Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
Página 1 de 1. • Comparte
Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
Quien conozca Aerandir y la tierra tradicional, quizás piense que ambos mundos tienen pocas cosas en común, y tal vez sea cierto en parte. Sin embargo, no ocurre así en lo que a comercio se refiere. Cada una de las razas, a pesar de sus rasgos distintivos, muestran su humanidad en estilos de vestir, forma de pensar, y… aunque no lo deseen… sistemas de comercio. Mercaderes, Navíos, transportistas, casas de cambio, etc. Todas con un mismo sistema cambiario de monedas. Lo interesante de todo esto, es que los lugares en los que se establecen tales comercios se convierten en el “corazón de la ciudad”. Por eso no es de extrañar que se encuentren en zonas céntricas o estratégicas, y que allí las calles se abarroten de todo tipo de personas que buscan productos ideales para sus necesidades, en medio de un mar nullicioso.
Definitivamente un sistema llamativo que no hace distinción racial. Claro, probablemente quienes más destaquen en esto sean los humanos comunes y sin ningún atributo místicos.
Vulwulfar es un buen ejemplo. Siendo una ciudad que depende en gran medida de la pesca, su puerto es uno de los lugares más visitados y concurridos. En ocasiones también llegan uno que otro barco transportando otros tipos de mercancía como, por ejemplo: Cuero, Seda y una amplia variedad de telas. Esa, era la precisa razón por la que Ivett Haugen había dejado Lunargeta y alquilado una posada en esta pequeña ciudad costera durante unos días. Debido a sus negocios en el campo textil, debía recibir un pedido que llegaría por mar en el puerto de Vulwulfar. No es como si necesitara hacerlo personalmente, de hecho, siendo honesta con ella misma, no disfrutaba de las responsabilidades de ser la dueña de su propia tienda debido a que, desde su perspectiva, ese tipo de responsabilidades la ataban a una vida repleta de monotonía. Pero con tal de huir de esa misma monotonía, decidió ir en persona a recibir el pedido.
Aquella mañana resultó bastante tranquila. Nada fuera de lo “común” que hiciera pensar que la paz de Aerandir su fuese a desvanecer. Los niños corrían y jugaban, y las personas se encargaban de sus negociaciones. La joven Hauguen por su parte, paso su mañana encargándose de examinar los productos que había pedido, y esperar a que los desembarcaran. Algo que tomo más tiempo del previsto, y termino por completarse en las primeras horas de la tarde.
- Estas son las ultimas, Eskol. Asegúralas en la carreta y luego la llevas al establo… - dijo, dando las últimas instrucciones a su ayudante. Eskol era un hombre un poco mayor que la ayudaba en ese tipo de viaje para encargase de las tareas pesadas, y una de las pocas personas en las que ella confiaba. Sin embargo, no pudo continuar la oración pues un joven tropezó con ella haciendo que trastabillara para no caer.
- ¡Oye! -
Definitivamente un sistema llamativo que no hace distinción racial. Claro, probablemente quienes más destaquen en esto sean los humanos comunes y sin ningún atributo místicos.
Vulwulfar es un buen ejemplo. Siendo una ciudad que depende en gran medida de la pesca, su puerto es uno de los lugares más visitados y concurridos. En ocasiones también llegan uno que otro barco transportando otros tipos de mercancía como, por ejemplo: Cuero, Seda y una amplia variedad de telas. Esa, era la precisa razón por la que Ivett Haugen había dejado Lunargeta y alquilado una posada en esta pequeña ciudad costera durante unos días. Debido a sus negocios en el campo textil, debía recibir un pedido que llegaría por mar en el puerto de Vulwulfar. No es como si necesitara hacerlo personalmente, de hecho, siendo honesta con ella misma, no disfrutaba de las responsabilidades de ser la dueña de su propia tienda debido a que, desde su perspectiva, ese tipo de responsabilidades la ataban a una vida repleta de monotonía. Pero con tal de huir de esa misma monotonía, decidió ir en persona a recibir el pedido.
Aquella mañana resultó bastante tranquila. Nada fuera de lo “común” que hiciera pensar que la paz de Aerandir su fuese a desvanecer. Los niños corrían y jugaban, y las personas se encargaban de sus negociaciones. La joven Hauguen por su parte, paso su mañana encargándose de examinar los productos que había pedido, y esperar a que los desembarcaran. Algo que tomo más tiempo del previsto, y termino por completarse en las primeras horas de la tarde.
- Estas son las ultimas, Eskol. Asegúralas en la carreta y luego la llevas al establo… - dijo, dando las últimas instrucciones a su ayudante. Eskol era un hombre un poco mayor que la ayudaba en ese tipo de viaje para encargase de las tareas pesadas, y una de las pocas personas en las que ella confiaba. Sin embargo, no pudo continuar la oración pues un joven tropezó con ella haciendo que trastabillara para no caer.
- ¡Oye! -
- ¡Lo lamento! ¡Es que llevo prisa! Están haciendo apuestas de azar y… ¡quiero llegar antes de que terminen! - Contestó el chico, algo agitado y eufórico. La mujer lo examinó por unos segundos mientras se cruzaba de brazos y enarcaba una ceja. Si había juegos de apuestas por allí, significaba que habría uno o más timadores, y ese hecho le resultaba increíblemente interesante y atrayente.
- Espera, quiero ir contigo -
- ¿también apostara? -
- Claro, ¿porque no? - La sorpresa y el desconcierto en el rostro del chico fueron más que evidente. Pero luego de superarla, accedió con un gesto en sus hombros - Has como te dije y espérame en la posada. Me quedare un rato por acá y volveré luego - agregó la mujer volviéndose esta vez hacia su ayudante, dándole las ultimas indicaciones.
- De acuerdo. Solo tenga cuidado señorita, hay mucho peligro en estos lugares - contestó Eskol con una voz ronca que destilaba experiencia y bondad. Ivett solo le sonrió y asintió con el rostro. Agradecía que se preocupara tanto por ella, aunque fuese una preocupación infundada. Se giró hacia el chico e hizo gesto con el rostro, indicándole que le guiara por el camino. Este parecía más que impaciente, así que no lo pensó dos veces para continuar su camino. La guió primero por la calle principal que bordeaba el muelle, para luego cruzar por un callejón adoquinado a un par de metros de distancia. Era un poco difícil seguirle paso, principalmente debido a la cantidad de personas que circulaba por el lugar, así que a la final le perdió. Seguramente el joven estaría acostumbrado a moverse por aquel ambiente, pero por desgracia, la pelirroja no.
La mujer levantó la mirada hacia los techos, soltando un pequeño resoplido de frustración. De seguro podría moverse con mayor facilidad por allí arriba, pero eso significaría exponerse sin necesidad alguna. Un conjunto de bitores de victoria le hicieron voltear hacia un lado, atrayendo su atención momentáneamente. Entonces los vio. Allí, a pocos metros de ella, estaba una pequeña concentración de personas (principalmente hombres) rodeando a un sujeto con una pequeña caja de madera volteada, sobre la cual hacia girar tres vasijas boca debajo de forma rápida, moviendo una pequeña pelota por lo interiores. Por lo visto, la apuesta consistía en averiguar en cuál de las tres vasijas quedaba la pelotita. Si la persona acertaba, se ganaba el doble de lo apostado, pero si fallaba, la “casa” se quedaba con todo el dinero. Lo peor era que para volver a intentarlo, tenías que doblar tu apuesta anterior. Así que ya se imaginaran como iba la cosa.
Ivett se acercó a observar, estudiando el sistema del pillador con cuidado. Tenía que haber un truco, eso era seguro. La estafa era más que evidente si se apartaba la avaricia. Y es que el sujeto les dejaba ganar una o dos veces antes de quitarles todo, confiando en que el deseo de los hombres por ganar más, les haría volver a apostar todo el dinero que habían “ganado”. Luego de un par de minutos, consiguió pillar el truco: El hombre sacaba la pelota de la mesa con un sigiloso movimiento justo antes de detener las vasijas, de tal forma que sin importar la vasija que se eligiese, se iba a perder. Luego las hacia girar para devolver la pelota, y hacer creer que siempre estuvo allí.
Haugen ladeo una sonrisa mientras negaba con el rostro. Había que admitir que el hombre era increíblemente bueno, y tenía carisma
- ¿Puedo intentar yo? Apuesto 100 Aeros - propuso mostrando la bolsa de monedas, producto de sus negociaciones y diligencias aquel día. Esperaba que le dejase jugar, porque planeaba voltear su diversión, para satisfacer la propia.
Ivett Haugen
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 18
Nivel de PJ : : 0
Re: Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
A Matthew le encantaba la ciudad de Vulwulfar, incluso mucho más de lo que disfrutaba de estar en Lunargenta, quizás era algo de la fragancia marina que invadía toda la zona, o sus exóticas mujeres llegadas de ciudades lejanas por medio del puerto, o tal vez la buena comida que podía disfrutarse en casi cualquier sitio ¡Quien sabe! Pero lo cierto es que cuando el estafador decidía pasar unos días allí casi nunca se arrepentía.
Casi nunca.
No podía esperarse de Owens que pasara demasiado tiempo sin realizar ningún tipo de actividad, para empezar, porque gastaba casi a la misma velocidad que ganaba el dinero. Se podría decir que era un hombre desprendido, no conocía la palabra “ahorrar”, ni “ser precavido”, es así como al poco de llegar a la ciudad se había gastado todo lo que tenía en una camisa nueva, algo de perfume, y estadía en la mejor posada y comida exquisita, además de bella compañía.
Mientras Matthew terminaba un desayuno consistente en vino con especias, pan, pasteles de higo y varias cosas más, decidió que ese día utilizaría el viejo y conocido trille, a veces regresar a los clásicos era bueno. Dejó algunas monedas falsas sobre la mesa, ya que las verdaderas se le habían terminado la noche anterior, y se marchó del lugar.
Necesitaría algunos secuaces sí quería que la treta funcionara, ese tipo de estafas jamás funcionaban sí no se tenía a algunas personas entre el público para distraer la atención. Owens sabía de dónde podía sacarlos, se dirigió hacía la parte menos bondadosa de Vulwulfar, la zona donde los marineros y ladrones de baja monta se relajaban un poco antes de tener que embarcarse de nuevo, o para descansar cuando habían terminado de bajar todos los cargamentos.
-Eh, tanto tiempo sin vernos, Fred - Saludo el estafador mientras se acercaba a la barra donde un hombre de unos cuarenta años junto a un muchacho tomaban unas cervezas.
-¡Matthew, miserable sabandija! - Decía los insultos con la naturalidad de quien estaba diciendo el apellido del amigo de toda su vida. Se levantó de su asiento y le dio un gran abrazo al estafador antes de hacerse a un lado para presentar al jovencito que estaba sentado junto a él - ¿Recuerdas a Jhon?
-No me lo creo ¿Este es Jhon? Pero sí era apenas un mocoso la última vez que lo vi, que maravilla ¿Y los demás? No te mentire, me vendría bien que me dieran una mano y a ellos seguro les gustaría algo de dinero fácil ¿Cierto? - Fred meditó la propuesta durante algunos segundos mientras pasaba la mano por su barba a medio crecer - Vamos, será solo una tarde.
-Mmm, los otros deben estar en los de Sivy, ya sabes, están en esas edades en las que solo piensan en una cosa - Se encogió de hombros como dando a entender que no tenían remedio - Pero los quiero de regreso en casa por la noche, Matthew.
-Por supuesto ¿Cuando has visto que un plan mio saliera mal? - Owens sonrió de forma pícara y agregó - Bueno excepto esa vez que... y tal vez aquella otra... Pero en líneas generales todo sale a pedir de boca. Tranquilo - Miró al joven Jhon - Tú ven conmigo, te tengo un trabajo más sencillo que el de tus hermanos.
No necesito muchos más incentivos, al muchacho le encantaba la idea de por una vez poder hacer lo que hacían sus hermanos mayores. Luego de un rutinario y “muy profesional” paseo por la casa de Sivy, Matthew le asignó a cada uno de sus cinco ayudantes una tarea. Dos de ellos, los más grandes, serían los que estarían entre el público y simularían hacer apuestas, otros dos estarían en las esquinas por sí aparecía algún guardia, y Jhon sería el encargado de ir corriendo emocionado por las calles diciéndole a la gente que había un sitio donde se estaban haciendo apuestas.
Una vez preparado todo, Matt comenzó con el espectáculo.
-Pasen caballeros, el juego es sencillo pero solo aquel que tenga los ojos más veloces y la mente más avispada podrá ganar ¡Acérquense! - Las primeras rondas habían funcionado de maravilla, varios ingenuos cayeron e incluso algunos habían ido corriendo a sus casas a buscar más dinero, absolutamente convencidos de que ya habían entendido el truco y que la próxima vez ganarían - Oh, una dama - Dijo el estafador sonriendo de modo encantador - Parece estar muy confiada ¡Me gusta eso! ¡Adelante!
Le mostró con lentitud los fondos de los vasos, luego como ponía la bola debajo de uno de ellos, y finalmente comenzó a intercambiar los recipientes con gran velocidad. Claro que la primera vez la mujer ganaría, eso estaba dentro de los planes, la pretensión de Matthew era hacerla apostar al menos tres veces lo que había ofrecido la primera vez.
Casi nunca.
No podía esperarse de Owens que pasara demasiado tiempo sin realizar ningún tipo de actividad, para empezar, porque gastaba casi a la misma velocidad que ganaba el dinero. Se podría decir que era un hombre desprendido, no conocía la palabra “ahorrar”, ni “ser precavido”, es así como al poco de llegar a la ciudad se había gastado todo lo que tenía en una camisa nueva, algo de perfume, y estadía en la mejor posada y comida exquisita, además de bella compañía.
Mientras Matthew terminaba un desayuno consistente en vino con especias, pan, pasteles de higo y varias cosas más, decidió que ese día utilizaría el viejo y conocido trille, a veces regresar a los clásicos era bueno. Dejó algunas monedas falsas sobre la mesa, ya que las verdaderas se le habían terminado la noche anterior, y se marchó del lugar.
Necesitaría algunos secuaces sí quería que la treta funcionara, ese tipo de estafas jamás funcionaban sí no se tenía a algunas personas entre el público para distraer la atención. Owens sabía de dónde podía sacarlos, se dirigió hacía la parte menos bondadosa de Vulwulfar, la zona donde los marineros y ladrones de baja monta se relajaban un poco antes de tener que embarcarse de nuevo, o para descansar cuando habían terminado de bajar todos los cargamentos.
-Eh, tanto tiempo sin vernos, Fred - Saludo el estafador mientras se acercaba a la barra donde un hombre de unos cuarenta años junto a un muchacho tomaban unas cervezas.
-¡Matthew, miserable sabandija! - Decía los insultos con la naturalidad de quien estaba diciendo el apellido del amigo de toda su vida. Se levantó de su asiento y le dio un gran abrazo al estafador antes de hacerse a un lado para presentar al jovencito que estaba sentado junto a él - ¿Recuerdas a Jhon?
-No me lo creo ¿Este es Jhon? Pero sí era apenas un mocoso la última vez que lo vi, que maravilla ¿Y los demás? No te mentire, me vendría bien que me dieran una mano y a ellos seguro les gustaría algo de dinero fácil ¿Cierto? - Fred meditó la propuesta durante algunos segundos mientras pasaba la mano por su barba a medio crecer - Vamos, será solo una tarde.
-Mmm, los otros deben estar en los de Sivy, ya sabes, están en esas edades en las que solo piensan en una cosa - Se encogió de hombros como dando a entender que no tenían remedio - Pero los quiero de regreso en casa por la noche, Matthew.
-Por supuesto ¿Cuando has visto que un plan mio saliera mal? - Owens sonrió de forma pícara y agregó - Bueno excepto esa vez que... y tal vez aquella otra... Pero en líneas generales todo sale a pedir de boca. Tranquilo - Miró al joven Jhon - Tú ven conmigo, te tengo un trabajo más sencillo que el de tus hermanos.
No necesito muchos más incentivos, al muchacho le encantaba la idea de por una vez poder hacer lo que hacían sus hermanos mayores. Luego de un rutinario y “muy profesional” paseo por la casa de Sivy, Matthew le asignó a cada uno de sus cinco ayudantes una tarea. Dos de ellos, los más grandes, serían los que estarían entre el público y simularían hacer apuestas, otros dos estarían en las esquinas por sí aparecía algún guardia, y Jhon sería el encargado de ir corriendo emocionado por las calles diciéndole a la gente que había un sitio donde se estaban haciendo apuestas.
Una vez preparado todo, Matt comenzó con el espectáculo.
-Pasen caballeros, el juego es sencillo pero solo aquel que tenga los ojos más veloces y la mente más avispada podrá ganar ¡Acérquense! - Las primeras rondas habían funcionado de maravilla, varios ingenuos cayeron e incluso algunos habían ido corriendo a sus casas a buscar más dinero, absolutamente convencidos de que ya habían entendido el truco y que la próxima vez ganarían - Oh, una dama - Dijo el estafador sonriendo de modo encantador - Parece estar muy confiada ¡Me gusta eso! ¡Adelante!
Le mostró con lentitud los fondos de los vasos, luego como ponía la bola debajo de uno de ellos, y finalmente comenzó a intercambiar los recipientes con gran velocidad. Claro que la primera vez la mujer ganaría, eso estaba dentro de los planes, la pretensión de Matthew era hacerla apostar al menos tres veces lo que había ofrecido la primera vez.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
Ivett llevaba puesto un pantalón de tela oscura algo ceñido a sus piernas, botas de cuero, corset y una blusa holgada de color blanco que dejaba al descubierto un poco de su pecho y hombros; y sus antebrazos, por supuesto, estaban decorados con una especie de brazaletes de cuero en las que ocultaba sus dagas. Prendas que resaltaban sus curvas y la hacían el centro de las miradas de la mayoría de los hombres que la rodeaban. Si Aerandir siguiera el mismo curso histórico de la tierra tradicional, en un ambiente medieval como en el que vivían, seria mal visto el que una mujer vistiese de esa forma, algo poco decoroso en una dama. Por suerte, este mundo había sido influenciado en cierta medida por la forma de pensar de los humanos terrestres que provenían del futuro, y ahora no era tan mal visto.
- ¿Acaso debería tener un motivo para no estarlo? - preguntó retórica, en relación a su actuar confiado - Todo es cuestión de ser positivo, y saber qué es lo que se hace - agregó ladeando una sonrisa. La última frase había tenido en realcé particular que, aunque pasaba como una frase más, hacía referencia clara a conocer el trasfondo del juego. En todo caso, entendieran o no la indirecta, el “espectáculo” debía continuar.
La joven sacó de su bolsa de monedas el equivalente a lo que había apostado y las colocó sobre la pequeña mesa improvisada. Eran pocas, pero por su color y forma denotaban el valor alto que tenían. No era rica y acaudalada, pero no se le podía negar que tenía sus recursos. Se cruzó de brazos mientras el timador le explicaba la mecánica del juego (que igual ya conocía), y le mostraba los recipientes vacíos junto a la bolita protagonista. El hombre comenzó a girar los envases y la atención de todos pareció enfocarse en él, sobre todo la de la chica. Sin embargo, desde antes de que todo empezara, había estado leyendo su entorno con prudencia, volteando ocasionalmente y usando su vista periférica. Se enfocaba en el número de personas que la rodeaban, el espacio entre ellos, la distancia de la calle, tamaño de las paredes, tejado más cercano, etc etc. Debía haber calculado una vía de escape para cuando aquella pantomima hubiera terminado.
Los vasos se detuvieron y la oportunidad de que Ivett eligiese llegó. Como suponían ambos ladrones, acertó con facilidad. Aun así, la pelirroja se esforzó por parecer sorprendida y emocionada ante su prematura victoria - ¡Apuesto el doble! ¡200! - repuso casi de inmediato para volver a jugar. El proceso se repitió y una vez más volvió a ganar. Fue entonces cuando llegó a la conclusión de que, si quería acelerar el asunto, tendría que apostar más de lo que los presentes esperaban, acudir a la avaricia del mismo timador - Subo la apuesta. 800 Aeros - dijo, doblando la cantidad que acaba de ganar mientras miraba fijamente los encantadores ojos de aquel hombre frente a ella. Iba a perder esta vez, lo calculaba, pero eso era lo que ella quería conseguir, pues así vería donde el estafador estaba guardando el dinero ganado y podría intentar robárselo.
La tensión por parte de los espectadores era casi tangible, parecían más deseosos que los mismos que estaban jugando; un detalle que le causaba mucha gracia a la pelirroja. El hombre hizo girar los envases nuevamente, usando su gran habilidad para que fueran muy difícil de seguir el movimiento con la vista, y aun así fuese en ese movimiento en que se centrara la atención. Por desgracia para él, Ivett pasaba de eso, estaba atenta era al movimiento de sus muñecas, a la espera de que sacara la bolita del tablero << ¡Allí esta! >> pensó para sí al reconocer aquel movimiento que aseguraba su derrota, mordiendo su labio inferior de forma involuntaria ante la adrenalina del momento.
El silencio impero en toda esa zona por un par de segundos - Esta… - señalo la mujer sin siquiera ver su elección, centrándose en mirar los ojos de su interlocutor fijamente.
La atención de todos se enfocó en el vaso que había elegido, pero como ella había previsto, este estaba vacío. Los abucheos y risas no tardaron en llenar de nuevo la pequeña calle, traslapándose con los comentarios y opiniones que cada quien daba. Un sonido seco de monedas hizo que el silencio volviera a reinar junto a la expectación - Un todo o nada. Si gano, me quedo con todo tu dinero y el mío. Si pierdo, te quedas con todo mi dinero y me das un beso… - comentó de forma coqueta, tras haber puesto sobre la mesa toda la bolsa de monedas que cargaba - … de esa forma, al menos me habré quedado con un premio de consolación - esperaba poder acudir nuevamente a la avaricia de su oponente, y hacer que aceptara.
- ¿Que dices? -
Ahora iniciaba su turno de divertirse. Debía actuar con precisión quirúrgica.
- ¿Acaso debería tener un motivo para no estarlo? - preguntó retórica, en relación a su actuar confiado - Todo es cuestión de ser positivo, y saber qué es lo que se hace - agregó ladeando una sonrisa. La última frase había tenido en realcé particular que, aunque pasaba como una frase más, hacía referencia clara a conocer el trasfondo del juego. En todo caso, entendieran o no la indirecta, el “espectáculo” debía continuar.
La joven sacó de su bolsa de monedas el equivalente a lo que había apostado y las colocó sobre la pequeña mesa improvisada. Eran pocas, pero por su color y forma denotaban el valor alto que tenían. No era rica y acaudalada, pero no se le podía negar que tenía sus recursos. Se cruzó de brazos mientras el timador le explicaba la mecánica del juego (que igual ya conocía), y le mostraba los recipientes vacíos junto a la bolita protagonista. El hombre comenzó a girar los envases y la atención de todos pareció enfocarse en él, sobre todo la de la chica. Sin embargo, desde antes de que todo empezara, había estado leyendo su entorno con prudencia, volteando ocasionalmente y usando su vista periférica. Se enfocaba en el número de personas que la rodeaban, el espacio entre ellos, la distancia de la calle, tamaño de las paredes, tejado más cercano, etc etc. Debía haber calculado una vía de escape para cuando aquella pantomima hubiera terminado.
Los vasos se detuvieron y la oportunidad de que Ivett eligiese llegó. Como suponían ambos ladrones, acertó con facilidad. Aun así, la pelirroja se esforzó por parecer sorprendida y emocionada ante su prematura victoria - ¡Apuesto el doble! ¡200! - repuso casi de inmediato para volver a jugar. El proceso se repitió y una vez más volvió a ganar. Fue entonces cuando llegó a la conclusión de que, si quería acelerar el asunto, tendría que apostar más de lo que los presentes esperaban, acudir a la avaricia del mismo timador - Subo la apuesta. 800 Aeros - dijo, doblando la cantidad que acaba de ganar mientras miraba fijamente los encantadores ojos de aquel hombre frente a ella. Iba a perder esta vez, lo calculaba, pero eso era lo que ella quería conseguir, pues así vería donde el estafador estaba guardando el dinero ganado y podría intentar robárselo.
La tensión por parte de los espectadores era casi tangible, parecían más deseosos que los mismos que estaban jugando; un detalle que le causaba mucha gracia a la pelirroja. El hombre hizo girar los envases nuevamente, usando su gran habilidad para que fueran muy difícil de seguir el movimiento con la vista, y aun así fuese en ese movimiento en que se centrara la atención. Por desgracia para él, Ivett pasaba de eso, estaba atenta era al movimiento de sus muñecas, a la espera de que sacara la bolita del tablero << ¡Allí esta! >> pensó para sí al reconocer aquel movimiento que aseguraba su derrota, mordiendo su labio inferior de forma involuntaria ante la adrenalina del momento.
El silencio impero en toda esa zona por un par de segundos - Esta… - señalo la mujer sin siquiera ver su elección, centrándose en mirar los ojos de su interlocutor fijamente.
La atención de todos se enfocó en el vaso que había elegido, pero como ella había previsto, este estaba vacío. Los abucheos y risas no tardaron en llenar de nuevo la pequeña calle, traslapándose con los comentarios y opiniones que cada quien daba. Un sonido seco de monedas hizo que el silencio volviera a reinar junto a la expectación - Un todo o nada. Si gano, me quedo con todo tu dinero y el mío. Si pierdo, te quedas con todo mi dinero y me das un beso… - comentó de forma coqueta, tras haber puesto sobre la mesa toda la bolsa de monedas que cargaba - … de esa forma, al menos me habré quedado con un premio de consolación - esperaba poder acudir nuevamente a la avaricia de su oponente, y hacer que aceptara.
- ¿Que dices? -
Ahora iniciaba su turno de divertirse. Debía actuar con precisión quirúrgica.
Ivett Haugen
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 18
Nivel de PJ : : 0
Re: Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
El instinto le decía a Matthew que había algo extraño en esa mujer, para empezar, era extraño que una dama se acercara a apostar, no porque no pudiera hacerlo, pero era una actividad que parecía atraer más a los hombres. Pero además, cuando alguna lo hacía, solía ser del brazo de algún caballero que, por hacerse el galante, alentaba a la señorita a que apostara alguna cifra.
En cambio ahora, Matt tenía en frente a una mujer con gesto seguro que apostaba grandes sumas de dinero sin apenas preocuparse, no sacaba las monedas de a una, no las contaba antes de ponerlas sobre la mesa de apuestas. La primera idea que tuvo el estafador es que era una agente de la guardia haciéndose pasar por un cliente, de ser así estaban en verdaderos problemas, no había forma de detener el juego sin quedar en evidencia.
-¿¡Ochocientos Aeros!?- Se hizo el sorprendido Owens, si las sospechas del estafador se confirmaban en el momento que apostara una suma verdaderamente fuerte sería cuando daría a conocer su verdadera intención, que era claro, el llevarlo a los calabozos. Recién en ese momento Matthew se fijo en los rasgos de la mujer, unos hermosos ojos verdes le sostenían la mirada “Esta chica es muy segura de su misma”, pensó. Su ropa era algo más reveladora de lo habitual, aunque no lo suficiente como para ser catalogada como una cualquiera, sus atributos eran bastante generosos y su cabellera castaña-rojiza hacía muy buen contraste con su tono de piel blanca.
La mujer no miro siquiera qué tarro elegía, ni Matthew tampoco, se sostenían mutuamente la mirada como si fueran una pareja de enamorados. Levantó el recipiente y como ambos sabían no había nada.
-Es una pena, Señorita, pero no se preocupe, seguramente ganará la próxima – Tomo las monedas y las guardo en una bolsa dentro de su camisa, miró ambas esquinas donde estaban sus secuaces, pero no dieron señal alguna de que se acercaran los guardias “¿A qué esperan para intentar atraparnos?”
Cuando la muchacha sacó aún más dinero Matt levantó una ceja, eso no tenía sentido, ya tenía lo que quería “Entonces no es de la guardia ¿De dónde salió esta muchacha?”, lo tenía desconcertado ¡Y le gustaba eso! Se sonrió ante la apuesta.
-Me parece perfecto, será un beso de más de mil Aeros – La gente alrededor murmuraba, y los secuaces de Matthew se arrepentían de haberse asociado con el estafador, lo conocían desde hace tiempo y sabían que cuando se dejaba llevar por la pasión de las apuestas perdía por completo la razón. En ese mismo momento el dinero era absolutamente secundario, incluso el beso pasaba a un segundo plano, lo que emocionaba a Owens era la idea de ganar o perder todo.
Matt empezaba a vislumbrar una posibilidad más: Intentaban estafarlo.
El estafador estafado sonaba muy gracioso, pero de ninguna manera el hombre permitiría que resultara tan sencillo. Comenzó a mover los cubiletes de nuevo y con un veloz movimiento sacó la bola del juego, se detuvo e hizo un gesto para que la dama eligiera. Solo había un resultado posible…
-Usted pierde, es hora de pagar – Dijo Matthew y la miro fijamente con una sonrisa seductora en los labios “¿Cuál será tu siguiente movimiento?”
En cambio ahora, Matt tenía en frente a una mujer con gesto seguro que apostaba grandes sumas de dinero sin apenas preocuparse, no sacaba las monedas de a una, no las contaba antes de ponerlas sobre la mesa de apuestas. La primera idea que tuvo el estafador es que era una agente de la guardia haciéndose pasar por un cliente, de ser así estaban en verdaderos problemas, no había forma de detener el juego sin quedar en evidencia.
-¿¡Ochocientos Aeros!?- Se hizo el sorprendido Owens, si las sospechas del estafador se confirmaban en el momento que apostara una suma verdaderamente fuerte sería cuando daría a conocer su verdadera intención, que era claro, el llevarlo a los calabozos. Recién en ese momento Matthew se fijo en los rasgos de la mujer, unos hermosos ojos verdes le sostenían la mirada “Esta chica es muy segura de su misma”, pensó. Su ropa era algo más reveladora de lo habitual, aunque no lo suficiente como para ser catalogada como una cualquiera, sus atributos eran bastante generosos y su cabellera castaña-rojiza hacía muy buen contraste con su tono de piel blanca.
La mujer no miro siquiera qué tarro elegía, ni Matthew tampoco, se sostenían mutuamente la mirada como si fueran una pareja de enamorados. Levantó el recipiente y como ambos sabían no había nada.
-Es una pena, Señorita, pero no se preocupe, seguramente ganará la próxima – Tomo las monedas y las guardo en una bolsa dentro de su camisa, miró ambas esquinas donde estaban sus secuaces, pero no dieron señal alguna de que se acercaran los guardias “¿A qué esperan para intentar atraparnos?”
Cuando la muchacha sacó aún más dinero Matt levantó una ceja, eso no tenía sentido, ya tenía lo que quería “Entonces no es de la guardia ¿De dónde salió esta muchacha?”, lo tenía desconcertado ¡Y le gustaba eso! Se sonrió ante la apuesta.
-Me parece perfecto, será un beso de más de mil Aeros – La gente alrededor murmuraba, y los secuaces de Matthew se arrepentían de haberse asociado con el estafador, lo conocían desde hace tiempo y sabían que cuando se dejaba llevar por la pasión de las apuestas perdía por completo la razón. En ese mismo momento el dinero era absolutamente secundario, incluso el beso pasaba a un segundo plano, lo que emocionaba a Owens era la idea de ganar o perder todo.
Matt empezaba a vislumbrar una posibilidad más: Intentaban estafarlo.
El estafador estafado sonaba muy gracioso, pero de ninguna manera el hombre permitiría que resultara tan sencillo. Comenzó a mover los cubiletes de nuevo y con un veloz movimiento sacó la bola del juego, se detuvo e hizo un gesto para que la dama eligiera. Solo había un resultado posible…
-Usted pierde, es hora de pagar – Dijo Matthew y la miro fijamente con una sonrisa seductora en los labios “¿Cuál será tu siguiente movimiento?”
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
Ver aquella sonrisa en los labios ajenos le confirmo que su astucia había dado resultado. El hombre había caído presa de la avaricia y aceptado la contra-apuesta que había ofrecido… O al menos eso hizo parecer. Ivett no tenía forma de conocer las sospechas sobre ella que cruzaban por la mente del sujeto; pero aquel brillo en sus ojos, ese destello de picardía y audacia que reflejaba, le decían que el timador había caído en su juego, sin importar cuales fuesen sus verdaderas razones, quería continuar.
Las vasijas se movieron una última vez y la elección fue hecha, revelando la derrota que ya la chica había supuesto desde el inicio. Los abucheos, comentarios insinuantes y silbidos, no tardaron en arropar el lugar, suplantado aquel silencio que había reinado por escasos segundos. Aun así, Ivett le sostuvo la mirada unos instantes más al hombre, antes de girarse y fijar su atención en uno de los marineros a su lado.
ꟷ Por favor, evita que nadie toque las vasijas hasta que te diga… ꟷ ordenó, haciendo realce en el nadie, mientras señalaba todo lo que había sobre la mesa ꟷ … prometo compensarte bien si lo haces ꟷ agregó con tono coqueto, guiñándole un ojo y tocando con el dedo índice el pecho desnudo del marinero fornido. Como era lógico, este accedió al instante. Era increíble el efecto que podía tener en un hombre una mujer atractiva, sobre todo si esta se mostraba insinuante y parecía sumir todo en un juego “difícil”. Si era honesta con ella misma, odiaba a ese tipo de hombres que solo veían a la mujer como algo con lo que divertirse. Sin embargo, debía admitir que ese mismo tipo de hombres terminaban siendo un recurso útil cuando la situación lo ameritaba.
Situaciones como esa en la que se encontraba.
La mujer volvió su atención hacia el ladrón, devolviéndole aquella sonrisa seductora. Acortó el espacio entre ambos sin dejar de mirarle a los ojos, le tomo de la camisa con ambas manos mordiendo su labio inferior con suavidad, mientras se acercaba a los ajenos ꟷ ¿Seguro que sabes cómo besar a una mujer? ꟷ susurró con diversión contra los labios del hombre, rosándolos con los propios sin llegar a besarlos, esbozando una sonrisa luego. Necesitaba provocarlo, tocar su hombría, que se centrara completamente en aquel beso y que se olvidara momentáneamente de todo lo demás.
Jugar con la percepción humana y su sentir, era un arte increíblemente difícil e impredecible, pero por eso mismo le gustaba tanto.
No le hizo esperar más y unió sus labios a los de él, iniciando aquel beso con un deslizar suave entre sus labios, que no tardo en aumentar la intensidad y transformarse en algo más “apasionado”. Sus manos se deslizaron lentamente desde el abdomen ajeno hasta llegar a su pecho, explorando toda esa zona con prudencia, aprovechando la oportunidad para sentir la musculatura del hombre contra sus palmas. Solo se detuvo en cuanto su diestra dio con la bolsa de cuero que el sujeto había ocultado entre su camisa. Al mismo tiempo llevo la otra mano hacia la nuca ajena, acariciándole con suavidad, para luego morderle un poco el labio inferior al abandonar aquel beso. Compartió momentáneamente su aliento antes de volver a sonreír.
ꟷ Ya he conseguido lo que quiero… ꟷ le susurró bajo, llevando sus manos hacia el pecho del contrario una vez más y volviendo su mirada hacia sus ojos.
Lo siguiente que vino fue rápido e inesperado (o eso quería pensar ella). Tomó con una mano el asa de la bolsa, casi al mismo tiempo que empujaba al hombre con fuerza desde el pecho para alejarlo de ella. Acto seguido y con la misma rapidez, lo señalo con el índice de su mano libre de forma acusadora, en un gesto que no servía más que para atraer la atención de los presentes ꟷ ¡Este hombre no es más que un estafador! Ahora que conseguí alejarlo de los envases, no podrá continuar con sus trucos y engaños … ꟷ exclamó con fuerza, despertando la curiosidad en quienes los rodeaban y desviando su atención hacia el timador, evitando así que se fijaran en la bolsa que acaba de tomar y que llevaba “oculta” en la parte baja de su espalda con su otra mano ꟷ …Voltea los otros dos recipientes, así todos podrán ver la verdad: que no hay bola dentro ꟷ El marinero a quien le había dado la orden, enseguida hizo lo que le había pedido, probando de forma inevitable que la pelirroja tenía razón ꟷ ¿Lo veis? Nunca la hubo. Él la sacaba de la mesa cuando quería ꟷ Termino de explicar con el ceño fruncido, sin dejar de señalar con el dedo índice de su mano libre de un lado al otro.
Ahora Owen tenía otro problema: Como escapar de los hombres a los que ya había estafado antes de que Ivett llegara, y del resto de los marineros y espectadores que ya comenzaban a soltar improperios como quejas, junto a amenazas que parecían estar muy dispuestos a cumplir.
Ese era el momento para la joven, el aviso de su salida de escenario. Con la atención de los presentes puesta ahora en el gran timador, pasar desapercibida y escapar con lo robado era algo que debía ser bastante sencillo y apremiante.
¿Se habría dado cuenta ya de lo que le había quitado? Y si no ¿Cuánto tardaría en darse cuenta? Seguro no mucho. Lo importante era que para cuando lo hiciera, ya ella hubiese tomado bastante ventaja en la huida.
Las vasijas se movieron una última vez y la elección fue hecha, revelando la derrota que ya la chica había supuesto desde el inicio. Los abucheos, comentarios insinuantes y silbidos, no tardaron en arropar el lugar, suplantado aquel silencio que había reinado por escasos segundos. Aun así, Ivett le sostuvo la mirada unos instantes más al hombre, antes de girarse y fijar su atención en uno de los marineros a su lado.
ꟷ Por favor, evita que nadie toque las vasijas hasta que te diga… ꟷ ordenó, haciendo realce en el nadie, mientras señalaba todo lo que había sobre la mesa ꟷ … prometo compensarte bien si lo haces ꟷ agregó con tono coqueto, guiñándole un ojo y tocando con el dedo índice el pecho desnudo del marinero fornido. Como era lógico, este accedió al instante. Era increíble el efecto que podía tener en un hombre una mujer atractiva, sobre todo si esta se mostraba insinuante y parecía sumir todo en un juego “difícil”. Si era honesta con ella misma, odiaba a ese tipo de hombres que solo veían a la mujer como algo con lo que divertirse. Sin embargo, debía admitir que ese mismo tipo de hombres terminaban siendo un recurso útil cuando la situación lo ameritaba.
Situaciones como esa en la que se encontraba.
La mujer volvió su atención hacia el ladrón, devolviéndole aquella sonrisa seductora. Acortó el espacio entre ambos sin dejar de mirarle a los ojos, le tomo de la camisa con ambas manos mordiendo su labio inferior con suavidad, mientras se acercaba a los ajenos ꟷ ¿Seguro que sabes cómo besar a una mujer? ꟷ susurró con diversión contra los labios del hombre, rosándolos con los propios sin llegar a besarlos, esbozando una sonrisa luego. Necesitaba provocarlo, tocar su hombría, que se centrara completamente en aquel beso y que se olvidara momentáneamente de todo lo demás.
Jugar con la percepción humana y su sentir, era un arte increíblemente difícil e impredecible, pero por eso mismo le gustaba tanto.
No le hizo esperar más y unió sus labios a los de él, iniciando aquel beso con un deslizar suave entre sus labios, que no tardo en aumentar la intensidad y transformarse en algo más “apasionado”. Sus manos se deslizaron lentamente desde el abdomen ajeno hasta llegar a su pecho, explorando toda esa zona con prudencia, aprovechando la oportunidad para sentir la musculatura del hombre contra sus palmas. Solo se detuvo en cuanto su diestra dio con la bolsa de cuero que el sujeto había ocultado entre su camisa. Al mismo tiempo llevo la otra mano hacia la nuca ajena, acariciándole con suavidad, para luego morderle un poco el labio inferior al abandonar aquel beso. Compartió momentáneamente su aliento antes de volver a sonreír.
ꟷ Ya he conseguido lo que quiero… ꟷ le susurró bajo, llevando sus manos hacia el pecho del contrario una vez más y volviendo su mirada hacia sus ojos.
Lo siguiente que vino fue rápido e inesperado (o eso quería pensar ella). Tomó con una mano el asa de la bolsa, casi al mismo tiempo que empujaba al hombre con fuerza desde el pecho para alejarlo de ella. Acto seguido y con la misma rapidez, lo señalo con el índice de su mano libre de forma acusadora, en un gesto que no servía más que para atraer la atención de los presentes ꟷ ¡Este hombre no es más que un estafador! Ahora que conseguí alejarlo de los envases, no podrá continuar con sus trucos y engaños … ꟷ exclamó con fuerza, despertando la curiosidad en quienes los rodeaban y desviando su atención hacia el timador, evitando así que se fijaran en la bolsa que acaba de tomar y que llevaba “oculta” en la parte baja de su espalda con su otra mano ꟷ …Voltea los otros dos recipientes, así todos podrán ver la verdad: que no hay bola dentro ꟷ El marinero a quien le había dado la orden, enseguida hizo lo que le había pedido, probando de forma inevitable que la pelirroja tenía razón ꟷ ¿Lo veis? Nunca la hubo. Él la sacaba de la mesa cuando quería ꟷ Termino de explicar con el ceño fruncido, sin dejar de señalar con el dedo índice de su mano libre de un lado al otro.
Ahora Owen tenía otro problema: Como escapar de los hombres a los que ya había estafado antes de que Ivett llegara, y del resto de los marineros y espectadores que ya comenzaban a soltar improperios como quejas, junto a amenazas que parecían estar muy dispuestos a cumplir.
Ese era el momento para la joven, el aviso de su salida de escenario. Con la atención de los presentes puesta ahora en el gran timador, pasar desapercibida y escapar con lo robado era algo que debía ser bastante sencillo y apremiante.
¿Se habría dado cuenta ya de lo que le había quitado? Y si no ¿Cuánto tardaría en darse cuenta? Seguro no mucho. Lo importante era que para cuando lo hiciera, ya ella hubiese tomado bastante ventaja en la huida.
Ivett Haugen
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 18
Nivel de PJ : : 0
Re: Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
“Así que la seducción es la principal habilidad que piensas utilizar”, pensó el estafador algo decepcionado, eso podía hacerlo cualquier moza que tuviera los mínimos atributos, los hombres del puerto tampoco eran tan exigentes. De todos modos, Matthew se prestó para el juego, ya habían llegado hasta allí, y tenía la esperanza de que los acontecimientos tuvieran un interesante revés de último momento.
-Claro, no dejes que nadie cambie las vasijas – No iba a permitir que la mujer lo avasalle, si su pretensión era mostrar la falsedad del juego, que lo hiciera, pero ese era solo una distracción que apunta a otro fin ¿A cuál? Eso era lo que Owens quería averiguar.
Mientras la mujer lo agarraba de la camisa, Matt correspondió al gesto apoyando las manos en las caderas de la muchacha, si no fuera porque tenían la mesa de por medio la hubiese pegado a su cuerpo, perdido por perdido había que aprovechar el momento. El estafador sonrió al sentir las suaves mordidas juguetonas en su labio, un agradable cosquilleo le recorrió la espalda, pero no era un adolescente con las hormonas alteradas y sabía controlarse.
- Se me dan muy bien todo tipo de besos – Owens dejó la insinuación en el aire, siempre resultaba mucho más provocativo lo no dicho. Unieron finalmente sus labios, en un beso que podía tener algo de pasión pero sin duda nada de cariño, ni expectativa, ambos parecían estar cumpliendo con un rol, una especie de fachada que tenían que mantener para que el público se divirtiera.
Matthew era un hombre muy vanidoso, de eso no quedaba duda, cuando sintió las manos de la mujer recorrer su cuerpo por un instante pensó que quizás pretendía algo más, que tal vez estaba siendo paranoico y la dama solo quería una noche de diversión alejada de su marido o prometido. Pero cuando se percato de que el tacto de la chica se acercaban a su bolsa comprendió todo.
Empujado por la dama, golpeó su espalda contra la pared que tenía detrás, no con fuerza claro está. Se relamió y le sonrió, había jugado bien sus cartas, y si Matthew hubiese sido un estafador cualquiera ahora mismo estaría desorientado y con una erección de grandes proporciones, pero no era como cualquier hombre promedio.
-Esto no se acaba hasta que se acaba – Dijo el estafador mirando fijamente a la chica, hizo un gesto con la mano llamando la atención de los muchachos que había dejado en las esquinas. La gente que estaba alrededor de Matt comenzaron a enojarse, y el estafador tuvo que hacer un esfuerzo por no reírse ¡La humanidad era tan ridícula! Todos los presentes sabían que estaban participando de una farsa, pero bastaba con que uno solo se levantara y lo señalara para que todos buscaran a un culpable ¡Era hilarante!
Los cinco cómplices de Matthew empezaron por turnos a gritar “¡Viene la guardia! ¡Corran!” si bien el único supuesto ladrón era Owens, era bien sabido por todos que cuando llegaba la justicia podían terminar encarcelados no solo los responsables sino también cualquiera que estuviera alrededor. Se armo un gran revuelo y los presentes pasaron de querer golpear a Matt a desear escapar a como diera lugar.
El estafador aprovecho la confusión para escapar. Minutos más tarde se reunió con sus cómplices en un callejón convenido con anterioridad, claramente sus colaboradores no se mostraron muy contentos cuando se enteraron que no tenía el dinero.
-¿Qué vamos a hacer?- Dijo el mayor, una pregunta que en realidad quería decir “¿Cómo vas a solucionarlo?”
-Calma, calma, déjenme el resto a mi – Los hermanos se miraron entre si y luego a Matthew, con una evidente desconfianza – Les prometo que hoy a la noche tendrán su parte del botín, palabra de ladrón – Respondió el humano mientras levantaba una mano.
Claramente estaba mintiendo, tenía un plan, pero no podía asegurar que recuperaría el dinero y mucho menos que sería tan bondadoso como para llevarles su parte pero ¿Qué alternativa tenían? Solo podían confiar en que el estafador cumpliría con lo prometido, así que se dispersaron, dejándolo solo.
Lo que Matt necesitaba ahora era información, tendría que recurrir a alguno de sus contactos si pretendía averiguar quién era esa chica. Se tocó los labios sonriendo, tenían que continuar con lo que habían comenzado.
Iluminado solo por la tenue luz de un farol el estafador esperaba tranquilamente sentado sobre unas cajas con telas.
-Claro, no dejes que nadie cambie las vasijas – No iba a permitir que la mujer lo avasalle, si su pretensión era mostrar la falsedad del juego, que lo hiciera, pero ese era solo una distracción que apunta a otro fin ¿A cuál? Eso era lo que Owens quería averiguar.
Mientras la mujer lo agarraba de la camisa, Matt correspondió al gesto apoyando las manos en las caderas de la muchacha, si no fuera porque tenían la mesa de por medio la hubiese pegado a su cuerpo, perdido por perdido había que aprovechar el momento. El estafador sonrió al sentir las suaves mordidas juguetonas en su labio, un agradable cosquilleo le recorrió la espalda, pero no era un adolescente con las hormonas alteradas y sabía controlarse.
- Se me dan muy bien todo tipo de besos – Owens dejó la insinuación en el aire, siempre resultaba mucho más provocativo lo no dicho. Unieron finalmente sus labios, en un beso que podía tener algo de pasión pero sin duda nada de cariño, ni expectativa, ambos parecían estar cumpliendo con un rol, una especie de fachada que tenían que mantener para que el público se divirtiera.
Matthew era un hombre muy vanidoso, de eso no quedaba duda, cuando sintió las manos de la mujer recorrer su cuerpo por un instante pensó que quizás pretendía algo más, que tal vez estaba siendo paranoico y la dama solo quería una noche de diversión alejada de su marido o prometido. Pero cuando se percato de que el tacto de la chica se acercaban a su bolsa comprendió todo.
Empujado por la dama, golpeó su espalda contra la pared que tenía detrás, no con fuerza claro está. Se relamió y le sonrió, había jugado bien sus cartas, y si Matthew hubiese sido un estafador cualquiera ahora mismo estaría desorientado y con una erección de grandes proporciones, pero no era como cualquier hombre promedio.
-Esto no se acaba hasta que se acaba – Dijo el estafador mirando fijamente a la chica, hizo un gesto con la mano llamando la atención de los muchachos que había dejado en las esquinas. La gente que estaba alrededor de Matt comenzaron a enojarse, y el estafador tuvo que hacer un esfuerzo por no reírse ¡La humanidad era tan ridícula! Todos los presentes sabían que estaban participando de una farsa, pero bastaba con que uno solo se levantara y lo señalara para que todos buscaran a un culpable ¡Era hilarante!
Los cinco cómplices de Matthew empezaron por turnos a gritar “¡Viene la guardia! ¡Corran!” si bien el único supuesto ladrón era Owens, era bien sabido por todos que cuando llegaba la justicia podían terminar encarcelados no solo los responsables sino también cualquiera que estuviera alrededor. Se armo un gran revuelo y los presentes pasaron de querer golpear a Matt a desear escapar a como diera lugar.
El estafador aprovecho la confusión para escapar. Minutos más tarde se reunió con sus cómplices en un callejón convenido con anterioridad, claramente sus colaboradores no se mostraron muy contentos cuando se enteraron que no tenía el dinero.
-¿Qué vamos a hacer?- Dijo el mayor, una pregunta que en realidad quería decir “¿Cómo vas a solucionarlo?”
-Calma, calma, déjenme el resto a mi – Los hermanos se miraron entre si y luego a Matthew, con una evidente desconfianza – Les prometo que hoy a la noche tendrán su parte del botín, palabra de ladrón – Respondió el humano mientras levantaba una mano.
Claramente estaba mintiendo, tenía un plan, pero no podía asegurar que recuperaría el dinero y mucho menos que sería tan bondadoso como para llevarles su parte pero ¿Qué alternativa tenían? Solo podían confiar en que el estafador cumpliría con lo prometido, así que se dispersaron, dejándolo solo.
Lo que Matt necesitaba ahora era información, tendría que recurrir a alguno de sus contactos si pretendía averiguar quién era esa chica. Se tocó los labios sonriendo, tenían que continuar con lo que habían comenzado.
---------------°------------------
Oscurecía en los muelles, la mayoría de los barcos habían terminado con el trabajo del día, no podían seguir bajando y subiendo la carga si no había luz, así que los marineros se habían ido a sus cuartos o a beber a las tabernas cercanas.Iluminado solo por la tenue luz de un farol el estafador esperaba tranquilamente sentado sobre unas cajas con telas.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
¿Es posible subestimar y sobrestimar a alguien al mismo tiempo? Tal vez la respuesta sensata sería un “No”, porque si subestimar a un enemigo era en si una gran imprudencia, mucho más lo era sobrestimarlo al mismo tiempo. Aun así, eso era justo lo que había hecho Ivett. Había dado por sentado que aquel timador era como el resto de los hombres comunes y corriente, que perdería la cabeza ante una “linda figura” y ciertas caricias en lugares precisos, y que por tanto no se daría cuenta de lo que estaba intentado hasta que fuese demasiado tarde.
– Esto no se acaba hasta que se acaba – Fue lo que contestó el ladrón tras mirarle a los ojos con una sonrisa en sus labios. En definitiva, nada parecido a la reacción que la pelirroja había supuesto que tendría ¿Sería posible que hubiese sospechado lo que pretendía desde el principio? Pero si era así ¿Por qué le permitió continuar? Esas y más interrogantes cruzaron por su mente en un instante, una incertidumbre que fue más que evidente en ese mirar que compartió con Owen una última vez antes de perderse entre la multitud.
No importaba cuales fueran las respuestas, ya había hecho su movimiento y solo quedaba continuar. Los hombres habían sido incitados a desquitarse del estafador por ella misma y seguramente no dudarían en formar algún tipo de trifulca en cualquier momento, dando oportunidad para cubrir la huida de la mujer. No es como si aquellos marines fueran totalmente ajenos a la trampa que había detrás del juego, era más que disfrutaban de los alborotos y las peleas tanto como de las mismas apuestas.
Comenzó a moverse entre la multitud con rapidez, intentando pasar lo más desapercibida posible. Fue entonces cuando escuchó lo que estaba haciendo que la multitud se dispersara ¡Alguien gritaba que venía la guardia! ¡Pero esa era imposible!... ¿o no? Como fuese, los hechos demostraban que las reacciones humanas no siempre iban de la mano con la reacción lógica. Al menos debía admitir que si todo eso era obra de él, había sido un buen movimiento para zafarse de la “paliza” que había esperado que le darían.
La joven cruzó en el callejón más cercano a la ruta de escape que había visualizado al llegar, tropezando de nuevo con aquel chico que le había conducido hasta allí, el mismo que la había visto en compañía de Eskol, y que le había escuchado darle las ultimas indicaciones del desembarque y de donde se encontraría. Sí, en definitiva, una imprudencia de su parte. En su favor, diremos que todo aquello había sido improvisado y por mera diversión. Era de esperar que cometiese tantos errores.
Le hubiese encantado golpear al chico para escapar sin más, pero eso sería bajo incluso para una ladróna de su clase. Y claro está, tampoco comenzaría a trepar las paredes para llegar al tejado frente a él. No le quedo de otra que imitar a la multitud y correr hasta otro punto donde se le hizo factible perderse: la carreta con mercancía de un comerciante de especias. Un par de cuadras más adelante, bajo y continuo su camino, no sin dejar de mirar de vez en vez hacia atrás y muy pendiente de su visión periférica. Sencillamente tenía la sensación o la idea de que el ladrón al que acaba de robar intentaría seguirla, y le pondría difícil la huida a pesar de sus habilidades como gimnasta. Pero no, este nunca la siguió, y he allí donde se podría decir que lo sobrestimo.
ꟷ … Entonces ¿Esta segura que no le ocurrió nada en el disturbio de los muelles? ꟷ preguntó Eskol por enésima vez a su contratista.
ꟷ Sí… ya te lo he dicho ꟷ contestó la mujer con tono de fastidio son siquiera mirarle ꟷ oye, de verdad, estoy bien no tienes de que preocuparte ꟷ repuso casi de inmediato en un tono más afable, girándose para ver el resto de su interlocutor y dedicarle una sonrisa.
ꟷ De acuerdo, está bien. Que no se diga que no me preocupo por ti ꟷ agregó el hombre tras dar un suspiro, para luego tomar el enorme vaso de cerveza espumosa frente a él, y darle un buen sorbo. Ivett se puso en pie y rodeo la mesa de madera que los separaba para darle un beso al mayor en la mejilla ꟷ Nadie dice eso, bobito… Ahora, si no te importa me retiro a mi habitación, este ambiente comienza a aburrirme ꟷ tras aquello continuo su camino hacia las escaleras de madera que la llevaban al nivel de las habitaciones.
La noche ya había caído en el pueblo y tras las “emociones” vividas por la tarde, la joven Haugen había regresado a la posada que habían alquilado la cual, además, también poseía una taberna en la que muchos de los marines y residentes del pueblo visitaban por las noches. En lo personal hubiese preferido algo con más lujo y mejor servicio, pero Eskol se deleitaba y relajaba en aquellos lugares, probablemente disfrutando de las mesoneras con pronunciadas curvas que lo atendían y las cervezas gratis que corrían a cuenta de la joven. El lugar era modesto, pero tenía su encanto, eso no se le podía quitar.
La puerta de la habitación rechino en cuanto Ivett la abrió, y repitió el mismo sonido al cerrarla tras de sí. Algo que consiguió que la mujer rodara los ojos casi inevitablemente. Avanzó hasta la peinadora que estaba cercana a la cama y se sentó frente esta para luego acicalarse un poco frente al espejo. Peino un poco su cabello hasta que simplemente quedo sumida en ensimismamiento. Por más que había intentado, no podía sacarse de la cabeza a aquel hombre al que había robado ¿realmente lo había robado, o este se había dejado? Y si era así ¿Cuál era por qué? ¿Qué era lo que quería conseguir? Repaso una y otra vez las memorias en silencio, intentando ver si había algo que había estado ignorando.
Llevaba sus largos y ondulados cabellos sueltos, reposados en su totalidad sobre el lado derecho de su pecho mientras los peinaba. Su vestimenta no era más que un vestido sencillo de color blanco con encajes dorados, y mangas largas. Pero lo más resaltante era el aroma que impregnaba la habitación, un aroma vainilla y aceite de coco.
– Esto no se acaba hasta que se acaba – Fue lo que contestó el ladrón tras mirarle a los ojos con una sonrisa en sus labios. En definitiva, nada parecido a la reacción que la pelirroja había supuesto que tendría ¿Sería posible que hubiese sospechado lo que pretendía desde el principio? Pero si era así ¿Por qué le permitió continuar? Esas y más interrogantes cruzaron por su mente en un instante, una incertidumbre que fue más que evidente en ese mirar que compartió con Owen una última vez antes de perderse entre la multitud.
No importaba cuales fueran las respuestas, ya había hecho su movimiento y solo quedaba continuar. Los hombres habían sido incitados a desquitarse del estafador por ella misma y seguramente no dudarían en formar algún tipo de trifulca en cualquier momento, dando oportunidad para cubrir la huida de la mujer. No es como si aquellos marines fueran totalmente ajenos a la trampa que había detrás del juego, era más que disfrutaban de los alborotos y las peleas tanto como de las mismas apuestas.
Comenzó a moverse entre la multitud con rapidez, intentando pasar lo más desapercibida posible. Fue entonces cuando escuchó lo que estaba haciendo que la multitud se dispersara ¡Alguien gritaba que venía la guardia! ¡Pero esa era imposible!... ¿o no? Como fuese, los hechos demostraban que las reacciones humanas no siempre iban de la mano con la reacción lógica. Al menos debía admitir que si todo eso era obra de él, había sido un buen movimiento para zafarse de la “paliza” que había esperado que le darían.
La joven cruzó en el callejón más cercano a la ruta de escape que había visualizado al llegar, tropezando de nuevo con aquel chico que le había conducido hasta allí, el mismo que la había visto en compañía de Eskol, y que le había escuchado darle las ultimas indicaciones del desembarque y de donde se encontraría. Sí, en definitiva, una imprudencia de su parte. En su favor, diremos que todo aquello había sido improvisado y por mera diversión. Era de esperar que cometiese tantos errores.
Le hubiese encantado golpear al chico para escapar sin más, pero eso sería bajo incluso para una ladróna de su clase. Y claro está, tampoco comenzaría a trepar las paredes para llegar al tejado frente a él. No le quedo de otra que imitar a la multitud y correr hasta otro punto donde se le hizo factible perderse: la carreta con mercancía de un comerciante de especias. Un par de cuadras más adelante, bajo y continuo su camino, no sin dejar de mirar de vez en vez hacia atrás y muy pendiente de su visión periférica. Sencillamente tenía la sensación o la idea de que el ladrón al que acaba de robar intentaría seguirla, y le pondría difícil la huida a pesar de sus habilidades como gimnasta. Pero no, este nunca la siguió, y he allí donde se podría decir que lo sobrestimo.
ꟷ … Entonces ¿Esta segura que no le ocurrió nada en el disturbio de los muelles? ꟷ preguntó Eskol por enésima vez a su contratista.
ꟷ Sí… ya te lo he dicho ꟷ contestó la mujer con tono de fastidio son siquiera mirarle ꟷ oye, de verdad, estoy bien no tienes de que preocuparte ꟷ repuso casi de inmediato en un tono más afable, girándose para ver el resto de su interlocutor y dedicarle una sonrisa.
ꟷ De acuerdo, está bien. Que no se diga que no me preocupo por ti ꟷ agregó el hombre tras dar un suspiro, para luego tomar el enorme vaso de cerveza espumosa frente a él, y darle un buen sorbo. Ivett se puso en pie y rodeo la mesa de madera que los separaba para darle un beso al mayor en la mejilla ꟷ Nadie dice eso, bobito… Ahora, si no te importa me retiro a mi habitación, este ambiente comienza a aburrirme ꟷ tras aquello continuo su camino hacia las escaleras de madera que la llevaban al nivel de las habitaciones.
La noche ya había caído en el pueblo y tras las “emociones” vividas por la tarde, la joven Haugen había regresado a la posada que habían alquilado la cual, además, también poseía una taberna en la que muchos de los marines y residentes del pueblo visitaban por las noches. En lo personal hubiese preferido algo con más lujo y mejor servicio, pero Eskol se deleitaba y relajaba en aquellos lugares, probablemente disfrutando de las mesoneras con pronunciadas curvas que lo atendían y las cervezas gratis que corrían a cuenta de la joven. El lugar era modesto, pero tenía su encanto, eso no se le podía quitar.
La puerta de la habitación rechino en cuanto Ivett la abrió, y repitió el mismo sonido al cerrarla tras de sí. Algo que consiguió que la mujer rodara los ojos casi inevitablemente. Avanzó hasta la peinadora que estaba cercana a la cama y se sentó frente esta para luego acicalarse un poco frente al espejo. Peino un poco su cabello hasta que simplemente quedo sumida en ensimismamiento. Por más que había intentado, no podía sacarse de la cabeza a aquel hombre al que había robado ¿realmente lo había robado, o este se había dejado? Y si era así ¿Cuál era por qué? ¿Qué era lo que quería conseguir? Repaso una y otra vez las memorias en silencio, intentando ver si había algo que había estado ignorando.
Llevaba sus largos y ondulados cabellos sueltos, reposados en su totalidad sobre el lado derecho de su pecho mientras los peinaba. Su vestimenta no era más que un vestido sencillo de color blanco con encajes dorados, y mangas largas. Pero lo más resaltante era el aroma que impregnaba la habitación, un aroma vainilla y aceite de coco.
Ivett Haugen
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 18
Nivel de PJ : : 0
Re: Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
“Ivett Haugen, mujer soltera de unos veintialgo de años, posee un negocio textil junto con su madre” Matthew repasaba la información en su cabeza mientras esperaba a que la noche se estableciera por completo. Le había costado bastante, fueron varias horas de recorrer lugares y preguntar a sus contactos para ver si alguien conocía a una ladrona con las características de la muchacha que le había quitado su bolsa.
-Creo que... Sí, estoy seguro, vi llegar a una comerciante de telas hace poco y tenía la apariencia que describes, una muchacha así de guapa no se olvida fácilmente -
“¡Una comerciante! ¡Claro!” Luego de averiguar eso fue bastante más sencillo el poder encontrar el lugar en el que se hospedaba y algunos datos personales. Owens se encontraba sentado sobre una de las cajas que contenía la mercadería de la mujer, hacía un gran esfuerzo por no reírse ya que estaba por hacer una maldad. Sacó una pequeña piedra del bolsillo, en ella se veía grabado el signo que representaba al clima en lenguaje rúnico.
Con un grácil movimiento se bajó de las cajas, el marinero que se suponía que las cuidara había desaparecido, sí alguien preguntaba Matthew no había tenido nada que ver con eso, con mucho cariño puso la piedra en medio de las cajas y comenzó a caminar hacia atrás. Lentamente comenzó a formarse un fuerte viento en el lugar, luego truenos y finalmente una enorme tormenta.
El vendaval comenzó a mover todas las cajas de la zona, como nadie se esperaba un temporal esa noche no habían tomado las precauciones necesarias para proteger el material que contenían. El alboroto pronto atrajo a todos los que estaban bebiendo en la taberna cercana, probablemente muchos de ellos eran los responsables de la mercancía, podía notarse por el modo en que se agarraban la cabeza y ponían gestos de desesperación. Salieron corriendo hacia las cajas sin entender como una tormenta podía medir diez metros de diámetro.
Mientras tanto, Matt se las había arreglado para desaparecer de la escena sin ser visto, en medio de la confusión entró a la posada que Ivett había reservado, miró la sala principal con una sonrisa socarrona en los labios y apoyando las manos en la solapa de su chaqueta. Cruzó la sala con un paso alegre, casi parecía estar bailando mas que caminando, y subió la escalera de a tres escalones a la vez.
De pronto Owens sentía unos deseos imperiosos de tararear, pero no podía hacerlo, seguramente el sonido alertaría a la muchacha de que alguien despreocupado se acercaba, en lugar de eso comenzó a correr por el pasillo hasta llegar frente a la puerta de Ivett.
Toco varias veces como si algo urgente sucediera.
-¡Señorita Haugen, Señorita Haugen, deprisa! ¡Algo terrible ha pasado!- El estafador puso un tono algo más agudo por sí la ladrona recordaba aún su voz y en cuanto le abrió puso un pie para evitar que volviera a cerrar - Disculpe usted, creo que tiene algo que me pertenece - Le sonrió de forma encantadora a la mujer que parecía estar ya lista para irse a dormir.
---------------------------------
Subrayado: Uso de objeto Master "Piedra ambiental" Te permite cambiar el clima a elección en un radio de 10 metros de radio desde donde lo usas: El efecto dura 4 turnos en temas interpretativos (entre usuarios) y 2 turnos en temas dirigidos por un Master.
-Creo que... Sí, estoy seguro, vi llegar a una comerciante de telas hace poco y tenía la apariencia que describes, una muchacha así de guapa no se olvida fácilmente -
“¡Una comerciante! ¡Claro!” Luego de averiguar eso fue bastante más sencillo el poder encontrar el lugar en el que se hospedaba y algunos datos personales. Owens se encontraba sentado sobre una de las cajas que contenía la mercadería de la mujer, hacía un gran esfuerzo por no reírse ya que estaba por hacer una maldad. Sacó una pequeña piedra del bolsillo, en ella se veía grabado el signo que representaba al clima en lenguaje rúnico.
Con un grácil movimiento se bajó de las cajas, el marinero que se suponía que las cuidara había desaparecido, sí alguien preguntaba Matthew no había tenido nada que ver con eso, con mucho cariño puso la piedra en medio de las cajas y comenzó a caminar hacia atrás. Lentamente comenzó a formarse un fuerte viento en el lugar, luego truenos y finalmente una enorme tormenta.
El vendaval comenzó a mover todas las cajas de la zona, como nadie se esperaba un temporal esa noche no habían tomado las precauciones necesarias para proteger el material que contenían. El alboroto pronto atrajo a todos los que estaban bebiendo en la taberna cercana, probablemente muchos de ellos eran los responsables de la mercancía, podía notarse por el modo en que se agarraban la cabeza y ponían gestos de desesperación. Salieron corriendo hacia las cajas sin entender como una tormenta podía medir diez metros de diámetro.
Mientras tanto, Matt se las había arreglado para desaparecer de la escena sin ser visto, en medio de la confusión entró a la posada que Ivett había reservado, miró la sala principal con una sonrisa socarrona en los labios y apoyando las manos en la solapa de su chaqueta. Cruzó la sala con un paso alegre, casi parecía estar bailando mas que caminando, y subió la escalera de a tres escalones a la vez.
De pronto Owens sentía unos deseos imperiosos de tararear, pero no podía hacerlo, seguramente el sonido alertaría a la muchacha de que alguien despreocupado se acercaba, en lugar de eso comenzó a correr por el pasillo hasta llegar frente a la puerta de Ivett.
Toco varias veces como si algo urgente sucediera.
-¡Señorita Haugen, Señorita Haugen, deprisa! ¡Algo terrible ha pasado!- El estafador puso un tono algo más agudo por sí la ladrona recordaba aún su voz y en cuanto le abrió puso un pie para evitar que volviera a cerrar - Disculpe usted, creo que tiene algo que me pertenece - Le sonrió de forma encantadora a la mujer que parecía estar ya lista para irse a dormir.
---------------------------------
Subrayado: Uso de objeto Master "Piedra ambiental" Te permite cambiar el clima a elección en un radio de 10 metros de radio desde donde lo usas: El efecto dura 4 turnos en temas interpretativos (entre usuarios) y 2 turnos en temas dirigidos por un Master.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
La noche continuaba con total normalidad. Los hombres continuaban en sus rondas de bebidas mientras piropeaban a las mujeres que les atendían; estas continuaban sirviendo y entregando tragos, felices de que sus clientes gastaran todo cuanto tuvieran en aquel bar, dando evidencia del derroche en los dos vicios más comunes de los hombres: el licor y las mujeres. Fuera, la noche era despejada. Los vigías hacia sus guardias como acostumbraban bajo el cielo estrellado. ¿Cómo podría alguien anticipar el “descontrol” climático que en poco se desataría? ¿O cómo podría Eskol conocer el infortunio del que había sido víctima el hombre al que habían contratado para que cuidara sus mercancías?
Sencillamente era imposible. Y fue esa la precisa razón por la que, al desatarse el vendaval que atrajo la atención de todos los que se encontraban en la taberna cercana al muelle, la conmoción invadió al ayudante de la joven Haugen, arropándolo por completo como si quisiera asfixiarlo. En un acto desesperado, corrió hacia el centro de la tempestad para intentar asegurar nuevamente las cajas que temprano se había encargado de ordenar y dejar listas para el viaje del día siguiente. Era un acto arriesgado, sobre todo al ver lo antinatural de aquel clima que se limitaba a un reducido radio. No era extraño que hubiese quien le gritase que estaba loco, que tuviese cuidado de los rayos o que lo olvidase y permaneciera en el interior del bar donde estaba a salvo. Por desgracia, el hombre era demasiado tenaz como para desistir tan fácilmente. Avanzaba con lentitud debido a la fuerza del viento, casi agachado por completo para sostenerse con las manos del suelo, cubriéndose tras las pocas cajas que permanecían inmóviles por su gran tamaño cuando relampagueaba el cielo.
¿Qué ocurriría si consiguiese dar con el pequeño que había desatado todo aquello, y pudiese empuñarlo?
Mientras, en el interior de la posada, específicamente en una de las habitaciones; la mujer conocida como Ivett permanecía ajena a todo lo que ocurría fuera, aun ensimismada recordando todos los sucesos del día mientras peinaba su larga cabellera. Las ventanas de la habitación se abren de pronto, sonando al chocar de las pestañas contra la pared. Un viento frio invade la habitación erizando la piel de la joven, quien por mero reflejo empuña sus manos y frunce el ceño mientras vuelve su atención hacia la ventana ¿La estarían tacando? Sus hombros se destensan al darse cuenta que el origen no es más que la fuerza del viento. Pero antes de que pueda ponerse en pie para examinar el exterior o cerrar una vez más las ventanas, escucha una voz algo aguda con falsete que pronuncia su nombre por los pasillos, llamándola con aprensión.
Su instinto le dice que desconfié, pero su curiosidad la impulsa a abrir la puerta para saber que ocurre con exactitud. Al ver quien está del otro lado, se dice así misma que debió seguir su instinto, y su rostro medio empalidecido revelaban la sorpresa y el temor hacia el hecho de haber sido descubierta ¿Cómo supo dónde encontrarla? Y más importante aún ¡¿Cómo demonios supo su nombre?! Intenta cerrar la puerta casi al instante que lo reconoce, pero el ladrón se le anticipa metiendo el pie entre el marco y la puerta para evitar que pueda trancar - No sé de qué habla… - responde tomando distancia mientras avanza de espaldas, mirando al invasor de su aposento - Márchese, antes de que grite y haga que lo echen de aquí - amenaza, intentando mantener ese perfil de mujer frágil he indefensa que muchos se habían creído. Su faceta como ladrona era su mayor secreto, uno que solo Ronnie conocía con totalidad, y probablemente él ya estaba muerto para ese momento. Aun así, su gesticular se notaba tenso, a la defensiva, como quien se dispone bloquear un ataque inminente.
Sencillamente era imposible. Y fue esa la precisa razón por la que, al desatarse el vendaval que atrajo la atención de todos los que se encontraban en la taberna cercana al muelle, la conmoción invadió al ayudante de la joven Haugen, arropándolo por completo como si quisiera asfixiarlo. En un acto desesperado, corrió hacia el centro de la tempestad para intentar asegurar nuevamente las cajas que temprano se había encargado de ordenar y dejar listas para el viaje del día siguiente. Era un acto arriesgado, sobre todo al ver lo antinatural de aquel clima que se limitaba a un reducido radio. No era extraño que hubiese quien le gritase que estaba loco, que tuviese cuidado de los rayos o que lo olvidase y permaneciera en el interior del bar donde estaba a salvo. Por desgracia, el hombre era demasiado tenaz como para desistir tan fácilmente. Avanzaba con lentitud debido a la fuerza del viento, casi agachado por completo para sostenerse con las manos del suelo, cubriéndose tras las pocas cajas que permanecían inmóviles por su gran tamaño cuando relampagueaba el cielo.
¿Qué ocurriría si consiguiese dar con el pequeño que había desatado todo aquello, y pudiese empuñarlo?
Mientras, en el interior de la posada, específicamente en una de las habitaciones; la mujer conocida como Ivett permanecía ajena a todo lo que ocurría fuera, aun ensimismada recordando todos los sucesos del día mientras peinaba su larga cabellera. Las ventanas de la habitación se abren de pronto, sonando al chocar de las pestañas contra la pared. Un viento frio invade la habitación erizando la piel de la joven, quien por mero reflejo empuña sus manos y frunce el ceño mientras vuelve su atención hacia la ventana ¿La estarían tacando? Sus hombros se destensan al darse cuenta que el origen no es más que la fuerza del viento. Pero antes de que pueda ponerse en pie para examinar el exterior o cerrar una vez más las ventanas, escucha una voz algo aguda con falsete que pronuncia su nombre por los pasillos, llamándola con aprensión.
Su instinto le dice que desconfié, pero su curiosidad la impulsa a abrir la puerta para saber que ocurre con exactitud. Al ver quien está del otro lado, se dice así misma que debió seguir su instinto, y su rostro medio empalidecido revelaban la sorpresa y el temor hacia el hecho de haber sido descubierta ¿Cómo supo dónde encontrarla? Y más importante aún ¡¿Cómo demonios supo su nombre?! Intenta cerrar la puerta casi al instante que lo reconoce, pero el ladrón se le anticipa metiendo el pie entre el marco y la puerta para evitar que pueda trancar - No sé de qué habla… - responde tomando distancia mientras avanza de espaldas, mirando al invasor de su aposento - Márchese, antes de que grite y haga que lo echen de aquí - amenaza, intentando mantener ese perfil de mujer frágil he indefensa que muchos se habían creído. Su faceta como ladrona era su mayor secreto, uno que solo Ronnie conocía con totalidad, y probablemente él ya estaba muerto para ese momento. Aun así, su gesticular se notaba tenso, a la defensiva, como quien se dispone bloquear un ataque inminente.
Ivett Haugen
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 18
Nivel de PJ : : 0
Re: Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
La cara de sorpresa de la joven causó gran satisfacción en Matthew, eso hacía que casi valiera la pena todas las horas que había gastado en preguntar por el muelle por una joven de largo cabello castaño-rojizo. Pero no era suficiente, aún no lo compensaba por haberle arruinado el negocio y haberse llevado su dinero “Vamos a divertirnos, cielo” Pensó Owens mientras empujaba la puerta con fuerza para que lo dejara pasar.
Sin embargo, cuando Ivett comenzó a hablar el gesto de Matt pasó de ser una sonrisa socarrona a una de aburrimiento. Dio varios pasos dentro del cuarto, mirando fijamente a la joven.
-Oh vamos, no me aburras con una de tus interpretaciones de “Dama en apuros”, estoy seguro que puedes hacer algo mucho mejor que eso - Hizo un gesto con la mano para alentarla a que demuestre lo que verdaderamente podía hacer - Sí me dices que perdí toda la tarde buscando información solo para encontrarme con esto me pondré de muy mal humor - Se sentó en la silla donde hasta hace unos segundos Ivett se cepillaba el pelo, se cruzó de piernas con mucha delicadeza y espero - Te lo haré más sencillo: Tu sabes quien soy, sabes porque estoy aquí, y ya estás pensando en el mejor modo para dejarme inconsciente de un golpe o en su defecto matarme.
Sonrió ampliamente, como sí la idea de que le hiciera daño o incluso que acabara con su vida no importara demasiado “Lo que vale es el cómo, no el cuando”, miro la habitación sin demasiado interés, con el dinero que le había robado podría costearse un sitio miles de veces mejor que ese ¿Lo habría elegido por algo en particular?
-Grita si quieres, prácticamente no hay nadie abajo, y los que quedan están muy preocupados mirando la tormenta que se desató a pocos metros de aquí - El estafador cruzó las piernas hacía el otro lado y dejó escapar una risita traviesa - Una extraña tormenta que comenzó exactamente donde estaba tu mercancía, qué coincidencia ¿Verdad? - Por experiencias anteriores, Matthew sabía que el efecto de la piedra no duraría mucho tiempo, creía tener al menos unos quince minutos más antes de que comenzara a dispersarse, por lo que se puso manos a la obra.
-Mi nombres es Matthew Owens, estafador itinerante. Y tu, Ivett Haugen, te has llevado la recaudación de toda una tarde de duro trabajo - A ojos de Matt, que su labor consistiera en quitarle su dinero a la gente no era motivo de vergüenza, por lo que no dudo ni le tembló la voz un solo segundo mientras extendía la mano hacia la joven y decía - Dame mi dinero y me iré en paz ¿Que te parece eso? Y no tendremos que volver a cruzarnos nunca... A menos que quieras, claro está.
Le guiño un ojo y comenzó a reír, y es que en verdad el estafador parecía estar muy cómodo con la situación. Había una alta probabilidad de que la ladrona se pusiera algo violenta, Matthew lo suponía, se veía como alguien muy joven, el ímpetu que se tenía en esa edad siempre llevaba a los bandidos a cometer muchos errores.
Pensando en eso, llevo una mano a su bolsillo y sujeto algo, no había llegado tan lejos solo para dejarse vencer en el último momento, usaría todos los recursos que tuviera a mano y se lo dejó bien en claro a Ivett ya que era imposible que no notara el gesto.
Sin embargo, cuando Ivett comenzó a hablar el gesto de Matt pasó de ser una sonrisa socarrona a una de aburrimiento. Dio varios pasos dentro del cuarto, mirando fijamente a la joven.
-Oh vamos, no me aburras con una de tus interpretaciones de “Dama en apuros”, estoy seguro que puedes hacer algo mucho mejor que eso - Hizo un gesto con la mano para alentarla a que demuestre lo que verdaderamente podía hacer - Sí me dices que perdí toda la tarde buscando información solo para encontrarme con esto me pondré de muy mal humor - Se sentó en la silla donde hasta hace unos segundos Ivett se cepillaba el pelo, se cruzó de piernas con mucha delicadeza y espero - Te lo haré más sencillo: Tu sabes quien soy, sabes porque estoy aquí, y ya estás pensando en el mejor modo para dejarme inconsciente de un golpe o en su defecto matarme.
Sonrió ampliamente, como sí la idea de que le hiciera daño o incluso que acabara con su vida no importara demasiado “Lo que vale es el cómo, no el cuando”, miro la habitación sin demasiado interés, con el dinero que le había robado podría costearse un sitio miles de veces mejor que ese ¿Lo habría elegido por algo en particular?
-Grita si quieres, prácticamente no hay nadie abajo, y los que quedan están muy preocupados mirando la tormenta que se desató a pocos metros de aquí - El estafador cruzó las piernas hacía el otro lado y dejó escapar una risita traviesa - Una extraña tormenta que comenzó exactamente donde estaba tu mercancía, qué coincidencia ¿Verdad? - Por experiencias anteriores, Matthew sabía que el efecto de la piedra no duraría mucho tiempo, creía tener al menos unos quince minutos más antes de que comenzara a dispersarse, por lo que se puso manos a la obra.
-Mi nombres es Matthew Owens, estafador itinerante. Y tu, Ivett Haugen, te has llevado la recaudación de toda una tarde de duro trabajo - A ojos de Matt, que su labor consistiera en quitarle su dinero a la gente no era motivo de vergüenza, por lo que no dudo ni le tembló la voz un solo segundo mientras extendía la mano hacia la joven y decía - Dame mi dinero y me iré en paz ¿Que te parece eso? Y no tendremos que volver a cruzarnos nunca... A menos que quieras, claro está.
Le guiño un ojo y comenzó a reír, y es que en verdad el estafador parecía estar muy cómodo con la situación. Había una alta probabilidad de que la ladrona se pusiera algo violenta, Matthew lo suponía, se veía como alguien muy joven, el ímpetu que se tenía en esa edad siempre llevaba a los bandidos a cometer muchos errores.
Pensando en eso, llevo una mano a su bolsillo y sujeto algo, no había llegado tan lejos solo para dejarse vencer en el último momento, usaría todos los recursos que tuviera a mano y se lo dejó bien en claro a Ivett ya que era imposible que no notara el gesto.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
La joven mantuvo su postura en la posición en la que estaba, sin retroceder ni un paso, aun cuando el hombre entro en la habitación. Una de sus manos sujetaba el marco de la cama a su espalda, apoyándose de este como quien intenta buscar a tientas un lugar de donde refugiarse. Aunque claro, no era más que una falacia temporal mientras leía su entorno y hacia un cálculo de probabilidades sobre cada posible acción defensiva. Desvió momentáneamente su mirada hacia el baúl en la que guardaba las bandas de sus dagas ocultas, era increíble que no pudiera confiarse ni siquiera cuando estaba a punto de ir a dormir. ¿Cómo había sido tan imprudente y había permitido que la descubrieran con tanta facilidad? Vamos, que en el fondo era consciente de que algo así podía pasar, por haber robado sin cobertura y a plena luz del día.
Todo por una emoción temporal.
Frunció el ceño y achico un poco los ojos al escuchar al hombre que el hombre daba por sentado que la conocía, y que por tanto no le creía esa faceta de mujer indefensa. Era cierto, desde luego, pero odiaba ser predecible. ꟷ Tu mal humor no es algo que me importe. ꟷ dijo mostrando una ligera sonrisa de indiferencia que no pasaba de ser mordaz, sin dejar de mirarle a los ojos. Lo cierto es que aún le faltaba mucho por aprender. Si siempre mostraba aquella actitud desafiante, nunca conseguiría disuadir a alguien que la hubiese descubierto.
Le siguió con la mirada hasta que tomo asiento en la banca acorchada frente a la peinadora en la que ella había estado segundos antes ¿Quién era este que se atrevía a violar su privacidad de esa forma? Rodo los ojos con fastidio cuando él resumió lo que deducía era obvio: que ella ya estaba pensando en formas de deshacerse de él. Pero principalmente era debido a la sonrisa y actitud petulante que el sujeto desplegaba. ꟷ En realidad no sé quién eres, y de nuevo, no es algo que me importe ꟷ comentó con fastidio caminando hacia la peinadora junto a su invitado, pero con paso calmado, como quien se mueve cómodamente junto a alguien de confianza. Iba a sacar algo de una de las gavetas cuando escucho mencionar la tormenta del exterior. Alzo la mirada encontrándose con su reflejo en el espejo, y acto seguido abrió la boca sorprendida por la mención de su mercancía que según había sido el epicentro de aquel vendaval.
ꟷ ¿Que… has… hecho? ꟷ Inquirió con evidente molestia volviéndose para mirar al ladrón. ꟷ Genial, no sabías cuantas ganas tenia de saber tu nombre. ꟷ espetó con sarcasmo volviendo a hurgar en la gaveta. Acto seguido saco de esta la llave de la habitación y se la mostró al hombre, intuyendo que de seguro pensaría que estaba buscando algún arma o por el estilo. ꟷ Está bien, como tú quieras… ꟷ agregó volviendo a sonreír como lo había hecho hacia un momento. Caminó hacia la puerta de la habitación aprovechando la “comodidad” y confianza con la que se había instalado su invitado, parecía desbordar confianza y estar muy seguro al haberla emboscado en su propia habitación. Paso llave al cerrojo de la puerta y se volvió hacia su acompañante. Si pretendía que aquello fuese así de fácil, estaba muy equivocado.
ꟷ … El problema está en que no tengo tu dinero. Y no te iras de aquí hasta que me confirmen que mi carga está segura. ꟷ Parecía que decía la verdad, porque estaba convencida de que así era. Desde su óptica, aquel dinero había dejado de ser de Owens en el momento que permitió que la mujer se lo quitara. Sin embargo, no pudo evitar fijarse en como el ladrón metía su mano en el bolsillo y sujetaba algo ¿Estaba intentado intimidarla? ¿Amenazarla? Ladeo una sonrisa traviesa mirando la mano ajena en la prenda. ꟷ ¿Se supone que debo tener miedo? Por favor… adelante, usa lo que tengas allí. Claro que, si me matas, no podrás encontrar el dinero. Pero si no lo haces… ꟷ Su rostro se ensombreció, revelando la molestia acumulada que sentía por aquella invasión a su vida. ꟷ Te matare yo. Así que procura ser certero ꟷ concluyó desafiante, mirándole a los ojos.
Ivett Haugen
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 18
Nivel de PJ : : 0
Re: Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
La muchacha le respondía de forma mordaz, Matthew se sonrió encantado, le fascinaban las mujeres con carácter, en parte por eso su vida amorosa siempre había sido tan vertiginosa. Era notorio para el estafador que a la chica le ganaba el mal genio, la miro en detalle para evaluar su edad, veinte y algo, calculó Owens “Lo que daría por regresar a esos años”, pensó con añoranza.
-Bien, bien, entonces sigamos con el juego de los desconocidos – Era el turno de Matthew de revolear los ojos y suspirar. Cuando Ivett se acercó al cajón Owens se aseguro de seguir detalladamente cada uno de sus movimientos, que tuviera poco aprecio por su vida no significaba que iba a dejárselo fácil – Yo no he hecho nada – Dijo en un tono absolutamente irritante – Dije claramente que una extraña tormenta se desato “justo” sobre tu mercancía ¿Acaso parezco el tipo de persona que haría algo tan desleal? – Los músculos de Matt estuvieron tensos hasta que vio que lo que sacaba del cajón era una llave – Vaya, no era necesario que cierres, hoy no podremos hacer nada, tengo que irme en pocos minutos – Continuo bromeando mientras miraba el trasero de la joven.
El estafador supuso que si Ivett cerraba la puerta con tanta confianza es porque estaba absolutamente segura de poder retenerlo en esa habitación. Usando la mano libre, Owens se peino la pequeña barba triangulas con dos dedos mientras pensaba en las posibilidades.
-¿No lo tienes? Vaya que mala suerte ¿En que lo gastaste? – Miro el cuarto y su sencilla decoración – Claramente no en el hospedaje jajaja – El estafador se puso de pie finalmente acercándose algunos pasos - ¿Matar? No, no, no, yo no soy un asesino, ni me gusta la violencia tampoco – Sacó del bolsillo otra de las pequeñas piedras del clima – No tengo ningún interés en matarte ¡Tengo una mejor idea! Esperemos a que el resto de tus camaradas regresen y roguemos por que no se desate una nueva tormenta aquí mismo. La he visto de cerca y créeme, no es cosa de chiste, uno de esos rayos podría calcinar a un hombre hasta dejar solo los huesos.Eso sería muy desafortunado...
Matt jugaba con la piedra mientras hablaba, lanzándola al aire y volviendola a agarrar, era solo una provocación, el estafador suponía que Ivett era una buena chica, y que no desearía que otros pagaran por su error. Claro está, podía equivocarse, en ese caso suponía que podía recurrir al plan B que era pelear de forma directa.
-¿Por qué estás tan empecinada en no devolverme lo que me pertenece? - Preguntó finalmente el hombre mientras ponía la piedra de nuevo en su bolsillo - ¿Es algún tipo de reto personal o prueba? - Sí la información que había conseguido era cierta, Owens estaba bastante seguro de que la mujer no necesitaba el dinero, alguien con semejante cargamento esperando en el muelle no precisaba recurrir a algo tan bajo y tan arriesgado como meterse con una banda de delincuentes - Claramente no es una cuestión de justicia, sino me hubieses delatado con la guardia en lugar de robarme ¿Cierto? - Ya que Ivett insistía en no dejarlo ir, Matthew supuso que podían pasar el rato hablando. La amenaza de una segunda tormenta seguía en pie, claro, pero el estafador dejaba en claro en todo momento que era una decisión de la muchacha el que las cosas terminaran muy bien o muy mal.
-Bien, bien, entonces sigamos con el juego de los desconocidos – Era el turno de Matthew de revolear los ojos y suspirar. Cuando Ivett se acercó al cajón Owens se aseguro de seguir detalladamente cada uno de sus movimientos, que tuviera poco aprecio por su vida no significaba que iba a dejárselo fácil – Yo no he hecho nada – Dijo en un tono absolutamente irritante – Dije claramente que una extraña tormenta se desato “justo” sobre tu mercancía ¿Acaso parezco el tipo de persona que haría algo tan desleal? – Los músculos de Matt estuvieron tensos hasta que vio que lo que sacaba del cajón era una llave – Vaya, no era necesario que cierres, hoy no podremos hacer nada, tengo que irme en pocos minutos – Continuo bromeando mientras miraba el trasero de la joven.
El estafador supuso que si Ivett cerraba la puerta con tanta confianza es porque estaba absolutamente segura de poder retenerlo en esa habitación. Usando la mano libre, Owens se peino la pequeña barba triangulas con dos dedos mientras pensaba en las posibilidades.
-¿No lo tienes? Vaya que mala suerte ¿En que lo gastaste? – Miro el cuarto y su sencilla decoración – Claramente no en el hospedaje jajaja – El estafador se puso de pie finalmente acercándose algunos pasos - ¿Matar? No, no, no, yo no soy un asesino, ni me gusta la violencia tampoco – Sacó del bolsillo otra de las pequeñas piedras del clima – No tengo ningún interés en matarte ¡Tengo una mejor idea! Esperemos a que el resto de tus camaradas regresen y roguemos por que no se desate una nueva tormenta aquí mismo. La he visto de cerca y créeme, no es cosa de chiste, uno de esos rayos podría calcinar a un hombre hasta dejar solo los huesos.Eso sería muy desafortunado...
Matt jugaba con la piedra mientras hablaba, lanzándola al aire y volviendola a agarrar, era solo una provocación, el estafador suponía que Ivett era una buena chica, y que no desearía que otros pagaran por su error. Claro está, podía equivocarse, en ese caso suponía que podía recurrir al plan B que era pelear de forma directa.
-¿Por qué estás tan empecinada en no devolverme lo que me pertenece? - Preguntó finalmente el hombre mientras ponía la piedra de nuevo en su bolsillo - ¿Es algún tipo de reto personal o prueba? - Sí la información que había conseguido era cierta, Owens estaba bastante seguro de que la mujer no necesitaba el dinero, alguien con semejante cargamento esperando en el muelle no precisaba recurrir a algo tan bajo y tan arriesgado como meterse con una banda de delincuentes - Claramente no es una cuestión de justicia, sino me hubieses delatado con la guardia en lugar de robarme ¿Cierto? - Ya que Ivett insistía en no dejarlo ir, Matthew supuso que podían pasar el rato hablando. La amenaza de una segunda tormenta seguía en pie, claro, pero el estafador dejaba en claro en todo momento que era una decisión de la muchacha el que las cosas terminaran muy bien o muy mal.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Entre Pillos y ladrones [Privado - Matthews Owens]
TEMA CERRADO POR ABANDONO
*Se añaden 2 puntos al perfil de Matthew Owens y se restan 5 puntos a Ivett Haugen
Zatch
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 535
Nivel de PJ : : 2
Temas similares
» Un día en mi mundo.- [Privado-Matthew Owens] [CERRADO]
» No sólo agua cae del cielo [Privado] [Matthew Owens]
» Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
» Entre la paranoia y perturbación [Privado]
» Entre la niebla y los recuerdos [Interpretativo] [Privado][Noche][Cerrado]
» No sólo agua cae del cielo [Privado] [Matthew Owens]
» Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
» Entre la paranoia y perturbación [Privado]
» Entre la niebla y los recuerdos [Interpretativo] [Privado][Noche][Cerrado]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 9:30 por Iori Li
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Hoy a las 7:43 por Eilydh
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Ayer a las 12:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Ayer a las 9:18 por Mina Harker
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Mar 19 Nov - 22:53 por Lukas
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar 19 Nov - 15:49 por Eltrant Tale
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Mar 19 Nov - 15:42 por Cohen
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun 18 Nov - 5:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Dom 17 Nov - 21:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb 16 Nov - 14:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér 13 Nov - 13:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Lun 11 Nov - 21:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom 10 Nov - 6:36 por Tyr
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie 8 Nov - 11:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Jue 7 Nov - 18:19 por Tyr