Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
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Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
- Sobre los tags:
- Perdonadme si no he puesto los tags apropiados, llevo bastante sin escribir y no estoy seguro de si es lo correcto. Respecto a la parte de mastereado, es lo que se me comentó en su día que hiciese para el tema en el que intentase recuperar la visión. Si hay que cambiar algo por supuesto lo haré a menos tardar.
Otra noche más en aquellas sórdidas profundidades. O quizás era de día, quién sabe ya.
Barbacero había perdido toda noción del tiempo desde que se escondía en aquel cuchitril de mala muerte, y bueno era que no había perdido nada más, pues ya le llegaba con lo suyo.
Sentado encima de una desvencijada caja de madera, a falta de mobiliario más apropiado, el gastado gladiador prestaba atención a los cuchicheos locales de aquella cantina, si es que siquiera podía denominarse así.
Numerosos borrachos y delincuentes de poca monta se apelotonaban en lugares como aquel de forma menos violenta de lo habitual, quizás dando a entender que incluso en barrios de mala vida hay lugar para la convivencia.
El ciego se ganaba el sustento, si así se le podía llamar, contando relatos de sus viejas vivencias, y aunque distaba mucho de ser un orador profesional, con suficiente alcohol en vena cualquier historia entretiene.
Hoy, sin embargo, era un día particularmente tranquilo, poca gente transitaba el local. Al parecer se habían extendido rumores del regreso de la Banda del Zodíaco, quienes quiera que hubiesen sido aquellos.
Algunos contaban que eran los mayores ladrones de todos los tiempos, otros que solo eran cuatro rateros venidos a más, pero todos coincidían en que eran más que cuentos.
Cuentos, como aquel que había oído hace tiempo en las lejanas tierras de Dundarak. Cuentos que versaban sobre criaturas fantásticas y remedios milagrosos, y precisamente uno de estos últimos era el motivo de la estancia de Nicolás en Lunargenta.
Decían las malas lenguas que una anciana encorvada con un ojo de cristal azul proporcionaba brebajes místicos capaces de aliviar cualquier dolencia e incluso suplir carencias. Chepa, pierna rota, envenenamiento, embarazo no deseado, mal de ojo...
Por supuesto, todo aquello no eran más que leyendas, ¿verdad?
En todo el tiempo que había estado en la zona no había encontrado a una sola persona que hubiese oído hablar de semejante galena milagrosa, y Barbacero perdía poco a poco la fe.
Sabía que su castigo había sido justamente impuesto por sus pecados del pasado, ¿pero acaso no había redención posible?
¿Como podía siquiera ayudar a nadie o intentar enmendar sus errores si ni siquiera era capaz de andar correctamente?
Je, y el tema de la visión era otro tanto. "Oscuridad infinita" es lo que dice la gente que se percibe cuando uno pierde la visión.
Y una mierda, la cruda realidad es que, al menos en el caso de los que pierden la vista durante su vida, se parece más a una tela negra cubierta de luces de colores que brillan intensamente, cambiando de tonalidad y localización a cada segundo.
Diantres, así era realmente difícil concentrarse, dichosos aquellos que nunca llegaron a conocer la visión.
Así pues, al desdichado ciego no le restaba más alternativa que seguir ocupando su puesto estático en aquel antro apoyado en su lanza, ya sin más uso que el de bastón, y esperar atento al público en busca de nuevas pistas sobre brebajes y ungüentos milagrosos.
Última edición por Nicolás Barbacero el Jue Jul 27 2017, 13:23, editado 1 vez (Razón : Correcciones puntuales.)
Nicolás Barbacero
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
He ido y venido. Entre un páramo del bosque y la miseria del subterráneo. Cuando estoy allá, la calma del bosque me desespera y me aburre, junto con toda la rigurosidad que una jerarquía familiar conlleva, pero cuando estoy aquí, el vacío del afecto y la dieta que me brindaba comida segura por lo menos una vez al día me conmueve. ¡Las cosas no eran así antes! Jamás había tenido la necesidad de extrañar algo.
Las catacumbas se han vuelto más bulliciosas y concurridas desde que el montón de escoria que significan los ladrones se unió, y ahora existen rumores de que algo nuevo se planea. Ni me va ni me viene, pero en lo único que me afecta es que varios forasteros y mercaderes se han metido a conseguir o a vender cosas nuevas, el Gran Mercado Negro, como suele decir siempre el loco que se acurruca a pedir limosna en la entrada para luego ir a comprar cosas raras que traga con mucho entusiasmo.
Pero lo más molesto son los chicos que, como yo, buscan un lugar dónde dormir, quitándome mi viejo sitio junto con mis cosas. Ese ha sido el jefe de una "pandilla de pacotilla", de esas que solo duran unos meses antes de ser vendidos como servidumbre cada uno o arrestados, y, según sus palabrejas, no piensa devolverme nada hasta que no le pague el rescate.
No me preocuparía mucho, si duda los sacaría yo a puños, pero lo que me preocupa es el enorme chico oso de 2 metros que podría arrancarme la cabeza sin problemas, junto con un maniático vampirillo que siempre está atacando a las ratas que osan cruzarse. No tengo ni mi comida, ni mi poco dinero ni mis proyectiles... qué asco. Juro que haré mi propia pandilla, con juegos de azar y mujerzuelas... O no tanto, pero ya lo verán.
Los problemas de la chica daban vueltas sin cesar en su cabeza, pensando en las posibilidades que se encontraban al paso. Con un resoplido movió los cabellos que le cubrían el rostro, apoyando la espalda en la pared hasta caer al suelo para luego observar el entorno buscando despejar su mente.
Una figura cojeante llamó su atención, pero más la llamó al notar que era la nobleza y el orgullo de un guerrero lo que notaba en su rostro, algo que no solía ver con frecuencia. Pero lo que todavía llamó mucho más su atención fue el tintineante sonido de una bolsa con pocas monedas. Su vista tardó otro poco en recorrerlo de arriba a abajo hasta notar que los ojos de aquel hombre no respondían ante los destellos de las antorchas ni ante el incesante movimiento de la masa.
Cojo y ciego, parecía que los dioses le sonreían, y como imitándolos, de igual manera ella soltó una sonrisa pícara que acompañó de un salto y varios pasos rápidos hasta estar a espaldas del invidente. Fueron los pies ligeros, insonoros y ligeros los que la pusieron en línea de su botín, hasta que en un momento preciso, la satisfacción de su precisión soltó una frase susurrante:
- Te tengo
Pero, sin más, los mismos dioses que la bendijeron fueron los mismos que le habían tendido una trampa para reírse un rato, pues a la par de arrojarse a su objetivo, un nervioso hombrecillo la empujó para llegar lo más rápido posible hasta su amo, quien entonces le habría encargado llevar una rara mercancía desde las escondidas bodegas.
El equilibrio no fue el óptimo, pero sí lo suficiente para provocar una estrepitosa caída que haría que la cabeza de la ladronzuela golpeara contra las pantorrillas y que su mano, movida por el reflejo, quedara asida al cinturón del infortunado casimiro.
- ¡No he hecho nada! - dijo fuertemente la elfilla con la cara aún en el suelo - No es lo que parece... Bueno, sí lo es, adoro besar el suelo.
Las catacumbas se han vuelto más bulliciosas y concurridas desde que el montón de escoria que significan los ladrones se unió, y ahora existen rumores de que algo nuevo se planea. Ni me va ni me viene, pero en lo único que me afecta es que varios forasteros y mercaderes se han metido a conseguir o a vender cosas nuevas, el Gran Mercado Negro, como suele decir siempre el loco que se acurruca a pedir limosna en la entrada para luego ir a comprar cosas raras que traga con mucho entusiasmo.
Pero lo más molesto son los chicos que, como yo, buscan un lugar dónde dormir, quitándome mi viejo sitio junto con mis cosas. Ese ha sido el jefe de una "pandilla de pacotilla", de esas que solo duran unos meses antes de ser vendidos como servidumbre cada uno o arrestados, y, según sus palabrejas, no piensa devolverme nada hasta que no le pague el rescate.
No me preocuparía mucho, si duda los sacaría yo a puños, pero lo que me preocupa es el enorme chico oso de 2 metros que podría arrancarme la cabeza sin problemas, junto con un maniático vampirillo que siempre está atacando a las ratas que osan cruzarse. No tengo ni mi comida, ni mi poco dinero ni mis proyectiles... qué asco. Juro que haré mi propia pandilla, con juegos de azar y mujerzuelas... O no tanto, pero ya lo verán.
Los problemas de la chica daban vueltas sin cesar en su cabeza, pensando en las posibilidades que se encontraban al paso. Con un resoplido movió los cabellos que le cubrían el rostro, apoyando la espalda en la pared hasta caer al suelo para luego observar el entorno buscando despejar su mente.
Una figura cojeante llamó su atención, pero más la llamó al notar que era la nobleza y el orgullo de un guerrero lo que notaba en su rostro, algo que no solía ver con frecuencia. Pero lo que todavía llamó mucho más su atención fue el tintineante sonido de una bolsa con pocas monedas. Su vista tardó otro poco en recorrerlo de arriba a abajo hasta notar que los ojos de aquel hombre no respondían ante los destellos de las antorchas ni ante el incesante movimiento de la masa.
Cojo y ciego, parecía que los dioses le sonreían, y como imitándolos, de igual manera ella soltó una sonrisa pícara que acompañó de un salto y varios pasos rápidos hasta estar a espaldas del invidente. Fueron los pies ligeros, insonoros y ligeros los que la pusieron en línea de su botín, hasta que en un momento preciso, la satisfacción de su precisión soltó una frase susurrante:
- Te tengo
Pero, sin más, los mismos dioses que la bendijeron fueron los mismos que le habían tendido una trampa para reírse un rato, pues a la par de arrojarse a su objetivo, un nervioso hombrecillo la empujó para llegar lo más rápido posible hasta su amo, quien entonces le habría encargado llevar una rara mercancía desde las escondidas bodegas.
El equilibrio no fue el óptimo, pero sí lo suficiente para provocar una estrepitosa caída que haría que la cabeza de la ladronzuela golpeara contra las pantorrillas y que su mano, movida por el reflejo, quedara asida al cinturón del infortunado casimiro.
- ¡No he hecho nada! - dijo fuertemente la elfilla con la cara aún en el suelo - No es lo que parece... Bueno, sí lo es, adoro besar el suelo.
Iliaki
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
Parecía haber sucedido algún choque entre botarates por los angostos pasillos, pues solo así se podría explicar el bamboleo en que resultó el jaleo. Nicolás notó enseguida un peso contra su cuerpo. Por su disposición y la distribución del peso semejaba ser algún tipo de crío entrometido, y tan cerca de su bolsillo no había muchas más explicaciones posibles: debía de ser un ratero que ya empezaba sus andanzas a tan temprana edad.
Así pues y aprovechando que aún lo tenía cerca, el ciego echó la mano en esa dirección, dispuesto a agarrar al mequetrefe.
Sus recios dedos se cerraron alrededor de uno de los brazos de aquella figura menuda.
Chiquillo, suelta la bolsa ahora mismo. Estaré ciego, pero aún te puedo partir el brazo sin demasiados problemas.
¡No he hecho nada! La estridente voz confirmaba sus sospechas, era un pequeñajo, o mejor dicho, una pequeñaja.
Ligeramente contrariado por la confusión, el viejo gladiador apretó un poco más fuerte en torno al antebrazo de la niña, con cuidado de no pasarse por mucho.
Joven, ya estás tardando en explicarte bien, o prometo que te acordarás del día en que intentaste robarle tan miserable cantidad a Nicolás Barbacero.
Por supuesto, no era una bestia desalmada. Sabía perfectamente que los jóvenes de hoy en día seguían teniendo que recurrir a cualquier método para llevarse algo a la boca, pero no si él podía impedirlo.
Quizás no le partiría el brazo como amenazaba, pero un par de cachetes no le vendrían demasiado mal para ganar algo de respeto por sus mayores.
Así pues y aprovechando que aún lo tenía cerca, el ciego echó la mano en esa dirección, dispuesto a agarrar al mequetrefe.
Sus recios dedos se cerraron alrededor de uno de los brazos de aquella figura menuda.
Chiquillo, suelta la bolsa ahora mismo. Estaré ciego, pero aún te puedo partir el brazo sin demasiados problemas.
¡No he hecho nada! La estridente voz confirmaba sus sospechas, era un pequeñajo, o mejor dicho, una pequeñaja.
Ligeramente contrariado por la confusión, el viejo gladiador apretó un poco más fuerte en torno al antebrazo de la niña, con cuidado de no pasarse por mucho.
Joven, ya estás tardando en explicarte bien, o prometo que te acordarás del día en que intentaste robarle tan miserable cantidad a Nicolás Barbacero.
Por supuesto, no era una bestia desalmada. Sabía perfectamente que los jóvenes de hoy en día seguían teniendo que recurrir a cualquier método para llevarse algo a la boca, pero no si él podía impedirlo.
Quizás no le partiría el brazo como amenazaba, pero un par de cachetes no le vendrían demasiado mal para ganar algo de respeto por sus mayores.
Nicolás Barbacero
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
El pánico que le causaba el verse descubierta comenzó a notarse por el sudor frío que recorría su frente y sus manos. Mientras que la economía negra continuaba su curso con avivadas compras, la chica de vívida lo único que tenía era la palidez de su rostro.
Si fueron las ganas de vivir o el instinto de inteligencia, no se sabe, pero algo la impulsó a intentar salir de aquel aprieto tan incómodo.
- ¿Ni-Nicolás? Nicolás Barbero, Barbero... - balbuceaba y repetía sin cesar como fingiendo recuperar algún nombre en su memoria, hasta que por fin concluyó - Nop, no me suena, y no intentaba "robar" como decías, ¡Qué mal gusto acusar a personas así al azar que se tropiezan por más azares! - continuaba la elfilla mientras zafaba sutilmente su brazo - Y si me disculpas, tengo importantes asuntos qué atender.
Su marcha de retirada comenzaba cuando avistó en una escasa lejanía que un enorme chico bestia rondaba el lugar en busca de la deudora, dispuesto seguramente a machacar su pobre cráneo entre sus dientes. La simple visión del niño oso crispó cada pelo en su piel hasta quedar casi congelada, de no ser porque sus piernas la llevaron automáticamente detrás del ciego nuevamente en busca de algo que la ocultase de aquellos.
- Pensándolo bien, me quedo otro rato... - decía mientras encogía su cuerpo detrás del vampiro - Por favor, no vayas a gritar o algo así.
Los segundos pasaron incómodos en aquella extraña posición, mientras un enano pasaba a mirar tan curiosa escena, tomándose incluso la molestia de acomodar una caja de madera frente a tal par para luego ponerse a morder una rebanada de sandía.
Cuando por fin se hubo asegurado de que el peligro había pasado, recobró su postura y sacudió sus ropas con cierto cuidado, procediendo entonces a explicar aquello.
- Lindos pantalones ¿Eh? - dijo intentando disimular - Mira... bueno, escucha, sé que empezamos por el pie izquierdo ¡Pero no vayas a decir a nadie que me viste... oíste...! ¿Olfateaste? Y sea lo que te traiga por aquí, no me entrometeré más en tu camino si así tú lo prometes con el mío.
- Cierto, tiene buenos pantalones - habló de pronto el enano en un tono chillón que pretendía ser halagador.
- Oh ¿Quieres cerrar la boca? - replicó la elfilla volteando hacia el chismoso.
Si fueron las ganas de vivir o el instinto de inteligencia, no se sabe, pero algo la impulsó a intentar salir de aquel aprieto tan incómodo.
- ¿Ni-Nicolás? Nicolás Barbero, Barbero... - balbuceaba y repetía sin cesar como fingiendo recuperar algún nombre en su memoria, hasta que por fin concluyó - Nop, no me suena, y no intentaba "robar" como decías, ¡Qué mal gusto acusar a personas así al azar que se tropiezan por más azares! - continuaba la elfilla mientras zafaba sutilmente su brazo - Y si me disculpas, tengo importantes asuntos qué atender.
Su marcha de retirada comenzaba cuando avistó en una escasa lejanía que un enorme chico bestia rondaba el lugar en busca de la deudora, dispuesto seguramente a machacar su pobre cráneo entre sus dientes. La simple visión del niño oso crispó cada pelo en su piel hasta quedar casi congelada, de no ser porque sus piernas la llevaron automáticamente detrás del ciego nuevamente en busca de algo que la ocultase de aquellos.
- Pensándolo bien, me quedo otro rato... - decía mientras encogía su cuerpo detrás del vampiro - Por favor, no vayas a gritar o algo así.
Los segundos pasaron incómodos en aquella extraña posición, mientras un enano pasaba a mirar tan curiosa escena, tomándose incluso la molestia de acomodar una caja de madera frente a tal par para luego ponerse a morder una rebanada de sandía.
Cuando por fin se hubo asegurado de que el peligro había pasado, recobró su postura y sacudió sus ropas con cierto cuidado, procediendo entonces a explicar aquello.
- Lindos pantalones ¿Eh? - dijo intentando disimular - Mira... bueno, escucha, sé que empezamos por el pie izquierdo ¡Pero no vayas a decir a nadie que me viste... oíste...! ¿Olfateaste? Y sea lo que te traiga por aquí, no me entrometeré más en tu camino si así tú lo prometes con el mío.
- Cierto, tiene buenos pantalones - habló de pronto el enano en un tono chillón que pretendía ser halagador.
- Oh ¿Quieres cerrar la boca? - replicó la elfilla volteando hacia el chismoso.
Iliaki
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
¡Qué mal gusto acusar a personas así al azar que se tropiezan por más azares!
Y si me disculpas, tengo importantes asuntos qué atender.
La pequeñaja se soltó como buenamente pudo del agarre de Barbacero, pero por algún motivo a los escasos segundos volvió a agarrarse contra él, usándolo casi como almohada.
Pensándolo bien, me quedo otro rato... Por favor, no vayas a gritar o algo así.
Esto extrañó aún más si cabe al vampiro, que no lograba entender la situación.
¿Por qué últimamente se le pegaban todos los críos habidos y por haber? ¿Es que acaso era su abuelo o qué?
El tiempo pasaba, y la pequeñaja no parecía moverse de su lado, agarrada como una lapa contra él.
¡Bueno, ya está bien, chica, carajo, suéltate ya, que empiezas a ser molesta!
Lindos pantalones, ¿eh?
Mira... bueno, escucha, sé que empezamos por el pie izquierdo, ¡pero no vayas a decir a nadie que me viste... oíste... ¿olfateaste?! Y sea lo que te traiga por aquí, no me entrometeré más en tu camino si así tú lo prometes con el mío.
¿Entrometerme en su camino? ¿De qué narices habla esta canija? ¡Si es ella la que me ha intentado birlar los cuartos!
Cierto, tiene buenos pantalones, exclamó otro tipo, probablemente un borracho más de tantos que poblaban las callejuelas.
Oh, ¿quieres cerrar la boca? La chiquilla parecía visiblemente molesta por aquel tipo.
Interrumpiendo aquella discusión sonó un fuerte ruido de cajas cayendo por el suelo.
¡Maldita zea, canija, ¡¿dónde te haz metido?!
Aquella voz era grave, pero aún jovial, y retumbaba contra las sucias paredes del lugar, creando un eco amenazador.
Nicolás por fin podía atar cabos: aquella enana debía de haber enfadado a la persona equivocada.
Y si me disculpas, tengo importantes asuntos qué atender.
La pequeñaja se soltó como buenamente pudo del agarre de Barbacero, pero por algún motivo a los escasos segundos volvió a agarrarse contra él, usándolo casi como almohada.
Pensándolo bien, me quedo otro rato... Por favor, no vayas a gritar o algo así.
Esto extrañó aún más si cabe al vampiro, que no lograba entender la situación.
¿Por qué últimamente se le pegaban todos los críos habidos y por haber? ¿Es que acaso era su abuelo o qué?
El tiempo pasaba, y la pequeñaja no parecía moverse de su lado, agarrada como una lapa contra él.
¡Bueno, ya está bien, chica, carajo, suéltate ya, que empiezas a ser molesta!
Lindos pantalones, ¿eh?
Mira... bueno, escucha, sé que empezamos por el pie izquierdo, ¡pero no vayas a decir a nadie que me viste... oíste... ¿olfateaste?! Y sea lo que te traiga por aquí, no me entrometeré más en tu camino si así tú lo prometes con el mío.
¿Entrometerme en su camino? ¿De qué narices habla esta canija? ¡Si es ella la que me ha intentado birlar los cuartos!
Cierto, tiene buenos pantalones, exclamó otro tipo, probablemente un borracho más de tantos que poblaban las callejuelas.
Oh, ¿quieres cerrar la boca? La chiquilla parecía visiblemente molesta por aquel tipo.
Interrumpiendo aquella discusión sonó un fuerte ruido de cajas cayendo por el suelo.
¡Maldita zea, canija, ¡¿dónde te haz metido?!
Aquella voz era grave, pero aún jovial, y retumbaba contra las sucias paredes del lugar, creando un eco amenazador.
Nicolás por fin podía atar cabos: aquella enana debía de haber enfadado a la persona equivocada.
Nicolás Barbacero
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
Un nuevo rugido había hecho que la propia ladronzuela emitiera un chillido de espanto. Viéndose acorralada más por el miedo que por la falta de salidas, en su inmovilidad, fruto del pánico, resolvió volver a esconderse en el vampiro, colocándose espalda con el espalda y respirando agitadamente.
Temiendo que el origen de sus miedos se acercara, giró la cabeza por encima del hombro del ciego y comprobó, para su alivio, que aquellos se habían alejado.
- Perdona las molestias, buen hombre, pero unos malandros han osado secuestrar las pocas cosas de esta pobre y desamparada muchacha - dijo finalmente entre suspiros - Y así como me ves, pues ya no me ves.
Se disponía a escabullirse cuando entre el bullicio de la gente, uno de los miembros de la pandilla dio seña a sus compañeros de haberla visto. Inmediatamente, varios dedos fueron apuntados hacia ella para hacer efectiva su localización. Un nuevo chillido emergió de las entrañas de la chica, quien, en un intento de salvar su dignidad, subió encima del pocasluces para prepararse a dar un salto.
Los abucheos de los mercaderes no se hicieron esperar cuando un delgado pero firme pie caía sobre sus cabezas, y aún más cuando una estampida de chiquillos que parecían más hijos del demonio los empujaba hacia los carros de mercancía. Pasó un tiempo hasta que cayeron en cuenta que habían perdido de nuevo a su objetivo.
Pero lejos, en un poco transitado rincón, un barril cobraba vida, luciendo unas flacuchas extremidades que lo iban moviendo hacia los pasillos más interiores de las catacumbas.
Mientras tanto, con el vampiro, el mismo enano repetía una y otra vez, como si fuera necesario el recalcar:
- ¡Pero en serio, sí que tus pantalones son geniales!
Temiendo que el origen de sus miedos se acercara, giró la cabeza por encima del hombro del ciego y comprobó, para su alivio, que aquellos se habían alejado.
- Perdona las molestias, buen hombre, pero unos malandros han osado secuestrar las pocas cosas de esta pobre y desamparada muchacha - dijo finalmente entre suspiros - Y así como me ves, pues ya no me ves.
Se disponía a escabullirse cuando entre el bullicio de la gente, uno de los miembros de la pandilla dio seña a sus compañeros de haberla visto. Inmediatamente, varios dedos fueron apuntados hacia ella para hacer efectiva su localización. Un nuevo chillido emergió de las entrañas de la chica, quien, en un intento de salvar su dignidad, subió encima del pocasluces para prepararse a dar un salto.
Los abucheos de los mercaderes no se hicieron esperar cuando un delgado pero firme pie caía sobre sus cabezas, y aún más cuando una estampida de chiquillos que parecían más hijos del demonio los empujaba hacia los carros de mercancía. Pasó un tiempo hasta que cayeron en cuenta que habían perdido de nuevo a su objetivo.
Pero lejos, en un poco transitado rincón, un barril cobraba vida, luciendo unas flacuchas extremidades que lo iban moviendo hacia los pasillos más interiores de las catacumbas.
Mientras tanto, con el vampiro, el mismo enano repetía una y otra vez, como si fuera necesario el recalcar:
- ¡Pero en serio, sí que tus pantalones son geniales!
- Perdón por el retraso v:
- Disculpa la gran tardanza. Metralleta Mode: On
Iliaki
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
Apenas un golpe bastó para dejarla inconsciente, cuando volvió a abrir los ojos se encontraba en una lúgubre y apestosa habitación a saber dónde; algunos barriles apilados a los lados daban la impresión de estar en una especie de bodega, tal vez un bar, uno muy apestoso y con poco respeto por las leyes, de otro modo no habrían permitido que la llevaran a ese lugar.
No pensaba rendirse, así que intentó en vano levantarse y correr a la puerta que no estaba muy lejos de allí; no había más que unos 10 pasos pero no alcanzó a dar siquiera un par de ellos sin acabar estampada contra el piso; sus pies estaban atados casi tan fuerte como sus manos y una banda con olor a licor viejo rodeaba su boca impidiéndole gritar por ayuda; con evidente miedo pero negándose a demostrarlo, se arrastró como pudo hasta la puerta pero el camino parecía hacerse cada vez más largo y la puerta maltrecha simulaba esquivarla con desprecio.
Solamente le quedaba la opción de rogar por ayuda; cerró los ojos dejó salir un grito ahogado que no pasó de ser escuchado apenas por ella misma, aunque eso no la detuvo de seguirlo intentando, afuera de la puerta había muchas personas, podía escucharlos, podía sentirlos; movió sus puntiagudas orejas y volvió a gritar aunque la mordaza no dejaba que el grito saliera con fuerza, así que sin más comenzó a dar codazos contra el piso esperando ser escuchada por alguien que pudiera sacarla de ese espantoso lugar.
Un repentino caos invadió la escena en que niña y vampiro se habían cruzado por meros azares del destino; con tal alboroto resultaría prácticamente imposible que alguien lograra escuchar los gritos ahogados de la chica que clamaba por ayuda; al fondo de la cantina, si es que podía llamársele así, tras una columna de barriles malamente apilados se halla la puerta que como un guardián del averno encarcela a la joven chica sin que nadie lo sospeche.
Resultaría difícil que alguien pudiera escuchar las plegarias de la chica, más aún con el alboroto que se había formado; los perseguidores de Iliaki no pensaban detenerse hasta capturarla y en su premura, avanzando a escondidas en aquel barril, acabaría tropezando una serie de trastes que acabarían por derrumbar los barriles que ocultaban la puerta del fondo; por su parte Nicolás, privado de su sentido de la visión había ganado temporalmente un oído prodigioso, uno que le permitiría ser el único en escuchar los gritos de auxilio tras la puerta del fondo, si quería buscar su redención, ésta podría ser una buena oportunidad.
∞ Una invitación me ha sido enviada para formar parte de esta historia, en consecuencia, ahora pagarán el precio de tal osadía.
∞ Nicolás: tu ceguera no representa tan solo desventajas, gracias a ello has conseguido un oído prodigioso al menos durante mientras se mantenga tu discapacidad visual ¿Qué harás con eso? En este turno escucharas los golpes provenientes del fondo, aunque no podrás ver la puerta hasta después que Iliaki haya derrumbado los barriles que la esconden.
∞ Iliaki: Volvemos a encontrarnos, esta vez serás parte de una aventura ajena, compartiendo también riesgos ajenos; tu graciosa escena escondida en el barril causará un desastre mayor al que habías imaginado; en esta ronda tropezarás con una serie de objetos causando un efecto dominó que descubrirá la misteriosa puerta del fondo ¿Qué tan resistente es una niña elfa a las fracturas y contusiones?
No pensaba rendirse, así que intentó en vano levantarse y correr a la puerta que no estaba muy lejos de allí; no había más que unos 10 pasos pero no alcanzó a dar siquiera un par de ellos sin acabar estampada contra el piso; sus pies estaban atados casi tan fuerte como sus manos y una banda con olor a licor viejo rodeaba su boca impidiéndole gritar por ayuda; con evidente miedo pero negándose a demostrarlo, se arrastró como pudo hasta la puerta pero el camino parecía hacerse cada vez más largo y la puerta maltrecha simulaba esquivarla con desprecio.
Solamente le quedaba la opción de rogar por ayuda; cerró los ojos dejó salir un grito ahogado que no pasó de ser escuchado apenas por ella misma, aunque eso no la detuvo de seguirlo intentando, afuera de la puerta había muchas personas, podía escucharlos, podía sentirlos; movió sus puntiagudas orejas y volvió a gritar aunque la mordaza no dejaba que el grito saliera con fuerza, así que sin más comenzó a dar codazos contra el piso esperando ser escuchada por alguien que pudiera sacarla de ese espantoso lugar.
Un repentino caos invadió la escena en que niña y vampiro se habían cruzado por meros azares del destino; con tal alboroto resultaría prácticamente imposible que alguien lograra escuchar los gritos ahogados de la chica que clamaba por ayuda; al fondo de la cantina, si es que podía llamársele así, tras una columna de barriles malamente apilados se halla la puerta que como un guardián del averno encarcela a la joven chica sin que nadie lo sospeche.
Resultaría difícil que alguien pudiera escuchar las plegarias de la chica, más aún con el alboroto que se había formado; los perseguidores de Iliaki no pensaban detenerse hasta capturarla y en su premura, avanzando a escondidas en aquel barril, acabaría tropezando una serie de trastes que acabarían por derrumbar los barriles que ocultaban la puerta del fondo; por su parte Nicolás, privado de su sentido de la visión había ganado temporalmente un oído prodigioso, uno que le permitiría ser el único en escuchar los gritos de auxilio tras la puerta del fondo, si quería buscar su redención, ésta podría ser una buena oportunidad.
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∞ Una invitación me ha sido enviada para formar parte de esta historia, en consecuencia, ahora pagarán el precio de tal osadía.
∞ Nicolás: tu ceguera no representa tan solo desventajas, gracias a ello has conseguido un oído prodigioso al menos durante mientras se mantenga tu discapacidad visual ¿Qué harás con eso? En este turno escucharas los golpes provenientes del fondo, aunque no podrás ver la puerta hasta después que Iliaki haya derrumbado los barriles que la esconden.
∞ Iliaki: Volvemos a encontrarnos, esta vez serás parte de una aventura ajena, compartiendo también riesgos ajenos; tu graciosa escena escondida en el barril causará un desastre mayor al que habías imaginado; en esta ronda tropezarás con una serie de objetos causando un efecto dominó que descubrirá la misteriosa puerta del fondo ¿Qué tan resistente es una niña elfa a las fracturas y contusiones?
Ansur
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
Perdona las molestias, buen hombre, pero unos malandros han osado secuestrar las pocas cosas de esta pobre y desamparada muchacha..
Ya, claro, ¿por qué me da que es justo al revés?
Y así como me ves, pues ya no me ves.
Vaya, hombre, nos ha salido salada la ni-... Pero un fuerte alboroto irrumpió las palabras del ciego.
Parecía ser el borricón de antes, pero acompañado por un pequeño tropel, a juzgar por el ruido que hacían por los angostos y abarrotados caminos.
Voces desconocidas pero cercanas proferían quejas y maldiciones cada pocos segundos mientras el ciego intentaba reincorporarse como buenamente podía para evitar posibles accidentes.
Dicho y hecho, escasos momentos más tarde un nuevo estruendo irrumpió en el griterío general: parecía ser que algún botarate había tirado cajas de mercancía o algo similar, por el sonido de la madera chocando entre sí.
Mientras, aquella lapa desconocida no paraba de repetir lo mismo: ¡Pero en serio, sí que tus pantalones son geniales!
Harto de escucharle y curioso por enterarse de qué había sucedido, Barbacero avanzó lentamente hacia el lugar del accidente.
Un pedazo de madera ovalado que bien podría ser un barril detuvo su avance.
Parecía que un borracho había tirado con una reserva de licor, por el olor, y el húmedo tacto del líquido por encima de sus sandalias le demostró que muy equivocado no podía estar.
La imagen resultaba patéticamente cómica, el esperpento hecho vivencia: un ciego barbudo dando vueltas alrededor de un charco de barriles de madera rota y alcohol barato.
Mas la gracia de la situación comenzó a desvanecerse cuando Nicolás pudo distinguir nuevos ruidos humanos entre las carcajadas de aquellos cierrabares.
Sí, no estaba loco, oí algo, pero le costaba un poco determinar el origen del sonido entre tanto bullicio.
Apartando con el mango de su lanza los escombros como buenamente podía, el tullido se iba abriendo paso lentamente en la dirección de la que provenían los quejidos ensordecidos hasta dar de bruces contra una plancha de madera que debía de hacer las veces de puerta.
Diantres, qué golpe más fácilmente evitable, musitó para sus adentros.
Efectivamente, algo se movía detrás de aquella separación, mas debido a la situación no lograba encontrar con éxito picaporte alguno para la puerta.
¿Quién podía estar quejándose desde un lugar tan extraño?
¡Ayuda, buenas gentes, parece haber alguien al otro lado!, exclamó Barbacero, buscando ayuda alguna entre aquella recua de lamecharcos.
Ya, claro, ¿por qué me da que es justo al revés?
Y así como me ves, pues ya no me ves.
Vaya, hombre, nos ha salido salada la ni-... Pero un fuerte alboroto irrumpió las palabras del ciego.
Parecía ser el borricón de antes, pero acompañado por un pequeño tropel, a juzgar por el ruido que hacían por los angostos y abarrotados caminos.
Voces desconocidas pero cercanas proferían quejas y maldiciones cada pocos segundos mientras el ciego intentaba reincorporarse como buenamente podía para evitar posibles accidentes.
Dicho y hecho, escasos momentos más tarde un nuevo estruendo irrumpió en el griterío general: parecía ser que algún botarate había tirado cajas de mercancía o algo similar, por el sonido de la madera chocando entre sí.
Mientras, aquella lapa desconocida no paraba de repetir lo mismo: ¡Pero en serio, sí que tus pantalones son geniales!
Harto de escucharle y curioso por enterarse de qué había sucedido, Barbacero avanzó lentamente hacia el lugar del accidente.
Un pedazo de madera ovalado que bien podría ser un barril detuvo su avance.
Parecía que un borracho había tirado con una reserva de licor, por el olor, y el húmedo tacto del líquido por encima de sus sandalias le demostró que muy equivocado no podía estar.
La imagen resultaba patéticamente cómica, el esperpento hecho vivencia: un ciego barbudo dando vueltas alrededor de un charco de barriles de madera rota y alcohol barato.
Mas la gracia de la situación comenzó a desvanecerse cuando Nicolás pudo distinguir nuevos ruidos humanos entre las carcajadas de aquellos cierrabares.
Sí, no estaba loco, oí algo, pero le costaba un poco determinar el origen del sonido entre tanto bullicio.
Apartando con el mango de su lanza los escombros como buenamente podía, el tullido se iba abriendo paso lentamente en la dirección de la que provenían los quejidos ensordecidos hasta dar de bruces contra una plancha de madera que debía de hacer las veces de puerta.
Diantres, qué golpe más fácilmente evitable, musitó para sus adentros.
Efectivamente, algo se movía detrás de aquella separación, mas debido a la situación no lograba encontrar con éxito picaporte alguno para la puerta.
¿Quién podía estar quejándose desde un lugar tan extraño?
¡Ayuda, buenas gentes, parece haber alguien al otro lado!, exclamó Barbacero, buscando ayuda alguna entre aquella recua de lamecharcos.
Nicolás Barbacero
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
Después de una terrible avalancha y una puerta que jamás había visto en mi vida, no recuerdo nada más. Las pesadillas siguen ocurriendo, y ahora parece que ocurren también cuando no estoy despierta. Como la última vez, todo estuvo en ruinas y con un insportable silencio, pero ahora solamente había una puerta.
Difuso y en llamas, detrás de la puerta había un par de ojos que me observaban atentamente. Probablemente sólo sea producto del golpe, pues al poco tiempo comencé a aclarar la vista, hasta distinguir claramente que lo único que de verdad se encontraba ahí era la puerta y un par de gorrones que lamían el vino del suelo.
Y así, animada por sus propios pensares, comenzó a dar total libertad en sus extremidades era como cortarle las alas a un halcón. El cansancio en su huida había logrado que la elfilla, agotada, terminara inmóvil en el suelo un buen rato.
Su última arma para lograr que algo pasase fue pararse, brincar un par de veces y caer cual costal de papas contra el suelo. El ruido era tal que en comparación a un azote, sus huesos resonaban como el cuero de un látigo.
Grandes zoquetes se desprendieron formando un rastro de mil pedazos, en donde yacía una apenas reconocible elfilla que sobaba sus extremidades a la par de un largo quejido.
A pesar del dolor y de los moretones, sus inquietos ojos se fijaron en la puerta: grande, apolillada, aún conservando el encanto que revelaba el acabado con la que había sido tallada. Iliaki había vivido largos años ahí, y por supuesto, también había pasado centenares de veces por el mismo sitio, pero jamás se había detenido ni un momento a observar aquella puerta.
Su curiosidad aumentaba, y acercóse lentamente al madero, ignorando la enorme raspadura que manchaba generosamente sus pantaloncillos. En el instante de que su pensamiento se cuestionara lo que había detrás, llegó el ciego con quien se había encontrado momentos anteriores.
No me da buena espina, incluso el de las Barbas ha escuchado algo ¡Por esta, que si de nuevo me encuentro con una pareja que profesa arduamente su amor, voy y me quemo las manos por preguntona!
- ¡Quizá yo pueda hacer algo! - profirió la ladronzuela.
Arrastrando los pies aún pesados por las contusiones, escupió sobre ambas manos, las frotó vigorosamente y se acomodó lo mejor que pudo. Sobre sus pies, la sombra de sus brazos proyectaba la propia intensidad de un haz de luz que se arremetía contra la puerta.
El gran estruendo de la madera, acompañada de una gran nube de polvo fueron los protagonistas de su propio show. Iliaki, a pesar de la inmensa curiosidad que sentía por saber lo que se resguardaba ahí, no se atrevió siquiera a asomar la cabeza por el boquete.
Offrol: hab. Lvl 0: Lente Convergente
Difuso y en llamas, detrás de la puerta había un par de ojos que me observaban atentamente. Probablemente sólo sea producto del golpe, pues al poco tiempo comencé a aclarar la vista, hasta distinguir claramente que lo único que de verdad se encontraba ahí era la puerta y un par de gorrones que lamían el vino del suelo.
Y así, animada por sus propios pensares, comenzó a dar total libertad en sus extremidades era como cortarle las alas a un halcón. El cansancio en su huida había logrado que la elfilla, agotada, terminara inmóvil en el suelo un buen rato.
Su última arma para lograr que algo pasase fue pararse, brincar un par de veces y caer cual costal de papas contra el suelo. El ruido era tal que en comparación a un azote, sus huesos resonaban como el cuero de un látigo.
Grandes zoquetes se desprendieron formando un rastro de mil pedazos, en donde yacía una apenas reconocible elfilla que sobaba sus extremidades a la par de un largo quejido.
A pesar del dolor y de los moretones, sus inquietos ojos se fijaron en la puerta: grande, apolillada, aún conservando el encanto que revelaba el acabado con la que había sido tallada. Iliaki había vivido largos años ahí, y por supuesto, también había pasado centenares de veces por el mismo sitio, pero jamás se había detenido ni un momento a observar aquella puerta.
Su curiosidad aumentaba, y acercóse lentamente al madero, ignorando la enorme raspadura que manchaba generosamente sus pantaloncillos. En el instante de que su pensamiento se cuestionara lo que había detrás, llegó el ciego con quien se había encontrado momentos anteriores.
No me da buena espina, incluso el de las Barbas ha escuchado algo ¡Por esta, que si de nuevo me encuentro con una pareja que profesa arduamente su amor, voy y me quemo las manos por preguntona!
- ¡Quizá yo pueda hacer algo! - profirió la ladronzuela.
Arrastrando los pies aún pesados por las contusiones, escupió sobre ambas manos, las frotó vigorosamente y se acomodó lo mejor que pudo. Sobre sus pies, la sombra de sus brazos proyectaba la propia intensidad de un haz de luz que se arremetía contra la puerta.
El gran estruendo de la madera, acompañada de una gran nube de polvo fueron los protagonistas de su propio show. Iliaki, a pesar de la inmensa curiosidad que sentía por saber lo que se resguardaba ahí, no se atrevió siquiera a asomar la cabeza por el boquete.
Offrol: hab. Lvl 0: Lente Convergente
- Para ambos :
- Lamento mucho la tardanza,
espero no repetir esto. En cuanto a la habilidad, avísenme si es necesario lanzar runas o no
(no puse color puesto que lo he escrito en el celular,
en cuanto pueda, corregiré los fallos)
Iliaki
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
Aquella pila de barriles que al caer hizo un completo desastre de otros objetos, llamó la atención de todos los presentes que inmóviles no les quedó más remedio que observar y esperar a que el desastre acabara por cuenta propia; aunque había algunos hombres con evidente preocupación por el descubrimiento de la puerta, más aún cuando el vampiro ciego pidió ayuda anunciando que había alguien detrás; varios se acercaron con cautela aunque manteniéndose a varios metros, más aún cuando un par de aquellos hombres nerviosos se acercaron con mala cara.
No le presten atención ¿A dónde podría guiarnos un ciego?- Dijo en broma uno de ellos con una risa nerviosa intentando dispersas a las personas, aunque la rápida intervención de Iliaki acabó por desbaratar el teatro de aquel sujeto; con un halo de luz que sorprendió a todos, la pequeña elfa sacudió la puerta aunque sin ningún efecto más allá de ese; aunque justo cuando comenzaban a reír de su triste intento un sonido en las bisagras superiores de la puerta delataron que algo pasaba, no transcurrieron más de 5 segundos para que la bisagra inferior hiciera el mismo ruido y seguidamente se desplomara al frente.
Suficiente, no hay nada más que ver, Pucker, saca a todo el mundo- Dijo enojado aquel misterioso sujeto mientras el otro, mucho más grande se posaba frente a las personas mostrando una misteriosa insignia de color rojo que llevaba sujeta en su hombro izquierdo; lo cual bastó para que las personas salieran asustadas y susurrando entre ellas; fuera lo que fuera parecía ser parte de una conocida organización a la que la gente temía; y al parecer el ciego y la niña habían metido las narices en asuntos que no debían; enfrentándose a un doble problema; dentro de la cantina se encontraban ahora a merced de aquellos dos misteriosos sujetos, y fuera de ella le esperaban los perseguidores de Iliaki, quienes de mala gana habían salido por respeto a la misteriosa insignia de aquellos dos.
Unos instantes de silencio y una nube de polvo quedaron donde antes había una puerta, y dentro de ella una pequeña niña con extrañas pinturas sobre su rostro miraba paciente esperando a que su salvación estuviera fuera, esperaba un salvador, un guardián y lo encontró en la figura de Nicolás, quien le aguardaba más allá de la puerta sobre la nube de polvo que comenzaba a disiparse; aunque el viejo gladiador no podía verla y ella no podría hablarle, se acababa de formar un vínculo entre ambos que permanecería un largo rato.
Rápidamente cerró los ojos la pequeña y se concentró como nunca; voces, muchas voces, escenas rápidas e incomprensibles, y emociones extrañas invadieron a Nicolás que no tendría más remedio que cerrar sus ojos ante un fuerte dolor de cabeza; pero al abrirlos de nuevo, podría ¿Ver? Lo extraño es que solo podría verse a sí mismo, lo que veía no era más que una visión compartida, lo que la niña veía, Nicolás lo vería también, y lo que ella sintiera también habría de sentirlo el vampiro; incluyendo su miedo actual; Iliaki por su parte podría notar en las afiladas orejas de la niña que se trataba de otra de su raza, aunque extrañamente carecía de cabello ¿Sería realmente una elfa? ¿Qué había de especial con ella?
∞ Nota: Una vez que las personas salgan de la sala, los dos misteriosos maleantes cerrarán la puerta para silenciar al par de curiosos que han descubierto a la prisionera; solo les diré que es un personaje valioso así que no la dejen moriro les cortaré las piernas a ambos. En este turno no es necesario luchar, prefiero que describan lo que piensan o sienten sus personajes en el momento.
∞ Nicolás: Has recuperado la vista pero no te alegres, no es tu propia visión sino que la chica comparte contigo lo que ella ve; entre otras cosas; al principio mientras te acostumbras te podría resultar confuso moverte, será como si te vieras en tercera persona; obviamente no puedes ver a la niña, pero te servirá para prestar atención al par de maleantes que al acercarse harán que sientas más miedo en la chica calva.
∞ Iliaki: de momento te has salvado de un problema con tus perseguidores (por ahora) pero has caído a un problema peor, tendrás la tarea de liberar a la chica que está atada de pies y manos y con una mordaza en la boca, tristemente al quitársela notarás que la pequeña no puede hablar.
No le presten atención ¿A dónde podría guiarnos un ciego?- Dijo en broma uno de ellos con una risa nerviosa intentando dispersas a las personas, aunque la rápida intervención de Iliaki acabó por desbaratar el teatro de aquel sujeto; con un halo de luz que sorprendió a todos, la pequeña elfa sacudió la puerta aunque sin ningún efecto más allá de ese; aunque justo cuando comenzaban a reír de su triste intento un sonido en las bisagras superiores de la puerta delataron que algo pasaba, no transcurrieron más de 5 segundos para que la bisagra inferior hiciera el mismo ruido y seguidamente se desplomara al frente.
Suficiente, no hay nada más que ver, Pucker, saca a todo el mundo- Dijo enojado aquel misterioso sujeto mientras el otro, mucho más grande se posaba frente a las personas mostrando una misteriosa insignia de color rojo que llevaba sujeta en su hombro izquierdo; lo cual bastó para que las personas salieran asustadas y susurrando entre ellas; fuera lo que fuera parecía ser parte de una conocida organización a la que la gente temía; y al parecer el ciego y la niña habían metido las narices en asuntos que no debían; enfrentándose a un doble problema; dentro de la cantina se encontraban ahora a merced de aquellos dos misteriosos sujetos, y fuera de ella le esperaban los perseguidores de Iliaki, quienes de mala gana habían salido por respeto a la misteriosa insignia de aquellos dos.
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Unos instantes de silencio y una nube de polvo quedaron donde antes había una puerta, y dentro de ella una pequeña niña con extrañas pinturas sobre su rostro miraba paciente esperando a que su salvación estuviera fuera, esperaba un salvador, un guardián y lo encontró en la figura de Nicolás, quien le aguardaba más allá de la puerta sobre la nube de polvo que comenzaba a disiparse; aunque el viejo gladiador no podía verla y ella no podría hablarle, se acababa de formar un vínculo entre ambos que permanecería un largo rato.
Rápidamente cerró los ojos la pequeña y se concentró como nunca; voces, muchas voces, escenas rápidas e incomprensibles, y emociones extrañas invadieron a Nicolás que no tendría más remedio que cerrar sus ojos ante un fuerte dolor de cabeza; pero al abrirlos de nuevo, podría ¿Ver? Lo extraño es que solo podría verse a sí mismo, lo que veía no era más que una visión compartida, lo que la niña veía, Nicolás lo vería también, y lo que ella sintiera también habría de sentirlo el vampiro; incluyendo su miedo actual; Iliaki por su parte podría notar en las afiladas orejas de la niña que se trataba de otra de su raza, aunque extrañamente carecía de cabello ¿Sería realmente una elfa? ¿Qué había de especial con ella?
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∞ Nota: Una vez que las personas salgan de la sala, los dos misteriosos maleantes cerrarán la puerta para silenciar al par de curiosos que han descubierto a la prisionera; solo les diré que es un personaje valioso así que no la dejen morir
∞ Nicolás: Has recuperado la vista pero no te alegres, no es tu propia visión sino que la chica comparte contigo lo que ella ve; entre otras cosas; al principio mientras te acostumbras te podría resultar confuso moverte, será como si te vieras en tercera persona; obviamente no puedes ver a la niña, pero te servirá para prestar atención al par de maleantes que al acercarse harán que sientas más miedo en la chica calva.
∞ Iliaki: de momento te has salvado de un problema con tus perseguidores (por ahora) pero has caído a un problema peor, tendrás la tarea de liberar a la chica que está atada de pies y manos y con una mordaza en la boca, tristemente al quitársela notarás que la pequeña no puede hablar.
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
La jaqueca castigaba con intensidad la cabeza de Nicolás, quien a duras penas podía tenerse en pie por lo súbito de aquella sensación.
¡Diantres, me va a reventar la puta cabeza!, musitaba entre dientes, ladeándose levemente en el sitio.
Los ojos, los ojos también... Por algún motivo sentía un ardor que recorría en su totalidad las cuencas oculares.
Y entonces, así como comenzó, se detuvo. Sin más, tal como vino se fue.
El ciego abrió los ojos instintivamente, aún no sabiendo muy bien por qué, y por primera vez en muchos meses volvió a ver: una pequeña elfa mirando hacia él, de frente. Detrás de esta se encontraba un hombre greñudo y de barba muy espesa, ancho de espaldas y cubierto de polvo y suciedad, con una especie de vara roja por apoyo. No, no era una vara, parecía más bien una lanza dada la vuelta.
Un segundo, este tipo me suena...
Y vaya si le sonaba, pues no se trataba de otro que él mismo. Sin embargo, algo fallaba en el esquema.
Qué raro, es como si... como si estuviese viendo a otros... ¿Qué mierdas está sucediendo?
El guerrero no entendía nada. ¿Quién era aquella pequeñaja? ¿Por qué veía tan raro? ¿Dónde se encontraba?
Entonces reparó en que tanto la niña como él parecían estar observando algo, pero no era capaz de ver el qué.
Pequeña robaperas, ¿qué está pasando? ¿Qué es eso a lo que miras?
Por la situación se imaginaba que debía de tratarse de la enana a la que había "ayudado" a esconderse minutos antes.
Barbacero comenzó a recordar: había escuchado un ruido. Sí, un ruido desde detrás de una puerta, en aquel antro, y hasta hacía unos segundos estaba intentando abrirla.
¿Lo había logrado acaso? ¿Entonces por qué no podía ver qué se encontraba ahí?
Sin embargo sí que su cuerpo respondía a sus movimientos: primero el brazo, luego las piernas, todo estaba en orden.
Entonces reparó en que detrás de él había dos figuras corpulentas más. Se detuvo unos instantes a definir mejor las formas, y por el aspecto aquellos dos hombres no tenían cara de hacer amigos.
El local, hasta hacía poco abarrotado, se encontraba ahora vacío, con la única excepción de los allí presentes.
Diablos, debo de haber encontrado algo que no debería.
Corto de paciencia y más aún de tiempo para reaccionar, el guerrero se puso en guardia, lanza en mano como antaño, intentando cubrir con su enorme torso a la elfilla.
¡Escapa, muchacha, yo los entretendré!
No podía ver ni siquiera su propia cara, pero una pequeña sonrisa se estaba dibujando en ella en aquellos instantes: quizás esta era su oportunidad para redimirse, y no la iba a dejar pasar tan fácilmente.
¡Diantres, me va a reventar la puta cabeza!, musitaba entre dientes, ladeándose levemente en el sitio.
Los ojos, los ojos también... Por algún motivo sentía un ardor que recorría en su totalidad las cuencas oculares.
Y entonces, así como comenzó, se detuvo. Sin más, tal como vino se fue.
El ciego abrió los ojos instintivamente, aún no sabiendo muy bien por qué, y por primera vez en muchos meses volvió a ver: una pequeña elfa mirando hacia él, de frente. Detrás de esta se encontraba un hombre greñudo y de barba muy espesa, ancho de espaldas y cubierto de polvo y suciedad, con una especie de vara roja por apoyo. No, no era una vara, parecía más bien una lanza dada la vuelta.
Un segundo, este tipo me suena...
Y vaya si le sonaba, pues no se trataba de otro que él mismo. Sin embargo, algo fallaba en el esquema.
Qué raro, es como si... como si estuviese viendo a otros... ¿Qué mierdas está sucediendo?
El guerrero no entendía nada. ¿Quién era aquella pequeñaja? ¿Por qué veía tan raro? ¿Dónde se encontraba?
Entonces reparó en que tanto la niña como él parecían estar observando algo, pero no era capaz de ver el qué.
Pequeña robaperas, ¿qué está pasando? ¿Qué es eso a lo que miras?
Por la situación se imaginaba que debía de tratarse de la enana a la que había "ayudado" a esconderse minutos antes.
Barbacero comenzó a recordar: había escuchado un ruido. Sí, un ruido desde detrás de una puerta, en aquel antro, y hasta hacía unos segundos estaba intentando abrirla.
¿Lo había logrado acaso? ¿Entonces por qué no podía ver qué se encontraba ahí?
Sin embargo sí que su cuerpo respondía a sus movimientos: primero el brazo, luego las piernas, todo estaba en orden.
Entonces reparó en que detrás de él había dos figuras corpulentas más. Se detuvo unos instantes a definir mejor las formas, y por el aspecto aquellos dos hombres no tenían cara de hacer amigos.
El local, hasta hacía poco abarrotado, se encontraba ahora vacío, con la única excepción de los allí presentes.
Diablos, debo de haber encontrado algo que no debería.
Corto de paciencia y más aún de tiempo para reaccionar, el guerrero se puso en guardia, lanza en mano como antaño, intentando cubrir con su enorme torso a la elfilla.
¡Escapa, muchacha, yo los entretendré!
No podía ver ni siquiera su propia cara, pero una pequeña sonrisa se estaba dibujando en ella en aquellos instantes: quizás esta era su oportunidad para redimirse, y no la iba a dejar pasar tan fácilmente.
- Off-rol:
- Mil disculpas por no contestar con anterioridad, se me fue de la cabeza totalmente y debí de borrar sin querer el aviso de correo.
Nicolás Barbacero
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
- Offrol:
Bueno, pongo esto antes de comenzar ya que considero este mensaje de suma importancia. Como muy bien se podrá notar, mi ausencia en el foro ha sido "legendaria". No pienso dejar temas abandonados ni mucho menos, pero mi estancia será corta, así que intentaré dar fin a todos mis temas lo más pronto posible para no dejar afectados.
Las circunstancias de pronto dejaron de favorecer, y no es que lo hayan hecho tan siquiera, sino que los dioses de nueva cuenta deseaban quitarse el aburrimiento apostando con los mortales en un cruel juego de azar. La elfilla no comprendía ni la mitad de lo que estaba ocurriendo, y su estupefacción la llevó a quedar inmóvil hasta que una conocida voz la sacó de su pasmo.
- ¡Me vuelves a llamar robaperas, Cero Barbas, o te...! - nuevamente sus palabras fueron cortadas, esta vez por un profundo silencio fruto de la ausencia de las multitudes.
Como hubiera tenido alas en vez de piernas para volar y huir más rápido, lo habría hecho, sin embargo ni siquiera mis propias piernas respondieron a ese impulso que te da cada vez que estás a punto de morir. Incluso la Pandilla de fenómenos no dejó ni polvo de sus propias sombras.
Recordaría la insignia que portan esos hombres, todos los que estaban aquí parecían comprender su significado, pero si tan solo hubiera puesto atención en lo que los pordioseros o las furcias intentaban instruirme, quizá sabría lo que aquello querría decir. ¡Podría hacer algún esfuerzo y recordarlo, pero ahora no parece precisamente el tipo de momento que uno usaría para hacer funcionar su materia gris!
Las voces del vampiro la movilizaron de inmediato, siendo al mirar atrás que su mirada chocó con otra chica de puntiagudas orejas que mantenía un profundo trance, tan inmutable permanecía que logró despertar la admiración de Iliaki ante su temperamento. No sucedió más que un segundo hasta lograr restablecerse cuando comenzó a desatar las cuerdas que aprisionaban a la singular joven.
- ¡Vamos, tenemos qué irnos! - dijo a la extraña chica, quien, a pesar de sus esfuerzos, permaneció en su sitio - ¿Me escuchaste? ¡Nos tenemos que ir! - volvió a repetir.
Pero no importó cuánto intentase que la chica se moviera, ella insistía en permanecer ahí, sin mover un dedo. Los esfuerzos de la ladronzuela resultaron infructíferos, pues la naturaleza extraña de la otra muchacha solo le daba como resultado ligeros ruidos que apenas lograban salir de su boca. En ese instante, Iliaki comprendió.
De pronto, un hormigueo mental comenzó a molestarle hasta convertirse en dolor, sensación que le indicaba que debía darse prisa antes de que su lucidez se desvaneciera y la dejara como carne de lobos. Las visiones se tornaban más caóticas y terribles cada vez, pero en ese preciso instante, no supo diferenciar qué escenario era más temible. Puso una mano sobre el hombro de la misteriosa chica y habló.
- Intentaré hacer lo posible, ¿sabes? En ocasiones también me han intentado secuestrar, sepan los dioses para qué, así que cuando termine esto, requeriré que me digas una explicación coherente - y dándose cuenta de su error, corrigió- o lo que se le pueda acercar.
Iliaki
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
Aún le costaría un poco de trabajo al vampiro coordinar sus movimientos y acciones, y es que ser visto desde los ojos de otro no era algo que pudiera mantener a una persona cuerda, sin embargo a falta de otras alternativas tendría que apañárselas con eso -Parece que alguien ha tenido la mala suerte de descubrir lo que no debía- Dijo uno de aquellos matones tatuados -Y vaya mala suerte, que ni para dar batalla tienen- Dijo el otro señalando en tono burlesco -Un ciego y una niña rescatando a la silenciada, parece el inicio de un mal chiste- Las risas no se hicieron esperar de parte de los sujetos que confiados se seguían acercando y a pesar de la complicada situación el vampiro en vez de miedo mostraba una sonrisa.
Nuestros valientes y disparejos héroes tendrían que enfrentarse a una situación bastante difícil, como bien podría verlo la pequeña Iliaki tras un prolongado contacto con la extraña niña calva; mientras la desataba de sus ataduras todo se comenzó a oscurecer como si cerrara lentamente los ojos y al abrirlos de nuevo ahí estaba; en la misma habitación pero ahora devastada, su visión no irá más lejos de unos minutos en el futuro en donde el vampiro daba sus últimos golpes antes de caer ante su rival que no eran los dos sujetos sino alguien más, se acercaba otro peligro pero antes de poder identificarlo, la niña volvió a la realidad con el pecho vacío y la necesidad de tomar aire.
Solo a unos metros e ignorando esa visión profética, el vampiro debería comenzar una lucha contra aquellos matones que al considerarlo poca cosa se confiarían, dándole la oportunidad de derrotar al primero de ellos sin mucho esfuerzo; el segundo por su parte ya estaría más atento y menos confiado; al ver al salvador en problemas, la extraña niña calva comenzó a señalar al matón que quedaba, indicándole a Iliaki que debían hacer algo para ayudar al vampiro, ¿pero qué?
Unos segundos bastarían para que la encarnizada lucha diera inicio; al principio sería difícil para el vampiro coordinar sus movimientos viendo su cuerpo a través de otros ojos pero su rival ni siquiera llegaría a entender cómo es que el ciego podía verlo y ese mismo desconcierto lo llevaría a perder la batalla.
Ruidos leves y señales apresuradas y confusas era todo lo que podía hacer la niña calva, quien se resistiría a ser alejada de Barbacero, bastante sensata hay que decir, pues eran sus ojos los que guiaban al vampiro en su lucha y si ella se iba también se iría la visión del exgladiador; la opción era salir de ahí todos juntos o ninguno, por lo que Iliaki debería buscar la manera de colaborar en la lucha al mismo tiempo que trataba de mover a la chica alrededor de la batalla en busca de la puerta pero sin perder de vista al viejo Barbacero.
∞ Nota: Disculpen la demora, procuraré responder más rápido en lo que queda de mastereado.
∞ Nicolás: Poco se preocuparán los matones de los problemas que les pueda causar un ciego, gran error para ellos que te permitirá acabar con uno de ellos sin problemas aunque el segundo estará más preparado; ninguno llegará a entender la manera en la que puedes ver, por lo que puedes usar eso a favor; adicionalmente sientes que tu oído se ha vuelto más agudo a consecuencia de tu ceguera.
∞ Iliaki: Como bien he dicho, de momento no es sensato huír con la niña y dejar atrás a tu compañero pues eso lo dejaría de nuevo a ciegas; por si eso no fuera suficiente, la última visión hace que tu cabeza comience a doler y te sientas ligeramente mareada.
Nuestros valientes y disparejos héroes tendrían que enfrentarse a una situación bastante difícil, como bien podría verlo la pequeña Iliaki tras un prolongado contacto con la extraña niña calva; mientras la desataba de sus ataduras todo se comenzó a oscurecer como si cerrara lentamente los ojos y al abrirlos de nuevo ahí estaba; en la misma habitación pero ahora devastada, su visión no irá más lejos de unos minutos en el futuro en donde el vampiro daba sus últimos golpes antes de caer ante su rival que no eran los dos sujetos sino alguien más, se acercaba otro peligro pero antes de poder identificarlo, la niña volvió a la realidad con el pecho vacío y la necesidad de tomar aire.
Solo a unos metros e ignorando esa visión profética, el vampiro debería comenzar una lucha contra aquellos matones que al considerarlo poca cosa se confiarían, dándole la oportunidad de derrotar al primero de ellos sin mucho esfuerzo; el segundo por su parte ya estaría más atento y menos confiado; al ver al salvador en problemas, la extraña niña calva comenzó a señalar al matón que quedaba, indicándole a Iliaki que debían hacer algo para ayudar al vampiro, ¿pero qué?
Unos segundos bastarían para que la encarnizada lucha diera inicio; al principio sería difícil para el vampiro coordinar sus movimientos viendo su cuerpo a través de otros ojos pero su rival ni siquiera llegaría a entender cómo es que el ciego podía verlo y ese mismo desconcierto lo llevaría a perder la batalla.
Ruidos leves y señales apresuradas y confusas era todo lo que podía hacer la niña calva, quien se resistiría a ser alejada de Barbacero, bastante sensata hay que decir, pues eran sus ojos los que guiaban al vampiro en su lucha y si ella se iba también se iría la visión del exgladiador; la opción era salir de ahí todos juntos o ninguno, por lo que Iliaki debería buscar la manera de colaborar en la lucha al mismo tiempo que trataba de mover a la chica alrededor de la batalla en busca de la puerta pero sin perder de vista al viejo Barbacero.
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∞ Nota: Disculpen la demora, procuraré responder más rápido en lo que queda de mastereado.
∞ Nicolás: Poco se preocuparán los matones de los problemas que les pueda causar un ciego, gran error para ellos que te permitirá acabar con uno de ellos sin problemas aunque el segundo estará más preparado; ninguno llegará a entender la manera en la que puedes ver, por lo que puedes usar eso a favor; adicionalmente sientes que tu oído se ha vuelto más agudo a consecuencia de tu ceguera.
∞ Iliaki: Como bien he dicho, de momento no es sensato huír con la niña y dejar atrás a tu compañero pues eso lo dejaría de nuevo a ciegas; por si eso no fuera suficiente, la última visión hace que tu cabeza comience a doler y te sientas ligeramente mareada.
Ansur
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
Confuso aún por la situación pero aparentemente en plenas facultades por lo demás, el vampiro avanzó lentamente hacia aquellos dos maleantes, intentando evaluar cuál de los dos presentaría más batalla.
Parece que alguien ha tenido la mala suerte de descubrir lo que no debía
Y vaya mala suerte, que ni para dar batalla tienen. Un ciego y una niña rescatando a la silenciada, parece el inicio de un mal chiste
Los dos parecían bastante robustos, pero el de la barba corta parecía algo más jovial, y por lo tanto debía de ser el primero en caer.
Así pues, y aprovechando que no le tomaban en serio, Nicolás tomó la iniciativa con un lanzazo dirigido directamente a la rodilla derecha del sujeto con el objetivo de hacer que le fuese mucho más difícil moverse por la sala y, quizás con mucha suerte, estorbase lo suficiente a su compañero.
Se encontraban en una situación adversa, sí, pero aún era demasiado pronto para derramar sangre, y más delante de una niña.
Acto seguido y aprovechando aún la confusión de sus oponentes, Barbacero comenzó a lanzar contra ellos todo el mobiliario que encontró cerca: sillas, alguna mesa e incluso jarras sucias y aún medio llenas de aquel matarratas que hacían llamar cerveza.
Eran dos, y no parecían enclenques precisamente, pero cuanto más tiempo los entretuviese más margen de maniobra le dejaría a las chiquillas para que huyesen de ahí o se pusiesen a salvo.
Nuevamente lanza en mano y consciente de sus limitaciones actuales, el otrora gladiador tomó una postura defensiva contra aquellos machacametales, esperando pacientemente un gesto de estos que le permitiese arremeter nuevamente con su arma para mantenerlos a raya.
Su oído se había agudizado lo suficiente para poder captar con claridad sonidos imperceptibles para quien no se ve obligado a vivir en las tinieblas, y quizás esto le sería de ayuda como aviso para el combate.
Afuera aún había algo de ruído: parecía que los que habían salido del local lo habían hecho para ponerse a una distancia prudencial para observar el espectáculo, o al menos lo que se oyese desde dentro.
¡Cobardes! bramaba Barbacero, ¿es que acaso no tenéis sentido del honor ni decencia alguna?
¡Asaltar a un ciego aún pase, pero por mi nombre que no os dejaré ponerle un dedo encima a estas muchachas y abandonar la sala ilesos!
La adrenalina invadía su cuerpo, pues habían pasado meses desde su última batalla.
¡Hideputas, rendíos o sucumbid a la ira de Nicolás Barbacero!
Ya habían pasado bastantes años desde su época de gloria, pero si quedaba algo del renombre de antaño quizás esas sabandijas se amedrentarían lo suficiente como para no presentar muchas complicaciones. A partir de aquí solo podría confiar en su destreza, si es que no se había reducido por sus últimas circunstancias.
Parece que alguien ha tenido la mala suerte de descubrir lo que no debía
Y vaya mala suerte, que ni para dar batalla tienen. Un ciego y una niña rescatando a la silenciada, parece el inicio de un mal chiste
Los dos parecían bastante robustos, pero el de la barba corta parecía algo más jovial, y por lo tanto debía de ser el primero en caer.
Así pues, y aprovechando que no le tomaban en serio, Nicolás tomó la iniciativa con un lanzazo dirigido directamente a la rodilla derecha del sujeto con el objetivo de hacer que le fuese mucho más difícil moverse por la sala y, quizás con mucha suerte, estorbase lo suficiente a su compañero.
Se encontraban en una situación adversa, sí, pero aún era demasiado pronto para derramar sangre, y más delante de una niña.
Acto seguido y aprovechando aún la confusión de sus oponentes, Barbacero comenzó a lanzar contra ellos todo el mobiliario que encontró cerca: sillas, alguna mesa e incluso jarras sucias y aún medio llenas de aquel matarratas que hacían llamar cerveza.
Eran dos, y no parecían enclenques precisamente, pero cuanto más tiempo los entretuviese más margen de maniobra le dejaría a las chiquillas para que huyesen de ahí o se pusiesen a salvo.
Nuevamente lanza en mano y consciente de sus limitaciones actuales, el otrora gladiador tomó una postura defensiva contra aquellos machacametales, esperando pacientemente un gesto de estos que le permitiese arremeter nuevamente con su arma para mantenerlos a raya.
Su oído se había agudizado lo suficiente para poder captar con claridad sonidos imperceptibles para quien no se ve obligado a vivir en las tinieblas, y quizás esto le sería de ayuda como aviso para el combate.
Afuera aún había algo de ruído: parecía que los que habían salido del local lo habían hecho para ponerse a una distancia prudencial para observar el espectáculo, o al menos lo que se oyese desde dentro.
¡Cobardes! bramaba Barbacero, ¿es que acaso no tenéis sentido del honor ni decencia alguna?
¡Asaltar a un ciego aún pase, pero por mi nombre que no os dejaré ponerle un dedo encima a estas muchachas y abandonar la sala ilesos!
La adrenalina invadía su cuerpo, pues habían pasado meses desde su última batalla.
¡Hideputas, rendíos o sucumbid a la ira de Nicolás Barbacero!
Ya habían pasado bastantes años desde su época de gloria, pero si quedaba algo del renombre de antaño quizás esas sabandijas se amedrentarían lo suficiente como para no presentar muchas complicaciones. A partir de aquí solo podría confiar en su destreza, si es que no se había reducido por sus últimas circunstancias.
Nicolás Barbacero
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
Los mareos de Iliaki, aunados con la extrañeza de la situación y el pronto reconocimiento del vínculo que parecían formar los ojos de la niña y del vampiro, impulsaron a la propia elfilla a intentar escapar tal y como lo dictaba su instinto, pero dejar a aquel que había fungido como una suerte de escudo visual para los que le querían arrebatar lo único que poseía la forzaba a permanecer.
- Eres tú la que está haciendo eso ¿No es cierto? - interrogó de pronto la ladronzuela - El sinluces de pronto sabe lo que tiene en sus narices nada más haberte puesto enfrente ¡Pero debemos largarnos de aquí!
Con su ágil mirada recorrió rápidamente la habitación, intentando concentrarse para evitar que su equilibrio la azotara de una vez en el suelo. Tomó la mano de la chica y la condujo lo más rápido posible hasta la parte más cercana a la ruta de escape. La pelea entre ambos hombres en el centro de la habitación en ruinas se volvía cada vez más hostil, temiendo la elfina que de verdad ocurriera algo fatídico para el vampiro.
Lentamente daba unos cuantos lentos y arrastrados pasos hasta la puerta hecha añicos, de donde solamente unos cuántos haces de luz se proyectaban al interior, permitiendo solamente a las miradas acostumbradas distinguir lo que se hallaba en la oscuridad. Cada vez que avanzaba, miraba nerviosamente hacia todas partes, esperando que ninguno de los extraños se diese cuenta de su fuga. Pero al encontrarse a dos partes de la distancia, Iliaki sintió que la otra chica tiraba de su manga.
- Claro que no dejaremos a Cero Barbas - dijo susurrando y exhalando nerviosamente - Pero por lo menos hay que facilitar la carrera en caso de que quede desnucado.
Sin embargo, un prominente y feroz obstáculo comenzaba a mirarles sin piedad. Iliaki tragó saliva, y su cabeza comenzó a dar vueltas de nuevo.
Dos pasos a la derecha. Uno a la izquierda. Sacudió su cabeza y el bamboleo se redujo unos instantes. En esos escasos segundos un agudo y estremecedor grito salió de su boca, sacando su arma de madera para apuntar en el ojo al hombre que quedaba más cerca de la puerta.
La roca, si bien no fue hiriente, fue lo suficientemente contundente para que la elfina se arrojara a gran velocidad sobre sus pies para propinarle un enorme y suculento mordisco, tirándolo más por el impulso de la tremenda carrera que por la impresión. Ni Odín supo qué sucedió después, pues al instante siguiente la escena lucía más propia de un simio enloquecido que la de una muchacha enardecida y con furia más de una rabieta que de una guerra.
Sonaría irónico que justo en aquella parte, en la superficie, un librero leyera un viejo libro de las historias de la ciudad en sus inicios, donde se contaban las hazañas de guerreros que entraban en trance justo antes de la batalla. Pero en la profundidad de su lectura sólo alzó la vista de su lectura al escuchar un ruido raro, preguntando a su hija pequeña:
- Nizena ¿Le estás haciendo algo al gato? - obteniendo, por supuesto, una respuesta negativa.
Y de nueva cuenta, al fijar la atención de nuevo en la pelea subterránea, la ladronzuela de pronto se encontraba a sí misma pateando la cabeza del sujeto hasta que las luces en sus ojos la hicieron ver que en realidad no estaba en ningún lado. Nada había pasado.
- Eres tú la que está haciendo eso ¿No es cierto? - interrogó de pronto la ladronzuela - El sinluces de pronto sabe lo que tiene en sus narices nada más haberte puesto enfrente ¡Pero debemos largarnos de aquí!
Con su ágil mirada recorrió rápidamente la habitación, intentando concentrarse para evitar que su equilibrio la azotara de una vez en el suelo. Tomó la mano de la chica y la condujo lo más rápido posible hasta la parte más cercana a la ruta de escape. La pelea entre ambos hombres en el centro de la habitación en ruinas se volvía cada vez más hostil, temiendo la elfina que de verdad ocurriera algo fatídico para el vampiro.
Lentamente daba unos cuantos lentos y arrastrados pasos hasta la puerta hecha añicos, de donde solamente unos cuántos haces de luz se proyectaban al interior, permitiendo solamente a las miradas acostumbradas distinguir lo que se hallaba en la oscuridad. Cada vez que avanzaba, miraba nerviosamente hacia todas partes, esperando que ninguno de los extraños se diese cuenta de su fuga. Pero al encontrarse a dos partes de la distancia, Iliaki sintió que la otra chica tiraba de su manga.
- Claro que no dejaremos a Cero Barbas - dijo susurrando y exhalando nerviosamente - Pero por lo menos hay que facilitar la carrera en caso de que quede desnucado.
Sin embargo, un prominente y feroz obstáculo comenzaba a mirarles sin piedad. Iliaki tragó saliva, y su cabeza comenzó a dar vueltas de nuevo.
Dos pasos a la derecha. Uno a la izquierda. Sacudió su cabeza y el bamboleo se redujo unos instantes. En esos escasos segundos un agudo y estremecedor grito salió de su boca, sacando su arma de madera para apuntar en el ojo al hombre que quedaba más cerca de la puerta.
La roca, si bien no fue hiriente, fue lo suficientemente contundente para que la elfina se arrojara a gran velocidad sobre sus pies para propinarle un enorme y suculento mordisco, tirándolo más por el impulso de la tremenda carrera que por la impresión. Ni Odín supo qué sucedió después, pues al instante siguiente la escena lucía más propia de un simio enloquecido que la de una muchacha enardecida y con furia más de una rabieta que de una guerra.
Sonaría irónico que justo en aquella parte, en la superficie, un librero leyera un viejo libro de las historias de la ciudad en sus inicios, donde se contaban las hazañas de guerreros que entraban en trance justo antes de la batalla. Pero en la profundidad de su lectura sólo alzó la vista de su lectura al escuchar un ruido raro, preguntando a su hija pequeña:
- Nizena ¿Le estás haciendo algo al gato? - obteniendo, por supuesto, una respuesta negativa.
Y de nueva cuenta, al fijar la atención de nuevo en la pelea subterránea, la ladronzuela de pronto se encontraba a sí misma pateando la cabeza del sujeto hasta que las luces en sus ojos la hicieron ver que en realidad no estaba en ningún lado. Nada había pasado.
- Spoiler:
- MP si debo corregir algo o lanzar runas.
Última edición por Iliaki el Jue Ago 10 2017, 23:23, editado 1 vez
Iliaki
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
A duras penas habían podido los sujetos librarse de un enfurecido Nicolás que no daba tregua ni descanso -¡Es solo un ciego y dos niñas! ¡No puede ser tan difícil!- Gritó uno de los sujetos desde el piso donde había ido a parar tras la escaramuza -Pues si es tan fácil ¿Por qué no lo atrapas tú?- Replicó el otro al que una mesa se le iba encima y acabó saltando a un lado y golpeando su cabeza contra la pared, lo cierto es que la estaban pasando bastante mal e incapaces de lidiar con el problema intuyeron que era hora de un cambio de plan -Iré a buscarlo, él podrá con esto- Dijo uno con una risa nerviosa -¿Estás demente? Si se entera de esto nos matará como a los otros- Hablaban de otro sujeto que al parecer resultaba bastante intimidante.
Ninguno se movió durante los instantes en que Barbacero proclamaba sus consignas hasta que finalmente a uno de ellos le afloró lo cobarde -¡¡Este tipo, este tipo no está ciego!!- Tras gritarlo se levantó y entre resbalones cruzó la puerta a toda prisa dejando abandonado a su compañero -¡¡Maldito cobarde!!- Le gritó el otro que aún permanecía en el lugar y que ahora había visto en las niñas su as bajo la manga, se acercó a ellas sorteando los obstáculos y de un empujón envió a la niña calva contra la pared; un golpe en la cabeza hizo que las luces se apagaran para ella y también para el mismo Barbacero que de nuevo quedaba a oscuras guiado solo por su oído y su instinto.
Sólo unos segundos transcurrieron antes que la puerta se abriera aparentemente sola; una figura oscura y humeante hizo una entrada dramática que sembró el terror de inmediato en el rufián -Se-se-señor, ya casi lo, este sujeto, nosotros, no ¡NO! ¡NO!- Comenzó a gritar agarrando su cabeza mientras tentáculos de sombras se extendían en busca de su cuello aunque al final el sujeto acabó desmayado antes de ser alcanzado; lo que tenían en frente parecía una criatura sacada de la profundidad de las tinieblas, o al menos así lo era para quienes podían verlo; pues la ilusión que afectaba a los presentes no tenía efecto alguno en un ciego.
Una mirada de aquella cosa a Iliaki bastaría para hacerla revivir sus más amargos episodios apocalípticos; el escenario se transformó en una especie de ruinas bajo la luna llena, huesos y sonidos extraños se escuchaban alrededor de ella que sin saberlo había caído presa de una ilusión; su mano podía sentir a la niña calva junto a ella pero de momento no podría verla -Deja a las niñas y vete- Dijo aquella cosa con voz tenebrosa dirigiéndose a Barbacero -No conoces a las mocosas, no es tu problema, vete si valoras tu vida- Movió su mano hacia Iliaki quien ahora vería cómo el extraño lugar con ruinas donde se encontraba comenzaba a inundarse rápidamente, el agua la cubrió en un instante y dejó de poder respirar -Y tú, quita las manos de mi esclava- Le dijo a Iliaki al tiempo que la asfixiaba la ilusión.
Regularmente bastaba con algunos trucos visuales para que todos sucumbieran ante el miedo pero esta vez la falta de visión del vampiro; podía escucharlo, pero todo el teatro que había formado valía menos que nada para el ahora ciego de nuevo, quien ni siquiera tendría que inmutarse por el terrorífico escenario y ahora que había recibido la oferta de largarse a cambio de entregar a las niñas, podría salir tranquilamente o quedarse a luchar contra aquel sujeto que a fin de cuentas no era más que un brujo con un buen dominio de las ilusiones.
∞ Nicolás: si antes te habías lamentado la falta de visión, ésta será tal vez la única vez en que lo agradezcas, tu oído sigue siendo agudo y el sujeto está frente a ti; no recuperarás la vista en este turno pero puedes usar a tu favor la ventaja que el rival no sabe que no te ha afectado su ilusión y de momento eres inmune; tendrás que lanzar una runa si decides atacarlo. Su forma real es la de un simple brujo.
∞ Iliaki: Te encuentras atrapada en una ilusión, no existen tales ruinas ni tampoco hay una inundación que te asfixia, pero tu mente cree que sí, sumado a tus constantes visiones, harán que la ilusión te parezca más realista de lo que es realmente. Y como eres más pequeña, tendrás que lanzar una runa para saber qué tanto afectará esta experiencia a tu ya atrofiado cerebro.
Ninguno se movió durante los instantes en que Barbacero proclamaba sus consignas hasta que finalmente a uno de ellos le afloró lo cobarde -¡¡Este tipo, este tipo no está ciego!!- Tras gritarlo se levantó y entre resbalones cruzó la puerta a toda prisa dejando abandonado a su compañero -¡¡Maldito cobarde!!- Le gritó el otro que aún permanecía en el lugar y que ahora había visto en las niñas su as bajo la manga, se acercó a ellas sorteando los obstáculos y de un empujón envió a la niña calva contra la pared; un golpe en la cabeza hizo que las luces se apagaran para ella y también para el mismo Barbacero que de nuevo quedaba a oscuras guiado solo por su oído y su instinto.
- Ilusión:
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Sólo unos segundos transcurrieron antes que la puerta se abriera aparentemente sola; una figura oscura y humeante hizo una entrada dramática que sembró el terror de inmediato en el rufián -Se-se-señor, ya casi lo, este sujeto, nosotros, no ¡NO! ¡NO!- Comenzó a gritar agarrando su cabeza mientras tentáculos de sombras se extendían en busca de su cuello aunque al final el sujeto acabó desmayado antes de ser alcanzado; lo que tenían en frente parecía una criatura sacada de la profundidad de las tinieblas, o al menos así lo era para quienes podían verlo; pues la ilusión que afectaba a los presentes no tenía efecto alguno en un ciego.
Una mirada de aquella cosa a Iliaki bastaría para hacerla revivir sus más amargos episodios apocalípticos; el escenario se transformó en una especie de ruinas bajo la luna llena, huesos y sonidos extraños se escuchaban alrededor de ella que sin saberlo había caído presa de una ilusión; su mano podía sentir a la niña calva junto a ella pero de momento no podría verla -Deja a las niñas y vete- Dijo aquella cosa con voz tenebrosa dirigiéndose a Barbacero -No conoces a las mocosas, no es tu problema, vete si valoras tu vida- Movió su mano hacia Iliaki quien ahora vería cómo el extraño lugar con ruinas donde se encontraba comenzaba a inundarse rápidamente, el agua la cubrió en un instante y dejó de poder respirar -Y tú, quita las manos de mi esclava- Le dijo a Iliaki al tiempo que la asfixiaba la ilusión.
Regularmente bastaba con algunos trucos visuales para que todos sucumbieran ante el miedo pero esta vez la falta de visión del vampiro; podía escucharlo, pero todo el teatro que había formado valía menos que nada para el ahora ciego de nuevo, quien ni siquiera tendría que inmutarse por el terrorífico escenario y ahora que había recibido la oferta de largarse a cambio de entregar a las niñas, podría salir tranquilamente o quedarse a luchar contra aquel sujeto que a fin de cuentas no era más que un brujo con un buen dominio de las ilusiones.
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∞ Nicolás: si antes te habías lamentado la falta de visión, ésta será tal vez la única vez en que lo agradezcas, tu oído sigue siendo agudo y el sujeto está frente a ti; no recuperarás la vista en este turno pero puedes usar a tu favor la ventaja que el rival no sabe que no te ha afectado su ilusión y de momento eres inmune; tendrás que lanzar una runa si decides atacarlo. Su forma real es la de un simple brujo.
∞ Iliaki: Te encuentras atrapada en una ilusión, no existen tales ruinas ni tampoco hay una inundación que te asfixia, pero tu mente cree que sí, sumado a tus constantes visiones, harán que la ilusión te parezca más realista de lo que es realmente. Y como eres más pequeña, tendrás que lanzar una runa para saber qué tanto afectará esta experiencia a tu ya atrofiado cerebro.
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
La pelea transcurrió muy deprisa para ser capaz de captar todo con detalle, y más en un estado tan poco convencional, pero Nicolás pudo ser testigo de cómo uno de los rufianes intentaba darse a la fuga en busca de refuerzos, dejando solo a su compañero.
¡¡Maldito cobarde!!, dijo aquel tipo antes de arremeter contra las niñas.
Se escuchó un impacto contra la pared, y nuevamente oscuridad. Otra vez esa maldita oscuridad, repleta como siempre de luces titilantes incómodas.
Diantres, otra vez en las mismas.
El guerrero nunca fue hombre dado a grandes reflexiones, y apenas lograba entender por qué había podido ver, si bien de una manera tan extraña, durante ese corto período de tiempo.
La elfilla no parecía tener mucho que ver, así que quizás tendría que ser obra de la niñita calva, porque él desde luego no había hecho nada en especial, y no conocía a persona alguna capaz de devolver la vista solo con buena voluntad.
El ciego pudo escuchar cómo segundos más tarde la puerta de aquel antro se abría nuevamente, dando paso a una voz.
Se-se-señor, ya casi lo, este sujeto, nosotros, no ¡NO! ¡NO!
¿Qué diablos sucedía en aquella habitación?
El sonido de un cuerpo cayendo contra el suelo de madera mohosa retumbó en la sala.
Unos cuantos pasos más, y de nuevo una voz, si bien distinta a la del anterior.
Deja a las niñas y vete. No conoces a las mocosas, no es tu problema, vete si valoras tu vida.
Y tú, quita las manos de mi esclava.
Pocas cosas despertaban más su rabia justiciera que escuchar usar el término "esclavo".
Barbacero intentó encararse con aquel nuevo interlocutor y, henchido de ánimos renovados, le contestó apropiadamente.
Hasta ahora estaba siendo suave con esos canallas, pero seáis quién seáis, no merecéis trato de consideración alguna. Aquel que tiene esclavos solo merece encontrar su fin gracias a dichas cadenas, y no seréis diferente.
El nuevamente ciego agarró firmemente la lanza y sin dudarlo un instante profirió una estocada contra aquel hombre.
Ya he visto suficiente en esta vida como para permitir que sigan existiendo despojos esclavistas.
No sabía a qué se enfrentaba, no tenía demasiada certeza sobre el número actual de sus oponentes, y desde luego no podía asegurar sus posibilidades de supervivencia, pero si algo tenía claro es que prefería morir en aquellas catacumbas a dejar que una niña siguiese siendo propiedad de otro.
¡¡Maldito cobarde!!, dijo aquel tipo antes de arremeter contra las niñas.
Se escuchó un impacto contra la pared, y nuevamente oscuridad. Otra vez esa maldita oscuridad, repleta como siempre de luces titilantes incómodas.
Diantres, otra vez en las mismas.
El guerrero nunca fue hombre dado a grandes reflexiones, y apenas lograba entender por qué había podido ver, si bien de una manera tan extraña, durante ese corto período de tiempo.
La elfilla no parecía tener mucho que ver, así que quizás tendría que ser obra de la niñita calva, porque él desde luego no había hecho nada en especial, y no conocía a persona alguna capaz de devolver la vista solo con buena voluntad.
El ciego pudo escuchar cómo segundos más tarde la puerta de aquel antro se abría nuevamente, dando paso a una voz.
Se-se-señor, ya casi lo, este sujeto, nosotros, no ¡NO! ¡NO!
¿Qué diablos sucedía en aquella habitación?
El sonido de un cuerpo cayendo contra el suelo de madera mohosa retumbó en la sala.
Unos cuantos pasos más, y de nuevo una voz, si bien distinta a la del anterior.
Deja a las niñas y vete. No conoces a las mocosas, no es tu problema, vete si valoras tu vida.
Y tú, quita las manos de mi esclava.
Pocas cosas despertaban más su rabia justiciera que escuchar usar el término "esclavo".
Barbacero intentó encararse con aquel nuevo interlocutor y, henchido de ánimos renovados, le contestó apropiadamente.
Hasta ahora estaba siendo suave con esos canallas, pero seáis quién seáis, no merecéis trato de consideración alguna. Aquel que tiene esclavos solo merece encontrar su fin gracias a dichas cadenas, y no seréis diferente.
El nuevamente ciego agarró firmemente la lanza y sin dudarlo un instante profirió una estocada contra aquel hombre.
Ya he visto suficiente en esta vida como para permitir que sigan existiendo despojos esclavistas.
No sabía a qué se enfrentaba, no tenía demasiada certeza sobre el número actual de sus oponentes, y desde luego no podía asegurar sus posibilidades de supervivencia, pero si algo tenía claro es que prefería morir en aquellas catacumbas a dejar que una niña siguiese siendo propiedad de otro.
Nicolás Barbacero
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
El delirio se tornó mortal, no solamente era ella y su mente, sino que un entrometido comenzaba a jugar con sus sesos como un gato con su pelota de estambre. Como si hubieran leído sus más escondidos pensamientos, desenmarañaron el ruido hasta convertirlo en soledad, con el cielo unido al infierno por un continuo silencio.
Pero quiso la ladronzuela luego que aquello se prolongase, pues los estruendos que agolparon sus oídos superaron a creces el volumen de sus gritos, que ahora se oían apagados en comparación a un bosque entero quemándose con sus habitantes dentro de los árboles, transformándose las hojas en un puñado de tejas que caían vilmente al suelo. Los resquicios terminarían aplastando a un nido de aves rojas como el mismo fuego, pero sólo uno de ellos terminaría por irse volando.
No había nadie, pero sabía que había niños con sus cuellos cortados por trozos de vidrios y paredes que clamaban por su ayuda. No quiso escucharlos. Al intentar taparse los oídos sintió que una de sus manos se resistía a levantarse por un ligero peso. Recordó entonces en dónde estaba, que había una mano que podría jalarla de nuevo a la realidad, y entre la prisión de sus pesadillas gritó para sí:
- ¡No, no es real, ha pasado antes y sé que no es real! ¡No lo es, no lo es! - dijo casi derramando lágrimas, apoyándose lo más firme que pudo sobre sus dos pies.
Todo quedó callado de nuevo y completamente vacío. Pronto se daría cuenta que en realidad no era así al salir la Luna llena por detrás de las copas de los árboles, reflejando su blanco esplendor por toda la superficie del lago. De nuevo el sueño que más estremecía en las noches a la elfilla, quien, ignorando las quejas de sus compañeros de sueño en las catacumbas, olvidaba al día siguiente que lo había soñado.
Una pareja se tomaba de la mano a la orilla, mientras Iliaki permanecía en el centro del lago. Poco a poco, cuando se acercaban para darse un último beso, sus carnes se caían a trozos despidiendo una fetidez indescriptible hasta que sus esqueletos caían hecho cenizas, dejando sus órganos regados por la orilla entera.
El lago tornóse en mar, y la solidez del agua desapareció, tragándola a ella consigo. El agua era lo suficientemente clara para que en el fondo se pudieran ver docenas de hogares siendo demolidos por enormes monstruosidades deformes, dejando que lo único que escapara de ahí fuese un continuo sollozo.
En el horizonte, lo único visible ya no era la Luna, sino una criatura horripilante al que el agua cedía para darle paso a la elfina quien, sin éxito, nadaba para evitar aquel ente que no hacía más que ordenarle al precioso líquido que apretase cada vez más su delgada garganta. El horror que despedían los ojos de la chica hacía que olvidase por completo Dundarak, que olvidase las noches de persecución, incluso que olvidase que aquella noche no podría dormir en su sitio favorito.
El mar se fue haciendo cada vez más pequeño hasta dejar al ente cada vez más cerca de ella; la habitación en la que se encontraban ahora era su prisión.
Recordó la mano que la atrapaba, quiso sostenerla repleta de angustia. Quiso proteger a la única luz que se filtraba por las rendijas.[1] Sin embargo, la veía cada vez más distante, quería recordar y evitar que se le fuera de las manos. No obstante, así fue.
[1] Offrol: Hab. lvl 1: Quantum. Se aplica a la calva :v
Pero quiso la ladronzuela luego que aquello se prolongase, pues los estruendos que agolparon sus oídos superaron a creces el volumen de sus gritos, que ahora se oían apagados en comparación a un bosque entero quemándose con sus habitantes dentro de los árboles, transformándose las hojas en un puñado de tejas que caían vilmente al suelo. Los resquicios terminarían aplastando a un nido de aves rojas como el mismo fuego, pero sólo uno de ellos terminaría por irse volando.
No había nadie, pero sabía que había niños con sus cuellos cortados por trozos de vidrios y paredes que clamaban por su ayuda. No quiso escucharlos. Al intentar taparse los oídos sintió que una de sus manos se resistía a levantarse por un ligero peso. Recordó entonces en dónde estaba, que había una mano que podría jalarla de nuevo a la realidad, y entre la prisión de sus pesadillas gritó para sí:
- ¡No, no es real, ha pasado antes y sé que no es real! ¡No lo es, no lo es! - dijo casi derramando lágrimas, apoyándose lo más firme que pudo sobre sus dos pies.
Todo quedó callado de nuevo y completamente vacío. Pronto se daría cuenta que en realidad no era así al salir la Luna llena por detrás de las copas de los árboles, reflejando su blanco esplendor por toda la superficie del lago. De nuevo el sueño que más estremecía en las noches a la elfilla, quien, ignorando las quejas de sus compañeros de sueño en las catacumbas, olvidaba al día siguiente que lo había soñado.
Una pareja se tomaba de la mano a la orilla, mientras Iliaki permanecía en el centro del lago. Poco a poco, cuando se acercaban para darse un último beso, sus carnes se caían a trozos despidiendo una fetidez indescriptible hasta que sus esqueletos caían hecho cenizas, dejando sus órganos regados por la orilla entera.
El lago tornóse en mar, y la solidez del agua desapareció, tragándola a ella consigo. El agua era lo suficientemente clara para que en el fondo se pudieran ver docenas de hogares siendo demolidos por enormes monstruosidades deformes, dejando que lo único que escapara de ahí fuese un continuo sollozo.
En el horizonte, lo único visible ya no era la Luna, sino una criatura horripilante al que el agua cedía para darle paso a la elfina quien, sin éxito, nadaba para evitar aquel ente que no hacía más que ordenarle al precioso líquido que apretase cada vez más su delgada garganta. El horror que despedían los ojos de la chica hacía que olvidase por completo Dundarak, que olvidase las noches de persecución, incluso que olvidase que aquella noche no podría dormir en su sitio favorito.
El mar se fue haciendo cada vez más pequeño hasta dejar al ente cada vez más cerca de ella; la habitación en la que se encontraban ahora era su prisión.
Recordó la mano que la atrapaba, quiso sostenerla repleta de angustia. Quiso proteger a la única luz que se filtraba por las rendijas.[1] Sin embargo, la veía cada vez más distante, quería recordar y evitar que se le fuera de las manos. No obstante, así fue.
[1] Offrol: Hab. lvl 1: Quantum. Se aplica a la calva :v
Última edición por Iliaki el Jue Ago 10 2017, 23:58, editado 1 vez
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
El miembro 'Iliaki' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
Aun cuando el agua lo cubrió por completo, el vampiro permanecía inmutable y sin la más mínima muestra de pánico; aquello era completamente nuevo para el brujo que comenzaba a perder la calma -Esto no puede ser- Murmuró para sí mismo mientras apretaba los puños para aumentar la intensidad de la ilusión, el agua se tornó roja como la sangre pero aun así aquello no llegaría a tener efecto alguno en Barbacero que al carecer de visión, era completamente inmune a las ilusiones; no así la pequeña Iliaki que era víctima de una terrible pesadilla hasta que repentinamente sintió una cálida mano apretando la suya, un escalofrío le recorrió el cuerpo y todo se oscureció; tan solo podía escuchar a lo lejos las voces de sus amigos ladrones llamándola; junto al sonido de unas olas estrellándose contra la playa pudo ver levemente lo que parecía la celebración de una boda cuya novia era ¿Ambar?
No sabría si aquello era un sueño o una premonición, pero sin duda eran pistas de lo que vendría luego, sin embargo y como si algo explotara en su cabeza, despertó, las visiones se fueron, no solo las apocalípticas y nefastas sino también la que causaba el brujo quien ahora ante sus ojos aparecería con su verdadera forma; ciertamente no es que fuera más agraciado; su rostro demacrado y ese cuerpo enclenque justificaban en cierta forma su deseo de mostrarse amenazante y terrorífico, pero ahora había perdido eso; las manos de la extraña chica de cabeza rapada brillaban con una luz que poco a poco comenzaba a invadir el cuerpo de la pequeña Iliaki haciendo que ambas quedaran bajo la protección del Quantum -Tú ¡Tú! ¡Maldita mocosa!- Dijo furioso el brujo -¡¡Deja de contrariarme!!- Lanzó un golpe de su bastón contra la cabeza de la joven rapada pero la barrera fue más fuerte y el arma del hechicero acabó por romperse poniendo fin también a lo que quedaba de la ilusión.
Solo y burlado, el brujo retrocedió un par de pasos; dejó caer el bastón al piso y sacó una daga con la que planeaba atacarlos a todos, iniciando por el vampiro que sería la primera víctima, sorpresivamente, la lanza del ciego lo alertaría del peligro y como si fuera un simple reflejo, trataría de mover su mano para bloquear el primer ataque del brujo, no así los siguientes que le costarían un poco más de trabajo, aunque la fuerza del brujo no sería rival para un exgladiador.
Un aire de calma y tranquilidad recorría a la pequeña Iliaki, que sentiría como un ligero hormigueo le recorría la piel; la misma calma y paz podría sentirlas cada vez que cerrara sus ojos de ahora en adelante, haciendo que desaparecieran aquellas terribles visiones de un futuro caótico y mortal, aunque aquella imagen de la boda en la playa mantendría su curiosidad latente durante un buen rato, al menos hasta que decidiera ir hasta el lugar que su visión le había mostrado; aunque antes de eso debería ayudar a Barbacero a lidiar con aquel molesto sujeto y liberar a la pequeña elfa tatuada.
Repentinamente los curiosos comenzaron a entrar, y justo a tiempo para ver cómo el ciego ponía en su lugar a aquel peligroso sujeto al que tanto tiempo habían temido y respetado pero que ahora quedaba expuesto como un farsante, no era el terrible monstruo que todos pensaban sino un ilusionista con mucha imaginación y pocos escrúpulos -Miren, es solo un brujo, nos ha engañado todo este tiempo, es un engaño- Se decían unos a otros al mismo tiempo que apoyaban con gritos al vampiro para que acabara con el sujeto y se convirtiera en el héroe de las catacumbas.
∞ Nicolás: en este turno debías lanzar una runa y no lo hiciste, así que he tomado la misma runa de Iliaki para ambos personajes, como consecuencia no recuperarás la visión en este tema; sin embargo, en el próximo tema que abras, volverás a ver progresivamente en los 2 primeros turnos, entonces estarás curado, tu pierna dolerá un poco pero con algo de ejercicio podrás recuperar tu movilidad normal en ese mismo tema.
∞ Iliaki: tu runa ha sido mala, pero al menos no ha sido la peor, en consecuencia has conseguido liberarte de aquellas terribles visiones; la marca en tu muñeca desaparecerá al final de este tema; sin embargo quedará grabada en tu mente la imagen de una boda en la playa, lo cual tiene que ver con la siguiente misión del Gremio de Ladrones.
∞ Con esta respuesta finalizo mi participación en este tema; Nicolás puede acabar con el brujo y comenzar su heroica carrera para redimirse, si decide no matar al sujeto lo harán las personas que observan y que por fin podrán vengarse de sus tiranías; Iliaki deberá ayudar a la chica a huir de ese lugar y ganar de nuevo su libertad; no será necesario lanzar más runas.
No sabría si aquello era un sueño o una premonición, pero sin duda eran pistas de lo que vendría luego, sin embargo y como si algo explotara en su cabeza, despertó, las visiones se fueron, no solo las apocalípticas y nefastas sino también la que causaba el brujo quien ahora ante sus ojos aparecería con su verdadera forma; ciertamente no es que fuera más agraciado; su rostro demacrado y ese cuerpo enclenque justificaban en cierta forma su deseo de mostrarse amenazante y terrorífico, pero ahora había perdido eso; las manos de la extraña chica de cabeza rapada brillaban con una luz que poco a poco comenzaba a invadir el cuerpo de la pequeña Iliaki haciendo que ambas quedaran bajo la protección del Quantum -Tú ¡Tú! ¡Maldita mocosa!- Dijo furioso el brujo -¡¡Deja de contrariarme!!- Lanzó un golpe de su bastón contra la cabeza de la joven rapada pero la barrera fue más fuerte y el arma del hechicero acabó por romperse poniendo fin también a lo que quedaba de la ilusión.
- Aspecto real del brujo:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Solo y burlado, el brujo retrocedió un par de pasos; dejó caer el bastón al piso y sacó una daga con la que planeaba atacarlos a todos, iniciando por el vampiro que sería la primera víctima, sorpresivamente, la lanza del ciego lo alertaría del peligro y como si fuera un simple reflejo, trataría de mover su mano para bloquear el primer ataque del brujo, no así los siguientes que le costarían un poco más de trabajo, aunque la fuerza del brujo no sería rival para un exgladiador.
Un aire de calma y tranquilidad recorría a la pequeña Iliaki, que sentiría como un ligero hormigueo le recorría la piel; la misma calma y paz podría sentirlas cada vez que cerrara sus ojos de ahora en adelante, haciendo que desaparecieran aquellas terribles visiones de un futuro caótico y mortal, aunque aquella imagen de la boda en la playa mantendría su curiosidad latente durante un buen rato, al menos hasta que decidiera ir hasta el lugar que su visión le había mostrado; aunque antes de eso debería ayudar a Barbacero a lidiar con aquel molesto sujeto y liberar a la pequeña elfa tatuada.
Repentinamente los curiosos comenzaron a entrar, y justo a tiempo para ver cómo el ciego ponía en su lugar a aquel peligroso sujeto al que tanto tiempo habían temido y respetado pero que ahora quedaba expuesto como un farsante, no era el terrible monstruo que todos pensaban sino un ilusionista con mucha imaginación y pocos escrúpulos -Miren, es solo un brujo, nos ha engañado todo este tiempo, es un engaño- Se decían unos a otros al mismo tiempo que apoyaban con gritos al vampiro para que acabara con el sujeto y se convirtiera en el héroe de las catacumbas.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
∞ Nicolás: en este turno debías lanzar una runa y no lo hiciste, así que he tomado la misma runa de Iliaki para ambos personajes, como consecuencia no recuperarás la visión en este tema; sin embargo, en el próximo tema que abras, volverás a ver progresivamente en los 2 primeros turnos, entonces estarás curado, tu pierna dolerá un poco pero con algo de ejercicio podrás recuperar tu movilidad normal en ese mismo tema.
∞ Iliaki: tu runa ha sido mala, pero al menos no ha sido la peor, en consecuencia has conseguido liberarte de aquellas terribles visiones; la marca en tu muñeca desaparecerá al final de este tema; sin embargo quedará grabada en tu mente la imagen de una boda en la playa, lo cual tiene que ver con la siguiente misión del Gremio de Ladrones.
∞ Con esta respuesta finalizo mi participación en este tema; Nicolás puede acabar con el brujo y comenzar su heroica carrera para redimirse, si decide no matar al sujeto lo harán las personas que observan y que por fin podrán vengarse de sus tiranías; Iliaki deberá ayudar a la chica a huir de ese lugar y ganar de nuevo su libertad; no será necesario lanzar más runas.
Ansur
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
Tú ¡Tú! ¡Maldita mocosa! ¡¡Deja de contrariarme!!
El ciego no lograba entender muy bien qué había sucedido, pero el griterío que acompañó a aquel sonido quebradizo le dio alguna que otra pista: una cayada había caído al suelo en pedazos, rota quién sabe por qué, aunque las niñas no estaban libres de peligro, a juzgar por el siseante sonido del metal deslizándose fuera de una funda.
¡Maldita sea, que aún no sea demasiado tarde!, pensaba Barbacero, desesperado por atajar el peligro.
Aún podía sentir aquel extraño vínculo: la dichosa lanza de la cazadora, que debía de ser obra de brujería, le alertaba de manera eficaz de lo que se encontraba al otro lado del filo, y es así como debía orientarse en la oscuridad.
Sorprendentemente, su objetivo apenas se había movido de su lugar de inicio, y parecía paralizado por el terror y la ira, fatal combinación.
Nicolás se acercó rápidamente contra la endeble figura, embistiendo con su arma con la ferocidad de una víbora.
El resultado no se hizo esperar: el brujo, antes una imponente masa de oscuridad, ahora lo único que rezumaba era sangre.
El guerrero podía haber sido más cuidadoso en la ejecución, pues el espectáculo no era grato de ver para un par de niñas: el esclavista yacía ensartado en la lanza a la altura de la cadera, inmovilizado contra el tablón donde estaba clavada la lanza.
Pero lo más grotesco estaba aún por llegar, pues al extraer el arma del cuerpo agonizante parte de sus entrañas quedaron enredadas en la punta, saliendo repugnantemente hacia el exterior.
Los sonidos cubrían las carencias perceptivas para el habitante de la noche, quien solo tenía una cosa más que decirle a un ser tan mezquino.
Los hombres de bien no encuentran su final de este modo, harías bien en recordarlo para tu siguiente vida.
Los últimos estertores del brujo dieron pie a un nuevo griterío en el exterior, uno que Nicolás no era capaz de distinguir con certeza, aunque en su mayoría parecían ser vítores de algún tipo.
Sin embargo, eso no era lo importante ahora mismo. Las crías, ¿cómo estaban? Ojalá no fuese demasiado tarde aún.
Rapazas, ¿dónde os encontráis? ¡Contestad si os encontráis bien, ese canalla no debería de molestaros de nuevo!
El ciego sacudió las vísceras de su armas y reanudó su búsqueda por la habitación, intentando tantear las esquinas en busca de ellas, ya que hacía un rato que no las escuchaba. ¿Acaso les había hecho algo ese desgraciado?
El ciego no lograba entender muy bien qué había sucedido, pero el griterío que acompañó a aquel sonido quebradizo le dio alguna que otra pista: una cayada había caído al suelo en pedazos, rota quién sabe por qué, aunque las niñas no estaban libres de peligro, a juzgar por el siseante sonido del metal deslizándose fuera de una funda.
¡Maldita sea, que aún no sea demasiado tarde!, pensaba Barbacero, desesperado por atajar el peligro.
Aún podía sentir aquel extraño vínculo: la dichosa lanza de la cazadora, que debía de ser obra de brujería, le alertaba de manera eficaz de lo que se encontraba al otro lado del filo, y es así como debía orientarse en la oscuridad.
Sorprendentemente, su objetivo apenas se había movido de su lugar de inicio, y parecía paralizado por el terror y la ira, fatal combinación.
Nicolás se acercó rápidamente contra la endeble figura, embistiendo con su arma con la ferocidad de una víbora.
El resultado no se hizo esperar: el brujo, antes una imponente masa de oscuridad, ahora lo único que rezumaba era sangre.
El guerrero podía haber sido más cuidadoso en la ejecución, pues el espectáculo no era grato de ver para un par de niñas: el esclavista yacía ensartado en la lanza a la altura de la cadera, inmovilizado contra el tablón donde estaba clavada la lanza.
Pero lo más grotesco estaba aún por llegar, pues al extraer el arma del cuerpo agonizante parte de sus entrañas quedaron enredadas en la punta, saliendo repugnantemente hacia el exterior.
Los sonidos cubrían las carencias perceptivas para el habitante de la noche, quien solo tenía una cosa más que decirle a un ser tan mezquino.
Los hombres de bien no encuentran su final de este modo, harías bien en recordarlo para tu siguiente vida.
Los últimos estertores del brujo dieron pie a un nuevo griterío en el exterior, uno que Nicolás no era capaz de distinguir con certeza, aunque en su mayoría parecían ser vítores de algún tipo.
Sin embargo, eso no era lo importante ahora mismo. Las crías, ¿cómo estaban? Ojalá no fuese demasiado tarde aún.
Rapazas, ¿dónde os encontráis? ¡Contestad si os encontráis bien, ese canalla no debería de molestaros de nuevo!
El ciego sacudió las vísceras de su armas y reanudó su búsqueda por la habitación, intentando tantear las esquinas en busca de ellas, ya que hacía un rato que no las escuchaba. ¿Acaso les había hecho algo ese desgraciado?
Nicolás Barbacero
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
Un haz de luz lastimó de pronto la pupila de la elfilla. El cielo se despejaba y las aguas del mar-habitación se volvían más calmas hasta dejar visible la orilla de una playa. El océano mecía el cuerpo cansado de Iliaki hasta la arena, donde el este era inundado de sol y de paz. Aún sin llegar, su aguda vista le permitía reconocer que en la playa se festejaba algo, pues las risas y las coronas de flores en las cabezas de los presentes así lo delataban.
Sin darse cuenta, su cabeza entera chocaba contra una roca, resonando como un coco sin pulpa. Unas débiles voces la llamaban a la lejanía. Los rostros le eran conocidos, pero al recordar de quiénes eran, un nuevo llamado hizo que todo se desvaneciera abruptamente, dejando a Iliaki con los ojos bien abiertos y echa bola en el suelo de las catacumbas. La extraña niña calva le sostenía la mano, mirándola con notable preocupación.
¿Qué fue eso? Ni en las noches de opio he vivido experiencias similares ¿Pero qué veo? ¡Es Barbacero! ¡Todo salió bien!
Tomando la mano de la niña, se levantó como pudo, se dispuso a responder al vampiro.
- ¡Cero...! - sin embargo, se detuvo. Una muchedumbre de curiosos y de gente enfadada contra el brujo comenzaron a entrar para darse cuenta que su cadáver decoraba la pared de la inmunda habitación. Iliaki de pronto sintió un tirón en su manga, viendo a su lado que la chica señalaba la salida insistentemente.
- Oh, claro, claro - le respondió en voz baja. Diciendo y haciendo, aprovechó la polémica y distracción de la gente para escabullirse con la muchacha hasta la entrada de las catacumbas. Llegadas ahí, la elfilla tomó un canasto roído que se hallaba en el suelo y se lo puso en el brazo a la chica.
Insistiendo en buscar algo más, se resistió a desesperarse hasta que, como regalo de los dioses, el enano con el que antes había tenido una ligera conversación cruzó el umbral. Iliaki, sin dejar pasar un segundo más, se arrojó al enano y lo agarró del cuello:
- ¡Rápido, dame tu chaqueta y tu pañuelo o no cuentas más!
- ¿Qué bicho te ha picado? ¡Suéltame! - replicó retorciéndose con ganas.
- ¡Dámelos o saco la llave! - decía mientras se llevaba una mano al bolsillo - ¡O peor, te pego un moco en la oreja!
- ¡Esa cosa da mal agüero, déjame! - sin embargo, la segunda amenaza le pareció sumamente repugnante, llevándolo a un estado de pánico mayor - ¡No, qué asco, con mayor razón no te dan lugar en las casas de acogida! ¡No, guácala! ¡¡¡Ayuda!!!
- ¡Rápido!
- ¡Está bien, está bien! - dijo quitándose la ropa y sacando un amplio pañuelo blanco del bolsillo. - ¡Toma, asquerosa!
Y entregados los objetos, echó a correr. Iliaki tomó el pañuelo y se lo colocó en la cabeza a la chica al modo que lo llevaban las mujeres de la ciudad, acomodándole también la chaqueta sobre los hombros.
- Esto te debería permitir llegar a las orillas de la ciudad - decía mientras le acomodaba la punta de las orejas debajo de la tela - por lo menos pensarán que te han mandado a recolectar algo a las afueras. Si alguien te dice algo, corre lo más rápido que puedas ¿Quieres? - y dicho esto, le dio un puñado de galletas que guardaba en sus bolsillos
Sin embargo, los ojos de la chica miraron con extrañeza los alrededores.
- Bueno, te acompañaré, de todos modos no tengo en dónde dormir ¡Je, je! - dijo alzando ambos brazos, percatándose en seguida que la extraña marca que le seguía desde Dundarak había desaparecido, tomando su propia muñeca con fuerza - ¡¡¡Pero qué pitayas acaba de pasar aquí!!!
Sin darse cuenta, su cabeza entera chocaba contra una roca, resonando como un coco sin pulpa. Unas débiles voces la llamaban a la lejanía. Los rostros le eran conocidos, pero al recordar de quiénes eran, un nuevo llamado hizo que todo se desvaneciera abruptamente, dejando a Iliaki con los ojos bien abiertos y echa bola en el suelo de las catacumbas. La extraña niña calva le sostenía la mano, mirándola con notable preocupación.
¿Qué fue eso? Ni en las noches de opio he vivido experiencias similares ¿Pero qué veo? ¡Es Barbacero! ¡Todo salió bien!
Tomando la mano de la niña, se levantó como pudo, se dispuso a responder al vampiro.
- ¡Cero...! - sin embargo, se detuvo. Una muchedumbre de curiosos y de gente enfadada contra el brujo comenzaron a entrar para darse cuenta que su cadáver decoraba la pared de la inmunda habitación. Iliaki de pronto sintió un tirón en su manga, viendo a su lado que la chica señalaba la salida insistentemente.
- Oh, claro, claro - le respondió en voz baja. Diciendo y haciendo, aprovechó la polémica y distracción de la gente para escabullirse con la muchacha hasta la entrada de las catacumbas. Llegadas ahí, la elfilla tomó un canasto roído que se hallaba en el suelo y se lo puso en el brazo a la chica.
Insistiendo en buscar algo más, se resistió a desesperarse hasta que, como regalo de los dioses, el enano con el que antes había tenido una ligera conversación cruzó el umbral. Iliaki, sin dejar pasar un segundo más, se arrojó al enano y lo agarró del cuello:
- ¡Rápido, dame tu chaqueta y tu pañuelo o no cuentas más!
- ¿Qué bicho te ha picado? ¡Suéltame! - replicó retorciéndose con ganas.
- ¡Dámelos o saco la llave! - decía mientras se llevaba una mano al bolsillo - ¡O peor, te pego un moco en la oreja!
- ¡Esa cosa da mal agüero, déjame! - sin embargo, la segunda amenaza le pareció sumamente repugnante, llevándolo a un estado de pánico mayor - ¡No, qué asco, con mayor razón no te dan lugar en las casas de acogida! ¡No, guácala! ¡¡¡Ayuda!!!
- ¡Rápido!
- ¡Está bien, está bien! - dijo quitándose la ropa y sacando un amplio pañuelo blanco del bolsillo. - ¡Toma, asquerosa!
Y entregados los objetos, echó a correr. Iliaki tomó el pañuelo y se lo colocó en la cabeza a la chica al modo que lo llevaban las mujeres de la ciudad, acomodándole también la chaqueta sobre los hombros.
- Esto te debería permitir llegar a las orillas de la ciudad - decía mientras le acomodaba la punta de las orejas debajo de la tela - por lo menos pensarán que te han mandado a recolectar algo a las afueras. Si alguien te dice algo, corre lo más rápido que puedas ¿Quieres? - y dicho esto, le dio un puñado de galletas que guardaba en sus bolsillos
Sin embargo, los ojos de la chica miraron con extrañeza los alrededores.
- Bueno, te acompañaré, de todos modos no tengo en dónde dormir ¡Je, je! - dijo alzando ambos brazos, percatándose en seguida que la extraña marca que le seguía desde Dundarak había desaparecido, tomando su propia muñeca con fuerza - ¡¡¡Pero qué pitayas acaba de pasar aquí!!!
Iliaki
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Re: Una luz entre los escombros [Iliaki] [Mastereado - Ansur]
RECOMPENSAS
Barbacero: Tal como te había mencionado, recuperarás la visión en los dos primeros posts de tu próximo tema, tu cojera irá sanando más lento pero también sanará en el siguiente tema en que participes.
Iliaki: por ahora dejarás de tener aquellas visiones apocalípticas, aunque la escena de la boda en la playa rondará en tu cabeza, está ligado a la próxima misión del gremio de ladrones, Ambar está viva.
Ambos reciben 15 puntos de experiencia y 300 aeros que ya han sido sumados a sus respectivos perfiles.
Iliaki: por ahora dejarás de tener aquellas visiones apocalípticas, aunque la escena de la boda en la playa rondará en tu cabeza, está ligado a la próxima misión del gremio de ladrones, Ambar está viva.
Ambos reciben 15 puntos de experiencia y 300 aeros que ya han sido sumados a sus respectivos perfiles.
Ansur
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