La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
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La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Las puertas de la gran biblioteca de Lunargenta se abrieron una vez más aquella mañana para dar paso a una nueva figura que sin duda acudía allí en busca del conocimiento que se atesoraba entre sus paredes, como otros hacían a diario durante las horas que el lugar se mantenía abierto para cualquier ciudadano de bien. Se trataba de una una persona alta, cubierta por una larga capa totalmente negra, con su rostro oculto bajo la capucha de la misma y que hizo su entrada acompañada por una racha de aire primaveral que agitó sus ropas por un instante hasta que la puerta se cerrase sola a sus espalda debido a su propio peso y a la corriente con un fuerte golpe. Algo que causó que el anciano pero aún vital señor Rassel, el encargado del lugar, levantará la mirada de los registros que ojeaba y mirara en su dirección con cara de auténtica desaprobación.
-Este es un lugar de estudio y reflexión visitante, agradecería que tratara de guardar el mayor y respetuoso de los silencios mientras permanezca aquí.- Dijo sin perder un instante y con un tono que ciertamente sonaba a amenaza implícita aunque no claramente verbalizada.
-Lo lamento señor Rassel. Parece que hay corriente.- Fue la respuesta de la figura encapuchada con un tono de voz claramente femenino y musical que el hombre tras el mostrador no tardó en reconocer, enarcando una ceja con cierta extrañeza.
-Vaya, eres tú elfa. No te había reconocido tan tapada. Ya estamos en primavera, no hace tanto frío como para ir tan cubierta. ¿Vienes por la solicitud de ayuda? La última vez hiciste un buen trabajo con esa ladronzuela y aquellos revoltosos críos.- Fueron las palabras del anciano que por su tono parecía haber decidido perdonar a la que fuera una de sus ayudante así como una de sus visitantes más asiduas. - Hacía tiempo que no te veía.- Añadió al final con cierto toque de curiosidad, aunque la verdad es que era el tipo de personas que no solía mostrar mucho interés por los asuntos personales de la gente si no tenían nada que ver con sus libros.
-Han sido una semanas llenas de viajes, he ido de un lado a otro de Aerandir literalmente. De hecho aún no he terminado. No obstante antes hay ciertos volúmenes que me gustaría revisar. Quizá pueda ayudarme.- Respondió la peliblanca sin retirarse la capucha y acercándose hasta el mostrador sin que el hombre hiciera más que una mueca por aquella falta de respeto al no descubrirse.
-¿Qué necesitas elfa? ¿Pociones? ¿Medicina?. Hace poco recibimos un tratado de las artes curativas de las islas que sin duda será de tu interés.- Comentó el hombre deslizando su dedo sobre una página de uno de los libros sobre su mesa.
-Maldiciones, maldiciones de dragones y todo lo relacionado con sus efectos y sus tratamientos. También todo lo que tenga sobre los grandes dragones antiguos.- Fueron sus palabras, ante las cuales el hombre volvió a levantar la mirada tratando de mirarla directamente a los ojos.
-Un asunto peliagudo ese, incluso para una sanadora elfa como tú...Espero que sepas en qué te metes. Puedo remitirte a la maldición de los vampiros, hay varios volúmenes sobre ella. Tengo también un par de tomos sobre los dragones pero...Otras maldiciones de dragones...Quizá sí, uno. Un antiguo tratado del norte.- Enumeró escribiendo el título de los libros y la sección donde la elfa los encontraría en un trozo de papel. Una vez escritos le tendió el trozo, aunque en el último momento lo retiró volviendo a mirarla. Por unos instantes pareció a punto de hacerle una pregunta personal, la cual sería la primera que le hacía en todos aquellos meses, pero al final se limitó a volver a tenderle el papel con una mirada en cierto modo paternal, como una especie de advertencia cariñosa.
-Gracias, esto me será de mucha ayuda.- Agradeció la joven mirando los nombres allí apuntados y asintiendo con la esperanza de encontrar en alguno de ellos algo que pudiera ayudarla. -Me pondré con ello de inmediato.- Añadió volviendo a asentir más decidida, y con paso veloz se encaminó hacia la primera y más cercana de las secciones que debía visitar.
Necesitaba esa información. Ya en el sur había notado que los cambios de los que la habían acusado en el norte no eran fruto de meras envidias o de la estupidez de parte de la logia. Había algo que no estaba bien con ella, algo que la hacía mucho más fuerte y le causaba una sensación tan agradable que resultaba difícil poder pensar en ello como algo malo...pero que sin duda lo era. Era algo que los demás seres sensibles a la magia notaban en ella haciendo que la evitasen o la tomaran como una amenaza, algo que podía sacar su peor lado sin que pudiera evitarlo, que incluso la llevaba a disfrutarlo. Era algo oscuro que había comenzado tras su enfrentamiento contra Querostraza y que iba a más. Necesitaba respuestas, y las necesitaba antes de que fuera demasiado tarde.
-Este es un lugar de estudio y reflexión visitante, agradecería que tratara de guardar el mayor y respetuoso de los silencios mientras permanezca aquí.- Dijo sin perder un instante y con un tono que ciertamente sonaba a amenaza implícita aunque no claramente verbalizada.
-Lo lamento señor Rassel. Parece que hay corriente.- Fue la respuesta de la figura encapuchada con un tono de voz claramente femenino y musical que el hombre tras el mostrador no tardó en reconocer, enarcando una ceja con cierta extrañeza.
-Vaya, eres tú elfa. No te había reconocido tan tapada. Ya estamos en primavera, no hace tanto frío como para ir tan cubierta. ¿Vienes por la solicitud de ayuda? La última vez hiciste un buen trabajo con esa ladronzuela y aquellos revoltosos críos.- Fueron las palabras del anciano que por su tono parecía haber decidido perdonar a la que fuera una de sus ayudante así como una de sus visitantes más asiduas. - Hacía tiempo que no te veía.- Añadió al final con cierto toque de curiosidad, aunque la verdad es que era el tipo de personas que no solía mostrar mucho interés por los asuntos personales de la gente si no tenían nada que ver con sus libros.
-Han sido una semanas llenas de viajes, he ido de un lado a otro de Aerandir literalmente. De hecho aún no he terminado. No obstante antes hay ciertos volúmenes que me gustaría revisar. Quizá pueda ayudarme.- Respondió la peliblanca sin retirarse la capucha y acercándose hasta el mostrador sin que el hombre hiciera más que una mueca por aquella falta de respeto al no descubrirse.
-¿Qué necesitas elfa? ¿Pociones? ¿Medicina?. Hace poco recibimos un tratado de las artes curativas de las islas que sin duda será de tu interés.- Comentó el hombre deslizando su dedo sobre una página de uno de los libros sobre su mesa.
-Maldiciones, maldiciones de dragones y todo lo relacionado con sus efectos y sus tratamientos. También todo lo que tenga sobre los grandes dragones antiguos.- Fueron sus palabras, ante las cuales el hombre volvió a levantar la mirada tratando de mirarla directamente a los ojos.
-Un asunto peliagudo ese, incluso para una sanadora elfa como tú...Espero que sepas en qué te metes. Puedo remitirte a la maldición de los vampiros, hay varios volúmenes sobre ella. Tengo también un par de tomos sobre los dragones pero...Otras maldiciones de dragones...Quizá sí, uno. Un antiguo tratado del norte.- Enumeró escribiendo el título de los libros y la sección donde la elfa los encontraría en un trozo de papel. Una vez escritos le tendió el trozo, aunque en el último momento lo retiró volviendo a mirarla. Por unos instantes pareció a punto de hacerle una pregunta personal, la cual sería la primera que le hacía en todos aquellos meses, pero al final se limitó a volver a tenderle el papel con una mirada en cierto modo paternal, como una especie de advertencia cariñosa.
-Gracias, esto me será de mucha ayuda.- Agradeció la joven mirando los nombres allí apuntados y asintiendo con la esperanza de encontrar en alguno de ellos algo que pudiera ayudarla. -Me pondré con ello de inmediato.- Añadió volviendo a asentir más decidida, y con paso veloz se encaminó hacia la primera y más cercana de las secciones que debía visitar.
Necesitaba esa información. Ya en el sur había notado que los cambios de los que la habían acusado en el norte no eran fruto de meras envidias o de la estupidez de parte de la logia. Había algo que no estaba bien con ella, algo que la hacía mucho más fuerte y le causaba una sensación tan agradable que resultaba difícil poder pensar en ello como algo malo...pero que sin duda lo era. Era algo que los demás seres sensibles a la magia notaban en ella haciendo que la evitasen o la tomaran como una amenaza, algo que podía sacar su peor lado sin que pudiera evitarlo, que incluso la llevaba a disfrutarlo. Era algo oscuro que había comenzado tras su enfrentamiento contra Querostraza y que iba a más. Necesitaba respuestas, y las necesitaba antes de que fuera demasiado tarde.
Última edición por Níniel Thenidiel el Miér Oct 11, 2017 5:03 pm, editado 2 veces
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Después de una larga caminata de varios días y una mala noche en la taberna mas barata de la ciudad de Lunargenta, por fin se hallaba frete a la famosa biblioteca donde podría encontrar cualquier tipo de información histórica, o eso le habían contado. Con la curiosidad como motivación, el elfo vestido en armadura esmeralda había llegado hasta aquí con la esperanza de ampliar sus conocimientos geográficos sobre el mundo de Aerandir, pues un caballero errante como él necesitaba conocer mas sobre los posibles lugares a los que poder ofrecer su espada. Sin duda lo que había oído sobre este lugar no eran meras habladurías, pues la edificación parecía mas bien una especie de templo que daba culto a algún tipo de dios del conocimiento en lugar de una mera biblioteca humana.
Sin demorarse mucho mas frente aquellas enormes puertas, el elfo empuja una de ellas suavemente para entrar, dejando que la brisa que intenta entrar con él le absorba sutilmente, quedando absorto frente a la belleza arquitectónica del interior el tiempo suficiente como para olvidarse de sostener la puerta antes de que esta diera un portazo al cerrarse, cosa que sin duda había molestado al encargado que en ese mismo momento caminaba hacia él con irritada expresión.
-¿Podría usted ser mas cuidadoso con las puertas...- Hizo una pequeña pausa en la que buscaba una palabra que no sonara a una grosería. -...señor?...- Dijo finalmente antes de proseguir. -En este lugar de estudio y reflexión se valora el... Silencio... como el agua que riega las plantas...- Pronuncio la palabra "silencio" con un tono especial con el que esperaba subrayarlo de forma imaginaria.
-Mil perdones buen señor... la belleza de este lugar me distrajo completamente, no volverá a suceder- Dijo con honestidad en un tono amable esperando apaciguar el descontento del hombre.
El encargado increpo con la mirada al elfo de armadura esmeralda, inspeccionándolo de arriba a bajo con los ojos y llegando a la conclusión de que al tratarse de alguien que se servia de la espada y la fuerza... se toma la libertad de pre juzgarlo y pensar que no podía esperar mucho mas de su delicadeza, dejando escapar un suspiro de resignación. -Aaaah... ya es la segunda vez hoy...- murmuro para si. -En fin... ¿que es lo que le trae a nuestra biblioteca?- Pregunto finalmente.
-Busco conocimientos sobre el saber general de Aerandir, atlas... mapas... y sobre todo situación histórica sobre las distintas comarcas de los reinos... y algún tipo de libro sobre fauna hostil- Dijo todo aquello con entusiasmo, sorprendiendo incluso al mismo bibliotecario que le había tomado por un mero bruto.
-Vaya... eso es mucho material... ¿Estáis seguro de que podréis asimilar tanto?...- Le dijo con cierto tono burlón antes de darse la vuelta e instar al elfo a seguirlo.
Sin responder a esa pregunta, el elfo siguió al bibliotecario, ciertamente no había tenido en cuenta la cantidad libros o mapas que tendría que revisar, pero estaba dispuesto a hacerlo hasta que se sintiera satisfecho, tal y como hizo otrora con la vieja biblioteca de su abuelo. Mientras pensaba en ello, se dio cuenta de que con su caminar en un lugar tan silencioso como aquel se podía escuchar el sonido de su armadura con cada paso, quizas no fue buena idea después de todo venir con la armadura puesta... pero dejarla en aquella taberna de mala muerte tampoco era una opción, y por suerte o resignación... el bibliotecario no hizo ningún comentario al respecto.
Sobre su mesa, llena de libros, manuscritos y alguna que otra vela apagada que debía de usar durante la noche durante sus horas de inventario... el bibliotecario escribió una lista de títulos y secciones que indicaban en que parte de la biblioteca se encontraban los libros mas adecuados para el elfo, haciéndole entrega de esta para justo después decirle -¿Sabrá apañárselas solo?... ¿No se perderá?- Pregunto el bibliotecario al elfo con claro tono de desconfianza.
-Claro... no se preocupe, muchas gracias por su tiempo- En verdad no, nunca antes había hecho una búsqueda de libros en una biblioteca tan grande y probablemente se haría un lió en mas de una ocasión, pero tampoco deseaba importunar mas al bibliotecario y decidió que se las arreglaría por su cuenta. Con una amable sonrisa cogió la lista y dejo atrás al bibliotecario.
Tras cerca de media hora de búsqueda de libros y varias equivocaciones de sección... Al'theas había logrado encontrar la mayoría de los libros que necesitaba a pesar de todo. Solo faltaba el ultimo libro sobre bestias peligrosas que le había llevado hasta una sección cuya estantería a sus ojos parecía un autentico caos donde cualquier erudito podría ver claramente lo que necesitase -Y aquí vamos de nuevo... la batalla final- murmuro para si como si esta simple búsqueda de libros fuese una cruzada del bien contra el mal, riéndose de si mismo para alentarse.
Mientras inspeccionaba la estantería, no había reparado hasta ahora en la presencia de otra persona que se encontraba leyendo en esa misma sección, vestida en una capa y capucha oscuras. Por un momento pensó en saludarla por cortesía, pero parecía muy ensimismada en su lectura y prefirió no interrumpir su concentración, centrándose ahora en lo que venia a buscar procurando molestar lo menos posible.
Sin demorarse mucho mas frente aquellas enormes puertas, el elfo empuja una de ellas suavemente para entrar, dejando que la brisa que intenta entrar con él le absorba sutilmente, quedando absorto frente a la belleza arquitectónica del interior el tiempo suficiente como para olvidarse de sostener la puerta antes de que esta diera un portazo al cerrarse, cosa que sin duda había molestado al encargado que en ese mismo momento caminaba hacia él con irritada expresión.
-¿Podría usted ser mas cuidadoso con las puertas...- Hizo una pequeña pausa en la que buscaba una palabra que no sonara a una grosería. -...señor?...- Dijo finalmente antes de proseguir. -En este lugar de estudio y reflexión se valora el... Silencio... como el agua que riega las plantas...- Pronuncio la palabra "silencio" con un tono especial con el que esperaba subrayarlo de forma imaginaria.
-Mil perdones buen señor... la belleza de este lugar me distrajo completamente, no volverá a suceder- Dijo con honestidad en un tono amable esperando apaciguar el descontento del hombre.
El encargado increpo con la mirada al elfo de armadura esmeralda, inspeccionándolo de arriba a bajo con los ojos y llegando a la conclusión de que al tratarse de alguien que se servia de la espada y la fuerza... se toma la libertad de pre juzgarlo y pensar que no podía esperar mucho mas de su delicadeza, dejando escapar un suspiro de resignación. -Aaaah... ya es la segunda vez hoy...- murmuro para si. -En fin... ¿que es lo que le trae a nuestra biblioteca?- Pregunto finalmente.
-Busco conocimientos sobre el saber general de Aerandir, atlas... mapas... y sobre todo situación histórica sobre las distintas comarcas de los reinos... y algún tipo de libro sobre fauna hostil- Dijo todo aquello con entusiasmo, sorprendiendo incluso al mismo bibliotecario que le había tomado por un mero bruto.
-Vaya... eso es mucho material... ¿Estáis seguro de que podréis asimilar tanto?...- Le dijo con cierto tono burlón antes de darse la vuelta e instar al elfo a seguirlo.
Sin responder a esa pregunta, el elfo siguió al bibliotecario, ciertamente no había tenido en cuenta la cantidad libros o mapas que tendría que revisar, pero estaba dispuesto a hacerlo hasta que se sintiera satisfecho, tal y como hizo otrora con la vieja biblioteca de su abuelo. Mientras pensaba en ello, se dio cuenta de que con su caminar en un lugar tan silencioso como aquel se podía escuchar el sonido de su armadura con cada paso, quizas no fue buena idea después de todo venir con la armadura puesta... pero dejarla en aquella taberna de mala muerte tampoco era una opción, y por suerte o resignación... el bibliotecario no hizo ningún comentario al respecto.
Sobre su mesa, llena de libros, manuscritos y alguna que otra vela apagada que debía de usar durante la noche durante sus horas de inventario... el bibliotecario escribió una lista de títulos y secciones que indicaban en que parte de la biblioteca se encontraban los libros mas adecuados para el elfo, haciéndole entrega de esta para justo después decirle -¿Sabrá apañárselas solo?... ¿No se perderá?- Pregunto el bibliotecario al elfo con claro tono de desconfianza.
-Claro... no se preocupe, muchas gracias por su tiempo- En verdad no, nunca antes había hecho una búsqueda de libros en una biblioteca tan grande y probablemente se haría un lió en mas de una ocasión, pero tampoco deseaba importunar mas al bibliotecario y decidió que se las arreglaría por su cuenta. Con una amable sonrisa cogió la lista y dejo atrás al bibliotecario.
Tras cerca de media hora de búsqueda de libros y varias equivocaciones de sección... Al'theas había logrado encontrar la mayoría de los libros que necesitaba a pesar de todo. Solo faltaba el ultimo libro sobre bestias peligrosas que le había llevado hasta una sección cuya estantería a sus ojos parecía un autentico caos donde cualquier erudito podría ver claramente lo que necesitase -Y aquí vamos de nuevo... la batalla final- murmuro para si como si esta simple búsqueda de libros fuese una cruzada del bien contra el mal, riéndose de si mismo para alentarse.
Mientras inspeccionaba la estantería, no había reparado hasta ahora en la presencia de otra persona que se encontraba leyendo en esa misma sección, vestida en una capa y capucha oscuras. Por un momento pensó en saludarla por cortesía, pero parecía muy ensimismada en su lectura y prefirió no interrumpir su concentración, centrándose ahora en lo que venia a buscar procurando molestar lo menos posible.
Al'theas Tinarandel
Experto
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
A parte del gentío y los diferentes aromas que había en las ciudades como Lunargenta o Baslodia, la biblioteca de Lunargenta era uno de los lugares a los que iba con más frecuencia. Siempre me gustaba el olor a libros, los viejos sobre todo, ya que inmediatamente hacían olvidarme del presente y me recordaban que en ellos se hallaban más de 100 años de escrituras y conocimientos. Me llenaban con sólo sentir que estaban a mi alrededor. Me gustaba releer libros que aunque los hubiera leído tres veces aun no entendía su significado, pero ahí estaba yo, siempre esforzándome por intentar comprender y descubrir. A veces buscaba curiosidades de las que nadie nunca ha podido imaginar. Otras, cuando me sentía cansada, las novelas eran la mejor máquina del tiempo para poder transportarme sin mover un solo dedo. Pero esta vez, estaba buscando respuestas. Esa llama que ardía dentro de mi me obligaba a recordar los hechos pasados, a no ignorar la realidad y a no sumergirme en novelas intentando escapar. Me obligaba a buscar respuestas que debería buscar más a menudo.
Así que, decidida, abrí las grandes puertas de la librería intentando no hacer ruido y entré. El señor Rassel siempre estaba a disposición de todos los que necesitaran ayuda para cualquier cosa relacionada con los libros, pero yo nunca le preguntaba nada porque me gustaba perderme entre los libros ya que nunca sabía si iba a encontrar alguno del que no tenía ni idea si solo iba a por lo que estaba buscando. Cuando el señor Rassel me miró, asentí con la cabeza a modo de saludo y me dirigí a algunos estantes de libros.
Pasado un tiempo, seguía mirando libros, pero estaba cargada con unos seis o siete, al parecer perdí la cuenta, solo sabía que eran muchos y uno o dos de ellos bastante gruesos. Emocionada por haber encontrado más o menos lo que buscaba (obviamente me quede embobada mayoritariamente en otro tipo de libros, no exactamente lo que buscaba, pero como siempre me distraía fácilmente en la biblioteca) me dirigí hacia donde se hallaban las mesas más cercanas, para poder sentarme y empezar a analizar los libros uno por uno. Caminaba tan apresuradamente ya que mis manos estaban cansadas y deseaba apoyar los libros en algún sitio y cuando pasaba las estanterías seguía mirando a ver si podía añadir algún otro libro a la pila que ya se había formado, tan ensimismada mirando hacia un lado que no vi la persona que se hallaba un poco más adelante y choque de lleno con ella. Los libros junto conmigo caímos con un estrépito y éstos se esparcieron por todos lados. Para rematar, la persona con la que había chocado llevaba armadura, así que el ruido había sido más fuerte de lo que había pensado. Maldije lo despistada que era.
-¡No sabes cuánto lo siento! Iba distraída y estaba caminando rápido y no te vi y… ¿estás bien? – dije avergonzada. Noté que había una persona que estaba leyendo en esa misma sección y esperé que toda la situación no la hubiera molestado tanto como para pensar en esperarme a la salida para poder patearme el trasero. En estas tierras nunca se sabía hasta qué punto podía llegar la locura de alguien.
Así que, decidida, abrí las grandes puertas de la librería intentando no hacer ruido y entré. El señor Rassel siempre estaba a disposición de todos los que necesitaran ayuda para cualquier cosa relacionada con los libros, pero yo nunca le preguntaba nada porque me gustaba perderme entre los libros ya que nunca sabía si iba a encontrar alguno del que no tenía ni idea si solo iba a por lo que estaba buscando. Cuando el señor Rassel me miró, asentí con la cabeza a modo de saludo y me dirigí a algunos estantes de libros.
Pasado un tiempo, seguía mirando libros, pero estaba cargada con unos seis o siete, al parecer perdí la cuenta, solo sabía que eran muchos y uno o dos de ellos bastante gruesos. Emocionada por haber encontrado más o menos lo que buscaba (obviamente me quede embobada mayoritariamente en otro tipo de libros, no exactamente lo que buscaba, pero como siempre me distraía fácilmente en la biblioteca) me dirigí hacia donde se hallaban las mesas más cercanas, para poder sentarme y empezar a analizar los libros uno por uno. Caminaba tan apresuradamente ya que mis manos estaban cansadas y deseaba apoyar los libros en algún sitio y cuando pasaba las estanterías seguía mirando a ver si podía añadir algún otro libro a la pila que ya se había formado, tan ensimismada mirando hacia un lado que no vi la persona que se hallaba un poco más adelante y choque de lleno con ella. Los libros junto conmigo caímos con un estrépito y éstos se esparcieron por todos lados. Para rematar, la persona con la que había chocado llevaba armadura, así que el ruido había sido más fuerte de lo que había pensado. Maldije lo despistada que era.
-¡No sabes cuánto lo siento! Iba distraída y estaba caminando rápido y no te vi y… ¿estás bien? – dije avergonzada. Noté que había una persona que estaba leyendo en esa misma sección y esperé que toda la situación no la hubiera molestado tanto como para pensar en esperarme a la salida para poder patearme el trasero. En estas tierras nunca se sabía hasta qué punto podía llegar la locura de alguien.
Edrielle
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Sin margen de error, como era de esperar en las siempre correctas indicaciones del señor Rassel, cada uno de los volúmenes que la peliblanca buscaba estaba exactamente donde debía, haciendo que con apenas unos minutos de búsqueda del título concreto en cada estante un nuevo libro se añadía a la pequeña pila que la elfa cargaba de un lado a otro cada vez con mayor dificultad, debido al peso y a su propia falta de fuerza. Níniel a veces se había preguntado si aquel anciano era en realidad el humano que aparentaba ser y no otra cosa diferente, debido a su sorprendente y prodigiosa memoria, algo no muy habitual en los orejas redondas de su edad, pero aquello solo eran ideas locas de una mente distraída. ¿Qué iba a ser si no, un vampiro diurno? Esa sería buena.
Una vez con todo el material de referencia aconsejado en su poder, la joven elfa buscó un lugar cercano y lo más tranquilo posible para comenzar su estudio. Cercano porque ya apenas podía moverse con el peso extra del último y voluminoso tomo, y tranquilo porque lo que trataba de averiguar no era ninguna tontería y de hecho su vida podría depender de lo que descubriera entre aquellas páginas, al menos tal y como la había vivido hasta ese momento. Quién podía saber la información que podía pasar por alto si por culpa del tipico shemlen incapaz de leer sin murmurar no lograba concentrarse todo lo necesario.
No tardó en encontrar un buen sitio en una de las secciones menos concurridas del lugar. Una zona de mesas de lectura parcialmente escondida pues se encontraba en lo que bien podía ser definido como un camino sin salida en un laberinto de estanterías repletas de libros, claro que realmente la biblioteca no era un laberinto pues estaba organizada en forma de cuadrícula haciendo imposible el perderse, aunque sí el perder a alguien de vista. No había nadie por allí cuando ella llegó, de hecho toda la biblioteca en sí estaba bastante tranquila y apenas sí se había cruzado con un par de eruditos mientras caminaba por los pasillos, por lo que era el lugar ideal sumido en el más profundo de los silencios, tanto que incluso el sonido de las páginas al pasarlas parecía todo un alboroto.
Pasaron unos minutos y a pesar del poco tiempo transcurrido Níniel ya había descartado dos de los libros, aquellos que trataban sobre la maldición de los vampiros, dejándolos en el lado opuesto de la mesa a la montaña de aquellos tomos que aún no había revisado. Aquellos dos tenían información interesante e historias de lo más curiosas sobre los primeros vampiros de los que se tenía constancia, pero nada sobre lo que ella buscaba ni ninguna información o explicación concreta sobre cómo podía haber obrado la maldición sobre ellos, menos aún mención alguna de una posible cura para el vampirismo, ni siquiera alguna absurda leyenda humana.
Más suerte tuvo con el siguiente sobre los dragones del norte, pues hablaba de su historia, tradiciones y habilidades conocidas, encontrando más de una referencia a algunas de las que Querostraza usó contra ella y sus compañeros durante la dura batalla que libraron en las montañas, y en la que poco más que mantenerlo a raya y escapar pudieron hacer, aunque no sin consecuencias como después acabaría descubriendo. Mención especial merecían las referencias a aquellos dragones que con el tiempo sobrepasaban por mucho el tamaño habitual de los miembros de dicha raza, como era el caso del propio Querostraza y el inquisidor, el dragón blanco que lideraba la logia y poseedor también de un poder abrumador.
Estaba la joven enfrascada en tan interesante lectura cuando de pronto comenzó a escucharse el inconfundible roce metálico de una armadura al andar. Al principio era un apenas molesto sonido de fondo continuo que se afanó en ignorar, pero enseguida quedó patente que el portador se acercaba, comenzando a molestar cada vez más y más a la peliblanca que a duras penas pudo contenerse de decirle un par de cosas, especialmente cuando para su desgracia no tuvo otro lugar al que ir que justo a la zona donde ella se encontraba, comenzando a moverse por allí, sin saludar ni disculparse en modo alguno y haciendo que la sacerdotisa soltara un profundo suspiro de resignación mientras esperaba a que acabara de buscar lo que fuese que estaba buscando y se largara de allí raudo como el viento, sin querer ni voltearse del todo hacia él para mirarlo bien porque sabía que no podría evitar decirle algo que seguramente solo lograría distraerla aún más.
Por desgracia, y como si alguna clase de broma de los dioses se tratara, quien se movió rauda como el viento no fue él sino otra figura cargada con no pocos libros que acabó chocando con el primer sujeto de la armadura causando todo un estropicio de libros tirados por el suelo, lo cual causaría un monumental enfado en el señor Rassel si lo viera, y todo un escándalo de ruido de metal y las consiguientes disculpas que Níniel ya sí no pudo soportar más causando que se girase para ver bien quién diantres era aquella pareja de escandalosos.
-Estamos en una biblioteca, si quisiera escuchar andar a los cabezacubo enlatados me iría a leer al campo de entrenamiento de la guardia de la ciudad.- Espetó la joven fulminándolos con la mirada, aunque ellos no lo notarían pues su capucha cubría sus ojos desde donde ellos estaban. -Y lo mismo para las torpes carreras.- Añadió hacía la mujer, momento en el que se dio cuenta de que el hombre de la armadura con quien había chocado no era un humano si no un elfo. Y no un elfo cualquiera, esa armadura era exclusiva de los caballeros esmeralda, una orden de guerreros de Sandorai que Níniel conocía de sobra pues era hija de una de ellos, uno que tras casarse abandonó la vida errante que les caracterizaba para formar una familia en Veyond, hogar del clan Thenidiel.
-Reconozco tu armadura pero no tu rostro. ¿Perteneces al clan Tinarandel, no?.- Preguntó en el idioma común a pesar de estar dirigiéndose hacia un hermano. De haber estado a solas lo hubiese hecho en élfico, pero se había acostumbrado a usar el común por educación en presencia de no elfos, incluso aunque esa persona fuera una desconocida como era el caso.
Más en ese momento, la joven cayó en la cuenta de que a diferencia de los humanos aquel elfo podría sentir lo que fuese que Querostraza le había hecho. Un caballero esmeralda bien podría tratar de hacerle daño al percibir su aura, y era bien conocido que estaban bien entrenados por lo que seguramente tendría que acabar haciéndole daño para evitar sufrirlo. Por ello, y sin decir ni una sola palabra más, aprovechando que los recién llegados aún estaban en el suelo, tomó aquel libro que estaba leyendo, su bastón con forma de dragón que reposaba al lado de la mesa, y sin perder ni un instante más salió de allí perdiéndose por entre los pasillos.
Una vez con todo el material de referencia aconsejado en su poder, la joven elfa buscó un lugar cercano y lo más tranquilo posible para comenzar su estudio. Cercano porque ya apenas podía moverse con el peso extra del último y voluminoso tomo, y tranquilo porque lo que trataba de averiguar no era ninguna tontería y de hecho su vida podría depender de lo que descubriera entre aquellas páginas, al menos tal y como la había vivido hasta ese momento. Quién podía saber la información que podía pasar por alto si por culpa del tipico shemlen incapaz de leer sin murmurar no lograba concentrarse todo lo necesario.
No tardó en encontrar un buen sitio en una de las secciones menos concurridas del lugar. Una zona de mesas de lectura parcialmente escondida pues se encontraba en lo que bien podía ser definido como un camino sin salida en un laberinto de estanterías repletas de libros, claro que realmente la biblioteca no era un laberinto pues estaba organizada en forma de cuadrícula haciendo imposible el perderse, aunque sí el perder a alguien de vista. No había nadie por allí cuando ella llegó, de hecho toda la biblioteca en sí estaba bastante tranquila y apenas sí se había cruzado con un par de eruditos mientras caminaba por los pasillos, por lo que era el lugar ideal sumido en el más profundo de los silencios, tanto que incluso el sonido de las páginas al pasarlas parecía todo un alboroto.
Pasaron unos minutos y a pesar del poco tiempo transcurrido Níniel ya había descartado dos de los libros, aquellos que trataban sobre la maldición de los vampiros, dejándolos en el lado opuesto de la mesa a la montaña de aquellos tomos que aún no había revisado. Aquellos dos tenían información interesante e historias de lo más curiosas sobre los primeros vampiros de los que se tenía constancia, pero nada sobre lo que ella buscaba ni ninguna información o explicación concreta sobre cómo podía haber obrado la maldición sobre ellos, menos aún mención alguna de una posible cura para el vampirismo, ni siquiera alguna absurda leyenda humana.
Más suerte tuvo con el siguiente sobre los dragones del norte, pues hablaba de su historia, tradiciones y habilidades conocidas, encontrando más de una referencia a algunas de las que Querostraza usó contra ella y sus compañeros durante la dura batalla que libraron en las montañas, y en la que poco más que mantenerlo a raya y escapar pudieron hacer, aunque no sin consecuencias como después acabaría descubriendo. Mención especial merecían las referencias a aquellos dragones que con el tiempo sobrepasaban por mucho el tamaño habitual de los miembros de dicha raza, como era el caso del propio Querostraza y el inquisidor, el dragón blanco que lideraba la logia y poseedor también de un poder abrumador.
Estaba la joven enfrascada en tan interesante lectura cuando de pronto comenzó a escucharse el inconfundible roce metálico de una armadura al andar. Al principio era un apenas molesto sonido de fondo continuo que se afanó en ignorar, pero enseguida quedó patente que el portador se acercaba, comenzando a molestar cada vez más y más a la peliblanca que a duras penas pudo contenerse de decirle un par de cosas, especialmente cuando para su desgracia no tuvo otro lugar al que ir que justo a la zona donde ella se encontraba, comenzando a moverse por allí, sin saludar ni disculparse en modo alguno y haciendo que la sacerdotisa soltara un profundo suspiro de resignación mientras esperaba a que acabara de buscar lo que fuese que estaba buscando y se largara de allí raudo como el viento, sin querer ni voltearse del todo hacia él para mirarlo bien porque sabía que no podría evitar decirle algo que seguramente solo lograría distraerla aún más.
Por desgracia, y como si alguna clase de broma de los dioses se tratara, quien se movió rauda como el viento no fue él sino otra figura cargada con no pocos libros que acabó chocando con el primer sujeto de la armadura causando todo un estropicio de libros tirados por el suelo, lo cual causaría un monumental enfado en el señor Rassel si lo viera, y todo un escándalo de ruido de metal y las consiguientes disculpas que Níniel ya sí no pudo soportar más causando que se girase para ver bien quién diantres era aquella pareja de escandalosos.
-Estamos en una biblioteca, si quisiera escuchar andar a los cabezacubo enlatados me iría a leer al campo de entrenamiento de la guardia de la ciudad.- Espetó la joven fulminándolos con la mirada, aunque ellos no lo notarían pues su capucha cubría sus ojos desde donde ellos estaban. -Y lo mismo para las torpes carreras.- Añadió hacía la mujer, momento en el que se dio cuenta de que el hombre de la armadura con quien había chocado no era un humano si no un elfo. Y no un elfo cualquiera, esa armadura era exclusiva de los caballeros esmeralda, una orden de guerreros de Sandorai que Níniel conocía de sobra pues era hija de una de ellos, uno que tras casarse abandonó la vida errante que les caracterizaba para formar una familia en Veyond, hogar del clan Thenidiel.
-Reconozco tu armadura pero no tu rostro. ¿Perteneces al clan Tinarandel, no?.- Preguntó en el idioma común a pesar de estar dirigiéndose hacia un hermano. De haber estado a solas lo hubiese hecho en élfico, pero se había acostumbrado a usar el común por educación en presencia de no elfos, incluso aunque esa persona fuera una desconocida como era el caso.
Más en ese momento, la joven cayó en la cuenta de que a diferencia de los humanos aquel elfo podría sentir lo que fuese que Querostraza le había hecho. Un caballero esmeralda bien podría tratar de hacerle daño al percibir su aura, y era bien conocido que estaban bien entrenados por lo que seguramente tendría que acabar haciéndole daño para evitar sufrirlo. Por ello, y sin decir ni una sola palabra más, aprovechando que los recién llegados aún estaban en el suelo, tomó aquel libro que estaba leyendo, su bastón con forma de dragón que reposaba al lado de la mesa, y sin perder ni un instante más salió de allí perdiéndose por entre los pasillos.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
-Hummm... ¿donde estará ese libro?...- Pensó Al'theas para si. Le empezaba a tomar mas tiempo de la cuenta encontrar el ultimo libro que necesitaba y desde que empezó a buscarlo en aquella sección sentía una extraña inquietud que comenzaba a mermar su paciencia, como si el instinto le dijera que se diera prisa, lo cual era extraño pues había estado tranquilo durante todo su recorrido por la biblioteca. Aquella extraña sensación comenzó a hacerse mas y mas latente y eso comenzó a extrañar al elfo, al principio pensaba que era él, pero no, había algo mas... algo estaba turbio en el ambiente por alguna extraña razón, como si de una presencia agónica se tratase... por su cabeza cruzo la idea de... -¿Un desdichado fantasma en la biblioteca quizas?...- poca broma con eso de ser cierto, pero de lo que no había duda es que aquella sensación seguía creciendo...
Fue entonces cuando pensó en la posibilidad de que aquella sensación proviniera de la otra persona encapuchada que se encontraba allí mismo, ¿podría ser una bruja? ¿estaba enferma? ¿o solo eran meras imaginaciones?. Aquellas preguntas azotaron su mente mientras giraba su rostro por su lado derecho para mirar hacia la desconocida persona encapuchada discretamente, la cual parecía totalmente centrada en sus pensamientos.
Mientras su mirada quedaba fijada en aquella persona como si intentara ver a través de esa capucha... se podía oír los pasos de alguien aproximándose, seguramente se tratase de alguno de los eruditos de la biblioteca, por lo que ignoro aquellos pasos hasta que estos comenzaron a escucharse cada vez mas cerca de lo esperado, dándole apenas tiempo a reaccionar cuando una columna de libros se le vino encima justo cuando giraba su rostro hacia su izquierda, chocando contra él. Dichos libros estaban siendo portados por una joven muchacha que tras chocar con el elfo de armadura esmeralda se disculpo notablemente afectada por el descuido.
Mas afectado por el sobresalto que por otra cosa, Al'theas presto atención a la accidentada muchacha -Eh... estoy... estoy bien, no se preocupe- dijo aun confundido tras verse arrancado repentinamente de su trance, recordando en ese momento que aquella muchacha acababa de chocar contra su solida armadura -¿Y vos? ¿estáis bien? ¿no os habéis hecho daño?- en ese instante se fijo en los libros tirados y no dudo en agacharse para ayudar a recogerlos. Justo en ese momento, la misteriosa persona encapuchada rompió su silencio y comenzó a echarles la bronca a los dos por el alboroto que se había formado -Vaya... al final si que resulta que hay un alma atormentada en este lugar...- pensó para si mientras le reñían, intentando reprimir una sonrisa naciente del momento.
Se dio cuenta entonces de que el misterioso encapuchado era en realidad una mujer joven por el sonido de sus palabras cargadas de cólera. Alzo su vista hacia la encapuchada con animo de disculparse por las molestias, evitando comentario alguno que pudiera irritarla mas aun a pesar de que él solo estaba ahí parado en la estantería buscando su libro. Sabia que podría provocar que la discusión se alargarse mas de lo deseado, se había llevado mas bronca que ninguno de los dos, pero no le daba mayor importancia, de este modo ni la nueva muchacha se llevaría mas riñas y la discusión se apagaría por si sola -Le doy mis disculpas señorita... recogeré los libros y no se la molestara mas- dijo suavemente para llamar a la calma, mostrando con discreción una sonrisa cómplice a la otra muchacha.
La misteriosa encapuchada pareciera que se había calmado, pues su tono de voz había cambiado, pero fue su mención a los caballeros esmeralda y mas importante aun... la mención al apellido de su familia lo que le hizo recobrar la atención hacia ella de nuevo. ¿Como sabia sobre los caballeros esmeralda? y lo mas importante... ¿como conocía su apellido? ¿acaso era una elfa? -¡Aguardad!... ¡¿como sabéis eso?!...- pregunto Al'theas con expectación, pero aquella pregunta cayo en saco roto cuando la encapuchada salio abruptamente de la sección como si la persiguiera un ogro. Sentía la necesidad de ir tras ella para tener respuestas... pero antes debía ayudar a la joven a recoger los libros, apilando los suyos y los de ella por separado.
-¡Aja!... así que aquí estabas...- pensó cuando por fin encontró el libro sobre fauna hostil que buscaba en la parte mas baja de la estantería donde no se le había ocurrido revisar antes.
Cuando se vio por fin con el libro en sus manos... sintió un leve escalofrió cuando se dio cuenta de que... la presencia agónica que había sentido hace unos instantes había desaparecido al mismo tiempo que la misteriosa encapuchada...
Fue entonces cuando pensó en la posibilidad de que aquella sensación proviniera de la otra persona encapuchada que se encontraba allí mismo, ¿podría ser una bruja? ¿estaba enferma? ¿o solo eran meras imaginaciones?. Aquellas preguntas azotaron su mente mientras giraba su rostro por su lado derecho para mirar hacia la desconocida persona encapuchada discretamente, la cual parecía totalmente centrada en sus pensamientos.
Mientras su mirada quedaba fijada en aquella persona como si intentara ver a través de esa capucha... se podía oír los pasos de alguien aproximándose, seguramente se tratase de alguno de los eruditos de la biblioteca, por lo que ignoro aquellos pasos hasta que estos comenzaron a escucharse cada vez mas cerca de lo esperado, dándole apenas tiempo a reaccionar cuando una columna de libros se le vino encima justo cuando giraba su rostro hacia su izquierda, chocando contra él. Dichos libros estaban siendo portados por una joven muchacha que tras chocar con el elfo de armadura esmeralda se disculpo notablemente afectada por el descuido.
Mas afectado por el sobresalto que por otra cosa, Al'theas presto atención a la accidentada muchacha -Eh... estoy... estoy bien, no se preocupe- dijo aun confundido tras verse arrancado repentinamente de su trance, recordando en ese momento que aquella muchacha acababa de chocar contra su solida armadura -¿Y vos? ¿estáis bien? ¿no os habéis hecho daño?- en ese instante se fijo en los libros tirados y no dudo en agacharse para ayudar a recogerlos. Justo en ese momento, la misteriosa persona encapuchada rompió su silencio y comenzó a echarles la bronca a los dos por el alboroto que se había formado -Vaya... al final si que resulta que hay un alma atormentada en este lugar...- pensó para si mientras le reñían, intentando reprimir una sonrisa naciente del momento.
Se dio cuenta entonces de que el misterioso encapuchado era en realidad una mujer joven por el sonido de sus palabras cargadas de cólera. Alzo su vista hacia la encapuchada con animo de disculparse por las molestias, evitando comentario alguno que pudiera irritarla mas aun a pesar de que él solo estaba ahí parado en la estantería buscando su libro. Sabia que podría provocar que la discusión se alargarse mas de lo deseado, se había llevado mas bronca que ninguno de los dos, pero no le daba mayor importancia, de este modo ni la nueva muchacha se llevaría mas riñas y la discusión se apagaría por si sola -Le doy mis disculpas señorita... recogeré los libros y no se la molestara mas- dijo suavemente para llamar a la calma, mostrando con discreción una sonrisa cómplice a la otra muchacha.
La misteriosa encapuchada pareciera que se había calmado, pues su tono de voz había cambiado, pero fue su mención a los caballeros esmeralda y mas importante aun... la mención al apellido de su familia lo que le hizo recobrar la atención hacia ella de nuevo. ¿Como sabia sobre los caballeros esmeralda? y lo mas importante... ¿como conocía su apellido? ¿acaso era una elfa? -¡Aguardad!... ¡¿como sabéis eso?!...- pregunto Al'theas con expectación, pero aquella pregunta cayo en saco roto cuando la encapuchada salio abruptamente de la sección como si la persiguiera un ogro. Sentía la necesidad de ir tras ella para tener respuestas... pero antes debía ayudar a la joven a recoger los libros, apilando los suyos y los de ella por separado.
-¡Aja!... así que aquí estabas...- pensó cuando por fin encontró el libro sobre fauna hostil que buscaba en la parte mas baja de la estantería donde no se le había ocurrido revisar antes.
Cuando se vio por fin con el libro en sus manos... sintió un leve escalofrió cuando se dio cuenta de que... la presencia agónica que había sentido hace unos instantes había desaparecido al mismo tiempo que la misteriosa encapuchada...
Al'theas Tinarandel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
-Eh… estoy… estoy bien, no se preocupe. ¿Y vos? ¿Estáis bien? ¿No os habéis hecho daño? – me preguntó el elfo con el que había chocado y del que antes que se agachara a recoger mis libros no había percatado sus orejas puntiagudas. Antes de poder contestarle nada, la persona que estaba leyendo en esa misma sección se dirigió a nosotros.
-Estamos en una biblioteca, si quisiera escuchar andar a los cabezacubo enlatados me iría a leer al campo de entrenamiento de la guardia de la ciudad – pausó un segundo, y acto seguido añadió - lo mismo para las torpes carreras.
Era una voz femenina, no se le veía el rostro por la capucha que lo cubría, pero pude presenciar por la dureza de su voz que su semblante emanaba el mismo sentimiento. Bueno, al menos no parecía tener intenciones de patearme el trasero. Preferí callarme ya que nunca me han gustado las peleas y nunca pretendía empezar una, había invadido el silencio de aquella joven así que entendía su frustración, y, aunque aquel comentario fue un poco exagerado, ya presentía algo por el estilo de antemano. El elfo en cambio pareció querer ponerla en su lugar pero optó por disculparse y mostrarme una cómplice sonrisa. La tensión pareció aminorar, seguida por una curiosa voz procedente de la joven encapuchada.
-Reconozco tu armadura pero no tu rostro. ¿Perteneces al clan Tinarandel, no? – preguntó dirigiéndose al elfo.
Justo en ese momento dejé de observar la escena por unos instantes y me fijé en la armadura del joven. La había visto antes pero no recordaba muy bien dónde y en ese momento me sentí muy frustrada por no poder recordar. De pronto, sentí algo. Sí, algo. No sabía muy bien cómo definirlo y era algo que nunca había sentido y tampoco sabía de dónde provenía pero el fuego de la curiosidad me ardió por dentro de repente. Intente concentrarme en esa… energía, o lo que fuera, pero por mucho que me esforzaba no lograba dar de su origen. Lo que me sacó de mis pensamientos fue que aquella joven encapuchada saliera disparada de allí como si no hubiera un mañana y sin dejar espacio para una respuesta de parte del elfo, dejándolo envuelto en confusión. Y justo en ese preciso momento, ¡puf! Aquella sensación que había experimentado unos segundos antes se esfumó. Justo cuando la joven desapareció. A lo mejor me estaba volviendo paranoica o algo, pero la curiosidad podía conmigo y, por culpa de las novelas que devoraba, se me ocurrió que aquella misteriosa joven encapuchada era lo suficientemente misteriosa como para poder decir que algo tenía que ver con aquello. Tenía que averiguar en que constaba toda la situación y si de verdad mi presentimiento estaba en lo cierto. Maldije mi curiosidad porque si me metía en algún lio por ella, podría hasta morir. Pensé en seguirla, casi olvidándome del elfo con el que me había chocado, pero justo él se agachó para ayudarme a recoger los libros así que me apresuré yo también a separar sus libros de los míos. Viendo que el joven había dejado su pregunta en el aire y no hubo respuesta alguna por parte de la misteriosa chica, se me ocurrió que eso le había intrigado lo suficiente como para ir tras ella, pero no parecía tan apresurado por recoger los libros para ir a alcanzarla, así que a lo mejor me equivocaba. Miré de reojo al elfo pensando en si él había sentido lo mismo que yo pero no parecía tan preocupado hasta que cuando encontró el libro que estaba buscando algo cruzó su rostro por un segundo insuficiente para que me diera cuenta de lo que había sido. Me preguntaba que excusa podría poner; ¿querer respuestas sobre el tal clan de Tinarandel? o ¿aquella muchacha me debe algo? o… Preferí no hacerlo. Mentir nunca había sido lo mío y además no tenía que dar explicaciones a nadie. Los dos estábamos intrigados por aquello que acababa de pasar. Cuando puse el último libro en la pila que nuevamente tenía en mis brazos, me arme de valor, esperando no perder la oportunidad. Dejé los libros sobre una de la mesa, y cogí los suyos también, apilándolos sobre los míos. Podíamos ir a por ellos en otra ocasión, no es que se fueran a mover de aquella biblioteca. Empecé a caminar apresuradamente hacia donde se hallaba la salida y me giré hacia él.
-¿Vienes? Si no vamos ahora tras ella la perderemos.
Si se negaba, iría sola, pero siempre venía bien una compañía. ¿Qué era lo peor que podía pasar?
-Estamos en una biblioteca, si quisiera escuchar andar a los cabezacubo enlatados me iría a leer al campo de entrenamiento de la guardia de la ciudad – pausó un segundo, y acto seguido añadió - lo mismo para las torpes carreras.
Era una voz femenina, no se le veía el rostro por la capucha que lo cubría, pero pude presenciar por la dureza de su voz que su semblante emanaba el mismo sentimiento. Bueno, al menos no parecía tener intenciones de patearme el trasero. Preferí callarme ya que nunca me han gustado las peleas y nunca pretendía empezar una, había invadido el silencio de aquella joven así que entendía su frustración, y, aunque aquel comentario fue un poco exagerado, ya presentía algo por el estilo de antemano. El elfo en cambio pareció querer ponerla en su lugar pero optó por disculparse y mostrarme una cómplice sonrisa. La tensión pareció aminorar, seguida por una curiosa voz procedente de la joven encapuchada.
-Reconozco tu armadura pero no tu rostro. ¿Perteneces al clan Tinarandel, no? – preguntó dirigiéndose al elfo.
Justo en ese momento dejé de observar la escena por unos instantes y me fijé en la armadura del joven. La había visto antes pero no recordaba muy bien dónde y en ese momento me sentí muy frustrada por no poder recordar. De pronto, sentí algo. Sí, algo. No sabía muy bien cómo definirlo y era algo que nunca había sentido y tampoco sabía de dónde provenía pero el fuego de la curiosidad me ardió por dentro de repente. Intente concentrarme en esa… energía, o lo que fuera, pero por mucho que me esforzaba no lograba dar de su origen. Lo que me sacó de mis pensamientos fue que aquella joven encapuchada saliera disparada de allí como si no hubiera un mañana y sin dejar espacio para una respuesta de parte del elfo, dejándolo envuelto en confusión. Y justo en ese preciso momento, ¡puf! Aquella sensación que había experimentado unos segundos antes se esfumó. Justo cuando la joven desapareció. A lo mejor me estaba volviendo paranoica o algo, pero la curiosidad podía conmigo y, por culpa de las novelas que devoraba, se me ocurrió que aquella misteriosa joven encapuchada era lo suficientemente misteriosa como para poder decir que algo tenía que ver con aquello. Tenía que averiguar en que constaba toda la situación y si de verdad mi presentimiento estaba en lo cierto. Maldije mi curiosidad porque si me metía en algún lio por ella, podría hasta morir. Pensé en seguirla, casi olvidándome del elfo con el que me había chocado, pero justo él se agachó para ayudarme a recoger los libros así que me apresuré yo también a separar sus libros de los míos. Viendo que el joven había dejado su pregunta en el aire y no hubo respuesta alguna por parte de la misteriosa chica, se me ocurrió que eso le había intrigado lo suficiente como para ir tras ella, pero no parecía tan apresurado por recoger los libros para ir a alcanzarla, así que a lo mejor me equivocaba. Miré de reojo al elfo pensando en si él había sentido lo mismo que yo pero no parecía tan preocupado hasta que cuando encontró el libro que estaba buscando algo cruzó su rostro por un segundo insuficiente para que me diera cuenta de lo que había sido. Me preguntaba que excusa podría poner; ¿querer respuestas sobre el tal clan de Tinarandel? o ¿aquella muchacha me debe algo? o… Preferí no hacerlo. Mentir nunca había sido lo mío y además no tenía que dar explicaciones a nadie. Los dos estábamos intrigados por aquello que acababa de pasar. Cuando puse el último libro en la pila que nuevamente tenía en mis brazos, me arme de valor, esperando no perder la oportunidad. Dejé los libros sobre una de la mesa, y cogí los suyos también, apilándolos sobre los míos. Podíamos ir a por ellos en otra ocasión, no es que se fueran a mover de aquella biblioteca. Empecé a caminar apresuradamente hacia donde se hallaba la salida y me giré hacia él.
-¿Vienes? Si no vamos ahora tras ella la perderemos.
Si se negaba, iría sola, pero siempre venía bien una compañía. ¿Qué era lo peor que podía pasar?
Edrielle
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Níniel no pudo si no maldecir por su mala suerte mientras zigzagueaba por entre los pasillos y estantes de la biblioteca en pos de alejarse de aquel ruidoso elfo así como de la mujer que había chocado contra él, como precaución. Debería de haber supuesto que las posibilidades de encontrarse con otra persona sensible a la magia en la gran ciudad de los humanos serían mayores en la biblioteca; las razas mágicas solían interesarse mucho más que el resto por el conocimiento y valorar en mayor medida el poder que podía ganarse gracias a él. - Maldita sea, además tenía que ser un caballero esmeralda.- Se quejó con un leve susurro dirigido a ella misma sin dejar de moverse y dirigiéndose hacia la salida con su capa ondeando tras ella y acompañando sus gráciles movimientos de hija del bosque.
Si tan solo unas semanas antes le hubieran dicho que tendría que huír de la biblioteca de Lunargenta, un sitio que visitaba tan asiduamente como hasta para ganarse el afecto del anciano encargado, y que además tendría que hacerlo para evitar cualquier tipo de problemas con un miembro de una de las órdenes de guerreros más respetada de Sandorai...Bueno, hubiese dicho que era una posibilidad ridícula y lo hubiese encontrado hasta gracioso, como un chiste. Bueno, pues no era nada gracioso. De hecho se sentía sucia y molesta, como una repudiada que debía de huir avergonzada de los suyos tras haber cometido una gran falta. Claro que su única falta había sido la de luchar por su vida contra un gran mal cuya sombra crecía en el norte.
-Y además, ¿por qué tengo que huir?.- Volvió a susurrar para ella misma deteniendo sus pasos por un instante. -Podría sencillamente "tomar prestadas" sus fuerzas. Podrían serme útiles en mi empeño y no serían las primeras personas en quedarse dormidas aquí...-Se le ocurrió girando la cabeza y esbozando sin darse cuenta una ligera sonrisa de satisfacción al imaginarse tomando las energías de aquel par para su propio beneficio y lo revitalizada que se sentiría al hacerlo. Sonaba tan bien y tentador...
-No, eso no estaría bien. No me han hecho nada, de hecho seguramente ni me sigan. El elfo no parecía haber notado nada y la mujer...Bueno, una humana no es ningún problema.- Se auto convenció la joven peliblanca palmeando sus mejillas y retomando su marcha sin conocer la verdadera naturaleza de la mujer de los libros y que también podría haber notado que algo no estaba bien con ella. Ese "algo" que por poco no la hace girarse en redondo para ir a por ellos como si de una vampiresa sedienta de sangre se tratara, aunque a ella no la tentaba el carmesí elemento.
Níniel no tardaría en llegar hasta la entrada de aquel gran templo del conocimiento. Al menos a la recepción del mismo y a unos pocos metros de las puertas del mismo. Con paso firme se dispuso a salir de allí llevándose consigo aquel volumen que parecía contener la respuesta que estaba buscando aunque aún no hubiese dado con ella, por culpa de aquel par de escandalosos básicamente, pero enseguida notó que algo extraño estaba pasando allí. Había algo que no era normal, y no, en aquella ocasión no se refería a su propia y atípica condición.
Debido a los posibles robos de valiosos tomos la biblioteca tenía una política estricta de préstamo de libros. No se le prestaban a cualquiera y eran necesarias ciertas acreditaciones para poder optar a tal valioso servicio, por lo que el señor Rassel rara vez dejaba la recepción sin atención y siempre estaban allí o bien él o bien uno de sus ayudantes para registrar concienzudamente tales préstamos, así como para ayudar a los visitantes. En aquella ocasión, y debido a la situación, Níniel tenía toda la intención de saltarse tales trámites y confiar en que el el anciano humano lo tomara como un despiste, pero lo cierto es que aquello no fue necesario porque la recepción estaba vacía. Bien podía ser una casualidad pero era tan raro que Níniel no pudo si no sentir que algo no iba bien. El señor Rassel era muy anciano a pesar de su vitalidad ¿acaso le había pasado algo?.
La duda hizo que la joven caminase más despacio al pasar por delante del mostrador y echara un vistazo sobre el mismo sin detenerse del todo, comenzando a escuchar el ruido de papeles moviéndose, como si alguien buscara algo fuera del alcance de sus ojos tras la madera, momento en el que un hombre joven, con el pelo y la barba rubios perfectamente arreglados se puso en pie, dejándose ver y dando un claro respingo sobresaltado al toparse con la encapuchada figura cara a cara.
-Ahhhm, hola. ¿Ya se va? Espero que haya encontrado lo que buscaba.- Dijo el joven esbozando una amplia y totalmente falsa sonrisa mientras se llevaba la mano a la cintura en un gesto reflejo típico de quienes están acostumbrados a llevar una espada al cinto y a apoyar su mano sobre ella para reafirmar su posición, tanto para los demás como para sí mismo. ¿Quién diantres era aquel tipo y por qué parecía tan fuera de lugar allí?
-Sí, me llevaré un par de libros para seguir mis estudios en casa...esto...Señor....- Dijo la joven de manera casual tendiendo una trampa de la que solo una persona acostumbrada al funcionamiento de la biblioteca podría librarse.
-Haralfson, señor Haralfson. Bien, disfrute de su lectura.- Fue la respuesta del joven mientras mantenía aquella estúpida sonrisa sin tener ni idea de hasta qué punto había metido la pata. Pero aunque se había delatado a sí mismo, quién era y qué estaba haciendo allí seguía siendo un misterio. Así como qué le había hecho al señor Rassel.
-Eso haré...En cuanto me digas quién eres y qué le ha pasado al señor Rassel.- Amenazó la joven elfa moviendo su bastón sin avisar hasta el cuello de aquel hombre sin darle tiempo a reaccionar y colocando su lado filoso justo donde bastaría un leve movimiento para acabar con su vida.
-¿Pero qué? Vale vale, tranquila...Baja el arma y hablemos. Te aseguro que no quieres hacerlo, antes de que exhale mi último aliento te aseguro que estarías muerta.- Respondió el rubio levantando las manos y tratando de retroceder un paso mientras hablaba, algo que la elfa no le permitió al apretar más su arma contra su cuello hasta hacer brotar un hilillo de sangre. -Maldita sea...No sabes con quién te metes.- Amenazó entonces mirándola con superioridad y desprecio.
-¿Y se supone que tu sí? Humano me las he visto con enemigos mucho peores que tú, de hecho con algunos que te harían llorar de miedo mientras pides desesperadamente ayuda a tus dioses.- Respondió la joven totalmente segura de sí misma y notando como todo su cuerpo volvía a disfrutar de la embriagadora sensación de ver el miedo en los ojos de su enemigo. No obstante, en ese momento de la sala de archivos salieron otros dos hombres también rubios y uno de ellos con los nudillos manchados de sangre. Al ver la situación no tardaron ni un instante en desenvainar sendas espadas y apuntar con ellas hacia la elfa.
-¿Quién coño eres tú? Suelta ahora mismo ese bastón si no quieres acabar el día a un metro bajo el suelo.- Instó uno de ellos consiguiendo únicamente que la joven hiciera brotar un poco más de sangre del cuello de su "rehén" para asegurarse de que guardaban las distancias. -La pregunta es quién coño sois vosotros y qué le habéis hecho al encargado de la biblioteca.- Preguntó sin achantarse como única respuesta y mirando hacia el pecho de aquellos individuos, notando que bajo sus capas ambos llevaban una pechera de cuero con el mismo emblema. Se trataba de una extraña cruz negra que nunca antes había visto con los extremos terminados en puntas. -Desde luego no unos ladrones de libros.- Aseveró la sacerdotisa por su cuenta fijándose además en que la empuñadura de las espadas de cada uno de ellos tenía también aquella cruz adornándolas.
-¿Una mujer? Haralfson debería dejar que te matase por tu incompetencia...Esta vez ni siquiera tienes la excusa de que vaya enseñando piel como aquella bruja de las islas. Será posible...Está bien señorita, baje el bastón y olvidaré este pequeño malentendido...No somos mala gente, de hecho protegemos a la buena gente de la mala. Creame.- Fueron las palabras de aquel sujeto que parecía ser el líder de los tres. Claro que la joven no estaba dispuesta a creerse lo primero que aquellos tipos fueran a decirle, no mientras sospechara que la sangre en su puño era del anciano bibliotecario.
La situación no pintaba bien para ella siendo un empate en el mejor de los casos, pero podía ser peor. Como por ejemplo si aparecieran más amigos de aquellos tres, o si la curiosidad de cierta pareja de escandalosos les llevaba hasta allí justo en ese momento y se encontraran ante tal situación. Sería algo bastante difícil de explicar.
Si tan solo unas semanas antes le hubieran dicho que tendría que huír de la biblioteca de Lunargenta, un sitio que visitaba tan asiduamente como hasta para ganarse el afecto del anciano encargado, y que además tendría que hacerlo para evitar cualquier tipo de problemas con un miembro de una de las órdenes de guerreros más respetada de Sandorai...Bueno, hubiese dicho que era una posibilidad ridícula y lo hubiese encontrado hasta gracioso, como un chiste. Bueno, pues no era nada gracioso. De hecho se sentía sucia y molesta, como una repudiada que debía de huir avergonzada de los suyos tras haber cometido una gran falta. Claro que su única falta había sido la de luchar por su vida contra un gran mal cuya sombra crecía en el norte.
-Y además, ¿por qué tengo que huir?.- Volvió a susurrar para ella misma deteniendo sus pasos por un instante. -Podría sencillamente "tomar prestadas" sus fuerzas. Podrían serme útiles en mi empeño y no serían las primeras personas en quedarse dormidas aquí...-Se le ocurrió girando la cabeza y esbozando sin darse cuenta una ligera sonrisa de satisfacción al imaginarse tomando las energías de aquel par para su propio beneficio y lo revitalizada que se sentiría al hacerlo. Sonaba tan bien y tentador...
-No, eso no estaría bien. No me han hecho nada, de hecho seguramente ni me sigan. El elfo no parecía haber notado nada y la mujer...Bueno, una humana no es ningún problema.- Se auto convenció la joven peliblanca palmeando sus mejillas y retomando su marcha sin conocer la verdadera naturaleza de la mujer de los libros y que también podría haber notado que algo no estaba bien con ella. Ese "algo" que por poco no la hace girarse en redondo para ir a por ellos como si de una vampiresa sedienta de sangre se tratara, aunque a ella no la tentaba el carmesí elemento.
Níniel no tardaría en llegar hasta la entrada de aquel gran templo del conocimiento. Al menos a la recepción del mismo y a unos pocos metros de las puertas del mismo. Con paso firme se dispuso a salir de allí llevándose consigo aquel volumen que parecía contener la respuesta que estaba buscando aunque aún no hubiese dado con ella, por culpa de aquel par de escandalosos básicamente, pero enseguida notó que algo extraño estaba pasando allí. Había algo que no era normal, y no, en aquella ocasión no se refería a su propia y atípica condición.
Debido a los posibles robos de valiosos tomos la biblioteca tenía una política estricta de préstamo de libros. No se le prestaban a cualquiera y eran necesarias ciertas acreditaciones para poder optar a tal valioso servicio, por lo que el señor Rassel rara vez dejaba la recepción sin atención y siempre estaban allí o bien él o bien uno de sus ayudantes para registrar concienzudamente tales préstamos, así como para ayudar a los visitantes. En aquella ocasión, y debido a la situación, Níniel tenía toda la intención de saltarse tales trámites y confiar en que el el anciano humano lo tomara como un despiste, pero lo cierto es que aquello no fue necesario porque la recepción estaba vacía. Bien podía ser una casualidad pero era tan raro que Níniel no pudo si no sentir que algo no iba bien. El señor Rassel era muy anciano a pesar de su vitalidad ¿acaso le había pasado algo?.
La duda hizo que la joven caminase más despacio al pasar por delante del mostrador y echara un vistazo sobre el mismo sin detenerse del todo, comenzando a escuchar el ruido de papeles moviéndose, como si alguien buscara algo fuera del alcance de sus ojos tras la madera, momento en el que un hombre joven, con el pelo y la barba rubios perfectamente arreglados se puso en pie, dejándose ver y dando un claro respingo sobresaltado al toparse con la encapuchada figura cara a cara.
-Ahhhm, hola. ¿Ya se va? Espero que haya encontrado lo que buscaba.- Dijo el joven esbozando una amplia y totalmente falsa sonrisa mientras se llevaba la mano a la cintura en un gesto reflejo típico de quienes están acostumbrados a llevar una espada al cinto y a apoyar su mano sobre ella para reafirmar su posición, tanto para los demás como para sí mismo. ¿Quién diantres era aquel tipo y por qué parecía tan fuera de lugar allí?
-Sí, me llevaré un par de libros para seguir mis estudios en casa...esto...Señor....- Dijo la joven de manera casual tendiendo una trampa de la que solo una persona acostumbrada al funcionamiento de la biblioteca podría librarse.
-Haralfson, señor Haralfson. Bien, disfrute de su lectura.- Fue la respuesta del joven mientras mantenía aquella estúpida sonrisa sin tener ni idea de hasta qué punto había metido la pata. Pero aunque se había delatado a sí mismo, quién era y qué estaba haciendo allí seguía siendo un misterio. Así como qué le había hecho al señor Rassel.
-Eso haré...En cuanto me digas quién eres y qué le ha pasado al señor Rassel.- Amenazó la joven elfa moviendo su bastón sin avisar hasta el cuello de aquel hombre sin darle tiempo a reaccionar y colocando su lado filoso justo donde bastaría un leve movimiento para acabar con su vida.
-¿Pero qué? Vale vale, tranquila...Baja el arma y hablemos. Te aseguro que no quieres hacerlo, antes de que exhale mi último aliento te aseguro que estarías muerta.- Respondió el rubio levantando las manos y tratando de retroceder un paso mientras hablaba, algo que la elfa no le permitió al apretar más su arma contra su cuello hasta hacer brotar un hilillo de sangre. -Maldita sea...No sabes con quién te metes.- Amenazó entonces mirándola con superioridad y desprecio.
-¿Y se supone que tu sí? Humano me las he visto con enemigos mucho peores que tú, de hecho con algunos que te harían llorar de miedo mientras pides desesperadamente ayuda a tus dioses.- Respondió la joven totalmente segura de sí misma y notando como todo su cuerpo volvía a disfrutar de la embriagadora sensación de ver el miedo en los ojos de su enemigo. No obstante, en ese momento de la sala de archivos salieron otros dos hombres también rubios y uno de ellos con los nudillos manchados de sangre. Al ver la situación no tardaron ni un instante en desenvainar sendas espadas y apuntar con ellas hacia la elfa.
-¿Quién coño eres tú? Suelta ahora mismo ese bastón si no quieres acabar el día a un metro bajo el suelo.- Instó uno de ellos consiguiendo únicamente que la joven hiciera brotar un poco más de sangre del cuello de su "rehén" para asegurarse de que guardaban las distancias. -La pregunta es quién coño sois vosotros y qué le habéis hecho al encargado de la biblioteca.- Preguntó sin achantarse como única respuesta y mirando hacia el pecho de aquellos individuos, notando que bajo sus capas ambos llevaban una pechera de cuero con el mismo emblema. Se trataba de una extraña cruz negra que nunca antes había visto con los extremos terminados en puntas. -Desde luego no unos ladrones de libros.- Aseveró la sacerdotisa por su cuenta fijándose además en que la empuñadura de las espadas de cada uno de ellos tenía también aquella cruz adornándolas.
-¿Una mujer? Haralfson debería dejar que te matase por tu incompetencia...Esta vez ni siquiera tienes la excusa de que vaya enseñando piel como aquella bruja de las islas. Será posible...Está bien señorita, baje el bastón y olvidaré este pequeño malentendido...No somos mala gente, de hecho protegemos a la buena gente de la mala. Creame.- Fueron las palabras de aquel sujeto que parecía ser el líder de los tres. Claro que la joven no estaba dispuesta a creerse lo primero que aquellos tipos fueran a decirle, no mientras sospechara que la sangre en su puño era del anciano bibliotecario.
La situación no pintaba bien para ella siendo un empate en el mejor de los casos, pero podía ser peor. Como por ejemplo si aparecieran más amigos de aquellos tres, o si la curiosidad de cierta pareja de escandalosos les llevaba hasta allí justo en ese momento y se encontraran ante tal situación. Sería algo bastante difícil de explicar.
- La cruz en el pecho de los hombres:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
NOTA: Podéis interactuar con los hombres de acuerdo a vuestros pjs. Si les preguntáis por quiénes son o sus motivaciones y necesitáis respuesta inmediata responderán de nuevo como han hecho con Níniel, diciendo que protegen a los buenos de los malos sin entrar en más detalles y resultando evasivos. Si optáis por amenazarles o atacarles no dudarán en responder del mismo modo.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Le pillo por sorpresa cuando la joven, en un arrebato, le dio por coger y juntar sus libros, dejándolos aparcados para incitar al elfo en su acto rebelde, del cual se sentía tentado de participar y meditaba sobre ello mientras aun mantenía su ultimo libro en las manos, mirándolo mientras reflexionaba parado frente al resto de libros apilados. ¿Seria buena idea? por un lado le causaba mucha incertidumbre el hecho de que aquella encapuchada supiera tanto de él... ¿acaso tuvo relación con su familia de alguna manera? imposible... pero si no se lo preguntaba directamente no se le aclararían las dudas, y por otro lado... estaba aquella influencia extraña que noto de la que sospechaba que aquella misteriosa encapuchada era el origen aunque no tenia pruebas de ello aun, pero si así fuera... significaría que esa persona puede necesitar algún tipo de ayuda suponiendo que este bajo los efectos de una maldición o en el peor de los casos... que se trate de alguien que domine un peligroso poder que podría poner en peligro a los habitantes de Lunargenta... Deseaba que no fuera esta ultima, pues significaría que tendría que actuar en consecuencia por el bien de la ciudad incluso sin importar los posibles lazos familiares que por ahora solo eran una especulación.
Lo viera como lo viera, no solo no veía razones para no participar, si no que ademas todo apuntaba a que este parecía una de esas ocasiones en las que reclamaban su presencia como un deber. Puede que la encapuchada le haya dado tiempo a abandonar la biblioteca e incluso la propia ciudad a estas alturas, de ser así quizas eso fuera lo mejor a pesar de quedarse con la intriga sobre ella... pero lo mejor seria proceder y comprobar si aun sigue por aquí o no.
Llegado a esta conclusión, Al'theas deja el libro que sostenía sobre los demás que estaban apilados y luego se giro hacia la otra muchacha -Muy bien, vamos, pero... permitidme que vaya al frente...- No quería creer en ello, pero la posibilidad de que la encapuchada fuera peligrosa aun no podía ser descartada, y quería estar por el primero ante cualquier cosa que pudiera ocurrir si esa posibilidad se convertía en una realidad.
Sin disimular su aire autoritario mientras sus preocupaciones inmediatas aun le daban vueltas a la cabeza, camino por los pasillos de la biblioteca a paso firme... hasta que el habitual silencio de la biblioteca le facilito oír unas voces que parecían provenir de la recepción, momento en el que alzo su puño para indicarle a la muchacha que detuviera sus pasos y pudieran escuchar las voces sin alertarlos.
Parecía una discusión entre varios hombres y una mujer, la cual pertenecía a la encapuchada sin lugar a dudas. Con su mano volvió a hacerle señas a la muchacha para que caminaran lentamente hacia el origen de la discusión intentando ser lo mas sigilosos posible.
Frases como -Suelta ahora mismo ese bastón si no quieres acabar el día a un metro bajo el suelo.- y -¿Quién coño sois vosotros y qué le habéis hecho al encargado de la biblioteca?- fueron las que mas fuerte resonaron en su cabeza, eso no sonaba nada bien, pero también tuvo en cuenta la de -No somos mala gente, de hecho protegemos a la buena gente de la mala. Creame.-. Justo antes de doblar la esquina del pasillo que daba a la recepción donde estaba teniendo el acalorado encuentro, el elfo intenta asomarse discretamente para ver la escena, y lo que vio fue a una mujer reteniendo a un hombre con un... bastón... mientras era acorralada por otros dos hombres con armas desenvainadas.
Aquella visión fue mas que suficiente para provocar que Al'theas acariciara con su mano la empuñadura de su hoja, sin embargo cerro los ojos por un momento, apartando su mano con la decisión de entrar en escena de la forma menos amenazante posible, o al menos lo intentaría...
-Aguardad aquí...- le susurro a la muchacha para que se quedara tras la esquina mientras él se encaminaba hacia ellos esta vez sin discreción alguna -¿Que esta pasando aquí?- dijo el elfo con claro tono autoritario, fijándose en ese momento en los nudillos ensangrentados de uno de los presentes, provocando que cualquier resquicio de amabilidad desapareciera del rostro de Al'theas, haciendo acopio de templanza para mantener la compostura a pesar de las apariencias de la situación de la que estaba siendo testigo, manteniendo un semblante sereno que podía fracturarse a la mínima señal de hostilidad.
-¿No os da vergüenza... desenvainar vuestras espadas... frente a una mujer armada... con un bastón?...- dijo de forma irónica -Vamos... guardad las armas... hablemos...- insistió haciendo llamamiento al dialogo en un intento por evitar el conflicto.
Les miraba fijamente para estudiarlos ahora que tenia la oportunidad, miro a la encapuchada pero no podía sacar mucho sin acercarse mas a ella, y no paso por alto la particularidad de que aquellos individuos vestían un emblema en forma de cruz que no le decía nada ni le era relevante ahora mismo mas allá de la posibilidad de que pertenecieran a un grupo o credo de algún tipo. -Y a todo esto... ¿donde se encuentra el bibliotecario?...que raro que no se encuentre aquí para reprenderos por el alboroto que estáis formando...- Aquella ultima pregunta iba dirigida directamente a la misteriosa encapuchada, él ya era consciente de que no lo sabia, pero quería oír lo que tenia que decir con la esperanza de apaciguarla, se había percatado de que su bastón estaba afilado al punto de hacerle brotar un poco de sangre al pobre incauto al que tenia retenido esperando que no se le fuera la mano, ya que había podido comprobar hace nada que ella era bastante temperamental... pero esperaba que fuera lo bastante lista como para no hacer nada que pudiera provocar la ira de los otros.
Lo viera como lo viera, no solo no veía razones para no participar, si no que ademas todo apuntaba a que este parecía una de esas ocasiones en las que reclamaban su presencia como un deber. Puede que la encapuchada le haya dado tiempo a abandonar la biblioteca e incluso la propia ciudad a estas alturas, de ser así quizas eso fuera lo mejor a pesar de quedarse con la intriga sobre ella... pero lo mejor seria proceder y comprobar si aun sigue por aquí o no.
Llegado a esta conclusión, Al'theas deja el libro que sostenía sobre los demás que estaban apilados y luego se giro hacia la otra muchacha -Muy bien, vamos, pero... permitidme que vaya al frente...- No quería creer en ello, pero la posibilidad de que la encapuchada fuera peligrosa aun no podía ser descartada, y quería estar por el primero ante cualquier cosa que pudiera ocurrir si esa posibilidad se convertía en una realidad.
Sin disimular su aire autoritario mientras sus preocupaciones inmediatas aun le daban vueltas a la cabeza, camino por los pasillos de la biblioteca a paso firme... hasta que el habitual silencio de la biblioteca le facilito oír unas voces que parecían provenir de la recepción, momento en el que alzo su puño para indicarle a la muchacha que detuviera sus pasos y pudieran escuchar las voces sin alertarlos.
Parecía una discusión entre varios hombres y una mujer, la cual pertenecía a la encapuchada sin lugar a dudas. Con su mano volvió a hacerle señas a la muchacha para que caminaran lentamente hacia el origen de la discusión intentando ser lo mas sigilosos posible.
Frases como -Suelta ahora mismo ese bastón si no quieres acabar el día a un metro bajo el suelo.- y -¿Quién coño sois vosotros y qué le habéis hecho al encargado de la biblioteca?- fueron las que mas fuerte resonaron en su cabeza, eso no sonaba nada bien, pero también tuvo en cuenta la de -No somos mala gente, de hecho protegemos a la buena gente de la mala. Creame.-. Justo antes de doblar la esquina del pasillo que daba a la recepción donde estaba teniendo el acalorado encuentro, el elfo intenta asomarse discretamente para ver la escena, y lo que vio fue a una mujer reteniendo a un hombre con un... bastón... mientras era acorralada por otros dos hombres con armas desenvainadas.
Aquella visión fue mas que suficiente para provocar que Al'theas acariciara con su mano la empuñadura de su hoja, sin embargo cerro los ojos por un momento, apartando su mano con la decisión de entrar en escena de la forma menos amenazante posible, o al menos lo intentaría...
-Aguardad aquí...- le susurro a la muchacha para que se quedara tras la esquina mientras él se encaminaba hacia ellos esta vez sin discreción alguna -¿Que esta pasando aquí?- dijo el elfo con claro tono autoritario, fijándose en ese momento en los nudillos ensangrentados de uno de los presentes, provocando que cualquier resquicio de amabilidad desapareciera del rostro de Al'theas, haciendo acopio de templanza para mantener la compostura a pesar de las apariencias de la situación de la que estaba siendo testigo, manteniendo un semblante sereno que podía fracturarse a la mínima señal de hostilidad.
-¿No os da vergüenza... desenvainar vuestras espadas... frente a una mujer armada... con un bastón?...- dijo de forma irónica -Vamos... guardad las armas... hablemos...- insistió haciendo llamamiento al dialogo en un intento por evitar el conflicto.
Les miraba fijamente para estudiarlos ahora que tenia la oportunidad, miro a la encapuchada pero no podía sacar mucho sin acercarse mas a ella, y no paso por alto la particularidad de que aquellos individuos vestían un emblema en forma de cruz que no le decía nada ni le era relevante ahora mismo mas allá de la posibilidad de que pertenecieran a un grupo o credo de algún tipo. -Y a todo esto... ¿donde se encuentra el bibliotecario?...que raro que no se encuentre aquí para reprenderos por el alboroto que estáis formando...- Aquella ultima pregunta iba dirigida directamente a la misteriosa encapuchada, él ya era consciente de que no lo sabia, pero quería oír lo que tenia que decir con la esperanza de apaciguarla, se había percatado de que su bastón estaba afilado al punto de hacerle brotar un poco de sangre al pobre incauto al que tenia retenido esperando que no se le fuera la mano, ya que había podido comprobar hace nada que ella era bastante temperamental... pero esperaba que fuera lo bastante lista como para no hacer nada que pudiera provocar la ira de los otros.
Al'theas Tinarandel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
El elfo pareció vacilar unos segundos, debatiendo entre si debía o no ir conmigo. Cuando por fin optó por aceptar la idea de ir a descubrir quién era la misteriosa joven, había sido un caballero al ofrecerse para ir delante de mí. No supe muy bien la razón ya que no estaba acostumbrada a aquellos modales, de hecho no solía tratar demasiado con la gente, aunque era un contraste enorme porque me encantaba pasear rodeada de muchedumbre. Como no supe que decir supuse que tomó un sí como respuesta y seguimos nuestro camino. Era de reconocer, cuando él pasaba cerca de alguien era un imán para las miradas. Su paso imponía autoridad, seguridad y firmeza.
De repente varias voces de hombres y de una mujer que reconocí en seguida me sacaron de mis pensamientos, provenientes de la sala principal de la biblioteca, cerca de la entrada. El elfo se paró en seco asomándose cautelosamente por detrás de la esquina que estábamos a punto de doblar para observar lo que estaba pasando. Intenté asomarme pero mi cabeza habría sobresalido mucho más que la del él así que opte por quedarme quieta, ya que lo que estaba oyendo parecía una discusión acalorada intensificada por unas cuantas amenazas. No pude ver nada más que la espalda del joven que me estaba acompañando ponerse tensa por un segundo, mientras él llevaba la mano a la empuñadura de su espada. Pues sí que está pasando algo peligroso. Yo a su vez me puse en alerta máxima, lista para sacar mis dagas de las botas que estaba llevando justo cuando su voz me interrumpió.
-Aguardad aquí… - y antes de dejarme protestar se dirigió hacia el lugar de donde provenía el alboroto. Aprovechando que ahora no tenía su espalda como un obstáculo visual, me asome muy poco a contemplar la escena en la que la misteriosa joven, que antes había desaparecido sin dar explicaciones, sostenía un bastón a tan escasos milímetros del cuello de uno de los tres hombres desconocidos que juraría que le podría haber hecho sangre. Los otros dos estaban armados y uno de ellos… fruncí el cenó y entorné los ojos, ¿había pegado a alguien? Tenía los nudillos ensangrentados. Abrí los ojos a la par e inspeccioné a cada uno de los presentes pero no vi ninguna marca de pelea en ninguno de ellos. Entonces me di cuenta de que el señor Rassel no estaba allí y me entró un escalofrío. Era la primera vez que veía su recepción tan vacía.
Tensé la mandíbula y divisé una sala con la puerta abierta que estaba detrás de donde tenía lugar la escena para poder ver mejor y salir en un instante si las cosas se ponían feas. Me dirigí hacia allí sigilosamente y lo que vi me heló la sangre en las venas; el señor Rassel tendido en el suelo, herido. Me acerqué rápidamente a él para ver si seguía respirando y si, estaba vivo, pero no tenía para nada un buen estado. Le zarandeé suavemente.
-Señor Rassel… señor Rassel… despierte por favor – llamé en un susurro. En ese momento oí hablar al elfo.
-¿Qué está pasando aquí? ¿No os da vergüenza… desenvainar vuestras espadas… frente a una mujer armada… con un bastón? Vamos… guardad las armas… hablemos… - la tensión acechó todos los poros cuando habló el elfo -. Y a todo esto… ¿dónde está el bibliotecario?... qué raro que no se encuentre aquí para reprenderos por el alboroto que estáis formando…
Me asomé a ver lo que estaba pasando, y me quedé quieta como una estatua, lista para salir de mi escondite al primer movimiento amenazador que se hiciera. De momento las cosas estaban siendo apaciguadas por las buenas, pero ya observando a aquellos hombres con uniformes idénticos que llevaban un emblema en forma de cruz me di cuenta de que su estilo era apaciguar las cosas por las malas. El elfo me había dicho que me quedara allí, si, y había aceptado consciente de que no podía atraer la atención, un paso en falso y todo podía acabar muy mal. Y además, si me necesitaban, aquellos hombres no sabían de mi existencia. Aún.
De repente varias voces de hombres y de una mujer que reconocí en seguida me sacaron de mis pensamientos, provenientes de la sala principal de la biblioteca, cerca de la entrada. El elfo se paró en seco asomándose cautelosamente por detrás de la esquina que estábamos a punto de doblar para observar lo que estaba pasando. Intenté asomarme pero mi cabeza habría sobresalido mucho más que la del él así que opte por quedarme quieta, ya que lo que estaba oyendo parecía una discusión acalorada intensificada por unas cuantas amenazas. No pude ver nada más que la espalda del joven que me estaba acompañando ponerse tensa por un segundo, mientras él llevaba la mano a la empuñadura de su espada. Pues sí que está pasando algo peligroso. Yo a su vez me puse en alerta máxima, lista para sacar mis dagas de las botas que estaba llevando justo cuando su voz me interrumpió.
-Aguardad aquí… - y antes de dejarme protestar se dirigió hacia el lugar de donde provenía el alboroto. Aprovechando que ahora no tenía su espalda como un obstáculo visual, me asome muy poco a contemplar la escena en la que la misteriosa joven, que antes había desaparecido sin dar explicaciones, sostenía un bastón a tan escasos milímetros del cuello de uno de los tres hombres desconocidos que juraría que le podría haber hecho sangre. Los otros dos estaban armados y uno de ellos… fruncí el cenó y entorné los ojos, ¿había pegado a alguien? Tenía los nudillos ensangrentados. Abrí los ojos a la par e inspeccioné a cada uno de los presentes pero no vi ninguna marca de pelea en ninguno de ellos. Entonces me di cuenta de que el señor Rassel no estaba allí y me entró un escalofrío. Era la primera vez que veía su recepción tan vacía.
Tensé la mandíbula y divisé una sala con la puerta abierta que estaba detrás de donde tenía lugar la escena para poder ver mejor y salir en un instante si las cosas se ponían feas. Me dirigí hacia allí sigilosamente y lo que vi me heló la sangre en las venas; el señor Rassel tendido en el suelo, herido. Me acerqué rápidamente a él para ver si seguía respirando y si, estaba vivo, pero no tenía para nada un buen estado. Le zarandeé suavemente.
-Señor Rassel… señor Rassel… despierte por favor – llamé en un susurro. En ese momento oí hablar al elfo.
-¿Qué está pasando aquí? ¿No os da vergüenza… desenvainar vuestras espadas… frente a una mujer armada… con un bastón? Vamos… guardad las armas… hablemos… - la tensión acechó todos los poros cuando habló el elfo -. Y a todo esto… ¿dónde está el bibliotecario?... qué raro que no se encuentre aquí para reprenderos por el alboroto que estáis formando…
Me asomé a ver lo que estaba pasando, y me quedé quieta como una estatua, lista para salir de mi escondite al primer movimiento amenazador que se hiciera. De momento las cosas estaban siendo apaciguadas por las buenas, pero ya observando a aquellos hombres con uniformes idénticos que llevaban un emblema en forma de cruz me di cuenta de que su estilo era apaciguar las cosas por las malas. El elfo me había dicho que me quedara allí, si, y había aceptado consciente de que no podía atraer la atención, un paso en falso y todo podía acabar muy mal. Y además, si me necesitaban, aquellos hombres no sabían de mi existencia. Aún.
Edrielle
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Se podría decir que calcular opciones y posibilidades era uno de los puntos fuertes de la peliblanca. Los dioses habían tenido a bien concederle una mente rápida, afilada y analítica que ella misma, con la influencia de su madre como referencia, había querido desarrollar y alimentar a lo largo de los años con todo el conocimiento que había podido asimilar, bien fuera mediante la práctica, el estudio o la mera curiosidad ante lo que otras personas podían haber dicho o hecho. Un don así podía tener muchas ventajas y utilidades, pero también una gran pega. Y es que muchas veces hubiese deseado errar en sus pensamientos, al menos en los menos optimistas y poco halagëños.
No, no hicieron acto de presencia más de aquellos hombres con el emblema de la cruz negra en sus pechos, lo cual hubiese supuesto avanzar hasta el peor de los escenarios posibles, pero quien sí apareció por allí fue la segunda de las peores opciones que se había planteado, aquel caballero esmeralda. Alguien que bien podría ser la ayuda que la elfa necesitaba o el quinto en discordia que pusiera definitivamente la balanza en su contra dejándola en una situación de la que ni siquiera poniéndose seria sería capaz de escapar indemne. Claro que al menos su aparición pareció coger también a aquellos dos hombres armados a contrapié, de hecho por su modo de tensarse puede que incluso más que a la propia sacerdotisa.
-Ha sido ella quien ha atacado a nuestro compañero. Solo tratamos de hacer que lo suelte antes de que alguien salga herido, elfo.- Expresó el que parecía el líder de los tres hombres sin bajar el arma, dotando la última palabra de su frase de un tono que si bien no podía calificarse de despectivo sí que podía delatar que no era de su agrado. -Hablar es lo que intentábamos, pero no baja su bastón, y aunque pareces considerarla inofensiva y con un arma desdeñable tiene a mi compañero a su merced.- Terminó de explicarse el sujeto, y lo cierto es que lo hizo sin faltar a la verdad. Todo cuanto había dicho era completamente cierto y de hecho la joven peliblanca no pudo si no asentir bajo su capucha. No aceptando la culpa sino porque al menos aquel tipo parecía considerarla ya una amenaza y no "una mujer con un bastón".
-Sospecho que parte del señor Rassel está en la mano diestra de este "buen hombre". Nunca dejaría la recepción vacía. Si esa sangre no es suya apuesto a que es de uno de sus ayudantes.- Expresó la joven hablando por primera vez desde la llegada del caballero esmeralda. -Este tipo...- Dijo haciendo brotar un nuevo hilillo de sangre del cuello de su rehén.-... Parecía estar buscando, o mas bien rebuscando algo entre los papeles del anciano y trató de engañarme cuando le pillé haciéndolo. Por desgracia para él está claro que desconoce la política de préstamos de la biblioteca...Los otros dos salieron de la sala de archivos de ahí atrás y esa sangre es reciente. No sé qué le han hecho al humano ni qué planean pero no me trago su historia de los buenos ciudadanos.- Expresó la elfa mientras mantenía las distancias tanto con los hombres como con el recién llegado elfo. Si tenía al menos dos dedos de frente sabría que era ella quien decía toda la verdad, pero Níniel también era consciente de que podía percibir el aura oscura fruto de su maldición, algo que haría que más de uno ni siquiera se tomara la molestia de escucharla.
-¿Pero qué dices mujer? Esta sangre es mía, me corté la mano con la página de un libro y el viejo se ofreció a ayudarme. Me llevó atrás porque allí tenía vendas...Pero al final dijo recordar que las había puesto bajo el mostrador. Eso es lo que buscaba mi amigo...El viejo está limpiando el estropicio, menuda he liado jeje- Dijo el hombre rápidamente demostrando cierta agilidad mental al inventarse aquella historia plausible pero para su desgracia evidentemente falsa. El señor Rassel tenía una memoria privilegiada, se acordaría de dónde estaban las vendas a la primera...Y además podía verse fácilmente que en su mano no había corte alguno. Cualquiera lo vería, especialmente unos elfos, cuya vista era excepcional.
-Mientes, y si le has hecho daño pienso devolvértelo multiplicado, shemlen.- Fue cuanto añadió la elfa esperando a que el elfo tomara su decisión y que fuera la correcta. Algo que terminó por no hacer falta, pues el hombre, arrinconado y molesto por el comentario de la peliblanca no tardó ni unos segundos en ver que la comedia había terminado y era hora de que hablara el acero de sus espadas.
-¿Shemlen?...Así que eres una elfa, quién lo habría dicho yendo tan tapada. ¿Sabes qué? Puedes matar a ese inútil, ya me he hartado de perder el tiempo discutiendo con unos orejas de punta. Puede que no haya descubierto nada sobre la semilla pero al menos libraré a la ciudad de dos apestosos elfos.- Dijo moviendo su arma amenazante y preparándola para descargar un potente tajo descendente directo hacia la peliblanca, ataque que no dudó en secundar su compañero.
Mientras, a unos metros de allí, siendo silenciosa espectadora de todo cuanto sucedía entre tan variopinto y extraño grupo de personas armadas, Edrielle seguramente sentiría la tentación de intervenir en más de una ocasión. Ella conocía la biblioteca y al señor Rassel, muy posiblemente detectara las mentiras de aquel hombre con la cruz negra en su pecho mucho mejor que el apuesto elfo que había ido con ella en pos de la misteriosa encapuchada solo para encontrarse con tan peliaguda situación. No obstante, en el momento en que decidiera que el tiempo de la cautela había llegado a su fin algo la instaría a detenerse y a cambiar de plan aunque solo fuera por unos instantes.
A su espalda, el menudo cuerpo del anciano bibliotecario comenzó a moverse y a agitarse dolorido. Tenía un ojo hinchado por culpa de un fuerte y violento golpe y el labio partido sangrando profusamente, tanto que de hecho no hacía falta tener conocimientos médicos para darse cuenta de que toda aquella sangre no podía brotar únicamente del labio roto. Le habían sometido a una fuerte paliza, una de la que ni siquiera un hombre mucho más joven podría recuperarse sin ayuda. Algo así para alguien de su edad...
A pesar de ello, y de ser patente que cada centímetro que se movía era un suplicio para su maltratado cuerpo, el hombre seguía intentando incorporarse sin demasiado éxito, como si tratara de llegar hasta uno de los cercanos estantes repletos de archivos y fichas relacionadas con los préstamos de la biblioteca.
-No...pueden...No diré nada...- Balbuceó con gran dificultad, prácticamente con un hilillo de voz. -No, no eres uno de ellos...ah, eres tú...No les dije nada de la semilla, no puede caer en...manos...- Siguió diciendo al percatarse de que quien estaba allí no era uno de sus torturadores, aunque lo que decía muy posiblemente no tendría ningún sentido para la dragona y no fueran más que los delirios de un hombre que miraba a la muerte cara a cara. -Mordecai Fallons...Arte, tercer estan..-Continuó hablando hasta que finalmente la vida que le quedaba se apagó, dejando aquella frase incompleta. Murió igual que había vivido, rodeado de libros, aunque por desgracia no de la manera apacible que un hombre como él merecía. Llevándose algún tipo de información por la que algunos parecían dispuestos a matar con él a la tumba...¿O puede que no?
No, no hicieron acto de presencia más de aquellos hombres con el emblema de la cruz negra en sus pechos, lo cual hubiese supuesto avanzar hasta el peor de los escenarios posibles, pero quien sí apareció por allí fue la segunda de las peores opciones que se había planteado, aquel caballero esmeralda. Alguien que bien podría ser la ayuda que la elfa necesitaba o el quinto en discordia que pusiera definitivamente la balanza en su contra dejándola en una situación de la que ni siquiera poniéndose seria sería capaz de escapar indemne. Claro que al menos su aparición pareció coger también a aquellos dos hombres armados a contrapié, de hecho por su modo de tensarse puede que incluso más que a la propia sacerdotisa.
-Ha sido ella quien ha atacado a nuestro compañero. Solo tratamos de hacer que lo suelte antes de que alguien salga herido, elfo.- Expresó el que parecía el líder de los tres hombres sin bajar el arma, dotando la última palabra de su frase de un tono que si bien no podía calificarse de despectivo sí que podía delatar que no era de su agrado. -Hablar es lo que intentábamos, pero no baja su bastón, y aunque pareces considerarla inofensiva y con un arma desdeñable tiene a mi compañero a su merced.- Terminó de explicarse el sujeto, y lo cierto es que lo hizo sin faltar a la verdad. Todo cuanto había dicho era completamente cierto y de hecho la joven peliblanca no pudo si no asentir bajo su capucha. No aceptando la culpa sino porque al menos aquel tipo parecía considerarla ya una amenaza y no "una mujer con un bastón".
-Sospecho que parte del señor Rassel está en la mano diestra de este "buen hombre". Nunca dejaría la recepción vacía. Si esa sangre no es suya apuesto a que es de uno de sus ayudantes.- Expresó la joven hablando por primera vez desde la llegada del caballero esmeralda. -Este tipo...- Dijo haciendo brotar un nuevo hilillo de sangre del cuello de su rehén.-... Parecía estar buscando, o mas bien rebuscando algo entre los papeles del anciano y trató de engañarme cuando le pillé haciéndolo. Por desgracia para él está claro que desconoce la política de préstamos de la biblioteca...Los otros dos salieron de la sala de archivos de ahí atrás y esa sangre es reciente. No sé qué le han hecho al humano ni qué planean pero no me trago su historia de los buenos ciudadanos.- Expresó la elfa mientras mantenía las distancias tanto con los hombres como con el recién llegado elfo. Si tenía al menos dos dedos de frente sabría que era ella quien decía toda la verdad, pero Níniel también era consciente de que podía percibir el aura oscura fruto de su maldición, algo que haría que más de uno ni siquiera se tomara la molestia de escucharla.
-¿Pero qué dices mujer? Esta sangre es mía, me corté la mano con la página de un libro y el viejo se ofreció a ayudarme. Me llevó atrás porque allí tenía vendas...Pero al final dijo recordar que las había puesto bajo el mostrador. Eso es lo que buscaba mi amigo...El viejo está limpiando el estropicio, menuda he liado jeje- Dijo el hombre rápidamente demostrando cierta agilidad mental al inventarse aquella historia plausible pero para su desgracia evidentemente falsa. El señor Rassel tenía una memoria privilegiada, se acordaría de dónde estaban las vendas a la primera...Y además podía verse fácilmente que en su mano no había corte alguno. Cualquiera lo vería, especialmente unos elfos, cuya vista era excepcional.
-Mientes, y si le has hecho daño pienso devolvértelo multiplicado, shemlen.- Fue cuanto añadió la elfa esperando a que el elfo tomara su decisión y que fuera la correcta. Algo que terminó por no hacer falta, pues el hombre, arrinconado y molesto por el comentario de la peliblanca no tardó ni unos segundos en ver que la comedia había terminado y era hora de que hablara el acero de sus espadas.
-¿Shemlen?...Así que eres una elfa, quién lo habría dicho yendo tan tapada. ¿Sabes qué? Puedes matar a ese inútil, ya me he hartado de perder el tiempo discutiendo con unos orejas de punta. Puede que no haya descubierto nada sobre la semilla pero al menos libraré a la ciudad de dos apestosos elfos.- Dijo moviendo su arma amenazante y preparándola para descargar un potente tajo descendente directo hacia la peliblanca, ataque que no dudó en secundar su compañero.
Mientras, a unos metros de allí, siendo silenciosa espectadora de todo cuanto sucedía entre tan variopinto y extraño grupo de personas armadas, Edrielle seguramente sentiría la tentación de intervenir en más de una ocasión. Ella conocía la biblioteca y al señor Rassel, muy posiblemente detectara las mentiras de aquel hombre con la cruz negra en su pecho mucho mejor que el apuesto elfo que había ido con ella en pos de la misteriosa encapuchada solo para encontrarse con tan peliaguda situación. No obstante, en el momento en que decidiera que el tiempo de la cautela había llegado a su fin algo la instaría a detenerse y a cambiar de plan aunque solo fuera por unos instantes.
A su espalda, el menudo cuerpo del anciano bibliotecario comenzó a moverse y a agitarse dolorido. Tenía un ojo hinchado por culpa de un fuerte y violento golpe y el labio partido sangrando profusamente, tanto que de hecho no hacía falta tener conocimientos médicos para darse cuenta de que toda aquella sangre no podía brotar únicamente del labio roto. Le habían sometido a una fuerte paliza, una de la que ni siquiera un hombre mucho más joven podría recuperarse sin ayuda. Algo así para alguien de su edad...
A pesar de ello, y de ser patente que cada centímetro que se movía era un suplicio para su maltratado cuerpo, el hombre seguía intentando incorporarse sin demasiado éxito, como si tratara de llegar hasta uno de los cercanos estantes repletos de archivos y fichas relacionadas con los préstamos de la biblioteca.
-No...pueden...No diré nada...- Balbuceó con gran dificultad, prácticamente con un hilillo de voz. -No, no eres uno de ellos...ah, eres tú...No les dije nada de la semilla, no puede caer en...manos...- Siguió diciendo al percatarse de que quien estaba allí no era uno de sus torturadores, aunque lo que decía muy posiblemente no tendría ningún sentido para la dragona y no fueran más que los delirios de un hombre que miraba a la muerte cara a cara. -Mordecai Fallons...Arte, tercer estan..-Continuó hablando hasta que finalmente la vida que le quedaba se apagó, dejando aquella frase incompleta. Murió igual que había vivido, rodeado de libros, aunque por desgracia no de la manera apacible que un hombre como él merecía. Llevándose algún tipo de información por la que algunos parecían dispuestos a matar con él a la tumba...¿O puede que no?
Níniel Thenidiel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Esa aura oscura de nuevo... Al'theas podía percibirla claramente ahora que se encontraba mas cerca de la encapuchada y podría asegurar que provenía de ella. Sin embargo, porque o como emite ese aura era algo que debía esperar por ahora, la balanza de la verdad estaba en esos momentos en una posición neutral, la encapuchada escondía cosas, eso sin duda, pero aquel trió tampoco se quedaba atrás. Puede que uno de los dos lados sea mas culpable que el otro, pero culpables al fin y al cabo cada uno por sus méritos propios y solo era cuestión de tiempo para comprobarlo.
El elfo escucho con atención los argumentos de uno de los individuos, analizando con cuidado cada palabra que se decía, las cuales fueron admitidas por la encapuchada cuyo gesto hablaba en su favor.
Le toco el turno a la encapuchada de explicarse, a la vez que contestaba a la pregunta formulada sobre el paradero del bibliotecario, el cual parece que responde al nombre de Rassel, este detalle aparentemente tan insignificante dice mucho, ambos ya se conocían y probablemente desde hace mucho, cosa que los otros no demostraron en ningún momento, y francamente... la excusa del corte con la pagina de un libro caía por su propio peso, haría falta un libro embrujado con vida propia para provocar una herida parecida y tanto ella como el elfo habían llegado a la conclusión de que estaba mintiendo.
Al'theas miraba de forma inquisitiva a aquel individuo que se había atrevido a mentir, la cara de aquel sujeto se había puesto claramente nerviosa, la balanza se había colocado automáticamente a favor de la encapuchada y fue precisamente en ese instante cuando el elfo se percato de algo mas... "Shemlen"... aquella palabra elfica la había usado deliberadamente para dirigirse a ese sujeto de forma despectiva. -Así que es una elfa...- pensó Al'theas para si, cosa que el individuo que lideraba aquel trió vio tan clara como él como si le hubieran leído el pensamiento, lo cual traía a su mente una nueva incógnita... Si ella es una elfa... entonces sabe que... al igual que ella, Al'theas puede sentir las energías mágicas negativas que ella desprende... lo cual puede facilitar... o complicar... tratar ese tema con ella.
En ese momento, Al'theas tuvo que apartar aquellos pensamientos de su cabeza por ahora, pues aquel bruto había dejado caer su mascara por fin. No solo había demostrado lo poco que le importaba la seguridad de su compañero, si no que ademas se atrevió a alzar su arma de nuevo y a comenzar un ataque contra ambos elfos.
-Esa es...una mala decisión...- Dijo el caballero esmeralda que descolgó su escudo de su espalda a la vez que tomaba su hoja y se interpuso raudo entre la elfa y el líder de esos bandidos interceptando su ataque de forma impecable.
Aquel ataque lo había parado con su escudo dando la sensación de que el elfo parecía una roca inexpugnable, sin embargo el segundo ataque del otro sujeto fue mas complicado de parar, usando hábilmente su hoja había logrado frenar ese ataque, pero aquella espada había logrado rozar superficialmente su rostro, de cuya herida broto una linea de sangre que surco por su mejilla.
La furia interna de Al'theas creció como la espuma y ya no se contendría mas, se acabo el señor educado. Con un grito de desafió, embistió con fuerza con el escudo logrando impactarlo contra el líder de los bandidos, derribándole hacia atrás unos metros hasta hacerle caer de espaldas. Acto seguido, con un movimiento grácil de su hoja aparto al segundo atacante que logro rozar su mejilla, estampando su escudo directamente en la cara antes de que le diera tiempo a retroceder, quedando lo suficientemente atontado como para no saber a que tenerle mas miedo, si a su escudo o a su hoja... lo cual le hizo atacar precipitadamente contra el elfo, el cual desvió su espada con un golpe de escudo y a continuación el elfo corto de un tajo su brazo expuesto con el que sujetaba su arma, salpicando parte de su armadura esmeralda y el suelo de grandes cantidades de sangre en grito de agonía, aquel sujeto ya no servia para el combate y Al'theas podía sentir el fervor de justicia inundando su ser como si de una energía mágica se tratase, devolviendo la mirada hacia el líder de los bandidos que derribo antes, el cual ya se estaba levantando y preparando otro ataque. En ese instante el elfo se preocupo por la muchacha que había dejado atrás, miro por un segundo hacia aquella esquina donde recordó que la había dejado rezagada, pero ya no estaba... ¿Habría huido tal vez? quizas fuera mejor así...
Mientras Al'theas permanecía en guardia frente al líder de aquellos brutos, se permitió echar una rápida mirada a su... camarada elfica... para saber que tal le iba con aquel bandido acorralado con la que la dejo.
El elfo escucho con atención los argumentos de uno de los individuos, analizando con cuidado cada palabra que se decía, las cuales fueron admitidas por la encapuchada cuyo gesto hablaba en su favor.
Le toco el turno a la encapuchada de explicarse, a la vez que contestaba a la pregunta formulada sobre el paradero del bibliotecario, el cual parece que responde al nombre de Rassel, este detalle aparentemente tan insignificante dice mucho, ambos ya se conocían y probablemente desde hace mucho, cosa que los otros no demostraron en ningún momento, y francamente... la excusa del corte con la pagina de un libro caía por su propio peso, haría falta un libro embrujado con vida propia para provocar una herida parecida y tanto ella como el elfo habían llegado a la conclusión de que estaba mintiendo.
Al'theas miraba de forma inquisitiva a aquel individuo que se había atrevido a mentir, la cara de aquel sujeto se había puesto claramente nerviosa, la balanza se había colocado automáticamente a favor de la encapuchada y fue precisamente en ese instante cuando el elfo se percato de algo mas... "Shemlen"... aquella palabra elfica la había usado deliberadamente para dirigirse a ese sujeto de forma despectiva. -Así que es una elfa...- pensó Al'theas para si, cosa que el individuo que lideraba aquel trió vio tan clara como él como si le hubieran leído el pensamiento, lo cual traía a su mente una nueva incógnita... Si ella es una elfa... entonces sabe que... al igual que ella, Al'theas puede sentir las energías mágicas negativas que ella desprende... lo cual puede facilitar... o complicar... tratar ese tema con ella.
En ese momento, Al'theas tuvo que apartar aquellos pensamientos de su cabeza por ahora, pues aquel bruto había dejado caer su mascara por fin. No solo había demostrado lo poco que le importaba la seguridad de su compañero, si no que ademas se atrevió a alzar su arma de nuevo y a comenzar un ataque contra ambos elfos.
-Esa es...una mala decisión...- Dijo el caballero esmeralda que descolgó su escudo de su espalda a la vez que tomaba su hoja y se interpuso raudo entre la elfa y el líder de esos bandidos interceptando su ataque de forma impecable.
Aquel ataque lo había parado con su escudo dando la sensación de que el elfo parecía una roca inexpugnable, sin embargo el segundo ataque del otro sujeto fue mas complicado de parar, usando hábilmente su hoja había logrado frenar ese ataque, pero aquella espada había logrado rozar superficialmente su rostro, de cuya herida broto una linea de sangre que surco por su mejilla.
La furia interna de Al'theas creció como la espuma y ya no se contendría mas, se acabo el señor educado. Con un grito de desafió, embistió con fuerza con el escudo logrando impactarlo contra el líder de los bandidos, derribándole hacia atrás unos metros hasta hacerle caer de espaldas. Acto seguido, con un movimiento grácil de su hoja aparto al segundo atacante que logro rozar su mejilla, estampando su escudo directamente en la cara antes de que le diera tiempo a retroceder, quedando lo suficientemente atontado como para no saber a que tenerle mas miedo, si a su escudo o a su hoja... lo cual le hizo atacar precipitadamente contra el elfo, el cual desvió su espada con un golpe de escudo y a continuación el elfo corto de un tajo su brazo expuesto con el que sujetaba su arma, salpicando parte de su armadura esmeralda y el suelo de grandes cantidades de sangre en grito de agonía, aquel sujeto ya no servia para el combate y Al'theas podía sentir el fervor de justicia inundando su ser como si de una energía mágica se tratase, devolviendo la mirada hacia el líder de los bandidos que derribo antes, el cual ya se estaba levantando y preparando otro ataque. En ese instante el elfo se preocupo por la muchacha que había dejado atrás, miro por un segundo hacia aquella esquina donde recordó que la había dejado rezagada, pero ya no estaba... ¿Habría huido tal vez? quizas fuera mejor así...
Mientras Al'theas permanecía en guardia frente al líder de aquellos brutos, se permitió echar una rápida mirada a su... camarada elfica... para saber que tal le iba con aquel bandido acorralado con la que la dejo.
Al'theas Tinarandel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
La discusión estaba haciéndose más y más acalorada, los hombres intentando justificar sus actos y la joven, por parte suya, argumentando que la información y las repuestas de aquellos desconocidos no eran consistentes. Yo sabía perfectamente que estaban mintiendo, ya que lo último que escuché fue la excusa de uno de ellos de que la sangre que previamente había notado en sus nudillos provenía de un corte que se había hecho con la página de un libro. Justo entonces un movimiento a mis espaldas me distrajo de la escena e hizo que me girara bruscamente con el corazón en la garganta, viendo al señor Rassel como empezaba a incorporarse. Deduje que estaba hablando para si mismo ya que no parecía haberse percatado de mi presencia.
-No… pueden… no diré nada… - apenas entendía lo que estaba diciendo y cuando me acerqué a él me miró y una expresión de alivio y angustia cruzó su semblante – No, no eres uno de ellos… ah, eres tú… No les dije nada de la semilla, no puede caer en… manos… - fruncí el ceño, intentando comprender lo que el señor Rassel quería decirme – Mordecai Fallons… Arte, tercer estan…
-¡Señor Rassel no me abandone! ¡Señor Rassel! Por favor… – intenté hablar lo más silenciosamente que pude. Me mordí el interior de la mejilla, teniendo un nudo en la garganta. No, no, no, no. No era posible. Me agaché con cuidado para tomarle el pulso con la esperanza de que aun estuviera con vida. Cuando no percibí nada, un dolor me invadió por dentro, recordándome a Gabriel. ¿Así iban a ser las cosas siempre? ¿Ver como la vida de las personas se me escapaba de las manos sin poder hacer nada? Era injusto y el señor Rassel era un hombre inocente. No sabía de qué iba todo esto pero estaba segura de que no se lo había merecido.
De repente me acordé de lo que había dicho antes de que su vida se desvaneciera por completo; algo de una semilla y un tercer estante. Antes de que pudiera hacer nada, unas voces intercaladas con ruidos de guerra me sacaron de mi estupor. Memoricé las palabras del señor Rassel y decidí que volvería después para ver a lo que se estaba refiriendo y analizarlo. Me levanté enfurecida y me dirigí hacia la puerta. Sabía de sobra que aquellos hombres habían preferido apaciguar las cosas por las malas.
No sabía cómo había empezado todo o quien había provocado la batalla ya que justo en ese momento yo había estado pendiente del señor Rassel, pero lo que sí sabía era que debía actuar. Aun en la puerta, saqué una de las dagas que llevaba en las botas y, apretando el mango, observé la escena analizando los oponentes. Uno de ellos, el líder, yacía en el suelo con sus ojos llenos de odio clavados en el elfo que acababa de cortar el brazo de uno de los hombres que había arremetido contra él. Hice una mueca al ver que el suelo se salpicó de la sangre de aquel individuo. En ese momento el elfo miró hacia la esquina en la que me había dejado, no sabía si estaba buscando mi ayuda o sólo se estaba preguntando de mi paradero, y luego dirigió su mirada a la joven encapuchada. Extrañamente, volví a sentir aquella energía que había sentido anteriormente cuando estaba cerca de las mesas de estudio, esa misma energía que sentí como se había disipado cuando la misteriosa joven se fue de allí. Justo entonces un movimiento me atrajo la atención desde mi derecha. Cuando vi que el líder se estaba preparando para otro ataque, me adelanté cuanto pude sin ser descubierta para tener mayor puntería estando más cerca de su espalda a unos escasos metros y, en un abrir y cerrar de ojos, lancé la daga que se clavó en su espalda con un ruido seco. Agradecí ésta fuera ancha, tuve más superficie para apuntar; aun no era una experta. Soltó un gemido (o gruñido) y cuando se giró, sus ojos enfurecidos se clavaron en mí, sorprendidos. El dolor había arrugado su cara pero una determinación había cruzado su rostro y entonces me di cuenta de que iba a ir a por mí. No sé si estaba dispuesto a hacer un último intento por rabia de que había sido una mujer quien le había herido o a lo mejor era otra la razón, pero pensé que no iba a tener tiempo suficiente de convertirme en dragón para poder lanzarle por los aires mientras la distancia entre nosotros iba disminuyendo, así que debía actuar rápido. Sus movimientos conllevaban un esfuerzo mayor que antes, por tanto tenía una ventaja, pero eso no quitaba que era más fuerte y seguramente más entrenado que yo incluso teniendo una daga clavada en la espalda. Saqué mi otra daga lista para defenderme. No había peleado mucho a lo largo de mi vida, me guiaba mas por mis reflejos que por otra cosa, siempre había resuelto las cosas de buenas maneras, pero agradecí a Gabriel haberme enseñado alguna que otra cosa. Se lanzó al ataque, me hice a un lado y tiré de su brazo extendido hacia delante, usando así su fuerza para desequilibrarle pero no lo suficiente como para tirarle al suelo, así que él se giró blandiendo su espada y en el segundo en el que ésta rozó mi mejilla salté hacia atrás, apartándome por suerte. Sentí una punzada de dolor en el lugar donde la espada había abierto mi piel y miré enfurecida a mi oponente, a quien se le había dibujado una pequeña sonrisa en el rostro. Esperé su siguiente ataque, y cuando levantó su espada aproveché el momento y paré su brazo con el mío mientras la daga que sostenía en mi mano libre se hundió en alguna parte de su costado, haciéndole caer de rodillas. Esperaba que solo le hubiera llegado a herir gravemente, matar personas no era lo mío. Me aparté de él mientras se sostenía el costado y le quité la daga que había clavado en su espada. Después me quedé unos segundos en el mismo sitio, intentando comprender.
¿Había algo relacionado de lo que estaba pasando con lo que me había dicho el señor Rassel? ¿Tenía algo que ver con la encapuchada? Algo me decía que sí, porque esa sensación tan rara parecía seguirla a ella donde iba.
¿En qué me había metido?
-No… pueden… no diré nada… - apenas entendía lo que estaba diciendo y cuando me acerqué a él me miró y una expresión de alivio y angustia cruzó su semblante – No, no eres uno de ellos… ah, eres tú… No les dije nada de la semilla, no puede caer en… manos… - fruncí el ceño, intentando comprender lo que el señor Rassel quería decirme – Mordecai Fallons… Arte, tercer estan…
-¡Señor Rassel no me abandone! ¡Señor Rassel! Por favor… – intenté hablar lo más silenciosamente que pude. Me mordí el interior de la mejilla, teniendo un nudo en la garganta. No, no, no, no. No era posible. Me agaché con cuidado para tomarle el pulso con la esperanza de que aun estuviera con vida. Cuando no percibí nada, un dolor me invadió por dentro, recordándome a Gabriel. ¿Así iban a ser las cosas siempre? ¿Ver como la vida de las personas se me escapaba de las manos sin poder hacer nada? Era injusto y el señor Rassel era un hombre inocente. No sabía de qué iba todo esto pero estaba segura de que no se lo había merecido.
De repente me acordé de lo que había dicho antes de que su vida se desvaneciera por completo; algo de una semilla y un tercer estante. Antes de que pudiera hacer nada, unas voces intercaladas con ruidos de guerra me sacaron de mi estupor. Memoricé las palabras del señor Rassel y decidí que volvería después para ver a lo que se estaba refiriendo y analizarlo. Me levanté enfurecida y me dirigí hacia la puerta. Sabía de sobra que aquellos hombres habían preferido apaciguar las cosas por las malas.
No sabía cómo había empezado todo o quien había provocado la batalla ya que justo en ese momento yo había estado pendiente del señor Rassel, pero lo que sí sabía era que debía actuar. Aun en la puerta, saqué una de las dagas que llevaba en las botas y, apretando el mango, observé la escena analizando los oponentes. Uno de ellos, el líder, yacía en el suelo con sus ojos llenos de odio clavados en el elfo que acababa de cortar el brazo de uno de los hombres que había arremetido contra él. Hice una mueca al ver que el suelo se salpicó de la sangre de aquel individuo. En ese momento el elfo miró hacia la esquina en la que me había dejado, no sabía si estaba buscando mi ayuda o sólo se estaba preguntando de mi paradero, y luego dirigió su mirada a la joven encapuchada. Extrañamente, volví a sentir aquella energía que había sentido anteriormente cuando estaba cerca de las mesas de estudio, esa misma energía que sentí como se había disipado cuando la misteriosa joven se fue de allí. Justo entonces un movimiento me atrajo la atención desde mi derecha. Cuando vi que el líder se estaba preparando para otro ataque, me adelanté cuanto pude sin ser descubierta para tener mayor puntería estando más cerca de su espalda a unos escasos metros y, en un abrir y cerrar de ojos, lancé la daga que se clavó en su espalda con un ruido seco. Agradecí ésta fuera ancha, tuve más superficie para apuntar; aun no era una experta. Soltó un gemido (o gruñido) y cuando se giró, sus ojos enfurecidos se clavaron en mí, sorprendidos. El dolor había arrugado su cara pero una determinación había cruzado su rostro y entonces me di cuenta de que iba a ir a por mí. No sé si estaba dispuesto a hacer un último intento por rabia de que había sido una mujer quien le había herido o a lo mejor era otra la razón, pero pensé que no iba a tener tiempo suficiente de convertirme en dragón para poder lanzarle por los aires mientras la distancia entre nosotros iba disminuyendo, así que debía actuar rápido. Sus movimientos conllevaban un esfuerzo mayor que antes, por tanto tenía una ventaja, pero eso no quitaba que era más fuerte y seguramente más entrenado que yo incluso teniendo una daga clavada en la espalda. Saqué mi otra daga lista para defenderme. No había peleado mucho a lo largo de mi vida, me guiaba mas por mis reflejos que por otra cosa, siempre había resuelto las cosas de buenas maneras, pero agradecí a Gabriel haberme enseñado alguna que otra cosa. Se lanzó al ataque, me hice a un lado y tiré de su brazo extendido hacia delante, usando así su fuerza para desequilibrarle pero no lo suficiente como para tirarle al suelo, así que él se giró blandiendo su espada y en el segundo en el que ésta rozó mi mejilla salté hacia atrás, apartándome por suerte. Sentí una punzada de dolor en el lugar donde la espada había abierto mi piel y miré enfurecida a mi oponente, a quien se le había dibujado una pequeña sonrisa en el rostro. Esperé su siguiente ataque, y cuando levantó su espada aproveché el momento y paré su brazo con el mío mientras la daga que sostenía en mi mano libre se hundió en alguna parte de su costado, haciéndole caer de rodillas. Esperaba que solo le hubiera llegado a herir gravemente, matar personas no era lo mío. Me aparté de él mientras se sostenía el costado y le quité la daga que había clavado en su espada. Después me quedé unos segundos en el mismo sitio, intentando comprender.
¿Había algo relacionado de lo que estaba pasando con lo que me había dicho el señor Rassel? ¿Tenía algo que ver con la encapuchada? Algo me decía que sí, porque esa sensación tan rara parecía seguirla a ella donde iba.
¿En qué me había metido?
Edrielle
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Níniel se preparó para defenderse del ataque doble de aquellos humanos y pensó que conjurar su barrera de luz sería el mejor modo de hacerlo, al calcular que la agilidad propia de su raza no sería suficiente contra los dos, menos aún si quería además ocuparse del tercero de los miembros de aquel extraño grupo que, por sus propias palabras, parecían tener algo en contra de los elfos y los brujos. Era solo una conjetura pero desde luego no sería la primera vez que se topaba con orejas redondas cortos de entendederas que bien por miedo hacia lo que no podían entender o a ideas supremacistas buscaban acabar con aquellos a quienes los dioses habían entregado el don de la sensibilidad al éter.
En cualquier caso, y con su magia a punto de ser lanzada, la joven pudo ver cómo el caballero esmeralda interponía su escudo y su espada entre ella y el ataque, ahorrándole el esfuerzo gracias a su innegable pericia aunque recibiendo un pequeño corte a cambio. Nada de lo que tuviera que preocuparse, salvo que el filo de aquella espada estuviese cubierto de veneno, algo poco habitual en sujetos que como aquellos parecían ir de caballeros de algún tipo con esas armaduras y sus espadas adornadas a juego. La intervención del elfo decantaba, al menos por el momento, la balanza en favor de la sacerdotisa, para la que uno solo de aquellos sujetos no debería ser un gran problema, ni siquiera cuando el joven humano de la barba cuidadosamente recortada aprovechó el momento del ataque de sus compañeros para arreglárselas para zafarse del arma de la peliblanca, llevándose un buen corte en el cuello para lograrlo, peligroso y sin duda doloroso, pero no letal.
-Vas a pagar por esto elfa, si hubiese sabido que no eras humana no hubiese sido tan amable contigo.- Escupió el individuo retrocediendo varios pasos y desenvainando su espada oculta bajo su capa con una mano mientras con la otra trataba de taponar la herida de su cuello mirando con pavor toda aquella sangre; mostrando en su empuñadura y en su pecho el mismo símbolo de la cruz negra que los demás, lo que venía a confirmar que no eran vulgares ladrones o mercenarios.
-Y yo que pensaba que estabas siendo amable porque tenías un filo sobre tu garganta...Tus amigos parecen ocupados y no pueden ayudarte...Vamos, hazme pagar por eso, solo soy una elfa, debe de ser muy fácil para ti shemlen. ¿Por qué dudas? ¿No será que os falla el valor cuando enfrentáis algo diferente a un bibliotecario?- Se burló la joven tremendamente segura de sí misma mientras seguía con su mirada aguamarina los temerosos movimientos de aquel humano, que con gotas de sudor frío perlando su rostro desviaba constantemente su atención de su más directa rival para ver cómo a pocos pasos de ellos sus compañeros estaban siendo derrotados por el otro elfo.
-Era una trampa, pero no estamos solos, no conseguiréis la semilla de la oscuridad antes que nosotros...Lucharé por el gran...por el gran maestre.- Fueron sus temblorosas palabras haciendo mención a aquella "semilla de la oscuridad" que ya había nombrado el líder de los tres. Un nombre que Níniel no había escuchado nunca antes, pero que desde luego no sonaba a nada bueno. Las cosas buenas usaban nombres tales como filo de la esperanza, corona de la armonía o flauta de la paz y los arcoiris...Semilla oscura era un nombre que evocaba peligro y al tipo de cosas con la que había que tener sumo cuidado. Dichas aquellas palabras el joven se lanzó a por Níniel dispuesto a acabar con ella de un solo movimiento descendiente, algo que pronto comprobaría que no iba a ser tan sencillo.
Níniel alzó su bastón y sin problemas detuvo aquel tajo, girándolo a continuación para hacer que su enemigo se desequilibrara y aprovechando el momento para golpear con el lado romo de su arma justo bajo su diafragma, privándolo momentáneamente de aire y secundando dicho golpe con otro de barrido contra sus piernas, enviándolo al suelo y sonriendo bajo su capucha por la fácil que le había resultado, aunque poniéndose seria de nuevo al recordar que el motivo de ello era la maldición que pesaba sobre ella y no enteramente a sus propias capacidades. -¿Eso es todo? Levántate y hazlo más rápido, más fuerte y mejor humano.- Espetó a pesar de todo, poseída por un espíritu combativo que la hacían querer más, quizá en aquella ocasión no esforzándose en lo más mínimo para demostrarse que podía con sus enemigos por si misma, con o sin maldición. Soltando un exabrupto de frustración al ver cómo el joven aún no recuperaba el aliento y no era capaz de incorporarse del todo. Algo que la llevó a golpearlo en el suelo y a colocar de nuevo su bastón contra su cuello, privándolo de aire y viendo como poco a poco su piel blanca cambiaba de tono al asfixiarse, dejándolo inconsciente solo cuando vio que el caballero esmeralda también se había librado ya de sus enemigos con la ayuda de la mujer de antes. ¿Acaso la pareja ruidosa ya se conocía de antes o simplemente era una casualidad? Incluso parecían presentar el mismo tipo de corte en la cara, aquello si que era trabajo en equipo y lo demás eran tonterías.
-Debo agradeceros vuestra ayuda por lo que parece...¿O tal vez soy la siguiente?-Les dijo tomando la espada de su enemigo derrotado y alejándose de él al no considerarlo ya una amenaza. Como tampoco lo eran ya los otros dos que agonizaban el suelo, uno desangrándose a través de un feo corte en el brazo y el otro con menos posibilidades aún de sobrevivir debido a una daga firmemente clavada en su costado y que a todas luces había perforado uno de sus pulmones. Muertes lentas y dolorosas ambas.
Dicho eso sin prestar atención médica a ninguno de ellos, manteniendo la distancia con el elfo y la dragona, a la que aún creía humana, sin decir nada más se dirigió hacia la sala de archivos, donde pudo confirmar algo que había temido desde el principio, aunque verlo con sus propios ojos no hizo si no causarle una profunda tristeza, seguida de un profundo sentimiento de rabia que no hizo si no aumentar la intensidad de aquella aura oscura.
-¿Por qué?.- Se limitó a preguntar, y su melodioso tono de voz había dado paso a uno que prometía un sufrimiento infinito a quien no respondiera a su pregunta de manera satisfactoria, o puede que incluso aunque sí recibiera tal respuesta. -Ni se os ocurra morir hasta que me digáis por qué le habéis hecho esto a un hombre bueno como el señor Rassel.- Fueron sus palabras, y entre quedos susurros comenzó a sanar a aquellos dos humanos tan cercanos a la muerte. Lo suficiente para que siguieran vivos a pesar de sus heridas pero no tanto como para aliviar ni un ápice su dolor. -!OS HE HECHO UNA PREGUNTA! - Gritó al no recibir como respuesta más que agónicos estertores. Manteniendo entonces la cura pero acercándose al sujeto con el tajo en el brazo para pisar su herida haciéndole chillar de dolor y suplicar piedad, pero no había ninguna respuesta entre sus súplicas, por lo que solo recibió más dolor a cambio de sus gritos.
-No vas a morir humano, solo a sufrir hasta que hableis. Pero el tormento puede acabar...puedo sanar vuestras heridas, incluso puedo hacer que puedas volver a usar el brazo...¿Qué me dices? Es un buen trato...- Sugirió la joven. Y por primera vez el líder, tosiendo sangre y de manera entrecortada pareció dispuesto a satisfacer sus exigencias.
-Te...diré, todo lo que necesitas saber elfa...Pronto el maestre tendrá lo que quiere y tu y tus amiguitos seréis pasto de los gusanos. !Púdrete!. Iros todos al infierno- Fue lo que dijo sin embargo tras atraer la atención de la joven, como era de esperar de esa clase de grupos. Pero no todos estaban tan predispuestos a sufrir y a morir.
-La semilla.- Comenzó a decir el hombre de la herida en el brazo. -Buscamos algo llamado la semilla de la oscuridad, el maestre creía que el anciano sabía algo...Pero no sabía nada...Por favor...tengo mujer y una hija, solo trataba de ganar dinero para mi familia, no le hice nada a ese anciano, por favor, mi brazo...- Respondió por fin el otro hombre que fue rápidamente acusado de traidor por el líder. Níniel tenía una respuesta, pero desde luego no era lo que buscaba, y desde luego no la ayudaba a sentir piedad por aquellos sujetos. ¿No habían matado al pobre anciano por nada?. -Más como nosotros no tardarán en venir, os lo aseguro, trato de ayudaros, por favor...Ahhhh, dioses ayudadme, lo hice por mi pequeña...-
Continuó explicando entre gritos de dolor. -No sé nada más, ni ninguno de nosotros os lo juro, solo hacemos lo que el maestre nos pidió, nunca dió detalles, solo decía que con la semilla a su lado podría cambiar las cosas para mejor...-
-¿Desde cuando algo oscuro sirve para cambiar las cosas a mejor?.- Espetó la peliblanca que sin embargo había dejado de causarle más dolor a aquel sujeto. -Y encima lo matasteis para nada, tú lo has dicho...Tu familia estará mejor sin gentuza como tú.-
-Por favor, por favor.- Suplicó esta vez hacia los demás buscando una chispa de compasión que no encontraría en Níniel, no en ese momento.[/color]
En cualquier caso, y con su magia a punto de ser lanzada, la joven pudo ver cómo el caballero esmeralda interponía su escudo y su espada entre ella y el ataque, ahorrándole el esfuerzo gracias a su innegable pericia aunque recibiendo un pequeño corte a cambio. Nada de lo que tuviera que preocuparse, salvo que el filo de aquella espada estuviese cubierto de veneno, algo poco habitual en sujetos que como aquellos parecían ir de caballeros de algún tipo con esas armaduras y sus espadas adornadas a juego. La intervención del elfo decantaba, al menos por el momento, la balanza en favor de la sacerdotisa, para la que uno solo de aquellos sujetos no debería ser un gran problema, ni siquiera cuando el joven humano de la barba cuidadosamente recortada aprovechó el momento del ataque de sus compañeros para arreglárselas para zafarse del arma de la peliblanca, llevándose un buen corte en el cuello para lograrlo, peligroso y sin duda doloroso, pero no letal.
-Vas a pagar por esto elfa, si hubiese sabido que no eras humana no hubiese sido tan amable contigo.- Escupió el individuo retrocediendo varios pasos y desenvainando su espada oculta bajo su capa con una mano mientras con la otra trataba de taponar la herida de su cuello mirando con pavor toda aquella sangre; mostrando en su empuñadura y en su pecho el mismo símbolo de la cruz negra que los demás, lo que venía a confirmar que no eran vulgares ladrones o mercenarios.
-Y yo que pensaba que estabas siendo amable porque tenías un filo sobre tu garganta...Tus amigos parecen ocupados y no pueden ayudarte...Vamos, hazme pagar por eso, solo soy una elfa, debe de ser muy fácil para ti shemlen. ¿Por qué dudas? ¿No será que os falla el valor cuando enfrentáis algo diferente a un bibliotecario?- Se burló la joven tremendamente segura de sí misma mientras seguía con su mirada aguamarina los temerosos movimientos de aquel humano, que con gotas de sudor frío perlando su rostro desviaba constantemente su atención de su más directa rival para ver cómo a pocos pasos de ellos sus compañeros estaban siendo derrotados por el otro elfo.
-Era una trampa, pero no estamos solos, no conseguiréis la semilla de la oscuridad antes que nosotros...Lucharé por el gran...por el gran maestre.- Fueron sus temblorosas palabras haciendo mención a aquella "semilla de la oscuridad" que ya había nombrado el líder de los tres. Un nombre que Níniel no había escuchado nunca antes, pero que desde luego no sonaba a nada bueno. Las cosas buenas usaban nombres tales como filo de la esperanza, corona de la armonía o flauta de la paz y los arcoiris...Semilla oscura era un nombre que evocaba peligro y al tipo de cosas con la que había que tener sumo cuidado. Dichas aquellas palabras el joven se lanzó a por Níniel dispuesto a acabar con ella de un solo movimiento descendiente, algo que pronto comprobaría que no iba a ser tan sencillo.
Níniel alzó su bastón y sin problemas detuvo aquel tajo, girándolo a continuación para hacer que su enemigo se desequilibrara y aprovechando el momento para golpear con el lado romo de su arma justo bajo su diafragma, privándolo momentáneamente de aire y secundando dicho golpe con otro de barrido contra sus piernas, enviándolo al suelo y sonriendo bajo su capucha por la fácil que le había resultado, aunque poniéndose seria de nuevo al recordar que el motivo de ello era la maldición que pesaba sobre ella y no enteramente a sus propias capacidades. -¿Eso es todo? Levántate y hazlo más rápido, más fuerte y mejor humano.- Espetó a pesar de todo, poseída por un espíritu combativo que la hacían querer más, quizá en aquella ocasión no esforzándose en lo más mínimo para demostrarse que podía con sus enemigos por si misma, con o sin maldición. Soltando un exabrupto de frustración al ver cómo el joven aún no recuperaba el aliento y no era capaz de incorporarse del todo. Algo que la llevó a golpearlo en el suelo y a colocar de nuevo su bastón contra su cuello, privándolo de aire y viendo como poco a poco su piel blanca cambiaba de tono al asfixiarse, dejándolo inconsciente solo cuando vio que el caballero esmeralda también se había librado ya de sus enemigos con la ayuda de la mujer de antes. ¿Acaso la pareja ruidosa ya se conocía de antes o simplemente era una casualidad? Incluso parecían presentar el mismo tipo de corte en la cara, aquello si que era trabajo en equipo y lo demás eran tonterías.
-Debo agradeceros vuestra ayuda por lo que parece...¿O tal vez soy la siguiente?-Les dijo tomando la espada de su enemigo derrotado y alejándose de él al no considerarlo ya una amenaza. Como tampoco lo eran ya los otros dos que agonizaban el suelo, uno desangrándose a través de un feo corte en el brazo y el otro con menos posibilidades aún de sobrevivir debido a una daga firmemente clavada en su costado y que a todas luces había perforado uno de sus pulmones. Muertes lentas y dolorosas ambas.
Dicho eso sin prestar atención médica a ninguno de ellos, manteniendo la distancia con el elfo y la dragona, a la que aún creía humana, sin decir nada más se dirigió hacia la sala de archivos, donde pudo confirmar algo que había temido desde el principio, aunque verlo con sus propios ojos no hizo si no causarle una profunda tristeza, seguida de un profundo sentimiento de rabia que no hizo si no aumentar la intensidad de aquella aura oscura.
-¿Por qué?.- Se limitó a preguntar, y su melodioso tono de voz había dado paso a uno que prometía un sufrimiento infinito a quien no respondiera a su pregunta de manera satisfactoria, o puede que incluso aunque sí recibiera tal respuesta. -Ni se os ocurra morir hasta que me digáis por qué le habéis hecho esto a un hombre bueno como el señor Rassel.- Fueron sus palabras, y entre quedos susurros comenzó a sanar a aquellos dos humanos tan cercanos a la muerte. Lo suficiente para que siguieran vivos a pesar de sus heridas pero no tanto como para aliviar ni un ápice su dolor. -!OS HE HECHO UNA PREGUNTA! - Gritó al no recibir como respuesta más que agónicos estertores. Manteniendo entonces la cura pero acercándose al sujeto con el tajo en el brazo para pisar su herida haciéndole chillar de dolor y suplicar piedad, pero no había ninguna respuesta entre sus súplicas, por lo que solo recibió más dolor a cambio de sus gritos.
-No vas a morir humano, solo a sufrir hasta que hableis. Pero el tormento puede acabar...puedo sanar vuestras heridas, incluso puedo hacer que puedas volver a usar el brazo...¿Qué me dices? Es un buen trato...- Sugirió la joven. Y por primera vez el líder, tosiendo sangre y de manera entrecortada pareció dispuesto a satisfacer sus exigencias.
-Te...diré, todo lo que necesitas saber elfa...Pronto el maestre tendrá lo que quiere y tu y tus amiguitos seréis pasto de los gusanos. !Púdrete!. Iros todos al infierno- Fue lo que dijo sin embargo tras atraer la atención de la joven, como era de esperar de esa clase de grupos. Pero no todos estaban tan predispuestos a sufrir y a morir.
-La semilla.- Comenzó a decir el hombre de la herida en el brazo. -Buscamos algo llamado la semilla de la oscuridad, el maestre creía que el anciano sabía algo...Pero no sabía nada...Por favor...tengo mujer y una hija, solo trataba de ganar dinero para mi familia, no le hice nada a ese anciano, por favor, mi brazo...- Respondió por fin el otro hombre que fue rápidamente acusado de traidor por el líder. Níniel tenía una respuesta, pero desde luego no era lo que buscaba, y desde luego no la ayudaba a sentir piedad por aquellos sujetos. ¿No habían matado al pobre anciano por nada?. -Más como nosotros no tardarán en venir, os lo aseguro, trato de ayudaros, por favor...Ahhhh, dioses ayudadme, lo hice por mi pequeña...-
Continuó explicando entre gritos de dolor. -No sé nada más, ni ninguno de nosotros os lo juro, solo hacemos lo que el maestre nos pidió, nunca dió detalles, solo decía que con la semilla a su lado podría cambiar las cosas para mejor...-
-¿Desde cuando algo oscuro sirve para cambiar las cosas a mejor?.- Espetó la peliblanca que sin embargo había dejado de causarle más dolor a aquel sujeto. -Y encima lo matasteis para nada, tú lo has dicho...Tu familia estará mejor sin gentuza como tú.-
-Por favor, por favor.- Suplicó esta vez hacia los demás buscando una chispa de compasión que no encontraría en Níniel, no en ese momento.[/color]
Níniel Thenidiel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Al'theas volvió a prestar atención al líder de los bandidos que se preparaba para atacar, pero entonces... por sorpresa, apareció aquella muchacha a la que el elfo había perdido de vista hacia ya un rato, pero la sorpresa fue aun mayor cuando esta había herido a su oponente por la espalda, para enseguida hacer demostración de sus habilidades en la lucha, todo sucedía demasiado deprisa ante la incrédula mirada de Al'theas, hasta que la chica recibió una leve herida en su rostro, momento en el que el elfo decide encaminarse para ayudar, pero a pocos segundos de reaccionar descubre que ya no es necesario, la muchacha había demostrado que sabia defenderse clavando su arma en el costado de aquel bruto, arrebatandole las ganas de seguir luchando ante la gravedad de sus heridas.
-Vaya...así que la chica sabe luchar y todo...- Pensó para si mismo antes de dirigirse a ella -Bien hecho, ahora me alegro de haberos dejado en la retaguardia... para apuñalar la de los demás- Acertó a decir a modo de alabanza ante la pericia de la muchacha. Observo a su alrededor confirmando que los bandidos seguían con vida pero incapacitados para luchar, pues tampoco era su intención matarlos si no era estrictamente necesario, -Parece que todo esta en orden aquí... ahora solo resta...- Dijo en voz baja mientras dirigía la mirada con interés hacia la misteriosa encapuchada elfica.
Aquella elfa parecía que tenia la situación controlada para cuando la batalla termino con aquel bandido bajo su bastón, y el arma de su oponente en la mano como si de un trofeo de victoria se tratase -Parece que sabéis arreglar... vuestros problemas por vuestra cuenta- aquella afirmación venia teñida con un sutil toque de sarcasmo ante la nefasta idea de contemplar cual habría sido el resultado final si aquella elfa hubiera tenido que afrontar a solas aquel trió de indeseables -No obstante... ha sido un placer ayudar- dijo honestamente en respuesta a su vago agradecimiento, ignorando su ultima pregunta como si de una retorica se tratase, al menos... por ahora.
-Deberíamos alertar a las autoridades de Lunargenta para que se hagan cargo de... estos caballeros... al menos antes de que mueran desangrados...- Dijo alzando la voz mientras la elfa decide alejarse hacia la sala de los archivos, siguiéndola con curiosidad cuando la ve pararse en seco ante el aparente descubrimiento de algo.
Al contemplar el cadáver del suelo, al igual que la elfa, en seguida reconoció al bibliotecario. Al'theas se sintió consternado al comprobar que los peores temores de la elfa se hicieron realidad, y en ese momento... ese aura oscura que provenía de ella... se intensifico mas que nunca, llegando incluso a hacerle sentir escalofríos y con ello... aumentar aun mas su preocupación ante la autentica naturaleza de la elfa mientras observaba en silencio el trágico escenario.
En seguida, la elfa comenzó interrogar a los bandidos que aun seguían con vida, exigiéndoles respuestas a sus preguntas mientras ella intentaba mantenerlos con vida con sus hechizos curativos, un gesto que en el elfo causo cierto alivio a pesar de que lo hacia por interés, hasta que ella comenzó a perder la paciencia y a usar el dolor para sacarles algo y la posibilidad de recuperar su brazo perdido como moneda de cambio... era algo que el elfo no aprobaba, pero dadas las circunstancias, era necesario saber algo mas, no obstante hubo un detalle en las declaraciones de la elfa que llamo la atención de Al'theas... ¿de verdad era capaz de curar heridas tan graves como un brazo cortado? se necesitaría grandes conocimientos en ese tipo de magia... ¿acaso era una especie de sacerdotisa o algo así? y si fuera el caso... ¿como seria posible que alguien así... una supuesta devota de la luz... pueda emitir un aura oscura de esa forma?... sin duda había cosas que no cuadraba... hasta que por fin uno de ellos comenzó a mostrarse cooperativo y comenzó a hablar sobre un maestre... y algo que llamaban la semilla oscura... -Mercenarios que solo siguen ordenes de alguien que codicia algo peligroso...- dijo antes de proseguir -¿Y quien es ese maestre del que habláis?- pregunto justo antes de que la elfa arremetiera con mas preguntas que mas tarde fueron respondidas con agónicas suplicas.
Sin duda no se trataba de un simple robo, alguien con mayor autoridad estaba detrás codiciando algún tipo de poder oscuro y no le importaba contratar a mercenarios y matar inocentes para conseguirlo. Había algo en todo esto que escamaba a Al'theas... ¿era mera casualidad que en un mismo día detectara una extraña aura oscura en una elfa aparentemente sacerdotisa... que luego es atacada por tres mercenarios en busca de una... semilla oscura?...
Pensó que aquella misteriosa elfa tenia mucho por lo que responder mientras colocaba su mano delicadamente sobre el hombro de aquella encapuchada -Debemos informar a las autoridades de Lunargenta... ellos se ocuparan de ajusticiarlos y de ponerles su justo castigo por sus crímenes... no os manchéis las manos innecesariamente...- pero ese no seria el momento... aquellas palabras las pronuncio honestamente en un intento mas por llamar a la calma, sabia que ella había sufrido la perdida de alguien y estaba dolida por ello, no hacia falta ser un mago para sentir algo que para Al'theas era ya muy familiar.
-Vaya...así que la chica sabe luchar y todo...- Pensó para si mismo antes de dirigirse a ella -Bien hecho, ahora me alegro de haberos dejado en la retaguardia... para apuñalar la de los demás- Acertó a decir a modo de alabanza ante la pericia de la muchacha. Observo a su alrededor confirmando que los bandidos seguían con vida pero incapacitados para luchar, pues tampoco era su intención matarlos si no era estrictamente necesario, -Parece que todo esta en orden aquí... ahora solo resta...- Dijo en voz baja mientras dirigía la mirada con interés hacia la misteriosa encapuchada elfica.
Aquella elfa parecía que tenia la situación controlada para cuando la batalla termino con aquel bandido bajo su bastón, y el arma de su oponente en la mano como si de un trofeo de victoria se tratase -Parece que sabéis arreglar... vuestros problemas por vuestra cuenta- aquella afirmación venia teñida con un sutil toque de sarcasmo ante la nefasta idea de contemplar cual habría sido el resultado final si aquella elfa hubiera tenido que afrontar a solas aquel trió de indeseables -No obstante... ha sido un placer ayudar- dijo honestamente en respuesta a su vago agradecimiento, ignorando su ultima pregunta como si de una retorica se tratase, al menos... por ahora.
-Deberíamos alertar a las autoridades de Lunargenta para que se hagan cargo de... estos caballeros... al menos antes de que mueran desangrados...- Dijo alzando la voz mientras la elfa decide alejarse hacia la sala de los archivos, siguiéndola con curiosidad cuando la ve pararse en seco ante el aparente descubrimiento de algo.
Al contemplar el cadáver del suelo, al igual que la elfa, en seguida reconoció al bibliotecario. Al'theas se sintió consternado al comprobar que los peores temores de la elfa se hicieron realidad, y en ese momento... ese aura oscura que provenía de ella... se intensifico mas que nunca, llegando incluso a hacerle sentir escalofríos y con ello... aumentar aun mas su preocupación ante la autentica naturaleza de la elfa mientras observaba en silencio el trágico escenario.
En seguida, la elfa comenzó interrogar a los bandidos que aun seguían con vida, exigiéndoles respuestas a sus preguntas mientras ella intentaba mantenerlos con vida con sus hechizos curativos, un gesto que en el elfo causo cierto alivio a pesar de que lo hacia por interés, hasta que ella comenzó a perder la paciencia y a usar el dolor para sacarles algo y la posibilidad de recuperar su brazo perdido como moneda de cambio... era algo que el elfo no aprobaba, pero dadas las circunstancias, era necesario saber algo mas, no obstante hubo un detalle en las declaraciones de la elfa que llamo la atención de Al'theas... ¿de verdad era capaz de curar heridas tan graves como un brazo cortado? se necesitaría grandes conocimientos en ese tipo de magia... ¿acaso era una especie de sacerdotisa o algo así? y si fuera el caso... ¿como seria posible que alguien así... una supuesta devota de la luz... pueda emitir un aura oscura de esa forma?... sin duda había cosas que no cuadraba... hasta que por fin uno de ellos comenzó a mostrarse cooperativo y comenzó a hablar sobre un maestre... y algo que llamaban la semilla oscura... -Mercenarios que solo siguen ordenes de alguien que codicia algo peligroso...- dijo antes de proseguir -¿Y quien es ese maestre del que habláis?- pregunto justo antes de que la elfa arremetiera con mas preguntas que mas tarde fueron respondidas con agónicas suplicas.
Sin duda no se trataba de un simple robo, alguien con mayor autoridad estaba detrás codiciando algún tipo de poder oscuro y no le importaba contratar a mercenarios y matar inocentes para conseguirlo. Había algo en todo esto que escamaba a Al'theas... ¿era mera casualidad que en un mismo día detectara una extraña aura oscura en una elfa aparentemente sacerdotisa... que luego es atacada por tres mercenarios en busca de una... semilla oscura?...
Pensó que aquella misteriosa elfa tenia mucho por lo que responder mientras colocaba su mano delicadamente sobre el hombro de aquella encapuchada -Debemos informar a las autoridades de Lunargenta... ellos se ocuparan de ajusticiarlos y de ponerles su justo castigo por sus crímenes... no os manchéis las manos innecesariamente...- pero ese no seria el momento... aquellas palabras las pronuncio honestamente en un intento mas por llamar a la calma, sabia que ella había sufrido la perdida de alguien y estaba dolida por ello, no hacia falta ser un mago para sentir algo que para Al'theas era ya muy familiar.
Al'theas Tinarandel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
- Bien hecho, ahora me alegro de haberos dejado en la retaguardia... para apuñalar la de los demás- dijo el elfo dirigiéndose a mí. Le sonreí, sintiéndome bien al haber ayudado, y luego seguí su mirada hasta dar con la de la joven, que había agradecido nuestra ayuda. En el momento en que el elfo sugirió la idea de alertar las autoridades de Lunargenta, la joven no esperó ni un segundo más porque se dirigió enseguida a la sala de los archivos, donde vio el cuerpo del señor Rassel tendido, sin vida, en el suelo. Tragué saliva, imaginándome de nuevo el momento que aun seguía con vida. Con furia, volvió a la sala principal donde empezó a sanar a los heridos con los que anteriormente habíamos luchado solo para después seguir con la tortura y asegurarse de tener las respuestas a todas sus preguntas. En ese momento me di cuenta de que era una elfa, ya que no había podido distinguir nada hasta ahora que pudiera haberme revelado su raza. Vaya, nunca había visto a nadie sanar heridas delante de mí, resultaba fascinante la verdad, pero la fascinación fue distorsionada por la furia de aquella misteriosa joven que entre tortura y tortura dirigida a aquellos hombres clamaba saber a que nos estábamos enfrentando. Uno de ellos mencionó un tal maestre; interesante, trabajaban para alguien, pero supuse que no era un trabajo cualquiera al haberse arriesgado a quitar la vida a alguien inocente. Cuando el hombre que tenía el brazo herido soltó la palabra “semilla” me puse muy tensa recordando las palabras que el señor Rassel me dijo y quise intervenir pero la continua súplica de aquel hombre hacia la elfa de dejarle vivir por tener una familia hizo quedarme quieta.
-¿Desde cuando algo oscuro sirve para cambiar las cosas a mejor?. Y encima lo matasteis para nada, tú lo has dicho...Tu familia estará mejor sin gentuza como tú.- escupió ella, sin compasión y me di cuenta que iba en serio.
- Debemos informar a las autoridades de Lunargenta... ellos se ocuparan de ajusticiarlos y de ponerles su justo castigo por sus crímenes... no os manchéis las manos innecesariamente...- miré al elfo, agradecida por su intervención, pero algo me decía que no sería la primera vez que la elfa mancharía sus manos. En verdad aquellos hombres merecían lo que acababa de pasar, más aun por matar a alguien inocente (o al menos no se me había demostrado lo contrario) pero también les entendía al estar bajo el control de un maestre superior a ellos. No sabía su historia, si habían elegido por voluntad propia servir a aquel maestre o no, o si pensaban que iban a tener una vida mejor con él, o siquiera si aquel hombre a merced de la elfa estaba diciendo la verdad sobre la familia que tenía o lo estaba diciendo para salir de la situación.
-La semilla… - dije casi en un susurro, confundida. Si iba ahora tras el libro que el señor Rassel había mencionado y traerlo para enseñárselo a los dos elfos, podría arriesgarme a atraer la atención de esos hombres al ser posiblemente lo que ellos estaban buscando y se armaría un lío y aunque estaba segura de que en el estado en que se hallaban resultaría fácil acabar con ellos, preferí optar por la opción menos… violenta; ya habíamos tenido suficiente. Miré a los dos elfos que tenía en frente, quizás no fueran las personas adecuadas para confiar la información, pero después dirigí mi mirada a la joven misteriosa y supe que algo no cuadraba. Esa especie de energía que estaba allí, en esa sala, y que se había esfumado cuando la elfa no había estado cerca, la semilla… de la oscuridad, un maestre… Todo parecía pertenecer a mundos y caminos diferentes, y no estaba segura si tenían un denominador común, pero aun así pensé que al haber “colaborado” los tres, podría decirles lo que el señor Rassel había mencionado, a lo mejor podíamos averiguar de qué se trataba todo esto. Vacilé por un momento. ¿Y si solo se lo revelaba al elfo? Transmitía más control y seguridad, pero al fin y al cabo estábamos los tres metidos en esto y era la elfa la que podría saber más de todo esto. Así que, decidida, me acerqué a ella también en un intento de atenuar la situación y me puse a su lado, haciendo que el elfo también pudiera oírme -.Debo enseñarte algo que te interesaría saber y que tiene que ver con todo esto, - le dije bajando la voz para que sólo ellos dos pudieran oírme, y para evitar que se negara estando cegada por la furia de acabar con aquel hombre añadí - inclusive con lo que has visto en esa sala de los archivos. No creo que estos hombres se muevan de aquí. – les miré expectante.
-¿Desde cuando algo oscuro sirve para cambiar las cosas a mejor?. Y encima lo matasteis para nada, tú lo has dicho...Tu familia estará mejor sin gentuza como tú.- escupió ella, sin compasión y me di cuenta que iba en serio.
- Debemos informar a las autoridades de Lunargenta... ellos se ocuparan de ajusticiarlos y de ponerles su justo castigo por sus crímenes... no os manchéis las manos innecesariamente...- miré al elfo, agradecida por su intervención, pero algo me decía que no sería la primera vez que la elfa mancharía sus manos. En verdad aquellos hombres merecían lo que acababa de pasar, más aun por matar a alguien inocente (o al menos no se me había demostrado lo contrario) pero también les entendía al estar bajo el control de un maestre superior a ellos. No sabía su historia, si habían elegido por voluntad propia servir a aquel maestre o no, o si pensaban que iban a tener una vida mejor con él, o siquiera si aquel hombre a merced de la elfa estaba diciendo la verdad sobre la familia que tenía o lo estaba diciendo para salir de la situación.
-La semilla… - dije casi en un susurro, confundida. Si iba ahora tras el libro que el señor Rassel había mencionado y traerlo para enseñárselo a los dos elfos, podría arriesgarme a atraer la atención de esos hombres al ser posiblemente lo que ellos estaban buscando y se armaría un lío y aunque estaba segura de que en el estado en que se hallaban resultaría fácil acabar con ellos, preferí optar por la opción menos… violenta; ya habíamos tenido suficiente. Miré a los dos elfos que tenía en frente, quizás no fueran las personas adecuadas para confiar la información, pero después dirigí mi mirada a la joven misteriosa y supe que algo no cuadraba. Esa especie de energía que estaba allí, en esa sala, y que se había esfumado cuando la elfa no había estado cerca, la semilla… de la oscuridad, un maestre… Todo parecía pertenecer a mundos y caminos diferentes, y no estaba segura si tenían un denominador común, pero aun así pensé que al haber “colaborado” los tres, podría decirles lo que el señor Rassel había mencionado, a lo mejor podíamos averiguar de qué se trataba todo esto. Vacilé por un momento. ¿Y si solo se lo revelaba al elfo? Transmitía más control y seguridad, pero al fin y al cabo estábamos los tres metidos en esto y era la elfa la que podría saber más de todo esto. Así que, decidida, me acerqué a ella también en un intento de atenuar la situación y me puse a su lado, haciendo que el elfo también pudiera oírme -.Debo enseñarte algo que te interesaría saber y que tiene que ver con todo esto, - le dije bajando la voz para que sólo ellos dos pudieran oírme, y para evitar que se negara estando cegada por la furia de acabar con aquel hombre añadí - inclusive con lo que has visto en esa sala de los archivos. No creo que estos hombres se muevan de aquí. – les miré expectante.
Edrielle
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
-Esa mano, caballero esmeralda. No creo que tengamos ese tipo de relación- Sugirió en un claro tono de aviso la joven sacerdotisa sin hacer amago de moverse y esperando que fuera él quien se diera cuenta de que mejor se la guardaba en el bolsillo. Como sacerdotisa que era Níniel no estaba acostumbrada a relacionarse mediante el contacto físico al nivel de los humanos u otras razas, salvo cuando realizaba sus funciones como sanadora, por lo que no era habitual que dejara que nadie que no fuera de su sangre o un amigo cercano la tocara con esa familiaridad. La maldición que pesaba sobre sus hombros solo la hacía responder de manera mucho menos comedida de lo habitual, y sin la paciencia y los buenos modos que solían ser habituales en ella.
-Bien, como quieras. Pero no cuentes conmigo para hablar con ellos. La última vez que les ayudé me tuvieron varias horas preguntándome y pidiéndome que les contara una y otra vez lo sucedido...Y ahora que lo pienso la vez anterior también. No tengo tiempo para eso ahora mismo, debo ocuparme de un asunto urgente.- Respondió la peliblanca accediendo a no ajusticiar ella misma a aquellos indeseables; Algo que hubiese sido piadoso al lado de lo que les esperaba en una de las celdas de los humanos hasta que alguien decidiera colgarlos, o peor aún, enviarlos al arenal. Eso si sobrevivían mucho en las sucias y húmedas mazmorras claro, algo poco probable.
-Es...espera. Te he dicho todo cuanto sé...mi brazo me dijiste que...- Gimoteó el hombre pasando de la esperanza por la intervención del elfo de nuevo a la desesperación.
-Allí donde vás no lo vas a necesitar, ni tampoco dará de comer a tu familia...-Respondió la peliblanca que ciertamente nunca había tenido muchas intenciones de ayudar a aquel tipo, simplemente le había dicho lo que quería oír para que hablara, no se merecía nada más.
-Yo no le golpeé lo juro, puedo ayudaros, mi familia me necesita no puedo...- Siguió pidiendo lastimeramente, tratando de obtener más de la piedad que elfo y dragona parecían sentir por él.
-Yo que tú dejaría de tentar a la suerte, cuanto más te muevas más posibilidades hay de que se te abra la herida y si eso ocurre morirás.- Espetó la joven dando por su parte el tema por zanjado y dispuesta a salir de allí antes de que alguno más de los usuarios de la biblioteca o uno de los ayudantes del difunto Rassel apareciera por allí, o peor aún, los guardias. Y ante aquellas palabras pareció que por fin aquel sujeto decidió darse por vencido, quedando inerte en el suelo mientras que su compañero, aquel que lo había tachado de traidor, se burlaba de él, lo que le valió un bastonazo en la zona de su herida que le hizo retorcerse de dolor. -Y yo que vosotros avisaría rápido a los guardias, el humano dijo que vendrían más como ellos.- Recordó la peliblanca a los otros dos. Aunque no había dado ni dos pasos cuando la mujer la instó a detenerse, haciéndola partícipe de que era conocedora de algo relacionado con todo aquello que ninguno de ellos conocía, aunque parecía no querer decirlo cerca de aquellos tres enemigos derrotados.
-Algo acerca de todo esto...Si lo dices así puedo empezar a pensar que has tenido algo que ver con la muerte del señor Rassel. Será mejor que te expliques, y rápido- Fueron las palabras de la elfa a la mujer demostrando que no estaba de humor para bromas ni para misterios. Lo que sabía y su implicación en todo aquello eran cosas que debían quedar claras sin más dilación, no podían seguir allí como si no pasara nada. Si para ello tenían que alejarse un poco allí, bien, pues que así fuera.
-¿A dónde quieres llevarnos?.- Preguntó apenas habían comenzado a moverse y lanzando una mirada a aquellos tres tipos que seguían en el suelo incapaces de moverse. Más en ese momento las puertas de la biblioteca se abrieron de nuevo y tres sujetos de aspecto más que sospechoso entraron hasta aquel vestíbulo, tres sujetos que traían escrito sobre ellos la palabra "problemas" de manera tan grande que Níniel no pudo si no morderse el labio inferior con su rostro aún oculto bajo la capucha. En el suelo, el líder de los tres a los que habían derrotado comenzó a reírse incluso aunque ello le causaba un evidente tormento.
-Son elfos, nos han atacado...- Fue cuanto dijo entre risas entrecortadas y toses. Y como si no necesitarán más que eso, dos de ellos, ataviados con ropa y equipo similar a la de los otros tres desenvainaron sus espadas y se lanzaron a la carga a por ellos. Por su modo de moverse parecían bastante más capaces que sus compañeros caídos, pero a pesar de ello no resultaban para Níniel ni la mitad de inquietantes que el tercero. Un hombre que le sacaba dos cabezas al más alto de los allí presentes y que por su tamaño bajo la capa y capucha portaba una armadura pesada, y de las más grandes. Incluso el caballero esmeralda parecía pequeño a su lado.
El primero de los atacantes llegó hasta la elfa y descargó un golpe con su espada que la peliblanca logró esquivar saltando hacia atrás, aprovechando la distancia ganada para deslizar su bastón por un estante cercano haciendo caer varios libros sobre su atacante, algo que no le dió tanto tiempo como esperaba pues enseguida lo tuvo de nuevo encima descargando un nuevo golpe que logró bloquear con su bastón. Algo que debió hacerle gracia al grandullón pues comenzó a reírse sonoramente antes de desprenderse de su capa y desvelar su arma y su armadura. Un espadón del tamaño de una persona adulta y en cuyo filo fulguraban una serie de runas de aspecto intimidante. Y no solo la espada contaba con runas, la armadura estaba casi por completo cubierta de ellas, revelando que aquel mastodonte llevaba un equipo encantado a más no poder.
No dijo nada pero entre feroces rugidos cargó hasta ellos descargando un poderoso tajo lateral que por suerte no alcanzó a ninguno de ellos. Suerte porque sí que alcanzó una estantería cercana y ésta quedó totalmente hecha añicos por el golpe y desplazada varios metros por el suelo.
Al mismo tiempo que aquel coloso descargaba el golpe una de las runas de su espada se apagó, aunque aún quedaban seis, mientras que en la armadura podían contarse siete.
-Bien, como quieras. Pero no cuentes conmigo para hablar con ellos. La última vez que les ayudé me tuvieron varias horas preguntándome y pidiéndome que les contara una y otra vez lo sucedido...Y ahora que lo pienso la vez anterior también. No tengo tiempo para eso ahora mismo, debo ocuparme de un asunto urgente.- Respondió la peliblanca accediendo a no ajusticiar ella misma a aquellos indeseables; Algo que hubiese sido piadoso al lado de lo que les esperaba en una de las celdas de los humanos hasta que alguien decidiera colgarlos, o peor aún, enviarlos al arenal. Eso si sobrevivían mucho en las sucias y húmedas mazmorras claro, algo poco probable.
-Es...espera. Te he dicho todo cuanto sé...mi brazo me dijiste que...- Gimoteó el hombre pasando de la esperanza por la intervención del elfo de nuevo a la desesperación.
-Allí donde vás no lo vas a necesitar, ni tampoco dará de comer a tu familia...-Respondió la peliblanca que ciertamente nunca había tenido muchas intenciones de ayudar a aquel tipo, simplemente le había dicho lo que quería oír para que hablara, no se merecía nada más.
-Yo no le golpeé lo juro, puedo ayudaros, mi familia me necesita no puedo...- Siguió pidiendo lastimeramente, tratando de obtener más de la piedad que elfo y dragona parecían sentir por él.
-Yo que tú dejaría de tentar a la suerte, cuanto más te muevas más posibilidades hay de que se te abra la herida y si eso ocurre morirás.- Espetó la joven dando por su parte el tema por zanjado y dispuesta a salir de allí antes de que alguno más de los usuarios de la biblioteca o uno de los ayudantes del difunto Rassel apareciera por allí, o peor aún, los guardias. Y ante aquellas palabras pareció que por fin aquel sujeto decidió darse por vencido, quedando inerte en el suelo mientras que su compañero, aquel que lo había tachado de traidor, se burlaba de él, lo que le valió un bastonazo en la zona de su herida que le hizo retorcerse de dolor. -Y yo que vosotros avisaría rápido a los guardias, el humano dijo que vendrían más como ellos.- Recordó la peliblanca a los otros dos. Aunque no había dado ni dos pasos cuando la mujer la instó a detenerse, haciéndola partícipe de que era conocedora de algo relacionado con todo aquello que ninguno de ellos conocía, aunque parecía no querer decirlo cerca de aquellos tres enemigos derrotados.
-Algo acerca de todo esto...Si lo dices así puedo empezar a pensar que has tenido algo que ver con la muerte del señor Rassel. Será mejor que te expliques, y rápido- Fueron las palabras de la elfa a la mujer demostrando que no estaba de humor para bromas ni para misterios. Lo que sabía y su implicación en todo aquello eran cosas que debían quedar claras sin más dilación, no podían seguir allí como si no pasara nada. Si para ello tenían que alejarse un poco allí, bien, pues que así fuera.
-¿A dónde quieres llevarnos?.- Preguntó apenas habían comenzado a moverse y lanzando una mirada a aquellos tres tipos que seguían en el suelo incapaces de moverse. Más en ese momento las puertas de la biblioteca se abrieron de nuevo y tres sujetos de aspecto más que sospechoso entraron hasta aquel vestíbulo, tres sujetos que traían escrito sobre ellos la palabra "problemas" de manera tan grande que Níniel no pudo si no morderse el labio inferior con su rostro aún oculto bajo la capucha. En el suelo, el líder de los tres a los que habían derrotado comenzó a reírse incluso aunque ello le causaba un evidente tormento.
-Son elfos, nos han atacado...- Fue cuanto dijo entre risas entrecortadas y toses. Y como si no necesitarán más que eso, dos de ellos, ataviados con ropa y equipo similar a la de los otros tres desenvainaron sus espadas y se lanzaron a la carga a por ellos. Por su modo de moverse parecían bastante más capaces que sus compañeros caídos, pero a pesar de ello no resultaban para Níniel ni la mitad de inquietantes que el tercero. Un hombre que le sacaba dos cabezas al más alto de los allí presentes y que por su tamaño bajo la capa y capucha portaba una armadura pesada, y de las más grandes. Incluso el caballero esmeralda parecía pequeño a su lado.
El primero de los atacantes llegó hasta la elfa y descargó un golpe con su espada que la peliblanca logró esquivar saltando hacia atrás, aprovechando la distancia ganada para deslizar su bastón por un estante cercano haciendo caer varios libros sobre su atacante, algo que no le dió tanto tiempo como esperaba pues enseguida lo tuvo de nuevo encima descargando un nuevo golpe que logró bloquear con su bastón. Algo que debió hacerle gracia al grandullón pues comenzó a reírse sonoramente antes de desprenderse de su capa y desvelar su arma y su armadura. Un espadón del tamaño de una persona adulta y en cuyo filo fulguraban una serie de runas de aspecto intimidante. Y no solo la espada contaba con runas, la armadura estaba casi por completo cubierta de ellas, revelando que aquel mastodonte llevaba un equipo encantado a más no poder.
No dijo nada pero entre feroces rugidos cargó hasta ellos descargando un poderoso tajo lateral que por suerte no alcanzó a ninguno de ellos. Suerte porque sí que alcanzó una estantería cercana y ésta quedó totalmente hecha añicos por el golpe y desplazada varios metros por el suelo.
Al mismo tiempo que aquel coloso descargaba el golpe una de las runas de su espada se apagó, aunque aún quedaban seis, mientras que en la armadura podían contarse siete.
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Níniel Thenidiel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Al'theas aparto su mano lentamente cuando la elfa le había dado aquella contestación tan fría, cosa que en el fondo no le sorprendía, pero había logrado su objetivo de distraer su ira con un gesto tan simple como ese, permaneciendo en silencio ahora que había logrado rebajar la tensión inmediata a la espera de que ella entrase en razón.
Finalmente parece que la elfa se había relajado un poco y estuvo de acuerdo en dejar a los mercenarios heridos en manos de las autoridades a pesar de que no estaba dispuesta a perder su tiempo en prestar declaraciones... fue inevitable preguntarse así mismo... ¿por que tanta prisa?... pero ese pensamiento no paso de eso a pesar de que le ardían las ganas de preguntarle eso y muchas otras cosas a la misteriosa elfa de aura oscura...
En ese momento el mercenario que quedo privado de su brazo, reclamo la promesa de la elfa, la cual, resulto estar vacía en un gesto que rayaba la crueldad al ignorar las suplicas del que parecía realmente desesperado. -Eso no ha estado bien...- pensó para si el elfo, pero tampoco podía reprochárselo a ella teniendo en cuenta que directa o indirectamente aquel sujeto había sido participe de la muerte del bibliotecario, Al'theas pensó en ello mientras se pasaba los dedos por el reciente corte en su mejilla, por lo que mantuvo su silencio sabiendo que no podría conseguir mucho mas a parte de haber evitado que la elfa diera rienda suelta a su aparente sed de venganza.
De entre la oscuridad de los pasillos, comenzaron a salir asustados algunos visitantes y asistentes de la biblioteca, habían sido testigos de lo que había sucedido y de la batalla que había tenido lugar, no era de extrañar que la gente tarde o temprano se percatara de lo que allí estaba ocurriendo al ser un lugar publico y menos aun con el alboroto formado por la lucha en un lugar donde se suponía que el silencio era ley. Uno de ellos vestido en una toga blanca, un humano de unos 40 años quizas, de barba recortada y pelo corto que podría ser facilmente confundible con un monje se acerco al caballero esmeralda.
-Disculpad...caballero...- Dijo claramente aun atemorizado -¿Que ha sucedido aquí?... ¿A que se debe todo este caos?... ¿Y donde esta el señor Rassel?...- Pregunto esto ultimo con gran preocupación.
Sabiendo que seria complicado pararse en detalles de dudosas razones, Al'theas decidió que lo mejor seria resumir lo ocurrido basado en lo único que sabia con seguridad. -Un grupo de ladrones entraron en la biblioteca, desconozco que buscaban, por suerte estabamos aquí cuando ocurrió todo y pudimos pararles, sin embargo... el señor Rassel... falleció a manos de los ladrones... lo siento mucho.- Dijo el elfo con pesar en su tono.
-Oh... esto... es terrible...- Se dio un momento para digerir todo aquello antes continuar hablando -Os... agradecemos vuestra intervención valientes... si no fuera por vosotros, la tragedia podría haber sido aun mayor- Dijo esto ultimo en voz alta para que los demás presentes lo escucharan antes de dirigirse de nuevo al elfo -...¿Donde... yace el señor Rassel?...-
-Allá... en la sala de archivos...- Contesto mientras dirigía su mirada en dirección a la sala. -Sugiero que aviséis a las autoridades para que se ocupen de los criminales buen señor- Añadió el elfo.
-Si... ya hemos enviado a uno de nuestros mozos en cuanto la cosa se calmo... yo me encargare de prestar declaración ante lo sucedido, es lo mínimo que puedo hacer como muestra de gratitud y... también nos encargaremos de darle digna sepultura al señor Rassel... gracias de nuevo valientes...- Realizo una pequeña reverencia ante los presentes antes de marcharse junto a otros asistentes hacia la sala de archivos mientras otros civiles abandonaban la biblioteca, volviendo el total silencio a aquellas estancias, hasta que la muchacha que había ayudado durante el combate hizo un llamamiento de atención a los dos elfos, haciendo que Al'theas la observara expectante.
-¿De que se trata?...- Respondió Al'theas con interés.Observando luego a la elfa con gesto de desaprobación al escuchar su acusación con la que ponía en duda la buena fe de la muchacha. Si bien la acaban de conocer, también la había visto luchar contra el mismo enemigo y eso al menos por lo que respecta a Al'theas dice bastante a favor de la joven a pesar de la posibilidad de pecar de ingenuo.
Sin embargo, el ruido de la puerta al abrirse al paso de tres individuos interrumpió nuestra conversación ¿habían llegado ya los guardias? no... por desgracia se trataba de nuevos problemas... un trió que por lo visto respondía al grupo de mercenarios que había sido recientemente derrotado a juzgar por las risas y balbuceos de su líder, los cuales no dudaron en desenvainar y atacar sin previo aviso, cogiendo por sorpresa a Al'theas cuando uno de ellos se abalanzo hacia la elfa obligándola a retroceder.
En ese momento, justo cuando el caballero esmeralda se disponía a asistir a la elfa, otro de ellos, el mas grande de todos, revelo su intimidante armadura y su espadón decoradas en llamativas runas que daban a entender que su equipo poseía algún tipo de encantamiento que era mejor tener en cuenta. El instinto del caballero esmeralda le insto a darle total prioridad a aquel castillo con patas. ¿Era un gigante o un humano? ¿como había logrado ser tan grande y que significaban esas runas?... Aquellas preguntas en su cabeza fueron interrumpidas cuando aquel gigante decidió atacarlos con un poderoso ataque de su espadón, el cual Al'theas decidió esquivar aprovechando su agilidad, no iba a arriesgarse a intentar parar un arma de ese calibre con su escudo a no ser que fuera estrictamente necesario, decisión de la que se alegro tomar al ver como destrozo una estantería entera de un solo golpe.
-¡Salid todos fuera!- Grito Al'theas a los rezagados que aun quedaran en la biblioteca, especialmente al grupo de asistentes que habían salido de la sala de archivos al oír el violento escándalo que hicieron caso a la orden del elfo inmediatamente.
No paso desapercibido el detalle de la runa apagándose en la armadura de su enemigo, Al'theas no supo interpretar aquello, pero eso no le freno para contraatacar e intentar hundir su espada con todas sus fuerzas.
Finalmente parece que la elfa se había relajado un poco y estuvo de acuerdo en dejar a los mercenarios heridos en manos de las autoridades a pesar de que no estaba dispuesta a perder su tiempo en prestar declaraciones... fue inevitable preguntarse así mismo... ¿por que tanta prisa?... pero ese pensamiento no paso de eso a pesar de que le ardían las ganas de preguntarle eso y muchas otras cosas a la misteriosa elfa de aura oscura...
En ese momento el mercenario que quedo privado de su brazo, reclamo la promesa de la elfa, la cual, resulto estar vacía en un gesto que rayaba la crueldad al ignorar las suplicas del que parecía realmente desesperado. -Eso no ha estado bien...- pensó para si el elfo, pero tampoco podía reprochárselo a ella teniendo en cuenta que directa o indirectamente aquel sujeto había sido participe de la muerte del bibliotecario, Al'theas pensó en ello mientras se pasaba los dedos por el reciente corte en su mejilla, por lo que mantuvo su silencio sabiendo que no podría conseguir mucho mas a parte de haber evitado que la elfa diera rienda suelta a su aparente sed de venganza.
De entre la oscuridad de los pasillos, comenzaron a salir asustados algunos visitantes y asistentes de la biblioteca, habían sido testigos de lo que había sucedido y de la batalla que había tenido lugar, no era de extrañar que la gente tarde o temprano se percatara de lo que allí estaba ocurriendo al ser un lugar publico y menos aun con el alboroto formado por la lucha en un lugar donde se suponía que el silencio era ley. Uno de ellos vestido en una toga blanca, un humano de unos 40 años quizas, de barba recortada y pelo corto que podría ser facilmente confundible con un monje se acerco al caballero esmeralda.
-Disculpad...caballero...- Dijo claramente aun atemorizado -¿Que ha sucedido aquí?... ¿A que se debe todo este caos?... ¿Y donde esta el señor Rassel?...- Pregunto esto ultimo con gran preocupación.
Sabiendo que seria complicado pararse en detalles de dudosas razones, Al'theas decidió que lo mejor seria resumir lo ocurrido basado en lo único que sabia con seguridad. -Un grupo de ladrones entraron en la biblioteca, desconozco que buscaban, por suerte estabamos aquí cuando ocurrió todo y pudimos pararles, sin embargo... el señor Rassel... falleció a manos de los ladrones... lo siento mucho.- Dijo el elfo con pesar en su tono.
-Oh... esto... es terrible...- Se dio un momento para digerir todo aquello antes continuar hablando -Os... agradecemos vuestra intervención valientes... si no fuera por vosotros, la tragedia podría haber sido aun mayor- Dijo esto ultimo en voz alta para que los demás presentes lo escucharan antes de dirigirse de nuevo al elfo -...¿Donde... yace el señor Rassel?...-
-Allá... en la sala de archivos...- Contesto mientras dirigía su mirada en dirección a la sala. -Sugiero que aviséis a las autoridades para que se ocupen de los criminales buen señor- Añadió el elfo.
-Si... ya hemos enviado a uno de nuestros mozos en cuanto la cosa se calmo... yo me encargare de prestar declaración ante lo sucedido, es lo mínimo que puedo hacer como muestra de gratitud y... también nos encargaremos de darle digna sepultura al señor Rassel... gracias de nuevo valientes...- Realizo una pequeña reverencia ante los presentes antes de marcharse junto a otros asistentes hacia la sala de archivos mientras otros civiles abandonaban la biblioteca, volviendo el total silencio a aquellas estancias, hasta que la muchacha que había ayudado durante el combate hizo un llamamiento de atención a los dos elfos, haciendo que Al'theas la observara expectante.
-¿De que se trata?...- Respondió Al'theas con interés.Observando luego a la elfa con gesto de desaprobación al escuchar su acusación con la que ponía en duda la buena fe de la muchacha. Si bien la acaban de conocer, también la había visto luchar contra el mismo enemigo y eso al menos por lo que respecta a Al'theas dice bastante a favor de la joven a pesar de la posibilidad de pecar de ingenuo.
Sin embargo, el ruido de la puerta al abrirse al paso de tres individuos interrumpió nuestra conversación ¿habían llegado ya los guardias? no... por desgracia se trataba de nuevos problemas... un trió que por lo visto respondía al grupo de mercenarios que había sido recientemente derrotado a juzgar por las risas y balbuceos de su líder, los cuales no dudaron en desenvainar y atacar sin previo aviso, cogiendo por sorpresa a Al'theas cuando uno de ellos se abalanzo hacia la elfa obligándola a retroceder.
En ese momento, justo cuando el caballero esmeralda se disponía a asistir a la elfa, otro de ellos, el mas grande de todos, revelo su intimidante armadura y su espadón decoradas en llamativas runas que daban a entender que su equipo poseía algún tipo de encantamiento que era mejor tener en cuenta. El instinto del caballero esmeralda le insto a darle total prioridad a aquel castillo con patas. ¿Era un gigante o un humano? ¿como había logrado ser tan grande y que significaban esas runas?... Aquellas preguntas en su cabeza fueron interrumpidas cuando aquel gigante decidió atacarlos con un poderoso ataque de su espadón, el cual Al'theas decidió esquivar aprovechando su agilidad, no iba a arriesgarse a intentar parar un arma de ese calibre con su escudo a no ser que fuera estrictamente necesario, decisión de la que se alegro tomar al ver como destrozo una estantería entera de un solo golpe.
-¡Salid todos fuera!- Grito Al'theas a los rezagados que aun quedaran en la biblioteca, especialmente al grupo de asistentes que habían salido de la sala de archivos al oír el violento escándalo que hicieron caso a la orden del elfo inmediatamente.
No paso desapercibido el detalle de la runa apagándose en la armadura de su enemigo, Al'theas no supo interpretar aquello, pero eso no le freno para contraatacar e intentar hundir su espada con todas sus fuerzas.
Al'theas Tinarandel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Los pocos que aún quedaban en el edificio, al menos los que por su posición podían hacerlo, no necesitaron que el caballero esmeralda les dijera dos veces que debían salir de allí, haciendo gala del buen juicio que cabría esperar de un grupo de personas que por un motivo u otro habían decidido buscar en las páginas de un libro la información o el conocimiento que no poseían. Y es que era sensato obedecer al tipo en armadura armado con una espada y que se hallaba de pie sobre los cuerpos de tres sangrantes enemigos derrotados. Para cuando el nuevo grupo de enemigos hizo acto de presencia la biblioteca había quedado ya prácticamente vacía, y los ayudantes que aún permanecían allí no tardarían en aprovechar el primer hueco que vieran para hacer lo mismo, o para encerrarse en la sala de archivos si es que su valor flaqueaba en demasía mientras se desarrollaba el combate.
-Es inútil que os resistais elfos, cumplimos la voluntad del maestro, no podéis vencer.- Alegó el enemigo que había decidido hacer de Níniel su principal objetivo, ganándole cada vez más terreno a la peliblanca con su habilidad con el acero, superior a la de su anterior rival que apenas si había acertado a soltar un par de torpes espadazos antes de que la joven lo redujera. -En cuanto bajáis de los árboles no sois para tanto.- Se jactó burlonamente mientras se permitía un momento de descanso en el que llegó incluso a bajar la espada mientras esbozaba una sonrisa socarrona y trataba de encontrar una apertura en la guardia de la joven que por el momento se le resistía. Sonrisa que pronto fue borrada de su rostro, pero no por Níniel si no por su colosal compañero, que en busca de seguir luchando contra el caballero esmeralda no dudó en apartarlo de su camino de malas maneras, empujándolo en su implacable avance contra una de las estanterías y causando que el hombre insinuara que era el hijo de una troll a modo de insulto.
-Te das muchos aires para ser la pequeña mascota de ese sujeto. Me ha gustado como te ha apartado de en medio de un manotazo, como si fueras una simple mosca.- No dudó en decir la peliblanca aprovechando aquello para devolverle las puyas y concentrar su magia dispuesta a darle la vuelta a la tortilla.
Puede que sus aptitudes como guerrera no fueran las mejores pero con ayuda de los dioses eso iba a cambiar, y le recordaría a ese orejas redondas por qué los de su calaña temblaban como hojas cada vez que sus pasos les conducían ante las meras sombras de los altos y gruesos árboles del bosque de los elfos. -"Na melana sahlin, shemlen".- Advirtió entonces en el idioma de los hijos del bosque lanzando una poderosa bendición sobre sí misma que aumentó de manera notable sus aptitudes mágicas. Con ello la intensidad de su oscura aura también aumentó, haciendo que bajo su capucha sus ojos comenzaran a fulgurar como dos llamas aguamarina teñidas de briznas de un azul más oscuro, dotándola de un aspecto realmente amenazador que hizo que su rival retrocediera un par de pasos con evidente temor mientras la joven esbozaba una sonrisa.
-No temas, solo soy una elfa y no estoy en un árbol...- Bromeó entonces la sacerdotisa alzando su bastón, señalándole a él, pero luego apuntó hacia sus aliados, otorgándoles una bendición que aumentaría notoriamente su destreza y que les ayudaría en su lucha con el resto de enemigos. Ya se lo agradecerían luego. -¿Has cambiado de opinión?- Se dirigió entonces mirando de nuevo al momentáneamente acobardado humano. -¿Tienes una ofrenda para mis dioses? ¿No? Bueno igual alguien como tú tiene tan poco que ofrecerles...Pero el gigantón...- Y aprovechando el miedo de su adversario y que el colosal caballero estaba ocupado tratando de aplastar al caballero esmeralda la joven alzó su mano libre hacia el coloso y comenzó a extraer algo de él. Al principio no se percibiría muy bien pero para los dotados para la magia pronto sería visible que era como si la elfa le estuviese extrayendo su luz, haciendo que sus golpes se tornaran más débiles y que pareciera perder las fuerzas por momentos, fuerzas que tanto la elfa como sus aliados notarían crecer en sí mismos conforme menguaban en su brutal enemigo. -Un tributo adecuado...-
-¿Qué has hecho? ¿Qué brujería es esa?...No vencerás...El maestro nos guiará hacia la victoria sobre vosotros, monstruos...-Musitó el hombre tratando de reafirmarse en sus creencias para dejar de retroceder y pasar de nuevo a la ofensiva, pero encontrándose en una situación inversa a la que se había dado hasta ese momento, con una Níniel que descargaba uno tras otro fuertes golpes con su bastón con una fuerza que no solo sorprendió a su rival sino que le obligó a mantenerse a la defensiva contra unos ataques a duras penas podía contener.
-Es inútil que os resistais elfos, cumplimos la voluntad del maestro, no podéis vencer.- Alegó el enemigo que había decidido hacer de Níniel su principal objetivo, ganándole cada vez más terreno a la peliblanca con su habilidad con el acero, superior a la de su anterior rival que apenas si había acertado a soltar un par de torpes espadazos antes de que la joven lo redujera. -En cuanto bajáis de los árboles no sois para tanto.- Se jactó burlonamente mientras se permitía un momento de descanso en el que llegó incluso a bajar la espada mientras esbozaba una sonrisa socarrona y trataba de encontrar una apertura en la guardia de la joven que por el momento se le resistía. Sonrisa que pronto fue borrada de su rostro, pero no por Níniel si no por su colosal compañero, que en busca de seguir luchando contra el caballero esmeralda no dudó en apartarlo de su camino de malas maneras, empujándolo en su implacable avance contra una de las estanterías y causando que el hombre insinuara que era el hijo de una troll a modo de insulto.
-Te das muchos aires para ser la pequeña mascota de ese sujeto. Me ha gustado como te ha apartado de en medio de un manotazo, como si fueras una simple mosca.- No dudó en decir la peliblanca aprovechando aquello para devolverle las puyas y concentrar su magia dispuesta a darle la vuelta a la tortilla.
Puede que sus aptitudes como guerrera no fueran las mejores pero con ayuda de los dioses eso iba a cambiar, y le recordaría a ese orejas redondas por qué los de su calaña temblaban como hojas cada vez que sus pasos les conducían ante las meras sombras de los altos y gruesos árboles del bosque de los elfos. -"Na melana sahlin, shemlen".- Advirtió entonces en el idioma de los hijos del bosque lanzando una poderosa bendición sobre sí misma que aumentó de manera notable sus aptitudes mágicas. Con ello la intensidad de su oscura aura también aumentó, haciendo que bajo su capucha sus ojos comenzaran a fulgurar como dos llamas aguamarina teñidas de briznas de un azul más oscuro, dotándola de un aspecto realmente amenazador que hizo que su rival retrocediera un par de pasos con evidente temor mientras la joven esbozaba una sonrisa.
-No temas, solo soy una elfa y no estoy en un árbol...- Bromeó entonces la sacerdotisa alzando su bastón, señalándole a él, pero luego apuntó hacia sus aliados, otorgándoles una bendición que aumentaría notoriamente su destreza y que les ayudaría en su lucha con el resto de enemigos. Ya se lo agradecerían luego. -¿Has cambiado de opinión?- Se dirigió entonces mirando de nuevo al momentáneamente acobardado humano. -¿Tienes una ofrenda para mis dioses? ¿No? Bueno igual alguien como tú tiene tan poco que ofrecerles...Pero el gigantón...- Y aprovechando el miedo de su adversario y que el colosal caballero estaba ocupado tratando de aplastar al caballero esmeralda la joven alzó su mano libre hacia el coloso y comenzó a extraer algo de él. Al principio no se percibiría muy bien pero para los dotados para la magia pronto sería visible que era como si la elfa le estuviese extrayendo su luz, haciendo que sus golpes se tornaran más débiles y que pareciera perder las fuerzas por momentos, fuerzas que tanto la elfa como sus aliados notarían crecer en sí mismos conforme menguaban en su brutal enemigo. -Un tributo adecuado...-
-¿Qué has hecho? ¿Qué brujería es esa?...No vencerás...El maestro nos guiará hacia la victoria sobre vosotros, monstruos...-Musitó el hombre tratando de reafirmarse en sus creencias para dejar de retroceder y pasar de nuevo a la ofensiva, pero encontrándose en una situación inversa a la que se había dado hasta ese momento, con una Níniel que descargaba uno tras otro fuertes golpes con su bastón con una fuerza que no solo sorprendió a su rival sino que le obligó a mantenerse a la defensiva contra unos ataques a duras penas podía contener.
Níniel Thenidiel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Al abalanzarse sobre su descomunal enemigo, su hoja logra impactar con exito, sin embargo, su fuerte armadura resistió su ataque directo, desconcertando al elfo que solo tuvo tiempo para rodar hacia a un lado antes de que esa enorme espada cayera sobre él, alejándose lo suficiente como para mantenerse fuera de su alcance.
De nuevo, pudo ver como una de las runas de la armadura de su adversario se había apagado tras aquel impacto al igual que lo hizo otra de las runas de su enorme espada. Al'theas comenzaba a entender como funcionaba la extraña magia que usaba su enemigo y llego a la acertada conclusión de que debía gastar aquellas runas si quería comenzar a hacerle daño con sus ataques.
-Ya le quedan pocas runas a tu armadura... y cuando eso ocurra... el próximo golpe sera mortal... rendirte seria lo mas sensato- Dijo Al'theas con un tono de confianza.
-Sigue hablando elfo... a diferencia e ti... me basta un solo golpe para acabar contigo- escupió aquellas palabras de su yelmo con un tono irritado como reflejo de la frustración que le provocaba el escurridizo elfo esmeralda.
-Si es que lográis acertar algún día...- Dijo mientras esbozaba una sonrisa.
Si no fuera por su yelmo, habría sido posible ver su expresión fruncida ante las palabras del elfo -Veremos si aun sigues sonriendo... ¡cuando te destroce la cara de un golpe!- Grito mientras cargaba con su enorme espada rúnica lanzando otro ataque que destrozo un par de estanterías que estaban en fila con la certeza de haber alcanzado a su objetivo, hasta que un nuevo ataque del elfo directo a su armadura le demostró su fracaso.
-Ya solo quedan dos golpes mas... animo, todavia podéis ganar- Dijo con claro tono burlón.
Su enorme enemigo comenzaba a perder los nervios, era justo lo que Al'theas quería provocar con su fachada insolente, haciendo que su combate particular se entrometiera justo en medio del enfrentamiento de la elfa y el otro individuo, el cual fue bruscamente empujado por su enorme compañero cegado por las ansias de aplastar al elfo de armadura esmeralda.
El coloso de armadura rúnica fallo un ataque tras otro, hasta que finalmente Al'theas había decidido dejar de esquivar y alzo con arrojo su escudo contra su enemigo, parando en seco su pesada espada con facilidad -Las runas de vuestra espada... se han apagado...- A través de su yelmo, podían verse sus ojos sorprendidos momentos antes de que Al'theas perforara su armadura de runas apagadas con un solo golpe haciendo que brotara sangre de su herida -Al igual que vuestra posibilidad de victoria.- concluyo Al'theas.
El coloso en armadura sin embargo, a pesar de que luego dio un tremendo alarido... no era solo un alarido de dolor... La espada que Al'theas había parado con su escudo comenzó a hacerse mas pesada y entonces se dio cuenta de que las runas volvieron a encenderse de nuevo, una posibilidad con la que no había contado, provocando que la espada recuperase su fuerza y lanzara a Al'theas hacia atrás hasta chocar contra una de las estanterías de la que cayeron libros ante él.
-Vas a necesitar algo mas que eso... ¡elfucho!- Grito antes de volver a lanzarse contra Al'theas.
Un sudor frió recorrió la frente de Al'theas, el cansancio empezaba a hacer mella y ahora su brazo se encontraba entumecido por el embate de aquella espada que había vuelto a recuperar sus runas, ya no estaba tan seguro de poder salir ileso de ese enfrentamiento, pero no pensaba huir del combate y le lanzo una mirada desafiante a su oponente junto a su escudo alzado.
Fue en ese preciso instante que algo retuvo al grandullón, una fuerza mágica que lo atrapo y comenzó a drenar su poder y con ello las runas comenzaron a apagarse de nuevo, y como sorpresa adicional, algo le había devuelto sus fuerzas a Al'theas, haciéndole sentir incluso mas ágil y ligero que antes, miro a su alrededor y pudo comprobar que su compañera elfica estaba haciendo uso de sus poderes y un instante después, su rival comenzó a agitarse y a luchar contra aquella influencia desatando su ataque, el cual Al'theas pudo verlo venir como si lo viera a cámara lenta, esquivándolo facilmente con apenas un par de saltos, dándole tiempo a ver como la estantería caía hacia atrás lentamente con el golpe de aquella espada, momento que el ágil elfo aprovecho para colocarse tras la espalda de su oponente y propinar un golpe mortal con su hoja en la parte descubierta de su cuello por la inclinación de su yelmo, observando brotar la sangre de la herida lentamente mientras esta impactaba sobre su armadura esmeralda.
Justo en ese momento las cosas volvieron a su velocidad normal, su enemigo emitió un ahogado grito de agonía y finalmente cayo en el suelo sin saber que había ocurrido.
Al'theas miro casi incrédulo ante su enemigo derrotado, sin duda el poder de su camarada elfica no solo era sorprendente, también había sido vital para obtener la victoria. Dirigió su mirada ahora hacia donde se encontraba dicha elfa, la cual aun se encontraba luchando contra el otro sujeto y no dudo en acudir en su ayuda tal y como ella había hecho.
De nuevo, pudo ver como una de las runas de la armadura de su adversario se había apagado tras aquel impacto al igual que lo hizo otra de las runas de su enorme espada. Al'theas comenzaba a entender como funcionaba la extraña magia que usaba su enemigo y llego a la acertada conclusión de que debía gastar aquellas runas si quería comenzar a hacerle daño con sus ataques.
-Ya le quedan pocas runas a tu armadura... y cuando eso ocurra... el próximo golpe sera mortal... rendirte seria lo mas sensato- Dijo Al'theas con un tono de confianza.
-Sigue hablando elfo... a diferencia e ti... me basta un solo golpe para acabar contigo- escupió aquellas palabras de su yelmo con un tono irritado como reflejo de la frustración que le provocaba el escurridizo elfo esmeralda.
-Si es que lográis acertar algún día...- Dijo mientras esbozaba una sonrisa.
Si no fuera por su yelmo, habría sido posible ver su expresión fruncida ante las palabras del elfo -Veremos si aun sigues sonriendo... ¡cuando te destroce la cara de un golpe!- Grito mientras cargaba con su enorme espada rúnica lanzando otro ataque que destrozo un par de estanterías que estaban en fila con la certeza de haber alcanzado a su objetivo, hasta que un nuevo ataque del elfo directo a su armadura le demostró su fracaso.
-Ya solo quedan dos golpes mas... animo, todavia podéis ganar- Dijo con claro tono burlón.
Su enorme enemigo comenzaba a perder los nervios, era justo lo que Al'theas quería provocar con su fachada insolente, haciendo que su combate particular se entrometiera justo en medio del enfrentamiento de la elfa y el otro individuo, el cual fue bruscamente empujado por su enorme compañero cegado por las ansias de aplastar al elfo de armadura esmeralda.
El coloso de armadura rúnica fallo un ataque tras otro, hasta que finalmente Al'theas había decidido dejar de esquivar y alzo con arrojo su escudo contra su enemigo, parando en seco su pesada espada con facilidad -Las runas de vuestra espada... se han apagado...- A través de su yelmo, podían verse sus ojos sorprendidos momentos antes de que Al'theas perforara su armadura de runas apagadas con un solo golpe haciendo que brotara sangre de su herida -Al igual que vuestra posibilidad de victoria.- concluyo Al'theas.
El coloso en armadura sin embargo, a pesar de que luego dio un tremendo alarido... no era solo un alarido de dolor... La espada que Al'theas había parado con su escudo comenzó a hacerse mas pesada y entonces se dio cuenta de que las runas volvieron a encenderse de nuevo, una posibilidad con la que no había contado, provocando que la espada recuperase su fuerza y lanzara a Al'theas hacia atrás hasta chocar contra una de las estanterías de la que cayeron libros ante él.
-Vas a necesitar algo mas que eso... ¡elfucho!- Grito antes de volver a lanzarse contra Al'theas.
Un sudor frió recorrió la frente de Al'theas, el cansancio empezaba a hacer mella y ahora su brazo se encontraba entumecido por el embate de aquella espada que había vuelto a recuperar sus runas, ya no estaba tan seguro de poder salir ileso de ese enfrentamiento, pero no pensaba huir del combate y le lanzo una mirada desafiante a su oponente junto a su escudo alzado.
Fue en ese preciso instante que algo retuvo al grandullón, una fuerza mágica que lo atrapo y comenzó a drenar su poder y con ello las runas comenzaron a apagarse de nuevo, y como sorpresa adicional, algo le había devuelto sus fuerzas a Al'theas, haciéndole sentir incluso mas ágil y ligero que antes, miro a su alrededor y pudo comprobar que su compañera elfica estaba haciendo uso de sus poderes y un instante después, su rival comenzó a agitarse y a luchar contra aquella influencia desatando su ataque, el cual Al'theas pudo verlo venir como si lo viera a cámara lenta, esquivándolo facilmente con apenas un par de saltos, dándole tiempo a ver como la estantería caía hacia atrás lentamente con el golpe de aquella espada, momento que el ágil elfo aprovecho para colocarse tras la espalda de su oponente y propinar un golpe mortal con su hoja en la parte descubierta de su cuello por la inclinación de su yelmo, observando brotar la sangre de la herida lentamente mientras esta impactaba sobre su armadura esmeralda.
Justo en ese momento las cosas volvieron a su velocidad normal, su enemigo emitió un ahogado grito de agonía y finalmente cayo en el suelo sin saber que había ocurrido.
Al'theas miro casi incrédulo ante su enemigo derrotado, sin duda el poder de su camarada elfica no solo era sorprendente, también había sido vital para obtener la victoria. Dirigió su mirada ahora hacia donde se encontraba dicha elfa, la cual aun se encontraba luchando contra el otro sujeto y no dudo en acudir en su ayuda tal y como ella había hecho.
Al'theas Tinarandel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
-¿Dónde está ese maestro tuyo ahora humano?.- Preguntó con evidente superioridad la joven peliblanca mientras descargaba un golpe tras otro sobre su enemigo sin darle siquiera tiempo a responder a sus preguntas, en el improbable caso de que quisiera hacerlo claro. -¿Ya no te burlas de los elfos? ¿Ya no te quedan palabras de desprecio?.- Continuó insistiendo conforme la sangre brotaba de las heridas de un adversario incapaz ya de bloquear todos los golpes que llovían sobre él y que acumulaba cada vez más cortes y contusiones, los cuales no hacían si no abrir más huecos en su ya mellada defensa hasta que con un último golpe directamente sobre su cabeza Níniel acabó finalmente con él dejándolo inconsciente en el frío suelo de la biblioteca.
Aquello ponía fin al enfrentamiento, y los tres enemigos, a pesar de resultar mucho más capaces que los anteriores, habían terminado por correr el mismo destino que ellos; Derrotados por una resistencia que seguramente no esperarían encontrar en un templo de saber y cultura. Las risas del que parecía el líder de los tres primeros ya no podían oírse, habían cesado tan pronto como el desenlace de la lucha estuvo claro, y aunque había tratado de arrastrarse hasta la salida las curas de la elfa no habían sido ni de cerca lo suficientemente fuertes como para permitirle escapar, por lo que apenas si había avanzado unos pocos metros, dejando sobre el suelo un carmesí rastro de sangre, prueba última de su vergüenza, y aunque Níniel no lo reconocería abiertamente, de una peligrosa tenacidad.
-Ya os dije que así solo conseguiréis abriros las heridas...Y no creo que quieras arrastrarte así por las calles de Lunargenta...No están precisamente tan limpias como el suelo de este lugar.- Advirtió la joven tras comprobar que los demás estaban bien y que efectivamente no había ninguna otra amenaza inminente de la que ocuparse. -Si tengo que ir te clavaré al suelo usando tu propia espada.- Amenazó entonces al ver que aquel humano insistente no solo no respondía sino que continuaba con su lastimoso intento de salir de allí. -Haz algo caballero esmeralda, fuíste tú quién los quería vivos...- Le pidió al elfo girándose para mirarlo y percatándose de los destrozos que el combate había causado a no pocos estantes, frunciendo los labios bajo su capa al ver que varias decenas de libros habían acabado hechos pedazos y que cientos de páginas se habían desparramado por el suelo creando que algunas partes cercanas parecieran cubiertas por una alfombra de palabras y letras.
-Menudo desastre...El señor Rassel nos mataría si pudiera ver esto...- Expresó con auténtica pena mientras parecía que su aura oscura disminuía progresivamente.
-No...No se preocupe. No ha sido culpa suya, al contrario, nos han salvado y ayudado a la biblioteca en contra de estos...asesinos. Además puede que lleve algún tiempo pero seguro que podremos recuperar la mayoría de volúmenes y volverlos a encuadernar.- Expresó nervioso uno de los bibliotecarios que se habían encerrado en el cuarto de archivos temerosos de participar en la lucha. -¿Por qué ya acabó verdad?.-
-Algo que por desgracia no puede hacerse con las personas...- Respondió la peliblanca mientras miraba hacia el mostrador en el que casi siempre había estado el anciano bibliotecario, aconsejando los libros a consultar e indicando dónde hallarlos haciendo gala de una memoria que muchos querrían tener. Estaba triste, y aún enfadada, con aquellos matones cuyas motivaciones aún no estaban claras y también con ella misma, pues no podía evitar pensar que de haber sido más fuerte podría haberlo salvado...de algún modo que ni ella misma sabía. Aunque una cosa estaba clara, a la hora de vencer a esos malvados aquella oscuridad que crecía en su interior había resultado de lo más útil. Oscuridad castigando al mal, era una perspectiva que nunca había contemplado...Peligrosa, tentadora, como esgrimir un arma de doble filo...Pero si podía hacerse con una espada quizá....Podría hacerse mucho bien con un poder así...
En ese momento la mujer ruidosa carraspeó para llamar la atención. Era cierto, con la aparición de aquel nuevo grupo de enemigos al final no había podido decirles aquello tan importante que sabía sobre aquel asunto, motivo por el que Níniel no estaba ya lejos de allí y quizá la pieza que faltaba para poder entenderlo todo a tenor de lo poco que parecían saber o querían decir aquellos de sus enemigos con la cruz negra en el pecho que seguían con vida. La mujer había resultado de ayuda en cierta medida durante la lucha por lo que se había ganado su atención...No obstante lo que resultó saber no parecía tener mucho sentido, al menos para Níniel. Quizá solo fueran las divagaciones de un anciano a punto de morir. Como poco el supuesto mensaje estaba incompleto...¿Qué podían hacer con eso?
-Mordecai Fallons es un artista que se dedica a hacer retratos para algunos nobles. -Interrumpió aquel bibliotecario que aún seguía allí a pesar de que claramente la presencia de todos aquellos cuerpos y heridos le inquietaba sobremanera. -Es bastante famoso en la ciudad...en algunos círculos claro. No sé por qué el señor Rassel...- Continuó diciendo el hombre mientras revisaba un libro de inventario. - Hay un libro de bocetos suyo en la biblioteca...Arte...-
-...Tercer estante.- Terminó la frase la elfa por él resolviendo sus últimas palabras aunque aún sin entender por qué el anciano mencionaría algo justo antes de morir. -...No quería estar aquí para cuando la guardia llegase pero quizá deberíamos echarle un vistazo a ese libro, solo por si acaso.- Sugirió la joven a pesar de saber que en cualquier momento entrarían los cabezacubo humanos haciendo preguntas tontas y dispuestos a usar sus armas antes que su cerebro.
-...No va a poder ser, ese libro lleva en préstamo...Vaya, siete años. Esto es muy irregular. Además la dirección de la prestataria y su nombre...-
Níniel no lo pudo evitar y tomó el libro de sus manos para ver qué era aquello que tan raro le resultaba a aquel hombre comprendiéndolo enseguida. -Es la dirección del orfanato de la ciudad y...¿Sin nombre?. Es la letra del señor Rassel pero él nunca permitiría un préstamo así...Irregular se queda corto, muy corto.- Comentó la peliblanca extrañada Jjusto en el momento en que la guardia al fin hizo acto de presencia.
Aquello ponía fin al enfrentamiento, y los tres enemigos, a pesar de resultar mucho más capaces que los anteriores, habían terminado por correr el mismo destino que ellos; Derrotados por una resistencia que seguramente no esperarían encontrar en un templo de saber y cultura. Las risas del que parecía el líder de los tres primeros ya no podían oírse, habían cesado tan pronto como el desenlace de la lucha estuvo claro, y aunque había tratado de arrastrarse hasta la salida las curas de la elfa no habían sido ni de cerca lo suficientemente fuertes como para permitirle escapar, por lo que apenas si había avanzado unos pocos metros, dejando sobre el suelo un carmesí rastro de sangre, prueba última de su vergüenza, y aunque Níniel no lo reconocería abiertamente, de una peligrosa tenacidad.
-Ya os dije que así solo conseguiréis abriros las heridas...Y no creo que quieras arrastrarte así por las calles de Lunargenta...No están precisamente tan limpias como el suelo de este lugar.- Advirtió la joven tras comprobar que los demás estaban bien y que efectivamente no había ninguna otra amenaza inminente de la que ocuparse. -Si tengo que ir te clavaré al suelo usando tu propia espada.- Amenazó entonces al ver que aquel humano insistente no solo no respondía sino que continuaba con su lastimoso intento de salir de allí. -Haz algo caballero esmeralda, fuíste tú quién los quería vivos...- Le pidió al elfo girándose para mirarlo y percatándose de los destrozos que el combate había causado a no pocos estantes, frunciendo los labios bajo su capa al ver que varias decenas de libros habían acabado hechos pedazos y que cientos de páginas se habían desparramado por el suelo creando que algunas partes cercanas parecieran cubiertas por una alfombra de palabras y letras.
-Menudo desastre...El señor Rassel nos mataría si pudiera ver esto...- Expresó con auténtica pena mientras parecía que su aura oscura disminuía progresivamente.
-No...No se preocupe. No ha sido culpa suya, al contrario, nos han salvado y ayudado a la biblioteca en contra de estos...asesinos. Además puede que lleve algún tiempo pero seguro que podremos recuperar la mayoría de volúmenes y volverlos a encuadernar.- Expresó nervioso uno de los bibliotecarios que se habían encerrado en el cuarto de archivos temerosos de participar en la lucha. -¿Por qué ya acabó verdad?.-
-Algo que por desgracia no puede hacerse con las personas...- Respondió la peliblanca mientras miraba hacia el mostrador en el que casi siempre había estado el anciano bibliotecario, aconsejando los libros a consultar e indicando dónde hallarlos haciendo gala de una memoria que muchos querrían tener. Estaba triste, y aún enfadada, con aquellos matones cuyas motivaciones aún no estaban claras y también con ella misma, pues no podía evitar pensar que de haber sido más fuerte podría haberlo salvado...de algún modo que ni ella misma sabía. Aunque una cosa estaba clara, a la hora de vencer a esos malvados aquella oscuridad que crecía en su interior había resultado de lo más útil. Oscuridad castigando al mal, era una perspectiva que nunca había contemplado...Peligrosa, tentadora, como esgrimir un arma de doble filo...Pero si podía hacerse con una espada quizá....Podría hacerse mucho bien con un poder así...
En ese momento la mujer ruidosa carraspeó para llamar la atención. Era cierto, con la aparición de aquel nuevo grupo de enemigos al final no había podido decirles aquello tan importante que sabía sobre aquel asunto, motivo por el que Níniel no estaba ya lejos de allí y quizá la pieza que faltaba para poder entenderlo todo a tenor de lo poco que parecían saber o querían decir aquellos de sus enemigos con la cruz negra en el pecho que seguían con vida. La mujer había resultado de ayuda en cierta medida durante la lucha por lo que se había ganado su atención...No obstante lo que resultó saber no parecía tener mucho sentido, al menos para Níniel. Quizá solo fueran las divagaciones de un anciano a punto de morir. Como poco el supuesto mensaje estaba incompleto...¿Qué podían hacer con eso?
-Mordecai Fallons es un artista que se dedica a hacer retratos para algunos nobles. -Interrumpió aquel bibliotecario que aún seguía allí a pesar de que claramente la presencia de todos aquellos cuerpos y heridos le inquietaba sobremanera. -Es bastante famoso en la ciudad...en algunos círculos claro. No sé por qué el señor Rassel...- Continuó diciendo el hombre mientras revisaba un libro de inventario. - Hay un libro de bocetos suyo en la biblioteca...Arte...-
-...Tercer estante.- Terminó la frase la elfa por él resolviendo sus últimas palabras aunque aún sin entender por qué el anciano mencionaría algo justo antes de morir. -...No quería estar aquí para cuando la guardia llegase pero quizá deberíamos echarle un vistazo a ese libro, solo por si acaso.- Sugirió la joven a pesar de saber que en cualquier momento entrarían los cabezacubo humanos haciendo preguntas tontas y dispuestos a usar sus armas antes que su cerebro.
-...No va a poder ser, ese libro lleva en préstamo...Vaya, siete años. Esto es muy irregular. Además la dirección de la prestataria y su nombre...-
Níniel no lo pudo evitar y tomó el libro de sus manos para ver qué era aquello que tan raro le resultaba a aquel hombre comprendiéndolo enseguida. -Es la dirección del orfanato de la ciudad y...¿Sin nombre?. Es la letra del señor Rassel pero él nunca permitiría un préstamo así...Irregular se queda corto, muy corto.- Comentó la peliblanca extrañada Jjusto en el momento en que la guardia al fin hizo acto de presencia.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
A medida que se acercaba hacia el conflicto que mantenía su camarada elfica, se dio cuenta de que la situación la tenia controlada hasta el punto de lograr derrotar a su enemigo y dejarlo inconsciente en el suelo, no cabía duda de que ella sabia luchar y que había demostrado tener un gran dominio de las bendiciones.
Al'theas se relajo al ver que con esto la batalla había terminado por fin, se dio un momento para contemplar la destrucción que había causado la pelea, observando con detenimiento su ultimo rival inerte en el suelo para luego sacudir su hoja al aire y limpiarla de sangre un poco antes de volverla a envainar.
Justo cuando pretendía interesarse por el bien estar de aquella que le había ayudado con su poder, la elfa se había percatado de que los otros matones intentaban huir mal heridos arrastrándose por el suelo, momento en el que ella les dedico palabras poco amistosas para luego dirigirse con la mirada hacia Al'theas para instigarlo a hacer algo al respecto.
-Estoy perfectamente... gracias... ¿y vos?- Pensó para si ante el poco interés de la joven elfa por su bienestar, un gesto que era contrarios a su sentido de la amabilidad con la que fue educado y con el que hasta hace un momento pretendía responder y se limito a quitarse uno de los guantes mientras se acercaba a los mal heridos matones para hacer lo que creía correcto.
Al'theas se arrodillo y dio uso de una de sus habilidades con su mano sanadora sobre las heridas mas graves de ambos matones -Esto no os devolverá las fuerzas... pero evitara que muráis por ahora...- Dijo mientras aplicaba la curación -...G-gracias...- Dijo débilmente el matón al que le faltaba un brazo, mientras que el otro no dijo nada, quizas por la falta de sangre o por orgullo. Al'theas no era un asesino, era un caballero y no mataba a no ser que fuera realmente necesario, por que al final, la muerte acaba llegando a todos independientemente de tus actos en vida, este pensamiento hacia valorar la vida ajena, incluso de las cosas mas insignificantes, la muerte no hace distinciones y de algún modo eso nos convierte en hermanos, haciendo que este pensamiento alimente su honor como caballero.
Mientras se ocupaba de mantener con vida al mismo tiempo que vigilaba a los matones, podía oír la conversación que mantenían los demás, especialmente cuando la otra chica llamo la atención para explicar las ultimas palabras del bibliotecario fallecido, las cuales fueron del interés de la elfa a pesar de su ambigüedad.
Mientras seguía con su labor, Al'theas no descuido en el detalle de vigilar a los otros dos matones que la elfa se había ocupado de dejar inconscientes personalmente, los cuales no tenían heridas graves.
La conversación que tuvieron los demás habían llegado a la conclusión de que la pista cedida por el fallecido Rassel llevaba a un libro de arte perdido hace 7 años en un orfanato. -Vaya... ¿que razones tendría el señor Rassel para permitir un préstamo de ese calibre?...- Pregunto con intriga el elfo, no obstante lo que mas le intrigaba de todo esto era que conexión podía tener todo esto con los mercenarios que les atacaron.
En ese momento, un grupo de hombres revestidos en armadura irrumpieron por las puertas de la biblioteca, era la guardia de Lunargenta que al fin había llegado acompañado del mismo encargado de la biblioteca con el que Al'theas había entablado conversación justo antes del segundo ataque de los matones.
-Saludos de nuevo caballero, me alegro de ver que aun seguís con vida- Dijo con honesta alegría.
-Me alegra ver que habéis escapado ileso junto a los demás buen señor- Respondió mientras se levantaba y se alejaba de los mercenarios heridos, dejando espacio a los guardias-
-¡Aquí hay mas! ¡aun siguen con vida!- Grito uno de los guardias para alertar al resto, los cuales en seguida hicieron presos a los matones heridos, los cuales eventualmente serian sentenciados por sus crímenes según las leyes vigentes de Lunargenta por alteración del orden publico, destrucción de vienes públicos y asesinato.
-Ya les he contado todo lo que necesitan saber, unos matones vinieron a robar, mataron al señor Rassel y unos valientes aventureros que se encontraban casualmente en la biblioteca les encararon para que los demás pudiéramos escapar... y cualquier otra cosa que necesiten saber acudirán a mi. Dicho esto, la guardia debería dejaros tranquilos pero por si acaso... y si tenéis prisa... os aconsejo marcharos ahora que podéis mientras están ocupados llevándose a los presos a la espera de que lleguen las autoridades de mayor rango...-
Al'theas tuvo muy en cuenta la advertencia del encargado de la biblioteca y en respuesta le hizo una pequeña reverencia como muestra de agradecimiento por ese favor -Muchas gracias, ojala que pronto vuelva la calma a este lugar pronto- Dijo el elfo para finalizar mientras el encargado asentía con la cabeza a modo de despedida.
Sin perder mas tiempo, Al'theas se dirigió a los demás que todavia estaban divagando sobre el misterioso libro de arte para hacerles saber que era el momento de marcharse ahora que todavia estaban a tiempo.
-Es hora de irse... tengo una habitación reservada en una taberna de la ciudad, no es bonita... pero a no ser que tengáis un plan mejor, es el único sitio que se me ocurre para resguardarnos y hablar de todo este asunto con calma- Dijo finalmente Al'theas a la espera de su respuesta.
Al'theas se relajo al ver que con esto la batalla había terminado por fin, se dio un momento para contemplar la destrucción que había causado la pelea, observando con detenimiento su ultimo rival inerte en el suelo para luego sacudir su hoja al aire y limpiarla de sangre un poco antes de volverla a envainar.
Justo cuando pretendía interesarse por el bien estar de aquella que le había ayudado con su poder, la elfa se había percatado de que los otros matones intentaban huir mal heridos arrastrándose por el suelo, momento en el que ella les dedico palabras poco amistosas para luego dirigirse con la mirada hacia Al'theas para instigarlo a hacer algo al respecto.
-Estoy perfectamente... gracias... ¿y vos?- Pensó para si ante el poco interés de la joven elfa por su bienestar, un gesto que era contrarios a su sentido de la amabilidad con la que fue educado y con el que hasta hace un momento pretendía responder y se limito a quitarse uno de los guantes mientras se acercaba a los mal heridos matones para hacer lo que creía correcto.
Al'theas se arrodillo y dio uso de una de sus habilidades con su mano sanadora sobre las heridas mas graves de ambos matones -Esto no os devolverá las fuerzas... pero evitara que muráis por ahora...- Dijo mientras aplicaba la curación -...G-gracias...- Dijo débilmente el matón al que le faltaba un brazo, mientras que el otro no dijo nada, quizas por la falta de sangre o por orgullo. Al'theas no era un asesino, era un caballero y no mataba a no ser que fuera realmente necesario, por que al final, la muerte acaba llegando a todos independientemente de tus actos en vida, este pensamiento hacia valorar la vida ajena, incluso de las cosas mas insignificantes, la muerte no hace distinciones y de algún modo eso nos convierte en hermanos, haciendo que este pensamiento alimente su honor como caballero.
Mientras se ocupaba de mantener con vida al mismo tiempo que vigilaba a los matones, podía oír la conversación que mantenían los demás, especialmente cuando la otra chica llamo la atención para explicar las ultimas palabras del bibliotecario fallecido, las cuales fueron del interés de la elfa a pesar de su ambigüedad.
Mientras seguía con su labor, Al'theas no descuido en el detalle de vigilar a los otros dos matones que la elfa se había ocupado de dejar inconscientes personalmente, los cuales no tenían heridas graves.
La conversación que tuvieron los demás habían llegado a la conclusión de que la pista cedida por el fallecido Rassel llevaba a un libro de arte perdido hace 7 años en un orfanato. -Vaya... ¿que razones tendría el señor Rassel para permitir un préstamo de ese calibre?...- Pregunto con intriga el elfo, no obstante lo que mas le intrigaba de todo esto era que conexión podía tener todo esto con los mercenarios que les atacaron.
En ese momento, un grupo de hombres revestidos en armadura irrumpieron por las puertas de la biblioteca, era la guardia de Lunargenta que al fin había llegado acompañado del mismo encargado de la biblioteca con el que Al'theas había entablado conversación justo antes del segundo ataque de los matones.
-Saludos de nuevo caballero, me alegro de ver que aun seguís con vida- Dijo con honesta alegría.
-Me alegra ver que habéis escapado ileso junto a los demás buen señor- Respondió mientras se levantaba y se alejaba de los mercenarios heridos, dejando espacio a los guardias-
-¡Aquí hay mas! ¡aun siguen con vida!- Grito uno de los guardias para alertar al resto, los cuales en seguida hicieron presos a los matones heridos, los cuales eventualmente serian sentenciados por sus crímenes según las leyes vigentes de Lunargenta por alteración del orden publico, destrucción de vienes públicos y asesinato.
-Ya les he contado todo lo que necesitan saber, unos matones vinieron a robar, mataron al señor Rassel y unos valientes aventureros que se encontraban casualmente en la biblioteca les encararon para que los demás pudiéramos escapar... y cualquier otra cosa que necesiten saber acudirán a mi. Dicho esto, la guardia debería dejaros tranquilos pero por si acaso... y si tenéis prisa... os aconsejo marcharos ahora que podéis mientras están ocupados llevándose a los presos a la espera de que lleguen las autoridades de mayor rango...-
Al'theas tuvo muy en cuenta la advertencia del encargado de la biblioteca y en respuesta le hizo una pequeña reverencia como muestra de agradecimiento por ese favor -Muchas gracias, ojala que pronto vuelva la calma a este lugar pronto- Dijo el elfo para finalizar mientras el encargado asentía con la cabeza a modo de despedida.
Sin perder mas tiempo, Al'theas se dirigió a los demás que todavia estaban divagando sobre el misterioso libro de arte para hacerles saber que era el momento de marcharse ahora que todavia estaban a tiempo.
-Es hora de irse... tengo una habitación reservada en una taberna de la ciudad, no es bonita... pero a no ser que tengáis un plan mejor, es el único sitio que se me ocurre para resguardarnos y hablar de todo este asunto con calma- Dijo finalmente Al'theas a la espera de su respuesta.
Al'theas Tinarandel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Como era de esperar, y como venía siendo costumbre en la guardia de Lunargenta, lo soldados llegaron justo en el momento en el que el peligro había pasado. Una vez más evitaban el enfrentamiento directo, pero eso sería algo que a buen seguro no les impediría otorgarse el mérito de la captura de tan peligrosos asesinos obviando la contribución a tal gesta de cualquiera de los allí presentes o como mucho mencionándolos de pasada en alguna escueta frase de su informe...Siempre que no les diera por considerarlos sospechosos, algo por desgracia no muy raro, en cuyo caso aquello podría alargarse, si es que no derivaba en algo aún peor que un puñado de horas perdidas. Algo que Níniel quería evitar si era posible y una posibilidad que conforme los uniformados se desplegaban por el lugar y comenzaban a comentar sus impresiones sobre lo sucedido entre ellos parecía cada vez menos real.
-Ya te lo advertí.- Le dijo al caballero esmeralda cuando un par de aquellos enlatados se acercó hasta ellos advirtiéndoles de que no se movieran incluso a pesar de los intentos de uno de los bibliotecarios por señalar que se trataba del grupo que había luchado y derrotado a los criminales. -Llegaron a tenerme horas sentada sobre una tumba en el cementerio de la ciudad, sin comida ni agua hasta que una amiga apareció...Y aún así acabé en el cuartel bajo su "custodia".- Le comentó recordando aquello, resultado del "terrible acto" de acabar con un grupo de sectarios que se habían dedicado a robar y asesinar por todo Aerandir en su afán por reunir los fragmentos de una antigua y poderosa runa. -Siempre es igual con los orejas redondas, y si no eres humano tanto peor.- Se quejó mientras algunos guardias comenzaban a llevarse a los prisioneros y a revisar los cuerpos de los muertos.
Parecía que efectivamente aquello iría para largo cuando, para sorpresa de la peliblanca, se obró el milagro. Contra todo pronóstico, quién sabe si haciendo gala de contactos, cargo o labia, aquel hombre logró que los guardias que les vigilaban se retiraran y comenzaran a ayudar a sus compañeros dejándolos tranquilos y, aparentemente, libres de toda sospecha y obligación para con la guardia. Acercándose acto seguido hasta el caballero esmeralda y comentándole que él se haría cargo de responder a cualquier pregunta de los soldados al respecto de lo sucedido, aunque recomendándoles que para evitar que cambiaran de opinión lo mejor sería que salieran cuanto antes de allí. Algo que no necesitaba decir dos veces.
-Ese me parece un buen consejo.- Aceptó la joven colocándose la capucha dispuesta a salir de allí sin perder ni un instante más cuando el elfo se giró hacia ella ofreciéndoles su habitación en una posada a ambas jóvenes. Propuesta que la ruidosa rechazaría alegando que se quedaría allí ayudando a los bibliotecarios con la guardia y recogiendo el estropicio.
-Tengo casa en la ciudad, en el barrio del hospital. Y si me lo preguntas, sí, es bonita. No es una casa árbol pero es acogedora.- Respondió la joven pensando a pesar de ello en sí quería realmente aceptar la ayuda de aquel hombre a la hora de investigar la que podría ser la última voluntad de un buen amigo. -Supongo que puedo fiarme de ti aunque ya debes de haber notado mi...estado.- Continuó diciéndole decidiéndose finalmente por contar con él a pesar de no conocerlo, confiando en sus acciones, el grupo al que pertenecía y como no, en sus orejas de punta. -Sígueme. Hablaremos allí.- Le indicó para acabar, saliendo de allí tras despedirse de la mujer escandalosa y dirigiendo sus gráciles pasos en dirección a la calle del hospital de la ciudad con la soltura de quien conocía muy bien aquella parte de la ciudad.
-Los humanos no están acostumbrados a ver a uno de los nuestros con armadura...Claro que tampoco lo están a ver a una elfa "medio desnuda" según sus criterios.- Le comentaría tras recorrer unos cientos de metros en silencio y observando cómo el caballero se convertía en el centro de atención de buena parte de las miradas. -Por eso suelo usar capa. Hay un límite a las proposiciones soeces que una puede tolerar.- Siguió hablando recordando su primera estancia en la mayor de las ciudades de los hombres.
-En cuanto al olor, lamento decirte que acabas por tolerarlo, pero nunca desaparece. Espero que esa habitación tuya incluya derecho a baño, vas a necesitarlo.- Le instruyó sin aminorar el paso y girando en la siguiente calle a la derecha, llegando a una gran avenida empedrada con grandes estructuras de piedra a cada lado denotando que era uno de los barrios de buen estatus de la ciudad. No era alta ciudad desde luego, pero tampoco eran los barrios bajos ni mucho menos lo que lo convertía en un buen lugar por donde pasear y vivir. El hospital estaba allí mismo, contaba con algunas tiendas variadas y el mercado no estaba lejos. Además era una zona que contaba con suficientes patrullas de la guardia lo que mantenía alejados a la mayoría de ladronzuelos, timadores e indeseables.
-Aquí es.- Dijo señalando al edificio anexo a una gran posada de dos plantas de nombre "Posada del Rey y la Reina". Justo hasta una puerta de madera sobre la que un pequeño letrero indicaba que se trataba del "Vial blanco": Alquimia y remedios. -Adelante.- Le invitó a pasar cerrando la puerta tras de sí una vez ambos estuvieron dentro, dando a la recepción de una organizada y limpia botica bien iluminada. -Supongo que antes que nada tienes muchas preguntas sobre...mí. Bien, antes de oirlas, mi nombre es Níniel del clan Thenidiel, alta sacerdotisa del dragón. Y sí, conozco muy bien a los caballeros esmeralda pues mi padre es Aldaron Thenidiel, uno de los vuestros.- Dijo antes de escuchar las cuestiones que sin duda tendría.
-Ya te lo advertí.- Le dijo al caballero esmeralda cuando un par de aquellos enlatados se acercó hasta ellos advirtiéndoles de que no se movieran incluso a pesar de los intentos de uno de los bibliotecarios por señalar que se trataba del grupo que había luchado y derrotado a los criminales. -Llegaron a tenerme horas sentada sobre una tumba en el cementerio de la ciudad, sin comida ni agua hasta que una amiga apareció...Y aún así acabé en el cuartel bajo su "custodia".- Le comentó recordando aquello, resultado del "terrible acto" de acabar con un grupo de sectarios que se habían dedicado a robar y asesinar por todo Aerandir en su afán por reunir los fragmentos de una antigua y poderosa runa. -Siempre es igual con los orejas redondas, y si no eres humano tanto peor.- Se quejó mientras algunos guardias comenzaban a llevarse a los prisioneros y a revisar los cuerpos de los muertos.
Parecía que efectivamente aquello iría para largo cuando, para sorpresa de la peliblanca, se obró el milagro. Contra todo pronóstico, quién sabe si haciendo gala de contactos, cargo o labia, aquel hombre logró que los guardias que les vigilaban se retiraran y comenzaran a ayudar a sus compañeros dejándolos tranquilos y, aparentemente, libres de toda sospecha y obligación para con la guardia. Acercándose acto seguido hasta el caballero esmeralda y comentándole que él se haría cargo de responder a cualquier pregunta de los soldados al respecto de lo sucedido, aunque recomendándoles que para evitar que cambiaran de opinión lo mejor sería que salieran cuanto antes de allí. Algo que no necesitaba decir dos veces.
-Ese me parece un buen consejo.- Aceptó la joven colocándose la capucha dispuesta a salir de allí sin perder ni un instante más cuando el elfo se giró hacia ella ofreciéndoles su habitación en una posada a ambas jóvenes. Propuesta que la ruidosa rechazaría alegando que se quedaría allí ayudando a los bibliotecarios con la guardia y recogiendo el estropicio.
-Tengo casa en la ciudad, en el barrio del hospital. Y si me lo preguntas, sí, es bonita. No es una casa árbol pero es acogedora.- Respondió la joven pensando a pesar de ello en sí quería realmente aceptar la ayuda de aquel hombre a la hora de investigar la que podría ser la última voluntad de un buen amigo. -Supongo que puedo fiarme de ti aunque ya debes de haber notado mi...estado.- Continuó diciéndole decidiéndose finalmente por contar con él a pesar de no conocerlo, confiando en sus acciones, el grupo al que pertenecía y como no, en sus orejas de punta. -Sígueme. Hablaremos allí.- Le indicó para acabar, saliendo de allí tras despedirse de la mujer escandalosa y dirigiendo sus gráciles pasos en dirección a la calle del hospital de la ciudad con la soltura de quien conocía muy bien aquella parte de la ciudad.
-Los humanos no están acostumbrados a ver a uno de los nuestros con armadura...Claro que tampoco lo están a ver a una elfa "medio desnuda" según sus criterios.- Le comentaría tras recorrer unos cientos de metros en silencio y observando cómo el caballero se convertía en el centro de atención de buena parte de las miradas. -Por eso suelo usar capa. Hay un límite a las proposiciones soeces que una puede tolerar.- Siguió hablando recordando su primera estancia en la mayor de las ciudades de los hombres.
-En cuanto al olor, lamento decirte que acabas por tolerarlo, pero nunca desaparece. Espero que esa habitación tuya incluya derecho a baño, vas a necesitarlo.- Le instruyó sin aminorar el paso y girando en la siguiente calle a la derecha, llegando a una gran avenida empedrada con grandes estructuras de piedra a cada lado denotando que era uno de los barrios de buen estatus de la ciudad. No era alta ciudad desde luego, pero tampoco eran los barrios bajos ni mucho menos lo que lo convertía en un buen lugar por donde pasear y vivir. El hospital estaba allí mismo, contaba con algunas tiendas variadas y el mercado no estaba lejos. Además era una zona que contaba con suficientes patrullas de la guardia lo que mantenía alejados a la mayoría de ladronzuelos, timadores e indeseables.
-Aquí es.- Dijo señalando al edificio anexo a una gran posada de dos plantas de nombre "Posada del Rey y la Reina". Justo hasta una puerta de madera sobre la que un pequeño letrero indicaba que se trataba del "Vial blanco": Alquimia y remedios. -Adelante.- Le invitó a pasar cerrando la puerta tras de sí una vez ambos estuvieron dentro, dando a la recepción de una organizada y limpia botica bien iluminada. -Supongo que antes que nada tienes muchas preguntas sobre...mí. Bien, antes de oirlas, mi nombre es Níniel del clan Thenidiel, alta sacerdotisa del dragón. Y sí, conozco muy bien a los caballeros esmeralda pues mi padre es Aldaron Thenidiel, uno de los vuestros.- Dijo antes de escuchar las cuestiones que sin duda tendría.
- El vial blanco.:
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Níniel Thenidiel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Tras la inestimable ayuda que aquel buen hombre había dado al pequeño grupo con respecto a los menesteres con la guardia, a lo cual el elfo sonrió satisfecho, la joven elfa le había hecho una oferta mejor que la que tenia en mente ofreciendo resguardo en su hogar del barrio del hospital de la ciudad -Me parece buena idea, sin duda sera un lugar mas tranquilo comparado con el sitio donde me hospedaba... gracias por su hospitalidad- dijo en un tono relajado en el que casi podía intuirse cierta sorpresa, parece que después de todo la joven elfa estaba mostrando cierta confianza teñida de lo que parecía ser amabilidad, cuya oferta fue aceptada de buen grado por el elfo pero no así por la otra muchacha, la cual expreso su deseo de seguir ayudando en la biblioteca.
Había cierta preocupación en la joven elfa que no tardo en expresar al confirmar que la presencia oscura era emitida por ella y las preguntas que ello conllevaría, a lo cual Al'theas se limito a asentir sin decir ninguna palabra al respecto, no era el momento ni el lugar para hablar de ello, pero se sentía aliviado antes la buena voluntad que demostraba al confesárselo, ahorrándole la incomoda tarea de preguntárselo directamente.
Despidiéndose de la muchacha con una pequeña reverencia, Al'theas siguió los pasos de la joven elfa al exterior de la biblioteca, observando a los guardias que seguían llegando firmes a la espera de sus superiores, con la certeza de que para cuando llegaran ya estarían lejos del lugar.
Mientras caminaban por las calles, Al'theas escuchaba atentamente lo que la elfa le decía. Le parecía irónica la forma que tenia de hablar de los humanos, antes ya en la biblioteca había expresado su desagrado antes los meticulosos métodos de los humanos de impartir su justicia, y ahora le explicaba lo chocante que podía resultar para ellos ver elfos caminando por sus calles. Si, los humanos podían llegar a ser difíciles salvo algunas excepciones, debido a sus primitivos prejuicios, era algo que ya había experimentado de primera mano desde que dejo su hogar natal por primera vez hace tanto tiempo atrás y que con el tiempo había aprendido a tolerarlo como las picaduras de mosquito, pero a pesar de todo eso ella... vivía en una casa situada en una ciudad humana, lo cual le parecía cuanto menos... curioso.
Al'theas no tardo en percatarse de las indiscretas miradas de la gente a su paso, lo cual le hizo recordar que aun estaba llevando su armadura esmeralda salpicada en sangre como marca de la batalla en la que tuvo que participar, una de sus cejas dio un pequeño salto al comprender que esto podría llamarle la atención a cualquiera.
-Un baño... y una buena limpieza para mi armadura me vendría perfecto ahora que lo mencionáis...- Murmuro el elfo en respuesta ante el comentario sobre la poca importancia que algunos humanos daban a su higiene personal... mientras pensaba en aquella posibilidad sobre la taberna en la que se hospedaba, pues no había reparado en ese detalle hasta ahora, lo cual despertó cierto temor ante su necesidad.
A medida que llegaban al lugar donde la elfa se hospedaba, Al'theas pudo notar el cambio en las estructuras, mas cuidadas y calles mas limpias, parecía un lugar tranquilo donde no parecía faltar de nada -Así que... vivís aquí- dijo en respuesta tras la confirmación de la elfa, observando el nombre que ostentaba el establecimiento conocido como "Posada del Rey y la Reina" hasta que llegaron ante una puerta con otro cartel que decía "Vial blanco: Alquimia y remedios", la cual fue abierta por la elfa y esta le insto a pasar dentro.
Una vez dentro, tras cerrarse la puerta, el elfo pudo contemplar que el interior de la casa la elfa tenia montada un completo boticario, comprendiendo ahora el letrero de afuera al mismo tiempo que caía en la cuenta de lo resuelta que demostraba ser aquella elfa, sorpresa que fue aun mayor cuando miro su rostro sin su capucha ahora de cerca, ya la había visto antes en la biblioteca, pero no tan de cerca como para apreciar sus bellos rasgos y unos ojos aguamarina con los que por un instante se había quedado clavado a mirarlos al grado de temer parecer descortés, pero ante todo, lo que mas le sorprendió fue comprobar lo joven que aparentaba a sabiendas del terrible poder que controlaba.
Salio de sus pensamientos en cuanto ella comenzó a hablarle, haciéndole conocer su nombre a Al'theas, junto a su rango como sacerdotisa y el curioso dato de que su padre fue entrenado como caballero esmeralda al igual que él.
-Que sorpresa... así que vuestro padre fue entrenado como caballero esmeralda... eso explica por que sabíais aquellos datos sobre mi...- Se dio una pequeña pausa antes de seguir hablando -Me llamo Al'theas Tinarandel, hijo de Tadrien y Anarathien Tinarandel de la villa de la esperanza, lugar donde se fundo la orden de los caballeros esmeralda... ¿es posible que vuestro padre se instruyera allí tal vez? y... mas importante aun...- Volvió a darse una pequeña pausa para encontrar las palabras adecuadas -Ese... poder que esgrimáis... esa... aura oscura que emitís... ¿que es?...- Pregunto con cierto tono de inocencia para intentar no convertir aquellas preguntas en el mismo interrogatorio del que intentaron ahorrarse por parte de la guardia.
Había cierta preocupación en la joven elfa que no tardo en expresar al confirmar que la presencia oscura era emitida por ella y las preguntas que ello conllevaría, a lo cual Al'theas se limito a asentir sin decir ninguna palabra al respecto, no era el momento ni el lugar para hablar de ello, pero se sentía aliviado antes la buena voluntad que demostraba al confesárselo, ahorrándole la incomoda tarea de preguntárselo directamente.
Despidiéndose de la muchacha con una pequeña reverencia, Al'theas siguió los pasos de la joven elfa al exterior de la biblioteca, observando a los guardias que seguían llegando firmes a la espera de sus superiores, con la certeza de que para cuando llegaran ya estarían lejos del lugar.
Mientras caminaban por las calles, Al'theas escuchaba atentamente lo que la elfa le decía. Le parecía irónica la forma que tenia de hablar de los humanos, antes ya en la biblioteca había expresado su desagrado antes los meticulosos métodos de los humanos de impartir su justicia, y ahora le explicaba lo chocante que podía resultar para ellos ver elfos caminando por sus calles. Si, los humanos podían llegar a ser difíciles salvo algunas excepciones, debido a sus primitivos prejuicios, era algo que ya había experimentado de primera mano desde que dejo su hogar natal por primera vez hace tanto tiempo atrás y que con el tiempo había aprendido a tolerarlo como las picaduras de mosquito, pero a pesar de todo eso ella... vivía en una casa situada en una ciudad humana, lo cual le parecía cuanto menos... curioso.
Al'theas no tardo en percatarse de las indiscretas miradas de la gente a su paso, lo cual le hizo recordar que aun estaba llevando su armadura esmeralda salpicada en sangre como marca de la batalla en la que tuvo que participar, una de sus cejas dio un pequeño salto al comprender que esto podría llamarle la atención a cualquiera.
-Un baño... y una buena limpieza para mi armadura me vendría perfecto ahora que lo mencionáis...- Murmuro el elfo en respuesta ante el comentario sobre la poca importancia que algunos humanos daban a su higiene personal... mientras pensaba en aquella posibilidad sobre la taberna en la que se hospedaba, pues no había reparado en ese detalle hasta ahora, lo cual despertó cierto temor ante su necesidad.
A medida que llegaban al lugar donde la elfa se hospedaba, Al'theas pudo notar el cambio en las estructuras, mas cuidadas y calles mas limpias, parecía un lugar tranquilo donde no parecía faltar de nada -Así que... vivís aquí- dijo en respuesta tras la confirmación de la elfa, observando el nombre que ostentaba el establecimiento conocido como "Posada del Rey y la Reina" hasta que llegaron ante una puerta con otro cartel que decía "Vial blanco: Alquimia y remedios", la cual fue abierta por la elfa y esta le insto a pasar dentro.
Una vez dentro, tras cerrarse la puerta, el elfo pudo contemplar que el interior de la casa la elfa tenia montada un completo boticario, comprendiendo ahora el letrero de afuera al mismo tiempo que caía en la cuenta de lo resuelta que demostraba ser aquella elfa, sorpresa que fue aun mayor cuando miro su rostro sin su capucha ahora de cerca, ya la había visto antes en la biblioteca, pero no tan de cerca como para apreciar sus bellos rasgos y unos ojos aguamarina con los que por un instante se había quedado clavado a mirarlos al grado de temer parecer descortés, pero ante todo, lo que mas le sorprendió fue comprobar lo joven que aparentaba a sabiendas del terrible poder que controlaba.
Salio de sus pensamientos en cuanto ella comenzó a hablarle, haciéndole conocer su nombre a Al'theas, junto a su rango como sacerdotisa y el curioso dato de que su padre fue entrenado como caballero esmeralda al igual que él.
-Que sorpresa... así que vuestro padre fue entrenado como caballero esmeralda... eso explica por que sabíais aquellos datos sobre mi...- Se dio una pequeña pausa antes de seguir hablando -Me llamo Al'theas Tinarandel, hijo de Tadrien y Anarathien Tinarandel de la villa de la esperanza, lugar donde se fundo la orden de los caballeros esmeralda... ¿es posible que vuestro padre se instruyera allí tal vez? y... mas importante aun...- Volvió a darse una pequeña pausa para encontrar las palabras adecuadas -Ese... poder que esgrimáis... esa... aura oscura que emitís... ¿que es?...- Pregunto con cierto tono de inocencia para intentar no convertir aquellas preguntas en el mismo interrogatorio del que intentaron ahorrarse por parte de la guardia.
Al'theas Tinarandel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Despacio Níniel comenzó a deshacer el nudo que ataba su negra capa y, tras sostener con seguridad la sorprendida mirada del elfo al verla sin capucha, la colgó con cuidado de un perchero cercano a la puerta de entrada mientras su invitado daba rienda suelta a su curiosidad, revisando que no hubiera sufrido algún daño durante la lucha del que no se hubiese percatado antes de quitársela. Girándose acto seguido para responder a las cuestiones empezando por una inocente y en apariencia de pura cortesía sobre los orígenes de su mencionado padre, miembro de la misma orden que él y motivo por el que la joven reconoció su posición con tan solo ver el característico diseño de su armadura.
-Desconocía que otras aldeas entrenaran también caballeros esmeralda. Pensaba que todos eran instruidos en la villa de la esperanza. Mi padre vivió allí varias décadas, aunque proviene de una familia del clan de los tres lagos.- Respondió sin entrar en detalles dirigiéndose a continuación al mostrador sobre el que había dejado su bolsa y sacando de ella aquel libro que finalmente había "tomado prestado" de la biblioteca, observando su encuadernado con detenimiento por un instante y deslizándolo a continuación sobre el mostrador en dirección a su interlocutor antes de seguir respondiendo.
-Dragones del norte, bueno, semi-dragones más bien. Supongo que estás al corriente de su historia, incluso es posible que hayas visto a alguno en tu viaje.- Dijo de forma críptica haciendo una breve pausa en la que parecía estar tratando de organizar sus recuerdos y sus ideas. -He conocido a más de uno. La mayoría seres nobles y poderosos aliados en combate...aunque no todos. Hace poco tuve que enfrentarme contra una de esas... excepciones. Un ser oscuro de más de veinte metros de pura y salvaje maldad.- De nuevo se detuvo unos segundos para dejar que calase aquella información, lo colosal de aquella terrible criatura. -Logramos sobrevivir y en cierto modo conseguimos cumplir con los objetivos de aquella misión de la logia de hechiceros...Pero parece que antes de retirarse aquel ser me dió o se dejó algo en mí. Un regalo oscuro, una maldición. Una oscuridad creciente y tentadora que me hace más y más fuerte, pero que tiene un precio. Un precio que a veces parece terrible y otras llego a pensar que vale la pena pagar...- Dijo mirándole a los ojos para comprobar si la había entendido y dejando aquella última frase en el aire, quedando de nuevo meditabunda.
-No tienes que preocuparte. Solo recuerda lo que le pasa a la gente que me enfada y todo irá bien, supongo. Además el orfanato está al otro lado de la ciudad por lo que no nos llevará mucho llegar hasta allí y ver a dónde conduce todo esto.- Expresó denotando su interés por cambiar de tema y pasar ya a todo aquel asunto de la semilla oscura, la muerte del Señor Rassel, sus últimas palabras y aquel extraño y peligroso grupo que había ido a por él y a por aquel secreto por el que estuvo dispuesto a morir. Aunque hizo una pausa por si el elfo tenía nuevas preguntas sobre lo anterior antes de indicar que la zona dedicada a vivienda del lugar estaba escalera arriba.
-Por aquí, hay un baño y puedo prestarte mi equipo para lustrar armaduras para que no vayas por ahí cubierto de sangre.- Le guiaría conduciéndole escaleras arriba, donde una sala amplia que hacía las veces de comedor y sala de estar les daría la bienvenida con un agradable olor a flores bien cuidadas. Era un lugar bien iluminado, limpio y ordenado como la parte inferior, denotando que el orden y la limpieza eran muy importantes para la joven sacerdotisa. La decoración; mesa principal, mesillas, sillones, mesitas, etc, era claramente humana, aunque los toques florales parecía intentar darle un toque más natural y fresco a todo aquello, llegando a enmascarar el olor de la ciudad. Dos grandes ventanas opuestas la una a la otra era la fuente de toda aquella luz y frente a las escaleras podían verse dos puertas que conducían a las dos habitaciones de la casa, una mayor y otra más pequeña que compartían el mismo baño, el cual contaba con una pequeña pero práctica bañera de madera. Podía resultar extraño el hecho de que no parecía haber una cocina o una zona dedicada para cocinar...Pero lo cierto era que Níniel comía siempre en la posada de al lado a la cual podía accederse directamente a través de una puerta en la primera planta, por lo que el único fuego allí era el del equipo de alquimia y en su despensa solo había fruta, queso y otros productos que no requerían ser cocinados.
-Cuidado no manches nada y..- En ese preciso momento una ardilla blanca se lanzó sobre el elfo trepando hasta su cabeza y comenzando a tirarle del pelo juguetonamente, emitiendo alegres chillidos y correteando sobre sus hombros antes de lanzarse al suelo y seguir corriendo antes de trepar hasta el hombro de Níniel donde por fin se quedó quieta, apareciendo en ese momento un pequeño cachorro de perro de negro pelaje y grandes orejas colgantes que enseguida pidió las carantoñas de rigor antes de acercarse a oler al extraño recién llegado. -...cuidado con Geralt y Noctis. Saben que no pueden bajar abajo, pero estos son sus dominios.- Dijo la joven sirviendo con su natural gracilidad una cesta de fruta fresca y algo para beber en la mesa principal.
-Desconocía que otras aldeas entrenaran también caballeros esmeralda. Pensaba que todos eran instruidos en la villa de la esperanza. Mi padre vivió allí varias décadas, aunque proviene de una familia del clan de los tres lagos.- Respondió sin entrar en detalles dirigiéndose a continuación al mostrador sobre el que había dejado su bolsa y sacando de ella aquel libro que finalmente había "tomado prestado" de la biblioteca, observando su encuadernado con detenimiento por un instante y deslizándolo a continuación sobre el mostrador en dirección a su interlocutor antes de seguir respondiendo.
-Dragones del norte, bueno, semi-dragones más bien. Supongo que estás al corriente de su historia, incluso es posible que hayas visto a alguno en tu viaje.- Dijo de forma críptica haciendo una breve pausa en la que parecía estar tratando de organizar sus recuerdos y sus ideas. -He conocido a más de uno. La mayoría seres nobles y poderosos aliados en combate...aunque no todos. Hace poco tuve que enfrentarme contra una de esas... excepciones. Un ser oscuro de más de veinte metros de pura y salvaje maldad.- De nuevo se detuvo unos segundos para dejar que calase aquella información, lo colosal de aquella terrible criatura. -Logramos sobrevivir y en cierto modo conseguimos cumplir con los objetivos de aquella misión de la logia de hechiceros...Pero parece que antes de retirarse aquel ser me dió o se dejó algo en mí. Un regalo oscuro, una maldición. Una oscuridad creciente y tentadora que me hace más y más fuerte, pero que tiene un precio. Un precio que a veces parece terrible y otras llego a pensar que vale la pena pagar...- Dijo mirándole a los ojos para comprobar si la había entendido y dejando aquella última frase en el aire, quedando de nuevo meditabunda.
-No tienes que preocuparte. Solo recuerda lo que le pasa a la gente que me enfada y todo irá bien, supongo. Además el orfanato está al otro lado de la ciudad por lo que no nos llevará mucho llegar hasta allí y ver a dónde conduce todo esto.- Expresó denotando su interés por cambiar de tema y pasar ya a todo aquel asunto de la semilla oscura, la muerte del Señor Rassel, sus últimas palabras y aquel extraño y peligroso grupo que había ido a por él y a por aquel secreto por el que estuvo dispuesto a morir. Aunque hizo una pausa por si el elfo tenía nuevas preguntas sobre lo anterior antes de indicar que la zona dedicada a vivienda del lugar estaba escalera arriba.
-Por aquí, hay un baño y puedo prestarte mi equipo para lustrar armaduras para que no vayas por ahí cubierto de sangre.- Le guiaría conduciéndole escaleras arriba, donde una sala amplia que hacía las veces de comedor y sala de estar les daría la bienvenida con un agradable olor a flores bien cuidadas. Era un lugar bien iluminado, limpio y ordenado como la parte inferior, denotando que el orden y la limpieza eran muy importantes para la joven sacerdotisa. La decoración; mesa principal, mesillas, sillones, mesitas, etc, era claramente humana, aunque los toques florales parecía intentar darle un toque más natural y fresco a todo aquello, llegando a enmascarar el olor de la ciudad. Dos grandes ventanas opuestas la una a la otra era la fuente de toda aquella luz y frente a las escaleras podían verse dos puertas que conducían a las dos habitaciones de la casa, una mayor y otra más pequeña que compartían el mismo baño, el cual contaba con una pequeña pero práctica bañera de madera. Podía resultar extraño el hecho de que no parecía haber una cocina o una zona dedicada para cocinar...Pero lo cierto era que Níniel comía siempre en la posada de al lado a la cual podía accederse directamente a través de una puerta en la primera planta, por lo que el único fuego allí era el del equipo de alquimia y en su despensa solo había fruta, queso y otros productos que no requerían ser cocinados.
-Cuidado no manches nada y..- En ese preciso momento una ardilla blanca se lanzó sobre el elfo trepando hasta su cabeza y comenzando a tirarle del pelo juguetonamente, emitiendo alegres chillidos y correteando sobre sus hombros antes de lanzarse al suelo y seguir corriendo antes de trepar hasta el hombro de Níniel donde por fin se quedó quieta, apareciendo en ese momento un pequeño cachorro de perro de negro pelaje y grandes orejas colgantes que enseguida pidió las carantoñas de rigor antes de acercarse a oler al extraño recién llegado. -...cuidado con Geralt y Noctis. Saben que no pueden bajar abajo, pero estos son sus dominios.- Dijo la joven sirviendo con su natural gracilidad una cesta de fruta fresca y algo para beber en la mesa principal.
Níniel Thenidiel
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Re: La semilla de la oscuridad. [Libre] (3/3) (CERRADO)
Al'theas prestaba atención a todo lo que Níniel le contaba mientras no podía dejar de mirarla, en parte por que su belleza le cautivaba, pero sobre todo la miraba con admiración, aun le parecía mentira que una elfa tan joven pudiera ser poderosa y soportar lo que parecía ser una oscura maldición por la historia de su lucha contra un semi-dragón. Había oído hablar de la familia de los tres lagos y le suponía todo un honor que en su villa se hubiese instruido el padre de Níniel como caballero esmeralda.
-Ya veo... hay casos en los que padres instruyen a sus hijos en sus hogares ajenos a la villa a la que pertenezco, y dichos padres han recibido instrucción en la dicha, pero es un honor saber que alguien como vuestro padre decidiera instruirse en la meca de nuestra orden, y seguro estoy de que vuestro padre se siente orgulloso de tener a una hija prodiga como vos- Aquello ultimo lo había dicho como un sincero cumplido, pero también lo había dicho para alargar mas la charla y saber mas sobre ella y su historia con el semi-dragón, de la cual probablemente su propio padre no sabia nada, y ahí era donde Al'theas quería llegar, no para juzgar a la joven por manipular poderes cuestionables, si no para saber que tan sola podía estar una "hermana" ante semejante carga.
No había pasado desapercibido su comentario sobre la posibilidad de que Al'theas se hubiese topado con dragones y semi-dragones, sabiendo que estos últimos tenían la capacidad caminar entre humanos bajo la apariencia de uno de ellos, en ese mismo instante se acordó de aquella muchacha de la biblioteca de la que desconocía su nombre... ¿podría ser ella un caso? si bien había notado algo curioso en ella pero no era un virtuoso de la magia como su compañera elfica como para estar seguro en algo que la propia Níniel había dejado caer como una aparente indirecta.
Mientras Al'theas se daba un instante para pensar en aquella trivialidad, pudo notar el interés de Níniel en cambiar de tema, eso decía mucho sobre lo que sospechaba en principio, estaba sola y ese poder era mas de lo que podría manejar, aunque al menos podía controlarlo, por ahora. Esta afirmación por supuesto solo era en teoría, y por lo tanto aun necesitaba reflexionar un poco mas sobre como abordar el asunto, podría hacer muchas cosas, largarse sin mas ese mismo día, intentar obligarla a tomar la decisión de ponerse bajo el cuidado de expertos que pudieran tratar su problema con aquella energía oscura... o hacer lo que ahora mismo era su, preferencia, hacer caso de su instinto, que le empujaba a ayudar a la joven elfa en el misterio actual con la esperanza de se hallara una solución para su problema de naturaleza oscura.
Justo entonces Níniel le había ofrecido amablemente su baño para poder asearse y lo necesario para limpiar la armadura -Os lo agradezco... y mi armadura también- Dijo con una sonrisa sabiendo que su vestimenta estaba hecha unos zorros por el combate mientras seguía a Níniel en silencio por la casa, observando con curiosidad la decoración que a pesar estar hecha con artículos de artesanía humana, el gusto elfico era inconfundible, tanto... que por un momento pensaba que había vuelto a su hogar en la villa de la esperanza y el olor a flores no hacia mas que perderle en el recuerdo a cada paso que daba, hasta una pequeña ardilla albina sobre su cabeza le saco de sus pensamientos.
Al´theas se encogió con sorpresa ante el travieso animalillo, tolerando sus carreras por encima de su armadura hasta que le dio por saltar hacia su dueña -Si hubiese sido un enemigo... ahora mismo yo estaría muerto, me ha pillado totalmente por sorpresa- Dijo el elfo con una sonrisa para luego percatarse del otro animal reclamando la atención de Níniel para luego olisquear extrañado al elfo de armadura esmeralda teñida de carmesí -Si... vuestro amigo tiene razón, necesito desprenderme del... olor a batalla, y... gracias, eres muy amable Níniel... procurare no ensuciar nada- Dijo gratamente sobreponiéndose de la sorpresa anterior apenas dándose cuenta de que se había dirigido a ella con palabras mas cercanas hasta que ya era tarde, cosa que suele ocurrir solo con las personas de confianza... y no estaba seguro de si en este caso era prudente para él a estas alturas -No tardare- Dijo con calma antes de entrar en el baño.
Una vez dentro del baño, cerrando la puerta tras de si Al'theas se desprende primero de la parte superior de su armadura y la malla que hace de doble refuerzo y de las prendas interiores de tela, dejando al descubierto su torso antes de quitarse las placas y parte baja de la armadura y las botas, colocando todas las piezas con cuidado a un lado sobre el suelo junto a su espada envainada y su escudo, formando sobre el suelo una especie de soldado tumbado como si fuera un ritual que en realidad solo se trataba de una manía personal que le ayudaba a saber donde estaba cada pieza, teniendo en mente asearse primero antes que nada tras despojarse de las pocas prendas que le faltaban, encorvando ligeramente la espalda hacia atrás hasta notar como crujía -Aaah...estaba deseando hacer esto desde que me estampe con aquella estantería...- Dijo para si con alivio, la bañera estaba llena de agua limpia, probablemente Níniel tenia pensado estrenarla hasta que resulto que no venia sola... Al'theas sintió algo de reparo ante ese detalle y se prometió tardar lo mínimo posible.
Se fijo en el agua de la bañera, calma como un espejo, reflejando el techo y a él mismo cuando se acerca, observando su reflejo y pasando sus dedos por encima de aquella gran cicatriz que cruzaba su pecho como un camino a recuerdos del pasado, para luego subir su mano hasta su mejilla al percatarse de una nueva linea carmesí que algún día se convertiría en otra cicatriz -Otra señal que me recordara que la próxima vez debo tener mas cuidado...- Se dijo a si mismo esbozando una irónica sonrisa, para acto seguido introducirse en el agua con cuidado de no rebozar, llevando agua con sus manos para refrescarse la cara y llevando hacia atrás su cabello, dándose unos instantes para relajarse sobre el borde de la bañera, enfriar las ideas y poner en orden sus pensamientos -... No traigo muda limpia conmigo...- Pensó en un trascendental momento de reflexión... Al'theas supuso que no le iba a matar volver a ponerse las prendas de tela para estar cómodo, ademas ya había abusado bastante de la hospitalidad de su anfitriona y ya habían transcurrido diez minutos desde que entro en el baño, por lo que se dispuso a salir de la bañera y vestirse para dejarle libre el baño a Níniel por si tenia pensado usarlo.
-Ya veo... hay casos en los que padres instruyen a sus hijos en sus hogares ajenos a la villa a la que pertenezco, y dichos padres han recibido instrucción en la dicha, pero es un honor saber que alguien como vuestro padre decidiera instruirse en la meca de nuestra orden, y seguro estoy de que vuestro padre se siente orgulloso de tener a una hija prodiga como vos- Aquello ultimo lo había dicho como un sincero cumplido, pero también lo había dicho para alargar mas la charla y saber mas sobre ella y su historia con el semi-dragón, de la cual probablemente su propio padre no sabia nada, y ahí era donde Al'theas quería llegar, no para juzgar a la joven por manipular poderes cuestionables, si no para saber que tan sola podía estar una "hermana" ante semejante carga.
No había pasado desapercibido su comentario sobre la posibilidad de que Al'theas se hubiese topado con dragones y semi-dragones, sabiendo que estos últimos tenían la capacidad caminar entre humanos bajo la apariencia de uno de ellos, en ese mismo instante se acordó de aquella muchacha de la biblioteca de la que desconocía su nombre... ¿podría ser ella un caso? si bien había notado algo curioso en ella pero no era un virtuoso de la magia como su compañera elfica como para estar seguro en algo que la propia Níniel había dejado caer como una aparente indirecta.
Mientras Al'theas se daba un instante para pensar en aquella trivialidad, pudo notar el interés de Níniel en cambiar de tema, eso decía mucho sobre lo que sospechaba en principio, estaba sola y ese poder era mas de lo que podría manejar, aunque al menos podía controlarlo, por ahora. Esta afirmación por supuesto solo era en teoría, y por lo tanto aun necesitaba reflexionar un poco mas sobre como abordar el asunto, podría hacer muchas cosas, largarse sin mas ese mismo día, intentar obligarla a tomar la decisión de ponerse bajo el cuidado de expertos que pudieran tratar su problema con aquella energía oscura... o hacer lo que ahora mismo era su, preferencia, hacer caso de su instinto, que le empujaba a ayudar a la joven elfa en el misterio actual con la esperanza de se hallara una solución para su problema de naturaleza oscura.
Justo entonces Níniel le había ofrecido amablemente su baño para poder asearse y lo necesario para limpiar la armadura -Os lo agradezco... y mi armadura también- Dijo con una sonrisa sabiendo que su vestimenta estaba hecha unos zorros por el combate mientras seguía a Níniel en silencio por la casa, observando con curiosidad la decoración que a pesar estar hecha con artículos de artesanía humana, el gusto elfico era inconfundible, tanto... que por un momento pensaba que había vuelto a su hogar en la villa de la esperanza y el olor a flores no hacia mas que perderle en el recuerdo a cada paso que daba, hasta una pequeña ardilla albina sobre su cabeza le saco de sus pensamientos.
Al´theas se encogió con sorpresa ante el travieso animalillo, tolerando sus carreras por encima de su armadura hasta que le dio por saltar hacia su dueña -Si hubiese sido un enemigo... ahora mismo yo estaría muerto, me ha pillado totalmente por sorpresa- Dijo el elfo con una sonrisa para luego percatarse del otro animal reclamando la atención de Níniel para luego olisquear extrañado al elfo de armadura esmeralda teñida de carmesí -Si... vuestro amigo tiene razón, necesito desprenderme del... olor a batalla, y... gracias, eres muy amable Níniel... procurare no ensuciar nada- Dijo gratamente sobreponiéndose de la sorpresa anterior apenas dándose cuenta de que se había dirigido a ella con palabras mas cercanas hasta que ya era tarde, cosa que suele ocurrir solo con las personas de confianza... y no estaba seguro de si en este caso era prudente para él a estas alturas -No tardare- Dijo con calma antes de entrar en el baño.
Una vez dentro del baño, cerrando la puerta tras de si Al'theas se desprende primero de la parte superior de su armadura y la malla que hace de doble refuerzo y de las prendas interiores de tela, dejando al descubierto su torso antes de quitarse las placas y parte baja de la armadura y las botas, colocando todas las piezas con cuidado a un lado sobre el suelo junto a su espada envainada y su escudo, formando sobre el suelo una especie de soldado tumbado como si fuera un ritual que en realidad solo se trataba de una manía personal que le ayudaba a saber donde estaba cada pieza, teniendo en mente asearse primero antes que nada tras despojarse de las pocas prendas que le faltaban, encorvando ligeramente la espalda hacia atrás hasta notar como crujía -Aaah...estaba deseando hacer esto desde que me estampe con aquella estantería...- Dijo para si con alivio, la bañera estaba llena de agua limpia, probablemente Níniel tenia pensado estrenarla hasta que resulto que no venia sola... Al'theas sintió algo de reparo ante ese detalle y se prometió tardar lo mínimo posible.
Se fijo en el agua de la bañera, calma como un espejo, reflejando el techo y a él mismo cuando se acerca, observando su reflejo y pasando sus dedos por encima de aquella gran cicatriz que cruzaba su pecho como un camino a recuerdos del pasado, para luego subir su mano hasta su mejilla al percatarse de una nueva linea carmesí que algún día se convertiría en otra cicatriz -Otra señal que me recordara que la próxima vez debo tener mas cuidado...- Se dijo a si mismo esbozando una irónica sonrisa, para acto seguido introducirse en el agua con cuidado de no rebozar, llevando agua con sus manos para refrescarse la cara y llevando hacia atrás su cabello, dándose unos instantes para relajarse sobre el borde de la bañera, enfriar las ideas y poner en orden sus pensamientos -... No traigo muda limpia conmigo...- Pensó en un trascendental momento de reflexión... Al'theas supuso que no le iba a matar volver a ponerse las prendas de tela para estar cómodo, ademas ya había abusado bastante de la hospitalidad de su anfitriona y ya habían transcurrido diez minutos desde que entro en el baño, por lo que se dispuso a salir de la bañera y vestirse para dejarle libre el baño a Níniel por si tenia pensado usarlo.
Al'theas Tinarandel
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