[Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
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[Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
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Desolación…
Esa podría ser la palabra que mejor describiese la situación por la que atravesaba el mundo.
La epidemia había arrasado con las vidas de miles; arrebatando a familiares, amigos, amantes, y sometiendo a la población al azote de las consecuencias de tan devastadora enfermedad.
Lo juglares siempre cantarían sobre las terribles historias que fueron forjadas en la cúspide del dolor, y, con el tiempo, la tragedia se convertiría en un horrendo suceso de la historia, cuyo recordatorio solo serviría para estremecer a los sobrevivientes.
No obstante, la mente mortal ha demostrado altos niveles de estupidez, misma que parece aflorar en momentos de necesidad…
Todos los rumores parecían ser ciertos, los guardias terminaban de hacer sus rondas, mientras que los reos preparaban el plan, que finalmente les garantizaría la salida al mundo exterior.
Durante días, en la prisión de Ciudad Sombría, los custodios planificaron un escape masivo de los muros de aquel funesto cautiverio.
¡Pobres almas en desgracia! ¡Si tuviesen conocimiento de lo que azotaba el mundo exterior, seguramente hubiesen preferido quedarse dentro!
Este es el momento en el que seguramente vosotros, los pobres incautos que os hayáis leyendo esto, deberíais replantearos la idea de seguir esta historia, pues lo que encontraréis aquí solo os hará pensar que la suerte no existe.
Una noche antes del ‘‘gran’’ día, Isaiah, un hombre joven sin talento alguno, y condenado por haber violado y embarazado a su hermana de once años; se encontraba en su celda, cuando un extraño destello proveniente del piso llamó su atención.
Tras cavar durante un rato, el custodio dio con lo que parecía ser una especie de cuerno antiguo, en cuya superficie se podrían apreciar algunos garabatos que, difícilmente, lograría comprender.
Esa noche Isaiah pensó que podría vender dicho objeto cuando escapase de prisión junto a sus compañeros. Una idea bastante ingenua, pues esa misma noche la prisión explotaría, cobrando a vida de todo mortal que se hallase tras los muros de piedra del recinto.
Nadie hubiese sospechado que aquel misterioso artefacto tenía que ver con lo ocurrido, ¿quién lo pensaría? La tragedia había tenido lugar de manera misteriosa y el alcalde tenía mejores cosas en qué pensar, como la supuesta enfermedad de la que se hablaba en ciudades cercanas.
Lo que sucede con la escoria de la sociedad no suele ser problema de nadie, ¿o sí?
Para el alcalde se convertiría en un problema, cuando el hermoso cuerno encontrado en la prisión llegó a manos de su amada esposa, quien moriría aplastada por el enorme roble de su jardín tres días después.
Una a una las vidas de los habitantes de Ciudad Sombría serían cobradas, y para cuando el alcalde comprendiese de dónde provenía tanta tragedia, las cuchillas de la sierra ya estarían a unos centímetros de su cuello.
¡Qué los Dioses perdonasen su diligencia! Ahora el cuerno se encontraba perdido en la aldea y si alguien no hacía algo pronto, terminaría por consumir a otra ciudad en muy poco tiempo…
Desolación…
Esa podría ser la palabra que mejor describiese la situación por la que atravesaba el mundo.
La epidemia había arrasado con las vidas de miles; arrebatando a familiares, amigos, amantes, y sometiendo a la población al azote de las consecuencias de tan devastadora enfermedad.
Lo juglares siempre cantarían sobre las terribles historias que fueron forjadas en la cúspide del dolor, y, con el tiempo, la tragedia se convertiría en un horrendo suceso de la historia, cuyo recordatorio solo serviría para estremecer a los sobrevivientes.
No obstante, la mente mortal ha demostrado altos niveles de estupidez, misma que parece aflorar en momentos de necesidad…
Todos los rumores parecían ser ciertos, los guardias terminaban de hacer sus rondas, mientras que los reos preparaban el plan, que finalmente les garantizaría la salida al mundo exterior.
Durante días, en la prisión de Ciudad Sombría, los custodios planificaron un escape masivo de los muros de aquel funesto cautiverio.
¡Pobres almas en desgracia! ¡Si tuviesen conocimiento de lo que azotaba el mundo exterior, seguramente hubiesen preferido quedarse dentro!
Este es el momento en el que seguramente vosotros, los pobres incautos que os hayáis leyendo esto, deberíais replantearos la idea de seguir esta historia, pues lo que encontraréis aquí solo os hará pensar que la suerte no existe.
Una noche antes del ‘‘gran’’ día, Isaiah, un hombre joven sin talento alguno, y condenado por haber violado y embarazado a su hermana de once años; se encontraba en su celda, cuando un extraño destello proveniente del piso llamó su atención.
Tras cavar durante un rato, el custodio dio con lo que parecía ser una especie de cuerno antiguo, en cuya superficie se podrían apreciar algunos garabatos que, difícilmente, lograría comprender.
Esa noche Isaiah pensó que podría vender dicho objeto cuando escapase de prisión junto a sus compañeros. Una idea bastante ingenua, pues esa misma noche la prisión explotaría, cobrando a vida de todo mortal que se hallase tras los muros de piedra del recinto.
Nadie hubiese sospechado que aquel misterioso artefacto tenía que ver con lo ocurrido, ¿quién lo pensaría? La tragedia había tenido lugar de manera misteriosa y el alcalde tenía mejores cosas en qué pensar, como la supuesta enfermedad de la que se hablaba en ciudades cercanas.
Lo que sucede con la escoria de la sociedad no suele ser problema de nadie, ¿o sí?
Para el alcalde se convertiría en un problema, cuando el hermoso cuerno encontrado en la prisión llegó a manos de su amada esposa, quien moriría aplastada por el enorme roble de su jardín tres días después.
Una a una las vidas de los habitantes de Ciudad Sombría serían cobradas, y para cuando el alcalde comprendiese de dónde provenía tanta tragedia, las cuchillas de la sierra ya estarían a unos centímetros de su cuello.
¡Qué los Dioses perdonasen su diligencia! Ahora el cuerno se encontraba perdido en la aldea y si alguien no hacía algo pronto, terminaría por consumir a otra ciudad en muy poco tiempo…
- Cuerno de la prisión:
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- Ciudad Sombría:
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Eltrant Tale: ¡Muy bien! Hace un par de meses que me has pedido algo de acción terrible decisión, así que aquí henos aquí. Como bien sabes, por cuestiones de trabajo no pude colgar antes tu mastereado, pero te prometo hacer todo de mi parte para que la espera valiese la pena. Bueno, a lo que nos atañe. Esta será la primera misión de este tipo, por lo que te pido una disculpa de antemano si algo no llega a cuadrarte. ¿A qué me refiero con esto? Bien, pues en este mastereado no solo jugaré contigo, sino también con tu PNJ acompañante. Así es, Lyn tendrá el mismo protagonismo que tendrás tú, y sus decisiones repercutirán de igual manera en el hilo de la historia, ya sea para bien o para mal.
Una vez aclarado este punto, pasemos a las instrucciones:
En esta ocasión te encuentras en Ciudad Sombría. El cómo has llegado hasta aquí me tiene sin cuidado, no pretendo interferir con tu cronología, así que puedes sentirte libre de acomodar el tiempo a tu historia como mejor te convenga. Por el momento no encontrarás a nadie, solamente verás sitios abandonados y calles destruidas. En este primer post lo único que debes hacer es narrar vuestra llegada y la impresión que tendréis al encontrarle vacía. Sé que estás ansioso por la acción, pero tranquilo, vaquero, los porrazos os llegaran en su debido tiempo.
Una vez aclarado este punto, pasemos a las instrucciones:
En esta ocasión te encuentras en Ciudad Sombría. El cómo has llegado hasta aquí me tiene sin cuidado, no pretendo interferir con tu cronología, así que puedes sentirte libre de acomodar el tiempo a tu historia como mejor te convenga. Por el momento no encontrarás a nadie, solamente verás sitios abandonados y calles destruidas. En este primer post lo único que debes hacer es narrar vuestra llegada y la impresión que tendréis al encontrarle vacía. Sé que estás ansioso por la acción, pero tranquilo, vaquero, los porrazos os llegaran en su debido tiempo.
Última edición por Wyn el Dom Abr 01 2018, 23:23, editado 1 vez
Wyn
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
Beltrexus ~ Hace un mes ~
La muchacha se sentó frente a la lápida y tras entrelazar las piernas, cuidadosamente, limpió el musgo que crecía por la losa con la palma de la mano. El lugar parecía abandonado, descuidado, como si nadie lo hubiese visitado en mucho tiempo, pero no era así; en realidad el cementerio era uno relativamente concurrido, estaba apenas a varios kilómetros de la ciudad de la magia y era dónde enterraban a la mayoría de los ciudadanos de las islas.
Aquella losa, sin embargo, parecía estar separada del resto aun cuando se encontraba a escasos metros de la que tenía justo al lado.
Lyn esbozó una sonrisa cansada y miró largo y tendido a la angosta capilla que coronaba el lugar, la cual, desde una colina apartada, vigilaba el cementerio. Sonrió para sí y cerró los ojos durante unos segundos, pensativa, había vuelto a cambiar, la primera vez que puso los pies en aquel lugar aquel edificio era una especie de consultorio en el que los curanderos cuidaban de los enfermos de la zona, y ahora, cincuenta años más tarde, solo tenía una tenue lucecita alumbrando desde una de las habitaciones superiores.
- Ho… hola… Maestra - Dijo en apenas un susurro, mirando la tumba – Hace tiempo que… no hablamos. – Añadió en seguida. – Han sido… ¿Cuánto? ¿Diez años? ¿Veinte? – Esbozó una sonrisa cansada – He estado… - Pensó durante unos segundos como terminar la frase, suspiró – He estado en todas partes. – Se meció un poco para los lados, bajó la cabeza. – Lo siento… por no venir más… - Continuó mirando el suelo – La próxima vez te puedo traer flores… Esas amarillas, las que crecen en la estepa. Te gustaban esas ¿Verdad? - No le gustaba aquello, le hacía sentirse mal, le hacía rememorarlo todo, de golpe. – …Te traeré flores. – Respiró hondo.
Llevaban en las islas unas tres semanas, casi un mes. Por fin se había decidido a ir hasta allí y, como pasaba cada diez años, no sabía que decir.
- Me han pasado… las mismas cosas de siempre, supongo. – Afirmó tras varios minutos en silencio, volvió a bajar la cabeza. – Los cazadores… los asesinos esos siguen como de costumbre. Aunque he conocido a una que es… rara. – Tomó un poco de aire. – No rara, más bien… como tú decías que… - Negó con la cabeza. – También esta una banda de ladrones, o de justicieros, no se todavía muy bien a que se dedican. – Sonrió – Son… interesantes, Maestra. Te caerían bien. El líder es un lobo gris. ¿Recuerdas las historias? – Sonrió, se abrazó las rodillas y se meció un poco de adelante a atrás, al compás del canto de los distantes grillos. – …Yo sí. – Alzó la mirada, aquella noche había luna llena. – Y… - Amplió la sonrisa - … Después está el Mortal. Él… bueno… ¿…Por dónde empiezo?
Tras darle una última limpieza a la lápida con la palma de la mano se levantó.
- Te traeré las flores, Maestra. Te lo prometo. – Repasó con la yema de los dedos el nombre de la mujer que le había enseñado a vivir entre las sombras y, tras hacer una leve reverencia, se marchó.
El camino de vuelta estaba pobremente alumbrado con un par de antorchas que aparentaban haber visto mejores tiempos, pero las suficientes como para que un humano pudiese moverse sin ninguna dificultad por lo que no estaba mal, para ella estaba tan claro como el mismo día. O eso pensaba, no terminaba de recordar con exactitud cómo eran los caminos bajo la luz del sol, aunque se los imaginaba con más colores.
- Y después yo soy el rarito. ¿Qué tal las dos horas que te has pasado ahí adentro? ¿Es esto lo que has venido a hacer a las islas? – La voz de Mortal le recibió según salía del camposanto, torció el gesto divertida. - ¿Has levantando a los muertos o algo así? – Preguntó a continuación moviendo las manos de forma dramática, imitando a un bardo al que habían visto hacer de espectro en una de sus actuaciones.
- Es… algo personal… - Eltrant enarcó una ceja y asintió, sin hacer ningún comentario más. - No te has ido. – Afirmó ella, el castaño se cruzó de brazos.
- ¿Debería? – Contestó este. Lyn bajó la mirada, no quería admitirlo, pero uno de los motivos por los que había aplazado tanto la visita a su maestra había sido el Mortal, Eltrant. Con aquello había cumplido su contrato, su favor, y ahora el humano tenía que irse de nuevo a su cabaña en los bosques del este y ella seguiría ocultándose de las multitudes en la sombra, se acabó el viaje. - ¿Entonces…? …Corre un aire, así como un poco frío para mi gusto – Eltrant estiró los brazos sobre su cabeza, Lyn alzó ambas cejas, visiblemente sorprendida. - ¿Qué? Este sitio no me gusta. ¿Es que tienes que hacer algo más aquí? Vámonos a la posada.
- “¿Por qué no…? ¿Por qué no se va?” – Se mordió el labio inferior y se llevó una de las manos hasta los ojos, sintió como se hacía un nudo en la garganta, estaba segura de lo que Eltrant podía pensar al verla así, pero este no hizo ningún comentario.
- ¿Es que te dan miedo los fantasmas? – Lyn forzó una sonrisa al cabo de unos segundos, disimulando lo mejor que pudo las pocas lagrimas que caían de sus ojos. Por cosas como aquella no le gustaba visitar a su Maestra: se sentía más vulnerable, todo en general le afectaba más; Odiaba sentirse así.
- Me dan respeto. – Eltrant comenzó a andar por el estrecho camino, hacía la ciudad.
- ¿Respeto? – Lyn comenzó a andar tras su compañero, sorbió con fuerza por la nariz y sonrió – Te dan miedo, admítelo, no hay nada de malo. – Dejó escapar una risita y alcanzó al exguarda - No te preocupes, Mortal. Tu secreto esta seguro conmigo.
- Sí, sí. Lo que tú digas.
Bosques del Oeste ~ Actualidad ~
Caminó, caminó como había hecho tantas otras noches.
Tomó aire profundamente y movió los brazos frente a él, tratando de apartar la espesa niebla que se interponía entre ellos y su destino.
- Sabes que es aire ¿No? No estas apartando ramas ni nada parecido. – Lyn le seguía de cerca, llevaban viajando varias semanas por el continente, sin un rumbo determinado. Una parte de él estaba tentada de volver a su hogar, a volver a cuidar de sus patatas, pero por alguna razón se veía incapaz de hacerlo.
Por no hablar de que, muy a su pesar, seguía siendo el dueño de una mano de metal, o de al menos de las ultimas escamas de este material que, en el dorso de su mano, mostraban que la magia de Hartem seguia aun activa en su cuerpo. El lado bueno de esto era que, al menos, había recuperado la capacidad para blandir armas. No obstante, aún tenía que encontrar la forma de deshacerse de la maldición que aquel maldito brujo sin moral le había lanzado, y esperaba que fuese pronto.
Al menos se había habituado a vivir con ella, lo suficiente como para no plantearse cortarse la mano a la altura de la muñeca, lo cual era un avance, aunque pequeñito. También podía afirmar que había aprendido a no torturarse ni a divagar por aquel resultado, había tomado una decisión y el brujo también lo había hecho.
Aunque, por supuesto, la decisión del brujo iba a costarle bastante cara a la larga. No era una persona vengativa, pero no pensaba dejar que aquel asesino de niños quedase indemne.
Cerró los ojos y sacudió la cabeza, todo tenía su momento, en aquel momento lo que de verdad primaba era encontrar algún resquicio de civilización antes de que amaneciera. Afortunadamente aún tenían muchas horas y varias antorchas para abrirse paso entre la niebla.
- ¿Por qué hemos venido hasta aquí? – Preguntó Lyn a su espalda, Eltrant se encogió de hombros y, sin detenerse, se giró a mirar a la vampiresa. – Prefiero Sandorai, los bosques están menos… ¿Muertos?
- ¿No te gusta? ¿No eran estas tus tierras? Sacrestic Ville: ¡Ciudad de reyes! – Eltrant sonrió divertido, apartando de su cabeza todo lo relacionado con la mano de metal, la ojiazul puso los ojos en blanco y le dio un empujón que debido a la pesada armadura del exmercenario no resultó gran cosa.
- Para tu información, soy de Roilkat, Mortal, ya te lo he dicho. – Dijo Lyn cruzándose de brazos, apartando la mirada. – Puede que comparta mi dieta con esta gente… pero su gusto decorativo es pésimo. – Eltrant dejó escapar una carcajada.
- Bueno, por una vez te doy la razón. – Afirmó rememorando las veces que había estado en la ciudad de los vampiros. En cierto modo se parecía bastante a la Lunargenta de la actualidad, calles con un intenso olor a sangre y gente con aspecto de haber dormido poco.
Suspiró al acordarse de su ciudad natal, esperaba que el rey, o quien estuviese a cargo de recuperar la ciudad hiciese algo rápido. Sabía que Huracán estaba en las calles de la urbe de los humanos haciendo de vigilante, pero aquello no era suficiente, y si lo era, no lo parecía.
Unas distantes y difuminadas lucecitas mostraron a los viajeros que, al fin, habían acabado encontrado algo parecido a un reducto de civilización. Minutos después se dieron de bruces contra un cartelón destartalado que, junto a la entrada principal del lugar, tenía tallado el nombre de la población: “Ciudad Sombría”.
- …Menuda imaginación. – Dijo Eltrant releyendo el cartel, levantando los ojos para mirar los edificios que se alzaban frente a él. Contó un par de luces encendidas, a lo sumo.
- Bueno… dice básicamente lo que es la ciudad – Dijo Lyn acercándose a la tabla de madera, señalando la amplia calle principal del poblado.
Como Lyn había afirmado, el nombre de la ciudad no solo era una figura literaria de mal gusto. Según Eltrant se adentró en la ciudad comprendió por que aquella ciudad se llamaba así, o por qué alguien había decidido cambiarle el nombre original, si lo había tenido, por aquel.
Calles vacías, casas abandonadas, no había nada que indicase que alguien vivía allí. Incluso las pocas ventanas que tenían luz se encontraban deshabitadas. No fueron pocas las veces que llamaron, con insistencia, a las puertas de las pocas viviendas que contaban con una vela encendida en su interior.
Eltrant frunció el ceño, era evidente que algo no iba bien en aquel lugar. Asió el pomo de la espada que llevaba en el cinto, aquel gesto le hacía sentirse más tranquilo, más seguro.
- No hay nadie... – Lyn había dicho en voz alta lo que pasaba por su cabeza. No había nadie, aquel lugar estaba abandonado. Los pueblos fantasmas no eran raros en Aerandir, no eran pocos los poblados que, por alguna razón u otra, habían acabado deshabitados, pero aquel en concreto tenía algo que le ponía los pelos de punta. Quizás era la fantasmagórica niebla que cubría la población prácticamente en su totalidad, o el hecho de que hubiese indicios de que había gente viviendo allí, al menos hasta hace poco.
- No te separes. – Dijo Eltrant, seriamente, a su compañera. Quien se limitó a asentir y a acercarse al castaño. – Tiene que haber una posada cerca… - Dijo tratando de ordenar sus pensamientos. - …O el ayuntamiento…
La muchacha se sentó frente a la lápida y tras entrelazar las piernas, cuidadosamente, limpió el musgo que crecía por la losa con la palma de la mano. El lugar parecía abandonado, descuidado, como si nadie lo hubiese visitado en mucho tiempo, pero no era así; en realidad el cementerio era uno relativamente concurrido, estaba apenas a varios kilómetros de la ciudad de la magia y era dónde enterraban a la mayoría de los ciudadanos de las islas.
Aquella losa, sin embargo, parecía estar separada del resto aun cuando se encontraba a escasos metros de la que tenía justo al lado.
Lyn esbozó una sonrisa cansada y miró largo y tendido a la angosta capilla que coronaba el lugar, la cual, desde una colina apartada, vigilaba el cementerio. Sonrió para sí y cerró los ojos durante unos segundos, pensativa, había vuelto a cambiar, la primera vez que puso los pies en aquel lugar aquel edificio era una especie de consultorio en el que los curanderos cuidaban de los enfermos de la zona, y ahora, cincuenta años más tarde, solo tenía una tenue lucecita alumbrando desde una de las habitaciones superiores.
- Ho… hola… Maestra - Dijo en apenas un susurro, mirando la tumba – Hace tiempo que… no hablamos. – Añadió en seguida. – Han sido… ¿Cuánto? ¿Diez años? ¿Veinte? – Esbozó una sonrisa cansada – He estado… - Pensó durante unos segundos como terminar la frase, suspiró – He estado en todas partes. – Se meció un poco para los lados, bajó la cabeza. – Lo siento… por no venir más… - Continuó mirando el suelo – La próxima vez te puedo traer flores… Esas amarillas, las que crecen en la estepa. Te gustaban esas ¿Verdad? - No le gustaba aquello, le hacía sentirse mal, le hacía rememorarlo todo, de golpe. – …Te traeré flores. – Respiró hondo.
Llevaban en las islas unas tres semanas, casi un mes. Por fin se había decidido a ir hasta allí y, como pasaba cada diez años, no sabía que decir.
- Me han pasado… las mismas cosas de siempre, supongo. – Afirmó tras varios minutos en silencio, volvió a bajar la cabeza. – Los cazadores… los asesinos esos siguen como de costumbre. Aunque he conocido a una que es… rara. – Tomó un poco de aire. – No rara, más bien… como tú decías que… - Negó con la cabeza. – También esta una banda de ladrones, o de justicieros, no se todavía muy bien a que se dedican. – Sonrió – Son… interesantes, Maestra. Te caerían bien. El líder es un lobo gris. ¿Recuerdas las historias? – Sonrió, se abrazó las rodillas y se meció un poco de adelante a atrás, al compás del canto de los distantes grillos. – …Yo sí. – Alzó la mirada, aquella noche había luna llena. – Y… - Amplió la sonrisa - … Después está el Mortal. Él… bueno… ¿…Por dónde empiezo?
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Tras darle una última limpieza a la lápida con la palma de la mano se levantó.
- Te traeré las flores, Maestra. Te lo prometo. – Repasó con la yema de los dedos el nombre de la mujer que le había enseñado a vivir entre las sombras y, tras hacer una leve reverencia, se marchó.
El camino de vuelta estaba pobremente alumbrado con un par de antorchas que aparentaban haber visto mejores tiempos, pero las suficientes como para que un humano pudiese moverse sin ninguna dificultad por lo que no estaba mal, para ella estaba tan claro como el mismo día. O eso pensaba, no terminaba de recordar con exactitud cómo eran los caminos bajo la luz del sol, aunque se los imaginaba con más colores.
- Y después yo soy el rarito. ¿Qué tal las dos horas que te has pasado ahí adentro? ¿Es esto lo que has venido a hacer a las islas? – La voz de Mortal le recibió según salía del camposanto, torció el gesto divertida. - ¿Has levantando a los muertos o algo así? – Preguntó a continuación moviendo las manos de forma dramática, imitando a un bardo al que habían visto hacer de espectro en una de sus actuaciones.
- Es… algo personal… - Eltrant enarcó una ceja y asintió, sin hacer ningún comentario más. - No te has ido. – Afirmó ella, el castaño se cruzó de brazos.
- ¿Debería? – Contestó este. Lyn bajó la mirada, no quería admitirlo, pero uno de los motivos por los que había aplazado tanto la visita a su maestra había sido el Mortal, Eltrant. Con aquello había cumplido su contrato, su favor, y ahora el humano tenía que irse de nuevo a su cabaña en los bosques del este y ella seguiría ocultándose de las multitudes en la sombra, se acabó el viaje. - ¿Entonces…? …Corre un aire, así como un poco frío para mi gusto – Eltrant estiró los brazos sobre su cabeza, Lyn alzó ambas cejas, visiblemente sorprendida. - ¿Qué? Este sitio no me gusta. ¿Es que tienes que hacer algo más aquí? Vámonos a la posada.
- “¿Por qué no…? ¿Por qué no se va?” – Se mordió el labio inferior y se llevó una de las manos hasta los ojos, sintió como se hacía un nudo en la garganta, estaba segura de lo que Eltrant podía pensar al verla así, pero este no hizo ningún comentario.
- ¿Es que te dan miedo los fantasmas? – Lyn forzó una sonrisa al cabo de unos segundos, disimulando lo mejor que pudo las pocas lagrimas que caían de sus ojos. Por cosas como aquella no le gustaba visitar a su Maestra: se sentía más vulnerable, todo en general le afectaba más; Odiaba sentirse así.
- Me dan respeto. – Eltrant comenzó a andar por el estrecho camino, hacía la ciudad.
- ¿Respeto? – Lyn comenzó a andar tras su compañero, sorbió con fuerza por la nariz y sonrió – Te dan miedo, admítelo, no hay nada de malo. – Dejó escapar una risita y alcanzó al exguarda - No te preocupes, Mortal. Tu secreto esta seguro conmigo.
- Sí, sí. Lo que tú digas.
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Bosques del Oeste ~ Actualidad ~
Caminó, caminó como había hecho tantas otras noches.
Tomó aire profundamente y movió los brazos frente a él, tratando de apartar la espesa niebla que se interponía entre ellos y su destino.
- Sabes que es aire ¿No? No estas apartando ramas ni nada parecido. – Lyn le seguía de cerca, llevaban viajando varias semanas por el continente, sin un rumbo determinado. Una parte de él estaba tentada de volver a su hogar, a volver a cuidar de sus patatas, pero por alguna razón se veía incapaz de hacerlo.
Por no hablar de que, muy a su pesar, seguía siendo el dueño de una mano de metal, o de al menos de las ultimas escamas de este material que, en el dorso de su mano, mostraban que la magia de Hartem seguia aun activa en su cuerpo. El lado bueno de esto era que, al menos, había recuperado la capacidad para blandir armas. No obstante, aún tenía que encontrar la forma de deshacerse de la maldición que aquel maldito brujo sin moral le había lanzado, y esperaba que fuese pronto.
Al menos se había habituado a vivir con ella, lo suficiente como para no plantearse cortarse la mano a la altura de la muñeca, lo cual era un avance, aunque pequeñito. También podía afirmar que había aprendido a no torturarse ni a divagar por aquel resultado, había tomado una decisión y el brujo también lo había hecho.
Aunque, por supuesto, la decisión del brujo iba a costarle bastante cara a la larga. No era una persona vengativa, pero no pensaba dejar que aquel asesino de niños quedase indemne.
Cerró los ojos y sacudió la cabeza, todo tenía su momento, en aquel momento lo que de verdad primaba era encontrar algún resquicio de civilización antes de que amaneciera. Afortunadamente aún tenían muchas horas y varias antorchas para abrirse paso entre la niebla.
- ¿Por qué hemos venido hasta aquí? – Preguntó Lyn a su espalda, Eltrant se encogió de hombros y, sin detenerse, se giró a mirar a la vampiresa. – Prefiero Sandorai, los bosques están menos… ¿Muertos?
- ¿No te gusta? ¿No eran estas tus tierras? Sacrestic Ville: ¡Ciudad de reyes! – Eltrant sonrió divertido, apartando de su cabeza todo lo relacionado con la mano de metal, la ojiazul puso los ojos en blanco y le dio un empujón que debido a la pesada armadura del exmercenario no resultó gran cosa.
- Para tu información, soy de Roilkat, Mortal, ya te lo he dicho. – Dijo Lyn cruzándose de brazos, apartando la mirada. – Puede que comparta mi dieta con esta gente… pero su gusto decorativo es pésimo. – Eltrant dejó escapar una carcajada.
- Bueno, por una vez te doy la razón. – Afirmó rememorando las veces que había estado en la ciudad de los vampiros. En cierto modo se parecía bastante a la Lunargenta de la actualidad, calles con un intenso olor a sangre y gente con aspecto de haber dormido poco.
Suspiró al acordarse de su ciudad natal, esperaba que el rey, o quien estuviese a cargo de recuperar la ciudad hiciese algo rápido. Sabía que Huracán estaba en las calles de la urbe de los humanos haciendo de vigilante, pero aquello no era suficiente, y si lo era, no lo parecía.
Unas distantes y difuminadas lucecitas mostraron a los viajeros que, al fin, habían acabado encontrado algo parecido a un reducto de civilización. Minutos después se dieron de bruces contra un cartelón destartalado que, junto a la entrada principal del lugar, tenía tallado el nombre de la población: “Ciudad Sombría”.
- …Menuda imaginación. – Dijo Eltrant releyendo el cartel, levantando los ojos para mirar los edificios que se alzaban frente a él. Contó un par de luces encendidas, a lo sumo.
- Bueno… dice básicamente lo que es la ciudad – Dijo Lyn acercándose a la tabla de madera, señalando la amplia calle principal del poblado.
Como Lyn había afirmado, el nombre de la ciudad no solo era una figura literaria de mal gusto. Según Eltrant se adentró en la ciudad comprendió por que aquella ciudad se llamaba así, o por qué alguien había decidido cambiarle el nombre original, si lo había tenido, por aquel.
Calles vacías, casas abandonadas, no había nada que indicase que alguien vivía allí. Incluso las pocas ventanas que tenían luz se encontraban deshabitadas. No fueron pocas las veces que llamaron, con insistencia, a las puertas de las pocas viviendas que contaban con una vela encendida en su interior.
Eltrant frunció el ceño, era evidente que algo no iba bien en aquel lugar. Asió el pomo de la espada que llevaba en el cinto, aquel gesto le hacía sentirse más tranquilo, más seguro.
- No hay nadie... – Lyn había dicho en voz alta lo que pasaba por su cabeza. No había nadie, aquel lugar estaba abandonado. Los pueblos fantasmas no eran raros en Aerandir, no eran pocos los poblados que, por alguna razón u otra, habían acabado deshabitados, pero aquel en concreto tenía algo que le ponía los pelos de punta. Quizás era la fantasmagórica niebla que cubría la población prácticamente en su totalidad, o el hecho de que hubiese indicios de que había gente viviendo allí, al menos hasta hace poco.
- No te separes. – Dijo Eltrant, seriamente, a su compañera. Quien se limitó a asentir y a acercarse al castaño. – Tiene que haber una posada cerca… - Dijo tratando de ordenar sus pensamientos. - …O el ayuntamiento…
Última edición por Eltrant Tale el Vie Nov 10 2017, 18:38, editado 1 vez
Eltrant Tale
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
Silencio.
Las calles de la ciudad se encontrarían en completo silencio. Ni siquiera el viento osaría perturbar aquella atmosfera enmudecida, cuyo folklor solo sería resaltado por el tétrico escenario que pintaba aquella desolada población.
El humano y su compañera se adentrarían en las solitarias calles de la aldea, sin hallar un solo rastro de vida, al menos por el momento.
Tras una infructuosa caminata, ambos llegarían al ayuntamiento, el cual mostraría la misma fachada deteriorada que se podía observar en cada centímetro de ese lugar.
Una misteriosa neblina comenzaría a extenderse, dificultando la visibilidad del camino y cargando el ambiente con una amenazadora aura de peligro. En esas circunstancias cualquiera entraría en el próximo sitio más seguro, así que nadie juzgaría a ambos forasteros por elegir el ayuntamiento como primera alternativa.
El interior del recinto no sería mejor que el exterior. Las oficinas estarían completamente destrozadas y sin un solo indicio de que alguien hubiese estado ahí en semanas.
¿La buena noticia? Ambos hallarían la primera pista de lo ocurrido: un pequeño diario en la oficina del alcalde.
‘‘Lo sucedido en la prisión ha causado una gran conmoción por toda la ciudad. Desafortunadamente no me encuentro en condiciones de desperdiciar fondos y esfuerzos en estos momentos. Debo preparar a Ciudad Sombría para el caos que se avecina, la enfermedad ya ha comenzado a extenderse…’’
Los extraños no tendrían mucho tiempo antes de que el edificio comenzase a temblar, advirtiéndoles que no tardaría en desmoronarse en pedazos, enterrando entre los escombros cualquier otro atisbo de información que albergasen aquellos muros.
Al parecer ya no se encontraba sola. Su fuente espiritual no le había advertido que los forasteros se presentarían de esa manera tan inesperada. La maldición avanzaba mucho más rápido de lo que pudo imaginar, así que tendría que darse prisa.
Encendió las velas de la habitación de la taberna y preparó todo para el arribo del humano y la vampira.
El tiempo corría…al igual que la maldición…
Las calles de la ciudad se encontrarían en completo silencio. Ni siquiera el viento osaría perturbar aquella atmosfera enmudecida, cuyo folklor solo sería resaltado por el tétrico escenario que pintaba aquella desolada población.
El humano y su compañera se adentrarían en las solitarias calles de la aldea, sin hallar un solo rastro de vida, al menos por el momento.
Tras una infructuosa caminata, ambos llegarían al ayuntamiento, el cual mostraría la misma fachada deteriorada que se podía observar en cada centímetro de ese lugar.
Una misteriosa neblina comenzaría a extenderse, dificultando la visibilidad del camino y cargando el ambiente con una amenazadora aura de peligro. En esas circunstancias cualquiera entraría en el próximo sitio más seguro, así que nadie juzgaría a ambos forasteros por elegir el ayuntamiento como primera alternativa.
El interior del recinto no sería mejor que el exterior. Las oficinas estarían completamente destrozadas y sin un solo indicio de que alguien hubiese estado ahí en semanas.
¿La buena noticia? Ambos hallarían la primera pista de lo ocurrido: un pequeño diario en la oficina del alcalde.
‘‘Lo sucedido en la prisión ha causado una gran conmoción por toda la ciudad. Desafortunadamente no me encuentro en condiciones de desperdiciar fondos y esfuerzos en estos momentos. Debo preparar a Ciudad Sombría para el caos que se avecina, la enfermedad ya ha comenzado a extenderse…’’
Los extraños no tendrían mucho tiempo antes de que el edificio comenzase a temblar, advirtiéndoles que no tardaría en desmoronarse en pedazos, enterrando entre los escombros cualquier otro atisbo de información que albergasen aquellos muros.
Al parecer ya no se encontraba sola. Su fuente espiritual no le había advertido que los forasteros se presentarían de esa manera tan inesperada. La maldición avanzaba mucho más rápido de lo que pudo imaginar, así que tendría que darse prisa.
Encendió las velas de la habitación de la taberna y preparó todo para el arribo del humano y la vampira.
El tiempo corría…al igual que la maldición…
- Entrada del ayuntamiento:
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- Habitación de la Medium:
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- Melissa Whisperheart:
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Eltrant Tale: Sé que has esperado más de un mes por esta respuesta y de antemano te ofrezco una disculpa por la tardanza. En este post daré oportunidad a que avancéis hasta el ayuntamiento, investiguéis y…salgáis corriendo de ahí antes de quedar sepultados en los escombros. Por ahora tendréis un breve indicio de lo que sucedió e incluso Lyn podrá notar que el ambiente está cargado de algo inusual. Lo bueno llegará a partir de este turno, así que espero que disfrutases del momento de calma, porque la tormenta ya ha dado comienzo. Podréis recorrer parte de la ciudad hasta que lleguéis a la taberna, solo que yo recomendaría que os dieseis prisa. Como siempre, eres libre de narrar los acontecimientos a tu voluntad, solo habrá una restricción: no podrás utilizar mi NPC, más adelante lo entenderás. En el siguiente post comenzaré a dar objetivos por separado, así que espero estés preparado.
Wyn
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
Avanzaron a través de las desérticas calles de la aldea, los minutos pasaban, uno detrás de otro y una espesa niebla comenzaba a acumularse sobre las casas, ocultando la luna y los tejados de los edificios más altos.
Era un lugar extraño, eso era un hecho, casi parecía ser el coto de caza particular de algún vampiro de Sacrestic. Eltrant era alguien que había estado en multitud de lugares que, difícilmente, podían ser llamados normales, en los que cualquier persona habría sentido el repentino impulso de marcharse inmediatamente y, en aquel momento, estaba sintiendo eso.
- Que bien… - El interior del majestoso edificio que estaba centrado en la amplia plazoleta en la que se habían adentrado no estaba en mejor estado que el exterior, se había internado en el edificio por qué, por el tamaño y la forma en la que estaba colocado, Eltrant supuso que aquel lugar era el ayuntamiento de aquel enclave, aparentemente, abandonado.
Y no se equivocaba, aquel sitio tenía aspecto de ser importante, o de haberlo sido en un pasado distante. En aquel momento las tablas del suelo crujían con cada paso que daba, las mesas, repletas de papeles amarillentos, yacían destrozadas por doquier y, las pocas ventanas que seguían contando con cristales, estaban tan polvorientas que no dejaban ver nada del exterior.
- Bonita decoración – Dijo Lyn alzando la vista, la lámpara que colgaba del techo parecía a punto de caerse en cualquier momento, todo aquel lugar estaba a un estornudo muy fuerte de venirse abajo. - ¿Ves? Justo lo que decía de estas tierras. Un gusto pésimo. – La muchacha rió, nerviosa, y continuó caminando tras su compañero.
- No lo sé… - Musito Eltrant, sin soltar si espada, avanzando a través de la amplia antesala en la que al final, totalmente despedazado, descansaba un extenso mostrador en el que probablemente las personas con poder en aquel sitio habrían atendido los requerimientos de los pueblerinos. – Tiene su encanto… - Dijo mientras examinaba los distintos cajones que había detrás de la barra de madera, esperando localizar algo que le indicase porque aquel lugar había acabado en aquel estado. no había nada de utilidad, papeles que hablaban de cosechas y almacenes, lo usual.
Sorteó la barrera y se encaminó a la habitación del fondo, Lyn dejó escapar un suspiro y, tras juguetear unos segundos con su flequillo, le siguió.
Acabaron en otra polvorienta habitación, una en un estado ligeramente superior al resto del edificio y, por cómo estaba organizada la habitación, parecía pertenecer a alguien en concreto, ¿El alcalde? Suspiró, pensar que estaría allí con el estado en el que se encontraba el edificio era soñar por lo alto, pero no podía descartar la idea de encontrar algo.
- Este sitio me da escalofríos, Mortal. – Dijo Lyn desde la puerta de la oficina. – Vámonos… puedo… notar algo. Prefiero la calle - Incluso él podía notar ese algo del que la vampiresa acababa de hablar, le dedicó una sonrisa, o lo intentó, pero la joven torció el gesto y negó con la cabeza. – Lo dijo de verdad. – Se cruzó de brazos.
- A mi también – Respondió Eltrant estudiando los diferentes manuscritos que descansaban sobre el escritorio del alcalde. – Pero… - Suspiró. – No creo que nos dé tiempo a llegar a otro sitio antes del amanecer, ahora miramos otro sitio en el que pasar la noche. – Dijo. Lyn se mordió el labio inferior y, sin añadir nada más, se acercó hasta el errante.
Lo preocupante de todo aquello no era la ausencia de gente, desde el exterior parecía que habían abandonado, simplemente, aquel lugar. Quizás por las cosechas o por que los mercaderes no pasaban por allí, era algo que sucedía constantemente con los pueblos aislados del continente.
Pero el interior de aquella oficina mostraba que algo había pasado por allí, algo violento que no había dejado ninguna persona a su paso, ni siquiera sangre. ¿Habían sido esclavistas? En cualquier caso, nada indicaba el tiempo que llevaba el poblado abandonado, pero no parecía mucho: apenas había polvo y las plantas no habían comenzado a reclamar el pueblo para sí.
Frunció el ceño y, tomando aire, casi suspirando, abrió el pequeño y único cajón con el que el alcalde de Ciudad Sombría contaba. Un pequeño cuaderno de cuero aguardaba en el interior, parecía que alguien lo había puesto ahí a posta incluso, enarcó una ceja y lo tomó para, enseguida, curiosear el contenido de sus hojas.
"Lo sucedido en la prisión ha causado una gran conmoción por toda la ciudad. Desafortunadamente no me encuentro en condiciones de desperdiciar fondos y esfuerzos en estos momentos. Debo preparar a Ciudad Sombría para el caos que se avecina, la enfermedad ya ha comenzado a extenderse…’’
Miró inquisitivamente a Lyn cuando dejó de leer en voz alta lo que contenía la última página y lo único que encontró relevante, la muchacha se encogió de hombros incapaz de darle ninguna respuesta.
- Lo sucedido en la prisión… - Dejó caer el cuaderno sobre la puerta y se atusó la barba. ¿Podía haber sido una fuga masiva? ¿Podía el alcalde haber decidido que los prófugos no eran más importantes que la plaga? ¿Era una posibilidad realista el suponer que estos habían vuelto a la ciudad y se habían encargado de llevarse a sus habitantes?
Fuese cual fuese la repuestas a aquellas preguntas, no tuvo tiempo de responderlas en aquel momento, el edificio entero crujió, emitió el mismo sonido que, si fuese acaso posible, producirían más de un centenar de árboles al quebrarse al mismo tiempo.
- ¿¡Que has tocado Mortal?! – Gritó Lyn quien, hasta ese momento, había estado analizando la ostentosa armadura dorada que descansaba en uno de los extremos de la habitación.
- ¡Nada! – Protestó Eltrant de vuelta. ¿Por qué siempre tenía que tener la culpa de todo? Era verdad que solía iniciar los accidentes cuando intentaba evitarlos, pero aquella vez no había hecho nada. El edificio volvió a crujir, esta vez, los cimientos del mismo comenzaron a sacudirse con fuerza, aquel sitio había decidido que el momento más oportuno para venirse abajo era aquel.
- ¡Lo que nos faltaba! – Gritó Eltrant agarrando a la muchacha del brazo y echando a correr hacía la salida casi de inmediato.
- ¡Eso te pasa por tocar lo que no debes! – La lámpara de techo se estrelló frente a ellos, el suelo se abría a su paso, la madera que componía la estructura se fragmentaba con una facilidad inusual, casi parecía que el ayuntamiento había estado sumergido en agua por décadas.
Cada habitación que atravesaban se veía acompañada por un intenso chasquido que probaba que, a sus espaldas, todo se estaba viniendo abajo, que estaban corriendo por no acabar sepultados en aquel lugar.
¿Por qué los dioses le odiaban tanto?
- ¡Pero no te pares! – Exclamó Lyn cuando Eltrant, de pronto, se detuvo.
- ¡¡No puede ser!! – Fue lo primero que respondió el castaño, Lyn se giró sobre sí misma, depositó sus ojos en la figura de su compañero, la cual apenas había tenido tiempo de internarse en la última habitación que tenían que sortear - ¡No... no me he parado! – Protestó Eltrant tirando de la pierna que se había quedado encallada entre varias tablas de madera. - ¡Ayúdame! – Pidió extendiendo la mano, Lyn se mordió el labio inferior y, como si de una sombra se tratase, se colocó junto al exmercenario.
- ¿¡Por qué pesas tanto?! – Preguntó la muchacha a la vez que, insistentemente, tiraba de la pierna que Eltrant tenía atrapada.
Parte del techo que tenían sobre sus cabezas se derrumbó justo a su lado, Lyn se detuvo un momento, Eltrant pudo ver la cara de asombro que se dibujó en el rostro de la vampiresa cuando vio esto, se petrificó durante unos segundos.
- ¡No lo sé! – Dijo Eltrant tratando de devolverla a la realidad, la agitó un poco - ¡Será lo que como! – Añadió - ¿¡A qué esperas?! ¡Sigue tirando! – Lyn reaccionó enseguida y procedió a repetir la misma acción una y otra vez, tiró con toda la fuerza que tenía en los brazos al compás con el que Eltrant movía la pierna, pero todo parecía ser en vano.
- ¡No hay manera! ¡Es culpa de esta maldita armadura! – Lyn frunció el ceño, no tenían tiempo que perder y no iban a salir de allí de aquella forma, Eltrant lo había comprendido y Lyn, también - ¡Prepárate! – Bramó la ojiazul asiéndose al cuerpo del exmercenario, abrazándole con fuerza.
No era la primera vez que lo sentía, su cuerpo se envolvió en sombras durante unos instantes y, después, él mismo, también era una sombra. Se sintió ágil, casi como si no pasase nada, podía ver la figura de Lyn frete a él, una sombra con la forma de su amiga que tiraba de él. [1]
Su pierna, una amalgama de gas y oscuridad salió de entre las tablas fácilmente, casi parecía un chiste en comparación con lo que estaban pasando. Una vez con la extremidad liberada Lyn tiró de él hasta la salida, solo quedaba una habitación y la vampiresa la surcó todo lo rápido que su habilidad le permitió, los últimos metros del recibidor del ayuntamiento los superaron en apenas unos segundos envueltos en sombras.
Cayeron a pocos metros de la entrada principal del ayuntamiento, desde dónde contemplaron como este se terminaba de venir abajo. Volvió a recuperar su forma física, respiró con fuerza, llenando sus pulmones con aire una y otra vez, por alguna razón siempre que Lyn hacía aquel truco se quedaba sin aire.
Tras tranquilizarse un mínimo y asegurarse de que tanto él como Lyn seguían de una pieza sonrió a su compañera mientras, a su espalda, una gruesa nube de polvo se alzaba sobre los escombros del edificio.
- Gracias, Lyn. Te debo... otra. – Dijo a la muchacha levantándose del suelo, ascendiéndose la arena que comenzaba a cumularse en la tela que cubría su armadura.
- No hay de que Mortal. – Contestó la muchacha levantando el pulgar con una sonrisa. - ¡Trabajo en equipo! – Eltrant ensanchó una sonrisa y le dio un empujón amistoso. – Ah, me debes la botella de vino más cara que te puedas permitir. – El castaño, sin contestar, se quedó mirando las ruinas del edificio unos segundos.
Eso que acababa de suceder no podía ser normal.
- ¿Me has oído? – Lyn le zarandeó un poco, parecía tan pálida como él mismo, más de lo normal. El susto había sido mutuo al parecer, aunque esta se negase a admitirlo.
- Sí, sí. – Dijo Eltrant alzando la mirada hasta una de las ventanas de la segunda planta de otro de los edificios del lugar, una taberna por su aspecto – Una botella de vino de quince Aeros, lo apunto. – Lyn se cruzó de brazos y, después de asentir conforme, siguió a su compañero que había vuelto a ponerse en movimiento.
- No es el precio de la botella lo que importa. – Comenzó a exponer Lyn, recuperando un poco del buen humor que la caracterizaba, o quizás lo estaba fingiendo, a veces no podía leer bien a Lyn, era algo a lo que se había habituado. – La botella en si es un símbolo de tu lealtad hacia tu ama. – Aseveró. – Es una ofrenda, un regalo, diría yo. – Casi sin que la vampiresa se hubiese dado cuenta se habían adentrado en otra edificación y, en apenas unos minutos, estaban en la segunda planta. - ¿…Qué hacemos aquí? – Preguntó de forma ligeramente brusca, aunque relajó la expresión enseguida – Te acabo de sacar de una trampa Mortal, no quiero volver a hacerlo - Se le escapó una risita - ¿Lo pillas? Una trampa Mort… – Eltrant levantó la mano para que se callase y señaló a la hendidura que había bajo la puerta de la habitación que tenían en frente.
- Aquí hay alguien. – Afirmó asiendo de nuevo la espada, Lyn miró fijamente la puerta y, después de esperar unos segundos en silencio, asintió. Independientemente de quien fuese y el motivo por el que estaba allí encerrado, seguro que podía arrojar algo de luz sobre la situación en aquella ciudad.
Literalmente.
Golpeó tres veces la puerta con los nudillos, Lyn le dio un codazo y le preguntó, con la mirada, que se suponía que estaba haciendo, a lo que Eltrant respondió encogiéndose de hombros. Si la única persona del lugar estaba allí entrar en dónde se escondía pateando la puerta y enarbolando la espada no iba a servir de mucho.
Con un suave crujido, la puerta de la estancia se abrió mostrando al dúo que se escondía tras ella. Una bella mujer de cabellos rojizos aguardaba sentada tras una pequeña mesa sobre la cual había preparado un numero inusual de utensilios que Eltrant no era capaz de identificar a simple vista.
Durante varios segundos, varios largos segundos. Se quedó mirando a aquella joven sin saber exactamente qué decir.
- Esto… ¿Buenas noches?
_____________________________________________________________
[1] Habilidad Lyn: Nivel 1 - Forma Espectral.
Era un lugar extraño, eso era un hecho, casi parecía ser el coto de caza particular de algún vampiro de Sacrestic. Eltrant era alguien que había estado en multitud de lugares que, difícilmente, podían ser llamados normales, en los que cualquier persona habría sentido el repentino impulso de marcharse inmediatamente y, en aquel momento, estaba sintiendo eso.
- Que bien… - El interior del majestoso edificio que estaba centrado en la amplia plazoleta en la que se habían adentrado no estaba en mejor estado que el exterior, se había internado en el edificio por qué, por el tamaño y la forma en la que estaba colocado, Eltrant supuso que aquel lugar era el ayuntamiento de aquel enclave, aparentemente, abandonado.
Y no se equivocaba, aquel sitio tenía aspecto de ser importante, o de haberlo sido en un pasado distante. En aquel momento las tablas del suelo crujían con cada paso que daba, las mesas, repletas de papeles amarillentos, yacían destrozadas por doquier y, las pocas ventanas que seguían contando con cristales, estaban tan polvorientas que no dejaban ver nada del exterior.
- Bonita decoración – Dijo Lyn alzando la vista, la lámpara que colgaba del techo parecía a punto de caerse en cualquier momento, todo aquel lugar estaba a un estornudo muy fuerte de venirse abajo. - ¿Ves? Justo lo que decía de estas tierras. Un gusto pésimo. – La muchacha rió, nerviosa, y continuó caminando tras su compañero.
- No lo sé… - Musito Eltrant, sin soltar si espada, avanzando a través de la amplia antesala en la que al final, totalmente despedazado, descansaba un extenso mostrador en el que probablemente las personas con poder en aquel sitio habrían atendido los requerimientos de los pueblerinos. – Tiene su encanto… - Dijo mientras examinaba los distintos cajones que había detrás de la barra de madera, esperando localizar algo que le indicase porque aquel lugar había acabado en aquel estado. no había nada de utilidad, papeles que hablaban de cosechas y almacenes, lo usual.
Sorteó la barrera y se encaminó a la habitación del fondo, Lyn dejó escapar un suspiro y, tras juguetear unos segundos con su flequillo, le siguió.
Acabaron en otra polvorienta habitación, una en un estado ligeramente superior al resto del edificio y, por cómo estaba organizada la habitación, parecía pertenecer a alguien en concreto, ¿El alcalde? Suspiró, pensar que estaría allí con el estado en el que se encontraba el edificio era soñar por lo alto, pero no podía descartar la idea de encontrar algo.
- Este sitio me da escalofríos, Mortal. – Dijo Lyn desde la puerta de la oficina. – Vámonos… puedo… notar algo. Prefiero la calle - Incluso él podía notar ese algo del que la vampiresa acababa de hablar, le dedicó una sonrisa, o lo intentó, pero la joven torció el gesto y negó con la cabeza. – Lo dijo de verdad. – Se cruzó de brazos.
- A mi también – Respondió Eltrant estudiando los diferentes manuscritos que descansaban sobre el escritorio del alcalde. – Pero… - Suspiró. – No creo que nos dé tiempo a llegar a otro sitio antes del amanecer, ahora miramos otro sitio en el que pasar la noche. – Dijo. Lyn se mordió el labio inferior y, sin añadir nada más, se acercó hasta el errante.
Lo preocupante de todo aquello no era la ausencia de gente, desde el exterior parecía que habían abandonado, simplemente, aquel lugar. Quizás por las cosechas o por que los mercaderes no pasaban por allí, era algo que sucedía constantemente con los pueblos aislados del continente.
Pero el interior de aquella oficina mostraba que algo había pasado por allí, algo violento que no había dejado ninguna persona a su paso, ni siquiera sangre. ¿Habían sido esclavistas? En cualquier caso, nada indicaba el tiempo que llevaba el poblado abandonado, pero no parecía mucho: apenas había polvo y las plantas no habían comenzado a reclamar el pueblo para sí.
Frunció el ceño y, tomando aire, casi suspirando, abrió el pequeño y único cajón con el que el alcalde de Ciudad Sombría contaba. Un pequeño cuaderno de cuero aguardaba en el interior, parecía que alguien lo había puesto ahí a posta incluso, enarcó una ceja y lo tomó para, enseguida, curiosear el contenido de sus hojas.
"Lo sucedido en la prisión ha causado una gran conmoción por toda la ciudad. Desafortunadamente no me encuentro en condiciones de desperdiciar fondos y esfuerzos en estos momentos. Debo preparar a Ciudad Sombría para el caos que se avecina, la enfermedad ya ha comenzado a extenderse…’’
Miró inquisitivamente a Lyn cuando dejó de leer en voz alta lo que contenía la última página y lo único que encontró relevante, la muchacha se encogió de hombros incapaz de darle ninguna respuesta.
- Lo sucedido en la prisión… - Dejó caer el cuaderno sobre la puerta y se atusó la barba. ¿Podía haber sido una fuga masiva? ¿Podía el alcalde haber decidido que los prófugos no eran más importantes que la plaga? ¿Era una posibilidad realista el suponer que estos habían vuelto a la ciudad y se habían encargado de llevarse a sus habitantes?
Fuese cual fuese la repuestas a aquellas preguntas, no tuvo tiempo de responderlas en aquel momento, el edificio entero crujió, emitió el mismo sonido que, si fuese acaso posible, producirían más de un centenar de árboles al quebrarse al mismo tiempo.
- ¿¡Que has tocado Mortal?! – Gritó Lyn quien, hasta ese momento, había estado analizando la ostentosa armadura dorada que descansaba en uno de los extremos de la habitación.
- ¡Nada! – Protestó Eltrant de vuelta. ¿Por qué siempre tenía que tener la culpa de todo? Era verdad que solía iniciar los accidentes cuando intentaba evitarlos, pero aquella vez no había hecho nada. El edificio volvió a crujir, esta vez, los cimientos del mismo comenzaron a sacudirse con fuerza, aquel sitio había decidido que el momento más oportuno para venirse abajo era aquel.
- ¡Lo que nos faltaba! – Gritó Eltrant agarrando a la muchacha del brazo y echando a correr hacía la salida casi de inmediato.
- ¡Eso te pasa por tocar lo que no debes! – La lámpara de techo se estrelló frente a ellos, el suelo se abría a su paso, la madera que componía la estructura se fragmentaba con una facilidad inusual, casi parecía que el ayuntamiento había estado sumergido en agua por décadas.
Cada habitación que atravesaban se veía acompañada por un intenso chasquido que probaba que, a sus espaldas, todo se estaba viniendo abajo, que estaban corriendo por no acabar sepultados en aquel lugar.
¿Por qué los dioses le odiaban tanto?
- ¡Pero no te pares! – Exclamó Lyn cuando Eltrant, de pronto, se detuvo.
- ¡¡No puede ser!! – Fue lo primero que respondió el castaño, Lyn se giró sobre sí misma, depositó sus ojos en la figura de su compañero, la cual apenas había tenido tiempo de internarse en la última habitación que tenían que sortear - ¡No... no me he parado! – Protestó Eltrant tirando de la pierna que se había quedado encallada entre varias tablas de madera. - ¡Ayúdame! – Pidió extendiendo la mano, Lyn se mordió el labio inferior y, como si de una sombra se tratase, se colocó junto al exmercenario.
- ¿¡Por qué pesas tanto?! – Preguntó la muchacha a la vez que, insistentemente, tiraba de la pierna que Eltrant tenía atrapada.
Parte del techo que tenían sobre sus cabezas se derrumbó justo a su lado, Lyn se detuvo un momento, Eltrant pudo ver la cara de asombro que se dibujó en el rostro de la vampiresa cuando vio esto, se petrificó durante unos segundos.
- ¡No lo sé! – Dijo Eltrant tratando de devolverla a la realidad, la agitó un poco - ¡Será lo que como! – Añadió - ¿¡A qué esperas?! ¡Sigue tirando! – Lyn reaccionó enseguida y procedió a repetir la misma acción una y otra vez, tiró con toda la fuerza que tenía en los brazos al compás con el que Eltrant movía la pierna, pero todo parecía ser en vano.
- ¡No hay manera! ¡Es culpa de esta maldita armadura! – Lyn frunció el ceño, no tenían tiempo que perder y no iban a salir de allí de aquella forma, Eltrant lo había comprendido y Lyn, también - ¡Prepárate! – Bramó la ojiazul asiéndose al cuerpo del exmercenario, abrazándole con fuerza.
No era la primera vez que lo sentía, su cuerpo se envolvió en sombras durante unos instantes y, después, él mismo, también era una sombra. Se sintió ágil, casi como si no pasase nada, podía ver la figura de Lyn frete a él, una sombra con la forma de su amiga que tiraba de él. [1]
Su pierna, una amalgama de gas y oscuridad salió de entre las tablas fácilmente, casi parecía un chiste en comparación con lo que estaban pasando. Una vez con la extremidad liberada Lyn tiró de él hasta la salida, solo quedaba una habitación y la vampiresa la surcó todo lo rápido que su habilidad le permitió, los últimos metros del recibidor del ayuntamiento los superaron en apenas unos segundos envueltos en sombras.
Cayeron a pocos metros de la entrada principal del ayuntamiento, desde dónde contemplaron como este se terminaba de venir abajo. Volvió a recuperar su forma física, respiró con fuerza, llenando sus pulmones con aire una y otra vez, por alguna razón siempre que Lyn hacía aquel truco se quedaba sin aire.
Tras tranquilizarse un mínimo y asegurarse de que tanto él como Lyn seguían de una pieza sonrió a su compañera mientras, a su espalda, una gruesa nube de polvo se alzaba sobre los escombros del edificio.
- Gracias, Lyn. Te debo... otra. – Dijo a la muchacha levantándose del suelo, ascendiéndose la arena que comenzaba a cumularse en la tela que cubría su armadura.
- No hay de que Mortal. – Contestó la muchacha levantando el pulgar con una sonrisa. - ¡Trabajo en equipo! – Eltrant ensanchó una sonrisa y le dio un empujón amistoso. – Ah, me debes la botella de vino más cara que te puedas permitir. – El castaño, sin contestar, se quedó mirando las ruinas del edificio unos segundos.
Eso que acababa de suceder no podía ser normal.
- ¿Me has oído? – Lyn le zarandeó un poco, parecía tan pálida como él mismo, más de lo normal. El susto había sido mutuo al parecer, aunque esta se negase a admitirlo.
- Sí, sí. – Dijo Eltrant alzando la mirada hasta una de las ventanas de la segunda planta de otro de los edificios del lugar, una taberna por su aspecto – Una botella de vino de quince Aeros, lo apunto. – Lyn se cruzó de brazos y, después de asentir conforme, siguió a su compañero que había vuelto a ponerse en movimiento.
- No es el precio de la botella lo que importa. – Comenzó a exponer Lyn, recuperando un poco del buen humor que la caracterizaba, o quizás lo estaba fingiendo, a veces no podía leer bien a Lyn, era algo a lo que se había habituado. – La botella en si es un símbolo de tu lealtad hacia tu ama. – Aseveró. – Es una ofrenda, un regalo, diría yo. – Casi sin que la vampiresa se hubiese dado cuenta se habían adentrado en otra edificación y, en apenas unos minutos, estaban en la segunda planta. - ¿…Qué hacemos aquí? – Preguntó de forma ligeramente brusca, aunque relajó la expresión enseguida – Te acabo de sacar de una trampa Mortal, no quiero volver a hacerlo - Se le escapó una risita - ¿Lo pillas? Una trampa Mort… – Eltrant levantó la mano para que se callase y señaló a la hendidura que había bajo la puerta de la habitación que tenían en frente.
- Aquí hay alguien. – Afirmó asiendo de nuevo la espada, Lyn miró fijamente la puerta y, después de esperar unos segundos en silencio, asintió. Independientemente de quien fuese y el motivo por el que estaba allí encerrado, seguro que podía arrojar algo de luz sobre la situación en aquella ciudad.
Literalmente.
Golpeó tres veces la puerta con los nudillos, Lyn le dio un codazo y le preguntó, con la mirada, que se suponía que estaba haciendo, a lo que Eltrant respondió encogiéndose de hombros. Si la única persona del lugar estaba allí entrar en dónde se escondía pateando la puerta y enarbolando la espada no iba a servir de mucho.
Con un suave crujido, la puerta de la estancia se abrió mostrando al dúo que se escondía tras ella. Una bella mujer de cabellos rojizos aguardaba sentada tras una pequeña mesa sobre la cual había preparado un numero inusual de utensilios que Eltrant no era capaz de identificar a simple vista.
Durante varios segundos, varios largos segundos. Se quedó mirando a aquella joven sin saber exactamente qué decir.
- Esto… ¿Buenas noches?
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[1] Habilidad Lyn: Nivel 1 - Forma Espectral.
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
Ella no se inmutó al verlos aparecer en su habitación, pues sabía que en ese segundo habrían de hacer su aparición. Hizo un pequeño gesto, indicándoles que se adentrasen a sus aposentos, era el momento de que todo diese comienzo.
-Melissa -sonrió-. Ese es mi nombre -comenzó a sacar unas cuantas cartas del mazo que reposaba a su costado derecho-. Y si no me equivoco, vosotros sois extranjeros. Un humano y una vampira -hizo una mueca de burla-. No es una combinación usual -volvió a sacar otra carta-. Iré directo al grano. Ahora vosotros no podréis abandonar esta ciudad.
Tres cartas de tarot fueron puestas sobre la mesa, llevando los pensamientos de ambos héroes a una dimensión desde la cual podían observar lo sucedido en la prisión, aunque no de una forma clara.
Solo serían capaces de vislumbrar a un hombre desenterrando un artefacto y posteriormente el incendio, nada que realmente explicase qué estaba ocurriendo.
-Por desgracia no tengo suficientes fragmentos del caos como para dar con la verdad -los miró-, de vosotros depende recolectar los fragmentos del caos y traerlos aquí -les entrego unas cartas de tarot completamente en blanco-. Recorred la ciudad y cargad estas cartas con la energía mágica. Solo así podré daros una perspectiva clara de lo que debéis enfrentar.
Melissa podía anticipar muchas, pero sin los fragmentos del caos sus predicciones no serían certeras, por ello necesitaba la ayuda de esos extranjeros, aunque sospechaba que tendría que hacer algo más para ganarse su confianza.
-Tomad esto -les entregó dos pequeños collares-. Cuando os encontréis cerca de un fragmento del caos las piedras os mostrarán a dónde debéis dirigiros.
Un fragmento del caos era un pequeño cumulo de magia poderosa, en este caso por dónde el artefacto había estado; pero no tenía mucho tiempo para explicarles.
-La muerte nos asecha a los tres -los miró-. Ahora que habéis entrado en la ciudad no podéis salir de aquí. Tened cuidado, entre más fuerte sea el fragmento, más intentará acabar con vuestras vidas.
Firmemente rectificó que no respondería más preguntas, pero que aún podía hacer algo más por ellos, por lo que, sin previo aviso, se acercó al muchacho, pegando sus labios con los ajenos en un pequeño beso. Repitiendo la misma acción con la vampira.
-Ya puedo saber en dónde se encuentran y comunicarme con vosotros.
Permitió que se retirasen con la promesa de que explicaría más cosas cuando le trajeran alguna carta llena.
Ahora la misión había cambiado. Ellos tendrían que recorrer aquel territorio en busca de algo confuso, cargando unas extrañas cartas en blanco y con esos pequeños collares.
Pero pronto comprenderían que las palabras de Melissa no estaban tan alejadas de la realidad, pues al salir de la taberna, el piso comenzaría a fragmentarse, buscando tragarse a esos extranjeros que ahora estaban bajo el acecho de la maldición. Ahora tendría que ingeniárselas para esquivar
Y esto…era solo el comienzo.
-Melissa -sonrió-. Ese es mi nombre -comenzó a sacar unas cuantas cartas del mazo que reposaba a su costado derecho-. Y si no me equivoco, vosotros sois extranjeros. Un humano y una vampira -hizo una mueca de burla-. No es una combinación usual -volvió a sacar otra carta-. Iré directo al grano. Ahora vosotros no podréis abandonar esta ciudad.
Tres cartas de tarot fueron puestas sobre la mesa, llevando los pensamientos de ambos héroes a una dimensión desde la cual podían observar lo sucedido en la prisión, aunque no de una forma clara.
Solo serían capaces de vislumbrar a un hombre desenterrando un artefacto y posteriormente el incendio, nada que realmente explicase qué estaba ocurriendo.
-Por desgracia no tengo suficientes fragmentos del caos como para dar con la verdad -los miró-, de vosotros depende recolectar los fragmentos del caos y traerlos aquí -les entrego unas cartas de tarot completamente en blanco-. Recorred la ciudad y cargad estas cartas con la energía mágica. Solo así podré daros una perspectiva clara de lo que debéis enfrentar.
Melissa podía anticipar muchas, pero sin los fragmentos del caos sus predicciones no serían certeras, por ello necesitaba la ayuda de esos extranjeros, aunque sospechaba que tendría que hacer algo más para ganarse su confianza.
-Tomad esto -les entregó dos pequeños collares-. Cuando os encontréis cerca de un fragmento del caos las piedras os mostrarán a dónde debéis dirigiros.
Un fragmento del caos era un pequeño cumulo de magia poderosa, en este caso por dónde el artefacto había estado; pero no tenía mucho tiempo para explicarles.
-La muerte nos asecha a los tres -los miró-. Ahora que habéis entrado en la ciudad no podéis salir de aquí. Tened cuidado, entre más fuerte sea el fragmento, más intentará acabar con vuestras vidas.
Firmemente rectificó que no respondería más preguntas, pero que aún podía hacer algo más por ellos, por lo que, sin previo aviso, se acercó al muchacho, pegando sus labios con los ajenos en un pequeño beso. Repitiendo la misma acción con la vampira.
-Ya puedo saber en dónde se encuentran y comunicarme con vosotros.
Permitió que se retirasen con la promesa de que explicaría más cosas cuando le trajeran alguna carta llena.
Ahora la misión había cambiado. Ellos tendrían que recorrer aquel territorio en busca de algo confuso, cargando unas extrañas cartas en blanco y con esos pequeños collares.
Pero pronto comprenderían que las palabras de Melissa no estaban tan alejadas de la realidad, pues al salir de la taberna, el piso comenzaría a fragmentarse, buscando tragarse a esos extranjeros que ahora estaban bajo el acecho de la maldición. Ahora tendría que ingeniárselas para esquivar
Y esto…era solo el comienzo.
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Eltrant Tale: No puedes decir que no te quiero, te he besado, aunque en forma de npc. Melissa puede parecer un poco loca, pero en realidad es una poderosa bruja con una mente analítica y, quizá, la única persona que puede sacaros de ese infierno. Vuestra misión es simple: debéis coger los fragmentos del caos por toda la ciudad, aunque primero tendréis que escapar del agujero en la tierra que busca comeros a toda costa. Después tendréis que decidir hacia donde os dirigiréis. Tenéis varias opciones: la prisión, la casa del alcalde, la escuela, volver al ayuntamiento. También tendréis que lanzar una runa que determinará la fuerza del fragmento del caos que encontraréis, así como la dificultad que deberéis enfrentar. Melissa os ha dado un pequeño obsequio a ambos con aquel beso, lo descubriréis cuando el momento llegue.
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
La mujer no respondió al improvisado saludo de Eltrant. Sin decir nada, indicó a los dos visitantes intempestivos que aun aguardaban en la puerta que se adentrasen en la habitación con un rápido movimiento de muñeca.
El castaño, aún en la entrada a la estancia lanzó una rápida mirada a Lyn que, a su lado, jugueteaba con su flequillo sin moverse un ápice, sin devolverle siquiera la mirada. Eltrant sabía lo que estaba haciendo, después de todo no era la primera vez que la veía nerviosa; las pupilas de la ojiazul desfilaban disimuladamente por todas las posibles salidas del lugar.
El errante volvió a desviar su mirada hasta la mujer de cabellos cobrizos y frunció el ceño levemente, casi de forma imperceptible. ¿Se atrevían a entrar? Tenían frente a ellos a la supuesta única habitante en un pueblo abandonado, uno que, por alguna razón, había sido testigo de alguna catástrofe que había consumido a sus habitantes y, por que acababan de vivir, estaba sucediendo algo similar con los edificios.
La mujer pareció ver la duda de los recién llegados y, con una sonrisa, se presentó.
- Melissa… - dijo Eltrant aun desde la puerta, avanzando un par de pasos, Lyn se mordió el labio inferior al ver esto, pero, tras unos segundos más de duda, le siguió. La puerta se cerró tras ellos por si sola, con suavidad, como si de algún modo, alguien la hubiese cerrado con cuidado.
Enarcó una ceja y se giró a ver lo que acababa de suceder.
- “¿Una bruja?” – aquellos poderes no le eran extraños, había visto aquello un en un sinfín de ocasiones y hasta una niña como Eyre era capaz de mover cosas sin tocarlas, no obstante, el hecho de que la mujer reconociese a Lyn como vampiresa solo con verla le hizo inclinarse levemente hacía adelante y, casualmente, dejar caer ambas manos hasta su cinturón, justo dónde estaba firmemente envainada “Recuerdo”, su espada de hielo.
- ¿No podemos abandonar la ciudad? – la conversación con Melissa estaba siendo, básicamente, unidireccional. Mientras que Eltrant solo podía enarcar las cejas y hacer ciertas muecas de asombro con cada criptica palabra que salía de los labios de la pelirroja, Lyn decidió permanecer callada.
Todo cambió de golpe cuando la aparente bruja comenzó a colocar, metódicamente, tres cartas sobre la mesa tras la cual estaba sentada. Justo cuando la tercera carta quedo perfectamente alineada con las otras dos una inusual cantidad de visiones comenzaron a desfilar frente a sus ojos.
No era confuso, tampoco dolía, para Eltrant fue como si encendieran una antorcha en una habitación en penumbra, pudo distinguir escenas, conceptos; estaba seguro que todos ellos tenían que ver con el pueblo, pero no había nada totalmente comprensible a simple vista. Evidentemente, había visto lo suficiente como para interpretar que aquellas visiones tenían que ver con lo sucedido en la aldea en la que se encontraban, era el motivo por el que aquel lugar estaba deshabitado.
Cuando las visiones cesaron la inusual palidez que se había unido al rostro de su acompañante le mostró que no había sido solo cosa suya, no había tenido un repentino ataque de locura, la bruja también había hecho ver a Lyn aquellas visiones. Se cruzó de brazos y se mantuvo en silencio, frunció el ceño cuando la mujer admitió no conocer todos detalles de lo que había sucedido.
Pidió a los extranjeros que tenía delante, los dos que se habían involucrado en aquella situación sin apenas haberse dado cuenta de hacía dónde estaban caminando, que les ayudasen.
- ¿Es verdad eso de que no podemos salir del pueblo, aunque queramos? – preguntó Eltrant pasándose las cartas de una mano a otra, ligeramente nervioso. Estas cartas, a diferencia de las que la mujer había usado para “mostrarles” lo que había sucedido en la aldea estaban completamente en blanco, literalmente, a medio hacer.
Melissa no respondió, Eltrant suspiró y se pasó la mano por el pelo, se giró hacía Lyn y se encogió de hombros. Era mucha información que analizar, demasiada de golpe, necesitaba tiempo del que, al parecer, no contaban allí. Analizó fijamente las cartas que tenía entre las manos durante unos segundos y las guardó en uno de los tantos bolsillos que cubrían su armadura.
- Muy bien. – dijo sencillamente, ajustándose las correas que rodeaban su cintura. – Pero mi compañera se queda aquí. ¿Solo tengo que… pasear por ahí afuera? – Una prisión, una multitud desaparecida, un incendio… fuese como fuese, parecía un trabajo indicado para él; sonrió.
Lyn a su lado suspiró exasperada al ver esto, agitó con fuerza la cabeza y dio un par de saltitos en el lugar en el que se encontraba, para al final, tomar aire profundamente.
- Eres un idiota, Mortal, evidentemente no te puedo dejar sin supervisión ni un segundo. ¿Cómo sabrías que hacer sin mi sabiduría y guía? - Lyn dio un paso al frente y chasqueó la lengua. La vampiresa entonces sonrió con suavidad y, ahora más relajada, señaló a Melissa – ¡Pareces maja! ¡Déjalo en nuestras manos, señora rara! – dijo firmemente, golpeándose el pecho, dejando entrever uno de sus colmillos – Conduciré a mi lacayo por el buen camino. La Hermandad de la Luna Escarlata se ocupará de todo esto. – Eltrant enarcó una ceja cuando escuchó a Lyn decir esto. - … y después nos vamos de aquí. – añadió en voz algo más baja, desviando la mirada hacía sus botas apenas la duración de un parpadeo.
- ¿… ahora tenemos nombre? ¿Somos... una hermandad? – preguntó Eltrant momentos antes de que Melissa le otorgara a cada uno un colgante. Eltrant estudió el suyo, de un intenso color azul, bajo la suave luz del candil que tenía más próximo; brillaba con suavidad, casi con luz propia. Según había afirmado Melissa, aquellas joyas indicarían cuando se encontrasen cerca de los fragmentos, cosa que les sería útil, no estaban en Lunargenta, pero la aldea no era precisamente pequeña.
Lyn obvió las palabras de exmercenario y analizó su propio colgante, de un vivo color carmesí, sonrió mientras lo colocaba alrededor de su cuello y se encogió de hombros, recuperando el poco color que había perdido al ver las distintas visiones que Melissa les había proporcionado.
Después de atar el colgante azul a la vaina de Recuerdo, en su cintura, Eltrant volvió a prestar atención a las últimas palabras de advertencia que Melissa les dio.
“La muerte nos acecha a los tres”
No era nada que no hubiese interpretado con todo el discurso que había dado hasta el momento, no le sorprendió. Lo que sí lo hizo, sin embargo, fue el breve beso que la bruja le dio al callarse.
- ¿…Cómo lo consigues? – preguntó Lyn estirando los brazos por encima de su cabeza casualmente. – Enserio, nadie se cree que precisamente tú seas cap… - La vampiresa trató de articular una frase más, pero, antes de que consigues hacerlo, Melissa también la había besado.
Ligeramente ruborizado Eltrant se aclaró la garganta y se dirigió inmediatamente a la salida sin decir nada, oyendo a sus espaldas la voz de Melissa explicar el motivo de los besos.
- No perdamos más tiempo – afirmó - Sí, ya, vale. – dijo indicándole a Lyn que le siguiese con un gesto. ¿Para saber dónde estaban y comunicarse con ellos? Era demasiado bonito para creer que un simple beso podía conseguir eso, aunque, por supuesto, él no tenía ni la más remota idea de magia.
Segundos después, la puerta volvió a cerrarse tras ellos de la misma forma que lo había hecho cuando se internaron en la habitación de Melissa. Estaban completamente solos, prácticamente a oscuras, en el pasillo del piso superior de la taberna.
- … Eso ha sido… - Lyn rompió el silencio que reinaba en el pasillo. - ¿Contigo ha usado mucha lengua, Mortal? – preguntó la ojiazul, a continuación, con una sonrisa, Eltrant puso los ojos en blanco y comenzó a caminar escaleras abajo. – Quiero decir, no digo que sea malo, pero un buen beso debe tener la justa cantidad de… ¡Eh! ¡No me dejes sola! – Eltrant no contestó, por lo que Lyn continúo hablando tras él, mencionando el collar que les había regalado en varias ocasiones y como ella debería quedarse con el azul, principalmente porque hacía juego con sus ojos.
Finalmente salieron de la taberna, Eltrant alzó la mirada y contempló la tenue luz que seguía iluminando la habitación que hacía esquina de la segunda planta. ¿Llevaría mucho tiempo Melissa allí sola? ¿Hacía cuanto la ciudad se había sumido en aquel caos?
Se cruzó de brazos y respiró hondo, seguía pensando que la mujer estaba exagerando, era imposible pensar que no podían abandonar el pueblo, después de todo no había nadie para impedirles marcharse de allí, tampoco ninguna muralla de varios pisos de altura que les mantenías dentro.
Térpoli volvió a su mente de improviso al ver todas aquellas viviendas vacías. Una ciudad infectada de muertos, las inmensas llamaradas de color verde que sobrevolaban las murallas e impactaban contra el suelo, produciendo inmensas explosiones del mismo color.
Cerró los ojos y sacudió la cabeza con fuerza, tratando de alejar aquellos recuerdos de su mente.
- ¿Eltrant? – Lyn le zarandeó un poco, sacándole de sus cavilaciones - ¿Estas bien? – Había genuina preocupación en los ojos de la vampiresa, Eltrant sonrió y asintió, la vampiresa hizo lo mismo.
Ahora se tenían que centrar en lo que tenían entre manos, bajó la mirada hasta su cinturón, dónde descansaba el colgante azul. ¿A dónde se dirigían? Respiró de nuevo, dejó que los pulmones se llenasen de aire completamente, que el frío aire de la noche difuminase la neblina que cubría sus pensamientos.
- Creo que… - Una fuerte sacudida, similar a la que había sentido en el interior del ayuntamiento le obligó a apoyarse en la pared de la taberna. Eltrant frunció el ceño, fuese lo que fuese aquello no se detenía, no era un simple temblor, pequeñas grietas comenzaron a abrirse en el suelo, justo a sus pies.
- ¡Corre! – gritó Lyn de inmediato, al ver como las grietas comenzaban a agrandarse a una velocidad ridícula, realizando enseguida la acción que apremiaba a su compañero a realizar. Eltrant maldijo su armadura e imitó a la vampiresa, cada paso que daba se traducía en una sacudida aún más fuerte, el suelo comenzó a abrir se a sus pies, dejando ver un abismo que no parecía tener fin.
- ¡No te pares! – exclamó Lyn, la cual podía ser endiabladamente rápida si se lo proponía y ahora estaba varios metros por delante de él, lo suficientemente lejos como para poder permitirse detenerse a ver cómo iba su amigo.
- ¡¡No es como si quisiese hacerlo!! – gritó Eltrant de vuelta, momento en el que otra de las sacudidas le hizo rodar por el suelo el tiempo suficiente como para que las grietas comenzasen a alcanzarle. - ¡Odio este pueblo! – se arrastró desesperadamente durante varios metros hasta que, finalmente, el temblor cesó.
Miró tras él, jadeando copiosamente, sin levantarse.
Se había quedado al borde del abismo, tragó saliva y, aceptando la ayuda que Lyn le ofrecía para levantarse, observó el enorme cañón que se había abierto entre ellos y la entrada a la taberna en la que estaba Melissa, una grieta inmensa que, casualmente, se extendía hasta cortar la calle principal del pueblo y, por lo que recordaba, la única salida del mismo.
- Que temblor tan… oportuno. – dijo suspirando, Lyn se colocó junto a él, de brazos cruzados. Quisiesen creer o no a la bruja, que no podían irse de allí ahora era un hecho.
- ¿A dónde vamos? – preguntó Lyn pateando una piedra al interior del abismo, agudizando el oído para oír, al menos, cuando la piedra tocaba el fondo.
Eltrant desató el colgante que pendía de la vaina de recuerdo y lo levantó frente a sus ojos, si había entendido bien a Melissa, aquella gema era una especie de “brújula”, el colgante les indicaría a dónde ir. Girándose sobre sí mismo, Eltrant acabó señalando hacía el primer lugar hacía el cual la gema se iluminó, no fue mucho, casi imperceptible, pero lo suficiente como para que el castaño pudiese percibirlo.
- ¿Hacía allí? – Lyn oteó la oscuridad hacía la que señalaba Eltrant y, instantes después, imitó a su acompañante e hizo la misma prueba con su propio colgante: volvió a brillar. – … Si te digo la verdad, no creí que fuesen a funcionar. – admitió volviéndolo a atar en torno a su cuello.
Eltrant sonrió a la ojiazul y depositó la joya alrededor de la vaina de Recuerdo para, a continuación, asegurarse de que tenía a Olvido, la gigantesca espada plateada que pendía de su espalda, a mano.
Ahora que estaba seguro de que aquel era un lugar peligroso tenía que pensar con antelación cada movimiento. Daba igual lo que les esperase en su destino, no iba a ser bueno.
- Parece… - No tardaron mucho en llegar al lugar en el que los dos colgantes comenzaron a brillar con fuerza. – Parece diferente. – dijo Lyn señalando el edificio, de proporciones superiores a los demás, que se alzaba frente a ellos.
Eltrant volvió a comprobar su joya, brillaba con fuerza, la de Lyn también. Allí había un fragmento de los que había hablado Melissa.
- “Escuela de la Señorita Heytram” – leyó en voz baja el letrero que había junto a la entrada principal del edificio. ¿Una escuela en un pueblo como aquel? Se separó un poco de la fachada del lugar y enarcó una ceja.
Aquello sí que le había sorprendido.
El castaño, aún en la entrada a la estancia lanzó una rápida mirada a Lyn que, a su lado, jugueteaba con su flequillo sin moverse un ápice, sin devolverle siquiera la mirada. Eltrant sabía lo que estaba haciendo, después de todo no era la primera vez que la veía nerviosa; las pupilas de la ojiazul desfilaban disimuladamente por todas las posibles salidas del lugar.
El errante volvió a desviar su mirada hasta la mujer de cabellos cobrizos y frunció el ceño levemente, casi de forma imperceptible. ¿Se atrevían a entrar? Tenían frente a ellos a la supuesta única habitante en un pueblo abandonado, uno que, por alguna razón, había sido testigo de alguna catástrofe que había consumido a sus habitantes y, por que acababan de vivir, estaba sucediendo algo similar con los edificios.
La mujer pareció ver la duda de los recién llegados y, con una sonrisa, se presentó.
- Melissa… - dijo Eltrant aun desde la puerta, avanzando un par de pasos, Lyn se mordió el labio inferior al ver esto, pero, tras unos segundos más de duda, le siguió. La puerta se cerró tras ellos por si sola, con suavidad, como si de algún modo, alguien la hubiese cerrado con cuidado.
Enarcó una ceja y se giró a ver lo que acababa de suceder.
- “¿Una bruja?” – aquellos poderes no le eran extraños, había visto aquello un en un sinfín de ocasiones y hasta una niña como Eyre era capaz de mover cosas sin tocarlas, no obstante, el hecho de que la mujer reconociese a Lyn como vampiresa solo con verla le hizo inclinarse levemente hacía adelante y, casualmente, dejar caer ambas manos hasta su cinturón, justo dónde estaba firmemente envainada “Recuerdo”, su espada de hielo.
- ¿No podemos abandonar la ciudad? – la conversación con Melissa estaba siendo, básicamente, unidireccional. Mientras que Eltrant solo podía enarcar las cejas y hacer ciertas muecas de asombro con cada criptica palabra que salía de los labios de la pelirroja, Lyn decidió permanecer callada.
Todo cambió de golpe cuando la aparente bruja comenzó a colocar, metódicamente, tres cartas sobre la mesa tras la cual estaba sentada. Justo cuando la tercera carta quedo perfectamente alineada con las otras dos una inusual cantidad de visiones comenzaron a desfilar frente a sus ojos.
No era confuso, tampoco dolía, para Eltrant fue como si encendieran una antorcha en una habitación en penumbra, pudo distinguir escenas, conceptos; estaba seguro que todos ellos tenían que ver con el pueblo, pero no había nada totalmente comprensible a simple vista. Evidentemente, había visto lo suficiente como para interpretar que aquellas visiones tenían que ver con lo sucedido en la aldea en la que se encontraban, era el motivo por el que aquel lugar estaba deshabitado.
Cuando las visiones cesaron la inusual palidez que se había unido al rostro de su acompañante le mostró que no había sido solo cosa suya, no había tenido un repentino ataque de locura, la bruja también había hecho ver a Lyn aquellas visiones. Se cruzó de brazos y se mantuvo en silencio, frunció el ceño cuando la mujer admitió no conocer todos detalles de lo que había sucedido.
Pidió a los extranjeros que tenía delante, los dos que se habían involucrado en aquella situación sin apenas haberse dado cuenta de hacía dónde estaban caminando, que les ayudasen.
- ¿Es verdad eso de que no podemos salir del pueblo, aunque queramos? – preguntó Eltrant pasándose las cartas de una mano a otra, ligeramente nervioso. Estas cartas, a diferencia de las que la mujer había usado para “mostrarles” lo que había sucedido en la aldea estaban completamente en blanco, literalmente, a medio hacer.
Melissa no respondió, Eltrant suspiró y se pasó la mano por el pelo, se giró hacía Lyn y se encogió de hombros. Era mucha información que analizar, demasiada de golpe, necesitaba tiempo del que, al parecer, no contaban allí. Analizó fijamente las cartas que tenía entre las manos durante unos segundos y las guardó en uno de los tantos bolsillos que cubrían su armadura.
- Muy bien. – dijo sencillamente, ajustándose las correas que rodeaban su cintura. – Pero mi compañera se queda aquí. ¿Solo tengo que… pasear por ahí afuera? – Una prisión, una multitud desaparecida, un incendio… fuese como fuese, parecía un trabajo indicado para él; sonrió.
Lyn a su lado suspiró exasperada al ver esto, agitó con fuerza la cabeza y dio un par de saltitos en el lugar en el que se encontraba, para al final, tomar aire profundamente.
- Eres un idiota, Mortal, evidentemente no te puedo dejar sin supervisión ni un segundo. ¿Cómo sabrías que hacer sin mi sabiduría y guía? - Lyn dio un paso al frente y chasqueó la lengua. La vampiresa entonces sonrió con suavidad y, ahora más relajada, señaló a Melissa – ¡Pareces maja! ¡Déjalo en nuestras manos, señora rara! – dijo firmemente, golpeándose el pecho, dejando entrever uno de sus colmillos – Conduciré a mi lacayo por el buen camino. La Hermandad de la Luna Escarlata se ocupará de todo esto. – Eltrant enarcó una ceja cuando escuchó a Lyn decir esto. - … y después nos vamos de aquí. – añadió en voz algo más baja, desviando la mirada hacía sus botas apenas la duración de un parpadeo.
- ¿… ahora tenemos nombre? ¿Somos... una hermandad? – preguntó Eltrant momentos antes de que Melissa le otorgara a cada uno un colgante. Eltrant estudió el suyo, de un intenso color azul, bajo la suave luz del candil que tenía más próximo; brillaba con suavidad, casi con luz propia. Según había afirmado Melissa, aquellas joyas indicarían cuando se encontrasen cerca de los fragmentos, cosa que les sería útil, no estaban en Lunargenta, pero la aldea no era precisamente pequeña.
Lyn obvió las palabras de exmercenario y analizó su propio colgante, de un vivo color carmesí, sonrió mientras lo colocaba alrededor de su cuello y se encogió de hombros, recuperando el poco color que había perdido al ver las distintas visiones que Melissa les había proporcionado.
Después de atar el colgante azul a la vaina de Recuerdo, en su cintura, Eltrant volvió a prestar atención a las últimas palabras de advertencia que Melissa les dio.
“La muerte nos acecha a los tres”
No era nada que no hubiese interpretado con todo el discurso que había dado hasta el momento, no le sorprendió. Lo que sí lo hizo, sin embargo, fue el breve beso que la bruja le dio al callarse.
- ¿…Cómo lo consigues? – preguntó Lyn estirando los brazos por encima de su cabeza casualmente. – Enserio, nadie se cree que precisamente tú seas cap… - La vampiresa trató de articular una frase más, pero, antes de que consigues hacerlo, Melissa también la había besado.
Ligeramente ruborizado Eltrant se aclaró la garganta y se dirigió inmediatamente a la salida sin decir nada, oyendo a sus espaldas la voz de Melissa explicar el motivo de los besos.
- No perdamos más tiempo – afirmó - Sí, ya, vale. – dijo indicándole a Lyn que le siguiese con un gesto. ¿Para saber dónde estaban y comunicarse con ellos? Era demasiado bonito para creer que un simple beso podía conseguir eso, aunque, por supuesto, él no tenía ni la más remota idea de magia.
Segundos después, la puerta volvió a cerrarse tras ellos de la misma forma que lo había hecho cuando se internaron en la habitación de Melissa. Estaban completamente solos, prácticamente a oscuras, en el pasillo del piso superior de la taberna.
- … Eso ha sido… - Lyn rompió el silencio que reinaba en el pasillo. - ¿Contigo ha usado mucha lengua, Mortal? – preguntó la ojiazul, a continuación, con una sonrisa, Eltrant puso los ojos en blanco y comenzó a caminar escaleras abajo. – Quiero decir, no digo que sea malo, pero un buen beso debe tener la justa cantidad de… ¡Eh! ¡No me dejes sola! – Eltrant no contestó, por lo que Lyn continúo hablando tras él, mencionando el collar que les había regalado en varias ocasiones y como ella debería quedarse con el azul, principalmente porque hacía juego con sus ojos.
Finalmente salieron de la taberna, Eltrant alzó la mirada y contempló la tenue luz que seguía iluminando la habitación que hacía esquina de la segunda planta. ¿Llevaría mucho tiempo Melissa allí sola? ¿Hacía cuanto la ciudad se había sumido en aquel caos?
Se cruzó de brazos y respiró hondo, seguía pensando que la mujer estaba exagerando, era imposible pensar que no podían abandonar el pueblo, después de todo no había nadie para impedirles marcharse de allí, tampoco ninguna muralla de varios pisos de altura que les mantenías dentro.
Térpoli volvió a su mente de improviso al ver todas aquellas viviendas vacías. Una ciudad infectada de muertos, las inmensas llamaradas de color verde que sobrevolaban las murallas e impactaban contra el suelo, produciendo inmensas explosiones del mismo color.
Cerró los ojos y sacudió la cabeza con fuerza, tratando de alejar aquellos recuerdos de su mente.
- ¿Eltrant? – Lyn le zarandeó un poco, sacándole de sus cavilaciones - ¿Estas bien? – Había genuina preocupación en los ojos de la vampiresa, Eltrant sonrió y asintió, la vampiresa hizo lo mismo.
Ahora se tenían que centrar en lo que tenían entre manos, bajó la mirada hasta su cinturón, dónde descansaba el colgante azul. ¿A dónde se dirigían? Respiró de nuevo, dejó que los pulmones se llenasen de aire completamente, que el frío aire de la noche difuminase la neblina que cubría sus pensamientos.
- Creo que… - Una fuerte sacudida, similar a la que había sentido en el interior del ayuntamiento le obligó a apoyarse en la pared de la taberna. Eltrant frunció el ceño, fuese lo que fuese aquello no se detenía, no era un simple temblor, pequeñas grietas comenzaron a abrirse en el suelo, justo a sus pies.
- ¡Corre! – gritó Lyn de inmediato, al ver como las grietas comenzaban a agrandarse a una velocidad ridícula, realizando enseguida la acción que apremiaba a su compañero a realizar. Eltrant maldijo su armadura e imitó a la vampiresa, cada paso que daba se traducía en una sacudida aún más fuerte, el suelo comenzó a abrir se a sus pies, dejando ver un abismo que no parecía tener fin.
- ¡No te pares! – exclamó Lyn, la cual podía ser endiabladamente rápida si se lo proponía y ahora estaba varios metros por delante de él, lo suficientemente lejos como para poder permitirse detenerse a ver cómo iba su amigo.
- ¡¡No es como si quisiese hacerlo!! – gritó Eltrant de vuelta, momento en el que otra de las sacudidas le hizo rodar por el suelo el tiempo suficiente como para que las grietas comenzasen a alcanzarle. - ¡Odio este pueblo! – se arrastró desesperadamente durante varios metros hasta que, finalmente, el temblor cesó.
Miró tras él, jadeando copiosamente, sin levantarse.
Se había quedado al borde del abismo, tragó saliva y, aceptando la ayuda que Lyn le ofrecía para levantarse, observó el enorme cañón que se había abierto entre ellos y la entrada a la taberna en la que estaba Melissa, una grieta inmensa que, casualmente, se extendía hasta cortar la calle principal del pueblo y, por lo que recordaba, la única salida del mismo.
- Que temblor tan… oportuno. – dijo suspirando, Lyn se colocó junto a él, de brazos cruzados. Quisiesen creer o no a la bruja, que no podían irse de allí ahora era un hecho.
- ¿A dónde vamos? – preguntó Lyn pateando una piedra al interior del abismo, agudizando el oído para oír, al menos, cuando la piedra tocaba el fondo.
Eltrant desató el colgante que pendía de la vaina de recuerdo y lo levantó frente a sus ojos, si había entendido bien a Melissa, aquella gema era una especie de “brújula”, el colgante les indicaría a dónde ir. Girándose sobre sí mismo, Eltrant acabó señalando hacía el primer lugar hacía el cual la gema se iluminó, no fue mucho, casi imperceptible, pero lo suficiente como para que el castaño pudiese percibirlo.
- ¿Hacía allí? – Lyn oteó la oscuridad hacía la que señalaba Eltrant y, instantes después, imitó a su acompañante e hizo la misma prueba con su propio colgante: volvió a brillar. – … Si te digo la verdad, no creí que fuesen a funcionar. – admitió volviéndolo a atar en torno a su cuello.
Eltrant sonrió a la ojiazul y depositó la joya alrededor de la vaina de Recuerdo para, a continuación, asegurarse de que tenía a Olvido, la gigantesca espada plateada que pendía de su espalda, a mano.
Ahora que estaba seguro de que aquel era un lugar peligroso tenía que pensar con antelación cada movimiento. Daba igual lo que les esperase en su destino, no iba a ser bueno.
- Parece… - No tardaron mucho en llegar al lugar en el que los dos colgantes comenzaron a brillar con fuerza. – Parece diferente. – dijo Lyn señalando el edificio, de proporciones superiores a los demás, que se alzaba frente a ellos.
Eltrant volvió a comprobar su joya, brillaba con fuerza, la de Lyn también. Allí había un fragmento de los que había hablado Melissa.
- “Escuela de la Señorita Heytram” – leyó en voz baja el letrero que había junto a la entrada principal del edificio. ¿Una escuela en un pueblo como aquel? Se separó un poco de la fachada del lugar y enarcó una ceja.
Aquello sí que le había sorprendido.
Última edición por Eltrant Tale el Mar Dic 19 2017, 03:25, editado 1 vez
Eltrant Tale
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
Este tipo de cosas suceden cuando una deidad se rebaja a besar a un mortal. El furor es imposible de ignorar y el mundo cae en desgracia.
Lamentablemente el humano y la vampira no habían tomado en serio las advertencias de Melissa, sobre el peligro que corrían en aquella ciudad.
Correr por aquí, saltar por allá. Cuando se trata de salvar vuestras vidas cualquier método es aceptable. Quizá el ex-guarda debió considerar quitarse unas cuantas prendas antes de salir, digo, única y exclusivamente por fines de agilidad. Aunque, bueno, tampoco está mal tener algo de fanservice en situaciones desesperadas.
Querido lector, si aun no te has aburrido lo suficiente, te invito a permanecer en tu asiento, pues la decisión que tomarían a continuación nuestros héroes marcaría el inicio de esta bizarra aventura.
La escuela tendría el mismo aire que el resto de la ciudad, rodeado por aquella misteriosa neblina que parecía una invitación abierta para un encuentro con la muerte.
Los collares comenzarían a brillar, mostrando que, efectivamente, se encontraban cerca de un fragmento del caos.
¿Cómo funcionaba esto? Esperad y lo veréis.
Sobre los pupitres descansarían extraños muñecos, cuya confección parecía hecha a mano, pero que definitivamente no eran aptos para los infantes.
En el momento en que Lyn decidiese dar un paso adelante la campana que adornaba la fachada del colegio comenzaría repicar con un sonido singular, despertando a los muñecos de su sueño.
El escenario se llenaría de todo tipo de gritos y llantos infantiles, mientras los muñecos buscarían atrapar a la vampira. No importaba si el errante quería intervenir, pues Lyn era el objetivo, no él, por lo que su ayuda no serviría de nada.
- ¡No te quedes ahí! -La voz de Melissa resonaría en sus cabezas-. ¡Apresúrate y encuentra el fragmento del caos!
Lyn no la tendría sencillo, ya que los muñecos serían capaces de emular todas y cada una de sus habilidades, volviéndose más fuertes con cada segundo que pasaba.
- ¡Chica! -Está vez se dirigió a la vampiresa-. Esos muñecos contienen las almas de los niños que fueron asesinados en esta ciudad, para acabar con ellos necesitáis encontrar la fuente… ¡atrás de ti! -Escupió una maldición-. ¿En qué estaba? -Se quedó en silencio un instante-. ¡Ah! ¡Debéis encontrar la fuente que los controla!
El collar de la vampiresa brillaría con más intensidad al pasar por el escritorio de la maestra, aunque la pobre no tendría tiempo para ponerse a reflexionar en eso, pues con aquellos gritos desolados provenientes de sus captores sería casi imposible enfocarse en algo más.
-Si mis cálculos no fallan -volvió a hablar con el humano- la fuente que controla a los muñecos envía señales mágicas -volvió a guardar silencio-. ¡Estoy pensando! ¡No me apresures! -Chasqueó la lengua-. Ding, ding, dong. Es el patrón. ¿Hay algo cerca que pueda hacer ese sonido?
Sí, bueno, sus habilidades no alcanzaban a captar todo el escenario completo, especialmente cuando se cruzaba con la poderosa magia negra de aquel artefacto.
Subir hasta la campana sería todo un reto, pero lo peor vendría cuando una corriente mágica intentase lanzar al ex-guarda muy lejos de ahí.
Ahora dependía de ellos encontrar la manera de salir de esa situación…
Lamentablemente el humano y la vampira no habían tomado en serio las advertencias de Melissa, sobre el peligro que corrían en aquella ciudad.
Correr por aquí, saltar por allá. Cuando se trata de salvar vuestras vidas cualquier método es aceptable. Quizá el ex-guarda debió considerar quitarse unas cuantas prendas antes de salir, digo, única y exclusivamente por fines de agilidad. Aunque, bueno, tampoco está mal tener algo de fanservice en situaciones desesperadas.
Querido lector, si aun no te has aburrido lo suficiente, te invito a permanecer en tu asiento, pues la decisión que tomarían a continuación nuestros héroes marcaría el inicio de esta bizarra aventura.
La escuela tendría el mismo aire que el resto de la ciudad, rodeado por aquella misteriosa neblina que parecía una invitación abierta para un encuentro con la muerte.
Los collares comenzarían a brillar, mostrando que, efectivamente, se encontraban cerca de un fragmento del caos.
¿Cómo funcionaba esto? Esperad y lo veréis.
Sobre los pupitres descansarían extraños muñecos, cuya confección parecía hecha a mano, pero que definitivamente no eran aptos para los infantes.
En el momento en que Lyn decidiese dar un paso adelante la campana que adornaba la fachada del colegio comenzaría repicar con un sonido singular, despertando a los muñecos de su sueño.
El escenario se llenaría de todo tipo de gritos y llantos infantiles, mientras los muñecos buscarían atrapar a la vampira. No importaba si el errante quería intervenir, pues Lyn era el objetivo, no él, por lo que su ayuda no serviría de nada.
- ¡No te quedes ahí! -La voz de Melissa resonaría en sus cabezas-. ¡Apresúrate y encuentra el fragmento del caos!
Lyn no la tendría sencillo, ya que los muñecos serían capaces de emular todas y cada una de sus habilidades, volviéndose más fuertes con cada segundo que pasaba.
- ¡Chica! -Está vez se dirigió a la vampiresa-. Esos muñecos contienen las almas de los niños que fueron asesinados en esta ciudad, para acabar con ellos necesitáis encontrar la fuente… ¡atrás de ti! -Escupió una maldición-. ¿En qué estaba? -Se quedó en silencio un instante-. ¡Ah! ¡Debéis encontrar la fuente que los controla!
El collar de la vampiresa brillaría con más intensidad al pasar por el escritorio de la maestra, aunque la pobre no tendría tiempo para ponerse a reflexionar en eso, pues con aquellos gritos desolados provenientes de sus captores sería casi imposible enfocarse en algo más.
-Si mis cálculos no fallan -volvió a hablar con el humano- la fuente que controla a los muñecos envía señales mágicas -volvió a guardar silencio-. ¡Estoy pensando! ¡No me apresures! -Chasqueó la lengua-. Ding, ding, dong. Es el patrón. ¿Hay algo cerca que pueda hacer ese sonido?
Sí, bueno, sus habilidades no alcanzaban a captar todo el escenario completo, especialmente cuando se cruzaba con la poderosa magia negra de aquel artefacto.
Subir hasta la campana sería todo un reto, pero lo peor vendría cuando una corriente mágica intentase lanzar al ex-guarda muy lejos de ahí.
Ahora dependía de ellos encontrar la manera de salir de esa situación…
- Escuela:
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- Muñecos:
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☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀
Eltrant Tale: La próxima vez me aseguraré de usar tanta lengua que no te quedará alma para vivir en el mundo. Elegiste muy bien. Las escuelas son de mis escenarios favoritos, pregúntale a Huracán y a Vincent si no me crees. Tu runa media te ha brindado un fragmento del caos de poder medio. Sí, aunque no lo creas, este es un nivel medio. Lyn y tú tendrán dos tareas diferentes, aunque con el mismo resultado. Ella tendrá que evitar que la maten y tú…bueno, deberás acabar con lo que controla a los muñecos, para finalmente encontrar un fragmento del caos. Sabes que no me gusta determinar cómo haréis las cosas, simplemente dejaré que me sorprendas con tu agilidad. No hay necesidad que lances una runa en este turno. ¡Venga! ¡Sorpréndeme! Ya quiero ver lo que tienes para mí. ¿Algo se me olvida? Ah, sí. ¡Enjoy!
Wyn
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
Avanzaron un par de pasos y, tras girar el picaporte de la puerta principal del edifico, esta cedió con suavidad, emitiendo un chirrido oxidado y mostrando lo que ocultaba tras ella: un extenso pasillo con varias puertas a los lados.
- En mi pueblo nos juntábamos todos en la casa de un granjero. – susurró Eltrant analizando el lugar sin moverse de dónde estaba.
Por el aspecto que tenía la escuela no le fue muy difícil intuir que tiempo atrás aquel pueblo podría haber acogido a más de una veintena de jóvenes, quizás todos los niños de la comarca iban a aquel lugar a aprender.
Le seguía sorprendiendo, estaban muy lejos de Beltrexus y Lunargenta.
Frunció el ceño y suspiró al pensar en las personas que podían habitar, diariamente, aquel pasillo. ¿Dónde estarían en aquel momento? ¿Dónde estaría todo el mundo? Aún desde la entrada, sin atreverse a entrar, llevó la mano hasta el bolsillo trasero que pendía de su cinturón, dónde en aquel momento descansaban las cartas en blanco que les había entregado Melissa.
- Supuestamente… - agitó la carta con fuerza, de la misma forma que lo haría si esta estuviese ardiendo para apagarla, pero no ocurrió nada relevante, aunque le pareció notar que brillaba con algo más de fuerza. Tras repetir aquel gesto unas tres veces, se giró hacía Lyn – Debería haber atrapado ya el fragmento. ¿No? – La vampiresa, que esperaba junto tras él, se inclinó tímidamente para mirar el largo y oscuro pasillo, Eltrant ocupaba, básicamente, toda la entrada.
- Quizás… ¿Tenemos que entrar? – dijo Lyn, dubitativa, al cabo de unos segundos.
Eltrant se pasó la mano por la barba y, tras aguardar unos instantes, asintió volviendo a depositar la carta en el zurrón de cuero. Tomó la iniciativa y avanzó a través del pasillo, parándose en varios puntos del mismo al notar como las desvencijadas tablas de madera sobre las cuales caminaba crujían constantemente, estremeciéndose con su peso.
- Pesas mucho. – dijo Lyn, burlona, varios metros detrás de él.
- Quien lo diría, por tu culpa apenas como nada. Derrochadora. – contestó Eltrant girándose a mirar a su acompañante con una sonrisa, la cual se limitó a sacarle la lengua ante aquella respuesta y continuó curioseando el lugar.
Mientras Lyn comenzaba a abrir todas y cada una de las puertas que se iban cruzando Eltrant volvió a alzar el colgante esperando que este le diese algún tipo de pista de hacía dónde ir, deseando que fuese algo más concreto, pero seguía brillando con la misma fuerza que en el exterior, con aquella insistente luz azulada que alumbraba la penumbra que les rodeaba.
Estaban en el sitio indicado, aquello era un hecho.
- Mortal… - dijo la vampiresa en voz baja, afortunadamente, la noche estaba ridículamente tranquila, apenas se podía oír otra cosa que no fuesen sus voces - ¿Puedes… venir un momento? – preguntó a continuación desde la entrada de una de las habitaciones. Eltrant se giró y, sin perder tiempo, se acercó hasta dónde estaba la joven.
¿Se había puesto pálida? No podía notarlo bien debido a la oscuridad que reinaba en el lugar, pero el colgante que pendía del cuello de la ojiazul alumbraba lo suficiente para que Eltrant pudiese ver con claridad la expresión de incomodidad que se había apoderado del rostro de Lyn.
La habitación en si era lo que cualquier persona podía imaginar al ver la fachada del edificio en el que se encontraban: numerosas mesitas de menor tamaño y, justo frente a estas, una lo suficientemente grande para ser considerado un escritorio.
Pero aquello no era lo que había puesto nerviosa a su amiga. Entornó los ojos al ver, desde la entrada a la clase la grotesca colección de muñecos de trapo que esperaban en el interior de la misma, mirando fijamente hacia la entrada, hacía Lyn.
- Eso no es normal. – susurró colocando una mano en el hombro de la muchacha, apartándola entonces con suavidad.
Era cierto que cada ejemplar que descansaba sobre los pupitres parecía único, y Eltrant no podía sino admitir que también sentía cierta sensación de malestar al mirarlos directamente, pero ¿Cómo podía Lyn estar asustada? Era una vampiresa, una señora de la noche.
- Es así… en todas las habitaciones. – dijo Lyn volviendo a posicionarse frente a él, señalando a los juguetes – Pero… - frunció el ceño y miró a los muñecos – Estos… se han movido cuando he abierto la puerta. – Eltrant arqueó ambas cejas y volvió a analizar los juguetes.
- Vale. – volvió a sacar la carta de Melissa, la agitó con fuerza, la carta comenzó a brillar. – Seguro que esto es de lo que nos ha hablado Melissa. – dijo a la vez que el fantasma de una sonrisa se apoderaba de su rostro.
Tenía que ser aquello.
Mientras Eltrant jugueteaba con la carta Lyn se internó en la habitación, a paso lento, siendo cauta, vigilando a los, supuestamente, pequeños seres inertes que había repartidos por toda la habitación.
Era extraño cada vez que los miraba sentía que se le encogía el corazón, era una emoción difícil de describir, pero, por la expresión que había visto poner a Eltrant al ver a las marionetas, estaba segura que este, en parte, la compartía.
Respiró profundamente, dejando en la entrada al ex-guarda y tomó al juguete que tenía más cerca entre sus manos, con delicadeza.
- En cierto modo… - Lo acarició con suavidad y, con cuidado, ajustó los pequeños botones que hacían de ojos – …son monos. – alzó un poco la voz, sonriendo. - ¿No crees, Mortal? – Una sonora campanada se apoderó del lugar, rompiendo el silencio de la noche.
Lyn dejó caer el muñeco al suelo para llevarse enseguida las manos hasta los oídos, el sonido era fuerte, prácticamente insoportable, pudo ver a Eltrant imitarla desde la entrada apoyándose en el marco de la puerta. A aquel campaneo se le unieron llantos y gritos prácticamente al momento, se alejó del centro de la clase, se tambaleó hasta la entrada, los gritos y los llantos se volvían, gradualmente, más perceptibles, hasta el punto en el que era fácilmente reconocible lo que decían: eran niños.
- ¡Lyn! – Los muñecos que yacían tirados sobre los pupitres comenzaron a elevarse rodeados de sombras negras, la vampiresa abrió los ojos de par en par, antes de que pudiese decir nada, todos ellos se lanzaron hacía ella, surcando los aires como si de una decena de saetas se tratasen.
- ¡Mortal! – Eltrant se interpuso entre los muñecos y su aliada, pero estos le evitaron fácilmente, la voz de Melissa se apareció sobre sus cabezas, acallando, de algún modo, el intenso repiqueteo de las campanas y las voces de los infantes. - ¡No… no puedo! – No podía detenerse, dejó a Eltrant en la habitación y, envolviéndose en sombras, salió de la clase seguida de cerca por casi todos los muñecos.
Eltrant derribó a algunos con la gigantesca espada plateada que ahora blandia entre sus manos, pero eran demasiados y no iban a por él, iban a por ella. Frunció el ceño. ¿Por qué iban a por ella? Apretó los dientes y miró hacia al frente.
- ¡A ver si me atrapáis! – exclamó corriendo por el pasillo dejando tras de sí un centenar de pequeñas volutas negras a juego con las que dejaban escapar aquellos pequeños autómatas. La voz de Melissa volvió a resonar en su cabeza, agradecía que hablase, daba igual por la razón que fuese, pero la voz de la bruja acaballa todo lo demás; facilitaba, curiosamente, el pensar.
- ¿Las almas de los niños? – preguntó en voz alta aun cuando la voz de la mujer de la taberna sonaba directamente en el interior de su cabeza, como si fuesen más pensamientos suyos. ¿Esa era la sensación que tenían los demás cuando ella se metía dentro de sus cabezas? - ¡Pero eso es…! – Antes de que pudiese terminar la frase una de aquellos pequeños demonios le embistió con fuerza en el costado, haciéndola tropezar y rodar por todo el pasillo.
Tras lanzar un leve gemido de dolor sacudió la cabeza y se volvió a fundir con las sombras segundos antes de que, todos los muñecos a tropel, se le lanzaran encima.
- ¡Podéis imitarme, pero no tenéis mi estilo! – Saltó al interior de otra de las clases, los muñecos no tardaron en seguirla, eran demasiado insistentes para su gusto.
Respiró profundamente, estaba acorralada, o eso parecía ¿Qué estaba haciendo Eltrant? Iba a decirle tres cosas bien dichas acerca de ser un escudo humano, había pocas veces que lo necesitase tanto como en aquel momento. Lyn se mordió el labio inferior al ver como la única puerta se cerraba por si sola después de que todos los muñecos entrasen.
Quizás esconderse allí no había sido tan buena idea.
Sin perder la calma, o intentando con todas sus fuerzas el no hacerlo, comenzó a acumular sombras entre sus manos. Los muñecos, mientras, comenzaron a desfilar, de uno en uno, alrededor de la habitación, colocándose alrededor de la vampiresa.
- ¡¡Lyn!! – la voz de Eltrant se abrió paso a través de la puerta y de los llantos, pudo ver como la puerta intentaba ceder bajo la fuerza de su compañero, pero un manto de oscuridad la cubrió por completo, aquel trozo de madera no iba a moverse de dónde estaba.
Lyn tensó su cuerpo y alzó las manos, anticipando lo que sabía que le esperaba.
- ¡Maestra! – exclamó, varias enredaderas oscuras comenzaron a subir por la pared que tenía justo tras ella, apretó los dientes y cerró los ojos - ¡Ayúdame con esto! – Más sombras comenzaron a acumularse alrededor de sus manos, los títeres hicieron lo mismo.
¿Cómo habían conseguido aquellas cosas magia de sombras? ¿Qué había pasado en aquel lugar? Clamó el nombre su maestra en voz alta al mismo tiempo que volvía abrir los ojos y se preparaba para atacar, los “niños” seguían llorando y gritando por ayuda mientras flotaban a su alrededor, girando sin parar, cerrando el círculo para atraparla.
- ¡Marchaos! – gritó extendiendo los brazos.
Justo en ese momento, a compás con una de las campanadas, una mole envuelta en astillas y metal apareció por la pared, derribándolo todo a su paso, rompiendo la pizarra en dos.
- ¡Lyanna! – El castaño no tuvo que pedirlo siquiera, Lyn se volvió a fundir con las sombras y salió por el agujero seguida de cerca por la marea de muñecos. Eltrant acabó con algún peluche que otro, pero seguía siendo igual lo que hiciese, no era lo suficientemente rápido para alcanzar aquellas cosas, era como un enjambre.
Rememoró las palabras de Melissa, tenía que destruir el origen de aquella magia para matarlas a todas a la vez, algo que emitia el sonido “Ding” la producía. Afortunadamente para él, solo había una cosa que sonase de aquella forma en el colegio: la campana.
Alzó la mirada hasta el lugar en el que sospechaba lo que tenía que romper, Lyn había desaparecido tras el agujero que había abierto en la pared y él estaba relativamente solo, podía enfocarse en acabar con aquello. Pero tenía que ser rápido.
En cuanto envainó su espada y salió de vuelta al pasillo, al lugar desde donde se accedía a las escaleras que le llevarían hasta la campana, una enorme fuerza le lanzó por los aires.
Muchas cosas surcaron su cabeza mientras rodaba por el pasillo, pero “No me arrepiento” fue la que más se repitió. Sin aire en los pulmones, tosió copiosamente, llevándose la mano hasta la cabeza, donde una pequeña brecha se había abierto.
- ...Tengo que empezar a llevar yelmo – masculló sacudiendo la cabeza, había acabado en el exterior, dónde el frío nocturno le despejó levemente las ideas. Asiendo con firmeza a Olvido avanzó de nuevo hacía la entrada principal del colegio para encontrarse que un muro de oscuridad le impedía el paso.
Lanzó varios improperios la mar de originales a la noche y golpeó repetidamente el muro de sombras, Lyn seguía allí adentro. Levantó la mirada, la campana seguía sonando, tenía que derribarla.
- Piensa, Tale. – dijo para sí – Piensa. – Cada campanada era un aviso, un recordatorio de que su compañera estaba en peligro mortal. No entendía por que se habían concentrado tanto en ella. ¿Era por qué compartía la misma magia? Sacudió la cabeza, no tenía tiempo para preocuparse por eso.
Si no podía entrar, lo haría por las malas, tenía que ayudar a Lyn.
Se quitó el guantelete izquierdo, aquella misma mano había estado maldita hacía no tanto, sonrió para sí al ver el guantelete de cuero oculto tras el de metal. Dejó caer a Olvidó a un lado y cerró la mano izquierda en un puño, el guantelete quería ser usado, podía sentirlo.
Tras emitir el siseo que Eltrant conocía muy bien el objeto mágico comenzó a desprender vapor, una neblina blanquecina que no se parecía en nada a la que rodeaba en aquel momento.
“Chac,chac,chac”
El guantelete de cuero comenzó a emitir más ruido, este ligeramente más intenso, con cada movimiento que el exmercenario hacía, más vapor se liberaba a su alrededor.
Gritando con toda la fuerza de sus pulmones, Eltrant golpeó la entrada principal del colegio, un directo al lugar más desvencijado, la puerta voló por los aires aun con el muro de sombras, los pilares que había justo tras ella no corrieron mejor suerte. [1]
- ¡Ahora sí que vais a tener un motivo para llorar! – exclamó Eltrant agitando el puño para diluir el vapor que seguía emanando del guantelete.
Apretó los dientes al sentir el edificio estremecerse, Lyn se giró hacía sus perseguidores, a los cuales llevaba varias decenas de minutos evitando por todo el lugar. Todos miraban hacia arriba.
- ¿Qué has hecho ahora, pueblerino? – fue lo único que la vampiresa pudo decir cuando el muro que estaba junto a ella colapsó por su propio peso.
Volvía a estar dentro de un edificio que se derruirá, y esta vez, lo más seguro era que fuese por culpa de la persona que la acompañaba. No sabía si agradecérselo o enfadarse.
A aquel primer muro le siguieron partes del techo, el mismo suelo, pilares. Trozos de madera volaban por todas partes, no importaba que había sucedido, estaba ocasionando una reacción en cadena de la que la mayoría de los peluches no se estaban salvando.
Lyn comenzó a saltar de un lado a otro, dejando densas nubes de sombras detrás de ella, le dolía levemente el costado, pero estaba segura de que podía salir de allí. Lo único que le preocupaba era que Eltrant no lo lograse.
Pero él ya estaba fuera.
Aquello confirmó sus dudas, cuando salió al pasillo y vio un gigantesco agujero en el lugar en el que antes había estado la entrada no pudo sino sonreír escuetamente al ver a Eltrant junto a lo que quedaba de la campana.
Al parecer el pequeño campanario se había venido abajo.
Pero aún no había terminado, aunque la mayor parte de los muñecos estaban inerte y la otra mitad aplastada, el resto del colegio estaba siguiendo el ejemplo del diminuto torreón; algunas clases ya eran un mar de astillas.
Tenía que salir, y rápido. Centro su visión en Eltrant y se rodeó de sombras para impulsarse, empezaba a encontrarse agotada, levemente mareada, era de esperar, había usado demasiado las sombras, su visión se nublaba.
Necesitaba sangre.
Una última vez, antes de que lo que quedaba de colegio se le cayese encima, se fundió con la oscuridad y apareció varios metros fuera del edificio, junto a su compañero. [2]
- ¿No podías haber esperado a que saliese, pedazo de bestia? – preguntó con una sonrisa, tumbada en el suelo, respirando con dificultad.
- ¿Y quitarle toda la gracia al asunto? – respondió este sentándose junto a la joven tras patear la campana, tendiéndole el brazo izquierdo para que la vampiresa lo mordiese.
[1] Uso de Objeto Master: Guante de Cuero + Habilidad de Nivel 3: Hoja Cargada = Habilidad objeto Master: Puño Cargado.
[2] Uso habilidad Lyn Nivel 3: Entre Tinieblas.
- En mi pueblo nos juntábamos todos en la casa de un granjero. – susurró Eltrant analizando el lugar sin moverse de dónde estaba.
Por el aspecto que tenía la escuela no le fue muy difícil intuir que tiempo atrás aquel pueblo podría haber acogido a más de una veintena de jóvenes, quizás todos los niños de la comarca iban a aquel lugar a aprender.
Le seguía sorprendiendo, estaban muy lejos de Beltrexus y Lunargenta.
Frunció el ceño y suspiró al pensar en las personas que podían habitar, diariamente, aquel pasillo. ¿Dónde estarían en aquel momento? ¿Dónde estaría todo el mundo? Aún desde la entrada, sin atreverse a entrar, llevó la mano hasta el bolsillo trasero que pendía de su cinturón, dónde en aquel momento descansaban las cartas en blanco que les había entregado Melissa.
- Supuestamente… - agitó la carta con fuerza, de la misma forma que lo haría si esta estuviese ardiendo para apagarla, pero no ocurrió nada relevante, aunque le pareció notar que brillaba con algo más de fuerza. Tras repetir aquel gesto unas tres veces, se giró hacía Lyn – Debería haber atrapado ya el fragmento. ¿No? – La vampiresa, que esperaba junto tras él, se inclinó tímidamente para mirar el largo y oscuro pasillo, Eltrant ocupaba, básicamente, toda la entrada.
- Quizás… ¿Tenemos que entrar? – dijo Lyn, dubitativa, al cabo de unos segundos.
Eltrant se pasó la mano por la barba y, tras aguardar unos instantes, asintió volviendo a depositar la carta en el zurrón de cuero. Tomó la iniciativa y avanzó a través del pasillo, parándose en varios puntos del mismo al notar como las desvencijadas tablas de madera sobre las cuales caminaba crujían constantemente, estremeciéndose con su peso.
- Pesas mucho. – dijo Lyn, burlona, varios metros detrás de él.
- Quien lo diría, por tu culpa apenas como nada. Derrochadora. – contestó Eltrant girándose a mirar a su acompañante con una sonrisa, la cual se limitó a sacarle la lengua ante aquella respuesta y continuó curioseando el lugar.
Mientras Lyn comenzaba a abrir todas y cada una de las puertas que se iban cruzando Eltrant volvió a alzar el colgante esperando que este le diese algún tipo de pista de hacía dónde ir, deseando que fuese algo más concreto, pero seguía brillando con la misma fuerza que en el exterior, con aquella insistente luz azulada que alumbraba la penumbra que les rodeaba.
Estaban en el sitio indicado, aquello era un hecho.
- Mortal… - dijo la vampiresa en voz baja, afortunadamente, la noche estaba ridículamente tranquila, apenas se podía oír otra cosa que no fuesen sus voces - ¿Puedes… venir un momento? – preguntó a continuación desde la entrada de una de las habitaciones. Eltrant se giró y, sin perder tiempo, se acercó hasta dónde estaba la joven.
¿Se había puesto pálida? No podía notarlo bien debido a la oscuridad que reinaba en el lugar, pero el colgante que pendía del cuello de la ojiazul alumbraba lo suficiente para que Eltrant pudiese ver con claridad la expresión de incomodidad que se había apoderado del rostro de Lyn.
La habitación en si era lo que cualquier persona podía imaginar al ver la fachada del edificio en el que se encontraban: numerosas mesitas de menor tamaño y, justo frente a estas, una lo suficientemente grande para ser considerado un escritorio.
Pero aquello no era lo que había puesto nerviosa a su amiga. Entornó los ojos al ver, desde la entrada a la clase la grotesca colección de muñecos de trapo que esperaban en el interior de la misma, mirando fijamente hacia la entrada, hacía Lyn.
- Eso no es normal. – susurró colocando una mano en el hombro de la muchacha, apartándola entonces con suavidad.
Era cierto que cada ejemplar que descansaba sobre los pupitres parecía único, y Eltrant no podía sino admitir que también sentía cierta sensación de malestar al mirarlos directamente, pero ¿Cómo podía Lyn estar asustada? Era una vampiresa, una señora de la noche.
- Es así… en todas las habitaciones. – dijo Lyn volviendo a posicionarse frente a él, señalando a los juguetes – Pero… - frunció el ceño y miró a los muñecos – Estos… se han movido cuando he abierto la puerta. – Eltrant arqueó ambas cejas y volvió a analizar los juguetes.
- Vale. – volvió a sacar la carta de Melissa, la agitó con fuerza, la carta comenzó a brillar. – Seguro que esto es de lo que nos ha hablado Melissa. – dijo a la vez que el fantasma de una sonrisa se apoderaba de su rostro.
Tenía que ser aquello.
Mientras Eltrant jugueteaba con la carta Lyn se internó en la habitación, a paso lento, siendo cauta, vigilando a los, supuestamente, pequeños seres inertes que había repartidos por toda la habitación.
Era extraño cada vez que los miraba sentía que se le encogía el corazón, era una emoción difícil de describir, pero, por la expresión que había visto poner a Eltrant al ver a las marionetas, estaba segura que este, en parte, la compartía.
Respiró profundamente, dejando en la entrada al ex-guarda y tomó al juguete que tenía más cerca entre sus manos, con delicadeza.
- En cierto modo… - Lo acarició con suavidad y, con cuidado, ajustó los pequeños botones que hacían de ojos – …son monos. – alzó un poco la voz, sonriendo. - ¿No crees, Mortal? – Una sonora campanada se apoderó del lugar, rompiendo el silencio de la noche.
Lyn dejó caer el muñeco al suelo para llevarse enseguida las manos hasta los oídos, el sonido era fuerte, prácticamente insoportable, pudo ver a Eltrant imitarla desde la entrada apoyándose en el marco de la puerta. A aquel campaneo se le unieron llantos y gritos prácticamente al momento, se alejó del centro de la clase, se tambaleó hasta la entrada, los gritos y los llantos se volvían, gradualmente, más perceptibles, hasta el punto en el que era fácilmente reconocible lo que decían: eran niños.
- ¡Lyn! – Los muñecos que yacían tirados sobre los pupitres comenzaron a elevarse rodeados de sombras negras, la vampiresa abrió los ojos de par en par, antes de que pudiese decir nada, todos ellos se lanzaron hacía ella, surcando los aires como si de una decena de saetas se tratasen.
- ¡Mortal! – Eltrant se interpuso entre los muñecos y su aliada, pero estos le evitaron fácilmente, la voz de Melissa se apareció sobre sus cabezas, acallando, de algún modo, el intenso repiqueteo de las campanas y las voces de los infantes. - ¡No… no puedo! – No podía detenerse, dejó a Eltrant en la habitación y, envolviéndose en sombras, salió de la clase seguida de cerca por casi todos los muñecos.
Eltrant derribó a algunos con la gigantesca espada plateada que ahora blandia entre sus manos, pero eran demasiados y no iban a por él, iban a por ella. Frunció el ceño. ¿Por qué iban a por ella? Apretó los dientes y miró hacia al frente.
- ¡A ver si me atrapáis! – exclamó corriendo por el pasillo dejando tras de sí un centenar de pequeñas volutas negras a juego con las que dejaban escapar aquellos pequeños autómatas. La voz de Melissa volvió a resonar en su cabeza, agradecía que hablase, daba igual por la razón que fuese, pero la voz de la bruja acaballa todo lo demás; facilitaba, curiosamente, el pensar.
- ¿Las almas de los niños? – preguntó en voz alta aun cuando la voz de la mujer de la taberna sonaba directamente en el interior de su cabeza, como si fuesen más pensamientos suyos. ¿Esa era la sensación que tenían los demás cuando ella se metía dentro de sus cabezas? - ¡Pero eso es…! – Antes de que pudiese terminar la frase una de aquellos pequeños demonios le embistió con fuerza en el costado, haciéndola tropezar y rodar por todo el pasillo.
Tras lanzar un leve gemido de dolor sacudió la cabeza y se volvió a fundir con las sombras segundos antes de que, todos los muñecos a tropel, se le lanzaran encima.
- ¡Podéis imitarme, pero no tenéis mi estilo! – Saltó al interior de otra de las clases, los muñecos no tardaron en seguirla, eran demasiado insistentes para su gusto.
Respiró profundamente, estaba acorralada, o eso parecía ¿Qué estaba haciendo Eltrant? Iba a decirle tres cosas bien dichas acerca de ser un escudo humano, había pocas veces que lo necesitase tanto como en aquel momento. Lyn se mordió el labio inferior al ver como la única puerta se cerraba por si sola después de que todos los muñecos entrasen.
Quizás esconderse allí no había sido tan buena idea.
Sin perder la calma, o intentando con todas sus fuerzas el no hacerlo, comenzó a acumular sombras entre sus manos. Los muñecos, mientras, comenzaron a desfilar, de uno en uno, alrededor de la habitación, colocándose alrededor de la vampiresa.
- ¡¡Lyn!! – la voz de Eltrant se abrió paso a través de la puerta y de los llantos, pudo ver como la puerta intentaba ceder bajo la fuerza de su compañero, pero un manto de oscuridad la cubrió por completo, aquel trozo de madera no iba a moverse de dónde estaba.
Lyn tensó su cuerpo y alzó las manos, anticipando lo que sabía que le esperaba.
- ¡Maestra! – exclamó, varias enredaderas oscuras comenzaron a subir por la pared que tenía justo tras ella, apretó los dientes y cerró los ojos - ¡Ayúdame con esto! – Más sombras comenzaron a acumularse alrededor de sus manos, los títeres hicieron lo mismo.
¿Cómo habían conseguido aquellas cosas magia de sombras? ¿Qué había pasado en aquel lugar? Clamó el nombre su maestra en voz alta al mismo tiempo que volvía abrir los ojos y se preparaba para atacar, los “niños” seguían llorando y gritando por ayuda mientras flotaban a su alrededor, girando sin parar, cerrando el círculo para atraparla.
- ¡Marchaos! – gritó extendiendo los brazos.
Justo en ese momento, a compás con una de las campanadas, una mole envuelta en astillas y metal apareció por la pared, derribándolo todo a su paso, rompiendo la pizarra en dos.
- ¡Lyanna! – El castaño no tuvo que pedirlo siquiera, Lyn se volvió a fundir con las sombras y salió por el agujero seguida de cerca por la marea de muñecos. Eltrant acabó con algún peluche que otro, pero seguía siendo igual lo que hiciese, no era lo suficientemente rápido para alcanzar aquellas cosas, era como un enjambre.
Rememoró las palabras de Melissa, tenía que destruir el origen de aquella magia para matarlas a todas a la vez, algo que emitia el sonido “Ding” la producía. Afortunadamente para él, solo había una cosa que sonase de aquella forma en el colegio: la campana.
Alzó la mirada hasta el lugar en el que sospechaba lo que tenía que romper, Lyn había desaparecido tras el agujero que había abierto en la pared y él estaba relativamente solo, podía enfocarse en acabar con aquello. Pero tenía que ser rápido.
En cuanto envainó su espada y salió de vuelta al pasillo, al lugar desde donde se accedía a las escaleras que le llevarían hasta la campana, una enorme fuerza le lanzó por los aires.
Muchas cosas surcaron su cabeza mientras rodaba por el pasillo, pero “No me arrepiento” fue la que más se repitió. Sin aire en los pulmones, tosió copiosamente, llevándose la mano hasta la cabeza, donde una pequeña brecha se había abierto.
- ...Tengo que empezar a llevar yelmo – masculló sacudiendo la cabeza, había acabado en el exterior, dónde el frío nocturno le despejó levemente las ideas. Asiendo con firmeza a Olvido avanzó de nuevo hacía la entrada principal del colegio para encontrarse que un muro de oscuridad le impedía el paso.
Lanzó varios improperios la mar de originales a la noche y golpeó repetidamente el muro de sombras, Lyn seguía allí adentro. Levantó la mirada, la campana seguía sonando, tenía que derribarla.
- Piensa, Tale. – dijo para sí – Piensa. – Cada campanada era un aviso, un recordatorio de que su compañera estaba en peligro mortal. No entendía por que se habían concentrado tanto en ella. ¿Era por qué compartía la misma magia? Sacudió la cabeza, no tenía tiempo para preocuparse por eso.
Si no podía entrar, lo haría por las malas, tenía que ayudar a Lyn.
Se quitó el guantelete izquierdo, aquella misma mano había estado maldita hacía no tanto, sonrió para sí al ver el guantelete de cuero oculto tras el de metal. Dejó caer a Olvidó a un lado y cerró la mano izquierda en un puño, el guantelete quería ser usado, podía sentirlo.
Tras emitir el siseo que Eltrant conocía muy bien el objeto mágico comenzó a desprender vapor, una neblina blanquecina que no se parecía en nada a la que rodeaba en aquel momento.
“Chac,chac,chac”
El guantelete de cuero comenzó a emitir más ruido, este ligeramente más intenso, con cada movimiento que el exmercenario hacía, más vapor se liberaba a su alrededor.
Gritando con toda la fuerza de sus pulmones, Eltrant golpeó la entrada principal del colegio, un directo al lugar más desvencijado, la puerta voló por los aires aun con el muro de sombras, los pilares que había justo tras ella no corrieron mejor suerte. [1]
- ¡Ahora sí que vais a tener un motivo para llorar! – exclamó Eltrant agitando el puño para diluir el vapor que seguía emanando del guantelete.
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Apretó los dientes al sentir el edificio estremecerse, Lyn se giró hacía sus perseguidores, a los cuales llevaba varias decenas de minutos evitando por todo el lugar. Todos miraban hacia arriba.
- ¿Qué has hecho ahora, pueblerino? – fue lo único que la vampiresa pudo decir cuando el muro que estaba junto a ella colapsó por su propio peso.
Volvía a estar dentro de un edificio que se derruirá, y esta vez, lo más seguro era que fuese por culpa de la persona que la acompañaba. No sabía si agradecérselo o enfadarse.
A aquel primer muro le siguieron partes del techo, el mismo suelo, pilares. Trozos de madera volaban por todas partes, no importaba que había sucedido, estaba ocasionando una reacción en cadena de la que la mayoría de los peluches no se estaban salvando.
Lyn comenzó a saltar de un lado a otro, dejando densas nubes de sombras detrás de ella, le dolía levemente el costado, pero estaba segura de que podía salir de allí. Lo único que le preocupaba era que Eltrant no lo lograse.
Pero él ya estaba fuera.
Aquello confirmó sus dudas, cuando salió al pasillo y vio un gigantesco agujero en el lugar en el que antes había estado la entrada no pudo sino sonreír escuetamente al ver a Eltrant junto a lo que quedaba de la campana.
Al parecer el pequeño campanario se había venido abajo.
Pero aún no había terminado, aunque la mayor parte de los muñecos estaban inerte y la otra mitad aplastada, el resto del colegio estaba siguiendo el ejemplo del diminuto torreón; algunas clases ya eran un mar de astillas.
Tenía que salir, y rápido. Centro su visión en Eltrant y se rodeó de sombras para impulsarse, empezaba a encontrarse agotada, levemente mareada, era de esperar, había usado demasiado las sombras, su visión se nublaba.
Necesitaba sangre.
Una última vez, antes de que lo que quedaba de colegio se le cayese encima, se fundió con la oscuridad y apareció varios metros fuera del edificio, junto a su compañero. [2]
- ¿No podías haber esperado a que saliese, pedazo de bestia? – preguntó con una sonrisa, tumbada en el suelo, respirando con dificultad.
- ¿Y quitarle toda la gracia al asunto? – respondió este sentándose junto a la joven tras patear la campana, tendiéndole el brazo izquierdo para que la vampiresa lo mordiese.
______________________________________________________________
[1] Uso de Objeto Master: Guante de Cuero + Habilidad de Nivel 3: Hoja Cargada = Habilidad objeto Master: Puño Cargado.
[2] Uso habilidad Lyn Nivel 3: Entre Tinieblas.
Eltrant Tale
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
‘‘Idiota’’
Palabra que aquí significa: Persona con poca materia gris a quien le gusta disfrutar de poner su pescuezo en peligro.
A Melissa solían gustarle las personas con esa peculiaridad; especialmente porque le brindaban momentos de diversión con esa falta de sentido común.
-Veo que el resguardo histórico es la menor de vuestras preocupaciones -expresó con burla-. Mostradme lo que habéis encontrado -la carta cargada con el fragmento del caos desaparecería de un momento a otro-. Ahora dejaré que mi fuente de la sabiduría os revele parte de la verdad.
Nuevamente las imágenes comenzarían a transitar en las mentes de aquellos extraños.
Turner, el hijo del alcalde, quien había perdido a su madre hacía solo unos días, encontró un extraño cuerno antiguo bajo la cama de sus progenitores y no dudó en llevarlo a la escuela
El pobre niño era demasiado inocente como para comprender la tragedia que desencadenaría en la escuela. Él solo buscaba divertirse un poco después de tanto dolor. ¿Quién podría juzgarle?
Uno a uno los niños morirían de diversas maneras. Todas aterradoras, por supuesto. No hubo ni un solo sobreviviente.
La última victima del artefacto obtendría la peor muerte de todas, cuando un montón de espadas cayeron sobre su pequeño cuerpo. ¿Por qué una criatura de su edad estaría en una herrería? Bueno, no importa cuántas vueltas le deis, simplemente no encontraréis una respuesta razonable.
- ¡Qué delicioso poder mágico! -Exclamó con entusiasmo, callando los gritos de dolor y la sensación de muerte que recorría el cuerpo de los extraños-. ¡Parece que nos acercamos a la verdad! -Carraspeó un poco-. ¿Ah? Esa sensación es la magia oscura que acabó con este lugar. En unos minutos estaréis como nuevos -les dio tiempo de reponerse-. ¡Venga! ¡Debéis continuar antes que…!
Sus palabras se verían interrumpidas por una fuerte ventisca, misma que los arrastraría varios metros, cargando la neblina con una espesa atmosfera terrorífica y nublando la vista alrededor.
¿Lo mejor de todo?
La vampira y el humano se habían separado. Ahora tendrían que volver a reencontrarse en una ciudad que buscaba matarles.
-Parece que tenemos un pequeño inconveniente.
Melissa soltaría una ligera risita, pero su voz mostraría un deje de preocupación, y es que ella podía sentirlo; algo se estaba creando en la ciudad y, por si fuera poco, emanaba el aura de un cazador en plena búsqueda de su presa.
Palabra que aquí significa: Persona con poca materia gris a quien le gusta disfrutar de poner su pescuezo en peligro.
A Melissa solían gustarle las personas con esa peculiaridad; especialmente porque le brindaban momentos de diversión con esa falta de sentido común.
-Veo que el resguardo histórico es la menor de vuestras preocupaciones -expresó con burla-. Mostradme lo que habéis encontrado -la carta cargada con el fragmento del caos desaparecería de un momento a otro-. Ahora dejaré que mi fuente de la sabiduría os revele parte de la verdad.
Nuevamente las imágenes comenzarían a transitar en las mentes de aquellos extraños.
Turner, el hijo del alcalde, quien había perdido a su madre hacía solo unos días, encontró un extraño cuerno antiguo bajo la cama de sus progenitores y no dudó en llevarlo a la escuela
El pobre niño era demasiado inocente como para comprender la tragedia que desencadenaría en la escuela. Él solo buscaba divertirse un poco después de tanto dolor. ¿Quién podría juzgarle?
Uno a uno los niños morirían de diversas maneras. Todas aterradoras, por supuesto. No hubo ni un solo sobreviviente.
La última victima del artefacto obtendría la peor muerte de todas, cuando un montón de espadas cayeron sobre su pequeño cuerpo. ¿Por qué una criatura de su edad estaría en una herrería? Bueno, no importa cuántas vueltas le deis, simplemente no encontraréis una respuesta razonable.
- ¡Qué delicioso poder mágico! -Exclamó con entusiasmo, callando los gritos de dolor y la sensación de muerte que recorría el cuerpo de los extraños-. ¡Parece que nos acercamos a la verdad! -Carraspeó un poco-. ¿Ah? Esa sensación es la magia oscura que acabó con este lugar. En unos minutos estaréis como nuevos -les dio tiempo de reponerse-. ¡Venga! ¡Debéis continuar antes que…!
Sus palabras se verían interrumpidas por una fuerte ventisca, misma que los arrastraría varios metros, cargando la neblina con una espesa atmosfera terrorífica y nublando la vista alrededor.
¿Lo mejor de todo?
La vampira y el humano se habían separado. Ahora tendrían que volver a reencontrarse en una ciudad que buscaba matarles.
-Parece que tenemos un pequeño inconveniente.
Melissa soltaría una ligera risita, pero su voz mostraría un deje de preocupación, y es que ella podía sentirlo; algo se estaba creando en la ciudad y, por si fuera poco, emanaba el aura de un cazador en plena búsqueda de su presa.
- Ciudad:
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Eltrant Tale: Bueno…esto ha sido todo un deleite. Lamentablemente un misterioso viento te ha separado de Lyn, por lo que te encontrarás solo durante este turno y tal vez por los siguientes, depende de mi estado de ánimo. No te preocupes, siempre podrás acudir a Melissa, aunque no puedo prometerte que este de humor de brindarte su ayuda. Nuevamente deberás elegir a dónde os dirigiréis. Tendréis varios sitios disponibles: la casa del alcalde, el hospital, la casa de la Señorita Heytram. El único detalle es que el camino que elijas puede no llevarte a tu destino. ¿Qué te parece? La neblina mágica ha confundido la orientación de la ciudad, volviéndola un laberinto. Deberás lanzar la voluntad de los dioses dos veces, una por ti y otra por Lyn. Te invito a rogar clemencia por tu alma, pues con todo invertido tu suerte también podría afectar tu progreso de forma…invertida. ¿No es genial?
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
Ayudó a que Lyn a levantase una vez esta liberó su brazo del mordisco.
La vampiresa le dedicó una sonrisa cansada, Eltrant le respondió de la misma forma y echó mano de la carta de Melissa, ahora brillante entre sus manos.
- La primera. – dijo suspirando, mirando el extraño dibujo que se acababa de dibujar, brillante, en el reverso de la carta: uno de los tantos muñecos que habían perseguido a Lyn, este sonreía lúgubremente y, aparentemente, bailaba mecido por sendos cables en las extremidades, casi como si un titiritero los estuviese controlando.
- Solo quedan dos. ¡Vamos! – respondió Lyn al mismo tiempo que se limpiaba la sangre que resbalaba por la comisura de su labio, recuperando algo de su habitual buen humor y señalando hacía un punto indeterminado de la niebla.
Eltrant enarcó una ceja y asintió con simpleza.
Antes de que pudiese levantar el colgante que le había regalado Melissa levantó la voz de la bruja se volvió a aparecer en su cabeza, como si fuesen sus propios pensamientos los que le hablaban; la expresión que se apoderó del rostro de Lyn le mostró que, efectivamente, ella también podía oír a la mujer.
Tan pronto como Melissa terminó de pronunciar las dos primeras frases que dijo, la carta mágica desapareció de entre las manos de Eltrant y, a continuación, unas sucesiones de imágenes se aparecieron en su cabeza. La historia fue lo suficientemente lenta como para que pudiese captar el contenido de la misma, pero demasiado rápida como para poder pararse en los distintos detalles que se le presentaban.
Pero empezaba a comprender una cosa: el cuerno tenía algo que ver con lo que había sucedido en aquella aldea; Después de todo, también lo había vislumbrado en la primera “visión” que les había presentado Melissa.
- Demasiado… cruel… - Lyn estaba pálida, de nuevo sentada en el suelo, a su lado.
Eltrant no dijo nada, repasó mentalmente lo que les había pasado a los niños de la visión y esperó a que su compañera volviese a levantarse, trató de unir los diferentes fragmentos de las visiones que Melissa les había mostrado.
¿El cuerno atraía la mala suerte? ¿O “simplemente” estaba maldito? Suspiró y alejando aquellas preguntas de sus pensamientos trató de infundirle algo de ánimos a su compañera con una sonrisa bastante forzada, sonrisa a la que Lyn no respondió de inmediato.
Aquel lugar le estaba pasando factura a la vampiresa, incluso él era capaz de verlo.
- “¿Delicioso poder mágico…?” – No estaba seguro de haber oído con exactitud a Melissa, le pitaban los oídos y sentía un leve dolor de cabeza, ¿Se debía a las visiones? Negó con la cabeza, según la bruja se debía a la magia oscura que rondaba por el lugar.
Antes de que la pareja pudiese retomar su cometido en aquella ciudad o de que pudiesen, siquiera, seguir con la conversación que estaban teniendo con la bruja en sus cabezas, una ráfaga de viento cargada de niebla les rodeó.
- ¡Lyn, sujétate! - Eltrant chasqueó la lengua y llevó la mano derecha hasta el pomo de Olvido, el viento era ridículamente fuerte, demasiado como para no suponer que se debía a la oscuridad que había consumido la aldea, le estaba arrastrado con todo su equipo.
No duró más de unos segundos, a lo mucho unos cinco, pero cuando la ventisca desapareció se encontró rodeado de niebla, no era capaz de ver más allá de un palmo.
- Lyn… no te alejes – dijo avanzando un par de pasos, no podía ver absolutamente nada, la poca luz que se filtraba a través de la bruma no bastaba para iluminar el camino a seguir. - ¿Lyn? – Frunció el ceño, la muchacha no había respondido, se giró y caminó varios pasos en la dirección opuesta. - ¿¡Lyn!? – dijo ahora en voz más alta, esperando escuchar la voz de su amiga al otro lado de la calima.
Pero nadie le respondió, estaba solo. De algún modo, el pueblo les había separado.
Frunció el ceño y maldijo en voz alta.
- ¡Melissa! – La bruja había mencionado que tenían “Un pequeño problema” entre manos, aquello no era precisamente pequeño, caminó varios metros más en la dirección en la que se suponía que estaba el colegio, pero no había nada
¿Estaba en otro lugar? ¿La niebla le había llevado hasta allí?
- ¿Sabes dónde está Lyn? – preguntó en cuanto oyó la voz de Melissa. Esperó a que esta respondiese y se atusó la barba, pensativo. ¿Cómo podía reencontrarse con Lyn?
Suspiró profundamente y desenvainó a Recuerdo, el brillo azulado de la espada iluminó tenuemente su camino, facilitándole las cosas a la hora de moverse.
Comenzó a caminar en una dirección indeterminada, si se quedaba allí quieto nunca avanzaría, Lyn veía bien en la oscuridad, tenía que confiar en sus capacidades. Tras detenerse rápidamente. lanzó un rápido vistazo al colgante de su cinturón y, tras girar sobre sí mismo varias veces, redirigió su marcha hacia el lugar
Mientras caminaba sujetando la espada en alto, a modo de antorcha, trató de memorizar todos los edificios con los que se cruzaba, en caso de que tuviese que volver sobre sus pasos. El hecho de que siguiese habiendo edificios a su alrededor le indicó que, al menos, seguía en el pueblo.
Melissa era rara, cada frase que pronunciaba, cada vez que hacía mención a la “poderosa magia del lugar” estaba más seguro de ello, pero no parecía mala persona. Chasqueó la lengua, por algún motivo se le había pasado completamente por alto.
- Melissa… - dijo deteniéndose en mitad de la calle, tratando de vislumbrar lo que tenía frente a él. - ¿Estas bien? – inquirió. Puede que fuese una bruja, aparentemente, poderosa, pero la había dejado por su cuenta y riesgo en una habitación, totalmente sola. - ¿Necesitas que vuelva a…? – se giró, un manto de niebla se extendía frente a él - ¿…a la habitación? – suspiró, aunque quisiese hacerlo, no tenía forma de volver. – Sí ves que algo raro intenta entrar en la habitación, avísame. – dijo reemprendiendo la marcha, quizás no serviría de mucho, pero intentaría volver a la taberna a ayudarla.
- Bien… - se detuvo frente a la silueta de un edifico, como todos los demás parecía abandonado, aunque no tenía forma de saberlo con exactitud desde donde estaba, al fin y al cabo, lo único que podía ver era la fachada ensombrecida por la niebla. El zafiro, mientras tanto, brillaba con fuerza en su cinturón.
- ¿Qué tenemos aquí? – Alzó un poco más a Olvido, la manera más rápida de dar con Lyn era ir a los lugares que indicaban las joyas. El único problema que tenía era esa extraña sensación de que, en todo momento y lugar, le estaban observando.
- ¡Mortal! – Volvió a gritar a la nada, ya había repetido aquel gesto muchas veces, más de las que le gustaría a admitir. – Eltrant… ¿Dónde estás? - dijo en voz algo más baja, estaba sola, la niebla les había separado y ahora estaba sola en aquel lugar. Aunque al menos podía seguir oyendo a Melissa.
Cerró los ojos durante unos segundos y tomó aire. ¿Qué sabía hasta el momento? Era consciente de que ya no estaban frente a la escuela abandonada, la niebla les había separado por algún motivo.
¿Para meterles el miedo en el cuerpo? ¿Para lidiar con ellos más fácilmente? Era una táctica que usaba ella para alimentarse con más facilidad, y sospechaba que muchos vampiros había algo similar; cómo su Maestra solía decir: divide y vencerás.
Respiró hondo, tranquilizándose, ordenando las ideas que tenía en su cabeza. Si aquello era cierto significaba que el “poder” oscuro que había mencionado la bruja besucona tenía capacidad para adaptarse, para aprender, quizás incluso era inteligente.
El cuerno que habían visto en aquellas visiones tan espeluznantes no había desencadenado una ola de mala suerte en el lugar: era algo más. Tragó saliva al recordar al niño que había encontrado la muerte en la herrería y negó con la cabeza.
- Vale, Lyanna. – se dijo para sí volviendo a abrir los ojos, jugueteó con su flequillo. – Eres un idiota con buen carácter, armado hasta los dientes y te enfrentas a un pueblo maldito. – Escrutó la neblina que la rodeaba. - ¿A dónde irías? - La oscuridad no era un problema, era perfectamente capaz de avanzar a oscuras, sin una pizca de luz, y no tropezarse con nada; El inconveniente, en su caso, era el manto blanquecino que se extendía hasta, posiblemente, más allá de los límites del poblado. Por no hablar de la extraña sensación de que la misma niebla le observaba.
Mientras giraba sobre sí misma, intentando de encontrar algo que le dijese hacía dónde avanzar, percibió el brillo rojizo del rubí en su cuello.
Suspiró.
- ¿A dónde si no?
Runa 1: Lyn
Runa 2: Eltrant
La vampiresa le dedicó una sonrisa cansada, Eltrant le respondió de la misma forma y echó mano de la carta de Melissa, ahora brillante entre sus manos.
- La primera. – dijo suspirando, mirando el extraño dibujo que se acababa de dibujar, brillante, en el reverso de la carta: uno de los tantos muñecos que habían perseguido a Lyn, este sonreía lúgubremente y, aparentemente, bailaba mecido por sendos cables en las extremidades, casi como si un titiritero los estuviese controlando.
- Solo quedan dos. ¡Vamos! – respondió Lyn al mismo tiempo que se limpiaba la sangre que resbalaba por la comisura de su labio, recuperando algo de su habitual buen humor y señalando hacía un punto indeterminado de la niebla.
Eltrant enarcó una ceja y asintió con simpleza.
Antes de que pudiese levantar el colgante que le había regalado Melissa levantó la voz de la bruja se volvió a aparecer en su cabeza, como si fuesen sus propios pensamientos los que le hablaban; la expresión que se apoderó del rostro de Lyn le mostró que, efectivamente, ella también podía oír a la mujer.
Tan pronto como Melissa terminó de pronunciar las dos primeras frases que dijo, la carta mágica desapareció de entre las manos de Eltrant y, a continuación, unas sucesiones de imágenes se aparecieron en su cabeza. La historia fue lo suficientemente lenta como para que pudiese captar el contenido de la misma, pero demasiado rápida como para poder pararse en los distintos detalles que se le presentaban.
Pero empezaba a comprender una cosa: el cuerno tenía algo que ver con lo que había sucedido en aquella aldea; Después de todo, también lo había vislumbrado en la primera “visión” que les había presentado Melissa.
- Demasiado… cruel… - Lyn estaba pálida, de nuevo sentada en el suelo, a su lado.
Eltrant no dijo nada, repasó mentalmente lo que les había pasado a los niños de la visión y esperó a que su compañera volviese a levantarse, trató de unir los diferentes fragmentos de las visiones que Melissa les había mostrado.
¿El cuerno atraía la mala suerte? ¿O “simplemente” estaba maldito? Suspiró y alejando aquellas preguntas de sus pensamientos trató de infundirle algo de ánimos a su compañera con una sonrisa bastante forzada, sonrisa a la que Lyn no respondió de inmediato.
Aquel lugar le estaba pasando factura a la vampiresa, incluso él era capaz de verlo.
- “¿Delicioso poder mágico…?” – No estaba seguro de haber oído con exactitud a Melissa, le pitaban los oídos y sentía un leve dolor de cabeza, ¿Se debía a las visiones? Negó con la cabeza, según la bruja se debía a la magia oscura que rondaba por el lugar.
Antes de que la pareja pudiese retomar su cometido en aquella ciudad o de que pudiesen, siquiera, seguir con la conversación que estaban teniendo con la bruja en sus cabezas, una ráfaga de viento cargada de niebla les rodeó.
- ¡Lyn, sujétate! - Eltrant chasqueó la lengua y llevó la mano derecha hasta el pomo de Olvido, el viento era ridículamente fuerte, demasiado como para no suponer que se debía a la oscuridad que había consumido la aldea, le estaba arrastrado con todo su equipo.
No duró más de unos segundos, a lo mucho unos cinco, pero cuando la ventisca desapareció se encontró rodeado de niebla, no era capaz de ver más allá de un palmo.
- Lyn… no te alejes – dijo avanzando un par de pasos, no podía ver absolutamente nada, la poca luz que se filtraba a través de la bruma no bastaba para iluminar el camino a seguir. - ¿Lyn? – Frunció el ceño, la muchacha no había respondido, se giró y caminó varios pasos en la dirección opuesta. - ¿¡Lyn!? – dijo ahora en voz más alta, esperando escuchar la voz de su amiga al otro lado de la calima.
Pero nadie le respondió, estaba solo. De algún modo, el pueblo les había separado.
Frunció el ceño y maldijo en voz alta.
- ¡Melissa! – La bruja había mencionado que tenían “Un pequeño problema” entre manos, aquello no era precisamente pequeño, caminó varios metros más en la dirección en la que se suponía que estaba el colegio, pero no había nada
¿Estaba en otro lugar? ¿La niebla le había llevado hasta allí?
- ¿Sabes dónde está Lyn? – preguntó en cuanto oyó la voz de Melissa. Esperó a que esta respondiese y se atusó la barba, pensativo. ¿Cómo podía reencontrarse con Lyn?
Suspiró profundamente y desenvainó a Recuerdo, el brillo azulado de la espada iluminó tenuemente su camino, facilitándole las cosas a la hora de moverse.
Comenzó a caminar en una dirección indeterminada, si se quedaba allí quieto nunca avanzaría, Lyn veía bien en la oscuridad, tenía que confiar en sus capacidades. Tras detenerse rápidamente. lanzó un rápido vistazo al colgante de su cinturón y, tras girar sobre sí mismo varias veces, redirigió su marcha hacia el lugar
Mientras caminaba sujetando la espada en alto, a modo de antorcha, trató de memorizar todos los edificios con los que se cruzaba, en caso de que tuviese que volver sobre sus pasos. El hecho de que siguiese habiendo edificios a su alrededor le indicó que, al menos, seguía en el pueblo.
Melissa era rara, cada frase que pronunciaba, cada vez que hacía mención a la “poderosa magia del lugar” estaba más seguro de ello, pero no parecía mala persona. Chasqueó la lengua, por algún motivo se le había pasado completamente por alto.
- Melissa… - dijo deteniéndose en mitad de la calle, tratando de vislumbrar lo que tenía frente a él. - ¿Estas bien? – inquirió. Puede que fuese una bruja, aparentemente, poderosa, pero la había dejado por su cuenta y riesgo en una habitación, totalmente sola. - ¿Necesitas que vuelva a…? – se giró, un manto de niebla se extendía frente a él - ¿…a la habitación? – suspiró, aunque quisiese hacerlo, no tenía forma de volver. – Sí ves que algo raro intenta entrar en la habitación, avísame. – dijo reemprendiendo la marcha, quizás no serviría de mucho, pero intentaría volver a la taberna a ayudarla.
- Bien… - se detuvo frente a la silueta de un edifico, como todos los demás parecía abandonado, aunque no tenía forma de saberlo con exactitud desde donde estaba, al fin y al cabo, lo único que podía ver era la fachada ensombrecida por la niebla. El zafiro, mientras tanto, brillaba con fuerza en su cinturón.
- ¿Qué tenemos aquí? – Alzó un poco más a Olvido, la manera más rápida de dar con Lyn era ir a los lugares que indicaban las joyas. El único problema que tenía era esa extraña sensación de que, en todo momento y lugar, le estaban observando.
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- ¡Mortal! – Volvió a gritar a la nada, ya había repetido aquel gesto muchas veces, más de las que le gustaría a admitir. – Eltrant… ¿Dónde estás? - dijo en voz algo más baja, estaba sola, la niebla les había separado y ahora estaba sola en aquel lugar. Aunque al menos podía seguir oyendo a Melissa.
Cerró los ojos durante unos segundos y tomó aire. ¿Qué sabía hasta el momento? Era consciente de que ya no estaban frente a la escuela abandonada, la niebla les había separado por algún motivo.
¿Para meterles el miedo en el cuerpo? ¿Para lidiar con ellos más fácilmente? Era una táctica que usaba ella para alimentarse con más facilidad, y sospechaba que muchos vampiros había algo similar; cómo su Maestra solía decir: divide y vencerás.
Respiró hondo, tranquilizándose, ordenando las ideas que tenía en su cabeza. Si aquello era cierto significaba que el “poder” oscuro que había mencionado la bruja besucona tenía capacidad para adaptarse, para aprender, quizás incluso era inteligente.
El cuerno que habían visto en aquellas visiones tan espeluznantes no había desencadenado una ola de mala suerte en el lugar: era algo más. Tragó saliva al recordar al niño que había encontrado la muerte en la herrería y negó con la cabeza.
- Vale, Lyanna. – se dijo para sí volviendo a abrir los ojos, jugueteó con su flequillo. – Eres un idiota con buen carácter, armado hasta los dientes y te enfrentas a un pueblo maldito. – Escrutó la neblina que la rodeaba. - ¿A dónde irías? - La oscuridad no era un problema, era perfectamente capaz de avanzar a oscuras, sin una pizca de luz, y no tropezarse con nada; El inconveniente, en su caso, era el manto blanquecino que se extendía hasta, posiblemente, más allá de los límites del poblado. Por no hablar de la extraña sensación de que la misma niebla le observaba.
Mientras giraba sobre sí misma, intentando de encontrar algo que le dijese hacía dónde avanzar, percibió el brillo rojizo del rubí en su cuello.
Suspiró.
- ¿A dónde si no?
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Runa 1: Lyn
Runa 2: Eltrant
Última edición por Eltrant Tale el Miér Ene 24 2018, 21:30, editado 2 veces
Eltrant Tale
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
El miembro 'Eltrant Tale' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
Aquella magia maligna interfería con la propia, confundiendo el proceso de comunicación con el humano y la vampira.
Tras varios intentos por establecer contacto, finalmente comprendió que el artefacto era mucho más poderoso de lo que imaginó, ergo no podía dejar que los forasteros vagasen por la aldea sin una guía.
Las palabras del joven llegaron hasta su cabeza, aunque él no parecía ser capaz de escucharle y la muchacha no era la excepción.
Sopesó sus opciones durante unos segundos, debatiéndose sobre la fiabilidad del plan que comenzaba a formularse en su cabeza. No tenía opción, pues los tres se hallaban metidos en todo ese lío y sólo ella podría ayudarles a salir de ahí.
La barrera mágica que protegía el hostal donde se hospedaba se desvaneció poco a poco, dejándole a merced de la maldición que asechaba al poblado. Ahora podría concentrar sus habilidades en los dos que se hallaban cazando los preciados fragmentos del caos.
-Un momento -habló después de haber dejado al ex-guarda en silencio durante un rato-. ‘‘Saber’’ es un término relativo -intentó bromear, pero la preocupación en su voz sería bastante notable-. Su presencia está camuflada -masculló con desgano-. Necesito tiempo para dar con ella -hizo una pequeña pausa-. Tu misión es clara, debes reunirte con tu compañera y encontrar los fragmentos del caos, sólo así encontraremos el artefacto mágico y desharemos la maldición -las palabras fueron escupidas con una mortal seriedad-. Déjame el resto a mí -susurró-. Debes vivir…
La bruja no volvió a pronunciar palabra alguna después de declinar la ayuda del humano. Le prometió que encontraría a su compañera y eso haría.
Por su parte el joven llegaría a la mismísima cárcel, lugar dónde inicio aquella serie de catastróficas desdichas. La entrada estaba adornada por los escombros, resultado de la explosión que había tenido lugar hacía unas semanas.
El ambiente se volvería más denso y el collar de zafiro comenzaría a emitir un brillo intenso. Sin duda lo que yacía detrás de aquellos muros era bastante fuerte.
Eltrant avanzaría sin muchos problemas, esquivando desechos de los muros y alguna que otra columna danzarina que amenazaba con caerle encima.
Lo destacable de aquel tétrico escenario sería la irregularidad en la estructura dañada. La explosión había tenido lugar en el pabellón oriental, mientras que el resto de la prisión solo había sufrido algunos cuantos daños, dejando el pabellón occidental casi intacto.
La mayoría de las celdas se encontrarían destruidas, otras no demorarían en sucumbir a las inclemencias del lugar. Misteriosamente una de las mazmorras resaltaría por mantenerse de pie después de todo.
Lamentablemente la calma que precedía a la tormenta empezaría a desvanecerse…antes de que él humano pudiese darse cuenta.
- ¡Eltrant! -La advertencia de Melissa llegaría demasiado tarde.
Una nueva ventisca aparecería, aunque en esta ocasión no transportaría al mortal a un nuevo escenario, sino a un nuevo destino.
En carne propia el ex-guarda viviría la experiencia de lo suscitado en la prisión. Encarnaría a Isaiah; aquel pobre reo que sufrió el infortunio de encontrar ese cuerno que solo trajo desdicha y muerte a Ciudad Sombría.
La mente del joven se encontraba encerrada en ese recuerdo. Reviviendo los últimos días de Isaiah: las palizas constantes, la pésima comida y los trabajos forzosos.
Cualquiera podría perder su propia identidad si se descuidaba. Dependería de él no olvidar quién era…de nuevo.
Deshacer la barrera de protección había resultado maravillosamente, pues consiguió entablar comunicación con el humano. Sin embargo, había algo que le impedía encontrar a la vampira juguetona y deshacer ese hecho le tomó más concentración de la que esperó.
Lyn se dirigiría a ciegas hasta la zona residencial de la ciudad, guiada por el brillo que emitía el collar de rubí que portaba consigo.
La casa del alcalde se alzaría frente a sus ojos, ocasionando que la gema emitiese un misterioso resplandor diferente al anterior.
-Debes tener cuidado si entras ahí -todo rastro de picardía había desaparecido de la melodiosa voz de la bruja-. El aura de ese sitio está impregnada de oscuridad -intentó disuadirle a que diese la vuelta-. Además…hay una presencia ahí y no puedo asegurarte de que esté de nuestro lado.
Melissa decidió obviar el hecho de que no era la primera vez que contactaba con ‘‘energías’’ similares. Prefería guiar a Lyn a un sitio seguro y trazar un plan para reunirla con su compañero antes de que la ciudad volviese a transformarse en un nuevo laberinto.
Desafortunadamente no contó con que dejar al mortal sólo durante unos minutos acarrearía dicho desenlace, pues, de un momento a otro, la mente del joven caería presa de la magia del fragmento de la prisión.
- ¡Eltrant! -Tarde. Demasiado tarde.
No le gustaba usar aquella peculiar magia, ya que mermaba su magia en cantidades inimaginables; no obstante, era consciente de que su presencia sería de vital importancia para la muchacha, ahora que las dos tendrían que asegurarse de llegar hasta la prisión y sacar al ex-guarda.
La habilidad de usar las cartas para transportarse de un lugar a otro siempre la dejaba sin aliento, pero fue una fortuna que llegase a tiempo para evitar que esa nueva ventisca lanzase a la vampiresa a algún sitio desconocido.
- ¡Agáchate! -Se lanzó sobre ella, mandándolas a ambas al suelo-. No tenemos mucho tiempo…su magia se hace más fuerte -se puso de pie, mirando a su alrededor. Todo había cambiado nuevamente, sólo la casa del alcalde seguía frente a ellas en el mismo lugar-. Escucha, sé que hemos llegado a segunda etapa con esa caída y siempre tendremos eso, pero es imperativo que continuemos, tú compañero está en problemas.
No quiso decirle que su magia se había gastado considerablemente, aunque en algún momento ella le descubriría.
-Tsk -chasqueó la lengua-. Ha vuelto a cambiar… -sacó una de las cartas de su portacartas y se la entrego-. Toma, busca al humano -trató de explicar con rapidez-. Es un mapa, te ayudará hasta él, sólo funciona para encontrar a personas con quienes guardas un lazo muy fuerte, así que apresúrate -miró en dirección a la vivienda-. Me encargaré de esto…
Sin pensarlo demasiado se dirigió a la entrada de la casa. Ese artefacto ya había ocasionado demasiadas molestias y era tiempo de que se enfrentase al poder de una bruja como ella.
Al menos hasta que la pareja pudiese estar a salvo.
Tras varios intentos por establecer contacto, finalmente comprendió que el artefacto era mucho más poderoso de lo que imaginó, ergo no podía dejar que los forasteros vagasen por la aldea sin una guía.
Las palabras del joven llegaron hasta su cabeza, aunque él no parecía ser capaz de escucharle y la muchacha no era la excepción.
Sopesó sus opciones durante unos segundos, debatiéndose sobre la fiabilidad del plan que comenzaba a formularse en su cabeza. No tenía opción, pues los tres se hallaban metidos en todo ese lío y sólo ella podría ayudarles a salir de ahí.
La barrera mágica que protegía el hostal donde se hospedaba se desvaneció poco a poco, dejándole a merced de la maldición que asechaba al poblado. Ahora podría concentrar sus habilidades en los dos que se hallaban cazando los preciados fragmentos del caos.
-Un momento -habló después de haber dejado al ex-guarda en silencio durante un rato-. ‘‘Saber’’ es un término relativo -intentó bromear, pero la preocupación en su voz sería bastante notable-. Su presencia está camuflada -masculló con desgano-. Necesito tiempo para dar con ella -hizo una pequeña pausa-. Tu misión es clara, debes reunirte con tu compañera y encontrar los fragmentos del caos, sólo así encontraremos el artefacto mágico y desharemos la maldición -las palabras fueron escupidas con una mortal seriedad-. Déjame el resto a mí -susurró-. Debes vivir…
La bruja no volvió a pronunciar palabra alguna después de declinar la ayuda del humano. Le prometió que encontraría a su compañera y eso haría.
Por su parte el joven llegaría a la mismísima cárcel, lugar dónde inicio aquella serie de catastróficas desdichas. La entrada estaba adornada por los escombros, resultado de la explosión que había tenido lugar hacía unas semanas.
El ambiente se volvería más denso y el collar de zafiro comenzaría a emitir un brillo intenso. Sin duda lo que yacía detrás de aquellos muros era bastante fuerte.
Eltrant avanzaría sin muchos problemas, esquivando desechos de los muros y alguna que otra columna danzarina que amenazaba con caerle encima.
Lo destacable de aquel tétrico escenario sería la irregularidad en la estructura dañada. La explosión había tenido lugar en el pabellón oriental, mientras que el resto de la prisión solo había sufrido algunos cuantos daños, dejando el pabellón occidental casi intacto.
La mayoría de las celdas se encontrarían destruidas, otras no demorarían en sucumbir a las inclemencias del lugar. Misteriosamente una de las mazmorras resaltaría por mantenerse de pie después de todo.
Lamentablemente la calma que precedía a la tormenta empezaría a desvanecerse…antes de que él humano pudiese darse cuenta.
- ¡Eltrant! -La advertencia de Melissa llegaría demasiado tarde.
Una nueva ventisca aparecería, aunque en esta ocasión no transportaría al mortal a un nuevo escenario, sino a un nuevo destino.
En carne propia el ex-guarda viviría la experiencia de lo suscitado en la prisión. Encarnaría a Isaiah; aquel pobre reo que sufrió el infortunio de encontrar ese cuerno que solo trajo desdicha y muerte a Ciudad Sombría.
La mente del joven se encontraba encerrada en ese recuerdo. Reviviendo los últimos días de Isaiah: las palizas constantes, la pésima comida y los trabajos forzosos.
Cualquiera podría perder su propia identidad si se descuidaba. Dependería de él no olvidar quién era…de nuevo.
- Prisión:
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- Pabellón:
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- Celda:
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- Detalles de Isaiah:
1.-Fue un joven que entró a prisión por violar y embarazar a su hermana menor.
2.-No tenía muchos amigos en la prisión, pero era considerado un buen ''soplón'' al recabar información proveniente de los guardias.
3.-Sus labores constaban en la limpieza del pabellón central exterior y la producción de ornamentos de cristal en la fabrica de la prisión.
4.-No era muy inteligente.
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Deshacer la barrera de protección había resultado maravillosamente, pues consiguió entablar comunicación con el humano. Sin embargo, había algo que le impedía encontrar a la vampira juguetona y deshacer ese hecho le tomó más concentración de la que esperó.
Lyn se dirigiría a ciegas hasta la zona residencial de la ciudad, guiada por el brillo que emitía el collar de rubí que portaba consigo.
La casa del alcalde se alzaría frente a sus ojos, ocasionando que la gema emitiese un misterioso resplandor diferente al anterior.
-Debes tener cuidado si entras ahí -todo rastro de picardía había desaparecido de la melodiosa voz de la bruja-. El aura de ese sitio está impregnada de oscuridad -intentó disuadirle a que diese la vuelta-. Además…hay una presencia ahí y no puedo asegurarte de que esté de nuestro lado.
Melissa decidió obviar el hecho de que no era la primera vez que contactaba con ‘‘energías’’ similares. Prefería guiar a Lyn a un sitio seguro y trazar un plan para reunirla con su compañero antes de que la ciudad volviese a transformarse en un nuevo laberinto.
Desafortunadamente no contó con que dejar al mortal sólo durante unos minutos acarrearía dicho desenlace, pues, de un momento a otro, la mente del joven caería presa de la magia del fragmento de la prisión.
- ¡Eltrant! -Tarde. Demasiado tarde.
No le gustaba usar aquella peculiar magia, ya que mermaba su magia en cantidades inimaginables; no obstante, era consciente de que su presencia sería de vital importancia para la muchacha, ahora que las dos tendrían que asegurarse de llegar hasta la prisión y sacar al ex-guarda.
La habilidad de usar las cartas para transportarse de un lugar a otro siempre la dejaba sin aliento, pero fue una fortuna que llegase a tiempo para evitar que esa nueva ventisca lanzase a la vampiresa a algún sitio desconocido.
- ¡Agáchate! -Se lanzó sobre ella, mandándolas a ambas al suelo-. No tenemos mucho tiempo…su magia se hace más fuerte -se puso de pie, mirando a su alrededor. Todo había cambiado nuevamente, sólo la casa del alcalde seguía frente a ellas en el mismo lugar-. Escucha, sé que hemos llegado a segunda etapa con esa caída y siempre tendremos eso, pero es imperativo que continuemos, tú compañero está en problemas.
No quiso decirle que su magia se había gastado considerablemente, aunque en algún momento ella le descubriría.
-Tsk -chasqueó la lengua-. Ha vuelto a cambiar… -sacó una de las cartas de su portacartas y se la entrego-. Toma, busca al humano -trató de explicar con rapidez-. Es un mapa, te ayudará hasta él, sólo funciona para encontrar a personas con quienes guardas un lazo muy fuerte, así que apresúrate -miró en dirección a la vivienda-. Me encargaré de esto…
Sin pensarlo demasiado se dirigió a la entrada de la casa. Ese artefacto ya había ocasionado demasiadas molestias y era tiempo de que se enfrentase al poder de una bruja como ella.
Al menos hasta que la pareja pudiese estar a salvo.
- Casa del alcalde:
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- Carta guía:
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Eltrant Tale: ¡Enhorabuena! ¿Quién consigue una pésima runa en una situación inversa? Debes dar gracias a los dioses, pues te han bendecido con la mejor de las suertes. ¡Claro! ¡Una runa mala en un mundo como este funciona al revés! Lamentablemente al tener el efecto contrario también ha cambiado la intensidad del fragmento del caos. Por ello debes enfrentar una dificultad un tanto mayor. No todo es porrazos en esta vida, amiguito. Deberás lanzar la voluntad de los dioses a fin de determinar la fortaleza del recuerdo en el que estarás atrapado.
Suerte mala/muy mala: Tu cordura sufrirá estragos y no podrás abandonar el recuerdo en este turno. No hablemos de lo que le pasará a tu identidad, pues vivirás todo lo que le sucedió a Isaiah en la prisión, incluyendo su desenlace…y eso no será bonito.
Suerte media: Tu cordura no sufrirá tanto daño, pero deberás librarte del sueño de una manera hollywoodiense (justo como a mí me gusta), para lo cual terminarás con una terrible desorientación y no podrás hacer uso de tus habilidades, objetos y tampoco de olvido en el siguiente turno.
Suerte buena/muy buena: Seguirás tan cuerdo como siempre (bueno, ‘‘cuerdo’’) y podrás librarte del recuerdo sin ningún problema, lo que te dará una pequeña ventaja, pues la neblina ya no podrá afectarte.
Por cierto…la suerte no será invertida en esta ocasión, así que ruega piedad a los Dioses si quieres salir bien librado esta vez.
Suerte mala/muy mala: Tu cordura sufrirá estragos y no podrás abandonar el recuerdo en este turno. No hablemos de lo que le pasará a tu identidad, pues vivirás todo lo que le sucedió a Isaiah en la prisión, incluyendo su desenlace…y eso no será bonito.
Suerte media: Tu cordura no sufrirá tanto daño, pero deberás librarte del sueño de una manera hollywoodiense (justo como a mí me gusta), para lo cual terminarás con una terrible desorientación y no podrás hacer uso de tus habilidades, objetos y tampoco de olvido en el siguiente turno.
Suerte buena/muy buena: Seguirás tan cuerdo como siempre (bueno, ‘‘cuerdo’’) y podrás librarte del recuerdo sin ningún problema, lo que te dará una pequeña ventaja, pues la neblina ya no podrá afectarte.
Por cierto…la suerte no será invertida en esta ocasión, así que ruega piedad a los Dioses si quieres salir bien librado esta vez.
Lyn: La runa media ha evitado que Lyn tenga que enfrentarse de cara con un fragmento del caos, además ha recibido la maravillosa presencia y guía de Melissa, quien ahora ayudará a la causa. No te confundas, Lyn solo se ha librado este turno y, por supuesto, cualquier cosa que le suceda a Melissa afectará directamente el progreso de la trama. Ahora la vampiresa deberá decidir si quedarse a investigar la casa junto a la bruja o usar la carta para intentar encontrar a Eltrant. Ambas opciones tendrán una repercusión, así que te insto a decidir sabiamente. A fin de ser equitativos me tomaré la molestia de lanzar una runa por mi NPC, así será más sencillo ser una deidad justa y jugar junto a ti. Recuerda que está vez las runas no tendrán un efecto inverso. ¡Enjoy!
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El miembro 'Wyn' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Se acercó más al edificio que tenía frente a él, la silueta fue tomando forma, poco a poco, no tardó en vislumbrar lo que había frente a él: una cárcel, una cárcel de dimensiones bastante grandes.
- Así que aquí es… esto no tiene pinta de pueblo ya... - rememoró la visión que les había enseñado Melissa, la mujer llevaba callada un buen rato, parecía haber desaparecido por algún motivo, justo tras negar su ayuda. ¿Estaría bien de verdad? Suspiró pesadamente y volvió a ojear el zafiro que pendía, ahora, de la empuñadura de Recuerdo.
Brillaba con fuerza; allí había un fragmento de esos de los que había hablado la bruja.
Respiró hondo y, con Recuerdo entre sus manos, se abrió paso entre la bruma, alumbrando pobremente el camino que tenía frente a él hasta que acabó en un gigantesco portón metálico, totalmente oxidado.
Sin deshacerse de su espada, hizo presión sobre la única entrada visible al edificio, le sorprendió descubrir que, contra todo pronóstico, esta estaba abierta, pero, por el crujido metálico que esta emitió cuando ex-guarda empujó, desplazando la hoja de metal a un lado de forma que pudo ver el interior de la prisión, nadie la había tocado en mucho, mucho tiempo.
Antes de entrar se giró sobre sí mismo y miró de nuevo hacía la niebla, esperando que Lyn o Melissa apareciesen de entre la bruma. Sacudió la cabeza ¿Esperaba en la entrada? Era una posibilidad, nadie había entrado en el lugar, Lyn no había llegado allí antes que él.
Pero, por supuesto, volvió a recordar las palabras de la bruja. El mal cada vez se extendía más rápido, cuanto antes se enfrentase al poder que aguardaba dentro de la prisión, antes podrían abandonar aquel lugar.
Tragó saliva y atravesó un amplio patio el cual, como el resto de aquella pequeña ciudad, estaba prácticamente en ruinas. Mientras avanzaba no pudo evitar ver el cuantioso número de grilletes desperdigados por doquier, las viejas espadas herrumbrosas y las distintas manchas, de lo que parecía ser, sangre seca.
Pero, aun cuando era evidente que algo terrible había sucedido en aquel lugar, seguía sin haber cadáveres. ¿Por qué no había siquiera un cadáver en todo el pueblo? Incluso en Térpoli, un lugar en dónde los muertos se levantaron, había cadáveres.
Llegó hasta la puerta que estaba al otro extremo del patio y reprimió un gruñido al encontrársela cerrada a cal y canto. Envainando de nuevo a Recuerdo se atusó la barba, esperar que absolutamente todas las puertas del lugar estuviesen abiertas era, cuanto menos, ingenuo.
Respiró hondo, tras golpear repetidamente la puerta que conducía al ala principal de la carcel se rindió y, tras hacerse, una vez más, con su improvisada antorcha azulada se desplazó hasta una puerta algo más pequeña, la cual descansaba, entreabierta, a uno de los lados del patio, justo dónde había más grilletes en el suelo.
Tras superar esa puerta vio lo que parecía ser una cocina completamente destrozada y, a partir de ahí, cuando logró encontrar un largo pasillo que anexaba aquel edifico con el principal; cada paso que daba se traducía en un pequeño temblor, en la visión de paredes completamente y columnas completamente pulverizadas. Era consciente de que algo de una fuerza inimaginable había hecho aquello. ¿Pero qué?
Deteniéndose en mitad de un amplio salón, con diferentes mesas en las que había algunas insignias de la guardia a la que una vez había pertenecido, sacó el yelmo que guardaba en su bolsa de viaje y se lo colocó. Si la prisión se desplomaba sobre él, al menos aquello le protegería la cabeza un mínimo.
Por fin llegó al bloque de celdas, era similar a la prisión en la que habían encerrado a los del Gremio de Ladrones meses antes de aquel fatídico viaje en barco, la única diferencia es que el tiempo y, muy probablemente, el desastre que se había apoderado de aquel lugar lo había destruido casi todo.
Pocas cosas quedaban en pie.
Se detuvo unos instantes a respirar, algo no iba bien, casi parecía que la propia niebla que le rodeaba limitaba sus pasos, como si estuviese atravesando una cascada infinita. ¿Era la magia del fragmento? En el colegio había tardado menos en aparecerse. ¿Estaba haciendo algo mal? No estaba seguro de que sucedía, pero un escalofrío recorrió toda su espalda.
Una parte de él clamaba por marcharse de allí y, al menos, esperar a Lyn y a la bruja antes de actuar; pero continuó caminando. Ignoró el centenar de cuestiones que pululaban en aquel momento en su cabeza e hizo caso omiso a su instinto de supervivencia. Se adentró aún más en la prisión, analizando cada una de las celdas abandonadas con detenimiento, esperando encontrar, como mínimo, algo parecido a las tétricas marionetas que les había atacado algo mal.
O una campana gigante a la que lanzarle un derechazo.
Logró encontrar algo, al cabo de unos diez minutos de exploración, que acabó llamándole la atención. Una celda, una de tantas, en sí, no parecía tener nada de especial. Nada salvo que, a diferencia de las demás, estaba intacta, la destrucción que había asolado al lugar, no había afectado a aquel pequeño habitáculo.
- Tiene que ser aquí… - murmuró alzando a Recuerdo, iluminando el interior de la habitación mientras con la mano izquierda tomaba una de las cartas de Melissa. - ¿Cómo funcionabas tú? – preguntó agitando la carta instantes antes de volver a oír la voz de la bruja en su cabeza.
Frunció el ceño y se colocó en guardia en cuanto la mujer le avisó de la ventisca que le cubrió de pies a cabeza. Y antes de que pudiese gritar, todo, en apenas una fracción de segundo, se apagó.
El sonido de una cuchara de metal golpeando un cazó le despertó, pero no se levantó, no le apetecía.
Se pasó la mano por la cara y musitó algo en voz baja que ni siquiera él comprendió, no abrió los ojos, quería seguir durmiendo. Estaba en su derecho de descansar, llevaba una semana allí por una minucia y había trabajado lo suficiente. No había matado a nadie, después de todo.
Además, estaba seguro de que aquella cría se merecía lo que se buscó. Siempre insinuándose, siempre creyéndose mejor que él; pero le dio su merecido, la puso en su lugar, dónde tenía que estar.
Sonrió para sí, aun sin abrir los ojos, seguro que ahora no iba a presumir tanto de su trabajo delante de él. ¿Quién se creía que era? ¡El mayor era él! ¡No tenía ningún derecho a pensarse mejor!
El insistente sonido se hizo más fuerte según el guarda que golpeaba el cazo se acercaba a su celda.
- Isaiah, escoria. ¡Levántate! - ¿Isaiah? ¿Era ese su nombre…? ¿Por qué era tan extraño el oírlo? - ¡Que te levantes! – Un golpe fuerte en los barrotes de su nuevo hogar le sacó de sus cavilaciones, con un gruñido el reo ignoró al carcelero y se revolvió en su catre, no iba a hacer nada.
Oyó el sonido de llaves tintineando.
- ¡Muy bien! – dijo el hombre enfurecido a la puerta de su habitación. – Como voy a disfrutar esto... – sentenció a la vez que la puerta se abría con un chirrido.
Minutos después se encontró rodeado de guardas, todos golpeándole con espadas de entrenamiento, fue un día muy largo.
Ya había pasado un mes.
Isaiah se acomodó en uno de los tantos bancos del patio, a la sombra.
Había conseguido algunas cosas en un mes. Aparte de recibir puñaladas de los presos y palizas de los guardias, había conseguido enterarse de algunas cosas muy interesantes.
Sabía que aquello le ayudaría a sobrevivir en aquel lugar.
Por algún motivo a veces pensaba que no encajaba allí. Era raro, cada vez duraban más. ¿Estaría enfermo? Estiró los brazos sobre su cabeza.
Con la comida repugnante que le daban, no le extrañaría.
Empujó la fregona hasta el final del pasillo.
Aquello era esclavitud, no se lo merecía, era esa niñata que esperaba en casa, frente a una cálida chimenea la que se lo merecía, ella era la que tenía que estar en aquel lugar, sufriendo y no él.
No se lo merecía.
Se agachó y, con cuidado, colocó una piedra con un símbolo junto a una de las puertas más amplias, escondida bajo un mueble. El símbolo no estaba muy pensado, lo había intentado, pero no se le había ocurrido nada mejor; consistía en un circulo con una equis pobremente dibujada en la parte de abajo.
Nadie notaría aquella piedra allí, al menos no los guardas. Sonrió ante su plan maestro, uno que le había ganado algunas costillas rotas, pero que sería siendo brillante. Las diferentes pandillas de la cárcel ahora no se metían con él, era un comienzo.
Siguió fregando, disimulando, haciendo el trabajo que debían de hacer los hombres-bestia, como buenos esclavos que eran. Contando los días para volver con su hermana; se preguntaba como estaría.
Él no se merecía aquello, se lo seguía repitiendo una y otra vez, cada día que pasaba, se reafirmaba en sus ideas, tratando de acallar esa vocecilla que, cuando se despistaba, aparecía diciéndole lo que era en realidad.
- “Monstruo” – soltó la escoba y se llevó la mano hasta la cara, respirando con dificultad, el sonido de la madera impactando sobre el mármol del que estaba constituido el suelo rebotó en la habitación.
¿Se lo merecía de verdad?
A veces lo veía. En los espejos, en el reflejo de algún charco, en el cristal.
¿Se estaba volviendo loco?
Le habían dado otra paliza, no había conseguido enterarse de lo necesario, estaba perdiendo la fama que tanto le había costado conseguir. Tendría que trabajar más duro, encandilarse a un par de guardas.
Lamentablemente, estos, no veían el mundo como él. Le consideraban una sabandija, lo peor de lo peor. Lo más triste es que a veces, por algún motivo que se le escapaba, coincidía con ellos.
Seguro que su hermana tenía la culpa. ¿Sería una bruja?
Tensó la mandíbula y, con suma delicadeza, torpemente continuó trabajando en el ornamento de cristal que tenía entre las manos. Habían pasado casi cien días en aquel sitio, aunque no estaba muy seguro, no se le daba bien contar el tiempo y había empezado tarde a hacerlo.
De todas formas, por fin comenzaba a entender una cuestión muy simple. Si se mantenía callado, nadie le atacaba. Por otro lado, las voces comenzaban a ser una constante, las pesadillas también.
Maldita bruja, estaba deseando volver a ponerle las manos encima.
La luna estaba alta, bien alta en el cielo, los guardias no verían la vela que usaba normalmente, aquel día no la necesitaba, podía ver perfectamente con la tenue claridad que entraban por la pequeña ventana repleta de barrotes.
Había algo bajo la cama que le llamaba, bajo el suelo, de forma incesante. Lo sabía, era un objeto, era algo importante, quizás su salvación. Le llamaba casi con la misma insistencia que la voz de su cabeza le recordaba lo despreciable que era.
Había empezado a cavar con una cuchara, pero no era demasiado rápido, estaba decidido a robar algo de cristal para ayudarse, lo tomaría del taller cuando nadie mirase.
Tenía que encontrar lo que había bajo su cama, quizás así se callase esa voz. Ahora le había dado por repetir un nombre, uno que no conocía.
¿Sería amigo de su hermana?
Estaba solo en su habitación, mirando fijamente el trozo de cristal que tenía en la mano, mirando su reflejo.
¿Quién era? ¿Quién era él?
Él era Isaiah, ¿No era verdad? No podía ser otra persona, solo podía ser Isaiah, sabía dónde había nacido, dónde se había criado, quien era su hermana, su hogar, sus fechorías…
Sabía que era él, lo sabía.
- ¡Se lo merece! – gritó, la mano con la que sujetaba el trozo de cristal le temblaba con fuerza - ¡¡Se lo merece!! – gritó de nuevo. Algunas de las antorchas del pasillo se encendieron, los improperios de los guardas que estaban patrullando la mazmorra en aquel momento se alzaron sobre la calma de la noche a coro con sus propios gritos, iban a darle una paliza, podía oírlo aun desde la distancia. - ¡Se lo… merece! – cerró su puño en torno al cristal, sangre comenzó a manar de su mano. - ¡Se lo…! - Alzó el cristal.
- ¡¡Monstruo!! – Isaiah se pasó el cristal por la cara, en diagonal, gritó de dolor y cayó de rodillas con el rostro ensangrentado. Los guardias, estupefactos, se quedaron mirando la escena desde la entrada de la celda. Aquella voz había salido de dentro de él, la conocía, era misma voz que le hablaba. - ¡¡Yo no soy tú!! – Marcó una diagonal en el sentido opuesto a la primera, en su cara, de forma temblorosa, Isaiah volvió a gritar. - ¡¡Sácame… de… aquí!! - El reo se llevó ambas manos a la cara, a los cortes, y comenzó a excavar.
- ¡¡Necesito… respirar!!
Y todo se fundió en negro.
Eltrant respiraba agitado, de rodillas, en la misma celda en la que le había alcanzado la corriente de aire. Tragó saliva, se sujetó la mano derecha, la cual temblaba de forma incontrolable.
¿Había esgrimido un cuchillo segundo atrás?
Ayudándose con la pared, se levantó y trató de ordenar sus ideas, se quitó el yelmo y le dejó caer al suelo, estaba empapado en sudor, se pasó la mano por a la cara, esperando encontrar dos gruesos cortes en la misma.
¿Qué le acababa de pasar? No recordaba gran cosa, fragmentos sueltos de una prisión, de la celda en la que estaba y de cómo había vivido en ella alguien. Una especie de visión similar a las de Melissa, pero a la vez diferente, aun cuando por la ventana de la celda se podía ver que seguía siendo de noche, tenía la impresión de que había pasado en aquel lugar meses.
Pero eso era imposible.
Sacudió la cabeza con fuerza, tratando de alejar el agudo dolor que sentía en las sienes, sorpresivamente, lo consiguió.
Lo único que Eltrant tenía claro era que se había sentido como en una prisión. Pero no en la que estaba en aquel momento, aunque no estaba seguro en que se diferenciaba, apenas entendía que acababa de sucederle.
Se esforzó en pensar que había sido víctima de algún tipo de magia extraña, como los muñecos que les habían atacado en la escuela. Abrió y cerró su puño de forma repetida, comprobando que de verdad lo podía controlar a voluntad, no estaba seguro de por qué aquello era una prioridad.
Al menos la niebla, de algún modo, se había difuminado algo.
Eltrant, tras asegurarse de que no tenía ninguna herida, sonrió agotado y se agachó a recuperar tanto a Recuerdo como a su yelmo.
- …Eso ha sido raro. – dijo saliendo de la celda dirigiéndose al lugar al cual le dirigía el colgante, con Recuerdo en alto, iluminando su camino.
Rodó por el suelo incapaz de hacer nada para evitar a su misterioso atacante.
Lyn suspiró aliviada cuando descubrió que habías sido la bruja la que le había placado y que, en el proceso, le había librado de acabar en algún otro lugar. Se mordió el labio inferior y miró a la pelirroja con cierto recelo.
¿Por qué había decidido aparecerse en aquel momento? ¿Le había oído gritar el nombre de Eltrant? Miró de forma inquisitiva a la bruja, oyendo atentamente sus palabras y, sonriendo escuetamente, a la frase que esta había dicho.
Parecía alternar entre seriedad y bromas desenfadadas aún más que ella, incluso cuando había mencionado que su compañero, Eltrant, estaba en peligro. Frunció el ceño y miró hacía un punto indeterminado de la niebla.
Al final el colgante no le había llevado hasta dónde ella esperaba. Cerró los ojos unos instantes, seguro que él, de haberlo intentado, lo habría conseguido, quizás no a la primera, pero tras varias puñaladas y golpes, habría llegado hasta dónde estaba ella en aquel momento.
Frunció el ceño y, sin prestar demasiada atención a lo que Melissa había dicho, asintió para sí. Aquello solo era el primer golpe, podía encajar unos cuantos más antes de encontrarle definitivamente.
- ¿Decías que…? – La ojiazul abrió los ojos de par en par cuando Melissa depositó una carta entre sus manos, una que a diferencia de las que cargaba Eltrant, tenía formas y dibujos siempre en constante cambio. - ¿Dices que con esto encuentro a Elt... Mortal…? ¿Con esto encuentro a el Mortal? – La bruja no respondió, se encaminó a la casa que había estado a punto de ser la perdición de Lyn tras decir “Me encargaré de esto”.
La vampiresa miró la hoja que tenía en la mano, tenía el dibujo de una Luna, parecía ser irónicamente apropiado para ella.
- Encontrar lazos fuertes… - susurró justo cuando la bruja desapareció en la amplia vivienda sin apartar los ojos de la carta. Dos diminutos puntos, de diferentes colores, estaban dibujados en aquel mapa; aunque uno de ellos no era realmente un punto, era más parecido a una flecha de pequeño tamaño que señalaba hacía algún lugar fuera del plano.
Se mordió el labio inferior al ver esto e ignoró aquella flecha; Sabía de quien se trataba, no era Eltrant, era lo único que importaba en aquel momento. Por lo que pudo deducir el castaño estaba en aquel instante sorpresivamente cerca de dónde estaba ella, según el mapa a las afueras del pueblo, en un edificio bastante amplio.
- ¿Cómo haces para meterte en esos sitios? – dijo de nuevo en apenas un susurro, ¿Aquello significaba que él y el Mortal tenían un lazo fuerte? Tomó aire, el punto azulado se movía lentamente, de un lugar a otro, pero siempre dentro de los confines del edificio cuadrado en el que el exmercenario parecía haberse adentrado. – Voy a por ti – dijo pasándose la carta de una mano a otra, emprendiendo la marcha, dispuesta a obedecer a Melissa y ayudar a su compañero.
Pero el sonido de un cristal rompiéndose en el interior de la vivienda en la que estaba Melissa le hizo detenerse. Miró durante varios segundos, varios largos segundos, la casa.
- Nunca se me ha dado bien ser obediente. – se guardó la carta en el bolsillo trasero del pantalón – Intenta que no te apuñalen mucho Elt – dijo en un susurro, las sombras comenzaban a acumularse a su alrededor. – Enseguida estoy allí. – aseguró adentrándose tras la bruja, dispuesta a ayudarla.
Conocía a Eltrant, si se iba sin ayudar a Melissa antes iba a ganarse un discurso de los suyos y si era sincera consigo misma a veces dudaba que fuese “Mortal”; Por otro lado, la bruja le había salvado del “vendaval misterioso de la muerte”.
Las sombras se acumularon en sus brazos bailando tímidamente a su alrededor, era consciente de que no se le daba bien pelear, tampoco le gustaba hacerlo demasiado.
Afortunadamente para ella, nunca la veían como una amenaza. Siempre cometian ese error.
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Runa 1: Elt
Runa 2: Lyn
- Así que aquí es… esto no tiene pinta de pueblo ya... - rememoró la visión que les había enseñado Melissa, la mujer llevaba callada un buen rato, parecía haber desaparecido por algún motivo, justo tras negar su ayuda. ¿Estaría bien de verdad? Suspiró pesadamente y volvió a ojear el zafiro que pendía, ahora, de la empuñadura de Recuerdo.
Brillaba con fuerza; allí había un fragmento de esos de los que había hablado la bruja.
Respiró hondo y, con Recuerdo entre sus manos, se abrió paso entre la bruma, alumbrando pobremente el camino que tenía frente a él hasta que acabó en un gigantesco portón metálico, totalmente oxidado.
Sin deshacerse de su espada, hizo presión sobre la única entrada visible al edificio, le sorprendió descubrir que, contra todo pronóstico, esta estaba abierta, pero, por el crujido metálico que esta emitió cuando ex-guarda empujó, desplazando la hoja de metal a un lado de forma que pudo ver el interior de la prisión, nadie la había tocado en mucho, mucho tiempo.
Antes de entrar se giró sobre sí mismo y miró de nuevo hacía la niebla, esperando que Lyn o Melissa apareciesen de entre la bruma. Sacudió la cabeza ¿Esperaba en la entrada? Era una posibilidad, nadie había entrado en el lugar, Lyn no había llegado allí antes que él.
Pero, por supuesto, volvió a recordar las palabras de la bruja. El mal cada vez se extendía más rápido, cuanto antes se enfrentase al poder que aguardaba dentro de la prisión, antes podrían abandonar aquel lugar.
Tragó saliva y atravesó un amplio patio el cual, como el resto de aquella pequeña ciudad, estaba prácticamente en ruinas. Mientras avanzaba no pudo evitar ver el cuantioso número de grilletes desperdigados por doquier, las viejas espadas herrumbrosas y las distintas manchas, de lo que parecía ser, sangre seca.
Pero, aun cuando era evidente que algo terrible había sucedido en aquel lugar, seguía sin haber cadáveres. ¿Por qué no había siquiera un cadáver en todo el pueblo? Incluso en Térpoli, un lugar en dónde los muertos se levantaron, había cadáveres.
Llegó hasta la puerta que estaba al otro extremo del patio y reprimió un gruñido al encontrársela cerrada a cal y canto. Envainando de nuevo a Recuerdo se atusó la barba, esperar que absolutamente todas las puertas del lugar estuviesen abiertas era, cuanto menos, ingenuo.
Respiró hondo, tras golpear repetidamente la puerta que conducía al ala principal de la carcel se rindió y, tras hacerse, una vez más, con su improvisada antorcha azulada se desplazó hasta una puerta algo más pequeña, la cual descansaba, entreabierta, a uno de los lados del patio, justo dónde había más grilletes en el suelo.
Tras superar esa puerta vio lo que parecía ser una cocina completamente destrozada y, a partir de ahí, cuando logró encontrar un largo pasillo que anexaba aquel edifico con el principal; cada paso que daba se traducía en un pequeño temblor, en la visión de paredes completamente y columnas completamente pulverizadas. Era consciente de que algo de una fuerza inimaginable había hecho aquello. ¿Pero qué?
Deteniéndose en mitad de un amplio salón, con diferentes mesas en las que había algunas insignias de la guardia a la que una vez había pertenecido, sacó el yelmo que guardaba en su bolsa de viaje y se lo colocó. Si la prisión se desplomaba sobre él, al menos aquello le protegería la cabeza un mínimo.
Por fin llegó al bloque de celdas, era similar a la prisión en la que habían encerrado a los del Gremio de Ladrones meses antes de aquel fatídico viaje en barco, la única diferencia es que el tiempo y, muy probablemente, el desastre que se había apoderado de aquel lugar lo había destruido casi todo.
Pocas cosas quedaban en pie.
Se detuvo unos instantes a respirar, algo no iba bien, casi parecía que la propia niebla que le rodeaba limitaba sus pasos, como si estuviese atravesando una cascada infinita. ¿Era la magia del fragmento? En el colegio había tardado menos en aparecerse. ¿Estaba haciendo algo mal? No estaba seguro de que sucedía, pero un escalofrío recorrió toda su espalda.
Una parte de él clamaba por marcharse de allí y, al menos, esperar a Lyn y a la bruja antes de actuar; pero continuó caminando. Ignoró el centenar de cuestiones que pululaban en aquel momento en su cabeza e hizo caso omiso a su instinto de supervivencia. Se adentró aún más en la prisión, analizando cada una de las celdas abandonadas con detenimiento, esperando encontrar, como mínimo, algo parecido a las tétricas marionetas que les había atacado algo mal.
O una campana gigante a la que lanzarle un derechazo.
Logró encontrar algo, al cabo de unos diez minutos de exploración, que acabó llamándole la atención. Una celda, una de tantas, en sí, no parecía tener nada de especial. Nada salvo que, a diferencia de las demás, estaba intacta, la destrucción que había asolado al lugar, no había afectado a aquel pequeño habitáculo.
- Tiene que ser aquí… - murmuró alzando a Recuerdo, iluminando el interior de la habitación mientras con la mano izquierda tomaba una de las cartas de Melissa. - ¿Cómo funcionabas tú? – preguntó agitando la carta instantes antes de volver a oír la voz de la bruja en su cabeza.
Frunció el ceño y se colocó en guardia en cuanto la mujer le avisó de la ventisca que le cubrió de pies a cabeza. Y antes de que pudiese gritar, todo, en apenas una fracción de segundo, se apagó.
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~ Día 7 ~
El sonido de una cuchara de metal golpeando un cazó le despertó, pero no se levantó, no le apetecía.
Se pasó la mano por la cara y musitó algo en voz baja que ni siquiera él comprendió, no abrió los ojos, quería seguir durmiendo. Estaba en su derecho de descansar, llevaba una semana allí por una minucia y había trabajado lo suficiente. No había matado a nadie, después de todo.
Además, estaba seguro de que aquella cría se merecía lo que se buscó. Siempre insinuándose, siempre creyéndose mejor que él; pero le dio su merecido, la puso en su lugar, dónde tenía que estar.
Sonrió para sí, aun sin abrir los ojos, seguro que ahora no iba a presumir tanto de su trabajo delante de él. ¿Quién se creía que era? ¡El mayor era él! ¡No tenía ningún derecho a pensarse mejor!
El insistente sonido se hizo más fuerte según el guarda que golpeaba el cazo se acercaba a su celda.
- Isaiah, escoria. ¡Levántate! - ¿Isaiah? ¿Era ese su nombre…? ¿Por qué era tan extraño el oírlo? - ¡Que te levantes! – Un golpe fuerte en los barrotes de su nuevo hogar le sacó de sus cavilaciones, con un gruñido el reo ignoró al carcelero y se revolvió en su catre, no iba a hacer nada.
Oyó el sonido de llaves tintineando.
- ¡Muy bien! – dijo el hombre enfurecido a la puerta de su habitación. – Como voy a disfrutar esto... – sentenció a la vez que la puerta se abría con un chirrido.
Minutos después se encontró rodeado de guardas, todos golpeándole con espadas de entrenamiento, fue un día muy largo.
~ Día 31 ~
Ya había pasado un mes.
Isaiah se acomodó en uno de los tantos bancos del patio, a la sombra.
Había conseguido algunas cosas en un mes. Aparte de recibir puñaladas de los presos y palizas de los guardias, había conseguido enterarse de algunas cosas muy interesantes.
Sabía que aquello le ayudaría a sobrevivir en aquel lugar.
Por algún motivo a veces pensaba que no encajaba allí. Era raro, cada vez duraban más. ¿Estaría enfermo? Estiró los brazos sobre su cabeza.
Con la comida repugnante que le daban, no le extrañaría.
~ Día 127 ~
Empujó la fregona hasta el final del pasillo.
Aquello era esclavitud, no se lo merecía, era esa niñata que esperaba en casa, frente a una cálida chimenea la que se lo merecía, ella era la que tenía que estar en aquel lugar, sufriendo y no él.
No se lo merecía.
Se agachó y, con cuidado, colocó una piedra con un símbolo junto a una de las puertas más amplias, escondida bajo un mueble. El símbolo no estaba muy pensado, lo había intentado, pero no se le había ocurrido nada mejor; consistía en un circulo con una equis pobremente dibujada en la parte de abajo.
Nadie notaría aquella piedra allí, al menos no los guardas. Sonrió ante su plan maestro, uno que le había ganado algunas costillas rotas, pero que sería siendo brillante. Las diferentes pandillas de la cárcel ahora no se metían con él, era un comienzo.
Siguió fregando, disimulando, haciendo el trabajo que debían de hacer los hombres-bestia, como buenos esclavos que eran. Contando los días para volver con su hermana; se preguntaba como estaría.
Él no se merecía aquello, se lo seguía repitiendo una y otra vez, cada día que pasaba, se reafirmaba en sus ideas, tratando de acallar esa vocecilla que, cuando se despistaba, aparecía diciéndole lo que era en realidad.
- “Monstruo” – soltó la escoba y se llevó la mano hasta la cara, respirando con dificultad, el sonido de la madera impactando sobre el mármol del que estaba constituido el suelo rebotó en la habitación.
¿Se lo merecía de verdad?
~ Día 184 ~
A veces lo veía. En los espejos, en el reflejo de algún charco, en el cristal.
¿Se estaba volviendo loco?
~ Día 255 ~
Le habían dado otra paliza, no había conseguido enterarse de lo necesario, estaba perdiendo la fama que tanto le había costado conseguir. Tendría que trabajar más duro, encandilarse a un par de guardas.
Lamentablemente, estos, no veían el mundo como él. Le consideraban una sabandija, lo peor de lo peor. Lo más triste es que a veces, por algún motivo que se le escapaba, coincidía con ellos.
Seguro que su hermana tenía la culpa. ¿Sería una bruja?
Tensó la mandíbula y, con suma delicadeza, torpemente continuó trabajando en el ornamento de cristal que tenía entre las manos. Habían pasado casi cien días en aquel sitio, aunque no estaba muy seguro, no se le daba bien contar el tiempo y había empezado tarde a hacerlo.
De todas formas, por fin comenzaba a entender una cuestión muy simple. Si se mantenía callado, nadie le atacaba. Por otro lado, las voces comenzaban a ser una constante, las pesadillas también.
Maldita bruja, estaba deseando volver a ponerle las manos encima.
~ Día 308 ~
La luna estaba alta, bien alta en el cielo, los guardias no verían la vela que usaba normalmente, aquel día no la necesitaba, podía ver perfectamente con la tenue claridad que entraban por la pequeña ventana repleta de barrotes.
Había algo bajo la cama que le llamaba, bajo el suelo, de forma incesante. Lo sabía, era un objeto, era algo importante, quizás su salvación. Le llamaba casi con la misma insistencia que la voz de su cabeza le recordaba lo despreciable que era.
Había empezado a cavar con una cuchara, pero no era demasiado rápido, estaba decidido a robar algo de cristal para ayudarse, lo tomaría del taller cuando nadie mirase.
Tenía que encontrar lo que había bajo su cama, quizás así se callase esa voz. Ahora le había dado por repetir un nombre, uno que no conocía.
¿Sería amigo de su hermana?
~ Día 325 ~
Estaba solo en su habitación, mirando fijamente el trozo de cristal que tenía en la mano, mirando su reflejo.
¿Quién era? ¿Quién era él?
Él era Isaiah, ¿No era verdad? No podía ser otra persona, solo podía ser Isaiah, sabía dónde había nacido, dónde se había criado, quien era su hermana, su hogar, sus fechorías…
Sabía que era él, lo sabía.
- ¡Se lo merece! – gritó, la mano con la que sujetaba el trozo de cristal le temblaba con fuerza - ¡¡Se lo merece!! – gritó de nuevo. Algunas de las antorchas del pasillo se encendieron, los improperios de los guardas que estaban patrullando la mazmorra en aquel momento se alzaron sobre la calma de la noche a coro con sus propios gritos, iban a darle una paliza, podía oírlo aun desde la distancia. - ¡Se lo… merece! – cerró su puño en torno al cristal, sangre comenzó a manar de su mano. - ¡Se lo…! - Alzó el cristal.
- ¡¡Monstruo!! – Isaiah se pasó el cristal por la cara, en diagonal, gritó de dolor y cayó de rodillas con el rostro ensangrentado. Los guardias, estupefactos, se quedaron mirando la escena desde la entrada de la celda. Aquella voz había salido de dentro de él, la conocía, era misma voz que le hablaba. - ¡¡Yo no soy tú!! – Marcó una diagonal en el sentido opuesto a la primera, en su cara, de forma temblorosa, Isaiah volvió a gritar. - ¡¡Sácame… de… aquí!! - El reo se llevó ambas manos a la cara, a los cortes, y comenzó a excavar.
- ¡¡Necesito… respirar!!
Y todo se fundió en negro.
________________________________________________________
Eltrant respiraba agitado, de rodillas, en la misma celda en la que le había alcanzado la corriente de aire. Tragó saliva, se sujetó la mano derecha, la cual temblaba de forma incontrolable.
¿Había esgrimido un cuchillo segundo atrás?
Ayudándose con la pared, se levantó y trató de ordenar sus ideas, se quitó el yelmo y le dejó caer al suelo, estaba empapado en sudor, se pasó la mano por a la cara, esperando encontrar dos gruesos cortes en la misma.
¿Qué le acababa de pasar? No recordaba gran cosa, fragmentos sueltos de una prisión, de la celda en la que estaba y de cómo había vivido en ella alguien. Una especie de visión similar a las de Melissa, pero a la vez diferente, aun cuando por la ventana de la celda se podía ver que seguía siendo de noche, tenía la impresión de que había pasado en aquel lugar meses.
Pero eso era imposible.
Sacudió la cabeza con fuerza, tratando de alejar el agudo dolor que sentía en las sienes, sorpresivamente, lo consiguió.
Lo único que Eltrant tenía claro era que se había sentido como en una prisión. Pero no en la que estaba en aquel momento, aunque no estaba seguro en que se diferenciaba, apenas entendía que acababa de sucederle.
Se esforzó en pensar que había sido víctima de algún tipo de magia extraña, como los muñecos que les habían atacado en la escuela. Abrió y cerró su puño de forma repetida, comprobando que de verdad lo podía controlar a voluntad, no estaba seguro de por qué aquello era una prioridad.
Al menos la niebla, de algún modo, se había difuminado algo.
Eltrant, tras asegurarse de que no tenía ninguna herida, sonrió agotado y se agachó a recuperar tanto a Recuerdo como a su yelmo.
- …Eso ha sido raro. – dijo saliendo de la celda dirigiéndose al lugar al cual le dirigía el colgante, con Recuerdo en alto, iluminando su camino.
______________________________________________________________
Rodó por el suelo incapaz de hacer nada para evitar a su misterioso atacante.
Lyn suspiró aliviada cuando descubrió que habías sido la bruja la que le había placado y que, en el proceso, le había librado de acabar en algún otro lugar. Se mordió el labio inferior y miró a la pelirroja con cierto recelo.
¿Por qué había decidido aparecerse en aquel momento? ¿Le había oído gritar el nombre de Eltrant? Miró de forma inquisitiva a la bruja, oyendo atentamente sus palabras y, sonriendo escuetamente, a la frase que esta había dicho.
Parecía alternar entre seriedad y bromas desenfadadas aún más que ella, incluso cuando había mencionado que su compañero, Eltrant, estaba en peligro. Frunció el ceño y miró hacía un punto indeterminado de la niebla.
Al final el colgante no le había llevado hasta dónde ella esperaba. Cerró los ojos unos instantes, seguro que él, de haberlo intentado, lo habría conseguido, quizás no a la primera, pero tras varias puñaladas y golpes, habría llegado hasta dónde estaba ella en aquel momento.
Frunció el ceño y, sin prestar demasiada atención a lo que Melissa había dicho, asintió para sí. Aquello solo era el primer golpe, podía encajar unos cuantos más antes de encontrarle definitivamente.
- ¿Decías que…? – La ojiazul abrió los ojos de par en par cuando Melissa depositó una carta entre sus manos, una que a diferencia de las que cargaba Eltrant, tenía formas y dibujos siempre en constante cambio. - ¿Dices que con esto encuentro a Elt... Mortal…? ¿Con esto encuentro a el Mortal? – La bruja no respondió, se encaminó a la casa que había estado a punto de ser la perdición de Lyn tras decir “Me encargaré de esto”.
La vampiresa miró la hoja que tenía en la mano, tenía el dibujo de una Luna, parecía ser irónicamente apropiado para ella.
- Encontrar lazos fuertes… - susurró justo cuando la bruja desapareció en la amplia vivienda sin apartar los ojos de la carta. Dos diminutos puntos, de diferentes colores, estaban dibujados en aquel mapa; aunque uno de ellos no era realmente un punto, era más parecido a una flecha de pequeño tamaño que señalaba hacía algún lugar fuera del plano.
Se mordió el labio inferior al ver esto e ignoró aquella flecha; Sabía de quien se trataba, no era Eltrant, era lo único que importaba en aquel momento. Por lo que pudo deducir el castaño estaba en aquel instante sorpresivamente cerca de dónde estaba ella, según el mapa a las afueras del pueblo, en un edificio bastante amplio.
- ¿Cómo haces para meterte en esos sitios? – dijo de nuevo en apenas un susurro, ¿Aquello significaba que él y el Mortal tenían un lazo fuerte? Tomó aire, el punto azulado se movía lentamente, de un lugar a otro, pero siempre dentro de los confines del edificio cuadrado en el que el exmercenario parecía haberse adentrado. – Voy a por ti – dijo pasándose la carta de una mano a otra, emprendiendo la marcha, dispuesta a obedecer a Melissa y ayudar a su compañero.
Pero el sonido de un cristal rompiéndose en el interior de la vivienda en la que estaba Melissa le hizo detenerse. Miró durante varios segundos, varios largos segundos, la casa.
- Nunca se me ha dado bien ser obediente. – se guardó la carta en el bolsillo trasero del pantalón – Intenta que no te apuñalen mucho Elt – dijo en un susurro, las sombras comenzaban a acumularse a su alrededor. – Enseguida estoy allí. – aseguró adentrándose tras la bruja, dispuesta a ayudarla.
Conocía a Eltrant, si se iba sin ayudar a Melissa antes iba a ganarse un discurso de los suyos y si era sincera consigo misma a veces dudaba que fuese “Mortal”; Por otro lado, la bruja le había salvado del “vendaval misterioso de la muerte”.
Las sombras se acumularon en sus brazos bailando tímidamente a su alrededor, era consciente de que no se le daba bien pelear, tampoco le gustaba hacerlo demasiado.
Afortunadamente para ella, nunca la veían como una amenaza. Siempre cometian ese error.
__________________________________________________________
Runa 1: Elt
Runa 2: Lyn
Última edición por Eltrant Tale el Miér Feb 07 2018, 05:10, editado 4 veces
Eltrant Tale
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
¿Cuánto hacía que no se enfrentaba a un peligro similar? ¿Diez? ¿Quince años? Tanto tiempo evitando que esos entes fuesen usados para el mal y terminó justo en las manos de un artefacto capaz de hacer semejante daño.
Menuda vidente.
Se adentró en la casa del alcalde, confiando que la traviesa vampira ya se encontraría de camino a auxiliar a su compañero. Esa debía ser la prioridad principal.
Analizó el vestíbulo en un intento por esclarecer el rastro que esa alma había dejado a su paso. Lamentablemente el ser que ahí se encontraba se camuflaba bastante bien, lo que le hizo creer que, seguramente, aún conservaba algo de consciencia propia.
-Muy bien -habló la bruja con un tono burlón-, podemos hacer esto de dos maneras -avanzó unos cuantos pasos, acercándose al salón principal-. Por las buenas o… -no sería capaz de terminar aquella frase, pues de la nada una extraña ráfaga negruzca le lanzaría hacia la cocina, estampándole contra las estanterías-. Debí suponer que sería por las malas -se incorporó con algo de dificultad-. ¡Bien! ¡Escucha! ¡Tú eres un ente incorpóreo, cuya transición por este insulso mundo ha concluido! -Sonrió de manera triunfal-. Si crees que con esos ataques vas a vencerme, permíteme decirte que ni siquiera me dolió.
Melissa apenas si sería capaz de notar la dirección de dónde provino el siguiente ataque, justo antes de que su cuerpo atravesase la madera del techo que llevaba a la buhardilla de aquel hogar.
-De acuerdo, eso tal vez dolió un poco -bufó con fastidio, removiéndose entre las cajas que habían amortiguado su impacto-. Debí saber que estos zapatos eran de mal augurio -miró las zapatillas con el ceño fruncido-. Creí que eran mis amigos.
La bruja se quitó los tacones, concentrando la magia restante para encontrar a esa alma corrompida por la magia del artefacto. De pronto una nueva presencia cambió el rastro de su oponente, alertando a la vidente.
Al parecer la vampira había decidido desobedecer sus órdenes, alterando así el curso de la historia de manera poco favorable para el ‘‘bando de los buenos’’.
Esta vez no lograría llegar a tiempo y Lyn recibiría una de esas ráfagas negras, misma que la estamparía contra la barandilla de las escaleras, mientras el ente poco a poco comenzaba a tomar forma frente a ella.
- ¡Hey! ¡Por aquí! -Trató de captar la atención de su oponente-. ¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño? -El espectro se giró hacia ella, materializando unas peligrosas garras negras en las que parecían ser sus manos-. Eso, ven aquí -retrocedió un par de pasos, concentrando la magia que utilizaría para su siguiente hechizo-. ¡No me das miedo! -La criatura gritó en un sonido ensordecedor, casi similar al llanto de una de esas odiosas banshees-. Admito que eso fue algo aterrador…
Comenzó a esquivar uno a uno los ataques de las afiladas garras, dejando caer algunas de sus preciadas cartas de tarot en el proceso. En su estado no sería capaz de atrapar a esa criatura mientras ésta continuase persiguiéndole y fue así cómo terminó agradeciendo la terrible decisión de la vampiresa al no acatar su petición de ir a buscar al humano.
-Quiero que sepas que nada de esto es personal -la tomó por los hombros-, pero eres la carnada más linda que he usado.
Melissa sonrió un breve momento antes de convertir a Lyn en el blanco de aquel espectro, preparándose para comenzar con la fase uno de su plan.
El salón principal sería el escenario perfecto para que la bruja realizase su hechizo, mientras que la vampiresa seguiría con lo suyo, esquivando y evitando recibir el daño de los siniestros ataques de su oponente.
Lyn no lo tendría nada fácil. El espectro era casi tan veloz como ella y no dudaba en arremeter cada que veía la oportunidad.
- ¡Todo está listo!
Melissa aguardó el momento en que su llamado surtiese efecto y la vampiresa atrajese al espectro hacia su posición. Un circulo de cartas había sido estratégicamente preparado sobre el piso de madera. Todo lo que se necesitaba ahora era confiar en que la ‘‘inmortal’’ consiguiese sobrevivir lo suficiente como para llevar al ente hasta su trampa.
- ¡Colmillitos! -La llamó-. ¡Por aquí!
…
…
…
Y todo lo que se podría vislumbrar tras ese llamado sería el choque de dos brillos opuestos: uno blanco y uno oscuro.
En toda historia siempre hay un héroe.
Normalmente se puede distinguir por ser el hombre alto, bronceado y guapo que es capaz de soportar vientos despiadados, infernales desiertos y escalar hasta la última maldita pieza de la maldita torre más alta, sólo para salvar a una damisela.
Si estáis buscando un héroe, permitidme guiaros hacia la salida más cercana, pues aquí no lo encontraréis.
Aunque, indiscutiblemente, lo alto y lo bronceado eran características inherentes en el ex-guarda. Lástima que no las mostraba tan seguido.
Eltrant había conseguido librarse de aquel fatídico recuerdo en el que se vio atrapado. La magia del artefacto le hizo probar un poco de la vida del pobre reo que había desencadenado tan terrible condenación a esa inocente ciudad.
Con esfuerzos el muchacho conseguiría continuar avanzando, mientras una de las cartas que llevaba consigo adoptaría una forma similar a la que capturó el fragmento del caos de la escuela.
Esta vez la transición de los hechos sería de forma indolora.
Talullah, la mujer del alcalde era una dama conocida y amada por todos los habitantes. Su altruismo era elogiado por aquellos a quienes ayudaba; pero esa cualidad sería la que terminaría por acabar con su vida.
El artefacto maldito caería en sus manos después de que los rescatistas terminasen su labor dentro de la recién destruida prisión. Uno de ellos creyó que la mujer merecía tener el extraño y hermoso cuerno que yacía bajo los escombros del patio central de la cárcel. Claro que no se imaginó que tres días después Talullah terminaría aplastada por el propio roble que crecía en su jardín.
Ahora sabían cómo había llegado el artefacto a manos de Turner. Sin embargo, la interrogante principal era dónde se encontraba en estos momentos.
En este punto la única pista viable era la casa de la señorita Heytram. Desafortunadamente, Ciudad Sombría había cambiado mientras el joven se hallaba encerrado en aquel siniestro recuerdo, por lo que orientarse sería una tarea complicada.
Por si fuera poco, el errante se sentiría observado, como si alguien estuviese al tanto de cada paso que daba y esa sensación estaría llena de incomodidad.
¿La buena noticia? Es que la neblina ya no le afectaba.
¿La mala? Es que tendría que arriesgarse en cualquier dirección a la que se dirigiese, pues no sabía lo que le aguardaría ahí y, por si fuera poco, no conseguiría hacer contacto con Melissa ni con su compañera. Aunque conseguiría escuchar el susurro de una agonizante voz femenina.
-Ayúdanos…
Claro que podría ser su imaginación pues, por ahora, seguía estando completamente solo.
La casa de la señorita Heytram no se salvaría de las inclemencias de la maldición. Su interior parecía haber sido arrasado por alguna catástrofe natural.
El collar que muchacho portaba emitiría una pequeña luz parpadeante y el ambiente se volvería un tanto más denso.
¿Había algo ahí adentro?
Por supuesto, pero yo no me arriesgaría a entrar sin respaldo alguno. Aunque si el forastero llegase a ignorar esa advertencia probaría un poco del poder del artefacto al salir volando, destrozando la puerta de madera al atravesarla con su cuerpo.
Y lo único de lo que podría percatarse sería del cadavérico rostro de la criatura que resguardaba la propiedad…
Menuda vidente.
Se adentró en la casa del alcalde, confiando que la traviesa vampira ya se encontraría de camino a auxiliar a su compañero. Esa debía ser la prioridad principal.
Analizó el vestíbulo en un intento por esclarecer el rastro que esa alma había dejado a su paso. Lamentablemente el ser que ahí se encontraba se camuflaba bastante bien, lo que le hizo creer que, seguramente, aún conservaba algo de consciencia propia.
-Muy bien -habló la bruja con un tono burlón-, podemos hacer esto de dos maneras -avanzó unos cuantos pasos, acercándose al salón principal-. Por las buenas o… -no sería capaz de terminar aquella frase, pues de la nada una extraña ráfaga negruzca le lanzaría hacia la cocina, estampándole contra las estanterías-. Debí suponer que sería por las malas -se incorporó con algo de dificultad-. ¡Bien! ¡Escucha! ¡Tú eres un ente incorpóreo, cuya transición por este insulso mundo ha concluido! -Sonrió de manera triunfal-. Si crees que con esos ataques vas a vencerme, permíteme decirte que ni siquiera me dolió.
Melissa apenas si sería capaz de notar la dirección de dónde provino el siguiente ataque, justo antes de que su cuerpo atravesase la madera del techo que llevaba a la buhardilla de aquel hogar.
-De acuerdo, eso tal vez dolió un poco -bufó con fastidio, removiéndose entre las cajas que habían amortiguado su impacto-. Debí saber que estos zapatos eran de mal augurio -miró las zapatillas con el ceño fruncido-. Creí que eran mis amigos.
La bruja se quitó los tacones, concentrando la magia restante para encontrar a esa alma corrompida por la magia del artefacto. De pronto una nueva presencia cambió el rastro de su oponente, alertando a la vidente.
Al parecer la vampira había decidido desobedecer sus órdenes, alterando así el curso de la historia de manera poco favorable para el ‘‘bando de los buenos’’.
Esta vez no lograría llegar a tiempo y Lyn recibiría una de esas ráfagas negras, misma que la estamparía contra la barandilla de las escaleras, mientras el ente poco a poco comenzaba a tomar forma frente a ella.
- ¡Hey! ¡Por aquí! -Trató de captar la atención de su oponente-. ¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño? -El espectro se giró hacia ella, materializando unas peligrosas garras negras en las que parecían ser sus manos-. Eso, ven aquí -retrocedió un par de pasos, concentrando la magia que utilizaría para su siguiente hechizo-. ¡No me das miedo! -La criatura gritó en un sonido ensordecedor, casi similar al llanto de una de esas odiosas banshees-. Admito que eso fue algo aterrador…
Comenzó a esquivar uno a uno los ataques de las afiladas garras, dejando caer algunas de sus preciadas cartas de tarot en el proceso. En su estado no sería capaz de atrapar a esa criatura mientras ésta continuase persiguiéndole y fue así cómo terminó agradeciendo la terrible decisión de la vampiresa al no acatar su petición de ir a buscar al humano.
-Quiero que sepas que nada de esto es personal -la tomó por los hombros-, pero eres la carnada más linda que he usado.
Melissa sonrió un breve momento antes de convertir a Lyn en el blanco de aquel espectro, preparándose para comenzar con la fase uno de su plan.
El salón principal sería el escenario perfecto para que la bruja realizase su hechizo, mientras que la vampiresa seguiría con lo suyo, esquivando y evitando recibir el daño de los siniestros ataques de su oponente.
Lyn no lo tendría nada fácil. El espectro era casi tan veloz como ella y no dudaba en arremeter cada que veía la oportunidad.
- ¡Todo está listo!
Melissa aguardó el momento en que su llamado surtiese efecto y la vampiresa atrajese al espectro hacia su posición. Un circulo de cartas había sido estratégicamente preparado sobre el piso de madera. Todo lo que se necesitaba ahora era confiar en que la ‘‘inmortal’’ consiguiese sobrevivir lo suficiente como para llevar al ente hasta su trampa.
- ¡Colmillitos! -La llamó-. ¡Por aquí!
…
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Y todo lo que se podría vislumbrar tras ese llamado sería el choque de dos brillos opuestos: uno blanco y uno oscuro.
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En toda historia siempre hay un héroe.
Normalmente se puede distinguir por ser el hombre alto, bronceado y guapo que es capaz de soportar vientos despiadados, infernales desiertos y escalar hasta la última maldita pieza de la maldita torre más alta, sólo para salvar a una damisela.
Si estáis buscando un héroe, permitidme guiaros hacia la salida más cercana, pues aquí no lo encontraréis.
Aunque, indiscutiblemente, lo alto y lo bronceado eran características inherentes en el ex-guarda. Lástima que no las mostraba tan seguido.
Eltrant había conseguido librarse de aquel fatídico recuerdo en el que se vio atrapado. La magia del artefacto le hizo probar un poco de la vida del pobre reo que había desencadenado tan terrible condenación a esa inocente ciudad.
Con esfuerzos el muchacho conseguiría continuar avanzando, mientras una de las cartas que llevaba consigo adoptaría una forma similar a la que capturó el fragmento del caos de la escuela.
Esta vez la transición de los hechos sería de forma indolora.
Talullah, la mujer del alcalde era una dama conocida y amada por todos los habitantes. Su altruismo era elogiado por aquellos a quienes ayudaba; pero esa cualidad sería la que terminaría por acabar con su vida.
El artefacto maldito caería en sus manos después de que los rescatistas terminasen su labor dentro de la recién destruida prisión. Uno de ellos creyó que la mujer merecía tener el extraño y hermoso cuerno que yacía bajo los escombros del patio central de la cárcel. Claro que no se imaginó que tres días después Talullah terminaría aplastada por el propio roble que crecía en su jardín.
Ahora sabían cómo había llegado el artefacto a manos de Turner. Sin embargo, la interrogante principal era dónde se encontraba en estos momentos.
En este punto la única pista viable era la casa de la señorita Heytram. Desafortunadamente, Ciudad Sombría había cambiado mientras el joven se hallaba encerrado en aquel siniestro recuerdo, por lo que orientarse sería una tarea complicada.
Por si fuera poco, el errante se sentiría observado, como si alguien estuviese al tanto de cada paso que daba y esa sensación estaría llena de incomodidad.
¿La buena noticia? Es que la neblina ya no le afectaba.
¿La mala? Es que tendría que arriesgarse en cualquier dirección a la que se dirigiese, pues no sabía lo que le aguardaría ahí y, por si fuera poco, no conseguiría hacer contacto con Melissa ni con su compañera. Aunque conseguiría escuchar el susurro de una agonizante voz femenina.
-Ayúdanos…
Claro que podría ser su imaginación pues, por ahora, seguía estando completamente solo.
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La casa de la señorita Heytram no se salvaría de las inclemencias de la maldición. Su interior parecía haber sido arrasado por alguna catástrofe natural.
El collar que muchacho portaba emitiría una pequeña luz parpadeante y el ambiente se volvería un tanto más denso.
¿Había algo ahí adentro?
Por supuesto, pero yo no me arriesgaría a entrar sin respaldo alguno. Aunque si el forastero llegase a ignorar esa advertencia probaría un poco del poder del artefacto al salir volando, destrozando la puerta de madera al atravesarla con su cuerpo.
Y lo único de lo que podría percatarse sería del cadavérico rostro de la criatura que resguardaba la propiedad…
- Casa de la señorita Heytram:
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- Ente:
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Eltrant Tale: ¡Menuda escena! ¡Casi lo pude sentir! Te has ganado una estrellita de oro por tu excelente aportación a mis fetiches Hollywodienses. ¡Muy bien! ¡El show debe continuar! La neblina ya no te afecta, no obstante, la ciudad ha cambiado y a dónde te dirigirás dependerá del lazo que tengas con los Dioses. ¿Quién sabe? Puede que esta vez deseen bendecir tu camino. He decidido dejarte descansar un poco en este turno también, pero no te acostumbres, ya estamos por terminar.
Suerte buena/muy buena/media: Llegarás a la casa de la señorita Heytram, aunque serás recibido por un ente misterioso, quien, aparentemente, no te quiere ahí. Esto será algo bueno, pues significa que entrarás de lleno en las rondas finales sin tener que recorrer media ciudad en el proceso.
Suerte mala/muy mala: Te perderás en el camino. ¿A dónde llegarás? Eso dependerá de la magnitud del daño. Podrías acabar dando vueltas en círculos en el siguiente post y nosotros terminar alargándonos un poco más.
Escucharás la voz en tu cabeza conforme avances. Podría ser una buena señal o…no. Puede que pronto lo descubras.
Suerte buena/muy buena/media: Llegarás a la casa de la señorita Heytram, aunque serás recibido por un ente misterioso, quien, aparentemente, no te quiere ahí. Esto será algo bueno, pues significa que entrarás de lleno en las rondas finales sin tener que recorrer media ciudad en el proceso.
Suerte mala/muy mala: Te perderás en el camino. ¿A dónde llegarás? Eso dependerá de la magnitud del daño. Podrías acabar dando vueltas en círculos en el siguiente post y nosotros terminar alargándonos un poco más.
Escucharás la voz en tu cabeza conforme avances. Podría ser una buena señal o…no. Puede que pronto lo descubras.
Lyn: La vampiresa y mi bruja no la tienen nada fácil. Se han encontrado con una de las marionetas más poderosas del artefacto maldito. En esta ocasión ambas tendrán que detenerle. ¿Cómo? Muy sencillo. Melissa ha preparado un hechizo para contener a la criatura y purificarla de su estado corrompido. El único inconveniente será que consigan hacerlo. Lyn tendrá que distraer a la criatura tanto como pueda mientras Melissa termina de lanzar su hechizo. Yo lanzaré la voluntad de los Dioses por ambas a fin de determinar lo que procederá a continuación:
Suerte buena/muy buena: El espectro será contenido y purificado sin problemas. Ninguna sufrirá daños durante la persecución y eso les permitirá reencontrarse con Eltrant, después de escuchar lo que el espectro tenga que decir.
Suerte media: El espectro será contenido y purificado, pero la magia de Melissa se agotará por completo dejándola inconsciente, lo que evitará que Lyn pueda obtener respuestas de la criatura, pues esta se esfumará al no haber ninguna Medium que la retenga. Lyn no sufrirá heridas, pero no podrá abandonar el escenario.
Suerte mala: El hechizo fallará y el espectro dañará a ambas dejándolas con heridas diversas (desde leves hasta graves dependiendo de la suerte). Las habilidades de Lyn no podrán usarse durante ese turno y quedarán a merced del espectro.
Suerte muy mala: El hechizo fallará y la explosión arrasará con la casa del alcalde. Melissa morirá protegiendo a Lyn y la vampiresa quedará con heridas que podrían imposibilitar su movilidad el turno siguiente, dejándola completamente sola y a riesgo de volver a ser un blanco de ataque.
Suerte buena/muy buena: El espectro será contenido y purificado sin problemas. Ninguna sufrirá daños durante la persecución y eso les permitirá reencontrarse con Eltrant, después de escuchar lo que el espectro tenga que decir.
Suerte media: El espectro será contenido y purificado, pero la magia de Melissa se agotará por completo dejándola inconsciente, lo que evitará que Lyn pueda obtener respuestas de la criatura, pues esta se esfumará al no haber ninguna Medium que la retenga. Lyn no sufrirá heridas, pero no podrá abandonar el escenario.
Suerte mala: El hechizo fallará y el espectro dañará a ambas dejándolas con heridas diversas (desde leves hasta graves dependiendo de la suerte). Las habilidades de Lyn no podrán usarse durante ese turno y quedarán a merced del espectro.
Suerte muy mala: El hechizo fallará y la explosión arrasará con la casa del alcalde. Melissa morirá protegiendo a Lyn y la vampiresa quedará con heridas que podrían imposibilitar su movilidad el turno siguiente, dejándola completamente sola y a riesgo de volver a ser un blanco de ataque.
Última edición por Wyn el Jue Mar 01 2018, 03:25, editado 1 vez
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Corrió, instó a sus piernas a que no se detuviesen y evitó, una vez más, que el espectro que habitaba en aquella casa la alcanzase desvaneciéndose momentáneamente entre las sombras.
- ¿¡Porque hoy todas las cosas que quieren matar algo me siguen a mí?! – Exclamó al mismo tiempo que, en mitad del pasillo, levantaba un modesto muro de sombras frente a ella a modo de escudo. - ¡Normalmente van tras Eltr…! – El muro se fragmentó como si este estuviese fabricado de cristal cuando el ente se abalanzó contra él violentamente, apenas aguantó tres acometidas.
La vampiresa se mordió el labio inferior y retrocedió un par de pasos, estudiando la situación. No tardó en comprender que se enfrentaba a un ser que le igualaba en velocidad, si continuaban jugando al gato y al ratón acabarían por alcanzarla y podía imaginarse que si sucedida eso la aparición no tendría preparado nada agradable para ella.
Masculló algunas palabras en voz baja y se giró sobre sí misma, encarando al ser con el que, curiosamente, compartía elemento. Antes de que le alcanzase del todo, apenas cuando el espectro semi-traslucido estuvo sobre ella, Lyn levantó otro muro entre ella y el fantasma, dividiendo, una vez más, el aquel amplio pasillo en dos mitades.
Respirando profundamente, se concentró concentrarse en hacer este segundo aún más grueso, tenía que ganar tiempo, no importaba el cómo.
- ¡Sé que soy adorable…! – Lyn abrió las palmas de ambas manos, apuntó con ambas al segundo muro que había levantado, desviando más sombras hacía su improvisada construcción, fortaleciéndola. - ¡Pero ese amor que sientes por mí no es mutuo! – soltó, respirando agitada, avanzando un par de pasos. - ¡Espero que te guste tu nueva habitación! – No podía verlo desde dónde estaba, pero podía sentir como más sombras se acumulaban tras la aparición, encerrando al ente en una suerte de habitación de oscuridad. - ¡Las vistas no son muy buenas! – Dejó escapar una carcajada nerviosa, todo pensamiento que no tenía que ver con lo que en aquel momento tenía entre manos era una versión de “Me arrepiento”. Una parte muy importante de ella le instaba a que se marcharse de la casa, que fuese a buscar a Eltrant y dejasen aquel pueblo de alguna forma. – ¡Y en cuanto a tamaño es más bien pequeña! – Juntó ambas manos, con fuerza, prácticamente dio una palmada; cuando lo hizo los muros de sombras comenzaron a cerrarse sobre el ser que la seguía.
- ¡Un espacio chiquitín para vivir! – Exclamó cruzándose de brazos, sonriendo, cuando el espacio en el que había encerrado al fantasma se convirtió en una esfera no mucho mayor que una mesilla de noche, una que, enigmáticamente, flotaba a pocos metros de ella.
Aquella sensación de orgullo apenas le duró unos segundos a la vampiresa, esta frunció el ceño cuando notó las distintas grietas que comenzaron a aparecerse por toda la superficie de la esfera; La prisión comenzó a fragmentarse.
- Sí que eres insistente… - Susurró Lyn alejándose un poco, aquella cosa había lanzado a la bruja a través de varias paredes solo con su presencia, era evidente que se enfrentaba a algo que no era precisamente débil, a algo que no tenía ojos ni sentía nada parecido al miedo.
Fue cuando la esfera estalló, emitiendo un sonido similar al que producía un espejo al romperse, cuando comprendió que solo podía huir del fantasma para distraerle.
Fundiéndose de nuevo en la oscuridad se alejó a toda prisa del espectro. Atravesó habitaciones, paso por debajo de objetos, trató de colocar todo lo que pudo entre ella y su perseguidor. Básicamente, se movió de igual forma que lo había hecho en la escuela, esta vez, por supuesto, teniendo en mente el no quedarse encerrada en una habitación.
No sabía que era lo que había hecho Melissa para que aquella cosa la eligiese como presa, pero esta se volvía más y más violenta con cada segundo que pasaba; desencajaba puertas, destrozaba muebles y, literalmente, atravesaba alguna pared que otra. Solo por alcanzarle.
- ¡¿No podemos ser amigos!? – La alcanzó, al final la arrojó contra una de las paredes de la misma forma que había hecho con Melissa, tosió repetidamente, tratando de recuperar el aire que el impacto había sacado de sus pulmones. – Mira… sé que lo de la habitación no te ha gustado… pero puedo… - Volvió a salir despedida por los aires, se cubrió la cabeza como buenamente pudo y acabó dándose de bruces contra un ostentoso reloj de pared. - …pintarla de rosa… - Masculló, con un hilo de voz, incorporándose como buenamente pudo.
Le pitaban los oídos, no parecía que estuviese realmente herida, no al nivel en el que acababa siempre Eltrant. Pero estaba segura de que si recibía cincuenta embestidas más como aquella iba a tener que mejorar mucho como actriz, porque por su cara no iba a conseguir más sangre.
¿Cuánto tiempo más necesitaba la bruja para hacer su magia?
Miró a su alrededor, de algún modo había acabado de nuevo en una habitación con una única salida, la cual estaba tras el fantasma.
- ¿Y si te regalo…? – Apoyándose en el reloj se levantó como buenamente pudo, necesitaba más sangre si quería volver a usar el truco de la esfera. ¿Por qué siempre necesitaba más sangre? - ¿… un muñeco increíblemente siniestro? Los tienes en esta misma ciudad – Un aullido ensordecedor se apoderó de la habitación, los libros de las estanterías y algunos muebles comenzaron a levitar alrededor de la figura etérea, la cual avanzaba levemente, sin desviarse, hacía Lyn. - ¿Eso es un no? – Preparó varias sombras, anticipando la siguiente acometida.
Afortunadamente para ella, la oscuridad era su fuerza. Y estaba rodeada de oscuridad.
- ¡Todo esta listo! – Sus ojos parecieron iluminarse por unos instantes, por primera vez, el hecho de que la bruja tuviese acceso a su cabeza no le preocupó. Sin dejar de sonreír se desvaneció en una voluta de humo para aparecerse justo al otro extremo de la habitación, junto a la puerta. - ¡Comillitos! ¡Por aquí! – Cayó de rodillas debido al esfuerzo, sacudió la cabeza y tras levantarse a toda prisa siguió la voz de la bruja, la cual ya no sonaba solo en su cabeza, sino en una de las habitaciones que descansaban al otro de la vivienda.
Corrió, sin parar, sin mirar atrás, convirtiéndose una con la oscuridad. ¿Había oído a la bruja llamarla Colmillitos? Estaba segura de que había oído esa palabra, aunque, de todos modos, era la menor de sus preocupaciones, el espectro había retomado la persecución.
- ¡Te he oído! – Bramó Lyn cuando entró en la habitación y se lanzó, sin freno alguno, a través de la habitación, pasando sobre el circulo en el cual apenas un parpadeo después se encontraría el fantasma envuelto en una inmensa luz blanca.
Todo se sumió en el más profundo de los silencios cuando la luz se desvaneció y, junto a ella, el espectro.
- ¡Te perdono lo de colmillitos porque todo ha salido bien al final! – dijo Lyn a Melissa cruzándose de brazos, asintiendo para sí con una sonrisa. Lo habían conseguido, no estaba segura de cómo, pero lo habían conseguido; Eltrant no iba a creérselo, o quizás sí, el pobre podía llegar a ser ridículamente crédulo a veces. - ¿Estas…? – Lyn se acercó a la bruja, no se le había pasado por alto la extraña expresión que esta tenía dibujada en su rostro, pero antes de que la vampiresa pudiese terminar de formular siquiera la pregunta, la bruja cayó de bruces contra el suelo.
Al ver a la mujer en aquel estado Lyn no tardó en sentir todo el cansancio acumulado que, debido a la situación, había pasado por alto. Jadeando copiosamente la ojiazul se llevó la mano hasta la cara y, tras sacudir la cabeza, se agachó junto a Melissa.
Estaba viva, pero inconsciente. No podía dejarla sola en aquel estado.
Lyn se sentó junto a Melissa y, tras acomodarse un poco, sacó la carta que le había dado la bruja instantes atrás, esa que indicaba el lugar en el que estaba Eltrant en todo momento. El exmercenario, al parecer, había dejado el edificio grande y ahora se movía en línea recta hacía uno que no estaba especialmente lejos de allí.
- ¿A dónde se supone que vas?
- “No tengo ni idea de hacía dónde estoy yendo” – Aquella voz que, normalmente, le decía cuando cometía algún error o cuando estaba atentando contra su propio instinto de supervivencia estaba terriblemente habladora aquella noche.
Aunque no le extrañaba. Se detuvo de nuevo y comprobó la carta que contenía el fragmento de la prisión, lo único que había tenido que hacer para conseguirlo había sido pasearse por el interior de la cárcel, nada más.
No obstante, le seguía doliendo la cabeza.
A pesar de que la lógica le decía que no era posible, estaba seguro de que había pasado algo en el interior de la prisión, de que, de algún modo, había acabado cortándose su propia cara. Se sentía mal, un monstruo incluso.
Suspirando volvió a guardar la carta en uno de los bolsillos de su indumentaria y continuó caminando. Quizás la niebla ya no fuese un problema, podía ver, casi a la perfección, hacía dónde se dirigía; pero eso no parecía ocultar el hecho de que, por muy extraño que sonase, los edificios parecían tener voluntad propia.
Lyn y él habían llegado a un poblado abandonado, pero ahora parecían estar atrapados en una urbe no mucho más pequeña que Ulmer o Beltrexus. Volvió a detenerse en mitad de una de las tantas calles que llevaba recorrida y echó mano del colgante azul.
- ¿Dónde os habéis metido? – Susurró, observando el tenue brillo del colgante. La voz de Melissa hacía rato que había desaparecido, Lyn, por otro lado, seguía perdida en aquel sitio. Tenía que moverse, seguir adelante.
- Ayúdanos… - Extrajo a Olvido de su vaina casi de forma instintiva, colocándola frente a sus ojos. ¿Acababa de oír a Lyn? ¿Era ella? Si era ella no parecía estar en una situación muy favorable, Apretó los dientes y miró a su alrededor, no conseguía ver nada.
¿Estaba aquel sitio jugando con su cabeza?
- ¿¡Lyn!? – Preguntó a la nada, en voz alta, gritando lo más fuerte que pudo. - ¡¿Lyanna?! – Repitió, recibiendo el distante eco de su propia voz como toda respuesta.
Gruñó un par de improperios en voz baja y alzó el colgante, justo hasta tenerlo frente a sus ojos. Solo había un sitio al que este señalaba en aquel momento, solo uno, si había un lugar al que la bruja y su compañera se dirigirían, sería a ese.
No tardó en llegar.
Se encontró frente a una casa como las demás del pueblo: desgastada por el paso del tiempo, prácticamente en ruinas y aparentemente deshabitada. Pero aquel era el lugar al que señalaba el zafiro, si Lyn estaba en alguna parte, era en aquella casa.
A paso firme se dirigió hacia la puerta principal. Sabía que no era buena idea, era consciente de que aquella ciudad podía estar dentro de sus pensamientos de la misma forma que lo había estado Melissa, la voz de Lyn podía haber sido, perfectamente, un truco para hacerle actuar de aquella forma.
Pero no le importaba, tenía que hacerlo.
Entró en el interior de la casa, la desvencijada puerta de madera se cerró suavemente tras él, empujada por el viento.
- ¿¡Lyn?! – De la misma forma que había sucedido en el exterior, solo le respondió su propia voz.
Se adelantó un poco más, no obstante, segundos antes de que alcanzase la puerta que conducía a la primera de las habitaciones de la casa una fuerza sobrehumana le lanzó hacía el exterior.
Como si de una hoja atrapada en un vendaval se tratase se deslizó a través del aire a una velocidad inusitada, atravesando, al final, la gruesa puerta de madera que le separaba de la calle como si esta no fuese más que un simple tablón de madera.
Gimió dolorido, en el suelo, rodeado de astillas y de trozos de madera. ¿Había acabado en la otra punta del pueblo de nuevo? Tras incorporarse hasta acabar de rodillas se pasó la mano por la barba, murmurando algunos improperios más. Iba a derribar aquella casa si era necesario, ya lo había hecho una vez aquella noche, podía hacerlo otra.
Momentos antes de que se levantase sintió otra presencia cerca de él, oyó como algo se arrastraba, un gemido gutural que solo podía salir de los pulmones de una persona. No estaba solo.
Frunció el ceño y, lentamente, se levantó por completo, al mismo tiempo que llevaba su mano útil hasta la empuñadura de Olvido. Por el agujero en el que había habido una puerta emergió un ser de aspecto raquítico, un monstruo que, desgraciadamente, era similar a otros que había visto.
En Térpoli.
Aquella persona, o lo que quedaba de ella, no le miraba a él; sus ojos, a pesar de haber perdido el brillo que caracterizaban a unos vivos, se movían a una velocidad ridículamente rápida, casi como si estuviese tratando de comprender que sucedida a su alrededor lo más rápido que podía.
Finalmente, después de pasar varios segundos depositando sus ojos en todo lo que había allí el muerto centró su atención en el castaño, Eltrant desenvainó a Olvido de un fuerte tirón. El ente volvió a dejar escapar un grito gutural al ver esto y retrocedió un par de pasos, colocándose frente a la puerta de la casa.
El exmercenario enarcó una ceja. ¿Estaba tratando de impedirle entrar? ¿Era una especie de guardián? Fuese cual fuese el caso, aquella cosa se tambaleaba, con cada movimiento que hacía arrastraba el pie izquierdo, su cuerpo estaba prácticamente a medio descomponer y no parecía ser muy resistente a simple vista.
Tomó aire.
- No vas a detenerme. -
- ¿¡Porque hoy todas las cosas que quieren matar algo me siguen a mí?! – Exclamó al mismo tiempo que, en mitad del pasillo, levantaba un modesto muro de sombras frente a ella a modo de escudo. - ¡Normalmente van tras Eltr…! – El muro se fragmentó como si este estuviese fabricado de cristal cuando el ente se abalanzó contra él violentamente, apenas aguantó tres acometidas.
La vampiresa se mordió el labio inferior y retrocedió un par de pasos, estudiando la situación. No tardó en comprender que se enfrentaba a un ser que le igualaba en velocidad, si continuaban jugando al gato y al ratón acabarían por alcanzarla y podía imaginarse que si sucedida eso la aparición no tendría preparado nada agradable para ella.
Masculló algunas palabras en voz baja y se giró sobre sí misma, encarando al ser con el que, curiosamente, compartía elemento. Antes de que le alcanzase del todo, apenas cuando el espectro semi-traslucido estuvo sobre ella, Lyn levantó otro muro entre ella y el fantasma, dividiendo, una vez más, el aquel amplio pasillo en dos mitades.
Respirando profundamente, se concentró concentrarse en hacer este segundo aún más grueso, tenía que ganar tiempo, no importaba el cómo.
- ¡Sé que soy adorable…! – Lyn abrió las palmas de ambas manos, apuntó con ambas al segundo muro que había levantado, desviando más sombras hacía su improvisada construcción, fortaleciéndola. - ¡Pero ese amor que sientes por mí no es mutuo! – soltó, respirando agitada, avanzando un par de pasos. - ¡Espero que te guste tu nueva habitación! – No podía verlo desde dónde estaba, pero podía sentir como más sombras se acumulaban tras la aparición, encerrando al ente en una suerte de habitación de oscuridad. - ¡Las vistas no son muy buenas! – Dejó escapar una carcajada nerviosa, todo pensamiento que no tenía que ver con lo que en aquel momento tenía entre manos era una versión de “Me arrepiento”. Una parte muy importante de ella le instaba a que se marcharse de la casa, que fuese a buscar a Eltrant y dejasen aquel pueblo de alguna forma. – ¡Y en cuanto a tamaño es más bien pequeña! – Juntó ambas manos, con fuerza, prácticamente dio una palmada; cuando lo hizo los muros de sombras comenzaron a cerrarse sobre el ser que la seguía.
- ¡Un espacio chiquitín para vivir! – Exclamó cruzándose de brazos, sonriendo, cuando el espacio en el que había encerrado al fantasma se convirtió en una esfera no mucho mayor que una mesilla de noche, una que, enigmáticamente, flotaba a pocos metros de ella.
Aquella sensación de orgullo apenas le duró unos segundos a la vampiresa, esta frunció el ceño cuando notó las distintas grietas que comenzaron a aparecerse por toda la superficie de la esfera; La prisión comenzó a fragmentarse.
- Sí que eres insistente… - Susurró Lyn alejándose un poco, aquella cosa había lanzado a la bruja a través de varias paredes solo con su presencia, era evidente que se enfrentaba a algo que no era precisamente débil, a algo que no tenía ojos ni sentía nada parecido al miedo.
Fue cuando la esfera estalló, emitiendo un sonido similar al que producía un espejo al romperse, cuando comprendió que solo podía huir del fantasma para distraerle.
Fundiéndose de nuevo en la oscuridad se alejó a toda prisa del espectro. Atravesó habitaciones, paso por debajo de objetos, trató de colocar todo lo que pudo entre ella y su perseguidor. Básicamente, se movió de igual forma que lo había hecho en la escuela, esta vez, por supuesto, teniendo en mente el no quedarse encerrada en una habitación.
No sabía que era lo que había hecho Melissa para que aquella cosa la eligiese como presa, pero esta se volvía más y más violenta con cada segundo que pasaba; desencajaba puertas, destrozaba muebles y, literalmente, atravesaba alguna pared que otra. Solo por alcanzarle.
- ¡¿No podemos ser amigos!? – La alcanzó, al final la arrojó contra una de las paredes de la misma forma que había hecho con Melissa, tosió repetidamente, tratando de recuperar el aire que el impacto había sacado de sus pulmones. – Mira… sé que lo de la habitación no te ha gustado… pero puedo… - Volvió a salir despedida por los aires, se cubrió la cabeza como buenamente pudo y acabó dándose de bruces contra un ostentoso reloj de pared. - …pintarla de rosa… - Masculló, con un hilo de voz, incorporándose como buenamente pudo.
Le pitaban los oídos, no parecía que estuviese realmente herida, no al nivel en el que acababa siempre Eltrant. Pero estaba segura de que si recibía cincuenta embestidas más como aquella iba a tener que mejorar mucho como actriz, porque por su cara no iba a conseguir más sangre.
¿Cuánto tiempo más necesitaba la bruja para hacer su magia?
Miró a su alrededor, de algún modo había acabado de nuevo en una habitación con una única salida, la cual estaba tras el fantasma.
- ¿Y si te regalo…? – Apoyándose en el reloj se levantó como buenamente pudo, necesitaba más sangre si quería volver a usar el truco de la esfera. ¿Por qué siempre necesitaba más sangre? - ¿… un muñeco increíblemente siniestro? Los tienes en esta misma ciudad – Un aullido ensordecedor se apoderó de la habitación, los libros de las estanterías y algunos muebles comenzaron a levitar alrededor de la figura etérea, la cual avanzaba levemente, sin desviarse, hacía Lyn. - ¿Eso es un no? – Preparó varias sombras, anticipando la siguiente acometida.
Afortunadamente para ella, la oscuridad era su fuerza. Y estaba rodeada de oscuridad.
- ¡Todo esta listo! – Sus ojos parecieron iluminarse por unos instantes, por primera vez, el hecho de que la bruja tuviese acceso a su cabeza no le preocupó. Sin dejar de sonreír se desvaneció en una voluta de humo para aparecerse justo al otro extremo de la habitación, junto a la puerta. - ¡Comillitos! ¡Por aquí! – Cayó de rodillas debido al esfuerzo, sacudió la cabeza y tras levantarse a toda prisa siguió la voz de la bruja, la cual ya no sonaba solo en su cabeza, sino en una de las habitaciones que descansaban al otro de la vivienda.
Corrió, sin parar, sin mirar atrás, convirtiéndose una con la oscuridad. ¿Había oído a la bruja llamarla Colmillitos? Estaba segura de que había oído esa palabra, aunque, de todos modos, era la menor de sus preocupaciones, el espectro había retomado la persecución.
- ¡Te he oído! – Bramó Lyn cuando entró en la habitación y se lanzó, sin freno alguno, a través de la habitación, pasando sobre el circulo en el cual apenas un parpadeo después se encontraría el fantasma envuelto en una inmensa luz blanca.
Todo se sumió en el más profundo de los silencios cuando la luz se desvaneció y, junto a ella, el espectro.
- ¡Te perdono lo de colmillitos porque todo ha salido bien al final! – dijo Lyn a Melissa cruzándose de brazos, asintiendo para sí con una sonrisa. Lo habían conseguido, no estaba segura de cómo, pero lo habían conseguido; Eltrant no iba a creérselo, o quizás sí, el pobre podía llegar a ser ridículamente crédulo a veces. - ¿Estas…? – Lyn se acercó a la bruja, no se le había pasado por alto la extraña expresión que esta tenía dibujada en su rostro, pero antes de que la vampiresa pudiese terminar de formular siquiera la pregunta, la bruja cayó de bruces contra el suelo.
Al ver a la mujer en aquel estado Lyn no tardó en sentir todo el cansancio acumulado que, debido a la situación, había pasado por alto. Jadeando copiosamente la ojiazul se llevó la mano hasta la cara y, tras sacudir la cabeza, se agachó junto a Melissa.
Estaba viva, pero inconsciente. No podía dejarla sola en aquel estado.
Lyn se sentó junto a Melissa y, tras acomodarse un poco, sacó la carta que le había dado la bruja instantes atrás, esa que indicaba el lugar en el que estaba Eltrant en todo momento. El exmercenario, al parecer, había dejado el edificio grande y ahora se movía en línea recta hacía uno que no estaba especialmente lejos de allí.
- ¿A dónde se supone que vas?
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- “No tengo ni idea de hacía dónde estoy yendo” – Aquella voz que, normalmente, le decía cuando cometía algún error o cuando estaba atentando contra su propio instinto de supervivencia estaba terriblemente habladora aquella noche.
Aunque no le extrañaba. Se detuvo de nuevo y comprobó la carta que contenía el fragmento de la prisión, lo único que había tenido que hacer para conseguirlo había sido pasearse por el interior de la cárcel, nada más.
No obstante, le seguía doliendo la cabeza.
A pesar de que la lógica le decía que no era posible, estaba seguro de que había pasado algo en el interior de la prisión, de que, de algún modo, había acabado cortándose su propia cara. Se sentía mal, un monstruo incluso.
Suspirando volvió a guardar la carta en uno de los bolsillos de su indumentaria y continuó caminando. Quizás la niebla ya no fuese un problema, podía ver, casi a la perfección, hacía dónde se dirigía; pero eso no parecía ocultar el hecho de que, por muy extraño que sonase, los edificios parecían tener voluntad propia.
Lyn y él habían llegado a un poblado abandonado, pero ahora parecían estar atrapados en una urbe no mucho más pequeña que Ulmer o Beltrexus. Volvió a detenerse en mitad de una de las tantas calles que llevaba recorrida y echó mano del colgante azul.
- ¿Dónde os habéis metido? – Susurró, observando el tenue brillo del colgante. La voz de Melissa hacía rato que había desaparecido, Lyn, por otro lado, seguía perdida en aquel sitio. Tenía que moverse, seguir adelante.
- Ayúdanos… - Extrajo a Olvido de su vaina casi de forma instintiva, colocándola frente a sus ojos. ¿Acababa de oír a Lyn? ¿Era ella? Si era ella no parecía estar en una situación muy favorable, Apretó los dientes y miró a su alrededor, no conseguía ver nada.
¿Estaba aquel sitio jugando con su cabeza?
- ¿¡Lyn!? – Preguntó a la nada, en voz alta, gritando lo más fuerte que pudo. - ¡¿Lyanna?! – Repitió, recibiendo el distante eco de su propia voz como toda respuesta.
Gruñó un par de improperios en voz baja y alzó el colgante, justo hasta tenerlo frente a sus ojos. Solo había un sitio al que este señalaba en aquel momento, solo uno, si había un lugar al que la bruja y su compañera se dirigirían, sería a ese.
No tardó en llegar.
Se encontró frente a una casa como las demás del pueblo: desgastada por el paso del tiempo, prácticamente en ruinas y aparentemente deshabitada. Pero aquel era el lugar al que señalaba el zafiro, si Lyn estaba en alguna parte, era en aquella casa.
A paso firme se dirigió hacia la puerta principal. Sabía que no era buena idea, era consciente de que aquella ciudad podía estar dentro de sus pensamientos de la misma forma que lo había estado Melissa, la voz de Lyn podía haber sido, perfectamente, un truco para hacerle actuar de aquella forma.
Pero no le importaba, tenía que hacerlo.
Entró en el interior de la casa, la desvencijada puerta de madera se cerró suavemente tras él, empujada por el viento.
- ¿¡Lyn?! – De la misma forma que había sucedido en el exterior, solo le respondió su propia voz.
Se adelantó un poco más, no obstante, segundos antes de que alcanzase la puerta que conducía a la primera de las habitaciones de la casa una fuerza sobrehumana le lanzó hacía el exterior.
Como si de una hoja atrapada en un vendaval se tratase se deslizó a través del aire a una velocidad inusitada, atravesando, al final, la gruesa puerta de madera que le separaba de la calle como si esta no fuese más que un simple tablón de madera.
Gimió dolorido, en el suelo, rodeado de astillas y de trozos de madera. ¿Había acabado en la otra punta del pueblo de nuevo? Tras incorporarse hasta acabar de rodillas se pasó la mano por la barba, murmurando algunos improperios más. Iba a derribar aquella casa si era necesario, ya lo había hecho una vez aquella noche, podía hacerlo otra.
Momentos antes de que se levantase sintió otra presencia cerca de él, oyó como algo se arrastraba, un gemido gutural que solo podía salir de los pulmones de una persona. No estaba solo.
Frunció el ceño y, lentamente, se levantó por completo, al mismo tiempo que llevaba su mano útil hasta la empuñadura de Olvido. Por el agujero en el que había habido una puerta emergió un ser de aspecto raquítico, un monstruo que, desgraciadamente, era similar a otros que había visto.
En Térpoli.
Aquella persona, o lo que quedaba de ella, no le miraba a él; sus ojos, a pesar de haber perdido el brillo que caracterizaban a unos vivos, se movían a una velocidad ridículamente rápida, casi como si estuviese tratando de comprender que sucedida a su alrededor lo más rápido que podía.
Finalmente, después de pasar varios segundos depositando sus ojos en todo lo que había allí el muerto centró su atención en el castaño, Eltrant desenvainó a Olvido de un fuerte tirón. El ente volvió a dejar escapar un grito gutural al ver esto y retrocedió un par de pasos, colocándose frente a la puerta de la casa.
El exmercenario enarcó una ceja. ¿Estaba tratando de impedirle entrar? ¿Era una especie de guardián? Fuese cual fuese el caso, aquella cosa se tambaleaba, con cada movimiento que hacía arrastraba el pie izquierdo, su cuerpo estaba prácticamente a medio descomponer y no parecía ser muy resistente a simple vista.
Tomó aire.
- No vas a detenerme. -
Última edición por Eltrant Tale el Vie Mar 02 2018, 02:19, editado 1 vez
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
Podría brindaros una larga lista de motivos por las cuales el ex-guarda debió salir corriendo en dirección opuesta a la casa de la señorita Heytram, pero eso sería privaros de un exquisito banquete de pectorales y…porrazos.
Cualquiera con algo de sentido común habría escapado de esa situación, aunque esta cualidad parecía carente en el humano.
Desenvainando su espada volvería al umbral de la puerta, buscando plantarse frente al espectro. Lastimosamente éste se desvanecería frente a sus ojos, dejando la entrada completamente libre.
¿Os cuento un gusto culposo?
Adoro cuando los mortales hacéis caso omiso a las advertencias, pues me dais las cosas que más adoro: errores y fanservice.
Una vez que cruzase la entrada de la casa no habría marcha atrás.
El ambiente estaría cargado de una misteriosa opresión. Tomar aire se convertiría en una tarea ligeramente laboriosa y se podría decir que la gravedad se volvería una enemiga, pues cada paso requeriría un gran esfuerzo por parte del mortal.
-Ayúdanos…
Ahí estaría de nuevo la voz que suplicaba por auxilio con singular desesperación.
El collar comenzaría a emitir una luz brillante, indicando que ahí adentro se hallaba uno s de los fragmentos del caos más importante de todos. Claro que junto a él vendría un peligro de proporciones similares.
Eltrant podría indagar en la planta baja, la cocina y los salones se encontrarían en el mismo estado que el resto de la ciudad; pero la pista más relevante la encontraría en el ático.
Por la mente del exmercenario pasarían una valiosa cantidad de recuerdos; sensación que ya sería reconocible para él.
La señorita Heytram había presenciado con horror cómo su pequeño grupo de estudiantes había disminuido en las últimas semanas y todas concluyeron con un final trágico para sus queridos niños.
El dulce hijo del alcalde fue último en fallecer. Unas horas antes el pequeño había acudido a ella para entregarle un misterioso cuerno con extraños dibujos en él. Lorelay no supo que su vida se condenó desde el instante en que el artefacto tocó sus manos.
Tres días después el cadáver de su esposo fue encontrado atravesado por la estatua del alcalde que se encontraba en el centro de la aldea; y sólo dos días después de esa tragedia su mundo terminó de derrumbarse con el inesperado aborto de su primogénito.
El recuerdo se cortaría, dejando en blanco la forma en que la institutriz había perecido y el paradero actual del objeto mágico.
Hasta un simple humano como él podría darse cuenta de que estaba justo en el ojo del huracán. No obstante, la falta de aire y el peso sobre su cuerpo podrían convertirse en una enorme desventaja para él, especialmente con lo que acontecería después.
Un grito desgarrador resonaría por el lugar, como preludio al ataque que el mortal estaría a punto de recibir.
No sabría de dónde aparecerían unas terroríficas garras negras, mismas que buscarían desgarrarle ese sensual y ridículamente tapado abdomen.
¡Es una fortuna que tuviese puesta su armadura!
Aunque sería una pena que esta le volviese más difícil el trabajo de respirar.
Izquierda, derecha, arriba, abajo… ¡maní!
Un minuto…creo que me he perdido. El punto es que el pobre hombre no sabría de dónde le lloverían los ataques, aunque con tanta experiencia bien podría defenderse de manera decente mientras buscaba encontrar la localización del cuerno en aquel hogar.
Tarea 1: Esquivar los ataques.
Tarea 2: Seguir con vida.
Tarea 3: Encontrar el artefacto.
Sencillo, ¿no?
¿La buena noticia?
Ofrecer a la linda vampira como carnada había funcionado y el espectro logró ser purificado con éxito y por ahora se encontraban a salvo.
¿La mala?
La exorbitante cantidad de magia había dejado inconsciente a Melissa, permitiendo que el espectro se marchase con la valiosa información que pudiese contener.
Al menos tendrían unos segundos para reponer energía y trazar un plan para reencontrarse con su compañero.
Con algo de esfuerzo la bruja conseguiría recobrar la consciencia, maldiciendo de todas las maneras posibles la escasa cantidad de magia que poseía en esos momentos.
- ¿Y qué estás haciendo aquí, niña? -Preguntó tras varios minutos de insultarse y maldecirse a sí misma-. ¡Deberías estar con tu compañero! -Le tomó por los hombros zarandeándola levemente-. ¿¡Tienes idea de lo que esta ciudad le hará a ese sexy mentecato!? -Soltó un pequeño suspiro, liberando a la muchacha de su crisis nerviosa-. Andando, no hay tiempo que perder.
Le invitó a seguirle, trazando la ruta que marcaba la carta de Lyn en su mente. De un momento a otro el fragmento del caos encontrado por Eltrant invadiría a ambas, mostrándoles exactamente lo que el ex-guarda había visto.
-Lo ha encontrado -la expresión de Melissa volvería a cambiar, mostrándose más seria y distante-. Los hilos de vuestro futuro se encuentran cambiando… -sentenció en voz baja-. Esto no es bueno.
Guardó silencio durante un breve momento, levantando la vista hacia el cielo, el cual se tornaba de un color verduzco con cada segundo que transcurría.
Había tantas cosas que deseaba decir y tantas experiencias que deseaba compartir, pero era consciente de que el escenario no jugaba a su favor. Salir de ese lugar sería prácticamente imposible, al menos para uno de ellos.
¿Quién diría que las cosas tomarían ese giro tan inesperado? Al menos su espera valido la pena.
La casa de Lorelay Heytram podía divisarse a unos cuantos metros de ellas y la carta mostraría que la posición del humano no había cambiado.
-Lyn -habló con firmeza-. En cuanto entremos quiero que te concentres en ayudar a tu compañero -miró al frente-. No es una sugerencia, es una orden. No me interesa lo que tengas que hacer -avanzó un par de pasos-, sólo mantenle con vida…
El espectáculo estaba por comenzar y esperaba que su escasa magia pudiese hacer frente a semejante adversario.
Cualquiera con algo de sentido común habría escapado de esa situación, aunque esta cualidad parecía carente en el humano.
Desenvainando su espada volvería al umbral de la puerta, buscando plantarse frente al espectro. Lastimosamente éste se desvanecería frente a sus ojos, dejando la entrada completamente libre.
¿Os cuento un gusto culposo?
Adoro cuando los mortales hacéis caso omiso a las advertencias, pues me dais las cosas que más adoro: errores y fanservice.
Una vez que cruzase la entrada de la casa no habría marcha atrás.
El ambiente estaría cargado de una misteriosa opresión. Tomar aire se convertiría en una tarea ligeramente laboriosa y se podría decir que la gravedad se volvería una enemiga, pues cada paso requeriría un gran esfuerzo por parte del mortal.
-Ayúdanos…
Ahí estaría de nuevo la voz que suplicaba por auxilio con singular desesperación.
El collar comenzaría a emitir una luz brillante, indicando que ahí adentro se hallaba uno s de los fragmentos del caos más importante de todos. Claro que junto a él vendría un peligro de proporciones similares.
Eltrant podría indagar en la planta baja, la cocina y los salones se encontrarían en el mismo estado que el resto de la ciudad; pero la pista más relevante la encontraría en el ático.
Por la mente del exmercenario pasarían una valiosa cantidad de recuerdos; sensación que ya sería reconocible para él.
La señorita Heytram había presenciado con horror cómo su pequeño grupo de estudiantes había disminuido en las últimas semanas y todas concluyeron con un final trágico para sus queridos niños.
El dulce hijo del alcalde fue último en fallecer. Unas horas antes el pequeño había acudido a ella para entregarle un misterioso cuerno con extraños dibujos en él. Lorelay no supo que su vida se condenó desde el instante en que el artefacto tocó sus manos.
Tres días después el cadáver de su esposo fue encontrado atravesado por la estatua del alcalde que se encontraba en el centro de la aldea; y sólo dos días después de esa tragedia su mundo terminó de derrumbarse con el inesperado aborto de su primogénito.
El recuerdo se cortaría, dejando en blanco la forma en que la institutriz había perecido y el paradero actual del objeto mágico.
Hasta un simple humano como él podría darse cuenta de que estaba justo en el ojo del huracán. No obstante, la falta de aire y el peso sobre su cuerpo podrían convertirse en una enorme desventaja para él, especialmente con lo que acontecería después.
Un grito desgarrador resonaría por el lugar, como preludio al ataque que el mortal estaría a punto de recibir.
No sabría de dónde aparecerían unas terroríficas garras negras, mismas que buscarían desgarrarle ese sensual y ridículamente tapado abdomen.
¡Es una fortuna que tuviese puesta su armadura!
Aunque sería una pena que esta le volviese más difícil el trabajo de respirar.
Izquierda, derecha, arriba, abajo… ¡maní!
Un minuto…creo que me he perdido. El punto es que el pobre hombre no sabría de dónde le lloverían los ataques, aunque con tanta experiencia bien podría defenderse de manera decente mientras buscaba encontrar la localización del cuerno en aquel hogar.
Tarea 1: Esquivar los ataques.
Tarea 2: Seguir con vida.
Tarea 3: Encontrar el artefacto.
Sencillo, ¿no?
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¿La buena noticia?
Ofrecer a la linda vampira como carnada había funcionado y el espectro logró ser purificado con éxito y por ahora se encontraban a salvo.
¿La mala?
La exorbitante cantidad de magia había dejado inconsciente a Melissa, permitiendo que el espectro se marchase con la valiosa información que pudiese contener.
Al menos tendrían unos segundos para reponer energía y trazar un plan para reencontrarse con su compañero.
Con algo de esfuerzo la bruja conseguiría recobrar la consciencia, maldiciendo de todas las maneras posibles la escasa cantidad de magia que poseía en esos momentos.
- ¿Y qué estás haciendo aquí, niña? -Preguntó tras varios minutos de insultarse y maldecirse a sí misma-. ¡Deberías estar con tu compañero! -Le tomó por los hombros zarandeándola levemente-. ¿¡Tienes idea de lo que esta ciudad le hará a ese sexy mentecato!? -Soltó un pequeño suspiro, liberando a la muchacha de su crisis nerviosa-. Andando, no hay tiempo que perder.
Le invitó a seguirle, trazando la ruta que marcaba la carta de Lyn en su mente. De un momento a otro el fragmento del caos encontrado por Eltrant invadiría a ambas, mostrándoles exactamente lo que el ex-guarda había visto.
-Lo ha encontrado -la expresión de Melissa volvería a cambiar, mostrándose más seria y distante-. Los hilos de vuestro futuro se encuentran cambiando… -sentenció en voz baja-. Esto no es bueno.
Guardó silencio durante un breve momento, levantando la vista hacia el cielo, el cual se tornaba de un color verduzco con cada segundo que transcurría.
Había tantas cosas que deseaba decir y tantas experiencias que deseaba compartir, pero era consciente de que el escenario no jugaba a su favor. Salir de ese lugar sería prácticamente imposible, al menos para uno de ellos.
¿Quién diría que las cosas tomarían ese giro tan inesperado? Al menos su espera valido la pena.
La casa de Lorelay Heytram podía divisarse a unos cuantos metros de ellas y la carta mostraría que la posición del humano no había cambiado.
-Lyn -habló con firmeza-. En cuanto entremos quiero que te concentres en ayudar a tu compañero -miró al frente-. No es una sugerencia, es una orden. No me interesa lo que tengas que hacer -avanzó un par de pasos-, sólo mantenle con vida…
El espectáculo estaba por comenzar y esperaba que su escasa magia pudiese hacer frente a semejante adversario.
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Eltrant Tale: ¡Bravo! ¡Conseguiste llegar a la casa de la señorita Heytram! ¿Sabes lo que eso significa? ¡Hemos llegado al final! Claro que no lo tendrás tan fácil. Además de adentrarte en su hogar, tendrás que encontrar la localización del artefacto y enfrentarte al espectro guardián. No te preocupes, la ayuda va en camino, pero por un buen rato te encontrarás solo. Deberás lanzar la voluntad de los Dioses a fin de determinar un par de cosas, aunque está vez serán una sorpresa para ti (prometo que no será nada malo…al menos no tanto). Una vez que Melissa y Lyn lleguen tendrás que darle instrucciones a Melissa de dónde se encuentra el objeto.
Te explico:
Una de tus tareas primordiales es hallar en cuál sitio de toda la casa está oculto el objeto (te doy libertad creativa para ello). No podrás tomarlo por tu cuenta, pues, como has visto, tienes otro problema que enfrentar. Por ello Melissa se encargará de dar con el objeto, mientras Lyn y vos os halláis combatiendo a vuestra enemiga.
Te daré permiso de manejar a Melissa hasta el sitio donde se localiza el cuerno mágico. Una vez que ella se marche le perderéis la pista. ¿Cómo os libraréis del espectro? Sorpréndeme. Sabes que me encantan las escenas hollywoodienses.
Sí, como ya has podido imaginar independientemente del resultado de las runas acabaréis con el espectro. Lo sé, soy un encanto de Diosa, pero no te acostumbres.
Te explico:
Una de tus tareas primordiales es hallar en cuál sitio de toda la casa está oculto el objeto (te doy libertad creativa para ello). No podrás tomarlo por tu cuenta, pues, como has visto, tienes otro problema que enfrentar. Por ello Melissa se encargará de dar con el objeto, mientras Lyn y vos os halláis combatiendo a vuestra enemiga.
Te daré permiso de manejar a Melissa hasta el sitio donde se localiza el cuerno mágico. Una vez que ella se marche le perderéis la pista. ¿Cómo os libraréis del espectro? Sorpréndeme. Sabes que me encantan las escenas hollywoodienses.
Sí, como ya has podido imaginar independientemente del resultado de las runas acabaréis con el espectro. Lo sé, soy un encanto de Diosa, pero no te acostumbres.
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
Bajo la espada cuando el ente que tenía frente a él, el guardián de la casa, se desvaneció.
- Pues al final no peleamos. – Musitó volviendo a envainar a Olvido.
Se cruzó de brazos, volvió a analizar el agujero que era ahora la entrada principal a la vivienda. Estaba claro que algo no quería que entrase, también tenía la certeza de que en el interior de aquella casa había un fragmento de ese mal del que había hablado Melissa en la diminuta habitación de la taberna.
Se pasó la mano por el pelo, peinándolo pobremente. ¿Por qué tenía la sensación de que llevaba años atrapado en aquel maldito lugar? Le preocupaba el no saber cuánto tiempo había pasado en realidad, si amanecía de improviso Lyn lo iba a pasar muy mal.
- Ayudanos… -
Apretó los dientes y llevó la mano, de nuevo, a la empuñadura de Olvido, obviando todo pensamiento coherente que se cruzaba por su cabeza. Era una trampa, tenía que serlo, era imposible que la voz de Lyn llegase hasta él de aquella forma, desde el interior de aquella vivienda.
Tenía que creer eso, lo mejor que podía hacer era esperar a Melissa, a que esta se volviese a poner en contacto con él. El zafiro que le había regalado la bruja comenzó a brillar, entonces, con una fuerza inusitada, resplandeciendo como no lo había hecho hasta aquel momento.
Tragó saliva, todo indicaba a que la fuerza que se había apoderado de aquel pueblo estaba jugando con su cabeza, conocía aquella sensación, no era la primera vez que la sentía.
¿Pero y si se equivocaba y necesitaban ayuda de verdad?
Cerró los ojos y, tras sacudir la cabeza, avanzó a paso firme hasta la entrada principal del edificio.
Esta segunda vez nada lo arrojó al exterior cuando atravesó el umbral de la vivienda. Pero la atmosfera, según estudiaba las variadas habitaciones del edificio, se volvió densa, pesada.
No tardó en notar que le costaba respirar.
Tomó todo el aire que pudo y, en un principio, se dedicó a explorar el piso inferior de aquel maltrecho hogar. Era lo que ya había visto incontables ocasiones aquella noche, cada habitación parecía llevar abandonada meses, sino años.
Según indagaba en el lugar una desagradable sensación, ya conocida, sustituyó momentáneamente, todos sus pensamientos; Las desgracias de una mujer madura comenzaron a sucederse en su cabeza, como si de recuerdos propios se tratasen, no obstante, aquellas visiones, a diferencia de todas las demás que se había visto obligado a presenciar, no mostraron el desagradable final que Eltrant estaba seguro que había encontrado la institutriz.
Aunque en cierto modo agradecía el no saberlo.
Justo cuando aquellos recuerdos se diluyeron en su memoria un grito sobrecogedor le instó a ponerse en alerta. No llegó a conseguir gran cosa al hacerlo, esta vez no voló por los aires, sin embargo, unas garras etéreas se deslizaron por la parte trasera de su armadura, rallándola, produciendo un sonoro chasquido metálico.
Si estaba vivo era gracias a Eir.
Se giró sobre sí mismo, tratando de buscar a su agresor con Olvido ya en su poder, pero no había nada, las garras negras que había creído ver habían desaparecido y solo quedaba la sensación de que se acababa de meter en el ojo de un huracán, uno que, a diferencia lo que hacía con Anastasia, no podía apaciguar con un par de frases.
Sintió como algo le golpeaba en el pecho y le arrojaba por los aires, masculló un par de insultos cuando cayó sobre la mesa de aquella sala de estar y trató de incorporarse para encontrarse con que su cuerpo, de pronto, pesaba varias veces más.
Sin tiempo que perder, antes de que aquel ente invisible volviese a acometer contra él, desató las distintas correas que mantenían sujeta su armadura a su pecho. En cuanto lo hizo notó como las gélidas garras del espectro atravesaron su piel, volvió a ser arrojado por los aires como si de un saco de heno se tratase.
- ¡Déjate ver! – Bramó desabrochando ahora los pesados guanteletes que rodeaban sus brazos, apenas podía blandir la espada con ellos puestos. ¿Qué estaba pasando en aquel lugar? Tragó saliva y analizó lo que podía ver, sabía que estaba en la misma habitación que aquella cosa, sabía que esta podía dañarle.
Solo tenía que encontrar el momento indicado.
Ese momento, no obstante, estaba muy lejos de ser aquel. Sin que pudiese hacer nada para evitarlo, Eltrant recibió un impacto en el pecho, uno que se le antojó similar al golpe de una almádena.
Atravesó la carcomida pared que le separaba del pasillo principal envuelto en un manto de trozos de madera y serrín. Tosió copiosamente y, en un inútil intento por apartarse de aquella cosa que le golpeaba de todas partes al mismo tiempo, rodó hacía un lado y comenzó a correr escaleras arriba.
No podía acertarle, no veía dónde estaba, solo vislumbraba algo parecido a una mano negra atacarle escasos momentos de recibir algún corte. Pero no iba a dejar que eso le intimidase. Siguió subiendo, dándole estocadas a un enemigo invisible que, aunque sabía ahora por dónde venía, era incapaz de herir.
- ¡¿Por qué no puedes estar hecho de carne como todo el mundo!? – Gritó cuando, sorpresivamente, pudo bloquear la mano negra con Olvido. ¿Podía detener aquella cosa cuando se hacía tangible? Dentro de todo el mar de sinsentidos que estaba siendo aquella noche, aquel pequeño resquicio de lógica le hizo sonreír momentáneamente.
Al menos hasta que cuando vislumbró un cuerno en el ático peligrosamente similar al de las visiones, aquella cosa pareció enfurecerse y atacar con más ahínco, presionando aún más la ya de por sí frágil defensa del castaño.
- ¡¿Así que eso te gusta?! – Retrocedió, pero no pensaba bajar a las escaleras, no iba a darle el gusto a aquella cosa. - ¡Pues voy a destrozarlo! – Lanzó un tajó a dónde, supuestamente, por lo que interpretaba Eltrant por la posición de las manos negras, debía de estar el cuerpo del espectro al que se enfrentaba, pero la hoja lo traspasó como si fuese aire.
- ¡No sé de qué me sorpre…! – Antes de que terminase de quejarse, las manos de oscuridad le agarraron por los hombros, se hundieron firmemente en su carne y le empujaron contra el suelo.
Perdió al Olvido, la espada cayó a su lado.
El ente siguió haciendo presión, apretó los dientes e intentó zafarse del agarre de aquella cosa, pero era prácticamente imposible. Tenía la solución a solo un palmo de su cabeza y no podía hacer nada.
Maldijo su suerte, su fuerza, la capacidad que tenía para hacer frente a seres invisibles y, justo cuando estaba maldiciendo a los dioses que le habían puesto en aquella situación; el suelo se hundió.
El estado de la casa no era el mejor, y la trifulca que estaba teniendo Eltrant no ponía las cosas fáciles para la ya, de por sí, desvencijada estructura.
El aire que tenía en sus pulmones volvió a escapársele cuando su espalda paró la caída en la planta inferior, no obstante, antes de que siquiera pudiese tomar una bocanada de ese aire que había perdido y que tanto necesitaba, una sucesión de crujidos le informó de que, aquel suelo, tampoco iba a aguantar.
Una nube constituida por polvo, sangre, Eltrant Tale, madera y un espectro con muy mal carácter fue lo que Melissa y Lyn vislumbraron caer desde los pisos superiores al internarse en la vivienda de la institutriz.
Gimió dolorido durante unos instantes, preguntándose como seguía entero cruzando miradas con las mujeres que, sin decir nada, miraban al exmercenario desde la puerta principal, el cual yacía en el suelo, en un estado más bien lamentable.
- ¡De todos los momentos en los que te puedes quitar la armadura! ¿¡Eliges este?! – Gritó Lyn señalándole con el dedo índice. - ¿¡De verdad!? - Eltrant esbozó algo parecido a una sonrisa.
- Puedo explicarlo – En alguna parte de la pelea la camisa harapienta que vestía bajo todo el metal que solía llevar encima había acabado destrozada, ahora solo estaba él, cubierto de cicatrices y de sangre. No debía de ser una visión muy acogedora para Melissa, que miraba con cierta incredulidad la escena que tenía frente a ella.
En cualquier caso, no había tiempo para explicaciones, la figura fantasmagórica que protegía el cuerno había decidido que Melissa, de entre todas las personas del lugar, era la más peligrosa e, inmediatamente, se lanzó a por ella ignorando a Eltrant.
- ¡Tú y yo no hemos acabado! – Agarró a una de las manos de oscuridad, la única parte visible de aquel monstruo, y la sujetó durante unos instantes. Pero su fuerza era sobrecogedora, incluso para él. – No… te escapes… - La sombra parecía reacia a obedecer al mercenario, fue ese el momento en el que comprendió porque Melissa era tan importante, porque había optado por tratar de matarla al verla.
- ¡Al ático! ¡El fragmento está ahí! – Gritó a Melissa, otro alarido se alzó en la noche, el espectro estaba furioso, no quería que la bruja llegase hasta el cuerno. Por eso, justo cuando Melissa pasó junto a Eltrant de una carrera, este se encargó de protegerla con su propio cuerpo.
Después de todo aquello era lo que se le daba mejor.
Otra herida más se unió a la multitud que ya recorría su cuerpo. La mano se había abierto paso a través de su vientre como si de una daga se tratase, dejó escapar un alarido de dolor, uno que hizo que Melissa se parase justo antes de subir escaleras arriba.
- ¡¡No te detengas!! – Gritó Eltrant, la mujer, tras unos segundos de duda, frunció el ceño y desapareció escaleras arriba.
Las manos de oscuridad, cubiertas de sangre, se cerraron en torno a la cabeza de Eltrant. El castaño forcejeó con ellas tratando de liberarse, todo estaba sucediendo muy rápido, demasiado, lo único que consiguió fue que, al final, su cabeza acabase en una de las paredes del lugar.
Volvió a sentir la presión, quería hacerla estallar como si de un melón maduro se tratase.
- ¡¡Déjale en paz!! – Una hilera de sombras rodearon lo que parecía ser el cuello de la figura etérea. Lyn comenzó a tirar de la cuerda de sombras, tratando de apartarla de su compañero. Cosa que la vampiresa logró, en parte, pues al ver el ente que no iba a poder terminar de matar a Eltrant con aquel plan, se dedicó a deslizar la parte izquierda de la cara del exguarda por la pared, ocasionando una infinidad de diminutos cortes que no tardaron en apoderarse de su rostro.
- ¡Que te pares! – Mas lianas de oscuridad emergieron de las sombras que bailaban alrededor de Lyn y rodearon a la criatura, la cual se quedó inmovilizada el tiempo suficiente como para que Eltrant echase mano de Recuerdo.
De forma instintiva, sin apenas ver a lo que atacaba, Eltrant acometió contra el fantasma. La espada helada perforó, inmediatamente, el hombro de la criatura. ¿Recuerdo funcionaba? ¿Era por el encantamiento de Asher? Si las sombras de Lyn le afectaba, la magia también. Tenía sentido.
Escupió a un lado la sangre que tenía en la boca, apenas podía ver, toda la parte izquierda de su cara estaba cubierta de sangre y la mitad de lo que veía estaba cubierto por un filtro de color rojo, similar al que los dueños de los teatros usaban en sus obras.
Pero eso no iba a frenarle, no iba a permitirlo.
No pudo ver como la criatura se liberaba de Lyn y lanzaba a la vampiresa por los aires, pero si escuchó su voz, de forma automática comenzó a atacar el cuerpo del fantasma el cual, por alguna razón, ahora se podía ver ligeramente mejor. ¿Quizás aquella cosa también se cansaba? Fuese cual fuese el motivo, dirigió su espada hacía la espesa columna de aire que estaba entre las dos garras negras.
Durante unos segundos todo pareció ir bien, sus ataques, por primera vez, funcionaban. Hizo retroceder a aquella cosa. Pero, como de costumbre, el hecho de que ahora pudiese adoptar una actitud ofensiva no significaba que tuviese las de ganar.
Aquella cosa era rápida, mucho más que él, aun cuando no llevaba armadura cada movimiento que hacía se volvía más lento, el dolor se apoderaba de todo su ser. Pero tenía que seguir peleando, se obligó a hacerlo, instó a su cuerpo a que no se detuviese.[1]
- ¡¡Soy mucho más dura de lo que os pensáis!! – Lyn estaba sangrando, una brecha se había abierto en su frente, más lianas de oscuridad se dirigieron hacía el espectro, este se libró de ellas como si apenas fuesen gran cosa, Eltrant atacó junto a su aliada, al unísono.
Volvió a clavar su espada en el “cuerpo” del monstruo. Otro rugido, el tercero y el más ruidoso de todos, casi sintió como los cimientos de la misma vivienda se estremecían, aunque, por el estado en el que estaba quedando la misma, era algo que no le extrañaba.
Volvió a colocarse a la defensiva, ayudado, esta vez, por una multitud de escudos de sombra que Lyn levantaba a su alrededor. Cada escudo de sombras que el fantasma rompía sonaba como un espejo, como un cristal al fragmentarse, aquella cosa parecía ser incansable.
Recuerdo voló de entre sus manos cuando el ente le acertó en el brazo. Tras gritar una blasfemia muy original se lanzó a por el arma, pero el espectro ya lo había anticipado, se encargó de que la hoja de hielo acabase clavada en el techo, muy lejos de las manos de Eltrant.
Apretó los dientes y se sujetó con firmeza el guantelete mágico que rodeaba su mano izquierda. ¿Lo usaba de nuevo? ¿Podía permitirse hacerlo?
- ¡¡Elt!! – Olvidó cayó de nuevo entre sus manos, Lyn la había recuperado con sus sombras. ¿Cómo había llegado la espada hasta allí? - ¡¡No dejes que algo invisible se ría de ti, Mortal!! - No importaba, aunque probablemente hubiese caído desde el ático con él.
Desvió como buenamente pudo varios ataques, quizás pudiese defenderse con el espadón, pero no podía atacar, además, el arma cada vez era más pesada, comenzaban a pesarle más y más los brazos.
- ¡¡Elt!! – La vampiresa lanzó un grito de dolor cuando las garras la sujetaron y la lanzaron contra la pared, silenciándola casi al instante.
- ¡¡Lyana!! – No se movía, ¿Estaba...? Apretó los dientes y corrió hacia el final del pasillo, hacía las escaleras, ignorando momentáneamente al fantasma. Este notó lo que acababa de suceder y se dispuso a ir en busca de Melissa, las manos de oscuridad desfilaron fantasmagóricamente hacía el piso superior.
- ¡No… dejes que se escape! – Dijo Lyn frunciendo el ceño, incorporándose levemente, esforzandose por anteponerse al dolor.
Tragó saliva y, sin pararse a comprobar como estaba su aliada por completo, alzó a Olvido asintiendo. No iba a poder hacerle daño con aquella espada, pero iba a impedir que aquella cosa pasase.
Daba igual el precio.
- “…Sé que no soy el mejor creyente…” – Respiró profundamente, pestañeó varias veces, tratando de limpiar tímidamente la sangre que cubría su ojo izquierdo. Le costaba respirar, había sido una buena decisión quitarse a Eir de encima, al menos podía seguir manteniendo el equilibrio gracias a ello. – “… Pero… me da igual si sois muchos dioses o si solo eres una especie de dios supremo… o si sois los guías en los cree Syl… “- La criatura se detuvo frente a él, las manos comenzaron a ondular en el aire, buscando de nuevo la carne de Eltrant, preparándose para atacar. – “… Pero… ahora más que nunca… por favor…” - Sin que apenas se percatase, una capa de sombras comenzó a cubrir la hoja de Olvido.
Lyn, a su lado, aún en el suelo, se mantenía concentrada, sin pestañear siquiera, con su mano derecha levantada, instando a su oscuridad a que se uniese con la espada de Eltrant, la cual comenzó a ondular con suavidad, a comportarse como si de llamas se tratasen.[2]
No iba a alcanzar a Melissa.
- ¡¡Me vendría bien un poco de ayuda!! – Bramó, descargando toda la fuerza que pudo reunir en el momento en aquella estocada de oscuridad, dispuesto a matar aquella cosa. [3]
Eltrant Tale había sido muchas cosas a lo largo de su vida: había sido un mercenario, también había sido un guarda, y un herrero, había sido el único hombre en actuar en muchas situaciones, un Muro de Acero siempre dispuesto a anteponer su vida por los demás.
Pero, Eltrant Tale, en aquel momento, era un simple humano. Uno que quería llegar más allá.
[1] Habilidad Eltrant Nivel 0: Adrenalina.
[2] Hablidad Lyn Nivel 5: Plaga de Sombras.
[3] Habilidad Eltrant Nivel 3: Hoja Cargada.
- Pues al final no peleamos. – Musitó volviendo a envainar a Olvido.
Se cruzó de brazos, volvió a analizar el agujero que era ahora la entrada principal a la vivienda. Estaba claro que algo no quería que entrase, también tenía la certeza de que en el interior de aquella casa había un fragmento de ese mal del que había hablado Melissa en la diminuta habitación de la taberna.
Se pasó la mano por el pelo, peinándolo pobremente. ¿Por qué tenía la sensación de que llevaba años atrapado en aquel maldito lugar? Le preocupaba el no saber cuánto tiempo había pasado en realidad, si amanecía de improviso Lyn lo iba a pasar muy mal.
- Ayudanos… -
Apretó los dientes y llevó la mano, de nuevo, a la empuñadura de Olvido, obviando todo pensamiento coherente que se cruzaba por su cabeza. Era una trampa, tenía que serlo, era imposible que la voz de Lyn llegase hasta él de aquella forma, desde el interior de aquella vivienda.
Tenía que creer eso, lo mejor que podía hacer era esperar a Melissa, a que esta se volviese a poner en contacto con él. El zafiro que le había regalado la bruja comenzó a brillar, entonces, con una fuerza inusitada, resplandeciendo como no lo había hecho hasta aquel momento.
Tragó saliva, todo indicaba a que la fuerza que se había apoderado de aquel pueblo estaba jugando con su cabeza, conocía aquella sensación, no era la primera vez que la sentía.
¿Pero y si se equivocaba y necesitaban ayuda de verdad?
Cerró los ojos y, tras sacudir la cabeza, avanzó a paso firme hasta la entrada principal del edificio.
Esta segunda vez nada lo arrojó al exterior cuando atravesó el umbral de la vivienda. Pero la atmosfera, según estudiaba las variadas habitaciones del edificio, se volvió densa, pesada.
No tardó en notar que le costaba respirar.
Tomó todo el aire que pudo y, en un principio, se dedicó a explorar el piso inferior de aquel maltrecho hogar. Era lo que ya había visto incontables ocasiones aquella noche, cada habitación parecía llevar abandonada meses, sino años.
Según indagaba en el lugar una desagradable sensación, ya conocida, sustituyó momentáneamente, todos sus pensamientos; Las desgracias de una mujer madura comenzaron a sucederse en su cabeza, como si de recuerdos propios se tratasen, no obstante, aquellas visiones, a diferencia de todas las demás que se había visto obligado a presenciar, no mostraron el desagradable final que Eltrant estaba seguro que había encontrado la institutriz.
Aunque en cierto modo agradecía el no saberlo.
Justo cuando aquellos recuerdos se diluyeron en su memoria un grito sobrecogedor le instó a ponerse en alerta. No llegó a conseguir gran cosa al hacerlo, esta vez no voló por los aires, sin embargo, unas garras etéreas se deslizaron por la parte trasera de su armadura, rallándola, produciendo un sonoro chasquido metálico.
Si estaba vivo era gracias a Eir.
Se giró sobre sí mismo, tratando de buscar a su agresor con Olvido ya en su poder, pero no había nada, las garras negras que había creído ver habían desaparecido y solo quedaba la sensación de que se acababa de meter en el ojo de un huracán, uno que, a diferencia lo que hacía con Anastasia, no podía apaciguar con un par de frases.
Sintió como algo le golpeaba en el pecho y le arrojaba por los aires, masculló un par de insultos cuando cayó sobre la mesa de aquella sala de estar y trató de incorporarse para encontrarse con que su cuerpo, de pronto, pesaba varias veces más.
Sin tiempo que perder, antes de que aquel ente invisible volviese a acometer contra él, desató las distintas correas que mantenían sujeta su armadura a su pecho. En cuanto lo hizo notó como las gélidas garras del espectro atravesaron su piel, volvió a ser arrojado por los aires como si de un saco de heno se tratase.
- ¡Déjate ver! – Bramó desabrochando ahora los pesados guanteletes que rodeaban sus brazos, apenas podía blandir la espada con ellos puestos. ¿Qué estaba pasando en aquel lugar? Tragó saliva y analizó lo que podía ver, sabía que estaba en la misma habitación que aquella cosa, sabía que esta podía dañarle.
Solo tenía que encontrar el momento indicado.
Ese momento, no obstante, estaba muy lejos de ser aquel. Sin que pudiese hacer nada para evitarlo, Eltrant recibió un impacto en el pecho, uno que se le antojó similar al golpe de una almádena.
Atravesó la carcomida pared que le separaba del pasillo principal envuelto en un manto de trozos de madera y serrín. Tosió copiosamente y, en un inútil intento por apartarse de aquella cosa que le golpeaba de todas partes al mismo tiempo, rodó hacía un lado y comenzó a correr escaleras arriba.
No podía acertarle, no veía dónde estaba, solo vislumbraba algo parecido a una mano negra atacarle escasos momentos de recibir algún corte. Pero no iba a dejar que eso le intimidase. Siguió subiendo, dándole estocadas a un enemigo invisible que, aunque sabía ahora por dónde venía, era incapaz de herir.
- ¡¿Por qué no puedes estar hecho de carne como todo el mundo!? – Gritó cuando, sorpresivamente, pudo bloquear la mano negra con Olvido. ¿Podía detener aquella cosa cuando se hacía tangible? Dentro de todo el mar de sinsentidos que estaba siendo aquella noche, aquel pequeño resquicio de lógica le hizo sonreír momentáneamente.
Al menos hasta que cuando vislumbró un cuerno en el ático peligrosamente similar al de las visiones, aquella cosa pareció enfurecerse y atacar con más ahínco, presionando aún más la ya de por sí frágil defensa del castaño.
- ¡¿Así que eso te gusta?! – Retrocedió, pero no pensaba bajar a las escaleras, no iba a darle el gusto a aquella cosa. - ¡Pues voy a destrozarlo! – Lanzó un tajó a dónde, supuestamente, por lo que interpretaba Eltrant por la posición de las manos negras, debía de estar el cuerpo del espectro al que se enfrentaba, pero la hoja lo traspasó como si fuese aire.
- ¡No sé de qué me sorpre…! – Antes de que terminase de quejarse, las manos de oscuridad le agarraron por los hombros, se hundieron firmemente en su carne y le empujaron contra el suelo.
Perdió al Olvido, la espada cayó a su lado.
El ente siguió haciendo presión, apretó los dientes e intentó zafarse del agarre de aquella cosa, pero era prácticamente imposible. Tenía la solución a solo un palmo de su cabeza y no podía hacer nada.
Maldijo su suerte, su fuerza, la capacidad que tenía para hacer frente a seres invisibles y, justo cuando estaba maldiciendo a los dioses que le habían puesto en aquella situación; el suelo se hundió.
El estado de la casa no era el mejor, y la trifulca que estaba teniendo Eltrant no ponía las cosas fáciles para la ya, de por sí, desvencijada estructura.
El aire que tenía en sus pulmones volvió a escapársele cuando su espalda paró la caída en la planta inferior, no obstante, antes de que siquiera pudiese tomar una bocanada de ese aire que había perdido y que tanto necesitaba, una sucesión de crujidos le informó de que, aquel suelo, tampoco iba a aguantar.
Una nube constituida por polvo, sangre, Eltrant Tale, madera y un espectro con muy mal carácter fue lo que Melissa y Lyn vislumbraron caer desde los pisos superiores al internarse en la vivienda de la institutriz.
Gimió dolorido durante unos instantes, preguntándose como seguía entero cruzando miradas con las mujeres que, sin decir nada, miraban al exmercenario desde la puerta principal, el cual yacía en el suelo, en un estado más bien lamentable.
- ¡De todos los momentos en los que te puedes quitar la armadura! ¿¡Eliges este?! – Gritó Lyn señalándole con el dedo índice. - ¿¡De verdad!? - Eltrant esbozó algo parecido a una sonrisa.
- Puedo explicarlo – En alguna parte de la pelea la camisa harapienta que vestía bajo todo el metal que solía llevar encima había acabado destrozada, ahora solo estaba él, cubierto de cicatrices y de sangre. No debía de ser una visión muy acogedora para Melissa, que miraba con cierta incredulidad la escena que tenía frente a ella.
En cualquier caso, no había tiempo para explicaciones, la figura fantasmagórica que protegía el cuerno había decidido que Melissa, de entre todas las personas del lugar, era la más peligrosa e, inmediatamente, se lanzó a por ella ignorando a Eltrant.
- ¡Tú y yo no hemos acabado! – Agarró a una de las manos de oscuridad, la única parte visible de aquel monstruo, y la sujetó durante unos instantes. Pero su fuerza era sobrecogedora, incluso para él. – No… te escapes… - La sombra parecía reacia a obedecer al mercenario, fue ese el momento en el que comprendió porque Melissa era tan importante, porque había optado por tratar de matarla al verla.
- ¡Al ático! ¡El fragmento está ahí! – Gritó a Melissa, otro alarido se alzó en la noche, el espectro estaba furioso, no quería que la bruja llegase hasta el cuerno. Por eso, justo cuando Melissa pasó junto a Eltrant de una carrera, este se encargó de protegerla con su propio cuerpo.
Después de todo aquello era lo que se le daba mejor.
Otra herida más se unió a la multitud que ya recorría su cuerpo. La mano se había abierto paso a través de su vientre como si de una daga se tratase, dejó escapar un alarido de dolor, uno que hizo que Melissa se parase justo antes de subir escaleras arriba.
- ¡¡No te detengas!! – Gritó Eltrant, la mujer, tras unos segundos de duda, frunció el ceño y desapareció escaleras arriba.
Las manos de oscuridad, cubiertas de sangre, se cerraron en torno a la cabeza de Eltrant. El castaño forcejeó con ellas tratando de liberarse, todo estaba sucediendo muy rápido, demasiado, lo único que consiguió fue que, al final, su cabeza acabase en una de las paredes del lugar.
Volvió a sentir la presión, quería hacerla estallar como si de un melón maduro se tratase.
- ¡¡Déjale en paz!! – Una hilera de sombras rodearon lo que parecía ser el cuello de la figura etérea. Lyn comenzó a tirar de la cuerda de sombras, tratando de apartarla de su compañero. Cosa que la vampiresa logró, en parte, pues al ver el ente que no iba a poder terminar de matar a Eltrant con aquel plan, se dedicó a deslizar la parte izquierda de la cara del exguarda por la pared, ocasionando una infinidad de diminutos cortes que no tardaron en apoderarse de su rostro.
- ¡Que te pares! – Mas lianas de oscuridad emergieron de las sombras que bailaban alrededor de Lyn y rodearon a la criatura, la cual se quedó inmovilizada el tiempo suficiente como para que Eltrant echase mano de Recuerdo.
De forma instintiva, sin apenas ver a lo que atacaba, Eltrant acometió contra el fantasma. La espada helada perforó, inmediatamente, el hombro de la criatura. ¿Recuerdo funcionaba? ¿Era por el encantamiento de Asher? Si las sombras de Lyn le afectaba, la magia también. Tenía sentido.
Escupió a un lado la sangre que tenía en la boca, apenas podía ver, toda la parte izquierda de su cara estaba cubierta de sangre y la mitad de lo que veía estaba cubierto por un filtro de color rojo, similar al que los dueños de los teatros usaban en sus obras.
Pero eso no iba a frenarle, no iba a permitirlo.
No pudo ver como la criatura se liberaba de Lyn y lanzaba a la vampiresa por los aires, pero si escuchó su voz, de forma automática comenzó a atacar el cuerpo del fantasma el cual, por alguna razón, ahora se podía ver ligeramente mejor. ¿Quizás aquella cosa también se cansaba? Fuese cual fuese el motivo, dirigió su espada hacía la espesa columna de aire que estaba entre las dos garras negras.
Durante unos segundos todo pareció ir bien, sus ataques, por primera vez, funcionaban. Hizo retroceder a aquella cosa. Pero, como de costumbre, el hecho de que ahora pudiese adoptar una actitud ofensiva no significaba que tuviese las de ganar.
Aquella cosa era rápida, mucho más que él, aun cuando no llevaba armadura cada movimiento que hacía se volvía más lento, el dolor se apoderaba de todo su ser. Pero tenía que seguir peleando, se obligó a hacerlo, instó a su cuerpo a que no se detuviese.[1]
- ¡¡Soy mucho más dura de lo que os pensáis!! – Lyn estaba sangrando, una brecha se había abierto en su frente, más lianas de oscuridad se dirigieron hacía el espectro, este se libró de ellas como si apenas fuesen gran cosa, Eltrant atacó junto a su aliada, al unísono.
Volvió a clavar su espada en el “cuerpo” del monstruo. Otro rugido, el tercero y el más ruidoso de todos, casi sintió como los cimientos de la misma vivienda se estremecían, aunque, por el estado en el que estaba quedando la misma, era algo que no le extrañaba.
Volvió a colocarse a la defensiva, ayudado, esta vez, por una multitud de escudos de sombra que Lyn levantaba a su alrededor. Cada escudo de sombras que el fantasma rompía sonaba como un espejo, como un cristal al fragmentarse, aquella cosa parecía ser incansable.
Recuerdo voló de entre sus manos cuando el ente le acertó en el brazo. Tras gritar una blasfemia muy original se lanzó a por el arma, pero el espectro ya lo había anticipado, se encargó de que la hoja de hielo acabase clavada en el techo, muy lejos de las manos de Eltrant.
Apretó los dientes y se sujetó con firmeza el guantelete mágico que rodeaba su mano izquierda. ¿Lo usaba de nuevo? ¿Podía permitirse hacerlo?
- ¡¡Elt!! – Olvidó cayó de nuevo entre sus manos, Lyn la había recuperado con sus sombras. ¿Cómo había llegado la espada hasta allí? - ¡¡No dejes que algo invisible se ría de ti, Mortal!! - No importaba, aunque probablemente hubiese caído desde el ático con él.
Desvió como buenamente pudo varios ataques, quizás pudiese defenderse con el espadón, pero no podía atacar, además, el arma cada vez era más pesada, comenzaban a pesarle más y más los brazos.
- ¡¡Elt!! – La vampiresa lanzó un grito de dolor cuando las garras la sujetaron y la lanzaron contra la pared, silenciándola casi al instante.
- ¡¡Lyana!! – No se movía, ¿Estaba...? Apretó los dientes y corrió hacia el final del pasillo, hacía las escaleras, ignorando momentáneamente al fantasma. Este notó lo que acababa de suceder y se dispuso a ir en busca de Melissa, las manos de oscuridad desfilaron fantasmagóricamente hacía el piso superior.
- ¡No… dejes que se escape! – Dijo Lyn frunciendo el ceño, incorporándose levemente, esforzandose por anteponerse al dolor.
Tragó saliva y, sin pararse a comprobar como estaba su aliada por completo, alzó a Olvido asintiendo. No iba a poder hacerle daño con aquella espada, pero iba a impedir que aquella cosa pasase.
Daba igual el precio.
- “…Sé que no soy el mejor creyente…” – Respiró profundamente, pestañeó varias veces, tratando de limpiar tímidamente la sangre que cubría su ojo izquierdo. Le costaba respirar, había sido una buena decisión quitarse a Eir de encima, al menos podía seguir manteniendo el equilibrio gracias a ello. – “… Pero… me da igual si sois muchos dioses o si solo eres una especie de dios supremo… o si sois los guías en los cree Syl… “- La criatura se detuvo frente a él, las manos comenzaron a ondular en el aire, buscando de nuevo la carne de Eltrant, preparándose para atacar. – “… Pero… ahora más que nunca… por favor…” - Sin que apenas se percatase, una capa de sombras comenzó a cubrir la hoja de Olvido.
Lyn, a su lado, aún en el suelo, se mantenía concentrada, sin pestañear siquiera, con su mano derecha levantada, instando a su oscuridad a que se uniese con la espada de Eltrant, la cual comenzó a ondular con suavidad, a comportarse como si de llamas se tratasen.[2]
No iba a alcanzar a Melissa.
- ¡¡Me vendría bien un poco de ayuda!! – Bramó, descargando toda la fuerza que pudo reunir en el momento en aquella estocada de oscuridad, dispuesto a matar aquella cosa. [3]
Eltrant Tale había sido muchas cosas a lo largo de su vida: había sido un mercenario, también había sido un guarda, y un herrero, había sido el único hombre en actuar en muchas situaciones, un Muro de Acero siempre dispuesto a anteponer su vida por los demás.
Pero, Eltrant Tale, en aquel momento, era un simple humano. Uno que quería llegar más allá.
______________________________________________________________________
[1] Habilidad Eltrant Nivel 0: Adrenalina.
[2] Hablidad Lyn Nivel 5: Plaga de Sombras.
[3] Habilidad Eltrant Nivel 3: Hoja Cargada.
Última edición por Eltrant Tale el Sáb Mar 31 2018, 21:27, editado 8 veces (Razón : jramatika)
Eltrant Tale
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
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Re: [Mastereado] Lago Sombrío [Eltrant+Lyn][Cerrado]
Finalmente, y tras nueve posts de espera hemos llegado al momento más importante del tema: el fanservice.
¿Qué esperabais? Es por lo que he rogado desde el comienzo del tema.
Con una sensual gallardía el humano consiguió mantenerse de pie, enfrentando al espectro sin importarle la falta de aire ni el hecho de que pudiese morir a manos de una criatura espeluznante.
Por su parte, Melissa había seguido las instrucciones del humano, dirigiéndose inmediatamente al lugar dónde se hallaba el artefacto mágico, llevándose con ella el recuerdo del momento en que el mortal le protegió a costa de su vida.
- ¡Tienes que vivir! -Fue lo único que pudo pronunciar en medio de tan horrible escena-. Tú…
Había tantas cosas que deseaba decirle, pero las instrucciones del muchacho fueron claras y, aunque dudó varios instantes, no tardó en avanzar al lugar indicado.
El estruendo suscitado en la planta baja le hizo reconsiderar la idea de ayudarles. Sin embargo, era consciente de que su presencia sólo complicaría las cosas ante la escases de magia con la que contaba, por lo que, a regañadientes, se dedicó de lleno a la tarea que se le había encomendado.
La cantidad de magia negra que emanaba de aquel cuerno era peligrosa y se hacía más fuerte con cada segundo que pasaba. No importaba cuánto lo pensase no tendría otra opción.
Tomó el artefacto y corrió con todas sus fuerzas, buscando con la mirada el sitio adecuado para realizar su último hechizo.
El fondo del lago sombrío se convertiría en la tumba de aquel maligno objeto.
Mientras Eltrant y Lyn luchaban arduamente por contener a la criatura, Melissa concentraría su magia restante en un pequeño circulo, ofreciendo su propia vida en un sello que impediría un caos similar en el futuro.
Un precio que estaba dispuesta a pagar por él.
Las plegarias del humano llegarían a oídos de aquellas traviesas deidades que reinaban en las alturas y su espada, envuelta con la oscuridad de su compañera, conseguiría desterrar al espectro a una dimensión sin retorno.
Aun así, no conseguirían llegar a tiempo.
Sosteniendo el cuerno que atravesaba su abdomen, la bruja avanzaría con pasos atolondrados, adentrándose poco a poco en las oscuras fauces del lago sombrío.
-Llegaste tarde -le dedicaría una última sonrisa burlesca al humano, lanzándole una extraña llave dorada-. Necesita de magia para ser convocada, pero cerrará un contrato con ambos. Algo se acerca y debéis estar preparados. Os confío a mi doncella -continuó avanzando-. Nuestro ciclo se ha roto. Me alegra haberte encontrado una última vez -esta vez miró a Lyn-. Cuida de él -ni ella misma hubiese anticipado que su historia acabaría de esa manera-. Ábrete…puerta de la doncella -estas palabras sonarían en un susurro-. Virgo…
Una gigantesca ola envolvería el cuerpo de la hechicera, llevándolo al fondo del lago sombrío.
La neblina se disiparía y la ciudad recuperaría un poco de su estado anterior. Ahora eran libres de marcharse a plena voluntad, aunque no del todo solos.
Una delgada figura se presentaría frente a los forasteros, vistiendo un peculiar vestido negro y un delantal; pero lo más resaltable de su atuendo serían los extraños grilletes que portaba en ambas muñecas.
-Príncipe -se dirigió al humano-. Mi lady -miró a la vampiresa-. Me encuentro a vuestro servicio
Les haría entrega de una libreta, misma que al entrar en contacto con las manos del humano se desvanecería, plasmando en su mente todos y cada uno de los recuerdos de Melissa Whisperheart, desde el inicio de todas sus vidas hasta el final de su ciclo en Aerandir.
-Te contaré una historia de amor -esa sería, quizá, la última vez que escucharía la voz de la bruja.
Dos voces que nunca se van a olvidar…
Cuando era pequeña, su madre solía contarle historias sobre vidas paralelas y pasadas, así como la relación entre la vida y la muerte.
Su leyenda favorita era la que hablaba sobre un misterioso hilo que conectaba a las personas que están destinadas a encontrarse.
Conforme pasaron los años su magia se volvió más y más fuerte. Sus premoniciones eran claras y certeras, y comenzó a observar la vida con unos ojos muy diferentes.
A los dieciséis años fue la primera vez que le ‘‘vio’’ en uno de esos sueños que solían mostrarle las vivencias de sus vidas paralelas.
No era Aerandir. Lo supo inmediatamente.
Las mujeres usaban prendas muy diferentes a las damas de Beltrexus. Los vestidos eran coloridos y resaltaban las curvas de cada fémina con un toque sofisticado, los cuales se diferenciaban en estampados y lunares. Además, llevaban consigo extraños prendas sobre sus hombros, mismas que ellas denominaban ‘‘abrigos’’.
El lugar donde trabaja se asemejaba mucho al Estrella Azul, esa exótica taberna que su padre frecuentaba cada que tenía la oportunidad. Entendió que ella era cantante de medio tiempo, quien buscaba reunir el dinero suficiente para concluir con sus estudios de institutriz y al parecer su voz era sumamente apreciada por la clientela del lugar.
Esa noche, por primera vez, cruzó miradas con el misterioso joven.
No era un cliente regular, ni siquiera recordaba haberle visto anteriormente; pero sin duda había capturado su atención.
‘‘Policía’’.
Una palabra que las personas solían usar para referirse a aquellos hombres o mujeres que buscaban la salvaguarda de la ley. Un trabajo similar a La Guardia en Aerandir.
Dicho policía se encontraba ahí para investigar la desaparición de una de las camareras. Ella conocía la vida de la desaparecida y colaboró con los detectives en gran parte del proceso, brindándoles la información necesaria para recabar las pistas claves del crimen.
Con el tiempo el caso fue resuelto de manera exitosa y todos en el bar pudieron volver a sus vidas. Claro que ella no contó con que el misterioso caballero se convertiría en un cliente frecuente del bar. Tampoco que su atolondrada amistad inicial resultaría en ese inesperado giro.
Una y otra vez se vio viviendo la misma historia de amor, plasmada en el candor de las diversas dimensiones.
En el momento adecuado sus caminos se cruzaban y la historia volvía a repetirse, culminando en la felicidad de una vida al lado de la persona que había sido destinada única y exclusivamente para ella. Al menos en el pasado, pues en esta vida ‘‘él’’ no apareció hasta mucho después.
En Aerandir su hilo rojo había conseguido romperse en el momento en que selló la magia del artefacto con su propia vida.
Y habría más, muchas otras memorias que el mortal pudiese vislumbrar, pero ya tendría tiempo para entender la cantidad de información que ahora se almacenaba en su cerebro.
-Llamadme siempre que me necesitéis.
Su única preocupación sería salir de ahí y mantenerse con vida.
¿Qué esperabais? Es por lo que he rogado desde el comienzo del tema.
Con una sensual gallardía el humano consiguió mantenerse de pie, enfrentando al espectro sin importarle la falta de aire ni el hecho de que pudiese morir a manos de una criatura espeluznante.
Por su parte, Melissa había seguido las instrucciones del humano, dirigiéndose inmediatamente al lugar dónde se hallaba el artefacto mágico, llevándose con ella el recuerdo del momento en que el mortal le protegió a costa de su vida.
- ¡Tienes que vivir! -Fue lo único que pudo pronunciar en medio de tan horrible escena-. Tú…
Había tantas cosas que deseaba decirle, pero las instrucciones del muchacho fueron claras y, aunque dudó varios instantes, no tardó en avanzar al lugar indicado.
El estruendo suscitado en la planta baja le hizo reconsiderar la idea de ayudarles. Sin embargo, era consciente de que su presencia sólo complicaría las cosas ante la escases de magia con la que contaba, por lo que, a regañadientes, se dedicó de lleno a la tarea que se le había encomendado.
La cantidad de magia negra que emanaba de aquel cuerno era peligrosa y se hacía más fuerte con cada segundo que pasaba. No importaba cuánto lo pensase no tendría otra opción.
Tomó el artefacto y corrió con todas sus fuerzas, buscando con la mirada el sitio adecuado para realizar su último hechizo.
El fondo del lago sombrío se convertiría en la tumba de aquel maligno objeto.
Mientras Eltrant y Lyn luchaban arduamente por contener a la criatura, Melissa concentraría su magia restante en un pequeño circulo, ofreciendo su propia vida en un sello que impediría un caos similar en el futuro.
- Circulo mágico:
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Un precio que estaba dispuesta a pagar por él.
Las plegarias del humano llegarían a oídos de aquellas traviesas deidades que reinaban en las alturas y su espada, envuelta con la oscuridad de su compañera, conseguiría desterrar al espectro a una dimensión sin retorno.
Aun así, no conseguirían llegar a tiempo.
Sosteniendo el cuerno que atravesaba su abdomen, la bruja avanzaría con pasos atolondrados, adentrándose poco a poco en las oscuras fauces del lago sombrío.
-Llegaste tarde -le dedicaría una última sonrisa burlesca al humano, lanzándole una extraña llave dorada-. Necesita de magia para ser convocada, pero cerrará un contrato con ambos. Algo se acerca y debéis estar preparados. Os confío a mi doncella -continuó avanzando-. Nuestro ciclo se ha roto. Me alegra haberte encontrado una última vez -esta vez miró a Lyn-. Cuida de él -ni ella misma hubiese anticipado que su historia acabaría de esa manera-. Ábrete…puerta de la doncella -estas palabras sonarían en un susurro-. Virgo…
Una gigantesca ola envolvería el cuerpo de la hechicera, llevándolo al fondo del lago sombrío.
La neblina se disiparía y la ciudad recuperaría un poco de su estado anterior. Ahora eran libres de marcharse a plena voluntad, aunque no del todo solos.
Una delgada figura se presentaría frente a los forasteros, vistiendo un peculiar vestido negro y un delantal; pero lo más resaltable de su atuendo serían los extraños grilletes que portaba en ambas muñecas.
-Príncipe -se dirigió al humano-. Mi lady -miró a la vampiresa-. Me encuentro a vuestro servicio
Les haría entrega de una libreta, misma que al entrar en contacto con las manos del humano se desvanecería, plasmando en su mente todos y cada uno de los recuerdos de Melissa Whisperheart, desde el inicio de todas sus vidas hasta el final de su ciclo en Aerandir.
-Te contaré una historia de amor -esa sería, quizá, la última vez que escucharía la voz de la bruja.
Dos voces que nunca se van a olvidar…
Cuando era pequeña, su madre solía contarle historias sobre vidas paralelas y pasadas, así como la relación entre la vida y la muerte.
Su leyenda favorita era la que hablaba sobre un misterioso hilo que conectaba a las personas que están destinadas a encontrarse.
Conforme pasaron los años su magia se volvió más y más fuerte. Sus premoniciones eran claras y certeras, y comenzó a observar la vida con unos ojos muy diferentes.
A los dieciséis años fue la primera vez que le ‘‘vio’’ en uno de esos sueños que solían mostrarle las vivencias de sus vidas paralelas.
No era Aerandir. Lo supo inmediatamente.
Las mujeres usaban prendas muy diferentes a las damas de Beltrexus. Los vestidos eran coloridos y resaltaban las curvas de cada fémina con un toque sofisticado, los cuales se diferenciaban en estampados y lunares. Además, llevaban consigo extraños prendas sobre sus hombros, mismas que ellas denominaban ‘‘abrigos’’.
El lugar donde trabaja se asemejaba mucho al Estrella Azul, esa exótica taberna que su padre frecuentaba cada que tenía la oportunidad. Entendió que ella era cantante de medio tiempo, quien buscaba reunir el dinero suficiente para concluir con sus estudios de institutriz y al parecer su voz era sumamente apreciada por la clientela del lugar.
Esa noche, por primera vez, cruzó miradas con el misterioso joven.
No era un cliente regular, ni siquiera recordaba haberle visto anteriormente; pero sin duda había capturado su atención.
‘‘Policía’’.
Una palabra que las personas solían usar para referirse a aquellos hombres o mujeres que buscaban la salvaguarda de la ley. Un trabajo similar a La Guardia en Aerandir.
Dicho policía se encontraba ahí para investigar la desaparición de una de las camareras. Ella conocía la vida de la desaparecida y colaboró con los detectives en gran parte del proceso, brindándoles la información necesaria para recabar las pistas claves del crimen.
Con el tiempo el caso fue resuelto de manera exitosa y todos en el bar pudieron volver a sus vidas. Claro que ella no contó con que el misterioso caballero se convertiría en un cliente frecuente del bar. Tampoco que su atolondrada amistad inicial resultaría en ese inesperado giro.
Una y otra vez se vio viviendo la misma historia de amor, plasmada en el candor de las diversas dimensiones.
En el momento adecuado sus caminos se cruzaban y la historia volvía a repetirse, culminando en la felicidad de una vida al lado de la persona que había sido destinada única y exclusivamente para ella. Al menos en el pasado, pues en esta vida ‘‘él’’ no apareció hasta mucho después.
En Aerandir su hilo rojo había conseguido romperse en el momento en que selló la magia del artefacto con su propia vida.
Y habría más, muchas otras memorias que el mortal pudiese vislumbrar, pero ya tendría tiempo para entender la cantidad de información que ahora se almacenaba en su cerebro.
-Llamadme siempre que me necesitéis.
Su única preocupación sería salir de ahí y mantenerse con vida.
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Eltrant Tale: ¡Wow! ¡Hemos terminado este mastereado! Lo admito, eres el mejor del foro y no puedo evitar galardonarte por ello. Me he entretenido bastante leyéndote y espero haber estado a la altura de un user como vos. Siempre será un privilegio encontrarnos on-rol y espero que no pase mucho tiempo para volver a vernos. Como siempre he de ofrecer una disculpa por los contratiempos con mi ritmo de posteo y esperare tu retroalimentación, pues sé que mis ideas, aunque locas, pudieron no ser de tu agrado. Siempre estoy abierta a escucharos. Ahora me permito entregarte lo que te corresponde:
+20 puntos de Experiencia
+300 Aeros
Maldición:
Medium de medio tiempo: ¿Crees en los fantasmas? ¿No? Pues ahora vas a creer. Melissa Whisperheart era una conocida Medium, quien ayudaba a las almas a encontrar el descanso eterno. Como es obvio que no posees magia no podrás ver a ninguno de estos espectros, pero si podrás escucharles y sentir su dolor. ¿Qué quiere decir esto? Bueno, que en un principio escucharás voces por aquí y por allá, y posteriormente te permitirán sentir la pena que llevan. Tal vez pienses que te estás volviendo loco, pues de la nada te encontrarás hablando ''solo'' y olvídate de volver a dormir. Además, que no te sorprenda si de pronto te piden que hagas alguna tarea extraña como excavar en un cementerio a la media noche, pues todo es en pro de esas pobres almas. ¡Tienes una tarea difícil por delante! Así que no te preocupes que los demás no consigan entenderte al final todo terminará pasando y ellas irán a mejor vida. Esta maldición durará 4 temas (en cada tema deberás brindarle a un alma su descanso eterno). No será necesario que hagas mastereado para liberarte de la maldición.
Recompensas:
Eltrant Tale:
Wind sword: Una vez que el zafiro del collar de Melissa entre en contacto con la hoja de tu espada recibirá un encantamiento especial, envolviéndola con un inextinguible viento que te permitirá hacer algo más que rebanar a tus enemigos.
-La primera de sus habilidades te brindará un aumento de resistencia, fuerza y velocidad del 50%. Lo que te permitirá atacar primero, esquivar y soportar las magulladuras dos veces más que en tu estado normal. (Uso 1 vez cada 5 turnos)
-La segunda habilidad (The Wind) te permitirá cortar el aire y dañar a cualquier criatura mortal o no con una fuerte ventisca de largo alcance (Máximo 20 metros) siendo un ataque inesquivable e inbloqueable. (Uso 1 vez por tema)
-La tercera habilidad regenerará tus heridas más rápido, pues aceleraré el proceso de producción de células y te permitirá sanarte en cuestión de segundos, reduciendo el enfriamiento de tus habilidades 2 turnos.
Diario de Melissa Whisperheart: Aún no lo sabes, pero el diario de Melissa ha quedado en tu mente. Más adelante Virgo te enseñará a convocarlo. Conserva sus memorias, pues te serán de utilidad a lo que se avecina.
Llave dorada de La Doncella: Convocar a Virgo tendrá un coste de magia que Lyn podrá pagar. No podrá durar más de tres turnos en el campo y por cada turno la energía de Lyn se verá reducida en un 15%.
Virgo tiene una personalidad fiel, siempre busca cumplir los deseos de su dueña al pie de la letra y complacerlo en todo lo que el desee (puede decirse que ese es su "rol" por su traje de sirvienta siempre cumplir los deseos de su dueño/a).
Virgo tiene curioso complejo sadomasoquista, ya que siempre espera un castigo, haga lo que haga, así que os dará bastantes momentos graciosos.
Lyn:
Sello de la parca: El collar rubí que Melissa le entregó le brindará a Lyn una nueva habilidad que le permitirá desterrar a cualquier enemigo (ser viviente, cosa, ataque) a una dimensión sin retorno. (Uso 1 vez por tema)
-La segunda habilidad del collar reducirá los costes de enfriamiento de las habilidades de Lyn en un turno y aumentará su manutención en el campo un turno más.
Carta localizadora: La carta que recibió le permitirá encontrar a cualquiera con quien ella tenga un fuerte lazo sin importar el tiempo o la distancia.
Clear Card: Una extraña carta que estaba en el mazo que Melissa os dio para recolectar los fragmentos del caos. Sus habilidades aún son desconocidas, pero deberéis guardarla hasta el momento indicado.
Las recompensas han sido añadidas a tu perfil ^^.
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Maldición:
Medium de medio tiempo: ¿Crees en los fantasmas? ¿No? Pues ahora vas a creer. Melissa Whisperheart era una conocida Medium, quien ayudaba a las almas a encontrar el descanso eterno. Como es obvio que no posees magia no podrás ver a ninguno de estos espectros, pero si podrás escucharles y sentir su dolor. ¿Qué quiere decir esto? Bueno, que en un principio escucharás voces por aquí y por allá, y posteriormente te permitirán sentir la pena que llevan. Tal vez pienses que te estás volviendo loco, pues de la nada te encontrarás hablando ''solo'' y olvídate de volver a dormir. Además, que no te sorprenda si de pronto te piden que hagas alguna tarea extraña como excavar en un cementerio a la media noche, pues todo es en pro de esas pobres almas. ¡Tienes una tarea difícil por delante! Así que no te preocupes que los demás no consigan entenderte al final todo terminará pasando y ellas irán a mejor vida. Esta maldición durará 4 temas (en cada tema deberás brindarle a un alma su descanso eterno). No será necesario que hagas mastereado para liberarte de la maldición.
Recompensas:
Eltrant Tale:
Wind sword: Una vez que el zafiro del collar de Melissa entre en contacto con la hoja de tu espada recibirá un encantamiento especial, envolviéndola con un inextinguible viento que te permitirá hacer algo más que rebanar a tus enemigos.
-La primera de sus habilidades te brindará un aumento de resistencia, fuerza y velocidad del 50%. Lo que te permitirá atacar primero, esquivar y soportar las magulladuras dos veces más que en tu estado normal. (Uso 1 vez cada 5 turnos)
-La segunda habilidad (The Wind) te permitirá cortar el aire y dañar a cualquier criatura mortal o no con una fuerte ventisca de largo alcance (Máximo 20 metros) siendo un ataque inesquivable e inbloqueable. (Uso 1 vez por tema)
-La tercera habilidad regenerará tus heridas más rápido, pues aceleraré el proceso de producción de células y te permitirá sanarte en cuestión de segundos, reduciendo el enfriamiento de tus habilidades 2 turnos.
Diario de Melissa Whisperheart: Aún no lo sabes, pero el diario de Melissa ha quedado en tu mente. Más adelante Virgo te enseñará a convocarlo. Conserva sus memorias, pues te serán de utilidad a lo que se avecina.
- Diario:
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Llave dorada de La Doncella: Convocar a Virgo tendrá un coste de magia que Lyn podrá pagar. No podrá durar más de tres turnos en el campo y por cada turno la energía de Lyn se verá reducida en un 15%.
- Llave Dorada:
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Virgo tiene una personalidad fiel, siempre busca cumplir los deseos de su dueña al pie de la letra y complacerlo en todo lo que el desee (puede decirse que ese es su "rol" por su traje de sirvienta siempre cumplir los deseos de su dueño/a).
Virgo tiene curioso complejo sadomasoquista, ya que siempre espera un castigo, haga lo que haga, así que os dará bastantes momentos graciosos.
- La Doncella ''Virgo:
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- Magia y habilidades:
- Magia de tierra: Esta magia permite al usuario usar la tierra como su elemento principal para atacar y defenderse, entre muchos otros usos. En el caso de Virgo, ella usa esta magia para cavar hoyos y así detener a los oponentes o también para infiltrarse de manera subterránea.
Dive: éste hechizo le permite a Virgo cavar en el suelo grandes agujeros con tal facilidad como si la superficie fuera de agua.
Spica Hole: Virgo toma y lanza con una fuerza extraordinaria al enemigo hacia el suelo, formando un hoyo, y haciendo que el enemigo quede atrapado en él
Spica Lock: Virgo posiciona sus manos en el suelo y atrapa a su enemigo en una prisión de roca.
Transformación Mágica: Esta capacidad le permite a Virgo transformarse en cualquier apariencia que su dueño desee.
Gran Velocidad: Esta capacidad permite a Virgo desplazarse de manera rápida de un lugar hacia otro.
Equipo:
Cadenas: Virgo posee en sus muñecas brazaletes de los cuales se extienden unas cadenas; ella ha demostrado ser capaz de extenderlas tanto como lo desee. Pueden ser utilizadas de manera inofensiva, como por ejemplo para agarres, o de manera de ataque a la hora de la lucha.
Lyn:
Sello de la parca: El collar rubí que Melissa le entregó le brindará a Lyn una nueva habilidad que le permitirá desterrar a cualquier enemigo (ser viviente, cosa, ataque) a una dimensión sin retorno. (Uso 1 vez por tema)
-La segunda habilidad del collar reducirá los costes de enfriamiento de las habilidades de Lyn en un turno y aumentará su manutención en el campo un turno más.
Carta localizadora: La carta que recibió le permitirá encontrar a cualquiera con quien ella tenga un fuerte lazo sin importar el tiempo o la distancia.
- Carta localizadora:
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Clear Card: Una extraña carta que estaba en el mazo que Melissa os dio para recolectar los fragmentos del caos. Sus habilidades aún son desconocidas, pero deberéis guardarla hasta el momento indicado.
- Clear Card:
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Wyn
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