¿Visiones o sueños? [Privado - Solitario] [Maldición] [+18] [cerrado]
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¿Visiones o sueños? [Privado - Solitario] [Maldición] [+18] [cerrado]
Desperté en una cueva, no recuerdo como llegué desde [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] hasta aquel lugar. Intuía que mi yo lobo tenia algo que ver, pero.... ¿Por qué me había llevado ahí? Por ahora lo único que sabía era que la cabeza me ardía.
-Ircan...- de repente sonó la voz de mi madre a mi espalda.
-¿Madre?- respondí al instante dándome la vuelta.
Pero allí no había nada.
-Ircan...- sonó de nuevo. Pero esta vez, desde lo profundo de la cueva.
Sin dudarlo un momento me levanté y me interné en la cueva. Pese a que el sentido común me gritaba que no lo hiciera.
-Ircan... Ircan... Ircan...- sonaba repetidamente. Mientras, las paredes y cámaras de aquella cueva parecían no tener fin.
Al girar un recoveco, al fin la encontré. Mi madre me esperaba, en el medio de una de las muchas cámaras de la cueva. Me sonrió, y me dirigí hacía ella con alegría, había pasado mucho tiempo y me había temido lo peor.
Sin embargo, sin previó avisa la sonrisa de mi madre se tiño de rojo, cuando de ella salieron unos finos hilos de sangre. La miré estupefacto, sin comprender muy bien como había sucedido eso. Fue entonces cuando vi como la punta de una espada, sostenida por un enemigo invisible o inexistente sobresalía de su abdomen.
-¡Madre! -grité mientras sentía como se me empequeñecía el corazón mientras corría hacia ella.- ¿¡Por qué!? -pregunté a la nada en estado de sock. Mirando con unos ojos atónitos el cadáver de mi madre, que ahora sujetaba entre mis brazos. -¿¡Por qué te han hecho esto!?
La sangre de mi madre salia libremente de la herida, bañando mi cuerpo y mi ropa. Salía de un cuerpo sin vida, que ya no la bombearía nunca más.
-Porque eres débil.- respondió una extraña voz a mi espalda.
Me volví y no pude dar crédito a lo que mis ojos vieron. Me vi a mi mismo, portando una sonrisa maliciosa y con unos ojos totalmente negros que lloraban sangre.
-Y siempre serás débil.- mi otro yo avanzó hacía mi con aquella oscura sonrisa.
Retrocedí asustado, y en ello recordé de que me sonaba aquella voz tan parecida a la mía. Era la voz que sonaba en mi cabeza cuando intentaba dominar al lobo de mi interior.
-¡Y seremos débiles hasta que no mueras!- exclamó mientras dirigía una mano hacía mi como si quisiera estrangularme.
Me quedé bloqueado por el miedo, mi cuerpo no me respondía, se había quedado bloqueado mirando aquellos ojos sangrientos que portaban en su interior una oscuridad infinita.
De repente, escuché un crujido, y luego noté como el suelo debajo de mi desaparecía con un desprendimiento de rocas. Caí al vació mientras veía como mi otro yo me miraba desde arriba, con su negra y roja mirada.
Por suerte, el agua paró mi caída. Salí nadando del subterráneo manantial hasta una costa pedregosa. No sé que daba luz al lugar, pero todo estaba iluminado con una extraña luz verdosa.
Sin saber muy bien por qué comencé a llorar. Puede que por la reciente muerte de mi madre, puede que por la situación terrorífica que acaba de vivir. Dejé salir las lagrimas con total libertad, sin tan siquiera secarmelas con las manos. Cuando terminé sentí la necesidad de lavarme la cara en el manantial. Que mala idea.
Cuando me acerqué a la orilla, pude ver mi reflejo. Y solamente pude expirar un grito ahogado, cuando vi como me devolvía la mirada un yo, que sonreía con malicia, con unos ojos totalmente oscuros y que sangraban.
-Ircan...- de repente sonó la voz de mi madre a mi espalda.
-¿Madre?- respondí al instante dándome la vuelta.
Pero allí no había nada.
-Ircan...- sonó de nuevo. Pero esta vez, desde lo profundo de la cueva.
Sin dudarlo un momento me levanté y me interné en la cueva. Pese a que el sentido común me gritaba que no lo hiciera.
-Ircan... Ircan... Ircan...- sonaba repetidamente. Mientras, las paredes y cámaras de aquella cueva parecían no tener fin.
Al girar un recoveco, al fin la encontré. Mi madre me esperaba, en el medio de una de las muchas cámaras de la cueva. Me sonrió, y me dirigí hacía ella con alegría, había pasado mucho tiempo y me había temido lo peor.
Sin embargo, sin previó avisa la sonrisa de mi madre se tiño de rojo, cuando de ella salieron unos finos hilos de sangre. La miré estupefacto, sin comprender muy bien como había sucedido eso. Fue entonces cuando vi como la punta de una espada, sostenida por un enemigo invisible o inexistente sobresalía de su abdomen.
-¡Madre! -grité mientras sentía como se me empequeñecía el corazón mientras corría hacia ella.- ¿¡Por qué!? -pregunté a la nada en estado de sock. Mirando con unos ojos atónitos el cadáver de mi madre, que ahora sujetaba entre mis brazos. -¿¡Por qué te han hecho esto!?
La sangre de mi madre salia libremente de la herida, bañando mi cuerpo y mi ropa. Salía de un cuerpo sin vida, que ya no la bombearía nunca más.
-Porque eres débil.- respondió una extraña voz a mi espalda.
Me volví y no pude dar crédito a lo que mis ojos vieron. Me vi a mi mismo, portando una sonrisa maliciosa y con unos ojos totalmente negros que lloraban sangre.
-Y siempre serás débil.- mi otro yo avanzó hacía mi con aquella oscura sonrisa.
Retrocedí asustado, y en ello recordé de que me sonaba aquella voz tan parecida a la mía. Era la voz que sonaba en mi cabeza cuando intentaba dominar al lobo de mi interior.
-¡Y seremos débiles hasta que no mueras!- exclamó mientras dirigía una mano hacía mi como si quisiera estrangularme.
Me quedé bloqueado por el miedo, mi cuerpo no me respondía, se había quedado bloqueado mirando aquellos ojos sangrientos que portaban en su interior una oscuridad infinita.
De repente, escuché un crujido, y luego noté como el suelo debajo de mi desaparecía con un desprendimiento de rocas. Caí al vació mientras veía como mi otro yo me miraba desde arriba, con su negra y roja mirada.
Por suerte, el agua paró mi caída. Salí nadando del subterráneo manantial hasta una costa pedregosa. No sé que daba luz al lugar, pero todo estaba iluminado con una extraña luz verdosa.
Sin saber muy bien por qué comencé a llorar. Puede que por la reciente muerte de mi madre, puede que por la situación terrorífica que acaba de vivir. Dejé salir las lagrimas con total libertad, sin tan siquiera secarmelas con las manos. Cuando terminé sentí la necesidad de lavarme la cara en el manantial. Que mala idea.
Cuando me acerqué a la orilla, pude ver mi reflejo. Y solamente pude expirar un grito ahogado, cuando vi como me devolvía la mirada un yo, que sonreía con malicia, con unos ojos totalmente oscuros y que sangraban.
Última edición por Ircan el Lun Abr 02 2018, 21:07, editado 1 vez
Ircan
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Re: ¿Visiones o sueños? [Privado - Solitario] [Maldición] [+18] [cerrado]
No entendía muy bien lo que ocurría, todo era tan real e irreal a la vez, ¿dónde demonios me había metido? De golpe, me vino un terrible de ataque de tos, que me hizo caer al suelo de rodillas y que me desgarraba la garganta como si me hubiera tragado un cuchillo. Me lleve la mano a la boca, con la falsa esperanza de detener así la tos, obviamente no funcionó.
Cuando terminó el agónico ataque, pude ver como en mi mano estaba manchada con mi sangre. Sorprendido, parpadee, pero al hacerlo la sangre de mi mano desapareció, sin haber dejado el más mínimo rastro. Eso me dejo más sorprendido todavía. Miré bien mi mano, la examine detalladamente dándole la vuelta una y otra vez. Pero nada, ni rastro de la sangre.
"¿Que demonios me está pasando?" me pregunté mientras cerraba y abría la mano sintiendo una gran preocupación que se alojo en mi pecho, oprimiendo mi corazón.
Levanté la vista y de repente el escenario había cambiado, estaba en una aldea situada en el medio de un bosque. La aldea estaba desierta; salvo por dos niños, uno más grande que el otro, que jugaban en la plaza.
-Nos mentiste... - dijo uno de los niños con una voz rasgada.
-Nos mentiste...- le imitó el otro.
Yo retrocedí unos pasos, aquello no me gustaba, mientras que los niños se alzaron y se giraron para mirarme. Las cuencas, de unos ojos completamente oscuros que lloraban sangre, me miraban desde unas cabezas que habían sido cosidas a sus cuerpos.
-Nos mentiste- dijeron al unisonó mientras sacaban unos puñales de entre sus mangas.
Pese a su negra y sangrienta mirada pude reconocer a aquellos dos niños. Eran los dos oseznos que me había encontrado en aquella aldea de la arboleda, a los que prometí que todo saldría bien; para luego quedarme parado y ver como Imargo les cortaba la cabeza sin vacilar.
-Yo...yo...- intenté articular una escusa mientras seguía retrocediendo totalmente asustado. ¿Que podía decirles? Tenían razón, les había mentido. "Pero ellos están muertos. ¿Que hacen aquí?" me pregunté totalmente desconcertado, mientras seguía retrocediendo. "No pueden estar aquí. ¡Es imposible!" me decía, pero era tan real...
Desde luego, a los niños poco les importó si era real o mentira. Empuñaron sus dagas y corrieron hacía mi, mirándome fijamente con aquellas cuentas oscuras que lloraban sangre.
-Nos mentiste. Vas a pagar por ello. - entonaban a la vez mientras se acercaban amenazantes con sus puñales en ristre.
De forma casi inconsciente, lleve mi mano a mi espalda y desenvaine aquella espada que tanto me pesaba, y la cual me era muy difícil manejar*.
-¡Atrás! - grité armándome del poco valor que me quedaba. -No quiero haceros daño. ¡No os acerquéis!- grité desesperado al ver que los niños no cesaban en su avance. Acto que hizo que comenzara a temblarme el pulso.
-Vas a morir.- dijeron de nuevo al unisonó a escasos pasos de mi.
Casi por instinto, blandí la espada con las dos manos, pues de otra forma hubiera sido incapaz de blandirla, y ataqué a aquellos terroríficos niños. Noté como mi espada cortaba con facilidad todo aquello que se le puso por delante. Apenas unos segundos después se escuchó el sonido de cuatro cosas que caían al suelo. Al atreverme a mirar, vi como las cabezas de los niños habían vuelto a ser separadas de sus cuerpos.
-Tú nos mataste. Tú nos has matado. - articularon, con un perfecto sonido, los labios de la cabeza del niño mayor.
Retrocedí de un salto completamente asustando, apuntando con la temblorosa punta de mi espada a la cabeza parlante.
-Tú nos mentiste. - dijo ahora la cabeza del niño pequeño. Haciendo que ahora mi temblorosa espada le apuntará a él, o a su cabeza más bien. - Tú estás maldito por derramar sangre inocente.
En aquel momento, el remordimiento y la pena del recuerdo superó al miedo que me generó que unas cabezas sin cuerpo hablasen. Caí de rodillas al suelo, presa del más profundo desaliento a causa de los eventos pasados.
-No fui yo. Fue Imargo.- decía en voz alta para acallar y justificarme ante mi conciencia. -No pude hacer nada. "O eso quiero creer" -pensé para mi.
-Tienes razón, no podías. - apareció de nuevo aquella voz.
Alcé la mirada, y de nuevo estaba allí mi otro yo, cruzado de brazos con su risa maléfica y sus cuencas oscuras y sangrantes.
-Porque eres débil. Siempre has sido débil. - repitió de nuevo antes de soltar una siniestra carcajada. -Nos lastras. Eres una vergüenza para tu raza. Para tu padre y para tu madre. - continuó mientras descruzaba los brazos y la sonrisa de su cara desaparecía. -Y cuando te mate. - llevó la mano a su espalda para desenvainar una espada idéntica a la mía, aunque a él no parecía pesarle. -Yo tomaré el control y dejaremos de ser débiles.
________________________________________________________________________________________________________
*: Mi espada actual es de nivel normal, obtenida en el megaevento, y al ser nivel 0 aún no puedo usarla como es debido.
Cuando terminó el agónico ataque, pude ver como en mi mano estaba manchada con mi sangre. Sorprendido, parpadee, pero al hacerlo la sangre de mi mano desapareció, sin haber dejado el más mínimo rastro. Eso me dejo más sorprendido todavía. Miré bien mi mano, la examine detalladamente dándole la vuelta una y otra vez. Pero nada, ni rastro de la sangre.
"¿Que demonios me está pasando?" me pregunté mientras cerraba y abría la mano sintiendo una gran preocupación que se alojo en mi pecho, oprimiendo mi corazón.
Levanté la vista y de repente el escenario había cambiado, estaba en una aldea situada en el medio de un bosque. La aldea estaba desierta; salvo por dos niños, uno más grande que el otro, que jugaban en la plaza.
-Nos mentiste... - dijo uno de los niños con una voz rasgada.
-Nos mentiste...- le imitó el otro.
Yo retrocedí unos pasos, aquello no me gustaba, mientras que los niños se alzaron y se giraron para mirarme. Las cuencas, de unos ojos completamente oscuros que lloraban sangre, me miraban desde unas cabezas que habían sido cosidas a sus cuerpos.
-Nos mentiste- dijeron al unisonó mientras sacaban unos puñales de entre sus mangas.
Pese a su negra y sangrienta mirada pude reconocer a aquellos dos niños. Eran los dos oseznos que me había encontrado en aquella aldea de la arboleda, a los que prometí que todo saldría bien; para luego quedarme parado y ver como Imargo les cortaba la cabeza sin vacilar.
-Yo...yo...- intenté articular una escusa mientras seguía retrocediendo totalmente asustado. ¿Que podía decirles? Tenían razón, les había mentido. "Pero ellos están muertos. ¿Que hacen aquí?" me pregunté totalmente desconcertado, mientras seguía retrocediendo. "No pueden estar aquí. ¡Es imposible!" me decía, pero era tan real...
Desde luego, a los niños poco les importó si era real o mentira. Empuñaron sus dagas y corrieron hacía mi, mirándome fijamente con aquellas cuentas oscuras que lloraban sangre.
-Nos mentiste. Vas a pagar por ello. - entonaban a la vez mientras se acercaban amenazantes con sus puñales en ristre.
De forma casi inconsciente, lleve mi mano a mi espalda y desenvaine aquella espada que tanto me pesaba, y la cual me era muy difícil manejar*.
-¡Atrás! - grité armándome del poco valor que me quedaba. -No quiero haceros daño. ¡No os acerquéis!- grité desesperado al ver que los niños no cesaban en su avance. Acto que hizo que comenzara a temblarme el pulso.
-Vas a morir.- dijeron de nuevo al unisonó a escasos pasos de mi.
Casi por instinto, blandí la espada con las dos manos, pues de otra forma hubiera sido incapaz de blandirla, y ataqué a aquellos terroríficos niños. Noté como mi espada cortaba con facilidad todo aquello que se le puso por delante. Apenas unos segundos después se escuchó el sonido de cuatro cosas que caían al suelo. Al atreverme a mirar, vi como las cabezas de los niños habían vuelto a ser separadas de sus cuerpos.
-Tú nos mataste. Tú nos has matado. - articularon, con un perfecto sonido, los labios de la cabeza del niño mayor.
Retrocedí de un salto completamente asustando, apuntando con la temblorosa punta de mi espada a la cabeza parlante.
-Tú nos mentiste. - dijo ahora la cabeza del niño pequeño. Haciendo que ahora mi temblorosa espada le apuntará a él, o a su cabeza más bien. - Tú estás maldito por derramar sangre inocente.
En aquel momento, el remordimiento y la pena del recuerdo superó al miedo que me generó que unas cabezas sin cuerpo hablasen. Caí de rodillas al suelo, presa del más profundo desaliento a causa de los eventos pasados.
-No fui yo. Fue Imargo.- decía en voz alta para acallar y justificarme ante mi conciencia. -No pude hacer nada. "O eso quiero creer" -pensé para mi.
-Tienes razón, no podías. - apareció de nuevo aquella voz.
Alcé la mirada, y de nuevo estaba allí mi otro yo, cruzado de brazos con su risa maléfica y sus cuencas oscuras y sangrantes.
-Porque eres débil. Siempre has sido débil. - repitió de nuevo antes de soltar una siniestra carcajada. -Nos lastras. Eres una vergüenza para tu raza. Para tu padre y para tu madre. - continuó mientras descruzaba los brazos y la sonrisa de su cara desaparecía. -Y cuando te mate. - llevó la mano a su espalda para desenvainar una espada idéntica a la mía, aunque a él no parecía pesarle. -Yo tomaré el control y dejaremos de ser débiles.
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Ircan
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Re: ¿Visiones o sueños? [Privado - Solitario] [Maldición] [+18] [cerrado]
Las espadas chocaron, pero mientras para mi aquella era una lucha agotadora y complicada, para mi contrincante, yo mismo, aquello parecía ser sólo un juego.
-¡Eres débil! -gritaba para luego reírse mirándome con aquella oscura mirada sangrante.
Sus golpes eran muy duros, demasiado fuertes para mi. Sorprendentemente conseguía, o más bien me dejaba, bloquear todos sus ataques. Pero mientras que yo tenía que usar las dos manos para blandir mi espada, el usaba una. Y mientras el no se inmutaba con la fuerza que realizaba, yo acababa rodando por los suelos cada vez que lo blocaba .
Sentía cada vez mi cuerpo más magullado y débil. Sentía un intenso dolor en cada una de mis articulaciones. Y por segunda vez tosí sangre para luego, tras parpadear, ver como desaparecía como si nunca hubiese estado ahí. Mientras tanto mi otro yo, no paraba de reírse, no paraba de reírse de mi.
-Eres un misero insecto, Ircan.- reía apoyándose en las rodillas. -Si hubieras nacido hombre-bestia seguro que tu otra mitad hubiese sido hombre-cucaracha. ¡Das asco!
Volvió a cargar contra mí, y volví a salir disparado para rodar por los suelos. Cada vez estaba más furioso.
-¡Eso es! ¡Eso es! ¡Dame más poder!- me gritaba con los brazos totalmente abiertos en forma de cruz. -¡Ríndete de una vez! ¡Dame el control! ¡Por fin no daremos pena! - gritaba mientras se acercaba lentamente a mi con los brazos aún abiertos. -Vamos... hazlo de una vez. -dijo con una voz más calmada y tentadora. -Mataré a todos aquellos que nos han humillado. A todos los que se han reído de nosotros. A los que nos han traicionado. Y a cualquier imbécil que se ponga en nuestro camino. ¡Usaré sus putos cráneos para beberme su sangre!- estaba muy cerca
-¡Que te calles!- exploté de furia levántome de improvisto atravesándolo con mi espada, quedando totalmente apegado a él.
Se hizo un profundo silencio.
-Chit...chit...chit...- hizo extraños sonidos mientras negaba con la cabeza aún vivo. -No entiendes nada. Mi estúpido Ircan.
De repente noté un punzante e insoportable dolor que me atravesaba el pecho. Miré hacía abajo y vi como mi propia espada me estaba atravesando el pecho. También me di cuenta que era yo quien estaba con los brazos en cruz. Y era yo quien sangraba y al que la vida se le comenzaba a escapar por aquella herida.
-Tú no puedes hacer nada para matarme. No puedes hacerme nada. -dijo él con mi voz. -No puedes ganar. Todo lo que me hagas me hará más fuerte. Eres mi alimento. Pero te has convertido en una molestia. Debes de desaparecer de una vez. -giró la espada retorciendo la herida, abriéndola más.
-Agghh.. -gemí de dolor mientras miraba con odio a mi otro yo.
-Tu único destino es morir para que yo nazca. Sólo eres un recipiente que debo de romper. -sacó la espada de mi cuerpo.- Y lo voy a romper.- y entonces me empujó.
Caí, y cuando toqué el suelo, este se quebró alagando mi caída. Por segunda vez, caía al vació viendo como aquella mirada oscura y que lloraba sangre me miraba con una extraña sonrisa. Pero ahora lo hacía blandiendo una espada, que lloraba la sangre que me había sustraído.
-¡Eres débil! -gritaba para luego reírse mirándome con aquella oscura mirada sangrante.
Sus golpes eran muy duros, demasiado fuertes para mi. Sorprendentemente conseguía, o más bien me dejaba, bloquear todos sus ataques. Pero mientras que yo tenía que usar las dos manos para blandir mi espada, el usaba una. Y mientras el no se inmutaba con la fuerza que realizaba, yo acababa rodando por los suelos cada vez que lo blocaba .
Sentía cada vez mi cuerpo más magullado y débil. Sentía un intenso dolor en cada una de mis articulaciones. Y por segunda vez tosí sangre para luego, tras parpadear, ver como desaparecía como si nunca hubiese estado ahí. Mientras tanto mi otro yo, no paraba de reírse, no paraba de reírse de mi.
-Eres un misero insecto, Ircan.- reía apoyándose en las rodillas. -Si hubieras nacido hombre-bestia seguro que tu otra mitad hubiese sido hombre-cucaracha. ¡Das asco!
Volvió a cargar contra mí, y volví a salir disparado para rodar por los suelos. Cada vez estaba más furioso.
-¡Eso es! ¡Eso es! ¡Dame más poder!- me gritaba con los brazos totalmente abiertos en forma de cruz. -¡Ríndete de una vez! ¡Dame el control! ¡Por fin no daremos pena! - gritaba mientras se acercaba lentamente a mi con los brazos aún abiertos. -Vamos... hazlo de una vez. -dijo con una voz más calmada y tentadora. -Mataré a todos aquellos que nos han humillado. A todos los que se han reído de nosotros. A los que nos han traicionado. Y a cualquier imbécil que se ponga en nuestro camino. ¡Usaré sus putos cráneos para beberme su sangre!- estaba muy cerca
-¡Que te calles!- exploté de furia levántome de improvisto atravesándolo con mi espada, quedando totalmente apegado a él.
Se hizo un profundo silencio.
-Chit...chit...chit...- hizo extraños sonidos mientras negaba con la cabeza aún vivo. -No entiendes nada. Mi estúpido Ircan.
De repente noté un punzante e insoportable dolor que me atravesaba el pecho. Miré hacía abajo y vi como mi propia espada me estaba atravesando el pecho. También me di cuenta que era yo quien estaba con los brazos en cruz. Y era yo quien sangraba y al que la vida se le comenzaba a escapar por aquella herida.
-Tú no puedes hacer nada para matarme. No puedes hacerme nada. -dijo él con mi voz. -No puedes ganar. Todo lo que me hagas me hará más fuerte. Eres mi alimento. Pero te has convertido en una molestia. Debes de desaparecer de una vez. -giró la espada retorciendo la herida, abriéndola más.
-Agghh.. -gemí de dolor mientras miraba con odio a mi otro yo.
-Tu único destino es morir para que yo nazca. Sólo eres un recipiente que debo de romper. -sacó la espada de mi cuerpo.- Y lo voy a romper.- y entonces me empujó.
Caí, y cuando toqué el suelo, este se quebró alagando mi caída. Por segunda vez, caía al vació viendo como aquella mirada oscura y que lloraba sangre me miraba con una extraña sonrisa. Pero ahora lo hacía blandiendo una espada, que lloraba la sangre que me había sustraído.
Ircan
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Re: ¿Visiones o sueños? [Privado - Solitario] [Maldición] [+18] [cerrado]
Reposaba ahora sobre unas aguas tranquilas. ¿La herida? ya no estaba, no había ni rastro. Flotaba sobre un agua que no mojaba mirando a la oscuridad infinita del vació que tenía por techo. ¿Cuántas veces había caído a la nada? ¿Cuánto había bajado ya? ¿Acaso era aquella cueva tan profunda? Bah, preguntas sin ninguna importancia. ¿Qué importaba todo eso? Nada, absolutamente nada. Todo en aquel momento daba igual, sólo quería sumergirme en aquella agua que no era agua y dejar de respirar. Pero ni eso se me estaba permitido, cada vez que lo hacía, me encontraba flotando tal y como estaba en aquel momento.
No se tampoco exactamente cuándo había comenzado a llorar, ni siquiera sabía si era yo el que lloraba, sólo notaba aquella humedad salada recorrer la parte superior de mis pómulos hasta que se unía al lago bajo mi.
"¿Por qué lloro? ¿Por mi madre? ¿Por los niños?"
Se produjo un largo un silencio, un largo silencio sin respuesta observando la negrura.
"No lo se, ¿Quiero saberlo?"
Volvió a reinar la ausencia de una respuesta que nadie iba a darme. Mientras seguía sintiendo el frescor de aquella agua que no era agua y a las lagrimas salir de unos parpados inmóviles.
"Lo desconozco."
Puede que sólo disfrutara de las cosquillas que me producían mis lagrimas, puede que... Suspiré y mire de nuevo al infinito cielo cavernoso.
-Puede...
Mi voz era ronca.
"¿Es esta mi voz? ¿Soy yo quien hablaba?" me mordí el labio hipnotizado aún por el manto de oscuridad que se cernía sobre mi. "¿Quien soy yo? ¿Un humano? ¿Un lobo? ¿Un niño? ¿Un hijo? ¿Un enfermo? ¿Un héroe? ¿Un villano? ¿Era algo o sólo era una lagrima más que se perdía en aquel lago?"
Otro silenció, más lago que ningún otro. Un silenció absoluto y total donde ni si quiera el alma podía hacer ningún ruido.
-Puede...- cerré los ojos ante la desconocida respuesta a una pregunta no formulada.
Volvió la luz verde, que había iluminado mi camino, para mostrarme los que iban a ser mis próximos pasos. Salí del lago, totalmente seco, dispuesto a recorrer mi nuevo destino. Me doblé de golpe y tosí con violencia notando como todo mi cuerpo se estremecía de dolor. Me llevé la mano a la boca, la sentía húmeda. Al retirarla la vi llena de sangre antes de que parpadeara y desapareciera.
-Puede...
Y me encaminé hacía mi nueva senda envuelto por la penumbra.
No se tampoco exactamente cuándo había comenzado a llorar, ni siquiera sabía si era yo el que lloraba, sólo notaba aquella humedad salada recorrer la parte superior de mis pómulos hasta que se unía al lago bajo mi.
"¿Por qué lloro? ¿Por mi madre? ¿Por los niños?"
Se produjo un largo un silencio, un largo silencio sin respuesta observando la negrura.
"No lo se, ¿Quiero saberlo?"
Volvió a reinar la ausencia de una respuesta que nadie iba a darme. Mientras seguía sintiendo el frescor de aquella agua que no era agua y a las lagrimas salir de unos parpados inmóviles.
"Lo desconozco."
Puede que sólo disfrutara de las cosquillas que me producían mis lagrimas, puede que... Suspiré y mire de nuevo al infinito cielo cavernoso.
-Puede...
Mi voz era ronca.
"¿Es esta mi voz? ¿Soy yo quien hablaba?" me mordí el labio hipnotizado aún por el manto de oscuridad que se cernía sobre mi. "¿Quien soy yo? ¿Un humano? ¿Un lobo? ¿Un niño? ¿Un hijo? ¿Un enfermo? ¿Un héroe? ¿Un villano? ¿Era algo o sólo era una lagrima más que se perdía en aquel lago?"
Otro silenció, más lago que ningún otro. Un silenció absoluto y total donde ni si quiera el alma podía hacer ningún ruido.
-Puede...- cerré los ojos ante la desconocida respuesta a una pregunta no formulada.
Volvió la luz verde, que había iluminado mi camino, para mostrarme los que iban a ser mis próximos pasos. Salí del lago, totalmente seco, dispuesto a recorrer mi nuevo destino. Me doblé de golpe y tosí con violencia notando como todo mi cuerpo se estremecía de dolor. Me llevé la mano a la boca, la sentía húmeda. Al retirarla la vi llena de sangre antes de que parpadeara y desapareciera.
-Puede...
Y me encaminé hacía mi nueva senda envuelto por la penumbra.
Ircan
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Re: ¿Visiones o sueños? [Privado - Solitario] [Maldición] [+18] [cerrado]
No recuerdo el momento en el que deje de toser, ¿puede que fuera porque en algún momento de aquel viaje deje de ser yo? ¿Puede que fuera porque mi alma había decidido caminar sin mi cuerpo?
Caminé por el sinuoso y oscuro camino. Caminé sin tener que andar. No noté el frió de la cueva, ni siquiera su humedad. Todo aquello lo había dejado atrás. Miraba como si fuera un mero espectador de esta historia a través de unos ojos que no sentía como míos. Nada era mio, sólo aquella extraña presencia en un ser desconocido.
Mientras que el camino seguía con su particular bajada a los infiernos, en aquella extraña presencia que era yo sólo se repetía una pregunta; la cual nunca había sido formulada y a la que no tenía respuesta.
"¿Sigo vivo?" me pregunté para alejar de mi aquella pregunta que tanto me frustraba y que ni siquiera conocía. "¿Que es todo esto?"
-Nada. Es la absoluta nada. - me respondío aquel cuerpo que no sentía mio.
Vi lo que aquellos ojos me mostraban, un inmenso vació que se abrió en el momento en el que dio final el túnel. Un inmenso abismo sin fondo se abría ante mi. Aquellos ojos miraron el gigantesco vació.
"Quiero saltar. Necesito lanzarme" mi mente también se reveló, ya ni siquiera ella era mía.
-Saltemos. - propuso aquella voz que se me había robado con más seguridad de la que yo nunca había tenido.
"Saltemos" accedió la mente también robada.
Y el cuerpo robado salto para sumergirse entre las lagunas del vació infinito mientras una voz sin sonido ni consciencia gritaba de terror.
Caminé por el sinuoso y oscuro camino. Caminé sin tener que andar. No noté el frió de la cueva, ni siquiera su humedad. Todo aquello lo había dejado atrás. Miraba como si fuera un mero espectador de esta historia a través de unos ojos que no sentía como míos. Nada era mio, sólo aquella extraña presencia en un ser desconocido.
Mientras que el camino seguía con su particular bajada a los infiernos, en aquella extraña presencia que era yo sólo se repetía una pregunta; la cual nunca había sido formulada y a la que no tenía respuesta.
"¿Sigo vivo?" me pregunté para alejar de mi aquella pregunta que tanto me frustraba y que ni siquiera conocía. "¿Que es todo esto?"
-Nada. Es la absoluta nada. - me respondío aquel cuerpo que no sentía mio.
Vi lo que aquellos ojos me mostraban, un inmenso vació que se abrió en el momento en el que dio final el túnel. Un inmenso abismo sin fondo se abría ante mi. Aquellos ojos miraron el gigantesco vació.
"Quiero saltar. Necesito lanzarme" mi mente también se reveló, ya ni siquiera ella era mía.
-Saltemos. - propuso aquella voz que se me había robado con más seguridad de la que yo nunca había tenido.
"Saltemos" accedió la mente también robada.
Y el cuerpo robado salto para sumergirse entre las lagunas del vació infinito mientras una voz sin sonido ni consciencia gritaba de terror.
Ircan
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Re: ¿Visiones o sueños? [Privado - Solitario] [Maldición] [+18] [cerrado]
Ahora dormía, o por lo menos eso era lo que creía. Ya no había ningún abismo, solamente era consciente de un solido suelo bajo mi cuerpo. Abrí los ojos despacio, temeroso del daño que pudiera provocarme la luz si los abría de golpe. Pero no hubo ningún cambio entre tenerlos cerrados o no, me encontraba en la más absoluta oscuridad.
-¿Hola?
Tanteé el espacio de mi alrededor con las manos. Tuve que andar un poco hasta que di con una barra de hierro. En realidad eran varias. Recorrí la supuesta estancia hasta que choqué con una pared en ambos lados. Estaba enjaulado.
-¿Hay alguien ahí? - grité obteniendo como única respuesta mi propio eco.
Retrocedí sobre mis pasos hasta que di con el muro del fondo, me dejé caer y quedé sentado entre las sombras. Me coloqué bien mi capucha y lloré sin saber muy bien por qué, mientras aguantabas unos repentinos ataques de tos. No se cuanto tiempo pasé de ese modo, tampoco era muy consciente si en aquel lugar corría el tiempo como tal. Todo era muy extraño, empezando por la forma desconocida por la cual había llegado a aquel lugar.
De repente, vi como una tenue luz al fondo de la habitación comenzaba a acercarse a mi. Basto con aquello para que pudiera comprobar mis suposiciones, estaba encerrado en una celda. La luz se colaba entre los barrotes para alumbrarme. Achiné los ojos para acostumbrarme a ella, y tarde bastante en hacerlo, había pasado más tiempo en la oscuridad del que me pensaba.
-Sin duda, está es una hermosa visión.
Reconocí aquella voz enseguida.
-¡Tú!- me lancé contras los barrotes y los aferré con fuerza. -¡Sácame de aquí enseguida! - todo el miedo que aquella figura podía haberme dado ahora se había convertido en odio.
Él, mi otro yo de cuencas oscuras y ojos sangrantes, rió de forma malevola, haciendo que retumbará en cada rincón de aquel lugar.
- ¿Y por qué debería hacer eso? ¿Mmm? - me miró arqueando una ceja antes de volverse a reir. - Deberías darme las gracias por seguir con vida y por permitirte el lujo de ser mi eterno prisionero. - rió de nuevo, sin duda estaba disfrutando de aquello.
-¡SÁCAME DE AQUÍ! - tiré con fuerza de los barrotes, quería salir, quería golpearle, quería romper aquella jaula.
- Tch, tch, tch. - zarandeó la cabeza de un lado al otro al mismo tiempo que lo hacía con su dedo indice. -Has perdido Ircan. Disfruta de tu nuevo hogar.
Se giró y se marchó llevándose con él la luz que había traído mientras su risa seguí retumbando por toda la sala. Una risa que sólo fue tapada por un...
-¡SÁCAME DE AQUÍ!
-¿Hola?
Tanteé el espacio de mi alrededor con las manos. Tuve que andar un poco hasta que di con una barra de hierro. En realidad eran varias. Recorrí la supuesta estancia hasta que choqué con una pared en ambos lados. Estaba enjaulado.
-¿Hay alguien ahí? - grité obteniendo como única respuesta mi propio eco.
Retrocedí sobre mis pasos hasta que di con el muro del fondo, me dejé caer y quedé sentado entre las sombras. Me coloqué bien mi capucha y lloré sin saber muy bien por qué, mientras aguantabas unos repentinos ataques de tos. No se cuanto tiempo pasé de ese modo, tampoco era muy consciente si en aquel lugar corría el tiempo como tal. Todo era muy extraño, empezando por la forma desconocida por la cual había llegado a aquel lugar.
De repente, vi como una tenue luz al fondo de la habitación comenzaba a acercarse a mi. Basto con aquello para que pudiera comprobar mis suposiciones, estaba encerrado en una celda. La luz se colaba entre los barrotes para alumbrarme. Achiné los ojos para acostumbrarme a ella, y tarde bastante en hacerlo, había pasado más tiempo en la oscuridad del que me pensaba.
-Sin duda, está es una hermosa visión.
Reconocí aquella voz enseguida.
-¡Tú!- me lancé contras los barrotes y los aferré con fuerza. -¡Sácame de aquí enseguida! - todo el miedo que aquella figura podía haberme dado ahora se había convertido en odio.
Él, mi otro yo de cuencas oscuras y ojos sangrantes, rió de forma malevola, haciendo que retumbará en cada rincón de aquel lugar.
- ¿Y por qué debería hacer eso? ¿Mmm? - me miró arqueando una ceja antes de volverse a reir. - Deberías darme las gracias por seguir con vida y por permitirte el lujo de ser mi eterno prisionero. - rió de nuevo, sin duda estaba disfrutando de aquello.
-¡SÁCAME DE AQUÍ! - tiré con fuerza de los barrotes, quería salir, quería golpearle, quería romper aquella jaula.
- Tch, tch, tch. - zarandeó la cabeza de un lado al otro al mismo tiempo que lo hacía con su dedo indice. -Has perdido Ircan. Disfruta de tu nuevo hogar.
Se giró y se marchó llevándose con él la luz que había traído mientras su risa seguí retumbando por toda la sala. Una risa que sólo fue tapada por un...
-¡SÁCAME DE AQUÍ!
Ircan
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Re: ¿Visiones o sueños? [Privado - Solitario] [Maldición] [+18] [cerrado]
No se cuanto tiempo pasé en aquella celda, y en verdad... ¿acaso importaba? El hambre y la sed atenazaban mi estomago, pero su violencia no era nada comparada a la de mis toses. Y, por sorprendente que fuera, me dormí, o ese interpreté dentro de aquella absoluta oscuridad.
Volvía a estar en mi pueblo natal, aunque no era más que un espectador dentro de aquellas escenas. Supuse que era un sueño pues era una sensación muy diferente a la que acababa de vivir, a parte de que esta era una visión más agradable y llena de buenos recuerdos. Aunque... ese en especial era extraño, no recordaba haberlo vivido. Seguramente tendría como unos seis años.
Estaba jugando en el bosque con el resto de niños de la aldea. Jugábamos a lo de siempre, al escondite, y, como la mayoría de las veces, me tocaba pagar. Recuerdo que no me molestaba pagar, de hecho... me gustaba. Sentía un extraño placer a la hora de seguir el rastro de mis amigos y asaltarlos por sorpresa, sin que se percataran de que los había encontrado. Conté hasta veinte, los pocos números que me había enseñado mi madre; aunque tampoco es que importase mucho, la mayoría de niños no sabían contar, no tenían madres tan estrictas. Nada más terminé salí en busca del resto.
No tardé en encontrar a los primeros, que no se lo tomaron a mal, el problema fue... cuando encontré al hijo del herrero, Gabriel. No se tomó muy a bien que un niño más pequeño que él lo encontrase con tanta facilidad y le diera un susto. Aunque puede que le hubiese sentado peor que el resto se riera por el grito que pegó. La cuestión es que, decidió no guardarse la rabia y la descargó con un puñetazo directo a mi cara. Yo, por mi parte, no tardé en sentir la sangre bajar por mi nariz, y la humedad en mis ojos debido a las lagrimas que estaba empezando a soltar. También noté como algo en mi interior se revolvía; como yo, el supuesto espectador, me revolvía, ¡quería enseñarle modales a ese niño!
Mi cuerpo comenzó a transformarse, sentía como me iba liberando de mi debilidad para dar lugar a algo más fuerte... un lobezno blanco que estaba furioso. Miré a Gabriel y le lancé un gruñido de advertencia. Pero él me pegó una patada en el hocico y hecho a correr. ¡No podía permitir que me pegara! ¡Debía de demostrarle que no podía pegarme!. Le vi huir, notando la misma excitación en mi interior como cuando jugaba al escondite, y fije mi mirada en su pierna. El resto de niños gritaba y huía, pero yo sólo tenía ojos para aquella extremidad; me lancé a por ella valiéndome de la nueva forma de mis cuatro patas.
Pero algo me detuvo, una voz... ¿la voz de mi madre? Giré mi rostro y vi a mi madre, enfadada y asustada. El resto de niños habían caído en un extraño sueño, incluido Gabriel. Mi madre se acercó a mi, con muestras de querer llorar.
"¡Mama! ¡Ha sido culpa suya! ¡Yo sólo me defendí!" quise decirle, pero de mi boca no salían palabras, sólo ladridos. ¡Ella no podía entenderme!
-Lo siento hijo mio... -colocó mi cabeza sobre su regazo y me acarició suavemente detrás de las orejas. Me revolví contento por las caricias de mi madre y saqué la lengua. -Perdóname... es por tu bien...
De repente algo se introdujo en mi mente, expulsándome de ella con una fuerza virulenta.
"¡No! ¡No!" me revolví y miré a mi madre sin comprender que ocurría. Le ladré intentando comunicarme con ella pero era inútil. "¿Por qué?"
-No puedes ser tu Ircan...- mi madre lloró y una de sus lagrimas calló sobre mi frente.
"¿Mamá...?"
Toda mi existencia fue expulsada de mi propia mente y ví como la imagen de mi madre se difuminaba a lo lejos mientras caía en un hoyo cada vez más profundo y oscuro; hasta que mis huesos dieron contra el frió y negro suelo de aquella celda en la que me encontraba.
-Traición...-la voz de aquel yo había cambiado. Un susurro que duró muchos años.
Volvía a estar en mi pueblo natal, aunque no era más que un espectador dentro de aquellas escenas. Supuse que era un sueño pues era una sensación muy diferente a la que acababa de vivir, a parte de que esta era una visión más agradable y llena de buenos recuerdos. Aunque... ese en especial era extraño, no recordaba haberlo vivido. Seguramente tendría como unos seis años.
Estaba jugando en el bosque con el resto de niños de la aldea. Jugábamos a lo de siempre, al escondite, y, como la mayoría de las veces, me tocaba pagar. Recuerdo que no me molestaba pagar, de hecho... me gustaba. Sentía un extraño placer a la hora de seguir el rastro de mis amigos y asaltarlos por sorpresa, sin que se percataran de que los había encontrado. Conté hasta veinte, los pocos números que me había enseñado mi madre; aunque tampoco es que importase mucho, la mayoría de niños no sabían contar, no tenían madres tan estrictas. Nada más terminé salí en busca del resto.
No tardé en encontrar a los primeros, que no se lo tomaron a mal, el problema fue... cuando encontré al hijo del herrero, Gabriel. No se tomó muy a bien que un niño más pequeño que él lo encontrase con tanta facilidad y le diera un susto. Aunque puede que le hubiese sentado peor que el resto se riera por el grito que pegó. La cuestión es que, decidió no guardarse la rabia y la descargó con un puñetazo directo a mi cara. Yo, por mi parte, no tardé en sentir la sangre bajar por mi nariz, y la humedad en mis ojos debido a las lagrimas que estaba empezando a soltar. También noté como algo en mi interior se revolvía; como yo, el supuesto espectador, me revolvía, ¡quería enseñarle modales a ese niño!
Mi cuerpo comenzó a transformarse, sentía como me iba liberando de mi debilidad para dar lugar a algo más fuerte... un lobezno blanco que estaba furioso. Miré a Gabriel y le lancé un gruñido de advertencia. Pero él me pegó una patada en el hocico y hecho a correr. ¡No podía permitir que me pegara! ¡Debía de demostrarle que no podía pegarme!. Le vi huir, notando la misma excitación en mi interior como cuando jugaba al escondite, y fije mi mirada en su pierna. El resto de niños gritaba y huía, pero yo sólo tenía ojos para aquella extremidad; me lancé a por ella valiéndome de la nueva forma de mis cuatro patas.
Pero algo me detuvo, una voz... ¿la voz de mi madre? Giré mi rostro y vi a mi madre, enfadada y asustada. El resto de niños habían caído en un extraño sueño, incluido Gabriel. Mi madre se acercó a mi, con muestras de querer llorar.
"¡Mama! ¡Ha sido culpa suya! ¡Yo sólo me defendí!" quise decirle, pero de mi boca no salían palabras, sólo ladridos. ¡Ella no podía entenderme!
-Lo siento hijo mio... -colocó mi cabeza sobre su regazo y me acarició suavemente detrás de las orejas. Me revolví contento por las caricias de mi madre y saqué la lengua. -Perdóname... es por tu bien...
De repente algo se introdujo en mi mente, expulsándome de ella con una fuerza virulenta.
"¡No! ¡No!" me revolví y miré a mi madre sin comprender que ocurría. Le ladré intentando comunicarme con ella pero era inútil. "¿Por qué?"
-No puedes ser tu Ircan...- mi madre lloró y una de sus lagrimas calló sobre mi frente.
"¿Mamá...?"
Toda mi existencia fue expulsada de mi propia mente y ví como la imagen de mi madre se difuminaba a lo lejos mientras caía en un hoyo cada vez más profundo y oscuro; hasta que mis huesos dieron contra el frió y negro suelo de aquella celda en la que me encontraba.
-Traición...-la voz de aquel yo había cambiado. Un susurro que duró muchos años.
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Re: ¿Visiones o sueños? [Privado - Solitario] [Maldición] [+18] [cerrado]
Todo lo ocurrido había sumado más preguntar a mi ya larga lista. ¿Por que soñaba con algo de mi pasado que no había ocurrido? ¿Estaba seguro que no había ocurrido? Era tan... real... "No puedes ser tu Ircan..." había dicho la voz de mi madre. De ser cierto, entonces ¿quien era yo?
Me miré las manos en aquella oscuridad que en realidad no me permitía verlas. ¿Sabía en verdad quién soy o toda mi vida? Bueno, en realidad lo había sido, era un licántropo que había creído durante años ser un humano más de mi aldea. Tenía que replantear la pregunta... ¿Sabía en verdad como soy o todo era mentira? Y con todo era todo: personalidad, aficiones, gustos... "Traición..." recordé el agónico grito que me había devuelto a aquella celda. ¿Me había traicionado a mi mismo? ¿Había traicionado a una parte de mi y la había obligado vivir en la oscuridad? ¿En la misma oscuridad en la que yo estaba ahora?
Vi en mi mente esa imagen del otro yo, todo el trayecto que me había llevado hasta ahí. ¿Me había estado enfrentando a mi propio reflejo negando que fuera algo mio? ¿Había considerado a un reflejo de mi como a un extraño?
Un violento golpe de tos destruyo mis concentración, noté como un espeso liquido se formó en mi mano proveniente de mi boca. Miré a mi alrededor con la esperanza de ver dónde me encontraba. ¿El lobo ha estado todo este tiempo encerrado aquí? Supuse que sí por las palabras que me dirigió cuando vino a verme.
-Es normal que este enfadado... tanto tiempo...- alargué la mano y encontré un barrote a ciegas, este tembló. -¿Todo esto ha llevado a una situación irreparable? - el barrote comenzó a vibrar. -Me niego a pensar eso. -tomé otro de los barrotes que vibraba igual que su compañero. -¡Me niego a pensar que es irreparable!
Todos los barrotes temblaron hasta tal punto que se quebraron. Y no sólo ellos, unas grietas comenzaron a formarse por toda la sala, grietas que eran visibles por la tenue luz rojiza que pasaba a través de ellas. Aquel mundo de oscuridad plena se desmoronaba.
-¡Que has hecho! ¿¡Cómo has escapado!? - la furiosa voz de mi otro yo apareció al mismo tiempo que lo hacía él a un lado mio.
-¡Esto se ha acabado! - corté el viento con mi mano. -¡Tengo que averiguar quién soy! Y para eso necesito tu ayuda. Nos guste o no, somos uno sólo.
-¡Jamas!- de su voz bullía odio y rabia. Me apuntó con mi espada. -¡Eso se acabó hace mucho tiempo!
Vi como poco a poco cambiaba. De sus ojos desapareció la sangre y sus cuencas comenzaron a llenarse, como si se estuvieran formando unos ojos normales.
-¡No es irreparable! - me acerqué a él decidido.
-¡Si lo es!- finalmente sus cuencas oscuras fueron sustituidas por unos brillantes ojos ambarinos.
Se lanzó contra mi cargando la espada. Yo estaba desarmado, sólo podía hacer una cosa. Esquivé su estocada y me acerqué a él envolviéndole con un fuerte abrazo.
-Te arrancaré ese odio...Y no volveré a dejarte en la absoluta oscuridad...
La sala se iluminó por complejo con una tenue luz amarilla y anaranjada, como la de los últimos rayos del atardecer.
De repente, una extraña fuerza nos separó a ambos. Escuché el tintineo del metal al chocar contra el suelo. Cuando me reincorporé mi otro yo estaba en la celda, en la que los barrotes habían vuelto a aparecer, pero al menos ya no todo estaba oscuro.
"Aún hay cosas que nos separan..."
-Te has librado esta vez.... -vi como se transformaba en un enorme lobo blanco que enseguida fue envuelto por unas sombras que envolvieron su cuerpo y toda la celda. -A la próxima no fallare.
-Pero...- me acerqué y toqué los barrotes, en seguida una zarpa me arañó la mano y me hizo retroceder. Me miré la mano herida y suspiré- Muy bien... Yo seguiré sin rendirme. Te he prometido algo... y la cumpliré
Miré con firmeza a la jaula, pero un nuevo violento golpe de tos me hizo doblarme y caer al suelo cerrando los ojos por el dolor.
Al abrirlos, distinguí borrosamente el suelo de la cueva a la que había entrado, lo que parecía haber pasado una eternidad.
"¿Ha sido todo un sueño?"
Escuché voces cercanas y unas risas. Antes de que pudiera aclarar mis ideas noté un golpe en la cabeza que hizo que perdiera el conocimiento.
_______________________________________________________________________________________________________Me miré las manos en aquella oscuridad que en realidad no me permitía verlas. ¿Sabía en verdad quién soy o toda mi vida? Bueno, en realidad lo había sido, era un licántropo que había creído durante años ser un humano más de mi aldea. Tenía que replantear la pregunta... ¿Sabía en verdad como soy o todo era mentira? Y con todo era todo: personalidad, aficiones, gustos... "Traición..." recordé el agónico grito que me había devuelto a aquella celda. ¿Me había traicionado a mi mismo? ¿Había traicionado a una parte de mi y la había obligado vivir en la oscuridad? ¿En la misma oscuridad en la que yo estaba ahora?
Vi en mi mente esa imagen del otro yo, todo el trayecto que me había llevado hasta ahí. ¿Me había estado enfrentando a mi propio reflejo negando que fuera algo mio? ¿Había considerado a un reflejo de mi como a un extraño?
Un violento golpe de tos destruyo mis concentración, noté como un espeso liquido se formó en mi mano proveniente de mi boca. Miré a mi alrededor con la esperanza de ver dónde me encontraba. ¿El lobo ha estado todo este tiempo encerrado aquí? Supuse que sí por las palabras que me dirigió cuando vino a verme.
-Es normal que este enfadado... tanto tiempo...- alargué la mano y encontré un barrote a ciegas, este tembló. -¿Todo esto ha llevado a una situación irreparable? - el barrote comenzó a vibrar. -Me niego a pensar eso. -tomé otro de los barrotes que vibraba igual que su compañero. -¡Me niego a pensar que es irreparable!
Todos los barrotes temblaron hasta tal punto que se quebraron. Y no sólo ellos, unas grietas comenzaron a formarse por toda la sala, grietas que eran visibles por la tenue luz rojiza que pasaba a través de ellas. Aquel mundo de oscuridad plena se desmoronaba.
-¡Que has hecho! ¿¡Cómo has escapado!? - la furiosa voz de mi otro yo apareció al mismo tiempo que lo hacía él a un lado mio.
-¡Esto se ha acabado! - corté el viento con mi mano. -¡Tengo que averiguar quién soy! Y para eso necesito tu ayuda. Nos guste o no, somos uno sólo.
-¡Jamas!- de su voz bullía odio y rabia. Me apuntó con mi espada. -¡Eso se acabó hace mucho tiempo!
Vi como poco a poco cambiaba. De sus ojos desapareció la sangre y sus cuencas comenzaron a llenarse, como si se estuvieran formando unos ojos normales.
-¡No es irreparable! - me acerqué a él decidido.
-¡Si lo es!- finalmente sus cuencas oscuras fueron sustituidas por unos brillantes ojos ambarinos.
Se lanzó contra mi cargando la espada. Yo estaba desarmado, sólo podía hacer una cosa. Esquivé su estocada y me acerqué a él envolviéndole con un fuerte abrazo.
-Te arrancaré ese odio...Y no volveré a dejarte en la absoluta oscuridad...
La sala se iluminó por complejo con una tenue luz amarilla y anaranjada, como la de los últimos rayos del atardecer.
De repente, una extraña fuerza nos separó a ambos. Escuché el tintineo del metal al chocar contra el suelo. Cuando me reincorporé mi otro yo estaba en la celda, en la que los barrotes habían vuelto a aparecer, pero al menos ya no todo estaba oscuro.
"Aún hay cosas que nos separan..."
-Te has librado esta vez.... -vi como se transformaba en un enorme lobo blanco que enseguida fue envuelto por unas sombras que envolvieron su cuerpo y toda la celda. -A la próxima no fallare.
-Pero...- me acerqué y toqué los barrotes, en seguida una zarpa me arañó la mano y me hizo retroceder. Me miré la mano herida y suspiré- Muy bien... Yo seguiré sin rendirme. Te he prometido algo... y la cumpliré
Miré con firmeza a la jaula, pero un nuevo violento golpe de tos me hizo doblarme y caer al suelo cerrando los ojos por el dolor.
Al abrirlos, distinguí borrosamente el suelo de la cueva a la que había entrado, lo que parecía haber pasado una eternidad.
"¿Ha sido todo un sueño?"
Escuché voces cercanas y unas risas. Antes de que pudiera aclarar mis ideas noté un golpe en la cabeza que hizo que perdiera el conocimiento.
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Ircan
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