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Mensaje  Níniel Thenidiel Dom 27 Dic - 1:29

La posada "del viejo puente" era un pintoresco lugar cercano a las murallas de la ciudad de Vulwulfar que, cómo solía ser habitual con los nombres de aquella clase de negocios de hostelería, no estaba ni sobre ni cerca de ningún puente ya fuera este nuevo o viejo. Níniel sabía que debía de dejar de preguntar a todos los dueños de aquella clase de locales sobre el por qué de dichos nombres que dada su inexactitud podían dar lugar a malentendidos, pero la curiosidad siempre acababa por imponerse y al final a pesar de no haber ningún puente, pony, o gigante, normalmente había una entretenida historia que la mayoría de posaderos contaban incluso con orgullo y que tras escucharlas con atención le habían granjeado a la peliblanca sus simpatías, lo cual siempre ayudaba a conseguir la fruta más fresca, el pan más reciente o la habitación menos sucia. En aquella ocasión, el nombre de aquella vieja posada de piedra, de tamaño más que suficiente para que en su salón principal entraran holgadamente varias docenas de personas en sus respectivas mesas y que disponía de dos plantas, siendo la segunda la de las habitaciones de alquiler, tenía que ver con una batalla librada tiempo atrás en un río cercano y en la que la quema del "viejo puente" otorgó a los defensores el tiempo necesario para recibir refuerzos y obtener la victoria. Por lo visto el abuelo del actual dueño tuvo mucho que ver en dicho incendio provocado y por eso le puso tan extraño nombre a su posada cuando la abrió. No era la mejor historia que la elfa había escuchado pero no estaba nada mal y le resultó imposible no imaginarse la escena relatada, el temor por la inminente derrota y el momento en el que  la gran idea surgía y daba esperanza a los defensores...

Saliendo de sus ensoñaciones la elfa trató de adivinar qué hora sería por la posición del sol que podía ver a través de una de las ventanas preguntándose si Vincent tardaría mucho más en llegar o no. No es que el brujo llegara tarde, eso sería una descortesía teniendo en cuenta que la idea de reunirse allí aquella tarde para hablar había sido suya, si no que la peliblanca había acudido a la cita demasiado pronto tras acabar antes de lo esperado con sus labores diarias, que por una vez desde que había salido de su amado bosque tenían que ver con su posición como sacerdotisa de manera estricta, lo cual era por extraño que pudiera parecer, bastante raro. Aquel brujo, junto al que había limpiado un nido lleno de vampiros, al contrario de lo que solía ocurrir con lo de su especie, no estaba cegado con su propio ego y se había mostrado interesado por saber algo más sobre la cultura élfica y Níniel había aceptado. Dentro de unos límites lógicos estaba más que dispuesta a compartir sus conocimientos y a aprender ella también algo más sobre los brujos, que, por su experiencia propia, no eran los monstruosos asesinos desalmados que las historias decían que eran. De hecho éste era bastante educado y agradable.

-Me hubiese dado tiempo de sobra para cambiarme...-Musitó la elfa para si misma pensando en que a pesar de llevar un rato ya allí era posible que aún tuviera tiempo de subir a su habitación. En ese momento un ruido proveniente de la puerta desvió su atención hacia aquel lugar donde un par de hombres forcejeaban con una joven de largo cabello negro y trataban al parecer de echarla de la posada por las malas, sin lograrlo porque la chica se resistía como una jabata y ni siquiera entre los dos lograban su propósito y al fallar estaban comenzando a formar un alboroto que pronto se convirtió en el centro de las miradas de todos los allí presentes.

-Maldita loca...Te hemos dicho mil veces que no te queremos aquí. Vete a molestar a otra parte. Aquí nadie va a ayudarte a tí o ese padre tuyo. Deberías agradecer que no os demos una paliza, brujos del demonio.- Dijo uno de aquellos "valientes" increpando a la joven que tenía su larga melena negra alborotada por el forcejeo y con parte de ella tapándole la cara, aunque aún así la elfa pudo ver que estaba llorando.

-Nunca os hemos hecho mal alguno, necesito ayuda...- Dijo la chica con la voz quebrada pero aún tintada de valentía. -Si vosotros no queréis dejad al menos que pregunte a los extranjeros...- No pudo continuar la frase porque recibió una fuerte bofetada que la envió al suelo de donde no se levantó. Aquella agresión causó que varios clientes se levantaran de sus asientos sin duda con la intención de acudir en ayuda de la pobre joven, pero otra parte de la clientela parecía querer evitar que estos intervinieran. Un rápido vistazo hizo entender a Níniel que los que impedían que nadie interviniera eran gentes de la ciudad mientras que los que querían ayudar eran claramente extranjeros. Aquel hombre que había abofeteado a la mujer volvió a hablar, intento aclarar la situación para evitar problemas mayores.

-Es una asquerosa bruja que solo trae mal fario a la ciudad, ella y su padre...Dicen que no hacen mal...Pero todos hemos visto los insectos muertos, las extrañas plantas que compran y visto salir vapores oscuros de su casa...Desde que ellos llegaron ya he perdido a varias de mis ovejas.-

Como alquimista Níniel pensó que las palabras de aquel hombre no eran más que mentiras fruto de la ignorancia. Seguramente esos insectos muertos que mencionaba y esas extrañas plantas eran ingredientes de alquimia. posiblemente el negro humo que tanto le preocupaba sería producto de la preparación de pociones usando retortas y calcinadores, aunque bien era cierto que dichos ingredientes y materiales podrían usarse para preparar pociones beneficiosas...O viles venenos. Muchos de los extranjeros volvieron a sentarse pero si hacía caso a su instinto aquella joven no parecía ningún ser malvado. No quería meterse en ningún problema pero tampoco iba a dejar que unos pueblerinos maltrataran a una chica indefensa sin estar segura de si era realmente alguien detestable o una víctima de la ignorancia. Despacio se levantó y golpeó el suelo con la base de su bastón para llamar la atención de aquel violento sujeto.

-Ha dicho que necesita ayuda, yo al menos sí quiero oír lo que tenga que decir.- Su intervención no gustó nada a aquel par de humanos. De hecho Níniel pudo leer en sus ojos que desearían insultarla por ser elfa como a su actual presa, pero Vulwulfar tenía lazos estrechos con Sandorai, de hecho había más de un elfo en aquella misma sala y no permitirían que un humano tocase a una de sus sacerdotisas. Se hizo el silencio solo roto por el crepitar de las llamas en las dos chimeneas de aquel salón, podía cortar la tensión del momento con un cuchillo.


Última edición por Níniel Thenidiel el Vie 15 Ene - 21:02, editado 1 vez
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El mundo de los sueños. Libre (2/3) [Cerrado] Empty Re: El mundo de los sueños. Libre (2/3) [Cerrado]

Mensaje  Vincent Calhoun Lun 28 Dic - 21:49

Doncellas, vampiros, fuego… esas tres palabras definían bastante bien su última batalla de un modo bastante simplista, aunque con esos detalles, un poco de imaginación, y un buen hacer con una pluma se podía escribir un buen relato. Esos que siempre estaban en las bibliotecas para las personas que buscaban entretenerse un poco, escapando de la rutina con una dosis de extravagancia literaria

Vincent, el cazador de vampiros, compren su nueva novela de entretenimiento, dirían en las librerías de Lunargenta. No sonaba mal en la cabeza del brujo. Ya casi podía palpar el dinero, la fama y todo lo que ello traería de la mano. Las mujeres suspirarían a su paso, con la envidia de los muchachos que no tendrían todo lo que él tenía. Sí, sonaba bien, si a él no le importara una mierda todo eso.

Si hubiera querido ser famoso o tener poder, se hubiera peleado con el resto de brujos por escalar dentro de la jerarquía de su raza hacía mucho tiempo. No se habría ido de las islas a vivir una vida más tranquila. Si es que ir por ahí, a punto de lo matasen en cada lugar, era un vida tranquila. Seguramente no sería lo que un humano medio pensaría como un tránsito apacible por el mundo, más era lo que verdaderamente le insuflaba de aliento. Ayudar a los demás era casi una vocación para el rubio.

No, los cuentos de los libros sonaban bien pero a él no le importaba salir en ellos. Si algo le había interesado del día de la mina era que todo había acabado bien, pues las mujeres fueron rescatadas y todos salieron ilesos. Cierto que el sargento Laurent estuvo a punto de palmarla, pero no fue así al final, así que todos contentos. Ahora el guardia elfo tendría una historia increíble para contar en las posadas a los viajeros, y una cicatriz sexy para las chicas. Para las que les gustara esas cosas claro.

- Que todo había salido bien y el dinero por supuesto-, se dijo un sonriente brujo contando sus monedas.

No había nada mejor que un día de paga, y ese día era hoy. El rubio se había levantado algo tardío, pues no tenía nada importante que hacer por la mañana, y necesitaba un descanso largo para recuperarse de los golpes sufridos durante su misión. Aunque tenía que reconocer que la sacerdotisa lo había remendado de forma excelente, sus poderes eran muy interesantes, y si no fuera por ellos seguramente ahora tendría secuelas por las heridas. Sobre todo la más fea, la que le había hecho el vampiro que lo había cogido desde debajo de las mesas ardiendo.

Níniel se llamaba, era inteligente, decidida, con un carácter serio y una belleza exótica que rozaba lo prohibido. Bueno, siendo él un brujo, seguro que era algo prohibido realmente, pensó con sorna, mientras seguía avanzando por las calles encharcadas de Vulwulfar.

Después de levantarse y desayunar, se había acercado un momento al cuartel de la guardia, donde un, esta vez sí alegre, Craster lo recibió. Vinc supuso que el término de su problema con los secuestros, le había dado un tono menos serio, al menos ya no parecía que tenía un palo metido por donde la espalda perdía el nombre. No era ningún tonto, aunque a veces sus maneras así lo delatasen. No solo habían desaparecido humanas, sino también elfas. Seguro que los clanes elfos no estaban nada contentos con esta situación, lo que seguro provocaba tiranteces en las relaciones de ambas razas en aquellos momentos. La presencia de la bella sacerdotisa en la expedición era lo que le daba esa idea al brujo.

Con todo terminado y su bolsa de monedas a buen recaudo, sus asuntos en la ciudad habían concluido, y seguro que todo iría mejor ahora entre humanos y elfos. Irónico para muchos que dos brujos hubieran ayudado a eso.

Keira seguro que ya habría partido de la ciudad, y de Huracan pensaba lo mismo. Las dos chicas tenían pinta de ser almas libres y errantes que aprovechaban y disfrutaban el momento para luego proseguir sus caminos. Al menos de la bruja estaba seguro, la conocía lo suficientemente bien como para saber que habría partido nada más recoger su parte, y la entendía. Él era así en parte, y si no se había marchado era por la cita con la elfa. Quizás cita era una palabra demasiado encasillada en el amor, por lo que reunión sería algo más adecuado dada la situación.

Vincent quería saber más de los elfos. Su cultura con secretismos le fascinaba desde niño, su pasado racial conjunto, con fatídico final ayudaba a aumentar su interés, y ahora tenía toda una eminencia. Una sacerdotisa nada más y nada menos. Por ello, su andar por las calles de vuelta a la posada era precipitado. No quería llegar tarde y dar mala impresión a la mujer. De todos modos nunca pensó encontrar tal recibimiento al entrar en el local. ¿Qué estaba pasando allí?

Una chica, por no decir una niña, forcejeaba y lloraba en manos de unos hombres, mientras muchos miraban a Níniel con desapego.

- ¿Qué ocurre aquí? ¿Por qué esa chica está llorando? - preguntó un extrañado Vinc.

- Esta chica, es una bruja que ha echado una maldición en el pueblo, junto con su padre hechicero. Son una lacra, y es hora de que alguien los eche del pueblo-, contestó el hombre.

El rubio torneó los ojos. Como no. La culpa era de los brujos para los paletos de turno. No es que su raza se hubiera portado exquisitamente bien con el resto de razas, pero el cliché que tenían los estúpidos con la magia era sinceramente… penoso. Llegando al punto que siempre sufrían personas que no podían defenderse de ellos, como esa jovencita, y que para colmo, en la mayoría de los casos ni siquiera eran brujos realmente, ni tenían nada que ver con magia.

El tipo al lado del ignorante, asintió a la vez que soltaba a la mujer, para intentar encender su pipa con un pedernal. El hombre viéndose solo agarrando a la dama hizo ademán de partirle la cara a la joven. Solo ver su cara cuando su brazo no terminó el recorrido fue de lo más gratificante para el brujo. Retorció su brazo por detrás de su espalda y lo alejó de la joven con un empellón, colocándose él en medio de los agresores. Con un chasquido de sus dedos metálicos sobre su propio pedernal, creó una llama con la que ayudó a encender la pipa del asombrado segundo hombre. Este aprovechó la llama para encender el tabaco casi por acto reflejo que por verdaderas ganas.

- Bueno, si tanto te disgustan los brujos, aquí tienes a uno mucho más grande-, amenazó con una media sonrisa, aún sosteniendo una llama sobre su índice.

No sabía como lo hacía. Pero siempre acababa montando follón a su paso, aunque para ser sincero, normalmente eran otros los que lo hacían, y él terminaba interviniendo. Sí, no había nada más bonito que poder ayudar.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Mar 29 Dic - 19:34

Aquel hombre dio un par de caladas a su pipa más por costumbre que por que agradeciera el gesto de aquel rubio que tenía delante y que acababa de delatarse y autoproclamarse como brujo. Mientras las volutas de humo ascendían lentamente por el aire hasta desvanecerse a la altura del techo de madera de aquella posada el silencio por todo el lugar fue tan absoluto que incluso Níniel, dispuesta a apoyar a Vincent en su defensa de la chiquilla, mantuvo la boca cerrada y la mirada fija tanto en el grupo de la entrada como en aquellos de los lugareños que más dispuestos parecían a apoyar a los matones en su atropello. Todo el mundo parecía pensar lo mismo que ella y se miraban a unos y a otros esperando quién sería el primero en actuar e iniciar la trifulca pero sin atreverse nadie a ser el mismo el que lo hiciera. Los matones y sus amigos miraban al brujo y a los extranjeros, los extranjeros miraban a Níniel y a los elfos y los elfos miraban a todo el mundo en aparente calma pero con los músculos tensados para tomar sus armas al menor indicio de problemas. Al menos uno de ellos era un guerrero pues al lado de su silla descansaba un arco de forestal con grabados del clan Lutwüe, una de las familias cuyo territorio era "fronterizo" con las tierras humanas.

-Otro brujo...-Escupió finalmente el humano de la pipa sujetándola con la mano. -Realmente os multiplicáis como las cucarachas...- Insultó aunque manteniendo las distancias para no resultar una amenaza física mientras hablaba, muy posiblemente quería comprobar cuántos de sus convecinos estarían dispuestos a luchar y no solo a hablar sobre solucionar el problema de los brujos de una vez. A los pies de Vincent la joven se apartó un par de pasos arrastrándose por el suelo y se levantó apoyándose en la puerta de la posada. Aunque parte de sus mechones se le habían pegado a la cara por las lágrimas pudo verse que era muy guapa y su rostro aunque conservaba adorables rasgos de la niñez poseía ya rasgos hermosos de mujer. Estaba aún muy inquieta pero una leve chispa de esperanza brillaba en sus llorosos ojos y miraba con silenciosa súplica a su salvador. -¿Es tú prometida o algo así?, si has venido a llevártela incluso te invitaría a un trago...- Se giró con la aparente intención de compartir la broma con los demás allí presentes y clavó su mirada en Níniel. -Supongo que las sacerdotisas deben velar incluso por las alimañas, eso os honra...Pero muy posiblemente los padres de este brujo, sus ancestros...Puede que incluso él mismo, hayan matado a muchos de los vuestros con su magia negra.- No dijo ninguna mentira aunque la verdad es que era una verdad muy sesgada, como si los humanos no hubiesen intentado hacer lo mismo, siempre tratando de dañar al bosque para construir más de sus ineficientes granjas pensando equivocadamente que domesticando a la naturaleza ésta es más generosa...Para Níniel sus palabras estaban más que claras, no quería que los elfos presentes tomaran partido, puede que no se tratara de un simple paleto después de todo, estaba planeando, recabando apoyos y buscando eliminar variantes de la ecuación...Demasiado inteligente para ser un mero pastor de ovejas.

Entonces, de repente, el humano se giró a toda velocidad de nuevo hacia Vincent y le arrojó a la cara el tabaco y las cenizas de su pipa lanzándole inmediatamente después un puñetazo directo a la cara, dando comienzo con ello a la mayor pelea de taberna que Níniel jamás hubiese visto, y eso que por desgracia ya había presenciado más de una. Vincent se enfrentaba al tipo de la pipa y su amigo, por el resto del salón los lugareños se peleaban con algunos extranjeros o trataban de impedir que se metieran donde no les llamaban y el pequeño grupo de elfos se reunió en torno a la peliblanca para mantenerla a salvo pero sin querer participar de la gresca. Delante de ellos un par de fornidos hombretones se interponían entre la sacerdotisa y la entrada buscando reforzar el mensaje de que aquello no era de su incumbencia. Pronto la pelea se extendió a base de daños colaterales incluso a los que no habían querido inmiscuirse y las sillas, los platos y las jarras comenzaron a volar por todas partes, algo que sin duda no haría ninguna gracia al dueño del local, o eso pensaba la elfa hasta que le vio lanzarse a por dos de sus parroquianos y comenzar a repartir puñetazos a diestro y siniestro con una feroz sonrisa pintada en el rostro.

-La ayudaremos a salir por la puerta de atrás sacerdotisa, que estos salvajes se peleen entre ellos tanto como gusten.- Níniel asintió entendiendo sus palabras y hasta compartiéndolas, pero no podía dejar solo a Vincent ni tampoco quería dejar que hicieran daño a aquella chiquilla -Mi instinto me dice que esa joven, incluso aún siendo bruja si lo es, no se merece ese trato y el Brujo de fuego tampoco, ayudó con el rescate de las jóvenes desaparecidas arriesgando su vida frente a una horda de vampiros, se merece al menos eso.- Explicó la elfa a sus hermanos apelando al viejo código de ayudar a quienes te ayudan, pagar el bien con bien. Quizá ninguno de los allí presentes fuera familiar de las elfas desaparecidas pero incluso así todos los elfos estaban muy unidos y fácilmente querrían pagar aquella deuda aunque no fuese suya. -Bien, vamos a ver si podemos sacarles a ellos también de aquí.- Sentenció aquel elfo forestal que tenía la experiencia en combate grabada en la mirada. -Os ayudaré.- Añadió la peliblanca iniciando una corta súplica a sus dioses en quedos susurros e imbuyendo con su magia los puños de los dos elfos en cabeza de su grupo. Con aquella bendición afectando sus golpes sumada a sus propias habilidades, bastaba un puñetazo a cada humano que se interponía para que besaran el suelo. Pronto llegarían hasta la entrada, Níniel esperaba que Vincent continuara en pié.
Uso de la habilidad de nivel 1: Imbuir.
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Mensaje  Vincent Calhoun Sáb 2 Ene - 3:35

El sudor corrió por la cara de los hombres demostrando el miedo que tenían de tener un brujo de verdad delante de sus ojos. Sin embargo, a diferencia del hombretón, el fumador se recompuso rápidamente, y después de dar unas caladas a su pipa, comenzó un discurso con la voluntad clara de convencer a los elfos de que no se metieran en la gresca.

Menudo capullo. No solo su discurso era parcial en un claro intento de falsear la realidad, sino que además era tan imbécil de pensar que él iba a esperar la ayuda de nadie allí en la sala. Sabía que Níniel no se quedaría de brazos cruzados, pero su intención no era que nadie lo ayudara en aquello.

- Claro que…-, intentó replicar al hombre. Quería explicar que por supuesto seguramente algún antepasado suyo había matado a elfos. Pero mucho había llovido desde entonces. Los elfos ni siquiera eran lo que son actualmente, pues no habían tenido esa simbiosis con la naturaleza tan fuerte que les había dado incluso un nuevo aspecto. Por aquella época eran druidas, simplemente eran unos magos que no diferían en casi nada a lo que era ahora un brujo, salvo con la gran diferencia que solo usaban magia positiva. Por otro lado todas las razas habían tenido sus conflictos, por esa regla de tres los elfos tampoco tenían que dejar que unos humanos, que habían tenido sus más y sus menos con los elfos en los lindes del bosque, macharan a una muchacha. Y lo más importante de todo era sencillamente esto, convertir una salvajada como pegar a una joven, en un asunto de disputa racial, era una manipulación que sería obvio para cualquiera con dos dedos de frente.

Vinc le hubiese dicho todo eso, e incluso mucho más, si el mezquino personaje no le hubiera lanzado el tabaco ardiendo a la cara, justo antes de lanzarle un golpe. Aún quitándose las cenizas del rostro, no pudo discernir bien el movimiento del hombre, por lo que a duras penas lo esquivó, recibiendo el golpe en el pómulo. Por suerte o agilidad, solo le dio de refilón, abriéndole una pequeña herida, aunque algo mucho menos de haberse comido el puño en toda regla. Su amigo se abalanzó sobre él, pero el rubio ya estaba mucho más concentrado y preparado para el combate, por lo que de un traspié hizo que cayera cuan largo, para luego devolverle el directo al señor de los sermones raciales. El sonido del hueso roto, fue suficiente para saber que le había roto la nariz.

El sonido de su golpe contra el suelo al caer desplomado casi fue mayor que el suyo propio contra una mesa que partió por la fuerza de la embestida. El amigo del fumador se había incorporado con más rapidez de la que había previsto, y con sus brazos como árboles lo había levantado como si de un tierna ramita se tratase, lanzándolo contra una mesa, que ahora era poco más que un montón de maderos rotos.

- Fuerte hijo de ramera-, comentó para sí mismo el brujo, intentando incorporarse lo más rápido posible para plantarle batalla.

El dolor era intenso, pero debía hacer un esfuerzo si no quería que ese mastodonte lo aplastara como a un insecto contra el suelo. Para su sorpresa, un elfo le dio un directo al hombretón que lo tumbó inconsciente en el acto. Luego alargó la mano en un ofrecimiento para ayudarlo a levantarse. Joder con los elfos, daban ostias como panes.

Vinc no lo dudó y se dejó ayudar, sintiendo un dolor lacerante en sus abdominales laterales nada más estar de pie. Se llevó una mano al costado, mientras buscaba a la niña que podía estar en peligro, y suspiró aliviado al verla con más elfos y una cara conocida. El rostro más bonito de los que él nunca hubiera contemplado. Los demás elfos lo instaron a salir, y como el ambiente de la taberna no era de los de su agrado, decidió salir con sus nuevos compañeros de fiesta.

Al salir pudo ver a la joven con la bella elfa de los bosques, por lo que se acercó algo renqueante hasta ellas.

- La que se ha montado eh. Parece que ya nadie teme a los brujos-, chanceó por lo bajini con la elfa. No estaba seguro de que sus compañeros de raza apreciaran su humor. - Me alegra verte, aunque hubiera preferido hacerlo en un ambiente más tranquilo-, ya dijo en un tono más alto.

- Señor, señor-, dijo la jovencita tirando de su chaqueta. - Necesito su ayuda. Usted me ha salvado.

- Bueno, técnicamente estos elfos que podrían partir melones con sus manos te han salvado. O mejor dicho, nos han salvado-, dijo medio en broma señalando a los elfos.

- Me refiero a que ha sido el único que se ha preocupado por mí. Al igual que esta mujer. Os estoy muy agradecida por ello-, prosiguió con el rostro cabizbajo. - Pero necesito mucha más ayuda. Mi padre está en peligro. Por favor, ayúdenme-, imploró mientras alzaba la mirada nuevamente.

Vincent no sabía muy bien qué hacer. Estaba más molido que un saco de heno lanzado desde lo alto de una montaña norteña. Sin embargo, no podía dejar a la chica desamparada. Miró a Níniel y sonrió.

- Ya sabes que no lo puedo evitar-, luego se dirigió mucho más serio a la joven. - ¿Dónde está tu padre? Guíame hasta él y haré todo lo posible por salvarlo.

El rostro de la chica se iluminó con una felicidad infinita, para posteriormente salir corriendo.

- Seguidme, es por aquí-, comentó a la vez que se alejaba.

- Espera. Un segundo-, respondió el rubio cogido por la sorpresa. - Dime al menos como te llamas-, empezó a correr detrás de la muchacha.

No sabía de qué iba todo aquello, pero no cabía duda de que era algo de vida o muerte. O al menos las carreras de la mujer así lo hacían parecer. Al principio pensaba que solo tenía problemas con los aldeanos. Que solo le hacían la vida imposible para que se fueran. Ahora no sabía que se encontraría al llegar junto al padre de la señorita.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Dom 3 Ene - 20:03

Níniel no pudo evitar notar que tumbar a aquellos humanos de un solo golpe le estaba resultando ampliamente satisfactorio a aquel forestal, lo tenía pintado en la cara, y creyó saber por qué. Formando parte como su arco atestiguaba de un clan con constante contacto con los orejas redondas sin duda debía de considerar que tenía cuentas pendientes con ellos, no la suficientes como para convertirlo en un ser vengativo sediento de sangre que usase las noches para convertir los sueños de los granjeros en sangrientas pesadillas, pero sí como para no poder evitar sentirse complacido al enviar a un par al suelo. La peliblanca no podía si no comprender que disfrutara de ese pequeño desquite. Aunque su aldea estaba en el corazón del bosque, donde los humanos rara vez eran vistos, había pasado buena parte de los últimos meses conviviendo con ellos y comprobando sus luces y sus sombras ella misma. No podía negar que a más de un Shemlen le hubiese arreado un buen guantazo por insinuar lo dispuesto que estaba a concederle sus favores sexuales o a despojarla de sus ropas, y eso que era una salvaje del bosque. Era sorprendente la rapidez con la que se les olvidaban las orejas de punta a muchos humanos, en cuanto bajaban la vista desde su cara a sus pechos.

Enseguida pudieron alcanzar a Vincent y a la joven y mientras ayudaban al brujo a levantarse, después de haber comprobado él mismo que romper una mesa de posada con su propia espalda no era la mejor idea del mundo, la peliblanca y el resto de elfos salieron ya de aquel lugar hasta la calle donde varios curiosos atraídos por el jaleo del interior del local formaban una pequeña línea a cierta distancia y comentaban el asunto entre ellos. Níniel pudo notar que algunos de los curiosos señalaban a la joven de pelo negro y se temió lo peor, que a pesar de haber conseguido salir los problemas continuaran, pero a pesar de los susurros y las miradas acusatorias nadie allí fuera parecía interesado en inmiscuirse. Pronto Vincent se reunió con ello en el exterior y la chiquilla se acercó hasta él mirando con cierto temor al grupo de elfos en cuyos rostros no había precisamente un exceso de amabilidad hacia los brujos. El comentario en voz baja del rubió a la peliblanca fue respondido con un leve codazo para que se guardara ese humor para...Bueno, nunca.

-Parece que acabara de pasarte por encima un carromato Vincent, habrá que echarle un vistazo a esas contusiones en cuanto se pueda.- Respondió a su comentario en voz alta, mucho más adecuado teniendo en cuenta la compañía que le rodeaba. -Será mejor que nos alejemos aquí antes de que esos salvajes quieran continuar con la pelea y con eso me refiero a recibir otra paliza. -Añadió para que sus hermanos se relajaran un poco elogiando sus aptitudes de combate logrando que relajaran un poco su expresión seria. Que el brujo les diera todo el crédito de sacarles de allí de una pieza también ayudó pues era sabido que los brujos no solían ir escasos de orgullo y amor propio.

-Ha sido fácil brujo, además la sacerdotisa nos ha dicho que participaste en el rescate de las jóvenes secuestradas, por vampiros ni más ni menos.- Hubo un leve asentimiento de respeto ante aquello ante el que Níniel sonrió, aunque fuesen solo un pequeño grupo de elfos hablando con un brujo ver que se podía llegar a cierto respeto mutuo era algo que podía incluso definirse como bonito. Fue entonces cuando la joven reclamó de nuevo su atención diciendo que su padre aún necesitaba ayuda y el brujo, aún herido, aceptó acompañarla. Solo le conocía de una ocasión así que las palabras del rubio sobre conocerle resultaban presuntuosas, aunque la ocasión había sido una de esas que sirven para hacerse una idea de qué clase de personas tienes al lado y parecía que la primera impresión que Vincent le había causado se confirmaba. La peliblanca asintió al brujo confirmando que contase también con ella y mientras ambos brujos comenzaban a alejarse se despidió de sus hermanos tras asegurarles que estaría bien y que el brujo era de fiar. Enseguida se apresuró a alcanzarles y por la velocidad que la chica llevaba no mentía sobre la gravedad del asunto.

-Me llamo Clarisse, pero podéis llamarme Clary, todo el mundo lo hace...Bueno, mi padre lo hace.- Dijo la joven entre jadeos pero sin disminuir el ritmo de su carrera. -Es realmente grave...- Continuó comenzando a frenar y deteniéndose delante de una casucha modesta de dos plantas en la que entró tras esperar que sus acompañantes la alcanzaran. Por dentro era la típica casa de los humanos humildes, con un solo espacio y sin paredes para separar las diferentes zonas de la casa según su función. algunos muebles viejos, una mesa en el centro con un par de piezas de fruta sobre un plato, algo de carne ahumada en la parte de la casa que servía de cocina y unas camas de paja separadas por unos biombos de madera recubiertos con telas para dar un mínimo de intimidad a los ocupantes. Unas viejas escaleras reparadas con tantos tipos diferentes de madera que resultaba difícil encontrar dos escalones iguales conducía hasta la segunda planta, y hacía allí les guió la morena. Aquella confirmó la teoría de la peliblanca sobre los insectos y las plantas raras, el padre de Clarisse era tal y como había sospechado alquimista y toda la planta estaba llena de ingredientes, viales y frascos de todos los colores y texturas y un laboratorio bastante completo. En una esquina y separada del resto de instrumentos y materiales por un biombo como los de abajo había una cama y sobre ella descansaba un hombre de entorno a mediada la cuarentena de edad. Al menos parecía que descansaba pues respiraba pero al acercarse hasta allí quedó claro que farfullaba con inquietud un montón de palabras sin conexión ni coherencia, incesantemente, sin apenas permanecer un minuto seguido en silencio.

-Es mi padre, Francesco Otrore...Alquimista renombrado. En las islas illidenses al menos, aquí...Nadie nos quiere, todos nos miran con desprecio. Humanos, elfos...Todos. Os juro que no tenemos nada que ver con las malas cosechas y la muerte del ganado...Solo preparamos curas y cataplasmas, os doy mi palabra...Pero fue llegar nosotros y comenzar...Nadie cree que sea una coincidencia. Lleva dos días así y no despierta- Por desgracia no era la primera vez que veía que ciertas prácticas eran vistas mal por buena parte de la sociedad. Muchos alquimistas habían sufrido persecución, ella misma por ser elfa y alquimista había sufrido toda clase de insultos incluso de boca de pacientes del hospital de Lunargenta a los que pretendía ayudar y salvar la vida, aunque era la primera vez que veía una repulsa tan generalizada en una gran ciudad.

-¿Qué le ha pasado? ¿Cómo ha llegado a este estado?- Preguntó la peliblanca comprobando su estado y sus constantes, no viendo en él ningún signo de enfermedad o veneno alguno, parecía simplemente estar durmiendo. La peliblanca secentró en lo que importaba en ese momento y dejó de lado el asunto de las malas cosechas. Aunque había algo con toda aquella situación que a la peliblanca no le gustaba, demasiada coincidencia, demasiado odio y demasiado bien organizado.

-Estaba realizando unos experimentos como siempre y no bajó a cenar, subí y me lo encontré tirado en el suelo, de eso hace ya dos días...Nadie ha querido ayudarme hasta ahora. No come, no bebe, no reacciona a nada-

-¿Sabes en qué estaba trabajando? Sus notas y apuntes, los ingredientes que usaba...Puede que esté bajo el efecto de algo de lo que haya aquí.-

-No he tocado nada, todo está tal y como estaba.- Respondió señalando la mesa del laboratorio donde tal y como decía Clarisse aún había trozos y más páginas de papel y un frasco con una sustancia azul oscuro. Níniel se acercó rápidamente y comenzó a ojear las notas, dándose cuenta enseguida de que no eran los apuntes de ningún aprendiz, eran escritos organizados y precisos como solo un maestro sería capaz de realizar. Sus experimentos eran realmente avanzados, tanto que costaba creer que los realizara con un equipo como el que allí había y sin embargo estaban todos diseñados para poder hacerse con el equipo justo y poco más. Algunos de los papeles hablaban de pociones de curación realmente potentes, otros de aumentar la cantidad de cosechas mezclando un preparado realmente sorprendente con el agua de riego...Las últimas hablaban de algo mucho más raro y peligroso, algo que mezclaba alquimia con runas. Cuando se giró tras entender aquellas últimas notas su rostro era un poema de sorpresa e incredulidad. -Este hombre creó una poción para entrar en sus propios sueños, un mundo de sueños. Un mundo en el que desafiarse a si mismo sin límite, en el que estudiar sus propios recuerdos...Si ingirió esta poción y ha funcionado, creo que está atrapado...En...Un sitio diferente a este.- Sabía que era difícil de creer pero estaba todo escrito en aquellos papeles aunque sonara a locura y tuvieran delante a aquel hombre, incapaz de despertarse.

-Pero...No despierta, haga lo que haga no despierta...¿Cómo podemos ayudarle?- Dijo la joven a punto de derrumbarse. Las palabras de Níniel causaron que la joven comenzara a llorar en silencio y tras entender que aquello no iba a ser fácil se arrojó a los pies de la cama donde dormía su inquieto sueño su padre y, enterrando su rostro entre los pliegues de las mantas de la cama de su padre, estalló en sollozos. La peliblanca bajó la cabeza apenada pero si aquella aprendiz se había dado cuenta de ello la elfa era aún más consciente de que aquello no pintaba nada bien, posiblemente aquel hombre nunca despertara.

-Solo se me ocurre que si él pudo entrar, nosotros también. Soy alquimista...Pero también hay referencias a runas en sus notas.Necesitamos alguien que entienda de runas, juntos quizá...Ricemos el rizo de esta locura.-
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Mensaje  Vincent Calhoun Lun 4 Ene - 2:06

El dolor lacerante en el costado de su abdomen aumentó con la carrera detrás de la chica, aunque el rubio hizo lo que pudo para disimularlo. Níniel ya había usado gran parte de sus energías curando sus heridas la última vez, por lo que no quería que la elfa malgastara nuevamente sus poderes en un brujo que no paraba de recibir golpes allá donde iba. Si había sobrevivido hasta ahora sin poderes élficos, podría hacerlo una vez más, o eso suponía.

- Clarisse es un bonito nombre, pero estaría bien saber que pasa-, comentó a la carrera tras la chica.

La joven solo contestó que era algo realmente grave, y viendo lo poco habladora que se había mostrado, Vinc prefirió no insistir en ello. Llegado el momento lo sabría, por lo que seguir preguntando solo conseguiría molestarla. Finalmente la morena se paró delante de una casa, donde los esperó.

Vincent recuperó el resuello un instante, para luego entrar en la vivienda detrás de las mujeres. Era una casa normal y corriente, sin paredes que separaran las diferentes habitaciones. Los muebles eran el testimonio de para que se usaba cada parte de la casa, la cocina era donde había una mesa con carne, el comedor o salón donde estaban las piezas de fruta, y el dormitorio donde estaban las camas. Era un sitio de lo más corriente, hasta que subieron al segundo piso.

Las desvencijadas escaleras dieron a lo que sus ojos era todo un laboratorio de alquimia. Uno de los mejores surtidos que había podido ver en su vida. Sin duda el padre de Clary era alguien muy volcado al arte y manejo de las pociones. Le recordaba en gran medida a uno de los laboratorios de la academia, aunque, sinceramente, a él le parecían todos iguales. Solo podía especificar su grandiosidad por la cantidad de probetas y viales, no por su contenido, así que puede que no hubiera nada del otro mundo en ellos después de todo.

El sonido de unas palabras sin coherencia llamó su atención hacia una esquina del piso. En ella había una cama con un hombre de mediana edad, aunque algo mayor. O quizás fuera su aspecto enfermo lo que le daba esa sensación de que le sacaría una veintena de años. Su dialéctica con el techo, aparte de incomprensible para él, era recitada sin parar, de un modo que parecía algún tipo de fanático.

La morena no dudó al ver a su padre en soltar su lengua por fin, dando una explicación de lo que había ocurrido allí. Bueno, lo poco que sabía. Por lo visto su padre estaba realizando un experimento que había salido mal, quedándose en ese estado deplorable, aunque sin duda, no esperaba escuchar ese nombre. No al menos allí.

- ¿Francesco Otrore has dicho? - preguntó en un acto reflejo, bastante sorprendido.

Era un famoso alquimista de las islas. Uno de los mejores, sino el mejor, de cuando él estaba en la academia. Nunca había estudiado con él, pues su vocación no era la alquimia sino el estudio de las runas, sin embargo, no había nadie que no lo conociera en aquellos salones. No preguntó qué hacía allí un alquimista tan distinguido, pues todo el mundo era libre para vivir la vida como quisiera, y además, no era tan tonto como para no saber la búsqueda incesante en la que vivían los alquímicos para encontrar nuevos ingredientes para sus fórmulas.

Níniel empezó a investigar en el libro de Francesco, a lo que el brujo solo pudo echar una ojeada por encima del hombro de la peliblanca. No tenía ni idea de alquimia, así que su ayuda era nula. Suerte que la elfa había decidido venir con él, pues de lo contrario no habría podido ayudar al hombre.

Clarisse empezó a llorar al ver que parecía que no había posibilidad de salvar a su padre. Y Vinc sintiéndose impotente intentó calmarla con un abrazo por su espalda.

- Tranquila pequeña. Seguro que conseguimos averiguar que pasó y sacar a tu padre de ese estado-, la consoló.

La joven movió la mano buscando la suya propia para aferrarse, haciendo que la sábana cayera a un lado de la cama, descubriendo el otro brazo de Francesco. Como si de una premonición se tratara, las palabras de Níniel no podían estar más acertadas. Él ya había practicado con un anillo así en el pasado, aunque no servía para lo mismo, estaba seguro de que esa era la clave.

Le dio un beso a la pequeña en la nuca, antes de ponerse a buscar como loco por la sala.

- Creo que se como ha realizado el hechizo. ¿No estaba aquí verdad? En la cama. ¿Dónde hallaste el cuerpo de tu padre? - preguntó a Clary

- No, lo encontré justo en mitad del pasillo, justo allí-, señaló justo a la entrada al cuarto. Algo más tranquila.

Vinc observó el lugar. No tenía nada raro, salvo una esterilla en el suelo que retiró con una idea en mente. Una sonrisa lució en sus labios al encontrar lo que buscaba. Un glifo se encontraba dibujado en el suelo, con su poder aún latente pero muy reducido. Lo mismo pasaba con el sello que llevaba en el dedo, no reconocía el significado de esos símbolos, pero no le cabía ninguna duda. La combinación del anillo, con el suelo, y con la poción que había mencionado Níniel, era lo que los llevaría al sueño de Francesco. Por fortuna para él, la runa y el glifo de la entrada no habían perdido la totalidad de su poder, por lo que no tendría que aprenderlos, solo reforzarlos con su propia magia. Si se hubieran agotado, la runa se hubiera roto, el glifo desaparecido y el alquimista estaría atrapado en sus sueños para siempre.

El brujo colocó su palma desnuda sobre el hechizo del suelo y lo cargó con su propia energía hasta que estuvo de un color azul luminoso y parpadeante. No le costó demasiado, más también tendría que cargar el sello del anillo. Lo retiró con delicadeza del dedo inerte del hombre, y lo observó con curiosidad. Finalmente hizo acopio de valor y usó su energía para cargar la runa. Su capacidad era inmensa, el que la hubiera creado era un maestro de runas con un nivel que escapa a su conocimiento, sintió como toda su energía se iba para cargarla, sintiendo casi como se le escapaba la vida por el increíble esfuerzo.

Al fin, la runa estuvo cargada, y Vinc cayó desplomado hacia atrás inconsciente. De sus dedos resbaló el anillo, con el mismo símbolo en el sello que había en el suelo, parpadeando con el mismo color, y al mismo ritmo.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Lun 4 Ene - 18:54

Níniel no sabía gran cosa de runas, apenas reconocía algunos símbolos básicos y conocía algunos de sus usos basándose mayormente en la observación a lo largo de los años de gente que sí que conocía sus secretos, y en menor parte, aunque mucho más traumática, por el uso que cierta noble obsesionada con la eterna juventud de las mismas para convertir su casa en una trampa mortal. Por ello resultó una grata sorpresa descubrir que Vincent estaba versado en las artes de los grabados mágicos, y es que difícilmente hubiesen podido encontrar a otro experto en aquella ciudad a tiempo, y menos a uno dispuesto a ayudarles. En momentos así la elfa sentía la necesidad de alzar una leve plegaria a sus dioses pues sin duda era su mano las que guiaba a las personas correctas al lugar correcto en el momento correcto.

Con curiosidad la peliblanca siguió con la mirada al brujo mientras completaba aquel rompecabezas basándose en sus conocimientos e intuición, guardando silencio y memorizando los intrincados dibujos que daban forma al anillo de Francesco y luego al círculo idéntico que se encontraba en el suelo, cubierto por una alfombra .El glifo no se había cubierto solo, si Francesco había tenido tiempo de taparlo tras realizar aquello para lo que lo necesitase significaría que "el viaje" no era inmediato. La otra opción era que Clarisse no hubiese dicho toda la verdad al decir que no había tocado nada, quizá por miedo de que al ver la runa grabada en el suelo nadie quisiera ayudarla...Y es que si la alquimia ya de por si sola podía despertar suspicacias, los círculos mágicos no eran precisamente mejores para evitarlas. Níniel miró a la chica que aún tenía los ojos llorosos y vio en su rostro una expresión de temor y sorpresa que consideró mejor que cualquier respuesta.

-Nunca habías visto esa runa antes...- Le dijo manteniendo un tono amable y clavando sus ojos aguamarina en los de la joven buscando su reacción. La verdad era que no había encontrado nada oscuro en los apuntes alquímicos de aquel brujo y si Vincent no había dicho nada era porque las runas tampoco eran perniciosas, además el gesto de la morena parecía sincero por lo que Níniel no creyó que les hubiera ocultado aquello a propósito. Más bien parecía que el padre guardaba secretos incluso para con su hija o quizá pensó que era algo demasiado avanzado como para compartirlo con ella.

-No sabía qué debajo hubiese un dibujo...Nunca lo había visto lo juro.- Respondió volviendo a hacer que grandes lagrimones resbalaran por sus mejillas. -Mi padre no es un brujo oscuro, no sé qué es eso pero si lo hizo mi padre no es malo.- Comenzó a decir poniéndose nerviosa.

-Te creo, por lo que he visto tu padre trabaja en curas y buscaba un modo de aumentar las cosechas, todo lo contrario de lo que aseguran esos tipos de la posada.- Comentó para alivio de la chiquilla mientras observaba cómo Vincent parecía usar su propia magia para hacer que aquel círculo en el suelo comenzara a brillar cada vez con más intensidad. Por su gesto Níniel diría que sabía lo que estaba haciendo, no parecía de esa clase de gente alocada que jugaba con cosas que no llegaba a comprender asumiendo riesgos estúpidos, y potencialmente peligrosos cuando la magia estaba involucrada de por medio. Aún así y solo para asegurarse quiso preguntárselo en voz alta.

-¿Es seguro?, la mayoría de las runas que he visto explotaban o activaban alguna trampa cuando comenzaban a brillar...-

Las dudas de la peliblanca se demostraron infundadas cuando el proceso terminó con éxito y seguían de una pieza mientras a sus pies aquel conjunto de símbolos comenzaba a llenar el lugar con su luz azulada de forma intermitente. Prácticamente daba la sensación de ser una criatura respirando trabajosamente a la que Vincent hubiese devuelto a la vida tras estar moribunda, pudiendo notar la magia recorriendo cada trazo de aquella simbología como el agua la recorrería si estuviese tallada en la madera y se vertiera un vaso sobre ella. Seguía sin saber qué significaba pero sí que comenzaba a notar cómo encajaban las piezas que no entendía de los papeles del brujo, las frases que no había podido entender al no comprender un contexto que ahora comenzaba a tener claro y que se completó cuando el brujo de cabellos dorados tomó el anillo del cuerpo del alquimista Otrore y comenzó a cargarlo también.

-El camino, la cerradura y la llave...Ahora entiendo del todo las notas de este hombre...- Trato de explicar la peliblanca deteniéndose de golpe al ver cómo Vincent se desplomaba, logrando a duras penas sujetarlo lo justo para evitar que se golpeara contra el suelo. Níniel no era muy fuerte y acabó con el brujo encima y necesitando la ayuda de Clarisse para poder moverse de debajo suyo y colocarlo bien en el suelo. -¿Qué le pasa?, ¿Le ocurre lo mismo que a mi padre?.- Preguntó la joven preocupada mientras la peliblanca revisaba al brujo y respondía negando con la cabeza. -No, ha usado demasiado maná para cargar el círculo y el anillo de tu padre. Está bien solo necesita descansar...O un pequeño empujoncito.- Finalizó recordando que entre las notas de Otrore figuraba una fórmula para una poción revitalizadora, seguramente tendría allí todo lo necesario para prepararla, o mejor aún, quizá alguno de aquellos frascos contuviera dicho preparado ya listo. -Ponle algo bajo la cabeza y si puedes humedecerle la frente, creo que por aquí puede haber algo que le ayude.- Indicó recogiendo el anillo del suelo y revisando las notas de Otrore hasta encontrar lo que buscaba. Leyendo con detenimiento la lista de ingredientes, las cantidades, los procesos necesarios, las mezclas y los tiempos pudo saber gracias a sus conocimientos de alquimia qué aspecto tendría el resultado final. Debía buscar un frasco de color azul claro con pequeñas motas rojizas brillantes. -Azul, azul, azul, verdoso, azul claro...Este es...- Exclamó volviendo con los demás. Se arrodilló al lado, sacó de su bolso un pequeño vial con sales olorosas con base de azufre y tras verter una gota de agua en el vial lo pasó bajo la nariz de Vincent para que su fuerte y persistente olor le despertara pues no podía darle de beber estando inconsciente.

-Lo siento si estabas soñando algo bonito, pero es momento de ir al sueño de otro.- Le dijo dándole a su siempre melodiosa voz un tono aterciopelado para que su despertar no fuera del todo brusco y compensar el truco de las sales de presencia. Una vez despierto le instó a beberse de un trago la poción revitalizante del maestro Otrore que debía de tener efectos casi inmediatos, incluso le ayudaría con los "efectos secundarios" de la pelea en la posada.

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Mensaje  Vincent Calhoun Mar 5 Ene - 3:48

El anillo que sostenía ante sus ojos, las voces de las mujeres, el dolor de su costado… todo, absolutamente todo desapareció en un instante, para luego volver ante un olor fuerte que no pudo evitar respirar. Era fuerte y apestoso, un aroma que ya había olido en el pasado, pero que su mente embotada no era capaz de reconocer en su actual estado.

Vinc tosió como reacción al olor, sintiendo gotas de sudor perlado en su frente, y un gran agotamiento en todos sus músculos. No sentía ni siquiera la fuerza necesaria para abrir los ojos del todo, y cuando conseguía hacerlo un poco, parecía que estaba mirando directamente al sol, con sus haces luminosos clavándose como alfileres en sus ojos.

Pero en medio del caos había algo familiar que lo consolaba y lo tranquilizaba. Era como la voz de una madre, como la voz de Elen, mas no era su voz. Tenía un tono distinto al de ellas, aunque no sonada muy distinta en su mente, pues tenía un cariz dulce como cuando ellas se preocupaban por él. Aferró la mano de la mujer que le hablaba sintiendo su tacto suave y confortable, al tiempo que notaba como se encontraba mejor, pudiendo abrir los ojos del todo al fin.

- Níniel-, dijo casi sin fuerzas.

Era la elfa, sus inconfundibles ojos marinos lo observaban dándole la sensación habitual cuando podía olvidarse del mundo para centrarse en ellos. Notaba que podía ver cada recoveco de su alma cuando lo miraba, y se sentía un poco azorado cuando le venía ese pensamiento a la cabeza. Por suerte solo era una sensación. Él era alguien demasiado vulgar, y seguro que la sacerdotisa no encontraba nada que mereciera la pena en su mente si pudiera leerla de verdad.

- Ese runa era más poderosa de lo que pensaba en un principio-, se disculpó, a la vez que se incorporaba con rapidez, quedando sentado sobre el suelo.

Un dolor penetrante le atravesó la cabeza desde la frente hasta la nuca. Por lo que no tuvo que preguntarle a nadie si había sido una mala idea hacerlo con tanta velocidad. De todos modos, él sabía que era preferible eso a darle un beso a la sacerdotisa. Acostado, mientras observaba sus preciosos ojos, había sentido el impulso de acariciar su pelo al mismo tiempo que juntaba sus labios con los de ella. Se veían tan jugosos desde el suelo… ¡pero qué demonios le pasaba! Había refrenado sus impulsos lo justo para desviarlos en otra acción, que ahora no estaba seguro de si había sido la mejor opción por el dolor. Se hubiera abofeteado sin importar hacerse más daño por ser tan idiota, pero al estar delante de las chicas no lo encontró plausible. Solo pensarían, con razón, que se habría vuelto loco.

- Gracias-, rompió su mutismo para agradecerle a la peliblanca que le diera una poción. Se la bebió de un trago, y al instante se encontró como nuevo. Sin dolor ni cansancio alguno. - Es impresionante lo que podéis hacer los alquimistas con un solo frasco-, se sinceró, levantándose al fin del suelo.

Lo que había dicho Níniel, cuando su mente se iba lentamente hacia la oscuridad al rellenar el sello, tenía sentido. El camino, la cerradura y la llave. La cerradura o puerta, era el hechizo del suelo, el anillo la llave, y la poción debía ser lo que te preparaba para el viaje, o en resumen, el camino.

- Creo que si iremos directamente al sueño de Francesco. Sin tiempo para más. Lo de la esterilla que cubría el suelo sería una precaución del alquimista para que nadie la viera, incluida su hija. El hechizo es muy poderoso, así que no importa que haya una alfombra entre las personas que viajan al sueño y el glifo-, razonó en voz alta, aunque en parte buscaba él mismo entender los movimientos de Otrore. - La esterilla debía estar desde antes de irse al sueño, así que mi conclusión es que nos vamos a dar una buena ostia contra el suelo-, bromeó a la elfa.

- Entonces, ¿sabéis como encontrar a mi padre? - preguntó más tranquila que antes, con los ojos rojos de llorar.

- Si, en parte. Sabemos cómo entrar, supongo que todo es cuestión de encontrarlo, liberarlo de aquello que lo ate al sueño, y salir-, contestó sereno a la morena para no alarmarla más. Lo dijo todo muy sencillo, tanto que parecía pan comido, aunque él sabía perfectamente que todo sería mucho más complicado que eso. Solo el hecho de que nunca había estado en un sueño era ya bastante complejo. - Tranquila, todo saldrá bien-, puntualizó, a la vez que se quitaba su colgante de lobo, y se lo ponía en el cuello a la chiquilla. - Quiero que me lo cuides hasta que salga. ¿Vale? - le pellizco suavemente la mejilla.

- Vale, os estaré esperando-, respondió algo ruborizada y con una sonrisa. Se enjugó el resto de las lágrimas. - Muchas gracias. Sois personas muy amables. No sé qué sería de mi padre si no hubierais estado en la taberna.

- Pues que otras personas te hubieran ayudado seguro-, dijo sincero, y le guiñó un ojo.

Seguramente nadie del pueblo lo hubiera hecho, pero quizás sí. Alguien se podría haber apiadado de la niña, pues en la propia taberna se había creado una división por ello, y a Vinc le gustaba pensar que alguien la hubiera ayudado. Por remota que fuera la posibilidad, al brujo le gustaba soñar con la victoria de lo justo. Al fin y al cabo, era su verdadero credo.

- Esta era la poción que sostenía tu padre cuando lo encontraste tirado, ¿no? - preguntó mientras agarraba el vial que había dicho anteriormente Níniel como el potencial para ello.

La morena solo asintió apesadumbrada, y Vinc se encaminó hasta el glifo del suelo donde esperó a la elfa.

- El anillo está pensado para una persona, por lo que no se si le quedará carga cuando uno lo use, por ello será mejor que los dos sostengamos el anillo a la vez, y luego tomemos la poción rápidamente. Así deberíamos viajar juntos, en teoría-, sugirió.

Esperó a la peliblanca y esta colocó su mano sobre el sello que sostenía el rubio.

- ¿Estas lista? Pues allá vamos-, dijo antes de tomar un trago y pasar rápidamente el vial  la elfa.

Estaba nervioso. No sabía que pasaría, si viajaría solo porque no le daría tiempo a la sacerdotisa de viajar con él, que sentiría durante el trayecto, en el propio sueño. Era un viaje desconocido para él, y no sabía si con billete de vuelta.

De repente el suelo se desvaneció, y notó como caía y caía hacía una oscuridad sin fin. Solo había pasados unos segundos de caída cuando aterrizó sobre suelo firme. En esos segundos había tenido la sensación de que había caído de una altura descomunal, y sin embargo, había llegado al suelo sin ningún rasguño. Únicamente había quedado arrodillado por el impacto, pero nada más.

La cabeza le dolía de nuevo, aunque de un modo diferente a… ¿Cuándo le había dolido la cabeza? No recordaba que lo hubiera hecho, y al mismo tiempo sentía que debía recordarlo.

Una sombra se posó sobre su figura, y el brujo alzó el rostro para ver que o quien se había interpuesto a la luz. Miró al hombre con los ojos desorbitados.

- Padre, ¿eres tú?
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El mundo de los sueños. Libre (2/3) [Cerrado] Empty Re: El mundo de los sueños. Libre (2/3) [Cerrado]

Mensaje  Níniel Thenidiel Miér 6 Ene - 19:38

Tal y como cabría esperar de una poción fabricada por un maestro, los resultados del brebaje azul claro y brillos rojizos funcionó a las mil maravillas y Vincent se recuperó enseguida, aunque parecía algo desorientado al abrir los ojos y la había mirado de una forma bastante extraña justo antes de incorporarse. Si conseguían sacarlo de su interminable caminar por el mundo de los sueños y Otrore se ofrecía a recompensarles la peliblanca ya sabía qué es lo que iba a pedirle, aprender de él, que la tomara como alumna aunque fuera unos días y así aprender sus habilidades, quizá incluso aceptara hacer una copia de sus manuscritos, aunque eso era poco probable, los alquimistas solían ser muy reservados con sus investigaciones y preferían que sus aprendices mejoraran mediante sus propios experimentos y mediante la observación. Además quizá no fuera del tipo de brujo de Vincent y si que odiara a los elfos... En cualquier caso, solo mirando sus notas ya notaba que había aprendido algo, Ashara estaría encantada con sus progresos, tanto que quizá la dejara usar el laboratorio maestro de casa...Aunque eso era ser demasiado optimista.

Todo lo necesario para empezar ya estaba listo, tenían la poción, más que suficiente para dos personas ya que la cantidad a tomar era muy pequeña. Tenían la puerta y tenían la llave tal y como indicaban las notas del brujo. No tenían más que colocarse sobre el círculo rúnico, beber la poción y usar el anillo y...Bueno, las notas lo llamaban "Emprender el viaje" aunque no explicaban qué clase de viaje era y solo había una larga diatriba sobre una sensación de liberación, otra de caída y la iluminación...Resultaban bastante poéticas como para tomárselas de modo literal pero Níniel supuso que de algún modo describían lo que iban a sentir. Tras un largo suspiro para mentalizarse y dejar los temores a un lado la elfa entró en el círculo y colocó una mano sobre el anillo tal y como había explicado Vincent. -Espero que tengas razón, no me gustaría perderme sola y acabar como Otrore, necesitando un rescate.- Sin tiempo para dudar sobre nada de lo que iba a pasar Vincent tomó un sorbo del vial y Níniel lo imitó con celeridad. Notó como el círculo mágico del suelo brillaba con más intensidad que nunca y cómo en la palma de su mano el anillo comenzaba a calentarse, o al menos a transmitir una fuerte sensación de calor...Luego la luz desapareció y notó que caía, caía en una oscuridad, sin ver nada, trató de gritar pero no gritaba, trató de sujetarse a algo, pero no había nada a lo que sujetarse, sintió que perdía la noción del tiempo, dejó de saber cuánto llevaba cayendo y al final terminó por no sentir nada..."Liberación", pensó. Entonces sintió un golpe, la sensación previa más bien y abrió los ojos de par en par.

Se notó ligera, como si flotara y al tratar de respirar solo consiguió tragar agua y que burbujas de aire se escaparan de sus pulmones alarmándola, estaba bajo el agua. Inflando los mofletes siguió a aquellas burbujas e su ascensión inexorable hasta la superficie del agua y vio claridad un poco más arriba de donde se encontraba. ¿Cómo había llegado hasta allí?, ¿Por qué estaba bajo el agua?. No tenía ni idea a pesar de saber perfectamente que había tratado de alcanzar el mundo de los sueños, quizá porque esperaba otra cosa. Rápidamente comenzó a nadar hacia la luz y salió a la superficie llenando sus pulmones nuevamente de aire justo antes de empezar a mirar alrededor tratando de ubicarse. Estaba en un río, un río no muy grande de aguas templadas, puras y cristalinas rodeado de abundantes árboles y vegetación. Sentía que el lugar le era conocido, familiar de hecho pero no terminaba de saber por qué. -¿Vincent?- Llamó en voz baja sin recibir respuesta. Siguió un momento mirando alrededor y bajo el agua sin ver ni rastro del brujo y al darse cuenta de que no parecía haber nadie más que ella en el lugar nadó hasta la orilla y salió del agua. Notó las gotas de agua resbalar por su piel y lo sintió como una agradable y conocida sensación, tanto que de hecho pasaron unos segundos antes de darse cuenta de que estaba desnuda y tratase de taparse pudorosamente a pesar de que allí no había nadie más. Cohibida volvió a mirar alrededor, buscando ojos espia o alguna señal de sus cosas pero no había ni rastro de lo uno ni de lo otro y a toda prisa trató de esconderse tras unos arbustos donde poder pensar con claridad sin miedo a que nadie la viera así. Cual fue su sorpresa al descubrir que aquellos arbustos no eran tan espesos como esperaba y al llegar hasta ellos bastó un paso para dejarlos atrás y ver ante sus ojos algo que reconocía sin margen posible de error. Estaba delante de su casa en Sandorai.

-Pero cómo...No estoy en el sueño de Otrore, esto es...Mío, son mis recuerdos. Estoy en mi hogar...- Dijo para sí misma dándose cuenta de que algo no había ido bien durante "el viaje", sintiendo que no estaba donde debería estar. Estaba tan asombrada que había dejado de cubrirse y había avanzado varios pasos acercándose a la entrada de su casa. Una bonita casa construida tanto alrededor como en el tronco de un grueso árbol, totalmente en simbiosis con la naturaleza. Estaba perdida en sus pensamientos cuando una voz que reconocería en cualquier parte la llamó por su nombre dejándola tan en shock que ni siquiera trato de volver a taparse o esconderse. -Níniel, veo que has estado dándote un baño...Ponte algo de ropa y ven a ayudarme.- Era la voz de su madre que la miraba desde la ventana de su laboratorio de alquimia en la parte más elevada de la casa. -Necesito que lleves unas pociones al claro, a Tirdaelis, date prisa por favor.- Sin saber muy bien qué hacer Níniel decidió que al menos en casa tendría ropa por lo que decidió entrar.

Todo era tan real, que costaba creer que no lo fuera, que fuera un sueño. Cualquier cosa que quisiera tocar podía hacerlo, hasta los olores eran tal y como los recordaba. Pensó dirigiéndose a su habitación y dándose cuenta de lo estúpido que era hacer tales afirmaciones. -Claro es mi mundo de los sueños, todo es tal y como lo recuerdo...- Se dijo a sí misma poniéndose algo de ropa interior y una cómoda túnica antes de subir a ver a su madre.

-¿Estaba buena el agua?.- Preguntó la suma sacerdotisa Ashara sonriendo a su primogénita mientras colocaba en perfecto orden varias botellas en una cesta de mimbre laboriosamente diseñada. -¿Están algunas de tus amigas en el río?, ¿Está tu prima Chandra?. Tengo que hablar con tu tía.- Su madre estaba tan hermosa y radiante como siempre, rebosante de poder y autoridad, era tal su presencia que incluso su hija bajaba la cabeza ante ella con respeto. -No...No hay nadie, pero ya que voy al claro puedo acercarme a su casa y decírselo madre.- Respondió la peliblanca echándole un vistazo a uno de los instrumentos de alquimia de calidad insuperable de su madre. -Hazlo por favor y cuando vuelvas seguiremos con tus lecciones, aún hay mucho que no sabes sobre los humanos.- La joven elfa recordaba aquellas lecciones, fue su madre la que le enseñó la etiqueta humana y a comportarse como ellos, incluso a bailar como ellos. De esas lecciones había nacido su gusto por los bailes de gala, aunque su madre nunca la avisó de que solían acabar muy mal.

Con un leve y respetuoso gesto con la cabeza Níniel tomó la cesta y se apresuró a salir de la casa dirigiéndose hacia el claro, lugar que en términos humanos sería la plaza del lugar, el centro del pueblo y donde se encontraban los edificios públicos, el mercado, la mayoría de los talleres de artesanos y dónde se celebraban la mayoría de festivales, salvo aquellos que eran en árbol madre o los que se hacían en el lago de las lagrimas de Isil. No obstante su objetivo no era hacer lo que su madre de ese mundo le había pedido, quizá el ritual no había sido un completo fracaso y Vincent anduviera cerca, puede que Otrore también, no podía olvidarse de su auténtica misión allí.

Se entretuvo buscando por los alrededores sin encontrar ni rastro del brujo, comenzando a pensar que quizá era el momento de pensar que se encontraba en el peor de los escenarios, atrapada en un sueño sin poder salir, estaba a punto de desistir por el momento y de intentarlo cumpliendo las tareas de su madre con la intención de seguir su sueño y quizás así despertar cuando el hasta ese momento despejado cielo comenzó a cubrirse con unas nubes negras que no parecían nada naturales.
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Mensaje  Vincent Calhoun Jue 7 Ene - 21:16

No podía creer lo que contemplaba ante sus ojos. Era su padre, no le cabía la menor duda al brujo. Todo le hacía indicar que era su progenitor. Su rostro, su pelo, su constitución, incluso la media sonrisa con la que lo observaba, y que había heredado de él según su madre, sin embargo algo no le cuadraba en él.

Vincent notaba que era demasiado joven, que tenía un aspecto demasiado juvenil que no tendría que tener. Es más, ni siquiera debería estar allí, no sabía por qué, pues estaba muy confuso. Realmente tampoco sabía ni que por qué estaba él mismo allí.

Lo que le llevaba a pensar en una cuestión muy importante. ¿Dónde estaba? Al mirar alrededor divisó el límite de un bosque, allá donde mirase veía el linde, por lo que no tardó en comprender que estaba dentro de un claro. Un sitio que recordaba con nostalgia, pues era un claro donde solía jugar con Elen, detrás de una colina cercana al camino que llevaba al este de la isla desde Beltrexus. Muy cerca de su casa en las afueras.

Solía tener un sueño recurrente de ese sitio y la colina. Un sueño donde jugaba con su hermana, que por entonces solo era una niña de diez años, mientras sus padres los observaban. Uno de los últimos días que estuvieron todos juntos antes de la partida de ellos.

- Un sueño-, musitó con voz muy baja.

Algo le decía que era importante ese dato.

- Que pasa hijo, ¿no te alegras de ver a tu padre? - saludó su padre con su tono habitualmente afable, abriendo los brazos esperando un abrazo.

Vinc se incorporó, para volver a mirar confuso a su alrededor. No entendía que pasaba, ¿estaba soñando? No podía ser, su padre estaba como entonces, pero no debería estar allí, sino en la colina con Yennefer, y él debería estar con Elen, a la que no veía por ningún lado. Además, tenía el aspecto actual, no el de un chico de diecisiete años. ¿Qué estaba pasando?

- Vinc, ¿buscas a tu hermana? - preguntó en el mismo tono, pero desistiendo de darle el abrazo y dejando caer sus manos a los costados.

- No, simplemente me duele la cabeza. Y…-, hizo una pausa intentando comprender, - no deberías estar aquí.

- ¿Ah no? ¿Y donde se supone que debería estar? - contestó, para luego hacer su media sonrisa. Aunque esta vez le daba un aspecto más siniestro y ladino.

El rubio se sentía confortado de algún modo al volver a su padre, y no obstante, no podía dejar de desconfiar de él. De todo a su alrededor en realidad. Pronto sus ojos captaron algo en el cuello de su padre, un colgante con forma de lobo. Vinc se llevó la mano a su propio cuello no encontrando nada al tacto. Entonces empezó a recordar.

De golpe una oleada de recuerdos llegó a su mente. Una cascada constante de su memoria volvió a él para darle todas las claves que necesitaba. Ese colgante no era de su padre, ahora era suyo, y si lo tenía era porque había muerto hace mucho en el norte, quedando solo su amuleto como recuerdo material.

- Hijo mío. Debería alegrarte de volver a ver a tu padre-, dijo con un tono más autoritario.

Es más, siguió recordando el brujo. Si no llevaba el colgante era… porque se lo había dado a Clarisse. La jovencita. La hija de Francesco Otrore. ¡Eso es! Estaba en el sueño del alquimista, y se encontraba en una distorsión de sus propios sueños.

- Tú no eres mi padre-, contestó preparándose para lo peor.

El ataque del falso John Calhoun no lo pilló por sorpresa, aunque a duras penas pudo partir en dos la ola de fuego que se dirigió hasta él.

- ¿Que eres? - gritó, fruto de la rabia que le producía que nadie usara la memoria de su padre de un modo vil.

Sea lo que fuera tenía un poder similar al de su verdadero progenitor. Como iba a detener a algo así. John era uno de los profesores de la academia. Uno de los tensais de fuego más poderosos, aunque ese ser tuviera solo una limitación de sus habilidades, estaba en serios problemas.

- Vamos Vinc, no me digas que no te diviertes al poder volver a jugar con tu querido padre-, comentó con burla, justo antes de deshacerse en una gran sombra.

El cuerpo de John se transformó en cientos de partículas oscuras que se fueron elevando en el aire, mientras se disipaban dejando el lugar poco a poco vacío de toda presencia.

- Por cierto, no olvides asistir a tus clases como es el deber de todo buen hijo. Y ya hablaremos de que haces pensando de ese modo tan lascivo con una elfa-, siguió con su discurso a la vez que iba desapareciendo. - No te estarás enamorando ¿no? - rió con una risa estridente justo antes de desaparecer del todo.

El tono que le dio a la palabra elfa no se le escapó. Lo dijo con puro odio, como si el propio Vinc debiera odiar a los elfos por ser brujo. Más razón para saber que era una copia totalmente irreal de su padre, él fue el que le inculcó los valores de juzgar a las personas por su moralidad, no por su raza. Lo que más le extrañaba era su comentario sobre las clases. No sabía a qué se refería, hasta que notó algo alto en el horizonte, por encima de las copas de los árboles, por la zona donde había desaparecido el siniestro ser. Había divisado demasiadas veces esa fachada como para no saber que era.

El rubio salió del bosque en dicha dirección, y en vez de encontrarse en un prado en la base de una colina. Se encontró en el llano del borde un lago. No debería estar allí, pero ahora ya estaba sereno, ya no tenía la confusión inicial por el viaje al mundo de los sueños. Así que no tardó en comprender que en ese mundo no tendría que estar todo como en la realidad.

- Níniel-, se dijo preocupado.

¿Estaría en una situación parecida? El monstruo, o lo que fuera, la había mencionado deliberadamente. Igual que la construcción que contemplaba ante sus ojos. No tenía muchas opciones, pues no sabía dónde estaba la elfa, solo esperaba que estuviera allí, y encontrarla pronto en ese lugar.

El brujo inició una carrera por el ancho puente de piedra blanca que conectaba el borde el lago con el islote donde se alzaba la esplendorosa academia de los brujos. Uno de los edificios más antiguos de la capital, que había sobrevivido a la antigua guerra sin un rasguño, pues era el lugar más sagrado para los magos.

Las estatuas de los distintos brujos antológicos, que estaban colocados a ambos lados, sobre pedestales en los anchos muros del puente, observaban la carrera del rubio en mutismo silencio. Solo sus pasos acelerados retumbaban, destruyendo la paz extraña que abrazara el camino hasta la escuela de magia. Una niebla de color a veces azulada, otras veces con un tono más verdoso, rodeaba la alta torre y hacía imposible ver más allá de unos metros del agua del lago, como de si un cuento se tratara.

Pero no era un cuento, era un sueño.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Sáb 9 Ene - 0:30

Aquellas nubes tornaron el día en noche con una celeridad pasmosa y sumieron el bosque en la más absoluta oscuridad y en un silencio tal que llegaba incluso a resultar sofocante, como si de repente el aire se hubiese vuelto más denso. Níniel tuvo la extraña sensación de que de algún modo actuaban con voluntad propia o bajo la de otro, una voluntad que a la peliblanca se le antojaba maligna, o al menos así lo creía aunque era más una sensación que no podía explicar que algo empírico, un mal presentimiento. Fue entonces, cuando ni siquiera se atrevía a dar un paso pues no sabía donde ponía sus pies, cuando un gran escalofrió recorrió todo su cuerpo delatando el uso de una ingente cantidad de maná. No era un uso normal, no podía intuir la dirección de la fuente de la magia como normalmente era capaz de hacer, era como si todo y a la vez nada alrededor fuera su origen.

La peliblanca, manteniendo la calma lo mejor que pudo permaneció firme y, susurrando unas palabras en su lengua natal, alzó su mano derecha por encima de su cabeza y conjuró sobre su palma extendida hacia el cielo una pequeña esfera de luz que tras titilar unos instantes comenzó a aumentar su brillo ampliando poco a poco la zona que iluminaba alrededor de la sacerdotisa como si se tratara de un pequeño sol blanquecino. Primero solo a ella misma y bajo sus pies, luego un metro más y otro y otro, hasta tener una zona donde podía verse como si fuera de día y que se desplazaba junto a la elfa a cada paso que ella daba. Con cuidado siguió avanzando rumbo al claro, sintiendo que la observaban ojos que en nada apreciaban su luz. Sobre su cabeza, las extrañas nubes parecían haber llegado para quedarse sobre aquel onírico Sandorai.

Temerosa pero decidida, Níniel desandó la distancia que había recorrido en busca de Vincent y decidió dirigirse sin más dilación hacia el claro. Esperaba de corazón que el brujo se encontrara bien allí donde estuviera pero si ya a plena luz del día sabía que podía ser una pérdida de tiempo ya que ni siquiera sabía si estaba en ese "mundo", en la oscuridad, y más en aquella, era definitivamente una causa perdida. Quizá y solo quizá, si seguía su propio camino este acabara por cruzarse con el de los brujos, quizá acabaran encontrándose si continuaban soñando y no se estancaban como le había ocurrido a Otrore. Esos pensamientos le dieron fuerzas y aceleró su paso decidida a no acabar como Otrore pero parecía que el mundo de los sueños aún tenía más sorpresas para ella. Caminó durante un rato y enseguida notó que había algo más en aquel lugar que no era como debía.

Níniel se había criado allí, conocía aquella zona como la palma de su mano. A lo largo de los años había recorrido la distancia desde su casa al claro y desde el claro a su casa miles y miles de veces. Lo mismo desde su casa al río, desde el río a las aguas termales, y desde cualquiera de esos lugares a las casa de de su prima Chandra. Se podría decir que sabía perfectamente cuánto tiempo llevaba ir de un sitio a otro ya fuera andando, corriendo o a caballo y, por muy raro que resultase, la peliblanca sabía que ya debería haber llegado al claro y de hecho estar frente al puesto del fabricante de arcos...Pero no era así. A su alrededor solo había más y más bosque cerrado mirase en la dirección que mirase, no había ni rastro del claro ni de ninguna de las señales cercanas al mismo, de hecho la peliblanca no reconocía aquella parte de su hogar. -Se supone que esto es mi sueño...¿Porque no reconozco nada de todo esto?- Se preguntó a sí misma pensando en que era imposible que se perdiera en su propio hogar ni siquiera queriendo. Soltando un suspiro miró a su alrededor mordiéndose el labio inferior con preocupación y cierta incredulidad, no podía estar muy lejos tenía que haber alguna señal que reconociera Entonces una hermosa flor blanca que conocía bien y que había pasado por alto antes de pararse a pensar llamó poderosamente su atención. -Eonishia...Pero esta flor solo crece en las islas Illidenses...- Susurró agachándose para deslizar uno de sus dedos sobre los pétalos de la bonita flor, incrédula por su hallazgo. -Esto no tiene ningún...- Nada mas tocarla, un fogonazo de luz la obligó a cerrar los ojos interrumpiendo su frase a la mitad, al abrirlos todo a su alrededor era radicalmente diferente.

-¿Pero qué...?- Acertó a decir mirando nerviosa en todas direcciones sin entender qué había pasado. La vegetación de Sandorai que la rodeaba unos instantes antes había cambiado, y no para mejor. El tipo de árboles y plantas, su densidad, los colores, los olores...Era como si ya no estuviera en su bosque esa clase de vegetación era de...Miró una vez más a la flor de Eonishia con los ojos abiertos como platos. -Estoy en las islas de los brujos.- Finalizó con gran y evidente consternación notando como el pulso se le aceleraba al borde de un ataque de pánico. Andó unos pasos de forma temerosa, pegada a los árboles cercanos como una cervatilla sola y asustada su nuevo entorno y se fijó en que estaba al borde de un lago. Con mucho cuidado se asomó para verlo bien y vió que en el centro del lago había una imponente torre que rezumaba magia en cada uno de sus bloques y cierta....Arrogancia. La torre estaba comunicada con la orilla del lago a través de un puente de piedra decorado con estatuas de muy mal gusto alumbradas con braseros mágicos a pesar de que allí las nubes negras no cubrían el cielo y, entre las estatuas, con sus ojos de elfa, Níniel vio a Vincent recorriendo el puente. Alegrase de verlo en aquellas circunstancias era quedarse muy corta. Sin poderlo evitar la peliblanca salió de entre los matorrales y a pleno pulmón gritó el nombre del brujo mientras comenzaba a correr hacia el puente. No sabía si Vincent la había oído pero, como parecidos de la nada, dos brujos vestidos con raras togas negras profusamente ornamentadas le cortaron el camino obligándola a detenerse en cuanto sus pies pisaron la primera piedra de la estructura que cruzaba las aguas.

-¿Una elfa aquí?, ¿Acaso pretendes atacar a los maestros puta orejas de punta?. Vas a lamentar el día en el que te atreviste a poner un pie aquí. - Dijo uno de ellos comenzando a preparar un hechizo de agua. -Aprenderás por qué perdisteis la guerra por las malas.- Dijo el segundo preparando su propio hechizo de viento. Movida por puro instinto de supervivencia la peliblanca esquivó una especie de chorro de agua a presión con una voltereta y se lanzó hacia el lago para evitar el segundo ataque de aire, pero en el lago, era un objetivo fácil, allí no podría esquivar un nuevo turno de ataques. Aquellos brujos ni siquiera le habían dado oportunidad de explicarse...Y luego los salvajes eran ellos.
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Mensaje  Vincent Calhoun Sáb 9 Ene - 22:58

Las estatuas, mágicamente iluminadas por sus braseros, siguieron en su rictus silencioso y corriente, observando cómo, pese a la carrera del brujo, este no había alcanzado ni siquiera la mitad del largo puente. Un sitio que normalmente bullía de actividad, y en el que ahora mismo no había ni siquiera un alma en pena. Vinc apreciaba los momentos de soledad, por ello, poder disfrutar de aquella maravillosa obra arquitectónica sin nadie era algo que solo se podía soñar, o conseguir a altas horas de la noche, eso sí, con la vigilante guardia mirando. Sin embargo, esa calma era tan artificial que tenía una sensación desagradable en el ambiente, mientras recorría el suelo de piedra con destino a la academia.

El brujo todavía no había alcanzado la mitad del recorrido hacia la torre cuando notó un grito. Sí, notó. Porque no fue como si lo hubiera escuchado rasgando el antinatural silencio que rodeaba al lago, sino que más bien resonó en su cabeza. Alguien había gritado su nombre, con el melodioso y bello tono de la chica que le había hecho suspirar en tan corto plazo de tiempo. No se atrevía a definir esos suspiros como amor ni en su mente. Era pronto para decirlo, solo la conocía desde hacía unos días, y un enamoramiento tan repentino no solo asustaría a la chica, pues tales pensamientos ya lo asustaban a él mismo.

El rubio se volteó a tiempo de ver a la elfa salir de unos matorrales y dirigirse hacia el puente. Antes maldecía lo largo que era el camino sobre el agua, y lo mucho que tardaría en llegar a la torre, ahora le parecía una bendición que solo hubiera recorrido un tramo de él. Estando más cerca del inicio que del final, más cerca de la peliblanca, de poder reunirse con ella, sobre todo cuando aparecieron dos hombres vestidos de negro interponiéndose en su camino.

Aceleró el paso sin saber cómo actuarían esas nuevas creaciones del sueño con la mujer, si lo haría como su falso padre en el claro, o si lo harían de un modo benévolo. El silencio tan profundo que sumía el lugar, hizo que pudiera escuchar levemente el comentario de uno de los hombres. El miedo que sintió al oír sus palabras tan viles y cargadas de odio, sumó fuerzas a sus piernas, dándole mayor velocidad a su carrera. Níniel fintó cuanto pudo a los dos brujos, cayendo finalmente al agua del lago, de un modo en el que ya no podría volver a esquivarlos, menos aún siendo uno de los dos un conjurador de dicho elemento.

El brujo que había lanzado el chorro a presión contra la elfa sonrió sabiéndose ganador. Preparó el conjuro con el que acabaría con ella con lentitud, saboreando su momento. Quería que la mujer sufriera la angustia de verse indefensa todo el tiempo que fuera necesario, con su amigo riéndose unos pasos adelantados, encontrándose más cerca de la peliblanca.

El grito de rabia de Vinc cogió por sorpresa a los hombres, que se voltearon hacia el origen, demasiado tarde para el encantador de agua, que sintió como la espada del rubio lo atravesaba de lado a lado a la altura del pecho por el impulso de la carrera. Ambos cayeron al suelo fruto de la embestida, no teniendo más opción Vinc de escudarse detrás del cuerpo del hombre que había matado, ante la ráfaga de aire de su compañero de armas.

Fue desplazado unos metros junto al cadáver, que mitigó el impacto de la ola de viento. Intentó en vano sacar la espada del muerto, mas esta no salía, demasiado enterrada en el cuerpo. Desesperado, preparó una de sus bolas de fuego, a la vez que tanteaba su cintura con su mano diestra. El tensai de aire desvió con facilidad su ataque mágico como había previsto, pero no le dio tiempo de desviar la daga lanzada con la potencia extra de su telequinesis que hizo que se clavara con fuerza en el cuello de su enemigo, haciendo que este se llevara las manos al cuello, mientras la vida se les escapa en forma de sangre entre sus dedos.

Vinc suspiró al ver caer a su oponente de bruces. Todo había sido muy rápido, aunque tan intenso como cualquiera de sus anteriores batallas. Ahora que no estaba tan apurado, se quitó el cadáver del otro hombre de encima, que había quedado atrapándole una de sus piernas con el ataque de ráfaga del encantador de aire. Liberó su espada al fin, y observando a su alrededor se acercó al lugar donde vio a Níniel por última vez.

Verla sana y salva consoló al brujo. No había llegado demasiado tarde por fortuna. Cogió unos matojos del suelo y con ellos limpió de sangre la hoja de su espada para envainarla. Luego alargó un brazo para ayudarla a salir de las aguas.

- No sabes cuánto me alegra verte. Me había preocupado al no verte a mi lado al entrar al sueño. No sabía si no habías conseguido acceder, o si estabas en otra parte-, saludó con una sonrisa.

Su túnica empapada dejaba poco a la imaginación. Se amoldaba a la silueta de la mujer como si de una segunda piel se tratara, por lo que el brujo al darse cuenta de cómo la miraba, se giró algo azorado para luego quitarse la chaqueta larga.

- Ten, esto te cubrirá-, dijo a la vez que alargaba el brazo hacia ella sin mirarla, sosteniendo la chaqueta en la mano. - Cuando entré al sueño estaba muy confuso-, comentó más serio, intentado desviar la atención y su mente de la visión del cuerpo esbelto de la dama. - Eso era lo que más me preocupaba, que a ti te hubiera pasado lo mismo.

Vinc se acercó hasta el tensai de aire, a la vez que hablaba, para recuperar su daga, y justo cuando estaba a unos pasos el hombre empezó a solar un humo negro. Parecido al que había hecho su padre antes de evaporarse, aunque era distinto. Más negruzco, y era humo puro, el John falso se notaba que eran partículas más gruesas, y que tenían como vida propia. Estos brujos, pues el otro empezó a deshacerse como su compañero, solo era como si ardieran sin fuego.

Al poco tiempo solo quedó su daga, sin sangre ni nada sobre la hierba. Este mundo era una ensoñación, así que pasó de quebrarse demasiado la cabeza con lo sucedido, simplemente se limitó a recoger su arma blanca.

- Tuve un encuentro con mi padre. Bueno, con una imagen irreal de él. Y por la forma en que me habló, creo que la clave está ahí dentro-, comentó sin dar muchas más explicaciones. Antes salieran de allí, mejor. - No te lo crearás, pero me alegra no tener que entrar solo en esa torre-, bromeó antes de ponerse a correr nuevamente hacia el edificio.

Lo cierto es que si la había echado de menos, más allá de tener que entrar solo a un sitio tan siniestro. No había mentido cuando le había dicho que estaba preocupado por ella, si se había decidido por ir a la torre y no por buscarla, era solamente porque no sabía donde hacerlo en un mundo que no era real. Un lugar que debía ser infinito.

Vinc solo pudo pensar que tanta carrera lo pondría más en forma que a uno de esas bestias enlatadas humanas. Al menos ya estaba ante las altas puertas de metal, así que solo quedaba entrar a ese maldito lugar de una vez. Le echó una mirada a la elfa, y le hizo una señal de asentimiento, mientras desenvainaba la espada nuevamente. Entró con rapidez, esperando un nuevo enfrentamiento, no obstante, solo lo recibió la misma soledad que había en el puente antes de su combate contra los brujos.

- Soy yo, o a ti también te da resquemor esta maldita calma-, comentó con baja voz.

Siguió avanzando por unos pasillos reconocibles en parte, pensando donde demonios podía estar la clave en una edificación tan grande. Solo podía pensar en el laboratorio de alquimia, el principal. Era grande, la mayor concentración de potingues que jamás en vida hubiera visto, y lo más importante, la sala donde Francesco Otrore daba clases y se había convertido en una eminencia de la alquimia.

- Sígueme-, dijo a la elfa, a la vez que avanzaba hacia el portal que debía llevarlo hasta el segundo piso.

Al menos eso seguía igual, razonó al verlo en donde debería estar. Algo no estaba distorsionado para variar. El portal lo dejaría cerca del laboratorio, y por fortuna, esto tampoco había variado en absoluto. Lo que verdaderamente había cambiado era el laboratorio en sí.

El rubio tuvo que cerrar la boca, ante el asombro que le había provocado ver el salón en un estado totalmente distinto. Menuda mierda. Contaba con encontrar una pista allí, y ahora no sabía donde cojones estaría la verdadera sala de alquimia.

- Esto no debería ser así. Busquemos algo que nos pueda ayudar a desvelar el misterio-, comentó envainando la espada.

Altos espejos por doquier, en todas partes donde mirara estaban los malditos cristales. Era como uno de esos laberintos que había visto una vez en un circo en Lunargenta. No perdió del todo la visión con la mujer por seguridad, pues solo podrían auxiliarse mutuamente si estaban juntos, sin embargo, los espejos no ayudaban a dicha tarea. Ya veía a Níniel por todas partes.

Poco a poco dejó de ver a tantas elfas hermosas, ya que los cristales empezaron a oscurecerse. Vinc, volvió a agarrar el mango de su espada, pero sin sacarla del cuero, alerta ante el nuevo cambio del salón. Una imagen minúscula se iba haciendo más y más grande en uno de los espejos, haciendo que el rubio sintiera curiosidad de lo que sería. ¿Quizás la pista que tanto necesitaba?

Cuando la imagen ya tuvo un tamaño considerable en el amplio, y ahora opaco cristal, se dio cuenta de que no era nada que le ayudara a desvelar el misterio del sueño de Otrore. Era el escote de una mujer, algo que ya había visto con anterioridad. Las imágenes se fueron desplegando por cada  espejo, que ahora eran como losas oscuras. La luz de la sala se oscureció notablemente, como lo habían hecho los cristales anteriormente, haciendo que solo las luminosas formas en las paredes llamaran la atención. El pecho de la elfa, sus muslos, el contorno de su figura, sus preciosos ojos, sus labios mordiéndose de forma sugerente. Allá donde mirara solo veía partes hermosas de la mujer.

Por si no estuviera ya de por si avergonzado algunas de las imágenes plasmadas en las losas comenzaron adquirir movimiento. Eran retazos de su mente, chispazos de su visión cuando había mirado donde no debía a la elfa, como había ocurrido anteriormente cuando estaba tumbado en el suelo de la casa de Otrore. Y ese encuadre se volvió el más nítido y luminoso de todos, cuando en vez de hacer el gesto que había hecho en realidad, la había agarrado por la cabeza para luego besarla con pasión.

No tenía que tener una particular inteligencia para saber que esto debía de estar asustando a Níniel, por ello la buscó por la sala ahora a oscuras para sacarla de allí. La había perdido de vista del modo que no quería, y ahora debía sacarla de un modo prioritario. Aunque no por lo que hubiera pensado en un principio. Nunca hubiera imaginado que la amenaza sería él. Al fin la vio y se acercó hasta ella, al mismo tiempo en el que en todos los lados apareció otro cuadro en movimiento.

Esta vez era de ella empapada de agua junto al lago, Vinc le ofrecía la chaqueta, pero en vez de dársela, la acercaba con violencia hacia su persona. Juntó sus labios a los de ella como en el anterior recuerdo, mas ahora sus manos desabrocharon la túnica de la elfa, dejando su cuerpo cubierto de agua a la vista. No tardó el brujo, en jugar con su boca con los turgentes senos de la mujer, para luego recostarla contra la hierba. El rubio se colocó entre sus piernas y desabrochó su pantalón para luego…

- Ufff es mejor que te saque de aquí. Este maldito sitio está jugando con nuestras mentes-, dijo, con la voz algo quebrada por el miedo de que la mujer no lo perdonase por esto.

Agarró del antebrazo a la mujer, y sin mirarla, la sacó por la otra puerta del laboratorio, con el sonido de los gemidos de ambos retumbado en la sala. Con presteza cerró las puertas tras de sí, quedando apoyado con sus manos en ellas. No sabía que decirle a Níniel, pues lo había pasado francamente mal, así que no imaginaba hasta que punto lo había sufrido ella. Aún podía escuchar los gemidos de pasión chocando contra las maderas de la puerta.

- Que ocurre Vincent-, dijo al fin la elfa. - ¿Crees que de verdad iba a molestarme que me tomaras? - siguió hablando en un tono sensual impropio de ella.

- ¿Cómo? - contestó algo aturdido por todo. - Lo siento de veras. Esto ha sido un vulgar truco para…

- Tranquilo brujito-, respondió dejando caer la chaqueta que la cubría, para seguidamente hacerlo su túnica. Esta se deslizó con suavidad a los largo de sus caderas, dejando al aire toda su belleza.

- ¿Qué te ocurre Níniel? - preguntó alarmado, girando el rostro. La elfa no estaba actuando como de costumbre. Debía tener algún conjuro encima.

- Vamos, no dejes de mirarme-, le acarició la cara empujándolo para que la volviese a observar nuevamente hacia ella. - Algo en tus pantalones me dice que no quieres dejar de hacerlo-, sonrió con picardía, mientras lo acariciaba en la entrepierna.

Quiso besarla. Hacerla suya contra el suelo del pasillo, pero no, consiguió mantener su mente lo más serena que pudo. Evitar hacer alguna tontería, y aprovecharse de la vulnerabilidad de Níniel. Iba a alejarse de su persona, cuando sintió un dolor atroz en el abdomen.

Vinc empujó a la mujer lejos de él, y pudo observar el pomo de la daga que le había enterrado en el abdomen. Un puñal fino pero largo, por lo que notaba en sus entrañas. Más aún cuando lo sacó y vio su envergadura. Lo dejó caer a su lado.

- Tú no eres Níniel, aléjate de mí-, gritó.

- Claro que lo soy-, dijo acercándose nuevamente, avanzando con sus rodillas y manos, con la mayor sensualidad del mundo. - Sabes qué me quieres, y hoy puedo ser para ti. Olvida todo lo que pensabas de mí, y hazme tuya.

Por mucho que lo odiase, no podía estar seguro de si era falsa o real. Podría estar simplemente bajo un influjo del sueño. Que podía hacer. La elfa real o no, le besó en los labios, y el brujo se sintió inmensamente atraído por su persona, la chica no se paró ahí y le desabrochó un botón del pantalón, a lo que el rubio la echó para atrás, colocándose entre sus piernas como en las imágenes de la sala.

Rebuscó en su cinto, y la penetró lo más hondo que pudo, con toda su fuerza. La mujer gimió, pero no de placer, sino de dolor, pues el brujo le había enterrado su propia daga en el costado como ella hubiera hecho hacía un momento. Giró la daga en sus entrañas, provocándole más gritos de dolor y causándole la muerte.

Vinc se alejó asustado de la chica, retrocediendo de espaldas, arrastrándose por el suelo. ¿Y si no era falsa? Si era la verdadera elfa de los bosques y la había matado, cuando ella confiaba en él. Sus gritos de dolor habían atronado en su cerebro de un modo tan real.

Unas arcadas subieron por su pecho, y se hizo a un lado para vomitar en una esquina del pasillo. Había matado a Níniel como un vulgar asesino. Miró su mano diestra manchada de sangre élfica y otra arcada subió por su cuerpo, pero esta vez vomitó sangre. No tuvo que pensar mucho para saber que la daga estaba envenenada. No tardaría mucho tiempo en morir, aunque por otro lado seguramente lo mereciera.

Se recostó contra la pared del pasillo, justo debajo de un ventanal. Mirando la silueta muerta de la dama que ahora estaba seguro de que si amaba. Empezó a temblar, fruto del veneno, aunque sobre todo por el dolor en su mente. Después observó como la chica comenzaba a deshacerse en humo, que se dirigía hacia un portal cercano.

Níniel apareció por una esquina y al menos el brujo se sintió mejor. Había decidido bien y había matado a una elfa falsa.

- Mira eso-, señaló el humo y el portal. - Va hacia el salón de reuniones del consejo de brujos. A la cámara más alta de la torre. Deberías ver qué pasa, y olvidarte de mí-, tosió.

Aún sentía mucho dolor por haber “matado” a Níniel, y con la mente embotada por el veneno, solo deseaba quedarse quieto y morir.
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El mundo de los sueños. Libre (2/3) [Cerrado] Empty Re: El mundo de los sueños. Libre (2/3) [Cerrado]

Mensaje  Níniel Thenidiel Lun 11 Ene - 22:18

Saltar al lago había sido su única opción de esquivar el segundo ataque y a pesar de saber que dicho movimiento solo le daba unos instantes más de tiempo lo había realizado sin dudar, movida por el instinto de supervivencia que tantas veces antes la había ayudado a suplir su falta de entrenamiento marcial en situaciones peligrosas. Aquellas aguas, a diferencia de las que le habían dado la bienvenida a aquel mundo en el que todo era a la vez real y extraño, incluso su propio hogar, estaban realmente frías y al sumergirse en ellas la peliblanca sintió una desagradable sensación de miles de agujas clavándose por todo su cuerpo con insistencia. Tal fue el shock de sentir tanto frío de golpe que no pudo evitar que todo el aire de sus pulmones se les escapara impidiendo cualquier posibilidad de tratar de alejarse de allí buceando. Emergió bruscamente de las aguas dando una profunda y exigente bocanada y con el cuerpo congelado y tiritando miró hacia arriba, hacia el borde del puente por el que había saltado, viendo allí asomados a los dos brujos y distinguiendo una pérfida sonrisa no solo en sus labios, también en sus ojos. Con un gran esfuerzo la elfa no quiso darse por vencida y comenzó a nadar, tratando de ponerse a cubierto bajo el propio puente con la esperanza de que allí no pudieran alcanzarla directamente. No pensaba que fuera a conseguirlo, al fin y al cabo uno de los brujos había usado el propio agua para atacarla.Cerró los ojos y se centró en nadar tan rápido como pudo...Y el esperado golpe fatal no llegó.

Escuchó a Vincent gritar, sonidos de lucha, gemidos de dolor y luego silencio. ¿Qué había pasado allí arriba? No tenía modo de saberlo desde donde estaba y por motivos obvios asomarse no parecía la mejor de las ideas. ¿Había logrado el brujo rubio vencer a aquellos salvajes o acaso había ocurrido todo lo contrario y un enemigo esperaba que se confiara para acabar el trabajo?. Si a Vincent le había ocurrido algo...Sería culpa suya, le habrían hecho daño por ayudar a una elfa, una enemiga pública en aquella zona como lo eran los brujos en el corazón del bosque. Aquella opción era espantosa, tenía que ayudarle aunque fuese entregándose, su omisión no podía tener ese precio. Decidida salió de debajo del puente y miró hacia arriba temiéndose lo peor, pero una vez más los dioses habían sido generosos, sobre el puente solo quedaba en pié Vincent. Más tranquila al saber que estaba bien aunque aún preocupada nado hasta la orilla para reunirse con el brujo.

-En mi caso alegrarme es poco, pensaba que iba a morir aquí. -Respondió la elfa al rubio tratando de sonreír aunque estaba congelaba -Me has salvado.- Continuó mientras salía del agua. Las frías aguas se deslizaban por su cuerpo, acariciándolo de madera tentadora, pegando la fina túnica blanca a su clara y suave piel y volviéndola casi transparente hasta el punto de parecer que no llevaba nada más que su ropa interior. Níniel, aterida por el frío y agradecida por seguir viva no se había percatado de que estaba dándole al brujo unas vistas más allá de lo que en conciencia mostraría a ningún hombre y no se dio cuenta de ello hasta que tras clavar sus ojos aguamarina en los del brujo para agradecerle de corazón su intervención vio en ellos algo más que preocupación. Inmediatamente Vincent giró la cabeza, lo cual le salvó de una bofetada pero a esas alturas ya debía de tener una idea bastante clara de la anatomía de la joven, de poco servía girarse ahora, exactamente igual ocurría con el gesto instintivo de la elfa de taparse los pechos y su intimidad. La peliblanca sintió como  se ponía roja hasta la punta de las orejas, avergonzada pero también como una gran rabia crecía en ella y la instaba a atizarle al brujo a pesar de que sabía que poca culpa tenía de aquello. Con un fuerte tirón que mostraba su indignación tomó la chaqueta ofrecida y se la colocó y abrochó bien fuerte.

-Ya puedes volverte...-Soltó un suspiro y aún ruborizada miró al suelo incapaz de mirarle a los ojos por temor a volver a ver en ellos ese deseo hacia su persona. -Yo aparecí en el río cercano a mi casa...Desnuda y sin mis cosas. Estaba mi casa, mis cosas y mi madre. Te busqué, pero no sabía dónde hacerlo y al querer continuar con el sueño aparecí como por arte de magia aquí...- Le comentó al brujo con su siempre melodiosa voz aunque con un tono más bajo e inseguro, incómoda por la situación. Vio como los dos brujos se convertían en humo negro y desaparecían y escuchó el resto de la extraña vivencia de Vincent, muy parecida a la suya propia. -Yo también lo creo, seguir el sueño me ha traído hasta aquí, y te aseguro que no es un recuerdo mío...Aunque he oído hablar de este lugar. Es la academía ¿no? donde os enseñan magia. Hasta las piedras de este puente rezuman maná. Me recuerda al lago de las lágrimas de Isil de mi hogar. Ambos son lugares...Especiales.-

Juntos recorrieron aquel puente con Níniel mirando con curiosidad cada detalle del lugar. Cada rostro de cada estatua que les flanqueaba el paso, cada forma de la torre en sí, sus ventanas su aura...Todo era nuevo para ella y muy posiblemente fuera la primera elfa que lo visitaba en...Bueno, quizá fuera la primera que lo hacía, aunque fuese en un sueño. Había que reconocer que era una construcción magnífica, hermosa en cierto modo pero el aire le parecía como viciado. Conforme más se acercaba a las puertas de la torre mayor era el cosquilleo que sentía por su cuerpo y notaba el maná tan a flor de piel que se sentía capaz de acciones que normalmente estaban fuera de su alcance. -Es un nexo...Todo el lago lo es pero la isla en su centro es un lugar de poder, me siento a punto de poder lanzar chispas con mis manos y eso que no soy como Elen...Ahora que lo pienso, debes conocerla, tenéis el mismo apellido. Guapa, cabello ceniciento, una marca debajo del ojo pero que no la afea para nada, una gran alquimista.-

Le siguió hasta el interior una vez más sin perder detalle y sin poder dejar de pensar que aquel lugar era realmente grande, cualquiera podría perderse por sus largos pasillos, especialmente si se es una elfa poco acostumbrada a la simetría en las construcciones y que ya solía desubicarse en Lunargenta por culpa de sus calles de piedra y sus casas mayormente iguales unas a otras o casi. Aquello era aún peor, aquellos pasillos si que eran todos iguales, las antorchas estaban situadas a la misma distancia, la decoración era igual...Y no podía orientarse mirando al cielo, al musgo o a los anillos de un árbol. -No es la calma lo único que me agobia. Este sitio resulta asfixiante y eso que he estado en casas de nobles humanos. Claro que te sigo, ahora mismo no sabría ni salir de aquí. -Para complicarlo todo parecía que en vez de escaleras la torre usaba una especie de portales para llevar a la gente entre plantas.

-¿Nos hemos perdido?, ponía que era un portal hacia la sala de alquimia y...Bueno esto no es una sala de alquimia, parece que es la habitación de algún obseso por los espejos.- Comentó la elfa ante el gesto de estupefacción de su compañero mientras echaba un rápido vistazo por aquella extraña sala sin rastro alguno de nada destinado a la realización de alquimia de ningún tipo.- Entonces debe de ser una distorsión causada por el sueño de Otrore o por tus recuerdos e imaginación, en los míos la distancia desde mi casa al claro también estaba alterada...No deberíamos confiarnos y dar demasiadas cosas por sentadas mientras estemos aquí.- Dijo buscando entre los espejos sin alejarse del brujo, o al menos lo intentó pues al alejarse un paso de más y tratar de volver junto a él resultó que se había acercado a un reflejo y no al auténtico. -Vincent, te he perdido de vista ¿dónde estas?- Preguntó sabiendo que no podía estar a más de un par de metros de ella. No obtuvo respuesta.

Por más que buscara solo se veía a ella misma una y otra vez, en todos los espejos, repetida mil y una veces, espejos que devolvían su imagen devuelta a su vez por otro espejo y creando una legión de elfas que tornaban la tarea de orientarse en algo imposible. Ni siquiera fue capaz de llegar hasta alguna de las paredes para al menos tener una guía, entonces, de repente, los espejos se oscurecieron dejando de mostrarla a ella para empezar a mostrar una imagen distinta que no era su reflejo. -No son espejos...¿Qué es eso?.- Dijo fijándose en la imagen que mostraban pensando que más que espejos parecían imágenes proyectadas como ya había visto anteriormente mediante runas. Eran unos pechos, bonitos, turgentes, de aspecto suave y buen tamaño pero no entendía qué pintaban un par de tetas allí por todas partes. ¿Era la imaginación de uno de los brujos?. Una imaginación o un recuerdo calenturiento era ese. -Espera...Son mis pechos, son mis...VINCENT- Gritó la elfa de nuevo sin respuesta ante aquella obscenidad. La sala se sumió en tinieblas y las imágenes cambiaron para mostrar más partes de su anatomía de un modo muy pero que muy sugerente. Una imagen de Vincent besándola con una pasión digna de un libro sobre romances tomó protagonismo en muchos de los espejos y causó que la joven se mordiera el labio inferior y se quedara mirándola. Sentía mucha rabia e impotencia ante aquello pero en cierto modo la escena era bonita había fuerza en ese beso y sin darse cuenta se había llevado un dedo a sus labios antes de negar con la cabeza y comenzar a correr en busca del brujo o de una salida, rompiendo uno de los espejos por el camino. Entonces la cosa no hizo si no empeorar. Cada espejo en su camino la mostraba empapada en el lago, con su túnica revelando prácticamente todo su cuerpo...Tal y como pasó en realidad vincent le tendía su chaqueta pero luego...

Níniel se puso mas roja aún y rompió un nuevo espejo para no ver aquello pero estaba por todas partes. Vincent la desnudaba...La tocaba con lujuria y deseo y ella no se resistía. -No no no acerques tu boca ahí...- Musitó como si con aquello pudiera impedir que el brujo saciara su lívido con sus pechos sin poder apartar su mirada a ningún lado pues la escena estaba allá hacia donde se encaminara, allá donde sus ojos se posaran. La Níniel de los espejos no decía nada, gemía, disfrutaba de aquello...Y la cosa no se detuvo allí...Era el primer miembro viril erecto que veía en su vida y no podía huir de su imagen...Vincent se recostó sobre ella, una Níniel dispuesta y deseosa de aquel miembro y que lo recibió en su interior mordiéndose el labio y rodeando con sus piernas al brujo. Los gemidos, la imagen...La peliblanca gritó y de pura rabia su luz se descontroló causando que a su alrededor un gran número de espejos se hicieran añicos dejándola jadeante en medio de un mar de pequeños cristales rotos por todo el suelo. -Maldito brujo, el único contacto que va a tener conmigo es el de mi puño partiéndole la cara...Ya veo el interés que tiene en la cultura elfa....- Musitó mirando a su alrededor y contemplando su obra, rara vez usaba su magia de modo dañino y se avergonzaba de haber causado ese destrozo, pero se había quedado bien agusto descontrolándose. Entonces se percató de que uno de los espejos que acababa de romper formaba parte en realidad de una puerta cerrada y semioculta por los reflejos, sin dudarlo la abrió y dejó atrás aquella especie de infierno de las fantasías eróticas entrando en una especie de pequeña sala anexa con otra puerta al otro lado de por donde había llegado la peliblanca.

Aquella sala tenía una gran ventana desde la que podía verse otra sala sin espejos y antes de continuar avanzando la elfa miró por ella para ver si conseguía saber dónde estaba o hacia dónde se dirigía. Cual fue su sorpresa al ver que, a toda prisa, entraba allí Vincent seguido de...Níniel. -¿Pero qué?, por todos los dioses...- Había otra Níniel junto al brujo y a diferencia de la original era una fresca de cuidado. Se quitó la ropa delante del brujo y parecía más que dispuesta a mantener relaciones sexuales con él. La auténtica peliblanca comenzó a llamar al brujo para que la viera, llegó incluso a aporrear el cristal de la ventana pero por alguna extraña razón el brujo no parecía darse cuenta.- Será posible, deja de mirarme las tetas y mira hacia aquí...Ehhhh, maldita sea.- Nada, era como si la sacerdotisa no estuviera allí. Entonces la falsa Nín apuñaló al brujo y la auténtica comenzó a correr, buscando un modo de llegar hasta aquel idiota antes de que acabara muerto...Aunque en cierto modo era irónico que tras sus obscenas fantasías fuese a él al que acabaran...Metiéndosela. Lo último que vio de aquella escena era como aquella zorrona, a pesar de haberle apuñalado seguía insinuándose gateando ante el brujo. -Menuda guarra...-.

La puerta del otro lado de la sala no conducía directamente hacia la sala donde estaba Vincent. Tampoco la siguiente ni la siguiente. Aquella parte de la torre parecía un laberinto interminable de puertas y pasillos que no llevaban a ninguna parte. Por fin tras la enésima puerta que atravesaba la elfa vio que había llegado al otro lado de la ventana y entendió por qué el brujo no la había visto a pesar de haber intentado llamar su atención de forma insistente para avisarlo. A ese lado el cristal era un espejo, seguramente tan grueso como para no notar tampoco los golpes de la peliblanca, especialmente cuando estaba atento mirando...Otras cosas. Había una voluta de humo alzándose desde el suelo y algo más.

-Si, ya lo veo. Lamento que esto haya acabado así Vincent, la verdad es que todas esas imágenes en los espejos me han excitado mucho. Voy a curarte y, después, si salimos de esta, tu y yo...Así que no te mueras.- Dijo la peliblanca acercándose al brujo dándole unas buenas vistas de su escote al comenzar a agacharse para atenderlo. Entonces un rápido destelló surgió de repente y la daga de Vincent, empuñada por una delicada mano de piel clara le cortó el cuello haciéndola caer al suelo desangrándose sin remedio. De pié tras ella había otra Níniel. -Eres un tonto Vincent.- Le soltó la elfa soltando la daga mientras aquella segunda falsa Níniel se convertía en humo. -Yo soy la de verdad...- Y le soltó un soberano guantazo. -¿Ves?. Voy a curarte y si salimos de esta...Te llevarás otro guantazo más ¿estamos?.-

Dicho eso comenzó a aplicar su magia de sanación sobre la herida punzante en el costado de su compañero. La herida era profunda pero no era problema, el veneno sin embargo podía ser más complicado de tratar. Por suerte no estaba fuera del alcance de las habilidades de la peliblanca y menos en un lugar como aquel, donde su magia parecía estar a otro nivel. Un par de minutos después unas gotas de un color verdoso brotaban de la herida antes de cerrarse completando así el tratamiento.
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Mensaje  Vincent Calhoun Miér 13 Ene - 3:22

Níniel le había dicho en la sala de los espejos que podría ser una distorsión de su mente. Que ella misma había notado que la distancia entre su casa y un claro no era la real. Eso ya lo había notado personalmente, cuando había encontrado el lago de la academia a unos pasos de la colina cercana a su casa, pero había algo más. Y la herida que lo estaba matando era la prueba fehaciente de ello.

El sueño, o quien lo controlara, rebuscaba en los recuerdos de los allí presentes para sacar lo peor de ellos. No se distorsionaban al azar, buscaban tocar la fibra sensible de los soñadores. Su padre en el claro, su deseo hacia Níniel, estaban claramente invocados para hacerles sufrir, para debilitarles, aunque la pregunta era ¿por qué? Alguien no los quería allí, o más bien al contrario, puede que no quisiera que salieran jamás.

El veneno era potente, solo habían pasado unos segundos desde que la daga de la imagen de la elfa lo atravesara, y ya se sentía mareado. La sangre que había escupido, y el dolor en su pecho, evidenciaban que ya le estaba atacando los pulmones. No tardó en sentir sudor correr por su frente, un sudor frío que se deslizaba por su piel ardiente, que se volvió aún más frío al escuchar a la mujer.

¿Si salimos de esta tu y yo...? No podía ser cierto, y como no estaba aún ciego por el veneno, no podía negar que estaba aún más jodido de lo que creía. Era increíble que tuviera tan mala suerte como para que el sueño hubiese creado a dos Níniel falsas para atormentarlo. Sin embargo, así era. La elfa nunca se comportaría de ese modo tan bajo, ella tenía una dignidad de la que carecían sus malas copias. Maldijo para sus adentros al ver su daga sobre el suelo, pues al asustarse por creer haber matado a la verdadera mujer en su confusión mental, la había dejado clavada en su cuerpo. La chica ya estaba demasiado cerca para desenvainar su espada, y realmente no sentía que tuviera fuerzas para sostener el peso de su acero ante el veloz veneno que lo destruía por dentro. Solo le quedaba una opción.

Vinc sacó uno de sus pequeños pedernales en forma de varilla del pantalón. Realizó el movimiento con disimulo, atento a los ojos de la mujer, atento a sus movimientos, esperando el mejor momento para actuar, aunque un río de sangre le sorprendió antes de que pudiera hacer nada. La sangre se deslizó por el cuerpo esbelto de la falsa Níniel, dejando a otra elfa tras ella, con su daga en las manos.

El brujo hubiera pensado que Níniel lo había salvado. Que por fin estaba contemplando a la verdadera mujer, pero con todo lo que había ocurrido ya no sabía que pensar. Puede que incluso las copias se estuvieran matando las unas a las otras por poseer su cuerpo. Eran creaciones del deseo después de todo, y la pasión descontrolada podía ser más peligrosa que el más afilado acero.

El tortazo fue como si mil agujas le atravesaran el pómulo en su estado actual, y pese al dolor, jamás se había sentido tan feliz de que lo golpearan. Daría todo lo que tenía porque le golpeara una vez como le había prometido que haría al final de esa odisea. Era ella, al fin era ella.

- Pensaba que no te volvería a ver nunca-, se sinceró.

Había estado muy cerca de la muerte, y al sentir que la había matado instantes antes, incluso había deseado morir.

- No sé si podrás perdonarme. Este sueño magnifica y exagera todo pensamiento que tengamos, y ha distorsionado de manera vil la visión que tengo de ti-, dijo desviando los ojos de la peliblanca.

Se sentía horriblemente mal. No por el dolor del veneno, sino porque sentía que le había fallado. Que había mostrado una parte de su deseo hacia ella, que existía, pero que no eran tan importantes como otras virtudes, que eran las que verdaderamente le habían enamorado de ella. Al menos con todo lo que había pasado, ya sabía a ciencia cierta que se había prendado de la mujer.

El rubio gimió un poco al sentir las manos de la mujer, estaban muy frías en contraste de su cuerpo, y no solo por las fiebres que le estaban ocasionando el veneno, sino también porque ella estaba exageradamente fría. Volvió a mirarla, y notó que aún estaba mojada, que solo le había dado una chaqueta, pero que no había hecho nada por secarla. Sí, Níniel tenía razón, no podía ser más tonto.

- Entonces has conocido a mi hermana-, dijo viendo salir un líquido verdoso de su herida, para luego empezar a cerrarse poco a poco. Con las prisas por el pasillo, había pasado por alto comentárselo. Cada día conocía a más gente que sabían historias de su hermana, por lo que ya hacía tiempo que no le sorprendía. - Elen es especial. Aprende la magia de una manera casi innata. Estoy seguro de que un par de años puede ser la bruja más poderosa del mundo, y lo mejor de todo es que su nivel no la ciega, manteniendo los pies en la tierra. Es una gran mujer.

Los poderes de la elfa eran impresionantes en unos minutos había conseguido que la herida se cerrara casi en su totalidad, lo cual, teniendo en cuanta la profundidad, era todo un logro.

- Antes hablaste de un lago. Que la academia te recordaba a un lago en particular. Creo que lo llamaste-, hizo una pausa recordando como lo había llamado, - el lago de las lágrimas de Isil. Es por ser un sitio de culto para tu raza ¿verdad? Imagino que debe ser tan mágico como este sitio, aunque supongo que tendrá mayor belleza para ti que una simple torre.

Níniel terminó de curarlo, y en donde antes había una herida que chorreaba sangre a borbotones, ahora no había nada. Ni siquiera una cicatriz. Vinc no le dio muchas vueltas, supuso que no había cicatriz porque era un sueño después de todo, no su verdadero cuerpo.

El rubio no había olvidado que había dejado a la chica mojada, así que ahora que ya no tenía que concentrarse para curarlo, chasqueó sus dedos sobre el pedernal creando una chispa de fuego, que pronto se convirtió en una ola de fuego que los rodeó girando por la fuerza del viento. Era un poder que había estado practicando últimamente, algo que le serviría como defensa en el futuro, y en esta ocasión, para calentar a la elfa.

- Espera. No te muevas un segundo.

Vinc la miró a los ojos, su pelo blanco se mecía suavemente en ambas direcciones. Su piel y sus ojos aguamarina brillaban con la luz del fuego, dándole un aspecto cálido y hermoso. Si no la hubiera cagado ya lo suficiente con sus recuerdos eróticos, le habría colocado un mechón de pelo por detrás de la oreja. Era un gesto que había hecho en contadas ocasiones a lo largo de su vida, solo con chicas que realmente había querido, y pensó que debía notarse distinto hacerlo a una mujer que tenía las orejas en punta.  Aunque realmente lo importante de ese gesto era el amor que se procesaba con él.

Deseaba hacerlo. Eso y acariciar su rostro, acercar sus labios hasta los de Níniel, besándola con delicadeza, con el mismo amor que se había visto en el beso de las imágenes anteriores, pero con mucha menos rudeza. Darle un beso corto, que le traspasara el calor de su cuerpo, ligeramente más caluroso que el resto de las personas por el fuego mágico que corría por sus venas, por medio del contacto físico entre sus labios.

- Yo no te quiero como esas copias lascivas. Yo te quiero tal y como eres-, le susurró azorado, mirando directamente a sus pupilas, pero sin hacer movimiento alguno.

Luego se recostó nuevamente contra el muro y dejó que el vórtice de fuego se disolviera.

- Creo que es hora de terminar con todo esto-, comentó poniéndose en pie. Se acercó hasta su daga y la volvió a su sitio con un pensamiento que lo quemaba. - ¿Estás bien? creo que como sacerdotisa nunca has matado a nadie. O eso creo-, miró hacia el suelo. - De todos modos, gracias, me has salvado-, dijo volviendo a mirar directamente a su ojos, antes de voltearse, dándole la espalda. - Y como te dije antes, lo siento de verás. Siento que hayas visto todo eso. Yo no soy así. Te lo prometo.

Caminó hasta el portal por donde había visto colarse el humo de una de las falsas Níniel, y se paró para observarlo. La última vez que había usado uno había terminado en un laboratorio que no lo era en realidad, y que le había supuesto más daño que todo un ejército de brujos. Exageraba un poco como de costumbre, pero ciertamente la elfa ya no lo vería con buenos ojos.

- Yo iré delante-, dijo sin esperar respuesta. Prefería encontrarse con lo que hubiera al otro lado el solo antes de que la mujer se pusiera en peligro.

Nada más cruzarlo, agarró el mango de su espada alerta. Nuevamente el portal lo había mandado a un sitio que no estaba como debía, es más, ahora lo había mandado a un sitio que nada tenía que ver con el lugar al que debía mandarlo. No estaba en la alta cámara de brujos, donde el consejo deliberaba y recibía visitas. Estaba en un pasillo, siniestro, con las paredes oscuras en contraposición de las claras del colegio de magos.

Parecía un pasillo carcelario, como las de una cárcel, pero de aspecto tenebroso. Había algunas habitaciones con barrotes a lo largo del pasillo, no apreciaba a nadie en su interior, aunque era difícil decirlo. Una niebla parecida a la que rodeaba a la torre de brujos llenaba el pasillo. Su única diferencia era el color. Si antes era azul verdosa, ahora era de un intenso rojo.

- Esto no es la academia-, comentó a la elfa en cuanto entró al lugar - Nunca he visto este sitio en mi vida, ¿y tú? - preguntó, aunque no creía que la mujer hubiera estado en un sitio tan malvado. O al menos lo esperaba.

Vinc avanzó un par de pasos con cautela, cuando de repente alguien de dentro de una de las celdas se abalanzó hacia él pudiendo esquivar su agarre por poco.

- ¡Ayuda! - gritó un hombre famélico, con pinta de haber sido torturado por semanas, o meses.

El brujo miró asombrado al hombre, sin saber que demonios pasaba. ¿De dónde había ese tipo?

- ¿Quién eres? ¿Y por qué estas aquí? - pregunto sin perder el asombro .
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Mensaje  Níniel Thenidiel Vie 15 Ene - 2:57

No se podía negar que la situación era bastante tensa entre ambos después de todo lo ocurrido, y no era para menos. La peliblanca era incapaz de dirigirle la palabra al brujo y durante todo el proceso de curación evitó en todo momento mirarle a la cara. Estaba avergonzada por el modo en la que la veía Vincent y por pensar que a pesar de haber salido ya de aquella zona de espejos la siguiera imaginando desnuda cada vez que la miraba, pensando en tomarla con lujuria, incluso mientras le atendía. Estaba muy enfadada, y molesta por el hecho de que al final el brujo que tan inteligente y respetable le había parecido era como casi todos los demás, como la gentuza de Lunargenta que la miraba con descaro y le hacía proposiciones indecentes solo por el hecho de vestir de forma diferente a ellos. En su momento había decidido estar por encima de aquella gente, ignorar sus miradas y comentarios y ser fiel a sí misma y no ocultarse bajo capas y capas de ropa, a no ocultar sus orejas bajo una capucha ocultando su condición de elfa, pero aquello había sido llegar demasiado lejos. Finalmente Vincent cambió de tema lo cual era seguramente lo más sensato que podía hacer pues poco éxito estaba teniendo tratando de justificarse. Soltando un largo suspiro tras terminar de sanarlo la peliblanca finalmente volvió a dirigirle la palabra y la mirada.

-Esas visiones me han hecho sentirme como un mero objeto, ultrajada incluso aunque no fuera realmente yo si no una imagen de tu mente. En cierto modo era como si me ocurriera a mí de verdad. Casi una violación. Y no niegas que, aunque magnificado, son pensamientos reales. Pensaba que eras otra clase de persona. -Hablar de ello causaba que volviera a ver ante sí las imágenes de ella sobre el suelo con el brujo entre las piernas, los sonidos de los fuertes jadeos y gemidos. Agitó la cabeza para quitarse esas imágenes de la cabeza al sentir que las ganas de darle otra torta a Vincent aumentaban igual que el rubor de sus mejillas. -Prefiero que no volvamos a hablar del tema, espero que sepas mantener esas ideas donde deben.-

Dijo poniéndose en pié y se colocó bien la chaqueta que el brujo le había prestado y que al agacharse se había subido hasta la altura de los muslos, revelando más húmeda túnica de la que quería que aquel brujo viera a pesar de aquel día ya había visto mucho más sin contar lo de la sala de los espejos. -Sí, conocí a tu hermana y se podría decir que nos metimos en líos juntas. Fue bastante espectacular lanzando todos aquellos rayos, no es la clase de mujer que nadie querría de enemiga. Luego volvimos a coincidir en Terpoli, en la división médica.- Continuó mientras su tono de voz bajaba de nuevo conforme al hablar la rabia del momento disminuía aunque el enfado seguía claramente presente. - El lago de las lágrimas de Isil está al norte de mi hogar. Como éste es un lugar de poder y no hay ninguna torre. Hay un templo dedicado a nuestros dioses en una de las orillas y algunos quioscos de madera tallada para los festivales. Es un lugar tranquilo y hermoso, rebosante de paz.- Siguió respondiendo a las dudas del brujo que éste había expresado mientras le curaba y que no recibieron respuesta en su momento por no responderle diciéndole de todo menos bonito.

Terminadas las explicaciones y sin querer alargarlas más por el enfado, la sacerdotisa iba a ponerse en marcha rumbo al portal que supuestamente les llevaría hasta el siguiente punto de aquel sueño cuando Vincent la instó a quedarse quieta y a pesar de su desfachatez se atrevió a mirarla a los ojos mientras usaba su magia para calentar el lugar y favorecer que las ropas de Níniel se secaran al mismo tiempo que una agradable sensación de calor sustituía al frío por todo su cuerpo. La peliblanca apartó la mirada de sus ojos con orgullo, pero tras las palabras que siguieron a las cálidas llamas volvió a mirarle de soslayo sonrojándose ligeramente a pesar de su cabreo. Acababa de de decir que la quería. No respondió a sus palabras de modo alguno, lo cual era en sí mismo un modo de responder, aquello era un nuevo atrevimiento y en aquella ocasión no había habido guantazo.

-Estoy bien, las sacerdotisas de Sandorai no somos como las monjas de los templos cristianos ni nos dedicamos a languidecer año tras año mientras nos limitamos a rezar un cántico tras otro. Los dioses ayudan a quienes se ayudan a sí mismos. ¿Por qué iban los dioses a molestarse en ayudar a quien solo se sienta clamando al cielo?. Además esto solo es un sueño y en cualquier caso me he matado a mi misma...-Esbozó una levísima sonrisa que se borró con un nuevo intento de disculpa por parte del rubio. -Déjalo ya y sigamos.-

Lo que había al otro lado del portal resultaba demasiado extraño incluso para una academia de brujos y desde luego estaba claro que no era el lugar al que el portal debería haberles llevado. Una vez más el sueño había hecho de las suyas y estaban donde no debían pero eso no tenía por qué ser malo del todo, mientras continuaran avanzando a través de aquel mundo onírico "siguiendo" el sueño tarde o temprano acabarían por lograr terminarlo y salir de allí aunque a saber qué era lo que aquella nueva zona les deparaba. El lugar parecía una especie de prisión, una enorme oscura y húmeda prisión cuyo pasillo era tan largo que difícilmente podría ser parte de la torre de la academia de brujos, aunque en aquel mundo onírico tampoco se podía afirmar a ciencia cierta. Se alargaba tanto que ni siquiera con su vista de elfa era capaz la peliblanca de ver el final del mismo. Por cada bloque de celdas un antorcha iluminaba el interminable pasillo causando un efecto de monotonía que resultaba incluso molesto.

-Nunca he estado aquí. Me recuerda a las catacumbas bajo la ciudad de Lunargenta...No preguntes, asuntos de la guardia de la ciudad. Pero allí las celdas, las paredes y en general la distribución eran muy diferentes.- Respondió mientras avanzaba, comenzando a iluminar más el lugar con una esfera de luz generada en el extremo con forma de dragón de su bastón e iluminando con aquel chorro de luz cada una de las celdas por las que pasaba, encontrando todas ellas vacías. -Está todo vacío...- En ese momento una mano de una de las celdas unos pasos más adelante casi atrapa al brujo a la vez que una voz lastimera pedía ayuda con un hilo de voz quebrada una vez tras otra sin responder a las preguntas de Vincent. Níniel se acercó y apuntó su bastón hacia las rejas haciendo que aquel prisionero, cegado, retrocediera hasta la pared al fondo de la celda tratando de protegerse de la luz con sus demacrados brazos en los que se marcaban totalmente los huesos bajo la piel. Aquel sujeto era apenas poco más que un saco de huesos, el mero hecho de casi atrapar al brujo debió de haber sido un esfuerzo titánico en su lamentable estado.

-Luz...Luz...Sois druidas...Gracias al dragón de luz. Sacadme de aquí por favor. Esos malditos brujos me han...Son salvajes.- Musitaba mientras se acercaba de nuevo a los barrotes arrastrando los pies. Estaba claro que un elfo no era, tampoco debía de ser brujo al referirse a ellos en tercera persona pero...¿Por qué había dicho que eran druidas al ver la luz de su bastón?. -¿Eres un...Druida?.- Preguntó la peliblanca sin acabar de creerse ella misma la conclusión a la que había llegado. -Sí, sí, del círculo Cenarion. ¿No os envían ellos?.- Níniel había escuchado historias sobre los círculos de druidas y reconocía aquel nombre, un círculo de naturalistas en estrecho vínculo con la naturaleza, antepasados de algunos de los clanes elfos de Sandorai. Aquello era un sinsentido, hacía miles de años que los druidas no existían como tales, era imposible que hubiese uno allí, ni siquiera como un recuerdo. -Debe de ser fruto de la imaginación de alguno de nosotros, quizá de Otrore.- Le comentó la sacerdotisa a su compañero mostrando muy poco interés por el estado del autoproclamado druida. -¿Otrore?, un brujo prisionero de brujos. Son malignos, incluso entre ellos. Vamos sacadme de aquí por favor-. La peliblanca miró alrededor tratando de encontrar sin éxito alguna pista sobre Otrore, quizá estuviese en alguna de las celdas ya que lo había mencionado aquel "Druida" -Ya no está aquí, se lo llevaron a la sala de torturas hace unas horas. Es una lástima, parecía un buen hombre a pesar de ser un asqueroso brujo. Al final del pasillo, subiendo las escaleras. Allí solo hay dolor y muerte, no sé que asuntos os traéis con el brujo pero, ir allí es un suicidio. Espera un momento, no eres una druida ¿Qué le ha pasado a tus orejas?- Preguntó alarmado aquel tipo al acostumbrarse sus ojos algo más a la luz y ver las puntiguadas orejas de la elfa. La peliblanca ignoró la pregunta y miró a su compañero para saber qué opinaba sobre las palabras de aquel prisionero y si debían continuar hacia la sala de torturas en busca de Otrore o no. En cuanto a la suerte de aquel pobre hombre... Era producto de un sueño, de la imaginación, liberarlo o ayudarlo de cualquier modo carecía totalmente de sentido pero aún así si al menos pudiesen sacarlo de allí...

-¿Puedes volar los barrotes o fundir la cerradura?.-
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El mundo de los sueños. Libre (2/3) [Cerrado] Empty Re: El mundo de los sueños. Libre (2/3) [Cerrado]

Mensaje  Vincent Calhoun Vie 15 Ene - 19:26

¿Druidas? De que estaba hablando ese loco. Los druidas se habían extinguido hacía miles de años, o mejor dicho, evolucionado hacia una nueva raza en su nuevo hogar de Sandorai. Sin embargo, Níniel, después de pensar un poco, no contradijo al hombre. Quizás si era un druida después de todo, estaban en un sueño al fin y al cabo, y no tenía que ser nada totalmente real lo que vieran allí. La imaginación jugaba un factor importante en los sueños, y existían libros de historia sobre la guerra brujo-druida en la biblioteca del colegio. Él mismo había ojeado más de uno, no obstante, nunca había leído sobre la prisión donde se hallaba, por lo que la elfa tendría razón, debía ser cosa de la mente de Otrore.

- Debe ser obra de Francesco. Nunca he leído nada referente a un sitio como este-, contestó a la peliblanca cuando lo miró. - Sí, puedo volar la cerradura, no me supondrá ningún problema. Pero es mejor apartarse un poco. Druida-, dijo mirando al prisionero, - quédate al fondo de la celda para que no te pase nada.

- Que quieres decir. ¿Cómo vas a romper la cerradura? - preguntó extrañado.

Esta era la parte complicada. Ese hombre había sufrido mucho por culpa de los brujos, llevaba muchísimo tiempo encerrado allí, al menos según el sueño en el que estaban de trasfondo. No le iba a gustar nada lo que iba a hacer para sacarlo, estaba seguro de ello. Vinc chasqueó los dedos metálicos de sus guantes sobre el pedernal como de costumbre, y pronto tuvo uno de sus ojos de lobo entre los dedos de la mano.

- Tranquilo, quédate al fondo-, comentó por decir. Sabía que no conseguiría calmar al druida dijera lo que dijera.

- ¡Tú! ¡Maldito! Eres uno de ellos-, gritó con sumo odio, bastante asustado contra el fondo de la pared.

Vincent no le hizo el menor caso, estaba asustado pero al menos estaba alejado de la puerta que era lo que necesitaba para sacarlo de la celda. Con un movimiento de su mano el proyectil de fuego impactó con la cerradura, explotando, provocando que la puerta rechinara. Cuando la onda expansiva con particular de polvo se disipó, quedó un puerta con un boquete donde antes estaba la cerradura.

- Quienes sois, ninguna druida iría junto a un brujo, quienes sois-, dijo alterado.

Si no fuese por su debilidad, Vinc no dudaría que el druida se hubiera lanzado a su cuello para estrangularlo, sin embargo, solo dio unos pasos y cayó fruto de la debilidad. El brujo alargó el brazo para agarrar unos de los barrotes, y tiró hacia sí mismo para abrir la puerta.

- ¿Puedes ayudarlo de algún modo? - preguntó a Níniel, mirándola y quedándose de costado, dándole el paso a la celda.

Sabía que era un sueño, más no podía dejar al hombre allí en ese estado, por sueño que fuera. No podía dejar a nadie moribundo de ese modo. Iba en contra de su código de honor. Iba en contra de lo que era. Para todo el mundo los brujos eran unas bestias ávidas de poder, que no dudarían en destruir a quien se interpusiese en su camino para conseguir sus objetivos. No podía culparles, muchos eran así todavía, y la competencia por escalar en la jerarquía de magos era un hecho. Pero él no. Ni él ni su hermana habían sido educados para ganar poder a cualquier precio. Pertenecían a una familia, y por familia consideraba también a los Stone, que quería limpiar el nombre de su raza, llevándola por un camino que no fuera regido por la fuerza, sino por la ética y la moralidad.

Era imposible cambiar a todos los brujos, pero consiguiendo que la mayoría cambiara de mentalidad todo sería mejor para todos, incluso para ellos mismos. Pues, paradójicamente, los brujos siempre habían avanzado más en sus técnicas en tiempos de paz que en guerra, perdiéndose en algunas ocasiones muchos conocimientos por ellas. La más grave pérdida, en la guerra que ahora dominaba el sueño.

Al menos los tiempos habían cambiado se consoló el rubio, en la actualidad era más fácil encontrar brujos con su arquetipo, y ya habían llegado algunos hasta el consejo. Los brujos belicosos olvidaban con frecuencia, que no desear la guerra como medio de vida, no significa que realmente fuesen más débiles, o no estuvieran preparados para el combate. Ese orgullo exagerado solía ser la perdición de la mayoría de los hechiceros con mentalidad antigua.

- Si fuésemos tan malos como los brujos que te han hecho esto, no te ayudaríamos ¿no crees? - comentó amable al druida para calmarlo un poco. - No todos los brujos somos iguales, algunos queremos ayudar a tu raza-, era mentira en parte, los druidas no existían y eso el mago blanco no lo sabía al ser parte del sueño.

Pero realmente era cierto que no todos los brujos eran iguales. Él nunca había dañado a nadie para sus ambiciones personales, y ahora se había enamorado de una elfa. Vinc tenía pruebas más que suficientes para saber que él no era como lo demás.

- Hemos venido a sacar a Otrore, Es un buen hombre, y no merece estar aquí aunque sea de tu raza enemiga. Dinos donde se encuentra la sala de torturas por favor. Te prometo que no te haré daño, y si hay más druidas como tú, los liberaré.

El hombre dudó si hacer caso al rubio. Era normal, era un brujo después de todo.

- Solo tienen que seguir el pasillo hasta el final. Llegaran a un encrucijada con una desviación, al fondo a la izquierda está la sala. La salida de la prisión es por la derecha. O eso creo. Nos tapan la cabeza cuando nos meten aquí, pero ya nunca más nunca lo hacen-, un escalofrío pareció recorrer el cuerpo del druida. - Una vez en las celdas, solo nos sacan para llevarnos al cuarto de torturas. Y como no hay más camino, pues debe ser la salida por la derecha.

La dirección de la salida poco importaba. El portal seguí allí, así que podían volver por el sueño de la academia, aunque el druida había sido amable. Había reconocido, por duro que fuera para él, que eran aliados. Aliados extraños pero aliados al fin y al cabo.

- No te preocupes por la salida. Puedes salir por ese portal de allí-, se acercó y se arrodilló junto a él. - Muchas gracias, de verás-, dijo con sinceridad.

No estaba seguro que pasaría cuando el hombre saliera por el portal, seguramente desaparecería para siempre, pues solo era “real” en este sueño, en el otro no era nada. Puede que siguiera existiendo en el otro, quien sabe. Eso no importaba realmente, aunque sería curioso que un druida rondase por los pasillos de la academia de magos, lugar que nunca uno de ellos llegó a alcanzar.

Vincent le dedicó una sonrisa afectiva antes de ir cerca del pasillo por el que debía internarse. La niebla rojiza era más espesa por esa dirección.

- Yo iré delante, ayuda al druida a escapar. Te espero en la sala-, comentó a la elfa antes de desenvainar su espada e internarse en el pasillo.

Había celdas y más celdas. Era increíblemente largo ese sitio, pero si había alguien más detrás de los barrotes de cada habitáculo, no lo podía saber. No se escuchaban nada en ellos, ni tampoco se veía nada con la espesa niebla. Al menos el camino era sencillo. Todo recto como había dicho el druida, hasta a la bifurcación.

- A la izquierda dijo-, musitó para escuchar una voz entre tanto silencio. Algo que lo reconfortase.

Ese nuevo pasillo no cambió un ápice del anterior, salvo que la niebla cada vez se volvía más impenetrable para sus ojos. Al menos al principio. Cada paso que daba hacía que escuchara voces suplicantes. No venían de una celda como la vez que lo había asaltado el druida, era distinto. Como cuando Níniel había gritado su nombre en el puente. Se escuchaban dentro de su cabeza y era turbador sin duda. Pensó en esperar un momento a la mujer, pues lo pasaría mal ella sola con esos ruidos, más decidió seguir avanzando. Tanto daba si la esperaba allí mismo como en el sala de torturas. Además, si entraba solo a la sala, le ahorraría otra experiencia traumática. Seguro que ese sitio tendría una sorpresa como el anterior sueño, y ya le había hecho más daño del que quisiera hacerle en toda su vida a la elfa.

Una puerta al fondo tomó forma, pues en esa parte, por extraño que pareciera, la niebla no llegaba. Era como si no quisiera acercase al portón de madera y decidiera mantenerse en el pasillo, acrecentando la sensación que tenía de que esa maldita niebla estaba viva. Las paredes tenían retazos de sangre reseca de forma aleatoria, aunque todas con dirección a la susodicha puerta, siendo algunas con formas de manos, notándose sobre todo una que se deslizaba sobre el suelo, justo delante del portón. Evidenciaba que algunas personas se habían apoyado en las paredes con las manos llenas de sangre, y la del suelo que lo había arrastrado adentro, sin embargo, algo no le cuadraba. Lo normal es que la gente saliera ensangrentada de allí, no al revés.

- Que sitio tan agradable-, ironizó, a la vez que giraba el pomo metálico de la puerta, preparándose para el combate.

Entró con sigilo, esperando encontrar una horda de brujos demoníacos, pero no fue así. La sala estaba vacía, era cuadrada, con pasillos de metal con barandillas del mismo material haciendo un segundo piso alrededor de la habitación, que se perdía por un pasillo sin saber a donde llevaba. El druida había dicho que solo había un segundo camino posible para salir, no obstante esa parte de arriba llevaba a algún lado, así que el sueño había vuelto a hacer de las suyas, o lo había olvidado de tantas palizas que le habían dado allí.

Había aparatos de tortura por todo el lugar, y las columnas de metal que sostenían al segundo pasillo le daban un aspecto circular a la zona central. Allí había un hombre, amarrado a un tablón de madera inclinado, las correas de cuero que lo amarraban evitaban que cayera al suelo y tenía los ojos vendados. Tenía aspecto demacrado, aunque no en el estado tan lamentable del druida y, pese a ello, estaba seguro de quien era el hombre atrapado.

¡Otrore! Al fin había encontrado al padre de Clarisse, no obstante, solo un idiota no se daría cuenta de que todo tenía pinta de una trampa. Vinc se mesó la barba pensativo, era una trampa sí, pero qué demonios podía hacer para sacarlo de allí. No le quedaba más remedio que hacer saltar el cepo.
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Mensaje  Othel Vie 15 Ene - 21:27

Níniel: + 2 puntos de pasiva.
Vincent: +1 punto de pasiva.

Por un buen desarrollo y por unos posts más que aceptables que, sin duda alguna enriquecen el tema, se os recompensa, esta vez, con un Colgante de estrella.

Propiedades: No se oxida, sencillamente, es una decoración bonita.
Usos:---
Colgante estrella:

Podéis quedaros lo o venderlo por 50 Aeros.

Seguid así.

* No olvideis registrar cada cosa en su lugar apropiado.
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