Nos tenemos una a la otra [Privado: Eileen]{flashback}
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Nos tenemos una a la otra [Privado: Eileen]{flashback}
Las diferencias entre los Deamonís y Eva eran muy fuertes, de eso no cabía ninguna duda, aunque pequeña, la terrible experiencia de ver a su madre asesinada por su misma familia no era más que un potenciador de ira y alimentaba su deseo de querer ser más fuerte, en estos momentos las ideas de Deonis no tenían ningún sentido.
Ya habían pasado unos cuantos años desde que quedó huérfana, todos los integrantes de su nueva tribu actuaban como si ninguna amenaza estuviera allá afuera esperándolos, ellos seguían pacíficos cosechando y bailando al rededor de las flamas de la hoguera durante las noches en que el jefe contaba historias sobre su querida Deonis.
La niña estaba bastante asqueada de vivir así, estando en un clan débil, a veces pensaba que los que murieron se lo merecían al no estar preparados para una batalla, al final ellos provenían de una raza salvaje, pero esto no hacía que respetara los ideales de los asesinos de sus padres.
Mientras todo el clan disfrutaba de un buen festín gracias a que la caza de ese día fue exitosa, Eva no se presentó ahí, se dirigió a la choza del jefe, cautelosamente entró en ella y buscó el gran mapa del jefe antes de partir de la tribu en busca de un nuevo hogar.
Lo guardó sin ningún cuidado en su pequeña bolsa de cuero y velozmente corrió hacia las afueras adentrándose en el bosque, como suponía, la pasividad que tenía el clan de Deamonís ni siquiera protegía la morada de su líder. Minutos después había llegado a la orilla del río Tymer, afluente donde sus padres se conocieron según la historia de su progenitora. Sin dar vuelta atrás nadó en él hasta cruzar al territorio de los licántropos.
Caminando sobre la melaza y llegando nuevamente a una nueva arboleda paró sobre la hierba seca y abrió el mapa para ver qué lugar era el próximo de donde ella se encontraba, habían varios puntos marcados, pero uno llamó su atención, “cueva de licántropos abandonada”, si el dato era correcto no se encontraba lejos de ahí y decidió resguardarse durante la noche en ese lugar, volvió a coger el mapa y lo colocó nuevamente en su bolsa.
El bosque era silencioso, solo escuchaba sus pasos y el viento que hacía esa noche. Bien orientada, había llegado a la entrada de la cueva y entró en ella vigilando que no estuviera en peligro alguno, miró a sus alrededores y sintiéndose segura se acostó sobre el suelo húmedo mirando únicamente el césped bailando por el viento, una pequeña lágrima recorrió su mejilla al recordar a su madre, aún la extrañaba pero por ella sobreviviría sola, se prepararía para que nadie le pudiera hacer daño. Pequeños suspiros hacían eco en la cueva, ella cerró los ojos para poder descansar.
Éste tema es un apartado de la cronología reciente. Forma parte de un encuentro pasado, la niñez, entre Eva y Eileen. Cómo llegan a hacerse cercanas. -Flashback-
Eva
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A pesar de que los ciudadanos de Ulmer me habían acogido con amabilidad, junto a mi madre, aún sentía un vacío inexplicable que ni siquiera con mi pequeño peluche podía calmar. No quería saber nada de aquella mujer mentirosa... mi madre. No quería estar sola, pero tampoco me apetecía estar mal acompañada. Sólo quería abrazar a mi osito y cerrar los ojos con fuerza hasta lograr conciliar el sueño. Tenía miedo... miedo de mí misma y me desesperaba aún más el saber que la noche de Luna llena se acercaba. Sólo faltaban unas pocas horas para que la pesadilla vuelva a suceder.
Mi madre estuvo sumergida en una búsqueda intensa todo el día... me había escondido de ella, no quería verla y mucho menos así. Sabía lo que pasaría esta noche... De todas formas, no quería su consuelo después de haberme ocultado tal atrocidad. No
quería ni pensar en eso...
Simplemente me escondí en un mueble dentro de aquel hogar donde nos hospedábamos... todo el día. Abrazaba a mi osito con fuerza en medio de aquella oscuridad, esperando que con algo de suerte, aquel mueble no terminase por estropearse cuando la Luna haga sus efectos en mi. ¡No quería la ayuda de nadie!
Ya no confiaba en nadie.
Cuando mis ojos comenzaron a decaer lentamente y el sueño consigo... sentí un vigoroso dolor en mi cabeza que era insoportable. Lagrimas de dolor surgieron con fuerza mientras mis pequeños músculos comenzaron a contraerse. No pude... no pude evitar emitir un gran grito mientras pequeñas pelusas florecían para convertirse en un fuerte pelaje dorado y rojizo. Estaba sucediendo... y aquel alarido había llamado la atención de alguien, cuando oí como la puerta de aquel refugio se abrió con fuerza para terminar haciéndolo con aquel mueble. Era mi madre...
Intentó sacarme de allí, pero con las pocas fuerzas que aún me quedaban, mordí el pequeño oso y tomé carrera para alejarme de ella... Con las contracciones que padecía, los gritos desesperados de mi madre hicieron que se duplicaran.
No obstante, había logrado alejarme del lugar y, cuando creí estar demasiado lejos, me recosté con pesadez en un tronco abandonado para terminar echándome en forma de círculo... ya completamente transformada. Todo se oía con mayor intensidad y mi visión había mejorado notablemente. Solté el pequeño oso y apoyé mi nar... hocico sobre él para tratar de asimilar la situación.
Estaba confundida, creí que al transformarme tendría los típicos deseos de asesinar... pero aquello nunca sucedió. Era un pequeño lobo que sólo oía a la naturaleza con tranquilidad... Tal vez no sea tan malo después de todo.
Pese a eso, los bramidos tan familiares comenzaron a acercarse cada vez más hacia mi. Me levanté con torpeza y comencé a correr con aquellas cuatro patas, de las cuales aún no estaba acostumbrada. Parecía un pequeño ciervo bebé aprendiendo a caminar.
No sabía donde estaba, tenía mucho miedo. Era un bosque oscuro y tenebroso. Pequeñas lagrimas salieron con lentitud, humedeciendo el pelaje que cubría mi hocico. Ya no me importaba el lugar... sólo seguía una dirección lineal y no tenía deseos de parar. Trotando sobre la maleza, me detuve al percibir un extraño olor. Podía oler humedad... demasiada. Observé en todas las direcciones hasta toparme con una gran cueva oscura que había incitado un poco el tener esperanzas. Si pasaba la noche aquí, escondida en la oscuridad, tal vez mi estado no perjudicaría a nadie. No quería que alguien sea víctima de algo que yo no quería ser y tampoco hacer.
Tomé el osito entre mis colmillos y me adentré en la cueva...
Mi madre estuvo sumergida en una búsqueda intensa todo el día... me había escondido de ella, no quería verla y mucho menos así. Sabía lo que pasaría esta noche... De todas formas, no quería su consuelo después de haberme ocultado tal atrocidad. No
quería ni pensar en eso...
Simplemente me escondí en un mueble dentro de aquel hogar donde nos hospedábamos... todo el día. Abrazaba a mi osito con fuerza en medio de aquella oscuridad, esperando que con algo de suerte, aquel mueble no terminase por estropearse cuando la Luna haga sus efectos en mi. ¡No quería la ayuda de nadie!
Ya no confiaba en nadie.
Cuando mis ojos comenzaron a decaer lentamente y el sueño consigo... sentí un vigoroso dolor en mi cabeza que era insoportable. Lagrimas de dolor surgieron con fuerza mientras mis pequeños músculos comenzaron a contraerse. No pude... no pude evitar emitir un gran grito mientras pequeñas pelusas florecían para convertirse en un fuerte pelaje dorado y rojizo. Estaba sucediendo... y aquel alarido había llamado la atención de alguien, cuando oí como la puerta de aquel refugio se abrió con fuerza para terminar haciéndolo con aquel mueble. Era mi madre...
Intentó sacarme de allí, pero con las pocas fuerzas que aún me quedaban, mordí el pequeño oso y tomé carrera para alejarme de ella... Con las contracciones que padecía, los gritos desesperados de mi madre hicieron que se duplicaran.
No obstante, había logrado alejarme del lugar y, cuando creí estar demasiado lejos, me recosté con pesadez en un tronco abandonado para terminar echándome en forma de círculo... ya completamente transformada. Todo se oía con mayor intensidad y mi visión había mejorado notablemente. Solté el pequeño oso y apoyé mi nar... hocico sobre él para tratar de asimilar la situación.
Estaba confundida, creí que al transformarme tendría los típicos deseos de asesinar... pero aquello nunca sucedió. Era un pequeño lobo que sólo oía a la naturaleza con tranquilidad... Tal vez no sea tan malo después de todo.
Pese a eso, los bramidos tan familiares comenzaron a acercarse cada vez más hacia mi. Me levanté con torpeza y comencé a correr con aquellas cuatro patas, de las cuales aún no estaba acostumbrada. Parecía un pequeño ciervo bebé aprendiendo a caminar.
No sabía donde estaba, tenía mucho miedo. Era un bosque oscuro y tenebroso. Pequeñas lagrimas salieron con lentitud, humedeciendo el pelaje que cubría mi hocico. Ya no me importaba el lugar... sólo seguía una dirección lineal y no tenía deseos de parar. Trotando sobre la maleza, me detuve al percibir un extraño olor. Podía oler humedad... demasiada. Observé en todas las direcciones hasta toparme con una gran cueva oscura que había incitado un poco el tener esperanzas. Si pasaba la noche aquí, escondida en la oscuridad, tal vez mi estado no perjudicaría a nadie. No quería que alguien sea víctima de algo que yo no quería ser y tampoco hacer.
Tomé el osito entre mis colmillos y me adentré en la cueva...
Eileen
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Disfrutando del viento fresco que llegaba a la cueva, Eva se había quedado dormida en posición fetal mientras el lodo ensuciaba un poco su piel y ropaje. Después de unas horas en completa calma, las afelpadas orejas de la felina se agitaron al escuchar un sonido ajeno, pisadas que se hundían en el suelo mojado alertaba que alguien se aproximaba hacía la entrada de la cueva, abrió rápidamente sus párpados y prontamente se levantó dejando caer su peso sobre su diestra clavando una pequeña roca en su palma, -¡Agh!- se quejó en voz baja, retiró el granito y se acarició suavemente para tratar de quitar la marca que le había quedado. Nerviosa, mostró sus garras y caminó tratando de no hacer ruido, la respiración de la jóven se aceleró a medida que salía del foso, jadeante observó que el ser que se encontraba a unos metros delante de ella era un pequeño lobo de pelaje carmesí e iris de verde.
No obstante, mantuvo su guardia firme, pero sus nervios desaparecieron al ver la expresión del canino sobre su cara, demostraba temor y fatiga, pero lo que realmente la sorprendió es que sostenía en su hocico un osito de felpa, frunció su entrecejo ante la duda de porque un animal como ese tendría un juguete tan tierno con él.
Se detuvo a pensar un momento, muchas ideas se le venían a la cabeza, tanto como que aquella bestia era culpable del asesinato de un infante y así podría haber obtenido el osito, una cruel probabilidad.
Pero, recordó que ya no vivía en el territorio del clan Deamonís, ahora estaba en las fronteras, en tierras de licántropos, levantó su cabeza para ver al cielo, el astro blanco que reflejaba destellos de luz en las hojas de los árboles podría ser el culpable de que este lobo ahora estuviese aquí, lo más coherente es que aquella criatura era un licántropo. Sintiéndose orgullosa, como si hubiese descubierto un gran secreto, (actitudes infantiles de la niña), expresó una sonrisa como respuesta ante ello.
Se acercó más a prisa hasta estar a escasos centímetros del animal, su personalidad hacia sentir compasión hacia mirada cristalina y cansada de la pequeña bestia, algo así no podía hacerle daño.
Inclinó su cuerpo dirigiendo su diestra para acariciar a el pelaje de la frente del animal, esperando una reacción grata de este. -Hola pequeño-, le saludó con una ligera sonrisa, no te haré daño, parece que ya tuviste una mala noche como para que te la arruine aún más..., le animó serenamente.
Eva
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Re: Nos tenemos una a la otra [Privado: Eileen]{flashback}
Había cometido un gran error al adentrarme en aquella cueva. Oía unos latidos y los crujidos que hacía el suelo cuando el individuo daba un paso hacía mi. El dolor de cabeza aumentó debido a la frustración de no querer escuchar con intensidad. Pero eso ahora era un mínimo problema, no sabía con qué me encontraría y mis patas comenzaban a temblar sobre las rocas que yacían debajo.
Miré a mi al rededor mientras retrocedía para volver por donde había venido. No obstante, veía todo borroso y como la cueva, extrañamente, se multiplicaba a la penumbra. Estaba perdida, sola y débil. En esta instancia sólo deseaba volver para así preferir escuchar a mi madre por horas, en lugar de haberme adentrado en este bosque. Quería llorar, aunque sólo articulaba pequeños aullidos... era una presa fácil.
De entre la oscuridad, la Luna comenzó a bañar de su luz a un cuerpo de, al parecer, un humano... o varios iguales. Se acercaba a mi, invadiendo mi espacio personal, y cuando se inclinó sospechosamente, temí por mi vida y sólo me encogí del temor.
Retrocedí aún más, con la cola entre las patas esperando lo peor. No debí haber corrido lejos de la aldea, no debí haber desobedecido a mi madre aunque estuviera molesta con ella... y mucho menos, no debí haber negado la ayuda de los aldeanos.
Era demasiado testaruda como para aceptar.
Cerré mis ojos con fuerzas y recordé con nostalgia los buenos momentos que había vivido en mi corta vida... En lugar de haber sentido como mi vida se iba junto con un gran golpe o quizás apuñalada... sentí una leve caricia en mi coronilla. Extrañada abrí mis ojos con cautela y vislumbré a una niña con raras orejas y una cola detrás. Al parecer tenía sólo unos pocos años más que yo. Por un momento sentí alivio al verla... tal vez si intentaba asesinarme, supondría un poco de defensa.
No obstante, con una dulce voz procuró no hacerme daño luego de darme una cálida sonrisa. Me acerqué más a ella para que continuara con sus caricias, con algo de duda. Aquellos mareos que colmaban mi ser y las fuertes puntadas en mi cabeza comenzaron a disminuir junto a los fuertes latidos que arrebataban mi pecho.
Cerré mis ojos paulatinamente y me dejé llevar... un pequeño suspiro osó a escapar de mis labios mientras me acurrucaba más a aquella niña. No sabía quien era ni qué era, tampoco sabía cual era su objetivo o por qué no intentó matarme. Sólo necesitaba un momento de tranquilidad y no podía desaprovechar ésta oportunidad.
Cuando creí que el sueño tomaba posesión de mi, un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir como el frío suelo impactaba bruscamente con mi piel. Sorprendida, abrí mis ojos para encontrarme con unas pequeñas piernas blanquecinas...
No podía haber sucedido... ¡No! Me erguí aprisa para encontrarme nuevamente con mi cuerpo humanoide, completamente expuesto a la mirada de aquella niña. Me dí la vuelta avergonzada e intente abrazarme a mi misma para apaciguar, en vano, el frío intenso que padecía.
Debía irme, mi madre seguramente estaría buscándome y yo aquí completamente desnuda en una cueva que no me daba la seguridad que en este momento necesitaba.
Comencé a caminar hacía la luz que acariciaba aquellos pedruscos para intentar encontrar la salida. Antes de que pudiera hacerlo, una mano me sostuvo del brazo e impidió la huida. Mantuve la respiración debido al miedo y a la vergüenza. Sin embargo, sentí como una gran tela cubría mi pequeño cuerpo desnudo. Me envolví con ella y di media vuelta para encontrarme con aquella niña otra vez.
- Gracias... - Susurré mientras esbozaba una sonrisa débilmente.
En otro encuentro con algún otro individuo no habría sobrevivido. Esta noche había tenido suerte.
Miré a mi al rededor mientras retrocedía para volver por donde había venido. No obstante, veía todo borroso y como la cueva, extrañamente, se multiplicaba a la penumbra. Estaba perdida, sola y débil. En esta instancia sólo deseaba volver para así preferir escuchar a mi madre por horas, en lugar de haberme adentrado en este bosque. Quería llorar, aunque sólo articulaba pequeños aullidos... era una presa fácil.
De entre la oscuridad, la Luna comenzó a bañar de su luz a un cuerpo de, al parecer, un humano... o varios iguales. Se acercaba a mi, invadiendo mi espacio personal, y cuando se inclinó sospechosamente, temí por mi vida y sólo me encogí del temor.
Retrocedí aún más, con la cola entre las patas esperando lo peor. No debí haber corrido lejos de la aldea, no debí haber desobedecido a mi madre aunque estuviera molesta con ella... y mucho menos, no debí haber negado la ayuda de los aldeanos.
Era demasiado testaruda como para aceptar.
Cerré mis ojos con fuerzas y recordé con nostalgia los buenos momentos que había vivido en mi corta vida... En lugar de haber sentido como mi vida se iba junto con un gran golpe o quizás apuñalada... sentí una leve caricia en mi coronilla. Extrañada abrí mis ojos con cautela y vislumbré a una niña con raras orejas y una cola detrás. Al parecer tenía sólo unos pocos años más que yo. Por un momento sentí alivio al verla... tal vez si intentaba asesinarme, supondría un poco de defensa.
No obstante, con una dulce voz procuró no hacerme daño luego de darme una cálida sonrisa. Me acerqué más a ella para que continuara con sus caricias, con algo de duda. Aquellos mareos que colmaban mi ser y las fuertes puntadas en mi cabeza comenzaron a disminuir junto a los fuertes latidos que arrebataban mi pecho.
Cerré mis ojos paulatinamente y me dejé llevar... un pequeño suspiro osó a escapar de mis labios mientras me acurrucaba más a aquella niña. No sabía quien era ni qué era, tampoco sabía cual era su objetivo o por qué no intentó matarme. Sólo necesitaba un momento de tranquilidad y no podía desaprovechar ésta oportunidad.
Cuando creí que el sueño tomaba posesión de mi, un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir como el frío suelo impactaba bruscamente con mi piel. Sorprendida, abrí mis ojos para encontrarme con unas pequeñas piernas blanquecinas...
No podía haber sucedido... ¡No! Me erguí aprisa para encontrarme nuevamente con mi cuerpo humanoide, completamente expuesto a la mirada de aquella niña. Me dí la vuelta avergonzada e intente abrazarme a mi misma para apaciguar, en vano, el frío intenso que padecía.
Debía irme, mi madre seguramente estaría buscándome y yo aquí completamente desnuda en una cueva que no me daba la seguridad que en este momento necesitaba.
Comencé a caminar hacía la luz que acariciaba aquellos pedruscos para intentar encontrar la salida. Antes de que pudiera hacerlo, una mano me sostuvo del brazo e impidió la huida. Mantuve la respiración debido al miedo y a la vergüenza. Sin embargo, sentí como una gran tela cubría mi pequeño cuerpo desnudo. Me envolví con ella y di media vuelta para encontrarme con aquella niña otra vez.
- Gracias... - Susurré mientras esbozaba una sonrisa débilmente.
En otro encuentro con algún otro individuo no habría sobrevivido. Esta noche había tenido suerte.
Eileen
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Re: Nos tenemos una a la otra [Privado: Eileen]{flashback}
Era la primera vez que la felina observaba la transformación de un licántropo, aunque sorprendida y con las manos temblorosas al ver una distorsión del un cuerpo animal a estar completamente convertido en un humano era algo muy diferente a lo que presenció alguna vez en su hogar, sentía una cercanía hacia la niña pelirroja, una empatía al ver un… humano que tenía en su ser una parte animal. No sabía como reaccionar, dio unos pasos atrás para dejar a la chica con un poco de espacio personal, la verdad, era una excusa para poder alejarse un poco para poder pensar, quería saber como ayudarla, lo más coherente era darle algo de ropa, el suelo estaba helado, a estas altas horas de la noche era normal que la temperatura fuese baja. Rasgó parte de su ropaje, para ser màs precisos de su abrigo de cuero, dejando solo así un top que le cubría lo suficiente y prosiguió a dárselo a la niña, -Toma...-, dijo en un susurro discreto mientras extendìa su mano con la tela. Al menos era algo con la que la chica pudiera cubrirse su cuerpo como si de una capa se tratase.
Miró aquel cuerpo por unos minutos, aún seguía sorprendida por aquel poder que poseían los seres como los licántropos. -De nada-, respondió un poco tarde a la pequeña, -¿Estás mejor? te veías muy asustada...-, dijo en tono preocupado, -¿Te has perdido?-, seguía preguntando ya que su curiosidad la mataba por saber, no era normal, o que podía saber ella, nunca antes había salido de su hogar, solo sabía que quería ayudarla, algo muy malo le había pasado.
Eva
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Re: Nos tenemos una a la otra [Privado: Eileen]{flashback}
El miedo que había estado acumulando desde que la vi salir de la fría oscuridad se desvanecía con cada gesto de compasión que emitía al tratar de entender que fue lo que sucedió, cuál era la razón del porque me encontraba en ese estado y en aquella cueva inhabitada a media noche.
¿Debería decirle lo que me pasó? Seguía con la insistencia de saber que criatura era… De tan sólo pensarlo se me erizaba la piel, si yo fui un licántropo toda mi vida sin saberlo, tal vez ella sea algún tipo de… ¿gato, tal vez? No lo sé. No había manera de saberlo, si apenas podía susurrar un pobre gracias. Y más aún cuando se atrevió a preguntar lo que ya me estaba temiendo.
No tenía intenciones de decirle, pero aquellas palabras de preocupación me hicieron dudar sobre tal decisión. Ni siquiera podía mirarla a los ojos… estaba intimidada, completamente.
Aquel silencio sepulcral me dio indicios de que aún esperaba mi respuesta, incluso permanecía a una distancia generosa, y agradecía aquello.
Sin más remedio, dirigí mi atención hacia todas las extremidades de la gran cueva en busca de mi osito. Se encontraba sucio y mojado sobre un pedrusco. Apenada por su condición, lo tomé sin importar que mis manos se ensuciaran con el tacto. Estrujé el pequeño oso contra mi pecho y cerré los ojos en busca de alguna palabra adecuada. Podía sentir la mirada de la niña.
-Yo decidí hacerlo…- Recité mientras observaba los pequeños detalles del oso y como una lagrima humedecía aún más su contextura. -No quería, no quería hacerlo… pero no tenía opción.- Aquel pequeño susurro derrumbó la presa que mis ojos retenían, liberando tal lamento que me avergonzaba desmesuradamente.
Desplegué con fuerza la palma de mi mano para retirar aquellas gotas que se desprendían por mis mejillas. No quería que me viera llorar, no quería mostrar debilidad. Aunque ya era demasiado tarde para tomar en cuenta aquella opción.
-Lo siento… por haberte causado molestias.- Articulé en un pequeño sollozo. -Gracias por todo… pero ya debería irme.
Me levanté con rapidez y le sonreí con amabilidad, demostrándole que estaba agradecida por tales gestos que había tenido.
¿Debería decirle lo que me pasó? Seguía con la insistencia de saber que criatura era… De tan sólo pensarlo se me erizaba la piel, si yo fui un licántropo toda mi vida sin saberlo, tal vez ella sea algún tipo de… ¿gato, tal vez? No lo sé. No había manera de saberlo, si apenas podía susurrar un pobre gracias. Y más aún cuando se atrevió a preguntar lo que ya me estaba temiendo.
No tenía intenciones de decirle, pero aquellas palabras de preocupación me hicieron dudar sobre tal decisión. Ni siquiera podía mirarla a los ojos… estaba intimidada, completamente.
Aquel silencio sepulcral me dio indicios de que aún esperaba mi respuesta, incluso permanecía a una distancia generosa, y agradecía aquello.
Sin más remedio, dirigí mi atención hacia todas las extremidades de la gran cueva en busca de mi osito. Se encontraba sucio y mojado sobre un pedrusco. Apenada por su condición, lo tomé sin importar que mis manos se ensuciaran con el tacto. Estrujé el pequeño oso contra mi pecho y cerré los ojos en busca de alguna palabra adecuada. Podía sentir la mirada de la niña.
-Yo decidí hacerlo…- Recité mientras observaba los pequeños detalles del oso y como una lagrima humedecía aún más su contextura. -No quería, no quería hacerlo… pero no tenía opción.- Aquel pequeño susurro derrumbó la presa que mis ojos retenían, liberando tal lamento que me avergonzaba desmesuradamente.
Desplegué con fuerza la palma de mi mano para retirar aquellas gotas que se desprendían por mis mejillas. No quería que me viera llorar, no quería mostrar debilidad. Aunque ya era demasiado tarde para tomar en cuenta aquella opción.
-Lo siento… por haberte causado molestias.- Articulé en un pequeño sollozo. -Gracias por todo… pero ya debería irme.
Me levanté con rapidez y le sonreí con amabilidad, demostrándole que estaba agradecida por tales gestos que había tenido.
Eileen
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Re: Nos tenemos una a la otra [Privado: Eileen]{flashback}
Posó su diestra sobre el hombro de la niña, intentando reconfortarla con ese pequeño acto, el llanto y la voz quebradiza de la loba le recordaban la noche en la que sus padres habían muerto, esa noche fue la primera vez en la que había estado completamente sola, sin nadie que le brindara, ni siquiera su propio clan Deamonís, y años después se encontraba con una criatura igual que ella que no sabía a dónde ir.
–No has hecho nada malo...–, dijo con voz suave sin dejar de tocar su hombro, –Tranquila, sería mejor que te quedes aquí y en la mañana regreses a donde tengas que ir...– agregó con una sonrisa mientras veía el cielo nocturno dejando salir un pequeño suspiro.
–Yo estoy sola ahora mismo y me vendría bien compañía– le prepuso dejando su hombro libre, llevando su mano al mentón y pensar en algo que podría convencerla y se quedase, quería saber más sobre los licántropos, sobre todo ahora que estaba en sus tierras y cualquier información que podría obtener le beneficiaría para sobrevivir.
–Tu condición... aquella transformación, es sorprendente–, dijo mostrando exaltación –Dijiste que tu decidiste hacerlo, ¿te referías a ser lobo? –, agregó confusa ladeando un poco la cabeza.
Aún no sabía qué hacer para que la chica se sintiera mejor, estar en pocos paños, triste, en una noche fría a solas no era nada grato para nadie, pero esperaba que con esta pequeña charla le ayudará, el sentimiento de empatía aún seguía en su pecho y su personalidad solitaria que había tomado desde la muerte de su madre se borraba con esta chica, con ella se comportaba como la niña terca, dulce y graciosa que era antes, algo de lo que aún no se percataba.
–Por cierto, mi nombre es Eva.–, se presentó con una expresión carismática.
Eva
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Re: Nos tenemos una a la otra [Privado: Eileen]{flashback}
Al sentir la mano de la niña sobre mi hombro, una sensación reconfortante, me detuve unos segundos para poder escuchar lo que tenía que decir. Seguramente se burlaría de mi decisión, de huir de ella en medio de la noche… ¿Pero qué más quería que hiciera? Estaba agradecida con sus actos y por haberme topado con ella, precisamente. En lugar de haberme torturado o usado, decidió estropear su vestimenta para que cubrir mi cuerpo con unas dulces palabras de aliento.
No podía evitar sentir que era una carga, quien sabe si mis instintos me traicionen y la Luna se apodere de mi contextura. No me perdonaría si aquella niña era víctima de los típicos deseos inconscientes.
Antes de que mis pensamientos horadaran la poca cordura que me quedaba, oí su voz alentadora negando y oponiéndose a mí parecer. Cerré los ojos un momento al escuchar que estaba necesitando una compañía. No creo que dos niñas, en el medio del bosque, puedan sobrellevar la situación toda una noche… o quizás más.
Abrí mis ojos dispuesta a reprochar su proposición. Di media vuelta para observarla y en ese instante surgió su curiosidad, nuevamente. Suspiré con pesadez al no saber cómo explicarle algo de lo que yo tampoco estaba segura, fue un absurdo atrevimiento el irme de esa manera. Aún seguía asustada y perturbada, no quería ir más a fondo recordando mis estúpidas decisiones, probablemente mi madre estaría golpeando la puerta de cada hogar de la aldea pidiendo auxilio por su hija desaparecida… Dios, que he hecho.
Pero ella seguía allí… con esa simpatía de la cual no podía evitar compadecerme, y mucho menos cuando dijo su nombre con amabilidad. Eva… podría acostumbrarme a su curiosidad. Sin más, le sonreí con algo de inseguridad. -Soy Eileen.
Inflé mi pecho para dar un largo exhalo. Algo intimidada, me senté en el frío suelo y miré al osito con algo de nostalgia. -No sé cómo lo hice…- Susurré refiriéndome a la transformación. Indudablemente debe pensar que soy patética si no sé nada y soy un maldito licántropo. -Ya me ha sucedido y… n-no es nada bonito.
Mis ojos se cristalizaron, una vez más. Odiaba tener que romperme ante cualquier situación débil… aunque yo era débil. Despejé mis ojos con fuerza e intenté proseguir, si quiera la miraba, estaba avergonzada.
-Sólo sucede y ya… No quería esto y tampoco quería huir de mi hogar así.- Ya no lo soporté y evidentemente el llanto se hizo presente. Me dolía hablar de esto, pero sentía que la niña merecía saberlo… era lo menos después de haberme tratado tan bien.
Aquel osito que llevaba desde que nací era víctima de las lágrimas que caían en su complexión… tan estropeado y desaseado, aun así era una reliquia para mí.
Traté de continuar cuando logré ver de soslayo el ceño fruncido de la niña, parecía confundida ante mi explicación. Hiperventilé un momento para luego mirarla con intensidad. -Vivía en un pequeño pueblo en tierras de humanos. Yo… y-yo toda mi vida creí ser humana.- Esto último lo susurré para mí, aunque pude notar que lo había oído. -Vi-vivía con mi madre y mi pa…- Las palabras se habían atorado al recordar a ese hombre, no tenía por qué llamarlo padre, pero Eva no sabía la situación así que sin más, con algo de rencor, reanudé la historia.-… mi padre. Era feliz, cada día era como un sueño para mí, tenía amigos, el pan de cada día y… unos padres maravillosos.- No quería creer que lo que estaba a punto de contarle había sucedido hace no más de unos cuantos meses, la herida aún seguía fresca. -Mi cumpleaños número nueve se acercaba… estaba contenta, ya les había comentado a mis amigos que haría una fiesta y jugaríamos todo el día.- Sonreí con tristeza al recordarlos, los extrañaba. -Unos días antes mi cabeza empezó a doler, tenía fiebre. Al parecer estaba incubando algo, temía porque fuera fiebre amarilla… o algo. N-no sabía que sucedía, mi madre no dejaba que nadie entrara… n-ni siquiera m-mi padre.- Las lágrimas afloraron indudablemente, pero esta vez no las escondí de la niña, ya no me importaba… quería terminar con esto y que sepa todo.
Sorbí para luego morder mi labio. -Estaba realmente asustada, no sabía que me pasaba… Gritaba del dolor y me preocupaba aún más saber que al otro día era mi cumpleaños. ¿Qué les diría a mis amigos? Ellos esperaban jugar conmigo y yo tirada en la cama.- Di un largo suspiro y volví a observar nuevamente a mi osito. -Cuando llegó el día… aún seguía igual y mi madre no dejaba que nadie entrara a la habitación. No veía a mi padre hace días… ya lo extrañaba.- Articulé con rencor al recordar mis inocentes sentimientos hacia el hombre.
Al intentar concluir con la narración, se oyó desde lo lejos de la cueva como pequeñas rocas caían. Por instinto, nos dimos vuelta y sólo se apreciaba la oscuridad del lugar. Sin darle importancia, di la vuelta y antes de que pudiera articular una palabra más, se oyó un extraño ruido proveniente de lo más profundo de la cueva. Ante el acto, abrí mis ojos con sorpresa y la miré con miedo a Eva en busca de alguna respuesta.
No podía evitar sentir que era una carga, quien sabe si mis instintos me traicionen y la Luna se apodere de mi contextura. No me perdonaría si aquella niña era víctima de los típicos deseos inconscientes.
Antes de que mis pensamientos horadaran la poca cordura que me quedaba, oí su voz alentadora negando y oponiéndose a mí parecer. Cerré los ojos un momento al escuchar que estaba necesitando una compañía. No creo que dos niñas, en el medio del bosque, puedan sobrellevar la situación toda una noche… o quizás más.
Abrí mis ojos dispuesta a reprochar su proposición. Di media vuelta para observarla y en ese instante surgió su curiosidad, nuevamente. Suspiré con pesadez al no saber cómo explicarle algo de lo que yo tampoco estaba segura, fue un absurdo atrevimiento el irme de esa manera. Aún seguía asustada y perturbada, no quería ir más a fondo recordando mis estúpidas decisiones, probablemente mi madre estaría golpeando la puerta de cada hogar de la aldea pidiendo auxilio por su hija desaparecida… Dios, que he hecho.
Pero ella seguía allí… con esa simpatía de la cual no podía evitar compadecerme, y mucho menos cuando dijo su nombre con amabilidad. Eva… podría acostumbrarme a su curiosidad. Sin más, le sonreí con algo de inseguridad. -Soy Eileen.
Inflé mi pecho para dar un largo exhalo. Algo intimidada, me senté en el frío suelo y miré al osito con algo de nostalgia. -No sé cómo lo hice…- Susurré refiriéndome a la transformación. Indudablemente debe pensar que soy patética si no sé nada y soy un maldito licántropo. -Ya me ha sucedido y… n-no es nada bonito.
Mis ojos se cristalizaron, una vez más. Odiaba tener que romperme ante cualquier situación débil… aunque yo era débil. Despejé mis ojos con fuerza e intenté proseguir, si quiera la miraba, estaba avergonzada.
-Sólo sucede y ya… No quería esto y tampoco quería huir de mi hogar así.- Ya no lo soporté y evidentemente el llanto se hizo presente. Me dolía hablar de esto, pero sentía que la niña merecía saberlo… era lo menos después de haberme tratado tan bien.
Aquel osito que llevaba desde que nací era víctima de las lágrimas que caían en su complexión… tan estropeado y desaseado, aun así era una reliquia para mí.
Traté de continuar cuando logré ver de soslayo el ceño fruncido de la niña, parecía confundida ante mi explicación. Hiperventilé un momento para luego mirarla con intensidad. -Vivía en un pequeño pueblo en tierras de humanos. Yo… y-yo toda mi vida creí ser humana.- Esto último lo susurré para mí, aunque pude notar que lo había oído. -Vi-vivía con mi madre y mi pa…- Las palabras se habían atorado al recordar a ese hombre, no tenía por qué llamarlo padre, pero Eva no sabía la situación así que sin más, con algo de rencor, reanudé la historia.-… mi padre. Era feliz, cada día era como un sueño para mí, tenía amigos, el pan de cada día y… unos padres maravillosos.- No quería creer que lo que estaba a punto de contarle había sucedido hace no más de unos cuantos meses, la herida aún seguía fresca. -Mi cumpleaños número nueve se acercaba… estaba contenta, ya les había comentado a mis amigos que haría una fiesta y jugaríamos todo el día.- Sonreí con tristeza al recordarlos, los extrañaba. -Unos días antes mi cabeza empezó a doler, tenía fiebre. Al parecer estaba incubando algo, temía porque fuera fiebre amarilla… o algo. N-no sabía que sucedía, mi madre no dejaba que nadie entrara… n-ni siquiera m-mi padre.- Las lágrimas afloraron indudablemente, pero esta vez no las escondí de la niña, ya no me importaba… quería terminar con esto y que sepa todo.
Sorbí para luego morder mi labio. -Estaba realmente asustada, no sabía que me pasaba… Gritaba del dolor y me preocupaba aún más saber que al otro día era mi cumpleaños. ¿Qué les diría a mis amigos? Ellos esperaban jugar conmigo y yo tirada en la cama.- Di un largo suspiro y volví a observar nuevamente a mi osito. -Cuando llegó el día… aún seguía igual y mi madre no dejaba que nadie entrara a la habitación. No veía a mi padre hace días… ya lo extrañaba.- Articulé con rencor al recordar mis inocentes sentimientos hacia el hombre.
Al intentar concluir con la narración, se oyó desde lo lejos de la cueva como pequeñas rocas caían. Por instinto, nos dimos vuelta y sólo se apreciaba la oscuridad del lugar. Sin darle importancia, di la vuelta y antes de que pudiera articular una palabra más, se oyó un extraño ruido proveniente de lo más profundo de la cueva. Ante el acto, abrí mis ojos con sorpresa y la miré con miedo a Eva en busca de alguna respuesta.
Eileen
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Re: Nos tenemos una a la otra [Privado: Eileen]{flashback}
La felina escuchó atentamente la historia de la niña, ella seguía sorprendida por aquel don, aunque estaba sorprendida… ella siempre había pensado que era decisión de los licántropos realizar dicha transformación. Le puso toda la atención posible, y no podía negar que sentía algún nervio al estar en tierras ajenas, y más en un día como este, para su mala suerte había luna llena, más como Eileen podrían acechar, y eso no le permitía mantenerse tranquila, jugaba con sus dedos demostrando así sus nervios.
Eva dejó de escuchar por un momento la historia de la pelirroja, sus orejas prestaron atención a un sonido ajeno al fondo de la cueva, sus sentidos habían sido invadidos por sus nervios de encontrarse con un licántropo sin cordura, Eileen era pequeña, sin alguna experiencia en la caza, si alguno otro tuviera malas intenciones, no podría responderle, no sabría cómo defenderse, la loba no le había dado la información que requería para saber qué era lo que sentía al transformarse, o si su conciencia seguía siendo humana y no la de un animal salvaje sin escrúpulos.
La chica miró fijamente a Eva, y ella reaccionó inmediatamente ante el ruido impulsada por sus nervios corrió hacía la salida de la cueva dejando atrás a la loba, no sabía a dónde iba a ir ahora, pero sabía que nuevamente a esa cueva nunca más. Con toda la velocidad que le permitían sus piernas y condición, recorrió los árboles hasta llegar a donde ella imaginaba, la frontera de los elfos y los humanos, paró un momento y sintió su corazón agitado, respiró profundamente y procedió a mirar el mapa del jefe que había tomado y verificar si estaba en lo correcto, –No soy tan mala para ubicarme en el bosque supongo...–, se dijo a sí misma al notar que estaba en lo correcto, se encontraba en el bosque Sandorai, guardó el mapa nuevamente en sus bolsillos y se refugió bajo un árbol esperando un nuevo día.
Eva
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Alanna Delteria
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