Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
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Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
- Comentario.:
- No sé si estará bien este post, es el primer tema que hago en este foro, así que pido disculpas por adelantado por si alguna cosa esta mal.
Bebo un trago más de la cantimplora. Esta casi completamente vacía. La he cargado demasiadas veces durante el camino, especialmente en esa parte del camino en el que lo cruzaban varios riachuelos de agua fresca y transparente. Ahora los ríos son más escasos y el bosque es más denso. No puedo permitirme tardar mucho más tiempo hasta llegar a la ciudad de los licántropos, Ulmer, dado que si tardo un poco mas no estoy segura de sí podre sobrevivir a este bosque sin comer ni beber nada. Tal vez sea el momento de convertirme.
O mejor continuare caminando, dado que veo que a lo lejos hay una persona andando con tranquilidad por un desvió del camino principal que estoy recorriendo. ¿Será un licántropo? La verdad es que estoy realmente emocionada por conocer esa ciudad. Llevo años oyendo hablar sobre ese lugar. Sobre sus edificios, su gente, y su líder.
- No puedo creer que al fin este haciéndolo -pienso en alto.
Nadie me escucha, y no me importa. El primer día que comencé a partir hacia el norte, todavía caminaba en silencio. El segundo día ya comenzaba a sorprenderme a mí misma hablando conmigo misma. Luego decía “que tonta, debería dejar de hacer esto”. A estas alturas hablo tanto conmigo misma que ha dejado de preocuparme hacerlo. Pero si no lo hago, el camino se vuelve mucho más largo y tedioso, y no puedo dejar que eso suceda.
Me acerco a esa persona con cautela, sin apartar la vista de él. Es un joven, unos pocos años menor que yo. No es un niño, pero tampoco un adulto. Aun así, es mucho más alto y corpulento que yo, me doy cuenta de ello a medida que me acerco. Se ha dado cuenta de mi presencia, me está mirando ahora mismo, y me sonríe, aunque sus ojos me muestran una clara curiosidad.
- ¡¿Hola?! -es el quien me pregunta primero.
- Hola -respondo. No sé qué más decir. Me quedo callada de repente. Todas las preguntas que pensaba hacer al primer licántropo que conociera en Ulmer, parecen haberse esfumado de mi cabeza.
- ¿Estás bien? -me pregunta. Parece que se ha dado cuenta de mi estupefacción.
- Si, si -afirmo. Me siento avergonzada de repente-. ¿Está cerca Ulmer?
Soy directa, pero es lo que quiero saber ahora mismo. No soportaría saber que todavía queda un largo trecho hasta llegar allí. Estoy hambrienta, y sedienta.
- Y tanto que sí. Yo también voy hacia allí -me dice-. Tengo que ir ahora mismo, mi padre me está esperando.
- ¿Te importa si te acompaño? -le pregunto, algo vergonzosa.
El hace un gesto con la mano, algo como “vamos allá”. Sonrío, está siendo realmente amable conmigo. Caminamos un poco más, durante algunos minutos, no demasiados. De pronto nos encontramos con la primera casa. Tiene césped en su tejado, es muy diferente a todas las casas que he visto antes. Están construidas cuidadosamente con madera. Hay varios niños jugando alrededor de la casa. Hay un olor a carne asada que me despierta el apetito. De repente me siento mal, estoy tan hambrienta que siento que no sería educada con quien fuera que pudiera encontrarme.
- Bueno, aquí es -me dice-. Tengo que dejarte, lo siento. Pero no creo que te vayas a perder. No es una ciudad muy grande -sonríe. Tiene una sonrisa preciosa, parece esa clase de persona que nunca esta seria-. ¡Hasta luego!
Se marcha y me quedo sola. Ahora que por fin estoy aquí, no sé muy bien a donde ir, ni por donde comenzar.
Última edición por Kaytlyn el Mar Oct 10 2017, 18:53, editado 3 veces
Kaytlyn
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
No era un lugar asombroso, pero podíamos llamarlo hogar. Alquilar la casa a Ardic, había sido una buena idea. A la larga íbamos a pagar mucho menos que lo que habíamos pagado hasta el momento rentando una habitación de forma permanente, en la gran ciudad de Lunargenta, sin embargo, aquí la diferencia era que estaríamos rodeados de los de nuestra especie, en una casa amplia y agradable.
Lilja aquel día estaba acomodando un poco la casa, de modo que estuviera todo un poco más ordenado. Yo había limpiado la cocina y la sala de estar, ella ahora estaba moviendo muebles y colocando algunos alimentos que habíamos comprado por el camino. Me tome la libertad de salir fuera, tomar un poco el sol y disfrutar de mi primer día en la ciudad de Ulmer después de habernos establecido. Era algo que llevábamos años hablando, y sin embargo nunca lo habíamos decidido hacer, hasta el momento. hasta que todo aquel enredo con los vampiros nos había llevado a pensar que lo más seguro y la mejor opción, era estar rodeados por los nuestros. Habíamos pasado nuestra primera noche allí, y la paz y el silencio que había durante la noche, era indescriptible. Solo en mis viajes, durmiendo a la intemperie y con miedo a que me tomaran por sorpresa en la penumbra, había sentido ese silencio. Pero hacía mucho tiempo desde la última vez que dormía silenciosamente sobre una cama mullida, en un lugar al que podía llamar hogar.
Mi hermana salió un momento de la casa, y me saludo con un gesto de la mano. Había un día estupendo. La luz del sol cruzaba entre la copa de los árboles, y todo se veía verde y brillante. Solo me distrajo una cosa. Una chica joven, que parecía algo perdida o confundida. Se veía distinta a quienes paseaban por los alrededores, todos atareados con sus quehaceres. Ella en cambio estaba allí, a la entrada del poblado con una mirada curiosa y perdida. No pude evitar acercarme, estaba de buen humor y no me importaba ayudar a alguien; o simplemente conocer a alguien nuevo.
- ¿Te has perdido? -le pregunte con una sonrisa.
Lilja aquel día estaba acomodando un poco la casa, de modo que estuviera todo un poco más ordenado. Yo había limpiado la cocina y la sala de estar, ella ahora estaba moviendo muebles y colocando algunos alimentos que habíamos comprado por el camino. Me tome la libertad de salir fuera, tomar un poco el sol y disfrutar de mi primer día en la ciudad de Ulmer después de habernos establecido. Era algo que llevábamos años hablando, y sin embargo nunca lo habíamos decidido hacer, hasta el momento. hasta que todo aquel enredo con los vampiros nos había llevado a pensar que lo más seguro y la mejor opción, era estar rodeados por los nuestros. Habíamos pasado nuestra primera noche allí, y la paz y el silencio que había durante la noche, era indescriptible. Solo en mis viajes, durmiendo a la intemperie y con miedo a que me tomaran por sorpresa en la penumbra, había sentido ese silencio. Pero hacía mucho tiempo desde la última vez que dormía silenciosamente sobre una cama mullida, en un lugar al que podía llamar hogar.
Mi hermana salió un momento de la casa, y me saludo con un gesto de la mano. Había un día estupendo. La luz del sol cruzaba entre la copa de los árboles, y todo se veía verde y brillante. Solo me distrajo una cosa. Una chica joven, que parecía algo perdida o confundida. Se veía distinta a quienes paseaban por los alrededores, todos atareados con sus quehaceres. Ella en cambio estaba allí, a la entrada del poblado con una mirada curiosa y perdida. No pude evitar acercarme, estaba de buen humor y no me importaba ayudar a alguien; o simplemente conocer a alguien nuevo.
- ¿Te has perdido? -le pregunte con una sonrisa.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Un hombre se acerca. Alto, pelirrojo. A lo mejor para poder entrar en Ulmer hace falta alguna clase de identificación, tal vez tiene que hacerme algunas preguntas. Esta sonriendo, no creo que sea la guardia de la ciudad, ni nada parecido; aunque va armado. Tal vez si lo sea. Me pregunta si me he perdido.
- ¿Si estoy perdida? -pregunto con curiosidad ante su comentario-. Para nada. Mas bien todo lo contrario, estoy justo donde quería estar.
Honestamente, no es la clase de bienvenida que me había imaginado. Esperaba algo más… entusiasta. Esperaba que me recibieran con los brazos abiertos, algo tipo “bien, por fin. ¡nueva licantropa entre nosotros!”. Algo de ese estilo. Pero lo primero que me preguntan nada más llegar a la ciudad, es si me he perdido. ¿Es que no parezco la clase de persona que podría habitar en una ciudad de licántropos?
- Acabo de llegar a Ulmer -digo directamente. Él ha sido amable, no creo que haya ningún problema con ser sincera-. Aunque ahora que por fin estoy aquí… la verdad es que no sé muy bien a donde ir -suelto una leve risa nerviosa-. Todo lo que sabía de Ulmer eran cosas que había leído, y que me había contado la gente. Mi familia siempre ha vivido en Lunargenta. Quería darme una oportunidad de vivir entre los de mi raza.
Me acabo de dar cuenta de lo estúpido de mi situación. He venido hasta aquí sin la información necesaria. Sin una casa, sin saber siquiera si hay tabernas, cosa que tampoco veo a simple vista. Sin conocer a nadie de esta ciudad. ¿A dónde iré esta noche? Debí haber pensado en eso antes. Pero no, siempre soy igual, siempre decido las cosas y las hago sin pensar. Aun así, sinceramente, tampoco me arrepiento de lo que he hecho. Y quien sabe, tal vez este hombre pelirrojo me pueda actualizar un poco, hacerme saber lo necesario sobre Ulmer como para poder apañarme por mí misma.
- Perdona -me doy cuenta de que todavía no sabe quién soy-. Debería presentarme. Me llamo Kaytlyn.
Es todo muy distinto a la ciudad donde siempre he vivido. Aquí, mire a donde mire, hay naturaleza cubriéndolo todo. Incluso las casas tienen su propio aire natural. No cambian mucho la imagen del entorno, y parecen de lo más acogedoras. Me quedo mirando al hombre y analizándolo un poco. Es pelirrojo, tiene los ojos verdes y es bastante más alto que yo.
- ¿Si estoy perdida? -pregunto con curiosidad ante su comentario-. Para nada. Mas bien todo lo contrario, estoy justo donde quería estar.
Honestamente, no es la clase de bienvenida que me había imaginado. Esperaba algo más… entusiasta. Esperaba que me recibieran con los brazos abiertos, algo tipo “bien, por fin. ¡nueva licantropa entre nosotros!”. Algo de ese estilo. Pero lo primero que me preguntan nada más llegar a la ciudad, es si me he perdido. ¿Es que no parezco la clase de persona que podría habitar en una ciudad de licántropos?
- Acabo de llegar a Ulmer -digo directamente. Él ha sido amable, no creo que haya ningún problema con ser sincera-. Aunque ahora que por fin estoy aquí… la verdad es que no sé muy bien a donde ir -suelto una leve risa nerviosa-. Todo lo que sabía de Ulmer eran cosas que había leído, y que me había contado la gente. Mi familia siempre ha vivido en Lunargenta. Quería darme una oportunidad de vivir entre los de mi raza.
Me acabo de dar cuenta de lo estúpido de mi situación. He venido hasta aquí sin la información necesaria. Sin una casa, sin saber siquiera si hay tabernas, cosa que tampoco veo a simple vista. Sin conocer a nadie de esta ciudad. ¿A dónde iré esta noche? Debí haber pensado en eso antes. Pero no, siempre soy igual, siempre decido las cosas y las hago sin pensar. Aun así, sinceramente, tampoco me arrepiento de lo que he hecho. Y quien sabe, tal vez este hombre pelirrojo me pueda actualizar un poco, hacerme saber lo necesario sobre Ulmer como para poder apañarme por mí misma.
- Perdona -me doy cuenta de que todavía no sabe quién soy-. Debería presentarme. Me llamo Kaytlyn.
Es todo muy distinto a la ciudad donde siempre he vivido. Aquí, mire a donde mire, hay naturaleza cubriéndolo todo. Incluso las casas tienen su propio aire natural. No cambian mucho la imagen del entorno, y parecen de lo más acogedoras. Me quedo mirando al hombre y analizándolo un poco. Es pelirrojo, tiene los ojos verdes y es bastante más alto que yo.
Kaytlyn
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Me conto brevemente su situación. Acababa de llegar a Ulmer, sin embargo, parecía estar sola, y parecía que no había hecho un plan antes de ir hasta el poblado. Aquello me causo bastante gracia, debido que era todo lo contrario a lo que nos había sucedido a Lilja y a mí. Mientras ella se había lanzado sin miedo y había ido hasta Ulmer por su cuenta, sin planear nada en absoluto, a mi hermana y am i nos había llevado años decidir ir hasta allí, y habíamos preparado aquella casa en la que ahora estábamos, antes de marchar.
- ¿Y tienes donde quedarte? -le pregunte. Ella era joven, parecía inofensiva, y supuse que también sería una licantropa. No veía razón por la cual no dejarla ir a nuestro hogar. De hecho, estaba ilusionado con nuestro hogar, y tenía ganas de comenzar a mostrárselo a todo el mundo-. Vivo con mi hermana Lilja, ella seguro que no tendrá ningún problema con eso. Ven, acompáñame.
Le habría hecho alguna especie de paseo turístico por Ulmer, pero la verdad era que tampoco yo conocía muy bien al poblado, ni conocía a tanta gente allí. Tan solo algunos vecinos, y algunos licántropos que había conocido en el pasado, con los que me había encontrado en Lunargenta. Por lo demás, también mi hermana y yo éramos nuevos allí.
Caminamos hacia nuestro hogar, que no estaba muy lejos. De hecho, desde nuestra posición podíamos ver la parte frontal de la casa. Pude ver la melena rojiza de Lilja pasando un momento frente a la puerta. Estaba todavía acomodando algunas cosas. en cuanto llegamos a la puerta, me dirigí hacia ella, que estaba de espaldas a nosotros y moviendo unas botellas.
- Lilja -la llame-. Esta es Kaytlyn. Acaba de llegar. Casi como nosotros.
Lilja se giró, y sonriente se acercó a la chica. Mi hermana era bastante más alta que Kaytlyn. Y bueno, por lo general era más alta que la mayoría de la gente que había presente.
- ¿Acabas de llegar a Ulmer? -pregunto ella, pese a que se lo acababa de decir-. ¿Dónde vives?
- Por eso he dicho casi -le dije yo a mi hermana-. La única diferencia es que no conoce a nadie aquí, y que no tiene un techo bajo el que vivir.
- Eso ha sido un poco loco, ¿no? -rio Lilja. Luego se relajó-. Puedes quedarte con nosotros, si quieres. Tenemos una habitación libre, con un colchón algo viejo, si no te importa.
- Supongo que es mejor que nada -comente yo.
No me parecía mala idea ayudar a una reine llegada. La verdad, era lo que me habría gustado que hubieran hecho con nosotros; un poco de ayuda, contactos, un buen recibimiento. Aunque, a decir verdad, establecernos allí había sido casi completamente nuestro mérito. Habíamos buscado nosotros mismos los contactos, habíamos ahorrado durante bastante tiempo y todo lo que habíamos hecho para llegar hasta donde estábamos, lo habíamos conseguido solos. Tenía merito, pero no habría estado mal un poco de ayuda. Por lo menos yo tenía a mi hermana. Aquella chica había ido hasta allí completamente sola.
- ¿Y tienes donde quedarte? -le pregunte. Ella era joven, parecía inofensiva, y supuse que también sería una licantropa. No veía razón por la cual no dejarla ir a nuestro hogar. De hecho, estaba ilusionado con nuestro hogar, y tenía ganas de comenzar a mostrárselo a todo el mundo-. Vivo con mi hermana Lilja, ella seguro que no tendrá ningún problema con eso. Ven, acompáñame.
Le habría hecho alguna especie de paseo turístico por Ulmer, pero la verdad era que tampoco yo conocía muy bien al poblado, ni conocía a tanta gente allí. Tan solo algunos vecinos, y algunos licántropos que había conocido en el pasado, con los que me había encontrado en Lunargenta. Por lo demás, también mi hermana y yo éramos nuevos allí.
Caminamos hacia nuestro hogar, que no estaba muy lejos. De hecho, desde nuestra posición podíamos ver la parte frontal de la casa. Pude ver la melena rojiza de Lilja pasando un momento frente a la puerta. Estaba todavía acomodando algunas cosas. en cuanto llegamos a la puerta, me dirigí hacia ella, que estaba de espaldas a nosotros y moviendo unas botellas.
- Lilja -la llame-. Esta es Kaytlyn. Acaba de llegar. Casi como nosotros.
Lilja se giró, y sonriente se acercó a la chica. Mi hermana era bastante más alta que Kaytlyn. Y bueno, por lo general era más alta que la mayoría de la gente que había presente.
- ¿Acabas de llegar a Ulmer? -pregunto ella, pese a que se lo acababa de decir-. ¿Dónde vives?
- Por eso he dicho casi -le dije yo a mi hermana-. La única diferencia es que no conoce a nadie aquí, y que no tiene un techo bajo el que vivir.
- Eso ha sido un poco loco, ¿no? -rio Lilja. Luego se relajó-. Puedes quedarte con nosotros, si quieres. Tenemos una habitación libre, con un colchón algo viejo, si no te importa.
- Supongo que es mejor que nada -comente yo.
No me parecía mala idea ayudar a una reine llegada. La verdad, era lo que me habría gustado que hubieran hecho con nosotros; un poco de ayuda, contactos, un buen recibimiento. Aunque, a decir verdad, establecernos allí había sido casi completamente nuestro mérito. Habíamos buscado nosotros mismos los contactos, habíamos ahorrado durante bastante tiempo y todo lo que habíamos hecho para llegar hasta donde estábamos, lo habíamos conseguido solos. Tenía merito, pero no habría estado mal un poco de ayuda. Por lo menos yo tenía a mi hermana. Aquella chica había ido hasta allí completamente sola.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Está siendo mucho más amable de que lo que imaginaba. Me guía hasta su casa, que esta prácticamente al lado de donde nos encontrábamos hace un momento. Dentro, hay una mujer pelirroja muy bonita, altísima, que parece estar ocupada con quehaceres de la casa. Me pregunto si es su esposa, o su novia. ¡Pero qué digo! Es su hermana, acabo de recordarlo. Creo que estoy todavía bastante nerviosa, y eso que las cosas parecen estar yendo mejor de lo esperado. He tenido la suerte de encontrar a alguien dispuesto a hacerme sentir un poco más como en casa. El me presenta a su hermana, se llama Lilja.
Aunque hace un rato creía que no tendría donde dormir, tras hablar con ellos dos, ya sé que tengo un lugar donde quedarme, por lo menos esta noche. Me siento mucho más tranquila ahora. Siento que venir al final ha sido una buena decisión, por lo ca que pudiera sonar.
- Muchísimas gracias -digo con agradecimiento-. No me importa que solo sea un colchón. No soy muy exigente. Y tampoco podría serlo de todas formas. De no ser por vosotros, no sé dónde me quedaría esta noche.
Rebusco entre la pequeña mochila que llevo colgada sobre mi espalda. Se que aquí dentro tengo una pequeña bolsita con dinero, un dinero que me había guardado antes de salir para sí sucedía esta clase de cosas, no tener que quedarme con cara de tonta sin nada que ofrecer. Por fin consigo encontrarla. La saco y se la tiendo a ambos.
- Tengo algunos Aeros, es lo menos que puedo ofrecer -digo sonriente.
Espero que lo acepten. En principio aquellas monedas iban a ser destinadas a pagar la habitación de una taberna, pero no he visto nada así desde que he llegado al poblado. De todas formas, todavía no conozco bien el poblado, no sé si hay tabernas y mercados, como en todas las ciudades. Bueno, mejor dicho, como la única ciudad que conozco realmente: Lunargenta. Por lo demás, me está gustando mucho este lugar. Y he recibido mejor atención de la que imaginaba que recibiría. El primer día ya me están ofreciendo una casa para no dejarme sin un lugar en el que descansar.
- Y si, acabo de llegar a Ulmer -me quedo pensando por un momento, si debería decir lo que quiero decir-. Soy como “vosotros”, y quería probar a vivir entre los de mi especie.
Aunque hace un rato creía que no tendría donde dormir, tras hablar con ellos dos, ya sé que tengo un lugar donde quedarme, por lo menos esta noche. Me siento mucho más tranquila ahora. Siento que venir al final ha sido una buena decisión, por lo ca que pudiera sonar.
- Muchísimas gracias -digo con agradecimiento-. No me importa que solo sea un colchón. No soy muy exigente. Y tampoco podría serlo de todas formas. De no ser por vosotros, no sé dónde me quedaría esta noche.
Rebusco entre la pequeña mochila que llevo colgada sobre mi espalda. Se que aquí dentro tengo una pequeña bolsita con dinero, un dinero que me había guardado antes de salir para sí sucedía esta clase de cosas, no tener que quedarme con cara de tonta sin nada que ofrecer. Por fin consigo encontrarla. La saco y se la tiendo a ambos.
- Tengo algunos Aeros, es lo menos que puedo ofrecer -digo sonriente.
Espero que lo acepten. En principio aquellas monedas iban a ser destinadas a pagar la habitación de una taberna, pero no he visto nada así desde que he llegado al poblado. De todas formas, todavía no conozco bien el poblado, no sé si hay tabernas y mercados, como en todas las ciudades. Bueno, mejor dicho, como la única ciudad que conozco realmente: Lunargenta. Por lo demás, me está gustando mucho este lugar. Y he recibido mejor atención de la que imaginaba que recibiría. El primer día ya me están ofreciendo una casa para no dejarme sin un lugar en el que descansar.
- Y si, acabo de llegar a Ulmer -me quedo pensando por un momento, si debería decir lo que quiero decir-. Soy como “vosotros”, y quería probar a vivir entre los de mi especie.
Última edición por Kaytlyn el Lun Oct 02 2017, 22:45, editado 1 vez
Kaytlyn
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
En cuanto vi que extrajo un pequeño saquito cuyo interior sonaba metálico, claramente como un montón de pequeñas monedas juntas chocando unas contra otras, negué con la cabeza. También Lilja pareció sorprendida y negó con la cabeza. No queríamos que nos pagara nada en absoluto. Si hacíamos aquello, era por simple amabilidad.
- No tienes que pagarnos nada -le dije-. Me gustaría saber que somos participes de que te sientas bienvenida en Ulmer.
Mi hermana rebusco algunas cosas en la cocina de la casa. Había un montón de cajas de madera, barriles y muchos objetos que todavía no habíamos sacado de allá donde los teníamos guardados. Sería un trabajo que duraría posiblemente más de una semana hasta que la casa estuviera completamente preparada. Al pensar en ello, me vino una idea en mente. Tal vez podría encontrar un modo de que la joven no se sintiera culpable y al mismo tiempo pudiera ser de utilidad.
- Acabamos de llegar, como tu -comencé a decirle-. La verdad es que nos vendría bien un par de manos más dispuestas a ayudar, para poder arreglar la casa. Si quieres puedes quedarte todo el tiempo que quieras, mientras nos ayudas a acomodarlo todo. Nos vendría mucho mejor que unas cuantas monedas.
Si le parecía bien, aquello podría ser de gran utilidad para Lilja y para mí. Mi hermana sonrió, estaba contenta con la propuesta que había formulado a la chica. También yo lo estaba, porque me daba cuenta de que aquella era una estupenda manera de incluirnos en Ulmer sin conocer a nadie. Porque en realidad, apenas conocíamos allí. ¿Qué mejor forma de conocer a alguien más, que ayudando a incluirse en el poblado a una recién llegada?
- Por el momento creo que será suficiente con la ropa de cama que ya hay… no hace mucho frio todavía -había comentado mi hermana-. Aun así, estos días comprare algunas telas o cuero al curtidor del poblado, dado que en invierno sí que se vuelve todo mucho más frio e incluso nieva en esta parte de Aerandir.
- Es verdad. no había contado con eso -admití yo. No había pensado en que los inviernos en Ulmer serian duros. Ni punto de comparación con cómo era en Lunargenta, donde echaban sal en las calles y encendían hogueras en varios rincones, donde podías acercarte y calmar tu frio. No era una persona friolenta, pero sí que agradecía una fuente de calor durante el duro invierno. Sin embargo, en Ulmer, el invierno seria despiadado. Y no tendría todas esas comodidades propias de la ciudad.
- ¿Te pasa algo? -me pregunto Lilja de repente-. Estas pálido.
- No, todo bien, hermana -le respondí rápidamente. Era mentira. Los pensamientos se habían acumulado en masa por mi mente-. Creo que en un rato hare alguna cosa para comer. Después por la tarde podríamos salir a comprar algunas cosas o explorar Ulmer.
- No tienes que pagarnos nada -le dije-. Me gustaría saber que somos participes de que te sientas bienvenida en Ulmer.
Mi hermana rebusco algunas cosas en la cocina de la casa. Había un montón de cajas de madera, barriles y muchos objetos que todavía no habíamos sacado de allá donde los teníamos guardados. Sería un trabajo que duraría posiblemente más de una semana hasta que la casa estuviera completamente preparada. Al pensar en ello, me vino una idea en mente. Tal vez podría encontrar un modo de que la joven no se sintiera culpable y al mismo tiempo pudiera ser de utilidad.
- Acabamos de llegar, como tu -comencé a decirle-. La verdad es que nos vendría bien un par de manos más dispuestas a ayudar, para poder arreglar la casa. Si quieres puedes quedarte todo el tiempo que quieras, mientras nos ayudas a acomodarlo todo. Nos vendría mucho mejor que unas cuantas monedas.
Si le parecía bien, aquello podría ser de gran utilidad para Lilja y para mí. Mi hermana sonrió, estaba contenta con la propuesta que había formulado a la chica. También yo lo estaba, porque me daba cuenta de que aquella era una estupenda manera de incluirnos en Ulmer sin conocer a nadie. Porque en realidad, apenas conocíamos allí. ¿Qué mejor forma de conocer a alguien más, que ayudando a incluirse en el poblado a una recién llegada?
- Por el momento creo que será suficiente con la ropa de cama que ya hay… no hace mucho frio todavía -había comentado mi hermana-. Aun así, estos días comprare algunas telas o cuero al curtidor del poblado, dado que en invierno sí que se vuelve todo mucho más frio e incluso nieva en esta parte de Aerandir.
- Es verdad. no había contado con eso -admití yo. No había pensado en que los inviernos en Ulmer serian duros. Ni punto de comparación con cómo era en Lunargenta, donde echaban sal en las calles y encendían hogueras en varios rincones, donde podías acercarte y calmar tu frio. No era una persona friolenta, pero sí que agradecía una fuente de calor durante el duro invierno. Sin embargo, en Ulmer, el invierno seria despiadado. Y no tendría todas esas comodidades propias de la ciudad.
- ¿Te pasa algo? -me pregunto Lilja de repente-. Estas pálido.
- No, todo bien, hermana -le respondí rápidamente. Era mentira. Los pensamientos se habían acumulado en masa por mi mente-. Creo que en un rato hare alguna cosa para comer. Después por la tarde podríamos salir a comprar algunas cosas o explorar Ulmer.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Se había despertado aquella mañana con el olor a tierra mojada en las fosas nasales. El gran salón, en toda su amplitud, se había quedado frío e inhóspito como aquella cama en la que descansaba con los ojos clavados en el techo, deseando a que todo fuera una mala broma del destino y poder seguir durmiendo. Pero aquellos insistentes rayos de luz terminaron por cegarla hasta el punto que la obligaron a poner los pies sobre la alfombra de piel que cubría el suelo de madera. Se desperezó con lentitud mientras caminaba hacia la ventana. El verano había sido fructífero, las reservas de carne estaban a rebosar y los carniceros salaban y ahumaban carne a diario para las despensas, y los silos se habían abastecido con el trigo y el centeno de todos los reinos del Este. No pudo evitar sonreír satisfecha al ver a los primeros pescadores salir en sus barcas por el fiordo.
Rose había hecho el desayuno, eso se notaba sin duda por el olor a pan tostado y a carne ahumada. Cubriéndose con una de las mantas de lana por los hombros, la loba salió del cuarto descalza, acomodándose el pelo sobre el hombro a la vez que emitía un sonoro bostezo que alertó a su compañera, la bruja Rose.
-Buenos días princesa. -Bromeó la bruja, quien parecía haberse despertado de muy buen humor, seguramente horas antes que ella.
-Buenos dias... -Respondió de mala gana la líder, que tomó asiento en el banco junto a la gran mesa de madera. -¿Dónde están todos? -Preguntó arqueando levemente una ceja, mirando para ambos lados.
Y con todos, se refería a aquel selecto grupo que se encargaba, junto a ella, de mantener Ulmer en paz y harmonía, tarea complicada y a la vez aburrida.
-Les he dado el día libre. -Comentó Rose volcando el cazo de leche caliente sobre la jarra de madera frente a Nana.
-¿Con permiso de quién? -Gruñó la loba antes de tomar la jarra entre sus manos para calentarse.
-Con el tuyo, claro. -Respondió sarcástica volviendo al fuego para recoger las tostadas.
Nana negó con la cabeza un par de veces, llevándose la mano a la frente con resignación, un largo y hastiado suspiro salió de sus labios. Rose sonreía satisfecha, con el fin de molestar a su compañera. Ignorándola, Nana tomó las tostadas con una voracidad increíble.
-Han llegado nuevos al poblado.-Se atrevió por fin la pelirroja a romper el silencio que las dividía a ambas.
-¿Y qué? -Rechistaba de nuevo con la boca llena de pan.
-El censo... -Comenzó a hablar la bruja tomando asiento frente a la loba.
-¿No se encargaba de eso Alec? -Volvió a gruñir tras tragar las tostadas.
-Tiene el día libre. -Aquello le dolió a la líder más que cualquier puñalada.
Sin articular palabra alguna y bajo la siniestra y a la vez satisfecha sonrisa de Rose, que tomaba elegantemente el té en su juego de porcelana traída de la misma Lunargenta, pero Nana poco se podía quejar de la bruja, era sus ojos y sus oídos allá donde ella no podía llegar. Desandó sus pasos hasta el cabecero de su cama, donde reposaba un pantalón de cuero ceñido y una camisa de lino, tiró la manta al suelo y se ajustó las mallas, así como la camisa, ciñendo ambos a su cintura con un cinturón. Rose, silenciosa como el peor de los felinos, se había colado en su cuarto y ahora la miraba desde la puerta, apoyada en la jamba, sosteniendo delicadamente la tacita de té sobre sus labios. Se disponía a salir la líder cuando sorprendida, dio un pequeño salto al verla.
-¿No te vas a poner el vestido que te hice? -La mirada acusadora de la bruja se posó en los ojos amarillos de la líder, quien se ceñía una daga al cinto.
-No. -Sentenció finalmente tomando la última pieza de su atuendo, un chaleco de cuero negro encorsetado, el cual ató a toda prisa ignorando a su insistente compañera.
Terminó de hacerse los lazos de la prenda mientras salía por la puerta del gran salón. Rose la siguió, como solía hacer cada mañana, y después, después se dedicaría a comprar, a escuchar, a hablar... Al fin de cuentas ese era su trabajo.
El fango salpicaba sus botas marrones, manchando las tachuelas de metal que las decoraban, portaba un pergamino debidamente enrollado con su lazo, el cual había tomado antes de salir por la puerta, señalizaba los puntos exactos de cada casa a la que debía de ir para registrar a los nuevos miembros de la aldea. Era una tarea aparentemente sencilla y rutinaria, pero pesada. Odiaba que la gente le contase con pelos y señales cada detalle de su historia, todas las penurias que habían pasado hasta llegar ahí... Como si ella lo hubiera pasado mejor.
Resoplando llegó a la primera casa, aunque alejada del resto, era una casa no demasiado grande, de construcción reciente pero que le harían falta un par de arreglos. Se disponía la líder a tocar la puerta, pero unos desperfectos en el techo llamaron su atención. Rodeó la casa revisándola al milímetro. No podía permitir que se repitiera lo de la última nevada. Con la mano a modo de visera alzó la vista hacia el techo, donde parecía faltar un buen trozo de hierba.
Refunfuñando, apuntó con una pluma la pequeña imperfección. Las ventanas estaban cerradas, pero una estela roja como el fuego le llamó la atención. Era una muchacha alta, más alta que ella, la acompañaba otra muchacha y... No, el cristal estaba demasiado borroso para poder advertir nada. Guardó el trozo de piel en el que pintarrajeaba en su bolsillo y se plantó en el portal de la casa. Una especie de hormigueo le recorrió desde los pies hasta la mano, la cual había levantado para llamar a la puerta. Pero ajena a sus instintos, y pensando que aquella sensación no era más que causa de la humedad, golpeó cuatro veces la puerta antes de retroceder un paso, esperando a que se abriera la puerta de madera.
Rose había hecho el desayuno, eso se notaba sin duda por el olor a pan tostado y a carne ahumada. Cubriéndose con una de las mantas de lana por los hombros, la loba salió del cuarto descalza, acomodándose el pelo sobre el hombro a la vez que emitía un sonoro bostezo que alertó a su compañera, la bruja Rose.
-Buenos días princesa. -Bromeó la bruja, quien parecía haberse despertado de muy buen humor, seguramente horas antes que ella.
-Buenos dias... -Respondió de mala gana la líder, que tomó asiento en el banco junto a la gran mesa de madera. -¿Dónde están todos? -Preguntó arqueando levemente una ceja, mirando para ambos lados.
Y con todos, se refería a aquel selecto grupo que se encargaba, junto a ella, de mantener Ulmer en paz y harmonía, tarea complicada y a la vez aburrida.
-Les he dado el día libre. -Comentó Rose volcando el cazo de leche caliente sobre la jarra de madera frente a Nana.
-¿Con permiso de quién? -Gruñó la loba antes de tomar la jarra entre sus manos para calentarse.
-Con el tuyo, claro. -Respondió sarcástica volviendo al fuego para recoger las tostadas.
Nana negó con la cabeza un par de veces, llevándose la mano a la frente con resignación, un largo y hastiado suspiro salió de sus labios. Rose sonreía satisfecha, con el fin de molestar a su compañera. Ignorándola, Nana tomó las tostadas con una voracidad increíble.
-Han llegado nuevos al poblado.-Se atrevió por fin la pelirroja a romper el silencio que las dividía a ambas.
-¿Y qué? -Rechistaba de nuevo con la boca llena de pan.
-El censo... -Comenzó a hablar la bruja tomando asiento frente a la loba.
-¿No se encargaba de eso Alec? -Volvió a gruñir tras tragar las tostadas.
-Tiene el día libre. -Aquello le dolió a la líder más que cualquier puñalada.
Sin articular palabra alguna y bajo la siniestra y a la vez satisfecha sonrisa de Rose, que tomaba elegantemente el té en su juego de porcelana traída de la misma Lunargenta, pero Nana poco se podía quejar de la bruja, era sus ojos y sus oídos allá donde ella no podía llegar. Desandó sus pasos hasta el cabecero de su cama, donde reposaba un pantalón de cuero ceñido y una camisa de lino, tiró la manta al suelo y se ajustó las mallas, así como la camisa, ciñendo ambos a su cintura con un cinturón. Rose, silenciosa como el peor de los felinos, se había colado en su cuarto y ahora la miraba desde la puerta, apoyada en la jamba, sosteniendo delicadamente la tacita de té sobre sus labios. Se disponía a salir la líder cuando sorprendida, dio un pequeño salto al verla.
-¿No te vas a poner el vestido que te hice? -La mirada acusadora de la bruja se posó en los ojos amarillos de la líder, quien se ceñía una daga al cinto.
-No. -Sentenció finalmente tomando la última pieza de su atuendo, un chaleco de cuero negro encorsetado, el cual ató a toda prisa ignorando a su insistente compañera.
Terminó de hacerse los lazos de la prenda mientras salía por la puerta del gran salón. Rose la siguió, como solía hacer cada mañana, y después, después se dedicaría a comprar, a escuchar, a hablar... Al fin de cuentas ese era su trabajo.
El fango salpicaba sus botas marrones, manchando las tachuelas de metal que las decoraban, portaba un pergamino debidamente enrollado con su lazo, el cual había tomado antes de salir por la puerta, señalizaba los puntos exactos de cada casa a la que debía de ir para registrar a los nuevos miembros de la aldea. Era una tarea aparentemente sencilla y rutinaria, pero pesada. Odiaba que la gente le contase con pelos y señales cada detalle de su historia, todas las penurias que habían pasado hasta llegar ahí... Como si ella lo hubiera pasado mejor.
Resoplando llegó a la primera casa, aunque alejada del resto, era una casa no demasiado grande, de construcción reciente pero que le harían falta un par de arreglos. Se disponía la líder a tocar la puerta, pero unos desperfectos en el techo llamaron su atención. Rodeó la casa revisándola al milímetro. No podía permitir que se repitiera lo de la última nevada. Con la mano a modo de visera alzó la vista hacia el techo, donde parecía faltar un buen trozo de hierba.
Refunfuñando, apuntó con una pluma la pequeña imperfección. Las ventanas estaban cerradas, pero una estela roja como el fuego le llamó la atención. Era una muchacha alta, más alta que ella, la acompañaba otra muchacha y... No, el cristal estaba demasiado borroso para poder advertir nada. Guardó el trozo de piel en el que pintarrajeaba en su bolsillo y se plantó en el portal de la casa. Una especie de hormigueo le recorrió desde los pies hasta la mano, la cual había levantado para llamar a la puerta. Pero ajena a sus instintos, y pensando que aquella sensación no era más que causa de la humedad, golpeó cuatro veces la puerta antes de retroceder un paso, esperando a que se abriera la puerta de madera.
Nana
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Me explican brevemente que con la ropa de cama actual será suficiente. No he tenido frio en ningún momento durante el viaje, tan solo en algunas ocasiones cuando el viento cobraba algo más de fuerza. También me han ofrecido hace un momento la posibilidad de permanecer indefinidamente hasta que encuentre otro lugar, a cambio de ayudarles. Todavía no han terminado de acomodarse en la casa y necesitan un poco de ayuda. Puedo dársela, creo es una buena oferta. Es lo menos que podría hacer por un recibimiento tan bueno por su parte.
- Me parece bien -sonrió mientras paseo la mirada entre los dos pelirrojos-. Os ayudare en todo lo que pueda. Agradezco muchísimo que me hayáis ofrecido esto.
El hombre está a punto de ponerse a cocinar alguna cosa. Dice que después de la comida iremos a explorar el poblado y a comprar algunas cosas. todavía tengo algo de dinero, así que podría ayudarles a comprar lo que necesiten, además de ayudarles a acomodar la casa. Pero tampoco quiero resultar demasiado invasiva con ellos. Dado que están algo ocupados, me tomo la libertad de caminar por la casa, curioseando. Es muy distinta a los hogares que he visto en Lunargenta. Muy diferente a como es la casa de mi familia. Mientras que nuestra casa es amplia, con varias plantas y muchas escaleras, está en cambio es pequeña, con el espacio suficiente como para tener los ambientes básicos de cualquier hogar. El ambiente es rustico, acogedor, y puedo sentirme muy cómoda. Mucho más cómoda de lo que me he llegado a sentir en la ciudad.
Escucho unos pasos fuera, rodeando la casa. Al principio pienso que son los pasos de algún habitante que está caminando cerca de la casa. Pero se vuelven recurrentes, y noto que van cambiando de un lado a otro, pero siempre alrededor de la casa. No parece que los hermanos se hayan dado cuenta de eso. Los pasos parecen acercarse más, hasta la puerta. De repente, un recurrente golpe en la puerta da la señal de que alguien está interesado en hablar con los pelirrojos. Los miro, los veo ocupados con sus cosas y pienso si debería ser yo quien abriera, por mostrar amabilidad hacia mis anfitriones. Dado que ellos ya tienen cosas que hacer, acabo pensando que es lo mejor que podría hacer, así que me acerco a la puerta y abro con cautela. Mas allá de la puerta, aguarda una mujer de cabello oscuro, la piel blanca como la nieve recién caída y unos ojos amarillos, brillantes y firmes. Parece la mirada de quien tiene el control. Imagino que debe conocer a los pelirrojos.
- Hola, buenos días -saludo con una curiosidad que no sé esconder. Podría haber dicho cualquier otra cosa. Podría haber sido más formal. Pero no sé quién es todavía. De repente me acuerdo de conversaciones del pasado, que he llegado a tener con mi familia. Cuando les preguntaba por Ulmer y les hablaba de mi decisión de marcharme alguna vez, mencionaban a la mujer gracias a quien se había formado todo aquello. Ojos brillantes como el oro y el cabello oscuro como la ceniza. Es ella, y ahora me siento estúpida por haber sido tan maleducada. Abro los ojos avergonzada-. ¡Perdón!
- Me parece bien -sonrió mientras paseo la mirada entre los dos pelirrojos-. Os ayudare en todo lo que pueda. Agradezco muchísimo que me hayáis ofrecido esto.
El hombre está a punto de ponerse a cocinar alguna cosa. Dice que después de la comida iremos a explorar el poblado y a comprar algunas cosas. todavía tengo algo de dinero, así que podría ayudarles a comprar lo que necesiten, además de ayudarles a acomodar la casa. Pero tampoco quiero resultar demasiado invasiva con ellos. Dado que están algo ocupados, me tomo la libertad de caminar por la casa, curioseando. Es muy distinta a los hogares que he visto en Lunargenta. Muy diferente a como es la casa de mi familia. Mientras que nuestra casa es amplia, con varias plantas y muchas escaleras, está en cambio es pequeña, con el espacio suficiente como para tener los ambientes básicos de cualquier hogar. El ambiente es rustico, acogedor, y puedo sentirme muy cómoda. Mucho más cómoda de lo que me he llegado a sentir en la ciudad.
Escucho unos pasos fuera, rodeando la casa. Al principio pienso que son los pasos de algún habitante que está caminando cerca de la casa. Pero se vuelven recurrentes, y noto que van cambiando de un lado a otro, pero siempre alrededor de la casa. No parece que los hermanos se hayan dado cuenta de eso. Los pasos parecen acercarse más, hasta la puerta. De repente, un recurrente golpe en la puerta da la señal de que alguien está interesado en hablar con los pelirrojos. Los miro, los veo ocupados con sus cosas y pienso si debería ser yo quien abriera, por mostrar amabilidad hacia mis anfitriones. Dado que ellos ya tienen cosas que hacer, acabo pensando que es lo mejor que podría hacer, así que me acerco a la puerta y abro con cautela. Mas allá de la puerta, aguarda una mujer de cabello oscuro, la piel blanca como la nieve recién caída y unos ojos amarillos, brillantes y firmes. Parece la mirada de quien tiene el control. Imagino que debe conocer a los pelirrojos.
- Hola, buenos días -saludo con una curiosidad que no sé esconder. Podría haber dicho cualquier otra cosa. Podría haber sido más formal. Pero no sé quién es todavía. De repente me acuerdo de conversaciones del pasado, que he llegado a tener con mi familia. Cuando les preguntaba por Ulmer y les hablaba de mi decisión de marcharme alguna vez, mencionaban a la mujer gracias a quien se había formado todo aquello. Ojos brillantes como el oro y el cabello oscuro como la ceniza. Es ella, y ahora me siento estúpida por haber sido tan maleducada. Abro los ojos avergonzada-. ¡Perdón!
Kaytlyn
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Me marché a la cocina y estuve rebuscando entre las cosas que había. No teníamos mucho, pero si lo suficiente como para que pudiera preparar alguna cosa mínimamente apetecible. Tenía varios embutidos y carne del día anterior. Debía cocinar esto último antes de que se echara a perder. Mire el pequeño horno de piedra que había al final de la cocina. Bajo este, había un montón de ramas y madera seca, la suficiente como para poder cocinar en aquella ocasión. Pero más tarde o tal vez otro día, me vería obligado a salir a buscar más fuera. No pensaba gastar mi dinero en comprarle la madera a cualquier otro.
Mi hermana también se había puesto a ordenar algunas cosas. más concretamente, había caminado hacia nuestra habitación para buscar la ropa de cama que prestaría a Kaytlyn. La joven en cambio se había puesto a caminar por la casa, mirando cada rincón con la mirada de quien descubre cosas nuevas. Sonreí, en cierto modo era una imagen graciosa. Dando por hecho que los tres estaría mes de acuerdo con la idea de comer un poco de carne, me dispuse a prepararla. Primero encendí fuego con el pedernal, prendiendo algunas ramas en el interior del horno. Luego lo aparte dejándolo al fondo de este y coloque posteriormente la carne en la parte frontal del horno. Ahora tan solo debía dejar que se fuera haciendo, y controlarlo de tanto en tanto. Fui hasta la habitación, donde se encontraba Lilja.
- Tu sí que has estado paseando por Ulmer antes, ¿no? ¿Algo interesante que ver? -pregunté a mi hermana.
- Yo no he paseado por Ulmer -rio-. Esperaba hacerlo contigo. Solo he salido por las afueras de la entrada del poblado. Estuve curioseando lo que había cerca de nuestra casa.
- Por cierto. ¿De verdad que no tienes ningún problema con que Kaytlyn se quede? -pregunte mientras cerraba despacio la puerta de la habitación-. No te da ninguna mala impresión, ¿verdad?
- Me parece una chica estupenda -dijo ella-. Me parece bien que la hayamos acogido aquí con nosotros, es lo menos que podríamos hacer. No podíamos dejarla sola, sin conocer a nadie de este lugar.
De repente cuatro firmes golpes en la puerta de madera nos devolvieron a la realidad. Lilja abrió la puerta de la habitación y se acercó a la puerta, donde Kaytlyn estaba acercándose. Trate de mirar por una de las ventanas de quien se trataba, pero no lograba ver más que la parte trasera de una larga cabellera oscura. La puerta de la habitación estaba entreabierta. En cuanto Kaytlyn abrió la puerta, justo con mi hermana a su lado, la vi.
Jamás habría olvidado esos ojos dorados, ni, aunque me lo hubiera pedido. De repente, un recuerdo muy vivo recorrió mis pensamientos. Y después de recordar todo aquello, recordé sus últimas palabras. No debía buscarla, no debía siquiera preguntarme quien era. Debía olvidarla. Pero ella estaba allí, al otro lado de la puerta de mi casa. Deje que la puerta de la habitación se cerrara un poco más, apartándome de su Angulo de visión. No estaba seguro de si mostrarme ante ella era lo mejor que podía hacer. En cualquier caso, de aquel modo ganaría un poco de tiempo. Pero si hubiera sido un egoísta, habría salido de allí y le habría preguntado todo lo que quería saber. ¿Quién era? ¿Qué hacia allí aquella noche? ¿Por qué hicimos lo que hicimos?
- Muy buenos días -la saludo Lilja con amabilidad-. Yo soy la dueña del hogar. ¿Que desea?
Mi hermana también se había puesto a ordenar algunas cosas. más concretamente, había caminado hacia nuestra habitación para buscar la ropa de cama que prestaría a Kaytlyn. La joven en cambio se había puesto a caminar por la casa, mirando cada rincón con la mirada de quien descubre cosas nuevas. Sonreí, en cierto modo era una imagen graciosa. Dando por hecho que los tres estaría mes de acuerdo con la idea de comer un poco de carne, me dispuse a prepararla. Primero encendí fuego con el pedernal, prendiendo algunas ramas en el interior del horno. Luego lo aparte dejándolo al fondo de este y coloque posteriormente la carne en la parte frontal del horno. Ahora tan solo debía dejar que se fuera haciendo, y controlarlo de tanto en tanto. Fui hasta la habitación, donde se encontraba Lilja.
- Tu sí que has estado paseando por Ulmer antes, ¿no? ¿Algo interesante que ver? -pregunté a mi hermana.
- Yo no he paseado por Ulmer -rio-. Esperaba hacerlo contigo. Solo he salido por las afueras de la entrada del poblado. Estuve curioseando lo que había cerca de nuestra casa.
- Por cierto. ¿De verdad que no tienes ningún problema con que Kaytlyn se quede? -pregunte mientras cerraba despacio la puerta de la habitación-. No te da ninguna mala impresión, ¿verdad?
- Me parece una chica estupenda -dijo ella-. Me parece bien que la hayamos acogido aquí con nosotros, es lo menos que podríamos hacer. No podíamos dejarla sola, sin conocer a nadie de este lugar.
De repente cuatro firmes golpes en la puerta de madera nos devolvieron a la realidad. Lilja abrió la puerta de la habitación y se acercó a la puerta, donde Kaytlyn estaba acercándose. Trate de mirar por una de las ventanas de quien se trataba, pero no lograba ver más que la parte trasera de una larga cabellera oscura. La puerta de la habitación estaba entreabierta. En cuanto Kaytlyn abrió la puerta, justo con mi hermana a su lado, la vi.
Jamás habría olvidado esos ojos dorados, ni, aunque me lo hubiera pedido. De repente, un recuerdo muy vivo recorrió mis pensamientos. Y después de recordar todo aquello, recordé sus últimas palabras. No debía buscarla, no debía siquiera preguntarme quien era. Debía olvidarla. Pero ella estaba allí, al otro lado de la puerta de mi casa. Deje que la puerta de la habitación se cerrara un poco más, apartándome de su Angulo de visión. No estaba seguro de si mostrarme ante ella era lo mejor que podía hacer. En cualquier caso, de aquel modo ganaría un poco de tiempo. Pero si hubiera sido un egoísta, habría salido de allí y le habría preguntado todo lo que quería saber. ¿Quién era? ¿Qué hacia allí aquella noche? ¿Por qué hicimos lo que hicimos?
- Muy buenos días -la saludo Lilja con amabilidad-. Yo soy la dueña del hogar. ¿Que desea?
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Impaciente, la loba golpeaba el pie contra el suelo, mirando a ambos lados continuamente. La cerradura de metal chirrió al accionar el mecanismo de la puerta. Aquella extraña sensación se repetía. Una pequeña muchachilla se asomó por la puerta, pero sus ojos fueron directamente a clavarse en aquellos cabellos rojos que habían llamado su atención desde fuera, en cierta manera le recordaba a Rose, y aquellos ojos verdes se le hicieron extrañamente familiares. Los ojos dorados de la loba se posaron de nuevo en la primera muchacha rápidamente al escuchar el saludo.
-Buenos... -Las cejas de la líder se encogieron, confusa, tras su repentina exclamación.
¿Perdón, perdón por qué? Extrañada, giró la vista hacia atrás, por si no se refería a ella al excusarse. No le dio tiempo a preguntar la naturaleza de su disculpa, cuando la muchacha alta se presentó frente a la puerta. Alzó ligeramente la vista hacia ella, por un segundo se sintió pequeña, sentimiento que terminó por desvanecerse al advertir aquellos finos brazos. Sonrió amable a la muchacha que le había abierto la puerta y ladeó levemente la cabeza.
-Buenos días. -Saludó con una sonrisa simpática. -Vengo a registrar a los integrantes de la casa. -Se excusó manteniendo aquella sonrisa. -Es nuestra forma de mantener un control de nuestra gente y poder hacer un balance de las dispensas, ahora que llega el mal tiempo.-Explicó mirando a la que decía ser la señora de la casa y aguantó con los dientes la pluma mientras desplegaba el trozo de piel donde había apuntado las imperfecciones de la casa. -He visto que os falta un trozo del recubrimiento del techo... -Comenzó a explicar colocándose la pluma tras la oreja, enseñándoles el pergamino con las anotaciones.
Sus ojos dorados volvieron a buscar los verdes de la anfitriona, se rascó la nuca, algo incómoda por la tarea que debía de realizar. Siquiera había reparado en presentarse, ¿Quién no la conocía ya?
-... Bueno, podríamos solucionarlo entre esta semana y la que viene si nuestros carpinteros tienen tiempo libre... Ya sabes, con las tormentas de esta época del año se pasan el día arreglando barcos. -Explicó plegando el soporte de escritura para apuntar. -Si te parece bien, claro. -Comentó volviendo a esbozar una pequeña sonrisa amable.
Tomó el trozo de piel y lo apoyó contra la jamba de la puerta, sujetándolo con una mano, buscando el hueco perfecto en la madera para poder escribir, tarea complicada por otro lado, por la irregularidad de la madera y la posición.
-¿Vivís las dos solas? ¿Sois hermanas? -Preguntó curiosa sujetando la pluma sobre el pergamino.
-Buenos... -Las cejas de la líder se encogieron, confusa, tras su repentina exclamación.
¿Perdón, perdón por qué? Extrañada, giró la vista hacia atrás, por si no se refería a ella al excusarse. No le dio tiempo a preguntar la naturaleza de su disculpa, cuando la muchacha alta se presentó frente a la puerta. Alzó ligeramente la vista hacia ella, por un segundo se sintió pequeña, sentimiento que terminó por desvanecerse al advertir aquellos finos brazos. Sonrió amable a la muchacha que le había abierto la puerta y ladeó levemente la cabeza.
-Buenos días. -Saludó con una sonrisa simpática. -Vengo a registrar a los integrantes de la casa. -Se excusó manteniendo aquella sonrisa. -Es nuestra forma de mantener un control de nuestra gente y poder hacer un balance de las dispensas, ahora que llega el mal tiempo.-Explicó mirando a la que decía ser la señora de la casa y aguantó con los dientes la pluma mientras desplegaba el trozo de piel donde había apuntado las imperfecciones de la casa. -He visto que os falta un trozo del recubrimiento del techo... -Comenzó a explicar colocándose la pluma tras la oreja, enseñándoles el pergamino con las anotaciones.
Sus ojos dorados volvieron a buscar los verdes de la anfitriona, se rascó la nuca, algo incómoda por la tarea que debía de realizar. Siquiera había reparado en presentarse, ¿Quién no la conocía ya?
-... Bueno, podríamos solucionarlo entre esta semana y la que viene si nuestros carpinteros tienen tiempo libre... Ya sabes, con las tormentas de esta época del año se pasan el día arreglando barcos. -Explicó plegando el soporte de escritura para apuntar. -Si te parece bien, claro. -Comentó volviendo a esbozar una pequeña sonrisa amable.
Tomó el trozo de piel y lo apoyó contra la jamba de la puerta, sujetándolo con una mano, buscando el hueco perfecto en la madera para poder escribir, tarea complicada por otro lado, por la irregularidad de la madera y la posición.
-¿Vivís las dos solas? ¿Sois hermanas? -Preguntó curiosa sujetando la pluma sobre el pergamino.
Nana
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
He quedado como una estúpida. Solo viendo su reacción me he dado cuenta. Es normal, piensa de nuevo en lo que acabas de decir. Es esta vez la hermana del pelirrojo quien intercede y continua la conversación. La mujer que acaba de llegar le hace saber a Lilja, de los motivos que la han traído hasta aquí. Necesita saber quiénes son los que habitan esta casa. ¿Contare yo en esa lista, aunque no tenga una casa todavía? No sé si considerar la oferta provisional de los dos hermanos como el lugar del que soy una integrante de la casa. Creo que me tomare la libertad de dejar que la pelirroja se ocupe de esos detalles.
También ha detectado un problema en el techo. ¿Balance de las dispensas? ¿Arreglar el techo en menos de dos semanas? En la casa donde vivía con mi familia, cuando mi padre todavía no había seguido adelante con sus negocios y no teníamos demasiado dinero, habíamos llegado a sufrir grandes destrozos en nuestro hogar. Y habíamos tenido que arreglarlo nosotros mismos porque no teníamos dinero suficiente como para pagar a un buen carpintero. ¿Es que esta mujer, o, mejor dicho, en este poblado, se preocupan por cada uno de los habitantes? Independientemente de cuanto puedan ofrecer. Comienzo a pensar que realmente venir hasta aquí ha sido la mejor decisión que he podido tomar. En realidad, comencé a pensarlo desde que puse mi primer paso sobre esta tierra.
Pero yo ya sabía con antelación algunas cosas sobre este lugar. Aunque no conociera a nadie de aquí antes de venir, sabía que era un lugar ideal. Incluso llegue a pensar alguna vez en que, si un licántropo no venía hasta aquí para formar su vida y por el contrario prefería establecerse en cualquier otro lugar, seguramente se debería al desconocimiento. Continúan aclarando cosas respecto a la casa, cuando de repente escucho su última pregunta. ¿Somos hermanas? ¿Vivimos solas? Vuelvo la vista hacia atrás, buscando con la mirada al hermano de la pelirroja. Hasta hace un rato ha estado cocinando, o eso creo, pero no lo veo en la cocina. Continúo mirando durante algunos segundos más, hasta que veo ligeramente por la puerta entrecerrada de una habitación, como la mirada curiosa del hermano observa hacia nuestra dirección.
- Él es su hermano -digo mientras señalo hacia la habitación-. Aunque no sé muy bien qué está haciendo. -dejo de señalar y me pongo de frente hacia la líder-. Yo acabo de llegar hoy mismo a Ulmer. Ellos me han acogido aquí… pero no soy su hermana. -giro mi mirada hacia Lilja. Ella es muy alta y con el pelo anaranjado. Creo que no podría engañar a nadie diciendo que somos hermanas ni aunque quisiera.
También ha detectado un problema en el techo. ¿Balance de las dispensas? ¿Arreglar el techo en menos de dos semanas? En la casa donde vivía con mi familia, cuando mi padre todavía no había seguido adelante con sus negocios y no teníamos demasiado dinero, habíamos llegado a sufrir grandes destrozos en nuestro hogar. Y habíamos tenido que arreglarlo nosotros mismos porque no teníamos dinero suficiente como para pagar a un buen carpintero. ¿Es que esta mujer, o, mejor dicho, en este poblado, se preocupan por cada uno de los habitantes? Independientemente de cuanto puedan ofrecer. Comienzo a pensar que realmente venir hasta aquí ha sido la mejor decisión que he podido tomar. En realidad, comencé a pensarlo desde que puse mi primer paso sobre esta tierra.
Pero yo ya sabía con antelación algunas cosas sobre este lugar. Aunque no conociera a nadie de aquí antes de venir, sabía que era un lugar ideal. Incluso llegue a pensar alguna vez en que, si un licántropo no venía hasta aquí para formar su vida y por el contrario prefería establecerse en cualquier otro lugar, seguramente se debería al desconocimiento. Continúan aclarando cosas respecto a la casa, cuando de repente escucho su última pregunta. ¿Somos hermanas? ¿Vivimos solas? Vuelvo la vista hacia atrás, buscando con la mirada al hermano de la pelirroja. Hasta hace un rato ha estado cocinando, o eso creo, pero no lo veo en la cocina. Continúo mirando durante algunos segundos más, hasta que veo ligeramente por la puerta entrecerrada de una habitación, como la mirada curiosa del hermano observa hacia nuestra dirección.
- Él es su hermano -digo mientras señalo hacia la habitación-. Aunque no sé muy bien qué está haciendo. -dejo de señalar y me pongo de frente hacia la líder-. Yo acabo de llegar hoy mismo a Ulmer. Ellos me han acogido aquí… pero no soy su hermana. -giro mi mirada hacia Lilja. Ella es muy alta y con el pelo anaranjado. Creo que no podría engañar a nadie diciendo que somos hermanas ni aunque quisiera.
Kaytlyn
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Pretendía mantenerme allí aislado durante un rato más. No sabía si era el mejor momento como para presentarme ante ella. Pero Kaytlyn me estaba señalando, y yo había llegado a escuchar la pregunta que la mujer había hecho. Necesitaba saber quiénes vivíamos allí. normalmente solía contar con mi hermana para resolver esa clase de situaciones, pero ella no tenía ni la menor idea de lo que había pasado entre nosotros. Aun así, trate de no precipitarme; tal vez no era ella, tal vez viéndola de cerca me daría cuenta de que se trataba de otra persona con cierto parecido.
Me puse en pie, y caminé despacio hacia la puerta. Abrí con cautela y me acerqué a la puerta principal, donde se encontraban Lilja y Kaytlyn. Mientras iba caminando hacia ellas, fijaba la mirada en aquellos ojos dorados. Y a cada paso que daba, estaba más seguro de que era quien había creído en un principio que era. Si que era ella, estaba completamente seguro. Me quede entre mi hermana y Kaytlyn y esboce una media sonrisa. Algo forzada, a decir verdad, dado que la estupefacción me impedía apartar la mirada de la suya.
- Frith, es Nana, la líder de Ulmer. Ha venido para comprobar… -empezó a hablar mi hermana. Aunque por un momento deje de escucharla. En cuanto volví a prestarle atención, había perdido completamente el hilo- … el techo si los carpinteros tienen tiempo, dado que están ocupados con los barcos.
Parpadee muy rápido dos veces y me gire hacia Lilja.
- ¿Eh? ¿Que? -pregunte confundido.
- ¿Has estado bebiendo? -me pregunto ella sin entender mi reacción-. Ha venido para anotar que gente habita en esta casa y para comprobar si esta estaba en buen estado. Arreglaran el techo en cuanto los carpinteros tengan tiempo.
- Ah, bien, el techo. Si. -me gire nuevamente hacia la mujer-. Espera, has dicho, Nana la líder de Ulmer.
- Si -me sonrió ampliamente Lilja. Parecía estar encantada con la visita. Yo continuaba sin apartar la vista de la mujer.
¿Era realmente ella? ¿No estaría confundiéndome? Nana no podía ser aquella mujer con quien había intimado en el bosque. Pero indudablemente era ella. Jamás habría olvidado esos ojos, que me habían atravesado el alma mientras nos consumíamos en el descontrol. Aun así, trate de mantener la naturalidad. Si era nada menos que la líder de Ulmer, debía tener con cuidado siquiera con mencionar lo que había sucedido. No sabía hasta qué punto eso podría afectarle, pero sabía que en cierto modo podría hacerlo. Tampoco sabía tanto de ella como para saber si había alguien más en su vida, alguien a quien le hubiera podido afectar aquel pequeño secreto.
- Muchísimas gracias por tu atención -agradecía Lilja ahora a la líder de Ulmer-. Nos hemos mudado hace poco y todavía hay muchas cosas que arreglar. Aunque hay cosas en las que no había reparado… como el techo. -Lilja se alejó de la puerta, dando unos pasos atrás y ofreciéndole paso a Nana-. Puedes pasar. Tal vez quieras inspeccionar un poco más la casa, o simplemente tomar asiento y conocernos un poco mejor. Supongo que es importante saber quién entra y sale de aquí.
Me puse en pie, y caminé despacio hacia la puerta. Abrí con cautela y me acerqué a la puerta principal, donde se encontraban Lilja y Kaytlyn. Mientras iba caminando hacia ellas, fijaba la mirada en aquellos ojos dorados. Y a cada paso que daba, estaba más seguro de que era quien había creído en un principio que era. Si que era ella, estaba completamente seguro. Me quede entre mi hermana y Kaytlyn y esboce una media sonrisa. Algo forzada, a decir verdad, dado que la estupefacción me impedía apartar la mirada de la suya.
- Frith, es Nana, la líder de Ulmer. Ha venido para comprobar… -empezó a hablar mi hermana. Aunque por un momento deje de escucharla. En cuanto volví a prestarle atención, había perdido completamente el hilo- … el techo si los carpinteros tienen tiempo, dado que están ocupados con los barcos.
Parpadee muy rápido dos veces y me gire hacia Lilja.
- ¿Eh? ¿Que? -pregunte confundido.
- ¿Has estado bebiendo? -me pregunto ella sin entender mi reacción-. Ha venido para anotar que gente habita en esta casa y para comprobar si esta estaba en buen estado. Arreglaran el techo en cuanto los carpinteros tengan tiempo.
- Ah, bien, el techo. Si. -me gire nuevamente hacia la mujer-. Espera, has dicho, Nana la líder de Ulmer.
- Si -me sonrió ampliamente Lilja. Parecía estar encantada con la visita. Yo continuaba sin apartar la vista de la mujer.
¿Era realmente ella? ¿No estaría confundiéndome? Nana no podía ser aquella mujer con quien había intimado en el bosque. Pero indudablemente era ella. Jamás habría olvidado esos ojos, que me habían atravesado el alma mientras nos consumíamos en el descontrol. Aun así, trate de mantener la naturalidad. Si era nada menos que la líder de Ulmer, debía tener con cuidado siquiera con mencionar lo que había sucedido. No sabía hasta qué punto eso podría afectarle, pero sabía que en cierto modo podría hacerlo. Tampoco sabía tanto de ella como para saber si había alguien más en su vida, alguien a quien le hubiera podido afectar aquel pequeño secreto.
- Muchísimas gracias por tu atención -agradecía Lilja ahora a la líder de Ulmer-. Nos hemos mudado hace poco y todavía hay muchas cosas que arreglar. Aunque hay cosas en las que no había reparado… como el techo. -Lilja se alejó de la puerta, dando unos pasos atrás y ofreciéndole paso a Nana-. Puedes pasar. Tal vez quieras inspeccionar un poco más la casa, o simplemente tomar asiento y conocernos un poco mejor. Supongo que es importante saber quién entra y sale de aquí.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
¿Él?¿Quién? El ceño de la loba se frunció exageradamente, intentando entender la situación, ¿Era una muchacha adoptada? Ante tanta duda soltó el trozo de cuero que mantenía apoyado en la pared con ambas manos y lo guardó de nuevo en su bolsillo, intentando entender antes de apuntar. Ladeó de nuevo la cabeza, alejándose de la jamba de la puerta y posicionándose en el centro del portal entre las dos mujeres. Y allí, al final de la estancia principal que era el salón, aparecieron aquellos rizos de fuego. Aquella extraña sensación que le había inundado desde el primer momento en el que tocó la puerta de la casa la paralizó. Sus ojos querían a toda costa alejarse de aquellos verdes que parecían perforar lo más profundo de su alma.
-Eh... Yo... Si quieren puedo venir en otro momento... -Logró susurrar, pero demasiado flojo para que ninguno de los presentes la escuchasen puesto que habían comenzado a hablar entre ellos.
Los segundos se eternizaron, su corazón se disparó, latía apresuradamente. Desvió la mirada hacia la muchacha más alta, intentando disimular su nerviosismo con una pequeña sonrisa amable.
Torpe, como aquel cervatillo recién nacido que una vez ya fue, sus manos comenzaron a temblar, lanzando la pluma al suelo. Se agachó para recogerla mientras ambos hermanos hablaban. Frith, así le había llamado. Tomó aire y lo soltó por la boca muy lentamente mientras se incorporaba. En peores campos había peleado. Estaba claro que aquel error le perseguiría.
Cuando consiguió erguirse del todo, aquella mujer le invitaba a entrar. ¿Por qué? ¿Se lo habría dicho? ¿Se lo habría contado? Frunció el ceño y aunque incómoda por la situación, no quería ser descortés.
-Ah, sí. Claro, claro. Gracias.-Afirmó dando un paso al frente, traspasando el umbral de la casa.
Un paso más cerca de aquella personificación de un error. ¿Un error? ¿Por qué? Su mente empezó a trazar una excusa. La antigua Nana no se avergonzaría de aquel acto, no tenía por qué cambiar eso. Sonrió a la muchacha de cabello castaño.
-¿Y ... Tienes pensado quedarte? -Le preguntó intentando evitar a toda costa el contacto visual entre aquel y ella.
Ardía, por dentro y por fuera. El fuego del hogar del mismo color que el de aquel que había sido besado por el fuego, le angustiaba. Pudo sentir, sin verlos, sus ojos sobre su piel, recordando aquella noche pudo incluso volver a sentir sus manos sobre ella. Se mordió el labio, incómoda. Sacó de su bolsillo los garabatos y los puso sobre la mesa para apuntar.
-¿Tenéis alguna ventana rota, o alguna gotera? -Preguntó volviendo a evitar un silencio que podría costarle aquella templanza que había conseguido dominar.
Usó su mano a modo de abanico, ventilandose la frente y el cuello, mientras con la otra mano ensanchaba el escote de su camisa con el fin de airearse.
-Qué calor hace en esta casa, ¿No? -Preguntó jugueteando con la pluma entre sus dedos. Resopló un par de veces colocándose junto a la ventana.
-Eh... Yo... Si quieren puedo venir en otro momento... -Logró susurrar, pero demasiado flojo para que ninguno de los presentes la escuchasen puesto que habían comenzado a hablar entre ellos.
Los segundos se eternizaron, su corazón se disparó, latía apresuradamente. Desvió la mirada hacia la muchacha más alta, intentando disimular su nerviosismo con una pequeña sonrisa amable.
Torpe, como aquel cervatillo recién nacido que una vez ya fue, sus manos comenzaron a temblar, lanzando la pluma al suelo. Se agachó para recogerla mientras ambos hermanos hablaban. Frith, así le había llamado. Tomó aire y lo soltó por la boca muy lentamente mientras se incorporaba. En peores campos había peleado. Estaba claro que aquel error le perseguiría.
Cuando consiguió erguirse del todo, aquella mujer le invitaba a entrar. ¿Por qué? ¿Se lo habría dicho? ¿Se lo habría contado? Frunció el ceño y aunque incómoda por la situación, no quería ser descortés.
-Ah, sí. Claro, claro. Gracias.-Afirmó dando un paso al frente, traspasando el umbral de la casa.
Un paso más cerca de aquella personificación de un error. ¿Un error? ¿Por qué? Su mente empezó a trazar una excusa. La antigua Nana no se avergonzaría de aquel acto, no tenía por qué cambiar eso. Sonrió a la muchacha de cabello castaño.
-¿Y ... Tienes pensado quedarte? -Le preguntó intentando evitar a toda costa el contacto visual entre aquel y ella.
Ardía, por dentro y por fuera. El fuego del hogar del mismo color que el de aquel que había sido besado por el fuego, le angustiaba. Pudo sentir, sin verlos, sus ojos sobre su piel, recordando aquella noche pudo incluso volver a sentir sus manos sobre ella. Se mordió el labio, incómoda. Sacó de su bolsillo los garabatos y los puso sobre la mesa para apuntar.
-¿Tenéis alguna ventana rota, o alguna gotera? -Preguntó volviendo a evitar un silencio que podría costarle aquella templanza que había conseguido dominar.
Usó su mano a modo de abanico, ventilandose la frente y el cuello, mientras con la otra mano ensanchaba el escote de su camisa con el fin de airearse.
-Qué calor hace en esta casa, ¿No? -Preguntó jugueteando con la pluma entre sus dedos. Resopló un par de veces colocándose junto a la ventana.
Nana
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
De repente la líder parece un poco tensa. Supongo que le sucederá lo que le debe pasará cualquier persona en esa posición. Tiene que ocuparse de mil cosas, no puede perder más tiempo del debido con nadie, pero al mismo tiempo quiere dedicarse el tiempo suficiente a cada una de las personas con las que trata. La mujer pelirroja podría entender eso y dejarla marchar, pero en cambio la invita con amabilidad. Seguramente no se le ha pasado por la cabeza que Nana puede estar atareada con muchas cosas más. Yo he leído sobre ella y he oído sobre ella. Levantó aquel lugar ella sola. Y si ya es difícil fundar y desarrollar una ciudad, mucho más es mantenerla y hacerla crecer.
Ella asiente con amabilidad ante la oferta de la mujer pelirroja. Se nota un poco que no está del todo convencida. Que buena que es nana, preocupada por sus responsabilidades y aun así no pudiendo negarle nada a una recién llegada. Entra en la casa y esta vez se dirige a mi haciéndome una pregunta. Me toma un poco por sorpresa. Acabo de llegar… y aunque me está encantando Ulmer no sé si llegare a contar con la posibilidad de quedarme de forma definitiva. De no ser por los hermanos, no habría sabido ni donde quedarme durante mis primeros días por Ulmer.
- Me encantaría -digo con honestidad. Es la verdad-. Y si puedo, me quedare.
Sonrió. Tras decirlo suena mucho más real, como algo que sucederá, algo que pasará de verdad. Mientras respondo, me quedo mirando a Nana, que parece un poco distraída. Tal vez está pensando en sus próximas tareas. En a quien deberá visitar más tarde, o a que personas debe ayudar. Luego, continúa haciéndole preguntas a la mujer pelirroja. Poco después, comienza a echarse viento con la mano y menciona el calor que hace en la casa. No quiero decir nada sobre el frio que tengo, porque ni quiero ofender a los hermanos pelirrojos, que me han acogido con tanta amabilidad, ni tampoco quiero parecer débil frente a la líder de Ulmer. Pero tal vez por la humedad o porque no estoy acostumbrada a esto, estoy congelada. Creo entonces conveniente aprovechar para preguntar algo respecto a mi estadía en esa casa.
- ¿Hay algún inconveniente con que me quede con ellos durante algún tiempo? -le pregunto.
Se que es cortito, pero creo que tenéis más que interactuar vosotros. ^^U
Ella asiente con amabilidad ante la oferta de la mujer pelirroja. Se nota un poco que no está del todo convencida. Que buena que es nana, preocupada por sus responsabilidades y aun así no pudiendo negarle nada a una recién llegada. Entra en la casa y esta vez se dirige a mi haciéndome una pregunta. Me toma un poco por sorpresa. Acabo de llegar… y aunque me está encantando Ulmer no sé si llegare a contar con la posibilidad de quedarme de forma definitiva. De no ser por los hermanos, no habría sabido ni donde quedarme durante mis primeros días por Ulmer.
- Me encantaría -digo con honestidad. Es la verdad-. Y si puedo, me quedare.
Sonrió. Tras decirlo suena mucho más real, como algo que sucederá, algo que pasará de verdad. Mientras respondo, me quedo mirando a Nana, que parece un poco distraída. Tal vez está pensando en sus próximas tareas. En a quien deberá visitar más tarde, o a que personas debe ayudar. Luego, continúa haciéndole preguntas a la mujer pelirroja. Poco después, comienza a echarse viento con la mano y menciona el calor que hace en la casa. No quiero decir nada sobre el frio que tengo, porque ni quiero ofender a los hermanos pelirrojos, que me han acogido con tanta amabilidad, ni tampoco quiero parecer débil frente a la líder de Ulmer. Pero tal vez por la humedad o porque no estoy acostumbrada a esto, estoy congelada. Creo entonces conveniente aprovechar para preguntar algo respecto a mi estadía en esa casa.
- ¿Hay algún inconveniente con que me quede con ellos durante algún tiempo? -le pregunto.
Se que es cortito, pero creo que tenéis más que interactuar vosotros. ^^U
Kaytlyn
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Ella estaba incomoda. Podía verlo en su rostro, podía verlo en sus reacciones. Yo en cambio, sentía una inmensa curiosidad. Aunque siendo realista, también me sentía un poco incómodo. A decir verdad, no esperaba conocerla jamás. Mucho menos tan pronto. Y mucho menos al lado de mi hermana. Veía a Lilja sonriente y centrada en sus cosas, pensando que tan solo había venido Nana, señora de Ulmer, y que su llegada era una grata sorpresa. Y si, era una sorpresa, pero Lilja no sabía hasta qué punto.
- Todavía no hemos detectado ninguno de esos daños -respondió Lilja a las preguntas de Nana-. Pero si nos damos cuenta de algún inconveniente de la casa te lo haremos saber. -después Nana pareció comenzar a sentir calor. Pues claro que tenía calor, con todo aquello me había olvidado completamente de lo que había estado haciendo-. Frith, no estabas cocinando antes? ¿Tal vez sea por eso que el horno está produciendo demasiado calor?
- Si, seguramente -me dispuse a ponerme en pie, pero Lilja se levantó-. ¿Vas tú? -ella asintió.
Mi hermana camino hasta la cocina y empezó a arreglar el estropicio que había formado yo, por olvidarme toda esa comida en el interior del horno. Comenzó a tirar en una bandeja toda la carne que se había quemado, separándola de la que “no estaba tan mal”. Mientras tanto, nos quedamos Kaytlyn, Nana y yo a solas. Kaytlyn respondió a las preguntas de Nana, pero poco después se formó un silencio que no supe interrumpir. Hasta que dije algo sin pensar.
- Dicen que hoy habrá una luna preciosa.
Eso había sido de lo más apropiado, desde luego. De repente recordé exactamente qué noche había sido aquella. Así que trate de decir algo diferente. Hablar con normalidad, sin tener en cuenta lo que había sucedido. Si llegábamos a hablar de aquello en algún momento en el futuro, ya lo haríamos en el momento adecuado.
- Así que líder de Ulmer, ¿eh? -pregunté finalmente-. Una gran responsabilidad. ¿No es así?
De repente sonreí. Y desvié la mirada hacia otra parte porque me avergonzaba el motivo que me estaba haciendo sonreír. Y es que no pude evitar pensar poco después “me he acostado con la líder de esta ciudad”. Ni más ni menos. Obviamente no le habría dicho aquello, pero la verdad es que mantuve esa sonrisa durante más tiempo del que me habría gustado. Luego volví a ponerme serio, lo suficiente como para continuar con aquella conversación amablemente. Pero mi hermana llego para salvar la situación, después de salvar mi pequeño error culinario. Volvió a situarse entre nosotros.
- Ya está. Todo arreglado -dijo Lilja satisfecha-. ¿Que puedes contarnos de Ulmer, Nana? Y de ti, por supuesto -a veces mi hermana preguntaba de más, por una curiosidad sincera-. ¿Es duro encargarse de toda una ciudad?
- Todavía no hemos detectado ninguno de esos daños -respondió Lilja a las preguntas de Nana-. Pero si nos damos cuenta de algún inconveniente de la casa te lo haremos saber. -después Nana pareció comenzar a sentir calor. Pues claro que tenía calor, con todo aquello me había olvidado completamente de lo que había estado haciendo-. Frith, no estabas cocinando antes? ¿Tal vez sea por eso que el horno está produciendo demasiado calor?
- Si, seguramente -me dispuse a ponerme en pie, pero Lilja se levantó-. ¿Vas tú? -ella asintió.
Mi hermana camino hasta la cocina y empezó a arreglar el estropicio que había formado yo, por olvidarme toda esa comida en el interior del horno. Comenzó a tirar en una bandeja toda la carne que se había quemado, separándola de la que “no estaba tan mal”. Mientras tanto, nos quedamos Kaytlyn, Nana y yo a solas. Kaytlyn respondió a las preguntas de Nana, pero poco después se formó un silencio que no supe interrumpir. Hasta que dije algo sin pensar.
- Dicen que hoy habrá una luna preciosa.
Eso había sido de lo más apropiado, desde luego. De repente recordé exactamente qué noche había sido aquella. Así que trate de decir algo diferente. Hablar con normalidad, sin tener en cuenta lo que había sucedido. Si llegábamos a hablar de aquello en algún momento en el futuro, ya lo haríamos en el momento adecuado.
- Así que líder de Ulmer, ¿eh? -pregunté finalmente-. Una gran responsabilidad. ¿No es así?
De repente sonreí. Y desvié la mirada hacia otra parte porque me avergonzaba el motivo que me estaba haciendo sonreír. Y es que no pude evitar pensar poco después “me he acostado con la líder de esta ciudad”. Ni más ni menos. Obviamente no le habría dicho aquello, pero la verdad es que mantuve esa sonrisa durante más tiempo del que me habría gustado. Luego volví a ponerme serio, lo suficiente como para continuar con aquella conversación amablemente. Pero mi hermana llego para salvar la situación, después de salvar mi pequeño error culinario. Volvió a situarse entre nosotros.
- Ya está. Todo arreglado -dijo Lilja satisfecha-. ¿Que puedes contarnos de Ulmer, Nana? Y de ti, por supuesto -a veces mi hermana preguntaba de más, por una curiosidad sincera-. ¿Es duro encargarse de toda una ciudad?
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
La mirada de la loba se centró en la muchacha castaña, de quien todavía desconocía el nombre, al igual que de ambos hermanos. Con tanta presión había olvidado siquiera preguntarles sus nombres a los tres y ahora no sabía cómo referirse a cada uno de ellos. Suspiró, intentando fallidamente calmar sus nervios, y posó su mano en el hombro de la chica de forma amistosa. Era ligeramente más pequeña que ella, pero aquellos ojos cristalinos la hacían parecer una chiquilla inocente. La sonrisa de la loba se amplió, mostrando una amable curvatura en sus labios.
-Claro, no hay problema. -Comentó dando una pequeña palmada en su espalda. -... Si quieres puedo buscarte alguna cabaña cerca de aquí. -Se ofreció retirando la mano de su espalda para ponerla en uno de sus bolsillos. -También podemos hacer una... Pero eso nos llevará un poco más de tiempo, el terreno está demasiado húmedo para poder asentar las vigas de madera. -Comentó volviendo a apoyarse en la repisa de la ventana.
El olor a carne quemada llegó a su nariz, que se movió repentinamente, alarmada. Una gran humareda salió de la cocina cuando la chica pelirroja despareció del salón para perderse en la pequeña cocina. La tensión se podía mascar, los ojos de la loba paseaban por el cuarto, buscando, aparentemente, algún desperfecto. Pero inevitablemente se giraron hacia aquellos verdes al escucharle. ¿La luna? ¿Preciosa? La ceja de la loba se arqueó, cayendo sobre él una mirada fulminante por aquel desafortunado comentario. Sonrió, sí, sonrió ante el comentario más desafortunado que pudo tener en aquella situación. Mofándose de ella en su propia cara ¡Qué se había creído el pelo zanahoria! La loba se mordió el labio, donde hubo alguna vez nerviosismo, ahora había algo de recelo.
En su subconsciente, aquella parte del enorme orgullo de la loba se habría acercado a él y habría posado sus labios en su cuello. Pero no con las mismas intenciones que una vez tuvo, sino para arrancarle la yugular. Pero los pasos firmes de la pelirroja más alta la hicieron bajar de sus sangrientos pensamientos, la mirada fulminadora se disfrazó de una sonrisa amable hacia la muchacha, que nada le ninguna culpa tenía de ser hermano de aquel.
Se tomó entonces la libertad de sentarse en una de las sillas cercanas a la ventana, apoyando ambos brazos sobre la mesa donde reposaba el trozo de piel y la pluma.
-Antes de nada, ¿Podríais decirme vuestros nombres? - Preguntó con la pluma en la mano, dispuesta a hacer por fin el trabajo que se le había encomendado.
Si bien a Alec aquello le encantaba, poder entablar una conversación con otras personas, ayudarlas, sentirse el macho alfa que se pavoneaba por todo Ulmer de sus hazañas con aquella sonrisa de oreja a oreja, la líder era más la encargada de lo importante, el abastecimiento, las mediaciones entre razas...
-Y sí, justo comentaba con tu hermano. -Dijo a la muchacha clavando su mirada con recelo en el pelirrojo. -Que es una gran responsabilidad, pero aquí, como sabéis, todos ponemos algo de nuestra parte para hacer más fácil la vida del otro. E intentamos, siempre, no tirar piedras sobre el tejado del vecino. -Explicó con el semblante serio, pero luego le dedicó una media sonrisa a las muchachas. -Porque igual luego entra a tu casa mientras duermes y te arranca la yugular. -Añadió en tono de broma. O no. -En todo caso, es difícil ser mujer y ser líder, porque la mayoría de personas que viven el Ulmer antes fueron humanos... Y ya sabéis los prejuicios de la raza humana y lo que les fastidia a algunos hombres que les mande una mujer. -Dijo orgullosa de su trabajo, cruzándose de piernas sobre la silla mientras volvía a juguetear con su pluma.
-Claro, no hay problema. -Comentó dando una pequeña palmada en su espalda. -... Si quieres puedo buscarte alguna cabaña cerca de aquí. -Se ofreció retirando la mano de su espalda para ponerla en uno de sus bolsillos. -También podemos hacer una... Pero eso nos llevará un poco más de tiempo, el terreno está demasiado húmedo para poder asentar las vigas de madera. -Comentó volviendo a apoyarse en la repisa de la ventana.
El olor a carne quemada llegó a su nariz, que se movió repentinamente, alarmada. Una gran humareda salió de la cocina cuando la chica pelirroja despareció del salón para perderse en la pequeña cocina. La tensión se podía mascar, los ojos de la loba paseaban por el cuarto, buscando, aparentemente, algún desperfecto. Pero inevitablemente se giraron hacia aquellos verdes al escucharle. ¿La luna? ¿Preciosa? La ceja de la loba se arqueó, cayendo sobre él una mirada fulminante por aquel desafortunado comentario. Sonrió, sí, sonrió ante el comentario más desafortunado que pudo tener en aquella situación. Mofándose de ella en su propia cara ¡Qué se había creído el pelo zanahoria! La loba se mordió el labio, donde hubo alguna vez nerviosismo, ahora había algo de recelo.
En su subconsciente, aquella parte del enorme orgullo de la loba se habría acercado a él y habría posado sus labios en su cuello. Pero no con las mismas intenciones que una vez tuvo, sino para arrancarle la yugular. Pero los pasos firmes de la pelirroja más alta la hicieron bajar de sus sangrientos pensamientos, la mirada fulminadora se disfrazó de una sonrisa amable hacia la muchacha, que nada le ninguna culpa tenía de ser hermano de aquel.
Se tomó entonces la libertad de sentarse en una de las sillas cercanas a la ventana, apoyando ambos brazos sobre la mesa donde reposaba el trozo de piel y la pluma.
-Antes de nada, ¿Podríais decirme vuestros nombres? - Preguntó con la pluma en la mano, dispuesta a hacer por fin el trabajo que se le había encomendado.
Si bien a Alec aquello le encantaba, poder entablar una conversación con otras personas, ayudarlas, sentirse el macho alfa que se pavoneaba por todo Ulmer de sus hazañas con aquella sonrisa de oreja a oreja, la líder era más la encargada de lo importante, el abastecimiento, las mediaciones entre razas...
-Y sí, justo comentaba con tu hermano. -Dijo a la muchacha clavando su mirada con recelo en el pelirrojo. -Que es una gran responsabilidad, pero aquí, como sabéis, todos ponemos algo de nuestra parte para hacer más fácil la vida del otro. E intentamos, siempre, no tirar piedras sobre el tejado del vecino. -Explicó con el semblante serio, pero luego le dedicó una media sonrisa a las muchachas. -Porque igual luego entra a tu casa mientras duermes y te arranca la yugular. -Añadió en tono de broma. O no. -En todo caso, es difícil ser mujer y ser líder, porque la mayoría de personas que viven el Ulmer antes fueron humanos... Y ya sabéis los prejuicios de la raza humana y lo que les fastidia a algunos hombres que les mande una mujer. -Dijo orgullosa de su trabajo, cruzándose de piernas sobre la silla mientras volvía a juguetear con su pluma.
Nana
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Por suerte no hay ningún problema con que me quede con los hermanos. Por lo menos hasta que me adapte a la ciudad. pero de repente menciona algo que hace que se me iluminen los ojos.
- ¿Una cabaña para mí? -pregunto sin saber si he oído bien sus palabras-. Me encantaría. Además… no me gustaría abusar de su hospitalidad -digo mientras miro hacia los dos hermanos-. Yo haré todo lo que pueda para ser de utilidad en Ulmer.
De repente un fuerte olor a quemado viene desde la cocina hasta donde nos encontramos. Los hermanos se ponen de acuerdo y la hermana decide ser quien se ocupa de resolver eso. Durante un rato estamos nosotros tres a solas. El pelirrojo hace un comentario sobre la luna que se podrá ver esta noche. Tengo muchas ganas de ver el cielo en la noche desde Ulmer, seguro que es muy distinto a Lunargenta. Seguro que habrá mucho silencio, y se podrán ver las estrellas con total claridad.
- Seguramente saldré a verla -comento respecto a su comentario, dado que después de decirlo, se forma un repentino silencio.
El chico comienza a reírse, aunque no entiendo por qué. Brevemente compruebo que tanto la líder como el mantienen un cruce de miradas. No tarda en venir su hermana, haciéndonos saber que todo está resuelto. Hace unas preguntas y la líder responde, explicándose. Yo presto atención a sus palabras. Me encanta haber tenido la oportunidad de conocerla justo el mismo día de mi llegada.
Entre su respuesta, no puedo evitar fijarme en la frase “igual luego entra en tu casa mientras duermes y te arranca la yugular”. Se que en Lunargenta teníamos a la guardia para protegernos. Nunca he tenido ningún problema. recuerdo una vez en la que trataron de atracarme en una calle frente a un pequeño mercado ambulante. Pero no pudieron porque había dos guardias que corrieron hacia donde estaba yo y atraparon a aquel individuo antes de que pudiera escapar. Pero no sé qué tan seguro es Ulmer.
- ¿Suelen pasar cosas malas aquí? -pregunto. Me doy cuenta de lo ambiguo que ha sonado eso-. ¿Hay asesinatos, robos…? ¿O suele ser un lugar seguro?
- ¿Una cabaña para mí? -pregunto sin saber si he oído bien sus palabras-. Me encantaría. Además… no me gustaría abusar de su hospitalidad -digo mientras miro hacia los dos hermanos-. Yo haré todo lo que pueda para ser de utilidad en Ulmer.
De repente un fuerte olor a quemado viene desde la cocina hasta donde nos encontramos. Los hermanos se ponen de acuerdo y la hermana decide ser quien se ocupa de resolver eso. Durante un rato estamos nosotros tres a solas. El pelirrojo hace un comentario sobre la luna que se podrá ver esta noche. Tengo muchas ganas de ver el cielo en la noche desde Ulmer, seguro que es muy distinto a Lunargenta. Seguro que habrá mucho silencio, y se podrán ver las estrellas con total claridad.
- Seguramente saldré a verla -comento respecto a su comentario, dado que después de decirlo, se forma un repentino silencio.
El chico comienza a reírse, aunque no entiendo por qué. Brevemente compruebo que tanto la líder como el mantienen un cruce de miradas. No tarda en venir su hermana, haciéndonos saber que todo está resuelto. Hace unas preguntas y la líder responde, explicándose. Yo presto atención a sus palabras. Me encanta haber tenido la oportunidad de conocerla justo el mismo día de mi llegada.
Entre su respuesta, no puedo evitar fijarme en la frase “igual luego entra en tu casa mientras duermes y te arranca la yugular”. Se que en Lunargenta teníamos a la guardia para protegernos. Nunca he tenido ningún problema. recuerdo una vez en la que trataron de atracarme en una calle frente a un pequeño mercado ambulante. Pero no pudieron porque había dos guardias que corrieron hacia donde estaba yo y atraparon a aquel individuo antes de que pudiera escapar. Pero no sé qué tan seguro es Ulmer.
- ¿Suelen pasar cosas malas aquí? -pregunto. Me doy cuenta de lo ambiguo que ha sonado eso-. ¿Hay asesinatos, robos…? ¿O suele ser un lugar seguro?
Kaytlyn
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Trague saliva. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que muchas de esas palabras eran adrede, aunque usase como pretexto estar explicándole algunas cosas sobre Ulmer a Kaytlyn y a mi hermana. Tendría que ir con cuidado si no quería tener problemas con ella. No era cualquier persona, era la líder de Ulmer y posiblemente siquiera mencionar lo que había pasado podría ser un inconveniente para ella del que me arrepentiría. Me quede mirándola durante algunos segundos, curioso, pensando en la responsabilidad de un líder y lo que había pasado entre nosotros. Pensé en que el hecho de que eso pudiera haber sido algo “grave”, que ni siquiera podía mencionar, significaba al mismo tiempo que la libertad de la que tanto me enorgullecía sobre mi raza, tenía un límite. Si bien procedíamos de los humanos, no teníamos por qué ser como ellos, anclados a esos conflictos morales tan absurdos. Hasta aquel día, habría imaginado que la mismísima líder de Ulmer no respondía ante nadie sobre sus actos, sobre aquellos que no causaban mal en nadie y tan solo hacía por puro placer. Hasta aquel día. Tal vez después de todo, no fuéramos tan distintos a los humanos en esas cosas.
- También a mí me preocupa que grado de seguridad hay por aquí -mencione yo.
- No te preocupes -escuche la voz de mi hermana. Cuando me gire hacia ella, estaba sonriendo-. Yo te protegeré de “los malos” -soltó una leve carcajada burlona. Luego se dirigió hacia Nana-. Me parece estupendo que la líder de Ulmer sea una mujer. Conozco esos prejuicios y creo que, habiendo una mujer en esa posición, puede ser más fácil hacer que estos queden atrás y hacer que Ulmer forme una nueva mentalidad. A este no le ha quedado más remedio que acostumbrarse a que le mande una mujer -me señalo con el pulgar-, ha crecido conmigo.
Rei. Fui un momento a la cocina, rellené cuatro vasos de cobre con zumo de arándanos que había adquirido el día anterior. Podría haberles ofrecido cerveza o algún licor, pero me parecía más razonable un zumo dado que la líder después de todo estaba trabajando en aquellos momentos. Además, no sabía exactamente qué edad tenía Kaytlyn, pero tal vez ni siquiera había probado el alcohol en toda su vida. Para evitar rechazos innecesarios, había preferido darles algo dulce que solía gustar a todo el mundo.
- Bueno, puedes tener nuestra palabra -dije a Nana mientas la miraba fijamente a los ojos-. Que nadie aquí tirara ninguna piedra al tejado de nadie.
- Aunque parece que con eso del tejado vamos en desventaja -comentó Lilja sonriente, recordando lo que había mencionado Nana sobre el desperfecto del techo de aquella casa.
- También a mí me preocupa que grado de seguridad hay por aquí -mencione yo.
- No te preocupes -escuche la voz de mi hermana. Cuando me gire hacia ella, estaba sonriendo-. Yo te protegeré de “los malos” -soltó una leve carcajada burlona. Luego se dirigió hacia Nana-. Me parece estupendo que la líder de Ulmer sea una mujer. Conozco esos prejuicios y creo que, habiendo una mujer en esa posición, puede ser más fácil hacer que estos queden atrás y hacer que Ulmer forme una nueva mentalidad. A este no le ha quedado más remedio que acostumbrarse a que le mande una mujer -me señalo con el pulgar-, ha crecido conmigo.
Rei. Fui un momento a la cocina, rellené cuatro vasos de cobre con zumo de arándanos que había adquirido el día anterior. Podría haberles ofrecido cerveza o algún licor, pero me parecía más razonable un zumo dado que la líder después de todo estaba trabajando en aquellos momentos. Además, no sabía exactamente qué edad tenía Kaytlyn, pero tal vez ni siquiera había probado el alcohol en toda su vida. Para evitar rechazos innecesarios, había preferido darles algo dulce que solía gustar a todo el mundo.
- Bueno, puedes tener nuestra palabra -dije a Nana mientas la miraba fijamente a los ojos-. Que nadie aquí tirara ninguna piedra al tejado de nadie.
- Aunque parece que con eso del tejado vamos en desventaja -comentó Lilja sonriente, recordando lo que había mencionado Nana sobre el desperfecto del techo de aquella casa.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Las preguntas incomodaron en cierto modo a la loba, habían ignorado completamente su primera premisa y pregunta, evadiendo así el deber de la líder y el trabajo por el que había ido hasta allí. Suspiró hondo y se llevó la mano a la frente, recogiéndose el pelo hacia atrás. Reunió absolutamente toda la paciencia que había guardado para toda la mañana, exhalando con suavidad para luego dejarse caer sobre el respaldo de la silla, soltando la pluma sobre la mesa.
-No hay ningún peligro en Ulmer. -Sentenció, cambiando su semblante a serio. -Tenemos guardias vigilando las calles y portones del empalizado que separa los campos del poblado. El único clan que podía hacernos sombra era la manada y se encuentra en paradero desconocido después de nuestro último contraataque.-Explicó cruzándose de piernas sobre la silla. -Y no, no hemos tenido ningún problema más que un par de fanáticos religiosos que se empeñaron en quemar a una bruja. -Se encogió de hombros con desdén.
Acomodó con gracia el cabello azabache que caía por su espalda sobre uno de sus hombros mientras escuchaba a la chica pelirroja, de la cual desconocía aún el nombre, al igual que los demás integrantes de la familia. Que le dominase una mujer, ya... Rió sarcástica en voz baja al escuchar aquel fortuito comentario, qué no iba a saber ella sobre eso...
Los miró a todos uno por uno, analizandolos. En realidad no parecían malas personas, ni que ocultaran nada extraño. Pero aquellos ojos verdes del pelirrojo aún causaban una extraña sensación en ella, una que por otra parte odiaba. Ahora que su vida volvía a tener un poco más de sentido, que Brendarid se había dignado a volver después de tantos meses, la cabeza de la loba estaba en un desequilibrio constante entre amor y orgullo. Porque no se puede tener ambos.
Nana se volvió a inclinar sobre la mesa, apoyando ambos codos sobre esta y tomando de nuevo por enésima vez la pluma con la que había llegado, con el fin de llevar a cabo su faena. Aquellos ojos que temía se cruzaron con los suyos. Nada de piedras en el tejado. La líder asintió levemente con la cabeza en señal de agradecimiento con una pequeña sonrisa, pese a los infortunados comentarios del pelirrojo, parecía que no iba a soltar la lengua. O eso quería pensar. No le agradaban las habladurías hacia su persona, en aquella imagen que se había tenido que labrar ella sola para levantar la aldea no tenía cabida ningún error.
-... ¿Me podéis decir vuestros nombres? -Recordó de nuevo por casi tercera vez la líder, arqueando suavemente una ceja con una pequeña sonrisa forzada.
-No hay ningún peligro en Ulmer. -Sentenció, cambiando su semblante a serio. -Tenemos guardias vigilando las calles y portones del empalizado que separa los campos del poblado. El único clan que podía hacernos sombra era la manada y se encuentra en paradero desconocido después de nuestro último contraataque.-Explicó cruzándose de piernas sobre la silla. -Y no, no hemos tenido ningún problema más que un par de fanáticos religiosos que se empeñaron en quemar a una bruja. -Se encogió de hombros con desdén.
Acomodó con gracia el cabello azabache que caía por su espalda sobre uno de sus hombros mientras escuchaba a la chica pelirroja, de la cual desconocía aún el nombre, al igual que los demás integrantes de la familia. Que le dominase una mujer, ya... Rió sarcástica en voz baja al escuchar aquel fortuito comentario, qué no iba a saber ella sobre eso...
Los miró a todos uno por uno, analizandolos. En realidad no parecían malas personas, ni que ocultaran nada extraño. Pero aquellos ojos verdes del pelirrojo aún causaban una extraña sensación en ella, una que por otra parte odiaba. Ahora que su vida volvía a tener un poco más de sentido, que Brendarid se había dignado a volver después de tantos meses, la cabeza de la loba estaba en un desequilibrio constante entre amor y orgullo. Porque no se puede tener ambos.
Nana se volvió a inclinar sobre la mesa, apoyando ambos codos sobre esta y tomando de nuevo por enésima vez la pluma con la que había llegado, con el fin de llevar a cabo su faena. Aquellos ojos que temía se cruzaron con los suyos. Nada de piedras en el tejado. La líder asintió levemente con la cabeza en señal de agradecimiento con una pequeña sonrisa, pese a los infortunados comentarios del pelirrojo, parecía que no iba a soltar la lengua. O eso quería pensar. No le agradaban las habladurías hacia su persona, en aquella imagen que se había tenido que labrar ella sola para levantar la aldea no tenía cabida ningún error.
-... ¿Me podéis decir vuestros nombres? -Recordó de nuevo por casi tercera vez la líder, arqueando suavemente una ceja con una pequeña sonrisa forzada.
Nana
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Así que había también guardáis en Ulmer. Eso me tranquiliza mucho, de este modo sé que podre estar a salvo viviendo completamente sola, que a decir verdad era algo que me tenía preocupada. Acabo de acordarme que antes de decirnos nada, nos ha pedido los nombres. Sin embargo, la hemos ignorado completamente. En mi defensa puedo decir que me parece una oportunidad impresionante poder conocer a la líder, no he podido dejarme llevar por la moción y la curiosidad.
- Mi nombre es Kaytlyn Kavanach -me presento, para que pueda tomar nota-. Gracias por todo.
Poco después, me quedo pensando en los casos que ha mencionado. Fanáticos religiosos que habían quemado una bruja. Y también la mención a ese tal clan llamado “la manada”. Me doy cuenta de que no se tanto de Ulmer como pensaba, de hecho, probablemente apenas se nada. todo lo que he leído ha sido demasiado en relación a su fundación y a su estado actual. Pero nada sobre el desarrollo, el proceso hasta convertirse en lo que he podido ver hoy, y lo que espero ver durante los próximos días. Sonrió, y espero que los pelirrojos se presenten ante ella para que pueda terminar con el papeleo correspondiente. No me gustaría seguir entorpeciendo a la líder, así que por el momento prefiero mantenerme en silencio y escuchar.
Me he quedado completamente en blanco, así que post cortito y os dejo avanzar. ^^U
- Mi nombre es Kaytlyn Kavanach -me presento, para que pueda tomar nota-. Gracias por todo.
Poco después, me quedo pensando en los casos que ha mencionado. Fanáticos religiosos que habían quemado una bruja. Y también la mención a ese tal clan llamado “la manada”. Me doy cuenta de que no se tanto de Ulmer como pensaba, de hecho, probablemente apenas se nada. todo lo que he leído ha sido demasiado en relación a su fundación y a su estado actual. Pero nada sobre el desarrollo, el proceso hasta convertirse en lo que he podido ver hoy, y lo que espero ver durante los próximos días. Sonrió, y espero que los pelirrojos se presenten ante ella para que pueda terminar con el papeleo correspondiente. No me gustaría seguir entorpeciendo a la líder, así que por el momento prefiero mantenerme en silencio y escuchar.
Me he quedado completamente en blanco, así que post cortito y os dejo avanzar. ^^U
Kaytlyn
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
- Oh, sí, claro -respondí al instante, en cuanto nos recordó la información que nos había pedido-. Mi nombre es Friðþjófur Rögnvaldsson, ella es Lilja Rögnvaldsdóttir. Si lo necesitas, puedo escribuir los nombres yo mismo. Sé que son un poco complicados. Nuestro padr…
- Frith -Lilja alzó la voz. Me callé al instante-. Te agradecemos mucho la atención.
Todo aquello comenzaba a sonar a despedida. Había ido hasta nuestra casa para cumplir con su obligación. Para ver quién había llegado a Ulmer, tomar nota de nosotros y de los desperfectos, y para marcharse para continuar con sus obligaciones. ¿La volvería a ver? No estaba seguro de qué tan fácil era acceder a su presencia como líder de Ulmer. Pero algo me dijo que tal vez habría un segundo encuentro. En parte lo temía. Había detectado el descontento en su rostro, y la incomodidad. Y me habría apostado cualquier cosa a que habría preferido que nunca jamás hubiera decidido mudarme a Ulmer. Ella misma me lo había dicho la única noche que nos habíamos encontrado. En pocas palabras, «no me busques», «no te preguntes quién soy». Y probablemente seguía pensándolo.
Lilja dejó escapar un largo bostezo.
- No queremos entretenerte más, Nana. Más tarde iremos a recorrer Ulmer para concerlo mejor -dijo mi hermana. Luego dio un breve trago al zumo de arándanos-. Eres libre de unirte a nosotros. Si tienes tiempo, por supuesto.
Me tensé. Ya había pasado suficiente tiempo como para entender la importancia de el hecho de estar al lado de Nana. Me resultaba un poco complicado fingir que no la había visto jamás antes, que no habíamos hecho nada. Era demasiado difícil borrar esos momentos de mi cabeza. Su cuerpo desnudo a escasos centímetros del mío. Sus manos recorriendo mi espalda, y muchos más recuerdos que era recomendable que no tuviera presentes. Mi hermana no tenía ni idea de nada de eso, y probablemente seguiría invitándola y tratando de mostrar sus respetos mientras así fuera. Aunque tampoco podía decirle nada al respecto. Esperé que Nana tomara la sabia decisión de continuar con sus obligaciones y no unirse a nosotros. Era difícil rechazar la amabilidad de mi hermana, pero en este caso sería lo mejor. Además de que estaría justificado.
Me habría gustado poder hablarle directamente, a solas. Decirle que no tenía de qué preocuparse, que jamás diría nada de lo que había sucedido a nadie. Por respeto a ella, y por las conscuencias que eso tal vez podría traer consigo. Además, no tenía ningún sentido relevar aquello. Había sido una noche increíble que guardaría como un secreto, lo cual le otorgaba cierto valor adicional.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Por fin decidieron facilitarle la tarea a la líder y le cedieron el nombre que se les había dado al nacer. Independientemente de su historia, los nombres quedaron apuntados junto al dibujo de la casa que había esbozado sobre este. Apuntó una pequeña nota al lado de Kaytlyn, y por alguna razón intentó memorizar cada letra de sus nombres, aunque seguramente mal escritos.
-Bien, pues... -Se dispuso a levantarse mientras terminaba de hablar Lilja.
Dar una vuelta con ellos por Ulmer... Negó casi involuntariamente después de un suspiro suave. Cómo iba a pasear con ellos intentando hacer como si no hubiera pasado nada, intentando esquivar cada mirada.
-No, no... Muchas gracias.- Comentó agitando las manos ligeramente con aspavientos. -Tengo aún mucho trabajo que hacer... Y tampoco quiero abusar de vuestra hospitalidad.-Añadió con una amable sonrisa y caminó hacia la puerta metiendo el trozo de cuero junto a la pluma en su bolsillo.
Posó la mano sobre la manivela de la puerta, dispuesta a abrir. Pero antes de abrir la puerta, por alguna razón que desconocía, giró los hombros y la cabeza, buscando, de nuevo, aquellos ojos verdes que una noche tan solo existieron para ella.
-Que tengáis un buen día.-Terminó de despedirse con una media sonrisa para después, desaparecer por la puerta.
Le había dicho que no la buscara, y como una broma del destino allí estaba, sin saberlo, y seguramente sin quererlo. ¿Habría pensado en aquello alguna vez? O quizá, tan solo había sido una más de sus conquistas, vacía y ahora esquiva. Aquella duda quedaría rondando por su cabeza, ajena al mundo que pasaba delante de aquellos ojos amarillos. Caminó casi sin darse cuenta a la siguiente cabaña, no muy lejos de allí, aún con el corazón en el puño.
~FIN DE LA PARTICIPACIÓN DE NANA EN EL POST.~
(Off: Lo he hecho con el móvil así que no puedo ponerlo bonito, editaré en cuanto pueda)
-Bien, pues... -Se dispuso a levantarse mientras terminaba de hablar Lilja.
Dar una vuelta con ellos por Ulmer... Negó casi involuntariamente después de un suspiro suave. Cómo iba a pasear con ellos intentando hacer como si no hubiera pasado nada, intentando esquivar cada mirada.
-No, no... Muchas gracias.- Comentó agitando las manos ligeramente con aspavientos. -Tengo aún mucho trabajo que hacer... Y tampoco quiero abusar de vuestra hospitalidad.-Añadió con una amable sonrisa y caminó hacia la puerta metiendo el trozo de cuero junto a la pluma en su bolsillo.
Posó la mano sobre la manivela de la puerta, dispuesta a abrir. Pero antes de abrir la puerta, por alguna razón que desconocía, giró los hombros y la cabeza, buscando, de nuevo, aquellos ojos verdes que una noche tan solo existieron para ella.
-Que tengáis un buen día.-Terminó de despedirse con una media sonrisa para después, desaparecer por la puerta.
Le había dicho que no la buscara, y como una broma del destino allí estaba, sin saberlo, y seguramente sin quererlo. ¿Habría pensado en aquello alguna vez? O quizá, tan solo había sido una más de sus conquistas, vacía y ahora esquiva. Aquella duda quedaría rondando por su cabeza, ajena al mundo que pasaba delante de aquellos ojos amarillos. Caminó casi sin darse cuenta a la siguiente cabaña, no muy lejos de allí, aún con el corazón en el puño.
~FIN DE LA PARTICIPACIÓN DE NANA EN EL POST.~
(Off: Lo he hecho con el móvil así que no puedo ponerlo bonito, editaré en cuanto pueda)
Nana
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Sonreí al escuchar acerca del paséo. Estaba realmente entusiasmada por conocer Ulmer. Y ahora que había ganado un poco más de confianza y me sentía cómoda con los hermanos pelirrojos y además había conocido a la líder de Ulmer, comenzaba a familiarizarme poco a poco con aquel lugar. Y no podía esperar a recorrer sus calles, mirar sus casas y conocer la gente que lo habitaba. Tristemente, la líder no pudo acompañarnos. Pese a la invitación de la mujer pelirroja, Nana había alegado que tenía demasiado trabajo por hacer como para poder acompañarnos. Que hubiera podido conocerla nada más llegar a la ciudad, no significaba que la líder tuviera mucho tiempo libre. Había sido una casualidad, una suerte.
Se había puesto en pie y se alejaba hacia la puerta mientras guardaba sus cosas. Por un momento, se giró nuevamente hacia nosotros. Me llegué a fijar en que se quedó mirando durante un brevísimo instante al joven pelirrojo. Era una mirada indescifrable. Preferí no hacerme más preguntas al respecto.
- Muchas gracias Nana -agradecí a su despedida-. Espero que volvamos a encontrarnos.
En cuanto se marchó, giré mis ojos hacia la bebida que había traído Frith antes. Tomé un pequeño traguito, disfrutando la dulzura de aquel zumo, y miré a los hermanos con una sonrisa.
- Bueno, ¿cuándo vamos a ver la ciudad? -pregunté entusiasmada.
Por momentos me sentía inevitablemente avergonzada. Porque me habían tratado tan bien desde un comienzo, que ahora sentía que los conocía desde hacía mucho tiempo atrás. Y esa sensación me hacía actuar con mucha confianza hacia ellos. Una confianza que si no tenía suficiente cuidado, podía resultar grosera. Traté de relajarme y no decir nada más. Que ellos decidieran, que ellos me guiaran. Ellos eran los anfitriones y yo tan solo una invitada, una recién llegada. Me habría gustado haber podido contarles que las cosas estaban yéndome bien a mis padres y a mis hermanos. Sobretodo a mis hermanos, que creían que debían quedarse en Lunargenta para siempre, que ahí era donde estaba su futuro. Yo estaba cada vez más segura de que el mío no estaba allí. Sino allí, en Ulmer, entre los nuestros.
Se había puesto en pie y se alejaba hacia la puerta mientras guardaba sus cosas. Por un momento, se giró nuevamente hacia nosotros. Me llegué a fijar en que se quedó mirando durante un brevísimo instante al joven pelirrojo. Era una mirada indescifrable. Preferí no hacerme más preguntas al respecto.
- Muchas gracias Nana -agradecí a su despedida-. Espero que volvamos a encontrarnos.
En cuanto se marchó, giré mis ojos hacia la bebida que había traído Frith antes. Tomé un pequeño traguito, disfrutando la dulzura de aquel zumo, y miré a los hermanos con una sonrisa.
- Bueno, ¿cuándo vamos a ver la ciudad? -pregunté entusiasmada.
Por momentos me sentía inevitablemente avergonzada. Porque me habían tratado tan bien desde un comienzo, que ahora sentía que los conocía desde hacía mucho tiempo atrás. Y esa sensación me hacía actuar con mucha confianza hacia ellos. Una confianza que si no tenía suficiente cuidado, podía resultar grosera. Traté de relajarme y no decir nada más. Que ellos decidieran, que ellos me guiaran. Ellos eran los anfitriones y yo tan solo una invitada, una recién llegada. Me habría gustado haber podido contarles que las cosas estaban yéndome bien a mis padres y a mis hermanos. Sobretodo a mis hermanos, que creían que debían quedarse en Lunargenta para siempre, que ahí era donde estaba su futuro. Yo estaba cada vez más segura de que el mío no estaba allí. Sino allí, en Ulmer, entre los nuestros.
Kaytlyn
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Re: Kaytlyn en la ciudad de los licántropos [Cerrado]
Cruzamos una última mirada antes de que se marchara. Una mirada enigmática que me dejó un sentimiento extraño incluso después de que se marchara. ¿Volveríamos a vernos? Ahora vivíamos en Ulmer, y ella era nada menos que la líder de este lugar. Claro que me la volvería a encontrar… Aunque no sabía si en la próxima ocasión volvería a ver sus ojos, sorprendidos y casi curiosos. O si por el contrario me ignoraría, haría como si no existiera y como si nunca antes nos hubieramos encontrado. Pensé entonces en cuando ordenara que arreglaran nuestro hogar. Cuando me cruzara con ella por cualquier cuestión relacionada con la ciudad, esa clase de encuentros que se dan inevitablemente entre los ciudadanos y su gobernador, me trataría como un ciudadano cualquiera
- Paciencia, paciencia -respondí a Kay-. Aun tenemos que comernos la carne quemada.
- ¡Pero qué! -Lilja frunció el ceño y sonrió-. No hagas comer esa cosa a la pobre chica. Ahora cuando salgamos podríamos comprar algo por el camino.
Nos pusimos todos en pie. Yo me dirigí hacia la cocina para poder limpiar el estropicio que había hecho por culpa de aquel descuido. Un estropicio que mi hermana había tratado de limpiar rápidamente, pero que todavía estaba allí en la cocina, como símbolo de mi distracción. En cuanto acomodé todo en la cocina, fui hasta mi habitación y busqué la pequeña mochila que solía llevar para los paseos cortos. Dentro, tenía una pequeña bolsa con algunos aeros, algo de pan y un cuchillo. Siempre venía bien tener un cuchillo a mano (y unos condones). Regresé a la sala de estar junto con Kay y mi hermana y me estiré, preparado para que marcháramos.
- ¿Vamos? -pregunté, ahora casi con el mismo entusiasmo que Kay había mostrado antes. Lilja sonreía. Parecía contenta con la presencia de Kaytlyn. Ella sentía que era como tener a alguien más dentro de nuestro pequeño círculo familiar. Y sentía aquello incluso aunque todavía no se conocieran tanto. Seguramente, el entusiasmo de la joven le recordaba mucho a sí misma años atrás, cuando había decidido marcharse de allí donde había pasado casi toda su vida.
- Paciencia, paciencia -respondí a Kay-. Aun tenemos que comernos la carne quemada.
- ¡Pero qué! -Lilja frunció el ceño y sonrió-. No hagas comer esa cosa a la pobre chica. Ahora cuando salgamos podríamos comprar algo por el camino.
Nos pusimos todos en pie. Yo me dirigí hacia la cocina para poder limpiar el estropicio que había hecho por culpa de aquel descuido. Un estropicio que mi hermana había tratado de limpiar rápidamente, pero que todavía estaba allí en la cocina, como símbolo de mi distracción. En cuanto acomodé todo en la cocina, fui hasta mi habitación y busqué la pequeña mochila que solía llevar para los paseos cortos. Dentro, tenía una pequeña bolsa con algunos aeros, algo de pan y un cuchillo. Siempre venía bien tener un cuchillo a mano (y unos condones). Regresé a la sala de estar junto con Kay y mi hermana y me estiré, preparado para que marcháramos.
- ¿Vamos? -pregunté, ahora casi con el mismo entusiasmo que Kay había mostrado antes. Lilja sonreía. Parecía contenta con la presencia de Kaytlyn. Ella sentía que era como tener a alguien más dentro de nuestro pequeño círculo familiar. Y sentía aquello incluso aunque todavía no se conocieran tanto. Seguramente, el entusiasmo de la joven le recordaba mucho a sí misma años atrás, cuando había decidido marcharse de allí donde había pasado casi toda su vida.
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