[Evento] El funeral de Runa Thorgil
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[Evento] El funeral de Runa Thorgil
Playa de los ancestros - Noche invernal
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El jugar con magias e ilusiones podía ser complicado, y más en tiempos en los que los recientes eventos del guardián del tiempo y los ataques de nigromantes eran cada vez más frecuentes. Jugar con ilusiones era, a fecha presente, muy peligroso.
Ashryn, Schott, Alanna y Runa jugaron con ello, y el destino jugó una mala pasada a esta útlima. Nadie sabía como, pero la joven había fallecido repentinamente. Y una valkiria culpabilizó de ello a la guardia Alanna Delteria. Sí. Ella era la responsable del fallecimiento de Runa Thorgil: Por no ser capaz de defender a una amiga, por tratar de desafiar a la magia y creerse por encima de sus posibilidades.
El resto de compañeros de la guardia fueron avisados, también todos los amigos y familiares de la joven, ídem para sus compañeros del gremio de ladrones. Todos aquellos que conocían a la chica recibieron una carta. Pero allí también había amigos de amigos, o simplemente otros curiosos que se sintiesen atraídos por el fuego de las antorchas que iluminaban aquellos que atiborraban la playa de los ancestros.
El cuerpo de Runa Thorgil estaba, como era de esperar, inmóvil. Sus ojos cerrados descansaban sobre una estructura de madera que hacía de camastro y que reposaba sobre una especie de balsa. Era un funeral típico de Verisar. Unos miembros de la guardia introdujeron sus rodillas hasta el agua y empujaron con fuerza la embarcación, que se perdería en la inmensidad del mar.
Cuando estuvo suficientemente alejado de la costa, un arquero tomó un virote, lo incendió y realizó un disparo parabólico rumbo a la estructura de madera, que pronto comenzaría a arder con el cuerpo de la joven en lo más alto de ésta. Aunque las llamas tardarían en avivarse aún un tiempo.
Allá marchaba una joven que no merecía aquel destino, una chica que había tenido una vida difícil
* * * * * * * * * *
Normas de participación:
- Es un tema de libre participación. Cualquier usuario de Aerandir es libre de participar. No hay cupo máximo.
- Se recompensará la participación como si se tratase de un evento más: Con 5 puntos de experiencia por dos posts.
- Turno libre. No tendréis que esperar por nadie para postear, pero hacedlo con lógica.
- No intervendré en este tema hasta el día 26 de febrero, para entregar las recompensas.
Runa Thorgil: Estás pero no estás. Es decir, eres una especie de alma que puede vagar por la playa, pero separada de su cuerpo. Nadie te oirá ni te escuchará. Tendrás que “subir” a la embarcación. Unas horas después despertarás en el bosque de Sandorái, terreno élfico, y a partir de ahí ya podrás volver a ser tu misma bien sea por tema libre o por mastereado. Eso si el fuego no te quema, claro (tendrás que tratar de evitar que te queme el cuerpo como quieras).
Ger
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Anocheció.
Llevaba horas viajando por aquella alejado de la mano de cualquier dios que jamás pensaría que encontraría nadie allí. Unas antorchas delataban la presencia de un enorme grupo, que al parecer, cargaban con algo cerca de la orilla.
Como persona curiosa, quiso descubrir de que se trataba, así que caminó despacio entre la brisa y el sonido del mar y logro distinguir que se trataba de una estructura de madera que servía de ataúd. Un funeral, se trataba de un funeral, ya que a lo lejos observaba el pálido cuerpo de una joven a la que no alcanzaba ver su rostro.
Que desconsiderada era la vida en algunas ocasiones, viene y derrepente se marchaba sin avisar.
Como un soplo de aliento.
Había personas en llanto, desgarradas por el dolor de la perdida.Se estremecían y maldecían cada uno de los hechos y el final de aquella joven, tan solo se acercó.
Se acercó lo suficiente para ver su rostro y reconocer quién era.
Hace años la alimentó y ahora la veía muerta.
Sin oportunidades.
Sin regreso.
-Que pena. Ojalá hubieras tenido una vida mejor.- Se dijo a si misma mientras decidió alejarse de la gente.
Algo en ella también se sentía rota.
Un poco triste.
Off: Posteo con mi segundo pj con el permiso de dos masters, aclarando cualquier pauta.
Llevaba horas viajando por aquella alejado de la mano de cualquier dios que jamás pensaría que encontraría nadie allí. Unas antorchas delataban la presencia de un enorme grupo, que al parecer, cargaban con algo cerca de la orilla.
Como persona curiosa, quiso descubrir de que se trataba, así que caminó despacio entre la brisa y el sonido del mar y logro distinguir que se trataba de una estructura de madera que servía de ataúd. Un funeral, se trataba de un funeral, ya que a lo lejos observaba el pálido cuerpo de una joven a la que no alcanzaba ver su rostro.
Que desconsiderada era la vida en algunas ocasiones, viene y derrepente se marchaba sin avisar.
Como un soplo de aliento.
Había personas en llanto, desgarradas por el dolor de la perdida.Se estremecían y maldecían cada uno de los hechos y el final de aquella joven, tan solo se acercó.
Se acercó lo suficiente para ver su rostro y reconocer quién era.
Hace años la alimentó y ahora la veía muerta.
Sin oportunidades.
Sin regreso.
-Que pena. Ojalá hubieras tenido una vida mejor.- Se dijo a si misma mientras decidió alejarse de la gente.
Algo en ella también se sentía rota.
Un poco triste.
Off: Posteo con mi segundo pj con el permiso de dos masters, aclarando cualquier pauta.
Gabrielle Allen Claire
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Hace días invitaron a Merrigan a tocar en un funeral de alguien que ninguno de los dos conoce. Iban a pagarla con muchas monedas (se llaman aeros papá) y ella aceptó el trabajo. Cogemos las mochilas para viajar y nos ponemos en camino hacia el funeral. Por alguna razón que no llego a comprender y no quiero preguntar a Merrigan, la ceremonia se celebra lejos de la ciudades, en un lugar que se llama “Playa de los Ancestros”.
-¿Alguna vez has ido a la playa, papá?-
-Tal vez.- No le digo que no recuerdo lo que significa “playa”. No quiero quedar en evidencia delante de ella.
Merrigan me mira directamente a los ojos con cierta emoción, mira hacia el camino que nos queda por recorrer y me vuelve a mirar.
-Yo sí. Mamá me llevó un par de veces cuando era pequeña. Me encantaba hacer castillos con la arena y jugar con las olas del mar.-
-Suena divertido.-
-Lo es.- Merrigan sonrie. Me gusta verla sonreír. -Si quieres podemos quedarnos durante un tiempo después del funeral. Estoy segura que te encantará ese lugar-.
-Esta bien-.
Me coge la mano. Noto su calor. ¿Hace cuánto que no noto a nadie a mi lado? La respuesta es la misma que me repito día tras día: “Mucho tiempo y demasiado tiempo”. A veces pienso que no merezco esto. Merrigan, la antigua, e Idril, han vuelto las dos juntas en la forma de una chica demasiado joven para considerarse adulta y demasiado mayor como para considerarla niña. Ella es la ahora que me enseña y me dice que debo hacer en cada ocasión para no meterme en problemas. Lo mismo que en su día hicieron Merrigan e Idril. Cuando doy la mano a la chica siento que no la estoy dando la mano a ella, sino que son las mujeres que amé y me obligué a olvidar. No merezco tenerlas de nuevo. Sé que no debo aceptar el regalo que la chica significa para mí. ¿Entonces, por qué aprieto su mano? No lo sé, pero ella también aprieta la mía. Supongo que está bien así.
La ceremonia es tal cual Merrigan me había explicado que sería. En un barco de madera hay un cuerpo que descansa, veo personas que lloran (les tienes que decir que les acompañas en sus sentimientos), luces en el mar y una hombre con una flecha de fuelo en su arco. Van a quemar el barco donde está el cuerpo inmóvil de la joven que descansa. Así, lo dijo Merrigan, es como se honra a los que fallecen.
Merrigan se apatar de mi lado y va hacia donde están los otros músicos. En el poco tiempo que llevo con ella he aprendido ha distinguir el sonido de su arpa por encima de todas las demás. La música de Merrigan es la más bonita. Todas lo son y todas acompañan los sentimientos de las personas que lloran. Todos los músicos son muy buenos, pero Merrigan es la mejor.
Offrol: Todo el cariño que Sarez muestra a su hija consideralo como tuyo Runita <3
-¿Alguna vez has ido a la playa, papá?-
-Tal vez.- No le digo que no recuerdo lo que significa “playa”. No quiero quedar en evidencia delante de ella.
Merrigan me mira directamente a los ojos con cierta emoción, mira hacia el camino que nos queda por recorrer y me vuelve a mirar.
-Yo sí. Mamá me llevó un par de veces cuando era pequeña. Me encantaba hacer castillos con la arena y jugar con las olas del mar.-
-Suena divertido.-
-Lo es.- Merrigan sonrie. Me gusta verla sonreír. -Si quieres podemos quedarnos durante un tiempo después del funeral. Estoy segura que te encantará ese lugar-.
-Esta bien-.
Me coge la mano. Noto su calor. ¿Hace cuánto que no noto a nadie a mi lado? La respuesta es la misma que me repito día tras día: “Mucho tiempo y demasiado tiempo”. A veces pienso que no merezco esto. Merrigan, la antigua, e Idril, han vuelto las dos juntas en la forma de una chica demasiado joven para considerarse adulta y demasiado mayor como para considerarla niña. Ella es la ahora que me enseña y me dice que debo hacer en cada ocasión para no meterme en problemas. Lo mismo que en su día hicieron Merrigan e Idril. Cuando doy la mano a la chica siento que no la estoy dando la mano a ella, sino que son las mujeres que amé y me obligué a olvidar. No merezco tenerlas de nuevo. Sé que no debo aceptar el regalo que la chica significa para mí. ¿Entonces, por qué aprieto su mano? No lo sé, pero ella también aprieta la mía. Supongo que está bien así.
La ceremonia es tal cual Merrigan me había explicado que sería. En un barco de madera hay un cuerpo que descansa, veo personas que lloran (les tienes que decir que les acompañas en sus sentimientos), luces en el mar y una hombre con una flecha de fuelo en su arco. Van a quemar el barco donde está el cuerpo inmóvil de la joven que descansa. Así, lo dijo Merrigan, es como se honra a los que fallecen.
Merrigan se apatar de mi lado y va hacia donde están los otros músicos. En el poco tiempo que llevo con ella he aprendido ha distinguir el sonido de su arpa por encima de todas las demás. La música de Merrigan es la más bonita. Todas lo son y todas acompañan los sentimientos de las personas que lloran. Todos los músicos son muy buenos, pero Merrigan es la mejor.
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Sarez
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Aun no podía creerme lo que había ocurrido, siempre convives con la muerte, ves que está allí, incluso llegas a causarla, pero nunca esperas de verdad que te llegue a ti o a alguno de tus seres queridos, no tan pronto, por los cielos si la pobre Runa estaba en la flor de la vida, que clase de poderes divinos permitían que alguien tan bueno e inocente fuese arrebatado tan pronto de este mundo.
Maldije, no averiguamos que demonios la habría pasado, la magia sanadora de la elfa no la había logrado mantener en el mundo de los vivos, no pudimos hacer nada.
Yo estaba allí de pie, sombrío y cabizbajo, en la playa de los ancestros, por lo visto Runa, o alguien en su nombre había elegido practicar el antiguo entierro típico de Verisar, supongo que era lo mejor, ella lo merecía.
Me había puesto la ropa más arreglada que tenía, por supuesto prestada, y ahora no podía apenas levantar la vista de mis oscuras botas, que eran salpicadas por mis lágrimas que caían sin control, apreté los dientes, por suerte alguien me había dejado un pañuelo para secar mis lágrimas y ahora estaba todo empapado, no podía contenerlas y tampoco quería.
Estaba en primera fila del funeral, bastante gente se había reunido en la playa, algunos guardias, curiosos, gente que conocía y gente que no, incluso me pareció ver algunas caras que colgaban en los carteles de ser busca del cuartel, pero hoy nada de eso importaba, no estábamos aquí para eso.
Miré por última vez el rostro de Runa, intacto, parecía que tan solo dormía, que fuese a despertar en cualquier comento, era muy guapa, me pregunté si alguna vez se lo habría dicho, aunque ya daba igual yo era un tonto y ya era demasiado tarde, siempre lo era, esto no era un cuento de hadas, era la cruel realidad.
Varias personas, la mayoría desconocidas me daban el pésame, tras lo que asentía educado, nunca la pregunté a Runa por su familia, y no sabía si habría algún miembro presente, pero supongo que ahora sus amigos eran lo más cercano que había.
Cuando se dispusieron a empujar el barco ayudé a los guardias a darle impulso metiéndonos en el agua, el barco se veía ligero sobre las olas, notaba el agua fría que me helaba las piernas, peor me daba igual, ya no podía notar nada.
Salimos del agua y contemplamos callados como la balsa con su cuerpo se alejaba lentamente hacia el horizonte, un arquero junto a mí se dispuso a prender el barco, me miró a los ojos como indicándome si quería hacerlo, negué con la cabeza, de seguro habría errado el tiro, y Runa no se merecía tal deshonor ni mucho menos, lo único que habría podido hacer el inútil de mi habría sido cavar su tumba con mi pala, y no creo que lo hubiese soportado.
El arquero no falló y el barco se prendió rápidamente, mantuve mi vista fija en el mientras se alejaba, las llamas se erguían a los cielos, llevándose con ellas el alma de Runa.
Unos músicos tocaban bellas melodías junto a nosotros, escuché en silencio la música sin apartar la vista del barco mientras se hacía más y más pequeño en el horizonte, unos nos quedábamos, y otros se iban, para siempre, habría trocado sin dudar mi suerte por la suya, pero esto no funcionaba así, la vida no era justa, y eso lo habíamos ido aprendiendo de la peor manera, y así, bajo la música, las estrellas y la brisa del mar, se alejaba Runa, que siempre estaría en nuestros corazones.
Maldije, no averiguamos que demonios la habría pasado, la magia sanadora de la elfa no la había logrado mantener en el mundo de los vivos, no pudimos hacer nada.
Yo estaba allí de pie, sombrío y cabizbajo, en la playa de los ancestros, por lo visto Runa, o alguien en su nombre había elegido practicar el antiguo entierro típico de Verisar, supongo que era lo mejor, ella lo merecía.
Me había puesto la ropa más arreglada que tenía, por supuesto prestada, y ahora no podía apenas levantar la vista de mis oscuras botas, que eran salpicadas por mis lágrimas que caían sin control, apreté los dientes, por suerte alguien me había dejado un pañuelo para secar mis lágrimas y ahora estaba todo empapado, no podía contenerlas y tampoco quería.
Estaba en primera fila del funeral, bastante gente se había reunido en la playa, algunos guardias, curiosos, gente que conocía y gente que no, incluso me pareció ver algunas caras que colgaban en los carteles de ser busca del cuartel, pero hoy nada de eso importaba, no estábamos aquí para eso.
Miré por última vez el rostro de Runa, intacto, parecía que tan solo dormía, que fuese a despertar en cualquier comento, era muy guapa, me pregunté si alguna vez se lo habría dicho, aunque ya daba igual yo era un tonto y ya era demasiado tarde, siempre lo era, esto no era un cuento de hadas, era la cruel realidad.
Varias personas, la mayoría desconocidas me daban el pésame, tras lo que asentía educado, nunca la pregunté a Runa por su familia, y no sabía si habría algún miembro presente, pero supongo que ahora sus amigos eran lo más cercano que había.
Cuando se dispusieron a empujar el barco ayudé a los guardias a darle impulso metiéndonos en el agua, el barco se veía ligero sobre las olas, notaba el agua fría que me helaba las piernas, peor me daba igual, ya no podía notar nada.
Salimos del agua y contemplamos callados como la balsa con su cuerpo se alejaba lentamente hacia el horizonte, un arquero junto a mí se dispuso a prender el barco, me miró a los ojos como indicándome si quería hacerlo, negué con la cabeza, de seguro habría errado el tiro, y Runa no se merecía tal deshonor ni mucho menos, lo único que habría podido hacer el inútil de mi habría sido cavar su tumba con mi pala, y no creo que lo hubiese soportado.
El arquero no falló y el barco se prendió rápidamente, mantuve mi vista fija en el mientras se alejaba, las llamas se erguían a los cielos, llevándose con ellas el alma de Runa.
Unos músicos tocaban bellas melodías junto a nosotros, escuché en silencio la música sin apartar la vista del barco mientras se hacía más y más pequeño en el horizonte, unos nos quedábamos, y otros se iban, para siempre, habría trocado sin dudar mi suerte por la suya, pero esto no funcionaba así, la vida no era justa, y eso lo habíamos ido aprendiendo de la peor manera, y así, bajo la música, las estrellas y la brisa del mar, se alejaba Runa, que siempre estaría en nuestros corazones.
Schott
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Y llore. Llore tanto tanto… como un príncipe cuando acaba de descubrir que es un bastardo, y no recibirá ni una sola moneda por solo existir. Llore desconsoladamente, y la única persona que tenía cerca para poder tratar de darme buenas palabras, era Miroslav. Pero llore tanto que necesite varios pañuelos, y varias mantas, en cuanto fue el quien me dijo que alguien que yo conocía, se acababa de marchar. Ella había dejado este mundo. La joven runa, aquella muchacha a la que había visto pelear con un palo, con quien había tenido una pequeña aventura –no de esas que creéis. Una aventura de verdad. Breve pero divertida-, y con quien había descubierto que las espadas y los arcos no eran las únicas armas funcionales. Que, con una escoba, se podían cometer proezas.
Había estado llorando durante toda una tarde en aquella posada, donde Miroslav me había estado tratando de tranquilizar, ofreciéndome un poco de cerveza cada cierto minuto, cuando veía que me calmaba y podía beber un poco más. Al cabo de un rato me sentí mucho más relajado. Ya estaba bastante borracho, lo suficiente como para quedarme sonriendo a Miroslav sin darme cuenta de mi propio estado.
- Bueno. Ya podemos ir al funeral, amigo –me dijo él.
Yo tan solo asentí, aprobando la idea.
Caminamos durante bastante tiempo, hasta llegar a la playa de los ancestros. Mi padre no había tenido ninguna ceremonia, pese a que el mismo me había pedido en mi niñez que si algún día dejaba el mundo, deseaba que le ofreciera una ceremonia como aquella. Él había muerto como un perro desgraciado, en su propia casa a manos de un desgraciado. Por lo menos aquella joven tenía un funeral decente.
En cuanto nos acercamos y nos sumamos al tumulto de gente y las antorchas que encendían el ambiente, mientras el arquero cargaba una flecha incendiada para finalizar la ceremonia, prendiendo el bote sobre el que yacía el cuerpo de aquella muchacha, estalle a llorar nuevamente. Llore como un niño, como una dama con el corazón roto, como un hombre a quien acaban de humillar. Llore y llore, y Miroslav se quedó a mi lado dándome unas paramadas en la espalda.
- Luchaba muy bien –sollozaba-. Y era muy bonita, muy joven. ¡¿Por qué le pasa estas cosas a la gente joven?! Miroslav, no lo entiendo!
- Tranquilo amigo. Es la vida –me respondió el.
Había estado llorando durante toda una tarde en aquella posada, donde Miroslav me había estado tratando de tranquilizar, ofreciéndome un poco de cerveza cada cierto minuto, cuando veía que me calmaba y podía beber un poco más. Al cabo de un rato me sentí mucho más relajado. Ya estaba bastante borracho, lo suficiente como para quedarme sonriendo a Miroslav sin darme cuenta de mi propio estado.
- Bueno. Ya podemos ir al funeral, amigo –me dijo él.
Yo tan solo asentí, aprobando la idea.
Caminamos durante bastante tiempo, hasta llegar a la playa de los ancestros. Mi padre no había tenido ninguna ceremonia, pese a que el mismo me había pedido en mi niñez que si algún día dejaba el mundo, deseaba que le ofreciera una ceremonia como aquella. Él había muerto como un perro desgraciado, en su propia casa a manos de un desgraciado. Por lo menos aquella joven tenía un funeral decente.
En cuanto nos acercamos y nos sumamos al tumulto de gente y las antorchas que encendían el ambiente, mientras el arquero cargaba una flecha incendiada para finalizar la ceremonia, prendiendo el bote sobre el que yacía el cuerpo de aquella muchacha, estalle a llorar nuevamente. Llore como un niño, como una dama con el corazón roto, como un hombre a quien acaban de humillar. Llore y llore, y Miroslav se quedó a mi lado dándome unas paramadas en la espalda.
- Luchaba muy bien –sollozaba-. Y era muy bonita, muy joven. ¡¿Por qué le pasa estas cosas a la gente joven?! Miroslav, no lo entiendo!
- Tranquilo amigo. Es la vida –me respondió el.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Ingela y Helyare seguían su camino. Habían regresado al bosque después de que la dragona recuperase sus pertenencias en Claro. Tenían que ir a Lunargenta y la forma más rápida era seguir por la playa de los Ancestros, aunque la elfa, al principio, se mostró bastante reticente a pasar por allí. Pero al final accedió después de ver los pros y contras del viaje. No tenían medios para ir aparte de sus propios pies. Sí, Ingela podía hacer algún tramo en su forma de dragón pero luego estaría muy agotada y tendrían que descansar para que recuperase fuerzas. Era estúpido hacerla perder energía pues, por mucho que avanzasen tendrían que parar durante un tiempo. Y tampoco quería poner en riesgo la salud de su nueva acompañante. Aunque no lo demostrase, se preocupaba por esa muchacha. Pero prefería seguir manteniendo ese perfil de dama de hierro.
La elfa le advirtió a Ingela que no podrían atravesar el bosque porque ella, al ser dragona, no sería bien recibida. En parte podía llegar a ser verdad, pero los elfos salvo un par de clanes (incluido el suyo) no solían poner pegas a los dragones. La realidad era que ella misma era la que no podía cruzar el bosque, así que convenció a Inge para ir por otro lado.
Continuaron la caminata durante horas. ¡Y la elfa quería dar la vuelta a todo el bosque para llegar a la ciudad! Si ya de por sí tendrían que recorrer bastantes kilómetros, rodeando todo el bosque serían varios días más. Pero por suerte, después de un día caminando, consiguieron ver la costa. Ahora sólo había que seguirla.
Helyare se mantuvo en silencio la mayor parte de la caminata. No solía hablar mucho, más bien escuchaba a Ingelita contar cosas. Ella andaba distraía por la costa, contemplando las olas del mar. Ya había pasado por aquí alguna que otra vez, la última no tan agradable como las anteriores. También pensó que la dragona, al ser del norte, no había visto la playa nunca. Hely suponía que el clima era tan frío que todo el agua estaba congelado. ¡Si hasta hace poco no había conocido la nieve! La elfa estaba acostumbrada a un clima más bien cálido.
Mientras caminaban la noche fue cayendo. Tenían que ir viendo dónde se quedarían a dormir. Helyare mandó a la dragona a recoger algunos troncos por el bosque, ya que ella no podía. Y se puso a tratar de hacer una hoguera, aunque con la humedad del ambiente era bastante difícil. Unos ruidos la distrajeron de su tarea y rápidamente llamó la atención de su compañera para acercarse a ver qué sucedía.
Unas luces tintineaban en la costa. Ella corrió a ver qué ocurría, cargando sus cosas. Mucha gente estaba reunida en la playa, observando un bote que se alejaba mar adentro. Torció ligeramente la cabeza, mirando con curiosidad desde la distancia. Un arquero lanzó una flecha con fuego en el bote de madera que, rápidamente, empezó a arder. Era un funeral.
Con expectación, la elfa se quedó mirando. Nunca había visto un funeral de ese estilo, sabía que los hacían y cómo era la teoría, pero nunca había visto nada parecido. Ellos enterraban a sus difuntos casi en la base de los árboles, les dejaban desnudos y rodeados de flores. Su alma quedaba en el pueblo y su cuerpo pasaba a ser parte de la naturaleza. ¿Qué sentido tenía tirar un cuerpo al mar? Aun así, aunque no fueran élficos, esos rituales le causaban curiosidad así que permaneció junto a la dragona observando el devenir del rito. –Están rindiendo homenaje a alguien que se va. ¿En Dundarak también se hacen así? –Preguntó curiosa mientras se acercaba unos pasos más, aunque siempre desde una gran distancia para no perturbar a los que observaban. ¿Quién sería la persona de la barca? ¿La conocería? Posiblemente, no.
Pese a que quien estaba en el bote no era un elfo, estaba casi segura, no pudo evitar sentir cierta lástima por quienes estaban velando al difunto o la difunta.
¿Por qué lo quemaban? Poco a poco el bote de madera se fue prendiendo y desgastando entre las llamas. Desde su posición, a pesar de estar lejos, podía oír los sollozos de las personas que despedían a quien se iba a reunirse con sus dioses.
La elfa le advirtió a Ingela que no podrían atravesar el bosque porque ella, al ser dragona, no sería bien recibida. En parte podía llegar a ser verdad, pero los elfos salvo un par de clanes (incluido el suyo) no solían poner pegas a los dragones. La realidad era que ella misma era la que no podía cruzar el bosque, así que convenció a Inge para ir por otro lado.
Continuaron la caminata durante horas. ¡Y la elfa quería dar la vuelta a todo el bosque para llegar a la ciudad! Si ya de por sí tendrían que recorrer bastantes kilómetros, rodeando todo el bosque serían varios días más. Pero por suerte, después de un día caminando, consiguieron ver la costa. Ahora sólo había que seguirla.
Helyare se mantuvo en silencio la mayor parte de la caminata. No solía hablar mucho, más bien escuchaba a Ingelita contar cosas. Ella andaba distraía por la costa, contemplando las olas del mar. Ya había pasado por aquí alguna que otra vez, la última no tan agradable como las anteriores. También pensó que la dragona, al ser del norte, no había visto la playa nunca. Hely suponía que el clima era tan frío que todo el agua estaba congelado. ¡Si hasta hace poco no había conocido la nieve! La elfa estaba acostumbrada a un clima más bien cálido.
Mientras caminaban la noche fue cayendo. Tenían que ir viendo dónde se quedarían a dormir. Helyare mandó a la dragona a recoger algunos troncos por el bosque, ya que ella no podía. Y se puso a tratar de hacer una hoguera, aunque con la humedad del ambiente era bastante difícil. Unos ruidos la distrajeron de su tarea y rápidamente llamó la atención de su compañera para acercarse a ver qué sucedía.
Unas luces tintineaban en la costa. Ella corrió a ver qué ocurría, cargando sus cosas. Mucha gente estaba reunida en la playa, observando un bote que se alejaba mar adentro. Torció ligeramente la cabeza, mirando con curiosidad desde la distancia. Un arquero lanzó una flecha con fuego en el bote de madera que, rápidamente, empezó a arder. Era un funeral.
Con expectación, la elfa se quedó mirando. Nunca había visto un funeral de ese estilo, sabía que los hacían y cómo era la teoría, pero nunca había visto nada parecido. Ellos enterraban a sus difuntos casi en la base de los árboles, les dejaban desnudos y rodeados de flores. Su alma quedaba en el pueblo y su cuerpo pasaba a ser parte de la naturaleza. ¿Qué sentido tenía tirar un cuerpo al mar? Aun así, aunque no fueran élficos, esos rituales le causaban curiosidad así que permaneció junto a la dragona observando el devenir del rito. –Están rindiendo homenaje a alguien que se va. ¿En Dundarak también se hacen así? –Preguntó curiosa mientras se acercaba unos pasos más, aunque siempre desde una gran distancia para no perturbar a los que observaban. ¿Quién sería la persona de la barca? ¿La conocería? Posiblemente, no.
Pese a que quien estaba en el bote no era un elfo, estaba casi segura, no pudo evitar sentir cierta lástima por quienes estaban velando al difunto o la difunta.
¿Por qué lo quemaban? Poco a poco el bote de madera se fue prendiendo y desgastando entre las llamas. Desde su posición, a pesar de estar lejos, podía oír los sollozos de las personas que despedían a quien se iba a reunirse con sus dioses.
Helyare
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Estaba allí, realmente lo había hecho. Había llegado a un funeral donde no conocía a quién se velaba. Me acerqué lentamente, a través de las sombras… sigilosamente, temiendo romper con el hechizo que rodeaba la escena. La oscuridad era mi mejor aliada, encubriendo los secretos de mi cuerpo mientras adquiría la forma humana más pertinente a la ceremonia. Cubierta por mi vieja capa azul, me moví entre los dolientes en silencio, lentamente, como si un movimiento brusco fuese a despertar a la niña homenajeada que reposaba en un lecho a la altura de una guerrera condecorada. Puse una mano sobre la madera, acercándome para observarla, era lo mínimo que podía hacer. Mirarla y recordar ese rostro con forma de corazón, dulce y pecoso. Ese sería la forma en la que honraría su memoria.
Las esquinas de mis labios se elevaron, su aroma era fresco, como el de una flor. Los finos hilos caoba de su pelo relucían con los reflejos del agua en la que pronto sería despedida. Fruncí el ceño, parecía como si pronto fuese a abrir sus ojos y a sonreír, mostrando un hoyuelo. Podía imaginármela claramente. Aquello comenzaba a perturbarme. Runa Thorgil murmuré Que tu alma descanse en paz y así comencé a apartarme… despacio, sin hacer ruidos. Sin voltearme, con los ojos en la princesa dormida. Porque para mí estaba de esa forma, su cuerpo reposaba pacíficamente antes de volver a ser polvo. Aquello que la animaba estaba entre nosotros, en los corazones de aquellos que pagaban con sus lágrimas el sacrificio del recuerdo.
Una gota salada bajó por mi mejilla hasta mis labios. Me mordí el labio inferior y miré a los alrededores. Ella ya no estaba más allí, la chica bestia con el tigre blanco. Probablemente le hubiese gustado acercarse, ella, la que se escondía entre las sombras del asesino que había sido mi amigo. La música era dulce. Acompañaba el momento. Así que esa era la forma en la que se mostraba respeto a los muertos en esos parajes. Había visto entierros en aldeas pobres, incluso mis padres habían sido quemados a las afueras del poblado donde vivíamos. No pude evitar hacer una mueca de dolor ante mis propios recuerdos. Ellos se merecían algo mejor que aquello. Pero mi corazón estaba tranquilo porque siempre llevaba sus memorias conmigo. Como probablemente muchos de los que afectados en algún momento lo descubriría.
Sí, lo había hecho. Había llegado al funeral de una desconocida. Pero no estaba allí por ella. Estaba allí por los que quedaban vivos. Esas personas que tienen el peso del amor, la conciencia, la amistad y otros sentimientos. Estaba en ese lugar para brindarle mi hombro a los que siempre quedaban atrás. Los que cargaban con el peso. Aquellos que su alma estaba ligada a un cuerpo que pesaba, un cuerpo que no dejaba de tener fugas y funcionar mal. Esos a quienes sus ojos les ardían porque no tenían más lágrimas que llorar. Los que no podían hablar por el nudo en la garganta y la presión en su pecho, la presión del vacío. Un vacío tan inmenso que era aplastante, avasallante, arrollador.
Llegué a las afueras de la reunión y me detuve allí unos momentos. Habían muchas personas, más conocidos de los que esperaba. Esa chica debía de moverse casi en los mismos círculos que yo. Era incluso extraño que no la hubiese conocido antes. Suspiré. Ah… la brisa trajo esencias conocidas. Destino susurré y encaminé hacia él. Siento la pérdida mi voz se mantuvo discreta, me puse a su lado y examiné su rostro. Hace tiempo que no nos vemos. Te ves bien me atreví a decir esas palabras porque no parecía del todo afectado por todo aquello que era incluso pegadizo. Yo misma me sentía muy mal por un destino trunco en una tan joven vida. La atención del elfo sin embargo, parecía bastante centrada en una joven de la banda. Curioso.
Los ritos continuaron. Los presentes habían terminado de despedirse y el cuerpo era enviado al mar. Uno de los hombres que empujaron la balsa tenía algo familiar en su aire. Me acerqué di un par de pasos y me paré en seco. Era evidente que las personas cambiaban con el tiempo. Sobre todo los humanos, ¿cuánto hacía ya? ¿un par de años?. Aquél joven con un martillo en su cinto que se enfrentó a unos locos mientras le prestaba su hombro a una licántropo borracha y llena de mocos, estaba ahora como un hombre, bien vestido, bien formado. Todo en él podía haber cambiado, todo menos su esencia. Y yo no olvidaba. Podían pasar horas o años, mi nariz nunca dejaba de recordar…
Avancé nuevamente, miré de reojo a uno de los licántropos de Ulmer. Vaya que el mundo era un pañuelo. Nunca me hubiese imaginado que ojitos verdes llorase de esa forma. Continué; nunca nos habíamos hablado directamente, y no era un momento para socializar, no cuando él parecía tan afectado. De hecho, claramente era uno de los más… eh… no quería pensar en la palabra “ruidoso” porque sería descortés, incluso en el pensamiento. Pero por los lobos negros… ese hombre sí que sabía sentir una pérdida.
La embarcación de sólo un pasajero comenzó a arder. El viaje sin retorno había comenzado para Runa Thorgil. Las llamas que se reflejaban sobre el cristal del agua así lo confirmaban. Estaba cerca de mi objetivo. Un par de pasos más… y finalmente deposité mi diestra sobre el hombro del buen humano. Llorar a los muertos es de mal augurio. Es mejor recordarles en sus mejores momentos retiré mi mano Schott. Lamento mucho esto y que nuestros caminos se vuelvan a cruzar en una ocasión así. ¿El joven Tale también…? me obligué a detenerme. Por alguna razón desde la última vez que vi a ese par no podía pensar en ellos como algo separado a un combo. Como un par de pies o un par de manos… Un pensamiento llevó al otro y ahora no podía dejar de tener ideas lúgubres.
Las esquinas de mis labios se elevaron, su aroma era fresco, como el de una flor. Los finos hilos caoba de su pelo relucían con los reflejos del agua en la que pronto sería despedida. Fruncí el ceño, parecía como si pronto fuese a abrir sus ojos y a sonreír, mostrando un hoyuelo. Podía imaginármela claramente. Aquello comenzaba a perturbarme. Runa Thorgil murmuré Que tu alma descanse en paz y así comencé a apartarme… despacio, sin hacer ruidos. Sin voltearme, con los ojos en la princesa dormida. Porque para mí estaba de esa forma, su cuerpo reposaba pacíficamente antes de volver a ser polvo. Aquello que la animaba estaba entre nosotros, en los corazones de aquellos que pagaban con sus lágrimas el sacrificio del recuerdo.
Una gota salada bajó por mi mejilla hasta mis labios. Me mordí el labio inferior y miré a los alrededores. Ella ya no estaba más allí, la chica bestia con el tigre blanco. Probablemente le hubiese gustado acercarse, ella, la que se escondía entre las sombras del asesino que había sido mi amigo. La música era dulce. Acompañaba el momento. Así que esa era la forma en la que se mostraba respeto a los muertos en esos parajes. Había visto entierros en aldeas pobres, incluso mis padres habían sido quemados a las afueras del poblado donde vivíamos. No pude evitar hacer una mueca de dolor ante mis propios recuerdos. Ellos se merecían algo mejor que aquello. Pero mi corazón estaba tranquilo porque siempre llevaba sus memorias conmigo. Como probablemente muchos de los que afectados en algún momento lo descubriría.
Sí, lo había hecho. Había llegado al funeral de una desconocida. Pero no estaba allí por ella. Estaba allí por los que quedaban vivos. Esas personas que tienen el peso del amor, la conciencia, la amistad y otros sentimientos. Estaba en ese lugar para brindarle mi hombro a los que siempre quedaban atrás. Los que cargaban con el peso. Aquellos que su alma estaba ligada a un cuerpo que pesaba, un cuerpo que no dejaba de tener fugas y funcionar mal. Esos a quienes sus ojos les ardían porque no tenían más lágrimas que llorar. Los que no podían hablar por el nudo en la garganta y la presión en su pecho, la presión del vacío. Un vacío tan inmenso que era aplastante, avasallante, arrollador.
Llegué a las afueras de la reunión y me detuve allí unos momentos. Habían muchas personas, más conocidos de los que esperaba. Esa chica debía de moverse casi en los mismos círculos que yo. Era incluso extraño que no la hubiese conocido antes. Suspiré. Ah… la brisa trajo esencias conocidas. Destino susurré y encaminé hacia él. Siento la pérdida mi voz se mantuvo discreta, me puse a su lado y examiné su rostro. Hace tiempo que no nos vemos. Te ves bien me atreví a decir esas palabras porque no parecía del todo afectado por todo aquello que era incluso pegadizo. Yo misma me sentía muy mal por un destino trunco en una tan joven vida. La atención del elfo sin embargo, parecía bastante centrada en una joven de la banda. Curioso.
* * *
Los ritos continuaron. Los presentes habían terminado de despedirse y el cuerpo era enviado al mar. Uno de los hombres que empujaron la balsa tenía algo familiar en su aire. Me acerqué di un par de pasos y me paré en seco. Era evidente que las personas cambiaban con el tiempo. Sobre todo los humanos, ¿cuánto hacía ya? ¿un par de años?. Aquél joven con un martillo en su cinto que se enfrentó a unos locos mientras le prestaba su hombro a una licántropo borracha y llena de mocos, estaba ahora como un hombre, bien vestido, bien formado. Todo en él podía haber cambiado, todo menos su esencia. Y yo no olvidaba. Podían pasar horas o años, mi nariz nunca dejaba de recordar…
Avancé nuevamente, miré de reojo a uno de los licántropos de Ulmer. Vaya que el mundo era un pañuelo. Nunca me hubiese imaginado que ojitos verdes llorase de esa forma. Continué; nunca nos habíamos hablado directamente, y no era un momento para socializar, no cuando él parecía tan afectado. De hecho, claramente era uno de los más… eh… no quería pensar en la palabra “ruidoso” porque sería descortés, incluso en el pensamiento. Pero por los lobos negros… ese hombre sí que sabía sentir una pérdida.
La embarcación de sólo un pasajero comenzó a arder. El viaje sin retorno había comenzado para Runa Thorgil. Las llamas que se reflejaban sobre el cristal del agua así lo confirmaban. Estaba cerca de mi objetivo. Un par de pasos más… y finalmente deposité mi diestra sobre el hombro del buen humano. Llorar a los muertos es de mal augurio. Es mejor recordarles en sus mejores momentos retiré mi mano Schott. Lamento mucho esto y que nuestros caminos se vuelvan a cruzar en una ocasión así. ¿El joven Tale también…? me obligué a detenerme. Por alguna razón desde la última vez que vi a ese par no podía pensar en ellos como algo separado a un combo. Como un par de pies o un par de manos… Un pensamiento llevó al otro y ahora no podía dejar de tener ideas lúgubres.
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Me dirigía a la base del clan a tomarme un descanso de cuando menos, varios días durmiendo, cuando me vi emboscado por una gran cantidad de personas con antorchas -Oh rayos, más fanáticos cazavampiros- Fue mi primera impresión mientras me ocultaba en la... En el... Bueno, en la orilla de la playa no había dónde esconderse, cosa que tendría en consideración para futuros viajes; avancé sin esconderme pero manteniéndome alerta tanto como podía.
Había alguien en el centro, una especie de coso ceremonial con alguien acostado en él -Oh, pobrecito- Dije sin saber aún si se trataba de un chico o una chica, avancé en dirección al cuerpo, principalmente porque estaban justo en mi camino a la torre y rodearlos podría ser demasiado sospechoso; al acercarme un poco más ignorando a los presentes a menos que se me acercaran mucho y finalmente llegué a la ubicación del cuerpo de una chica; estaba a punto de ignorarla y seguir de largo cuando por simple casualidad giré a detallar su rostro descubriendo que se trataba nada menos que de aquella chica con la que había escapado de los cazadores.
Me detuve en seco pensando en lo que le podría haber ocurrido, era tan joven que difícilmente podría apuntar a causas naturales, alguien tenía que haberlo hecho y de ser así, me sentía ya en la obligación de encontrarlo y hacerlo pagar. Me acerqué hasta una de las personas presentes quien resultó ser un rostro conocido, no es como si fuésemos mejores amigos pero habíamos coincidido al menos un par de veces -Eres tú- Dije como primera impresión, pensando luego en que no era la manera más inteligente de iniciar una conversación pues, obviamente era ella, yo era yo, todos eran todos; así que para ocultar aquel primer comentario tan triste fui al grano sin siquiera preguntarle a la licántropa si me recordaba -¿Sabes qué le pasó?- Pregunté señalando al cadáver.
Yo sí que la recordaba, no solo a ella sino también a su caballo que me había hecho volar de la peor manera y también a un niño que la acompañaba; perdido en mis cavilaciones apenas y me di cuenta cuando tomaron esa cosa con forma de barco pequeño donde reposaba el cuerpo y lo lanzaron al mar donde luego comenzaría a arder; no pude evitar ver en la orilla de la playa al guardia que acompañaba a la cazadora de vampiros en aquella ocasión, en cualquier caso imaginaba que con su manera de pelear moriría antes que cualquiera -Adiós- Fue lo último que alcancé a decir mientras se alejaba la pequeña embarcación y las llamas comenzaban a decorar su distante silueta.
Había alguien en el centro, una especie de coso ceremonial con alguien acostado en él -Oh, pobrecito- Dije sin saber aún si se trataba de un chico o una chica, avancé en dirección al cuerpo, principalmente porque estaban justo en mi camino a la torre y rodearlos podría ser demasiado sospechoso; al acercarme un poco más ignorando a los presentes a menos que se me acercaran mucho y finalmente llegué a la ubicación del cuerpo de una chica; estaba a punto de ignorarla y seguir de largo cuando por simple casualidad giré a detallar su rostro descubriendo que se trataba nada menos que de aquella chica con la que había escapado de los cazadores.
Me detuve en seco pensando en lo que le podría haber ocurrido, era tan joven que difícilmente podría apuntar a causas naturales, alguien tenía que haberlo hecho y de ser así, me sentía ya en la obligación de encontrarlo y hacerlo pagar. Me acerqué hasta una de las personas presentes quien resultó ser un rostro conocido, no es como si fuésemos mejores amigos pero habíamos coincidido al menos un par de veces -Eres tú- Dije como primera impresión, pensando luego en que no era la manera más inteligente de iniciar una conversación pues, obviamente era ella, yo era yo, todos eran todos; así que para ocultar aquel primer comentario tan triste fui al grano sin siquiera preguntarle a la licántropa si me recordaba -¿Sabes qué le pasó?- Pregunté señalando al cadáver.
Yo sí que la recordaba, no solo a ella sino también a su caballo que me había hecho volar de la peor manera y también a un niño que la acompañaba; perdido en mis cavilaciones apenas y me di cuenta cuando tomaron esa cosa con forma de barco pequeño donde reposaba el cuerpo y lo lanzaron al mar donde luego comenzaría a arder; no pude evitar ver en la orilla de la playa al guardia que acompañaba a la cazadora de vampiros en aquella ocasión, en cualquier caso imaginaba que con su manera de pelear moriría antes que cualquiera -Adiós- Fue lo último que alcancé a decir mientras se alejaba la pequeña embarcación y las llamas comenzaban a decorar su distante silueta.
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Si le hubiesen dicho que la elfa gruñona iba a ser una buena compañera de viaje el día que se conocieron, Ingela se hubiese largado a reír con tanta fuerza y ganas que se habría desencajado la quijada. Pero lo era, era buena escuchando. Eso permitía a la joven dragona hablar a sus anchas y largas, lo cual le parecía genial. Al cabo de un par de días de viaje, se podía decir que Helyare conocía la mitad de la vida de Ingela con detalle.
Lo único malo, era que era una pésima planificadora de viajes, elegía las rutas más largas pero bueno, era por su seguridad. Y así aprovechaba de conocer más lugares de Aerandir, no hay mal que por bien no venga. Ahora caminaban por la costa y eso maravilló a Ingela. La costa del norte era helada, no se podía caminar sobre la arena o meterse al mar sin correr el riesgo de perder los dedos de los pies. En cambio allí... vaya... el mar era tibio.
Caminaron todo el día, apenas deteniéndose. Solo paraban cuando Ingela salía corriendo para escapar de las olas o perseguirlas. Finalizaba el día e iban a acampar junto al mar, dormirían arrulladas por el sonido de las olas y mecidas por la brisa marina. ¡Qué mejor! Hasta el momento, aquella era la mejor parte de su viaje.
Helyare le pidió que recogiera algo de leña para el fuego, obediente, la muchacha se puso a buscar, cantando una alegre canción del norte. Escuchó a la elfa que la llamaba y volteó a verla. La actitud de la elfa hizo que la dragona posara suavemente la leña en el suelo, tratando de hacer el menor ruido posible, y fue junto a Helyare, quien le señaló unas luces.
Están rindiendo homenaje a alguien que se va. ¿En Dundarak también se hacen así?- comentó la elfa, agazapada junto a Ingela. -No... los cuerpos de los dragones lentamente se transforman en un huevo de dragón del cuál renacerá la persona cuando regresen nuestros dioses. Quemar un cuerpo sería negar eso- le respondió. -¿Te parece si nos acercamos?- preguntó a Helyare -Para rendir respetos al difunto y rezar por que su alma trascienda a la otra vida. Tengo entendido que esa tradición de quemar los cuerpos, es para pandar al alma junto a los dioses. Bueno, los dioses en los que ellos creen- dijo, aclarando así la duda de la elfa.
-Ven, vamos- dijo tomando a Helyare del brazo y llevándola hacia el grupo de personas que miraban cómo se quemaba la pira que flotaba en el mar.
Lo único malo, era que era una pésima planificadora de viajes, elegía las rutas más largas pero bueno, era por su seguridad. Y así aprovechaba de conocer más lugares de Aerandir, no hay mal que por bien no venga. Ahora caminaban por la costa y eso maravilló a Ingela. La costa del norte era helada, no se podía caminar sobre la arena o meterse al mar sin correr el riesgo de perder los dedos de los pies. En cambio allí... vaya... el mar era tibio.
Caminaron todo el día, apenas deteniéndose. Solo paraban cuando Ingela salía corriendo para escapar de las olas o perseguirlas. Finalizaba el día e iban a acampar junto al mar, dormirían arrulladas por el sonido de las olas y mecidas por la brisa marina. ¡Qué mejor! Hasta el momento, aquella era la mejor parte de su viaje.
Helyare le pidió que recogiera algo de leña para el fuego, obediente, la muchacha se puso a buscar, cantando una alegre canción del norte. Escuchó a la elfa que la llamaba y volteó a verla. La actitud de la elfa hizo que la dragona posara suavemente la leña en el suelo, tratando de hacer el menor ruido posible, y fue junto a Helyare, quien le señaló unas luces.
Están rindiendo homenaje a alguien que se va. ¿En Dundarak también se hacen así?- comentó la elfa, agazapada junto a Ingela. -No... los cuerpos de los dragones lentamente se transforman en un huevo de dragón del cuál renacerá la persona cuando regresen nuestros dioses. Quemar un cuerpo sería negar eso- le respondió. -¿Te parece si nos acercamos?- preguntó a Helyare -Para rendir respetos al difunto y rezar por que su alma trascienda a la otra vida. Tengo entendido que esa tradición de quemar los cuerpos, es para pandar al alma junto a los dioses. Bueno, los dioses en los que ellos creen- dijo, aclarando así la duda de la elfa.
-Ven, vamos- dijo tomando a Helyare del brazo y llevándola hacia el grupo de personas que miraban cómo se quemaba la pira que flotaba en el mar.
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Hace poco Chimar recibió una carta oscura, informaba sobre la muerte de Runa. No es que fuera un amigo directo ni nada, al final todo el gremio de ladrones termino con una copia. Maquiavelo tardo un poco en decidirse si ir al funeral o no, nunca resulta agradable ver gente grande llorando como niños corrientes… al menos con sentimiento.
Decide asistir personalmente por una mezcla de factores, recordar el funeral de su padre está en una posición privilegiada, La camaradería con sus compañeros bandidos también es tomada en cuenta… y por su puesto la posibilidad de participar en un banquete fúnebre, los seres inteligentes comen por cualquier acontecimiento.
Y aquí estamos.
Algo de tiempo después el niño se encuentra frente al cumulo de asistentes, la chica conocía bastante gente. Es un lugar bonito para un funeral tradicional pero algo alejado, tarda tiempo llegar al destino. Maquiavelo se acerca para observar el cadáver mientras detalla a cada asistente, pronto encuentra rostros conocidos.
El mundo es un pañuelo…
Reconoce a varios asistentes, sin duda dedicados al “negocio” de las aventuras. Los miembros de dicho gremio tienden a encontrarse mucho, comparten caminos y situaciones demenciales… muchas veces en lados opuestos del tablero. Parece que asistir a cualquier evento mortuorio alejado es una buena forma de encontrar gente.
Finalmente llega al bote, allí esta runa preparada para la ocasión. El pequeño no puede evitar bajar la mirada, es incapaz de ver el lado positivo por un momento. La gente como el enfrenta la muerte con cada paso, es poco alentador cuando alguien toma una mala jugada y termina sus días tan rápido… da que pensar.
Da una despedida mental y se retira del centro, otros deben dar sus condolencias. No le conocía tan bien como para derramar lágrimas pero el corazón se le arruga, sigue siendo un enano relativamente bueno. Siempre impresiona cuando alguien conocido muere, es una mezcla entre tristeza y miedo personal.
Empujan la barcaza y esta avanza en el mar, un arquero se prepara para disparar la característica flecha incendiaria. A Giaco lo cremaron en una pira publica, era miembro prominente del consejo intelectual del reino humano. Toda la escena es como un deja vu para Chimar, uno bastante deprimente.
Un granjero sale del tumulto y se tira en la tierra, tiene como treinta y una cara demacrada de tanto llorar. Cuando el proyectil incendiario inicia las llamas el hombre baja la cabeza, toma aire y prepara cierta línea. Pronto su relación con runa se hace pública… es algo interesante de saber dadas las circunstancias.
¡¡Di diez vacas por ti mi amor, no es justo!!
Decide asistir personalmente por una mezcla de factores, recordar el funeral de su padre está en una posición privilegiada, La camaradería con sus compañeros bandidos también es tomada en cuenta… y por su puesto la posibilidad de participar en un banquete fúnebre, los seres inteligentes comen por cualquier acontecimiento.
Y aquí estamos.
Algo de tiempo después el niño se encuentra frente al cumulo de asistentes, la chica conocía bastante gente. Es un lugar bonito para un funeral tradicional pero algo alejado, tarda tiempo llegar al destino. Maquiavelo se acerca para observar el cadáver mientras detalla a cada asistente, pronto encuentra rostros conocidos.
El mundo es un pañuelo…
Reconoce a varios asistentes, sin duda dedicados al “negocio” de las aventuras. Los miembros de dicho gremio tienden a encontrarse mucho, comparten caminos y situaciones demenciales… muchas veces en lados opuestos del tablero. Parece que asistir a cualquier evento mortuorio alejado es una buena forma de encontrar gente.
Finalmente llega al bote, allí esta runa preparada para la ocasión. El pequeño no puede evitar bajar la mirada, es incapaz de ver el lado positivo por un momento. La gente como el enfrenta la muerte con cada paso, es poco alentador cuando alguien toma una mala jugada y termina sus días tan rápido… da que pensar.
Da una despedida mental y se retira del centro, otros deben dar sus condolencias. No le conocía tan bien como para derramar lágrimas pero el corazón se le arruga, sigue siendo un enano relativamente bueno. Siempre impresiona cuando alguien conocido muere, es una mezcla entre tristeza y miedo personal.
Empujan la barcaza y esta avanza en el mar, un arquero se prepara para disparar la característica flecha incendiaria. A Giaco lo cremaron en una pira publica, era miembro prominente del consejo intelectual del reino humano. Toda la escena es como un deja vu para Chimar, uno bastante deprimente.
Un granjero sale del tumulto y se tira en la tierra, tiene como treinta y una cara demacrada de tanto llorar. Cuando el proyectil incendiario inicia las llamas el hombre baja la cabeza, toma aire y prepara cierta línea. Pronto su relación con runa se hace pública… es algo interesante de saber dadas las circunstancias.
¡¡Di diez vacas por ti mi amor, no es justo!!
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Invisible. Sería la palabra más acertada para la joven Runa que observaba como trasportaban su cuerpo en un altar de madera.
Hace unos horas había fallecido en aquel bosque porque aquel ángel la había sentenciado con dicho destino, ahora era un alma, un alma destinada a presenciar todo el dolor y vacío tras su perdida. La habían trasportado en el carromato de Judas mientras el cielo se oscurecía y rompía a llover a golpes contra la tierra.
Su viejo amigo colaboro con la guardia para decidir que tipo de entierro realmente merecía la ladrona, quemarían la mala energía, los malos recuerdos, todas aquellas pequeñas fechorías que ella había cometido sin que se enterasen. Era un punto de no retorno, para todos aquellos Runa no regresaría,la habían perdido en la eternidad y no volverían a ver esa sonrisa, ni a tener el placer de compartir un pequeño baile acompañado de bebida y grandes manjares, tampoco regañarle por ese carácter tan impulsivo. Runa se volvería cenizas en el mar.
Era de noche, y todos llevaban antorchas en la playa de los ancestros. El mar revoloteaba como con ganas de llevársela hacia dentro, mientras la colocaban al pie de esta misma, era extraño para ella ver su propio cuerpo más pálido de lo que ella de por si misma era. No lo podía creer aun, todavía existía rabia dentro de ella, era un desgaste temporal que no sabría si llegaría a ser realmente eterno.
Necesitaba su cuerpo, lo anhelaba.
Observó a una Alanna rota en el pie del altar sin parar de llorar, maldiciendo sin parar. También a Ashryn detrás tratando de ocultarse la cara mientras las lagrimas correteaban sin parar por sus mejillas, y cerca de ambas, a Judas junto a Rubí, quien estaba consolándolo como realmente podía, las manos de la camarera se volvían grietas en la espalda de aquel hombre.
Sin tener su propio corazón, le dolía. Le dolía por la derrota, le dolía por el sufrimiento ajeno, por no poder reconfortarlos, no tener el método de comunicarles que estaba bien, que pensaba volver, pensaba ¿Pensaba?. Que necia era en algunas ocasiones pensando que la voluntad podía con todo.
La gente llegaba, había hasta personas que desconocidas llamadas por la atención de las antorchas, vio a aquel tipo que se limpiaba con baba, al hombre de las caravanas y libros extravagantes que también lloraba sin parar, suposoque aquel día se divirtió demasiado.
A la anciana Marie engarrotada con Ma-Hui, aquel perro que rescató para compartir historias juntos, con la imagen de aquella mujer derrotada y el perro gimiendo sin cesar, y también Chimar, el ladronzuelo que quemó la guardia y trabajó junto a ella tiempo atrás.
Había demasiados rostros en su funeral, pero por desgracia no podía fijarse en todos. Se fijaba en aquellos que la acompañaron,quienes compartieron su fe en ella, quienes estaban demacrados.
Se quedó de pie al lado de Alanna mientras ella no se levantaba.
-Alanna, ojalá pudieras escucharme. Ojalá pudiera quitarte de esta carga, pues realmente no ha sido culpa tuya.- La miraba tratando de evitar las lagrimas .-Debes de seguir salvando vidas. Es tu trabajo y tú realmente has nacido para ello- Trataba de convencerse a si misma.
-Ojalá...- y el dolor se invadió como un virus logrando que soltara lagrimas.-vuelva...necesito volver.¡Esto es una maldita pesadilla!- Se arrodillo en el suelo junto a su amiga y miro a la doctora.
-Ashryn... - No paraba de llorar sin control.- Curalos a todos. ¡Maldita sea! ¡Hazlo por mi! ¡Cura estos corazones rotos!- Terminó de pronunciar unas palabras que jamás serían escuchadas interrumpidas por el llanto del pelirrojo.
Sus ojos verdes estaban rojos, esta vez, por primera vez, aquellos ojos verdes no estaban llenos de vida y seguirían mientras no cesara de llorar. Parecía tan destrozado, tan perdido en ese instante como Alanna, que realmente maldecía no poder volver para calmarlos.-Schott..- su voz estaba desgarrada y apenada.
-¡Maldita sea Schott! - Exclamó mientras miraba como el joven miraba su cuerpo.-Debí haberte dicho las cosas a tiempo...- Terminó con el miedo de no volver a verle sonreír.
El pelirrojo se dispuso a coger la balsa, cuando la guarda aun estaba ahí cogiendo la mano del cadáver, con intenciones de llevarla al mar. No quería, Alanna se aferraba y gritaba alterada, realmente no quería dejar ir el cuerpo de su amiga. Judas salió entre los asistentes y la abrazo fuerte en el suelo, mientras Schott y los demás metían sus rodillas en el agua y empujaban mar adentro.
-No puedo irme. - Se levantó captando todos los rostros, los músicos que tocaban en el funeral, los guardias, la negación de la cabeza de Schott, la flecha de fuego , la vida, su muerte.
Saco la ultima lagrima mirando a aquellos tres que presenciaron su muerte y se metió en el agua, etérea y veloz para subirse en la barca que apenas había incendiado.
Ahí estaba, dejando atrás lo mejor que le había ocurrido en la vida.
Off: Metarol hacia Alanna consentido por ella misma.
Hace unos horas había fallecido en aquel bosque porque aquel ángel la había sentenciado con dicho destino, ahora era un alma, un alma destinada a presenciar todo el dolor y vacío tras su perdida. La habían trasportado en el carromato de Judas mientras el cielo se oscurecía y rompía a llover a golpes contra la tierra.
Su viejo amigo colaboro con la guardia para decidir que tipo de entierro realmente merecía la ladrona, quemarían la mala energía, los malos recuerdos, todas aquellas pequeñas fechorías que ella había cometido sin que se enterasen. Era un punto de no retorno, para todos aquellos Runa no regresaría,la habían perdido en la eternidad y no volverían a ver esa sonrisa, ni a tener el placer de compartir un pequeño baile acompañado de bebida y grandes manjares, tampoco regañarle por ese carácter tan impulsivo. Runa se volvería cenizas en el mar.
Era de noche, y todos llevaban antorchas en la playa de los ancestros. El mar revoloteaba como con ganas de llevársela hacia dentro, mientras la colocaban al pie de esta misma, era extraño para ella ver su propio cuerpo más pálido de lo que ella de por si misma era. No lo podía creer aun, todavía existía rabia dentro de ella, era un desgaste temporal que no sabría si llegaría a ser realmente eterno.
Necesitaba su cuerpo, lo anhelaba.
Observó a una Alanna rota en el pie del altar sin parar de llorar, maldiciendo sin parar. También a Ashryn detrás tratando de ocultarse la cara mientras las lagrimas correteaban sin parar por sus mejillas, y cerca de ambas, a Judas junto a Rubí, quien estaba consolándolo como realmente podía, las manos de la camarera se volvían grietas en la espalda de aquel hombre.
Sin tener su propio corazón, le dolía. Le dolía por la derrota, le dolía por el sufrimiento ajeno, por no poder reconfortarlos, no tener el método de comunicarles que estaba bien, que pensaba volver, pensaba ¿Pensaba?. Que necia era en algunas ocasiones pensando que la voluntad podía con todo.
La gente llegaba, había hasta personas que desconocidas llamadas por la atención de las antorchas, vio a aquel tipo que se limpiaba con baba, al hombre de las caravanas y libros extravagantes que también lloraba sin parar, suposoque aquel día se divirtió demasiado.
A la anciana Marie engarrotada con Ma-Hui, aquel perro que rescató para compartir historias juntos, con la imagen de aquella mujer derrotada y el perro gimiendo sin cesar, y también Chimar, el ladronzuelo que quemó la guardia y trabajó junto a ella tiempo atrás.
Había demasiados rostros en su funeral, pero por desgracia no podía fijarse en todos. Se fijaba en aquellos que la acompañaron,quienes compartieron su fe en ella, quienes estaban demacrados.
Se quedó de pie al lado de Alanna mientras ella no se levantaba.
-Alanna, ojalá pudieras escucharme. Ojalá pudiera quitarte de esta carga, pues realmente no ha sido culpa tuya.- La miraba tratando de evitar las lagrimas .-Debes de seguir salvando vidas. Es tu trabajo y tú realmente has nacido para ello- Trataba de convencerse a si misma.
-Ojalá...- y el dolor se invadió como un virus logrando que soltara lagrimas.-vuelva...necesito volver.¡Esto es una maldita pesadilla!- Se arrodillo en el suelo junto a su amiga y miro a la doctora.
-Ashryn... - No paraba de llorar sin control.- Curalos a todos. ¡Maldita sea! ¡Hazlo por mi! ¡Cura estos corazones rotos!- Terminó de pronunciar unas palabras que jamás serían escuchadas interrumpidas por el llanto del pelirrojo.
Sus ojos verdes estaban rojos, esta vez, por primera vez, aquellos ojos verdes no estaban llenos de vida y seguirían mientras no cesara de llorar. Parecía tan destrozado, tan perdido en ese instante como Alanna, que realmente maldecía no poder volver para calmarlos.-Schott..- su voz estaba desgarrada y apenada.
-¡Maldita sea Schott! - Exclamó mientras miraba como el joven miraba su cuerpo.-Debí haberte dicho las cosas a tiempo...- Terminó con el miedo de no volver a verle sonreír.
El pelirrojo se dispuso a coger la balsa, cuando la guarda aun estaba ahí cogiendo la mano del cadáver, con intenciones de llevarla al mar. No quería, Alanna se aferraba y gritaba alterada, realmente no quería dejar ir el cuerpo de su amiga. Judas salió entre los asistentes y la abrazo fuerte en el suelo, mientras Schott y los demás metían sus rodillas en el agua y empujaban mar adentro.
-No puedo irme. - Se levantó captando todos los rostros, los músicos que tocaban en el funeral, los guardias, la negación de la cabeza de Schott, la flecha de fuego , la vida, su muerte.
Saco la ultima lagrima mirando a aquellos tres que presenciaron su muerte y se metió en el agua, etérea y veloz para subirse en la barca que apenas había incendiado.
Ahí estaba, dejando atrás lo mejor que le había ocurrido en la vida.
Off: Metarol hacia Alanna consentido por ella misma.
Runa Thorgil
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
El funeral estaba resultando muy tiste y emotivo, mucha gente, allegados y curiosos estaban en la playa, algunos incluso gritaban de dolor, reconocí algunas caras, ¿ese no era el ingenioso chaval de la ballesta de mano?, mmm, traté de recordar, mi mente aún seguía embotada por todo lo que estaba pasando, le saludé con la mano por si me reconocía, aunque tal vez me equivocase, los niños crecen rápido.
Me giré para ver el mar de nuevo cuando noté una mano de condolencia en mi hombro, giré la cabeza y agucé los ojos tratando de recordar quien era…sí..me sonaba..¿no era? aquella joven, estábamos con Eltrant, en una nave que se vino abajo o algo así ¿no estaba ebria en esa ocasión?, uf, fue hace mucho tiempo, si, la primera vez que conocí a Eltrant.
-Hombre…ehh..Wood, si Wood, ¿qué tal?, muchas gracias por venir- La sonreí devolviéndola su amable gesto –Tienes toda la razón Runa hizo cosas fantásticas, debemos quedarnos con ellas- sonreí –Nonono, Eltrant está bien, de hecho ahora está en la guardia, estamos en la guardia jej, sí que ha pasado mucho tiempo si- Le dije dándome cuenta de las aventuras vividas entre todo este tiempo.
-No te preocupes, siempre es grato recordar viejas caras ¿Cómo te ha tratado Aerandir? ¿qué es de tu vida?- le pregunté, por lo visto Runa había tenido una vida de lo más ajetreada si lograba reunir a tanta gente en su funeral, y eso era bueno, supongo, pobre Runa, siempre la echaríamos de menos, vaya mierda de destino
Me giré para ver el mar de nuevo cuando noté una mano de condolencia en mi hombro, giré la cabeza y agucé los ojos tratando de recordar quien era…sí..me sonaba..¿no era? aquella joven, estábamos con Eltrant, en una nave que se vino abajo o algo así ¿no estaba ebria en esa ocasión?, uf, fue hace mucho tiempo, si, la primera vez que conocí a Eltrant.
-Hombre…ehh..Wood, si Wood, ¿qué tal?, muchas gracias por venir- La sonreí devolviéndola su amable gesto –Tienes toda la razón Runa hizo cosas fantásticas, debemos quedarnos con ellas- sonreí –Nonono, Eltrant está bien, de hecho ahora está en la guardia, estamos en la guardia jej, sí que ha pasado mucho tiempo si- Le dije dándome cuenta de las aventuras vividas entre todo este tiempo.
-No te preocupes, siempre es grato recordar viejas caras ¿Cómo te ha tratado Aerandir? ¿qué es de tu vida?- le pregunté, por lo visto Runa había tenido una vida de lo más ajetreada si lograba reunir a tanta gente en su funeral, y eso era bueno, supongo, pobre Runa, siempre la echaríamos de menos, vaya mierda de destino
Schott
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
El cielo lloraba. Eso fue lo que la ojiazul podía describir de aquella lúgubre y desgarradora escena. Sus orbes cristalinos viajaban en derredor, escudriñando los rostros de las personas que se reunían para llorar la perdida de la hermosa Runa, a quien ella no había podido salvar. Todo era culpa suya. Aquella tragedia no habría sucedido si hubiese sido más eficiente y habilidosa, Runa no habría muerto si no fuera tan inútil. Sin poderlo evitar más el llanto comenzó a emanar de sus ojos, corriéndole por las mejillas como si fuese un pequeño torrente imposible de detener. La heroína seguía sin moverse del altar, ajena a los demás, como si se encontrase encerrada en su propio mundo de dolor en el que los Dioses la habían abandonado y todo por causa suya. Se maldecía a sí misma, se odiaba sobremanera y no había palabras que pudiese expresar para decir cuanto lo lamentaba.
Ocultó su rostro tras la capucha de su capa y se permitió llorar cual si fuera una niña pequeña. Sabía que varias personas se encontraban ahí, pero ni siquiera era capaz de mirarles, la culpa la estaba destrozando por dentro. Las piernas comenzaron fallarle y no tardó en caer de rodillas al suelo, cubriéndose el rostro con sus manos, mientras sollozaba con todo el dolor que tenía en su alma. Ciertamente no conocía mucho a la joven, más sentía que había apagado una luz difícil de igualar, una que le hubiese gustado conocer mejor, una que no existía dos veces en el mundo. Su mente se negaba a dejar de torturarla con los mismos pensamientos culposos de: ‘‘si hubiera’’. Desgarrándole el corazón al sentir la tristeza de los presentes por la pérdida de Runa, todo por motivo de su propia inutilidad.
—Lo lamento…. —sollozó con el rostro oculto tras sus manos—. Lo lamento tanto…Runa…
Levantó la mirada un poco, encontrándose con el joven que había sido amable con ella en aquella trágica aventura, ese joven que seguramente también la culparía, al igual que todos los demás. Sin quererlo sus orbes azules viajaron hasta la silueta de Alanna, quien yacía en su misma posición, sintiendo como todo se le derrumbaba una vez más. ¿Qué más, Imbar? ¿Qué más hubiese podido hacer para evitar todo aquello? Por más vueltas que le daba no le encontraba la respuesta, y es que, la muerte era lo único que no podía resolver con su magia.
Ocultó su rostro tras la capucha de su capa y se permitió llorar cual si fuera una niña pequeña. Sabía que varias personas se encontraban ahí, pero ni siquiera era capaz de mirarles, la culpa la estaba destrozando por dentro. Las piernas comenzaron fallarle y no tardó en caer de rodillas al suelo, cubriéndose el rostro con sus manos, mientras sollozaba con todo el dolor que tenía en su alma. Ciertamente no conocía mucho a la joven, más sentía que había apagado una luz difícil de igualar, una que le hubiese gustado conocer mejor, una que no existía dos veces en el mundo. Su mente se negaba a dejar de torturarla con los mismos pensamientos culposos de: ‘‘si hubiera’’. Desgarrándole el corazón al sentir la tristeza de los presentes por la pérdida de Runa, todo por motivo de su propia inutilidad.
—Lo lamento…. —sollozó con el rostro oculto tras sus manos—. Lo lamento tanto…Runa…
Levantó la mirada un poco, encontrándose con el joven que había sido amable con ella en aquella trágica aventura, ese joven que seguramente también la culparía, al igual que todos los demás. Sin quererlo sus orbes azules viajaron hasta la silueta de Alanna, quien yacía en su misma posición, sintiendo como todo se le derrumbaba una vez más. ¿Qué más, Imbar? ¿Qué más hubiese podido hacer para evitar todo aquello? Por más vueltas que le daba no le encontraba la respuesta, y es que, la muerte era lo único que no podía resolver con su magia.
Ashryn Elaynor
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
La primavera se acercaba con cantos de llanto, el cielo lloraba lágrimas frescas que intentaban limpiar el ambiente frío, de hielo y nieve, que aun cubría las calles de la ciudad. El ambiente mientras se acercaban al altar, con Runa sobre un carro de flores era calmado, silencioso, o eso le parecía a la guardia. Había dejado de oír llantos, palabras, trompetas, para ella no existía más sonido que el de las ruedas del carro que andaba tambaleante a su lado.
Desvió la mirada del suelo a la cara de ojos cerrados de Runa, que parecía dormir plácidamente. La lluvia que la empapada a ella no parecía afectar el rostro rosado de la joven que, tranquila, dejaba resvalar las finas gotas de agua por su rostro. Alanna apretó la insignia que tenía en sus manos. Era ella quien había dejado la misión de despedirla, de abrirle paso al otro mundo. No era solo que ella fuera quien le había arrebatado la vida, si no que, además, suyo era el deber de permitirle descansar en paz. notó un corte en su mano desnuda, y la sangre corriendo. Las Valkyrias ya debían haber llevado a Runa al palacio de Freya, después de todo, no quedaba demasiado para el día en el que se la honraba.
Dejó que las lágrimas corrieran en silencio por su cara mientras posaban el cuerpo inerte de su amiga en el altar. A su lado, su padrastro, ocultaba cabizbajo unos ojos rojos. No podía permitirse mostrar el llanto frente a civiles, ni mucho menos frente a compañeros, ni siquiera Alanna le había visto llorar, pero si había oído las palabras de consuelo que le había estado dedicando Meredith, al final, entre hipidos, Alanna se había dejado resvalar por la pared de las escaleras, abrazándose las rodillas, llorando lo que él no podría llorar al salir, y en ese momento, lloraba por ambos. Soltó la mano del hombre, que, paternal, protector, intentando tener un consuelo al tiempo que lo ofrecía, había tomado su mano enguantadacon la suya.
Se acercó a su amiga, a su prima, a su hermana, y le dejó la insignia, manchada con su propia sangre, entre las manos. Apartó los mechones humedos de la cara de runa mientras sus lágrimas se mezclaban con las gotas de lluvia que empapaban el rostro de la difunta. Su respiración se volvió más pesada, los hipidos, más fuertes. Sus manos frías apretaron las aun más heladas de la chica.
- Lo siento...- murmuró por millonésima vez, notando la sal de su propio llanto entrar en sus labios. Tomó aire y alzó la cabeza, intentando secar su llanto.- Por los servicios prestados en silencio al pueblo de Lunargenta, por tu dedicación al bienestar de los ciudadanos, se te concede el honor de pasar a formar parte de la Guardia de Lunargenta. Que el honor brille en ti, tanto en vida, como en muerte.- proclamó, repitiendo las palabras que le habían dicho a ella el día que le dieron su propia insignia, sacando el permiso que su padrastro había conseguido de la guardia, dejándolo bajo las manos de la joven, junto a la insignia.
Se alejó unos pasos, volviendo junto a su padrastro. Había logrado que la voz no le temblara, pero el poco aplomo que la había mantenido en pie, le hacía temblar ahora las piernas. Solo el brazo que su padrastro le pasó por los hombros evitó que callera al suelo. Escondió la cara llorando y vio como alzaban el cuerpo de su amiga, se calló. Calló de rodillas al suelo empapado. Le daba igual que la vieran, le importaba poco que supieran lo débil que era en realidad, porque, al final, no había más fachada para derrumbar en ese momento, había dejado los restos al entregar la insignia póstuma.
La barca comenzó a moverse, llevada por una suave corriente. La flecha surcó el cielo acertando en la pequeña embarcación. Las flores que algunos presentes habían llevado flotaron junto a la barca, intentando perderse en el horizonte, el fuego empezó a arder con suavidad. Alanna se levantó de golpe, intentando seguir a la barca, intentando recuperar a Runa, un último intento desesperado de, al menos, darle un abrazo más. Notó un tirón en la capa, y escuchó, a penas, la voz de su padrastro llamándola.
El agua le cubrió hasta la cintura, y vio, más que nadie, alejarse la barca, con las lágrimas secas. Pudo ver la leve llama apagarse por la lluvia. Las flores le pasaron de largo mientras se mordía el labio, hasta notar la sangre, ni siquiera había podido llevar a cabo ese ritual. La gente comenzó a desalojar el lugar, el día pasó, dando paso a la tarde, y cada vez podían verse menos figuras contemplar con ojos perdidos, rojos y, algunos, ya secos, el punto por el que la barcaza había desaparecido.
- Alanna, vámonos.- escuchó la voz de su padrastro llamándola desde fuera del agua.
La joven no dijo nada, a penas lo miró, tembló un poco y comenzó a girar para salir, helada y calada hasta los huesos, mientras las nubes se disipaban y la luna daba un primer brillo de saludo. Su padrastro le tiró la capa sobre los hombros, ayudándola a salir. La guardia giró un instante para mirar nuevamente el horizonte y sus ojos se desviaron al cielo, mientras se derramaba una nueva lágrima de unos ojos cansados, que picaban y dolían, casi tanto con su corazón.
- Ahora está con las estrellas- susurró con voz rota sosteniendo el colgante de media luna que tiempo atrás le había regalado el exmercenario, sin perder de vista el cielo nocturno. Al menos quería pensar, que eso las mantendría unidas, ella con la cabeza en la luna, y Runa, con el alma en el firmamento.
Off: Siento la tardanza. Con permiso master, se le entrega a Runa el cargo de Guardia de Lunargenta.
Desvió la mirada del suelo a la cara de ojos cerrados de Runa, que parecía dormir plácidamente. La lluvia que la empapada a ella no parecía afectar el rostro rosado de la joven que, tranquila, dejaba resvalar las finas gotas de agua por su rostro. Alanna apretó la insignia que tenía en sus manos. Era ella quien había dejado la misión de despedirla, de abrirle paso al otro mundo. No era solo que ella fuera quien le había arrebatado la vida, si no que, además, suyo era el deber de permitirle descansar en paz. notó un corte en su mano desnuda, y la sangre corriendo. Las Valkyrias ya debían haber llevado a Runa al palacio de Freya, después de todo, no quedaba demasiado para el día en el que se la honraba.
Dejó que las lágrimas corrieran en silencio por su cara mientras posaban el cuerpo inerte de su amiga en el altar. A su lado, su padrastro, ocultaba cabizbajo unos ojos rojos. No podía permitirse mostrar el llanto frente a civiles, ni mucho menos frente a compañeros, ni siquiera Alanna le había visto llorar, pero si había oído las palabras de consuelo que le había estado dedicando Meredith, al final, entre hipidos, Alanna se había dejado resvalar por la pared de las escaleras, abrazándose las rodillas, llorando lo que él no podría llorar al salir, y en ese momento, lloraba por ambos. Soltó la mano del hombre, que, paternal, protector, intentando tener un consuelo al tiempo que lo ofrecía, había tomado su mano enguantadacon la suya.
Se acercó a su amiga, a su prima, a su hermana, y le dejó la insignia, manchada con su propia sangre, entre las manos. Apartó los mechones humedos de la cara de runa mientras sus lágrimas se mezclaban con las gotas de lluvia que empapaban el rostro de la difunta. Su respiración se volvió más pesada, los hipidos, más fuertes. Sus manos frías apretaron las aun más heladas de la chica.
- Lo siento...- murmuró por millonésima vez, notando la sal de su propio llanto entrar en sus labios. Tomó aire y alzó la cabeza, intentando secar su llanto.- Por los servicios prestados en silencio al pueblo de Lunargenta, por tu dedicación al bienestar de los ciudadanos, se te concede el honor de pasar a formar parte de la Guardia de Lunargenta. Que el honor brille en ti, tanto en vida, como en muerte.- proclamó, repitiendo las palabras que le habían dicho a ella el día que le dieron su propia insignia, sacando el permiso que su padrastro había conseguido de la guardia, dejándolo bajo las manos de la joven, junto a la insignia.
Se alejó unos pasos, volviendo junto a su padrastro. Había logrado que la voz no le temblara, pero el poco aplomo que la había mantenido en pie, le hacía temblar ahora las piernas. Solo el brazo que su padrastro le pasó por los hombros evitó que callera al suelo. Escondió la cara llorando y vio como alzaban el cuerpo de su amiga, se calló. Calló de rodillas al suelo empapado. Le daba igual que la vieran, le importaba poco que supieran lo débil que era en realidad, porque, al final, no había más fachada para derrumbar en ese momento, había dejado los restos al entregar la insignia póstuma.
La barca comenzó a moverse, llevada por una suave corriente. La flecha surcó el cielo acertando en la pequeña embarcación. Las flores que algunos presentes habían llevado flotaron junto a la barca, intentando perderse en el horizonte, el fuego empezó a arder con suavidad. Alanna se levantó de golpe, intentando seguir a la barca, intentando recuperar a Runa, un último intento desesperado de, al menos, darle un abrazo más. Notó un tirón en la capa, y escuchó, a penas, la voz de su padrastro llamándola.
El agua le cubrió hasta la cintura, y vio, más que nadie, alejarse la barca, con las lágrimas secas. Pudo ver la leve llama apagarse por la lluvia. Las flores le pasaron de largo mientras se mordía el labio, hasta notar la sangre, ni siquiera había podido llevar a cabo ese ritual. La gente comenzó a desalojar el lugar, el día pasó, dando paso a la tarde, y cada vez podían verse menos figuras contemplar con ojos perdidos, rojos y, algunos, ya secos, el punto por el que la barcaza había desaparecido.
- Alanna, vámonos.- escuchó la voz de su padrastro llamándola desde fuera del agua.
La joven no dijo nada, a penas lo miró, tembló un poco y comenzó a girar para salir, helada y calada hasta los huesos, mientras las nubes se disipaban y la luna daba un primer brillo de saludo. Su padrastro le tiró la capa sobre los hombros, ayudándola a salir. La guardia giró un instante para mirar nuevamente el horizonte y sus ojos se desviaron al cielo, mientras se derramaba una nueva lágrima de unos ojos cansados, que picaban y dolían, casi tanto con su corazón.
- Ahora está con las estrellas- susurró con voz rota sosteniendo el colgante de media luna que tiempo atrás le había regalado el exmercenario, sin perder de vista el cielo nocturno. Al menos quería pensar, que eso las mantendría unidas, ella con la cabeza en la luna, y Runa, con el alma en el firmamento.
Off: Siento la tardanza. Con permiso master, se le entrega a Runa el cargo de Guardia de Lunargenta.
Alanna Delteria
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Ahí estaba el alma que un día estuvo apunto de consumirse. Alejándose de todo aquello, que un día llego a tener, a querer a su formar, a cuidar, en aquellos ojos tan invisibles tan solo llegaba la vista de una ultima persona, una persona que parecía ir de cuero, tan recta y disciplinada como su carácter.
Huracán.
Era la ultima en despedirse de ella, la ultima que se acercó a la orilla y la ultima que los ojos del alma descarriada perdió de vista o al menos eso pensaba cuando logró ver el cuerpo de Alanna entrando en el mar, quería recuperarla, quería volver a estar junto a ella. No esperaba aquella visita, no esperaba ni mucho menos una despedida tan cargada, de las que se clavan y arañan el corazón como un gato enfadado. Había conocido a personas maravillosas, se había llevado con ella misma la amistad de una guardia, quien diría que una joven como Runa, acabaría luchando hasta el final con alguien que fuera miembro de allí.
La había rescatado, había tratado de cuidarla y así estaban. Sin poder dar marcha atrás.
O pensar en la cazavampiros, esa mujer tan terca y seca que un día la apuntó con su ballesta , queriendo volarle la cabeza, o al menos lo poco que le quedaba por aquel entonces. Huracán estaba, como el nombre indicaba, para revolucionar por donde pisaba.
Se acordaría de su herrero que trató de ir a rescatarla , de su ex pirata carroñero, de la doctora a la que le dio la impresión de ofenderla. Recordaría desde dentro a todos, con lo más profundo que aun le quedaba.
Se giró para observar su cuerpo, para ver la insignia que su amiga y que aun desconocía familia, le entrego en sus manos. La había nombrado guardia, por su honor, por su unión, para tener algún contacto entre la oscuridad.
En ocasiones la oscuridad, necesitaba un poco de luz, y Runa , muy cabezona, sospechaba que Alanna hubiera sido la suya.
-Alanna...- Susurró para si misma, necia de lo que se le aproximaba. Las llamas aumentaban en el altar y pronto el delicado cuerpo, se volvería en polvo como las estrellas fugaces del firmamento. La joven cerró sus ojos para no creer que era el final, no podría desvanecer, no podría llegar arder.
-¡Maldita sea!- Exclamó furiosa dirigiendo sus brazos hacia el mar, haciendo que una gran ola se tragará el altar, llevándolo al fondo del mar.
Era frío, el agua estaba congelada, el mar empujaba sin cesar. Los dedos se movían aferrándose al aliento dando paso a una luz, potente, donde la visión de la chica desapareció.
Sus ojos volvieron a abrirse gracias al olor de hierba mojada, su espalda se sentía en suelo, duro y áspero como la tierra, y el cantar de los pájaros, desde hace muchisimo tiempo, era sin duda lo mas hermoso que se había encontrado.
Su cuerpo, lo sentía ardiente, sus extremidades inquietas agarrando las hojas con curiosidad, y esos ojos perdidos, captaron que se encontraba en un bosque. Respiraba, estaba respirando y sintiendo la vida, así dándose cuenta de lo que había sucedido, sin dejar de pensar que realmente estaba pasando.
Observó sus manos y en ese momento se sintió la persona más desconocida del planeta.
¿Estaba viva?.
Off: Quiero agradecer como user a todas las personas que han gastado minutos valiosos en venir a escribir. Gracias de corazón. También agradecer tanto al máster como mi querida Alanna por esa bonita sorpresa, no sé como lo habéis logrado pero me he emocionado muchisimo. ¡GRACIAS!
Huracán.
Era la ultima en despedirse de ella, la ultima que se acercó a la orilla y la ultima que los ojos del alma descarriada perdió de vista o al menos eso pensaba cuando logró ver el cuerpo de Alanna entrando en el mar, quería recuperarla, quería volver a estar junto a ella. No esperaba aquella visita, no esperaba ni mucho menos una despedida tan cargada, de las que se clavan y arañan el corazón como un gato enfadado. Había conocido a personas maravillosas, se había llevado con ella misma la amistad de una guardia, quien diría que una joven como Runa, acabaría luchando hasta el final con alguien que fuera miembro de allí.
La había rescatado, había tratado de cuidarla y así estaban. Sin poder dar marcha atrás.
O pensar en la cazavampiros, esa mujer tan terca y seca que un día la apuntó con su ballesta , queriendo volarle la cabeza, o al menos lo poco que le quedaba por aquel entonces. Huracán estaba, como el nombre indicaba, para revolucionar por donde pisaba.
Se acordaría de su herrero que trató de ir a rescatarla , de su ex pirata carroñero, de la doctora a la que le dio la impresión de ofenderla. Recordaría desde dentro a todos, con lo más profundo que aun le quedaba.
Se giró para observar su cuerpo, para ver la insignia que su amiga y que aun desconocía familia, le entrego en sus manos. La había nombrado guardia, por su honor, por su unión, para tener algún contacto entre la oscuridad.
En ocasiones la oscuridad, necesitaba un poco de luz, y Runa , muy cabezona, sospechaba que Alanna hubiera sido la suya.
-Alanna...- Susurró para si misma, necia de lo que se le aproximaba. Las llamas aumentaban en el altar y pronto el delicado cuerpo, se volvería en polvo como las estrellas fugaces del firmamento. La joven cerró sus ojos para no creer que era el final, no podría desvanecer, no podría llegar arder.
-¡Maldita sea!- Exclamó furiosa dirigiendo sus brazos hacia el mar, haciendo que una gran ola se tragará el altar, llevándolo al fondo del mar.
Era frío, el agua estaba congelada, el mar empujaba sin cesar. Los dedos se movían aferrándose al aliento dando paso a una luz, potente, donde la visión de la chica desapareció.
Padre.
Ahora pertenezco a la guardia como tú,
y me dirijo hacia ti.
¿Podré cuidar de ella como hiciste conmigo?
Ahora pertenezco a la guardia como tú,
y me dirijo hacia ti.
¿Podré cuidar de ella como hiciste conmigo?
Sus ojos volvieron a abrirse gracias al olor de hierba mojada, su espalda se sentía en suelo, duro y áspero como la tierra, y el cantar de los pájaros, desde hace muchisimo tiempo, era sin duda lo mas hermoso que se había encontrado.
Su cuerpo, lo sentía ardiente, sus extremidades inquietas agarrando las hojas con curiosidad, y esos ojos perdidos, captaron que se encontraba en un bosque. Respiraba, estaba respirando y sintiendo la vida, así dándose cuenta de lo que había sucedido, sin dejar de pensar que realmente estaba pasando.
Observó sus manos y en ese momento se sintió la persona más desconocida del planeta.
¿Estaba viva?.
Off: Quiero agradecer como user a todas las personas que han gastado minutos valiosos en venir a escribir. Gracias de corazón. También agradecer tanto al máster como mi querida Alanna por esa bonita sorpresa, no sé como lo habéis logrado pero me he emocionado muchisimo. ¡GRACIAS!
Runa Thorgil
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
-En mis sueños me perdí,
fue allí donde ti vi
Estabas lejos, lejos de mí.
Estoy segura que te vi.
En mis sueños viniste,
Tus mejillas estaban mojadas
y tus ojos lloraban.
¿Por qué es que te fuiste?
Ahora te veo a un lado del mar,
toda vestida de seda
y me pregunto si esto es lo que me queda
En mis sueños me perdí,
Estoy segura que te vi.
En mis sueños viniste,
¿Por qué es que te fuiste?
Entonces, con un grito, desperté.
Quise escucharte,
creo que lo imaginé.
Seguías estando lejos.
Lejos de mí.-
fue allí donde ti vi
Estabas lejos, lejos de mí.
Estoy segura que te vi.
En mis sueños viniste,
Tus mejillas estaban mojadas
y tus ojos lloraban.
¿Por qué es que te fuiste?
Ahora te veo a un lado del mar,
toda vestida de seda
y me pregunto si esto es lo que me queda
En mis sueños me perdí,
Estoy segura que te vi.
En mis sueños viniste,
¿Por qué es que te fuiste?
Entonces, con un grito, desperté.
Quise escucharte,
creo que lo imaginé.
Seguías estando lejos.
Lejos de mí.-
Veo, desde el público, a Merrigan cantar a la vez que toca el violín. Es la canción que me dijo que escribió en honor al funeral. Me contó que tiene una base para todas las canciones de muerte (se les llama Requiem papá, el nombre de “canción de muerte” puede sentar mal) y que, en cada funeral diferente cambia algunas palabras para adaptarlo a quién descanse. Los “per-son-na-li-za”. Es una palabra complicada. Cuando me la dijo tuve que repetirla en voz alta tres veces para aprender a decirla. Hice bien en aprender la palabra. Ahora, puedo decir, con un susurro casi sin voz, mientras Merrigan canta:
-Mujer que descansa disfruta tu canción personalizada.-
Merrigan ha terminado una de las canciones que había preparado. Da la vuelta al papel que apoya en su arpa donde están las otras canciones. Primero la personalizada, luego las que canta en todos los funerales. Primero la que sirve para recordar, luego las que sirven para llorar (llorar tampoco lo puedes decir aquí papá).
Tenía razón, estas canciones las he escuchado otras veces por otros bardos. No son nuevas, no son distintas y siguen siendo especiales. Todo lo que cante Merrigan me parece especial. Recuerdo que ella me dijo que no me esté parado, que debo moverme entre la gente (les tienes que decir que les acompañas en sus sentimientos), sé lo que tengo que decir. Estar parado puede herir los sentimientos de los presentes y yo tengo que decir que acompaño sus sentimientos no herirlos. Aun así, no puedo evitar quedarme quieto. Estoy en primera fila enfrente del escenario donde Merrigan toca. No puedo dejar de verla. No puedo quitarme la idea de la cabeza que, si la pierdo, no la volveré a ver. Ya he perdido a muchos cuando dejé de verlos. No quiero que pase eso con la niña.
Se da cuenta que la estoy mirando. Merrigan agacha la cabeza hacia las cuerdas del arpa y sigue tocando la canción triste que hace llorar con una sonrisa. La niña me advirtió que eso pasaría y que en esos momentos es cuanto se siente feliz de poder cantar. Echo una mirada hacia atrás para asegurarme de que absolutamente todos lloran. Si no son todos, son la mayoría. Veo muchas personas con pañuelos en la mano, otros que miran al suelo y unos pocos que se sientan en el suelo y ocultan su rostro entre las piernas. Están llorando. No lo pueden decir porque llorar es una palabra prohibida en los funerales; pero sé que están llorando.
Entre la multitud veo una persona que conozco: Wood. Hace mucho tiempo que no la veía. La última vez que la vi no había conocido a Idril ni había querido irme a descansar. Me acerco a Wood sin dejar de girar la cabeza hacia Merrigan. Cuando estoy a su lado sigo las instrucciones de Merrigan: pongo mi mano en el hombro de Wood (a la gente le gusta que la toquen cuando están tristes papá, recuérdalo), la miro de frente y digo con firmeza:
-Te acompaño en tus sentimientos- justo como Merrigan me ha enseñado.
Sarez
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Algunos tenemos la gran libertad de pasar por alto lo que verdaderamente nos duele, lo enterramos y obviamos que una emoción tan latente un día nos hizo llorar. A lo lejos en el horizonte, entre aguas mansas, visionarias de la lumbre que las aclara y aviva la pérdida yace el cuerpo de un desconocido, rechazo de una forma abismal las ganas incesantes que nacen desde la boca de mi estómago, ¿quién será? Un guerrero, un noble o un simple peón de la cadena baja, ¿luchó hasta el final o se rindió a mitad de la vereda? Sustancial pregunta, puesto que Imbar nos acoge a todos por igual más debería ser selectiva, hay seres que no merecen tener una redención, otros que sus pies deberían zozobrar en miel y por consecuente, gente como yo, diablos que no reencarnarán.
La maldad no se aprende, no se enseña, la llevamos adormecida en nuestros corazones hasta que emerge, despierta y devora la única cualidad que nos asemeja a los demás, bondad. En algún retazo de esta enorme ceremonia habrán semejantes, hilos carmesíes que han unido al cadáver con los vivos entre aventuras y peligros, hilos grises sin conexión alguna y quizá, alguno naranja, imposibilitado por la muerte de la susodicha que ha roto la aptitud de ser tratada, querida u repudiada.
¿Cual es el tuyo, Anfaüglir? Hilo gris, no tuve conexión y en lo referente a poder haberla tenido, niego el gesto con efusividad. La gente débil e inexperta no merece más que servir como leña para el fuego, si no tienes el coraje de superarte a ti mismo o proteger aquello que oprime tu pecho en situaciones contadas, que el oxígeno te abandone y el corazón deje de latir, la muerte está al llegar y tú serás el plato principal. ─ ¡Shh! Llorar no lo traerá de vuelta, vil gilipollas. ─ Por todos los ancestros, ¿por qué la gente no comprende lo fácil que es olvidar? Y si tanto cuesta, que se aparten y vivan en soledad. Entorno los luceros, en la izquierda una marabunta de aldeanos humedecen la tierra con sus lágrimas, en el lado contrario algunos se derrumban pues la pérdida los supera y llorar no sirve como desahogo, pero sí esos bramidos que me dejan petrificada en el sitio. Las aves se arremolinan en torno a la barca incendiada, querrán comerse sus ojos como aperitivo pero las llamas los aleja.
Personalmente, este panorama me pone los pelos de punta y servirá como pasatiempo antes de seguir el rumbo pactado por las estrellas. Sonrío, y esa sonrisa se convierte en una repelente carcajada llamativa. Muerte, mi querídisima muerte, ¿cuantos seguirás cargándote hasta saciarte? Entreabro los labios, relamiéndome el bajo mientras me agacho frente al llorica sin fundamento. ─ Sigue llorando, quizá mañana llegue tu turno. ─ Le sonrío, estos humanos saben como divertirme. ─ O quizá hoy. ─ Bromita inocente que lo empalidece tres tonos, juguetona y extasiada, no negaré esto último le lanzo un beso tóxico, veneno que tan bien me caracteriza. No se atreve a mirarme, la sombra que alberga la oscuridad debería ser admirada, ¿no creéis? Rechisto, erguida nuevamente acomodo mis ropajes, observo por última vez la barca y sin remordimientos que me aten, desaparezco entre la multitud.
La maldad no se aprende, no se enseña, la llevamos adormecida en nuestros corazones hasta que emerge, despierta y devora la única cualidad que nos asemeja a los demás, bondad. En algún retazo de esta enorme ceremonia habrán semejantes, hilos carmesíes que han unido al cadáver con los vivos entre aventuras y peligros, hilos grises sin conexión alguna y quizá, alguno naranja, imposibilitado por la muerte de la susodicha que ha roto la aptitud de ser tratada, querida u repudiada.
¿Cual es el tuyo, Anfaüglir? Hilo gris, no tuve conexión y en lo referente a poder haberla tenido, niego el gesto con efusividad. La gente débil e inexperta no merece más que servir como leña para el fuego, si no tienes el coraje de superarte a ti mismo o proteger aquello que oprime tu pecho en situaciones contadas, que el oxígeno te abandone y el corazón deje de latir, la muerte está al llegar y tú serás el plato principal. ─ ¡Shh! Llorar no lo traerá de vuelta, vil gilipollas. ─ Por todos los ancestros, ¿por qué la gente no comprende lo fácil que es olvidar? Y si tanto cuesta, que se aparten y vivan en soledad. Entorno los luceros, en la izquierda una marabunta de aldeanos humedecen la tierra con sus lágrimas, en el lado contrario algunos se derrumban pues la pérdida los supera y llorar no sirve como desahogo, pero sí esos bramidos que me dejan petrificada en el sitio. Las aves se arremolinan en torno a la barca incendiada, querrán comerse sus ojos como aperitivo pero las llamas los aleja.
Personalmente, este panorama me pone los pelos de punta y servirá como pasatiempo antes de seguir el rumbo pactado por las estrellas. Sonrío, y esa sonrisa se convierte en una repelente carcajada llamativa. Muerte, mi querídisima muerte, ¿cuantos seguirás cargándote hasta saciarte? Entreabro los labios, relamiéndome el bajo mientras me agacho frente al llorica sin fundamento. ─ Sigue llorando, quizá mañana llegue tu turno. ─ Le sonrío, estos humanos saben como divertirme. ─ O quizá hoy. ─ Bromita inocente que lo empalidece tres tonos, juguetona y extasiada, no negaré esto último le lanzo un beso tóxico, veneno que tan bien me caracteriza. No se atreve a mirarme, la sombra que alberga la oscuridad debería ser admirada, ¿no creéis? Rechisto, erguida nuevamente acomodo mis ropajes, observo por última vez la barca y sin remordimientos que me aten, desaparezco entre la multitud.
Eretria Noorgard
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
La playa de los ancestros estaba abarrotada aquella noche. Odiaba las multitudes y para ser fiel a los principios ni siquiera toqué la arena. Me daba asco la gente y las acumulaciones. Pero no me había acercado hasta allí para congeniar con nadie, sino para rendir homenaje a una persona. Me quedé en “última fila”, observando el espectáculo desde la línea en la que el bosque tocaba con la arena. Apoyada en uno de los árboles, con una pierna entrecruzada y pasando desapercibida sin que nadie me viera.
Vi cómo prendían fuego con una flecha incendiaria al cuerpo de la joven, que reposaba sobre una balsa de madera. Hice varios gestos de negación con la cabeza mientras me mordía el dedo pulgar.
Runa Thorgil.
Hasta aquella noche aquel nombre no significaba mucho para mí. No era nadie el nombre de nadie especialmente relevante. Tan sólo de una simple ladrona. Pero entonces, ¿por qué estaba ahí?
Hacía ya más de un año que la conocí, la primera vez que la vi traté de atravesarle la cabeza con una ballesta. Me había robado el libro del profesor Malcolm. Muchos lo hubieran hecho. Pero yo nunca podría matar a Runa Thorgil, aunque me sentía culpable en parte en mi subconsciente. No sabía por qué, pues yo, al menos en esta vida, nunca sería capaz de hacerlo. Nunca podría matar a alguien que sólo trata de ganarse el dinero y sobrevivir. Para la gente pobre era o cometer ilegalidades o morir. Pese a ser millonaria y aunque económicamente lo tuviera todo, no podía compartir ese pensamiento clasista propio de las familias de Beltrexus. Ellos hubieran apretado el gatillo aquel día.
Pero yo no. Yo era distinta y decidí darle una oportunidad. No me arrepentía. Gracias a ella también conocí a Schott y mejoré mi relación Alanna Delteria, quienes por cierto, también se encontraban ahí. Nos embarcamos en una larga aventura que nos llevó hasta Baslodia.
Nunca olvidaré nuestra batalla en las justas de Baslodia. Nunca olvidaré como derrotamos a los trolls del bosque. Nunca olvidaré como grabaste mi nombre en el brazo de aquella sucia y cerda elfa. ¿Por qué tú y no ella? Qué injusto era el mundo. Siempre se iban los buenos. Por ejemplo, Mortagglia y Belladonna todavía seguían a sus anchas mientras Igraine había fallecido. Las leyendas dicen que los dioses siempre se llevan a los buenos porque no quieren a los malos. ¡Qué injusto era el mundo con los humildes! Y es que no fue hasta aquella noche en la que me paré a pensar qué corazón tan grande tenía para ser una persona tan pequeña. Valiente, Runa.
-Si al menos pudiese haberte dicho que te consideraba mi… - musité para mí misma. Siempre me costaba mucho pronunciar esa palabra. Incluso aunque no hubiese nadie delante de mí. – Amiga. - Tarde. Ya nunca más podría decírselo. Me mordí el labio con resignación y pegué un pequeño puñetazo de frustración sobre el árbol en el que reposaba. Ahora lamentaba haberle puesto todas esas caras de mala gana y desprecio que le había dedicado durante nuestros encuentros.
Negué resignada con la cabeza, suspiré y me di media vuelta. Ya nunca más volvería a ver a Runa. Y aunque había cosas de las que me arrepentía, era consciente de que era tarde para volver atrás. Tras haber dado unos pasos, miré de nuevo en dirección a la playa. La embarcación ya ardía plenamente. – Que los dioses te guíen. – susurré seria, sin sonreír, y tras una mirada prolongada y carente de vida. Volví a girarme definitivamente, esta vez no miraría atrás.
Vi cómo prendían fuego con una flecha incendiaria al cuerpo de la joven, que reposaba sobre una balsa de madera. Hice varios gestos de negación con la cabeza mientras me mordía el dedo pulgar.
Runa Thorgil.
Hasta aquella noche aquel nombre no significaba mucho para mí. No era nadie el nombre de nadie especialmente relevante. Tan sólo de una simple ladrona. Pero entonces, ¿por qué estaba ahí?
Hacía ya más de un año que la conocí, la primera vez que la vi traté de atravesarle la cabeza con una ballesta. Me había robado el libro del profesor Malcolm. Muchos lo hubieran hecho. Pero yo nunca podría matar a Runa Thorgil, aunque me sentía culpable en parte en mi subconsciente. No sabía por qué, pues yo, al menos en esta vida, nunca sería capaz de hacerlo. Nunca podría matar a alguien que sólo trata de ganarse el dinero y sobrevivir. Para la gente pobre era o cometer ilegalidades o morir. Pese a ser millonaria y aunque económicamente lo tuviera todo, no podía compartir ese pensamiento clasista propio de las familias de Beltrexus. Ellos hubieran apretado el gatillo aquel día.
Pero yo no. Yo era distinta y decidí darle una oportunidad. No me arrepentía. Gracias a ella también conocí a Schott y mejoré mi relación Alanna Delteria, quienes por cierto, también se encontraban ahí. Nos embarcamos en una larga aventura que nos llevó hasta Baslodia.
Nunca olvidaré nuestra batalla en las justas de Baslodia. Nunca olvidaré como derrotamos a los trolls del bosque. Nunca olvidaré como grabaste mi nombre en el brazo de aquella sucia y cerda elfa. ¿Por qué tú y no ella? Qué injusto era el mundo. Siempre se iban los buenos. Por ejemplo, Mortagglia y Belladonna todavía seguían a sus anchas mientras Igraine había fallecido. Las leyendas dicen que los dioses siempre se llevan a los buenos porque no quieren a los malos. ¡Qué injusto era el mundo con los humildes! Y es que no fue hasta aquella noche en la que me paré a pensar qué corazón tan grande tenía para ser una persona tan pequeña. Valiente, Runa.
-Si al menos pudiese haberte dicho que te consideraba mi… - musité para mí misma. Siempre me costaba mucho pronunciar esa palabra. Incluso aunque no hubiese nadie delante de mí. – Amiga. - Tarde. Ya nunca más podría decírselo. Me mordí el labio con resignación y pegué un pequeño puñetazo de frustración sobre el árbol en el que reposaba. Ahora lamentaba haberle puesto todas esas caras de mala gana y desprecio que le había dedicado durante nuestros encuentros.
Negué resignada con la cabeza, suspiré y me di media vuelta. Ya nunca más volvería a ver a Runa. Y aunque había cosas de las que me arrepentía, era consciente de que era tarde para volver atrás. Tras haber dado unos pasos, miré de nuevo en dirección a la playa. La embarcación ya ardía plenamente. – Que los dioses te guíen. – susurré seria, sin sonreír, y tras una mirada prolongada y carente de vida. Volví a girarme definitivamente, esta vez no miraría atrás.
Anastasia Boisson
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Volvía cabizbaja hacia Lunargenta, donde me esperaban Alex y los niños. Al galope lento, en mi forma de lobo, tal como había llegado, con la capa rozándome los ijares aquí y allá, embolsándose con el viento y la leve llovizna. Los caminos estaban resbalosos, rastrear y correr eran parte de mi naturaleza; no tenía que pensar en esquivar o mantener el equilibrio, las cuatro patas tenían su propio pensamiento, muy alejado de cualquier cosa que yo pudiera estar meditando en lo profundo de mi ser. No era como pensar exactamente, sino una muy profunda cavilación, llena de imágenes y recuerdos. Era curioso, a medida que era más animal, muchas cosas se hacían más fáciles, pero perdía la individualidad, era más una masa de sentimientos vinculados a algo que reaccionaba según el momento.
Di un salto en un pequeño curso de agua formado por el deshielo. Las imágenes de Sarez invadieron mi conciencia.
…Te ves bien le había dicho, y él, con su mirada en la misma joven de cabellos rojizos me respondió de la misma manera en la que yo le había saludado. En ese momento había asentido, un poco cohibida por toda la situación. El elfo parecía estar siendo muy empático con todo el asunto. Le había echado un vistazo a su figura, estaba igual que antes –daa ah obviamente, los elfos no envejecen igual que el resto de nosotros- pero había un algo en su talante que me apretaba el corazón, era como si en su rostro se hubiese marcado el paso del tiempo con mucho pesar. Casi me había dado cosa estar ocupando su tiempo cuando él estaba siendo tan diligente durante la ocasión, por lo que decidí dejar al viejo conocido y a la vez desconocido, para otro momento: Estoy en Lunargenta, cerca del “gato tuerto”. Si tienes ganas de beber algo, pásate por allí y con aquello, le había dejado atrás, sólo para encontrarme con alguien que casi me saca el alma de un susto.
Después de un par de metros al trote, retomé el galope cansino, con nuevas imágenes. Ahora las ideas navegaban por aguas más turbias, Bio, el vampiro. Ciertamente no esperaba encontrármelo allí, sabía que él no era exactamente igual que el resto, pero suponía que Runa Thorgil había supuesto el primer eslabón de su dieta alimentaria. Me sorprendió gratamente que ese no fuera el caso. De hecho, Parecía un tanto conmovido por la situación. No como los peores, pero más de lo que podía esperar de un…vampiro. No me gustaba pensar en él de esa forma.
“Eres tú” me había dicho, y por un momento me lamenté no haber llevado un arma conmigo. Estaba lista para transformar mis manos e ir al cuello, pero al voltearme había visto la inolvidable figura… y más aún, aquél… bueno, la esencia del hombre. Por supuesto que soy yo le había respondido, con una sonrisa ladina, como hacía tiempo no salía tan naturalmente. Bio… agregué, dejando escapar algo de aire al pronunciar sutilmente su nombre. Mi memoria siempre había sido mala, pero a fuego se marcaba algo que me permitía recordar hechos puntuales. Un nombre tan corto y las circunstancias de nuestro encuentro no permitirían que le olvidase tan fácilmente. “¿Sabes qué le pasó?” preguntó. Yo negué silenciosamente con mi cabeza. He escuchado algunas cosas, pero no pude sacar nada en claro. Una pena. El hombre estaba más taciturno de lo que recordaba, silencioso, tal como el ambiente. El hecho que de vez en cuando yo olvidara lo que era no quería decir que dejase de serlo. Y así entre las sombras como había aparecido, se esfumó con un “adiós” que permaneció en el ambiente por un buen rato. Ahora Bio era más misterioso. Me preguntaba también cuál había sido su historia después que nos apartáramos.
Estaba por llegar, los últimos árboles antes de la gran muralla cada vez eran más escuetos y ralos en su ramaje. Disminuí la velocidad, buscando tomar el camino y un lugar donde transformarme sin ser vista, para adentrarme en el territorio humano. Humanos… en seguida pensé en la muerta y en Schott. El hombre tenía una memoria excelente, aún me recordaba. Había asentido profundamente a su agradecimiento, con el peso de mis muertos sobre el cuello. El joven Tale estaba en la guardia… así como él mismo. Aquella noticia me había incomodado un poquito, pero le palmee un brazo luego de un par de latidos Felicitaciones hombre y mi corazón se vertió en esas dos palabras. Eran buenos, muy buenos. Sólo temía que en algún momento nuestros caminos se cruzaran en las peores condiciones. Luego pensé que el reino humano era muy grande y las posibilidades escasas, eso era cuanto menos tranquilizante.
Como siempre, de aquí para allá. Aunque con menos alcohol le había respondido, ocultando una sonrisa pícara. Me asenté en Ulmer, estoy más tranquila ahora, con mi propia familia le guiñé un ojo y sonreí. De todas formas sigo viniendo frecuentemente a Lunargenta, donde me estoy hospedando ahora. Si necesitas algo… ya sabes: Feith Greenwood para los amigos, Wood para los negocios. Espero que nos encontremos pronto le dije a modo de despedida entre un apretón de manos. Tenía nostalgia por esos tiempos y no me hubiese importado echarme unos tragos encima para volver a vivirlos.
Atravesé las puertas de la gran ciudad, como una sombra, cuestionándome cómo debería de seguir mi vida a partir de entonces. La muerte siempre acechaba tras los rincones y ahora tenía que pensar en otros a parte de mí. ¿Ser una bestia o ser una humana? Bha, se lo dejaría al destino. Y con un encogimiento de hombros a los dioses, me perdí en la oscuridad, para encontrar a los míos.
Di un salto en un pequeño curso de agua formado por el deshielo. Las imágenes de Sarez invadieron mi conciencia.
…Te ves bien le había dicho, y él, con su mirada en la misma joven de cabellos rojizos me respondió de la misma manera en la que yo le había saludado. En ese momento había asentido, un poco cohibida por toda la situación. El elfo parecía estar siendo muy empático con todo el asunto. Le había echado un vistazo a su figura, estaba igual que antes –daa ah obviamente, los elfos no envejecen igual que el resto de nosotros- pero había un algo en su talante que me apretaba el corazón, era como si en su rostro se hubiese marcado el paso del tiempo con mucho pesar. Casi me había dado cosa estar ocupando su tiempo cuando él estaba siendo tan diligente durante la ocasión, por lo que decidí dejar al viejo conocido y a la vez desconocido, para otro momento: Estoy en Lunargenta, cerca del “gato tuerto”. Si tienes ganas de beber algo, pásate por allí y con aquello, le había dejado atrás, sólo para encontrarme con alguien que casi me saca el alma de un susto.
Después de un par de metros al trote, retomé el galope cansino, con nuevas imágenes. Ahora las ideas navegaban por aguas más turbias, Bio, el vampiro. Ciertamente no esperaba encontrármelo allí, sabía que él no era exactamente igual que el resto, pero suponía que Runa Thorgil había supuesto el primer eslabón de su dieta alimentaria. Me sorprendió gratamente que ese no fuera el caso. De hecho, Parecía un tanto conmovido por la situación. No como los peores, pero más de lo que podía esperar de un…vampiro. No me gustaba pensar en él de esa forma.
“Eres tú” me había dicho, y por un momento me lamenté no haber llevado un arma conmigo. Estaba lista para transformar mis manos e ir al cuello, pero al voltearme había visto la inolvidable figura… y más aún, aquél… bueno, la esencia del hombre. Por supuesto que soy yo le había respondido, con una sonrisa ladina, como hacía tiempo no salía tan naturalmente. Bio… agregué, dejando escapar algo de aire al pronunciar sutilmente su nombre. Mi memoria siempre había sido mala, pero a fuego se marcaba algo que me permitía recordar hechos puntuales. Un nombre tan corto y las circunstancias de nuestro encuentro no permitirían que le olvidase tan fácilmente. “¿Sabes qué le pasó?” preguntó. Yo negué silenciosamente con mi cabeza. He escuchado algunas cosas, pero no pude sacar nada en claro. Una pena. El hombre estaba más taciturno de lo que recordaba, silencioso, tal como el ambiente. El hecho que de vez en cuando yo olvidara lo que era no quería decir que dejase de serlo. Y así entre las sombras como había aparecido, se esfumó con un “adiós” que permaneció en el ambiente por un buen rato. Ahora Bio era más misterioso. Me preguntaba también cuál había sido su historia después que nos apartáramos.
Estaba por llegar, los últimos árboles antes de la gran muralla cada vez eran más escuetos y ralos en su ramaje. Disminuí la velocidad, buscando tomar el camino y un lugar donde transformarme sin ser vista, para adentrarme en el territorio humano. Humanos… en seguida pensé en la muerta y en Schott. El hombre tenía una memoria excelente, aún me recordaba. Había asentido profundamente a su agradecimiento, con el peso de mis muertos sobre el cuello. El joven Tale estaba en la guardia… así como él mismo. Aquella noticia me había incomodado un poquito, pero le palmee un brazo luego de un par de latidos Felicitaciones hombre y mi corazón se vertió en esas dos palabras. Eran buenos, muy buenos. Sólo temía que en algún momento nuestros caminos se cruzaran en las peores condiciones. Luego pensé que el reino humano era muy grande y las posibilidades escasas, eso era cuanto menos tranquilizante.
Como siempre, de aquí para allá. Aunque con menos alcohol le había respondido, ocultando una sonrisa pícara. Me asenté en Ulmer, estoy más tranquila ahora, con mi propia familia le guiñé un ojo y sonreí. De todas formas sigo viniendo frecuentemente a Lunargenta, donde me estoy hospedando ahora. Si necesitas algo… ya sabes: Feith Greenwood para los amigos, Wood para los negocios. Espero que nos encontremos pronto le dije a modo de despedida entre un apretón de manos. Tenía nostalgia por esos tiempos y no me hubiese importado echarme unos tragos encima para volver a vivirlos.
Atravesé las puertas de la gran ciudad, como una sombra, cuestionándome cómo debería de seguir mi vida a partir de entonces. La muerte siempre acechaba tras los rincones y ahora tenía que pensar en otros a parte de mí. ¿Ser una bestia o ser una humana? Bha, se lo dejaría al destino. Y con un encogimiento de hombros a los dioses, me perdí en la oscuridad, para encontrar a los míos.
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
¿Cómo tenía tanto nervio esa dragona? Su compañera de viaje no paraba quieta un momento, salvo cuando estaban cansadas de viajar y ya quería sentarse. ¡Normal! Si desde que se levantaba no paraba quieta un instante. Cuando paseaban por la playa corría con las olas, así gastaba mucha energía. Pero, ¿qué le iba a hacer? Si aún era una niña. Aparentemente no se diferenciaban tanto, pero Helyare podía presumir de más de 60 años de experiencia que esa muchacha y se notaba. Y, aparte, su alegría ya no estaba tan a flor de piel como la de Ingela. Pero aun así era buena compañera de viaje, no la dejaba sola en ningún momento y se lo agradecía. No la dejó sola siquiera cuando la elfa trató de echarla en aquel risco.
Le explicó un poco lo que sabía sobre los funerales de los humanos pero no tenía ni idea de que en el norte lo hacían de forma distinta. ¿Renacían? Se imaginó a la Ingela siendo una señora mayor y volviendo a convertirse en huevo de dragón. ¿Nacería siendo otra persona? ¿O volvería siendo la misma chiquilla rubia que tenía a su lado?
La dragona agarró su brazo y se acercó con ella a donde estaban los demás con la intención de rendir respetos al difunto. Helyare volteó los ojos con fastidio, pues no conocía a quien estaba siendo incinerado.
Sí reconoció algunos rostros de su primer viaje a Lunargenta, donde se volvían a dirigir. Pero no se acercó, no le eran importantes. Se soltó de Ingela y se quedó mirando unos pasos por detrás de ella. No podía ver quien estaba en la barca que se alejaba pero sí escuchar los llantos lastimeros de la gente cuando llamaban al difunto… En este caso: difunta.
Runa… ¿De qué le sonaba ese nombre?
Había miembros de la guardia de Lunargenta rindiendo sus homenajes, ¿la conocerían todos ellos? ¿O sólo estaban ahí de paso como la dragona y ella?
Runa…
En su mente siguió cavilando ese nombre. Lo había escuchado antes y tenía una fuerte convicción de que conocía a esa persona que iba mar adentro.
Pasó de nuevo la vista por todos los presentes que miraban el altar llameante alejándose y clavó la vista en uno de ellos. Su sangre se heló. Al instante agarró a Ingela del brazo con algo de fuerza y la empujó hacia sí misma. –Nos vamos. Ya he visto suficiente. –Soltó su brazo y se giró para echar a andar, tomando distancia de donde se encontraba el funeral.
Ya recordaba ese nombre, ese maldito nombre. Se acordó de esa persona y del odio tan profundo que sentía hacia ella. Al echar a andar dibujó una muy leve sonrisa, alegre de que los dioses, por primera vez desde que abandonó el bosque, hubiesen escuchado sus rezos pidiendo el fin de esa muchacha. Quiso haber podido prender ella ese “altar”.
Ni se detuvo en comprobar si realmente la barcaza se hundía o no. Con ver las llamas consumir la madera le fue suficiente para irse satisfecha de ese lugar. Por fin había justicia divina y, por suerte, no tendría que formar parte de la naturaleza, volver a “renacer”. No, ese cuerpo se quemaría y, como decía la dragona, le quitarían la oportunidad de volver a la vida al reducir su maldito cuerpo a cenizas.
Tenía lo que merecía y Helyare estaba muy conforme con la decisión de los dioses de llevársela. Eso era justicia.
Le explicó un poco lo que sabía sobre los funerales de los humanos pero no tenía ni idea de que en el norte lo hacían de forma distinta. ¿Renacían? Se imaginó a la Ingela siendo una señora mayor y volviendo a convertirse en huevo de dragón. ¿Nacería siendo otra persona? ¿O volvería siendo la misma chiquilla rubia que tenía a su lado?
La dragona agarró su brazo y se acercó con ella a donde estaban los demás con la intención de rendir respetos al difunto. Helyare volteó los ojos con fastidio, pues no conocía a quien estaba siendo incinerado.
Sí reconoció algunos rostros de su primer viaje a Lunargenta, donde se volvían a dirigir. Pero no se acercó, no le eran importantes. Se soltó de Ingela y se quedó mirando unos pasos por detrás de ella. No podía ver quien estaba en la barca que se alejaba pero sí escuchar los llantos lastimeros de la gente cuando llamaban al difunto… En este caso: difunta.
Runa… ¿De qué le sonaba ese nombre?
Había miembros de la guardia de Lunargenta rindiendo sus homenajes, ¿la conocerían todos ellos? ¿O sólo estaban ahí de paso como la dragona y ella?
Runa…
En su mente siguió cavilando ese nombre. Lo había escuchado antes y tenía una fuerte convicción de que conocía a esa persona que iba mar adentro.
Pasó de nuevo la vista por todos los presentes que miraban el altar llameante alejándose y clavó la vista en uno de ellos. Su sangre se heló. Al instante agarró a Ingela del brazo con algo de fuerza y la empujó hacia sí misma. –Nos vamos. Ya he visto suficiente. –Soltó su brazo y se giró para echar a andar, tomando distancia de donde se encontraba el funeral.
Ya recordaba ese nombre, ese maldito nombre. Se acordó de esa persona y del odio tan profundo que sentía hacia ella. Al echar a andar dibujó una muy leve sonrisa, alegre de que los dioses, por primera vez desde que abandonó el bosque, hubiesen escuchado sus rezos pidiendo el fin de esa muchacha. Quiso haber podido prender ella ese “altar”.
Ni se detuvo en comprobar si realmente la barcaza se hundía o no. Con ver las llamas consumir la madera le fue suficiente para irse satisfecha de ese lugar. Por fin había justicia divina y, por suerte, no tendría que formar parte de la naturaleza, volver a “renacer”. No, ese cuerpo se quemaría y, como decía la dragona, le quitarían la oportunidad de volver a la vida al reducir su maldito cuerpo a cenizas.
Tenía lo que merecía y Helyare estaba muy conforme con la decisión de los dioses de llevársela. Eso era justicia.
- Off:
- Perdón por tardar en responder, no lo he podido hacer antes. Este post que no cuente para el tema del reparto porque lo he puesto tarde, lo siento, sólo quería acabar mi presencia en el funeral. n.n"
Helyare
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Con los deseos expresados Chimar no tiene mucho que hacer en el sitio, decide permanecer hasta que la barcaza se consuma solo por tradición. La tristeza colectiva despierta malas sensaciones en el… aunque técnicamente eso le pasa a todos. De repente una ola devora la pequeña estructura naval, extraño giro de los acontecimientos.
Estoy casi seguro de que eso no es parte del ritual…
Sea como sea el cadáver ya encontró su descanso, al final todo se resume a terminar en el fondo del mar. Las tradiciones funerarias varían mucho pero todas tienen el mismo fin, deshacerse del cadáver de una forma vistosa. La civilización debe mantener su fallada limpia, esa es la razón real de todo.
Maquiavelo dedica un último vistazo a todos los conocidos, se despide con un gesto de los que voltean. Poco después parte rumbo a Lunargenta, ya presento sus respetos. Es una lástima lo de Runa, el gremio pierde un ladrón habilidoso. Las aventuras siempre traen consigo ese riesgo intrínseco… es por eso que mucha gente decide ser aburrida.
Entre la soledad del camino Chimar se permite meditar, su mente se llena de pensamientos poco agradables. En primer lugar piensa en como seria su propia muerte, la simple idea le genera un escalofrió. No puede morir... al menos no tan joven, le gustaría probar alcohol una vez y quiere recuperar legalmente su casa.
Eventualmente llega a un desenlace igual de perturbador, la muerte de algún Gorrión. Por alguna razón le parece peor, vivir la pérdida de alguien más siempre resulta terrible. Básicamente cuando las personas mueren todo se pone negro, la conciencia desaparece por lo que no hay tiempo para sentirse mal, es el camino que estipula la ciencia.
El niño continua meditando varios aspectos por horas, todo mientras sigue el camino de manera automática. Cuando se da cuenta puede vislumbra la ciudad en el horizonte, llega a buena hora. Niega con la cabeza un par de veces, no vale la pena romperse el cerebro pensando en tales cosas, nada lo matara a él ni a sus hermanos mientras tengan la destreza de su lado.
Que hambre… no dieron comida en el jodido funeral.
Al menos no vuelve con las manos vacías… "reviso" dos bolsillos mientras estaba en la playa. La gente llorosa es fácil de robar, la vida de debe continuar como dicen. Se comprara algo de comida en su sitio favorito y vera el atardecer desde una óptica privilegiada, no existe mejor forma de volver a sentir confianza por la vida.
Este pescado empanizado será por ti runa, suerte a donde quiera que vayas.
Estoy casi seguro de que eso no es parte del ritual…
Sea como sea el cadáver ya encontró su descanso, al final todo se resume a terminar en el fondo del mar. Las tradiciones funerarias varían mucho pero todas tienen el mismo fin, deshacerse del cadáver de una forma vistosa. La civilización debe mantener su fallada limpia, esa es la razón real de todo.
Maquiavelo dedica un último vistazo a todos los conocidos, se despide con un gesto de los que voltean. Poco después parte rumbo a Lunargenta, ya presento sus respetos. Es una lástima lo de Runa, el gremio pierde un ladrón habilidoso. Las aventuras siempre traen consigo ese riesgo intrínseco… es por eso que mucha gente decide ser aburrida.
Entre la soledad del camino Chimar se permite meditar, su mente se llena de pensamientos poco agradables. En primer lugar piensa en como seria su propia muerte, la simple idea le genera un escalofrió. No puede morir... al menos no tan joven, le gustaría probar alcohol una vez y quiere recuperar legalmente su casa.
Eventualmente llega a un desenlace igual de perturbador, la muerte de algún Gorrión. Por alguna razón le parece peor, vivir la pérdida de alguien más siempre resulta terrible. Básicamente cuando las personas mueren todo se pone negro, la conciencia desaparece por lo que no hay tiempo para sentirse mal, es el camino que estipula la ciencia.
El niño continua meditando varios aspectos por horas, todo mientras sigue el camino de manera automática. Cuando se da cuenta puede vislumbra la ciudad en el horizonte, llega a buena hora. Niega con la cabeza un par de veces, no vale la pena romperse el cerebro pensando en tales cosas, nada lo matara a él ni a sus hermanos mientras tengan la destreza de su lado.
Que hambre… no dieron comida en el jodido funeral.
Al menos no vuelve con las manos vacías… "reviso" dos bolsillos mientras estaba en la playa. La gente llorosa es fácil de robar, la vida de debe continuar como dicen. Se comprara algo de comida en su sitio favorito y vera el atardecer desde una óptica privilegiada, no existe mejor forma de volver a sentir confianza por la vida.
Este pescado empanizado será por ti runa, suerte a donde quiera que vayas.
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Re: [Evento] El funeral de Runa Thorgil
Recompensas
El evento ha sido completado con éxito. Como mencioné que la puntuación completa se daría con 5 ptos por dos posts. A aquellos que habéis escrito dos veces se os han sumado 5 ptos de experiencia. Mientras que a los que posteasteis una vez se os entregarán 3 ptos de experiencia. Todo se os ha sumado a vuestro perfil.
Runa Thorgil, subes al nivel 1 en el mismo post que mueres. ¡Enhorabuena! Estarás de celebración. Pronto abriré una quest para que puedas resucitar.
Enhorabuena también al pequeño y maquiavélico inventor, Chimar, que sube al nivel 6.
Desde el equipo de masters queremos agradeceros a todos vuestra participación tanto en este evento como en el de San Valentín. Nos mostramos muy felices de que los eventos tengan aceptación y sin duda generaremos más de este tipo en el futuro.
Ger
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