Vapores rojos [Trabajo]
Página 1 de 1. • Comparte
Vapores rojos [Trabajo]
Lunargenta es una ciudad con muchas sombras, lleva siéndolo incluso antes del problema con los chupasangres. Lo cierto es que algunos vicios no pueden detenerse, solo buscan la forma de amoldare a los nuevos tiempos. Como un mercader sabio solía decir, las demandas deben satisfacerse.
Los humanos suelen adaptarse a los cambios con rapidez, lo cierto es que todo continúa en la metrópolis humana. La noche es el único elemento peligroso de la ecuación pero eso no es nada nuevo, muchas facciones deshonestas siempre han intentado hacerse con el control nocturno para sus propios planes.
Chimar es uno de los pocos individuos de la ciudad que camina sin preocupaciones, es un chico con muchos recursos a la hora de una pelea. Tanto tiempo viviendo aventura le han dado mucha experiencia en combate, si es amenazado por un vampiro se limita a prenderle fuego con un virote y reír discretamente mientras se consume.
Con los gorriones realizando operaciones modestas por su propia seguridad el tesoro ha comenzado a verse algo “triste”, es tiempo de trabajar un poco para abarrotarle de nuevo. La mejor forma de reunir dinero rápido es realizando un encargo importante, eso suele igualar casi todo un día de robos pequeños.
Llega a los oídos del niño un dato interesante, ser miembro del gremio de ladrones tiene sus ventajas. Un lugar de “dudosa honestidad” requiere ayuda, la cantidad que prometen al buen samaritano de turno es bastante jugosa. Maquiavelo no lo piensa más y pone rumbo al discreto sitio, gente desesperada paga bien.
No le toma mucho llegar, está en un área céntrica que irónicamente pasa desapercibida para la mayoría. El jovencito nota un olor extraño emanando de la casa pero como esta encajada en un callejón no le da mucha importancia, debe admitir que resulta embriagante aunque tenga cierto aroma a naturaleza quemada.
Afuera se encuentra un hombre muy distintivo… es un enano en el sentido médico de la palabra. Maquiavelo hace un gran esfuerzo para no reírse de su posible empleador, esperara a cobrar para soltar risas. Ese curioso hombrecito tiene un rostro de preocupación, claramente no es el mejor de sus días.
Señor, me dijeron que tiene problemas y yo me encargo de los problemas… antes de que comience a burlarse de mi edad debo informar que alguien del gremio me dio los detalles.
No te preocupes chico, se lo que puede hacer el tamaño compacto jajaja. Por desgracia necesitamos a otro, es algo complicado de solucionar en solitario.
El pequeño suspira, si la diminuta persona quiere pagar más es su problema. Eventualmente posa ambos ojos en la casa, nota algo que le hace arquear su ceja derecha. Un humillo rojo sale de las hendiduras, menuda escena. Niega con la cabeza un par de veces y concluye que algunas cosas es mejor ignorarlas.
Los humanos suelen adaptarse a los cambios con rapidez, lo cierto es que todo continúa en la metrópolis humana. La noche es el único elemento peligroso de la ecuación pero eso no es nada nuevo, muchas facciones deshonestas siempre han intentado hacerse con el control nocturno para sus propios planes.
Chimar es uno de los pocos individuos de la ciudad que camina sin preocupaciones, es un chico con muchos recursos a la hora de una pelea. Tanto tiempo viviendo aventura le han dado mucha experiencia en combate, si es amenazado por un vampiro se limita a prenderle fuego con un virote y reír discretamente mientras se consume.
Con los gorriones realizando operaciones modestas por su propia seguridad el tesoro ha comenzado a verse algo “triste”, es tiempo de trabajar un poco para abarrotarle de nuevo. La mejor forma de reunir dinero rápido es realizando un encargo importante, eso suele igualar casi todo un día de robos pequeños.
Llega a los oídos del niño un dato interesante, ser miembro del gremio de ladrones tiene sus ventajas. Un lugar de “dudosa honestidad” requiere ayuda, la cantidad que prometen al buen samaritano de turno es bastante jugosa. Maquiavelo no lo piensa más y pone rumbo al discreto sitio, gente desesperada paga bien.
No le toma mucho llegar, está en un área céntrica que irónicamente pasa desapercibida para la mayoría. El jovencito nota un olor extraño emanando de la casa pero como esta encajada en un callejón no le da mucha importancia, debe admitir que resulta embriagante aunque tenga cierto aroma a naturaleza quemada.
Afuera se encuentra un hombre muy distintivo… es un enano en el sentido médico de la palabra. Maquiavelo hace un gran esfuerzo para no reírse de su posible empleador, esperara a cobrar para soltar risas. Ese curioso hombrecito tiene un rostro de preocupación, claramente no es el mejor de sus días.
Señor, me dijeron que tiene problemas y yo me encargo de los problemas… antes de que comience a burlarse de mi edad debo informar que alguien del gremio me dio los detalles.
No te preocupes chico, se lo que puede hacer el tamaño compacto jajaja. Por desgracia necesitamos a otro, es algo complicado de solucionar en solitario.
El pequeño suspira, si la diminuta persona quiere pagar más es su problema. Eventualmente posa ambos ojos en la casa, nota algo que le hace arquear su ceja derecha. Un humillo rojo sale de las hendiduras, menuda escena. Niega con la cabeza un par de veces y concluye que algunas cosas es mejor ignorarlas.
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Recorro los lugares preferidos de Merrigan con la esperanza de encontrarla. Cada mañana, al amanecer, voy a la panadería de siempre y compro dos bollos de crema rosa; uno es para mí y el otro es para Merrigan que no está. La dependienta me conoce, me ha visto muchas veces. Ella sonríe y me promete que volverá, que siempre vuelve. Quiero creer que tiene razón. Espero en la puerta de la panadería hasta que los bollos se enfrían tanto que pierden el característico sabor a recién hecho. Merrigan no ha vuelto. Tiro los bollos de crema rosa al suelo y me voy a otros lugares.
Cojo la lista de mi bolsillo, las palabras las he escrito yo. Al verlas, me siento orgulloso. Tardé horas en escribirlas. La caligrafía no es nada buena. Merrigan todavía no me ha enseñado a escribir letras bonitas. La corona de las t’s son muy alargadas, tachan otras letras altas. Las o’s están hechas con varios círculos porque no consigo hacerlas redondas. A las n’s y las m’s, les hago más montañas de las que tienen. Las a’s p’s, g’s, c’s, r’s, b’s y d’s parecen o’s; las sé distinguir porque me acuerdo qué quise poner. Otra persona que leyese mi lista, no entendería nada. Leo en voz alta, muy lentamente, un nuevo lugar favorito de Merrigan:
-Vabones cojos – mueve la cabeza como si estuviera diciendo no muy rápido- Vapores, pone vapores –paso con el dedo índice la palabra- Y eso es rojos. Vapores Rojos-
Conozco el lugar, Merrigan me lo enseñó una vez. Dijo que las chicas que necesitan dinero o que tienen gustos caros trabajan dentro de los Vapores Rojos. Recuerdo que le pregunté si ella necesitaba monedas o si las ceras con las que limpiaba el arpa eran muy caras. Ella me contestó sonriendo que nunca me lo diría. Es un secreto, algo que esconde y no quiere decir a los demás. Pienso que, si Merrigan está escondida en algún lugar, debe de ser en el interior de un secreto, dentro de los Vapores Rojos.
Entro de nuevo a la panadería y me compro una hogaza de pan de centeno. El camino es largo y las calles de la gran ciudad me parecen un laberinto; quiero tener comida de repuesto si es que me pierdo y no sé regresar de nuevo al hostal.
Vapores Rojos está en las peores calles, las más estrechas y oscuras. No debo pasear por éstos callejones; son peligrosos, Merrigan me lo ha dicho muchas veces. Ella se sabe mover por estos sitios, vista al frente y sin cruzar la mirada con nadie. La imito todo lo bien que puedo. Mantengo la cabeza fija en el horizonte. Por muy extraños que me resulten los hombres que se cruzan por mi lado durante el trayecto, no los miro ni una sola vez. No sé cómo van vestidos, si están armados o sin son peligros. Por prevención, con mi mano izquierda, aprieto el mango del tomahawk que esconde bajo el chaleco. No tengo intención de usarlo.
Llego a la casa de los Vapores Rojos. Ese no es su nombre real, Merrigan lo llamaba así porque sale un humo denso y rojizo de las gritas del edificio. La última vez que vinimos, Merrigan me dijo que esperase fuera mientras ella iba a recoger un recado. Unos segundos después, salió con una pequeña bolsa de monedas en las manos (es un secreto).
Me siento delante de la puerta de los Vapores Rojos y espero, pensando en el deseo de la panadera, que salga Merrigan. La razón me dice que allí no está, que se ha ido lejos y que estoy haciendo el tonto. No se me ocurre qué otra cosa podría hacer. Merrigan se ha ido. Está infectada por el veneno del Doctor Peste. Es posible que no vuelva a verla. Es difícil, pero debo hacerme con la idea.
Un niño y un hombre de adulto con la misma estatura que el instante, hablan a pocos metros de donde yo estoy. Aunque están cerca, no llego a entender lo que dicen porque no les presto interés. He sacado la hoja con la lista de lugares favoritos de Merrigan y, con la uña, tacho, cortando el papel, el nombre de Vapores Rojos. Bajo la uña al siguiente nombre, repito el proceso para todos los lugares hasta que la lista queda llena de rectos cortes. En ninguno de esos lugares encontraré a Merrigan; nunca la encontraré.
Cojo la lista de mi bolsillo, las palabras las he escrito yo. Al verlas, me siento orgulloso. Tardé horas en escribirlas. La caligrafía no es nada buena. Merrigan todavía no me ha enseñado a escribir letras bonitas. La corona de las t’s son muy alargadas, tachan otras letras altas. Las o’s están hechas con varios círculos porque no consigo hacerlas redondas. A las n’s y las m’s, les hago más montañas de las que tienen. Las a’s p’s, g’s, c’s, r’s, b’s y d’s parecen o’s; las sé distinguir porque me acuerdo qué quise poner. Otra persona que leyese mi lista, no entendería nada. Leo en voz alta, muy lentamente, un nuevo lugar favorito de Merrigan:
-Vabones cojos – mueve la cabeza como si estuviera diciendo no muy rápido- Vapores, pone vapores –paso con el dedo índice la palabra- Y eso es rojos. Vapores Rojos-
Conozco el lugar, Merrigan me lo enseñó una vez. Dijo que las chicas que necesitan dinero o que tienen gustos caros trabajan dentro de los Vapores Rojos. Recuerdo que le pregunté si ella necesitaba monedas o si las ceras con las que limpiaba el arpa eran muy caras. Ella me contestó sonriendo que nunca me lo diría. Es un secreto, algo que esconde y no quiere decir a los demás. Pienso que, si Merrigan está escondida en algún lugar, debe de ser en el interior de un secreto, dentro de los Vapores Rojos.
Entro de nuevo a la panadería y me compro una hogaza de pan de centeno. El camino es largo y las calles de la gran ciudad me parecen un laberinto; quiero tener comida de repuesto si es que me pierdo y no sé regresar de nuevo al hostal.
Vapores Rojos está en las peores calles, las más estrechas y oscuras. No debo pasear por éstos callejones; son peligrosos, Merrigan me lo ha dicho muchas veces. Ella se sabe mover por estos sitios, vista al frente y sin cruzar la mirada con nadie. La imito todo lo bien que puedo. Mantengo la cabeza fija en el horizonte. Por muy extraños que me resulten los hombres que se cruzan por mi lado durante el trayecto, no los miro ni una sola vez. No sé cómo van vestidos, si están armados o sin son peligros. Por prevención, con mi mano izquierda, aprieto el mango del tomahawk que esconde bajo el chaleco. No tengo intención de usarlo.
Llego a la casa de los Vapores Rojos. Ese no es su nombre real, Merrigan lo llamaba así porque sale un humo denso y rojizo de las gritas del edificio. La última vez que vinimos, Merrigan me dijo que esperase fuera mientras ella iba a recoger un recado. Unos segundos después, salió con una pequeña bolsa de monedas en las manos (es un secreto).
Me siento delante de la puerta de los Vapores Rojos y espero, pensando en el deseo de la panadera, que salga Merrigan. La razón me dice que allí no está, que se ha ido lejos y que estoy haciendo el tonto. No se me ocurre qué otra cosa podría hacer. Merrigan se ha ido. Está infectada por el veneno del Doctor Peste. Es posible que no vuelva a verla. Es difícil, pero debo hacerme con la idea.
Un niño y un hombre de adulto con la misma estatura que el instante, hablan a pocos metros de donde yo estoy. Aunque están cerca, no llego a entender lo que dicen porque no les presto interés. He sacado la hoja con la lista de lugares favoritos de Merrigan y, con la uña, tacho, cortando el papel, el nombre de Vapores Rojos. Bajo la uña al siguiente nombre, repito el proceso para todos los lugares hasta que la lista queda llena de rectos cortes. En ninguno de esos lugares encontraré a Merrigan; nunca la encontraré.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Un elfo aparece en la escena, parece inmerso en sus pensamientos pues se sienta como si nada. Chimar lo reconoce aunque no puede identificar de donde… los recuerdos aventureros suelen mezclarse entre sí. El enano adulto le clava una mirada avariciosa al recién llegado, tal parece que su nuevo empleado arribó.
Pareces un sujeto con…
En eso la puerta del dudoso sitio se abre y deja salir un grupo de gente muy alegre, lo cierto es que no pueden parar de reírse. A simple vista parecen ebrios pero sin el desagradable olor a licor, claramente encontraron otra forma de “perderse”. La diferencia de estratos sociales salta a la vista pero eso no parece importarles, siguen con su fiesta personal hasta desaparecer en una esquina.
¿Debo preguntar?
Mejor no… ¿en que estaba?, a claro, ¿te gustaría ganar dinero elfo?
La persona a cargo pone una sonrisa maliciosa, como la de Maquiavelo pero más aterradora. El niño por su parte se recuesta de una pared mientras espera respuesta, ha trabajado con peores… y algo le dice que ya realizo labores con el orejón. Dinero es dinero, no tiene muchos escrúpulos cuando se trata de aeros.
Escúpelo ya, quiero saber de qué se trata.
Vale, el problema es que estoy perdiendo mucho personal y sospecho siniestros motivos, se esfuman del todo así que saquen sus propias conclusiones.
El mocoso pone rostro pensativo, es un tema difícil de predecir. No existe mucha ética laboral en los bajos fondos y desaparecer suele ser una táctica bastante empleada aunque no se repite tantas veces al año, parece que la minúscula persona está envuelta en un misterio… uno que puede ser desagradable.
Si la paga es la misma que prometieron no tengo problema en investigar.
En ese momento desvía la mirada, clava los ojos en el personaje elfo. No se encuentra en pleno uso de sus facultades pero los orejas de puntas son así, drama es su segundo nombre. Sea como sea es su día de suerte, solo debe asentir y se llevara a casa una bonita bolsa de monedas solo por pasear en los callejones.
Necesito deta…
La puerta se abre otra vez dejando salir a tres mujeres igual de animadas que llevan una cabra consigo, la escena hace que Chimar mire confundido. Algo extraño y bizarro ocurre adentro… aterrador. Sin duda el vapor rojo tiene que ver pero es mejor no indagar más, la ignorancia suele ser buena de vez en cuando.
Pareces un sujeto con…
En eso la puerta del dudoso sitio se abre y deja salir un grupo de gente muy alegre, lo cierto es que no pueden parar de reírse. A simple vista parecen ebrios pero sin el desagradable olor a licor, claramente encontraron otra forma de “perderse”. La diferencia de estratos sociales salta a la vista pero eso no parece importarles, siguen con su fiesta personal hasta desaparecer en una esquina.
¿Debo preguntar?
Mejor no… ¿en que estaba?, a claro, ¿te gustaría ganar dinero elfo?
La persona a cargo pone una sonrisa maliciosa, como la de Maquiavelo pero más aterradora. El niño por su parte se recuesta de una pared mientras espera respuesta, ha trabajado con peores… y algo le dice que ya realizo labores con el orejón. Dinero es dinero, no tiene muchos escrúpulos cuando se trata de aeros.
Escúpelo ya, quiero saber de qué se trata.
Vale, el problema es que estoy perdiendo mucho personal y sospecho siniestros motivos, se esfuman del todo así que saquen sus propias conclusiones.
El mocoso pone rostro pensativo, es un tema difícil de predecir. No existe mucha ética laboral en los bajos fondos y desaparecer suele ser una táctica bastante empleada aunque no se repite tantas veces al año, parece que la minúscula persona está envuelta en un misterio… uno que puede ser desagradable.
Si la paga es la misma que prometieron no tengo problema en investigar.
En ese momento desvía la mirada, clava los ojos en el personaje elfo. No se encuentra en pleno uso de sus facultades pero los orejas de puntas son así, drama es su segundo nombre. Sea como sea es su día de suerte, solo debe asentir y se llevara a casa una bonita bolsa de monedas solo por pasear en los callejones.
Necesito deta…
La puerta se abre otra vez dejando salir a tres mujeres igual de animadas que llevan una cabra consigo, la escena hace que Chimar mire confundido. Algo extraño y bizarro ocurre adentro… aterrador. Sin duda el vapor rojo tiene que ver pero es mejor no indagar más, la ignorancia suele ser buena de vez en cuando.
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Unas personas salen por la puerta de Vapores Rojos. No les miro directamente. Tengo la cabeza agachada, estoy distraído con la lista de lugares preferidos de Merrigan. Oigo a las personas reírse a mi vera. La risa de un hombre resalta por encima de las demás. Su voz es grave y ronca, sus risas parecen bostezos. Muchas veces he visto a personas fingiendo ser más pequeñas que siguen a una que finge ser más grande. No necesito ver a los que salen de Vapores Rojos para saber que son iguales a los demás. El hombre que se ríe como si bostezase es el que infla su pecho y yergue su espalda; los que le siguen caminan y ríen despacio por miedo a ofenderle. Merrigan me explicó, hace tiempo, porque los humanos se comportan así. Me dijo que es por culpa de las monedas. Los hombres con menos monedas deben arrodillarse a los pies de los hombres con más monedas.
Detrás de las risas, oigo la voz de alguien que me llama. Es el hombre del tamaño de un niño. Levanto la cabeza lentamente, vacilante. Sin Merrigan a mi lado, temo encontrarme con problemas. El hombre bajo me hace una señal con la mano mientras con la otra agita una bolsa llena de algo que tintinea; se ríe con el mismo tono de voz con el que se reía el hombre de la voz ronca.
Me levanto del suelo, escondo la lista de lugares preferidos de Merrigan en el bolsillo de mi chaleco y camino hacia el hombre bajo y el niño. Una vez a su lado, no me cuesta saber qué hay dentro de la bolsa: monedas. Los humanos arreglan todo los problemas con monedas.
Antes que pueda contestar al hombre bajo, el niño se adelanta y habla primero; le pide que cuente qué es lo que sucede. El hombre bajo contesta que tiene un grave problema: está perdiendo personas. Él dice “personal”, pero creo que se equivoca, quiere decir personas. Está alterado, la risa ronca se ha convertido una nerviosa risa aguda. Mientras habla, mira distraído la puerta de Vapores Rojos. El niño, sin embargo, parece tranquilo. Se acomoda en la pared y observa al hombre bajo y a mí. Me pregunto qué hace un niño tan pequeño en este lugar y por qué está tan relajado, como si este sitio fuera su casa.
Más personas salen de Vapores Rojos. Son tres mujeres de cabello rojizo que no dejan de reirse. La primera, la más alta, arrastra con las dos manos una cuerda con la que lleva una cabra. Las otras dos, desde el trasero de la cabra, empujan al animal para sacarlo del local. Miro el cielo, busco el sol. Es temprano. Me imagino que las mujeres estarán llevando a la cabra a la carnicería del barrio para que la cocine. Parecen haber muchas personas en el interior de Vapores Rojos. No me sorprende que cada día tenga que matar una cabra para alimentar a todas ellas.
Detrás de las tres mujeres, veo la silueta de una cuarta. Tiene el cabello rojo y ondulado, abundantes caderas y ojos azules como dos lagos. Un nombre me viene a la cabeza, lo pronuncio en voz alta sin darme cuenta:
-Merrigan-
Tardo unos segundos al darme cuenta que he dicho su nombre en voz alta. Miro al hombre bajo y al niño como si les estuviera dando permiso para marchar.
-Es la chica que busco. No quiero que desaparezca- las palabras del hombre bajo cobran sentido- Te ayudaré a que no desaparezca-.
El hombre bajo y el niño no me importan. Solo me interesa Merrigan. Ya les he dicho todo lo que tengo que decirles. Cuando termino de hablar, corro, tan rápido como soy capaz, hacia la puerta de Vapores Rojos. La mujer más alta se asusta al verme. Suelta la cuerda del animal. Las mujeres de detrás hacen fuerza para coger las patas de la cabra y que no se le escape. Si Merrigan no estuviera tan cerca, a punto de desaparecer, les ayudaría a coger a la cabra. Ahora, tengo que evitar que más personas (personal) desaparezcan.
El interior de la casa está decorado con telas y pieles de todos los colores. Una larga alfombra de piel de bhaaloo me da la bienvenida nada más pasar por el umbral. Las paredes están acolchadas con cojines rosas y rojos; las cortinas y telas son del mismo color. Merrigan se oculta detrás de una de las telas rosas. Reconozco su silueta, la reconocería (la imaginaría) en cualquier lugar. Cojo el extremo de la tela con la dos manos y destapo a la mujer. No es Merrigan.
-Eres un aburrido, quería jugar contigo un poco más.- la mujer que no es Merrigan juega con el cuello de mi camisa –Las prisas no son buenas para nadie, ¿lo sabías? – se ríe de la misma manera que se reían los hombres que iban detrás del hombre de la voz ronca – Tengo una idea, ¿qué te parece si empezamos desde cero? Yo me escondo y tú me tienes que encontrar-.
Si no es Merrigan no me interesa. Giro la cabeza y busco con la mirada al hombre bajo y al niño. Ellos parecen saber qué debemos hacer; por lo menos, lo sabrán mejor que yo.
-¿Es que no me vas a hacer caso?- la chica que no es Merrigan pone sus manos en mis mejillas y guía mi cabeza para que la mire de frente. Tiene los mofletes hinchados de aire, finge, juega que está enfadada – Vamos cariño, será muy divertido-.
-No quiero jugar. He venido a buscar personal desaparecido. – me esfuerzo por no pronunciar el nombre de Merrigan. - Un hombre bajo y un niño vienen conmigo-.
-¡Pero si ya me has encontrado!- La chica se ríe y me da un beso a la mejilla – Estaba desparecida detrás de la tela. ¿Es que no te acuerdas?- el siguiente beso me lo da en los labios- Ven, conmigo. Quiero enseñarte un lugar especial-.
-¿Es ahí donde está Merrigan?-
-Ahí está quien tú quieras, cariño-.
Offrol: Complicación: me confunden con un cliente
Detrás de las risas, oigo la voz de alguien que me llama. Es el hombre del tamaño de un niño. Levanto la cabeza lentamente, vacilante. Sin Merrigan a mi lado, temo encontrarme con problemas. El hombre bajo me hace una señal con la mano mientras con la otra agita una bolsa llena de algo que tintinea; se ríe con el mismo tono de voz con el que se reía el hombre de la voz ronca.
Me levanto del suelo, escondo la lista de lugares preferidos de Merrigan en el bolsillo de mi chaleco y camino hacia el hombre bajo y el niño. Una vez a su lado, no me cuesta saber qué hay dentro de la bolsa: monedas. Los humanos arreglan todo los problemas con monedas.
Antes que pueda contestar al hombre bajo, el niño se adelanta y habla primero; le pide que cuente qué es lo que sucede. El hombre bajo contesta que tiene un grave problema: está perdiendo personas. Él dice “personal”, pero creo que se equivoca, quiere decir personas. Está alterado, la risa ronca se ha convertido una nerviosa risa aguda. Mientras habla, mira distraído la puerta de Vapores Rojos. El niño, sin embargo, parece tranquilo. Se acomoda en la pared y observa al hombre bajo y a mí. Me pregunto qué hace un niño tan pequeño en este lugar y por qué está tan relajado, como si este sitio fuera su casa.
Más personas salen de Vapores Rojos. Son tres mujeres de cabello rojizo que no dejan de reirse. La primera, la más alta, arrastra con las dos manos una cuerda con la que lleva una cabra. Las otras dos, desde el trasero de la cabra, empujan al animal para sacarlo del local. Miro el cielo, busco el sol. Es temprano. Me imagino que las mujeres estarán llevando a la cabra a la carnicería del barrio para que la cocine. Parecen haber muchas personas en el interior de Vapores Rojos. No me sorprende que cada día tenga que matar una cabra para alimentar a todas ellas.
Detrás de las tres mujeres, veo la silueta de una cuarta. Tiene el cabello rojo y ondulado, abundantes caderas y ojos azules como dos lagos. Un nombre me viene a la cabeza, lo pronuncio en voz alta sin darme cuenta:
-Merrigan-
Tardo unos segundos al darme cuenta que he dicho su nombre en voz alta. Miro al hombre bajo y al niño como si les estuviera dando permiso para marchar.
-Es la chica que busco. No quiero que desaparezca- las palabras del hombre bajo cobran sentido- Te ayudaré a que no desaparezca-.
El hombre bajo y el niño no me importan. Solo me interesa Merrigan. Ya les he dicho todo lo que tengo que decirles. Cuando termino de hablar, corro, tan rápido como soy capaz, hacia la puerta de Vapores Rojos. La mujer más alta se asusta al verme. Suelta la cuerda del animal. Las mujeres de detrás hacen fuerza para coger las patas de la cabra y que no se le escape. Si Merrigan no estuviera tan cerca, a punto de desaparecer, les ayudaría a coger a la cabra. Ahora, tengo que evitar que más personas (personal) desaparezcan.
El interior de la casa está decorado con telas y pieles de todos los colores. Una larga alfombra de piel de bhaaloo me da la bienvenida nada más pasar por el umbral. Las paredes están acolchadas con cojines rosas y rojos; las cortinas y telas son del mismo color. Merrigan se oculta detrás de una de las telas rosas. Reconozco su silueta, la reconocería (la imaginaría) en cualquier lugar. Cojo el extremo de la tela con la dos manos y destapo a la mujer. No es Merrigan.
-Eres un aburrido, quería jugar contigo un poco más.- la mujer que no es Merrigan juega con el cuello de mi camisa –Las prisas no son buenas para nadie, ¿lo sabías? – se ríe de la misma manera que se reían los hombres que iban detrás del hombre de la voz ronca – Tengo una idea, ¿qué te parece si empezamos desde cero? Yo me escondo y tú me tienes que encontrar-.
Si no es Merrigan no me interesa. Giro la cabeza y busco con la mirada al hombre bajo y al niño. Ellos parecen saber qué debemos hacer; por lo menos, lo sabrán mejor que yo.
-¿Es que no me vas a hacer caso?- la chica que no es Merrigan pone sus manos en mis mejillas y guía mi cabeza para que la mire de frente. Tiene los mofletes hinchados de aire, finge, juega que está enfadada – Vamos cariño, será muy divertido-.
-No quiero jugar. He venido a buscar personal desaparecido. – me esfuerzo por no pronunciar el nombre de Merrigan. - Un hombre bajo y un niño vienen conmigo-.
-¡Pero si ya me has encontrado!- La chica se ríe y me da un beso a la mejilla – Estaba desparecida detrás de la tela. ¿Es que no te acuerdas?- el siguiente beso me lo da en los labios- Ven, conmigo. Quiero enseñarte un lugar especial-.
-¿Es ahí donde está Merrigan?-
-Ahí está quien tú quieras, cariño-.
- Chica que se parece a Merrigan:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Offrol: Complicación: me confunden con un cliente
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Maquiavelo observa al elfo discretamente primero, luego le clava una mirada fija con la ceja arqueada. Debe estar ebrio o tiene un coeficiente bastante bajo, no sabe si esto último es posible pues los elfos no sufren tantas deficiencias mentales como los humanos pero incluso la suerte se equivoca con algún sujeto desafortunado.
Genial… otro loco.
Masculla para sí mismo, suele encontrarse personas extrañas en sus viajes pero este se lleva un premio de consolación… Iliaki tiene la medalla máxima en esa categoría. Al menos mantienen las cosas interesantes, luego de tantos personajes puede decir con propiedad que los elementos extraños permanecen en la mente.
Creo que ha probado nuestra… “mercancía”.
¿Mercancía?... mejor ignora la pregunta.
Existen sustancias que drenan la voluntad de los hombres, le conto su padre cuando trato de enseñarle porque las bebidas alcohólicas son malas. También acoto que las mujeres tienen ese efecto pero uno se acostumbra… los adultos suelen tener formas muy extrañas de vivir la vida, es mejor quedarse enano.
Pronto una escena rara tiene lugar, el joven elfo se abalanza sobre cierta chica del interior. Chimar mira al enano con cara interrogante, tal vez puedan seguir el trabajo sin él. Recibe la típica orden visual, ahora no solo tiene que preocuparse por el personal desaparecido pues tiene un niño en cuerpo de hombre que cuidar también.
Esto costara el doble.
Avanza y se detiene en la puerta, toma aire e ingresa antes de que las otras damas le pidan ayuda con la cabra. El sitio le recuerda la casa rara que visito con Azoth, quizás sirve al mismo propósito... uno que jamás entendió bien. Tal parece que la gente grande va a esos lugares para aumentar su temperatura y sentirse extraños.
El humillo rojo que flota por toda la estructura parece tener propiedades raras, altera la concentración. El niño se siente algo mareado pero evita tropezar, no se ve muy higiénico el suelo. Varias empleadas de escaza ropa le miran diferente, parece que no es muy bien visto dentro del sitio vaporoso.
Vengo por el loco señoritas.
Dice con una sonrisa fingida, soltar la verdad a veces ayuda. Luego de pasar por un área donde varias personas fuman en pipas de cerámica y sueltan más humo rojo alcanza su objetivo, no se encuentra una escena muy familiar que digamos. Una vez vio a su padre desde la ventana despidiéndose de cierta mujer con igual… contacto, como era habitual su progenitor evadió preguntas elaborando un juego mental.
Bien elfo, tiempo de trabajar, tengo monedas esperando y no me vas a arruinar un negocio.
¿Qué es esto?, no trabajo con niños… al menos no sin un buen incentivo.
¿Ustedes dos harán el trabajo o no?, si te gustan las pelirrojas elfo conseguiré tres más y mucho vapor rojo, solo debes ayudarme con mi predicamento.
Genial… otro loco.
Masculla para sí mismo, suele encontrarse personas extrañas en sus viajes pero este se lleva un premio de consolación… Iliaki tiene la medalla máxima en esa categoría. Al menos mantienen las cosas interesantes, luego de tantos personajes puede decir con propiedad que los elementos extraños permanecen en la mente.
Creo que ha probado nuestra… “mercancía”.
¿Mercancía?... mejor ignora la pregunta.
Existen sustancias que drenan la voluntad de los hombres, le conto su padre cuando trato de enseñarle porque las bebidas alcohólicas son malas. También acoto que las mujeres tienen ese efecto pero uno se acostumbra… los adultos suelen tener formas muy extrañas de vivir la vida, es mejor quedarse enano.
Pronto una escena rara tiene lugar, el joven elfo se abalanza sobre cierta chica del interior. Chimar mira al enano con cara interrogante, tal vez puedan seguir el trabajo sin él. Recibe la típica orden visual, ahora no solo tiene que preocuparse por el personal desaparecido pues tiene un niño en cuerpo de hombre que cuidar también.
Esto costara el doble.
Avanza y se detiene en la puerta, toma aire e ingresa antes de que las otras damas le pidan ayuda con la cabra. El sitio le recuerda la casa rara que visito con Azoth, quizás sirve al mismo propósito... uno que jamás entendió bien. Tal parece que la gente grande va a esos lugares para aumentar su temperatura y sentirse extraños.
El humillo rojo que flota por toda la estructura parece tener propiedades raras, altera la concentración. El niño se siente algo mareado pero evita tropezar, no se ve muy higiénico el suelo. Varias empleadas de escaza ropa le miran diferente, parece que no es muy bien visto dentro del sitio vaporoso.
Vengo por el loco señoritas.
Dice con una sonrisa fingida, soltar la verdad a veces ayuda. Luego de pasar por un área donde varias personas fuman en pipas de cerámica y sueltan más humo rojo alcanza su objetivo, no se encuentra una escena muy familiar que digamos. Una vez vio a su padre desde la ventana despidiéndose de cierta mujer con igual… contacto, como era habitual su progenitor evadió preguntas elaborando un juego mental.
Bien elfo, tiempo de trabajar, tengo monedas esperando y no me vas a arruinar un negocio.
¿Qué es esto?, no trabajo con niños… al menos no sin un buen incentivo.
¿Ustedes dos harán el trabajo o no?, si te gustan las pelirrojas elfo conseguiré tres más y mucho vapor rojo, solo debes ayudarme con mi predicamento.
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Señalo al niño y al hombre bajo. Ellos son los que me han ordenado que investigue por qué desaparecen personas (personal). No es necesario que diga nada; el niño se adelanta y dice que tenemos que ponernos a trabajar. Le contesto con un rápido movimiento afirmativo con la cabeza. Aparto a la mujer que no es Merrigan con un leve empujón y me coloco al lado del hombre bajo. No quiero que la chica se me acerque. No confío en ella. He venido para buscar Merrigan, sé que no está aquí, pero todavía guardo esperanzas de encontrarla. Si ella no es Merrigan ni sabe dónde está, no quiero estar a su lado. Quiero que se vaya.
-Vete-.
El hombre bajo dice que cuando acabemos el trabajo me traerá tres pelirrojas y mucho vapor rojo. Niego con la cabeza. El hombre bajo no me entiende; el niño creo que tampoco.
-No quiero mujeres ni humo. Quiero a Merrigan- intento explicar, pero no sirve de nada. El hombre bajo me da la espalda y me ignora.
-¡Como sea!- mueve las manos como si estuviera apartando el aire - Si quieres pasarlo bien con nuestras chicas, antes tendrás que ponerte a trabajar. Me da igual que se llame Merrigan, Claudia o Beatriz; no podrás estar con ella sino te pones manos a la obra- termina riéndose con una voz ronca.
Conozco ese tono grave de risa. Quiere que me arrodille, que le obedezca. Una risilla tímida, como la de los hombres y mujeres que seguían al hombre que se reía como si bostezase, intenta escapar de mis labios. Consigo controlarla y no emitir ningún ruido. Eso no impide que mis labios muestren una sonrisa en contra de mi voluntad. Es por el olor de los Vapores Rojos. No hay otra cosa en el lugar que pueda tener un olor tan característico. Huele a canela, al fuego de las hogueras de la noche de la Ohdá y, sobre todo, huele como el cabello de Merrigan. Cuando estoy con ella sonrío. Los Vapores rojos me obligan a reír de la misma manera.
Me pregunto de qué conoce el hombre bajo a Merrigan para reír con ese tono. Su voz es desagradable, agría. No parece tener buenas intenciones. No me gusta. Pienso que conoce a Merrigan porque le hizo daño; de ahí que sea tan desagradable. Aprieto los puños y me coloco en posición de alerta. La mano derecha, la acerco despacio a mi chaleco, cerca de mi tomahawk. Las mujeres con la cabra, los hombres del principio y ahora el niño también ríen. ¿Todos conocen a Merrigan? Quizás sea imaginaciones mías. Los Vapores Rojos no tienen que oler igual que su cabello. Aun así, creo ver una nueva luz de esperanza. Sonrío, el humo huele a esperanza. Es posible que Merrigan esté aquí.
-Quiero ver a Merrigan. Haré el trabajo si me traes a Merrigan-.
-Ya te lo he dicho que lo haré. ¿Es que a los elfos se les ha de repetir todo dos veces? Hablaré contigo que pareces que tienes mejor amoblada la cabeza. La cuestión, como os he dicho, es que desaparece gente. Estas calles son difíciles. No os hacéis una idea la de personas que matarían por una barra de pan- otra vez la risa ronca - Investigad la razón por la que ocurre esto y acabad con el problema. Tenéis un día. Si no lo conseguís, llamaré a otras personas. No tengo ningún problema en conseguir gente tan necesitada como vosotros- lo último lo dice mirándome a los ojos en un gesto desafiante. –Y no metáis en más problemas-.
El hombre bajo sale de los Vapores Rojos dejándome solo con el niño.
-Necesitamos una lista de lugares. Merrigan siempre dice que para buscar algo hay que hacer una lista de lugares. - saco el papel con los lugares preferidos de Merrigan rasgados; queda algo menos de la mitad libre -¿Sabes escribir?-
-Vete-.
El hombre bajo dice que cuando acabemos el trabajo me traerá tres pelirrojas y mucho vapor rojo. Niego con la cabeza. El hombre bajo no me entiende; el niño creo que tampoco.
-No quiero mujeres ni humo. Quiero a Merrigan- intento explicar, pero no sirve de nada. El hombre bajo me da la espalda y me ignora.
-¡Como sea!- mueve las manos como si estuviera apartando el aire - Si quieres pasarlo bien con nuestras chicas, antes tendrás que ponerte a trabajar. Me da igual que se llame Merrigan, Claudia o Beatriz; no podrás estar con ella sino te pones manos a la obra- termina riéndose con una voz ronca.
Conozco ese tono grave de risa. Quiere que me arrodille, que le obedezca. Una risilla tímida, como la de los hombres y mujeres que seguían al hombre que se reía como si bostezase, intenta escapar de mis labios. Consigo controlarla y no emitir ningún ruido. Eso no impide que mis labios muestren una sonrisa en contra de mi voluntad. Es por el olor de los Vapores Rojos. No hay otra cosa en el lugar que pueda tener un olor tan característico. Huele a canela, al fuego de las hogueras de la noche de la Ohdá y, sobre todo, huele como el cabello de Merrigan. Cuando estoy con ella sonrío. Los Vapores rojos me obligan a reír de la misma manera.
Me pregunto de qué conoce el hombre bajo a Merrigan para reír con ese tono. Su voz es desagradable, agría. No parece tener buenas intenciones. No me gusta. Pienso que conoce a Merrigan porque le hizo daño; de ahí que sea tan desagradable. Aprieto los puños y me coloco en posición de alerta. La mano derecha, la acerco despacio a mi chaleco, cerca de mi tomahawk. Las mujeres con la cabra, los hombres del principio y ahora el niño también ríen. ¿Todos conocen a Merrigan? Quizás sea imaginaciones mías. Los Vapores Rojos no tienen que oler igual que su cabello. Aun así, creo ver una nueva luz de esperanza. Sonrío, el humo huele a esperanza. Es posible que Merrigan esté aquí.
-Quiero ver a Merrigan. Haré el trabajo si me traes a Merrigan-.
-Ya te lo he dicho que lo haré. ¿Es que a los elfos se les ha de repetir todo dos veces? Hablaré contigo que pareces que tienes mejor amoblada la cabeza. La cuestión, como os he dicho, es que desaparece gente. Estas calles son difíciles. No os hacéis una idea la de personas que matarían por una barra de pan- otra vez la risa ronca - Investigad la razón por la que ocurre esto y acabad con el problema. Tenéis un día. Si no lo conseguís, llamaré a otras personas. No tengo ningún problema en conseguir gente tan necesitada como vosotros- lo último lo dice mirándome a los ojos en un gesto desafiante. –Y no metáis en más problemas-.
El hombre bajo sale de los Vapores Rojos dejándome solo con el niño.
-Necesitamos una lista de lugares. Merrigan siempre dice que para buscar algo hay que hacer una lista de lugares. - saco el papel con los lugares preferidos de Merrigan rasgados; queda algo menos de la mitad libre -¿Sabes escribir?-
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Vapores rojos [Trabajo]
El elfo cobra consciencia y pregunta por una tal Merrigan, Chimar reconoce el nombre de un cuento pero nada más. Todos tienen sus propias búsquedas en Lunargenta, es la ciudad donde se encuentran las historias raras… cada una con su propio desdichado particular y sin mucho seso disponible.
Maquiavelo se siente algo mareado por los vapores pero lo que experimenta su nuevo compañero es algo más alarmante, muestra comportamiento errático durante varios instantes. En una oportunidad forma pose de ataque aunque afortunadamente recupera la compostura antes de asesinar a la gallina de los huevos de oro.
La explicación del trabajo es sencilla y escueta a la vez, básicamente el enano adulto está perdiendo gente y no tiene ni menuda idea de la causa. Otro trabajo de investigación, abundan últimamente aunque no todo es malo. Suelen ser entretenidos y demandan buena agilidad mental, el cerebro debe ejercitarse mucho también.
Claro… esta chupado.
Necesitado es una palabra fuerte, el niño genio prefiere un calificativo más delicado como "en búsqueda de oportunidades”. Tiene una enorme masa de dinero pero sus proyectos futuros parecen demandar arcas gordas, los gorriones se expanden y requieren inversiones para aumentar su influencia.
Su empleador desaparece por la puerta dejando todo en manos de los recién contratados, tiempo de trabajar. Afortunadamente la otra persona destinada tiene un momento de lucidez, quiere colaborar activamente con el mocoso en esta nueva empresa y no dejarle todo como suele pasar en la bolsa laboral actual.
¿Bromeas, no?
Toma el papel y busca un espacio libre, por casualidad detalla algunas partes del contenido pero aparta la vista. No le interesa… eso sin mencionar que resulta bastante perturbador, así comienzan los asesinos en serie. Sin perder tiempo toma del porta objetos uno de sus inventos, básicamente es un pincel metálico lleno de partes móviles y una punta de grafito.
Veamos.
Se acerca a una de las chicas, esta sirve las bebidas que se dispensan por el local. Pregunta varias cosas, más que todo el esquema de vida que tenían las empleadas desaparecidas. Luego de muchas insinuaciones raras Chimar tiene todo lo que necesita… no puede evitar preguntarse si todas las mujeres hablan en doble sentido.
Es como hablar con Iliaki o Magazubi… bien, tengo información interesante aquí. La mayoría tenía un estilo de vida errático pero todas las desaparecidas compartían tres cosas. Vivian en habitaciones dentro de la misma residencia, almorzaban en la misma posada y solían comprar en el mismo bazar… ¿cual pista seguimos? “le pasa el papel con tres direcciones anotadas”
Maquiavelo se siente algo mareado por los vapores pero lo que experimenta su nuevo compañero es algo más alarmante, muestra comportamiento errático durante varios instantes. En una oportunidad forma pose de ataque aunque afortunadamente recupera la compostura antes de asesinar a la gallina de los huevos de oro.
La explicación del trabajo es sencilla y escueta a la vez, básicamente el enano adulto está perdiendo gente y no tiene ni menuda idea de la causa. Otro trabajo de investigación, abundan últimamente aunque no todo es malo. Suelen ser entretenidos y demandan buena agilidad mental, el cerebro debe ejercitarse mucho también.
Claro… esta chupado.
Necesitado es una palabra fuerte, el niño genio prefiere un calificativo más delicado como "en búsqueda de oportunidades”. Tiene una enorme masa de dinero pero sus proyectos futuros parecen demandar arcas gordas, los gorriones se expanden y requieren inversiones para aumentar su influencia.
Su empleador desaparece por la puerta dejando todo en manos de los recién contratados, tiempo de trabajar. Afortunadamente la otra persona destinada tiene un momento de lucidez, quiere colaborar activamente con el mocoso en esta nueva empresa y no dejarle todo como suele pasar en la bolsa laboral actual.
¿Bromeas, no?
Toma el papel y busca un espacio libre, por casualidad detalla algunas partes del contenido pero aparta la vista. No le interesa… eso sin mencionar que resulta bastante perturbador, así comienzan los asesinos en serie. Sin perder tiempo toma del porta objetos uno de sus inventos, básicamente es un pincel metálico lleno de partes móviles y una punta de grafito.
Veamos.
Se acerca a una de las chicas, esta sirve las bebidas que se dispensan por el local. Pregunta varias cosas, más que todo el esquema de vida que tenían las empleadas desaparecidas. Luego de muchas insinuaciones raras Chimar tiene todo lo que necesita… no puede evitar preguntarse si todas las mujeres hablan en doble sentido.
Es como hablar con Iliaki o Magazubi… bien, tengo información interesante aquí. La mayoría tenía un estilo de vida errático pero todas las desaparecidas compartían tres cosas. Vivian en habitaciones dentro de la misma residencia, almorzaban en la misma posada y solían comprar en el mismo bazar… ¿cual pista seguimos? “le pasa el papel con tres direcciones anotadas”
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Tomo la lista que el pequeño ha escrito. Dos cosas me sorprenden: La primera lo rápido que ha conseguido la información. Ha ido a hablar con unas pocas personas, mujeres como la que se parece a Merrigan. No sé qué les ha preguntado, pero ha sido muy útil para obtener la información. La segunda sorpresa es lo rápido y bien que ha escrito. Los círculos de las letras son redondos y los palos rectos. Una pe es una pe, no una erre ni una de. Leo los lugares lentamente en voz baja:
-Ha. Bi. Ta. Ci. On. Habitación- miro los ojos del niño y asiento con la cabeza. - Po. Sa. Posada. La última: Ba. Bazar-. Al terminar de leer, vuelvo a asentir con la cabeza. Si me escuchase Idril se sentiría orgullosa. – Son tres lugares. Yo puedo ir aquí- señalo el primer lugar. Leerlo por segunda vez es complicado- Ve al segundo. Después iremos los dos juntos al tercero. Será más rápido-.
Doy una ojeada a mi alrededor para asegurarme que la mujer que se parece a Merrigan no esté cerca. Sé que es peligrosa. No la quiero ver. Si me la vuelvo a encontrar, me llevará a problemas que no entiendo. Si el chico y el hombre con estatura de niño no la hubieran espantado, en este momento tendría un grave problema.
-Estaré bien- le prometo al chico antes de marchar. Mis labios se curvan una leve sonrisa; no es por el efecto de humo. –Sarez. Mi nombre es Sarez- le estrecho la mano al chico.
Me quito el chaleco y lo meto en la mochila. Mis armas: el arco, los cuchillos, la espada y el tomahawk quedan en vista de cualquiera de los presentes. Si las mujeres o el humo me impiden hablar con la boca, usaré los gestos. Enseñaré mi espada para que la gente peligrosa se aleje, dispararé una flecha al lugar que quiera señalar y tomaré mis cuchillos para rajar las alfombras del suelo y formar imágenes con lo que quiera decir. En este trabajo, no tengo a Idril ni a Merrigan para que me ayuden a hablar. El niño tampoco vendrá conmigo. Debo ser consciente de todas las opciones que tenga a la hora de comunicarme. La última alternativa, si es que no existe otra opción, será de la usar mis armas como lo que son.
Camino inquieto por los pasillos de Vapores Rojos. Son cortos y estrechos. Cada cinco pasos aparece dos puertas, una a cada lado. Parecen ojos. Al pasar por delante de ellas me siento observado, como si detrás hubiera una persona vigilándome.
Me acerco a una puerta entreabierta. Sin tocarle, echo un vistazo a su interior. No son las habitaciones que estoy buscando. En la lista del niño pone que las personas (personal) que desaparece lo han dormido en habitaciones. Aquí no están durmiendo. Sé lo que están haciendo, la madre de Merrigan me lo enseñó e Idril me lo recordó: Hacen el amor.
Doy unos pasos hacia atrás y retomo mi camino por el estrecho pasillo. Pienso en lo qué hubiera hecho Idril si alguien nos hubiera visto en la cueva. Creo que se habría abrazado los pechos y sus mejillas se le habrían puesto del color de las fresas. A mí no me hubiera importado. Los animales procrean a menudo y nunca se escandalizan. Ahora, pienso qué hubiera hecho Merrigan si alguien hubiera visto cómo me besaba bajo el árbol. No lo sé. Ella es un misterio. He viajado mucho con ella. Es mi hija, debería conocerla. Sin embargo, siento que estoy lejos de saber cómo es realmente. La única vez que la vi a los ojos, a los de verdad y no los que usa para fingir, fue el día que me besó. Aquellos ojos grises y enfermos eran reales.
Cojo un pañuelo de mi bolsillo y ahogo un sordo suspiro en él. No quiero que nadie me descubra lamentándome por Merrigan ni riendo por el humo rojo. He de pasar desapercibido entre las puertas que parecen ojos.
Al final del pasillo hay una escalera que lleva al piso superior. En los hostales que he dormido con Merrigan el ocio han estado en el piso de abajo y las habitaciones en el de arriba. Vapores Rojos no es muy diferente a un hostal. Subo las escaleras sin dejar de vigilar mi espalda. Las puertas siguen cerradas, incluida la que me he encontrado entreabierta. Si me han visto, no creo que les haya importado.
El pasillo del piso superior es más amplio y las puertas más pequeñas. A cada paso que doy me puedo encontrar una habitación nueva. Todas las puertas están abiertas. Me asomo a la primera habitación. Hay un cubo en el fondo y un par de literas de tres camas cada una en los laterales. Apenas queda espacio libre entre las dos literas. La segunda habitación es similar a la primera; tan solo se diferencia en que un líquido que dista entre el amarillo y el negro chorrea desde el cubo. Con las demás habitaciones no descubro nada nuevo. El aspecto es lamentable. Me asombra la diferencia entre ambos piso. Abajo todo es elegancia y telas de colores rojos y rosas. El piso de arriba es gris y repugnante. ¿Merrigan ha dormido aquí? Me cuesta creérmelo. A ella le preocupaba la belleza del escenario que la envolvía (es una de sus frases).
Entro a la quinta habitación atraído por una mancha densa de color rojo en el hierro de una de las literas: Sangre. La mancha está cubierta de una nube del mismo color, como si quisiera ocultarla. Al acercarme, mis labios son forzados a esbozar una sonrisa. Huelo el aroma del cabello de Merrigan como si estuviera besando su cabeza. Inmediatamente, doy un paso hacia atrás asustado. ¿Por qué los vapores rojos ocultan una mancha de sangre? No tengo explicación. El niño lo sabrá, se le da bien investigar.
Me tapo la nariz con el mismo pañuelo de trapo que usé para ahogar el recuerdo del beso de Merrigan y me acerco a la litera. No quiero irme con las manos vacías. Quiero ver la mancha de cerca, asegurarme que es sangre y no mermelada. Mojo el dedo índice de mi mano izquierda, la derecha la tengo ocupada con el pañuelo, en la mancha y pruebo a qué sabe. Efectivamente, es sangre. Puedo ser más preciso. Por su sabor, sé que pertenece a la de un animal.
-Ha. Bi. Ta. Ci. On. Habitación- miro los ojos del niño y asiento con la cabeza. - Po. Sa. Posada. La última: Ba. Bazar-. Al terminar de leer, vuelvo a asentir con la cabeza. Si me escuchase Idril se sentiría orgullosa. – Son tres lugares. Yo puedo ir aquí- señalo el primer lugar. Leerlo por segunda vez es complicado- Ve al segundo. Después iremos los dos juntos al tercero. Será más rápido-.
Doy una ojeada a mi alrededor para asegurarme que la mujer que se parece a Merrigan no esté cerca. Sé que es peligrosa. No la quiero ver. Si me la vuelvo a encontrar, me llevará a problemas que no entiendo. Si el chico y el hombre con estatura de niño no la hubieran espantado, en este momento tendría un grave problema.
-Estaré bien- le prometo al chico antes de marchar. Mis labios se curvan una leve sonrisa; no es por el efecto de humo. –Sarez. Mi nombre es Sarez- le estrecho la mano al chico.
Me quito el chaleco y lo meto en la mochila. Mis armas: el arco, los cuchillos, la espada y el tomahawk quedan en vista de cualquiera de los presentes. Si las mujeres o el humo me impiden hablar con la boca, usaré los gestos. Enseñaré mi espada para que la gente peligrosa se aleje, dispararé una flecha al lugar que quiera señalar y tomaré mis cuchillos para rajar las alfombras del suelo y formar imágenes con lo que quiera decir. En este trabajo, no tengo a Idril ni a Merrigan para que me ayuden a hablar. El niño tampoco vendrá conmigo. Debo ser consciente de todas las opciones que tenga a la hora de comunicarme. La última alternativa, si es que no existe otra opción, será de la usar mis armas como lo que son.
Camino inquieto por los pasillos de Vapores Rojos. Son cortos y estrechos. Cada cinco pasos aparece dos puertas, una a cada lado. Parecen ojos. Al pasar por delante de ellas me siento observado, como si detrás hubiera una persona vigilándome.
Me acerco a una puerta entreabierta. Sin tocarle, echo un vistazo a su interior. No son las habitaciones que estoy buscando. En la lista del niño pone que las personas (personal) que desaparece lo han dormido en habitaciones. Aquí no están durmiendo. Sé lo que están haciendo, la madre de Merrigan me lo enseñó e Idril me lo recordó: Hacen el amor.
Doy unos pasos hacia atrás y retomo mi camino por el estrecho pasillo. Pienso en lo qué hubiera hecho Idril si alguien nos hubiera visto en la cueva. Creo que se habría abrazado los pechos y sus mejillas se le habrían puesto del color de las fresas. A mí no me hubiera importado. Los animales procrean a menudo y nunca se escandalizan. Ahora, pienso qué hubiera hecho Merrigan si alguien hubiera visto cómo me besaba bajo el árbol. No lo sé. Ella es un misterio. He viajado mucho con ella. Es mi hija, debería conocerla. Sin embargo, siento que estoy lejos de saber cómo es realmente. La única vez que la vi a los ojos, a los de verdad y no los que usa para fingir, fue el día que me besó. Aquellos ojos grises y enfermos eran reales.
Cojo un pañuelo de mi bolsillo y ahogo un sordo suspiro en él. No quiero que nadie me descubra lamentándome por Merrigan ni riendo por el humo rojo. He de pasar desapercibido entre las puertas que parecen ojos.
Al final del pasillo hay una escalera que lleva al piso superior. En los hostales que he dormido con Merrigan el ocio han estado en el piso de abajo y las habitaciones en el de arriba. Vapores Rojos no es muy diferente a un hostal. Subo las escaleras sin dejar de vigilar mi espalda. Las puertas siguen cerradas, incluida la que me he encontrado entreabierta. Si me han visto, no creo que les haya importado.
El pasillo del piso superior es más amplio y las puertas más pequeñas. A cada paso que doy me puedo encontrar una habitación nueva. Todas las puertas están abiertas. Me asomo a la primera habitación. Hay un cubo en el fondo y un par de literas de tres camas cada una en los laterales. Apenas queda espacio libre entre las dos literas. La segunda habitación es similar a la primera; tan solo se diferencia en que un líquido que dista entre el amarillo y el negro chorrea desde el cubo. Con las demás habitaciones no descubro nada nuevo. El aspecto es lamentable. Me asombra la diferencia entre ambos piso. Abajo todo es elegancia y telas de colores rojos y rosas. El piso de arriba es gris y repugnante. ¿Merrigan ha dormido aquí? Me cuesta creérmelo. A ella le preocupaba la belleza del escenario que la envolvía (es una de sus frases).
Entro a la quinta habitación atraído por una mancha densa de color rojo en el hierro de una de las literas: Sangre. La mancha está cubierta de una nube del mismo color, como si quisiera ocultarla. Al acercarme, mis labios son forzados a esbozar una sonrisa. Huelo el aroma del cabello de Merrigan como si estuviera besando su cabeza. Inmediatamente, doy un paso hacia atrás asustado. ¿Por qué los vapores rojos ocultan una mancha de sangre? No tengo explicación. El niño lo sabrá, se le da bien investigar.
Me tapo la nariz con el mismo pañuelo de trapo que usé para ahogar el recuerdo del beso de Merrigan y me acerco a la litera. No quiero irme con las manos vacías. Quiero ver la mancha de cerca, asegurarme que es sangre y no mermelada. Mojo el dedo índice de mi mano izquierda, la derecha la tengo ocupada con el pañuelo, en la mancha y pruebo a qué sabe. Efectivamente, es sangre. Puedo ser más preciso. Por su sabor, sé que pertenece a la de un animal.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Separarse es una buena estrategia, se cubre terreno rápido aunque suele funcionar mejor si todos los elementos son despabilados. A Chimar le preocupa un poco dejar a su nuevo compañero por su cuenta, claramente no anda bien de la sesera. Al final suspira y asiente, si sigue vivo debe tener alguna cualidad.
Me llamo Chimar, nos vemos en el último sitio entonces.
Se retira sin mayor debate, la posada queda cerca y desea avanzar en el caso rápido. No le toma mucho encontrarse frente al destino, un lugar que resulta bastante típico si eres viajero frecuente. Adentro una modesta cantidad de clientes pasa el rato, se nota que no es hora de comer un plato fuerte.
Disculpe… aquí abajo.
Dice para llamar la atención del tabernero, un enorme personaje bastante fornido… sin duda complementa que el nombre de la posada sea “dioses guerreros”. Dejando el curioso aspecto de lado Maquiavelo prepara sus preguntas cuando recibe atención, quiere terminar deprisa o el olor a pan recién horneado terminara quebrando su voluntad.
Quiero saber sobre las chicas desaparecidas, ¿puede decirme algo relevante?
Solo que es un tema deprimente, eran encantadoras mujeres y siempre dejaban propina.
¿No le viene a la mente información que pueda ayudar a solucionar el misterio?
El adulto pone un rostro pensativo, claramente busca algo en sus recuerdos. Un posadero suele enterarse de muchos chismes… su conocimiento local solo puede ser superado por un ladrón activo. Luego de varios minutos el individuo vuelve de sus memorias, parece traer algo consigo y más le vale pues la espera fue aburrida.
Una de las chicas menciono que sentía como si algo le acechara, lo recuerdo porque cuando pregunte si era un vampiro negó diciendo que pasaba a todas horas.
Interesante, ¿dijo algo más sobre eso?
Solo que por alguna razón le recordaba a un animal hambriento, era una joven de campo y tuvo experiencias similares… eso es todo, espero que atrapen a ese degenerado, Gina era una mujer que siempre te sacaba una sonrisa.
Su pequeño interlocutor asiente, luego pregunta por la taberna un poco más. No obtiene mejor información aunque la opinión popular es compartida, todos se imaginan un final trágico para las mujeres. No es la primera vez que Lunargenta sufre desapariciones misteriosas… casi siempre terminan cuando se encuentra el reducto de un lunático lleno con cuerpos.
Como no recibe mejores datos de los clientes avanza al último punto, uno de los numerosos bazares que colman la capital humana. Con el problema vampiro la gente ya no sale mucho pero existen suficientes valientes para atestar zonas comerciales, luego de una semana todos se acostumbran a un problema generalizado. El pequeño genio compra una manzana y espera a su compañero en la entrada para proseguir las investigaciones… hubiera robado el aperitivo pero no quería arriesgarse a ser descubierto y tener que comprometer el trabajo.
Las cosas que debo hacer a veces…
Me llamo Chimar, nos vemos en el último sitio entonces.
Se retira sin mayor debate, la posada queda cerca y desea avanzar en el caso rápido. No le toma mucho encontrarse frente al destino, un lugar que resulta bastante típico si eres viajero frecuente. Adentro una modesta cantidad de clientes pasa el rato, se nota que no es hora de comer un plato fuerte.
Disculpe… aquí abajo.
Dice para llamar la atención del tabernero, un enorme personaje bastante fornido… sin duda complementa que el nombre de la posada sea “dioses guerreros”. Dejando el curioso aspecto de lado Maquiavelo prepara sus preguntas cuando recibe atención, quiere terminar deprisa o el olor a pan recién horneado terminara quebrando su voluntad.
Quiero saber sobre las chicas desaparecidas, ¿puede decirme algo relevante?
Solo que es un tema deprimente, eran encantadoras mujeres y siempre dejaban propina.
¿No le viene a la mente información que pueda ayudar a solucionar el misterio?
El adulto pone un rostro pensativo, claramente busca algo en sus recuerdos. Un posadero suele enterarse de muchos chismes… su conocimiento local solo puede ser superado por un ladrón activo. Luego de varios minutos el individuo vuelve de sus memorias, parece traer algo consigo y más le vale pues la espera fue aburrida.
Una de las chicas menciono que sentía como si algo le acechara, lo recuerdo porque cuando pregunte si era un vampiro negó diciendo que pasaba a todas horas.
Interesante, ¿dijo algo más sobre eso?
Solo que por alguna razón le recordaba a un animal hambriento, era una joven de campo y tuvo experiencias similares… eso es todo, espero que atrapen a ese degenerado, Gina era una mujer que siempre te sacaba una sonrisa.
Su pequeño interlocutor asiente, luego pregunta por la taberna un poco más. No obtiene mejor información aunque la opinión popular es compartida, todos se imaginan un final trágico para las mujeres. No es la primera vez que Lunargenta sufre desapariciones misteriosas… casi siempre terminan cuando se encuentra el reducto de un lunático lleno con cuerpos.
Como no recibe mejores datos de los clientes avanza al último punto, uno de los numerosos bazares que colman la capital humana. Con el problema vampiro la gente ya no sale mucho pero existen suficientes valientes para atestar zonas comerciales, luego de una semana todos se acostumbran a un problema generalizado. El pequeño genio compra una manzana y espera a su compañero en la entrada para proseguir las investigaciones… hubiera robado el aperitivo pero no quería arriesgarse a ser descubierto y tener que comprometer el trabajo.
Las cosas que debo hacer a veces…
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Una cama con una pequeña mancha de sangre podía no ser nada. Se me ocurren tres soluciones: que alguna chica se hubiera llevado un filete de carne a medio hacer, que hubieran matada a un animal encima de la cama, una cabra como la que vi antes, o que una chica bestia tuviera “la hora de mujer”.
Recuerdo una noche en la que Merrigan se despertó de madrugada. Fue corriendo al baño, cogió unos cubos de agua y, con prisas, limpió su lado de la colcha. Me dijo que no me preocupase, que le había llegado “la hora de mujer”. No entendí que significaba. Le ayudé a limpiar la colcha y las sabanas. Luego, se volvió a dormir como si fuera algo natural manchar la cama de sangre. A la mañana siguiente me explicó con más detalles qué era “la hora de mujer”; fue todavía más complicado de entender.
-¿Es una herida abierta?- le pregunté.
-¡No! Déjame que te lo explique mejor: ¿Verdad que cuando comes mucho sientes que tu barriga está pesada y tienes ganas de devolver?- asentí- A las mujeres nos pasa algo parecido. Nuestro cuerpo crea cosa que no necesitamos-.
-Vomitas sangre-.
-¡No es sangre!- sonrió- Ni tampoco vomitamos por ahí abajo. ¡Puaj, que asco!-
Reí porque ella reía.
-Es el alimento que las mamás dan a sus bebes cuando siguen dentro de su barriga. Como yo no tengo ningún bebé aquí dentro, no necesito la comida- se acarició el vientre- ¿Ahora lo entiendes mejor?-
Asentí con la cabeza. Ella me llamó mentiroso y me abrazó el cuello. Le contesté que tenía razón. Los dos reímos.
Recuerdo la conversación sobre “la hora de la mujer” mientras regreso por el pasillo que lleva al vestíbulo. Prefiero pensar en Merrigan que en los ojos de las puertas o el fracaso de mis investigaciones. Podría haberme quedado más tiempo en el piso superior; debería haberlo hecho: Buscar y rebuscar más pistas. La idea me produce escalofríos. No me gusta este lugar. Tengo la sensación de que hay gente escondida detrás de las paredes y de los ojos de las puertas vigilando cada paso que doy. Ellos no quieren que esté aquí. La risa incontrolable no hace que mi instancia sea más agradable, es muy incómodo. Me río por cualquier cosa: porque veo una grieta en la pintura de la pared, porque piso una cucaracha, porque delas puertas son de un color diferente que las baldosas del suelo…. Todo me hace gracia.
En el vestíbulo, el hombre con el tamaño de un niño me llama con la mano. Está sentado en un sillón acompañado de dos mujeres que sentadas en los reposabrazos. Imagino que, antes de llamarme, el hombre tenía las manos apoyadas en las rodillas de la chica.
-Dame una buena noticia y dime que has encontrado algo interesante-.
-He encontrado algo interesante-
-¡Excelente! ¿De qué se trata? ¿Un vampiro hambriento, sabotaje de una casa rival, algún señor ricachón que se preocupa que sus secretos queden ocultos…? – se refrota las manos como si estuviera amasando pan. -¡Dímelo!-
-No lo sé-.
-¿¡Cómo que no lo sabes!? Me acabas de decir que tenías una pista. ¡Debes saberlo!-
-He dicho lo que me has pedido que diga-.
-Haz me un favor, quieres- se sube al sillón y me coge del cuello de la camisa – la próxima vez, recuérdame que le pregunte solo con tu compañero. Hablar contigo es un desperdicio-.
-¿Quieres hablar con Chimar?-
-¡POR FAVOR!-
-Iré a buscarlo-.
-Elfos… no se les puede pedir más. ¿Verdad que no, preciosa?- con la misma mano con la que amenazó, acaricia la mejilla de una de las chicas- ¡Claro que no!-
Salir de “Vapores Rojos” es un alivio. Dejo de reír casi inmediatamente. Aspiro tranquilo y bufo cansado. Desde el umbral de la puerta, aparece de nuevo la chica que se parece a Merrigan. Sé que me ha reconocido. Se despide de mí y me envía un beso por el aire. La ignoro.
Camino por las calles colindantes a Vapores Rojos, no me alejo demasiado por miedo a perderme. Pronto, encuentro el bazar de la lista de pistas de Chimar. No tardo en encontrar también a Chimar comiéndose una manzana.
-Hola Chimar- saludo, Merrigan dice que es importante ser educado- Debías estar en la posada. ¿Qué haces aquí? ¿Tienes pistas? Yo he encontrado sangre de animal en una cama. El hombre del tamaño de niño quiere hablar contigo. – me doy cuenta que estoy hablando muy rápido y no me explico bien- Lo siento, esto es nuevo para mí-.
Recuerdo una noche en la que Merrigan se despertó de madrugada. Fue corriendo al baño, cogió unos cubos de agua y, con prisas, limpió su lado de la colcha. Me dijo que no me preocupase, que le había llegado “la hora de mujer”. No entendí que significaba. Le ayudé a limpiar la colcha y las sabanas. Luego, se volvió a dormir como si fuera algo natural manchar la cama de sangre. A la mañana siguiente me explicó con más detalles qué era “la hora de mujer”; fue todavía más complicado de entender.
-¿Es una herida abierta?- le pregunté.
-¡No! Déjame que te lo explique mejor: ¿Verdad que cuando comes mucho sientes que tu barriga está pesada y tienes ganas de devolver?- asentí- A las mujeres nos pasa algo parecido. Nuestro cuerpo crea cosa que no necesitamos-.
-Vomitas sangre-.
-¡No es sangre!- sonrió- Ni tampoco vomitamos por ahí abajo. ¡Puaj, que asco!-
Reí porque ella reía.
-Es el alimento que las mamás dan a sus bebes cuando siguen dentro de su barriga. Como yo no tengo ningún bebé aquí dentro, no necesito la comida- se acarició el vientre- ¿Ahora lo entiendes mejor?-
Asentí con la cabeza. Ella me llamó mentiroso y me abrazó el cuello. Le contesté que tenía razón. Los dos reímos.
Recuerdo la conversación sobre “la hora de la mujer” mientras regreso por el pasillo que lleva al vestíbulo. Prefiero pensar en Merrigan que en los ojos de las puertas o el fracaso de mis investigaciones. Podría haberme quedado más tiempo en el piso superior; debería haberlo hecho: Buscar y rebuscar más pistas. La idea me produce escalofríos. No me gusta este lugar. Tengo la sensación de que hay gente escondida detrás de las paredes y de los ojos de las puertas vigilando cada paso que doy. Ellos no quieren que esté aquí. La risa incontrolable no hace que mi instancia sea más agradable, es muy incómodo. Me río por cualquier cosa: porque veo una grieta en la pintura de la pared, porque piso una cucaracha, porque delas puertas son de un color diferente que las baldosas del suelo…. Todo me hace gracia.
En el vestíbulo, el hombre con el tamaño de un niño me llama con la mano. Está sentado en un sillón acompañado de dos mujeres que sentadas en los reposabrazos. Imagino que, antes de llamarme, el hombre tenía las manos apoyadas en las rodillas de la chica.
-Dame una buena noticia y dime que has encontrado algo interesante-.
-He encontrado algo interesante-
-¡Excelente! ¿De qué se trata? ¿Un vampiro hambriento, sabotaje de una casa rival, algún señor ricachón que se preocupa que sus secretos queden ocultos…? – se refrota las manos como si estuviera amasando pan. -¡Dímelo!-
-No lo sé-.
-¿¡Cómo que no lo sabes!? Me acabas de decir que tenías una pista. ¡Debes saberlo!-
-He dicho lo que me has pedido que diga-.
-Haz me un favor, quieres- se sube al sillón y me coge del cuello de la camisa – la próxima vez, recuérdame que le pregunte solo con tu compañero. Hablar contigo es un desperdicio-.
-¿Quieres hablar con Chimar?-
-¡POR FAVOR!-
-Iré a buscarlo-.
-Elfos… no se les puede pedir más. ¿Verdad que no, preciosa?- con la misma mano con la que amenazó, acaricia la mejilla de una de las chicas- ¡Claro que no!-
Salir de “Vapores Rojos” es un alivio. Dejo de reír casi inmediatamente. Aspiro tranquilo y bufo cansado. Desde el umbral de la puerta, aparece de nuevo la chica que se parece a Merrigan. Sé que me ha reconocido. Se despide de mí y me envía un beso por el aire. La ignoro.
Camino por las calles colindantes a Vapores Rojos, no me alejo demasiado por miedo a perderme. Pronto, encuentro el bazar de la lista de pistas de Chimar. No tardo en encontrar también a Chimar comiéndose una manzana.
-Hola Chimar- saludo, Merrigan dice que es importante ser educado- Debías estar en la posada. ¿Qué haces aquí? ¿Tienes pistas? Yo he encontrado sangre de animal en una cama. El hombre del tamaño de niño quiere hablar contigo. – me doy cuenta que estoy hablando muy rápido y no me explico bien- Lo siento, esto es nuevo para mí-.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Vapores rojos [Trabajo]
A medida que chimar come la manzana nota algo bastante molesto, le están haciendo esperar. Se da cuenta porque calcula de memoria la escala de tiempo para no acabarse el aperitivo antes, comer lo mantiene ocupado y le evita tener que pensar muchas formas de venganza en contra del elfo.
Luego de lo que parece una eternidad para alguien de mente rápida el orejas de punta aparece, sigue igual de perdido pero ya resulta claro que es su forma de ser. En un par de segundos Maquiavelo termina la manzana y fija sus ojos en el personaje, le reñiría pero eso debe tener tanto efecto como una clase de matemática avanzada con Ratita.
Nos teníamos que reunir aquí… sea como sea ya apareciste y eso es lo que importa.
El niño medita los nuevos datos, sangre animal no es algo muy alentador. Instintivamente relaciona el nuevo detalle con la confesión del tabernero, es posible que se estén enfrentando con un bicho y no precisamente de los que caminan en cuatro patas… como si no fuera suficiente con vampiros locos.
Parece que un ser peludo ha dado rienda suelta a su lado animal… aún es pronto para emitir juicio de valor pero se ve posible en mi mente.
La gente loca viene en todo tipo de empaques, solo hace falta pasarse un tiempo en alguna taberna concurrida para salir lleno de historias. Si una minúscula fracción de los cuentos etílicos tiene referencias reales… el mundo puede que no tenga salvación real a la larga como dicen los dementes en algunas cuadras.
Revisemos el último contacto.
Maquiavelo reconoce el bazar, pocos lugares en la ciudad se le escapan. Es un sitio con buenas ofertas, frecuentemente visitado por ciudadanos agarrados que no andan flotando en aeros precisamente. La clase de lugares que el jovencito evita cuando está vaciando bolsillos, no se gana mucho robando a los pobres.
A rayos… Ithafir.
Pero si es el joven Chimar, estas fuera de tu área.
No es un individuo particularmente agradable para el niño, básicamente porque siempre termina endosándole un trato terrible que apenas deja ganancia. Ithafir es un nativo del Arenal que vino a Lunargenta a probar suerte hace menos de un año, es malo para todo pero tiene una habilidad particularmente buena, es un comerciante innato y más taimado que cualquier persona jamás conocida por el chico.
Antes que nada, no vinimos a comprar, probar, intercambiar o cerrar algún trato… "pone cara seria" queremos información de buena voluntad.
¿Y tu amigo no compra nada? ¿Quizás un collar para algún amor perdido?
¡Céntrate Ithafir!, ¿qué puedes decirme de las empleadas que laboran en vapores rojos?
“Laboran”… claro, creo que debo enseñarte algunas cosas niño. Pero volviendo al tema recuerdo a dos clientas frecuentes, compraron dagas para autodefensa de esas que se esconden bajo el vestido… ahora que lo pienso llevo tiempo sin verlas “medita intentando recordar algún punto importante que se le escapa de momento”
Luego de lo que parece una eternidad para alguien de mente rápida el orejas de punta aparece, sigue igual de perdido pero ya resulta claro que es su forma de ser. En un par de segundos Maquiavelo termina la manzana y fija sus ojos en el personaje, le reñiría pero eso debe tener tanto efecto como una clase de matemática avanzada con Ratita.
Nos teníamos que reunir aquí… sea como sea ya apareciste y eso es lo que importa.
El niño medita los nuevos datos, sangre animal no es algo muy alentador. Instintivamente relaciona el nuevo detalle con la confesión del tabernero, es posible que se estén enfrentando con un bicho y no precisamente de los que caminan en cuatro patas… como si no fuera suficiente con vampiros locos.
Parece que un ser peludo ha dado rienda suelta a su lado animal… aún es pronto para emitir juicio de valor pero se ve posible en mi mente.
La gente loca viene en todo tipo de empaques, solo hace falta pasarse un tiempo en alguna taberna concurrida para salir lleno de historias. Si una minúscula fracción de los cuentos etílicos tiene referencias reales… el mundo puede que no tenga salvación real a la larga como dicen los dementes en algunas cuadras.
Revisemos el último contacto.
Maquiavelo reconoce el bazar, pocos lugares en la ciudad se le escapan. Es un sitio con buenas ofertas, frecuentemente visitado por ciudadanos agarrados que no andan flotando en aeros precisamente. La clase de lugares que el jovencito evita cuando está vaciando bolsillos, no se gana mucho robando a los pobres.
A rayos… Ithafir.
Pero si es el joven Chimar, estas fuera de tu área.
No es un individuo particularmente agradable para el niño, básicamente porque siempre termina endosándole un trato terrible que apenas deja ganancia. Ithafir es un nativo del Arenal que vino a Lunargenta a probar suerte hace menos de un año, es malo para todo pero tiene una habilidad particularmente buena, es un comerciante innato y más taimado que cualquier persona jamás conocida por el chico.
Antes que nada, no vinimos a comprar, probar, intercambiar o cerrar algún trato… "pone cara seria" queremos información de buena voluntad.
¿Y tu amigo no compra nada? ¿Quizás un collar para algún amor perdido?
¡Céntrate Ithafir!, ¿qué puedes decirme de las empleadas que laboran en vapores rojos?
“Laboran”… claro, creo que debo enseñarte algunas cosas niño. Pero volviendo al tema recuerdo a dos clientas frecuentes, compraron dagas para autodefensa de esas que se esconden bajo el vestido… ahora que lo pienso llevo tiempo sin verlas “medita intentando recordar algún punto importante que se le escapa de momento”
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Después de llevar tiempo fuera de “Vapores Rojos” me noto más centrado. No me cuesta pensar en lo que sucede en mi alrededor. Las paredes no se mueven ni hay ojos vigilándome detrás de las puertas. Recuerdo mejor lo sucedido antes y después, no durante, mi estancia en “Vapores Rojos”. En mi cabeza guardo imágenes simples, cosas que tengo que hacer: decir a Chimar que el hombre del tamaño de un niño quiere hablar con él, hay sangre de animal en una cama (hora de mujer) y que la mujer problemática me ha seguido hasta la puerta. Hay algo más que debo decirle, sé que se me olvida un detalle importante, pero soy incapaz de recordarlo. Tampoco he podido recordar que quedé con Chimar de reunirnos en el bazar.
-No recuerdo- contesto a Chimar en un tono de disculpa. Me refiero a nuestra cita en el bazar y a los datos, las pistas, que he olvidado en “Vapores Rojos”.
Tardo en darme cuenta, pero al final lo consigo. Quiero decirlo, tengo miedo a que se me olvide. Merrigan me enseñó que es de mala educación interrumpir a alguien mientras habla. Chimar está hablando sobre la sangre. Da una respuesta que no llego a comprender. Habla muy rápido, como si diera por hecho que sé lo mismo que él. Cuando termina, niego con la cabeza. En comparación con la nueva pista, la sangre no es importante.
-Chimar no ríes. Yo tampoco estoy riendo. No recuerdo los pasillos de “Vapores Rojos”, pero recuerdo las calles del bazar- para mí resulta evidente, pero no sé cómo explicarlo- Es culpa de la risa. Es molesta y mágica. Hace que olvidemos-.
Chimarse detiene enfrente de un tenderete. Ésta es diferente a las demás. Un montón de mantas de color verde cubren los productos. Al otro lado del mostrador hay un hombre de piel oscura y ojos pequeños y brillantes como dos gotas de aceite. Chimar le reconoce, dice con desgana que se llama Ithafir. El hombre de piel oscura también conoce a Chimar, al contrario que él, se alegra de ver al niño. Ambos hablan sobre comercio e información, pistas. Yo me quedo apartado detrás de Chimar. Soy torpe hablando de dinero y peor buscando pistas. Prefiero no interferir que molestar.
El hombre de piel oscura acaba hablando de las mujeres de “Vapores Rojos”; parece que todos los temas de conversación acaban en el mismo punto. Dice que vendió armas a mujeres y que ellas se las escondían bajo el vestido. Primero sangre y ahora armas. Doy un tirón del brazo de Chimar para llamar su atención.
-Sangre- se lo digo como si fuera una gran obviedad, como si tuviera que completar la frase.
Echo un vistazo bajo las mantas verdes, hay armas: dagas, espadas y ballestas. Los otros tenderetes venden especies, frutas, piezas de carne, plantas… El bazar de Ithafir es el único del lugar que vende armas. Creo que Chimar lo sabía antes de venir.
-Ya sé que no me lo habéis pedido, pero dejadme que os de un consejo: Alejaos de El Farolillo. Si queréis compañía, esperad que las mujeres salgan del humo rosa-.
-¿Farolillo?-
-Tu nuevo cuidador tiene menos luces que un barco pirata. ¿Dónde has dejado a la elfa Thenidiel? – le dice a Chimar con una sonrisa ladina- Su presencia siempre es un regalo para la vista- ríe como si estuviera dentro de “Vapores Rojos”- Mira elfo, ¿ves esa casa de allí?- señala a la calle que lleva a “Vapores Rojos” – Pues es mejor que dejes de mirarla-.
No entiendo a qué se refiere, tampoco hago el esfuerzo por entender. Sigo pensando en la magia de la risa y en las cosas que podría haber olvidado. ¿Y si una de las mujeres que estaban con el hombre del tamaño de un niño era Merrigan? No recuerdo el rostro de las chicas, ni siquiera su color de pelo. Sabía que eran chicas porque… ¿Por qué? Me masajeo la sien con la mano derecha como si estuviera escarbando entre los recuerdos de mi mente; me sorprendo al descubrir que no lo sé.
-Decid a vuestros amigos que Ithafir no es un mentiroso- dice el comerciante riendo- mira allí, entre la multitud. Os dije que las chicas salen a jugar-.
Es la chica que se parece a Merrigan. Verla me produce un escalofrío. No recuerdo qué fue lo que me dijo cuando me tomó por sorpresa, el sabor de sus labios ni el olor de su perfume; sin embargo, recuerdo muy bien lo incómodo y amenazado que me hice sentir.
Con disimulo, desato los botones de mi chaleco haciendo que sea más fácil, en caso de peligro, alcanzar los cuchillos que oculto. Llevo una mano a Vientoatroz y acaricio su madera. Desconfío de la chica que se parece a Merrigan. Quiero estar preparado. Si llega el momento en el que tengo que usar mis armas, deben estar a mi alcance.
-Chimar, ¿interrogatorio?-
-No recuerdo- contesto a Chimar en un tono de disculpa. Me refiero a nuestra cita en el bazar y a los datos, las pistas, que he olvidado en “Vapores Rojos”.
Tardo en darme cuenta, pero al final lo consigo. Quiero decirlo, tengo miedo a que se me olvide. Merrigan me enseñó que es de mala educación interrumpir a alguien mientras habla. Chimar está hablando sobre la sangre. Da una respuesta que no llego a comprender. Habla muy rápido, como si diera por hecho que sé lo mismo que él. Cuando termina, niego con la cabeza. En comparación con la nueva pista, la sangre no es importante.
-Chimar no ríes. Yo tampoco estoy riendo. No recuerdo los pasillos de “Vapores Rojos”, pero recuerdo las calles del bazar- para mí resulta evidente, pero no sé cómo explicarlo- Es culpa de la risa. Es molesta y mágica. Hace que olvidemos-.
Chimarse detiene enfrente de un tenderete. Ésta es diferente a las demás. Un montón de mantas de color verde cubren los productos. Al otro lado del mostrador hay un hombre de piel oscura y ojos pequeños y brillantes como dos gotas de aceite. Chimar le reconoce, dice con desgana que se llama Ithafir. El hombre de piel oscura también conoce a Chimar, al contrario que él, se alegra de ver al niño. Ambos hablan sobre comercio e información, pistas. Yo me quedo apartado detrás de Chimar. Soy torpe hablando de dinero y peor buscando pistas. Prefiero no interferir que molestar.
El hombre de piel oscura acaba hablando de las mujeres de “Vapores Rojos”; parece que todos los temas de conversación acaban en el mismo punto. Dice que vendió armas a mujeres y que ellas se las escondían bajo el vestido. Primero sangre y ahora armas. Doy un tirón del brazo de Chimar para llamar su atención.
-Sangre- se lo digo como si fuera una gran obviedad, como si tuviera que completar la frase.
Echo un vistazo bajo las mantas verdes, hay armas: dagas, espadas y ballestas. Los otros tenderetes venden especies, frutas, piezas de carne, plantas… El bazar de Ithafir es el único del lugar que vende armas. Creo que Chimar lo sabía antes de venir.
-Ya sé que no me lo habéis pedido, pero dejadme que os de un consejo: Alejaos de El Farolillo. Si queréis compañía, esperad que las mujeres salgan del humo rosa-.
-¿Farolillo?-
-Tu nuevo cuidador tiene menos luces que un barco pirata. ¿Dónde has dejado a la elfa Thenidiel? – le dice a Chimar con una sonrisa ladina- Su presencia siempre es un regalo para la vista- ríe como si estuviera dentro de “Vapores Rojos”- Mira elfo, ¿ves esa casa de allí?- señala a la calle que lleva a “Vapores Rojos” – Pues es mejor que dejes de mirarla-.
No entiendo a qué se refiere, tampoco hago el esfuerzo por entender. Sigo pensando en la magia de la risa y en las cosas que podría haber olvidado. ¿Y si una de las mujeres que estaban con el hombre del tamaño de un niño era Merrigan? No recuerdo el rostro de las chicas, ni siquiera su color de pelo. Sabía que eran chicas porque… ¿Por qué? Me masajeo la sien con la mano derecha como si estuviera escarbando entre los recuerdos de mi mente; me sorprendo al descubrir que no lo sé.
-Decid a vuestros amigos que Ithafir no es un mentiroso- dice el comerciante riendo- mira allí, entre la multitud. Os dije que las chicas salen a jugar-.
Es la chica que se parece a Merrigan. Verla me produce un escalofrío. No recuerdo qué fue lo que me dijo cuando me tomó por sorpresa, el sabor de sus labios ni el olor de su perfume; sin embargo, recuerdo muy bien lo incómodo y amenazado que me hice sentir.
Con disimulo, desato los botones de mi chaleco haciendo que sea más fácil, en caso de peligro, alcanzar los cuchillos que oculto. Llevo una mano a Vientoatroz y acaricio su madera. Desconfío de la chica que se parece a Merrigan. Quiero estar preparado. Si llega el momento en el que tengo que usar mis armas, deben estar a mi alcance.
-Chimar, ¿interrogatorio?-
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Chimar solo conoce a una persona que puede hablar más rápido que él y esa es Ithafir, es como estar conversando con un pregonero. En el gremio tienen una historia sobre él, negocio durante tres horas con un brujo para convencerle de comprar mercancía que al final no le servía para nada… brillante.
Mientras el dialogo avanza Maquiavelo pega vistazos discretos a su compañero, es como ver a una maquina… totalmente perdido en el tiempo. Tiene suerte de que el niño este cerca, si hubiera aparecido en el local del Nórgedo por voluntad propia habría terminado sin monedas, ropa y posiblemente con un contrato de trabajo eterno.
Al final información destacable termina siendo dispensada por el comerciante, revela un detalle que les puede llevar a la siguiente pista. Pillar a alguien fuera de su trabajo para interrogarle es una técnica bastante efectiva, suelen ser más abiertos con los detalles que sueltan cuando el jefe no está mirando.
Gracias Ithafir, es el primer detalle gratis que me das… estas a dos pasos de volverte decente.
Eres cliente frecuente, la próxima te cobro doble.
El niño arquea una ceja como respuesta y se retira, sería divertido si no fuera verdad. Niega con la cabeza un par de veces mientras le hace un gesto al elfo para que siga sus pasos, es bueno para eso por lo menos. A medio camino Chimar tiene una idea maliciosa que le hace sonreír, cuando alcanzan el objetivo la pone en marcha.
Mi amigo tiene algo que preguntarles señoritas.
Con un rostro de maldad controlada el jovencito se recuesta de una pared y deja a su colega “completamente solo”, es hora de que se gane su paga. Están buscando “mujeres amables” desaparecidas y posiblemente asesinadas por un loco pero eso no es motivo para quitarle diversión al encargo… los niños tienen prioridades.
“Ojala tuviera algún aperitivo, esto será memorable”
Sin que el chico genio se dé cuenta una misteriosa presencia les observa entre sombras, la entidad desconocida se relame juguetonamente. Parece entender que su integridad está en riesgo y eso le divierte, coquetear con el peligro es casi tan divertido como cazar presas en la metrópolis humana.
Nos encontramos de nuevo guapo, ¿que podemos hacer por ti? "risita" ¿o para ti?
El grupo de mujeres rodea al elfo y hacen… esas cosas que hacen las señoritas cuando quieren llamar la atención de un hombre adulto. Maquiavelo no entiende nada de eso pero es un chico listo, sabe que es algo molesto. Involuntariamente recuerda algunas experiencias embarazosas con Niniel, ahora la tendrá en mente un tiempo gracias al comerciante.
"Gracias por esa Ithafir..."
Mientras el dialogo avanza Maquiavelo pega vistazos discretos a su compañero, es como ver a una maquina… totalmente perdido en el tiempo. Tiene suerte de que el niño este cerca, si hubiera aparecido en el local del Nórgedo por voluntad propia habría terminado sin monedas, ropa y posiblemente con un contrato de trabajo eterno.
Al final información destacable termina siendo dispensada por el comerciante, revela un detalle que les puede llevar a la siguiente pista. Pillar a alguien fuera de su trabajo para interrogarle es una técnica bastante efectiva, suelen ser más abiertos con los detalles que sueltan cuando el jefe no está mirando.
Gracias Ithafir, es el primer detalle gratis que me das… estas a dos pasos de volverte decente.
Eres cliente frecuente, la próxima te cobro doble.
El niño arquea una ceja como respuesta y se retira, sería divertido si no fuera verdad. Niega con la cabeza un par de veces mientras le hace un gesto al elfo para que siga sus pasos, es bueno para eso por lo menos. A medio camino Chimar tiene una idea maliciosa que le hace sonreír, cuando alcanzan el objetivo la pone en marcha.
Mi amigo tiene algo que preguntarles señoritas.
Con un rostro de maldad controlada el jovencito se recuesta de una pared y deja a su colega “completamente solo”, es hora de que se gane su paga. Están buscando “mujeres amables” desaparecidas y posiblemente asesinadas por un loco pero eso no es motivo para quitarle diversión al encargo… los niños tienen prioridades.
“Ojala tuviera algún aperitivo, esto será memorable”
Sin que el chico genio se dé cuenta una misteriosa presencia les observa entre sombras, la entidad desconocida se relame juguetonamente. Parece entender que su integridad está en riesgo y eso le divierte, coquetear con el peligro es casi tan divertido como cazar presas en la metrópolis humana.
Nos encontramos de nuevo guapo, ¿que podemos hacer por ti? "risita" ¿o para ti?
El grupo de mujeres rodea al elfo y hacen… esas cosas que hacen las señoritas cuando quieren llamar la atención de un hombre adulto. Maquiavelo no entiende nada de eso pero es un chico listo, sabe que es algo molesto. Involuntariamente recuerda algunas experiencias embarazosas con Niniel, ahora la tendrá en mente un tiempo gracias al comerciante.
"Gracias por esa Ithafir..."
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Tengo mi mano derecha sobre la empuñadura del tomahawk y la izquierda en la daga. Con un rápido movimiento, podría rajar el cuello de la chica que se parece a Merrigan. Moriría desangrada. Fantaseo con la idea. Detrás de mí, otra mujer con la misma carencia de ropa me acaricia el cuello. Noto el calor de sus pechos sobre mi espalda, es incómodo. Una tercera, con tres dedos, roca mi mano derecha. Sabe que estoy sujetando un arma y que no me atrevo a sacarla de su vaina. La chica que se parece a Merrigan, delante de mí, se ríe. Chimar se ríe con ella. Dirijo una mirada mezcla de rencor y vacilación hacia el niño. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por qué ha dejado que las chicas me rodeasen? Mientras me lo pregunto, una cuarta pone sus manos sobre mi toroso, dice algo en voz baja que no soy capaz de escuchar. Chimar me ha engañado. Esto no es un interrogatorio.
Entreabro la boca en un intento fallido para hablar. Quiero preguntarles qué hacen fuera de “Vapores Rojos” (El Farolillo). Antes de que pronuncie palabra, la chica que se parece a Merrigan pone la yema de su dedo índice sobre mis labios. No me deja hablar.
-Shhh- sisea.
La chica se acerca peligrosamente. Sus labios rozan mi oreja derecha. Me resulta extraño que haya preferido la oreja derecha, la partida por la mitad, antes que la izquierda. Las personas tienden a alejarse de mis cicatrices, les repugna. Más de una vez descubrí a Merrigan agachar la cabeza antes que ver mis cicatrices en el ojo izquierdo y en la oreja derecha. Comprendo por qué lo hace, a mí también me da asco. Cuando me aseo, procuro tocar lo menos posible mis cicatrices. Intento olvidarme que existen. Me hacen sentir débil y sucio. Lo que no comprendo es por qué la chica de los “Vapores Rojos” tiene tanto interés en mí.
-Tenemos una habitación especial para ti y otra para tu amiguito. Acompañadnos- la última palabra la dice muy despacio, hace cada sílaba parezca un beso.
-No-.
Cometo un grave error: empujo a la chica que se parece a Merrigan para apartarla de mi oreja. Las chicas se ríen, estoy haciendo lo que ellas pretenden que hagan. Al soltar mis armas, aprovechan para quitármelas. Todas, excepto la que se parece a Merrigan, se alejan un paso de mí. Cada una lleva un arma distinta: la pequeña hacha, mis cuchillos, mi carcaj y mi arco. Dirijo una especial mirada de odio a la que tiene mi arco.
-Devuélvelo-.
-Cariño, no te molestes. Esto lo hacemos por tu bien y el de tu amigo. ¿Acaso queréis acabar como los demás? Merrigan se pondrá muy triste-.
-No digas su nombre-.
-¡Qué valiente! Me gustan los hombres que darían su vida por las personas que quieren. Sois los más fáciles de controlar. Merrigan era una experta-.
-¡Cállate!- Bajo la cabeza hacia Chimar- ¡¿Por qué has dejado que esto ocurra?! Creí que eras mi compañero. Creí que me ayudarías. Creí que....-
La chica que se parece a Merrigan se deja caer sobre mi pecho para no dejarme acabar la frase. Quiere ser el centro de mi atención, que solo la mire a ella y solo piense en ella. Por acto reflejo, la sostengo desde los hombros para que no se caiga al completo. No quiero volver a sentir su desnudez. Ella aprovecha y me besa en los labios. De su boca, y ahora también de la mía, se escapa un humillo rosado.
-¿Te gusta?-
-Sí- no.
-¿Quieres otro besito?-
-Sí- niego con la cabeza.
-Entonces, mata a tu amigo y al enano. Cuando termines, ven a mi habitación. Prometo que te daré todos los que quieras-.
-Chimar- digo su nombre en tono de disculpa a la vez que le doy un puñetazo en la cara.
Las chicas se van. Se llevan mis armas. Quiero verlas, perseguirlas, recuperar mis armas e irme lejos de los vapores rojos. Una fuerza mayor que la mía me impide hacerlo. Tengo los ojos clavados en Chimar. Le miro con odio y me río en contra de mi voluntad.
-Chimar-.
Aprieto mis puños con tanta fuerza que me hago sangre en la palma de las manos. Si consigo controlarme, dejar que pase el tiempo, el efecto del vapor rojo desaparecerá. Dejaré de reírme y de atacar a Chimar. Pasó lo mismo cuando salí de Vapores Rojos para ir al bazar, en el trayecto dejé de ir.
-Huye-.
Mis manos cobran un tenue resplandor azulado, el mismo que mis flechas. El siguiente puñetazo lo hago con magia. Apunto a la cara de Chimar. Concretamente, a su ojo izquierdo. Una parte de mí, poseída por los vapores rojos, se reiría si llegase a hacerle una cicatriz como la mía.
Offrol: Lanzo las Runas por ver la efectividad del último puñetazo.
Lo siento Chimar, no soy yo, son los vapores :3
Nuevo complicación: Traición.
Entreabro la boca en un intento fallido para hablar. Quiero preguntarles qué hacen fuera de “Vapores Rojos” (El Farolillo). Antes de que pronuncie palabra, la chica que se parece a Merrigan pone la yema de su dedo índice sobre mis labios. No me deja hablar.
-Shhh- sisea.
La chica se acerca peligrosamente. Sus labios rozan mi oreja derecha. Me resulta extraño que haya preferido la oreja derecha, la partida por la mitad, antes que la izquierda. Las personas tienden a alejarse de mis cicatrices, les repugna. Más de una vez descubrí a Merrigan agachar la cabeza antes que ver mis cicatrices en el ojo izquierdo y en la oreja derecha. Comprendo por qué lo hace, a mí también me da asco. Cuando me aseo, procuro tocar lo menos posible mis cicatrices. Intento olvidarme que existen. Me hacen sentir débil y sucio. Lo que no comprendo es por qué la chica de los “Vapores Rojos” tiene tanto interés en mí.
-Tenemos una habitación especial para ti y otra para tu amiguito. Acompañadnos- la última palabra la dice muy despacio, hace cada sílaba parezca un beso.
-No-.
Cometo un grave error: empujo a la chica que se parece a Merrigan para apartarla de mi oreja. Las chicas se ríen, estoy haciendo lo que ellas pretenden que hagan. Al soltar mis armas, aprovechan para quitármelas. Todas, excepto la que se parece a Merrigan, se alejan un paso de mí. Cada una lleva un arma distinta: la pequeña hacha, mis cuchillos, mi carcaj y mi arco. Dirijo una especial mirada de odio a la que tiene mi arco.
-Devuélvelo-.
-Cariño, no te molestes. Esto lo hacemos por tu bien y el de tu amigo. ¿Acaso queréis acabar como los demás? Merrigan se pondrá muy triste-.
-No digas su nombre-.
-¡Qué valiente! Me gustan los hombres que darían su vida por las personas que quieren. Sois los más fáciles de controlar. Merrigan era una experta-.
-¡Cállate!- Bajo la cabeza hacia Chimar- ¡¿Por qué has dejado que esto ocurra?! Creí que eras mi compañero. Creí que me ayudarías. Creí que....-
La chica que se parece a Merrigan se deja caer sobre mi pecho para no dejarme acabar la frase. Quiere ser el centro de mi atención, que solo la mire a ella y solo piense en ella. Por acto reflejo, la sostengo desde los hombros para que no se caiga al completo. No quiero volver a sentir su desnudez. Ella aprovecha y me besa en los labios. De su boca, y ahora también de la mía, se escapa un humillo rosado.
-¿Te gusta?-
-Sí- no.
-¿Quieres otro besito?-
-Sí- niego con la cabeza.
-Entonces, mata a tu amigo y al enano. Cuando termines, ven a mi habitación. Prometo que te daré todos los que quieras-.
-Chimar- digo su nombre en tono de disculpa a la vez que le doy un puñetazo en la cara.
Las chicas se van. Se llevan mis armas. Quiero verlas, perseguirlas, recuperar mis armas e irme lejos de los vapores rojos. Una fuerza mayor que la mía me impide hacerlo. Tengo los ojos clavados en Chimar. Le miro con odio y me río en contra de mi voluntad.
-Chimar-.
Aprieto mis puños con tanta fuerza que me hago sangre en la palma de las manos. Si consigo controlarme, dejar que pase el tiempo, el efecto del vapor rojo desaparecerá. Dejaré de reírme y de atacar a Chimar. Pasó lo mismo cuando salí de Vapores Rojos para ir al bazar, en el trayecto dejé de ir.
-Huye-.
Mis manos cobran un tenue resplandor azulado, el mismo que mis flechas. El siguiente puñetazo lo hago con magia. Apunto a la cara de Chimar. Concretamente, a su ojo izquierdo. Una parte de mí, poseída por los vapores rojos, se reiría si llegase a hacerle una cicatriz como la mía.
Offrol: Lanzo las Runas por ver la efectividad del último puñetazo.
Lo siento Chimar, no soy yo, son los vapores :3
Nuevo complicación: Traición.
Última edición por Sarez el Dom Ene 21 2018, 12:32, editado 1 vez
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Vapores rojos [Trabajo]
El miembro 'Sarez' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tyr
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2234
Nivel de PJ : : 0
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Ver como los adultos sucumben ante cualquier encanto de las damas sin duda ayuda a apreciar la infancia, Chimar se considera afortunado por poder controlarse en tales situaciones… al menos la mayoría del tiempo. sea como sea no logra entender mucho del espectáculo que tiene delante, se limita a reír como tonto por su maliciosa treta.
“Espero que no tarden mucho… se pone aburrido después de un tiempo”
El elfo sin duda toma un carácter mas raro ahora, como si fuera un pez ahogándose en el desierto. Es como mirar a Demian en un parque de juegos infantil, una referencia apropiada pues Maquiavelo tuvo que impedir una matanza en esa situación específica… naturalmente el hermano pequeño tiene más cerebro.
Eventualmente el niño se da cuenta que algo “único” ocurre con su colega, ya no es la simple locura del momento. Arquea una ceja pues tampoco entiende mucho la situación, parece que la broma le vino con sorpresa. Esas chicas no son lo que aparentan, en el sentido mas espeluznante que pueda tener la frase.
Toman el control del personaje mutilado usando una técnica desconocida, vale destacar que el mocoso puso más énfasis al principio en la oreja dañada. La charla que suelta el grupo de mujeres tampoco augura nada bueno, acaban de confirmar que tienen relación directa con las desapariciones.
"Suspiro fingido" Ya no existe camaradería laboral.
De repente aquellas señoritas se retiran dejando atrás a un muñeco que no puede controlarse, dicho personaje se lanza en carga y ni siquiera repara en que esta desarmado. Chimar se le queda mirando con la ceja arqueada, no puede salir de su asombro. Tal es su descuido que apenas tiene tiempo para redireccionar el golpe, salva el ojo, pero termina tumbado en el suelo pues su “enemigo” acierta la mandíbula.
Mil…rayos “sollozo” ¡¡date por muerto!!
Se levanta como una bestia salvaje, hace tiempo que nadie lograba encajarle un ataque tan bajo. Es resistente y experimentado pero los golpes directos al rostro por parte de un adulto duelen bastante si tienes doce años. Por un momento se dispone a llenar de flechas, incendiar e implosionar al elfo… desgraciadamente suele pensar mejor en momentos donde la sangre hierve desde que Niniel lo sermoneo.
Toma su pelotita metálica, la bomba hidráulica. Un artefacto que puede causar un daño terrible si se le da rienda suelta, aunque también tiene usos indirectos menos letales… cuando la situación lo requiere no es muy diferente de una piedra esférica llena de hierro y con gran capacidad aerodinámica.
Con rapidez el chiquillo apunta y lanza su “mejor bola” … debe evitar jugar tanto tiempo los juegos raros que inventan Ratita y Motas, ¿Quién rayos tomaría en serio una tontería semejante?... volviendo al punto la magistral creación parece dar en el blanco, eso debería transportar al orejón hasta un plano más real, sin mencionar el terrible dolor que padecerá varios días, aunque eso lo tiene bien merecido.
Sabes, comienzo a entender porque mi padre me aconsejaba mantenerme alejado de ese tipo de damas, ¿mejor o necesitas otra esfera?... rayos, se me va a inflamar esto “se acaricia la mandíbula en un intento banal de mitigar el dolor” mejor responde que tengo muchas ganas de lanzarte otra.
Off: No lanzo runas porque te llevo un montón de lvls… tienes suerte de que me interesara seguir la trama y de que Chim onrol sea un buen niño jeje.
“Espero que no tarden mucho… se pone aburrido después de un tiempo”
El elfo sin duda toma un carácter mas raro ahora, como si fuera un pez ahogándose en el desierto. Es como mirar a Demian en un parque de juegos infantil, una referencia apropiada pues Maquiavelo tuvo que impedir una matanza en esa situación específica… naturalmente el hermano pequeño tiene más cerebro.
Eventualmente el niño se da cuenta que algo “único” ocurre con su colega, ya no es la simple locura del momento. Arquea una ceja pues tampoco entiende mucho la situación, parece que la broma le vino con sorpresa. Esas chicas no son lo que aparentan, en el sentido mas espeluznante que pueda tener la frase.
Toman el control del personaje mutilado usando una técnica desconocida, vale destacar que el mocoso puso más énfasis al principio en la oreja dañada. La charla que suelta el grupo de mujeres tampoco augura nada bueno, acaban de confirmar que tienen relación directa con las desapariciones.
"Suspiro fingido" Ya no existe camaradería laboral.
De repente aquellas señoritas se retiran dejando atrás a un muñeco que no puede controlarse, dicho personaje se lanza en carga y ni siquiera repara en que esta desarmado. Chimar se le queda mirando con la ceja arqueada, no puede salir de su asombro. Tal es su descuido que apenas tiene tiempo para redireccionar el golpe, salva el ojo, pero termina tumbado en el suelo pues su “enemigo” acierta la mandíbula.
Mil…rayos “sollozo” ¡¡date por muerto!!
Se levanta como una bestia salvaje, hace tiempo que nadie lograba encajarle un ataque tan bajo. Es resistente y experimentado pero los golpes directos al rostro por parte de un adulto duelen bastante si tienes doce años. Por un momento se dispone a llenar de flechas, incendiar e implosionar al elfo… desgraciadamente suele pensar mejor en momentos donde la sangre hierve desde que Niniel lo sermoneo.
Toma su pelotita metálica, la bomba hidráulica. Un artefacto que puede causar un daño terrible si se le da rienda suelta, aunque también tiene usos indirectos menos letales… cuando la situación lo requiere no es muy diferente de una piedra esférica llena de hierro y con gran capacidad aerodinámica.
Con rapidez el chiquillo apunta y lanza su “mejor bola” … debe evitar jugar tanto tiempo los juegos raros que inventan Ratita y Motas, ¿Quién rayos tomaría en serio una tontería semejante?... volviendo al punto la magistral creación parece dar en el blanco, eso debería transportar al orejón hasta un plano más real, sin mencionar el terrible dolor que padecerá varios días, aunque eso lo tiene bien merecido.
Sabes, comienzo a entender porque mi padre me aconsejaba mantenerme alejado de ese tipo de damas, ¿mejor o necesitas otra esfera?... rayos, se me va a inflamar esto “se acaricia la mandíbula en un intento banal de mitigar el dolor” mejor responde que tengo muchas ganas de lanzarte otra.
Off: No lanzo runas porque te llevo un montón de lvls… tienes suerte de que me interesara seguir la trama y de que Chim onrol sea un buen niño jeje.
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Los gustos de una chica no son, precisamente, baratos. Esto ya lo pensé una vez, hace unos meses. Cuando obligué a Sarez que me acompañase a realizar uno de los trabajos de Simas. Él no lo entendió, pensó que estábamos combatiendo contra un grupo de maleantes de malas intenciones. En cierto modo, tenía razón: nuestra misión consistió en unirnos a la manada de Asher y detener a un puñado de traficantes. Sin embargo, aquella no fue la razón principal por la que aceptamos el trabajo. Como dije: los gustos de una chica no son baratos. Maquillaje, jabones, ceras para el arpa, cuerdas nuevas, ropa nueva y, ahora, medicinas. Necesito mucho dinero para poder
Heme aquí, enferma, con el cuerpo recubierto de pústulas verdes y la cara sucia de mocos y sangre seca. A nadie más que a mí se me ocurría pensar primero en el trabajo que en mi propia salud.
Las chicas me prepararon una cama en una de sus habitaciones. Llevo tiempo trabajando para ellas, cosa muy diferente que trabajar con ellas. Miriam Leta, una humana con el cabello rojizo (del mismo color que era el mío antes de que cayera en el pantano del doctor Peste) contrató mis servicios por medio de un intermediario. En primer lugar, buscaban un mercenario que matase al dueño de El Potro, un hombre diminuto de muy mal carácter. Sin embargo, se toparon conmigo: una elfa muy inteligente y poco inocente. El trato que les presenté fue muy sencillo, lo aceptaron al momento: yo les ayudaba a escapar de las garras del enano y ellas compartían sus pocas ganancias conmigo. Ellas tendrán la libertad y yo refugio y dinero suficiente para comprar todos mis caros caprichos.
El plan era lo siguiente: hacer creer al enano, y por ende a toda la ciudad, que las chicas habían muerto. Los rumores no tardaron en aparecer. Hablaban sobre un vampiro asesino de mujeres. Me encargué, personalmente, de agrandar dichos rumores. A la chica que tenía que desaparecer, una atractiva mujer vaca de voluptuosos pechos humanos (a los humanos le resulta erótico), le dije que se hiciera un corte en la mano y dejase caer unas gotas sobre su cama. No conté con un pequeño problema. Miriam me dijo que dos hombres estaban metiendo sus narices donde no le llamaban. El enano les contrató para que investiguen las desaparecieron y maten al vampiro.
-Tranquila, te prometo que saldrás de aquí- le digo a la mujer vaca a la vez que pinto su cara y le disfrazo con gorros y bufandas para tapar sus distintivos animales y que no la reconozcan-. No tienes nada que temer. Miriam me ha dicho que tiene una idea que distraerá a los hombres malos. ¿Recuerdas lo que tienes que hacer?-
-Tengo que esperarme a que el jefe no mire y salir por la puerta-.
-Y no volver nunca más- añado con una sonrisa-. He dejado todas las tuberías abiertas. El vapor inunda todas las habitaciones. ¿Has hecho lo de la sangre?- la chica asintió- ¿Tienes recursos suficientes para vivir sola?-
-Doscientos aeros, un cuchillo para defenderme, una cantimplora con agua y otro con alcohol, un trozo de queso y dos mendrugos de pan-.
[/color]-Toma, cien aeros más- los saco de mi bolsillo-. Te harán falta. Y ten esto también, es mi dulce favorito- le doy un bollo de crema rosa.
De mi boca emerge el humo rosado como si fuera el bufido de un toro embravecido. La comparación es mejor de lo que me imagen. Tras el impacto, he tomado la misma posición que un toro preparado para embestir. A punto de saltar sobre Chimar y terminar lo que he empezado. Me limpio la sangre que cae de mi boca con la mano izquierda. No me pregunto de dónde ha salido la explosión. El vapor rojo hace que no me preocupe en hacer otra cosa que no sea sonreír como un demonio. Obedezco, sonrío como si mi vida dependiera directamente de ello. Al revés, mi vida depende de no sonreír.
Chimar es más poderoso de lo que hube imaginado en un primer momento. Su inteligencia, su capacidad para resolver problemas y buscar pistas, no es su mejor atributo. Cierro los ojos. Intento concentrarme. Siento como si el vapor rojo me obligase a darme cabezos en una pared de fuego que, al tocarla, causa quemaduras. Escuecen. Con la mano izquierda, froto las quemaduras del brazo derecho. En ningún momento, dejo de mirar a Chimar.
-No es suficiente- me cuesta hablar. Me abofeteó. - otra vez- me caigo al suelo y me vuelvo a abofetear- Es culpa de la mujer- toso sangre- ella ha hecho que te pegue- me doy cuenta que hablar hace que expulse el humo más rápido. Sigo hablando, procuro hacerlo rápido y que se me entienda-. Me ha engañado. Se ha llevado mis armas. Te he pegado. ¿Qué más ha hecho? No lo sé. Es por su culpa. Quiero ir tras ella- con ambas manos, hago fuerza para levantarme. Estoy a media flexión cuando me vuelvo a caer- Quiero recuperar mis armas. Quiero terminar con esto e irme de aquí. Tienes que ayudarme. Eres listo. Yo no. Ayúdame-.
Offrol: Hago un resumen de la vida de Merrigan. Está maldita por culpa de Master Ger (un besi Master). Merrigan trabajaba durante años de "mercenaria de arma blanca" (así lo llama ella, creo que se entiende); era su trabajo antes de conocer a Sarez y ahora, maldita, ha vuelto a él. Los bollos de crema rosa es un distintivo de Merrigan que uso de forma recurrente. Creo que incluso tengo un tema con ese nombre. ¿Mola Merrigan, verdad? Es mi personaje favorito.
Heme aquí, enferma, con el cuerpo recubierto de pústulas verdes y la cara sucia de mocos y sangre seca. A nadie más que a mí se me ocurría pensar primero en el trabajo que en mi propia salud.
Las chicas me prepararon una cama en una de sus habitaciones. Llevo tiempo trabajando para ellas, cosa muy diferente que trabajar con ellas. Miriam Leta, una humana con el cabello rojizo (del mismo color que era el mío antes de que cayera en el pantano del doctor Peste) contrató mis servicios por medio de un intermediario. En primer lugar, buscaban un mercenario que matase al dueño de El Potro, un hombre diminuto de muy mal carácter. Sin embargo, se toparon conmigo: una elfa muy inteligente y poco inocente. El trato que les presenté fue muy sencillo, lo aceptaron al momento: yo les ayudaba a escapar de las garras del enano y ellas compartían sus pocas ganancias conmigo. Ellas tendrán la libertad y yo refugio y dinero suficiente para comprar todos mis caros caprichos.
El plan era lo siguiente: hacer creer al enano, y por ende a toda la ciudad, que las chicas habían muerto. Los rumores no tardaron en aparecer. Hablaban sobre un vampiro asesino de mujeres. Me encargué, personalmente, de agrandar dichos rumores. A la chica que tenía que desaparecer, una atractiva mujer vaca de voluptuosos pechos humanos (a los humanos le resulta erótico), le dije que se hiciera un corte en la mano y dejase caer unas gotas sobre su cama. No conté con un pequeño problema. Miriam me dijo que dos hombres estaban metiendo sus narices donde no le llamaban. El enano les contrató para que investiguen las desaparecieron y maten al vampiro.
-Tranquila, te prometo que saldrás de aquí- le digo a la mujer vaca a la vez que pinto su cara y le disfrazo con gorros y bufandas para tapar sus distintivos animales y que no la reconozcan-. No tienes nada que temer. Miriam me ha dicho que tiene una idea que distraerá a los hombres malos. ¿Recuerdas lo que tienes que hacer?-
-Tengo que esperarme a que el jefe no mire y salir por la puerta-.
-Y no volver nunca más- añado con una sonrisa-. He dejado todas las tuberías abiertas. El vapor inunda todas las habitaciones. ¿Has hecho lo de la sangre?- la chica asintió- ¿Tienes recursos suficientes para vivir sola?-
-Doscientos aeros, un cuchillo para defenderme, una cantimplora con agua y otro con alcohol, un trozo de queso y dos mendrugos de pan-.
[/color]-Toma, cien aeros más- los saco de mi bolsillo-. Te harán falta. Y ten esto también, es mi dulce favorito- le doy un bollo de crema rosa.
************************************
De mi boca emerge el humo rosado como si fuera el bufido de un toro embravecido. La comparación es mejor de lo que me imagen. Tras el impacto, he tomado la misma posición que un toro preparado para embestir. A punto de saltar sobre Chimar y terminar lo que he empezado. Me limpio la sangre que cae de mi boca con la mano izquierda. No me pregunto de dónde ha salido la explosión. El vapor rojo hace que no me preocupe en hacer otra cosa que no sea sonreír como un demonio. Obedezco, sonrío como si mi vida dependiera directamente de ello. Al revés, mi vida depende de no sonreír.
Chimar es más poderoso de lo que hube imaginado en un primer momento. Su inteligencia, su capacidad para resolver problemas y buscar pistas, no es su mejor atributo. Cierro los ojos. Intento concentrarme. Siento como si el vapor rojo me obligase a darme cabezos en una pared de fuego que, al tocarla, causa quemaduras. Escuecen. Con la mano izquierda, froto las quemaduras del brazo derecho. En ningún momento, dejo de mirar a Chimar.
-No es suficiente- me cuesta hablar. Me abofeteó. - otra vez- me caigo al suelo y me vuelvo a abofetear- Es culpa de la mujer- toso sangre- ella ha hecho que te pegue- me doy cuenta que hablar hace que expulse el humo más rápido. Sigo hablando, procuro hacerlo rápido y que se me entienda-. Me ha engañado. Se ha llevado mis armas. Te he pegado. ¿Qué más ha hecho? No lo sé. Es por su culpa. Quiero ir tras ella- con ambas manos, hago fuerza para levantarme. Estoy a media flexión cuando me vuelvo a caer- Quiero recuperar mis armas. Quiero terminar con esto e irme de aquí. Tienes que ayudarme. Eres listo. Yo no. Ayúdame-.
Offrol: Hago un resumen de la vida de Merrigan. Está maldita por culpa de Master Ger (un besi Master). Merrigan trabajaba durante años de "mercenaria de arma blanca" (así lo llama ella, creo que se entiende); era su trabajo antes de conocer a Sarez y ahora, maldita, ha vuelto a él. Los bollos de crema rosa es un distintivo de Merrigan que uso de forma recurrente. Creo que incluso tengo un tema con ese nombre. ¿Mola Merrigan, verdad? Es mi personaje favorito.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Vapores rojos [Trabajo]
El golpe parece no funcionar al principio pero eventualmente el curioso elfo recupera cierto control… más o menos. colapsa y deja de atacar, sin duda cada locura tiene su punto bueno. Dicho personaje espeta muchas palabras en poco tiempo, es como escuchar a los gorriones menores cuando pelean.
Maquiavelo deja que se calme, es lo que suele hacer en la base. Algunas personas solo necesitan desahogarse y este es un caso mas literal, no pasa desapercibido para el niño como tonalidades rojas en forma gaseosa escapan por la boca de Sarez. Brillante… desagradable y aterrador pero muy inteligente.
Sigue hablando, te hará bien.
Las mujeres extrañas están detrás de las desapariciones y su motivo es tan misterioso como la longevidad elfica, puede tratarse desde una simple riña laboral hasta un problema marital… por desgracia Chimar es lento para tales temas, en situaciones tan especificas prefiere que solo le indiquen a quien disparar.
“No me digas”
No puede evitar soltar con cierta ironía cuando su colega establece quien es el cerebro, seria menos redundante aclarar que el cielo es azul. Por suerte el berrinche raro logra su objetivo, parece que alguien poco despabilado vuelve a recuperar control. Un golpe certero suele solucionar muchos problemas y ahora se puede agregar locura inducida a la lista.
Vamos “le ofrece su mano” finiquitemos el trabajo.
El jovencito logro pillar que camino siguieron, nadie le gana como rastreador urbano. Apesta en el bosque, pero todo lo que tenga calles mugrientas es su especialidad como típico chico citadino. Las mujeres objetivo tienen mucha destreza a la hora de moverse aunque no le ganan a nadie en una carrera… es lo malo de usar ropa “bonita”.
Atajaron por un callejón sin salida, dudo que puedan escalar así que deben seguir allí.
Pueden encontrarse con dos escenarios, que las chicas hayan ingresado en un refugio próximo o que esperen desesperadas a sus perseguidores valientes. Ambas opciones son bienvenidas pues todas llevan al desenlace, con los culpables identificados solo resta poner fin a sus actos extraños y por ahora desconocidos.
Mientras ambos recorren el trayecto Chimar no puede evitar pensar en sus próximas acciones, no le gusta lastimar mujeres… culpa de la crianza moralista que le dio su padre. Ahora que lo piensa jamás a luchado realmente contra una, cosa que agradece cada noche gracias a las historias contadas en muchos libros.
Alcanzan el callejón por lo que es tiempo de actuar, con un leve suspiro Maquiavelo se prepara. Hace un gesto al elfo para que le siga, aparecer los dos al mismo tiempo debería darles iniciativa. Tiene intención de dialogar primero y disparar después esta vez… lo que puede llegar a ocasionar el género opuesto.
Mucho ojo y que no te vuelvan a controlar.
Maquiavelo deja que se calme, es lo que suele hacer en la base. Algunas personas solo necesitan desahogarse y este es un caso mas literal, no pasa desapercibido para el niño como tonalidades rojas en forma gaseosa escapan por la boca de Sarez. Brillante… desagradable y aterrador pero muy inteligente.
Sigue hablando, te hará bien.
Las mujeres extrañas están detrás de las desapariciones y su motivo es tan misterioso como la longevidad elfica, puede tratarse desde una simple riña laboral hasta un problema marital… por desgracia Chimar es lento para tales temas, en situaciones tan especificas prefiere que solo le indiquen a quien disparar.
“No me digas”
No puede evitar soltar con cierta ironía cuando su colega establece quien es el cerebro, seria menos redundante aclarar que el cielo es azul. Por suerte el berrinche raro logra su objetivo, parece que alguien poco despabilado vuelve a recuperar control. Un golpe certero suele solucionar muchos problemas y ahora se puede agregar locura inducida a la lista.
Vamos “le ofrece su mano” finiquitemos el trabajo.
El jovencito logro pillar que camino siguieron, nadie le gana como rastreador urbano. Apesta en el bosque, pero todo lo que tenga calles mugrientas es su especialidad como típico chico citadino. Las mujeres objetivo tienen mucha destreza a la hora de moverse aunque no le ganan a nadie en una carrera… es lo malo de usar ropa “bonita”.
Atajaron por un callejón sin salida, dudo que puedan escalar así que deben seguir allí.
Pueden encontrarse con dos escenarios, que las chicas hayan ingresado en un refugio próximo o que esperen desesperadas a sus perseguidores valientes. Ambas opciones son bienvenidas pues todas llevan al desenlace, con los culpables identificados solo resta poner fin a sus actos extraños y por ahora desconocidos.
Mientras ambos recorren el trayecto Chimar no puede evitar pensar en sus próximas acciones, no le gusta lastimar mujeres… culpa de la crianza moralista que le dio su padre. Ahora que lo piensa jamás a luchado realmente contra una, cosa que agradece cada noche gracias a las historias contadas en muchos libros.
Alcanzan el callejón por lo que es tiempo de actuar, con un leve suspiro Maquiavelo se prepara. Hace un gesto al elfo para que le siga, aparecer los dos al mismo tiempo debería darles iniciativa. Tiene intención de dialogar primero y disparar después esta vez… lo que puede llegar a ocasionar el género opuesto.
Mucho ojo y que no te vuelvan a controlar.
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Vapores rojos [Trabajo]
Chimar me recuerda que no debo dejarme manipular por la chica que se parece a Merrigan. Afirmo con la cabeza. No, no me volverán a controlar. Adopto una posición de defensa: piernas separadas y puños en guardia con resplandeciente luz élfica.
-Mi arco, mi carcaj, mis cuchillos y mi hacha. Dádmelos. Ya-.
No ignoro el humillo rosado que emerge de mi boca. Es poco; un leve resto de lo que fuera que la mujer me hubiera obligado a tragar. Aun así, me preocupa. Una centella puede causar un incendio. Una gota del doctor Peste pudo envenenar a Merrigan. Nadie me asegura que un poco de humo pueda obligarme a atacar a Chimar de nuevo. En tal caso, confío que él me sepa parar. Ya lo ha hecho antes; lo volverá hacer.
Fijo mi mirada a la chica que lleva a Vientoatroz, mi arco. Pienso que es la menos peligrosa. Se nota que no sabe utilizar el arco. Sujeta la madera con las dos manos. Noto cierto miedo en sus dedos, tiemblan como si estuviera sosteniendo un cuchillo por la parte del filo. No es una arquera. Es una mujer de compañía, una mujer de los Vapores Rojos. Las otras no son más diferentes a ésta. Pensé que habían robado las armas para usarlas contra nosotros; atacarnos por la espalda o disparar flechas desde la distancia. En su lugar, esconden las armas detrás de sus espaldas como si nosotros no debiéramos verlas.
-¿Por qué no atacan?- pregunto a Chimar en voz baja –Tienen mis armas. Yo no tengo armas. Tus armas no se ven. ¿Por qué no atacan?- estoy tan confuso que no me doy cuenta que he repetido la pregunta con las mismas palabras.
-Mirad, esto ha ido demasiado lejos. Por nuestra parte y por la vuestra. Hacednos un favor y marchados de aquí. Os devolveremos las armas, pero deberéis prometer que no vais a volver a “El Farolillo”-.
Habla la chica que se parece a Merrigan. Ella es la líder del grupo de chicas. Se la reconoce porque está a un paso más cerca de Chimar y de mí que las otras mujeres. Además, nos mira directamente a los ojos. Las demás, apartan la vista al suelo.
-¿Qué me decís? ¿Tregua?-
Fui a Vapores Rojos a buscar a Merrigan. Éste es uno de sus lugares favoritos. Cuando viajábamos juntos, antes de que ella enfermase, dos veces al mes íbamos a Vapores Rojos. Yo entraba. Solo ella. Yo me tenía que quedar en la puerta esperando. Y eso es lo que tengo pensado hacer. Recuperar mis armas y esperar a Merrigan. Tengo la esperanza que ella sigue con vida y que está bien. Que algún día, tarde o temprano, irá a Vapores Rojos. Quiero asegurarme de estar presente ese día con dos bollos de crema rosa en la mano. Si no es hoy, será mañana. Pero vendrá. Sé que vendrá. Por ese motivo no puedo aceptar la tregua de la chica que se parece a Merrigan.
Dirijo una mirada indeciso a Chimar. Él es más inteligente que yo. Pienso que él debe responder a la chica. Lo hará mejor que yo.
-Elige tú- le digo susurrando a Chimar. [/color]- No me importan las armas. Quiero estar en la puerta esperando a Merrigan. Cambiaría mis armas por Merrigan. Yo no quiero tregua. Pero yo no soy inteligente. Tú sí. Contesta tú-.
La chica que se parece a Merrigan escucha mi conversación. Está sonriendo. Confiada, da un paso hacia delante. Si se acerca lo suficiente le golpearé. Será mi venganza por haberme obligado a pegarme con chimar.
-¡Pensando!- le grito a la chica.
Ella levanta las manos y retrocede los pasos que había avanzado. No deja de sonreír. Es irritante.
-Mi arco, mi carcaj, mis cuchillos y mi hacha. Dádmelos. Ya-.
No ignoro el humillo rosado que emerge de mi boca. Es poco; un leve resto de lo que fuera que la mujer me hubiera obligado a tragar. Aun así, me preocupa. Una centella puede causar un incendio. Una gota del doctor Peste pudo envenenar a Merrigan. Nadie me asegura que un poco de humo pueda obligarme a atacar a Chimar de nuevo. En tal caso, confío que él me sepa parar. Ya lo ha hecho antes; lo volverá hacer.
Fijo mi mirada a la chica que lleva a Vientoatroz, mi arco. Pienso que es la menos peligrosa. Se nota que no sabe utilizar el arco. Sujeta la madera con las dos manos. Noto cierto miedo en sus dedos, tiemblan como si estuviera sosteniendo un cuchillo por la parte del filo. No es una arquera. Es una mujer de compañía, una mujer de los Vapores Rojos. Las otras no son más diferentes a ésta. Pensé que habían robado las armas para usarlas contra nosotros; atacarnos por la espalda o disparar flechas desde la distancia. En su lugar, esconden las armas detrás de sus espaldas como si nosotros no debiéramos verlas.
-¿Por qué no atacan?- pregunto a Chimar en voz baja –Tienen mis armas. Yo no tengo armas. Tus armas no se ven. ¿Por qué no atacan?- estoy tan confuso que no me doy cuenta que he repetido la pregunta con las mismas palabras.
-Mirad, esto ha ido demasiado lejos. Por nuestra parte y por la vuestra. Hacednos un favor y marchados de aquí. Os devolveremos las armas, pero deberéis prometer que no vais a volver a “El Farolillo”-.
Habla la chica que se parece a Merrigan. Ella es la líder del grupo de chicas. Se la reconoce porque está a un paso más cerca de Chimar y de mí que las otras mujeres. Además, nos mira directamente a los ojos. Las demás, apartan la vista al suelo.
-¿Qué me decís? ¿Tregua?-
Fui a Vapores Rojos a buscar a Merrigan. Éste es uno de sus lugares favoritos. Cuando viajábamos juntos, antes de que ella enfermase, dos veces al mes íbamos a Vapores Rojos. Yo entraba. Solo ella. Yo me tenía que quedar en la puerta esperando. Y eso es lo que tengo pensado hacer. Recuperar mis armas y esperar a Merrigan. Tengo la esperanza que ella sigue con vida y que está bien. Que algún día, tarde o temprano, irá a Vapores Rojos. Quiero asegurarme de estar presente ese día con dos bollos de crema rosa en la mano. Si no es hoy, será mañana. Pero vendrá. Sé que vendrá. Por ese motivo no puedo aceptar la tregua de la chica que se parece a Merrigan.
Dirijo una mirada indeciso a Chimar. Él es más inteligente que yo. Pienso que él debe responder a la chica. Lo hará mejor que yo.
-Elige tú- le digo susurrando a Chimar. [/color]- No me importan las armas. Quiero estar en la puerta esperando a Merrigan. Cambiaría mis armas por Merrigan. Yo no quiero tregua. Pero yo no soy inteligente. Tú sí. Contesta tú-.
La chica que se parece a Merrigan escucha mi conversación. Está sonriendo. Confiada, da un paso hacia delante. Si se acerca lo suficiente le golpearé. Será mi venganza por haberme obligado a pegarme con chimar.
-¡Pensando!- le grito a la chica.
Ella levanta las manos y retrocede los pasos que había avanzado. No deja de sonreír. Es irritante.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Vapores rojos [Trabajo]
La confrontación llega a una pausa extraña, ninguno de los elementos quiere atacar. Chimar tiene sus razones, pero le sorprende que aquellos adultos se controlen tanto… adulto y control no pegan ni con saliva elfa. Solo se quedan allí tirándose puntas, es como cualquier pelea infantil aunque sin la gritería.
Mira de reojo a Sarez, su interrogante llega en buen momento y desgraciadamente no puede ser respondida. No lleva muy bien la experiencia, cierto humillo rojo que escapa de su boca revela secuelas del problema anterior. Si se vuelve loco Maquiavelo le meterá un virote en la entrepierna, es un área no mortal que duele mucho y tiene connotaciones sociales fuertes.
Eso es genial pero no hago favores gratis, o me pagan ustedes o el enano pero me iré de aquí con dinero de alguien.
Lleva varias horas correteando de un lado a otro, no se mueve un centímetro a menos que le convenga. ¿Qué se puede decir?, típico niño de ciudad. Si las chicas quieren salir del problema negociando mas les vale mostrar monedas, de lo contrario volverán ordenadamente a donde su… patrón.
El grupo de mujeres tiene una pequeña charla de susurros inaudibles, esa es una habilidad femenina y todos lo saben. Debaten por varios minutos y al final su líder predilecta mira con desprecio a medida que reúne dinero en dos bolsas, sin vacilar arroja cada porción a un enemigo sellando así el trato comercial de palabra.
Un placer hacer negocios… les recomiendo ser mas discretas con sus escapes.
Es claro que las señoritas no son asesinas vampiras dementes, solo quieren escapar de un jefe opresor. Chimar a tenido un par de sujetos molestos dándole ordenes pero jamás con necesidad y si se ponen pesados terminan mal. Seguramente aquel dueño esclavista debe pertenecer a la peor clase… de los que piden limpiar cinco veces al día.
Pueden devolver las cosas de mi amigo también, si no lo hacen será mejor que se acostumbren a su compañía… está un poco “tocado”.
Al principio vacilan pero terminan devolviendo los objetos, claramente nadie quiere un elfo mutilado y poco inteligente pegado como una sombra. Maquiavelo sonríe con cierta malicia mientras se despide de las exempleadas usando un gesto pomposo, a veces solo se debe tener labia y mucha seguridad personal.
Da algunos codazos a su colega elfo para que relaje la pose, todo esta solucionado. Su voluntad fue comprometida y la cabeza le dolerá mucho mañana pero tiene sus cosas, una buena paga y la consciencia tranquila. Cuando la otra parte se retira el niño medita una buena ruta para volver a casa.
Ahora eres mas rico que hace un par de horas jeje, si tienes problemas no dudes en tomarme como tu última opción, suerte por el camino.
Se despide cordialmente, luego avanza por los callejones. Es muy probable que su interlocutor termine siendo devorado por una horda de vampiros en la noche pero… esta ciudad se come a los lentos de pensamiento, incluso bajo administración humana. Un gruñido en el estomago le indica al joven genio que es hora de comer otra vez, crecer demanda muchos nutrientes.
Mira de reojo a Sarez, su interrogante llega en buen momento y desgraciadamente no puede ser respondida. No lleva muy bien la experiencia, cierto humillo rojo que escapa de su boca revela secuelas del problema anterior. Si se vuelve loco Maquiavelo le meterá un virote en la entrepierna, es un área no mortal que duele mucho y tiene connotaciones sociales fuertes.
Eso es genial pero no hago favores gratis, o me pagan ustedes o el enano pero me iré de aquí con dinero de alguien.
Lleva varias horas correteando de un lado a otro, no se mueve un centímetro a menos que le convenga. ¿Qué se puede decir?, típico niño de ciudad. Si las chicas quieren salir del problema negociando mas les vale mostrar monedas, de lo contrario volverán ordenadamente a donde su… patrón.
El grupo de mujeres tiene una pequeña charla de susurros inaudibles, esa es una habilidad femenina y todos lo saben. Debaten por varios minutos y al final su líder predilecta mira con desprecio a medida que reúne dinero en dos bolsas, sin vacilar arroja cada porción a un enemigo sellando así el trato comercial de palabra.
Un placer hacer negocios… les recomiendo ser mas discretas con sus escapes.
Es claro que las señoritas no son asesinas vampiras dementes, solo quieren escapar de un jefe opresor. Chimar a tenido un par de sujetos molestos dándole ordenes pero jamás con necesidad y si se ponen pesados terminan mal. Seguramente aquel dueño esclavista debe pertenecer a la peor clase… de los que piden limpiar cinco veces al día.
Pueden devolver las cosas de mi amigo también, si no lo hacen será mejor que se acostumbren a su compañía… está un poco “tocado”.
Al principio vacilan pero terminan devolviendo los objetos, claramente nadie quiere un elfo mutilado y poco inteligente pegado como una sombra. Maquiavelo sonríe con cierta malicia mientras se despide de las exempleadas usando un gesto pomposo, a veces solo se debe tener labia y mucha seguridad personal.
Da algunos codazos a su colega elfo para que relaje la pose, todo esta solucionado. Su voluntad fue comprometida y la cabeza le dolerá mucho mañana pero tiene sus cosas, una buena paga y la consciencia tranquila. Cuando la otra parte se retira el niño medita una buena ruta para volver a casa.
Ahora eres mas rico que hace un par de horas jeje, si tienes problemas no dudes en tomarme como tu última opción, suerte por el camino.
Se despide cordialmente, luego avanza por los callejones. Es muy probable que su interlocutor termine siendo devorado por una horda de vampiros en la noche pero… esta ciudad se come a los lentos de pensamiento, incluso bajo administración humana. Un gruñido en el estomago le indica al joven genio que es hora de comer otra vez, crecer demanda muchos nutrientes.
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Vapores rojos [Trabajo]
El niño me ha ayudado con los problemas que causó la chica que se parece a Merrigan, me enseñó a buscar pistas y no se enfadó cuando el humillo rosado me obligó a golpearle. Ha hecho mucho por mí. Y, todavía, sigue haciendo más: me da la mitad del dinero que de las chicas y me desea buena suerte.
Cojo la mano derecha de Chimar con las dos manos en un cordial apretón, le miro directamente a sus ojos y digo la única palabra de agradecimiento que conozco.
-Gracias-.
El efecto de los vapores rojos ha pasado. No tengo la obligación de sonreír. A pesar de ello, lo hago. Sonrío porque estoy contento de haber conocido a Chimar.
Espero a que se vayan primero las chicas a El Farolillo. Mientras, me coloco los cuchillos en su sitio bajo el chaleco, ato mi arco y mi carcaj a mi espalda con nudos fuertes y encierro mi pequeña hacha en su vaina. Me aseguro de que no me vuelven a quitar las armas. Una vez terminado, me arranco un trozo de manga de mi camiseta. Si he de volver a Vapores Rojos a esperar a Merrigan, quiero asegurarme de que no me vuelven a engañar. No me robarán mi arco. Y si una chica se parece a Merrigan, me taparé los ojos con el trozo de tela. Nadie más podrá engañarme.
Llego al callejón donde está Vapores Rojos minutos después que las chicas. En la entrada se encuentra el enano con las manos en alto. Está riendo. Presto atención al humillo rosado que se le escapa de los labios. Las chicas entran al edificio y salen con cajas llenas de ropa, sábanas y comida. No sé qué está pasando. No me importa. Me siento en la acera de enfrente de la puerta de Vapores rojos y espero.
Al enano se le unen otros hombres (estos de tamaño normal). Están desnudos y ríen mientras piden auxilio. Desde mi asiento, niego con la cabeza. Las chicas me han devuelto las armas y me han dado dinero, por lo que a mí respecta, ellas son las buenas y los hombres son los malos. Ellas pueden robar a los hombres, quitarles la ropa, las armas y los aeros. Yo me mantengo indiferente.
-Jajajaja. ¡Elfo! Jajajaja. ¿¡Es que no vas a ayudarnos!? ¡JAJAJAJA! ¡ES LA ÚLTIMA VEZ QUE HAGO TRATOS CON NIÑOS Y ELFOS! ¡JAJAJAJAJAJA!- grita el enano.
Vapores Rojos queda vacío. Las antorchas se apagan y el vapor desaparece. Las últimas en salir son tres chicas tapadas de los pies a la cabeza con capas y mantas. Como el resto, cada una lleva una caja con comida y ropa. Es la imagen contraria a la chica que se parece a Merrigan.
La chica del medio del grupo me mira. Instintivamente, agacho la cabeza y cojo el trozo de tela con ambas manos. Si se parece a Merrigan, si quiere engañarme, estaré preparado.
Ella hace una señal con la mano a las otras dos. Viene hacia a mí, el resto toma diferentes caminos.
-Sarez- me llama.
Levanto la cabeza. Bajo la capucha veo su piel mohosa, sus ojos morados (del mismo color que los míos) y las lágrimas cristalinas recorriendo su rostro.
-Merrigan- pronuncio su nombre como si me hiciera daño.
Se sienta a mi lado. Saca de la caja dos bollos de crema rosa; me da uno de los dos. No sé cuánto tiempo nos quedamos en silencio comiendo los bollos. Creo que una eternidad. Pienso en lo que quiero decirle, pero me resulta complicado.
Doy el primer paso, empiezo a hablar sin saber cómo voy a continuar.
-Merrigan…. Yo..., te he estado buscando. Quiero decirte…-
Ella da el segundo paso. Lanza su bollo de crema rosa al suelo y me abraza el cuello. Me besa en la barbilla y luego en los labios. Sin palabras, dice lo que yo no puedo decir.
Offrol: Gracias Chimar por el trabajo <3
Merrigan ♥ Sarez 4ever
Cojo la mano derecha de Chimar con las dos manos en un cordial apretón, le miro directamente a sus ojos y digo la única palabra de agradecimiento que conozco.
-Gracias-.
El efecto de los vapores rojos ha pasado. No tengo la obligación de sonreír. A pesar de ello, lo hago. Sonrío porque estoy contento de haber conocido a Chimar.
Espero a que se vayan primero las chicas a El Farolillo. Mientras, me coloco los cuchillos en su sitio bajo el chaleco, ato mi arco y mi carcaj a mi espalda con nudos fuertes y encierro mi pequeña hacha en su vaina. Me aseguro de que no me vuelven a quitar las armas. Una vez terminado, me arranco un trozo de manga de mi camiseta. Si he de volver a Vapores Rojos a esperar a Merrigan, quiero asegurarme de que no me vuelven a engañar. No me robarán mi arco. Y si una chica se parece a Merrigan, me taparé los ojos con el trozo de tela. Nadie más podrá engañarme.
Llego al callejón donde está Vapores Rojos minutos después que las chicas. En la entrada se encuentra el enano con las manos en alto. Está riendo. Presto atención al humillo rosado que se le escapa de los labios. Las chicas entran al edificio y salen con cajas llenas de ropa, sábanas y comida. No sé qué está pasando. No me importa. Me siento en la acera de enfrente de la puerta de Vapores rojos y espero.
Al enano se le unen otros hombres (estos de tamaño normal). Están desnudos y ríen mientras piden auxilio. Desde mi asiento, niego con la cabeza. Las chicas me han devuelto las armas y me han dado dinero, por lo que a mí respecta, ellas son las buenas y los hombres son los malos. Ellas pueden robar a los hombres, quitarles la ropa, las armas y los aeros. Yo me mantengo indiferente.
-Jajajaja. ¡Elfo! Jajajaja. ¿¡Es que no vas a ayudarnos!? ¡JAJAJAJA! ¡ES LA ÚLTIMA VEZ QUE HAGO TRATOS CON NIÑOS Y ELFOS! ¡JAJAJAJAJAJA!- grita el enano.
Vapores Rojos queda vacío. Las antorchas se apagan y el vapor desaparece. Las últimas en salir son tres chicas tapadas de los pies a la cabeza con capas y mantas. Como el resto, cada una lleva una caja con comida y ropa. Es la imagen contraria a la chica que se parece a Merrigan.
La chica del medio del grupo me mira. Instintivamente, agacho la cabeza y cojo el trozo de tela con ambas manos. Si se parece a Merrigan, si quiere engañarme, estaré preparado.
Ella hace una señal con la mano a las otras dos. Viene hacia a mí, el resto toma diferentes caminos.
-Sarez- me llama.
Levanto la cabeza. Bajo la capucha veo su piel mohosa, sus ojos morados (del mismo color que los míos) y las lágrimas cristalinas recorriendo su rostro.
-Merrigan- pronuncio su nombre como si me hiciera daño.
Se sienta a mi lado. Saca de la caja dos bollos de crema rosa; me da uno de los dos. No sé cuánto tiempo nos quedamos en silencio comiendo los bollos. Creo que una eternidad. Pienso en lo que quiero decirle, pero me resulta complicado.
Doy el primer paso, empiezo a hablar sin saber cómo voy a continuar.
-Merrigan…. Yo..., te he estado buscando. Quiero decirte…-
Ella da el segundo paso. Lanza su bollo de crema rosa al suelo y me abraza el cuello. Me besa en la barbilla y luego en los labios. Sin palabras, dice lo que yo no puedo decir.
Offrol: Gracias Chimar por el trabajo <3
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Vapores rojos [Trabajo]
RECOMPENSAS
Pese a haber leído tantas veces la trama de este trabajo, a ratos me hicieron olvidar las razones de las desapariciones, llevándome a pensar que realmente estaban bajo amenaza, han sabido llevar la historia de una manera digna de una novela policiaca, pocas luchas y acción pero mucha intriga y suspenso, destaco lo interesante que ha resultado el conocer a Merrigan a través de la visión de Sarez y la manera como él la percibe, Chimar por su parte, no deja de ser ese pequeño ambicioso desinteresado que no termina de ser héroe ni villano.
Por tan excelente trabajo ambos reciben 20 puntos de experiencia y 400 aeros que ya han sido sumados a sus respectivos perfiles.
Por tan excelente trabajo ambos reciben 20 puntos de experiencia y 400 aeros que ya han sido sumados a sus respectivos perfiles.
Ansur
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2001
Nivel de PJ : : 0
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 04:27 por Zagreus
» Una sombra sobre Lunargenta: 2ª parte. [Privado]
Hoy a las 04:03 por Níniel Thenidiel
» Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Ayer a las 21:35 por Cohen
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 20:55 por Aylizz Wendell
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Ayer a las 20:16 por Seraphine Valaryon
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Ayer a las 16:30 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Miér Nov 20 2024, 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Miér Nov 20 2024, 16:18 por Mina Harker
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar Nov 19 2024, 22:49 por Eltrant Tale
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun Nov 18 2024, 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun Nov 18 2024, 04:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr