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Mensaje  Eltrant Tale Dom Jun 25 2017, 16:11

Respiró hondo, dejó que el aire del bosque inundase sus pulmones, que le acariciase la cara.

Un cálido sol veraniego se podía vislumbrar, pobremente, a través del enmarañado techo verde que tenía sobre su cabeza. La brisa arrastraba consigo un ligero olor a leña quemada, proveniente de la aldea a la que solía salir en busca de alimentos, dónde en aquel instante estaban teniendo una de las tantas celebraciones de verano que se producían a lo largo y ancho de Aerandir.

Sonrió, girándose momentáneamente a ver el camino que le llevaría de vuelta hasta el pueblo, agudizando el oído para escuchar las distantes risas y la música, para después continuar avanzando a través del agosto camino que circunvalaba el grueso arroyo que desfilaba entre los árboles de la zona como si de una serpiente traslucida se tratase.

Llevaba ya un mes en aquel lugar, había pasado más de una treintena de días desde que había dejado el servicio y había vuelto a ser un civil, uno en toda su plenitud. Ya no cargaba con una armadura pesada sobre los hombros, tampoco tenía una espada encantada oscilando en su cintura con cada paso que daba, no sentía el peso del mundo en sus hombros.

Pensó por un instante en el pesado baúl que descansaba a los pies de su cama, en la cabaña, uno de color oscuro, cerrado a cal y canto, el que contenía todo el equipo del que había decidido descansar.

- ¡Dylan! – Una voz madura, recia, reclamaba su atención a su espalda. Girándose sobre sí mismo, Eltrant dedicó una sonrisa al anciano que, sudoroso, mostraba que había dado una buena carrera para llegar hasta allí a tiempo. – …Muchacho – Dijo el hombre acercándose con un bastón a duras penas hasta dónde estaba el nuevo granjero - ¿No quieres pasar más tiempo en el pueblo? – El séptimo de los Tale ensanchó su sonrisa y negó con la cabeza – Tengo trabajo, todo ese cereal no se van a cuidar solo – El hombre resopló y cerró los ojos – Soy el alcalde del pueblo – Masculló - Y mírame, disfrutando un poco – Eltrant dejó escapar una carcajada – Tú sí que no sabes lo que es eso, Ibrahim – El alcalde dejó caer todo su cuerpo sobre el bastón y se acarició su largo bigote cano – Mira, Flynn – El anciano colocó una mano en el hombro del ex guarda – …Todos necesitamos relajarnos de vez en cuando – Eltrant, o Flynn, como le gustaba ser llamado en aquel lugar, apartó con educación la mano del hombre y le sonrió de nuevo – Estoy relajándome – Dijo ladeando levemente la cabeza, atusándose la barba. – De verdad. – Tras esto Ibrahim colocó los ojos en blanco y dio un par de aspavientos evidentemente disconforme con la actitud del muchacho – Llevas un mes aquí y apenas nadie te conoce  – Protestó el hombre dando un pequeño empujón a Eltrant, este respondió a ello encogiéndose de hombros – Poco a poco, alcalde – Dijo finalmente, emprendiendo la marcha. – Poco a poco.

Dejo atrás a Ibrahim y continuó caminando en dirección a su nuevo hogar, sin pausa, pero sin prisa oyendo justo tras él un “Maldita sea, Flynn” por parte del bueno del alcalde. Flynn Dylan, ese era su nombre para las personas de la aldea, para los pocos individuos con los que comerciaba en aquel lugar.

El evento con Kagzilla en el arenal había sido suficiente para que la gente hablase de él, la mayoría eran locuras fruto del boca a boca, y el tema de conversación, por lo que sabía, solo aparecía cuando un par de borrachos empezaban a desvariar acerca de la guerra entre Roilkat y el Arenal. No las tenía muy en cuenta en cualquier caso, sobre todo porque había gente que juraba incluso que, en lugar de haberse subido a las gradas antes de dar muerte a la bestia, Eltrant había saltado directamente sobre su lomo, con armadura completa, desde el suelo. Era incapaz de tomarse en serio aquella información, aun intentándolo.

Afortunadamente, nunca solían acertar del todo con su nombre de pila, algunos llamaban al protagonista de aquellas historias “Edén”, otros “Eddard”, nadie terminaba de atinar. Por otro lado, el apellido Tale bastaba para que la gente hiciese alguna pregunta que otra acerca de la veracidad de los rumores, así que, en aquel lugar, en aquel remoto pueblo, era Flynn Dylan, un granjero que plantaba patatas y más tubérculos aburridos.

- Creo que plantaré fresones – Dijo sonriendo, para sí – A Alanna le… - Fue bajando el volumen, según completaba la frase, hasta que suspiró y apartó aquellos pensamientos de su cabeza. Se había marchado prácticamente sin avisar a su amiga, solo informando a Tyron y dejando una carta a esta como toda despedida, suspiró.

La única persona que sabía su paradero era Thomas, su hermano mayor, el médico. Nadie más. Y por dos razones, la primera, porque no le había quedado más remedio, al comprar la casa apenas se había quedado con Aeros suficientes para viajar al norte, le había tenido que pedir algo al Tale más adinerado. Y la segunda opción era que simplemente no quería desaparecer sin más, si preguntaban por él Thomas podría decir que, al menos, no estaba muerto en una cuneta anónima.

Al cabo de un par de horas, cuando el sol estaba ya comenzando a descender, llegó a su hogar, a la distante cabaña parcialmente oculta entre los árboles que había comprado no mucho atrás. Sin pensarlo mucho dejó el saco de herramientas a un lado de la puerta principal y se internó en su casa.

El interior era angosto, pequeño, pero lo adecuadamente grande como para tener dos habitaciones, una sala principal que hacía las veces de cocina y comedor, y una estancia adyacente que hacía las veces de dormitorio.

- Hogar dulce hogar… – Dijo dejándose caer sobre una de las pocas sillas con las que contaba la casa – Creo que debería… sí – Tras levantarse casi a los dos segundos de haberse sentado, salió al exterior blandiendo un hacha que había visto mejores días y, concienzudamente, comenzó a cortar la leña que había acumulado fuera.

Cualquiera que le viese haciendo eso en pleno verano pensaría que estaba loco, afortunadamente lo más parecido que tenía a conocidos allí eran las gentes del pueblo, y estos ya pensaban que estaba un poco mal de la cabeza. La leña, de todas formas, no era para entrar en calor, la mitad de aquella leña era para cocinar, y la otra parte para reparar el insultante número de agujeros con él contaba la cabaña.

Cada tronco partido en dos eran varios minutos más de día agotado y, al final del mismo, cuando ya se quedó sin leña que cortar, solo quedaban las últimas luces día por apagarse. Miró con orgullo el montón de madera que tenía frente a él, para a continuación proceder a cargarla en distintos sacos que después llevaría a buen recaudo a la especie de almacén que había a un par de metros de la casa principal, justo al lado del pequeño huerto que tenía, mayormente, para consumo propio.

- Me estoy volviendo un ermitaño… – Dijo soltando el ultimo saco en una esquina del almacén – Quizás sí que debería ir al pueblo… - Salió de la pequeña casa para encontrarse con que ya había anochecido, suspiró. - ¿Quién iba a pensar que iba a tener tanto trabajo? – Dijo mirando el firmamento, dónde la luna ya empezaba a alzarse sobre los árboles, ya no le iba a dar tiempo a volver a la aldea. – Bueno, qué más da… – Dijo ahora tomando las herramientas que había esparcidas por su propiedad y entrando en su casa.

La monotonía se había apoderado de su vida, cada día era similar al anterior, y no le molestaba, al contrario, por primera vez en mucho tiempo, sentía que nadie dependía de él, que no iba a morir si daba un paso en falso, que no iba a morir otra persona si se descuidaba.

Se sentía orgulloso de ver como crecían, poco a poco, las plantas que llevaba ya cultivando un mes, se enorgullecía de los pobres arreglos que había hecho a su hogar aun sin saber de carpintería, de sus pobres cualidades culinarias.  

“El mundo sobrevivirá un día más” – Pensó a la vez cortaba en pequeños trozos la cena que estaba preparando y la colocaba al fuego con cuidado, él no podía hacer gran cosa para cambiarlo, incluso si vestía su armadura, ¿Para qué seguir con algo que era inevitable? Estaba cansado, y no era la única persona que se preocupaba en el mundo, ya había probado que él no cambiaría nada, ni siquiera el comportamiento de las personas a las que consideraba amigos. Gente como Flint, el noble de Roilkat, o el mismo Tinegar podían hacer infinitamente más solo con decirlo, sin siquiera hacer ninguna acción, una sola frase de aquellos hombres podían hacer más por el bien común con una frase que él con su espada.

“Estoy dónde debo estar”

Una sucesión de apremiantes golpes en la puerta principal de la cabaña le sacaron de sus cavilaciones, Eltrant frunció el ceño, los golpes, insistentes, indicaban que no iba algo bien. No solo estaba, literalmente, en el límite del mundo civilizado, sino que ya había oscurecido, aquella era el tipo de visita que prefería evitar.

Armado con el cuchillo de cocina que tenía entre sus manos, se acercó de tres rápidas zancadas hasta la puerta principal y la abrió de un fuerte tirón.


Última edición por Eltrant Tale el Jue Jun 29 2017, 22:22, editado 1 vez
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El Granjero sin nombre [Interpretativo] [Solitario] [Cerrado] Empty Re: El Granjero sin nombre [Interpretativo] [Solitario] [Cerrado]

Mensaje  Eltrant Tale Lun Jun 26 2017, 01:50

- ¡Ayuda, por favor!

Una muchacha de ojos azules y de cabellos oscuros le miraba fijamente desde el otro lado de la puerta principal. Su expresión indicaba urgencia, miedo. Enarcó una ceja y bajó el cuchillo ¿Qué significaba aquello? ¿Cómo diantres había llegado aquella chica hasta allí?

- ¡Rápido!

Antes de que pudiese decir nada a su inesperada invitada una flecha emergió de la oscuridad, del bosque que se extendía a varios metros de la puerta principal de la cabaña, y se clavó firmemente en el hombro del granjero, apartándolo de la puerta y de la joven que estaba junto a esta.

Dejó escapar un gemido de dolor, aunque quizás lo que más dejó entrever en aquella exclamación fue sorpresa, esperaba muchas cosas de aquellos lares, pero ni por asomo habría imaginado que iba a tener que vérselas con arqueros en mitad de la noche.

Apretó los dientes y,  sin pensarlo dos veces, agarró a la muchacha de su brazo y la arrastró dentro de su domicilio. Si se paraba a pensar lo que estaba sucediendo, lo más lógico para alguien que había dejado todo por una vida tranquila en el bosque habría sido el dejar a la joven a su suerte y no inmiscuirse en asuntos de los que no tenía conocimiento alguno.  No obstante, lo único que le pasó por la cabeza fue una pregunta muy sencilla ¿Podría vivir consigo mismo si encontraba el cuerpo de la joven sin vida al amanecer?

Una segunda flecha sin dueño surcó los aires buscando el cuello del exmercenario, esta, sin embargo, acabó alojada en la puerta de la cabaña en el último momento, la cual Eltrant cerró momentos después de haber arrojado a la chica al interior de su casa.

-¿¡Quién eres y que…?! – La puerta de la cabaña saltó por los aires arrancada de los goznes con una facilidad insultante, un torrente de viento inundó la habitación y pronosticó la entrada de dos hombres ataviados con indumentarias oscuras y ballestas de mano - ¡Atrápala! – Gritó uno de estos, apuntando directamente a la joven con su ballesta. - ¡La puerta era nueva! – Exclamó Eltrant colocándose frente a la joven. - ¡Quita de enmedio imbécil! – El segundo de los asaltantes disparó contra el castaño tan pronto se movió, de forma que este no pudo sino gemir dolorido cuando, movido por instinto, colocó el brazo frente a su cara, impidiendo que las saetas que volaban en su dirección se clavasen en su cráneo.

Apretó los dientes y avanzó, dejando a la joven cerca de la puerta a su dormitorio. - ¡Nadie os ha invitado a pasar! – Golpeó a uno de ellos en la cara mientras recargaba su ballesta, derribándolo contra una de las pocas estanterías que poseía y partiendo en un centenar de pedazos toda la vajilla con la que contaba el granjero. - ¡Y ahora me rompes los platos! – La vivienda era pequeña, lo suficiente como para que las ballestas no les sirviesen de gran cosa, por lo que el segundo de los agresores decidió saltar sobre la espalda de Eltrant comenzando a cincelarle repetidamente en la cara desde atrás, tratando de tumbarle.

- ¡Abajo! – Lanzó al hombre contra otra de las paredes de su casa como si de un simple saco de heno se tratase, pero como solía ocurrirle siempre que peleaba contra dos adversarios a la vez, el primer hombre que había tenido el honor de recibir un derechazo en el rostro estaba ahora de pie, con la ballesta de mano repleta de saetas. - ¡No me apuntes con eso que pincha…! – La fría punta de metal de una flecha se incrustó en el hombro de Eltrant, quien, tras afirmar que las madres de aquellos hombres se dedicaban al trabajo más antiguo del mundo, se arrancó el proyectil del hombro.

Pateó la mesa que descansaba en el centro de la estancia de modo que esta se deslizó un par de metros a través de la habitación para acabar impactando contra el sujeto que acababa de abrirme un nuevo agujero en su cuerpo, no hizo gran cosa, fue más bien una distracción, le pareció ver como aquel hombre le dedicaba una sonrisa arrogante al detener la mesa con sus propias manos.

“¿Eso es todo?” Podía leer los pensamientos de aquel tipo solo con mirarle, pero la distracción había funcionado, usando la mesa a modo de trampolín el castaño se lanzó en dirección al asaltante, arroyándolo con su cuerpo y derribándolo de paso.

- ¡Fuera! – Puñetazo - ¡De! – Otro golpe - ¡Mi! – Bofetada – ¡casa! – La cara de aquel sujeto estaba hinchada, prácticamente irreconocible, no quedaba rastro alguno de aquella sonrisa socarrona. - ¡Es muy tarde para andar despiertos! – La respuesta que recibió del bandido fue algo parecido a “Gñé”, pero lejos de sentirse intimidado por esto, Eltrant alzó el puño, dispuesto a terminar con la consciencia de aquel tipo de una vez por todas, justo entonces notó como una flecha se alojaba en su espalda. - ¡¿Es que no sabéis jugar limpio?! – Gruñó separándose del hombre que tenía bajo él y girándose hacía el otro, que ahora de pie cargaba de nuevo su ballesta.

Se sentía ligero al no llevar su armadura, lo suficiente como para poder cruzar la estancia de una punta a la otra recibiendo solo dos impactos de flecha en su cuerpo antes de llegar a dónde el segundo de los asaltantes estaba. - ¡No son suficientes! - Sujetó al hombre que le apuntaba por las muñecas, la última flecha contenida en el arma salió disparada por el forcejeo y atravesó el único cuadro con el que contaba Eltrant, una triste manzana . – ¡Dejad de destrozar mi casa! -  Exclamó dándole un cabezazo al hombre, rompiéndole la nariz y abatiéndole.

Y el silencio de la noche se volvió a apoderar de la cabaña.

Examinó los hombres que estaban siguiendo a la chica, conocía aquella indumentaria, y las armas, se parecían en cierto sentido a la de los cazadores de vampiros. – “¿Qué diablos estás haciendo Harrowmont?” – No sabía gran cosa acerca del gremio desde que Huracán desapareció de la faz de la tierra, pero sí que sabía que no era normal que estos atacasen civiles con intención de matar, incluso cuando trataban de cazar a un vampiro.

Respiró profundamente ordenando en su cabeza lo poco que sabía, si aquellos dos tipos eran cazadores eso significaba que la chica que estaba sentada en una de las esquinas de la casa era una vampiresa.

Suspiró, notando como el dolor de las diferentes flechas que recorrían su cuerpo comenzaban a apoderarse de su cuerpo. – ... yo solo quiero plantar patatas - Dijo levantando una de las sillas y colocándola junto a la mesa, que parecía ser el único mueble que no había acabado destrozado.

- ¿Estas bien? – Preguntó girándose hacía la muchacha, que seguía en una esquina de la habitación, mirando fijamente como los dos hombres que la habían estado persiguiendo se movían levemente en el suelo entre quejidos.

Y entonces la escuchó reírse.

Eltrant frunció el ceño, ¿Estaba loca? ¿Es que había hecho mal interponiéndose entre ella y los cazadores? Lo cierto es que ni siquiera había pensado que la joven pudiese ser una fugitiva peligrosa.

La miró durante unos segundos, se reía suavemente, casi sin hacer ruido, pero lo suficientemente alto como para que Eltrant pudiese oírla perfectamente sobre los quejidos de los “cazadores”.

- ¿Se puede saber de qué te ríes? – Preguntó Eltrant al final, arrancándose una de las tantas flechas que cubrían su cuerpo – …Pareces un alfiletero. – Respondió esta.
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El Granjero sin nombre [Interpretativo] [Solitario] [Cerrado] Empty Re: El Granjero sin nombre [Interpretativo] [Solitario] [Cerrado]

Mensaje  Eltrant Tale Lun Jun 26 2017, 17:27

Con un leve tintineo la última de las flechas que tenía alojada en su cuerpo cayó al suelo. – Ya están todas… - Suspiró y lanzó una mirada a la joven que acababa de salvar, la misma que, lejos de seguir aterrada, ahora curioseaba por la habitación, ojeando los muebles de Eltrant que aún seguían de una pieza.

Enarcó una ceja y, sin dejar de vigilarla, comenzó a vendarse las heridas ¿Era peligrosa? Desde luego no lo parecía, pero tampoco podía confiar en ello, seguía siendo una vampiresa por lo que sabía, y eso normalmente significaba problemas. Al final, encogiéndose de hombros, se levantó de su asiento y, sorteando a los hombres que seguían en el suelo fuera de combate, alzó la estantería que estaba volcada en uno de los extremos de la estancia.

- ¿Y cuál dices que es tú nomb…?¡Ya iba siendo hora que lo preguntaras! – Dijo está interrumpiendo a Eltrant, colocándose frente a él, señalándole con un dedo - ¡Regocíjate, Mortal! – Chilló, cambió de objetivo, apuntó al techo de la habitación – ¡Pues estas ante Lyn! ¡Dueña de las sombras! ¡Maestra de la noche! - El castaño, sin decir nada respecto a la presentación que acababa de presenciar, apartó a Lyn de su camino, empujándola suavemente a un lado a mitad de su discurso y se agachó a recoger un par de libros que habían acabado bajo la mesa - ¡Pero escúchame! – Dijo esta inmediatamente, agachándose junto al exmercenario a ver que hacia - ¿Qué hacemos aquí abajo? Anda mira, libros. – Dijo después metiéndose debajo de la mesa, tomando uno de los manuscritos entre sus manos y ojeándolo por encima.

Eltrant volvió a mirar a la vampiresa, tratando de averiguar que le pasaba por la cabeza, aunque empezaba a tener bastante claro que no iba a conseguirlo – ¡Ah, sí! ¡La presentación! – Dijo está tras recordar que no había terminado el discurso, levantándose rápidamente sin pensar siquiera que ahora estaba bajo una mesa, golpeándose en la cabeza contra esta.

Sonrió al ver como la vampiresa salía a gatas de debajo del mueble murmurando algo que no llegó a entender salvo un par de la palabras, entre las cuales se encontraba “ensayado”

- ¡No te rías, Mortal! – Dijo esta llevándose ambas manos hasta la coronilla, mordiéndose el labio inferior, visiblemente ofendida. - ¡Te he dado el regalo de mi presencia! - La muchacha levantó otra de la sillas que yacían desperdigadas por el comedor y se sentó en ella. - ¡Merezco un respeto! – Agitó el puño

Eltrant suspiró levemente y le ofreció una sonrisa a la vampira, no parecía mala persona  –  Eltrant – Dijo este al cabo de unos segundos, Lyn entornó los ojos – Eso lo será tu madre. – Frunciendo el ceño el exmercenario se cruzó de brazos – …Ese es mi nombre – La muchacha alzó las cejas, sorprendida ante tal revelación - ¿De verdad? – Jugueteó con los dedos, pensando que decir a continuación – ¿No es un insulto? – Eltrant tensó los labios – No, no lo es. - ¿Por qué no le había dicho directamente que se llamaba Flynn? No había pensado en ello según hablaba, volvió a suspirar. – Te perdono entonces – Dijo al final Lyn, el granjero puso los ojos en blanco.

Después de aquel intercambio de ideas, Lyn se quedó sentada, sin decir nada, observando atentamente el lugar en el que vivía el guarda retirado, cosa que Eltrant agradeció encarecidamente ya que estaba empezando a pensar en arrojar a la muchacha por la ventana.

- Ese se está empezando a mover – La vampiresa rompió el silencio señalando a uno de los hombres que habían intentado matarla, o capturarla, Eltrant no tenía muy claro cuál era el objetivo de los cazadores, tampoco le apetecía preguntar. – Ya lo veo – Contestó agachándose junto al cazador, que estaba empezando a recobrar el sentido  – Todavía no es de día – Dijo propinándole un puñetazo directamente en la cara, haciéndole perder de nuevo la consciencia. - ¿…Por qué no los matas directamente? Te ahorrarías problemas. Me los ahorrarías a mí. – Preguntó Lyn mirando el cuchillo de cocina que descansaba junto a la entrada de la cabaña, en el suelo – No son una amenaza – Respondió Eltrant incorporándose y abriendo, uno a uno, los cajones de otro mueble de grandes proporciones, buscando la cuerda que creía recordar haber guardado ahí. – No voy a matarles por que sí – Lyn torció el gesto y se levantó de su asiento, agachándose junto al hombre al que Eltrant había arrojado con Morfeo por la fuerza y dándole leves patadas en la cabeza, comprobando que, efectivamente, no se movía – Entonces… No quieres matarlos... – Dijo - ¿Pero no te importa dejarles tontos a puñetazos? …Este no vuelve a hacer una suma en su vida – Eltrant dejó escapar una carcajada, la muchacha sonrió – ...Eres raro.

Tras atar a los cazadores y asegurarse de que estos no se podrían mover al recobrar el sentido, traslado la pesada puerta que yacía tirada en el suelo hasta el lugar en el que debía estar, lamentablemente, lo único que pudo hacer fue colocarla junto a la entrada principal, los goznes estaban destrozados y no tenía tiempo para repararlo aquella misma noche.

- Mortal… - La muchacha dejó un par de platos que habían sobrevivido a la trifulca encima de la mesa - ¿…Puedo quedarme aquí a pasar el día? – La pregunta no le pilló de sorpresa, después de todo quedaban solo unas pocas para el amanecer, no le daría tiempo a llegar a ningún refugio antes de que acabase asada, no obstante, no creía que la muchacha fuese a plantearla de aquella forma. – Eltrant – Dijo – Ese es mi nombreO Tale – Aseguró, Lyn ignoró aquellas palabras y volvió a formular la pregunta empujando la mesa hasta el centro de la habitación, dónde debía estar.

El exmercenario sintió entonces un suave dolor de cabeza seguido de un ligero pitido en los oídos que se desvaneció en apenas un segundo. – No sé – Contestó, no iba a dejar que Lyn acabase convertida en un churrasco en mitad de la nada, pero era lo suficiente cargante como para darle aquel susto - ¿¡No sabes?! – Preguntó esta incrédula, levantándose de su asiento - ¡No puedes responder eso! ¡Acabo de…! – Dijo – Pues eso es lo que respondo – Agarró a uno de los cazadores por el cuello de su camisa y lo arrastró al exterior, Lyn le siguió – Déjame quedarme aquí, que el sol le sienta mal a mi piel y a mi vida. Sobre todo a mi vida. – Eltrant arrojó al primero de los cazadores al almacén en el que guardaba la leña y fue a buscar al otro - ¡Por favor! – El granjero se cruzó de brazos y miró a la chica, volvió a sentir un ligero dolor de cabeza del que se deshizo sacudiendo la cabeza, necesitaba descansar.

Bueno… - Se atusó la barba pensativo, Lyn frunció el ceño  – Mañana voy a ir al pueblo a entregar a estos dos al guarda – El granjero señaló al almacén en el que había encerrado a los dos cazadores, se estaba empezando a pasar con la muchacha, tampoco iba a hacer que suplicase por un refugio. – Supongo que puedes quedarte aquí hasta que anochezca.  – Una expresión de alivio se apoderó de la cara de Lyn – Gracias, Mortal.- … Eltrant.
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Mensaje  Eltrant Tale Lun Jun 26 2017, 23:21

Arrastró el único armario con el que contaba la habitación hasta la ventana, bloqueándola.

- Esto debería bastar – Dijo cruzándose de brazos, asegurándose de que la ventana quedaba totalmente oculta tras el mueble. – Pero por si acaso… - Tras buscar en el interior del armario que acababa de mover, lanzó una gruesa manta, la única con la que contaba de ese estilo, alrededor del mueble. – Bien – De aquel modo no entraría luz solar en la habitación, las cortinas que tenía eran muy finas y si Lyn iba a pasar allí el día, esperaba al menos que no acabase derretida sobre la cama.

A simple vista, podría decir que no le apasionaba la decoración y que todo lo que podría necesitar era fácilmente accesible, algo que podría traducirse a la necesidad que tenía Eltrant de ir directamente al grano cuando se enfrentaba a alguna complicación, sin rodeos.

- ¿Ya has acabado de acondicionar mis aposentos? – La vampiresa apareció por la puerta del dormitorio sonriendo y se tumbó en la cama sin siquiera mirar al castaño, revolviéndose entre la tela que la cubría – ¡Me gusta! – Dijo con el mismo buen humor de siempre, Eltrant se cruzó de brazos. - ¡Es como una de estas posadas temáticas!

- … Me alegro que sea de tu agrado su alteza. – Dijo Eltrant llevándose las manos hasta la cara, apoyándose en el marco de la puerta. No había dormido en toda la noche, necesitaba un descanso. Por no hablar de que cada movimientos de brazos que hacía se resentian las heridas que ocultaba bajo la ropa.

- Oh, por fin reconoces mi título, muy bien Mortal. Me alegro. Concédete un capricho. – Contestó Lyn de inmediato, sonriendo aún más si cabía, adquiriendo un cierto tono solemne en sus palabras – Pero nada del otro mundo. Una patata. – Eltrant frunció el ceño, taladrando a la muchacha con la mirada – Bueno, vale, dos patatas. –  Para ser alguien que hacía escasas horas estaba siendo perseguida por un dúo de cazadores se lo estaba pasando en grande.  

- ...Lo que tú digas, pero quita los pies de las sabanas – De un tirón se encargó de que la vampiresa se sentase correctamente, Lyn se cruzó de brazos y ensanchó su sonrisa – Si quieres dormir, sin botas. – Ordenó señalando la esquina de la habitación, dónde descansaban el par de botas desgastadas que el granjero siempre usaba para trabajar en el huerto. – Déjalas ahí. – Indicó dejando escapar un bostezo.

- Eres un soso. – Dijo Lyn quitándose las botas, arrojándolas a la esquina de la habitación de cualquier manera.Eltrant suspiró y se pasó la mano por el pelo, ¿Aquello era serio? ¿Era así como se comportaba siempre?

-¿Vas a decirme porque te estaban siguiendo esos dos? – No tenía sentido seguir prolongando aún más aquella pregunta, ya le había dado un lugar en el que esconderse del sol, lo mínimo que podía hacer Lyn era responderle sinceramente a aquella pregunta.

El rostro de la vampiresa se ensombreció unos instantes, después recobró su apariencia jovial natural. - Puede  - Respondió volviendo a estirarse en la cama. Miró al techo durante unos segundos – ...Todavía no he decidido si eres de fiar, Mortal. - Dijo Lyn girándose sobre sí misma, dando la espalda a Eltrant.

- Te estoy dejando dormir aquí, no creo que… - Se calló a mitad de frase y miró a la muchacha tirada en la cama, o a su espalda más bien. Era la primera vez que se callaba desde que lidió con los cazadores. Suspiró. – Volveré antes del anochecer, supongo. – Dijo saliendo de la habitación.

- Vale.

___________________________________

Había subido a los dos cazadores a una carretilla de mano, Mohr estaba en la hacienda, había decidido no llevarse montura hasta allí, después de todo el caballo era una boca más que alimentar y en aquel lugar a veces no tenía siquiera comida para él.

¡Vámonos de viaje! – Dijo a los hombres comenzando a avanzar hacia la espesura, estos se quejaron e hicieron amago de moverse, pero las ataduras de Eltrant habían probado ser infalibles para los hombres, que, apelotonados en la minúscula carretilla que usaba para trasportar lo que recolectaba, eran incapaces de moverse - ¿Nada que decir? – Preguntó el castaño levantando un poco la mirada, observando como los primeros rayos de sol comenzaban a asomarse sobre las copas de los árboles. – Anoche estabais muy habladores. – Tenía entre tres y cinco horas de viaje por delante y no había dormido nada tras un día de trabajo agotador, si no hablaba, aunque fuese, con el mismo bosque, se iba a quedar dormido a mitad de camino – Aunque claro, vosotros sois de hablar más con las flechas ¿No?

- Tú no eres un granjero normal. – Dijo uno de ellos, tratando de girarse vanamente a mirar a Eltrant.

- Se te ve un tipo listo – Contestó Eltrant, el haberse cruzado con Asher un mes atrás no había sido precisamente bueno - ¿Por qué perseguíais a la chica? – Inquirió inmediatamente después, aprovechando que había conseguido que uno de los dos cazadores hablase. - ¿Os ha mandado Harrowmont? Conozco personalmente a Cassandra y…

- Para matarla – Dijo el otro, que estaba bocabajo en una postura que Eltrant encontraba ridículamente divertida.

- Eso ya lo sé – Siguió avanzando, dejando que la carretilla saltase levemente con todos los baches que se encontraba, haciendo gemir a los hombres doloridos. –  Pero he preguntado “por qué”, no “para que”  - El silenció se volvió a apoderar del angosto camino. - ¿Nada? – Tomó aire – Interesante. – Si eran cazadores no iban a soltar lo que sabían aun si Eltrant les obligaba a hacerlo mediante métodos que no creía necesarios, y si por otro lado eran imitadores, estaban comportándose lo suficientemente bien como para que el séptimo de los Tale dijese que no iba a conseguir nada interrogándoles.

El resto del camino lo pasaron en silencio, los cazadores estudiaban a Eltrant, oían atentamente cada palabra que este decía, tal vez tratando de desentrañar que pasaba por la cabeza del granjero y el destino que les deparaba allá donde les llevaba.

No consiguieron gran cosa de todos modos, nada de lo que habló Eltrant era mínimamente relevante para los hombres; Contó varias historias acerca de un cuervo que, aun cuando había puesto un espantapájaros, siempre volvía, también se encargó de relatar cómo se las había ingeniado para arreglar la puerta que, días antes de que ellos la destrozaran, apenas cerraba correctamente.

- Y sí, vais a pagar, al menos por mi puerta.
– Dijo. – Os lo aseguro.


__________________________________________________

Estaba anocheciendo cuando vio, una vez más, la lejana silueta de su cabaña en el horizonte.

Los cazadores no pagaron por su puerta. Estos se habían limitado a permanecer en silencio durante todo el interrogatorio del guarda del pueblo, Eltrant no esperaba otra cosa de todas formas, aquel hombre no estaba habituado a lidiar con ese tipo de cosas, de las cosas más relevantes que este se encargaba era de mantener a los críos controlados durante las fiestas, y ni aun así conseguía, muchas veces, hacer su trabajo.

Por lo que Eltrant decidió desentenderse de los cazadores, una vez en manos de la guardia ya no eran de su incumbencia. No creía que hubiese problemas, incluso Moe podría mantenerles encerrados en la pequeña garita que usaba a modo de “Cuartel” sin ninguna dificultad, por no hablar que el hombre, siendo consciente de que el hecho de que hubiese bandidos en la zona le venía grande, no tardó en pedir ayuda a los pueblos más cercanos, los cuales según sus cálculos, tardarían en llegar al menos dos días.

El caso es que ahora solo tenía que lidiar con Lyn, a quien había dejado encerrada en su dormitorio para protegerse de la luz solar.

Bostezando entró en la cabaña, dejando escapar un largo y agotado suspiró cuando vio el estado de la misma. – Voy a tardar bastante en arreglar todo esto.

- Mortal – Escuchó la voz de Lyn al otro lado de la puerta - ¿Eres tú? – Preguntó – Me aburro, ¿Es ya de noche? – Eltrant miró por la ventana, solo quedaban un par de rayos de luz y tonalidades anaranjadas adornaban el firmamento.

El cómo había aguantado todo el día sin caer rendido no podía explicarlo. Ya no solo era el no haber dormido, la mínima atención que estaba prestándole a las heridas de flecha que tenía por todo su cuerpo estaba empezando a pasarle factura, no le quedaba más remedio que descansar, aunque no hubiese colocado todavia la puerta principal dónde le correspondía.

- En media hora o una puedes salir. – Dijo sentándose junto a la mesa, dejando caer su cuerpo sobre esta y cerrando los ojos. - ...Tengo hambre. - Se levantó y curioseó por la cocina, buscando algo que llevarse a la boca, no había quedado gran cosa intacta tras la pelea.

- Que curioso. ¡Yo tambien!
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El Granjero sin nombre [Interpretativo] [Solitario] [Cerrado] Empty Re: El Granjero sin nombre [Interpretativo] [Solitario] [Cerrado]

Mensaje  Eltrant Tale Mar Jun 27 2017, 17:48

Volvió a sentarse en la silla del comedor y devoró vorazmente un pequeño trozo de pan que había sobrevivido pelea, no era gran cosa, pero no tenía fuerzas ni ánimos para prepararse algo más complejo.

Pasándose la mano por los agujeros de flecha que cubrían su brazo, suspiró cerrando los ojos, notando como los agujeros se resentían con cada movimiento que hacía. Un mes había pasado sin recibir ningún tipo de herida de aquel estilo, un tiempo record.

- ¿Puedo salir ya? – La voz de Lyn volvió a repetirse en la habitación. – Que tengo hambre, te oigo comer.

Eltrant, ignorando durante unos segundos la pregunta de la vampiresa miró el lugar en el que debería de estar la puerta, escudriñando la oscuridad, tratando de discernir alguna figura solitaria en el bosque. Lyn era una vampiresa, eso significaba que su alimento principal era la sangre.

No tenía la más remota idea de que tipos de sangre necesitaban ¿Humana? ¿De Brujos? ¿Se alimentaban de alguna que otra cosa además de eso? Se atusó la barba pensando las posibles consecuencias que podría tener dejar salir a la chica de su habitación. ¿Se lanzaría a por él presa del hambre? ¿Le trataría de abrir la garganta para beber?

- – Dijo bostezando – Ya puedes salir –  Suspiró y se frotó los ojos, en el peor de los casos seguía siendo más corpulento que ella, aun con su fuerza “sobrehumana” no le sería muy difícil controlarla.

Le dolían demasiado las extremidades como para soportar la hiperactividad de la chica, pero tampoco le apetecía prolongar más el tiempo que esta pasase en su habitación y por extensión, en su cabaña.

- ¡Vale! – Escuchó decir a Lyn. – ¡Listos o no! ¡Allá voy!  

Eltrant se pasó la mano por la cara, sintió como cada fibra de su ser se contraía, como le dolía todo el cuerpo. –  ¿Sabes? Mejor quédate ahí dentro, por favor – Pidió en el último segundo, pero era demasiado tarde, la puerta de su dormitorio estaba abierta de par en par, y la vampiresa le miraba desde el otro lado de la puerta, sonriendo, como siempre.

- Llevo todo el día encerrada, quiero estirar las piernas y eso. – Afirmó de buen humor, avanzando un par de pasos y se colocándose junto al granjero, sentándose en la silla que estaba justo a su derecha – Entonces… ¿Qué tal te encuentras Mortal? ¿Ha ido todo bien? ¿No has visto a nadie más raro cuando has salido? – Preguntó, Eltrant no pudo evitar mostrarse ligeramente sorprendido ante aquella serie de preguntas - ¿Qué? – Dijo está cruzándose de brazos, poniendo mala cara  – …Encima que me preocupo ti, Mortal – Aseguró jugueteando con su flequillo, desviando la mirada – Pero… ¿Adónde te has llevado al final…? – Se mordió el labio inferior, indecisa por qué decir a continuación. – … A esa gente.

- Con el guarda del pueblo. – Dijo sonriendo levemente. – Están a buen recaudo, no te preocupes. –  La expresión que dejó entrever Lyn al oír esto informó a Eltrant de que aquella respuesta no convencía demasiado a la mujer.

- …Está bien. – Dijo alicaída, levantó su mirada y sonrió escuetamente a Eltrant - ¿Puedo quedarme por aquí un rato más? – El castaño arqueó una ceja y se atusó la barba, notó como sentía algo parecido a una presión en la cabeza, casi imperceptible, desapareció rápido.

– Respondió, esbozando una sonrisa. Lyn le respondió con la suya propia – Supongo que sí… - Y ahí estaba otra vez, ¿No podía preocuparse por lo que él quería? ¿No iba a poder estar tranquilo? Estaba cansado de todo, no quería ser un héroe, ya lo había intentado demasiadas veces. Algo parecido a un gruñido rebotó en las paredes la cabaña, Lyn bajo la mirada al oírlo, Eltrant se quedó mirándola fijamente. - ¿Eso…? ¿Eso ha sido tu estomago? - Le pilló de improviso, no sabía que a los vampiros les sonase el estómago.

- ¡He dicho que tengo hambre! – Dijo alzando la mirada, recuperándose, anteponiendo su orgullo al ligero sonrojo que cubría sus mejillas. – Pero se ve que eres tan pobre que no puedes alimentarte ni tú. Por eso no he dicho nada más – Se levantó, con la cabeza alta, y le señaló con el dedo índice. - ¡Por tu bien espero que tengas algún animal de granja! – Otra vez,  como por arte de magia, sintió un fuerte pitido en sus oídos acompañado de un ligero dolor de cabeza  

- No, no tengo ninguno. – Respondió llevándose una de sus manos hasta la frente, apoyándose en la mesa. - ¿Quieres una patata?  

- ¡¿Pero qué problemas tienes tú con las patatas?! – Exclamó Lyn sin bajar un ápice el dedo índice - ¡Sangre! ¡Quiero sangre! ¡Dame la tuya! – Y por fin, llegaron al punto que temía Eltrant.

Levantó un poco la mirada, el dolor de cabeza estaba empeorando y Lyn, de fondo, seguía dándole órdenes sin dejar de mirarle  “Caza algo”, “Dame tu sangre, no, espera, mejor no. Que seguro que sabe rara… Aunque no estaría de más que te ofrecieses”, cada sentencia era una daga más que taladraba su cabeza.

Y por fin se dio cuenta, no era el cansancio, no eran las heridas, era Lyn.

- ¡¿Me estás haciendo algo en la cabeza!? – Preguntó dando un puñetazo en la mesa, haciendo saltar el solitario plato que había sobre ella.

Lyn, lejos de sentirse amedrentada por esto se cruzó de brazos - ¡¡Sí!! – Gritó - ¡Sí! – Repitió acercándose a Eltrant y zarandeándolo un poco, al menos el exmercenario no era el único frustrado con la situación  – ¡Y no tiene sentido! ¡Deberías estar obedeciéndome o algo! – Frunció el ceño, el dolor de cabeza se desvaneció de golpe, en cuanto la vampiresa rompió el contacto visual con él - ¿¡De que tienes rellena la cabeza?! ¡¿De piedras?!

- Te estoy dejando que te quedes aquí. – Dijo muy seriamente, levantándose – No te metas en mi cabeza.

- ¡Pero si te estoy diciendo que no puedo! – Protestó, dejando caer sus brazos hasta la cintura, en jarra - ¡Además no es como si quisiese algo importante de ti! ¡Seguro que tu sangre es como tú! ¡Sosa y carente de vida! – Señaló a Eltrant - ¡Egocéntrico! ¡Mortal! ¡Que te mueres por nada! – Dijo.

- ¿¡Que me muero por nada!? – Se cruzó de brazos, por alguna razón eso era lo que más le había molestado, tenía un problema grave – Perdona pero no soy yo el que explota en llamas si salgo a la calle de día. – Lyn frunció el ceño y apretó los dientes.

- ¡…Qué… qué me des tú sangre! – Dio un manotazo en la mesa, tratando de reafirmar su postura. – ¡Sométete Mortal! ¡O asume las consecuencias! ¡Serás testigo de mi ira! ¡Y tengo mucha! ¡De verdad! ¡Cubos de ira!

-  ¿¡Qué consecuencias!? ¡No voy a darte…! – Otro rugido, algo que parecía haber salido de las profundidades más recónditas del océano interrumpió la frase del granjero a la mitad, Lyn, tras desviar la mirada, se sentó en silencio de nuevo mirando hacia abajo. - ¿…Tanta hambre tienes?

Suspiró y se sentó junto a la muchacha, colocó sus ojos en el lugar en el que debería estar la salida, mirando el amplio bosque a oscuras que se extendía más allá de la casa.

- ¿Seguro que no puedes comerte un trozo de pan o…? – El rostro de Lyn mostraba que aquella pregunta era una de las cosas más absurdas que habían salido de su boca, suspiró.

Se quedaron en silencio un par de minutos. Los suficientes como para que la situación comenzase a ser aún más incómoda de lo que ya era.

- … Pues nada – Se remangó la camisa, Lyn alzó ambas cejas al ver esto – Muerde. – Suspiró, ¿Qué estaba haciendo? Si Huracán estuviese ahí le habria atravesado la cabeza con un virote. Cerró los ojos – Espero que no tengas nada raro en la boca – Aseguró. – No me sobran las medicinas por aquí.

Lyn no sabía que decir abrió un poco la boca, buscando frenéticamente las palabras que quería decir en su cabeza. - ¿Así sin más? – Preguntó acercando la silla hasta el exmercenario - ¿Sin control mental? ¿Ni… Ni manipulando tu corto intelecto? – Lyn se pasó la mano por el flequillo y repasó cada salida de la cabaña, Eltrant decidió hacer como que no había oído "corto intelecto".

Eltrant esbozó una sonrisa cansada. - Digamos que me sobra sangre - Dijo, Lyn seguía indecisa. - ¿Ahora que te dejo hacer esto no quieres? ¿No te estabas muriendo de hambre?

La muchacha sonrió y acercó aún más su silla hasta el castaño.

- Solo… - Empezó a decir - …Estaba planteándome si eres un fetichista pervertido o un idiota.

- Ya me estoy arrepintiendo.
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El Granjero sin nombre [Interpretativo] [Solitario] [Cerrado] Empty Re: El Granjero sin nombre [Interpretativo] [Solitario] [Cerrado]

Mensaje  Eltrant Tale Miér Jun 28 2017, 20:31

Se quedó mirando el brazo del granjero durante varios largos segundos, sin decir absolutamente nada, mordiéndose el labio inferior sin terminar de atreverse a morder. Acompañados solamente por el sonido de los grillos que cantaban a la noche los segundos pasaban, uno detrás de otro, mirándose mutuamente, sin hacer nada .

Esto es raro… - Dijo la muchacha.

- No me digas…– Respondió Eltrant.

El silencio volvió a apoderarse de la cabaña, Eltrant bostezó y se frotó los ojos. Lyn, que volvía a entretenerse con su flequillo, susurraba palabras inconexas en voz baja que Eltrant no llegaba a oír, aunque tampoco le interesaba demasiado lo que pasaba por la cabeza de la joven.

- …Entonces… - Sujetó el brazo del castaño con ambas manos, parecía estar decidida a alimentarse por fin. Eltrant no pudo evitar pensar que se lo estaba tomando con demasiado tacto para ser alguien que había estado tratando de jugar con su cabeza y hacerle obedecer. - ¿…Aprovecho el agujero de la flecha o…?

- ¡Muerde de una vez!

Fue inmediato, la joven, tras dar un pequeño salto en la silla debido al grito de Eltrant mordió. Los finos colmillos de Lyn se clavaron firmemente en el brazo del exmercenario, de dónde comenzó a brotar sangre enseguida. Lanzó un rápido vistazo en el lugar en el que tenía la mordedura, no dolía, no se esperaba aquello. Desvió la mirada y dejó que la vampiresa bebiese a gusto, no podía evitar sentirse incómodo.

- No me siento el brazo – Dijo sin mirar a Lyn, clavando sus ojos en el cuadro de la manzana que había colgado en la pared, el que ahora tenía una flecha justo en el centro.

- Esh para que do nueda. De dana – Respondió esta sin liberar el brazo de entre sus colmillos, pronunciando pobremente las palabras mientras bebía.

- No hables con la boca llena. – Frunció el ceño y le dio un pequeño golpe a Lyn en la frente, esta soltó a Eltrant y, sonriendo ampliamente, se limpió la sangre de la comisura de sus labios con la manga de su camisa. Parecía más contenta de lo normal, lo cual, teniendo en cuenta que ese era el estado de la vampiresa por antonomasia, era preocupante - ¿Ya? – La respuesta negativa de la vampiresa le hizo suspirar, Lyn, ahora más segura de sí misma, volvió a morder. Al menos seguía sin sentir nada parecido a dolor – Date prisa.

Estaba empezando a marearse, nunca había sido nadie inteligente a la hora de tomar decisiones, o al menos eso le habían dicho. Pero alimentar a uno de los entes de la noche después de no haber dormido nada y haberse peleado a muerte con dos tipos era el nuevo limite a sobrepasar. Ahora, si le preguntaban “¿Cuál ha sido tu peor decisión?” Podría decir “Esa vez en la que deje que me mordiesen por mi sangre” y se temía que la respuesta a esa afirmación seria “¿Te va ese rollo?”

Lyn no tardó mucho en quedar saciada, o eso parecía, pues repitiendo lo que había hecho antes se limpió la sangre que quedaba en su cara y se reclinó en la silla y sonrió. – Estoy llena – Dijo llevándose ambas manos al estómago, respirando de forma exagerada y estirando las extremidades todo lo que pudo. – Gracias, Mortal – Dijo cerrando los ojos. – …Sabes como a hierro, más de lo normal digo… - No le interesaba aquella información – ¿No te lo ha dicho nunca nadie? – Eltrant se llevó ambas manos a la cara, al parecer a Lyn le gustaba la sobremesa, pero estaba demasiado cansado para charlar acerca del sabor de su propia sangre.

- La gente que conozco no me muerde normalmente – Contestó, Lyn sin perder el buen humor, le dio una palmada en la espalda.

- ¿Estas de mal humor? ¿No vas a hablar más? – Dio varios codazos a Eltrant - ¿…Es que te ha mordido la lengua el vampiro? – Se quedó en silenció unos segundos, probablemente esperando que Eltrant estallase en carcajadas.

- Puedes hacerlo mejor – Lyn infló los mofletes y se cruzó de brazos. El granjero, mientras, vendó la mordedura de modo que esta no dejase salir más sangre de los dos pequeños agujeros. Cuando terminó se levantó de la mesa y tomó aire. – Así servirá. – Sentía que iba a desplomarse en cualquier momento. Volvió a bostezar - Buenas noches – Dijo encaminándose a su habitación, habían pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo, necesitaba dormir algo.

- ¡Buenas noches! – Respondió la vampiresa agitando el brazo frenéticamente - ¿Me… puedo quedar aquí? Sin trucos mentales. – Inquirió según veía al exmercenario internarse en su habitación, que se giró a mirar a su invitada.

- ¿Qué es lo peor que puedes hacer? – Eltrant sujetó la puerta del dormitorio y esbozó una sonrisa - ¿Quitarme más sangre?

_____________________________________________________

- Vamos Lyn – Dijo levantando la pesada tabla de madera - ¡Tú puedes! – Susurró mientras la empujaba, lo más sigilosamente que podía, hacía el agujero que días atrás había sido una puerta.

No sabía nada de carpintería, pero no tenía pinta de ser muy difícil ¿No? Solo era ajustar un par de cosas a otras cosas. Y a ella se le daban bien las cosas, en general.

De forma lenta, pero constante, se encargó de arreglar, como buenamente pudo, la puerta de la entrada principal de la cabaña. ¿Qué por qué lo hacía? ¡Por ella misma, por supuesto! ¿Por qué otra cosa si no?  Si el sol salía y la cabaña no tenía puerta el único sitio para refugiarse de la casa era en la habitación del Mortal de nuevo, y no le apetecía compartir cama con él.

Una vez comprobó que su obra de arte estaba terminada se cruzó de brazos y, sonriendo, asintió. - ¿Hay algo que se me resista? – Rio suavemente, lo más bajito que pudo y procedió a recolocar los muebles de forma que no entrara ni una pizca de luz solar al amanecer. – Así de todas formas queda mejor. – Dijo cuándo la estantería repleta de libros estuvo frente a la única ventana. – Más… ¿Dinámico? -  No estaba segura de que quería decir realmente dinámico en aquel contexto, pero le valía.

Sigilosamente salió de la cabaña, era de noche y no le apetecía quedarse encerrada. Notó que la puerta seguía estando mal colocada según salía, pero se mantenía sujeta a la pared, la arreglaría más adelante.  

Con una serie de rápidos movimientos subió al tejado de la cabaña y se sentó. Se concentró en el sonido de los grillos y del viento, en el suave resplandor de la luna, un resplandor que encontraba agradable, principalmente, por que no acababa con su vida si el tocaba la piel.

Se llevó ambas manos hasta su flequillo e hizo varios rizos. No había salido como esperaba, cuando se enteró en el pueblo que un granjero vivía solo había pensado que sería una presa fácil. Pero llegaron los cazadores, y después la luz del día, y tras eso el hambre.

Y ahora estaba allí, en el tejado de aquella cabaña.

- “Quizás… pueda pedirle…” – Aquel mortal de nombre ambiguo, Eltrant Tale, creía recordar, era una persona interesante.

¿Pero podía confiar en él? Cerró los ojos y se tumbó en el techo, miró al cielo.

“Quizás”
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El Granjero sin nombre [Interpretativo] [Solitario] [Cerrado] Empty Re: El Granjero sin nombre [Interpretativo] [Solitario] [Cerrado]

Mensaje  Eltrant Tale Jue Jun 29 2017, 17:28

Salió de la habitación estirando los brazos. Lyn le esperaba al otro lado de la puerta, tumbada sobre la mesa, mirando al techo en la oscuridad. Había convertido la cabaña en una guarida para vampiros, daba igual en que habitación estuvieses, la luz solar nunca tocaba el interior del edificio, las pequeñas lámparas que solo encendía al anochecer se encargaban de iluminar la estancia.

- ¡Buenos días, Mortal! – Eltrant respondió con un bostezo un leve gesto de su mano derecha y se desplazó hasta el mueble en el que recordaba haber guardado unos pocos granos de café que había intercambiado por leña en el pueblo. - ¿Qué tal la noche? – Asintiendo con la cabeza como toda respuesta, sintiendo como se tensaban alguna de sus heridas al hacerlo Eltrant se sirvió la bebida de igual forma que le habían enseñado en la aldea: con un poco de agua y removiendo con fuerza.

Una vez creyó que estaba preparado su desayuno, empujó las piernas de estas para tener espacio en la mesa y se sentó junto a ella.

- Ugh… Que malo esta esto… - Dijo tras dar el primer sorbo al líquido ocre que tenía en taza - ¿Debería estar caliente? No sé si me dijeron que debía estar caliente –  Se atusó la barba, Lyn se bajó de la mesa y se encogió de hombros, sonriendo. - ¿Quieres probarlo? – Preguntó teniendo a la vampiresa, que tomándolo con cuidado, olfateó el contenido.

- …Te tomaba por un buen cocinero. – Dijo dejando la taza sobre la mesa sin siquiera atreverse a probarla. – Te superas a ti mismo, Mortal. – Dijo sentándose junto al castaño, cruzando las piernas.

- Es Eltrant – Dijo este recuperando la taza, obligándose a beber el mejunje que había preparado en un cuantioso número de pequeños sorbos e ignorando el comentario que Lyn acababa de hacer – ¿…Y que vas a hacer? ¿Te vas a ir esta noche? Ya llevas dos días aquí y no parece que nadie te esté siguiendo, ¿No tienes ningún sitio en el que estar? - Lyn se mordió el labio inferior y bajó la cabeza, como siempre que hacía cuando estaba nerviosa y le costaba encontrar que decir, Eltrant suspiró. – Un día más. – Dijo – Después te vuelves a la ald…

- No es eso… - Se abrazó las rodillas sin levantarse de su asiento – Sí que tengo a dónde ir.

Se terminó el café de un único trago aun cuando se le revolvía el estómago solo con olerlo, no era lo suficientemente rico como para permitirse tirar aquel agua manchada, era su desayuno. - ¿Entonces? ¿Tan bien te caigo? – Sonrió, la vampiresa torció el gesto. - ¿O es que quieres más sangre?

- …Tonterías – Dijo girándose, dándole la espalda a Eltrant. – Tú sangre tampoco es tan buena.

Llevaba dos días bajo el mismo techo que aquella muchacha, pero seguía muy lejos de comprender nada de lo que esta hacía. Su actitud despreocupada contrastaba demasiado con las personalidad que adquiría si Eltrant trataba de preguntarle algo mínimamente personal. Ocultaba algo, hasta ahí podía entender.

Pasaron varios minutos en silencio, acompañados por el débil sonido de las pocas velas que iluminaban la habitación y por el murmullo del viento chocando contra las ventanas ocultas tras el mobiliario.

- Mortal… - Eltrant arqueó una ceja, Lyn se giró hacía él - No eres un granjero. ¿Verdad?

Suspiró y se rascó la barba, reclinándose sobre la silla – Sí que soy un granjero – Sonrió cansado - ¿No me ves? – Señaló su indumentaria, aun manchada de sangre por la contienda con los dos cazadores – Las patatas son mi vida.

Lyn sonrió y negó con la cabeza – Eres un granjero, pero no uno normal – Dijo con suavidad, toqueteando su flequillo. ¿Quién era aquella chica y dónde se había metido la vampiresa cargante con una respuesta para todo? – En la aldea dicen que te llamas Flynn. Que no hablas apenas con nadie… – Dijo tras unos segundos en silencio. - ¿De qué te escondes?

Sintió como el corazón se le paraba un instante, como se saltaba un latido. – No me escondo – Respondió, ¿Había ido allí buscándole expresamente? ¿Conocía como le llamaban en el poblado? La miró fijamente a los ojos, Lyn los entornó y le mantuvo la mirada. - ¿No ha sido una coincidencia?

- No pongas esa cara, Mortal – Se cruzó de brazos. Ahí estaba, la Lyn de siempre – Eras una presa fácil. Solo, en el bosque, sin amigos, deprimido, hablando solo con puerros… - El castaño se llevó las manos a la cara y suspiró - … Con los árboles como toda compañía, lavándote dos veces al mes… - Volvió a mirar a la joven, que seguía enumerando las razones por las cuales estaría mejor reseco que lleno de sangre - … Cantando canciones rusticas a la luna, paseándote desnudo por el interior de la cabaña… no es que eso me sorprenda eso, yo también lo haría. - Se vio obligado a sonreír, no pudo hacer otra cosa. Lyn le imitó.

- … tienes una visión muy rara de la vida en el campo. – Dijo levantándose y depositando la taza sucia en un balde con agua, Lyn le siguió y miró por encima del hombro lo que hacía.

- ¿Entonces no hablas con puerros?

- Casi nunca.

La vampiresa dejó escapar una carcajada, Eltrant respondió a esto con una sonrisa. ¿Así que una presa fácil? Negó con la cabeza ¿Qué esperaba? Eso era lo que pretendía al apartarse de todo, al dejar que el mundo se cuidase por sí mismo.  

- Mortal… - Eltrant terminó de la lavar la taza y se giró hacía ella, volvía a estar tumbada sobre la mesa. - ¿Puedo pedirte… un favor?

La miró cansado, tenía una idea de lo que iba a decir a continuación ¿Qué clase de favor iba a pedirle a él sino? Más sangre, no le importaba, aunque podría haber esperado al menos un par de días a que se terminase de recuperar.

- …Supongo – Respondió apoyándose en la pared, arrancando, por fin, la flecha que estaba clavada en el cuadro de la manzana.

- ¿...Puedes ...acompañarme a Beltrexus?
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El Granjero sin nombre [Interpretativo] [Solitario] [Cerrado] Empty Re: El Granjero sin nombre [Interpretativo] [Solitario] [Cerrado]

Mensaje  Eltrant Tale Jue Jun 29 2017, 22:22

- ¿Quieres que te acompañe a Beltrexus? – Inquirió - ¿De verdad?

- – Respondió Lyn.

Cerró los ojos unos instantes, pensó acerca de la proposición que acababa de recibir. Hacía apenas unos días que se conocían, no sabían mucho uno del otro, por no decir nada. Y aun así, Lyn parecía decidida a arrastrarle en un viaje alrededor de Aerandir.

- ¿Por qué? – Preguntó cruzándose de brazos -  Eres más de lo que aparentas a simple vista. En muchos sentidos. – Arrastró una silla hasta la esquina de la habitación en la que estaba y se sentó. – Podrías llegar a Beltrexus sola.

Lyn desvió la mirada y, suspirando, se sentó en la mesa entrelazando las piernas. - ¿Por qué no? – Preguntó la vampiresa de vuelta, sin alzar la mirada, toqueteando las correas que mantenían sus botas cerradas.  

Tensó la mandíbula ¿De verdad pretendía que fuese con ella? ¿Qué dejase todo por lo que había trabajado tanto? ¿Qué volviese a ser un maldito escudo de carne para los demás? Era tentador, no podía evitar sentirse atraído por la idea, volver a los caminos, sin ordenes de nadie, como un mercenario más. La aventura siempre le había llamado y cada cicatriz contaba una historia de la que se sentía orgulloso, y no podía negar que la granja era más monótona de lo que había pensado en un principio.

Pero no podía dejarse seducir por aquellas ideas. Sobre todo si era debido a alguien que acababa de conocer. Se pasó la mano por la cara y negó con la cabeza, no era eso lo que quería.

Quería paz, tranquilidad, estar alejado de todos, que nadie dependiese de él ni de sus decisiones, no ver más cadáveres en los caminos ni pueblos en llamas. Quería, en definitiva, una vida que fuese realmente suya.

Dame un motivo. – Dijo – Dime por qué me debería ir contigo.

Lyn levantó la mirada y clavó sus ojos en el exmercenario. – Por… - Buscó que decir pero parecía que no le salían las palabras - … no sé – Sonrió apagada – La verdad es que no lo sé, Mortal.

- Sí dejases de llamarme mortal…

- No sé. – Repitió antes de que Eltrant pudiese seguir hablando – Me has salvado la vida una vez … dos veces. – Volvió a llevar las manos hasta las botas, repitió el movimiento que había hecho antes con las correas – Pensé que… no sé, podrías ayudarme. – Suspiró - …Que querrías hacerlo.

En el exterior era de día. Un caluroso día de verano en el que las cigarras chirriaban con fuerza. Algo que estaba empezando a trasladarse hasta el interior de la cabaña cerrada. Dónde el suave tintineo de las velas no hacían sino ayudar a que la habitación se calentase.

Torció el gesto – Tienes las expectativas muy altas, me acabas de conocer. – Dijo atusándose la barba. – Y sigues evitando responderme. ¿Por qué quieres ir a Beltrexus?

- … Tienes razón. – Dijo Lyn bajándose de la mesa. – Esta noche me marcho. Gracias por…

- ¿Qué estás hablando? – Eltrant se rascó la cabeza - ¿Te he dicho que si o que no? – La joven negó con la cabeza – Pues no decidas por mí. – Sentenció – No me gusta. – Tomó aire, la cabaña se estaba convirtiendo en una sauna – Espera aquí. – Lyn ladeo la cabeza y observó en silencio como Eltrant se internaba en su dormitorio.

Cerró la puerta tras él, ahí no hacía tanta calor, volvió a tomar aire. Ahí podía pensar.

Se agachó junto al arcón de color negro, repasó el candando que lo mantenía cerrado con la yema de los dedos. Tras pensárselo durante unos segundos extrajo una pequeña llave de hierro de debajo del propio cofre y, tras mirarla bajo la luz del candil que mantenía aquella habitación iluminada, la introdujo en la cerradura, desbloqueando el baúl.

- Solo un mes… - La armadura, su espada, una vieja bolsa de viaje y una gruesa capa, todo yacía ordenadamente colocado en el fondo del cofre. – Esperaba tardar más en volver a ver esto… - Sacó la espada con ambas manos lentamente, con cuidado, como si temiese que se fuese a romper tras tanto tiempo acumulando polvo, sonrió al sentir el peso del arma, se levantó y, la extrajo de su vaina.

El resplandor azul del encantamiento de hielo que bañaba su hoja ayudó al candil a iluminar la habitación, pasó la mano por la hoja, concentrándose en la suave escarcha que cubría la espada, repasando la palabra que, meses atrás, había inscrito sobre la misma “Recuerda”.

- ¿¡… Tienes una espada que brilla!? – Lyn, con un extraño brillo en su mirada, se acercó a toda prisa a dónde estaba Eltrant, quien alzó el arma por encima de su cabeza en un acto reflejo, de modo que la muchacha no llegase a quitársela en un descuido. - ¡Déjame verla! ¡¿Pesa mucho?! ¡Mortal, te estoy dando una orden!

- ¿Qué parte de “Espera aquí” no comprendes? – Preguntó el ex guarda tratando de evitar que la insistente vampiresa pusiese sus manos en la empuñadura de la espada.

- “Espera” – Contestó está dando pequeños saltos, tratando de alcanzar la hoja, casi sin pensar en que había respondido – Y “Aquí” a veces me confunde, pero no siempre. – Eltrant suspiró y envainó la espada de nueva, lanzándola al arcón.

- … Espero que no haya sido alguno de tus trucos mentales. – Dijo cerrando la caja y agarrándola por una de las pequeñas asaderas con las que esta contaba, arrastrándola entonces hasta la habitación principal de la cabaña. Lyn siguió de cerca a Eltrant.

Pero te voy a acompañar.

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La luna se alzaba bien alta en el firmamento, los grillos habían sustituido a las cigarras y las sombras, como cada noche, habían tomado el control del bosque.

Se ajustó la armadura y se cercioró de que la espada que pendía de su cinturón estaba firmemente sujeta a su indumentaria. – Te queda bien el rojo – La voz de Lyn rompió el silencio de la noche, Eltrant enarcó una ceja – Muy majestuoso y todo eso. – Se pasó la mano por encima de la tela roja que, en lugar de su habitual azul, cubría la coraza. – Para ser un Mortal, digo.

- Gracias – Contestó Eltrant girándose a apuntalar un pequeño cartel en la puerta de su propiedad. “Por favor, regadme las plantas” rezaba en el mismo, también pensaba dejar una nota en la casa de alcalde del pueblo según pasase por allí, no esperaba estar mucho tiempo fuera, el suficiente para dejar a Lyn en la isla de los brujos y volverse. Pero agradecería que cuidasen de sus pertenecías. El viejo Ibrahim era un buen hombre, mandaría a alguien seguro.

La vampiresa sonrió con entusiasmo y zarandeó a Eltrant, para justo después, comenzar a andar hacía el pasaje que conducía al bosque. - ¡¿A que esperamos?! ¡A la aventura! ¡Nada nos puede detener! ¡Somos imparables, Mortal! – Eltrant suspiró y se pasó la mano por el pelo, echó un último vistazo a su hogar y, justo después, comenzó a caminar tras Lyn.

Seguía sin estar seguro de lo que estaba haciendo, cada paso que daba lo hacía dudando, pensando si no sería mejor volver sobre sus pasos. Lo único que sabía con seguridad era que tenía una noche muy larga por delante.
Eltrant Tale
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