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Mensaje  Sigel Vie Feb 02 2018, 17:45



Festival de la Renovación [Imbolc]




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En la noche de Imbolc, Vulwulfar era considerada como la ciudad de las luces y la sanación. Los elfos residentes en la península de Verisar se encargaron de los preparativos de la fiesta. Durante los cinco días previos, un grupo de ellos había estado viajando, de puerta en puerta, para compartir con los humanos su tradición. Les contaron la historia de los Dioses élficos, de cómo Imbar trajo la vida a Aerandir y de cómo Anar, tiempo después, envió la luz del sol. Para dar gracias a los Dioses, decían los elfos, había que quemar las viejas cargas del pasado, símbolos de las guerras habidas, y limpiar los cuerpos del presente. De esta forma, lo nuevo, lo futuro, nacerá sano y libre de impurezas.

Los humanos vieron que sus costumbres guardaban una gran similitud con lo que pregonaban los elfos. Recibieron con buen agrado sus consejos y rituales. A la hora de la vedad, en la noche del Imbolc, cada cual rezaba a sus propios dioses.

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El campo a las afueras de Vulwulfar quedaba recubierto de tribales monumentos hechos con madera, flores y viejos muebles. Desde lejos, los monumentos tenían forma de mujeres amorfas en las que se resaltaba, por encima de todo, el vientre embarazado. Un grupo de hombres (la raza era irrelevante) vestidos con largas túnicas y con la cara tapada con una máscara, bailaban alrededor de las mujeres de madera. Dragones, por encima del campo, sobrevolaban el baile. Los hombres llevaban antorchas, pronto quemarían las figuras. El fuego servía, según dijeron los elfos, para purificar las nuevas venidas; demandar a los dioses fertilidad para las mujeres y salud para los niños.

En las ventanas de cada hogar había una vela. Ésta era las encargadas de bendecir las casas y llevar a las calles. Algunas familias, decoraban la vela con runas a su alrededor, coronas de flores y cruces de madera.

Para purificar los cuerpos, Vulwulfar disponía de un montón de tinas redistribuidas por las calles de la ciudad donde las mujeres se bañaban. Era una forma de limpiar el cuerpo y el espíritu.  La tradición de los elfos especulaba que los hombres no podían asistir al ritual. Estando el Ohda (San Valentín) tan cerca, ningún hombre pudo resistir a ver a su doncella bañándose. En muchas ocasiones, no era una doncella quien limpiaba a la mujer, sino su propio marido.

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Marvilin Meyi estaba entre los presentes. El cazador, en lugar de bañar una mujer como hacían otros hombres, limpiaba a una de sus perras lemobrinas. El animal pronto daría a luz. Meyi pidió a los dioses que las crías nacieron sanas y fuertes, que se convirtiesen en cazadores tan buenos como su madre.

Simphony Shappire no quería bañarse, se le quitaría el maquillaje de payaso. En su lugar, se dedicó a decorar los caminos con velas, cruces de madera y runas fabricadas con huesos de pájaro.

Sonagashira se coló en una de las tinas. La bautizó como suya, pobre de aquel que se la quisiera quitar. Llamó a sus amigas las mariposas y, todas juntas, jugaron con el agua caliente. Sona salpicó a las mariposas y éstas jugaron haciendo tirabuzones con su cabello.

_____________________

Han venido muchos usuarios nuevos así que, antes de dar las instrucciones del Evento, dejadme dar una breve explicación. De vez en cuando, en las festividades nórdicas, los Masters abrimos un tema en el que celebramos dicha festividad. Intentamos seguir la tradición original (el Imbolc existe realmente) y lo mezclamos con la magia de Aerandir. Estos temas suelen ser muy divertidos; exploramos una parte de los héroes más tranquila y agradable. No todo son batallas y desafíos.

Información:
* Libre partición.
* Es recomendable, aunque no obligatorio, que tu personaje esté en Verisar.
* El Festival de la Renovación empieza el 02 de Febrero del 2018 y acaba el 10 de Febrero de 2018.
* Hay muchas cosas que se pueden hacer en este Evento, como ya habéis visto, la temática puede dar mucho juego. Ante todo, hay que disfrutar de la fiesta. Los objetivos son: hacer una ornamento con velas, piedras y flores (se debe utilizar imágenes de referencia), bañar a un ser querido (San Valentín se acerca, a nadie le apetece… ( ͡° ͜ʖ ͡°) o bailar al son de las hogueras de las afueras de la ciudad.
* Aunque el objetivo se puede completar con un único post, si creéis que el ambiente de festividad y la ocasión puede veniros bien para generar una pequeña trama entre vosotros, está permitido postear más de una vez. Aquellos que generéis una subtrama seréis premiados con un obsequio especial.  No seáis como Sarez y Helyare que nos dejaron expectantes con su baño. (La Diosa quiere salseo)
* Tenéis total libertad con los turnos. No tendréis que esperar a que otro usuario para postear. Aun así, os pido, que postéis con lógica.

Recompensas:
* +5 ptos de experiencia
* 50 aeros
* Obsequio recordatorio.
* Aquellos que creen una pequeña trama dentro del tema serán recompensados con una grata sorpresa.
* Fertilidad e hijos sanos.



Última edición por Sigel el Vie Feb 09 2018, 10:48, editado 1 vez
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Imbolc: Festival de la Renovación +18 [Evento] Empty Re: Imbolc: Festival de la Renovación +18 [Evento]

Mensaje  Eltrant Tale Vie Feb 02 2018, 19:27

- Así que… ya estamos en esa época… - dijo suspirando, pasándose la mano por la barba y cerrando la puerta de la posada, en la que se hospedaban Lyn y él, a su espalda.

Tomó aire y le dedicó una breve sonrisa al tradicional espectáculo que tenía frente a él, al contemplar como la amplia calle de la ciudad era decorada por un sinfín de manos distintas, de todas las razas posibles.
Incluso había un par de Bios.

Todo aquello le traía recuerdos, cerró los ojos unos instantes, no pudo evitar preguntarse como en la granja, quizás los Tale habían bajado al pueblo por las festividades, quizás estaban en aquel mismo momento decorando la minúscula aldea con los vecinos del lugar.

Suspiró y negó con la cabeza con suavidad; lo último que Eltrant necesitaba era ponerse a pensar en aquel tipo de cosas, lo sabía perfectamente.

- ¿Imbolc? – Lyn emergió del edificio y se colocó junto a él, Eltrant podía ver como se le iluminaba el rostro por momentos, al comprender lo que estaba sucediendo en la urbe humana. - ¡Imbolc! – dijo al cabo de unos segundos, agarrando al errante de la manga de su camisa y zarandeándolo con suavidad.

Eltrant enarcó una ceja y estudió a la vampiresa con la mirada, a veces le sorprendía que Lyn fuese capaz de reconocer aquel tipo de cosas a simple vista, pero, por supuesto, la vampiresa no le había ocultado demasiado tiempo que su pasado, su pasado más distante, había sido como humana, era normal que reconociese aquel tipo de cosas.

Eso y que, además, tenía casi cien años. Lo realmente extraño era la de cosas que no conocía.

- ¡Vamos a hacer algo interesante! ¡Vamos, vamos! – exclamó la muchacha extendiendo los brazos, Eltrant suspiró pesarosamente y se encogió de hombros, era demasiado tarde para tratar de discutir con ella, conocía la mirada que se había apoderado de su cara demasiado bien. – No llevas tu armadura puesta… - El castaño entornó los ojos y no dijo nada, anticipando la sentencia final a esa frase. - ¿…a quien vas a bañar entonces? – preguntó al final, Eltrant puso los ojos en blanco, la vampiresa comenzó a reírse a carcajadas y, tras varios segundos deteniéndose solo a recuperar el aire que escapaba de sus pulmones, Lyn se acercó a un grupo de personas que hacían ornamentos florares, dejando al exmercenario a solas frente a su hospedaje.

- No llevo siempre mi armadura encima… - dijo en un susurro a la nada, pasándose la mano por la nuca, mientras veía como Lyn ahora hacía ornamentos a una velocidad endiablada, formando lo que, desde la distancia, parecía ser una especie de esfera repleta de flores.

Ajustándose pobremente la indumentaria polvorienta que vestía dejó que su compañera continuase entretenida con los adornos y comenzó a pasear por el lugar, oteando los distintos grupúsculos de gente y las distintas personas que había desperdigadas por el lugar; si había alguien en aquel lugar que se merecía un descanso, esa era Lyn, la muchacha seguía acompañándole a todas partes por algún motivo incierto y, si era sincero consigo mismo, le daba muchas preocupaciones, quizás demasiadas.

Era interesante, en momentos como aquel la cacería de serpientes gigantes, los combates a muerte con bandidos o la misma plaga que asolaba la región parecían tan distantes, tan lejanos en el pasado que no podía sino sentirse obligado a dejar todos aquellos problemas atrás, aunque fuese durante una noche.

Continuó caminando, dejando que sus pies dirigieran su camino, contemplando como la población de Vulwulfar y una ingente cantidad de invitados a la ciudad se dedicaban, simplemente, a divertirse.

Finalmente, sus piernas le condujeron hasta una explanada no muy lejos de las puertas de la ciudad, las cuales también estaban, para variar, decoradas con casi un centenar de velas de distintos colores, formando una especie de juego de luces que Eltrant encontró bastante agradable a la vista.

Una hoguera de un tamaño desproporcionado iluminaba la zona, al mismo tiempo que la inmensa cantidad de leña ardía con fiereza una multitud bailaba alrededor de las llamas, coreando una tonadilla que un grupo de músicos endiabladamente grande tocaba no muy lejos de la “zona de baile”

Se cruzó de brazos y sonrió al ver a la multitud danzar en círculos, los distintos recuerdos de su aldea natal volvieron a sus pensamientos. Rememorándolos con tranquilidad se sentó sobre una de las tantas piedras que había en el llano y se quedó contemplando a las personas divertirse.

- ¡Mortal! – Lyn se apareció junto a él envuelta en su característico humo de color negruzco ¿Cómo le había podido localizar tan rápido? Había tenido suerte de que nadie le había visto hacer aquello, la vampiresa, de todas formas, parecía estar pasándoselo demasiado bien como para preocuparse por ser vista.

Sonrió a su compañera y volvió a depositar sus ojos en la coreografía que realizaban los lugareños, casi parecía ensayada.

Sí que me ha costado encontrarte, si vas a irte al menos te convendría indicar a tu ama y señora de ello, que me preocupo. – dijo con una sonrisa, Eltrant arqueó ambas cejas al ver que esta ocultaba algo a su espalda, inclinó levemente la cabeza, tratando de vislumbrar que era lo que escondía, pero esta pareció notarlo y se giró levemente, impidiendo a Eltrant ver que era lo que sujetaba a su espalda. - ¿Te has venido aquí a ver a chicas bañándose? Pervertido – dijo divertida – Además, donde se bañan está más hacía allí – agregó señalando el otro extremo de la explanada, Eltrant le dio un leve empujón, contagiándose del buen humor de su compañera.

- ¡Mi…Mira lo que he hecho! – dijo entonces, tras varios instantes de lo que Eltrant interpretó como duda, desvelando el “secreto” que ocultaba a su espalda.

- Oh… - Fue lo único que el castaño pudo decir al ver el adorno que la vampiresa había fabricado y que descansaba entre sus manos.

Era una esfera de flores amarillas que brillaba tenuemente, iluminada desde el interior con una vela. La palabra que, a ojos de Eltrant, describía mejor la obra de la ojiazul era simple y llanamente “bonita”. No sabía cómo Lyn había conseguido mantenerlas en aquella forma sin que estas se deshiciesen, tampoco sabía cómo había conseguido introducir una vela en el interior del adorno; Pero había conseguido un buen resultado.

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No podía evitar encontrarse sorprendido.

- ¡Es el sol! – aseguró Lyn sin ocultar nada del orgullo que sentía por su obra. - ¿Qué tal? ¿Se parece al de verdad? – preguntó a continuación, ampliando su sonrisa. – Y este es mejor en todos los aspectos, este no derrite a nadie. – se cruzó de brazos y se sentó junto al exmercenario.

Eltrant tomó la bola amarilla que tenía Lyn en su poder y procedió a estudiar más de cerca aquel sol en miniatura.

- La verdad es que te has acercado bastante. – concluyó con una sonrisa, Lyn ensanchó la suya al oír esto y estiró los brazos sobre su cabeza, momento en el que procedió a sentarse junto a Eltrant. – Y este no derrite a nadie. – dijo imitando a la vampiresa, acercando la esfera amarilla al rostro de la muchacha a modo de ejemplo.

- ¿Ves? Todo ventajas. – dijo – No necesito ningún otro sol. – añadió enseguida.

Dejando la esfera con cuidado a un lado, Eltrant volvió a depositar sus ojos en los distintos ciudadanos, que seguían bailando sin detenerse, ni aun cuando los músicos se veían obligados a parar para cambiar de canción. Casi sentía envidia por la resistencia de la que hacían gala.

- ¿Por qué no vas a bailar? – preguntó Eltrant a su amiga, una curiosa expresión se había apoderado de su cara. – Parece divertido. – añadió después.

Lyn miró al castaño durante unos segundos y, después, se encogió de hombros con una sonrisa, tomando la esfera floral entre sus manos y dejándola con suavidad sobre sus piernas.

- Más adelante. – dijo – La noche es muy larga. – dijo zarandeando con suavidad el adorno.



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Mensaje  Asher Daregan Vie Feb 02 2018, 22:02

Entré en la habitación. Syl seguía allí, sentado en la cama, dibujando distraidamente con una pieza de carbón.

-¿...Ocurre algo?- preguntó el gato, rompiendo el silencio -¿Qué has hecho?-

No respondí de inmediato. En su lugar, acerqué mi cara a la suya, aún esbozando una enorme sonrisa pícara que no era capaz de esconder. Syl dejó el papel sobre la cama y retrocedió, alejando su hocico ligeramente. Le perseguí con el mio por delante, hasta verme obligado a subirme a la cama a gatas. Finalmente, nuestras narices se tocaron y le di un pequeño beso, satisfecho.

-¿Sabes que día es hoy?- inquirí, levantándome y estirando los brazos.

-¿Viernes?- El felino arqueó una ceja. -Espera. Creo que antes escuché algo de un festival... oh, claro. Es Imbolc.- Sonreí. Debía haber adivinado que el gato conocería la fecha. Después de todo, él se había criado en Lunargenta. Sin embargo, me dedicó una mirada inquisitiva, como si no entendiese lo que estaba pensando. -Sabes que es un ritual de fertilidad, ¿no?-

-Si, bueno... pero también se hacen cosas distintas.-

-Veamos... fabricar adornos de flores, bailar alrededor de una hoguera, o... actuar como animales en celo.- recontó. -Empiezo a sospechar que sé lo que quieres de mi.- rió. El pardo se puso de pie, carraspeó teatralmente, y empezó a dar movimientos gráciles a mi alrededor, fingiendo bailar. Solté una carcajada y le agarré con ambas manos, levantándolo y haciendole cosquillas. Caímos nuevamente sobre la cama entre risas. El estar conmigo debía haberle afectado mucho. No haría esas payasadas con cualquier otro.

-Me encantas.- exhalé, recuperando el aliento. -Pero eso no era.- sonreí.

-¿Ah, noooo?- preguntó con voz inocente. -Oh, pero no sé si te quedaría bien un adorno de flores. Bueno, tal vez en la cabeza...-

-Oh, una corona me quedaría bien. Sólo asegúrate de no poner nada venenoso.- repliqué, divertido.

-Claro que no. El veneno sólo sale de tu lengua.-

Ahogué una exclamación, fingiendo estar ofendido, y volví a hacerle cosquillas como castigo. Syl se revolvió, intentando alejarse, hasta que encontró una almohada y empezó a pegarme con ella hasta que paré. Tras calmarnos un poco, me levanté, mirándole a los ojos.

-De todas formas... se te ha olvidado algo. Los baños.- dije, recuperando la sonrisa con la que entré minutos antes.

-Los baños. Los de la fertilidad. Para doncellas.- Syl arqueó una ceja. -Lamento decirte que, hasta donde yo sé, no es posible qué...- coloqué un dedo en sus labios, callándole antes de que continuase.

-Para amantes. Me da igual para quien lo hagan. La posada tiene una habitación con una tina preparada... es nuestra durante dos horas. Agua caliente, jabón, y pétalos de nosequé... ¿te apetece?- expliqué, sonriendo. Me habían cobrado un poco más por ser hombre bestia. "Para evitar pulgas y garrapatas", decían. Daba igual. Aquello valía la pena. Syl se quedó pensativo unos instantes, mirando mi sonrisa. Parecía algo nervioso.

-Está bien. Pero voy yo primero. Quédate aquí, y sígueme en dos minutos.- dijo, levantándose. Arqueé una ceja.

-¿Qué? ¿No quieres que te vea desnudarte?- sonreí. El gato salió de la habitación sin responder. Pero el movimiento de su cola me decía lo suficiente.

______________________________________________________________


La bañera era algo más alta de lo que esperaba. Una tela blanca cubría el interior y el borde. La peluda cabeza de Syl era lo único que asomaba entre todo el vapor que salía de la bañera. Sonreí, y cerré la puerta con cerrojo detrás de mi. El ambiente húmedo y cálido me dificultaba un poco el respirar, pero la cara ligeramente avergonzada del gato hacía que valiese la pena.

-Hay muchas esponjas.- observó el gato. -Y frascos. Pero no sé que hacen.- dijo, dándose la vuelta. Cogí uno de ellos. Un líquido ligeramente morado brillaba en su interior. Parecía algo pegajoso, pero olía bien.

-Siempre podemos experimentar.- dije, liberándome de mi ropa y dejándola junto a la del gato. Volví al frasco, y dejé caer el contenido sobre mi mano izquierda. Después, me acerqué al gato por la espalda y empecé a frotarla en su pelaje.

-Espíritus. No era necesario que te desnudases, ¿sabes?- me reprimió, chasqueando la lengua.

-¿Qué? ¿Acaso no me vas a bañar tu también?- sonreí, acariciandole el cuello.

-Tu solo quieres una excusa para no llevar pantalones. Debería avisar a la guardia.- replicó. Una idea cruzó por mi cabeza. Cogí un pequeño cubo, a rebosar con agua caliente, y me acerqué al gato por la espalda, virtiendo el contenido sobre su cabeza. -...voy a acordarme de esto.- prometió.

-Me alegro.- repliqué, metiéndome en la tina con el gato. Esbocé una mueca al notar el calor, pero me obligué a introducir todo el cuerpo de golpe. El felino sonrió mientras acercaba mi cuerpo al suyo y le rodeaba con un brazo. -¿Crees que estamos haciendo esto mal?-

-Ja. Dudo que esto sea la forma tradicional de estos baños...- ronroneó, acariciándome. -Pero no voy a quejarme.-

Le abracé, disfrutando del contacto. Me sentía tan afortunado por haberle encontrado. Sin duda alguna, era lo mejor que me podía haber pasado. Exhalé hondo. Aquello era felicidad.

Tras un rato de retozar tranquilamente, me levanté y tomé una esponja. Había ido hasta ahí para darle un baño, después de todo. Quería dejarlo limpio. Cuidar de él, como forma de agradecer todo lo que significaba para mi. Froté sus brazos, torso y espalda, asegurandome de no aplicar demasiada fuerza. Y después, fue mi turno.

Él parecía estar más concentrado en su tarea. Los cepillos y las esponjas eran algo rígidas para mi gusto, y arañaban un poco, pero todas mis quejas fueron silenciadas por el gato. Después de todo, tenía que estar limpio.

Sonreí. Tal vez las tradiciones humanas no fuesen tan absurdas como pensaba.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Sáb Feb 03 2018, 17:03

-¿Y cuánto dices que van pagarnos por esto?- Preguntó Catherine echándose hacia atrás en su silla y haciendo que ésta quedase apoyada en el suelo solo con sus patas traseras, logrando mantenerla en equilibrio más allá de lo que cualquier persona sería capaz sin acabar dolorida en el suelo tras fracasar en el intento. -Esto es un rollo. Llevamos horas haciendo lo mismo.- Añadió emitiendo un largo suspiro mientras miraba al techo, buscando seguramente apartar la mirada aunque fuese solo un momento de el gran montón de flores que había sobre la mesa, delante de ella. -Esta festividad es un asco.-

-Ofrecen algunas monedas por ayudar y colaborar con los preparativos pero...no lo hacemos por eso.- Respondió Níniel sin apartar la mirada del adorno ya terminado que tenía entre las manos, comprobando que estuviese tal y como ella deseaba y que mantenía el equilibrio de colores y tonos que había buscado para aquella pieza en concreto. Añadiéndole entonces un pequeño toque de su magia para que las flores parecieran brillar por su cuenta. -Perfecto...Para el siguiente usaré colores más vívidos, será un bonito contraste.- Se dijo para sí misma antes de percatarse que su felina compañera la miraba con el rabillo del ojo. -¿Qué? No me mires así. Me gustan las flores y me gusta hacer este tipo de cosas...En Sandorai siempre estaba rodeada de ellas. Entre los humanos es mucho más difícil de ver, y cuando ocurre rara vez lo hacen con respeto a la madre. Solo arrancan las flores sin más y las usan para adornar su propia vanidad, o en un intento por creer que controlan la naturaleza...- Explicó. Pero por el bufido que emitió la gata sus palabras no la habían convencido.

-¿Y se supone que esto es diferente? Estas flores también han sido arrancadas sin más y se usarán para adornos que se marchitarán en unos días....- Replicó retomando una posición más vertical, tomando una flor amarilla entre los dedos de su mano derecha y haciéndola girar con el mismo entusiasmo que mostraría viendo una simple brizna de paja seca.

-Todo lo que tiene un comienzo tiene un final. Todas las flores se marchitan, pero estas no no se usarán por vanidad. Van a usarse para olvidar aunque sea por unos días todo el dolor que hay en el mundo. Para alegrar unos corazones entristecidos y, quizá, para marcar el inicio de algo nuevo y cargado de esperanza. Merece la pena.- Contestó la joven sonriendo a su amiga que no pudo evitar poner cara de circunstancias, volviendo a mirar aquella flor amarilla y poniendo una mayor cara de disgusto.

-Si tu lo dices...Pero como pongan esas esperanzas en alguien más que no sean ellos mismos van listos...Que se diviertan una noche y se olviden antes de que estas flores se conviertan en polvo, se evitarán muchos problemas.- Fueron sus palabras llenas de amargura, fruto de un pasado que la hacía ser como era, que había forjado su carácter a la vez que sus habilidades.

-Sé por qué dices eso, y te entiendo. Pero a pesar de lo que te hicieron tú aún pudiste confiar una vez más, confiaste en mi y en...-Catherine levantó la mano libre indicando a la elfa que no dijera nada más y bajó la cabeza, pensativa, apretando la boca y arrugando el hocico. Era adorable cuando hacía aquel gesto y daban ganas de abrazarla muy muy fuerte, y más aún viéndola tan apagada. Tanto que Níniel no pudo evitarlo y se levantó para hacerlo por mucho que la felina tratara de evitarlo y de zafarse. Claro que, de hecho, de querer hacerlo realmente habría podido sin muchos problemas, lo que denotaba que aunque se hiciera la dura disfrutaba de aquellas muestras de cariño

-Vale vale, tú ganas. Seguiré trabajando a cambio de unas pocas monedas y de esas buenas intenciones tuyas.- Dijo al final justo antes de que la peliblanca la soltara. -Pero quiero dejar clara una cosa. Solo confió en ti. Reconozco que tienes amigos interesantes pero...-

-¿Estás buscando otro achuchón? Porque si dices esas cosas es lo que vas a conseguir.- La cortó la sacerdotisa más que encantada y honrada por la confianza que la pelirroja depositaba en ella. Algo por otro lado más que recíproco. Quién lo hubiera dicho teniendo en cuenta el modo en el que ambas se conocieron.

-No, no...Solo digo que...Bueno, sí. Pero solo uno más ¿eh?.- Dijo avergonzada Catherine sin atreverse a mirar a su compañera a la cara, casi ronroneando cuando ambas de nuevo se fundieron en un fraternal abrazo. -Pero que conste que cuando terminemos, si tengo que ayudar también a colocar todos estos adornos, quiero cobrar el doble...- Sentenció. Níniel no pudo evitar sonreír ante aquello.
El adorno en el Níniel trabaja mientras hablan:
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Mensaje  Matthew Owens Lun Feb 05 2018, 17:15

La Fiesta de la Renovación era una celebración que Matthew disfrutaba muchísimo, no era como todos esos otros eventos que estaban para lamentarse y meditar sobre el pasado, nada de eso, era momento de festejar, de deshacerse de lo viejo para dar paso a lo nuevo ¡Y al estafador le encantaba hacer borrón y cuenta nueva! Ni que hablar que la parte más interesante del festejo era el hecho de poder invitar a alguna bella dama… Pero este año no tenía a una bella dama con él, tenía a Eyre.

Luego de pasar varios días en la posada con la muchacha habían llegado a entenderse un poco mejor, eso no significaba necesariamente que su relación estuviera progresando, la joven hacía del golpear e insultar a Matt todo un deporte, y el humano cada vez encontraba más divertido el hacerla enojar por medio de bromas y comentarios peyorativos. Pero con sus reveses y contratiempos se podría decir que la amistad iba en cierto modo por buen camino.

En todo caso, Owens estaba llegando a su límite de tolerancia, no soportaba estar en el mismo lugar durante demasiado tiempo y necesitaba variar un poco la rutina. En ese sentido la Fiesta de la Renovación llego en el momento justo, y en cuanto el estafador se enteró de los preparativos le propuso a Eyre que fueran juntos, aunque claro, tuvo que tergiversar ligeramente la descripción.

-Es una fiesta en la que celebramos para dejar atrás lo viejo y darle paso a lo nuevo, para que nuestras mujeres tengan hijos fuertes y saludables, pequeños retoños de luz que nos señalan el futuro. Hay purificación por medio del fuego, al quemar ciertos elementos y del agua, limpiando otros, para así recibir al porvenir completamente purificados. Suena bien ¿Cierto? – Le dijo a Eyre mientras esbozaba una sonrisa encantadora – Pensaba que quizás querrías venir conmigo, creo que es una buena oportunidad para que conozcas un poco más sobre nuestras costumbres.

Según el punto de vista de Matt, no era necesario hacer hincapié en los detalles, ni si las mujeres eran bañadas por sus sirvientas o sus esposos, o cuanta ropa era necesario llevar. Para animar aún más a la muchacha, Owens se presentó el día del festival con un sencillo pero bonito vestido nuevo.

-No puedes ir con ese vestido azul tan llamativo, y el otro parece un trapo sucio – Antes de que la chica replicara algo le aclaro – No te preocupes, pague por él, nadie va a perseguirnos… Al menos por hoy – Dejo escapar una carcajada totalmente despreocupada, luego se retiro del lugar para permitir que la chica se arregle a gusto.

Una vez concluidos los preparativos, Matthew y Eyre estaban listos para asistir a la festividad, el humano le ofreció el brazo a la muchacha para que recorrieran el lugar de la celebración. Había muchas cosas para ver, las decoraciones en las casas, las enormes figuras de mujeres con exagerados vientres, los muñecos para prender fuego y finalmente, los sitios donde la gente se bañaba.

Era un espectáculo hermoso, claro que la mayoría estaban cubiertos, ningún esposo quería que vieran a su mujer en paños menores, pero todos los presentes sabían lo que sucedía tras bambalinas, y eso hacía que el ambiente estuviera cargado de lujuria y erotismo.
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Mensaje  Ircan Lun Feb 05 2018, 19:47

El viaje por las tierras humanas había sido agotador... aquel incidente en aquella taberna había gastado mis energías. Por suerte, me enteré de que pronto tendría lugar una celebración, el Imbolc o algo así. Al parecer, era una tradición que los elfos habían comenzado a promover y que coincidía con una festividad propia de los humanos. Fuera cual fuese el motivo, una celebración en aquel momento era algo que me venía de perlas.

En pos de remediar mi malsana ignorancia, me interese por saber como se celebraba aquel ritual. Por lo que escuché, el rito consistía en llevar a cabo una especie de limpieza espiritual. En resumen, quitarse de encima lo malo para que pudiera llegar lo bueno. A parte, también era el momento indicado para pedir a los dioses para que las mujeres quedarán embarazadas, algo que no es que me interesará precisamente, y por la salud de los hijos, más de lo mismo.

Aun así, me interesó aquello de la limpieza espiritual, no estaría de mal hacer algún acto que pudiera atraer a la buena suerte. La cuestión es que ese aspecto no me quedo del todo claro. Sólo me quedé con lo básico de crear un ornamento, con velas, piedras y flores; para poder pedir la bendición a los dioses.

-Vamos a ello- apreté los puños y sonreí mirando al cielo.

"Es increíble la cantidad de estupideces que haces. En este mundo sólo vale la fuerza, de nada sirven los ornamentos con florecillas." como no, el lobo hizo su positivo aporte.

"¡Y tu que sabrás!"

"Yo sólo se que este mundo se divide en dos cosas: cazadores y presas. Y tu eres una presa, tu destino no lo van a cambiar unas vélitas." y desapareció de mi mente antes de que me diera el gusto de respónderle.

-¡Bah!- le quité importancia con un gesto de la mano, intentando ocultar mi frustración.

Me puse a buscar por todo Wulwufar los elementos que iba a necesitar para llevar a cabo el ornamento. Tomé algunas piedrecillas sueltas entre los adoquines de las calles, cogí algunas margaritas que crecían salvajes en las afueras del poblado y tomé de mi propio saco de viaje unas pequeñas velas que me habían sobrado de mi asistencia a otras festividades. Ya tenía prácticamente todo lo que necesitaba, sólo me faltaba un cuenco en el que colocarlo todo.

-¿Dónde venderán esas cosas?- pensé en voz alta mientras paseaba mirando a ambos lados de la calle rascándome el mentón.

En mi búsqueda encontré lo que parecía ser una carpintería.

-Puede que me valga...- aceleré el paso.

-Estamos cerrados, vuelve otro día. - me dijo prácticamente en un grito el malhumorado dependiente.

-¡Jo! ¿Por qué? Yo sólo necesito un cuenco. Seguro que tienes alguno por ahí...

-¡No!- me cortó bruscamente. -¡No tengo nada! Ese inútil de Brock me ha vuelto a fallar. Si no tengo las herramientas bien afiladas no puedo tallar ni una pajita de paja. ¡Maldito sea!

-Pues si ese resulta ser el problema, lo podemos solucionar rápidamente. - esbocé una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Cómo dices? - el hombre arqueó una ceja mirándome de arriba abajo.

-Resulta que tengo algunas nociones de herrería y llevo conmigo una piedra de afilar. - rebusqué en mi sáquillo y saqué la piedra. - Podría encargarme de tus herramientas a cambio de que me dieras ese cuenco que necesito.

El hombre hizo una pausa mientras estudiaba la oferta. Cambió el peso de una pierna a otra unas dos veces antes de responder con una amplia sonrisa con un "¡Tendrás el mejor cuenco del mundo!".

Así pues, acabada la transacción me entregó las herramientas que debía de afilar. Eran bastante viejas, así que era normal que tuvieran que tener un mantenimiento muy continuado, o puede que aquel Brock fuera aún más inexperto que yo, las herramientas parecían llevar meses sin ser decentemente afiladas. Tomé las herramientas y comencé a pasarlas por la piedra de afilar, una y otra vez, hasta que el filo quedaba resplandeciente, y producía cierto escozor si osabas tocarlo con la punta del dedo.

Cuando por fin acabé mi trabajo, el hombre vino con una amplia y agradecida sonrisa y me hizo entrega de un muy buen trabajado cuenco de madera. Parecía sorprendido consigo mismo, al parecer las herramientas que le había ido entregando conforme las afilaba, habían funcionado mejor que nunca, algo que quedo plasmado en la artesanía realizada.

-Toma. ¡Te la has ganado! - el hombre estaba triunfante. -¡Vuelve cuando quieras!

-Antes de irme, me gustaría realzar el ornamento para la festividad, si no le importa... ¿Podría usar su fuego para encender las velas?- decidí ser educado en vez de exigir algo, ya que el trabajo que había realizado bien sabía que valía más que un cuenco de madera.

-¡Faltaría más! ¡Usa todo el que quieras! - exclamó al tiempo que me daba una fuerte palmada en la espalda que me recordó a Tom.

Una vez ya tenía todos los elementos. Deposité las piedras en el fondo del cuenco, lo llené de agua y coloqué los cabezales de las margaritas que quedaron flotando sobre la superficie, al igual que hicieron las pequeñas velas. Una vez estuvo todo colocado, tomé una de las velas encendida de la carpintería y encendí las de mías.

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-¡Ya esta! - exclamé alegré mientras tomaba el cuenco con una de mis manos. -Muchas gracias. ¡Hasta pronto!

-¡Hasta pronto!

Una vez fuerza, no me preocupé en andar mucho. A un lado de la calle, dejé el cuenco en el suelo y recité internamente una pequeña oración que mi madre me había enseñado. No iba dirigida a un dios en especial, si no más bien a cualquiera de ellos que me estuviera escuchando. Le pedí por la seguridad de Tom, de Toro y de todas mis amistades, y en especial le pedí por mi madre, para que la salvaguardará allí dónde estuviera.

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Mensaje  Eyre Lun Feb 05 2018, 20:03


Si había algo que refulgiese aún más que las velas en aquella mágica noche de Imbolc, se trataría probablemente de los grandes ojos azules que lo observaban todo bien abiertos, expectantes y asombrados por la belleza de cuanto los rodeaba. La gente iba y venía de muy buen talante y Eyre se preguntó si esa Vulwulfar era la misma caótica ciudad a la que había llegado días atrás.

Debía admitir que, en un principio, no pudo evitar sospechar de Matthew cuando éste le propuso ir a una celebración en la cual podría empaparse con las tradiciones del continente. La bruja, que era joven pero no tonta, caviló durante un buen rato cuál podría ser la trampa dentro de la proposición. Y no es que el moreno no comenzase a caerle bien, pues a fuerza de pasar bastante tiempo juntos había logrado obtener una cierta simpatía por su parte -aunque jamás lo diría en voz alta- pero, aunque había demostrado tratarse de un hombre con ciertos principios, seguía siendo un burlón, carismático, poco confiable, galante, irresistible... pero muy engañoso truhan. Bueno, digamos que suscitaba en la muchacha sentimientos encontrados y aún después de tanto tiempo le costaba decidir cómo debía sentirse respecto a él.

Aún así, le fue imposible encontrar una buena razón para negarse a la invitación. Ella también estaba cansada de permanecer encerrada en el hospedaje y, para qué mentir, cuando Matthew apareció con un bonito vestido no pudo hacer más que rendirse y aceptar. ¡Qué irritante! ¿¡Por qué rayos a veces era tan encantador!?

Ahora que recorrían los senderos tan bellamente iluminados, la jovencita intentaba que su expresión no delatara cuán emocionada estaba por dentro. El vestido nuevo, al tener menos capas de tela, era cómodo y fresco, y se sentía genial luciéndolo del brazo de un hombre que, mientras mantuviese la boca cerrada, resultaba ser bastante apuesto. Percibía con regocijo cómo algunas personas se detenían a observarlos y fingía no darse cuenta, yendo de aquí para allá con el largo cabello al viento y una ancha sonrisa adornándole las facciones.

-¡Mira, mira! ¿Has visto lo bonitas que son las decoraciones? -Exclamaba a viva voz, hablándole a su acompañante con tanto entusiasmo que casi no parecía que usualmente dos de cada tres de las frases que le dedicaba solían ser reproches y berrinches- ¡Y fíjate en el cielo! ¡Hay dragones volando! ¡Dragones! ¡Es la primera vez que los veo!
-Insistía, zarandeándole el brazo para que le hiciese caso.

No obstante, sus palabras cesaron cuando se adentraron una zona de lo más curiosa. Montones de biombos ocultaban a personas que reían o conversaban en voz baja amparadas por el sensual secretismo. Allí el ambiente era distinto, cosa que no pasó desapercibida para la jovencita. Intrigada, se soltó del brazo ajeno para sortear los obstáculos que le impedían ver lo que sucedía del otro lado.

-¿Y qué hay por a-...¡OH, NO! ¡PERDÓN, PERDÓN! ¡N-No volverá a p-pasar!

Había bastado una rápida miradita para descubrir por qué ese lugar tenía una vibra distinta. Al otro lado de los biombos... ¡había bañeras repletas de mujeres desnudas! Eyre tuvo que llevarse ambas manos al rostro para ocultar el fuerte arrebol de sus mejillas, que le hervían de tan rojas que estaban. Azorada a más no poder, comenzó a retroceder para alejarse de la mujer a la cual había visto com-ple-ta-men-te desnuda mientras un hombre la “manoseaba”. ¡Esas cosas no pasaban en las Islas! ¡Los humanos eran unos exhibicionistas!

Tan atormentada se sentía, que no se percató de que tenía una bañera lista para usar detrás suyo con la cual, inevitablemente, terminó tropezando. Un ¡¡SPLASH!! y el grito que le sobrevino después terminaron de destrozar el apacible ambiente que, hasta entonces, reinaba en el lugar:

-¡¡MAAAAAAAAAAATTHEWWWW!!
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Mensaje  Matthew Owens Lun Feb 05 2018, 22:56

Matthew disfrutaba de ver a Eyre contenta, la joven practicamente daba saltos por todos lados, deslumbrada con todos los despliegues realizados para la festividad. El estafador sonreía con sinceridad, aunque cuando la muchacha estaba distraida no perdía la oportunidad de mirar a alguna que otra dama que estuviera en el lugar. Parecía correcto el dejar que la chica disfrutara al menos una noche, luego de todas las penurías que había tenido que pasar, dificultades de las cuales Matt no se se sentía responsable, vale aclarar.

-Sin duda son maravillosos, en una oportunidad me encontré con uno en medio de un bosque, estaba tan aterrado que siquiera pude hablarle, creo que el ver a un humano tonto paralizado sin poder articular palabra fue mas de lo que pudo soportar, porque se fue volando al instante jajaja- Y era una anécdota verdadera, no tenía problemas en contarle sucesos de su vida a Eyre, siempre parecía muy interesada en conocer nuevas cosas sobre el mundo.

Dejo que fuera sola a averiguar lo que sucedía tras los biombos, ya era una muchacha grande, no había motivo alguno para negarle los placeres que la vida ofrecía de forma totalmente gratuita y casi sin consecuencias. Puede que Matt no tuviera en cuenta el modo en que Eyre había sido educada, en el entorno que había crecido el humano los placeres de la carne eran algo que por buena educación se ocultaban, pero que se sabia que estaban allí.

Mientras la joven curioseaba, Owens tuvo el buen tino de quitarse los zapatos, el chaleco y arremangarse la camisa, se aparto un poco cuando la chica cayo al agua para evitar que lo salpicara y luego se tapo los oídos cuando grito su nombre.

-Ey, ey, tranquila, vas a asustar a todos - Intentó calmarla. No servía de nada, Eyre estaba furiosa con él... Otra vez, y aunque estaba intentando apaciguarla el humano se veía muy divertido con la situación - No es para tanto, vamos, si te da mucha pena me meteré contigo, así estaremos en igualdad de condiciones - Acompaño el comentario con una sonrisa traviesa, pero en seguida comenzó a reír - Oh, de acuerdo, ya me divertí, mejor regresemos a casa antes de que te resfríes.

Y dicho eso, e ignorando todos los insultos y griteríos de Eyre, la agarro desde la cintura y la levanto como si no pesara nada, apoyándola contra su pecho para que no tropezara con el borde de la tina. Ahora la ropa de ambos estaba empapada y sus cuerpos se sentían a través de la tela casi como si no tuvieran nada, podían sentir la calidez del otro, la respiración ligeramente agitada. Matt la tuvo así unos segundos, sin mover un solo milímetros las manos y luego la apoyo con cuidado en el piso.

-Ya esta ¿Ves? No paso nada - Apoyó una mano en la cabeza de la chica y revolvió un poco su pelo - Tienes que aprender a relajarte un poco, eres muy joven para estar tan amargada todo el tiempo- Y luego de eso se cubrió porque ya se imaginaba que vendría toda una serie de golpes y gritos, el haber hecho semejante broma no sería gratis.
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Mensaje  Eyre Mar Feb 06 2018, 00:30


Ya recordaba por qué aquel hombre debía ser catalogado como el más despreciable, rastrero y odioso de todo el continente, ¡sí! Una persona que trataba a los demás de manera tan burlona no merecía ni el menor ápice de respeto. Allí estaba ella, empapada y poniéndose en vergüenza frente a todo el mundo, y el otro no hacía más que sonreír con liviandad y acotar palabras innecesariamente atrevidas.

-¡Métete tú solo y ahógate! ¡¡Sabía que no debía venir contigo!! -Exclamó entre tantas otras perlas del idioma que nunca en su vida había osado dedicarle a nadie más, pues sus padres le habían inculcado la más excelente educación, ¡pero es que él la sacaba de quicio! ¡sólo era merecedor del peor de los lenguajes!

Estaba intentando levantarse, preocupada por no dejar que la húmeda tela exhibiese sus pueriles curvas de adolescente, cuando el otro se tomó el atrevimiento de “ayudarla”. Hay que entender que Eyre había sido criada con el máximo mimo y cuidado, ajena a todas las costumbres y e ideas que no contribuyesen a su formación como persona de bien. Por ello, pese a su ya no tan corta edad, la jovencita solía mantenerse ajena a todo pensamiento romántico en parte por desinterés y en parte por pudor. Y, también por ello, entrar en tan íntimo contacto con un hombre a quien secretamente consideraba apuesto consiguió sumirla en tal estupefacción que no atinó ni a gritar ni a moverse. Por un instante se quedó petrificada, abrumada ante esa nueva sensación perturbadora y atrayente, y asustada al sentir cómo se le aceleraba el pulso “sin razón alguna”. ¿Estaría poniéndose enferma?

El idilio duró poco, pues pronto fue depositada en el suelo para recibir un trato demasiado contrastante con lo que acababa de suceder. El moreno le revolvió el cabello y volvió a hablarle con condescendencia, cosa que ella tanto odiaba, como si se tratase de una niña pequeña. Su rostro, fácilmente comparable con una cereza madura, no enrojeció más sólo porque era anatómicamente imposible.

-¡Y tú eres demasiado viejo para ser tan tonto! ¡¡Madura de una vez!! ¡ME VOY! -Despotricó antes de darse la media vuelta para regresar airada al hospedaje, despegándose la tela empapada del cuerpo cada dos por tres y maldiciendo en voz baja por cada gracioso chirriar causado por sus zapatos de cuero mojados.
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Mensaje  Astrid Leggiend Mar Feb 06 2018, 01:06

Miró fijamente aquellas estructuras de madera con forma de mujer que se alzaban delante de sus ojos chocolate. Su camino de curiosidad la había llevado esa vez hasta Vulwulfar. El rubo de sus pasos siempre le era incierto a la joven dragona. Elegía sus caminos al azar. Colocaba un palo en alto y lo dejaba caer al suelo. Donde apuntara sería su siguiente rumbo para ponerse en marchar. Su hermosa sonrisa se dejó ver en su rostro al ver como varias personas danzaban alrededor de esas figuras amorfas. Sabía que eran mujeres porque había preguntado a algún transeúnte que pasaba por ahí cerca de ella. Sus ojos se fijaron entonces en otros dragones que sobrevolaban los cielos encima del campo. Ella no tardó en convertirse en su figura escamosa y durante varios minutos volar por encima de aquel mismo lugar y parte de la ciudad. Veía pequeñas luces que adornaban las ventana de las casas y las calles de Vulwulfar. Una festividad más que añadir a su diario de viaje.

Le habían explicado que en aquella festividad se deseaba fertilidad a la mujer y salud a los nacidos. Le pareció tierno y recordó los preparativos que ayudó a hacer durante el periodo de espera cuando su madre le dio la noticia de que iba a ser hermana. Aún recordaba la sorpresa que se llevó junto a su padre cuando la matrona de la aldea les avisó que habían sido gemelos. Llegó a las puertas de la ciudad y volvió a su forma humana para no llamar demasiado la atención o incomodar a cualquier transeúnte. Entró tranquilamente mientras no perdía detalle de cualquier cosa que pasaba a su alrededor. Muchas de las personas que veía estaban haciendo una especie de adorno floral ¿Sería una de las actividades que se hacía en esa festividad? Al igual que en otras te disfrazabas de demonio para perseguir a inocentes, aquí al parecer las cosas eran más tranquilas. Eso le gustó y llamó su atención por completo.

Se acercó a un grupo de chicas que reían mientras adornaban unos cuencos de cristal. -Buenas, soy una curiosa que viene a preguntar qué hacen- Aquello primero pilló por sopresa a las tres jóvenes que habían parado de reír ante la directa entrada de Astrid en su conversación. Pero no tardó mucho en ganarse un poco la simpatía de ellas. Las cuatro hablaban sobre aquella fiesta. “El festival de la renovación”. Así le habían llamado varias veces las muchachas. La curiosidad de la dragona por saber el significado de ese nombre no tardó en llegar por parte de la muchacha más joven de las tres. -Hay que quemar las viejas cargas del pasado y así avanzar limpio de impurezas hacia el futuro- Aquello la hizo pensar ¿Curarse de los males del pasado? Para Astrid cargar con los fantasmas del pasado siempre había sido una excusa para sí misma. -Yo pienso que nuestros fantasmas pasados fueron importantes para el quién eres ahora- La cara de las chicas hizo que carraspease un poco. -Aunque eso de limpiarlo no suena tan mal- Dejó la última piedra dentro del cuenco de cristal con cuidado.

El adorno de Astrid era muy sencillo comparado con el de las jóvenes. Siempre le había gustado la simpleza, nada recargado. Lo simple agradaba siempre ¿no? Colocó una flor entre las piedras y varios pétalos de ésta bajo las piedras para que no flotara al añadir el agua. Echó con mucho cuidado de no mover ninguna de las piezas del cuenco y al llenarlo hasta antes de llegar al borde, colocó la vela en el agua. La vela flotaba y se movía cuando el cuenco lo hacía o una brisa suave mecía el agua. -¡Que bonito Astrid! Sencillo pero bonito- La dragona dio las gracias y de repente aparecieron dos hombres que se acercaron a las muchachas. -¿Vamos al ritual?- Preguntó uno de ellos, lo cual provocó que la mayor de las muchachas se sonrojara y le diera un golpe en el hombro. -Eres de lo que no hay, sabes que ese ritual es para limpiar cuerpo y espíritu, la tradición dice que no debéis participar.- El joven negó rodando los ojos. -Sabes que los maridos van a bañar a sus mujeres... Y lo que no es bañar- Los tortolitos se fueron después de despedirse.

-¿Tú tienes alguien especial Astrid?- La más joven pilló por sorpres a Astrid con esa pregunta y respondió negando la cabeza rápidamente. -¡No! Osea... No, yo solo hago ornamentas. No lo otro...- Tras un par de minutos el grupo que quedaba se despidió y Astrid se alejó con el cuenco de cristal en sus manos. Dejó su adorno en la calle junto a más adornos de algunas personas. Exhaló un poco haciendo prender la vela. -Gracias por ofrecerme la vida y cuidarme con amor- Pensó en sus padres y esbozó una sonrisa amplia. -Y que en un futuro las esposas de los problemáticos de mis hermanos den a luz a niños sanos- No sabía si alguna vez volvería para ver a sus hermanos formando una familia. Ella tenía clara que su objetivo de visitar todo el mundo no le permitía asentar la cabeza ¿O sí? Rodó los ojos por sus propios pensamientos y tras ver que su adorno no quedara expuesto a recibir algún golpe o algo similar. Comenzó a andar para dar una vuelta por la ciudad hasta que empezaran a quemar las grandes estructuras de mujeres en los campos.

Conforme andaba por una de las calles observó una silueta que conocería incluso en un bosque de noche sin antorchas. -Nunca creí que podría encontrarte en un festival de fertilidad ¿Alguna novieta por ahí?- Dijo con un tono gracioso mientras se acercaba al joven. -Aunque sabiendo que también es un festival para limpiar las cargas del pasado esa duda se disipa- Sus ojos chocolates se posaron en él y su rostro al darse cuenta de que se percató de su presencia mostró una sonrisa de oreja a oreja. Típico de ella, no dejar de sonreír.
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Mensaje  Sarez Mar Feb 06 2018, 11:33

Offrol: Creo que este post se puede considerar como +18. Aviso para menores.
He preferido relatar la historia desde el punto de vista de Merrigan. Me parece más bonito. Da más juego. Espero que no haya inconveniente.


El agua del Imbolc no hará desaparecer mi piel de musgo, ni hará que deje de oler como a humedad y tampoco me hará sentir menos fea.  Lo sé muy bien, nadie tiene que recordármelo. Estoy maldita con la enfermedad del doctor Peste. Esto no lo hago por mí, sino por Sarez. Todo lo que hago, es por él.

Por toda Verisar vimos los carteles que anunciaban el Imbolc como si fuera la festividad del siglo, como si hoy, y solamente hoy, los Dioses fueran a cumplir todas las plegarías. Los hombres, en las tabernas, no tenían otro tema de conversación que fuera más allá de escaparse de las fogatas para espiar cómo se baña la chica que aman. Para mi sorpresa, Sarez fue el que más insistió. Se paró en cada cartel que vimos y los leyó lenta y pausadamente, como si fuera un niño pequeño aprendiendo a leer.  

-Dicen que el Imbolc limpia y cura-.

-Sarez, lo dicen todos los años. Es una tradición-.

-¿Tradición?-.

-Algo que se hace siempre sin preguntarte el por qué. A ver, déjame que te explique. Tú has visto a los humanos dejar ofrendas bajo los pies de las grandes estatuas de los Dioses. ¿Verdad? Ellos creen que los Dioses se despertarán para cumplir todos los deseos. Pero, nunca has visto a ningún Dios en la calle. Siguen durmiendo. Aun así, los humanos siguen sacrificando en su nombre-.

-Tradición- repitió pensativo. Al cabo de un momento, volvió a sentir.- Quiero intentarlo. El Ohda es una tradición humana y cumplió mi deseo-.

Conozco el deseo que pidió Sarez. Antes de lanzar la carta a la hoguera de los enamorados, me la enseñó para que le dijera si estaba bien escrito. Sarez pidió que no olvidar las cosas importantes: a mi madre, a Idril y a mí. Quería vivir por nosotras, amar por nosotras. Para Sarez, yo soy la prueba que los deseos se cumplen. Soy su deseo cumplido.

No lo pude resistir. Me puse de puntillas y le besé en la comisura de los labios. Sarez me devolvió el beso. Se notaba que se estaba esforzando por no arrugar la nariz por la peste que emanaba mi piel.

-Está bien. Si te hace sentir mejor, iremos-.

-Gracias- me besó en la frente.

Y heme aquí, en Vulwulfar, celebrando la gloria de unos Dioses que dejé de creer y preparando una bañera de un ritual que no servirá de nada.

Sarez se encarga de llenar la bañera. Llevaba dos cubos al pozo, los llena, los trae de vuelta y los vacía en la bañera. Quise ayudarle, él solo tardará mucho, pero insistió y, como siempre, no le supe decir que no. Comprendo su punto de vista, es el mismo que el mío: igual que yo hago todo por él, Sarez hace todo por mí. Esta noche, la de Imbolc, Sarez me la ha dedicado. Quiere que me sienta como una reina, compensar el error que cometí al desaparecer de su vida para protegerle de la enfermedad del doctor Peste. Como pude ser tan ingenua. En lugar de protegerle, le había privado de su mayor deseo. También el mío.

Me quito la capa, la chaqueta de cuero, la camiseta y los pantalones. Espero a que Sarez vuelva antes de quitarme el sostén. Pese al horrible aspecto de mi piel, él me sigue viendo como yo soy incapaz de verme.

-Sarez-.

-Si- me mira a los ojos y los pechos al mismo tiempo.

-Ya hay suficiente agua, voy a entrar- le digo a la vez que me quito el sostén.

Sarez sonríe. Me gusta verle sonreír.

-¿Me ayudas?-

Sarez me da la mano y me ayuda a meterme en la bañera. Una vez dentro, me acomodo en uno de los laterales. Le hago una señal con la mano a Sarez para que me de uno de los potecitos que coloqué alrededor de la balsa. La gran parte son perfumes y jabones, la otra son colorantes de colores (morado y rosa) que impedirán que el agua se tiña del verde de mi piel. El primero que le pido a Sarez es uno de estos colorantes. El segundo potecito que coge, esta vez sin que yo se lo pida, es un perfume. Deja caer un poco sobre mis hombros; escampa la loción con un masaje.

-
¿Dónde has aprendido a hacer eso?- le pregunto con tono alegre.

-Curando- contesta con el mismo tono de voz.

Lo olvidé. Él es más elfo que yo. Por inercia, por la naturaleza de su raza, sabe cosas que nunca podré comprender. Para sanar, yo necesito mi arpa, mi música y mis canciones. A Sarez, sin embargo, le basta con poner sus manos y dejarlas libre sobre la herida. Las mueve como si se hubiera pasado la vida curando con masajes.

-Lo haces muy bien-.

Creo ver una mancha verde en el agua. Si no huele mal es gracias a la mezcla de colonias que hay en el ambiente, las de toda la bañeras del Imbolc en conjunto. Cojo uno de los potecitos con colorante morado y lo vacío en la bañera. Remuevo el agua para hacer desaparecer todo rastro verde. Quizás sea paranoia mía, pero, por primera vez en mucho tiempo, me siento querida. Estoy acostumbrada a que me miren y mimen; a ser el centro de atención, estar en lo alto de escenario enamorando a los caballeros (y algunas doncellas) con mis canciones. El doctor Peste me lo arrebató. Las manos de Sarez, su masaje y sus besos, hace que esté recuperando ese sentimiento. No, una mota verde, por pequeña que sea, en la bañera no me estropeará este día.

-Te quiero- acaricio la mano derecha de Sarez.

-Yo también te quiero- responde.

Acabamos la noche con los, dos completamente desnudos, metidos en la bañera. Yo estoy apoyada en su torso de tal forma que mi cabello roja los labios de Sarez. Él tiene una mano en mi pecho izquierdo, la segunda en la cintura.

-Tenías razón, mereció la pena intentarlo- le digo susurrando- Creo que esta noche, los Dioses van a cumplir mi deseo-.

-¿Qué es?-

-Que hagamos el amor-.

Me doy la vuelta, le beso en los labios y nos dejamos llevar.

Vuelvo a sentirme guapa, amada y deseada.


Offrol: Diosa Sigel, si no terminé con Helyare es porque le falta chica. Mira como con Merrigan sí que termino.
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Mensaje  Helyare Mar Feb 06 2018, 18:47

Importante leer:


¿Y por qué Vulwulfar? ¿No estaríamos mejor en Sandorai? – La elfa dejo su capa larga color marfil sobre la silla, junto al ramo de flores que le habían dado. Al entrar en la ciudad, una jovencita le había regalado un adorno floral con una forma de estrella de cuatro puntas, y esa misma estrella, hecha con ramitas a modo de broche. La estrella de Imbar.
Vamos, Kael –sonrió el elfo, despojándose también de su capa y acercándose a la joven–, hay que salir del poblado, hay grandes maravillas por Aerandir. –Ella no parecía muy convencida e hizo una mueca. Ellos habían crecido en un lugar maravilloso de verdad, no tenían que destruir la naturaleza para hacer casas, no tenían que convivir con estúpidos humanos. Eso era lo maravilloso. Pero el elfo seguía con esa sonrisita ladina y calmada, y rápido compensó la mueca de la joven con un suave y corto beso –además, Vulwulfar es una hermosa ciudad. Hay muchos elfos por aquí...
Desterrados todos –le cortó al instante volviendo a su mueca hastiada. Él elfo negó, sin perder la sonrisa.
No todos, pequeña. Los desterrados no suelen vivir tan cerca del bosque. Hay muchos elfos que eligen vivir aquí.
Imposible, ¿quién elegiría vivir aquí pudiendo vivir en Sandorai? –Enarcó las cejas en busca de  una respuesta lógica; su tono era incrédulo.– Arzhak, eres demasiado bueno a veces –la elfa se fue hacia la ventana, donde celebraban por las calles la llegada del Imbolc. –Todos esos son traidores, seguro. O gente que reniega de sus raíces de forma horrible.
Kael, arael'shanya, no seas tan dura con ellos – Arzhak siempre tan apaciguador. Parecía mentira que fuese un guerrero que portase a Veluuthra, que tantas vidas había sesgado y no había perdido ni una sola batalla. Pero, a diferencia del resto de su clan, él prefería el diálogo y el negocio antes de alzar su arma sin dar explicación. Cosa que no entendían el resto, pero… él era líder, tenían que obedecer.  

No me gusta que tomen nuestras tradiciones cuando no deberían hacerlo. No ellos. Son gente que no son como nosotros –se giró, clavando sus ojos verdes en el rubio, quien le estaba tendiendo una mano, con cara de resignación. Sabía cómo era la elfa. Kaeltha se alejó de la ventana y fue hacia él. Toda su ofensa por ver las tinas y a esos indeseables celebrando se fue al fundirse en un beso con el guerrero. Sus cálidas manos se posaron en su rostro, acariciándoselo con delicadeza y apartando las hebras cobrizas de su pelo.

Es mejor que rindan culto y respeto a nuestra diosa que no a otros que no existen, ¿no crees? – ¿Por qué siempre veía el lado positivo de todo? Los besos continuaron. Suaves, delicados. Eran varios días de festividad, pero el de hoy lo celebraría con Arzhak, disfrutaría de su compañía. Ni siquiera había tenido que preocuparse de la guardia, Aran la haría por ella. Sólo le preocupaba que no acabase alguno de sus soldados sin cabeza, con el genio y la inexistente paciencia que gastaba ese elfo… –Querría bañarte por la festividad de nuestra diosa Imbar –susurró al separarse de sus labios, y le dio después un beso en la frente. Kael dejó escapar una risita tenue y negó.
Los hombres no podéis participar... aunque a mí también me encantaría... –Las mujeres eran bañadas por doncellas, así marcaba la tradición. Pero en el clan de ambos elfos no había doncellas, así que se bañaban entre las mujeres del lugar. Casi siempre eran entre familia. Kaeltha había bañado a la pequeña Luinil el primer Imbolc después de su nacimiento. Fue maravilloso y le hizo mucha ilusión. Después, lo siguió haciendo hasta ese mismo año, que también lo haría cuando regresasen. Su madre también las había bañado, y ellas a la sacerdotisa. Era una costumbre, tradicionalmente hecha para las mujeres.
Aquí, en Vulwulfar, se puede. Puedes bañar a quien ames –al final, los retoques a la tradición iban a tener su parte beneficiosa…
¿Esta era la sorpresa? –el elfo asintió, sonriente, a la vez que ella enarcaba una ceja y le correspondía la sonrisa. –La diosa Imbar nos castigará por deshonrar su tradición. –No parecía muy afligida, más bien al contrario. Le gustaba la idea de cambiar ese pequeño detalle.
La diosa sabe que si yo pudiera bañar a alguien sería a ti. A quien amo. A mi arael'sha. Y aquí me lo permite.

Arzhak se encargó de preparar el baño con todos los ingredientes para que siguiera la tradición. Mientras Kaeltha esperaba, se despojó de su fina túnica y soltó los broches de su peinado, dejando caer su pelirroja melena sobre su espalda. No era la primera vez que estaba en Vulwulfar, pero siempre tenía la misma sensación de que no le gustaba nada esa ciudad. Aunque ese día, solo por una noche, se olvidaría del asco que le profería ese lugar.

La zona donde estaba la tina rebosaba de vapor y olía muy bien, diversas flores adornaban el lugar. Aparte de decoraciones con velas y estrellas de Imbar. La elfa entró en la tina que Arzhak había preparado para ella y se fue recostando poco a poco hasta quedar completamente sumergida unos segundos.
¿Está bien? – Estaba preparando los ungüentos y ella asintió justo al sacar la cabeza del agua.
¿Por qué no entras en la bañera? –Apoyó los brazos en el borde y le miró alegre. Arzhak dudó un poco. En teoría él no tendría que estar ahí, ¿cómo iba a meterse en la tina, además? Estaría rompiendo totalmente la tradición. Pero Kaeltha estaba tan hermosa entre el agua vaporosa... sus cabellos se mecían con el agua como el baile de las llamas.  Suspiró mientras se rascaba la frente.
Me lo estás poniendo difícil –comentó con una risita y cierto tono de picardía.

Con una rodilla hincada en el suelo, empapó sus manos en uno de los ungüentos, que habían preparado las sacerdotisas para que se los llevasen, tomó un brazo de la joven elfa y comenzó a acariciárselo, esparciendo la sustancia por su suave piel. –Hay que dejar atrás las cargas del pasado –empezó a comentar–, es lo que pide nuestra adorada Imbar.
Y limpiar los cuerpos para el presente –prosiguió la joven describiendo la otra parte de la fiesta, aunque no se había percatado que Arzhak lo había dicho con segundas. Ella vivía, aún, con otras ideas. Él continuó pasando su mano por los hombros de la pelirroja, se detuvo en su cuello, acariciándoselo, y de nuevo se fundieron en un beso. Poco más pudo resistirse a entrar en la tina. Completamente desnudos, lo único que no se quitaron fueron los colores de su clan, esas joyas cobrizas que mostraban el status que cada uno tenía.

El elfo se colocó tras la muchacha y, con sumo cuidado, empezó a apartar su pelo hacia un lado para poder limpiar su espalda. No sin antes dejar un besito en su hombro. Recorrió cada centímetro de su nívea piel, su espalda, su cintura, sus curvas. Volvió a los hombros y bajó por sus brazos, hasta encontrarse con sus manos. Kaeltha las entrelazó con las suyas y apoyó la espalda en su torso; él acomodó la cabeza sobre la suya a la vez que envolvía a la muchacha entre sus brazos, sin separar sus manos.

Aquello era tan... reconfortante.

Los dioses habían honrado a esa pareja. Dos guerreros fieles a lo que dictaban que debía ser un buen elfo. El orgullo que aportaban a sus familias era tal, que se creían que habían sido bendecidos con esa unión. Viejos amigos, compañeros de batalla, se habían hermanado por medio de sus dos hijos, que ahora disfrutaban de lo que de verdad era el amor puro, no como el que se veía de otros elfos, que osaban compartir lecho con seres de otras razas. Incluso, algunos habían deshonrado a su raza, a sus hermanos y a sus ancestros por yacer con brujos. Pero tanto Arzhak como Kaeltha eran besados por los dioses.

No estaban llevando la tradición como había que hacerlo, pero poco les importaba en ese momento el dejarse llevar. Tan pegados como estaban, el calor del agua no era el único que sentían. Pronto empezaron a deshacerse en besos, al principio sutiles, suaves, como los de antes. Después más pasionales. Se deseaban con avidez. La pelirroja se giró para quedar frente a él y volvió a sus labios, apartando su melena platina hacia atrás. Arzhak apoyó una de sus manos en la nuca de la joven, mientras su otra mano acariciaba su costado hasta perderse bajo el agua.  

Mmhh... –Dejó escapar un suave gemido causado por el placer y sus manos también comenzaron recorrer la piel del elfo, a la vez que dejaba una senda de excitantes besos por su cuello. El rubio no pudo evitar atraer a la joven más hacia él, presa de su deseo. Se dejaron llevar por una pasión que poco tenía que ver con Imbolc, pero a la que fueron incapaces de resistirse.


______________


En el barco hacia el Norte...
Presente


Sentada en la cama se mecía con el vaivén de las olas y sostenía en sus manos dos pergaminos con la imagen de dos elfos a tinta. El pasado Imbolc no lo había celebrado, ya no tenía derecho, como esos elfos de hacía años de Vulwulfar, cuando había ido con Arzhak. Y este, tampoco.
Todavía tenía recuerdos de esa noche, podía sentir las manos del guerrero recorrer su cuerpo, acariciar sus pechos y deslizarse bajo el agua y acabar abandonándose a placenteros gemidos. Podía acordarse de ese deseo que Imbar les había permitido... y que le había denegado.

Movió los labios para formar la palabra “Arael'shanya”, aunque sin pronunciarla en voz alta. Dejó ambos pergaminos y caminó, tambaleándose por el movimiento del barco, hacia el cubo de agua que había en una esquina, al lado de un cristal que hacía las veces de espejo. Se arrodilló frente al cubeto, levantó la tapadera de madera, y se echó un poco de agua en el brazo desnudo. Apretó sus labios con una mueca de agotamiento y comenzó a frotarse, pasando las yemas de sus dedos por las irregulares marcas de su piel. No tenía tina en ese camarote, ni ungüentos preparados por sacerdotisas de Imbar, ni el derecho a la celebración. Sólo un cubo de agua que ella esparcía por sus brazos, al principio muy despacio. Después con fuerza y cierta rabia contenida. Tanta, que le daban ganas de patear el cubo. Eso no era una celebración de Imbolc.

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Imbolc: Festival de la Renovación +18 [Evento] Empty Re: Imbolc: Festival de la Renovación +18 [Evento]

Mensaje  Al'theas Tinarandel Vie Feb 09 2018, 05:06

Era un bonito día en Vulwulfar, hacia tiempo que Al'theas no pasaba por aquella ciudad, desde allí podía sentir el olor de los arboles que rodeaban Sandorai traído por la suave brisa, llenando su mente de paz y nostalgia a medida que caminaba por las calles de Vulwulfar, las cuales se encontraban decoradas con flores y otros decorativos que le recordaban las viejas tradiciones elficas que se encontraban de algún modo en el interior de aquella versión que los humanos habían dado forma a su manera. Quizás no tuviesen la misma exquisitez que los elfos, no obstante no estaba exento de admirable belleza, tal y como pudo comprobar durante su camino por aquellas calles cuando se percato de una pequeña agrupación de gardenias rojas que hicieron parar en seco al elfo de armadura esmeralda, pues se trataba de las flores favoritas de su fallecida hermana y no pudo evitar darse un momento para contemplarlas y ver a su hermana a través de ellas.

Mientras Al'theas estaba sumergido en en sus recuerdos, una voz a su lado le hacia volver al mundo real -Hola... veo que te gustan las flores- Dijo una muchacha con una sonrisa, que se había acercado hasta él sin apenas darse cuenta, la cual poseía una belleza que parecía anti-natural para una humana, que se componía de un hermoso tono de piel blanco, cabellos negros ondulados y ojos de color ámbar que parecían haber sido bañados en miel, podría haberse tratado de una noble de las altas esferas de la política, pero sus ropas sencillas y humildes decían lo contrario. Y eso basto para dejar mudo al elfo durante aquellos segundos de sorpresa.

-Estaba... distraído en mis pensamientos... disculpadme- Logro decir sin poder evitar sentirse ridículo ante el lapsus.

-Ya veo...- Dijo para luego soltar una pequeña risita -¿Sabes?... Eres lo mas bonito que ha llegado a la ciudad... y estos días hay una tradición en la que las mujeres se bañan en esas... tinas de agua que hay por las calles... pero... me da vergüenza hacerlo en publico...- Decía mientras caminaba alejándose unos pasos del elfo dándole la espalda -¿Me acompañarías?...-

Al'theas noto como se le subieron los colores ante aquella atrevida petición, sonrió y respondió -Una invitación tentadora digna de dioses señorita... pero debo rechazar, solo estoy de paso... y estoy seguro que no tardaras en encontrar a otro afortunado-

-Que lastima... si por casualidad cambias de idea... vivo al final de esta calle... la casa decorada con orquídeas rojas...- Le dijo al elfo dedicándole una mirada provocativa por encima del hombro decorada con una dulce sonrisa, para luego apartar la mirada y marcharse.

Al'theas sonrió ante aquel curioso encuentro, pero no tenia tiempo que perder con muchachas coquetas por muy tentadoras que fueran, su siguiente parada seria en una pequeña taberna donde se abastecería de algunas cosas y se daría unos minutos de descanso antes de seguir su viaje... o esa era la idea hasta que en ese momento un hombre que por cuyo aspecto parecía un adinerado mercader se sentó en la misma mesa frente al elfo sin invitación alguna.

-Te he visto... hablando con esa mujer de ojos dorados...- Dijo casi susurrando.

-Hablar no es malo... pero espiar si es algo feo...- Dijo el elfo en respuesta.

-¿Te ha invitado a ir con ella verdad?... pero... aquí estas... has hecho bien en rechazar... esa mujer... no es lo que parece... es una súcubo... se lleva a los hombres a su casa... y los mata absorviendoles la energía vital y su alma...-

-Si eso es cierto... ¿por que no ha hecho nada la guardia al respecto?-

-Ella es una maestra de la seducción... siempre se las apaña para escaparse... pero... tu pareces tener la cabeza en su sitio... y eres... uno de esos caballeros esmeralda que libran a los necesitados del mal verdad?... -
Dicho aquello, le puso en la mesa una bolsa llena de aeros frente al elfo.

-¿Me estas pidiendo que la mate?...- Dijo seriamente ante las acusaciones y petición de aquel hombre.

-Eres un caballero esmeralda... estoy seguro de que tu puedes contra ese... monstruo... en esta bolsa tienes 100 aeros... y te daré otros 100 cuando termines si vuelves con vida...- Dicho eso, se levanto de repente de la mesa y se fue a la barra sin decir nada mas.

Al'theas se quedo pensativo ante tal dilema, le parecía extraño sin duda, pero recogió la bolsa y se marcho de la taberna para ir a donde ya sabia que vivía aquella muchacha acusada de ser un monstruo.

Cuando llego a la calle donde creía que vivía ella, no fue difícil identificar la casa, cuyas ventanas estaban bien decoradas con orquídeas rojas tal y como ella le había dicho, la entrada estaba custodiada por un banco en cada lado, paso entre ellos y llamo a la puerta, Al'theas había sido invitado previamente, por lo que aprovecharía eso para analizar mejor la situación.

En cuanto la puerta se abrió, aquella muchacha le recibió con un vestido que dejaba su figura y sus curvas bien definidas, cosa que tomo al elfo por sorpresa pero mantuvo la compostura sabiendo a lo que venia.

-Vaya... que agradable sorpresa... ¿te lo has pensado mejor?... anda... pasa...- Dijo guiñándole un ojo a la vez que se adentraba en la casa confiando que el elfo cerrara al pasar.

Al'theas entro, cerrando la puerta tras de si, observo con detenimiento el interior de la casa, una decoración bonita, olía a perfume de rosas e incienso, pero por lo demás una casa normal sin nada extraño, y en el centro de esta, una tina con agua cuidadosamente dispuesta.

-Menos mal que has venido... ya pensaba que iba a tener que hacerlo sola... - Decía mientras dejaba caer su vestido al suelo, quedando completamente desnuda ante el elfo mientras se introducía lentamente de espaldas en la tina.

Al'theas la miraba fijamente en esos momentos, pero no con los mismos ojos que podría haberlo hecho en circunstancias diferentes -¿Esperas hijos?...- Se le ocurrió preguntar dada la naturaleza del ritual tradicional.

-Quien sabe...- Contesto haciéndose la interesante, mientras llevaba uno de sus brazos para cubrirse el pecho.

Al'theas se acerco a la tina, con intención de tentar su suerte al peligro que ella podría representar -¿Por que me has invitado a tu casa?-

-Bueno... como te dije antes... me pareces atractivo... y... por la armadura que llevas... y los modales mostrados hasta ahora... todo un caballero... ¿o pensabas que dejaría entrar a cualquiera por esa puerta?...- Sonrió mientras echaba por delante su cabello para descubrir su espalda ante el elfo -¿Vas... a frotarme la espalda con esos guantes puestos?...- Dijo con tono burlón.

-Los caballeros esmeralda... somos caballeros andantes que viajan por el mundo resolviendo problemas... ya sean contra bandidos... monstruos... o cualquier otra cosa que atente contra el bienestar general...- Dijo mientras la miraba fijamente.

-Vaya... eso... suena muy heroico...- dijo sin mirar atrás

-Me han pagado por ti...- Dijo finalmente.

El silencio absoluto se hizo en la casa, la dueña se quedo muda durante unos instantes, hasta que decidió hablar -¿Puedo saber quien le ha puesto precio a mi cabeza?...-

-No me dio nombre, pero tenia pinta de mercader...- Respondió, haciendo una pequeña pausa antes de preguntar -¿Es cierto que eres una súcubo?... y ¿que sedujiste y mataste a varios hombres?... -

En ese momento, la muchacha comenzó a cambiar ante el elfo, creciendo de su cabeza unos cuernos que comenzaron a emerger tomando forma hasta retorcerse y acabar en unas puntas que ahora decoraban sobre las mejillas de la chica, girando lentamente su rostro para mirar a Al'theas ahora con unos ojos color ámbar cuyas pupilas parecían las de una serpiente -Como puedes ver... no te oculto nada... caballero esmeralda... y si... soy culpable de haber seducido a muchos hombres...y traerlos a mi cama... incluyendo a la misma persona que te ha pagado por mi muerte... pero... juro que no he hecho el mas mínimo daño a ningún ser humano...no sin consentimiento al menos... y por supuesto jamas he matado a nadie...-

-¿Porque te querría muerta ese hombre entonces?...- Pregunto el elfo intrigado.

-Lleva detrás de mi desde hace dos meses... pero le llevo rechazando desde entonces... no por nada personal... si no porque soy un espíritu libre... soy una súcubo después de todo... aunque eso signifique toparme con las personas equivocadas... esta en mi naturaleza... y supongo que él no lo soporta... visto de cierta manera... es incluso tierno... pero no esperaba que sus celos llegaran tan lejos como para ponerle precio a mi cabeza... me siento hasta halagada... - Dijo con un notable tono de amargura.

-¿Como sé que no me estas mintiendo para salvar la vida?...- Pregunto con intencionada desconfianza.

Se giro completamente ante Al'theas, dejando ver su cuerpo desnudo sin ningún pudor al aferrarse al borde de la tina para contemplar al elfo -Yo no elegí ser... lo que soy... y no voy a poder impedirte que hagas tu trabajo si esa es tu decisión... no soy estúpida caballero... estos ojitos son para algo mas que algo bonito en mi cara... sé elegir a mis enemigos... no tengo el poder para derrotarte en combate como otros demonios a los que seguramente te habrás enfrentado... y aunque lo tuviera... solo provocaría la ira de tu orden e irían a por mi... o la propia guardia... ya estoy acabada... así que si vas a hacerlo... solo te pido que seas rápido...- Dijo para terminar mientras aquellos ojos de serpiente miraban ahora al elfo como a su verdugo.

Al'theas se limito a mirarla sin pronunciar palabra, hasta que el sonido de su espada siendo desenvainada ante ella petrifico la mirada de la diablesa y sus ojos se cerraron en cuanto sintió la fría hoja posarse sobre su cuello, sus labios negros como el carbón dejaban escapar el aire de su pulso acelerado, y su pecho subía y bajaba claramente aterrada, pero orgullosa como para admitirlo o suplicar. Al'theas podía acabar con ella ahora mismo sin apenas ningún esfuerzo, solo bastaría un simple movimiento de su hoja para provocar una herida mortal. Al'theas cerro los ojos, dándose unos instantes mientras escuchaba la acelerada respiración de aquella hermosa criatura...

Y acto seguido, separo su hoja de su cuello, envaino, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta mientras los ojos de la súcubo se abrían llenos de confusión -...¿Que sucede... caballero?...-

El elfo se detuvo antes de abrir la puerta -No todos los seres con cuernos tienen que ser monstruos necesariamente... pero te sugeriría que abandonaras la ciudad y no te metieras en mas líos... pero algo me dice que no me harás caso-

-mmmmmm... que tierno... ¿te preocupas por mi?...- Dijo mientras apoyaba sus pechos en el borde de la tina -Entonces... ¿no te quedas a protegerme... caballero?...- Termino diciéndole al elfo con una picara sonrisa.

-Algo me dice que si no me voy... no lo haré nunca...- Dijo con una sonrisa de ironía.

-Caballero...- Dijo antes de que el elfo cruzara la puerta -Dile... a tu cliente... que le perdono su ataque de celos... puede que se sienta humillado cuando lo sepa... y a mi me basta con eso-

Al'theas asintió ante esa "malvada" petición y finalmente se marcho de esa casa dejando atrás el olor a incienso. No tardo demasiado en volver a la taberna, donde ahí seguía aquel hombre que le había encargado el trabajo, se sentó a su lado y le dejo caer la bolsa de aeros que le había dado.

-¿Que?... ¿que significa esto?...- Dijo claramente confundido.

Al'theas se fijo en el rostro de aquel hombre, tenia las mejillas llenas de lagrimas, aparentemente había estado llorando probablemente desde que se sentó en la barra, y finalmente decidió contestarle -Te ha perdonado... pero sugiero que te olvides de ella por tu propio bien...es una mujer libre como un pájaro y... no puedes ser tan hipócrita diciéndole que la amas... y luego...-

-¿Ella... esta?...- Interrumpió al elfo.

-Ella esta bien... por eso te he devuelto el dinero... y ahora si me disculpas... voy con retraso...- Termino de decir dejando atrás a aquel hombre que ahora parecía arrepentido de los actos que al final no se llevaron a cabo.

A la mañana siguiente, Al'theas ya hacia mucho que se había marchado de la ciudad. Aquella súcubo con apariencia humana despertó temprano, abriendo la puerta de su hogar como cada mañana y se percato de que había algo en uno de los bancos que adornaban su entrada... era una corona de gardenias blancas que alguien había dejado allí intencionadamente... "¿De quien podrán ser...?" se preguntaba mientras se la colocaba delicadamente en la cabeza, dándose el gusto de sentirse pura aunque solo fuese unos breves instantes.


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Mensaje  Ircan Sáb Feb 10 2018, 00:36

Pude escuchar una voz familiar a mi espalda, no tarde en reconocerla. Antes de darme la vuelta ya sabia que se trataba de la dragona.

-¿Novieta? ¿yo?- me giré y le devolví la sonrisa a la mujer. -No creo tener esa suerte con el sector femenino. -solté una rísita. -Aunque eso de limpiar las cargas... si que suena interesante.

Fui consciente de que el movimiento de la gente por las calles había aumentado. Parejas de hombres se dirigían juntos hacía un mismo destino, mientras que otros, en grupos o separados se dirigían hacía otro, a una especie de explanada con algún tipo raro de espantapájaros.

-Aunque ahora mismo estoy algo perdido.- me mordí el labio algo nervioso y miré a Astrid. - No se muy bien que hay que hacer a continuación.- señalé hacia la explanada. -¿Por qué han montado esos espantapájaros?

En ese momento pasó por al lado nuestra una pareja cogida de la mano y haciéndose unas cuantas y visibles carentoñas. Miré a Astrid de arriba a bajo confuso.

-¿Tenemos que hacer eso nosotros también? - le miré las manos algo indeciso.

Si lo sé, el mundo femenino se me daba de pena.

Por desgracia, o para diversión de los dioses, una de las muchas parejas que ascendía por la calle, me empujó, de forma y manera, que acabé precipitándome inesperadamente sobre Astrid, quedando mi rostro muy cerca del suyo.
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Mensaje  Tenzin Fang Leiden Sáb Feb 10 2018, 20:26

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La luz de la renovación
————————————

Para cualquier individuo de orejas largas y picudas, manos infundidas con el don de dar salud a los seres vivientes, y el título de "elfo" colgando en su espalda, aquella época era muy valiosa y especial. El Festival de la Renovación tenía un significado mágico, sagrado y espiritual en nuestras culturas y tradiciones, pues solo gozábamos de esa única noche para unirnos en la purificación de nuestras almas y espíritus, trayendo fertilidad y pureza a nuestras esposas e hijos. La noche del Imbolc finalmente había llegado y yo había logrado encontrar un lugar especial en las afueras de la ciudad, donde podría mostrar mis acciones de gracias a cada uno de mis dioses de una forma única, realizada por los ancestrales miembros de mi clan hace muchísimos siglos atrás. Celebraría aquella noche en nombre de mis antepasados con un tributo en forma de obra, con la compañía de aquellos que decidieran unirse a mi danza junto a las llamas de la creación.

Comencé los preparativos de la construcción a tempranas horas de la mañana, mucho antes de que el alba se asomara por mi ventana y fuera su luz la que trajera mi despertar. Me cubrí con la vestiduras que acostumbrábamos a llevar para la realización de este ritual: sin calzado que me impidiera sentir la tierra entre mis dedos, llevaba un pantalón largo de color plomo, torso desnudo y rostro adornado con diferentes dibujos tribales, mientras mis ojos eran cubiertos por un fino antifaz de madera y plumas construido en honor al dios Anar, todo el atuendo formando parte de aquella obra tan simbólica que quería representar en mi monumento.

Me acerqué al lugar: una extraña especie de hoyo en el suelo de baja profundidad, como si un gigante hubiera pisado la tierra y dejado aquel desnivel en el camino. Cubrí la superficie con diferentes ramas y arbustos; de colores similares al verde pasto que crecía en el camino, de modo que pudiera mantenerlo oculto durante la noche anterior y asegurar el lugar para el ritual. Retiré la capa de hojas y descendí de un salto con una sonrisa en el rostro, pues era hora de ponerse manos a la obra.

♬                ♬                ♬                ♬                ♬                ♬                ♬                ♬                ♬

Podía escuchar sus voces, aquellas que les pertenecían a los múltiples individuos que pasaban por el lugar y notaban la peculiaridad de aquel agujero; les llamaba aquel místico circulo de antorchas encendidas que había colocado al caer la noche alrededor de la superficie del desnivel, para llamar así la atención de los transeúntes, pero aun así seguía concentrado en terminar mi trabajo. Me alegraba ante sus comentarios, pues todos indicaban que había logrado plasmar correctamente el dibujo de mi mente en aquella obra, "¡Wow! ¿Qué está haciendo ese hombre?", "¿Ves eso bajo sus pies? ¡Es un dibujo!", "¡Increíble! ¡Vamos a ver de cerca!".

Aquellos que se acercaban podían percatarse de la verdadera naturaleza de aquel monumento, aquella que desde la vista aérea no podían percibir. Encerrado en un marco de hermosas velas marcadas con runas que soltaban una agradable fragancia, vigilado por los ojos de una escultura femenina de protuberante vientre que sostenía una cruz de madera en su mano derecha, el hermoso dibujo de un paisaje se hallaba ante los ojos de los espectadores. La obra no estaba hecha con la clásica pintura, estaba compuesta por elementos naturales que había recolectado.

Toda la obra había sido realizada sobre un grupo de mantos del color del cielo, los cuales extendí como un lienzo en blanco, de igual modo que el dios Eru, el único, cuando sus manos tallaron nuestro firmamento con cortinas de viento y esponjosas nubes. Cogí un poco de barro entre mis dedos para pintar el terreno, colocando un grupo de pequeñas ramas y hojas de un puro color amarillo; como el bondadoso corazón de la diosa Imbar, que formaban bellos árboles en el dibujo. Mis pies resbalaban entre el fango mientras extendía un segundo manto de un brillante color azul celeste, representando el cristalino reflejo del agua del lago, aquel creado por las lágrimas de nuestra dulce diosa Nís. Finalmente, construí con varias ramas grandes una cerca de madera, representando la firmeza, fertilidad y sabiduría de nuestros guías: marido y mujer, el gran dios Hoeth y su esposa, la diosa Isha.
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Di un par de pasos hacia atrás, retrocediendo para conseguir una mejor visión del resultado del fruto de mis manos en aquel monumento; basado en cada segmento de la creación de los dioses élficos. No pude contener los impulsos de sonreír al sentir el gozo de mi alma, pues la obra estaba finalizada. Escuché pisadas a mis espaldas, girándome para encontrarme con un grupo de ciudadanos enmascarados que, guiados por la emoción de su curiosidad e intriga, venían a observar aquella obra en la que tanto me había esforzado esta noche. Ellos se detuvieron abruptamente, al ver que me había percatado de su presencia; temiendo causar mi cólera, más yo me limité a sonreírles e invitarles a observar sin ningún compromiso, haciéndome a un lado mientras les indicaba con mis manos que no dudaran ni un segundo en acercarse a mirar, después de todo, para eso había hecho aquel monumento; para que todos pudieran admirar la creación de mis dioses.

Se adentraron con timidez, cuidando sus pasos para evitar profanar el espiritual ambiente que se había creado alrededor de la obra. Algunos acariciaban suavemente los materiales del dibujo del suelo, otros se deleitaban con el aroma desprendido por las runas en las velas que formaban un círculo alrededor del monumento, los últimos admiraban el pronunciado vientre de la figura de aquella dama y rezaban en silencio ante la cruz de su mano.

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Fue entonces cuando pude escuchar un susurrar en mi oído, una especie de melodía que empezaba a llenar mi espíritu con una alegre sensación. Miré por un segundo a los ciudadanos que llegaban a observar, siguiendo mis impulsos y tomando uno de los instrumentos que ahora llevaba conmigo a todos lados. Un simple retumbar del timbal bastó para llamar la atención de los presentes, quienes, expectantes y curiosos; envueltos por una sensación similar a la que yo experimentaba, dirigieron sus miradas hacía mí. Volví a golpear aquel parche, una y otra vez, creando entre pausas un compás que no tardó en inspirarles a seguir la frecuencia con sus palmas. Era extraño, ¿de dónde venía esta inspiración? Los otros instrumentos aún yacían en el suelo inertes, pero yo podía escucharles como si alguien estuviera tocándoles. ¿Acaso... era una melodía inspirada por los dioses?

No lo entendía, solo podía dejarme llevar por la magia de aquella sinfonía. Le entregué el timbal a un hombre con mascara de buey, alegrándome al escucharle continuar con el mismo compás que yo anteriormente había propuesto. Recogí entonces el violín del suelo, deteniéndome junto a una joven con mascara de conejo. No tardé en recrear las notas que escuchaba desde lo profundo de mi alma, acompañando perfectamente el grave sonido del timbal con una grácil combinación de notas. Terminando el violín en manos de la jovencita, esta no tardó en seguir las instrucciones que le había brindado. Fui a por el laud, pero me encontré una grata sorpresa al ver que, un hombre de edad avanzada y mascara de zorro, ya le tenía en manos añadiendo un conjunto de notas que encajaban perfectas en la melodía. ¿Sabían estos individuos tocar aquellos instrumentos? Quizás sí, quizás no, quizás solo se hallaban inspirados por los dioses al igual que yo.

Entonces me detuve ante una dama con mascara de durón, justo antes de ofrecerle mi mano como una invitación para bailar ante el monumento de la creación. Presa de aquella melodía, o quizás motivada por las palmas de la multitud, la dama aceptó y me acompañó hasta el centro del monumento. Guiados por la sinfonía, juntos comenzamos a bailar con nuestros corazones en honor a nuestros dioses, siendo acompañados por el resto de los presentes que, movidos por el sentimiento de su corazón, empezaron a seguir nuestros pasos.

El sonido de nuestras palmas y los pasos de nuestras danzas comenzaron a sincronizarse, en pocos segundos, ya nos hallábamos danzando como un solo individuo. No podía evitar sentirme lleno de dicha y gozo, pues ese era el objetivo que buscaba alcanzar con la construcción de aquella obra: lograr unirnos como un solo ser para rendir tributo a los dioses. Ahora, representando con nuestra danza la unión de los seres vivos, cada elemento del monumento estaba preparado para cumplir su papel, solo quedaba esperar que la luz de Isil, diosa de la luna, coronara el cielo nocturno con su grandeza.

Nuestra danza y alegría no se detendría hasta ese momento, tomé entonces una de las antorchas y observé a mis compañeros imitar mis acciones. Iluminados por la bendición de la diosa, quemamos aquel dibujo en el clímax de la canción, dándole vida a la obra de la creación con el fuego de Anar, dios del sol y la guerra. Mientras observaba a las llamas consumir cada elemento del monumento, me tomé un tiempo para rezar por la fertilidad y limpieza de mi alma, el momento de ser purificado había llegado y todos decidimos guardar silencio. La obra se transformó en una inmensa hoguera, donde, tras emitir un grito de alegría y libertad, procedimos a continuar la celebración. Con un espíritu renovado, aquella noche seguiríamos danzando y celebrando, hasta que nuestros pies no pudieran continuar y el aliento de nuestros pulmones faltara. La luz de la renovación nos iluminaba, mientras los dioses, con nuestro tributo, se deleitaban.
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Mensaje  Sigel Dom Feb 11 2018, 18:16



Imbolc, festival de la Renovación




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Ocho días después de que Marvilin Meyi bañara a su lemobrina en las aguas renovadoras del Imbolc, el animal dio a luz a ochos sanos y fuertes cachorros. Meyi no era una persona que se caracterizaba por su honra a los Dioses, todo lo contrario; se burlaba de aquello que se consideraba sagrado. El hecho de bañar a una perra en lugar de una doncella, por ejemplo, era una de sus sátiras. No era un meapilas, pero sí un cazador agradecido. Los Dioses cumplieron su parte del trato: le dieron una camada de brinos fuertes; Meyi, en agradecimiento, les puso a los cachorros los nombres de los dioses (tanto humanos como élficos).

Una vez hubo terminado el ritual de renovación, Simphony Shappire realizó su propio ritual. Éste era una blasfemia, un insulto hacia los Dioses y hacia aquellos que creían en ellos. Tomó el libro de nigromancia que le robó a su padre (quien un día fue discípulo del Hombre Muerto) y convocó a los cadáveres de pájaros dueños de los huesos que ella, previamente, había colocado como adorno en los laterales de los caminos. Mientras la ciudad dormía, la payasa estuvo haciendo bailar a los esqueletos de los pájaros. Era divertido, pero, sobre todo, era cruel y blasfemo.

Sonagashira no sabía dónde ir después del baño. Las otras personas tenían casas donde ir y camas donde dormir. Ella no tenía nada. Estaba sola. Asomó su cabeza por encima de la tina. Buscó a sus amigas. –Dily, Viny, Riny… ¿Dónde estáis?- Ninguna contestó. Sonagashira se cruzó de brazos y se quedó dormida en la tina. Al día siguiente, unos aldeanos la encontraron; pensaron que era un hada que los Dioses élficos habían invocado para hacer cumplir los deseos de los humanos.

_____________________

Recompensas:
* +5 ptos de experiencia
* 50 aeros

* Todos los participantes recibís un Estatuilla de Brigid Sigel
Estatuilla Sigel:
* Las personas que habéis hecho trama sois: Ircan, Matthew Owens y Eyre. Vosotros recibís, adicionalmente: pastillas de jabón Imbolc
Jabón Imbolc:


Sigel
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