No quiero pobres aquí [Desafío]
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No quiero pobres aquí [Desafío]
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Dundarak.
Los pobres siempre han sido considerados un estorbo, unos vagos que no quieren trabajar, que molestan, ensucian las calles y dan mala fama a la ciudad. Eso era lo que pensaba Niels Harbert, un nombre de Dundarak, clasista hasta rabiar.
Había perdido a su hija, y con ella cualquier oportunidad de volver a estar en lo más alto de la clase rica. Aun así, su odio hacia los más desfavorecidos seguía siendo brutal. Tanto así que no tenía problema en meterse con cualquier persona que viera en la calle, tratando de buscar la limosna de quien pasase por allí.
En esta ocasión le tocó a una pequeña que estaba hecha un ovillo en una sábana raída, tratando de evitar al máximo el contacto con la nieve. Esa niña robaba manzanas en el mercado para tratar de revenderlas y subsistir y, por supuesto, Niels avisó a la guardia para que la ajusticiaran como la ladronzuela que era.
-¡Ya es la tercera vez que te pillamos robando, jovencita! ¡Esto es demasiado! -Gritó un guardia, plantándose delante de la joven. Otro de ellos pateó sus manzanas, haciéndolas rodar en la nieve. La pequeña Hannie intentó cogerlas, pero el mismo guardia se lo impidió, echándola para atrás de una patada y haciéndola caer de espaldas.
Los curiosos se agolpaban en semicírculo, haciendo un debate interno sobre si el trabajo de los guardias estaba bien, o debían ayudar a la pequeña, que no tenía nada, ni siquiera un techo bajo el que cobijarse cuando las bajas temperaturas de Dundarak hacían mella en la ciudad.
-Eso, llévensela, guardias. ¡Córtenle las manos! Así dejará de cometer hurtos. -Insto Lord Harbert. Hannie los miró horrorizada y comenzó a llorar. Era demasiado para una niña de siete años.
Las voces empezaron a hacerse más de notar, debatiendo qué era lo mejor. Algunos opinaban que el trabajo de la guardia era el que era y si permitían robar a una persona podían permitírselo a todos. Otros defendían a la pequeña, pues bastante mal la trataba la vida. Otros no conseguían posicionarse.
-Vamos, acompáñanos. -El guardia agarró a Hannie del brazo para llevársela, ignorando a los que no eran partidarios de lo que estaba haciendo. La joven empezó a retorcerse y a llorar entre gritos para que la soltaran.
_________________________________________
Bienvenido ciudadano o visitante: Estás en Dundarak y, por supuesto, me interesa saber cómo has llegado hasta aquí. Estabas en el momento justo, en la zona indicada y has visto cómo Lord Harbert traía a los guardias para ajusticiar a la pequeña [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Tu objetivo principal será ayudar a la niña e impedir que se la lleven o, por el contrario, darle toda la razón a los guardias y ayudar en su captura.
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Fehu
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Re: No quiero pobres aquí [Desafío]
Después de la larga travesía por el bosque, al fin, Wind y Fuga parecían haber salido del bosque y haber encontrado el camino correcto para poder llegar a Dundarak. El viaje había sido largo y, aunque aquel día tan sólo habían tenido que caminar lo que llevaban de mañana, estaban agotadas y deseando encontrar una posada donde descansar un rato y comer algo que no hubieran encontrado entre unos arbustos del bosque. Pensar en un buen guiso, hacía que sus corazones se llenaran de alegría por poder dejar de comer carne hecha en las llamas, que ya comenzaba a resultar cansina, seca y molesta.
Las muchachas caminaban de la mano, tal y como acostumbraban a hacerlo siempre, mientras con la otra, trataban de taparse todo lo posible con sus capas -Hemos tardado tanto porque te perdiste- sentenció la pequeña apretándose aún más contra su capa, intentando paliar el frío de la zona -Pero eso de ahí ya es Dundarak… te dije que llegaríamos sanas y salvas- Respondió sonriente la elfina -Dos veces. - La cariñosa y poco sutil humillación a Wind, hizo que ésta se riera nerviosamente al darse cuenta de que, realmente, estaba comenzando a perder su capacidad de orientación poco a poco -Bueno… Te prometo comprarte dos raciones de comida en compensación…- Era culpa de Wind, así que veía normal tener que compensar a la pequeña por haberlas hecho perder tanto tiempo con sus desorientaciones absurdas en el bosque, a lo que Fuga asintió una sola vez y comenzó a pensar contenta sobre qué comida podrían conseguir en aquella ciudad que nunca antes había visitado.
Tras un rato más de caminata, ya estaban entrando a la ciudad. Era una ciudad llena de vida… y de nieve, especialmente al ser medio día, la gente iba de un lugar a otro con cestos llenos de comida para guisar, las tabernas estaban llenas de hombres tomando cerveza antes de comer y las dos muchachas recorrían las ajetreadas calles en busca de una posada donde poder tumbarse un rato y comer algo que les templara el cuerpo.
Cruzaron la calle principal de la ciudad hasta llegar a una plaza grande dónde había un montón de puestecillos vendiendo los últimos restos de la mañana. Después se metieron por una de las calles paralelas en busca de una posada algo más barata que las que podía haber por las zonas principales y, en mitad de la calle, apenas dejando un estrecho hueco para cruzar al otro lado, un semicírculo de gente se acumulaba alrededor de alguna escena que estaba ocurriendo.
Las voces llegaban altas, pero no demasiado claras. Unos gemidos lastimeros que sonaban infantiles, unas voces demasiado altas para ser una calle tan estrecha y una ingente cantidad de rumores y susurros que salían de la boca de la gente allí presente. -… ¡Las manos! ...- Se escuchó de repente una voz de hombre, una voz bastante desagradable, por cierto.
Las muchachas se miraron pensativas sin tener muy claro si ir por allí o darse la vuelta y probar suerte por otro camino, pero un par de personas se movieron y la guardia quedó perfectamente a la vista. La guardia y el llanto de un niño, no solía ser buena señal así que Wind echó a andar -Vamos a ver qué está pasando…- Comentó preocupada a Fuga para que ésta no se sorprendiera del tirón de su brazo -Si- respondió la pequeña mientras seguía a su amiga.
Las muchachas se entremezclaron entre la gente y, aprovechando que ninguna de las dos era ni alta ni corpulenta, consiguieron llegar hasta la primera fila discretamente. Wind frunció el ceño en cuanto se percató de la escena y de lo que ocurría ¿Qué demonios les pasaba a esos guardias? ¿Acaso no tenían nada mejor que hacer que meterse con una niña pequeña? La elfina se giró hacia una señora que tenía al lado - ¿Qué ha pasado? - Preguntó mientras la niña no paraba de llorar -Esa chiquilla, se pasa vida robando. Por fin parece que van a hacer algo con ella. ¡Incluso estaba intentando recuperar las manzanas que había robado! Menos mal que el guardia se lo ha impedido. Con un poco de suerte no…- Wind miró fulminantemente a la señora antes de que ésta pudiera terminar la frase -Gracias. Pero es suficiente, no quiero saber su opinión- La peliazul estaba empezando a enfadarse, a enfadarse mucho. ¿Realmente pensaban castigar a aquella pequeña por intentar no morir de hambre? Y, según aumentaba su ira, lo hacía la presión que ejercía sobre la mano de la pequeña Fuga.
La licántropa por su parte, miraba la escena con lástima, pensando que esa chiquilla podía haber sido ella si hubiera huido de aquella casa de los horrores en vez que la rescatara Wind. Estaba triste y, por primera vez en bastante tiempo, aquella pena quedaba reflejada en su rostro, como si no fuera capaz de esconder un sentimiento tan fuerte como aquel -Ayúdala- Pidió la rubita en cuanto vio que la guardia cogía la mano de aquella chiquilla y comenzaban a tirar de ella.
Wind no necesitó que se lo pidieran dos veces, en realidad, no había necesitado que se lo pidieran ni una, pues pensaba intervenir, en cualquier caso -Fuga, recoge las manzanas que aún estén bien- Dijo la elfa antes de soltar a su amiga y dirigirse al epicentro del problema.
Sin pensarlo, la elfina cogió la muñeca del guardia y le miró el rostro, en busca de una compasión que no fue capaz de encontrar - ¿Se puede saber que demonios hacen? - Estaba seria, seria y enfadada, tanto era así, que tenía que reprimir las ganas de liarse a golpes con aquellos hombres que se esforzaban demasiado en castigar a una pequeña que apenas tenía lo suficiente para vivir - ¿Qué haces tú? Nosotros estamos limpiando la ciudad- Las palabras se clavaron en su interior como si fueran puñales -Sois unos bestias, ¿Acaso no veis que la pequeña apenas puede mantenerse viva? - Cada sílaba salía mordaz de sus labios, al mismo tiempo que soltaba la muñeca de aquel hombre.
La chiquilla rubia miraba la escena entre lágrimas, como si no terminara de comprender la situación -Viva a costa de robar a otros- Respondió el otro guardia, probablemente cansado de aquella charla – Hacedme un favor a mí, otro a vosotros y otro a la pequeña y largaos. No os van a dar una recompensa por capturar a una niña pequeña, lo mejor que vamos a conseguir hoy aquí, es que ustedes y yo, tengamos un problema- Tal vez se estaba tirando un farol, además de buscarse un problema grave, pero no pensaba irse de allí hasta que la niña estuviera libre y sin lágrimas en el rostro.
El guardia, soltó el brazo de la pequeña y se encaró a la elfina. Escena que resultaba algo cómica, sobre todo porque aquel hombre le sacaba una cabeza de altura a la peliazul.
Fuga recogió todas las manzanas que seguían bien y las metió dentro del canasto que una vez las había contenido. Las frutas estaban frías por la nieve y sus manitas ahora también lo estaban, pero no le importaba lo más mínimo, ella sólo quería que la otra pequeña pudiera salir ilesa de aquel problema. Así que, se acercó a la muchacha y tiró de ella para que quedara a su lado -Te va a ayudar. Wind siempre ayuda a quien lo necesita- Le dijo tratando de consolarla.
Otro hombre que parecía ser de clase superior a los allí presentes torció el gesto - ¡Haced algo!- Exclamó al mismo tiempo que la elfina se giraba hacia él. Era otro el hombre de la voz desagradable… y su voz, seguía siendo igual de desagradable que antes -Si lo que ocurre es que la pequeña ha robado, yo pagaré esas manzanas. Pero ahora, dejadla en paz- Sentenció enfadada, dispuesta a encararse y a pelearse con cualquiera de los allí presentes.
Las muchachas caminaban de la mano, tal y como acostumbraban a hacerlo siempre, mientras con la otra, trataban de taparse todo lo posible con sus capas -Hemos tardado tanto porque te perdiste- sentenció la pequeña apretándose aún más contra su capa, intentando paliar el frío de la zona -Pero eso de ahí ya es Dundarak… te dije que llegaríamos sanas y salvas- Respondió sonriente la elfina -Dos veces. - La cariñosa y poco sutil humillación a Wind, hizo que ésta se riera nerviosamente al darse cuenta de que, realmente, estaba comenzando a perder su capacidad de orientación poco a poco -Bueno… Te prometo comprarte dos raciones de comida en compensación…- Era culpa de Wind, así que veía normal tener que compensar a la pequeña por haberlas hecho perder tanto tiempo con sus desorientaciones absurdas en el bosque, a lo que Fuga asintió una sola vez y comenzó a pensar contenta sobre qué comida podrían conseguir en aquella ciudad que nunca antes había visitado.
Tras un rato más de caminata, ya estaban entrando a la ciudad. Era una ciudad llena de vida… y de nieve, especialmente al ser medio día, la gente iba de un lugar a otro con cestos llenos de comida para guisar, las tabernas estaban llenas de hombres tomando cerveza antes de comer y las dos muchachas recorrían las ajetreadas calles en busca de una posada donde poder tumbarse un rato y comer algo que les templara el cuerpo.
Cruzaron la calle principal de la ciudad hasta llegar a una plaza grande dónde había un montón de puestecillos vendiendo los últimos restos de la mañana. Después se metieron por una de las calles paralelas en busca de una posada algo más barata que las que podía haber por las zonas principales y, en mitad de la calle, apenas dejando un estrecho hueco para cruzar al otro lado, un semicírculo de gente se acumulaba alrededor de alguna escena que estaba ocurriendo.
Las voces llegaban altas, pero no demasiado claras. Unos gemidos lastimeros que sonaban infantiles, unas voces demasiado altas para ser una calle tan estrecha y una ingente cantidad de rumores y susurros que salían de la boca de la gente allí presente. -… ¡Las manos! ...- Se escuchó de repente una voz de hombre, una voz bastante desagradable, por cierto.
Las muchachas se miraron pensativas sin tener muy claro si ir por allí o darse la vuelta y probar suerte por otro camino, pero un par de personas se movieron y la guardia quedó perfectamente a la vista. La guardia y el llanto de un niño, no solía ser buena señal así que Wind echó a andar -Vamos a ver qué está pasando…- Comentó preocupada a Fuga para que ésta no se sorprendiera del tirón de su brazo -Si- respondió la pequeña mientras seguía a su amiga.
Las muchachas se entremezclaron entre la gente y, aprovechando que ninguna de las dos era ni alta ni corpulenta, consiguieron llegar hasta la primera fila discretamente. Wind frunció el ceño en cuanto se percató de la escena y de lo que ocurría ¿Qué demonios les pasaba a esos guardias? ¿Acaso no tenían nada mejor que hacer que meterse con una niña pequeña? La elfina se giró hacia una señora que tenía al lado - ¿Qué ha pasado? - Preguntó mientras la niña no paraba de llorar -Esa chiquilla, se pasa vida robando. Por fin parece que van a hacer algo con ella. ¡Incluso estaba intentando recuperar las manzanas que había robado! Menos mal que el guardia se lo ha impedido. Con un poco de suerte no…- Wind miró fulminantemente a la señora antes de que ésta pudiera terminar la frase -Gracias. Pero es suficiente, no quiero saber su opinión- La peliazul estaba empezando a enfadarse, a enfadarse mucho. ¿Realmente pensaban castigar a aquella pequeña por intentar no morir de hambre? Y, según aumentaba su ira, lo hacía la presión que ejercía sobre la mano de la pequeña Fuga.
La licántropa por su parte, miraba la escena con lástima, pensando que esa chiquilla podía haber sido ella si hubiera huido de aquella casa de los horrores en vez que la rescatara Wind. Estaba triste y, por primera vez en bastante tiempo, aquella pena quedaba reflejada en su rostro, como si no fuera capaz de esconder un sentimiento tan fuerte como aquel -Ayúdala- Pidió la rubita en cuanto vio que la guardia cogía la mano de aquella chiquilla y comenzaban a tirar de ella.
Wind no necesitó que se lo pidieran dos veces, en realidad, no había necesitado que se lo pidieran ni una, pues pensaba intervenir, en cualquier caso -Fuga, recoge las manzanas que aún estén bien- Dijo la elfa antes de soltar a su amiga y dirigirse al epicentro del problema.
Sin pensarlo, la elfina cogió la muñeca del guardia y le miró el rostro, en busca de una compasión que no fue capaz de encontrar - ¿Se puede saber que demonios hacen? - Estaba seria, seria y enfadada, tanto era así, que tenía que reprimir las ganas de liarse a golpes con aquellos hombres que se esforzaban demasiado en castigar a una pequeña que apenas tenía lo suficiente para vivir - ¿Qué haces tú? Nosotros estamos limpiando la ciudad- Las palabras se clavaron en su interior como si fueran puñales -Sois unos bestias, ¿Acaso no veis que la pequeña apenas puede mantenerse viva? - Cada sílaba salía mordaz de sus labios, al mismo tiempo que soltaba la muñeca de aquel hombre.
La chiquilla rubia miraba la escena entre lágrimas, como si no terminara de comprender la situación -Viva a costa de robar a otros- Respondió el otro guardia, probablemente cansado de aquella charla – Hacedme un favor a mí, otro a vosotros y otro a la pequeña y largaos. No os van a dar una recompensa por capturar a una niña pequeña, lo mejor que vamos a conseguir hoy aquí, es que ustedes y yo, tengamos un problema- Tal vez se estaba tirando un farol, además de buscarse un problema grave, pero no pensaba irse de allí hasta que la niña estuviera libre y sin lágrimas en el rostro.
El guardia, soltó el brazo de la pequeña y se encaró a la elfina. Escena que resultaba algo cómica, sobre todo porque aquel hombre le sacaba una cabeza de altura a la peliazul.
Fuga recogió todas las manzanas que seguían bien y las metió dentro del canasto que una vez las había contenido. Las frutas estaban frías por la nieve y sus manitas ahora también lo estaban, pero no le importaba lo más mínimo, ella sólo quería que la otra pequeña pudiera salir ilesa de aquel problema. Así que, se acercó a la muchacha y tiró de ella para que quedara a su lado -Te va a ayudar. Wind siempre ayuda a quien lo necesita- Le dijo tratando de consolarla.
Otro hombre que parecía ser de clase superior a los allí presentes torció el gesto - ¡Haced algo!- Exclamó al mismo tiempo que la elfina se giraba hacia él. Era otro el hombre de la voz desagradable… y su voz, seguía siendo igual de desagradable que antes -Si lo que ocurre es que la pequeña ha robado, yo pagaré esas manzanas. Pero ahora, dejadla en paz- Sentenció enfadada, dispuesta a encararse y a pelearse con cualquiera de los allí presentes.
Windorind Crownguard
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Re: No quiero pobres aquí [Desafío]
La escena que se estaba viviendo en Dundarak cada vez era más cruenta para la pequeña Hannie. Sí que había tenido problemas en más de una ocasión, pero esta vez eran mayores. Se había metido la guardia de Dundarak de por medio, el patriarca de los Harbert, una familia influyente de la ciudad e incluso una chica forastera que se encaraba con un oficial. La niña miraba desconcertada todo el embrollo que se estaba armando, aunque por suerte, otra niña la ayudó. En ese momento se sintió protegida, aunque la pequeña no abultase más que ella, pero sus palabras la reconfortaron. Esa otra chica que reprendía al guardia la iba a proteger. Al instante abrazó a la pequeña que la había ayudado y había recogido sus manzanas, y siguió sollozando apenada. A pesar de que la iban a proteger, sentía que en Dundarak no era bien recibida, a pesar de ser su ciudad. Sus habitantes, ahora que era pobre, la querían fuera de las calles. ¿A dónde iría? El corazón de Hannie parecía romperse en mil pedazos al no sentirse apreciada por sus vecinos y el único calor que sentía se lo daban dos forasteras.
Si Hannie mostraba la ternura, los guardias la dureza. No se achantaron ante las advertencias de la elfa, a quien no tomaban en serio. Para ellos sólo era una extranjera molesta que lo que debía hacer era seguir su camino, comprar y dejar dinero para mantener la economía de Dundarak.
-No te metas. Largo. -Advirtió un guardia de los que apenas habían participado.
-¿De qué sirve que pagues esas manzanas si mañana volverá a robar otras? Hay que enseñar a esta niña a no robar. -Inquirió Niels Harbert a Windorind, siempre escoltado por los oficiales. -Vas a tener que estar pagando todos los días, niña.
-Estáis interrumpiendo nuestra labor. Si no os vais, os detendremos a las tres.
La cosa se estaba poniendo muy tensa. El guardia anterior que había hablado se acercó a la niña para intentar llevársela, harto de tener que lidiar con forasteras metomentodo.
-Detenedlas a ellas también, no os han obedecido, os interrumpen y os plantan cara. ¡Deberían estar en prisión! –Niels seguía tratando de meter baza para borrar de su camino a cualquiera que pudiese ser un impedimento en su limpieza de la ciudad. No le habían hecho nada los pobres, pero él era así… Así de clasista. Todavía tenía la creencia de que la gente valía por su dinero y él quería mantenerse en la cúspide de la sociedad aunque estuviera al borde de la bancarrota. Apariencias…
A pesar de no ser un alto cargo de la guardia, el rico no paraba de ordenar que las detuviesen. Bien se podían haber negado los guardias, pero ese tipo era amigo de un mandamás y era mejor no tenerlo en contra. Así que no pudieron hacer otra cosa que abalanzarse sobre la elfina y su compañera, dispuestos a encerrarlas por desacato a la autoridad.
La propuesta de la joven del sur de pagar lo que Hannie se había llevado cayó en saco roto y en un pestañeo estaban metidas en problemas. La joven de Dundarak empezó a llorar de nuevo cuando los guardias se lanzaron a separarla de su nueva amiga extranjera.
-¡No quiero que me lleven! ¡No quiero que me lleven! -Sujetó con fuerza a la lobita, aunque de nada sirvió, pues entre dos guardias las separaron. El oficial que estaba frente a Windorind la sujetó de ambas muñecas con intención de engrilletarla y que dejasen de armar jaleo en una calle tan comercial.
-Basta de problemas. Estáis todas detenidas. -Ni siquiera ese hombre estaba seguro de querer detener a las muchachas, y menos a una chica tan pequeña. Pero también sabía que su deber era combatir cualquier tipo de crimen. ¿Cualquiera? ¿Dónde estaba la línea entre la necesidad y el ocio? Un robo era un robo, al menos así lo veía Niels. Bueno, siempre y cuando no robase él, entonces estaba justificado. Pero, ¿y esta niña? El guardia sujetaba a Windorind con fuerza, pero su mente seguía trabajando en pensar si lo que estaba haciendo estaba bien o sólo era un títere a manos del aristócrata.
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Windorind: Defensora de la causa, muy buena tu postura. Pero tus decisiones han llevado a que los miembros de la guardia de Dundarak te tomen por una cómplice de Hannie y estás en problemas. Los soldados quieren que dejéis de armar escándalo y os querrán llevar al cuartel. Tu objetivo principal en este segundo post será liberarte de ellos, y también ayudar a las pequeñas. También puedes rendirte y desquitarte de problemas ante los soldados, dejando que se lleven a Hannie. ¿Qué harás? ¿Podrás defender tu causa contra tres guardias?
Fehu
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Re: No quiero pobres aquí [Desafío]
Aquella situación se le estaba yendo de las manos a la elfina, ella lo sabía y Fuga también. Enfrentarse a la guardia era meterse en problemas serios ya que, si no acababan en un calabozo por las buenas, acabarían siento castigadas en mitad de una plaza por desobedecer la ley. En el mejor de los casos, ambas acabarían siendo buscadas por Dundarak como rebeldes y alborotadoras, por no decir criminales. El problema y el drama estaba servido, pero el llanto de la pequeña y la lástima que les inspiraba hacía que les importara más bien poco.
Les importaba un pimiento enfrentarse con la guardia, la ciudad o el mismísimo dios de los dragones. Esa niña no iba a seguir siendo abusada por su precaria situación, aunque a ellas les costara la salud y su propia seguridad.
Wind no tardó en percatarse de quien era el mandamás de todo aquel jaleo… y a quién debía dirigirse para solucionar el embrollo. El hombre de la voz desagradable, era un buen blanco, aunque no fácil. Los guardias parecían querer protegerlo con la misma intensidad que querían deshacerse de ellas -Como si tengo que pagar toda mi vida, señor cara-de-pasa- La elfina frunció el ceño enfadada y unas risas veladas recorrieron el coro de gente que les rodeaba. A pesar de que las risas recorrían aquel público, el señor sólo se puso rojo de cólera completamente iracundo por las impertinencias de Wind.
Por suerte, antes de que él pudiera decir nada, un guardia abrió la boca de nuevo. Otro idiota para la lista ¿Qué demonios le pasa a aquella gente? -Podéis intentarlo- Contestó la elfina altanera y mordaz con la seriedad grabada en su rostro. Sí, era otro farol. Sabía que estarían en serios problemas cómo realmente trataran de detenerlas, pero confiaba en que aquello no llegara a tanto… Lástima que se equivocara.
Fuga abrazó con fuerza a la niña, tratando de inculcarle un poco de la confianza que ella sentía hacia la elfina, pero la pequeña rubita parecía realmente asustada. Al parecer eso no se les estaba yendo de las manos a las dos muchachas, sino que para la pequeña también estaba empezando a resultar demasiado dramático. Al menos Fuga seguía confiando en su amiga, sabía que ella las sacaría de aquel problema, sabía que en las situaciones complicadas siempre conseguía salir adelante, aunque tuvieran todas las de perder. Cuando Wind se ponía seria, era todo lo ingeniosa e inteligente que no era de normal -No te preocupes- Dijo Fuga en voz baja mientras miraba a la pequeña y la abrazaba con fuerza, tal y como la peliazul hacía con ella cuando estaba triste o asustada.
Al parecer aquel comentario desafortunado de la elfina, acabó con los nervios de uno de los guardias. Tardó menos de un instante en acercarse a la pequeña y en agarrarla de un brazo de nuevo haciendo que ésta volviera a llorar como un bebé. Fuga gruñó, por mero instinto, aquella situación comenzaba a ser demasiado, estaba enfadada, triste y dolida con aquellas personas insensibles. La licántropa volvió a gruñir en cuanto la rubita se agarró a ella sollozando. Sabía lo que venía ahora, pero esta vez no iba a llorar por transformarse, debía sacarle partido y eso iba a hacer.
Wind por su parte, estaba lidiando con aquellos hombres como buenamente podía. Vio como la situación se complicaba para las dos pequeñas y ella deseaba gruñir igual que su amiga. Un gruñido era lo más parecido a sus sentimientos puestos en voz alta que podía haber encontrado - ¿Detenernos? - Repitió indignada ante la acusación de aquel hombre desagradable -Es usted un caballero con la sesera de un niñito malcriado- replicó la elfina. Apenas había dicho la última palabra cuando se arrepintió de haber dicho aquello en voz alta. “Aprende a callarte las cosas, idiota” Pensó para sí misma con resignación. Pero lo dicho, dicho estaba y ahora sólo podía asumir sus decisiones y acatar la ley… o hacer algo mucho más divertido y que las metería en aún más problemas.
La rubita comenzó a gritar de nuevo y un guardia sujetó las muñecas de la elfina con fuerza. No iba a ser fácil librarse de aquello… o tal vez sí.
Fuga miró impotente la situación y, por un momento, realmente pensó que aquello no podía salir de bien de ninguna manera. Esa idea en su cabeza, rápido se salió de control gracias a los sentimientos de ira y tristeza que tenía, tanto fue así, que apenas unos instantes después, la licántropa, se transformó en la preciosa loba blanca que tanto adoraba la elfina.
Aquello pilló por sorpresa a esos hombres y todos se giraron sorprendidos hacia la loba. Wind le dedicó una sonrisa tranquila y le guiñó un ojo. Fuga sabía que iban a salir de esta y la pequeña, no dejaba de llorar asustada, no parecía querer más problemas y ni siquiera trató de escabullirse del agarre flácido del guardia. Fue Fuga la que le dio un tirón con los dientes a su desgastada ropa, la tiró al suelo y le lamió las lágrimas como si fuera un perro amaestrado.
Wind aprovechó aquella distracción para sonreír al guardia y dar un tirón con los brazos para soltarse -Creo que no estamos detenidas- Ensanchó la sonrisa y, ante la atónita mirada del guardia que hizo un intento de volver a coger las muñecas de la elfina, Wind saltó ligeramente hacia atrás, invocó al golem en un pestañeo y le usó de trampolín para alcanzar al hombre de la voz desagradable que la miró estupefacto.
Tardó menos de un instante en sacar la daga de su muslo y colocarla en el cuello de aquel idiota desde su espalda -Todos quietos, o tendremos un problema- Apretó la daga contra el cuello de aquel hombre y un hilo de sangre resbaló por su cuello mientras Wind seguía sonriendo -Os avisé antes, si no la dejabais en paz, tendríamos un problema... y aquí está- Un empujón calculado detrás de las rodillas del humano y cayó de rodillas ante ella.
El silencio era tan tenso y tan artificial, que podía haberse cortado con un cuchillo -No hagas estupideces niña- Dijo el guardia que antes la tenía sujeta por las muñecas -Oh, no se preocupe. Siempre que ese grandullón se aleje de las pequeñas, saldremos todos contentos de aquí- Se escuchó tragar saliva sonoramente al idiota que tenía la daga en el cuello - ¿Sabes quién soy? ¡Voy a hacer que te ajusticien en la plaza! - Una sola risa amarga salió de los labios de la peliazul -Cálmese señor, no está en la mejor posición como para amenazarme- El hombre volvió a cerrar la boca mientras su frente comenzaba a perlarse de sudor -Suelta a Lord Harbert y no habrá represalias contra ti- Eso sí que era un verdadero farol y no lo que ella había estado diciendo antes -Seguro que sí…- Miró a las rubitas y les dedicó una sonrisa encantadora -Las dos, fuera. Luego te encontraré cielo- Guiñó un ojo a la loba y ésta asintió. Enganchó de nuevo la ropa de la pequeña -Que no se te olviden las manzanas- La pequeña rubita asintió y cogió el cesto para, acto seguido salir corriendo de allí.
La gente se abrió paso como si fuera magia y las pequeñas salieron corriendo de allí hasta que se perdieron entre la multitud. Fuga no tardó en recuperar su aspecto normal y tiró de la pequeña hacia la plaza principal para mezclarse entre la gente -No conozco la ciudad. Tenemos que ir a una plaza con una fuente de siete patos de piedra- Dijo Fuga una vez entre el gentío -Yo sí- Respondió la otra chiquilla para, acto seguido volver a perderse entre los callejones.
Ahora era Wind la que tenía un problema. No sería tan sencillo para ella salir de allí ilesa, y el truquito de la daga no serviría mucho más tiempo. Los guardias sujetaron el mango de sus espadas y la elfina examinó con un rápido vistazo en callejón. Chascó la lengua y se percató de que su única posibilidad era subir al tejado que tenía justo en frente. No era demasiado alto, pero sólo con el golem no podría alcanzarlo de un solo salto, así que o confiaba en la suerte o se dejaba atrapar por esa panda de bestias. Se decantó por la primera opción.
Movió al golem hacia la gente, que se apartó de él como si tuviera la peste con un murmullo generalizado, y, con una sonrisa magníficamente fingida de suficiencia, como si fuera un mago a punto de hacer su truco magistral, dio una patada en la espalda de aquel hombre mientras quitaba la daga de su cuello.
El idiota, quedó con la cara enterrada en la nieve y el culo en pompa. La guardia tardó menos de un segundo en abalanzarse sobre dónde estaba antes Wind, pero ella ya lo había pensado. En lo que dura un pestañeo, echó a correr hacia el golem, saltó sobre él y alcanzó el tejado con los brazos y la mitad de su cuerpo. Del golpe, el aire salió de sus pulmones dejándola momentáneamente aturdida, pero no tenía tiempo para su costilla rota o su cartílago astillado. Ya sólo debía subir el resto de su cuerpo.
Un guardia, bastante más espabilado, corrió hacia la elfina y le agarró una pierna con fuerza tirando de ella hacia abajo -Demonios ¿No me podéis dejar en paz? - Masculló la elfina mientras le soltaba una patada en la cara con su otro pie al hombre que tiraba de ella. La nieve no hacía que escalar aquel tejado fuera una tarea fácil y si un tio como ese tiraba de ella hacia abajo, tenía todas las de perder.
Una segunda patada y el hombre la soltó mientras le sangraba la nariz. Terminó de subir al tejado, deshizo al golem y la gente la miró como si estuviera loca o fuera estúpida… o ambas cosas -Y ahora queridos, me despido de vosotros- Hizo una reverencia teatral -Y os aconsejo tratar al señor cara-de-pasa, parece que se ha quedado tonto del susto- Les sacó la lengua y se marchó de allí por los tejados, con cuidado de no resbalar por el hielo y la nieve. Debía buscar a Fuga y a la otra pequeña y debía hacerlo antes de que los guardias empezaran a buscarlas por la cantidad de infracciones y delitos que habían cometido en apenas unos minutos.
Les importaba un pimiento enfrentarse con la guardia, la ciudad o el mismísimo dios de los dragones. Esa niña no iba a seguir siendo abusada por su precaria situación, aunque a ellas les costara la salud y su propia seguridad.
Wind no tardó en percatarse de quien era el mandamás de todo aquel jaleo… y a quién debía dirigirse para solucionar el embrollo. El hombre de la voz desagradable, era un buen blanco, aunque no fácil. Los guardias parecían querer protegerlo con la misma intensidad que querían deshacerse de ellas -Como si tengo que pagar toda mi vida, señor cara-de-pasa- La elfina frunció el ceño enfadada y unas risas veladas recorrieron el coro de gente que les rodeaba. A pesar de que las risas recorrían aquel público, el señor sólo se puso rojo de cólera completamente iracundo por las impertinencias de Wind.
Por suerte, antes de que él pudiera decir nada, un guardia abrió la boca de nuevo. Otro idiota para la lista ¿Qué demonios le pasa a aquella gente? -Podéis intentarlo- Contestó la elfina altanera y mordaz con la seriedad grabada en su rostro. Sí, era otro farol. Sabía que estarían en serios problemas cómo realmente trataran de detenerlas, pero confiaba en que aquello no llegara a tanto… Lástima que se equivocara.
Fuga abrazó con fuerza a la niña, tratando de inculcarle un poco de la confianza que ella sentía hacia la elfina, pero la pequeña rubita parecía realmente asustada. Al parecer eso no se les estaba yendo de las manos a las dos muchachas, sino que para la pequeña también estaba empezando a resultar demasiado dramático. Al menos Fuga seguía confiando en su amiga, sabía que ella las sacaría de aquel problema, sabía que en las situaciones complicadas siempre conseguía salir adelante, aunque tuvieran todas las de perder. Cuando Wind se ponía seria, era todo lo ingeniosa e inteligente que no era de normal -No te preocupes- Dijo Fuga en voz baja mientras miraba a la pequeña y la abrazaba con fuerza, tal y como la peliazul hacía con ella cuando estaba triste o asustada.
Al parecer aquel comentario desafortunado de la elfina, acabó con los nervios de uno de los guardias. Tardó menos de un instante en acercarse a la pequeña y en agarrarla de un brazo de nuevo haciendo que ésta volviera a llorar como un bebé. Fuga gruñó, por mero instinto, aquella situación comenzaba a ser demasiado, estaba enfadada, triste y dolida con aquellas personas insensibles. La licántropa volvió a gruñir en cuanto la rubita se agarró a ella sollozando. Sabía lo que venía ahora, pero esta vez no iba a llorar por transformarse, debía sacarle partido y eso iba a hacer.
Wind por su parte, estaba lidiando con aquellos hombres como buenamente podía. Vio como la situación se complicaba para las dos pequeñas y ella deseaba gruñir igual que su amiga. Un gruñido era lo más parecido a sus sentimientos puestos en voz alta que podía haber encontrado - ¿Detenernos? - Repitió indignada ante la acusación de aquel hombre desagradable -Es usted un caballero con la sesera de un niñito malcriado- replicó la elfina. Apenas había dicho la última palabra cuando se arrepintió de haber dicho aquello en voz alta. “Aprende a callarte las cosas, idiota” Pensó para sí misma con resignación. Pero lo dicho, dicho estaba y ahora sólo podía asumir sus decisiones y acatar la ley… o hacer algo mucho más divertido y que las metería en aún más problemas.
La rubita comenzó a gritar de nuevo y un guardia sujetó las muñecas de la elfina con fuerza. No iba a ser fácil librarse de aquello… o tal vez sí.
Fuga miró impotente la situación y, por un momento, realmente pensó que aquello no podía salir de bien de ninguna manera. Esa idea en su cabeza, rápido se salió de control gracias a los sentimientos de ira y tristeza que tenía, tanto fue así, que apenas unos instantes después, la licántropa, se transformó en la preciosa loba blanca que tanto adoraba la elfina.
Aquello pilló por sorpresa a esos hombres y todos se giraron sorprendidos hacia la loba. Wind le dedicó una sonrisa tranquila y le guiñó un ojo. Fuga sabía que iban a salir de esta y la pequeña, no dejaba de llorar asustada, no parecía querer más problemas y ni siquiera trató de escabullirse del agarre flácido del guardia. Fue Fuga la que le dio un tirón con los dientes a su desgastada ropa, la tiró al suelo y le lamió las lágrimas como si fuera un perro amaestrado.
Wind aprovechó aquella distracción para sonreír al guardia y dar un tirón con los brazos para soltarse -Creo que no estamos detenidas- Ensanchó la sonrisa y, ante la atónita mirada del guardia que hizo un intento de volver a coger las muñecas de la elfina, Wind saltó ligeramente hacia atrás, invocó al golem en un pestañeo y le usó de trampolín para alcanzar al hombre de la voz desagradable que la miró estupefacto.
Tardó menos de un instante en sacar la daga de su muslo y colocarla en el cuello de aquel idiota desde su espalda -Todos quietos, o tendremos un problema- Apretó la daga contra el cuello de aquel hombre y un hilo de sangre resbaló por su cuello mientras Wind seguía sonriendo -Os avisé antes, si no la dejabais en paz, tendríamos un problema... y aquí está- Un empujón calculado detrás de las rodillas del humano y cayó de rodillas ante ella.
El silencio era tan tenso y tan artificial, que podía haberse cortado con un cuchillo -No hagas estupideces niña- Dijo el guardia que antes la tenía sujeta por las muñecas -Oh, no se preocupe. Siempre que ese grandullón se aleje de las pequeñas, saldremos todos contentos de aquí- Se escuchó tragar saliva sonoramente al idiota que tenía la daga en el cuello - ¿Sabes quién soy? ¡Voy a hacer que te ajusticien en la plaza! - Una sola risa amarga salió de los labios de la peliazul -Cálmese señor, no está en la mejor posición como para amenazarme- El hombre volvió a cerrar la boca mientras su frente comenzaba a perlarse de sudor -Suelta a Lord Harbert y no habrá represalias contra ti- Eso sí que era un verdadero farol y no lo que ella había estado diciendo antes -Seguro que sí…- Miró a las rubitas y les dedicó una sonrisa encantadora -Las dos, fuera. Luego te encontraré cielo- Guiñó un ojo a la loba y ésta asintió. Enganchó de nuevo la ropa de la pequeña -Que no se te olviden las manzanas- La pequeña rubita asintió y cogió el cesto para, acto seguido salir corriendo de allí.
La gente se abrió paso como si fuera magia y las pequeñas salieron corriendo de allí hasta que se perdieron entre la multitud. Fuga no tardó en recuperar su aspecto normal y tiró de la pequeña hacia la plaza principal para mezclarse entre la gente -No conozco la ciudad. Tenemos que ir a una plaza con una fuente de siete patos de piedra- Dijo Fuga una vez entre el gentío -Yo sí- Respondió la otra chiquilla para, acto seguido volver a perderse entre los callejones.
Ahora era Wind la que tenía un problema. No sería tan sencillo para ella salir de allí ilesa, y el truquito de la daga no serviría mucho más tiempo. Los guardias sujetaron el mango de sus espadas y la elfina examinó con un rápido vistazo en callejón. Chascó la lengua y se percató de que su única posibilidad era subir al tejado que tenía justo en frente. No era demasiado alto, pero sólo con el golem no podría alcanzarlo de un solo salto, así que o confiaba en la suerte o se dejaba atrapar por esa panda de bestias. Se decantó por la primera opción.
Movió al golem hacia la gente, que se apartó de él como si tuviera la peste con un murmullo generalizado, y, con una sonrisa magníficamente fingida de suficiencia, como si fuera un mago a punto de hacer su truco magistral, dio una patada en la espalda de aquel hombre mientras quitaba la daga de su cuello.
El idiota, quedó con la cara enterrada en la nieve y el culo en pompa. La guardia tardó menos de un segundo en abalanzarse sobre dónde estaba antes Wind, pero ella ya lo había pensado. En lo que dura un pestañeo, echó a correr hacia el golem, saltó sobre él y alcanzó el tejado con los brazos y la mitad de su cuerpo. Del golpe, el aire salió de sus pulmones dejándola momentáneamente aturdida, pero no tenía tiempo para su costilla rota o su cartílago astillado. Ya sólo debía subir el resto de su cuerpo.
Un guardia, bastante más espabilado, corrió hacia la elfina y le agarró una pierna con fuerza tirando de ella hacia abajo -Demonios ¿No me podéis dejar en paz? - Masculló la elfina mientras le soltaba una patada en la cara con su otro pie al hombre que tiraba de ella. La nieve no hacía que escalar aquel tejado fuera una tarea fácil y si un tio como ese tiraba de ella hacia abajo, tenía todas las de perder.
Una segunda patada y el hombre la soltó mientras le sangraba la nariz. Terminó de subir al tejado, deshizo al golem y la gente la miró como si estuviera loca o fuera estúpida… o ambas cosas -Y ahora queridos, me despido de vosotros- Hizo una reverencia teatral -Y os aconsejo tratar al señor cara-de-pasa, parece que se ha quedado tonto del susto- Les sacó la lengua y se marchó de allí por los tejados, con cuidado de no resbalar por el hielo y la nieve. Debía buscar a Fuga y a la otra pequeña y debía hacerlo antes de que los guardias empezaran a buscarlas por la cantidad de infracciones y delitos que habían cometido en apenas unos minutos.
Windorind Crownguard
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Re: No quiero pobres aquí [Desafío]
¡Menudo caos se estaba montando! Las niñas se habían escapado, la elfa se estaba escapando, Lord Harbert estaba conmocionado y los guardias no sabían hacia dónde ir. Uno de ellos ya tenía un buen golpe en la nariz, los otros estaban asustados porque una de las niñas se había convertido en lobo y el resto de gente estaba atónita. ¿Qué había pasado en tan solo un momento? ¿Cómo una pequeña elfa había logrado reducir a los guardias de Dundarak, puesto en peligro la vida del lord y había conseguido escapar? Las habladurías no tardaron en llegar, sin duda se estaban poniendo en entredicho las aptitudes de los soldados, e incluso las de Lord Harbert. Y que hablasen de ese hombre no era nada bueno.
Uno de los guardias fue a buscar a las pequeñas, entre la gente, con total desconcierto. El otro, a quien le chorreaba la nariz, trató de seguir a la elfina, aunque sin muchas ganas. Y otro permaneció al lado del aristócrata, tratando de que el semicírculo de personas se disolviese.
-Vamos, fuera. Aquí no hay nada que ver. Fuera, fuera. -Agitaba un poco los brazos para que regresaran a sus quehaceres.
Mientras tanto, Lord Harbert volvía en sí. Una elfa había puesto en peligro su vida. ¡Una miserable comehojas!
-¡¡GUARDIAS!! -Sólo uno reaccionó. El que perseguía a la elfina tardó en llegar varios minutos, aun con su cara llena de sangre.
-Díganos, señor.
-¿¡Cómo habéis podido permitir esto!? ¡¡Es una miserable elfa!! ¡¡ARRESTADLA!! -Parecía que a Lord Harbert se le iba a estallar la vena del cuello. Estaba rojo de rabia por la vergüenza que había pasado delante de todos. -¡¡QUIERO SU CABEZA EN BANDEJA DE PLATA!!
Dicho eso, se fue, maldiciendo a grito pelado a cada uno de los dioses del Partenón élfico.
Tan solo unas horas después, la cara de esa elfa estaba plasmada en carteles repartidos por todo Dundarak y planeaban empapelar todos los pueblos del norte. En cuanto esa elfa fuese vista acabaría ajusticiada en la plaza. Ella y las dos niñas.
El ridículo del aristócrata había llegado a todos los rincones de la ciudad, con multitud de rumores. Pero su furia era más poderosa y sus influencias mayores, así que los carteles no tardaron en hacerse. -Quiero que esa sucia elfa pague por lo que ha hecho. ¿¡Cómo ha osado amenazarme a mí con un cuchillo!? -Mascullaba en la soledad de su palacete.
Mientras tanto, todos los guardias del norte emitían la búsqueda y captura de Windorind y daban recompensa a quien supiera algo de las tres chicas. Sin tardar, empezaron a barrer todos los rincones de la ciudad para tratar de encontrarlas, pues se habían convertido en fugitivas.
_________________________________________
Windorind: Sin duda tienes valor, honor y un gran corazón. Pero ya sabes, "poderoso caballero es don Dinero", y el que paga manda. Mientras a los guardias no les toquen sus beneficios poco les importa enfrentarse contra una banda de delincuentes que contra unas niñas. Tus ideas son honorables, pero ellos solo entienden que has desacatado sus órdenes y les has dejado mal. Clamarán venganza.
Recompensas:
• +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
• +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
• 5 ptos totales de experiencia
Los puntos han sido sumados directamente a tu perfil.
Consecuencias: Tu actitud para con los guardias y alguien de la alta sociedad de Dundarak ha hecho que te conviertas en una criminal buscada por desacato. No podrás entrar en la ciudad sin que algún guardia te persiga o algún ciudadano desvele tu ubicación. Tampoco podrás estar libremente por pueblecitos de todo el territorio norte.
Esta situación se resolverá en un futuro mastereado.
Fehu
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