Envidia y Venganza [Desafío]
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Envidia y Venganza [Desafío]
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Diversas razones habían mantenido ocupado a Lord Treki, los preparativos para la ejecución no habían sido nada sencillos, además de todo el papeleo que se requería firmar y otros acuerdos de cooperación que justamente firmaría con una delegación de brujos de Beltrexus; se habían reunido en lo que supuestamente era una casa segura en las proximidades del cuartel de la Guardia Real, algunos soldados custodiaban la entrada para evitar intrusos pero al mismo tiempo trataban de hacer que todo pareciera normal, por lo que a los peatones se les permitía transitar frente al sitio con total normalidad para evitar crear sospechas de que se llevaba a cabo una reunión importante.
Repentinamente y sin aviso alguno un par de esferas de cristal se rompieron a cada una de las esquinas encerrando a quien se encontrase en medio de aquella calle entre dos muros de fuego que se esparcieron hasta donde el líquido en el interior de las botellas pudo alcanzar, aunque se expandía de prisa, los guardias se pusieron de inmediato en alerta aunque el primero de ellos cayó al piso antes de siquiera poder desenvainar su arma, con una flecha atravesando su corazón -Nos atacan, nos atacan- Alertó uno de los dos que quedaban antes que otra flecha le perforara el cerebro y lo anclara contra la pared.
Los peatones que habían quedado en medio comenzaron a gritar sin saber a dónde correr, unos diez humanos entre mujeres y niños habían sido tomados como rehenes en medio del fuego cruzado de quien fuera que hubiese decidido tomar por asalto la reunión de Lord Treki; el único guardia que quedaba desenfundó su espada y se salvó por poco de ser el tercero en caer, pues la flecha se estrelló contra el escudo que apenas acababa de colocar como defensa, de seguir así los arrasarían antes de poder siquiera esperar a los refuerzos.
∞ El primer post debe contener el comienzo de la ejecución de la labor, cómo se llega y qué es lo primero que se hace. A continuación el master posteará agregando una dificultad y finalmente se terminará con un post donde se resuelve la dificultad y se termina el evento.
∞ Todos los temas del evento se desarrollan en la oscuridad de la noche.
∞ Es importante mantenerse dentro de los límites establecidos por el evento, ya que cada uno forma parte de una historia mayor.
∞ Se permite la creatividad y el control de sucesos o PNJs, siempre y cuando esto no vaya en contra de la regla anterior.
∞ El evento debe ser completado en un máximo de 2 semanas luego de comenzado.
∞ Se aceptan entre 1 y 2 personajes (se esperará hasta dos días luego de iniciado para el posible ingreso de otro, luego de eso, si no hay nadie más, se comenzará con uno solo).
∞ Habrá recompensa en puntos (Máximo 5) y aeros (Máximo 300).
∞ Para unirte, debes primero postear en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Repentinamente y sin aviso alguno un par de esferas de cristal se rompieron a cada una de las esquinas encerrando a quien se encontrase en medio de aquella calle entre dos muros de fuego que se esparcieron hasta donde el líquido en el interior de las botellas pudo alcanzar, aunque se expandía de prisa, los guardias se pusieron de inmediato en alerta aunque el primero de ellos cayó al piso antes de siquiera poder desenvainar su arma, con una flecha atravesando su corazón -Nos atacan, nos atacan- Alertó uno de los dos que quedaban antes que otra flecha le perforara el cerebro y lo anclara contra la pared.
Los peatones que habían quedado en medio comenzaron a gritar sin saber a dónde correr, unos diez humanos entre mujeres y niños habían sido tomados como rehenes en medio del fuego cruzado de quien fuera que hubiese decidido tomar por asalto la reunión de Lord Treki; el único guardia que quedaba desenfundó su espada y se salvó por poco de ser el tercero en caer, pues la flecha se estrelló contra el escudo que apenas acababa de colocar como defensa, de seguir así los arrasarían antes de poder siquiera esperar a los refuerzos.
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∞ Es importante mantenerse dentro de los límites establecidos por el evento, ya que cada uno forma parte de una historia mayor.
∞ Se permite la creatividad y el control de sucesos o PNJs, siempre y cuando esto no vaya en contra de la regla anterior.
∞ El evento debe ser completado en un máximo de 2 semanas luego de comenzado.
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Ansur
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Re: Envidia y Venganza [Desafío]
Cada contorneo venidero lleva consigo un halito instigador capaz de abrumar a los más adultos así como también a los retoños. El tacón de cada bota rechina en contra de la piedra, una sucia y desaliñada con el pasar de las horas, días, años en sumo descuido por los aldeanos del lugar. Ciertamente las ansias de transitar por estos lares disminuyen tras sucesos anteriores y próximos a dicha localidad, una diminuta zarigüeya resurge en cada pensamiento, los más explícitos y aquellos que por el pasar de los días se han vuelto más borrosos. ¿Qué tiene Lunargenta que tan sólo trae inmoralidad? Quien sabe, no hay pegas que detallar ni un malestar que me fuerce a tomar un rumbo diferente, allí donde esté el caos y reine la catástrofe alargaré los brazos, respiraré un aire henchido de adversidad y tomaré parte de cada desventura y posibles calamidades.
Bajo el manto ennegrecido donde la luna cual vidriera repleta de fulgores nos conduce en este mundo pútrido voy extraviándome, cada paso a un ritmo acompasado se disfraza entre los chismorreos de las cortesanas en pleno arduo trabajo y los últimos mercantiles que aún andan ordenando la mercancía, la guardan y marchan a sus respectivas moradas con la familia merecida. Si bien es cierto que odio las aglomeraciones en pleno firmamento rutilante, de noche, la luna amena este carácter y la brisa fresca apacigua a la fiera que constantemente advierte con romper cada barrera puesta, entreabrir los barrotes de una celda o deshacerse del candado que me mantiene cuerda, aparentemente tranquila pero internamente con un astro fundiéndome el estómago hasta convertirme en un ser visceral, sin repercusiones en las cuales caer, sin un abismo en el que perderse, no habrán culpabilidades, tan sólo júbilo embravecido por regatos rubíes.
En la caminata nocturna los transeúntes se apiadan de los infantes que a altas horas aún siguen ofreciendo ramilletes, aquellos humildes que sin dinero que llevar a casa ni migajas que llevarse a la boca obsequian muestras de confituras, los que embellecen zapatos y los que se entregan con sus cantos o talentos derivados. La rabia me nace desde el fuero interno al pensar en dónde andarán los progenitores o quien se haga cargo de estas almas inocentes. Cabizbaja y con la capa negruzca impresa en mis facciones intangibles cavilo en supuestos objetivos, siguientes quehaceres antes de volver a los bosques cuando bramidos de toda clase, algunos perturbadores y otros abarrotados por el pavor asisten a estas orejas puntiagudas. De una manera u otra unos muros candentes se levantan, encerrando a unos cuantos sujetos junto conmigo.
¿Qué cojones está pasando, brujos? El ceño finaliza fruncido mientras una marea de cobardes se abalanzan hacia la zona donde estoy ubicada, con ellos vinieron un desagradable repertorio de empujones y por pura irritación estiré la pierna hasta recrear una zancadilla donde más de uno fue de bruces hacia el terreno mugriento. Intrigada recorrí la calle totalmente cortada hasta arribar a la casa donde un alboroto contenta a mi corazón y saca el brío de un crepúsculo soporífero, así si que sí, así podré ser Anfäuglir. Los soldados comenzaron a caer mientras las flechas descendían cuales estrellas fugaces, ah, los latidos se disparan y el énfasis de unirme a la partida me desesperan. ─ Hey, ¡Heeey! ─ Vociferé a uno de los guardias cuando una de las saetas le voló el cerebro, no hallé respuesta y por consecuente tuve que agacharme para no perder la cabeza.
Los restantes van cayendo como moscas hasta que el número aminora. ─ ¡¿Pero quien coño ataca sin presentarse primero?! ─ Los atacantes no cesan y cada vez acordonan más la zona hasta tenerla controlada, con rehenes a su merced y siendo efectivo el ataque aéreo no sé que nos deparará el futuro, ni a mi, ni a aquellos indefensos. Lo que si sé es que sirve como pasatiempo y sin lugar a duda, lo estoy disfrutando al máximo. Un crío, aquel que vendía flores corrió despavorido en busca de un lugar donde resguardarse, las lágrimas empapaban los pómulos enrojecidos, preso del pánico. Una de las flechas surcan el cielo y por instinto de supervivencia agarré uno de los escudos de los cadáveres y corrí hacia el infante, protegiéndole a él, y por supuesto a mi hasta que el impacto dio de lleno con el acero.
─ Hic, Hic, s-señorhic, gracias. ─ Sollozó la criatura bajo el escudo y entre mis brazos, podré ser cruel, despiadada y una salvaje a cada minuto que se pierde en los designios de un destino avaro, pero con los niños, depende de la ocasión, vuelvo a sentir cierta cantidad de humanidad. Con suavidad le proporcioné unos toques en la columna, mi mirada va directa hacia un barril sin tapa donde al menos podrá ocultarse hasta que la reyerta termine. El pequeño corre y sin mirar atrás se adentra en la madera esférica, el escudo pretendo aferrarlo ante una posible y segunda redada de saetas, está claro que aguardaré resolutiva a por el jefe, le contemplaré gélida y me cagaré en sus muertos antes de darle caza.
Bajo el manto ennegrecido donde la luna cual vidriera repleta de fulgores nos conduce en este mundo pútrido voy extraviándome, cada paso a un ritmo acompasado se disfraza entre los chismorreos de las cortesanas en pleno arduo trabajo y los últimos mercantiles que aún andan ordenando la mercancía, la guardan y marchan a sus respectivas moradas con la familia merecida. Si bien es cierto que odio las aglomeraciones en pleno firmamento rutilante, de noche, la luna amena este carácter y la brisa fresca apacigua a la fiera que constantemente advierte con romper cada barrera puesta, entreabrir los barrotes de una celda o deshacerse del candado que me mantiene cuerda, aparentemente tranquila pero internamente con un astro fundiéndome el estómago hasta convertirme en un ser visceral, sin repercusiones en las cuales caer, sin un abismo en el que perderse, no habrán culpabilidades, tan sólo júbilo embravecido por regatos rubíes.
En la caminata nocturna los transeúntes se apiadan de los infantes que a altas horas aún siguen ofreciendo ramilletes, aquellos humildes que sin dinero que llevar a casa ni migajas que llevarse a la boca obsequian muestras de confituras, los que embellecen zapatos y los que se entregan con sus cantos o talentos derivados. La rabia me nace desde el fuero interno al pensar en dónde andarán los progenitores o quien se haga cargo de estas almas inocentes. Cabizbaja y con la capa negruzca impresa en mis facciones intangibles cavilo en supuestos objetivos, siguientes quehaceres antes de volver a los bosques cuando bramidos de toda clase, algunos perturbadores y otros abarrotados por el pavor asisten a estas orejas puntiagudas. De una manera u otra unos muros candentes se levantan, encerrando a unos cuantos sujetos junto conmigo.
¿Qué cojones está pasando, brujos? El ceño finaliza fruncido mientras una marea de cobardes se abalanzan hacia la zona donde estoy ubicada, con ellos vinieron un desagradable repertorio de empujones y por pura irritación estiré la pierna hasta recrear una zancadilla donde más de uno fue de bruces hacia el terreno mugriento. Intrigada recorrí la calle totalmente cortada hasta arribar a la casa donde un alboroto contenta a mi corazón y saca el brío de un crepúsculo soporífero, así si que sí, así podré ser Anfäuglir. Los soldados comenzaron a caer mientras las flechas descendían cuales estrellas fugaces, ah, los latidos se disparan y el énfasis de unirme a la partida me desesperan. ─ Hey, ¡Heeey! ─ Vociferé a uno de los guardias cuando una de las saetas le voló el cerebro, no hallé respuesta y por consecuente tuve que agacharme para no perder la cabeza.
Los restantes van cayendo como moscas hasta que el número aminora. ─ ¡¿Pero quien coño ataca sin presentarse primero?! ─ Los atacantes no cesan y cada vez acordonan más la zona hasta tenerla controlada, con rehenes a su merced y siendo efectivo el ataque aéreo no sé que nos deparará el futuro, ni a mi, ni a aquellos indefensos. Lo que si sé es que sirve como pasatiempo y sin lugar a duda, lo estoy disfrutando al máximo. Un crío, aquel que vendía flores corrió despavorido en busca de un lugar donde resguardarse, las lágrimas empapaban los pómulos enrojecidos, preso del pánico. Una de las flechas surcan el cielo y por instinto de supervivencia agarré uno de los escudos de los cadáveres y corrí hacia el infante, protegiéndole a él, y por supuesto a mi hasta que el impacto dio de lleno con el acero.
─ Hic, Hic, s-señorhic, gracias. ─ Sollozó la criatura bajo el escudo y entre mis brazos, podré ser cruel, despiadada y una salvaje a cada minuto que se pierde en los designios de un destino avaro, pero con los niños, depende de la ocasión, vuelvo a sentir cierta cantidad de humanidad. Con suavidad le proporcioné unos toques en la columna, mi mirada va directa hacia un barril sin tapa donde al menos podrá ocultarse hasta que la reyerta termine. El pequeño corre y sin mirar atrás se adentra en la madera esférica, el escudo pretendo aferrarlo ante una posible y segunda redada de saetas, está claro que aguardaré resolutiva a por el jefe, le contemplaré gélida y me cagaré en sus muertos antes de darle caza.
Eretria Noorgard
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Re: Envidia y Venganza [Desafío]
La noche había caído sobre la ciudad casi sin que la elfa, ensimismada en sus asuntos y tareas, se percatara de ello. Aún era temprano en la tarde cuando abandonó la relativa seguridad de su hogar en la ciudad, pero, como si se tratara del efecto de un hechizo y no del inexorable paso del tiempo, las calles de la mayor de las ciudades de los hombres se encontraban ya sumidas en una oscuridad solo rota por las antorchas y braseros que a intervalos más o menos regulares salpicaban las empedradas rúas con sus titilantes llamas. No hacía frío, aunque se había levantado algo de fresco y a pesar de que se hacía tarde aún había un buen número de personas por el lugar, aunque a juzgar por la visión de los tenderos afanándose en recoger sus mercancías aquel ambiente no duraría mucho más.
Lentamente la joven peliblanca, aún bajo el quicio de la puerta de la tienda de la que acababa de salir, echó hacia delante la capucha de su negra capa como si aquel sencillo gesto pudiera protegerla de cuanto la rodeaba, resguardarla de todo mal y molestia como hacía con el frío y la lluvia, aunque lo cierto es que por una vez no era esa su intención si no más bien todo lo contrario. Tras ella el dueño del establecimiento, un hombre menudo y con su cabeza casi completamente desprovista de cabello, aprovechó el momento del cierre para despedirse de la que era una de sus mejores clientas y a la que había dedicado prácticamente por completo las dos últimas horas de su tiempo.
-Espero que los resultados que obtenga con mis ingredientes cumplan como siempre sus expectativas. Le prometo que haré lo imposible por hacerme con la cantidad de lirio atigrado que me ha pedido en breve, diría que en un par de días podré mandar a mi chico a su tienda con ello.- Repitió el hombrecillo al que Níniel sacaba más de una cabeza de manera solícita, tal y como había hecho ya en tres ocasiones en el interior del local.
-Eso espero, puedo esperar ese tiempo pero no mucho más.- Fue la respuesta de la joven recibiendo un firme asentimiento con la cabeza del humano que volvió a reiterar su promesa antes de desearle una buena noche a la elfa y volver al interior de su tienda para cerrar con llave la gruesa puerta reforzada. Una precaución necesaria cuando como era su caso se trabajaba con objetos pequeños pero que podían alcanzar un gran valor en aeros, una jugosa tentación para los amigos de los ajeno por mucho que prefirieran el oro y las joyas a los ingredientes y pócimas alquímicas.
Aquellos dos días eran más de lo que la peliblanca quería permanecer en la ciudad pero por lo visto no tenía opción, necesitaba esos ingredientes. Aprovecharía ese tiempo para revisar de nuevo los textos sobre maldiciones que había obtenido en la biblioteca y se aseguraría bien de no haber pasado nada por alto para su viaje al este. Igualmente si se quedaba en casa era improbable que surgieran problemas, Cath como mujer bestia no percibía nada extraño en su amiga tras su regreso del helado norte, y Beor y su familia como humanos que eran mucho menos. De hecho quizá estaba siendo demasiado cautelosa en su afán por evitar sobre todo a brujos y a otros elfos, Lunargenta era muy grande y con tal proporción de humanos debería ser fácil pasar desapercibida, pero con el afán que parecían tener los dioses por ponerla a prueba...
-Definitivamente lo mejor es no tentar a la suerte.- Se dijo para sí misma recordando lo ocurrido en la biblioteca y como había ido a toparse con dos representantes de dos de las razas mágicas de Aerandir. Por ello y a buen ritmo dirigió sus pasos directamente hasta su casa sin intención de desviarse ni pararse, avanzando por la avenida con la gracilidad propia de su gente...Poco podía imaginar que en aquella ocasión el camino más directo la llevaría a estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, si es que eso existía.
-!Eh moza!- No tardó en dirigirse hacia ella un humano que por su olor debía de ser pescador o pescadero, comenzando a seguirla al ignorar ésta sus palabras. -Vamos no seas así, quítate esa capucha para que pueda ver tu rostro y déjame acompañarte. Las calles no son seguras para una mujer a estas horas. Tengo dinero...- Insistió el humano sin obtener respuesta de la joven, lo cual lejos de desanimarlo pareció alentarlo a ir más lejos aún y tratar de agarrarla del brazo. En ese momento Níniel no dudó en detenerse y, adelantándose a su movimiento, cogió al humano por la muñeca, algo que cualquiera entendería como un gesto de claro aviso hostil pero que como de costumbre los varones humanos parecían muy dados a no comprender. -Así me gusta, dependiendo de lo que ocultes bajo la capa podría llegar a ser muy gen...genero...Oh vaya ¿Qué me pass...sa.- Fue cuanto pudo decir sin percatarse de que Níniel estaba absorbiendo sus fuerzas a través del agarre que ejercía de su muñeca.
-Tu mujer debería darme las gracias.- Dijo entonces la joven mirando que aquel tipo estaba casado ya que portaba una alianza. -Quizá ahora toda la paga de su marido llegue a casa. No creo que te queden fuerzas para seguir gastándotela. - Añadió la peliblanca esbozando una sonrisa que permanecería oculta bajo su capucha, soltando al hombre solo cuando ya ni siquiera era capaz de sostenerse en pié.
-¿Algún problema señora?- La interrumpió entonces uno de los guardias de la ciudad, uno de los varios que de hecho estaban por la zona, extrañamente concentrados a las puertas de una casa de apariencia normal y corriente. -¿Este borracho la está molestando?.- Inquirió a continuación dando por sentado que el estado de aquel tipo con olor a pescado era debido a la ingesta de gran cantidad de bebidas alcohólicas.
-No se preocupe guardia, me parece que en su estado poco puede molestar, aunque alguien debería apartarlo de la mitad del camino antes de que le hagan daño.- Sugirió la peliblanca comenzando a alejarse de allí y dejando que el guardia se ocupara de aquel orejas redondas...Mas pronto el soldado dejaría de poder ocuparse de nadie, cuando tras dos potentes deflagraciones que cortaron cualquier modo de escape normal de allí seguidas de varias y tremendamente certeras flechas acabaron con su vida y la de otro de sus compañeros sumiendo el lugar en el miedo y el caos.
-Guardia, yo no he hecho... solo estaba...no tiene derecho a echar...echarse encima de este modo.- Protestó el debilitado humano cuando el cuerpo sin vida del soldado se desplomó encima suyo con una saeta clavada en el pecho, justo en el corazón. Un disparo obra de un profesional con el arco, y ese tipo de flechas era claramente...
-Yo que tú me quedaba ahí donde estás humano, salvo que quieras una flecha en tu cuello también.- Aconsejó la sacerdotisa evitando por poco que un orondo tendero se la llevara por delante presa del pánico y buscando a continuación su propia cobertura tras la que estar a salvo de acabar como los guardias. Pues aunque los humanos de uniforme parecían ser el objetivo principal de los disparos al tirador o tiradores tampoco les temblaba el pulso a la hora de disparar contra niños, uno de los cuales fue salvado por una misteriosa figura dotada de no poca agilidad y sí mucha sangre fría.
Finalmente la elfa encontró donde ponerse a cubierto tras uno de los puestos de venta a medio desmontar. Concretamente uno de telas cuya madera la protegería de las flechas y los tejidos aún expuestos evitarían que fuera vista con facilidad desde la posición de los tiradores y convertirse por ello en objetivo. Desde allí comenzó a hacer señales al resto de la gente, instándoles a acercarse y ponerse a cubierto allí con ella, pero el miedo era tal que nadie la hacía caso. Solo una pequeña muchachita vestida con ropas sucias y raídas y que se aferraba a una cesta llena de ramilletes de flores buscó refugió con ella en primera instancia. Estaba aterrada pero no lloraba, era fuerte debido a una vida dura que no le había regalado nunca nada.
-No te preocupes, aquí estás a salvo, ninguna flecha podrá alcanzarte si te quedas conmigo.- Dijo la peliblanca con seguridad echándose la capucha hacia atrás para ver mejor, tratando de ubicar a los causantes de aquello trazando mentalmente las trayectorias de las flechas conforme como rayos impactaban contra aquellos incapaces de ayudarse a sí mismos y ponerse a salvo. -¿Qué está pasando aquí? Esto no es un ataque fortuito...y desde luego estos guardias no estaban aquí por casualidad...- Murmuró la joven pensando en cómo actuar dadas las circunstancias, y para eso el conocimiento era poder. Además aquella cobertura podría protegerlas de las flechas pero no del fuego por lo que tenía que estar preparada para actuar rápido.
-Dioses protegedme.- La sobresaltó una voz cuando el orondo tendero, que por lo visto se las había arreglado para no acabar muerto, se lanzó de panza hasta la misma cobertura que ella quedando jadeante. -No quiero morir...¿qué está pasando? ¿Por qué nos atacan?- No paraba de preguntar histérico y sudando como un cerdo por culpa de su sobrepeso, debía de hacer años que no corría como había corrido aquella noche.
-No lo sé, pero deja de gritar. Si después de correr de un lado para otro como loco con tu tamaño no has acabado muerto no hace falta que llames a tus dioses, ya están aquí contigo. Y deben de estar todos.-Espetó la peliblanca volviendo a centrarse en estudiar la situación.
Lentamente la joven peliblanca, aún bajo el quicio de la puerta de la tienda de la que acababa de salir, echó hacia delante la capucha de su negra capa como si aquel sencillo gesto pudiera protegerla de cuanto la rodeaba, resguardarla de todo mal y molestia como hacía con el frío y la lluvia, aunque lo cierto es que por una vez no era esa su intención si no más bien todo lo contrario. Tras ella el dueño del establecimiento, un hombre menudo y con su cabeza casi completamente desprovista de cabello, aprovechó el momento del cierre para despedirse de la que era una de sus mejores clientas y a la que había dedicado prácticamente por completo las dos últimas horas de su tiempo.
-Espero que los resultados que obtenga con mis ingredientes cumplan como siempre sus expectativas. Le prometo que haré lo imposible por hacerme con la cantidad de lirio atigrado que me ha pedido en breve, diría que en un par de días podré mandar a mi chico a su tienda con ello.- Repitió el hombrecillo al que Níniel sacaba más de una cabeza de manera solícita, tal y como había hecho ya en tres ocasiones en el interior del local.
-Eso espero, puedo esperar ese tiempo pero no mucho más.- Fue la respuesta de la joven recibiendo un firme asentimiento con la cabeza del humano que volvió a reiterar su promesa antes de desearle una buena noche a la elfa y volver al interior de su tienda para cerrar con llave la gruesa puerta reforzada. Una precaución necesaria cuando como era su caso se trabajaba con objetos pequeños pero que podían alcanzar un gran valor en aeros, una jugosa tentación para los amigos de los ajeno por mucho que prefirieran el oro y las joyas a los ingredientes y pócimas alquímicas.
Aquellos dos días eran más de lo que la peliblanca quería permanecer en la ciudad pero por lo visto no tenía opción, necesitaba esos ingredientes. Aprovecharía ese tiempo para revisar de nuevo los textos sobre maldiciones que había obtenido en la biblioteca y se aseguraría bien de no haber pasado nada por alto para su viaje al este. Igualmente si se quedaba en casa era improbable que surgieran problemas, Cath como mujer bestia no percibía nada extraño en su amiga tras su regreso del helado norte, y Beor y su familia como humanos que eran mucho menos. De hecho quizá estaba siendo demasiado cautelosa en su afán por evitar sobre todo a brujos y a otros elfos, Lunargenta era muy grande y con tal proporción de humanos debería ser fácil pasar desapercibida, pero con el afán que parecían tener los dioses por ponerla a prueba...
-Definitivamente lo mejor es no tentar a la suerte.- Se dijo para sí misma recordando lo ocurrido en la biblioteca y como había ido a toparse con dos representantes de dos de las razas mágicas de Aerandir. Por ello y a buen ritmo dirigió sus pasos directamente hasta su casa sin intención de desviarse ni pararse, avanzando por la avenida con la gracilidad propia de su gente...Poco podía imaginar que en aquella ocasión el camino más directo la llevaría a estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, si es que eso existía.
-!Eh moza!- No tardó en dirigirse hacia ella un humano que por su olor debía de ser pescador o pescadero, comenzando a seguirla al ignorar ésta sus palabras. -Vamos no seas así, quítate esa capucha para que pueda ver tu rostro y déjame acompañarte. Las calles no son seguras para una mujer a estas horas. Tengo dinero...- Insistió el humano sin obtener respuesta de la joven, lo cual lejos de desanimarlo pareció alentarlo a ir más lejos aún y tratar de agarrarla del brazo. En ese momento Níniel no dudó en detenerse y, adelantándose a su movimiento, cogió al humano por la muñeca, algo que cualquiera entendería como un gesto de claro aviso hostil pero que como de costumbre los varones humanos parecían muy dados a no comprender. -Así me gusta, dependiendo de lo que ocultes bajo la capa podría llegar a ser muy gen...genero...Oh vaya ¿Qué me pass...sa.- Fue cuanto pudo decir sin percatarse de que Níniel estaba absorbiendo sus fuerzas a través del agarre que ejercía de su muñeca.
-Tu mujer debería darme las gracias.- Dijo entonces la joven mirando que aquel tipo estaba casado ya que portaba una alianza. -Quizá ahora toda la paga de su marido llegue a casa. No creo que te queden fuerzas para seguir gastándotela. - Añadió la peliblanca esbozando una sonrisa que permanecería oculta bajo su capucha, soltando al hombre solo cuando ya ni siquiera era capaz de sostenerse en pié.
-¿Algún problema señora?- La interrumpió entonces uno de los guardias de la ciudad, uno de los varios que de hecho estaban por la zona, extrañamente concentrados a las puertas de una casa de apariencia normal y corriente. -¿Este borracho la está molestando?.- Inquirió a continuación dando por sentado que el estado de aquel tipo con olor a pescado era debido a la ingesta de gran cantidad de bebidas alcohólicas.
-No se preocupe guardia, me parece que en su estado poco puede molestar, aunque alguien debería apartarlo de la mitad del camino antes de que le hagan daño.- Sugirió la peliblanca comenzando a alejarse de allí y dejando que el guardia se ocupara de aquel orejas redondas...Mas pronto el soldado dejaría de poder ocuparse de nadie, cuando tras dos potentes deflagraciones que cortaron cualquier modo de escape normal de allí seguidas de varias y tremendamente certeras flechas acabaron con su vida y la de otro de sus compañeros sumiendo el lugar en el miedo y el caos.
-Guardia, yo no he hecho... solo estaba...no tiene derecho a echar...echarse encima de este modo.- Protestó el debilitado humano cuando el cuerpo sin vida del soldado se desplomó encima suyo con una saeta clavada en el pecho, justo en el corazón. Un disparo obra de un profesional con el arco, y ese tipo de flechas era claramente...
-Yo que tú me quedaba ahí donde estás humano, salvo que quieras una flecha en tu cuello también.- Aconsejó la sacerdotisa evitando por poco que un orondo tendero se la llevara por delante presa del pánico y buscando a continuación su propia cobertura tras la que estar a salvo de acabar como los guardias. Pues aunque los humanos de uniforme parecían ser el objetivo principal de los disparos al tirador o tiradores tampoco les temblaba el pulso a la hora de disparar contra niños, uno de los cuales fue salvado por una misteriosa figura dotada de no poca agilidad y sí mucha sangre fría.
Finalmente la elfa encontró donde ponerse a cubierto tras uno de los puestos de venta a medio desmontar. Concretamente uno de telas cuya madera la protegería de las flechas y los tejidos aún expuestos evitarían que fuera vista con facilidad desde la posición de los tiradores y convertirse por ello en objetivo. Desde allí comenzó a hacer señales al resto de la gente, instándoles a acercarse y ponerse a cubierto allí con ella, pero el miedo era tal que nadie la hacía caso. Solo una pequeña muchachita vestida con ropas sucias y raídas y que se aferraba a una cesta llena de ramilletes de flores buscó refugió con ella en primera instancia. Estaba aterrada pero no lloraba, era fuerte debido a una vida dura que no le había regalado nunca nada.
-No te preocupes, aquí estás a salvo, ninguna flecha podrá alcanzarte si te quedas conmigo.- Dijo la peliblanca con seguridad echándose la capucha hacia atrás para ver mejor, tratando de ubicar a los causantes de aquello trazando mentalmente las trayectorias de las flechas conforme como rayos impactaban contra aquellos incapaces de ayudarse a sí mismos y ponerse a salvo. -¿Qué está pasando aquí? Esto no es un ataque fortuito...y desde luego estos guardias no estaban aquí por casualidad...- Murmuró la joven pensando en cómo actuar dadas las circunstancias, y para eso el conocimiento era poder. Además aquella cobertura podría protegerlas de las flechas pero no del fuego por lo que tenía que estar preparada para actuar rápido.
-Dioses protegedme.- La sobresaltó una voz cuando el orondo tendero, que por lo visto se las había arreglado para no acabar muerto, se lanzó de panza hasta la misma cobertura que ella quedando jadeante. -No quiero morir...¿qué está pasando? ¿Por qué nos atacan?- No paraba de preguntar histérico y sudando como un cerdo por culpa de su sobrepeso, debía de hacer años que no corría como había corrido aquella noche.
-No lo sé, pero deja de gritar. Si después de correr de un lado para otro como loco con tu tamaño no has acabado muerto no hace falta que llames a tus dioses, ya están aquí contigo. Y deben de estar todos.-Espetó la peliblanca volviendo a centrarse en estudiar la situación.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: Envidia y Venganza [Desafío]
Las flechas volaban infames desde alguno de los tejados, a ratos incluso daba la impresión de ser varios atacantes, por la rapidez entre los disparos desde diversos puntos e incluso, había ocasiones en que varias flechas eran disparadas al mismo tiempo, aunque no todas impactaban en sus objetivos; para sorpresa de los presentes la puerta de la casa custodiada por los guardia se abrió de par en par, mostrando a un Lord Treki de aspecto serio y calculador; aunque también valiente y por qué no decirlo, algo confiado; el o los asesinos podrían haberle clavado una flecha en el pecho pero en lugar de eso prefirieron hacerse notar.
Desde algún lugar en los tejados se escuchó una voz desafiante y llena de resentimiento -Ocólien sina pitya anna len- Acusaron aún sin dejarse ver -Esta noche te ha alcanzado el destino del que escapaste una vez- Treki avanzó un par de pasos y colocó una mano sobre el mango de la espada que colgaba en su cinto -Man nályë?!- Dijo con voz de mando, la misma voz que daba órdenes a los soldados de la Guardia Real sin que se atrevieran a desobedecerle -No solo pides piedad a los humanos para que te escondan, sino que ahora incluso formas alianzas secretas con brujos- Con envidiable destreza una figura sombría saltó de uno de los tejados y cayó con gracia gatuna a unos metros del rubio Treki.
La figura misteriosa, cuyo rostro era cubierto por una capucha, se descubrió liberando su largo cabello plateado sobre unas largas y puntiagudas orejas -Bien, me tienes, podemos resolverlo, pero deja ir al resto- Señaló a los que habían quedado atrapados en medio del asalto -¿A ellos te refieres?- Sin un atisbo de remordimiento el arquero tensó su arma y lanzó una flecha contra una madre que abrazaba a su pequeña niña sirviendo como escudo humano; el proyectil le atravesó el cráneo de lado a lado y dejó a una pequeña niña llorando mientras la sangre de su madre le bañaba el rostro -¡¡Maldito!!- Gritó Treki sacando su espada y lanzando un corte que su antagonista evitó sin mucho esfuerzo -¿Tanto te duelen los orejas redondas?- Dijo preparando una segunda flecha que disparó con más fuerza ahora hacia la niña aunque esta vez no alcanzó a ver el resultado, su rostro fue volteado de un golpe directo que casi lo manda al piso.
Con una mano acomodó su mandíbula el asesino mientras reía con malicia -¿Por esto nos dejaste?- Señaló a los presentes hasta que vio algo que no había notado hasta ahora, parecía haber no solo una, sino dos más de su raza, rápidamente dio un salto hacia atrás y preparó una tercera flecha apuntando directamente a la elfa de piel morena -Déjame limpiar el campo de batalla, eliminar estorbos- Treki intentó avanzar pero fue rápidamente amenazado -No, no, no... Un paso más y una vida se extinguirá- Treki se encontraba temporalmente entre la espada y la pared, si se movía dispararía contra la mujer, si no lo hacía igual seguiría disparando, sus soldados habían caído y se encontraba solo, sin saber en quién más confiar, pero si obtenía al menos una pequeña distracción podría seguramente acabar con el sujeto.
Lord Treki: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
∞ Ocólien sina pitya anna len: (Yo)He traído este pequeño regalo para ti.
∞ Man nályë?: ¿Quién eres?.
∞ Eretria: Has sido testigo de la crueldad del asesino que no solo planea acabar con un importante elfo de la Guardia Real, sino que además ahora te apunta, parece que desea convertirlo en algo personal, es tiempo de liberar a tu bestia interior.
∞ Níniel: Eres un poco más sensata y te habrás dado cuenta de la difícil situación de Lord Treki, entre tus opciones están: dar soporte a Treki, dar soporte a Eretria o incluso servir de cebo para distraer al arquero y que los otros puedan acabarlo.
∞ Por el peso de las decisiones, pueden ponerse de acuerdo y cambiar el orden de turnos si lo consideran conveniente, deberán lanzar una runa si toman acciones ofensivas..
Desde algún lugar en los tejados se escuchó una voz desafiante y llena de resentimiento -Ocólien sina pitya anna len- Acusaron aún sin dejarse ver -Esta noche te ha alcanzado el destino del que escapaste una vez- Treki avanzó un par de pasos y colocó una mano sobre el mango de la espada que colgaba en su cinto -Man nályë?!- Dijo con voz de mando, la misma voz que daba órdenes a los soldados de la Guardia Real sin que se atrevieran a desobedecerle -No solo pides piedad a los humanos para que te escondan, sino que ahora incluso formas alianzas secretas con brujos- Con envidiable destreza una figura sombría saltó de uno de los tejados y cayó con gracia gatuna a unos metros del rubio Treki.
La figura misteriosa, cuyo rostro era cubierto por una capucha, se descubrió liberando su largo cabello plateado sobre unas largas y puntiagudas orejas -Bien, me tienes, podemos resolverlo, pero deja ir al resto- Señaló a los que habían quedado atrapados en medio del asalto -¿A ellos te refieres?- Sin un atisbo de remordimiento el arquero tensó su arma y lanzó una flecha contra una madre que abrazaba a su pequeña niña sirviendo como escudo humano; el proyectil le atravesó el cráneo de lado a lado y dejó a una pequeña niña llorando mientras la sangre de su madre le bañaba el rostro -¡¡Maldito!!- Gritó Treki sacando su espada y lanzando un corte que su antagonista evitó sin mucho esfuerzo -¿Tanto te duelen los orejas redondas?- Dijo preparando una segunda flecha que disparó con más fuerza ahora hacia la niña aunque esta vez no alcanzó a ver el resultado, su rostro fue volteado de un golpe directo que casi lo manda al piso.
Con una mano acomodó su mandíbula el asesino mientras reía con malicia -¿Por esto nos dejaste?- Señaló a los presentes hasta que vio algo que no había notado hasta ahora, parecía haber no solo una, sino dos más de su raza, rápidamente dio un salto hacia atrás y preparó una tercera flecha apuntando directamente a la elfa de piel morena -Déjame limpiar el campo de batalla, eliminar estorbos- Treki intentó avanzar pero fue rápidamente amenazado -No, no, no... Un paso más y una vida se extinguirá- Treki se encontraba temporalmente entre la espada y la pared, si se movía dispararía contra la mujer, si no lo hacía igual seguiría disparando, sus soldados habían caído y se encontraba solo, sin saber en quién más confiar, pero si obtenía al menos una pequeña distracción podría seguramente acabar con el sujeto.
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- Elfo Asesino:
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∞ Man nályë?: ¿Quién eres?.
∞ Eretria: Has sido testigo de la crueldad del asesino que no solo planea acabar con un importante elfo de la Guardia Real, sino que además ahora te apunta, parece que desea convertirlo en algo personal, es tiempo de liberar a tu bestia interior.
∞ Níniel: Eres un poco más sensata y te habrás dado cuenta de la difícil situación de Lord Treki, entre tus opciones están: dar soporte a Treki, dar soporte a Eretria o incluso servir de cebo para distraer al arquero y que los otros puedan acabarlo.
∞ Por el peso de las decisiones, pueden ponerse de acuerdo y cambiar el orden de turnos si lo consideran conveniente, deberán lanzar una runa si toman acciones ofensivas..
Ansur
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Re: Envidia y Venganza [Desafío]
El instinto arraigado a la ferocidad que traigo impresa en mis luceros no pasa desapercibido, desde los tejados más saetas están dispuestas a surcar el firmamento, algunas descienden a tal velocidad que destacan sobre las demás hermanas, no obstante la mayoría han sido utilizadas para instar pavor en vez de adherirse en la carne humana y engendrar caudales granates. Desde el interior de la morada un elfo distinguido por su melena plateada aborda a los de la plaza, como objetivo tiene mi respeto más sin importar la gravedad del asunto o las consecuencias perecederas que traen consigo la valentía ha salido de su burbuja protectora, toca enfrentar al líder de los arqueros que sin impedimentos bajó desde los tejados, quedando a un par de metros del elfo desconocido y a otros tantos de mi presencia.
Me da igual quienes son, qué trama o cómo coño han levantado dos muros de fuego, hemos sido reunidos para que el caos reine y el fragor de la batalla envuelva a Lunargenta y a sus presentes, si bien es cierto que me sorprendió la sangre fría del agresor al arrebatar a un retoño de su madre, penetrarle el cráneo con una flecha no es nada a lo que no esté acostumbrada, pero eso no quita que desde mi estómago una vesania se acomode entre mis entrañas, las incinere y que desde las cenizas la ira evoque, abriendo surcos a través de esta coraza cuando apunta a la cría, su inocencia ciega a mi bestia expuesta que siente remordimientos cuando la matanza acaece a vidas tan frágiles y con un futuro aún por sondear.
No corrí hacia ella ni expuse un grito que alarmase a la chiquilla, el escudo fue levantado y con una fuerza insospechada lo lanzo en dirección de la pequeña, evadiendo la flecha que choca contra el acero y queda desviada hacia otro punto sin importancia, los sollozos de la joven criatura agazapada al son de su madre ya muerta no le permiten huir, necesita la protección de aquella que no volverá a retocar el cabello de su retoño o verla crecer hasta despedirla en la adultez. Por gracia o infortunio la vida es así de cruel, tendrá parientes que se encarguen de mantenerla o se verá forzada a trabajar. A expensas del trato entre los dos sujetos envueltos entre golpes y evasiones, ambos me parecen igual de buenos que de malos, llegando a la conclusión de que si muere uno, también lo hará el otro.
Llegados a un punto sin retorno, no pienso encontrar una salida en este mar de emociones tétricas ni me amarraré a la posibilidad de terminar quitando vidas y ocupando también el puesto de asesina, llamadme inconsciente o echadle la culpa a la realidad que termina pesando por sus propios pecados, cada desliz propio se convierte en una mancha incorregible en una mujer indócil con impulsos macabros a base de una maldición y una actitud instaurada por toda índole de ofensivas, hostilidades como la del cabrón que me apunta con un arco. ─ ¿Estorbo? ─ No rompí en carcajadas, como precalentamiento el cuello lo giro de manera circular mientras que los nudillos van crujiendo. ─ Dime eso de cerca, maldito nenazas. ─ No aguardé a que el elfo de melena plateada le instara otro golpe, las piernas las flexioné y en un batir de pestañas ya estoy dirigiéndome hacia el gilipollas.
Una de las flechas guiada por el arco del agresor es expedida, nada que temer o que sea amenazante, ciertamente es hábil y la punta metálica roza una de mis mejillas, el corte siquiera impone y más bien, tiene un efecto contrario que me impulsa a alzar ambas comisuras y sonreír en medio del proceso. A la cercanía de este y siendo más baja golpeé su vientre con fuerzas, no me paro a verificar si realmente ha sido efectivo, si ha sido esquivado o si realmente se lo ha comido de lleno. ¿Para qué? Con una de mis dagas fuera de las fundas de cuero, seguido de una vehemencia tremenda y unas ganas malditas de que la sangre corra la dirijo al pescuezo del asesino, mis intenciones son precisas y la meta es penetrar en la carne hasta que el dolor sea insoportable, la respiración se dificulte y caiga bañado en sus propios fluidos carmesíes.
Me da igual quienes son, qué trama o cómo coño han levantado dos muros de fuego, hemos sido reunidos para que el caos reine y el fragor de la batalla envuelva a Lunargenta y a sus presentes, si bien es cierto que me sorprendió la sangre fría del agresor al arrebatar a un retoño de su madre, penetrarle el cráneo con una flecha no es nada a lo que no esté acostumbrada, pero eso no quita que desde mi estómago una vesania se acomode entre mis entrañas, las incinere y que desde las cenizas la ira evoque, abriendo surcos a través de esta coraza cuando apunta a la cría, su inocencia ciega a mi bestia expuesta que siente remordimientos cuando la matanza acaece a vidas tan frágiles y con un futuro aún por sondear.
No corrí hacia ella ni expuse un grito que alarmase a la chiquilla, el escudo fue levantado y con una fuerza insospechada lo lanzo en dirección de la pequeña, evadiendo la flecha que choca contra el acero y queda desviada hacia otro punto sin importancia, los sollozos de la joven criatura agazapada al son de su madre ya muerta no le permiten huir, necesita la protección de aquella que no volverá a retocar el cabello de su retoño o verla crecer hasta despedirla en la adultez. Por gracia o infortunio la vida es así de cruel, tendrá parientes que se encarguen de mantenerla o se verá forzada a trabajar. A expensas del trato entre los dos sujetos envueltos entre golpes y evasiones, ambos me parecen igual de buenos que de malos, llegando a la conclusión de que si muere uno, también lo hará el otro.
Llegados a un punto sin retorno, no pienso encontrar una salida en este mar de emociones tétricas ni me amarraré a la posibilidad de terminar quitando vidas y ocupando también el puesto de asesina, llamadme inconsciente o echadle la culpa a la realidad que termina pesando por sus propios pecados, cada desliz propio se convierte en una mancha incorregible en una mujer indócil con impulsos macabros a base de una maldición y una actitud instaurada por toda índole de ofensivas, hostilidades como la del cabrón que me apunta con un arco. ─ ¿Estorbo? ─ No rompí en carcajadas, como precalentamiento el cuello lo giro de manera circular mientras que los nudillos van crujiendo. ─ Dime eso de cerca, maldito nenazas. ─ No aguardé a que el elfo de melena plateada le instara otro golpe, las piernas las flexioné y en un batir de pestañas ya estoy dirigiéndome hacia el gilipollas.
Una de las flechas guiada por el arco del agresor es expedida, nada que temer o que sea amenazante, ciertamente es hábil y la punta metálica roza una de mis mejillas, el corte siquiera impone y más bien, tiene un efecto contrario que me impulsa a alzar ambas comisuras y sonreír en medio del proceso. A la cercanía de este y siendo más baja golpeé su vientre con fuerzas, no me paro a verificar si realmente ha sido efectivo, si ha sido esquivado o si realmente se lo ha comido de lleno. ¿Para qué? Con una de mis dagas fuera de las fundas de cuero, seguido de una vehemencia tremenda y unas ganas malditas de que la sangre corra la dirijo al pescuezo del asesino, mis intenciones son precisas y la meta es penetrar en la carne hasta que el dolor sea insoportable, la respiración se dificulte y caiga bañado en sus propios fluidos carmesíes.
Última edición por Eretria Noorgard el Jue Abr 27 2017, 23:48, editado 1 vez
Eretria Noorgard
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Re: Envidia y Venganza [Desafío]
El miembro 'Eretria Noorgard' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Envidia y Venganza [Desafío]
Había algo que no terminaba de encajar en todo aquello. ¿Por qué iba nadie a tomarse la molestia de perpetrar un ataque tan bien organizado y preparado en un lugar como aquel? Allí no había nada que mereciera tantos esfuerzos salvo algunas tiendas que bien podrían tentar a algún ladrón y poco más, algo que podría descartarse casi de inmediato pues desde luego los ladrones no actuaban así. Además estaba la cercanía con el cuartel de la guardia real, lo cual aseguraba que en pocos minutos llegaran hasta allí decenas y decenas de guardias con sus oficiales tras ellos...El causante de todo aquello debía de ser consciente de que fuera cual fuera su objetivo contaba con una ventana de tiempo realmente escasa en el mejor de los casos, mucho menor desde el momento que dos cortinas de fuego debían de haber puesto en marcha a todo un ejército. Incluso aunque el fuego les impidiera cruzar de inmediato acordonarían la zona y se asegurarían de que nadie pudiera salir de allí...O bueno eso haría Níniel, a parte de usar alguna de las casas y tiendas, que solían contar con entradas traseras y delanteras, para evitar el ardiente obstáculo.
-¿Por qué tanto riesgo? ¿Por qué tanta muerte?.- Pensó en voz alta la joven peliblanca aunque entre susurros mientras no perdía detalle de cómo se desarrollaba la situación. Y casi igual de importante; ¿Por qué querría un elfo atacar a los humanos de esa manera? El diseño de las flechas no dejaba lugar a dudas de su procedencia. ¿Era un renegado o quizá miembro de alguno de esos escasos y segmentados clanes dominados por el odio? Poco importaba ciertamente, aunque estaba claro que no actuaba al azar, como tampoco era coincidencia que aquellos tres guardias ya abatidos estuvieran allí.
La respuesta no tardaría en mostrarse ante ella, y ante el tirador ya de paso, y lo hizo saliendo de la puerta de aquella casa sin protección alguna más que su armadura y su propia habilidad, pintándose una diana en el pecho de forma o muy valiente o muy estúpida, bastante de cada seguramente.
Lord Treki "el rubio"; Comandante de la guardia de Lunargenta y el segundo al mando de aquella división de la misma a la que pertenecían Eltrant y Schott. Oficial al mando del ejército durante las crisis de Terpoli y Roilkat en los que la peliblanca había servido bajo sus órdenes aunque no de manera directa...Para ella uno de los grandes misterios de la mayor de las ciudades de los hombres: ¿Qué hacía un elfo sirviendo a los humanos como líder de sus tropas y cómo había llegado a serlo? Así que era él el objetivo...¿O quizá había aún alguién más importante en aquella casa? No, pronto quedó claro que era a por él a por quién iban, y no parecía un asunto de la guardia si no algo personal que venía de tiempo atrás para aumentar el misterio que envolvía al elfo que más éxito había tenido entre los orejas redondas, y a enturbiarlo.
-Hará que lo maten, casi parece que lo esté buscando.- Comentó la peliblanca de manera apreciativa al orondo tendero que se encogió temblando como si creyera que la elfa quería pedirle que hiciera algo al respecto, algo que no pretendía hacer, pues salvo como enorme escudo humano poco provecho podría sacar de alguien así. -Tranquilo, tú quédate ahí y...tiembla, sí, así muy bien, sabía que podía contar contigo...- Espetó la elfa asqueada por la cobardía de aquel sujeto y mirándolo con una mezcla de pena y desprecio antes de volver a centrar su atención en lo que ocurría frente a ellos en la calle.
El tirador, aquel al que pertenecía la voz acusadora, había decidido bajar hasta el suelo para seguir increpando al comandante elfo su conducta y regodearse con malicia. Aquella muestra de confianza era una buena noticia para Treki, pues su enemigo podría haberse limitado a dispararle desde la distancia sin dejarle muchas opciones, pero parecería querer que su muerte fuera aún más lenta, sufrida y personal. Algo que por desgracia significó convertir a dos nuevas humanas inocentes en su nuevo objetivo, siendo la primera de ellas ejecutada sin el menor atisbo de piedad solo para hacer sufrir al elfo, y la segunda salvada en el último momento por aquella mujer que instantes antes ya había salvado a otro niño de tan terrible destino; Esta vez arrojando su escudo y desviando la flecha en el aire antes de encararse con tan cruel enemigo, cuya fijación por Treki parecía rozar e incluso sobrepasar lo enfermizo, y lanzarse al ataque sin que pareciera necesitar ayuda, llegando a esquivar una segunda flecha casi a bocajarro para ello, algo que ni siquiera había visto hacer a la persona más rápida y ágil que conocía.
Difícilmente habría un mejor momento que aquel para acabar con aquello. En el peor de los casos el elfo de cabellos plateados estaría distraído ante aquel sorpresivo ataque y Treki actuaría, en el mejor aquella mujer lograría acabar con él y poner punto y final personalmente a toda aquella matanza sin sentido. Desde donde estaba Níniel no podía sumarse al ataque, tampoco podría ayudarles con un arma a distancia pues a pesar de que lo que era creencia popular no todos los elfos eran arqueros...Pero sí que podía asegurarse de que aquel asesino, por muy elfo que fuera, no pudiera dañar a la valiente mujer que había creado esa gran oportunidad, y que el filo de Treki no fallara a la hora de hacer justicia. Por ello bendijo a la primera otorgándole una sólida armadura mágica de luz que cubriría todo su cuerpo como si de una armadura de metal se tratara, aunque ésta no ralentizaría sus movimientos; y al comandante elfo con un notable incremento de su destreza, acelerando sus movimientos, sus reflejos y llevando su dominio y su soltura con la espada hasta el siguiente nivel. Ella permanecería cerca de los humanos que protegía, para evitar en el improbable caso de que aquello no bastara que sufrieran daño alguno. Se lo había prometido a la niña.
Uso de la habilidad abrazo de Isil sobre Eretria.-¿Por qué tanto riesgo? ¿Por qué tanta muerte?.- Pensó en voz alta la joven peliblanca aunque entre susurros mientras no perdía detalle de cómo se desarrollaba la situación. Y casi igual de importante; ¿Por qué querría un elfo atacar a los humanos de esa manera? El diseño de las flechas no dejaba lugar a dudas de su procedencia. ¿Era un renegado o quizá miembro de alguno de esos escasos y segmentados clanes dominados por el odio? Poco importaba ciertamente, aunque estaba claro que no actuaba al azar, como tampoco era coincidencia que aquellos tres guardias ya abatidos estuvieran allí.
La respuesta no tardaría en mostrarse ante ella, y ante el tirador ya de paso, y lo hizo saliendo de la puerta de aquella casa sin protección alguna más que su armadura y su propia habilidad, pintándose una diana en el pecho de forma o muy valiente o muy estúpida, bastante de cada seguramente.
Lord Treki "el rubio"; Comandante de la guardia de Lunargenta y el segundo al mando de aquella división de la misma a la que pertenecían Eltrant y Schott. Oficial al mando del ejército durante las crisis de Terpoli y Roilkat en los que la peliblanca había servido bajo sus órdenes aunque no de manera directa...Para ella uno de los grandes misterios de la mayor de las ciudades de los hombres: ¿Qué hacía un elfo sirviendo a los humanos como líder de sus tropas y cómo había llegado a serlo? Así que era él el objetivo...¿O quizá había aún alguién más importante en aquella casa? No, pronto quedó claro que era a por él a por quién iban, y no parecía un asunto de la guardia si no algo personal que venía de tiempo atrás para aumentar el misterio que envolvía al elfo que más éxito había tenido entre los orejas redondas, y a enturbiarlo.
-Hará que lo maten, casi parece que lo esté buscando.- Comentó la peliblanca de manera apreciativa al orondo tendero que se encogió temblando como si creyera que la elfa quería pedirle que hiciera algo al respecto, algo que no pretendía hacer, pues salvo como enorme escudo humano poco provecho podría sacar de alguien así. -Tranquilo, tú quédate ahí y...tiembla, sí, así muy bien, sabía que podía contar contigo...- Espetó la elfa asqueada por la cobardía de aquel sujeto y mirándolo con una mezcla de pena y desprecio antes de volver a centrar su atención en lo que ocurría frente a ellos en la calle.
El tirador, aquel al que pertenecía la voz acusadora, había decidido bajar hasta el suelo para seguir increpando al comandante elfo su conducta y regodearse con malicia. Aquella muestra de confianza era una buena noticia para Treki, pues su enemigo podría haberse limitado a dispararle desde la distancia sin dejarle muchas opciones, pero parecería querer que su muerte fuera aún más lenta, sufrida y personal. Algo que por desgracia significó convertir a dos nuevas humanas inocentes en su nuevo objetivo, siendo la primera de ellas ejecutada sin el menor atisbo de piedad solo para hacer sufrir al elfo, y la segunda salvada en el último momento por aquella mujer que instantes antes ya había salvado a otro niño de tan terrible destino; Esta vez arrojando su escudo y desviando la flecha en el aire antes de encararse con tan cruel enemigo, cuya fijación por Treki parecía rozar e incluso sobrepasar lo enfermizo, y lanzarse al ataque sin que pareciera necesitar ayuda, llegando a esquivar una segunda flecha casi a bocajarro para ello, algo que ni siquiera había visto hacer a la persona más rápida y ágil que conocía.
Difícilmente habría un mejor momento que aquel para acabar con aquello. En el peor de los casos el elfo de cabellos plateados estaría distraído ante aquel sorpresivo ataque y Treki actuaría, en el mejor aquella mujer lograría acabar con él y poner punto y final personalmente a toda aquella matanza sin sentido. Desde donde estaba Níniel no podía sumarse al ataque, tampoco podría ayudarles con un arma a distancia pues a pesar de que lo que era creencia popular no todos los elfos eran arqueros...Pero sí que podía asegurarse de que aquel asesino, por muy elfo que fuera, no pudiera dañar a la valiente mujer que había creado esa gran oportunidad, y que el filo de Treki no fallara a la hora de hacer justicia. Por ello bendijo a la primera otorgándole una sólida armadura mágica de luz que cubriría todo su cuerpo como si de una armadura de metal se tratara, aunque ésta no ralentizaría sus movimientos; y al comandante elfo con un notable incremento de su destreza, acelerando sus movimientos, sus reflejos y llevando su dominio y su soltura con la espada hasta el siguiente nivel. Ella permanecería cerca de los humanos que protegía, para evitar en el improbable caso de que aquello no bastara que sufrieran daño alguno. Se lo había prometido a la niña.
Uso de la habilidad estrella fugaz sobre Treki.
Níniel Thenidiel
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Re: Envidia y Venganza [Desafío]
Primero me quitaste todo lo que por derecho era mío- Decía furioso el agresor al rubio Treki -Y luego ¿Luego qué? Huiste como un cobarde- Su mirada estaba llena de odio por cosas que tal vez solo ellos dos entendían, y tal vez así debía quedarse; entre ellos dos, pero aquel misterioso elfo se encargó de hacerlo personal al agredir a la morena, aunque se justificaba en que ese escudo volador no debería haber interrumpido su disparo, ella ni siquiera pintaba nada en ese cuadro, no tenía que estar ahí y aquel arquero pensaba dejárselo claro con la flecha que por poco logró evitar -¡¡Pero qué clase de insolente intrusa!!- Dijo airado preparándose para recibirla cuando el cuerpo de la chica comenzó a brillar.
Había sido además de una buena defensa, un elemento de distracción que le permitió a la chica acercarse sin que se lanzara una segunda flecha -¿Crees que será tan sencillo?- Dijo inmutable y arrogante mientras detenía el golpe con los brazos cruzados; no obstante Treki también había sabido aprovechar el momento y con una admirable destreza desenvainó su espada y lanzó un veloz corte que el otro elfo consiguió evitar al costo de que su ropa fuera rasgada y una línea roja comenzara a asomarse bajo el rastro de la espada.
Si el ataque de la chica había servido como distracción para que Treki atacara, el favor sería devuelto ahora que el rubio había hecho lo mismo, dejándole a la guerrera una oportunidad que supo aprovechar a la perfección con un rápido corte a la garganta del asesino que en el último momento alcanzó a dar un salto hacia atrás -Insensatos... Crees que podrían... Ustedes... Podrían... Po...- Estaba orgulloso de su destreza al haberse salvado del ataque de la chica cuando se comenzó a tambalear y una delgada línea roja comenzó a dibujarse de lado a lado en su pálido cuello.
Sin entender que había sido herido soltó sus armas y llevó las manos a su cuello llenándolas de sangre -No ha terminado, no ha terminado- Dijo con una sonrisa aunque el vaivén de su cuerpo lo hacía ver con menos equilibrio cada vez -Vendrán por ti, y por ellas...- Señaló a Treki y a las dos elfas que le habían colaborado antes de lanzar sangre a borbotones por la boca para bañar un buen pedazo de la calle; sus manos comenzaron a brillar, tal vez intentando sanarse como último recurso pero rápidamente Treki en un fino movimiento terminó lo que Eretria había iniciado y separó la cabeza del cuerpo que aunque permaneció de pie unos instantes, acabó por irse de bruces unos segundos después.
Aquello parecía estar lejos de terminar, otros ruidos se escuchaban en el cuartel de la guardia y en la plaza -Han prestado una valiosa colaboración a la ciudad; Lunargenta y Lord Treki les están agradecidos, ahora vayan a casa, es peligroso estar en las calles- Advirtió con semplante preocupado mientras se agachaba junto al cadáver para inspeccionarlo aunque no encontró nada que sirviera como pista de algo más; así que finalmente emprendió una carrera directamente hacia el cuartel de la Guardia Real.
∞ Desafío finalizado.
∞ Gracias a la formidable suerte de Eretria han ganado un misterioso enemigo que las podría atacar cuando menos lo esperen.
∞ Ambas reciben 5 puntos de experiencia y 300 aeros que ya han sido sumados a sus respectivos perfiles.
∞ Gracias por participar
Había sido además de una buena defensa, un elemento de distracción que le permitió a la chica acercarse sin que se lanzara una segunda flecha -¿Crees que será tan sencillo?- Dijo inmutable y arrogante mientras detenía el golpe con los brazos cruzados; no obstante Treki también había sabido aprovechar el momento y con una admirable destreza desenvainó su espada y lanzó un veloz corte que el otro elfo consiguió evitar al costo de que su ropa fuera rasgada y una línea roja comenzara a asomarse bajo el rastro de la espada.
Si el ataque de la chica había servido como distracción para que Treki atacara, el favor sería devuelto ahora que el rubio había hecho lo mismo, dejándole a la guerrera una oportunidad que supo aprovechar a la perfección con un rápido corte a la garganta del asesino que en el último momento alcanzó a dar un salto hacia atrás -Insensatos... Crees que podrían... Ustedes... Podrían... Po...- Estaba orgulloso de su destreza al haberse salvado del ataque de la chica cuando se comenzó a tambalear y una delgada línea roja comenzó a dibujarse de lado a lado en su pálido cuello.
Sin entender que había sido herido soltó sus armas y llevó las manos a su cuello llenándolas de sangre -No ha terminado, no ha terminado- Dijo con una sonrisa aunque el vaivén de su cuerpo lo hacía ver con menos equilibrio cada vez -Vendrán por ti, y por ellas...- Señaló a Treki y a las dos elfas que le habían colaborado antes de lanzar sangre a borbotones por la boca para bañar un buen pedazo de la calle; sus manos comenzaron a brillar, tal vez intentando sanarse como último recurso pero rápidamente Treki en un fino movimiento terminó lo que Eretria había iniciado y separó la cabeza del cuerpo que aunque permaneció de pie unos instantes, acabó por irse de bruces unos segundos después.
Aquello parecía estar lejos de terminar, otros ruidos se escuchaban en el cuartel de la guardia y en la plaza -Han prestado una valiosa colaboración a la ciudad; Lunargenta y Lord Treki les están agradecidos, ahora vayan a casa, es peligroso estar en las calles- Advirtió con semplante preocupado mientras se agachaba junto al cadáver para inspeccionarlo aunque no encontró nada que sirviera como pista de algo más; así que finalmente emprendió una carrera directamente hacia el cuartel de la Guardia Real.
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