Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
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Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
Feria de los Horrores [Horrorween]
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Hacía un año que se celebró el último espectáculo del Circo de los Horrores; Emily Shawn estaba aterrorizada, Shimphony Shappire, su alter ego, estaba emocionada. La payasa llevaba meses preparando la que sería su venganza personal contra los traumas del [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Contrató, con el dinero que ahorró y robó en este último año los mejores actores y bufones de Aerandir; a todos ellos, les disfrazó con las vestimentas y maquillaje que utilizaban los macabros payasos del Circo. En las afueras de Sacrestic Ville, hizo que montaran una innumerable hueste de carros y casetas para los payasos, cada cual con su propia atracción. El resultado final fue algo que se le parecía al Circo de los Horrores, pero que, al mismo tiempo, era algo muy diferente. En lugar de utilizar la muerte como un medio para gobernar las ciudades, la Feria de los Horrores se burlaba de la muerte y de toda clase de poder.
El ácido humor de Shappy, satírico y burlesco, se podía ver en todas las casetas de la feria. Desde la más típica en la que un payaso coronado como si fuera aquel que le llamaban el nuevo Rey de los humanos estaba sentado sobre una silla que parecía flotar sobre una bañera de agua a la cual se le había añadido una serie de especies para hacerla parecer de color verde como el moco; accionando una palanca, la silla, con el payaso encima, caería al agua. Hasta la más compleja en la que los payasos, disfrazados como si fueran muertos, arrastraban a los presentes con violencia y gritos, una total carencia de cuidado, para luego hacerles bailar sobre las tumbas de un falso cementerio. También había una casa de los espejos en el que se reflejaba podía ver su propio cadáver durante las diferentes etapas de podredumbre, un esqueleto de tres metros hecho de madera y telas que parecía abalanzarse a quien pasara por delante pero sin llegar a coger, una barraca donde se presentaba a un gallo que, por muchas veces que se le mataba, revivía y corría de nuevo (llegaron a cortarle la cabeza y el animal siguió moviéndose como si nada)….
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La Feria de los Horrores era una burla, un insulto, hacia la muerte y hacia todo lo que le representaba. Lápidas, tumbas, calaveras, muertos… no había respeto por nada. Así mismo lo anunciaba Shappy a pleno pulmón. La payasa vestía con sus mejores galas: un corsé negro y ajustado que dejaba ver más de lo que ningún hombre debería, pantalones de cuero exageradamente cortos, largas medias negras y una chistera. Caminaba por la feria como si fuera la única participante de un macabro desfile, para acompañar sus pasos movía un largo bastón de una mano a otra y gritaba como si cantase:
-¡Sean bienvenidos a la Feria de los Horrores, el lugar en el que nada es sagrado y nada queda por profanar! Vengan todos, grandes y adultos, jóvenes y viejos, vivos y muertos. Todos sois bienvenidos. Como me dijo mi padre antes de fallecer: ¡Vamos a pasarlo de muerte!-
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Para Celebrar, tanto la fiesta de Horrorween como el nacimiento de uno de mis npcs favoritos, se me ocurrió celebrar una Feria de los Horrores
Información:
* Libre partición. Todos los usuarios con más de 10 posts on rol pueden participar.
* La Feria de los Horrores empezará el 22 de octubre y finalizará el 30 del mismo mes.
* Hay muchas cosas que se pueden hacer en este Evento, como ya habéis visto, la temática puede dar mucho juego. El objetivo principal es disfrutar de la fiesta, deberéis entrar en la Feria de los Horrores y participar en varias atracciones. Aquel que se invente la atracción más original recibirá una bonificación extra.
* Estamos en Halloween (Horrorwyn), lo más divertido son los disfraces. El objetivo secundario será el de llevar a la Feria de los Horrores un disfraz original de acuerdo a la temática del Evento. El mejor disfraz (más original y más acorde con la temática) será recompensado con una bonificación extra.
* Aunque el objetivo se puede completar con un único post, si creéis que el ambiente de festividad y la ocasión puede veniros bien para generar una pequeña trama entre vosotros, está permitido postear más de una vez. Si lo hacéis así, sería divertido que lo hicieses generando pequeñas subtramas entre vosotros.
* Tenéis total libertad con los turnos. No tendréis que esperar a que otro usuario para postear. Aun así, os pido, que postéis con lógica.
*Para más información acerca de los temas de HorrorWyn, mirar [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
*Para más información acerca de Shimphony Shappire, mirar [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Recompensas:
* +3 ptos de experiencia
* 50 aeros
* Los vencedores de ambos concursos recibirán +2 ptos de experiencia y 50 aeros.
* Pequeño objeto recordatorio del evento.
* Aquellos que creen una pequeña trama dentro del tema serán recompensados con una grata sorpresa.
Sigel
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Re: Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
Había llegado esa época del año en que el ilombo llora su eleecoo. Se acercaba la noche del jetepié que juega el nganga sobre los huesos de los antiguos. Akanke lo sentía en su pecho, el cuerpo le vibraba por las noches con los lamentos de sus ancestros muertos, que claman por ser escuchados, por que los recuerden, para que les canten y les bailen. Sus muertos exigen los rituales que les iluminan el camino al más allá. Si no se les celebra su partida, ellos pierden la luz, el rumbo y vuelven sobre sus pasos -cada retroceso es un dolor- para penar a su descendencia causándoles enfermedades, desgracias y la mala suerte.
Akanke estaba lejos de su clan, no era una nganga ni sabía jugar al jetepié, y aunque supiera, tampoco tenía los huesos de sus antepasados cerca para bailarles. Pero ya quería que su mala suerte se fuera, tenía que alegrar a sus ancestros de alguna manera. Porque la muerte para los bij'hago era una celebración, un evento digno de las mejores galas, baile, canto, comida y alegría. Porque el morir es solamente volver a la creación, que el alma, el espíritu que pertenece a la naturaleza, deja ese cuerpo jeriondo y retorna a la madre. ¿Quién no se alegra por el amigo que parte hacia los brazos de la Primera Madre? A ese lugar tan bonito, abundante, donde no hay dolor, ni hambre, ni guerras.
Los bij'hago velan a sus muertos por tres días, con una gran fiesta. No se puede sentir tristeza, ni dolor, ni llorar, porque el alma del muerto sigue entre ellos, de hecho, la fiesta es para celebrar su partida. Entonces, como la persona sigue ahí, si ve a sus hijos y hermanos llorar, no se va a ir, se queda, y eso lo convierte en un alma negra de tristeza, que se pega a su familia por siempre, arrebatándoles la alegría.
Luego de la celebración, llevan a sus muertos al campo, al aire libre, lejos de donde esté asentado el clan, para que la tierra y los animales puedan alimentarse de su carne. Pasado el tiempo, vuelven por los huesos que quedan y los guardan en sacos de cáñamo, las que a su vez meten en elaboradas cajas de madera o adornados jarrones de barro, dependiendo de la cantidad de restos que la naturaleza les devuelva. Si bij'hago fue un buen guerrero, honesto, honroso, y amó a sus hermanos, quedarán poquitos huesos -la Primera Madre querrá tomar todo de él- y su camino será breve.
Para la celebración del jetepié, las familias sacan a sus muertos y los ponen al centro de la aldea, uno al lado del otro, formando una espiral. El nagnga comienza un ritual del jetepié, en el que con bailes, cantos y saltos entra en trance para llamar a las almas de los muertos, quienes regresan atraídas por el juego. Los demás están al rededor esperando, cada uno tiene que pensar en sus ancestros con alegría para que estos los puedan visitar.
Después del jetepié, cuando ya todas las almas regresaron, el nganga se queda al centro de la espiral, aún en trance, recitando un mantra, mientras los espíritus de los muertos vuelven con sus familias por ese día, para ponerse al día con las historias de los vivos, conocer a los recién nacidos y visitar los lugares que más les gustaban en vida en compañía de sus seres queridos.
Akanke no podría llamar a los ancestros, pero de todas formas, decidió ataviarse como un nganga. Escondió su preciado báculo junto con sus demás pertenencias y buscó por semanas la calavera de algún toro por todas las afueras de Sacrestic Ville. Cuando al fin encontró una, buscó cal; con la cal pintaría sobre su cuerpo las líneas de los huesos.
La noche que Emily Shawn abrió su Feria de los Horrores, Akanke llegó, atraída por la música y la cantidad de ngangas que habían, y parecía un espanto, pues con la luz, la cal brillaba contrastando con lo oscuro de su piel. Era un esqueleto que caminaba entre las atracciones, observando maravillada con sus brillantes ojos amarillos que se entreveían por las cuencas de la calavera.
Ella, siempre reacia a acercarse a la gente, esa noche no pudo evitar hacerlo. ¡Todos jugaban una especie de jetepié! Si pensaba con fuerza en sus antepasados, estos podrían encontrarla.
Akanke estaba lejos de su clan, no era una nganga ni sabía jugar al jetepié, y aunque supiera, tampoco tenía los huesos de sus antepasados cerca para bailarles. Pero ya quería que su mala suerte se fuera, tenía que alegrar a sus ancestros de alguna manera. Porque la muerte para los bij'hago era una celebración, un evento digno de las mejores galas, baile, canto, comida y alegría. Porque el morir es solamente volver a la creación, que el alma, el espíritu que pertenece a la naturaleza, deja ese cuerpo jeriondo y retorna a la madre. ¿Quién no se alegra por el amigo que parte hacia los brazos de la Primera Madre? A ese lugar tan bonito, abundante, donde no hay dolor, ni hambre, ni guerras.
Los bij'hago velan a sus muertos por tres días, con una gran fiesta. No se puede sentir tristeza, ni dolor, ni llorar, porque el alma del muerto sigue entre ellos, de hecho, la fiesta es para celebrar su partida. Entonces, como la persona sigue ahí, si ve a sus hijos y hermanos llorar, no se va a ir, se queda, y eso lo convierte en un alma negra de tristeza, que se pega a su familia por siempre, arrebatándoles la alegría.
Luego de la celebración, llevan a sus muertos al campo, al aire libre, lejos de donde esté asentado el clan, para que la tierra y los animales puedan alimentarse de su carne. Pasado el tiempo, vuelven por los huesos que quedan y los guardan en sacos de cáñamo, las que a su vez meten en elaboradas cajas de madera o adornados jarrones de barro, dependiendo de la cantidad de restos que la naturaleza les devuelva. Si bij'hago fue un buen guerrero, honesto, honroso, y amó a sus hermanos, quedarán poquitos huesos -la Primera Madre querrá tomar todo de él- y su camino será breve.
Para la celebración del jetepié, las familias sacan a sus muertos y los ponen al centro de la aldea, uno al lado del otro, formando una espiral. El nagnga comienza un ritual del jetepié, en el que con bailes, cantos y saltos entra en trance para llamar a las almas de los muertos, quienes regresan atraídas por el juego. Los demás están al rededor esperando, cada uno tiene que pensar en sus ancestros con alegría para que estos los puedan visitar.
Después del jetepié, cuando ya todas las almas regresaron, el nganga se queda al centro de la espiral, aún en trance, recitando un mantra, mientras los espíritus de los muertos vuelven con sus familias por ese día, para ponerse al día con las historias de los vivos, conocer a los recién nacidos y visitar los lugares que más les gustaban en vida en compañía de sus seres queridos.
Akanke no podría llamar a los ancestros, pero de todas formas, decidió ataviarse como un nganga. Escondió su preciado báculo junto con sus demás pertenencias y buscó por semanas la calavera de algún toro por todas las afueras de Sacrestic Ville. Cuando al fin encontró una, buscó cal; con la cal pintaría sobre su cuerpo las líneas de los huesos.
La noche que Emily Shawn abrió su Feria de los Horrores, Akanke llegó, atraída por la música y la cantidad de ngangas que habían, y parecía un espanto, pues con la luz, la cal brillaba contrastando con lo oscuro de su piel. Era un esqueleto que caminaba entre las atracciones, observando maravillada con sus brillantes ojos amarillos que se entreveían por las cuencas de la calavera.
Ella, siempre reacia a acercarse a la gente, esa noche no pudo evitar hacerlo. ¡Todos jugaban una especie de jetepié! Si pensaba con fuerza en sus antepasados, estos podrían encontrarla.
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Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
Una muñeca le devolvía la vista a otra muñeca, ambas teníamos una mirada sin vida, si tocabas nuestras muñecas no encontrarías pulso alguno, si sostenías nuestras manos las notarías frías como el hielo. Pero aunque a simple vista parecieran iguales, había entre nosotras una diferencia notoria: La más grande hablaba.
-El sentido de humor que tienen los orgánicos no deja de sorprenderme – Dije mientras retiraba la vista de la colección de muñecas que ofrecía el lugar - ¿Debo verme de esta manera?
-La Señorita dijo que deseaba conocer las costumbres de la Feria ¿No es cierto? – Me respondió la vendedora, una orgánica de la cual no lograba adivinar la raza, sus orejas eran puntiagudas, pero sus lóbulos estaban increíblemente estirados y llegaban incluso a tocarle los hombros. Debía tener una edad muy avanzada pues su piel estaba arrugada y su espalda torcida, sus manos huesudas parecían garras y su boca sin dientes sonreía divertida mientras me observaba – La tradición indica que tiene que ir uno disfrazado a ese tipo de fiestas.
-Lo comprendo, noble anciana – Dije mientras asentía con lentitud – Entonces debo agradecerle por haberme ayudado.
Salí de la curiosa tienda que había encontrado por casualidad en medio de la Feria de los horrores, mi piel ahora tenía una tonalidad azul pálido que me daba un aspecto como de un orgánico con muy mala salud, por todo mi cuerpo había cosido mi piel con hilo grueso y oscuro aprovechando mi falta de sensibilidad. Mis ropas eran ahora harapos mal agarrados, y mi pelo si bien seguía corto era ahora de un rojo furioso. No estaba segura qué se suponía que representaba, o si asustaría a alguien, pero si esta era la costumbre no podía oponerme a ello.
Había sido pura casualidad que lograra llegar precisamente en esa noche, mi andar sin rumbo fijo por las tierras de Aerandir tenía este tipo de consecuencias a veces. Era la primera vez que visitaba una feria, por lo que todo captaba mi interés, las personas disfrazadas de formas extrañas, los payasos que arrastraban gente por las calles, los malabaristas haciendo actos de fuego que terminaban incinerando a los distraídos.
Pero un juego en particular llamo mi atención, era un pequeño puesto que tenía pistolas de agua. Me acerqué con curiosidad y observé como jugaban otros participantes para entender cómo funcionaba.
-¡Pasen! ¡Pasen! ¡Damas y caballeros! ¡Demuestren su puntería y ganen un bonito premio! – Decía el encargado de la atracción, un sujeto muy alto y pálido como el papel, estaba peligrosamente bajo en peso, podía decirlo sin necesidad de mi escáner ya que los pómulos de sus mejillas eran claramente visibles. Sus ojos estaban hundidos y oscuros, por lo que suponía que tampoco debía dormir muy bien. Me sonrió ampliamente, mostrando sus encías negras – Adelante bella dama, pruebe suerte.
-No hay tal cosa como la suerte, es una cuestión de probabilidad – Le respondí mientras agarraba una de las armas. El objeto al que tenía que darle era la cabeza de un muerto, más exactamente dentro de su boca. Tenía nariz y orejas firmemente selladas y la idea era llenarla tanto de agua que obligara a empujar los ojos hacia afuera hasta que quedaran colgando.
Suponía que era algún tipo de tradición regional, y no quería llamar la atención al negarme a participar, así que apunté y dispare agua hasta que ambas cuencos oculares saltaron con un gracioso “¡Plop!”
-¡Tenemos una ganadora! – Dijo el poco saludable señor mientras me entregaba un muñeco como premio.
Me quedé mirando mi recompensa, no estaba muy segura qué haría con eso, quizás regalárselo a algún niño orgánico.
-El sentido de humor que tienen los orgánicos no deja de sorprenderme – Dije mientras retiraba la vista de la colección de muñecas que ofrecía el lugar - ¿Debo verme de esta manera?
-La Señorita dijo que deseaba conocer las costumbres de la Feria ¿No es cierto? – Me respondió la vendedora, una orgánica de la cual no lograba adivinar la raza, sus orejas eran puntiagudas, pero sus lóbulos estaban increíblemente estirados y llegaban incluso a tocarle los hombros. Debía tener una edad muy avanzada pues su piel estaba arrugada y su espalda torcida, sus manos huesudas parecían garras y su boca sin dientes sonreía divertida mientras me observaba – La tradición indica que tiene que ir uno disfrazado a ese tipo de fiestas.
-Lo comprendo, noble anciana – Dije mientras asentía con lentitud – Entonces debo agradecerle por haberme ayudado.
Salí de la curiosa tienda que había encontrado por casualidad en medio de la Feria de los horrores, mi piel ahora tenía una tonalidad azul pálido que me daba un aspecto como de un orgánico con muy mala salud, por todo mi cuerpo había cosido mi piel con hilo grueso y oscuro aprovechando mi falta de sensibilidad. Mis ropas eran ahora harapos mal agarrados, y mi pelo si bien seguía corto era ahora de un rojo furioso. No estaba segura qué se suponía que representaba, o si asustaría a alguien, pero si esta era la costumbre no podía oponerme a ello.
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Había sido pura casualidad que lograra llegar precisamente en esa noche, mi andar sin rumbo fijo por las tierras de Aerandir tenía este tipo de consecuencias a veces. Era la primera vez que visitaba una feria, por lo que todo captaba mi interés, las personas disfrazadas de formas extrañas, los payasos que arrastraban gente por las calles, los malabaristas haciendo actos de fuego que terminaban incinerando a los distraídos.
Pero un juego en particular llamo mi atención, era un pequeño puesto que tenía pistolas de agua. Me acerqué con curiosidad y observé como jugaban otros participantes para entender cómo funcionaba.
-¡Pasen! ¡Pasen! ¡Damas y caballeros! ¡Demuestren su puntería y ganen un bonito premio! – Decía el encargado de la atracción, un sujeto muy alto y pálido como el papel, estaba peligrosamente bajo en peso, podía decirlo sin necesidad de mi escáner ya que los pómulos de sus mejillas eran claramente visibles. Sus ojos estaban hundidos y oscuros, por lo que suponía que tampoco debía dormir muy bien. Me sonrió ampliamente, mostrando sus encías negras – Adelante bella dama, pruebe suerte.
-No hay tal cosa como la suerte, es una cuestión de probabilidad – Le respondí mientras agarraba una de las armas. El objeto al que tenía que darle era la cabeza de un muerto, más exactamente dentro de su boca. Tenía nariz y orejas firmemente selladas y la idea era llenarla tanto de agua que obligara a empujar los ojos hacia afuera hasta que quedaran colgando.
Suponía que era algún tipo de tradición regional, y no quería llamar la atención al negarme a participar, así que apunté y dispare agua hasta que ambas cuencos oculares saltaron con un gracioso “¡Plop!”
-¡Tenemos una ganadora! – Dijo el poco saludable señor mientras me entregaba un muñeco como premio.
Me quedé mirando mi recompensa, no estaba muy segura qué haría con eso, quizás regalárselo a algún niño orgánico.
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Re: Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
I - ¿Puedes escuchar sus campanas?
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⋐ Capitulo 4.5: El hombre de los mil y un rostros ⋑
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⋐ Capitulo 4.5: El hombre de los mil y un rostros ⋑
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[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] | amuflada entre la inmensidad de la feria, aquella pequeña carpa muy poca atención de los transeúntes lograba captar. Adornada por un diseño estrellado, sus colores gris y azulados |
Cuando los Corvine decidieron visitar la Feria de los Horrores, realmente no esperaban envueltos en semejante y poco deseada situación verse. Solo querían salir de su hogar en Roilkat, solo querían apartarse de sus memorias, solo querían olvidarse un momento de su hija mayor de la cual no tenían noticias desde hace meses. Pasaron cerca de aquella carpa, pero, igual que el resto de personas, decidieron abstenerse de entrar. No obstante, de pronto fueron llamados por una extraña melodía en su cabeza, fueron seducidos por un mágico campanear. Adentrándose en una vacía y pequeña carpa, pensaron que realmente no había nadie en su interior. Vaya sorpresa se llevaron, cuando el poco usual disfraz de Adanedhel les interceptó.
Esa aura misteriosa que el músico siempre llevaba, teñida con la rareza de su peculiar disfraz, venía esta vez acompañada con una espeluznante esencia. Entusiasta, el elfo insistió en que se quedaran, él realmente gozaba con su presencia. La pareja de brujos tomó asiento frente al hombre que solo con muecas exageradas se expresaba. Se sentían un tanto incómodos, ¿y como culparles? Adanedhel no emitía palabra mientras una mirada espeluznante les dedicaba. Corvine se hartó y decidió levantarse para marcharse junto a su esposa lo más lejos posible de ese lugar, pero entonces el elfo presuroso intervino finalmente. Pidió con sus dedos un segundo de tiempo, justo antes de empezar a buscar algo en aquella bolsa que contenía los secretos y misterios que guardaba en el fondo de su mente.
Los Corvine se vieron entre ellos extrañados, ¿que estaba a punto de pasar? Cuando el elfo alzó el rostro, una fina mascara cubría su mirar. Era difícil de percibir en aquel ambiente, pero pronto notaron que la mascara tenía un motivo. Plumas negras le adornaban, parecía tener una especie de pico, ¡era una mascara de cuervo, amigo! Ante los ojos de los Corvine, Bardo puso en la mesa dos objetos: un barco de madera y un libro de hechizos de Beltrexus. Abrió el libro y empezó a revisar un par de paginas, hasta que encontró, de algún modo u otro, dentro del encuadernado un bello fruto de múltiples colores. Ingirió el fruto múltiples veces, su gesto pasaba de increíble felicidad a desagrado total, de tener la lengua ardiendo a masticar rocas, ¡como si el fruto tuviera mil sabores! Repentinamente, Adanedhel usó el barco para robarse a si mismo el fruto, jugando con el barco como si este navegara en alta mar. Tomo con su mano la vela del centro, encendiendo una de las puntas del barco en llamas, brindándole al juego un espantoso final.
Finalizó la historia y Corvine levantó una ceja extrañado, cada segundo que pasaba en aquella carpa todo se volvía más y más raro. Decidió de una vez por todas marcharse junto a su esposa, pero una vez fuera del lugar; cuando este se giró para mirarla, Lylia estaba en un estado de pasmo. ¿Que le pasaba? Lagrimas empezaron a brotar de sus ojos. Ella no entendía la historia, pero provocaba su llanto de algún modo. Su marido intentó calmarla, pero él empezó a sentir una extraña sensación de repente. Los recuerdos de su hija perdida invadieron de forma brusca su mente. ¿Que significaba esto? ¿Por qué ahora lloraba sin consuelo por un torpe teatro para niños? Bardo sabía la respuesta, pues ese teatro era acerca de esa chica que desapareció sin previo aviso. ¿Como su historia llegó a sus oídos? No era algo que Adanedhel les fuera a revelar. Respetaba la decisión de la chica de desaparecer sin mirar atrás.
- Disfraz de Adanedhel:
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- Explicación:
- Bardo ha abierto su propia atracción en la Feria de los Horrores: ¡El hombre de los mil y un rostros! Todos visitan su atracción para "escuchar" una historia y tener una conversación, ¡encontrándose con una historia diferente en cada ocasión! Bardo narra y hace burla de las historias sobre los miles de guerreros que antaño caminaron por las tierras de Aerandir... pero cuyas almas, aparentemente, abandonaron este mundo hace un buen tiempo. No obstante, la historia que se narra no es sobre un guerrero al azar que ha salido de mi imaginación. Siguiendo la temática de Horroween, Bardo cuenta la historia de un usuario que ya no rolea con nosotros, pues ha abandonado el foro.
¡Es momento de recordar y prepararse para resolver acertijos! Pues con esta atracción se ha creado un pequeño juego para todos los usuarios del foro: ¡adivinar el usuario al cual Bardo interpreta en su historia! Toda la historia es un acertijo que los guiara a cierto usuario que ya no este. Si crees tener la respuesta al acertijo, ¡enviadme un mensaje privado! Cuando se resuelva el acertijo, revelare el nombre del ganador y liberare el siguiente acertijo, hasta finalizar el evento.
Tenzin Fang Leiden
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Re: Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
- ¿Estás seguro de que es así? - miré con cierta desconfianza a Tom que me estaba maquillando la cara con ciertos productos que habíamos comprado para aquella ocasión.
- ¡Que sí! - respondió con voz firme mientras me ultimaba algunos detalles en mi mejilla izquierda -He visto demasiados cadáveres de mi tiempo en la Guardia. Y desde pequeño siempre me ha gustado Samhain. -Tom miraba muy fijamente mi rostro, de la misma forma a la que lo hacía con una de las armaduras o armas que fabricaba cuando les daba una decoración con el cincel. - ¡Ya está! - gritó satisfecho soltando una carcajada al tiempo que inflaba el pecho.
Me acerqué a un espejo y pude comprobar el buen trabajo de Tom.
“Viendo cómo trabaja el metal, esto seguramente haya sido para él un paseo por el campo…” pensé mientras observaba con admiración las cicatrices artificiales que había creado el herrero.
- ¡Ahora sólo falta el atuendo de monje! - Tom sin duda estaba emocionado, y eso que no era el quien iba a ir a la feria, alguien tenía que quedarse cuidado el taller y según él a los jóvenes nos tocaba disfrutar de aquellos placeres de la vida.
Mientras Tom se iba en busca del disfraz pensé sobre aquello de “los placeres de la vida”. En verdad iba a un lugar repleto de vampiros, que eran por así decirlo el enemigo natural de mi raza.
“¿Será este un viaje de “placer?” tenía mis serias dudas.
Aun así, no podía decirle que no a aquel entusiasmado hombre, que parecía que con todo aquello había recuperado años. Tampoco podría echarme atrás ahora. Había quedado con Nuria en ir a aquella feria, por insistencia de Tom, y seguro que se tomaría muy a mal un plantón así, pues, aunque ella nunca dijera nada, sabía que aquel viaje le hacía bastante ilusión.
-¡Aquí está! - Tom apareció de repente subiendo la escalera cargando con una túnica de clérigo con bastantes manchas rojas, supuestamente sangre, y con una cruz clavada en el corazón. Era un disfraz bastante completo desde mi perspectiva de ahora, ya que antes no tenía ni idea de que era un clérigo cristiano.
-¿De verdad se visten así? - hice una mueca mirando el supuesto disfraz religioso.
-¡Mira que estás preguntón hoy! ¡Que si se visten así! - exclamó mientras intentaba ponerme el disfraz a la fuerza. -Bueno… al menos la gran mayoría…
Me intenté zafar del hombretón que no paraba de asediarme. Me eché a un lado para poner distancia entre él y yo.
-¡Vale! - me rendí finalmente a los deseos de Tom. -Pero llevaré la armadura debajo y mis espadas, no puedo olvidar el detalle que voy a entrar en territorio hostil. - Miré desafiante a Tom, si quería vestirme de todo aquello debería de acatar aquella regla.
Hubo un breve silencio en el cual casi se podía escuchar al cerebro del herrero pensar.
-¡Vale! La armadura te hará parecer algo más gordo y las armas no es algo habitual de esta gente. Entre eso y la cara de cadáver vas a ser un verdadero esperpento de clérigo. - Me miró con una cara triunfal mientras volvió a acercarse amenazante con aquel dichoso disfraz.
-¿Qué significa esperpento? - me quedé mirándolo perplejo. Todo había sucedido con demasiada facilidad y aquella palabra no me gustaba nada.
-¡Nada! ¡Tira a ponerte la armadura de una vez o llegarás tarde! - me pegó un grito que indicaba un “O lo haces ahora mismo o te mando a volar de un guantazo” y no podía olvidar que yo allí en realidad era un huésped, me debía en cierta parte a Tom, aparte de que él era mucho más mayor que yo.
Cuando por fin bajé las escaleras ya estaba totalmente equipado: llevaba mi armadura tapada con la tela de la túnica de clérigo, los complementos del disfraz como la cruz, las espadas ceñidas a la espalda y mi fiel capucha tapándome el pelo. Sólo me faltaba esperar a mi acompañante en aquel evento.
Para acudir a aquel lugar había contratado una diligencia con lo que me había sobrado de mis aventuras y con los pocos beneficios que había sacado con mi participación en la herrería. Cuando salí de la casa un hombre regordete ya esperaba en la puerta con un tétrico pero funcional carruaje. En verdad no la había contratado por la dinámica de la feria, sino que más bien porque era la más barata que había encontrado, sólo esperaba que aguantará lo suficiente para llevarnos y traernos de vuelta sin incidentes.
Mientras miraba el que iba a ser nuestro medio de transporte, escuché como la puerta del taller volvía abrirse. Al girarme pude ver a Nuria, aunque me costó identificarla. El maquillaje que había usado era magnifico, y además cuadraba perfectamente con su tez blanca, sin duda parecía de verdad una no muerta perfecta y… bella. Cuando bajó las escaleras dispuesta a irnos, me acerqué a ella para admirar los detalles del maquillaje.
-Estas preciosa Nuria. - se me escapó al tiempo que acariciaba lentamente los detalles del maquillaje en su mejilla derecha. Con apenas rozar su piel vinieron a mí los recuerdos de la residencia Abes. -Es-es-esto… ¿Nos vamos? - sentí como el rubor de mis mejillas seguramente harían desaparecer el maquillaje, me giré y abrí la puerta de la diligencia. “Soy idiota… ¿Cómo le digo que está preciosa vestida de cadáver?” me maldije a mí mismo. -Señorita.- le dediqué una sonrisa para intentar enmendar toda aquella metedura de pata. -Suba por favor.
Mientras transcurría nuestro viaje con el incesante y molesto traqueteo de aquel destartalado transporte, intenté ocultar la vergüenza que me producía el ir a solas en un carruaje con una chica. Salvo por la indumentaria y la destartalada diligencia, aquello se parecía mucho a uno de esos cuentos de hadas de príncipes y princesas y eso era algo vergonzoso. Sin duda era un momento tenso, y las palabras no me salían, así que opté por fijarme en el paisaje. Este aún me era conocido, eran los árboles que llevaba meses viendo, los arboles del reino del Este, verdes, frondosos y fuertes. Pasaron las horas en aquel silencio mientras la espesura del bosque se fue reduciendo. El paisaje cambio para darnos la vista del enorme lago Heimdal, cuya extensión era tan grande que no permitía a uno ver la otra orilla.
-Recuerdo…- entoné para interrumpir aquel silencio. - Que la primera vez que vi este lago pensé que estaba frente al mar. Y aún ahora lo sigo pensando. - miré ensoñado a aquella masa de agua - Es enorme y parece infinito.
Miré de nuevo a Nuria.
-Lo siento, son unas palabras muy infantiles. - esbocé una sonrisa algo avergonzado y me rasqué la cabeza. -Pero me produce una gran alegría volver a ver estas aguas. Aquella vez pensé que sería la última. No eran tiempos muy esperanzadores.
Volví a mirar al paisaje y me quedé en silencio atento a la respuesta de Nuria.
No tardamos mucho en cruzar el Tymer a través de uno de los puentes más cercanos al inicio del río que desaguaba el enorme lago. En ese momento el ambiente y aspecto del mundo cambió, todo se hizo más oscuro. Había una especie de neblina que dificultaba la visión de unos árboles bastante viejos y que prácticamente carecían de hojas. Muchos de los troncos de estos árboles eran de un blanco hueso algo perturbador.
-Vaya… en los reinos del Oeste viven intensamente el Samhain. - seguí examinando todo lo que las ventanas de nuestro tétrico transporte me mostraban, sin duda aquel carruaje ahora había entrado en un escenario que le venía a juego.
Sólo tuvimos que esperar unas horas más para llegar a Sacrestic Ville, a la Feria de los horrores. Nos había tocado comer algunas de nuestras provisiones durante el viaje, y ahora los rayos del atardecer ya eran débiles, pronto la noche entraría con fuerza, lo que me traería un intenso dolor de cabeza. Miré la feria desde fuera de las ventanas del carruaje. Se habían montado grandes carpas de oscuros colores que daban al sitio un ambiente bastante oscuro y tenebroso, diversos payasos cadáver y de todo tipo de vestimentas caminaban entre la gente realizando diversas actuaciones macabras y sacrílegas, como si bailaran encima de las tumbas de algunos difuntos. Parece que Tom había acertado de pleno con la dinámica de aquel evento. Yo también iba vestido burlándome en cierto sentido de alguna divinidad desconocida para mí, sólo esperaba que ésta no se tomará aquella broma a mal; la buena suerte no era algo que me sobrase.
Bajé de la diligencia y ofrecí mi brazo a Nuria para ayudarla, según Tom ese era mi deber por ser el acompañante de la joven. Cuando los dos estuvimos abajo el cochero se despidió de nosotros y dijo que volvería cuándo terminara el evento, tal y como habíamos acordado.
Me giré y miré la entrada a la feria, en verdad todo aquel ambiente daba algo de miedo, ¿pero aquel era el objetivo no? Así que íbamos a disfrutarlo plenamente. Suspiré y alargué mi brazo a Nuria con la pose típica para que ella se cogiera de él si así quería.
-Muy bien…. ¿Vamos, mi querida acompañante? - me giré y le sonreí impaciente por ver que nos aguardaba dentro de aquel recinto tétrico.
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Se me había olvidado poner el disfraz en si xD. Va sin la mano esa.
- ¡Que sí! - respondió con voz firme mientras me ultimaba algunos detalles en mi mejilla izquierda -He visto demasiados cadáveres de mi tiempo en la Guardia. Y desde pequeño siempre me ha gustado Samhain. -Tom miraba muy fijamente mi rostro, de la misma forma a la que lo hacía con una de las armaduras o armas que fabricaba cuando les daba una decoración con el cincel. - ¡Ya está! - gritó satisfecho soltando una carcajada al tiempo que inflaba el pecho.
Me acerqué a un espejo y pude comprobar el buen trabajo de Tom.
“Viendo cómo trabaja el metal, esto seguramente haya sido para él un paseo por el campo…” pensé mientras observaba con admiración las cicatrices artificiales que había creado el herrero.
- ¡Ahora sólo falta el atuendo de monje! - Tom sin duda estaba emocionado, y eso que no era el quien iba a ir a la feria, alguien tenía que quedarse cuidado el taller y según él a los jóvenes nos tocaba disfrutar de aquellos placeres de la vida.
Mientras Tom se iba en busca del disfraz pensé sobre aquello de “los placeres de la vida”. En verdad iba a un lugar repleto de vampiros, que eran por así decirlo el enemigo natural de mi raza.
“¿Será este un viaje de “placer?” tenía mis serias dudas.
Aun así, no podía decirle que no a aquel entusiasmado hombre, que parecía que con todo aquello había recuperado años. Tampoco podría echarme atrás ahora. Había quedado con Nuria en ir a aquella feria, por insistencia de Tom, y seguro que se tomaría muy a mal un plantón así, pues, aunque ella nunca dijera nada, sabía que aquel viaje le hacía bastante ilusión.
-¡Aquí está! - Tom apareció de repente subiendo la escalera cargando con una túnica de clérigo con bastantes manchas rojas, supuestamente sangre, y con una cruz clavada en el corazón. Era un disfraz bastante completo desde mi perspectiva de ahora, ya que antes no tenía ni idea de que era un clérigo cristiano.
-¿De verdad se visten así? - hice una mueca mirando el supuesto disfraz religioso.
-¡Mira que estás preguntón hoy! ¡Que si se visten así! - exclamó mientras intentaba ponerme el disfraz a la fuerza. -Bueno… al menos la gran mayoría…
Me intenté zafar del hombretón que no paraba de asediarme. Me eché a un lado para poner distancia entre él y yo.
-¡Vale! - me rendí finalmente a los deseos de Tom. -Pero llevaré la armadura debajo y mis espadas, no puedo olvidar el detalle que voy a entrar en territorio hostil. - Miré desafiante a Tom, si quería vestirme de todo aquello debería de acatar aquella regla.
Hubo un breve silencio en el cual casi se podía escuchar al cerebro del herrero pensar.
-¡Vale! La armadura te hará parecer algo más gordo y las armas no es algo habitual de esta gente. Entre eso y la cara de cadáver vas a ser un verdadero esperpento de clérigo. - Me miró con una cara triunfal mientras volvió a acercarse amenazante con aquel dichoso disfraz.
-¿Qué significa esperpento? - me quedé mirándolo perplejo. Todo había sucedido con demasiada facilidad y aquella palabra no me gustaba nada.
-¡Nada! ¡Tira a ponerte la armadura de una vez o llegarás tarde! - me pegó un grito que indicaba un “O lo haces ahora mismo o te mando a volar de un guantazo” y no podía olvidar que yo allí en realidad era un huésped, me debía en cierta parte a Tom, aparte de que él era mucho más mayor que yo.
* * *
Cuando por fin bajé las escaleras ya estaba totalmente equipado: llevaba mi armadura tapada con la tela de la túnica de clérigo, los complementos del disfraz como la cruz, las espadas ceñidas a la espalda y mi fiel capucha tapándome el pelo. Sólo me faltaba esperar a mi acompañante en aquel evento.
Para acudir a aquel lugar había contratado una diligencia con lo que me había sobrado de mis aventuras y con los pocos beneficios que había sacado con mi participación en la herrería. Cuando salí de la casa un hombre regordete ya esperaba en la puerta con un tétrico pero funcional carruaje. En verdad no la había contratado por la dinámica de la feria, sino que más bien porque era la más barata que había encontrado, sólo esperaba que aguantará lo suficiente para llevarnos y traernos de vuelta sin incidentes.
Mientras miraba el que iba a ser nuestro medio de transporte, escuché como la puerta del taller volvía abrirse. Al girarme pude ver a Nuria, aunque me costó identificarla. El maquillaje que había usado era magnifico, y además cuadraba perfectamente con su tez blanca, sin duda parecía de verdad una no muerta perfecta y… bella. Cuando bajó las escaleras dispuesta a irnos, me acerqué a ella para admirar los detalles del maquillaje.
-Estas preciosa Nuria. - se me escapó al tiempo que acariciaba lentamente los detalles del maquillaje en su mejilla derecha. Con apenas rozar su piel vinieron a mí los recuerdos de la residencia Abes. -Es-es-esto… ¿Nos vamos? - sentí como el rubor de mis mejillas seguramente harían desaparecer el maquillaje, me giré y abrí la puerta de la diligencia. “Soy idiota… ¿Cómo le digo que está preciosa vestida de cadáver?” me maldije a mí mismo. -Señorita.- le dediqué una sonrisa para intentar enmendar toda aquella metedura de pata. -Suba por favor.
* * *
Mientras transcurría nuestro viaje con el incesante y molesto traqueteo de aquel destartalado transporte, intenté ocultar la vergüenza que me producía el ir a solas en un carruaje con una chica. Salvo por la indumentaria y la destartalada diligencia, aquello se parecía mucho a uno de esos cuentos de hadas de príncipes y princesas y eso era algo vergonzoso. Sin duda era un momento tenso, y las palabras no me salían, así que opté por fijarme en el paisaje. Este aún me era conocido, eran los árboles que llevaba meses viendo, los arboles del reino del Este, verdes, frondosos y fuertes. Pasaron las horas en aquel silencio mientras la espesura del bosque se fue reduciendo. El paisaje cambio para darnos la vista del enorme lago Heimdal, cuya extensión era tan grande que no permitía a uno ver la otra orilla.
-Recuerdo…- entoné para interrumpir aquel silencio. - Que la primera vez que vi este lago pensé que estaba frente al mar. Y aún ahora lo sigo pensando. - miré ensoñado a aquella masa de agua - Es enorme y parece infinito.
Miré de nuevo a Nuria.
-Lo siento, son unas palabras muy infantiles. - esbocé una sonrisa algo avergonzado y me rasqué la cabeza. -Pero me produce una gran alegría volver a ver estas aguas. Aquella vez pensé que sería la última. No eran tiempos muy esperanzadores.
Volví a mirar al paisaje y me quedé en silencio atento a la respuesta de Nuria.
No tardamos mucho en cruzar el Tymer a través de uno de los puentes más cercanos al inicio del río que desaguaba el enorme lago. En ese momento el ambiente y aspecto del mundo cambió, todo se hizo más oscuro. Había una especie de neblina que dificultaba la visión de unos árboles bastante viejos y que prácticamente carecían de hojas. Muchos de los troncos de estos árboles eran de un blanco hueso algo perturbador.
-Vaya… en los reinos del Oeste viven intensamente el Samhain. - seguí examinando todo lo que las ventanas de nuestro tétrico transporte me mostraban, sin duda aquel carruaje ahora había entrado en un escenario que le venía a juego.
Sólo tuvimos que esperar unas horas más para llegar a Sacrestic Ville, a la Feria de los horrores. Nos había tocado comer algunas de nuestras provisiones durante el viaje, y ahora los rayos del atardecer ya eran débiles, pronto la noche entraría con fuerza, lo que me traería un intenso dolor de cabeza. Miré la feria desde fuera de las ventanas del carruaje. Se habían montado grandes carpas de oscuros colores que daban al sitio un ambiente bastante oscuro y tenebroso, diversos payasos cadáver y de todo tipo de vestimentas caminaban entre la gente realizando diversas actuaciones macabras y sacrílegas, como si bailaran encima de las tumbas de algunos difuntos. Parece que Tom había acertado de pleno con la dinámica de aquel evento. Yo también iba vestido burlándome en cierto sentido de alguna divinidad desconocida para mí, sólo esperaba que ésta no se tomará aquella broma a mal; la buena suerte no era algo que me sobrase.
Bajé de la diligencia y ofrecí mi brazo a Nuria para ayudarla, según Tom ese era mi deber por ser el acompañante de la joven. Cuando los dos estuvimos abajo el cochero se despidió de nosotros y dijo que volvería cuándo terminara el evento, tal y como habíamos acordado.
Me giré y miré la entrada a la feria, en verdad todo aquel ambiente daba algo de miedo, ¿pero aquel era el objetivo no? Así que íbamos a disfrutarlo plenamente. Suspiré y alargué mi brazo a Nuria con la pose típica para que ella se cogiera de él si así quería.
-Muy bien…. ¿Vamos, mi querida acompañante? - me giré y le sonreí impaciente por ver que nos aguardaba dentro de aquel recinto tétrico.
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Se me había olvidado poner el disfraz en si xD. Va sin la mano esa.
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Re: Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
Era medio día cuando por fin mi hermano acepto llevarme a esa feria de Horrores o algo así había escuchado, lo que si sabia era que iríamos ahora lo difícil seria hacer que mi hermano se disfrazara lo cual aunque se lo rogara por dias jamas pasaría asi que simplemente me dedique a disfrazarme yo, con ayuda de una joven que trabajaba en la posada en la que nos estábamos quedando, era una joven muy simpática y buena, entre las dos habíamos cocido la tunica negra y la mascara que me pondría. - Gracias por ayudarme con esto señorita - dije mientras terminaba de pintar la mascara. - Solo te devuelvo el favor, recuerda que me ayudaste a limpiar - dijo la muchacha mientras terminaba de cocer la tunica. Cuando termine de pintar la mascara la puse a secar en una mesa que estaba cerca de una ventana por la cual entraba el sol de medio día, de seguro ya para la tarde estaría lista, luego me fui a volver a ayudar a la muchacha ya que aunque extraño que fuera me aburría mucho sin hacer nada y lo mejor que sabia hacer eran los quehaceres. Ya en la tarde fui a ver si ya la mascara estaba lista asi que la había tomado para luego ir a la habitación donde mi hermano y yo nos quedábamos para empezar a cambiarme y pintarme las manos para que parecieran huesos, luego de un par de minutos ya estaba lista y baje para encontrarme con mi hermano en la sala asi que me acerque a el por la espalda para tratar de asustarle. - Buu - pronuncie en el tono mas espeluznante que podía hacer. Aunque lo único que conseguí fue una mirada confusa de mi hermano - ¿De que te disfrazaste? - pregunto mientras se levantaba de la silla. - De la parca ¿Verdad que es genial? - dije subiéndome la mascara para sonreírle para caminar hacia la puerta. Mi hermano me siguió y salimos juntos hacia la Feria de los Horrores que no estaba tan lejos de donde nos encontrábamos nosotros.
Cuando llegamos a la feria había gente disfrazada de cualquier cosa jugando o entretenidos en las atracciones destinadas a robarles el dinero, yo baje mi mascara y tome la mano de mi hermano y lo empece a jalar para caminar mas rápido, me sentía como una niña pequeña. - Oye calmate, se que estas emocionada pero bajale dos rayitas a la intensidad - dijo mi hermano mientras hacia que caminara mas lento. - De acuerdo le bajare dos rayitas... Oye mira eso - dije señalando una carpa. Los dos nos acercamos a la carpa color vino que tenia un cartel que decía"Laberinto de Espejos" y luego seme ocurrió una gran idea - Atrápame si puedes - dije antes de salir corriendo al interior de la carpa donde me encontré un gran laberinto y empece a caminar por uno de los tantos pasillos. - Cryztal espera - dijo mi hermano para luego empezar a perseguirme por el laberinto.
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Cuando llegamos a la feria había gente disfrazada de cualquier cosa jugando o entretenidos en las atracciones destinadas a robarles el dinero, yo baje mi mascara y tome la mano de mi hermano y lo empece a jalar para caminar mas rápido, me sentía como una niña pequeña. - Oye calmate, se que estas emocionada pero bajale dos rayitas a la intensidad - dijo mi hermano mientras hacia que caminara mas lento. - De acuerdo le bajare dos rayitas... Oye mira eso - dije señalando una carpa. Los dos nos acercamos a la carpa color vino que tenia un cartel que decía"Laberinto de Espejos" y luego seme ocurrió una gran idea - Atrápame si puedes - dije antes de salir corriendo al interior de la carpa donde me encontré un gran laberinto y empece a caminar por uno de los tantos pasillos. - Cryztal espera - dijo mi hermano para luego empezar a perseguirme por el laberinto.
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Re: Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
Previo a la Feria de los Horrores
Tom era inmenso en comparación a Nuria. Cuando ella le vio por primera vez imaginó que debía de ser el rey de los licántropos. Tiempo después supo que era, al igual que ella, un humano. Conoció parte de su historia y se sintió como su hija adoptiva. A la criada le gustaba estar alrededor de Tom, era como si perteneciese allí. Cuando Ircan salía a cazar o no requería de los servicios de la humana, ella se iba con el herrero para hacerle compañía y escuchar sus historias. Días antes de que comenzaran las celebraciones del Samhain, él le había insinuado a la chica que debería salir un poco más, divertirse. Con cada día que pasaba, había un nuevo comentario, hasta que, finalmente Ircan la invitó a las celebraciones del Horrorween en Sacrestic Ville. Las buenas nuevas tomaron desprevenida a la criada quién pensó instantáneamente en vampiros. Eran sus peores enemigos, los enemigos de su padre muerto, los enemigos de su madre viuda, de su hermano mayor… Pero la curiosidad por conocer esas festividades, la emoción de estar sola con Ircan y la ilusión de una chica de dieciséis la convencieron de ir contra su racionalidad para “divertirse investigando”.
Escaleras arriba los hombres de la casa parecían bastante ilusionados. Nuria también lo estaba, pero su forma de demostrar su efusividad era diferente a la del resto de las personas que conocía. Estaba en su pequeña habitación, parada frente a un espejo dándole los últimos retoques a su maquillaje cuando escuchó unos suaves toques en su puerta. - La muerta resucitada más tierna. Ircan y tú harán una extraordinaria pareja- La criada sonrió, eran raras las ocasiones en las que lo hacía, pero generalmente se repetían frente al hombre de edad. -En realidad no soy…- comenzó a enmendar el mal entendido del hombre, ella no era una muerta caminante, sino una muñeca rota. Su vestido era como el de una muñeca. Nuria supuso que los hombres no entendían de arte y moda. Se encogió de hombros viendo como Tom se iba escaleras arriba apresurado, con un traje entre sus brazos. “Debe de ser el disfraz de Ircan” pensó, restándole importancia al asunto. La joven volvió a su trabajo, los últimos detalles siempre tomaban la mayor parte del tiempo.
Al salir de la casa abrazó la mitad de la cadera de Tom en señal de despedida y observó a Ircan con detenimiento. Por un momento casi no pudo reconocer la silueta de su joven empleador; las gráciles figuras de su cuerpo se habían vuelto rígidas y gordas, el color sonrosado de su piel era una amalgama de tintes que daban ganas de vomitar, pero lo peor era su atuendo. “Ay mi Dios. No le fulmines con un rayo. Sólo será por esta ocasión” pensó, levantando la vista al cielo. La caricia del hombre la devolvió a la realidad que la golpeó con toda la intensidad de la vida. La criada se sonrojó, no estaba acostumbrada a esas muestras de afecto y por ello se apresuró a asentir a las palabras de su acompañante quién por ese día se comportaba como si fuese su pareja. “Tom… probablemente es cosa suya” se dijo la criada, desestimando la actitud de su jefe como una obligación impuesta.
El transporte resultó mejor por dentro que por fuera. Aunque Nuria había viajado en medios más cómodos que ese, no era malo. El tener que sostenerse con fuerza del asiento hacía que sus pensamientos no divagaran hacia ideas no seguras, como en Ircan. ¿Él también habría pensado que era una muerta caminante? “Mejor no preguntar…” Entonces él le hizo algo de conversación. Nuria, que no era muy apreciativa con los paisajes miró algo confundida a su compañero. -Hm umm… es mi primera vez y comenzaba a pensar lo mismo.- Fue una mentira piadosa, para no dejar que la conversación acabase allí, por las dudas dio un vistazo hacia el exterior, por si él luego le preguntaba algo más, por suerte no lo hizo -… cuando… eso ¿fue cuando la enfermedad…? Nunca me contaste como te curaste?- Porque Ircan era su actual empleador, Nuria se sentía incómoda tuteándole, pero ellos no aceptarían el trato de “usted”.
En la Feria de los Horrores
Durante el resto del camino Nuria sentía que la bilis le subía a la garganta, comenzaba a arrepentirse de haber aceptado la propuesta. Fue un alivio llegar finalmente al lugar de la celebración. Desde la puerta asomó primero la cabeza y se quedó unos momentos maravillada, pero en seguida llegó el mal sabor de boca: ya habían más muñecas rotas. Tomó el brazo de Ircan apretando sus labios y mirando fijamente al frente. -Es una celebración… única- luchó por escoger la palabra adecuada. Acostumbrada como estaba al parroquianismo de las casas en las que había trabajado hasta el momento, sentía que cada paso que daba la condenaba un poco más al pecado y al infierno. Pero esa condena era todo lo que a ella le gustaba en ese momento. Luego se preocuparía por el castigo eterno de su alma, el arrepentimiento y ese tipo de cosas…
Caminando entre las personas vio lo que parecía una calavera andante que se dirigía a ellos. Se asió fuertemente del brazo de Ircan y cerró los ojos, tal vez si no veía hacia las cuencas vacías de los ojos de ese ser gigante no repararía en ella. -Tengo un mal presentimiento…- murmuró abriendo un ojo y luego el otro. Entonces vio un pequeño puesto que vendía maquillajes y accesorios tétricos y jaló a su compañero para que la llevase allí. -Con esto ya no seré una muñeca rota cualquiera, sino una muñeca rota semi muerta- le dijo alegremente a Ircan, colocándose la flecha en el cuello como si la hubiese atravesado. -¿Me veo muerta?- preguntó, sintiendo que esa flecha y la sangre falsa la hacían pertenecer al ambiente y que eso le ayudaría a mezclarse entre la multitud.
Con una nueva luz de la feria, la criada se separó de Ircan y comenzó a corretear por todos lados, se cruzó con una pareja de piernas, que en realidad eran dos personas en sus respectivos disfraces. Pensó que no debería de ser el disfraz más cómodo, ya que tenían que saltar de un lado a otro como conejos sin brazos, sin contar con la sincronía de movimientos “Han de ser pareja o hermanos, sino no me lo explico” pensó con su habitual expresión de concentración. Sonrió y volvió la cabeza buscando a su compañero, cuando lo hizo, se encontró cara a cara con otra muñeca, pero esa hacía que la piel se le enchinara. Nuria le hizo una cara fea y corrió a una carpa porque creyó ver a su compañero entrar allí, pero se llevó una sorpresa al darse cuenta que no era Ircan, sino un desconocido con quién se había metido. Las personas que estaban dentro de esa atracción estaban atentas a la historia que un hombre perturbador ponía en escena. Algunas personas se ponían tristes, otras aplaudían; Nuria solamente puso la cabeza de lado. Nunca había sido muy dada con cosas relacionadas al arte o la comunicación y no había entendido ni pio de lo que pasaba allí. Negó con la cabeza en lo que escuchaba a personas susurrar un nombre, no se quedó para escuchar el resto.
- Piernas y muñeca:
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Fuera, había una payasa muy bien atribuida que decía a voz de grito que “nada quedaba por profanar” e ¡invitaba a los muertos! ¡a los muertos! Nuria se hizo la señal de la cruz, nunca había sido totalmente devota a su religión, pero el temor a lo divino le hizo estremecerse. Llamó varias veces a voz de grito a su acompañante. Nunca hubiese sospechado que podrían separarse y perderse el uno al otro -¡Ircan! Ircan…- la cantidad de payasos que habían en los alrededores comenzaban a ponerla nerviosa. Uno la tomó de un brazo arrastrándola hasta un cementerio, obligándola a bailar con latigazos cerca de sus pies - Juarg jugar jugar así así, muévelo nena. Más maaaassss juaaaaaaarrgggg- Para entonces Nuria había comenzado a llorar, haciendo que el maquillaje alrededor de sus ojos se corriese.
El ojo del Futuro
-Ja ja rió Nuria sin gracia, la broma había llegado a su mente, pero no a sus ojos. Sus labios estaban en una línea firme y blanca. Entre sus manos un vaso de agua de color rojo. Apreciaba el gesto, pero… en ese momento lo último que quería era imaginar que bebía sangre.
-El Ojo del Futuro no parece tan tétrico…- sugirió, señalando con el dedo una carpa redonda -¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Ver cómo mi vida se vuelve tan aburrida que quiera matarme?-. Sin duda no debió haber sido tan irónica. Recordó cada una de sus palabras cuando estaba dentro de la atracción, arrepintiéndose de ellas como si cada una de ellas sumara al peso con el que ahora cargaba.
El ojo del Futuro no era tan tétrico… Al comienzo. Nuria traspasó la puerta para darse cuenta de la escasa iluminación. Todo era gris allí dentro. El espacio parecía un túnel, tras de ella la puerta, a su izquierda una pared que simulaba ser piedra, delante la continuación del túnel y a la derecha una habitación de no más de dos por dos. Sus paredes blancas y delante un espejo donde ella se reflejaba.
En una de las paredes vio un juego de sombras, alguien, desde un doble fondo de la pared opuesta usaba sus manos frente a una vela para representar un conejo, caminaba, corría, crecía y luego aparecían más conejitos. “Esto sí es una buena atracción” pensó Nuria, relajándose en el umbral de la puerta. Su imagen hizo lo mismo.
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Pero luego, la imagen de Nuria, sacaba un cuchillo de su manga y mataba a la sombra del conejo del otro lado del espejo. La criada miró desconcertada y dio un paso atrás, era perturbador verse a sí misma siendo tan cruel gratuitamente. Negó con la cabeza y caminó hasta la siguiente habitación del túnel. Todo era muy similar, el juego de sombras, su imagen… pero esta vez, tras ella aparecía una pequeña niña de “cabellos rubios y sedoso, su rostro estaba repleto de adorables pecas y sus finos labios eran de color rojo sin necesidad de utilizar ninguna clase de pintura”. Nuria la observaba en su reflejo y le saludó con la mano. Ambas se sonrieron. Pero la Nuria del espejo sacó un hacha y se la enterró profundo en el cráneo a la chiquilla, quién la miró como si la hubiese traicionado.
- Calma calma, todo esto es loco, no soy yo. Es la situación. Calma
La tercer habitación, la misma situación que la anterior. Esta vez Nuria se volvió para advertir a la niña, pero la rubia tenía entre sus manos unas tijeras que intentó clavarle en el pecho. La criada miró su reflejo y observó atónita como la tierna pecosita la mataba cruelmente mientras reía a carcajadas a la luz de la vela. Su rostro cubierto en sangre se había desfigurado y se veía como la cara de uno de esos payasos de fuera. Nuria gritó y salió corriendo, dándose cuenta en medio de la carrera que ella estaba bien, sólo su reflejo había sido herido.
Nueva habitación, la misma historia. Esta vez no esperó a que apareciera la infanta. Se sacó una de sus botas y partió el cristal. Respiró aliviada cuando por diez latidos no apareció nadie en su reflejo. Nadie excepto ella misma. Su yo reflejado sacó un trozo de cristal y pareció atravesar la superficie pulida, acercándose lentamente a ella. La tomó del cuello de su vestido. En ese momento entró la conocida figura de pelo suave y sedoso. Tomó una vela y le prendió fuego a la Nuria que quería matar a la de este lado de la realidad. La niña giró su cabeza lentamente, de un modo antinatural… como si fuese una lechuza y sonrió, mostrando dientes tentados por la sangre. La criada volvió a correr.
Quiso evitar la siguiente habitación, pero no resistió la tentación ¿qué tal si no miraba y se perdía de algo realmente importante?. Se detuvo, con el corazón en la boca y casi sin aliento. Instintivamente se volvió hacia la jovencita cuando percibió su presencia e intentó estrangularla, pero cuanto más apretaba, menos aire ella misma podía respirar y los ojos de la niña se volvían más intensos, como si disfrutara. Casi sin aire, Nuria miró el reflejo. En él los papeles estaban invertidos y la niña ahorcaba a la joven. Cuando la Nuria del otro lado perdió el conocimiento, la de este lado salió corriendo a la que parecía el último de los cuartos. No permitiría que nada la atemorizara más. “Resiste. Una más” se dijo, cerrando los puños, pero todas las experiencias de muerte con el conejo de testigo jugaron con su mente. Esta vez intentó algo nuevo: ahorcar a la Nuria de este lado de la habitación. Puso sus manos alrededor de su propio cuello y presionó con fuerza.
En ese mismo instante, la habitación se iluminó por completo y la voz de la niña sonó como un eco ¿Qué se siente presenciar tu propia muerte?
- Disfraz Nuria:
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Nuria
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Re: Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
Hace muchos días que dejé a Sarez a atrás, lo hice por su bien. No quería que se infectase por mi culpa, me odiaría si su piel se tornase verde como la mía. Me lo repito, mentalmente, a cada hora que pasa. ¡Lo hice por él, fue algo bueno! Entonces, ¿por qué me siento tan culpable? En todos estos días, no he podido dormir del tirón ni una sola vez por culpa de los remordimientos; es horrible. Doy vueltas en la cama, si es que a un montón de hojarasca se le puede llamar cama, cambiando de postura para poder dormir. Cuando al final parece que lo congio, llegan las pesadillas. En ellas, veo a un Sarez más alto y esbelto de lo que es en realidad. No tiene la cicatriz que le corta el ojo izquierdo por la mitad. Está saltando por los árboles, junto con otros elfos igual que él. Todos son hermosos, pero Sarez resalta como lo haría un lobo en una camada de perros. También aparezco yo, estoy apartada bajo la copa de un árbol. Tengo la horrible piel verde que me ha dejado la infección del Doctor Peste. Los elfos y Sarez fingen no estar viéndome; me ignoran y se van saltando por las ramas. En definitiva, hacen lo que yo hice a Sarez el día que nos despedimos. Y sigo diciendo que lo hice por él, que fue para protegerme. ¡Mentira! Le ignoré y la abandoné por mi puro egoísmo. Agito la cabeza con fuerza de lado a lado. Quiero deshacerme de esos recuerdos. No gano nada con seguir martirizándome por abandonar a Sarez. Siempre he estado muy bien sola, no he necesitado a nadie conmigo. Ahora, tampoco lo voy a necesitar. ¿Por qué me cuesta tanto creerme? Estoy mintiendo y, lo peor, es que sé que lo estoy haciendo.
Me limpio la cara en el riachuelo cerca de mi campamento. Mi reflejo, en el agua, es horrible. Acaricio un mechón de mi cabello con cuidado, como si al tocarlo pudiera desprenderse. Antes era sedoso y suave; ahora tiene el tacto del esparzo. Me gustaba cuidarme mi físico para ser lo más bonita posible. De lo que más orgullosa estaba era de mi melena roja. Verlo en ese estado tan descuidado, hace que esté al borde de las lágrimas. Es peor que si me lo hubieran cortado directamente. Quizás… tengo unas tijeras en la mochila… podría…. Pienso en ello constantemente. No me costaría nada cortarme la melena, reventar las pústulas de sangre y rasgarme la piel hasta que el color podrido desapareciese. Es mala idea, sé qué lo es; me estaría matando en lugar de curando. Sin embargo, la única persona que me podría curar, que me ayudaba, la eché de mi vida. ¿Qué otra opción tengo? Pocas.
Cojo la mochila del suelo y me quedo abrazándola durante un largo tiempo. Me imagino que es Sarez; está conmigo y me abraza como siempre lo hizo. Apoyo mi frente en la boca de la mochila; quiero imaginarme que es Sarez quien me besa la frente. Con él todo era más fácil. No necesitaba engañar, usar mis encantos ni mi música para vivir bien. Tenía un público que me quería y, si tenía algún capricho que no me podía pagar con el dinero que me daba la música, tomaba algún trabajo en los bajos fondos. Con esta cara, este cuerpo y esta piel de enferma, no puedo regresar a mi antigua vida; es como estar muerta. Otra mentira más. Suspiro y me río de forma nerviosa. ¿Alguna vez dejaré de mentirme? Mi vida, antes de conocer a Sarez, ya era como la vida de un muerto. La gente me rodeaba en silencio como si fuera la tumba de un héroe caído. Después de la actuación, no decían lo mucho que les había gustado la música o lo bien que me quedaba el vestido; era como un fantasma.
Después de todas las cosas que le he enseñado a Sarez, fue él quien me enseñó lo más importante: “Con una persona que me mire con cariño es suficiente”.
Me arrimo la boca de la mochila a mis labios y recuerdo el último beso que le di a Sarez. Lo echo mucho de menos.
Levanto la vista y miro el cielo gris de Sacretic Ville. Una cometa con forma de calavera se balancea al son del viento. Es la fiesta de la ciudad, Horrorween. Hace un par de años toqué en la ciudad una canción que hablaba sobre un vampiro que se alimentaba de los sueños de las personas, no recuerdo cómo se llama la leyenda. Descubro que pensar en la música me ayuda a evitar pensar en Sarez, lo sigo haciendo. Pienso en las todas las canciones que toqué en los anteriores Horrorween. Sin darme cuenta, empiezo a silbar mientras camino hacia la feria. He oído hablar de gente que silba para espantar sus miedos, siempre me pareció absurdo, pero creo que ahora lo comprendo.
Llego a la feria muy pronto, todavía la están montando. Una payasa peliazul me mira y me guiña un ojo mientras hace volar su bastón de majorette. Me ajusto la capucha y la ignoro, no quiero hablar con ella. Si he venido es para cantar mis canciones, no para hablar con nadie.
-¡Me gusta tu disfraz, elfa!- grita a mi espalda y ríe como si supiera que, realmente, no voy disfrazada.
Unos hombres, también vestidos de payasos, recogen la cometa que había visto volar minutos antes. Me acerco hasta ellos lo suficiente para escucharles hablar pero manteniendo la distancia necesaria para que no presten atención en mí.
-¡Será todo un espectáculo, Clent, ya lo creo que sí!- dice el primero.
-Te dije que mi esposa tenía mano para el hilo y aguja- el otro payaso habla como si fuera él quien ha hecho la cometa – Ahora solo tenemos que confiar en tu potingue, esperemos que funcione-.
-¿Qué estás insinuando? Lo has visto con tus propios ojos con esas ratas. Si ellas no se han quemado, la cometa tampoco lo hará-.
Así que era eso, estaban probando la cometa para hacerla volar durante la noche. No sé a qué se refieren con lo de las ratas, pero tampoco me importa. Una vez me aburro de su conversación, me voy por otro camino.
Sacrestic Ville se ha convertido en un laberinto de tiendas, atracciones y caravanas. Las calles están embutidas, jamás las había visto así. Busco un lugar cómodo y amplio en el que instalarme para tocar, no lo encuentro.
Me vuelvo a cruzar con la payasa de pelo azul. Al reconocerme, me llama con la mano en alto para que vaya a donde está ella. Sarez obedecería, es demasiado confiado e inocente como para ignorar a una persona amable; yo no soy como mi padre, doy media vuelta y camino por el lado contrario de donde está la payasa. Hay algo en ella que no me gusta y no me quedaré a descubrir qué es. Como no he ido a su encuentro, es la payasa la que viene a por mí. Pone una mano en mi hombro y la otra en el arpa que llevo cargada en la espalda y me hace girar para que la mire de frente.
-¿A qué viene esa cara tan larga? ¡Vamos, querida, disfruta de los horrores!- dice con los brazos en alto.
Le muestro una sonrisa neutral y sin decirle ni una sola palabra.
-Supongo que no me vas a decir nada. ¡Tú lo has querido! Lo voy adivinar: ¡Se ha muerto tu perro!- la chica ríe con grandes carcajadas - Está bien, no es eso; pero seguro que he estado muy cerca-.
Sigo sin decir nada, otra cosa que aprendí de Sarez.
-Si no me dices nada, no te daré tú comida-la payasa saca de su bolso un bollo similar a los que me compraba Sarez pero con la crema azul en lugar de rosa.
-Gracias- cojo el bollo con las dos manos - ¿Por qué me lo das?- pregunto antes de darle el primer mordisco.
-Es un secreto- pone el dedo índice entre sus labios y se ríe.
-Lo puedo adivinar- por primera desde que dejé a Sarez sonrío.
-Apuesto a que lo harás- otra gran carcajada - soy Shimphony Shappire-.
-Merrigan- contesto con la boca llena.
-Oféndete si quieres, pero no te voy a dar la mano. ¡Apestas!- la payasa se tapa la nariz con la punta de los dedos.
-¡Oye!-
-¿Tengo o no tengo razón?-
-La tienes- miro el suelo con timidez.
-Detrás de la carpa del vampiro multicolor hay un hueco libre; con un par de cajas de madera y una bandera colorida para llamar la atención, tu nuevo vecino tiene muchas, te haces un escenario de categoría-.
-¿Por qué me ayudas?-
-Tendrás que adivinarlo- me contesta mientras se aleja bailando.
Se hace de noche más pronto de lo que estoy acostumbrado, cosas del Reino del Oeste, supongo. Gracias a la payasa he construido un perfecto escenario para mi música. Tenía razón, el vampiro multicolor tiene una gran colección de banderas de todos los colores, no echará en falta la bandera de color rosa. Estoy encima de las cajas sujetando el arpa con las dos manos sin llegar a tocar las cuerdas, a mi espalda tengo la bandera rosa. Un público comienza a rodearme como rodearían la tumba de un héroe, algunos lo hacen por curiosidad y otros porque conocen la historia del héroe.
Espero unos instantes antes de tocar porque tengo la esperanza de ver a Sarez en el público. Hay mucha gente disfrazada, entre ellos se dicen lo mucho que le gustan los disfraces; nadie habla de mi vestido azul. Sarez no aparece, pero sí Shappire. La payasa sujeta una caja tapada con un pañuelo negro. Me hace una señal con la mano para saludarme y otra, un silbido agudo, para que empiece a tocar; la obedezco. Shappire quita el pañuelo negro y veo lo que hay en su interior: ratas rodeadas de fuego. La payasa se pone de cuclillas y libera las ratas, ésta empiezan a corretear entre los pies del público. Es gracioso ver como la mitad de las personas chillan horrorizadas y la otra mitad aplaude por el espectáculo. Me considero que soy de la segunda mitad. Me sorprendo al descubrir que estoy sonriendo. La canción que toco es totalmente improvisada, sigo el ritmo de los gritos de la gente y la carrera de las ratas.
En el cielo, flota la cometa con forma calavera rodeada de llamas, pero sin llegar a quemarse. Miro la sonrisa de la calavera y le susurro:
-Gracias-.
Offrol: Master Sigel me dio permiso para rolear con Merrigan, mi acompañante, en lugar de Sarez y también me dejó usar a Shappy ♥.♥
Si queréis saber por qué Shappy ayuda a Merrigan, deberéis leer la remenbraza que haré en un par de días.
Me limpio la cara en el riachuelo cerca de mi campamento. Mi reflejo, en el agua, es horrible. Acaricio un mechón de mi cabello con cuidado, como si al tocarlo pudiera desprenderse. Antes era sedoso y suave; ahora tiene el tacto del esparzo. Me gustaba cuidarme mi físico para ser lo más bonita posible. De lo que más orgullosa estaba era de mi melena roja. Verlo en ese estado tan descuidado, hace que esté al borde de las lágrimas. Es peor que si me lo hubieran cortado directamente. Quizás… tengo unas tijeras en la mochila… podría…. Pienso en ello constantemente. No me costaría nada cortarme la melena, reventar las pústulas de sangre y rasgarme la piel hasta que el color podrido desapareciese. Es mala idea, sé qué lo es; me estaría matando en lugar de curando. Sin embargo, la única persona que me podría curar, que me ayudaba, la eché de mi vida. ¿Qué otra opción tengo? Pocas.
Cojo la mochila del suelo y me quedo abrazándola durante un largo tiempo. Me imagino que es Sarez; está conmigo y me abraza como siempre lo hizo. Apoyo mi frente en la boca de la mochila; quiero imaginarme que es Sarez quien me besa la frente. Con él todo era más fácil. No necesitaba engañar, usar mis encantos ni mi música para vivir bien. Tenía un público que me quería y, si tenía algún capricho que no me podía pagar con el dinero que me daba la música, tomaba algún trabajo en los bajos fondos. Con esta cara, este cuerpo y esta piel de enferma, no puedo regresar a mi antigua vida; es como estar muerta. Otra mentira más. Suspiro y me río de forma nerviosa. ¿Alguna vez dejaré de mentirme? Mi vida, antes de conocer a Sarez, ya era como la vida de un muerto. La gente me rodeaba en silencio como si fuera la tumba de un héroe caído. Después de la actuación, no decían lo mucho que les había gustado la música o lo bien que me quedaba el vestido; era como un fantasma.
Después de todas las cosas que le he enseñado a Sarez, fue él quien me enseñó lo más importante: “Con una persona que me mire con cariño es suficiente”.
Me arrimo la boca de la mochila a mis labios y recuerdo el último beso que le di a Sarez. Lo echo mucho de menos.
Levanto la vista y miro el cielo gris de Sacretic Ville. Una cometa con forma de calavera se balancea al son del viento. Es la fiesta de la ciudad, Horrorween. Hace un par de años toqué en la ciudad una canción que hablaba sobre un vampiro que se alimentaba de los sueños de las personas, no recuerdo cómo se llama la leyenda. Descubro que pensar en la música me ayuda a evitar pensar en Sarez, lo sigo haciendo. Pienso en las todas las canciones que toqué en los anteriores Horrorween. Sin darme cuenta, empiezo a silbar mientras camino hacia la feria. He oído hablar de gente que silba para espantar sus miedos, siempre me pareció absurdo, pero creo que ahora lo comprendo.
Llego a la feria muy pronto, todavía la están montando. Una payasa peliazul me mira y me guiña un ojo mientras hace volar su bastón de majorette. Me ajusto la capucha y la ignoro, no quiero hablar con ella. Si he venido es para cantar mis canciones, no para hablar con nadie.
-¡Me gusta tu disfraz, elfa!- grita a mi espalda y ríe como si supiera que, realmente, no voy disfrazada.
Unos hombres, también vestidos de payasos, recogen la cometa que había visto volar minutos antes. Me acerco hasta ellos lo suficiente para escucharles hablar pero manteniendo la distancia necesaria para que no presten atención en mí.
-¡Será todo un espectáculo, Clent, ya lo creo que sí!- dice el primero.
-Te dije que mi esposa tenía mano para el hilo y aguja- el otro payaso habla como si fuera él quien ha hecho la cometa – Ahora solo tenemos que confiar en tu potingue, esperemos que funcione-.
-¿Qué estás insinuando? Lo has visto con tus propios ojos con esas ratas. Si ellas no se han quemado, la cometa tampoco lo hará-.
Así que era eso, estaban probando la cometa para hacerla volar durante la noche. No sé a qué se refieren con lo de las ratas, pero tampoco me importa. Una vez me aburro de su conversación, me voy por otro camino.
Sacrestic Ville se ha convertido en un laberinto de tiendas, atracciones y caravanas. Las calles están embutidas, jamás las había visto así. Busco un lugar cómodo y amplio en el que instalarme para tocar, no lo encuentro.
Me vuelvo a cruzar con la payasa de pelo azul. Al reconocerme, me llama con la mano en alto para que vaya a donde está ella. Sarez obedecería, es demasiado confiado e inocente como para ignorar a una persona amable; yo no soy como mi padre, doy media vuelta y camino por el lado contrario de donde está la payasa. Hay algo en ella que no me gusta y no me quedaré a descubrir qué es. Como no he ido a su encuentro, es la payasa la que viene a por mí. Pone una mano en mi hombro y la otra en el arpa que llevo cargada en la espalda y me hace girar para que la mire de frente.
-¿A qué viene esa cara tan larga? ¡Vamos, querida, disfruta de los horrores!- dice con los brazos en alto.
Le muestro una sonrisa neutral y sin decirle ni una sola palabra.
-Supongo que no me vas a decir nada. ¡Tú lo has querido! Lo voy adivinar: ¡Se ha muerto tu perro!- la chica ríe con grandes carcajadas - Está bien, no es eso; pero seguro que he estado muy cerca-.
Sigo sin decir nada, otra cosa que aprendí de Sarez.
-Si no me dices nada, no te daré tú comida-la payasa saca de su bolso un bollo similar a los que me compraba Sarez pero con la crema azul en lugar de rosa.
-Gracias- cojo el bollo con las dos manos - ¿Por qué me lo das?- pregunto antes de darle el primer mordisco.
-Es un secreto- pone el dedo índice entre sus labios y se ríe.
-Lo puedo adivinar- por primera desde que dejé a Sarez sonrío.
-Apuesto a que lo harás- otra gran carcajada - soy Shimphony Shappire-.
-Merrigan- contesto con la boca llena.
-Oféndete si quieres, pero no te voy a dar la mano. ¡Apestas!- la payasa se tapa la nariz con la punta de los dedos.
-¡Oye!-
-¿Tengo o no tengo razón?-
-La tienes- miro el suelo con timidez.
-Detrás de la carpa del vampiro multicolor hay un hueco libre; con un par de cajas de madera y una bandera colorida para llamar la atención, tu nuevo vecino tiene muchas, te haces un escenario de categoría-.
-¿Por qué me ayudas?-
-Tendrás que adivinarlo- me contesta mientras se aleja bailando.
Se hace de noche más pronto de lo que estoy acostumbrado, cosas del Reino del Oeste, supongo. Gracias a la payasa he construido un perfecto escenario para mi música. Tenía razón, el vampiro multicolor tiene una gran colección de banderas de todos los colores, no echará en falta la bandera de color rosa. Estoy encima de las cajas sujetando el arpa con las dos manos sin llegar a tocar las cuerdas, a mi espalda tengo la bandera rosa. Un público comienza a rodearme como rodearían la tumba de un héroe, algunos lo hacen por curiosidad y otros porque conocen la historia del héroe.
Espero unos instantes antes de tocar porque tengo la esperanza de ver a Sarez en el público. Hay mucha gente disfrazada, entre ellos se dicen lo mucho que le gustan los disfraces; nadie habla de mi vestido azul. Sarez no aparece, pero sí Shappire. La payasa sujeta una caja tapada con un pañuelo negro. Me hace una señal con la mano para saludarme y otra, un silbido agudo, para que empiece a tocar; la obedezco. Shappire quita el pañuelo negro y veo lo que hay en su interior: ratas rodeadas de fuego. La payasa se pone de cuclillas y libera las ratas, ésta empiezan a corretear entre los pies del público. Es gracioso ver como la mitad de las personas chillan horrorizadas y la otra mitad aplaude por el espectáculo. Me considero que soy de la segunda mitad. Me sorprendo al descubrir que estoy sonriendo. La canción que toco es totalmente improvisada, sigo el ritmo de los gritos de la gente y la carrera de las ratas.
En el cielo, flota la cometa con forma calavera rodeada de llamas, pero sin llegar a quemarse. Miro la sonrisa de la calavera y le susurro:
-Gracias-.
Offrol: Master Sigel me dio permiso para rolear con Merrigan, mi acompañante, en lugar de Sarez y también me dejó usar a Shappy ♥.♥
Si queréis saber por qué Shappy ayuda a Merrigan, deberéis leer la remenbraza que haré en un par de días.
- Aspecto de Merrigan por la maldición de Master Ger, parece un disfraz:
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Sarez
Honorable
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Re: Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
La centáuride se sentía... ¡feliz! ¿Sería posible? ¿Felicidad? Hacía años el corazón no le latía al ritmo de la alegría. Pero no era para menos. Había seres tan y más extraños que ella. Desconocía que eran disfraces, para ella, era un sueño, una aldea mágica de criaturas que jugaban un extraño jatapié, celebrando la muerte.
Obviamente, ella no entendía para nada el evento que organizó Shimphony Shappire, pero la llenaba de emoción. Caminó entre carpas y tiendas coloridas y macabras, pero todos reían, entonces, no era malo. Hasta que encontró... un nganga. No era un centauro, pero el corazón de Akanke supo que ese hombre era un nganga que bailaba para los muertos. Cada vez que sus pies tocaban el piso, sonaba música. Creaba una música maravillosa y cantaba, eran cantos de jetepié, los podía reconocer aunque no fueran en su mismo idioma.
Akanke gritó con júbilo, parándose en sus patas traseras. Emocionada, comenzó a bailar al ritmo de la música, dando saltos y coces al aire, extasiada de alegría. De repente, ella comenzó a hacer música también; cada vez que sus patas tocaban el suelo, sonaba una nota musical. El nganga cantaba y ella también, canciones a los muertos para que llegaran pronto con la Primera Madre.
-¡Felicitaciones!- escuchó que le dijo el nganga cuando la canción terminó -¡Vaya interpretación! Toma- le dijo, colgándole un collar de cuentas de colores al cuello -Entra en más juegos para ganar más de estos- le dijo, dejándola completamente confundida.
Akanke se alejó del nganga, quien comenzó a bailar otra canción frente una muchacha que parecía una muñeca de tela*
________________________
*Referencia a Zöe
Obviamente, ella no entendía para nada el evento que organizó Shimphony Shappire, pero la llenaba de emoción. Caminó entre carpas y tiendas coloridas y macabras, pero todos reían, entonces, no era malo. Hasta que encontró... un nganga. No era un centauro, pero el corazón de Akanke supo que ese hombre era un nganga que bailaba para los muertos. Cada vez que sus pies tocaban el piso, sonaba música. Creaba una música maravillosa y cantaba, eran cantos de jetepié, los podía reconocer aunque no fueran en su mismo idioma.
- Nganga - Chamán:
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Akanke gritó con júbilo, parándose en sus patas traseras. Emocionada, comenzó a bailar al ritmo de la música, dando saltos y coces al aire, extasiada de alegría. De repente, ella comenzó a hacer música también; cada vez que sus patas tocaban el suelo, sonaba una nota musical. El nganga cantaba y ella también, canciones a los muertos para que llegaran pronto con la Primera Madre.
-¡Felicitaciones!- escuchó que le dijo el nganga cuando la canción terminó -¡Vaya interpretación! Toma- le dijo, colgándole un collar de cuentas de colores al cuello -Entra en más juegos para ganar más de estos- le dijo, dejándola completamente confundida.
- Collar del chamán:
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Akanke se alejó del nganga, quien comenzó a bailar otra canción frente una muchacha que parecía una muñeca de tela*
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*Referencia a Zöe
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
Sonreí cuando sentí como Nuria me tomaba del brazo y comenzamos a caminar juntos. Y mi corazón se acelero, sin un motivo aparente, cuando la chica se sujeto con fuerza a mi, cuando el macabro baila de unos payasos nos asedio. Pero el pánico no le duró mucho, para cuando quise darme cuenta estaba siendo arrastrado hacia una tienda de complementos. Nuría tomó una flecha falsa que colocándosela en el cuello parecía que esta se lo había atravesado.
-¿Me veo muerta?- preguntó con aquella característica mirada suya.
"¿Que se supone que debo responder?" dudé mientras observaba detenidamente a Nuria. "¿Que está de muerte?" noté como el rubor subía a mis mejillas. -Si, estás genial, creo que era lo único que le faltaba a tu disfraz. - esbocé una sonrisa intentando ocultar mi rubor.
Pero todo aquello no duró mucho, como si estuviera hipnotizada por los placeres de la feria, Nuría salio corriendo perdiéndose entre el gentío. Me quedé algo confundido por aquella reacción y tardé en reaccionar, pues en verdad no sabía muy bien que había ocurrido.
-Esta chica... - me di una palmada en el rostro y negué con la cabeza antes de internarme también entre aquella masa de gente para buscar a mi acompañante.
Sabía que aquella situación podía darse en un lugar tan abarrotado, ¡pero ni por asomo esperaba que fuera tan pronto!. Fui de un lado al otro, tropezándome con algunas de las personas que por allí deambulaban: una mujer verde, una muñeca de tela, etc... Pero ni rastro de la muerte con una flecha en el cuello. Por fin me atreví a entrar en una carpa y oteé la estancia mientras escuchaba lo que parecía ser un acertijo, me llamó el interés aquel desafió, pero desafortunadamente yo no conocía a nadie y me interesaba más encontrar a mi compañera.
"Puede que luego me pasé" me obligó a pensar la parte curiosa de mi.
A mi oído llegó la voz de Nuria gritando mi nombre. Me giré sobre mi mismo y examiné todo mi alrededor, pero no había ni rastro de ella.
-¡Nuria! ¡Nuria! - grité con la esperanza de hacerme oír por encima del barullo del lugar.
Unos ancianos vestidos con tunicas que interpreté que eran de luto, me miraron con cierta preocupación.
-¿Ha perdido a su hija, joven? - me preguntó la anciana mientras se llevaba las manos al rostro como si estuviera escandalizada.
-¡No! - tosí, aquello era algo embarazoso. -No, no se preocupe señora. -esbocé una sonrisa mientras notaba como los colores volvían a posarse sobre mis mejillas. -Sólo busco a una amiga. - me rasqué la cabeza con nerviosismo.
-Estos jóvenes... - replicó mientras se daba aire con una mano. No entendí muy bien por qué.
Me alejé lentamente de la pareja de ancianos y volví a recorrer la feria con la mirada. Y por fin la encontré. La vi justo cuando Nuria entro en una especie de cabaña con un letrero que rezaba "El ojo del futuro". Me abrí paso entre la gente para llegar hasta aquella atracción, pero tardé demasiado y decidí que si en verdad quería reunirme con ella, lo mejor era esperarla a la salida. Me volví a abrir paso hasta la puerta de salida y esperé apoyado contra la pared de la atracción. Mientras esperaba escuché como un cristal se rompía.
"Vaya debe de ser interesante..." pensé mirando la puerta de salida. "Me las vas a pagar Nuria..."
Por fin la chica salió y le dirigí mi mejor mirada de reprimenda.
-¡Se suponía que íbamos a ir juntos! - le reclamé con cierto enfado, aunque en verdad me había aliviado encontrarla. - ¡Vamos! ¡Ya que tu te has montado en una atracción ahora me toca a mi! - exigí sin admitir un no por respuesta.
En nuestro paseo por la feria mientras buscaba una atracción que me llamará la atención fuimos asaltados por un grupo de payasos que nos rodeo y nos obligo con empujones a bailar sobre unas tumbas artificiales.
-¡Baila! ¡Baila! ¡Baila! ¡Buajajaja! ¡Buajajaja! - repetía el payaso con un tono desquiciado.
Yo baile con la esperanza de que todo aquello se terminará cuanto antes. Comencé a mover las piernas de una forma natural aunque no sabía muy bien de dónde me había salido aquel ritmo. El ritmo que marcaba otro payaso cada vez iba más rápido y mis pies lo siguieron. Al final caí algo exhausto y sólo en aquel momento los payasos me dejaron irme de nuevo junto a Nuria.
-Vamos a meternos en una atracción ya, ¡antes de que vuelvan!- le apresuré a la chica mientras tiraba de ella hacía la primera atracción que vi, "El conejo dorado".
- ¡Por favor! ¡Por favor! ¡No se amontonen! ¡Sólo pueden pasar de cinco en cinco! - gritaba una atractiva y cadavérica feriante desde una especie de estrado. -¡Así que el resto tendrá que esperar! - gritó y bajo de un salto.
Eligió a los cinco primeros de la fila, Nuria y yo debíamos esperar al segundo turno, y abrió una cortina que llevaba al interior de la atracción. Tuvimos que esperar unos diez minutos para que los concursantes salieran por otra puerta con las manos vacías y con gestos de querer vomitar.
-¡Oh!- volvió a aparecer la feriante desde detrás de la cortina llevándose las manos a la cabeza. - Desgraciadamente nuestros valientes no han podido superar la prueba. ¿¡Podrán los siguientes!? ¡Muy pronto lo sabremos! - y volvió a escoger a cinco personas.
Ya era nuestro turno, así que seguimos a la feriante a través de las cortinas. Estas nos llevaron a una pequeña habitación que tenía otra salida.
-¡Muy bien concursantes! ¡La prueba es sencilla! - entonó la feriante con un tono enérgico. -Tenéis todo este tiempo. - mostró un reloj de arena. -Para encontrar, en nuestro campo santo particular, el conejo dorado. ¡Pero cuidado! ¡Pues el conejo dorado no es el único que se esconde en nuestras tumbas! - soltó una fuerte carcajada llevándose las manos al vientre. -¡Y el tiempo comienza ya! - y le dio la vuelta al reloj de arena.
Los otros tres concursantes se abrieron paso a empujones para salir hacia el cementerio, haciendo que casi me cayera al suelo. Los miré enfadado y sintiendo como el lobo de mi interior influía un poco en mi carácter.
-¡Vamos Nuria! ¡No podemos perder! - tiré de ella para arrastrarla hasta el cementerio. -¡Separemonos! ¡Así tenemos más probabilidades de ganar!
Me separé de Nuría y me lancé como loco a desvalijar tumbas.
"¡Hay decenas de tumbas!" pensé nervioso mientras arañaba la tierra con mis manos buscando en el interior de una de ellas. "¡Es imposible!" me quejé aunque en verdad no me pensaba rendir. -¡Aja! - me jacté victorioso cuando mi mano noto algo solido, bueno... semi-solido. Tiré de él y saque una manzana putrefacta cuyos gusanos comenzaban a querer caminar por mi piel -¡Aghhh! - grité mientras lanzaba la manzana bien lejos - ¡Que asco! - miré furioso a la tumba ya vacía.
Resoplé y apreté los dientes. ¡Había aún muchas tumbas por profanar! Y por lo que veía al resto de concursantes no se les estaba dando mejor que a mi. Rebusqué en más tumbas, para encontrarme con una gran diversidad de comida podrida y con sus correspondientes inquilinos.
-¿¡Dónde está ese maldito conejo!? - hasta el lobo de mi interior se había picado con aquel concurso, y no pude evitar mirar al resto de concursantes con cierto odio.
Corrí hacía otra de las tumbas y comencé arañar la tierra con rapidez sintiendo ya un intenso dolor en mis uñas. Introduce mi mano entre la tierra movida y mis dedos pudieron localizar lo que eran una grandes orejas. -¡Si por fin!- tiré de las malditas con fuerza y saqué al maldito conejo. -¡He gana...! -pero de repente unas terribles ganas de vomitar pararon mis palabras. Llevándome la mano libre a mi boca para retener la comida de aquel día dentro de mi, mis ojos vieron como mi otra mano sujetaba el cadáver de un conejo en avanzado estado de putrefacción, con sus propios inquilinos y con uno de sus ojos colgando del nervio óptico. Cuando pude recomponer mi cuerpo y mi mente, solté a mi "presa" y huí de aquella asquerosa escena. Muy pronto otros amagos de vomito comenzaron a escucharse. Ya que no era ni sería el único cadáver de conejo enterrado, aún me faltaban por sacar tres más.
Cuando deje a mi ultima victima putrefacta en el suelo la voz de la feriante inundó el escenario.
-¡Sólo quedan unos segundos! ¡Daros prisa! si queréis ganar
-¡Mierda! - exclamé furioso mientras buscaba la que seguramente sería mi ultima tumba.
Me lancé totalmente desesperado y comencé a arañar de nuevo la tierra. ¡No me quedaba tiempo!
-¡NUEVE! ¡OCHO! ¡SIETE! ¡SEIS!...
-¡Rapido! ¡Rápido! ¡Rápido! - mis manos ivan a toda velocidad.
-¡CINCO! ¡CUATRO! ¡TRES!...
Mis dedos volvieron a encontrar una especie de orejas. Recé a todas las divinidades que conocía parcialmente y estiré de mi nueva presa.
-¡DOS! ¡UNO!
-¡LO ENCONTRÉ! - grité alzando victorioso mi presa, un conejo de peluche de color dorado manchado por la tierra.
-¡Y PARECE QUE TENEMOS UN GANADOR! - gritó la feriante emocionada.
Me dirigí con mi trofeo, quitándole la tierra a base de manotazos, hacía la puerta de salida con una sonrisa de oreja a oreja. Me acerqué a Nuria y esperé a que la feriante nos diera por finalizada la prueba.
-¡Bueno tenemos un ganador! ¡Lo siento mucho por el resto! ¡Oh! - alargó aquel sonido con una angelical cara de pena. -¡Pero no os preocupeis! -la cara de pena dio paso a una sonrisa enérgica. -¡Aún hay muchos conejos por desenterrar! ¡Y muchas sorpresas que encontrar! - y nos guiño un ojo a todos.
Sin más preámbulos salimos de aquella atracción llevándome aquel conejo de recuerdo.
-Un regalo para ti Nuria. - le ofrecí a la chica sonriente el conejo. -Por haberme ayudado y acompañado a esta feria. ¡Vamos! ¡Ahora te toca elegir a ti!
_______________________________________________________________________________________________________
Off: El rol con Nuria ha sido pactado con la user, pues decidimos llevar un rol juntos en el evento.
La atracción aún tiene muchos conejos dorados que dar y puede ser tomado como una competición entre usuarios si usáis el sistema de runas. Los objetos escondidos son el conejo dorado, la fruta podrida, los conejos muertos, gente viva que si te acercas a su tumba salé de ella para asustarte y residuos líquidos de dudosa procedencia. La distribución puede ser así: Runa muy mala (liquido de dudosa procedencia), runa mala (persona escondida), runa normal (conejo muerto), runa buena (fruta podrida) y runa muy buen (conejo dorado), aunque eso lo dejo a elección de cada cual. Espero que os sirva para divertiros aún más. :).
-¿Me veo muerta?- preguntó con aquella característica mirada suya.
"¿Que se supone que debo responder?" dudé mientras observaba detenidamente a Nuria. "¿Que está de muerte?" noté como el rubor subía a mis mejillas. -Si, estás genial, creo que era lo único que le faltaba a tu disfraz. - esbocé una sonrisa intentando ocultar mi rubor.
Pero todo aquello no duró mucho, como si estuviera hipnotizada por los placeres de la feria, Nuría salio corriendo perdiéndose entre el gentío. Me quedé algo confundido por aquella reacción y tardé en reaccionar, pues en verdad no sabía muy bien que había ocurrido.
-Esta chica... - me di una palmada en el rostro y negué con la cabeza antes de internarme también entre aquella masa de gente para buscar a mi acompañante.
Sabía que aquella situación podía darse en un lugar tan abarrotado, ¡pero ni por asomo esperaba que fuera tan pronto!. Fui de un lado al otro, tropezándome con algunas de las personas que por allí deambulaban: una mujer verde, una muñeca de tela, etc... Pero ni rastro de la muerte con una flecha en el cuello. Por fin me atreví a entrar en una carpa y oteé la estancia mientras escuchaba lo que parecía ser un acertijo, me llamó el interés aquel desafió, pero desafortunadamente yo no conocía a nadie y me interesaba más encontrar a mi compañera.
"Puede que luego me pasé" me obligó a pensar la parte curiosa de mi.
A mi oído llegó la voz de Nuria gritando mi nombre. Me giré sobre mi mismo y examiné todo mi alrededor, pero no había ni rastro de ella.
-¡Nuria! ¡Nuria! - grité con la esperanza de hacerme oír por encima del barullo del lugar.
Unos ancianos vestidos con tunicas que interpreté que eran de luto, me miraron con cierta preocupación.
-¿Ha perdido a su hija, joven? - me preguntó la anciana mientras se llevaba las manos al rostro como si estuviera escandalizada.
-¡No! - tosí, aquello era algo embarazoso. -No, no se preocupe señora. -esbocé una sonrisa mientras notaba como los colores volvían a posarse sobre mis mejillas. -Sólo busco a una amiga. - me rasqué la cabeza con nerviosismo.
-Estos jóvenes... - replicó mientras se daba aire con una mano. No entendí muy bien por qué.
Me alejé lentamente de la pareja de ancianos y volví a recorrer la feria con la mirada. Y por fin la encontré. La vi justo cuando Nuria entro en una especie de cabaña con un letrero que rezaba "El ojo del futuro". Me abrí paso entre la gente para llegar hasta aquella atracción, pero tardé demasiado y decidí que si en verdad quería reunirme con ella, lo mejor era esperarla a la salida. Me volví a abrir paso hasta la puerta de salida y esperé apoyado contra la pared de la atracción. Mientras esperaba escuché como un cristal se rompía.
"Vaya debe de ser interesante..." pensé mirando la puerta de salida. "Me las vas a pagar Nuria..."
Por fin la chica salió y le dirigí mi mejor mirada de reprimenda.
-¡Se suponía que íbamos a ir juntos! - le reclamé con cierto enfado, aunque en verdad me había aliviado encontrarla. - ¡Vamos! ¡Ya que tu te has montado en una atracción ahora me toca a mi! - exigí sin admitir un no por respuesta.
El conejo dorado
En nuestro paseo por la feria mientras buscaba una atracción que me llamará la atención fuimos asaltados por un grupo de payasos que nos rodeo y nos obligo con empujones a bailar sobre unas tumbas artificiales.
-¡Baila! ¡Baila! ¡Baila! ¡Buajajaja! ¡Buajajaja! - repetía el payaso con un tono desquiciado.
Yo baile con la esperanza de que todo aquello se terminará cuanto antes. Comencé a mover las piernas de una forma natural aunque no sabía muy bien de dónde me había salido aquel ritmo. El ritmo que marcaba otro payaso cada vez iba más rápido y mis pies lo siguieron. Al final caí algo exhausto y sólo en aquel momento los payasos me dejaron irme de nuevo junto a Nuria.
-Vamos a meternos en una atracción ya, ¡antes de que vuelvan!- le apresuré a la chica mientras tiraba de ella hacía la primera atracción que vi, "El conejo dorado".
- ¡Por favor! ¡Por favor! ¡No se amontonen! ¡Sólo pueden pasar de cinco en cinco! - gritaba una atractiva y cadavérica feriante desde una especie de estrado. -¡Así que el resto tendrá que esperar! - gritó y bajo de un salto.
Eligió a los cinco primeros de la fila, Nuria y yo debíamos esperar al segundo turno, y abrió una cortina que llevaba al interior de la atracción. Tuvimos que esperar unos diez minutos para que los concursantes salieran por otra puerta con las manos vacías y con gestos de querer vomitar.
-¡Oh!- volvió a aparecer la feriante desde detrás de la cortina llevándose las manos a la cabeza. - Desgraciadamente nuestros valientes no han podido superar la prueba. ¿¡Podrán los siguientes!? ¡Muy pronto lo sabremos! - y volvió a escoger a cinco personas.
Ya era nuestro turno, así que seguimos a la feriante a través de las cortinas. Estas nos llevaron a una pequeña habitación que tenía otra salida.
-¡Muy bien concursantes! ¡La prueba es sencilla! - entonó la feriante con un tono enérgico. -Tenéis todo este tiempo. - mostró un reloj de arena. -Para encontrar, en nuestro campo santo particular, el conejo dorado. ¡Pero cuidado! ¡Pues el conejo dorado no es el único que se esconde en nuestras tumbas! - soltó una fuerte carcajada llevándose las manos al vientre. -¡Y el tiempo comienza ya! - y le dio la vuelta al reloj de arena.
Los otros tres concursantes se abrieron paso a empujones para salir hacia el cementerio, haciendo que casi me cayera al suelo. Los miré enfadado y sintiendo como el lobo de mi interior influía un poco en mi carácter.
-¡Vamos Nuria! ¡No podemos perder! - tiré de ella para arrastrarla hasta el cementerio. -¡Separemonos! ¡Así tenemos más probabilidades de ganar!
Me separé de Nuría y me lancé como loco a desvalijar tumbas.
"¡Hay decenas de tumbas!" pensé nervioso mientras arañaba la tierra con mis manos buscando en el interior de una de ellas. "¡Es imposible!" me quejé aunque en verdad no me pensaba rendir. -¡Aja! - me jacté victorioso cuando mi mano noto algo solido, bueno... semi-solido. Tiré de él y saque una manzana putrefacta cuyos gusanos comenzaban a querer caminar por mi piel -¡Aghhh! - grité mientras lanzaba la manzana bien lejos - ¡Que asco! - miré furioso a la tumba ya vacía.
Resoplé y apreté los dientes. ¡Había aún muchas tumbas por profanar! Y por lo que veía al resto de concursantes no se les estaba dando mejor que a mi. Rebusqué en más tumbas, para encontrarme con una gran diversidad de comida podrida y con sus correspondientes inquilinos.
-¿¡Dónde está ese maldito conejo!? - hasta el lobo de mi interior se había picado con aquel concurso, y no pude evitar mirar al resto de concursantes con cierto odio.
Corrí hacía otra de las tumbas y comencé arañar la tierra con rapidez sintiendo ya un intenso dolor en mis uñas. Introduce mi mano entre la tierra movida y mis dedos pudieron localizar lo que eran una grandes orejas. -¡Si por fin!- tiré de las malditas con fuerza y saqué al maldito conejo. -¡He gana...! -pero de repente unas terribles ganas de vomitar pararon mis palabras. Llevándome la mano libre a mi boca para retener la comida de aquel día dentro de mi, mis ojos vieron como mi otra mano sujetaba el cadáver de un conejo en avanzado estado de putrefacción, con sus propios inquilinos y con uno de sus ojos colgando del nervio óptico. Cuando pude recomponer mi cuerpo y mi mente, solté a mi "presa" y huí de aquella asquerosa escena. Muy pronto otros amagos de vomito comenzaron a escucharse. Ya que no era ni sería el único cadáver de conejo enterrado, aún me faltaban por sacar tres más.
Cuando deje a mi ultima victima putrefacta en el suelo la voz de la feriante inundó el escenario.
-¡Sólo quedan unos segundos! ¡Daros prisa! si queréis ganar
-¡Mierda! - exclamé furioso mientras buscaba la que seguramente sería mi ultima tumba.
Me lancé totalmente desesperado y comencé a arañar de nuevo la tierra. ¡No me quedaba tiempo!
-¡NUEVE! ¡OCHO! ¡SIETE! ¡SEIS!...
-¡Rapido! ¡Rápido! ¡Rápido! - mis manos ivan a toda velocidad.
-¡CINCO! ¡CUATRO! ¡TRES!...
Mis dedos volvieron a encontrar una especie de orejas. Recé a todas las divinidades que conocía parcialmente y estiré de mi nueva presa.
-¡DOS! ¡UNO!
-¡LO ENCONTRÉ! - grité alzando victorioso mi presa, un conejo de peluche de color dorado manchado por la tierra.
-¡Y PARECE QUE TENEMOS UN GANADOR! - gritó la feriante emocionada.
Me dirigí con mi trofeo, quitándole la tierra a base de manotazos, hacía la puerta de salida con una sonrisa de oreja a oreja. Me acerqué a Nuria y esperé a que la feriante nos diera por finalizada la prueba.
-¡Bueno tenemos un ganador! ¡Lo siento mucho por el resto! ¡Oh! - alargó aquel sonido con una angelical cara de pena. -¡Pero no os preocupeis! -la cara de pena dio paso a una sonrisa enérgica. -¡Aún hay muchos conejos por desenterrar! ¡Y muchas sorpresas que encontrar! - y nos guiño un ojo a todos.
Sin más preámbulos salimos de aquella atracción llevándome aquel conejo de recuerdo.
-Un regalo para ti Nuria. - le ofrecí a la chica sonriente el conejo. -Por haberme ayudado y acompañado a esta feria. ¡Vamos! ¡Ahora te toca elegir a ti!
_______________________________________________________________________________________________________
Off: El rol con Nuria ha sido pactado con la user, pues decidimos llevar un rol juntos en el evento.
La atracción aún tiene muchos conejos dorados que dar y puede ser tomado como una competición entre usuarios si usáis el sistema de runas. Los objetos escondidos son el conejo dorado, la fruta podrida, los conejos muertos, gente viva que si te acercas a su tumba salé de ella para asustarte y residuos líquidos de dudosa procedencia. La distribución puede ser así: Runa muy mala (liquido de dudosa procedencia), runa mala (persona escondida), runa normal (conejo muerto), runa buena (fruta podrida) y runa muy buen (conejo dorado), aunque eso lo dejo a elección de cada cual. Espero que os sirva para divertiros aún más. :).
Ircan
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Re: Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
Es la semana más rara de Aerandir y por ende la más divertida, una obsesión colectiva por la muerte se hace presente en cada lugar… algo bastante irónico teniendo en cuenta la plaga y todo eso. Sea como sea es un buen momento para pasar un rato diferente y molestar a tu hermano más pequeño claro está.
Hermano… ¡¡me veo como un tonto!!
No digas eso Ratita, acapararas las miradas en la feria de fenómenos, además… te ves aterrador.
Ríe sonoramente, su pequeño hermanito lleva un disfraz bastante peculiar. Maquiavelo recuerda la descripción de un libro que leyó hace años, no es su temática favorita pero… todos tienen seis años una vez en la vida. Eventualmente la carreta alquilada que les transporta se detiene afuera del sitio, alguien gasto dinero en revivir una fijación sin duda.
Diviértanse chicos.
El niño mayor hace un gesto amigable y baja con rapidez… su colega tarda un poco más en decidirse. El gorrión más joven es un poco “asustadizo”, Demian suele molestarlo de vez en cuando con alguna ilusión aterradora, es un método efectivo y un tanto divertido de calmarle cuando molesta mucho.
Tranquilo, será divertido… pero mejor no te separes.
¿¿¡¡Que!!??
Le alborota el cabello a modo de juego, siempre tan cobarde. A medida que avanzan se puede notar el cáliz del lugar, una parodia bien elaborada y bastante divertida si tienes un humor negro destacable. Lo mejor de todo es que venden dulces en cada esquina, en cierto modo es un “paraíso aterrador”.
Toma, siempre que comes se te pasa el miedo jeje.
Dice luego de comprar un algodón de azúcar, por suerte ya los niños ladrones no están necesitados. Sus palabras tienen mucha verdad, si le das una bolsa de galletas a ratita te seguirá a la guarida de un demonio abisal. Santo remedio como dicen los viejos, el más mocoso encuentra su valor interno.
Tiempo de divertirnos enano.
Pasan la siguiente hora y media visitando atracciones, se le debe dar crédito al organizador. Entre risas y sustos transcurren los minutos, a veces se debe destinar tiempo al ocio con personas importantes. Lo más divertido es ver las extrañas miradas que le dedican al joven gorrión disfrazado, no tiene precio.
¡¡La próxima vez debemos traer a los demás!!
Buena idea peque.
Hermano… ¡¡me veo como un tonto!!
No digas eso Ratita, acapararas las miradas en la feria de fenómenos, además… te ves aterrador.
Ríe sonoramente, su pequeño hermanito lleva un disfraz bastante peculiar. Maquiavelo recuerda la descripción de un libro que leyó hace años, no es su temática favorita pero… todos tienen seis años una vez en la vida. Eventualmente la carreta alquilada que les transporta se detiene afuera del sitio, alguien gasto dinero en revivir una fijación sin duda.
Diviértanse chicos.
El niño mayor hace un gesto amigable y baja con rapidez… su colega tarda un poco más en decidirse. El gorrión más joven es un poco “asustadizo”, Demian suele molestarlo de vez en cuando con alguna ilusión aterradora, es un método efectivo y un tanto divertido de calmarle cuando molesta mucho.
Tranquilo, será divertido… pero mejor no te separes.
¿¿¡¡Que!!??
Le alborota el cabello a modo de juego, siempre tan cobarde. A medida que avanzan se puede notar el cáliz del lugar, una parodia bien elaborada y bastante divertida si tienes un humor negro destacable. Lo mejor de todo es que venden dulces en cada esquina, en cierto modo es un “paraíso aterrador”.
Toma, siempre que comes se te pasa el miedo jeje.
Dice luego de comprar un algodón de azúcar, por suerte ya los niños ladrones no están necesitados. Sus palabras tienen mucha verdad, si le das una bolsa de galletas a ratita te seguirá a la guarida de un demonio abisal. Santo remedio como dicen los viejos, el más mocoso encuentra su valor interno.
Tiempo de divertirnos enano.
Pasan la siguiente hora y media visitando atracciones, se le debe dar crédito al organizador. Entre risas y sustos transcurren los minutos, a veces se debe destinar tiempo al ocio con personas importantes. Lo más divertido es ver las extrañas miradas que le dedican al joven gorrión disfrazado, no tiene precio.
¡¡La próxima vez debemos traer a los demás!!
Buena idea peque.
- Disfraz de Ratita:
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Re: Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
Continuando mi andar por la feria encontré varias actividades interesantes, una de ellas consistía en sacar manzanas con la boca de un barril lleno de agua, aunque al parecer no era muy popular, ya que a los participantes los llevaban a rastras para que participen y les hundían la cabeza a la fuerza. Me pareció curioso pero preferí no participar, no sabía cómo podía afectar el agua a mi disfraz y sería un abuso de mi parte el regresar con la anciana para que vuelva a pintarme.
Algo más capto mi atención, en una parte de la feria se desarrollaba un extraño tipo de baile ritual sobre tumbas ¡Que interesante! Me acerqué y me quede mirando entre el público, pronto una mujer bestia se sumo a la actividad, quedé gratamente sorprendida, sus movimientos estaban llenos de pasión y felicidad, esa orgánica estaba llena de vida y con todo ese ímpetu bailaba para los muertos.
Estuve muy de acuerdo en que ganara el premio, aplaudí con una sonrisa en el rostro y quizás por eso el encargado del espectáculo interpretó que yo deseaba participar. Generalmente no me negaba a realizar actividades novedosas, consideraba que toda experiencia era buena siempre y cuando fuera en pos de aprender algo nuevo. Pero bailar…. Eso era diferente, “Mover el cuerpo al compás de la música”, mi definición estaba incompleta, no era solo ir al compás del ritmo, sino también imbuirle sentimientos, y yo no tenía nada de eso.
El orgánico tiraba de mi brazo, insistiendo en que tenía que bailar, yo solo estaba de pie mirándolo en lo que podría catalogarse como una resistencia pasiva. De pronto percibí a alguien conocido a la distancia, mis ojos enfocaron a la figura para confirmar si era él ¡Si, si era él! Sacudí el brazo para quitarme al sujeto de encima y comencé a caminar hacia el niño.
Me acerqué con paso mecánico y una sonrisa en los labios para demostrarle al joven orgánico que me alegraba de verlo.
-Hola Chimar Maquiavelo, es un placer volver a verte – Extendí la mano y agarre la suya para sacudirla varias veces como hacían los humanos – Tienes un compañero – Agregué al ver al pequeño que iba disfrazado de payaso – Me alegro de conocerte, amigo de Chimar Maquiavelo, soy Zöe – Me agache para que habláramos a la misma altura y no se sintiera intimidado por mi presencia .
Recordé entonces que me había ganado un premio adecuado para niños orgánicos, se lo mostré al chico que acompañaba a Chimar.
-Me lo gané en uno de los juegos ¿Lo quieres? Creo que es apropiado que un joven orgánico como tú lo tenga – Sonreí y le di algunas palmaditas en la cabeza en un intento de ser simpática.
Algo más capto mi atención, en una parte de la feria se desarrollaba un extraño tipo de baile ritual sobre tumbas ¡Que interesante! Me acerqué y me quede mirando entre el público, pronto una mujer bestia se sumo a la actividad, quedé gratamente sorprendida, sus movimientos estaban llenos de pasión y felicidad, esa orgánica estaba llena de vida y con todo ese ímpetu bailaba para los muertos.
Estuve muy de acuerdo en que ganara el premio, aplaudí con una sonrisa en el rostro y quizás por eso el encargado del espectáculo interpretó que yo deseaba participar. Generalmente no me negaba a realizar actividades novedosas, consideraba que toda experiencia era buena siempre y cuando fuera en pos de aprender algo nuevo. Pero bailar…. Eso era diferente, “Mover el cuerpo al compás de la música”, mi definición estaba incompleta, no era solo ir al compás del ritmo, sino también imbuirle sentimientos, y yo no tenía nada de eso.
El orgánico tiraba de mi brazo, insistiendo en que tenía que bailar, yo solo estaba de pie mirándolo en lo que podría catalogarse como una resistencia pasiva. De pronto percibí a alguien conocido a la distancia, mis ojos enfocaron a la figura para confirmar si era él ¡Si, si era él! Sacudí el brazo para quitarme al sujeto de encima y comencé a caminar hacia el niño.
Me acerqué con paso mecánico y una sonrisa en los labios para demostrarle al joven orgánico que me alegraba de verlo.
-Hola Chimar Maquiavelo, es un placer volver a verte – Extendí la mano y agarre la suya para sacudirla varias veces como hacían los humanos – Tienes un compañero – Agregué al ver al pequeño que iba disfrazado de payaso – Me alegro de conocerte, amigo de Chimar Maquiavelo, soy Zöe – Me agache para que habláramos a la misma altura y no se sintiera intimidado por mi presencia .
Recordé entonces que me había ganado un premio adecuado para niños orgánicos, se lo mostré al chico que acompañaba a Chimar.
-Me lo gané en uno de los juegos ¿Lo quieres? Creo que es apropiado que un joven orgánico como tú lo tenga – Sonreí y le di algunas palmaditas en la cabeza en un intento de ser simpática.
- Spoiler:
- Menciono a: Akanke y a Chimar
Zöe
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Re: Feria de los Horrores [Evento global] [Evento Horrorween]
Feria de los Horrores: Horrorween
_____________________
Recompensas:
* +3 ptos de experiencia
* 50 aeros
* Todos los participantes recibís un pastelito hecho por la mismísima Shappy.
- Pastelitos Calavera:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Al comer el pastel, durante los dos turnos siguientes, vuestro cuerpo tomará la apariencia de un esqueleto similar al disfraz de Akanke. Muy útil para hacerse pasar por muerto o gastarle una broma pesada a alguien.
Akanke
- Vampire froggy:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
. Hace todo lo que una ranavampiro hace: chupar sangre de moscas, dar saltitos moviendo sus alitas.... ¡RANAVAMPIRO!
Todo eso puedo.
Ircan
- Bunny zombie:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Es una lástima que nadie haya probado tu juego de conejos. ¡Déjame intentarlo! El resultado: Conejo zombie.
Zöe
- Squelette Doggy:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
¿Hay algo más fiel que un perro? ¿Y que un perro que te sigue hasta la muerte?
Ahora los ganadores de los concursos. Adjuntar voz de presentadora de los Oscars:
Y el premio a la mejor atracción es para... NURIA
Y el premio al mejor disfraz es para..... ZÖE
Sigel
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