Función de Carrera [Desafío]
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Función de Carrera [Desafío]
Valeska cargaba un fardo de heno en su hombro, se dirigía al establo, a dar de comer a los vlashogs del norte, cuando encontró al cibernético exmensajero perdido. Le saludó alegremente con la mano. La venida de Adie a Dundarak era motivo de celebración; las noticias, ya fueran buenas o malas, siempre eran bien recibidas. Los dragones apreciaban mucho a Adie y pareciese que el sentimiento era mutuo. El cibernético se quedaba fascinado por las “funciones” que las funciones especiales que los dragones realizaban: volar, magia elemental, convertirse en lagartos gigantes… Todo un espectáculo.
-Hola Adie- insistió Valeska.
Adie, cibernético roto y sin funciones, no respondió. La dragona se quedó atónita, por poco se le cayó el fardo de heno del hombro. ¿Sería verdad que….? Pensó que solo era un rumor, un cuento para hacer llorar a los niños. ¿Entonces… Adie estaba ROTO? Valeska se terminó de convencer al ver que los labios del cibernético dibujan una línea indiferente. ¿Dónde estaba la sonrisa con la que acostumbraba a tratar a todas las personas? ¿Y el saco de cartas? ¿Y sus funciones?
Cabizbaja, fue al establo. De normal, el olor a paja fresca le relejaba y el trabajo con los animales le relajaba. Le recordaba a su niñez, cuando su padre todavía vivía. Ahora, no funcionaba. Estaba preocupada por lo que le había pasado Adie.
Negó varias veces con la cabeza. Pensó que, una vez empezase el trabajo, se le pasaría. Tomó montones de paja del fardo que había traído y los repartió entre sus animales: Cinco caballos, dos burros y siete vlashogs del norte. Limpió las heces, cambió el agua de los beberos y siguió pensando en Adie.
-¿Qué crees que le habrá pasado?- le dijo a Nieve, un vlashog completamente blanco, su mejor montura -¿Estará bien?- el animal relinchó - Yo también estoy asustada. Tengo una idea. Vamos a ir a verle. ¿Sí?- decía a medida que iba ataba la silla de montar a Nieve - Nos aseguraremos que éste bien-.
No se preocupó por cerrar la puerta del establo ni por revisar que había puesto el pestillo a los cuartos de los animales; no había tiempo para ello. Montada en Nieve, Valeska fue a buscar a Adie. Otro dragón, se habría transformado en su forma bestial para buscar al cibernético desde las alturas. Sin embargo, Valeska, quien desde pequeña había estado rodeada de caballos y vlashogs, iba más rápido cabalgando que volando.
Encontró a Adie, cibernético roto y sin funciones, sentado en la nieve. Tenía la mirada perdida y, de nuevo, la línea indiferente de sus labios causó un escalofrío en Valeska.
La jineta hizo que Nieve se encabritase delante del cibernético, quería provocar una sonrisa en él. Le saludó con la mano, como antes y había hecho, y le llamó por su nombre:
-¿Qué buenas nos traes Adie?-
No hubo respuesta.
-¿Adie?-
Nada.
Valeska se acercó al cibernético. Nieve le lamió la cabeza. Adie no protestó.
-¿Quién te ha hecho esto? Dímelo, por favor. Juro que se lo haré pagar-.
Adie levantó, muy lentamente, el brazo derecha. Valeska abrió los ojos sorprendida. ¿Le iba a decir algo? ¡Vamos, Adie! Miró hacia el lugar donde el cibernético apuntaba. A varios metros de distancia, caballos y vlashogs corrían en manada. Valeska reconoció a los animales, los reconocería en cualquier parte; eran los suyos, habían escapado.
-¡Maldición! Espérame aquí, tengo trabajo que hacer- desató de su cinturón un látigo - Estaría bien que me ayudases, pero sé que no lo vas a hacer- sonrió irónicamente.
* Bienvenido corredor: Ya has leído el motivo de esta saga de desafíos. Debemos enseñar a Adie sus funciones perdidas. En este desafío, nos encargaremos de las funciones de carrera. Pero, no nos adelantemos a los acontecimientos.
Valeska conoce a Adie y está preocupada por lo que le ha pasado. Intenta, inútilmente, hacerle reaccionar. Mientras, los animales de su establo se han escapado. En este primer turno, deberás ganarte la confianza de Valeska y recuperar sus animales escapados.
Para hacer más interesante el juego, Adie no puede hablar. Carece de TODAS las funciones.
Extra: Estoy reformando “todo” el bestiario con el nuevo código con tal de hacerlo más formal. Todo lo que aportes, siempre que sea lógico, que hagas durante el post (aspecto, comportamiento…) para los vlashogs del norte se añadirá en la nueva edición. Te agradecería, si es que tienes tiempo, que hicieras tú la edición. Por supuesto, todo esto no es obligado, no entrará dentro de la valoración del desafío. Solo que, si disfrutas del bestiario tanto como yo, aquí tienes una oportunidad para jugar.
* Información importante:
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-Hola Adie- insistió Valeska.
Adie, cibernético roto y sin funciones, no respondió. La dragona se quedó atónita, por poco se le cayó el fardo de heno del hombro. ¿Sería verdad que….? Pensó que solo era un rumor, un cuento para hacer llorar a los niños. ¿Entonces… Adie estaba ROTO? Valeska se terminó de convencer al ver que los labios del cibernético dibujan una línea indiferente. ¿Dónde estaba la sonrisa con la que acostumbraba a tratar a todas las personas? ¿Y el saco de cartas? ¿Y sus funciones?
Cabizbaja, fue al establo. De normal, el olor a paja fresca le relejaba y el trabajo con los animales le relajaba. Le recordaba a su niñez, cuando su padre todavía vivía. Ahora, no funcionaba. Estaba preocupada por lo que le había pasado Adie.
Negó varias veces con la cabeza. Pensó que, una vez empezase el trabajo, se le pasaría. Tomó montones de paja del fardo que había traído y los repartió entre sus animales: Cinco caballos, dos burros y siete vlashogs del norte. Limpió las heces, cambió el agua de los beberos y siguió pensando en Adie.
-¿Qué crees que le habrá pasado?- le dijo a Nieve, un vlashog completamente blanco, su mejor montura -¿Estará bien?- el animal relinchó - Yo también estoy asustada. Tengo una idea. Vamos a ir a verle. ¿Sí?- decía a medida que iba ataba la silla de montar a Nieve - Nos aseguraremos que éste bien-.
No se preocupó por cerrar la puerta del establo ni por revisar que había puesto el pestillo a los cuartos de los animales; no había tiempo para ello. Montada en Nieve, Valeska fue a buscar a Adie. Otro dragón, se habría transformado en su forma bestial para buscar al cibernético desde las alturas. Sin embargo, Valeska, quien desde pequeña había estado rodeada de caballos y vlashogs, iba más rápido cabalgando que volando.
Encontró a Adie, cibernético roto y sin funciones, sentado en la nieve. Tenía la mirada perdida y, de nuevo, la línea indiferente de sus labios causó un escalofrío en Valeska.
La jineta hizo que Nieve se encabritase delante del cibernético, quería provocar una sonrisa en él. Le saludó con la mano, como antes y había hecho, y le llamó por su nombre:
-¿Qué buenas nos traes Adie?-
No hubo respuesta.
-¿Adie?-
Nada.
Valeska se acercó al cibernético. Nieve le lamió la cabeza. Adie no protestó.
-¿Quién te ha hecho esto? Dímelo, por favor. Juro que se lo haré pagar-.
Adie levantó, muy lentamente, el brazo derecha. Valeska abrió los ojos sorprendida. ¿Le iba a decir algo? ¡Vamos, Adie! Miró hacia el lugar donde el cibernético apuntaba. A varios metros de distancia, caballos y vlashogs corrían en manada. Valeska reconoció a los animales, los reconocería en cualquier parte; eran los suyos, habían escapado.
-¡Maldición! Espérame aquí, tengo trabajo que hacer- desató de su cinturón un látigo - Estaría bien que me ayudases, pero sé que no lo vas a hacer- sonrió irónicamente.
- Valeska:
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* Bienvenido corredor: Ya has leído el motivo de esta saga de desafíos. Debemos enseñar a Adie sus funciones perdidas. En este desafío, nos encargaremos de las funciones de carrera. Pero, no nos adelantemos a los acontecimientos.
Valeska conoce a Adie y está preocupada por lo que le ha pasado. Intenta, inútilmente, hacerle reaccionar. Mientras, los animales de su establo se han escapado. En este primer turno, deberás ganarte la confianza de Valeska y recuperar sus animales escapados.
Para hacer más interesante el juego, Adie no puede hablar. Carece de TODAS las funciones.
Extra: Estoy reformando “todo” el bestiario con el nuevo código con tal de hacerlo más formal. Todo lo que aportes, siempre que sea lógico, que hagas durante el post (aspecto, comportamiento…) para los vlashogs del norte se añadirá en la nueva edición. Te agradecería, si es que tienes tiempo, que hicieras tú la edición. Por supuesto, todo esto no es obligado, no entrará dentro de la valoración del desafío. Solo que, si disfrutas del bestiario tanto como yo, aquí tienes una oportunidad para jugar.
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Re: Función de Carrera [Desafío]
Hay auténticos tesoros escondidos bajo las nieves del helado norte, si es que sabes qué buscar y dónde hacerlo claro. Con los conocimientos adecuados puedes, por ejemplo, llegar a intuir que junto a cierto tipo de árboles y bajo una gruesa capa de nieve virgen se esconde una nada despreciable cantidad de Barrimorth; una planta que, si bien por sí misma y en el norte no es muy valiosa, en el sur si puede llegar a serlo.
En el norte crece todo el año, en el sur solo en invierno y solo en los bosques. En el norte solo sirve para preparar pociones y ungüentos curativos, en el sur contra los mosquitos, tanto para tratar sus picaduras como para evitarlas. Níniel sabía todo eso y más, por eso pensaba aprovechar sus constantes visitas al norte para proveerse de la mayor cantidad de ingredientes posible, pudiendo hacer así pociones mejores a mejor precio para vender en el sur...O como decía Catherine, para aumentar el margen de beneficios.
-Este ejemplar es perfecto...Gracias a la nieve sus semillas están intactas y el repelente será especialmente eficaz. Ya tengo ganas de comprobar los resultados.- Expresó Níniel mientras recolectaba con cuidado aquella planta que acababa de desenterrar, colocando las semillas en unos pequeños tubos que su compañera y ayudante guardaba en las bolsas de Trickster.
-Más dinero para nosotras, y también renombre. Todos los humanos querrán nuestro repelente cuando llegue la temporada de mosquitos...Una pena que no sirva contra vampiros, entonces sí seríamos ricas.- Respondió Catherine comenzando a imaginarse ya nadando en oro y lanzando puñados llenos de monedas al aire. Níniel podía incluso imaginarse la escena solo por el brillo de sus ojos y el modo en el que movía su hocico de un lado a otro.
-No te olvides de la gente sin recursos. Ellos también necesitan curas y repelentes. De hecho sus barrios...- Comenzó a recordarle la peliblanca. Y es que a ella, si bien necesitaba dinero como todo el mundo, la movía más el hecho de ayudar que el de amasar grandes fortunas.
-Sí, sí, ya lo sé. Hasta hace solo unos meses vivía en esos barrios. Pero a esos ricachones de alta ciudad les cobraremos el doble. Esta gatita quiere juguetes nuevos.- Aclaró sonriendo ampliamente y de forma encantadora. -He oído que Thomas el sastre hace maravillas con las telas acolchadas y...- La pelirroja dejó su frase sin terminar y se echó hacia atrás la capucha de su capa, comenzando a mover las orejas dejando a la elfa expectante. Había escuchado algo y trataba de averiguar qué era y de dónde venía. -Un caballo...No, son más y vienen rápido.- Dijo una vez lo tuvo claro.
-Tras los árboles.- Instó la joven acercándose hasta su fiel upelero blanco y llevándolo cogido por las riendas también hasta detrás de los árboles, donde no podrían ser vistos desde el camino. La elfa esperaba que aquel grupo de jinetes que se aproximaba tuviera tanta prisa como para no fijarse en sus huellas en la nieve, pues solo hubo tiempo de borrar unas pocas. Y es que había razones para ser precavidas, desde la epidemia los caminos del norte ya no eran tan seguros como antes. Los grupos de asaltacaminos habían proliferado y el frío y las tormentas ya no eran lo único de suponía un problema. Era mejor no correr riesgos.
-Ya casi están...-Advirtió Catherine agachándose aún más, y Níniel no dudó en hacer lo mismo, observando tras los árboles, arbustos y montañas de nieve el momento en el que aquel grupo pasó por delante de ellas. Contó dos caballos y, para su sorpresa, a un vlashog detrás de ellos cerrando el grupo. Ninguno estaba ensillado ni llevaba jinete o amazona sobre sus lomos, pero todos ellos tenían aspecto de estar muy bien cuidados, estaba claro que no era una manada salvaje ni nada por el estilo, eran animales de establo y no debía de hacer mucho que corrían libres.
-Parece que alguien de unos establos cercanos va a tener un disgusto.-Dijo la joven elfa una vez los animales pasaron al trote delante de ellos. -Ese grupo de animales debe de sumar una buena cantidad de monedas. Que raro que no haya nadie detrás de ellos.-
-Sí que deben de valer un buen dinero...¡Vamos tras ellos Nín! Quién se lo encuentra se lo queda. O como poco quien los haya perdido nos agradecerá la ayuda con una buena recompensa.-Espetó la pelirroja comenzando a correr hasta el camino. Y desde el camino, directa tras los animales gracias a su gran destreza. -¡Rápido! Se están alejando.-
-Espérame...¿No pensarás atraparlos corriendo?- Fue todo cuanto pudo decir la joven antes de perder la vista a la felina, teniendo que montar en Trickster a toda velocidad e instándolo a seguirla, viendo, ya de vuelta al camino, como la rápida mujer-gato había logrado recortar distancias con uno de los caballos, el cual en esos momentos iba el último. Casi parecía un depredador felino en carrera tras su presa, aunque no le interesara su carne, solo el dinero que obtendría por ella. -Vamos a ayudarla Trickster, más rápido.- Pidió entonces a su montura, comenzando a concentrarse conforme se acercaban.
En primer lugar bendijo a su compañera y a sí misma con un incremento de sus capacidades cognitivas mediante la magia. La rapidez en sí no lo era todo, iban a necesitar ser rápidas de pensamiento también. Con aquella bendición activa lo siguiente sería aumentar su velocidad, y qué mejor manera de hacerlo que ralentizando al mismo tiempo a sus perseguidos. Para ello activó los beneficios de la furia de Anar y a continuación usó su Aspir contra los tres animales, los cuales comenzaron a ir más despacio a la vez que Catherine aceleraba, no tardando en alcanzar a los animales, asustándoles una vez logró adelantarlos y haciendo que frenaran y trataran de dar media vuelta, donde Níniel y Trickster les cortaban el paso.
-Tranquilos...tranquilos, sshhh, ya pasó...- Trató de tranquilizarlos la joven con su melodiosa voz. Si fuesen animales salvajes aquello sin duda sería mucho más complicado, pero eran animales de establo. Estaban mucho más acostumbrados a las personas, a ser guiados y a obedecer. Gracias a ello no tardó en lograr que se calmaran y se quedaran quietos, juntos los unos con los otros. -Así, muy bien. Sois muy buenos, os daré un premio que os gustará.- Siguió diciendo de manera suave. Bajándose del caballo y sacando de sus alforjas una larga cuerda con la que comenzó a atar a los caballos entre sí. -Muy bien...Y ahora tú amiguita.- Dijo dirigiéndose hacia la vlashog. Su experiencia con aquellos animales era prácticamente nula, teoría y poco más.
Resultó ser muy dócil, de hecho parecía disfrutar de las caricias de la elfa, respondiendo a ellas golpeando el suelo rápidamente con una de sus patas y estirando su cuello, suave y calentito. No obstante la idea de la cuerda no le hizo mucha gracia, pues movía la cabeza para evitar que Níniel se la colocara, comenzando de ese modo una especie de juego en el que la peliblanca siempre perdía. -Oh Vamos...¿No quieres volver a casa? Déja que te ate...- Le pedía sin resultados. Tendría que probar con otra cosa. -Ya sé...He leído sobre vosotros que coméis mucho. ¿Qué te parece esta manzana?- Dijo sacando de las bolsas de su propia montura una manzana y enseñándosela, girándola para que la viera bien y atraer toda su atención, distrayendo al vlashog para lograr por fin anudar la cuerda a su cuello. -Ya está...Buena chica.- La premió dándole por fin la manzana, así como una para cada uno de los demás animales incluido Trickster. -Bien hecho grandullón.-Le felicitó, y el upelero blanco ululó de satisfacción.
-Tienes buena mano con los animales, Nín. Ahora solo tenemos que averiguar de dónde han salido...- Sugirió la pelirroja acercándose. Dándole un par de palmadas a los cuartos traseros de uno de los caballos.
- Y a mi se me olvida lo rápido que puedes correr, Cath. Seguramente si seguimos el camino un trecho más lo averiguaremos. Mira su pelaje, no llevan mucho a la intemperie.- Fue la respuesta de la elfa mientras ataba uno de los extremos de la cuerda a la silla de Trickster. -Vamos.-
De ese modo, elfa, gata y todos aquellos animales comenzaron a avanzar por el camino. Quién les iba a decir que en aquella salida en busca de ingredientes iban a acabar además recolectando animales. Muchas veces parecía que los dioses tenían un gran sentido del humor.
Unos pocos minutos después el grupo llegaba hasta los establos y, teniendo en cuenta el panorama que allí encontraron, parecía que habían dado con el lugar exacto.
En el recinto había un par de vlashogs correteando de un lado a otro con una mujer y su látigo detrás. También había un caballo pastando tan tranquilamente no muy lejos de allí, ajeno a las carreras cercanas. Con su vista de elfa Níniel pudo ver que aquella mujer ya había logrado meter a algunos animales de los que se le habían escapado...o quizá aquellos en su rediles nunca lo hicieron. Sobre la nieve, sentado sin moverse, había un tipo metálico y grande que a Níniel le resultaba conocido, aunque no fue hasta que el grupo entró dentro del espacio vallado de los establos que pudo reconocerle. Era aquel extraño bio mensajero que una vez le entregara una carta. ¿Vivía allí? Si era así menudo paseo se había dado para entregarle aquella misiva. Los bios era una raza de lo más extraña...y toda aquella magia que los humanos de la tierra llamaban tecnología mucho más. Anda que no se había Níniel metido en líos por su culpa.
-Eh, usted...la del látigo. ¿Son suyos estos animales?- Llamó Catherine la atención de la mujer con látigo. -Los encontramos en el camino. Menuda tiene montada aquí...¿Y quien rayos es el señor de la armadura? Parece que haya sobrevivido a un incendio o algo...- Continuó diciendo, bajando la voz para expresar aquella última frase para que solo Níniel la escuchara.
-Podemos ayudarla con el resto si quiere. Juntas seguro que lo hacemos enseguida.- Se ofreció la elfa, que en esos momentos también sentía la velocidad de tres monturas recorriendo su cuerpo.
-Se te ha olvidado decir que por un precio...como siempre. Eres demasiado buena, elfa pechugona.-Se quejó su amiga, volviendo a mirar a aquel extraño bio.
En el norte crece todo el año, en el sur solo en invierno y solo en los bosques. En el norte solo sirve para preparar pociones y ungüentos curativos, en el sur contra los mosquitos, tanto para tratar sus picaduras como para evitarlas. Níniel sabía todo eso y más, por eso pensaba aprovechar sus constantes visitas al norte para proveerse de la mayor cantidad de ingredientes posible, pudiendo hacer así pociones mejores a mejor precio para vender en el sur...O como decía Catherine, para aumentar el margen de beneficios.
-Este ejemplar es perfecto...Gracias a la nieve sus semillas están intactas y el repelente será especialmente eficaz. Ya tengo ganas de comprobar los resultados.- Expresó Níniel mientras recolectaba con cuidado aquella planta que acababa de desenterrar, colocando las semillas en unos pequeños tubos que su compañera y ayudante guardaba en las bolsas de Trickster.
-Más dinero para nosotras, y también renombre. Todos los humanos querrán nuestro repelente cuando llegue la temporada de mosquitos...Una pena que no sirva contra vampiros, entonces sí seríamos ricas.- Respondió Catherine comenzando a imaginarse ya nadando en oro y lanzando puñados llenos de monedas al aire. Níniel podía incluso imaginarse la escena solo por el brillo de sus ojos y el modo en el que movía su hocico de un lado a otro.
-No te olvides de la gente sin recursos. Ellos también necesitan curas y repelentes. De hecho sus barrios...- Comenzó a recordarle la peliblanca. Y es que a ella, si bien necesitaba dinero como todo el mundo, la movía más el hecho de ayudar que el de amasar grandes fortunas.
-Sí, sí, ya lo sé. Hasta hace solo unos meses vivía en esos barrios. Pero a esos ricachones de alta ciudad les cobraremos el doble. Esta gatita quiere juguetes nuevos.- Aclaró sonriendo ampliamente y de forma encantadora. -He oído que Thomas el sastre hace maravillas con las telas acolchadas y...- La pelirroja dejó su frase sin terminar y se echó hacia atrás la capucha de su capa, comenzando a mover las orejas dejando a la elfa expectante. Había escuchado algo y trataba de averiguar qué era y de dónde venía. -Un caballo...No, son más y vienen rápido.- Dijo una vez lo tuvo claro.
-Tras los árboles.- Instó la joven acercándose hasta su fiel upelero blanco y llevándolo cogido por las riendas también hasta detrás de los árboles, donde no podrían ser vistos desde el camino. La elfa esperaba que aquel grupo de jinetes que se aproximaba tuviera tanta prisa como para no fijarse en sus huellas en la nieve, pues solo hubo tiempo de borrar unas pocas. Y es que había razones para ser precavidas, desde la epidemia los caminos del norte ya no eran tan seguros como antes. Los grupos de asaltacaminos habían proliferado y el frío y las tormentas ya no eran lo único de suponía un problema. Era mejor no correr riesgos.
-Ya casi están...-Advirtió Catherine agachándose aún más, y Níniel no dudó en hacer lo mismo, observando tras los árboles, arbustos y montañas de nieve el momento en el que aquel grupo pasó por delante de ellas. Contó dos caballos y, para su sorpresa, a un vlashog detrás de ellos cerrando el grupo. Ninguno estaba ensillado ni llevaba jinete o amazona sobre sus lomos, pero todos ellos tenían aspecto de estar muy bien cuidados, estaba claro que no era una manada salvaje ni nada por el estilo, eran animales de establo y no debía de hacer mucho que corrían libres.
-Parece que alguien de unos establos cercanos va a tener un disgusto.-Dijo la joven elfa una vez los animales pasaron al trote delante de ellos. -Ese grupo de animales debe de sumar una buena cantidad de monedas. Que raro que no haya nadie detrás de ellos.-
-Sí que deben de valer un buen dinero...¡Vamos tras ellos Nín! Quién se lo encuentra se lo queda. O como poco quien los haya perdido nos agradecerá la ayuda con una buena recompensa.-Espetó la pelirroja comenzando a correr hasta el camino. Y desde el camino, directa tras los animales gracias a su gran destreza. -¡Rápido! Se están alejando.-
-Espérame...¿No pensarás atraparlos corriendo?- Fue todo cuanto pudo decir la joven antes de perder la vista a la felina, teniendo que montar en Trickster a toda velocidad e instándolo a seguirla, viendo, ya de vuelta al camino, como la rápida mujer-gato había logrado recortar distancias con uno de los caballos, el cual en esos momentos iba el último. Casi parecía un depredador felino en carrera tras su presa, aunque no le interesara su carne, solo el dinero que obtendría por ella. -Vamos a ayudarla Trickster, más rápido.- Pidió entonces a su montura, comenzando a concentrarse conforme se acercaban.
En primer lugar bendijo a su compañera y a sí misma con un incremento de sus capacidades cognitivas mediante la magia. La rapidez en sí no lo era todo, iban a necesitar ser rápidas de pensamiento también. Con aquella bendición activa lo siguiente sería aumentar su velocidad, y qué mejor manera de hacerlo que ralentizando al mismo tiempo a sus perseguidos. Para ello activó los beneficios de la furia de Anar y a continuación usó su Aspir contra los tres animales, los cuales comenzaron a ir más despacio a la vez que Catherine aceleraba, no tardando en alcanzar a los animales, asustándoles una vez logró adelantarlos y haciendo que frenaran y trataran de dar media vuelta, donde Níniel y Trickster les cortaban el paso.
-Tranquilos...tranquilos, sshhh, ya pasó...- Trató de tranquilizarlos la joven con su melodiosa voz. Si fuesen animales salvajes aquello sin duda sería mucho más complicado, pero eran animales de establo. Estaban mucho más acostumbrados a las personas, a ser guiados y a obedecer. Gracias a ello no tardó en lograr que se calmaran y se quedaran quietos, juntos los unos con los otros. -Así, muy bien. Sois muy buenos, os daré un premio que os gustará.- Siguió diciendo de manera suave. Bajándose del caballo y sacando de sus alforjas una larga cuerda con la que comenzó a atar a los caballos entre sí. -Muy bien...Y ahora tú amiguita.- Dijo dirigiéndose hacia la vlashog. Su experiencia con aquellos animales era prácticamente nula, teoría y poco más.
Resultó ser muy dócil, de hecho parecía disfrutar de las caricias de la elfa, respondiendo a ellas golpeando el suelo rápidamente con una de sus patas y estirando su cuello, suave y calentito. No obstante la idea de la cuerda no le hizo mucha gracia, pues movía la cabeza para evitar que Níniel se la colocara, comenzando de ese modo una especie de juego en el que la peliblanca siempre perdía. -Oh Vamos...¿No quieres volver a casa? Déja que te ate...- Le pedía sin resultados. Tendría que probar con otra cosa. -Ya sé...He leído sobre vosotros que coméis mucho. ¿Qué te parece esta manzana?- Dijo sacando de las bolsas de su propia montura una manzana y enseñándosela, girándola para que la viera bien y atraer toda su atención, distrayendo al vlashog para lograr por fin anudar la cuerda a su cuello. -Ya está...Buena chica.- La premió dándole por fin la manzana, así como una para cada uno de los demás animales incluido Trickster. -Bien hecho grandullón.-Le felicitó, y el upelero blanco ululó de satisfacción.
-Tienes buena mano con los animales, Nín. Ahora solo tenemos que averiguar de dónde han salido...- Sugirió la pelirroja acercándose. Dándole un par de palmadas a los cuartos traseros de uno de los caballos.
- Y a mi se me olvida lo rápido que puedes correr, Cath. Seguramente si seguimos el camino un trecho más lo averiguaremos. Mira su pelaje, no llevan mucho a la intemperie.- Fue la respuesta de la elfa mientras ataba uno de los extremos de la cuerda a la silla de Trickster. -Vamos.-
De ese modo, elfa, gata y todos aquellos animales comenzaron a avanzar por el camino. Quién les iba a decir que en aquella salida en busca de ingredientes iban a acabar además recolectando animales. Muchas veces parecía que los dioses tenían un gran sentido del humor.
Unos pocos minutos después el grupo llegaba hasta los establos y, teniendo en cuenta el panorama que allí encontraron, parecía que habían dado con el lugar exacto.
En el recinto había un par de vlashogs correteando de un lado a otro con una mujer y su látigo detrás. También había un caballo pastando tan tranquilamente no muy lejos de allí, ajeno a las carreras cercanas. Con su vista de elfa Níniel pudo ver que aquella mujer ya había logrado meter a algunos animales de los que se le habían escapado...o quizá aquellos en su rediles nunca lo hicieron. Sobre la nieve, sentado sin moverse, había un tipo metálico y grande que a Níniel le resultaba conocido, aunque no fue hasta que el grupo entró dentro del espacio vallado de los establos que pudo reconocerle. Era aquel extraño bio mensajero que una vez le entregara una carta. ¿Vivía allí? Si era así menudo paseo se había dado para entregarle aquella misiva. Los bios era una raza de lo más extraña...y toda aquella magia que los humanos de la tierra llamaban tecnología mucho más. Anda que no se había Níniel metido en líos por su culpa.
-Eh, usted...la del látigo. ¿Son suyos estos animales?- Llamó Catherine la atención de la mujer con látigo. -Los encontramos en el camino. Menuda tiene montada aquí...¿Y quien rayos es el señor de la armadura? Parece que haya sobrevivido a un incendio o algo...- Continuó diciendo, bajando la voz para expresar aquella última frase para que solo Níniel la escuchara.
-Podemos ayudarla con el resto si quiere. Juntas seguro que lo hacemos enseguida.- Se ofreció la elfa, que en esos momentos también sentía la velocidad de tres monturas recorriendo su cuerpo.
-Se te ha olvidado decir que por un precio...como siempre. Eres demasiado buena, elfa pechugona.-Se quejó su amiga, volviendo a mirar a aquel extraño bio.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: Función de Carrera [Desafío]
Valeska se limpió los ojos con la mano que le quedaba libre. ¿De dónde había salido el upelero? En el establo no tenía ninguno; esos animales estaban acostumbrados a los climas cálidos, el frío del norte podría matarlos. ¿Un extranjero de corazón cándido? Se mordió el labio inferior como si estuviera conteniendo un grito (rugido de dragón) de preocupación. Valeska era, como cualquier empresario experimentado, desconfiada. Pensaba que el jinete del upelero sería un bandido que aprovechó la oportunidad para robar a sus animales. En Aerandir no existía la gente amable; con la única excepción de Adie, pero debido a su naturaleza cibernética, dudaba que el exmensajero se pudiera considerar “gente”.
-¡Mis animales!- azoró las riendas de Nieve para que corriese. Quiso transformarse en dragón, pero retiró la idea al darse cuenta que si lo hacía no podría gritar - ¡Devolvédmelos!-
Llegó a las puertas del establo. Golpeó el suelo con un latigazo para descargar su ira. Un grupo de los animales se paró frente a los extranjeros (bandidos). ¿Los estaban amarrando? Le pareció ver a una persona, al jinete del upeleto, atar a las monturas con una cuerda. A su lado, distinguió a un segundo que daba saltos y levantaba las manos como si estuviera acumulando una gran cantidad de monedas llovidas del cielo. Valeska volvió a golpear el suelo con el látigo.
-¡Aquí, traédmelos!-
A medida que el grupo de animales se acercaba, pudo distinguir mejor a los dos extranjeros. El jinete del upelero era una alta elfa y el bandido saltarín una mujer felina. Valeska se cruzó de brazos y los recibió con una sonrisa amarga. Podría haberse equivocado al pensar que las chicas eran unos bandidos, pero no lo hizo cuándo pensó que lo hacían por dinero. La mujer gata se acabó delatando.
-Agradeceré vuestra ayuda. Os daré cobijo y sopa caliente. Pero no aeros. Tengo un negocio que mantener- si la mujer gata no hubiera sido una bocazas, era posible que sí que le hubiera dado una pequeña suma de aeros en recompensa.
Iba a decir algo más, algo acerca de que trabaja sola y necesitaba los aeros para pagar la comida de los animales y la renta del establo, pero vio una sombra gigante a su espalda que le hizo sobresaltarse. ¿Un tercer extranjero? No podía existir nadie tan alto. Él dueño de la enorme sombra era Adie, cibernético ROTO y sin funciones. De alguna manera, había corrido tanto como Nieve y le había seguido hasta la puerta del establo. Valeska se quedó muda mirando el rostro del exmensajero. Si había estado corriendo no lo parecía. Su cuerpo seguía estando rígido, como el de una vara de metal.
-¿Vosotros lo habéis visto? Decidme que no ha sido imaginación mía. ¿Ha corrido hasta aquí? ¿Me ha seguido? Por favor, decidme que sí. Es la reacción que estaba esperando. ¡Puede entendernos! ¡Puede aprender!-
Los animales libres se estaban alejando, no había tiempo para chácharas. Valeska lo explicó tan bien y tan rápido como sus nervios se lo permitieron:
-Una bruja rompió a Adie. Está ROTO. Decían que había perdido todas sus funciones, que deambula por Aerandir sin hacer nada. ¡Pero ha corrido! Me ha seguido hasta el establo. Creo que los rumores se equivocan. Detrás de esos ojos sin vida y de su rostro indiferente, puede entendernos- los caballos y vlashogs libres traspasaron el campo visual de Valeska, ya no los veía - ¡Puede correr! Puede… ¡Oh, por los ancianos dragones!-
No se lo pensó dos veces, saltó de Nieve y se transformó en dragón. La ropa que llevaba quedó hecha jirones a los pies del vlashog albino. La dragona azotó la pared del establo con la cola. Liberó a las otras monturas. Tenía una idea, tenía que probarla. Si Adie había reaccionado al ver a Nieve correr una vez, lo podría hacer una segunda. ¡Y también una tercera! Si no era solo Nieve quien corría delante de él, sino que eran todos los animales de su establo, un upelero guiado por una elfa, una mujer gata y una dragona; todavía había más posibilidades de hacerle reaccionar.
* Níniel Thenidiel Esta misión se vuelve un poco más emocionante. Hay que enseñar a la función de carrera; básicamente es correr, esquivar obstáculos y entender el escenario. Puedes ayudarte de todos los peligros que existen en un campo nevado: rocas escondidas bajo la nieve, árboles que esquivar, nieve que ralentiza la carrera…. Hay mucho con lo que jugar.
Para hacer más interesante el tema, Adie es incapaz de reconocer a nadie. Como dije antes, tampoco habla. Carece de todas sus funciones.
Tú éxito dependerá tanto de lo que hagas onrol como de la runa que obtengas al lanzar la Voluntad de los Dioses. Lo mediré, siendo lo más justa posible, en 50% suerte 50% acciones del usuario.
-¡Mis animales!- azoró las riendas de Nieve para que corriese. Quiso transformarse en dragón, pero retiró la idea al darse cuenta que si lo hacía no podría gritar - ¡Devolvédmelos!-
Llegó a las puertas del establo. Golpeó el suelo con un latigazo para descargar su ira. Un grupo de los animales se paró frente a los extranjeros (bandidos). ¿Los estaban amarrando? Le pareció ver a una persona, al jinete del upeleto, atar a las monturas con una cuerda. A su lado, distinguió a un segundo que daba saltos y levantaba las manos como si estuviera acumulando una gran cantidad de monedas llovidas del cielo. Valeska volvió a golpear el suelo con el látigo.
-¡Aquí, traédmelos!-
A medida que el grupo de animales se acercaba, pudo distinguir mejor a los dos extranjeros. El jinete del upelero era una alta elfa y el bandido saltarín una mujer felina. Valeska se cruzó de brazos y los recibió con una sonrisa amarga. Podría haberse equivocado al pensar que las chicas eran unos bandidos, pero no lo hizo cuándo pensó que lo hacían por dinero. La mujer gata se acabó delatando.
-Agradeceré vuestra ayuda. Os daré cobijo y sopa caliente. Pero no aeros. Tengo un negocio que mantener- si la mujer gata no hubiera sido una bocazas, era posible que sí que le hubiera dado una pequeña suma de aeros en recompensa.
Iba a decir algo más, algo acerca de que trabaja sola y necesitaba los aeros para pagar la comida de los animales y la renta del establo, pero vio una sombra gigante a su espalda que le hizo sobresaltarse. ¿Un tercer extranjero? No podía existir nadie tan alto. Él dueño de la enorme sombra era Adie, cibernético ROTO y sin funciones. De alguna manera, había corrido tanto como Nieve y le había seguido hasta la puerta del establo. Valeska se quedó muda mirando el rostro del exmensajero. Si había estado corriendo no lo parecía. Su cuerpo seguía estando rígido, como el de una vara de metal.
-¿Vosotros lo habéis visto? Decidme que no ha sido imaginación mía. ¿Ha corrido hasta aquí? ¿Me ha seguido? Por favor, decidme que sí. Es la reacción que estaba esperando. ¡Puede entendernos! ¡Puede aprender!-
Los animales libres se estaban alejando, no había tiempo para chácharas. Valeska lo explicó tan bien y tan rápido como sus nervios se lo permitieron:
-Una bruja rompió a Adie. Está ROTO. Decían que había perdido todas sus funciones, que deambula por Aerandir sin hacer nada. ¡Pero ha corrido! Me ha seguido hasta el establo. Creo que los rumores se equivocan. Detrás de esos ojos sin vida y de su rostro indiferente, puede entendernos- los caballos y vlashogs libres traspasaron el campo visual de Valeska, ya no los veía - ¡Puede correr! Puede… ¡Oh, por los ancianos dragones!-
No se lo pensó dos veces, saltó de Nieve y se transformó en dragón. La ropa que llevaba quedó hecha jirones a los pies del vlashog albino. La dragona azotó la pared del establo con la cola. Liberó a las otras monturas. Tenía una idea, tenía que probarla. Si Adie había reaccionado al ver a Nieve correr una vez, lo podría hacer una segunda. ¡Y también una tercera! Si no era solo Nieve quien corría delante de él, sino que eran todos los animales de su establo, un upelero guiado por una elfa, una mujer gata y una dragona; todavía había más posibilidades de hacerle reaccionar.
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* Níniel Thenidiel Esta misión se vuelve un poco más emocionante. Hay que enseñar a la función de carrera; básicamente es correr, esquivar obstáculos y entender el escenario. Puedes ayudarte de todos los peligros que existen en un campo nevado: rocas escondidas bajo la nieve, árboles que esquivar, nieve que ralentiza la carrera…. Hay mucho con lo que jugar.
Para hacer más interesante el tema, Adie es incapaz de reconocer a nadie. Como dije antes, tampoco habla. Carece de todas sus funciones.
Tú éxito dependerá tanto de lo que hagas onrol como de la runa que obtengas al lanzar la Voluntad de los Dioses. Lo mediré, siendo lo más justa posible, en 50% suerte 50% acciones del usuario.
Sigel
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Re: Función de Carrera [Desafío]
-Eh, tranquila. A eso hemos venido.- Se apuró a excusar la pelirroja al ver como aquella mujer armada con un látigo se dirigía hacia ellos con cara de pocos amigos a lomos de un vlashog blanco, y aquel enorme bio la seguía. No parecía precisamente contenta por recuperar a aquellos animales, de hecho era como si tratara de amenazarlas. Por sus palabras incluso daba la sensación de que había malentendido la situación hasta el punto de considerarlas unas vulgares cuatreras, generando unos momentos de lo más tensos y que podían haber acabado muy pero que muy mal. Por suerte las palabras de la elfa parecieron sacarla de su error antes de que cometiera alguna estupidez, aunque las de Catherine, relacionadas con el dinero, se notó que no fueron de su agrado, como seguramente no lo fueron las siguientes.
-¿Cobijo? ¿Para qué? No somos viajeras perdidas. Tampoco necesitamos “sopa”. No sé aquí en el norte, pero en el sur cuando alguien te ayuda y te ahorra una buena suma de aeros lo suyo es agradecerlo con unas monedas...-Para la felina, acostumbrada a no mover un dedo por nadie que no fuera Níniel si no había recompensa, la actitud de aquella mujer era casi como un intento de reírse de ella. Además el látigo que portaba le recordaba a su antiguo amo, y al modo de azotarla hasta quedarse sin gritos que proferir.
-Está bien Cath, podemos ayudar y aceptar su modo de agradecerlo. En el norte un lugar donde protegerse del frío y una sopa para entrar en calor valen más que las monedas. Las monedas no te salvan de una helada.- La calmó la peliblanca, sonriendo a su amiga para que lo dejara pasar, aunque ciertamente ella, si bien no había anhelado recompensa alguna, sí había esperado al menos un trato más cordial, no amenazas con un látigo y con un bio de más de dos metros. -La ayudaremos, no se preocupe. Mi nombre es Níniel y mi amiga es...- La joven elfa no terminó la presentación, pues su mirada se clavó en aquel extraño biocibernético que estaba plantado, con todo su imponente tamaño, justo tras la mujer. Acababa de moverse hacia delante tanto que casi tocaba con su espalda la de la ganadera, que quedó como en shock cuando al girarse lo vio allí. Una reacción de lo más extraña.
-Pues claro que lo he visto. Es demasiado grande como para no verlo.- Respondió la joven dejando patente lo obvio que resultaba, enarcando las cejas en una pregunta no verbalizada que buscaba saber qué le resultaba tan extraño. -En cuanto se dirigió hacia nosotras la siguió. ¿No es un bio guardián? Aunque estoy segura de haberlo visto antes repartiendo cartas...-La elfa seguía sin entender qué problema había con aquel gigantón de metal, ni a a qué se refería aquella mujer con que podía aprender. Al menos hasta que llegó una breve pero aclaratoria explicación.
-Bueno, lo de roto era algo que saltaba a la vista. Debió de ser una bruja de fuego.- Expresó Catherine atreviéndose a acercarse al bio y examinándolo, llegando incluso a tocarlo levemente con curiosidad sin que aquello causara reacción alguna, y eso que acababa de correr a una nada desdeñable velocidad.
-No estás ayudando, Cath.- Reprochó la elfa que también se había acercado un poco. -Bueno, si ha estado deambulando es que tiene funciones. Andar, ver...y acaba de correr.- Pasó su mano por delante de sus ojos y luego comenzó a aplicar su magia sanadora, notando aquella extraña sensación que ya sintiese otras veces en el pasado con aquel tipo de ¿seres? -Quizá solo necesite...motivación.-Si no siempre podrían llevarlo a la base bio de la península ¿no?
Aquello pareció ser toda la confirmación que la dragona necesitaba y, transformándose, liberó a los animales que aún permanecían en sus cubículos y comenzó a correr. Sin duda quería incitar a ADIE, que era como había llamado a aquel bio, a que la imitara. Todo un espectáculo, incluso sin un montón de animales correteando por el lugar, que los había.
-Esa mujer está loca. Se suponía que necesitaba ayuda para encerrar a los animales...Y va y suelta a los demás. Y mira toda su ropa rota...Con razón solo puede ofrecer sopa, no debe ganar ni para ropa...- Comentó la pelirroja tomando algunos de los jirones del suelo y luego volviendo a dejarlos en el mismo sitio.
-Se preocupa por ese bio. Es como una madre tratando de enseñar a una cría mediante juegos...Pero parece que esta vez no está funcionando.- Respondió la elfa observando a ADIE, que si bien sí estaba moviéndose, lo cual denotaba comprensión, lo hacía a un paso extremadamente lento y desganado. -Realmente parece como si hubiese entendido lo que se espera de él pero...no sabe hacerlo de manera voluntaria.-
-Habrá que empujarle.- Sugirió entonces la gata, lanzándose contra la espalda de aquel coloso y saltando para darle impulso con todas sus fuerzas, logrando únicamente acabar en el suelo sin haber logrado que aumentase su velocidad, levantándose del suelo claramente frustrada. -Imposible, debe de pesar como un millón de toneladas...Si le diera una patada solo lograría hacerme daño en la pierna.-
-Ummm, no te des por vencida aún. Probemos con un empujón diferente.- Propuso la elfa concentrándose y bendiciendo tanto al bio como a la dragona con un notable incremento de su velocidad y destreza. Aquello haría que fuese más rápido y le daría mayor soltura para ayudarle a recordar...o a volver a aprender. -Bien...y ahora ¿qué tal si le demostramos cómo se hace?- Dijo comenzando a correr por delante suyo, exagerando los movimientos de su brazos y piernas para que intentase imitarlos, corriendo a diferentes velocidades por delante suyo y sirviendo de ejemplo. ADIE era bípedo, la dragona en su forma de dragón no podía ayudarlo con eso.
-Un, dos, tres, cuatro. Un, dos, tres, cuatro.- Se unió la felina pelirroja, añadiendo a sus ejercicios varias alegres piruetas con una soltura envidiable. A ella parecía no estorbarle la nieve, de hecho se estaba divirtiendo a pesar de sus quejas anteriores. -Vamos lentorro.- Animaba mientras se subía a una piedra cercana de buen tamaño y desde allí arriba volvía a repetir los exagerados gestos con su cuerpo.
ADIE estaba mejorando, y no solo por la bendición de la peliblanca. Poco a poco ganaba en soltura, y por poco no atrapa a la mujer dragón cuando esta redujo su velocidad para tentarlo como parte de aquel juego al que ya estaban todos jugando. Pronto Níniel pensó que era el momento de pasar al siguiente nivel, llevándolo hasta unos árboles cercanos y comenzando a moverse entre ellos buscando que el bio hiciera aquello mismo.
Sería mentira decir que salió bien a la primera y que ninguna rama de árbol salió lastimada durante el intento, pero poco a poco ganaba en control y velocidad, tanto que antes de darse cuenta, y tras un par de horas de juegos, el bio observaba los alrededores desde lo alto de aquella gran piedra, con Catherine encaramada a él.
-A por ese burro.- Instó señalando a uno de los animales del lugar, haciendo que el bio bajara de un salto de la piedra y comenzara a ir hacia el animal, el cual trató de escapar pero terminó siendo atrapado como resultado de una emocionante persecución, tras la que la pelirroja acabó con dolor de estómago de tanto reírse. -Ahora a por Níniel. Con esas pechugas no puede correr muy rápido.- Pidió a continuación. Claro que la elfa, aún bajos los efectos de una de sus bendiciones, no fue una presa fácil. Corriendo por entre los árboles, saltando vallas, ocultándose y rodeando las rocas para despistar y no dudando en ocultarse entre los animales y lanzar incluso bolas de nieve para dificultar ser atrapada.
-Vale, me rindo...Ufff, ya no puedo más, necesito un descanso.- Admitió al final la peliblanca tomando aire y buscando sentarse en un lugar a cubierto de los establos. Estaba agotada.
-Entonces ahora...¡A por la dragona!- Señaló la felina aún encaramada a ADIE. Aquello estaba funcionando. El único problema iba a ser que, después de tantas carreras, a ver quién iba a ocuparse de volver a meter a todos los animales en sus rediles. Desde luego al menos Níniel, estaba ya sin aliento.
-¿Cobijo? ¿Para qué? No somos viajeras perdidas. Tampoco necesitamos “sopa”. No sé aquí en el norte, pero en el sur cuando alguien te ayuda y te ahorra una buena suma de aeros lo suyo es agradecerlo con unas monedas...-Para la felina, acostumbrada a no mover un dedo por nadie que no fuera Níniel si no había recompensa, la actitud de aquella mujer era casi como un intento de reírse de ella. Además el látigo que portaba le recordaba a su antiguo amo, y al modo de azotarla hasta quedarse sin gritos que proferir.
-Está bien Cath, podemos ayudar y aceptar su modo de agradecerlo. En el norte un lugar donde protegerse del frío y una sopa para entrar en calor valen más que las monedas. Las monedas no te salvan de una helada.- La calmó la peliblanca, sonriendo a su amiga para que lo dejara pasar, aunque ciertamente ella, si bien no había anhelado recompensa alguna, sí había esperado al menos un trato más cordial, no amenazas con un látigo y con un bio de más de dos metros. -La ayudaremos, no se preocupe. Mi nombre es Níniel y mi amiga es...- La joven elfa no terminó la presentación, pues su mirada se clavó en aquel extraño biocibernético que estaba plantado, con todo su imponente tamaño, justo tras la mujer. Acababa de moverse hacia delante tanto que casi tocaba con su espalda la de la ganadera, que quedó como en shock cuando al girarse lo vio allí. Una reacción de lo más extraña.
-Pues claro que lo he visto. Es demasiado grande como para no verlo.- Respondió la joven dejando patente lo obvio que resultaba, enarcando las cejas en una pregunta no verbalizada que buscaba saber qué le resultaba tan extraño. -En cuanto se dirigió hacia nosotras la siguió. ¿No es un bio guardián? Aunque estoy segura de haberlo visto antes repartiendo cartas...-La elfa seguía sin entender qué problema había con aquel gigantón de metal, ni a a qué se refería aquella mujer con que podía aprender. Al menos hasta que llegó una breve pero aclaratoria explicación.
-Bueno, lo de roto era algo que saltaba a la vista. Debió de ser una bruja de fuego.- Expresó Catherine atreviéndose a acercarse al bio y examinándolo, llegando incluso a tocarlo levemente con curiosidad sin que aquello causara reacción alguna, y eso que acababa de correr a una nada desdeñable velocidad.
-No estás ayudando, Cath.- Reprochó la elfa que también se había acercado un poco. -Bueno, si ha estado deambulando es que tiene funciones. Andar, ver...y acaba de correr.- Pasó su mano por delante de sus ojos y luego comenzó a aplicar su magia sanadora, notando aquella extraña sensación que ya sintiese otras veces en el pasado con aquel tipo de ¿seres? -Quizá solo necesite...motivación.-Si no siempre podrían llevarlo a la base bio de la península ¿no?
Aquello pareció ser toda la confirmación que la dragona necesitaba y, transformándose, liberó a los animales que aún permanecían en sus cubículos y comenzó a correr. Sin duda quería incitar a ADIE, que era como había llamado a aquel bio, a que la imitara. Todo un espectáculo, incluso sin un montón de animales correteando por el lugar, que los había.
-Esa mujer está loca. Se suponía que necesitaba ayuda para encerrar a los animales...Y va y suelta a los demás. Y mira toda su ropa rota...Con razón solo puede ofrecer sopa, no debe ganar ni para ropa...- Comentó la pelirroja tomando algunos de los jirones del suelo y luego volviendo a dejarlos en el mismo sitio.
-Se preocupa por ese bio. Es como una madre tratando de enseñar a una cría mediante juegos...Pero parece que esta vez no está funcionando.- Respondió la elfa observando a ADIE, que si bien sí estaba moviéndose, lo cual denotaba comprensión, lo hacía a un paso extremadamente lento y desganado. -Realmente parece como si hubiese entendido lo que se espera de él pero...no sabe hacerlo de manera voluntaria.-
-Habrá que empujarle.- Sugirió entonces la gata, lanzándose contra la espalda de aquel coloso y saltando para darle impulso con todas sus fuerzas, logrando únicamente acabar en el suelo sin haber logrado que aumentase su velocidad, levantándose del suelo claramente frustrada. -Imposible, debe de pesar como un millón de toneladas...Si le diera una patada solo lograría hacerme daño en la pierna.-
-Ummm, no te des por vencida aún. Probemos con un empujón diferente.- Propuso la elfa concentrándose y bendiciendo tanto al bio como a la dragona con un notable incremento de su velocidad y destreza. Aquello haría que fuese más rápido y le daría mayor soltura para ayudarle a recordar...o a volver a aprender. -Bien...y ahora ¿qué tal si le demostramos cómo se hace?- Dijo comenzando a correr por delante suyo, exagerando los movimientos de su brazos y piernas para que intentase imitarlos, corriendo a diferentes velocidades por delante suyo y sirviendo de ejemplo. ADIE era bípedo, la dragona en su forma de dragón no podía ayudarlo con eso.
-Un, dos, tres, cuatro. Un, dos, tres, cuatro.- Se unió la felina pelirroja, añadiendo a sus ejercicios varias alegres piruetas con una soltura envidiable. A ella parecía no estorbarle la nieve, de hecho se estaba divirtiendo a pesar de sus quejas anteriores. -Vamos lentorro.- Animaba mientras se subía a una piedra cercana de buen tamaño y desde allí arriba volvía a repetir los exagerados gestos con su cuerpo.
ADIE estaba mejorando, y no solo por la bendición de la peliblanca. Poco a poco ganaba en soltura, y por poco no atrapa a la mujer dragón cuando esta redujo su velocidad para tentarlo como parte de aquel juego al que ya estaban todos jugando. Pronto Níniel pensó que era el momento de pasar al siguiente nivel, llevándolo hasta unos árboles cercanos y comenzando a moverse entre ellos buscando que el bio hiciera aquello mismo.
Sería mentira decir que salió bien a la primera y que ninguna rama de árbol salió lastimada durante el intento, pero poco a poco ganaba en control y velocidad, tanto que antes de darse cuenta, y tras un par de horas de juegos, el bio observaba los alrededores desde lo alto de aquella gran piedra, con Catherine encaramada a él.
-A por ese burro.- Instó señalando a uno de los animales del lugar, haciendo que el bio bajara de un salto de la piedra y comenzara a ir hacia el animal, el cual trató de escapar pero terminó siendo atrapado como resultado de una emocionante persecución, tras la que la pelirroja acabó con dolor de estómago de tanto reírse. -Ahora a por Níniel. Con esas pechugas no puede correr muy rápido.- Pidió a continuación. Claro que la elfa, aún bajos los efectos de una de sus bendiciones, no fue una presa fácil. Corriendo por entre los árboles, saltando vallas, ocultándose y rodeando las rocas para despistar y no dudando en ocultarse entre los animales y lanzar incluso bolas de nieve para dificultar ser atrapada.
-Vale, me rindo...Ufff, ya no puedo más, necesito un descanso.- Admitió al final la peliblanca tomando aire y buscando sentarse en un lugar a cubierto de los establos. Estaba agotada.
-Entonces ahora...¡A por la dragona!- Señaló la felina aún encaramada a ADIE. Aquello estaba funcionando. El único problema iba a ser que, después de tantas carreras, a ver quién iba a ocuparse de volver a meter a todos los animales en sus rediles. Desde luego al menos Níniel, estaba ya sin aliento.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: Función de Carrera [Desafío]
El miembro 'Níniel Thenidiel' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Función de Carrera [Desafío]
La dragona en el cielo y el cibernético en el suelo dominaban la manada de caballos y vlashogs como lo harían dos perros labradores con un rebaño de ovejas. ¡Alabados sean los antiguos dragones! Adie estaba reaccionando; perseguía a los animales y les acorralaba para que no se salieran del círculo que formaban. Se movía por instinto, igual que lo haría un niño con una pelota de cuero. Aunque no conociese todas las reglas del juego, sabía que tenía que dar una patada a la pelota para hacer rodar porque se lo había visto hacer a los jugadores profesionales. Esto era lo que Adie estaba haciendo. Níniel y Catherine le habían enseñado cómo tenía que mover los pies, primero uno y luego otro. Le enseñaron a caminar, a trotar con ritmo militar (uno, dos, tres y cuatro) y, por último a correr detrás de los animales y la dragona.
Valeska, en el aire, alentaba a Adie, cibernético roto y con una función, a que fuera tras ella. Escupía aliento mineral a modo de señales por donde Adie tenía que seguir. ¡Funcionaba! ¡Estaba reaccionando! ¡Era Adie! Valeska rugía con más fuerza cada vez que veía que el cibernético le obedecía.
Decenas de preguntas cruzaron por la cabeza de la dragona: ¿volverían a encenderse los ojos de Adie? ¿Comería metal y mineral como siempre había hecho? ¿Si había aprendido a correr, podría aprender otras cosas? Una sombra de ilusión recorrió el rostro de la dragona al ver que Adie estaba cogiendo con tres dedos un trozo de carbón mineral del aliento de Valeska. Sin dejar de correr, observa con un ojo el trozo de carbón mientras que con el otro seguía a los animales. [i]”Ahora se lo meterá en la boca y lo comerá. Lo conozco, sé que lo hará”. Valeska se equivocó. Adie dejó caer el trozo de mineral y siguió corriendo tras la manada de animales.
Ingerir minerales formaba parte de otra función que debía ser aprendida en otro momento.
Terminada la larga carrera, Valeska dirigió a las monturas de nuevo al establo. Adie siguió a la dragona. Níniel y Catherine esperaban en la puerta del establo. Al verlas, Valeska pasó a su forma humana y las abrazó, primero a la elfa y luego a la mujer gata. Por un momento, no le importó que fuera desnuda ni el frío del norte. Quería abrazar a las chicas, agradecerles lo mucho que habían hecho por ella y por Adie.
-Os he juzgado mal- dijo tras haberlas abrazado- a veces soy demasiado desconfiada. No lo puedo evitar. Me han engañado muchas veces. He perdido animales por haber confiado en las personas que no debería – finalizó la disculpa con una confesión - A mi padre no le engañaban. Le echo de menos-.
El padre de Valeska, el señor Gregory Medea, reconocido dragón y criador de monturas, murió tres años atrás. Valeska heredó el negocio de alquileres de monturas a una edad exageradamente temprana; en una edad en la que no entendía qué era un contrato y que existía gente mala. No estaba sola, vivía con su madre y su tía (la hermana de su padre); lo que era equivalente a vivir con dos hurracas que preferían verla casada que cuidando de los animales de Gregory.
La dragona contó su historia a Níniel y Catherine; necesitaba hacerlo, necesitaba unas amigas. Se puso una manta de piel de vlashog por encima e invitó, como había prometido, a las dos chicas a que pasasen la mañana con ella en caseta aledaña al establo.
-Es pequeña pero acogedora. Está pensada para los días de tormenta en los que no puedo volver del establo a la ciudad. Siempre que necesitéis cobijo, os podéis quedar aquí. Tiene horno para cocinar y chimenea para calentarse- Y nada más. La caseta solo tenía una habitación, una sala de estar que hacía las veces de comedor, cocina y dormitorio. - Siempre que vengáis a Dundarak, la podréis utilizar. Los hostales son caros-.
No fue lo único que Valeska ofreció a sus nuevas amigas, bajo de un montón de mantas y enfrente de la chimenea, se veía las orejitas de una criatura.
* Níniel Thenidiel Como quedamos: 50/50. Aunque todavía le queda mucho por aprender, Adie ya puede correr y reaccionar a los obstáculos. No es el único objetivo que has cumplido. Tú y Catherine habías ganado la confianza de Valeska Medea, personaje que ya os advierto que estoy deseosa de utilizar en futuros temas.
color=#0066ff] Recompensas: [/color]
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
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Recompensa: Cría de vlashog del norte
Valeska, en el aire, alentaba a Adie, cibernético roto y con una función, a que fuera tras ella. Escupía aliento mineral a modo de señales por donde Adie tenía que seguir. ¡Funcionaba! ¡Estaba reaccionando! ¡Era Adie! Valeska rugía con más fuerza cada vez que veía que el cibernético le obedecía.
Decenas de preguntas cruzaron por la cabeza de la dragona: ¿volverían a encenderse los ojos de Adie? ¿Comería metal y mineral como siempre había hecho? ¿Si había aprendido a correr, podría aprender otras cosas? Una sombra de ilusión recorrió el rostro de la dragona al ver que Adie estaba cogiendo con tres dedos un trozo de carbón mineral del aliento de Valeska. Sin dejar de correr, observa con un ojo el trozo de carbón mientras que con el otro seguía a los animales. [i]”Ahora se lo meterá en la boca y lo comerá. Lo conozco, sé que lo hará”. Valeska se equivocó. Adie dejó caer el trozo de mineral y siguió corriendo tras la manada de animales.
Ingerir minerales formaba parte de otra función que debía ser aprendida en otro momento.
Terminada la larga carrera, Valeska dirigió a las monturas de nuevo al establo. Adie siguió a la dragona. Níniel y Catherine esperaban en la puerta del establo. Al verlas, Valeska pasó a su forma humana y las abrazó, primero a la elfa y luego a la mujer gata. Por un momento, no le importó que fuera desnuda ni el frío del norte. Quería abrazar a las chicas, agradecerles lo mucho que habían hecho por ella y por Adie.
-Os he juzgado mal- dijo tras haberlas abrazado- a veces soy demasiado desconfiada. No lo puedo evitar. Me han engañado muchas veces. He perdido animales por haber confiado en las personas que no debería – finalizó la disculpa con una confesión - A mi padre no le engañaban. Le echo de menos-.
El padre de Valeska, el señor Gregory Medea, reconocido dragón y criador de monturas, murió tres años atrás. Valeska heredó el negocio de alquileres de monturas a una edad exageradamente temprana; en una edad en la que no entendía qué era un contrato y que existía gente mala. No estaba sola, vivía con su madre y su tía (la hermana de su padre); lo que era equivalente a vivir con dos hurracas que preferían verla casada que cuidando de los animales de Gregory.
La dragona contó su historia a Níniel y Catherine; necesitaba hacerlo, necesitaba unas amigas. Se puso una manta de piel de vlashog por encima e invitó, como había prometido, a las dos chicas a que pasasen la mañana con ella en caseta aledaña al establo.
-Es pequeña pero acogedora. Está pensada para los días de tormenta en los que no puedo volver del establo a la ciudad. Siempre que necesitéis cobijo, os podéis quedar aquí. Tiene horno para cocinar y chimenea para calentarse- Y nada más. La caseta solo tenía una habitación, una sala de estar que hacía las veces de comedor, cocina y dormitorio. - Siempre que vengáis a Dundarak, la podréis utilizar. Los hostales son caros-.
No fue lo único que Valeska ofreció a sus nuevas amigas, bajo de un montón de mantas y enfrente de la chimenea, se veía las orejitas de una criatura.
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* Níniel Thenidiel Como quedamos: 50/50. Aunque todavía le queda mucho por aprender, Adie ya puede correr y reaccionar a los obstáculos. No es el único objetivo que has cumplido. Tú y Catherine habías ganado la confianza de Valeska Medea, personaje que ya os advierto que estoy deseosa de utilizar en futuros temas.
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- Cría de vlashog del norte:
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Los vlashogs albinos son especialmente caros. Valeska ha intentado, repetidas veces, cruzar a Nieve para tener otro animal con los mismos colores. No lo ha conseguido. O nacían con manchas en lugar de ser completamente blancos o morían a los pocos días, hay que saber que los animales albinos son especialmente delicados.
Lo más acercado que Valeska ha conseguido criar es un vlashog albino con una mancha roja en forma de corazón en el muslo derecho. El animal es débil, por eso lo tiene apartado del resto. Por eso y porque no sabe qué hacer con él. Nadie quiere un animal débil y menos uno que no tiene colores especiales. Teme tener que sacrificarlo.
Es entonces cuando te pregunta si quieres hacerte cargo de él.
Offrol: Por mp te comenté si ibas a dar uso al animal. Me dijiste que tal vez a Cath le pudiera servir. Se me ocurrió ponerle un corazón rojo como marca de distinción. La marca es lo demos. Si se te ocurre algo mejor, eres libre de cambiar la estética.
También eres libre de cambiar la imagen de referencia a tu gusto. Admito que, aunque me defiendo con el photoshop, un experto la podría editar mucho mejor.
Tendrás que criar al animal desde cero. Tardará 4 temas en convertirse en adulta y poder ser cabalgada.
Sigel
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