Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
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Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Hacía tiempo que no volvía al norte, pero Alandor consideraba que era una buena oportunidad para visitar de nuevo el poblado abandonado. Allí fue donde conoció a la elfa, y posteriormente a la loba. Un buen inicio, una buena aventura, donde pudo ayudar a los posaderos de Aguanieve. Buenos recuerdos, pero no eran más que eso, recuerdos.
Subió con pesadez el camino serpenteante y níveo hasta la guarida de los dragones. Hubiese sido fácil hacerlo en forma dracónica pero no era su estilo, pues un caballero debe respetar a los ancestros y solo utilizar su poder en caso de extrema necesidad, y como no era el caso lo mejor era usar los esfuerzos propios y no las alas, y fue a medio camino cuando se dio cuenta de que había tomado la decisión correcta pues el viento azotaba ahora más fuertemente y apenas podía él mantenerse en pie. Si hubiese usado su otra forma seguramente hubiese caído sin posibilidad de remontar el vuelo. Los dragones eran sabios y le habían brindado suerte. Debía estar agradecido por ello.
Al llegar allí un portón derruído, casas hechas escombros y calles con pilares de piedra bloquando el paso caídos desde hacía muchísimos años, desde que los dragones abandonaron la ciudad. Era un desastre, y aquello lo frustraba, hacía que la ira y el odio hacia los licántropos y vampiros aflorase de nuevo, a pesar de que había conocido lobos sabios, no hacía más que despertar la rabia hacia esa raza. Pateó una piedra y comenzó a caminar sobre las losas de piedra que aún recubrían el suelo.
Miró a su alrededor y observó con anhelo una casa que su memoria podía recordar bien. Recuerdos, recuerdos... muchos recuerdos.
Pronto anochecería y debía buscar refugio, pues algo le decía que la ciudad no estaba vacía, pero no entendía porque desde Dundarak aún no se habían molestado en limpiarla. Asuntos de guerra y consejos de sapiencia, suponía, pero aquello era patrimonio del pueblo y necesitaba estar limpio. Quizá él se dedicase, por su orgullo y su familia, a trabajar esa noche en pos de la purificación del pueblo, pero primero tenía que hacer algo, una cosa que llevababa rondándole la mente desde el momento en que pisó la ciudad y se decidió a hacerlo. Buscó con la mirada la calle principal y pronto la encontró para seguirla y llegar raudo a la plaza central del poblado, y una vez allí desenvainó su espada y la clavó en el suelo. Esta vez no era su filo de hierro normal, como la última, esta vez era algo más especial, un filo hecho de hielo, un acero helado que no se sabía de dónde provenía ni quién lo había forjado, pero llevaba en su familia desde hacía generaciones hasta que desapareció y él, con la ayuda de Ragnar lo encontró de nuevo.
Clavó la punta en el suelo, en un sitio donde faltaba una baldosa y había tierra. Allí mismo se arrodiló y comenzó a orar a los dioses dragón pero en especial al de tierra.
- Dragones ancestrales, dragón de mi familia, ayudadme hoy y guiad mi hoja para poder limpiar esta tierra impía. Creo que es el deber de mi familia, así como el mío, colaborar con la raza y dar descanso a todos los muertos que hubo por culpa de los engendros. Ayudad al dragón y éste luchará por vosotros. Fuego que arde sobre fuego. - Susurró. Un viento frío chocó contra su cara en ese instante, como un golpe de aire fresco, lo cual entendió como que los dragones le daban su bendición. Se había decidido. Investigaría la ciudad por la noche.
Subió con pesadez el camino serpenteante y níveo hasta la guarida de los dragones. Hubiese sido fácil hacerlo en forma dracónica pero no era su estilo, pues un caballero debe respetar a los ancestros y solo utilizar su poder en caso de extrema necesidad, y como no era el caso lo mejor era usar los esfuerzos propios y no las alas, y fue a medio camino cuando se dio cuenta de que había tomado la decisión correcta pues el viento azotaba ahora más fuertemente y apenas podía él mantenerse en pie. Si hubiese usado su otra forma seguramente hubiese caído sin posibilidad de remontar el vuelo. Los dragones eran sabios y le habían brindado suerte. Debía estar agradecido por ello.
Al llegar allí un portón derruído, casas hechas escombros y calles con pilares de piedra bloquando el paso caídos desde hacía muchísimos años, desde que los dragones abandonaron la ciudad. Era un desastre, y aquello lo frustraba, hacía que la ira y el odio hacia los licántropos y vampiros aflorase de nuevo, a pesar de que había conocido lobos sabios, no hacía más que despertar la rabia hacia esa raza. Pateó una piedra y comenzó a caminar sobre las losas de piedra que aún recubrían el suelo.
Miró a su alrededor y observó con anhelo una casa que su memoria podía recordar bien. Recuerdos, recuerdos... muchos recuerdos.
Pronto anochecería y debía buscar refugio, pues algo le decía que la ciudad no estaba vacía, pero no entendía porque desde Dundarak aún no se habían molestado en limpiarla. Asuntos de guerra y consejos de sapiencia, suponía, pero aquello era patrimonio del pueblo y necesitaba estar limpio. Quizá él se dedicase, por su orgullo y su familia, a trabajar esa noche en pos de la purificación del pueblo, pero primero tenía que hacer algo, una cosa que llevababa rondándole la mente desde el momento en que pisó la ciudad y se decidió a hacerlo. Buscó con la mirada la calle principal y pronto la encontró para seguirla y llegar raudo a la plaza central del poblado, y una vez allí desenvainó su espada y la clavó en el suelo. Esta vez no era su filo de hierro normal, como la última, esta vez era algo más especial, un filo hecho de hielo, un acero helado que no se sabía de dónde provenía ni quién lo había forjado, pero llevaba en su familia desde hacía generaciones hasta que desapareció y él, con la ayuda de Ragnar lo encontró de nuevo.
Clavó la punta en el suelo, en un sitio donde faltaba una baldosa y había tierra. Allí mismo se arrodiló y comenzó a orar a los dioses dragón pero en especial al de tierra.
- Dragones ancestrales, dragón de mi familia, ayudadme hoy y guiad mi hoja para poder limpiar esta tierra impía. Creo que es el deber de mi familia, así como el mío, colaborar con la raza y dar descanso a todos los muertos que hubo por culpa de los engendros. Ayudad al dragón y éste luchará por vosotros. Fuego que arde sobre fuego. - Susurró. Un viento frío chocó contra su cara en ese instante, como un golpe de aire fresco, lo cual entendió como que los dragones le daban su bendición. Se había decidido. Investigaría la ciudad por la noche.
Última edición por Alandor Siland el Sáb Jul 19 2014, 09:57, editado 1 vez
Alandor Siland
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-¿Dónde... qué demonios es este lugar? ¿No es acaso Dundarak, el camino del que tanto me hablaba maestro Esdras y el traidor Rusbes? Joseph... ¿Dónde andará viejo...?-habló para sí mismo el muchacho. Su aspecto estaba demacrado y tenía la ropa muy descuidada, tanto andar. Reb, el lobo blanco, seguía mucho mas adelante, por la callejuela principal de ese lugar.
Alask observaba con fascinación cada estructura, a pesar de lo disgustado que estaba porque el lugar estaba abandonado. Tanto que no prestaba mucha atención a su entorno. Su buen olfato de licántropo, se mezclaba con el aroma que solo Reb detectaba, que iba mucho mas atento que su dueño.
-Pronto se hará de noche...-dijo cuando por fin miró hacia el poniente y en dirección a la plaza a la que no tardaría en llegar-Allí vamos Reb... Espero que el subsuelo no haya caído en desgracia... sino adiós libro de las Tres Lunas...-parecía hablar para sí mismo, pero estaba acostumbrado tanto a la compañía de su lobo, que hablaba en su dirección. El animal movía sus orejas, a lo que él entendía que era comprendido en su conversación.
Un galope detrás de ellos. Una neblina comenzó a invadir repentinamente el ambiente, oscureciendo todo al poco tiempo. El lobo regresó con su amo, ladrando hacia su espalda. Éste tomó su arco y apunto en la dirección, pero comenzó a sentir que las extremidades se le entumecían y de pronto soltó un grito desgarrador que rompió el silencio de ese poblado abandonado, cayendo de rodillas, presionando entre su abdomen y pecho. Más no fue grito de tanto dolor, sino del susto y la sorpresa misma, aunque el mismo lo había llevado a doblarse y caer al suelo.
El animal se acercó a él, poniéndose delante, como si fuese a sujetarlo con el lomo si caía. Pero éste se levantó, escuchando los pasos de un galope, con los ladridos ensordecedores para quienes no estaban acostumbrados, de Reb.
-Hay que correr Reb...-dijo jadeando el muchacho, con el semblante lleno de dolor de unas antiguas cicatrices producidas por un jinete en las montañas muchos meses atrás-¡Maldición... Vamos Reb!-gritó echando a correr a toda velocidad en dirección a la plaza, para cruzarla y buscar una forma de ingresar a la estructura gigantesca que allí se extendía, en ruinas.
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Off rol: quien quiere entrar, hay muchas probabilidades de recibir objetos que serviran en un futuro, ya sean pases para unas misiones. Saludos.Ansur
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Ruido. Demasiado ruido para un lugar tranquilo como ese, o así lo notó el dragón pues el solemne silencio que existía se vio perturbado por un pequeño golpe que venía de sus espaldas, a lo lejos, pero más lejos aún se podía escuchar el galopar de unos caballos. Extraño, pues la ascensión a la ciudad no era fácil yendo a pie, mucho menos a caballo, así que debían de ser unos jinetes increíbles, pero los valles cercanos hacían resonar el golpeteo de los pies de los animales y ello ocasionaba que se pudiesen escuchar, aunque de forma débil, sus pisadas.
Alandor se levantó y asió su espada con la diestra y girándose ondeando su capa con el movimiento observó que detrás suyo había alguien corriendo que se dirigía a su posición, así que alzó el arma, apuntándole con la punta de Vegvísir y éste, que corría hacia él pero mirando hacia atrás, como si le preocuparan los caballos, no se dio cuenta de su presencia, o eso pensaba el caballero, que decidió gritar para llamar su atención y no se clavase por su propia voluntad el acero del cual cada vez estaba más cerca.
- ¡Eh! - Alzó la voz para que el hombre lo escuchase. - ¿Quién eres, qué quieres y de qué huyes? - Preguntó rápidamente el dragón mientras blandía la espada apuntando al pecho del recién llegado. Fuese lo que fuese, no era un vampiro, pues aún no era de noche, y esos engendros odiaban la luz. Así pues, como mucho podía ser un dragón o un licántropo. Mucho frío y muy lejos para ser un brujo, las orejas eran normales para ser un elfo, y no se discernían rasgos emblemáticos de los hombres bestia. También cabía la posibilidad de un bio cibernético, pero en aquellos lares nunca había visto uno, en el norte, así que lo descartó con facilidad. O un licántropo, si tenía mala suerte, o un dragón, un compañero. Una moneda al aire, una suerte o un infortunio, pero huía de algo.
- Has perturbado un lugar tan sagrado con tu ruido, espero que tengas un buen motivo. - Frunció el ceño y apretó los dientres mientras susurraba. - Tan sagrado pero tan contaminado...
El ruido de los caballos cada vez se escuchaba más cercano, y era algo que no parecía amistoso. Los dragones no solían ir a caballo, eso era cosa de humanos, elfos, y otras razas sureñas. Algo no marchaba bien. Además el hombre trataba de explicarse muy rápido y no podía vocalizar bien lo que le llevó a pensar a Alandor que existía un peligro real, que el hombre conocía lo que venía y por ende quizá debía ayudarlo de algún modo, pero no sabía qué era aún, de todos modos había una cosa que lo molestaba.
- Escucha, eh, no sé tu nombre, ni me importa, pero esto es una tierra sagrada para dragones, y si esos... ¿jinetes? vienen a mancillarla, sean quienes sean, van a tener que probar mi espada. ¿Sugieres a caso algo mejor?
Alandor se levantó y asió su espada con la diestra y girándose ondeando su capa con el movimiento observó que detrás suyo había alguien corriendo que se dirigía a su posición, así que alzó el arma, apuntándole con la punta de Vegvísir y éste, que corría hacia él pero mirando hacia atrás, como si le preocuparan los caballos, no se dio cuenta de su presencia, o eso pensaba el caballero, que decidió gritar para llamar su atención y no se clavase por su propia voluntad el acero del cual cada vez estaba más cerca.
- ¡Eh! - Alzó la voz para que el hombre lo escuchase. - ¿Quién eres, qué quieres y de qué huyes? - Preguntó rápidamente el dragón mientras blandía la espada apuntando al pecho del recién llegado. Fuese lo que fuese, no era un vampiro, pues aún no era de noche, y esos engendros odiaban la luz. Así pues, como mucho podía ser un dragón o un licántropo. Mucho frío y muy lejos para ser un brujo, las orejas eran normales para ser un elfo, y no se discernían rasgos emblemáticos de los hombres bestia. También cabía la posibilidad de un bio cibernético, pero en aquellos lares nunca había visto uno, en el norte, así que lo descartó con facilidad. O un licántropo, si tenía mala suerte, o un dragón, un compañero. Una moneda al aire, una suerte o un infortunio, pero huía de algo.
- Has perturbado un lugar tan sagrado con tu ruido, espero que tengas un buen motivo. - Frunció el ceño y apretó los dientres mientras susurraba. - Tan sagrado pero tan contaminado...
El ruido de los caballos cada vez se escuchaba más cercano, y era algo que no parecía amistoso. Los dragones no solían ir a caballo, eso era cosa de humanos, elfos, y otras razas sureñas. Algo no marchaba bien. Además el hombre trataba de explicarse muy rápido y no podía vocalizar bien lo que le llevó a pensar a Alandor que existía un peligro real, que el hombre conocía lo que venía y por ende quizá debía ayudarlo de algún modo, pero no sabía qué era aún, de todos modos había una cosa que lo molestaba.
- Escucha, eh, no sé tu nombre, ni me importa, pero esto es una tierra sagrada para dragones, y si esos... ¿jinetes? vienen a mancillarla, sean quienes sean, van a tener que probar mi espada. ¿Sugieres a caso algo mejor?
Alandor Siland
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Alask se alertó con el grito de un hombre a tiempo y se detuvo abrutamente antes de ensartarse a sí mismo la espada que blandía el otro. Sus ojos estaban desorbitados. Intentó responder, pero no tenía aliento. Retrocedió un paso mirando hacia atrás, donde Reb lo alcanzó y no paraba de ladrar hacia atrás. Miró al hombre a los ojos, apretando los dientes con fuerza y tratando de recuperar el aire, mientras escuchaba lo que hablaba sobre esas tierras.
-Son la misma muerte hombre...-dijo cuando logró recuperarse un poco. presionó sobre nuevamente sobre su costado izquierdo entre las costillas y la parte central de su tórax con una clara expresión de dolor que intentaba ocultar-No son solo un jinete... Soy Alask Mortense, guardián de mi señor Esdras de Rubes... he venido con una misión, escapando de las garras de Raizo, un traidor... De seguro los conoces. Son señores Dragones...-aclaró pero volvió a mirar hacia atrás y desenfundó su espada-No hay tiempo para contarte mi larga historia ahora. Hace tiempo mi maestro y Joseph, antiguo colega... por ellos llegué a este camino... No lograré mi misión si me quedo aquí. Mejor marchémonos... Son muchos jinetes-advirtió. Podía notarse el temor en sus ojos.
Los galopes estaban cada vez ma´s cerca, y con ello una niebla y un frío gélido se instaló en todo el poblado. Alask miró la espada del guerrero, una que nunca vio en su vida y volvió a los ojos de él.
-No conozco el acero de tu espada pero deduzco que eres un buen guerrero. Pero no creo que sea capaz de derrotar a los jinetes que han teñido de sangre las montañas y las tierras de donde vengo... Adentrémonos en la antigua biblioteca, quizá logremos salir con vida...-señaló un edificio que se podía ver en una esquina de esa plaza, detrás de unos edificios semidestruidos por los años.
El frío comenzaría a helar la sangre de todos, ver a donde debía estar el rostro de estos jinetes, era como ver a la misma muerte. La niebla era densa, y quienes allí estaban en la plaza, verían la silueta de tres jinetes dirigirse en dirección a ellos.
-Son la misma muerte hombre...-dijo cuando logró recuperarse un poco. presionó sobre nuevamente sobre su costado izquierdo entre las costillas y la parte central de su tórax con una clara expresión de dolor que intentaba ocultar-No son solo un jinete... Soy Alask Mortense, guardián de mi señor Esdras de Rubes... he venido con una misión, escapando de las garras de Raizo, un traidor... De seguro los conoces. Son señores Dragones...-aclaró pero volvió a mirar hacia atrás y desenfundó su espada-No hay tiempo para contarte mi larga historia ahora. Hace tiempo mi maestro y Joseph, antiguo colega... por ellos llegué a este camino... No lograré mi misión si me quedo aquí. Mejor marchémonos... Son muchos jinetes-advirtió. Podía notarse el temor en sus ojos.
Los galopes estaban cada vez ma´s cerca, y con ello una niebla y un frío gélido se instaló en todo el poblado. Alask miró la espada del guerrero, una que nunca vio en su vida y volvió a los ojos de él.
-No conozco el acero de tu espada pero deduzco que eres un buen guerrero. Pero no creo que sea capaz de derrotar a los jinetes que han teñido de sangre las montañas y las tierras de donde vengo... Adentrémonos en la antigua biblioteca, quizá logremos salir con vida...-señaló un edificio que se podía ver en una esquina de esa plaza, detrás de unos edificios semidestruidos por los años.
El frío comenzaría a helar la sangre de todos, ver a donde debía estar el rostro de estos jinetes, era como ver a la misma muerte. La niebla era densa, y quienes allí estaban en la plaza, verían la silueta de tres jinetes dirigirse en dirección a ellos.
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Escuchó las palabras del hombre cuidadosamente. Realmente estaba alterado lo que lo hizo pensar que era sincero, y que lo que venía no era peligroso, sino mortal. Un peligro que él quizá podría enfrentar pero con muchos riesgos, pero no conocía al enemigo, y tirarse de cabeza contra él sería un suicidio. El caballero era valiente y orgulloso, pero también astuto en la batalla. El cementerio estaba lleno de valientes y temerarios, pero los inteligentes sobrevivían, la mente era la que dejaba vivir a quien sabía usarla. Era la mejor arma de la que disponía y ésta le decía que hiciese caso al hombre.
Apretó la empuñadura de la espada y parecía que iba a clavarla en el pecho del hombre, pero la retiró un poco y con un suave movimiento de muñeca, que parecía había hecho ya miles de veces, enfundó a Vegvísir sin problemas.
- De acuerdo, no conozco al enemigo. Te seguiré y confiaré en ti de momento, pero tendrás que hablarme en más detalle una vez se suponga que estemos a salvo de eso... y me dirás por qué te persiguen... Alask Mortense, guardián de tu señor Esdras de Rubes.
Notó el frío. Hacía tiempo que no notaba un frío tan vívido como ese, a pesar de que el norte era su identidad, hacía mucho que no sentía algo así, desde que anduvo vagando por las llanuras níveas en busca de su espada, desde que pasó mucho tiempo vagando en círculos hasta encontrarla, ahí fue cuando sintió el frío, y pero esta vez era distinto, lo notaba. Esta vez era un frío mortal, y fue cuando lo notó cuando supo que Alask decía la verdad, aquellos tipos que comenzaba a vislumbrar tras la niebla eran la misma muerte... "¿Niebla? Antes no había niebla. ¿Por qué me han traído los dragones a los que profeso tanta fe esto? Quizá es una prueba hacia ellos. Debo limpiar la ciudad de impurezas y ellos son la mayor, pero los ancestros siempre nos han enseñado a meditar, a pensarlo todo antes de actuar, y eso debo hacer. De momento será mejor retirarse a ese edificio, antes de que nos ataquen o nos vean. La niebla no debe ser tan mala después de todo, puede cubrir nuestra "retirada táctica", que no es huida".
- Muy bien, me has convencido, esos tipos no son criaturas del norte, ni siquiera creo que lo sean de este mundo. Vamos. - Susurró para que Alask lo escuchase, pero no estaba seguro igualmente de que lo hubiese hecho, todo dependía del buen oído que tuviese el muchacho.
El dragón se dio la vuelta y comenzó a correr hacia el edificio que había señalado el hombre. Miró atrás y vio que Alask lo seguía. La silueta de los jinetes era más cercana pero les daría tiempo a llegar, aunque justos, a la biblioteca y esconderse.
Atravesó el portón derruido del magno edificio que constituía la antigua biblioteca, una de las que había sido de las más grandes del mundo, pero ahora estaba completamente vacía. Miles de estantes de piedra vacíos y algunas hojas tiradas por los suelos, con conocimientos olvidados desde el día de la masacre de los licántropos y los vampiros a la gran ciudad.
Alandor se apoyó rápidamente contra la pared de la puerta una vez hubo entrado y cuando entró Alask lo cogió y lo pegó contra su cuerpo tapándole la boca con la mano.
- Hay que hacer el menor ruido posible, estudiarlos, separarlos y matarlos, uno a uno... - susurró. - De momento agachémonos y hagamos el menor ruido posible, hay que ocultarse. La noche está por llegar y me temo que es el entorno perfecto para estos tipos.
El dragón también miró alrededor, observando o más bien buscando si podía encontrar algún objeto o algo que le fuese útil, pues cualquier cosa servía y allí podía haber exactamente eso; cualquier cosa.
Apretó la empuñadura de la espada y parecía que iba a clavarla en el pecho del hombre, pero la retiró un poco y con un suave movimiento de muñeca, que parecía había hecho ya miles de veces, enfundó a Vegvísir sin problemas.
- De acuerdo, no conozco al enemigo. Te seguiré y confiaré en ti de momento, pero tendrás que hablarme en más detalle una vez se suponga que estemos a salvo de eso... y me dirás por qué te persiguen... Alask Mortense, guardián de tu señor Esdras de Rubes.
Notó el frío. Hacía tiempo que no notaba un frío tan vívido como ese, a pesar de que el norte era su identidad, hacía mucho que no sentía algo así, desde que anduvo vagando por las llanuras níveas en busca de su espada, desde que pasó mucho tiempo vagando en círculos hasta encontrarla, ahí fue cuando sintió el frío, y pero esta vez era distinto, lo notaba. Esta vez era un frío mortal, y fue cuando lo notó cuando supo que Alask decía la verdad, aquellos tipos que comenzaba a vislumbrar tras la niebla eran la misma muerte... "¿Niebla? Antes no había niebla. ¿Por qué me han traído los dragones a los que profeso tanta fe esto? Quizá es una prueba hacia ellos. Debo limpiar la ciudad de impurezas y ellos son la mayor, pero los ancestros siempre nos han enseñado a meditar, a pensarlo todo antes de actuar, y eso debo hacer. De momento será mejor retirarse a ese edificio, antes de que nos ataquen o nos vean. La niebla no debe ser tan mala después de todo, puede cubrir nuestra "retirada táctica", que no es huida".
- Muy bien, me has convencido, esos tipos no son criaturas del norte, ni siquiera creo que lo sean de este mundo. Vamos. - Susurró para que Alask lo escuchase, pero no estaba seguro igualmente de que lo hubiese hecho, todo dependía del buen oído que tuviese el muchacho.
El dragón se dio la vuelta y comenzó a correr hacia el edificio que había señalado el hombre. Miró atrás y vio que Alask lo seguía. La silueta de los jinetes era más cercana pero les daría tiempo a llegar, aunque justos, a la biblioteca y esconderse.
Atravesó el portón derruido del magno edificio que constituía la antigua biblioteca, una de las que había sido de las más grandes del mundo, pero ahora estaba completamente vacía. Miles de estantes de piedra vacíos y algunas hojas tiradas por los suelos, con conocimientos olvidados desde el día de la masacre de los licántropos y los vampiros a la gran ciudad.
Alandor se apoyó rápidamente contra la pared de la puerta una vez hubo entrado y cuando entró Alask lo cogió y lo pegó contra su cuerpo tapándole la boca con la mano.
- Hay que hacer el menor ruido posible, estudiarlos, separarlos y matarlos, uno a uno... - susurró. - De momento agachémonos y hagamos el menor ruido posible, hay que ocultarse. La noche está por llegar y me temo que es el entorno perfecto para estos tipos.
El dragón también miró alrededor, observando o más bien buscando si podía encontrar algún objeto o algo que le fuese útil, pues cualquier cosa servía y allí podía haber exactamente eso; cualquier cosa.
Alandor Siland
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
llegar hasta el norte nunca fue fácil. El camino estaba plagado de un sin numero de dificultades que parecían ser aun mayores ante el paso de un simple y solitario humano. El paso por las oscuras y silenciosas minas ya me habían provocado alguna que otra terrible cicatriz a costa de mi vida, y aunque logre salvar el pellejo, no tenia clara la idea de como debía volver a visitar las tierras del norte. Decidí tomar un camino más cruel y agreste, al menos para variar aquella sensación claustrofobia de las minas o un espeso bosque.
El vagar de aquí para allá comenzaba a hacerse costumbre y cada vez poseía más experiencia y maestría en el arte de librar peligros y amenazas terribles. De mala gana había aprendido también a no arrojarme de cara al peligro pues muchas veces era mejor correr que luchar. Finalmente llegue a donde antes había estado. Un lugar que emanaba nostalgia y a la vez acogía a cualquiera que buscase algo de paz y silencio, pero luego de algunos minutos de mi llegada, todo el entorno comenzó a cambiar de una forma extraña. Esta vez no había viajeros errantes que pudiese encontrar entre los grises y abandonados edificios. El canto de las aves y otros animalejos no podía ser escuchado ni por el mas diestro de los oídos y para mi sorpresa u horror, el aire comenzaba a ser cubierto por una densa y helada niebla que apenas si permitía a la vista guiarse por algunos metros escasos.
Un terrible recuerdo vino a mi mente. Al principio negué su violenta imagen dibujarse en mis recuerdos pero no podía contenerlo por mucho. Esta niebla que helaba la sangre e inundaba el lugar era una de las señas características de aquellas temibles criaturas. A las afueras de Lunargenta, en el poblado de Sacrest Ville, en ambos lugares lo había visto antes, no solo esta niebla, si no también los terribles aspectos de los jinetes. Aquellas ropas oscuras y ojos tan brillantes como rojizos, sus enormes y desafiantes bestias y claro, el rastro de muerte que arrastraban tras de ellos. No terminaba de pensar en el tema, cuando escuche un claro y fuerte galope a la distancia, sin lugar a dudas se trataba de ellos.
Mire rápidamente en distintas direcciones, debía buscar algún escondite o refugio de aquellas criaturas, ya que si me encontraban, seguramente habría sido el ultimo día en que Johannes Voltaire pisara vivo este mundo. Creí haber escuchado algunos pasos y voces, aunque no estaba seguro si se trataba de mi alertada imaginación. Pensé que si estos fueran reales, se trataría de algunas buenas personas buscando refugio al igual que yo. Tome la rápida decisión de encaminarme hacia aquellos sonidos y me acerque hasta un gran y abandonado edificio, corroído por la humedad y el abandono. Cruce una vieja y gran puerta para ingresar en el lugar y una vez ahí. Mire a mí alrededor para buscar alguna persona o sitio que me ayudara a ocultarme. Mis pasos eran lentos y cuidadosos, un poco ruidosos por el metal en mis botas.
- ¿Hay alguien aquí? Pregunte con el sumo cuidado de no alzar mucho mi voz pues podría atraer graves problemas, los cuales prefería dejar de lado por el momento. Reajuste la bufanda sobre mi nariz, lleve mi mano lentamente al mango de una de mis dagas y agudice mis sentidos mientras intentaba ver o escuchar algo en ese solitario y desordenado lugar.
El vagar de aquí para allá comenzaba a hacerse costumbre y cada vez poseía más experiencia y maestría en el arte de librar peligros y amenazas terribles. De mala gana había aprendido también a no arrojarme de cara al peligro pues muchas veces era mejor correr que luchar. Finalmente llegue a donde antes había estado. Un lugar que emanaba nostalgia y a la vez acogía a cualquiera que buscase algo de paz y silencio, pero luego de algunos minutos de mi llegada, todo el entorno comenzó a cambiar de una forma extraña. Esta vez no había viajeros errantes que pudiese encontrar entre los grises y abandonados edificios. El canto de las aves y otros animalejos no podía ser escuchado ni por el mas diestro de los oídos y para mi sorpresa u horror, el aire comenzaba a ser cubierto por una densa y helada niebla que apenas si permitía a la vista guiarse por algunos metros escasos.
Un terrible recuerdo vino a mi mente. Al principio negué su violenta imagen dibujarse en mis recuerdos pero no podía contenerlo por mucho. Esta niebla que helaba la sangre e inundaba el lugar era una de las señas características de aquellas temibles criaturas. A las afueras de Lunargenta, en el poblado de Sacrest Ville, en ambos lugares lo había visto antes, no solo esta niebla, si no también los terribles aspectos de los jinetes. Aquellas ropas oscuras y ojos tan brillantes como rojizos, sus enormes y desafiantes bestias y claro, el rastro de muerte que arrastraban tras de ellos. No terminaba de pensar en el tema, cuando escuche un claro y fuerte galope a la distancia, sin lugar a dudas se trataba de ellos.
Mire rápidamente en distintas direcciones, debía buscar algún escondite o refugio de aquellas criaturas, ya que si me encontraban, seguramente habría sido el ultimo día en que Johannes Voltaire pisara vivo este mundo. Creí haber escuchado algunos pasos y voces, aunque no estaba seguro si se trataba de mi alertada imaginación. Pensé que si estos fueran reales, se trataría de algunas buenas personas buscando refugio al igual que yo. Tome la rápida decisión de encaminarme hacia aquellos sonidos y me acerque hasta un gran y abandonado edificio, corroído por la humedad y el abandono. Cruce una vieja y gran puerta para ingresar en el lugar y una vez ahí. Mire a mí alrededor para buscar alguna persona o sitio que me ayudara a ocultarme. Mis pasos eran lentos y cuidadosos, un poco ruidosos por el metal en mis botas.
- ¿Hay alguien aquí? Pregunte con el sumo cuidado de no alzar mucho mi voz pues podría atraer graves problemas, los cuales prefería dejar de lado por el momento. Reajuste la bufanda sobre mi nariz, lleve mi mano lentamente al mango de una de mis dagas y agudice mis sentidos mientras intentaba ver o escuchar algo en ese solitario y desordenado lugar.
Johannes
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Alask siguió al hombre junto con Reb, que se apresuró a marcar el camino hacia el destino que se dirigían ellos. Y al llegar, cerrando la gran puerta de lo que antes fue una biblioteca llena de maravillosas historias. Los pasos de ambos resonaron en el interior. En algún rincón de éste, había alguien más. Un humano peliblanco y que Reb descubriría al llegar a él, erizando sus pelos frente a él y gruñéndole.
El muchacho apartó la mano del hombre. Parecía sentirse más aliviado luego de entrar al lugar, pero los sonidos de los jinetes volvieron aparecer, y la puerta comenzó a congelarse en la espada de Alask. Giró hacia la puerta alarmado y observando el fenómeno.
-No se si esto resistirá.... Pero no tengo dudas en que esos jinetes han puesto sus ojos en nosotros...-giró hacia su lobo y exclamó en un susurro:-¡Reb!... hay alguien más allí...-advirtió desenfundando su espada con desafío. Ante la luz que ingresaba desde alguna abertura en el techo, podía vislumbrarse una escalera a un piso superior, además de dos salas hacia ambos costado del lugar, y una escalera que bajaba a un subsuelo, pero la puerta estaba cerrada por un marco medio derrumbado que la había trabado.
Había una araña de techo, en ese hall donde se encontraban ambos, y sobre ésta, donde estaba sujeta en lo alto, una sombra se movía siniestra y en cuanto ingresaran, si no tenían precaución, les caería encima.
Alask avanzó con pauso cauteloso, hasta centrarse en el lugar, no muy seguro de donde provenía el extraño sonido de ese adorno envuelto en una telaraña que brillaba de forma extraordinaria, que en antaño habría sido un lujo.
El muchacho apartó la mano del hombre. Parecía sentirse más aliviado luego de entrar al lugar, pero los sonidos de los jinetes volvieron aparecer, y la puerta comenzó a congelarse en la espada de Alask. Giró hacia la puerta alarmado y observando el fenómeno.
-No se si esto resistirá.... Pero no tengo dudas en que esos jinetes han puesto sus ojos en nosotros...-giró hacia su lobo y exclamó en un susurro:-¡Reb!... hay alguien más allí...-advirtió desenfundando su espada con desafío. Ante la luz que ingresaba desde alguna abertura en el techo, podía vislumbrarse una escalera a un piso superior, además de dos salas hacia ambos costado del lugar, y una escalera que bajaba a un subsuelo, pero la puerta estaba cerrada por un marco medio derrumbado que la había trabado.
Había una araña de techo, en ese hall donde se encontraban ambos, y sobre ésta, donde estaba sujeta en lo alto, una sombra se movía siniestra y en cuanto ingresaran, si no tenían precaución, les caería encima.
Alask avanzó con pauso cauteloso, hasta centrarse en el lugar, no muy seguro de donde provenía el extraño sonido de ese adorno envuelto en una telaraña que brillaba de forma extraordinaria, que en antaño habría sido un lujo.
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Alandor comenzaba a enervarse. Los dragones no solo le habían prometido ayudarle a enfrentar a los engendros, los habían traído, pero no engendros normales por lo que parecía. Eran peligrosos en grupo, ¿pero qué tan fuertes serían de forma individual? Observó la sala con cautela. No había mucho que poder usar, algunas mesas, sillas por el suelo y astilladas, papeles... también vio la entrada a dos salas, unas escaleras que subían y una puerta que estaba cerrada y a saber hacia donde iría. Un marco medio derrumbado la estaba trabando y quitarlo para poder pasar sería perder tiempo muy valioso. Pensó rápido. Las escaleras. La suerte de escaleras de ese lugar era de piedra, como el resto del edificio. Había una solución pero no sabía si funcionaría... algo que había conseguido dominar hacía poco tiempo, algo que... tenía ganas de probar.
- Vamos, tenemos que ir por... - y entonces el hombre lo interrumpió. ¿Había alguien más? No importaba, no había tiempo que perder. Gritó, ya no le importaba, tenía que actuar de prisa. - ¡Si hay alguien más, aquí hay unas escaleras, que suba lo más rápido que pueda y sobretodo, que llegue antes que los jinetes porque juro por los ancestros dragones que esa escalera no permitirá que pasen! ¡Rápido! Alask, sube, vamos, vamos... ¡Vamos!
Echó a correr hacia las escaleras, pero parecía que no iban a aguantar mucho, pues hacía ya bastante tiempo que estaban ahí. Eran robustas, desde luego, pero nada con lo que él no pudiese. Echó a correr y desenvainó a Vegvísir por el camino mientras miraba hacia la puerta. Les quedaba poco, estaban intentando entrar y más valía que si aquél que había dentro apreciaba su vida corriese, corriese como nunca había corrido, porque como aquellas cosas lo cogiesen... a saber.
Alask iba detrás suyo, parecía que no tenía un plan mejor así que lo siguió. Corrieron escaleras arriba hasta la planta superior donde se encontraron con un panorama similar al que había abajo. Más estanterías, más papeles, más mesas... un desastre, pero las vistas de la planta inferior eran bonitas, de hecho no lo había visto pero en el centro de la biblioteca había un símbolo que no supo reconocer, bastante grande además, que parecía más un adorno que otra cosa. Seguramente fuese algo del clero que no le incumbía, cosas de sacerdotes y escritores, nada importante.
Miró a la puerta y estaba casi había cedido. Era hora.
Hacía relativamente poco, antes de llegar al poblado, sus entrenamientos por el control de su dragón interior habían comenzado a dar resultado, y eso implicó que no solo todo él podía transformarse en uno sino que también podía ser un dracomorfo, es decir, convertir partes propias del cuerpo en las de un dragón. En un principio era una habilidad poco usuar entre dragones, pero sabía que a los caballeros dragón las alas siempre les daban una ventaja importante a la hora de la batalla, así que consideró necesario el entrenarse para ello, pero nunca había imaginado que la primera vez que usaba el poder no iba a ser para tener alas, sino piernas. Fuertes y destructoras patas de dragón, que eran capaces de arrancar árboles de una patada, y era aquello justamente lo que podía hacer que toda la escalinata se viniese abajo, y es lo que haría. Se concentró al máximo y reprimió un fuerte dolor que se ocasionó en su pierna, no estaba acostumbrado a ello y seguro que las primeras veces sería así, esperaba que las próximas fuese menos doloroso, pero lo consiguió. Su pierna, a pesar de que el tamaño no fue mayor que el de una pierna normal había crecido en tamaño y robustez, y la notaba más fuerte,con más potencia, y no por nada, pues quizá a las familias del fuego, del agua, de la luz... a cualquier familia no le servía, pero a la tierra sí, la tierra era fuerte y dura; la tierra era poderosa, y una pata de la roca más dura podía ordenar a esa escalera, tocada ya por los años y el frío invernal, que se desmoronara.
La puerta cedió y los jinetes entraron con sus corceles, a lo que el dragón, con su fuerte pierna, comenzó a golpear el suelo con su pie y las grietas comenzaron a hacerse notorias. Los jinetes se aproximaron lo más rápido que pudieron pero cuando comenzaron a subir las escalinatas la escalera cedió y se derrumbó, dejándolos en la planta inferior mientras ellos estaban en la superior. Si el hombre que había aparecido ya estaba arriba, estaba de suerte, había sido rápido y lo suyo era la celeridad, pero si aún se encontraba abajo, le deseaba la mejor de las suertes corriendo, pues su destino estaba casi escrito. No se había fijado en si había subido o no concentrado en el dolor de la pierna y el vigilar la puerta, así que deseaba que estuviese por allí. Miró a su alrededor.
- ¿Estamos bien todos? - dijo cansado. - Espero que sí. - Su pierna comenzó a volver a la normalidad pero ahora solo tenía un zapato y una manga del pantalón. Se dio cuenta por el frío. - Mierda. Eran nuevos.
- Vamos, tenemos que ir por... - y entonces el hombre lo interrumpió. ¿Había alguien más? No importaba, no había tiempo que perder. Gritó, ya no le importaba, tenía que actuar de prisa. - ¡Si hay alguien más, aquí hay unas escaleras, que suba lo más rápido que pueda y sobretodo, que llegue antes que los jinetes porque juro por los ancestros dragones que esa escalera no permitirá que pasen! ¡Rápido! Alask, sube, vamos, vamos... ¡Vamos!
Echó a correr hacia las escaleras, pero parecía que no iban a aguantar mucho, pues hacía ya bastante tiempo que estaban ahí. Eran robustas, desde luego, pero nada con lo que él no pudiese. Echó a correr y desenvainó a Vegvísir por el camino mientras miraba hacia la puerta. Les quedaba poco, estaban intentando entrar y más valía que si aquél que había dentro apreciaba su vida corriese, corriese como nunca había corrido, porque como aquellas cosas lo cogiesen... a saber.
Alask iba detrás suyo, parecía que no tenía un plan mejor así que lo siguió. Corrieron escaleras arriba hasta la planta superior donde se encontraron con un panorama similar al que había abajo. Más estanterías, más papeles, más mesas... un desastre, pero las vistas de la planta inferior eran bonitas, de hecho no lo había visto pero en el centro de la biblioteca había un símbolo que no supo reconocer, bastante grande además, que parecía más un adorno que otra cosa. Seguramente fuese algo del clero que no le incumbía, cosas de sacerdotes y escritores, nada importante.
Miró a la puerta y estaba casi había cedido. Era hora.
Hacía relativamente poco, antes de llegar al poblado, sus entrenamientos por el control de su dragón interior habían comenzado a dar resultado, y eso implicó que no solo todo él podía transformarse en uno sino que también podía ser un dracomorfo, es decir, convertir partes propias del cuerpo en las de un dragón. En un principio era una habilidad poco usuar entre dragones, pero sabía que a los caballeros dragón las alas siempre les daban una ventaja importante a la hora de la batalla, así que consideró necesario el entrenarse para ello, pero nunca había imaginado que la primera vez que usaba el poder no iba a ser para tener alas, sino piernas. Fuertes y destructoras patas de dragón, que eran capaces de arrancar árboles de una patada, y era aquello justamente lo que podía hacer que toda la escalinata se viniese abajo, y es lo que haría. Se concentró al máximo y reprimió un fuerte dolor que se ocasionó en su pierna, no estaba acostumbrado a ello y seguro que las primeras veces sería así, esperaba que las próximas fuese menos doloroso, pero lo consiguió. Su pierna, a pesar de que el tamaño no fue mayor que el de una pierna normal había crecido en tamaño y robustez, y la notaba más fuerte,con más potencia, y no por nada, pues quizá a las familias del fuego, del agua, de la luz... a cualquier familia no le servía, pero a la tierra sí, la tierra era fuerte y dura; la tierra era poderosa, y una pata de la roca más dura podía ordenar a esa escalera, tocada ya por los años y el frío invernal, que se desmoronara.
La puerta cedió y los jinetes entraron con sus corceles, a lo que el dragón, con su fuerte pierna, comenzó a golpear el suelo con su pie y las grietas comenzaron a hacerse notorias. Los jinetes se aproximaron lo más rápido que pudieron pero cuando comenzaron a subir las escalinatas la escalera cedió y se derrumbó, dejándolos en la planta inferior mientras ellos estaban en la superior. Si el hombre que había aparecido ya estaba arriba, estaba de suerte, había sido rápido y lo suyo era la celeridad, pero si aún se encontraba abajo, le deseaba la mejor de las suertes corriendo, pues su destino estaba casi escrito. No se había fijado en si había subido o no concentrado en el dolor de la pierna y el vigilar la puerta, así que deseaba que estuviese por allí. Miró a su alrededor.
- ¿Estamos bien todos? - dijo cansado. - Espero que sí. - Su pierna comenzó a volver a la normalidad pero ahora solo tenía un zapato y una manga del pantalón. Se dio cuenta por el frío. - Mierda. Eran nuevos.
Alandor Siland
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Estaba un poco alarmado por la situación ahí afuera, no por eso debía perder el control. Ya en el interior del edificio, un lobo furioso se interpuso a mi paso y gruño con desprecio. Me detuve frente a él bajo un nulo movimiento, parecía feroz y con la mayor de las intenciones para atacarme. Lentamente desenfunde una de mis dagas en mi espalda, sin mostrarla a la vista de la bestia, estaría preparado para cualquier muestra hostil, pero lamentablemente este percance me tomaría algo de tiempo valioso para planear mi escape de esta trampa mortal.
Rogué en mi mente para que el lobo me ignorara y continuara con cualquier cosa que podría hacer en ese lugar. No quería desperdiciar ni el mínimo de mis fuerzas pues mas tarde podría necesitar cada gramo para salvar mi vida. Ambos, la bestia y yo escuchamos una voz proveniente de algunos metros de nuestra posición, ya no había duda, había alguien mas en el edificio.. Al parecer lo llamaban a él, así que dio media vuelta y termino por dejarme en paz. Solté el aire que había estado conteniendo en mis pulmones y enfunde en un hábil y rápido movimiento mi daga. Ahora debía inspeccionar a detalle el lugar para encontrar alguna salida.
Pocas eran mis opciones. Escasas dos salas que llevaban a no se donde o podrían poseer alguna salida. La puerta principal comenzó a helarse y segundos después comenzó a ser azotada con fuerza. De algún modo me habían seguido hasta aquí y golpeaban el marco de madera de forma desesperada para llegar hasta su próxima victima. Volví a relajar mis sentidos para buscar alguna respuesta. Divise un pasadizo hacia un nivel mas abajo pero era bloqueado casi por completo por un grande y pesado marco que imposibilitaba el paso. Jamás habría podido quitarlo yo solo asi que con seguridad si intentase escapar por ahí, habría muerto antes de siquiera cruzar aquella puerta.
Algunos pasos y voces se escucharon en el aire, al parecer los pasos provenían de las escaleras que conducían al piso superior del edificio. Quien fuera aquel que subía por las escaleras, seguramente hacia lo mismo que yo, intentar escapar de aquellas temibles criaturas. Al no ver mas opciones decidí tomar el camino de las escaleras y unirme a cualquiera que merodeaba por el lugar, quizás de este modo tendríamos alguna oportunidad en contra de los jinetes. Tome carrera a toda prisa hacia las escaleras, la resistencia y la velocidad eran mi punto mas fuerte, por lo que no tenería problemas en alcanzar al desconocido.
Justo cuando iba a la mitad del trecho de la escalinata, estas comenzaron a temblar de una terrible forma creando grandes grietas que se desplazaban a trabes de toda la estructura. Casi pierdo el equilibrio y caigo al suelo cuando intentaba proseguir con un paso firme y por si no fuera poco, los oscuros jinetes habían logrado derribar la puerta y ahora parecían pisarme los talones. Pude ver algunas figuras al final de la escalera y por algunos momentos creí que no lo lograría, pero lleve mi cuerpo al límite impulsado por un ferviente deseo a la vida y justo al ultimo instante, salte para aferrarme ala orilla del piso superior.
Lo había logrado, tan solo por algunos escasos centímetros me había logrado sujetar de la superficie y por ahora quedaba fuera del alcance de las criaturas. Con algo más de fuerza tome la orilla con mi otra mano y rápidamente levante el peso de mi cuerpo para subir a la orilla. - Perfecto... Dije en voz baja mientras me incorporaba y veía a un par de sujetos y al lobo que me había amenazado antes. - Un buen movimiento preventivo. Dije para ambos mientras les observaba detenidamente. - Así que a ustedes también los han sorprendido.
Me acerque hacia la orilla y pude ver a los jinetes en el piso inferior, podría jurar que se encontraban molestos al perder a su presa. Anteriormente, había notado un gran adorno en el techo, aunque no estaba seguro que era lo que le sujetaba al techo, los jinetes ahora se encontraban justo debajo de él. - Quizás pueda atinarle y hacerle caer. Dije seriamente mientras desenfundaba uno de mis cuchillos arrojadizos. - ¿O acaso tienen un plan mejor? Me dirigí a ambos mientras los miraba por encima del hombro. Por ahora no era el momento de presentaciones o explicaciones del que estaban haciendo en este lugar. Todos teníamos un objetivo en común: Sobrevivir.
Rogué en mi mente para que el lobo me ignorara y continuara con cualquier cosa que podría hacer en ese lugar. No quería desperdiciar ni el mínimo de mis fuerzas pues mas tarde podría necesitar cada gramo para salvar mi vida. Ambos, la bestia y yo escuchamos una voz proveniente de algunos metros de nuestra posición, ya no había duda, había alguien mas en el edificio.. Al parecer lo llamaban a él, así que dio media vuelta y termino por dejarme en paz. Solté el aire que había estado conteniendo en mis pulmones y enfunde en un hábil y rápido movimiento mi daga. Ahora debía inspeccionar a detalle el lugar para encontrar alguna salida.
Pocas eran mis opciones. Escasas dos salas que llevaban a no se donde o podrían poseer alguna salida. La puerta principal comenzó a helarse y segundos después comenzó a ser azotada con fuerza. De algún modo me habían seguido hasta aquí y golpeaban el marco de madera de forma desesperada para llegar hasta su próxima victima. Volví a relajar mis sentidos para buscar alguna respuesta. Divise un pasadizo hacia un nivel mas abajo pero era bloqueado casi por completo por un grande y pesado marco que imposibilitaba el paso. Jamás habría podido quitarlo yo solo asi que con seguridad si intentase escapar por ahí, habría muerto antes de siquiera cruzar aquella puerta.
Algunos pasos y voces se escucharon en el aire, al parecer los pasos provenían de las escaleras que conducían al piso superior del edificio. Quien fuera aquel que subía por las escaleras, seguramente hacia lo mismo que yo, intentar escapar de aquellas temibles criaturas. Al no ver mas opciones decidí tomar el camino de las escaleras y unirme a cualquiera que merodeaba por el lugar, quizás de este modo tendríamos alguna oportunidad en contra de los jinetes. Tome carrera a toda prisa hacia las escaleras, la resistencia y la velocidad eran mi punto mas fuerte, por lo que no tenería problemas en alcanzar al desconocido.
Justo cuando iba a la mitad del trecho de la escalinata, estas comenzaron a temblar de una terrible forma creando grandes grietas que se desplazaban a trabes de toda la estructura. Casi pierdo el equilibrio y caigo al suelo cuando intentaba proseguir con un paso firme y por si no fuera poco, los oscuros jinetes habían logrado derribar la puerta y ahora parecían pisarme los talones. Pude ver algunas figuras al final de la escalera y por algunos momentos creí que no lo lograría, pero lleve mi cuerpo al límite impulsado por un ferviente deseo a la vida y justo al ultimo instante, salte para aferrarme ala orilla del piso superior.
Lo había logrado, tan solo por algunos escasos centímetros me había logrado sujetar de la superficie y por ahora quedaba fuera del alcance de las criaturas. Con algo más de fuerza tome la orilla con mi otra mano y rápidamente levante el peso de mi cuerpo para subir a la orilla. - Perfecto... Dije en voz baja mientras me incorporaba y veía a un par de sujetos y al lobo que me había amenazado antes. - Un buen movimiento preventivo. Dije para ambos mientras les observaba detenidamente. - Así que a ustedes también los han sorprendido.
Me acerque hacia la orilla y pude ver a los jinetes en el piso inferior, podría jurar que se encontraban molestos al perder a su presa. Anteriormente, había notado un gran adorno en el techo, aunque no estaba seguro que era lo que le sujetaba al techo, los jinetes ahora se encontraban justo debajo de él. - Quizás pueda atinarle y hacerle caer. Dije seriamente mientras desenfundaba uno de mis cuchillos arrojadizos. - ¿O acaso tienen un plan mejor? Me dirigí a ambos mientras los miraba por encima del hombro. Por ahora no era el momento de presentaciones o explicaciones del que estaban haciendo en este lugar. Todos teníamos un objetivo en común: Sobrevivir.
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
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La puerta estalló en pedazos una vez que el hielo terminó de cubrirla. Las patas delanteras de los oscuros caballos se abalanzaron sobre ésta y así lograron abrirse el paso en dirección a sus presas. Avanzaron al interior del hall, llevando la mirada hacia las escaleras y a al muchacho de pelo blanco que luchaba con fiereza por su vida. La araña de techo cayó haciéndose trizas en el suelo, esparramando sus fragmentos cristalizados por el hielo del mismo que había cubierto la puerta, por todo el el suelo, entremezclándose con los escombros de la escalera. El trío oscuro, pareció no inmutarse por ello. Movieron sus puños derechos desde el pecho hasta estirarlos hacia su costado, y de alguna forma, antes de que algún trozo del adorno siquiera los rozara, éstos se pulverizaron para caer como polvillo sobre sus oscuras vestimentas.
Posteriormente, al mismo tiempo, bajaron de sus caballos con paso firme. Al caer sobra la losa, se produjo un sonido que resonó seco, como si se clavase una espada contra la fría piedra. Un golpe que retumbaría en las paredes de los corazones de los mortales que allí estuvieran. Clavaron las miradas en el piso superior, y avanzaron un paso amenazantes.
Reb aulló retrocediendo, pegando su peludo cuerpo a Alask. Éste se había mostrado fascinado con la semitrasnformación del hombre, y que para su mala fortuna, había destrozado parte de su pantalón y zapato. Pero sonrió levemente mirando a la puerta de una sala en ese mismo piso que estaban. Pero su expresión cambió repentinamente cuando llegaron los espectros. Contuvo el aire, y estuvo a punto de derrumbarse sobre el suelo si no fuera que se sujetó a una estatua, pero al recuperarse, tomó su arco y una flecha de carcaj que llevaba a su espalda, para avanzar de nuevo al borde del único escalón que sobrevivió al derrumbe, y apuntó hacia los jinetes. Respiraba entrecortadamente, y no era para menos por la sensación de que la muerte estaba a escasos pasos de ellos. Miró de reojo al aparente humano de pelo blanco, tratando de ver si era hostil o no y volvió a apuntar la flecha al piso inferior, al centro del hall, a uno de los tres espectros que se adelantó más.
Apretó los dientes con fiereza.
-Si logran subir.... estamos perdidos..-tensó su arco cuando vio que los tres enemigos desenfundaron grandes espadas relucientes, con toda elegancia de un guerrero y decidido a matar sin piedad alguna.
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Off rol: Alask os seguirá a donde vayáis, y seguirá órdenes si hay una buena lógica. Saludos.
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Movió su pie para hacer que se despertara, pues se había dormido un poco por el frío y la transformación, y observó como los jinetes, que ahora eran guerreros, se aproximaban. Estaban a salvo, de momento, por lo que parecía. No había método para subir allí arriba, solo unas escaleras rotas, hechas añicos, que se había derrumbado antes de que la muerte los cogiese, cortándole el camino. Alandor iba a enfundar de nuevo a Vegvísir, hizo el ademán de hacerlo con el correspondiente movimiento de mano pero en ese momento los siniestros desenfundaron sus hojas, y aquello significaba que no aún no había acabado todo. Volvió a conservar la hoja nívea en su mano, expectante ante el movimiento de ellos. ¿Acaso podrían llegar hasta la planta superior sin escaleras? Era imposible.
- Grhgmr... hgrhn... - murmuraba uno de ellos. - gjhrgn... GRNGHRN - comenzó a gritar.
- Vale, creo que esos tipos no son ni humanos. ¿Lo escucháis? Claro que sí, no estoy loco ni nada, y ningún ser que esté vivo hace esas cosas tan horripilantes, solo los engendros como los vampiros más animales y desviados lo hacen. Creo que sería un favor para ellos que los matásemos, pero son muchos, sin embargo creo que en un tres contra uno podríamos con ell así que... bueno, habrá que separarlos, ¿no? Hay que encontrar el método, si matamos a esas cosas e investigamos qué son podríamos ayudar a mucha gente, pues tenéis que pensar que he escuchado rumores, no sé vosotros, de jinetes mortales que llegan silenciosamente a los sitios, o a veces no tanto, hay varias historias, pero que nunca van de caballeros de bien, jinetes que persiguen la muerte y el mal. Creo que son ellos.
Observó a su alrededor qué era lo que había, y lo de siempre encontró, excepto por una cosa en la que no había reparado en los pisos inferiores: las ventanas.
- ¡Por allí! Ese es nuestro único método de escape. Si fuesen personas normales sabríamos que no pueden llegar aquí arriba, pero ya no sé ni qué son, así que hacer un poco de escalada, o mejor aún, equilibrio y eso, es casi que más seguro. Hay que hacer que nos pierdan de vista pero hay que conseguir matar a uno de ellos. Vamos.
Los otros dos no parecían muy seguros con su idea, ni él mismo lo estaba, pues era muy arriesgado estando en el piso superior querer salir por la ventana, así que primero se aseguró. Fue al cristal y lo rompió con el codo apartando la cara para que no le diesen los cristales en ella. Una vez lo hubo hecho miró a los jinetes y vio que repararon en él, solo se fijaban en él ahora, lo que significaba, muy probablemente, que el ruido los atraía. Eso era bueno saberlo.
Miró por la ventana y vio que fuera, la fachada del edificio era muy grande, además tenía muchos adornos arcaicos que podrían servir de apoyadero para los pies, y tenía un pequeño saliente fino sobre la cual, con mucho cuidado y sin apoyarse mucho se podría pasar con cuidado al tejado del edificio del lado.
- Bueno, no sé vosotros, pero yo no tengo una idea mejor. Si alguien desea hablar, que lo haga ahora o que salte por la ventana.
- Grhgmr... hgrhn... - murmuraba uno de ellos. - gjhrgn... GRNGHRN - comenzó a gritar.
- Vale, creo que esos tipos no son ni humanos. ¿Lo escucháis? Claro que sí, no estoy loco ni nada, y ningún ser que esté vivo hace esas cosas tan horripilantes, solo los engendros como los vampiros más animales y desviados lo hacen. Creo que sería un favor para ellos que los matásemos, pero son muchos, sin embargo creo que en un tres contra uno podríamos con ell así que... bueno, habrá que separarlos, ¿no? Hay que encontrar el método, si matamos a esas cosas e investigamos qué son podríamos ayudar a mucha gente, pues tenéis que pensar que he escuchado rumores, no sé vosotros, de jinetes mortales que llegan silenciosamente a los sitios, o a veces no tanto, hay varias historias, pero que nunca van de caballeros de bien, jinetes que persiguen la muerte y el mal. Creo que son ellos.
Observó a su alrededor qué era lo que había, y lo de siempre encontró, excepto por una cosa en la que no había reparado en los pisos inferiores: las ventanas.
- ¡Por allí! Ese es nuestro único método de escape. Si fuesen personas normales sabríamos que no pueden llegar aquí arriba, pero ya no sé ni qué son, así que hacer un poco de escalada, o mejor aún, equilibrio y eso, es casi que más seguro. Hay que hacer que nos pierdan de vista pero hay que conseguir matar a uno de ellos. Vamos.
Los otros dos no parecían muy seguros con su idea, ni él mismo lo estaba, pues era muy arriesgado estando en el piso superior querer salir por la ventana, así que primero se aseguró. Fue al cristal y lo rompió con el codo apartando la cara para que no le diesen los cristales en ella. Una vez lo hubo hecho miró a los jinetes y vio que repararon en él, solo se fijaban en él ahora, lo que significaba, muy probablemente, que el ruido los atraía. Eso era bueno saberlo.
Miró por la ventana y vio que fuera, la fachada del edificio era muy grande, además tenía muchos adornos arcaicos que podrían servir de apoyadero para los pies, y tenía un pequeño saliente fino sobre la cual, con mucho cuidado y sin apoyarse mucho se podría pasar con cuidado al tejado del edificio del lado.
- Bueno, no sé vosotros, pero yo no tengo una idea mejor. Si alguien desea hablar, que lo haga ahora o que salte por la ventana.
Alandor Siland
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
- Maldición... Fue lo que salio de mi boca cuando aquellos seres, con un leve movimiento de su mano, convirtieron aquel adorno, que caía violentamente sobre ellos, en mero polvo y salían ilesos como si nada hubiese pasado. Ahora bajaban de su caballo casi al unísono, provocando un terrible y espeluznante eco que erizaba la piel. El joven con el arco me miro con preocupación, como si estuviese dando alguna molestia. Decidí no darle importancia de momento, habría peores cosas de que preocuparse.
Di media vuelta para inspeccionar el lugar. Tan solo libros viejos y hojas esparcidas en cada rincón sin ningún orden. Estantes derruidos y casi desechos por el abandono, al fondo una vieja puerta de madera se erguía frente a nosotros, pero ¿seria la mejor ruta para un glorioso escape? El desenvainar de espadas llamo mi atención, regrese la mirada para ver lo que sucedía. Aquellos jinetes habían empuñado con toda crueldad sus brillantes y amenazantes armas, estaban decididos a clavarlas sobre nosotros. Era imposible que llegaran hasta donde estábamos, al menos eso quería creer, pero por lo que sabia sobre ellos, podrían sorprendernos de un momento a otro.
El hombre, quien parecía un fiero y hábil guerrero, comenzó a hablar, a lo que escuche con suma atención lo que tenía que decir. Aunque no estaba de acuerdo del todo con él, estaba seguro también que aquellos seres no eran para nada humanos. Aclare mi garganta para agregar algunas palabras a las suyas. - Sin lugar a dudas, no son humanos. Me temo que esta es la tercera vez que les veo. Al principio creí que solo frecuentaban una zona especifica, pero ahora veo que vagan por cualquier rumbo. La niebla, la frialdad que hela la sangre y el rastro de muerte a su paso, siempre es igual. Nunca paso por mi mente el encarar a uno de ellos, pero si tienes el valor de enfrentarte a alguno... Gire mi mirada hacia sus ojos. - Entonces cuentas conmigo.
Era una locura, lo sabia. No es que quisiera morir, pero tenia gran curiosidad por saber de una vez por todas si alguien podría hacerles frente. El hombre volvió a tomar la palabra, insinuando que lo mejor seria escapar por alguna ventana. Me acerque hasta él y asome la vista por la ventana. Era una larga y dolorosa caída, no podríamos tener ni un margen de error. No había otra opción, aunque cruzáramos la puerta del fondo, no estábamos seguros a donde podría llevarnos y al parecer lo mas seguro seria mantenernos al margen de los jinetes. - Entonces hagámoslo, lleguemos al techo del otro edificio y ahí planearemos nuestro próximo paso.
- Después de ustedes. Hice una seña a ambos para que se apresuraran y comenzaran a cruzar al otro edificio. Mientras tanto yo vigilaría los movimientos de los jinetes y cubriría sus espaldas. Desenfunde un trío más de mis cuchillos y prepare mi puntería para mantenerlos al margen.
Di media vuelta para inspeccionar el lugar. Tan solo libros viejos y hojas esparcidas en cada rincón sin ningún orden. Estantes derruidos y casi desechos por el abandono, al fondo una vieja puerta de madera se erguía frente a nosotros, pero ¿seria la mejor ruta para un glorioso escape? El desenvainar de espadas llamo mi atención, regrese la mirada para ver lo que sucedía. Aquellos jinetes habían empuñado con toda crueldad sus brillantes y amenazantes armas, estaban decididos a clavarlas sobre nosotros. Era imposible que llegaran hasta donde estábamos, al menos eso quería creer, pero por lo que sabia sobre ellos, podrían sorprendernos de un momento a otro.
El hombre, quien parecía un fiero y hábil guerrero, comenzó a hablar, a lo que escuche con suma atención lo que tenía que decir. Aunque no estaba de acuerdo del todo con él, estaba seguro también que aquellos seres no eran para nada humanos. Aclare mi garganta para agregar algunas palabras a las suyas. - Sin lugar a dudas, no son humanos. Me temo que esta es la tercera vez que les veo. Al principio creí que solo frecuentaban una zona especifica, pero ahora veo que vagan por cualquier rumbo. La niebla, la frialdad que hela la sangre y el rastro de muerte a su paso, siempre es igual. Nunca paso por mi mente el encarar a uno de ellos, pero si tienes el valor de enfrentarte a alguno... Gire mi mirada hacia sus ojos. - Entonces cuentas conmigo.
Era una locura, lo sabia. No es que quisiera morir, pero tenia gran curiosidad por saber de una vez por todas si alguien podría hacerles frente. El hombre volvió a tomar la palabra, insinuando que lo mejor seria escapar por alguna ventana. Me acerque hasta él y asome la vista por la ventana. Era una larga y dolorosa caída, no podríamos tener ni un margen de error. No había otra opción, aunque cruzáramos la puerta del fondo, no estábamos seguros a donde podría llevarnos y al parecer lo mas seguro seria mantenernos al margen de los jinetes. - Entonces hagámoslo, lleguemos al techo del otro edificio y ahí planearemos nuestro próximo paso.
- Después de ustedes. Hice una seña a ambos para que se apresuraran y comenzaran a cruzar al otro edificio. Mientras tanto yo vigilaría los movimientos de los jinetes y cubriría sus espaldas. Desenfunde un trío más de mis cuchillos y prepare mi puntería para mantenerlos al margen.
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
-¡Allí hay una puerta!-señaló Alask al notar el olor a madera húmeda, está muy oscuro.. pero estoy seguro...indicó. Sólo se extendía un pasillo gigante y al final un gran ventanal al que pensaban dirigirse pero a ambos lados de este, dos salas de biblioteca, unacon la puerta sellada como la del subsuelo, y la otra que podría abrirse. Apenas podían distinguirse por la luz, además el tiempo apremiaba.
-¡No puedo marcharme sin el libro de las Tres Lunas para mi maestro!-dijo Alask cuando vio como los dos hombres ponían en ejecución su plan. Llegó hasta la puerta de madera y de allí los miró antes de ingresar junto a Reb-Los alcanzaré pronto... He de encontrar mi objetivo y no habré venido en vano. Aunque tal vez podríamos hallar alguna salida por acá... o camino al subsuelo... No estoy seguro-avanzó empujando la puerta que produjo un fuerte chirrido y crujieron peligrosamente al abrirlas.
Alask ingresó mirando al entorno. Detrás de él a ambos costados de la puerta, habían dos antorchas apagadas, y que encendió con el llamado fuego eterno, producido por algún brujo en ataño y que se encontraba en un pedestal. Descolgó la antorcha y alumbró su camino, avanzando entre estanterías. Al final, habían tres ventanales, pero estaban bastante sucios. Sin embargo, la obsesión por su objetivo, lo llevaba a seguir en su búsqueda.
Tras recorrer un buen tramo, llegó hasta un estante que parecía especial, y vio unos cuantos libros de tapa con cuero de un color bordó oscuro. Tuvo que subir a unas escalinatas especiales para alcanzarlos de lo alto, empolvados y por el apresuramiento, se les cayeron al suelo.Maldijo por lo bajo.
El techo no se encontraba muy estable para pisar sobre él, y trepar por las paredes del lugar no era muy recomendable, por lo tanto deberían de buscar alguna cuerda o algo que les fuera útil para poner un pié seguro sobre alguna piedra y que no se desmoronara y morir en el intento. Al menos habían 4 metros de altura por cada piso, de los tres que habían en total con el lugar.
-¡No puedo marcharme sin el libro de las Tres Lunas para mi maestro!-dijo Alask cuando vio como los dos hombres ponían en ejecución su plan. Llegó hasta la puerta de madera y de allí los miró antes de ingresar junto a Reb-Los alcanzaré pronto... He de encontrar mi objetivo y no habré venido en vano. Aunque tal vez podríamos hallar alguna salida por acá... o camino al subsuelo... No estoy seguro-avanzó empujando la puerta que produjo un fuerte chirrido y crujieron peligrosamente al abrirlas.
Alask ingresó mirando al entorno. Detrás de él a ambos costados de la puerta, habían dos antorchas apagadas, y que encendió con el llamado fuego eterno, producido por algún brujo en ataño y que se encontraba en un pedestal. Descolgó la antorcha y alumbró su camino, avanzando entre estanterías. Al final, habían tres ventanales, pero estaban bastante sucios. Sin embargo, la obsesión por su objetivo, lo llevaba a seguir en su búsqueda.
Tras recorrer un buen tramo, llegó hasta un estante que parecía especial, y vio unos cuantos libros de tapa con cuero de un color bordó oscuro. Tuvo que subir a unas escalinatas especiales para alcanzarlos de lo alto, empolvados y por el apresuramiento, se les cayeron al suelo.Maldijo por lo bajo.
El techo no se encontraba muy estable para pisar sobre él, y trepar por las paredes del lugar no era muy recomendable, por lo tanto deberían de buscar alguna cuerda o algo que les fuera útil para poner un pié seguro sobre alguna piedra y que no se desmoronara y morir en el intento. Al menos habían 4 metros de altura por cada piso, de los tres que habían en total con el lugar.
Última edición por Master2 el Mar Jul 15 2014, 22:46, editado 2 veces (Razón : Corrección de ambiente y diálogo)
Ansur
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Estaba hablando con el hombre peliblanco mientras con el rabillo del ojo observaba al nervioso Alask, al cual no parecía agradarle la idea de marcharse, o por lo menos así lo describían sus gestos. Había sido él el que había propuesto de primeras entrar a la biblioteca. ¿Buscaba alguna cosa?
Miró de nuevo al hombre el cual le prometió ayuda para derrotarlos. Aquello lo reconfortó. No estaba solo.
- Eres un buen hombre. - dijo mientras ponía su mano en el hombro del muchacho. - Confío en tus armas para cuando llegue el momento. Yo iré primero, primero hay que ponerse a salvo antes de atacarlos. Hay que idear un plan.
Enfundó a Vegvísir, la cual aún brillaba en su mano. No sabía si iba a necesitarla, pero los guerreros oscuros solo estaban plantados, mirándolos, intentando idear la forma de llegar hasta ellos, y todo indicaba que no podían pues solo conocía una vía de acceso a su planta y acababa de destrozarla.
La espada colgaba de nuevo en su cinto y ahora tenía las dos manos libres, así que primero limpió la ventana de cristales que quedaban y apoyó un pie en el filo de esta para impulsarse y comenzar a salir. Una vez estuvo ahí puso la rodilla en el suelo de la ventana y observó la calle. Estaba anocheciendo, ya quedaba poco. Miró los salientes, y supo que iba a ser complicado, además la caída era alta y aunque no era bueno para medir las cosas supo que iba a dolerle si se caía, y como poco se iba a romper más de un hueso y si tenía mala suerte podría incluso morir. "Si tan solo hubiese otro camino..." Pensó el dragón pero en ese momento Alask gritó y las esperanzas llenaron de nuevo el corazón del norteño. ¡Una puerta! Con la oscuridad de la sala era difícil verlo todo pero él la había notado, no podía ser un humano normal, y es que o tenía mucha suerte o mucha vista; el dragón comenzaba a sospechar cual sería la naturaleza del hombre, pero de momento callaría y no adelantaría ningún acontecimiento.
- ¿Una puerta? - Dijo con tono curioso. - Quizá eso sea mejor que un intento de suicidio. ¿qué te parece, amigo? - Dijo mirando al peliblanco.
Bajó de la ventana pues a él si le parecía una idea mejor, posó la mano sobre el hombro del joven velocista y echó a andar hacia donde Alask.
- ¿Objetivo? ¿Así que has venido a esta ciudad a buscar algo? - Iba preguntando mientras caminaba, esperando que lo escuchase.
Alask pudo escuchar unos pasos muy extraños, eran diferentes, un paso silencioso, y otro ruidoso. Uno silencioso, otro ruidoso. Así continuamente hasta que se paró en seco y supo que eso que escuchaba estaba detrás suyo. Si se giraba podría ver a Alandor con la otra antorcha en la mano. Su destripado pantalon e inexistente bota hicieron que sus pasos sonasen de una forma muy peculiar y extraña, y hasta que no se cambiase de calzado parecía que iba a ser fácil reconocerlo por sus pisadas.
- Ojos de lince, ¿necesitas ayuda? No dejas de quejarte por lo que he escuchado. ¿Qué es lo que buscas? ¿Qué es ese libro de las Tres Lunas y por qué buscas robar algo en esta ciudad? Espero que me lo expliques, ah, y ya que estás también me gustaría saber qué antepone ese objeto a nuestra seguridad, porque la muerte sigue en el piso inferior, aguardando a que nos cansemos. Hay que idear un plan y no creo que tu libro se mueva de donde está.
Miró de nuevo al hombre el cual le prometió ayuda para derrotarlos. Aquello lo reconfortó. No estaba solo.
- Eres un buen hombre. - dijo mientras ponía su mano en el hombro del muchacho. - Confío en tus armas para cuando llegue el momento. Yo iré primero, primero hay que ponerse a salvo antes de atacarlos. Hay que idear un plan.
Enfundó a Vegvísir, la cual aún brillaba en su mano. No sabía si iba a necesitarla, pero los guerreros oscuros solo estaban plantados, mirándolos, intentando idear la forma de llegar hasta ellos, y todo indicaba que no podían pues solo conocía una vía de acceso a su planta y acababa de destrozarla.
La espada colgaba de nuevo en su cinto y ahora tenía las dos manos libres, así que primero limpió la ventana de cristales que quedaban y apoyó un pie en el filo de esta para impulsarse y comenzar a salir. Una vez estuvo ahí puso la rodilla en el suelo de la ventana y observó la calle. Estaba anocheciendo, ya quedaba poco. Miró los salientes, y supo que iba a ser complicado, además la caída era alta y aunque no era bueno para medir las cosas supo que iba a dolerle si se caía, y como poco se iba a romper más de un hueso y si tenía mala suerte podría incluso morir. "Si tan solo hubiese otro camino..." Pensó el dragón pero en ese momento Alask gritó y las esperanzas llenaron de nuevo el corazón del norteño. ¡Una puerta! Con la oscuridad de la sala era difícil verlo todo pero él la había notado, no podía ser un humano normal, y es que o tenía mucha suerte o mucha vista; el dragón comenzaba a sospechar cual sería la naturaleza del hombre, pero de momento callaría y no adelantaría ningún acontecimiento.
- ¿Una puerta? - Dijo con tono curioso. - Quizá eso sea mejor que un intento de suicidio. ¿qué te parece, amigo? - Dijo mirando al peliblanco.
Bajó de la ventana pues a él si le parecía una idea mejor, posó la mano sobre el hombro del joven velocista y echó a andar hacia donde Alask.
- ¿Objetivo? ¿Así que has venido a esta ciudad a buscar algo? - Iba preguntando mientras caminaba, esperando que lo escuchase.
Alask pudo escuchar unos pasos muy extraños, eran diferentes, un paso silencioso, y otro ruidoso. Uno silencioso, otro ruidoso. Así continuamente hasta que se paró en seco y supo que eso que escuchaba estaba detrás suyo. Si se giraba podría ver a Alandor con la otra antorcha en la mano. Su destripado pantalon e inexistente bota hicieron que sus pasos sonasen de una forma muy peculiar y extraña, y hasta que no se cambiase de calzado parecía que iba a ser fácil reconocerlo por sus pisadas.
- Ojos de lince, ¿necesitas ayuda? No dejas de quejarte por lo que he escuchado. ¿Qué es lo que buscas? ¿Qué es ese libro de las Tres Lunas y por qué buscas robar algo en esta ciudad? Espero que me lo expliques, ah, y ya que estás también me gustaría saber qué antepone ese objeto a nuestra seguridad, porque la muerte sigue en el piso inferior, aguardando a que nos cansemos. Hay que idear un plan y no creo que tu libro se mueva de donde está.
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Era un día normal. Tras pasar el día en la ciudad de Dundarak, cavilando un poco y guiando a varios forasteros que llegaron al norte, un pensamiento recorrió mi mente. Volé hacia el segundo pico, cerca de mi hogar, y me quedé observando, en forma humana, los restos de la antigua ciudad donde Hjoromir me crió hasta la mayoría de edad. Mientras observaba las ruinas de la ciudad, noté una extraña voz en mi cabeza, la cual cada vez se materializaba más.
-Búscame...
No le di demasiada importancia, hasta que reconocí que era la voz del difunto Hjoromir. Aun así pensaba que me estaba volviendo algo loco.
-Búscame... No te veo, pero sí te oigo. Grita... Grita como gritan los aiones...
Por un momento pensé que podría tener algún problema grave de la edad. ¿Un aion gritando? ¿Qué sentido tiene? Un segundo... igual tengo que usar el cuerno. Entré, cogí el cuerno de paz y lo hice sonar en dirección al poblado. En ese momento, incrédulo de mí, apareció frente a mí una visión fantasmagórica del maestro Hjoromir en forma de dragón, la cual hablaba en mi mente sin mover la boca.
-Sígueme...
Volé en forma de dragón tras de él, viendo cómo se adaptaba a la velocidad que cogía: si volaba rápido, él aceleraba, si me detenía, él aminoraba. De todas formas pensaba que me estaba volviendo loco, que esto era producto de mi imaginación. Pero tenía la extraña necesidad de ir allí. Voló hacia un punto encima del poblado abandonado, y entonces él cayó en picado, cerrando las alas, y cuando llegaba a tierra, no aterrizó, sino que siguió cayendo a través de la tierra. El punto donde cayó era un portón derruido de un edificio que recordaba bastante al antiguo templo donde él me enseñó casi todo lo que sé, pero por un momento, recuperé la consciencia y vi que se trataba de las ruinas de la biblioteca. Adopté la forma de humano y entré en esa biblioteca, con el cuerno a mis espaldas y los ojos bien abiertos.
-Búscame...
No le di demasiada importancia, hasta que reconocí que era la voz del difunto Hjoromir. Aun así pensaba que me estaba volviendo algo loco.
-Búscame... No te veo, pero sí te oigo. Grita... Grita como gritan los aiones...
Por un momento pensé que podría tener algún problema grave de la edad. ¿Un aion gritando? ¿Qué sentido tiene? Un segundo... igual tengo que usar el cuerno. Entré, cogí el cuerno de paz y lo hice sonar en dirección al poblado. En ese momento, incrédulo de mí, apareció frente a mí una visión fantasmagórica del maestro Hjoromir en forma de dragón, la cual hablaba en mi mente sin mover la boca.
-Sígueme...
Volé en forma de dragón tras de él, viendo cómo se adaptaba a la velocidad que cogía: si volaba rápido, él aceleraba, si me detenía, él aminoraba. De todas formas pensaba que me estaba volviendo loco, que esto era producto de mi imaginación. Pero tenía la extraña necesidad de ir allí. Voló hacia un punto encima del poblado abandonado, y entonces él cayó en picado, cerrando las alas, y cuando llegaba a tierra, no aterrizó, sino que siguió cayendo a través de la tierra. El punto donde cayó era un portón derruido de un edificio que recordaba bastante al antiguo templo donde él me enseñó casi todo lo que sé, pero por un momento, recuperé la consciencia y vi que se trataba de las ruinas de la biblioteca. Adopté la forma de humano y entré en esa biblioteca, con el cuerno a mis espaldas y los ojos bien abiertos.
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Observaba fijamente a aquellas criaturas en el piso inferior. Solo plantados sobre el piso observándonos a trabes de sus oscuros mantos por los cuales era imposible ver de algún modo sus rostros, aunque dudaba mucho que poseyeran alguno y si me equivocaba, seguramente tendrían un semblante terrorífico. Agite mi cabeza levemente para volver a concentrarme y dejar de pensar en esas cuestiones. De repente el joven exclamo algunas palabras, hablando de la puerta que se encontraba al fondo del piso superior.
No había optado por esa salida puesto que no sabía a donde podría conducir, prefería ir a afuera y buscar suerte en el exterior ya que habría mas espacio y escondites que podríamos usar, sin embargo, el joven hablaba de obtener algún libro en este lugar. -... Dudo mucho que halla un libro integro en este sitio. Al parecer ese hombre sabia algo que los demás ignorábamos. Consentí las palabras del hombre quien se había preparado para descender por la ventana, me acerque hasta él y le ayude a subir rápidamente. Luego de que volviera a ingresar en la biblioteca, se puso en marcha hacia donde el joven, yo por mi parte, mire nuevamente a los oscuros jinetes con algo de preocupación, para después ir tras de mis nuevos compañeros y me reuní con ambos mas adelante.
Enfunde mis cuchillos nuevamente y descubrí mi rostro para tomar algo de aire. - No sabia que estuviesen buscando algo en este lugar... El hombre de largos cabellos respondió parcialmente a mi pregunta mientras el hacia algunas nuevas al joven. Al parecer ese sujeto y su lobo habían venido solos hasta aquí y no fue mera casualidad terminar en esta biblioteca. Aparentemente, en su interior se albergaba un valioso libro. - Corroborando a las preguntas de este buen hombre, ¿Aquel libro que buscas tiene algo que ver con esos jinetes? tengo un vago presentimiento.. pregunte con algún tono de insinuación. - Sea como sea, te ayudaremos con el libro y entre mas rápido le encontremos, mas rápido podremos ponernos a salvo.
Al poco tiempo, llegamos a otra habitación y encontramos algo que parecía ser un estante. Ahí se encontraban algunos libros, que sorpresivamente se encontraban en buen estado, llenos de polvo pero en buenas condiciones. El joven se adelanto a nosotros y trepo por algunas escalinatas para darles alcance. - Apresúrate y ten cuidado. Le dije algo preocupado. Por algún motivo no dejaba de voltear hacia atrás. El hecho de estar en el mismo edificio que aquellas criaturas, me ponía algo nervioso. Un fuerte ruido resonó entre los muros, casi pudo haber despertado a los fantasmas de este lugar. Los libros se habían escurrido de las manos del joven y habían caído hasta el suelo a una considerable distancia.
- ¿Y ahora que? Debíamos ingeniárnoslas pronto pues sentía que cada segundo que perdíamos aquí, era un centímetro mas cerca de las garras de la muerte. Intente encontrar con la mirada algo que pudiese ayudarnos, pero aparentemente no había objeto alguno que sirviera ante esta complicación.
No había optado por esa salida puesto que no sabía a donde podría conducir, prefería ir a afuera y buscar suerte en el exterior ya que habría mas espacio y escondites que podríamos usar, sin embargo, el joven hablaba de obtener algún libro en este lugar. -... Dudo mucho que halla un libro integro en este sitio. Al parecer ese hombre sabia algo que los demás ignorábamos. Consentí las palabras del hombre quien se había preparado para descender por la ventana, me acerque hasta él y le ayude a subir rápidamente. Luego de que volviera a ingresar en la biblioteca, se puso en marcha hacia donde el joven, yo por mi parte, mire nuevamente a los oscuros jinetes con algo de preocupación, para después ir tras de mis nuevos compañeros y me reuní con ambos mas adelante.
Enfunde mis cuchillos nuevamente y descubrí mi rostro para tomar algo de aire. - No sabia que estuviesen buscando algo en este lugar... El hombre de largos cabellos respondió parcialmente a mi pregunta mientras el hacia algunas nuevas al joven. Al parecer ese sujeto y su lobo habían venido solos hasta aquí y no fue mera casualidad terminar en esta biblioteca. Aparentemente, en su interior se albergaba un valioso libro. - Corroborando a las preguntas de este buen hombre, ¿Aquel libro que buscas tiene algo que ver con esos jinetes? tengo un vago presentimiento.. pregunte con algún tono de insinuación. - Sea como sea, te ayudaremos con el libro y entre mas rápido le encontremos, mas rápido podremos ponernos a salvo.
Al poco tiempo, llegamos a otra habitación y encontramos algo que parecía ser un estante. Ahí se encontraban algunos libros, que sorpresivamente se encontraban en buen estado, llenos de polvo pero en buenas condiciones. El joven se adelanto a nosotros y trepo por algunas escalinatas para darles alcance. - Apresúrate y ten cuidado. Le dije algo preocupado. Por algún motivo no dejaba de voltear hacia atrás. El hecho de estar en el mismo edificio que aquellas criaturas, me ponía algo nervioso. Un fuerte ruido resonó entre los muros, casi pudo haber despertado a los fantasmas de este lugar. Los libros se habían escurrido de las manos del joven y habían caído hasta el suelo a una considerable distancia.
- ¿Y ahora que? Debíamos ingeniárnoslas pronto pues sentía que cada segundo que perdíamos aquí, era un centímetro mas cerca de las garras de la muerte. Intente encontrar con la mirada algo que pudiese ayudarnos, pero aparentemente no había objeto alguno que sirviera ante esta complicación.
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
-Robar?-replicó Alask, medio indignado por la acusación, pero explicó de todas formas-Verás, estuve en las montañas durante años con mis maestros, dragones. Aunque yo no soy capaz de volar-mientras hablaba recogió los libros caídos, echándoles una rápida hojeada y tanteando sus texturas con la mano-como ellos, más puedo transformarme en un lobo, pero como tengo buenas habilidades para cosas como las que se me encargó, me encomendaron esta misión. El libro es para Esdras de Rubes e Izil Maidad... -dejó los manuscritos en una estantería y empezó a caminar hacia adelante, mientras tocaba de vez en cuando algún libro que llamara su atención, sin éxito- Antiguamente también hubiese sido para Raizo y Joseph, ambos hermanos, de la familia Fromur... Pero con ciertos desacuerdos, me tomaron como enemigo... Errores...-se inclinó a un estante inferior, llevando una rodilla al suelo y con una mano alumbrándose con la antorcha-Sólo por defender la vida de un Sandoraiano. Quien llega a donde mis maestros, nadie sale con vida, y una vez cometí ese error. El hombre que logró huir... llevó consigo... algo que no debía-hizo una pausa para incorporarse y seguir caminando despacio sin dejar de mirar los libros-Dejé con vida al último, y Raizo nos sentenció a muerte. Escapamos... Pero nada volvió a ser igual y debí huir con ayuda de Esdras, quien me encargó esta misión...-explicó.
Mientras tanto, por la ventana por la que pensaban escapar, una mano se aferró al alfeizar y arrastró sus dedos esqueléticos con una especie de aura oscura, que seguía del hielo y el frío. Subió hasta ingresar al lugar, sin mucho esfuerzo.
El frío comenzó a sentirse en en interior de la sala. Alask detuvo todo movimiento, a su vez que Reb volvía a pegarse a sus piernas y a gruñir a la puerta.
Había una puerta secreta por esa sala, pero habría que descubrirla.
Mientras tanto, los jinetes del piso inferior notaron una presencia con alma en un cuero mortal... Subieron a la misma vez a sus corceles negros, haciendo ondear sus capas, provocando con el viento, una fuerte brisa helada hasta el lugar. Hicieron relinchar sobre sus dos patas a los animales, antes de dar media vuelta y salir por la puerta, en dirección al que acababa de llegar.
Mientras tanto, por la ventana por la que pensaban escapar, una mano se aferró al alfeizar y arrastró sus dedos esqueléticos con una especie de aura oscura, que seguía del hielo y el frío. Subió hasta ingresar al lugar, sin mucho esfuerzo.
- Espectro:
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El frío comenzó a sentirse en en interior de la sala. Alask detuvo todo movimiento, a su vez que Reb volvía a pegarse a sus piernas y a gruñir a la puerta.
Había una puerta secreta por esa sala, pero habría que descubrirla.
Mientras tanto, los jinetes del piso inferior notaron una presencia con alma en un cuero mortal... Subieron a la misma vez a sus corceles negros, haciendo ondear sus capas, provocando con el viento, una fuerte brisa helada hasta el lugar. Hicieron relinchar sobre sus dos patas a los animales, antes de dar media vuelta y salir por la puerta, en dirección al que acababa de llegar.
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Escuchó todo su relato con pasividad y de forma atenta, pero hubo dos cosas de él que le molestaron mucho: la primera fue que confesase ser un licántropo, lo que lo hacía inmediatamente un invasor que no merecía estar pisando el suelo de la ciudad, sin embargo había problemas más urgentes que atender, pero hubo otra cosa que lo molestó y fue el nombre de Joseph. ¿De qué le sonaba? Le venía a la mente un recuerdo, una espada y un orbe... sangre, almas... una loba y un anciano. Lo tenía.
- Oye Alask... ese tal Joseph... creo que lo conozco, puede que no hablemos de la misma persona, ¿pero podrías decirme lo que sabes de él? Sería bueno que conociésemos a alguien los dos, quizá así tendría mejor impresión sobre ti y bueno, no nos pelearíamos tanto. - O quizá eso creería él. Más le valía no conocerlo porque sino entonces descubriría de lo que era capaz un dragón por recuperar su honor y orgullo.
De golpe todo se quedó en silencio, Alask se quedó paralizado, o eso parecía, aunque más bien había adoptado una pose defensiva. El frío comenzaba a notarse, y eso solo podía significar una cosa: los jinetes habían conseguido subir. ¿Pero como? A no ser que hubiese un cuarto en el tercer piso y que no viesen, era prácticamente imposible, u otra salida. De todos modos y como fuere, no tenían escapatoria, si habían subido y seguían su rastro los conduciría al pasadizo y eso implicaba que como era estrecho y solo cabía una persona y además no había puertas adicionales sería imposible escapar de nuevo.
- Muchachos, o encontramos una salida o peleamos. Creo que todos lo hemos notado. Aún hay tiempo, por lo que hemos visto se lo toman con calma, no parecen de correr tras sus presas sino de perseguirlas con el miedo. No hay que alertarse, yo estaré atento a la puerta y me pondré y os defenderé por mi honor, o el poco que me queda, pero hay que encontrar una salida. - La sala no era muy grande y encima estaba el techo cubierto por piedra gruesa. Era hora de buscar, quizá había algún escondrijo, un pasadizo o algo. - A los antiguos les encantaba ocultar cosas, quizá hay algo que podamos utilizar, busquemos mientras tenemos tiempo y si los ancestros nos son propicios quizá consigamos salir de esta con vida.
Alandor por su parte, mientras tenía un ojo puesto sobre la puerta, esperando la intrusión de los jinetes, comenzó a mover las estanterías y mesas para ver si escondían algo bajo ellas.
- Oye Alask... ese tal Joseph... creo que lo conozco, puede que no hablemos de la misma persona, ¿pero podrías decirme lo que sabes de él? Sería bueno que conociésemos a alguien los dos, quizá así tendría mejor impresión sobre ti y bueno, no nos pelearíamos tanto. - O quizá eso creería él. Más le valía no conocerlo porque sino entonces descubriría de lo que era capaz un dragón por recuperar su honor y orgullo.
De golpe todo se quedó en silencio, Alask se quedó paralizado, o eso parecía, aunque más bien había adoptado una pose defensiva. El frío comenzaba a notarse, y eso solo podía significar una cosa: los jinetes habían conseguido subir. ¿Pero como? A no ser que hubiese un cuarto en el tercer piso y que no viesen, era prácticamente imposible, u otra salida. De todos modos y como fuere, no tenían escapatoria, si habían subido y seguían su rastro los conduciría al pasadizo y eso implicaba que como era estrecho y solo cabía una persona y además no había puertas adicionales sería imposible escapar de nuevo.
- Muchachos, o encontramos una salida o peleamos. Creo que todos lo hemos notado. Aún hay tiempo, por lo que hemos visto se lo toman con calma, no parecen de correr tras sus presas sino de perseguirlas con el miedo. No hay que alertarse, yo estaré atento a la puerta y me pondré y os defenderé por mi honor, o el poco que me queda, pero hay que encontrar una salida. - La sala no era muy grande y encima estaba el techo cubierto por piedra gruesa. Era hora de buscar, quizá había algún escondrijo, un pasadizo o algo. - A los antiguos les encantaba ocultar cosas, quizá hay algo que podamos utilizar, busquemos mientras tenemos tiempo y si los ancestros nos son propicios quizá consigamos salir de esta con vida.
Alandor por su parte, mientras tenía un ojo puesto sobre la puerta, esperando la intrusión de los jinetes, comenzó a mover las estanterías y mesas para ver si escondían algo bajo ellas.
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Impaciente. Era como me sentía al ver al joven del arco mientras hurgaba entre aquellos libros y pergaminos viejos, Cualquier cosa que estuviese buscando, debía valer bastante si estábamos jugando nuestras vidas ante esos pedazos de papel. El Joven comenzó responder a la pregunta del otro sujeto. Comenzó a relatar alguna breve historia, aunque estaba bien detallada, no pude reconocer ninguno de los nombres. No tenía idea de lo que estuviesen conversando los dos, pero parecía interesante. Quizás luego de este suceso, investigaría más acerca de este par.
Un helado escalofrió recorrió violentamente mi espalda. mi piel se erizo e instintivamente gire mi mirada hacia la puerta por donde habíamos entrado. Se trataba de aquella frialdad característica de los jinetes oscuros, eso lo sabía. - ¿Cómo demonios han llegado hasta aquí arriba? ya fuese por algún siniestro truco de magia o alguna puerta con acceso al piso inferior el cual no habíamos notado. era claro que se aproximaban hacia nosotros, con la misma malicia y crueldad en su aura.
Al escuchar las palabras del hombre de cabello en cascada, me apresure a buscar alguna forma de escape para ponernos a salvo.- Rápido! Si está aquí lo que buscas, encuéntralo de una vez mientras nosotros buscamos una salida. El avejentado hombre comenzó mover algunos muebles para buscar una salida secreta pero aún faltaba algo, un poco de tiempo para encontrar una vía de escape y aquello que el joven había venido a buscar.
Me dirigí hacia la puerta de la habitación y la cerré azotándola contra su pórtico. debía ganar algo de tiempo. a un lado de la puerta, había un viejo y gran estante de libros, el cual estaba vacío y solo el polvo y la telaraña le hacían compañía. Me posicione a un lado de él, y utilizando todas mis fuerzas, fui capaz de moverlo y bloquea la puerta de entrada con él. Ya había presenciado las capacidades de estas oscuras criaturas y sabía que probablemente esto no serviría como mínimo obstáculo para ellos, pero aun así debía intentar algo pues prefería eso a no hacer nada.
Una vez bloqueada la puerta, comencé a golpear las paredes y otros estantes en busca de alguna puerta secreta. Una gota de sudor frío recorrió mi frente, mientras desesperadamente, buscábamos el paso a la vida.
Un helado escalofrió recorrió violentamente mi espalda. mi piel se erizo e instintivamente gire mi mirada hacia la puerta por donde habíamos entrado. Se trataba de aquella frialdad característica de los jinetes oscuros, eso lo sabía. - ¿Cómo demonios han llegado hasta aquí arriba? ya fuese por algún siniestro truco de magia o alguna puerta con acceso al piso inferior el cual no habíamos notado. era claro que se aproximaban hacia nosotros, con la misma malicia y crueldad en su aura.
Al escuchar las palabras del hombre de cabello en cascada, me apresure a buscar alguna forma de escape para ponernos a salvo.- Rápido! Si está aquí lo que buscas, encuéntralo de una vez mientras nosotros buscamos una salida. El avejentado hombre comenzó mover algunos muebles para buscar una salida secreta pero aún faltaba algo, un poco de tiempo para encontrar una vía de escape y aquello que el joven había venido a buscar.
Me dirigí hacia la puerta de la habitación y la cerré azotándola contra su pórtico. debía ganar algo de tiempo. a un lado de la puerta, había un viejo y gran estante de libros, el cual estaba vacío y solo el polvo y la telaraña le hacían compañía. Me posicione a un lado de él, y utilizando todas mis fuerzas, fui capaz de moverlo y bloquea la puerta de entrada con él. Ya había presenciado las capacidades de estas oscuras criaturas y sabía que probablemente esto no serviría como mínimo obstáculo para ellos, pero aun así debía intentar algo pues prefería eso a no hacer nada.
Una vez bloqueada la puerta, comencé a golpear las paredes y otros estantes en busca de alguna puerta secreta. Una gota de sudor frío recorrió mi frente, mientras desesperadamente, buscábamos el paso a la vida.
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off: Lamento la demora. Surgieron algunos asuntos muy delicados que requieren de toda mi atención y ocupan mi mente casi de lleno, por lo que me disculpo si el post no está a la altura.
Johannes
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
El licántropo escuchó las palabras del hombre con gran fuerza, y la alerta de Johannes, sintiendo el frío. Entonces avanzó hasta el otro extremo de la sala donde el peliblanco se encontraba y mientras buscaba tirando libros y moviendo palancas o estanterías en busca de laguna salida, respondió. En su voz podía sentirse el frío que calaba su cuerpo.
-Me gustaría saber vuestros nombres, no recuerdo si ya os dije el mío, o al menos a ti, humano aparentemente normal...-se refirió al peliblanco-Soy Alask Mortense-Joseph, estaba muy aliado con mi maestro traidor Raizo y de hace tiempo se alejó de nosotros en las montañas. Ignoro los planes que tuvo, pero él deseó que cortaran mi cabeza cuando...-movió una estantería con fuerza y hasta no correrla en vano, no respondió-llegué moribundo al lugar donde se encontraban ellos. Sé que era muy ambicioso y después de conocerlo empezó a confiar un poco más en mí. Sin embargo hubo alguna esencia en él que nunca terminó de gustarme, pero no se cómo describirla, porque no tenía pruebas...-
Repentinamente, Alask volvió a caer de rodillas y se sujetó con una mesita que tenía cerca, tirando una lámpara de aceite que se hizo trizas en el suelo. Un dolor atroz volvía a recorrerle en su costado izquierdo, en las costillas, sobre unas heridas que nunca cicatrizaron-Mierda...-maldijo mientras el sudor frío resbalaba en su rostro lleno de dolor. La puerta de la sala comenzó a congelarse como la primera, y el peliblcanco, en tanto, tocaría algún libro-palanca a un extremo del cuarto, el opuesto a donde estaba Alask. Reb estaba con Alandor, a su lado y comenzó a ladrar hacia el espectro al otro lado, que en breve destrozaría la puerta.
Un estante del tamaño de una puerta, se hundió en la pared dejando al descubierto una escalera en caracol que se dirigía a los pisos inferiores. Estaba completamente oscuro, pero el licántropo tenía una antorcha que podía usarse.
Los tres jinetes, en la puerta de esa biblioteca abandonada, notaron la presencia de un hombre allí y fueron tras él. Dos se colocaron frente a él, y el tercero rodearía al hombre hasta posicionarse detrás de él. Estaría rodeado en la callejuela, con un frío que calaría hasta sus huesos, haciéndole perder toda fuerza y sería incapaz de poder transformarse.
Uno de los dos que lo enfrentaban, desmontaría de su corcel negro, desenfundando en el acto una gran espada de hielo. Su capa ondearía detrás, produciendo un ruido escalofriante y podía sentirse como el viento chocar en los oídos con ese sonido, de una manera que helaba el corazón. Sus botas, al caer, sonaron pesadas, junto con su gran armadura. No se le veía rostro alguno detrás de esa capucha oscura que tenía. Irradiaba un aura oscura, una brisa helada, y el sentimiento de que el palpitaba sus últimos minutos. El hombre no podría moverse y el espectro avanzó decidido empuñando su arma contra el pecho de él.
El que estaba detrás le impediría huir, y el que lo enfrentaba dio una estocada sin piedad al hombre, hiriéndolo con gravedad pero por alguna razón no tocó su corazón. Sin embargo, cuando el hombre cayera al suelo inconsciente, que era lo más probable por su herida, el espectro enfundaría su arma para subir al corcel, y los tres,sin indicaciones, regresarían al hall de entrada, para observar el entorno en un silencio muerto, y en un momento dirigir la vista a la puerta sellada por el mismo marco, que daba al sótano: su próximo objetivo a destruir con el mortal frío.
El corazón de Eremel hará que necesite asesinar a otros para poder sobrevivir, a través de la ira y agresividad. Ese sentimiento será psicológico, por lo que puede afectará la cordura de él, además de tener dolores atroces en una herida que jamás cicatrizará.
¿Si hay una solución? Busca a otros máster a que te liberen de la maldición con un mínimo de 15 post en dicho tema, pero yo no lo masterearé.
-Me gustaría saber vuestros nombres, no recuerdo si ya os dije el mío, o al menos a ti, humano aparentemente normal...-se refirió al peliblanco-Soy Alask Mortense-Joseph, estaba muy aliado con mi maestro traidor Raizo y de hace tiempo se alejó de nosotros en las montañas. Ignoro los planes que tuvo, pero él deseó que cortaran mi cabeza cuando...-movió una estantería con fuerza y hasta no correrla en vano, no respondió-llegué moribundo al lugar donde se encontraban ellos. Sé que era muy ambicioso y después de conocerlo empezó a confiar un poco más en mí. Sin embargo hubo alguna esencia en él que nunca terminó de gustarme, pero no se cómo describirla, porque no tenía pruebas...-
Repentinamente, Alask volvió a caer de rodillas y se sujetó con una mesita que tenía cerca, tirando una lámpara de aceite que se hizo trizas en el suelo. Un dolor atroz volvía a recorrerle en su costado izquierdo, en las costillas, sobre unas heridas que nunca cicatrizaron-Mierda...-maldijo mientras el sudor frío resbalaba en su rostro lleno de dolor. La puerta de la sala comenzó a congelarse como la primera, y el peliblcanco, en tanto, tocaría algún libro-palanca a un extremo del cuarto, el opuesto a donde estaba Alask. Reb estaba con Alandor, a su lado y comenzó a ladrar hacia el espectro al otro lado, que en breve destrozaría la puerta.
Un estante del tamaño de una puerta, se hundió en la pared dejando al descubierto una escalera en caracol que se dirigía a los pisos inferiores. Estaba completamente oscuro, pero el licántropo tenía una antorcha que podía usarse.
Los tres jinetes, en la puerta de esa biblioteca abandonada, notaron la presencia de un hombre allí y fueron tras él. Dos se colocaron frente a él, y el tercero rodearía al hombre hasta posicionarse detrás de él. Estaría rodeado en la callejuela, con un frío que calaría hasta sus huesos, haciéndole perder toda fuerza y sería incapaz de poder transformarse.
Uno de los dos que lo enfrentaban, desmontaría de su corcel negro, desenfundando en el acto una gran espada de hielo. Su capa ondearía detrás, produciendo un ruido escalofriante y podía sentirse como el viento chocar en los oídos con ese sonido, de una manera que helaba el corazón. Sus botas, al caer, sonaron pesadas, junto con su gran armadura. No se le veía rostro alguno detrás de esa capucha oscura que tenía. Irradiaba un aura oscura, una brisa helada, y el sentimiento de que el palpitaba sus últimos minutos. El hombre no podría moverse y el espectro avanzó decidido empuñando su arma contra el pecho de él.
El que estaba detrás le impediría huir, y el que lo enfrentaba dio una estocada sin piedad al hombre, hiriéndolo con gravedad pero por alguna razón no tocó su corazón. Sin embargo, cuando el hombre cayera al suelo inconsciente, que era lo más probable por su herida, el espectro enfundaría su arma para subir al corcel, y los tres,sin indicaciones, regresarían al hall de entrada, para observar el entorno en un silencio muerto, y en un momento dirigir la vista a la puerta sellada por el mismo marco, que daba al sótano: su próximo objetivo a destruir con el mortal frío.
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Eremel, a partir de este post, tu personaje queda con la maldición del espectro, que hará lo que a Alask, pero con unas diferencias. El corazón de Eremel hará que necesite asesinar a otros para poder sobrevivir, a través de la ira y agresividad. Ese sentimiento será psicológico, por lo que puede afectará la cordura de él, además de tener dolores atroces en una herida que jamás cicatrizará.
¿Si hay una solución? Busca a otros máster a que te liberen de la maldición con un mínimo de 15 post en dicho tema, pero yo no lo masterearé.
Ansur
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Alandor avanzó hacia la puerta cerrada cuando la bestia comenzó a ladrar, se acercaba y no había ningún camino de momento en la sala por el cual moverse. Qué mala suerte tenía el dragón, primero una traición y una deshonra, luego el ataque de unos muertos y encima en una ciudad lejana lo habían apuñalado por nada, pero cosas buenas pocas le habían pasado así que tendría que cambiar él mismo su suerte. Avanzó hacia la puerta y desenfundó a Vegvísir, dispuesto a enfrentar lo que viniese.
- Prepárate... - susurró, dándose ánimos a sí mismo e intentando hablarle a lo que hubiese tras esa puerta.
Una voz se escuchó en el interior de la sala, no supo quién fue pero avisó de que había encontrado algo y miró en aquella dirección viendo una especie de puerta en la pared abierta lo que les permitiría seguramente escapar así pues no había tiempo que perder.
- ¡Vamos! - gritó mientras corría hacia ellos con la espada desenvainada. - Es nuestra única oportunidad, y que los misericordiosos dragones, de los cuales esta es su ciudad, nos conduzcan a un sitio seguro donde podamos descansar si ese es su deseo.
El dragón comenzó a correr hacia la nueva salida y al llegar allí se encontró una escalera de caracol que iba hacia abajo lo cual era esperado pero lo desanimaba porque eso quería decir que volverían a la entrada posiblemente, pero con suerte podía ser una salida trasera o alguna cosa similar, e incluso una zona de la biblioteca no abierta al público y si así era habría información increíble que no era conocida desde hacía siglos y por la cual matarían los historiadores y científicos de la gran biblioteca de Dundarak.
Emocionado por lo que podría encontrar siguió bajando, el pasillo era oscuro pero por suerte aún conservaban las antorchas y no se tropezaba con los escalones; una caída por ahí podía ser mortal, deshonrosamente mortal.
Al llegar abajo se encontraron con una sala iluminada por antorchas con llamas azules en las paredes y un montón de estanterías. Era una sala rectangular de una sola planta y no muy grande y desde su posición podía observar claramente el final de ésta con una puerta que a saber qué habría detrás, pero esta habitación contenía un valor enorme por toda la información que pudiese contener, pues a diferencia de los edificios superiores, estas estanterías estaban repletas de libros, nadie las había saqueado aún.
- Prepárate... - susurró, dándose ánimos a sí mismo e intentando hablarle a lo que hubiese tras esa puerta.
Una voz se escuchó en el interior de la sala, no supo quién fue pero avisó de que había encontrado algo y miró en aquella dirección viendo una especie de puerta en la pared abierta lo que les permitiría seguramente escapar así pues no había tiempo que perder.
- ¡Vamos! - gritó mientras corría hacia ellos con la espada desenvainada. - Es nuestra única oportunidad, y que los misericordiosos dragones, de los cuales esta es su ciudad, nos conduzcan a un sitio seguro donde podamos descansar si ese es su deseo.
El dragón comenzó a correr hacia la nueva salida y al llegar allí se encontró una escalera de caracol que iba hacia abajo lo cual era esperado pero lo desanimaba porque eso quería decir que volverían a la entrada posiblemente, pero con suerte podía ser una salida trasera o alguna cosa similar, e incluso una zona de la biblioteca no abierta al público y si así era habría información increíble que no era conocida desde hacía siglos y por la cual matarían los historiadores y científicos de la gran biblioteca de Dundarak.
Emocionado por lo que podría encontrar siguió bajando, el pasillo era oscuro pero por suerte aún conservaban las antorchas y no se tropezaba con los escalones; una caída por ahí podía ser mortal, deshonrosamente mortal.
Al llegar abajo se encontraron con una sala iluminada por antorchas con llamas azules en las paredes y un montón de estanterías. Era una sala rectangular de una sola planta y no muy grande y desde su posición podía observar claramente el final de ésta con una puerta que a saber qué habría detrás, pero esta habitación contenía un valor enorme por toda la información que pudiese contener, pues a diferencia de los edificios superiores, estas estanterías estaban repletas de libros, nadie las había saqueado aún.
Alandor Siland
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
- Todo un relato. Si salimos con vida, me gustaría escuchar el final. Agregue a la charla de Alask quien por fin se presentaba ante nosotros y aunque pregunto también por mi nombre, mi mente se mantenía concentrada en encontrar alguna salida. El frio comenzaba a ganar terreno. La vieja madera de la puerta y el estante comenzaron a crujir con violencia. No resistirían mucho tiempo ante la presencia de las oscuras criaturas. Ya me había ofrecido a combatir contra alguno de ellos, pero si encontraba la forma para evitar dicha pelea, entonces preferiría seguirlo y evitar chocar mis katares con ellos.
De repente y sin previo aviso, el joven Alask se tambaleo dolorosamente. Una mesita evito su caído y le dio apoyo para mantenerse de pie. La lámpara sobre ella termino en el suelo, desparramando cada cristal en el suelo. Aquel ruido llamo mi atención. - ¿Algo anda mal? ¿Estas enfermo acaso? dije un popo preocupado por el sujeto. No había tiempo que perder. La puerta pronto se destrozaría y permitiría la entrada de aquel ser.
Impacientemente continúe con mi búsqueda. Golpe y golpe en las paredes pero nada. Decidí mover algunos libros en un viejo estante. Comencé con la parte superior del mueble, moviendo libros mohosos y en un pésimo estado, pero sin ningún resultado. Pronto llegaría hasta algunos tomos más abajo y justo cuando creía que no encontraría nada ahí, uno de ellos se mostró bastante firme y se movía de una forma casi mecánica. Un ruido al otro extremo de la habitación se escuchó. Finalmente, habíamos encontrado alguna salida para nuestro predicamento, el sujeto de largos cabellos había tenido razón.
- Un poco de suerte... Asentí a la palabras del hombre y me apresure hacia la puerta que se había descubierto. Me detuve algunos instantes junto a los otros, quizás todos pensábamos lo mismo. No sabíamos hacia donde podría conducir este pasaje pero tendríamos que averiguarlo pues cualquier vía de escape sería mejor que quedarnos en un solo sitio. Espere a que todos cruzaran el oscuro umbral y luego les seguí de cerca para ver mis pasos iluminados tenuemente por la antorcha del joven.
- Johannes... Lo lamento, tengo la mala costumbre de omitir mi presentación. Declare mientras nos abríamos paso a través de aquellas retorcidas y empinadas escaleras. Apoyaba mi mano en el muro para evitar caer. En algunos minutos, llegamos hasta abajo de la escalinata donde fui un poco deslumbrado por avivadas llamas que iluminaban majestuosamente la habitación. Era distinto a todo lo que habíamos visto antes, el lugar se mantenía casi intacto, como si fuéramos los primeros en avanzar a través de sus sombras en un largo tiempo.
De repente y sin previo aviso, el joven Alask se tambaleo dolorosamente. Una mesita evito su caído y le dio apoyo para mantenerse de pie. La lámpara sobre ella termino en el suelo, desparramando cada cristal en el suelo. Aquel ruido llamo mi atención. - ¿Algo anda mal? ¿Estas enfermo acaso? dije un popo preocupado por el sujeto. No había tiempo que perder. La puerta pronto se destrozaría y permitiría la entrada de aquel ser.
Impacientemente continúe con mi búsqueda. Golpe y golpe en las paredes pero nada. Decidí mover algunos libros en un viejo estante. Comencé con la parte superior del mueble, moviendo libros mohosos y en un pésimo estado, pero sin ningún resultado. Pronto llegaría hasta algunos tomos más abajo y justo cuando creía que no encontraría nada ahí, uno de ellos se mostró bastante firme y se movía de una forma casi mecánica. Un ruido al otro extremo de la habitación se escuchó. Finalmente, habíamos encontrado alguna salida para nuestro predicamento, el sujeto de largos cabellos había tenido razón.
- Un poco de suerte... Asentí a la palabras del hombre y me apresure hacia la puerta que se había descubierto. Me detuve algunos instantes junto a los otros, quizás todos pensábamos lo mismo. No sabíamos hacia donde podría conducir este pasaje pero tendríamos que averiguarlo pues cualquier vía de escape sería mejor que quedarnos en un solo sitio. Espere a que todos cruzaran el oscuro umbral y luego les seguí de cerca para ver mis pasos iluminados tenuemente por la antorcha del joven.
- Johannes... Lo lamento, tengo la mala costumbre de omitir mi presentación. Declare mientras nos abríamos paso a través de aquellas retorcidas y empinadas escaleras. Apoyaba mi mano en el muro para evitar caer. En algunos minutos, llegamos hasta abajo de la escalinata donde fui un poco deslumbrado por avivadas llamas que iluminaban majestuosamente la habitación. Era distinto a todo lo que habíamos visto antes, el lugar se mantenía casi intacto, como si fuéramos los primeros en avanzar a través de sus sombras en un largo tiempo.
Johannes
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
El licántropo se incorporó dificultosamente, mientras el dolor se le iba poco a poco. Aún sin incorporarse, dijo jadeando.
-Heridas malditas... por esos engendros demoníacos... Atacaron en las montañas meses atrás. Todo lo que tocan, termina con una maldición-se levantó en tanto el peliblanco fue a seguir con la búsqueda de una salida.
En poco tiempo, algún movimiento dio paso a una esperanza de que los aventureros sobrevivieran un poco más en ese lugar. Reb se adelantó al guerrero que cuidaba la puerta pasando por el lado de su amo y luego al humano, guiando el camino por la escalera en caracol.
-¡Ven! ¡Apresura!-apremió el joven mirando al guerrero con la espada desenvainada. Tomó la antorcha y procuró adelantarse para al grupo, aunque le fue imposible con Reb.
-Es peligroso... cuiden sus pasos-advirtió en un susurro el muchacho cuando trastabilló un escalón medio derrumbado, y estuvo a punto de perder el equilibrio, casi dejando caer la antorcha. Detuvo los pasos un momento apoyando la frente contra la fría pared maldiciendo por lo bajo, pero rápidamente se recuperó y continuó avanzando, abriéndose paso entre las sombras.El humano se presentó como Johannes, mientras que el hombre guerrero aún no había dicho su nombre.
Casi perdían la noción del tiempo y lugar con lo que aparentaba ser una escalera interminable, cuando los escalones se agrandaron dando paso a una sala rectangular no muy grande, con antorchas de llamas azules. Era algo magnífico. Las estanterías estaban llenas de libros, y cada una tenía una indicación en cada extremo, representando algún dibujo.
Alask, apenas de verlo, se adelantó para mirar esos dibujos. Sólo vio los primeros dos que se extendían a lo largo de la sala, antes de girarse para ver al guerrero y reclamarle.
-Tú no te has presentado buen hombre, por lo menos dinos cómo podemos llamarte, algún apodo, o algo por si las cosas se complican... No creo que te agrade que te llamemos....-pensó unos momentos varias respuestas, mirando el aspecto del hombre, pero no se atrevió a decir ninguna por temor a ofenderlo-Bueno, tú sabes. Algún nombre para identificarte...-terminó y se giró para ir a verlos estantes. Reb se perdió entre éstos y podía oírse su olfateo.
Mas tarde, en uno de los últimos estantes, Alask se detuvo en una marca tallada que representaba la luna y el sol, con un báculo y espada cruzada. Avanzó por el pasillo, como había hecho en el piso superior, para observar los títulos o marcas de los que no tuvieran, y a mitad del recorrido, tomó un libro con una sonrisa, satisfecho con su búsqueda. Acarició la tapa del libro que buscaba. Representaba Tres Lunas. Lo guardó en su fardo de viaje y al levantar la vista, silbó para llamar al lobo.
-Ven aquí Reb, ya podemos marcharnos...-terminó diciendo a nadie en particular.
Empezaba a hacer más frío y lejanamente, se escuchó el ruido que produce un bloque de hielo al romperse,mezclado con un pesado sonido de metal.
Sin embargo, del suelo surgieron unas cuerdas que tenían el aspecto de una enredadera bajo los pies de Johannes, el hombre guerrero, y Alask, rodeando de repente sus pies, y lo mismo sucedió de las paredes, o estantes, o estatuas donde estuvieran cerca, atando desde las muñecas más cerca , con esos lazos extraños. Reb pareció atemorizarse y gimió, dirigiéndose al lado de su amo, sin dejar de mirar a todos lados.
-Heridas malditas... por esos engendros demoníacos... Atacaron en las montañas meses atrás. Todo lo que tocan, termina con una maldición-se levantó en tanto el peliblanco fue a seguir con la búsqueda de una salida.
En poco tiempo, algún movimiento dio paso a una esperanza de que los aventureros sobrevivieran un poco más en ese lugar. Reb se adelantó al guerrero que cuidaba la puerta pasando por el lado de su amo y luego al humano, guiando el camino por la escalera en caracol.
-¡Ven! ¡Apresura!-apremió el joven mirando al guerrero con la espada desenvainada. Tomó la antorcha y procuró adelantarse para al grupo, aunque le fue imposible con Reb.
-Es peligroso... cuiden sus pasos-advirtió en un susurro el muchacho cuando trastabilló un escalón medio derrumbado, y estuvo a punto de perder el equilibrio, casi dejando caer la antorcha. Detuvo los pasos un momento apoyando la frente contra la fría pared maldiciendo por lo bajo, pero rápidamente se recuperó y continuó avanzando, abriéndose paso entre las sombras.El humano se presentó como Johannes, mientras que el hombre guerrero aún no había dicho su nombre.
Casi perdían la noción del tiempo y lugar con lo que aparentaba ser una escalera interminable, cuando los escalones se agrandaron dando paso a una sala rectangular no muy grande, con antorchas de llamas azules. Era algo magnífico. Las estanterías estaban llenas de libros, y cada una tenía una indicación en cada extremo, representando algún dibujo.
Alask, apenas de verlo, se adelantó para mirar esos dibujos. Sólo vio los primeros dos que se extendían a lo largo de la sala, antes de girarse para ver al guerrero y reclamarle.
-Tú no te has presentado buen hombre, por lo menos dinos cómo podemos llamarte, algún apodo, o algo por si las cosas se complican... No creo que te agrade que te llamemos....-pensó unos momentos varias respuestas, mirando el aspecto del hombre, pero no se atrevió a decir ninguna por temor a ofenderlo-Bueno, tú sabes. Algún nombre para identificarte...-terminó y se giró para ir a verlos estantes. Reb se perdió entre éstos y podía oírse su olfateo.
Mas tarde, en uno de los últimos estantes, Alask se detuvo en una marca tallada que representaba la luna y el sol, con un báculo y espada cruzada. Avanzó por el pasillo, como había hecho en el piso superior, para observar los títulos o marcas de los que no tuvieran, y a mitad del recorrido, tomó un libro con una sonrisa, satisfecho con su búsqueda. Acarició la tapa del libro que buscaba. Representaba Tres Lunas. Lo guardó en su fardo de viaje y al levantar la vista, silbó para llamar al lobo.
-Ven aquí Reb, ya podemos marcharnos...-terminó diciendo a nadie en particular.
Empezaba a hacer más frío y lejanamente, se escuchó el ruido que produce un bloque de hielo al romperse,mezclado con un pesado sonido de metal.
Sin embargo, del suelo surgieron unas cuerdas que tenían el aspecto de una enredadera bajo los pies de Johannes, el hombre guerrero, y Alask, rodeando de repente sus pies, y lo mismo sucedió de las paredes, o estantes, o estatuas donde estuvieran cerca, atando desde las muñecas más cerca , con esos lazos extraños. Reb pareció atemorizarse y gimió, dirigiéndose al lado de su amo, sin dejar de mirar a todos lados.
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Alandor se dio cuenta cuando se lo dijo, que no se había presentado adecuadamente aún cuando ellos sí habían dicho su nombre, y por tanto consideraba que no había obrado bien así que a modo de disculpa decidió presentarse antes de que fuese demasiado tarde.
- Mi nombre es Tyr, y no soy más que un dragón errante.- dijo mientras esbozaba una pequeña sonrisa pues pensaba que ese no era el tema más apremiante para conversar además de que estaba mintiendo pues si luego pensaba preguntar sobre Joseph, no sería adecuado que conociesen su identidad, pues lo que le había dicho del tal Joseph... alguien traicionero... era mucho más atractivo para discutir. Quizá más tarde, pero no mucho más, pues parecía ocupado buscando algo.
El joven encontró lo que buscaba, parecía antiguo e incluso puede que tuviese algún poder, pero a saber, pues él no entendía de esas cosas, pero una vez lo hubo guardado Alandor se acercó a él por la espalda y cuando el licántropo se dio la vuelta se lo encontró cara a cara y el dragón lo asió por el cuello de la camisa y lo alzó, amenazante, en volandas.
- Alask tengo que hablar contigo, y podemos hacerlo agradable o no. Tú mismo. - Comenzó a hablar con un semblante serio. - Joseph. ¿Dónde está ese hijo de perra? Dímelo ahora. - Fuese quien fuese se llamaba igual y era un tipo traicionero, y aunque pudiesen ser coincidencias no podía perder la única pista que tenía de solventar su error.
Parecía que el muchacho iba a decir algo cuando se escuchó el ruido de un hielo rompiéndose, o algo similar a eso y unas enredaderas cogieron sus extremidades obligándolo a soltarlo.
- Tsk... mierda. - masculló. - Bueno, me acabarás diciendo donde está ese maldito. Me las pagará. Pero parece que hay algo más apremiante ahora mismo que las venganzas, y no sé qué has hecho pero parece que a la biblioteca no le ha gustado.
Estaba atado de pies y manos y casi no podía moverse, pero no eran más que enredaderas así que con cortarlas habría suficiente y nada mejor que las garras de un dragón para tal tarea, pero aún notaba un poco de molestia en la pierna desde la última vez así que se mostraba receloso a convertir otra parte de su cuerpo en dracónica. Quizá lo mejor sería esperar a ver qué ocurría a continuación pero no podía quedarse quieto así que decidió actuar.
La mano que tenía libre, porque en la otra portaba a Vegvísir, comenzó a transformarse hasta que fue una garra de dragón, mucho más pequeña que una pata de la gran bestia, del tamaño de un brazo normal, pero escamado y con garras en lugar de dedos. Doblo las largas garras para conseguir llegar a la enredadera y así conseguir cortarla poco a poco, y una vez liberado el brazo izquierdo el resto sería coser y cantar.
- Mi nombre es Tyr, y no soy más que un dragón errante.- dijo mientras esbozaba una pequeña sonrisa pues pensaba que ese no era el tema más apremiante para conversar además de que estaba mintiendo pues si luego pensaba preguntar sobre Joseph, no sería adecuado que conociesen su identidad, pues lo que le había dicho del tal Joseph... alguien traicionero... era mucho más atractivo para discutir. Quizá más tarde, pero no mucho más, pues parecía ocupado buscando algo.
El joven encontró lo que buscaba, parecía antiguo e incluso puede que tuviese algún poder, pero a saber, pues él no entendía de esas cosas, pero una vez lo hubo guardado Alandor se acercó a él por la espalda y cuando el licántropo se dio la vuelta se lo encontró cara a cara y el dragón lo asió por el cuello de la camisa y lo alzó, amenazante, en volandas.
- Alask tengo que hablar contigo, y podemos hacerlo agradable o no. Tú mismo. - Comenzó a hablar con un semblante serio. - Joseph. ¿Dónde está ese hijo de perra? Dímelo ahora. - Fuese quien fuese se llamaba igual y era un tipo traicionero, y aunque pudiesen ser coincidencias no podía perder la única pista que tenía de solventar su error.
Parecía que el muchacho iba a decir algo cuando se escuchó el ruido de un hielo rompiéndose, o algo similar a eso y unas enredaderas cogieron sus extremidades obligándolo a soltarlo.
- Tsk... mierda. - masculló. - Bueno, me acabarás diciendo donde está ese maldito. Me las pagará. Pero parece que hay algo más apremiante ahora mismo que las venganzas, y no sé qué has hecho pero parece que a la biblioteca no le ha gustado.
Estaba atado de pies y manos y casi no podía moverse, pero no eran más que enredaderas así que con cortarlas habría suficiente y nada mejor que las garras de un dragón para tal tarea, pero aún notaba un poco de molestia en la pierna desde la última vez así que se mostraba receloso a convertir otra parte de su cuerpo en dracónica. Quizá lo mejor sería esperar a ver qué ocurría a continuación pero no podía quedarse quieto así que decidió actuar.
La mano que tenía libre, porque en la otra portaba a Vegvísir, comenzó a transformarse hasta que fue una garra de dragón, mucho más pequeña que una pata de la gran bestia, del tamaño de un brazo normal, pero escamado y con garras en lugar de dedos. Doblo las largas garras para conseguir llegar a la enredadera y así conseguir cortarla poco a poco, y una vez liberado el brazo izquierdo el resto sería coser y cantar.
Alandor Siland
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Re: Rememorando tiempos pasados (II): Solo quedan escombros. [LIBRE COMPLETO A TERMINAR CUANTO ANTES] [Mastereado]
Alask se adelanto a ambos y se dirigió rápidamente hasta un grupo de estantes para hacer como anteriormente y buscar aquel objeto por lo que había venido hasta aquí. Observaba los alrededores, notando cada símbolo e ilustración en los muros. No sabia lo que pudiesen significar o el porque habían sido plasmados sobre los muros. Una abrumadora curiosidad se pozo sobre mi mente, deseaba conocer un poco mas sobre la historia de aquellas ilustraciones, o al menos tener la idea del objeto que Alask buscaba.
Finalmente, el guerrero de largos cabellos se presentaba para nosotros, se trataba de un dragón. Con una leve seña de mi cabeza, asentí a su presentación y continué sumergiéndome en el interior de la cámara. Di algunos pasos hasta acercarme a uno de los estantes y pase la yema de mi dedo sobre el lomo de uno de los libros. Poseía una escritura la cual me fue imposible leer, así que le ignore por completo. Cuando me di cuenta, la voz del dragón se hacia escuchar y se había dirigido hacia donde Alask. Cuando gire la mirada para verles, Tyr sostenía al joven por el cuello de su ropa y comenzó a interrogarle de manera brusca y seria.
Tome la decisión de no inmiscuirme en aquella acción. Al parecer aquel hombre tenia ciertos asuntos por aclarar de su pasado y por alguna razón el joven Alask podría o no tener alguna relación con ese pasado. Me acercaba lentamente hacia ellos, no para entrometerme, solo para tranquilizarlos en caso de que las cosas se salieran de control, pues lo que menos necesitábamos por ahora, era conservar un grupo separado y conflictivo. Necesitaríamos de todos para salir en pie de este lugar.
- Tienes ya lo que buscabas ¿Cierto? Dije dirigiéndome al joven. - Entonces retirémonos. Cualquier asunto entre ustedes podrá ser tratado una vez que estemos a salvo. No hubo tiempo para una sola respuesta. Algo en el interior de la cámara comenzaba a moverse. Algunos ruidos resonaron a través de las paredes y el piso y aunque intente ponerme en alerta lo mas rápido posible, algún tipo de enredadera nos sorprendió a todos cuando se abalanzaron sobre nuestras extremidades.
Mis muñecas habían sido aprisionadas con fuerza e intentaban jalarme hacia el suelo. - Una trampa para mirones supongo. Intentaba alcanzar con mi mano una de mis dagas, pero las enredaderas ofrecían bastante resistencia. Justo cuando estaba a punto de tomar la daga con la mano derecha, uno de los tallos se las arreglo para deslizarse hasta mi cuello, enredarse sobre él y apretarlo con fuerza. Endurecí los músculos en mi cuello para luchar contra la asfixia y una de mis rodillas cayo dramáticamente hasta el piso.
No me rendiría a las circunstancias. Continué luchando por alcanzar mi arma y liberarme, mis dedos trataban de extenderse todo lo que podían, incluso parecían que saldrían de sus articulaciones y se desprenderían de mi mano. Finalmente pude tomar la daga con mi mano y en otro esfuerzo descomunal, logre liberar mi brazo izquierdo para tomar la otra de mis dagas y cortar la línea que aprisionaba mi cuello y el otro de mis brazos. Ya con los brazos libres y las armas en mis manos, solo restaba repeler cualquier otro intento de ataque de aquellas cosas. - Busquemos pronto una salida, no podemos volver por donde hemos llegado. Me aproxime hacia mis compañeros para intentar ayudarles en lo que pudiese.
Finalmente, el guerrero de largos cabellos se presentaba para nosotros, se trataba de un dragón. Con una leve seña de mi cabeza, asentí a su presentación y continué sumergiéndome en el interior de la cámara. Di algunos pasos hasta acercarme a uno de los estantes y pase la yema de mi dedo sobre el lomo de uno de los libros. Poseía una escritura la cual me fue imposible leer, así que le ignore por completo. Cuando me di cuenta, la voz del dragón se hacia escuchar y se había dirigido hacia donde Alask. Cuando gire la mirada para verles, Tyr sostenía al joven por el cuello de su ropa y comenzó a interrogarle de manera brusca y seria.
Tome la decisión de no inmiscuirme en aquella acción. Al parecer aquel hombre tenia ciertos asuntos por aclarar de su pasado y por alguna razón el joven Alask podría o no tener alguna relación con ese pasado. Me acercaba lentamente hacia ellos, no para entrometerme, solo para tranquilizarlos en caso de que las cosas se salieran de control, pues lo que menos necesitábamos por ahora, era conservar un grupo separado y conflictivo. Necesitaríamos de todos para salir en pie de este lugar.
- Tienes ya lo que buscabas ¿Cierto? Dije dirigiéndome al joven. - Entonces retirémonos. Cualquier asunto entre ustedes podrá ser tratado una vez que estemos a salvo. No hubo tiempo para una sola respuesta. Algo en el interior de la cámara comenzaba a moverse. Algunos ruidos resonaron a través de las paredes y el piso y aunque intente ponerme en alerta lo mas rápido posible, algún tipo de enredadera nos sorprendió a todos cuando se abalanzaron sobre nuestras extremidades.
Mis muñecas habían sido aprisionadas con fuerza e intentaban jalarme hacia el suelo. - Una trampa para mirones supongo. Intentaba alcanzar con mi mano una de mis dagas, pero las enredaderas ofrecían bastante resistencia. Justo cuando estaba a punto de tomar la daga con la mano derecha, uno de los tallos se las arreglo para deslizarse hasta mi cuello, enredarse sobre él y apretarlo con fuerza. Endurecí los músculos en mi cuello para luchar contra la asfixia y una de mis rodillas cayo dramáticamente hasta el piso.
No me rendiría a las circunstancias. Continué luchando por alcanzar mi arma y liberarme, mis dedos trataban de extenderse todo lo que podían, incluso parecían que saldrían de sus articulaciones y se desprenderían de mi mano. Finalmente pude tomar la daga con mi mano y en otro esfuerzo descomunal, logre liberar mi brazo izquierdo para tomar la otra de mis dagas y cortar la línea que aprisionaba mi cuello y el otro de mis brazos. Ya con los brazos libres y las armas en mis manos, solo restaba repeler cualquier otro intento de ataque de aquellas cosas. - Busquemos pronto una salida, no podemos volver por donde hemos llegado. Me aproxime hacia mis compañeros para intentar ayudarles en lo que pudiese.
Última edición por Johannes el Lun Jul 28 2014, 19:44, editado 1 vez
Johannes
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