[Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
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[Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
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¿Qué es la magia? Muchos podrían definirlo como aquello que mueve nuestro mundo, otros podrían decir que es lo que le da sentido a su existencia, pero por más que os lo intentéis, ninguno dará una respuesta concreta.
Me encantaría poder deciros que mi confianza en los habitantes de Aerandir es plena, más me temo que estaría mintiendo, pues, como veréis a continuación, a veces la estupidez humana puede alcanzar limites insospechables.
Es bien sabido que existen tradiciones diversas en los distintos rincones del mundo. Algunas son fascinantes, otras un tanto escalofriantes, aunque sin duda todos llegan a sorprender en su momento.
Hay un pequeño poblado no muy alejado de Dundarak, donde cada año se realiza un ritual por sus pobladores al finalizar el invierno, con el propósito de obtener buenas cosechas durante todo el año siguiente. Este ritual consistía en llevar a un pequeño tributo a la ‘‘cueva del más allá’’. Un lugar donde los lugareños creen que se encuentra el portal que separa al mundo de los vivos, del mundo de los espíritus.
‘‘Cambio’’. Palabra que aquí significa: poner una cosa o persona en el lugar o puesto de otra. Como cuando dejas a tu novia por otra que consideras más bonita, o como cuando el panadero te da carne de ardilla en lugar de la hogaza de pan que le pagaste.
Durante generaciones los habitantes de Gire Drove habían celebrado su equinoccio de primavera de manera satisfactoria y sin nada fuera de lo común, pero como he venido diciendo desde el principio, la estupidez humana a veces obra de maneras extrañas. Esto fue lo que los 4 líderes de la pequeña aldea descubrirían de la peor forma, al decidir darle un ‘‘ligero’’ cambio a su sagrado ritual, llevando como tributo a una adorable e inocente joven virgen a la cueva, para finalmente entregarla al mundo de los muertos.
Aunque no lo creáis no disfruto documentando hechos tan trágicos y me gustaría que os detuvieseis a pensar si realmente es buena idea quedaros y seguir leyendo, pero si deseáis hacer caso omiso a mis advertencias debéis estar preparados para lo que vais a presenciar.
Nieve, metros y metros de nieve han enterrado al pequeño Gire Drove, cuyos restos apenas si son visibles de lejos. Los habitantes han escapado debido a las bajas temperaturas y sobra decir que los plantíos son ahora un sueño lejano para sus agricultores. Sin embargo, hay 4 personas que quedaron atrapadas en la aldea, como si alguien hubiese impedido su escape de alguna misteriosa manera. Nadie sabe dónde se encuentran y tampoco es que deseen regresar a investigar, pues el frío se vuelve más insoportable con cada hora que transcurre.
Gire Drove está condenado, o eso es lo que presagian los horribles gritos femeninos que se pueden escuchar de cuando en cuando por el lugar, mientras la nieve asecha con caer de nuevo en una peligrosa tormenta. Gritos que los aterrados lugareños denominarían como: el llanto de La Banshee.
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Fredericksen: Nuevamente te ofrezco una disculpa por mi enorme descuido con respecto a tu misión anterior y para compensarte por ello he decidido traerte una misión especial para ti, en lo que tu compañera termina su mastereado. No será una misión sencilla, pues gran parte de tu avance será determinado por las runas, así como por tus acciones. Además, tu enemiga no será alguien a quien desees enfrentarte cara a cara, por lo que tendrás que elegir con cautela tu proceder. En este primer turno deberás narrar tu llegada a Gire Drove, en dónde no encontrarás a nadie. Por el momento la nieve se ha detenido, pero yo que tu no me quedaría mucho a la intemperie a no ser que desees congelarte cual paleta. Conforme avancen los post se te irán develando los secretos de lo acontecido. ¡Ah! Y una ultima advertencia: yo en tu lugar taparía mis oídos, pues los gritos de La Banshee presagian la muerte. ¡Suerte!
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Última edición por Wyn el Sáb Ago 25 2018, 22:49, editado 2 veces
Wyn
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
Generalmente era común que hiciese un viaje corto y me quedara por los bosques del este… pero ahora la cosa se me había ido de las manos, llevaba días caminando, quizá en un arranque de locura o simplemente para relajarme. No me detuve cuando el panorama comenzó a cambiar, cuando el clima se hizo diferente, simplemente seguí caminando ¿Eso me molestaba? Para nada, me recordaba al pasado… claro, en el pasado había sido con caballos.
Los primeros días me habían causado dolor en las piernas, ahora no me pasaba nada, la brisa fresca del aire me había acompañado toda mi travesía. Mi dieta se había basado en fruta y alguno que otro animal, en las noches me ocultaba todo lo posible y hacía pequeñas fogatas para mantener el calor, a veces escuchaba pisadas por las cercanías y temía porque fuese algún peligro, por suerte lo único “mal” que me pudo haber pasado fue un ataque de abejas.
Pude reconocer el frío clima del norte, esa hubiese mi clara señal para regresar pero aun así no lo hice “¿Qué demonios estaba mal ahora?” Aquel viaje no era normal, sabía bien que en mis condiciones siquiera hubiese puesto un pie fuera de mi querido bosque… y ahora estaba en el norte “¿Esto tiene que ver algo con los sueños que he tenido últimamente?” Eran en parte pesadillas y otros si eran sueños, no le había querido comentar eso a nadie. Realmente no eran cosas específicas, simple sonidos e imágenes que pasaban, eran extrañas.
En algunos sonaban aullidos, en otros sentía como si me quemaran vivo y no era una sensación agradable, recordaba sentir el dolor pulsante de algo clavándose en mi cabeza o simples sentimientos. Tristeza, alegría, emoción… realmente no sabía que podía significar aquello, culpaba en parte a los alucinógenos que podían haber en el bosque.
La nieve poco a poco se iba tragando mis botas, frotaba mis manos tratando de mantener el calor, ya me había decidido en regresar, solo debía descansar en algún sitio para no congelarme y luego caminaría de regreso… otra travesía más “Eres un genio Fred.” En el camino se vio la señal que indicaba que había un pueblo cerca, Gire Drove parecía ser su nombre.
- Aquel sitio estará bien. – Mis palabras fueron acompañadas con el aliento frío que se podía observar, aquello resultaba genial, se me había olvidado lo grato que resultaba.
Entre más me acercaba al pueblo más frío hacía, algo que me parecía raro es que no se escuchaba ni una sola alma en el lugar, esa clase de sitios los recordaba más alegres o animados… no tan muertos. Hasta hacía falta el sonido de los niños jugar, el molesto regatear de las personas o la disputa de las mujeres y los nobles.
Saqué una manzana de mi bolsa y le pegué un mordisco mientras observaba el panorama, quizá estaba sucediendo un evento o algo por el estilo, si necesitaba saber algo podía ir a alguna taberna y preguntar “Soy un informante después de todo, buscar información no me debe ser problema.” La nieve en mis zapatos es lo que resultaba molesto, era un sentimiento amor-odio lo que sentía ante aquel elemento…
Reconocí la taberna sin problemas, los barriles amontonados fuera de esta eran una clara señal, además del cartel que había sobre la puerta. El sitio también lucía apagado, que cosa más extraña era aquello.
- “El borracho feliz” que nombre más curioso… - Conocía al menos otros 2 bares con el mismo nombre, cuanta falta de originalidad tenía la gente.
La puerta de la taberna como de costumbre no tuvo problema en abrirse, el tintineo de la campana que informaba que alguien había llegado se hizo presente. Nunca antes me había sentido tan incomodo en un sitio, era un sitio abandonado, hasta podía escuchar mis pisadas en la madera del local.
- ¿Hola?– Esperaba recibir una respuesta, no quería correr con la desgracia de haber llegado a un pueblo fantasma.
Los primeros días me habían causado dolor en las piernas, ahora no me pasaba nada, la brisa fresca del aire me había acompañado toda mi travesía. Mi dieta se había basado en fruta y alguno que otro animal, en las noches me ocultaba todo lo posible y hacía pequeñas fogatas para mantener el calor, a veces escuchaba pisadas por las cercanías y temía porque fuese algún peligro, por suerte lo único “mal” que me pudo haber pasado fue un ataque de abejas.
Pude reconocer el frío clima del norte, esa hubiese mi clara señal para regresar pero aun así no lo hice “¿Qué demonios estaba mal ahora?” Aquel viaje no era normal, sabía bien que en mis condiciones siquiera hubiese puesto un pie fuera de mi querido bosque… y ahora estaba en el norte “¿Esto tiene que ver algo con los sueños que he tenido últimamente?” Eran en parte pesadillas y otros si eran sueños, no le había querido comentar eso a nadie. Realmente no eran cosas específicas, simple sonidos e imágenes que pasaban, eran extrañas.
En algunos sonaban aullidos, en otros sentía como si me quemaran vivo y no era una sensación agradable, recordaba sentir el dolor pulsante de algo clavándose en mi cabeza o simples sentimientos. Tristeza, alegría, emoción… realmente no sabía que podía significar aquello, culpaba en parte a los alucinógenos que podían haber en el bosque.
La nieve poco a poco se iba tragando mis botas, frotaba mis manos tratando de mantener el calor, ya me había decidido en regresar, solo debía descansar en algún sitio para no congelarme y luego caminaría de regreso… otra travesía más “Eres un genio Fred.” En el camino se vio la señal que indicaba que había un pueblo cerca, Gire Drove parecía ser su nombre.
- Aquel sitio estará bien. – Mis palabras fueron acompañadas con el aliento frío que se podía observar, aquello resultaba genial, se me había olvidado lo grato que resultaba.
Entre más me acercaba al pueblo más frío hacía, algo que me parecía raro es que no se escuchaba ni una sola alma en el lugar, esa clase de sitios los recordaba más alegres o animados… no tan muertos. Hasta hacía falta el sonido de los niños jugar, el molesto regatear de las personas o la disputa de las mujeres y los nobles.
Saqué una manzana de mi bolsa y le pegué un mordisco mientras observaba el panorama, quizá estaba sucediendo un evento o algo por el estilo, si necesitaba saber algo podía ir a alguna taberna y preguntar “Soy un informante después de todo, buscar información no me debe ser problema.” La nieve en mis zapatos es lo que resultaba molesto, era un sentimiento amor-odio lo que sentía ante aquel elemento…
Reconocí la taberna sin problemas, los barriles amontonados fuera de esta eran una clara señal, además del cartel que había sobre la puerta. El sitio también lucía apagado, que cosa más extraña era aquello.
- “El borracho feliz” que nombre más curioso… - Conocía al menos otros 2 bares con el mismo nombre, cuanta falta de originalidad tenía la gente.
La puerta de la taberna como de costumbre no tuvo problema en abrirse, el tintineo de la campana que informaba que alguien había llegado se hizo presente. Nunca antes me había sentido tan incomodo en un sitio, era un sitio abandonado, hasta podía escuchar mis pisadas en la madera del local.
- ¿Hola?– Esperaba recibir una respuesta, no quería correr con la desgracia de haber llegado a un pueblo fantasma.
Fredericksen
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
- Entrada a Gire Drove:
La nieve había formado una extensa capa de hielo, que volvería lento el paso de cualquiera que intentase moverse por el camino que llevaba a Gire Drove y el frío no era precisamente el mejor compañero.
No había ni un alma en aquella aldea, nadie que pudiese dar cuenta alguna de lo que había sucedido, ni un solo ápice de vida inteligente. Esperad, ¿Qué es eso que se alcanza ver por entre los arboles? ¿Es acaso la figura de un ser humano? Debía ser muy valiente o muy estúpido, aunque posiblemente se encontrase perdido. Sí, eso ultimo tenía mucho más sentido.
Ojalá alguien le hubiese advertido lo que le sucedería al decidir poner sus pies sobre el poblado, pero no se le podía culpar si se encontraba completamente solo en medio del presagio de una tormenta. Fuese como fuese, el forastero había tomado la sabia decisión de refugiarse en el hostal más cercano.
Lamentablemente no corrió con la misma fortuna de encontrar a alguien más en el lugar. Todo estaba completamente vacío, tanto por dentro como por fuera. Las puertas de las habitaciones se encontraban cerradas con llave y el frío era tan fiero como el del exterior. ¡Inclusive podían observarse los carámbanos de hielo colgar en el techo y en las superficies!
El joven podría intentar encender la chimenea principal, pero para ello tendría que conseguir material suficiente, pues las escasas ramas con las que contaba no serían capaces de hacerle frente a la helada más allá de unos minutos.
No importa lo mucho que se esfuerce por forzar las cerraduras, simplemente no lo conseguirá. Los engranajes internos están tan congelados que no cederán ante ningún tipo de fuerza. Afortunadamente hay una puerta, cuyo picaporte se había destrozado por el hielo, permitiendo el acceso a lo que parecía ser un pequeño estudio con una colección de libros bastante generosa para tratarse de una taberna de esa clase.
El espejo de la entrada mostraría una extraña figura que terminaría esfumándose en un parpadeo. Podría ser real o tal vez no.
Los libros de la estantería están ordenados por relevancia histórica, algo que sabría alguien que ha convivido mucho con un estudioso, pero el que más podría llamar la atención sería uno cuyo empaste rojizo no parecía haber sucumbido al polvo como los demás. Al hojearlo mostrará una breve historia sobre la tradición de equinoccio de primavera y del tipo de ofrenda que daban cada año a la ‘‘cueva’’. Un carnaval nada fuera de lo común, salvo por el detalle que se escondía en un pequeño trozo de papel, sobrepuesto a mitad de la narración.
No había ni un alma en aquella aldea, nadie que pudiese dar cuenta alguna de lo que había sucedido, ni un solo ápice de vida inteligente. Esperad, ¿Qué es eso que se alcanza ver por entre los arboles? ¿Es acaso la figura de un ser humano? Debía ser muy valiente o muy estúpido, aunque posiblemente se encontrase perdido. Sí, eso ultimo tenía mucho más sentido.
Ojalá alguien le hubiese advertido lo que le sucedería al decidir poner sus pies sobre el poblado, pero no se le podía culpar si se encontraba completamente solo en medio del presagio de una tormenta. Fuese como fuese, el forastero había tomado la sabia decisión de refugiarse en el hostal más cercano.
Lamentablemente no corrió con la misma fortuna de encontrar a alguien más en el lugar. Todo estaba completamente vacío, tanto por dentro como por fuera. Las puertas de las habitaciones se encontraban cerradas con llave y el frío era tan fiero como el del exterior. ¡Inclusive podían observarse los carámbanos de hielo colgar en el techo y en las superficies!
El joven podría intentar encender la chimenea principal, pero para ello tendría que conseguir material suficiente, pues las escasas ramas con las que contaba no serían capaces de hacerle frente a la helada más allá de unos minutos.
No importa lo mucho que se esfuerce por forzar las cerraduras, simplemente no lo conseguirá. Los engranajes internos están tan congelados que no cederán ante ningún tipo de fuerza. Afortunadamente hay una puerta, cuyo picaporte se había destrozado por el hielo, permitiendo el acceso a lo que parecía ser un pequeño estudio con una colección de libros bastante generosa para tratarse de una taberna de esa clase.
- Estudio:
El espejo de la entrada mostraría una extraña figura que terminaría esfumándose en un parpadeo. Podría ser real o tal vez no.
Los libros de la estantería están ordenados por relevancia histórica, algo que sabría alguien que ha convivido mucho con un estudioso, pero el que más podría llamar la atención sería uno cuyo empaste rojizo no parecía haber sucumbido al polvo como los demás. Al hojearlo mostrará una breve historia sobre la tradición de equinoccio de primavera y del tipo de ofrenda que daban cada año a la ‘‘cueva’’. Un carnaval nada fuera de lo común, salvo por el detalle que se escondía en un pequeño trozo de papel, sobrepuesto a mitad de la narración.
Gire Drove
Gire Drove fue fundado por el trabajo arduo de cuatro hombres valientes.
Este año nuestros lideres han decidido dar un cambio a la tradición. Se presume que las cosechas serán mejores con esta nueva ofrenda y la cueva finalmente será sellada para siempre.
Alzad vuestras copas por los lideres y esperad el momento en que toda la aldea se llene de bendiciones, pues se ha elegido a la ofrenda más pura y hermosa de todas.
¡Con su vida el pueblo de Gire Drove prosperará en la abundancia!
Seguramente habría muchas interrogantes por responder en la cabeza del cazador, pero tenía que comenzar a mover sus músculos si no deseaba que estos se atrofiasen. A través de la empañada ventana podría divisar una pequeña cabaña a mitad del lago y un antiguo puesto de vigilancia en la ribera del mismo, así como el centro de la aldea con algunas otras cabañas y un camino que lleva a lo que parecen unas ruinas antigua. Tal vez al final sí hubiese alguien que pudiese aclarar sus dudas, aunque la decisión de correr el riesgo vendría de él.
Un último vistazo al estudio le develaría un mensaje escrito en la pequeña mesa del escritorio. Una revelación que logró vaciar toda una aldea, pero que posiblemente el joven forastero no lograría entender. Un mensaje que solo pudo ser acompañado por un ensordecedor grito femenino en la lejanía.
‘‘Ella ha vuelto’’.
Un último vistazo al estudio le develaría un mensaje escrito en la pequeña mesa del escritorio. Una revelación que logró vaciar toda una aldea, pero que posiblemente el joven forastero no lograría entender. Un mensaje que solo pudo ser acompañado por un ensordecedor grito femenino en la lejanía.
‘‘Ella ha vuelto’’.
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Fredericksen: Me ha encantado que tú mismo hayas optado por entrar en la taberna, pero sigues encontrándote solo. En este post te daré la oportunidad de informarte más acerca del pueblo o de usar los libros para avivar el fuego de la chimenea. El grito de La Banshee logrará alertarte de que algo está sucediendo y correrá por tu cuenta aguardar un poco o salir a investigar. Si decides salir a investigar tendrás que dirigirte al puesto de vigilancia que está en la orilla del lago, pues aun no tendrás permitido viajar al centro de la ciudad. Si acaso decides quedarte puede que te encuentres con más detalles acerca de lo sucedido, pero de ya te aviso que al final tendrás que explorar todos los escenarios y será aquí dónde comenzará la verdadera diversión.
Wyn
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
Mi suerte era lamentable, no había ni una sola persona dentro de “El borracho feliz”, para muchos hubiese sido obvio a simple vista ya que no había música, tampoco borrachos discutiendo ni historias paseando de rincón a rincón. Mi llamado a la nada fue respondido por el viento pasar entre la madera, volví a saludar a ningún lado esperando respuesta nuevamente ni una sola respuesta “Grandioso Fred, ahora morirás congelado por tus malditos viajecitos”. Con cada paso que daba trataba de hacer el suficiente ruido para que alguien escuchara, eso debía dar resultado, si había un ser allí claramente se daría a conocer con la bulla.
Nadie ni nada se manifestaba, maldije a todo por aquello, al menos había un lado positivo… podía saquear el lugar sin problemas ni remordimiento, hasta encender fuego a mi gana para no quemarme vivo. Inspeccioné el sitio de pies a cabeza, si había una manta o un abrigo sería un milagro, mi molestia comenzó a manifestarse cuando ninguna de las puertas cedía a abrirse, por lo visto lo que me había llevado hasta allí era mi mala suerte.
Patear o sacudir las puertas no servía de nada, estaba considerando seriamente buscar algo filoso y echarlas abajo pero sabía que aquel comportamiento era una exageración, estaba allí buscando refugio no a arruinar el sitio… aunque dudaba que tuviese dueño actualmente. Resignándome choqué mi espalda contra una pared, o lo que parecía una pared pues termine cayendo de espaldas escuchando el chirrido de la puerta abrirse.
Duré un momento observando todo desde el suelo, parecía ser una habitación de alguien importante, la inquietud se presentó cuando vi algo moverse en el espero. Me senté rápidamente observando a todos lados para ver si había sido cierto ¿Acaso no estaba tan solo como creía? No, no había escuchado pisadas… ya me estaba comenzando a volver loco, genial.
Me levanté con cuidado observando detenidamente el sitio, me hubiese quedado allí si no fuera por el frío de la zona, necesitaba fuego y ya tenía materiales para hacerlo, los libros serían una gran ayuda. Recorrí la sala ojeando una que otra cosa y revisando libros, no iba a quemar alguno que fuese importante, realmente no debía quemar ninguno ya que los libros eran para leerse y no para hacer fuego “Hey, este libro tiene el nombre del pueblo.”
Resultaba interesante ver que había algo en los libros acerca del sitio en el que me encontraba, lo más sensato era revisarlo. El libro no era nada del otro mundo pero tenía una parte curiosa “¿La ofrenda más pura de todas?” Había leído un poco acerca de un tributo o algo así, realmente había perdido la página y no pensaba buscarla… ¿Pero qué se refería con ofrenda más pura? O mejor aun ¿Qué cueva sería sellada? Ni idea, aunque aquello podía ser algo viejo realmente.
Observé por la ventana mientras guardaba el libro bajo mi atuendo, aquel no lo quemaría, podría leer de la historia del pueblo antes de partir y no era mala idea. Aprender de las estructuras que observaba y descubrir de qué cueva se hablaba, por fin haría algo sensato en mucho tiempo.
Tomé una gran pila de libros que me concentraría en revisar antes de quemar, estaba por salir del salón cuando otro detalle se manifestó, era algo escrito en el escritorio “¿Ella ha vuelto? ¿Quién es ella?” Aquello solo incrementaba mi curiosidad en el lugar, saliendo de la habitación escuché el grito de lo que parecía ser una chica. No sabía exactamente si debía temer o alegrarme por aquello, era una clara señal de que no estaba solo en aquel poblado pero era un grito nada amistoso… me recordaba a oscuros sucesos del bosque.
Dejando con cuidado la pila de libros junto a la chimenea tomé un respiro y froté mis manos para mantener calor, me encargaría del fuego luego de saber que había sido aquel ruido. Tomé una botella de licor del mostrador y sin pensarlo le di un trago, nunca había sido amigo o fanático de la bebida pero algo que sabía bien es que calentaba la sangre… aunque podía dar malos resultados, lo mejor era ir con calma.
Salí de la taberna con la botella en mi carcaj y el libro de la villa bajo mi ropa, había olvidado dejarlo con el resto pero ni loco regresaría solo a dejarlo, el frío comenzaba a hacerse más que presente. No sabía a dónde ir y el grito era de dudosa procedencia, debía aplicar mi estrategia de vagar sin rumbo rogándole a mi suerte.
Quise dar otro trago a la bebida pero ya se había congelado dentro de la botella, un maldito chiste, por lo visto solo tenía el esfuerzo físico para mantenerme caliente y no congelarme vivo. Primero di pasos largos pero al ver que no funcionaban me puse a correr mientras frotaba mis manos, aun haciendo todo aquello sentía frío pero a la vez sudaba, buena señal… bueno no, si se congelaba el sudor sería mala señal “Maldito pueblo, maldito grito, maldito licor congelado.” Había sido mala idea no quedarme junto al fuego, como siempre no pensaba en mis acciones.
Sin fijarme mi rumbo había tornado al lago congelado que había visto desde la taberna, me di la vuelta y enfoqué la mirada en el horizonte a ver si podía ver la ventana exacta, la verdad es que era algo difícil pero creo que si lograba divisarla… quizá si ganaba algo más de altura “No es tan mala idea.” Observé con una sonrisa el puesto de vigilancia mientras me acercaba, aquel sitio sería perfecto para tener una vista del pueblo y conseguir a la chica que había gritado, quien lo diría, la suerte había vuelto a hacer de las suyas.
Nadie ni nada se manifestaba, maldije a todo por aquello, al menos había un lado positivo… podía saquear el lugar sin problemas ni remordimiento, hasta encender fuego a mi gana para no quemarme vivo. Inspeccioné el sitio de pies a cabeza, si había una manta o un abrigo sería un milagro, mi molestia comenzó a manifestarse cuando ninguna de las puertas cedía a abrirse, por lo visto lo que me había llevado hasta allí era mi mala suerte.
Patear o sacudir las puertas no servía de nada, estaba considerando seriamente buscar algo filoso y echarlas abajo pero sabía que aquel comportamiento era una exageración, estaba allí buscando refugio no a arruinar el sitio… aunque dudaba que tuviese dueño actualmente. Resignándome choqué mi espalda contra una pared, o lo que parecía una pared pues termine cayendo de espaldas escuchando el chirrido de la puerta abrirse.
Duré un momento observando todo desde el suelo, parecía ser una habitación de alguien importante, la inquietud se presentó cuando vi algo moverse en el espero. Me senté rápidamente observando a todos lados para ver si había sido cierto ¿Acaso no estaba tan solo como creía? No, no había escuchado pisadas… ya me estaba comenzando a volver loco, genial.
Me levanté con cuidado observando detenidamente el sitio, me hubiese quedado allí si no fuera por el frío de la zona, necesitaba fuego y ya tenía materiales para hacerlo, los libros serían una gran ayuda. Recorrí la sala ojeando una que otra cosa y revisando libros, no iba a quemar alguno que fuese importante, realmente no debía quemar ninguno ya que los libros eran para leerse y no para hacer fuego “Hey, este libro tiene el nombre del pueblo.”
Resultaba interesante ver que había algo en los libros acerca del sitio en el que me encontraba, lo más sensato era revisarlo. El libro no era nada del otro mundo pero tenía una parte curiosa “¿La ofrenda más pura de todas?” Había leído un poco acerca de un tributo o algo así, realmente había perdido la página y no pensaba buscarla… ¿Pero qué se refería con ofrenda más pura? O mejor aun ¿Qué cueva sería sellada? Ni idea, aunque aquello podía ser algo viejo realmente.
Observé por la ventana mientras guardaba el libro bajo mi atuendo, aquel no lo quemaría, podría leer de la historia del pueblo antes de partir y no era mala idea. Aprender de las estructuras que observaba y descubrir de qué cueva se hablaba, por fin haría algo sensato en mucho tiempo.
Tomé una gran pila de libros que me concentraría en revisar antes de quemar, estaba por salir del salón cuando otro detalle se manifestó, era algo escrito en el escritorio “¿Ella ha vuelto? ¿Quién es ella?” Aquello solo incrementaba mi curiosidad en el lugar, saliendo de la habitación escuché el grito de lo que parecía ser una chica. No sabía exactamente si debía temer o alegrarme por aquello, era una clara señal de que no estaba solo en aquel poblado pero era un grito nada amistoso… me recordaba a oscuros sucesos del bosque.
Dejando con cuidado la pila de libros junto a la chimenea tomé un respiro y froté mis manos para mantener calor, me encargaría del fuego luego de saber que había sido aquel ruido. Tomé una botella de licor del mostrador y sin pensarlo le di un trago, nunca había sido amigo o fanático de la bebida pero algo que sabía bien es que calentaba la sangre… aunque podía dar malos resultados, lo mejor era ir con calma.
Salí de la taberna con la botella en mi carcaj y el libro de la villa bajo mi ropa, había olvidado dejarlo con el resto pero ni loco regresaría solo a dejarlo, el frío comenzaba a hacerse más que presente. No sabía a dónde ir y el grito era de dudosa procedencia, debía aplicar mi estrategia de vagar sin rumbo rogándole a mi suerte.
Quise dar otro trago a la bebida pero ya se había congelado dentro de la botella, un maldito chiste, por lo visto solo tenía el esfuerzo físico para mantenerme caliente y no congelarme vivo. Primero di pasos largos pero al ver que no funcionaban me puse a correr mientras frotaba mis manos, aun haciendo todo aquello sentía frío pero a la vez sudaba, buena señal… bueno no, si se congelaba el sudor sería mala señal “Maldito pueblo, maldito grito, maldito licor congelado.” Había sido mala idea no quedarme junto al fuego, como siempre no pensaba en mis acciones.
Sin fijarme mi rumbo había tornado al lago congelado que había visto desde la taberna, me di la vuelta y enfoqué la mirada en el horizonte a ver si podía ver la ventana exacta, la verdad es que era algo difícil pero creo que si lograba divisarla… quizá si ganaba algo más de altura “No es tan mala idea.” Observé con una sonrisa el puesto de vigilancia mientras me acercaba, aquel sitio sería perfecto para tener una vista del pueblo y conseguir a la chica que había gritado, quien lo diría, la suerte había vuelto a hacer de las suyas.
Fredericksen
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
- Camino:
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Un camino boscoso parece abrirse paso hasta el lago, mientras la nieve parece pintar el escenario con un manto blanquecino, muy poco normal para esas fechas.
El puesto de vigilancia aguarda en las riberas cercanas al lago, iluminado tenuemente por la luz de la vela del farol colgante. La puerta parece cerrada, pero nada que el uso de la fuerza bruta no remedie. Sería difícil que en esos momentos alguien decidiese conducirse con respeto, especialmente cuando no hay nadie para reclamar por ello.
Dentro de la pequeña construcción de madera se podría divisar una balsa, cuyo movimiento estaba claramente detenido por la capa de hielo que había cubierto al lago, así como las cosas necesarias para hacerse con una buena pesca, si se contaban con las habilidades suficientes y sin el hielo presente, claro está.
Si se es lo bastante observador, podrá darse cuenta que hay una libreta con notas, que bien podrían contener técnicas de pesca, pero que, si se opta por hojearla se podría encontrar con otra parte valiosa de información.
‘‘El pescador ha elegido a la joven virgen, que habrá de fungir como ofrenda para la cueva este año’’.
El puesto de vigilancia aguarda en las riberas cercanas al lago, iluminado tenuemente por la luz de la vela del farol colgante. La puerta parece cerrada, pero nada que el uso de la fuerza bruta no remedie. Sería difícil que en esos momentos alguien decidiese conducirse con respeto, especialmente cuando no hay nadie para reclamar por ello.
Dentro de la pequeña construcción de madera se podría divisar una balsa, cuyo movimiento estaba claramente detenido por la capa de hielo que había cubierto al lago, así como las cosas necesarias para hacerse con una buena pesca, si se contaban con las habilidades suficientes y sin el hielo presente, claro está.
Si se es lo bastante observador, podrá darse cuenta que hay una libreta con notas, que bien podrían contener técnicas de pesca, pero que, si se opta por hojearla se podría encontrar con otra parte valiosa de información.
‘‘El pescador ha elegido a la joven virgen, que habrá de fungir como ofrenda para la cueva este año’’.
- Puesto de vigilancia:
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Un nuevo grito ensordecedor se escuchará en la lejanía, alertando a cualquiera que lo escuche, o tal vez instando a seguir avanzando.
En la parte trasera del puesto podrá divisarse un pequeño muelle cubierto de hielo y a mitad del lago de vislumbrará una cabaña más pequeña, similar a las que usan los pescadores al momento de pescar en hielo.
Caminar hasta allá sería peligroso, el lago está resbaloso y no es muy sensato arriesgarse a partirse la cabeza por ir a indagar, pero seguramente la curiosidad será más grande y ante esto solo bastaría ingeniárselas para avanzar.
Conforme se acerca a la pequeña casita de madera una figura resaltará, llamando la atención. Un hombre se encuentra completamente congelado, apoyado sobre el marco de la única entrada con un extraño artefacto sobre su pecho, sobre el cual yacerá una hermosa piedra de un color amarillo intenso.
A simple vista el hombre parece inconsciente, pero al estar a solo unos pasos de él abriría los ojos en una especie de trance y repetiría cuatro veces solamente una misma frase:
-Soy el pescador.
Sus ojos se volverían a cerrar y sus labios quedarían sellados una vez más. Intentar levantarlo será inútil, su cuerpo se encuentra completamente congelado al lago y a la construcción de madera. Aunque también existía la posibilidad de que el joven no quisiera ayudarlo y solamente accediese a llevase la piedra de su pecho.
¿El único problema? No había tiempo para pensarlo, pues otro grito dio la impresión de que el hielo del lago comenzaría a desquebrajarse.
En la parte trasera del puesto podrá divisarse un pequeño muelle cubierto de hielo y a mitad del lago de vislumbrará una cabaña más pequeña, similar a las que usan los pescadores al momento de pescar en hielo.
Caminar hasta allá sería peligroso, el lago está resbaloso y no es muy sensato arriesgarse a partirse la cabeza por ir a indagar, pero seguramente la curiosidad será más grande y ante esto solo bastaría ingeniárselas para avanzar.
Conforme se acerca a la pequeña casita de madera una figura resaltará, llamando la atención. Un hombre se encuentra completamente congelado, apoyado sobre el marco de la única entrada con un extraño artefacto sobre su pecho, sobre el cual yacerá una hermosa piedra de un color amarillo intenso.
A simple vista el hombre parece inconsciente, pero al estar a solo unos pasos de él abriría los ojos en una especie de trance y repetiría cuatro veces solamente una misma frase:
-Soy el pescador.
Sus ojos se volverían a cerrar y sus labios quedarían sellados una vez más. Intentar levantarlo será inútil, su cuerpo se encuentra completamente congelado al lago y a la construcción de madera. Aunque también existía la posibilidad de que el joven no quisiera ayudarlo y solamente accediese a llevase la piedra de su pecho.
¿El único problema? No había tiempo para pensarlo, pues otro grito dio la impresión de que el hielo del lago comenzaría a desquebrajarse.
- El Pescador:
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Fredericksen: ¡Excelente! ¡Has decidido salir a investigar, adelantando lo inevitable! ¡Me gusta que seáis así de osados! En este post comienza la verdadera diversión. Tendrás que narrar como llegas al puesto de vigilancia, la impresión que tendrás de él y la información que encontrarás en ese lugar. Además, tendrás que buscar la manera de moverte por el lago congelado hasta la cabaña de pesca y narrar tu extraño encuentro con El Pescador. Es aquí donde decidirás si deseas ayudarlo o solamente coger la piedra y huir de regreso a la orilla, pero hasta ahí. ¡Ojo! Recuerda que tendrás que lanzar una runa, la cual también determinará tu suerte. ¡Que empiece el juego!
Wyn
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
El puesto de vigilancia estaba cerrado, por lo visto la historia de la taberna se volvía a repetir, el problema actualmente es que si permanecía afuera sin hacer nada me iba a congelar vivo. “Entonces supongo que nuevamente debo patear puertas.” Si realmente llegaba a haber alguien en ese sitio y se daba cuenta de los daños que estaba haciendo me iban a cobrar una buena suma de dinero, claro, si es que no me acusaban de algún otro delito y me apresaban.
Comencé a patera la puerta tanto para abrirla como para mantenerme en calor, si dejaba de hacer esfuerzo físico quedaría como una estatua de lechuga. Las primeras patadas no sirvieron de nada, la quinta fue a la que por fin logró hacer algo, la puerta solo se rompió donde el pie había dado a parar. Mi pierna terminó dentro del puesto mientras el resto de mi cuerpo chocaba contra el puesto “Bien, ciertamente no es lo que estaba esperando.” Sacando la pierna del orificio y evitando lastimarme más de lo que estaba opté por una nueva táctica para abrir la puerta, si la pateaba solo terminaría incrustándome, debía taclearla.
Tomando impulso corrí hasta chocar con la puerta, en otra circunstancia quizá hubiese necesitado dos golpes para abrirla, esta vez no. La puerta cedió y terminé cayendo al suelo de una manera nada sutil “Vamos Fred, aparte de la nariz ve y rómpete un brazo también.” Tomé un pequeño descanso en el suelo para luego levantarme y sacudir mi ropa,
En aquel sitio no había nada que me pudiese ayudar, todo eran cosas para pescar y dudaba que hubiese manera alguna para pescar en aquel lago congelado… quizá rompiendo el hielo, pero ni loco iba a romper la fina capa helada que solía formarse. “Muy bien, solo perdí tiempo.” Quizá podía usar más cosas para hacer fuego, no todo estaba perdido, tomaba más libros o cañas y servirían para darme calor.
Tomé una libreta que estaba por allí y primero la hojeé, si algo había aprendido de mi maestro era primero revisar las cosas, además debía saber si lo que iba a quemar era de importancia o no. Por lo que podía leer eran cosas de pescar… aunque había una pequeña parte curiosa “¿La joven virgen que usarían como ofrenda?” ¿Eso tenía algo que ver con lo que había leído en el otro libro? No, era mucha coincidencia para ser verdad… aunque nunca se sabe. Para revisar mejor todo después arranqué esa pequeña parte y la junté con el libro que llevaba bajo mi ropa, si leía detenidamente podía saber si realmente tenía conexión alguna.
Iba a retirarme del sitio cuando el grito que había escuchado hace unos momentos volvía a presentarse, si había escuchado bien seguramente venía de aquel puesto lejano… el problema era que debía cruzar el lago congelad, quizá podía hacerlo pero era un riesgo… aunque si había alguien en peligro no podía dudar.
Algo que había hecho en mi juventud había sido tomar riesgos para asustar a mi maestro, eso incluyó una vez ir sobre un sitio congelado… claro, mucho más pequeño y aquella vez me había salido súper mal y casi me ahogué. Esta vez ya sabía que no debía hacer, pisar con fuerza ni detenerme.
Corrí con cuidado y desde el muelle e ignorando la balsa salté con cuidado deslizándome por el hielo, mis pasos eran cuidadosos, evitaba hacer fuerza en el suelo con cada pisada así que solo me deslizaba impulsándome, casi me caí de boca un par de veces pero se podía decir que todo estaba controlado… o casi todo. Cuando estuve lo suficientemente cerca vi que había alguien más, aquello me hizo perder la concentración y terminé cayendo sobre mi cuerpo, fue un milagro que el hielo no se hubiese quebrado por el impacto.
“Muy bien, ahora estamos a la deriva y dudo poder levantarme.” Colocarme de pie en el hielo sería un problema, me faltaban un par de metros… arrastrarme no ayudaría, me haría ir a la nada, quizá si giraba sobre mi propio cuerpo. Con cuidado comencé a posicionarme y a girar, no seguía un trayecto fijo pero al menos me movilizaba, rogaba porque en un descuido el rostro no se me quedara pegado al frío hielo, cuando estuve cerca de tierra enterré mis manos en la nieve y me arrastré fuera del hielo, aquel viajecito sobre hielo quizá había sido un error.
- Así debe de sentirse un ave con las alas y piernas rotas, inútil. – Aunque cualquier otro animal que no pudiese moverse era totalmente inútil.
Me acerqué al otro sujeto, parecía estar congelado y por ende muerto “Vaya desastre, creí que por fin habría alguien aquí.” Tenía algo extraño en el pecho, quizá fuese algo útil para vender luego o comida, me acerqué para revisar y en aquel momento el sujeto reacciono. El susto que me dio fue de muerte, me llevé la mano al pecho y relajé mi respiración, no estaba preparado para esas cosas.
- Muy bien… pescador. – “Momento, ¿Es el pescador?” Era igual que lo que había conseguido, eso ya era más que coincidencia, definitivamente algo pasaba.
El grito que tanto había escuchado aquel día se hizo presente nuevamente, ya era imposible que alguna chica fuera la que hacía tal sonido o quizá sí, debía saber exactamente donde estaba la causante de aquel ruido… pero no podía dejar al llamado pescador. Lo que parecía tener era una piedra de color amarillo, aquello debía de valer algo así que la guardé sin dudarlo, si lograba hacer que el sujeto reaccionara luego se la devolvería si era necesario.
Un ruido en el hielo me dio señal de que no podía perder más tiempo allí, debía irme y llevarme al congelado… aunque no sabía si seguía vivo, tampoco lo dejaría muerto en medio de la nada. Jalando el brazo del pescador intenté arrastrarlo pero parecía totalmente fijo, se había congelado totalmente allí ¿Qué demonios hacía ahora?
- Vamos amigo, necesito que colabores. – Volví a jalar al pescador con todas mis fuerzas, si no se dignaba a moverse con aquello yo debería dejarlo por mucho que me arrepintiera, luego podría buscarlo con la balsa si era necesario.
Comencé a patera la puerta tanto para abrirla como para mantenerme en calor, si dejaba de hacer esfuerzo físico quedaría como una estatua de lechuga. Las primeras patadas no sirvieron de nada, la quinta fue a la que por fin logró hacer algo, la puerta solo se rompió donde el pie había dado a parar. Mi pierna terminó dentro del puesto mientras el resto de mi cuerpo chocaba contra el puesto “Bien, ciertamente no es lo que estaba esperando.” Sacando la pierna del orificio y evitando lastimarme más de lo que estaba opté por una nueva táctica para abrir la puerta, si la pateaba solo terminaría incrustándome, debía taclearla.
Tomando impulso corrí hasta chocar con la puerta, en otra circunstancia quizá hubiese necesitado dos golpes para abrirla, esta vez no. La puerta cedió y terminé cayendo al suelo de una manera nada sutil “Vamos Fred, aparte de la nariz ve y rómpete un brazo también.” Tomé un pequeño descanso en el suelo para luego levantarme y sacudir mi ropa,
En aquel sitio no había nada que me pudiese ayudar, todo eran cosas para pescar y dudaba que hubiese manera alguna para pescar en aquel lago congelado… quizá rompiendo el hielo, pero ni loco iba a romper la fina capa helada que solía formarse. “Muy bien, solo perdí tiempo.” Quizá podía usar más cosas para hacer fuego, no todo estaba perdido, tomaba más libros o cañas y servirían para darme calor.
Tomé una libreta que estaba por allí y primero la hojeé, si algo había aprendido de mi maestro era primero revisar las cosas, además debía saber si lo que iba a quemar era de importancia o no. Por lo que podía leer eran cosas de pescar… aunque había una pequeña parte curiosa “¿La joven virgen que usarían como ofrenda?” ¿Eso tenía algo que ver con lo que había leído en el otro libro? No, era mucha coincidencia para ser verdad… aunque nunca se sabe. Para revisar mejor todo después arranqué esa pequeña parte y la junté con el libro que llevaba bajo mi ropa, si leía detenidamente podía saber si realmente tenía conexión alguna.
Iba a retirarme del sitio cuando el grito que había escuchado hace unos momentos volvía a presentarse, si había escuchado bien seguramente venía de aquel puesto lejano… el problema era que debía cruzar el lago congelad, quizá podía hacerlo pero era un riesgo… aunque si había alguien en peligro no podía dudar.
Algo que había hecho en mi juventud había sido tomar riesgos para asustar a mi maestro, eso incluyó una vez ir sobre un sitio congelado… claro, mucho más pequeño y aquella vez me había salido súper mal y casi me ahogué. Esta vez ya sabía que no debía hacer, pisar con fuerza ni detenerme.
Corrí con cuidado y desde el muelle e ignorando la balsa salté con cuidado deslizándome por el hielo, mis pasos eran cuidadosos, evitaba hacer fuerza en el suelo con cada pisada así que solo me deslizaba impulsándome, casi me caí de boca un par de veces pero se podía decir que todo estaba controlado… o casi todo. Cuando estuve lo suficientemente cerca vi que había alguien más, aquello me hizo perder la concentración y terminé cayendo sobre mi cuerpo, fue un milagro que el hielo no se hubiese quebrado por el impacto.
“Muy bien, ahora estamos a la deriva y dudo poder levantarme.” Colocarme de pie en el hielo sería un problema, me faltaban un par de metros… arrastrarme no ayudaría, me haría ir a la nada, quizá si giraba sobre mi propio cuerpo. Con cuidado comencé a posicionarme y a girar, no seguía un trayecto fijo pero al menos me movilizaba, rogaba porque en un descuido el rostro no se me quedara pegado al frío hielo, cuando estuve cerca de tierra enterré mis manos en la nieve y me arrastré fuera del hielo, aquel viajecito sobre hielo quizá había sido un error.
- Así debe de sentirse un ave con las alas y piernas rotas, inútil. – Aunque cualquier otro animal que no pudiese moverse era totalmente inútil.
Me acerqué al otro sujeto, parecía estar congelado y por ende muerto “Vaya desastre, creí que por fin habría alguien aquí.” Tenía algo extraño en el pecho, quizá fuese algo útil para vender luego o comida, me acerqué para revisar y en aquel momento el sujeto reacciono. El susto que me dio fue de muerte, me llevé la mano al pecho y relajé mi respiración, no estaba preparado para esas cosas.
- Muy bien… pescador. – “Momento, ¿Es el pescador?” Era igual que lo que había conseguido, eso ya era más que coincidencia, definitivamente algo pasaba.
El grito que tanto había escuchado aquel día se hizo presente nuevamente, ya era imposible que alguna chica fuera la que hacía tal sonido o quizá sí, debía saber exactamente donde estaba la causante de aquel ruido… pero no podía dejar al llamado pescador. Lo que parecía tener era una piedra de color amarillo, aquello debía de valer algo así que la guardé sin dudarlo, si lograba hacer que el sujeto reaccionara luego se la devolvería si era necesario.
Un ruido en el hielo me dio señal de que no podía perder más tiempo allí, debía irme y llevarme al congelado… aunque no sabía si seguía vivo, tampoco lo dejaría muerto en medio de la nada. Jalando el brazo del pescador intenté arrastrarlo pero parecía totalmente fijo, se había congelado totalmente allí ¿Qué demonios hacía ahora?
- Vamos amigo, necesito que colabores. – Volví a jalar al pescador con todas mis fuerzas, si no se dignaba a moverse con aquello yo debería dejarlo por mucho que me arrepintiera, luego podría buscarlo con la balsa si era necesario.
Fredericksen
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
El miembro 'Fredericksen' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
Habiendo un sinfín de cosas en el muelle el valiente cazador decidió deslizarse por el hielo. No había que culparlo, seguramente en otra vida él fue un famoso patinador de hielo artístico con un exótico gusto por las personas de su género, así que por el momento había que dejarlo disfrutar sus cinco minutos de fama.
Lamentablemente la ejecución del forastero fue tan buena como su sentido común y no pasó mucho tiempo antes de que terminase cayendo de bruces al suelo. Al menos deberíais darle crédito por aquel humilde esfuerzo, que bien o mal le ayudó a acercarse a su objetivo.
El joven forastero había encontrado al pescador, la primera pieza del desastroso puzle en el que estaba metido, ahora tendría que decidir entre ayudarle o dejarle ahí. Una difícil decisión, considerando que se encontraban a mitad de un lado traicionero que en cualquier momento podría romperse y ahogarlos a ambos.
La decisión fue tomada y después que el arquero guardase la piedra ambarina se dispuso a sacar al hombre de ahí a como diera lugar. Ojalá los Dioses le hubiesen sonreído, aunque fuese un poco, pero al parecer eso no estaba en sus planes y el hielo comenzó a desquebrajarse bajo los pies del forastero, quien apenas si tuvo tiempo de llegar a la orilla del muelle antes de sufrir el mismo infortunio que el pescador, a quien el agua pareció tragarse sin dejar ningún rastro.
¡¿Pero qué clase de héroe sois vos?! No ves que el pueblo no tiene gente y te pones a desaparecer a los pocos que quedan.
Una vez superado el trauma de haber visto al pescador hundirse en el lago, el joven forastero seguiría el camino del río, aquel que llevaba hasta el centro de la ciudad. Solo había un pequeño detalle: al llegar a una bifurcación se encontraría con un árbol hueco en cuyo interior se hallaba una loba bastante hambrienta y malhumorada.
Es uno de esos momentos en que me gustaría instaros a pensar tranquilamente antes de actuar, pues si decidís salir corriendo como niñas miedicas corréis el riesgo de que la loba os persiga y termine devorándoos. Por otro lado, si lleváis flechas podríais acabar con el problema y así continuar con vuestro camino, pero deberéis recordar que todo tiene consecuencias y está decisión no sería la excepción.
Sin importar cual camino decidiese seguir, el cazador tendría que librarse de aquel animal salvaje primero, tal vez no le costaría tanto como pensó, pero considerando su mala suerte en el lago debería considerar cualquier posibilidad por más descabellada que fuese.
Lamentablemente la ejecución del forastero fue tan buena como su sentido común y no pasó mucho tiempo antes de que terminase cayendo de bruces al suelo. Al menos deberíais darle crédito por aquel humilde esfuerzo, que bien o mal le ayudó a acercarse a su objetivo.
El joven forastero había encontrado al pescador, la primera pieza del desastroso puzle en el que estaba metido, ahora tendría que decidir entre ayudarle o dejarle ahí. Una difícil decisión, considerando que se encontraban a mitad de un lado traicionero que en cualquier momento podría romperse y ahogarlos a ambos.
La decisión fue tomada y después que el arquero guardase la piedra ambarina se dispuso a sacar al hombre de ahí a como diera lugar. Ojalá los Dioses le hubiesen sonreído, aunque fuese un poco, pero al parecer eso no estaba en sus planes y el hielo comenzó a desquebrajarse bajo los pies del forastero, quien apenas si tuvo tiempo de llegar a la orilla del muelle antes de sufrir el mismo infortunio que el pescador, a quien el agua pareció tragarse sin dejar ningún rastro.
¡¿Pero qué clase de héroe sois vos?! No ves que el pueblo no tiene gente y te pones a desaparecer a los pocos que quedan.
Una vez superado el trauma de haber visto al pescador hundirse en el lago, el joven forastero seguiría el camino del río, aquel que llevaba hasta el centro de la ciudad. Solo había un pequeño detalle: al llegar a una bifurcación se encontraría con un árbol hueco en cuyo interior se hallaba una loba bastante hambrienta y malhumorada.
Es uno de esos momentos en que me gustaría instaros a pensar tranquilamente antes de actuar, pues si decidís salir corriendo como niñas miedicas corréis el riesgo de que la loba os persiga y termine devorándoos. Por otro lado, si lleváis flechas podríais acabar con el problema y así continuar con vuestro camino, pero deberéis recordar que todo tiene consecuencias y está decisión no sería la excepción.
Sin importar cual camino decidiese seguir, el cazador tendría que librarse de aquel animal salvaje primero, tal vez no le costaría tanto como pensó, pero considerando su mala suerte en el lago debería considerar cualquier posibilidad por más descabellada que fuese.
- Imagen de la bifurcación:
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Fredericksen: Los dioses te han dado la espalda y ahora el pescador se ha perdido en las profundidades del agua. ¡Mala suerte! Pero no es recomendable quedarte ahí, lo mejor es seguir avanzando, pues aun puedes hacer algo para salvar a Gire Drove. En este post tendrás que narrar como alcanzas a salvarte antes de que el lago se descongele llevándose al pescador consigo, así como tu reacción al respecto para finalmente llegar a la bifurcación donde te encontraras con una criatura a la que dicen que adoras. Como soy un master bastante benévola te daré la opción de encargarte de ella de la manera en que mejor lo consideres, pero recuerda que lo que sea que decidas traerá consigo algún tipo de consecuencia, además deberás elegir cuál de los dos caminos deseas tomar. Te dejaré descansar así que no lances una runa esta vez.
Wyn
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
El supuesto pescador no colaboraba para nada en su rescate, así no daban ganas de ayudar a las personas, yo esforzándome y el sujeto congelado como si nada… bueno, estaba congelado, pero aun así lo veía como una total falta de respeto, de por si había abierto los ojos solo para decir “Soy el pescador” y luego regresar a su estado de estatua invernal.
Estaba considerando tratar patear al sujeto a ver si así lograba moverlo, nada daba resultado y el sonido del hielo quebrarse me alteraba cada vez más. Un último intento jalando el brazo del hombre no dio resultado, con la fuerza realizada y lo traicionero que se volvía el hielo sentí como se había comenzado a romper debajo de mis pies, ya no podía perder más tiempo allí.
- Lo siento pescador, regresaré por ti luego… si sales bien de este problema. –Le di unas palmadas en el hombro y tomando impulso comencé a alejarme.
El sonido del hielo partirse y sucumbir me tenía los pelos de punta, por si fuese poco sentía como se quebraba rápidamente detrás de mí. Giré para contemplar como el agua comenzaba a tragarse al pescador, no tan literalmente… no es como si hubiese salido una boca del lago, allí estaría más nervioso y preocupado “Bueno, yo traté de ayudarlo, quizá luego pueda pescarlo… quizá.” No era tan mala idea, regresar con un bote y tratar de sacarlo del agua ¿Qué podía salir mal?
Cuando vi tierra firme no dude en saltar hasta ella, necesitaba un descanso y estar allí me lo daría. Me giré un momento a contemplar el lago y pensar que tan profundo sería, quizá el pescador no estuviese tan lejos como lo pensaba… unos metros posiblemente “Un momento Fred, el pobre sujeto ya estaba congelado, no va a sobrevivir.” Aquello era verdad, el sujeto no iba a vivir… y no lo había podido salvar, preferí correr, había sido un maldito idiota.
Tomé un puñado de nieve y alejando mis pensamientos y desquitándome por mi falló lo lancé al agua, aquello no serviría de nada pero debía pasar la rabia de alguna manera, había vuelto a fallar en salvar a alguien, a este paso todos los que estuviesen cerca iba a morir.
Bueno, ya no podía hacer más nada y quedarme sentado a esperar el mismo destino de volverme una estatua de hielo no me parecía agradable, ahora debía regresar a la posada… el problema es que no sabía exactamente como “Otra grandiosa idea de Fred.” ¿Por qué no pensé en ello cuando me aventuré en el lago? Cada vez tomaba peores decisiones, seguramente era una señal de la vida, estaba destinado a la desgracia.
Lo más sensato era seguir el caudal del río, a final de cuentas debería de ir a algún sitio ¿No? Quizá si tenía suerte llegaba a donde hubiese comida o fuego… o ambas cosas, ambas cosas no estarían para nada mal.
Mi humor en el camino no mejoró pero por suerte tampoco empeoró, solo pensaba en las otras opciones que hubiese podido tomar para ayudar al sujeto… no había intentado quebrar un poco el hielo debajo de si para arrástralo, solamente había tratado de jalarlo. Pateé una rama tirada en el suelo y observé el camino de nuevo, por lo visto ahora estaba más perdido que antes, habían dos rutas a elegir y no tenía ni idea cual sería conveniente.
Opté por dejar eso al azar y di un pasó a la derecha, aquella seguramente era. Quería seguir caminando pero dentro del árbol algo comenzó a gruñir, esperaba que no fuese el árbol… me alejé dos pasos y esperé a ver qué sucedía. No quería enfrentarme a un árbol malhumorado, eso ya sería tentar mucho con mi suerte.
Del tronco salió el causante del sonido, era un lobo y parecía estar molesto… no necesitaba matar otro lobo y menos en aquel momento, pero conociendo a aquella especie tampoco podía correr o me atacaría ¿Qué debía hacer? Levanté una mano en señal de paz y con la otra busqué en mi mochila algo que usar, solo había una ardilla y un conejo… podía intentar negociar con el animal.
- Tranquilo amigo… o amiga, no quiero atacarte y no creo que tú quieras atacarme. – Me acerqué lentamente sacando el conejo de la bolsa y sin bajar la mano que tenía alargada al animal. – Así que mejor relajémonos ¿Qué te parece eso? – Aleje la mano alargada y con cuidado tire al conejo muerto cerca del lobo, no quería arriesgarme a que me arrancase una mano así que solo debía esperar a que recibiera mi ofrenda de paz, en caso que no fuese así solo me quedaba trepar a un árbol y esperar.
Estaba considerando tratar patear al sujeto a ver si así lograba moverlo, nada daba resultado y el sonido del hielo quebrarse me alteraba cada vez más. Un último intento jalando el brazo del hombre no dio resultado, con la fuerza realizada y lo traicionero que se volvía el hielo sentí como se había comenzado a romper debajo de mis pies, ya no podía perder más tiempo allí.
- Lo siento pescador, regresaré por ti luego… si sales bien de este problema. –Le di unas palmadas en el hombro y tomando impulso comencé a alejarme.
El sonido del hielo partirse y sucumbir me tenía los pelos de punta, por si fuese poco sentía como se quebraba rápidamente detrás de mí. Giré para contemplar como el agua comenzaba a tragarse al pescador, no tan literalmente… no es como si hubiese salido una boca del lago, allí estaría más nervioso y preocupado “Bueno, yo traté de ayudarlo, quizá luego pueda pescarlo… quizá.” No era tan mala idea, regresar con un bote y tratar de sacarlo del agua ¿Qué podía salir mal?
Cuando vi tierra firme no dude en saltar hasta ella, necesitaba un descanso y estar allí me lo daría. Me giré un momento a contemplar el lago y pensar que tan profundo sería, quizá el pescador no estuviese tan lejos como lo pensaba… unos metros posiblemente “Un momento Fred, el pobre sujeto ya estaba congelado, no va a sobrevivir.” Aquello era verdad, el sujeto no iba a vivir… y no lo había podido salvar, preferí correr, había sido un maldito idiota.
Tomé un puñado de nieve y alejando mis pensamientos y desquitándome por mi falló lo lancé al agua, aquello no serviría de nada pero debía pasar la rabia de alguna manera, había vuelto a fallar en salvar a alguien, a este paso todos los que estuviesen cerca iba a morir.
Bueno, ya no podía hacer más nada y quedarme sentado a esperar el mismo destino de volverme una estatua de hielo no me parecía agradable, ahora debía regresar a la posada… el problema es que no sabía exactamente como “Otra grandiosa idea de Fred.” ¿Por qué no pensé en ello cuando me aventuré en el lago? Cada vez tomaba peores decisiones, seguramente era una señal de la vida, estaba destinado a la desgracia.
Lo más sensato era seguir el caudal del río, a final de cuentas debería de ir a algún sitio ¿No? Quizá si tenía suerte llegaba a donde hubiese comida o fuego… o ambas cosas, ambas cosas no estarían para nada mal.
Mi humor en el camino no mejoró pero por suerte tampoco empeoró, solo pensaba en las otras opciones que hubiese podido tomar para ayudar al sujeto… no había intentado quebrar un poco el hielo debajo de si para arrástralo, solamente había tratado de jalarlo. Pateé una rama tirada en el suelo y observé el camino de nuevo, por lo visto ahora estaba más perdido que antes, habían dos rutas a elegir y no tenía ni idea cual sería conveniente.
Opté por dejar eso al azar y di un pasó a la derecha, aquella seguramente era. Quería seguir caminando pero dentro del árbol algo comenzó a gruñir, esperaba que no fuese el árbol… me alejé dos pasos y esperé a ver qué sucedía. No quería enfrentarme a un árbol malhumorado, eso ya sería tentar mucho con mi suerte.
Del tronco salió el causante del sonido, era un lobo y parecía estar molesto… no necesitaba matar otro lobo y menos en aquel momento, pero conociendo a aquella especie tampoco podía correr o me atacaría ¿Qué debía hacer? Levanté una mano en señal de paz y con la otra busqué en mi mochila algo que usar, solo había una ardilla y un conejo… podía intentar negociar con el animal.
- Tranquilo amigo… o amiga, no quiero atacarte y no creo que tú quieras atacarme. – Me acerqué lentamente sacando el conejo de la bolsa y sin bajar la mano que tenía alargada al animal. – Así que mejor relajémonos ¿Qué te parece eso? – Aleje la mano alargada y con cuidado tire al conejo muerto cerca del lobo, no quería arriesgarme a que me arrancase una mano así que solo debía esperar a que recibiera mi ofrenda de paz, en caso que no fuese así solo me quedaba trepar a un árbol y esperar.
Fredericksen
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
- Camino del río:
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La fortuna le había dado la espalda al joven forastero, quien apenas si fue capaz de salvarse de morir ahogado en un lago congelado. Lamentablemente no había podido llevar consigo al pescador y ahora no había ni una sola señal que le pudiese indicar que siguiera con vida, menos después de perderse en el agua.
Quizá hubiese podido hacer algo o quizá no. Aquello sería una interrogante que le seguiría a todos lados a partir de ese momento, pero sin importar lo mal que se sintiera debería seguir avanzando.
Una vez que el arquero llegó a la bifurcación, siguiendo el camino allende el rio, se encontraría con otro pequeño contratiempo, pues, al parecer una loba hambrienta custodiaba el paso y no lucía demasiado amistosa.
Muchos otros habrían sido sensatos, acabando con la vida de la feroz bestia, más el cazador había demostrado no ser alguien con esta cualidad, por lo que terminó ofreciéndole un conejo muerto como ofrenda de paz.
Es aquí donde me gustaría volver a instaros a no hacer este tipo de actos, especialmente cuando os encontráis en una situación tan peligrosa en la que podríais llegar a perder el brazo o algo peor.
Afortunadamente había sido lo bastante inteligente como para lanzarlo a la cara del animal y no dárselo directamente. ¡Aleluya! ¡Había usado el sentido común! Aunque al final el resultado sería algo que jamás se esperó, pues en cuanto terminó de devorar el delicioso conejillo, la loba miró al cazador sintiéndose insatisfecha y con ansias de una presa más grande. Una presa como la que acababa de alimentarle.
Todo indicaba que sería el final para el pobre forastero, cuando de pronto el árbol a mitad del camino comenzó a congelarse de forma rápida y misteriosa. Sucumbiendo al inesperado cambio y sin previo aviso una de las ramas del árbol se partió, aplastando a la criatura un momento antes de que se lanzase contra el cazador y lo convirtiese en su cena.
Podría deciros que eso fue un inesperado golpe de suerte, pero considerando la legendaria mala fortuna del cazador aquello no parecería un buen presagio y eso quedaría demostrado con el sonido que provendría del hueco de donde había salido la loba anteriormente.
Con los ojos cerrados por la edad y aullando en busca de su madre una hermosa cría temblaba del frío. No tendría más de un par de semanas de nacido y ahora se encontraba completamente solo. Bueno, tal vez al cazador no le molestaría hacerse cargo de él, especialmente cuando de no ser por él su madre seguiría con vida.
El camino de la derecha, aquel que el joven había elegido, lo llevaría hasta el centro de la aldea, pero todos los locales y establecimientos se encontrarían completamente cerrados. Tal vez podría colarse por una ventana y buscar algo con que alimentar al cachorro, solo que tendría que ingeniárselas para lograr conseguir un poco de leche que no se encontrase congelada. Ahora no solo debería cuidar su propia vida, sino también la del recién nacido.
Una vez que el joven se asegurase de alimentar al pequeño y de encontrar algo con que abrigarlo del frío, ambos seguirían avanzando hasta toparse con una especie de museo. La puerta, como todas las demás, se encontraría cerrada, aunque un informante experimentado no tendría problema alguno para entrar ¿o sí?
Un aura de peligro se extendería por todo el sitio, instándole a salir de ahí, pero estar dentro parecía más seguro que estar afuera en donde la temperatura parecía descender con más rapidez que antes. ¿Cuánto tiempo se mantendría así? Es algo que probablemente él no querría saber, especialmente cuando llegase al ala de la historia, dónde encontraría un enorme desastre de hojas y libros por doquier. Aunque el papel que quizá llamaría más su atención sería uno que colgaba sobre el escritorio principal, el cual dictaría lo siguiente:
‘‘Todo se encuentra preparado para el equinoccio de otoño. El herrero será el encargado de hacerse con la ofrenda, llevándola al lugar donde habrá de prepararse para su misión’’
‘‘Hacerse’’ Palabra que aquí significa: obtener, conseguir…o raptar. No creo que haya necesidad de explicaros más a fondo a que podría referirse tal información, solo tendréis que seguir las pistas expuestas y lo sabréis.
Quizá hubiese podido hacer algo o quizá no. Aquello sería una interrogante que le seguiría a todos lados a partir de ese momento, pero sin importar lo mal que se sintiera debería seguir avanzando.
Una vez que el arquero llegó a la bifurcación, siguiendo el camino allende el rio, se encontraría con otro pequeño contratiempo, pues, al parecer una loba hambrienta custodiaba el paso y no lucía demasiado amistosa.
Muchos otros habrían sido sensatos, acabando con la vida de la feroz bestia, más el cazador había demostrado no ser alguien con esta cualidad, por lo que terminó ofreciéndole un conejo muerto como ofrenda de paz.
Es aquí donde me gustaría volver a instaros a no hacer este tipo de actos, especialmente cuando os encontráis en una situación tan peligrosa en la que podríais llegar a perder el brazo o algo peor.
Afortunadamente había sido lo bastante inteligente como para lanzarlo a la cara del animal y no dárselo directamente. ¡Aleluya! ¡Había usado el sentido común! Aunque al final el resultado sería algo que jamás se esperó, pues en cuanto terminó de devorar el delicioso conejillo, la loba miró al cazador sintiéndose insatisfecha y con ansias de una presa más grande. Una presa como la que acababa de alimentarle.
Todo indicaba que sería el final para el pobre forastero, cuando de pronto el árbol a mitad del camino comenzó a congelarse de forma rápida y misteriosa. Sucumbiendo al inesperado cambio y sin previo aviso una de las ramas del árbol se partió, aplastando a la criatura un momento antes de que se lanzase contra el cazador y lo convirtiese en su cena.
Podría deciros que eso fue un inesperado golpe de suerte, pero considerando la legendaria mala fortuna del cazador aquello no parecería un buen presagio y eso quedaría demostrado con el sonido que provendría del hueco de donde había salido la loba anteriormente.
Con los ojos cerrados por la edad y aullando en busca de su madre una hermosa cría temblaba del frío. No tendría más de un par de semanas de nacido y ahora se encontraba completamente solo. Bueno, tal vez al cazador no le molestaría hacerse cargo de él, especialmente cuando de no ser por él su madre seguiría con vida.
- Bebé lobo:
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El camino de la derecha, aquel que el joven había elegido, lo llevaría hasta el centro de la aldea, pero todos los locales y establecimientos se encontrarían completamente cerrados. Tal vez podría colarse por una ventana y buscar algo con que alimentar al cachorro, solo que tendría que ingeniárselas para lograr conseguir un poco de leche que no se encontrase congelada. Ahora no solo debería cuidar su propia vida, sino también la del recién nacido.
Una vez que el joven se asegurase de alimentar al pequeño y de encontrar algo con que abrigarlo del frío, ambos seguirían avanzando hasta toparse con una especie de museo. La puerta, como todas las demás, se encontraría cerrada, aunque un informante experimentado no tendría problema alguno para entrar ¿o sí?
Un aura de peligro se extendería por todo el sitio, instándole a salir de ahí, pero estar dentro parecía más seguro que estar afuera en donde la temperatura parecía descender con más rapidez que antes. ¿Cuánto tiempo se mantendría así? Es algo que probablemente él no querría saber, especialmente cuando llegase al ala de la historia, dónde encontraría un enorme desastre de hojas y libros por doquier. Aunque el papel que quizá llamaría más su atención sería uno que colgaba sobre el escritorio principal, el cual dictaría lo siguiente:
‘‘Todo se encuentra preparado para el equinoccio de otoño. El herrero será el encargado de hacerse con la ofrenda, llevándola al lugar donde habrá de prepararse para su misión’’
‘‘Hacerse’’ Palabra que aquí significa: obtener, conseguir…o raptar. No creo que haya necesidad de explicaros más a fondo a que podría referirse tal información, solo tendréis que seguir las pistas expuestas y lo sabréis.
- Museo:
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Fredericksen: ¡Menudo chico! Tu osadía pudo haberte costado la vida, aunque al final no lograste hacerte amigo de la loba y misteriosamente ésta terminó muerta. Ahora tienes a un cachorro bebé que necesita más cuidados de los que imaginarías, pues es tan pequeño que ni siquiera ha logrado abrir los ojos y no sería capaz de sobrevivir más de unos minutos con las temperaturas actuales. Sin importar lo que hagas no podrás separarte del pequeño lobo y tendrás la tarea de mantenerlo a salvo, al menos hasta que aquella pesadilla acabe. No creo que quieras saber lo que sucedería si algo le llegase a pasar. En este post tendrás que narrar tu llegada a la ciudad y conseguir alimentar al pequeño cachorro, además la temperatura es cada vez más baja y eso no le hará bien al bebé. Una vez que hayas cumplido con ese cometido llegarás al museo en donde tendrás que investigar, teniendo cuidado de donde pisas, no vaya a ser que termine todo como en el lago, ¿verdad? Sin importar lo que hagas no tendrás permitido abandonar el museo, pero no habrá necesidad de que lances una runa…aun.
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
Por primera vez algo me salía bien en aquel sitio, mi ofrenda de paz había sido recibida con mucho entusiasmo por la loba, eso significaba que ya no peligraría y que podía seguir mi camino sin preocuparme de tener que mirar atrás. Volví a retomar mi camino pero la mirada del animal al acabar su merienda no era muy amistosa ¿Acaso quería más? Aun podía tirarle la ardilla pero el gruñido del animal y su acercamiento me dejaba claro que no tendría tiempo a sacarla, ahora sí que estaba totalmente muerto… ¿Cuántas veces me había dado ya por muerto? Muchas a decir verdad.
Retrocedí y culminé tropezando con una roca, caí de espaldas y sentí el frío y duro golpe de la suave nieve… que irónico, ya no podía correr. Cubrí mi rostro con los brazos por si el animal llegaba a atacarme allí, una mordida en los brazos dolía mucho menos que una en la nariz chueca o en todo el ojo.
Contaba mis últimos segundos de vida, habían pasado ya 60 segundos de fría espera por el golpe final, estaba por levantar la mirada cuando el crujir de una rama se presentó “Oh genial, si no soy comido vivo me aplastará un árbol.” No sabía cual elección era mejor o peor, quizá el árbol, sería una muerte rápida y menos dolorosa.
Mi extrañeza fue cuando la rama chocó pero no conmigo, se había estrellado con mi atacante. El chillar del animal aplastado era una clara señal de que había sido mucho para él, por lo visto nuevamente el destino trabajaba de manera rápida y se ponía a mi favor. Me arrastré con cuidado hasta el animal y sacudí una de sus patas para verificar el estado, quizá solo había quedado inconsciente o… “No, definitivamente murió.” Aquello también podía ser una clara señal de que todo lo que estuviese cerca moriría.
Ahora que podía seguir mi camino no dude en hacerlo, estaba por seguir de largo cuando otro extraño ruido salió del árbol, aunque no era tan agresivo. Retrocedí y observé por donde había salido el ahora animal muerto, los aullidos eran una clara señal de lo que me encontraría “Oh no, esto no debe estar pasando.” Era la cría de la loba muerta, ahora había dejado huérfano a un cachorro ¿Acaso no me cansaba de hacer tanto daño? Todo a lo que me acercaba terminaba sufriendo, maldición.
Si dejaba al lobo allí seguro tendría el mismo destino de su madre… y si yo me lo llevaba también, aunque siempre tuve una debilidad por los cachorros tanto de lobos o de zorros, no podía dejarlo allí a morir, aun podía intentar algo “Bueno Fred, más vale intentar y seguramente fallar en el intento.”
Saqué el libro que donde estaba guardando las cosas raras y lo guardé en mi bolsa, no era una bolsa muy espaciosa pero al menos cabía el libro. Con cuidado escondí al cachorro de lobo bajo mi atuendo esperando que así pudiese conseguir calor, con todo aquel frío era normal que estuviese sufriendo.
Ahora el problema era ¿Qué me calentaría a mí? Aunque la respuesta era más fácil de lo que esperaba, había una loba muerta bajo una rama, ella podía servir… y técnicamente abrigaría a su cachorro desde el más allá, no veía lo malo en ello.
- Espero que no te molestes por esto, lo último que necesito es el espíritu de un animal acechándome. – Aparté la rama que había puesto fin a la vida del animal y coloqué el cuerpo muerto sobre mi espalda, podía servirme como una capa abrigada aunque el peso no ayudaba mucho.
Ya asegurado de que no tendría más inconvenientes y no habían más sorpresas pude seguir mi camino, aunque con tastas cosas que pasaban podía jugar que conseguiría otro problema en el camino, quizá un loco con mocos congelados tratando de asaltarme… pero era improbable, desde que había llegado no había escuchado casi nada, solo el grito aterrador de la chica y al pobre pescador que ya debía de estar en el fondo del lago.
El resto del camino fue normal, sin contratiempos y tranquilo, el pequeño lobo ya había entrado en calor y por lo visto estaba dormido, yo agradecía haber sido inteligente y abrigarme con el cuerpo muerto de la madre, si no fuese así estaría pasando más frío del que ya tenía. No sabía cómo pero había llegado nuevamente al pueblo, aquello debía ser una cruel broma, quizá era una especie de juego de los dioses y ahora estaba encerrado allí para siempre.
Aquello era algo que tenía que pensar en el futuro, primero era buscar comida, fuego y alimento. Todo eso para el cachorro y para mi, también podía ojear un poco el libro de nuevo y tratar de entender mejor las cosas, ya estaba claro que en ese sitio había sucedido algo fuera de lo común.
La taberna estaba lejos… aunque no veía motivo para necesitar una chimenea, no es que fuese totalmente necesaria para hacer fuego. Supuse que el cachorro debía beber algo de leche, no tenía colmillos para una ardilla y en esa etapa dependía mucho de su madre, posiblemente hubiese alguna casa con aquella bebida, podía revisar en cualquiera y a su vez ver si había alguien vivo.
Sin pensar mucho volví a causar daño a la propiedad rompiendo una ventana y entrando a un hogar, ya tendría tiempo para recapacitar en todas las cosas que estaba haciendo, si alguien me viese pensaría que era un estilo de rebelde sin causa. Dejé la piel del animal muerto tirada en el suelo y partí un par de sillas de la cocina del hogar, no podía salir a buscar leña y dañar más cosas solo era otra cosa que añadir a la lista de remordimientos.
Saqué al cachorro de mi atuendo y lo resguardé bajo el cuerpo muerto de su madre, quizá aquello era un poco extremista y triste pero debía mantenerlo abrigado mientras buscaba algo con que avivar el fuego, tampoco quería que llevara un mal golpe a causa de mis revisiones y estragos despreocupados.
Apilando la madera quebrada en un rincón y cubriéndola de ropa que posiblemente fue de una familia inicié mi fogata casera, fue grato encontrar unas piedras sillex en aquella casa, así no debía matarme frotando ramitas hasta iniciar el fuego. Con cuidado acerqué a la cría lobuna y la posicione cerca del fuego, no tan cerca como para que se quemara pero si para que tomase abrigo.
- Supongo que ahora debemos buscar comida, no debe ser tan difícil. A menos que esta fuese una casa de caníbales y se alimentaran con otras personas, allí la cosa si estaría difícil. – Me confortaba saber que por fin no hablaba del todo solo, el cachorro al menos me escuchaba.
En los estantes de la cocina solo había algunas ramas raras que no lograba reconocer, algo extraño tomando en cuenta mí pasado como herborista y el hecho de que viviese en el bosque, quizá era asunto de la región. Me agaché a revisar las alecenas inferiores, había unas botellas con lo que supuse que sería leche ¿El problema? Estaba congelada… aunque ya tenía fuego, con fuego no debería ser mucho problema.
Tome una taza de madera y regresé hasta la hoguera improvisada, no había quemado la casa aun y eso era bueno. Ya que no pude sacar la leche de la botella debido a su estado opté por simplemente acercarla y esperar que regresara su forma líquida, mientras tanto podía leer.
Mientras esperaba aproveché la luz del fuego y revisé con cuidado todo lo que había guardado en el libro, algunas cosas no tenían mucho sentido realmente, lo único que sabía a ciencia cierta es que se había elegido una ofrenda pura... ”Un momento, ofrenda pura.” Leí la nota que había conseguido en el puesto de vigilancia, decía que la virgen era para la ofrenda ¿Acaso habían usado a una virgen para aquel asunto? Podía tener lógica, una virgen era alguien pura… eso tenía algo de sentido.
- ¿Qué opinas tú Azrael? – Pregunté mientras le mostraba todas mis pistas al cachorro, este se limito a simplemente bostezar. – Si, yo opino lo mismo, revisar conexión en esto es agotador.
El único que podía responder mis dudas en ese momento era el pescador pero sabía muy bien donde estaba, dudaba que me fuese a responder. Por el momento lo único que tenía era que posiblemente habían usado a una virgen para sus tradiciones, aquello realmente no era mucho.
Cuando la leche estuvo tibia la deposité en la taza de madera, estaba perfecta para que el cachorro bebiese. Acerqué la bebida al animal para darle suaves palmadas después, aun no había muerto en todo ese tiempo y era un milagro.
Cuando el cachorro termino de comer y ya ambos estábamos en calor lo volví a esconder bajo mi atuendo, ya habíamos descansado y lo mejor era seguir buscando a alguien en ese sitio, aunque esperaba que esta vez no fuese alguien congelado. Salí con cuidado evitando cortarme con las esquirlas sobrantes de la ventana, sería irónico que me apuñalara con aquello.
No sabía si había algún lugar donde pudiese obtener más información del tema y tampoco había señal de que alguien fuese a pasar por allí, así que solo me quedó caminar a la deriva mientras observaba mi aliento, si aquel sitio no fuese tan tétrico hasta me hubiese divertido jugando con el vapor.
Observé un gran edificio cercano, tenía un letrero que decía “Museo.” Vaya coincidencia, un museo podía tener más respuestas de las que necesitaba, me acerqué al local y rogando que estuviese abierto giré la perilla de la puerta “Cerrada, maldición.” No tenía algo que me sirviera para forzarla y chocarla hasta tumbarla no era una opción ahora, podía herir a Azrael… que dilema.
Retrocedí observando bien el museo y noté que una ventana de la parte superior estaba abierta, podía resultar peligroso, todo estaba resbaloso o con nieve…. Pero no había mucho que perder, el que no arriesga no gana. Afianzándome en algunos soportes comencé a escalar el edifico, era más complicado que subir a un árbol, eso lo aseguraba.
- Solamente trata de no caerte esta vez. – Seguí escalando y por un momento casi resbalo, la nieve había caído y mi mano no se había logrado afianzar bien al techo.
Esforzándome todo lo que pude volví a estabilizarme y antes de que pasara algo salté por la ventana hacía el interior del museo, tuve que girar sobre mi cuerpo para caer de espalda y no aplastar al cachorro, casi había olvidado al pequeño animal.
- Muy bien amigo, ya entramos… no sé cómo vamos a salir pero lo que importa es que estamos adentro. – Me levanté del suelo y recorrí el sitio con la vista, supuse que si debía conseguir información debía ir a donde contasen las historias del pueblo.
En los pasillos no había muchas cosas, animales taxidermizados, algunos bosquejos de lo que supuse sería el mismo pueblo y también nombres de personas relevantes pero no lo que necesitaba, en las puertas habían los nombres de las secciones, me tuve que detener cuendo leí el de “Historia” aquella debía de ser la indicada.
El ambiente dentro de aquel lugar era más tenebroso del que había afuera, quizá por el hecho de que me sentía encerrado de cierta manera, no planeaba salir de allí por la ventana así que estaba encerrado. Entré al sitio de historia y el desastre que había dentro era inimaginable, era como si hubiesen estado investigando algo realmente importante y dejaran el estrago… eso ya no era normal.
Froté mis manos para tomar calor, no sabía si eran ideas mías pero parecía que el clima era cada vez más gélido, seguramente era un efecto secundario de la sensación de encierro actual, debía revisar rápido e irme ¿Pero por dónde empezar?
Supuse que los que estuviesen en el escritorio debían ser los más importantes, al menos así lo veía yo, lo principal encima de un escritorio y los datos secundarios o investigaciones regadas, así se mantendría un orden y los resultados se mantendrían en un sitio fijo… bueno, esperaba que el resto de personas pensaran igual que yo referente a eso.
Los primeros papeles no daban información importante, ya el quinto fue cosa diferente, también trataba de la ofrenda que tanto llevaba leyendo. “¿Será el encargado de hacerse con la ofrenda? Significa que no fue por voluntad propia… entonces si la ofrenda era la virgen ¿Acaso la habían negociado de alguna manera?” Mis dudas iban incrementando con cada cosa, además me resultaba extraño que ahora fuese un herrero ¿Acaso los trabajadores de ese pueblo no tenían mejores cosas que hacer?
- Bien Azrael, supongo que esto es otra pista para nuestro caso, quizá debemos ver si ese herrero está aún por aquí… espero que no sea como el pescador.
Retrocedí y culminé tropezando con una roca, caí de espaldas y sentí el frío y duro golpe de la suave nieve… que irónico, ya no podía correr. Cubrí mi rostro con los brazos por si el animal llegaba a atacarme allí, una mordida en los brazos dolía mucho menos que una en la nariz chueca o en todo el ojo.
Contaba mis últimos segundos de vida, habían pasado ya 60 segundos de fría espera por el golpe final, estaba por levantar la mirada cuando el crujir de una rama se presentó “Oh genial, si no soy comido vivo me aplastará un árbol.” No sabía cual elección era mejor o peor, quizá el árbol, sería una muerte rápida y menos dolorosa.
Mi extrañeza fue cuando la rama chocó pero no conmigo, se había estrellado con mi atacante. El chillar del animal aplastado era una clara señal de que había sido mucho para él, por lo visto nuevamente el destino trabajaba de manera rápida y se ponía a mi favor. Me arrastré con cuidado hasta el animal y sacudí una de sus patas para verificar el estado, quizá solo había quedado inconsciente o… “No, definitivamente murió.” Aquello también podía ser una clara señal de que todo lo que estuviese cerca moriría.
Ahora que podía seguir mi camino no dude en hacerlo, estaba por seguir de largo cuando otro extraño ruido salió del árbol, aunque no era tan agresivo. Retrocedí y observé por donde había salido el ahora animal muerto, los aullidos eran una clara señal de lo que me encontraría “Oh no, esto no debe estar pasando.” Era la cría de la loba muerta, ahora había dejado huérfano a un cachorro ¿Acaso no me cansaba de hacer tanto daño? Todo a lo que me acercaba terminaba sufriendo, maldición.
Si dejaba al lobo allí seguro tendría el mismo destino de su madre… y si yo me lo llevaba también, aunque siempre tuve una debilidad por los cachorros tanto de lobos o de zorros, no podía dejarlo allí a morir, aun podía intentar algo “Bueno Fred, más vale intentar y seguramente fallar en el intento.”
Saqué el libro que donde estaba guardando las cosas raras y lo guardé en mi bolsa, no era una bolsa muy espaciosa pero al menos cabía el libro. Con cuidado escondí al cachorro de lobo bajo mi atuendo esperando que así pudiese conseguir calor, con todo aquel frío era normal que estuviese sufriendo.
Ahora el problema era ¿Qué me calentaría a mí? Aunque la respuesta era más fácil de lo que esperaba, había una loba muerta bajo una rama, ella podía servir… y técnicamente abrigaría a su cachorro desde el más allá, no veía lo malo en ello.
- Espero que no te molestes por esto, lo último que necesito es el espíritu de un animal acechándome. – Aparté la rama que había puesto fin a la vida del animal y coloqué el cuerpo muerto sobre mi espalda, podía servirme como una capa abrigada aunque el peso no ayudaba mucho.
Ya asegurado de que no tendría más inconvenientes y no habían más sorpresas pude seguir mi camino, aunque con tastas cosas que pasaban podía jugar que conseguiría otro problema en el camino, quizá un loco con mocos congelados tratando de asaltarme… pero era improbable, desde que había llegado no había escuchado casi nada, solo el grito aterrador de la chica y al pobre pescador que ya debía de estar en el fondo del lago.
El resto del camino fue normal, sin contratiempos y tranquilo, el pequeño lobo ya había entrado en calor y por lo visto estaba dormido, yo agradecía haber sido inteligente y abrigarme con el cuerpo muerto de la madre, si no fuese así estaría pasando más frío del que ya tenía. No sabía cómo pero había llegado nuevamente al pueblo, aquello debía ser una cruel broma, quizá era una especie de juego de los dioses y ahora estaba encerrado allí para siempre.
Aquello era algo que tenía que pensar en el futuro, primero era buscar comida, fuego y alimento. Todo eso para el cachorro y para mi, también podía ojear un poco el libro de nuevo y tratar de entender mejor las cosas, ya estaba claro que en ese sitio había sucedido algo fuera de lo común.
La taberna estaba lejos… aunque no veía motivo para necesitar una chimenea, no es que fuese totalmente necesaria para hacer fuego. Supuse que el cachorro debía beber algo de leche, no tenía colmillos para una ardilla y en esa etapa dependía mucho de su madre, posiblemente hubiese alguna casa con aquella bebida, podía revisar en cualquiera y a su vez ver si había alguien vivo.
Sin pensar mucho volví a causar daño a la propiedad rompiendo una ventana y entrando a un hogar, ya tendría tiempo para recapacitar en todas las cosas que estaba haciendo, si alguien me viese pensaría que era un estilo de rebelde sin causa. Dejé la piel del animal muerto tirada en el suelo y partí un par de sillas de la cocina del hogar, no podía salir a buscar leña y dañar más cosas solo era otra cosa que añadir a la lista de remordimientos.
Saqué al cachorro de mi atuendo y lo resguardé bajo el cuerpo muerto de su madre, quizá aquello era un poco extremista y triste pero debía mantenerlo abrigado mientras buscaba algo con que avivar el fuego, tampoco quería que llevara un mal golpe a causa de mis revisiones y estragos despreocupados.
Apilando la madera quebrada en un rincón y cubriéndola de ropa que posiblemente fue de una familia inicié mi fogata casera, fue grato encontrar unas piedras sillex en aquella casa, así no debía matarme frotando ramitas hasta iniciar el fuego. Con cuidado acerqué a la cría lobuna y la posicione cerca del fuego, no tan cerca como para que se quemara pero si para que tomase abrigo.
- Supongo que ahora debemos buscar comida, no debe ser tan difícil. A menos que esta fuese una casa de caníbales y se alimentaran con otras personas, allí la cosa si estaría difícil. – Me confortaba saber que por fin no hablaba del todo solo, el cachorro al menos me escuchaba.
En los estantes de la cocina solo había algunas ramas raras que no lograba reconocer, algo extraño tomando en cuenta mí pasado como herborista y el hecho de que viviese en el bosque, quizá era asunto de la región. Me agaché a revisar las alecenas inferiores, había unas botellas con lo que supuse que sería leche ¿El problema? Estaba congelada… aunque ya tenía fuego, con fuego no debería ser mucho problema.
Tome una taza de madera y regresé hasta la hoguera improvisada, no había quemado la casa aun y eso era bueno. Ya que no pude sacar la leche de la botella debido a su estado opté por simplemente acercarla y esperar que regresara su forma líquida, mientras tanto podía leer.
Mientras esperaba aproveché la luz del fuego y revisé con cuidado todo lo que había guardado en el libro, algunas cosas no tenían mucho sentido realmente, lo único que sabía a ciencia cierta es que se había elegido una ofrenda pura... ”Un momento, ofrenda pura.” Leí la nota que había conseguido en el puesto de vigilancia, decía que la virgen era para la ofrenda ¿Acaso habían usado a una virgen para aquel asunto? Podía tener lógica, una virgen era alguien pura… eso tenía algo de sentido.
- ¿Qué opinas tú Azrael? – Pregunté mientras le mostraba todas mis pistas al cachorro, este se limito a simplemente bostezar. – Si, yo opino lo mismo, revisar conexión en esto es agotador.
El único que podía responder mis dudas en ese momento era el pescador pero sabía muy bien donde estaba, dudaba que me fuese a responder. Por el momento lo único que tenía era que posiblemente habían usado a una virgen para sus tradiciones, aquello realmente no era mucho.
Cuando la leche estuvo tibia la deposité en la taza de madera, estaba perfecta para que el cachorro bebiese. Acerqué la bebida al animal para darle suaves palmadas después, aun no había muerto en todo ese tiempo y era un milagro.
Cuando el cachorro termino de comer y ya ambos estábamos en calor lo volví a esconder bajo mi atuendo, ya habíamos descansado y lo mejor era seguir buscando a alguien en ese sitio, aunque esperaba que esta vez no fuese alguien congelado. Salí con cuidado evitando cortarme con las esquirlas sobrantes de la ventana, sería irónico que me apuñalara con aquello.
No sabía si había algún lugar donde pudiese obtener más información del tema y tampoco había señal de que alguien fuese a pasar por allí, así que solo me quedó caminar a la deriva mientras observaba mi aliento, si aquel sitio no fuese tan tétrico hasta me hubiese divertido jugando con el vapor.
Observé un gran edificio cercano, tenía un letrero que decía “Museo.” Vaya coincidencia, un museo podía tener más respuestas de las que necesitaba, me acerqué al local y rogando que estuviese abierto giré la perilla de la puerta “Cerrada, maldición.” No tenía algo que me sirviera para forzarla y chocarla hasta tumbarla no era una opción ahora, podía herir a Azrael… que dilema.
Retrocedí observando bien el museo y noté que una ventana de la parte superior estaba abierta, podía resultar peligroso, todo estaba resbaloso o con nieve…. Pero no había mucho que perder, el que no arriesga no gana. Afianzándome en algunos soportes comencé a escalar el edifico, era más complicado que subir a un árbol, eso lo aseguraba.
- Solamente trata de no caerte esta vez. – Seguí escalando y por un momento casi resbalo, la nieve había caído y mi mano no se había logrado afianzar bien al techo.
Esforzándome todo lo que pude volví a estabilizarme y antes de que pasara algo salté por la ventana hacía el interior del museo, tuve que girar sobre mi cuerpo para caer de espalda y no aplastar al cachorro, casi había olvidado al pequeño animal.
- Muy bien amigo, ya entramos… no sé cómo vamos a salir pero lo que importa es que estamos adentro. – Me levanté del suelo y recorrí el sitio con la vista, supuse que si debía conseguir información debía ir a donde contasen las historias del pueblo.
En los pasillos no había muchas cosas, animales taxidermizados, algunos bosquejos de lo que supuse sería el mismo pueblo y también nombres de personas relevantes pero no lo que necesitaba, en las puertas habían los nombres de las secciones, me tuve que detener cuendo leí el de “Historia” aquella debía de ser la indicada.
El ambiente dentro de aquel lugar era más tenebroso del que había afuera, quizá por el hecho de que me sentía encerrado de cierta manera, no planeaba salir de allí por la ventana así que estaba encerrado. Entré al sitio de historia y el desastre que había dentro era inimaginable, era como si hubiesen estado investigando algo realmente importante y dejaran el estrago… eso ya no era normal.
Froté mis manos para tomar calor, no sabía si eran ideas mías pero parecía que el clima era cada vez más gélido, seguramente era un efecto secundario de la sensación de encierro actual, debía revisar rápido e irme ¿Pero por dónde empezar?
Supuse que los que estuviesen en el escritorio debían ser los más importantes, al menos así lo veía yo, lo principal encima de un escritorio y los datos secundarios o investigaciones regadas, así se mantendría un orden y los resultados se mantendrían en un sitio fijo… bueno, esperaba que el resto de personas pensaran igual que yo referente a eso.
Los primeros papeles no daban información importante, ya el quinto fue cosa diferente, también trataba de la ofrenda que tanto llevaba leyendo. “¿Será el encargado de hacerse con la ofrenda? Significa que no fue por voluntad propia… entonces si la ofrenda era la virgen ¿Acaso la habían negociado de alguna manera?” Mis dudas iban incrementando con cada cosa, además me resultaba extraño que ahora fuese un herrero ¿Acaso los trabajadores de ese pueblo no tenían mejores cosas que hacer?
- Bien Azrael, supongo que esto es otra pista para nuestro caso, quizá debemos ver si ese herrero está aún por aquí… espero que no sea como el pescador.
Fredericksen
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
Las odiseas del valiente cazador lo habían llevado hasta el museo, donde logró encontrar otra pista acerca de lo que estaba ocurriendo en aquel misterioso lugar. Los pequeños atisbos de información repartidos entre las notas encontradas serían suficientes como para que el joven se formulase una pequeña hipótesis de los hechos.
El museo contaría con diversas salas de exhibiciones y numerosos pasillos en los cuales sería fácil perderse, pero lo realmente preocupante sería la atmosfera de quietud que invadía cada rincón del museo y que solamente serviría para alertar al cazador.
Después de un buen rato de recorrer el lugar, Candau llegaría hasta un pequeño vestíbulo en el ala donde se presentaban diversas exhibiciones de armaduras y otros objetos de herrería. Solo existía un pequeño detalle y es que se debía ser muy avispado para no terminar cayendo en medio del agujero que se había formado en medio del salón, pues la oscuridad no era una buena compañera si se tenía mala vista. Claro que eso no debía ser un problema para alguien con el conocimiento y los materiales suficientes como para fabricar una antorcha.
Aquel hoyo mostraría en su interior el cuerpo de un hombre inconsciente, cuya silueta yacía inmóvil y congelada al suelo, justo de la misma manera que El Pescador antes de perderse a mitad del lago. En el pecho del sujeto se podría vislumbrar un artefacto similar al anterior con una pequeña piedra de color verde en el centro.
No había necesidad de usar una escalera para bajar a donde se hallaba el cuerpo, cosa que podría significar una ventaja entre vivir o morir, aunque esto más bien sería determinado por el arquero, quien, al acercarse a la figura se llevaría un susto de muerte cuando el hombre abriese sus ojos en un curioso trance, repitiendo una misma frase en cuatro ocasiones.
-Soy el herrero.
Al igual que El Pescador, El Herrero volvería a cerrar sus ojos sin volver a emitir un solo sonido. Su cuerpo se encontraría congelado de forma conocida a la tierra que se encontraba bajo el museo. Nuevamente el cazador podría optar por intentar sacarlo de ahí o simplemente tomar la piedra esmeralda y huir antes de que algo ocurriese.
Solo que esta vez el tiempo estaría en su contra, contado única y exclusivamente por la aterradora silueta femenina que se reflejaría en el cristal de las exhibiciones, emitiendo uno de los ya conocidos y aterradores gritos, que terminarían rompiendo los vidrios que se encontrasen alrededor.
Tal vez fuese la señal para abandonar aquel siniestro escenario si es que se desea seguir con vida.
El museo contaría con diversas salas de exhibiciones y numerosos pasillos en los cuales sería fácil perderse, pero lo realmente preocupante sería la atmosfera de quietud que invadía cada rincón del museo y que solamente serviría para alertar al cazador.
Después de un buen rato de recorrer el lugar, Candau llegaría hasta un pequeño vestíbulo en el ala donde se presentaban diversas exhibiciones de armaduras y otros objetos de herrería. Solo existía un pequeño detalle y es que se debía ser muy avispado para no terminar cayendo en medio del agujero que se había formado en medio del salón, pues la oscuridad no era una buena compañera si se tenía mala vista. Claro que eso no debía ser un problema para alguien con el conocimiento y los materiales suficientes como para fabricar una antorcha.
Aquel hoyo mostraría en su interior el cuerpo de un hombre inconsciente, cuya silueta yacía inmóvil y congelada al suelo, justo de la misma manera que El Pescador antes de perderse a mitad del lago. En el pecho del sujeto se podría vislumbrar un artefacto similar al anterior con una pequeña piedra de color verde en el centro.
No había necesidad de usar una escalera para bajar a donde se hallaba el cuerpo, cosa que podría significar una ventaja entre vivir o morir, aunque esto más bien sería determinado por el arquero, quien, al acercarse a la figura se llevaría un susto de muerte cuando el hombre abriese sus ojos en un curioso trance, repitiendo una misma frase en cuatro ocasiones.
-Soy el herrero.
Al igual que El Pescador, El Herrero volvería a cerrar sus ojos sin volver a emitir un solo sonido. Su cuerpo se encontraría congelado de forma conocida a la tierra que se encontraba bajo el museo. Nuevamente el cazador podría optar por intentar sacarlo de ahí o simplemente tomar la piedra esmeralda y huir antes de que algo ocurriese.
Solo que esta vez el tiempo estaría en su contra, contado única y exclusivamente por la aterradora silueta femenina que se reflejaría en el cristal de las exhibiciones, emitiendo uno de los ya conocidos y aterradores gritos, que terminarían rompiendo los vidrios que se encontrasen alrededor.
Tal vez fuese la señal para abandonar aquel siniestro escenario si es que se desea seguir con vida.
- El Herrero:
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Fredericksen: Has encontrado otra pista acerca de lo que está ocurriendo en la aldea. Después de vagar durante un rato llegarás a la sala de herrería, donde te encontrarás al ya antes mencionado herrero. ¿Te doy un consejo? Hazte con una luz antes de llegar ahí, si no deseas terminar cayendo en medio de la oscuridad. Por si fuera poco, en este post deberás narrar tu decisión, si es que decides ayudar al sujeto o dejarlo ahí, tomando la piedra esmeralda de su pecho antes de que tu primer encuentro con la banshee. Te recuerdo que tienes a tu cuidado al pequeño cachorro y tendrás que hacer la elección más sabia. Tu avance no solo será determinado por tus decisiones, sino también por las runas, así que no olvides lanzarla al final de tu post. Sea cual sea tu elección, no podrás terminar de abandonar el museo hasta que yo te lo indique.
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
Acomodando las pistas en el libro me dispuse a salir de aquella parte del museo, antes había leído una nota del pescador por lo cual el hombre estaba cerca, en este caso supuse que el herrero estaba también por los alrededores, si no era así debía salir y buscarlo en la helada aldea “Espero que realmente esté aquí”. Salir de nuevo para comenzar a hundirme en la nieve no era una idea agradable o alentadora.
- ¿Entonces Azrael? ¿Qué opinas de este recuadro? – Le pregunté al lobo mientras me quedaba observando una pintura en el pasillo, más que nada para sentir que realmente hablaba con alguien más. – Oh cielos, realmente tienes criterio artístico… yo solo iba a decir que me parece gracioso.
Mantener una charla con aquel cachorro que casi no hacía ruido resultaba complicado, hubiese preferido mil que al menos aullara de vez en cuando pero estaba totalmente dormido. El ambiente del museo no ayudaba para que estuviese tranquilo, había algo raro y no, no me refería a las cabezas de animales colgando en la pared que me miraban fijamente… aunque también causaban cierta mala espina en mi persona.
Había llegado a una sala que estaba a oscuras, observé una placa que estaba cerca de la entrada, esta rezaba “Armadura y Herrería”, no sabía cómo pero de algún modo supuse que allí había otra pista, el único problema era la oscuridad en el sitio, de nada me serviría entrar a buscar algo si no veía nada.
- Podría hacer algo de fuego… dudo incendiar todo. – Musité mientras me daba unos golpes con el dedo en el mentón, no era mala idea.
Arranqué una de las pinturas que vi que tenía menos sentido y usando unas ramitas para fuego que llevaba escondidas en el borde de los zapatos me dispuse a hacer algo para ver. La pintura comenzó a arder y pinchándola toscamente con la rama hice una antorcha, no era la mejor del mundo pero serviría para ver, además dudaba que fuese a estar mucho tiempo en aquel sitio tan oscuro.
A simple vista parecía todo normal, la segunda ojeada con más atención sirvió para notar un agujero en medio de aquel sitio “Si, definitivamente aquí hay algo”. Me acerqué con cuidado al orificio, a los alrededores no parecía haber nada. Observé dentro del orificio para fijarme que allí la cosa era diferente, había un hombre congelado, estaba casi que en la misma situación que el pescador.
Salté dentro del agujero y me acerqué a revisar al hombre, a simple vista parecía muerto, el susto que me dio fue similar al que me dio el sujeto del lago ¿Por qué demonios hacían aquello? Tuve que respirar para calmarme y procurar no patear al congelado.
- Así que eres el herrero. – Confirmé ante lo que había dicho, por lo visto no me había equivocado con que estaría cerca de la nota.
Este también tenía una piedra de color, la diferencia a la que había conseguido en el lago es que esta tenía un color verdoso, sin dudarlo la guardé junto a la otra, era mucha coincidencia que hubiesen dos iguales donde estaban aquellos sujetos, algo debían significar para todo aquello. Traté de jalar al herrero pero el sujeto no se movió para nada “¿Con que rayos están congelados estos hombres?” Parecían ser uno con el ambiente, una decoración más.
Un grito ensordecedor se hizo presente en la sala, por primera vez sentía aquel ruido tan cerca, es como si estuviese allí. Levanté la mirada para ver como algo raro se reflejaba en los vidrios antes de que se quebrasen, eso era mala señal, lo que fuese que hacía aquel ruido estaba allí.
- Vamos amigo, muévete rápido o deberé dejarte. – Esta vez la elección era más complicada, salvar al herrero o irme con lo que tenía, también debía tomar en cuenta que yo no era el único en peligro, la el cachorro seguía conmigo. – Trata de no morir y regresaré por ti. – Le di unas palmadas al sujeto helado y salí rápidamente del agujero.
Sin mirar atrás para comprobar si la cosa chillona estaba detrás de mi comencé a correr, por lo visto me había metido en un asunto más grave de lo que pensaba, no sabía que tenía que ver aquella cosa chillona y las piedras en todo el asunto pero a este paso seguro no tardaría en saberlo… claro, si salía vivo.
- ¿Entonces Azrael? ¿Qué opinas de este recuadro? – Le pregunté al lobo mientras me quedaba observando una pintura en el pasillo, más que nada para sentir que realmente hablaba con alguien más. – Oh cielos, realmente tienes criterio artístico… yo solo iba a decir que me parece gracioso.
Mantener una charla con aquel cachorro que casi no hacía ruido resultaba complicado, hubiese preferido mil que al menos aullara de vez en cuando pero estaba totalmente dormido. El ambiente del museo no ayudaba para que estuviese tranquilo, había algo raro y no, no me refería a las cabezas de animales colgando en la pared que me miraban fijamente… aunque también causaban cierta mala espina en mi persona.
Había llegado a una sala que estaba a oscuras, observé una placa que estaba cerca de la entrada, esta rezaba “Armadura y Herrería”, no sabía cómo pero de algún modo supuse que allí había otra pista, el único problema era la oscuridad en el sitio, de nada me serviría entrar a buscar algo si no veía nada.
- Podría hacer algo de fuego… dudo incendiar todo. – Musité mientras me daba unos golpes con el dedo en el mentón, no era mala idea.
Arranqué una de las pinturas que vi que tenía menos sentido y usando unas ramitas para fuego que llevaba escondidas en el borde de los zapatos me dispuse a hacer algo para ver. La pintura comenzó a arder y pinchándola toscamente con la rama hice una antorcha, no era la mejor del mundo pero serviría para ver, además dudaba que fuese a estar mucho tiempo en aquel sitio tan oscuro.
A simple vista parecía todo normal, la segunda ojeada con más atención sirvió para notar un agujero en medio de aquel sitio “Si, definitivamente aquí hay algo”. Me acerqué con cuidado al orificio, a los alrededores no parecía haber nada. Observé dentro del orificio para fijarme que allí la cosa era diferente, había un hombre congelado, estaba casi que en la misma situación que el pescador.
Salté dentro del agujero y me acerqué a revisar al hombre, a simple vista parecía muerto, el susto que me dio fue similar al que me dio el sujeto del lago ¿Por qué demonios hacían aquello? Tuve que respirar para calmarme y procurar no patear al congelado.
- Así que eres el herrero. – Confirmé ante lo que había dicho, por lo visto no me había equivocado con que estaría cerca de la nota.
Este también tenía una piedra de color, la diferencia a la que había conseguido en el lago es que esta tenía un color verdoso, sin dudarlo la guardé junto a la otra, era mucha coincidencia que hubiesen dos iguales donde estaban aquellos sujetos, algo debían significar para todo aquello. Traté de jalar al herrero pero el sujeto no se movió para nada “¿Con que rayos están congelados estos hombres?” Parecían ser uno con el ambiente, una decoración más.
Un grito ensordecedor se hizo presente en la sala, por primera vez sentía aquel ruido tan cerca, es como si estuviese allí. Levanté la mirada para ver como algo raro se reflejaba en los vidrios antes de que se quebrasen, eso era mala señal, lo que fuese que hacía aquel ruido estaba allí.
- Vamos amigo, muévete rápido o deberé dejarte. – Esta vez la elección era más complicada, salvar al herrero o irme con lo que tenía, también debía tomar en cuenta que yo no era el único en peligro, la el cachorro seguía conmigo. – Trata de no morir y regresaré por ti. – Le di unas palmadas al sujeto helado y salí rápidamente del agujero.
Sin mirar atrás para comprobar si la cosa chillona estaba detrás de mi comencé a correr, por lo visto me había metido en un asunto más grave de lo que pensaba, no sabía que tenía que ver aquella cosa chillona y las piedras en todo el asunto pero a este paso seguro no tardaría en saberlo… claro, si salía vivo.
Fredericksen
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
El valiente forastero trataba de no perder la cordura hablando con la pequeña cría de lobo, aunque si alguien lo viese haciendo tal cosa, seguramente sería difícil creer que estaba en sus cinco sentidos.
Tras vagar durante un rato el arquero dio con la sala de Armaduras y Herrería, no sin antes hacerse, inteligentemente, de una antorcha para ver mejor en medio de la oscuridad del lugar.
Los primeros vistazos tal vez no fuesen los más importantes, pero a medida que se adentraba al lugar fue capaz de ver el enorme agujero que yacía a mitad del escenario, en cuyo interior se hallaba la silueta de otro hombre en condiciones similares a las del pescador.
Menos mal que el joven poseía una salud envidiable de lo contrario habría caído muerto de un infarto tras el horrible susto que le propició, cuando éste se acercó a él. La piedra de color llamó la atención del forastero, era similar a la que había encontrado con anterioridad y ahora todo parecía comenzar a encajar perfectamente en aquel extraño puzle.
Varios intentos por sacar al hombre de su estado fueron completamente infructuosos, aunque lo más interesante a remarcar era que de todo lo que pudo hacer para ayudar, jamás se le ocurrió la idea de acercar su antorcha lo suficiente como para derretir el hielo que se había formado alrededor de la víctima, para así sacarlo de ahí sin mucho esfuerzo.
Bueno, aparentemente nuestro joven héroe no era muy inteligente trabajando bajo presión, menos cuando los gritos de la banshee habían destrozado todos los cristales contiguos, anunciándole, quizá, que si no escapaba de ahí pronto la muerte sería lo único a lo que podría aspirar.
Con la piedra esmeralda en su bolsillo y el cachorro de lobo a salvo bajo sus ropas, nuestro joven protagonista corrió por su vida de la manera menos varonil existente. Claro que podríais haber esperado un poco más del joven arquero, pero cuando la vida peligra, la hombría decae, o tal vez era algo que solo sucedía con el forastero. No lo sé, no podría decíroslo con certeza, ya que con él nada es común.
Los Dioses se habían acordado de mandarle algo de suerte. ¡Aleluya! Al parecer ya comenzaban a acordarse de su mísera existencia, y ahora se veía a salvo fuera del museo, justo antes de que éste se derrumbase frente a sus ojos, enterrando al herrero y los secretos que pudiese tener.
Qué triste, ahora quizá nunca se vuelva a presentar una suerte similar para salvar a alguien y Candau la había desaprovechado por completo. Los Dioses no siempre son tan benévolos, eso debéis tenerlo en cuenta cuando se os ocurra no utilizar vuestras cabezas.
Todo estaba mal, pues en el exterior se había desatado una nevada, cuya intensidad parecía ir en aumento conforme pasaban los minutos. La blancura escénica que le había recibido al llegar a la aldea se había transformado en impotentes nubes grises, furiosas e impredecibles. No bastaría más que un rato de estar a la intemperie para sufrir el mismo destino que El Herrero y El Pescador; por lo que lo mejor sería seguir avanzando.
La nieve dificultaba la visibilidad y el andar del forastero, aunque en ese punto podía decir que la pesadilla apenas comenzaba.
Tras unos varios minutos buscando escapar de la tormenta se encontraría con un extraño puente que llevaba a las viviendas alejadas del centro del poblado. Solo había un pequeño inconveniente: las tablas del piso se encontraban completamente destrozadas y solo había una cuerda colgando sobre una de las vigas como posible medio de avance. Tal vez no eran los métodos más ortodoxos, pero sin duda sería mejor que caerse en el río y morir por hipotermia.
Una vez que el arquero consiguiese cruzar al otro lado (y no estoy hablando metafóricamente) se encontraría con una pequeña colina que lo llevaría a la granja más cercana. La tormenta arreciaba y no había muchas opciones que asegurasen la supervivencia, por lo que tendría que resguardarse a él y a la cría cuanto antes.
La puerta de la entrada estaría cerrada, pero un experto en vandalismo podría abrirla sin problemas, aunque debería cuidar sus pies, pues las maderas crujirían con cada paso que daba, como si se fuesen a romper en cualquier momento.
Por la ventana se podría divisar el pequeño granero a unos cuantos metros de la vivienda principal, al parecer los dueños de la granja eran bastante buenos en su oficio, pues por todos lados podrían encontrarse vegetales, frutas y legumbres de excelente calidad, que, aunque estaban un poco heladas podrían servirle a cualquier con un hambre voraz.
Las habitaciones no tenían nada fuera de lo ordinario, aunque no era muy común que una familia de granjeros tuviese una colección tan sublime de libros de magia y rituales sagrados. Fuese como fuese, por el momento hombre y cachorro se encontraban a salvo.
Tras vagar durante un rato el arquero dio con la sala de Armaduras y Herrería, no sin antes hacerse, inteligentemente, de una antorcha para ver mejor en medio de la oscuridad del lugar.
Los primeros vistazos tal vez no fuesen los más importantes, pero a medida que se adentraba al lugar fue capaz de ver el enorme agujero que yacía a mitad del escenario, en cuyo interior se hallaba la silueta de otro hombre en condiciones similares a las del pescador.
Menos mal que el joven poseía una salud envidiable de lo contrario habría caído muerto de un infarto tras el horrible susto que le propició, cuando éste se acercó a él. La piedra de color llamó la atención del forastero, era similar a la que había encontrado con anterioridad y ahora todo parecía comenzar a encajar perfectamente en aquel extraño puzle.
Varios intentos por sacar al hombre de su estado fueron completamente infructuosos, aunque lo más interesante a remarcar era que de todo lo que pudo hacer para ayudar, jamás se le ocurrió la idea de acercar su antorcha lo suficiente como para derretir el hielo que se había formado alrededor de la víctima, para así sacarlo de ahí sin mucho esfuerzo.
Bueno, aparentemente nuestro joven héroe no era muy inteligente trabajando bajo presión, menos cuando los gritos de la banshee habían destrozado todos los cristales contiguos, anunciándole, quizá, que si no escapaba de ahí pronto la muerte sería lo único a lo que podría aspirar.
Con la piedra esmeralda en su bolsillo y el cachorro de lobo a salvo bajo sus ropas, nuestro joven protagonista corrió por su vida de la manera menos varonil existente. Claro que podríais haber esperado un poco más del joven arquero, pero cuando la vida peligra, la hombría decae, o tal vez era algo que solo sucedía con el forastero. No lo sé, no podría decíroslo con certeza, ya que con él nada es común.
Los Dioses se habían acordado de mandarle algo de suerte. ¡Aleluya! Al parecer ya comenzaban a acordarse de su mísera existencia, y ahora se veía a salvo fuera del museo, justo antes de que éste se derrumbase frente a sus ojos, enterrando al herrero y los secretos que pudiese tener.
Qué triste, ahora quizá nunca se vuelva a presentar una suerte similar para salvar a alguien y Candau la había desaprovechado por completo. Los Dioses no siempre son tan benévolos, eso debéis tenerlo en cuenta cuando se os ocurra no utilizar vuestras cabezas.
Todo estaba mal, pues en el exterior se había desatado una nevada, cuya intensidad parecía ir en aumento conforme pasaban los minutos. La blancura escénica que le había recibido al llegar a la aldea se había transformado en impotentes nubes grises, furiosas e impredecibles. No bastaría más que un rato de estar a la intemperie para sufrir el mismo destino que El Herrero y El Pescador; por lo que lo mejor sería seguir avanzando.
La nieve dificultaba la visibilidad y el andar del forastero, aunque en ese punto podía decir que la pesadilla apenas comenzaba.
- Puente por fuera:
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Tras unos varios minutos buscando escapar de la tormenta se encontraría con un extraño puente que llevaba a las viviendas alejadas del centro del poblado. Solo había un pequeño inconveniente: las tablas del piso se encontraban completamente destrozadas y solo había una cuerda colgando sobre una de las vigas como posible medio de avance. Tal vez no eran los métodos más ortodoxos, pero sin duda sería mejor que caerse en el río y morir por hipotermia.
- Puente por dentro:
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Una vez que el arquero consiguiese cruzar al otro lado (y no estoy hablando metafóricamente) se encontraría con una pequeña colina que lo llevaría a la granja más cercana. La tormenta arreciaba y no había muchas opciones que asegurasen la supervivencia, por lo que tendría que resguardarse a él y a la cría cuanto antes.
- Granja:
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La puerta de la entrada estaría cerrada, pero un experto en vandalismo podría abrirla sin problemas, aunque debería cuidar sus pies, pues las maderas crujirían con cada paso que daba, como si se fuesen a romper en cualquier momento.
Por la ventana se podría divisar el pequeño granero a unos cuantos metros de la vivienda principal, al parecer los dueños de la granja eran bastante buenos en su oficio, pues por todos lados podrían encontrarse vegetales, frutas y legumbres de excelente calidad, que, aunque estaban un poco heladas podrían servirle a cualquier con un hambre voraz.
Las habitaciones no tenían nada fuera de lo ordinario, aunque no era muy común que una familia de granjeros tuviese una colección tan sublime de libros de magia y rituales sagrados. Fuese como fuese, por el momento hombre y cachorro se encontraban a salvo.
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Fredericksen: Primera vez que los Dioses te sonríen y decides huir indignamente. ¡Qué deshonra, que desgracia! Espero que tus vacas no esperen mucho de ti o se sentirían decepcionadas. Has dejado al herrero a su suerte y finalmente el museo ha terminado por derrumbarse un segundo después de tu salida. Tal vez no sea necesario que regreses por el pobre hombre. Al salir te encontrarás con la tormenta que arrecia cada vez más. En este post deberás narrar tu salida del museo y tu impresión al ver todo caer; a su vez, tendrás que cruzar el puente y llegar a la granja buscando refugio. No importa lo que hagas la nieve solo te permitirá ver en dirección a la granja y por si fuera poco el cachorro comenzará a llorar de manera inconsolable como si algo le doliese y tendrás que hacerte cargo. Te daré la oportunidad de explorar la vivienda principal, pero aún no podrás ir al granero. En este turno no será necesario que lances una runa. Una última cosa: tus músculos se encontraran entumecidos a causa del frio, así que tu andar, resistencia y agilidad serán más lentos.
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
Mi plan de escape era sencillo, solamente correr y evitar morir en el proceso ¿Qué podía salir mal? Muchas cosas, pero aun así era la única alternativa apta, dudaba que girarme y hacerle cara a lo que fuera que pasara llegara a solucionar algo, nada natural podía causar tales gritos y prefería no luchar con algo antinatural.
Mientras corría escuchaba como parte de la estructura comenzaba a crujir, otra mala señal, si la madera crujía era porque posiblemente estuviese algo estuviese por venirse abajo…. Y si una pared se caía posiblemente el resto también “Oh genial, por lo visto hoy el mundo conspira en mi contra”. Con cada paso que daba trataba de aumentar más la velocidad y no tardé mucho en ver la puerta principal, no podía frenarme a tratar de abrirla ya que perdería mucho tiempo, solo tenía una opción.
Coloqué mi hombro derecho por delante y escondí al lobo lejos de mi brazo, no sabía que tan fuerte fuese a ser el golpe pero no podía arriesgarme a terminar aplastando al cachorro. Cerré los ojos mientras el cuerpo impactaba con la puerta de madera, el dolor era soportable pero aun así molesto.
Las astillas quebradas de la puerta salieron despedidas junto a esta, el ruido de la madera chocando con la nieve llenó mis oídos mientras yo giraba en el suelo tratando de aliviar el dolor creciente del brazo, por lo visto nunca dolía cuando se recibía el golpe… dolía luego de este. Me tumbé momentáneamente sobre la nieve observando el museo, luego de unos minutos la estructura se derrumbó totalmente, por lo visto había tenido razón al escuchar crujir sus paredes.
- Oh maldita sea, el herrero. – Me apresuré a sentarme y colocarme las manos en la cara. – Debe de ser una broma. – Primero perdía al pescador en las profundidades del lago y ahora el museo aplastaba al pobre herrero… aunque si lo veía de cierto modo, aquello no parecía ser coincidencia, es como si aquellas perdidas estuviesen planeadas. En medio de mi molestia por no salvar a las victimas también existía curiosidad, aquello no parecían sucesos al azar… había algo que no encajaba. – ¿Porque presiento que tiene algo que ver con esa dicha tradición?
Me levanté del suelo y limpié la nieve que había en mis ropas, el pequeño cachorro había comenzado a temblar y de vez en cuando soltaba un lastimero aullido ¿Acaso se había herido? Era imposible, había evitado que el sufriera daño con todas mis idioteces y daños a las propiedades, cada golpe que recibía yo no le había afectado a él aun.
Los copos de nieve comenzaron a caer con más rapidez, por lo visto la amable nevada con la que había llegado ahora estaba peor… lo que faltaba es que comenzara a granizar, lo último que necesitaba era que rocas heladas del cielo me reventaran la cabeza. Caminé lentamente en busca de un nuevo refugio, la nevada impedía que pudiese observar bien a distancia… o a mi alrededor.
Los aullidos del cachorro aumentaban cada minuto, parecía que estuviese quejándose de algo, tal vez el cambio en el ambiente no le resultaba agradable o simplemente formaba un berrinche, no tenía manera de cómo saberlo. Tuve que sacar la cabeza del cachorro del abrigo y comenzar a acariciarlo, lastimosamente no sirvió para nada, los lamentos del animalito solo seguían y seguían.
Mientras caminaba descubrí que la nevada y los lamentos de la cría de lobo no era lo único malo, yo también estaba comenzando a sufrir las consecuencias del clima, notaba como mi andar se ponía cada vez más pesado y lento, los músculos de los brazos comenzaban a dolerme tanto por el frío como por todos los golpes recibidos aquel día.
Mientras caminaba frotaba lentamente mis manos para tratar de mantener el calor, una pequeña nube de vapor salía de mi boca con cada respiración, debía buscar pronto donde tomar otro respiro y encender una nueva fogata. Realmente no tenía idea a donde estaba caminando ahora, realmente no me quejaba si estaba saliendo del pueblo, si me iba de aquel lugar raro y de desgracias yo estaría más que contento.
Mi caminata me había llevado a un raro puente, no sabía a dónde me dirigía aquella cosa pero dudaba poder meterme en más problemas que ahora. Caminé lentamente hasta este y froté rápidamente mis brazos, en aquel espacio cerrado podía recuperar un poco del calor.
- Oh cielos, está roto. – Comenté observando como la estructura estaba en pésimas condiciones. - ¿Qué hacemos ahora Azrael? – Pregunté con esperanza de que el lobo dejara de de chillar, tristemente la respuesta fue otro aullido. Llevé una de las manos y molesté al cachorro introduciendo un dedo en su hocico, el aullido lastimero fue reemplazado con un gruñido del animal… al menos había cambiado el tono. – Si si, ya se que no es agradable pero no es para que estés quejándote todo el camino.
Observé cuidadosamente el panorama, si saltaba existía la posibilidad de que pudiera aterrizar bien en el otro lado… o de caerme, si hubiese estado en aptas condiciones no lo hubiera pensado y hubiese saltado pero dudaba que en mi estado actual pudiese lograrlo. Tal vez colocar una tabla y pasar haciendo equilibrio, el problema era que la tabla se partiese “Rayos ¿Por qué todo debe tener un contra? "
Levanté la vista a la viga de aquel sitio, no había notado que había una cuerda pero realmente dudaba de la resistencia de esta… aunque podía usar la viga, el problema era que el cachorro no se hiriera. – Bien amigo, solo te queda confiar en mi… si morimos claramente es mi culpa, pero no te preocupes.
Retrocedí un par de pasos y me estiré tratando de relajar los músculos todo lo que pudiera, necesitaba poder confiar en mi resistencia física y en la resistencia, posiblemente aquello me fuese a doler. Corrí controlando mi respiración y de un solo salto alcancé con las manos la viga del techo, sin pensarlo mucho me tambaleé al frente y solté rápidamente la viga, aquel era el impulso que necesitaba para hacer el salto correctamente.
La única desgracia esta vez fue el aterrizaje forzado de espaldas y unas cuantas cortadas en las manos, al menos había llegado al otro lado pero aun así había resultado doloroso llegar hasta allí. –Te dije que podías confiar en mis tácticas Azrael, nunca sale nada mal. – Le comenté al cachorro que había quedado en silencio por el mismo miedo del salto.
Tuve que permanecer otro rato tirado en el suelo mientras recuperaba fuerzas, a este paso terminaría partiéndome un hueso o amputándome alguna extremidad ¿Por qué todas las vías tenían algún peligro?¿Acaso no podían simplemente tener un sendero de flores blancas y ya? Me levanté con calma y adolorido, mi paso se había reducido bastante y casi arrastraba los pies sobre la nieve que arreciaba, mi traje verde tenía manchas blancas espolvoreadas, parecía un pino nevado con vida.
La ruta se fue inclinando cada vez más, parecía ser una colina. Levanté la mirada y en la mitad de la ventisca observé una casa, por lo visto había gente que habitaba en aquel sitio, tuve que esforzarme y apresurar mi pesado paso para llegar a la vivienda, si podía descansar allí no dudaría en hacerlo.
La entrada al hogar estaba cerrada, ya no era de extrañarme, el único problema es que si volvía a usar mi brazo para abrirla lo más probable es que terminara sacándome el hombro o con un hueso partido. Recorrí el suelo con las manos hasta conseguir una piedra de considerable tamaño y observé por la ventana cercana, no parecía haber nadie aquí tampoco “Entonces dudo que alguien se pueda molestar”. Estrellé la roca contra el cristal hasta quebrarlo, luego con la misma machaqué los pedazos de vidrio filoso que quedaban en el borde de la ventana, sería muy torpe de mi parte que me cortara con aquellas esquilas.
Solté la piedra y entré a la propiedad con un salto, lo primero que hice fue buscar las habitaciones y tomar una manta de las camas, no planeaba encender más fuegos y quería abrigarme. Me coloqué la manta por encima abrigándome tanto a mí como al cachorro, ya con el calor extra podía inspeccionar con calma aquel sitio en busca de comida.
Parecía ser una vivienda como cualquier otra, tenían también una chimenea y desde una ventana cercana podía ver un granero donde almacenaban alimento, si salía podía sacar unas cosas y comer a gusto… pero primero terminaría de recuperar el calor faltante en mi cuerpo y esperar que el dolor de los golpes aminorara un poco más. El cachorro había dejado de chillar luego del susto del salto… y de que lo incordiara con el dedo en las fauces, ahora volvía a descansar a gusto bajo las ropas.
En una habitación del hogar había una amplia colección de libros, me tomé el tiempo de ojear algunos mientras descansaba, todos eran por lo visto de cosas mágicas o sagradas ¿Acaso allí habían habitado brujos? Era una opción posible pero aun así era rato que una granja tuviese una colección de ese estilo, quizá se ocupaban de mantener rituales mientras no cosechaban… “Un momento, aquí puede haber algo de información”. Si toda esa colección era de rituales o cosas mágicas, podía existir la mínima posibilidad de que hubiese algo referente a las tradiciones de ese perdido pueblo… aunque era muy improbable.
No iba a ponerme a leer libro por libro en busca de la información, así que simplemente repasé el título en el lomo de algunos en busca del nombre del pueblo, desgraciadamente no vi algo al respecto y tampoco había algo que dijese “tradiciones”. Por lo visto mi plan había fracasado antes de siquiera iniciar. – Vaya desgracia.
Mientras corría escuchaba como parte de la estructura comenzaba a crujir, otra mala señal, si la madera crujía era porque posiblemente estuviese algo estuviese por venirse abajo…. Y si una pared se caía posiblemente el resto también “Oh genial, por lo visto hoy el mundo conspira en mi contra”. Con cada paso que daba trataba de aumentar más la velocidad y no tardé mucho en ver la puerta principal, no podía frenarme a tratar de abrirla ya que perdería mucho tiempo, solo tenía una opción.
Coloqué mi hombro derecho por delante y escondí al lobo lejos de mi brazo, no sabía que tan fuerte fuese a ser el golpe pero no podía arriesgarme a terminar aplastando al cachorro. Cerré los ojos mientras el cuerpo impactaba con la puerta de madera, el dolor era soportable pero aun así molesto.
Las astillas quebradas de la puerta salieron despedidas junto a esta, el ruido de la madera chocando con la nieve llenó mis oídos mientras yo giraba en el suelo tratando de aliviar el dolor creciente del brazo, por lo visto nunca dolía cuando se recibía el golpe… dolía luego de este. Me tumbé momentáneamente sobre la nieve observando el museo, luego de unos minutos la estructura se derrumbó totalmente, por lo visto había tenido razón al escuchar crujir sus paredes.
- Oh maldita sea, el herrero. – Me apresuré a sentarme y colocarme las manos en la cara. – Debe de ser una broma. – Primero perdía al pescador en las profundidades del lago y ahora el museo aplastaba al pobre herrero… aunque si lo veía de cierto modo, aquello no parecía ser coincidencia, es como si aquellas perdidas estuviesen planeadas. En medio de mi molestia por no salvar a las victimas también existía curiosidad, aquello no parecían sucesos al azar… había algo que no encajaba. – ¿Porque presiento que tiene algo que ver con esa dicha tradición?
Me levanté del suelo y limpié la nieve que había en mis ropas, el pequeño cachorro había comenzado a temblar y de vez en cuando soltaba un lastimero aullido ¿Acaso se había herido? Era imposible, había evitado que el sufriera daño con todas mis idioteces y daños a las propiedades, cada golpe que recibía yo no le había afectado a él aun.
Los copos de nieve comenzaron a caer con más rapidez, por lo visto la amable nevada con la que había llegado ahora estaba peor… lo que faltaba es que comenzara a granizar, lo último que necesitaba era que rocas heladas del cielo me reventaran la cabeza. Caminé lentamente en busca de un nuevo refugio, la nevada impedía que pudiese observar bien a distancia… o a mi alrededor.
Los aullidos del cachorro aumentaban cada minuto, parecía que estuviese quejándose de algo, tal vez el cambio en el ambiente no le resultaba agradable o simplemente formaba un berrinche, no tenía manera de cómo saberlo. Tuve que sacar la cabeza del cachorro del abrigo y comenzar a acariciarlo, lastimosamente no sirvió para nada, los lamentos del animalito solo seguían y seguían.
Mientras caminaba descubrí que la nevada y los lamentos de la cría de lobo no era lo único malo, yo también estaba comenzando a sufrir las consecuencias del clima, notaba como mi andar se ponía cada vez más pesado y lento, los músculos de los brazos comenzaban a dolerme tanto por el frío como por todos los golpes recibidos aquel día.
Mientras caminaba frotaba lentamente mis manos para tratar de mantener el calor, una pequeña nube de vapor salía de mi boca con cada respiración, debía buscar pronto donde tomar otro respiro y encender una nueva fogata. Realmente no tenía idea a donde estaba caminando ahora, realmente no me quejaba si estaba saliendo del pueblo, si me iba de aquel lugar raro y de desgracias yo estaría más que contento.
Mi caminata me había llevado a un raro puente, no sabía a dónde me dirigía aquella cosa pero dudaba poder meterme en más problemas que ahora. Caminé lentamente hasta este y froté rápidamente mis brazos, en aquel espacio cerrado podía recuperar un poco del calor.
- Oh cielos, está roto. – Comenté observando como la estructura estaba en pésimas condiciones. - ¿Qué hacemos ahora Azrael? – Pregunté con esperanza de que el lobo dejara de de chillar, tristemente la respuesta fue otro aullido. Llevé una de las manos y molesté al cachorro introduciendo un dedo en su hocico, el aullido lastimero fue reemplazado con un gruñido del animal… al menos había cambiado el tono. – Si si, ya se que no es agradable pero no es para que estés quejándote todo el camino.
Observé cuidadosamente el panorama, si saltaba existía la posibilidad de que pudiera aterrizar bien en el otro lado… o de caerme, si hubiese estado en aptas condiciones no lo hubiera pensado y hubiese saltado pero dudaba que en mi estado actual pudiese lograrlo. Tal vez colocar una tabla y pasar haciendo equilibrio, el problema era que la tabla se partiese “Rayos ¿Por qué todo debe tener un contra? "
Levanté la vista a la viga de aquel sitio, no había notado que había una cuerda pero realmente dudaba de la resistencia de esta… aunque podía usar la viga, el problema era que el cachorro no se hiriera. – Bien amigo, solo te queda confiar en mi… si morimos claramente es mi culpa, pero no te preocupes.
Retrocedí un par de pasos y me estiré tratando de relajar los músculos todo lo que pudiera, necesitaba poder confiar en mi resistencia física y en la resistencia, posiblemente aquello me fuese a doler. Corrí controlando mi respiración y de un solo salto alcancé con las manos la viga del techo, sin pensarlo mucho me tambaleé al frente y solté rápidamente la viga, aquel era el impulso que necesitaba para hacer el salto correctamente.
La única desgracia esta vez fue el aterrizaje forzado de espaldas y unas cuantas cortadas en las manos, al menos había llegado al otro lado pero aun así había resultado doloroso llegar hasta allí. –Te dije que podías confiar en mis tácticas Azrael, nunca sale nada mal. – Le comenté al cachorro que había quedado en silencio por el mismo miedo del salto.
Tuve que permanecer otro rato tirado en el suelo mientras recuperaba fuerzas, a este paso terminaría partiéndome un hueso o amputándome alguna extremidad ¿Por qué todas las vías tenían algún peligro?¿Acaso no podían simplemente tener un sendero de flores blancas y ya? Me levanté con calma y adolorido, mi paso se había reducido bastante y casi arrastraba los pies sobre la nieve que arreciaba, mi traje verde tenía manchas blancas espolvoreadas, parecía un pino nevado con vida.
La ruta se fue inclinando cada vez más, parecía ser una colina. Levanté la mirada y en la mitad de la ventisca observé una casa, por lo visto había gente que habitaba en aquel sitio, tuve que esforzarme y apresurar mi pesado paso para llegar a la vivienda, si podía descansar allí no dudaría en hacerlo.
La entrada al hogar estaba cerrada, ya no era de extrañarme, el único problema es que si volvía a usar mi brazo para abrirla lo más probable es que terminara sacándome el hombro o con un hueso partido. Recorrí el suelo con las manos hasta conseguir una piedra de considerable tamaño y observé por la ventana cercana, no parecía haber nadie aquí tampoco “Entonces dudo que alguien se pueda molestar”. Estrellé la roca contra el cristal hasta quebrarlo, luego con la misma machaqué los pedazos de vidrio filoso que quedaban en el borde de la ventana, sería muy torpe de mi parte que me cortara con aquellas esquilas.
Solté la piedra y entré a la propiedad con un salto, lo primero que hice fue buscar las habitaciones y tomar una manta de las camas, no planeaba encender más fuegos y quería abrigarme. Me coloqué la manta por encima abrigándome tanto a mí como al cachorro, ya con el calor extra podía inspeccionar con calma aquel sitio en busca de comida.
Parecía ser una vivienda como cualquier otra, tenían también una chimenea y desde una ventana cercana podía ver un granero donde almacenaban alimento, si salía podía sacar unas cosas y comer a gusto… pero primero terminaría de recuperar el calor faltante en mi cuerpo y esperar que el dolor de los golpes aminorara un poco más. El cachorro había dejado de chillar luego del susto del salto… y de que lo incordiara con el dedo en las fauces, ahora volvía a descansar a gusto bajo las ropas.
En una habitación del hogar había una amplia colección de libros, me tomé el tiempo de ojear algunos mientras descansaba, todos eran por lo visto de cosas mágicas o sagradas ¿Acaso allí habían habitado brujos? Era una opción posible pero aun así era rato que una granja tuviese una colección de ese estilo, quizá se ocupaban de mantener rituales mientras no cosechaban… “Un momento, aquí puede haber algo de información”. Si toda esa colección era de rituales o cosas mágicas, podía existir la mínima posibilidad de que hubiese algo referente a las tradiciones de ese perdido pueblo… aunque era muy improbable.
No iba a ponerme a leer libro por libro en busca de la información, así que simplemente repasé el título en el lomo de algunos en busca del nombre del pueblo, desgraciadamente no vi algo al respecto y tampoco había algo que dijese “tradiciones”. Por lo visto mi plan había fracasado antes de siquiera iniciar. – Vaya desgracia.
Fredericksen
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
- Granero:
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Después de la odisea de salir del museo, el valiente cazador llegaría hasta el puente destrozado, cuya única manera de cruzar sería por medio de la cuerda que colgaba en la viga. Esa era la idea principal, pues el forastero decidió ir en contra de las leyes de la ambientación, tomando impulso hasta afianzarse de la viga al más puro estilo de Tarzán.
Definitivamente no eran los métodos más adecuados, pero al menos había llegado hasta el otro lado, ‘‘casi’’ sano y salvo.
El andar del arquero era cada vez más lento y con las bajas temperaturas no sería de esperar que los músculos se le entumecieran, volviendo su tarea todavía más pesada. Al menos había sido listo a la hora de cometer aquellos actos de vandalismo contra la propiedad, sería demasiado idiota de su parte arriesgarse a lesionarse aún más por actuar sin pensar.
Dentro de la granja se haría con una manta que los abrigaría a él y al cachorro, logrando que este último por fin dejase de llorar. Una cría necesita mucho calor, especialmente una tan indefensa como la que el cazador llevaba entre sus ropas, pues unos minutos más en la exposición de la tormenta y habría sucumbido a las crueles temperaturas.
A simple vista el cazador no encontraría nada relevante para su investigación, sin embargo, al avanzar hacia la cocina, hallaría una nota junto a un extraño trofeo con forma de cesta de verduras.
‘‘La Granjera, líder audaz. A ella le debemos la idea del nuevo ritual para nuestras cosechas. Ahora el pueblo de Gire Drove será bendecido este año’’
Ahora quedaría claro quien había estado detrás de todo aquello. Seguramente él tendría más respuestas que los dos testigos anteriores, a quienes, por cierto, Candau había dejado morir trágicamente.
El camino hacia el pequeño granero parecería mucho más largo de lo que realmente era, puesto que la tormenta arreciaría con poder, impidiendo ver más allá de un par de centímetros, pero, aun así, nada evitaría que el arquero se dirigiese hasta el granero en busca de algo que pudiese servirle para pasar aquel desastre natural.
El lugar se encontraría completamente congelado. Enormes estalactitas amenazarían con caer en cualquier momento, y avanzar sería prácticamente imposible. En el centro del granero, y suspendida en el hielo, se encontraría una figura femenina en la misma situación que los anteriores testigos.
Al acercarse a ella, podría vislumbrarse un artefacto similar a los vistos en el Herrero y el Pescador, junto a una hermosa piedra de un brillante color rojizo. La escena no diferiría mucho a las anteriores, lo único que saldría de los labios de la mujer sería:
-Soy la granjera.
Ahora el arquero tendría que buscar una manera de salvarle. Ya había dejado a su suerte a dos de los implicados, y la granjera tenía muchas más respuestas que cualquiera de los ya mencionados, seguramente sabría cómo detener aquella horrible situación.
El granero contaría con miles de herramientas que pudiesen servirle al forastero para rescatar a la víctima, solo que debería darse prisa, ya que una presencia inexplicable se aparecería al otro lado del granero, gritando con todas sus fuerzas, tal y como en el museo, consiguiendo que las estalactitas comenzaran a danzar, amenazando con caer y moler a nuestro héroe.
Lamentablemente, el clima de afuera no le permitiría huir a un lugar seguro. Podría decirse, entonces, que el cazador estaba jodido.
Definitivamente no eran los métodos más adecuados, pero al menos había llegado hasta el otro lado, ‘‘casi’’ sano y salvo.
El andar del arquero era cada vez más lento y con las bajas temperaturas no sería de esperar que los músculos se le entumecieran, volviendo su tarea todavía más pesada. Al menos había sido listo a la hora de cometer aquellos actos de vandalismo contra la propiedad, sería demasiado idiota de su parte arriesgarse a lesionarse aún más por actuar sin pensar.
Dentro de la granja se haría con una manta que los abrigaría a él y al cachorro, logrando que este último por fin dejase de llorar. Una cría necesita mucho calor, especialmente una tan indefensa como la que el cazador llevaba entre sus ropas, pues unos minutos más en la exposición de la tormenta y habría sucumbido a las crueles temperaturas.
A simple vista el cazador no encontraría nada relevante para su investigación, sin embargo, al avanzar hacia la cocina, hallaría una nota junto a un extraño trofeo con forma de cesta de verduras.
‘‘La Granjera, líder audaz. A ella le debemos la idea del nuevo ritual para nuestras cosechas. Ahora el pueblo de Gire Drove será bendecido este año’’
Ahora quedaría claro quien había estado detrás de todo aquello. Seguramente él tendría más respuestas que los dos testigos anteriores, a quienes, por cierto, Candau había dejado morir trágicamente.
El camino hacia el pequeño granero parecería mucho más largo de lo que realmente era, puesto que la tormenta arreciaría con poder, impidiendo ver más allá de un par de centímetros, pero, aun así, nada evitaría que el arquero se dirigiese hasta el granero en busca de algo que pudiese servirle para pasar aquel desastre natural.
El lugar se encontraría completamente congelado. Enormes estalactitas amenazarían con caer en cualquier momento, y avanzar sería prácticamente imposible. En el centro del granero, y suspendida en el hielo, se encontraría una figura femenina en la misma situación que los anteriores testigos.
Al acercarse a ella, podría vislumbrarse un artefacto similar a los vistos en el Herrero y el Pescador, junto a una hermosa piedra de un brillante color rojizo. La escena no diferiría mucho a las anteriores, lo único que saldría de los labios de la mujer sería:
-Soy la granjera.
Ahora el arquero tendría que buscar una manera de salvarle. Ya había dejado a su suerte a dos de los implicados, y la granjera tenía muchas más respuestas que cualquiera de los ya mencionados, seguramente sabría cómo detener aquella horrible situación.
El granero contaría con miles de herramientas que pudiesen servirle al forastero para rescatar a la víctima, solo que debería darse prisa, ya que una presencia inexplicable se aparecería al otro lado del granero, gritando con todas sus fuerzas, tal y como en el museo, consiguiendo que las estalactitas comenzaran a danzar, amenazando con caer y moler a nuestro héroe.
Lamentablemente, el clima de afuera no le permitiría huir a un lugar seguro. Podría decirse, entonces, que el cazador estaba jodido.
- La granjera:
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Fredericksen: Tus métodos…peculiares me han sorprendido gratamente. A partir de este post la situación se complicará enormemente. Te encontrarás de cara con la granjera, justo antes de que la banshee vuelva a hacer su aparición. Tu suerte será determinada no solo por tus elecciones, sino también por las runas. Debes tener en cuenta que podrías recibir heridas graves en este post, y dependiendo de lo que suceda puede que termines la misión de una muy mala manera, pues si todo te resulta mal este sería tu funeral tu penúltimo post. Ahora es tu enemiga quien busca cazarte y el clima no está a tu favor, tic tac, el tiempo corre. Así, que buena suerte, pequeño padawan.
Wyn
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
No había mucho que ver en la casa, además si quería comer algo en buen estado debería ir al granero… solo que seguía teniendo frío y el dolor no aminoraba “Aunque si espero a que el frío pase lo más probable es que esté encerrado aquí toda mi vida” Observé como los copos de nieve entraban por la ventana rota, el aire cada vez soplaba con más fuerza y no tardaría en enfriar el hogar “Daré otra vuelta y luego iré por la comida”.
Recorrí la casa frotando mis dos manos tratando de proporcionar calor, sabía que mi estadía en aquel momento no sería tan larga así que no necesitaba alguna fogata. Regresé a la cocina a ver si conseguía algo que mordisquear, aunque no había nada… no era como si de la nada fuese a aparecer comida donde ya había revisado 3 veces.
De regresó observé un trofeo extraño, posiblemente debido a la mayor producción agrícola o a fruta más raras cosechada; junto al trofeo había un papel que posiblemente explicara a que se debía, así que me dejé llevar por la curiosidad y tomé la nota para leer, no había nadie que se pudiese molestar a causa de mi chismorreo en el asunto.
- ¿Qué rayos es esto? – Comenté por lo bajo al leer el contenido de la nota, aquello no era una explicación del trofeo, trataba sobre el ritual… era similar a las notas anteriores que había conseguido. - ¿Quién dejaría estas cosas esparcidas? – Comenté al cachorro que dormía plácidamente. – Oh claro, tu duerme mientras yo debo matarme la cabeza, gran trabajo en equipo amigo.
Si la situación se repetía tal como en el pasado significaba que la granjera no debía de estar lejos, por lo visto los involucrados en aquel asunto estaban esparcidos por allí al borde de la muerte. Estaba claro que no estaba dentro de la casa, ya había recorrido aquel sitio de inicio a fin y no había indicio de granjera alguna, quizá estuviese en otro sitio…. uno más acorde a la naturaleza de la mujer. Observé el granero y se me ocurrió que podría estar allí, escondida entre las cajas de frutas o congelada en medio de unas lechugas, ya no sería raro si la conseguía más tiesa que pan dañado… a fin de cuentas eso era lo que le había pasado al pescador y al herrero.
El asunto era ¿Como rayos se supone iba a pasar? Debería adentrarme en el frío de nuevo y soportar la tormenta, la manta era abrigadora pero no me calentaría lo suficiente en medio de aquella ventisca gélida “Espero que realmente valga la maldita pena”. Me di un par de palmadas en el rostro terminando de convencerme y salí al frío del exterior, la evidencia en el cambio climático fue abrumadora… la casa seguía al menos tibia pero ya no podía regresar o no saldría de nuevo.
Los primeros pasos no estuvieron nada mal, luego ya cuando iba a la mitad del camino una fuerte ráfaga de viento me hizo caer al suelo, la manta salió volando y el frío se apodero nuevamente de todo mi cuerpo, debía apresurarme y seguir en movimiento o acabaría tragado por la nieve. Me levanté y sacudí mis ropas para continuar el camino que parecía eterno, aquello no era nomal… había parecido una ruta tan corta.
Llegué a la puerta del granero y no dude en apresurarme en el interior de este, por la prisa no me había fijado como estaba aquel lugar realmente, estaba totalmente congelado con hielo por todos lados, parecía panorama de alguna historia para asustar niños. Una mirada al techo me hizo comprender que aquel sitio era de todo menos seguro, en cualquier momento podían caer las estalactitas y eso terminaría acabando conmigo… aunque había algo raro, tuve que girar la cabeza para notar bien a la mujer que colgaba y estaba congelada.
- ¿Pero cómo se supone que llegaste hasta allí? - Gire un poco la cabeza debido a la curiosidad cada vez mucho mayor. – Espera, déjame adivinar ¿La granjera? - Mi sospecha fue afirmada por la voz de la mujer que me hizo soltar un leve salto, esta vez creí que realmente iba a estar muerta, sobre todo por la posición extraña que tenía.
“ Supongo que podría intentar bajarla” El problema era ¿Cómo? No podía dispararle al hielo que la retenía, además con mi actual pulso tembloroso podía fallar y matar definitivamente a la mujer. Recorrí el granero con la mirada a ver que podía servir, había una escalera de madera pero dudaba que funcionara, se resbalaría en el suelo y me haría caer… pero había un par de cajas vacías que podían servir de apoyo.
Me deslicé por la superficie congelada y arrastré las cajas hasta el sitio inferior de donde colgaba la mujer, luego las apilé y me di una palmadita en el brazo a modo de recompensa, había sido una gran idea. – Y si llegas a quejarte juro que me molestaré. – Le dije al cachorro que volvía a moverse y soltaba un leve bostezo. – Bien, justo eso creí. – Le respondí al no escuchar gruñido alguno.
Tomé un mazo y escalé con cuidado sobre las cajas, la base temblaba cada vez que subía más pero había logrado llegar hasta la granjera. – Y más vale que tú te quedes quieta. – En aquel momento me fijé que la mujer también tenía una gema de color, esta vez era rojizo y lo peor era que no sabía para que funcionaba. Tomé la gema y la guardé junto las otras.
Le propiné el primer golpe al hielo justo en el momento que el grito se volvió a presentar. La sorpresa casi me había hecho car, por suerte me había sujetado de la mujer congelada. Ignoré un momento todo lo que me rodeaba tratando de controlar mis nervios, no podía dejarme llevar por el temor y abandonar a otra persona… ya habían muerto dos hombres aquel día y todo a causa de mi miedo. Coloqué una mano bajo el cuerpo de la mujer por si llegaba a liberarse, no podía dejar que siguiera directo al suelo.
Golpeé repetidamente el hielo que la capturaba y veía a las estalactitas temblar, debía darme prisa si quería vivir, hacía todo lo posible por ignorar el grito pero aun así no era suficiente, por primera vez había dejado sentir frío, el calor era excesivo a causa de los nervios y el sudor perlaba mi frente, lo peor es que sentía como poco a poco se congelaba una que otra gota. – Vamos mujer, apúrate que no quiero morir.– Le dije a la figura congelada sin parar de lanzar los golpes.
Recorrí la casa frotando mis dos manos tratando de proporcionar calor, sabía que mi estadía en aquel momento no sería tan larga así que no necesitaba alguna fogata. Regresé a la cocina a ver si conseguía algo que mordisquear, aunque no había nada… no era como si de la nada fuese a aparecer comida donde ya había revisado 3 veces.
De regresó observé un trofeo extraño, posiblemente debido a la mayor producción agrícola o a fruta más raras cosechada; junto al trofeo había un papel que posiblemente explicara a que se debía, así que me dejé llevar por la curiosidad y tomé la nota para leer, no había nadie que se pudiese molestar a causa de mi chismorreo en el asunto.
- ¿Qué rayos es esto? – Comenté por lo bajo al leer el contenido de la nota, aquello no era una explicación del trofeo, trataba sobre el ritual… era similar a las notas anteriores que había conseguido. - ¿Quién dejaría estas cosas esparcidas? – Comenté al cachorro que dormía plácidamente. – Oh claro, tu duerme mientras yo debo matarme la cabeza, gran trabajo en equipo amigo.
Si la situación se repetía tal como en el pasado significaba que la granjera no debía de estar lejos, por lo visto los involucrados en aquel asunto estaban esparcidos por allí al borde de la muerte. Estaba claro que no estaba dentro de la casa, ya había recorrido aquel sitio de inicio a fin y no había indicio de granjera alguna, quizá estuviese en otro sitio…. uno más acorde a la naturaleza de la mujer. Observé el granero y se me ocurrió que podría estar allí, escondida entre las cajas de frutas o congelada en medio de unas lechugas, ya no sería raro si la conseguía más tiesa que pan dañado… a fin de cuentas eso era lo que le había pasado al pescador y al herrero.
El asunto era ¿Como rayos se supone iba a pasar? Debería adentrarme en el frío de nuevo y soportar la tormenta, la manta era abrigadora pero no me calentaría lo suficiente en medio de aquella ventisca gélida “Espero que realmente valga la maldita pena”. Me di un par de palmadas en el rostro terminando de convencerme y salí al frío del exterior, la evidencia en el cambio climático fue abrumadora… la casa seguía al menos tibia pero ya no podía regresar o no saldría de nuevo.
Los primeros pasos no estuvieron nada mal, luego ya cuando iba a la mitad del camino una fuerte ráfaga de viento me hizo caer al suelo, la manta salió volando y el frío se apodero nuevamente de todo mi cuerpo, debía apresurarme y seguir en movimiento o acabaría tragado por la nieve. Me levanté y sacudí mis ropas para continuar el camino que parecía eterno, aquello no era nomal… había parecido una ruta tan corta.
Llegué a la puerta del granero y no dude en apresurarme en el interior de este, por la prisa no me había fijado como estaba aquel lugar realmente, estaba totalmente congelado con hielo por todos lados, parecía panorama de alguna historia para asustar niños. Una mirada al techo me hizo comprender que aquel sitio era de todo menos seguro, en cualquier momento podían caer las estalactitas y eso terminaría acabando conmigo… aunque había algo raro, tuve que girar la cabeza para notar bien a la mujer que colgaba y estaba congelada.
- ¿Pero cómo se supone que llegaste hasta allí? - Gire un poco la cabeza debido a la curiosidad cada vez mucho mayor. – Espera, déjame adivinar ¿La granjera? - Mi sospecha fue afirmada por la voz de la mujer que me hizo soltar un leve salto, esta vez creí que realmente iba a estar muerta, sobre todo por la posición extraña que tenía.
“ Supongo que podría intentar bajarla” El problema era ¿Cómo? No podía dispararle al hielo que la retenía, además con mi actual pulso tembloroso podía fallar y matar definitivamente a la mujer. Recorrí el granero con la mirada a ver que podía servir, había una escalera de madera pero dudaba que funcionara, se resbalaría en el suelo y me haría caer… pero había un par de cajas vacías que podían servir de apoyo.
Me deslicé por la superficie congelada y arrastré las cajas hasta el sitio inferior de donde colgaba la mujer, luego las apilé y me di una palmadita en el brazo a modo de recompensa, había sido una gran idea. – Y si llegas a quejarte juro que me molestaré. – Le dije al cachorro que volvía a moverse y soltaba un leve bostezo. – Bien, justo eso creí. – Le respondí al no escuchar gruñido alguno.
Tomé un mazo y escalé con cuidado sobre las cajas, la base temblaba cada vez que subía más pero había logrado llegar hasta la granjera. – Y más vale que tú te quedes quieta. – En aquel momento me fijé que la mujer también tenía una gema de color, esta vez era rojizo y lo peor era que no sabía para que funcionaba. Tomé la gema y la guardé junto las otras.
Le propiné el primer golpe al hielo justo en el momento que el grito se volvió a presentar. La sorpresa casi me había hecho car, por suerte me había sujetado de la mujer congelada. Ignoré un momento todo lo que me rodeaba tratando de controlar mis nervios, no podía dejarme llevar por el temor y abandonar a otra persona… ya habían muerto dos hombres aquel día y todo a causa de mi miedo. Coloqué una mano bajo el cuerpo de la mujer por si llegaba a liberarse, no podía dejar que siguiera directo al suelo.
Golpeé repetidamente el hielo que la capturaba y veía a las estalactitas temblar, debía darme prisa si quería vivir, hacía todo lo posible por ignorar el grito pero aun así no era suficiente, por primera vez había dejado sentir frío, el calor era excesivo a causa de los nervios y el sudor perlaba mi frente, lo peor es que sentía como poco a poco se congelaba una que otra gota. – Vamos mujer, apúrate que no quiero morir.– Le dije a la figura congelada sin parar de lanzar los golpes.
Fredericksen
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
En un nuevo arranque de heroísmo el arquero emprendió la tortuosa caminata hasta el granero, siendo recibido por el gélido escenario, que cariñosamente abrigaba a la granjera.
Fredericksen tenía razón, ese sitio era de todo menos seguro, aunque pronto comprendería que las estalactitas serían el menor de sus problemas.
Aunque congelada, la granjera seguiría respirando. Señal que el cazador podría interpretar como que había tenido éxito en su misión de rescate. Ahora solo tendría que escapar del granero con la mujer y el cachorro.
Las estalactitas caerían justo después de que el humano abandonase aquel ataúd de hielo y nieve, como si los Dioses buscasen advertirle que su pellejo, realmente, peligraba si seguía con esa descabellada cruzada.
No importa lo que el cazador haga, la granjera seguirá inconsciente, pero no habrá tiempo para quedarse a explorar, todavía quedan dos escenarios más que debía visitar, y la advertencia de que debía seguir moviéndose llegaría con el tronar de los cristales de la cabaña.
Ventanas, espejos…todos se harían pedazos al mismo tiempo, despertando al cachorro, quien, hasta ese momento, no había vuelto a dar ningún problema. Cosa que estaba a punto de cambiar.
Un aullido tras otro. Esta vez el pequeño cachorro se removería y lloraría como no lo había hecho antes, mientras su cuerpecillo comenzaba a temblar cada vez más. La piel y el abrigo del cazador no serían suficientes, para evitar que la cría de lobo comenzase a sucumbir a las inclemencias del tiempo. Si Fredericksen no actuaba rápido su nuevo amigo moriría en sus brazos, pero dejar a la granjera sola tal vez no fuese la mejor de las decisiones.
¿Quedarse con la testigo o seguir adelante? Una dura decisión que él tendría que tomar.
Si optaba por la opción de seguir adelante, la siguiente escenografía lo llevaría hasta una casa, la cual no se encontraría muy lejos de la granja. La puerta estaría abierta y dentro podría encontrar una chimenea, junto a un montón de pieles y cabezas de animales, mismas que colgarían en las paredes de piedra como si alguien hubiese deseado exhibirlas con orgullo. Todo mostraría una residencia normal, salvo por el hecho de que la puerta del baño se encontraría cerrada.
Si, por otro lado, el cazador decidía quedarse con la granjera, podría aprovechar el momento en que ella comenzase a salir de su trance para interrogarla con respecto a lo que pasaba en ese lugar. Lo que finalmente serviría para acabar con la bansheee.
Independientemente de las decisiones que tomase, tanto el cazador como el cachorro comenzarían a sentir sus extremidades congeladas. Lo que no solo les ocasionaría un dolor agudo, sino que, también, entorpecería sus movimientos más y más.
Fredericksen tenía razón, ese sitio era de todo menos seguro, aunque pronto comprendería que las estalactitas serían el menor de sus problemas.
Aunque congelada, la granjera seguiría respirando. Señal que el cazador podría interpretar como que había tenido éxito en su misión de rescate. Ahora solo tendría que escapar del granero con la mujer y el cachorro.
Las estalactitas caerían justo después de que el humano abandonase aquel ataúd de hielo y nieve, como si los Dioses buscasen advertirle que su pellejo, realmente, peligraba si seguía con esa descabellada cruzada.
No importa lo que el cazador haga, la granjera seguirá inconsciente, pero no habrá tiempo para quedarse a explorar, todavía quedan dos escenarios más que debía visitar, y la advertencia de que debía seguir moviéndose llegaría con el tronar de los cristales de la cabaña.
Ventanas, espejos…todos se harían pedazos al mismo tiempo, despertando al cachorro, quien, hasta ese momento, no había vuelto a dar ningún problema. Cosa que estaba a punto de cambiar.
Un aullido tras otro. Esta vez el pequeño cachorro se removería y lloraría como no lo había hecho antes, mientras su cuerpecillo comenzaba a temblar cada vez más. La piel y el abrigo del cazador no serían suficientes, para evitar que la cría de lobo comenzase a sucumbir a las inclemencias del tiempo. Si Fredericksen no actuaba rápido su nuevo amigo moriría en sus brazos, pero dejar a la granjera sola tal vez no fuese la mejor de las decisiones.
¿Quedarse con la testigo o seguir adelante? Una dura decisión que él tendría que tomar.
Si optaba por la opción de seguir adelante, la siguiente escenografía lo llevaría hasta una casa, la cual no se encontraría muy lejos de la granja. La puerta estaría abierta y dentro podría encontrar una chimenea, junto a un montón de pieles y cabezas de animales, mismas que colgarían en las paredes de piedra como si alguien hubiese deseado exhibirlas con orgullo. Todo mostraría una residencia normal, salvo por el hecho de que la puerta del baño se encontraría cerrada.
Si, por otro lado, el cazador decidía quedarse con la granjera, podría aprovechar el momento en que ella comenzase a salir de su trance para interrogarla con respecto a lo que pasaba en ese lugar. Lo que finalmente serviría para acabar con la bansheee.
Independientemente de las decisiones que tomase, tanto el cazador como el cachorro comenzarían a sentir sus extremidades congeladas. Lo que no solo les ocasionaría un dolor agudo, sino que, también, entorpecería sus movimientos más y más.
- Cabaña de caza:
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Fredericksen: ¡Estamos llegando a la recta final! ¿Estás emocionado? Yo sí. Tu runa media te ha permitido salvar a la granjera, pero no esperarías salir de ahí ileso, ¿o sí? Inocente palomita. En este turno tendrás la decisión de elegir, entre ayudar a la única testigo ‘‘viva’’ o salvar a tu nuevo amigo. Aunque no lo parezca ambas tendrás sus repercusiones, así que cuidado con lo que elijas. En este turno no deberás lanzar una runa, ni tampoco te encontrarás con la banshee. Todo se decidirá en el siguiente post, cuando hayas elegido a quién de los dos vas a condenar. ¡Enjoy!
Wyn
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
Los golpes que realizaba para liberar a aquella mujer eran cada vez más frenéticos, a decir verdad me encontraba temblando, no por el hecho de que tuviese frío, era más que nada miedo, estaba aterrado a morir en aquel lugar tan muerto antes las garras de una cosa gritona “Sabía que no viviría mucho pero no esperaba que mi final fuese así.”
En un momento dado escuché el sonido del hielo quebrarse con fuerza, aquello era buena señal, al fin estaba haciendo algo bien. Golpeé con algo más de fuerza otras veces y con aquello había bastado para liberar a la mujer que colgaba en el techo, el cuerpo de la granjera cayó y fue complicado atraparla en el aire, a causa del peso adicional recibido las cajas temblaron y estas no demoraron en desplomarse junto conmigo. Había caído en una pose incomoda y sentía como trozos de madera quebrada se incrustaban y presionaban mi piel, el lado positivo es que aún vivía, lo malo es que aquel pequeño viajecito dejaría marcas de dolor por un largo tiempo.
La granjera por suerte no se había lastimado… o al menos eso aparentaba, después de todo yo había amortiguado la caída y su choque contra las cajas rotas “Soy de utilidad cuando menos me lo espero.” Aparté a la mujer inconsciente con cuidado y me levanté de los trozos de astillas y tablas que ahora se esparcían por el suelo. En medio de la pequeña felicidad que me había generado liberar a la mujer había olvidado totalmente el peligro que me rodeaba, el choque de una estalactita contra el suelo bastó para regresarme a la realidad, aun no estaba a salvo.
- Porque claramente nunca debe ser fácil. – Resoplé a causa del esfuerzo que suponía cargar a la granjera en mi espalda y levanté por un segundo la mirada para contemplar las fuertes sacudidas que aun generaba el hielo, esperaba que ese techo resistiese un poco más.
Mi idea de que el hielo tardaría al menos otro rato en caer fue totalmente errada, casi instantáneamente uno que otro témpano había comenzado a caer, no dudé en comenzar a correr con la granjera a mi espalda y el cachorro escondido entre mi ropa, si algo me llegaba a suceder aquellos dos quedarían totalmente inmóviles… y posiblemente morirían “No, morirían seguramente.”
Lo que eran escasos metros hasta la salida se me habían hecho kilómetros por el arte de esquivar témpanos helados, todo el esfuerzo realizado aquel día empezaba a cobrarse un dolor intenso en mis articulaciones, y según tenía entendido también podía ser a causa del clima gélido, como podría haber dicho mi maestro “Parece que tienes todo en contra“ y efectivamente así parecía.
Cuando salí del granero me liberé del peso de la granjera y estiré todo lo que pude mis brazos y piernas, una leve mirada al sitio de donde habíamos salido confirmó que la lluvia de estalactitas había empeorado, un poco más y no lo contábamos.
- Quien lo diría… tuvimos suerte. – Me di unas palmaditas en el brazo a modo de recompensa, finalmente lo había hecho bien. – Y más vale que me lo agradezcas luego. – Esto iba dirigido a la granjera inconsciente.
Pero no era raro que el mundo me demostrara que si en algún momento tuve suerte ya no, escuché algunos cristales rompiéndose, aquello definitivamente provenía de la casa en la que había estado antes. Bastó observarla un momento para apreciar como todo el vidrio que había en esta se hacía pedazos, cientos de esquilas salieron despedidas por el suelo con un ruido atronador.
- Maldita sea… - Por si no fuese poco con aquello, el pequeño Azrael había despertado y soltaba aullidos lastimeros, estos eran mucho peor a los que había realizado antes “Lo que me faltaba.” La pequeña criatura se removía inquietamente bajo mis ropajes sin dejar de aullar, debería hacer algo para calmarlo. – Calma Azrael, ya regresaremos a estar en movimientos. – Le di leves palmaditas en la cabeza al cachorro pero aquello no aminoró sus quejidos.
Me agaché junto al cuerpo de la granjera solo para verificar que seguía viva, su respiración aun era débil pero por suerte vivía, era la primer persona en aquel sitio que lograba salvar… parecía ser un milagro “¿Quién lo diría? Al fin lograste salvar a alguien Fred.” Moví un poco el cuerpo de de la mujer esperando que esta reaccionara pero no pasaba nada, aquello sería un problema; si me quedaba mucho más tiempo el cachorro seguro lloraría con más fuerza y mis extremidades se congelarían aún más, además que el mismo frío le sentaría mal a la granjera “Aunque claro, ya colgó congelada una vez, es una suerte que sobreviviese.”
Volví a enderezarme y estiré los brazos para alejar el entumecimiento creciente, ya no podía quedarme a pensar mucho allí, sabía que el frío era mi peor enemigo aquel momento. Volví a cargar a la mujer inconsciente en mi espalda y caminé pesadamente a quien sabe dónde, ya no sabía a qué otro sitio podría dirigirme, tal vez solo me quedaba vagar sin rumbo esperando una muerte fría y dolorosa “Aunque siempre supuse que sería algo así… solo que con menos frío.”
Podía sentir el cambio notable en mis movimientos, generalmente no me hubiese costado mucho caminar o correr, esta vez era una tortura que iba en aumento, tal vez si caía al suelo no podría levantarme, aunque aquel esfuerzo también podría deberse a la mujer que iba en mi espalda.
Observé hacía donde se encontraba el cachorro aullando y temblando, tal vez tener que suportar tanto llanto canino también me hacía desesperar un poco, nunca había tenido mucha paciencia con la gente que lloraba... o animal en este caso. - ¿Qué te parece si usamos esa energía para cantar? – Comenté a la cría de lobo, aunque seguramente no me seguiría el juego. – Mira, yo empiezo. – Acto seguido comencé a tararear lo suficientemente alto como para que el animal escuchase, solo que su aullido no cesaba. - ¿No vas a cantar? De acuerdo, pero tú eres el que se lo pierde.
Minutos después pode notar algo que la tormenta ocultaba en sus ventiscas nevadas, había otra cabaña allí, aquel día la suerte solo quería jugar conmigo, a veces me ayudaba y a veces golpeaba, pateaba, pisoteaba y escupía “Oh maldita suerte.” Al estar frente a la cabaña consideré volver a patear la puerta, por como habían estado las cosas aquel día dudaba que una puerta estuviese abierta, pero nunca estaba de más intentarlo.
Tomé el pomo de la puerta y lo giré, fue una sorpresa notar que ésta si abría, quizá las cosas ya iban a mejorar. Entré lentamente y detallé primero la sala del hogar, por simple lógica pude suponer que aquel sitio había pertenecido a algún cazador, solo eso explicaría las pieles y las cabezas como trofeo; tomar la cacería como pasatiempo en vez de supervivencia era algo que de cierto modo me asqueaba, solo que por esta vez agradecería todas las pieles que habían allí, eso serviría para proporcionar calor.
Dejé a la granjera tirada sobre una gruesa piel que supuse que sería de oso, eso bastaría para abrigarla, ahora venía el ser que realmente necesitaba atención. Saqué a Azrael de mi abrigo y lo acosté con cuidado sobre una piel de lobo, tal vez fuese irónico pero el animalito necesitaba calor, lo abrigué lo mejor que pude y acerqué un poco a la chimenea.
- ¿Cuántos fuegos he iniciado hoy? – No recordaba la cifra exacta, pero mientras sirviese para abrigar no había problema. Tomé un pedernal que había en el suelo y comencé a darle golpes torpes, debido a los músculos congelados aquella tarea a la que estaba tan acostumbrado se me estaba dificultando, tuve que durar un buen rato hasta encender un leve fuego que se fue extendiendo, si con aquello no recuperaba calor no lo haría con nada. - ¿Ahora qué vamos a hacer amiguito? – Pregunté al cachorro mientras acercaba mis manos al fuego. – Supongo que debemos esperar a que ella despierte… ¿Pero cuando lo hará? – El animalito soltó un aullido lastimero al cual respondí con un movimiento afirmativo de cabeza. – Si, eso creí.
En un momento dado escuché el sonido del hielo quebrarse con fuerza, aquello era buena señal, al fin estaba haciendo algo bien. Golpeé con algo más de fuerza otras veces y con aquello había bastado para liberar a la mujer que colgaba en el techo, el cuerpo de la granjera cayó y fue complicado atraparla en el aire, a causa del peso adicional recibido las cajas temblaron y estas no demoraron en desplomarse junto conmigo. Había caído en una pose incomoda y sentía como trozos de madera quebrada se incrustaban y presionaban mi piel, el lado positivo es que aún vivía, lo malo es que aquel pequeño viajecito dejaría marcas de dolor por un largo tiempo.
La granjera por suerte no se había lastimado… o al menos eso aparentaba, después de todo yo había amortiguado la caída y su choque contra las cajas rotas “Soy de utilidad cuando menos me lo espero.” Aparté a la mujer inconsciente con cuidado y me levanté de los trozos de astillas y tablas que ahora se esparcían por el suelo. En medio de la pequeña felicidad que me había generado liberar a la mujer había olvidado totalmente el peligro que me rodeaba, el choque de una estalactita contra el suelo bastó para regresarme a la realidad, aun no estaba a salvo.
- Porque claramente nunca debe ser fácil. – Resoplé a causa del esfuerzo que suponía cargar a la granjera en mi espalda y levanté por un segundo la mirada para contemplar las fuertes sacudidas que aun generaba el hielo, esperaba que ese techo resistiese un poco más.
Mi idea de que el hielo tardaría al menos otro rato en caer fue totalmente errada, casi instantáneamente uno que otro témpano había comenzado a caer, no dudé en comenzar a correr con la granjera a mi espalda y el cachorro escondido entre mi ropa, si algo me llegaba a suceder aquellos dos quedarían totalmente inmóviles… y posiblemente morirían “No, morirían seguramente.”
Lo que eran escasos metros hasta la salida se me habían hecho kilómetros por el arte de esquivar témpanos helados, todo el esfuerzo realizado aquel día empezaba a cobrarse un dolor intenso en mis articulaciones, y según tenía entendido también podía ser a causa del clima gélido, como podría haber dicho mi maestro “Parece que tienes todo en contra“ y efectivamente así parecía.
Cuando salí del granero me liberé del peso de la granjera y estiré todo lo que pude mis brazos y piernas, una leve mirada al sitio de donde habíamos salido confirmó que la lluvia de estalactitas había empeorado, un poco más y no lo contábamos.
- Quien lo diría… tuvimos suerte. – Me di unas palmaditas en el brazo a modo de recompensa, finalmente lo había hecho bien. – Y más vale que me lo agradezcas luego. – Esto iba dirigido a la granjera inconsciente.
Pero no era raro que el mundo me demostrara que si en algún momento tuve suerte ya no, escuché algunos cristales rompiéndose, aquello definitivamente provenía de la casa en la que había estado antes. Bastó observarla un momento para apreciar como todo el vidrio que había en esta se hacía pedazos, cientos de esquilas salieron despedidas por el suelo con un ruido atronador.
- Maldita sea… - Por si no fuese poco con aquello, el pequeño Azrael había despertado y soltaba aullidos lastimeros, estos eran mucho peor a los que había realizado antes “Lo que me faltaba.” La pequeña criatura se removía inquietamente bajo mis ropajes sin dejar de aullar, debería hacer algo para calmarlo. – Calma Azrael, ya regresaremos a estar en movimientos. – Le di leves palmaditas en la cabeza al cachorro pero aquello no aminoró sus quejidos.
Me agaché junto al cuerpo de la granjera solo para verificar que seguía viva, su respiración aun era débil pero por suerte vivía, era la primer persona en aquel sitio que lograba salvar… parecía ser un milagro “¿Quién lo diría? Al fin lograste salvar a alguien Fred.” Moví un poco el cuerpo de de la mujer esperando que esta reaccionara pero no pasaba nada, aquello sería un problema; si me quedaba mucho más tiempo el cachorro seguro lloraría con más fuerza y mis extremidades se congelarían aún más, además que el mismo frío le sentaría mal a la granjera “Aunque claro, ya colgó congelada una vez, es una suerte que sobreviviese.”
Volví a enderezarme y estiré los brazos para alejar el entumecimiento creciente, ya no podía quedarme a pensar mucho allí, sabía que el frío era mi peor enemigo aquel momento. Volví a cargar a la mujer inconsciente en mi espalda y caminé pesadamente a quien sabe dónde, ya no sabía a qué otro sitio podría dirigirme, tal vez solo me quedaba vagar sin rumbo esperando una muerte fría y dolorosa “Aunque siempre supuse que sería algo así… solo que con menos frío.”
Podía sentir el cambio notable en mis movimientos, generalmente no me hubiese costado mucho caminar o correr, esta vez era una tortura que iba en aumento, tal vez si caía al suelo no podría levantarme, aunque aquel esfuerzo también podría deberse a la mujer que iba en mi espalda.
Observé hacía donde se encontraba el cachorro aullando y temblando, tal vez tener que suportar tanto llanto canino también me hacía desesperar un poco, nunca había tenido mucha paciencia con la gente que lloraba... o animal en este caso. - ¿Qué te parece si usamos esa energía para cantar? – Comenté a la cría de lobo, aunque seguramente no me seguiría el juego. – Mira, yo empiezo. – Acto seguido comencé a tararear lo suficientemente alto como para que el animal escuchase, solo que su aullido no cesaba. - ¿No vas a cantar? De acuerdo, pero tú eres el que se lo pierde.
Minutos después pode notar algo que la tormenta ocultaba en sus ventiscas nevadas, había otra cabaña allí, aquel día la suerte solo quería jugar conmigo, a veces me ayudaba y a veces golpeaba, pateaba, pisoteaba y escupía “Oh maldita suerte.” Al estar frente a la cabaña consideré volver a patear la puerta, por como habían estado las cosas aquel día dudaba que una puerta estuviese abierta, pero nunca estaba de más intentarlo.
Tomé el pomo de la puerta y lo giré, fue una sorpresa notar que ésta si abría, quizá las cosas ya iban a mejorar. Entré lentamente y detallé primero la sala del hogar, por simple lógica pude suponer que aquel sitio había pertenecido a algún cazador, solo eso explicaría las pieles y las cabezas como trofeo; tomar la cacería como pasatiempo en vez de supervivencia era algo que de cierto modo me asqueaba, solo que por esta vez agradecería todas las pieles que habían allí, eso serviría para proporcionar calor.
Dejé a la granjera tirada sobre una gruesa piel que supuse que sería de oso, eso bastaría para abrigarla, ahora venía el ser que realmente necesitaba atención. Saqué a Azrael de mi abrigo y lo acosté con cuidado sobre una piel de lobo, tal vez fuese irónico pero el animalito necesitaba calor, lo abrigué lo mejor que pude y acerqué un poco a la chimenea.
- ¿Cuántos fuegos he iniciado hoy? – No recordaba la cifra exacta, pero mientras sirviese para abrigar no había problema. Tomé un pedernal que había en el suelo y comencé a darle golpes torpes, debido a los músculos congelados aquella tarea a la que estaba tan acostumbrado se me estaba dificultando, tuve que durar un buen rato hasta encender un leve fuego que se fue extendiendo, si con aquello no recuperaba calor no lo haría con nada. - ¿Ahora qué vamos a hacer amiguito? – Pregunté al cachorro mientras acercaba mis manos al fuego. – Supongo que debemos esperar a que ella despierte… ¿Pero cuando lo hará? – El animalito soltó un aullido lastimero al cual respondí con un movimiento afirmativo de cabeza. – Si, eso creí.
Fredericksen
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
Debéis saber lo difícil que es para mí no mostrarme ruda con vosotros, cuando hacéis este tipo de cosas.
El arquero había decidido, contra todo pronóstico, salvar a la granjera y a la cría de lobo. Una decisión osada, sin duda, pues debéis recordar que los osados siempre tienen lugar en los cementerios, y no creo que esa fuese la meta del imprudente cazador, ni de nadie con un porcentaje aceptable de materia gris.
La granjera se mantendría en su trance, mientras la temperatura seguiría su impetuoso descenso, haciendo que la tarea de respirar se volviese una tortuosa labor. La cría de lobo calmaría sus aullidos, mostrando que su cuerpecillo no tardaría mucho en rendirse a las inclemencias del tiempo.
¿Pero eso le importó al cazador?
Por supuesto que no. Él solo buscaba matar dos pájaros de un tiro, desperdiciando tiempo crucial en esa decisión.
Bueno, él aún no lo sabía, pero estaba a punto de enfrentarse a su propia estupidez de una manera no muy grata. ¿Qué? No muy grata para él, para mi sería todo un deleite.
No habría gritos previos en esta ocasión, nada podría avisarle al cazador lo que estaba a punto de acontecer y todo lo que aparecería frente a sus ojos sería una extraña lluvia blanca.
Cuando Fredericksen abriese sus ojos se percataría de que ya no se hallaba en aquella ‘‘acogedora’’ cabaña. A su alrededor solo habría hielo, hielo y…más hielo. Unas pequeñas runas de piedra decorarían el escenario, aunque estas solo sirviesen para aumentar el terror del lugar.
Los cuerpos de la granjera, del pescador y del herrero se hallarían reunidos, todos en torno a un enorme agujero en el suelo, por el cual salía una extraña ventisca blanquecina. Por las paredes de hielo podrían vislumbrarse las siluetas de miles de cuerpos, moviéndose como si quisiesen romper aquella barrera que les mantenía prisioneros en su mundo.
Algo no andaría bien. Fredericksen comenzaría a sentirse adormilado, escuchando en su mente una melodiosa y juvenil voz, quien le hablaría con un tono melancólico en cada una de sus palabras, instándole a unirse a los otros tres, quienes sostenían un extraño fragmento de piedra, justo encima de aquel peligroso agujero.
Por su parte, la cría de lobo comenzaría a chillar al no ser capaz de olfatear el aroma del cazador. Sus ojos se mantenían cerrados por la edad y sus patitas no eran lo bastante fuertes como para mantenerle en pie. Sin embargo, guiándose por su pequeña nariz y aferrándose a las ganas de vivir, comenzaría a moverse hasta el pequeño rastro que el arquero iba dejando tras de sí.
Lastima que tal vez el arquero ya no estaría lo suficientemente cuerdo para escuchar a su amigo llamarle con tanta desesperación
.El arquero había decidido, contra todo pronóstico, salvar a la granjera y a la cría de lobo. Una decisión osada, sin duda, pues debéis recordar que los osados siempre tienen lugar en los cementerios, y no creo que esa fuese la meta del imprudente cazador, ni de nadie con un porcentaje aceptable de materia gris.
La granjera se mantendría en su trance, mientras la temperatura seguiría su impetuoso descenso, haciendo que la tarea de respirar se volviese una tortuosa labor. La cría de lobo calmaría sus aullidos, mostrando que su cuerpecillo no tardaría mucho en rendirse a las inclemencias del tiempo.
¿Pero eso le importó al cazador?
Por supuesto que no. Él solo buscaba matar dos pájaros de un tiro, desperdiciando tiempo crucial en esa decisión.
Bueno, él aún no lo sabía, pero estaba a punto de enfrentarse a su propia estupidez de una manera no muy grata. ¿Qué? No muy grata para él, para mi sería todo un deleite.
No habría gritos previos en esta ocasión, nada podría avisarle al cazador lo que estaba a punto de acontecer y todo lo que aparecería frente a sus ojos sería una extraña lluvia blanca.
Cuando Fredericksen abriese sus ojos se percataría de que ya no se hallaba en aquella ‘‘acogedora’’ cabaña. A su alrededor solo habría hielo, hielo y…más hielo. Unas pequeñas runas de piedra decorarían el escenario, aunque estas solo sirviesen para aumentar el terror del lugar.
Los cuerpos de la granjera, del pescador y del herrero se hallarían reunidos, todos en torno a un enorme agujero en el suelo, por el cual salía una extraña ventisca blanquecina. Por las paredes de hielo podrían vislumbrarse las siluetas de miles de cuerpos, moviéndose como si quisiesen romper aquella barrera que les mantenía prisioneros en su mundo.
Algo no andaría bien. Fredericksen comenzaría a sentirse adormilado, escuchando en su mente una melodiosa y juvenil voz, quien le hablaría con un tono melancólico en cada una de sus palabras, instándole a unirse a los otros tres, quienes sostenían un extraño fragmento de piedra, justo encima de aquel peligroso agujero.
Por su parte, la cría de lobo comenzaría a chillar al no ser capaz de olfatear el aroma del cazador. Sus ojos se mantenían cerrados por la edad y sus patitas no eran lo bastante fuertes como para mantenerle en pie. Sin embargo, guiándose por su pequeña nariz y aferrándose a las ganas de vivir, comenzaría a moverse hasta el pequeño rastro que el arquero iba dejando tras de sí.
Lastima que tal vez el arquero ya no estaría lo suficientemente cuerdo para escuchar a su amigo llamarle con tanta desesperación
- Cueva de la banshee:
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Fredericksen: Muy bien. Primero te crees patinador, luego Tarzan y ahora no cumples las normas, tu rebeldía ha terminado por meterte en problemas. ¿Ves por qué no debéis desobedecerme? Como te he comentado antes, en esta ronda tu suerte y proceder será determinado completamente por la voluntad de los Dioses. Es más, ¿por qué no lo hago yo por ti? Espero que tengas una buena relación con master Tyr, pues de lo contrario podrían pasar varias cosas:
Suerte buena/muy buena: Despertarás del hechizo de la banshee y conseguirás romper la maldición de Gire Drove al no entregar las piedras que llevas en tu bolsillo. Las personas implicadas despertarán y te ayudarán a combatir a la criatura, para finalmente salir de ahí sin ningún rasguño.
Suerte mala: Despertarás del trance, pero deberás enfrentarte a la banshee haciendo una elección entre salvar Gire Drove o salvar a la cría de lobo huyendo de ahí (recuerda que su cuerpecillo no tardará en morir), por lo cual nos alargaríamos un turno más.(Desde ya te advierto que, aunque no lo parezca, soy habilidosa cuando se trata de combate)
Suerte muy mala: No lograrás salir del trance, por lo que terminarás entregando las piedras al mundo de los muertos, condenado Gire Drove, a los pobladores y a la cría de lobo. Recibiendo un severo castigo a tus acciones, mismo que podría ir desde heridas hasta una hermosa maldición por haber estado tanto tiempo en el hielo.
Algo me falta... ¡Ah! ¡Sí! ¡Enjoy!
Suerte buena/muy buena: Despertarás del hechizo de la banshee y conseguirás romper la maldición de Gire Drove al no entregar las piedras que llevas en tu bolsillo. Las personas implicadas despertarán y te ayudarán a combatir a la criatura, para finalmente salir de ahí sin ningún rasguño.
Suerte mala: Despertarás del trance, pero deberás enfrentarte a la banshee haciendo una elección entre salvar Gire Drove o salvar a la cría de lobo huyendo de ahí (recuerda que su cuerpecillo no tardará en morir), por lo cual nos alargaríamos un turno más.(Desde ya te advierto que, aunque no lo parezca, soy habilidosa cuando se trata de combate)
Suerte muy mala: No lograrás salir del trance, por lo que terminarás entregando las piedras al mundo de los muertos, condenado Gire Drove, a los pobladores y a la cría de lobo. Recibiendo un severo castigo a tus acciones, mismo que podría ir desde heridas hasta una hermosa maldición por haber estado tanto tiempo en el hielo.
Algo me falta... ¡Ah! ¡Sí! ¡Enjoy!
Wyn
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
El miembro 'Wyn' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
Mis últimos recuerdos exactos eran dentro de la cabaña, se que estaba aprovechando el calor de la chimenea, esperando que la granjera despertara y que el lobo dejara de aullar… pero aquello era todo, el resto era confuso “Quizá el frío afectó la poco cordura que poseo” Y no dudaba aquello, tantos golpes a una temperatura tan baja lo más probable es que había hecho un desastre en mi.
Luego todo había sido confuso, de alguna manera me había perdido en mis pensamientos y recuerdos, solo recordaba haber visto fragmentos blanco… tal vez fuese nieve, o quizá y solo quizá me estaba volviendo ciego, había escuchado de personas ciegas que así había comenzado su falta de visión. Cuando finalmente recobré el sentido de la visión notaba que había algo raro, aquel sitio no era la cálida y acogedora cabaña… o eso parecía, pero de alguna manera algo no encajaba, tal vez era que sentía que no había regresado del todo, mis sentidos por alguna razón se encontraban distantes a mí.
“Pero hay otra cosa rara, hay algo más, Fred.” Posiblemente era esa canción que sonaba en mi mente, una voz que desconocía totalmente… o tal vez era el hecho de ver a gente muerta frente a mí “¿Gente muerta?” Pues allí estaba el pescador y el herrero, pero tal vez era solo culpa de mi imaginación, debía ser causa de aquel aletargamiento mental que llevaba encima .
Aún sin estar consciente de mis movimientos había llegado a un extraño agujero del suelo, el cual era rodeado por los muertos “Pescador y Herrero ¿En serio no estaban muertos?” Podía creer que si… pero estaban allí, eso no tenía sentido. Por otro lado estaba la granjera, ella si había salido ilesa “O al menos en su mayoría” ¿Pero cómo había llegado hasta allí? La voz que cantaba me decía que aquello no debía importarme, que eso no era relevante… pero sentía que si lo era, muy en el fondo sabía que eso no estaba bien.
Contemple unos segundo el agujero, debía tirar las piedras allí, estaba seguro de eso. “¿En serio es lo correcto, Frederick?” Pues debía serlo, la voz en mi cabeza decía que lo hiciera… y si estaba en mi cabeza debía de tener razón ¿No? “Pero eso no tiene lógica, muchas personas hablan aquí adentro” Y era cierto, bueno… no del todo, solo hablaba mi maestro, algunos animales y yo, aquella voz melodiosa era nueva “Y a los nuevos no hay que hacerles mucho caso, el conocimiento se obtiene por el tiempo.” Y mi maestro llevaba mucho tiempo reprochando mis acciones, dudaba que se equivocara “No lo hagas Frederick, no seas un total idiota.”
- No seas un idiota. – Comenté por lo bajo agitando la cabeza. - ¡No seas un idiota, tienes razón! – La voz que se había alojado temporalmente en mis pensamientos desapareció, alejando aquella confusión que había causado en mi.
Ahora podía ver todo con más claridad, definitivamente estaban allí los únicos tres pueblerinos de aquel sitio congelado, pero no solo eso, definitivamente había dejado la cabaña, ya era todo un hecho. – Oh por los Dioses. – Retrocedí varios pasos al notar la verdadera profundidad del agujero en el suelo, aquello no era normal. Seguí caminando de espaldas hasta chocar con el frío hielo de la cueva, mi vista se mantuvo fija en el suelo unos momentos hasta notar movimiento extraño a mis espaldas, era como si sombras se moviesen en la pared; giré el rostro para saber que producía aquel efecto, al inicio solo vi el reflejo de mi rostro, luego noté lo extraño, varios cuerpos dentro de aquel mural helado. No pude evitar soltar un grito al tiempo que arrojaba un puñado de nieve contra lo que fueran aquellas cosas, eso definitivamente no era normal.
- ¿Por qué no fui un idiota? Hubiese preferido mil veces ser un idiota. - Me arrastré otro poco en la nieve considerando las opciones, la más sensata era correr sin mirar atrás ¿Qué se supone que hiciera allí? Dudaba que gritar fuese la opción correcta.
La respuesta realmente no tardó en llegar, era impresionante como una avalancha de catástrofes había comenzado sin siquiera darme cuenta. El grito de la cosa tenebrosa de aquel pueblo se manifestó en medio de la cueva, y n o fue solo el grito, también estaba esa cosa. El reflejo de aquello en el hielo era el de una joven, quizá menor que yo… pero cuando gritaba todo cambiaba. – Aunque… realmente ese efecto es general, toda persona cuando grita se ve peor… y más cuando lo hacen señalando mi muerte.
Aún con mis extremidades rogando un descanso tuve que levantarme del suelo, debía buscar la manera de hacerle frente a aquella joven-cosa-monstruo "O escapar, otra opción muy sensata.” El problema es que dudaba tener muchas oportunidades; sacudí mis extremidades y tomé un poco de aire, girándome lentamente para quedar cara a cara con la gritona del pueblo.
- Se muy bien que no te caigo bien… o tal vez si te caigo bien y tus gritos son de emoción al verme. – La joven gritó a modo de respuesta mientras su rostro se desfiguraba, tuve que llevarme las manos a los oídos para reducir todo lo posible el dolor a causa de aquel sonido. – Bien, definitivamente no te caigo bien, era de esperarse. – Me encogí de hombros y separé las manos lentamente de mis oídos. – Así que solo me retiraré lentamente ¿Para que querrías mi mala compañía? – Retrocedí un par de pasos sin apartar la vista de la joven, solo que cuando esta comenzó a movilizarse contra mí no dudé en girar totalmente y comenzar a correr.
“Vamos Fred, piensa que hacer.” Tal vez despistarla con algo podría funcionar, una flecha enterrada en el brazo solía ser la solución Maestra para que la gente se desestabilizara unos segundos ¿Por qué no intentar? Saqué el arco de el carcaj y me apresuré a tomar una flecha , una mirada a mis espaldas me dio a notar que el tiempo se agotaba “Muy bien, es ahora o nunca.” Alguien cuerdo o que tuviese el merecido tiempo a pensar se hubiese detenido y disparado, yo no tenía tiempo y la cordura aquel día ya era mínima, así que solo salté girando mi cuerpo en el aire para quedar cara a cara con la joven. No sé porque supuse que aquello realmente serviría, que tendría la capacidad suficiente para fijar un blanco en medio de un salto… la verdad es que fue un fiasco ¿Logré disparar la flecha? Si ¿Dio en el objetivo? Casi, el proyectil había volado cerca de las piernas de la joven para terminar enterrado en la nieve ¿El resultado? Yo aterrizando en el suelo sin ninguna gracia y deslizándome hasta chocar con una roca.
Todo se nubló un instante, me removí en el suelo tratando de mantener la conciencia, cosa que hubiese preferido no hacer. La cosa ya me había capturado y tenía su rostro a escasos centímetros de mi rostro, un posición algo incomoda a decir verdad, su cara no tardó en deformarse y soltar otro de aquellos aterradores gritos.
Por un momento sentí como si mi cabeza fuese a estallar, el sonido que percibía ahora era mínimo, solo podía oír un silbido agudo y permanente. Me agité tratando de de eliminar aquella sensación pero no dio resultado, definitivamente no había escapatoria. Observé al único camino de huída que había podido notar, estaba ciertamente alejado y… “Un momento.” Había algo caminando, acercándose por el mismo, su pequeña figura casi hacía que fuese imperceptible pero allí estaba “¿Qué rayos haces aquí Azrael?” No podía dejar al animalito allí a la deriva, ya había hecho suficiente dejándolo huérfano. Suspiré observando a la criatura que me retenía ¿Pero realmente me retenía? Solo había visto su cuerpo sobre mi pero no había sentido presión alguna…era como si no hubiese nada allí “Eres un idiota Fred, solo estás entumecido” Era lógico, el golpe y el frío me habían creer algo que no sucedía, agité los brazos con fuerza frente a la criatura esperando que mi teoría fuera acertada y vaya que sí lo era, mi mano había atravesado aquella cosa.
- Con permiso, tengo que encontrarme con alguien más. – Apoyé con fuerza los talones en el suelo y me deslicé fuera del alcance de aquel ser, si me perseguía no debía preocuparme porque me atrapase… o al menos eso esperaba. Al estar lo suficientemente retirado me coloqué de pie y comencé a correr con la poca fuerza restante hacia la cría de lobo, era una sorpresa que el animal llegase tan lejos con aquella tormenta helada. – Muy buen chico Azrael, pero la próxima vez no te arriesgues así. – Dije al animalito mientras lo tomaba y lo ocultaba en mi atuendo. - ¿Ahora qué procede chico? Tú decides si nos quedamos y tentamos a la suerte… o corremos sin mirar atrás.
Luego todo había sido confuso, de alguna manera me había perdido en mis pensamientos y recuerdos, solo recordaba haber visto fragmentos blanco… tal vez fuese nieve, o quizá y solo quizá me estaba volviendo ciego, había escuchado de personas ciegas que así había comenzado su falta de visión. Cuando finalmente recobré el sentido de la visión notaba que había algo raro, aquel sitio no era la cálida y acogedora cabaña… o eso parecía, pero de alguna manera algo no encajaba, tal vez era que sentía que no había regresado del todo, mis sentidos por alguna razón se encontraban distantes a mí.
“Pero hay otra cosa rara, hay algo más, Fred.” Posiblemente era esa canción que sonaba en mi mente, una voz que desconocía totalmente… o tal vez era el hecho de ver a gente muerta frente a mí “¿Gente muerta?” Pues allí estaba el pescador y el herrero, pero tal vez era solo culpa de mi imaginación, debía ser causa de aquel aletargamiento mental que llevaba encima .
Aún sin estar consciente de mis movimientos había llegado a un extraño agujero del suelo, el cual era rodeado por los muertos “Pescador y Herrero ¿En serio no estaban muertos?” Podía creer que si… pero estaban allí, eso no tenía sentido. Por otro lado estaba la granjera, ella si había salido ilesa “O al menos en su mayoría” ¿Pero cómo había llegado hasta allí? La voz que cantaba me decía que aquello no debía importarme, que eso no era relevante… pero sentía que si lo era, muy en el fondo sabía que eso no estaba bien.
Contemple unos segundo el agujero, debía tirar las piedras allí, estaba seguro de eso. “¿En serio es lo correcto, Frederick?” Pues debía serlo, la voz en mi cabeza decía que lo hiciera… y si estaba en mi cabeza debía de tener razón ¿No? “Pero eso no tiene lógica, muchas personas hablan aquí adentro” Y era cierto, bueno… no del todo, solo hablaba mi maestro, algunos animales y yo, aquella voz melodiosa era nueva “Y a los nuevos no hay que hacerles mucho caso, el conocimiento se obtiene por el tiempo.” Y mi maestro llevaba mucho tiempo reprochando mis acciones, dudaba que se equivocara “No lo hagas Frederick, no seas un total idiota.”
- No seas un idiota. – Comenté por lo bajo agitando la cabeza. - ¡No seas un idiota, tienes razón! – La voz que se había alojado temporalmente en mis pensamientos desapareció, alejando aquella confusión que había causado en mi.
Ahora podía ver todo con más claridad, definitivamente estaban allí los únicos tres pueblerinos de aquel sitio congelado, pero no solo eso, definitivamente había dejado la cabaña, ya era todo un hecho. – Oh por los Dioses. – Retrocedí varios pasos al notar la verdadera profundidad del agujero en el suelo, aquello no era normal. Seguí caminando de espaldas hasta chocar con el frío hielo de la cueva, mi vista se mantuvo fija en el suelo unos momentos hasta notar movimiento extraño a mis espaldas, era como si sombras se moviesen en la pared; giré el rostro para saber que producía aquel efecto, al inicio solo vi el reflejo de mi rostro, luego noté lo extraño, varios cuerpos dentro de aquel mural helado. No pude evitar soltar un grito al tiempo que arrojaba un puñado de nieve contra lo que fueran aquellas cosas, eso definitivamente no era normal.
- ¿Por qué no fui un idiota? Hubiese preferido mil veces ser un idiota. - Me arrastré otro poco en la nieve considerando las opciones, la más sensata era correr sin mirar atrás ¿Qué se supone que hiciera allí? Dudaba que gritar fuese la opción correcta.
La respuesta realmente no tardó en llegar, era impresionante como una avalancha de catástrofes había comenzado sin siquiera darme cuenta. El grito de la cosa tenebrosa de aquel pueblo se manifestó en medio de la cueva, y n o fue solo el grito, también estaba esa cosa. El reflejo de aquello en el hielo era el de una joven, quizá menor que yo… pero cuando gritaba todo cambiaba. – Aunque… realmente ese efecto es general, toda persona cuando grita se ve peor… y más cuando lo hacen señalando mi muerte.
Aún con mis extremidades rogando un descanso tuve que levantarme del suelo, debía buscar la manera de hacerle frente a aquella joven-cosa-monstruo "O escapar, otra opción muy sensata.” El problema es que dudaba tener muchas oportunidades; sacudí mis extremidades y tomé un poco de aire, girándome lentamente para quedar cara a cara con la gritona del pueblo.
- Se muy bien que no te caigo bien… o tal vez si te caigo bien y tus gritos son de emoción al verme. – La joven gritó a modo de respuesta mientras su rostro se desfiguraba, tuve que llevarme las manos a los oídos para reducir todo lo posible el dolor a causa de aquel sonido. – Bien, definitivamente no te caigo bien, era de esperarse. – Me encogí de hombros y separé las manos lentamente de mis oídos. – Así que solo me retiraré lentamente ¿Para que querrías mi mala compañía? – Retrocedí un par de pasos sin apartar la vista de la joven, solo que cuando esta comenzó a movilizarse contra mí no dudé en girar totalmente y comenzar a correr.
“Vamos Fred, piensa que hacer.” Tal vez despistarla con algo podría funcionar, una flecha enterrada en el brazo solía ser la solución Maestra para que la gente se desestabilizara unos segundos ¿Por qué no intentar? Saqué el arco de el carcaj y me apresuré a tomar una flecha , una mirada a mis espaldas me dio a notar que el tiempo se agotaba “Muy bien, es ahora o nunca.” Alguien cuerdo o que tuviese el merecido tiempo a pensar se hubiese detenido y disparado, yo no tenía tiempo y la cordura aquel día ya era mínima, así que solo salté girando mi cuerpo en el aire para quedar cara a cara con la joven. No sé porque supuse que aquello realmente serviría, que tendría la capacidad suficiente para fijar un blanco en medio de un salto… la verdad es que fue un fiasco ¿Logré disparar la flecha? Si ¿Dio en el objetivo? Casi, el proyectil había volado cerca de las piernas de la joven para terminar enterrado en la nieve ¿El resultado? Yo aterrizando en el suelo sin ninguna gracia y deslizándome hasta chocar con una roca.
Todo se nubló un instante, me removí en el suelo tratando de mantener la conciencia, cosa que hubiese preferido no hacer. La cosa ya me había capturado y tenía su rostro a escasos centímetros de mi rostro, un posición algo incomoda a decir verdad, su cara no tardó en deformarse y soltar otro de aquellos aterradores gritos.
Por un momento sentí como si mi cabeza fuese a estallar, el sonido que percibía ahora era mínimo, solo podía oír un silbido agudo y permanente. Me agité tratando de de eliminar aquella sensación pero no dio resultado, definitivamente no había escapatoria. Observé al único camino de huída que había podido notar, estaba ciertamente alejado y… “Un momento.” Había algo caminando, acercándose por el mismo, su pequeña figura casi hacía que fuese imperceptible pero allí estaba “¿Qué rayos haces aquí Azrael?” No podía dejar al animalito allí a la deriva, ya había hecho suficiente dejándolo huérfano. Suspiré observando a la criatura que me retenía ¿Pero realmente me retenía? Solo había visto su cuerpo sobre mi pero no había sentido presión alguna…era como si no hubiese nada allí “Eres un idiota Fred, solo estás entumecido” Era lógico, el golpe y el frío me habían creer algo que no sucedía, agité los brazos con fuerza frente a la criatura esperando que mi teoría fuera acertada y vaya que sí lo era, mi mano había atravesado aquella cosa.
- Con permiso, tengo que encontrarme con alguien más. – Apoyé con fuerza los talones en el suelo y me deslicé fuera del alcance de aquel ser, si me perseguía no debía preocuparme porque me atrapase… o al menos eso esperaba. Al estar lo suficientemente retirado me coloqué de pie y comencé a correr con la poca fuerza restante hacia la cría de lobo, era una sorpresa que el animal llegase tan lejos con aquella tormenta helada. – Muy buen chico Azrael, pero la próxima vez no te arriesgues así. – Dije al animalito mientras lo tomaba y lo ocultaba en mi atuendo. - ¿Ahora qué procede chico? Tú decides si nos quedamos y tentamos a la suerte… o corremos sin mirar atrás.
Fredericksen
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Re: [Mastereado] La maldición de Gire Drove [Fredericksen][Cerrado]
Se necesitaba un cazador para completar un ritual. Lamentablemente el descuido de Fredericksen había ocasionado la muerte de la cazadora del lugar, pues al haber buscado salvar a la granjera y a la cría de lobo acabó con el escaso tiempo de vida que le quedaba a la otra mujer.
El ritual requería de un cazador para su realización. Afortunadamente ese extranjero era, precisamente, un cazador. De ardillas y bichejos del bosque, pero ¿qué más daba? Al final de cuentas su ineptitud era intrascendente para los fines de la Banshee.
¿De verdad pensáis que os voy a narrar los delirios existenciales del arquero? Perdería demasiado tiempo en contaros todos y cada uno de sus dramas.
Queridos lectores, debéis tomar en cuenta las advertencias previas que se os den, pues podéis terminar como el joven ropas de lechuga, quien estaba a punto de aprender una valiosa lección.
Una ráfaga helada sería lanzada a espaldas del cazador, asestándolo contra uno de los muros de hielo que recubrían aquella extraña cueva.
Correr sin mirar atrás habría sido una excelente alternativa. Lastima que el cazador no había sido capaz de reaccionar a tiempo.
Otro ataque similar lo mandaría a volar al otro extremo de la caverna, donde varios huesos sufrirían las inclemencias de aquella falta de piedad. Un golpe que le dolería hasta el alma, pero que conseguiría acercarlo a la salida.
-No tenemos que hacer esto… -Fredericksen escucharía nuevamente aquella melodiosa voz, como si fuese un eco armónico resonando en su mente-. Entrégame los amuletos y podrás irte…
Si alguna veis os halláis al borde de la muerte, seguramente consideraréis hacer un pacto con el diablo o, en el caso de Fredericksen, un pacto con la banshee.
Con una cría de lobo indefensa y varias lesiones internas, el cazador tendría que tomar una ingeniosa decisión: entregar las piedras que llevaba consigo o escapar a la entrada de la cueva que se encontraba a solo unos metros de él.
Claro que toda acción atrae una reacción y él tendría que descubrir lo que aguardaba tras las puertas de su destino.
El ritual requería de un cazador para su realización. Afortunadamente ese extranjero era, precisamente, un cazador. De ardillas y bichejos del bosque, pero ¿qué más daba? Al final de cuentas su ineptitud era intrascendente para los fines de la Banshee.
¿De verdad pensáis que os voy a narrar los delirios existenciales del arquero? Perdería demasiado tiempo en contaros todos y cada uno de sus dramas.
Queridos lectores, debéis tomar en cuenta las advertencias previas que se os den, pues podéis terminar como el joven ropas de lechuga, quien estaba a punto de aprender una valiosa lección.
Una ráfaga helada sería lanzada a espaldas del cazador, asestándolo contra uno de los muros de hielo que recubrían aquella extraña cueva.
Correr sin mirar atrás habría sido una excelente alternativa. Lastima que el cazador no había sido capaz de reaccionar a tiempo.
Otro ataque similar lo mandaría a volar al otro extremo de la caverna, donde varios huesos sufrirían las inclemencias de aquella falta de piedad. Un golpe que le dolería hasta el alma, pero que conseguiría acercarlo a la salida.
-No tenemos que hacer esto… -Fredericksen escucharía nuevamente aquella melodiosa voz, como si fuese un eco armónico resonando en su mente-. Entrégame los amuletos y podrás irte…
Si alguna veis os halláis al borde de la muerte, seguramente consideraréis hacer un pacto con el diablo o, en el caso de Fredericksen, un pacto con la banshee.
Con una cría de lobo indefensa y varias lesiones internas, el cazador tendría que tomar una ingeniosa decisión: entregar las piedras que llevaba consigo o escapar a la entrada de la cueva que se encontraba a solo unos metros de él.
Claro que toda acción atrae una reacción y él tendría que descubrir lo que aguardaba tras las puertas de su destino.
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Fredericksen: He sido bastante buena contigo, pese a que te encanta desobedecer mis instrucciones. En esta ocasión jugaremos un juego muy especial, ¿te parece? Ya estamos en la ronda final, así que no tienes nada que perder. Dejaré que me deleites con tu decisión sin necesidad de consultar a los Dioses. Ambas opciones vendrán con una consecuencia. Así que elige sabiamente, pues de ti dependerá si sales de aquí con un par de heridas o sin una pierna. Recuerda que tu decisión también afectará a la cría de lobo y si algo le pasa no tendré piedad contigo. ¡Enjoy!
Wyn
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