El camino equivocado [Interpretativo] [Privado Alice-Andiel]

Cansada de caminar por el empedrado sendero, maldijo haber confiado en esos idiotas que le habían indicado el supuesto camino que la conduciría nuevamente hacia Beltrexus. Lo único que había alrededor era el rio además de una cueva al parecer abandonada. –Maldición- masculló entre dientes , arrojó el viejo mapa al rio, estuvo largo rato observando como la corriente se lo llevaba hasta desaparecer.  Estaba exhausta, hambrienta, parecía que caminaba y no lograba llegar a ningún lugar que le resultara al menos familiar, ahora sin el del mapa era mucho más complicado poder tener una vaga idea de dónde estaba parada.

Hizo un alto para descansar y beber un poco de agua, la cual era tan cristalina que podía mirar su rostro en el reflejo. Bebió un sorbo, se refrescó el cuello, dejando que el agua escurriera hasta su escote. El estómago le gruñía producto del hambre, pero desafortunadamente la ración de comida que cargó para el camino no había sido suficiente pues no contaba con que se iba a extraviar en mitad del viaje de regreso a Beltrexus.

Se sentó en una roca cerca del rio maldiciendo una vez su mala suerte, debió haberlos quemado vivos, decía para sus adentros sonriendo de manera maliciosa.

Miró el agua, notó que comenzaba a tomar un color anaranjado, el sol ya se estaba ocultando y pronto caería la noche, lo más sensato en ese momento era entrar a la cueva, no podía pasar la noche a la intemperie. Se levantó y caminó hasta la cueva, pero antes se detuvo a mirar hacia adentro, no quería encontrarse con alguna sorpresa. Al parecer no había rastros de nadie ahí dentro por lo que se dispuso a entrar con sigilo, casi en punta de pies, el lugar afortunadamente estaba abandonado. El olor a humedad se colaba por la nariz siendo molesto pero al cabo de un rato logró acostumbrarse.

Inspeccionaba con sigilo cada rincón, suspiró mientras se sentaba en sobre una manta hecha girones que estaba tirada en el piso, suspiró mirando hacia afuera viendo que ya la noche habia llegado. El frio no era tan intenso como afuera, la brisa fria no lograba entrar con tanto impetú, pero de todos modos hacía que se estremeciera de frio. No era el lugar mas acogedor sin embargo estaba resguardada de los peligros de la noche.

No se atrevía a usar el fuego, pues tenía miedo de causar algún desmán, aún no era capaz de controlar su don por lo tanto prefería evitar que suceda otra fatalidad. El frio dentro de la cueva se hacía más intenso y hacía lo posible por mantener el cuerpo caliente frotándose los brazos.

Una voz provenía desde fuera la cual hizo que se sobresaltara, y se pusiera en alerta. Agudizó el oído mientras se levantaba para avanzar a la entrada, así podría ver el rostro del inesperado huésped.
Avanzó con sigilo entre la densa oscuridad, cuidando cada paso, para no tropezar torpemente. “Y si es un ladrón?” se preguntaba

Alice moviéndose casi pegada a la pared de la cueva, “Debo estar preparada” susurró. Se quitó la horquilla usa para sujetar  el cabello y la escondió en la palma de la mano a modo de puñal. Sintió como el cabello caía hasta los hombros provocándole un leve escalofrío.

Nadie imaginaria que ese insignificante accesorio ya ha atravesado la piel y musculo de uno que otro sujeto que ha querido robarle por los caminos, sonrió levemente y empuñó la pequeña arma con más coraje.Estaba preparada para emboscar a cualquiera pero la verdad es que deseaba no tener que enfrentarse a nadie, el día de hoy ya tuvo suficientes problemas como para sumar otro a la lista.

Quien quiera que fuera la persona que estaba afuera al parecer se oía en calma, eso era una buena señal, quizás debía avanzar un poco más para ver de quien se trataba.Llegó hasta la entrada y vio a un hombre con una espada empuñada, la cual reflejaba una tenue luz, al principio la espada le hizo dar un paso atrás, pero no olvidaba que tenía su arma camuflada en el dorso de la mano lista para usar.
-¿Quién eres…?- le preguntó intentando no ser hostil.

El muchacho se presentó, se llamaba Andiel, al parecer no pretendía tener un enfrentamiento, pero Alice no quería bajar la guardia, nunca se sabe que intenciones puede tener un desconocido, era mejor ser precavida. Lo observaba detenidamente, mientras el sujetaba la espada que proyectaba una tenue luz.

“Tal vez sea uno de los míos” pensó, pues le llamó la atención el hecho que esa espada fuera capaz de emitir esa luz.
-Veo que el frío y el viento te han traído hasta aquí- dijo en tono amable, -Será mejor que entres así estarás resguardado al menos hasta que la lluvia cese-. Se hizo hacia un costado y con un gesto con la mano lo invitó a pasar.

La lluvia cada vez se hacía más intensa, el viento soplaba sin piedad amenazando con arrasar con todo a su paso.
Alice sentía escalofríos y se frotaba las manos para intentar entrar en calor, necesitaba algunas ramas secas para poder encender una fogata. Buscó por todos los rincones donde llegaba la luz. Al parecer la suerte estaba del lado de los dos jóvenes porque detrás de una roca había un añoso baúl de madera.

Tras quitar las tela araña, que lo cubrían la bruja vio que estaba cerrado con un oxidado candado, por lo que comenzó a forcejear en un intento por abrirlo, lo hizo una y otra vez hasta que el viejo candado cedió, afortunadamente este no estaba cerrado completamente sino más bien sobrepuesto.
Cuando abrió el baúl grande fue su sorpresa pues contenía, algunas botellas de licor, algunas monedas, objetos de plata, pieles y otras cosas inútiles.

Alzó una botella de licor y se la enseñó a Andiel, cuando de pronto se escuchó un ruido, era su panza que gruñía de hambre. Una situación embarazosa en ese momento.

Alzó la botella de licor frente a los ojos del muchacho, intentando disimular el ruido de su estómago hambriento cuando le preguntó por su nombre, por un momento se sintió aliviada que no haya percibido el incómodo quejido en su interior pidiendo comida.

-Pero que mal educada he sido…Alice es mi nombre- . Se dirigió hasta donde estaba Andiel con la botella de licor en la mano y recordó que estaba preocupado porque no podría mantener mucho tiempo más la cueva iluminada, eso sí les significaría un serio problema, sin embargo no pensaba ponerse en evidencia delante de él, había que idear una manera de hacerlo más tradicional a sus ojos.

Se sentó cerca de Andiel mientras abría dificultosamente la botella, bebió un trago del añoso licor y sintió como se abría paso a través de la garganta dejando una sensación de quemazón arrugando un poco la nariz.

El segundo trago ya no fue tan difícil de digerir, sentía que el alcohol podía librarla del intenso frío que abrazaba su cuerpo. Continuó bebiendo pequeños sorbos, asi casi sin darse cuenta el amargo licor ya no sabía tan mal.

-¿Ahora dime….cómo has venido a parar aquí?- dijo sujetando la botella que ya estaba casi por la mitad. Alice no estaba acostumbrada a beber, jamás había probado alcohol, esta era la primera vez, por esa razón el alcohol no tardó en hacer efectos en su cuerpo desprovisto de alimento. Una sensación de mareo la invadió por dentro, sentía que el mundo le daba vueltas, movía la cabeza de un lado a otro intentando con eso recuperar la compostura.

Sintió el valor de hacer cosas…que más daba que descubriera sus dones, ya todo daba igual quizás el no saldría vivo de allí o en el peor de los casos ella tampoco. Se dio impulso y se levantó del suelo dirigiéndose hacia el baúl de madera el cual arrastró con dificultad cerca de donde el pudiera observar, cogió la botella ofreciéndosela –Bebe esta bueno…un poco amargo al principio pero después te terminará agradando- le dijo sonriendo.

Dejó la botella en el suelo y se frotó ambas manos mientras lo miraba –Te mostraré algo…-

Alice se sentía mareada, pero la sensación de frío había desaparecido reemplazándola por un agradable calor. Definitivamente no estaba consciente de lo que iba a hacer, en esos instantes no estaba la vocecita en su interior que cada vez que estaba por cometer una imprudencia la frenaba de golpe.

Se acercó al muchacho y le sonrió al ver la cara que ponía cuando bebía –No intentes ser cortés, esto sabe horrible, pero es efectivo para combatir el frio-, riendo le quitó la botella de entre las manos y bebió nuevamente un largo trago y la dejó en el piso.

Volvió la vista al baúl y se frotó las manos –Ya verás el uso que le daremos a este viejo cofre, pero shhhh- hizo un gesto de silencio con los dedos sobre el labio.

Intentó concentrase lo más que pudo extendiendo la palma de su mano bajo el cofre, sin tocar la madera. Sin embargo con todo el alcohol que había bebido se le estaba haciendo complicado. Trajo a su memoria las enseñanzas de su difunto padre, de pronto se le vinieron a la cabeza cada una de sus palabras.

Cerró los ojos logrando concentrarse tanto que no notó hasta tiempo después como de su mano emanaba una bola de fuego que tomó contacto inmediatamente con el cofre, logrando así que comenzara a arder lentamente.
Notó el sonido característico de las llamas consumiendo la madera y abrió bruscamente los ojos retrocediendo de manera atolondrada al ver lo que había provocado.

-Querías calor…pues ahí lo tienes- dijo entusiasmada mientras observaba como el cofre se consumía lentamente. Poco a poco la emoción se convirtió en nostalgia y permaneció meditativa en silencio mirando la improvisada hoguera, frotándose las manos, observándolas con detalle.
Pensaba que era capaz de lograr cosas increíbles quizás pero debía aprender a dominar sus dones… suspiró dirigiendo una mirada a Andiel.


“Ahora era el tiempo de explicar” pensó….


-¿Supongo que ya te imaginas que soy?- Se acercó hacia donde estaba y se sentó muy cerca, casi podía sentir el calor que el emanaba. Un cansancio extremo se apoderó de ella, quizás eran los efectos no deseados de haber bebido esa cantidad de licor, nuevamente el mareo y el malestar se hacían presentes, cerró nuevamente los ojos, y se quedó dormida dejando caer su cabeza sobre el hombro del joven.

 

La lluvia comenzaba a amainar trayendo un poco de calma a la noche, pero el fuego estaba por extinguirse debilitándose cada vez mas rápido. Después de unas horas de sueño incomodo se despertó sobresaltada y desorientada, algo dolorida también producto de la posición incomoda en la que se había dormido sobre el hombro de Andiel.

Lo miró avergonzada, apartándose un poco para tratar de recomponerse -Ya sabes mi secreto, ojalá no seas un mercenario buscando cazar brujas...- añadió poniéndose de pie y caminando lentamente hacia la entrada de la cueva mientras se desperezaba y pensaba en lo que había sucedido. Ahora ese hombre conocía su mas intimo secreto, el cual de manera muy irresponsable le había revelado producto de la borrachera.

"Fuiste una tonta Alice, no debiste haber bebido  mas de la cuenta, tampoco haber hablado de mas" se reprochaba una y otra vez.

La lluvia cesó llevándose con ella el frío y el viento dando paso a una bella noche estrellada.

-Bueno, creo que nos quedan un par de horas juntos aqui en este lugar, falta bastante para el amanecer, y caminar de noche a solas no es muy seguro- dijo sonriendo.

Algo en ese joven le llamaba la atención, mas bien era curiosidad, ¿Porqué viajaba solo?, el brillo de su espada no era el habitual, quizás, tampoco el era una persona común y corriente,tal vez por algo el destino se había encargado de reunirlos allí a ambos.
Disimuladamente lo observaba desde la entrada, no quería incomodarlo, "puede ser que tenga incluso mi edad" elucubraba en su mente.

Alice permanecía quieta y en silencio contemplando de vez en cuando el cielo cada vez mas estrellado, extendiendo los brazos hacia los costados respirando profundamente, así...una sensación de libertad la albergaba completamente.





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-Bueno, siendo así estamos en igualdad de condiciones aparentemente- dando énfasis a la palabra “aparentemente". El aire afuera dela cueva parecía ser agradable, puro después de la lluvia, además el cielo estaba hermoso cubierto de estrellas, ideal para dar un paseo pero había que ser precavidos, el salir a esa hora era un gran peligro, no sabia que clase de criaturas podía merodear el lugar.

Dando un paso hacia atrás volvió a la cueva y sonrió al escuchar el comentario del joven – Debo admitir que sí me agrada tu compañía, aunque tu hombro no fue un lugar muy confortable para dormir pero te lo agradezco de igual manera, pero también debes admitir que a ti también te agrada la mía- dijo en tono gracioso mientras se desataba el cabello dejándolo caer sobre sus hombros.

No podía negar que era atractivo, y algo misterioso también eso resultaba atrayente, aunque luego de pensarlo detenidamente quizás esos pensamientos eran producto de la resaca o el hambre… quien sabe.
-Al parecer queda bastante para que llegue el alba- dijo analizando el cielo fingiendo tener conocimiento sobre el tema, esperaba ser convincente al menos.

Aunque afuera el frio era menos, dentro de la cueva la temperatura comenzaba a descender rápidamente pues la hoguera ya casi estaba extinta, no había mas madera para encenderla nuevamente, ese si era un problema, aún no era capaz de usar bien su don para encender una  capaz de abrigarlos hasta el alba ¿Qué hacer? Era la pregunta.

-Creo que deberíamos intentar dormir hasta que llegue el amanecer, quizá buscar algo para improvisar un lugar donde descansar, o tienes alguna otra idea para matar el tiempo- , dijo fastidiada.

Recordó que cerca de donde había encontrado el baúl habían unas mantas polvorientas hechas girones, sin embargo podían servir para poder cubrirse o utilizarlas recostarse sobre ellas. Corrió hacia donde estaban y las sacudió liberándolas del polvo y las telas de araña.

Sabia que no era lo mejor pero no estaba en condiciones de esperar nada mas. Se las enseñó a Andiel extendiéndolas en el suelo mientras estornudaba .

Alice se recostó sobre las mantas– Ven aquí, no hay otra alternativa que compartir el espacio, a no ser que se te ocurra algo mas-.

Se acurrucó tímidamente apegando su cuerpo al del joven en un intento de conservar el calor, a pesar del frío tal cercanía logró sonrojarla, era la primera vez que estaba tan cerca de un hombre y en esas condiciones.

Jugueteaba con sus manos para distraerse, y de vez en cuando recorría con la mirada el rostro de su compañero, era atractivo no había duda de ello...

Su mirada encontró con la de él por unos segundos pero Alice rápidamente intentó salir dela vergonzosa situación al verse descubierta. -¿Tienes claro hacia dónde irás?, yo aún lo tengo claro, estoy en busca de un viejo amigo de mi padre y he recorrido muchos lugares pero sin éxito.

Disimuladamente apoyo la cabeza en su hombro para estar más cómoda, así permaneció  contemplando el techo de la cueva por un largo rato.

Luego miró la espada que estaba en un rincón la cual aún irradiaba algo de luz, - ¿Ehmmm cuéntame… esa espada que irradia luz no es obra de un buen herrero no es así?, hay algo más en todo esto…?- sonrió levemente. Tenía muchas dudas sobre la procedencia de aquella singular arma, sin embargo  hasta el momento había preferido acallar su curiosidad al respecto con tal de no incomodar a Andiel.

–No suelo confiar en nadie, pero estamos ambos aquí, en “igualdad de condiciones tal vez”, después del alba dudo que nos volvamos a ver, cada cual seguirá su camino y solo quedara el recuerdo de esta situación un tanto peculiar, pero me gustaría mostrarte algo más…-

La bruja calentó la palma de su mano de tal manera que cualquier cosa que tocara en ese momento la podría quemar en un instante, la acercó al brazo de él recorriéndolo de arriba abajo hasta que poco a poco el calor fue disminuyendo, y tomó una leve distancia.
-Ves a lo que me refiero…sino domino esto puede matarme o puedo matar sin querer- Dijo apesadumbrada.

-¿Cómo sé que no me estas engañando?, el hombre que busco parece que se lo hubiera tragado la tierra, a veces pienso en desistir pues nada me asegura que esté con vida…y no tienes forma de contactarme porque no sé dónde estaré dentro de un par de días-. Suspiró – Mejor olvida lo que te he comentado, no deseo involucrar a más personas en esto-.

Presentía que el joven al igual que ella compartían algo aparte que el espacio físico de ese lugar, había mucho más, Alice estaba casi segura que el también manejaba el fuego pero sin dudas mucho mejor que ella.

Se quedó en silencio por un momento, tratando de escuchar el ruido de afuera. Al parecer la lluvia había cesado. –Parece que el cielo nos está dando tregua- dijo incorporándose ágilmente mientras se sacudía las vestiduras.

Fue hacia la entrada de la cueva, la espesa oscuridad de la noche comenzaba a diluirse dando paso al alba, los primeros rayos del sol anunciaba la llegada de un nuevo día, muy distinto al anterior.

La bruja salió de la cueva confiada en que lo peor ya había pasado, paseó por los alrededores respirando profundamente, sin embargo no deseaba alejarme demasiado. Entre las rocas y el fango divisó un pequeño conejo y eso le hizo recordar que estaba hambrienta, su estomagó rugió como acto reflejo, sigilosamente se acercó al animal, sus pasos eran casi imperceptibles, estaba a un paso de él cuando se abalanzó para atraparlo y por poco casi se le escapa.

Logró agarrarlo por las orejas con ambas manos, la tarea de atraparlo fue sencilla, pero al conejo se resistió y retorcía para intentar escapar.Corrió con el conejo de regreso a la cueva –¡¡¡Sal de ahí, ven a ver lo que he encontrado!!!!- exclamaba una y otra vez para llamar la atención de Andiel.

Andiel salió de la cueva a paso presuroso con la espada desenfundada, mientras tanto la bruja hacía lo posible por mantener quieto al conejo el cual se sacudía en un intento inútil de escapar, era muy difícil mantenerlo quieto pues el animal parecía saber cuál sería su final y evitaba a toda costa que así fuera.

-Mejor acércalo hasta que ya no se mueva- dijo el muchacho con la espada sujeta firmemente, -como si fuera tan sencillo, no es tu mano la que corre peligro- replicó la bruja con la mano algo temblorosa.
-supongo que sabes manejar bien esa “cosa”- su voz era dubitativa, pues no tenia certeza si era experimentado con la espada.
Sus manos temblaban tanto o más que el animal, cerró los ojos por un segundo y sin querer tus manos soltaron las orejas del conejo, el aprovecho la oportunidad para escabullirse hasta perderse entre los arboles .

La bruja abrió los ojos y se dio cuenta de su error –Nos quedamos sin comida, el desayuno ha huido presurosamente- intentó restarle importancia al asunto, se sentó en una roca a pensar que hacer de ahora en más.

Era una linda mañana, el sol ya comenzaba a iluminar resplandeciente, al parecer ya era hora partir…de continuar su camino hasta ahora incierto, pues no tenia muy claro a dónde ir, lo único que sabía era que debía seguir rumbo a alguna ciudad cercana.

Se levantó y miró a Andiel –Bueno…parece que esta es la despedida, ya es hora de partir, hay un largo camino que recorrer hasta encontrar alguna ciudad, espero volver a verte pero esta vez en una situación mas agradable- le dedicó una sonrisa.
Alice estaba siendo lo más escueta posible porque odiaba las despedidas, no sabía que hacer o que decir ante esas situaciones y procuraba evitarlas a toda costa.