Líbranos del mal [+18] [Desafío]
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Líbranos del mal [+18] [Desafío]
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Los dragones legendarios estarían prestándoles toda su atención por lo que estaban haciendo.
En lo alto del montículo bailaba una sacerdotisa mientras invocaba a los dioses, los dragones legendarios, para que asistieran a las ofrendas que se harían para ellos. – Faal Brom dahmaan, daar banaar zahrahmiik’u ahrk draal’u fah faal Aak.
Dispuestos en semicírculo, todos los espectadores movían sus báculos, alzaban sus flores y ofrendas al aire, repetían las consignas de la mujer del pelo de oro.
- Sacerdotisa:
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¿Y por qué esos sacrificios? ¿Qué necesidad tenían esos aldeanos de enturbiar la paz de los dioses? Para agradecer por los que habían sido salvados del mal que había asolado la región y para pedir por los que aún, a día de hoy, se debatían entre la vida y la muerte. Aún había lugares donde la población sufría, pocos, pues iban muriendo, pero seguían sufriendo el gran mal. No había mejor forma que agradecer a los dioses con sus mejores ofrendas: ganado, cosechas y cosas hechas a mano, sobre todo por los niños, quienes ponían su empeño en agradar a los ancestrales dragones.
Coronas de flores, cuencos con comida, racimos de varias frutas, las mejores pieles, ganado, el mejor trigo. Todo valía para sus dioses. Lo alzaban al aire y se iban juntando en una fila para dejarlos en el improvisado altar que había montado la sacerdotisa, tras ella. Mientras, seguía haciendo bailes con sus brazos, tratando de invocar a los dragones.
Unas bayas rojas descansaban en un plato, en el centro del altar. Su nombre: Calor de nieve. Algunos las comían, otros iban a la hoguera y movían los brazos para inspirar el blanquecino humo que salía de ella. Ahí es donde quemaban las ramas de esas bayas. Y no tardaban en ir a bailar con la sacerdotisa, rodeándola.
– ¡Los dragones nos protegen! ¡Velarán por nuestras hijas y por nuestros hijos! ¡Por nuestros mayores! – gritaba uno, después de respirar el humo.
– ¡Que nos protejan a todos! ¡Por eso les daremos nuestra devoción! – gritaba una mujer entre el público.
Los bailes eran descoordinados, algunos de los gritos carecían de sentido. Cuanta más gente hacía ofrendas a los dragones, más personas bailaban y cantaban alrededor de la mujer del cabello dorado.
– ¡No permitáis que vuelva ese mal! ¡No permitáis que vuestros siervos sufran esas pérdidas, oh, dragones! ¡Vosotros creasteis la vida, no nos la arrebatéis! ¡Somos vuestros siervos!
La nieve se estaba derritiendo, pero aun así hacía bastante frío. A pesar de eso, la líder espiritual podía presumir de mostrar gran parte de su piel. Ella ya no sentía frío, ni dolor, ni nada. La bendición de los dragones estaba sobre ella. Los estaba viendo, el cielo se abría para dejar paso a los creadores de la magia. Se arrodilló, seguida de unos cuantos que ya habían ofrendado sus bienes. – Ahí están – informó. Todos miraron hacia donde decía, tratando de encontrarse con los dioses. Algunos sí los veían. Otros no. Algunos veían a uno, otros el cielo abrirse, otros a diferentes seres… Pero estaban todos de acuerdo en que eran las manifestaciones divinas.
– ¡Que nos bendigan los ancestrales dragones! ¡Nos han oído! – eso hacía que los que estaban en las filas para hacer sus ofrendas corrieran a dejarlas y a inspirar el humo o a comer bayas.
Algunos no rezaban. Estaban en el suelo, tirados, gritando con horribles pesadillas. Ellos no eran tocados por los dragones, habían sido maldecidos por algún mal que hubieran hecho. Y es que los pobres mortales atribuían cualquier mal a los dioses, quienes solo velaban por ellos… ¿o no?
Descoordinados, el baile seguía. Algunos se arrastraban por entre la tierra y la nieve. Otros se besaban y desnudaban. Otra parte de los aldeanos gritaba y otros, directamente, miraban al cielo estupefactos, admirando cómo se abría o cómo un dios les hablaba.
Quien apareciera en ese momento no entendería nada… a no ser que fuera de la misma villa. Movimientos y palabras inconexas, pero dirigidas a sus altísimos. La pandemia había pasado, ¿por qué tenían que restringirse el celebrar? Y, sin duda, en esa pequeña aldea a varios kilómetros de Dundarak, los pueblerinos estaban disfrutando de las bendiciones de los dioses y de la fiesta que habían montado.
– Bienvenido sea quien honre a los antiguos dragones.
_________________________
Bienvenido/a, a este extraño ritual.
Has llegado a una zona cerca de Dundarak y me interesa saber cómo y por qué. Es una pequeña aldea cercana al camino que conecta con la ciudad y te has encontrado con una fiesta en honor a los ancestrales dragones. Tu primer objetivo será integrarte y hacerles una ofrenda a los dioses. Debes describir tu ofrenda, si la haces. Este turno será parecido a los eventos de mi amada Sigel.
¿Crees en los antiguos dragones? Puedes bailar con ellos, ofrendar y, también, podrás elegir entre comer una de las bayas –después de la ofrenda –o inspirar el humo de la hoguera. Ya has visto que se comportan de forma extraña, así que cuidado, si quieres intentar mantener tu calor, lo inspirarás y… bueno, aquí te dejo la descripción de la planta que usan para hacer el fuego: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Este es un desafío considerado light, a no ser que tomes las peores decisiones. Aquí no habrá sangre ni peleas. Pero, no quiere decir que no puedas tener serios problemas si tomas decisiones equivocadas.
Traducción: "El norte no olvida, y estos sacrificios y oraciones son para nuestros guías".
Última edición por Fehu el Lun Abr 30 2018, 18:03, editado 1 vez
Fehu
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Re: Líbranos del mal [+18] [Desafío]
Luego de estar varios días buscando a mis hermanos en mi antigua casa, no hubo caso, así que tenia que seguir. Empece a pensar, "Si en Dundarak no están, quizá en los alrededores estén, deben de estarlo, por favor dragones ancestrales". Me empezaba a preocupar, no los encontraba por ningún lado, ¿a donde pudieron haber ido?. No espere mas tiempo, estaba listo para seguir mi búsqueda, y explorar mas tiempo Dundarak, el que no pude cuando era chico. Ajuste bien mis botas, no iba a esperar un minuto mas, partí de Dundarak hacia los alrededores. Con mi mano sin soltar la espada, recorrí varias colinas, y alguna que otra montaña no muy grande. Hasta que llegue a un montículo, donde empece a escuchar gente, me intrigo, así que decidí ir a ver que pasaba, al acercarme, levante mi mirada mirando a la gente que estaba en el lugar, vi a una sacerdotisa bailando, diciendo palabras en draconiano. La gente bailaba, alzaban cosas, hacían ofrendas, era maravilloso.
Por un momento se me paso la idea de hacerle una ofrenda a los dioses, ¿pero de verdad iban a querer que el Guardián de los Dragones Ancestrales hiciera eso?... que pensarían los dragones si yo, su campeón, su guardián, su elegido, hiciera ofrendas para verlos. Ellos ya me habían dado estos ojos, para que yo recuerde que ellos están conmigo. Me senté en un costado a ver las cosas que la gente traía, y empece a ver ropas de buena calidad, ganado, etc.
La gente gritaba por los enfermos, los niños, los mayores... y todo eso me empezó a dar un poco de pena. Tenían razón, ¿por que los dragones no ayudaban a esa gente?. Yo, el Guardián, debía hacer algo. Me acerque al sector de las ofrendas, y mirando cada una, me saque mi capa lentamente y la doble, acomodándola para que otra gente pueda dejar sus ofrendas, la apoye y me acerque
[Idioma Draco] Dovah Aak, Zu, Vahlok Dreh Draal Ek Zin
Ahora que termine mi ofrenda, estaba listo para consumir la baya que uno de los señores me señalaba mientras sonreía, luego de terminar de comer la baya, logre notar gente que estaba tirada, gritando, como si el Dragón de la Oscuridad los atormentara. Me acerque a uno, me agache y lo toque, esperando que el dragón de la luz se de cuenta que el dragón de la oscuridad estaba atormentando a la pobre alma. Luego la gente empezó a gritar, ellos estaban viendo a los dragones.
Al principio pensé haber visto al dragón de la luz, pero luego me di cuenta que era el sol. Así que seguí mirando, luego de un rato, vi un destello de luz venir desde las nubes, ¡era el!, esta vez si.
- ¡Ahí esta, ahí esta!, ¡es el dragón de la luz, esta iluminándonos!, nos escucharon gente. - Dije mientras Sonreía mirando el cielo, y al gran dragón de la luz. Sin duda alguna, este era uno de los momentos mas felices de mi vida. Me arrodille sacando la espada y sujetándola, formando una "T" delante mio mientras miraba al cielo, rezaba por cada dragón ancestral... la mujer de pelo dorado hizo lo mismo segundos antes que yo, durante un tiempo no le quite la mirada a esa mujer, pero no por mucho, los dragones ancestrales estaban haciendo presencia, y eso no se ve todos los días.
Por un momento se me paso la idea de hacerle una ofrenda a los dioses, ¿pero de verdad iban a querer que el Guardián de los Dragones Ancestrales hiciera eso?... que pensarían los dragones si yo, su campeón, su guardián, su elegido, hiciera ofrendas para verlos. Ellos ya me habían dado estos ojos, para que yo recuerde que ellos están conmigo. Me senté en un costado a ver las cosas que la gente traía, y empece a ver ropas de buena calidad, ganado, etc.
La gente gritaba por los enfermos, los niños, los mayores... y todo eso me empezó a dar un poco de pena. Tenían razón, ¿por que los dragones no ayudaban a esa gente?. Yo, el Guardián, debía hacer algo. Me acerque al sector de las ofrendas, y mirando cada una, me saque mi capa lentamente y la doble, acomodándola para que otra gente pueda dejar sus ofrendas, la apoye y me acerque
[Idioma Draco] Dovah Aak, Zu, Vahlok Dreh Draal Ek Zin
Ahora que termine mi ofrenda, estaba listo para consumir la baya que uno de los señores me señalaba mientras sonreía, luego de terminar de comer la baya, logre notar gente que estaba tirada, gritando, como si el Dragón de la Oscuridad los atormentara. Me acerque a uno, me agache y lo toque, esperando que el dragón de la luz se de cuenta que el dragón de la oscuridad estaba atormentando a la pobre alma. Luego la gente empezó a gritar, ellos estaban viendo a los dragones.
Al principio pensé haber visto al dragón de la luz, pero luego me di cuenta que era el sol. Así que seguí mirando, luego de un rato, vi un destello de luz venir desde las nubes, ¡era el!, esta vez si.
- ¡Ahí esta, ahí esta!, ¡es el dragón de la luz, esta iluminándonos!, nos escucharon gente. - Dije mientras Sonreía mirando el cielo, y al gran dragón de la luz. Sin duda alguna, este era uno de los momentos mas felices de mi vida. Me arrodille sacando la espada y sujetándola, formando una "T" delante mio mientras miraba al cielo, rezaba por cada dragón ancestral... la mujer de pelo dorado hizo lo mismo segundos antes que yo, durante un tiempo no le quite la mirada a esa mujer, pero no por mucho, los dragones ancestrales estaban haciendo presencia, y eso no se ve todos los días.
- Idioma Draco:
- (Dragones guienme, yo, su guardián hago estas oraciones en su honor)
Rakan'Drag
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Re: Líbranos del mal [+18] [Desafío]
¡Los dragones han llegado!
Eso era lo que gritaban todos los que habían hecho alguna ofrenda y, sobre todo, habían probado las bayas que ofrecían o respirado el humo de la hoguera. Incluso quienes no habían dejado nada aun, solo por inspirar el humo de la leña del Calor de Nieve, decidían dar lo que tuvieran y dejarlo en el altar. Estaban viendo a los dragones, estaban ahí, con ellos, tan reales como sus vecinos y amigos. ¡Los estaban viendo! Alzaron la vista al cielo y se arrodillaron ante la aparición del Dragón de Luz, tan brillante como el mismo Sol. Tan resplandeciente como sus rayos.
– ¡Ahí están! ¡Ahí están! – gritaba la sacerdotisa, sobre sus rodillas.
Todo era maravilloso, brillante, pacífico, hermoso. El grupo de los dragones estaba fascinado ante semejante espectáculo: ver a su adorado Dragón de Luz surcar los cielos. Hasta que, de pronto, las nubes encapotaron el cielo, taparon la luz del sol y ocultaron al dragón, quien pronto empezó a presentar tonalidades oscuras y a cambiar el color de sus ojos.
El cielo parecía partirse en dos. A pesar de la hora, la noche parecía caer sobre Aerandir, y las miradas horrorizadas de los presentes delataron que algo iba mal; muy mal. Ese dragón empezó a usar su magia contra ellos, a expulsar por su boca una sustancia gaseosa negra, aunque de consistencia. Teñía todo de oscuridad. Su chirrido era ensordecedor.
Aquellos que minutos antes estaban congratulados ante la idea de la visita de su Dios, ahora trataban de huir a toda costa, gritando, empujándose, incluso llegando a cometer ataques de sangre contra sus hermanos. Otros, simplemente, se quedaban tirados en el suelo, esperando su final. Un final que no llegaría por parte del dragón, sino por parte de los que trataban de escapar ante semejantes visiones, tan realistas como aterradoras.
El Calor de Nieve, a fin de cuentas, es una droga de los mortales para apaciguar sus sentidos y alterarlos, para vernos a nosotros, los dioses y, en este caso, a sus dragones.
Sus efectos estaban claramente reflejados en ese ritual.
La sacerdotisa empezó a gritar desconsoladamente, como si estuviera sufriendo la peor de las torturas. Incapaz de moverse, en el idioma draconiano chillaba cosas sin sentido, buscaba zafarse del ataque de su Dragón ancestral. Pero tanto ella como otros, sentían ese mismo daño. Algunos atacados por las garras del mismo, o por sus fauces. Otros lanzados por los aires.
Se miraban los ropajes. No sangraban, no estaban heridos. Pero ellos pensaban que sí. Veían la nieve y las plantas teñirse de rojo. Incluso se sentían débiles por la pérdida de sangre.
Quienes aún no habían probado las bayas y los pocos que no habían inhalado el humo miraban a los demás con gran expectación, preocupados. Algunos quisieron sentir lo mismo y rápido fueron a comer las bayas. Otros, más conscientes de su integridad que de los ancestrales dragones, prefirieron no probar nada. Y quedarse mirando o ayudando a los demás. Apagaron la hoguera, enterraron los frutos y trataron de calmar a quienes corrían sin motivo, a quienes gritaban, a quienes sentían que les estaban abriendo en canal.
Los contaminados veían eso, cómo las garras del Dragón se abrían paso a través de su carne, de sus intestinos, que salían desperdigados por el suelo, cubriéndolo todo de sangre. Trataban de aguantarse las tripas dentro del cuerpo, presionando sus manos contra el abdomen, pero algunas asas de los órganos se escurrían por las profundas heridas. Otros descansaban sobre un charco de sangre enorme. Otros, mutilados, se veían como si hubieran perdido dedos. Miraban sus manos sin falanges, sus muñones en las piernas e, incluso, uno llegó a ver que había perdido un ojo.
Los huesos crujían, las cabezas eran aplastadas por las patas del dragón y decapitadas por sus colmillos. Ese sonido de la carne separándose, de los huesos quebrándose, era lo que más escuchaban quienes habían probado las bayas. Algunos estaban tirados en el suelo, creyéndose incapaces de moverse, como si hubieran perdido sus piernas y dejase tras ellos un reguero de sangre. Las tenían, pero no las sentían.
Aquel dragón al que habían adorado se había convertido en un ser horrible, estaba acabando con sus fieles. No les había escuchado, no les había traído la salud.
Rakan: El ritual ha estado marcado, desde el principio, por la presencia de las bayas de Calor de Nieve y, al comerlas, tú también has caído en el trance de tus compañeros. Al principio, hay buenas visiones. Al pasar un rato se convertirán en horribles pesadillas, muy vívidas. Este será tu segundo objetivo: dado que has comido las bayas, tendrás que narrar tus espeluznantes visiones.
No sabrás que estás bajo el efecto de ninguna baya, tan solo, verás el horror parecido al que ven tus compañeros que hayan probado las frutas o inhalado el humo. Hay algunos dragones que os intentarán ayudar, ellos han sido los inteligentes afortunados que no han catado las bayas. Podrás usarlos para intentar ayudarte. Pero, no les ves a ellos, sino el horror que te produce el efecto de esa sustancia.
El tema pasa a tener categoría +18 debido a la narración explícita de contenido sensible.
Eso era lo que gritaban todos los que habían hecho alguna ofrenda y, sobre todo, habían probado las bayas que ofrecían o respirado el humo de la hoguera. Incluso quienes no habían dejado nada aun, solo por inspirar el humo de la leña del Calor de Nieve, decidían dar lo que tuvieran y dejarlo en el altar. Estaban viendo a los dragones, estaban ahí, con ellos, tan reales como sus vecinos y amigos. ¡Los estaban viendo! Alzaron la vista al cielo y se arrodillaron ante la aparición del Dragón de Luz, tan brillante como el mismo Sol. Tan resplandeciente como sus rayos.
– ¡Ahí están! ¡Ahí están! – gritaba la sacerdotisa, sobre sus rodillas.
Todo era maravilloso, brillante, pacífico, hermoso. El grupo de los dragones estaba fascinado ante semejante espectáculo: ver a su adorado Dragón de Luz surcar los cielos. Hasta que, de pronto, las nubes encapotaron el cielo, taparon la luz del sol y ocultaron al dragón, quien pronto empezó a presentar tonalidades oscuras y a cambiar el color de sus ojos.
El cielo parecía partirse en dos. A pesar de la hora, la noche parecía caer sobre Aerandir, y las miradas horrorizadas de los presentes delataron que algo iba mal; muy mal. Ese dragón empezó a usar su magia contra ellos, a expulsar por su boca una sustancia gaseosa negra, aunque de consistencia. Teñía todo de oscuridad. Su chirrido era ensordecedor.
Aquellos que minutos antes estaban congratulados ante la idea de la visita de su Dios, ahora trataban de huir a toda costa, gritando, empujándose, incluso llegando a cometer ataques de sangre contra sus hermanos. Otros, simplemente, se quedaban tirados en el suelo, esperando su final. Un final que no llegaría por parte del dragón, sino por parte de los que trataban de escapar ante semejantes visiones, tan realistas como aterradoras.
El Calor de Nieve, a fin de cuentas, es una droga de los mortales para apaciguar sus sentidos y alterarlos, para vernos a nosotros, los dioses y, en este caso, a sus dragones.
Sus efectos estaban claramente reflejados en ese ritual.
La sacerdotisa empezó a gritar desconsoladamente, como si estuviera sufriendo la peor de las torturas. Incapaz de moverse, en el idioma draconiano chillaba cosas sin sentido, buscaba zafarse del ataque de su Dragón ancestral. Pero tanto ella como otros, sentían ese mismo daño. Algunos atacados por las garras del mismo, o por sus fauces. Otros lanzados por los aires.
Se miraban los ropajes. No sangraban, no estaban heridos. Pero ellos pensaban que sí. Veían la nieve y las plantas teñirse de rojo. Incluso se sentían débiles por la pérdida de sangre.
Quienes aún no habían probado las bayas y los pocos que no habían inhalado el humo miraban a los demás con gran expectación, preocupados. Algunos quisieron sentir lo mismo y rápido fueron a comer las bayas. Otros, más conscientes de su integridad que de los ancestrales dragones, prefirieron no probar nada. Y quedarse mirando o ayudando a los demás. Apagaron la hoguera, enterraron los frutos y trataron de calmar a quienes corrían sin motivo, a quienes gritaban, a quienes sentían que les estaban abriendo en canal.
Los contaminados veían eso, cómo las garras del Dragón se abrían paso a través de su carne, de sus intestinos, que salían desperdigados por el suelo, cubriéndolo todo de sangre. Trataban de aguantarse las tripas dentro del cuerpo, presionando sus manos contra el abdomen, pero algunas asas de los órganos se escurrían por las profundas heridas. Otros descansaban sobre un charco de sangre enorme. Otros, mutilados, se veían como si hubieran perdido dedos. Miraban sus manos sin falanges, sus muñones en las piernas e, incluso, uno llegó a ver que había perdido un ojo.
Los huesos crujían, las cabezas eran aplastadas por las patas del dragón y decapitadas por sus colmillos. Ese sonido de la carne separándose, de los huesos quebrándose, era lo que más escuchaban quienes habían probado las bayas. Algunos estaban tirados en el suelo, creyéndose incapaces de moverse, como si hubieran perdido sus piernas y dejase tras ellos un reguero de sangre. Las tenían, pero no las sentían.
Aquel dragón al que habían adorado se había convertido en un ser horrible, estaba acabando con sus fieles. No les había escuchado, no les había traído la salud.
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Rakan: El ritual ha estado marcado, desde el principio, por la presencia de las bayas de Calor de Nieve y, al comerlas, tú también has caído en el trance de tus compañeros. Al principio, hay buenas visiones. Al pasar un rato se convertirán en horribles pesadillas, muy vívidas. Este será tu segundo objetivo: dado que has comido las bayas, tendrás que narrar tus espeluznantes visiones.
No sabrás que estás bajo el efecto de ninguna baya, tan solo, verás el horror parecido al que ven tus compañeros que hayan probado las frutas o inhalado el humo. Hay algunos dragones que os intentarán ayudar, ellos han sido los inteligentes afortunados que no han catado las bayas. Podrás usarlos para intentar ayudarte. Pero, no les ves a ellos, sino el horror que te produce el efecto de esa sustancia.
El tema pasa a tener categoría +18 debido a la narración explícita de contenido sensible.
Fehu
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Re: Líbranos del mal [+18] [Desafío]
Los momentos mas felices de mi vida, se volvieron los peores de mi vida... Mi sonrisa se volvió a un enojo profundo, una rabia que corría por mis venas, el cielo cambio... dejo de ser el gran resplandor de luz dorado, a ser un día negro, y justo cuando el dragón de la luz desapareció entre el cielo, el gran dragón de la oscuridad emergió, la gente empezó a empujarse, a correr, a gritar. Antes de que me pudiera levantar me empujaron, tirándome al suelo. La gente estaba demasiado nerviosa, y yo, no. Espere este momento toda mi vida, al fin mi momento había llegado, el día en el que el guardián de los dragones enfrentaría a la oscuridad, mire a la gente que estaba tirada, gente corriendo, y el cielo todo negro. Hoy era mi primera batalla con el gran dragón de la oscuridad. Fui corriendo hacia una roca, que me daría altura para poder hablar con el pueblo, corría mientras esquivaba a la gente que no paraba de gritar y correr. Cuando finalmente llegue a la roca, me subí en ella, y trate de inspirar a los hombres.
- ¡Gran pueblo de los dragones!, ¡guerreros de los dragones!,¡Mirenme a los ojos y díganme que ven!... - Mientras otros miraban, muchos seguían corriendo, perdidos en la oscuridad - ¡Es luz, por que el gran dragón de la luz esta en nuestros corazones!... ¡Los que puedan pelear, únanse a mi, al guardián de los dragones ancestrales para derrotar al gran dragón de la oscuridad, muéstrenle el valor de la gente de los dragones!... ¡Hoy haremos historia, hoy nos ganamos un lugar en el corazón de los dragones, le demostramos nuestra lealtad, nuestra fuerza, hoy, daremos un gran paso hacia el regreso de los dragones! - Mientras levante la espada, di un grito, tratando de inspirar a todo aquel que me tratara de seguir - ¡Por los Dragones Ancestrales, por Dundarak! - Salte de la roca para dirigirme al gran dragón de la oscuridad, otros mas levantaron lo que tenían, palos, horcas, para enfrentarse al gran dragón.
Corriendo con la espada en alto, veía como el dragón masacraba a gran parte del pueblo, mientras a los que inspire me seguían, corríamos en grandes charcos de sangre, salpicándonos, todos cargamos contra el gran dragón y de un momento para otro, simplemente estábamos dañándole las patas, el dragón escupía una oscuridad de su boca, que algunos lográbamos esquivar, y otros caían, sangrando y agarrándose las heridas, mientras peleaba, veía que no hacíamos daño, el dragón de la oscuridad levanto su pata, y con su garra me arranco gran parte de la piel de la pierna, agarrándome la herida, corrí hacia las ofrendas para agarrar mi capa, disculpándome con los dragones por hacer eso. No podía casi mantenerme en pie, así que lo mas conveniente era cambiar de forma. Mientras mis escamas subían desde los pies hasta la cabeza, salte en la roca, la misma en la que había inspirado a los hombres, transformándome en dragón al hacerlo La única ventaja que tenia era que era mucho mas pequeño que el gran dragón de la oscuridad, y que los dragones ancestrales me estaban apoyando. Volaba por debajo del dragón, mordiendo y escupiendo fuego, al rededor de las piernas, esquivando su gran nube negra.
[Idioma Draco] ¡Nahkriin! - Dije en un rugido de furia, y luego de escupir una gran bola de fuego, el dragón con su gran cola, me lanzo contra una casa, estaba herido, pero no me iba a rendir, hoy tenia que vencer, cerré los ojos y unos minutos luego de abrirlos, vi a mis 5 hermanos, Wawel, Zu, Kremm, Draco... y sin poder creerlo, Tiberius. ¡Estaba vivo!, se acercaban a mi, y lo unico que gritaban era
- ¡El gran dragón de la oscuridad es el verdadero dragón ancestral, lo lamento hermanito, pero si no estas con nosotros, estas en contra!. - Dijo Kremm, me levante rápidamente, volando rápidamente hacia arriba, pero ellos eran dragones también, eran negros, igual que el dragón de la oscuridad, eran su versión miniatura. ¿Por que?, ¿Por que mis hermanos se habían transformado en eso?, se habían perdido de la senda. Y con gran tristeza, matarlos era lo único que me quedaba, eran las desventajas de ser el guardián de los dragones. Escupía fuego, y se escudaban con un fuego negro, igual que el gran dragón. Todos morían, intentando pelear contra el dragón oscuro, algunos le pegaban y salían volando, otros simplemente se iban corriendo al ver que no podían hacer nada, y otros caían. Finalmente los dragones me atraparon, agarrándome cada pata y tirándome contra el suelo, destransformandonos todos. - Que... la luz prevalezca. Si muero, volveré, mas fuerte que nunca y en mi verdadera forma, la forma del dragón guardián... - Dije mientras veia como la sangre caia de mi pecho, y mis hermanos me agarraban.
_________________________[Desde otra perspectiva]_____________________
Los aldeanos que no habían consumido nada, empezaron a ver como los demás empezaron a correr, otros gritaban, otros lloraban y rezaban, corrían y se acercaban a los sujetos, tratando de calmarlos dándoles agua y abrazándolos, diciéndoles que todo estaba bien. Un grupo de 4 jóvenes, perdidos sin saber que hacer al ver a tanta gente desesperada, miraron al joven parado sobre la roca, inspirando a un grupo a pelear.
- Hay que detenerlo... antes de que salga peor que los demás. - Dijo uno de los jóvenes
- Ese tiene los ojos brillantes, ¿y si es el causante de esto?, ¿y si ellos están viendo cosas que nosotros no? -
- Si fuera el causante, no estaría inspirando a la gente, sea lo que sea, debemos detener a esta gente. -
Mientras los 4 chicos discutían como detener a la multitud, que ahora también estaban armados pegandole a la nada. Llego un señor de una edad de aproximadamente 150 años draconianos.
- Nadie causo esto... esto es producto de lo que comieron e inhalaron, una planta que causa alucinaciones. Créanme, se de lo que hablo. - Antes de que el sujeto siguiera hablando, el joven de ojos brillantes estaba escupiendo fuego y transformado en dragón. - Debemos detener a los que llevaron la religión a otro nivel. Y al muchacho que esta transformado, o dañara a alguien. -
Los jóvenes asintieron con la cabeza, y justo antes de que empiecen a correr, Rakan salio volando contra una casa, cayendo. Los jóvenes rápidamente se dirigieron a donde estaba Rakan - Con cuidado, el no sabe que somos nosotros. - Se acercaban lentamente a Rakan, y cuando vieron que abrió los ojos, rápidamente un joven dijo - No queremos hacerte daño, venimos a ayudarte, nada es real. -
Rakan rápidamente voló hacia arriba, así que los jóvenes, se transformaron en dragón, siguiendo al señor que sabia de la planta, estando mas adelante, y contrarrestando el fuego que escupía Rakan, mientras los 6 dragones volaban en círculos, girando el uno con el otro, y escupiendo fuego, uno de los jóvenes logro agarrarle la pata a Rakan, y seguidamente, los demás también. Rápidamente lo tiraron al suelo, todos se destranformaron. El anciano fue corriendo hacia el pozo, diciendo - No lo suelten, enseguida vuelvo. - Y así fue, el señor vino con un balde de agua, mientras le decía a uno de los jóvenes que le abra el ojo a Rakan. - ¿Que hay sobre la luz? - a lo que el anciano respondió - A lo mejor se le apaga, pero a menos que quieras que siga escupiendo fuego, ábrele el ojo - Y así, rápidamente el joven le abrió el ojo a Rakan, mientras el señor le tiraba agua en el ojo, esperando que así volviera a la normalidad.
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[>]Habilidad Racial usada = Cambio de forma
- ¡Gran pueblo de los dragones!, ¡guerreros de los dragones!,¡Mirenme a los ojos y díganme que ven!... - Mientras otros miraban, muchos seguían corriendo, perdidos en la oscuridad - ¡Es luz, por que el gran dragón de la luz esta en nuestros corazones!... ¡Los que puedan pelear, únanse a mi, al guardián de los dragones ancestrales para derrotar al gran dragón de la oscuridad, muéstrenle el valor de la gente de los dragones!... ¡Hoy haremos historia, hoy nos ganamos un lugar en el corazón de los dragones, le demostramos nuestra lealtad, nuestra fuerza, hoy, daremos un gran paso hacia el regreso de los dragones! - Mientras levante la espada, di un grito, tratando de inspirar a todo aquel que me tratara de seguir - ¡Por los Dragones Ancestrales, por Dundarak! - Salte de la roca para dirigirme al gran dragón de la oscuridad, otros mas levantaron lo que tenían, palos, horcas, para enfrentarse al gran dragón.
Corriendo con la espada en alto, veía como el dragón masacraba a gran parte del pueblo, mientras a los que inspire me seguían, corríamos en grandes charcos de sangre, salpicándonos, todos cargamos contra el gran dragón y de un momento para otro, simplemente estábamos dañándole las patas, el dragón escupía una oscuridad de su boca, que algunos lográbamos esquivar, y otros caían, sangrando y agarrándose las heridas, mientras peleaba, veía que no hacíamos daño, el dragón de la oscuridad levanto su pata, y con su garra me arranco gran parte de la piel de la pierna, agarrándome la herida, corrí hacia las ofrendas para agarrar mi capa, disculpándome con los dragones por hacer eso. No podía casi mantenerme en pie, así que lo mas conveniente era cambiar de forma. Mientras mis escamas subían desde los pies hasta la cabeza, salte en la roca, la misma en la que había inspirado a los hombres, transformándome en dragón al hacerlo La única ventaja que tenia era que era mucho mas pequeño que el gran dragón de la oscuridad, y que los dragones ancestrales me estaban apoyando. Volaba por debajo del dragón, mordiendo y escupiendo fuego, al rededor de las piernas, esquivando su gran nube negra.
[Idioma Draco] ¡Nahkriin! - Dije en un rugido de furia, y luego de escupir una gran bola de fuego, el dragón con su gran cola, me lanzo contra una casa, estaba herido, pero no me iba a rendir, hoy tenia que vencer, cerré los ojos y unos minutos luego de abrirlos, vi a mis 5 hermanos, Wawel, Zu, Kremm, Draco... y sin poder creerlo, Tiberius. ¡Estaba vivo!, se acercaban a mi, y lo unico que gritaban era
- ¡El gran dragón de la oscuridad es el verdadero dragón ancestral, lo lamento hermanito, pero si no estas con nosotros, estas en contra!. - Dijo Kremm, me levante rápidamente, volando rápidamente hacia arriba, pero ellos eran dragones también, eran negros, igual que el dragón de la oscuridad, eran su versión miniatura. ¿Por que?, ¿Por que mis hermanos se habían transformado en eso?, se habían perdido de la senda. Y con gran tristeza, matarlos era lo único que me quedaba, eran las desventajas de ser el guardián de los dragones. Escupía fuego, y se escudaban con un fuego negro, igual que el gran dragón. Todos morían, intentando pelear contra el dragón oscuro, algunos le pegaban y salían volando, otros simplemente se iban corriendo al ver que no podían hacer nada, y otros caían. Finalmente los dragones me atraparon, agarrándome cada pata y tirándome contra el suelo, destransformandonos todos. - Que... la luz prevalezca. Si muero, volveré, mas fuerte que nunca y en mi verdadera forma, la forma del dragón guardián... - Dije mientras veia como la sangre caia de mi pecho, y mis hermanos me agarraban.
_________________________[Desde otra perspectiva]_____________________
Los aldeanos que no habían consumido nada, empezaron a ver como los demás empezaron a correr, otros gritaban, otros lloraban y rezaban, corrían y se acercaban a los sujetos, tratando de calmarlos dándoles agua y abrazándolos, diciéndoles que todo estaba bien. Un grupo de 4 jóvenes, perdidos sin saber que hacer al ver a tanta gente desesperada, miraron al joven parado sobre la roca, inspirando a un grupo a pelear.
- Hay que detenerlo... antes de que salga peor que los demás. - Dijo uno de los jóvenes
- Ese tiene los ojos brillantes, ¿y si es el causante de esto?, ¿y si ellos están viendo cosas que nosotros no? -
- Si fuera el causante, no estaría inspirando a la gente, sea lo que sea, debemos detener a esta gente. -
Mientras los 4 chicos discutían como detener a la multitud, que ahora también estaban armados pegandole a la nada. Llego un señor de una edad de aproximadamente 150 años draconianos.
- Nadie causo esto... esto es producto de lo que comieron e inhalaron, una planta que causa alucinaciones. Créanme, se de lo que hablo. - Antes de que el sujeto siguiera hablando, el joven de ojos brillantes estaba escupiendo fuego y transformado en dragón. - Debemos detener a los que llevaron la religión a otro nivel. Y al muchacho que esta transformado, o dañara a alguien. -
Los jóvenes asintieron con la cabeza, y justo antes de que empiecen a correr, Rakan salio volando contra una casa, cayendo. Los jóvenes rápidamente se dirigieron a donde estaba Rakan - Con cuidado, el no sabe que somos nosotros. - Se acercaban lentamente a Rakan, y cuando vieron que abrió los ojos, rápidamente un joven dijo - No queremos hacerte daño, venimos a ayudarte, nada es real. -
Rakan rápidamente voló hacia arriba, así que los jóvenes, se transformaron en dragón, siguiendo al señor que sabia de la planta, estando mas adelante, y contrarrestando el fuego que escupía Rakan, mientras los 6 dragones volaban en círculos, girando el uno con el otro, y escupiendo fuego, uno de los jóvenes logro agarrarle la pata a Rakan, y seguidamente, los demás también. Rápidamente lo tiraron al suelo, todos se destranformaron. El anciano fue corriendo hacia el pozo, diciendo - No lo suelten, enseguida vuelvo. - Y así fue, el señor vino con un balde de agua, mientras le decía a uno de los jóvenes que le abra el ojo a Rakan. - ¿Que hay sobre la luz? - a lo que el anciano respondió - A lo mejor se le apaga, pero a menos que quieras que siga escupiendo fuego, ábrele el ojo - Y así, rápidamente el joven le abrió el ojo a Rakan, mientras el señor le tiraba agua en el ojo, esperando que así volviera a la normalidad.
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[>]Habilidad Racial usada = Cambio de forma
- Idioma Draco:
- ¡Venganza!
Rakan'Drag
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Re: Líbranos del mal [+18] [Desafío]
Desde algún lugar, los dioses y ancestros estaban viendo ese suceso, entre risas. ¿Cómo una mera planta podía cambiar radicalmente el comportamiento de los mortales? ¡Débiles!
Era difícil saber quién iba bajo los efectos de las bayas y quién solo estaba asustado de verlos correr. Aquello era un sinsentido de carreras, golpes, empujones y gritos.
Uno de los presentes decidió alzarse en pos de la lucha, arengando al resto a participar, a combatir al dragón oscuro. Y muchos aceptaron, por supuesto, ya que veían en él a alguien con razón. Todos veían, en mayor o menor medida, al dragón que les estaba aterrorizando. La sacerdotisa no se encontraba en posición de hacer nada más que orar. Sin embargo, el resto de ciudadanos que no estaban bajo los efectos de las bayas, pudieron reaccionar de una forma coherente, tuvieran o no idea de qué hacer.
Por suerte, la sabiduría de las personas más ancianas es un buen remedio para cualquier cosa. Y, en este caso, lo fue para intentar salvar a Rakan de un destino peor. Probablemente del de hacerse daño a sí mismo, luchando contra el aire o, incluso, contra sus hermanos. El sabio centenario supo encontrar remedio para lo que ocasionaba la locura del joven dragón, aunque fuera un poco de agua. Al menos, lo despertaría. Los otros dragones que estaban serenos se abalanzaron sobre él para atraparlo y hacer que acabase en el suelo. Pronto, el abuelo hizo su “milagro”.
Los ojos del guardián no se apagaron, pero tampoco era tan efectivo como creía. Mas en tamaña sabiduría siempre hay un recoveco para los recuerdos y cayó en la cuenta de que había tratado, en alguna ocasión, a algún damnificado por estas hierbas.
– Sujétenlo un momento.
De entre las ofrendas sacó lo necesario. Era tan sencillo para alguien que conocía el secreto de las bayas hacer algo así. Diluido en el agua, la poción (si se le podía llamar así a mezclar un par de líquidos) acabó en los ojos de Rakan. Tardaría en hacer efecto y la cantidad no era la exacta, pero… necesitaban que se relajara. Y así sucedió. – Tráiganme a los otros.
Ahí sí que tenían tarea, tanto de sanación como de cacería a los que no se dejaban atrapar tan fácilmente y a los que, como el guardián, habían recurrido a su transformación para intentar luchar contra el enemigo invisible. Por suerte para esos dragones, al menos para Rakan, un grupo de personas no habían consumido nada. De lo contrario, aquello estaba abocado a ser una batalla campal en el que, al acabar los efectos, verían los desastres que ocasionaron y sus manos manchadas de la sangre de sus hermanos.
Por suerte, estaba el sabio anciano, quien dejó un pequeño botecito en el suelo. Aunque no todo había sido bonito, pues los fallos del os mortales suelen tener detrás el daño de sus compañeros. Heridos, locos y algunos muertos, era el saldo de la festividad. Sin duda, no muy bendecida por los ancestrales dragones. ¿Depararía algún tipo de consecuencia por parte de ellos?
Rakan: He de felicitarte por este último post. Te has arriesgado, pese a tu temor por “fastidiar”, a hacer un cambio de perspectiva, narrar un suceso bajo efectos de sustancias estupefacientes, usar a otros personajes complementarios e, incluso, adornar el turno con música. Muy bien, mortal.
Has ganado, como recompensa, 4 puntos y 50 aeros, que serán automáticamente añadidos a tu perfil.
Pese a las varias opciones, elegiste tomar las bayas. Por tanto, ese condicionante te perseguirá.
Durante cuatro turnos, el dragón oscuro te perseguirá en sueños y te atacará, convirtiéndose en severas pesadillas.
Por otro lado, el abuelo ha visto que necesitabas ayuda y te ha entregado un botecito:
-Agua del despertar: Si un usuario o NPC toma de este pequeño frasquito, volverá en sí. Se usa para situaciones en las que están bajo efectos de sustancias que alteran la percepción (drogas, alcohol…). 1 uso. No sirve para curar maldiciones.
Era difícil saber quién iba bajo los efectos de las bayas y quién solo estaba asustado de verlos correr. Aquello era un sinsentido de carreras, golpes, empujones y gritos.
Uno de los presentes decidió alzarse en pos de la lucha, arengando al resto a participar, a combatir al dragón oscuro. Y muchos aceptaron, por supuesto, ya que veían en él a alguien con razón. Todos veían, en mayor o menor medida, al dragón que les estaba aterrorizando. La sacerdotisa no se encontraba en posición de hacer nada más que orar. Sin embargo, el resto de ciudadanos que no estaban bajo los efectos de las bayas, pudieron reaccionar de una forma coherente, tuvieran o no idea de qué hacer.
Por suerte, la sabiduría de las personas más ancianas es un buen remedio para cualquier cosa. Y, en este caso, lo fue para intentar salvar a Rakan de un destino peor. Probablemente del de hacerse daño a sí mismo, luchando contra el aire o, incluso, contra sus hermanos. El sabio centenario supo encontrar remedio para lo que ocasionaba la locura del joven dragón, aunque fuera un poco de agua. Al menos, lo despertaría. Los otros dragones que estaban serenos se abalanzaron sobre él para atraparlo y hacer que acabase en el suelo. Pronto, el abuelo hizo su “milagro”.
Los ojos del guardián no se apagaron, pero tampoco era tan efectivo como creía. Mas en tamaña sabiduría siempre hay un recoveco para los recuerdos y cayó en la cuenta de que había tratado, en alguna ocasión, a algún damnificado por estas hierbas.
– Sujétenlo un momento.
De entre las ofrendas sacó lo necesario. Era tan sencillo para alguien que conocía el secreto de las bayas hacer algo así. Diluido en el agua, la poción (si se le podía llamar así a mezclar un par de líquidos) acabó en los ojos de Rakan. Tardaría en hacer efecto y la cantidad no era la exacta, pero… necesitaban que se relajara. Y así sucedió. – Tráiganme a los otros.
Ahí sí que tenían tarea, tanto de sanación como de cacería a los que no se dejaban atrapar tan fácilmente y a los que, como el guardián, habían recurrido a su transformación para intentar luchar contra el enemigo invisible. Por suerte para esos dragones, al menos para Rakan, un grupo de personas no habían consumido nada. De lo contrario, aquello estaba abocado a ser una batalla campal en el que, al acabar los efectos, verían los desastres que ocasionaron y sus manos manchadas de la sangre de sus hermanos.
Por suerte, estaba el sabio anciano, quien dejó un pequeño botecito en el suelo. Aunque no todo había sido bonito, pues los fallos del os mortales suelen tener detrás el daño de sus compañeros. Heridos, locos y algunos muertos, era el saldo de la festividad. Sin duda, no muy bendecida por los ancestrales dragones. ¿Depararía algún tipo de consecuencia por parte de ellos?
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Rakan: He de felicitarte por este último post. Te has arriesgado, pese a tu temor por “fastidiar”, a hacer un cambio de perspectiva, narrar un suceso bajo efectos de sustancias estupefacientes, usar a otros personajes complementarios e, incluso, adornar el turno con música. Muy bien, mortal.
Has ganado, como recompensa, 4 puntos y 50 aeros, que serán automáticamente añadidos a tu perfil.
Pese a las varias opciones, elegiste tomar las bayas. Por tanto, ese condicionante te perseguirá.
Durante cuatro turnos, el dragón oscuro te perseguirá en sueños y te atacará, convirtiéndose en severas pesadillas.
Por otro lado, el abuelo ha visto que necesitabas ayuda y te ha entregado un botecito:
-Agua del despertar: Si un usuario o NPC toma de este pequeño frasquito, volverá en sí. Se usa para situaciones en las que están bajo efectos de sustancias que alteran la percepción (drogas, alcohol…). 1 uso. No sirve para curar maldiciones.
- Agua del despertar:
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Fehu
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