Eres mi amiga [Mastereado, Iliaki]
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Eres mi amiga [Mastereado, Iliaki]
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En un momento de crisis tan grave como el que padecía, se preocupaba más por sus amigas que por ella. Estaba asustada, por supuesto; los últimos días los había pasado sentada en un rincón abrazándose las piernas y temblando por puro miedo como nunca antes había temblando. Insectos de toda clase recorrían y mordían su cuerpecito. Escarabajos por el vientre, ciempiés por el pelo, los saltamontes saltaban de brazo en brazo y las moscas revoloteaban por encima de la cabeza como si una nube negra la estuviera acosando. En la distorsionada realidad en la que vivía; eran sus amigas quienes llegaban al callejón donde estaba escondida. Riny le daba la mano y la levantaba del suelo, Vily traía un cubo de agua y jabón en cada brazo y la canija de Dily le lavaba el pelo mientras presumía de ser la más lista de todas. El callejón olía a humedad y animales muertos, sin embargo, la realidad de Sona era tan poderosa que le hacía sentir el perfume de Dily cada vez que acercaba su plateado cabello a su rostro.
-Cuando vengan a por mí, me lo quitaran todo- le dijo a una mariposa que reposa en su dedo índice. – Son hombres muy malos. Se llevaran a mis amigas y les harán mucho daño. Quieren verme triste. Saben que estoy… ¡Ay!- un escarabajo le mordió la comisura de los labios mientras hablaba. Luego de esto, Sonagashira se echó a llorar con la boca cerrada.
La mariposa del dedo, la última de sus amigas reales que había querido quedarse con ella, levantó sus alitas y se fue volando. Sona vio, plenamente consciente, que la mariposa le había abandonada. Soltó un grito callado, apretó los ojos y así estuvo, durante largos minutos, hasta que creyó sentir una mano tocándole el brazo. No era Vily ni tampoco Dily, no era nadie; en la realidad de la chica mariposa, eran todas sus amigas a la vez.
Levantó su cabeza, poco a poco. Abrió los ojos, aunque lo que estuviera viendo no fuera real. Incluso, se atrevió a entreabrir los labios para sonreír sin importar que ningún bicho hiciera de las suyas. Sona estaba feliz. Alargó el brazo para acariciar un rostro que realmente no estaba allí.
-¿Has venido a rescatarme? Siempre fuiste mi mejor amiga- miró, fugazmente, ambos lados del callejón - ¡No puedes quedarte! A ti también te harán daño si te ven conmigo. Seguro que ya te han visto. Tienes que esconderte, fus fus. Vete bien lejos- cogió el aire como si estuviera abrazando a dos manos - pero llévame contigo. Conozco un lugar secreto donde nos podemos esconder las dos, lejos del campo de amapolas. No nos encontrarán- besó las no-manos.
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La casita parecía estar sacada del cuento infantil más tierno que pudiera existir en toda Aerandir. Las mesas y mesitas, sin ninguna muestra de polvo, estaban adornados con manteles de lino blanco, en los muebles había centenares de esculturas en miniatura, cada una representaba a un animal diferente, el suelo brillaba de lo limpio que estaba, las cortinas eran de un alegre color rosa y las paredes estaban recién pintadas, a juego con las cortinas. Era una casita del sueño, Sonagashira había trabajado mucho para que a la canija le gustase. El último detalle, el más encantador de todos, era una ramita de roble que coronaba el cabezal de la cama donde dormía Dily.
Sona se acercó a la cama, arropó a su amiga y le dio un beso para que despertase. No le gustaba haberla despertado, cuando dormía se le hinchaban los mofletes de una forma parecida a cuando se enfadaba, ¡era tan graciosa! Graciosa y perezosa, ¿qué era eso de pasarse el día durmiendo? Había muchas cosas qué hacer, muchísimas; no podía pasarse el día durmiendo.
-Despierta dormilona- le dio un golpecito en la nariz - ¡Despierta! Duermes más que una marmota-.
Dio un fuerte tirón a las sabanas para destaparla. Dily tenía una pierna que, a veces, parecía roja como un tomate y, otras, era morada como una berenjena. Se le había hinchado por la caída. ¿Rota? Tenía mal aspecto, muy malo; era posible que así lo fuera. Sonagashira sabía un poco de medicina; muy poquito, lo suficiente para saber que esa pierna mala había que cuidarla muy bien.
-Llevas días durmiendo y tengo que cambiarte las sábanas. Con lo pequeñita que eres, ¿cómo puedes hacer cacas tan grandes?- se tapó la nariz de una manera muy cómica - ¡Vamos cochinita, despierta!-
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* Iliaki: No sé hasta qué nivel has leído los temas de Sonagashira. Te hago un breve resumen: en “[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]”, justo después de “[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]”, Sonagashira fue vencida por Johannes. Esto hizo que la magia de la mariposa se desvaneciese y un millar de bichos trepasen por su cuerpecito y la acosasen. Éstos son, obviamente, los que actúan como señal para los hombres insectos (aparecen en el tema [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] protagonizado por Helyare). Este tema va entre medias entre el de Johannes y el Helyare. Sonagashira, de algún modo que todavía se desconoce (tendrás que averiguar en los futuros turnos), ha hecho que te duermas y te ha secuestrado. Una pierna tuya está gravemente (¿También ha sido Sona?). Todo este tema se basará en descubrir qué ha pasado e intentar salir de la casa. La referencia del tema es clara, es una pequeña alegoría al libro Misery.
En este primer turno, despiertas. Estás acostada en una cama muy cómoda. Sonagashira está recién lavado, libre de bichos. Tu objetivo es sencillo, interactúa con ella. Tendrás muchas preguntas que hacerle, es tu momento. De normal, suelo dejar que uséis mis npcs con total libertad. Déjame, en este tema, hacer una excepción. Puedes usar a Sona lo mínimo, eso no cambia. Sin embargo, si le preguntas algo “gordo”, déjame ser yo quien escriba la respuesta.
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Re: Eres mi amiga [Mastereado, Iliaki]
Permaneció inmóvil mirando el panorama. De nuevo, el mismo sueño desolador se presentaba en aquel descanso. Ella se encontraba de nuevo de pie sobre el espejo de agua que reflejaba a una difusa luna llena. Las mismas dos personas de siempre se juraban algo en palabras ininteligibles. Parecieron escuchar a aquella intrusa que los espiaba, y voltearon sus rostros hacia la elfina.
Dos pares de ojos huecos se clavaron encima de Iliaki. Una creciente angustia le hacía saber que algo iba mal, las mirada de aquellos atravesaba su propia alma. No sonaba ni el agua ni el viento en los árboles, solamente un pitido acompañado de ruido blanco que crecía a cada instante. Los ojos huecos parecían abalanzarse sobre ella.
Iliaki despertó sobresaltada. El pitido se había transformado en una punzada insoportable, y el dolor ahora era el encargado de que la ladronzuela se olvidara por completo de aquel mundo onírico tan extraño.
- ¡Duele, duele! - masculló apretando los dientes lo suficientemente fuerte como para que estos rechinasen. Tardó por varios minutos en hacerse estable aquel dolor, y cuando lo hubo hecho, la mentecilla de la chica comenzó a hacer lúcida la conciencia de la extrañeza de su condición.
Había dormido por quién sabe cuánto tiempo. No hace falta usar gafas ni catalejos para darse cuenta de mi enorme cara de boba al haberme dado cuenta de que no reconocía este lugar. Por lo menos, no es donde se supone que debiera haber despertado.
Mis ojos tardaron en acostumbrarse al brillo de las velas y a la luz exterior, y mis manos parecían despertar conmigo, pues la sensibilidad de ellas parecía ser como las de alguien que ha tomado una larga siesta por la tarde. Mi cabeza duele, y no fue sino hasta pasado otro tiempo que me he dado cuenta de que quien está frente a mí no es otra sino Sonagashira.
No puedo procesar nada ¡Los recuerdos se me escapan de la cabeza! ¿Dónde fue el último sitio en el que estuve? ¿Las mazmorras? No, me mudé de ahí hace algunas semanas. ¿A dónde? ¿A la Ratonera? ¿Y luego, qué? No puedo, se me va, se me va...
Sus ojos se movían difusos por todos los rincones de la habitación. El tirón de sábanas de la mariposa había logrado que Iliaki se pudiera despertar de su extraño sueño, pues los hilos habían logrado enredarse entre sus dedos para llevar el movimiento consigo. Sona se había dispuesto a limpiar a Iliaki, quien si apenas se inmutó cuando ella recogía lo que sea que estuviese en la cama.
La lucidez de la elfilla volvía gradualmente, sin embargo, el natural desperezamiento fue interrumpido por otro brusco movimiento que estalló todos sus sentidos en una sola y horrible sensación.
- ¡AAAAAAYYYYYYYYYYYYYY! - berreó la elfilla. El dolor palpitó fuertemente durante otros momentos más. Su respiración se tornó irregular y agitada, quedándose ella hecha casi un ovillo. Las punzadas la paralizaban, y fue necesaria toda su fortaleza para quedarse quieta y que aquello se desvaneciera de nuevo.
¿Qué ha pasado en mi pierna? ¡Un ladrón sin sus piernas es como un ave sin sus alas!
- ¿Sona? - dijo débilmente cuando se hubo calmado lo más que pudo - ¿Eres tú?
La mariposa sonrió gentilmente mientras echaba los desperdicios entre papeles y bolsas de tela.
- ¡Pues claro que lo soy, tontita! - le respondió mientras se acercaba para terminar plantándole un beso en la frente.
- Ugh ¿Eso... eso qué es? -preguntó señalando a la bolsa de tela que Sona llevaba en sus manos.
- ¡Es tu caca! ¡Fuchi! - volvió a decir con una cómica cara de asco.
- Claro que no, yo no pude haber hecho eso
- Por supuesto que sí, pero apuesto a que no quieres comprobarlo - dijo traviesa. Apoyó la bolsa sobre la pared y se sentó a un costado del camastro donde se encontraba Iliaki para luego peinarle el cabello con sus dedos.
Iliaki sonrió levemente, pero su sonrisa se desvaneció luego de unos instantes. Las cosas no encajaban a como se suponía que debían ser. Inspeccionó cada rincón de la habitación con su mirada, y luego, suspiró.
- ¿Todo bien, quieres comer algo? Tengo gusanos de goma, hojas, uvas, frambuesas... - comenzó a decir la mariposa contando con los dedos.
- ¿Dónde estamos? - la cortó de tajo. Iliaki miraba fijamente a la mariposa en busca de una respuesta. Sonagashira se levantó y volvió a tomar la basura.
- ¡En el mejor lugar que puedas imaginar! No debes preocuparte por eso.
- No, bueno, sí, pero... ¿Qué hago aquí? ¿Qué me ha pasado? - la mirada de la elfilla se clavaba cada vez más en los de la mariposa - Y sobre todo, ¿qué haces tú aquí?
Iliaki miró de nuevo hacia los pies del camastro. Observó detenidamente su pierna hinchada y luego bajó la mirada.
- Necesito avisar a los chicos.
Dos pares de ojos huecos se clavaron encima de Iliaki. Una creciente angustia le hacía saber que algo iba mal, las mirada de aquellos atravesaba su propia alma. No sonaba ni el agua ni el viento en los árboles, solamente un pitido acompañado de ruido blanco que crecía a cada instante. Los ojos huecos parecían abalanzarse sobre ella.
Iliaki despertó sobresaltada. El pitido se había transformado en una punzada insoportable, y el dolor ahora era el encargado de que la ladronzuela se olvidara por completo de aquel mundo onírico tan extraño.
- ¡Duele, duele! - masculló apretando los dientes lo suficientemente fuerte como para que estos rechinasen. Tardó por varios minutos en hacerse estable aquel dolor, y cuando lo hubo hecho, la mentecilla de la chica comenzó a hacer lúcida la conciencia de la extrañeza de su condición.
Había dormido por quién sabe cuánto tiempo. No hace falta usar gafas ni catalejos para darse cuenta de mi enorme cara de boba al haberme dado cuenta de que no reconocía este lugar. Por lo menos, no es donde se supone que debiera haber despertado.
Mis ojos tardaron en acostumbrarse al brillo de las velas y a la luz exterior, y mis manos parecían despertar conmigo, pues la sensibilidad de ellas parecía ser como las de alguien que ha tomado una larga siesta por la tarde. Mi cabeza duele, y no fue sino hasta pasado otro tiempo que me he dado cuenta de que quien está frente a mí no es otra sino Sonagashira.
No puedo procesar nada ¡Los recuerdos se me escapan de la cabeza! ¿Dónde fue el último sitio en el que estuve? ¿Las mazmorras? No, me mudé de ahí hace algunas semanas. ¿A dónde? ¿A la Ratonera? ¿Y luego, qué? No puedo, se me va, se me va...
Sus ojos se movían difusos por todos los rincones de la habitación. El tirón de sábanas de la mariposa había logrado que Iliaki se pudiera despertar de su extraño sueño, pues los hilos habían logrado enredarse entre sus dedos para llevar el movimiento consigo. Sona se había dispuesto a limpiar a Iliaki, quien si apenas se inmutó cuando ella recogía lo que sea que estuviese en la cama.
La lucidez de la elfilla volvía gradualmente, sin embargo, el natural desperezamiento fue interrumpido por otro brusco movimiento que estalló todos sus sentidos en una sola y horrible sensación.
- ¡AAAAAAYYYYYYYYYYYYYY! - berreó la elfilla. El dolor palpitó fuertemente durante otros momentos más. Su respiración se tornó irregular y agitada, quedándose ella hecha casi un ovillo. Las punzadas la paralizaban, y fue necesaria toda su fortaleza para quedarse quieta y que aquello se desvaneciera de nuevo.
¿Qué ha pasado en mi pierna? ¡Un ladrón sin sus piernas es como un ave sin sus alas!
- ¿Sona? - dijo débilmente cuando se hubo calmado lo más que pudo - ¿Eres tú?
La mariposa sonrió gentilmente mientras echaba los desperdicios entre papeles y bolsas de tela.
- ¡Pues claro que lo soy, tontita! - le respondió mientras se acercaba para terminar plantándole un beso en la frente.
- Ugh ¿Eso... eso qué es? -preguntó señalando a la bolsa de tela que Sona llevaba en sus manos.
- ¡Es tu caca! ¡Fuchi! - volvió a decir con una cómica cara de asco.
- Claro que no, yo no pude haber hecho eso
- Por supuesto que sí, pero apuesto a que no quieres comprobarlo - dijo traviesa. Apoyó la bolsa sobre la pared y se sentó a un costado del camastro donde se encontraba Iliaki para luego peinarle el cabello con sus dedos.
Iliaki sonrió levemente, pero su sonrisa se desvaneció luego de unos instantes. Las cosas no encajaban a como se suponía que debían ser. Inspeccionó cada rincón de la habitación con su mirada, y luego, suspiró.
- ¿Todo bien, quieres comer algo? Tengo gusanos de goma, hojas, uvas, frambuesas... - comenzó a decir la mariposa contando con los dedos.
- ¿Dónde estamos? - la cortó de tajo. Iliaki miraba fijamente a la mariposa en busca de una respuesta. Sonagashira se levantó y volvió a tomar la basura.
- ¡En el mejor lugar que puedas imaginar! No debes preocuparte por eso.
- No, bueno, sí, pero... ¿Qué hago aquí? ¿Qué me ha pasado? - la mirada de la elfilla se clavaba cada vez más en los de la mariposa - Y sobre todo, ¿qué haces tú aquí?
Iliaki miró de nuevo hacia los pies del camastro. Observó detenidamente su pierna hinchada y luego bajó la mirada.
- Necesito avisar a los chicos.
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Re: Eres mi amiga [Mastereado, Iliaki]
Dily se había despertado tan gruñona y mala como siempre. Era como si nunca hubiera pasado el tiempo, como el primer día en el que las dos se hicieron amigas. Aquello fue antes de los bichos, antes de tener que limpiarse cada dos horas, antes del hombre malo Joto y antes de que la familia de Sona encontrase a su hija fugada. Dily le recordaba aquellos días buenas. Con ella, mientras siguiera cuidándola, todos los días siguientes serían buenos. Las dos estarían a salvo, muy lejos de los bichos.
-Eres una tonta, ¿no ves que te estoy cuidando? Sin mí la gente mala te haría mucho daño. Más del que te hubiera hecho ese hombre feo y peludo. Ese que hacía uh uh uh- Imitó al gorila con el que se toparon en su última aventura - aquí estás a salvo, estás conmigo, con tu mejor amiga-.
La expresión de Sonagashira cambió de la alegría al susto con la última frase de Dily. No necesitaba avisar a nadie. Había preparado la casa con todo lo que Dily pudiera querer. Tenía la cocina llena de comida, jabón para limpiarla, agua limpia, libros para que leyera, dados para jugar las dos juntas y regalos… ¡Infinidad regalos! Pero aquello era una sorpresa de la cual no podía hablar hasta que no llegase el momento. La casita tenía todo lo que Dily necesitaba. Nada de chicos.
Estuvo a punto de contestar, decirle un par de cosas bien dichas para que se le quitasen las tontas ideas de la cabeza (nada de chicos); pero decidió no hacerlo. Se esforzó por volver a sonreír. Miró de hito en hito el cuerpecito de Dily; su pierna tenía un aspecto horrible. Dejó de acariciar su fino cabello para dar un pequeña masaje en la herida. A Sonagashira le preocupaba mucho su aspecto. ¿Si le apretaba le haría daño? Decidió no comprobarlo. Pasó las yemas de sus dedos muy despacio y con mucha suavidad por miedo a herirla más de lo que estaba.
-Fue sin querer Dily. Cuando te encontré, caíste en seguida al suelo. ¡Pum! Y te quedaste dormida. Fue muy difícil llevarte hasta aquí, te arrastré durante muuuucho tiempo- con la mano izquierda, le dio unos golpecitos en la barriga - y estás rellenita. Pensé en quitarte grasa con el cuchillo, lo probé con animales. Gritaron muchísimo; dormías tan bien que no quise hacerte gritar. Así que continúe arrastrando. Nada me paró, ni los hombres malos que preguntaron qué hacía jugando contigo ni las enormes rocas del camino. Los hombres pueden ser muy malos. ¿Lo sabías? Uno me dio un puñetazo y luego te levantó en brazos. Decía que te iba a llevar a los hombres malos con bata blanca. ¡Te intentó secuestrar! Fue él quien te hizo lo de la pierna. Pero yo fui más rápida, claro que sí. Ahora él no podrá hacer daño. Nadie te hará daño porque estás conmigo-.
Levantó la cabeza como si hubiera olvidado algo importante.
-Tengo una cosa para ti. Quería que la tuvieras justo cuando despertases así cuando abrieses los ojos… ¡Sorpresa! Eres mala incluso para chafarme las sorpresas- dijo riendo - ¡Ya lo tengo! Me voy a ir a buscar el regalo, mientras puedes fingir dormir de nuevo. No abras los ojos hasta que yo te lo diga- terminó dándole un beso en la punta de la nariz.
Salió de la habitación a toda prisa. Un detalle que no se olvidó: cerrar la habitación con llave. Era por la seguridad de Dily, ningún hombre malo ni bicho podría entrar a hacerle daño. Además, así también se aseguraba que Dily no saliera de la habitación y vieses las muchas sorpresas que había preparado para todos los días que iban a pasar juntas.
* Dily: Empiezan las crudas decisiones: deberás decidir si hacer caso a Sonagashira y fingir quedarte dormida hasta que ella regrese o intentar salir de ahí. Como objetivo secundario, debes describir la habitación en la que te encuentras, cuantos más detalles pongas, más “herramientas” tendremos en futuros turnos para enfrentarnos a Sonagashira
-Eres una tonta, ¿no ves que te estoy cuidando? Sin mí la gente mala te haría mucho daño. Más del que te hubiera hecho ese hombre feo y peludo. Ese que hacía uh uh uh- Imitó al gorila con el que se toparon en su última aventura - aquí estás a salvo, estás conmigo, con tu mejor amiga-.
La expresión de Sonagashira cambió de la alegría al susto con la última frase de Dily. No necesitaba avisar a nadie. Había preparado la casa con todo lo que Dily pudiera querer. Tenía la cocina llena de comida, jabón para limpiarla, agua limpia, libros para que leyera, dados para jugar las dos juntas y regalos… ¡Infinidad regalos! Pero aquello era una sorpresa de la cual no podía hablar hasta que no llegase el momento. La casita tenía todo lo que Dily necesitaba. Nada de chicos.
Estuvo a punto de contestar, decirle un par de cosas bien dichas para que se le quitasen las tontas ideas de la cabeza (nada de chicos); pero decidió no hacerlo. Se esforzó por volver a sonreír. Miró de hito en hito el cuerpecito de Dily; su pierna tenía un aspecto horrible. Dejó de acariciar su fino cabello para dar un pequeña masaje en la herida. A Sonagashira le preocupaba mucho su aspecto. ¿Si le apretaba le haría daño? Decidió no comprobarlo. Pasó las yemas de sus dedos muy despacio y con mucha suavidad por miedo a herirla más de lo que estaba.
-Fue sin querer Dily. Cuando te encontré, caíste en seguida al suelo. ¡Pum! Y te quedaste dormida. Fue muy difícil llevarte hasta aquí, te arrastré durante muuuucho tiempo- con la mano izquierda, le dio unos golpecitos en la barriga - y estás rellenita. Pensé en quitarte grasa con el cuchillo, lo probé con animales. Gritaron muchísimo; dormías tan bien que no quise hacerte gritar. Así que continúe arrastrando. Nada me paró, ni los hombres malos que preguntaron qué hacía jugando contigo ni las enormes rocas del camino. Los hombres pueden ser muy malos. ¿Lo sabías? Uno me dio un puñetazo y luego te levantó en brazos. Decía que te iba a llevar a los hombres malos con bata blanca. ¡Te intentó secuestrar! Fue él quien te hizo lo de la pierna. Pero yo fui más rápida, claro que sí. Ahora él no podrá hacer daño. Nadie te hará daño porque estás conmigo-.
Levantó la cabeza como si hubiera olvidado algo importante.
-Tengo una cosa para ti. Quería que la tuvieras justo cuando despertases así cuando abrieses los ojos… ¡Sorpresa! Eres mala incluso para chafarme las sorpresas- dijo riendo - ¡Ya lo tengo! Me voy a ir a buscar el regalo, mientras puedes fingir dormir de nuevo. No abras los ojos hasta que yo te lo diga- terminó dándole un beso en la punta de la nariz.
Salió de la habitación a toda prisa. Un detalle que no se olvidó: cerrar la habitación con llave. Era por la seguridad de Dily, ningún hombre malo ni bicho podría entrar a hacerle daño. Además, así también se aseguraba que Dily no saliera de la habitación y vieses las muchas sorpresas que había preparado para todos los días que iban a pasar juntas.
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* Dily: Empiezan las crudas decisiones: deberás decidir si hacer caso a Sonagashira y fingir quedarte dormida hasta que ella regrese o intentar salir de ahí. Como objetivo secundario, debes describir la habitación en la que te encuentras, cuantos más detalles pongas, más “herramientas” tendremos en futuros turnos para enfrentarnos a Sonagashira
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