierna,  y decidas lo que decidas, yo ya he elegido por ti. ─ Incrédulo, sudoroso y consternado por el tósigo se limitó a parpadear como asentimiento, sin fuerzas para retractarse de porque en este día glorioso ha venido con su familia a la playa, ahora mismo deberá apretar los dientes y joderse.

Sin el morral encima alcé la mirada al cielo, llené mis pulmones y entreabrí los labios. ─ ¡¡¡¡VALYA!!!! ─ Y ya estaba la rubia cruzando el desierto arenisco con los puños en el pecho y las piernas meneándose a toda velocidad, sola no podré cargar al paciente, no cuando se desmaye. ─ Muerde esto, y por tu mujer e hijos, intenta no gritar ni desmayarte, debes poner de tu parte o no saldremos de esta. ─ Lerhman se aferró endeble a los surcos del bote, con un torniquete hecho con uno de los remos y el tejido rojizo que llevo como cinto en la cintura, es hora. Para que mordiese le dí una de las fundas de mis dagas, cuero de calidad que seguramente queden marcados por los colmillos del afligido.

No tiendo a amputar, pero las raíces negras dejadas por el veneno de las langostas es novedoso, no tengo tiempo para crear un antídoto y en el camino hacia las afueras de la costa las raíces se dispersarán y entonces, si que no tendrá posibilidad de volver a encontrarse con Gissa. Nerviosa temblé ante la rodilla de Lerhman, deberé hacer uso de una extrema fuerza para romper el hueso y la sangre nuevamente, bañarán mis atavíos. Fue rápido, el marido no gritó, pero sí se desmayó ante el dolor desmesurado de estar cortándole la carne, los músculos y pelearme con el hueso hasta que cedió centímetros bajo de la rodilla. El líquido carmesí salpica mis atavíos, el rostro de una asesina y el navío al completo, sanguinario el escenario le arranqué la camisa a Lerhman y la usé como vendaje provisorio en lo que venía Valya.

Las langostruosidades huelen el elixir rubí, sangre que cae por los agujeros del bote. ─ P-p-ero... ¿Qué has hecho? ─ Asombrada la elfa de melena rubia tartamudea. ─ Ayúdame a cargarle fuera de aquí antes de que nos rodeen, vamos, joder, ¡muévete! ─ Le costó entender la situación, el flujo escarlata la petrificó hasta que mi voz e intenciones de salvar una vida fueron la base sólida, arrancándole el miedo y llenándola de valor. Entre las dos cogimos a Lerhman y lo conducimos por la arena, la amputación está tapada pero aún así gotea, poco a poco conducimos al desmayado a donde están su mujer y sus hijos, que gritan desconcertados.

Lancé al hombre al suelo, ahora toca repartir misiones y centrarnos en que este alboroto acabe con un final feliz. ─ Valya, ve a camuflar el rastro de sangre, utiliza licor y tapa con arena cuanto puedas. No te entretengas, te necesitaré cuanto antes y déjame los dos morrales. ─ Ella asintió, me entregó las hierbas y se llevó mi bota de licor, escopeteada llevó acabo su misión. ─ Mujer, tráeme fuego, deben haber hogueras cercanas, que los niños se queden, deben aprender. ─ Podía sonar cruel, incluso masoquista por mi parte pero no es así. ─ Cogedle la mano a vuestro padre. ─ E hicieron caso, al menos así, en el caso de que fallezca lo hará rodeado de sus hijos.

Gissa trajo una antorcha de gran tamaño así que la clavé en la tierra, teniéndola cerca. El vendaje propio con la camisa de Lerhman lo despegué, un reguero de sangre cayó en mi regazo y poco le quedará de vida a este hombre. Con una de las dagas ardiendo comencé a cauterizar en redondel la amputación, Lerhman se despertaba, chillada asustando a sus hijos y volvía al estado fatídico del desmayo. Con la herida restañada me apiadé al morral, en mi bota de agua eché pétalos de Miríel, aplasté en minúsculos trozos el Barrimorth y lo agité para que se mezclase con la poca cantidad y el antídoto cogiese intensidad. ─ Toma, dáselo boca a boca y que se lo beba entero, el proceso será lento pero servirá para limpiar los restos y contrarrestar el desaliento. ─ Gissa asintió, y con sus labios le daba de beber a su marido.

Las alimañas ya no nos siguen, el rastro ha sido camuflado y como premio, se cebarán con el bote ensangrentado. Para que la herida cicatrice bien y no de muchos problemas usé una pasta que Valya misma crea con Osaris, aparte de sabia es avanzada en cuanto a medicina, con suma delicadeza la repartí por la carne quemada, poniéndole bastante cantidad de la pasta espesa para que cubriese y con lentitud, fuese succionada. La camisa de Lerhman ya no sirve como vendaje y con el torniquete fuera, usé la tela rojiza que ejercía de tope para vendarle con atención.

Más nunca vendré a esta playa. ─ Le comenté a mi hermana y a la familia que tras verme sentada en la tierra dan por hecho que el mal sabor ya ha pasado. Su marido respira, débil, pero de momento seguirá con vida, ahora dependerá de ella y sus cuidados, yo por mi parte, he hecho bastante al frenar que el veneno se lo lleve de manera permanente. Agotada mentalmente observo como manchurrones rojizos afean mi vestimenta e incluso rostro. ─ ¿Sabes qué? ─ Pregunté no sé a quien. ─ Quédate con lo que tengas encima y cómprale las medicinas a tu marido. Me da igual. ─ Intenté que sonase impasible cuando en realidad, deseo que esta familia siga unida, quizá por envidia, quizá por mero gusto.

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Mensaje  Sigel Jue Abr 06, 2017 5:28 pm

Lentamente, Lerhman fue abriendo los ojos. Ingo, el mayor de sus hijos, le sujetaba de uno de sus hombros mientras que su mujer el otro. El pequeño de la familia, Torbys, no podía quitar los ojos de encima al vació que había dejado la elfa en una de sus piernas. Resultaba incómodo imaginar todas las cosas que un niño de cinco años puede llegar a pensar al ver que le habían media pierna. Lerhman, en un futuro, podía entender que la elfa lo había hecho para salvarle la vida. El daño y la sensación de quemazón eran demasiado recientes como para poder comprender nada en este preciso instante. Necesitaba unos días pada adaptarse al cambio, pero lo haría. A lo que no se adaptaría, pasase el tiempo que pasase, era a la nueva forma que tenía su hijo de verle. Torbys, con la boca abierta y los ojos en forma de dos brillantes y húmedas perlas de cristal, daba la impresión que había perdido mucho más que su oportunidad de encontrar más de esas caracolas que tanto le gustaba buscar por la arena.

Casi podía escuchar los pensamientos del pequeño: “Encontraré una caracola en forma de pierna y te la pondré para que puedas caminar de nuevo”.

Lentamente, llevó su mano a la cabeza de Torbys  y le removió el pelo como solía hacer cuando llegaba a casa y lo veía en tierra jugando con sus juguetes de trapo. Torbys siempre sonreía cuando su padre le removía la mata de pelo rubio, ésta no fue una excepción. Todavía con el mismo gesto de sorpresa y tristeza, el chico hacía un esfuerzo por sonreír a medida que el cristal de sus ojos se rompía para dar paso a un mar de lágrimas.

“Te quiero, papá” de nuevo, creyó saber muy bien lo que pensaba su hijo.

Torbys abrazó al padre con tanta fuerza como lo hacían Gissa e Ingo. Eran una familia feliz. Les costará adaptarse al cambio, pero eso no mimbraría su felicidad.

_____________________
* Eretria Noorgard: Esperemos que la envidia de Eretria no dure mucho tiempo y, más temprano que tarde, esté con su familia tan bien como lo están los humanos que acaba de salvar.

Recompensas:
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 5 ptos totales de experiencia
Los puntos han sido sumados directamente a tu perfil.
Objeto: Ceniza y langosta
Ceniza y langosta:
Agradece que te haya ofrecido este objeto. La idea anterior era:
Idea alocada del master que por poco realiza:

Ignora este último objeto.
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